Ciencia ficción Rhajik

Tema en 'Relatos' iniciado por Manuvalk, 29 Noviembre 2021.

  1.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Rhajik
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    Ciencia Ficción
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    Saludos a todos. Esto se trata de un capítulo especial para expandir más aún la historia que estoy haciendo, titulada 'Los Viajeros' y de la que tenéis todos los links disponibles en mi blog. Los eventos de este capítulo especial variarán, trasladándose entre momentos previos a la propia historia principal, e incluso en momentos vividos y posteriores; pero siempre con la intención de arrojar luz a algunos sucesos. Preguntas que llevan tiempo sin respuesta serán respondidas aquí, mientras que se formarán otras nuevas preguntas que tendrán contestación en futuras publicaciones. Como siempre, agradecer a Reydelaperdicion por su entusiasmo en querer seguir este universo que estoy creando. Sin más que añadir, os dejo con la lectura.



    Seis meses después del fin de la guerra entre neonianos y sylerianos

    Aquel ser cayó sobre Tymoth por la inercia con la que iba, pues previamente y antes de recibir el disparo se lanzó de nuevo contra el soldado. El neoniano soltó la Rhajaal y respiró aliviado al haber eliminado al syleriano, pues se había llevado un gran susto. No obstante, Tymoth no se percató de que de la oreja del syleriano comenzaba a salir una especie de microchip con pequeños tentáculos, parecido a una araña.

    El neoniano no era consciente, pero aquel diminuto artefacto tecnológico se metió por el agujero de su oreja izquierda sin que éste notara nada. Tymoth se levantó a los tres segundos de que esa cosa entrase en su cuerpo por uno de sus orificios, lanzando el cuerpo del syleriano a un lado.

    Antes de disponerse a andar, el neoniano cayó derrumbado al suelo. Su cuerpo y su mente parecían haber sufrido un apagón instantáneo, dejándolo inconsciente. A los pocos segundos, el soldado comenzó a combulsionar durante más de diez segundos hasta que sus ojos se abrieron.

    En ese momento, Mehron y Helix se asomaron al pasillo y corrieron a ayudar a su compañero.

    — ¡Tymoth! ¡¿Estás bien?! — Exclamo Mehron, corriendo a levantarlo — ¡Escuchamos el disparo y vinimos!

    — Lo has matado, bien hecho — Dijo Helix, observando con desprecio el cuerpo sin vida del syleriano — Mehron, deberíamos irnos y explicarle al consejo que está todo hecho.

    — Tienes razón... — Musitó el líder del grupo, incorporando a su compañero — Buen trabajo, Tymoth.

    El soldado neoniano no respondió, dejando a sus dos compañeros algo extrañados. Mehron decidió ir al frente, mientras Helix acompañaba por detrás a Tymoth. Mientras el trío avanzaba por un pasillo, por este se podía leer en letras grandes la palabra 'Bataller', por lo que supusieron que ese era el nombre de la nave de origen syleriano.

    — Le explicaremos al consejo lo ocurrido y que se encarguen de mandar a otro grupo a recolectar tecnología — Dijo de pronto Mehron, iniciando una conversación — Estoy deseando salir de esta nave.

    — Jeelon y Dugham han muerto por un único superviviente syleriano — Murmuró Helix, visiblemente furioso — Dos vidas por el precio de una tan insignificante...

    — Te estás equivocando, Helix.

    Las palabras de Tymoth, que sonaron como si no las dijera él, sorprendieron tanto al líder Mehron como al soldado Helix.

    — ¿Qué quieres dec...?

    Antes de que Helix terminase la pregunta, la Rhajaal que portaba Tymoth colocó el cañón en el abdomen del neoniano y disparó el láser azulado, agujereando a Helix de la misma forma en la que fue agujereado el syleriano.

    El soldado cayó desplomado al suelo y Mehron se giró aterrado, pero antes de que pudiese levantar el arma y apuntar a su compañero recibió un disparo de Tymoth en el torso, haciendo que el líder del escuadrón cayera de espalda con una grave herida.

    Mientras Helix estaba muerto, Mehron parecía seguir vivo, jadeando mientras la sangre brotaba de su herida y de su boca. Tymoth, pareciendo otra persona, se inclinó al lado del neoniano malherido, que estaba viviendo sus últimos minutos con vida.

    — Ha sido relativamente fácil obtener el control de Tymoth, es un ser sin personalidad ni fuerza propia — Murmuró el propio Tymoth, mientras metía su dedo índice en la herida del torso de Mehron y lo sacaba con sangre — Habéis erradicado a mis creadores, habéis derramado su sangre... ahora me toca a mí.

    — Qué... qu... — Mehron luchaba por poder hablar — ¿Qué... eres...?

    — La extinción de tu especie — Respondió Tymoth, incorporándose de nuevo — Dicen que cuando hay tormenta en Neonia es porque algo malo va a ocurrir, ¿cierto?

    Mehron seguía teniendo fuerzas para aguantar con vida mientras miraba con rabia e impotencia a los ojos del que anteriormente era Tymoth Ghaar, su compañero. El neoniano movió un poco su Rhajaal para apuntar a la cabeza del que era el líder de su grupo de soldados.

    — A veces las leyendas son ciertas... Soy él, soy El Supremo.


    [...]

    — ¿Tymoth Ghaar? — Un soldado neoniano que vestía con la ropa de guardia del palacio, abrió la puerta de la habitación repentinamente — Es hora de reunirse con el Consejo.

    El joven Ghaar, el cuál se hallaba tumbado con la mirada fija en el techo, se incorporó rápidamente sobre el borde de la cama y comenzó a atarse unas botas ante la mirada del guardia en la puerta. El joven soldado neoniano había pasado tres días en un complejo aislado tras los sucesos en la Bataller, donde una expedición de cinco soldados en la que él participaba y cuya misión era reconocer y asegurar la nave syleriana entre otras cosas, había terminado con los demás muertos.

    Ellos fueron enviados con dicho propósito, pero el Consejo Neoniano lo hizo por otro motivo de mayor peso. Meses atrás, durante el asalto a la propia Bataller en su sistema, varios soldados argumentaron haber visto algo poderoso en una de las salas de la nave, la cuál fue bloqueada por Om Paokt justo antes de que huyera.

    Existía la suposición de que se trataba de una bomba de energía concentrada en una esfera brillante de tonalidad azul, pero el Consejo decidió dejarlo a un margen con el conflicto con los sylerianos aún reciente. Tras seis meses, los líderes decidieron enviar a estos cinco soldados para una misión de reconocimiento en busca de algo interesante pero sin ser conscientes de que la misión era más importante de lo que creían.

