Invernadero

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Flores y plantas de todo tipo se anexionan en este espacio sacado de un cuento. El invernadero se encuentra al norte de la academia, en el exterior, conectado al resto de edificaciones por un sendero de piedra.

    Es un lugar relajante, perfecto para buscar privacidad y concentrarse. En su centro, hay un pequeño estanque con carpas koi.

    Su cuidado y mantenimiento está a cargo del club de jardinería
    .

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    Conecta por el camino de piedra: Patio norte
    Conecta al sureste: Dojo de kendo
    Conecta al sudoeste: Observatorio
     
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    Konoe Suzumiya

    Las horas se sucedieron con celeridad. Antes de lo previsto la campana irrumpió el silencio y una vez las presentaciones terminaron, la extraña y exuberante tutora les encomendó una tarea.

    Qué deseaban lograr en la academia. Suzumiya escuchó la breve descripción con cierta curiosidad en su semblante.

    ¿Qué deseaba ella lograr allí después de tres años? ¿Ser presidenta? No, sonaba demasiado presuntuoso. Ella no era así. Era un alma cándida, servicial y humilde. Lo que Konoe más deseaba en el mundo era la felicidad de los demás. La añorada, la ansiaba. La deseaba intensamente.

    Era casi una necesidad.

    En cualquier caso no pudo terminar la redacción a tiempo. Una vez la campana sonó, tomó sus cosas y se marchó del aula. Tenía una reunión a la que asistir. No podía dejar desatendidas las carpas koi del estanque del invernadero... aunque sabía que estaban bien atendidas.

    Cuando se internó en el camino de piedra las enredaderas abovedadas sobre su cabeza formaron una especie de techo natural que apenas dejaba pasar el sol en pequeños haces de luz cálidas. Haces que se colaban entre las hojas y los frágiles tallos, rozando apenas su rostro.

    Y allí, sentada elegantemente en una silla frente a una elegante mesa, disfrutando de una tisana como aquellas que tanto amaba hacer, se encontraba la hermosa y delicada presidenta del club de jardinería.

    Ai Mamiya.

    Su largo cabello rubio caía en hermosos bucles sobre sus hombros y espalda. Era grácil, de belleza serena y madura. Todo en ella infundía temple, serenidad y elegancia.

    Konoe esbozó una pequeña sonrisa.


    —Mamiya-san.

    Los ojos claros de la presidenta no tardaron en fijarse en los suyos. La miró un instante antes de cerrar los párpados con calma y darle un nuevo sorbo a la taza de tisana.

    —Ah, Cerasus-chan.

    Las pálidas mejillas de Suzumiya enrojecieron ligeramente. Como detestaba ese apodo extraño. Hizo un pequeño mohín.

    —Oh cielos... no me llame así—pidió—. Sabe la vergüenza que me da.

    Pero Mamiya solo rio. Una risa maternal, suave, clara como el mismo día.

    —Fufu~ Eres tan linda cuando te sonrojas, Suzumiya-chan—convino dulce—. Tus mejillas toman el color de los cerezos en flor.

    >>Oh, dejé un mensaje para buscar nuevos miembros para el club de jardinería. ¿Piensas que vendrá alguien? Voy a abrazar bien fuerte a la primera perso~na que venga.

    Y soñadora, apoyó la palma de su mano sobre su mejilla. Parecía más una manía que un acto consciente.

    Aquella joven jamás iba a cambiar. Era tan delicada como la primavera, tan dulce como las flores de cerezo. Su amistad se cimentaba en eso. Ambas tenían un carácter similar.

    Aunque Mamiya podía ser ciertamente burlona si se daba el caso.

    —Siempre tan efusiva...—replicó la otra y se llevó un mechón oscuro tras la oreja en un además grácil y tímido— me recuerda a alguien.

    —¿Huh? ¿Y quién podría ser esa encantadora persona, me pregunto~?

    —No sé si encantadora... pero definitivamente tiene mucha energía. Como usted.

    Ah, Alisha-san. Realmente la preocupaba. Ai Mamiya sonrió.

    —¿Huh?

    Hubo cierta curiosidad en su semblante. Y entonces juntó las palmas de ambas manos.

    >>¡Ah, Suzumiya-san! Tienes que hablarme más de esa personita especial—le dijo—. Sabes que adoro las trepidantes historias románticas. Esas que te atrapan como la hiedra, en las fauces de una dionaea...

    Su voz tuvo cierto tono de ensueño, como el de una imaginativa niña después de leer un cuento.

    Konoe suspiró con resignación, una leve y pequeña sonrisa nerviosa en sus labios. Sí, ella también amaba esas historias. Sin embargo...

    —Pero no es un romance.

    Aunque solo la brisa y el rumor del estanque pareció prestar atención a sus palabras.
     
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    Hygge

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    Sus pasos se detuvieron sobre el camino de piedras, el eco de sus pisadas perdiéndose entre las enredaderas que, con un influjo propio de un sueño, la protegían con delicadeza del exterior. La tenue luz que se colaba a través del cristal barría hacia los rincones más oscuros todos sus temores. Sus inseguridades. Los sollozos de aquella joven de cabello exótico y mirada cristalina que removieron retazos de sí misma que deseaba enterrar.

    "Ya no hay marcha atrás, Rach"

    Lo supo cuando, de un rápido vistazo, la entrada al invernadero quedó sorprendentemente atrás. Guíada por dulces fragancias que reconocía y distinguía con claridad, aquel camino de piedra que la conduciría hacia su primer club comenzó a proyectar en su lugar retazos de imágenes que creía olvidadas. La lavanda y su fiel compañia en sus noches de insomnio, la viveza de las magnolias anunciando la primavera tras su ventana, las gardenias marchitas sobre la cama del hospital.

