de Dragon Ball - Una decisión del más allá.

Tema en 'Dragon Ball' iniciado por InunoTaisho, 13 Octubre 2012.

  1.  
    MaryMishe

    MaryMishe 환영

    Tauro
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    Hola amiguis divis me encanto !!! :") Trunks y Goten como siempre tan tiernos ..vaya que son los dos terribles :p jajaja que romantico que es Krillin y Bulma como siempre interesada en los asuntos de los demas jamas me imagine a 17 borracho jajajajaja esa parte me mato fue epico :p muy bonito y espero la continuacion !!! no te tardes <3 saludos y besos !!! xoxo
     
    Última edición: 23 Octubre 2013
  2.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Vaya, tengo muchísima tarea y por ello me quedo en deuda para hacerte un comentario demasiado pro, así que resaltaré solo las partes que me gustaron ._.

    Primero, 17 borracho fue legendario xDDDDD, bien fan del baseball, lo mismo para el Yamcha xD, bola de solterones hahaha. El Gohan siendo badass mola mucho y bueno, la amistad de Goten y Trunks ya está bien formadita, me pregunto cómo le hará el Krilin para convencer a 18, la cosa se pondrá buena e interesante.

    Sería cool ver la reacción de 17 frente a la pequeña Marron xD
     
  3.  
    InunoTaisho

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    Gracias por tus observaciones... no trataré mucho lo de Krilin y 18, ya lo he mencionado, pero sí hablaré de cómo fue concebida Marón, y claro que el tío 17 saldrá de vez en cuando, ya que se hará amigo de Yamcha... como bien dices, par de solterones empedernidos... :D. Un saludo.
     
  4.  
    InunoTaisho

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    Título:
    Una decisión del más allá.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    10181
    Una decisión del más allá.


    Capítulo 13


    Previamente… — Nunca voy a tener un hijo, no puedo tenerlo… —se dijo 18 a sí misma controlando las ganas de llorar. Ya no era una mujer normal en toda la extensión de la palabra, esa era la más cruda verdad.


    Nota: Voy a sonar repetitiva pero no es la relación de Krilin y 18 la trama principal de la novela, sino sólo la participación de su hija en la vida de los dos más jóvenes Saiyajins, y lo que desató con su nacimiento. Vamos con calma y diviértanse una vez más.


    Volvamos al punto donde nos quedamos, ya de mañana.



    18, ¿ya no estás enojada? —Krilin llamó a la puerta de su habitación llevando una pequeña bandeja de desayuno, algo ligero para una mujer de bella figura como su esposa.



    Nadie le respondió en el interior, lo que le hizo soltar un suspiro bajo de contrariedad y se animó a abrir la puerta con cautela, esperando que ella no le arrojara la almohada o tal vez algo más duro como el florero.



    18… ¿estás ahí? —preguntó en voz muy baja, mirando hacia todos lados.



    La cama permanecía tendida, señal de que la rubia no había dormido allí anoche. El peloncito se acercó al percatarse de una nota sobre la misma, y la leyó con verdadera angustia. “No me busques por un tiempo… volveré en cuanto me sienta mejor”.



    18… —se dijo aguantando firmemente las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

    — Oye, enano, ¿quieres decirme que le hiciste a mi hermana para que se fuera? —al escuchar la voz de 17 muy cerca de su oído, Krilin dio un respingo.

    — ¡Ay!... 17, me asustaste —le dijo respirando entrecortadamente al recuperar el aliento.

    — Y bien, gusano, estoy esperando una respuesta —la mirada del androide era inquisitiva, y le habló con bastante seriedad amenazándolo con un puño cerrado—. Espero no te hayas atrevido a lastimarla al hacer tus marranadas.

    — Por supuesto que no, 17, yo sería incapaz de hacerle daño a 18 —respondió el pequeño guerrero haciéndose un paso atrás para apartarse de su cuñado. No pelearía con él por nada del mundo.

    — Y entonces, ¿qué pasó?, ¿por qué se fue 18? —el joven moreno no pareció muy convencido del argumento.

    — Pues… creo que ayer en la fiesta se sintió muy molesta por… por el asunto del bebé —observó Krilin apesadumbrado, ya que no quería culpar a nadie en especial.

    — Ah, entonces fue por eso —el Jinzō Ningen se serenó e incluso le sonrió a su cuñadito con algo de picardía—. Bueno, dale su tiempo ya que así son las mujeres de especiales cuando algo les disgusta… ya se le pasara —añadió.

    — Oye, 17, discúlpame la pregunta pero, ¿tú sabes lo que Maki Gero les modificó cuando los…?... bueno, espero me entiendas —Krilin se mostró curioso y un tanto apenado por la consulta tan personal, porque deseaba de verdad serle de ayuda a su mujercita.

    — Em… no estoy seguro, pero no fue mucho en realidad —respondió el moreno un tanto evasivo—. El maldito viejo se aseguró de que no supiéramos más de lo debido, o tal vez yo lo habría matado mucho antes —agregó algo sarcástico.

    — Bien, entiendo —el pelón volvió a suspirar con abatimiento… ya no podía hacer nada más.

    — Oye, cuñao, si te hace sentir mejor déjame decirte algo: es casi seguro de que 18 regresó a la cabaña de las montañas del Norte, así que quita esa cara de preocupación que yo me encargaré de cuidarla —17 le palmeó fuertemente el hombro arrojándolo al suelo, hablándole con renovada amabilidad—. Otro día pasaré por aquí… nos vemos —y se despidió saliendo disparado por la ventana, tomando rumbo hacia la Capital del Norte.

    — Sí… gracias —el pobre chaparrito se levantó trabajosamente sobándose el hombro. Después se asomó por la ventana sintiéndose más tranquilo, ya que no dudaba en el regreso de su esposa en cuanto se le pasara el enfado.



    Efectivamente el joven Jinzō Ningen no se había equivocado, ya que encontró a su rubia hermana recostada en el sofá más grande de la casa, y el mohín de su rostro era inescrutable en cuanto él entró en la estancia haciendo mucho ruido.



    — Pensé que llegarías más temprano, 17… apestas —ella no dudó en reprocharle nada más verlo poner un pie en la sala, torciéndole el gesto levemente al percibir el tufillo a alcohol que se desprendía del moreno.

    — Vamos, hermanita, una recién casada no abandona a su marido en el primer pleito… siquiera dale un año antes de divorciarte —le dijo el aludido en tonito de broma, cerrando la puerta tras de sí—. No me digas que en serio te molestaste con el pobre sólo porque te pedí un sobrinito… ¿qué, acaso es muy malo haciendo el amor? —añadió riéndose un poco.

    — ¿Sabías que eres un idiota bueno para nada? —18 se abalanzó sobre 17 golpeándole enérgicamente en donde más le duele a un hombre, y, como el androide aún estaba crudo, no pudo ni meter las manos para defender su integridad masculina, así que se dobló de dolor.

    — Eso fue… trampa —gimió el pobre con voz aguda, sobándose lo mejor que pudo.

    — Pues eso y más te mereces por comportarte como payaso —le dijo la rubia desdeñosamente dejándose caer nuevamente en el sofá, acomodándose bien erguida—. Y por tu bien espero que no le hayas dicho a Krilin en donde estoy —agregó mirándolo fijamente con severidad.

    — Él ya lo sabe… —respondió el moreno recuperándose—… pero no tienes que preocuparte porque venga, ya que te quiere tanto y prefiere esperar por tu regreso a hacerte enojar otra vez —completó en cuanto ella volvió a torcer el gesto en señal de enfado.

    — Bien… —ante esta confesión 18 se mostró más tranquila y se recostó en el sofá apoyando su cabeza en el reposabrazos, fingiendo dormir.

    — ¿Le estás dando vueltas al problema del bebé? —después de uno o dos minutos, 17 se animó a cuestionarle sobre el tema mirándola con interés, sentado en el sillón individual de la sala.

    — Que te importa —le respondió la joven sin abrir los ojos.

    18, hermanita, no te atormentes más por esa nimiedad… lo que vaya a darse se dará, y si no se da pues no pasa nada —observó el moreno en tono de circunspecto, dándoselas de conocedor en asuntos del corazón—. Ciertamente ese vejete de Maki alteró muchas de nuestras funciones vitales, pero no podemos saber si también se atrevió a castrarte ya que lo tuyo está por dentro y no se ve a simple vista —puntualizó convencido.

    — Estúpido pelado… —18 no pudo contenerse y, agarrando rápidamente un almohadón del sofá se lo arrojó a 17 con todas sus fuerzas, dándole en pleno rostro y derribándolo hacia atrás con todo y sillón. Al momento se enderezó de su posición y fue a gritarle con rabia—. ¡Métete en tus asuntos y déjame en paz! —retirándose posteriormente con rumbo a su habitación.

    — Qué genio… —el moreno salió de debajo del sillón sobándose la nariz en está ocasión—. Mi pobre sobrinito va a tener una mamá neurótica —añadió en voz baja, conteniendo sus ganas de carcajearse.



    Meditando en esas palabras 18 regresó al lado de Krilin después de quince días, y ninguno mencionó más el proyecto del bebé… si éste llegaba a darse se daría.



    Pero vámonos rápidamente ya que el tiempo sigue su inexorable marcha y nuestros pequeños Saiyajin van ganando fuerza y habilidad a medida que crecen, especialmente Trunks quien poco a poco va siendo preparado por su padre para un entrenamiento formal, aunque Goten no se queda atrás porque Gohan lo entrena cada vez que puede. Uno de esos días…



    — Oye, Gohan, ¿me cuentas otra vez cómo es que papá venció a Freeza?... —el pequeño Goten se sentó al lado de su hermano mientras él, Gohan, estudiaba un gran libro de historia universal moderna. Ya cerca de cumplir tres años tenía un vocabulario más entendible y fluido—… porque Trunks me dijo que su papá le dijo que él (entiéndase el propio Trunks) fue el que mató a Freeza, pero yo no entiendo cómo pudo hacerlo ya que todavía no había nacido —se explicó con algo de incredulidad.

    — Es una larga historia, Goten… por ahora déjame terminar de estudiar mi lección de hoy y más tarde te la cuento —le respondió el mayor tomando algunos apuntes del libro y checando otras lecturas para comprobar sus respuestas. Con trece años cumplidos se le había incrementado la carga de estudio a nivel secundaria.

    — Bueno… —Goten se quedó calladito por unos minutos mirándolo fijamente, sin comprender cómo su hermano podía repasar esos libros tan tediosos con tan pocos dibujos y llenos de letras.



    Ya su mamá se había encargado de enseñarle las letras y los primeros números, pero los libros de Gohan se le hacían verdaderamente incomprensibles, nada que ver con el cuento de los tres cerditos.



    — Oye, Gohan, ¿para qué estudias ese libro?... —preguntó al fin con curiosidad—… todo eso se ve aburrido —recalcó.

    — Es importante conocer la historia del mundo y especialmente la de nuestro país —le explicó Gohan sin apartar la vista del libro, revisando nuevamente los apuntes tomados.

    — Mmm… oye, ¿y ese libro trae la historia de la batalla contra Cell? —el menor preguntó nuevamente con interés, meditando en el asunto.

    — Este no… —respondió el mayor disimulando un tono desanimado—, pero he leído algunos que hablan sobre las grandes hazañas realizadas por Mr. Satán, el vencedor del monstruo Cell —añadió retomando su interrumpida lectura.

    — Pero si ese señor no fue el que venció a Cell —opinó Goten en voz alta y con inocencia, más está vez Gohan lo miró por un momento con algo de molestia, haciéndolo callar.

    — Goten, por favor, déjame terminar con mis deberes y después platicamos todo lo que quieras sobre Cell, o mamá se va a enojar con los dos y no nos dará postre en la comida ni nos dejará salir a pasear —le dijo muy seriamente. Pocas eran las ocasiones en que Goten lo sacaba de sus casillas, y, cuando pasaba, tenía que llamarle la atención o él sería el castigado.

    — Ya entendí, Gohan, ya me voy… pero al rato mejor me cuentas sobre papá y Freeza —el chiquillo se levantó de su silla y muy obediente salió de la pieza cerrando la puerta con cuidado. Lo bueno de todo eso es que él ya había terminado sus planas de letras y números.

    — Goten, espero que no hayas ido a molestar a Gohan —Milk lo vio llegar a la cocina y supuso que su pequeño venía de la habitación compartida donde estudiaba el mayor, así que no dudó en reprocharle cariñosamente—. Recuerda que muy pronto tendrá exámenes bimestrales y no debe distraerse con nada.

    — No, mamá, yo no molesté a Gohan —dijo el niño con su mejor tono espontáneo e infantil, y entonces olfateó el aire poniendo carita de éxtasis—. ¡Mmhh, huele rico, mamá!, ¿vamos a comer Tepanyaki? —interrogó esperanzado.

    — Veo que tienes un buen olfato como el que tenía tu padre que en paz descanse —respondió la morena sonriendo complacida de que su comida siguiera siendo admirada y deseada, pues, aparte de que su pequeño era el vivo retrato de su difunto esposo, también había heredado esa inocencia y amabilidad característica, así como el apetito incontrolable.

    — ¿Y qué va a haber de postre… flan, gelatina, pastel? —preguntó el infante relamiéndose de gusto, saboreando desde ya la deliciosa comida.

