One-shot de Inuyasha - Venganza [naraku]

Yo no sé si hice bien porque no me dedique a contar una batalla, pues me parecía demasiado cliché así que me base más en la inteligencia de Naraku ._.
Igual espero pueda dejar buena impresión.
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No importaba el qué o el cómo, la razón de sus fracasos tenía un nombre: Inuyasha. Quizá aquellos que le acompañaban tenían algo que ver pero desde hace tiempo, él y solo él era la verdadera causa de sus problemas.

Era como si el destino se empeñara en hacerlo perder, como si fuera una pauta a seguir, no importaba que tan fuerte fuera, Naraku estaba resignado a la derrota, pero eso no podía ser así, ¿verdad? Por un tiempo se dedicó a observar cuidadosamente los pasos de cada uno de ellos no cabía la menor duda: podía ganarles, eran humanos, ¿qué podían hacer ante un ser como él?

Aprovechó que todos estaban dormidos y con su control mental, llamó a Kagome en sueños. Su voz era persuasiva y empalagosamente peligrosa, aquella voz exigía que la persona se pusiera de pie y le siguiera inmediatamente.

Kagome sin poder resistir, obedeciendo al llamado, tomó sus armas y tratando de buscar el origen de la voz, siguió un camino desconocido, encontrándose a los pocos metros de distancia con el ser de ojos carmesí, oculto en su habitual piel de babuino y rodeado de un escudo que no había visto nunca. Su primer instinto fue regresar a donde sus amigos o gritar a Inuyasha pero algo se lo impedía, algo la hacía quedarse ahí retenida, sin protección, sin ayuda.

—Kagome —dijo Naraku cuando la tuvo enfrente.

—Naraku —respondió ésta sin emoción alguna.





Los pasos se escuchaban por la madera, la respiración era normal pero eso fue lo que hizo que Inuyasha observara más atentamente. Después de estar un largo tiempo, en un tronco muy lejano al árbol y a la cabaña, bajo el cielo estrellado, regresó y cuando no se encontró con la Miko su corazón se detuvo por unos segundos, antes de que ella apareciera, como si hubiera sido llamada por el mismo.

—Kagome, ¿a dónde fuiste? —preguntó con cierto recelo. Ella se sobresaltó al escuchar su voz pero solo sonrió.

—Me pareció haber escuchado un ruido, eso es todo. Buenas noches Inuyasha —dijo, finalizando la conversación y acostándose en su delgada sabana. El hanyou no prestó atención a eso y siguió cuidando la entrada, protegiendo a sus compañeros y a la miko, sin darse cuenta del pequeño fragmento que parecía pesar en la parte trasera del cuello de Kagome, cubierto y muy bien oculto, por la gran cortina de su cabello azabache.



A miles de kilómetros, Naraku reía de forma silenciosa; a veces las batallas solo duraban instantes y en ocasiones la inteligencia sobresalía de las mismas. Prueba de ello había sido aquella humana, pues habían bastado algunos minutos para que él llevara a cabo su malvado plan: Poco a poco, contaminaría el cuerpo de Kagome y lentamente la haría ponerse en contra del hanyou hasta el punto en que regresaran al origen. Tal como una vez le quitó a Kikyo, ahora lo haría con Kagome; primero se encargaría de que ella lo sellara en el árbol sagrado como hace 50 años lo había hecho Kikyo y entonces un nuevo protagonista surgiría de entre el caos.

—Inuyasha, la venganza es un plato que se disfruta lentamente —se dijo a sí mismo. Y era cierto, Kagome se iría corrompiendo, pero mientras eso duraba se encargaría de ir quitándole uno por uno a sus acompañantes y de esta forma no un solo nuevo protagonista surgiría, sino un nuevo comienzo, una nueva historia…. Su historia.