Explícito Antítesis de la ilusión

Tema en 'Relatos' iniciado por The Condesce, 4 Septiembre 2019.

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    The Condesce

    The Condesce Usuario común

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    Escritora
    Título:
    Antítesis de la ilusión
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2595
    Hincados en la cama, sus ojos coincidieron un segundo y el aire se tensó. Liliana desvió la mirada, mordiéndose el labio inferior.

    –Oye, si no quieres…

    –No – lo detuvo abruptamente, y de nuevo, se quedaron estáticos los dos. Ella no volteaba. Él, no podía desviar sus ojos de las pantaletas que se asomaban entre sus muslos, y el impulso de arrancarlas y manosearla vil y descaradamente, de meterle los dedos y tocarla, se volvía difícil de contener. Sabiéndose demasiado obvio, subió la mirada y pasó por su abdomen, hasta que llegó a esos pequeños pechos blandos que se asomaban no alcanzando a llenar por completo el sostén. Tragó saliva.

    –¿Entonces…?

    –Sólo hazlo ya –masticó temblando mientras se recostaba sobre la cama, y cubriendo su rostro enrojecido con las palmas, abrió las piernas, mostrándole las ingles y su intimidad cubierta por la ropa interior a su acompañante. Él se mordió el labio.

    –¿Estás segura? –preguntó una vez más. Ella abrió una mano y por los huecos entre sus dedos se vio un momento el destello de su ojo. Lo miró desde ahí.

    –Si es contigo, sí… –murmuró con una frágil y trémula voz tenue.

    Teseo se bajó los bóxers, mostrando su erección. Liliana lo miró de reojo por los huecos de sus manos, e inmediatamente las cerró, quedando ciega. Le quitó entonces las pantaletas con lentitud, casi con miedo. Ella cerró las piernas, teniendo una rara sensación de vergüenza al ser vista por él así. Teseo sólo quería ver más.

    Le tomó las rodillas con las manos y mientras poco a poco se iba soltando le abrió los muslos.

    Respiró hondo, conteniéndose para no temblar de los nervios. Entonces avanzó más hacia ella hasta tocar con su pene la entrada de su intimidad. Se estremeció y soltó un resoplido. La sensación de la piel de él contra ella se sentía… algo bien. Con su entrepierna ardiendo, el muchacho comenzó a frotarse contra ella. Liliana suspiró. No estaba segura si de ansiedad, o si era porque aquella sensación alienígena y extraña le causaba alguna clase de placer.

    –Voy a hacerlo –murmuró bruscamente, casi tropezando con las palabras. Sólo cerró los ojos con fuerza y asintió con la cabeza, de alguna manera, deseando que se acabara todo pronto para no tener que lidiar más con esa sensación de pánico e incomodidad. Y al mismo tiempo, por algo estaba ahí, ¿no? Amaba a Teseo, ¿no era eso? Amaba a Teseo y era el único con el que quería hacer esto, y pasar el resto de su vida. Desde hacía mucho tiempo aquella era su ilusión y soñaba con él.

    Y fue mientras divagaba todo eso, que de repente él la penetró.

    De una. Sin tacto. La cara se le distorsionó de dolor. Y los ojos se le humedecieron. No pudo evitar soltar un quejido. Ya adentro, Teseo se detuvo para verla y lo notó.

    –Perdón. ¿Te lastimé? –ella negó con la cabeza, aún cubriendo su cara con las manos. No supo ni por qué mintió. Dolía horrible. Se sentía como si la hubieran desgarrado por dentro. Pero era normal, ¿no? Dicen que la primera vez siempre tiene que doler.

    Teseo empezó a moverse, lento, como no hallando cómo. A cada estocada dolía aún más.

    –¿Estás bien? –preguntó al ver la falta de respuesta de su pareja. Ella se removió tantito y el miembro de él se salió. Ambos se movieron un poco buscando el mejor acomodo posible, pero al parecer, tener sexo era mucho más difícil que en las películas y en el porno. Era como si sus cuerpos no se pudieran acoplar.

    –Voy a intentarlo otra vez –anunció, y colocándose encima nuevamente la penetró. Intentó contener un gemido. Está vez, dolió un poco menos que la anterior. Y ese dolor se mezcló con una extraña sensación ajena. Él se comenzó a mover; primero lento para acostumbrarla. Y, joder, se sentía tan bien; húmedo, caliente, estrecho. Le presionaba contra su miembro y eso le enviaba una descarga eléctrica por toda la espina dorsal. Soltó un gruñido. Con cada movimiento suyo ella soltaba un pequeño ruido contenido. Los suspiros de Liliana lo excitaban aún más. Y poco a poco aumentó la velocidad. Lo rodeó por el cuello y se abrazó a su torso. Ahora pudo ver su rostro sonrojado y las muecas de su cara cada que hacía un movimiento.

    El dolor comenzaba a mitigarse, hasta que se volvió casi imperceptible. Aún así la sensación tan ajena le era extraña, y no podría asegurar que se sintiera particularmente mal, o bien. Tal vez si acaso comenzaba a sentirse algo feliz de ser ella con quien él estuviera haciendo eso por primera vez, y tenerlo adentro así, sintiendo su calorcito se volvía grato.

    Y él cada vez aumentaba la velocidad, el colchón comenzaba a sonar un poco y desviarse de su posición original. Ella sentía su cuerpo moverse igual en ese vaivén.. Comenzó a besarle y morderle el cuello, a chupar, dejando marcas que unas horas más tarde se verían moradas. En realidad, Teseo no estaba pensando mucho. No en mucho más que la piel de Liliana mojada en sudor bajo sus manos mientras la sostiene por la cintura para acomodársela mejor y llegar más profundo. No más que en su pene, y no más que es sus pechos que ahora comenzaba a lamer, succionar y morder. Y luego a tocar, con toda la palma de la mano izquierda aprentábdolos y sintiendo su textura, pellizcando entre el pulgar y el índice sus pezones erectos. Y cada vez más fuerte y cada vez más rápido, su torso chocando contra el monte de Venus de ella.

    Y ella sin saber aún qué era eso. Mientras la confundía el hecho de que comenzaba a sentirse algo bien.

    Las últimas estocadas fueron aún más bruscas. Más violentas. Más hasta el fondo. Y se vino adentro.

    Soltó un gruñido y se tumbó todavía encima. Luego se separó y retiró su miembro. El semen comenzó entonces a escurrirse de la vagina de ella mojando la cama.

    –Perdón. ¿Te molesta que haya venido a dentro? –preguntó, acomodándose el cabello.

    –… ya lo hiciste –no sabía ni qué pensar –¿y si me embarazo? ¿Qué hacemos? Te hubieras venido afuera…

    –De todos modos te podrías embarazar –encogió los hombros.

    –Mi papá me va a matar…

    –Nah, no te preocupes. Mi vieja tiene en su cajón pastillas del día siguiente. Te llevo una mañana a la escuela y te la tomas.

    –¿Seguro? –preguntó nerviosa.

    –Seguro –ella le sonrió, cubriéndose el cuerpo desnudo con la colcha.

    –Oye… –él volteaba a la ventana –¿Me quieres? –la miró un segundo. Su pelo negro alborotado, la cobija cubriéndole la mitad de la cara también. Y sonrió. Con esa sonrisa de lado encantadora suya.

    –Claro –le respondió.

    Le dió un beso en el pómulo y se comenzó a vestir.

    –Debo irme. Ya es tarde.

    Esa misma noche Liliana le marcó por teléfono a María José para contarle lo que pasó.






    –Teseo… –le miró con los ojos inquietos una tarde en que ambos yacían acostados y desnudos boca arriba, sudados y mojados en fluidos, después de haberlo hecho otra vez como muchas tardes después de la escuela en vez de hacer tarea los últimos meses. Sólo podía ver su perfil mientras él absorto observaba el techo blanco y sus penes verdes distantes le provocaban la ansiedad de la ausencia –¿Soy tu novia, verdad?

    Teseo le volteó a ver extrañado, como si le hubiera hablado en una lengua muerta e ininteligible. Guardó silencio y Liliana sintió el corazón írsele hasta el estómago y sus entrañas contraerse. Vaciló un poco para entonces contestar:

    –Supongo –a Liliana le bastó tan sólo esto para sonreír y lanzarse a besarle esos labios que se le habían vuelto adicción, sintiéndose la muchacha más feliz de todas.







    –¿Bueno?

    –Hola, oye, ¿Liliana? –era María José.

    –¿Sí? ¿Qué pasó?

    –Dice Fernanda que se acostó con Teseo.







    Hundió su rostro en la libreta de inglés, entre los garabatos caóticos que eran todo menos apuntes. Le dolía la cabeza. Le dolía el pecho. Le dolían los ojos de tanto llorar. Como un golpe sordo, sofocante y perpetuo bajo el esternón. Jamás había sentido cosa así en toda la vida. ¿Por qué? No podía más que ahogarse en la ansiedad. ¿Y qué podía hacer? Si de cualquier modo no había forma de comprobar. Y la idea de preguntarle a él le aterraba. No quería ser tampoco una molestia para él. A Fernanda le gustaba siempre alardear, e inventar cosas. Eso debía ser Teseo y ella eran novios, ¿no es así? Además, se conocían desde niños.. Siempre habían estado juntos. Jugaron juntos; se ensuciaron juntos; se contaron los secretos y las travesuras, y platicaron mil veces sobre cualquier tontería; conocía a su familia y sus papás la adoraban; iba a comer a su casa, y ella a la de él;y pasaban las tardes juntos desde la primaria; la había visto en pijama y sin bañarse y la había visto tragar como chico, y masticar con la boca abiertas. Lo de ellos era especial. ¿No era especial? Además… habían tenido su primera vez juntos.

    Volteó a verlo, en la otra esquina del salón. Se estaba pasando notas con Paola y los dos se reían.

    Pero eso no significaba nada.






    "El número que usted marcó, no sé encuentra disponible, si quiere dejar un mensaje, hable después del tono". Era la décima vez que sonaba la leyenda. Comenzaba a sentirse enferma. Comenzaba a querer vomitar. Teseo la había ignorado todo el día en la escuela. Y ahora, no contestaba el celular. ¿Por qué? ¿Por qué? No podía entender nada de nada y le dolía el pecho. Quería morir.

    Se quedó dormida en la tarde después de llorar.






    La despertó el sonido de alguien tocando la puerta.

    –Hija, es Teseo, ¿lo dejo pasar? –le tomó un segundo sentarse en la cama de golpe y contestarle a su madre que sí. Se escucharon los pasos de ella bajar las escaleras, y los de él, subir. Tocó la puerta. Liliana vaciló un momento antes de abrirle

    –Disculpa. Hoy no fue un buen día… –apoyó su cabeza en su hombro. Ella le acarició el cabello y sonrió. Todo estaba bien… todo estaba bien.

    Entonces él comenzó a besarla. Primero lento, suave, luego, devorándole la boca. A pasos torpes poco a poco avanzaron hasta la cama, donde tumbó a Liliana para empezar a desnudarla. Era más fácil porque ella no estaba usando sostén. Y estrujó sus senos con las manos y pasó sus temas y sus palmas por toda su piel dejándola erizada a su paso; le agarró las nalgas; le acarició por encima de la ropa interior los labios y el clítoris. Le quitó hasta la última prenda y empezó un camino de y camino de besos hambrientos, de mordidas y de saliva, llegando hasta su intimidad. Ella suspiró al sentir los labios de él, contra los labios entre sus piernas. Su lengua caliente mojándolo todo. Su boca succionar.

    Todo estaba bien.

    Y cuando la tuvo lo suficientemente mojada, tuvieron sexo una vez más.

    Ella ni podía evitar hacer ruido mientras la embestía, así que le tapó la boca con la mano y le digo

    –Shhh, tu madre nos va a escuchar –no le quitó la mano hasta acabar, a pesar de que a medida que aumentaba el ritmo y la fuerza ella quería gritar más.

    Terminó en el condón y poco después se marchó.

    Todo estaba bien.






    Lunes. Al salir de clases decidió pasar por unos libros a la biblioteca. Atravesó la el patio cívico de la escuela, y luego las canchas de básquet. Después, el segundo edificio. Ese más chiquito en el que se tomaban las clases de taller. Ahí, antes de llegar, había un caminito entre los árboles que se bifurcaba hacia la biblioteca, y a la cancha de fútbol.

    En una de las bancas de las laderas estaba Teseo.

    Besándose con Karina.

    Cuando su mirada se encontró con la de Liliana palideció.

    El mundo pareció detenerse y avanzar lento, tortuosamente lento. Sintió que no era más ella. Sintió que no había nada dentro de su pecho, y que había perdido todas las entrañas. Sintió que era huesos. Huesos de plomo, huecos por dentro. Y sin saber qué hacer, o decir, caminó hasta la biblioteca.

    Entonces la expresión "muerta por dentro", por primera vez en sus casi 15 años, tuvo sentido.

    Teseo, primero estático, decidió pararse de la banca y fue a perseguirla. La tomó del hombro y ella volteó. La miró, con esos ojos opacos y vacíos. Él hizo una mueca de remordimiento.

    –Hey, oye…

    –¿Qué? –contestó con una voz que ya no fue dulce, como la voz que le dirigía siempre. Que ya no fue frágil y tierna, como cuando se la estaba cogiendo. Con una voz áspera, seca, como pasto amarillo de invierno. Teseo retrocedió un paso.

    –No te lo vayas a tomar a mal, ¿sí? –ella no respondió.

    –¿No era tu novia?

    –No lo sé… digo, sí… en realidad no sé por qué te dije que sí…

    –¿No me quieres? –le preguntó, con la voz ahora quebrada, y los ojos apunto de desbordarse de lágrimas. Teseo se rascó la nuca nervioso.

    –Sí te quiero –respondió. Ella lo miró furiosa –¡Eres mi mejor amiga! Siempre lo has sido

    –… ¿Mejor amiga?

    –Sí, ya sabes, Lili. Lo habíamos decidido en cuarto de primaria, ¿no? Sellamos el pacto con saliva –se lamió la palma y la extendió frente a ella –¿Lo recuerdas? –ella rompió a llorar –Hey, no llores por favor –sólo logró que llorara más fuerte.

    –¿Sólo eso? ¿Sólo soy tu amiga?¿No me amas? –balbuceó. Entre los llantos, Teseo apenas le pudo entender

    –Hey... yo te adoro, ¿sí?

    –Pero no me amas…

    –No sé qué idea tengas tú por amar.

    –Querer a alguien con todo tu ser, y pasar el resto de tu vida con esa persona más especial a todas las demás…

    –Wow, aguanta ahí. ¿Para qué? ¿No nos la pasamos muy bien? Viendo películas y comiendo palomitas, cogiendo… ¿no es genial? ¿Para qué necesitamos algo más?

    –… ¿Cogiendo…?

    –Pues… sí –él se encogió de hombros.

    –Teseo yo estaba haciendo el amor…

    Nadie dijo nada por un rato. Teseo la miró como si nunca la hubiera visto antes.

    –Pues… ese es tu problema, no mío.






    Los días se tacharon en el calendario del salón principal. Cada lunes se dijeron nuevas efemérides. La secundaria se acabó, tan pronto como empezó. Los niños ya no eran niños, o al menos, eso creían de sí mismos. Liliana entró a una preparatoria diferente.

    Nunca volvieron a hablar.

    Y no hubo hormigueros ahogados con la manguera, ni guerras de globos de agua, ni escarabajos volteados boca arriba, ni pasteles de lodo, ni tardes leyendo, ni series de acción, que lo pudieran evitar.








    _________________________________________________________________________
    Nota: este es un intento, que al final quedó muy dramático en el sentido no tan bueno de la palabra, de escribir lo que sería una verdadera primera vez. No tanto como suele escribirse en fanfics, o en historias de amor... los personajes de hecho son parte de una historia mental que lleva algunos meses rondándome la cabeza, pero no es ni de cerca el punto principal de la historia. Tal vez algún día escriba más cosas. Especialmente de Teseo, porque aquí procuré mantener lo más impersonal posible la narración desde su perspectiva. Por otro lado también me interesaba un poco mostrar los roles de género impuestos que son un poco... dañinos. Y de alguna manera, la inconsciencia y falta de empatía total de los hombres para muchas cosas, y de particularmente, los muchachos.
     
    Última edición: 4 Septiembre 2019
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    El verdadero problema está, en que esperamos mucho más de lo que pueden darnos. Asumimos, que como nos damos por completo, la otra persona lo hará igual, y lastimosamente, esto no funciona así. No es algo automático, y no todos tienen tu mismo corazón.

    Me ha encantado, incluso la narración. Ese momento torpe, vergonzoso, en el que realidad no sabes cómo será o qué esperar. Me ha encantado leerte.
     
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