    — Vamos, no seas ansioso y espera a que todo esté listo —Milk le acarició la cabecita con ternura—. ¿Por qué no mejor vas a traerme unas manzanas del árbol? Así podré preparar el pay de manzana que te gusta tanto —le sugirió amorosa empujándolo suavemente hacia la puerta trasera—. Nada más no te tardes mucho distrayéndote con cualquier bicho raro —añadió un poco más seria, conocedora de lo mucho que a su menor hijo le agradaba jugar con los animales.

    — Bueno —dijo el niño más que encantado de poder andar por ahí, así que salió corriendo y atravesó rápidamente el jardín hasta la orilla del bosque cercano donde se encontraba el árbol de manzanas.



    Miró cuidadosamente hacia las ramas buscando las manzanas, ya que las pocas maduras que encontró en el suelo habían sido picoteadas por los pájaros y no se encontraban completas. Ni hablar, tendría que trepar a la copa del árbol.



    — Los pajaritos no tenían mucha hambre… —se dijo a sí mismo mirando con algo de pena una de las manzanas perforadas. Sin más se la echó de un bocado masticando sonoramente—. “P’es” “to’avía” “e’tá” “’ab’osa” —agregó con la boca llena, aferrándose al tronco para subir.



    Lo bueno es que encontró una razonable cantidad de manzanas, las justas para hacer un pay de buen tamaño, y también compartió una de ellas con una ardillita que le salió al paso, platicándole alegremente de que le invitaría un pedazo de pay cuando ya estuviera listo.



    — ¡Goten!, ¿qué haces todavía allí arriba? —Gohan le habló alegremente desde abajo—. Mamá me mandó a buscarte ya que es hora de comer —agregó explicándose, sonriéndose al verlo un poco apurado tratando de mantener el equilibrio en la rama, ya que tenía las manitas llenas de manzanas.

    — ¡Hola, Gohan!, ¿tú sabías que a las ardillas les gusta el pay de manzana? —el chiquillo correspondió el saludo con la misma alegría, teniendo a la ardillita trepada en el hombro.

    — No, en realidad no lo sabía —le respondió el mayor con voz tranquila—. Ahora arrójame las manzanas para que puedas bajar —añadió.

    — Es que… si te doy las manzanas me voy a caer —Goten pareció inseguro de hacer eso. Había considerado que era una buena idea subir, pero no se había planteado el descender con las manos ocupadas.

    — Ya veo… —Gohan suspiró muy bajito y se elevó con calma hasta detenerse cuidadosamente a su lado—. Vamos, ven aquí —le dijo extendiéndole los brazos. Por eso la ardillita se apartó y los miraba manteniéndose inmóvil en un rincón.

    — ¿Y si se caen las manzanas? —preguntó el niño con preocupación, ya que no quería que la fruta se magullara.

    — Descuida, podemos recogerlas allá abajo —le recalcó su hermano sonriéndole para transmitirle confianza—. Si mamá te ve acá arriba podría asustarse —puntualizó amable.



    Vamos a ver en cámara lenta lo sucedido a continuación… Envalentonado, Goten saltó hacia su hermano soltando las manzanas, las cuales inevitablemente cayeron atraídas por la fuerza de gravedad. En cuanto Gohan lo pescó se movió más rápido y atrapó con una sola mano todas las manzanas antes de que tocaran el suelo.



    — Oh… —Goten abrió los ojos anonadado, y después se mostró emocionado por lo sucedido—… Gohan, Gohan, hay que hacerlo otra vez —dijo en cuanto éste lo dejó suavemente el piso.

    — Será en otra ocasión, Goten, ahora vamos a comer antes de que mamá se preocupe más —respondió el mayor sonriendo levemente con presunción, ya que le agradaba en sobremanera ser admirado por su hermanito.



    Y así, después de comer y de ayudar a su madre con la limpieza del comedor y la cocina, los dos hermanos Son pudieron salir a jugar montados en la Nube voladora.



    — ¡Gohan, no vayan a llegar tarde, por favor! —Milk le gritó a su hijo mayor en tono algo resignado al verlos irse muy contentos. A continuación sintió un leve orgullo y a la vez un poco de pesar—. Mis niños… si Gokú estuviera aquí lo más seguro es que iría con ellos para pasarlo bien.



    Soltó un suspiro bajo y decidió volver al interior de su vivienda para terminar con sus quehaceres y empezar a preparar la cena. En tanto los chicos no se alejaron mucho de casa y sólo dieron una vueltecita veloz por el área, descendiendo en la otra orilla del río que pasaba cerca de ahí, un lugar en donde alguna vez Gohan encontró a un tigre que después se hizo su amigo.



    — Muy bien, Goten, ahora sí voy a contarte la historia de cómo papá venció a Freeza —le dijo Gohan a su hermanito sin disimular su alegría, preparándose a disfrutar una larga tarde.

    — Oye, Gohan, ¿ese Freeza era tan feo como mi muñeco?... —el pequeño sacó de entre sus ropajes un muñeco de plástico en pose de luchador de la WWE, y preguntó con inocencia—… porque Trunks me dijo que su papá le dijo que Freeza parecía una lagartija enorme y fea, pero las lagartijas que yo conozco son bonitas —añadió desconcertado.

    — Bueno… es que Freeza no se parecía a las lagartijas de la Tierra, y tal vez por eso era algo feo —opinó Gohan entre divertido y sacado de onda, ya que Goten parecía tomarse muy en serio todo lo que Trunks le decía. “Ese Vegeta…” pensó pacientemente —. O tal vez se puso feo de tan malo que era —agregó sonriendo tontamente, esperando satisfacer al chiquillo con ese argumento.

    — Es cierto, porque las lagartijas no son malas —Goten miró a su hermano con creciente admiración, convencido con sus palabras. Ya le contaría a Trunks lo sabio que era Gohan.

    — Bueno, entonces pon toda tu atención ya que te explicaré paso a paso la gran batalla de papá contra Freeza, así que no te distraigas —recalcó el mayor sintiéndose orgullosos de sí mismo por haberle dado al pequeño una explicación lógica. Al momento su gesto se puso serio dado lo relevante de la información que compartiría, empleando una entonación algo melodramática—. Bien, déjame recordarte que Krilin, Bulma y yo tuvimos que ir a Namekusejin, el planeta natal del señor Pikoro y de Dendé, para solicitarle a sus habitantes que nos prestaran las originales esferas del Dragón y así poder pedir nuestro deseo, que era revivir a todas las personas que fueron asesinadas en la Tierra por los Saiyajins…

    — ¿Qué no me dijiste que el señor Pikoro fue con ustedes a ese planeta… y papá también? —le interrumpió Goten con curiosidad. De hecho era la enésima vez que Gohan le relataba la historia, sin contar las tres ocasiones en que Trunks estuvo con ellos escuchándolo también, por lo que la conocía lo suficientemente bien.

    — No, Goten, recuerda que el señor Pikoro y papá llegaron después —le respondió Gohan con toda la tranquilidad del mundo.

    — ¿Y cómo llegaron ahí? —cuestionó el pequeño con carita de incomprensión.

    — Permíteme y te sigo contando para que sepas que pasó —reiteró el mayor sin perder la paciencia.

    — Bueno… —Goten se acomodó mejor sentado en el pasto, y su muñeco terminó botado unos metros más allá de su posición.

    — … entonces, después de enfrentar algunos peligros en el espacio llegamos allá, pero no contábamos conque encontraríamos a muchos tipos buscando también las esferas, y todos ellos eran más malos que Vegeta —dijo Gohan reiniciando su relato.

    — ¿Entonces el tío Vegeta era de los malos? —el infante preguntó una vez más, con un gesto de asombro en su tierno rostro.

    — Vegeta era muy malo cuando lo conocimos, pero desde que se casó con Bulma y tuvieron a Trunks ha cambiado mucho… —respondió el mayor sonriendo ya que sabía que esa información siempre le resultaba increíble a su hermanito, porque Goten no concebía que el papá de Trunks hubiera sido alguien malvado—… aunque no deja de ser un enojón —adicionó en voz más baja, disimulando una risita traviesa.

    — Órale… —dijo Goten algo anonadado—… ¿y qué más pasó, Gohan? —preguntó retomando su interés en la historia.



    A grandes rasgos Gohan le contó a Goten varios de los acontecimientos ocurridos antes de la llegada de Gokú a Namekusejin, para darle a la batalla contra Freeza un cariz dramático. Aunque en realidad el jovencito no había visto del todo la pelea, y no se había dado la oportunidad de platicar con su padre abiertamente sobre ello ya que se pasaron los siguientes tres años inmediatos a su regreso concentrados en entrenar nuevamente para enfrentar más peligros, tenía una idea de lo sucedido.



    — … y después de que papá le lanzara a Freeza esa gran Genkidama creímos que había muerto, así que nos dispusimos a buscar a Bulma para regresar pronto a la Tierra. Pero fue entonces que el malvado surgió de entre las sombras y le lanzó a papá un ataque de energía… —por cierto que el chicuelo empleaba a la vez algo de mímica adoptando poses como si estuviera actuando en una obra de teatro, ya que tenía en su pequeño hermano a un cautivo y emotivo espectador.

    — ¿Y murió… papá murió? —ya que Goten sabía intervenir en los momentos adecuados, haciendo preguntas un tanto fuera de lugar y dejándose llevar por sus emociones—. ¿Freeza mató a papá?

    — No, Goten, espera, todavía no empieza la verdadera batalla… —Gohan no le reprendió mostrando su paciencia, divertido por tener a su hermanito al borde de la angustia aunque supiera el final de la historia. A pesar de haberla oído Goten siempre interrumpía en las mismas escenas—… papá estaba tan débil por el esfuerzo que casi recibe el impacto, por eso el señor Pikoro tuvo que empujarlo siendo él quien recibió la descarga que pudo matarlo.

    — ¿Entonces fue el señor Pikoro quien murió por segunda vez? —el chiquillo pareció apesadumbrado por la suerte del buen namek.

    — Vamos, Goten, deja que termine… yo sí creí que el señor Pikoro había muerto y casi me suelto a llorar de rabia, sintiéndome frustrado por no ser tan fuerte para derrotar a Freeza por mí mismo. Pero eso no fue lo peor, ya que Freeza atrapó a Krilin con su poder mental sin que pudiéramos hacer algo para ayudarle, y lo mató frente a nuestros ojos haciendo volar su cuerpo en pedazos… —el mayor continuó su relato empleando un buen tono de suspenso al hablar, haciendo las pausas adecuadas para permitirle al menor disfrutar y visualizar la trama.

    — ¡Ay, ese feo de Freeza mató a Krilin!, ¡qué malo! —el niño se mostró compungido y enojado a la vez por esa acción tan cruel.

    — … pero con ese acto lo único que consiguió fue enfurecer a papá hasta límites que nadie ni yo le conocíamos, ya que, a pesar de haber agotado sus energías con la Genkidama, en ese momento su Ki se elevó bruscamente… puedo asegurarte que Freeza también se quedó unos segundos paralizados ya que no se esperaba una recuperación tan pronta por parte de un Saiyajin como papá… —recalcó Gohan sin ocultar está vez su emoción, como si recordara ese momento trágico y especial—… y así surgió por primera vez un Súper Saiyajin… —y en este punto él mismo adquirió la apariencia de SS en primera fase, y sólo por presumirle un poco a su pequeño hermano.

    — Órale… un Súper Saiyajin —Goten tenía una carita de éxtasis soñador mirando a su hermano… cómo le hubiera gustado estar ahí también.



    Y Gohan terminó su relato haciendo una exhibición de golpes y patadas lanzados al aire, tratando de explicar la batalla sin usar disparos de Ki para no ocasionar algún pequeño destrozo a la naturaleza sin justificación, y Goten no dejó de aplaudir y hasta se levantó para saltar emocionado, aunque en realidad no alcanzaba a ver bien lo que su hermano estaba haciendo ya que el mayor se dejó llevar elevándose unos metros del suelo.



    — … y así fue como papá derrotó a Freeza —le dijo Gohan a Goten aterrizando a su lado con cuidado, sonriéndole grandemente—. ¿Qué te pareció, Goten, verdad que papá era sorprendente? —interrogándole con amabilidad.

    — Sí, papá era increíble… —respondió afirmativamente el chiquillo sonriendo de igual manera, e inmediatamente le hizo una petición a su hermano—. ¿Puedes repetir otra vez los golpes, Gohan?... por favor… — le dijo suplicante.

    — ¿Y eso? —el mayor se mostró algo confundido.

    — Es que como eres muy rápido no vi nada de nada —respondió el pequeño un poco apenado rascándose tímidamente la parte alta de su cabeza, un gesto muy similar a los que tenía su progenitor.

    — Mejor dejamos eso para otro día, Goten… —Gohan soltó un suspiro bajo recordando que le había prometido a su papá entrenar a su hermanito, lo cual era difícil con su mamá atosigándole con el estudio. A veces olvidaba que el pequeño no estaba preparado para comprender bien una batalla—. En cuanto termine con los exámenes de este periodo prometo enseñarte como se hacen esos golpes —le reiteró sonriendo nuevamente, palmeándole la cabeza.

    — ¿De veras?, ¡qué bien! —ante esa promesa Goten se mostró entusiasmado y su sonrisa se hizo más grande de la pura felicidad—. ¡Voy a entrenar antes que Trunks y seré muy fuerte!

