Sala de profesores

Localizada en la segunda planta, la sala de profesores es el espacio de reunión para los diversos docentes de la academia.

Se encuentra más activa durante los recesos.

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Conecta: Pasillo​

 

El profesor Kanade Shinzo era un profesor joven, de hecho, si nadie supiese su edad pensarían que era poco más que otro alumno de la academia. Era alto, bien parecido, de cabello castaño y amables ojos verdes. Un galán que según corrían rumores, tenía una relación secreta con una alumna menor, una de sus estudiantes. Aunque parecían ser meras habladurías de pasillo. En aquellos momentos se entraba hojeando una serie de papeles y documentos cuando Bleke se le acercó. Cerró los ojos al escucharla, cavilando en silencio.

Contenido oculto

—Hmm... de modo que sí que hay alumnos interesados en el puesto de presidente, vaya—dijo. Su voz era viril pero suave, con un tono calmo y profesional—. No pensé que fuese tan pronto, justo el primer día. Pero me gusta ver la iniciativa entre los estudiantes.

>>Mi nombre es Kanade Shinzo. Y mi tarea es valorar, supervisar y mediar entre los diferentes postulantes a la candidatura que Okamiya Mao dejó vacante. Cuéntame joven, qué—

—Profesor.

Aquella voz fue distinta. Femenina, grave y cruzó la estancia como una saeta helada. La voz provino de una joven alta de finas y delicadas facciones y largo cabello plateado que caía como una cascada nívea sobre su espalda. Pocos no lograrían reconocerla a aquellas alturas. Aquella era la proclamada reina de hielo de la academia. La ex-presidenta del consejo de estudiantes.

Mao Okamiya.

El profesor Shinzo pareció ciertamente contrariado de verla.

—Okamiya-san.

Pero ella no se detuvo en saludos. Con soltura, con pasos aparentemente calculados que rezumaban fortaleza y seguridad, Mao caminó hasta colocarse junto a Bleke.

Sus fríos ojos la observaron un instante en silencio antes de separar los labios en una única y directa pregunta:

—¿Qué tres cualidades necesita todo candidato a la presidencia del consejo?

—Honestidad, diligencia y rectitud.

Fue otra voz distinta la que respondió. Suave, como el ligero murmullo del viento entre las hojas. Se trataba de Konoe que, junto a Alisha, habían arribado a la sala de profesores justo a tiempo. Konoe hizo una gentil reverencia. "Es un placer volver a verla, Okamiya-san".

No tardó en expresar la razón que la había llevado hasta allí. La misma que Bleke. El mismo deseo y ansias.

Mao le devolvió el gesto. Rápido, pero educado.

—Eso es—convino con seriedad—. Si alguna de esas tres cualidades no se cumple todo se vendrá abajo por su propio peso.

Hablaba con seguridad aunque su voz era gélida como una tormenta de hielo. Algo en ella imponía respeto y demostraba por qué había sido la presidenta hasta ese entonces. Aunque su apariencia no era particularmente ruda, pues era una joven de aspecto grácil y delicado como una muñeca de porcelana, vibraba en ella la fortaleza de la juventud, la determinación y la asertividad.

Pero sus ojos. Oh, sus ojos. Eran dos muros acerados. Metódicos, severos. Inescrutables.

>>Díganme ¿Por qué quieren ser presidentas?

 

Konoe asistió al breve intercambio de palabras entre la ex-presidenta y la jovencita de segundo. Oh, de segundo. Qué maravilloso ver a estudiantes jóvenes interesados en las labores académicas. Y parecía poseer un carácter calmo, casi pasivo-agresivo, silenciosamente beligerante.

Bleke Middel.

—Es de suma importancia para mí valorar los motivos y actitudes de los candidatos, Middel-san—le respondió Mao Okamiya. Y no había ironía, ni molestia, ni nada parecido en su voz. Era tan calma y correcta como siempre, grave y segura—. Lamento si mi intempestivo comportamiento te molestó. Shinzo-sensei, sepa disculparme.

Y sin esperar respuesta hizo una cuidada reverencia. El profesor pareció igualmente contrariado.

—Oh no... no te preocupes Okamiya-san.

—En cualquier caso—prosiguió volviéndose nuevamente en dirección a Bleke—, agradezco que tus motivos sean honestos y pretendas asegurarte de hacer honor a un cargo de tal importancia. Estaré deseosa de leer sus campañas cuando estén listas.