    Cerró sus ojos, acuclillándose con cuidado frente al jazmín que florecía con timidez entre el resto de flores. Sus delicados dedos acariciaron sus pétalos con mimo, acercándolos hacia sí con suavidad. Tan abstraída había estado reparando en cada una de las especies cultivadas que las cálidas voces de alguien más la sacaron de su ensimismamiento. Rachel alzó la mirada, reparando en las jóvenes que parecían conversar amablemente hasta su llegada, y sus mejillas se tiñeron de un tenue carmín al verse envuelta en una atmósfera que creyó interrumpida.

    Sus labios se entreabrieron ligeramente, dudosos.

    —Es asombroso —murmuró. Y a pesar de su timidez usual, su voz fluyó como un río en calma. A juzgar por su pequeña sonrisa, pareció percibir la esencia inofensiva de ambas con tan solo un primer vistazo—. Todas estas plantas... se sienten felices, puedo notarlo.

    Volvió su mirada al jazmín que acariciaba entre sus dedos. La inocente curiosidad reluciendo en su mirada.

    >>¿Todas están bajo su cuidado?
     
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    Por supuesto, el primer día siempre era emocionante. Aunque, a decir verdad, desde que habían empezado las clases solo tenía una cosa en mente: el receso. ¡Y no es que fuese una chica irresponsable, de verdad que no! Me gustaba estudiar, tenía buenas notas... y haría aquella redacción, por supuesto que sí.

    Pero... pero... ¡ay! Casi tiré la silla cuando me puse en pie al momento de escuchar la campana. ¡Tenía que darme prisa, no quería perder la oportunidad! Así que salí prácticamente disparada de la clase, sin despedirme de nadie, corrien-digo, caminando a una velocidad moderada por los pasillos hasta que llegué a mi destino.

    El Invernadero.

    Tuve que pararme en seco cuando llegué a las puertas y practicar los ejercicios de control de aire que había estado aprendiendo aquellos días.

    "Coger aire... soltar el aire... Repite... Repite... ¡Bien, ya estás tranquila! ¡A por ello, Em!"

    Una vez logré controlar mis nervios, entré al edifico y no pude evitar admirar todo con ojos brillantes. Oh, era tan bonito... Aquello que sentí en mi pecho al admirar la belleza de las plantas... aquello era algo que nunca había sentido.

    Me acerqué entonces a lo que parecía ya un grupo de tres personas, cogiendo una vez más aire a unos pocos metros de ellas para poder llegar con una sonrisa calmada ante ellas.

    —Buenos días —saludé, con una leve inclinación, sorprendida por la voz tan estable que había conseguido expresar—. Me llamo Emily Hodges y soy de segundo. Me gustaría mucho unirme a este club.

    Me quedé unos segundos en silencio, manteniendo la sonrisa pero con un leve rubor extendiéndose sobre mis mejillas.

    >>R-realmente quise unirme el año pasado pero me dio mucha vergüenza... ¡Pero este año no pensaba dejar pasar la oportunidad!
     
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    Konoe Suzumiya

    —¡Oh mira eso Cerasus-chan! ¡Ha venido alguien!

    Konoe volvió a suspirar.

    —No me llame así, por favor...

    En cualquier caso era cierto. Habían arribado dos jovencitas al camino de piedra del invernadero. Una de ellas era menuda, de aspecto frágil, con una larga melena rubia que caía sobre sus hombros y espalda como una cascada de sol. Observaba el entorno con cierta fascinación en sus ojos azules. La segunda era una joven de amables ojos morados y larga melena negra.

    Ai clavó en la jovencita rubia sus calmos ojos claros. Sonrió.

    —Así es—convino—. Todas estas hermosas flores y plantas están a nuestro cargo. Son nuestros pequeños bebés. Adoro escuchar que alguien más puede entender sus emociones.

    Como si respondiese a su voz la brisa que se coló en el invernadero meció las hojas de la cúpula abovedada y la luz hizo juegos de sombras caleidoscópicas. El rumor del agua en el estanque invitaba a la paz y al sosiego. Era un lugar enormemente relajante.

    —Ah, ¿oyes eso?—dijo de pronto Ai y con una sonrisita suave apoyó la palma de su mano en su mejilla—. Te dan la bienvenida.

    —Mamiya-san, la va a asustar—declaró Konoe con un nuevo suspiro. Ah, esa chica... tomó aire y con una leve sonrisa se volteó ante ambas recién llegadas—. Bienvenidas al club de jardinería. Es un honor ver que aún hay personas interesadas en este arte.

    >>Yo soy Suzumiya Konoe—se presentó e hizo una pequeña inclinación con las manos en su regazo—. Ella es Mamiya Ai, la presidenta del club.

    >>Hodges-san y...—miró a la otra jovencita que no había dicho su nombre con cierta curiosidad en sus facciones.

    Jasminium-chan.

    Aquella fue la voz de Ai. Konoe se volteó.

    —¿Jazmín?

    >>Es grácil y hermosa como una flor de jazmín—respondió con calma—¿No es maravilloso?

    ¿Jasminium-chan? Bueno, parecía que no solo había entrado en su primer club... si no que había obtenido su primer apodo.
     
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    La fascinación en sus ojos pareció cobrar fuerza a medida que sus sospechas fueron confirmadas: aquellas dos jóvenes de mirada tranquila y presencia amable eran las únicas cuidadoras de todas aquellas especies de flores y plantas. No necesitaba prestar demasiada atención a su alrededor para notar el enorme cariño y mimo con el que parecían haber sido tratadas. Una pequeña risa brotó de sus labios, enternecida por el apelativo cariñoso que Mamiya-senpai había dotado a sus plantas. La fresca brisa de la mañana meció sus cabellos al son de sus palabras.

    "Ah, ¿oyes eso?" —Rachel agudizó el oído, observando con genuina admiración a su interlocutora. Pudo sentir una acogedora calidez instalarse en su pecho—. "Te dan la bienvenida".