    — Bueno, déjame decirte que un entrenamiento de verdad puede ser muy largo y duro, además de que Trunks tiene la Cámara de Gravedad de su papá… —observó Gohan en tono complaciente, para que Goten no fuera a confiarse demasiado pensando en retar a Trunks algún día—. ¡Nube voladora, vamos a casa! —e inmediatamente llamó a la Kinton para volver a tiempo a su hogar, donde les esperaban más deberes antes de cenar, ya que también el pequeño Son tenía que repasar las lecciones de ortografía para ampliar su vocabulario.



    En vísperas del cumpleaños número cuatro de Trunks Vegeta Briefs, los Son recibieron la llamada de Bulma para invitarlos a la celebración que tendría lugar una vez más en la mansión Capsule, disculpándose grandemente porque en está ocasión no podía invitarlos en persona dado que la Corporación tenía una serie de compromisos tecnológicos que requerían su atención, pero esperaba contar ese día con su presencia. Ni tardo ni perezoso Goten insistió en ir a comprar inmediatamente el regalo para Trunks, y para esa fecha también quería llegar temprano a la fiesta y así poder platicarle a su amigo sobre todo lo que Gohan le había contado. Ante tanta insistencia Milk accedió a cumplir su petición y esa misma tarde fueron al centro comercial de la ciudad Orange Star, ahora Ciudad Satán, dado que consideró adecuado comprarles a su vez ropa y otras cosas que le eran indispensables.



    Llegando al centro comercial recorrieron varias jugueterías de todos los locales comerciales que manejaban mercancías de este tipo hasta que Goten encontró lo que a su parecer sería el obsequio ideal para Trunks… es verdaderamente difícil encontrarle algo útil a una persona que tiene todo al alcance de su mano. Y en aproximadamente hora y media de recorrido llevaban un carrito repleto de artículos varios y paquetes con ropa. Al ver una ruidosa muchedumbre agrupada en un punto específico, a Milk le invadió la curiosidad.



    — ¿Será acaso la inauguración de una nueva boutique? —se preguntó decidida a acercarse—. Vamos, niños, no se separen de mí —les dijo a sus hijos que la seguían llevando más paquetes en las manos, abriéndose paso entre la gente—. Con permiso, déjenme pasar… lo siento… muchas gracias… —y avanzó unos metros hasta que alcanzó a ver el motivo de todo el alboroto, sintiéndose desilusionada por ello—. Por Kami… se ve que ese hombre no tiene quehacer… —dijo soltando un leve bufido de pesadez.

    — … vengan, señoras, señoritas, caballeros, niños de todas las edades, todos acérquense que tendrán la oportunidad de adquirir una foto autografiada por Mr. Satán, y sólo por el módico precio de 100 zenins, toda una ganga… —decía un hombre con micrófono en mano, y a su lado, efectivamente, se encontraba el presuntuoso de Mr. Satán—… y las primeras cien personas que la soliciten se ganaran la oportunidad de tomarse una fotografía personalizada con el gran ídolo…

    — Así es, seguidores míos, ustedes tienen la suerte de que un gran campeón como yo se haya dado un espacio hoy para compartir en persona con el público que me admira —dijo el hombre de peinado afro sonriendo grandemente para presumir la dentadura, y sacando los pectorales para verse más ancho—. Y, porque ustedes lo han pedido, les daré una demostración gratuita de mi gran fuerza, y esperaré por esos cien afortunados para tomarnos la foto y recibir mi autógrafo —añadió, todo como parte de un truco publicitario para darle mayor interés a la exhibición.

    — Mejor vámonos de aquí, tengo que comprarme un bolso nuevo que combine con los zapatos —le dijo Milk a sus hijos después de bufar una vez más, deseándole por lo bajo un mal día a Mr. Satán, ya que a ella no le interesaba en absoluto verlo hacer sus trucos. Sí ese tipo no se hubiera adjudicado la gloria de vencer a Cell, tal vez SU Gohan sería reconocido como el gran salvador del mundo.

    — Mamá, dame un minuto que Goten y yo queremos ver cómo Mr. Satán rompe la pila de tejas que siempre muestra en cada uno de sus shows —le dijo Gohan empleando una entonación levemente suplicante. Siempre le había parecido divertido mirar a Mr. Satán hacer el mismo truco y nunca terminar de romper las tejas—, ¿verdad que sí, Goten? —e inmediatamente volvió la vista a su hermanito buscando por su apoyo incondicional.

    — Ajá, yo quiero ver a Mr. Satán —afirmó el pequeño moviendo la cabeza… si a su hermano le parecía una buena idea también para él lo era.

    — Está bien, Gohan, denme los paquetes y carga a tu hermano… no se entretengan demasiado ya que hay mucha gente y podrían perderse —les dijo la morena entre resignada y complaciente, encaminando después sus pasos hacia la boutique más cercana—. Allá los veo —recalcó.

    — Sí, mamá… —le respondió Gohan al momento de cargar a Goten, volviendo a meterse entre la gente abriéndose paso con algo de trabajo—. Vamos, Goten, desde allá podremos verlo bien… con permiso, con permiso…



    Mr. Satán ya se encontraba acomodando la pila de tejas, veinte en esta ocasión. Después hizo sus movimientos de meditación y concentración de fuerza en tanto el presentador le pedía a la multitud guardar un respetuoso silencio para no distraer al campeón. Y un minuto después sólo dieciocho de las veinte tejas fueron rotas de un solo golpe, y la gente vitoreó asombrada. Gohan se sonrió una vez más, considerando que hasta Goten podría hacerlo mejor en menos de un año con el entrenamiento adecuado. Volvió sobre sus pasos para alcanzar a su mamá cuando fue sorprendido por alguien que le tocó el hombro.



    — Disculpa, ¿ya terminó el show de Mr. Satán? —era una niña como de su edad, que traía puesto un enorme y ridículo sombrero así como unas gafas espantosas. Parecía ocultarse de alguien por su actitud.

    — ¡Aayy!... me asustaste —le respondió el jovencito Saiyajin tras dar un respingo, ya que no se esperaba ser cuestionado de esa manera.

    — Hola… ¿por qué usas un sombrero aquí dentro? —Goten le saludó con su característica amabilidad, y le interrogó a modo de observación.

    — Lo siento, no era mi intención —la muchachita se excusó con Gohan y posteriormente se dirigió a Goten hablándole con amabilidad—. Lo que pasa es que no quiero que alguien me reconozca, por eso traigo puesto este sombrero —se explicó sonriendo tímidamente.

    — ¿Entonces estás jugando al escondite? —volvió a preguntar Goten con más curiosidad.

    — Por así decirlo… —dijo la chiquilla más que avergonzada, agachando la cabeza.

    — ¿Y de quién te escondes? —Gohan pareció mirarla con interés y algo de perspicacia, ya que, a su parecer, la niña tenía alguna especie de problema.

    — De mi papá… —respondió la jovencita soltando un suspiro de pesadez, para después retomar su pregunta inicial—. ¿Entonces ya terminó el show de Mr. Satán?

    — Pues… creo que ahora está firmando los autógrafos… —dijo el chicuelo un tanto distraído, mirándola con algo de preocupación—. ¿Te puedo ayudar en algo?... puedes confiar en mí —le preguntó en tono levemente servicial.

    — No, creo que no… —la chicuela volvió a suspirar sin disimular una especie de pesar, y se encaminó hacia donde la gente estaba amontonada—. Buscaré a mi papá, gracias por ayudarme —dijo a modo de despedida, perdiéndose entre la multitud.

    — Adiós —le dijo Goten despidiéndose con una manita, y luego volvió la vista a su hermano—. Oye, Gohan, ¿quién es ella? —le preguntó con curiosidad, ya que consideró que Gohan la conocía.

    — No tengo idea, Goten, pero espero que sí encuentre a su papá entre tanta gente —respondió Gohan sin dejar de ver hacia el sitio por donde la muchachita se había perdido—. Me hubiera gustado ayudarle, pero mamá nos está esperando —agregó retomando su marcha con rumbo a la tienda donde se encontraba su progenitora.



    La pequeña Videl, la niña que se ocultaba bajo el sombrero, suspiró una vez más al presentarse al lado de su padre, el cual ya firmaba las fotografías mientras uno de sus asistentes personales recogía el dinero de las ganancias. Quitándose el disfraz se dejó caer pesadamente en una silla tipo poltrona.



    — Ah, Videl, hija mía, bonito sombrero… sólo dame una hora más y después iremos a jugar en las maquinitas —le dijo el hombre al reconocerla, centrando inmediatamente su atención en la siguiente tanda de fotos para firmar.

    — Descuida, papá, ya fui yo sola a divertirme —respondió ella tomando una revista de chismes para jovencitas que se encontraba tirada en el suelo—. Ojalá mi papá si entrenara a ese niño corredor que se presentó en el torneo de Cell, parecía un buen chico… y no era feo —se dijo a sí misma en voz baja hojeando la revista lentamente, enrojeciendo levemente de las mejillas al recordar a ese muchachito especial. Suspiró por enésima vez y botó la revista a un lado, acomodándose en la silla fingiendo dormir—. Mejor me hubiera quedado en casa… —dijo con abatimiento.



    Los Son se retiraron a su casa en su vehículo terrestre, y Gohan parecía algo pensativo durante buena parte del trayecto al salir de la ciudad.



    — Gohan, ¿qué ocurre? —le preguntó su madre mirándolo por el espejo retrovisor, preocupada por su salud.

    — Nada, mamá, no me pasa nada malo —le respondió éste, sonriendo levemente para disimular.

    — ¿En serio te sientes bien? —redundó Milk suspicaz.

    — En serio, mamá, no hay ningún problema que me preocupe más que las ecuaciones cuadráticas que tengo pendientes de resolver —dijo el chico sin cambiar la sonrisita algo boba.

    — Es que Gohan está pensando en una niña que conocimos allá en el centro comercial —Goten no quiso quedarse calladito y se animó a dar su sentir, sin pensar en las complicaciones que podía ocasionarle a su hermano con sus palabras inocentes.

    — Goten, no digas esas cosas raras —al momento Gohan miró a su hermanito por un segundo con algo de contrariedad y enfado, pues ya sabía cómo se lo tomaría su mamá.

    — ¿Una niña? —y efectivamente, Milk pareció asombrada por eso y hasta dio un brusco frenón al auto, por lo que se ganó algunos “recuerditos” de otros choferes que circulaban cerca de ella —. Gohan, aun eres muy joven para pensar en las niñas… —volviéndose en su asiento se dirigió a su hijo mayor con algo de severidad.

    — Lo que pasa es que esa niña actuaba un poco extraño ya que al parecer se perdió de su papá, pero no pudimos ayudarla a buscarlo —dijo el aludido en tono bajo, explicándose ante su progenitora tratando de sonar ecuánime—. Usaba unas gafas oscuras y un enorme sombrero —añadió.

    — Yo creo que iba a ir a una fiesta de disfraces —opinó Goten pasando ya por alto la llamada de atención de su hermano, sonriendo grandemente.

    — Mmm… ya veo… —Milk recobró la serenidad y, acomodándose de nuevo en su asiento, retomó el camino a casa—. Tal vez esa niña hizo alguna travesura y por eso se le escapó a su papá, pero no pensó que se perdería entre tanta gente —añadió calmadamente a modo de observación—. Espero que ustedes dos sigan siendo unos chicos buenos y no me den disgustos de ningún tipo —agregó al final en tono firme pero sin sonar muy dura, mostrando su preocupación maternal.

    — Descuida, mamá, Goten y yo siempre vamos a portarnos bien, como a papá le gustaría que nos portáramos… —dijo Gohan sonriendo está vez con sinceridad, ya que no quería ser un mal ejemplo para su hermanito porque su padre se lo encargó mucho—… ¿verdad que sí, Goten? —finalizó mirando al pequeño al tiempo que le daba unas palmaditas en la cabeza, disculpándole de esa manera por el mal momento.

    — A mí me gusta portarme bien —refirmó el chiquillo moviendo la cabeza para que no hubiera dudas de su buena conducta.



    Los siguientes días antes de la fiesta transcurrieron con bastante normalidad, y al fin, el esperado cuarto aniversario de Trunks Vegeta Briefs, heredero en segundo grado de la Corporación tecnológica más grande e importante de la Tierra, y tal vez de un escondido imperio intergaláctico, llegó. Gohan y Goten tuvieron que aguantar el que su mamá pretendiera que usaran traje de gala de saco y corbata para la fiesta, dado que iban a la mansión Capsule y tenían que lucir presentables, hasta que el mayor la hizo razonar recordándole que se trataba de la fiesta de Trunks, y era una fiesta infantil con juegos como inflables y caballitos de feria… por lo menos se libraron del saco y la corbata.
    En esa ocasión llegaron más temprano que de costumbre a petición de Goten, antes de que se presentaran los demás niños invitados, por lo que Trunks no dudó en llevar a su amigo a comprobar que todos los juegos funcionaran correctamente, a la vez que platicarían los sucesos más importantes de su vida desde la última vez que se vieron unos dos meses atrás, porque el pequeño de cabellera lavanda ya recibía clases particulares en casa unas tres veces a la semana, preparándose para el acceso a la escuela elemental. Es de asegurar que Trunks tenía un coeficiente intelectual como para brincar hasta la enseñanza secundaria, pero Bulma no quería presionarlo permitiéndole un crecimiento como todo niño normal. Las damas le encargaron al Dr. Briefs y a Gohan que vigilaran a los niños mientras ellas terminarían de dar los últimos toques al pastel, a los bocadillos y rellenar las piñatas y las bolsitas con dulces.



