[III Ciudad] Huacachina (Zona) [FSN]

Jezebel Vólkov
Vida: 100/100.
Zona: Oasis.

Ante la advertencia de Assassin, ambos se habían levantado, alerta.
Su cuerpo se tensó por respuesta, incluso más al notar que el moreno se mantenía junto a ella, alerta.

Sin siquiera tener que hablar en voz alta, el hombre ataviado en la túnica apareció apenas unos metros más allá que las otras figuras que les rodeaban.

—Ya lo decía nani. Para descansar está la muerte —dirigió la vista hacia su servant y frunció el ceño sin apenas darse cuenta.

Estaba bien que no quería seguir empeorando la situación con Joey, pero tampoco era para que la cosa escalara de esa forma. Soltó un pesado suspiro y sus ojos empezaron a seguir el movimiento extraño de... ¿la arena? Trató de enfocar la silueta, pero en la oscuridad apenas era posible. No distinguió al insecto hasta que se mostró frente a ellos e inconscientemente dio un paso hacia atrás, tomando a su amigo por la muñeca y arrastrándolo con ella.

—Caster —Lo llamó con voz queda, como si temiera que un solo sonido fuese a causar una reacción peor del insecto frente a ellos.

El hombre asintió levemente con la cabeza, a la vez que una sonrisa repugnante se formaba en sus labios, y los relámpagos violáceos aparecieron de nuevo, iluminando el desierto.
Violeta. El color de la muerte.

¿Pero la muerte de quién?

El potente hechizo se dirigió hacia el escorpión, arráncandole reflejos a su exoesqueleto y ni siquiera lo rozó.
Primer ataque perdido.

El violeta de su muerte.

 

Joey Wickham
Vida: 80/100
Oasis

Un escorpión gigante, de esos que solo habría esperado ver en las películas de La Momia, se escurrió entre la arena y se irguió regio ante ellos, ondeando su larga y letal cola de forma amenazante. Se topó con sus ojos, pues era una costumbre muy humana buscar ver a los demás a los ojos, y sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Jez reaccionó primera, asiéndolo de la muñeca para alejarlo del alcance del aguijón. Joey se dejó hacer y se detuvo frente a ella, a punto de indicarle a su servant que atacara, cuando fue consciente de que había subestimado la velocidad del animal. Su cola los alcanzó de todos modos, y sintió un dolor punzante perforándole el brazo izquierdo. El ataque fue breve, apenas un instante, y el escorpión volvió a retirarse. Joey presionó la zona herida con su mano contraria y apretó los dientes en un intento vano por canalizar el dolor.

—¡Assassin! —exclamó, desgarrando su garganta.

Pero el animal poseía una velocidad descomunal, casi parecía una bestia mágica que no respondía a las leyes de la naturaleza, y esquivó el ataque de las figuras oscuras. Joey chasqueó la lengua y se reprimió mentalmente. ¿Acaso era estúpido? ¡Claro que esa era una maldita bestia mágica! ¿No había visto su tamaño? ¿No estaban acaso encerrados en una cúpula verde? ¿No tenían bajo su comando espíritus heroicos del pasado?

Era un estúpido. Un gran, gran estúpido.

 

Jezebel Vólkov
Vida: 80/100.
Zona: Oasis.

Todo lo siguiente al ataque fallido de Caster había ocurrido en una tortuosa cámara lenta, el escorpión reaccionando y acertándole un a picadura a Joey, el ataque de Assassin que también había fracasado miserablemente... y la siguiente picadura.
El corazón se le detuvo en el pecho y permaneció congelada durante lo que le pareció una eternidad, con la vista clavada en la herida que el moreno se cubría con la mano, su shock era tanto que cuando sintió el mismo dolor punzante que había sentido él en su propio cuerpo, no fue consciente de que también había sido picada hasta que su reflejo la hizo llevarse la mano a la herida sangrante.

Separó la mano de la pierna, allí donde el maldito bicho había acertado, y al ver el rojo de su propia sangre, que en la oscuridad de la noche seguía contrastando violentamente con lo claro de su piel, empezó a temblar como si estuviera en el ártico. Sin embargo, un solo pensamiento rayó su mente, extraño, delirante...

Si esta cosa nos mata, al menos no tendremos que matarnos entre nosotros.

A pesar del violento temblor que dominaba su cuerpo, una sonrisa inquietante se formó en su rostro.

Pero... ¿No sería más digno morir a manos de nuestros amigos? Morir como Lena, en los brazos de otro.

Caster atendió al segundo pensamiento, no tanto porque fuera el que más se ajustaba a los deseos de su master como por que fuese el que le permitía seguir atacando. La mortífera luz violeta volvió a iluminar el desierto y esta vez alcanzó su objetivo de lleno que volvió a ocultarse bajo la arena.

