Marvel Loving Iron Man (Iron Man x Tu)

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Sinopsis:

El mundo está lleno de héroes, sin embargo, ninguno de ellos parece saber de tu existencia.
La vida sigue siendo cruel para la gente ordinaria como tú.
Y aun así, en algún momento del camino, te encaprichaste con Anthony Stark:
El humano que viste un traje flamante y salva la tierra a diario junto a su séquito de héroes.​

 

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Te levantas, apagas el despertador y empiezas el nuevo día con los ojos pegados en la pantalla del móvil.

Ahora tienes la insana costumbre de mirar las noticias en busca de novedades sobre los héroes del momento.
Los seres que parecen sacados de otro mundo, uno al cual tú, pareces no encajar.

Sin embargo al principio, eso no te molesta demasiado.

 

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Entonces, una parte de ti desea ser "la ciudadana" ejemplar. Por eso te empeñas duro por un tiempo, tratando a los clientes con respeto. Incluso, a quienes no se lo merecen.

Te comes gritos y hasta empujones, broncas del encargado por cosas que no has hecho, y lo haces con humildad.

En tu cabeza, al menos al principio, piensas que el actuar bien, de alguna forma te acercará un poco más a los héroes que tanto adoras.

Piensas en Anthony Stark por un momento, él también es humano y salva el mundo.

Quizá tú no tengas el ingenio de él, y tampoco la misma fortuna, pero puedes intentar salvar el pequeño trocito de mundo que te toca con amabilidad.

Pero por desgracia, la amabilidad no te hace más feliz. Ni siquiera te acerca más a los héroes que te tienen enganchada a la TV.

Miserable, sería más bien la palabra correcta.

 

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Un día se oyen gritos cerca de tu trabajo. Hay destrozos en cada rincón de la calle principal.

Parece que el fin del mundo se desarrolla delante de tus ojos. Y por extraño que parezca, no te puedes mover del sitio, algo te impide hacerlo.

Puede que el miedo.

— No deberías quedarte ahí parada chica.— Una voz dice con ironía antes de alzarte en brazos. El sujeto que te levanta lleva un traje que conoces demasiado bien.

— I-Iron M-man.

— En carne y hueso para salvar a damiselas en apuros. — Dice él antes de llevarte lejos, a un lugar más seguro. — ¿Estarás bien sola? — Pregunta, pero con la misma facilidad que te presta atención resuena una explosión no muy lejos donde antes estabas tú. — Lo siento, pero tengo que irme. JARVIS, que pase alguien a recogerla luego.

"Si señor Stark." Oyes una voz que viene desde dentro del casco de Iron Man antes de él desvanecerse en el cielo ennegrecido por el humo del creciente incendio ocasionado por los derrumbes.

Está noche apenas duermes por la emoción.

Acabas de conocer a Iron Man, y él te ha salvado la vida.

El mundo empieza a tener un tono rosado para ti, tanto es así que te olvidas por completo que no hace mucho casi pierdes la vida.

— Ser una ciudadana ejemplar empieza a dar frutos. — Piensas contigo misma con uno nuevo propósito en mente. — Quizá ya viene siendo hora de cambiar de ciudad.

Una más cerca de los héroes.
Una al lado de Iron Man.

 

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Como es de esperar, los héroes ganan una vez más. Lo descubres al día siguiente en las noticias de la tele. Hydra se desarma con la misma facilidad que hizo la invasión Chitauri, o eso es lo que creen todos.

Tú siendo una de ellos.

Sin embargo, los vengadores empiezan a alejarse después de ese fatídico episodio. Nadie lo sabe aún.

Nueva York sigue siendo igual de brillante y viva aún tras desastres demoledores y alienígenas intentando conquistar el mundo. La noche puede parecer eterna, pero el sol siempre amanece a todos por igual.

Y como tantas otras veces, te encaminas al trabajo por las afanosas calles de la ciudad que nunca duerme. Aunque hoy, por hacer algo distinto, optas por tomar un camino diferente de lo habitual.

Tienes algo de tiempo, así que eso no será un problema.

De vez en cuando te llevas uno que otro empujón, la gente tiene prisa y no se molesta en disculparse. Te has acostumbrado a ello después de un tiempo. Todos lo hacen viviendo en nueva York.

A lo que de repente, como por cosa del destino, lo ves a él.

Iron Man en todo su esplendor sin el casco puesto, con su tan característico traje de superhéroe saliendo de una tienda de Donuts.

No puedes evitar querer acercarte más para así echarle un mejor vistazo. Él se para a charlar con un crío y las demás personas empiezan a aglutinarse a su alrededor como imanes. Así de magnético es el millonario Anthony Stark.

Y así de hermoso también.

Pero hay tanta gente que eso te hace parar en seco. Una parte de ti quiere ir allí y agradecerle por haberte salvado la vida aquel día, pero, seguramente él ya esté cansado de gente que se lo diga a menudo, por eso te quitas la idea de la cabeza con la misma facilidad que viene.

Aunque, para tu sorpresa, él mira en tu dirección por unos instantes. El corazón te sale por la boca.

—Iron Man me está mirando, — y es algo mágico. Más aún cuando empieza a alejarse de la multitud y se encamina a donde estás tú.— Oh dios mío. ¿Se acuerda él de mí?— No puedes evitar hablar bajito, con algo de nerviosismo al ver como se te va acercando poco a poco.

Por un momento, te olvidas que debes mandar oxigeno a tus pulmones para así seguir existiendo. Sin embargo, la emoción dura lo mismo que un suspiro.

Te das cuenta no mucho después que Anthony Stark sigue andando sin inmutarse de su entorno, y de ti menos aún.

Eres tú quien gira la cabeza para verlo irse, y presenciar como él se detiene frente a un coche tan negro como la noche misma. La ventanilla del vehículo baja, y dentro hay una mujer hermosa con un largo pelo rubio cerezo.

Es a ella a quien Tony mira, no a ti.

Nunca lo ha sido.

Con dificultad vuelves a ponerte en marcha para ir a trabajar, pero ya no es lo mismo ¿Cierto?

No es que Tony Stark no se acuerde de ti.

Para él, tú ni siquiera existes.

 

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El primer golpe es el más doloroso.

Por un momento, crees que te han roto la mandíbula debido al impacto. No puedes evitar alzar las manos y acariciar tu mentón.

"Estoy bien, estaré bien." Piensas en un frágil intento por animarte. Seguramente vendrá algún héroe y te salvará.

Pero tardan demasiado, ¿Por qué no aparecen de una vez por todas? Por mucho que hayas dejado de adorarlos una parte de ti sigue deseando querer ser salva.

Entonces recibes otro golpe.

Esa vez en el estómago. No entiendes por qué te pegan. Ya tienen tu cartera.

¿Se habrán enfadado de que esté vacía?

— ¿Nunca os han enseñado en casa que no hay que poner un dedo en una dama?— Alguien dice, pero tú no eres capaz de alzar la cabeza para ver quien. Te duele demasiado la mandíbula y el estómago con solo respirar.

A lo que entonces, escuchas voces y estallidos de dolor antes de todo quedar en silencio. El único sonido intermitente que sigue son tus jadeos de dolor y el sonido del tráfico fuera del callejón a donde estás.

— ¿S-señorita estás bien?— La voz que antes parecía jovial ahora suena alarmante incluso para tus oídos. Eso no es una buena señal.

Por un momento crees que es el karma. Por haber dejado de intentar ser la "ciudadana ejemplar" de antes, y que por eso, te lo mereces. Un castigo justo para una mala persona.

— Te llevaré a un hospital ¿Vale? Lo siento si te hago un poco de daño...— La voz explica, pero con la poca fuerza que te queda le dices

— N-no hospital.

— ¿Señorita?— La voz parece confusa. — Tengo que llevarte a uno.

— N-no...— Vuelves a negarte, y sin embargo no tienes fuerzas para explicarle por qué.

Que en verdad no tienes un seguro médico trabajando como mesera, y si te meten en un hospital, no podrás pagarlo si tienes que pasar la noche allí para hacerte las pruebas que pidan los médicos.

Pero por desgracia, la inconsciencia no te permite decir palabra.

Ni siquiera dar las gracias.

 

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— Y bien cría... ¿Me explicas que está pasando aquí?— Tony se acerca a donde te encuentras acostada. Su mirada es indescriptible. — ¿Te has peleado con papi y por eso te has escapado del parvulario?

"No soy una cría," quieres replicar, pero no sabes como hacerlo. La forma como él te mira solo te hace querer agachar la cabeza y pedir perdón por lo que sea que hayas hecho.

— Volvía del trabajo cuando fui atacada por dos ladrones.

—¿Y por qué no quisiste ir a un hospital?

— Porque no puedo pagar por los costes elevados señor Stark.— La voz te sale cruda.— No todos nacemos en una cuna de oro como usted señor.

Tu respuesta le pilla por sorpresa de tal forma que por un largo rato él se mantiene en silencio, estudiándote.

—¿Tus familiares?

—No soy una cría señor Stark, puedo subsistir por mi cuenta. — Dices con tranquilidad. No te apetece hablar de tu familia. Eso es cosa tuya, no de él.

— No me dirás nada, ya veo. — Tony parece pensativo unos instantes antes de darse media vuelta. — Descansa, cuando te encuentres mejor haré que te lleven a casa.

— Gracias señor Stark. — Por mucho que le guardes rencor por no acordarte de ti, es de bien nacido ser agradecido, y eso, tú lo eres.

No recuerdas que Tony haya dicho algo a cambio, ya que te quedaste dormida no mucho después.

Tampoco importa realmente si ha respondido a tu gratitud.

Tu solo eres un caso de acogida. A final de cuentas, él se olvidará de ti no mucho después.

Así es como funciona con los héroes.
Hacer el bien sin mirar a quien.
O lo que es lo mismo, salvar algo que no tienes por qué recordar después.

Lo importante solo es salvar ¿No?

 

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Cuando abres los ojos, hay otro desconocido en la habitación. Lo sabes porque las paredes son de cristal.

Es un sujeto de rostro amigable que no tarda en presentarse como Happy Hogan. Te hace gracia el nombre, y a él le hace gracia tu sonrisa.
— Buenos días señorita, yo seré quien te lleve a casa hoy.— Explica. Y tú, rápidamente te presentas para que Happy deje de llamarte señorita y lo haga por tu nombre.

— Gracias.— Asientes con la cabeza y te sientas. Aún te duele el estómago, pero lo escondes bien.— ¿Necesitas mi dirección?

— No hace falta, ya lo tengo.— Happy te sonríe una vez más. — Tony me ha pasado antes.

— Oh, ¿Él se acuerda siquiera de que estoy aquí?— Te sale sin querer, no puedes evitarlo.

— ¿Perdón?— Happy te observa confuso.

— Nada, no he dicho nada. Gracias por llevarme Happy.

— No hay de qué.
♣♣♣

— Si me sigues mirando así comenzaré a pensar que te gusto.— Tony alza la cabeza un momento antes de volver a centrarse en las mejoras de su traje. Happy Resopla.

— ¿Has hecho algo a la chica de antes Stark?

— ¿No te han dicho nunca que no se me dan bien los crios? — Tony replica trasteando con una válvula que aún no tiene my claro donde insertar.

— No es una cría Tony.
—Pues actuaba igualita a una. — Alcanza la carcasa frontal de la armadura pensativo.

— Parecía dolida.

— Más dolidos están los malos que envié yo de una patada a la cárcel, y mira, ¿Ves que se quejen? — Al no escuchar una respuesta de Happy, Tony finalmente deja lo que está haciendo y vuelve su atención a él. — Happy, yo nunca he visto a esa mujer en mi vida. Lo único que hice fue hacerla unas cuantas preguntas. Nada más. JARVIS es prueba viviente de ello.

"En realidad, la conoces señor Stark."

— ¿No conocerá ella a mí? — Tony replica, pero Happy le hace oído sordos y sigue escuchando a JARVIS.

"La has salvado hace tres años y medio que un trozo de edificio le cayera encima."

— ¿Ves Happy? Soy inocente.

"Y te has vuelto a encontrar con ella hace exactamente dos años en la calle X de Nr0.Z señor Stark. "

— No me acuerdo yo de eso. — Es lo único decente que Tony es capaz de decir.

— Ese es el problema Tony. Que no te acuerdas.

 

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En algún momento te vuelves a despertar. Y tamaña es la casualidad que te encuentras a Tony sentado a unos dos metros de ti, observándote.

Pero no realmente.

Es extraño de explicar, y también de entender.

— ¿Cómo te encuentras?— Él pregunta sin moverse del lugar. No hay ironía en su voz, mucha menos rigidez en su postura. Anthony Stark solo está ahí, sentado, mirándote.

Parece un sueño.

Él te ve, y aunque no puedas moverte con tanta rapidez como Flash, sabes que no hay nadie detrás de ti. No es un error, los ojos de Anthony Stark te ven.

Oh Dios.

¿Cómo puedes ser tan fácil de influenciar? ¿Acaso eres una niña que se deja monopolizar tan fácil por su héroe favorito?

— ¿Estoy soñando todavía?— No puedes evitar pensar en voz alta por un momento. Y el Tony que tienes delante de ti ni siquiera pestañea. Él lleva el pelo hecho un remolino, indicio claro de que lo ha removido un par de veces con la yema de los dedos por costumbre. Camisa de manga larga y tejanos holgados. Sin relojes de marca, sin traje a medida.

Delante de ti solo hay un hombre, con la barba bien hecha, mirada penetrante y un electroimán en el centro del pecho.

Te levantas entonces. Tu cuerpo protesta y sin embargo sigues. Necesitas hacerlo al menos una vez. Solo una.

Tony alza el brazo por un momento, como señal de que no te muevas, pero eso no te impide seguir acercándose más.

Él baja el brazo entonces, como si nunca lo hubiese levantado para empezar.

Es raro, pero IronMan sigue sentado aun cuando te paras delante de él, tan inmóvil como hace unos instantes. Tú sientes un molesto cosquilleo en el estómago tras darte cuenta de que él es quien tiene que alzar la cabeza para seguir mirándote a los ojos.

"Para, no sigas." Tu cabeza pide a gritos y sin embargo tu cuerpo parece tener vida propia.

En algún momento tu mano derecha termina en la mejilla izquierda de Iron Man y es cálida. Él sigue callado. La yema de tus dedos acarician su barba, es áspera.

También es real.

"Antes de ser un héroe él era también un mujeriego. No sigas." Tu mente intenta hacerte entrar en razón.

Cuando eres invisible, no importa lo mucho que hagas, seguirás siendo invisible. O peor, una mujer más en su lista.

Tus dedos suben a su pelo. Es sedoso, te dan ganas de manosearlo todas las horas del día.

¿A qué sabrán sus labios? Te preguntas de repente, la razón finalmente evaporándose de tu ser.

Tony sigue mirándote, ¿Dejó de hacerlo en algún momento? No sabes decirlo con seguridad, lo único que sí sabes es que quieres intentarlo.

Sus ojos son como la noche misma. No expresan nada. Así que te acercas más. Parece magia. Casi puedes... Casi...



— No.— Tony finalmente habla, y lo primero que sale de su boca no es más que un rechazo directo.

Eso no te sorprende. Él no te ve atractiva, tú solo eres una más. Eso, si tienes suerte de llegar a ser "una más".

Así que con un coraje que no creías tener siquiera, acercas tu boca a una de sus mejillas y plantas un casto beso allí. Ocurre tan rápido que apenas te da tiempo de disfrutarlo, ya que al segundo sientes manos cogerte de los dos brazos y alejarte.

Al final no descubres a que saben los labios de Iron Man, pero su tacto te recuerda demasiado a tragedia, el tipo de tragedia que quema por dentro.

El tipo de fuego que te hace cenizas.

Tony deja de mirarte entonces, se levanta para irse a alguna parte, muy, muy lejos de ti.

 

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Tony se encamina al ala oeste de su mansión. Distraído, con la cabeza en otra parte. Sus manos tiemblan un poco. Él no comprende por qué, solo que lo hacen.

En algún momento termina en el lavabo, mirándose al espejo. Sus manos aún siguen cálidas y temblorosas, pero no el resto de él.

¿Hace cuánto que Tony no siente más que ardor y magulladuras antes que una simple caricia?

Demasiado tiempo.

Las pesadillas le quitan el sueño. Las heridas por cicatrizar no le hacen disfrutar los ratos libres.

Y las mujeres... Hace tanto que no toca a una que podrían considerarlo un virgen otra vez.

— Críos.— Dice con ironía recuperando algo de cordura mientras acaricia la mejilla que antes ha sido besada por ti.

Si Anthony Stark fuese como antaño, te habría retribuido con un beso más adulto, más libre de ataduras. Sin embargo, él ya no es el mismo de antes. Las desgracias parecen brotar en cada poro de su piel. Como la peste. Una infección que consume a todos a su alrededor.

Y Tony ya está cansado de infectar a los demás.

Él no es estúpido, sabe perfectamente el efecto que tiene en las mujeres. Que tiene en ti también. Incluso, más ahora que él es Iron Man y hace parte del grupito de héroes que salvan el mundo.

¿Cómo no fantasear con ello?

— Yo lo haría.— Tony sonríe con falsa modestia antes de guiñarse el ojo a sí mismo y salir del baño.— De vuelta al trabajo, se ha dicho.— Va al laboratorio dejando el tema de lado.

Después de todo, no es su problema. Tony no necesita más cosas con la que cargar en la espalda.

Corazones rotos por amores platónicos se curan con el pasar del tiempo. Héroes con el peso en la conciencia, no. Eso apenas los convierten en carne de cañón.

Y Tony no tiene intención de caer en batalla tan pronto.

 

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El sol reflejado en las grandes ventanas de la mansión Stark es lo que te despierta al mundo de los vivos. Todo es hermoso allí, no hay nada que no sea.

Te molesta tanta perfección a decir la verdad. Ni un jarrón roto, ninguna mancha de moho en las paredes. Ni siquiera una ínfima mota de polvo en el suelo. Tú no eres perfecta, y por lo tanto, no te agradan las cosas que lo son.

Anthony Stark es un héroe después de todo. Él se habrá herido alguna vez, y sin embargo, el suelo es capaz de reflejar tu viva imagen como un espejo. No hay residuos de sangre. Nada. Ni migajas de ganchitos en alguna parte.

No se parece en nada a un hogar.

Por suerte, no tienes tiempo de pensar demasiado en lo que has hecho anoche, como por ejemplo, el rechazo. Alguien entra en el comedor y eso es una distracción más que bienvenida.

— Señor Stark yo necesito..— Un joven de tez clara y voz exasperada entra a gran velocidad en el recinto. Parece nervioso por un momento antes de verte. — ¿Señorita?— Él dice claramente sorprendido.

— ¿Peter Parker verdad qué sí?— Le sonríes amigablemente por un momento.

—¿Qué hace usted aquí señorita?—Te pregunta de sopetón, y eso te hace gracia.

"Me gustaría hacerte exactamente la misma pregunta." Piensas contigo misma, pero no llegas a formular la cuestión.

Iron Man te lo impide.

—Ya sabes como funciona Peter, de vez en cuando me toca salir a salvar damiselas en apuros. — Aparece Tony entonces, dejando a un lado el vaso de whisky que estaba a punto de beberse. —Gajes del oficio.

— ¿Ha vuelto a tener otro accidente? — Peter parece realmente preocupado, lo que te hace sentirse un poco culpable. Sin embargo, Iron Man interviene una vez más.

— Ella ha tenido un exceso de trabajo chico. Eso ha sido todo. —Explica. — La alcancé antes que se desplomara en el suelo. No te preocupes. — Dice. — Pediré a Happy que la lleve a casa y fin de la historia. — Se acerca al joven y le toca el hombro con ternura.

Es bonita la vista. Casi te parece paternal.

A lo que sientes ganas de preguntar si son familia o algo del estilo, pero rápidamente te quitas la idea de la cabeza. No te lo dirán de todas formas.

— Hola señorita. — Happy aparece de forma tan repentina que te hace dar un salto. —¡Córcholis! Perdona, no ha sido mi intención asustarte.

— N-no pasa nada Happy. —Intentas tranquilizarlo cuando oyes de fondo una débil risita. Giras la cabeza y ves a un Tony de buen humor. A él le hace gracia.

Esa tontería no debería de afectarte tanto, y sin embargo lo hace.

 

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Fuera de la mansión Stark, y una vez más en las avenidas de Nueva York te hace dar un largo suspiro.

"Ha sido bueno mientras duró." Te pasa por la cabeza, pero te conformas. Después de todo, la vida sigue su curso, y tú has sido afortunada de conocer al héroe que plaga tus pensamientos. Incluso, le has besado una de las mejillas.

Y con eso pues, ya vas tirando.

Llegas a casa y te pegas una larga ducha. Miras al espejo y te ves a ti misma allí. Sigues siendo tú al otro lado del reflejo. Conocer a héroes no te ha convertido en alguien extraordinario. Ni siquiera te sientes TAN especial por ello.

Quizá porque bajo la armadura los héroes siguen siendo humanos. Bueno, algunos nunca van a ser humanos por mucho que tengan la apariencia de uno. Pero la mayoría... Bueno, la mayoría son lo que son.

Y tú, eres lo que es.

Y eso..Es más que suficiente para ti.

♣♣♣

El trabajo es igual de agotador que ayer, sin embargo hoy estás más descansada y no te resulta tan cargante. Es más, el tiempo parece ir más rápido.

— Hey monada, quiero más café.— Un señor lo dice con voz amable mientras alza la taza en alto.

— Ahora mismo te lo traigo Stan Lee.— Se lo dices con una gran sonrisa cuando te acercas a su mesa. — Aquí lo tienes.— Le rellenas la taza con café llameante, pero antes de irte él te detiene por un momento con la mirada.— ¿Deseas algo más?

— Solo quería decirte que te espera una gran aventura, lo veo en tus ojos.— Dice y toma un pequeño sorbo del café.

— ¿Así? ¿Y de qué tipo?—Indagas amablemente.

— Del tipo que no hay vuelta atrás.— Te guiña el ojo izquierdo.

Te hace gracia su respuesta, pero no piensas demasiado en ella.

Y él no se equivocaba.

 

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Dicen que desde que el mundo es mundo, él cuenta historias. Lo que ocurre, es que muy pocos son capaces de oírlas.

Eso es claramente una falacia, y Tony lo sabe mejor que nadie. Sin embargo a veces, como ahora, con él estando sentado en el tejado de un bloque de pisos en Nueva York, sin nada que hacer más que observar la vista delante de sus ojos, reflexiona sobre ello.

Entonces sonríe. Porque por suerte, él no hace parte de los que sí pueden oír lo que sea que el mundo tenga que contarles.

De todas formas, seguro que no será algo enternecedor. Y de lo malo, Anthony Stark ya tiene más que suficiente.

– Hey Tony, ¿Sigues ahí? – James Rhodes suena por el altavoz que hay en el interior del casco de IronMan.

– Amplifica la señal JARVIS, no me apetece poner el casco ahora.

"Sí señor Stark." Responde la inteligencia artificial de forma inmediata.

– ¿Y qué tal James? ¿Ya me echas de menos?– Tony suelta con ironía.

– No empieces Stark.– Se oye un suspiro al otro lado de la línea – ¿A dónde estás?

– Tomándome un descanso. Nueva York es una gozada por la noche.

– ¿Lo dices en serio?
– Sí. ¿Por qué no? Tengo el dinero y los medios, hay que disfrutarlo de vez en cuando.– Explica a la espera de una reprimenda de James. Sin embargo, esta nunca llega.

– Te dejo entonces.
– Woah. ¿No me dirás nada? ¿Ni una lección de moral del señor James Rhodes?
– Necesitas desconectarte de vez en cuando. Así que no, nada de lecciones para Tony hoy. Solo descansa amigo mío.

"No puedo hacerlo." Piensa Tony consigo mismo luego de soltar algún comentario ingenioso y así cambiar el foco de la conversación.

Sin embargo, la llamada no dura mucho más, y otra vez Anthony Stark se encuentra solo.
Y la soledad no suele ser buena compañera.
La soledad le hace tener ganas de beber para olvidar.
Pero el alcohol empieza a ser un problema.

Así que una distracción... Distracción... Distracción.

¿Por qué no? Él entonces te escoge a ti como candidata.