    — ¿Entonces es cierto que Vegeta va a entrenar mañana a Trunks en la Cámara de Gravedad? —le preguntó Gohan al buen doctor con algo de asombro e incredulidad, ya que Trunks no pudo dejar de presumir su próximo entrenamiento con su papá.

    — Así parece… —respondió el buen hombre dándole una fumada al cigarrillo, sonriendo grandemente—… y eso tiene a Bulma muy contenta.

    — Vaya… —Gohan no pudo ocultar su sorpresa. Posiblemente Vegeta tenía planeado entrenar a su hijo por algo… ¿acaso todavía pensaba en vengarse?... no, eso sería absurdo y, además, Bulma no lo permitiría.



    Unos diez minutos después los niños se encaminaron hacia el interior de la residencia, dejando a Gohan y al Dr. Briefs un tanto anonadados de que no siguieran jugando.



    — ¿A dónde irán ahora? —se preguntó el jovencito viéndolos entrar a la casa.

    — Conociendo a Trunks lo más probable es que vaya a pedirle a su padre una opinión sobre los juegos —dijo el sonriente científico recuperándose—. Pero considero oportuno que vayas tras ello ya que tal vez Vegeta aun continúe entrenando y podría molestarse —opinó exhalando el humo del cigarrillo, haciendo la velada sugerencia.

    — Sí, tiene razón —Gohan no espero a que se lo repitiera y siguió a los pequeños a una distancia prudente, esperando que de verdad no fueran a incomodar al señor de la casa.



    Por cierto que Vegeta sólo había visto a Goten de lejos y no tenía la más mínima intensión de cruzar alguna palabra con el niño, ya que el simple hecho de que fuera el vivo retrato del difunto Kakarotto le causaba jaqueca, aunado al hecho de que Trunks, su propio hijo, dejara de lado su nobleza Saiyajin para rozarse con esos bajos igualados… ni hablar, eso es lo que pasaba por dejar que Bulma, su querida mujer, continuara llevándose con todos los insectos. En ese momento terminó con su entrenamiento y se dispuso a salir de la Cámara de Gravedad para ir a tomar una refrescante ducha, ya que le había prometido una vez más a su pareja que estaría presente en la dichosa fiestecita aunque no tenía ganas, pero, ante la promesa de una suculenta comida exclusiva y algo más accedió a la petición. No esperaba encontrarse con nadie al abrir la puerta.



    — Tío Vegeta, ¿usted murió? —Goten y Trunks le esperaban allí, y el pequeño Son se dirigió a él hablándole en tono inocente, mirándolo con interés.

    — Papá, Goten me dijo que Gohan le dijo que a ti te mató Freeza en Namekusejin, y por eso quiero que tú me digas la verdad —Trunks también quería la confirmación del dicho, ya que, si bien había escuchado también la historia contada por Gohan y se la sabía de memoria, le gustaría más que su padre le dijera si era cierto.

    — … —el hombre se quedó unos segundos en silencio, sintiéndose algo abochornado al ser observado de esa forma por los dos infantes, ya que ambos pequeños lo miraban muy fijamente aunque sus respectivos gestos eran diferentes.

    — Este… creo que me faltó especificar ciertos detalles, Vegeta —Gohan asomó al dar la vuelta por el pasillo, sonriendo tontamente para que el Príncipe no fuera a estallar de rabia.



    Obvio que el Saiyajin adulto le lanzó al jovencito una mirada de desagrado total antes de fijarse nuevamente en los chiquillos, centrándose en su heredero.



    — Eso es cierto, Trunks, ese bastardo de Freeza se atrevió a asesinarme en aquel lejano planeta —les respondió en voz grave—. Pero no le sirvió de nada ya que yo estoy aquí mientras él muy imbécil se pudre en el infierno —añadió algo irónico.

    — ¿Y cómo es que está aquí?... no entiendo —Goten le hizo una nueva pregunta ya que no encontraba la lógica de que hubiera muerto y ahora estaba vivo.

    — ¡Ya sé, de seguro te revivieron usando las esferas del Dragón! —fue Trunks el que respondió, emocionado de mostrar su razonamiento—. ¿Verdad que si tengo razón, papá, verdad que sí? —y miró de forma diferente a su padre, en espera de su aprobación.

    — Algo hay de eso… —dijo Vegeta con estoicismo, sin dar muestra alguna de sensibilidad ni nada por el estilo—. Ahora váyanse ya que tengo muchas cosas que hacer, y no quiero que alguien más me moleste —recalcó señalándoles la salida, pues no tendría humor para soportar una nueva interrupción, y tomó camino hacia su habitación.

    — Bueno, papá, pero no te tardes que quiero enseñarte los juegos de la fiesta —le dijo Trunks sin dejar de sonreír, contento de que su padre estuviera ahí y no le hubiera regañado—. Vamos, Goten, vayamos a ver si mi abuela nos regala una galleta —y se llevó a su amigo casi a rastras, alcanzando a Gohan que les esperaba a la entrada del pasillo.



    Fuera de ese insignificante incidente la fiesta transcurrió con la normalidad usual de esta clase de festejos, y todos los invitados disfrutaron del convivio a sus anchas, incluido el padre del cumpleañero que saboreó sus alimentos alejado de las miradas indiscretas para no ser incomodado. Y al siguiente día, muy temprano en la mañana, Trunks frotaba sus ojitos cargados de sueño, ya que su progenitor fue a despertarlo para darle inicio al prometido entrenamiento formal.



    — Papá… todavía es de noche —rezongó un poco bostezando grandemente.

    — Pues si no quieres entrenar mejor para mí, así no me molestaré en enseñarte —le espetó el hombre mirándolo con gesto reprobatorio y severo antes de salir de la habitación—. Si en diez minutos no te presentas en la Cámara de Gravedad voy a cerrar la puerta y cancelamos el trato —agregó.

    — Ya voy… —ante esta amenaza el chiquillo se dirigió velozmente al baño para mojarse la carita y despabilarse del todo.



    Rápidamente se cambió el pijama poniéndose un pequeño traje de entrenamiento hecho exclusivamente para él por su abuelita, y se calzó sus zapatos deportivos favoritos. Llego justo a tiempo de que se cumplieran los diez minutos, así pudo detener a su padre quien ya pensaba ocupar la Cámara.



    — Estoy listo —dijo sonriente barriéndose al interior—. ¿Qué vamos a hacer hoy, papá? —preguntó curioso.

    — Bien, primero cómete esto y luego correrás alrededor de la casa, unas cien vueltas a paso veloz como te he enseñado —Vegeta disimuló una sonrisita de complacencia al verlo ahí para mostrarle su fortaleza, y al momento le señaló una bandeja con bocadillos sobrantes de la fiesta, recién calentados en el horno de microondas—. No quiero que te desmayes a medio entrenamiento o la pesada de tu madre puede hacerme un escándalo poniéndose histérica —adicionó soltando un bufido bajo.

    — ¿Sólo eso?... —el chiquillo pareció desilusionado… correr alrededor de la casa no era la gran cosa.

    — Eso es sólo el principio para calentar —recalcó el Príncipe sin cambio en su dura expresión, cruzándose de brazos—. Y más te vale que lo hagas rápido ya que yo también tengo que entrenar.

    — Bueno… —Trunks soltó un quejido bajo pero decidió obedecer ya que no quería quedar mal con su papá.



    En menos de cinco minutos terminó el frugal desayuno pasándose los bocadillos con un litro de leche saborizada, y Vegeta no le quitó la vista de encima, ocultando esas ganas que tenía de regodearse porque su heredero, con el entrenamiento adecuado, llegaría a ser mucho más fuerte que el mozalbete de Gohan o el otro pequeño mocoso hijo de Kakarotto, el llamado Goten.



    — Ya terminé… —dijo Trunks masticando los últimos pedazos, poniéndose inmediatamente en pose de firmes a la espera de instrucciones.

    — Bien, ponte esto antes de empezar —el hombre le entregó unas pequeñas polainas para que se las pusiera en los tobillos.

    — ¿Y esto para qué es? —preguntó el chiquillo extrañado, ya que nunca le había visto a su padre usar eso.

    — Me parece que tu madre las usa de vez en cuando, cuando se le antoja ejercitarse… —le explicó Vegeta sin perder la paciencia, aguantando las ganas de burlarse un poco de los esfuerzos de su mujer delante del niño, conservando el tono grave—… son para las piernas, te ayudaran a hacer fuerza mientras trotas —recalcó.



    Y fue así como Trunks empezó con su entrenamiento ya en forma, corriendo las cien vueltas alrededor de la barda perimetral de Capsule… cuando menos era un kilómetro lineal por vuelta, ya que el área de la propiedad Briefs es considerablemente extensa. Llevando esas polainas de dos kilos en ambas piernitas ya no le era tan sencillo al niño de cuatro años recorrer el terreno, a pesar de ser lo suficientemente fuerte para andar con ellas al tener sangre Saiyajin en sus venas. Después de unas dos horas terminó bastante cansado y hambriento, así que entró en la cocina sacando la lengua.



    — Papá… ya… acabé… —dijo inhalando fuertemente al presentarse frente a todos los que ahí se encontraban desayunando—… ¿Dónde está… mi papá? —llevándose un chasco por no encontrarlo allí.

    — Hola, Trunksiee querido —le saludó su abuela sonriéndole grandemente desde su lugar en la mesa.

    — Muy buen día, Trunks, veo que vienes de correr —dijo al mismo tiempo su abuelo, bebiendo un sorbo de café.

    — Tu padre me dijo que podías y debías descansar por lo menos una hora después de desayunar, Trunks —le dijo Bulma sonriéndole grandemente al tiempo que le servía su razonable porción de cereal con fruta—. ¿Y qué tal vas, eh?... —le preguntó curiosa, mirándolo con algo de compasión y comprensión al verlo tan agotado—… creo que deberías dejarlo para el otro año ya que todavía eres muy pequeño —recalcó tratando de sonar más complaciente que angustiada. Al fin y al cabo también es su descendiente, y para ella es aún un niño chiquito.

    — Por supuesto que no, mamá, ya que yo soy el heredero de la dinastía Saiyajin —el infante se lavó rápidamente las manos sentándose a comer—, y no estaría bien que renunciara el primer día —adicionó echándose el primer bocado de cereal, masticando lo mejor que pudo con educación.

    — Ese es mi Trunksiee… todo un Saiyajin como el guapo de su padre —dijo Bunny tomando su té con toda la parsimonia del mundo.

    — Bien dicho, Trunks, un hombre no renuncia a la primera —reiteró el Dr. Briefs dándole una fumada al cigarrillo. Incluso Tama, el pequeño gato que siempre acompaña al buen científico, dio un suave maullido en señal de aprobación por lo dicho.



    Bulma únicamente sonrió levantando el pulgar de su mano derecha, en señal de beneplácito y a modo de echarle porras a su hijo.



    Los primeros quince días fueron los más pesados para el pequeño, ya que después del descanso tuvo que nadar en la alberca unas cincuenta veces de orilla a orilla sin detenerse siquiera a respirar, hacer una sesión extenuante de cincuenta lagartijas con una sola mano y cincuenta con la otra, cien sentadillas y ciento cincuenta abdominales, y terminar golpeando un saco de box con manos y piernas para afinar su puntería y fortalecer los músculos en desarrollo… lo bueno es que, por las clases particulares, no entrenaba todos los días. Y es que Bulma había discutido con Vegeta por todo lo alto sobre la mejor forma de educar a su retoño, porque si algo debía de tomarse en cuenta es que no era sólo un Saiyajin de la nobleza, sino también el próximo gerente de la Corporación tecnológica en cuanto tuviera la edad suficiente para manejar los negocios, y por ello tenía que aprender todo lo referente a su manejo ya que sería el encargado de ellos; al final el Príncipe tuvo que ceder y admitir al maestro particular reconociendo a regañadientes que su mujer tenía razón, ya que por los éxitos comerciales de Capsule es que podían vivir con comodidad y darse esos lujos a los que ya se había acostumbrado. Así que Trunks era un niño con múltiples papeles que cumplir a tan corta edad.



    El tiempo sigue su curso y nosotros tenemos que dar otro salto en el tiempo para tratar un asuntito pendiente e importante. Durante casi todo el año pasado 18 se había mantenido indiferente al hecho de tener un bebé, si bien su hermano 17 lo sugirió como una posibilidad, así que veamos lo ocurrido en el tercer cumpleaños de Goten, qué fue lo que hizo resurgir en la androide el oculto deseo de disfrutar plenamente de su condición femenina, sintiendo que algo se movió en su interior después de un simpático incidente en la pequeña fiesta ofrecida por Milk.



    Y es que Trunks no pudo dejar de presumir que llevaba dos meses entrenando con su padre en la Cámara de Gravedad aunque aún no conseguía llegar al nivel de Gohan, por lo que quiso probarse peleando contra alguien de los amigos, a lo que el chaparrito de Krilin consideró que no sería tan malo “jugar” un poco con el niño.



    — Muy bien, Trunks, entonces yo puedo ser tu oponente para ver qué tan fuerte te has puesto con el entrenamiento que te ha dado tu papá —le dijo alegremente levantándose de su asiento, estirándose un poco como para desentumirse.

    — ¿De verdad vas a pelear conmigo, Krilin, lo dices en serio? —el chiquillo se mostró encantado ante la perspectiva de mostrar sus habilidades. Si ganaba le presumiría a su progenitor, y si perdía no dejaría de entrenar con más ahínco.

