One-shot Regalo de aniversario, obsequio improvisado (Royai) [Actividad Aniversario improvisado].

Tema en 'FullMetal Alchemist' iniciado por InunoTaisho, 6 Agosto 2020.

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    InunoTaisho

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    Título:
    Regalo de aniversario, obsequio improvisado (Royai) [Actividad Aniversario improvisado].
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4587


    Regalo de aniversario, obsequio improvisado (Royai).





    [ Como parte de los eventos de aniversario del foro les traigo este pequeño escrito, participando en la actividad “Aniversario improvisado” organizado por wasabi, y el fic a escribir de acuerdo a lo que el azar puso en mi camino como regalo improvisado (los dados pueden ser tramposos) fue sobre una pluma sin tinta. Como no soy de escribir originales me decanté por el fandom que ahora sigo, FMA, presentándoles algo que podría suceder cuando Roy Mustang y Riza Hawkeye logren casarse (ese es mi cometido así sea sólo en un fanfic, porque Arakawa no quiso matrimoniarlos en directo). Disfrútenlo y recuerden que no pretendo sacar provecho económico sobre los derechos de la autora del manga y sus asociados, sólo recrear y crear situaciones nuevas para nuestro deleite.]




    [​IMG]




    ─ ¡Diablos, no sé cómo pudo pasarme esto! ─se dijo Roy Mustang a sí mismo mientras vaciaba uno de los cajones de su escritorio buscando algo con desesperación.


    ─ ¿Sucede algo malo… señor? ─le preguntó Jean Havoc mirándole con gesto de preocupación. De hecho todos los otros miembros del escuadrón allí presentes, Breda, Falman y Fuery, le miraban con gesto similar deteniendo sus propios quehaceres. El que su jefe perdiera la paciencia quince minutos antes de la hora de salida significaba que algo muy malo, verdaderamente malo, le había sucedido, y justo en ese día tan importante en su vida.


    ─ Efectivamente, teniente Havoc, ha sucedido algo muy malo ─resopló el alquimista a modo de respuesta en tanto vaciaba el otro cajón, modificando el mohín de enfado por uno de abatimiento─. Riza me va a odiar por el resto de nuestras vidas, va a dejarme… y ya no podremos ser felices porque soy un inútil de verdad ─adicionó apesadumbrado, aguantando las ganas de echarse a llorar desconsolado sobre el escritorio.


    ─ Tranquilo, jefe, que su estricta señora no va a dejarlo por más inútil que sea ya que indudablemente lo ama… ─manifestó el rubio con una sonrisita boba, recibiendo de parte de su superior una leve mirada de molestia por la observación desfavorable no solicitada hacia su persona, aunque agradecido por el final del razonamiento. Por ello Havoc no se achicopaló para agregar con amabilidad─. Si nos dice lo que anda buscando podremos ayudarle, para que no se le haga tarde ─y todos los demás hicieron un afirmativo movimiento de cabeza. Ante todo lo mejor era brindarle su apoyo, para que no terminara desquitándose con ellos el día de mañana si es que acaso la capitán se enfadaba con él.


    ─ Muchas gracias, teniente Havoc, sabía que podía contar con ustedes ─respondió el moreno general enderezándose sobre el lugar, recobrando el porte y empezando a acomodar cuidadosamente algunas de las cosas que había sacado del escritorio─. Bien, ¿recuerdan la pequeña cajita de regalo que les mostré antes de que Riza se fuera? ¿El regalo sorpresa que iba a darle por nuestro primer aniversario? ─les cuestionó un tanto suspicaz.


    ─ Siiii… ─manifestaron al unísono tras mirarse unos a otros. Eso significaba sólo una cosa…


    ─ Pues no la encuentro… ─porque claro, si Roy Mustang estaba así de desesperado era porque el regalo de aniversario ahora estaba desaparecido. Cómicamente volvió a embarrar la cara en el escritorio, hablando con voz angustiada y acallada por la postura en la que se encontraba─. Y ya no tengo tiempo ni mucho menos dinero para comprar otro de última hora… no merezco que Riza me ame tanto pues soy un ser tan torpe… ─confesó casi llorando.



