One-shot Savior [Rachel&Katrina AU]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Hygge, 16 Julio 2019.

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    Hygge

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    Título:
    Savior [Rachel&Katrina AU]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
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    Aquí casual, compensando los días con esta... cosa soft y fluffy que me salió. Yáahl ya pasaron los 84 años uwu/ (?)








    Su corazón golpeaba con fuerza su pecho a medida que descendía por las escaleras mecánicas, y un suspiro se escapó de sus labios, fundiéndose con el insistente murmullo de la multitud. Con la mirada clavada en los pies y las manos aferrando su bolso con fuerza, soltó una exclamación ahogada al percatarse de que alguien tocaba su hombro y le pedía sin mucho tacto que se hiciese a un lado, bajando a toda prisa por las escaleras, a pesar de que estas se movían solas. Rachel abrió los ojos al percatarse, tarde, del porqué las personas que bajaban al metro se colocaban a un lado, dejando el otro espacio libre para quienes tenían más prisa. Sus mejillas se tornaron rojizas mientras se hacía un lado con cierta torpeza, avergonzada a más no poder al sentir las miradas extrañas posadas sobre ella. Farfulló un diminuto "perdón" que dudó que fuese escuchado y bajó la mirada una vez más, donde nadie pudiera observarla.

    Le apenaba admitirlo en voz alta, pero aquella era la primera vez que Rachel Gardner tomaba el metro sola. Ella, acostumbrada a las ciudades pequeñas, se sentía una ínfima gota de agua en un océano inmenso de personas congregadas en la gran ciudad a la que había acabado mudándose para continuar sus estudios universitarios. Y ahora que debía regresar a casa, y los autobuses no funcionaban por un paro general, se veía en la obligación de optar por aquella nueva optativa que se le hacía todo un mundo para la joven rubia.

    Cuando las escaleras llegaron a su fin y tuvo que hacerse a un lado antes de continuar caminando, sus manos temblorosas se aferraron a su teléfono, mientras buscaba los itinerarios y los trenes disponibles hasta hallar al que debía dirigirse ahora. Apretó los labios, desorientada y atemorizada, alzando la cabeza para intentar ver por encima de las personas que no dejaban de pasar por su lado, intentando ponerse de puntillas. Por suerte su tren se encontraba cerca de las escaleras, y no tardó en situarse frente al andén, observando repetidas veces el horario de llegada para no perder detalle.

    —Al menos ya estoy aquí... —murmuró para sí misma, echando un vistazo a las personas que parecían aguardar en la misma estación, buscando entretenimiento para calmar su malestar.

    Desde una señora mayor que parecía cargar con innumerables bolsas de la compra, pasando por edades de lo más variadas, hasta jóvenes con el cabello de un color particular, como el de una chica de cabello oscuro y mechas rojizas que parecía teclear un par de mensajes en su teléfono, distraída. Rachel no pudo evitar posar su mirada en ella y en su cabello, quizás por demasiado tiempo, suficiente para que la dueña de este alzase la mirada y la descubriese observándola. La joven rubia sintió sus mejillas enrojecer y desvió rápidamente la mirada a sus pies, apretando el agarre de su bolso.

    De un momento a otro, sin embargo, notó cómo un muchacho algo mayor que ella caminaba en su dirección, probablemente aguardando al igual que ella, pero grande fue su sorpresa al ver que se detenía justo frente a ella. Rachel posó sus orbes azules en él, tensa.

    ¿Por qué... Por qué sonreía tanto? ¿La conocía, quizás?

    —¿Qué hay, rubita? ¿Qué hace una chica como tú sola por un sitio como este? —inquirió con cierto interés, colocando su brazo en la señal del metro en la que Rachel se encontraba apoyada, arrinconándola en cierta medida contra ella. Su sonrisa ladina casi parecía mostrar los dientes de un lobo que había encontrado su presa perfecta.

    —Uh... D-Disculpa, ¿nos conocemos? —titubeó, incómoda, apretando los labios sin ser capaz de sostenerle la mirada. Su cuerpo se encogió sobre sí, sintiéndose cada vez más pequeña en comparación con la sombra que le tapaba frente a ella.

    —No he tenido el placer, pero eso se puede cambiar ahora mismo, ¿no crees? —insistió al notar cómo se removía en el lugar, acortando distancias con total descaro. Su mano libre comenzó a jugar con los mechones de cabello rubio que descendían sobre sus hombros, sin borrar aquella estúpida sonrisa de sus labios.

    —L-Lo siento, pero yo no... Yo... —quiso hacerse a un lado, empujarle y seguir su camino, pero la fuerza había abandonado su cuerpo dejando paso únicamente al más profundo temor. Su corazón comenzó a latir con fuerza contra su pecho al escuchar el rechinar de las vías del tren avisar de su llegada, sintiendo la corriente de aire provocada por el movimiento de este mecer su cabello con fuerza. Aprovechó aquel instante para apretar los puños y alzar la voz—. Ese es mi tren, debo irme ya.

    Pero aquel joven no parecía haberla oído, o si lo había hecho no tenía intenciones de dejarla ir. Su mano dejó de jugar con los mechones de cabello para posarse en su mejilla, haciendo que Rachel diera un brinco del susto, sus ojos abriéndose de par en par fijos en él.

    —Me temo que vas a tener que esperar un par de paradas más, ¿no te importa? —claro que importaba, pero no era como si le estuviese dejando opción. Aquella joven se mostraba ante sus ojos como un conejito indefenso y ahora que la tenía entre sus garras no iba a permitir que se escapase tan fácilmente. Acercó su rostro hacia su oído, haciendo que la joven se estremeciese y un escalofrío recorriese su espalda—. ¿Qué te parece si vamos a otro lugar para conocernos mejor?

    Pero cuando empezaba a sentir sus orbes cargados de lágrimas y el nudo en su garganta impedirle respirar con normalidad, pudo notar un destello rojizo acercarse, su mundo parpadeando a su alrededor, para dejar de sentir la presión de aquel extraño frente a ella. Al abrir los ojos pudo ver cómo aquella joven de cabello oscuro había apartado al joven de un fuerte tirón de su camisa, encarándole con severidad en la mirada, usando su cuerpo para protegerla tras su espalda mientras aferraba su mano con fuerza.

    —Te ha dicho que la dejes en paz, ¿no la has oído, idiota? —bufó con hastío. Aquellos tipos la enfermaban, aprovechándose de jóvenes indefensas como la que se encontraba protegiendo tras su espalda como si fueran superiores a ellas—. Lárgate ahora mismo si no quieres que se compliquen las cosas para ti.

    —Oh, rubita, no me habías dicho que tenías compañía —comentó, sarcástico, ladeando la cabeza para encontrarse con la mirada asustada de Rachel. Se irguió para volverse hacia su nueva interlocutora sin dejar de sonreír, y la joven de cabello corto sintió deseos de arrancársela de un golpe—. Ya nos veremos, cuando no haya zorras alrededor que nos corten la diversión.

    Se abrió paso golpeando su hombro con brusquedad, pero la joven optó por evitar seguirle el juego, siguiéndole con la mirada hasta perderlo de vista. Se volvió hacia la menor, frunciendo el ceño cuando sus miradas se encontraron, totalmente dispuesta a soltar un comentario acertado acerca de si nunca le habían enseñado a no hablar con extraños. Pero al encontrarse aquellos profundos orbes azules con un brillo de temor incrustado en ellos, algo dentro de sí misma se removió y decidió callar, desviando la mirada.

    Otra vez el mismo impulso que la había empujado a levantarse de su asiento y acabar con aquel escenario que nada tenía que ver con ella.

    —¿Estás sola? —fue lo primero que atinó a decir al notar su mano temblar aún aferrada a la suya, conteniendo las ganas de romper en llanto. Quizás fue eso lo que la animó a no soltarla, como si del solo hecho de hacerlo significase que acabaría fracturándose en mil pedazos como una muñeca de porcelana desprotegida.

    Rachel asintió, agachando la mirada.

    —¿Quieres que te lleve con el guarda de seguridad? —preguntó de nuevo, guardando la calma. Sabía que no era ninguna cría como para llevarla con el encargado de seguridad, pero después de una crisis así y sabiendo que aquel hombre podría seguir rondando por el metro, quizás la joven estaría en mejores manos que con una extraña como ella.

    Pero esta vez, para su sorpresa, negó con la cabeza con timidez. La mayor alzó una ceja.

    —¿Quieres quedarte conmigo hasta que venga el próximo tren? —suspiró, percatándose de que, en efecto, el tiempo que aquel estúpido les había robado les había costado el viaje en tren.

