Tema en 'Habitaciones' iniciado por Insane, 17 Mayo 2019.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Esta habitación a diferencia del resto pareciese que, estuviese hecha completamente de diamante, en cada tramo, en cada trazo tras los gruesos vidrios que cubren el mármol del suelo. La cama es bastante alta, y los cuadros que la adornan son tremendamente ostentosos.

    Su aroma está ambientado entre el limón y la mora, siendo agradable su combinación en lo que respecta al sentido del olfato.

    ¿Qué posee esta habitación?

    1 cama de agua, de tamaño mediano.
    1 baño grande, con tina y ducha por aparte.
    1 mesa mediana con dulces, pizza y bebidas.
    1 ventanal que es cubierto con grandes cortinas. Por éste se ve los juegos de apuestas en el parque de diversiones.

    1 Noche en wonderland.

    Asignada a Shade Maccarty.
    Asignada a Aimi Shiotani.

     
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    Tarsis

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    Shade Mcartty.

    Vio la puerta cerrarse detrás de sí en el momento que los guardias lo empujaron adentro. Se permitió unos minutos de observación... el cuarto era simplemente impresionante. La verdad es que aquello le tomaba por sorpresa, había esperado que lo llevaran a una celda húmeda y oscura, o a algo insalubre e incómodo, pero...

    Se lanzó sobre la cama de agua, sintiendo como el colchón se movía y se ajustaba a la forma de su cuerpo bajo de sí.

    Esto no se lo esperaba.

    Y no iba a quejarse. Respiró profundo, inhalando ese rico aroma que le hacía la boca agua. Era como estar en el paraíso luego de horas siendo carreado como un animal de un lado a otro esposado. Un televisor, o la laptop y podría pasar por un hotel 5 estrellas.

    Cerró los ojos disfrutando de la sensación del agua bajo el plástico, quizás la alegría le durara muy poco.
     
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    Aimi Shiotani~

    Se adentró en la habitación arrastrando sus pies. Mantenía sus manos entrelazadas pegadas a su pecho mientras jugueteaba con sus dedos. Se encontraba algo nerviosa y se temía que pudiese haberle tocado alguien violento como compañero, pues las palabras de Agnes le habían incitado a pensar en aquello. La decoración del lugar le pareció realmente curiosa y hasta cuidada. No pensó que llegase a tener la oportunidad de dormir en semejante lugar, con comida, aseos y una cama. Una cama… que parecía ocupada.

    Se acercó con cuidado a la mesa, evitando mirar al chico que yacía allí, tumbado y con los ojos cerrados. Reconoció que era uno de los muchachos que se encontraban a su lado la última vez, y no tenía ni idea de si era buena idea saludarle o no. Así que por ahora iba a ignorar su presencia. Quizá quería dormir, y ella no iba a molestarlo ni buscarse problemas nada más entrar.

    La boca se le hizo agua en cuanto vio la cantidad de comida deliciosa que había posada sobre la mesa, sobre todo dulces de diferentes tipos. Le sorprendió tener semejantes manjares frente a sí, ya en la oficina de Agnes se había hecho a la idea que jamás iba a volver a comer un dulce en su vida. Y aquí se mostraba, frente a ella, distintas opciones para degustar por sí misma. Prefirió ir primero a por un trozo de pizza para comenzar a alimentar su hambriento estómago, dándole también un buen trago a una de las bebidas allí presentes. Ya sin poder esperar mucho más agarró el primer pastelillo que vio y le dio un gran mordisco, saboreando lo más que pudo su dulce y delicado sabor, con una textura esponjosa y suave.

    Quizá no era un buen momento para quedarse allí parada, en calma, disfrutando de un sabor que simples combinaciones de ingredientes podían crear, pero sin duda alguna era mucho mejor que ponerse a pensar una y otra vez en todas las cosas desagradables y dolorosas que había presenciado en tan corto plazo.
     
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    Tarsis

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    Shade Mcartty.

    —¡NO TE COMAS MIS DULCES! —gritó en cuanto abrió los ojos y la primera imagen frente así era la de una niña con todos sus dulces en las manos. Su cuerpo se levantó como un resorte quitándoselos todos de las manos—. Cómete las pizzas si quieres, todo lo que sean caramelos y dulces son míos —gruñó mientras volvía a colocarlos todos en la mesa y se llevaba un rico caramelo de uva a la boca.

    Quiso ronronear de placer, cuanto había extrañado esas horas sin el torrente adecuado de azúcar en su sangre. Se permitió darle una segunda mirada a la niña. Y literalmente era una niña. ¿Doce años quizás? Divagó un poco, mientras abría la puerta que le había faltado revisar. Había caído directo en la cama y no había notado el lujo que tenía a dos pasos de distancia. Una resplandeciente tina y una ducha. No lo pensó dos veces y se comenzó a desnudar sin molestarse siquiera en cerrar la puerta.
     