    Ese día era su día especial, por el que había trabajado tanto en los últimos años aparte de la tarea de llegar a Führer en un futuro no muy lejano. Era su primer aniversario de matrimonio y, lógicamente, todo tenía que salir perfecto pues su amada Riza se lo merecía. Hizo reservaciones con un mes de anticipación en el hotel con restaurante más lujoso de Ciudad del Este ─donde ahora él era el general comandante─, y se divertirían bailando toda la noche para después terminar el festejo en una de las suites exclusivas del lugar (ya que nadie querría tender la cama después de una noche de romance). Complementaría la sorpresa obsequiándole un bello juego de joyería que fuera acorde con el coqueto vestido que también le regaló para la ocasión, de ahí a que decidiera guardarlo en la oficina en lugar de dejarlo en casa para que ella no fuera a descubrirlo; por ello la había mandado temprano a descansar ya que lo único que Riza sabía es que irían a cenar. Y esa era la razón de ya no tener dinero de más para una transacción inesperada.



    ─ Amm… posiblemente guardó la cajita en otro lado, señor… ─Fuery se atrevió a hablar queriendo ser de ayuda, porque no le gustaba ver a su jefe tan derrotado sin haber ido a la guerra.


    ─ Es una posibilidad razonable, Fuery, pero imposible ya que no me he movido de aquí desde que Riza me dejó este último paquete con informes y reportes de fin de mes para revisar y firmar ─respondió Roy con amabilidad si bien torció el gesto con animadversión─. He aquí mi peor enemigo, el papeleo absurdo y sin sentido ─resopló, sacudiendo un pequeño bonche de hojas que ya no quiso revisar.


    ─ Pues entonces es seguro que lo tiró a la basura sin querer, jefe… Recuerde que la capitán le dejó esos papeles antes de irse y no tenía ni cinco minutos de habernos enseñado el regalo ─dijo Breda con gravedad tras guardar el periódico con el que se había entretenido resolviendo el crucigrama, dándose sus aires de detective resolviendo un caso muy peliagudo─ así que, probablemente, no lo guardó a tiempo en el escritorio y trató de encubrirlo con precipitación dejándolo caer en el bote de basura.


    ─ ¡¿Eso hice?! ─exclamó el alquimista visiblemente sobresaltado, sintiendo que el corazón se le paralizaba de la impresión.


    ─ Tú siempre tan exagerado, Breda… ─le replicó Falman con algo de irritación antes de dirigirse a su asustado superior─. Deje el asunto en nuestras manos, señor, le aseguro que ese regalo no pudo ir lejos ya que el camión de la basura no pasa hasta mañana temprano. Le mantendremos informado ─agregó con total seguridad en tanto miraba a sus compañeros en demanda de apoyo.


    ─ Cuente con ello, jefe ─Havoc se sumó sin queja pues, aparte de tenerle gran estima a Roy Mustang por muchas cosas indudablemente también valoraba la amistad de Riza Hawkeye, y por ello haría lo que estuviera en sus manos para que la pareja no terminara mal ese día.


    ─ Les agradezco tanto, de verdad… prometo que les daré una condecoración, el pago de sus horas extras y un día más de vacaciones el siguiente mes ─suspiró el general con agradecimiento sintiendo como se quitaba el peso de encima. Aparte del valor monetario del regalo, lo que más le dolería al perderlo serían todos los sentimientos puestos en el diseño personalizado de su inspiración.


    ─ Para eso somos un equipo, señor ─afirmó Fuery también más relajado, dispuesto a dar un par de horas más de su tiempo con tal de ver sonreír a la capitán. Y todos los demás sonrieron de igual manera pues a nadie le cae mal recibir un dinerito de más.


