One-shot de Naruto - Yubikiri

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Reyka Akira, 11 Enero 2013.

  1.  
    Reyka Akira

    Reyka Akira Usuario popular

    Virgo
    Miembro desde:
    11 Junio 2009
    Mensajes:
    507
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Yubikiri
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1834
    Nota: Un escrito algo "raro", pero espero que quien lo lea, le agrade. Fue escrito para una actividad en otro foro ^.^
    Titulo: Yubikiri
    ~Hinata&Naruto&Sakura~


    El patio de juegos de la primaria parecía un campo de batalla, pero a lo lejos, sentada en uno de los columpios en completa tranquilidad y con cierta tristeza reflejada en el pálido rostro se encontraba su única y mejor amiga. Se acercó hasta ella.

    —¿Qué ocurre, Hinata-chan?

    —Es que, Shiô, me a dicho que no debería seguir siendo tu amiga —un sollozo escapo de los pequeños labios— porque, como soy fea, si sigo a tu lado… cuando seamos grandes, tú me quitaras al chico que a mi me llegue a gustar, por que tú eres linda.

    —Yo quiero seguir siendo tu amiga. Por eso Hinata-chan, te prometo que, si cuando seamos unas chicas mayores y lindas… existe un chico que te guste, yo no pensaré en él y me negaré siempre.

    Las palabras de la pequeña Haruno, alegraron el semblante de su amiga, pues deseaba con todo su corazón continuar a su lado. Frente a frente, ambas mirándose con sinceridad entrelazaron sus dedos meñiques y sonriendo comenzaron a cantar…


    ♪♪Yubikiri genman, uso tsuitara hari senbon nomasu…- yubi kitta ♪♪
    -

    -

    Todo hubiera sido fácil, todo hubiese sido distinto si su querida amiga no hubiera dicho aquellas palabras, la tarde en que el hiperactivo rubio se integró a su equipo en la clase de Laboratorio Químico…


    “Sakura-chan, me estoy enamorando de Naruto-kun”

    Aquel rubio de alborotada melena y de mirada azul profundo le seguía como su sombra a donde quiera que ella fuese. Haruno notaba el nerviosismo en las palabras del chico cuando le hablaba para invitarla a salir. No era nada feo, eso no se podía negar… tanto, que sin darse cuenta, Naruto también le había comenzado a gustar.

    Si tan sólo Hinata se hubiera mantenido callada, si tan sólo no la hubiese mirado sonreír tan “entusiasmada” al confesárselo. Todo, pero absolutamente todo hubiese sido distinto.

    Por Hinata, por su ahora “maldita inocencia de su niñez” de haber hecho aquella promesa, ahora lloraba ella y lo lastimaba a él con cada rechazo que de sus labios pronunciaba. Se le estrujaba el corazón cada que lo veía marchar cabizbajo, y se le retorcían los intestinos cada que veía a la culpable de su desdicha; tan cerca, conversando, tocando, sonriendo dichosa a lado de aquel chico que se había colado en cada fibra de su ser.

    ¿Por qué de todos los varones de su grupo, del instituto… las dos tuvieron que posar sus ojos en el mismo joven? ¿Es qué, al caso el cielo la odiaba?

    -

    De nada servía maldecir y patalear contra su suerte. Todo parecía estar en su contra, parecía que la desdicha la perseguiría. Al menos eso pensó hasta aquella tarde en la que le toco hacer un trabajo en equipo con el rubio.

    Acababan de terminar, la madre de Haruno no tardaba en llegar de su trabajo. Una vez recogido todo, le acompaño hasta la puerta en donde su madre los encontró.

    —¡Naruto! —vio a su progenitora envolver en un abrazo al rubio. La sorpresa no podía disimularla— Has crecido bastante, ahora ya eres un joven muy apuesto. ¿Cuándo volvieron a la ciudad, como están tus padres, Kushina y Minato?

    Los orbes jade centellaron, habían pasado tantos años, que cuando él volvió no pudo reconocerle.

    -¡Joder!

    ¿Cómo era posible que no lo hubiera reconocido? Esa noche apenas y pudo conciliar el sueño, tanto que le ganó a su reloj despertador. Tenía tantas ansias por llegar al instituto, por decirle a Hinata lo que por tanto tiempo se estuvo callando.

    La vio, Hinata sonreía por que venia al instituto a lado del rubio, al vivir en la misma calle. Aquella imagen la irritaba mucho, Haruno se acerco hasta ellos, tomo la mano derecha de Naruto entrelazando sus dedos meñiques.

