Ciencia ficción La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Agus estresado, 1 Enero 2020.

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  1. Threadmarks: Nuestro poder - Parte 1
     
    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    42
     
    Palabras:
    5664
    Saludos a Resistance y a Zurel . Después de dos capítulos de transición (siendo el último bastante largo XD) llegó el momento para que inicie el clímax de la parte IV. Será fantástico, ya que mi capítulo favorito de LGC (hasta el momento) está incluido en esta seguidilla. Sin más que decir, los dejaré leer tranquilos.



    Nuestro poder – Parte 1:

    Un fuerte dolor de cabeza era todo lo que Lankir podía sentir nada más despertar. El xaromitante supo que había quedado inconsciente en el combate contra Dustin, y el haber despertado en la sala médica de la nave lo dejó bastante sorprendido y confundido. Supo que tuvo que haber pasado algo bueno, dado a que las criaturas de ese planeta lo querían muerto y nunca habría llegado hasta ese lugar en caso contrario.

    — Al fin despertaste — Aurio se encontraba parado junto a él, pero Lankir no fue capaz de verlo hasta que no habló — Estuviste inconsciente por mucho tiempo. Es obvio que Dustin te dio una buena paliza. Tal y como supuse, no serás capaz de pelear el día de hoy.

    — Aurio… — Lankir estaba bastante confundido — ¿Qué fue lo que pasó? No entiendo nada. ¿Por qué una humana capturó a Michael y a Dustin? ¿Por qué Dustin me atacó? ¿Cómo llegué aquí? No lo entiendo. Este puto planeta es un misterio para mí.

    — Te lo explicaré todo paso por paso — comentaba Aurio — Pero aun así trataré de ser rápido. El comandante Zion sigue dormido. De todos nosotros, él se llevó la peor parte y es el que más necesita descansar. Una vez despierte, dará inicio la misión.

    Aurio se paró delante de la camilla sobre la que estaba Lankir, para que este pudiera verlo cara a cara. El xaromitante todavía no se había dado cuenta de que Dustin se encontraba en la misma sala que él. Su amigo se encargaría de explicarle todo lo ocurrido.

    […]

    Tzorkun se encontraba en la compuerta que daba la salida a la ciudad subterránea, preparado para despedir a todos los grupos de guerreros que partirían a la misión. El líder absoluto del planeta Emiv no era bueno para dar discursos motivacionales, dado a que él era científico y no tenía un espíritu de pelea muy grande ni inspirador de confianza.

    — Ya conocen su misión y lo crucial que es que sea completada hoy — les comentaba Tzorkun a todos sus guerreros — Ya es el tercer día que estos humanos están en el planeta y hasta el momento solo hemos podido capturar a tres de ellos. Uno por día no está mal, podría ser incluso peor, pero no es suficiente. Quiero que como mínimo la mitad de soldados sean reclutados hoy si no podemos tenerlos a todos. Y quiero a Wagner sí o sí entre mis filas. Dustin y Jason no han regresado. O los capturaron, o los mataron, pero, en cualquier caso, no permitan que eso vuelva a pasar. ¿Se entendió bien?

    — A la perfección — comentó Sieng, contestando por todos los miembros allí presentes — Hoy es el último día que lucharemos en contra de este maldito grupo de humanos. Para mañana, todos ellos habrán sido reclutados.

    — Confío en todos ustedes — Tzorkun les mostró una sonrisa que apoyaba sus palabras — No decepcionen mi confianza. No cuando ya queda muy poco tiempo — el líder hacía referencia a su no tan lejana muerte.

    Todos ellos saludaron con respeto a su líder y cruzaron la compuerta que les daba salida hacia el interior del bosque. Qaior iba acompañado por ocho inkor, Sieng por ocho vasterrad, mientras que otro de los elimun se encargaría de liderar a ocho de sus compañeros. Ace, Michael y Sharyn, cada uno asignado a un equipo diferente, se encargaban de ser el décimo miembro en cada equipo. De esta forma, cada equipo quedó compuesto por diez miembros, y el grupo completo se conformaba de treinta soldados.

    Los tres grupos avanzaron juntos por el bosque durante unos tres minutos, para luego separarse en rutas diferentes. El plan era esperar a que la cápsula volviera a bajar, y una vez que lo hiciera, atacar a todos los tripulantes desde diferentes posiciones, rodearlos por completo, cortarles cualquier ruta de escape, y finalmente capturar a los humanos. Antes de irse, los líderes se dijeron unas palabras.

    — Sieng — le decía Qaior a su compañero — ¿Por qué no competimos para ver quién de los dos consigue reclutar a más humanos el día de hoy?

    — Veo que estás muy emocionado por volver a ser derrotado por mí — Sieng contestó con soberbia — Hagamos esto más interesante. Según Michael, todos esos xaromitantes o algo así están muertos. Quedan los humanos y el otro garak. La muerte del garak equivale a reclutar a dos humanos, ¿te parece bien?

    — Ya maté a uno de ellos ayer, no me costará matar al otro que queda — Qaior confiaba en que podía manejarlo — Acepto. Muero por ver la cara que pondrás cuando lo mate. Y ya que estoy, veré si puedo conseguir otro guante. Tener solo uno se siente disparejo.

    — Suerte, te va a hacer falta — le comentó Sieng, despidiéndose de él.

    — Michael, Ace, tengan cuidado — les decía Sharyn a sus dos compañeros — Nos vemos después, Michael — la chica le guiñó el ojo a su compañero.

    — Suerte para ti también — Michael deseaba que esa fuera la última vez que tuviera que fingir delante de ella.

    — Nos veremos pronto, ojalá que con todos nosotros juntos — Ace también se despedía — Tengan cuidado de no resultar heridos.

    Finalmente, los tres equipos terminaron separándose y cada uno se fue por su propio lado. Estaban divididos de forma en que, sin importar en donde aterrizara la cápsula, cada uno de ellos pudiera responder con tiempo suficiente para permitirle a los demás aproximarse.

    Sieng, quien lideraba al grupo de vasterrads, se puso al frente. Michael intentó buscar una manera disimulada de avanzar al mismo ritmo que todos ellos al mismo tiempo que buscaba ubicarse al fondo sin ser demasiado obvio. Mientras su grupo corría, el soldado del Zenith hizo lo posible para poder meterse al último en la fila. Una vez que llegó al lugar en el cual quería estar, comenzó a escribir un mensaje con su armadura. Los otros guerreros estaban bastante ocupados mirando al frente, por lo que nadie se estaba dando cuenta de sus acciones. El soldado supo que no podía darse todo el tiempo del mundo, así que trató de ser lo más resumido posible. Finalmente, escribió lo que quería comunicarles a sus compañeros, y decidió enviarlo a la nave. Luego de cumplir su cometido, podía correr tranquilo, dado a que el avance del plan para poder escapar de este planeta y rescatar a Sharyn y a Ace no dependía de él. Estaba preocupado por la forma en que podrían salir las cosas, y por el contenido que él había mandado en su mensaje. Ciertamente, supo que sus compañeros iban a preocuparse en cuanto lo leyeran.

    El grupo continuaba avanzando por el bosque. Michael sentía muchos deseos de atacarlos por sorpresa. Todos ellos le estaban dando la espalda, y podría matar a varios de ellos en un segundo. El problema principal era Sieng. El sujeto se veía fuerte ante los ojos de Michael y había sido capaz de derrotar a Ace. Eso era lo único que frenaba a Michael de actuar. Supo que entablar un combate solo contra alguien así solo lo llevaría a la derrota, y esa era una de las razones por las que había escrito lo que escribió en su mensaje. Planeaba atacarlos a todos ellos, solo tenía que esperar al momento indicado para hacerlo.

    […]

    — ¡¿Gan está muerto?! — Lankir reaccionó horrorizado a las noticias que le estaba dando su amigo — ¡¿Domir también?! ¡¿Todo por culpa de ese tipo llamado Tzorkun?!

    — Así es, y deberías sentirte responsable por su muerte — Lankir no comprendía las palabras de Aurio — Portabas el arma más fuerte de todas — decía mientras le mostraba su cañón — Y no fuiste capaz de usarla bien para contribuir a la victoria de tu equipo. Hemos sufrido muchísimas bajas, incluso uno de los soldados que vinimos a rescatar terminó asesinado. Si no fuera por Michael, habrías muerto, Alicia habría sido reclutada, y probablemente la misión estaría perdida.

    — ¿Crees que no sirvo para esta misión? — Lankir lo preguntaba en un tono de tristeza — ¿Qué yo soy el responsable por la muerte de Gan?

    — No lo creo, es así — Aurio se puso muy severo al hablar con Lankir — Mientras tú te quedas aquí en la nave, yo voy a ir de vuelta a ese planeta mortal, con el arma que tú creaste y voy a asesinar a Tzorkun. Así te voy a demostrar que todas las bajas que sufrimos se podrían haber evitado si el arma que fabricaste hubiera estado en las manos de un guerrero mejor.

    Fue ahí que la charla entre los dos xaromitantes se vio interrumpida cuando alguien llamó a la puerta de la sala.

    — Aurio, el comandante Zion ya despertó — era la voz de Wida — Te necesita en la sala de operaciones.

    — Lankir ya está despierto, puedes entrar — le respondió Aurio, yendo hasta la puerta para abrirla.

    El xaromitante abrió la puerta de la sala, y fue ahí que Lankir pudo ver a Wida. El guerrero estaba muy aliviado de ver a su novia a salvo. Supo que no había sufrido ningún daño por lo que Aurio le había contado, pero se sentía mucho mejor al ver que estaba con vida y sin rasguños visibles. Aurio salió de la sala, y una vez que este estuvo fuera, la guerrera entró al lugar. Ella no iría a la misión de rescate, y su trabajo era quedarse atrás para cuidar tanto de Lankir como de Dustin. Lankir se sentía muy emocionado por volverla a ver después de dos días fatales en el planeta Emiv.

    — Wida, lamento mucho lo de Gan — su novio mostraba compasión — Él también era un amigo mío, uno de los más queridos. Era nuestro futuro, y lo perdimos por culpa del miserable de Tzorkun.

    — Lankir, lo siento, pero ahora mismo no tengo ánimos de hablar de él — Wida sonó muy seria al pronunciar esas palabras — Yo no estuve con él al momento de su muerte. Su cuerpo no se puede recuperar. No he tenido tiempo de procesar su muerte de una forma apropiada, si es que existe forma de hacerlo. Era mi único familiar con vida, y perdió la vida en este horrible planeta. Lamento sonar así, pero no quiero que digas nada. Ni sobre él, ni sobre ninguna otra cosa. Déjame tener mi duelo en paz, por favor.

    Lankir se sorprendió mucho por la actitud que Wida le estaba mostrando en ese momento. Supo que el dolor por perder a un familiar debía ser bastante grande, y no podía imaginarse perdiendo a un hermano porque él no tenía uno. Pero la frialdad que había visto en ella era una característica que desconocía por completo y que lo tomó con la guardia baja. El xaromitante se limitó a asentir con la cabeza, para demostrar que estaba de acuerdo con ella. Hubiera querido responderle con palabras, pero Wida le dijo que no quería hablar sobre nada. Asumió que tampoco quería escuchar su voz, por lo que se calló la boca.

    Lankir levantó la vista para ver a Dustin. En el tiempo que tuvieron, Aurio le explicó la situación que él estaba pasando, y la razón por la que estaba siendo sedado en ese momento. Lankir no se imaginaba pasando por un proceso en el cual su fuerza de voluntad fuera reducida a cero para obedecer ciegamente las órdenes de alguien como Tzorkun, pero supo que no debía ser una sensación agradable. El xaromitante quedó en la sala junto a su compañero, totalmente dormido, y su novia.

    Aurio, quien no escuchó nada de lo que Wida le dijo a Lankir en ese momento, entró a la sala de comandos, en donde todo el equipo se encontraba. El comandante Zion y los humanos estaban comiendo y bebiendo para poder reponer al máximo la energía que pudieran disparar en combate. Aurio, Orikrof y Plamo se mantuvieron en silencio mientras que los humanos comían. Ellos ya habían desayunado antes de que Zion despertara, por lo que no era necesario para ellos comer nada. El general xaromitante se acercó a la máquina encargada del envío y recepción de mensajes. Había recibido el mensaje de Michael, y lo abrió para leerlo, dado a que su deber era comunicárselo a todos los demás una vez terminaran. Sin prisa, pero tampoco a paso lento, Zion, Wagner, Alicia, Thomas, Gwyn y Agustina terminaron de comer su comida. Los seis humanos se pusieron de pie, supieron que Michael se había comunicado con ellos por la expresión de seriedad que expresó el general Orikrof tras leer su mensaje, por lo que esperaban una actualización de la situación. Una vez la recibieran, Zion decidiría el plan para proceder en la misión de rescate.

    — Me gustaría dar buenas noticias, pero parece que la situación es bastante seria — comentó el general xaromitante — No me gusta lo que he leído.

    — A mí no me gusta que tres de mis soldados estén bajo el control de un desconocido — Zion estaba muy preocupado por las palabras de su compañero, pero hizo lo posible para no transmitirlo a los demás — Necesitamos detalles.

    — Esto es lo que Michael ha enviado, lo leeré textualmente — mencionó el general, causando que todos prestaran atención — “Tres grupos de diez guerreros cada uno. Tres puntos estratégicos distintos. Sugiero que se distribuyan en lugares diferentes. Aunque estén en desventaja numérica, serviría para confundir. Sieng y yo. Qaior y Ace. Sharyn en el otro lugar. Si nos acorralan, daré el aviso y liberaré a Orz”.

    El general dejó de hablar, dando a entender que ese era todo el contenido del mensaje. Michael lo había resumido lo más que pudo para no ser detectado por nadie al momento de enviarlo. Tras escuchar de la boca del general que Michael pensaba en la posibilidad de liberar a Orz para que luchara en contra de sus enemigos, todos quedaron en silencio. Nadie sabía cómo reaccionar a esas palabras. Si Michael consideraba en liberar al berrod, quería decir que el enemigo sería difícil de superar. Además, contaban con una desventaja bastante considerable. Ellos eran nueve en total, y tenían que enfrentarse a treinta soldados enemigos. Eso quería decir que cada uno de ellos tendría que pelear contra tres enemigos, y seguían sin cubrir la cuota para alcanzar un combate parejo.

    Zion, sabiendo que él tenía que organizar a los soldados, fue el primero en hablar.

    — Nos tienen casi acorralados — las palabras del comandante preocuparon a todos — Nos superan en número, y ya tienen una estrategia preparada para cuando todos toquemos tierra. Nosotros aún no tenemos nada concreto, ni siquiera un plan de acción.

    — ¿Qué es lo que se le ocurre, entonces? — Agustina no quería esperar mucho tiempo para poder rescatar a Ace.

    — Son tres equipos distribuidos a lo largo del bosque — el comandante quería analizar las posibilidades — Cada grupo tiene diez guerreros, y nosotros somos nueve. Una opción es aterrizar en un lugar alejado para que los tres grupos lleguen en momentos diferentes. Derrotaríamos al primero, luego al segundo, y luego al tercero. Pero es bastante arriesgado, dado a que no conocemos la distancia que guardaron esos grupos. Michael tampoco debe conocerla. Si tardamos demasiado tiempo, podríamos ser atacados por un segundo grupo antes de eliminar al primero por completo. Y eso mismo aplica para cuando llegue el tercer grupo. La otra opción es dividirnos en grupos de tres cada uno. Que tres bajen en un lugar, que otros tres bajen en otro, y que otros tres bajen uno aún más alejado. Eso impediría que los tres grupos enemigos se reunieran. El primer plan consiste en nosotros nueve luchando contra una oleada de diez enemigos, y si todo saliera bien en tiempo y forma, repetir eso en dos ocasiones. El segundo plan consiste en una división de grupos de tres personas luchando contra una única oleada de diez guerreros enemigos. La desventaja numérica de ser tres contra diez nos pondrá en peligro, pero nos costará menos energía.

    — Comandante, el plan no es asesinar a todos los enemigos, solo rescatar a Ace y a Sharyn — Plamo creyó que Zion estaba pasando por alto eso — Téngalo en cuenta.

    — Hay otros nueve guerreros junto a ellos — apreciaba el comandante — No van a permitir que escapemos así de fácil. Vamos a tener que matarlos a todos, no nos queda otra opción.

    — Zion, ¿has considerado mi sugerencia? — preguntó Orikrof, haciendo referencia a la posibilidad de llevarse consigo las máquinas y algunas de las plantas para usarlas en su beneficio.

    — Claro que sí, y vamos a intentar llevarla a cabo — Zion dejó en claro que estaba de acuerdo con él — Pero quiero que la prioridad ahora sea el rescate de nuestros soldados. Si no podemos hacer eso, tu plan se escapa de nuestras posibilidades.

    Ninguno de los presentes en la sala, exceptuando a los dos hombres a cargo del grupo, supo de lo que estaban hablando, pero consideraron que no debía tener bastante importancia en ese momento, por lo que todos ellos buscaban centrarse en el rescate de sus compañeros. Zion estaba a punto de continuar, pero antes dio una advertencia.

    — Escuchen bien, estos tipos han demostrado lo peligrosos que pueden ser — comentaba el comandante, hablando con una seriedad que asustaba a cualquiera — Mientras más tiempo pasemos en el planeta, más probabilidades hay de que nos terminen reclutando. No podemos permitir que nos recluten a todos nosotros, porque si lo hacen, Magnus y Abel serán los siguientes, y todo habrá terminado. La humanidad permanecerá ignorante por siempre, y nos expulsarán de la Tierra. Es por eso que quiero que esta orden se cumpla al pie de la letra — tras escuchar la forma tan impactante en la que Zion hablaba, nadie tenía deseos de oír lo siguiente que saldría de su boca — No pasaremos otro día más en este planeta. En el momento de que oscurezca el día de hoy, esta nave tiene que partir de regreso al Zenith e informar sobre lo ocurrido. Cualquiera de nosotros que se quede abajo, ya no podrá regresar. Mi idea es no perder a nadie más en este lugar, pero la caída de un único grupo no puede condenar a la humanidad. Reitero lo dicho. Al ponerse el sol, la nave se alejará de este lugar, y quien no esté a bordo al momento de su partida, se quedará atrás.

    Nuevamente, la sala quedó en silencio total. La sola idea de quedarse en el planeta Emiv por el resto de sus vidas y ya nunca poder regresar asustó a todos de forma efectiva. El propio comandante Zion también estaba asustado. Supo que se convertiría en esclavo de sus palabras, y que, si él era uno de los que quedaba atrás, todo habría terminado para él. Todos sus soldados se mostraban igual o peor que él al pensar en eso. Los humanos no querían ni siquiera imaginar por un solo segundo lo que les pasaría si llegaban a quedar en ese planeta por el resto de su vida, esto era, si Tzorkun les permitía vivir. Orikrof, Aurio y Plamo supieron que a ellos solo les esperaría la muerte si llegaban a quedarse atrás. Tzorkun no tenía interés en reclutarlos, y tarde o temprano, morirían asesinados.

    El miedo los invadió a todos. Exceptuando a Zion y a Orikrof, todos ellos temblaban ante los nervios de tan solo pensar en la misión que iban a afrontar en ese momento. Zion supo que cada segundo era bastante valioso, mucho más después de la orden que había dado, por lo que quiso comenzar a elaborar el plan. Se decantó por la estrategia de dividirse en tres grupos de tres integrantes cada uno, porque permitiría distanciar y causar aunque sea algo de confusión a sus enemigos.

    — Nos dividiremos en tres equipos de tres integrantes cada uno — Zion se ganó la atención de todos los presentes, que, a pesar del miedo, lograron componerse para escucharlo — Ante una desventaja numérica como la que enfrentamos, no tiene sentido que haya un grupo de dos y uno de cuatro. Sobre todo, al no conocer la ubicación de los enemigos ni tampoco la distancia de unos con otros. Orikrof, Plamo y Aurio tienen que dividirse de forma en que uno de ellos integre un equipo diferente. Ellos tres sufrirán de intentos de asesinato, mientras que a los humanos solo intentarán reclutarlos. Si Orikrof y Plamo van en un mismo equipo con Gwyn, por poner un ejemplo, ellos dos serán asesinados sin dudarlo por los enemigos, y Gwyn quedaría sola contra los demás. En cambio, tener a uno de ellos en cada equipo obligará al enemigo a actuar con más cuidado. Necesitan a la mayor cantidad de humanos con vida posible para asegurarse de reclutar a Magnus y a Abel, y con dos humanos y un miembro de otra especie, los enemigos podrían verse condicionados a tener mucho más cuidado al disparar. Esperemos que así sea.

    El plan del comandante Zion les parecía muy lógico a todos los presentes. Al menos, para el comandante, el enemigo actuaría de forma diferente dependiendo de quienes estuvieran en cada equipo a los que tuvieran que enfrentar.

    Todos admiraban la capacidad de análisis y de tomar decisiones del comandante Zion. Claramente, el título de comandante lo portaba por alguna razón, y esa era una de ellas. El tener la mente fría para hacer un compilado de cada una de las posibilidades que aparecían en la ecuación era admirable. Wagner era quien más maravillado estaba con la estrategia que su padre había creado. Él estaba bastante lejos de llegar al mismo nivel que su padre, y esto lo demostraba. Ciertamente, esperaba poder convertirse en alguien así algún día, pero para poder hacerlo, tenía que superar la misión y escapar del planeta con vida.

    Por su parte, el resto del equipo estaba buscando armarse de todo el valor posible para poder dar inicio con la misión.

    — Vayan hacia la cápsula y esperen a que el general y yo lleguemos — comentó el comandante Stones a todos los demás miembros del equipo — Tengo algo que comunicarle a Wida.

    Dicho y hecho, el equipo comenzó a dirigirse hacia la cápsula. Todos ellos preparados y, aun así, asustados. La situación a la que se enfrentaban en ese momento los estaba superando. Se sentían así desde que aterrizaron en el planeta Emiv, pero las cosas nunca fueron tan críticas para ellos. El solo pensar que, al ponerse el sol, quien no estuviera a bordo de la nave se quedaría atrás los estremecía a todos. Pese a eso, ninguno de ellos se acobardó. Fue así que todos llegaron a la cápsula de descenso al planeta y tomaron asiento para esperar la llegada de ambas figuras de autoridad del grupo.

    Wida seguía en silencio en la sala médica. Lankir estaba despierto, pero no le dirigía la palabra a su novia. A pesar de todo, el xaromitante la observaba en silencio, y había algo en su mirada que no le gustaba. Como sí, de alguna forma, Wida estuviera molesta con él. De forma repentina, el comandante Stones y el general Orikrof entraron en la sala médica, tomando a los dos por sorpresa. Wida se molestó un poco, pero su expresión cambió al ver la mirada tan seria del comandante y el general.

    — Lankir, veo que ya has despertado — Orikrof se alegró al ver a uno de los suyos en buen estado, aunque no sea el mejor posible — Me alegra, dado a que tienes que escuchar esto.

    — ¿Qué es lo que ocurrió? — Lankir sintió un escalofrío al escuchar a su general hablar así.

    — No es lo que ocurrió, es lo que puede llegar a ocurrir — Zion fue quien tomó la palabra — Wida, tú sabes que Michael no puede ser controlado por Tzorkun. Así que, salvo que él te dé una orden que diga lo contrario, cuando se ponga el sol en este planeta, tienes que ir a la sala de comando y regresar a la Tierra. Lankir y Dustin se irán contigo, y Dustin será la evidencia de lo que ha pasado en este planeta. Cuando quede libre del control de Tzorkun, sé que lo explicará todo en el caso de que lleguemos a fallar aquí. ¿Lo has entendido?

    — Perfectamente — Wida agachó la cabeza, pero no porque no le gustaba lo que le decían sus superiores y deseaba no obedecerles, sino porque se mostraba preocupada por todos sus compañeros — Les deseo la mejor de las suertes.

    — Yo también, ojalá que no haya que lamentar ninguna muerte más, y que todos podamos escapar de este lugar tan horrible cuanto antes — Lankir expresó sus deseos de que todo saliera bien.

    Zion y Orikrof abandonaron la sala, dejando a los dos xaromitantes y a uno de los soldados del Zenith en el lugar. Lankir sentía mucha preocupación. Lo que lo tranquilizaba varias veces cuando pensaba en la misión que tendrían que realizar en el planeta Emiv era el hecho de que Zion y Orikrof iban a estar para proteger al equipo. El ver a las dos figuras de autoridad y los soportes morales del equipo mostrarse tan preocupados ante la situación solo lo había alterado más de lo que ya estaba.

    El xaromitante miró a su novia, y pudo notar que esta estaba hablando en voz baja, como un susurro. Ciertamente, estaba diciendo algo y era algo que no quería que Lankir escuchara. El guerrero prestó la mayor atención que pudo al movimiento de los labios de Wida y al sonido que ella llegara a emitir. Si ella tenía una inquietud, quería saberlo.

    — Por favor, Aurio, ten mucho cuidado — decía Wida pensando en su compañero — No te mueras en este planeta. Regresa a salvo conmigo.

    Lankir creía que sus oídos y sus ojos lo engañaban. Tenía la certeza de que Wida mostraba una preocupación especial por Aurio, más allá del hecho de que ella se preocupaba por todos. Pero lo más llamativo fue el “regresa a salvo conmigo”. Lankir se llenó de preguntas al pensar en ello, pero supo que su compañera no iba a responderle a nada si él le hacía una pregunta. A pesar de todo, no planeaba quedarse con la duda. Una vez que su período de duelo por la muerte de su hermano hubiera pasado, le iba a preguntar el significado de esas palabras.

    Zion y Orikrof, por su parte, seguían fuera de la sala médica. El comandante estaba escribiendo un mensaje que le iba a enviar a Michael, en el cual le informaba sobre el papel importante que debía jugar en la misión. Dado a que el soldado era el único que no podía ser controlado por el enemigo, era la única persona a la que le podía confiar una tarea como esa.

    — ¿No lo dirás al resto de tu equipo? — Orikrof quería saber si el comandante Stones estaba seguro de lo que estaba haciendo.

    — Si lo revelo, Michael será un objetivo en el caso de que terminen siendo capturados y reclutados — Zion explicaba al mismo tiempo que seguía escribiendo — De esta forma, solo tengo que preocuparme de que no me recluten a mí.

    Orikrof observó a Zion hasta que terminó de escribir el mensaje y lo envió. Posteriormente, ambos comenzaron a dirigirse hacia la cápsula, en donde el resto del equipo los estaba esperando, listos para dar inicio a la misión más riesgosa que enfrentarían. El general sentía curiosidad por algo que había dicho Zion, y quiso aprovechar el tiempo antes de llegar con los otros para preguntarlo.

    — Zion, dijiste que quien no esté a bordo de la nave al momento del escape se va a quedar atrás — le decía Orikrof, midiendo sus palabras — ¿Qué pasará si tú estás en la nave, pero Wagner no está? ¿Abandonarías a tu hijo en el planeta?

    — Yo no tengo pensado subirme a la nave si Wagner no está a bordo — le contestó el comandante, de forma muy severa — No me iré del planeta dejando a mi hijo atrás. Así como ustedes veían a Gan como la representación de su futuro, yo veo a mi hijo de esa misma forma. Si fuera necesario, él se irá del planeta sin mí. Pero no va a ocurrir al revés.

    Orikrof sentía bastante admiración por Zion al escucharlo hablar así. A pesar de saber el peligro que supondría quedarse en un planeta bajo el control de Tzorkun, el comandante no tembló al decir esas palabras. Ciertamente, era una actitud bastante respetable. Orikrof no tenía hijos propios, y no entendía el sentimiento de afecto y amor paternal que sentía Zion, solamente podía imaginarlo y pretender que se hacía una idea. El general deseaba que tanto Wagner como Zion pudieran escapar del planeta. Vio el desempeño de Wagner durante el tiempo que estuvieron allí, y sería una verdadera lástima para todos terminar perdiéndolo. Ni hablar de su padre. Era nada más y nada menos que el mejor comandante que el Zenith tenía en el momento, y que se quedara en el planeta Emiv sería un golpe bastante duro para todo el país.

    Ambas figuras de autoridad llegaron hasta la cápsula, junto al resto de los miembros de su equipo, quienes se pusieron bastante nerviosos. Supieron que el tiempo de descanso breve que habían tenido se había terminado finalmente, y que su cabeza debía estar al cien por ciento metida en la misión. Los objetivos eran claros: rescatar a Sharyn y a Ace, y abandonar el planeta para no regresar nunca más. Lo difícil sería llegar a cumplir con dichos objetivos, la parte más complicada y, por lo tanto, la que generaba más preocupación y miedo en todos ellos.

    Los humanos fueron entrenados con la idea de ir al espacio y enfrentarse a peligros que la humanidad ni siquiera conocía, pero esto era un escenario totalmente imprevisible, para el cual nadie los podría haber preparado jamás. Ni física, ni psicológicamente. Aurio, a pesar del miedo, solo tenía un pensamiento en la cabeza: asesinar a Tzorkun y vengar la muerte de Gan. No quería permitir bajo ningún concepto que el asesino de su amigo sobreviviera. Además de eso, deseaba poder regresar para demostrarle a Lankir que él no era apto para estar en el equipo, y mucho menos para portar el arma más poderosa. Plamo, por su lado, enfrentaba una situación similar. Él tenía en mente la venganza por Domir, pero el miedo y el nivel de riesgo que presentaba la misión le hicieron pensar en que quizá no podría encontrarse con el asesino de su amigo, dado a que existía la posibilidad de que fuera asesinado antes de llegar hasta él.

    Alicia estaba bastante preocupada por Michael, ya que, si era descubierto, no había forma de saber lo que Tzorkun podría hacerle. No era solo eso, también pensaba en la posibilidad de que Michael terminara liberando a Orz. Supuso que el berrod no haría nunca una alianza con Tzorkun, y aunque tuviera intenciones de hacerlo, se daría cuenta de que el elimun no lo aceptaría jamás. Eso le hacía pensar que, en un hipotético caso, el berrod apoyaría a los humanos en esta batalla. La gran duda que tenía era, por cuanto tiempo sería así.

    Gwyn y Thomas se tomaron de las manos. Los dos tenían pensado ir juntos en el grupo que tomaría parte en la misión, pero aun así no podían evitar sentir miedo por esto. No querían hablar para no contagiar ese miedo a los demás, pero querían expresar el miedo que sentían de que algo malo pudiera llegar a pasarle al otro. Aprovecharon ese momento de tranquilidad para tomarse de las manos. Alicia y Agustina no eran capaces de hacerlo, por lo que ellos supieron que eran afortunados en un momento así. La fortuna les había sonreído, y ellos imploraban que no fuera la última vez que pasaba.

    Agustina cerró los ojos y respiró profundo. Ella supo que era el momento de probar que todo su entrenamiento como soldado había valido la pena. Quería rescatar a Ace, y estuvo la mayor parte de la noche esperando a que llegara el momento para poder hacerlo. Tenía su oportunidad, y supo que no estaría sola.

    Por último, Wagner simplemente esperaba no ser capturado ni reclutado por el enemigo. Él conocía a su padre perfectamente, y estaba seguro de que no iba a dejar el planeta sin él. Si algo llegara a pasarle, su padre probablemente no estaría a bordo de la nave al momento de que esta terminara saliendo del planeta. Eso sería privar al Zenith de su mejor comandante, cuando las respuestas a la Catástrofe no estaban ni cerca de ser contestadas por ellos en la situación actual. Pasara lo que pasara, Wagner quería triunfar en cualquier pelea que le tocara enfrentar. Tenía que asegurarse que su padre estuviera orgulloso de él, y para eso, ambos debían estar en la nave al momento de partir.

    Zion y Orikrof quisieron darles un minuto o dos más a cada soldado para que pudieran reflexionar sobre la situación y calmar sus nervios. Lo cierto es que ellos también estaban bastante nerviosos por la misión, por lo que decidieron aprovechar lo que habían pensado antes para sus soldados. Pasados cuatro minutos, Zion se dio cuenta de que no podían seguir perdiendo el tiempo de esa forma.

    — Ya es tiempo — Zion no quiso darles ningún discurso motivacional, no porque no supiera, sino porque creyó que no tendría algún efecto positivo en ellos — A partir de ahora, el tiempo corre hacia atrás para nosotros. No puedo pedirles que rescaten a Ace y a Sharyn, porque ni siquiera yo estoy seguro de poder lograrlo. Pero lo que sí puedo pedirles es esto… Pase lo que pase, ganemos o perdamos, vivamos o muramos, quiero que Tzorkun y cada uno de los guerreros de este maldito planeta conozcan nuestro poder. Prométanme que lo van a mostrar. Prométanme que no van a perder sin haberlo mostrado. Prométanme… que harán que me sienta orgulloso de que todos ustedes sean mis soldados.
     
    Última edición: 26 Julio 2020
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    Manuvalk

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    Hola amigo, se nota que es el capítulo previo a la acción pura y dura, ha estado bien. Comentaré lo más destacado para mi.

    Creo que Tzorkun subestima un poco al grupo al enviar solo a treinta soldados. Está claro que son más que ellos, pero si de verdad quisiera asegurarse la victoria, bastaría con que enviara a un ejército mayor. Ahí las opciones del Zenith serían nulas. Sea como sea, el líder de todos pone su plan en marcha. Esperemos que no le funcione XD.

    La actitud y forma de ser de Aurio me gusta cada vez menos, cosa que ya sabes. Pero no me esperaba que Wida se contagiara de eso y evitara a su novio, además de pensar en Aurio como quién piensa en su amado. Me sabe fatal por Lankir, quizá no es un gran soldado, pero es un buen tipo, inteligente y sentimental, que no se merece en absoluto lo que le está pasando. Lo único que espero es que, pase lo que pase con él y su relación con ambos xaromitantes, salga más fuerte.

    El plan de Zion es inteligente y lógico dada las circunstancias. Serán tres grupos de tres miembros para tres grupos de diez miembros. Nada fácil. A eso, añade que quién se quede atrás, se quedará en Emiv. La situación es extremadamente complicada. Yo abogaría por intentar capturar a Ace y Sharyn y salir del planeta lo más rápido posible. Sus enemigos son muchos más, están en su casa... El tomar sus máquinas para reclutar, tal y como propone Orikrof, lo veo misión imposible a estas alturas.

    Ha sido genial ver lo que pensaba cada personaje en esos minutos previos al inicio del plan. Cada uno con sus preocupaciones, sensaciones... Sé que alguno o algunos morirán. Solo espero que mis favoritos logren salir ilesos y puedan alertar en la Tierra respecto a lo que sucede en Emiv. Cómo añadido, me gustaría decir que... ESTOY DESEANDO VER A ORZ EN ACCIÓN. Michael, make it happen XD.

    Hasta el próximo capítulo.
     
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  3.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Oh my god. Este capítulo lo puedo resumir en una sola palabra: impresionante.

    Estoy que me subo por las paredes de la emoción. Todo está en el punto de ebullición y ahora cada quien debe trabajar para si mismo. Cierto que deben cumplir con la misión, pero ahora deberán luchar contra el tiempo, si no quieren quedarse en ese planeta toda su vida convertidos en marionetas de un científico loco adorador de la paz.

    Me impresiona mucho que Zion tomase una decisión tan brutal como es dejar atrás, a todo aquel que no llegue a la nave pronto. Pero supongo que situaciones desesperadas, requieren de medidas desesperadas. Espero que la decisión que tomó, no se convierta en su perdición, porque si al final Zion termina quedándose en ese planeta. Será un duro golpe para la nación del Zenith, los soldados y también para mí. Porque ya sabes que Zion es uno de mis preferidos, y perderlo así no es algo que me agrade en absoluto.

    Supongo que aquí los más afortunados son Wida, Lankir y Dustin, ya que son los únicos que no participarán en la misión. Por cierto, me parece muy extraño que Wida empiece a desarrollar interés en Aurio, en especial con todo lo que dijo en capítulos anteriores. Creo que si después de esto, Wida se interesa en Aurio, lo único que demostrará es que es fácil de manipular, ya que Aurio con tan solo usar pocas palabras, ha hecho que Wida se interese en él así nada más.

    Al igual que con el resultado de la misión, espero que todo se resuleva para bien el asunto de Wida y Lankir. Por el momento, creo que eso es todo, no encontré errores, así que es todo por ahora. Saludos y espero el próximo capítulo con auténticas ganas.
     
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  4. Threadmarks: Nuestro poder - Parte 2
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
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    Saludos a los lectores de la historia. Principalmente a Resistance y a Zurel que leen la historia semana a semana. Me alegra que el capítulo anterior les haya gustado tanto. Y creanme que el clímax de la parte IV acaba de comenzar XD. Como pueden ver en el título del anterior, se trató apenas de la parte 1 de un capítulo bastante largo. Ojalá les guste el resultado. Sin más que decir, los dejaré con la lectura.




    Nuestro poder – Parte 2:

    Qaior avanzaba por el bosque junto a Ace y a varios de sus guerreros. Los diez soldados del grupo estaban atentos al descenso de alguna de las cápsulas, para poder responder de inmediato apenas detectaran cualquier movimiento que estas pudieran hacer. Mientras se movían por el bosque, el líder tenía una pequeña conversación con el grupo que estaba liderando.

    — Aún no puedo creer que tanto Vanac como Havor hayan muerto en el mismo día — Qaior daba sus opiniones sobre la muerte de ambos — Sé qué ha pasado tiempo desde que la guerra terminó, y que la falta de conflictos y el paso del tiempo les habrá afectado bastante, pero que hayan muerto en el mismo día no deja de impactarme.

    — Vanac se enfrentó al comandante Stones — Ace quería darle una explicación al líder del grupo — Es sabido que es uno de los humanos más fuertes que existen. Estaba claro que no le resultaría fácil.

    — ¿Y qué hay de Havor? — Qaior quiso saber su opinión sobre la muerte del moender — Tu compañera fue quien lo derrotó. Hasta tú estás sorprendido.

    — Y eso es porque nunca lo hubiera esperado de Gwyn — Ace no podía terminar de creerlo, aunque lo intentara — Es por eso que ella también debería ser una de nuestras prioridades.

    — ¡Qaior, mire! — la conversación se vio interrumpida por uno de los inkor, el cual apuntó hacia el cielo.

    Todos los que estaban en el grupo levantaron la vista y fue ahí que lograron observarlo. Allí estaba. Una de las cápsulas con las que el grupo descendió al planeta había abandonado la nave principal y se dirigía hacia la superficie del planeta. No tardaría demasiado en aterrizar, y el grupo de Qaior era el más cercano de los tres.

    — Por ellos — ordenó el líder de los inkor — Terminemos rápido con esto.

    Qaior, Ace y los demás comenzaron a correr hacia la cápsula, la cual, como estaba previsto, no tardó demasiado en tocar la superficie del planeta.

    […]

    — Suerte — Zion miraba a Plamo, Wagner y Agustina — No se dejen capturar o asesinar, rescaten a quien puedan y pónganse a salvo.

    — Agradecemos esto, comandante Stones — contestó el ahora único garak del equipo — Le prometo que haremos nuestro mejor esfuerzo, y todavía más.

    — Una vez que estén derrotados, iremos a ayudarlos a ustedes — contestó Wagner, bastante decidido a rescatar a sus compañeros.

    — Cuídense mucho — Agustina expresaba su preocupación por los demás — Espero que todos podamos reunirnos al final del día.

    — Si no podemos, será una completa tragedia — contestó Alicia a su amiga — Les deseo lo mejor.

    La compuerta de la cápsula se abrió, y antes de que pasaran diez segundos, Plamo, Wagner y Agustina ya se encontraban fuera de la misma. Debían movilizarse lo más rápido que pudieran, dado a que no sabían cuándo ni de dónde iban a ser atacados. Una vez que los tres estuvieron a una distancia considerable de la cápsula, el general Orikrof la hizo ascender nuevamente, esperando que eso causara confusión a los grupos que estaban en el planeta.

    […]

    — ¡Se levantó por los aires otra vez! — señaló uno de los vasterrad.

    Sieng, Michael, y los ocho vasterrad que iban con ellos observaron cómo la cápsula, que no había estado en tierra ni siquiera durante dos minutos volvía a ascender a los aires y a desplazarse por el cielo del planeta. Este movimiento ciertamente dejó confundidos a los enemigos, que era lo que el grupo del Zenith y sus aliados intentaban lograr.

    El líder militar de los elimun miraba seriamente como la cápsula se alejaba recorriendo el planeta, cuando recibió un llamado de Qaior.

    — ¿Has visto eso? — Qaior quería confirmar que Sieng estuviera en una zona despejada para saber a qué se refería.

    — Claro que lo vi — contestó Sieng en un tono bastante serio.

    — ¿Qué quieres que hagamos? — Qaior necesitaba una orden para proceder — ¿Vamos hacia el lugar en donde aterrizó la cápsula o nos reunimos con ustedes?

    — Sigan avanzando hacia ese lugar — ordenó Sieng mientras se daba vuelta para seguir la cápsula — Nosotros los seguiremos y atacaremos cuando toquen tierra nuevamente. El primero que derrote a los enemigos irá a ayudar a los demás.

    La comunicación se cortó, dando a entender que Qaior había comprendido a la perfección las órdenes que le había dado Sieng. Mientras tanto, todos los que escucharon las palabras del líder, incluyendo a Michael, comenzaron a correr detrás de él. Ya sabían que era lo que había que hacer, y el tiempo les jugaba en contra al moverse a pie mientras que los enemigos les sacaban ventaja por el cielo.

    Michael, quien iba al último en la fila, miraba con una sonrisa como la cápsula se les alejaba más y más cada vez. Sabía que el grupo había encontrado una forma de contrarrestar a los tres grupos, aunque no tenía idea de qué tipo de estrategia habrían usado. A pesar de todo, la preocupación en él no había desaparecido.

    […]

    — Es nuestro turno — el comandante Zion Stones se preparaba para salir junto con Alicia y Aurio — Orikrof, creo que es una buena idea que tú seas el último, dado a que eres quien mejor entiende el funcionamiento de la cápsula.

    — ¿Qué tan lejos quieres que la lleve? — preguntó el general al comandante, necesitando tener una idea.

    — Lo suficientemente cerca para que podamos ayudarnos mutuamente, y lo suficientemente lejos para que ninguno de los dos reciba una visita indeseable — le respondió el comandante Zion — Estoy seguro que te será más sencillo calcular la distancia desde el aire.

    — Perfecto, en ese caso, le deseo la mejor de las suertes, comandante — le respondió el general xaromitante.

    La cápsula finalmente tocó el suelo del planeta Emiv, y tras abrirse la compuerta, el comandante Zion salió corriendo junto con Alicia y Aurio. Los tres iban a tener que encargarse del segundo grupo, y era importante alejarse lo más que pudieran para que la cápsula pudiera despegar. Una vez eso estaba cumplido, Orikrof volvió a causar que la cápsula se elevara por los aires para posteriormente iniciar su desplazamiento.

    […]

    — ¿Otra vez? — Sharyn se sorprendió al ver como la cápsula que había aterrizado por segunda vez en el planeta volvía a despegar — ¿A caso sabían sobre nuestra división en tres equipos?

    — Lo veo bastante improbable — contestó el elimun que estaba a cargo del grupo — Sin embargo, tengo que consultarlo con Sieng — el guerrero comenzó a llamarlo para pedirle indicaciones — Sieng, necesito saber qué hacer.

    — Vayan tras ellos — contestó Sieng siendo bastante directo — Nosotros acabaremos nuestro combate y los iremos a ayudar.

    — Entendido — el elimun cortó la comunicación tras saber lo que necesitaba — Andando.

    El grupo, conformado por otros ocho elimun y siendo completado por la soldado Sharyn, comenzó a correr hacia la cápsula. La chica tenía un presentimiento bastante extraño respecto a esa situación. Por lo que estaba observando, era como si sus enemigos supieran que ellos iban a estar divididos justamente en tres equipos. Desconocía esa cápsula por dentro, y cómo podría estar construida, pero le costaba creer que tuvieran alguna tecnología para verlos a ellos distribuidos por el planeta. De haberla tenido, la habrían utilizado el día de ayer, o Michael se las habría comunicado. De cualquier forma, la chica sospechaba que algo raro ocurría. Sin embargo, las cosas no cambiaban en nada. Su misión seguía siendo la misma: capturar y reclutar a todos los humanos del grupo que llegó al planeta.

    Sin importar el plan que tuvieran, si eran capturados y reclutados, eso ya no importaría.

    […]

    — General — Gwyn llamaba la atención de Orikrof — Tengo una idea para despistarlos aún más.

    — ¿De qué trata? — Orikrof no iba a aceptar que un grupo de tres personas se redujera, pero sentía curiosidad por la idea que se le habría ocurrido a Gwyn.

    — Aterricemos, y después volvamos a despegar y alejémonos unos metros más — Thomas y el general querían entender la idea de la soldado — Es probable que, si ven que despeguemos de nuevo, el grupo que esté viniendo hacia nosotros termine dividiéndose. Solo hay tres. Si nuestro plan funcionó, los otros dos grupos ya deben estar tras los demás. Esto nos facilitaría las cosas si logramos hacer que el grupo al que enfrentaremos se divide aún más.

    — Me parece una idea genial — Thomas creía que era una gran oportunidad para engañarlos y tomarlos por sorpresa — ¿Usted qué dice, general?

    — Me gusta mucho tú idea, Gwyn, realmente lo aprecio — Orikrof reconoció el mérito de Gwyn y su iniciativa por pensar en una forma de ayudar — Pero no creo que sea muy producente. Esto implicaría tener que movernos y distanciarnos más de Zion y el resto. De esta forma, la ventaja que ganemos al pelear contra menos soldados la perderíamos al gastar tiempo en recorrer una distancia más larga. Además, nadie más está enterado de esto. Podríamos confundir a los nuestros también. Aunque aprecio mucho tu idea, y no quiero que te sientas mal por haberla comunicado.

    — Entiendo perfectamente — reveló Gwyn, bastante apenada por no haber pensado antes en algo así — En ese caso, aterricemos y comencemos a luchar.

    Thomas, sabiendo que Gwyn se veía bastante ilusionada con poder ayudar aún más al equipo, tomó las manos de su novia para hacerla sentir bien por haberlo intentado. Gwyn miró a su novio y le mostró una sonrisa, gesto que él le regresó. La cápsula comenzaba su descenso, y ellos sabían que, al abrirse la puerta, la tranquilidad para ellos se les habría terminado y deberían comenzar a luchar.

    En menos de cuarenta segundos, ese momento tan temido llegó, y los tres últimos miembros del equipo de rescate abandonaron la cápsula para comenzar con su parte de la misión. El general fue el que tomó el liderazgo del equipo, mientras que la pareja de soldados lo seguía desde atrás.

    […]

    Plamo, Wagner y Agustina avanzaban con mucho cuidado por el bosque. No estaban apurados ni tampoco tenían la intención de gastar fuerzas en buscar a los enemigos, puesto a que sabían que estos los estaban buscando a ellos. Los tres se mantenían a la distancia, de forma en que le resultara más difícil a un grupo enemigo rodearlos y acorralarlos en un único lugar.

    El avance se detuvo cuando escucharon el ruido de varias pisadas. Sin duda alguna, se trataba de los enemigos. Los tres tomaron cobertura detrás de un árbol, y se dispusieron a escuchar atentamente para intentar detectar el lugar del cual provenía el ruido.

    Qaior, Ace y el resto de los inkor no tardó en aparecer en el lugar. Los diez guerreros, obedientes a Tzorkun se movían distanciados varios metros unos de otros por el bosque, de forma en que pudieran observar varios puntos al mismo tiempo.

    — Nos van a detectar y perderemos la ventaja de un ataque sorpresa — Plamo susurró como pudo para que los dos humanos lo escucharan — Hay que atacar, los tres al mismo tiempo. Ahora.

    El trío de soldados tomó sus armas, y en un movimiento rápido, salieron de sus escondites con los rifles apuntando cada uno a un enemigo distinto. En tan solo un segundo, los tres dispararon una bala al mismo tiempo, logrando dar los tres disparos en la cabeza de los enemigos, provocando tres bajas instantáneas en el equipo enemigo, quienes reaccionaron casi de inmediato y dispararon contra los árboles, teniendo cuidado de no matar a los humanos, pero asegurándose de que no les volverían a disparar de esa manera.

    — ¡Maldita sea, solo quedamos siete! — Qaior veía los cuerpos de sus soldados — ¡Ace, ellos no te matarán! ¡Haz que salgan de su escondite!

    — ¡Cómo usted ordene! — el soldado humano obedeció.

    Los tres escucharon con horror esas palabras, sobre todo Agustina, quien sabía que eso solo significaba una cosa. Debería enfrentarse a Ace en persona, algo que no quería hacer, aunque imaginaba que podría tener la desgracia de suceder. Ella no tenía idea de cómo iba a encontrar el valor y la determinación para enfrentarse a la persona más importante en su vida.

    — Agustina, no te distraigas — susurró Wagner, esperando que nadie más lo escuchara de.

    — Wagner… — Ace lo escuchó a pesar de todo — ¡Te escuché! ¡Allí estás!

    Ace corrió hacia el escondite de los tres, y apenas los vio, disparó su rifle apuntándole hacia los pies. Su intención no era matarlos, ni mucho menos provocarles alguna herida grave, solo obligarlos a salir de su escondite para poder enfrentarlos a campo abierto.

    Sin opción más que salir del lugar, Plamo, Wagner y Alicia tuvieron que abandonar su cobertura. Al momento de hacerlo, Plamo se cubrió el rostro con los brazos, justo a tiempo para salvar su vida por muy poco cuando un total de dos disparos impactaron contra el metal de su armadura. De haber reaccionado un segundo más tarde, le habrían hecho un agujero en la cabeza.

    — ¡El garak va con ellos! — gritó Qaior dispuesto a eliminarlo — ¡Perfecto, lo mataré para ganar mi competencia contra Sieng, y de paso, me quedaré con el otro guantelete!

    Acto seguido, el líder de los inkor activó el guante para que este se encendiera. Plamo no retiró ambos brazos de su rostro, por si acaso alguien más intentara dispararle a la cabeza, solamente los movió un poco para poder ver bien de donde venía su enemigo. Al ver que este tenía el guante, confirmó lo que había deducido tras escuchar esas palabras. Estaba en frente del tipo que asesinó a Domir, la oportunidad perfecta para que pudiera vengarse.

    Ace, quien cumplió su cometido, por otra parte, salió al encuentro de sus dos compañeros. Al verlos allí, justamente a ellos, no pudo evitar sonreír por la forma en la que le estaban saliendo las cosas.

    — Agustina, Wagner, perfecto — Ace se había encontrado con quienes había querido — Estoy feliz de poder ser yo quien los encontrara a ustedes. No saben cuánto me alegro de que sea así.

    — Ace… — Agustina no quería tener que enfrentarse a él de forma directa.

    — Agustina, olvídalo — Wagner supo que ella no podría mantener una buena pelea contra él — Deja que sea yo quien se encargue de Ace. Tú ayuda a Plamo y elimina a los que estén alrededor. No quiero que nadie se entrometa en esta pelea.

    — Que optimista, Wagner — Ace se preparó para enfrentarlo.

    — Ya te derroté antes, Ace — Wagner supo que todo era parte del plan de Ace para provocarlo — Lo volveré a hacer.

    — Solo que esta vez no será un entrenamiento para mí — contestó el soldado del Zenith, cargando contra su enemigo.

    — Y para mí tampoco — Wagner imitó las acciones del soldado.

    […]

    Mientras que Plamo y los demás optaron por moverse con sigilo, el grupo del comandante Stones adoptó una estrategia diferente. Ellos no hacían un gran alboroto al caminar, pero quisieron asegurarse de llamar la atención de los enemigos para poder mantenerlos lo más alejados posibles del resto de sus compañeros. Aurio, quien era el único del grupo que no era humano, caminaba al fondo del grupo. Él sería asesinado si alguien más los veía, pero si Zion y Alicia estaban frente a él, les costaría más poder apuntarle con precisión, y de esa manera no dispararían tan libremente.

    — Aurio, sé que te entusiasma cargar el arma de Lankir — Zion quiso asegurarse que no actuaría de forma imprudente — Pero tiene un gran poder destructivo. Si no tienes cuidado, nos matarás a Noble y a mí.

    — Estoy consciente del peligro, comandante — Aurio respondió sabiendo las consecuencias probables de cometer un error — Descuide, usted está siendo protegido por el mejor guerrero xaromitante cargando la mejor arma.

    — Eso me tranquiliza — Zion no sonó muy convencido por la respuesta recibida, pero tuvo que aparentar que sí.

    — ¿Cuánto tiempo creen que falte para que nos encontremos con alguien? — Alicia estaba impaciente por iniciar los combates para rescatar a sus compañeros.

    — Podría ser en cualquier momento, soldado — Zion quiso calmar la ansiedad de Alicia — Incluso… — no terminó de hablar debido a que un ruido lo interrumpió — Silencio.

    Los tres frenaron sus movimientos y pusieron toda su atención posible para poder detectar que era aquello que el comandante Stones había oído o creía haber oído. No tardaron demasiado en recibir su respuesta. Tras prestar un poco de atención, escucharon pisadas corriendo hacia ellos, y luego, oyeron lo que parecía ser una especie de zumbido.

    Zion levantó la vista al frente y pudo ver como dos granadas caían a sus pies, quedando en una posición donde podrían alcanzar a los tres con el rango de la explosión. Zion, Alicia y Aurio se aterraron al ver las dos granadas tan cerca suyo, y supieron que tenían que reaccionar de alguna forma. El comandante, demostrando su capacidad para pensar y decidir en un segundo, fue el encargado de responder. Se agachó rápidamente, tomó ambas granadas una con cada mano y las regresó al lugar por el cual habían venido. Dichas granadas explotaron en el aire, causando un impacto con potencia moderada, que no hizo más que levantar una nube de polvo por los aires.

    — Eran granadas aturdidoras — comunicó Zion a su equipo — No intentaban matarnos, solo dejarnos inconscientes con un impacto así.

    Antes de que alguien pudiera decir algo, un disparo de una bala de calor impactó en la armadura de Zion, precisamente en la parte que cubría su pierna. Viendo que estaban bajo ataque, los tres decidieron cubrirse. Mientras el polvo se disipaba, Sieng, Michael y los vasterrad se acercaban cada vez más a ellos. Al estar a una distancia casi cercana, los vasterrad escupieron dicha sustancia corrosiva hacia sus enemigos. Toda esa “saliva” cayó sobre el tronco de un árbol, comenzando a corroer la madera casi de inmediato.

    — Maldición, son ellos de nuevo — Zion supo que serían un problema — Noble, ten cuidado al disparar calor. Si choca contra esa sustancia rara, va a terminar provocando una explosión.

    — Entendido — Alicia supo que debía actuar con precaución al enfrentarse a ellos, después de las cosas que Thomas, Gwyn y Agustina le habían contado al despertar.

    — No serán ningún problema si los hago explotar — Aurio levantó su cañón con la intención de usarlo para provocarles la muerte a esos sujetos.

    El xaromitante salió de su cobertura con el cañón apuntando bajo para darle menos margen de evasión a los enemigos, pero antes de que pudiera disparar siquiera, tuvo que esconderse de nuevo para evitar morir asesinado por una ráfaga de disparos. Estos pasaron demasiado cerca de donde él estaba, cosa que lo aterró, puesto a que apenas los había visto.

    — ¡¿Tú?! — Michael gritó para hacerles saber que él se encontraba allí — ¡Pero yo ayer te había disparado! ¡Te vi caer al suelo y morir!

    — ¡Pedazo de mierda, ¿así que realmente quieres asesinarme?! — Aurio preparó su rifle para poder responder — ¡Creí que me habías confundido con alguien más! ¡Me negaba a creer que fueras un traidor, porque me caías bien! ¡Pero ahora te eliminaré! — Aurio siguió el pequeño teatro ocasionado por Michael.

    El xaromitante intentó volver a salir de su escondite para devolver los disparos, pero nuevamente, recibió más ataques que lo forzaban a tomar su cobertura otra vez. El haber fallado en dos ocasiones en el ataque sorpresa comenzó a irritar a Aurio, quien se mostró bastante impaciente con lo que estaba ocurriendo.

    — ¡Maldita sea! — exclamó con furia el xaromitante, queriendo intentarlo de nuevo.

    Esperando que esta vez fuera diferente, Aurio volvió a intentar atacar al enemigo, pero la situación se volvió a repetir. Escuchó el sonido de los rifles disparando, y esa fue la señal de que debía regresar a su sitio. Aurio no podía creer que lo tuvieran tan acorralado de forma de que no pudiera responder.

    — ¡Aurio, tranquilo! — Zion quiso tranquilizarlo — ¡No actúes con imprudencia o te van a matar!

    — ¡Así que usted está aquí, comandante Stones! — Michael supo que cometería un gran riesgo al revelarlo, pero también creyó que eso podría permitirle apartarse de Sieng.

    — ¡¿Zion está aquí?! — Sieng sintió una gran emoción al escuchar a Michael pronunciar esas palabras — ¡Finalmente llegó el momento de capturarlo y reclutarlo!

    El líder militar de los elimun dio un paso al frente y disparó una ráfaga continua de balas de su arma, la cual evitó que Zion, Alicia o Aurio pudieran siquiera considerar el salir de sus escondites.

    — ¡Rodéenlos, ahora! — Sieng no quería darles tiempo a escapar.

    — ¡Dispérsense como puedan! — ordenó Zion, sabiendo que no tenían otra opción más para evitar que los enemigos pudieran capturarlos.

    Zion hizo un gran esfuerzo para deducir la posición desde la que Sieng estaba disparando basándose en el sonido de las balas al salir de su arma. De la forma que pudo, sacó su brazo y únicamente su brazo para poder disparar varios fragmentos de energía en dirección hacia su enemigo. Sieng, pudo ver cómo los disparos se le acercaban, por lo que cesó los disparos para poder apartarse. No fue tan difícil debido a la poca precisión que Zion había puesto en los mismos, y no le llevó nada más que un simple movimiento lateral hacia la izquierda el moverse. Sin embargo, al hacerlo, pudo ver como el xaromitante al que Michael aseguró haber matado ayer, y una de las soldados del Zenith escapaban por lugares diferentes. El comandante, por su parte, no quiso salir de su escondite. Zion supo que Sieng estaba detrás de él, y que, al quedarse, evitaría que persiguiera a sus soldados.

    — ¡Alicia! — Michael la reconoció al verla correr — ¡Por fin te encontré! ¡Necesito que algunos vengan conmigo!

    El soldado del Zenith quiso aprovechar ese momento para poder alejarse de Sieng y así tener más libertad de actuar por su cuenta. El líder de los guerreros elimun vio como el soldado se iba corriendo detrás de uno de los objetivos. Aunque no le gustó la forma tan precipitada con la que se alejó, estaba tranquilo porque sabía que la chica de nombre Alicia sería capturada.

    — Ustedes tres vayan con Michael — ordenó Sieng a tres de los vasterrad que lo acompañaban — Y ustedes cinco persigan al otro. Asegúrense de que esta vez muera de verdad. Yo me quedaré aquí y me enfrentaré al comandante Stones.

    Sabiendo que las órdenes de Sieng debían ser obedecidas sin cuestionárselo demasiado, los vasterrad se dividieron en dos grupos. Tres de ellos fueron con Michael a perseguir a Alicia, dejando al resto para ir tras Aurio.

    El comandante Zion supo que su objetivo se había cumplido, y que podría luchar tranquilo en contra de Sieng. Solamente debía confiar en que Aurio, Michael y Alicia hicieran su parte en la batalla. Por lo que acababa de escuchar, supuso que Sieng debía ser uno de los líderes más importantes al servicio de Tzorkun, y que estaría reemplazando al que él había asesinado ayer.

    El guerrero elimun comenzó a caminar por el bosque con su rifle en alto. Lo primero que hizo fue ir hacia el árbol desde el cual había recibido el ataque de Zion. En menos de diez segundos ya estaba allí, pero al revisar, descubrió que el comandante ya no estaba. Aparentemente, se había escabullido de aquel lugar en el momento en el que se distrajo esquivando el ataque y viendo a los dos enemigos escapar de allí.

    — Uno de los vasterrad se robó tu rifle ayer, comandante — Sieng intentaba hacerlo salir mientras caminaba con atención — Y por lo que acabo de ver, no tienes un arma nueva. Estás completamente desarmado.

    De forma imprevista, un fragmento de energía impactó en la nuca del guerrero elimun, quien emitió un quejido de dolor por el golpe al mismo tiempo que se llevó una de las manos a la cabeza para frotarse la zona del impacto.

    — No necesito tener mi rifle — Zion se acercó hacia Sieng para atacarlo por la espalda — Porque tú vas a cederme el tuyo.

    Sieng reaccionó rápidamente al darse vuelta y dirigir un golpe de puño hacia el comandante Zion, quien había arremetido en una carga contra él. Ambos puños chocaron, provocando un ligero dolor en las manos de ambos. Reponiéndose de inmediato, Zion lanzó un golpe con su otro puño hacia la mandíbula de Sieng, quien no pudo contraatacar dado a que estaba sosteniendo su arma. El golpe provocó que al elimun se le cayera su rifle, quedando tirado en el suelo para que cualquiera lo agarre. Zion quiso intentar patearlo hacia un costado para tenerlo a mayor alcance, pero no logró hacerlo. Sieng respondió rápido atacándolo con los puños. Un golpe primero con la mano izquierda y luego con la derecha. El comandante del Zenith los vio venir y logró reaccionar a tiempo bloqueando ambos golpes con sus manos.

    Sin embargo, su enemigo no se detuvo ahí. Sieng movió su cabeza un poco hacia atrás y luego le dio un cabezazo directo en el rostro a Zion, quien retrocedió varios pasos por el golpe. Posteriormente, el humano recibió un codazo del elimun que lo terminó tirando al suelo. Sieng, sabiendo que su enemigo se levantaría rápido, corrió hacia su rifle para tomarlo. Lo sujetó con ambas manos, pero al momento en el que intentó levantarlo de su lugar, Zion, quien se repuso rápidamente, le pisó el arma, impidiéndole lograr su cometido. El comandante, levantó rápido su otra rodilla y le dio un fuerte golpe que levantó a su enemigo, para luego volver a atacarlo con un codazo bastante potente, con el que consiguió derribarlo al suelo y hacerlo rodar un poco. Sieng supo que, si no respondía rápido, Zion tomaría su arma y lo mataría.

    — ¡¿Qué tanto valoras tus piernas?! — Sieng tomó una granada de su armadura y se la arrojó a Zion.

    El comandante supo que no le daría tiempo a tomar el rifle y esquivar la explosión, por lo que retrocedió tres pasos para luego tirarse al suelo. Dos segundos después, la granada que su enemigo le había lanzado explotó, mostrando que esta no era una granada aturdidora como las otras, sino una con un poder destructivo regular. Al explotar, la granada creó un pequeño hoyo en el suelo, además de reducir el rifle por completo a pedazos. Tras esa acción, ninguno de los dos tenía un arma de fuego para usar contra el enemigo.

    — Supongo que tu plan fracasó — Sieng sonreía para intentar mostrar superioridad — No tendrás otra opción más que enfrentarte a mí en un combate mano a mano.

    — No confundas las cosas — respondió Zion a su enemigo — Mi plan no fracasó, esto es solamente un pequeño contratiempo.

    — Llámalo como quieras — el elimun tomó una postura de combate — Sin armas, no tienes posibilidades de derrotarme. Te venceré, al igual que hice con tu soldado el día de ayer.

    Zion se dio cuenta de que su enemigo estaba hablando de nada más y nada menos que de Ace. Fue ahí que supo que él estaba detrás de su desaparición y de que uno de los mejores soldados de su equipo terminara siendo reclutado por Tzorkun. Aunque trató de mantenerse calmado, no pudo evitar sentir un ligero enfado al escuchar esas palabras. El comandante del Zenith sentía un deseo mayor por eliminar al líder militar de los elimun. Tras analizar la posición de combate de su enemigo, y pensar en cuál sería el mejor ataque a usar, Zion pasó al ataque.

    […]

    Orikrof se movía junto a Gwyn y a Thomas por el bosque del planeta Emiv, tal y como todos los equipos lo habían estado haciendo hacia ese momento. El general, a pesar del riesgo que suponía, iba al frente del grupo, dejando a la pareja de soldados para que le cubrieran las espaldas ante el posible ataque de un enemigo. El paso al moverse era demasiado lento, dado a que estaban más interesados en poder detectar la posición de la cual podría venir el primer ataque.

    Thomas iba al final del grupo. Debido a que sus manos estaban lastimadas, no tenía la posibilidad de disparar energía de forma óptima y sin hacerse daño a sí mismo en el proceso. Fue por esa razón que sentía que debía proteger tanto a su novia como al general xaromitante con su rifle. Consideró que tampoco tendría muchas posibilidades de poder ganar en un combate cuerpo a cuerpo directo, salvo que recurriera en su mayoría al uso de patadas, pero sería bastante complicado atacar únicamente de esa manera.

    Gwyn podía comprender perfectamente a Thomas, dado a que habían sido novios desde hace bastante tiempo, y supo que estaba pensando en el límite que sufría al no poder disparar energía desde sus manos. Ante eso, Gwyn consideró que ella debía intentar ahorrar su energía lo más que le fuera posible, dado a que, si se le llegaba a agotar, ya no quedaría nadie con esa ventaja en el grupo.

    La pareja de soldados detuvo su avance cuando el general les hizo una seña con su mano, la cual les indicaba que frenaran su movimiento y se escondieran detrás de unos árboles que estaban cerca. Los tres tomaron cobertura en los árboles del bosque, y prestaron bastante atención al ruido. Orikrof estaba seguro de haber escuchado algo, y no quería moverse hasta que comprobara que sus suposiciones eran ciertas. Gwyn y Thomas, por su parte, no habían escuchado nada que les llamara la atención. Sin embargo, esto no quería decir que su guardia estuviera baja.

    Pasó un minuto y no se había vuelto a escuchar ningún sonido por parte de Orikrof, por lo que los tres estaban dispuestos a salir, cuando escucharon el ruido de varias pisadas moviéndose hacia ellos. El momento no pudo ser más preciso, dado a que estaban a punto de abandonar sus escondites. Tres seres de la raza de los elimun, raza que solamente Orikrof había encontrado el día de ayer, aparecieron frente a ellos. Estos tres guerreros no se habían percatado aún de la presencia de los enemigos, los cuales estaban justo a sus espaldas. Aunque supusieron que podía ser una trampa, ellos quisieron aprovechar la ocasión para poder quitarse de encima a tres de sus enemigos, por lo cual, tomaron sus rifles con rapidez para apuntarles a la cabeza, y posteriormente dispararon.

    Estos tres disparos dieron en la nuca de los elimun, consiguiendo eliminarlos instantáneamente. Los guerreros enemigos, al recibir los disparos, terminaron por caer muertos al suelo, en tan solo un instante, incapaces de contraatacar o incluso de defenderse.

    Sin embargo, por el ruido de las armas, Sharyn y el resto de los elimun los terminaron descubriendo.

    — ¡Los tenemos, ataquen ahora! — a lo lejos, y desde la parte de atrás de unos árboles, uno de los elimun salió de su escondite para abrir fuego contra ellos.

    — ¡Mierda, cúbranse! — Orikrof dio la orden a sus soldados.

    Thomas, Gwyn y el general xaromitante consiguieron evitar los disparos de aquel guerrero elimun, quien había atacado de una forma muy imprudente, con la cual podría haber matado a cualquiera de ellos si uno de los disparos los hubiera alcanzado e impactado en la cabeza o el cuello. Sabiendo que estaban en peligro, intentaron correr hacia una zona donde los árboles fueran más abundantes y hubiera menos separación de los mismos.

    En medio de esa carrera, Orikrof recibió un disparo en una de sus piernas, lo cual provocó que emitiera un gran grito de dolor mientras caía al suelo, estampándose con fuerza contra el mismo. Por la caída y el golpe, había soltado su rifle. Thomas y Gwyn, al ver y escuchar como el general caía al suelo, retrocedieron para poder ayudarlo, sabiendo que ellos dos no tenían que morir asesinados por los enemigos. Al acercarse a él, vieron como uno de los elimun se acercaba a Orikrof para eliminarlo mientras cuidaba que nadie pudiera dispararle desde otra posición.

    — Buen tiro, Sharyn — le decía el guerrero a la humana — Ahora yo me encargaré de eliminarlo.

    Orikrof, sabiendo que corría peligro al estar quieto y tumbado en el suelo, giró su cuerpo lo más rápido que una herida en la pantorrilla se lo permitió, y buscó alcanzar su rifle para poder defenderse. Fue ahí que vio entre los árboles a uno de los elimun apuntándole con su arma para dispararle.

    — ¡Mierda! — exclamó el general, creyendo que su hora había llegado.

    — ¡Muere! — gritó el elimun.

    El guerrero enemigo apuntó su rifle y dejó escapar una ráfaga de balas en contra del xaromitante que se encontraba tumbado en el suelo. Para su desgracia, Thomas había llegado antes y se había interpuesto entre los disparos y los recibió de lleno, rogando que su armadura fuera capaz de resistir el impacto de una ráfaga de ese calibre. Los impactos no fueron capaces de atravesar su armadura, pero Thomas, sabiendo que la prioridad de todos sus enemigos era capturarlo con vida, comenzó a gritar de forma actuada pero convincente ante los oídos del elimun que había disparado. Para que su reacción fuera más creíble, aumentaba la potencia de los gritos a medida que los disparos seguían llegando. Al parecer, su pequeño teatro fue bastante eficaz.

    — ¡Oh, no! — gritó el guerrero deteniendo su ataque y levantando su rifle — Por favor, dime que no asesiné a uno de los humanos.

    Sin embargo, sus preocupaciones se terminarían ahí mismo. Gwyn, que se había acercado hasta él desde otra posición, consiguió acertarle un disparo en el cuello, el cual impactó de lleno en el centro del mismo, provocando que la bala le destrozara por completo varias venas que pasaban por dicha zona. Una vez que estas venas fueron destruidas, la sangre comenzó a brotar desde su interior, provocando que el guerrero elimun terminara ahogado con su propia sangre, cosa que lo llevó a morir quince segundos después de haber recibido el disparo. Una vez que había muerto, Gwyn se acercó hacia sus compañeros bastante apurada para poder revisar que no hubieran recibido daños graves.

    — ¡Thomas, general, ¿están bien?! — Gwyn se mostró algo alterada al ver que ambos habían recibido disparos.

    — Yo estoy bien, Gwyn — la respuesta de Thomas alivió a la chica — Pero el general fue alcanzado por un disparo en la pierna — Thomas se agachó para poder tomarlo por los hombros — Hay que apartarlo de este lugar o terminará siendo asesinado.

    — Thomas, alcánzame mi arma — el general Orikrof tenía una idea para poder ayudar a su equipo sin convertirse en un lastre por completo a pesar del dolor que estaba sintiendo — Intenta llevarme hasta una zona que esté cubierta en su mayoría por árboles. Yo te cubriré mientras me estés cargando hacia allá, y una vez que lleguemos, los cubriré a ambos.

    — ¿Está seguro de que podrá apuntar bien mientras lo estoy moviendo? — Thomas quiso saber si el general sería capaz de lograrlo.

    — Tengo que poder, y si no lo logro, no tengas miedo de usarme como escudo — contestó el general, observando más movimiento entre los árboles — ¡Se están acercando! ¡Rápido, Gwyn, ayúdalo para que pueda cargarme hasta allá! ¡Si tengo que morir, entonces moriré, pero no me convertiré en una maldita carga para ustedes!
     
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  5.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, es más que evidente que la situación aumenta en todos los aspectos. Intensidad, tensión y hype al 100% en mí XD. En fin, comentaré lo más llamativo.

    Ha sido un muy buen capítulo, mejor que el anterior, y tengo el presentimiento de que el siguiente será mejor y así hasta alcanzar el clímax. Cada bando tiene su plan y aquí ha quedado demostrado, lo bueno es que Zenith cuenta con Michael cómo topo y conoce ciertos movimientos del enemigo, cosa que da ventaja. El primer grupo formado por Plamo, Wagner y Agustina se ha encontrado con Qaior y Ace junto a otros. Qaior asesinó a Domir y veo muy interesante la pelea que se avecina entre Plamo y el propio Qaior. Por otro lado, la pelea de Ace vs Wagner se preve épica y con Agustina de por medio, la situación puede ser dramática.

    El siguiente grupo era el de Aurio, Zion y Alicia contra Michael y Sieng entre otros. Aquí veo mucha ventaja para el Zenith, considerando que Michael es un infiltrado. Aurio sigue sin agradarme, va de ser un guerrero top pero se precipita constantemente, es demasiado impulsivo y creía que incluso iba a morir. Michael de seguro elimina a los elimun que iban con él a por Alicia y juntos volverán a rematar a Sieng, si es que Zion no lo hace ya. El comandante Stones está siendo de lo más destacado de ésta parte junto a Michael, me está gustando mucho. Ojalá siga así.

    Finalmente, el grupo formado por Orikrof, Thomas y Gwyn vs el grupo de Sharyn. No me esperaba en absoluto que el general xaromitante acabase malherido, cosa que complica y mucho la situación. Con él herido y Thomas estando casi inútil en combate, todo el peso de la victoria recae sobre Gwyn, que ya ha demostrado dar un paso de gigante al asesinar a Havor. Veo un Gwyn vs Sharyn muy épico y ojalá suceda, ambas no se quieren matar por objetivos distintos pero podría salir una pelea digna de ahí que reforzaría más aún a Gwyn si gana o que complicaría todo para el grupo si gana Sharyn.

    Estoy deseoso de ver el próximo capítulo, siento que pronto habrá alguna muerte. Nos vemos, amigo.
     
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  6.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Hola.

    Bueno, creo que llegué a tiempo, antes del próximo capítulo. Debo decir que estoy contento con los últimos capítulos hasta el momento, no son muy largos y eso hace que no se sientan pesados de leer. Algo que agradezco, sobre todo porque últimamente no he tenido mucho tiempo para leer.

    Ahora vamos a lo importante. Veo que el Zenith ha empezado con la acción y hasta hora tienen las cosas bajo su control; Michael sigue con su papel de villano y ha hecho que tres enemigos lo sigan para tener la oportunidad de matarlos. Zion se está encargando de Sieng, y por otro lado Wagner se encarga de Ace para evitar que Angustina se atormente a sí misma por tener que enfrentar a su novio. Sí, las cosas no pueden ir mejor, no obstante, tengo el presentimiento que las cosas se complicarán un poco. No creo que la balanza se mantenga inclinada hacia el Zenith lo que resta del climax, y eso me preocupa algo.

    Algo que me tiene pensado desde hace rato, es la sola idea de que exista la posibilidad de que alguien se quede atrás, después de todo esto. Ya sabes, Zion lo dejó muy claro. El último que tarde en llegar a la nave, se queda atrás. Y eso los chicos deberán respetarlo, sin importar si es o no Zion el último, dado a que es una orden directa del comandante. De antemano te digo, que no me gustaría para nada si Zion termina siendo abandonado, a raíz de sus propias órdenes, sólo para que más adelante Wagner o Ace, o bien otro personaje tome su lugar como comandante.

    Claro que, me estoy adelantando y soy consciente que aun falta alguillo para acabar esta parte, por lo que, quizás no sea válido pensar mucho en el futuro, pero es lo que hay; no evito pensar en un escenario donde Zion sea abandonado, o incluso cualquier otro del Zenith.

    Y bueno, para terminar, te comento que no encontré errores, así que es todo por ahora. Saludos y hasta en otra. Nos vemos.
     
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  7. Threadmarks: Nuestro poder - Parte 3
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
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    Ciencia Ficción
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    Saludos a quien sea que esté leyendo la historia. Aunque, por el momento, solamente son Resistance y Zurel XD. Llegó el momento de publicar la tercera parte del capítulo. Esta es, a mi parecer, mucho mejor que la anterior. Pero bueno, eso lo juzgarán ustedes a su debido momento después de leer. No tengo muchos anuncios, así que simplemente les dejaré el capítulo. Ojalá lo disfruten.



    Nuestro poder – Parte 3:

    De un golpe en la mandíbula, Sieng logró hacer retroceder al comandante Zion. El impacto fue tan fuerte que estuvo a punto de chocar contra un árbol de no haber interpuesto su mano para evitarlo. Sieng se acercó para darle otro golpe, a lo que el comandante decidió esperar. Cuando el golpe de puño del enemigo estaba por impactarle en la cabeza, Zion se apartó, causando que el puño del líder militar de los elimun se estrellara violentamente en contra del árbol, causándole algo de dolor al atacante. Sieng emitió un leve quejido de dolor, y antes de que se diera cuenta, Zion lo atacó con un codazo. El elimun consiguió bloquear el ataque interponiendo su codo contra el del comandante del Zenith. Con precaución ante un posible ataque del enemigo, Zion retrocedió unos pasos hacia atrás para tomar distancia y preparar su próximo ataque.

    — Es rápido — pensaba Zion para sí mismo — No me dio tiempo a hacer lo que quería. Si quiero golpearlo de forma efectiva, voy a tener que derribarlo al suelo.

    — Esperaba más del temido comandante Zion — Sieng creía que la pelea no era un gran reto para él — Pero reconozco que es un tipo duro. Haber resistido uno de mis golpes en la cabeza y no estar mareado no es algo que cualquiera puede presumir. O será que me estoy volviendo más débil con el paso de los años.

    Sin darle más tiempo para que pensara en un contraataque, Sieng corrió hacia el comandante del Zenith. Este supo que podía aprovecharse de una falla en uno de sus ataques para tirarlo al suelo, por lo que debía hacer el esfuerzo de soportar lo suficiente.

    Sieng llegó hasta él y le lanzó un puño a la izquierda, que luego fue seguido por otro a la derecha. Zion puso su brazo para bloquear su primer ataque, en cuanto al segundo, decidió esquivarlo. Al hacerlo, el comandante se agachó para intentar hacer que su ataque pasara de largo. Al momento en el que quiso aprovechar eso para ponerse de espaldas a Sieng, este le propinó un fuerte rodillazo al estómago que evitó que pudiera moverse hacia donde quería.

    — ¿Ibas a algún lado? — preguntó Sieng con un tono de sarcasmo.

    Zion, viendo frustrado su plan, aprovechó el momento y le dio un golpe fuerte en la zona de la barbilla con su puño. Esto hizo que Sieng terminara retrocediendo unos pocos pasos desde donde estaba el comandante. El humano quiso repetir el golpe, pero en esta ocasión, su ataque fue capturado por Sieng, quien interceptó el puño de Zion, para luego empezar a ejercerle presión en la mano. El comandante del Zenith empezaba a sentir dolor, y no quería que su mano fuera quebrada, por lo que empezó a acumular energía en esa zona, la cual terminó transformándose en calor, el cual empezó a quemar la mano del enemigo. Sieng comenzó a sentir un fuerte ardor en su piel, y sabiendo que era lo que Zion planeaba, aprovechó que lo tenía atrapado para darle un puñetazo en la cabeza nuevamente. Al estar bastante cerca, Zion no pudo esquivar el golpe. Al momento del impacto, su enemigo le soltó la mano, causando que Zion terminara cayendo al suelo.

    El comandante del Zenith supo que no se tenía que quedar ahí, o podría terminar perdiendo la pelea, por lo que rodó unos cuantos metros para ponerse de pie. Sieng estaba acercándose a él corriendo, por lo que Zion levantó ambas manos y le lanzó energía. El elimun reaccionó lo suficientemente rápido con sus reflejos y logró cubrirse el rostro con sus brazos, causando que la energía le impactara en su armadura. La pelea se estaba tornando bastante dura para los dos peleadores. Sieng estaba consciente de que la energía de Zion no iba a durarle por siempre, por lo que se decidió a adoptar un estilo de pelea que lo obligara a usarla en exceso, para así poder derrotarlo con facilidad.

    El elimun comenzó nuevamente a correr hacia Zion, con más rapidez que antes, dejando al comandante con poco tiempo para pensar en esquivarlo. Sin poder hacer otra cosa, el comandante del Zenith no tuvo otra opción más que dedicarse a bloquear sus ataques. El primero fue un golpe potente hacia la cabeza, el cual Zion consiguió interceptar con su antebrazo. El segundo fue un rodillazo al estómago, al cual no fue capaz de reaccionar, seguido por dos golpes a la cabeza directos, los cuales tampoco fueron bloqueados. Inmediatamente después de recibir el segundo golpe en la cabeza, Zion reaccionó con un golpe de puño liberando energía en la cabeza de Sieng, siendo ese golpe con el que logró hacerlo retroceder. Acto seguido, Zion repitió el mismo ataque con su otra mano, consiguiendo conectar otro impacto en la cabeza de su enemigo.

    — Tengo que ahorrar energía, no lo puedo agotar todo con este tipo nada más — Zion creía que estaba excediéndose al luchar solo contra un enemigo.

    El comandante intentó atacarlo de nuevo con sus puños, pero sin disparar energía, lo cual terminó siendo un error. Sieng consiguió detenerlo con ambas de sus manos, y antes de que pudiera reaccionar, realizó una maniobra muy audaz. El guerrero le lanzó un cabezazo al comandante del Zenith, quien recibió un fuerte daño en el rostro cuando sucedió el impacto. Sieng gritaba de la emoción al poder dominar el combate por completo, por lo que le lanzó un puñetazo a la cabeza que Zion no pudo ni esquivar ni bloquear.

    El guerrero elimun intentó hacerlo de nuevo, y lanzó otro golpe con su otra mano, ataque que no dio en el blanco porque fue interceptado por el comandante. Zion estaba dispuesto a contraatacar, cuando terminó recibiendo un puñetazo de Sieng, quien respondió con la misma mano con la que le dio el primer golpe. La acumulación de golpes consecutivos en la cabeza estaba comenzando a hacer que el comandante del Zenith se tambaleara. Él estaba empezando a pensar que recibía un daño muchísimo mayor al que podía causarle al enemigo.

    — ¿Qué te pasa, Zion? — Sieng se burló de él al ver cómo estaba empezando a tambalearse — ¿Realmente este es tu fin? Hasta ahora solo me has dado cinco minutos más de diversión de los que me dio tu soldado.

    — Este tipo es una bestia invencible — pensaba Zion para sí mismo — Ace, lamento que hayas tenido que enfrentarte tú solo a este monstruo.

    Sieng veía como Zion estaba luchando para ocultar su estado actual, sin ninguna clase de éxito en el proceso. El ver eso provocó que el guerrero comenzara a reírse a carcajadas de su rival.

    — Si tanto te cuesta seguir de pie, tírate al suelo y ríndete — Sieng intentaba provocarlo, sabiendo que podía engañarlo para que caiga con facilidad.

    Zion, reconociendo lo que quería hacer su rival, decidió no contestarle con palabras, ni tampoco lanzarse imprudentemente a su ataque. Aunque en primer lugar pensó que no podría gastar tanta energía contra él, cambió de parecer tras recibir una seguidilla de ataques tan seguidos. Su nuevo plan consistiría en atraerlo hacia él y destrozarle el cráneo disparando energía. Debía ser cuidadoso al apuntar y también con la proporción, para no gastarla por completo, pero consideró que ningún otro plan le serviría. El comandante adoptó una postura defensiva, haciéndole entender a Sieng que no iba a atacar.

    — Tal parece que no necesitaremos a Wagner después de todo — Sieng se disponía a comenzar con su nuevo ataque en contra de su enemigo.

    […]

    Wagner se agachó con rapidez consiguiendo esquivar un puñetazo que Ace le había arrojado, para luego responderle con un golpe en el mentón, el cual hizo retroceder a su enemigo. Ace estaba frustrado, puesto que no había logrado conectar un golpe en contra de él hasta el momento.

    — Mierda, ¿en dónde están los demás? — Ace escuchaba disparos alrededor de su área de combate — ¿Por qué están tardando tanto?

    Wagner cargó contra Ace en un intento de derribarlo de una tacleada. El soldado del Zenith que había sido reclutado por Tzorkun lo vio venir, por lo que decidió esperar hasta el último segundo para intentar frenar la carga de su enemigo y luego ser él quien lo terminara tirando al suelo. Desafortunadamente, su plan no salió como esperaba, y la fuerza que puso en sus piernas y en su cuerpo no fueron suficientes. El tacle de Wagner lo terminó arrojando al suelo, y una vez que estuvo allí, Wagner comenzó a golpearlo en la cabeza. Ace, para quitárselo de encima, apoyó las palmas de sus manos en la cabeza de Wagner y le disparó dos fragmentos de energía. A pesar de que el soldado cerró los ojos, el impacto una pequeña cantidad de calor le terminó causando un leve ardor en los mismos.

    Ace se aprovechó de eso para darle un puñetazo en la cabeza y quitarse a Wagner de encima. El hijo del comandante era quien estaba ahora en el suelo. Ace quiso intentar lo mismo que Wagner había hecho con él, pero antes de que pudiera ponerse encima suyo, Wagner le dio un empujón de una patada para que se aleje. Eso le dio el tiempo suficiente para poder ponerse de pie. Wagner se frotó los ojos, y a pesar del ardor, los podía mantener abiertos y podía ver a Ace.

    Ace, con más furia que antes, se abalanzó sobre Wagner intentando darle un codazo. El golpe fue bloqueado por el soldado, quien antes de responder, terminó recibiendo un golpe en el estómago con la rodilla de Ace. Este golpe hizo que Wagner terminara inclinándose un poco, cosa que Ace aprovechó para darle un golpe de puño en la nuca. Wagner hizo su mayor esfuerzo para mantenerse de pie a pesar del golpe, y consiguió resistirse a la caída. Posteriormente, le lanzó un puñetazo en la cara al mismo tiempo que le liberaba una pequeña cantidad de energía al hacerlo. El golpe hizo retroceder a Ace, quien no estaba contento con el resultado de la pelea. Ace levantó su pierna izquierda y le encajó una fuerte patada en la cabeza a Wagner, quien se tambaleó un poco y luchó para no caer al suelo.

    — ¡¿Por qué mierda no te puedo derribar?! — Ace recordaba su pelea contra Wagner en la nave — ¡¿Cómo resistes tanto?!

    Wagner vio venir un ataque frontal de Ace, por lo que se agachó cuando estaba por recibir un puñetazo, para luego darle un codazo en el costado, seguido de un golpe de puño en la cabeza, haciendo que Ace se le alejara unos metros. Creyendo que no sería suficiente, retrocedió unos pasos para distanciarse de él.

    — Estoy intentando no lastimarlo, él no hace lo mismo — pensaba Wagner mirándolo fijamente — Si le quiero ganar, supongo que tendré que lastimarlo.

    Ace pudo ver como una expresión de tristeza se formaba en el rostro de su compañero.

    — Perdóname, Ace — esas palabras solo lo hicieron enojar más.

    — ¿Quién mierda te crees que eres? — tras tomarlo como un insulto, Ace se lanzó a la pelea.

    Fue así que comenzó un brutal intercambio de golpes entre ambos soldados del Zenith, quienes comenzaron a enfrentarse en una pelea más feroz. Ninguno de los dos intentaba bloquear o esquivar, la batalla se convirtió en una lucha por superar al otro en fortaleza. Cada golpe que Ace recibía, lo devolvía con más fuerza, y Wagner procedía de la misma forma. En un momento, Ace consiguió encajarle dos rodillazos potentes en el estómago a Wagner, para luego darle otro rodillazo en la cabeza. Antes de poder continuar su ataque, recibió un disparo en la espalda, el cual no lo dañó dado a que contaba con su armadura.

    Los dos soldados se dieron vuelta y observaron a Agustina detrás de ellos, quien había disparado a Ace para captar su atención. Ambos pudieron notar que la armadura de la soldado del Zenith estaba cubierta de sangre en la zona pectoral y en los brazos.

    — ¡¿Qué estás haciendo aquí?! — Ace no podía creer que ella hubiera llegado al lugar — ¡¿Dónde están Qaior y el resto del grupo?!

    — Plamo se está ocupando de Qaior — contestó Agustina de forma seria mientras dejaba su rifle en el suelo — Los demás miembros de tu equipo fueron asesinados, Ace. Se acabó, ya no queda nadie que pueda ayudarte. Ríndete.

    — ¡No, esto es imposible! — Ace parecía estar muy furioso con Agustina.

    Wagner quiso aprovechar esa pequeña distracción para atacar a Ace por la espalda, pero desafortunadamente, el soldado consiguió adivinar sus intenciones. Antes de que Wagner pudiera atacar, Ace movió su brazo para poder atinar un fuerte codazo en la mandíbula a Wagner, con el cual logró hacerlo retroceder por inercia del impulso. Posteriormente, Ace se dio la vuelta y le encajó un puñetazo en el rostro a Wagner, provocando que el soldado cayera al suelo. Este no se movió ni un poco al caer, ni tampoco después de hacerlo. Wagner quedó inmóvil tras haber tocado tierra.

    — ¿Está noqueado? — Ace no estaba convencido de haberlo logrado solo con ese golpe, pese al intercambio brutal de ataques que había tenido con él.

    Antes de poder acercarse para comprobarlo, Agustina se lanzó para pelear en contra de él. Ace predijo su movimiento y logró bloqear un puñetazo de la chica solo con levantar su brazo.

    — Igual que en los entrenamientos — Ace parecía despreciar a Agustina como oponente — Tú no podrás vencerme.

    Agustina se frustró al haber escuchado esas palabras de parte de Ace. Ella sabía que no tenía oportunidad en contra de él, pero si Wagner verdaderamente estaba noqueado tras solo dos golpes de Ace, quería decir que su novio no tendría demasiada resistencia restante en su cuerpo. Aun así, Agustina no quiso iniciar un combate en contra de la persona más importante que tenía.

    — Ace, por favor, escúchame — quería intentar convencerlo hablando — Tú no quieres pelear en contra de mí. Al igual que antes, te están obligando a hacerlo.

    — ¿A qué te refieres con antes? — Ace estaba confundido con lo que ella decía.

    — Cuando estuviste en Black Meteor — Agustina quiso ver si así lo podría hacer entrar en razón — Tú no querías luchar contra mí en ese momento, al igual que tampoco quieres luchar contra mí ahora. Te están obligando, Ace. Yo sé que debe ser horrible que jueguen así con tu mente. Primero alteraron tus recuerdos y luego…

    — ¡Silencio! — Ace interrumpió a su novia con un grito — ¡No compares lo de Black Meteor con esto! ¡El comandante Morris modificó mis recuerdos, Tzorkun me dejó conservarlos! ¡No se te ocurra compararlos a ambos, porque te aseguro que no tiene nada que ver! ¡Tú crees que sí porque lo miras desde afuera, pero yo lo comprendo! ¡Hay un abismo de diferencia, y soy el único capaz de verlo! ¡Tzorkun no es una basura como Abel, o como Morris, él me dejó conservar lo más importante para mí en mis recuerdos! ¡Te llevaré ante él, Agustina! ¡Solo así lo entenderás!

    — ¡Maldición! — exclamó Agustina viendo que sus palabras no pudieron tranquilizarlo, y que ahora Ace planeaba atacar.

    El soldado se abalanzó contra su novia. Los tres primeros ataques de Ace fueron golpes de puño que terminaron bloqueados con éxito por Agustina, pero el cuarto no fue igual. En ese ataque, Ace lanzó una patada contra el tobillo de Agustina para intentar derribarla. Ella perdió el equilibrio por un segundo, pero logró reaccionar rápidamente y darle un golpe en la cabeza a Ace, con el cual intentó recuperar el balance de su cuerpo. Lo había conseguido, pero el ataque que le lanzó a Ace no fue demasiado fuerte, ni siquiera consiguió moverlo un centímetro hacia atrás.

    — Ni siquiera lo estás intentando — Ace lanzó un puñetazo rápido y potente que Agustina no pudo interceptar.

    En un intento por derribarla al piso sin noquearla, Ace juntó sus dos manos y trató de golpearla en la cabeza. Sin embargo, Agustina utilizó ambos brazos para poder resistir el impacto del ataque. Posteriormente, ella lanzó un rodillazo al estómago de Ace, que no fue bastante fuerte pero sí consiguió hacer que se inclinara, para luego responderle con un puñetazo a la cabeza. Ace retrocedió unos pasos, no tanto por el golpe sino para poder distanciarse de ella. Agustina intentó volver a atacarlo de frente, a lo que Ace consiguió responder lanzándole una patada al estómago. La patada fue bastante fuerte para el poco impulso que Ace tomó, y consiguió que Agustina emitiera un leve quejido por el dolor. Inmediatamente después, Ace le lanzó un puñetazo al rostro que la hizo retroceder al mismo tiempo que le provocó un ligero corte en el pómulo.

    Antes de seguir con la pelea, Ace se dio la vuelta para verificar que Wagner continuara en el suelo, creyendo que podría ser un intento de distracción. Sorprendentemente, Wagner continuaba tirado en la misma posición en la que estaba antes, y no se había movido ni emitido sonido alguno. Agustina quiso aprovechar esa distracción leve para atacar a Ace, pero este logró bloquear el ataque de la chica con facilidad.

    — ¡¿Por qué estás mirando tanto a Wagner?! — Agustina quiso buscar el coraje para poder enfrentarlo — ¡Estás luchando en contra de mí!

    Ace no contestó con palabras, el soldado solo gruñó un poco y luego le lanzó dos puñetazos a la cabeza de Agustina. Con esos dos ataques, a pesar de que no fueron demasiado fuertes, logró hacer que se echara hacia atrás.

    — ¡Aun estando en el piso, Wagner es una amenaza más grande que tú! — Ace se lanzó a atacar a Agustina.

    La chica se frustró un poco con las palabras que Ace le había dicho, por lo que decidió atacar con brutalidad. Sabía que Tzorkun no le había hecho nada a la memoria de Ace, y que todas las palabras que él le estaba diciendo eran genuinas, lo cual la estaba haciendo sentir mal. Agustina supo que, si Wagner no se levantaba, no tendría más opción que luchar contra Ace con todo lo que tenía, aun si eso lo lastimara.

    Cuando Ace le lanzó el primer puñetazo, ella consiguió interceptarlo, para luego responderle con una patada en la espinilla. Luego de eso, Ace intentó atacar con un codazo, el cual su novia logró detener con la palma de su mano derecha, para luego responder con un golpe de puño a la cabeza. Ace se estaba frustrando cada vez más y más con el avance de la pelea, por lo que, sorpresivamente, lanzó un grito de furia para luego pegarle un cabezazo a Agustina. El uso de un movimiento que no era propio de él, desconcertó a la chica, quien terminó recibiendo el impacto del ataque. Sin perder ni un solo segundo, Ace retrocedió para tomar impulso y le dio un codazo bastante potente en la cabeza a Agustina. Ella lanzó un grito de dolor bastante fuerte por el ataque, el cual también le había hecho sangrar un poco en la sien.

    Por un golpe tan fuerte, Agustina terminó retrocediendo, y Ace creía que podría ganarle. Sin embargo, se desconcertó un poco cuando vio una expresión de preocupación en el rostro de Agustina.

    — ¡No, espera! — el grito de Agustina asustó a Ace.

    Antes de que pudiera darse cuenta de lo que pasaba, Ace terminó recibiendo el golpe de un fragmento de energía bastante grande en la nuca. El impacto fue tan repentino y tan fuerte que terminó por aturdirlo un poco, causando que se tambaleara en la misma posición en la que estaba parado.

    Wagner se había puesto de pie, y tras juntar sus dos manos, comenzó a correr hacia Ace.

    — ¡No te muevas, Ace! — le gritó Wagner como una advertencia — ¡Si este ataque no da en donde quiero que dé, podrías no volver a caminar!

    Luego de ese impulso, Wagner dio un salto y le asestó un fuerte golpe en la cabeza a Ace, tratando de alejarse lo más posible de su nuca. El golpe hizo un ruido ligero, y al recibirlo, Ace no emitió ningún sonido de dolor. El soldado del Zenith terminó cayendo al suelo, golpeándose el rostro y todo su cuerpo en la caída. Tras recibir ese impacto, Ace quedó inmóvil.

    — ¡Ace! — Agustina se agachó para comprobar su estado — ¡¿Qué le hiciste?!

    — Confía en mí, él estará bien — Wagner cayó de rodillas por el cansancio de la pelea — Apunté a la zona correcta.

    Agustina tomó el pulso de Ace sujetándole el cuello, y tras hacerlo, se dio cuenta de que sus signos vitales no habían sido alterados. Además de eso, Ace comenzó a emitir quejidos de dolor, denotando que no estaba inconsciente, solo un poco aturdido.

    — Ace… — Agustina sentía una mezcla de emociones al ver que su novio se encontraba bien, aunque no en el mejor de los estados posibles — Que alivio que estés bien.

    — Si su objetivo era capturarnos, debe tener algo que le permita retener nuestras manos para que no lancemos energía — Wagner empezó a revisar su armadura.

    Tras buscar por unos segundos, el hijo del comandante Stones consiguió encontrar unas ataduras, las mismas que habían sido usadas en él para retenerlo. Luego de analizarlas por un momento, Wagner llegó a la conclusión de que eso era lo que buscaba. Las tomó, y con mucho cuidado de no realizar un movimiento brusco en Ace, ató ambas de sus manos con lo que había conseguido.

    — Ya está — Wagner respiró bastante aliviado — Ace ya fue capturado. Solo hay que llevarlo a la nave.

    — Wagner, quiero decirte una cosa — Agustina miró al soldado sin soltar a Ace — Quiero pedirte perdón. Cuando nos conocimos, yo dudé de tus capacidades de liderazgo. Estaba molesta debido a que Ace perdió lo que logró con esfuerzo, creyendo que fue así solo porque tú eras el hijo del comandante — Wagner recordó esas palabras del día en el que se conocieron — Ahora me doy cuenta de que tú realmente mereces ser el líder del equipo. Luchaste bastante bien, y lograste capturar a Ace teniendo cuidado de no lastimarlo gravemente. No sé si alguien más pudiera haber hecho lo mismo que hiciste tú. Por eso quiero que me perdones por haber dudado de ti. No debí desconfiar del criterio del comandante Zion para elegirte a ti, aunque fueras su hijo.

    — No pasa nada, entiendo que tuvieras dudas respecto a mí, más aún si no me conocías — Wagner estaba feliz de haberse ganado el respaldo de una de sus compañeras — Además, Ace es tu novio. Estoy seguro de que dijiste lo que dijiste no porque desconfiaras de mí, sino porque confiabas mucho en él, y eso es comprensible… Pero ahora no es momento de hablar de eso — Wagner miró a sus alrededores intentando buscar a Plamo con la vista — No puedo encontrar a Plamo por ninguna parte. ¿Hacia dónde se encuentra?

    — Por allá — contestó Agustina señalando hacia el norte desde la posición en la que estaban — Él está luchando únicamente contra Qaior. Todos los demás inkor han muerto. Será mejor ir a comprobar que no tenga ningún problema.

    — Llevémonos a Ace con nosotros — Wagner colocó sus manos en los brazos de su compañero para levantarlo — Tuvimos que hacer un gran esfuerzo para capturarlo, no quiero que nadie nos lo quite ahora.

    Estando de acuerdo con el plan de su compañero, Agustina lo ayudó a levantar a Ace. Sabiendo que estaba en un estado de ligera delicadeza por el golpe que recibió, los dos tuvieron cuidado. Con un poco de esfuerzo, lograron poner a Ace de pie. Al levantarlo, Agustina se acercó para mirarlo a la cara, y no pudo evitar sentirse muy mal por verlo en ese estado. Ace estaba consciente y con ambos ojos abiertos, pero estos estaban entrecerrándose, además de que su rostro mostraba una expresión que mezclaba cansancio con preocupación. A parte de eso, Ace estaba moviendo la boca en un intento de hablar, pero no podía articular ninguna palabra. Agustina, bastante apenada por lo que tuvieron que hacerle, acarició su rostro para luego darle un beso en la mejilla.

    — Descuida, Ace — Agustina le susurró con un tono muy bajo — Te llevaremos a la nave y te repondrás.

    Con bastante cuidado, Agustina y Wagner empezaron a avanzar por el bosque hacia la zona en la cual Plamo estaba luchando contra Qaior. El no ver a su compañero garak con ellos, les daba a entender que él seguía luchando en contra de su enemigo. Hubieran querido apresurarse para poder llegar rápido a él y así ayudarlo, pero no estaban en las condiciones de darse un lujo como ese. Los dos soldados caminaban a paso moderado cargando a Ace, quien se encontraba bastante aturdido por la pelea en contra de sus compañeros.

    […]

    — ¡Atrás! — gritó Plamo lanzando un puñetazo al rostro de Qaior.

    El líder militar de los inkor consiguió reducir el daño recibido por el ataque al interponer su brazo de frente. La pelea entre los dos estaba siendo bastante violenta, al punto de que los dos enemigos tenían sangre en sus rostros y brotando desde el interior de sus bocas.

    Eran únicamente ellos dos para llevar a cabo la pelea. Alrededor de ambos, se encontraban desparramados los cuerpos de los soldados inkor que acompañaban a Qaior. Algunos de ellos tenían agujeros de bala visibles en la cabeza o en el cuello, mientras que otros tenían esa zona de sus cuerpos intactas. Cada uno de ellos estaba acompañado por un ligero charco de sangre. Habiendo dos de ellos que tenían una cantidad muy pequeña de la misma.

    Qaior, sabiendo que no les quedaría mucha resistencia a los guantes de Plamo, decidió intentar forzarlo a agotar toda la energía que les quedaba a ambos. El guerrero tomó su daga e intentó clavarla en el cuello de su enemigo. El garak, quien ya había visto un ataque así por parte de su enemigo, activó ambos guantes para intentar interceptar el filo de la daga para poder romperlo en el proceso. Con un movimiento ágil de su brazo, Qaior consiguió esquivar las manos de su enemigo, al mismo tiempo que consiguió hacerle un corte poco profundo en los labios al garak, quien, a pesar de todo, logró sentir como el filo del arma del enemigo le rozaba los dientes. Habiendo fallado en su intención para derretir su daga, Plamo apagó los guantes para que no se desperdiciara tanta potencia.

    — Ya es la quinta vez que los enciendes y los apagas con rapidez — Qaior veía lo que él quería hacer — Así no lograrás vencerme, garak. Terminarás muerto, justo como tu amigo.

    — Te estás equivocando — Plamo no quiso caer en su provocación — Tú vas a morir hoy en mis manos. Te voy a fundir el cráneo, y una vez que lo haga, te quitaré el guante que le robaste a Domir.

    — ¿Domir? — preguntó Qaior, aunque en realidad, no le importaba en absoluto — ¿Ese es el nombre de tu amigo muerto? Ya que estamos, ¿por qué no me dices tu nombre también? Así podré conocer los nombres de los dos garak que asesiné.

    — Mi nombre es Plamo, pedazo de mierda — contestó el guerrero garak — Y no te darás el lujo de asesinarme a mí también. Yo voy a cumplir con mi venganza.

    — Estás demasiado seguro y confiado — Qaior retrocedía al mismo tiempo que movía su cabeza a ambos lados, como si estuviera observando algo — Quizá deberías mirar a tu alrededor.

    Plamo, quien no quiso apartarle la vista de encima a su enemigo principal, movió la cabeza a un costado para ver qué era lo que ocurría. Al hacerlo, pudo ver cómo dos de los inkor que estaban tirados en el suelo comenzaban a moverse. Plamo los creía muertos, y al ver cómo estaban empezando a levantarse lentamente, una expresión de terror se empezó a formar en su rostro.

    — Me… duel… e… el pecho — exclamó uno de los inkor, quien no pudo ponerse de pie en su primer intento, y solo logró quedar de rodillas.

    El inkor que había dicho eso se sujetaba el pecho. En la zona donde estaba sosteniéndose, se podía ver un hueco en su armadura, y como un delgado hilo de sangre brotaba de ahí. Un disparo de una bala logró atravesar la coraza que lo protegía, e incluso tocó su carne al punto de provocarle una herida seria, pero no había sido capaz de matarlo.

    El otro de los inkor, por su parte, no dijo ninguna palabra, solo emitió un leve grito de dolor mientras apretaba su puño contra el suelo. Este tenía tres orificios en su armadura, dos en las zonas que le cubrían los hombros y uno más en la zona del estómago. Al igual que su otro compañero, los impactos de bala que recibió lograron perforar su armadura causaron daños considerables en sus cuerpos, pero no habían sido lo suficientemente fuertes como para terminar con sus vidas.

    Solo necesitaron veinte segundos para poder ponerse de pie, aunque fuera con algo de dificultad.

    — ¡Maldita sea! — Plamo exclamó aterrado al ver cómo dos inkor que creía muertos se habían levantado — Ahora tengo que lidiar con tres de ellos. No parecen estar heridos en las piernas, lo que quiere decir que estoy bastante complicado.

    — Es el final para ti, Plamo — Qaior movió su daga de izquierda a derecha, intentando acomodarse para atacar — No podrás con los tres juntos. ¡Ahora!

    Dos segundos después de haber escuchado las órdenes de su líder, los inkor pasaron al ataque en contra de Plamo. El garak, viendo que Qaior era el que estaba en mejores condiciones, decidió que intentaría derribarlo a él primero para tener más margen de tiempo al luchar contra los otros dos.

    Qaior intentó atacarlo con su daga, a lo que Plamo contestó con un derechazo potente en la mandíbula, seguido con un golpe de su puño izquierdo con todavía más fuerza en la parte de debajo de la barbilla. Con ese golpe, logró hacer retroceder al líder de los inkor, mientras otro de los adversarios se le acercaba por la izquierda.

    — ¡Qaior! — gritó dicho guerrero, esperando que a su líder no le hubiera pasado nada.

    Este atacó con su daga intentando lanzar un corte vertical. Confiando en su armadura, Plamo interpuso el brazo ante el ataque, recibiendo un corte poco profundo en la muñeca, logrando evitar un daño mayor en el rostro. Tras lanzar un grito de dolor, el garak golpeó el ojo del enemigo y luego de encender su guante, lo apoyó en su rostro, iniciando el proceso para fundirle el cráneo. Sin embargo, tuvo que soltárselo cuando escuchó las pisadas del otro enemigo acercándose desde atrás. Con un golpe apartó al inkor con el que estaba luchando, para luego intentar girar su cuerpo para contraatacar al que tenía de espaldas. Lamentablemente, no logró moverse lo suficientemente rápido, y terminó recibiendo el impacto de su daga, la cual se le clavó por completo en el hombro. Plamo gritó de dolor al mismo tiempo que se giraba con el puño cerrado para golpear a su enemigo. El golpe se concretó con éxito, y logró apartarlo al tirarlo al suelo.

    Aunque Qaior, quien estaba recuperado de los primeros golpes que recibió, se acercó de frente a él. Plamo giró su cuerpo para poder interceptar el ataque con mayor comodidad, sin embargo, Qaior se le acercó con una gran rapidez. El líder de los inkor le lanzó un ataque directamente al rostro, en un intento de asesinarlo de una vez.

    — ¡Hasta nunca, Plamo! — gritó Qaior, completamente decidido a eliminarlo de una vez.

    Plamo reaccionó a tiempo logrando mover su brazo hacia abajo, logrando desviar el ataque que se dirigía a eliminarlo. Para su mala suerte, Plamo no consiguió escapar de dicho ataque por completo, solo apartarlo de su objetivo actual. La estocada que intentó realizar Qaior no impactó en su cabeza, sino en su pecho, bastante cerca de la zona del corazón de los garak. A pesar de la resistencia de su armadura, la daga logró pasar a través del acero sin problemas, causándole un daño bastante considerable al garak, el cual se podía sentir en el grito de dolor tan agudo que había soltado.

    Qaior no había logrado matarlo, pero lo tenía bastante cerca, por lo que encendió el guantelete de calor que le robó a Domir y lo apoyó en el rostro de Plamo para poder eliminarlo con él. Un segundo después de que lo apoyó en su cabeza, el garak comenzó a sentir el calor intenso que desprendían las armas que ellos mismos habían creado. Creyendo que era cuestión de vida o muerte, decidió intentar con un ultimátum. Con ambas manos y tras haber activado los dos guantes, Plamo tomó la muñeca de Qaior con la que este tenía la daga clavada en su pecho, en un intento de arrancarle la mano para poder apartar la daga que tanto le dolía.

    Plamo sentía un calor bastante intenso y sofocante que, dentro de poco, comenzaría a quitarle la vida. Su ojo derecho se derritió por completo, y su piel estaba comenzando a ceder. Desesperado por encontrarse con una muerte segura, Plamo presionó con mucha más fuerza la muñeca de Qaior, quien empezó a gritar de dolor al sentir como la carne, músculos y el hueso de su brazo eran derretidos por un calor intenso. Con un movimiento brusco hecho con la poca fuerza que le quedaba, Plamo le arrancó la mano a Qaior, dejando la daga clavada en su pecho. La piel del rostro de Plamo había sido casi quemada por completo en la zona derecha que era donde Qaior apoyó su mano inicialmente. Con la piel acabada, solo era cuestión de segundos para que fuera turno del hueso de su cráneo. Afortunadamente, al haberle arrancado la mano a Qaior, Plamo consiguió alejarse unos pasos de él, dejando al líder militar de los inkor gritando ante un ardiente dolor. Una vez que apagó sus guanteletes, con el brazo que no había sido herido en el hombro, tomó el mango de la daga y la arrancó de su zona pectoral, para luego acercarse a su enemigo. Fue ahí cuando lo sujetó del cuello y se disponía a eliminarlo.

    — Hasta nunca… Qaior — con dificultad, Plamo le devolvió al inkor sus últimas palabras.

    De forma rápida, el garak enterró la daga en el ojo de Qaior, consiguiendo atravesar todo su cráneo hasta su cerebro, e incluso pasar el filo de la daga por el otro lado de la cabeza del guerrero. En un grito bastante leve, Qaior exhaló su último aliento, para luego perecer ante Plamo. El ataque causado con el filo de la daga le destrozó el cerebro, provocando que perdiera la vida tras un instante de dolor.

    Tras haber asesinado a su enemigo, Plamo retiró la daga mientras dejaba salir un grito de desahogo y dolor por las quemaduras que sufrió en la piel. Con el líder asesinado, solamente le quedaba eliminar a los otros dos. El garak se dio vuelta, y observó a los dos enemigos restantes con una mirada fría. Estos, a su vez, estaban totalmente espantados por la forma tan brutal en la que Plamo se resistió al ataque y asesinó a su líder.

    — ¡Mierda, este monstruo mató a Qaior! — exclamó uno de ellos bastante asustado.

    — ¡No nos dejará tomar nuestras armas! — respondió el otro, aún más asustado que su compañero — ¡Tenemos que huir de él! ¡Ahora!

    Sin pensarlo por un segundo más, los dos inkor restantes se dieron la vuelta y abandonaron el campo de batalla. Plamo miraba muy furioso como estos intentaban huir, por lo que se dispuso a correr para alcanzarlos. Sin embargo, tras dar unos siete pasos, el dolor lo detuvo. El garak sintió una punzada bastante intensa en el hombro y en la zona del pecho donde había recibido el ataque de las dos dagas.

    — Maldición, no puedo seguir corriendo así — se detuvo en seco para luego caer de rodillas al suelo.

    Analizó su propia situación, y se dio cuenta de que le dolería mucho el cuerpo si intentaba correr de esa manera. Miró sus heridas, y pudo ver como la sangre brotaba de cada una de las aberturas que tenía su cuerpo, además de que seguía sintiendo el calor del guante en su rostro, pese a que ya lo había apartado del lugar. Nunca había recibido un daño así en una pelea, ni siquiera en la guerra que tuvieron en contra de los berrod. El haber sido dañado de esa forma le hizo creer que le quedaban pocas esperanzas de sobrevivir.

    — Creo que no puedo seguir más tiempo — pensaba para sí mismo — Pero eso ya no importa — volteó su mirada para ver el cadáver de Qaior — Domir ha sido vengado. Y estoy seguro de que los demás estarán a salvo. Si muero ahora… realmente no tendría ningún problema.

    Estuvo de rodillas en el suelo sufriendo el dolor de sus heridas totalmente solo durante cuatro minutos hasta que sintió unos pasos acercarse a él. No sentía fuerzas ni una motivación suficiente como para tratar de levantarse a pelear, pero eso no sería necesario, puesto a que se trataba de Agustina y Wagner. Los dos soldados, quienes todavía cargaban a Ace con ellos, vieron a Plamo en el suelo y se acercaron a él. Al verlo en ese estado, con varias heridas y la parte derecha del rostro casi derretida, se alarmaron.

    — ¡Plamo! — Wagner se horrorizó tanto que tuvo que agacharse para verificar que no fuera grave — ¡¿Qué fue lo que te hicieron estos tipos?! ¡¿Qué tanto daño recibiste en la cabeza?!

    — Asumo que perdí el ojo derecho, porque ya no puedo ver nada con él — contestó el garak, con una voz muy baja — Siento un ardor que parece inagotable en la parte quemada del rostro. Además, tengo un corte muy profundo en el pecho y en el hombro — antes de seguir, Plamo miró a Ace, quien se encontraba siendo sujetado por Agustina — ¿Qué fue lo que le hicieron a él?

    — Tuvimos que atacarlo así para poder detenerlo — contestó Wagner, tendiéndole una mano a su compañero — Nos dio bastantes problemas en la pelea.

    — Qaior… ¿realmente está muerto? — Agustina logró identificar el cuerpo del líder de los inkor — ¿Conseguiste matarlo definitivamente?

    — Así es, pero dos de sus guerreros escaparon — Plamo confundió a los dos soldados con sus palabras.

    — ¿Cómo? — Agustina no lo comprendía — Los habíamos matado a todos.

    — Dos de ellos no murieron, solo quedaron heridos — Plamo sonaba bastante apenado al hablar — Debido a mis heridas no los pude perseguir… Wagner, Agustina, lo lamento, pero yo no puedo seguir luchando. Tengo que retirarme a la nave y entrar en la sala médica. Qaior estuvo a punto de asesinarme, pero el daño que me causó es terrible. Lamento no poder ayudarlos más.

    — No tienes por qué disculparte, Plamo — Wagner intentaba consolarlo — Asesinaste a uno de los líderes que sirven a Tzorkun. Sin él, los inkor no deberían ser una amenaza por el momento. Eso ya es una gran ayuda.

    — Aun así, los dos que escaparon podrían atacar a los demás — Plamo creía que los inkor que habían escapado les darían problemas muy grandes si los ignoraban — Uno de ustedes debería ir tras ellos para matarlos, y de paso, darle una mano al resto. Se suponía que ese era el objetivo del grupo.

    — Creo que tienes razón — comentó Wagner mirando a Agustina — ¿Quieres…

    — Yo iré — respondió la chica, sin que el hijo del comandante terminara su pregunta — Si Plamo es atacado, o si Ace se recupera e intenta escapar, el más indicado para manejar la situación eres tú, Wagner. Yo ayudaré al resto. Tú llévalos a ambos a la cápsula, y si es posible a la nave.

    — Si vas a ir, llévate esto — Plamo le entregó la daga de Qaior a su compañera — Si te quedas sin energía, o si tu rifle se sobre calienta, necesitarás un arma de apoyo. Y ya que este maldito le robó el guante a Domir, creo que es justo que nosotros le quitemos algo a él.

    Agustina tomó la daga que Plamo le ofreció en su mano. Sus armaduras no tenían un compartimiento para llevar un arma como esa, por lo que no le quedaría más opción que transportarla en la mano. A pesar de todo, lo vio como algo positivo. Podría atacar por sorpresa entre los árboles sin causar un alboroto con el sonido de los rifles ni tampoco con el disparo de energía.

    — Suerte, y ten mucho cuidado — le decía Wagner a su compañera.

    — Estaré bien — comentó la chica, apreciando la preocupación de su compañero — Estén atentos. Te confío a Ace, Wagner. Ya me has demostrado que puedo confiarte lo que sea. Sé que él estará a salvo si lo cuidas bien.

    — Lo haré — respondió el soldado, estrechando la mano de su compañera — Cuidaré de Ace y de Plamo. Tú infórmale esto a mi padre si lo llegas a encontrar.

    — Entendido — la chica accedió a hacerlo — Nos veremos luego.

    — Permanece a salvo, por favor — le pidió Plamo — Lamento mucho no haber podido detener a los dos inkor que huyeron.

    — No hay ningún problema con eso, Plamo — contestó Agustina bastante decidida — Seré yo quien los detenga.

    Sin intenciones de perder más tiempo, la chica se fue en la dirección en la que recordó que había tomado la cápsula luego de que ellos aterrizaron en el planeta. Wagner, caminando mientras cargaba a Ace, y Plamo tenían el mismo destino, pero para evitar meterse en un enfrentamiento, decidieron que iban a tomar un camino más largo. Implorando no encontrarse con ningún enemigo en el camino de vuelta.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, ha sido un gran capítulo; otro más de los últimos que tienen esta tendencia. La pelea en varios sectores avanza progresivamente y ahora entiendo porque se toma tantos capítulos. Se me hace un poco largo que el conflicto dure tanto pero he de decir que se disfruta y merece la pena, así que no tengo nada que objetar. Dicho esto, comentaré el capítulo.

    No esperaba que Zion fuese a tener mayores dificultades contra Sieng pero así ha sido. El comandante Stones, quién en teoría es el humano más fuerte (o al menos, de los más fuertes) está sufriendo contra la mano derecha de Tzorkun, y eso no es nada bueno. La situación es preocupante para Zion y espero que encuentre la forma de salir de ileso, porque perderle a él implicaría perder al líder y eso sería un fuerte golpe para el grupo.

    Por otro lado, he de decir que la pelea de Ace vs Wagner ha estado genial. El intercambio de golpes, brutal. Son dos muy buenos rivales y lo han demostrado. Me sorprendí mucho de que Wagner hubiese sido noqueado y tenía claro que eventualmente se levantaría y daría la sorpresa. Así fue, no sin antes ver a Agustina enfrentar a su novio y confirmar una vez más que está debajo suya en cuanto nivel. Aunque no por ello es mal soldado la chica. Te admito que me he asustado y mucho cuando Wagner ha dicho que si le pegaba en la zona incorrecta podía dejarle paralítico. Temía que fuese a suceder eso y ya estaba preparando tu soga para ahorcarte :v (ok no XD). Me ha parecido un poco de fangirl que Agustina de pronto le dijera a Wagner que es un soldado excelente y merece ser el líder. A ver, hizo una buena jugada y un buen acto, pero si por eso ya debe ser líder, entonces lo puede ser cualquiera en un momento de lucidez en combate. En definitiva, logran retener a Ace y no ha terminado nadie muerto, cosa que me alivia.

    Finalmente, ver a Plamo vs Qaior era algo que quería desde hace varios capítulos y no ha defraudado. Por un momento, creía que Qaior iba a matar a su segundo garak al ver como le quemaba la parte derecha de la cara a éste. Le ha dejado ciego de un ojo, pero pese a tener dos agujeros de daga en el cuerpo, Plamo ha demostrado ser un guerrero durísimo de combatir. Me alegra que haya sobrevivido y que Qaior esté bien muerto. No temo por esos dos inkor que huyeron, aunque contigo escribiendo, podría suceder cualquier cosa XD. Espero que Agustina los mate. Y espero el próximo capítulo con muchas ganas.

    Hasta pronto, amigo.
     
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  9. Threadmarks: Nuestro poder - Parte 4
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
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    Ciencia Ficción
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    Saludos a Resistance que ha comentado y a Zurel que se mantiene pendiente de la historia. Sé que no comentaste Zurel, por lo que voy a publicar este capítulo y luego de eso publicaré uno más, y hasta que no regreses y puedas comentar, eso será todo. Al menos, dejaré pasar unas semanas para esperarte antes de reanudar la publicación de la historia.

    Esta es la cuarta parte del clímax, al cual le queda muy poco y a la parte también. Un aviso poco importante, si ignoramos la historia de Un Soldado Recuerda, este capítulo sería el capítulo número 100 de LGC en general. Espero lo disfruten, porque será excelente. Es bastante más largo que el anterior, y más corto que el siguiente XD. Sin más que decir, disfruten.



    Nuestro poder – Parte 4:

    Con un golpe potente en la cabeza, Sieng logró arrojar al comandante Zion para que se fuera a estrellar en contra de los árboles. El comandante se golpeó la espalda fuertemente contra el tronco de un árbol, sufriendo un leve dolor a pesar de que su armadura lo estaba cubriendo.

    — Maldición — pensaba el comandante para sí mismo — No puedo seguir luchando solo, ¿en dónde están Aurio, Alicia y Michael?

    — ¿Qué te preocupa, Zion? — le contestó el líder de los elimun — Creí que tenías el valor y la fuerza para enfrentarme solo. ¿Estás esperando el apoyo de uno de tus soldados?

    — No los necesito para derrotarte, solamente me preocupo porque no sean capturados — Zion quiso desviar la atención del tema.

    — Dentro de poco, esta pelea terminará — Sieng se preparó para lanzarse al ataque otra vez — Tu hijo Wagner ya no nos hace falta. Fuiste un buen adversario, comandante, aún más que cualquiera de los otros soldados humanos que he enfrentado. No recuerdo cuando fue la última vez que una pelea de uno contra uno me duró tanto tiempo. Pero ya es el final. Lo bueno es que una vez que seas reclutado, podré entrenar contigo todos los días. Será bastante entretenido.

    El elimun se lanzó otra vez a la carga en contra del comandante. Este decidió intentar una maniobra arriesgada, que de funcionar le podría dar una ligera ventaja, pero de fallar, terminaría condenándose a la derrota. La ganancia por éxito era muchísimo menor que el riesgo por fracaso, y con creces. A pesar de todo, al comandante no le importó. Necesitaba terminar la pelea lo más rápido que pudiera, y si su accionar funcionaba, lo conseguiría con mayor facilidad.

    Sieng se aproximaba a él, listo para lanzar un golpe y bloquear otro exactamente igual. Para sorpresa de él, eso no ocurrió. Al momento del ataque, Zion se tiró hacia el suelo, en una barrida, y le pegó una patada en la espinilla al líder militar de los elimun. La patada fue dada con una fuerza tan brutal que Sieng terminó cayendo al suelo y su rodilla se golpeó fuertemente contra el mismo en el proceso. Tras el ataque, Zion rodó unos metros y se levantó, listo para rematar al enemigo quien estaba levantándose mientras gritaba con mucho dolor.

    Zion se apresuró para llegar hasta él con la intención de darle una patada en la nuca, creyendo que así lo debilitaría bastante. Lamentablemente, Sieng, quien no pudo ponerse de pie, pero quedó de rodillas, dio un salto impulsándose como pudo hacia el comandante, lanzándole un fuerte golpe que clavó justo en la mandíbula. El comandante cayó al suelo derribado por la fuerza del mismo, y para su buena suerte, a pesar de ser temporal, Sieng no pudo permanecer de pie y terminó cayendo al suelo boca abajo, como consecuencia por el impulso tan fuerte que tuvo que hacer con sus piernas.

    — No puede ser, es invencible — Zion intentaba levantarse, pero le costaba mucho por todo el daño que había recibido.

    — Cuando me levante… — Sieng hacía un esfuerzo muy grande, debido a que su pierna golpeada le dolía todavía más — Si Tzorkun no quisiera reclutarlos, tú ya estarías muerto…

    Ambos guerreros, quienes tenían una pelea bastante brutal, se ponían de pie con una gran dificultad. La pelea entre ambos se prolongó bastante, y el daño recibido era considerable. Zion imploraba que uno de sus soldados, ya fuera Aurio, Alicia o Michael, terminara con sus combates para que pudieran llegar hasta la zona de la pelea.

    Tras un gran esfuerzo de parte de ambos, Sieng y Zion volvieron a estar de pie, y fue ahí que comenzaron a correr cada uno hacia el otro. Sieng tuvo su velocidad reducida por el daño recibido en la pierna, pero el daño que el comandante del Zenith había recibido en la cabeza le estaba afectando, de forma que sus ataques perdieron potencia.

    Sieng lanzó un golpe que fue bloqueado con algo de dificultad por Zion, quien procedió a atacar con un puñetazo. El impacto fue en el rostro del elimun, pero no tuvo demasiada fuerza al punto de que apenas le hizo mover su cabeza unos cuantos centímetros. Sieng, enojado por no haber podido conectar su ataque, quiso reacomodar su cuerpo para darle otro golpe potente al comandante del Zenith, esa vez en la cabeza. Tardó bastante tiempo en hacerlo, por lo que Zion se pudo agachar con facilidad para esquivar el golpe y lanzarle uno parecido al anterior al rostro. Sieng no lo pudo esquivar, y lo recibió de lleno. Sabiendo que su pierna lastimada le estaba restando movilidad y velocidad, tuvo una idea para poder terminar la pelea. Sin mover ninguna parte de su cuerpo excepto por el brazo derecho, el elimun lanzó un puñetazo al comandante del Zenith, que fue bloqueado con suma facilidad por este. Sin embargo, era justo como él lo quería, por lo que realizó un tirón para acercar al comandante Zion hacia él y así darle un potente cabezazo que el comandante del Zenith no pudo esquivar.

    Con ese golpe, Zion retrocedió bastantes pasos de la posición en la que se encontraba su enemigo, sintiendo una frustración que le estaba costando bastante trabajo contener, y su dolor era incluso mayor. Fueron demasiados golpes a la cabeza, y su visión comenzaba a ponerse algo borrosa. El comandante podía ver bien a su enemigo y también el campo de batalla, sin embargo, la visión de momentos se le tornaba bastante oscura.

    Sieng, viendo lo débil que estaba, quiso acercarse para derrotarlo definitivamente, pero al momento de dar un paso con su pierna lastimada, pudo sentir un gran dolor en todos los músculos de la pierna, a pesar de que el golpe de Zion solamente dio en una zona de la misma. El daño era tal que el elimun lanzó un grito de dolor bastante desgarrador. No quería detenerse, porque sabía que estaba bastante cerca de la victoria, por lo que caminaba lentamente intentando retener los gritos.

    Zion vio esto y supo que la pelea estaba cerca de terminar, y que cualquiera de los dos podría llevarse la victoria. Su enemigo ya no podía moverse tan rápido como antes, pero él tampoco podía realizar ataques que causaran un gran daño.

    — Se acabó, voy a tener que gastar toda mi energía en él — Zion sabía que, sin importar el estado de su cuerpo, un impacto de energía siempre ocasionaba el mismo daño — No podré pelear contra nadie más si lo hago, pero supongo que es mejor esto a terminar derrotado aquí.

    El comandante levantó ambos brazos, acumuló bastante energía en sus manos tras haberla juntado y luego la disparó en contra de Sieng, quien logró bloquearla levantando ambos brazos. Esta acción frustró mucho al comandante Zion. El impacto de la energía fue cubierto casi por completo por la armadura que portaba su enemigo, y la cantidad que disparó fue bastante considerable. Fue entonces que el comandante decidió probar una cosa diferente. Separó sus manos y empezó a acumular energía en ambas. Sieng estaba viendo eso, y supo que iba a disparar dos veces, lo que no podía saber era con cuál de sus dos manos lo haría ni hacia dónde. Fue así que una expresión de frustración y preocupación se formó en su rostro.

    Finalmente, Zion disparó energía con su mano izquierda, apuntando hacia su cabeza. Sieng consiguió bloquear nuevamente el ataque, pero Zion, anticipando que lo haría, disparó el otro fragmento de su mano derecha a la pierna de Sieng, precisamente, a la que había sido herida. La armadura del elimun le cubría la zona, pero a pesar de todo, el impacto, que no pudo ser bloqueado por el elimun, le causó un dolor inimaginable al guerrero, quien hizo su mayor esfuerzo para poder mantenerse de pie, sin poder evitar liberar un grito de dolor inmenso. Su pierna estaba recibiendo bastante daño a medida que la estaba forzando demasiado.

    Sin detenerse a pesar del dolor, Sieng comenzó a caminar hacia Zion sujetando su pierna lastimada con una mano. El comandante cargó rápidamente un fragmento de energía y se lo lanzó a la cabeza de su enemigo. Este, a pesar del intento, no pudo bloquearlo y terminó recibiendo el golpe en la cabeza de lleno. El impacto le causó dolor algo leve comparado al que sufría en su pierna, pero aun así era considerable.

    Zion comenzó a cargar más energía para poder disparar y así intentar eliminar a Sieng de una vez por todas. El líder de los elimun ya no podía soportar más esa situación, por lo que, mientras lanzaba un grito agudo de furia y dolor, corrió como pudo, aun con su pierna lastimada, hacia el comandante Zion y le encajó un derechazo bastante fuerte en la mandíbula. El golpe fue tan potente que Zion cayó al suelo y rodó un metro desde donde él estaba parado. Inmediatamente después de haber golpeado al enemigo, el guerrero cayó de rodillas al suelo incapaz de poder mantenerse de pie. Fue ahí que comenzó a gritar de dolor mientras se sujetaba la pierna. Miró al comandante del Zenith en el suelo, forcejeando para poder colocar las palmas de sus manos en posición para levantarse. Lo había inmovilizado, pero no había sido derrotado. Sieng quiso ponerse de pie para noquearlo y terminar el enfrentamiento, pero al intentarlo, sufrió un dolor bastante fuerte en su pierna, que lo mantuvo en el suelo. El líder de los elimun no dejaba de gritar por el dolor que sentía en ese momento.

    […]

    Alicia continuaba corriendo en el bosque. Ella era perseguida por Michael y por tres guerreros vasterrad. El plan, a pesar de no haberlo podido discutir con Michael, estaba bastante claro. Correr por el bosque lo más posible para que nadie pudiera ver a Michael atacando a sus supuestos aliados. El soldado perseguía a su novia a toda velocidad, para no perderla de vista y así poder conocer su posición cuando se detuviera. Detrás de él iban los vasterrad, quienes no podían alcanzar la velocidad del soldado.

    — ¡Rápido! ¡Se está escapando! — gritó Michael a los tres que lo seguían.

    Tras correr durante tres minutos más, Michael creyó que habían llegado a una distancia suficiente, por lo que disparó tres veces al frente, esperando que Alicia comprendiera que esa era la señal para poner en marcha un plan que no habían discutido previamente. La chica, comprendiendo los motivos de Michael para disparar así, se escondió tras uno de los árboles, para permanecer allí escondida hasta que alguien se le acercara.

    Michael, por su parte, se detuvo a esperar a los que lo venían siguiendo, quienes llegaron al lugar quince segundos después. El soldado estaba bastante enojado con ellos, por lo que les recriminó la tardanza.

    — Son demasiado lentos — decía Michael algo cansado por haber corrido tan rápido por el bosque — Pero lo bueno es que por fin la alcanzamos.

    — ¿Está por aquí? — preguntó uno de los vasterrad mirando por todos lados.

    — Vi que se metió tras los árboles, la perdí de vista, pero ya no la escuché seguir corriendo — explicaba Michael a los tres guerreros que estaban con él — Eso quiere decir que se escondió en algún lugar.

    — Entonces sepárense y búsquenla — sugirió uno de los guerreros.

    — No, tengo una idea mejor — Michael no quería que las cosas salieran diferentes a como él las estaba planeando — Yo me acercaré junto a uno de ustedes. Ella no me disparará a mí, por lo que será más seguro que yo vaya delante. La haré salir de su escondite, y luego, ustedes le dispararán alrededor para evitar que quiera huir. Recuerden que no hay que lastimarla.

    — Hemos estado persiguiendo a los de tu especie desde antes de que tú llegaras al planeta — respondió otro de los vasterrad, algo molesto por el comentario de Michael — No actúes como si no supiéramos a lo que nos enfrentamos.

    — No es eso, solo no quiero que ninguno de ustedes se emocione — Michael buscaba justificarse — El primer día que llegamos, uno de los moender nos quiso atacar para matarnos. A un humano de forma directa. Tengo mis razones para creer que Alicia no está a salvo, a pesar de las órdenes de Tzorkun.

    — Confía en nosotros, no somos tan salvajes como ellos — le respondió uno de los vasterrad, dando un paso al frente — Te sigo. Tu plan me parece bueno.

    De esa manera, Michael comenzó a avanzar al frente, con otro de los vasterrad siguiéndolo desde atrás. Los otros dos que se quedarían en su posición se distanciaron para poder observar un área mayor del bosque en búsqueda de la humana.

    Tras avanzar unos seis metros, Michael decidió hacerle una señal al que lo estaba siguiendo para que se quedara quieto, haciéndole ver que iba a buscar detrás de un árbol que estaba próximo hacia donde estaba él y queriendo que su compañero se quedara atrás, en caso de que Alicia estuviera cerca. El vasterrad se quedó quieto, pero con su rifle en alto, preparado para disparar en caso de que la humana que buscaran saliera corriendo.

    El guerrero estuvo por unos diez segundos estático en su lugar, y cuando se dispuso a moverse, harto de tanto esperar, fue demasiado tarde. Michael y Alicia salieron de sus escondites y dispararon en simultáneo sus armas en contra de los dos enemigos que estaban más atrás que ellos. Una ráfaga de balas les impactó en la cabeza a los dos guerreros, quienes al estar quietos por tanto tiempo, no consiguieron reaccionar a tiempo al ataque. Cuatro balas a cada uno fueron suficiente para poder destrozarles el cráneo, y eso terminó provocando que ellos cayeran muertos al suelo. El otro que estaba vivo, por su parte, se aterró ante una maniobra tan repentina por lo que disparó primero contra Alicia y luego contra Michael. Ambos humanos evitaron los disparos al cubrirse tras un árbol.

    — ¡¿Qué demonios hiciste, Michael?! — preguntó el vasterrad, bastante enojado con el humano — ¡¿Por qué mataste a mis compañeros?! — el enemigo comenzó a moverse intentando ponerse a cubierto detrás de un árbol — ¡¿Qué mierda le voy a decir a Tzorkun ahora?!

    — ¡No le vas a decir nada! — Michael salió detrás de su cobertura y comenzó a dispararle — ¡Porque vas a morir aquí!

    El vasterrad consiguió llegar hasta un árbol para poder esquivar los disparos de Michael. Sin embargo, estaba acorralado por el soldado humano. Este disparaba en varias direcciones, evitando que pudiera salir, porque una bala impactaba siempre en uno de los dos costados del tronco del árbol. Estaba experimentando una mezcla de enojo y miedo. No esperaba ser traicionado de esa forma, ni tampoco quedarse completamente solo en ese momento. De esa manera, el miedo empezó a invadirlo lentamente. Luego de haber sido traicionado, enfrentaba totalmente solo a dos enemigos a los que no tenía que matar, mientras que sus enemigos podían hacer con él lo que creyeran más conveniente.

    Dudó por demasiado tiempo sobre qué decisión tomar, que no pudo notar que Alicia se le había acercado por detrás, lista para dispararle. La chica tomó su rifle, apuntó con firmeza a su nuca y lo asesinó con tres disparos en dicha zona. El miedo del guerrero se terminó, junto con su vida. Su cuerpo cayó bruscamente en contra del tronco del árbol que usó para cubrirse, y quedó apoyado ahí, sin tocar el suelo al caer.

    Una vez que las amenazas estuvieron eliminadas, Michael se acercó a su novia y ella hizo lo mismo. Ambos se dieron un abrazo fuerte, el cual cerraron con un beso en la boca. A pesar de que no habían pasado demasiadas horas separados, la alegría de haber tenido la suerte de encontrarse y el haber terminado con la vida de sus enemigos los invadió a ambos. Michael, quien había pasado una noche completa sin Alicia, y teniendo que dormir rodeado por enemigos, era quien más emocionado estaba de los dos. Tras haber terminado el beso, ellos se dieron un nuevo abrazo, el cual fue más breve que el primero.

    — Me alegra haberte encontrado a ti — Michael expresaba su felicidad de volver a ver a su novia — Nos iremos de este planeta horrible hoy mismo, y luego volveremos a pasar nuestras noches juntos.

    — Estaba tan asustada, Michael — Alicia no podía contener su alegría de ver a Michael otra vez — A pesar de todo, no puedo evitar sentir miedo cada segundo que estoy en este planeta. Pensar en todo lo que le pasó al grupo del comandante Roger, y las cosas horribles que ellos quieren hacernos es demasiado. Aunque, a pesar del miedo, tenía algo que me daba esperanza y tranquilidad. Tú.

    — Te amo, Alicia, yo siempre volveré por ti — le contestó Michael, abrazando alegremente a su novia — Y sé que tú también harías lo mismo por mí. Es por eso que te quiero de esta forma.

    — Me alegra que esta vez no hayas expuesto tu vida para venir a salvarme — Alicia hacía referencia al incidente que ocurrió hace meses — Pero será mejor que no nos distraigamos ahora. Todavía no hemos terminado la misión — Alicia supo que tendrían tiempo para poder hablar una vez se fueran — Dime, Michael. ¿Has recibido alguna noticia más de parte de Tzorkun? ¿Algún indicio que pueda servirnos?

    — No he recibido nada, y no sé qué tan bueno o malo sea — contestó Michael, algo preocupado por los demás miembros del grupo — Puede que no hayan capturado a nadie y que por eso no haya dicho nada, o puede que haya capturado a varios y esté ocupado con el reclutamiento. Por eso mismo es que tenemos que empezar a movernos ahora.

    Antes de que Alicia pudiera responderle, el ruido de dos explosiones se escuchaba a la distancia, justo desde el este de donde estaban actualmente. Al haber ocurrido en simultáneo, el ruido fue escuchado sin problemas por los soldados, a pesar de que debían estar algo alejados del lugar de la explosión.

    — Maldición, ¿Quiénes podrán ser? — Michael no tenía idea de cómo estarían compuestos los equipos.

    — Deben ser Thomas, Gwyn y el general Orikrof — Alicia creyó que era lo más probable — Vino de la dirección que ellos tomaron luego de que nosotros bajamos de la nave.

    — El comandante está luchando contra Sieng — Michael recordó que lo había dejado luchando contra él — No desconfío de su capacidad, pero Sieng aparenta ser bastante fuerte.

    — Pero los demás pueden estar en problemas — Alicia quería ir con Gwyn y Thomas antes de hacer otra cosa — Thomas está bastante lastimado en sus manos y no puede lanzar energía — Michael no supo ese detalle hasta que Alicia se lo contó — Y si matan a Orikrof, Gwyn tendrá problemas para enfrentarse a los demás.

    — Entonces haremos lo que tú dijiste — Michael supo que era la mejor opción — Vamos hacia su posición. El comandante Stones debería ser capaz de resistir una pelea contra Sieng, y tiene a Aurio para que lo ayude una vez termine con los vasterrad. Ayudemos a los demás.

    De esa manera, Michael y Alicia tomaron su camino hacia el lugar del cual habían provenido esas dos explosiones recientes. Temiendo que el general fuera o hubiera sido asesinado, los dos corrieron lo más rápido posible. Mientras estaban avanzando, Michael tuvo una idea.

    — Escucha, Alicia, antes de llegar hasta allá voy a tener que atarte, así podré hacerles creer que estoy de su lado y que te capturé — Michael explicaba su plan — Amenazaré a Thomas y a Gwyn para que se entreguen usándote como rehén, pero en realidad, será una distracción.

    — Comprendo perfectamente — Alicia estaba impresionada por la capacidad de Michael para pensar tan rápido en momentos así — Michael, eres la razón por la cual tenemos una esperanza para escapar de este planeta. Eres el mejor soldado del equipo. Ni Ace ni Wagner han aportado tanto como tú en la misión. Estoy pensando que tú deberías estar a cargo.

    — Gracias, Alicia — a pesar de que Michael no se sentía tan capaz de hacerlo, apreciaba las palabras de su novia — Me alegra que aprecies mis ideas. Cada momento que pasa, cada misión que atravesamos siento que te quiero todavía más. Pero ahora no hay tiempo para hablar sobre quien debería estar a cargo.

    Tras su momento de tranquilidad, y haber tomado la decisión, la pareja de soldados aceleró el paso para poder llegar rápidamente hacia donde estaban sus compañeros.

    […]

    Aurio logró refugiarse detrás de un enorme tronco de árbol caído. El xaromitante fue perseguido hasta el cansancio por un total de cinco vasterrad que no dejaban de dispararle con sus armas ni de escupir esa sustancia extraña que salía de sus bocas. Aurio se frustró bastante debido a que solo había podido eliminar a uno de ellos mientras escapaba. Los otros cuatro continuaban con vida, y a pesar de ser bastante lentos, no encontraba la forma de quitárselos de encima.

    — Maldita sea, esto no puede pasarme a mí — Aurio apretaba los dientes en señal de furia — No puedo dejar que me maten, no con el arma de Lankir. Si me matan, el arma más poderosa caerá en manos de estos tipos. Tengo que demostrar que soy capaz de usarla y de salvar a los demás usándola. No puedo morirme en este planeta, al menos no sin haber eliminado a Tzorkun. Pero estos tipos realmente me tomaron por sorpresa el día de hoy.

    El ruido de varias pisadas terminó por interrumpir el tren de pensamientos del guerrero, quien decidió no mover ni un solo músculo para evitar ser detectado por los enemigos. Podía escuchar perfectamente los ruidos que hacían los cuatro, pero no podía reconocer la zona de la cual provenía todo ese ruido.

    — Se escapó — escuchó decir a uno de ellos — No lo veo por ningún lado.

    — ¡Vamos, un tipo con un color de piel como ese no será difícil de encontrar! — gritó otro de los vasterrad, y fue ahí que Aurio logró identificar su posición y darse cuenta de que estaba separado del primero.

    — ¿Propones que nos separemos? — otro de los enemigos hablaba.

    — La verdad, preferiría que nos agrupáramos y nos escondiéramos — dijo el segundo en hablar — Presiento que está cerca de nosotros. Si nos separamos, nos podrá matar sin problemas desde una posición alejada. Si nos mantenemos juntos, no podrá hacernos daño.

    — ¿Acaso Dustin no reportó que uno de ellos tenía un arma poderosa? — la pregunta de ese vasterrad aterró a Aurio.

    — Si él fuera el poseedor del arma, ¿crees que no la habría usado ya? — por suerte para Aurio, el líder de ese grupo no estaba aplicando muy bien la lógica — Ha tenido un margen de tiempo considerable para usarla y eliminar a varios de nosotros en un instante. Él no debe tenerla, por lo que no me preocuparía por él.

    — ¿En dónde sugieres que nos agrupemos? — preguntó el restante de los vasterrad que no había hablado hasta el momento.

    Luego de eso, Aurio ya no pudo escuchar más palabras por parte de sus enemigos, como si hubieran decidido callarse y no decir nada más. Prestó suma atención al ruido de los alrededores, y pudo escuchar sus pasos agrupándose y quedando justo detrás del tronco que él estaba usando para ocultarse. Sus enemigos estaban al otro lado de donde se encontraba. Así no lo encontrarían, pero él no tendría la forma de atacarlos de frente. Se concentró lo más que pudo para oírlos, mientras intentaba llegar hasta una de las puntas del tronco haciendo el menor ruido posible.

    — ¿Ahora qué? — Aurio pudo oír la pregunta de uno de ellos.

    — Esperar aquí hasta que él salga de su escondite — comentó quien parecía liderar al equipo — A diferencia de él, nosotros tenemos todo el tiempo del mundo. Si no lo podemos encontrar ahora, Qaior y los inkor lo buscarán de noche. Él tiene que morir, pero nosotros no tenemos el tiempo en contra. Él sí lo tiene. Se dará cuenta de que no podrá permanecer escondido para siempre, y tendrá que regresar con su grupo. Será ahí cuando se descubrirá y lo mataremos. Y si no aparece, entonces iremos detrás de los humanos.

    — Realmente, no me gusta mucho tu plan — comentó uno de los vasterrad, cuestionando al que daba las órdenes en ese momento — Sostengo que es mejor perseguirlo y matarlo.

    — Tú tienes tu plan, y yo tengo el mío — le discutió el guerrero — ¿Ustedes que prefieren? — preguntó a los otros dos — Hagan lo que más conveniente les parezca.

    — Lo más sensato es matarlo rápido y regresar con Sieng lo antes posible — comentó nuevamente quien quería perseguir al xaromitante — Lo último que nos hace falta ahora es que Zion lo mate como mató a Vanac el día de ayer.

    — Hagan lo que les plazca — comentó el jefe del grupo algo frustrado por recibir contradicciones de parte de su compañero — Y no se lamenten si uno de ustedes llega a morir persiguiendo a ese cobarde.

    Aurio se sintió bastante aliviado de que los vasterrad que lo perseguían estuvieran enfrentándose a una discusión respecto a la forma de proceder en la misión, cosa que estaba decidido a aprovechar al máximo. El xaromitante, usando el ruido de la charla de sus perseguidores para cubrir el sonido de sus pasos, logró llegar hasta uno de los extremos del árbol caído. Los enemigos se iban a separar por lo que le sería más fácil emboscarlos y tomarlos por sorpresa desde su posición.

    O eso era lo que creía él, puesto a que cuando tomó su rifle, pudo escuchar a uno de ellos acercándose a su posición. Estuvo atento al ruido y se dio cuenta de que solo era uno. Sabiendo que no podía perder la ventaja de la sorpresa, sujetó el rifle con firmeza y estuvo atento para salir a atacar. Cuando oyó sus pisadas demasiado cerca, el xaromitante salió de su escondite quedando de frente al vasterrad que se le acercó a él. Lo tomó de sorpresa, de forma en que este no pudo defenderse de su ataque. Aurio disparó una bala de su rifle, y ese disparo le atravesó el cuello al enemigo, provocando que soltara su arma al mismo tiempo que comenzaba a ahogarse en su sangre.

    — ¡Así que tu plan realmente era esconderte todo el día, cobarde! — gritó uno de los vasterrad — ¡Por él, ahora! ¡Rodéenlo!

    Aurio ciertamente escuchó los gritos de aquel guerrero, y sabía que él lo iba a atacar por su lado mientras los otros dos restantes lo atacarían desde atrás. Lo que no sabía, debido a que no pudo escuchar tan atentamente, era quien iba a salir primero de su escondite. El tronco era bastante grande, pero su longitud no era de la misma forma. Tendría que darse vuelta para responder a un ataque desde su espalda, pero si llegaba primero el que venía por su lado, solo terminaría condenándose a la derrota. No quería salir del escondite, porque el factor sorpresa no estaba de su lado, creyó que podría ser asesinado. Miró los árboles cercanos y se dio cuenta de que no iba a llegar a tiempo para cubrirse con ninguno de ellos.

    — Ni hablar, voy a tener que arriesgarme — pensó para sí mismo Aurio dándose vuelta y apuntando el cañón hacia el otro extremo del árbol caído — Si me pongo a dudar para siempre, solamente seré asesinado de forma inútil. Y esto no habrá servido para nada.

    Afortunadamente para él, su apuesta le terminó saliendo bien. Dos de los vasterrad aparecieron desde el otro lado del tronco, justo cuatro segundos después de que él se volteara. Haber dudado por más tiempo no le habría permitido reaccionar en el momento oportuno. Apenas los vio, Aurio disparó el cañón de Lankir en contra de los enemigos. Una esfera de energía se acercó hasta ellos, y al impactar, creó una explosión de tamaño moderado con la cual consiguió acabar con la vida de sus dos enemigos, cuyos cuerpos quedaron reducidos a la nada misma tras haber sido atrapados por una explosión como esa.

    — ¡Imposible! — exclamó el otro vasterrad que se acercaba corriendo hacia ellos — ¡No puede tener el arma!

    Aurio escuchó los gritos, y supo que el último enemigo que le restaba se le acercaba, por lo que decidió probar una estrategia nueva para evitar un enfrentamiento directo, ya que supuso que este le dispararía apenas verlo, y no creía poder salir ileso de un ataque así. Con todas las fuerzas que tenía, dio un salto para poder colocar sus manos sobre el tronco del árbol, y de esa forma, lo escaló para luego posicionarse del otro lado. El guerrero que se acercaba a él iba de espaldas, por lo que no pudo ver el salto ni tampoco escuchar el ruido que hizo el xaromitante.

    El último vasterrad que quedaba con vida llegó hasta el extremo, y sin pensarlo una segunda vez, cruzó al otro lado y disparó su arma liberando una ráfaga de balas en todas las direcciones posibles, queriendo asegurarse de eliminar a su enemigo. Para sorpresa de él, Aurio no estaba por ningún lado, y al haber disparado de forma imprudente, había agotado la mayoría de las balas de su rifle.

    — Mierda, debo cubrirme y recargar — el vasterrad se asustó al haber fallado, mucho más sabiendo que su enemigo portaba el arma peligrosa que había sido descripta por Dustin y Michael.

    Aurio se aprovechó de todo el tiempo que su enemigo había desperdiciado disparando sin un plan mejor, y consiguió llegar hasta el otro extremo del tronco. El xaromitante salió de su escondite y disparó contra el vasterrad. El primer disparo le dio en el cuerpo, impactando contra su armadura. El segundo disparo le dio en el cuello y el tercero le dio en la cabeza, aunque también dejó escapar otros dos disparos más de su arma por el miedo que sintió al no acertar el primero en un punto clave. El cuarto y quinto disparo no dieron en el objetivo, pero eso no era necesario. Con los tres primeros ya había conseguido asesinarlo. Cuando Aurio se dio cuenta finalmente, su último enemigo estaba muerto a sus pies.

    — Lo logré — la felicidad invadió al xaromitante al haber superado a sus enemigos sin haber recibido un solo rasguño — Los cinco que me perseguían fueron asesinados, y solo tuve que disparar el cañón una vez — una sonrisa era la prueba de que Aurio estaba muy satisfecho con su hazaña reciente — Eso quiere decir que el resto de los disparos serán para Tzorkun.

    Sabiendo que había perdido bastante tiempo corriendo y escondiéndose de sus perseguidores, el xaromitante decidió ponerse en marcha para regresar por donde vino. Supuso que el comandante Zion podría necesitar ayuda, además de que aún le quedaba su asunto pendiente en contra de Tzorkun.

    — Aunque no esté en los planes de la misión, no me iré de aquí sin haber eliminado a ese tipo — pensaba Aurio, totalmente decidido a eliminarlo en cuanto lo tuviera en frente.

    […]

    En otro de los lugares del bosque, un tiroteo comenzaba a llevarse a cabo. Gwyn, Thomas y el general Orikrof, quien estaba apoyado sobre un árbol tras haber recibido un tiro en la pierna, estaban disparando en contra de los elimun que los habían atacado.

    Sharyn, la última sobreviviente del grupo de Roger, estaba junto a otros tres elimun disparando en contra del xaromitante, en un intento de eliminarlo definitivamente y acabar con su vida para así poder concentrarse por completo en los dos soldados humanos, los cuales eran su objetivo.

    A pesar de su condición limitada por su herida, el general xaromitante hacía todo lo posible para poder eliminar a los enemigos desde su posición. Thomas y Gwyn habían logrado mantenerlo protegido de los disparos y las granadas enemigas, y haciendo que él pudiera luchar junto a ellos. En un intento de actuar como señuelo, Thomas salió de su cobertura aprovechando que los enemigos no intentarían asesinarlo para dispararle a los elimun que estaban de frente. Estos, viendo el peligro en el que se encontraban, se resguardaron tras los árboles para evitar los disparos del soldado del Zenith.

    Sharyn, quien estaba bastante enojada por haber perdido a la mayoría de los que iban con ella, además de no haber podido matar al xaromitante ni tampoco capturar a los humanos, comenzó a frustrarse demasiado.

    — ¡¿Por qué nos está costando tanto derrotarlos?! — Sharyn exclamó para hacer notar su enfado — ¡Ellos son solo tres personas y nosotros éramos diez! ¡No puedo creer que mataran a seis de nosotros!

    — No lo hicieron — respondió uno de los elimun desde su cobertura — Ellos solamente mataron a cinco.

    Thomas, quien seguía disparando en contra de los enemigos, no pudo observar como desde una posición en diagonal hacia donde estaba él, uno de los elimun se estaba acercando. Orikrof, quien cambió su vista al costado, logró identificarlo, y no solo a él, sino también a lo que llevaba.

    — ¡Thomas, cuidado, una granada desde tu derecha! — advirtió el general xaromitante.

    Tanto Thomas como Gwyn, invadidos por el miedo tras haber escuchado el grito de Orikrof, miraron al costado que el general les había indicado y pudieron ver como una granada caía en el suelo. Thomas asumió que se trataría de una granada aturdidora, aunque cualquier tipo de granada sería un problema bastante serio, por lo que cesó los disparos y saltó hacia un costado para luego rodar y así evitar que la explosión de la granada lo alcanzara. Gracias a la advertencia del general, el soldado consiguió evadir la explosión, cosa que enfureció al elimun al haber visto frustrado su plan.

    Orikrof lo vio y trató de dispararle desde donde estaba, sin embargo, no fue problema para el elimun moverse rápido y esquivar el disparo. Luego de la acción del general, el siguiente turno era suyo. El enemigo le apuntó a una zona donde el árbol no lo podría cubrir y disparó en contra suya. Orikrof se impulsó con los brazos para poder evadir el disparo, pero eso lo había dejado totalmente expuesto. El elimun, bastante irritado por no poder acertar, disparó nuevamente. El general logró girar su cuerpo e inclinarse justo a tiempo para que la bala le diera en el hombro. El disparo fue directo al hombro de Orikrof, quien emitió un grito de dolor al recibirlo, y luego cayó al suelo. Tenía un agujero de bala bastante profundo en el lugar en el que había recibido el disparo, y la sangre no dejaba de brotar de la herida, empezando a formar un pequeño charco en el suelo. Tras esa herida, el general xaromitante se encontraba inmóvil por completo al tener una herida en la pierna y otra en el hombro.

    — ¿Lo maté? — el elimun lo vio girar, pero no pudo ver si el disparo había dado en la cabeza o no.

    Para asegurarse, el guerrero quiso dispararle de nuevo, sin embargo, antes de poder hacerlo terminó recibiendo un tiro en la cabeza, con el cual, su vida terminó repentinamente. Orikrof, quien estaba en el suelo esperando un disparo de remate que finalizara su vida, vio a Gwyn apareciendo desde atrás de unos árboles. Ella le había salvado la vida.

    — ¡Orikrof, ¿estás bien?! — preguntó Gwyn, bastante preocupada al verlo en ese estado.

    — Sigo con vida, pero ahora no seré capaz de levantarme — respondió el general, bastante adolorido y frustrado por la situación — Aléjate de mí, Gwyn. Ellos intentarán matarme, y podrías salir lastimada o aun peor si te quedas cerca. Yo ya no me puedo seguir moviendo, ya no seré útil para ustedes.

    Gwyn quería responderle que no lo haría, pero el oír el estallido de una granada la asustó al pensar que Thomas podría estar en problemas. La chica decidió ir a ver si su novio había resultado herido con esa explosión, dejando al general tal y como él lo había pedido.

    — ¡Thomas, ¿te hirieron?! — preguntó la chica tras llegar hasta donde estaba él.

    — No, pero estuvo cerca — Thomas respondió algo asustado — Esa no fue una granada aturdidora, fue una granada más potente. La arrojaron lejos, pero están intentando lastimarme.

    Lejos de donde estaban ellos, Sharyn se había reunido con los últimos tres elimun que quedaban. Aparentemente, era la humana quien había pensado en un plan para continuar.

    — Por lo que se ve, el extraterrestre que iba con ellos ha muerto — explicaba la chica — Ahora solo nos queda capturarlos a ambos. Denme todas las granadas aturdidoras que tengan encima. Tengo pensado obligarlos a salir. Si salen, ustedes los capturarán, y si se quedan escondidos, quedarán inconscientes — concluyó Sharyn, decidida a finalizar con el combate en ese instante — Dispérsense para poder atacarlos una vez que hayan salido de su escondite.

    Los tres elimun que quedaban con vida, incapaces de pensar en otra idea para finalizar con el combate, decidieron seguir el plan que se le había ocurrido a Sharyn. Tomaron las granadas aturdidoras que les quedaban, y luego de eso salieron de su cobertura, disparando en contra de los árboles que tenían al frente y que eran usados como escondite por Thomas y Gwyn. Los dos soldados del Zenith, quienes estaban buscando a los enemigos, tuvieron que refugiarse tras comenzar a recibir los disparos.

    — ¡Ahora, estén atentos! — gritó Sharyn, tomando dos granadas y activándolas.

    La chica salió de su escondite y arrojó una granada a cada lado del árbol que Thomas y Gwyn usaban para refugiarse. Sin exponerse demasiado al peligro, observó los movimientos de sus dos enemigos, notando que Thomas corrió hacia un lado y que Gwyn escapó hacia el otro.

    — ¡El chico a la izquierda y la chica a la derecha! — les indicó Sharyn a los únicos aliados que le quedaban — ¡Ataquen en cuanto lance la siguiente granada!

    Los tres elimun se adelantaron listos para correr hacia los enemigos cuando un grito repentino se escuchó en la zona, llamando la atención de todos los soldados que estaban luchando.

    — ¡Alto, deténganse! — Gwyn, Thomas y Sharyn reconocieron la voz de Michael.

    El soldado del Zenith había llegado al campo de batalla, junto con Alicia, quien tenía las manos atadas. Michael tiró a la chica al suelo, poniéndola de rodillas, ante la mirada bastante confundida de parte de Gwyn y de Thomas. Orikrof, por su parte, escuchaba los gritos, pero no podía comprender nada, puesto a que no tenía la forma de observar lo ocurrido desde su posición y en su condición.

    Sharyn, quien estaba muy feliz de ver a Michael otra vez, salió de su escondite para acercarse hasta él.

    — Lograste traer aquí a una de ellos — la chica sonreía al ver a Alicia estando retenida por Michael.

    — Así es, y ahora voy a hacer que ellos dos salgan — Michael le soltó las ataduras a Alicia para luego tomarle uno de los brazos.

    Alicia, al momento de que Michael la tomó de esa forma, puso una expresión de terror en su rostro, puesto a que tenía bastante miedo de lo que su novio le pudiera hacer. Sharyn no comprendía lo que estaba ocurriendo, pero supo que Michael debía conocer bastante bien a sus dos compañeros, por lo que permitiría que él se hiciera cargo de la situación.

    — ¡Gwyn, Thomas, salgan ahora de su escondite, o de lo contrario le arrancaré el brazo a Alicia! — las palabras de Michael horrorizaron a los dos soldados, quienes estaban bastante confundidos por lo que decía — ¡Tzorkun nos quiere vivos! ¡Eso no implica que tengamos que estar completos!

    — ¡Michael, tú no puedes hablar en serio! — al gritarle, Gwyn lo miró bien y se dio cuenta de cuál era el propósito de Michael al decir eso — ¡Tú nunca lastimarías a Alicia! ¡Lo sé mejor que nadie!

    — ¡No juegues con mi paciencia! — Michael tomó el brazo de Alicia y lo empezó a torcer, a lo que Alicia acompañó con un grito de dolor muy fuerte — ¡Salgan de su escondite y la soltaré!

    — ¡Espera, no la lastimes más! — Thomas también se dio cuenta de lo que buscaba — ¡Nosotros saldremos de nuestro escondite!

    — ¡Tengo una idea mejor! — Sharyn propuso algo — ¡Los elimun irán por ustedes! ¡Quédense ahí hasta que lleguen a su posición! ¡Cualquier movimiento o intento de defensa, hará que Alicia pierda el brazo!

    — ¡Creo que es una idea mucho mejor! — Michael sujetó con fuerza el brazo de Alicia, creyendo que todo se daría mucho más fácil si lo hacían de esa forma — ¡Obedezcan!

    Los tres elimun comenzaron a caminar hacia Gwyn y hacia Thomas. El general Orikrof pudo reconocer la voz de Michael, y aunque tenía sus dudas al respecto, supo que las cosas estarían bien. Michael y Alicia estuvieron mirando atentamente a Sharyn, y al momento en el que la chica se dio la vuelta, Michael soltó a su novia. La pareja de soldados tomó sus rifles, apuntaron rápido hacia los elimun quienes no sospechaban nada, y abrieron fuego. Con dos ráfagas de balas imposibles de esquivar, dos de los elimun fueron acribillados a tiros, causando confusión en Sharyn y en el último de los elimun. Dicho guerrero se dio la vuelta bastante asustado, y fue en ese momento que Gwyn y Thomas lo eliminaron definitivamente con sus rifles. En menos de diez segundos, los últimos tres elimun que permanecían con vida habían sido asesinados.

    — ¡¿Qué pasó?! — Sharyn no apartó la vista de sus compañeros muertos, y fue por eso que contempló horrorizada la escena — ¡¿Por qué hiciste…

    Pero antes de que pudiera voltear hacia Michael, Alicia se lanzó hacia ella, consiguiendo darle un golpe de puño en la cabeza. El ataque fue tan repentino que Sharyn terminó cayendo al suelo.

    — Sharyn, escúchame — Alicia quería acercarse a ella tranquilamente — Nosotros no te vamos a lastimar. Justamente, todos nosotros estamos aquí para rescatarte.

    — ¡Mientes! — desde el suelo, Sharyn le disparó un fragmento de energía a Alicia.

    La chica consiguió esquivar con rapidez el disparo, y cuando Sharyn se puso de pie, ambas comenzaron a pelear, aunque por el lado de Alicia, ella solamente intentaría defenderse de los ataques de Sharyn, sin tener que lastimarla demasiado. Sharyn le lanzó un puñetazo, el cual fue bloqueado con mucha facilidad por Alicia. El miedo y la desesperación de haber quedado sola, sumada a la confusión causada por la “traición” de Michael, provocaron que los movimientos de Sharyn fueran predecibles y poco efectivos. Cuando la soldado lanzó un segundo golpe de puño contra Alicia, ella logró interceptarlo con su mano, apartó el brazo de su rival, y luego, sin soltarla, le dio un golpe con potencia moderada en la cabeza. Posteriormente, Alicia torció el brazo de Sharyn para controlarla un poco, y finalmente, logró retenerla. Una vez la situación estaba controlada, Michael se acercó hacia ella.

    — No tienes que alarmarte, Sharyn — le decía Michael, colocándole las ataduras en las manos — Ahora estás a salvo.

    — ¡Michael, ¿qué estás haciendo?! — Sharyn no comprendía nada de lo que acababa de ocurrir — Si Tzorkun se entera que lo traicionaste, te matará.

    — No se enterará, porque me iré de este planeta hoy mismo — contestó Michael con una seriedad intimidante — Y tú y todos los demás también.

    — Sharyn, nosotros vinimos aquí para rescatarte — Alicia se acercó a la chica, sabiendo que debería ser difícil de entender para alguien en su situación — No tenemos pensado dejarte atrás para que un desgraciado como Tzorkun te use para lo que él quiera.

    — Michael, no puedo creer que nos traicionaras — Sharyn atravesaba una gran confusión — Se supone que todos los que pasan por el proceso de reclutamiento tienen que obedecer a Tzorkun. ¿Qué fue lo que pasó? No pudo haberse equivocado con la dosis.

    — No tiene sentido que lo explique ahora — Michael quería taparle la boca para evitar que gritara por ayuda — Pero pronto podremos hablar tranquilamente. Una vez que tú y todos nosotros estemos lejos de este maldito planeta.

    Michael se quitó la parte de la armadura que cubría su brazo izquierdo y se arrancó la manga de su traje de protección. Con esa tela, logró taparle la boca a Sharyn, para así asegurarse de que no pudiera gritar por ayuda mientras se retiraban. Mientras Michael y Alicia se ocupaban de la chica, Gwyn y Thomas fueron hacia donde estaba el general Orikrof. Con ayuda de ambos soldados, el xaromitante se puso de pie, y finalmente, los seis terminaron reuniéndose.

    Al verlo, Michael y Alicia notaron la sangre que brotaba de su hombro y de su pierna, y también notaban que le estaba costando demasiado caminar, y que necesitaba ser ayudado por Thomas y por Gwyn para eso.

    — General, ¿qué tan graves son sus heridas? — Alicia se preocupó al verlo en ese estado.

    — Mi hombro y mi pierna me duelen demasiado, y no estoy en condiciones para seguir luchando contra nadie más — contestó el general, que se atrevió a hacerse un diagnóstico propio — Pero no moriré, salvo que mis heridas se infecten demasiado. Y la única forma de evitar eso, es dirigiéndome hacia la nave. Lamento que ya no pueda seguir luchando junto a ustedes.

    — No tiene que disculparse, general — le contestó Thomas, recordando la ayuda recibida — Si no me hubiera advertido sobre la granada, posiblemente nos hubieran capturado antes de que Michael llegara.

    — Aun así, para ser un general, mi aporte en esta misión fue muy escaso — el general se lamentaba por no haber podido ser de mayor utilidad — Y lo lamento, se supone que yo debería seguir en la pelea, pero tengo que retirarme hacia la nave ahora mismo.

    — No hay ningún problema con eso — contestó Michael, pensando en lo que haría a continuación — Gwyn, Thomas, lleven al general a la cápsula y lleven a Sharyn con ustedes. Suban a la nave, déjenlos a ambos en la sala médica y luego vuelvan a bajar en caso de que alguien más llegue buscando la cápsula. De ser posible, intenten mover la cápsula para que esté un poco más cerca de donde están los demás. Eso sería una gran ayuda.

    — ¿Tú y Alicia que piensan hacer? — preguntó Gwyn, preocupada tras escuchar que Michael no se incluyó ni a él ni a Alicia en lo que acababa de decir.

    — Me separé de Sieng para perseguir a Alicia, y maté a los que venían conmigo — contestó Michael, bastante serio pensando en lo que podría ocurrir — No puedo regresar y decir que todos se escaparon y que no pude capturar a nadie. Necesitaré aparentar. Y si existe la posibilidad de que el comandante Zion no pueda derrotarlo, voy a necesitar ayuda.

    — Ustedes no se preocupen por nosotros, estaremos bien — Alicia quiso tranquilizar a sus compañeros — El general necesita atención médica ahora, y tenemos que asegurar a Sharyn ahora que la pudimos recuperar.

    — ¿Están seguros de qué quieren hacer esto? — Thomas sentía preocupación por Michael y Alicia — Si llega a pasar algo, y no regresan para cuando se ponga el sol, nos iremos sin ustedes. Fue una orden del comandante y tenemos que obedecerla. Pero no pienso irme y dejarlos a ustedes aquí. Acompáñennos hasta la nave. Luego de dejar a Sharyn y a Orikrof en la sala médica, volveremos los cuatro juntos.

    — Tendríamos que avanzar despacio por Sharyn y por el general — contestó Michael, sintiéndose bastante conmovido por la preocupación que Thomas mostraba por él y por su novia — Y puede que Wagner, Agustina, el comandante, Plamo y Aurio no tengan mucho tiempo. Ustedes no tienen que preocuparse. Tzorkun, Sieng, Qaior y todos los demás siguen creyendo que estoy de su lado. En tanto eso no cambie, estaremos bien.

    — Será mejor que se apresuren, en ese caso — Orikrof admiraba la valentía de Michael y de Alicia — Si alguien se estuviera dirigiendo a este lugar, y nos vieran hablando así, tu mentira se terminará descubriendo, y todo habrá terminado.

    — Michael, Alicia, cuídense mucho — Gwyn les dio un abrazo a ambos, para luego tomar a Sharyn para retenerla — Por favor, regresen a salvo antes del anochecer.

    — No quiero tener que irme sin ustedes — Thomas expresaba sus deseos de que volvieran a salvo — No después de que estamos tan cerca de terminar.

    — Descuida, Michael y yo lo tenemos controlado — Alicia tenía mucho miedo, pero quiso expresar lo contrario a sus compañeros.

    — Chicos, si encuentran a Aurio, díganle que se dirija a la cápsula — Orikrof quiso que su soldado sobreviviera — Él estará en peligro si se queda más tiempo. Díganle que deje el arma de Lankir en manos de uno de ustedes y que se retire. Que es una orden del general.

    — Lo haremos, confíe en nosotros — Michael entendía la preocupación de Orikrof por su soldado — Nos veremos pronto.

    Una vez que se saludaron, Thomas y Gwyn emprendieron el camino de vuelta hacia la cápsula. Ellos eran los últimos en haber descendido, por lo que serían los que menor distancia tendrían que recorrer para llegar hasta ella. Sin embargo, el tener que cargar con el general Orikrof herido, y con Sharyn, quien estaba intentando liberarse para escapar, los iba a retrasar por un tiempo.

    Michael, por su parte, le dijo a Alicia que lo mejor sería ponerle las ataduras en las manos en caso de que algún soldado leal a Tzorkun los pudiera encontrar y no les diera tiempo a ponérselas nuevamente. Alicia aceptó la idea, y una vez que la chica estuvo atada de manos, los dos soldados comenzaron a regresar por el camino por el que habían llegado hasta allá.

    Se iban con la tranquilidad de que Thomas, Gwyn, Orikrof, Sharyn, Wida, Lankir y Dustin iban a escapar del planeta Emiv. Aunque todavía no tenían idea de que podría llegar a ocurrir con Aurio, Agustina, Plamo, Wagner, Ace, el comandante Stones, y, sobre todo, con ellos mismos.

    […]

    Tzorkun, quien no formaba parte de la acción, se encontraba en su laboratorio. Como sus guerreros se habían dividido en grupos de tres personas, no había forma de estar seguro de cuándo podrían llegar los demás, ni en qué orden o forma lo harían. Bien podrían llegar todos juntos, o podrían aparecer de uno en uno. En caso de que fuera de la última forma, tenía pensado reclutar a todos los recién llegados al instante en el que estos entraran en su laboratorio, para que se incorporaran a la misión de forma inmediata.

    Fue así que decidió preparar todas las máquinas que tenía disponibles para dar comienzo al proceso de reclutamiento, y tras un esfuerzo muy grande por tener que programarlas y alistarlas todas por su cuenta, había terminado.

    — Ya está todo listo — pensaba el líder de todas las especies del planeta — Ahora solo queda esperar — mientras decía esas palabras, se dirigió a uno de los muebles que se encontraban en el laboratorio.

    El líder de las cuatro especies del planeta Emiv abrió la puerta de aquel mueble, dejando ver un arma que se asemejaba a un rifle en apariencia, con la excepción de que este era de mayor anchura, peso y tamaño.

    Tzorkun lo miró por dos segundos y luego tomó dicha arma pesada en sus manos, comenzando a apreciarla bastante, puesto a que era un arma que él había tenido que crear. Al momento que tomó su arma, una luz verde fluorescente se encendió a los costados del arma.

    — Tengo el presentimiento de que tendré que usarla — decía mientras revisaba que estuviera totalmente cargada — Por el bien de los humanos, espero que sea un presentimiento equivocado.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, éste capítulo me agradó y mucho. La duración no ha sido problema porque ha sido entretenido. Cómo bien sabes, siempre comento lo más destacado para mí, así que eso haré ahora.

    La pelea entre Sieng y Zion ha sido y se mantiene espectacular, pero en éste capítulo se supera. Se ven dos auténticos guerreros dándolo todo por ganar y sobrevivir, y he de admitir que no esperaba que la lucha entre ambos fuese tan pareja. Me ha sorprendido pero también me ha agradado. Aunque Sieng parece más malherido, no quiero infravalorar sus posibilidades, por lo que me mantendré expectante para lo que suceda. Solo deseo que Zion sobreviva.

    Aurio ha estado muy bien durante su batalla contra los cuatro enemigos que le seguían. No me agrada el personaje por su forma de ser, sin embargo, debo admitir que ha sabido salir airoso de su problema. Sin duda alguna ese cañón creado por Lankir es muy fuerte y no estaría mal que el propio Aurio recordara al autor de esa arma, en vez de criticar su fuerza física. Dicho esto, terminaré diciendo que espero que llegue a tiempo para rematar a Sieng junto al comandante Stones.

    Michael continúa ganándose, capítulo tras capítulo, ser el número uno del momento. Su tapadera es de gran ayuda para el grupo y tras eliminar a los elimun que le acompañaban a por Alicia, ella y él logran salvar a Thomas, Gwyn y Orikrof (sobre todo a éste último de una muerte segura) mediante una argucia que pilla desprevenidos a los enemigos y en especial a Sharyn. Me alegra que la hayan salvado y estoy deseando conocerla sin estar controlada por Tzorkun. Puede ser una miembro interesante para el grupo. Espero que Thomas y Gwyn la mantengan a raya mientras la llevan junto a Orikrof a la cápsula.

    Finalmente, vemos a Tzorkun con una extraña arma que por cómo has descrito, parece peligrosa (aunque todas las armas lo son XD). El líder de Emiv parece tener el presentimiento de que tendrá que usarla y sinceramente, yo también lo creo. Solo espero que no le sirva y muera. Aunque dudo que sea así de sencillo.

    Nos vemos a la próxima.
     
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  11. Threadmarks: Nuestro poder - Parte 5
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
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    42
     
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    Saludos Resistance y Zurel . Es tiempo de publicar la parte número 5 y final del capítulo con más partes hasta el momento en la historia. Además de marcar el final del clímax, este capítulo también marca la entrada a la recta final de la parte IV. Espero que les guste tanto como a mí, porque este ha sido el capítulo que más me ha gustado de todos los que he hecho hasta el momento, incluyendo capítulos futuros.

    Solo tengo una noticia y trataré de ser breve. Mi intención es dejar una pausa para que Zurel, que ya lleva desde el 9 de agosto sin conectarse al foro, pueda leerse los 3 capítulos que le quedan al regresar (sin mencionar que también tiene pendiente el capítulo especial publicado hace ya mucho tiempo). Por lo tanto, pausaré la publicación de la historia hasta el día jueves 1 de octubre, tomando desde ese momento los días jueves para publicar los capítulos.

    Sin más que decir, los dejo con el capítulo más largo hasta el momento pero no el más largo que verán XD.




    Nuestro poder – Parte 5:

    Zion había asumido su derrota en la pelea. El golpe tan fuerte que Sieng le dio lo dejó bastante aturdido, de forma que él creyó que no podría ponerse de pie antes que su rival. A pesar de todo, el hecho de no creer que pudiera seguir peleando no quería decir que iba a quedarse ahí para ser capturado. Estiró su brazo para poder apoyar la palma de su mano en la tierra para así impulsarse y arrastrarse lejos de allí hasta que pudiera ponerse de pie.

    Por otro lado, Sieng estaba haciendo hasta lo imposible para poder pararse. El daño recibido en su pierna lo estaba complicando demasiado. Ya el solo mantener su pierna apoyada en el suelo le causaba dolor, y tardó un minuto completo en poder poner una rodilla en tierra, todo eso para luego comenzar a gritar mientras intentaba con la otra.

    — Maldición, siempre quise saber lo que se sentiría perder un combate uno contra uno — pensaba Zion mientras los gritos de Sieng eran los ruidos de fondo que acompañaban sus pensamientos — ¿Por qué tenía que ser ahora?

    En un momento, el comandante tocó con su mano algo frío y hecho de metal. Curioso por esto, hizo su mayor esfuerzo para centrar su vista en ese objeto, y cuando la vista se le aclaró, pudo ver el revólver que su madre le había dado, su primera arma, tirada a su costado. Miró alrededor y vio varios pedazos de su armadura desparramados en el suelo. La sustancia corrosiva que había caído en su armadura el día de ayer, sumada a los fuertes golpes que había recibido en el combate, provocaron que el metal de su armadura se aflojara. Con esa última caída, el compartimiento en el cual Zion guardaba su revólver, que era bastante poco resistente comparado con el resto de la armadura, se había roto y sus fragmentos quedaron totalmente destruidos.

    Zion supo que esa era su última esperanza. Tomó el arma con firmeza, como si estuviera sujetando un tesoro preciado para él. No recordaba que tenía el arma de su madre con él. Todo el estrés que vivió en el planeta Emiv, sumado a las peleas y las pocas horas de sueño realmente lo habían hecho olvidar ese pequeño detalle. Tampoco recordaba cuantas balas podía cargar en dicho revólver, y mucho menos si estaba cargada. Al voltear su cabeza, vio que Sieng, tras haber gritado como si le estuvieran arrancando la pierna, se pudo poner de pie. El comandante apuntó contra su enemigo, sabiendo que no tendría tiempo para escapar, y esperó que las cosas salieran bien para él.

    — Por favor, que esté cargada — imploraba preparándose para disparar.

    Sieng, quien había logrado pararse con dificultad, comenzó a caminar hasta Zion a paso lento. El comandante, apuntando con gran precisión, presionó el gatillo de su arma y un impacto de la bala le impactó en el ojo a su enemigo, causando un pequeño agujero en su rostro, del cual empezó a brotar sangre. Sieng gritaba nuevamente. El daño que estaba teniendo que soportar para finalmente capturar a Zion era terrible, pero estaba lejos de morir.

    — Las balas de un revólver así no se comparan a las de un rifle — pensaba Zion, preparándose para disparar otra vez — Pero no esperaba que sobreviviera a un tiro en la cabeza, menos en el ojo.

    Zion disparó una segunda vez, logrando darle en la frente. Nuevamente, se hizo un agujero en el lugar del impacto, pero Sieng no murió y solo terminó retrocediendo mientras gritaba adolorido. Los disparos le lastimaban la piel, pero no eran capaces de atravesarle el cráneo, o al menos eso era lo que pensaba el comandante Stones, quien, viendo como retrocedió su enemigo, comenzó a hacer fuerza para levantarse. Sieng se frotó en la zona de la frente donde recibió el tiro. Le dolía bastante, y el haber sobrevivido a los dos disparos no quería decir que las cosas estaban saliendo como él quería. Miró al frente y pudo ver a Zion levantarse del suelo.

    — ¡Maldito, ¿qué mierda me estás haciendo?! — gritó intentando avanzar hacia él, totalmente adolorido.

    En el momento en que dio un paso hacia él, Zion volvió a disparar, dándole en la frente, justo al lado del lugar donde le había dado en primer lugar. Quiso que el disparo diera en el mismo sitio creyendo que así podría atravesar el cráneo del elimun y llegar hasta su cerebro, pero su puntería no fue precisa y no lo logró. Sieng volvió a gritar y nuevamente, avanzó hasta el comandante. El humano repitió su accionar y disparó su arma, pero luego de tres disparos, Sieng ya conocía sus trucos. El elimun puso su mano al frente, y de esa manera el impacto de la bala le dio en el brazo. Fue así que el enemigo logró llegar a duras penas hacia Zion. Este le dio un golpe en el brazo el cual provocó que el comandante del Zenith soltara su arma, la cual terminó cayendo al suelo, para después comenzar a estrangularlo en un intento de dejarlo inconsciente.

    Asustado a causa de que su plan fallara, Zion intentó apartar las manos de Sieng de su cuello, pero no lo estaba logrando. En aquel momento, era su enemigo quien tenía más fuerza que él. Viendo que su arma ya no estaba a su alcance, y que la pelea iba a terminar, Zion dio paso a su último movimiento. El comandante puso ambas manos en la cabeza de Sieng, y entonces comenzó a acumular energía. La energía se quedaba en las manos del comandante, y al hacerlo, le quemaba la piel de la cabeza a Sieng.

    — Voy a liberar energía hasta que mis manos se quemen por completo — pensaba Zion bastante decidido y sintiendo un dolor horrible proviniendo del calor que liberaba — Si no lo puedo matar con esto, seré capturado, pero mis manos quedarán tan dañadas que nunca volveré a disparar energía ni a sujetar un arma. Ya no seré una amenaza si me llegan a capturar.

    Ya que ninguno podía moverse del lugar, todo se convirtió en una lucha de poder en ese momento. Sieng quería dejar sin aire a Zion para que cayera y así poder capturarlo, mientras que Zion quería quemarle el rostro por completo. El calor que el humano estaba liberando estaba comenzando a dañarle seriamente sus manos al igual que a su enemigo, quien comenzó a gritar de dolor nuevamente. Por la falta de aire, Zion no podía gritar como él, pero su expresión lo decía todo. El comandante entrecerraba los ojos, luchando por no quedar inconsciente y por no cesar en su batalla. Pasados veinte segundos así, Sieng soltó al comandante tras dar un grito ensordecedor de dolor. Zion lo soltó de inmediato para darle un descanso a sus manos cansadas por el esfuerzo al que él las había sometido.

    El líder militar de los elimun cerró los ojos, pero permanecía de pie totalmente inmóvil. Zion, aterrado al ver esto, tomó su revólver nuevamente, lo colocó en la frente de su enemigo, en el mismo lugar donde le dio el segundo disparo, y procedió a gastar las últimas dos balas que le quedaban a su arma. Con ambos disparos, Sieng terminó salpicando mucha sangre sobre la armadura del comandante, pero este había logrado su cometido. El cráneo de Sieng fue atravesado y las balas de su arma llegaron hasta su cerebro. La pelea se había terminado y el líder militar de los elimun había perdido la vida tras ese combate tan brutal. Fue entonces que su cuerpo cayó al suelo del planeta, con ambos ojos cerrados. Se podía ver que su piel en el rostro, más allá de los disparos que el comandante acertó sobre la misma, estaba bastante quemada.