    Tymoth fue sorprendido por un único syleriano, quién se trataba del Elegido Admir controlado por la IA llamada Supremo. Éste, ahora lo controlaba a él, pero eso nadie más lo sabía. Tras asesinar a los dos compañeros que quedaban con vida, Tymoth regresó a la ciudad y capital de Neonia, llamada Avom, mostrando signos de locura y confusión.

    Al explicar lo sucedido a las autoridades —inventándose una historia totalmente distinta— estas recibieron la orden de mantenerlo retenido durante varios días en un complejo aislado con el fin de mantener la discreción en el asunto y que la ciudadanía no hiciese preguntas.

    — Sígueme.

    Tymoth no respondió y se limitó a obedecer al soldado del Consejo Neoniano. Al salir de la habitación donde había pasado la mayor parte de esos tres días, el joven neoniano respiró aliviado y sonrió, gesto que el guardia no vio. Los pasos del joven Ghaar comenzaron a juntarse con los del guardia, al unísono, viéndose una compenetración curiosa entre ambos.

    Doblaron una esquina a la izquierda y siguieron recto por un pasillo que tenía habitaciones a ambos lados hasta que finalmente llegaron a una puerta que el soldado tuvo que abrir con un código ocular. El guardia abrió la puerta acto seguido e indicó con un gesto a Tymoth que entrara.

    El único superviviente de la expedición entró en aquella sala, reconociéndola al instante al comprobar que se trataba de una sala para visitas. El Supremo no sabía exactamente si se encontraba en una cárcel, un manicomio o un hogar temporal de acogida. El lugar era espacioso y tenía varias mesas y sillas distribuidas, un ventanal a la izquierda con vistas a lejanas montañas verdes y cuatro neonianos de pie al otro lado de la sala, mirando fijamente al joven Ghaar.

    — Tymoth Ghaar, ¿verdad? — Uno de los neonianos se aproximó al joven soldado — Por favor, tome asiento.

    — ¿Quién eres? — Preguntó el Supremo, siendo directo y sin acceder a tomar asiento.

    — Siéntate y te lo diré.

    Tymoth permaneció de pie durante unos segundos pero finalmente aceptó, sentándose frente al neoniano mientras los otros tres miraban la escena con seriedad.

    — Me llamo Zykor Tovam y soy uno de los cuatro miembros del Consejo Neoniano — Se presentó el visitante — Uno de los líderes que gobierna Neonia y básicamente, tu superior directo. Tengo entendido que eres un soldado recientemente introducido en el ejército, ¿cierto?

    — Así es — El Supremo podía acceder a los recuerdos e información de Tymoth Ghaar, por lo que no suponía ningún problema que le hablaran del pasado — Hace tan solo cuatro meses que formo parte del ejército neoniano.

    — Y por lo que sé, formaste parte también de una misión de reconocimiento a la famosa nave syleriana caída a las afueras de la ciudad — Zykor no quería esperar más y decidió ir directamente al asunto — Dime, Tymoth, ¿qué ocurrió en el interior de esa nave?

    — ¡He repetido la historia de lo ocurrido varias veces! — Exclamó el joven Ghaar, golpeando la mesa con ira y sorprendiendo a los presentes en la sala — No parecía haber nadie en la nave y de repente, un único syleriano comenzó a cazarnos uno a uno; Jeelon, Dugham, Mehron, Helix... yo logré acabar con ese repugnante ser.

    — Entiendo... — Musitó el que era uno de los miembros del Consejo — Durante el reconocimiento de la nave, ¿viste o tus compañeros vieron algo que pudiese considerarse importante?

    — No — Respondió Tymoth, tajante — No vimos nada relevante y de haberlo hecho, lo habríamos dejado allí. Los demás han muerto por nada y yo casi les acompaño en su fatídico destino.

    Zykor lanzó un suspiro de resignación y se incorporó rápidamente, dirigiéndose a sus compañeros del Consejo. El Supremio vio cómo estos comenzaban a salir de la sala sin decirle nada, excepto el propio Zykor, quién se volteó.

    — Tienes dos semanas para descansar, Tymoth, después de ese tiempo tendrás que reinsertarte en el ejército — El neoniano Tovam parecía frustrado por no obtener ninguna información valiosa de lo que pudiese haber en el interior de la Bataller — Tienes permiso para abandonar el complejo y regresar a tu casa. Cuídate.

    El Supremio vio marchar a los cuatro miembros del Consejo Neoniano y con la convicción de que desconocían en absoluto su tapadera. Ahora que tenía vía libre para salir de aquel lugar al que le forzaron permanecer tres días, su misión daría comienzo. Tenía dos semanas para obtener el control de las máquinas creadas por los neonianos a las que llamaban Rhajik, antes de tener que regresar al ejército neoniano del que era soldado Tymoth Ghaar.

    [...]

    La noche había caído sobre Avom, la principal ciudad neoniana. El Supremo había comenzado a investigar acerca de los Rhajik desde que salió de aquel complejo en el que estuvo retenido, varios días atrás. Era consciente de que obtener el control de esas máquinas le otorgaría la posibilidad de vengarse por la supuesta extinción de sus creadores, los sylerianos. La IA descubrió la localización de la principal fábrica de Rhajik de la zona, por lo que decidió infiltrarse en ella y poder corromper los sistemas de las máquinas, las cuáles estaban programadas para obedecer órdenes de comandantes neonianos del ejército. Con algunas variaciones, el Supremo estaba seguro de que pasarían de obedecer neonianos a obedecerle a él.

    Tras burlar la seguridad del complejo y a los guardias que lo custodiaban, el joven neoniano llegó a una sala extensa en la que cientos de máquinas ya fabricadas esperaban su turno para ser activadas, una vez se quisieran sus servicios. El Supremo también descubrió, indagando, que los primeros veinte Rhajik fabricados no recibían órdenes sino que más bien tenían libre albedrío, algo que los propios neonianos decidieron no prolongar con el resto para poder evitar así una posible rebelión que de igual manera iba a suceder tiempo después. Tymoth sonrió al ver las filas de Rhajik que había y su plan consistiría en obtener su control para así atacar Avom, provocando una distracción a mayor escala que le llevaría a visitar otras fábricas y obtener el control de más máquinas para su plan mayor.

    La idea dio sus frutos tras haber modificado a esos cientos de Rhajik mediante unos comandos que debían realizarse en cada uno de ellos, pues horas después de esto, la ciudad y capital Avom comenzó a ser masacrada por trescientas máquinas metálicas que asesinaban sin piedad a civiles neonianos. Aquello causó una conmoción en la sociedad neoniana y un temor a que más máquinas enloquecieran, sucediéndose desde el exterminio de máquinas por activar hasta la destrucción de aquellas que no habían realizado ningún acto de rebelión. Los neonianos tenían la paranoia de que los Rhajik habían adquirido inteligencia propia, cómo los primeros veinte que fueron creados y se mantenían retenidos en algún lugar de Neonia.

