Thriller Al despertar

Tema en 'Relatos' iniciado por Bettle Red, 16 Septiembre 2022.

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    Bettle Red

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    Escritora
    Título:
    Al despertar
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3139

    El cielo estaba gris. El polvo se alzó sobre los restos y cubrió cualquier rastro de sol que pudiera existir en ese momento.

    Las casas y edificios se habían derrumbado dejando montañas de escombros y cenizas. El frío calaba en los huesos y la muerte podía percibirse tan latente como el olor a azufre.

    El aparente terremoto había despertado a Gala, una jovencita pecosa de no mas de 15 años. Recién había llegado de la escuela y, como todo irresponsable adolescente de padres ausentes, decidió tomar una siesta. Parecía increíble que estuviera ilesa, todo a su alrededor estaba destrozado pero el sofá en el que durmió y ella misma parecían haber sido ignorados por tal catástrofe.

    Un zumbido atroz perforó sus oídos llegando a su cerebro, se sentía como una lluvia de agujas clavándose lentamente en el, llevó sus huesudas y blancas manos a su cabeza por simple inercia y cuando creyó que no soportaría mas, el zumbido desapareció dejando en su lugar un silencio inimaginable, por un momento creyó haber quedado sorda hasta que, a lo lejos, fuera de lo que quedaba de su casa, debajo de los escombros, pudo escuchar el llanto de un bebé.

    Caminaba esquivando algunas rocas y trepándose en otras, iba despacio sin hacer mucho ruido y con la convicción de encontrar al bebé que lloraba, probablemente lastimado. Se acercaba a cada lugar donde le parecía escuchar el llanto pero no lograba dar con la fuente del sonido, comenzó a desesperarse. Al paso del rato el sonido se intensificó haciendo que renacieran las esperanzas de encontrar al bebé.

    —Sé que está cerca, puedo oírlo— dijo Gala con la desesperación impregnada en su voz.

    Retiró incontables rocas y escombros con afán, escarbaba tanto y tan rápido como su decadente condición de adolescente sedentaria le permitía, sus uñas estaban quebradas y comenzaron a nacer pequeños bultos de pus en sus manos sin embargo no tenía la mas mínima intención de descansar, escuchaba el llanto cada vez mas cerca.

    —Sigue llorando, no pares de llorar— dijo, como si el bebé pudiera entender lo que decía.

    Cada que pensaba haber encontrado el lugar se daba cuenta que había estado escarbando en el sitio incorrecto.

    Una enorme piedra que parecía haber sido parte de alguna columna se interpuso en su camino, era enorme y pesada. Gala se sintió un tanto frustrada e impotente, era demasiado para ella sola, estaba sola:

    ¿Estoy sola?” pensó.

    Todo ese tiempo estuvo tan pendiente de su búsqueda que no se había percatado de la notable ausencia de mas personas:

    “¿Todos están muertos? ¿Realmente no hay nadie mas aquí?”

    Las preguntas surgían una tras otra en su mente. Llena de angustia, se arrodilló y ululó de desesperación

    —¡Ayuda!— gritó con todas sus fuerzas —¡Hay un bebé aquí!— gritó nuevamente a todo pulmón, involucrando su corazón y su alma —¡Ayuda!

    Su rostro estaba cubierto de tierra y cenizas pero en sus mejillas fueron apareciendo pequeños ríos, sus lágrimas salían a borbotones de sus ojos, su cabeza dolía y el cansancio en su cuerpo era un verdugo cruel y obcecado sin ánimos de dar tregua.

    Era la primera vez que Gala se sentía así. Estaba completamente sola, nunca tuvo la necesidad de esforzarse por algo o por alguien y eso ahora le causaba un enorme conflicto, de verdad quería rescatar a ese niño pero no había forma de mover esa roca, había trabajado tanto tiempo que el cielo se oscureció, poco a poco la luz se fue acabando, sus dedos estaban lastimados y entumecidos pero, al final, parecía que tendría que resignarse a escuchar como el bebé dejaba de llorar, ser testigo de como una vida se escapaba lentamente.

    Gala había descubierto como era sentir impotencia.

    —Estoy sola— plañó.

    “No, no lo estoy” pensó.

    —No estoy sola— dijo mientras se limpiaba las lágrimas —¡No estás solo! ¡Te sacaré!

    Como si una corriente eléctrica hubiera recorrido su cuerpo, se puso de pie y continuó su tarea. Se recostó en el suelo e intentó empujar la roca con la fuerza de sus pies pero falló, dio una cuantas envestidas con sus hombros y también falló, finalmente se puso de espaldas a la roca y empujó, empujaba tanto como le era posible. Bufaba con furia decidida a mover esa piedra hasta que por fin pudo sentir como se desplazaba lentamente, no abandonaría su tarea ahora que ya estaba dando frutos así que siguió empujando con mas y mas fuerza.

    La gran roca por fin se movió y Gala no podía estar mas alegre. El escombro había dejado un hueco profundo en el suelo, estaba cubierto por tierra y piedras mas pequeñas. Gala escarbó y escarbó hasta que sintió una masa suave, continuó rascando la tierra para sacarlo mas fácil y cuando pudo ver claramente el bulto se apresuró a sacarlo con mucho cuidado. El bebé estaba totalmente cubierto con una mantita blanca, rápidamente le descubrió el rostro para que pudiera respirar.

    Gala lo soltó abruptamente produciendo un golpe seco. El llanto se hizo insoportable y risas de niños se escuchaban en todas partes.

    —No es cierto, no es cierto, no es cierto— se repetía constantemente mientras se daba golpes en la cabeza.

    El bebé que tanto había buscado estaba inerte, su piel se veía gris y sus labios azules, las cuencas de sus ojos se encontraban vacías y su rostro era tan delgado que su cráneo se marcaba perfectamente, como si sólo estuviera cubierto por una ligera y putrefacta cortina de piel, semejante al grosor de la muselina. Al caer, la manta que cubría el pequeño cuerpo se abrió, un agujero en el tórax dejaba expuestas parte de sus costillas y pequeñas larvas blancas comenzaron a salir de el al igual que de las cuencas de sus ojos.

    Las risas de los niños se hacían cada vez mas fuertes y chillonas, se escuchaban en todas partes, parecían venir de los escombros de los edificios pero también del suelo, del aire, del mismo cielo.

    “Tengo que salir de aquí, ¿Qué es esto? No puede ser posible, debo estar soñando, debe ser un sueño”

    Hablaba interiormente, intentando convencerse de la imposibilidad de su situación pero todo se sentía real, podía oler ese extraño aroma a óxido, sus manos dolían y sintió cada grano de tierra enterrándose despiadadamente debajo de sus uñas, sentía el frio calando en sus huesos y la humedad de la noche le golpeaba el cuerpo.

    “¿Es posible sentir en los sueños?”

    Gala no era el tipo de persona que prestaba atención a sus sueños sin embargo recordaba que alguna vez soñó golpear a alguien y no sólo no lo consiguió sino que lograba sentir que no podía hacerlo, sentía una especie de limitación. Esta ocasión no sentía ninguna.

    Comenzó a correr sin un rumbo fijo, sólo quería alejarse de aquel escenario tan macabro y decadente. El llanto del bebé y las risas de los niños la seguían sin importar lo rápido de su paso. En su huida, uno de sus zapatos abandonó su pie y sentía rocas restregándose en su planta pero no estaba dispuesta a parar.

    El viento cada vez golpeaba con mas fuerza y su humedad le dificultaba respirar, cada respiro le helaba los pulmones y un dolor en la parte baja de su cabeza le hacia sentir mareada y con nauseas. A lo lejos logró ver lo que parecía ser la entrada a un túnel y no habría pensado en entrar a no ser por una pequeña luz que provenía de su adentro.