    — Claro, y ten por seguro de que no te será tan fácil… —respondió éste quitándose la camisa para poder moverse con mayor libertad, añadiendo al momento dándose aires de importancia—… por si no lo sabías participé en tres torneos del Budokai Tenkaichi cuando era más joven, y llegué a las semifinales en dos.

    — Súper… —dijo Goten muy contento, con los ojos bien abiertos de la emoción.

    — Krilin, ten mucho cuidado de no lastimar a Trunks, ¿eh?, ya que no queremos que Vegeta se enoje —observó Yamcha en tono bromista.

    — Yo apuesto por Trunks —le dijo Oolong al maestro Rōshi en voz muy baja, quien negó con la cabeza pero no dijo nada, poniendo una seria expresión en su rostro tratando de adivinar el resultado de tan particular contienda.

    — ¡Jah!, no digas tonterías, Yamcha, ya que Trunks es más fuerte de lo que crees y Vegeta lo ha entrenado muy bien —le dijo una retadora Bulma al beisbolista con muchísima seguridad, sin prestarle demasiada atención a la apuesta del metamorfo.

    — Trunksiee es un alumno estupendo —dijo a su vez Bunny Briefs con su típica sonrisita de confianza y amabilidad, apoyando a su nietecito.

    — Yo también creo que Vegeta le ha dado a Trunks un entrenamiento de primera, ya debe ser muy buen luchador —expresó Gohan dando su sincero punto de vista, sin intención de hacer sentir mal a su amigo pelón.

    — Oigan, amigos, no me subestimen ya que yo también sé pelear… —replicó el pobre de Krilin sintiéndose minimizado—… por algo pude enfrentar a Vegeta sin morir en el intento.

    — Pero fue de puritita suerte el que Gokú llegara justo a tiempo para salvarte el pellejo —observó Oolong mascullando entre dientes, ganándose un coscorrón de parte del calvito.

    — ¡Eso fue para que se te quite lo hablador! —le dijo indignadísimo, mirándolo con molestia.

    — Krilin, por favor, no te enfades con Oolong… —Yamcha le palmeó de un hombro con condescendencia, para transmitirle confianza en sí mismo—. Sólo hazlo lo mejor que puedas, al fin que Trunks aún es muy pequeño y no ha enfrentado una pelea de verdad —puntualizó hablándole casi en secreto, y así evitar que Bulma lo oyera.



    18 no había dicho nada y únicamente se limitó a mirar a los infantes por unos instantes, ya que ambos saltaban de gusto tomados de las manos, ante la idea de resaltar sus destrezas Saiyajin. Viéndolos así de entusiasmados hasta se veían lindos, por lo que, por una fracción de segundo, su gesto se mostró levemente enternecido ante la escena… sería tan bonito ver a un hijo propio emocionarse de esa forma.



    — ¿Entonces ya puedes concentrar tu Ki, Trunks… —le preguntó Goten a su amigo mirándolo con ojos de admiración, dando saltitos—… y puedes dispararlo… y puedes hacer volar las cosas en pedazos… y… y…?

    — Todavía no, Goten, pero ya puedo volar —le respondió el aludido saltando con él al mismo tiempo, sin ocultar su emoción—, y también puedo moverme más rápido que antes y… y… y muchas otras cosas.

    — Genial… —Goten pareció en éxtasis.



    A todo esto Milk no parecía muy convencida de dejarlos hacer algo semejante en plena fiesta, más su padre Ox Satán le convenció explicándole que no había nada que temer, ya que esa era la manera en que los luchadores convivían y se desestresaban.



    — Anda, Milk, no hay nada que temer, así que estate tranquila y disfrutemos la pelea —le dijo calmadamente el gran hombre con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

    — Es que no sé, papá… ¿qué tal si alguno de ellos sale herido? —observó ella mostrándose intranquila—. Además no quiero que Goten vea algo violento que pueda dañar su sensibilidad —externó con voz preocupada.

    — Vamos, vamos, Krilin es todo un luchador profesional y Trunks es demasiado joven para hacerle daño a alguien de verdad aunque sea el hijo de un Saiyajin —puntualizó muy seguro—, aparte de que Gohan no permitiría que sucediera algo malo —añadió al final.

    — Bueno, creo que tienes razón —ante la mención de que su hijo mayor impediría cualquier altercado, la morena suspiró con tranquilidad.



    Despejaron un poco el área del jardín para tener un espacio razonable a modo de cuadrilátero, y Gohan lo marcó dibujando una línea alrededor. Yamcha actuaría de réferi y le especificó al pequeño Trunks cuáles eran los lineamientos a seguir.



    — … y eso es lo que tienes que hacer, ¿entendiste? —le dijo al terminar con su explicación y el infante afirmó con la cabeza, deseoso ya de empezar a pelear.

    — OK. , Trunks, te dejaré empezar —dijo un muy confiado Krilin, llamando al chiquillo con una señal de la mano.



    El niño no espero dos veces y se lanzó al ataque, impresionando a todos con su velocidad y la potencia de sus golpes, menos a Bulma y a la señora Briefs que le aplaudieron entusiastas e incondicionales. La verdad es que Krilin no se esperaba una respuesta tan rápida por parte del chiquillo y le costó algo de trabajo acoplarse a su ritmo pero, al ser un luchador experimentado, en muy poco tiempo tomó la delantera esquivando ya los lances del infante. Al final Trunks perdió por dar algunos pasos fuera del área, ya que no midió bien su último impulso.



    — Trunks, estás fuera —le señaló Yamcha con toda la seriedad profesional de su posición, indicándole por donde había salido.

    — ¿Qué, ya perdí? —el chiquillo se fijó en que de verdad estaba fuera de la línea, y se quejó con algo de pesadez al comprobar su error—. Ah, yo quería seguir peleando —dijo enfurruñado por su falla.

    — Vamos, Trunks, lo hiciste muy bien, te felicito —le dijo el beisbolista palmeándole la cabeza suavemente despeinándolo un poco—, casi derribas a Krilin en ese último ataque.

    — Pero perdí —rezongó el chiquillo sin levantar la vista.

    — Recuerda que no siempre se gana, y eso nos ayuda a mejorar —reiteró Yamcha sonriendo grandemente… hijo de Vegeta no dejaría de ser.

    — ¡Uf, Trunks, sí que me hiciste sudar! —le dijo el mismo Krilin acercándosele, limpiándose el rostro con un pañuelo y exhalando una fuerte bocanada de aire—. Eres muy bueno.

    — ¡Trunks, Trunks, eso fue fenomenal, eres fabuloso! —Goten se acercó también para felicitar a su amigo por esa gran hazaña, contemplándolo con el respeto reflejado en sus negras pupilas sin importarle el resultado, lo que hizo sentir mejor al chiquillo de cabellera lavanda —. ¡Yo también quiero pelear como tú!

    — Bien hecho, Trunks, a tú edad yo no sabía hacer eso —asimismo Gohan no dudó en externarle sus felicitaciones al heredero de Capsule, recordando a la vez su lejana infancia cuando tuvo que pelar por primera vez.

    — ¿En serio? —Trunks y Goten volvieron la vista hacia él sin ocultar su asombro.

    — ¿Qué papá no te entrenó cuando eras un niño como Trunks? —le preguntó el pequeño Son a su hermano con visible incredulidad.

    — No —le respondió Gohan con toda la sinceridad del mundo—. Mamá no creía que estuviera preparado para entrenar ya que tampoco deseaba que me lastimara, y papá no quiso contradecirla, así que yo no sabía nada de nada —se explicó sonriendo abiertamente.

    — Y, entonces… ¿cómo aprendiste a pelear? —le preguntó Trunks con duda y suspicacia, suponiendo que no los estuviera engañando.

    — El señor Pikoro me entrenó y gracias a él aprendí muchas cosas… si gustan les contaré la historia —contestó el mayor de los Son sin mudar el gesto alegre. Uno de estos días tenía que ir al Templo para saludar a su maestro, y eso sería después de sus próximos exámenes.

    — Súper… —dijeron los dos niños al unísono.

    — Vamos, Krilin, dejemos a los jóvenes y tomemos otra cerveza —al ver que los muchachitos se entretendrían en lo suyo, Yamcha se llevó a Krilin hacia la mesa donde 18 les esperaba, mientras Bulma no pudo dejar de alardear del poderío de Trunks aunque éste había perdido.

    — Ya veo que el hijo del mono te hizo sufrir, Krilin —le dijo la androide a su marido en entonación indiferente en cuanto los dos amigos se sentaron en sus respectivos lugares.

    — Pero fue bastante divertido —opinó el aludido alegremente dándole un sorbo a su cerveza—. Me pregunto si Vegeta se la pasara tan bien con Trunks cuando lo entrena —añadió un tanto curioso, tratando de imaginarse en el rostro del Príncipe Saiyajin una expresión de alegría, algo difícil de concebir.

    — Bueno, conociéndolo como lo conocemos es seguro que Vegeta este esperanzado en que Trunks vencerá a Gohan algún día —se atrevió a conjeturar Yamcha bebiendo también de su respectiva cerveza, sonriendo grandemente—, así que tal vez sí se divierta de sólo pensarlo.

    — Entonces digamos salud porque los hijos de los Saiyajins más fuertes nunca vayan a enfrentarse entre sí —Krilin levantó su botella para proponer el brindis… si eso llegara a pasar tal vez sería desastroso. Pero claro, Gohan jamás permitiría que Trunks hiciera algo malo así Vegeta convenciera a su hijo de retar al hijo de su difunto rival, y, por supuesto, tampoco se podía descartar la presencia de Goten; además, también estaba Bulma para impedirle a su marido el continuar pensando en vengarse por algo sucedido años atrás.

    — Me parece buena idea… salud —el beisbolista lo consideró adecuado e imitó a su camarada levantando de igual modo su botella.

    — Anda, 18, brindemos juntos —el joven pelón se volvió a su mujercita hablándole a modo de súplica, mirándola con cariño.

    — … Está bien —la rubia terminó aceptando y les complació sin muchas ganas. El sólo escuchar a la científica presumirle a Milk sobre el pesado entrenamiento de su hijo le pareció lo más ridículo que había oído. Si ser así era ser madre lo mejor era no probarlo…



    Sin embargo no pudo pasar por alto el rostro alegre de Krilin felicitando a Trunks por tan singular pelea, y la manera en la que aseguró haberse divertido “jugando” con el pequeño. Bien, tal vez había llegado la hora de comprobar lo que podía hacer.






    Nota: vamos acercándonos a un momento especial que le da sentido a la historia… la concepción de Marón. Agradezco a los que escribieron antes de mí sobre el tema en cuestión, aunque algunos tuvieron unas ideas descabelladas, pero gracias a su imaginación yo también pude idear mi propia versión. No pierdan el siguiente capítulo donde me veré muy científica… XD. Un saludo.
     
    Última edición: 13 Noviembre 2013
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    MaryMishe

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    awwwww..... amiguis me encanto :") Ame la historia de Gohan para Goten !! es asombroso que el chiquillo sepa la historia de Namekusei y de las aventuras que pasaron su padre y hermano :P

    Ah.. y otra cosa amiguis cuando nazca Marron me gustaria mucho ver a 17 interactuando con la bebe ...me entiendes? existen los dias padre e hijo pero me gustaria leer un dia de "sobrina y tio" <3 eso seria genial !!!! :D continua y adelante que esta maravillosa <3
     
  6.  
    InunoTaisho

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    Una decisión del más allá.
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    Comedia Romántica
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    Una decisión del más allá.


    Capítulo 14.


    Nota previa: Sorry por desfase, entre que me he quedado sin Internet por un mes, el fin de semestre y los avances del otro fic saqué este capítulo un tanto tedioso por meticuloso (verso sin esfuerzo :D), el cual espero sea de su agrado. Sin más comenzamos



    Unos días después de lo acontecido en la fiesta…



    — Óyeme bien, viejo tonto, si Krilin llega a preguntar a donde fui más te vale que no le digas nada, ¿entendido? —18 se dispuso a salir de la Kame House una hora más tarde que Krilin, el cual ya se había ido a trabajar, y se dirigió a Rōshi de forma áspera mientras éste ya disfrutaba de la programación matutina vía satelital.

    — ¿Y a dónde vas tan temprano, linda 18? —le preguntó el anciano con visible curiosidad, mirándola con interés aprovechando un pausa comercial.

    — Eso a ti no te incumbe —fue la ruda respuesta de la rubia al tiempo que tomaba su pequeño bolso de mano, guardando en él algunas cositas.

    — Bueno, bueno, ya entendí… si Krilin pregunta por ti no puedo decirle nada porque no sé nada de nada —observó el buen maestro en una voz más bajita y respetuosa, pues no quería disgustar a la androide.

    — Qué bueno que te quedó claro —dicho esto último la joven abrió la puerta de la casa y, sin mirar al viejo maestro, se elevó con rapidez tomando un rumbo desconocido.

    — Que te vaya bien… —dijo Kame Sen’nin despidiéndose con educación, retomando la vista hacia la pantalla del televisor—… ¿Pues qué pensará hacer esa muchacha? —se preguntó antes de que diera inicio su programa favorito de aerobics.



    La Jinzō Ningen tenía un objetivo muy claro, y hacia allá encaminó su vuelo. No le cuadraba del todo la idea que cruzó por su mente durante la noche, pero era lo más razonable para conocer de una vez por todas cuál era su condición humana y solucionar así su problema… únicamente ella podía ayudarle, y sólo esperaba no topar de frente con el desagradable buscapleitos que también vivía allí, ya que no estaba en condiciones ni de humor para enfrentarlo.



