Drama El mejor regalo

Tema en 'Relatos' iniciado por Ichiinou, 8 Agosto 2020.

  1.  
    Ichiinou

    Ichiinou Amo de FFL Comentarista destacado

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    Escritora
    Título:
    El mejor regalo
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1147
    Este relato lo he escrito para el concurso "Aniversario improvisado" de wasabi . El elemento a añadir en el regalo fue "broche para pelo". Espero que lo disfruten.

    EL MEJOR REGALO

    La rutina había dominado por completo su vida. Su casa se encontraba completamente vacía, pero la que sentía su verdadero hogar es donde estaba su esposa. Su esposa había dejado desolada la casa en la que vivieron por tantos años con su ausencia. Había tomado la decisión más difícil de su vida cuando la había ingresado allí, pero ya él con sus temblorosas y débiles manos no podía cuidar de ella como se merecía, pero había algo que día tras día no podía negarle, que era su compañía. Así que, como cada día, después de acabar con los quehaceres básicos de la casa, bien temprano en la mañana. De haberse tomado toda su medicación. Y de prepararse una fiambrera con la comida para ese día, se encaminó hacia donde estaba su verdadero hogar.

    Don Eugenio, con sus gruesas gafas, su piel ajada por las inclemencias meteorológicas que había tenido que aguantar trabajando tanto tiempo en el mar, sus piernas con sus ochenta y dos años encima, nunca se cansaba de recorrer el kilómetro y medio que le separaba cada día de su amada, para poder reencontrarse con ella. De camino siempre se encontraba a varios conocidos, que le saludaban con una sonrisa.

    —Buenos días señor Eugenio, de camino a ver a Doña Elisa, ¿no es cierto? —saludó una de sus vecinas— dé usted a su mujer un beso de mi parte.

    Él siempre se alegraba con comentarios así. Y aseguraba que lo haría y por supuesto que lo haría, siempre le daba los besos que podía a su Elisa. Saludaba amablemente a todos los vecinos, pero no perdía demasiado tiempo, porque él solo deseaba pasarlo con ella.

    La entrada a la residencia, aunque para otros era una barrera que pasar con las debidas preguntas protocolarias, para él era un sinfín de saludos y de sonrisas agradables, ya que para todos era como un miembro más de una gran familia y sin duda, para Don Eugenio, muchos de los que estaban allí también lo eran.

    Aquel día, su Elisa se encontraba en su habitación, como siempre, ya la habían preparado porque sabían que él llegaría pronto, para pasearla, para estar con ella así como quisiese.

    Al llegar, como si las palabras sobrasen, se acercó a ella y al ver su tierna sonrisa, ella le correspondió igualmente y le dio un tierno beso en la mejilla.

    —Ayúdame papá, no logro levantarme de esta silla, por favor papá.

    Eugenio sonrió, triste pero acostumbrado a que su mujer le tratase como si fuese su padre. Pensando en que podía ser que para ella no fuese su marido, pero para él ella seguía siendo la mujer que amaba.

    Le quitó el cinturón que le habían puesto en su silla, para que no se levantase, con la tranquilidad de que él podría controlarla lo suficiente para que no se hiciese daño.

    —¿Mejor Elisa? —le preguntó.

    Ella sonrió.

    —Claro, tenía mucha hambre, gracias.

    Aquello le hizo recordar, el terrible apetito que siempre había tenido su Elisa, cuando ambos habían terminado de comer, ella aún preguntaba si quedaba por ahí aquello que se había dejado del día anterior. Además siempre había sido una golosa empedernida, por lo que en cada celebración siempre acertaría regalándole un dulce. Pero tristemente, ahora ya no podía darle ningún dulce, porque su salud no se lo permitía. Ni a él ni a ella, que irónicamente, él nunca había sido mucho de postres.

    Se sentó en el sillón, enfrente de Elisa y la agarró de la mano. Se puso a observarla, aún con arrugas, con ojeras, tan inquieta, ella seguía siendo hermosa. Seguía teniendo esa increíble sonrisa que le había enamorado y vuelto a enamorar tantas veces.

    Perdido en sus pensamientos, escuchó como tocaban a la puerta de la habitación.

    —Pase —dijeron ambos al unísono y Eugenio se rio, pensando en ese momento en el que estaban en sincronía, un momento que merecía totalmente la pena.

    —Don Eugenio, buenos días —empezó a decir una auxiliar que se asomó por la puerta—, le traigo el periódico por si quiere echarle un vistazo.

    —Buenos días niña, no te olvidas ni un solo día —se incorporó un momento para agarrar el periódico—, gracias.

    —¿Le gusta como vestimos hoy a su esposa? —dijo la auxiliar, seguramente por mera cortesía.

    —Ella siempre me gusta, así que no te preocupes hija, está perfecta.

    La auxiliar sonrió y se despidió de él, saliendo por la puerta. Don Eugenio se sentía como en casa, todo el mundo se dirigía a él por su nombre, allí realmente no sentía el tremendo vacío que sentía en su vivienda.

    —Que chismosa la vecina —dijo de repente Elisa.

    Don Eugenio se rio por la ocurrencia de su esposa.

    —Tienes razón, mejor que nos deje tranquilos, ¿verdad? —le giñó un ojo y ella le imitó.

