Lo espera molesta en la cama. Son más de las dos de la madrugada. Se supone que no tardaría, que esa noche sería especial. Mira la mesa de noche, el vino caliente flota en el hielo derretido, solo una copa la acompaña en el olvido, la otra, como su ego, está hecho añicos en el piso. Las llaves dejan su distintivo sonido. Se tira en la cama molesta aún más. Las sábanas la cubren de pies a cabeza. Los pasos de Aedan se acercan a ella. Sus manos descubren su cuerpo desnudo, y un líquido recurre su fruto maduro. Sus labios la besan, irguiendo sus pechos, gemidos no quiere dejar escapar de su boca. "Lo siento" él susurra muy cerca de su oído, su aliento alcoholizado debilitan sus sentidos. "No importa" le dice, abriéndo las piernas, y él se sumerge, embistiéndola muy lentamente.