Arena Sangrienta Casa Mautino

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por SacriDH, 16 Junio 2020.

  1.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Rundus Fustus

    —¡¡Por los dioses, mis brazos, maldición!!—fue lo que alcancé a exclamar cuando intenté levantar rápidamente el Mandoble, sintiendo como literalmente iban a partirse en dos, hasta que lo conseguí y de lo poco o nada que pude entender fue que dando un ataque al aire, al fin di con mi blanco, que era a mi amigo Iulian, inclusive escuché su frustrado comentario. Cosa que me hizo musitar mas bien triste pues se notaba su frustración, aunque al final me dí por vencido e inclusive me resbalé y caí al suelo boca arriba, poco después puede ver el resto de la acción, parecía que no tuve éxito y Génesis se vió en apuros, pero aún con esas hizo un movimiento muy extraño y le acomodó tremenda patada a Gredic del que le hizo retroceder en shock, no sabía como era mi expresar y el del resto, pero era increíble, e inclusive el sonido del chocar de otras armas de madera cesaron, y pude sentir las miradas clavadas en nosotros.

    Escuchar a Gredic me dejó impresionado, no era exactamente el final que planeaba, quiero decir, esperaba una derrota aplastante pese que Génesis estaba a mi lado, pero hacerlo sangrar era... Idílico.
    Miré alrededor, suspirando y no queriendo ver a Iulian, seguramente se hallaría humillado, otra vez. Por lo que me reincorporé con cansancio y dificultad, maldita sea, debo descansar.

    Miré alrededor un momento y luego a Génesis, hasta que volví mi vista a Gedric, esta vez, pese que me costará recuperarme por tremendo golpe que me dió antes, que ya ni sabia si este susodicho entrenamiento era un combate para agilizar habilidades o mas bien fue una batalla de orgullos. Noté como ya no me miraba con ese extraño odio del que parece será un eterno enigma que me llevaré hasta la tumba. Pero ahora miraba con ese mismo odio a Génesis, genial, lo que faltaba.
    —Eh, sí. N-Nos vemos—. Dije entorpecido a Gredic mientras le veía irse, no sabía que podía pasar, quiero decir. Lo que me preocupaba no es que él tuviese que ver con el asesinato, todos son sospechosos después de todo, aunque tenía fe y no me cabía duda en que ni Iulian ni siquiera la propia Génesis hubiese hecho algo así, pero es que la atención que se nos prestó me puso más incómodo de lo normal.

    Después escuché a Iulian, se le notaba decepcionado, frustrado y deprimido. Traté de hablarle, que no fuese torpe y que debía descansar al menos, inclusive iría con él pero... Fue tarde.
    Puse mis brazos a mis costados, elevándolos y bajándolos de golpe, con notable incomodidad. Miré hacia la cocina y luego me giré hacia Génesis.

    —¿Qué decir? No fue exactamente como planeamos pero, lamento no hacer mucho, de nuevo—. Dije mientras poco después desvié la mirada, no sabía si decir que ella me debía una o yo le debía una, o mas bien que ni uno ni el otro logró mucho, aunque gracias a esa patada, seguro el encuentro acabó mucho antes.
    >>Tu agilidad raya en lo divino, Génesis, lo admito. Creo que mereces estar con gente que sabe luchar mejor—. Dije, aunque en el fondo, lo que pasó es que hice una mala elección por querer hacerle contra a la red de pesca de Iulian.

    —Ayer fui a la Mazmorra y conseguí buenas porciones de carne, ¿sabes? Necesito descansar. Pero me gustaría al menos, no sé. Algo—. Expresé indeciso.—Podríamos ir con Marta y desayunar algo que valga la pena, pues puedo compartirte lo que conseguí, así no tienes porqué comer algo que puede ser desagradable—. Dije en un tono de voz un tanto más bajo para que el resto no escuchase, pues no quiero que la anden jodiendo porque un sujeto la invita a comer, empezando a pensar otras cosas, por dios. ¿De verdad la gente siempre piensa así?

    —No sé si quieras ir a otro lado antes, pero yo iré a comer, necesito reponerme
     
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    Insane

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    Génesis

    Extraña.

    Su estómago se revolvió al ver el cómo la miró Gredic, como si atravesara aquel gélido carácter tan propio, manteniédose de igual forme erguida como si aquello no fuese nada... porque lo era, estaban entrenando. Sangrar en el transcurso era algo que podía suceder, tanto en ella como en él. Pero en esta ocasión, su adversario fue el dueño de aquel pequeño hilo carmín.

    No se dio el tiempo para dirigirse a Iulian ni a su compañero de equipo, que en este caso fue Rundus, caminando tras Gredic como si sus pies se moviesen por cuenta propia pese a que su rostro expresaba aquel inconformismo por estar haciéndolo, guardando silencio sin dejar de dirigirse tras suyo.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Aldor Monpoke

    Abandonas a Álvaro y decides hacer una pequeña sesión de entrenamiento físico. Mueves algunas pesas, corres algunos metros y atacas algunos monigotes para reforzar tu precisión. Estás en buena forma ese día.

    ¡Ganas 5 puntos de Fuerza!
    ¡Ganas 5 puntos de Resistencia!


    A pesar del buen resultado del entrenamiento estás agotado y no puedes entrenar más. Decides que es momento de alguna visita a la Mazmorra para reponer algo de comida y luego verás qué sucede.


    Cuando regresas de la mazmorra te topas con un escenario un poco impactante. Rundus Fustus, el muchacho de lanza y escudo aquella vez en la arena, estaba siendo increpado por dos fornidos sujetos. Por lo que alcanzas a escuchar, están presionándolo para meterlo en problemas. Los sujetos podrían ser gladiadores expertos o sólo otros aspirantes como ustedes pero no lo sabes. Ya te has metido en problemas anteriormente por ayudar a otros, ¿quieres hacer lo mismo en ese momento? ¿O dejarás que el muchacho se arregle como pueda e irás directo a la cocina?

    Rundus Fustus Gigavally

    Génesis prácticamente te deja hablando solo y se va. Iulian se va también y Gedric ya se había ido. Empiezas a preocuparte, quizá no estás muy en sintonía con ellos o quizá tienen cosas importantes que hacer aunque no sabes qué puede ser más importante que una buena comida. De cualquier manera, decides ir a probar un poco de lo que trajiste a la cocina.

    La cocina, como siempre está repleta de gente comiendo y tomando. Al verte que vas llegando, Marga te hace señales.

    —Ven amigo, toma una buena comida para este día.

    Tras decir eso, saca un plato, lo limpia bien con un trapo, coloca en él un buen trozo de carne, zanahorias y algo de batata. Te lo tiende con una sonrisa.

    —Hoy no hay mucho que pueda decirte dejando de lado la trágica muerte de Héctor. Era un gladiador como pocos, ya algo entrado en años, pero con un gran corazón. Terrible lo que le ha sucedido.

    La cocinera no dijo más que eso y siguió haciendo sus cosas. Te volviste con tu plato de comida, buscaste un vaso con agua y te fuiste a sentar a uno de los pocos lugares que había disponible.

    Mientras probabas esa comida espectacular, no sabías que le pone Marga a sus comidas pero un platillo que se veía tan simple sabía exquisito, viste que a tu lado había dos sujetos de físicos imponentes que te observaban. Cuando te diste cuenta trataste de no llamar mucho la atención y apuraste los bocados para irte de allí lo antes posible.

    Cuando terminaste de comer te levantaste y te apresuraste a salir pero sentiste a los tipos acercándose a ti por detrás. Uno te tomó por la parte trasera del cuello, el otro sujetó una de tus manos. Estabas inmovilizado. Ellos te arrastraron a su paso. El corazón te latía fuerte. ¿Qué estaba pasando en ese lugar? Te aterraba pensar que podías llegar a ser el próximo Héctor.

    Los tipos te llevaron al solar, cerca de donde te habían robado aquella vez. Te trajo muy malos recuerdos ese lugar y ahora tendrías nuevos malos recuerdos al parecer.

    —Desvístete —comunicó uno de ellos, el más bajo, con hombros grandes y redondos, una mirada penetrante, barba tupida y cabello corto negro.

    Al principio no entendiste. No tenías puesto nada más que una toga y una subligaria debajo. ¿Acaso querían robarte eso también?

    —Mira, compañero, es simple, o lo haces o te desvestimos nosotros así que apresúrate —insistió.

    A regañadientes, lo hiciste. Quedaste desnudo por completo en dos simples movimientos. Ambos tipos se agacharon e inspeccionaron de cerca tu miembro. Esperabas que no fueran de los maniáticos que cortaban penes.

    —Has nacido con bastante suerte, eh, amigo —te comentó el sujeto nuevamente, incorporándose para mirarte a los ojos.

    Te tomas el atrevimiento de inspeccionar también, quizá había algo que no habías notado antes. No habías tenido muy en cuenta la idea de que quizá estabas bien dotado, nunca te tomaste tan en serio ese tema.

    —Ya vístete, es suficiente —te apremió el sujeto. Lo hiciste sin dudarlo—. Voy a ser claro, yo soy Detoxo. Yo manejo muchos negocios aquí. Encontramos algunas cosas el otro día, mira... —saca de entre su túnica la misma esmeralda que habías perdido la otra vez—. Esto no me interesa, puedo regresártelo, me han dicho que era tuyo antes que lo perdieras. Sin embargo, si yo quiero, nunca tendrás nada material dentro de estas paredes.

    Los sujetos están empezando a mirarte mal y los tienes muy cerca.

    —Esta noche traigo algunas chicas para que las disfruten los gladiadores, basura como tu no podría darse esos lujos. Sin embargo, si quieres recuperar tu gema, vas a tener que hacer lo que yo te diga, ¿oíste?