    Y a pesar de la réplica de Suzumiya-senpai, la joven menuda no pareció cohibida en lo más mínimo. Murmuró un suave "¿De verdad?", tan puro y genuino que escapó de sus labios sin permiso, haciendo que desviase la mirada con cierta vergüenza. La llegada de alguien más al invernadero, una joven algo mayor que ella, de cabello oscuro y aspecto amable hizo que se irguiese en su lugar, apartando con una breve caricia las flores entre sus dedos. Le dirigió una tenue sonrisa, y se volvió hacia Suzumiya-senpai al recordar que no se había presentado en su momento.

    Jasminium-chan.

    Sus palabras se silenciaron en su boca, viéndose sorprendida por las palabras de Mamiya-senpai. ¿Jazmín? Konoe y ella parecían haberlo pensado al mismo tiempo. Cuando la joven se explicó, sus mejillas no tardaron en recuperar esa suave tonalidad propia de los cerezos en flor.

    —Mi nombre es Rachel Gardner, pero acepto encantada su apodo, Mamiya-senpai. Es un placer conocerlas —su mirada se desvió durante un instante, recorriendo cada una de las flores que crecían a su alrededor—. Y a vosotras también.
     
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    Tan ensimismada estaba en aquello de conseguir apuntarme al fin a un club que ni siquiera me di cuenta que la otra chica era una estudiante menor. Y yo presentándome así... qué vergüenza...

    Ah pero pronto recuperé la sonrisa, entre alegre y aliviada. ¿A-así que ya era parte del club de jardinería? ¿Oficialmente? ¡Eso parecía!

    —¡E-encantada! —dije, haciendo una inclinación ante cada una de las chicas—. Ah, seguro que nos lo pasamos bien juntas~ Pero, ¡oh! Creo que tengo que irme ya, lo siento mucho... —añadí, tras dar un rápido vistazo a mi reloj—. ¡Ha sido un honor, de verdad! ¡Nos vemos~!

    Y tras despedirme con la mano, salí del Invernadero por el camino de piedra, sin dejar de admirar con ojos brillantes las plantas que decoraban el lugar.
     
    Última edición: 14 Agosto 2020
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    Konoe Suzumiya

    Era tan lindo tener incorporaciones nuevas en el club. Konoe lo adoraba. Poder compartir su pasión por el cuidado de plantas y flores con otras personas interesadas en la misma actividad. ¿Les gustaría también el Ikebana, el arreglo floral? ¡Ah~ tantas preguntas!

    Parecían chicas encantadoras. Una muy enérgica y dulce como un terrón de azúcar. La otra tímida, algo silente... y su voz le recordaba a la leve brisa entre las hojas. Iban a forjar una linda amistad.

    —Gardner-san—la llamó con una leve sonrisa y señaló con un pequeño ademán de cabeza la mesa en el centro del invernadero sobre la que reposaban una tetera de porcelana. La impoluta superficie estaba cubierta de pinceladas azules que simulaban rosas. Junto a esta, había una bandeja con pastas de té y macarons. Todo desprendía elegancia y sofisticación— ¿Quieres almorzar con nosotras?

    —Será un honor, Jasminium-chan—sonrió Mamiya-senpai y se llevó a los labios la taza de tisana. Sus ojos azules, calmos, se clavaron en Suzumiya—. Cerasus-chan hace postres deliciosos.

    Las pálidas mejillas de Konoe realmente parecieron cerezos en flor.

    —No es para tanto, Mamiya-san—declaró con suavidad. En sus labios se dibujó una pequeña y tímida sonrisa mientras se llevaba tras la oreja un mechón oscuro— solo disfruto especialmente de la cocina. Me gusta hacer felices a los demás.
     
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    Konoe Suzumiya

    ¿Qué otro lugar si no ese? Incluso bajo la luz de la luna era indescriptiblemente hermoso. Su zona de confort. El lugar al que acudía día sí y día también, un pedazo muy importante de su mundo.

    El camino de piedra. Las distintas flores llenas de color y de vida. El pequeño estanque con sus carpas koi.

    Koi.

    Amor.
    Apropiado era decir poco. El invernadero siempre había estado lleno de amor. Del amor que ponían en su cuidado y mantenimiento el club de jardinería y en especial su presidenta. Un lugar que dejaba fuera los problemas, los disolvía o simplemente los hacía más livianos con una charla amena y una taza de té.

    Su lugar favorito en esa academia.

    No soltó la mano de Alisha en ningún momento como si temiera que el solo hecho de dejar ir sus dedos fuera a hacer tambalear su determinación. No podía permitirse eso. Perder el enfoque, el valor que había logrado reunir y se había estado gestando desde esa mañana.

    El mundo se veía un poco menos nítido pero seguía siendo su mundo. Entrar en el invernadero fue como volver a tomar aire tras haber estado sumergida en las profundidades del mar. Incluso con la única compañía de la luz de la luna. Se reflejaba en las aguas del estanque y se deslizaba, casi reptando, sobre los huecos del camino de piedra.

    Sosegaba su corazón inquieto.

    Solo entonces dejó ir la mano de Alisha. Solo cuando la música de la azotea dejó de oírse. Solo cuando Wickham desapareció de su campo de visión. Solo cuando percibió el fresco aroma de las flores y sintió la brisa nocturna susurrando entre las hojas de los árboles.

    En aquel lugar se sentía segura.

    Dio un giro sobre sí misma, liviana y retrocedió unos pasos caminando hacia atrás. Se permitió una ligera sonrisa.

    —Bienvenida—le dijo. Y su voz sonó más suave, más ligera—. Siempre he querido traerte pero nunca has sido especialmente partidaria de ello. Mamiya-san me habló sobre el lenguaje de las flores. Lo que significan sus colores. El blanco pureza, pasión el rojo, amarillo es signo de desprecio y resquemor...

    >>Me encanta este lugar Alisha-san. Un pequeño pedazo del edén bíblico. No soy creyente, no particularmente, pero creo que un lugar donde solo reina la armonía debe ser hermoso.