 

Joey Wickham
Vida: 60/100
Oasis

A pesar de la adrenalina creciente corriendo furiosa por su cuerpo, recibir el aguijón del escorpión esta vez en una de sus piernas lo obligó a tambalearse y caer sobre la rodilla contraria al suelo.

—¡Mierda! —farfulló, apretando los dientes ante el escozor de la nueva herida, y alzó la vista resuelto—. ¡Assassin!

Jez estaba con él. Quería protegerla, no podía permitir que nada le pasara. No tenía tiempo para perder las fuerzas y olvidar cómo moverse. Se incorporó no sin dificultad y tomó a la chica de la mano, asiéndola con algo de brusquedad y empujándola en dirección contraria al escorpión.

—¡Vete! Intentaré distraerlo —exclamó, la determinación y cierto atisbo de ansiedad reverberando en el apuro de su demanda—. Ahora puedes llegar al centro del oasis.

Assassin había vuelto a fallar, y una certeza amarga comenzaba a asentarse en la boca de su estómago. Quizá no pudiera derrotar a ese escorpión, pero estaba seguro que aún tenía tiempo de salvar la vida de Jez. Y haría lo necesario para lograrlo.

 

Jezebel Vólkov
Vida: 80/100
Zona: Oasis.

Sintió el dolor de su herida arrojar un relámpago de dolor a su cerebro cuando Joey tiró de ella, apartándola. Su servant había fallado, de nuevo.
Fue la reacción del moreno el que la salvó de otra picadura del enorme bicho.

¿Que se fuera?

—¿No me escuchaste, idiota? —En su voz había un tono de resentimiento del que no fue siquiera consciente, comenzaba a enfadarse ya no sabía si consigo misma, con el servant de Joey o con todo en general. La situación era un mierda. Su cuerpo seguía temblando, pero aún así estaba ligeramente en mejores condiciones que el moreno—. Si no eres tú o Daichi quien se va a casa, nadie lo hará entonces.

Nadie se irá a casa, ¿no es así?

>>¡Caster! —llamó al servant y este inmediatamente reaccionó, dando en su blanco una vez más. No iba a matar esa cosa de un golpe, pero al menos podía desgastarla, siempre que acertara.

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escribir esto con What's up danger de fondo me puso en un mood extraño (?)

 

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fuck this, no quiero que el rol siga estancado y me tomo la libertad creativa de rolear sin afectar los turnos de la batalla(?)

-is this a golpe de esta-
+SÍ.

btw

Joey Wickham
Vida: 60/100
Oasis

Tick, tack. Tick, tack.

El dolor se esparcía sin piedad, cada vena de su cuerpo comenzando a latir con esa desquiciante insistencia.

Tick, tack. Tick, tack.

¿Estaba nublando su juicio? No estaba seguro. Por momentos, los costados de su visión se tornaban borrosos y los sonidos iban y venían, peligrosamente inconstantes.

Tick, tack. Tick, tack.

Y esa maldita puntada en su cabeza, macerando sus nervios y machacando su compostura.

Tick, tack. Tick, tack.

Caster atacó, en una cadena de sucesos confusa. Las luces violetas parpadearon en el cielo nocturno, recortando sombras afiladas sobre las palmeras, la superficie del agua, el rostro de Jez. Aquellos ojos siempre tan suaves, aquella sonrisa siempre tan dulce, habían desaparecido y dejado en su lugar todo lo que esa guerra podía provocar.

Tick, tack.

Verla y oírla de esa manera fueron suficiente.

Tick, tack.

Y la bomba estalló.

—Dios, ¿por qué mierda eres tan cabeza dura? —bramó, alzando la voz por sobre los ruidos de la batalla.

Se adelantó hasta llegar frente a Jez y la sujetó por los hombros. La arena no parecía absorber su fuerza, el veneno ya no parecía correr por su sangre. Poseía de repente una claridad abrumadora, y quizás apretó con mucha fuerza, y quizá sus ojos se veían muy cansados.

—Prefiero morir antes que dejarte hacer esto. No voy a permitirlo, ¿me oyes? ¡No permitiré que nadie muera! No puedo... ¡No puedo ver a nadie más morir! ¡Ya estoy harto! ¡Estoy cansado! De toda esta mierda de guerra, de mi vida de mierda. Y si aquí termina todo... maldita sea, Jez, sobre mi cadáver perderás la vida, ¿me oyes?

Apretó los labios. Sentía tanta ira, frustración e impotencia dentro como para explotar una y otra, y otra, y otra vez. Su cuerpo no lo soportaría.

La quería consigo, pero la quería a salvo. Quería aferrarse a ella, pero debía alejarla.

—¡Ahora vete! —La empujó lejos del escorpión, en dirección a la orilla del lago—. ¡Vete de aquí!

 

Contenido oculto

Uff me costó encontrar algo como intermedio (?) Vengo para añadirle angst a esto en lo que responde Tarsis.

Jezebel Vólkov
Vida: 80/100.
Zona: Oasis.

Sangre. Rayos violáceos. Gritos.

El escorpión esperando entre la arena.

El firme agarre de Joey en sus hombros, casi haciéndole daño y sus ojos oscuros clavados en ella, agotados, regresándole su reflejo.

El tono que había usado le detuvo el corazón en el pecho.

Morir. Joey muerto.

La terrible imagen del muchacho cubierto de picaduras, de su sangre siendo absorbida por la arena y del enorme escorpión arrastrando su cadáver la golpeó con tanta fuerza que pudo jurar que de no ser por el agarre del moreno, se hubiera desplomado en el suelo.
El empujón que recibió de su parte fue lo que la regresó a la realidad y desató la furia que sentía con toda aquella situación, la ira que nunca antes en su vida había sentido y ahora... ahora no sabía qué hacer con ella.

Sus piernas respondieron por un instante a la orden que estaba recibiendo, porque era lo único que sabía hacer, sin embargo apenas avanzó un par de pasos antes de detenerse. Sentía las picaduras palpitar, ardientes, e incluso así sentía aún más calor dentro de sí misma, aplastándole el pecho y acelerando su respiración, en busca de oxígeno.
Retrocedió, tomó a Joey por la sudadera y levantó su mano, dejándola caer contra el rostro del moreno con suficiente fuerza para que la palma de su mano ardiera. Su brazo cayó junto a su cuerpo, pesado, aunque con la otra mano aún lo mantenía sujeto de la ropa.
Respiraba ruidosamente y su pecho subía y bajaba con una rapidez que a otro le hubiese resultado dolorosa, a través de su melena albina refulgían sus ojos dorados, cristalinos por las lágrimas de enojo que amenazaban con rebasarlos.


—No te atrevas a empujarme nunca más, Joey, ni aunque sea para intentar ayudarme, o Caster tendrá que patearte el culo y créeme que está ansioso por romperle todos los huesos a quién sea. —Frunció el ceño—. ¿Me estás pidiendo que me vaya? ¿Que huya aún sabiendo que puedes morir aquí? ¡¿Quieres que te deje para que mueras para cumplir tu maldito capricho?! ¡¿Es eso?!

Ahora fue ella quien lo empujó, olvidando por completo sus heridas, a la vez que soltaba su sudadera por fin.

>>¡¿Que te deje perderte aquí, como la vez anterior, porque no quieres ver a nadie más morir?! ¡Pues te tengo malas noticias, guapo, vamos a morir lo quieras o no, incluso si mueres para no ver morir a los demás solo uno de nosotros saldrá de aquí! —Estaba furiosa y cada palabra amenazaba con quedársele atorada en la garganta. El inicio de la siguiente frase fue casi un murmuro, un susurro que cargaba con la misma ira que sus gritos—. Deja de ser un bebé, Joey, porque incluso si no estuviéramos aquí la gente muere... La gente va a morir tú les des permiso o no, y creo que lo sabes de sobra. Incluso en otro mundo idílico tendrías que verme morir o yo tendría que verte morir a ti. ¿Crees que puedes solo? ¡Assassin no ha sido más que un lastre últimamente, por eso tengo que mancharme las manos! Eres más idiota de lo que pareces si crees que hacerme atravesar un lago con estas picaduras de mierda es mejor opción que intentar matar esta cosa en conjunto, suponiendo que Assassin siquiera sepa cómo acertar un golpe.

 

Joey Wickham
Vida: 60/100
Oasis

Blanco.

Era blanco el cabello de Jez, alejándose poco a poco. La luz de luna le arrancaba destellos pálidos en su mecer suave, de lado a lado, de lado a lado, de lado a lado. Como un péndulo.

Negro.

De negro estaba pintado el infinito horizonte desértico, apenas iluminado por las estrellas y los ataques de Caster. Negras eran las palmeras, negra se veía la arena. Negro, todo negro frente a sus ojos, luego de recibir la bofetada de Jez.

Había dolido, pero ¿importaba? Volvió la vista cuando la chica comenzó a zamarrearlo de la sudadera, escupiéndole en la cara mucho enojo, muchas verdades y mucho dolor. Una parte de él, seguramente, estaba sorprendida de conocer este costado de Jez. Pero ¿importaba?

Sólo había una cosa importante.

Retrocedió con cierta torpeza cuando Jez lo soltó, y le tomó unos segundos estabilizarse para no caer. Una pequeña mueca ladeó sus labios y se llevó una mano al rostro, corriéndose el cabello hacia atrás. Irse de culo a la arena sería algo vergonzoso, ¿verdad? Sobre todo frente a la chica que le gustaba. Tenía cierta imagen que mantener.

—No lo entenderías. —Su voz se había suavizado, aunque aún permaneciera atado a sus ideas—. Pero ¿importa?

Sacudió la cabeza en respuesta a su propia pregunta y sonrió, acomodándose un poco la sudadera. ¿Que la gente moría, incluso sin su permiso? Mierda, si sabría eso. Su madre jamás le había preguntado a nadie antes de irse. Y su viejo... bueno.

No le dio la oportunidad.

—No lo entiendes, así que no importa —insistió, girando el rostro hacia la batalla frente a ellos—. Sólo debes entender que te quiero, y que no dejaré que algo te pase.

No se atrevió a ver su expresión luego de decir aquello, incluso teniendo el tiempo suficiente para hacerlo. ¿Le avergonzaba? Quizá. ¿Se arrepentía? Un poco. No de decirlo, exactamente, sólo que... mierda, el momento no podía ser menos oportuno, ¿no? ¡Dios, era un idiota! ¡Tenía que aprender a cerrar la boca, para variar!

—D-de cualquier forma... —balbuceó, tropezándose con sus palabras. ¿Y ese calor en su rostro?—, a ver si acabamos con esta cosa de una vez por todas. ¡Assassin, válgame madre! ¡Deja de rascarte el culo y haz algo, por el amor de Dios!

 

Jezebel Volkov
Vida: 80/100.
Lugar: Oasis.

Esa sonrisa, esa maldita sonrisa, por primera vez estuvo al borde de irritarla, sin embargo, inhaló con fuerza a la vez que cerraba en un puño la mano con que lo había abofeteado.
Iba a darle la espalda, pero él giró el rostro y... y soltó la mayor estupidez que podía ocurrírsele, haciendo que la sangre se apresurara a subir a su rostro, enrojeciéndolo con violencia.

¿Que la quería?

El estómago le dio un vuelco, ¿cómo se supone que respondía uno a eso? Sobre todo si ni siquiera le daban tiempo para ello. Aflojó la mano y volvió a respirar ruidosamente, intentando que de alguna forma el color que ardía en su rostro disminuyera.
¿Estaba sonriendo acaso? No lo tenía claro, pero sentía que era así. Por encima del dolor de las picaduras, algo más había empezado a fluir.

—Vamos, Caster —habló por fin—. ¡No pierdas el ritmo ahora!

Y, sorpresivamente, el rayo mortal volvió a alcanzar a su objetivo que al parecer tenía la guardia baja. Si Asssassin lograba acertar los siguientes golpes, quizás, solo quizás, pudieran matar esa cosa antes de que Joey sucumbiera.

 

Joey Wickham
Vida: 60/100
Oasis

Jez no mencionó nada al respecto de su repentina confesión, pero ¡no podía culparla! Menudo momento había elegido. En su lugar, puso a Caster en movimiento y el servant ejecutó un ataque limpio y efectivo contra el escorpión. Joey alzó los puños en el aire, olvidándose momentáneamente del dolor físico, y soltó un grito de victoria.

—¡Así se hace! ¡Ahora ve, Assassin! ¡Demuéstrales de qué estás hecho!

Poco duró su emoción, de todos modos, pues su servant arremetió contra el enemigo en un ataque conjunto bastante chulo y... fue repelido por un simple movimiento del escorpión. Los puños de la victoria de Joey cayeron sobre su cabeza y se agarró los pelos, indignado.

—¡Ah, vamos! ¿Es en serio? ¿Les dejarán todo el trabajo a las damas, jodidos inútiles? ¿Qué les enseñaron en sus casas?

 

Jezebel Vólkov
Vida: 60/100.
Zona: Oasis.

Justo después del ataque fallido de Assassin, el aguijón del enorme bicho volvió a alcanzarla, tomándola desprevenida y le arrancó un grito de dolor, regresándola a la realidad.
Se llevó la mano a la nueva herida y sin siquiera hablar, Caster volvió a lanzarse al ataque pero quizás, la herida que recibió su master lo desconcentró y fracasó miserablemente.

—¿Voy a tener que cargar con dos inútiles ahora? —soltó, evidentemente harta—. A este paso voy a tener que aplastar esta cosa yo misma.