Kanade Shinzo pareció suspirar.

Konoe miró a Alisha de soslayo un breve segundo y dio un paso al frente llamando finalmente la atención de todos los presente. Era una figura menuda pero sus ojos zafiro estaban llenos de determinación y seriedad. Pasión por lo que creía.

A diferencia de Bleke, ella no tenía necesidad alguna de ocultar sus motivos. Es más, de hecho, tenía la imperiosa necesidad de gritarlos al mundo.

—Yo ansío ser presidenta para hacer felices a los demás—dijo. Y aunque podría sonar un poco infantil, quizás frívola, sus palabras eran genuinas y su tono de voz fue contundente y seguro—. Mi mayor aspiración es lograr, con las gestiones bajo mi cargo, hacer de la academia un lugar donde todos, alumnos y docentes, podamos crecer y expandirnos en todos los ámbitos. Tanto académicos, como creativos, como sociales.

>>Sería todo un honor para mí tomar las riendas y seguir el cargo que tan maravillosamente hizo valer en sus años como presidenta, Okamiya-san.

Hizo una breve pausa. Y sujetando el maletín sobre sus rodillas, ladeó ligeramente la cabeza y sonrió. La luz de la tarde hizo destellar reflejos rojizos en su larga cabellera oscura.

—Ese es mi mayor deseo.

 

Konoe Suzumiya

Descorrió ligeramente la puerta de entrada.

Ni siquiera lo había pensado, no le había dado más de dos vueltas a la idea. Dada su situación, simplemente no se sentía correcto.

Tras recoger los trozos de cerámica de las tazas de té rotas del suelo se deshizo de ellas apropiadamente. Tomó el paraguas rojo de la mesa percatándose en ese preciso momento de que Gotho lo había dejado allí. Un sentimiento extraño, al que realmente no pudo definir, le sacudió el cuerpo.

Negro.

Todo lo que veía era negro.

—Lamento la intromisión—anunció al ingresar dentro de la sala con aquel tono neutro, vacío. Tenía su usual deferencia y educación pero ninguna simpatía en él. El violeta de sus ojos parecía haberse oscurecido, emponzoñado. Era una galaxia sin estrellas—. Shinzo-sensei, ¿tiene un momento?

No se preocupe.

Seré directa.

Kanade Shinzo estaba en ese momento muy ufano, atendiendo una serie de informes en su mesa. Alzó la mirada por encima de sus gafas de lectura. El amatista se recrudeció.

—Suzumiya-san—respondió con cierta jovialidad. Agrupó los informes sobre la mesa y los puso en vertical, dándoles un golpecito ligero para terminar de ordenarlos—. Ah, justo iba a llamarlas a ti y a Middel-san. La Dirección aprobó la postulación como candidatas a la presidencia del consejo de estudiantes. La campaña dará comienzo en May—

No.

—Shinzo-sensei.

Su tono de voz firme y autoritario opacó ligeramente los ánimos del profesor. Se detuvo de súbito. De alguna forma aquella joven que tenía ahora en frente no se parecía en lo absoluto a la muchacha alegre, decidida a cambiar el mundo e idealista que había visto los primeros días de academia. Parecía... ida. En su mirada no había ilusión. Sus labios estaban ligeramente apretados en un gesto serio, hermético y casi imperturbable. Pero no parecía molesta ni sonaba agresiva o demandante.

Simplemente... no había nada.

Era un plano vacío de emociones.

>>Vengo a presentar formalmente mi dimisión. Me retracto—su voz fue acerada, fría. Shinzo alzó ligeramente las cejas—. No voy a seguir como postulante por la presidencia del consejo. Estoy completamente segura de que Middel-san lo hará mucho mejor que yo.

Tiene toda la disciplina que yo no tengo.

¿Ser la presidenta? Había sido su mayor aspiración durante tanto tiempo. Lo había ansiado y deseado con tanto celo y mimo... y repentinamente sonaba tan ridículo. ¿Qué clase de presidenta iba a ser? ¿Cómo iba a ponerse al mando del centro y a dirigir y organizar a los alumnos cuando no podía organizarse ni sí misma?

Una presidenta hipócrita obsesionada con las reglas.

Dios, qué estúpido.

Se inclinó de forma mecánica, una reverencia de casi noventa grados al apoyar sus manos sobre las medias de sus muslos. En el fondo podía sentirlo. Dolía.