    Estaba tensa pero relajada al mismo tiempo por el influjo casi sedante que ese entorno tenía en ella. Tenía miedo pero también se sentía cargada de coraje. Si su amistad era especial... era meramente porque jamás se había atrevido a cruzar la línea. Alisha tampoco lo había intentado. Era como si algo en ella le impidiera presionar tanto los límites y manchar el lienzo blanco que era Konoe con un profundo negro. Corromperla. Como si algo en ella no estuviese ya corrupto.

    Mentira.

    Desde el preciso momento en que dejó de verla como una amiga, desde el mismo momento en que su piel empezó a arder por la suya, la pureza de Suzumiya Konoe se corrompió. La deseaba. La deseaba con tanta fuerza que le resultaba doloroso.

    Acercó los dedos al agua del estanque y la carpa roja y blanca se sumergió con celeridad dejando tras de sí solo ondas en su superficie. ¿Pasaría lo mismo con Alisha? ¿Se alejaría y desaparecería cuando le extendiese la mano? ¿Cuando revelase sus verdaderas intenciones? La luz de luna reflejaba estalló en trozos dispersos.

    Konoe se incorporó.

    Ya lo había demorado demasiado.

    —¿Sabes por qué estoy aquí Alisha-san? ¿Por qué vine a esta fiesta?
     
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    Amane

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    Alisha Welsh

    Me incorporé en cuanto Joey apareció por la puerta, haciendo ruido como el tornado que era y le sonreí desde mi posición, divertida. Le encantaba meterse en problemas, ¿eh? Seguro que se había encontrado con Sonnen de camino y ahora provocando a Katrina... no iba a salir de ahí sin comerse algún golpe, ¿verdad?

    Eché mi brazo sobre sus hombros cuando se sentó a mi lado, divertida.

    —Veo que te lo has pasado bien~ —murmuré, llevando el dedo pulgar a su labio para limpiarle algo del pintalabios que se le había quedado.

    Antes de que pudiese seguir molestándole, sin embargo, sentí como alguien me rodeaba y antes de ser consciente de lo que estaba pasando, ya estaba siendo arrastrada fuera de la azotea por Konoe.

    E-eh, que yo quería besar a más gente, jo~

    Aunque a decir verdad, el silencio y la tranquilidad del invierno me sirvieron para notar lo mucho que me estaba empezando a afectar el alcohol. ¡No era mi culpa! Pasar las vacaciones en Estados Unidos era una cagada, no podía salir de fiesta y había perdido la costumbre de beber.


    Me senté en una de las sillas del lugar mientras Konoe hablaba, mirando alrededor con curiosidad. Pues estaba bien montado el sitio, con su mesita y todo, very cute.

    >>Eh~ ¿Pero por qué os empeñáis Sonnen y tú en hacerme pensar esta noche? Si no me gusta de normal, menos estando medio ebria —admití, con un tono quejumbroso que era más bien infantil, no estaba realmente molesta.

    Suspiré después y me giré para mirarla, encogiéndome de hombros.

    >>Pero no, no lo sé, la verdad. ¿Quieres saber lo que hago de verdad para regañarme mejor? Porque esto está siendo bastante light, si te soy sincera, pero hey.
     
    Última edición: 13 Agosto 2020
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    Konoe Suzumiya

    Podría haber reído, de verdad que sí. La carcajada burbujeó en su garganta pero no salió de ahí. Quizás en otras circunstancias se lo hubiese permitido. ¿Diferente al resto? Por supuesto que lo era.

    Era la única que estaba ahí por mera rebeldía, en busca de diversión, no por rellenar huecos y vacíos emocionales. No estaba gritando por ayuda. Al menos no como Akaisa o Wickham parecían hacerlo.

    Exhaló.

    —No he venido a regañarte—respondió con simpleza, sin darle demasiadas vueltas. Whels sentada y ella de pie frente a ella. Su voz sonaba seria pero calma, sin presiones. Se deslizaba como el murmullo del viento entre las hojas—. Sería hipócrita de mi parte. Si hubiese venido a darte una charla sobre tu comportamiento, ¿no crees que a estas alturas debería meterme yo también en el saco?

    Sí. Al menos en parte.

    Había hecho varias estupideces impropias esa noche impulsadas por el alcohol. Pero no eran estupideces que no quisiera hacer de todas formas. Había querido que Katrina la besara. Había querido besar a Anna y había permitido a Joey hacerlo simple y llanamente porque sí. Había buscado opacar ese murmullo en su cabeza que solo se hacía más y más grande con el trascurrir de los minutos. Coartar sus celos, su frustración, empujándose a los brazos de otras personas solo para buscar el resguardo y el consuelo que ellos también parecían buscar en otros. Katrina y Joey quería control pero probablemente también ser comprendidos, incluso si era a través de puro sexo. Pero no había encontrado nada. ¿Qué era, en cualquier caso, ese mundo vacío de sentimientos? ¿Un pozo emocional? La única persona que realmente deseaba besar la tenía justo delante en ese momento.

    Aquel pensamiento hizo que el corazón le diese un vuelco en el pecho y su cuerpo se tensó ligeramente, asaltado por los nervios.

    Ah, dios.

    Ya tenía calor de por sí.


    >>La verdad es que...—se llevó un mechón oscuro tras la oreja y agachó la mirada incapaz de sostenérsela en ese momento de debilidad. Agradeció que las sombras de la noche disimularan el rubor de sus mejillas— tengo miedo Alisha-san. De perderte. De perderme. De dejarme guíar por este impulso y cambiar todo lo que tenemos.

    Hizo una pequeña pausa y logró volver a conectar su mirada. Fue uno de esos impulsos de repentina valentía. Sentía un nudo prieto en la garganta y temía que su cuerpo honesto terminara traicionándola de un momento a otro.

    Estaba aterrada.

    >>Y al mismo tiempo quiero hacerlo. ¿Entiendes eso?
     
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    Amane

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    Alisha Welsh

    Me encogí de hombros al principio, algo indiferente. Solo había bebido un poco y besado a dos chicas, era obvio que no había hecho nada más allá de hablar con Sonnen así que... tampoco podía decirse que estuviese al mismo nivel que nosotros.