    Después de haberle disparado, Zion soltó su arma tras recibir un dolor punzante en sus manos. El comandante del Zenith se miró las manos y pudo ver varias manchas en su piel. Le habían advertido que acumular energía en sus manos podía provocar quemaduras tanto internas como externas, y las externas estaban a su vista. Las internas no se podían ver, pero sí sentir. El comandante se sujetó ambas manos y se las frotó para intentar aliviar el dolor que sentía, sin embargo, le era imposible. La sensación no se alejaba. De esta forma, eso quería decir que su momento de pelear había terminado. Le estaba costando bastante cerrar cualquiera de sus puños, y no quería imaginarse sujetando un arma y mucho menos lanzando energía.

    Como si lo hubieran empujado, el comandante cayó sentado al suelo. Su cabeza comenzaba a darle varias vueltas, y comenzaba a marearse seriamente. La adrenalina que su cuerpo produjo por la pelea había terminado, y su cuerpo sufría las consecuencias de haberse detenido en la pelea.

    — No puedo creer esto — decía el comandante para sí mismo, mientras recostaba su cuerpo en el suelo — Solo luché contra uno de ellos y ya no puedo continuar. Ya no puedo ayudar a mis soldados. Nunca creí que esto pasaría. Orikrof tenía razón, necesitamos robar el equipo que Tzorkun utiliza para controlar a todos en este planeta y usarlo para tomar el control de varias de las bestias de Fientlig. Esto no puede volver a ocurrir… Sigo sin poder creer que haya tenido que llegar a esto. Yo… no lo entiendo. ¿Realmente hay seres tan fuertes en el universo?

    Mientras el comandante se quedó tirado en el suelo y reflexionando sobre su pelea, la acción en el resto del planeta seguía su curso.

    […]

    Michael y Alicia caminaban juntos en el bosque, en dirección hacia donde los dos se habían separado de Sieng, Aurio y el comandante Stones. Sabiendo que era realmente importante llegar lo más rápido posible hasta ellos, en caso de que uno de los dos tuviera problemas al pelear, iban caminando bastante rápido, pero sin correr. Alicia se encontraba atada de manos, dado a que, si se llegaban a encontrar con enemigos en el camino, no tenían que sospechar nada sobre el hecho de que Michael no estaba bajo el control de Tzorkun.

    Mientras caminaban, se podía escuchar pasos de gente corriendo. Iban acelerados, y por la distancia que había, era imposible para la pareja de soldados determinar cuántos de ellos serían. Supieron que iban a aparecer en la zona donde ellos estaban caminando, por lo que detuvieron su avance y se dedicaron a esperar. Ambos tenían esperanzas de que se tratara de sus compañeros, y que les dijeran que habían ganado la pelea, puesto a que el día ya había sido bastante agitado para ellos, y ya podían considerar a Thomas, Gwyn y Orikrof fuera de la misión.

    Lamentablemente, no tuvieron esa suerte que estaban esperando. Dos inkor, aquellos que habían huido de la pelea en contra de Plamo tras la muerte de Qaior, habían llegado hasta ellos. Mientras Michael y Alicia se sintieron bastante frustrados, dado a que tendrían que seguir peleando, los dos inkor se alegraron bastante de verlos a los dos.

    — Michael, esto es un alivio — decía uno de los inkor, acercándose hasta los humanos — Vimos los cuerpos de los vasterrad más atrás y creímos que todos los demás estaban muertos.

    — ¿Qué sucedió? — Michael quería saber la razón por la que corrían así — Por la forma en la que se escuchaban sus pasos, no parecían estar persiguiendo a alguien. Pero se podía notar que venían con prisa.

    — Qaior fue asesinado — respondió el otro de los inkor — Ese garak, creo que se llama Plamo, logró matarlo. Tuvimos que escapar porque creíamos que no seríamos rivales para él si nuestro líder no lo había conseguido.

    La noticia de la muerte de Qaior, y más aún, de que Plamo seguía con vida, tranquilizaba mucho a Michael y Alicia. Por lo que se podía ver, Plamo, Wagner y Agustina no habían tenido bastantes problemas, o al menos, Plamo no los tenía, por lo dicho por estos dos inkor.

    — ¿No había más soldados con él? — preguntó Michael, teniendo mucho cuidado de no revelar nada sobre sus otros compañeros — Me cuesta trabajo creer que lo hayan dejado solo.

    — Sabemos que Wagner y una chica más estaban con el garak — Michael y Alicia prestaron suma atención a esas palabras — Ace, tu compañero, estaba enfrentándose a Wagner. Nosotros y el resto de los inkor estábamos peleando contra la chica y Plamo. Los demás fueron asesinados.

    — Nosotros quedamos inconscientes — explicó el otro inkor — Estuvimos unos tres minutos en el suelo, y al despertar, solo Qaior y Plamo seguían en el lugar.

    — La idea era matar a Plamo e ir a ayudar a Ace — contestó el otro — Pero tuvimos que escapar por miedo a que nos maten.

    — Entonces ya sabemos lo que tenemos que hacer — contestó Michael, queriendo dirigirse hacia sus compañeros para poder ayudarlos — Iré con ustedes hacia el lugar, y los ayudaré a luchar en contra de Wagner, y la otra chica. Plamo debe estar gravemente herido tras haber matado a Qaior. No será difícil de asesinar.

    — Imposible, no somos capaces de hacer eso — dijo el primero de los inkor que habló — Necesitamos refuerzos. Nuestro líder y compañeros fueron asesinados. Vamos a ir hasta la ciudad subterránea, le pediremos refuerzos a Tzorkun y volveremos al combate, junto a la chica que acabas de capturar.

    — ¿Quieren que regresemos y le digamos a Tzorkun que Qaior está muerto y que solo pudimos capturar a Alicia? — preguntó Michael, queriendo hacer todo lo posible para no tener que meterse en la ciudad, y mucho menos llevar a Alicia ante Tzorkun.

    — Tzorkun no estará contento de que hayan matado a Qaior, y sin refuerzos, no creo que podamos capturar a los demás — las palabras del inkor asustaban a Alicia y preocupaban a Michael — Tenemos que asegurar la captura de uno de los humanos, y pedir refuerzos. En este estado, llegaríamos antes, pero seríamos solo tres. Si vamos con Tzorkun, ya seremos cuatro porque la chica que capturaste luchará para nosotros y contaremos con más refuerzos.

    — No hay prisa, el día apenas empieza, y no creo que tus compañeros se retiren sin ti y sin la chica que traes contigo — el inkor se acercó a Michael y tomó a Alicia — Michael, Tzorkun no estará contento con nosotros si se da cuenta de que Qaior murió, pero será más tolerante si le decimos que esta chica, Alicia, la capturamos nosotros. Así que, permítenos este favor. Te lo devolveremos en el futuro, puedes contar con eso.

    — Camina al frente, Michael — ordenó el otro inkor — Nosotros custodiaremos a la chica. Y todos estén atentos a los alrededores. Avisen ante el menor ruido que encuentren.

    Sin más opciones, Michael comenzó a caminar al frente del grupo, mientras que su novia era retenida mientras caminaba por dos de los inkor de Qaior. Michael y Alicia no querían que sucediera eso, pero no tuvieron tiempo a reaccionar por cómo se dieron las cosas. Ya era tarde para hacer algo. Michael estaba muy frustrado. No podía atacar a los inkor sin que Alicia saliera lastimada, dado a que ella se encontraba en el medio de los dos. Su única opción era obedecer, o de lo contrario se descubriría su mentira y sus compañeros podrían salir lastimados. Sin mencionar que no tenía idea de que era lo que Tzorkun le haría a él, o a los demás, si algo le hacía pensar que su método para reclutar estaba presentando fallas.

    Alicia se preocupó bastante. Sabía que la estaban llevando a la ciudad subterránea para ser reclutada por Tzorkun. No podía hacer nada al respecto, y se sentía mucho peor al ver como Michael era forzado a caminar al frente sin poder hacer nada. Una parte de ella sentía tranquilidad porque Michael todavía estaba con ella, pero otra parte se preocupaba de que su novio no pudiera encontrar una forma de proceder antes de que ella fuera reclutada. Lo peor de todo es que Alicia conocía la verdad, y si Tzorkun la reclutaba, ella revelaría la mentira de Michael. Su mayor miedo era ese, no solo por servir a alguien como Tzorkun, sino también perjudicar a su novio.

    — Michael, yo sé que se te ocurrirá algo — Alicia supo que ella no podía pensar en nada en aquel momento — Por favor, no te preocupes por mí. Solo concéntrate.

    Michael calmó sus nervios antes de que se salieran de control y le diera una razón para desconfiar a los dos inkor que tenía atrás de él. Salvo que sus compañeros los encontraran, iban a terminar entrando a la ciudad subterránea, lugar que él no conocía del todo bien puesto a que no pasó más de una noche en el lugar. Sin embargo, se fue haciendo la idea de que iba a tener que enfrentarse a Tzorkun al llegar a ese lugar, y que necesitaría un plan. Lo bueno de todo, y quizá era lo único que podía rescatar de una situación así, era que no tendría que atravesar a los guerreros elimun que se hubieran quedado en la ciudad subterránea, y que tendría acceso directo al mismísimo líder del lugar. Aunque el peligro tanto para él como para Alicia era demasiado grande.

    El soldado del Zenith supo que tenía una posibilidad para poder terminar la pelea, y que, para eso, sería necesario derrotar al líder de todos los seres que habitaban el planeta.

    — Es solo un científico, que probablemente no tenga entrenamiento militar — pensaba Michael, analizando varias alternativas a la vez — No debe representar una amenaza para mí. El problema son los demás guerreros elimun, y estos dos inkor que están detrás de mí. Si le van a decir a Tzorkun que ellos capturaron a Alicia, eso quiere decir que van a entrar a la ciudad y se quedarán en el laboratorio hasta que el proceso de reclutamiento esté terminado. Aún no tengo noticias ni del comandante Stones ni de Aurio. Solo espero que Sieng no los haya derrotado. Si Aurio fue derrotado, el arma más poderosa que tenemos estará en manos de Tzorkun. Y si el comandante fue reclutado, eso quiere decir que tendría que luchar en contra del comandante y en contra de Sieng. Ace ya sería una pelea difícil para mí, pero si Sieng logró derrotarlo y si Zion llega a estar ahí, no tengo posibilidades — Michael levantó su brazo y comenzó a aflojar su armadura, intentando hacerlo ver como si estuviera ajustándosela cuando en realidad estaba haciendo todo lo contrario — Qaior está muerto, eso quiere decir que es una preocupación menos. Pero no voy a arriesgarme. Si veo a Sieng, al comandante, a Wagner, a Ace, o en el peor de los casos, a los cuatro juntos, voy a liberar a Orz. Pudo derrotar al comandante Richard, y resistir una pelea contra varios de mis compañeros al mismo tiempo. Esto significaría el final para mí, pero no voy a permitir que nos capturen y terminen deteniendo nuestra misión.

    Luego de haber aflojado la parte de su armadura que cubría el brazo, varios pedazos de metal de la misma terminaron cayendo al suelo. Michael supo que los dos inkor lo habían visto hacer eso, incluso aunque estuvieran prestando atención a los alrededores.

    — ¡Maldita sea! — Michael levantó la voz en un intento de llamar la atención de sus compañeros en caso de que los estuvieran buscando — ¡Quise ajustarla y se terminó soltando!

    — Recógela y llévate los pedazos encima — ordenó uno de los inkor, sin detener su avance — Podrás pedirle a Tzorkun alguna herramienta para arreglarla. Intenta hacer menos ruido.

    — De acuerdo, lo lamento, no fue mi intención — Michael estaba aliviado por no levantar sospechas, y de que creyeran que se trataba de un accidente — Sabía que estaba floja, y quise ajustarla aprovechando este momento de tranquilidad.

    Después de que Michael levantara los restos de su armadura, la marcha hacia la entrada de la ciudad subterránea continuó. Alicia vio eso y una expresión de terror se formó en su rostro. Si Michael había hecho eso, quería decir que tenía pensado liberar a Orz. Si llegaba el momento, y Michael lo terminara haciendo, no solo perdería a su novio, sino que estaría frente a el último de los berrod que quedaba con vida. Ninguna de las dos ideas le agradaba a la soldado, por lo que sus deseos para que alguien los encontrara y los ayudara a eliminar a los inkor comenzaron a aumentar.

    […]

    Aurio se movía bastante despacio por el bosque. El xaromitante era consciente del peligro que implicaba el correr por el bosque desprevenido, mucho más teniendo a varios enemigos cerca. Recordó como la mitad lo persiguieron a él, mientras que la otra mitad se fue tras Alicia, Michael incluido. Sin embargo, no tenía forma de estar seguro de si alguno de estos había regresado al lugar del encuentro. Michael no permitiría que capturaran o reclutaran a Alicia, pero estaba solo junto a otros cuatro vasterrad. Esa era la mayor preocupación del xaromitante. Los humanos no eran objetivos a asesinar por los enemigos, por lo que Michael y Alicia no podrían proceder de la misma forma que él, dado a que el combate se plantearía de forma diferente.

    En caso de que Zion estuviera luchando en contra de Sieng, Aurio ya tenía cargado su rifle. Quería no tener que usar el cañón, puesto a que creyó que podría necesitarlo más adelante. Además, no creyó poder encontrad la idea de como disparar un arma como esa sin dañar a sus aliados. Si el enemigo seguía con vida, él tendría que encargarse solo con su rifle. No tenía muchas opciones más.

    — Como agradezco que Wida se quedara en la nave — pensaba Aurio para sí mismo — No sé si podría concentrarme con ella aquí abajo. Si sobrevivo a esto, tendré que hablar con ella. Ahora que finalmente pude hacerle ver que Lankir no es alguien conveniente, podría tener una oportunidad. Pero primero tengo que salir de este maldito planeta, y no podré salir de aquí sin el comandante Stones. Quizá tenga que abandonar mi plan para asesinar a Tzorkun — el xaromitante se seguía moviendo sigilosamente entre los árboles — Cada vez me acerco más al lugar en donde aparecieron los enemigos, pero no estoy escuchando ningún ruido. Eso es preocupante. Ellos no me abandonarían aquí, sobre todo porque tengo el arma más poderosa que tienen.

    Aurio continuó su marcha por varios minutos más. Si bien, podía moverse más rápido y llegar en menos tiempo, no era conveniente para él. Finalmente pudo ver a la distancia el lugar en donde se separó de los demás, y allí vio algo que lo dejó bastante preocupado. Tanto Sieng como Zion estaban tirados en el suelo, y ninguno de los dos se estaba moviendo.

    — No puede ser — Aurio se horrorizó al ver esa escena — ¿Se mataron entre ellos? ¿Qué se supone que voy a hacer ahora?

    El xaromitante quiso verificar que su enemigo realmente estuviera muerto, por lo que se acercó para verificar que eso fuera verdad. Al acercarse a inspeccionar el cuerpo, pudo ver una gran cantidad de sangre y varios agujeros de bala en la cabeza del líder de los elimun. Este no estaba respirando, lo que confirmaba que, efectivamente, había sido asesinado. Una vez confirmado, se acercó al comandante Zion, y pudo ver, con gran alivio que este seguía con vida. Sus ojos estaban abiertos, y seguía respirando.

    — Comandante — Aurio se alegró bastante al verlo, aunque fuera en ese estado — ¿Se encuentra bien?

    — Aurio, me alegra verte a salvo — antes de contestar, el comandante dejó ver su alivio por el soldado que lo acompañaba — Pude derrotarlo, pero la pelea fue muy difícil. Este tipo era bastante fuerte, y estoy bastante mareado y cansado para continuar. Mi cuerpo cayó una vez que la pelea terminó, y ahora no puedo reponerme por completo.

    — Necesita ayuda — Aurio no podía dejar al soldado más importante del equipo en ese lugar — Lo llevaré hasta la cápsula y haré que lo lleven a la nave.

    — No, no lo hagas — la respuesta de Zion confundió a Aurio — Michael y Alicia todavía no regresaron — Zion los llamó por su nombre propio para no confundir a Aurio con los apellidos — Ellos pueden estar en peligro. Ve a buscarlos.

    — No lo dejaré aquí — Aurio se rehusaba a cumplir con sus órdenes.

    — Michael y Alicia son dos soldados, que probablemente puedan seguir peleando — las palabras del comandante Stones sorprendieron al xaromitante — Yo soy uno solo, y no estoy en condiciones. Tu prioridad deberían ser Michael y Alicia.

    — ¿Pero qué pasará si lo dejo aquí y los enemigos lo capturan? — Aurio no podía creer lo que escuchaba — Tal y como usted lo dijo, no está en condiciones de pelear. Eso lo deja indefenso. Podrían capturarlo.

    — Si eso llega a pasar, acumularé energía en mis manos hasta que se quemen por completo — Zion continuaba con esa idea en mente — Mis manos ya no podrán sujetar un rifle, disparar energía, es más, ni siquiera podré pelear en una lucha cuerpo a cuerpo. Me aseguraré de no ser una amenaza si me capturan.

    — ¿Recuerda la orden que usted nos dio? — Aurio creyó que lo estaba olvidando — La nave saldrá de este planeta al anochecer. Si usted no está a bordo, lo abandonaremos aquí. Usted es el comandante, ¿qué es lo que va a pasar si no regresa y lo tenemos que dejar atrás?

    — ¿Recuerdas cuando hicimos los combates de entrenamiento, y yo clasifiqué a los soldados? — preguntaba el comandante.

    — Lo recuerdo, también recuerdo el orden en que los clasificó — contestó Aurio — Wagner, Ace, Michael, Agustina, Alicia, Thomas, Gwyn, Dustin. ¿Es correcto?

    — Exactamente — contestó Zion, contento porque Aurio pudiera recordar eso — Si no logro salir de este planeta, dile a Magnus que elija a un nuevo comandante usando esa lista como referencia.

    — No puedo creer que me esté pidiendo esto — Aurio estaba impresionado por la determinación del comandante del Zenith — Puede confiar en que lo haré. Pero mi intención no es dejarlo aquí abandonado. Una vez que rescate a Michael y Alicia, volveré por usted.

    — Solo si rescatas a Michael y Alicia — Zion fue bastante claro al mencionar eso — Si solo puedes rescatar a uno, tu prioridad es rescatar al otro. Solo cuando los tengas a ambos tienes permitido venir por mí. ¿Está claro?

    — Sí, comandante Stones — Aurio sentía un gran respeto por alguien así — No los dejaré atrás. Usted descanse, y confíe en mí. Los traeré a salvo.

    Zion pudo ver como Aurio se fue en la dirección en la que Michael y Alicia habían ido al momento en el que se produjo el encuentro. El comandante del Zenith estaba tranquilo, puesto a que confiaba plenamente en el guerrero xaromitante. Aun si las cosas salían mal, dos de sus soldados debían escapar del planeta Emiv a salvo. Si bien el comandante no estaba en riesgo de quedar inconsciente, creía que no estaría plenamente recuperado sin descansar su mente y su cuerpo por al menos quince minutos. Pero si se quedaba dormido, no podría neutralizar sus manos en caso de que los enemigos se acercaran. Debía hacer un nuevo esfuerzo para quedarse despierto, esfuerzo que mermaba sus fuerzas poco a poco.

    — No puedo creer que esté en este estado — pensaba el comandante muy seriamente — Si no me pongo a entrenar después de todo esto, mi tiempo para luchar por Zenith habrá terminado.

    […]

    Tras unos quince minutos de caminata, los dos inkor consiguieron llevar a Michael y a Alicia hasta la entrada de la ciudad subterránea. Los soldados del Zenith tenían en sus rostros una expresión que denotaba preocupación. Nadie los había encontrado, lo cual podía significar varias cosas. Entre ellas, que hubieran sido capturados. Si bien, supieron que los inkor no pudieron asesinar a Plamo, no tenían forma de saber que pudo haberle ocurrido a los demás. Mientras la puerta de entrada se abría, dejando ver las escaleras que conducían hacia ese lugar, Michael comenzaba a escribir un mensaje de texto a enviar a todos los soldados, exceptuando a Ace, Sharyn, Dustin y Alicia. Ninguno de los dos tenía esperanzas de que alguien apareciera en ese momento, y fue por eso que Michael tomó esa medida. El mensaje era breve: “liberaré a Orz”. El soldado, sabiendo que Alicia lo miraba, hizo un gesto con su brazo. Eso le dio a entender a Alicia que Orz sería libre ante el menor indicio de problemas.

    Aunque la idea inicial de Michael era liberar a Orz bajo ciertas circunstancias, luego se dio cuenta de que, si uno de sus amigos había sido capturado y reclutado, Tzorkun ya lo sabría todo.

    La puerta se terminó de abrir, y los dos inkor metieron a los humanos dentro de la ciudad, para luego cerrar la puerta tras su paso.

    […]

    Aurio, quien había estado recorriendo el bosque por varios minutos, logró identificar a un aliado a la distancia. Al acercarse más, vio que se trataba de Agustina. Creyendo que sería seguro, empezó a correr hacia ella.

    Mientras tanto, la soldado, quien no esperaba tener compañía, se dio la vuelta algo asustada. Pero se tranquilizó al ver a Aurio correr hasta ella. Respiró aliviada porque ahora podría tener un aliado en lo que quería hacer. Finalmente, Aurio llegó hasta su posición, bastante confundido.

    — ¿Qué es lo que estás haciendo, Agustina? — preguntó Aurio, sin tener idea de lo que ocurría.

    — Mientras caminaba, pude ver a Michael y a Alicia a la distancia, acompañados de dos guerreros enemigos — relataba Agustina, explicándole lo ocurrido — Quise alcanzarlos para ayudarlos, pero cuando llegué, ya no estaban. Tal parece que entraron a una de esas ciudades subterráneas.

    — Eso es bastante malo — Aurio se preocupó al escuchar eso — No tendremos ventajas allí abajo. ¿No viste a nadie más en el camino hacia aquí?

    — No, pero antes de venir, Plamo y Wagner se llevaron a Ace a la cápsula — Agustina quería informar a Aurio sobre la situación — La pelea fue bastante dura. Plamo resultó herido, y Wagner está muy cansado. Además, ambos deben llevar a Ace hasta la nave. No podremos contar con ellos ahora. ¿Tú sabes algo de alguien más?

    — Me encontré al comandante Stones más atrás — contestó Aurio, dejando tranquila a la soldado — Me pidió que rescatara a Michael y a Alicia, porque no habían regresado.

    — ¿Qué ocurrió con él? — Agustina se preocupó por no verlo en el lugar, sumado a las palabras que le dijo Aurio.

    — Ganó el combate, pero está bastante mal — comentaba el xaromitante — No está en condiciones de moverse. Quise llevarlo a la nave, pero él me dijo que tenía un plan preparado en caso de que lo llegaran a capturar. Así que me ordenó venir a buscar a Michael y Alicia.

    — No me encontré ni con Gwyn, ni Thomas, ni Orikrof — le respondió la soldado — Por lo que veo, tú tampoco. No hay forma de saber qué ocurrió con ellos. ¿Sharyn estaba en el grupo que los atacó?

    — No. ¿Crees que sea malo?

    — Eso quiere decir que debe estar con Thomas y Gwyn, el problema es cómo — le respondió Agustina — Sé que Ace está con Wagner, pero me tranquilizaría más saber si los dos humanos que obedecen a Tzorkun están lejos de este lugar.

    — ¿Hace cuánto los perdiste de vista? — Aurio no quería perder más tiempo — Michael está de nuestro lado, pero el tiempo nos sigue jugando en contra.

    — No más de tres minutos — Agustina lo miraba seriamente — Estaba pensando en lo que haría luego de entrar a la ciudad, porque voy a tener problemas cuando me vean.

    — Será mejor aprovechar el tiempo que tenemos antes de que a Michael y Alicia les pase algo — Aurio le mostró el cañón a Agustina, quien pudo ver cómo solo una de las luces estaba apagada, lo que quería decir que el cañón podía ser usado más de una vez — Dependerá de nosotros ayudarlos ahora. Lo bueno es que el cañón aún puede ser disparado.

    — ¿Cuál es el plan? — Agustina no quería entrar de forma imprudente.

    — Entramos a esa ciudad subterránea. Tú buscarás la forma de escabullirte y encontrar a Michael. Yo, por mi parte, distraeré a los soldados. Con un arma como esta, no te prestarán atención. Dejaré la entrada abierta, por si me superan en número y me tengo que alejar. El cañón no puede caer en sus manos. Lo bueno es que, si me escapo, me perseguirán, así que, mientras no muera allí dentro, te quitaré a los soldados de encima. Encuentra a Michael y Alicia, y rescátalos.

    — Es una idea bastante buena — Agustina golpeó con su palma el hombro de su compañero para felicitarlo por su plan — Luego de que los rescatemos, tenemos que buscar al comandante. Entre nosotros cuatro podremos ayudarlo a llegar hasta la cápsula a salvo. Y luego de eso, podremos pedirle ayuda a Michael y Alicia para ir a buscar a los demás.

    — Me parece una idea genial — le respondió Aurio — El general Orikrof sigue en el planeta. De lo contrario, ya habríamos visto la cápsula ascender, aunque sea una vez. Entremos. Tú entra detrás de mí. Si llega a haber alguien custodiando la entrada y me dispara, tendrás que tomar el cañón lo más rápido que puedas.

    Así, el dúo de guerreros compuestos por un xaromitante y una humana se preparaba para entrar en la ciudad subterránea. Ninguno de los dos había estado allí antes, ni tampoco habían recibido una descripción de la misma por parte de Michael. Supieron que eso sería pedir demasiado, y que era una ventaja que no iban a tener en la misión. Aun así, ninguno de los dos pensaba retroceder con sus compañeros en riesgo.

    […]

    Tzorkun vio como Michael, dos de los inkor, y una humana más entraban en el laboratorio. Le habían informado que habían capturado a alguien, pero él no tenía idea de quien podría ser. Para agilizar las cosas, el elimun ya se encontraba en el interior del lugar. Todas las máquinas ya estaban listas, solamente tenían que poner a la prisionera en las mismas, dar inicio al proceso, y en pocos minutos ella sería parte de su grupo.

    — Bien, una humana más — Tzorkun sonreía al verla en el lugar — Eso podrá causar un ligero daño moral al Zenith, incluso aunque la ventaja numérica no sea tan amplia.

    — Tzorkun, ha habido un problema — uno de los inkor quería explicárselo lo más rápido posible para que su líder se enterara por ellos antes que por otros — Qaior ha sido asesinado. Dio su vida para que pudiéramos capturar a esta humana. Necesitaremos un nuevo líder con nosotros, sin mencionar refuerzos.

    — Maldición, tenía ese presentimiento al no verlo aquí, pero esperaba que no hubiera muerto — Tzorkun, en un acto de frustración, le dio un pisotón al suelo.

    Con Qaior asesinado, ya eran tres de los líderes que morían para poder capturar a los soldados del Zenith. Vanac y Havor habían muerto el día anterior, y durante el día actual le tocó a Qaior. No solo estaba perdiendo a aliados importantes, e inteligentes guerreros, sino que eso le traía más problemas, puesto a que necesitaría buscar a nuevas personas que los reemplazaran. Había puesto a Sieng a reemplazar temporalmente a Vanac, pero con todo lo ocurrido debía buscarles reemplazos a tres personas diferentes. Para el líder del planeta Emiv, no era lógico lo ocurrido. Supo que los guerreros, desde el fin de la guerra, no habían tenido un enfrentamiento tan violento, y que todos sus combates eran para entrenar, pero no creía que los humanos fueran capaces de asesinarlos. Esta vez, a diferencia del grupo del comandante Roger, los que entraron a su planeta estaban más preparados, y era por eso que tenía que reclutarlos y asegurarse de que nunca más pudieran regresar a su planeta a interferir.

    — Es una pérdida muy grande — decía el líder, intentando mostrarse empático con los dos inkor que quedaban — Pero una vez que termine este conflicto, honraremos la memoria de Qaior. Ahora lo importante es reclutar a Alicia, pónganla en la máquina para poder empezar. Luego llamaré a más soldados y los enviaré a los cuatro a reclutar a los humanos que quedan.

    Michael, mientras el líder hablaba con sus soldados, se acercó hasta una mesa que había en uno de los extremos del laboratorio. Dejó su rifle allí arriba y simuló arreglar su armadura. Por lo que pudo ver, nadie más de sus compañeros había sido capturado, por lo que no necesitaría liberar a Orz. Lo que estaba intentando era cubrir su brazo con su armadura nuevamente, para evitar que una herida pudiera provocar que el berrod terminara siendo liberado. No le interesaba otra zona de su brazo que no fuera en la que se encontraba la placa. Sin embargo, no lo estaba logrando, y creyó que no podría hacerlo a tiempo, por lo que quería asegurarse de que nadie lo estuviera observando, para poder tomar su rifle y asesinar a los dos inkor antes de que pusieran a Alicia en la máquina.

    Pero las cosas cambiaron, cuando de repente se escuchó una explosión en el interior de la ciudad y en las afueras del laboratorio. Los cinco presentes en el lugar se asustaron por el estruendo tan repentino, además de la sensación de miedo al pensar que estaban bajo ataque. Tras la explosión, se pudo escuchar cómo iniciaban disparos pocos segundos después.

    — ¡¿Qué está ocurriendo?! — gritó Tzorkun comunicándose con sus trabajadores encargados de monitorear la ciudad.

    — ¡Tzorkun, hay un guerrero desconocido que está enfrentándose a los soldados! — Michael y Alicia no pudieron reconocer de quien se trataba con esa descripción — ¡Tiene la piel de color azul y porta un arma bastante potente!

    — ¡Mierda, encontró nuestra ciudad subterránea! — Tzorkun se encontraba bastante furioso por ser interrumpido — ¡Dile a los guerreros que vayan a pelear, y a los demás trabajadores que se aparten de ese lugar!

    — ¡Enseguida! — el trabajador cortó después de responder.

    Tzorkun miró seriamente a Michael y a los dos inkor. Su expresión de enojo podía llegar a intimidar.

    — Deben haberlos seguido hasta aquí — decía el líder del lugar — Vayan a pelear contra ese tipo. Por lo que se ve, no es un humano. Cuídense de su arma.

    — ¿Qué hay de reclutar a Alicia? — preguntó Michael, esperando su oportunidad para escapar de la ciudad con ella — ¿Qué tiene pensado hacer?

    — La dejaremos aquí — Tzorkun tomó su decisión — Un único guerrero no será capaz de pasarnos a todos nosotros y rescatarla.

    — ¿Nosotros? — preguntó uno de los inkor — ¿Usted va a pelear?

    — Exactamente, ya estoy harto de todos estos invasores en mi planeta — respondió Tzorkun, sorprendiendo a todos los presentes en el lugar — Si ese atacante sigue vivo para cuando llegue al lugar, lo eliminaré yo mismo. Ustedes vayan y conténganlo mientras los civiles escapan y los guerreros llegan al lugar — tras esas palabras de Tzorkun, otra explosión se escuchó — ¡Rápido!

    Una vez dada la orden, los dos inkor colocaron a Alicia en la máquina y la dejaron retenida allí, para poder iniciar con el proceso de reclutamiento más adelante. Tras haber hecho eso, Tzorkun fue a buscar un arma que él había estado guardando, mientras que los dos inkor comenzaron a dirigirse a la salida del laboratorio.

    Sabiendo que era la última oportunidad de actuar, Michael tomó su rifle con firmeza de su mesa, se dio la vuelta rápido y dejó salir de su arma una gran ráfaga de balas con las cuales acribilló a los últimos dos inkor del grupo de Qaior que quedaban en el lugar. Estos, al ser sorprendidos por el tan repentino ataque, no pudieron defenderse, ni siquiera reaccionar. Ante la vista de Tzorkun y Alicia, los dos guerreros cayeron al suelo sin vida.

    Michael se enfocó en Tzorkun, pero antes de poder dispararle, el científico elimun atacó primero. Desconociendo su arma, Michael simplemente se limitó a correr para ponerse detrás de una máquina. Tres impactos de bala le dieron en la armadura, consiguiendo formar varias grietas en el metal de la misma. Alicia lo pudo ver desde la posición en la que estaba, y Michael, quien fue el que recibió esas balas, se asustó tras ver el daño que le hizo a su armadura. Las balas le habían roto el metal, aunque no habían podido perforarlo. Eso le hizo dar cuenta al humano del arma peligrosa con la que contaba su enemigo.

    — ¡Michael, ¿qué mierda hiciste?! — preguntó Tzorkun, bastante sorprendido de la forma en que Michael disparó contra los suyos — ¡Yo no pude haber calculado mal la dosis! ¡¿Qué ocurrió?!

    Tzorkun esperaba una respuesta inmediata, y al no recibirla, decidió probar con otro método. Quitó a Alicia de la máquina y la sostuvo de pie frente a él, para poder usarla como un escudo humano. La chica no estaba amordazada, pero sus manos seguían atadas, por lo que no podría liberar energía. El elimun apoyó el cañón de su arma sobre el hombro de Alicia, esperando a que Michael apareciera.

    — No la mataré, Michael, pero sé que tú tampoco lo harás — le decía Tzorkun, intentando intimidarlo — Da la cara, rápido. Explícate antes de que mis guerreros lleguen y vean lo que hiciste.

    Sin más opción, Michael salió de su escondite, pero no con las manos en alto. Con la mano derecha sujetaba su rifle, mientras que levantó la mano izquierda para poder mostrarle su antebrazo al líder de los elimun. Este no entendía las intenciones de Michael con estas acciones, y estaba bastante confundido. Alicia, por su parte, creyó que sería el fin para ella si Michael lograba liberar a Orz. Ya sea que los guerreros de Tzorkun lo mataran, o que él sobreviviera, presentía que el berrod no la dejaría vivir.

    — ¡Michael, no lo hagas! — las palabras de terror de Alicia intimidaron un poco a Tzorkun.

    — Alicia, créeme que no quiero hacerlo — contestó Michael, en un tono bastante serio — Tzorkun, te lo explicaré todo. Dentro de mí, en mi conciencia, vive un monstruo… — el soldado exageraba las cosas, pero sabía que contaba con la ventaja de que Tzorkun no lo conociera — Esta placa de metal que estás viendo lo mantiene dentro de mí. Si logro romperla, ese monstruo será libre. Este monstruo es implacable, cruel y despiadado. Ni siquiera Zion y Sieng juntos podrían vencerlo. Ha vivido por cientos de años más que tú y que yo, y ha peleado en incontables guerras. No hay forma de derrotarlo, ni de controlarlo, en el momento que esta placa sea destruida.

    — ¡Imposible! — aunque lo que Michael decía parecía un disparate, Tzorkun lo veía como la única explicación de que el soldado no hubiera sido controlado — Pero Sharyn y Jason…

    — No lo sabían — contestó Michael — Dustin sí lo sabía, pero no lo pudo recordar, porque desde que me conoció, siempre tuve esta placa en el brazo. Si libero a este monstruo, la paz que has construido, se esfumará. No lo detendrás, y no solo eso, sino que verás cómo asesina sin misericordia a todos los seres de este planeta. Los líderes Qaior, Vanac y Havor no están vivos como para poder enfrentarlo. Sieng solo no podrá con él.

    — ¿Qué mierda quieres al decirme esto? — Tzorkun se veía superado, pero se rehusaba a rendirse — Si tu amiga tiene tanto miedo, quiere decir que lo que dices es verdad, y que ese monstruo también la matará a ella. ¿Realmente vas a dejarlo libre para que mate a todos tus amigos? Te recuerdo que todos ellos siguen en el planeta.

    — No permitiré que cumplas con tu objetivo de reclutar a Magnus — le contestó Michael, bastante serio — La humanidad nos expulsará del planeta si no encontramos las respuestas a la Gran Catástrofe. Sacrificaré a todo el equipo si con eso me aseguro de que no pongas en peligro nuestra estancia en la Tierra. Pero te aseguro que, si mis compañeros mueren aquí, tú también morirás.

    — ¿Qué es lo que estás buscando con esto? — Tzorkun sabía que Michael le iba a pedir algo, sentía curiosidad en qué sería.

    — Déjanos ir — fue la respuesta de Michael — Dile a todos tus soldados que detengan la pelea y nos dejen escapar de este planeta. No volveremos jamás, no hay nada de interés para nosotros en este lugar. Las respuestas de la catástrofe tampoco están aquí. Hazlo, y puede que varios de tus guerreros sigan con vida. Rehúsate a hacerlo, y dejaré libre a Orz — Tzorkun supuso que ese sería el nombre del monstruo del que Michael hablaba — Y entonces, nunca habrá paz aquí. Lo único que habrá si Orz queda libre será muerte. Reclutaste a todos los líderes para salvar a las especies de la muerte. Entonces, cumple con esto, y los mantendrás a salvo de un peligro mucho mayor.

    Antes de que Tzorkun pudiera decidir, cerca del laboratorio, se podían escuchar una gran cantidad de disparos, lo que parecía indicar que quien estuviera atacando la ciudad se acercaba cada vez más, pero que los guerreros elimun que protegían el lugar continuaban vivos y seguían cerca. Michael, Alicia y Tzorkun estuvieron atentos a los disparos, que duraron alrededor de dos minutos, hasta que el sonido de las armas se detuvo por completo.

    — Mis soldados detuvieron lo que sea que se estaba acercando aquí — le dijo Tzorkun a Michael, con una mirada de soberbia — Cuando vean a este monstruo que mencionaste, te matarán a balazos. Por más terrible que sea, el cuerpo en el que estará sigue siendo el de un humano. Y ya han matado a varios humanos antes. Lo siento, Michael, pero tu maniobra no dio resultado. Ríndete mientras aún estás a tiempo.

    — ¡Alicia, agáchate! — le gritó Michael a su novia.

    Alicia, aterrada por lo que iba a pasar, le dio un cabezazo hacia atrás a Tzorkun para posteriormente tirarse al suelo. El elimun, quien no sintió casi ningún daño por la levedad del golpe, se apartó del lugar, poniéndose tras una de sus máquinas. Michael disparó una ráfaga de balas que impactaron en una de las máquinas que el elimun utilizaba para realizar el proceso de reclutamiento. Alicia se movía a rastras por el suelo, intentando alejarse lo más posible de Tzorkun para no recibir ningún disparo ni de él ni de Michael. Aunque estaba aterrada, se sintió aliviada por el hecho de que Michael no liberara a Orz.

    Tzorkun, quien no planeaba rendirse, salió de su cobertura y abrió fuego en contra del soldado humano. Este se cubrió tras una de las máquinas del laboratorio mientras el elimun le disparaba, pero las cosas no salieron como él imaginaba. Las balas que disparaba el arma de Tzorkun eran tan potentes que atravesaban el metal de las máquinas e impactaban con fuerza en contra de la armadura del humano. Michael, sorprendido por el poder de un arma como esa y viendo como su armadura empezaba a sufrir daños en la zona en donde recibía las balas, decidió apartarse del lugar. Si una de esas balas lograba impactar en su antebrazo, Orz quedaría libre de su prisión, sin que a Michael le diera tiempo de avisar a los demás al respecto.

    Viendo que el humano se movió, Tzorkun hizo lo mismo. El científico elimun se apartó de su cobertura y empezó a desencadenar una lluvia de balas sobre el soldado del Zenith. Michael, temiendo que una de esas balas terminara dándole en el brazo izquierdo, giró su cuerpo para que su costado derecho recibiera todas las balas. Levantó el brazo derecho para cubrirse la cabeza, y fue así como empezó a recibir una lluvia de balas sobre su armadura, la cual comenzaba a agrietarse a medida que recibía los impactos.

    Alicia miraba la escena sin poder hacer nada debido a que tenía las manos atadas. Pronto, las balas comenzaron a rajar el metal de la armadura de Michael, y de seguir así, su armadura se rompería en pedazos y lo dejaría totalmente expuesto.

    — ¡Michael! — Alicia veía con horror como su novio no podía defenderse.

    — Parece que solo eras un fanfarrón — le decía Tzorkun mientras seguía disparando — No tuviste el valor de liberar a ese monstruo, y ahora, te mataré antes de que puedas hacerlo.

    Llegado el momento, varios pedazos de metal comenzaban a saltar de la armadura de Michael mientras los disparos no dejaban de llegar. Al principio eran pedazos pequeños, pero con el aumento de los disparos, estos se volvían más grandes. Michael comenzó a apretar los dientes ante el dolor que sentía, dado a que algunos pedazos se clavaban en su piel antes de saltar, logrando atravesar incluso el traje de protección que llevaba puesto.

    Mientras se encontraba disparándole a Michael, Tzorkun recibió dos impactos de bala en el costado derecho, uno en el hombro y otro en la clavícula, dejando salir un grito de dolor de su cuerpo en el momento en el que estos lo alcanzaron. Al no llevar una armadura como los guerreros, los disparos atravesaron su piel y se incrustaron en los huesos que protegían su torso. Tras dejar salir un grito de dolor, Tzorkun soltó su arma mientras peleaba por mantenerse en pie.

    Michael y Alicia, sorprendidos por lo ocurrido, miraron y pudieron ver a Agustina entrando al laboratorio. La soldado, quien había tenido que asesinar a varios enemigos para llegar hasta ellos, había intentado matar a Tzorkun, pero su rifle se calentó demasiado, y solo salieron dos disparos en dirección a su enemigo. A causa de la distancia entre la puerta del laboratorio y el lugar donde Tzorkun se cubría, no pudo acertar los disparos en la cabeza, pero había logrado derribar a su enemigo.

    — ¡Michael, Alicia, ¿están bien?! — gritó Agustina llegando hasta ellos y viendo que Alicia estaba tirada en el suelo.

    — Sí, pero por poco me asesina — decía Michael, mientras varios pedazos de su armadura empezaban a desprenderse y caían al suelo — Gracias por haber llegado. Me salvaste la vida.

    — Mi rifle se calentó demasiado, desataré a Alicia, tú mata a este tipo — le dijo su compañera.

    Michael, mientras que Agustina iba a desatar a Alicia, se acercó a Tzorkun quien seguía de pie, pero con una expresión en su rostro que denotaba el dolor que sentía. Dos balas le habían atravesado la piel del hombro derecho, y con todo el daño que sentía, no podría volver a levantar el brazo de ese costado. Estaba inmóvil ante el dolor, y fue por eso que su cuerpo se mantenía en pie. Michael, lleno de furia y sabiendo que podía terminar con esto de la forma que él quería, se acercó al elimun y le dio un golpe que lo tiró al suelo por la potencia del mismo. Tras haber caído su enemigo, Michael pateó el arma del elimun lejos de él, para que no pudiera alcanzarla.

    — ¿Lo mataste? — preguntó Alicia, quien llegó a la posición de Michael junto con Agustina.

    — Aún no, este tipo puede sernos útil — le respondió Michael a su novia — Tzorkun, mírame.

    El líder de todas las especies del planeta Emiv, que seguía bastante adolorido por el daño que recibió en el cuerpo y por el golpe en el estómago, hizo un gran esfuerzo para mirar a la cara a Michael. A pesar de todo, la expresión de odio en el rostro de Tzorkun no había cambiado.

    — ¿Qué quieres? — preguntó en voz baja, y con un tono de dolor al hablar.

    — Lo mismo que antes — le contestó Michael, sabiendo que esa vez sí lo podría convencer de acceder — Dile a todos tus guerreros que dejen de pelear y nos dejen marchar. Te prometo que no nos volverás a ver. La paz que construiste en este planeta estará a salvo de nosotros, de Black Meteor y de toda la humanidad.

    — Sieng sigue con vida — Tzorkun respondió, sin que Michael entendiera si era una respuesta afirmativa o negativa — Él no los dejará escapar. Aunque yo muera, él mantendrá la paz en este planeta. Así que lo lamento, pero no se van a ir de aquí. Incluso aunque me mates, no conseguirás nada.

    — Sieng ha muerto — las palabras de Agustina llamaron la atención de Michael, Alicia y por supuesto del líder de los elimun, quien dejó ver el miedo que sentía tras escuchar esas palabras.

    — ¿Qué fue lo que dijiste?

    — El comandante Zion Stones lo asesinó — Agustina informaba de la situación a todos en el laboratorio — Yo misma vi su cuerpo mientras venía hacia aquí — Tzorkun no sabía que eso era mentira — Él era el último de los líderes que quedaba con vida, ¿no es así?

    — Sieng no ha muerto — Tzorkun no creía lo que escuchaba de Agustina — Él no se dejaría asesinar por nadie, mucho menos por una sola persona. Él no los dejará escapar de aquí. Así que, mátame si eso es lo que quieres. Como mucho, me quedan tres meses de vida. ¿Crees que le tengo miedo a morir ahora?

    — Como tú desees — Agustina se acercó al arma que Tzorkun estaba usando — Te asesinaré lentamente con tu propia arma, y luego la llevaré conmigo — levantó el rifle pesado del suelo — Y así, finalmente te haré pagar por lo que le hiciste a Ace.

    — Hasta nunca — la sonrisa de Tzorkun asustó a Michael y Alicia.

    Luego de que Agustina levantara el arma del elimun del piso y la sujetara en sus manos, esta comenzó a emitir un brillo azul muy intenso, el cual se apagó al mismo tiempo que una descarga de electricidad bastante potente se realizó sobre las manos de Agustina. La chica, quien tenía el arma con sus dos manos, dejó salir un grito de dolor muy fuerte mientras recibía por completo la descarga eléctrica, mientras Michael y Alicia miraban la escena aterrados. La descarga duró dos segundos, y una vez finalizada, Agustina soltó el arma del elimun, para luego desplomarse en el suelo del laboratorio.

    — ¡Agustina! — Alicia corrió hacia ella, acompañada por Michael.

    La pareja de soldados sujetó a la chica en sus brazos. Ella tenía los ojos cerrados. Alicia puso sus manos en el cuello de ella para tomarle el pulso, mientras que Michael se acercó para sentir su respiración.

    — ¡Está respirando! — gritó Michael, bastante asustado mientras veía como Alicia la sujetaba — ¡¿Y su pulso?!

    — ¡Lo está perdiendo! — Alicia miró muy asustada como su amiga estaba perdiendo la vida.

    — ¡No! ¡No! — Michael no podía creer lo que estaba ocurriendo — ¡¿Cuánto tiempo tenemos hasta que muera?! — ese grito lo dirigió a Tzorkun.

    — Me sorprende que no haya muerto al instante — Tzorkun miraba como los dos humanos sufrían al perder a una de ellos — Es fuerte, pero morirá pronto. No te hagas falsas esperanzas.

    — ¡Alicia, llévatela y envía un mensaje a la nave! — le gritó Michael, mientras sujetaba a Agustina para que Alicia pudiera cargarla — ¡Tienes las coordenadas de este lugar! ¡Ya saben a dónde traer la cápsula!

    — ¿Y qué hay de ti? — Alicia quería saber que era lo que Michael tenía planeado.

    — ¡Me aseguraré de que nadie de esta maldita ciudad llegue hasta la cápsula! — Michael seguía con una expresión de miedo en su cara — ¡Ve!

    Lo más rápido que pudo, Alicia salió del laboratorio cargando a su compañera. Michael, por su parte se quedó atrás y se acercó a Tzorkun. El soldado del Zenith lo levantó del suelo solo para poder darle un rodillazo y así volverlo a tirar.

    — ¡Detén a tus soldados, es mi última advertencia! — le gritó Michael, mientras veía como el elimun comenzaba a toser sangre tras el golpe que recibió.

    — ¿Qué harás si decido no hacerlo? — Tzorkun no quería ceder ante el humano.

    — He visto cómo funcionan tus máquinas, te sentaré ahí y te reclutaré para que obedezcas mis órdenes — Michael, aunque había visto las máquinas, no sabía nada de su funcionamiento.

    — Te gusta hacerme reír — le contestó Tzorkun, mirando a Michael con una sonrisa, a pesar del dolor — Tú no sabes cómo funcionan las máquinas, y no tienes idea de la dosis que se requiere para poder controlarme a mí. Sigue amenazándome de esa forma, Michael, y no vas a llegar a ningún lado.

    Ambos seres escucharon como unos pasos se acercaban corriendo hacia la sala. Michael se dio la vuelta y se apartó de Tzorkun para comenzar a apuntar hacia la puerta. Fuera quien fuera, si se trataba de un soldado elimun, lo iba a eliminar. Para su suerte, no era un enemigo, sino Aurio, quien estaba bastante agitado tras llegar al laboratorio.

    — Michael, vi a Alicia cargando a Agustina — el xaromitante estaba bastante asustado — Alicia me dijo que te ayudara a pelear. ¿Qué fue lo que ocurrió?

    — Agustina quiso matarlo con su propia arma, y recibió una descarga eléctrica muy fuerte — mientras explicaba, Michael señaló el arma que estaba tirada en el suelo — No la toques, no quiero que te termine pasando lo mismo a ti.

    Aurio le dio un vistazo al arma que estaba en el suelo. Desde su punto de vista, parecía ser bastante grande, y creyó que su poder destructivo sería fenomenal. Sin embargo, las palabras de Michael le hicieron perder el interés en quedarse un arma como esa. Luego de eso, se fijó en el elimun que estaba tirado en el suelo, incapaz de moverse. Aurio no necesitaba ninguna presentación para saber quién era.

    — Así que este tipo es Tzorkun — el xaromitante se aproximó para que el elimun lo viera bien.

    Tanto Tzorkun como Aurio se miraron fija y seriamente. El elimun sentía desprecio por el xaromitante, dado a que había ordenado a varios de sus guerreros que lo asesinaran, y a pesar de todo, allí estaba, con vida y frente a él. Mientras tanto, Aurio lo veía con un asco mayor, recordando que él era el que estaba detrás de la muerte de su amigo Gan. Finalmente lo tenía tal y como quería, en una oportunidad que podría no repetirse si la dejaba pasar.

    — Probablemente no lo sepas, y si lo sabes, tal vez no te importe — le decía Aurio, mirándolo seriamente — Pero uno de mis amigos está muerto por culpa tuya. Era un gran amigo y compañero, y lo perdí a causa de ti.

    — No me quieras venir a echar la culpa por lo que ocurrió — Tzorkun no quería escuchar esas cosas — Ustedes fueron los que se metieron en mi planeta, a interferir con la paz que tanto me costó construir. Si no hubieran venido, tu estúpido amigo seguiría vivo. El planeta Emiv finalmente estaba en paz. Toda muerte ocurrida aquí es culpa de ustedes.

    — No vinimos aquí para destruir tu paz — Aurio se acercó a Tzorkun para poder verlo más de cerca — Gan ni siquiera tenía interés en ustedes. Él solo quería tomar su lugar como un guerrero de nuestra especie mientras buscábamos las respuestas a la Gran Catástrofe.

    — ¿Y para qué quieren saber algo así? — Tzorkun sentía deseos de escupirle en la cara a Aurio — No la pudieron evitar, y no la pueden cambiar. Lo único que se puede hacer es seguir adelante, como yo lo hice. La Gran Catástrofe fue un milagro, que me permitió alcanzar la paz que tanto soñaba. Ustedes fueron unos estúpidos que no vieron eso, y no lo aprovecharon. Es culpa de ustedes que su amigo murió. Por ser un desagradecido con un verdadero milagro.

    — ¡Mi planeta fue arrasado por completo! — gritó Aurio, con una fuerza que asustó tanto a Michael como al líder de los elimun.

    Tras el grito, el xaromitante se puso entre Michael y Tzorkun, al mismo tiempo que le apuntaba con el cañón de Lankir. Desde atrás, Michael pudo ver como una de las luces estaban encendidas, lo que quería decir que todavía podía usar un disparo más, y por lo que se veía, Aurio tenía la intención de usarlo en ese mismo momento.

    — Aurio… — Michael quiso tranquilizarlo.

    — ¡Lo asesinaré! — Aurio estaba bastante furioso, y no podía encontrar una forma para calmarse — ¡¿Cómo te atreves a decir que lo que destruyó mi planeta y mató a mi familia fue un milagro?! ¡¿Cómo se te ocurre hacer que maten a mi mejor amigo y luego fingir que lo que quieres es paz?! ¡Michael, este tipo no puede seguir respirando! ¡Mató a todo el grupo del comandante Roger, provocó que Jason y Gan murieran, controló a Ace y a Dustin y quiso controlarte a ti también! — esos gritos le provocaron un ligero dolor en la garganta — Agustina está muy grave y podría morir por culpa de este tipo. Domir, Gan, Jason, y dos de mis compañeros xaromitantes han muerto por culpa de este tipo. Wida está destrozada, porque este tipo obligó a Jason a matarle a la única familia que le quedaba — tras tomarse una pausa de dos segundos, el xaromitante alzó la voz una vez más — ¡Le dije a ella que mataría al asesino de su hermano, y pienso hacerlo! ¡Y lo haré con el arma de Lankir, para demostrarle a ese inútil lo que se puede hacer si el arma está en las manos correctas!

    — ¿Esa es el arma tan fuerte de la que escuché hablar? — preguntó Tzorkun sin temerle a la amenaza de muerte de Aurio — ¿Realmente consideras correcto desperdiciar su uso en mí? ¿No crees que te sería de más utilidad para cuando todos mis guerreros vengan a atacar este laboratorio?

    — Ya no te quedan más guerreros — le contestó Aurio, con una seriedad que hizo que la sangre de Tzorkun se helara — Ya los asesiné a todos antes de venir aquí. Con esta misma arma que estás viendo, y la misma con la que te voy a asesinar.

    — ¡No…! — Tzorkun no podía creer que todos los guerreros que tenía hubieran sido asesinados por alguien así — ¡Tú no puedes haberlo hecho! — el terror lo invadió por completo, porque supo que, a diferencia de Michael, no podría hacer nada para frenar las intenciones de alguien así.

    — Podré no ser el más inteligente, pero tampoco soy un estúpido — le dijo Aurio, mientras se posicionaba para disparar el cañón — Si no los hubiera matado a todos, no me dispondría a gastar el último disparo del cañón en alguien que está tumbado en el suelo — el xaromitante le apuntó al elimun — Antes de que mueras, quiero que sepas mi nombre, Tzorkun. Aunque Michael lo pronunció, quiero que lo escuches de mí y lo recuerdes bien en estos últimos segundos que te quedan… me llamo Aurio. Y yo seré el xaromitante que te asesinó.

    — ¡Espera, no lo hagas! —Tzorkun, quien pasó años sin haberse sentido tan asustado, levantó el brazo intentando detener a Aurio.

    — ¡Aurio, no! — a pesar de las palabras de Aurio, Michael creía que era mejor ahorrar ese disparo y matarlo de otra forma.

    Sin escuchar los gritos de ninguno de los dos, el xaromitante accionó el cañón y dejó que una esfera potente saliera de él, en dirección hacia el enemigo. Dicha esfera chocó contra su cuerpo, y al hacerlo, creó una explosión que generó una sacudida ligera en el lugar, mientras que el polvo del suelo y la sangre de Tzorkun comenzaron a levantarse. La explosión acabó convirtiendo en pedazos el cuerpo del líder de todas las especies del planeta Emiv, quien había logrado usar su inteligencia para poder tomar el control de todos los seres del lugar.

    Tras la explosión, en el laboratorio no había nada más que un agujero de tamaño medio totalmente rodeado de sangre y pequeños trozos que quedaron del cuerpo de Tzorkun. Tal y como era de esperarse, la explosión acabó con el cuerpo y la vida del enemigo.

    Una vez eliminada dicha amenaza, Michael se acercó hasta Aurio para verificar si se había tranquilizado. Al mirarlo a la cara, pudo notar que Aurio estaba satisfecho con solo ver su expresión. Y no era para menos, puesto que el xaromitante había conseguido asesinar al tipo que estuvo detrás del infierno que tuvieron que vivir desde que pusieron un pie en el planeta Emiv, y que había causado la muerte de su amigo Gan.

    — Se terminó, por fin — Aurio miró a Michael seriamente — Escucha, Michael, quedémonos aquí un tiempo más.

    — ¿Qué? ¿Por qué? — Michael no entendía la razón por la que Aurio le estaba proponiendo eso — ¿Cuál es tu idea?

    — No vi que la cápsula despegara en ningún momento antes de que yo entrara a esta ciudad — le respondió el xaromitante — Por lo que, es posible que ninguno de nuestros compañeros haya podido escapar de aquí. No sé qué habrá ocurrido con los demás. Pero incluso si eliminaron a los enemigos que los atacaron, todavía no están a salvo. Es por eso que digo que tenemos que quedarnos en este laboratorio. Si capturan a alguien, lo traerán aquí. Si eso llega a pasar, le tenderemos una emboscada a cualquiera que se decida a entrar por esa puerta.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, ya lo sabes, pero debo volver a decirte que ésta historia tiene muchas cosas buenas pero hay ciertos momentos, épicos e intensos, que la hacen no ser buena, sino increíble. Y éste capítulo es otro más de esos que te mantienen sujeto a la silla y más tenso que un debutante en una liga profesional XD. Y esto es realmente de profesionales. Al menos, digno de ello. En fin, me desharía en más halagos, pero entonces no terminaría, así que me centraré en comentar el capítulo.

    A lo largo de estos últimos capítulos hemos visto todas las batallas desarrollarse, pero la mejor de todas y el mejor desenlace ha sido para la de Zion vs Sieng. Dos auténticos guerreros que lo han dado todo y en todo los aspectos para salir ganadores. Una lucha brutal que se ha saldado con la victoria del comandante Stones, aunque le ha costado varios años de vida, eso seguro. Con Sieng derrotado y Tzorkun asesinado (más abajo te diré lo que pienso) no veo que haya más líderes entre la población de especies de Emiv. Sin una cabeza visible, dudo que actúen.

    Me ha sorprendido que dos inkor hayan podido tomar por sorpresa a Michael y Alicia para llevarlos a la ciudad subterránea. Comprendo que Michael no quisiera precipitarse para arriesgar su tapadera, pero en otras cosas ha matado a varios enemigos con los que iba según el momento y en esta ocasión creo que también habría podido hacerlo. No obstante, ha decidido ser precavido, cosa que respeto, y no ha actuado. Y gracias a eso he creído por un instante que iba a liberar a Orz. Y también gracias a eso, se ha desarrollado el mejor momento del capítulo en la ciudad subterránea.

    Aurio ha subido un escalón en éste capítulo, totalmente. Aunque sigue desagradándome su actitud de rechazo hacia Lankir y la intención de quedarse con Wida, pareja de su amigo, aquí ha dado un salto de calidad. No significa que su personaje me encante pero he visto cosas que me han gustado de él. Primero, la admiración que ha demostrado al oír al comandante humano priorizando a sus compañeros que a él mismo, después encontrándose con Agustina y proponiendo un plan para entrar a la ciudad subterránea y finalmente entrando y asesinando a Tzorkun. Tiene sentido que haya sido él su asesino, pues debía vengar a Gar. El xaromitante tiene potencial para ser un personaje de más peso más adelante.

    Michael decida actuar en la sala de máquinas y mata a los inkor que iban con él en el momento de las explosiones (ataque de Aurio y Agustina) a la ciudad. Aquí se ha visto que el arma extraña de Tzorkun es poderosa, pudiendo destruir el metal, y la escena en la que tenía retenida a Alicia y Michael le contaba sobre Orz y lo que podía pasar, además de la negociación de dejarles ir, ha sido lo mejor del capítulo para mí. Una escena intensa, cargada de tensión y emociones. Michael está siendo y probablemente será el mejor personaje de ésta parte IV. Eso es indiscutible. Luego, Agustina dispara a Tzorkun y lo hiere, pero queriendo hacerse la dura, recoge el arma de éste y le provoca una descarga. Ya sabes lo que pienso de ella pero no me esperaba que pudiese sucederse eso. Creía que estaba muerta pero al parecer está solo cerca de estarlo. Aunque obviamente que sobreviva será un alivio, su muerte cambiaría a Ace y me agradaría ver cómo.

    Finalmente, después de que Alicia se lleve corriendo a Agustina, entra Aurio y descarga su ira contra el líder de Emiv, matándolo con el arma espectacular que tiene cómo cañón. Al parecer, él y Michael se quedarán en dicha sala para evitar que nadie lleve a sus compañeros para someterlos a las máquinas de control. Sinceramente dudo que pase, los soldados deben estar dispersos y sin líderes, lo que solo los guiará al caos. La oportunidad para huir del planeta está ahí, veremos que pasa. Dicho esto, esperaré el próximo capítulo con enormes ansias.
     
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  13.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

    Acuario
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    Hola.

    Disculpa por no haberme pasado antes, tuve algunos inconvenientes, entre ellos está el Wi-Fi que está fallando a cada nada. Pero aquí estoy. Esto será un solo comentario, destacando lo más importante para mí de cada uno de los últimos capítulos.

    Comentario del capítulo; Nuestro poder - Parte 3:

    Me preocupa la situación que está experimentando Zion. Tal parece que Sieng es un gran soldado, por nada es el líder del planeta (y lo sigue siendo, a pesar de lo que ha hecho Tzorkun). Me tiene con el corazón en la mano, si Zion no se apresura en derrotarlo, puede que se quede atrás y termine quedándose en ese planeta como un esclavo mental de Tzorkun. Espero que haga algo, o sino tendré que hacer la ceremonia de despedida para el soldado Zion Stones.

    Por otro lado, me alegra en gran manera que Wagner y Angustina hayan logrado captura a Ace, espero que el fragmento de energía que le lanzó Wagner a Ace en la nunca, haya dado en el lugar correcto. La pelea estuvo genial, me gustó que Ace le diera problemas a ambos, pero lo que no me agradó fue que Angustina le diera a conocer a Wagner la impresión que este le dio cuando Zion lo nombró líder del equipo. Está bien que de a conocer su opinión, pero lo cierto es que ese no era el mejor momento. Creo que Angustina debió guardarse su opinión para otra ocasión.

    En cuanto a Plamo, estoy muy contento que haya matado a Qaior. Te digo una cosa, desde que Plamo se enteró que Qaior asesinó a Dormir, y juró vengar su muerte. Todo ese tiempo para aca, dudé que Plamo fuera capaz de asesinar a Qaior. Me alegra que las cosas dieran un giro como lo hicieron, porque hicieron replantearme lo fuerte que en realidad es Plamo. Ahora, debe sobrevivir a los daños causados en su cuerpo para que sea un verdadero triufo, el haber vengado a su compañero de especie.

    Comentario del capítulo; Nuestro poder - Parte 4:

    Vaya, veo que Zion está en problemas, al igual que Qaior. La escena que tuvo fue pequeña y eso me hace temer por el bienestar de Zion. Espero por los dioses que pueda acabar con Qaior, pese a que termine herido. Francamente, no me gustaría que mueriera, fuese reclutado, o bien terminara abandonado a raíz de sus propias órdenes. Ojalá que alguien le ayude, antes que sea demasiado. (Es en estos momentos cuando recuerdo al narrador de DBZ decir; "¿dónde estás Goku?" con no notable angustia XD)

    Ahora pasemos con Michael. Bueno este soldado está que no cabe en su armadura. Ha asesinado a los Elimun, ha salvado a su novia Alicia y se está aprovechando de la situación para ayudar a sus amigos. Gracias a él y Alicia salvaron a Gwyn, Thomas, Orikrof y a Sharyn, pero esta última no me importa mucho, la verdad. El punto es que Michael en esta parte se está volviendo el HERO de LGC. Me agrada que esté aportando tanto al equipo, y espero que su papel de malo le dure hasta que se enfrenten a Tzorkun.

    De Aurio no voy a decir mucho, salvo que tuvo algo de suerte de que no lo mataran. Ahorita mismo tengo las esperanzas puestas en él para que pueda ayudar a Zion en su combate contra Sieng.

    El final de este capítulo me ha dejado (como decimos aquí) con el clavo (sinónimo de: pregunta, curiosidad, interrogante, intrigado, etc). Me pregunto que clase de arma es la que guarda Tzorkun, y qué tan poderosa sea, dado que parece ser un arma que puede causarle serios daños a los humanos. Sobretodo teniendo en cuenta su diálogo, ciertamente me ha dejado con la intriga.

    Comentario del capítulo; Nuestro poder - Parte 5:

    Al fin la pelea entre Zion y Sieng acabó. Por un segundo pensé que Zion moriría a manos del enemigo, pero a como pudo y hasta donde su cuerpo le permitió, logró ganar, pese a que tuvo que "sacrificar" sus manos. No se si esto significaría el final de Zion como soldado, pero si es así no me decepcionaría. Sin embargo, espero que pueda curarse y logre continuar.

    Vaya, me desalienta saber que Alicia y Michael no lograron reunirse con sus compañeros por culpa de los Inkor. Maditos bastardos, es una lástima que no los hayan matado y sobretodo que Michael no se atreviera a liberar a Alicia para que, entre los dos, lograsen acabar con ellos. Ahora por culpa de ellos tienen que dirigirse a la ciudad Subterránea donde se encuentra Tzorkun. Las cosas se están complicando.

    Y lo peor de todo, es que Michael planea liberar a Orz; algo que complica todavía más las cosas. No me puedo imaginar lo que podría llegar a pasar si Michael lo deja salir a sus hanchas. Es verdad que Orz puede asesinar a varios de los soldados de Emiv, pero eso no significa que los soldados del Zenith salgan ilesos. Probablemente, Orz tenga algun tipo de resentimiento contra alguno, y de seguro aprovechará el tiempo para vengarse. No hay duda que esto me preocupa bastante, sobretodo por lo que es capaz Orz. Tiempo atrás Orz resultó ser un problema, y no quiero imaginarme lo que puede ocurrir ahora, después de tanto tiempo encerrado.

    Afortunadamente, por lo que he visto, todo ha "terminado". Por fin, Tzorkun ha muerto. Era de esperarse que no habría una pelea épica, dado a que Tzorkun era tan solo un científico y no un gerrero/soldado como Sieng. Pese a eso, el capítulo estuvo excelente. Me ha gustado el desenlace que ha tenido, a pesar que me ha terminado dejando preocupado. Angustina se llevó una fuerte descarga eléctrica, y está a nada de perder la vida. Espero que no muera, o esta sera una de las partes más tristes de LGC hasta el momento.

    Ahora que Tzorkun está muerto, los chicos sólo deben reunirse, rescatar a Zion y a cualquiera que esté en peligro, y después poner pies en polvorosa de ese planeta maldito. Quedo a la expectativa de lo que pasará en el próximo capítulo. No encontré errores, así que eso es todo por el momento. Nos vemos la próxima oportunidad. Un saludo.
     
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  14. Threadmarks: Reflexión silenciosa
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
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    Saludos a Resistance y a Zurel . Ya es sábado, madrugada, pero sábado al fin, así que es hora de publicar el siguiente capítulo de esta parte IV. Con el clímax ya dejado atrás, entramos en la última etapa de esta parte IV. Quizá sientan que los capítulos sean más ligeros en comparación a los capítulos anteriores, pero créanme cuando les digo que siguen siendo buenos. Aunque bueno, eso lo juzgarán ustedes. Sin más que decir, los dejaré con el capítulo.




    Reflexión silenciosa:

    Ya habían pasado unas tres horas desde el mediodía en el planeta Emiv. El comandante Zion Stones se encontraba tirado en el suelo. Nadie lo había ido a buscar, ni tampoco había recibido noticias de ninguno de sus soldados. En circunstancias como esas, no tenía idea si eso era algo bueno o algo malo. Con todo el tiempo que pasó, se sentía apto para poder moverse, pero no creía estar preparado para una pelea, por lo que optó por no desperdiciar nada de fuerza. En un momento, el comandante oyó pasos acercándose hacia él, y empezó a preocuparse de que se tratara de refuerzos enemigos. Se sentó en la misma posición en la que estaba, para luego levantar la cabeza y estar atento a sus alrededores. Al momento en el que divisara a un enemigo, liberaría toda la energía que le quedaba en sus manos para inhabilitarlas.

    Afortunadamente para él, no fue necesario hacer algo como eso. Las pisadas que escuchó le pertenecían a Aurio y a Michael. El comandante, que solo había visto a Aurio tras haberse separado de su equipo, estaba bastante confundido. No veía a Alicia por ningún lado, pero asumió que Michael no la dejaría atrás.

    — ¿Qué ha ocurrido? — preguntó el comandante, esperando recibir buenas noticias.

    — Se terminó, comandante — contestó Michael, siendo él quien le daba la noticia — Hemos recibido un mensaje. Todo el equipo está en la nave. Nosotros tres somos los únicos que quedamos en el planeta.

    — Solo nos queda ir a un lugar donde haya suficiente espacio para que aterrice la cápsula, enviarles nuestra posición, y esperar a que nos retiren — agregó Aurio, bastante serio por lo ocurrido en el día — Y finalmente, nos podremos ir de este planeta de muerte.

    — Aún no, no hemos terminado — las palabras del comandante confundieron a Michael y al xaromitante.

    — Pero Sharyn y Ace fueron recuperados — contestó Michael, quien no podía entender a qué se refería — Dustin ya fue recuperado ayer. No queda nadie más del grupo del comandante Roger aquí.

    — Aún hay algo que quiero hacer, pero nosotros tres solos no somos capaces — el comandante, con bastante dificultad, se puso de pie — Así que busquemos un lugar para que la cápsula aterrice, y luego reunámonos con el equipo en la nave.

    — ¿De qué trata el siguiente paso? — preguntó Aurio, con mucha curiosidad por saber los motivos por los cuales no se podían ir del planeta siendo que la misión ya estaba cumplida.

    — Lo explicaré a todos cuando estemos en la nave — contestó el comandante Zion, haciéndoles una señal para que lo siguieran — Vamos, mientras más rápido terminemos, más rápido nos podremos ir.

    De esa manera, el comandante del Zenith, uno de sus soldados humanos, y el guerrero xaromitante comenzaron a caminar hacia una zona donde la cápsula pudiera aterrizar. La caminata no les demoró más de siete minutos, puesto a que el bosque no era demasiado espeso. Al llegar al lugar, Michael utilizó su armadura, que a pesar de estar bastante dañada por los disparos del arma de Tzorkun, seguía siendo capaz de enviar y recibir mensajes. El mensaje no tenía contenido, y solamente era usado para que el escáner de la nave xaromitante pudiera detectar su posición y encontrarlos. Una vez enviado, solo restaba esperar.

    — No lo pregunté, pero quiero saberlo. ¿Cuál es el estado de todos los demás? — Zion quiso conocer a profundidad las consecuencias de la misión.

    — Plamo y Orikrof están en la sala médica — contestó Michael — Siendo los únicos a parte de Aurio que no eran humanos, los sirvientes de Tzorkun no fueron suaves con ellos. Y Agustina está luchando por su vida. Cuando quiso tomar el rifle de Tzorkun, sufrió una descarga eléctrica proporcionada por el arma. No sé nada más, solo que Alicia la pudo llevar hasta la sala médica.

    — ¿El resto del equipo está bien? — Zion necesitaba más detalles — Stones, Delleo, Fairin… ¿cómo les fue en la pelea?

    — Thomas no sufrió más heridas, por lo que solo debería concentrarse en la curación de sus manos — explicó Michael a su comandante — Gwyn está intacta, y Wagner sufrió bastante en su pelea con Ace. Eso es lo que me han dicho, usted debería preguntarles cuando estemos ahí arriba.

    — Y no habrá que esperar mucho para eso — señaló Aurio a la nave que se acercaba a ellos.

    El trío pudo ver como la nave llegó hacia su posición, y al quedar justo por encima de ellos, una de las cápsulas comenzó su descenso. No tardó casi nada en llegar a tierra, y al abrirse la compuerta, se pudo ver a Wida, Gwyn y Wagner en el interior. Wagner se sentía muy aliviado de que su padre estuviera allí, junto a sus otros dos compañeros. Gwyn sentía mucha felicidad al ver a Michael, y Wida sentía lo mismo por Aurio. El encontrarlos a todos a salvo los tranquilizó, y les quitó el estrés restante que tenían encima.

    — Qué bueno que no te hayan hecho daño — Wida abrazó a Aurio, quien correspondió el abrazo y respondió de la misma manera — El general tiene heridas muy serias en la pierna y en su hombro. Puede que le cueste un tiempo recuperarse.

    — Te dije que estaría bien — contestó Aurio, disfrutando el afecto que mostraba su compañera — Cuando terminemos con esto, vamos a tener una charla.

    — ¿A qué te refieres con terminar con esto? — Gwyn no entendía lo que había dicho — Ya terminó. Sharyn y Ace están a bordo esperándonos. Una vez que estemos allí arriba, nos iremos de este planeta.

    — El comandante Zion lo explicará todo cuando estemos arriba — Michael quería acelerar esa reunión — Así que, démonos prisa para irnos de aquí.

    Los seis soldados subieron a la cápsula, y esta comenzó a ascender de vuelta hacia la nave.

    — Qué bueno que todos estén bien — Wagner expresó su alivio en voz alta — ¿Qué ocurrió con Tzorkun?

    — Está muerto — contestó Aurio, quitándose el cañón de Lankir del brazo — El arma que Lankir creó cumplió su función. Y yo cumplí la mía.

    — ¿Cómo está Agustina? — preguntó Michael a Gwyn.

    — Ella está estable, por ahora — le respondió Gwyn, algo preocupada por ella — Sus signos vitales regresaron a la normalidad, pero no da señales de que vaya a despertar.

    — Antes que nada, voy a ir a la sala médica para verlos a todos — contaba el comandante Stones — Necesito chequear el estado de todos los que hemos sobrevivido.

    Las dos últimas palabras del comandante Stones pusieron algo tristes a todos los presentes, con solo pensar en los que no habían sobrevivido. Domir, Gan, los otros dos xaromitantes que los habían acompañado, y también Jason. Si bien, él no era parte del grupo, la misión consistía en rescatarlo, y en su lugar, fue asesinado. Wagner, quien había cometido el asesinato, se sentía bastante culpable. Por no haber tenido la información suficiente, terminó matando a quien se suponía que debía salvar. Si bien, él en un principio creyó que los había traicionado, el soldado consideró que pudo haber hecho algo más por su compañero. Al fin y al cabo, él terminó siendo otra víctima más de las manipulaciones y controles de Tzorkun, y no había nada que pudiera hacer para remediarlo.

    En un minuto nada más, llegaron hasta la nave. Los seis soldados se bajaron de la cápsula y acudieron a la sala médica, en donde todos sus demás compañeros estaban reunidos. Al llegar allí, el espectáculo era bastante deprimente. Plamo y Orikrof estaban durmiendo. Sus heridas eran bastante graves, y tuvieron que hacer un gran esfuerzo para ser rescatados. Ya habían sido atendidos en sus necesidades, por lo que ambos comenzaron a descansar tras haber sufrido demasiado. Lankir ya se encontraba en buen estado, pero seguía en cama. Thomas, por su parte, se vendó de nuevo las manos para evitar una infección que retrasara más la curación de sus heridas, las cuales no tardarían mucho. En otro extremo de la sala, Dustin, Sharyn, Ace y Agustina estaban recostados en una cama cada uno. Los tres primeros estaban sedados, de forma en que pudieran mantenerse en tranquilidad hasta que el efecto del control que Tzorkun ejercía sobre ellos finalizara, incluso aunque el mencionado estuviera muerto. Al lado de Ace, Agustina se encontraba sedada para darle descanso a su cuerpo, mientras otra máquina controlaba los signos vitales de la chica. Alicia estaba esperando por la llegada de todos ellos.

    Una vez estuvieron todos reunidos, y tras analizar el caso de cada uno, el comandante comenzó a hablar.

    — Sé que todos piensan que hemos terminado — contó Zion, ante la mirada atenta de todos — Pero aún hay algo que quiero hacer. Esta fue una idea de Orikrof, y es una lástima que él esté en un estado como en el que está ahora — tomó una pausa antes de continuar — Él me dijo que deberíamos llevarnos con nosotros varias de las máquinas que Tzorkun usa para controlar a los habitantes de este planeta, junto con la planta que produce la sustancia necesaria para lograrlo.

    — ¿Quiere que nos llevemos las máquinas para hacerle a otros humanos lo mismo que Tzorkun nos hizo a nosotros? — Michael, quien acababa de escuchar el plan, creyó que era una locura.

    — ¿Es para usarla en los soldados de Black Meteor? — Alicia sintió curiosidad por el uso que el comandante le quería dar a las máquinas.

    — ¿Estará bien visto que se use una máquina como esa? — Thomas no creyó que fuera aceptado por Magnus.

    — No planeo usarla en seres humanos, y esa no fue la idea de Orikrof — les contestó el comandante — ¿Recuerdan lo que teníamos pensado hacer a continuación? En caso de que lo olvidaran, tenemos que ir al planeta Fientlig para buscar muestras de la radiación, y así usar el escáner de esta nave para darnos una pista más directa hacia el lugar de origen de la radiación y los meteoritos. La idea del general era que usáramos estas máquinas en las bestias que habitan en el planeta de Fientlig, para controlarlas y hacer que nos obedezcan. Me dijo algo que me hizo pensar seriamente. Llegamos a un planeta donde fuimos atacados por seres hostiles. ¿Qué pasará si La Gran Catástrofe tiene su origen en un planeta que justamente sea habitado por seres más hostiles que los que viven aquí? Nos veremos en un conflicto otra vez. Ahora, imaginen que nos acompañara un grupo de diez bestias de las que habitan en el planeta Fientlig. ¿Creen que los enemigos que nos podamos encontrar se atreverían a atacarnos como lo hicieron los habitantes de Emiv? ¿No creen que, si hubiéramos traído a diez bestias junto a nosotros, podríamos haber evitado las muertes que sufrimos en estos tres días infernales?

    — Tiene bastante sentido — comentó Lankir, creyendo que era una idea digna del general Orikrof — El general sin dudas ha pensado en una forma efectiva de poner un arma útil del enemigo a nuestro favor.

    — Es por eso que nuestra misión aquí, o la última parte, es ir a la ciudad subterránea y robar como mínimo unas cuatro de esas máquinas, junto con varias muestras de esa planta y toda la información que Tzorkun haya guardado — el comandante explicó el último paso de la misión en el planeta Emiv.

    — ¿Qué ocurrió con Tzorkun? — Thomas sentía interés en saberlo — ¿Y con los demás líderes?

    — Yo maté a Sieng, y Plamo casi muere asesinando a Qaior — contó el comandante Stones — Aurio fue quien se encargó de asesinar a Tzorkun. Ya no quedan más líderes, y con Tzorkun muerto, no deberíamos tener muchos problemas. Como mucho, recibiremos un ataque de los guerreros que estén defendiendo la ciudad subterránea. Estos siguen obedeciendo a Tzorkun, a pesar de estar muerto, por lo que no deberían de intentar asesinarnos. Será una misión sencilla, mucho más que la que tuvimos hoy.

    — ¿Quién irá a la misión? — preguntó Michael, asumiendo que alguien debía quedarse para auxiliar al grupo con las cápsulas cuando fuera necesario.

    — Umcali, Noble y Aurio son los únicos que han estado en la ciudad. Ustedes tres vendrán con nosotros. Wida y Stones también. Lankir se quedará atrás para hacer que la cápsula descienda y ascienda. Fairin, Delleo, les encargo a ustedes el cuidado de los pacientes. ¿Hay alguien que no esté de acuerdo?

    Nadie respondió, por lo que el silencio invadió la sala médica por completo. El comandante Stones sabía que todos estaban de acuerdo con su idea, que, en realidad, fue idea del general Orikrof, siendo él solamente el mensajero de la misma. Ninguno de los presentes se atrevió a contradecir dicha idea, incluso, había varios que estaban de acuerdo con robar las máquinas y usarlas para controlar a las bestias de Fientlig. Gwyn, Thomas, y Michael, quienes habían enfrentado directamente a esas criaturas, sabían lo fuertes que podrían ser. Tener el control de bestias así era una ventaja muy grande ante los ojos de ellos tres.

    Zion Stones estuvo esperando por un minuto y medio a que alguien se rehusara, ya sea a la misión a la forma en la que él había decidido proceder. Al no tener respuesta, asumió que ya estaba claro lo que debían hacer.

    — Está decidido — comentó el comandante del Zenith — Nos tomaremos una hora de descanso para comer y reponer energía. Delleo, necesito que le des tu armadura a Umcali. No creo que la suya sea muy resistente para la misión de ahora, y no quiero correr más riesgos.

    — Como usted ordene — respondió Thomas — Vamos, Michael. Te daré mi armadura y te ayudaré a ajustarla para que se adapte a tu cuerpo.

    — Todos los demás tienen una hora exacta para hacer lo que más deseen antes del descenso — el comandante se disponía a salir de la sala médica — Nos veremos en la cápsula.

    De forma algo brusca, el comandante abandonó la sala, dejando a todos los demás en su interior. El comandante estaba apurado para poder comer algo y acostarse en una cama. A pesar de no haber estado en movimiento durante la mayor parte del día tras su pelea contra Sieng, sentía que se iba a terminar desplomando, y no quería que los demás creyeran que no estaba en condiciones para realizar la misión.

    Thomas y Michael se fueron juntos a resolver el asunto de la armadura. Gwyn, Alicia y Wagner fueron a comer algo. Wida salió de la sala para irse junto a ellos, dejando solamente a Lankir y a Aurio en la misma, sin contar a los que estaban inconscientes en ese momento.

    — Así que tú lograste eliminar a Tzorkun — Lankir apreciaba el valor y la fuerza de Aurio — Te lo agradezco. Él se merecía lo que le pasó. Y me alegro de que mi cañón haya sido de utilidad.

    — El cañón es nuestra arma más fuerte — le contestó Aurio, que pensaba tirarle una indirecta a Lankir — Mientras que el portador del mismo sea alguien competente, claro está.

    — ¿Qué quieres decir con eso? — Lankir sabía lo que Aurio le quería decir, y no le había gustado nada, solamente quería que lo dijera sin rodeos — ¿No me consideras competente?

    — Estuviste a punto de ser asesinado por Dustin — Aurio le recordó esa situación, cosa de la que Lankir no estaba orgulloso — Tú y él tenían una pelea pendiente cuando te rehusaste a tenerla en la nave. Creí que habrías entrenado lo suficiente para tener una pelea pareja contra él, pero me equivoqué. No los encontramos luchando cuando lo hicimos. La pelea había terminado, y tú estabas a punto de que Dustin te matara.

    — Mis mejores cualidades no son mis habilidades en combate cuerpo a cuerpo — contestó Lankir, bastante serio ante las palabras de su amigo — Es por eso que me apoyo en mi inteligencia.

    — Te diré algo, Lankir, y con tu inteligencia, te darás cuenta de que tengo razón — Lankir estaba atento a las palabras de Aurio — Eres el más inteligente de todos los que están aquí, y nadie puede discutir eso. Pero en un planeta hostil como este, o como Fientlig, si las descripciones de los humanos no son exageradas, la inteligencia no sirve si no la acompañas con fuerza. Si te encuentras con un rival poderoso, con tu inteligencia puedes buscar una forma de derrotarlo. El problema es, ¿qué pasa si te mata antes de que la encuentres? Siendo débil para pelear, puede que no tengas la oportunidad de vivir lo suficiente como para poder idear una estrategia que te de la victoria. Y ayer mismo tú lo comprobaste. Piensa en eso, porque será lo último que te diré durante el día de hoy.

    Antes de darle a Lankir una oportunidad de responder a su cuestionamiento, Aurio abandonó la sala médica para poder ir a comer algo. Tras haber quedado solo en la sala, solamente siendo acompañado por sus compañeros que habían resultado heridos o perjudicados por el accionar de Tzorkun, el xaromitante se puso a pensar en las palabras que su amigo le dijo. Él sabía que no era el más fuerte en lo que se refería al tema de las peleas, pero su consuelo siempre fue su inteligencia superior a la de los demás. Sin embargo, las cosas que Aurio le dijo tenían sentido. Si no podía vivir lo suficiente como para poder pensar en una estrategia, la inteligencia no le serviría de nada.

    Dicha reflexión llevó a Lankir a una conclusión. A partir de ese momento, ya no podría valerse únicamente de su inteligencia y debería entrenar para que su fuerza aumentara. Él solo tenía una naturaleza guerrera en un 30%, y eso era algo incambiable, pero nada le impedía explotar ese porcentaje al máximo. Podía optar por no hacerlo, y solamente quedarse con su inteligencia para las batallas, pero eso no le sería nada conveniente.

    Lankir no había experimentado de primera mano un encuentro con las bestias de Fientlig, al punto de que solo tenía la información que los humanos le proporcionaban. Si los humanos consideraban a los habitantes de ese planeta como una amenaza, eso quería decir que no iba a ser cosa fácil capturarlos. Él mismo no había emitido ninguna queja al plan de Zion y Orikrof para ir a ese planeta y capturarlas. Si el plan solamente fuera acudir al planeta solo para llevarse una muestra de radiación, podría llegar a plantearse el mantenerse en su estado actual, aunque no fuera lo mejor. Pero las cosas habían cambiado, y ciertamente, iban a seguir cambiando. De esa forma, Lankir decidió que, a partir de ese momento, viviría sus días entrenando para explotar el máximo potencial de su naturaleza de guerrero.

    — Quizá, si yo hubiera sido un mejor peleador, Gan no habría sido asesinado — Lankir pensaba en voz baja — Es más, si yo fuera un soldado más fuerte, podría haber contribuido más a nuestro primer encuentro.

    Ciertamente, el xaromitante tenía bastante claro que debía cambiar en serio si quería aportar su grano de arena al equipo del Zenith.

    […]

    Pasada la hora de descanso, todos los soldados que iban a descender nuevamente, y por última vez, al suelo del planeta Emiv se habían reunido. Lankir, Gwyn y Thomas, quienes no iban a acompañarlos, estaban allí para poder desearles suerte, aunque la misión debería ser bastante sencilla, o al menos eso se creía.

    No iban a moverse en la nave hacia la entrada a la ciudad subterránea, porque eso solo haría que los guerreros que pudieran estarlos esperando en el lugar, se prepararan mejor al detectar una nave de gran tamaño acercarse hacia el lugar. En cambio, una cápsula pequeña sería difícil de detectar. Aurio portaba el cañón de Lankir, el cual se había cargado lo suficiente como para poder realizar tres disparos. Michael portaba la armadura de Thomas. El comandante Zion se llevaba el rifle de Gwyn, debido a que su rifle quedó destruido en la pelea contra Sieng. Y Alicia, por su parte, llevaba una daga, la misma que Agustina portaba encima.

    El grupo que iba a descender se despidió del resto de sus compañeros. Lankir entró en la cápsula y la activó para que esta pudiera bajar, y su responsabilidad, una vez el equipo completo hubiera salido, sería llevarla de regreso a la nave y esperar un mensaje que indicara que era el tiempo de la extracción. Una vez la cápsula se fue, Thomas y Gwyn se fueron a la sala médica, para poder seguir cuidando de sus compañeros, en especial de Agustina, cuyo estado, en esa hora de tiempo, no había cambiado.

    En un momento, Lankir, quien había regresado a la nave tras haber dejado al resto del equipo en el planeta, pasó por la sala médica para hablar con ambos.

    — Estaré en la sala principal esperando a que el grupo me envíe un mensaje para la extracción — les contaba el xaromitante — Si necesitan algo, solo avísenme.

    — Gracias, lo haremos — contestó Gwyn.

    Una vez dado el aviso, Lankir se retiró del lugar. En la sala solamente habían quedado Thomas y Gwyn, tal y como estaba planeado. Ambos estaban prestando atención especial a Agustina, quien era la única de todos ellos que se encontraba con su vida en riesgo. No ignoraban a los demás, y de vez en cuando se pasaban cerca de ellos para controlar que todo estuviera bien, pero su prioridad era atender a su compañera.

    Gwyn le tocó la frente, revisando que no tuviera fiebre, a pesar de contar con una máquina que estaba realizando el diagnóstico por ella. La chica tenía una gran preocupación por su compañera, aunque mantenía la esperanza de que despertara pronto.

    — Te pondrás bien — le dijo, creyendo que ella podría escucharla — No morirás. Esto es solo un contratiempo. Ya lo verás.

    — Gwyn, ¿qué es lo que le vamos a decir si ella no sobrevive? — la chica entendió bastante claro las palabras de su novio — En la misión estuvimos en un grupo nosotros cuatro. Él lo debería escuchar de sus amigos.

    — Le diremos la verdad, no hay otra cosa que decirle — contestó Gwyn, no queriendo pensar en la posibilidad que Thomas le había dicho.

    — Ya sé que es lo que le diremos. Nunca se me podría cruzar por la cabeza mentirle a un amigo. Lo que quiero saber es qué es lo que le vamos a decir. Él estuvo luchando para el enemigo en el momento en el que ella resultó herida de esta forma. Si le decimos eso, quedará destrozado.

    — Hablaremos con él en un lugar tranquilo, le explicaremos todo y le daremos el tiempo que necesite… Pero eso no ocurrirá. Ella va a sobrevivir, ya lo verás.

    — Eso espero — Thomas se acercó para verla — No puedo soportar verla así. Ella es… es como una hermana para mí. Michael, Alicia, Ace y Agustina se han convertido en personas importantes. Piensa en todo lo que hemos estado haciendo, y en todo lo que queda por hacer. Hemos hecho varias misiones juntos, y seguiremos haciendo misiones juntos. Desde que Michael habló con nosotros antes de llegar a este lugar, dejé de verlos como compañeros, y empecé a verlos como si fueran mi familia. Y realmente, lo son. Agustina me salvó el día de ayer. Ella nos salvó a ti y a mí. ¿Lo recuerdas?

    — Sí, nos salvó. Y después de eso, yo le mentí diciéndole cosas horribles sobre ella y Ace. Me siento algo culpable. Quizá fueron mis palabras lo que la llevaron a todo esto.

    — No te sientas de esa forma, el único culpable aquí, de todo lo que ha ocurrido es Tzorkun. Como quisiera haberlo conocido y asesinarlo, o al menos, haberlo visto morir. Es difícil asumir que nunca podré ver la cara del tipo que me hizo pasar un infierno en este planeta horrible.

    — Quizá sea lo mejor — Gwyn fue a abrazar a Thomas — Todo terminó, Thomas. Una vez nuestros compañeros regresen, nos marcharemos de este planeta para siempre. Nunca nadie más regresará a este lugar.

    — No, nunca. Ni siquiera la escoria de Black Meteor merece pasar por un lugar así. Incluso con todo lo que han hecho, es demasiado.

    — Si fuéramos aliados, cosas como esta nunca habrían sucedido. Y no lo somos gracias al egoísmo de Abel. Increíble como una persona sola puede tener tanta influencia en las acciones de todos los demás. Me pregunto qué ocurriría si otras personas tuvieran el poder que tiene Abel.

    — No depende de la cantidad de persona, sino de sus ideas. Si en lugar de Abel estuvieran cinco personas, o diez, o veinte, o noventa, pero todas pensaran como él, el resultado sería el mismo.

    — Yo solamente espero que las cosas mejoren en un futuro, una vez que podamos encontrar las respuestas a lo que causó la Gran Catástrofe — Gwyn daba su opinión sobre la situación — Dudo que Black Meteor y nosotros podamos ser aliados antes de que las respuestas aparezcan.

    — Me siento igual que tú — le contestó Thomas — No veo un futuro donde ellos y nosotros formamos una alianza para encontrar las respuestas a la Catástrofe. Pero realmente espero que el conflicto entre ambos termine alguna vez.

    La charla entre Thomas y Gwyn se prolongó por mucho más tiempo, hasta que ambos se decidieron quedar callados para no molestar a sus compañeros. La pareja, en un momento, se tomó su tiempo para mirar atentamente a Plamo. Él había sufrido bastante en ese planeta. Su gran amigo fue asesinado, y para poder vengar su muerte, pasó por una batalla mortal que casi le cuesta la vida. Había terminado perdiendo un ojo, y ese fue el costo más barato que consiguió sacar en ese lugar.

    Una vez terminaron, les dieron un vistazo a los tres soldados que Tzorkun tuvo bajo su control. Sharyn, Dustin y Ace. No podían imaginarse lo que habrán sufrido al haber sido controlados por alguien como Tzorkun. Sentían mucha curiosidad por saber lo que se sentía algo como eso, pero ninguno tenía el valor para preguntarles en el momento en el que ellos despertaran, puesto a que no querían que sus preguntas pudieran incomodarlos.

    Tras haber terminado con su revisión general, los dos soldados se acercaron a Agustina. La chica, en esos minutos, no había cambiado nada desde que la habían colocado en la cama de la sala médica. Los dos soldados sentían muchos deseos de que ella pudiera despertar, y de esa forma, asegurarse de que estaría a salvo. No querían tener estrés en el viaje de regreso, ni tampoco estar preocupándose por la salud de su compañera en la vuelta a la Tierra. Ellos querían que el sufrimiento se terminara antes de abandonar el planeta Emiv.

    Como si algo los hubiera escuchado, el deseo que ellos tenían parecía cumplirse. La chica empezó a moverse al mismo tiempo que sus ojos se estaban abriendo. Gwyn y Thomas sintieron una gran felicidad invadiéndolos a ambos, pero no quisieron festejar hasta asegurarse de que ella realmente despertaría y que estaría bien. Finalmente, tras medio minuto, Agustina despertó por completo.

    — Thomas, Gwyn… — la chica estaba muy confundida, puesto a que no tenía idea de lo que había pasado, esto se podía notar por la forma en la que sujetaba su cabeza — ¿Qué fue lo que me ocurrió?

    La pareja de soldados no pudo responderle a la chica, y todo lo que pudieron hacer fue darle un abrazo fuerte, expresándole a ella la felicidad de verla despierta nuevamente.

    — Qué alivio — Gwyn le dio un beso en la frente a su compañera — Me siento tan feliz de que hayas despertado.

    — ¿Te sientes bien, Agustina? — Thomas quería asegurarse de que no tuviera secuelas por la descarga que recibió — ¿Te duele algo, o sientes algún malestar en el cuerpo?

    — Me duele bastante la cabeza, y estoy muy cansada — Agustina, luego de decir eso, miró sus manos — Y siento como si algo de corriente eléctrica estuviera circulando por mis manos. Es más débil con cada segundo, pero la puedo sentir todavía. ¿Qué fue lo que me pasó?

    — Alicia nos contó que tomaste el arma de Tzorkun, y que esta liberó una descarga eléctrica en tu cuerpo — le contestó Gwyn, cosa que sorprendió a Agustina, que no recordaba nada de eso — Dijo que estabas en un mal estado cuando te trajo aquí.

    — Recuerdo que tomé el arma de Tzorkun, pero luego de eso, ya no puedo recordar nada más — la chica se sentía bastante confundida, como si hubiera pasado una eternidad dormida, aunque solo fueran unas horas — ¿Y qué ocurrió?

    — Orikrof y Plamo están recuperándose de sus heridas — le contestó Thomas, apartándose para que ella pudiera verlos en las camas — Sharyn y Ace fueron recuperados y traídos aquí. Solo nos resta esperar a que el efecto del control que Tzorkun ejercía sobre ellos desaparezca. Lankir está en la sala principal, y nosotros dos estamos cuidando de ti. El resto del equipo está abajo en una última operación, por así decirlo. Lo explicaremos todo cuando regresen.

    — Ace… — Agustina miró al costado de su cama y pudo ver a su novio — Wagner lo trajo aquí a salvo, como era de esperarse. Qué alivio que él esté aquí. ¿Dustin y Sharyn han mostrado algún problema?

    — No por el momento, y mientras estén sedados, no creo que puedan hacer nada — comentó Gwyn, ahora mirando a su compañera — Para evitar problemas, te quedarás en cama hasta que te sientas recuperada del todo. Te traeré algo de comida, no tardaré — contó la chica, mientras salía de la sala.

    — Agustina, yo sé que debes haber pasado por mucho daño con esa descarga, pero necesito ver una cosa. Intenta disparar energía — le pidió Thomas, algo preocupado de que ella hubiera perdido esa habilidad por las palabras que ella había dicho.

    Agustina extendió su mano y apuntó al suelo. Su intención no era dañar la sala médica, pero con lo que Thomas le había dicho, ella también sentía curiosidad para ver si podía disparar energía de sus manos. No tuvo problemas en realizar esa acción. Acumuló un poco de energía por dos segundos y luego la liberó. El fragmento fue bastante pequeño, y solamente dejó una marca pequeña en el suelo de la sala médica.

    — Tal parece que no tienes ningún problema con tu energía, lo cual es bueno — Thomas se sentía aliviado por ver a su compañera en buen estado.

    — Gracias por haberme cuidado, Thomas — contestó Agustina, apreciando el afecto que mostraba el soldado — Te debo mucho a ti, a Gwyn, y a Alicia y Michael.

    — Sí… yo también les debo bastante — contó Thomas, para informarle varias cosas a su compañera — Si no fuera por ellos, probablemente no hubiéramos aguantado mucho tiempo en el planeta. Y de ser ese el caso, no habríamos podido hacer nada para ayudarte. Michael fue nuestro as en esta misión. Gran parte de la victoria se la debemos a él.

    Gwyn regresó a la sala médica con comida para Agustina. Ella apreció el gesto que había tenido, y comenzó a comer para reponer fuerzas. A medida que pasaba el tiempo, la chica sentía como la electricidad que recorría sus manos desaparecía, junto con el dolor de cabeza, que se volvía cada vez más ligero con el paso del tiempo.

    — Oye, Agustina, quiero decirte algo — Gwyn quería disculparse por las cosas que había dicho ayer — Es sobre lo que dije acerca de que no merecías a Ace. Solo quise motivarte, pero estuve mal por decir eso. No lo haré de nuevo. Eres como una hermana para mí, y debí de haberte apoyado de otra forma, no siendo tan insensible.

    — Sé que tuviste tus razones, yo misma las escuché — le contestó la chica, quien no sentía enojo por Gwyn en ese momento — No tienes que disculparte. En parte, tenías razón. No debí ponerme a llorar cuando Ace estaba en peligro.

    — Aunque haya tenido razón, esa no fue la forma — Gwyn necesitaba que, entre ellas, esa conversación quedara en el pasado — Discúlpame.

    — Disculpa aceptada — tras haber dicho esas palabras, Agustina tomó la mano de Gwyn para luego mostrarle una sonrisa — Hermana… — esas palabras no las pronunció en voz alta, solamente se las guardó para ella misma.

    Luego de que su compañera hubiera despertado, ya solamente quedaba esperar a que el resto del equipo pudiera regresar del planeta Emiv a salvo, y entonces, podrían irse de ese planeta para nunca más regresar.

    […]

    Wagner y Zion habían logrado acribillar a balazos a los últimos guerreros elimun que estaban intentando defender el laboratorio y la ciudad. No habían sido atacados por un grupo muy numeroso. El tiroteo fue demasiado breve, de los más cortos que el grupo tuvo que enfrentar, y fue muy relajado comparándolo con los enfrentamientos que habían tenido en ese planeta.

    El grupo se dio cuenta de que los civiles ya no se encontraban en esa ciudad, ya sea porque estaban refugiados esperando refuerzos, o porque habían huido a buscarlos por su cuenta. Sea como fuera la situación, nadie quería quedarse para averiguarlo.

    — Stones, Noble, ustedes quédense aquí para vigilar la zona — ordenó el comandante Stones — Umcali y Aurio, ustedes marquen el rumbo al laboratorio. Wida vendrá con nosotros. Nos llevaremos todas las máquinas que estén en buen estado, y todas las plantas que encontremos. Lloyd será la clave — el comandante se refería a Sharyn — Conoce el funcionamiento de todo. Ella nos ayudará a usarlas como es debido.

    Fue así que el comandante Stones se fue junto a Michael y los dos xaromitantes hacia el laboratorio donde Tzorkun controlaba todo. Mientras tanto, Wagner aprovechó el momento para poder hablar con Alicia.

    — Este es el fin de la misión — le contó el hijo del comandante — Ya no será necesario que sigamos peleando en este planeta. Dime, Alicia, ¿te sientes bien? — el soldado notó que ella tenía una expresión de miedo en el rostro.

    — Sí, gracias por preguntar, Wagner — la chica apreciaba la preocupación — Es solo que estoy pensando en Agustina. ¿Crees que habrá despertado, o que despertará pronto?

    — No tengo forma de saberlo, pero quiero creer que sí — el soldado entendía la preocupación de Alicia — Tú fuiste quien la llevó a la nave justo a tiempo. Le salvaste la vida. Tuviste una idea muy buena al enviar un mensaje a la nave para que pudiéramos llevar la cápsula hasta ella.

    — En realidad, fue idea de Michael — contó la chica, cosa que no le gustó al hijo del comandante — Él ha tenido un buen desempeño en la misión. Me rescató, evitó el asesinato de Lankir, y fue gracias a él que logramos reunirnos todos y continuar con la misión. Dime, Wagner, ¿crees que tu padre pueda considerarlo como líder del equipo? Tú mismo dijiste que veías a Michael convirtiéndose en comandante en un futuro. Yo creo que tiene posibilidades, pero primero debería intentar con tomar el liderazgo del grupo. ¿Qué opinas al respecto?

    — Michael tuvo un buen desempeño, pero no creo que solo eso haga que mi padre lo quiera nombrar líder del equipo — a Wagner le costaba hablar bien de Michael, y mucho más estando frente a Alicia — Si yo fuera él, seguro le daría a Michael una posición como esa. Pero su criterio y el mío son diferentes — Wagner no decía ninguna de esas cosas en serio, solamente dijo lo que creía que Alicia quería escuchar para ver si podía apartar el tema — Pero Michael no ha sido el único que aportó. Mi padre, Plamo, Orikrof, tú, Gwyn, Ace, Thomas, Aurio, Wida, Lankir… todos nosotros en realidad. El equipo tuvo éxito gracias al esfuerzo colectivo. El plan de Michael no habría dado resultado si no hubiéramos logrado superar a los enemigos. Y nosotros no habríamos podido tener oportunidad de enfrentarlos sin la información que él consiguió. Lo que voy a decir es algo bastante atrevido, pero este es el mejor equipo que podría existir explorando el espacio. Seremos nosotros los que encontremos las respuestas a la Gran Catástrofe. Recuerda eso, Alicia.

    — Claramente, lo recordaré — Alicia miraba en dirección a la salida de la ciudad — Yo también tengo muchos deseos de poder encontrar esas respuestas. Por mi familia, por el Zenith, y por ustedes. Todos en el equipo son muy preciados para mí. Eso te incluye a ti, Wagner.

    El hijo del comandante no pudo evitar un leve sonrojo en su cara tras haber escuchado como Alicia hablaba de él de esa forma. Realmente era algo que lo hacía sentir bien. El soldado, para no distraerse más en ese momento, le hizo una seña a su compañera para que se mantuviera atenta al vigilar el área de la ciudad.

    Mientras tanto, en el laboratorio, Zion, Michael, Aurio y Wida habían obtenido lo que ellos querían. Por el enfrentamiento que Tzorkun tuvo con Michael, varias de las máquinas terminaron siendo dañadas por las balas. Solo quedaban tres en perfecto estado. Al ser tecnología desconocida para ellos, y sin poder contar con la opinión de Sharyn, el equipo tomó la decisión por su cuenta. No iban a llevarse máquinas que fueran o tuvieran la probabilidad de ser defectuosas. Se llevarían las tres máquinas completas en perfecto estado, mientras que de las otras solamente se llevarían las piezas sanas como repuestos.

    No les costó mucho trabajo desarmarlas, y solamente tenían que transportar dichas máquinas a la nave, para luego terminar el día buscando las plantas que producían esa sustancia que permitía a alguien tomar el control de otra persona. No podían estar muy lejos, dado a que Tzorkun aparentaba ser alguien inteligente en el poco tiempo que Michael interactuó con él, y alguien así no tendría dos cosas importantes totalmente separadas.

    — Sharyn le explicará lo principal a Lankir, y él se encargará de ponerlas a funcionar — comentaba el comandante Stones a sus soldados — Si les faltara algo, le diremos a Magnus que nos proporcione lo que necesitan una vez lleguemos a la Tierra.

    — Ahora solo resta encontrar esas plantas y llevárnoslas con nosotros — contestó Wida, que presentía que no estarían lejos.

    — Y rezar para que esas plantas puedan crecer en suelo humano o en suelo garak — le respondió Michael — Si no es el caso, solo podremos usarla de forma limitada.

    — Después del infierno que Tzorkun nos hizo vivir con estas cosas, espero que den resultado ahora que las tenemos para nuestro uso — Aurio no toleraría una falla de las máquinas — Si estas máquinas presentan una falla, aunque sea la más pequeña, las destruiré.

    — Sea como sea, la misión ya está prácticamente completada — Zion quería bajar los ánimos pesimistas en el equipo — Ahora, el próximo paso es sencillo. Ir al planeta Fientlig, tomar muestras de la radiación, y que el escáner de su nave nos diga a donde debemos apuntar para buscar. Una vez que tengamos esa información, tendremos la certeza de ir a la dirección correcta. El que tuvimos ahora fue el último viaje hacia un planeta erróneo. A partir de ahora, la misión principal de obtener las respuestas de la Catástrofe está más cerca de finalizar. Y lo lograremos a tiempo. Estoy seguro de que así será.
     
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  15.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola amigo, aunque no hacía mucho tiempo del último capítulo, estaba deseando ver la continuación. Es evidente que el clímax se terminó, pero este tipo de capítulos también son importantes.

    Me sabe un poco mal por el equipo que Zion les dijera que la misión no había terminado. Aunque obtener las máquinas que controlaron a Sharyn, Dustin y Ace es algo lógico y sensato, seguro que encontrándome en el grupo yo me sentiría algo cansado de continuar en Emiv. Sin embargo, todos acatan la orden.

    Aunque en éste capítulo no hay diálogo de Wida, su personaje me está decepcionando respecto a cómo lidia con la muerte de Gan y culpa a Lankir. Todo esto se debe en parte a Aurio, quién ha aprovechado algo así para ponerla de su lado. Ambos xaromitantes no me desagradan pero sus actitudes no me hace quererlos, por lo que salvo sorpresa, lo que les pueda pasar va a ser irrelevante para mí. Lankir me cae bien por su forma de ser, la cuál parece muy pura, por lo que él si me dolería si muriese. Aurio le aconseja mejorar en el ámbito guerrero y aunque tiene razón (Lankir se decide por entrenar), me parece bastante hipócrita que mientras lo diga, tenga el cañón de su amigo en los brazos y el cuál ha usado para matar al líder enemigo. No sé, si me hablas de fuerza y habilidad de combate, al menos dime que mataste a Tzorkun a golpes XD. Bueno, creo que mi opinión queda clara al respecto.

    La consulta médica parece más llena que nunca. Plamo, Orikrof, Sharyn, Dustin, Ace, Agustina... Me pregunto cómo afectará al garak el hecho de haber perdido un ojo, pues dos ojos ven más que uno y eso en futuros combates puede pasarle factura. Creo recordar que el general xaromitante tiene varias heridas de bala, pero no le veo perdiendo capacidades. Sharyn, Dustin y Ace espero que pasen el efecto del vapor (mención especial para Sharyn, a quién tengo ganas de ver en el bando de los buenos). Finalmente, está Agustina, quién yo creía que estaría muy grave pero para alivio de todos no es así. He de decir que el momento en el que Thomas y Gwyn conversan respecto a sus antiguos compañeros (Ace, Michael, Agustina, Alicia aunque no es tan antigua XD) es muy emotivo. Sin duda alguna, todo el grupo forman un gran equipo pero los ya mencionados se conocen desde el inicio y ya se siente cómo familia. El hecho de que entre ellos se consideren hermanos... es realmente significativo. Poco después, Agustina despierta y se va recuperando bien, por lo que parece que al final no habrá que lamentar más muertes.

    Al final, el grupo formado por Zion, Michael, Aurio, Wida, Wagner y Alicia emprende el regreso a la ciudad subterránea y obtienen tres máquinas en perfecto estado y otros componentes de las demás. El pobre Stones siempre aprovecha para intentar avanzar en la relación con Noble, pero no le veo tener apenas éxito XD. Tras esto, salen y se dirigen de regreso a la nave, aunque quedan por buscar esas plantas de la que se hace el vapor que controla. Después, regreso a Flientig.

    Estaré esperando el siguiente con ganas. Hasta la próxima.
     
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  16.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Hola.

    Paso a comentar el capítulo de esta semana.

    Por fin he podido saber el destino de Zion, tras una larga incertidumbre. Me alegra que haya sobrevivido. Creo que de haber muerto, habría sido un gran golpe para Wagner y para mí. Porque es uno de mis personajes favoritos.

    Pasando a otro tema; me parece impresionante que Zion haya decidido descender al planeta Emiv una última vez, después del infierno que han vivido ahí por culpa de Tzorkun. Entiendo que quiera llevar a cabo el plan que ideó Orikrof, pero eso no quita que me impresione su actuar, tras todo lo que han vivido y lo herido que está el equipo. Yo pienso que si yo estuviera en sus zapatos, pondría pies en pólvora de ahí, apenas tuviera oportunidad.

    Respecto a los demás. Estoy muy feliz de que Angustina haya despertado. Ciertamente, creí que ella permanecería inconsciente, incluso después de que Ace despertara, pero no fue así, y fue ella despertó antes. Ahora que está fuera de peligro, lo único que queda es que el equipo terminen su última misión en el planeta, y que los demás integrantes despierten. Una vez, pase eso, todo está bien para el Zenith. Al menos, hasta que regresen al planeta donde Zoey murió.

    Muero de que llegue el momento, en que la radiación de ese planeta les indique al Zenith la dirección a la cual deben dirigirse, y lo que descubrirán en ese lugar una vez lleguen.

    De momento, eso será todo por ahora. Asumo que el siguiente capítulo será un especial. Sea o no el caso, nos vemos la próxima oportunidad, saludos.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
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    Ciencia Ficción
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    Bueno, pese a ser de madrugada, el sábado llegó. Así que es hora de publicar el siguiente capítulo de LGC IV. Cada vez nos vamos acercando cada vez más al final, y créanme que, pese a que quizá no sea tan emocionante como lo fue el clímax, no los decepcionará. Este capítulo será bastante diferente a los anteriores, y cuando empiecen a leerlo lo notarán. Espero que les guste, porque estoy seguro de que ambos habrán estado esperando que suceda lo que sucederá aquí.

    Sin más que decir, solo agradezco una vez más a Resistance y a Zurel por leer semana a semana la historia. Cada vez queda menos para el final. El capítulo siguiente le pertenece a la parte IV, y luego, viene otro especial. Que lo disfruten.



    Confrontando el pasado:

    — Al fin es el momento — le decía Paul a su novia, mientras ella terminaba de estirar las piernas tras haber terminado el ejercicio — Le hemos dado a Natasha mucho tiempo para entrenar. Llegó el momento de la pelea.

    — Me pregunto si ella estará lista — contestó Casey, finalizando los estiramientos — Si llega a perder, esta será la última vez que la veremos junto a nosotros.

    — Si no está lista después de todo el tiempo que ha entrenado, entonces le diremos adiós — contestaba Paul, parándose en el centro de la sala de entrenamiento — Es una lástima si se tiene que ir, porque pelea bien. Pero no nos puede aportar nada si solamente tiene una sola cosa en la cabeza.

    — Supongo que ya se verá — Casey se paró junto a él.

    Los dos soldados de Black Meteor, que habían estado entrenando durante casi toda la mañana, se encontraban esperando en la sala de entrenamiento a que llegaran todos los demás. En días anteriores, la pareja de soldados habló con su comandante para que analice la posibilidad de expulsar a Natasha del equipo. Frans, quien no estaba muy de acuerdo con eso, decidió darle a la chica una última oportunidad para que demuestre su valía. Y no había mejor forma de hacerlo que con una pelea. Casey y Paul lucharían contra Natasha en una pelea de dos contra uno, y ese resultado determinaría la decisión de Frans respecto a la chica.

    El comandante fue el primero en llegar a la sala, y viendo que ni Xander, ni Claire, ni Natasha estaban ahí, se acercó para hablar con los dos soldados.

    — Como serán ustedes dos contra ella sola, tienen prohibido lanzar energía, mientras que ella lo tiene permitido — Frans quería que esa regla se respetara en el combate — Fuera de eso, las reglas son las mismas que propuso Brandon una vez. Golpes a la cabeza y debajo de la rodilla no son permitidos. ¿Ha quedado claro?

    — Totalmente, comandante — respondió Paul, con total seriedad — Créame, no haremos trampa. Nosotros dos somos los que más ganas tenemos de que Natasha se quede. Fue nuestra compañera desde el principio, pero queremos que aporte al equipo si va a quedarse.

    — Es una buena conducta de su parte, solamente espero que el combate esté a la altura de la situación — le comentó Frans — Y para que sepan, mi decisión dependerá de la forma en la que Natasha luche contra ustedes, y no del resultado de la pelea. Hay posibilidades de que le permita quedarse incluso perdiendo, y posibilidades de que la termine expulsando incluso ganando.

    — ¿Cuál será su criterio para decidirlo? — Casey quería conocer todos los detalles que estuvieran relacionados a ello.

    — No quiero condicionar su forma de pelear, así que eso permanecerá como un secreto — le respondió el comandante Badir — Yo lo conozco, y con eso es más que suficiente.

    Xander y Claire fueron los siguientes en llegar hasta la sala de entrenamiento. Los dos iban bastante apurados, creyendo que el combate habría comenzado y que se estaban perdiendo de la acción, pero su sorpresa fue mayor al darse cuenta de que Natasha ni siquiera estaba en el lugar.

    — ¿Se acobardó? — preguntó Xander, al no ver a su compañera en el lugar — No creo que lo haya olvidado. ¿Qué ocurre si no se presenta?

    — Todavía no es la hora pactada — Frans miró un dispositivo digital — Por un minuto, ella todavía está a tiempo.

    — ¿Realmente van a expulsar a Natasha si termina perdiendo este combate? — eso era lo que Claire tenía entendido — Me parece una exageración. Si creen que ella está obsesionada con ese chico Ace, solo búsquenle a alguien más. Un clavo saca otro clavo.

    Las palabras de la chica no le gustaron a nadie, muchísimo menos a Xander, que no pudo evitar mostrar una expresión de molestia al escuchar como ella se refería de forma tan calmada y relajada a un tema importante. Claro estaba que Claire solamente lo decía teniendo a Natasha en mente, pero eso no cambiaba las cosas. Dándose cuenta de que ese comentario no cayó bien a ninguno de los presentes, Claire decidió que iba a cerrar la boca y mantenerla así hasta que la pelea terminara.

    Antes de que pasara el minuto que Frans había indicado, Natasha cruzó la puerta de la entrada a la sala. Todos sus compañeros se sorprendieron al verla, puesto a que se mostraba diferente. Ella había cambiado el estilo de su cabello, de forma en que ahora lo usaba más corto que antes, y ya no le superaba la zona de los hombros, sino que ahora, apenas le llegaba al cuello.

    — ¿Esa es Natasha? — Xander quedó impresionado al verla, pero se guardó esas impresiones para sí mismo — Se ve mucho más linda con el cabello así.

    — ¿Está intentando dejar atrás las cosas y empezó por cambiar su estilo de cabello? — preguntaba Claire, que sí lo hacía en voz alta, sin haber notado la cara que ponía Xander al ver a su compañera — En mi opinión, le quedaba mejor antes.

    — ¿Acaso temía que le sujetáramos el cabello en la pelea como si fuera una lucha de niñas de primaria? — Casey, por su parte, no le daba importancia a la forma en que Natasha lucía.

    — No está nada mal, pero lamentablemente no es un concurso de belleza — Paul susurró para que solamente su novia lo escuchara — No dejes que esa nueva apariencia te afecte. Ella sigue siendo Natasha.

    Frans se llevó una pequeña desilusión al ver a Natasha con esa nueva apariencia, por lo que se acercó hacia ella para hablarle de forma seria. Natasha lo miró y supo que iba a ser regañada por su comandante.

    — No me digas que usaste las últimas horas de entrenamiento para eso — Frans habló en voz alta y de forma intimidante.

    — Ya entrené lo suficiente — Natasha no se sentía muy bien al recibir un regaño así, pero no quería expresarlo — Quería relajarme un poco antes de la pelea, y esta fue la forma que encontré.

    — Si crees que fue efectivo para ti, entonces demos comienzo a esto — le contestó el comandante Frans, dirigiéndose al centro de la sala — Ya comenté las reglas con todo el grupo. Así que, cuando me digan, yo daré comienzo a la pelea.

    Natasha se acercó al centro para quedar cara a cara contra Paul y Casey. Los dos soldados, a pesar de haber sido ellos los que sugirieron la idea, no se sentían convencidos del todo por hacer eso. Aunque era cierto que Natasha se había desconcentrado del entrenamiento hasta que ellos le hicieron saber lo de la pelea, no estaban muy contentos siendo ellos los que ocasionaran que ella fuera expulsada del equipo.

    — Antes que nada, quiero que sepan que yo no les guardo rencor — Natasha miraba con una sonrisa a sus dos amigos — Reconozco que necesitaba esto. Así que les agradezco por ayudarme a recuperar la concentración. Aunque la forma que usaron es muy cuestionable.

    — ¿Estás intentando hacer que nos ablandemos? — Casey lo veía como un intento de la chica para manipular sus emociones.

    — No, después de haber entrenado tanto, no lo necesito — Natasha tomó una postura de pelea — Cuando quieran comenzar, díganlo.

    — En realidad, lo que yo quiero es que termine — Paul era sincero con su compañera — ¿Te parece comenzar ahora?

    — ¡Comiencen! — Frans, al ver que todos hablaban sobre comenzar, pero nadie daba el visto bueno para hacerlo, decidió que no esperaría más tiempo.

    Con la orden dada por el comandante, los tres soldados comenzaron con el combate. Natasha corrió hacia ellos para poder atacar. La chica quería confundir a sus compañeros, por lo que no se dirigió a ninguno en particular, y procuró correr hacia el centro de los dos para que no pudieran prevenir sus ataques. Paul y Casey tenían preparada una contramedida para eso. Como Natasha no apuntó a ninguno de los dos, ambos se movieron hacia una dirección diferente, de forma en que Natasha quedó con Casey a su derecha y Paul a su izquierda.

    — Cayó muy fácil — Claire no podía creer que Natasha terminara en una trampa como esa.

    — Maldita sea, Natasha, ¿realmente entrenaste tanto para eso? — Xander estaba preocupado, puesto a que no deseaba que expulsaran a su compañera — Vamos, nena, no te puedes quedar así — esas palabras no salieron de su boca y se quedaron en su mente.

    Paul y Casey atacaron en simultáneo. Natasha, viendo que ambos venían a la misma velocidad y desde la misma distancia, supo que no tenía sentido esquivar, puesto que, al evadir a uno, terminaría siendo alcanzada por el otro, así que buscó una forma para resistir el daño. Casey le atacó con un codazo, y Paul con una patada, ambos ataques siendo dirigidos a la misma altura. Natasha, sin mover su cuerpo de lugar, colocó ambos antebrazos para bloquear los dos ataques, de forma que logró evitar el impacto de ambos en su cuerpo. Inmediatamente después, la chica levantó sus dos manos y disparó rápidamente un fragmento de energía pequeño de cada una, en dirección a la zona abdominal de sus dos compañeros. El ataque fue tan rápido que ellos no lo pudieron esquivar ni bloquear, pero no fue lo bastante fuerte para causar daño alguno en ellos dos. Casey, quien quería pasar a atacar de inmediato, le empezó a lanzar dos puñetazos a Natasha.

    En ese momento, la chica le dio la espalda a Paul para poder defenderse de los ataques de Casey. Su compañera le lanzaba varios puñetazos, los cuales Natasha conseguía bloquear de forma efectiva con ambas manos. Sin embargo, al distraerse con ella, Paul logró encajarle un rodillazo potente en la espalda. Natasha, a pesar del dolor que sentía, luchó para no moverse demasiado de su lugar. Con un gran esfuerzo, lo consiguió, y le respondió a Paul dándole un codazo en el cuello, un ataque que fue tan fuerte que lo terminó obligando a retroceder un par de metros. Posteriormente, Natasha se agachó justo a tiempo para evitar un puñetazo de Casey que iba dirigido a su cuello. La chica reaccionó rápido y tomó la muñeca de su compañera, para luego, con su mano libre, darle un puñetazo al estómago seguido de un rodillazo en el mismo lugar.

    Casey sufrió de ambos ataques, pero aprovechó que Natasha la retenía para realizar otro movimiento. Ella acomodó sus piernas para poder tirar a Natasha hacia su propio cuerpo, al tiempo que le lanzaba un rodillazo en el estómago a la chica.

    El golpe fue potente, y Natasha terminó inclinándose por el dolor. Sabiendo que, si le golpeaban la espalda, caería al piso y quedaría en desventaja, tuvo que pensar y actuar rápido. Con sus brazos, tomó a Casey del cuello y, teniendo cuidado de no golpearla en la cabeza, giró su cuerpo para hacerla caer al piso. Casey, quien no esperaba esa reacción de Natasha, no pudo evitar la caída al suelo. Antes de que Natasha pudiera hacer otra cosa, Paul le pegó un rodillazo en el costado. Ese golpe apartó a las dos chicas, lo que evitó que Natasha lograra evitar que Casey se levantara, lo que habría terminado en su eliminación. La chica se levantó rápido y se paró junto a Paul, para comenzar un nuevo ataque.

    Esta vez, era el turno de la pareja de soldados atacar. Ambos corrieron rápidamente hacia Natasha, quien no sabía a quién esquivar o bloquear. Pensando que sería peligroso dejar que se acerquen, ella levantó las dos manos y les disparó un fragmento de energía al pecho a cada uno. Paul y Casey no tuvieron problemas al bloquear ese ataque, aun corriendo hacia el frente, y continuaron con la pelea. Los dos se le acercaron a Natasha, y comenzaron a atacar de forma intercalada. Cuando Paul daba una patada, Casey atacaba con un golpe, y cuando la chica golpeaba, era Paul quien pateaba. Natasha respondía conforme podía. Evitaba las patadas, que eran ataques más fuertes, mientras que los golpes los bloqueaba. Podía ver que sus compañeros no repetían un patrón al momento del ataque, y que movían sus cuerpos demasiado rápido como para que ella pudiera predecir el golpe basada en sus posturas.

    La idea de Natasha era detener los ataques de ambos y derribarlos al mismo tiempo, pero eso no le sería posible de esa forma. Ante eso, la chica retrocedió varios metros hacia atrás para distanciarse, y una vez que lo logró, comenzó a dispararle energía a ambos. Casey y Paul, al estar más lejos que antes, no tuvieron problema alguno en esquivar esos ataques, que ni siquiera se acercaban a ambos. Lo que no podían notar, era que Natasha no disparaba al azar hacia los costados de ambos, sino que los disparos eran dirigidos a la zona media que había entre ambos, con el objetivo de aumentar la distancia entre los soldados.

    Ni Casey ni Paul parecían percatarse de ello, y Natasha, al ver que los había logrado distanciar más de cuatro metros a uno del otro, dejó de disparar energía para pasar al ataque. Paul fue su primer objetivo. Cuando el soldado notó que Casey estaba lejos de él y de que Natasha estaba más cerca, era muy tarde. Natasha le dirigió una patada rápida, fuerte y certera al medio del estómago, cosa que dejó algo adolorido a Paul. El soldado quiso reaccionar golpeando a Natasha en el cuello, pero ella logró interceptar su golpe, que era justo lo que quería. La chica le dio un puñetazo en el brazo para causarle un dolor leve, y luego lo siguió un codazo al codo que fue bastante más potente que su primer ataque.

    Casey corrió hacia ella en un intento de atacarla por sorpresa, y estaba a punto de lanzar el primer golpe. Natasha estaba esperando esas acciones de parte de sus compañeros, por lo que tomó a Paul del brazo y del cuello y dio un giro con su cuerpo para ponerlo al frente suyo y usarlo como escudo. El rodillazo de Casey, que fue el ataque que ella quería lanzar, le terminó dando en el estómago a su novio. Fue un golpe muy fuerte, con lo que Paul gritó por el dolor recibido. Seguido a ese ataque, Natasha liberó un fragmento mediano de energía en el cuello de Paul, para luego tirarlo al suelo por fin con un rodillazo a la espalda. Con eso, Paul fue derribado y cayó boca abajo. Para evitar que Casey lo pudiera ayudar, Natasha disparó varios fragmentos de energía en contra de la chica, al mismo tiempo que pisaba la espalda de Paul, reteniéndolo, evitando que se levante, y eliminándolo de la pelea. Con su compañero fuera del asunto, solamente restaba deshacerse de Casey.

    Las dos chicas empezaron a correr una contra la otra. Casey fue quien atacó primero, lanzándole un puñetazo, que Natasha pudo esquivar con facilidad, para luego atacar con un golpe similar, que fue bloqueado por su compañera. Viendo la poca distancia que tenían, Casey y Natasha comenzaron con un intercambio de golpes de puño. Algunos eran bloqueados, otros esquivados y otros daban en el lugar indicado. La pelea duró un minuto de esa forma, hasta que Natasha decidió cambiarlo. Cuando Casey lanzó un puñetazo con su mano izquierda al cuello de ella, lo que Natasha hizo fue golpear su brazo con su puño para que el golpe terminara dándole en el estómago. Pero eso no era lo más importante. Natasha había logrado hacer que su compañera bajara su brazo, con lo que tuvo la vía libre para pegarle en el cuello con el codo. El golpe tuvo un impacto moderado, pero aun así consiguió lastimar un poco a Casey. Acto seguido, Natasha movió su otra mano hacia la zona del cuello de Casey, liberando un fragmento de energía justo en el mismo lugar donde le había dado el golpe. La chica sintió un dolor leve en su cuello al momento de recibir el ataque, y se cubrió dicha zona con las manos.

    Viendo su oportunidad perfecta para finalizar la lucha, Natasha tomó ambas manos de Casey, la movió hacia ella para luego darle un rodillazo fuerte en el estómago, consiguiendo que la chica se inclinara, y, para terminar, la derribó al piso con un golpe fuerte con el codo en la espalda. Casey cayó de la misma forma que Paul, y luego, Natasha le pisó la espalda, consiguiendo acabar con la pelea eliminando a ambos de sus compañeros sin haber sido tirada al piso una sola vez. La chica, orgullosa del resultado de su batalla, no pudo evitar celebrar en voz alta por el logro conseguido.

    — ¡Lo conseguí! — festejó la chica, levantando ambos brazos en señal de victoria — ¡Los derroté a los dos!

    — Buen combate — Paul, quien estaba asombrado por la forma de pelear de Natasha, le tendió la mano para felicitarla — Hace unas semanas, el combate habría sido muy diferente. Creo que estuvimos en un error al pensar en que no deberías estar en el equipo.

    — Me impresionas, Natasha — Casey, quien estaba levantándose del suelo, felicitaba a su compañera — Quizá seamos nosotros los que tengamos que irnos del equipo — ese último comentario fue dicho con sarcasmo por parte de la chica.

    Mientras Paul, Casey y Natasha hablaban entre ellos, Frans observaba la pelea en su dispositivo digital. El comandante había estado grabando desde el comienzo, y quería revisar algunas escenas de la misma antes de tomar su decisión, sobre todo, quería controlar que nadie hubiera atacado en una zona no permitida o que Paul y Casey no hubieran usado energía durante la misma.

    — Fue muy inteligente de parte de Natasha — Claire hablaba con Xander al respecto — No es sencillo derrotar por tu cuenta a dos soldados de Black Meteor. Ella es impresionante. Me equivoqué respecto a ella. ¿Tú qué opinas?

    — Me encantó esta pelea — Xander no dudaba en expresarlo — Y me alegro que Natasha ganara. Tras haber peleado de esa forma tan intrépida contra dos soldados, no merecía la derrota, y un empate no habría sido suficiente.

    — ¿Crees que el comandante le permita quedarse? — Claire veía como Frans se apartaba del grupo.

    — Espero que sí — Xander comenzó a mirar a Natasha con una sonrisa — Realmente, espero que sí — el soldado no podía apartar la vista de ella — Si la sacan del equipo, nosotros cuatro deberíamos irnos con ella.

    Mientras observaba la repetición de la pelea, el comandante Frans Badir recibió un mensaje en su dispositivo. El mensaje era de nada más y nada menos que de Abel en persona, por lo que no lo ignoró. Lo abrió de inmediato, y tras leerlo de forma calmada, lo cerró para luego continuar observando la pelea. Luego de observar con detalle que ninguno de los tres hubiera quebrantado alguna regla, tomó su decisión.

    — Bien, escuchen con atención — el comandante se ganó las miradas de todo el equipo — Tengo dos noticias que darles. La primera, es que recibí un mensaje de Abel. Él ya designó a los soldados que se unirán a nosotros para completar el equipo — eso despertó la curiosidad de los demás — Para reemplazar las pérdidas de Brandon Prayer, Grace Rose, Stuart Radley, y Shun Chain, ha seleccionado a cuatro de los mejores soldados de la nueva promoción. No fue muy sencillo. Por lo que me contó, había varios empatados en promedio, y tuvo que llevar a cabo pruebas nuevas para determinar quiénes serían los elegidos. Finalmente, esas pruebas terminaron — tras haber revelado eso, se tomó una pequeña pausa — Y lo segundo… en base a la forma de pelear de Natasha, he decidido que no voy a enviarla a otra unidad. Ella se quedará y seguirá formando parte de nuestro equipo.

    Todos festejaron el hecho de que Natasha no resultara siendo expulsada del equipo de Frans, más que nada, con la espectacular pelea que había demostrado. Luego de ver como ella combatió y derrotó a dos de sus compañeros, la chica pudo probar que con sus habilidades podría aportar mucho al equipo, sobre todo si se mantenía centrada en las misiones.

    — ¿Cuándo llegarán los nuevos soldados? — Xander quiso saber si tendrían tiempo de descansar antes de que llegaran.

    — Abel los acaba de enviar hacia nosotros — comentó el comandante Frans — No tardarán más de una hora, se los aseguro. Vayan a comer algo, o a descansar. Una vez que lleguen, los quiero a todos en esta misma sala.

    Tras haber dado esa orden, el comandante Frans se retiró a su habitación. Mientras tanto, los otros cinco soldados quedaron solos en la sala. Para matar el tiempo que transcurriría antes de que llegaran sus nuevos compañeros, los cinco fueron a comer algo. En la sala del comedor, cada uno de ellos preparó una comida diferente, y luego tomaron asiento. Casey y Paul se sentaron juntos en un extremo de la mesa. Claire y Natasha se sentaron frente a ellos, en el otro extremo. Xander, quien fue a buscar algo para beber y colocar en la mesa, tomó su decisión sobre a donde se sentaría. Luego de dejar el agua y un vaso para cada uno en la mesa para comer, el soldado se sentó al lado de Natasha, acción que tomó por sorpresa a todos los demás, y que no agradó mucho a Claire, quien se levantó y se movió para sentarse junto a Xander, dejando ver una expresión de molestia en su rostro.

    — Natasha, ¿sentiste miedo por la pelea? ¿O te pusiste nerviosa en un momento? — Xander evitaba mirar a Claire al momento de hablar con ella.

    — Si te soy sincera, estuve bastante nerviosa — le contestó Natasha, intentando no mirar demasiado a Xander — Pero creo que fue bueno. Eso me mostró que fui capaz no solo de dominar a dos de mis compañeros en una lucha, sino también de controlar mis emociones.

    — Aunque la pelea pudo haber sido diferente si Paul o Casey hubieran tenido permitido usar energía — Claire creía que Xander lo estaba haciendo a propósito.

    — Ella ya partía con desventaja numérica — contestó Paul, mientras intentaba no mirar a sus compañeros y centrarse en su comida — La pelea habría sido mucho más difícil para ella si hubiéramos peleado con energía.

    — De cualquier forma, creo que es solo una suposición — Xander le daba un bocado a su comida — Tengo el presentimiento de que Natasha les podría haber ganado de esa forma también. Después de todo, ella es una soldado excepcional. Grábate estas palabras Natasha, si algo me llega a pasar a mí, quiero que tú te hagas cargo como la líder del equipo.

    — Gracias por la confianza, Xander — Natasha se sentía halagada por su compañero y líder — Realmente, no creo que mi pelea haya sido para ponerme a mí por encima de los demás en ese aspecto.

    — Tengo derecho a opinar, y esa es mi opinión — Xander decidió dejar de hablar para permitirle comer en tranquilidad a los demás.

    Claire era la única que estaba molesta en ese momento. Las palabras que Xander le decía a Natasha, sumado al hecho de que se haya sentado junto a ella no eran cosas que salían por azar. Ella supo darse cuenta de que Xander lo estaba haciendo a propósito, con total intención. No podía entender por qué, y no se quedaría callada. Sin embargo, para no estropear el momento de tranquilidad que ellos estaban pasando, decidió que lo dejaría para después.

    Mientras ellos disfrutaban conforme podían de la comida, el comandante Frans estaba en la oficina principal de la base militar. El comandante estaba mirando el dispositivo, teniendo una conversación con el espía Lathan Gunner, quien todavía continuaba infiltrado en el Zenith. Lo que Frans quería era relajarse un poco en la oficina, pero esa actividad terminó en el momento en el que recibió la llamada de Lathan.

    — Lathan, ¿alguna novedad? — preguntaba el comandante, creyendo que debía tener algo importante que decir — ¿Tienes más información sobre el grupo de soldados que dejaron el planeta?

    — No tengo novedades, comandante — Lathan no quería decepcionar a Frans, pero sentía que esas palabras ya estaban teniendo el efecto no deseado — Es por eso que lo llamé. Llevo ya varios días sin encontrar nada. Los soldados y ciudadanos no han dicho nada importante en días. Creo que Zenith está totalmente paralizado en sus actividades. Desde que me enteré que un grupo de sus soldados partió en una misión, las noticias se hicieron cada vez menos frecuentes. Es como si no quisieran o no tuvieran información que revelar. Tengo la teoría de que sus próximos movimientos dependen mucho del resultado de la misión que están realizando, y como no pueden hacer nada, nadie está recibiendo información importante. Por ende, no puedo darle nada. Llevo mucho tiempo así.

    — ¿Y qué es lo que quieres? — Frans no entendía a lo que quería llegar — Si no hay información justamente por eso que dices, entonces es cuestión de que sigas esperando hasta que la misma llegue.

    — El problema es que tengo que reportar de forma semanal — Lathan quería que su idea se entendiera — Y me gustaría pedirle que hablara con Abel para que ya no tenga que seguir haciendo eso, y que me permitan reportar solamente cuando haya algo importante. De lo contrario, solo envío reportes sin contenido y me expongo a que me descubran más fácil.

    — Mira, el reporte semanal fue una medida de Abel para tenerte controlado — le contestó el comandante — Además, aunque el Zenith no esté haciendo nada importante, eso sigue siendo información valiosa para nosotros. Tú continúa cumpliendo con tu trabajo y sin quejarte demasiado. Abel fue muy considerado al no matarte cuando te capturó.

    — Ya lo sé, y no digo esto porque no me guste esa medida — contestó Lathan al comandante — Es solo que pienso que no estoy contribuyendo mucho y solo me pongo en peligro. ¿Podrías comunicarle eso a Abel?

    — Lo haré cuando tenga tiempo, ahora estaré algo ocupado — le contestó Frans al espía — Que sigas bien, chico.

    Inmediatamente después, Frans cortó la llamada con Lathan. El comandante seguía teniendo su rencor en contra del joven espía. Con todo el tiempo que pasó, seguía teniendo sus dudas acerca de infiltrarlo en el Zenith tras pocas sesiones de entrenamiento, además de que no era muy agradable hablar con él. Al menos, para Frans no lo era. Sin embargo, para evitarse las molestias, el comandante había decidido que hablaría con Abel sobre el pedido de Lathan.

    — Ahora, vamos a ver los perfiles de los cuatro soldados que van a llegar pronto — el comandante de Black Meteor decía en voz alta, aunque nadie podía escucharlo, mientras accedía al registro de los soldados — Ojalá se lleven bien cuando se conozcan, y ojalá Xander logre mantenerlos bajo control…

    En el salón comedor, una vez terminada la comida, Casey, Paul y Natasha se retiraron para conversar acerca de la pelea que habían tenido, y sobre el asunto de que los dos soldados sugirieran al comandante Frans expulsar a Natasha del grupo. Xander estaba por acompañarlos, cuando Claire lo retuvo tomándolo del brazo.