    Al cabo de hora y media descendió sigilosamente en el patio trasero de Capsule, en el área de la alberca, y unos ojitos azules la miraron de pies a cabeza con verdadero asombro.



    — Órale… no sabía que usted también podía volar, señora 18 —la voz del pequeño Trunks le hizo fijarse en que no estaba sola como había pensado. El chiquillo emergió de la alberca, mostrándose sorprendido ante la repentina aparición de la rubia.

    — … —la cual por cierto se mostró desconcertada por una fracción de segundo y no atinó a responder. Pero, pensándolo mejor, la presencia del niño le ahorraría la molestia de buscar a la científica—. Oye, ¿está tu madre en casa?... necesito hablar con ella —le preguntó recuperándose al instante, hablándole con el tono parco e indiferente que suele emplear a menudo.

    — Sí —respondió el párvulo afirmativamente—. Por favor espere aquí que yo voy a llamarla —y educadamente le señaló un asiento antes de entrar corriendo a la mansión, escurriendo agua por todos lados—. ¡Mamá, mamáaaaaa! —gritando por todo la alto a través del pasillo que conduce a los laboratorios.



    18 se acomodó en una de las poltronas bajo una sombrilla, estirándose a su anchas al tiempo que sentía un poco de envidia por la buena vida de los ricos. Pero, al cabo de un minuto más o menos, la irritante voz de Vegeta la hizo ponerse en guardia, aunque no se levantó de su posición.



    — Diablos… —masculló con fastidio en cuanto el Príncipe se presentó allí afuera.

    — ¡Trunks, escuincle del demonio, ya te has atrasado un minuto de tu entrenamiento! —el Saiyajin no se había dado por enterado de la visita y salió para reconvenir a su hijo, ya que el tiempo de entrenamiento debía ser preciso. Pero no tardó en notar quien se encontraba en la alberca en lugar de su heredero—. ¡Me lleva la…!… ¿a qué p$%& m#$% has venido tú aquí, eh? —así que no pudo ocultar su desagrado al hablarle, espetándole con dureza.

    — Hola, hombre mono, creo que esa no es la forma de tratar a las visitas… ¿que, acaso tu mujer no te ha enseñado buenos modales? —le respondió la rubia un tanto altanera y sarcástica, sonriéndole con hipocresía.

    — ¡Bah!, no me vengas con estupideces que ni al caso, la opinión de una chatarra como tú me tiene sin cuidado… —bufó el hombre sin sonreír, teniendo el gesto más torcido de lo habitual al cruzarse de brazos—. Bien podría eliminarte en este mismo instante si quisiera, ya que me las debes… —añadió en entonación más lúgubre. No le costaría ni un parpadeo lanzarle un Final Flash.

    — Hey, hey, simio, no hay porque alterarse ya que yo no vine aquí para pelear contigo… —18 intentó sonar amable tratando de serenar a Vegeta, sabiendo también que sus oportunidades de escape eran nulas porque el Saiyajin había incrementado su poderío desde esa vez en que ella disfrutó darle una merecida paliza por engreído… ahora sí podía matarla con un simple disparo de Ki—… sólo quiero hablar con tu mujer sobre… sobre cosas de mujeres —puntualizó al final poniéndose seria, levantándose en esta ocasión para enfrentar lo que fuera.



    Afortunadamente para 18 Bulma salió en el momento justo seguida de Trunks, a quien le llamaba la atención por algo.



    — Es el colmo contigo, Trunks, ya te he dicho muchas veces que no debes mojar las alfombras de la casa —decía levemente enfadada, observando el piso humedecido antes de levantar la vista para saludar a su invitada con amabilidad.

    — Pero mamá, es que la señora 18… —dijo el pequeño en entonación de puchero antes de dejarla hablar, frunciendo el entrecejo al modo de su padre.

    — Guarda silencio, Trunks, que la que habla soy yo… —y la científica no le dejó continuar al silenciarlo con algo de dureza. Al momento, como si nada malo sucediera, le habló a la Jinzō Ningen con toda su educación, sonriéndole grandemente—. Bienvenida, 18, dame un minuto y te atiendo —e inmediatamente se volvió a su consorte para solicitarle su apoyo, poniendo nuevamente el gesto de enfado—. Oye, Vegeta, debes recordarle a Trunks que tiene que secarse con la toalla después de salir de la alberca… ya mojó todo el tapete de la sala —reclamándole con visible contrariedad.

    — … —lógicamente, lo que menos quería el aludido era dar “show” delante de intrusos… que fastidiosa se ponía su esposa cuando algo no le parecía bien.

    — Pero mamá, es que la señora 18 me dijo que… —y obvio que el niño no iba a quedarse calladito, tenía que defenderse como sólo él sabía hacerlo.

    — Aun así no está nada bien que te pasees por toda la casa escurriendo agua, ya que alguien podría caerse y lastimarse —pero a la señora de la casa nadie le gana si se trata de tener la razón, eso su marido lo sabía muy bien, así que se impuso a su retoño mirándolo con molestia, para volver a la carga contra su esposo—. ¿Y bien, Vegeta, qué tienes que decir a esto?

    — Muévete, Trunks, vamos retrasados —fue lo único que salió de los labios de Vegeta, mal mirando a Bulma y sacándole la vuelta, encaminándose de regreso al interior con rumbo hacia la Cámara de Gravedad.

    — Sí, papá, ya voy —respondió el niño moviéndose presto tras él, siguiéndole de cerca para evitar que su mamá pudiera decirle algo más. Del agua que le resbalaba ni se acordó.

    — Hombres… —Bulma resopló su indignación al verlos irse como si nada… ya encontraría la manera de cobrarles por el agravio. Retomó su atención hacia la androide sonriendo nuevamente—. Espero puedas disculparme, 18, no es nada sencillo vivir con esos dos… aunque son mis amores —le dijo tontamente a modo de excusarse por el mal momento—. Pero dime en que puedo servirte, soy toda oídos —añadió con cortesía mostrando su educado interés.

    — Es una consulta muy personal, y preferiría hablar de ello en un lugar donde nadie pueda molestarnos —le dijo la rubia parcamente sin mostrar nada de aflicción por lo ocurrido, cruzándose de brazos.

    — Bien, entonces vamos a mi laboratorio privado, allí estaremos en confianza —señaló la científica mostrándose de acuerdo con la petición.



    Las dos damas se encaminaron al interior de la casa y ya en el laboratorio Bulma volvió a mirar a 18 con simpatía y amabilidad, a pesar de que la androide no se mostraba muy a gusto que digamos… ¿de verdad había hecho bien en acudir con la científica loca?, esa pregunta cruzó momentáneamente por el cerebro de la Jinzō Ningen al ver todo el desorden de ese lugar.



    — Bueno, 18, ahora sí, dime que se te ofrece ya que para eso somos amigas —le dijo Bulma a 18 después de hacer a un lado varios papeles para disponer de un asiento donde poder sentarse, invitándola a hacerlo—. ¿En serio no se te apetece una bebida?... tengo de dieta —añadió con cortesía.

    — No, gracias, así estoy bien —respondió la aludida sin pensarlo demasiado, y sin tomarse la molestia de sentarse.



    Haciendo un detallado análisis del lugar éste tenía casi todo el instrumental que se encontraba en el laboratorio del Dr. Maki Gero, con esas grandes máquinas y sofisticados equipos, sólo que ahí no parecían tan terribles ni tenebrosos como los recordaba.



    — Entonces… ¿qué puedo hacer por ti? —Bulma entendió que la androide deseaba ir directo al asunto por el cual se encontraba allí, y le invitó amablemente a expresar su sentir.

    — Bien, verás, si no mal recuerdo Krilin me contó que fuiste tú la que consiguió hacer una réplica del control remoto que Maki Gero diseñó para destruirnos a 17 y a mí por sí nos negábamos a cumplir sus órdenes —dijo escuetamente cruzándose de brazos una vez más, mirando a la joven genio con algo de recelo.

    — Pues sí… fue algo complicado pero logré descifrar los códigos y las secuencias de datos gracias a los planos que conseguimos de 17 —respondió la de cabellera azul con algo de vanidad—. ¿Por qué me lo preguntas? —cuestionándole amablemente a su interlocutora, queriendo ver lo relevante al hecho.

    — Me interesa saber si en esos planos se indica todas y cada una de las partes que el maldito viejo nos modificó a 17 y a mí… tengo una curiosidad, nada más —puntualizó 18 evitando mostrar alguna emoción que pudiera delatarla, y para impedir alguna pregunta indiscreta.

    — Bueno… tendría que revisarlos a detalle ya que en ese momento sólo me concentré en lo referente a la bomba que les colocó ese científico —admitió la de cabellera azul con seriedad profesional, meditándolo un segundo—. ¿Tienes interés por algo en particular? —y claro, su agudo sentido le hizo hacer la pregunta suspicaz, ya que le pareció algo raro el que, después de tanto tiempo, la androide se interesara por el tema.

    — Tú sólo revísalos y dime cuando puedo venir otra vez para conocer los resultados —por obvias que la Jinzō Ningen no iba a dar más detalles, así que su gesto se mantuvo impávido.

    — Te lo pregunto porque los resultados que obtendría serían concretamente sobre 17 y nada más… —añadió Bulma sin perder la calma, mirándola fijamente—… si necesitas algún dato en especial sobre ti tendría que examinarte directamente, pero eso no significaría ningún problema.

    — En este momento lo único que importa es que tanto alteró el viejo Maki a 17, y tal vez después dejaré que me examines —18 se mantuvo firme sin querer decir nada más de lo necesario—. ¿Entonces cuándo puedo venir por los resultados? —preguntó sin más, mostrándose dispuesta a retirarse.

    — Mmm… dame unos quince días, yo te hablaré por teléfono cuando estén listos —la científica lo meditó unos segundos antes de atreverse a dar una respuesta errónea—. Necesitaré hacer un estudio minucioso de los gráficos para interpretar todos los marcos e indicaciones, ya que las ecuaciones que utilizó ese científico son a lo sumo complejas —detalló.

    — Me parece bien… —observó la rubia dando su conformidad, e inmediatamente agregó en un sutil tono de mando—… sólo no le digas a nadie a qué he venido, porque a nadie le incumbe.

    — Como digas… —Bulma se mostró también de acuerdo disimulando una sonrisita, sin ánimo de cuestionar a su interlocutora. Estaba bien segura de que su intuición femenina no fallaría, imaginando ya el motivo de tanto secretismo.



    Amablemente condujo a su invitada a la puerta principal, diciéndole que era bienvenida cuando ella quisiera.



    — Espero tu llamada hasta entonces —fue la despedida de 18 al momento de salir volando con rumbo a Kame - House.



    Bien, Bulma suponía, y generalmente suponía bien, que la Jinzō Ningen quería verificar si presentaba alguna leve posibilidad de ser madre, lo cual le llenaba de gusto ya que Krilin merecía también tener un hijo, y eso sólo podía averiguarlo conociendo a fondo las modificaciones o alteraciones que el Dr. Maki Gero hubiera hecho en su cuerpo, sólo esperaba que el viejo científico no haya sido tan drástico en esa cuestión. Y en la noche, como la joven genio no es de las que realmente conserve en secreto algo que a su parecer es una gran noticia, le hizo la confesión a la única persona que sabía capaz de no contarle nada a nadie… su cónyuge.



    — Dime una cosa, Vegeta, ¿no sería fabuloso el que Krilin y 18 tuvieran un bebé?... sería un nuevo amigo para Trunks y Goten —le dijo al momento de salir del baño, cubierta con una pequeña toalla. Después de un día tan cálido no había nada mejor que tomar una ducha refrescante antes de dormir.



    Él únicamente la miró con irritación soltando un bufido bajo de desagrado… o sea, eso era algo que ni le interesaba y le tenía sin cuidado, además de que no venía al caso. Ya se encontraba recostado en la cama esperando por ella.



    — ¡Bah!, la verdad me vale m#$% el que una tipa como esa llegue a tener un crío, Bulma… es sólo una p#$%& chatarra oxidada y nada más —opinó el Saiyajin sin nada de recato, y sin ocultar su molestia —. Ya te dije que lo que hagan o dejen de hacer las sabandijas no me es importante —agregó cortante.

    — Bueno, 18 y su hermano 17 no son en realidad máquinas… lo que pasa es que Maki Gero instaló en sus cuerpos algunos componentes biónicos que los hacen prácticamente invencibles, pero en el fondo continúan siendo humanos, y por ello es que 18 vino hoy solicitando mi ayuda —se explicó la dama sin molestarse, disponiéndose a terminar su ritual de belleza nocturno mirándose al espejo.

    — ¡Mph!, pues tú dirás lo que quieras, al cabo que para mí esos dos no dejarán de ser unos robots fracasados —Vegeta resopló despectivamente con sarcasmo, e inmediatamente se levantó para obligarla a ir con él—. Y ya deja de ponerte todos esos menjurjes porque hoy quiero… bueno, tú ya sabes —añadió en tono más bajo y seductor hablándole calmadamente al oído, quitándole cuidadosamente la toalla antes de lanzarse con ella en la cama.

    — Oye, no, Vegeta, espera… me haces cosquillas —a lo que Bulma únicamente atinó a soltar una risita nerviosa, dejándose llevar por su pasión.