    Aunque para ella debía ser más que suficiente, claro.

    Apoyé el codo sobre el respaldo de la silla y la mejilla sobre mi mano, mirándola con la cabeza ligeramente ladeada y el ceño fruncido. Hey, Konoe, la cerveza no me hace más inteligente precisamente, así que vas a tener que ser más clara.

    Pero no dije nada, porque parecía algo serio. Hasta yo podía ver aquello. Y por eso lo intenté, intenté entender a que se refería, pero me era imposible. ¿Perderse? ¿Perderme? ¿Impulso?

    ¿Se refería a lo de esta mañana?

    —Hey, Konoe... —empecé a hablar, con tono suave—. No sé muy bien a que te refieres pero si es lo que he dicho esta mañana... Sabes que nunca dejaría de ser tu amiga, ¿no? Nunca me he acercado a ti porque tú no eres así, ¿verdad? Para ti no solo es sexo, tendría que ser con alguien que quieras de verdad, así que no podría quitarte eso.

    Me quedé unos segundos en silencio, mirando hacia las flores entonces.

    >>Pero, si por algún estúpido casual, nos liásemos... no me perderías. Joey y yo seguimos siendo amigos después de todo, ¿o no? Lo que te dije esta mañana... pensé que así no vendrías esta noche. Una parte de mí no quería que me vieses... así —reí ligeramente—. Pero sobre todo no quería hicieses algo de lo que te arrepintieses. Yo me arrepentí muchas veces hasta que me empezó a dar igual.
     
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    Konoe Suzumiya

    >>Nunca dejaría de ser tu amiga<<

    >>Tendría que ser con alguien a quien quieras de verdad<<

    ¿Por qué era amable en los peores momentos? ¿Por qué debía de tomar el papel de la hermana mayor y ser cálida cuando ese siempre había sido su rol? Ah, cierto. Siempre era así ¿no? En lo absoluto era como el resto. Alisha era genuina en su forma de actuar, no tenía máscaras ni dobles caras. Lo que veías era tan claro como el cristal. Como el agua del estanque reflejando la luz de la luna esa noche.

    Transparente.

    Lograba desarmarla.

    Injusta.

    Su incomprensión de la situación solo la esforzaba en remarcar lo lejos que estaban emocionalmente la una de la otra. Por supuesto que iba a pasar. Se iba a perder a sí misma. Ya había empezado a hacerlo. Y la iba a perder a ella por consiguiente. Si le permitía usarla y tomar su cuerpo como hacía con todas sus conquistas, si se permitía cruzar la línea invisible que habían trazado, casi un trato tácito, todas las razones que la hacían diferente al resto desaparecerían.

    Ya no la vería como una amiga si no como la amiga con la que podía acostarse. Acabaría en el mismo lugar que Joey. Quizás eso no era un problema para él dado que podían tener sexo como animales una noche y al día siguiente irse de fiesta para buscar nuevas presas y así sucesivamente.

    Pero no se trataba solo de una amistad.

    Su sentimientos no eran compatibles con ese estilo de vida promiscuo y errático.

    La iba a destrozar.

    Iba a tomar su corazón frágil y hacerlo trizas.
    Y aún así... ¿qué estaba haciendo?

    Ni siquiera era consciente de lo mucho que la desgarraba verla besar a Akaisa o a Wickham. ¿Cómo iba a saberlo de todos modos? ¿Como se le iba a pasar siquiera un pensamiento como ese por la cabeza? Era su mejor amiga, Dios. La única que tenía dejando a Joey fuera de la ecuación. Debía quedarse como su amiga, ser el pilar que la mantuviese atada a la tierra. Ser su ancla. Pero se había convertido... en un desastre.

    Joder.

    Suspiró. Un suspiro profundo que le estremeció el pecho. Se sentía acalorada, la mente nublada por efecto del alcohol. Por eso estaba allí en primer lugar.

    —Vine por ti—le respondió incluso si la pregunta no había sido directa. Esa la razón. Estaba allí por ella, no podía ser de otra forma—. No para echarte ninguna bronca si no para entenderte. Qué había en este mundo que tanto te atraía... solo buscaba acercarme a ti.

    >>Pero todo lo que he logrado es ver que todo lo que hay o en su defecto, la gran mayoría de cosas no son para mí. No querías que viniera ¿verdad? Tranquila, después de esta noche no volveré a hacerlo.

    Esbozó una sonrisa amarga.

    Pero... ¿arrepentirse?

    Deja de ser tan amable.

    Por favor.

    Para.

    Solo se estaba hundiendo más y más en mitad de esa tormenta de sentimientos turbulentos. Se sentía acorralada, presionada, el corazón le latía en el pecho con tal voracidad que por un momento creyó que Alisha podría oírlo.

    Era una idiota.

    Había tensado demasiado la cuerda.

    Estaba colgando de la soga que ella misma se había puesto al cuello.

    Había saltado como una suicida sobre el vacío y ahora debía hacer frente a las consecuencias.

    ¿Por qué la había llevado hasta allí, hasta ese lugar que era casi sagrado para ella? Para decírselo ¿verdad? Sus sentimientos. Que estaba enamorada de ella. Que la quería, que deseaba ser más que una amiga a sus ojos.

    Entonces... ¿qué—?


    —Quiero que me toques—murmuró y el susurro del viento casi opacó sus palabras—. Y quiero tocarte Alisha-san. Incluso si tengo miedo a todo lo que derive de eso. Soy consciente de ello desde hace mucho. Pero tenía miedo de aceptarlo. Estaba aterrada, aún lo estoy. No quiero dar el paso pero quiero darlo—agitó la cabeza como si buscara negarse a sí misma y el largo cabello oscuro y lacio acompañó sus movimientos. En su voz se coló cierta frustración, un claro reproche hacía sí misma—. No puedo evitar querer darlo.