    — No vas a ir a ningún lado hasta que me des explicaciones — Claire hablaba con un tono severo — ¿Qué es lo que intentas hacer?

    — No te entiendo, Claire — Xander sabía de qué hablaba, pero fingía no hacerlo.

    — Hablo de las cosas que estás diciéndole a Natasha — Xander sonrió luego de que Claire dijera esas palabras — Lo sabía — su novia vio ese gesto — Sabía que lo hacías a propósito. ¿Qué mierda pretendes con eso?

    — Te estoy molestando, tal y como tú me molestaste con ese comentario que hiciste — le respondió el soldado, dejando confundida a su novia — Dijiste “consigan a otro más, porque un clavo saca otro clavo”, o algo así. ¿Cómo crees que me sentí cuando te escuché decir eso? ¿Crees que me gustó? No me importa lo que pensaras de Natasha, pero esa frase me hizo sentir como si yo fuera fácil de reemplazar para ti. Y ya que crees eso de mí, yo voy a empezar con lo mismo. Me gusta el cambio que Natasha hizo en su apariencia, y si te molesta, te diré una cosa. Un clavo puede sacar otro clavo.

    — ¿Te enojas por una frase que no iba dirigida a ti y me respondes con algo peor? — a Claire no le gustaba lo que Xander decía — Yo estaba hablando de Natasha, no de mí, ni de ti ni de nadie más.

    — No recuerdo que hayas mencionado su nombre al decir eso — Xander se lo dejó muy claro a Claire — No inventes cosas según tu conveniencia.

    — ¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a irte corriendo detrás de tu niña linda? — Claire quería saber qué iba a responder Xander.

    — No, no me iré corriendo detrás de nadie — Xander fue firme y serio en su respuesta — Sigo sintiendo cosas por ti, Claire, pero no digas cosas que me hagan sentir reemplazable. Porque si tú me tratas así, entonces yo te devolveré el mismo trato.

    — ¿Sientes algo por Natasha? — Claire lo dejaría ir luego de que esa pregunta fuera respondida.

    — Es bastante bonita, y el cambio que se hizo la hace ver mejor, pero no, no me encuentro sintiendo nada por Natasha — Xander logró lo que quería — Pero no me desprecies, e intenta no despreciar a los demás si es que no puedes expresar bien tus ideas. ¿Ya estás satisfecha?

    — Lo estoy, y lo siento, Xander. Creo que debí cuidar mejor mis palabras.

    — Más que tus palabras, cuida tus pensamientos. Las palabras no son más que pensamientos exteriorizados. Y descuida, no tengo intenciones de ningún tipo con Natasha.

    Una vez arreglada la cuestión, los dos soldados se retiraron. Lo cierto era que a Xander sí le había llamado la atención Natasha, pero haber visto como Claire se ponía celosa y cómo reaccionó ante su actitud, hicieron que el soldado se sintiera feliz, puesto que eso demostraba que a Claire le seguía importando.

    Pasaron los minutos, y finalmente, los cuatro soldados que Abel había elegido para reemplazar a los que habían muerto durante la misión de exploración espacial, habían llegado. Frans les informó de eso a todos sus soldados que se dirigieran a esperar en la sala de entrenamiento. Y tal como esperaban, el comandante y los demás no tardaron en llegar. El equipo los observó bien al momento en el que entraron en la sala. Avanzando al frente iba un chico bastante alto, aunque no tanto como Xander. Su piel era un poco clara y su cabello era totalmente de color gris, cosa que sorprendía a los demás. Si era de la última promoción, quería decir que sería uno o dos años más jóven que Casey, Paul y Natasha, y tres años más joven que Claire y Xander. Asumieron que su cabello ya sería de ese color, ya que no creían que alguien más joven ya tuviera el cabello canoso. Detrás de él iba otro chico, con una estatura igual a la de Paul. Su cabello era de color negro y se le notaba una musculatura mayor que al chico de cabello blanco. El color de su piel era exactamente igual. Y al final, iban una chica y un chico. Los dos con el cabello castaño y la piel algo más oscura que los otros dos. Aunque el cabello y la piel de la chica eran más claros que los del chico. Al verlos bien, pudieron ver que los dos compartían un gran parecido en el rostro. En cuanto a su altura, el chico era ligeramente más alto que la chica, por solo unos dos centímetros.

    Al verse, los dos grupos se quedaron callados, esperando para ver quien hablaría primero. A Frans no le gustó mucho ese silencio que se formó en la sala, por lo que se decidió a romperlo.

    — ¿Qué están esperando para presentarse? — preguntó Frans a los recién llegados que cumplirían la función de nuevos reclutas — No se queden callados intentando dar una buena impresión. Es de mala educación no presentarse ante alguien. Además, ustedes ya conocen los nombres de sus compañeros. Son ellos los que están en la necesidad de conocerlos a ustedes.

    — Es un gusto conocerlos, me llamo Noak Jensen — el chico con el pelo gris y blanco fue el primero en hablar — Quedé empatado en el primer lugar, pero en las pruebas que Abel hizo, se determinó que soy el mejor soldado de la promoción número 16.

    Tal como Xander en el año 13 después de la Catástrofe, y como Ace en el año 14, el mejor de la última promoción se unía al equipo que estaba encargado de realizar la misión más importante. El mejor de la promoción número 15 había sido asesinado por Michael en la invasión de Black Meteor, y con la traición de Ace para marcharse con el Zenith, Noak y Xander eran los únicos que compartían el mismo reconocimiento en el equipo.

    — Yo me llamo Isac Lien — contó el chico de pelo negro — Quedé por detrás de Noak por bastante poco, por lo que podríamos considerar que soy el segundo de esta promoción. Sin embargo, el segundo no recibe la importancia que recibe el primero.

    — Mientras no se comporte como Shun, creo que nos podríamos llevar bastante bien — pensaba Paul, mirando a la única chica del grupo de reclutas, que iba a comenzar a hablar.

    — Mi nombre es Gina Hauk — contaba la chica, que, por deducción, los soldados de Frans creyeron que ella sería la tercera mejor de la promoción — Es un placer conocerlos, y recibir el honor de compartir una misión con ustedes. Quizá no lo sepan, pero en la academia nos hablan mucho de ustedes.

    — ¿En serio? — a Xander le costaba creer lo que decía la chica — Cuando conocí al resto de mis compañeros que están al lado mío, ellos me habían dicho que no me conocían. Lo que quiere decir que nadie les habló de mí cuando ellos estuvieron en la academia.

    — No nos hablan de los mejores soldados de las promociones, solo de aquellos que llegan a partir al espacio — contestó el otro chico, el último que quedaba por presentarse — Lamento no haberme presentado antes de hablar. Me llamo Zaid Hauk. Como pueden notar, Gina y yo somos hermanos mellizos.

    — Ya creía que ustedes dos se parecían mucho — contestó Natasha, quien sentía curiosidad por ver a dos hermanos integrando el equipo — ¿Quién es el mayor de ustedes?

    — Por una diferencia de pocos segundos, es Gina — contestó Zaid, un poco acomplejado por ser el menor además del último en el ranking de los mejores de la promoción.

    — ¿Han tenido alguna actividad interesante en estos últimos días? — preguntó Isac, queriendo ver que tenían para contarle sus nuevos compañeros.

    — Hace poco más de una hora hemos tenido un combate bastante interesante — contestó Xander, haciendo referencia a la lucha que tuvieron Natasha, Casey y Paul — Pero fuera de eso, no ha habido un suceso o actividad para emocionarse.

    — ¿Tienen una idea de cuándo podría llegar a ocurrir alguno? — preguntó Isac, que quería encontrar una forma de entretenerse junto con los demás soldados en el equipo.

    — Eso será cuando nuestro espía nos consiga algo de información — Frans les mostró a los cuatro soldados el dispositivo que usaba para comunicarse con Lathan.

    En el momento en que Frans se las había enseñado, todos centraron su vista en el dispositivo, principalmente los cuatro soldados que se habían integrado al equipo. Como si fuera obra del destino, dicho artefacto comenzó a sonar tres segundos después, lo que quería decir que Lathan estaba por comunicarle algo al comandante Frans. Todos los soldados, al escuchar el sonido y verlo iluminarse ante la notificación de una llamada, se acercaron para no perderse ningún detalle de la comunicación que Frans iba a tener con el espía infiltrado en Zenith.

    — Lathan, justamente estábamos hablando de ti — Frans le mostraba una sonrisa al chico, siendo de las primeras veces que se mostraba así con él — ¿Tienes algo para nosotros?

    — Sí, comandante, y es algo importante — le contestó el espía, ganándose su atención y la de todos los demás en la sala de entrenamiento — Uno de los soldados del Zenith recibió la noticia de que el grupo que partió hace varios días se comunicó con el líder Magnus del Zenith. Han informado que la misión que estaban realizando se terminó, y que han emprendido el regreso al planeta Tierra.
     
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  18.  
    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Hola. Después del anterior capítulo, lo que menos esperaba era que el siguiente fuera de Black Meteor, pero me ha sorprendido para bien. Tenía ganas de ver a este grupo después de mucho tiempo y finalmente así ha sido. Pasaré a comentar lo más destacado.

    Sinceramente, el comienzo del capítulo es básicamente lo mejor de éste. Empieza con algo completamente inesperado: un combate entre Natasha y la pareja formada por Casey y Paul, con el picante de que en función de cómo se desarrolle la primera en la pelea, podría perder su puesto en el equipo. Qué decirte de la narración del combate... magnífica. Eres excepcionalmente bueno en eso. En definitiva, la pelea me ha encantado y cómo bien sabes, son tres personajes de BM que me gustan bastante (Natasha un poco más, ya sabes XD) y ha sido genial verlos en acción aunque fuese de esa forma. He visto al comandante Frans con más actitud que en otros capítulos donde aparecía y donde daba la sensación de ser un personaje un poco plano, pero aquí se ha podido observar su carácter y liderazgo. Quiero añadir que parece muy brusco en comparación a Zion, y me imagino cómo sería un combate entre ambos comandantes. Siguiendo con Xander y Claire, debo admitir que por rango, Xander debe comenzar a ser más importante; Claire podría serlo, pero por el momento, no es alguien que llame la atención más allá de por sus celos XD. Por un momento pensé que Xander tenía intenciones con Natasha (y ya sabes que Natasha solo puede ser de una persona...) pero luego se descubre que fue por un comentario totalmente absurdo de Claire. Son una pareja un poco tóxica, a mi modo de ver, y no me sorprendería que terminaran separándose.

    Tras esto, Natasha gana y se queda en el equipo. Frans se comunica con Lathan (tengo muchas esperanzas puestas en su personaje) y otra sorpresa más: vienen nuevos miembros. No pensé que fuesen a ser introducidos ahora, pero tampoco pasa nada. Son cinco en total y al parecer son los cinco mejores de su promoción. De momento no tengo ninguna preferencia entre los recién llegados, conforme se desarrollen sus personajes veremos si alguno me agrada más que otro. Si lo hacen, de seguro me aprenderé sus nombres cómo he hecho con los del resto XD (ya sabes que tengo una memoria un poco floja). Finalmente, cuando parecía que el capítulo acabaría de forma neutra, sin más, Lathan llama justo a tiempo para informar de que el grupo del Zenith regresa a la Tierra. Buen final, me deja intrigado respecto a que va a hacer ahora BM con esa información.

    Dicho esto, nos vemos en el próximo, que me imagino será del Zenith regresando a la Tierra. Hasta pronto.
     
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  19.  
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Hola.

    Es hora de comentar el capítulo de esta semana.

    Te aseguro que no me esperaba un capítulo centrado en BM, después de todo lo que ha pasado el equipo del Zenith, asumí que esta parte continuaría con ellos hasta el final, pero veo que me he equivocado. Aún así, el cambio no me molesta.

    Ciertamente el comienzo del capítulo es algo que me ha gustado, más allá del combate. Sobretodo porque desde que empezó, la intriga se hizo presente con la posibilidad de que Natasha tuviese que abandonar, o no el equipo. La batalla estuvo espectacular. A pesar de la desigualdad del combate, Natasha logró hacerle frente a Paul y a Casey de tal manera que se hizo con la victoria. Es bueno saber que Natasha ha puesto los pies en la tierra, y empezara a centrarse en lo que verdad importa.

    Por otra parte, me parece interesante que Claire se pusiera celosa. La verdad es que la actitud que demostró en este capítulo, me ha hecho entender que realmente quiere a Xander. La verdad, es que desde que aparecieron por primera vez, siempre pensé que Claire estaba con Xander solo por sexo, pero ahora veo que en verdad le importa.

    En cuanto a Lethan, no voy a decir mucho. Solo que me agrada que sea él quien haya cerrado el capítulo. Me intriga mucho los pasos que hará BM, ahora que saben sobre el regreso del Zenith al planeta. Es obvio que partirán al espacio, apenas tengan la oportunidad, pero me intriga el modo de operar para ponerse adelante de sus rivales.

    Eso es todo por hoy, nos vemos la próxima oportunidad. Saludos.
     
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  20. Threadmarks: Resistir el golpe
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    La Gran Catástrofe IV Los Últimos Viajeros
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    Ciencia Ficción
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    Saludos a Resistance y a Zurel En esta ocasión, he decidido publicar el día jueves ya que el día sábado, que venía usando para las publicaciones, lo tengo reservado para realizar un trabajo en conjunto con mis compañeros de la universidad. Por lo tanto, por esta vez (y puede que se repita en el futuro, dado a que no poseo todas las fechas que manejan los profesores) voy a publicar el capítulo el día jueves. Sin más que decir, les deseo que lo disfruten, y agradezco una vez más por seguir la historia semana tras semana. Nos acercamos cada vez más al final. De hecho, luego de este, ya solo quedan 6 capítulos para finalizar. Saludos.




    Resistir el golpe:

    Cuando el atardecer dio comienzo, varios seres pertenecientes a todas las razas inteligentes del planeta Emiv, desde diferentes puntos de vista del planeta, vieron como la nave que había llegado dos días antes había comenzado su marcha y ascenso hacia el exterior de la atmósfera, abandonando el planeta por completo en tan solo dos minutos.

    El grupo al que tenían que enfrentarse se había marchado, y solamente les habían dejado a varios de sus compañeros muertos, entre estos, los líderes de cada una de las especies. Ya no había nadie que estuviera encargado de dar las órdenes en aquel planeta, por lo que estos seres sentían miedo a lo que podría venir después. La incertidumbre por no saber cómo proceder luego de que Tzorkun y los otros cuatro líderes hubieran sido asesinados, los invadió a todos.

    Estando muerto el científico que promulgaba la paz colectiva a través del control de la voluntad, no pasaría mucho tiempo hasta que el efecto del control terminara, y se desatara la guerra nuevamente en el planeta Emiv. La tripulación que llegó desde el Zenith para poder rescatar a sus soldados no tenía ni el más mínimo interés en lo que ocurriría en el planeta, por lo que no les importaba en absoluto el dejarlos abandonados.

    […]

    Con ayuda de Wagner, Michael, Alicia, Aurio, Wida y Lankir, el comandante Stones logró colocar las máquinas que habían robado de Tzorkun en una de las tantas salas sin uso de la nave de gran tamaño. Las plantas, junto con algunas muestras de semillas de las mismas, serían colocadas en la sala que se usaría como invernadero, para garantizar su supervivencia hasta que pudieran llegar a la Tierra y ver si podrían crecer y desarrollarse en el suelo del mismo planeta. Los soldados reclutados por Tzorkun habían sido capturados, la tecnología que resultaría útil fue adquirida y ya se encontraban fuera de alcance para cualquier ser del planeta que quisiera hacerles daño. La misión finalmente había sido completada.

    — Se terminó, de una vez por todas — comentaba el comandante Zion a todos los soldados — Ahora solo estamos a unas tres semanas de regresar a la Tierra, por lo que tienen todo el tiempo hasta entonces para hacer lo que ustedes deseen. En vista de que Orikrof está en mal estado, yo estaré en la sala principal hasta que él se recupere. Cualquier cosa que necesiten, me pueden buscar ahí.

    Los soldados del equipo asintieron ante las palabras del comandante, quien se retiró a su puesto como lo había dicho. Sin nada más que hacer, decidieron dirigirse a la sala médica, para así poder chequear el estado de salud de sus compañeros. Los seis decidieron ir allí.

    Al entrar, todos se llevaron la grata sorpresa de que Agustina ya se encontraba despierta y estaba junto a Thomas y a Gwyn. Wida y Aurio se alegraron al ver que la humana había sobrevivido, mientras que Wagner, Michael y Alicia, principalmente los dos últimos, fueron quienes más felices se encontraban. La pareja de soldados se acercó a su compañera y le dieron un abrazo, el cual ella aceptó con mucha felicidad.

    — Me llevé un susto muy grande cuando te desmayaste — Alicia no quería soltar a su compañera — Me alegra mucho que despertaras hoy mismo.

    — ¿Necesitas algo? — Michael quería asegurarse de que todo estuviera bien — Puedo ir a buscarte lo que quieras.

    — Me siento bien, Gwyn ya me trajo algo para comer — le contestó Agustina, apreciando la preocupación de sus compañeros — Thomas y Gwyn me contaron acerca del plan de usar las máquinas en las criaturas de Fientlig para que peleen por nosotros.

    — Fue idea del general Orikrof, por lo que sé — Michael echó un vistazo al general, quien seguía acostado en su cama — Y creo que es una buena idea.

    — Agustina, noto que estás algo preocupada — Wagner esperaba que no fuera nada malo — ¿Pasó algo?

    — No, no pasa nada… es solo que… — la chica se tomó su tiempo — El planeta Fientlig no me trae buenos recuerdos.

    Mientras los xaromitantes no recordaban mucho las circunstancias de lo ocurrido en ese lugar, las cuales habían sido contadas de forma simple por los humanos, estos lo recordaban muy bien. Wagner y Alicia no vivieron una experiencia difícil en ese planeta, pero Gwyn, Thomas y Michael sí. Y Agustina sin dudas fue quien lo pasó peor en ese lugar. Zoey, su mejor amiga, fue asesinada por las bestias, que estuvieron muy cerca de acabar con todos de no haber descubierto la cueva con radiación. Mientras que, al salir del planeta, Ace sufrió un infarto que lo dejó en mal estado. Entendían los motivos de la chica para no querer ir a ese planeta.

    — Es una ida obligatoria — le contaba Wagner, queriendo tranquilizarla — Pero no te preocupes, porque esta vez no será como la anterior. Ahora conocemos a lo que nos enfrentamos, tenemos más gente, mejores armas y una habilidad nueva. No pasará lo mismo que la otra vez.

    — No es que no lo sepa, es solo que es una experiencia que no me gustaría repetir — contestó Agustina, algo apenada por las cosas que decía — Es como si trajéramos a todos los soldados a conquistar el planeta Emiv. Hay más gente, más armas y ya conocemos a lo que nos enfrentamos, pero no hace que la sensación se vaya.

    — Tienes razón, no había pensado en algo como eso — Wagner comprendía perfectamente después de esa comparación — Escuchen, Plamo, Agustina y Orikrof seguro necesitan descansar. Y estamos haciendo mucho ruido. Yo me iré, y sugiero que solo se queden dos personas como mucho aquí.

    — Es una buena idea — contestó Alicia, estando de acuerdo con el procedimiento — Michael y yo nos quedaremos. Los llamaremos en cuanto estemos cansados.

    — Descansen bien — les deseaba Michael a todos los demás.

    Fue así como Thomas, Gwyn, Wagner, Lankir, Aurio y Wida se retiraron de la sala médica. El hijo del comandante les había dicho que iba a estar en la sala principal con su padre, antes de irse a descansar. Thomas y Gwyn se irían a su habitación, mientras que Lankir, Aurio y Wida se irían a una de las habitaciones para conversar un rato. Michael y Alicia, tal y como la chica lo había dicho, se iban a quedar en la sala médica para atender a Agustina o a Plamo y Orikrof si alguno de los dos necesitara de algo, aunque sea una cosa simple.

    Los tres xaromitantes se reunieron en la habitación de Wida. La chica se sentó en una cama, mientras que sus dos compañeros se apoyaron en la pared. Ambos miraron con tristeza la forma en que Wida se tapaba la cara para dar inicio a un llanto desconsolado. Se habían marchado del planeta, y ella no tuvo la oportunidad de llevarse consigo el cuerpo de su hermano menor. La chica entendía que la última vez que lo vio hacía dos días al iniciar la misión, se convirtió en la última vez que volvería a ver a su hermano con vida.

    Tanto Lankir como Aurio sentían una gran pena por ella, además del dolor de haber perdido a Gan. Lankir quiso decir algo, pero Aurio se le adelantó.

    — Yo sé que esto no haga diferencia, pero puedes confiar en mí cuando te dije que logré vengar su muerte — le decía Aurio, mientras Lankir lo miraba — El responsable de su muerte lo pagó con su vida. Hubiera sido aún peor dejarlo vivir después de eso.

    — La muerte de Tzorkun no me traerá de regreso a mi hermano — Wida no encontraba consuelo en eso — Pero me alegra que haya muerto. Quisiera haberlo podido ver.

    — Wida, yo… — Lankir quiso hablar con ella.

    — Lankir, hay una cosa que te quiero decir — luego de esas palabras, Wida miró a Aurio — En privado.

    El xaromitante, entendiendo lo que ocurriría, decidió salir de la habitación para poder dejar que sus dos amigos hablaran. Lankir estaba muy confundido al respecto, pero se alegraba de poder tener tiempo para charlar con Wida. Ella había estado muy callada durante el tiempo que el grupo fue a luchar por última vez, y en la búsqueda de las máquinas, Wida bajó al planeta mientras que él se quedó arriba. El xaromitante quería tener un momento para charlar con ella, de forma calmada.

    — ¿Quieres decirme algo en particular? — preguntó Lankir, esperando para ver si su novia necesitaba algo.

    — La verdad, es que sí — Wida lo miró con una cara de tristeza — Lankir, yo aprecio mucho todo lo que hiciste por mí. Básicamente, estoy viva gracias a que me encontraste cuando la Gran Catástrofe llegó a nuestro planeta. Has sido un compañero maravilloso… pero no creo que esto funcione.

    Lankir estaba muy sorprendido. De todas las cosas que creía que iba a escuchar, nunca se le pasó por la mente el tener que escuchar a su novia decir eso.

    — ¿De qué estás hablando? — Lankir sentía miedo de perderla cuando la escuchó decir eso.

    — Hablo de que después de lo ocurrido ahora, no me siento segura contigo — Wida sonó muy severa — Gan y tú iban juntos, y era tu trabajo protegerlo. Tú sabías que él era el más joven de nosotros. Era nuestro futuro.

    — El general Orikrof vino con nosotros, y Wagner, y Michael — Lankir quería defenderse, porque creía que la acusación de Wida no era justa — El general en persona y el mejor del equipo de Zion estuvieron ahí, y no lo pudieron evitar. No entiendo por qué me culpas a mí.

    — Porque con un arma tan potente como la que tú creaste, deberías haber sido capaz de protegerlos — Wida se enojó al escuchar la respuesta de Lankir — Aurio bajó con el cañón al planeta Emiv, y no hubo bajas en su grupo. Y si las hubiera habido, no sería por responsabilidad suya.

    — Tú no estuviste cuando Gan murió como para decirme que es responsabilidad mía — Lankir se puso furioso por las cosas que Wida decía.

    — Tú tampoco estuviste con él — Wida contestó con un poco de agresividad — Tú estabas luchando contra Dustin, a punto de ser asesinado y entregarle el arma más potente que teníamos al responsable de la muerte de Gan. Tú no puedes cuidar de ti mismo, no pudiste cuidar de Gan y no puedes cuidar de nadie. Así no puedo esperar que cuides de mí. Tendría que ser yo quien te cuide a ti, y no puedo aceptar eso. Es por eso que esto no funcionará, Lankir. Tú y yo no somos nada a partir de ahora.

    — ¿Sabes? Escuché a Aurio decir cosas similares a las que me dijiste tú — Lankir creía que Aurio estaba detrás de eso — ¿Él fue quien te hizo pensar esto? ¿Él es alguien con quien sí te sientes segura?

    — Sí, él me habló de esto, pero yo saqué conclusiones por mí misma — contestó Wida muy severamente — Y sí, me siento segura con Aurio. Infinitamente más segura de lo que me puedo sentir contigo. Si hubiéramos tenido una misión así antes, me habría dado cuenta de esto antes de que Gan perdiera la vida. Lo siento Lankir, siempre te agradeceré lo que hiciste por mí. Pero no puedo comprometer mi seguridad. Soy la única guerrera que queda. Si muero, pasarán años hasta que aparezca alguien como yo.

    Lankir sentía una mezcla de tristeza y enfado en su interior por haber escuchado como su novia lo había hecho responsable, aunque sea indirectamente, por la muerte de Gan, quien también era su amigo, para luego terminar con su relación. Lo que no quería Lankir era mostrar que la tristeza lo estaba dominando, puesto a que no se quería ver muy afectado por las palabras que le dijo. Sabiendo que no resistiría mucho así, decidió despedirse de Wida rápido.

    — Lo entiendo… no, estoy mintiendo — Lankir no quería ser grosero, pero no lo podía evitar — No entiendo nada. No eres la única que sufre, o que consideraba a Gan como un hermano. Pero si no te sientes segura conmigo, supongo que no tengo nada más que hacer. Espero que Aurio te cuide tan bien como tú lo estás diciendo. Sé que te irás con él. Debí haberlo visto venir. Parece que a pesar de que soy bastante inteligente, no soy más que un estúpido que no puede ver las cosas. Él ha estado manteniendo la seriedad por mucho tiempo, desde que nos conocimos. Ahora ya sé por qué. Después de tantos años no pudo superar la Gran Catástrofe porque te veía conmigo, mientras que él no tenía a nadie — Lankir ciertamente sentía mucha furia con ella, y también con quien era su mejor amigo — Pero está bien. Ahora lo entiendo mejor, porque ahora supongo que seré yo quien estará solo. Que te vaya bien, Wida, dudo que te hable por un tiempo.

    Tras haber dicho esas palabras, Lankir se dio la vuelta para salir de la habitación, ante la atenta mirada de Wida, quien no quitaba su mirada seria sobre él. Detrás de la puerta se encontraba Aurio, quien había podido escuchar todo lo que ellos estaban diciendo. El xaromitante estaba sonriendo, pero al ver salir a Lankir, quitó esa sonrisa de su cara. Aunque fue algo tarde, ya que Lankir lo pudo observar.

    — ¿Desde cuándo? — preguntó Lankir al verlo ahí parado — ¿Cuánto tiempo llevas esperando a que ella me dijera esto?

    — Te estás confundiendo, Lankir — Aurio no quiso meterse en una pelea con él, a pesar de que sabría el resultado — Yo solo le dije a Wida que tuviera cuidado si se quedaba cerca de ti. Pero el resto de las cosas que ha dicho, son de su propia mente.

    — No sé por qué tendría que creerle a alguien que estuvo celoso todo el tiempo — Lankir sentía asco de estar hablando con él — Creí que eras mi amigo. Yo te consideré un hermano. Se ve que la familia está definida solo por los lazos de sangre. Todo lo demás es una ilusión, o en el mejor de los casos, algo temporal.

    — ¿Y qué piensas hacer al respecto? — Aurio se acercó a él — Suponiendo que sea verdad todo lo que dices de mí. ¿Cómo vas a reaccionar? ¿Qué es lo que me vas a hacer?

    — Nada, porque sé que perderé contra ti — le contestó seriamente el xaromitante — Eres bastante cobarde al encararme de esta forma sabiendo que me vas a derrotar por naturaleza. Si yo fuera un guerrero completo como tú, no me dirías o harías algo así.

    — Pero no lo eres — Aurio metió el dedo en la herida — Así que dime, ¿qué piensas hacer?

    — Tomar mi cañón — le contestó Lankir, confundiendo a Aurio — Es mi creación, y no se lo pienso dar a ninguno de los dos. Si me desprecian tanto por ser débil, entonces no lo tendrán.

    — ¿Crees que voy a aceptar que el más débil se quede con el arma más fuerte? ¿Para qué la quieres? ¿Para ser derrotado y dársela al enemigo?

    — El cañón será para el general Orikrof — contestó Lankir, muy furioso con su compañero — Tú no pondrás una mano sobre él. Wida tampoco.

    Aurio estaba esperando algún sermón o incluso unas últimas palabras de Lankir para poder dar cierre a la frase que estaba diciendo. Pero no las recibió. Luego de eso, el xaromitante se quedó callado, mirándolo fijamente.

    — ¿Terminaste? — preguntó Aurio, intentando provocarlo.

    — Sí. Ya terminé. Cuida bien a Wida. Estuviste deseando mi muerte o que ella se separara de mí para tenerla desde hace tiempo. Ahora ya la tienes, así que cuídala. Ya no es mi responsabilidad.

    — Estás confundiendo las cosas, pero si llegara el momento, puedes estar seguro de que la cuidaré.

    Lankir se marchó sin decirle nada a Aurio. A pesar de las palabras de Aurio, Lankir tenía la razón. Su mejor amigo había estado deseando estar con Wida desde hace mucho tiempo, aunque estaba equivocado al pensar que Aurio llegó a desear que él muriera. Sin embargo, el xaromitante entendió que no habría forma de que Lankir creyera eso.

    Una vez que su amigo se marchó, él entró para hablar con Wida. La chica lo miró y se apartó un poco para dejarlo sentarse en la cama. Aurio accedió y entonces ambos empezaron a hablar.

    — ¿Escuchaste todo? — Wida lo sabía, solo quería probar a Aurio.

    — Sí, lo escuché — Aurio no quería mostrar emoción alguna — Y quiero que sepas que yo ahora no quiero lo que tú o lo que Lankir están pensando. Necesitas tiempo para superar la muerte de tu hermano, y para conocerme bien.

    — Ya te conozco bien, Aurio — respondió Wida, sorprendiendo al guerrero — Después de esto, ya los conozco bien a todos. Sé que tú podrás protegerme, y sé que tú no habrías permitido que Gan muriera si hubieras tenido el arma de Lankir. Debí haberlo visto antes.

    — Entonces, ¿qué es lo que quieres ahora? — Aurio quería asegurarse de no malinterpretar nada.

    — Te quiero a ti — Wida lo tomó de las manos — Y Gan… sé que él también querría esto.

    — ¿Crees que Lankir lo acepte bien? — Aurio se sentía algo preocupado por él — No me da miedo, y a ti tampoco debería, pero no quiero a ese tipo suelto si va a estar pensando en hacernos algo.

    — No podemos lastimar a Lankir — le respondió Wida — Su padre es el líder de los xaromitantes. Pero eso nos garantizará que él no nos lastimará. Aurio, ya no pienses más en él. Él tiene dos caminos posibles. Quedarse con su padre, o morir en una eventual misión. Espero que sea la primera opción. Porque, con lo que vi ayer, alguien como él no podrá llegar lejos.

    […]

    El viaje en la nave estuvo bastante tranquilo. La gran mayoría de los que iban a bordo se quedaron dormidos, mientras que solamente Zion, quien iba en la sala principal, y Wagner y Lankir, quienes cuidaban la sala médica, eran los únicos despiertos. El resto de los soldados estaba dormido, aunque eso no tardó mucho en cambiar.

    Plamo y Orikrof, quienes habían estado descansando de sus heridas, despertaron. El primero en despertar fue el garak, mientras que el general xaromitante despertó pocos minutos después. Lankir se retiró de la sala una vez que los dos estuvieran despiertos, mientras que Wagner se acercó para hablar con ellos.

    — General, Plamo, ¿necesitan algo? — Wagner quería ver si podía ayudarles con algo.

    — Yo estoy bien — Plamo respondía mientras se tocaba la zona donde su rostro fue quemado — Gracias por preguntar, Wagner… Increíble que me sienta cansado después de dormir tanto.

    — ¿Cómo está Agustina? — el general Orikrof la veía dormida, sin saber que había despertado antes.

    — Ella despertó hace unas horas — la noticia que Wagner les dio tranquilizó a ambos — Está fuera de peligro. Y es un gran alivio para nosotros.

    — Qué bueno que no haya ocurrido nada con ella — Plamo recordó la forma en la que ella se había ido luego de que él tuvo que retirarse de la misión — Estaba tan feliz por haber recuperado a Ace. Si ella hubiera muerto, habría sido doloroso para mí ver eso. Es una chica formidable.

    — ¿El resto de mis soldados está bien? — Orikrof quería saber si los xaromitantes habían sufrido daños.

    — Todos están bien, solo nos queda esperar a que Sharyn, Dustin y Ace despierten — contestó Wagner, aliviando al general — Ya hicimos lo que usted quería. Las máquinas y la planta que produce la sustancia que Tzorkun usaba para controlar a los habitantes del planeta Emiv ya son nuestras.

    — ¿Qué cosa? — Plamo miró sorprendido al general.

    — Es algo de lo que hablé con Zion ayer, antes de que fuera a dormir — contestó el general — No tenía sentido contárselos hasta que él diera la aprobación. Pero mi plan era usar esas máquinas en las criaturas del planeta al que vamos a ir una vez que le expliquemos a Magnus.

    — Él cree que, si podemos controlar a las criaturas de Fientlig, nunca tendremos un problema como el que tuvimos en esta misión — continuaba explicando Wagner, mientras que Plamo pensaba en eso — Es por eso que, cuando vayamos a Fientlig a buscar muestras de la radiación, capturaremos a varias de esas criaturas para hacer un experimento con ellas.

    — Sí, sobre eso, hay algo que quiero pedir — le comentaba Plamo a su compañero — Me gustaría tratarme estas heridas en mi planeta. No es que crea que no me alcance con el tratamiento de esta sala, es solo que ahí me podré recuperar al cien por ciento. Además, quisiera hablar con los míos, para informarles lo ocurrido con Domir. ¿Crees que tu padre lo aceptará si se lo pido?

    — Estoy seguro que sí, pero no entiendo cómo se relaciona con el planeta Fientlig — le contestó Wagner — Por la forma en que lo dijiste, parecía que ambas cosas estuvieran relacionadas.

    — No quiero ir a Fientlig, lo siento si sueno algo cobarde, pero no me quiero adentrar a un planeta peligroso sin haber curado mis heridas en mi planeta — le contestó el garak, cosa que Wagner y Orikrof entendieron bien — Salvo que me prometan que iremos a Fientlig después de que yo pueda ir a mi planeta, no tendré problemas en ir.

    — No sé cómo vamos a proceder — contestó Wagner — Así que eso te lo dirá mi padre. Pero respeto tus deseos. Creo que yo me sentiría igual.

    Antes de que la conversación pudiera seguir, Lankir regresó a la sala, y en sus manos traía el cañón que él había inventado. Ninguno de los tres entendía lo que estaba ocurriendo en ese momento, y todos estaban bastante confundidos. Lankir tenía una expresión seria que podía causar algo de preocupación, y así fue.

    — ¿Lankir? — Orikrof no supo que estaba pasando.

    — General, estuve hablando con Aurio y con Wida sobre mi arma — le comentó Lankir, acercándose hacia su cama — Ellos me han dicho que el arma más fuerte que tenemos no puede caer en manos enemigas. Y que si yo la uso, es probable que eso suceda. Eso significa que no puedo tener el cañón. Pero no quiero que ellos tampoco lo tengan. Así que yo se lo entregaré. A partir de hoy, este cañón que yo he creado, el arma más poderosa que tenemos, le pertenece a usted. Así ellos no tendrán que preocuparse porque los enemigos me lo roben, al mismo tiempo que no tendrán el gusto de tenerlo para ellos.

    — Lankir… — el general estaba por decirle algo.

    — Es solo para usted — interrumpió con seriedad el xaromitante — Prefiero destruirlo, o incluso tirarlo al vacío del espacio antes que permitir que Aurio o Wida le pongan una mano encima o lo usen. Si usted no lo quiere, dígamelo, y me desharé de él. Hay un millón de maneras para hacerlo.

    La forma en la que Lankir hablaba tenía sorprendidos a todos. Plamo comprendió que algo había ocurrido entre Lankir, Wida y Aurio, pero no quiso decir nada. Acababa de despertar de un descanso tras unas heridas de batalla muy serias, y no se metería en un debate que no le correspondía. Wagner, por su parte, no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, y tampoco encontraba algo que decir. Quería hablar, pero no sabía por dónde empezar a hacerlo, y fue por eso que decidió permanecer callado.

    Orikrof, por su parte, estaba bastante confundido. No pudo hablar con los tres xaromitantes de forma calmada desde que recibió heridas en la misión, y por lo que escuchaba de Lankir, parecía que no tendría oportunidad para hacerlo antes de que el xaromitante pudiera tomar una decisión más calmada. Fue por eso que Orikrof aceptó el cañón sin cuestionarlo más tiempo.

    — De acuerdo, Lankir, si tú me lo estás regalando, yo lo acepto — contestó el general — Prometo que cuidaré de tu creación.

    — De eso nunca dudé un segundo — le contestó Lankir, de forma más calmada — Espero que se mejore, y lo mismo para ti, Plamo. Ustedes son dos soldados importantes para el equipo. Y los necesitamos en buena condición.

    Tras haber dicho esas palabras, el xaromitante saludó a los tres que estaban despiertos y luego procedió a retirarse. Solamente había estado en la sala médica esperando a que el general se despertara para poder hacer entrega del cañón. Una vez que eso estaba hecho, no tenía motivos para quedarse allí, y fue por eso que decidió irse. Wagner, Plamo y el general supieron darse cuenta que Lankir no se encontraba bien emocionalmente, y esperaban a que lograra reponerse al momento en el que llegaran a la Tierra.

    Dado a que Plamo y Orikrof continuaban en la sala médica y no estaban en condiciones para irse a dormir a sus habitaciones, decidieron continuar su estancia en ese lugar. Así estarían más cerca de los insumos por si necesitaran algo. Wagner, por su parte, se quedaría despierto para cuidar de los dos, de Agustina y de los tres soldados del Zenith que fueron reclutados por Tzorkun.

    […]

    Había pasado una semana desde que abandonaron el planeta. Michael sujetaba un trozo de papel, que eran notas que le pertenecían a Tzorkun. No se habían llevado gran cosa, solamente datos importantes, como la dosis necesaria para poder controlar a un humano y la duración del efecto del control en ellos.

    Sharyn, Ace y Dustin estaban desde el día anterior sin estar sedados. Esto fue para que pudieran despertar y así el equipo podría analizar su estado tras haber sido liberados por el control de Tzorkun. En la sala médica, además de Michael, estaban Alicia, Agustina y Wagner. Agustina, Plamo y Orikrof habían dejado desocupadas las camillas de la sala médica dos días después de haber despertado, y ahora era el tiempo para poder evaluar a los demás.

    Finalmente, los sedantes que hacía rato habían sido retirados, ya no tenían más efecto en ellos y sus compañeros comenzaron a abrir los ojos. Tardaron cinco minutos en despertar por completo, puesto a que los sedantes los habían mantenido dormidos por una semana. Cuando finalmente lo hicieron, los tres vieron a sus compañeros, y se encontraban bastante confundidos. No era de esperarse, puesto a que llevaban durmiendo mucho tiempo sin estar conscientes de lo ocurrido.

    — ¿Wagner? — Dustin creía estar alucinando — ¿Qué pasó? ¿Por qué estamos aquí?

    — La misión terminó — contestó el hijo del comandante — Ustedes ya fueron rescatados y están en la nave, a salvo. Ganamos.

    — ¿Quiere decir que Tzorkun está… — Ace empezó a hablar, pero fue interrumpido por Agustina, quien se acercó para darle un abrazo.

    — Ya no tienes que preocuparte por él — contestó la chica, para luego darle un beso en la mejilla — Ninguno de los tres tiene que pensar en eso. Como dijo Wagner, ya han sido rescatados.

    — Yo recuerdo que estaba luchando contra Lankir — Dustin no lo veía en el lugar — No lo maté, ¿verdad?

    — No, logramos salvarlo — Wagner se acercó a él — Y a ti también.

    — ¿A mí? — Dustin se confundió, pero luego supo de que hablaba — Es cierto. Creían que los había traicionado, y estaban pensando en asesinarme. Tú lo evitaste, Wagner — el soldado estrechó su mano — Gracias por no dejar que me lastimaran.

    — No lo agradezcas — contestó Wagner, bastante contento de ver a su compañero de vuelta con él — Nunca te dejaría que nada malo te sucediera.

    — Todos los demás también están a salvo — Agustina seguía abrazada a Ace, quien luego comenzó a abrazarla a ella — Estoy muy feliz de que estés de nuevo conmigo. No permitiré que te vuelvan a separar de mí. Ni tampoco que nadie más intente obligarte a pelear en contra de tu voluntad.

    — No estás herida, ¿verdad? — Ace se preocupaba por Agustina mientras hacía memoria de lo ocurrido — Sé que luché contra ti antes de que me trajeran a este lugar.

    — No. Fue una pelea difícil, pero logré resistir. Fue gracias a lo que me enseñaste, Ace. Las lecciones de pelea que tuviste conmigo me ayudaron mucho, aunque nunca esperé tener que usarlas contra ti.

    — No entiendo cómo fue que nos salvaron — Ace quería saber toda la verdad — Estaban muy bien organizados para que fuera solo casualidad.

    — Michael te lo explicará — Wagner miraba a Sharyn, que no había dicho nada desde que despertó.

    Michael, Alicia, Agustina, Ace y Dustin notaron que Wagner la estaba viendo, y al hacerlo, ellos la empezaron a mirar también. No solo se mantenía callada, sino que tenía su mirada perdida en la nada sin saber qué hacer.

    Wagner sintió que era su deber decirle sobre lo ocurrido.

    — Sharyn — la chica lo miró cuando le habló — Soy Wagner. Sé que es lo que estás pensando ahora. Estás nerviosa y asustada por todo lo ocurrido con Tzorkun. Y también sé que estás asustada porque no estás viendo a Jason aquí.

    La chica se puso triste luego de que Wagner le dijera esas palabras. Ella ya sabía lo que había ocurrido, era bastante evidente al no verlo en el lugar, pero igualmente quería preguntarlo.

    — ¿Jason está muerto? — Sharyn estaba por desmoronarse.

    — Sí, Sharyn. Lo lamento mucho — le contestó Wagner, acercándose a su cama para sostener su mano e intentar consolarla — Yo lo maté. Es por eso que quería ser yo quien te lo dijera. No quise hacerlo. Es solo que no teníamos idea de lo ocurrido, y él comenzó a atacarnos — la chica comenzó a llorar mientras que Wagner lo explicaba — Creí que nos había traicionado, y que nos entregaría al enemigo. No tuve opción, y hubiera querido poder evitarlo. Nosotros fuimos hasta el planeta Emiv para poder rescatarlos a todos. Tú lo sabes. Magnus nunca nos diría que matáramos a nuestros propios compañeros.

    — Sí, lo entiendo. Lo sé — Sharyn no podía decir otra cosa mientras continuaba en llanto — Es solo que… pensar que Tzorkun nos hizo trabajar para él… yo maté al comandante Roger junto a Jason… y ahora él…

    El grupo, con tristeza, veía como su compañera, una chica que no tuvo la posibilidad de elegir y que había sido víctima de la manipulación de Tzorkun al igual que Dustin y Ace, estaba quebrada en llanto. Todos sus compañeros habían sido asesinados, y ella fue obligada a luchar a favor del responsable que había dado esa orden. No solo eso, sino que había perdido al último compañero que tenía. La chica no apartaba las manos de su rostro.

    Ace y Dustin supieron que, de no haber sido por sus compañeros, ellos podrían haber sufrido de lo mismo. Hasta se consideraban afortunados por no haber estado bajo el control de Tzorkun por mucho tiempo. Alicia se sentía de forma similar. Si no la hubieran rescatado, puede que ella hubiera terminado así, y también sabía que Sharyn iba a necesitar contención del equipo. Pero no quería acercarse a ella, dado a que creyó que la molestaría. Michael se sentía muy mal por ella. Él sabía lo que se sentía estar controlado por alguien más, que lo obligara a hacer cosas que no quería. Pero su situación era distinta. Michael le dio acceso a su cuerpo a Orz, mientras que Sharyn nunca quiso estar bajo el control de Tzorkun.

    Wagner, a pesar de no haber sido controlado antes, ni haber atravesado una situación como la de Alicia, se sentía muy culpable. Él fue quien asesinó al último compañero de Sharyn. Aunque hubiera estado obligado, y no hubiera querido hacerlo, eso no lo hacía sentir mejor. Sentía que era responsabilidad suya cuidar de la chica, que en ese mismo momento se veía muy frágil. El soldado hijo del comandante Stones le tomó los hombros, cosa que hizo que Sharyn se quitara las manos del rostro y lo observara fijamente.

    — Sharyn, nosotros fuimos enviados para rescatarte — le decía el soldado, mirándola fijamente — Yo fui enviado para rescatarte. Y ahora que lo hice, no te voy a abandonar. Sé que debes estar atravesando por un momento difícil, y es por eso que, ahora que luché tanto para poder traerte de nuevo al Zenith, pienso cuidarte y ayudarte en lo que necesites. Si sientes que necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en pedírmelo, ni tampoco a los demás. Tienes mi palabra. Hasta que regresemos a casa, yo cuidaré de ti todos los días. Luego, serás libre de elegir si prefieres quedarte a descansar en el Zenith, o continuar la misión junto a nosotros. Serás bienvenida si deseas unírtenos, y si prefieres quedarte en la Tierra, todos respetaremos tu decisión.
     
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