    ─ De todos modos, jefe, considero prudente el llevarle un regalo de emergencia a su señora por si las dudas… ─sugirió Breda tras unos segundos al tiempo que desenvolvía una torta que había estado guardando para su cena, y todos voltearon a verle con la incredulidad reflejada en sus rostros─. ¿Qué?... sólo lo digo porque todo mundo sabe que a las mujeres les gustan los detalles; además, un regalo más a la lista puede resultar beneficioso para una velada exitosa... si saben a lo que me refiero ─explicó encogiéndose de hombros antes de pegarle una mordida al bocadillo. Fuery enrojeció levemente de pensar en ese final nocturno, Havoc soltó una risita baja y Falman sólo puso los ojos en blanco por una fracción de segundo.


    ─ Bueno, Breda, si lo pones de esa forma suena razonable… ¿qué puede ser adecuado? ─admitió Mustang y le dio un vistazo rápido a la oficina esperando encontrar algo lo suficientemente significativo para compensar su error─. Bien, creo que esto bastará por el momento… ─agregó al tomar la pluma de plata que tenía ahí únicamente para adornar su escritorio.


    ─ ¿No cree que esa pluma ya es muy conocida para la capitán? ─le cuestionó Falman con extrañeza.


    ─ Es más bien algo simbólico… de todos modos me salió muy cara así que prefiero usarla lo menos posible, o sea nada… ─confesó Roy y sin más guardó la pluma en su estuche, una cajita forrada en terciopelo rojo que tenía guardada en el cajón derecho del escritorio, e Inmediatamente la colocó en el bolsillo interior de su chaqueta para no olvidarla. Después terminó de acomodar los demás objetos en su lugar y sacó su reloj de alquimista para checar la hora─. ¡Madre mía, me he retrasado cinco minutos! ─masculló entre asustado y enfadado consigo mismo.


    ─ Pues no se entretenga más y váyase ahora, jefe… ya nosotros nos encargaremos de la búsqueda ─Havoc le hizo entrega de la gabardina y el sombrero con premura instándole a retirarse, y Fuery abrió la puerta con prontitud.


    ─ Les llamaré en cuanto pueda, así que alguien tendrá que estar en el área de teléfonos para contestar ─les dijo el aludido tomando sus cosas precipitadamente antes de salir corriendo a toda velocidad.


    ─ ¡Pierda cuidado, señor, que yo estaré pendiente en la oficina! ─le gritó Fuery a modo de despedirle.


    ─ Muy bien, señores, organizaremos la operación “Búsqueda y rescate de cajita de regalo perdida” ─les dijo Falman seriamente sacando un mapa de cuartel de un cajón de su propio escritorio, asignándole a cada quien su tarea para abarcar el mayor espacio en el menor tiempo posible y así evitar ser interrumpidos por el poco personal que salía de trabajar pasada las ocho de la noche.



    Mientras tanto, ajena a la desgracia, Riza alimentaba a sus mascotas antes de arreglarse para salir, acariciándoles la cabeza con cariño al tiempo que les hablaba amorosamente como si fueran sus bebés.



    ─ Black Hayate, Snow White, Earl Grey… por favor cuiden la casa que hoy Roy y yo llegaremos tarde… o tal vez no llegaremos hasta mañana… ─sonrió alegremente, enrojeciendo un poco de las mejillas por pensar en cosas subidas de tono. Conociendo a su marido como lo conocía lo más probable es que quisiera desvelarse bailando toda la noche; lo bueno es que había comprado lo necesario para la ocasión.



    Suspiró enamorada y se dirigió a la habitación nupcial para terminar su arreglo, checando la hora en el reloj de pared de la sala antes de subir por las escaleras.



    ─ Vaya, qué tarde es… ─se dijo a sí misma apurando el paso.



    Media hora después…



    ─… Cariño… lamento la tardanza… recibí una llamada a deshora de tu abuelo preguntándome si te compré un lindo vestido para hoy… y quiere que le mandemos fotos por correo… ─le saludó Roy con la voz entrecortada después de entrar a la sala, tras presentarse por la puerta de acceso. Se veía tan cansado que ni siquiera le lanzó un piropo por el vestido que ya traía puesto.


    ─ No te preocupes, cariño, de todos modos también me atrasé un poco ya que Rebecca Catalina quería que le contará los detalles de nuestros planes para hoy, por teléfono… ─le respondió Riza tras mirarle levemente con suspicacia, tal vez esperando por un mejor pretexto para justificarse─… ¿puedes creerlo? ─añadió con entonación de ofendida.


    ─ Esa Rebecca Catalina… esperemos que Havoc se anime pronto a formalizar su relación pidiéndole matrimonio o seguramente terminará aceptando la propuesta de tu abuelo para ser su acompañante en sus últimos días, y así tendrás que llamarle “querida abuelita” ─agregó el joven carcajeándose brevemente ante su ocurrencia.


    ─ Ni lo mande Dios… ─manifestó ella haciendo como que se persignaba del susto.


    ─ Bien, me bañaré rápidamente ya que el tiempo corre y no queremos llegar tarde a nuestro compromiso… regreso enseguida, no te vayas sin mí ─así que Roy se dirigió al baño del piso superior subiendo las escaleras de dos en dos, guiñándole un ojo de forma traviesa.


    ─ Acá esperaré, no tengo de otra ─dijo Riza con una sonrisita lanzándole un pequeño beso.



    Antes de irse a trabajar Roy ya había preparado una pequeña maleta con ropa cómoda para pasar la noche y una muda para el siguiente día; y ya con todo listo llegó el momento de partir.



    ─ ¿Y esa maleta? ─le preguntó Riza extrañada señalando el equipaje.


    ─ Verás, tu abuelo me hizo el favor de reservarnos una de las suites del hotel… ya sabes, le gusta mimar a su nieta y, además… ─le explicó Roy antes de acercarse más a ella para decirle un secreto al oído─… me pidió de la manera más atenta que ya le demos un bisnieto para consentirle ─y la atrajo un poco más a él abrazándola por la cintura, plantándole un suave beso al tiempo que agregaba con voz de galán enamorado─. Estás tan hermosa está noche, como siempre.


    ─ Me haces cosquillas… ─dijo la joven riendo coquetamente por lo bajo, tratando librarse un poco de su agarre pero sin esforzarse demasiado en hacerlo.


    ─ Bien, vamos ya que la cena, el baile y la diversión nocturna nos esperan ─él la soltó con delicadeza pero le ofreció el brazo para caminar juntos, saliendo así de la casa para dirigirse al auto que ya esperaba en la entrada─. Nos vemos, Black Hayate, Snow White, Earl Grey… se quedan a cargo de la vigilancia ─despidiéndose alegremente de los perros, quienes ladraron obedientemente y menearon la cola a manera de desearles una buena noche.



    Ciertamente la cena y el baile de salón fueron buenos momentos para desestresarse del trabajo y disfrutar un tiempo juntos como pareja de esposos, charlando jovialmente de trivialidades sobre varias cosas, saludando a algunos comensales que los reconocieron, enfrascándose en un juego de apuestas grupal en el área de casino del salón-restaurante… en fin, muchas actividades que hacen las personas cuando socializan entre sí. Aunque las cosas no habían salido del todo bien para Roy ya que, obviamente, Riza debería estar más que complacida y feliz luciendo el bonito juego de joyería que había mandado a hacer en exclusiva para la ocasión, pero al menos parecía muy contenta en la velada que tal vez no sería necesario ni prudente el entregarle la pluma de plata como consolación.



    Un poco después de las once de la noche, en el preludio del siguiente juego del casino, hizo una discreta llamada al cuartel para conocer los avances de la búsqueda, un tanto desilusionado por los nulos resultados… ni hablar, tenía que admitir que el obsequio se había perdido, y con él una buena suma de dinero tirado, literalmente, a la basura. Sin embargo no contaba con lo siguiente, algo que lo descolocó por un instante cuando ella le interpeló en voz baja al comienzo del juego de la ruleta donde habían apostado una modesta suma de dinero:



    ─ Por cierto, querido, tengo algo que preguntarte con respecto a los documentos de esta tarde…


    ─ Dime, querida, te escucho… ─le contestó él igual de bajo evitando poner los ojos en blanco por no querer pensar en el papeleo, manteniendo la vista fija en el giro de la ruleta… ¿por qué tenía que interrumpir una buena diversión mencionando cuestiones de la oficina, o es que acaso no podía esperar hasta mañana para llamarle la atención por holgazán? Definitivamente, Riza no dejaría de ser inflexible cuando se trataba de trabajo.