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    Aimi Shiotani~

    Dejó de masticar en cuanto escuchó de repente la voz del rubio, mirándolo con los ojos bien abiertos de la sorpresa. ¡Le había dado un buen susto hablando así de fuerte! Con clara molestia vio cómo le quitaba los dulces que tenía consigo y los alejó de ella, y se cruzó de brazos mientras él se comía uno de los caramelos que había allí. Le tocó estar con un muchacho bien egoísta, ¡ella también quería dulces, podían compartirlos!

    Por el momento prefirió no decirle nada, simplemente agarró su vaso de refresco y un trozo de la pizza y fue a sentarse en la esquina de la cama, observando sus movimientos mientras comía en silencio. Recordó que aquel muchacho era el que se sentaba junto a la muchacha que… que perdió su ojo.

    Recordar aquello hizo que no pudiese darle otro bocado a la pizza, así que se dirigió nuevamente a la mesa bebiendo el resto del contenido de su vaso y dejando el trozo a un lado. De soslayo vio cómo Shade estaba en el baño y aprovechó aquel momento para llevarse unos poquitos caramelos a uno de sus bolsillos. ¡Mira que tratar así a alguien menor que él! No se iba a quedar sin dulces.

    —¡Pero bueno! ¿Tú para qué crees que están las puertas? —Exclamó sonrojándose mientras se tapaba los ojos, eso sí que no se lo vio venir, se estaba desnudando sin sentir la más mínima vergüenza—. Charlie, por dios, esto no es la fábrica de chocolate, no me interesa ver tu bastón de caramelo. ¡Ciérrala!

    Se dio la vuelta y se dirigió a la ventana, abriendo levemente las cortinas y mirando el exterior, suspirando. El calor no se iba de sus mejillas, y su molestia por la forma en la que fue tratada tampoco. ¿Al menos respetaría su propia intimidad cuando quisiese ducharse? Esperaba que sí.
     
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    Tarsis

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    Shade Mcartty.

    Shade la observó con indiferencia, mientras dejaba caer la última prenda de ropa al suelo y metía su cuerpo en la tina de agua tibia. Suspiró de placer, ignorando por completo la voz de la infante. ¿Por qué siempre tenía la mala suerte de compartir espacio con personas con el tono de voz tan aniñado? Se recostó de los bordes de la bañera mientras observaba la vista a través de la ventana que la niña acababa de abrir.

    Un parque de diversiones.

    Qué irónico. El pitido de su collar en luces rojas, lo hizo recordar las últimas instrucciones.

    —Niña, tráeme mi bolso. O me lo traes o salgo yo desnudo a buscarlo —amenazó con sutileza, sabiendo cuál sería la opción que ella elegiría.
     
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    Aimi Shiotani~

    Apretando sus labios escuchó cómo el muchacho se metía en la bañera, dándole a entender que en efecto no cerró la puerta como lo pidió. Apoyó su barbilla en su mano, teniendo a su vez su brazo posado en el marco de la ventana, y soltó un sonoro bufido al no saber qué más hacer que mirar el poco interesante paisaje o las paredes con aquellos cuadros. Esa habitación realmente era extraña, tan bien acomodada y con un agradable olor, le hacía dudar estar encerrada en una prisión.

    "Niña, tráeme mi bolso. O me lo traes o salgo yo desnudo a buscarlo."

    Infló las mejillas mientras fruncía su ceño en un gesto de molestia, y chasqueó su lengua mientras buscaba el mencionado bolso, que se encontraba encima de la cama. Dudó por unos instantes si cumplir o no con el pedido, pues ella no tenía la obligación de hacer nada por él. Pero después de meditarlo unos segundos se dirigió hacia la puerta del baño, manteniendo su mirada en el suelo.

    —Toma, lo que tan amablemente me pediste —murmuró Aimi, apartando la vista de la puerta y lanzándole con cuidado el bolso. Solo esperaba que la mochila no cayese en el agua al no haber mirado, y si no, en realidad le daba igual. No pensaba ni dar una ojeada en su dirección. Si pasaba algo, sería solo culpa de Shade por pedirle algo a alguien que no conoce. Tampoco es que buscase venganza por lo de los dulces, por supuesto que no.

    Y con esto se dio la vuelta hacia la cama, planeando tumbarse un rato hasta poderse bañar ella.
     
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    Tarsis

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    Shade Mcartty.

    No tenía planeado salirse de la tina en ningún futuro cercano. Le encantaba la sensación del agua caliente y de sentirse limpio y relajado. La verdad que no estaba tan mal el lugar, si podía elegir entre estar prisionero en una cárcel y estar prisionero aquí, definitivamente prefería aquí. En cualquiera de los casos se iba a morir, pero al menos aquí lo haría limpio y relajado.