    Te quedas viéndolo y piensas qué tendrá que ver todo eso con tu verga pero como no encuentras la conexión te quedas callado.

    —¿Vas a hacerlo o no?

    Puedes elegir si obedecer a Detoxo o no hacerlo. Obedecerlo no te asegura que él te vaya a devolver nada y no obedecerlo no asegura tu seguridad física. Tu decisión es complicada.

    Iulian Amelie

    No piensas hacer más que esperar a Gedric cuando sea el momento que se presente. Decides dar una vuelta por el lugar, aprovechas a incursionar en la mazmorra unos momentos y terminas dándote cuenta que Casa Mautino tiene más lugares de lo que esperabas. Ibas a ir a la cocina a esperar a Gedric cuando oyes murmullos en uno de los pasillos cercanos a las habitaciones. Puedes escuchar algo.

    —Nadie debe enterarse de esto —era una voz de mujer.

    —No se van a enterar pero no entiendo por que tuvimos que hacerlo aquí en las habitaciones, podría haber sido en cualquier otro lugar —comentaba la voz firme de un hombre.

    —Baja la voz, van a oírnos —reclamó la primera voz.

    —¿Quien? Si yo soy el guardia —la voz masculina se detuvo un momento—. ¿Ves? Nadie. ¿Te acompaño?

    —No, iré sola. Tu ve hacia otro lado, que nadie sospeche. Basta, me lastimas —se oyó decir a la mujer.

    No oíste más y te ibas a retirar pero algo te detenía, querías saber quienes eran. Diste un pequeño vistazo a través del borde de una pared. Pudiste ver como un sujeto fornido acomodaba su armadura y comenzaba a caminar en sentido contrario a donde estabas. Luego, ves una mujer salir de la habitación. Era una de las mujeres más bellas que habías visto jamás. De cabello cobrizo, de baja estatura y corta edad, una cara tallada en mármol blanco con unos carnosos labios y un delicado cuello adornado con collares. No era una esclava, era alguien libre y adinerada, los collares la delataban. A pesar de aparentar pertenecer a las clases altas sus ropas estaban revueltas y su cabello desordenado, como si se hubiera estado dando un revolcón con el guardia. Y era quizá lo que estaban haciendo.

    Si tan solo hubieras sabido quién era te habría servido de algo oír pero no tenías idea de quien se trataba. La viste caminar lo más delicadamente posible en dirección hacia ti pero doblar en un pasillo anterior que iba a otras habitaciones. Era el momento de irse.

    Te das la vuelta para irte y sientes que alguien tironea de tu toga. Cuando te das vuelta tienes a la mujer a tus espaldas, sonrojada, enfurecida, sosteniendo un cuchillo en tu cuello.

    —¿Quien eres? ¿Qué has oído? Dices algo de esto y te mato, nadie hará nada por ti.

    Estás en una situación algo comprometedora. A pesar de sus amenazas sabes que puedes desarmarla fácilmente, a menos que la fortuna te traicione nuevamente. Es algo arriesgado y es cierto, si te mata ahí no serás más que otro aspirante a gladiador muerto en las habitaciones. Puedes seguirle el juego, eres mejor con las palabras que con la fuerza.

    (Tira un dado de 20)

    Génesis Insane

    Decides seguir a Gedric a pesar de que era obvio que quería estar solo. El sujeto marcha por el ancho pasillo del primer piso de Casa Mautino, al llegar a las habitaciones hace un recodo y se detiene en una. Las habitaciones de los gladiadores son más grandes y más privadas que las de los aspirantes, hasta la puerta es de madera por lo que no se ve nada adentro.

    Cuando abre la puerta te echa una mirada de soslayo y se mete. La deja abierta, obviamente esperando que entres. Lentamente te acercas a ella. Gedric está sentado ahí, en una de las camas, son más grandes y cómodas, con más mantas que las de la habitación donde dormiste.

    El Gladiador te observa y niega con la cabeza. Luego la agacha y se la sostiene con sus manos, ocultando sus ojos. Se queda así un buen rato, sin hacer nada. Lo escuchas respirar con dificultad.

    —Necesitaba estar solo. Pero tu compañía está bien.

    Todavía no estabas segura de seguir ahí o salir corriendo. Había un asesino de gladiadores suelto y Gedric al parecer no estaba en su mejor momento.

    —Me estoy volviendo muy débil —comentó el muchacho con un hilo de voz.

    No entendías muy bien pero el sujeto estaba triste. Casi pensaste que rompería en llanto en cualquier momento.

    —No tengo nada aquí. No tengo nada afuera. Quiero abandonar este lugar pero a dónde voy a ir. Quiero seguir siendo un gladiador también pero hace tiempo ya que vengo notando que no soy el mismo. Estoy perdiendo mi fuerza. Estoy perdiendo el favor de los dioses.

    Levantó su rostro para mirarte. Tenía los ojos muy abiertos y enrojecidos. Realmente estaba perdiendo la calma a un nivel horroroso.

    —Hace un momento me hiciste sangrar con suma facilidad. Y yo seguí tus movimientos, podría haber luchado contra los tres y haberlos acabado pero... no fue así. ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo tengo que seguir?

    El gladiador, desahuciado, abrió sus brazos para mostrarte su confianza. No estaba armado, sólo tenía los ropajes que protegían sus partes intimas y sus botas. Esperaba algunas palabras de tu parte, quizá un consejo tuyo pudiera ayudarlo, quizá a cambio podrías preguntarle algo que te interese, después de todo está en tus manos aunque sus reacciones son un poco impredecibles.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Génesis

    Se quedó estática, escuchando cada palabra que le estrujaba el alma, sintiéndose identificada pese a mantener aquella expresión ambivalente, porque al igual que él, ella continuaba luchando sin saber por qué lo hacía, no tenía nada, a nadie, solo a sí misma, al parecer aquello bastaba. Caminó hasta él, sentándose a su lado con la vista al frente, fija en la pared, pensando que sería lo mejor al ser un hombre... ya que habían partes de los hombres que jamás deseaban mostrar a una mujer.

    —Es casi insoportable, ¿no es así? —aquellas palabras fueron más para ella que para él, pero indudablemente ambos compartían aquel sentir—, sin embargo te tienes a ti mismo —habló cautelosa—, a veces eso es suficiente Gredic —murmuró posando sus muñecas en la colcha, inclinando levemente la espalda hacia atrás, acompañándolo sin hablar un ápice de más.
     
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    Monpoke

    Monpoke Absol

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    Aldor

    Llevar la carne a la cocina se trata del único plan de ahora en adelante.
    Ni toda una vida de minero me llevo a detectar la guarida de esta bestia. Perdí tiempo y salí herido. Al menos conseguí derrotarla y hacerme con su cuerpo, espero este tamaño sea suficiente para servir de disculpa.

    Podría haber continuado, y asi conseguir materiales para mi pico, pero no estoy en la condición que me permita derrotar a otra de estas criaturas. Es mejor retirarse.
    Duele decirlo. El pico deberá esperar a lo sumo otro día.

    Se sintió bien volver a un lugar encerrado por paredes de rocas. Estrecho y cerrado. Las minas siempre estarán presente en mí mente aunque no lo quiera.

    En el camino a la cocina me encuentro otra posible pelea, donde de nuevo alguien que reconozco está metido en medio.
    Que suerte desagradable la de estos. Incluso los esclavos tienen sus propios líderes y forman grupos, buscando oprimir a quienes están debajo de ellos, a pesar de que todos estamos en la misma. Lo aprendí por las malas. Aun en la mina, difícilmente fui el más fuerte de joven, siendo superado incluso en experiencia. Entonces aprendí de ellos.

    ...
    No me agrada, prefiero el solitario. Pero no sería mala idea meterme en un grupo o formar uno. La arena, no es el único lugar donde debo cuidar mí vida.

    Después debería dar con esos del otro día. Los cuales me junte cuando entrene por primera vez.

    ¿Y ese sujeto?
    Lo siento. Cuídate. Pareces un problema más grande de lo que vales.

    Debo entregar está carne, que sirva de ofrenda al santuario.
     
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    Amelie

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    Se había metido en problemas por chismoso y mal orientado; debió haber ido directo a la herrería nulificando el sentido del oído; después a la cocina a esperar a Gedric; pero tenía que caminar por pasillos equivocacdos en el momento menos preciso.
    Cuando sintió el tirón en su toga maldijo por dentro —Pudiste haberme clavado el cuchillo al cuello diretamente; pero no. Me ofreces responderte preguntas que no tienen respuesta; ¿Quién soy? pues estoy aquí, no soy nadie. ¿Qué he oído? Nada que me interese; la pregunta adecuada sería ¿Qué he visto?— sonrió; no demasiado, no quería que cortara su cuello; la mujer no se veía muy fuerte, seguramente clavaría mal el cuchillo e imaginó una muerte dolorosa —He visto a una mujer sumamente hermosa; la cuál me hizo dudar,pues parecía que acababa de ver a Venus, pero no, no bajaría a tierras mortales; no a esta clase de tierra ¿No es así?— la miró directamente a los ojos; a veces estos hablaban mas que las palabras, esperando ver en ellos duda; miedo; algo de confusión. ¿Habría sido mejor actuar físicamente? Sólo la suerte lo diría y en ese momento recordó haber retado a la diosa misma; respiró profundo.
     
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    Gigavehl

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    Rundus Fustus

    Carajo... Primero el semidios que me mencionó Iulian parecía haber querido venir pero al final me dejó a mi suerte... Vaya, gracias.
    Y ahora parecía que me iban a volver su jodido esclavo sexual... ¿Porqué debe pasar esto? Maldita racha tan pésima en serio.