    ─ Es que me pareció haber visto una cajita de regalo en tu escritorio, y supuse que era una sorpresa más para mí porque se las mostraste a los demás con discreción cuando creíste que yo no los miraba… ─explicó la dama con inocencia lanzándole una amorosa mirada de duda.


    ─ ¿¡Entonces la viste!?... ─exclamó el pobre sobresaltando a los demás apostadores, y al instante tragó saliva deseando que la tierra se lo tragara entero cuando todos voltearon a verle.


    ─ ¿Sucede algo malo, general Mustang? ─le preguntó el señor encargado del “Banco”.


    ─ No, no, descuiden… creo que mi esposa y yo vamos a retirarnos, ha sido una noche entretenida pero no queremos desvelarnos más… ─fue la respuesta de él poniéndose de pie en un segundo, mirando a Riza con apremio.


    ─ Pero si yo no quiero irme todavía, cariño… ─dijo ella con voz un poco melancólica como si verdaderamente le gustara mucho apostar.


    ─ De verdad, cariño, acabo de recordar que tengo algo muy importante que hacer en la mañana… algo muy serio que requerirá toda mi atención ─le explicó el moreno tratando de conservar la calma ante la forma inquisidora en que su señora le miraba en ese instante, como si estuviera consiente de que le estaba ocultando la existencia de la cajita.


    ─… mmm… vamos a terminar esta ronda y después nos vamos, ¿te parece? ─opinó la rubia tras un breve lapso que a él le pareció una eternidad de tiempo. Sin más tuvo que acomodarse nuevamente en su silla para que el juego pudiera continuar ya que todos se habían distraído de la ruleta por ponerles atención.



    Bien, cinco minutos después se despidieron de los demás compañeros de juego tras obtener un poco de dinero extra obra de la fortuna, y sin más se dirigieron al área de caja para cobrar sus ganancias. Y como Riza parecía un poco alterada Roy prefirió seguirle de cerca sin siquiera agarrar su mano.



    ─… emm, Riza, amorcito, si me dejas… ─tomando aire se animó a hablarle en voz baja al encontrase ya lejos del alcance de los oídos curiosos, decidido a revelar lo que había pasado.


    ─ Espero que tengas una buena explicación porque estoy completamente segura de lo que vi… una cajita tan brillante como esa no debería perderse tan fácilmente ─respondió ella un poco cortante deteniéndose de improviso para darle la oportunidad de explicarse, cruzando los brazos sobre su pecho en tanto le miraba acusadoramente.


    ─… bueno, verás, tienes toda la razón ya que en esa cajita había algo muy bonito que mandé a hacer especialmente para ti… ─soltando un suspiro de desaliento comenzó su disertación, desviando un poco la vista para no sentirse más mal de lo que ya se sentía─. Ciertamente se la mostré a los muchachos y, entonces, como quería que fuera sorpresa ya no tuve tiempo de guardarla en cuanto llegaste con ese último montón de papeles, por lo que creo que la tiré a la basura y después ya no pude encontrarla… sólo a un estúpido como yo puede pasarle ese tipo de cosas ─añadió al final con abatimiento.


    ─… no eres estúpido, sólo un poco distraído y bastante descuidado con tus cosas ─mencionó ella relajando un poco la postura, suavizando a su vez la mirada y cambiando la voz por una entonación más comprensiva─. Pero bueno, como parte de mi deber tengo que ayudarte a llegar a Führer así tengas que firmar y revisar montones de papeles inservibles, por lo tanto me disculpo contigo si te ocasioné un contratiempo ─añadió.


    ─ No te preocupes… tú cumples con tu trabajo y mi responsabilidad es tener un orden en mis cosas, así que de verdad lamento que no tengas un obsequio más personal de mi parte ─dijo él sonriendo un poco con timidez… por lo menos no había sido un enfado largo como para no terminar bien la noche.


    ─ Oh, no es necesario ya, cariño, este vestido es precioso y de verdad fue una noche divertida a tu lado ─observó Riza amorosamente regalándole una sonrisa dulce y encantadora al tiempo que le daba un abrazo cariñoso y apretado para hacerle sentir mejor─. No necesito más que eso ─agregó hablándole al oído.


    ─ Al menos déjame darte una cosita más… no es lo más bonito del mundo pero es muy exclusivo para mí, y espero que para ti también lo sea ─bien, había que darle la razón a Havoc y todos los demás ya que Riza lo amaba demasiado para perdonarle ciertos errores (algo que también Roy lo sabe, pero que a veces le cuesta aceptarlo por ser un poco inseguro de sí mismo), así que había llegado el momento de entregarle el obsequio de emergencia. Apartándose un poco de ella sacó del bolsillo interior de su saco la cajita de terciopelo rojo, entregándosela suavemente en la mano─. Por favor, ábrela y dime que te parece… si no te gusta puedo cambiarla el mes que viene cuando ya tenga un poco más de plata para transmutar ─agregó en tono galante.


    ─ ¿Plata para transmutar?... ─preguntó la chica con algo de desconfianza, más decidió hacerle caso al abrir la cajita. Un gesto de incredulidad se dibujó en su lindo rostro al mirar el contenido─. ¿La pluma de plata que estaba en tu escritorio, es en serio? ─dijo, volviendo a ponerse seria.


    ─ Bueno, Breda me dijo que sería una buena idea darte un regalo de emergencia a reserva de que ellos encontraran la cajita... ─explicó Roy a la defensiva dando unos cuantos pasos atrás… sí, nada mejor que una coartada para librarse de la culpa que echarle la culpa a alguien más.


    ─ Y ahí vas tú haciéndole caso… ─mencionó la joven lanzándole una nueva mirada de irritación─. Por favor, Breda es el hombre menos indicado para dar consejos de amor cuando tiene toda la intención de permanecer soltero por el resto de su vida ─completó, para después soltar una pequeña carcajada de diversión─. ¡Menuda partida de idiotas son todos ustedes!


    ─ Ya sé que todos somos idiotas pero, ¿qué te parece tan gracioso? ─el alquimista pareció confundido ante ese cambio repentino de actitud.


    ─ Perdóname, amor, por lo que voy a decirte ahora… ─pero ella se tranquilizó casi de inmediato y le dirigió una dulce mirada apenada al agregar─… sé que pude habértelo dicho antes pero, como no me dijiste nada de nada sobre ella, tuve que portarme un poco mal contigo ─se explicó al tiempo que sacaba de su bolso de mano la pequeña cajita dorada, colocando la pluma de plata con todo y caja en el interior del mismo.


    ─ ¿¡La tuviste contigo todo este tiempo!? ─le interrogó él entre sorprendido, aliviado e incómodo ante el inesperado giro de la situación─. Riza… casi me muero del susto por creer que te enojarías conmigo ante mi gran descuido (además de pensar en el dinero invertido que se hubiera perdido, lo que sería igual de doloroso), tengo a los muchachos trabajando horas extras, y resulta que estuvo en tus manos desde el principio ─le dijo muy serio sintiéndose timado.


    ─ Lo lamento, de verdad… mejor llama a los muchachos para que vayan a descansar ─la joven pareció mortificada en serio así que le hizo la sugerencia dedicándole una sutil reverencia, guardando la cajita dorada con cuidado.


    ─ Está bien… por favor espérame en la caja, no tardaré ─respondió el moreno y sin más se dirigió al área de recepción del hotel para hacer la llamada.