    Atrapó con agilidad y reflejos la bolsa que la niñá le lanzó y la vio salir y tirarse en la cama. Su cuerpo pequeño y delgado rebotó en el colchón de agua. No esperaba que Agnes lo pusiese en una habitación con una infante. Quería que le tocara la psicóloga estúpida, para quizás partirle el cuello, pero, ¿qué podía sentir hacia esa niña aparte de lástima? Él había vivido bastante, había sufrido y también había disfrutado. Conocía muchas caras de la vida y ésta era sólo una más. Pero ella... era una niña.

    Dejó la mochila a un lado y se sumergió por completo en el agua.

    No es momento para sentir lástima, Shade. Se reprimió a sí mismo pensando, su nombre de ave atado a cualquier otro.

    —¿Qué ave eres? —preguntó a la joven tomántola por sorpresa.
     
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    Etihw

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    Aimi Shiotani~

    No recibió reproches ni quejas por parte de su compañero de habitación, así que se relajó mientras cerraba los ojos. No tenía ni la más mínima idea de cuánto tiempo había pasado en aquel lugar, pero sumando eso junto al estrés emocional en el que se encontró, sintió cómo el cansancio se propagó por todo su cuerpo, dándose cuenta que su cabeza estuvo todo aquel rato con un constante repiqueteo que le molestaba. Y por más que lo intentó no pudo relajarse, y se rindió ante aquel dolor que no le dejaba permitirse un pequeño descanso.

    —¿Mi ave? —Repitió, no esperándose que Shade le llegase a sacar un tema de conversación. O quizá solo era pura curiosidad o aburrimiento, eso Aimi no lo sabía—. Ella me llamó golondrina, ¿y a ti?

    Sus ojos se mantenían en las paredes de la habitación, analizando los cuadros uno a uno. No podría conciliar el sueño todavía, pero con algo tendría que pasar el tiempo. Quizá conocer un poco a aquel acapara dulces estaría bien.
     
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  10.  
    Tarsis

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    Shade Mcartty.

    El altavoz mencionando su nombre lo distrajo por completo de lo que iba a responderle a la pequeña Golondrina. De verdad que le prestaba un poco el ave. No le daba buena espina para nada aquello, y la puerta se abrió entrando los guardias a la habitación. Suspiró, al menos había logrado tomar un rico baño. La luz en su cuello rojiza comenzaba a molestarle. Se paró cuan largo era, mientras el agua corría por su cuerpo. Agarró el caramelo en la mochila y se lo llevó a la boca.

    Arrugó la cara ante el sabor del mismo, mientras alcanzaba la toalla y comenzaba a vestirse de nuevo frente a los guardias y frente a la pequeña Golondrina que había volteado avergonzada.

    Já. Infantil. ¿Acaso nunca había visto a un hombre desnudo?

    La luz de su collar cambió nuevamente a verde. Y se sentía revitalizado por el baño, se dejó llevar por los guardias hacia ese fulano cuarto de juegos.
     
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    Etihw

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    Aimi Shiotani~

    Se sentó en aquella cama en cuanto escuchó su nombre y el de Shade ser llamado a través de los altavoces, y poco después aparecieron guardias preparados para llevárselos. Bufó con cierta molestia al darse cuenta que la tranquilidad le había durado poco, y que tendría que volverse a encontrar cara a cara con Agnes una vez más. Al menos parecía que no iba a hacerlo sola.

    Notó la ligera luz rojiza que provenía de su cuello, o más bien de su collar, y recordó las palabras de Galen en el autobús. La había exasperado un poco en aquel momento con su abrumador monólogo, pero en silencio le agradeció ciertas palabras suyas mientras, tapando con una de sus manos la visión de Shade vistiéndose como si estuviese completamente solo, cogió su propia mochila y se comió aquel caramelo como pudo.

    —Este sabor es una ofensa hasta para los peores dulces del mundo —murmuró para sí misma asqueada, tragando lo poco que le quedaba de él.

    Antes de dirigirse a la puerta tomó un buen sorbo de la bebida que había allí, queriendo deshacerse de aquel mal sabor que recorría su boca, y cogió otro de los caramelos dulces de la mesa para finalmente abandonar aquella habitación.
     
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    Gigi Blanche

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    Connie Dubois

    Corianne Dubois habría preferido cortarse un brazo si, hace un mes, le hubiesen dicho que cargue a un muchacho desmayado a lo largo de infinitos pasillos sin la más mínima señalización y que, a causa de eso, tendría que pedirle indicaciones a míseros y vulgares guardias de una prisión.

    La vida podía ser retorcidamente graciosa a veces.

    Ya casi sin aliento, y con una irritante gota de sudor deslizándose por su espalda, Connie llegó a la condenada habitación del diamante. En el camino se había cruzado a Shade, pero estaba tan molesta que ni siquiera le dirigió la mirada. Sólo quería llegar y tirarse sobre la cama a descansar mientras el bello durmiente revivía.

    Dejó a Shawn apoyado sobre la pared con cuidado y abrió la puerta, alzando las cejas al observar cuán... diferente era ese cuarto del suyo anterior. ¿Eso era una cama de agua? ¿Y qué onda con los pisos? ¡Ah! ¡Allá había comida! Bueno, lo que quedaba, se ve. Se acomodó el cabello detrás de los hombros, arrepintiéndose de no habérselo atado aún, y volvió a cargar a Shawn hasta dejarlo en el suelo, recostado contra el colchón. Ni borracha se tomaría el trabajo de subirlo a la cama. Ya se sentía lo suficientemente niñera.

    Se sacudió las palmas y colocó los brazos en jarra, mientras recuperaba el aliento e inspeccionaba mejor la habitación. Hasta el baño era más bonito y espacioso. Se agachó frente a Shawn, observando su rostro con más detenimiento que antes. Lucía terriblemente cansado y pálido, incluso dormido. Agarró un vaso vacío que encontró en la mesa, lo llenó de agua de grifo y volvió a su posición original. Metió un par de dedos en el agua y lo salpicó directamente en la cara, aguardando a que recuperara la conciencia. Ahora podría dormir si quería, pero era importante que primero comiera y bebiera algo. Además, si lo dejaba así con la cabeza caída le daría tortícolis.

    —¿Shawn? Shawn, despierta. ¿Has comido algo?
     
    Última edición: 22 Mayo 2019
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    Hygge

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    Shawn Amery

    Contrajo las facciones de su rostro al sentir el tibio tacto del agua sobre su piel. Podía notar el murmullo incesante de una voz mencionar su nombre, lejana, como si se encontrase en el interior de un largo túnel. Lentamente fue abriendo los ojos, y poco a poco todo a su alrededor fue cobrando nitidez, la voz que zumbaba cerca de su oído taponado se fue tornando familiar hasta que sus neuronas chamuscadas hicieron contacto, reconociéndola finalmente. El dolor de cabeza persistía y se encontraba sumamente aturdido, pero pudo reincorporarse apoyado en lo que sea que tenía a su espalda.

    "¿Shawn? Shawn, despierta. ¿Has comido algo?"

    ¿Connie? ¿Qué hacía en aquella extraña habitación? ¿Y Agnes? Las dudas comenzaron a bombardear su cabeza, incrementando el dolor de cabeza y las náuseas, a pesar de que ya nada podría expulsar de su estómago en ayunas. Respiró hondo, intentando calmarse, procesando los últimos recuerdos que guardaba. Estaba en el rincón de juegos, con Galen, Connie y aquel chico, Noah. Había entregado su carta, se despidió e iba a regresar cuando...

    Se llevó una mano a la frente, incrédulo, abriendo los ojos al comprenderlo todo. No podía creerlo, ¿se había desmayado? ¿Y aquella pobre chica había tenido que tomarse la molestia de traerlo? ¿Acaso no había tenido suficiente con aquel parche? En ese instante Shawn se sintió terriblemente humillado y avergonzado, incapaz de mirar a Connie a los ojos. Aquella chica había pasado por muchísimo más que él, había sufrido como no tenía idea, había perdido un puto ojo. Pero estaba allí, de pie, intentando reanimarle. Podría incluso arriesgarse a decir que se veía bien. Y Shawn en su defecto estaba en el suelo, recuperándose de una pérdida de conocimiento debido a la horrible habitación en la que había tenido que pasar la noche, pero aquello no podía compararse ni por asomo a lo que debía haber pasado ella.

    ¿Qué clase de persona se creía que era para verse con el derecho de ayudar a los demás, si no era capaz de cuidarse de él mismo? Deberían haberlo dejado en el suelo del pasillo a su suerte como el desgraciado que era.

    —Connie... No, no he comido nada desde que llegué, me temo —intentó articular, sintiendo la garganta seca y un regusto amargo en la boca. Hizo fuerza para colocar sus brazos sobre el colchón, intentando ponerse de pie con cuidado de no perder el equilibrio de nuevo. No permitió que la chica le ayudase, aquello destrozaría la poca dignidad que le quedaba después de haber hecho tamaño ridículo frente a Agnes. Caminó hacia una de las mesas tras notar que había comida en ellas, y apoyó una de sus manos sobre su superficie para tomar uno de aquellos dulces que reposaban sobre esta, luego otro más para Connie. Se giró hacia ella, tendiéndole el alimento con una pequeña sonrisa, buscando relajar su expresión—. Pero nada que no pueda solucionarse con un poco de azúcar, tranquila.

    >>Ten, seguro que también tienes hambre.