    —De acuerdo, Detoxo, escucha. La Esmeralda ya da igual, quería usarlo más como moneda de cambio que como una reliquia propia, no quiero problemas, no quiero destacar, no quiero nada, solo sobrevivir, que tenga o no cosas aquí dentro realmente no me importa. Así que inclusive hacer negocios con alguien no me interesa tampoco, si quieres algo, esta bien. De igual forma esta claro quién tiene todas las de perder, pero por favor. Yo solo quiero luchar por vivir y aprovechar el tiempo en el que pueda estar aquí para vivir con la falsa esperanza de estar en paz y tratar de ser feliz. N-No sé que quieras de mi, y de entrada la Esmeralda ya no importa, podemos hablar. No es necesario ser rudo, ni ser brusco. Después de todo... ¿Que puedo hacer? Literalmente, no puedo hacer nada—. Dije, en el fondo no estaba aceptando, pero tampoco estaba negando, de obedecer sin más me daba una imagen de sumiso total, de negarme... Bueno, realmente por la mala racha, morir ya no sonaba a una mala idea. Así, por lo menos, creo yo. Es un término medio, ni me muestro tan sumiso, ni me muestro tan débil pero tampoco temeroso a lo que pudiesen hacerme, realmente estaba deprimido, más con ver a Iulian tan alcaído y desconocer cómo se encuentra, pues estaba muy preocupado por él, al saber que su último destino fue esas mazmorras.
     
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  8.  
    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Génesis Insane

    Con poco entendiste mucho de lo que Gredic necesitaba. Él tampoco tuvo que decir nada. Miró hacia el frente un rato luego de escucharte y sentiste como su respiración furiosa y pulsante se iba haciendo cada vez más calma.

    —Desde que llegaste sabía que podrías ayudarme un poco a ordenar mis ideas. Es increíble que él y tú estén ayudándome tanto a mantenerme cuerdo.

    Levemente te empujó por la cintura para que le dieras espacio en la cama. Diste un saltito a un costado sin dejar de apoyar tu trasero en las cobijas. Él se recostó en tu regazo, su cabello corto haciendo cosquillas sobre tus muslos. Buscó tu mirada desde ahí.

    —He compartido algo con Iulian en un momento en que me sentía muy cómodo y fuerte. Ahora estoy tan cómodo como en ese momento pero no me siento tan fuerte. Luego lo compartiré contigo, o Iulian quizá lo haga antes que yo. Quiero que sepas que tienes todo mi apoyo aquí y siempre que necesites algo puedes buscarme.

    La sonrisa de Gredic transmitía una tranquilidad única y te pareció sorprendente su cambio de mirada frustrada a una tan complacida pero se notaba que era un sujeto de emociones muy cambiantes. Se quedó dormido, respirando sobre tu abdomen y abrazado a tu cintura.


    Aprovechando para dejarlo descansar un poco, te retiraste de ahí y fuiste a distraerte un poco a la Mazmorra. Luego, volviste a Casa Mautino para ver qué había de nuevo en el lugar, no la estabas pasando tan mal, la verdad que no habías tenido muchos sobresaltos, esperabas no poder estar tranquila en un lugar con tanta testosterona.

    De tu recorrido en la mazmorra llegas con un gran botín que vas repartiendo. Dejas las hierbas medicinales en la sala de curaciones, donde atienden tus principales heridas y te piden que tomes un descanso porque tus músculos están llegando a su límite. Vas al comedor a dejar la gran cantidad de carne que has conseguido y allí puedes ver algo que te llama bastante la atención. Un gran grupo de tipos están agrupados en reunión en una de las mesas, las demás están vacías. Por lo general en el comedor todos están tranquilos, ocupados de sus problemas. Te preguntas si habrá alguna pelea o alguna noticia acerca del asesinato ocurrido recientemente. Puedes ver que alguno de los gladiadores te echa una mirada rápida y luego vuelve su atención al grupo.

    Te trae un poco de curiosidad, podrías ir a ver qué está ocurriendo, algunos hasta tienen sacos con monedas en la mano. ¿Sérán apuestas? ¿Hay algo para comprar? De cualquier forma, si decides no ir allí, todavía te queda llevar la piel de zorro y el cobre donde el herrero a ver qué puede hacerte con eso. Si elijes ir al herrero puedes ir a algún otro lugar luego, aunque es posible que la reunión de muchachos se acabe en ese lapso de tiempo.

    (Tira un dado de 20)

    Aldor Monpoke

    Pasas de lo que le está sufriendo ese sujeto y te enfocas en tus objetivos. Y haces bien, pues en tu camino a la cocina nada más te detiene. Como siempre, el lugar está lleno de gente, muchas de estas comiendo y otras tomando.

    Marga, cocinando a tiempo completo, se da la posibilidad de observarte y apreciarlos grandes trozos de carne que traes enganchados. Los recibe y te sonríe.

    —Gracias, cariño, tienes la fuerza de Júpiter y la habilidad de Diana para cazar al parecer. Siéntate, te llevaré algo para meter al estómago.

    Te sientes bien, la mujer no está enfadada, no debe ser la primera vez que alborotan su comedor. No paso mucho tiempo y la misma Marga te llevó un gran plato con dos presas de pollo y una hermosa guarnición de zanahoria y lechuga. La devoraste en segundos y te sentiste tan bien que hasta las heridas se te curaron.

    Te quedaban en la bolsa el helecho y el plomo, tendrías que llevárselos al herrero a ver si le servían.

    Sin embargo, antes de que te levantaras para irte, una de las esclavas de la cocina se acerca a ti y te habla.

    —Marga pide que por favor me acompañes.

    Es una joven delgada de cabello negro y piel muy blanca. Luego de decirte eso, comienza a caminar hacia el solar de descanso, fuera de la cocina. La sigues. La chica te lleva a caminar unos metros y comienza a rodear el edificio, como si fueras a la parte exterior del comedor. Allí ves a Marga, sentada un momento en un pequeño espacio de descanso junto a dos o tres esclavas.

    La mujer al verte sonríe y te invita a sentarte.

    —Muchacho, ¿qué te pareció mi comida hoy? Bueno, no hace falta que digas nada, tus ojos lo dicen todo.

    La mujer se levantó, exhibiéndose sin asador o caldero de por medio, mostrándote que era tan alta como tu, dejando ver sus enormes hombros y pechos ajustados por la ropa de cuero. Se acercó y te tendió un vaso de cerámica con algún líquido adentro. El olor a alcohol que emanaba te dejó un poco mareado. Era difícil saber qué te provocaría meter eso en tu cuerpo.

    —Bebe lo que quieras, mis chicas te servirán.

    Apremió la mujer y las demás sonrieron. Si decides tomar vas a tener que tirar un dado por tu resistencia.

    —Te veo un poco solitario aquí. Quizá te resulte un poco aburrido seguir así, puedo ofrecerte algo si gustas. Ayer una carreta ha llegado con vino del sur pero debo ir a devolver 3 barriles que estaban en mal estado. Fausto me pidió que lleve conmigo a un guardia, no porque lo necesite, sino para tener otro par de ojos vigilando la mercancía.

    La mujer se ajustó bien los pantalones y colocó una poderosa mano en tu hombro izquierdo.

    —Detesto a los guardias, creen que pueden darme órdenes, ¿sabes? Y que no puedo sobrevivir si no es gracias a ellos. ¿Qué tal si me das una mano tu? Vendrías a dar un poseo conmigo en carreta, vigilas la mercancía a la ida y a la vuelta y cuando regresamos aquí te doy un trato especial en mi comedor pero que nadie se entere. ¿Qué te parece?

    La proposición es interesante. Marga va a llevarte a un terreno que no conoces, además de ese por el que puedes estar pasando si tomas del vaso. Es una chance para conocer un poco más de la ciudad y también para descubrir si sabes hacer algo más que solo partir cráneos y picar túneles.

    ¡Ganas 5 puntos en Carisma!

    (Tira un dado de 20 además del de resistencia si es que tomas)

    Iulian Amelie

    La tipa te ve de arriba abajo y hace una mueca de disgusto. Luego, guarda el cuchillo, dándose cuenta que eres inofensivo.

    —Si fuera Venus no estaría hablando con un nadie como tú. Me llamo Heida. ¿Sabes quien soy?

    Obviamente niegas con la cabeza. Te relajas un poco, al menos no morirás hoy.

    —Ven, sígueme y no me toques.

    Sin decir más echó a andar, bamboleando exageradamente su pequeño trasero frente a tus ojos. No puedes resistirte, en esos días no haces más que dejarte llevar por la voluntad de ese cruel destino que te domina. Van por los pasillos hasta que peligrosamente se acercan a las escaleras del segundo piso. Te detienes. Sabes que no puedes subir si no te llevan los guardias.

    Cuando ella ya subió las escaleras casi hasta estar en el piso de arriba te echa una mirada de asco.

    —¿Vas a subir o te hago subir por un guardia?

    Sonríes al ver su descontracturada postura para mostrar algo de sus exuberantes pechos envueltos en seda. Te animas, pues de cualquier forma ya no te puede ir peor.

    El segundo piso es un mundo completamente distinto. Todos los muebles que hay en el piso completo de abajo allí están en una sola habitación, limpios, bien cuidados. Hay cacharros por doquier, jarras de vino y pan en varias mesas. Heida se acerca a una de ellas, sirve dos vasos de plata con abundante vino, toma una hogaza de pan y empieza a comer. Ye hace señas para que tomes el otro vaso mientras ella mastica.

    —Tómalo y camina —te ordena.

    Ella se pasea tranquila por el lugar. Tu, que apenas levantaste el vaso, no puedes dejar de mirar a tu alrededor. Has conocido gente con dinero pero nunca tan consumistas como el dueño de ese lugar. La sigues a través de dos pasillos hasta una habitación con una robusta puerta de madera. Ella la abre y se mete dentro, tirándose en una gran cama cubierta de muchas cobijas y hasta pieles.

    Te adentras con algo de temor. La mujer deja su vaso de vino en una pequeña mesa y sin dejar el bollo de pan se quita las sandalias.

    —Vas a masajear mis pies ahora mismo. Y si lo haces mal gritaré que estás tratando de violarme. Obviamente todos me crearán. Después de todo soy la hija de tu dominus.

    No cabes en tu sorpresa. No habías conocido a nadie de la familia, ni siquiera a Fausto más que algunas veces que lo cruzaste y crees poder reconocerlo, pero no te hubieras imaginado que esa joven podría pertenecer a la familia aunque ciertamente una esclava no era.

    —Si lo haces bien, por el contrario, puede que recibas una recompensa, soy tan buena con las recompensas como mala con los castigos —te explicó mordiéndose el labio mientras se tendía en la cama estirando sus pies y relajando su cuerpo—. Y quítate la toga, quiero ver esos pobres músculos y cómo van creciendo con el correr de los días. Y háblame, que me aburro.

    Con el vaso de vino en la mano tienes que darte a una tarea que requiere mucho de tu suerte natural, además. Además, el vino está sabroso y no puedes dejar de tomarlo así que harás las dos cosas. Esa chiquilla caprichosa podría ser tu peor verdugo si no haces bien todo (Dado de 20, dado de carisma, dado de resistencia y dado de suerte pa que te diviertas)

    Rundus Fustus Gigavally

    A pesar de tu pobre actuación frente a ellos, algo en tus palabras los cautivó. Detoxo te dio la mano y te devolvió la Esmeralda, así como así. Rodea tus hombros con un brazo y empieza a caminar contigo por el solar, con su guardaespaldas cerca.

    —Está bien, amigo, a veces tengo que parecer un poco rudo para cuidar el negocio, pero en realidad soy amigable. Esa esmeralda es tuya, llévala al herrero, vale más de lo que si quieras piensas que vale, si algo que te va a ayudar a sobrevivir es esa gema. Y yo, obviamente.

    Observaste la herrería. Estaban muy cerca, podías ir después a ver por qué era tan valiosa esa esmeralda.

    —Verás, de lo que te hablaba. Fausto sabe muchas cosas de aquí pero no sabe todo. Sabe que esta noche traigo prostitutas pero lo que no sabe es que traigo dos señoras con mucho dinero que quieren probar gladiadores, ya sabes... —Detoxo sonrió mostrando sus dientes cobrizos y le echó una mirada divertida a tu entrepierna—. Los últimos que llevé eran sujetos fuertes pero no tenían modales, golpearon a las señoras de aquella vez y tuve que devolver dinero. —El sujeto parecía frustrado al comentar eso—. Tu pareces entre los novatos el más completo, no eres sucio, tienes buena musculatura, bien dotado, creo que puedes complacerlas. A cambio compartiré algunos denarios contigo, no te preocupes, pero lo mejor es que tendrás buenos descuentos, ¿sabes? A cambio de denarios a través de mi puedes conseguir lo que sea, mujeres, un permiso para luchar en la arena, armas o armaduras útiles, en fin. Lo que busques. Ahora ve a despejarte un poco, yo te buscaré cuando sea el momento.

    Sin más opción te quedas solo, todavía masticando lo que te habían dicho. Sostienes la esmeralda de nuevo en tus manos aunque los denarios que te han quitado no han vuelto. Si no haces nada, momentos después Detoxo irá a buscarte para cumplir con tu... deber. Sin embargo, ese encuentro clandestino, sin que Fausto sepa podría meterte en un problema y tu superviviencia estaría en juego. ¿Qué vas a hacer?

    ¡Has ganado 10 puntos en Carisma!
    ¡Has aprendido a usar Diplomacia!


    (Tira un dado de 20 y uno de diez para ver tu diplomacia inicial)
     
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    Monpoke

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    Le doy una largo mirada al contenido del vaso, prestando atención al olor nostálgico que emana.

    Me sentí asqueado al instante. Jamás la he probado, tal cosa no tiene porqué llegar a estas manos. Pero vi lo que le hace a las personas, deja revelados su lado más... repugnante.

    Mí mente solo se dejará controlar por el descontrol que me posee al agarrar en ambas manos un arma. Nunca. Por una bebida.

    "Permíteme, rechazar". Le intento entregar el vaso a una de las otras mujeres.

    Si. Estoy solitario. Mí baja capacidad del habla demuestra la poca interasión que he llegado a tener con otros humanos.


    Miro a Morgan un rato, pensando en lo que dijo. Perdiendo rastros de lo que dijo.

    "Yo... ¿Escolta?".

    Ayudarla a llevar una carreta. Debo seguir entrenando, se me acaba el tiempo. No. Si es por su comida... poca importa si pierdo la vida mañana. No. Tampoco. Libertad. Pico.

    Me niego a morir.
    Una buena alimentación es necesaria para crecer fuerte...

    Bajo la mirada hacia abajo. Metiendo mis ojos en la sombra dada por mí propio rostro.

    "Odiar... sol. No, asegurar servir. Afuera. Pero, acepto".

    En estás paredes, donde la luz se ha mantenido leve, se me permitió adaptar mí visión al nuevo entorno. Aunque no lo suficiente para recibir de frente por un largo periodo. No lo sé.
    ...

    Características:
    Fuerza: 30 (23+5+2-5+5)
    Carisma: 19 (13+1+5-5+5)
    Resistencia: 39 (17+2+10+5+5)
    Suerte: 9 (7-3+5)
     
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    Amelie

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    Iulian

    Observó aquel lugar con detenimiento "Si existe este lugar ¿Qué necesidad tenía de hacerlo en aquel lugar con el guardia?" Pensaba mientras grababa todo lo que pudo en su memoria, todos los datos eventualmente era útiles, la información adicional siempre era bien recibida.

    "La Diosa fortuna se ha de estar riendo en estos momentos; que mala suerte la mia, precisamente hoy, el día que menos quiero hablar. Me usa de entretenimiento, por culpa de un maldito guardia que no la divirtió lo suficiente como para que me dejara a mi en paz ¿De qué podría hablar con alguien que lo tiene todo?" Pensaba mientras escuchaba las palabras de la chica.

    —¿Ver crecer mis músculos?— no pudo evitar sonreir, no hizo ningún esfuerzo por quitarse la toga—Si hubieras visto mi entrenamiento el día de hoy sabrías muy bien que no tengo posibilidades de sobrevivir, lo que ves es lo que hay— a esas alturas realmente lo creía, el quería mejorar pero nadie crece de la noche a la mañana, y le preocupaban esos juegos de otoño de los que hablaban unos Gladiadores días atrás. Odiaba colocarse de rodillas, pero lo hizo tomando uno de los pies de Heida —La toga se queda; si quieres que se vaya, me la quitas tú— aquello parecían haber sido un conjunto de palabras muy estúpidas; pero estaban bien pensadas, o al menos eso creía Iulian. El no haría nada que pareciera otra cosa frente a aquella mujer —Jamás he masajeado pies; ni siquiera me da tiempo de masajear los golpes que me dan — Planeaba seguir hablando para que alguna conversación interesante viniera a su mente, no existía confianza alguna entre ambos, por lo que hacer preguntas sería algo ridículo —Soy un hombre aburrido sinceramente... — Sus manos no eran tan ásperas; así que al menos podía tener eso a su favor; los pies de Heida también eran suaves, era lo usual si no hacías demasiado con ellos — Hay un mito que siempre me ha gustado; el de la abeja que fue a pedir ayuda a Júpiter. Un ser tan diminuto, que estaba harto de que todos robaran de su miel —Miró a Heida; seguramente odiaría aquella historia; pero no era mentía, a Iulian le gustaba aquel mito —La abeja ofreció su miel a Júpiter y a cambio nada mas quería que Él lo agraciara con un arma, con ella podría defenderse de ladrones y defender a los suyos. Juno, quien escuchaba a la abeja rogarle al Dios sugirió que podría darle un agijón a cada abeja; pero a cambio de algo, las cosas no se dan así porque sí— Siguió masajeando el otro pie con su dedo pulpar mientras miraba el vaso con vino —La abeja creyó que ofrecer su miel era suficiente; pero Júpiter le dijo que cualquier abeja que use su nuevo agijón debe pagarlo con su vida. De esa manera, cada abeja tiene dos opciónes: proteger y morir, o compartir. Aquella abeja regresó al mundo mortal muy preocupada; por su culpa había condenado a las demás abejas, así que temerosa se escondió por días — Iulian seguía haciendo el mismo movimiento pero se estaba perdiendo en su propia historia, la cual comparaba con la vida de los Gladiadores —Eventualmente encontraron a la abeja y esta tuvo que confesar sus actos. Pero las abejas son muy leales entre ellas, ellos sabían que esa abeja nada mas quería ayudar a los suyos. Hasta el día de hoy, cualquier abeja que use su aguijón tiene que pagar con su vida— Miró a Heida — Así son los Dioses, te dan algo para luego castigarte con algo mas —

    "¿De qué podría hablar con alguien que lo tiene todo? sólo de aquellos que no tienen nada; y de Aquellos que juegan con todos nosotros" pensaba Iulian mientras esperaba que aquello pasara sin ningún conflicto; estaba llamando la atención por los peores motivos posibles.
     
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    Insane

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    Se lavó el rostro luego de llegar de la mazmorra. Estaba un poco cansada, pero su piel no traería una pizca de barro luego de tener la oportunidad de asearse, lo cual tenía planeado hasta que escuchó el bullicioso grupo de varones en una mesa arrinconada, suspiró. Los hombres solían hacer ese tipo de reuniones, quizá hablando de porquerías, o eso creyó hasta que el sonar de los que parecían monedas retumbó en sus tímpanos.

    ¿Iulian estaría en aquel grupo? Quizá... se lo solía topar más de lo usual, como en la mazmorra. Ciertamente hubiese querido ir con él, pero probarse a sí mismo predominaba sobre todo lo que se movía en su cabeza. La próxima vez le diría que fuesen juntos, a entrenar, claro está. Pensativa se quedó con la vista en sus gráciles manos, recordando lo amargo de la mañana por el asesinato que hasta ahora, no tenían noticias sobre un culpable.

    Sacudió su cabeza y con paso firme caminó hasta la mesa, retumbando el sonar del tacón contra la madera por su andar, dándose cuenta que no estaba el chico que buscaba entre aquellos, mirando en su lugar la mesa mientras se apoyaba en un barandal de la pared, esperando y su presencia no interrumpiera lo que ella quería ver.
     
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    Gigavehl

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    Rundus Fustus

    Me quedé atónito y de no ser que debía guardar posturas, me abría quedado boquiabierto por no solo la Esmeralda que era cierto que ya daba igual, si no por todo lo que me soltó después.
    ¿Descuentos? ¿Privilegios? ¿Mujeres? Eso último no me interesaba mucho pero, sin dudas el tema de los permisos y las armaduras captaba profundamente mi atención. Antes de que pudiera decir o preguntar más, Detoxo se fue junto con su guardia, y me quedé ahí, sólo.

    Miré la joya y lo guardé, esta vez tratando de asegurarme que nadie me viese y tenerlo bien resguardada. Me giré hacia la herrería y caminé hacia allí.
    Me quedé reflexivo, muy reflexivo sobre lo que me dijo, sin dudas esto podría meterme en problemas, pero... Prefería tener la, tal vez, protección de Detoxo por mantenerlo contento a que solo andar como vil idiota dando vueltas por el solar o por donde sea sin tener a nadie mas que Iulian.

    Me pregunto cómo estará, inclusive cómo estará Génesis, o el hombre hacha creo le llamaba así.

    Siento la severa ausencia, ya acabé con muchas cosas y ahora sí puedo volver a las andadas, aunque el certificado me dice que debo conectarme a horas específicas, si es que señor Opera me deja publicar también jaja equisde
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Aldor Monpoke

    Decides aceptar el encargo de Marga y rechazar su hospitalidad con el vaso de vino. A pesar de que la mayoría de las esclavas de Marga hicieron una cara de disgusto cuando rechazaste la cocinera estaba de buen ánimo así que les ordenó.

    —Ustedes vayan a reemplazar a las que quedaron en la cocina y mantengan bien servidos a los comensales. Va a haber guardias extras en la cocina pero traten de mantener ustedes el control. Volveré lo antes posible.

    Dicho eso, te hizo señas de que la siguieras. Marga era una mujer alta y robusta pero de porte muy elegante. Sus ropas eran todo lo que uno espera de un cocinero, vestidos de algodón y lana de pésima calidad pero bien cuidados por un delantal de cuero. Se quitó el delantal y caminó con firmeza por el solar hasta la herrería donde pidió una espada para ti. No tendrías elección en ese caso más que usar el afilado objeto ya que otra arma llamaría demasiado la atención.

    Irían en una carreta tirada por dos caballos. La distancia no era larga pero los barriles de vino eran increíblemente grandes, pesados y valiosos como para llevarlos a mano. En el transcurso del viaje Marga te habló de muchas cosas que no conocías acerca de la ciudad, aprendiste mucho de ella, las tabernas reconocidas, los puestos de guardia, los mercados más interesantes e incluso te enseñó a guiar los caballos con las bridas. Fue un buen viaje, muy divertido.

    Por desgracia, no fue un viaje tranquilo. Muy cerca de llegar al lugar donde debían devolver los barriles dos sujetos ataviados con cutres capas se les interpusieron en el camino.

    —¡Alto ahí! ¡Nos llevamos la carreta! Se bajan y se van a pie o aquí mismo se mueren —gruñó uno con la voz temblorosa exhibiendo una daga.

    Se notaba que eran bandidos principiantes pero de cualquier manera eran dos. Marga soltó un suspiro y trató de calmar a los caballos que se habían encabritado por la presencia de los maleantes. Ella va a bajarse y ver si puede contra ellos, no dudas de que pueda hacerlo pero quizá te serviría un poco como entrenamiento, después de todo esos sujetos no representarían un problema para ti. Sin embargo, recuerda que fuiste a vigilar los barriles.

    ¿Vas a espantar a esos sujetos o te quedas a cumplir con tu tarea de vigilante?

    ¡Has aprendido a Montar!

    Debes tirar un dado de 10 caras para medir con cuanto empiezas de esa característica. Arroja también uno de 20.

    Iulian Amelie

    La mujercita escucha tu historia, muy interesada, no suele encontrarse mucha gente de buenas palabras. Ambos toman. Toman mucho, te sorprendes lo delicioso que está ese vino y las ganas que tienes de tomar. Y no has comido además. Así mismo, estás como un roble.

    A mitad de la historia, la chica te da una patada en tu mano dolorida. No te sucede nada pero al instante la observas con repugnancia. ¿Qué le sucede?

    —Me vas a romper el talón si sigues apretando así. Eres pésimo con los masajes.

    No te sorprende después de todo no te dedicas a eso.

    —¿Y bien? ¿Qué pasó cuando Juno le pidió algo a cambio?

    Mientras se da la vuelta para alejar sus pies de ti, recostarse boca abajo y mirarte bien cerca a los ojos, tú te sobas la mano un poco para calmar el dolor e intentas recuperar el hilo del mito que estabas contando. Te sorprendía la intensidad de los ojos de la muchacha al oír la historia, no esperabas que estuviera tan interesada en algo tan... serio. Quizá eras muy bueno con las palabras.

    Al terminar tu historia ella sonrió y dio algunos aplausos. Luego se levantó, se puso a tu lado y te hizo señas para que hicieras lo mismo. Se estaba tambaleando un poco. El vino le había hecho más efecto que a ti. Ella se mordió el labio y sin decir nada tironeó torpemente de tu toga hasta que cayó a tus pies. Contenta por haber logrado su objetivo, dibujó un camino cálido sobre tu pecho y abdomen con su mano. Entonces, desvió su vista a un costado y sonrió.

    —Hola, papi.

    Te giras de repente, con el corazón latiendo muy fuerte. Sí. Ahí está Fausto Mautino viéndolos, parado en el marco de la puerta, bastante sorprendido. Sientes que vas a morir. Pero Fausto de pronto cambia su rostro de sorpresa a una sonrisa de disgusto y cansancio.

    —¿Acaso es un gladiador?

    Heida te rebaja con la mirada, un poco decepcionada.

    —Algo así.

    —Ya hablamos de esto, Heida, no son juguetes que te traes a tu cuarto.

    —¡Oh, papi! Pero él es diferente, creo que puede entretenerme.

    Fausto ahogó una risa. Se dio la vuelta para irse.

    —¿Puedo quedármelo?

    —Has lo que quieras, a ese no le tenía mucha fe para la arena —dijo Fausto retirándose.

    Eso le dolió un poco a tu estima pero no puedes evitar reconocer que tiene algo de razón. No sabes qué hacer en ese momento.

    —Cierra la puerta —te habló la chica, coqueta, mientras se volteaba y comenzaba a desvestirse.

    Como un autómata fuiste caminando hasta la puerta de madera. Te tomaste todo el tiempo posible para cerrarla. Cuando volviste a ver a Heida ya estaba completamente desnuda, tomando un largo trago de la copa de vino. Su piel blanca irradiaba brillo como si tuviera aceite. Su cabello castaño ondulado y alborotado caía en sus hombros y se enredaba entre sus collares. Sus pechos jóvenes eran pequeños y se iban tiñendo de violeta por el vino que caía de su boca. Se tiró a la cama boca abajo y levantó su trasero dejándote una muy explícita imagen de su entrepierna chorreante. Giro su cabeza intentando verte desde esa incómoda posición.

    —A ver si eres tan malo como con los masajes. Te la cortaré si es así pues con tu lengua me será suficiente para entretenerme. Ven, ven, sin miedo.

    ¿Sin miedo? Buena suerte con eso. ¿Qué harás para salir de esa difícil situación?

    (Sólo tienes que decidir si accedes o te niegas a hacerlo, no es necesario explayarse. Tiras dado de Resistencia, de Carisma y de Fuerza)

    Génesis Insane

    Te acercas demasiado a la mesa y, obviamente, todos se interrumpen y te miran, aunque estés a un lado. La mayoría hace mala cara, ves algunos otros avergonzados y otros interesados.

    —Vete de aquí, niña, estamos haciendo negocios —te informó un gladiador grande, de físico fornido.

    —Tranquilo, Rodelfo, quizá la mujer quiera participar —habló otro sonriéndote maliciosamente. Era más alto que tu, pero menos fornido que el anterior. Tenía el cabello corto y la marca de una cicatriz en la mejilla.

    —¿Cómo podría querer participar? —preguntó el grandote sin entender. Los demás también parecían un poco confundidos y observaron al sujeto de la cicatriz para que resolviera la duda.

    —Pfff, ¿por que es humana como nosotros? —el sujeto era listo, mucho más que los demás al menos—. Génesis ¿verdad? Yo soy Detoxo, manejo algunos... negocios aquí. Hay fiesta hoy en las termas, estarán allí todos. ¿Sabes? Hasta puedo asegurarte que no serás la única mujer. Además, si quieres comprar algo, la tienda de Detoxo siempre está abierta, sólo me buscas y quizá pueda conseguírtelo... por los Denarios correspondientes, claro.

    Era un sujeto extremadamente carismático y sabías que no era bueno pero al parecer manejaba una gran cantidad de cosas que podrían serte útiles. Un tipo para tener en cuenta.

    —Si vas a las termas te esperamos, ya dentro de un momento iremos hacia allí.

    Es momento de llevar lo que quedó en tu bolso a la herrería. Los hombres siguieron hablando sobre mercancía, realmente no decían nada más que eso, incluso oíste alguno que otro pedir que Detoxo llevara algún recado a cierto lugar.

    Abandonaste la cocina, llevaste los elementos al herrero quien te dijo que te podría preparar dos dagas especiales y una vestimenta con la piel de zorro que si bien no te protegería podía ayudarte a llamar la atención de la gente en la arena, aunque no lo necesitaras no estaba de más.

    Luego de eso, vuelves a pasar por la cocina para masticar algo y allí, mientras comes la deliciosa porción que te sirvieron las esclavas de Marga, te pones a pensar qué hacer después. La "fiesta" en el baño comunitario (que es a lo que Detoxo llamaba termas) sonaba bastante peligrosa pero divertida y ya te merecías un poco de distracción. Si eso era demasiado para ti podrías ir a aquellos baños ocultos que casi nunca estaban ocupados a quitarte el sudor de la mazmorra. Sino, Casa Mautino ya es bastante conocida para ti como para ir a dar una vuelta donde creas conveniente antes de dormir.

    (Dado de 20 por las dudas)

    Rundus Fustus Gigavally

    Quedas entre emocionado y atemorizado por lo que te ocurrió con Detoxo pero lo que pasó ya pasó, no puedes detenerte a pensar en eso. Prefieres seguir la corriente a Detoxo, yendo en contra de lo que pueden ser los intereses de Fausto. Por el momento lo que importa es ir a la herrería, llevando tu esmeralda contigo.

    Te recibe Justino, martillando duro el yunque, y trata de recordar tu rostro. En un momento asiente y se te acerca.

    —Me habías dejado algo de material. No mucho pero algo puedo... ¡por Júpiter!

    Acabas de mostrarle la gema y el tipo no cabe de la emoción.

    —¡Una esmeralda! ¿La has robado?

    Le comentas algo de lo que ha sucedido, sin mencionar quienes fueron tus agresores, pero demostrando que era de tu propiedad.

    —Esto cambia mucho las cosas. Ven, te enseñaré.

    Justino te guía a la parte más recóndita de la herrería, cruzan una puerta e ingresan en un pequeño cuarto bien cerrado. Allí puedes ver una repisa con bastantes gemas allí, puedes reconocer algunas otras esmeraldas, también vez que hay cuarzo, rubíes y zafiros.

    —Verás, las gemas desde tiempos que no recordaríamos han servido para adornar los cuerpos más importantes. La mayoría desconoce los dones que estas piedras preciosas tienen para ofrecer y sólo se dedican a darles formas e incrustarlas en joyas. En cambio, un buen herrero sabe hacer uso de sus habilidades para que estas gemas además de ser bellas ofrezcan una utilidad.

    Entonces rebuscó entre los elementos que tenía y sacó una firme daga con una esmeralda incrustada en su empuñadura.

    —No en todas las ocasiones, pero se sabe que hubo momentos en que las gemas han llamado la atención de los dioses. ¿Te imaginas llevar un arma así a la arena? ¡Es el arma de un emperador! Bueno, en realidad el arma de un emperador posiblemente tenga una gema de cada clase o una el doble de grande que la que tu llevas, pero más allá de eso, una esmeralda puede servir en tu arma. En realidad, una como la que traes sólo podrá serte útil en una daga, en un arco o en un escudo. Y tu problema más importante es que no me has traído muy buenos materiales y ando algo corto de ellos. Si no recuerdo mal tenías hierro y cobre. Con eso puedo hacer algo de calidad media, la verdad yo no desperdiciaría una gema en una herramienta así, pero podemos hacerlo si quieres. Un poco de plata, oro, estaño o incluso niquel serviría para mejorar mucho su calidad. Si quieres hacer algun elemento con lo que hay, lo haré. Sino tendrás que regresar luego por con algo de material.

    En realidad Justino no se explicó demasiado qué era lo que podías hacer con la esmeralda pero al parecer sólo servían en pocas armas. Es posible que necesites buenas armas para sobrevivir en el corto plazo por lo que sería una buena idea utilizar la gema al instante. Sino, puedes guardarla para utilizarla luego.

    Si decides hacer un armar debes elegir cual quieres y tirar un dado de 20. Si no lo haces, elije donde irás luego.
     
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    Insane

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    Tomó la cuchara con suavidad y llevó el alimento a su boca. Estaba delicioso, ciertamente, el tiempo que llevaba en esas paredes comía bastante bien, manteniendo una alimentación balanceada en su totalidad al no ser fanática de los dulces, aunque, lo ácido era espléndidamente delicioso, sin embargo, esta vez se encontraba comiendo arroz con verduras, mientras pensaba lo que dijeron aquellos hombres, omitiendo el hecho de que varios de ellos la miraron sobre el hombro, por el hecho de ser mujer.

    Pedazos de imbéciles.

    Suspiró con la vista perdida en una de las ventanas. Estaba oscureciendo, la noche estaba llegando a paso lento.

    Se levantó dejando los platos en su respectivo sitio, encaminándose a uno de los baños para asearse los dientes y dirigirse a las termas. Hacía ya un buen rato que no se encontraba a ninguno de los chicos con los que llegó, quizá también serían invitados.
     
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    Monpoke

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    Miro desafiante a los dos sujetos que se atrevieron a interrumpir este tiempo de tranquilidad.

    Y enseñanza. Lo primero que voy aprendiendo sin tener de razón el apostar mí vida.
    Enseñanza trivial. Poco importa mientras siga siendo esclavo. Pero, cuando sea libre, quiero probar esas cosas. Ahora voy entiendo las libertades que conseguiré con la libertad...


    Más que nunca. Estoy decidido a vivir. Y estos tipos me arruinaron este momento.

    Pero. Se me dio la orden de cuidar los barriles.
    Dudo que se aparezca alguno capaz de levantar esos barriles de una y disparar lejos con el a cuestas. Incluso yo tendría dificultades el realizar tal acción.

    Me contendre.
    Relajo los músculos y contengo las ganas de saltar de la carreta para confrontar a estos tipos.

    Ella mismo dijo que puede encargarse de estas cosas, no quiere ser alguien la cual se necesite proteger. En su batalla.

    Protegeré la carga. Para los amos de esclavos, incluso sus propios desechos son más importante que nuestras propias vidas.

    Cuídate...
     
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    Amelie

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    Se quedó perplejo; aquello le resultaba un conjunto de eventos muy extraños. Era evidente que Heida hacía esto constántemente y se alegraba de haber permanecido con la toga puesta, al menos Fausto no se quejaría despues por haber visto a Iulian desnudo; pero no por ello aquella situación había sido victoriosa. Le recalcó que no tenía esperanzas en él, tenía toda la razón pero eso no evitó que se sintiera como arena en el ojo "¿Puedo quedármelo?" aquella frase lo molestó mas, estaba algo mareado y sentía el calor causado por el alcohol, aún así trataba de obtener lo mejor de aquella situación; Heida era consentida, —Mi lengua ya es suficiente para entretenerte; no necesitas humillarme mas, creeme que de eso me encargo yo— dijo sentándose a un lado, ejerciendo la lástima la cual ya estaba acostumbrado a emanar —Puedes burlarte si quieres; pero mi amigo no se ha levantado. Creo que tienes que ayudarlo de otra manera si quieres que él aporte; como podrás darte cuenta soy alguien que no se calla, la información me excita mas que cualquier otra cosa— la miró difusa el mismo se daba asco por decir aquello, pero sonrió —¿Qué le hacen a las personas después de ser humilladas públicamente en casa mautino? ¿las matan? ¿las torturan? —estaba tomando un riesgo importante, por hacer preguntas como esa, todo podría resultar fatal; pero si él no podía ayudar con sus músculos al menos podría hacerlo con sus palabras —¿Existe una manera de que alguien sobreviva a eso?—

    Perdón Sacri! Iulian SIEMPRE se explaya, y no me voy a arriesgar con mi triste dado de Fuerza xD
     
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    Gigavehl

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    Rundus Fustus

    Para cuando llegué con el herrero y se sorprendió mucho por el detalle de la Esmeralda, me metió hasta una habitación profunda de la herrería, donde no evité quedarme atontado, con la boca abierta de las riquezas que habían ahí, que fuese una habitación tan hermética no me sorprendía, era increíble.
    Luego Justino me explicó la técnicamente propiedad mágica que tenían las armas el colocarles gemas, por lo que me quedé sorprendido. Y luego me quedé reflexivo.
    ¿Debería usarlo ahora? Cierto es que tuve mucha suerte el encontrarla, pero la parte de los materiales desanimaba mucho. Aunque si solo por cargar una esmeralda ahora me está costando entregarme a no sé que tanto... Creo que era mejor usarla ahora, pero antes de dar mi elección, hablé.

    —¿Dónde o cómo puedo encontrar mejores materiales? Hice una muy larga excursión por las Mazmorras y de entre tanto caminar y recoger hallé la gema, precisamente. Pero por mucho que busqué algo igual de valioso, como dices, los materiales que me recomiendas. No los hallé. ¿Hay sitios o senderos? ¿O inclusive datos que debería tomar en cuenta? No me considero un buen rastreador o explorador pero... Si me puedes dar un consejo, tal vez pueda darte una sorpresa.—sonreí, realmente no le estaba obligando que me dijese algo, era mas bien un favor el que le pedía, pero también podría perfectamente desconocer cómo hallar materiales así, por lo que fue mas bien una moneda tirada al aire para ver qué podía decirme al respecto.

    —Con respecto a la gema... Hmmm, de entre lo que me dices, no hay problema. Puedes usarlo, y elijo que lo incrustes en un Escudo—. Dije con seguridad, pues un escudo era mi segundo nombre, bueno. El tercero. Si algo sabía manejar era eso, porque un arco nada me garantizaba que saliese bien, ni siquiera he practicado, una Daga honestamente le haría mas bien el favor a Génesis. Pero me ha costado demasiado esta gema, así que si algo me hizo sonreír, fue escuchar "Escudo" en la lista.

    —Pero muchas gracias por la información Justino, la verdad es que no sabía que las Esmeraldas y demás gemas como los aquí presentes podían usarse de esa manera—. Dije visiblemente interesado.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Génesis Insane

    Te tomaste tu tiempo para comer esperando que todos se dieran ya a sus tareas. Luego, aprovechaste para ir a enjuagar tu boca tomándote también unos cuantos minutos. Te quitaste la ropa sudada y te colocaste una ligera toga sobre la piel desnuda. Las termas estaban cercanas a las habitaciones.

    Caminaste hacia allí sin encontrarte a nadie en particular. Había muy poca gente en los pasillos, sólo algunos guardias. Cerca de las termas ya empezaste a ver más gente. Aspirántes, gladiadores e incluso guardias conversando alegremente con los esclavos. Arrancaste miradas embobadas por parte de todos, eras incapaz de no llamar la atención.

    Las termas era un cubículo amplio de piedra con suelo sin mosaicos, de tierra y piedra caliza. Sólo entrar allí ya te embriagó de calor. Era un baño comunitario enorme, redondo, emplazado en el medio con bastante agua calentada a base de piedras al rojo vivo que se cocían sobre un brasero.

    Nunca viste junta tanta piel humana. La gran mayoría estaba desnudo, algunos conversando mientras bebían vino, otros teniendo sexo a un costado o en medio del lugar como si estuvieran dando un espectáculo y unos pocos sólo dándose un baño. Detoxo se encontraba a un lado, vestido de toga como tu, contando bolsas de dinero. Sabías que ese tipo podía conseguir y proveer lo que sea pero nunca sabrás de donde sacaba tantas prostitutas. Había al menos una docena y estabas segura que no eran esclavas comunes pues parecían conocer muy bien al negocio que se dedicaban. A tu pesar, te excito mucho verlas. Gozaban como si estuvieran haciéndolo con dioses pero muchos de los sujetos quedaban agobiados y fuera de combate en un corto tiempo. Todas tenían impresionantes y llamativos pechos, piel de porcelana o de ébano y unas sonrisas radiantes, como si las hiciera felices ser el contenedor de esa gran cantidad de apestosos líquidos corporales de los luchadores.

    Trataste de buscar con la mirada algún conocido aunque era difícil centrarse en otra cosa que no fueran los escandalosos gemidos y gritos. Te acercaste con firmeza al agua caliente y allí pudiste encontrarte una espalda conocida, abrazado a dos muchachas, dentro del agua. Al oir tus silenciosas pisadas el tipo se dio la vuelta. Era Gedric, con su rostro sonrojado por el calor y una sonrisa en la cara que borraba la tierna imagen de llanto que habías visto anteriormente.

    —¡Gé-Génesis! ¿Q-qué haces aquí? No esperaba verte es que... tú...

    Estaba muy sorprendido. Podrías meterte a tomar el baño con él para sorprenderlo aún más.

    —Váyanse — las despidió a las otras chicas inmediatamente, preparándose para salir de ahí.

    Las mujeres te flecharon con sus miradas afiladas. Estabas haciéndoles perder una presa adinerada y resistente. Gedric se veía visiblemente incómodo aunque no parecía estar tan incómodo momentos antes con esas fulanas a su lado.

    ¿Que harás? Además del baño, puedes aprovecharte del vino que hay por allí y que alguien pagó con generosidad, después de todo has ido allí para distraerte un poco.

    (Dado de 20. Si tomas vas a tirar un dado por tu resistencia.)

    Aldor Monpoke

    Decides quedarte a hacer nada más que vigilar los barriles. Marga se levanta a ahuyentar a esos sujetos y cuando lo hace ves que los caballos se ponen aún más inestables, tironean del carro de forma intermitente haciendo que los contenedores se tambalees y debes hacer uso de tus manos y tu fuerza para contenerlos. Luego de estabilizarlos, utilizas tus recientemente adquiridas habilidades para calmar a los animales y puedes percibir que tu voz es muy efectiva sobre ellos y los calmas al instante.

    La cocinera no pasó eso por inadvertido y con un movimiento de cabeza te agradeció sin palabras que fueras tan fiel a tu tarea. La mujer se acercó con su gran porte a los tipejos y a empujones los echó de allí. Se fueron corriendo, con la espalda gacha dándose cuenta que eran pésimos bandidos.

    —Ahhhh que paz recorrer estas zonas con un hombre de verdad. Si estuviera con un guardia ya habría ensartado con su lanza a esos niños. ¡Tienes un excelente control de las bridas y los caballos! ¿Por qué no guias la carreta hasta el destino? Falta poco, yo te indicaré.

    Así fue como volvieron a la marcha luego del altercado, con Marga a tu lado comentándote muchas cosas que había aprendido en todos sus años de cocina. Al llegar, Marga habló con el vendedor del vino quien se disculpó y ocupó algunos ayudantes para que bajaran y subieran los nuevos toneles. Una vez listos y a salvo sobre la carreta, debían emprender el regreso.

    El viaje no había durado mucho, realmente no era una distancia larga y ese medio de transporte era muy eficiente, te sorprendió la velocidad del viaje y lo entretenido que estuviste. En un momento, con todas sus habladurías, Marga dejó escapar algo.

    —No es que sea mala pero esa chiquilla, Heida, me saca de quicio. Se aprovecha demasiado de ser la protegida de Fausto, bueno él la trata como una hija, pero la mayoría sabe que no lo es. Realmente es una malcriada, trata mal a los esclavos, se complota contra nosotros siempre para hacernos quedar mal frente a Fausto y va por la vida formando caos. Disculpa, te he aburrido con mis cuentos.

    En realidad Marga tiene un gran carisma y sabe cómo contar la historia para que te sientas parte de ella. Muchas cosas no las entiendes pero compartes sus sentimientos e ideas.

    El viaje de vuelta pareció aun más corto que el de ida y cuando menos te diste cuenta ya tenías a los guardias ayudandote a descargar la mercancía.

    —Ten, por las molestias —te comentó Marga dándote algunos denarios—. Y cuando quieras pásate por mi cocina que habrá algo rico para ti, pero no dejes de traerme esa buena carne como hace rato.

    ¡Has ganado 20 denarios!
    ¡Has ganado 10 puntos en Carisma!
    ¡Has ganado 10 puntos en Suerte!


    Te ha ido muy bien en ese viaje y empiezas a notar que quizá la violencia no sea siempre tu camino. Mientras caminas el pasillo de la cocina a la sala de entrenamiento ves que Álvaro entró a hurtadillas a la sala de entrenamiento. Si bien era algo tarde cualquiera podía ir a cualquier hora a la sala de entrenamiento a hacer eso mismo pues no estaba prohibido, no entendías bien por qué tu compañero de habitación estaba tan sospechoso al ingresar. Podrías seguirlo tratando de ser discreto esperando ver qué trama o puedes ignorarlo por completo y dirigirte a las habitaciones a descansar o algún otro sitio de Casa Mautino si todavía quieres hacer algo antes del descanso.

    (Dado de 20)

    Iulian Amelie

    Heida se vio completamente decepcionada cuando te sentaste a su lado. Sin embargo, era cierto lo que decías. Estabas como una roca con Gedric y en ese momento, a pesar de tu gran resistencia al alcohol, no tenías la menor excitación.

    Te pusiste a hablarle tristemente y la chica fue dejándose envolver por tu carisma. Terminó bastante emocionada con lo que contabas, no lloraba pero estaba echada boca abajo en la cama viendo tu espalda y sintiendo el peso que estabas descargando sobre ella. Suspiró largamente luego de que terminaras de hablar.

    —Pues no lo sé, es la primera vez que escucho a gladiador quejarse de que lo humillan —desde donde estaba estiró su pie hasta empujar tu pecho con el empeine y obligarte a recostarte boca arriba junto a ella. No opusiste ninguna resistencia—. La mayoría que es humillado va y busca recobrar su honor. ¿Sientes que te humillé por entregarme a ti? ¿Sabes todos los que quisieran estar en tu posición? ¿Como crees que me siento yo al verte así?

    Te apretó con fuerza tus desvanecidos genitales. Sentiste dolor pero sonreíste ante el comentario. La detuviste con toda tu fuerza pero ella no pareció sentir demasiado daño, se había enfrentado a tipos mucho más fuertes. Así mismo, lograste forzarla a desistir de lo que hacía. Ella cedió, pero usó sus manos nuevamente para quitarte la toga mientras estabas ahí tirado. Era una experta, no tardó en deshacer el nudo y dejarte sólo con la subligaria. Se irguió y se sentó sobre tu entrepierna. Tenía un cuchillo en su mano. No podías resistirte.

    —Torturarte es una buena idea —comentó haciendo desfilar el cuchillo sobre tu piel desde tu cintura a los hombros. La hoja no penetró tu piel—. Soy buena haciéndolo, permiteme.

    Se inclinó sobre ti mirándote fijamente a los ojos y acercando sus labios a los tuyos. Tenía un increíble perfume de rosas mezclado con el potente olor a vino que salía de su boca. Desvió un poco su boca y puso su oído cerca de la tuya. Entonces, sentiste un pinchazo en el abdomen y soltaste un quejido. Heida se mordió el labio. Lo quitó y volvió a hundirlo levemente más arriba. Te estaba lastimando y gemías. El dolor era soportable pero estabas aterrado, esa tipa era una psicópata. Un mal movimiento y terminarías con las tripas afuera. Pero, como habías observado, era una experta. Te pinchó docena de veces, te cortó otro tanto y a veces hasta retorció la punta del cuchillo en la superficie de tus músculos. Gemiste y tus gemidos dejaban salir tu carismático timbre con ellos. Despues de algunos cortes, ella comenzó a acompañarte con los gemidos.