    Sin darle una explicación detallada a Fuery le dijo que abortaran la búsqueda porque ya no importaba encontrar el regalo, y que al siguiente día harían cuentas para definir los pagos extras de cada uno de ellos, las fechas de vacaciones y lo demás que les había prometido. Con paso firme volvió sobre sus pasos en tanto inhalaba profundamente para mantenerse tranquilo, porque, con todo y todo, esa era su noche de aniversario y por ningún motivo tenía que terminar durmiendo en el sofá de la habitación así se considerara engañado. Al llegar al lado de su esposa ésta le habló con algo de seriedad pero con tono apenado:



    ─ Querido, la pluma “nueva” que me regalaste no tiene tinta, así que no he podido firmar los recibos ─se explicó calmadamente evitando sonar sarcástica.


    ─ Vaya, no sabía que ya se había secado la tinta… como casi no la usaba… ─expresó él mudando el gesto de gravedad por uno levemente relajado. Dirigiéndose al cajero con cortesía le dijo─. ¿Podría usted prestarme su pluma?


    ─ Le ofrecí a su esposa una pluma, señor, pero decidió esperar por usted… ─mencionó el caballero con educación.


    ─ Es que yo también tengo un regalo para ti, querido, en agradecimiento a todas tus atenciones… ─Riza intervino rápidamente sustrayendo del interior de su bolso una caja rectangular forrada en terciopelo verde, entregándosela a Roy de inmediato─. Ábrela, es un buen momento para estrenarla ─añadió, dedicándole una coqueta caída de pestañas (algo no muy común en ella).



    Bueno, en realidad Roy no se había esperado nada porque no pretendía que Riza gastara dinero en regalarle algo… para él ya era mucho el que ella lo amara desde hace tiempo atrás, que le apoyara en todo para llegar a ser Führer, y que hubiera aceptado su propuesta de matrimonio después de varios intentos sin lograr formalizar nada a causa de la antigua ley militar. Así que, visiblemente emocionado abrió la cajita, llevándose una inverosímil sorpresa dadas las circunstancias:



    ─… Aahh… qué gran detalle de tu parte, gracias ─dijo al apreciar que, en el interior de la caja, se encontraba una pluma chapada en oro con incrustaciones de marfil.


    ─ Bueno, como no veo que uses mucho la pluma de plata me pareció adecuado regalarte esta pluma; Alphonse la consiguió en Xing y Edward me la envió como recuerdo hace unos días ─explicó la joven con las mejillas coloradas del bochorno, haciéndola lucir más bonita esa noche─. De haber sabido que pensabas regalarme una pluma hubiera escogido otra cosa ─añadió desviando la vista.


    ─ Oh, querida, eres mi adorable muñequita… ─Roy Mustang le dio un pequeño beso a su esposa cerca de la comisura de los labios, regalándole una sonrisa encantadora─. Déjame firmar estos recibos y después nos vamos a descansar ─agregó pícaramente guiñándole discretamente un ojo, tomando los documentos que el amistoso cajero tenía en la mano.



    Prontamente se dirigieron a la suite que tenía reservada, asidos del brazo, y Riza le dijo a Roy hablándole seductoramente al oído:



    ─ Me compré ropa interior nueva, del color que te gusta y que hace juego con el vestido.


    ─ Mmm… eso suena interesante, tenemos que comprobar si también combina o no con la joyería que te compré, o iré a devolverla por no cumplir con mis expectativas ─respondió éste en tono travieso, y sin más la levantó en brazos para entrar a la habitación.



    Sin lugar a dudas la velada terminaría de forma más que adecuada y, probablemente, en poco tiempo el Führer Grumman podría celebrar a los cuatro vientos que sería bisabuelo muy pronto.







    Nota: Ojalá les haya sido agradable de leer. Y es que no pude imaginar algo mejor que ver a Roy Mustang desesperarse bastante por la pérdida de un regalo para su amada Riza (uno más de los muchos que ya le había hecho, el ser general al mando del Comando de Este y, sobre todo, nieto adoptivo del Führer por su matrimonio, le daba cierta libertad de no escatimar en gastos… ☺☺☺). Menos mal que la cajita no se perdió del todo y pudieron terminar muy bien la noche aunque Riza lo hizo sufrir un poco… ☺☺☺



    Saludos y no duden en divertirse con todo lo que el foro tiene para celebrar mientras yo voy trabajando en las historias que tengo pendientes.

    P.D. Por cierto los nombres de los perros, Snow White y Earl Grey, me los inventé ya que, al final del manga de FMA, se ve una foto de Black Hayate con una perrita blanca y un cachorrito, suponemos que es el hijito de ambos.
     
    Última edición: 28 Agosto 2020
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  2.  
    Luncheon Ticket

    Luncheon Ticket THE BE(a)ST

    Virgo
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    Creo que siempre me sorprenderé por el hecho de que Riza tenga un carácter más fuerte que Roy (aunque a veces se muestra cálida y jovial; bueno... principalmente cuando la situación lo amerita). Roy, por contrapunto, puede llegar a ser más emocional, eso hace que empatice más con él. Me parece que una vez te lo he mencionado, pero es que por la relación que tienen, no puedo evitar que me llame poderosamente la atención tal dicotomía.

    En cuanto a tu redacción y estilo, es sabido que es más que excelente. También tu capacidad para desarrollar fielmente las personalidades de cada personaje (y no caer en lo del OoC), por lo que es más fácil opinar sobre las situaciones y la forma de ser de los protagonistas del fic, que de los tecnicismos del texto y su trama per se (muy bien hecho, señorita).

    Llegamos a la parte de los hechos narrados y lo que me ocasionó al leerlos: mi parte favorita fue la conversación en la velada.
    Cuando Riza confesó que vio la cajita, yo estaba como "¡seguro lo tiene ella! ¡Lo encontró y se lo va a devolver! ¡Va a ser como un obsequio 'de rebote'!"
    Luego, al leer que a Roy no le quedaba más que darle la pluma (que, curiosidad: siendo de plata, me parece un muy buen regalo, tenga o no tinta... digo... es de plata. A fin de cuentas, mejor que unos calcetines impares, jeje) me dije "ah, me equivoqué; Riza va a tener que aceptar la pluma y reconocer que, a pesar del descuido, él demostró con ese gesto que realmente se preocupa por ella, así que va a premiar esas intenciones de todos modos."
    Lo mejor vino al notar que ella sí tenía la cajita y que mi hipótesis era la correcta, ¡jajajaja!

    En fin, un relato entretenido de leer, como ya nos tienes acostumbrados.
    Sin más que decir, pues solo me queda brindar por esos dos enamorados y por el aniversario del foro y sus actividades.
    ¡Salud, amiga!
    ;)!!
     
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  3.  
    wasabi

    wasabi Flamer Comentarista empedernido

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    Me encanta la relación de Roy y Riza. Siempre me pareció que el alquimista de fuego guardaba un inmenso amor por ella y es que solo cuando estaba con ella dejaba un poco su seriedad.

    Sin dudas Roy tenía que lucirse a su estilo llenando de regalos y sorpresas a Riza, me causó gracia que no le pareciera suficiente la cena, el hotel y el vestido, al final solo se enfocó en el regalo que perdió. Y Riza se la jugó teniendo el obsequio pero dando tiempo para que su esposo se hiciera un lío en la cabeza. Lo único bueno fue el pago extra y el día de vacaciones de su equipo.

    Lo de la pluma me causó gracia, creo que no es un regalo malo pero personalmente ODIO las plumas costosas, simplemente no encuentro razón para gastar tanto en una de esas y bueno, creo que son para gente como Roy o gente que finge felicidad recibiendo un regalo tan extraño. Aunque para Roy no imagino algo mejor como obsequio (tal vez una buena noche con su esposa).

    Un fic muy completo, hermoso y bien desarrollado de principio a fin, me encantó que no dejaras huecos y todo fluyera perfectamente. A pesar de lo extenso que puede ser, la lectura es muy ligera y se disfruta al punto de terminarla sin darte cuenta.

    Muchísimas gracias por participar, espero te hayas divertido mucho c:

    Saludos.
     
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