    Y pasados los quince días…



    — ¿Y bien, qué fue lo que encontraste? —nuevamente vemos a 18 junto a Bulma en su laboratorio, y la rubia esperaba una respuesta teniendo los brazos cruzados sobre el pecho, mirando a la científica con desconfianza.

    — Permíteme y ya verás… aquí está —la de cabellera azul revisaba unas carpetas buscando algo en especial, y de una de ellas extrajo un grueso fajo de hojas, el cual empezó a leer—. De acuerdo a lo que descifré de los planos de 17, las modificaciones y alteraciones a varios de sus principales órganos no afectaron completamente sus funciones vitales, aunque sí son de consideración debido a lo que el doctor Maki pretendió conseguir con ustedes… mmm… prácticamente todo su cuerpo fue recubierto con una delgada membrana de un material biológico excepcional, casi impenetrable y de muy alta resistencia, y cuya composición tanto física como química es asimilable por el organismo, para así reforzarlos y protegerlos de ataques externos… piel, pulmones, hígado, corazón, estómago, huesos de brazos y piernas… —detalló empleando su tono profesional, subrayando lo importante—… vaya, ese científico era bastante detallista, ya que el hacer todo esto debe haberle costado muchos años de estudio y pruebas —agregó con asombro.

    — Pues eso no me dice nada que no supiera —dijo la rubia sin disimular su descontento—. Ya 17 y yo estábamos enterados de que el vejete de Maki se esforzó por hacernos perfectos e invencibles.

    — Bueno, entonces, ¿qué es lo que quieres saber específicamente?... mira que apenas te estoy dando las generalidades de la investigación, pero, si gustas, puedo decirte la de algún órgano en particular e incluso la composición de dicha membrana —Bulma aguantó estoicamente su irritación, ya que sólo era el principio de su meticuloso análisis—. Date cuenta de que, si no me dices exactamente lo que deseas saber en realidad, no te seré de gran ayuda —agregó mirando a la rubia de modo inquisitivo.



    La Jinzō Ningen estuvo tentada en irse y dejar las cosas como estaban para continuar con tranquilidad su vida, pero pudo más el sentimiento que había florecido con fuerza en su corazón de mujer, ese que pensó nunca se daría.



    — Quiero ser madre —dijo cortante aguantando un suspiro de rendición —, y creo que con eso ya te lo he dicho todo —adicionó.

    — Pues por ahí hubieras empezado… —Bulma le sonrió grandemente y de forma breve… con eso confirmaba sus sospechas. Volvió a pasar varias páginas del dichoso informe y le leyó con atención—. Bien, déjame decirte que los estudios de 17 no muestran alguna alteración de cuidado en sus órganos reproductivos, aunque si una supresión casi total de la hormona indispensable para el desarrollo de los gametos masculinos, lo cual es en extremo complicado dado que los hombres, desde que llegan a la adolescencia, están continuamente preparados para dejar descendencia… especialmente si les encanta “entrar en acción” —agregó carcajeándose suavemente por unos segundos, tal vez imaginando al joven androide rodeado de un harem de mujeres deseosas de ser amadas.

    — Vaya… así que si el bobo de mi hermano pretende pasarse de listo no faltará alguna degenerada que podría adjudicarle un “milagrito” —dijo 18 conservándose imperturbable, tratando de no pensar en una escena subida de tono protagonizada por 17.

    — No tan rápido, querida… —Bulma minimizó esa posibilidad con un gesto de la mano, hablando calmadamente en entonación profesional—… para que algo así sucediera 17 tendría que someterse a un tratamiento de reactivación hormonal, y eso es lo que tú debes hacer si de verdad quieres ser madre, aunque antes debo de hacerte los estudios detallados para así definir la dosis efectiva de hormonas sintéticas… mientras no sepa el grado de afectación de tus órganos no podemos especular con esto, ya que el desarrollo y crecimiento de un bebé en nuestro interior implica a todo nuestro organismo —añadió, mirando está vez a su interlocutora con interés científico.

    — ¿Y cuánto tardarás en hacer esos estudios? —preguntó la rubia sin dejar de lado la desconfianza.

    — Bueno, si empezamos ahora tal vez nos llevemos un mes… —recalcó la científica sin dejar de sonreír.

    — ¿Un mes?... eso es mucho tiempo —replicó la androide interrumpiéndola… la idea de presentarse en Capsule todo un mes no le hizo gracia.

    — Cálmate, 18, no te alteres, ahora que ya sé exactamente dónde centrar el estudio tal vez me tarde menos —la de cabellera azul mantuvo la paciencia imponiéndose con diplomacia. Había que ver si no podía tratar a alguien así de intransigente.

    — No quiero venir todos esos días aquí… el antropoid ese que tienes por esposo es un verdadero patán —fue la parca explicación de la Jinzō Ningen sin ocultar su disgusto.



    Y es que en esa ocasión tuvo que esperar a Bulma en la sala de la casa, por lo que fue inevitable que Vegeta la viera al pasar por ahí, y claro, el Príncipe no fingió nadita su desagrado y mostró su descortesía bufando alguna que otra palabra altisonante antes de perderse por el pasillo que conduce a la Cámara de Gravedad.



    — Vamos, vamos, no le hagas caso a Vegeta ya que usualmente todo le molesta —Bulma sonrió grandemente como tonta disculpándose por enésima ocasión ante la conducta de su adorado y enojón consorte—. Lo que pasa es que aún está sentido contigo por lo que pasó hace tiempo entre ustedes dos, pero de verdad ya no te hará nada, yo sé lo que te digo —agregó empleando en está ocasión un leve tono de disculpa.

    — Sí, claro, de seguro ya no encontrará divertido el matarme ahora que no podré ni darle un golpe —observó 18 en tono frío—. Tal vez 17 y yo obtuvimos energía ilimitada y un gran nivel de batalla, pero al viejo Maki se le olvidó considerar en sus cálculos el hecho de que los Saiyajins pueden elevar su poder drásticamente y de forma violenta, más allá de sus límites —adicionó.

    — Bueno, bueno, es que ese científico no lo sabía ya que en realidad no estudió a Gokú a detalle… ahora lo importante es que te haga las pruebas para que después puedas tomar el tratamiento hormonal adecuado, y los resultados no serán de inmediato debido a que tu cuerpo tiene que acostumbrarse nuevamente a la natural condición femenina —la científica le sacó la vuelta al tema de su consorte y los Saiyajins, retomando hábilmente el asunto de primordial interés—. Me imagino que la vida se te ha facilitado ya que no tienes que estar pensando en los periodos mensuales, ¿o me equivoco? —preguntándole con curiosidad y tal vez un poquito de envidia, ya que, para ella, era bastante estresante el estar en sus días y tener que comprar sus productos de higiene íntima.

    — No me quejo —afirmó la rubia con estoicismo.

    — Bueno, pues prepárate porque éstos tendrán que volver y ser regulares unos dos o tres meses antes de dar el paso final, y únicamente para asegurar que todo puede ir normal y llegar a buen término —especificó la de cabellera azul sonriendo amablemente.

    — … Mmm... bien, entonces tengo que pensarlo mejor —a este punto, 18 se mostró algo dudosa. No le sería sencillo el volver a preocuparse por la adquisición de toallas sanitarias para no pasar vergüenzas, no quería ni pensarlo—. Me voy ya, Krilin no ha de tardar en volver a casa y no quiero que sospeche nada —agregó encaminándose a la puerta con paso firme, dispuesta a retirarse.

    — Bien, entonces vuelve cuando ya te sientas lista, sólo no dejes de avisarme para disponer del equipo necesario —por lo que Bulma no dudó en acompañarla despidiéndose de ella con toda la gentileza del mundo.



    Durante toda una semana 18 estuvo contabilizando los pros y los contras de lo que esa decisión podría traerle a su vida, ya que eran tantísimos años (bastantes si la memoria no le fallaba) sin preocuparse por sus periodos, e inclusive no recordaba lo que se sentía. Era tan cómodo no tener que gastar cada mes en algo que terminaría siendo un desperdicio pero, por otro lado, si no recuperaba ese ciclo mensual le sería imposible concebir un hijo. Una noche de esas…



    — Krilin, si algún día llegara a ponerme gorda como una vaca, ¿te gustaría de todos modos? —le preguntó a su marido sin cambio en su habitual tono de voz, mirando fijamente hacia las estrellas como si estuviera contándolas.

    — … —al peloncito le pareció algo desconcertante la pregunta hecha por su señora, ¿cómo iba a engordar si casi no comía?—… vamos, 18, yo no dejaría de ver lo bella que eres aunque engordaras un poco, en serio —le respondió amablemente con seguridad, mirándola amoroso pero sin atreverse a acercársele.

    — ¿Ni aunque me dieran antojos raros o cosas así? —la rubia reiteró un cuestionamiento sin retirarse de la ventana ni voltear a verlo.

    — Oye, 18, de verdad me daría mucho gusto si alguna vez comes de más —señaló Krilin sin borrar la sonrisa de su rostro, evitando imaginarla devorar postres de una forma tan desenfrenada como un Saiyajin, tal como Gokú llegó a hacerlo en sus buenos tiempos—. El tener energía ilimitada tiene sus ventajas, pero te pierdes el placer de saborear un buen pastel —añadió con algo de timidez, ya que no pretendía sonar grosero.

    — Gracias por eso, Krilin, eres un amor —ella sonrió al fin y, acercándosele, le dio un breve abrazo y un amoroso beso en la comisura de los labios para inmediatamente acostarse en su lado de la cama, disponiéndose a dormir plácidamente.



    Y, ya más segura de hacer lo correcto, al día siguiente volvió a Capsule… no perdería nada con intentarlo.



    — Estoy lista —dijo al aterrizar al lado de Bulma, la cual tomaba el sol bajo una sombrilla a la orilla de la alberca, enfundada en un ajustado y sensual bañador.

    — ¡Oh, 18, hola! —la científica le saludó amablemente al reconocerla, dejando de lado la revista que estaba leyendo y poniéndose de pie—. Me da gusto que al fin te hayas decidido —agregó sonriente.

    — Tú sólo hazme los exámenes necesarios y me dices cuando tengo que regresar otra vez —expuso la androide con toda sequedad cruzándose de brazos.

    — Momento, momento, los exámenes son de poco en poco, paso a paso… no te puedo hacer todos al mismo tiempo —repuso Bulma poniéndose seria, adoptando su actitud profesional.

    — ¿Estás diciendo que sí tengo que venir muchas veces en este mes?... —18 pareció sublevarse ante la noticia, torciendo el gesto con desagrado—… Eso no le va a gustar al hombre bruto que vive contigo —adicionó a modo de excusa.

    — Oye, oye, las modificaciones que te hizo el tal Maki Gero son en grado complicadas, recuerda que no fuiste creada en un día… y no te fijes en Vegeta, ya me encargo yo de hablar con él —señaló la científica guardando la compostura, haciendo la puntual observación—. Primero tengo que hacerte todo un análisis físico y después lo haré a nivel molecular para así poder desarrollar la combinación hormonal que te sea de utilidad —especificó con su fastidioso tono de sabihonda.

    — … —durante un segundo la Jinzō Ningen se sintió impulsada a dejar todo por la paz y continuar con su vida, más en esta ocasión soltó el suspiro de resignación mal disimulada—. OK., entonces vayamos a tu laboratorio para terminar cuanto antes con esto.

    — Bien, pues acompáñame por favor… —la joven genio sonrió otra vez para caminar delante de la rubia—. ¿Gustas un aperitivo para pasar el rato? —le ofreció educadamente como buena anfitriona.

    — No, gracias, sabes que no necesito comer como ustedes —le respondió la androide retomando el tono seco y cortante.

    — Bueno, cuando te embaraces será importante establecerte un régimen alimenticio ya que la criatura necesitara nutrientes extras que no puedes procesar con tus panelas solares, pero ya me haré cargo de ello más adelante —observó Bulma sin dejar de sonreír amablemente.



    Así que condujo a 18 al laboratorio principal donde se encontraban los equipos más sofisticados, y encendió varios de ellos y algunas computadoras al tiempo que tomaba una bata y varios papeles de un escritorio. La androide se mantuvo quieta en un rincón, echando un vistazo rápido al área.



    — OK., ya volví a revisar los planos de 17 e hice un bosquejo de las modificaciones que podría encontrar en ti —dijo Bulma haciendo la lectura de los documentos mientras se ponía la bata para verse más profesional y de acuerdo a las circunstancias—. Y para comprobar mi hipótesis voy a pedirte de favor que te recueste ahí para escanearte, así obtendré los datos reales y corroboraré mis suposiciones —añadió, indicándole con una seña de la mano uno de los equipos de mayor tamaño, aquel en donde su padre, el Dr. Briefs, intentó reparar al androide 16 unos años atrás.

    — Esa máquina no me agrada en absoluto… —la rubia pareció desconfiar de ello, así que no dudó en señalarlo un tanto recelosa. Era de suponerse que aún tuviera algunos malos recuerdos de lo vivido en el laboratorio de Maki Gero.

    — Oh, vamos, 18, puedo asegurarte que no te dolerá… en está ocasión todo es diferente ya que así tú lo quieres —la dama de cabellera azul interpretó correctamente el sentir de su invitada, así que volvió a sonreírle con amabilidad para transmitirle confianza y seguridad.