    Llevarse aquel pedazo de dulce a la boca se sintió realmente glorioso. Ahora que su cabeza había frenado las vueltas y podía centrarse un poco más, no podía creer la habitación a la que le habían llevado. Llena de lujos, de iluminación y de todas las comodidades que podía desear. Después de venir de aquel agujero inmundo, aquella habitación se sentía como el mismo cielo. Pero las dudas aún rondaban por su cabeza, y no pudo evitar preocuparse por el paradero de Galen. Aunque lo cierto era que no se veía con las fuerzas de volver a mirarle a los ojos. Debía haberse sentido un completo fracaso frente a sus ojos.

    —¿Dónde están los demás, Connie? —preguntó, insistente. Desvió la mirada hacia la ventana que daba al parque de atracciones, escuchando los sonidos de la ruleta de la fortuna provenir de esta y entonces, agregó, con cierto malestar—. ¿Te ha dicho Agnes cuándo debo volver a mi habitación?
     
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  14.  
    Gigi Blanche

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    Connie Dubois

    El muchacho pareció enfocarla y rechazar el contacto visual de inmediato, llevándose una mano al rostro en lo que, claramente, era su intento por organizar sus ideas. Connie permaneció frente a él, en silencio, mientras lo observaba atravesar sus etapas silenciosas de confusión, verguenza y frustración, una detrás de otra. Lo vio empezando a incorporarse y estiró apenas las manos en su dirección, casi por reflejo, contrayéndolas un segundo después. Si le interesaba y prestaba atención, siempre había tenido facilidad para leer a las personas. Ahora, juntando las piezas entre su comportamiento en la sala de juegos y el actual, tenía una idea bastante clara de lo que debía pasar por la mente de Shawn. Lo siguió con los ojos en su camino hasta la mesa, donde empezó a comer. Se estaba irguiendo cuando él se giró y le extendió un caramelo. Connie lo aceptó en silencio y se sentó al borde de la cama, mientras saboreaba el dulce y oía a su compañero.

    "¿Dónde están los demás, Connie? ¿Te ha dicho Agnes cuándo debo volver a mi habitación?"

    —Se quedaron en el rincón de juegos —respondió con simpleza, cruzándose de piernas y viendo por la ventana—. Agnes me indicó que viniéramos aquí. No sé qué planes tenga, pero presumo que esta será nuestra habitación de momento; de lo contrario, lo más probable es que no estaría vacía. Además no es mi cuarto original —agregó, entornando sus ojos hacia Shawn—, y ahora confirmo que tampoco el tuyo.

    Sostuvo su mirada sobre él unos segundos y acabó por suspirar, dejándose caer sobre el colchón. El agua dentro de él se removió, meciéndola suavemente, como si estuviera dentro de una canoa en medio del océano calmo.

    —¿Debería preguntar por Laila? ¿O por el lugar donde pasaste la noche? ¿O ambas?

    Su actitud era diferente a la que le había mostrado a Shawn hasta el momento, y lo sabía. Estaba cansada y no tenía ganas de seguir pretendiendo que todo estaba bien y ninguna de esas mierdas le afectaban. Además, con el estado de su compañero, tampoco tenía sentido actuar como una niña alegre. Antes se había justificado, pero ahora, al menos de momento, ya no tenía sentido.
     
    Última edición: 22 Mayo 2019
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    Hygge

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    Shawn Amery

    Masticó en silencio el trozo de pizza que tenía en la boca desde su lugar, escuchando a Connie con atención. Los alimentos que les habían dejado sobre la mesa no eran ni por asomo los más nutritivos, ni les brindarían fuerzas para el resto del día, pero jamás había agradecido tanto saciar su hambre y su sed como en aquel entonces. Le perturbaba la razón por la que Agnes le había pedido a Connie llevarle hasta la que parecía ser la habitación más lujosa, después de su castigo anterior, porque no le había dado razones para tal trato, y mucho menos habría sentido lástima de su estado. Se preguntó entonces por el destino que le depararía a Galen, y la amenaza de Agnes volvió a resonar en sus oídos, haciendo que dejase el trozo sobre la mesa de la impresión.

    Si esa hija de puta le obligaba a Laila a pasar la noche en la habitación Joker, juraba que...

    ...¿Qué, exactamente? ¿Que le agrediría? ¿Que le haría pagar por todo lo que habían sufrido? ¿El mismo chico que se había desplomado ante sus ojos? Tuvo que contener una risa amarga, apretando los labios. Después de ese último golpe a su orgullo, ya ni siquiera tenía interés por intentarlo.

    Decidió sentarse con cuidado en el borde de la cama, notando cómo el plástico se contorsionaba recreando una suave ola que meció el cuerpo de Connie, tumbada sobre el colchón. Se veía mucho más seria que de costumbre, mucho más sincera. Y eso le incomodaba. Porque ya no eran dos chicos charlando a través de sus máscaras, uno de ellos se la había quitado. La situación requería que el otro hiciese lo mismo, pero era incapaz de hacerlo. Así que se mantuvo allí, las manos sobre las rodillas, inclinado hacia delante, con aquella estúpida sonrisa agrietando lenta e inexorablemente la máscara invisible que llevaba a todos lados sobre el rostro.

    —No he vuelto a ver a Laila desde el día de la batalla —le informó soltando un suspiro, hastiado. Le preocupaba no tener noticias de ella, no saber qué le sucedía al otro lado de aquellas cuatro paredes. Tan solo deseaba que tuviese buena compañía, era lo único que pedía—. Agnes nos destinó a mí y al chico que me acompañaba a una habitación que más que eso parecía una sala de torturas. Sin ventanas, cuadros que parecían seguirte con la mirada recreando tétricas escenas, comida con forma de extremidades que me provocaban arcadas... Todavía me pregunto qué demonios le echaron al agua de la tina para que saliese tan roja —enumeró entre risas, intentando tomarlo desde otra perspectiva ahora que estaba fuera. Intentando, quizás, verlo con humor. Pero no había forma—. Pasar una noche ahí dentro no puede explicarse con palabras... Pero por favor, intenta por todos los medios no molestar de más a Agnes. Ahora que sabes que existe un lugar así... Bueno, que viste cómo salimos de allí hechos mierda, intenta tomarlo como un reto personal. No seas tan estúpida como yo.

    Se levantó entonces tras aquella advertencia, dirigiéndole una última mirada que lejos estaba de tomarse en broma. Ojalá aquella chica atendiese a sus palabras, pero no podía estar seguro de ello. Connie era impredecible para él. Caminó con calma hacia el baño, rebuscando entre los cajones para sacar de allí las suaves toallas recién repuestas.

    —Iré a despejarme un poco en la ducha, aún estás a tiempo de adelantarte si lo prefieres.
     
    Última edición: 22 Mayo 2019
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    Connie Dubois

    Cuando Shawn empezó a hablar, Connie se había erguido para quitarse las colitas con forma de oso de las muñecas y atarse el cabello en su peinado habitual. Le tomó todo el tiempo que duró el monólogo del chico. Aunque pareciera no prestarle atención, había oído cada una de sus palabras, y de tanto en tanto le había lanzado un vistazo de soslayo. El idiota seguía con esa sonrisa prefabricada y Connie sintió ganas de quitársela a cachetadas.

    "Pero por favor, intenta por todos los medios no molestar de más a Agnes. Ahora que sabes que existe un lugar así... Bueno, que viste cómo salimos de allí hechos mierda, intenta tomarlo como un reto personal. No seas tan estúpida como yo."

    —Las decisiones que tome para con Agnes no son algo de tu incumbencia, Shawn —dijo, con una nota de aspereza en su voz; suspiró y clavó su mirada en él—. Y no sé qué habrás hecho para molestarla, pero te sugiero resetear el cerebro y ablandar tu capa y espada de moralidad. No te servirán de nada aquí ni nadie te amará por ello.

    Lo había notado desde que comenzaron a charlar en el autobús, tan relajados y divertidos como si los estuvieran llevando a un verdadero parque de diversiones. Recordaba con cuánta vehemencia el príncipe se había cargado encima la responsabilidad de sacarla de allí, a cinco minutos de apenas conocerse. Ella no era tan inocente ni tan ingenua como él se había autoconvencido de verla, y ese no era un problema de su actuación o de su sonrisa infantil. Ese era el problema de Shawn pretendiendo ser el héroe del día, todos los días. Había conocido suficientes personas así como para saber la función que cumplía esa obsesión con ser de utilidad para los demás.

    Cuando se asomó por la puerta del baño, ofreciéndole bañarse primero, ella sacudió la cabeza y fue hasta la mesa para mordisquear la poca comida que allí quedaba.

    —Yo me bañé a la noche, ve tú.
     
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    Hygge

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    Shawn Amery

    Las palabras de Connie se sintieron como un balde de agua fría sobre su piel. Una bofetada de realidad que resultaba dolorosa, sí, pero que había necesitado desde hacía mucho tiempo. Joder que si la había necesitado. Cerró la puerta de la habitación con un seco "bien", porque ahora mejor que nunca necesitaba aclarar las ideas, o su actitud de mierda acabaría condenándolo tanto a él como a la persona que más quería en el mundo. Podía percibirlo en las palabras de Connie, en los ojos de Noah, en la actitud de Galen. Todos pensaban lo mismo que ella, pero no habían tenido el arrojo de decírselo a la cara. No estaba ayudando a nadie, simplemente estaba haciendo el ridículo.

    Ya era suficiente, ¿no? ¿Podía acaso caer más bajo cuando ya había tocado fondo?

    Sintió el agua cálida de la tina relajar su cuerpo al introducirse en su interior, como si se desprendiese de su piel todo el cansancio, toda la frustración y la vergüenza, quedando a solas consigo mismo y con sus pensamientos. Continuó escurriéndose hasta meter la cabeza dentro del agua y así permaneció durante unos segundos, conteniendo la respiración. Una parte de él deseaba no salir de allí jamas. Otra, sin embargo, le impujaba hacia fuera recordándole que había alguien que le esperaba. Shawn se preguntó si Laila también sentiría vergüenza de él y del estúpido papel que había cargado hasta ahora. Si había sido incapaz de decirle que parase porque le quería.

    Si Sofia estuviese aún allí sería un chico muy diferente. Pero la pérdida de la niña le había dejado un vacío enorme en su corazón que fue cubierto por la culpa al no haber estado ahí para ella, al no haberla protegido del mundo. Quizás... ¿Esa era la raíz de toda aquella obsesión, uh? Se sentía menos culpable al ayudar a otros, al tener constantemente reflejado el rostro de la niña en las personas a las que intentaba proteger. Aquello sonaba realmente egoista, porque no ayudaba a los demás de forma altruista... simplemente lo hacía por y para él mismo.

    Se daba asco.

    Sacó la cabeza del agua y respiró hondo, calmando su respiración. La máscara agrietada se resbaló hasta caer en el agua y perderse en el fondo de la tina. Si quería dejar de autocompadecerse y poder mantener a salvo a la persona que quería, debía empezar por lo básico. Dejar de fingir y mostrarse tal y como es, atar sus manos para cada vez que sintiese el impulso de recibir los problemas de otra persona. Primero estaba él, que aún ni se había recuperado de tremenda caída, y luego estaba el resto.

    Apoyó la cabeza en el borde de la fría bañera y cerró los ojos, soltando un suspiro. Ahora que había tocado fondo, solo le quedaba ascender de vuelta.


    ***

    Se tumbó en la cama de agua con la toalla húmeda tras su nuca. Con los brazos tras la cabeza y la mirada posada en el techo, se dejó llevar por la sensación de la cama meciéndole con suavidad. Después de todo lo sucedido, sentía que el baño le había dejado como nuevo en más de un sentido. Ojalá simplemente eso bastase para cambiar por completo a una persona, pero era consciente de que tenía un largo proceso por delante si verdaderamente quería cambiar. Al menos, ahora, tenía el interés de hacerlo.

    Lástima que nada le asegurase que viviría hasta llegar a ese momento.

    —Oye, Connie —su voz se alzó en medio del silencio que habían dejado en la habitación, únicamente opacado por el murmullo de la cama al agitarse. Esta vez se dirigió a ella sin adornos en su tono, sin sonrisas prefabricadas, sin mentiras de por medio—. ¿Por qué estás aquí? En Deadman Wonderland, quiero decir. Tu motivo.

    Probablemente le dijese una vez más que no era de su incumbencia, pero ya que estaban obligados a permanecer allí, debía matar el tiempo de alguna forma.


    Siento el tocho pero la vida del charapter development es muy dura (?)
     
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    Insane

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    No han tocado la puerta, sino que han entrado así sin más, dejando una crema hidratante de chocolate y unas velas aromáticas encendidas para relajar el ambiente, además 2 copas de vino burbujeantes, mirando a Shawn una de ellas para susurrar un "Obedezcan, es por el bien de ustedes" Las estudiantes se retiraron de la lujosa habitación.

    En la crema de chocolate hay una nota pegada en cinta transparente:

    Connie, Shawn necesita un masaje urgente, mírale la cara al pobre, hazle un masaje relajante.
    Con preocupación y angustia, Agnes.
     
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    Gigi Blanche

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    Connie Dubois

    Se sentó en el escritorio donde yacía la comida mientras Shawn se bañaba. A sus oídos llegaba lejano el sonido del chorro de agua mezclado con la música y risas del parque de diversiones. Y ella estaba ahí, mordisqueando la orilla de una pizza, respirando amplio para evitar vomitar lo poco que había conseguido comer. Nunca había sido una persona que se le diera bien estar sola, y ahora eso había empeorado. Recordaba su reflejo en el espejo de la enfermería; pálido, ensangrentado, herido y humillado.

    Basta, Connie. No tienes que vomitar.

    Clavó los codos en la madera y escondió el rostro entre sus manos, cuidando de no aferrarse a su cabello para no arruinar su peinado o su manicura. Era su forma, quizás, de buscar controlarse a sí misma. Sus pulmones seguían reclamando grandes cantidades de aire, y ella intentaba dárselo sin hacer demasiado ruido. Sabía que nadie podía oírla resollar, era más bien una cuestión personal.

    Basta, Connie. Eres más fuerte que esto.

    Pero no se le daba bien estar sola. Quería que Shawn saliera del baño, quería volver a ver a Shade, quería... ¿salir de ese lugar? Una risa amarga brotó de su garganta y se incorporó de golpe, repentinamente molesta, yendo hacia la cama. Se echó con demasiada fuerza y temió que el colchón se pinchara o algo, pero no pasó. Se convenció de que el movimiento del agua era su amigo y quería calmarla, y cerró los ojos. Poco a poco, sus pulmones demandaron menos aire y la consciencia de Connie empezó a deslizarse al ritmo del oleaje tranquilo bajo su espalda.

    El sonido del grifo cerrándose la devolvió a la realidad y abrió los ojos, con la angustia palpitando en su pecho. Ahora, de repente, no quería que Shawn saliera del baño. Quería volver a dormitar así, en calma, reviviendo memorias de ella y su padre. Aunque fueran puras mentiras, aunque tuviera que enterrarlas en el pasado porque eso eran: pasado.

    La puerta se abrió y Connie percibió por el rabillo del ojo cómo Shawn se echaba sobre la cama, a su lado, en silencio. Ambos permanecieron con los ojos clavados en el techo un buen rato, hasta que él habló. Connie ya ni siquiera sabía si se lo agradecía o no.

    "Oye, Connie. ¿Por qué estás aquí? En Deadman Wonderland, quiero decir. Tu motivo."

    La pregunta se aferró a su pecho y lo exprimió con fuerza, como si buscara quitarle el aliento. Dolía, mierda que dolía; pero sus palabras, aunque ligeramente ahogadas, corrieron sin esfuerzo ni sobreanálisis.

    —Mató a papá —murmuró—. Agnes mató a papá y a la madre de Shade. Nos llegó un mensaje, pidiendo que volviéramos a casa. Cuando lo hicimos, ellos...

    La puerta de entrada abriéndose la tomó por sorpresa. Se irguió un poco, con la incredulidad plantada en el rostro al ver aquella escena tan bizarra. Les dejaron velas, vino y un pote de crema en una mesita móvil, como las de servicio a la habitación de un hotel, y se retiraron sin más. Connie se acercó a las cosas y encontró una nota adherida con cinta.

    —Connie, Shawn necesita un masaje urgente —comenzó a leer—, mírale la cara al pobre, hazle un masaje relajante. Con preocupación y angustia, Agnes.

    Meneó un poco la cabeza, sin poder creérselo, y soltó un suspiro. La intrusión había interrumpido por completo el clima que se había generado en la habitación, y se sentía frustrada sin saber por qué. Miró a Shawn, con las cejas alzadas, y dejó caer la nota en el suelo con algo de fuerza.

    —Esto se siente como un puto Gran Hermano.
     
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    Hygge

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    Shawn Amery

    "Mató a papá"

    Se le encogió el corazón al escuchar aquellas palabras, ahogadas en un murmullo apenas audible. Abrió la boca, intentando disculparse torpemente, pero nada salió de ella. Optó por permanecer en silencio, la mirada en el techo, pero toda su atención posada en ella. Como un simple apoyo moral, quizás. Hasta que sus palabras murieron en sus labios con el sonido de la puerta abrirse de par en par, obligando a ambos chicos a incorporarse bruscamente sobre la cama.

    Su cara de desconcierto al ver a dos estudiantes entrar con un carrito en la habitación no tenía precio, pero no podía compararse al momento en el que Connie leyó la nota en voz alta, atendiendo a la advertencia de la chica antes de marcharse de la estancia. Su mirada se paseó entre las velas, las copas y aquel bote de crema, y tuvo que reincorporarse para apoyarse sobre sus codos porque no creía lo que estaba escuchando.

    "Connie, Shawn necesita un masaje urgente, mírale la cara al pobre, hazle un masaje relajante. Con preocupación y angustia, Agnes".

    Shawn le dirigió una mirada incrédula a Connie desde su lugar, alzando los hombros al sentir su frustración caer sobre él. Después de todo lo que había hecho hasta ahora, Agnes volvía a obligarla a atenderle, y el pobre albino solo quería huir gritando a los cuatro vientos que no necesitaba ayuda de nadie.

    —Muchas gracias por tu preocupación e interés, Agnes —comenzó a hablar, echándose de nuevo sobre el colchón, ojos cerrados. Era obvio que la mujer podía escucharles, y que les vigilaba en todo momento—. Pero ya me encuentro perfectamente, sería un desperdicio gastar esa preciosa velada en mí.

    "Obedezcan, es por el bien de ustedes"

    Las palabras de aquella niña resonaron en su cabeza, y removió su cabello con disgusto, incómodo con aquel inesperado suceso. Era obvio que las palabras de Agnes fueron una orden que no esperaba que se incumpliese, y Shawn esta vez no pensaba insistir en sobreponerse. Simplemente dejó caer aquellas palabras, esperando que cayesen o no en saco roto.

    —Siento que te tengan como una niñera detrás de mí —suspiró, abriendo un ojo para mirarla—. No tienes por qué hacerlo. Fingiré que me quedé dormido.
     
    Última edición: 23 Mayo 2019
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