    —Como lo prometí. Te espere Naru…

    Aquellos zafiros la miraron con sorpresa, pues aquel diminutivo sólo ella se lo decía cuando niños. Él, poco a poco había comenzado a perder la esperanza de que ella lo recordara, pero pese a esa latente posibilidad en todo ese tiempo no había logrado apaciguar los latidos de su corazón cuando la veía, la escuchaba… le sonreía.

    Su rostro por un instante se ilumino esperanzado, más pronto se apago al recordar lo de momentos antes con la de orbes perla a quien no pudo evitar mirar de soslayo. Sakura se percato de aquel gesto, y comprendió que antes de seguir… debía poner las cartas sobre la mesa con ella.

    —Tengo que hablar contigo.

    Fue directa, ya no se cohibiría más. Dejando a Uzumaki mirándolas confundido, así las dos se alejaron hasta aquel lugar, a la sombra del árbol en el que compartían su hora del almuerzo.

    —¿Qué ocurre, Sakura-chan?

    —Amo a Naruto.

    Haruno fue directa y sin rodeos. Sus palabras fueron como una bofetada para Hyuuga a quien su mirada se cristalizo, su mano sobre su boca tratando de ahogar los sollozos que amenazaban con salir.

    —Lo… prometiste —masculló la de ojos opalinos—. Mentirosa…

    —Tal vez sí, pero rompo esta promesa que te hice, porque antes de conocerte, yo, había hecho una promesa con él.

    Creyó que seria fácil romper con su atadura, que no le dolería despojarse de aquellas esposas que sujetaban sus manos e impedían tocar lo que tanto deseaba acariciar, pero las lágrimas que se escapaban de aquellas piedras jade, le hicieron notar que nada en la vida era sencillo. Ella era su mejor amiga, pero Naruto era… el chico que ella amaba.

    —Nunca fue mi intención lastimarte, pero anoche, gracias a mi madre… lo recordé.

    Los camiones de la mudanza comenzaban a ponerse en marcha. Dos chiquillos de aproximadamente cinco años, lloraban abrazados en la orilla de la banqueta. Habían vivido demasiado unidos desde que tenían uso de consciencia. Sus madres eran amigas, eran vecinos y ahora por trabajo de Minato se tenían que marchar de la ciudad.

    —¡Te quiero! Y por eso, cuando crezca volveré por ti, Sakura-chan —declaró el pequeño rubio, mirándola a los ojos.

    —Yo te estaré esperando, Naru —respondió entre lágrimas que trataba de frenar con sus manos.

    —Es una promesa… —entrelazaron sus meñiques tarareando aquel antiguo hechizo…


    ♪♪Yubikiri genman, uso tsuitara hari senbon nomasu…- yubi kitta ♪♪


    Con las salinas rodando por sus mejillas, la pequeña decía adiós al rubio quien le veía por el vidrio trasero del auto que lo alejaba de su querida amiga, de su enamorada.

    —¡Eran unos niños! —Sollozó Hinata, se sentía herida, traicionada por la persona en quien más confiaba— él seguramente se olvido de aquella promesa.

    —No, Naruto no lo olvido. —Rebatió—. Él me dijo que había vuelto como lo prometió, pero en ese momento yo no le entendí a qué se refería.

    —Lo has herido demasiado, no te lo perdonara. De seguro ahora ya no te quiere más...

    Aunque las palabras de Hyuuga fueran como dagas clavándosele en el pecho, no se daría por vencida. Ahora era su turno para perseguir…

    —Aún debe de quererme aunque sea un poco… ya que a pesar de estos trece años, Naruto no me olvido y vino por mi como lo prometió. Perdón Hinata, pero… ya no puedo seguir llamándote amiga si tienes la intención de luchar por él en contra mía.

    Con pasos lentos, pero con el corazón libre, Sakura comenzó a alejarse de Hyuuga, quien aún lloraba.

    —Yo he estado a su lado todo este tiempo, yo… —la de cabellos rosas se detuvo para escucharle— me he convertido en más que una amiga para él.

    ¿Verdad, mentira? Eso Haruno no lo sabía, pero aún así aquellas palabras le dolían. Pero, no importaba, ella estaba decidida. Si las palabras de su ahora ex-amiga eran ciertas, ella lucharía por recuperar lo que desde siempre fue suyo, y sin duda lo conseguiría.

    Mirándola desde el otro extremo del aula de clases, su mirada se cruzo con aquellos lindos zafiros que brillaban como cuando niños.

    Sí, Naruto seguía siendo suyo, llorara quien llorara, gritara quien gritara. Eso, es lo que transmitía aquel anhelante cruce de sus miradas.
     
    • Me gusta Me gusta x 3

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso