Kashya El golpe fue suficiente para abatirlo y... menos mal que así había sido, pues pronto vimos que el litzel llevaba consigo unas dagas que Himmelda me confirmo que estaban embadurnadas en veneno. Podría habernos atacado con ellas si lo asustábamos, así que había tomado la decisión correcta. —¿Muy potente, dices? —repetí, agachándome al lado del bufón para observar los cuchillos. Con cuidado, entonces, extendí mis manos y saqué los cuchillos envenenados de sus ropajes para guardarlos entre mis pertenencias.
Hurgando entre las ropas de aquel litzel destrozado, Kashya pudo robar aquellos cuchillos. No eran muchos, y algunos estaban rotos o desgastados, pero... había varios que se podrían aprovechar perfectamente. Serían útiles, probablemente. Obtienes Cuchillos tóxicos x3
Espella Tras no encontrar absolutamente nada en aquella habitación, la mujer desistió y salió de allí. La puerta grande de en medio le llamaba bastante la atención, así que decidió tratar de abrirla.
Kashya Con un par de armas más en mi posesión, finalmente pudimos salir de la habitación. Era obvio que, al igual que con las otras, no había nada más interesante que encontrar. Habíamos tenido bastante suerte de poder robarle aquello cuchillos al litzel, de hecho. Bueno, una habitación menos, ¿quedaría algo interesante en las otras? Al menos en las grandes esperaba algo más, pero no podría quedarme tranquila sin haberlas investigado todas. Así pues, mis pasos siguieron hasta dirigirse a la siguiente puerta, la penúltima.
Cuando abrió esa puerta, Espella entendió por qué estaba ubicada en el centro: la zona era un baño. Un baño, concretamente, de chicos. Pero no un baño normal y corriente, sino uno donde, al fondo, había una enorme bañera que ahora solo tenía algo de agua estancada, pero que se veía que solía utilizarse como un baño termal para que todos los nobles se relajasen. Además de eso, palanganas sucias se veían en todas partes, zonas para orinar, separadas por mamparas y con agujeros en el suelo, y, en general, todo era bastante repugnante dado el estado en el que se encontraba, de abandono y suciedad, pero lucía ser bastante lujoso, cuanto menos; al menos lo fue en algún punto. Los azulejos, eso sí, estaban desgastados y rotos; muchos podían casi moverse...
La siguiente habitación era otra de las pequeñas. Vacía en su mayoría, con pocas cosas de interés: la misma cama de siempre, el mismo armario de siempre, la misma mesilla de siempre... —Cielos, son todas iguales. Ay, ¿falta mucho...? —preguntó, cansada y aburrida, Himmelda.
Espella Ugh, aquel baño era completamente asqueroso. Mirase dónde mirase, la mugre y la sociedad lo habían tomado todo; el aroma pútrido del lugar lo volvía todo incluso más nauseabundo, y Espella no quería permanecer allí mucho más tiempo. Sin embargo, tampoco podía dejarse la zona sin revisar, por más asquerosa que fuera. Porque necesitaba encontrar si había alguna apertura hacia la habitación de al lado. Quizá, si movía aquellos azulejos, encontraría algo interesante.
Kashya Nada de interés a simple vista, o en general. No había nada que llamase la atención así que simplemente nos tocaba salir. Negué con la cabeza mientras lo hacíamos, pues tan solo nos quedaba una y aquella grande de en medio. Aún así, tendríamos que reunirnos con Espella y quizás tuviésemos que esperarla. No lo sabía con seguridad, pero lo importante es que nos dirigimos finalmente a la última puerta del pasillo.