    Aquel fue el inició de la rebelión Rhajik contra sus creadores y el comienzo de una extinción que estaría cumplida de no ser por la llegada de los humanos, muchos años después. Tymoth Ghaar observaba la ciudad con una sonrisa que deformaba cada vez más su rostro hasta hacerlo irreconocible, cosa que ocurría al tener ya varios días al Supremo en el control del cuerpo del neoniano.

    Nadie sabía de su existencia; nadie dudaba de su apariencia. Avom ardía bajo sus pies y muy pronto lo haría el mundo entero.

    [...]

    Treinta años después

    La civilización neoniana estaba sumida en la mayor catástrofe de su historia. De forma repentina y sin explicación conocida, la creación que ellos llamaban Rhajik, se rebeló contra la sociedad. Fue tan inesperado que cuando el ejército neoniano quiso responder, la gran mayoría de máquinas que había por el mundo habían logrado su cometido. Las ciudades alrededor del globo ahora eran parajes apocalípticos, yermos sin vida donde antes había bullicio, zonas repletas de escombros que simbolizaban lo que un día hubo. Los neonianos venían de una guerra para meterse en otra, sin embargo, sus enemigos no tenían sentimientos ni emociones y solo un objetivo: erradicarles.

    Conforme fueron pasando los años, aquellos reductos de supervivientes de la masacre Rhajik se instalaron en las afueras de las ciudades, manteniendo su localización en secreto y lo más silenciosa posible. Se pusieron en marcha una serie de protocolos para evitar la extinción de la especie; cien bases escondidas en los interiores de montañas que servían para mantener a todos a salvo. La civilización neoniana sobrevivía en distintos lugares del mundo de la misma manera pero conectados entre sí. Los Rhajik gobernaban Neonia y habían ganado todo el terreno, pero tras treinta años en esta situación, los neonianos prepararon una ofensiva.

    Conectando con todas la bases, espere.

    En una sala muy iluminada se hallaban dos neonianos sentados y con los brazos apoyados sobre una mesa de cristal mientras enfrente se mostraban una serie de pantallas divididas, hasta un total de noventa y nueve, en lo que iba a ser una videoconferencia multitudinaria. Una a una, en cada pantalla se iban viendo también a dos neonianos sentados, a la espera de que todos los citados estuviesen conectados.

    Normalmente, uno de los neonianos era el líder de su respectiva base mientras que el otro era el comandante o jefe de los soldados que la habitaran. La reunión telemática se sucedía debido a una planificada ofensiva unida por parte de todas las bases contra la ocupación Rhajik, que habían pasado casi treinta años viviendo en la sombra. Una vez todos estuvieron conectados, uno de los líderes tomó la palabra.

    — Se dirige a todos vosotros el único miembro restante del Consejo Neoniano que queda en pie, Zykor Tovam — Dijo éste mismo, presentándose — Se me hace muy duro decir estas palabras, jamás pensé que sería el último miembro del Consejo y el único líder de nuestra especie...

    A su lado se hallaba el comandante de su respectiva base, llamado Khael Yannick. El neoniano era un experimentado soldado del ejército y ahora con rango de comandante, siendo de gran ayuda para Zykor en el orden de la base.

    — ...pero no hay tiempo para lamentos, si los Rhajik detectan que hemos activado uno de los satélites para ésta conexión, probablemente bloquearán la señal — El líder Tovam centró su vista en su comandante para después volverla a poner en las pantallas — Hoy es el día en el que contraatacamos de verdad, después de tantos años perdidos, sufriendo y escondidos. La ciudad de Avom contiene la mayor concentración de máquinas en toda Neonia, según nuestros exploradores. Liberarla de la ocupación Rhajik supondría un paso en firme de nuestra sociedad hacia la libertad absoluta.

    — ¡¡¡Sí!!!

    — ¡A por ellos!

    — ¡Es hora de recuperar lo que es nuestro!


    Khael y Zykor se miraron sonrientes y asintiendo, conscientes de que tenían el total apoyo del resto de bases operativas.

    — ¡Ya sabéis lo que debemos hacer! — Exclamó Zykor, eufórico — ¡El plan es atacar mañana por la mañana, llegaremos desde todas las direcciones! ¡No podrán frenarnos! ¡Por Neonia!

    ¡¡¡Por Neonia!!!

    Los gritos de apoyo se sucedieron al instante, con las cien bases listas para entrar en combate tras varios años sobreviviendo a duras penas. De pronto, en medio del júbilo que daba el saber que existía una mínima posibilidad de hacer retroceder a los Rhajik tras su evidente dominio, las pantallas se fueron apagando una a una. El líder Tovam y el comandante Yannick se miraron muy preocupados, pues eso solo podía significar que los Rhajik habían detectado la señal y la habían bloqueado de algún modo. Lo que el dúo no sabía era que el Supremo, que tenía su base en Avom, no solo había bloqueado la señal sino que también la había interceptado, descubriendo así el plan de ataque que tenían los neonianos contra su principal bastión.

    Tymoth Ghaar —que ya no era él sino la inteligencia artificial llamada Supremo— decidió adelantarse al objetivo de sus enemigos y localizó la señal de origen de todas las bases gracias a la conexión mediante satélite que acababan de hacer, enviando hacia todas esas bases a varios escuadrones de máquinas con la intención de que estas irrumpiesen en ellas y masacraran a los pocos neonianos que quedaban con vida en el mundo. Había pasado muchos años tratando de localizar a los supervivientes de su venganza y ahora lo había conseguido, por lo que su presencia en el planeta ya dejaba de ser imprescindible para su misión.

    La misión de ataque neoniana iba a sucederse varias horas después, por lo que mientras llegaba el momento, debían prepararse para ello. El comandante Khael Yannick se dispuso a preparar a sus soldados mientras Zykor se dirigía expresamente a una zona al margen de la base, donde varios ingenieros entre los que se encontraba su hija Erie Tovam, realizaban a contrarreloj la construcción de una nave que permitiese poder hacer viajes largos en Neonia e incluso poder abandonar el mundo si fuese necesario. El último miembro del Consejo Neoniano se aproximó al equipo de especialistas que estaba avanzando en finalizar la construcción de la nave, acercándose a su hija.

    — Erie, cielo, tómate un descanso, ¿quieres?

    — ¡Papá! — La neoniana Tovam se volteó y abrazó a su padre, el cuál tenía una expresión seria en su rostro — ¿Va todo bien?

    — No lo sé — Musitó Zykor — Anda, deja eso un rato y hablemos.

    — Claro.