    Agarró sus gafas de lectura y se las puso y se fijó de repente en algo en lo que no había reparado hasta ahora. La fecha de ese día. Se le había pasado completamente. Era 12 de agosto. De repente se puso nervioso, no podía creer que se le hubiese pasado esa fecha.

    Aún sabiendo, que su mujer jamás se daría cuenta, de que hacía ese mismo día cincuenta y tres años que se habían casado, se sentía terriblemente mal por haberse olvidado.

    —Ya sé —dijo levantándose rápidamente.

    Se acercó a sus bártulos y sacó un broche del pelo, uno que le había regalado para su boda, hacía mucho tiempo, pero que decidió traerlo para que se lo pusiesen en días especiales.

    Se acercó a ella, con el objeto en la mano, un broche hermoso, negro, con un par de plumas y piedrecitas blancas incrustadas.

    —Ya sé que no es bonito volver a regalar un objeto, pero el otro día encontré esto por casa y creo que es importante que vuelva a su dueña, para aún hacer más hermoso tu cabello plateado, Elisa.

    Elisa se quedó mirando el objeto, desconcertada. Y de pronto sonrió.

    —Eso me lo regaló Geni.

    Hacía tanto tiempo que no escuchaba de sus labios aquel diminutivo cariñoso que tenía para él, que no pudo evitar que se le pusiese la piel de gallina.

    —Pues ahora te lo vuelve a regalar, Eli.

    Casi no podía contener la emoción en su voz, al decir también el diminutivo que usaba para ella. Sonrió y con cuidado se lo puso en el pelo.

    —¿Geni?

    En ese momento, la besó en los labios y una lágrima cayó por su mejilla.

    —Sí, soy Geni, Eli.

    Aunque la ilusión duró unos segundos y pronto volvió a llamarle papá, aquel había sido el mejor regalo de aniversario para él, totalmente improvisado, por ambas partes.
     
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  2.  
    wasabi

    wasabi Flamer Comentarista empedernido

    Acuario
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    Una historia hermosa y emotiva. Ese amor tan puro que le tiene a Elisa hasta el último momento es algo que te hace sentir mil cosas y las ganas de querer verlos juntos en todo momento.

    Me encantó el ambiente a su alrededor con todas esas personas ayudando a la bella pareja y con el respeto que merecen.

    Fue increíble la manera en la que utilizaste el objeto improvisado y lo llenaras de recuerdos con un significado tan grande.

    Gracias por participar y entregar un momento hermoso para ambos con el mejor aniversario improvisado.

    Saludos <3
     
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  3.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

    Leo
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    Querida, yo no lo catalogaría como drama sino como romance/amor bien puro... me hizo recordar al señor Fredricksen y a su esposa, de Up, y lo mucho que él sufrió cuando ella murió me hizo llorar a mi también.

    La verdad fue muy dulce de leer, la paciencia de él por pasar unas horas cuidándola en ese asilo al que irremediablemente tuvo que llevarla porque tampoco él se encuentra en las mejores condiciones para pasar todo el día pendiente de ella (por lo que entiendo es un centro psiquiátrico dado que la mujer padece Alzheimer); y la manera en que vuelve a entregarle el obsequio de muchos años atrás como una forma de compensar su descuido, así ella ya no fuera consciente, para hacerle recordar, aún sin intención, que tuvo y tiene un hombre en su vida que la ama por sobre todo y estará a su lado mientras Dios les preste vida. Sin duda me sacaste una lágrima y una sonrisa, gracias por escribir tan bello detalle.
     
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  4.  
    mastermystery

    mastermystery el enigmático

    Libra
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    Hermosa y conmovedora historia, realmente me llego al corazón el amor que Eugenio le tiene a su esposa,tanto para que caminar un kilómetro y medio para verla no sea nada, a pesar de su avanzada edad. Historias de este estilo siempre deben existir para recordarnos que mientras haya, aunque sea, una sola persona que nos ame la vida merece ser vivida.
     
    Última edición: 10 Agosto 2020
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  5.  
    Its

    Its Adicto

    Tauro
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    ¡Eres increíble Ichii! La historia es preciosa, con una carga emocional indescriptible y muy emotiva. Me has recordado a mi abuela como no te puedes imaginar. Recuerdo que ir a visitarla era agridulce pero en tu relato es una experiencia maravillosa. El ambiente de la residencia (o similar) se siente cálida, llena de personas amables, sonrientes, que lo dan todo para mejorar su estancia, pendientes de todas las personas mayores e intentando hacerles más felices. Está cargado de detalles que me han sacado una sonrisa: los saludos, vestir a Elisa con esmero, el periódico diario... Es una historia de amor preciosa, de esas que dan envidia sana y quieres llegar a experimentarla y que dure por tanto tiempo.

    Los personajes son entrañables. Ya desde el principio, me encanta el contraste de puntualizar el hogar como algo frío y la estancia de Elisa como algo maravilloso, especialmente porque élla está allí. El amor con la que se dirige a Elisa, el cuidado con la que la trata, está tan bien plasmado que es muy fácil empatizar con ellos. El detalle del broche improvisado pero con esa carga tan especial, reforzado por ese momento de lucidez en que lo recuerda, ¡vale oro! Verdaderamente brillante.

    Sin palabras Ichii, seguramente la vuelva a leer más adelante porque merece la pena.
     
    Última edición: 12 Agosto 2020
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