Le quemaba las entrañas renunciar a su mayor sueño desde que había entrado en la Secundaria. Era fuego vivo en las venas. Cicuta.

Su inclinación era de hecho una disculpa. No sólo hacia el profesor y la consiguiente pérdida de tiempo a la que lo había expuesto, si no a sí misma y sus propias expectativas hechas pedazos.

Una disculpa hacia la antigua Konoe.

>>Eso era todo. Buenas tardes—se incorporó y sin esperas respuesta, con pasos calmos abandonó la sala de profesores.

Sin luchas. Sin debates políticos. Simplemente se había rendido antes de iniciar la guerra.

 

Contenido oculto: Beautiful rain

Ingresé sinuosa y rápida a mi salón, le dediqué una sonrisa cordial a la pelirroja como saludo espontaneo y efímero. Saqué el bento de mi mochila y me lo comí en tres tiempos, de manera calculada y procurando no empacharme. Mientras, también escribía con precisión algo en una de mis hojas de la libreta esa bonita, que iba por temática estacional y solo era para hacer notaciones.

Me acabé la mitad del almuerzo y lo volví a guardar, era demasiada comida para mis ansias y apuros; coloqué la nota en un lugar llamativo del tablón y, tras eso, con una leve sonrisa en los labios me encaminé con calma a la sala de profesores: Entre todas mis necesidades, tener un Club de Natación era prioridad. Toqué con un ritmo sonoro y educado, para luego abrir la puerta con lentitud.

—Disculpen, permiso —dije reverenciando un poco con la cabeza, para luego alzarla y buscar con la mirada algún docente que me autorizara la entrada.

 

En algún momento me coloqué a repasar lo de los clubes en el tablón de anuncios, casi esperando el milagro de que algún idiota hubiese abierto algo más interesante, pero naj, todos seguían siendo los mismos que dijo la barbie a lo que le escribí a mi hermano a ver si se le medía a entrar en uno si se me antojaba abrirlo, a lo cual no demoró en dar respuesta.

Un 2x1 de una vez no estaba nada mal.

Me regresé por las escaleras hasta llegar a la sala de profesores, pensándome irme primero por las ramas. Busqué entonces una figura adulta con la mirada.

Contenido oculto

Vengoporlainfo Gigi Blanche

 

Noté los anteojos del docente que nunca había visto, pero pues tampoco es como si llevase mucho tiempo ahí dentro como para memorizarme sus rostros, apenas y tenía el docente de mi hermano presente y la loca de mi salón.

—Lo soy. Venía a preguntar qué necesitaba para abrir un club de kick boxing —ladeé ligeramente la cabeza—. Si es por integrantes y eso ya tengo varios a los que les interesa —mentí con descaro, pero lo hice perfectamente para ser lo suficientemente creíble, además de que el profesor no se veía para nada autoritario como tal—. Ah, y además de eso me encontré una libreta de Shinomiya... No recuerdo su nombre, pero creo que es tercero. Un chico me dijo su nombre pero no lo recuerdo para no que no lo confundan con otro estudiante.

A fin de cuentas japoneses abundaban ahí por cuestiones lógicas.

Aunque el armario empotrado que lo abordó había dicho algo similar a Kou, pero vete a saber si había escuchado bien o mal, mejor cerciorarme para pedir mi recompensa completa.

 

Noté en el trayecto a Zeldryck, el cual no demoró en dar con mi mirada casi como cuestionándome en silencio al arquear una de sus cejas, probablemente extrañado de que Zold no estuviese conmigo en ese momento, sin embargo no me detuve al verlo acompañado de una chica de cabello blanco a la cual no demoré en escanear. Se veía pequeña, de primero probablemente a lo que no creí que fuese a ser no sé, de esas tipas lanzadas como la de la máscara de ave que creí y había provocado que el gemelo se tardara demás aquella noche de la mascarada, o la chica de los casilleros que me había hecho sentir incómoda, fastidiada quizá.

A la final había omitido a Riamu en la ecuación por el detalle de los anillos.

Debía evaluarme el cómo juzgaba a la gente, pero probablemente aquello no lo haría jamás.

Entré a la sala de docentes luego de leer el letrero, observando el lugar como quien identifica un sitio nuevo.

—Buenos días —saludé con parsimonia—. Venía a peguntar sobre el puesto de vicepresidenta, ya que me encuentro interesada.