Cuando abrieron la puerta, Kasya creyó oír una voz. Alguien estaba... ¿rezando? Sonaba a una voz femenina, en alguna parte de la habitación, prácticamente en susurros. —... protégeme, mi señor... protégeme de las alimañas sedientas de sangre y muerte, tú que nos creaste... p-protégeme... Parecía muerta de miedo... y claramente se encontraba en el armario. —Cielos —susurró Himmelda—, parece una señorita, y parece asustada. Señorita Kashya, ¿qué hacemos? >> Abrir el armario >> Marcharse *** Al investigar de cerca los azulejos, Espella terminó hallando algunos que estaban claramente puestos manualmente, como si alguien los hubiese arrancado y luego hubiese tratado, torpemente, de recolocarlos. Los quitó con facilidad y halló la clave: un agujero había sido cavado tras los mismos. Iría, seguramente, a la habitación bloqueada... pero era bastante pequeño para que un humano entrase sin arrastrarse por el suelo, pero lo suficientemente grande para que cupiese un litzel ligeramente agachado. Así pues, Espella entró, atravesando la zona. Y allí lo vio. Habían bloqueado la puerta tirando el armario frente a ella y colocando una silla aferrándose al pomo para impedir su movilidad. Y allí... solo encontró a un par de litzels, los dos vestidos de bufón, uno devorando a otro, sollozando. El que era devorado no se inmutaba, muerto en vida, prácticamente, mientras el otro mordisqueaba entre sollozos su cabeza. P-Pero el otro litzel parecía consciente. De hecho, quedó impactado, manchado de sangre como estaba, al ver llegar a la chica. —¡A-A-Ah! Mi hora... mi hora ha llegado... snif... snif... vienes a matarme, ¡a acabar con mi vida! Hazlo, hazlo, hazlo, hazlo, ¡¡hazlo!! Gemía descontroladamente, claramente sin restos de cordura. Y lloraba, lloraba tras cada palabra. —Siete se marchó, a por comida, y nos dejó a los dos solos... nunca volvió, siete nunca volvió, y... el que volvió fue un impostor, una criatura que intentó matarme. ¡Ojalá, ojalá lo hubiese logrado, ojalá, ojalá, ¡ojalá!! Esta habitación es mi cárcel... mi hermano es mi alimento... el que me salvó y ahuyentó a esa criatura. Perdió su vida, ¿¡y yo qué!? Yo estoy solo. Así que mátame, ¡mátame, mátame, mátame, ¡¡¡mátame!!!! >> Matarlo >> Tener piedad
Kashya Para mi sorpresa, sí que encontramos algo en aquella habitación. Más bien, escuchamos algo, y por un momento temí que fuese otro caso parecido al de hace un par de habitaciones. No estaba en condiciones de otra pelea parecida. Pero no, en aquella ocasión se escuchó una voz humana, de una mujer que parecía estar rezando. Las plañideras... no hablaban, ¿verdad? Solo lloraban, y no había sentido aquel vacío, así que quizás no fuese peligrosa. En realidad, no podía irme sin saber qué ocurría, así que la respuesta estaba clara. Miré a Himmelda con un asentimiento de cabeza y me acerqué después al armario, abriéndolo. >>Abrir armario. Contenido oculto Bueno, F por Kashya y por mí (?)
Espella Interesante. Así que un impostor, eh. Debería andarse con cuidado entonces. —Gracias por la información chico; como pago, te cumpliré tu deseo y acabaré con tu sufrimiento: ¡Muere! >>Matarlo
Y con un sencillo golpe, el debilitado litzel, el bufón aún vivo, pereció. Tan debilitado estaba que a penas se movió después de morir; su estado de muerte sin muerte era tan débil, con tan pocas ganas de seguir adelante, que casi ni se inmutó. Solo con golpearlo un poco más, ya se deshicieron sus huesos. Y su amigo, ya "muerto"... no fue distinto. Allí iban otros dos bufones, muriendo ante ella. Uno... estaba vivo, pero, en ese estado, ¿tenía alguna opción? Sea como fuere, ya no tenía sentido preguntárselo. Era lo que él quería, después de todo. Bufones 5 y 6 abatidos. Bufones abatidos: 6/19 (5, 6, 7, 8, 9, 10) *** Por su parte, cuando Kashya abrió la puerta del armario, se encontró con la "amenaza" de un pequeño puñal en las manos de una temblorosa señora que rozaría los cuarenta años, o poco más. Pero su acometida fue tan débil, tan floja, tan lenta, que ni siquiera Himmelda se sobresaltó. Aquella mujer ni siquiera tenía intenciones de matar a Kashya, solo quería asustarla. Parecía tener demasiado miedo como para siquiera defenderse. Vistiendo un sucio camisón y luciendo collares muy pomposos, parecía ser una noble que llevaba demasiado tiempo vagando en soledad por aquel lugar. —A-Atrás —dijo, temblando el puñal en su mano—. ¡¡Atrás, engendros!! S-Sucios demonios, ¡ya no sois humanos, sois demonios! —al ver a Himmelda, se sobresaltó aún más—. ¡A-Agh, demonios alados! ¿¡Q-Qué es esto!? N-No, ¡piedad, por favor! Era una humana normal y corriente, perfectamente viva... y aparentemente abandonada. —¿Q-Qué pasa? ¿Por qué me miráis? ¿Acaso... sois vivas...? >> ¿Qué haces aquí? >> ¿Estás sola? >> ¿Quién eres?
Kashya La mujer pareció asustarse en cuanto abrimos el armario y decidió atacar con una especie de puñal, pero la verdad es que apenas noté el golpe que me quiso dar. Estaba débil y nerviosa, poco daño iba a hacer así, tenía suerte de que no fuésemos una amenaza. Y de que ella tampoco parecía serlo. Se asustó al ver a Himmelda, pero poco después pareció darse cuenta de que no éramos descerebrados ni, en definitiva, peligrosas. Asentí con la cabeza ante su pregunta, separándome un poco del armario para dejar que se tranquilizase. —¿Quién eres tú?
Espella Y con el trabajo terminado, Espella regresó por dónde había venido. ¿Cuántas habitaciones le faltaban por revisar? Recordaba que no eran muchas. Entró a la penúltima habitación de la derecha, manteniéndose alerta.
Pero... nada especial se encontraba ahí. Era una habitación corriente, aparentemente vacía... sin nada distinto a las demás. ¿Quedaría algo más en aquel pasillo...? La mujer de llevó las manos a la cabeza, asustada. —N-No... seguro que... queréis matarme, ¡debe ser una trampa! Se escondió, con piernas encogidas, tratando de ocultarse. Pero al ver que nada le sucedía, tímidamente, alzó la voz: —S-Soy... l-lady Cassandra. Mujer del... d-duque Clovergold —alzó la mirada, con miedo—. ¿No pretendéis matarme? Me vais... ¿me vais a salvar, entonces? >> ¿Qué haces aquí? >> ¿Estás sola? >> ¿Dónde está su marido?
Kashya La mujer seguía bastante tensa, aunque viendo cómo estaba el castillo no podía culparla. Había demasiados peligros y no dudaba que fuese una presa fácil para las sombras que había por ahí e, incluso, lo descerebrados aquellos que eran tan débiles. —No queremos matarte —dije, negando con la cabeza—. Dice que está casada, ¿pero dónde está su marido?
La mujer, ojos llorosos, apartó la mirada. —M-Mi marido escapó, y yo tuve la mala suerte de quedarme atrás. Debe estar en la zona segura. Q-Quiero ir allí, pero tengo demasiado miedo. Necesito verlo, que venga a buscarme —se aferró a sus piernas, asustadiza—. Solo... solo confío en él. En mi querido marido. Se le iluminó, de pronto, el rostro, y le dijo, rogando practicante, a Kashya: —¿I-Iríais a buscarlo, por favor...? ¿A mi querido marido? >> Ofrecerse a buscarlo >> Negarse
Kashya ¿Zona segura? Aquello era interesante, desde luego. Cualquier punto que se considerase seguro en aquel lugar iba a ser de agradecer. Y de todas formas ya estábamos buscando varias cosas por el castillo, suponía que buscar a alguien más no iba a ser un gran problema. —Lo buscaremos, no se preocupe. >>Ofrecerse a buscarlo.
La mujer la miró con un brillo desesperado en los ojos. —¡O-Oh, gracias, gracias! Por favor, buscadlo pronto... la zona segura está en la tercera planta, más allá del salón de la nobleza. A-Ahí se han refugiado todos los que siguen vivos... solía ser una cocina, con un pequeño comedor, conectado al ala este. ¿Iríais... a buscar a mi marido...? Así que una zona segura cerca del salón de la nobleza, en la planta tercera, conectando con el Ala Este... quizá esa información fuese útil, sin duda.
Kashya La zona segura que mencionaba se encontraba en la tercera plana, después del salón de la nobleza. Uhm... ¿sería esa la puerta del norte que no exploramos? Si no recordaba mal era la única posibilidad. Lo más interesante, sin embargo, era que aquella cocina conectaba también con el Ala Este, ¿eh? Asentí finalmente con la cabeza tras haber guardado aquellos datos y me acerqué para volver a cerrar las puertas del armario. Seguramente así se sentiría más segura, y quizás lo estuviese. Volvimos al pasillo y señalé la puerta que había en mitad de nuestro lado, la grande. —Nos queda solo esta. Y tras decir aquello, me introduje en la misma.