    —Mmm... aaah... mmaaah... ¡jaammaah! ¡AAAAHSNNNN!

    Nunca habías oido esa clase de gemidos pero olvidaste un poco la tortura. No era una situación cómoda pero estabas mereciéndotela o al menos eso pensaste en ese momento. No te diste cuenta cuando pero el cuchillo terminó frotándose en tus pectorales, raspando la piel, muy cerca de tu cuello mientras ella movía su cadera sobre ti como si estuviera cabalgando un camello con problemas motrices.

    En un momento, ella empezó a gritar con fuerza y a sacudirse. Tomó el cuchillo con fuerza. Lo levantó y lo bajó contra ti, a la altura de tu corazón. A pura fuerza de manos la agarraste por el antebrazo y la apretaste para que soltara el arma. Ella se movió salvajemente un momento más hasta que se dejó caer sobre tu pecho ensangrentado, respirando con dificultad. Temblabas. Esa experiencia había sido algo que no olvidarías jamás.

    Entonces, sentiste que estiraba sus brazos y te abrazaba por la cintura. Allí se quedó un momento, sin hacer nada más que recuperar el aire.

    —Vete si quieres. Pero... vuelve a hablar conmigo algún día. Me gustaría que...

    Sentiste un tímido mordisco en el abdomen y allí quedó, prendida como una termita a la madera. Sin embargo, aflojó su abrazo para dejarte ir si quisieras. Tus heridas no son graves pero debes descansar, tu cuerpo y tu mente ya no están funcionando bien.

    ¡Has ganado 10 puntos en Carisma!
    ¡Has perdido 8 puntos en Resistencia!
    ¡Has ganado 4 puntos en Fuerza!

    Rundus Fustus Gigavally

    Justino asintió mientras tomaba tu gema y volvían a la forja. Tomó un escudo que no estaba nada mal de una pila de escudos y puso a calentar un grueso y puntiagudo hierro en los leños encendidos. Mientras preparaba sus elementos, te contó un poco más.

    —La mazmorra es un sitio confuso. No puedo decirte qué camino tomar para encontrar cualquier cosa porque nadie lo sabe, ni siquiera los que la recorren a diario. Eso sí, te conviene ir siempre que puedas, total sólo te toma un momento. Ir a la mazmorra te agobia pero luego de un descanso estás listo para ir otra vez y eso puede serte muy útil porque de cualquier manera, aunque no encuentres gemas o los metales que quieres siempre puedes comprarlos en el mercado con lo que encuentres en la mazmorra. Cuando era un joven vendí tantas pieles de zorro a un herrero que ahorre lo suficiente para comprar una espada increíble. ¿Sabes qué compré? Pues un martillo, para entonces ya estaba tan relacionado con el trabajo del herrero que preferí eso. Y hasta el día de hoy no me arrepiento, es un trabajo duro pero tengo más posibilidades de llegar a viejo que los gladiadores.

    No viste como lo hizo pero con una gran sonrisa Justino te entregó un escudo que tenía una esmeralda en el medio. Estabas impactado, no podías creer como lo había hecho tan rápido pero ahí estaba. El mismo escudo de hierro cromado con la gema en el medio bien firme dentro de un anillo de más hierro. Era pesado y firme pero lo notabas muy distinto a los escudos que habías probado hasta ese momento.

    Escudo Mercurial de Firmeza
    Calidad:
    Común
    Incrementa la resistencia un 10%
    Habilidad: Golpescudo: golpeas con tu escudo usando tu resistencia para dañar.

    Justino te sonrió mientras limpiaba sus manos.

    —Bueno, muchacho, iré a tomar un descanso. Ve con tu escudo y espero que te sirva en el campo de batalla. Consígueme más materiales y para la próxima te tendré una buena arma.

    Dicho eso, te despidió. Saliste del lugar con tu nueva adquisición. En el camino a guardar tu única pertenencia por el momento, te cruzaste con Detoxo quien se plantó frente a ti con una sonrisa.

    —Hace un rato que estoy buscándote. Vamos, hay trabajo que hacer.

    Luego de dejar la mayoría de las cosas en tu habitación Detoxo te pidió que dejaras tu toga pues no la necesitarías y quedaste vestido solamente con la subligaria. Casi te arrastró hasta uno de los baños aunque no fueron al baño comunitario sino a uno de los pequeños que estaban cerca de las habitaciones de los gladiadores. Te metió a empujones en uno y te pidió que te bañes lo mejor que puedas. Te dio una pequeña ampolla de vidrio. Te pidió que te pongas el aceite en todo el cuerpo luego del baño.

    Mientras llevabas a cabo la extraña tarea sentías a Detoxo tararear alguna canción de taberna afuera. Ya te habías lavado lo mejor posible la suciedad y estabas tratando de aceitarte cuando el sujeto habló.

    —Bien, amigo, como te tengo mucha pero mucha fe te dejaré elegir. Tenemos tres clientes. Una es una señora de edad... algo avanzada la verdad, será fácil de complacer pero debes tener mucho cuidado con tu trato. La segunda es una mujer joven, no sé mucho de ella pero me pidió que esto sea estrictamente reservado así que espero que no andes hablando por allí luego de que la veas. El último es un señor con mucho dinero que paga bien aunque... no quiero saber lo que te pedirá que haga, ¿entiendes? Bien, pues elije que ya estás llegando bastante tarde.

    Casi no podías concentrarte en esparcir el aceite en tu cuerpo con los temblores que te dieron. La cosa iba en serio y empezabas a cuestionarte que hubieras tomado una buena elección al ingresar al círculo de objetos de valor de Detoxo. ¿Señora de edad? ¿Joven misteriosa? ¿Señor adinerado? ¿Acaso no podía ser gente normal? Claro que no, sino buscarían un esclavo normal, no un aspirante a gladiador.

    (Elijas lo que elijas ve con todos tus dados. Fuerza, resistencia, carisma y suerte.)
     
    Última edición: 8 Agosto 2020
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    Monpoke

    Monpoke Absol

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    Aldor

    La continuación del viejo continuo de maravilla. Hasta logre aprender un poco sobre manejar estos caballos. Encontrarme otra habilidad que no sea picar o empujar... sorprendente. Hay tanto por aprender. Pero de seguro tan poco lo que yo pudiera recoger.

    Y me pagaron por ayudar en el trabajo. ¿Algo así es siquiera posible? ¿Y mi pan viejo de recompensa o la nada?
    Es tan diferente. No conozco cuanto pan compraría con esto, pero de seguro no una cantidad merecedora considerando el bajo trabajo. Casi no hice nada.


    Es medio tarde. Pero decidí ir al herrero. Así al menos se que buscar mañana para un pico, o si incluso lo que tengo sirve para darle forma a uno.
    Luego a descansar. Mañana toca seguir entrenando y buscar más carne.
    Pico...

    Fue entonces cuando note a Álvaro moviéndose de la forma extraña como solo él puede hacer. No lo seguiré. No soy la persona más discreta que encontraras, eso es obvio. Y aun si estuviera haciendo algo no sabría el que.
    No vale el tiempo. Pero intente arruinar este lugar. La va a pagar. Ya cumpliste tu parte, más vale que me muestres otro conocimiento de valor o no te salvaras.
    El castigo se pospone. Más nunca se borra.

    Características:
    Fuerza: 30 (23+5+2-5+5)
    Carisma: 29 (13+1+5-5+5+10)
    Resistencia: 39 (17+2+10+5+5)
    Suerte: 19 (7-3+5+10)
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Génesis

    Estar con aquella prenda de seda cubriendo su cuerpo desnudo no le molestaba, no era una mujer que se acomplejaba, ciertamente aquella seguridad, ego y orgullo era lo que más la caracterizaba, sin embargo, al llegar con la espalda recta, moviéndose suavemente al caminar, meneando las caderas, no esperaba encontrarse con aquella vista hacia el sexo. Definitivamente evitó mirar la escena al sentirse obnubilada por un instante, pasando por su cabeza el chico débil que no veía hace ya bastante rato.

    Sacudió su cabeza y desvió la mirada, con las mejillas carmín por el humo de las aguas termales, sentándose en el borde con los pies en el agua, permitiéndose sentir relajada ante la sensación en sus tobillos, cerrando los párpados mientras miraba al horizonte, con la mente en blanco hasta que escuchó el chapoteo y volteó su rostro parcialmente.

    —¿Gredic? —cuestionó como si dudara de su vista, recorriendo el cuerpo de las dos mujeres que lo acompañaban, provocando que una de sus perfectas cejas se levantara—. ¿Yo? —cuestionó esperando que acabara lo que tenía él en mente sobre ella, mirándolo inquisitivamente hasta que se permitió reír un poco, como si dejase que el estrés de su cuerpo se despojara por la primera risa pública que se permitía ejercer.

    Sus brillosos orbes azules se deslizaron por las botellas de vino.

    —Quise ver de qué trataba esto —habló sincera, recordando las lágrimas que en algún momento presenció. Gredic le parecía un buen hombre, algo sensible bajo aquella muralla de músculos—. ¿Interrumpí? —cuestionó al notarlo incómodo. Esperó su respuesta y se levantó, acomodando su largo cabello sobre su hombro izquierdo, acercándose a las botellas de vino.

    No buscaba sexo en ese sitio, solo un breve despeje de la asquerosa realidad que la rodeaba. Tomó una de las botellas y comenzó a servirse en una copa, bebiendo.

    —Gredic —le llamó volviendo a sentarse en el borde con la botella en su mano, dejando la copa por ahí—, Iulian... ¿sabes dónde está?

    Era un chico débil, debía cuidarlo un poco más.
     
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