 

Vi a la mujer levantarse a lo cual permanecí en mi lugar mientras se acercaba. Creía haberla visto en el pasillo de tercero, así que probablemente sería la docente de 3-2 o 3-1, aunque bueno, aquello no era relevante del por qué exactamente había bajado hasta ahí. Deslicé la yema de mis dedos por el largo de mi cabello mientras la escuchaba. La pregunta venía a juego, a fin de cuentas suponía que uno como postulante debía informar, pero de cierta manera también me parecía algo tonta ante lo que desde mi realidad era más que obvio.

—Porque estoy capacitada para ello —informé mateniéndome derecha en todo momento, parca, como de costumbre—. Sin embargo no cuento con el tiempo suficiente para ser presidenta, así que desisto del puesto principal y deseo ocupar el secundario.

La yema de mis dedos al llegar nuevamente a las puntas quedaron en mi cadera, en donde reposé la muñeca.

—Por lo tanto, quería saber si debo llenar un formulario, hablar con la chica o chico que ocuparán el puesto principal y proceder con lo que corresponda.

 

El cese de preguntas fue acertado, no creía que debía informar de manera inicial lo que podría mejorar la institución o el comportamiento de los estudiantes, además de que para ello también debía hacerse un itinerario para evitar contratiempos, hacer una perfecta planeación sobre las actividades y claro, discutirlo con quien fuese a ser el presidente o presidenta. Solo esperaba que quien cogiese dicho puesto no fuese un sujeto desordenado, de lo contrario tendríamos problemas a corto plazo, y bueno, los problemas no eran algo que me llamase la atención, no podía perder el tiempo en ellos.

—Génesis Allen, 3-3 —asentí ligeramente con la cabeza, sintiendo los cabellos cortos hacerme cosquillas contra la dermis de mi rostro—. Permaneceré atenta entonces, gracias por hacer su trabajo.

Me di vuelta cubriendo con el dorso de mi mano mis labios ante el pequeño bostezo que se me escapaba por algo de hambre, esperando el ascensor en el pasillo donde Zeldryck ya no se encontraba. Esperé hasta que la puerta abrió, observando mi reloj de mano como una manía, a lo que mordí el interior de mi mejilla. Llevaba diez minutos de retraso en lo que debía almorzar, así que cambiaría el escribirle a Zold por una parada ligera en la cafetería.

 

Asentí con algo de confusión cuando me dijo que Kohaku acababa de venir, pues estábamos en el receso, pero no era mi idea juzgarlo por venir cuando le diese la gana, cada uno disfrutamos de nuestra vida escolar de forma distinta, ¿no? Y claro, aunque fuesen pareja no significaba que tuviesen que estar juntos siempre, ¡los amigos eran muy importantes!

Bajé mi mano con algo de vergüenza cuando no la tomó y solo se puso a mi lado, sintiendo mis mejillas colorearse levemente. Tan solo quería tratar de actuar como una buena senpai, pero acabé tratándola como una niña pequeña que llevar de la mano a cualquier lugar para no perderla entre la inexistente muchedumbre.

Inhalé un poco de aire y volví a sonreírle como si nada, como si aquel momento de incomodidad nunca hubiese existido. No pasaba nada, aún tenía muchos días por delante para conocer a Emily y ser su amiga. Pero eso solo podía suceder si ella quería, así que no la iba a forzar a estar conmigo si no lo deseaba. Por ahora el plan de acompañarme y almorzar juntas había sido aceptado por ella, llenándome con emoción, ese era un paso muy bueno hacia la amistad que quería tener con ella. Iba a comer por primera vez con alguien que no era Haru, ¿nos lo pasaríamos bien? ¿Hablaríamos de algo? ¿O estaríamos en silencio? No importaba, seguro que todo iba a estar bien.

Me apresuré a adentrarme a la sala de profesores no sin antes tocar y saludar de forma educada. Observé a los presentes sin saber bien hacia quién dirigirme, y decidí que lo mejor era acercarme a mi tutora en cuanto divisé su cabellera rojiza.

—Hola, Akuma-sensei —la saludé con un poco de incomodidad, aquel apellido me imponía un poco, pero seguramente era una persona amable y fácil de hablar—. ¿Me podría ayudar a inscribirme en las elecciones del consejo estudiantil? Estoy interesada en cualquier puesto libre~

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no sé si estoy más nerviosa yo o ayaya