    Erie dejo su trabajo por hacer y mientras el resto continuaban con ello, ella comenzaba a caminar junto a su padre. La base era grande y aunque no iba a ser un paseo realmente largo, a veces dar un par de vueltas al lugar refrescaba la mente. La neoniana veía a su padre bastante preocupado y era consciente de que previamente había tenido la reunión con el resto de bases. Erie estaba muy al corriente de todo lo que sucedía e iba a suceder, pues Zykor se lo contaba todo y esta vez no iba a ser una excepción.

    — Los Rhajik nos han bloqueado la señal en medio de la reunión — Murmuró con seriedad el líder Tovam — Aunque el plan sigue adelante, doy por sentado que esas máquinas asesinas sabrán que tramamos algo.

    — No tienen tal comprensión ni raciocinio cómo nosotros, papá — Contestó Erie, quitando importancia al asunto — Quizá se preparen, pero es imposible que sepan exactamente lo que planeáis hacer.

    — Supongo que tienes razón, cielo — Zykor se aproximó a su hija y le besó la frente para después cambiar de tema — ¿Cuándo crees que esté lista la nave?

    — Viajero estelar — Musitó la neoniana, sonriendo — La hemos bautizado con ese nombre. Y no lo sé, aunque avanzamos en su construcción, le queda perfeccionar muchas cosas.

    En el idioma neoniano, 'viajero estelar' significaba 'valkshire', el cuál era ahora el nombre de la nave en construcción.

    — Vaya, ¿a quién se le ha ocurrido ese nombre? — El líder de la base lo pensó durante unos segundos y luego sonrió — Tienes un don para ese tipo de cosas... me recuerdas a tu madre.

    — Papá... no quiero... — Erie se deprimió en aquel momento — No hablemos de ella, por favor. Aún me cuesta... yo...

    — Lo entiendo, cielo, perdóname — Zykor sabía que había hecho mal en mencionar a su pareja fallecida durante la rebelión Rhajik — No quiero entretenerte más, seguro que requieren de tus habilidades para la ingeniería.

    — Probablemente, hay mucho trabajo.

    — Te quiero, Erie.

    — Y yo a ti, papá.

    — Espero que mañana logremos nuestro cometido y esa nave para huir no nos haga falta.

    — La Valkshire no servirá para huir, sino para reunirnos todas las bases de nuevo y comenzar de cero.

    La neoniana se despidió de su padre y regresó al trabajo ante la mirada de éste, que se sentía feliz de tener a su hija cerca. No obstante, en unas horas amanecería —en el interior de la base era muy difícil identificar si era de día o de noche en el exterior, pero no por ello era imposible saberlo— y daría comienzo la primera ofensiva de la especie neoniana contra los Rhajik en treinta años desde que estos últimos se rebelaron contra sus creadores. Las pocas horas que quedaban para el momento pasaron rápidamente para todos y en ese tiempo, Khael estuvo preparando a sus soldados, un total de setenta neonianos guerreros de los más de doscientos que habitaban la base.

    Esos setenta soldados iban armados con Rhajaal aunque algunos ya portaban los primeros Rypper, un nuevo prototipo de arma neoniana que eliminaba el láser de sus disparos y en su lugar disparaba energía del tipo que la portaba, con el desgaste físico que conllevaba. Sin embargo, era un arma que hacía daño a los Rhajik mucho más que las Rhajaal, que básicamente disparaban un láser menos potente que el de las propias máquinas. Además de ello, los neonianos perfeccionaron las granadas y ahora estas al explotar provocaban una onda expansiva de energía que dañaba gravemente los sistemas de los robots, neutralizándolos. Los Rhajik gobernaban el mundo, pero los neonianos no perdieron el tiempo durante esos treinta años escondidos.

    El comandante Yannick había terminado de hablar con cada uno de sus soldados, mostrándoles apoyo y confianza para que rindiesen bien en la batalla. Pese al tiempo que había pasado desde la guerra contra los sylerianos, su hermano Aagron estaba muy presente en sus pensamientos. Khael hubiese querido que su hermano estuviese a su lado para pelear en ese momento, pero por desgracia, sucumbió en una guerra que finalmente ganaron. Los setenta soldados se colocaron en varias filas frente a la compuerta de salida de la base, colocándose su comandante al frente de estos y de espaldas a la salida. Zykor también se preparó para la batalla y se puso al lado de Khael, que no esperaba dicho gesto del principal líder de los neonianos.

    — Líder Tovam, acordamos que usted no iría a la batalla — Le susurró Khael en el oído — Es el único miembro del Consejo que queda con vida, su vida es importante.

    — Mi vida no es tan importante que la suya o que la del resto de soldados que van a arriesgarse a morir — Respondió Zykor con seriedad, sorprendiendo al comandante — No se preocupe, usted está al mando del grupo y yo seguiré sus órdenes.

    — ¡Papá! — Erie llegó corriendo ante su padre y el comandante — ¡¿Qué haces?! ¡¿Vas a pelear?!

    — Así es, cielo, debo hacerlo — Murmuró el líder Tovam, quién no le había dicho a su hija que formaría parte del numeroso escuadrón que viajaría a pie hasta Avom para destruir la principal base Rhajik — Un líder debe dar ejemplo a su gente y quedándome atrás solo mostraría mi cobardía.

    — ¡No, papá! ¡Tú no! — Gritó la neoniana, comenzando a llorar — ¡No quiero perderte a ti también!

    — Pase lo que pase, cuida de todos aquí, Erie — Zykor le sonrió a su hija mientras acariciaba su rostro y limpiaba sus lágrimas — Soldados, por favor.

    — ¡No, papá, no! ¡No lo hagas! — Exclamaba Erie mientras dos soldados se la llevaban de la compuerta de salida — ¡No me dejes, papá! ¡No vayas!

    Zykor estaba conteniendo las emociones que sentía mientras veía cómo su hija era llevada por la fuerza lejos de él. Una vez desapareció de su vista, el líder Tovam le indicó al comandante Yannick que era su momento. Todos los soldados le miraban a él, esperando unas últimas palabras antes del inicio de la ofensiva.

    — Soldados, hemos esperado mucho tiempo para éste momento. Han pasado treinta años exactos desde que comenzó la rebelión de los Rhajik y desde que nos vimos forzados a replegarnos y escondernos en el interior de bases secretas preparadas para una situación así. Hemos sufrido lo inimaginable, hemos visto el terror en los ojos de nuestros compañeros, amigos y familiares... hemos envejecido con la utopía de algún día poder regresar de nuevo fuera. Y finalmente hemos llegado a éste momento. Hoy será el día en el que la civilización neoniana dé un paso al frente e inicie la recuperación de su planeta natal, borrando así de su faz, una creación propia y errónea que nos servirá cómo lección de cara al futuro. Porque habrá un futuro, y en el, los neonianos habremos vencido. ¡¡¡POR NEONIA!!!

    — ¡¡¡POR NEONIA!!! — Exclamaron todos los soldados al unísono, inclusive ciudadanos que presenciaban el discurso, seguido de todo tipo de gritos de guerra y de apoyo.

    El pequeño ejército de setenta neonianos se sumaría, si todo iba conforme el plan previsto, a otros pequeños ejércitos del resto de bases. Pese a que no podían contactarse de nuevo entre sí al haber sido bloqueada la señal por sus enemigos, el plan seguía y con ello el deseo de todos los neonianos de poder iniciar un contraataque que pudiese darles la victoria en un futuro no muy lejano. La compuerta se abrió y los soldados comenzaron a salir ordenadamente ante la mirada de los civiles y de una Erie que veía cómo su padre marchaba a una peligrosa batalla.

    Los neonianos que arriesgaban sus vidas también vivían un momento increíble y es que hacía treinta años que la luz solar no acariciaba su piel, teniendo que simularla con paneles lumínicos en el interior de la base. Solo fue un instante, pero los setenta guerreros apreciaron la belleza de su planeta sumado al contacto de nuevo con el sol de su sistema. Las sensaciones eran mágicas para muchos, volviendo a sentir algo tan sencillo pero a la vez tan complicado de obtener con los Rhajik gobernando la superficie del planeta. Zykor y Khael iban en el centro mientras el pequeño ejército les rodeaba, pues al ser líderes, los demás querían evitar a toda costa perderles.

    El trayecto hasta a Avom iba a ser de quince horas, pero llegados a una zona concreta deberían reunirse con algunos otros escuadrones de distintas bases. El área donde debían reunirse era un arroyo rodeado por árboles que se hallaba en mitad del camino directo a la ciudad y ahora base principal de los Rhajik. Al llegar al lugar, el numeroso grupo se sorprendió de ser el primero pero no se preocupó demasiado, pues debido a la falta de comunicación con las otras bases, podría haber retrasos de algunos grupos. Khael ordenó a los suyos que no bajaran la guardia y mantuvieran una vigilancia constante a los alrededores hasta que llegaran más grupos de otras bases.

    — ¿Qué piensas, Khael? — Le preguntó Zykor, consciente de que el comandante estaba muy pensativo.

    — Tengo la extraña sensación de que hay algo mal en esto — Contestó al momento el comandante Yannick — Entiendo que algunos grupos se puedan retrasar, pero viendo a la hora que salimos, creo que ya debería haber alguien aquí. Hay dos bases más cerca de ésta ubicación que la nuestra, y sin embargo, nosotros hemos llegado primero.

    — Tú mismo lo has dicho, pueden haber sufrido algún atraso — El líder Tovam trató de tranquilizarle — No hay manera de que los Rhajik conozcan el plan, son máquinas con cierta inteligencia pero no tienen nuestra capacidad de comprensión ni raciocinio — Estas últimas palabras fueron dichas por Erie en la conversación que mantuvieron varias horas antes.

    — Espero que tenga razón — Musitó el comandante del grupo, visiblemente serio.

    Los soldados mantenían un perímetro alrededor del arroyo y observaban en todas direcciones, por lo que la llegada de cualquier cosa a la zona sería detectada por alguien con casi total seguridad. Los minutos iban pasando y la sensación de que algo andaba mal iba incrementándose entre los neonianos conforme pasaba el tiempo y ningún otro grupo aparecía. Las sensaciones pasaron a convertirse en nervios y esto en tensión, hasta el punto en el que el comandante Yannick decidió regresar de nuevo a la base, pues comprendía que con solo su grupo sería un suicidio atacar la base Rhajik en Avom.

    — ¡No podemos abandonar ahora! — Le recriminó Zykor al comandante una vez éste dio la orden de regresar — ¡Debemos llegar hasta el final en esto, con todos o sin nadie!

    — ¡Piense con claridad, Tovam! — Respondió Khael, molesto con su líder — ¡Los Rhajik son muchos más que nosotros! ¡Incluso con todos los grupos de todas las bases, sabíamos que ellos son más!

    — Si lo hacemos con sigilo, podremos lograr neutralizar su base — Zykor seguía con sus intenciones de continuar.

    — ¡Usted me ha otorgado el poder en la misión! ¡¿Verdad?! — Khael no pretendía seguir con el debate — ¡Pues he ordenado que regresemos a la base!

    — ¡Eso es un completo disparate, comandante! ¡Un fracaso en toda regla! ¡¿Quiere ser recordado así?! — Decía el líder Tovam con la intención de herir el orgullo del soldado.

    De forma repentina, un disparo láser atravesó el torso de uno de los soldados que se hallaba haciendo guardia. Aquello fue tan inesperado en el momento, que cuando el resto de soldados alzaron la vista, ya había más disparos láser en camino.

    — ¡Emboscada! ¡Son los Rhajik! — Exclamó uno de tantos soldados que estaba viendo a las máquinas acercarse a ellos.

    — ¡Maldición! — Gritó Khael, cubriéndose tras el tronco de un árbol rápidamente — ¡Pelead con todo! ¡Debemos llegar a la base!

    — Debimos haber seguido nuestro camino, no esperar tanto tiempo aquí — Zykor le reprochó al comandante la larga espera — Somos un blanco fácil para esas máquinas.

    — ¡¿Ah, sí?! ¡¿Usted no decía también que los Rhajik no tenían nuestra capacidad de comprensión y raciocinio?! ¡¿Qué no eran tan inteligentes?! — El comandante Yannick decidió reprocharle a su líder sus propias palabras — ¡Compruébelo usted mismo! ¡Dígame cómo sabían esas máquinas asesinas que estaríamos justo aquí!

    Los Rhajik superaban en número a los setenta soldados, pues las máquinas eran un total de cien. Mirases donde mirases, veías disparos láser y neonianos cayendo abatidos. Las máquinas aprovecharon perfectamente el factor sorpresa y en un momento mandaron al traste el plan de ofensiva neoniana.

    Consciente de que era muy difícil hacer frente a sus enemigos, el comandante Yannick decidió ordenar la retirada a sus soldados y con ello el regresar corriendo a la base. El neoniano salió de su cobertura y comenzó a disparar su Rhajaal contra las máquinas, aprovechando para empujar a Zykor y hacerle correr.

    Comandante y líder neoniano comenzaron a correr seguidos de una docena de soldados mientras los disparos láser les pasaban por encima o por los lados. Aquello solo podía significar que estaban siendo perseguidos por las máquinas y que las iban a llevar directamente a su base. Zykor era consciente de esto y tenía claro que no iba a llevar la batalla a la entrada de su base, donde su hija Erie vivía, por lo que se separó del grupo ante la sorpresa del comandante y el resto de soldados que le seguían.

    — ¡Zykor! ¡¿Qué hace?! — Gritó Khael a su líder mientras le veía correr en otra dirección.

    — ¡Debemos despistarles!

    — ¡Zykor, no servirá de nada!

    — ¡Hagánlo, maldición!

    — Esto no puede estar pasando... — Susurró el comandante Yannick para sí mismo mientras se volvía a sus soldados — ¡Separémonos! ¡Vamos!

    Los doce soldados que quedaban con vida de setenta que eran, obedecieron a su comandante, separándose varios por un lado y el resto por otro. Khael y dos más eran los únicos que iban directos a la base. Este movimiento propició que los Rhajik también se separaran y fueran a por los distintos grupos de neonianos que se habían formado durante la huida. Aquella fue la última vez que se vio a Zykor Tovam, desconociéndose si sobrevivió a la persecución o murió asesinado por las máquinas. Poco a poco, el comandante Yannick y los dos soldados que le acompañaban comenzaban a ver la entrada a su base, una cueva en la montaña que daba acceso a la compuerta por la que lograrían entrar en la base.

    Estaban siendo perseguidos por una docena de Rhajik, por lo que de no entrar a tiempo, serían exterminados y además revelarían la posición exacta de la base a sus enemigos. Khael decidió probar con la radio de onda corta para informar a los que estaban en el interior de la base respecto a su llegada. Finalmente y tras varios intentos, sus mensajes fueron oídos y las compuertas comenzaron a abrirse. El trío de neonianos corría por el interior de la cueva mientras varios disparos láser provocaban el terror en estos, momento en el que vislumbraron la entrada a su base. En ella, varios civiles neonianos y armados les alentaban a llegar rápidamente. En sus rostro se podía apreciar la preocupación que les hacía tener al ver solo a tres neonianos de setenta que habían salido. Una vez Khael y dos de sus soldados entraron, la compuerta se cerró tras ellos.

    — ¡¿Qué ha pasado?! — Preguntó uno de los civiles, con una expresión de terror en su rostro.

    — ¡¿Dónde están los demás?!

    — ¡¿Por qué no está el líder Tovam contigo?!

    Khael no respondió a ninguna de las preguntas y se dirigió expresamente a Erie, que también le vio llegar y corrió a su encuentro, ante la mirada de todos los ciudadanos.

    — ¡¿Dónde está mi padre, comandante?!

    — Nos hemos tenido que separar — Dijo Khael, quién tenía en mente otra cosa — Soldados, preparen la nave. ¡Nos vamos de la base!

    — ¡¿Qué?! ¡No puede hacer eso! — Respondió Erie, confrontando al comandante neoniano — ¡Ante la ausencia de mi padre, yo soy la líder civil de la base!

    — ¡Tú lo has dicho! ¡Líder civil! — Le reprochó Yannick, viendo cómo sus dos soldados se dirigían a la Valkshire — ¡Estamos en guerra y yo estoy al mando en esta situación!

    — ¡Están disparando contra la puerta! — Gritó una neoniana, apartándose de la salida con temor.

    — ¡Bloquea la apertura de la compuerta desde dentro! — Ordenó el comandante militar neoniano al mando de los soldados de aquella base.

    — ¡Comandante, intentan entrar por la compuerta principal y la salida de escape! — Indicaba uno de los neonianos que comprobaba la tecnología del lugar, observando por las cámaras cómo los Rhajik disparaban su potente láser contra la puerta.

    — ¡Las compuertas resistirán! ¡Deben hacerlo!

    — ¡Comandante! ¡Dígales a sus soldados que dejen de trastear con mí nave! ¡La Valkshire no puede volar aún!

    — ¡Usted dijo que estaría construida en dos semanas! — El comandante le recriminó sus palabras a la ingeniera jefe y líder principal del complejo — ¡He depositado a mis soldados y mí esperanza en esa maldita nave para que nos saque de aquí! ¡¿Acaso no ve la situación en la que nos encontramos, Tovam?!

    — ¡Tenemos otra alternativa, comandante!

    Los Rhajik golpeaban la entrada a la base y continuaban disparando las compuertas, que pese a ser resistentes, no duraban eternamente.

    — ¡No vamos a ponernos a dormir! — Exclamo dicho comandante, molesto con esa idea — ¡En esta guerra hay que luchar, morir o huir para pelear otro día si es necesario!

    — ¡Si los ponemos a todos el letargo, será cómo huir para pelear otro día! — Erie trataba de meter a su comandante militar en razón — ¡¿Y si somos los últimos, comandante?! ¡Ninguna otra base responde a nuestras llamadas! ¡¿Y si estamos solos?! ¡¿Quiere que la especie neoniana se extinga por su orgullo?!

    Algunos soldados y trabajadores de la base se habían detenido en sus funciones para observar la acalorada discusión entre ambos líderes del complejo. Ciento veintiún almas que veían cómo su vida se encontraba en grave peligro por el asedio total de los Rhajik y veían cómo sus líderes no se ponían de acuerdo. Algunos de ellos incluso se aproximaron a ambos con una decisión ya tomada por su parte.

    — Lo mejor es criogenizarnos, si la Valkshire no está operativa — Murmuró un neoniano civil.

    — No sería la primera vez que ponemos en práctica el despertar del sueño eterno — Dijo otro de ellos — La expedición que se dirigió a Vulkano también estuvo en letargo durante su viaje, hace años. Es una forma de preservar el futuro.

    Erie no podía estar más de acuerdo con ese neoniano. El comandante observó a los civiles con seriedad para finalmente resignarse a la idea de la ingeniera jefe, pues por el momento era la única opción de salir ilesos si las máquinas irrumpían en la base.

    — Qué así sea.

    Finalmente, el comandante Yannick se vio obligado a doblegarse y acceder a lo que era la última opción de los residentes de la base. Nadie creía que se hubiese llegado a tal extremo, al hecho de tener que criogenizarse para sobrevivir. Era una idea tan remota y para una situación tan caótica, que apenas se hablaba en la base de ello hasta éste preciso momento donde la única opción que veían viable era lo que los neonianos llamaban cómo 'el despertar del sueño eterno'. Así fue cómo sobrevivieron, en letargo muchos años hasta la llegada inesperada de Lio, Sun y Yak a su base.

    [...]

    La ciudad de Avom era un completo desierto en ruinas de no ser por uno de sus tantos rascacielos que quedaron en pie. Un edificio llamado La Torre que era el de más altura de todos, alcanzando los novecientos metros de altura. En días nublados, La Torre superaba el nivel de las nubes y desde su última planta se podía apreciar incluso la curvatura del planeta, además de sufrir vientos fuertes y un ligero descenso de oxígeno. Lo que antes era un edificio emblemático para los neonianos, ahora era la principal base operativa de los Rhajik en Neonia.

    El Supremo dirigía sus operaciones desde allí a lo largo de esos treinta años que fueron pasando una vez inició la rebelión, y con mucha tecnología a su alcance, tenía prácticamente el control absoluto del mundo neoniano. También fue así cómo logró descubrir la conexión satelital entre bases y bloquear la señal, propiciando ese desconcierto entre los neonianos que planeaban una ofensiva y descubriendo sus puestos para ser las máquinas quiénes atacaran.

    Había pasado una semana desde el contraataque fallido de los neonianos y todos los escuadrones Rhajik que fueron enviados a las cien bases conocidas, tuvieron resultados dispares. Tymoth Ghaar recibió informes de todo tipo por parte de las máquinas: algunas bases acabaron destruidas y aquellos que las habitaban también acabaron muertos, sin embargo, otros lograron contener a los Rhajik y aún se mantenían con vida pese a que sus opciones de recuperar Neonia se esfumaban casi por completo.

    Pese a todo eso, el Supremo sentía que su trabajo en Neonia estaba prácticamente hecho y que la civilización neoniana estaba al borde de la extinción, por lo que estuvo varios meses elaborando un nuevo plan. Este plan consistía en irse de Neonia e instalarse en algún lugar del territorio conocido neoniano, dejando a una parte de los Rhajik en el planeta y llevándose al resto consigo a la nueva base.

    Fue así cómo el Supremo ordenó a las máquinas la construcción de una gran nave que permitiese llevarse consigo al menos a la mitad de los Rhajik, dejando al resto en Neonia para terminar el trabajo de erradicar a los neonianos. Pasaron unos pocos meses hasta que dicha nave estuvo construida y lista para partir al espacio.

    Tymoth tenía al alcance de sus manos los mapas estelares que trazaron los viajeros neonianos mucho antes de encontrarse con los sylerianos, descubriendo un sistema que parecía el idóneo para pasar desapercibido. Nadie se acercaría al sistema Boor'dehm, un lugar en el que solo había un único planeta llamado Vulkano y un agujero negro llamado Xhander que se tragó al resto de mundos que orbitaban un sol muy deteriorado.

    Ghaar también tenía consigo a los primeros veinte Rhajik creados, aquellos que tenían un libre albedrío que les diferenciaba del resto de máquinas básicas y serviciales. A lo largo de los años, el Supremo trató por todos los medios el corromper sus sistemas para hacerlos susceptibles a su control y sus órdenes, pero estos Rhajik especiales incluso por el color de su láser, parecían ser inquebrantables.

    Tymoth no se dio por vencido pero dejó de centrarse en ellos para continuar con su venganza, limitándose simplemente a retenerles en La Torre hasta que se le ocurriera alguna forma de acabar con su rareza. No lo logró en ningún momento de esos treinta años que pasaron, pero no se iba a rendir tan fácilmente. Una vez la nave para irse de Neonia estuvo lista, el Supremo se llevó consigo a esos veinte Rhajik con inteligencia.

    Al llegar al sistema Boor'dehm y finalmente al agujero negro de nombre Xhander, el Supremo se sorprendió y preocupó a partes iguales. Su idea inicial era instalarse en Vulkano, el único mundo en pie que dicho agujero negro había dejado, pero ver una estructura de gran dimensión en las proximidades del horizonte de sucesos del agujero hizo que se lo replanteara.

    Para aterrizar allí tuvo que sacrificar una lanzadera de su nave y varios Rhajik al ser absorbidos por el agujero una vez pisaron la plataforma de la estructura, pero Tymoth logró explorar dicho lugar y supo inmediatamente que aquello no era tecnología syleriana ni neoniana, sino de alguien más. Una especie evidentemente superior a estas había construido un puerto para naves y pasajeros justo delante de Xhander y dicho lugar tenía el poder de inutilizar al agujero negro mediante unos comandos y una palanca.

    La estructura estaba vacía en todos los aspectos y pese a que inicialmente el Supremo puso en alerta a todos los Rhajik por si aparecían los dueños del lugar, con el paso de los años fue perdiendo la preocupación y se asentó definitivamente en la que desde entonces sería su nueva base.

    El Supremo nunca lo supo porque no encontró indicios ni pistas de nada, pero aquella estructura que controlaba Xhander —que más adelante descubrieron Arva y Zyon que se trataba de un agujero de gusano que precisamente llevaba al sistema Syler— fue construida por la especie Anixis. Sin embargo, para Tymoth Ghaar era una suerte el tener el control de un agujero negro a su antojo y no podía estar más feliz que tener una base bastante segura.

    Con el paso de los años, el Supremo y los Rhajik tan solo debían preocuparse por enviar más máquinas a Neonia si las que ya estaban allí informaban de movimiento neoniano. Hasta que los veinte Rhajik originales vieron su oportunidad para atacar a aquel que los había mantenido cautivos durante décadas. Liderados por la primera máquina en ser creada por los neonianos, llamada Zyon, él y las diecinueve máquinas restantes se liberaron de la sala especial donde estaban retenidos e iniciaron una rebelión contra aquellos que se rebelaron.

    Los disparos láser en aquella estructura iban de un lado para otro, diferenciándose por los colores rojo y azul de ambos bandos Rhajik. Mientras se sucedía la batalla, Zyon fue directamente al edificio central en el que permanecía siempre el Supremo, decidido a acabar con aquel que asesinó a la mayor parte de población de sus creadores.

    — Voy a liberar a mi especie y a los neonianos de tu maldito yugo de control — Dijo Zyon, en tono robótico pero desafiante — Sé que no eres neoniano, tu comportamiento es similar al de una máquina inteligente.

    — Debí haberme deshecho de vosotros desde el principio, fui idiota al creer que podría corromperos — El Supremo se encontraba frente a la máquina pero estaba desarmado — Ahora que tengo la oportunidad de nuevo, no la desaprovecharé.

    Zyon no pudo reaccionar a tiempo y Tymoth activó la fuerza gravitacional de Xhander mediante la palanca que activaba esto, provocando que el agujero negro comenzara a absorber con fuerza a todo aquel que no estuviera sujeto a la estructura. Mientras el resto de las máquinas, tanto originales cómo enemigas, eran absorbidas por la fuerza del agujero negro, Ghaar se abalanzó sobre Zyon y le empujó fuera de la sala que mantenía la estabilidad respecto a la gravedad exterior.

    El primer Rhajik en ser creado disparó su láser azulado contra el Supremo, acertándole en una pierna y dejándolo malherido, pero poco más pudo hacer antes de ser lanzado al interior de Xhander junto a sus compañeros y enemigos de la misma especie.

    El Supremo comprendió en aquel momento que su vida dependía de un hilo, pues era el único ser orgánico en el lugar y el chip de control solo servía en seres vivos, no en máquinas robóticas, por lo que eventualmente tendría que regresar a Neonia para obtener el cuerpo vivo de otro neoniano.

    No obstante, mientras todo esto sucedía en Xhander, una nave llamada Heaven I era atacada por satélites defensivos Rhajik que orbitaban Neonia y ésta se precipitaba contra la superficie. Un grupo de exploradores humanos había llegado al planeta neoniano y sin ser conscientes de ello, se habían entrometido en una guerra más grande de lo que parecía, la cuál inició cuando los neonianos descubrieron a los sylerianos.

    Para la humanidad sería el comienzo de la guerra Rhajik pero para el Supremo, los sylerianos y los neonianos, era una guerra que duraba doscientos años.

    FIN
     
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    Agus estresado

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    Saludos, amigo. Ha pasado un tiempo, pero finalmente puedo sentarme a comentar la historia. La he estado leyendo de a ratos ayer y la he terminado hoy, así que le di un repaso más a ciertas partes el día de hoy.

    Tengo que decir que estaba muy interesado por este capítulo especial, dado a que desde que me lo nombraste he querido saber más de esto. Sabes que a mí el capítulo especial destinado a El Supremo me ha parecido algo inferior a los otros capítulos especiales como el de Lio y la Resistencia. Pero este es un buen complemento a todo aquello que sucedió. Siempre tuve la duda de saber cómo fue que el Supremo logró convertir a los neonianos en máquinas rebeldes para que asesinaran a sus creadores, pero se me ha olvidado el hecho de que tenía acceso a sus recuerdos, por lo que podría ser más sencillo para él tomar el poder. Veo que Tymoth tuvo la suerte de que el consejo neoniano no sospechó de él en lo que sucedió dentro de la nave, y hay que decir que es un poco sospechoso que cinco personas sean atacadas por un único enemigo y solo una pueda salir, pero no es inverosímil del todo.

    Ha sido interesante ver cómo han sido orillados a esconderse dentro de las montañas en la seguridad de sus bases. Pasaron de ser una especie que tenía pensado ejercer un gran control por todo el universo a quedar aprisionados en su propio planeta. Querían esclavizar a varios mundos, y solo terminaron siendo esclavos en el suyo. Bastante irónico, pero en mi opinión, muy bien merecido por lo que le hicieron a los sylerianos. También ha sido genial descubrir que el padre de Erie fue uno de los miembros del consejo, ya que hemos podido ver aquí una pincelada de lo que ha ocurrido con ella y con el comandante Yannick, siendo que ambos no han mostrado una gran relación en lo que se ha visto en el final de la parte VI.

    Imagino que el Supremo, tras interceptar las comunicaciones entre ellos, envió a los Rhajik a que bloquearan el paso de los escuadrones que tenían pensado irrumpir en la ciudad, forzando así una retirada antes de que iniciara el plan de ataque. Pero yo creo que, independientemente de que no los hubieran interceptado, nunca habrían tenido oportunidad de ganar. Los neonianos no descubrieron la existencia del Supremo hasta poco después de avanzada la guerra, y ellos tenían el plan de atacar solamente a los Rhajik. Incluso teniendo éxito, no habrían podido eliminar al verdadero enemigo realmente, lo que simplemente habría pospuesto lo inevitable. Finalmente, sin oportunidades de siquiera pelear para defenderse, no les ha quedado otra salida más que criogenizarse hasta que la guerra terminara. Y dejame decirte que han tenido mucha suerte. Se metieron a una guerra que los terminó llevando al borde de la extinción, y luego de dormirse, alguien más la ganó, pero a costa de un sistema solar completo.

    Luego de haber hecho lo que quiso con los neonianos, el Supremo se marchó al espacio para poder estar fuera del planeta. Algo lógico, ya que solo se arriesgaba a morirse solo y sin ayuda siendo que la amenaza estaba casi diezmada. Tengo que decir que me ha encantado esa parte. Yo creía que la gran estructura que controlaba el agujero negro Xhander creado por los Anixis fue creado por el propio Supremo, pero resulta que no, que fue dejado allí por los Anixis. Eso hace que me salgan muchas más preguntas respecto a esos seres. Créeme que estoy ansioso por conocer más acerca de ellos y de los planes que tenían para todo lo que los involucra. Está claro que tienes mi atención para cuando entremos al segundo ciclo de la historia.

    Ahora bien, algo que me ha chocado un poco es ver la resistencia de los Rhajik originales al mando de Zyon. Me resulta extraño que él nunca detectara que los demás Rhajik estaban teniendo cambios en sus comportamientos, y que nunca hiciera nada al respecto. Viendo lo bien coordinados que estaban los Rhajik en la guerra, asumo que compartían una red de información común. Ahora bien, ¿por qué se quedaron sin hacer nada cuando otros de los suyos tenían cambios evidentes en sus programaciones, y peor aun, por qué no hicieron nada mientras los neonianos estaban siendo masacrados? Porque no es que ha demorado una semana, sino que ha tardado 30 años el proceso para orillarlos a su casi extinción. Me resulta raro que Zyon, que se debe a sus creadores, e incluso se sacrificó en la guerra, se haya quedado de brazos cruzados viendo como los Rhajik normales y los neonianos sucumbían ante el Supremo. Quizá pudiera pensar que siendo controlados por Tymoth, no había nada raro porque creían que él tenía alguna especie de plan para su especie, pero tan pronto como se inició el ataque contra de los inocentes, debió de haber intervenido.

    Lo menciono porque me da algo de gracia ver que se rebeló ante él cuando estaban en Xhander diciendo que quería liberar a los neonianos y Rhajik de su yugo, siendo que 30 años más tarde ya todos los Rhajik estaban bajo su control, y los neonianos estaban casi extintos. Mención especial para el hecho de que el Supremo intentó tomar su control y Zyon, nuevamente, tampoco hizo nada para contraatacar. Se me hace raro que con todo lo que pasó nunca hiciera nada al respecto.

    Un dato interesante es que, como se ve aquí, Zyon cayó en el desierto del otro lado de Xhander justo en el mismo momento en que inició el contacto de los humanos con el planeta Neonia por parte de la expedición I. Ha sido un buen momento para recordar los inicios de la historia, y hoy en día, a 4 años de que iniciara, da algo de nostalgia :) El capítulo hace bien en explicar ciertos misterios además de cerrar de forma redonda los sucesos de este primer ciclo, pero no sin dejar misterios para el futuro.

    En fin, amigo, eso será todo. Ha sido un gran capítulo, y puedes estar seguro de que estoy esperando la siguiente parte con gran emoción. Me despido hasta la otra. Un saludo.
     
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