    En efecto, Rachel asintió muy débilmente, con las mejillas enrojecidas y los labios apretados, al estar obligando a aquella amable joven a permanecer con ella de forma egoísta cuando debía tener otras cosas que atender. Y a pesar de que a la mayor no solía gustarle acercarse demasiado a otras personas, había algo en aquella chica que le impedía abandonarla a su suerte. Permaneció unos segundos observando su cabellera rubia, tan larga y brillante como solía tenerla años atrás, antes de que decidiese cambiar de aspecto, y algo en ella misma pareció reflejarse en su propia persona.

    Apretó con suavidad su mano, asegurándole con aquel gesto que todo había pasado, y le mostró una pequeña sonrisa, nacida de algún lugar de su persona.

    —De acuerdo, me quedaré contigo hasta entonces. Después de todo tomaremos el mismo tren —suspiró la mayor, alzando la cabeza para saber cuándo pasaría el siguiente. Parece que la noche caería antes de que pudiese regresar a casa. Se volvió hacia su nueva acompañante, tirando de ella con suavidad hacia uno de los asientos—. Ven, siéntate un rato. Parece que tus piernas van a dejar de responder de un momento a otro.

    Rachel no opuso resistencia y la siguió, tomando asiento a su lado de forma mecánica, sintiendo su cuerpo aún tensarse del solo recuerdo de lo que acababa de suceder. Sin embargo, logró alzar la mirada al fin, sosteniendo la de su acompañante y fijándose por primera vez en sus hermosos ojos heterocromos. Nunca había visto algo igual.

    —Lo... Lo siento mucho. Por hacerte perder el tren y eso...

    —No ha sido culpa tuya. En todo caso es mi responsabilidad haber decidido acercarme. No es ningún... —la joven notó cómo Rachel se inclinaba hacia ella, sin dejar de observar sus orbes con insistencia, y frunció el ceño ante el comportamiento de la chica—. ¿Sucede algo?

    —Tus ojos... ¡Son de dos colores distintos! —colocó su mano libre sobre su propio regazo, inclinándose para poder verlos mejor. Pronto reparó en la incomodidad de la chica y se alejó de inmediato, sonriendo con cierto nerviosismo—. Perdona por reaccionar de esa forma, jamás conocí a nadie así. Son... son muy bonitos.

    —Eh... Gracias, supongo —murmuró la mayor, abrumada por el calor instalándose esta vez en su rostro ante la expresión emocionada que reflejaba aquella joven. Nunca nadie había reaccionado así ante sus ojos—. Los heredé de mi madre, somos muy parecidas en ese y otros sentidos —detuvo por un instante la charla, reparando en un detalle que parecía haberse escapado entre sus dedos—. Me llamo Katrina, por cierto. ¿Y tú eres?

    —R-Rachel... Mi nombre es Rachel. Encantada de conocerte —respondió, dibujando la sonrisa más sincera que pudo formar en sus labios—. Gracias por salvarme hoy, Katrina.

    Katrina le sostuvo la mirada desde su lugar, absorta en la luz que aquella jovencita parecía desprender por cada poro de su ser, y por un instante se olvidó de responderle.

    —No ha sido nada... —dejó salir con calma de sus labios, clavando sus orbes heterocromos en el techo, iluminada bajo la luz de los focos—. Es un gusto, Rachel.

    Ninguna de las dos pareció reparar en que sus manos seguían aún entrelazadas, sin ninguna intención de ser separadas de la otra por el momento.


    ***

    —¿Estás bien? ¿Te sientes mareada?

    —No, no. Es solo que... —su voz apenas salía de sus labios, temerosa—. Nunca he montado en uno y estoy algo nerviosa.

    Katrina no pudo evitar soltar una pequeña risa, abriéndose paso entre la multitud que se aglomeraba a las puertas del transporte sin alejar a la menor de su lado, como si separar la vista de ella unos segundos significase que la perdería para siempre.

    —Es muy parecido a un autobús, tranquila. No me alejaré de todas formas.

    Se ahorró cualquier comentario acerca de cómo nunca había montado en un lugar como aquel, cuando para ella era uno de sus transportes más frecuentes. Por su comportamiento y por su aspecto no parecía frecuentar aquellas zonas, ni siquiera parecía acostumbrada a las grandes multitudes. Su aspecto delicado y sumiso la empujaba a querer protegerla, a pesar de que no eran más que dos personas que acababan de conocerse por accidente.

    Katrina condujo a su acompañante hacia los asientos más cercanos, adelantándose al resto de la multitud, y colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja observando cómo las puertas se cerraban tras unos segundos de espera. Dirigió su atención hacia Rachel, quien no parecía despegar la mirada del suelo, notando cómo apretaba aún más el agarre cuando el tren empezó a moverse a toda velocidad.

    —Rachel, mírame.

    La aludida alzó la cabeza, obediente, sosteniendo de nuevo aquellos orbes dispares que lograban distraerla del movimiento a su alrededor.

    —Todo está bien, ¿lo ves? —intentó tranquilizarla, haciéndole ver que a pesar de que tras las ventanas apenas pudiese ver lo que sucedía, en su interior todo transcurría con normalidad—. Puedes estar tranquila.

    —U-uhm... —asintió débilmente, acurrucándose en su lugar mientras cerraba los ojos y respiraba hondo repetidas veces. Cuando creyó que había sido suficiente volvió abrirlos, y suspiró.

    —¿Mejor?

    —Eso creo... —no parecía demasiado convenida de sus palabras, pero era normal en su estado actual.

    Katrina imitó sus pasos, cerrando los ojos durante unos instantes al sentir los párpados cansados, e inconscientemente una parte de sí misma hizo que comenzase a tararear aquella dulce nana que su madre le cantaba cuando no podía dormir o se encontraba estresada. Como si sintiese que aquello era lo que mejor podría ayudar a la joven a su lado a calmarse, a pesar de que se trataba de algo personal para ella. Así, dejó escapar de entre sus labios la suave melodía, reparando en el peso que pronto sintió sobre su hombro. Abrió los ojos, sin dejar de tararear, para encontrarse con la mirada somnolienta de Rachel observándola desde su lugar, fascinada.

    —Es una canción muy bonita... —susurró, permitiéndose ocupar su espacio personal de aquella forma, dejándose de llevar. Al no recibir ningún rechazo de la mayor, supuso que todo estaría bien. Lentamente el sueño pareció vencerla, y su cuerpo al fin comenzó a relajarse, dejando atrás el temor que aquel viaje le producía.

    En otra ocasión Katrina quizás se hubiese sentido abrumada ante la proximidad de la joven, pero la calidez que su cuerpo le proporcionaba la hacía sentir cómoda, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no caer dormida junto a su acompañante, quien no pudo resistir más el vaivén de emociones que había vivido aquel día.

    ...

    Katrina no habría querido que aquel remanso de paz acabase nunca, ni tener que despertar a la joven que dormía plácidamente sobre su hombro, con una hermosa sonrisa en su rostro. Pero la parada que Rachel le había indicado que debía tomar era la próxima, y no deseaba que la perdiese. Con suavidad se apartó de su cuerpo, una parte de sí misma habiéndose acostumbrado ya a su calidez y no deseando desprenderse de ella, tocando su hombro varias veces. Lentamente Rachel pareció despertar de su sueño, irguiéndose con esfuerzo para dirigirle una sonrisa apenada que arrancó una breve risa de Katrina.

    —Ya hemos llegado, bella durmiente.

    —¿Cuántas veces más pretendes salvarme en el día de hoy, Katrina? —se permitió reír con ella, levantándose con cuidado de su asiento para sujetarse a la barra de metal, evitando así caerse de bruces durante el frenazo del tren. Mordió su labio inferior al volver su vista hacia ella, siendo consciente de que su recorrido había llegado a su fin, y era probable que no volviesen a verse más. Se volvió hacia ella, dirigiéndole una sonrisa de ojos cerrados—. Gracias, muchas gracias por todo. Eres una buena persona.

    —Digamos que solo tuviste suerte —restó importancia la mayor, desviando la mirada hacia las personas que se congregaban al otro lado de las puertas, sin reparar en el papel que Rachel parecía estar escribiendo—. Estabas en el lugar adecuado en el momento adecuado.

    —No digas eso, anda —bufó Rachel, haciendo un pequeño mohín. Cuando las puertas se abrieron a sus espaldas se llevó un mechón de su cabello rubio tras la oreja y con un delicado movimiento se inclinó hacia Katrina, depositando un pequeño beso sobre su frente a modo de agradecimiento. Se separó de ella con rapidez, las mejillas ligeramente enrojecidas, y sacudió su mano por última vez—. Hasta otra, Kat.

    Katrina acabó corriendo su misma suerte, y pronto el calor se le subió al rostro con violencia al escuchar el apodo que tan solo oía de labios de su madre, sintiéndolo muy afectuoso para ella. Permaneció absorta observando la cabellera rubia de la joven alejarse hasta perderse entre la multitud, su corazón removiéndose en su interior sin comprender la razón, hasta que al girarse en su lugar reparó en una pequeña nota de papel que se encontraba en el asiento que había pertenecido a Rachel segundos atrás.

    Abrió los ojos al descubrir que se trataba de su número de teléfono, y al mirar por la ventana pudo verla entre la multitud, sonriendo por última vez. Sus labios se movieron solos, articulando palabras que esperaba que llegasen hasta ella.

    —Hasta pronto, Rach.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    QUÉ ES ESTO TAN SOFT, OH GOD SEND HELP.

    MIS BEBÉS OANSDASHSKDBAKSAJ.

    Mujer, esto es hermoso :c y otra vez AAAAAA. Es que dios, solo me faltaron palomitas como a ti xDDD y de nuevo, es que Kat is like so pure. Puedo imaginarla texteando, hasta que ve como el cerdo este se acerca a tu bebé y entra en rage mode, hasta veo la escena como en cámara lenta. Kat guardando el móvil, tomando al tipo de la camisa y prácticamente tirándolo lejos de la pobre Rachel, defendiéndola como perro rabioso usando su propio cuerpo para poner distancia, sosteniéndole la mano bc así es ella.
    Honestamente, yo estaba esperando que se agarraran a golpes solo por los loles (?) Kat armando la bronca en el metro porque alguien se acercó a Rach, ¿te lo imaginas? Porque yo sí :v

    Y CUANDO RACH SE EMOCIONA PORQUE VE QUE TIENE LOS OJOS DE DIFERENTE COLOR, LLORO. Fue precioso, porque es una reacción tan hermosa, tan infantil y tan genuina, que a pesar de la incomodidad que pudo sentir Kat, sé que si Rach no se daba cuenta de eso y seguía mirándola, ella le hubiera dedicado esa sonrisa que uno le dedica a los niños pequeños cuando te generan la más pura ternura.
    Como dijiste, siempre esas vibes de experta-novata que valen para todo, PERO PARA TODO.
    Con todo y el terrible edge que se maneja esta mujer, que vive encabronada, siempre tira todo por la borda si se trata de Rachel, si tiene que defenderla, cuidarla o solo estar ahí, lo hará porque hay algo en ella que provoca que se comporte así, aunque rompa toda su máscara. Hasta iba a conversarle de su mamá, que es lo que más adora Kat en el maldito mundo, así a lo random. Mi korason omg.

    Encima la cutie le deja su número cuando baja del tren. Estoy fucking llorando, es hermosa.
    Ahora voy a tener que aventarme un fic de Katrina llamándola para verse uwuwuwuw y que sean ultra gays juntas (?) Aw, es que me las imagino como yendo por un café o algo así super soft, y Rachel toda tímida por estar con Kat y tratando de no verle el cabello teñido o los ojos a cada rato porque le llaman la atención. AYÚDAME, ANDY, NO PUEDO CON MI VIDA.

    No sé si a ti te pasa, pero cuando escribo de estas dos ya estoy como tan habituada a su mecánica que, a pesar de que Rach sea tu personaje, siento que puedo manejarla como si fuera mi hija (?) Es como tan raro xDD pero me encanta.

    Gracias por tanto. (?)
    Estos fics me hacen recuperar las ganas de vivir aunque tenga que hacer un examen de recuperación mañana.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Esto demuestra la teoría de que Rach y Kat son soulmates y da igual el universo, están destinadas a encontrarse y a enamorarse, sin importar como. Y eso me parece jodidamente hermoso, la verdad.

    Me siento identificada con Rachel confusa en el metro sin saber que hacer porque nunca lo había tomado, tbh, me pasa lo mismo cuando tengo que cambiar de rutina. Y encima la pobre tiene que encontrarse con un subnormal que prácticamente la acosa y, en serio, ¿nadie hace nada? la gente es estúpida aksdna however, ahí está Katrina para salvar el día y aaaa, todo después es tan soft, ellas son tan softs.

    Mira, Rach dándole su número así tan descarada ella. Muy bien, rubia, has aprendido a ligar (?) No pero en serio, me encanta, seguro que luego hablan un montón por teléfono y eso me pone super soft. Imagina que Kat presiente cada vez que Rach está en peligro y la llama para comprobar que, efectivamente, algo le pasa y siempre la está salvando. Mira lloro.

    Amé esto. No suelo leer cosas tan largas, pero en serio, estas dos me parecen muy tiernas y estoy disfrutando un montón cada uno de los escritos que estáis haciendo de ellas, es que se me pasan super rápidos y en nada me los acabo, y conseguir eso es un logro, la verdad. So yeah, felicidades y por supuesto, sigue así <3
     
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