    De principio el túnel estaba oscuro y escuchaba caer gotas de algún liquido que sonaba lo suficientemente pesado para descartar que fuera simple agua. Siguió caminando y el diminuto punto de luz se veía cada vez mas radiante e incluso un poco mas grande, desde que entró al túnel pudo dejar de escuchar las risas y el llanto, eso la tranquilizó un poco. Su calcetín estaba desgastado, con piedrillas incrustadas en sus tejidos y ahora estaba mojado, decidió quitárselo y, en un momento de pesadez, optó por deshacerse de su zapato y calceta restante:

    “Si no tengo ambos pies cubiertos, será mejor que ambos estén descubiertos, es lo justo. Ambos o ninguno”

    Llegó a la fuente de luz sólo para darse cuenta que era un espejo. Era grande y largo, su marco era de madera y tenía tallado diferentes figuras: algunas flores, unos cuantos pajarillos y un par de mariposas, era bastante bonito aunque parecía algo viejo.

    Gala no entendía nada de lo que estaba pasando, hasta hace unas horas estaba sentada en una esquina del salón de clases, mirando por la ventana y preguntándose si era mejor comer antes de dormir o dormir y despertar para comer y volver a dormir, tenía que entregar un importante trabajo final al día siguiente pero eso ya no importaba.

    El espejo reflejó un lugar lleno de arboles cuyas hojas habían adquirido un tono marrón con base naranja, estaban marchitas pero de una forma muy bella, también había enredaderas y estas estaban verdes y llenas de flores y botones. Parecía ser una lugar viejo y místico, con muchas historias que contar.

    Un olor penetrante llegó a su nariz y no tardó mucho en darse cuenta que era el aroma de algo quemándose, dejó de lado su fascinación por el espejo y quiso saber de donde venía el olor pero no lograba encontrar el lugar o el objeto del que provenía, para cuando volvió su mirada al espejo un fuego infernal arrasaba con el paisaje que recién había visto. Vio caer las flores y como las hojas secas avivaban el fuego, los arboles comenzaron a derrumbarse y el cielo se tornó negro. Ya no estaba preocupada por la imposibilidad de todo lo que ocurría, ahora solo quería escapar, huir a un lugar menos extraño. El humo atravesó el espejo y llegó a donde ella estaba, le nubló la vista y le cortó la respiración, sintió como si una mano la tomara con fuerza de la muñeca pero al intentar quitársela se dio cuenta que no había nada, el humo entro de a poco en sus pulmones y se sintió mareada, cerró los ojos por un rato intentando calmarse y cuando los abrió el humo se había ido y en el espejo estaba, únicamente, su reflejo.

    Gala era una jovencita cuya delgadez la hacia parecer mas alta de lo que en realidad era, tenía el cabello largo y lacio, tan hermoso como el de un caballo. Sus ojos parecían un par de almendras tostadas y su piel era pálida y amarillenta. Tenía puesta una falda plisada color azul con cuadros amarillos y blancos, una camisa de manga larga blanca y un chaleco del mismo azul que su falda, así era su uniforme escolar. La camisa, sucia y algo rota, la tenia desfajada y la falda estaba chueca.

    ¿Por qué mi cabello luce mas oscuro?”

    Pensó mientras se acercaba al espejo y se observaba en el.

    “Debe ser por la luz”

    Procedió a revisar minuciosamente su aspecto, arregló su falda y se fajó la camisa, recordó que su madre siempre la reprendía por su falta de cuidado de su imagen. Al recordar a su madre su corazón se inquietó y sus emociones se acumularon en su garganta, estaba a punto de llorar pero se detuvo ante un pequeño detalle que, hasta ese momento, había pasado desapercibido.

    Mientras corría pudo sentir como sus pies se mojaban y se lastimaban, el “reflejo” tenía los pies totalmente secos. Subió la mirada hasta sus ojos y el reflejo, como era normal, siguió cada acción, estaba tan cerca que incluso el espejo se empañaba cada vez que respiraba. Había algo extraño en su mirada, se veía “diferente”

    “Sólo es mi reflejo, sólo es eso”

    Aún tenia rastros de las lágrimas que nunca salieron de sus ojos, los cerró y talló, su vista se aclaró y al mirar nuevamente los pies del reflejo se dio cuenta que era iguales a los de ella; sucios, lastimados y mojados.

    Miró fijamente su reflejo de nueva cuenta, con la intención de detectar cualquier anormalidad y por un momento creyó ver un una ligera sonrisa en la imagen del espejo pero cuando se enfocó en los labios, no había sonrisa en ellos.

    Hacía algún tiempo había visto un video que explicaba eso. Se decía que se había realizado un estudio con un determinado número de pacientes, el mayor porcentaje alegó ver como sus cara se deformaba, otros veían el rostro de un familiar, algunos mas habían logrado apreciar a una persona desconocida:

    —Efecto Caputo —musitó sin quitar la vista del espejo.

    Así era como se titulaba aquella explicación.

    La mirada de la persona en el espejo lucía vacía, como si no tuviera brillo y —aunque le parecía muy probable que fuera efecto de la iluminación— seguía viendo una diferencia de tonos en el cabello y la piel: en el espejo se veía mas oscuro y la piel mas grisácea.

    Su mano lentamente subió a la altura de su cintura y se acercó aún mas al espejo, poco a poco fue juntando su mano con la del reflejo y cuando se encontraba a escasos milímetros de tocarle tuvo la sensación de haber sentido un poco de frio en su mano, como cuando estás a punto de tomar un hielo con las manos desnudas. Dudó y quiso alejarse pero el reflejo le tomó de las muñecas y la jalo bruscamente, las risas de niños que se habían callado aparecieron nuevamente, Gala luchó por zafarse pero le era imposible, era como si no sólo le estuviese sujetando las muñecas; sus pies parecían estar pegados al suelo. El reflejo tiró con mas fuerza, se acercó a su cara y esbozó una sonrisa tan enorme que distorsionaba su cara, sacó su lengua —que era como la de una serpiente: bifurcada, larga y delgada— yla pasó por los labios de Gala, la sensación fue repulsiva y un hedor nauseabundo la consumió cuando esa “cosa” se acercó.

    No sabía como lo imposible se había vuelto totalmente posible, había dejado de lado la idea de creer que todo era un sueño o una alucinación. Estaba cansada y adolorida, sus manos tenían ámpulas y sus pies estaban raspados y sangrantes, podía sentir como su sudor recorría tímidamente cada centímetro de su cuerpo, el olor de esa entidad le había provocado nauseas y dolor de cabeza además, la sensación viscosa y mojada de sus labios le hacían consiente: de alguna manera todo lo ocurrido era real.

    Gala reaccionó y peleó con mas fuerza, logró soltarse y empujó a aquella extraña criatura.

    Hubo una explosión de sangre y, como si le hubieran arrojado una piedra, el espejo se rompió en múltiples pedazos que se transformaron en serpientes dispuestas a atacar. Gala se quitó el chaleco de su uniforme, lo arrojó sobre las serpientes y comenzó a correr nuevamente.

    El túnel era mas largo que cuando había entrado y las risas de los niños parecían sonar aún mas fuertes pero ya no estaba dispuesta a dejarse nublar por el miedo, si todo era real entonces debería ser valiente y aprender a vivir en ese nuevo y distópico mundo.

    A lo lejos logró observar la salida del túnel y aceleró su marcha, mientras mas se acercaba podía divisar mejor el gran y colorido jardín que había pero cuando llegó a la salida: cayó.

    Una fuerza sobrehumana la jaló bruscamente, alejándola del hermoso jardín y mientras mas caía mas oscuro y frío se volvía todo. Las roca que le rodeaban parecían gritar dolorosamente y un humo denso apareció para ocultar cualquier rastro de luz.

    Su espalda se encontró con el piso y se escuchó el tronar de sus huesos, su cerebro vibró como si el golpe lo hubiera sacudido y el aire se le fue de los pulmones, parecía que había caído sobre un bloque de hielo pues su cuerpo se heló rápidamente y pudo sentir hasta el mas diminuto de sus huesos congelarse. Sentía un liquido escurrir de sus fosas nasales pero no podía moverse, tomar mas aire también se le dificultaba; cada que quería respirar sentía como sus costillas se abrían y tronaban chocando con algo que, ella intuía, eran sus órganos.

    Era un bulto de huesos inamovible y no podía ver casi nada, sólo escuchaba risas macabras y llantos desconsolados. Entre el ruido logró distinguir uno diferente, eran pisadas cortas y continuas como las de un animal:

    “Tan insoportable como las manecillas del reloj de la cocina, suena igual que las pesuñas de ese borreguito adorable que comimos en navidad.”

    Algo pareció darle fuerzas, sus pupilas se dilataron, parecían un par de semillas de mostaza. Se intentó levantar pero quedó a medio camino por lo que optó por una postura similar a la de un chimpancé: las plantas de sus pies y las palmas de sus manos conectadas firmemente con el suelo. Sus rodillas dobladas y su espalda arqueada pero con la cara levantada y la mirada fija en la silueta que se acercaba.

    Los pasos se escuchaban cada vez mas cerca y Gala estaba, aún mas, convencida de que eran pesuñas aunque no sabia si sería un animal.

    Cuando los pasos se detuvieron todo quedó en silencio y un prístino rayo de luz cayó de la superficie.

    Cada vello en el cuerpo de Gala se erizó y se incorporo, esta vez, totalmente.

    Una cabra grande y bañada en sangre la miraba fijamente e incluso parecía sonreír.

    —Gala —dijo la cabra con el mismo tono que usa para balar —Gala —repitió.

    En el año 1944 la revista “Life” presentó una pintura del artista de guerra Tom Lea, en ella se observaba a un soldado en estado de shock con una mirada que hablaba por sí sola, estaba atónita, era vacía e inquietante. Sus iris estaban centrados dejando al descubierto su esclerótica en las partes superior e inferior: la mirada de las mil yardas, se le nombró desde entonces.
    Gala tenía esa mirada, era incapaz de parpadear y el ultimo rayo de esperanza se había marchado de ellos. Una sonrisa fría e inerte apareció en sus labios, como si el horrido escenario fuese ajeno a ella, se dejó caer y adoptó una posición fetal. La pintura del soldado era conocida por muchos y Gala no era la excepción; aunque el hombre era totalmente desconocido, no sólo compartían la mirada:

    Gala también era una infeliz desconocida en ese sitio lleno de dolor, desesperación y sangre.

    Cerró los ojos deseando que todo fuera un mal sueño y que al despertar quedara sólo el recuerdo.

    No había sueño, al abrir los ojos vería lo mismo que cuando los cerró.

     
    Última edición: 21 Septiembre 2022
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  2.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Pluma de
    Escritor
    Saludos.

    Primero comenzaré con decir que te comiste unas cuantas tildes y esto:
    Aquí en lugar de 'de' sería un 'se'.

    Ya que comenté lo técnico, voy con el relato en sí. Es maravilloso como juegas con el personaje y su mente. Y la del lector que hay momentos que parecía estar viva, haber enloquecido o estar en una pesadilla. Pero, las risas que escucha, a cada que algo sucede, deja en claro, a mi parecer, el destino de Gala. Y es justo eso lo que más me gustó, ese final desesperante.
     
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  3.  
    Bettle Red

    Bettle Red BettleRed

    Libra
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    Pluma de
    Escritora
    Hola, Dark Rs.

    Muchas gracias por comentar, realicé las correcciones correspondientes.

    Me siento muy contenta que lo que leíste fue de tu agrado.

    Fueron muchas situaciones por las que pasó y tuve algo de miedo de que, a ratos, el relato fuera sozo o lento. Quizá en un futuro le haga alguna mejora. Al igual que tú, el final fue lo que más me gustó, en general, me gustan ese tipo de finales.

    Nuevamente, muchas gracias por leer y por comentar.
     
    Última edición: 21 Septiembre 2022
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