    El calor empezaba a quemarle la piel. Rodeó su cuerpo trémulo con sus propios brazos y hundió las uñas en ellos sin apretar demasiado.

    >>No soy ninguna niña buena Alisha-san—casi murmuró. Y el resentimiento se coló en su voz calma, apagándola— Las niñas buenas no rompen medio reglamento escolar en una sola noche. Las niñas buenas no se cuelan en la academia cuando esta se cierra para ir de fiesta y tomar alcohol. Las niñas buenas no desean a sus amigas hasta el punto de resultar doloroso—el volumen de su voz creció, herida consigo misma y su propia debilidad— Sé que estoy siendo egoísta. Sé que estoy pidiendo algo que no tiene razón de ser.

    Pero.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    La escuché en silencio, mirándola con atención. Normalmente era una persona muy ruidosa, sobre todo estando de fiesta y alcoholizada, pero entendía la seriedad de la situación. No me agradaba pero... Konoe era mi amiga, y aquello parecía realmente importante para ella, así que quería escucharla.

    Lo entendí. No había que ser un genio para ello, la chica había sido bastante clara también.

    Tocarla.

    Creo que había sido consciente desde el principio, pero preferí ignorarlo. Esconderlo bien profundo en mi cabeza y no prestarle atención. El hecho de que, no importaba quien fuese, siempre lo hacía; siempre quería algo más y lo provocaba, no podía mantener amistades sin nada más detrás.

    Follar y huir era más fácil.

    Así que simplemente me hice la tonta, hice como si Konoe no buscase nada más, porque total, era el estereotipo perfecto de la americana rubia tonta. ¿Pero por qué lo había hecho?

    Porque ya me había encariñado de ella.

    Para el momento en el que me percaté, ya la consideraba mi amiga. La única amiga que había tenido en los últimos 17 años.

    Y se sentía cálido.

    Me puse en pie y me acerqué a ella, con paso tranquilo. Coloqué mis manos sobre sus hombros cuando estuve lo suficientemente cerca y le dirigí una sonrisa, amable, antes de inclinarme para unir mis labios a los suyos. Estuve un par de segundos así, en un beso que fue un simple contacto superficial.

    —Eres una niña buena, Konoe, pero el amor te hace hacer estupideces. Y te estás haciendo daño por alguien que no merece la pena... —la sonrisa pasó a ser una especie de mueca, mientras mi mano pasaba un mechón de pelo detrás de su oreja—. Lo siento, por todo, pero no puedo hacerlo, no puedo romper lo único bueno que tengo... no así.

    Me separé finalmente de ella, quitando las manos de su cuerpo, pero sin alejarme realmente.

    >>Entenderé si no quieres que sigamos siendo amigas ni que nos veamos durante un tiempo, o nunca. Prefiero eso a arruinarlo. Será mejor que vuelvas a casa y descanses, mañana vas a tener una resaca del demonio.

    Volví a inclinarme, dejando en aquella ocasión un suave beso sobre su frente.

    Yo también la quería, y por eso todo estaba jodido. Porque cuando los sentimientos se entrometen, nada vuelve a ser igual, todo se complica demasiado y nada merece la pena.

    Lo sentimientos eran jodidos.

    Le guiñé el ojo antes de dar un paso hacia atrás, sonriendo como siempre lo hacía, despreocupada.

    >>Yo volveré a lo único que sé hacer: getting drunk and fucking people.

    Se me pegó la softness de la otra beba BUT ALSO THE DRAMA (?
     
    Última edición: 15 Agosto 2020
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    Fue incapaz de moverse. Se sentía tan frágil, tan vulnerable... como si el más mínimo toque pudiese terminar de quebrarla. La situación se había escapado de sus manos. Había sido idiota, había actuado de forma impulsiva.

    Maldito licor.

    El silencio cayó pesado después de su confesión, de todo lo que su cuerpo enardecido por el alcohol buscaba desde esa mañana. O desde incluso antes, ya no estaba segura. ¿Desde cuando su corazón terco había buscado a Whels de esa forma? ¿Desde cuando estar a su lado como amiga había dejado de ser suficiente? ¿Desde el principio? ¿Desde poco después?

    No estaba segura.

    Y realmente no importaba.

    No quiero perderte.

    Por favor no.

    Sentir sus labios se sintió cálido. Brutalmente suave y cálido. No tenía pretensiones de ser mucho más que un beso casi frágil, un beso dulce, regado con el cariño que ambas se tenían. Pero también estaba preñado de cierta tristeza, del amargo sabor de una despedida. Estaba implícita en el gesto y estaba clara como agua en las palabras de Whels.

    >>Entenderé si no quieres que seamos amigas<<

    No.

    No quiero decir adiós.

    No se movió ni la atrajo hacia sí como su cuerpo tanto deseaba hacer. Ignoró el impulso, ignoró la ansiedad, ignoró el calor... y solo permitió que sus labios se presionaran contra los suyos. Eso era lo que había querido. Un beso por su parte, aunque fuese una ligera presión. Aunque no buscase ser nada más que eso.

    Incluso así era tan cálido.

    Tan indescriptiblemente cálido.

    Un beso no tenía más importancia que la que le das ¿verdad? Pero incluso si se negaba a darle importancia, a ser terca y negar lo que era tan evidente, no podía ocultar como su cuerpo reaccionó. Como el corazón le saltó en el pecho de forma brusca para empezar a latir con una rapidez casi dolorosa; como el nudo en su garganta tenso y apretado se deshizo de una y ya no pudo contener las lágrimas.

    El dique se desbordó.

    No quería perder eso.

    No quería perderla.

    No sé movió. Permaneció estática y con los ojos cerrados cuando ella besó su frente. Ese gesto casi protector, una señal clara de que no pensaba tocarla. Irónico que fuese lo único que jamás buscaría corromper.

    Tan indescriptiblemente cálido.

    Y al mismo tiempo gélido como un soplo de hielo. Le cruzó el corazón en dos.

    Las lágrimas se deslizaron impávidas. Lo entendía. Lo entendía de sobra por supuesto. Dios, claro que lo hacía. Su amistad era algo prácticamente sagrado, su mejor amiga, y ella era esa egoísta que pretendía reducirla a cenizas por culpa de aquellos sentimientos que no la dejaban en paz. Se habían entrometido en su vida sin pedir permiso ni avisar. Entenderlo no lo hacía menos doloroso. El peso de sus hombros solo la hundió aún más y la presión en su pecho se tornó tal que respirar casi resultaba titánico.

    Luz de luna en sus mejillas.

    >>Alisha-san—la llamó entonces y la voz se le quebró en un quejido roto—. Si vas a rechazarme hazlo porque realmente no me veas de esa forma no porque te estés conteniendo por mí—le dijo, casi le suplicó con el semblante contraído en un rictus de dolor. Las cejas contraídas, los labios apretados. Los pozo violetas llenos de lágrimas acuosas, que caían sin prisas—. Deja de decir que no mereces la pena. Eres la persona que más merece la pena para mí. Eres mucho más de lo que crees. Sé que piensas que eres poco más que escoria, que no mereces el cariño que te doy. Tu estilo de vida no te convierte en la persona que eres solo es una extensión más de ti misma. Tú eres tú, Alisha-san.

    Sollozó.

    ¿Cerbero? Cerbero bien podía tener solo dos cabezas. Alisha Whels era un tema por completo a parte. La oscuridad no la había devorado el alma, no había descendido hasta el fondo del abismo aún.

    Aún podía salvarse. Solo necesitaba querer hacerlo y ella estaría ahí para sostener su mano.

    Se acercó a ella y le acarició la mejilla con suavidad. Una caricia que no pretendía ser más que eso. Un mero roce, un ligero toque con la palma y los dedos. Era ese gesto protector, casi franternal, regado con un cariño genuino.

    El amor podía ser hermoso.

    Pero también podía doler. Y si te confíabas demasiado...
    podía destrozarte sin la más mínima cuota de piedad.
    Konoe le sonrió a pesar de todo. Esa sonrisa rota entre las lágrimas. Cálida y llena de honestidad.

    —Por favor, deja de hablar así de la persona que amo.

    CHALE MI CORAZÓN

    F Suzu-chan
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Alisha Welsh

    "Te equivocas, mi estilo de vida es lo único que soy."

    Por supuesto, no planeaba decirle aquello. Ella no iba a cambiar su forma de verme por mucho que le insistiese, porque me quería. Lo entendía, no porque hubiese sentido algo parecido, si no porque mis padres se querían de esa manera. No importaban los defectos de cada uno, si les preguntabas por separado dirían sin dudar que eran perfectos.

    Crecí viendo ese tipo de amor, lo entendía... pero era incapaz de sentirlo.

    —No me estoy conteniendo, Konoe, no ahora al menos —respondí, en un susurro, sin apartarla de mí—. ¿Quieres oírlo, realmente? No puedo corresponderte porque no me siento de la misma manera. Te tengo mucho cariño como amiga, pero eso es todo. Lo siento.

    Llevé entonces mis manos a sus ojos y le limpié las lágrimas como pude, soltando una suave carcajada totalmente anticlimática.

    >>Estás hecha un desastre.

    Me alejé finalmente de ella, en aquella ocasión de verdad, poniendo un par de metros de distancia entre nosotras. Le sonreí una última vez, incapaz de decirle nada más, y con un sorprendente paso tranquilo me dirigí al fin hacia la salida del invernadero.

    Más les valía no haberse acabado el alcohol sin mí.

    Realmente lo iba a necesitar.

    Esta pendeja ni siquiera tiene un motivo real para ser tan desapegada, como Kashya, pero fuck it (?)
     
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    Yugen

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    Konoe Suzumiya

    Incredulidad. Pura incredulidad le cruzó el rostro.


    —Alisha-san, no te estoy pidiendo que me correspondas—dijo. Pero solo pareció lograr reaccionar y responderle cuando ya se había alejado. Aumentó el volumen de su voz—. Sé de sobra que no puedes hacerlo. Te estoy pidiendo que me toques. Lo haces con todo el mundo ¿por qué no...?

    Por qué no yo.

    Pero no hubo más palabras ni más respuestas. Solo le respondió el silencio y el murmullo del viento entre las hojas de los árboles. Repentinamente el invernadero, ese lugar que amaba con toda el alma, donde encontraba calidez y luz, se le antojó brutalmente gélido.

    Se sentía tan estúpida.

    Se enjuagó las lágrimas con el dorso de la mano e inspiró lentamente por la nariz. ¿Qué importaba? Dios, ¿Importaba siquiera? Era injusto. Era frustrante. Era inmensamente doloroso... pero los sentimientos parecían aterrarla. Solo ponía excusas ridículas para mantener la distancia emocional y no entrometerse en ellos. Que le dijera que no era su tipo, que no la consideraba atractiva, que no le atraía un mínimo de su ser hubiera sido menos doloroso que el hecho de que dijese que no podía corresponderle porque no compartía sus sentimientos.

    Se le escapó una risa por la nariz, sin gracia.

    Ridículo.

    Sabía de sobra que no sentía lo mismo.

    Había llegado a la conclusión de que no obtendría sentimientos recíprocos por su parte. No amor. Y le importaba bastante poco—quizas impulsada por el alcohol— si solo podía obtener su cuerpo a cambio. Se le estaba ofreciendo en bandeja. Era un deseo caprichoso y egoísta que solo la desgarraba aún más por dentro. Se aferraba a esa idea como una estúpida pensando que tal vez eso haría a su corazón sentirse menos pesado. Desearlo. Ansiarlo. ¿Era tan difícil de entender?

    Puras mentiras infundadas.

    Solo la hacían sentirse miserable.

    En medio del silencio alcanzó a abrazarse a sí misma, trémula. Frágil como el cristal. El flequillo le cubrió los ojos.

    Otra parchón negro en el lienzo blanco.

    Ahora mi avatar tiene tanto sentido (?)
     
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    Amane

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    WHO NEED TO GO TO SLEEP WHEN I GOT KOKUN IN DISTRESS (8)

    Emily Hodges

    Bueno, por suerte logré calmarme justo antes de que el chico apareciese, aunque eso no evitó que diese un pequeño respingo al escucharlo. Me giré sobre mis talones para verlo, algo sonrojada pero con el ceño ligeramente fruncido.

    —Senpai, no tengo tan mala memoria, ¿sabes?

    ¿Quizás le había dado demasiadas vueltas y a él no le había molestado tanto? No, no era eso. Se había tensado cuando me dejé caer sobre su hombro, un beso de cualquier índole le provocaría una reacción peor.

    Iba a dejarlo pasar, estaba claro.

    Y por muchas vueltas que fuese a darle dentro de mi cabeza, aparentar y hacer como que nada pasaba era una de mis pocas especialidades.

    >>Por aquí~

    Volví a girarme así y comencé a caminar a paso lento, pero sin girarme en ningún momento a comprobar si el chico me seguía. Porque si había bajado era porque pretendía seguirme.

    Cuando llegamos al invernadero, empujé la idea de que estaríamos solos hasta lo más profundo de mi cabeza y simplemente sonreí mientras me adentraba en el lugar.

    >>Hay un montón de flores por el camino, como ves~ En realidad no sé mucho de plantas así que no sabría decirte lo que son, pero son preciosas y huelen super bien.

    Recorrimos el pasillo hasta alcanzar la parte central, donde estaba aquella mesa que utilicé para dejar mis cosas antes de acercarme hasta el estanque. Me agaché para mirar mejor a los peces y colé un dedo en el agua, jugando con ellos con una sonrisa.

    >>Creo que en esa mesa toman a veces el té, pero mi parte favorita es el estanque. No le digas a nadie pero el año pasado a veces me colaba para darles de comer a escondidas~

    Gigi Blanche HOLA ME NIEGO A QUE HAYA GIRASOLES AQUÍ VALE (????
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Sólo ensanché mi sonrisa un poco al oír su comentario sobre la mala memoria, y me dispuse a seguirla en silencio. Fui repasando los alrededores, como un animalillo curioso, y me dejé absorber por los destellos anaranjados del cielo al alcanzar el exterior. Un muy bonito camino de piedras conducía al invernadero de la Academia y aspiré con fuerza, cargando mis pulmones de aquel aire tan puro. Olía a naturaleza y era reconfortante.

    El ingreso al invernadero estaba salpicado de flores por todas partes, era una especie de pasillo ornamentado. La luz anaranjada del sol se filtraba a través de las hojas y la voz de Emily se deslizó sobre el perfecto silencio. La oí con atención y sonreí. No había mucho sobre lo que supiera, más allá de plantas y música. Era todo un hippie, ¿eh?

    El camino hasta el centro del invernadero lo rellené yo, contándole a Emily sobre la vida que allí identificara en voz suave.

    —Estas violetas son aguileñas. Curiosas, ¿verdad? Parecieran ser el resultado de un amasijo de flores diferentes. También las hay azules y blancas; las blancas son mis favoritas. Los ramilletes de acá son jacintos, estos tienen... un color extraño, ciertamente. Son muy bonitas. Ah, estas que parecen rosas son ranúnculos. Míralas, tienen la misma tonalidad del atardecer. Si las observas de cerca te das cuenta que tienen muchos más pétalos, ¿ves? Bien acolchaditas. Ah, anémonas. Son originarias de Japón, ¿sabes? Curioso, ya que su simbología se asocia a la historia de Céfiro, quien se enamoró de una ninfa y su esposa, a causa de los celos, la convirtió en una de estas flores. Son muy suaves al tacto, aunque el estigma es... más áspero. Pincha un poquito.

    Estaba hablando un montón y honestamente no me preocupaba. De alguna forma tenía la certeza de que a Emily no le molestaría.

    Eran todas flores de primavera y su cuidado rayaba lo impecable. Luego de observar el invernadero con atención tuve este deseo de conocer a las personas del club de jardinería para felicitarlas por su trabajo.

    Seguí a Emily con la mirada mientras dejaba sus cosas sobre la mesa y la imité. Ella se había acuclillado frente al estanque y, una vez más, hice lo mismo. Solté una risa suave al oírla.

    —¿De verdad? —susurré—. ¿Qué les traías, Hodges-san?
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    Miré al chico con los ojos brillantes y una sonrisa emocionada, aun jugueteando ligeramente con los peces del estanque.

    —¿Eh~? Sabes muchas cosas, senpai, que envidia~ —murmuré, sacando finalmente los dedos del agua para salpicarle un poco la nariz, divertida.

    Me levanté después y me dirigí hacia la zona donde había algunas herramientas dedicadas a la jardinería, cogiendo unos guantes y unas tijeras para volver hacia el pasillo donde había todas las flores. Rebusqué entre la zona donde estaban las primeras flores que había nombrado, las aguileñas, hasta dar con un pequeño arbusto que tenía la variedad blanca y corté una de ellas, con cuidado. Seguí el mismo proceso con una de las violáceas, mucho más abundantes, y volví hacia la zona del estanque.

    Dejé los guantes y las tijeras en su sitio y volví a agacharme junto al chico, extendiendo la flor blanca hacia él con una sonrisa. La violeta me la había colocado sobre la oreja, junto a los mechones de pelo.

    >>Pues les traía lo que me sobraba del almuerzo~ —respondí finalmente, ladeando la cabeza y sin perder la suave sonrisa—. Aunque intentaba no darles cosas demasiado raras que fuesen a crearles problemas. ¿Sabes? De pequeña solía ir con mi hermano a un parque que también tiene un estanque con carpas y él siempre me decía lo que podíamos darle de comer o no así que... intentaba recordar lo que me había dicho~

    Tía por qué son tan jodidamente soft juntos???? i cannot
     
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