    Bueno, pensó la rubia Jinzō Ningen, posiblemente esa mujer estaba loca, pero también, a pesar de todo el desorden del lugar, se veía que conocía su trabajo. Al fin se acomodó en el scanner y pacientemente esperaría por la obtención de resultados útiles. Y ni bien llevaban como veinte minutos cuando la puerta del laboratorio fue abierta con algo de brusquedad, ocasionando que Bulma diese un respingo en el asiento.



    — ¡Por Kami… óyeme, Trunks, te he dicho muchas veces que toques las puertas antes de entrar a algún lugar!... —al darse cuenta de que su heredero es el que había entrado, la científica no dudó en llamarle la atención en voz alta—… ¡casi me matas de un susto!

    — Perdón… —dijo el niño un poco apenado, más la vergüenza se le pasó en un santiamén al dar sus razones—… Mamá, ya acabé mi tarea de matemáticas, el ensayo de la lectura y la composición de inglés y ahora tengo hambre; además ya casi es la hora en que mi papá terminará con su entrenamiento matutino —habló empleando en este caso un leve tono de puchero. Nada tenía que ser más importante que su alimentación.

    — Pues tú y tu padre tendrán que esperarme por lo menos diez minutos ya que estoy ocupada —Bulma se mostró más relajada al responder, retornando la vista al monitor de la computadora para continuar con su lectura de los algoritmos, tomando apuntes de lo relevante—. Si quieres quedarte aquí no toques nada, pero si gustas puedes ir a la cocina a ver qué encuentras —adicionó.

    — Mmm… creo que mi papá se va a enojar… —el pequeño musitó en voz casi inaudible soltando un suspiro bajo de contrariedad, y prefirió permanecer en el laboratorio.



    En esos días cuando, por azares del destino, su abuelita no se encontraba en casa, su mamá aseguraba la cocina bajo siete llaves intentando con ese truco detenerlos a él y a su progenitor para evitar que devoraran la despensa semanal, cosa que en realidad no le era muy efectiva. Así que, observando detenidamente el laboratorio, se percató al fin del scanner en funcionamiento, por lo que se acercó curioso para ver quién era la persona que se encontraba allí adentro, llevándose la sorpresa al apreciar a una casi dormida 18 mientras la máquina irradiaba su luz en la medida que la recorría de pies a cabeza.



    — Órale… —dijo visiblemente asombrado—. Oye, mamá, ¿qué hace la señora 18 en el scanner? —preguntó con interés y algo de incredulidad, pegando su naricita al aparato en movimiento.

    — Le estoy haciendo una revisión de rutina porque ella me lo pidió… es algo sobre su salud —contestó la aludida sin voltear a mirarlo, concentrada en su trabajo.

    — ¿Y por qué no fue con un médico? —el chiquillo volvió a cuestionar con duda… que él supiera, su progenitora no era doctora, y menos de esa clase que revisan a las personas enfermas.

    — Porque 18 no es como cualquier persona… ella y su hermano 17 son humanos que fueron modificados para ser androides —argumentó la dama sin distraerse en lo más mínimo.

    — Súper… —observó Trunks embelesado… construir un robot puede ser el sueño de cualquier hombre de ciencias—. Mamá, mamá, ¿yo también puedo hacer mi propio androide cuando crezca? —preguntó, esta vez con entusiasmo.

    — Tal vez algún día te deje hacerlo… —le dijo una complaciente Bulma mientras continuaba con lo suyo. Le era tan agradable el que su niño fuera tan inteligente y decidido… definitivamente en él se había conjuntado lo mejor de dos razas, así como no alentarlo—… pero nada de utilizar personas para cosas malas, ¿te quedó claro? —agregó, fingiendo un tono de reproche severo.

    — Genial… ya tengo un nuevo proyecto de ciencias para contarle a mi maestro —el infante no pudo dejar de sonreír grandemente complacido, y en su imaginación se vio a sí mismo presumiendo a su primer androide en un festival escolar.



    Y así se fueron los diez minutos, con Trunks observando atentamente el scanner.



    — Listo, con eso terminamos por hoy — dijo Bulma dirigiéndose a 18 mientras la rubia emergía del interior del artificio—, ya te avisaré cuando obtenga los resultados para que continuemos con lo que sigue —añadió amablemente.

    — Está bien… —respondió la androide acomodándose parsimoniosamente la cabellera, ya que de estar acostada se había despeinado un poco… ante todo el glamour.

    — Oiga, señora 18, ¿qué se siente ser androide? —le preguntó un curioso e indiscreto Trunks contemplándola con fascinación.

    — Trunks, por favor, no seas impertinente —por lógica que se ganó una llamada de atención de parte de su madre—. Habrás de disculpar a Trunks, 18, ya que a veces es demasiado preguntón —y, posteriormente, la científica le habló a la Jinzō Ningen en tono apenado, obsequiándole una leve reverencia para compensar la falta de su retoño.

    — No te apures, no me molesta… —la aludida respondió con calma tras mirar al niño con interés por unos segundos… conque no era sólo un Saiyajin más, tan simple y agresivo como su progenitor—… ser androide tiene sus ventajas —añadió con seguridad, ya sin mostrar ninguna emoción. Inmediatamente se volvió a su anfitriona para despedirse a su manera—. Bien, ya tengo que irme, no tengo ganas de verle la cara al idiota de tu marido.

    — Perfecto, entonces yo te hablo en cuanto obtenga los resultados favorables —contestó la científica recuperando el buen humor, conduciéndola a la salida del laboratorio para acompañarla hasta la puerta del jardín. Trunks tuvo que ir tras ellas para que su mamá no fuera a olvidarse de él y sus necesidades alimenticias.



    Y fue nuevamente una suerte el que 18 se alejara con rapidez ya que Vegeta asomó aproximadamente al minuto, obviamente exigiendo su ración de comida.



    Los análisis habían dado los resultados positivos que Bulma esperaba, así que ahora era cuestión de elaborar el tratamiento hormonal adecuado para la rubia, y así poner nuevamente en funcionamiento los órganos del aparato reproductivo. Por lo que, una semana después…



    — Bueno, querida, debo tomar una muestra de tu sangre para el estudio a nivel molecular y en base a ello también pueda desarrollar anti alergénicos, no vaya a suceder que la hormona te ocasione algún malestar de consideración —le decía Bulma a 18 preparando el instrumental necesario mientras su invitada releía el informe anterior—. De todos modos no te aseguro que lo pases bien ya que, como te lo había comentado, tu cuerpo tiene que acostumbrarse otra vez a ella —añadió al tiempo que le mostraba la jeringa con la que tomaría la dichosa muestra.

    — Haz lo que tienes que hacer y no hables más de eso que me purgas… —18 extendió el brazo mostrándose un tanto fastidiada de la misma cantaleta… claro, en su interior se sentía contenta porque había una pequeña luz de esperanza para cumplir ese sueño de toda mujer, y soportaría todo lo que fuera necesario.



    Nada de eso podría compararse al dolor que el Dr. Maki Gero le hizo sufrir al transformarla en un androide asesino, y con eso cambiar su vida. Bulma sonrió levemente intuyendo el motivo de su arrebato, y le pinchó con delicadeza para así llenar dos tubos de ensayo previamente etiquetados, en los que realizaría las pruebas pertinentes.



    — Listo, con esto será suficiente… —dijo limpiando la zona herida con una torunda de algodón, para detener el pequeño sangrado. Inmediatamente tapó los tubos de ensayo y los colocó con mucho cuidado en la mesa—. En unos tres días tendremos los resultados y desarrollaré el complejo hormonal adecuado para ti —añadió sonriendo nuevamente.

    — Entonces volveré en tres días —respondió 18 y está vez no espero para retirarse, saliendo por la ventana del laboratorio, y es que no quería topar de frente con el Príncipe Saiyajin, quien al parecer entrenaba con su hijo en la alberca.



    La científica se encogió de hombros con resignación al verla abandonar así la estancia, y mejor se dispuso a ordenar todo el equipo necesario para hacer el análisis. Colocó uno de los tubos en un pequeño aparato centrifugador para separar así los componentes de la sangre, y preparó varios reactivos para distintos propósitos a fin de obtener los resultados óptimos. Se entretuvo como media hora hasta que la alarma de su reloj le indicó la hora exacta de atender las exigencias alimenticias de sus hombres.



    — Vaya, que tarde es… espero que Vegeta no se haya desesperado —se dijo a sí misma encaminándose con prontitud a la cocina, un tanto contrariada de sólo pensar en esa posibilidad.



    Para su buena fortuna ya su madre había tomado las riendas de la situación atendiendo a toda la familia con la comida rápida de la tienda de autoservicio, y por lo menos les calmaría un poco el rugiente estómago a los Saiyajins de la casa.



    — Bulmita, hija, traje muchas cosas del súper, espero te gusten... había unas ofertas buenísimas —le dijo la buena mujer en cuanto la vio llegar, sonriendo grandemente como de costumbre en tanto le servía a su marido una razonable porción de pizza.

    — Muchas gracias, mamá, sabía que podía contar contigo —le respondió la aludida acercándose al refrigerador para sacar más comestibles ya preparados que únicamente necesitaban calentarse—. Vegeta, Trunks, denme un minuto y les tendré listo el delicioso guisado de carne con verduras que les prometí en la mañana —les dijo con timidez al tiempo en que colocaba el guiso precocido en una gran cazuela antes de meterlo al horno.

    — Yo estoy comiendo pizza de tres carnes y de cuatro quesos —habló Trunks en seguida de tragarse un buen pedazo de doble tamaño—, y también quiero comer de esas hamburguesas que trajo mi abuela, y el helado de chocolate con galletas —añadió echándose otra porción de igual tamaño, masticando con cuidado. Bunny Briefs le acarició la cabellera al momento de pasarle varios paquetes con hamburguesas, sonriendo complacida de verlo comer como todo Saiyajin que se respete.



    A todo esto Vegeta bufó por lo bajo mientras engullía con algo de recato el tercer pollo asado que su suegrita le llevó con tanto cariño.



    — Bien, entonces sólo será para tu padre —dicho eso Bulma consideró que era mejor dedicarse a la atención personalizada de su cónyuge para tenerlo contento, así la dejaría continuar en paz con su trabajo. Por lo tanto metió en el horno la gran cazuela para que el guisado terminara de cocerse.

    — Por cierto, Bulma, hija, ¿cómo van los análisis de 18? —le preguntó el Dr. Briefs masticando su rebanada de pizza con toda la educación del mundo, convidándole al pequeño Tama.

    — Muy bien, papá, todo marcha de maravilla, ya en tres días tendré lista la hormona sintética para iniciar con el tratamiento —respondió ella inmediatamente después de prender el horno, cerrando la puerta del mismo con cuidado—. Si todo sigue igual de bien pronto Krilin y 18 podrán tener un hijo —agregó entusiasta.

    — Ay, Bulmita, eso es una noticia estupenda que debemos celebrar por todo lo alto —dijo Bunny Briefs igual de alegre, sentándose al lado de su esposo para tomar sus respectivos alimentos.

    — Calmada, mamá, calmada, en cuanto estemos seguros de ello podremos celebrar, así que no te precipites —le dijo Bulma a su madre vigilando el horno y contando el tiempo… con diez minutos sería suficiente.



    De toda esa conversación no había nada interesante para Vegeta y Trunks, así que ellos continuaron con su labor de comer a más no poder absteniéndose de opinar. Fue entonces que el chiquillo consideró oportuno llamar la atención de todo mundo sobre su persona, acostumbrado a ello por ser hijo único y consentido.



    — Oye, abuelo, mi maestro me dejó de tarea escribir la biografía de un científico famoso y yo quiero escribir sobre ti, pero no sé cómo debo empezar a hacerlo… ¿me ayudas? —dijo en tono de chico bueno después de beberse todo un litro de jugo para pasarse la última hamburguesa que se comió.

    — Trunks, pequeño, es todo un honor para tu viejo abuelo el que lo hayas considerado para algo tan valioso, así que te contaré lo más relevante que me ha pasado para empezar —el buen doctor sonrió con orgullo, sintiéndose importante en la vida de su nieto.



    Y este fue un día normal en Capsule. Ya llegada la noche, justo a la hora de descansar…



    — Entonces es en serio que la oxidada tipa esa piensa tener un crío con el pelón de ... bueno, con ese pelón… Pero que ganas de quitarte el tiempo —Vegeta, recostado en la cama, miraba a Bulma con atención en lo que ella completaba su rutina nocturna de belleza, y bufó está frase con verdadera irritación cruzándose de brazos.



    Así que esa era la razón por la cual la androide había estado presentándose constantemente en su casa, ocupando parte del tiempo de SU mujer con esa tontería.



    — Oh, vamos, Vegeta, Krilin y 18 son nuestros amigos y, si está en mi mano ayudarles un poco, pues lo haré con todo gusto. Además es la ilusión de toda mujer —le respondió la dama mirándose en el espejo del tocador, dándose sus masajes faciales con la crema de noche.

    — ¡Bah!... amigos… —el hombre no dudó en resoplar más fuerte para que no cupiera duda de lo que realmente pensaba de eso. Después se animó a soltar una pregunta de algo que lo desconcertaba—. ¿Que, acaso no pueden hacerlo cómo… cómo…? —y en ese momento se sonrojó un poco y hasta tartamudeó de la puritita vergüenza, desviando la mirada de ella—… ¡Mierda, tú ya sabes a lo que... a lo que me refiero!



    Bulma se volvió a mirar a Vegeta con interés, sin ocultar una sonrisita traviesa.



    — Vegeta, ya te dije que 18 fue modificada en algunas de sus funciones vitales y necesita normalizarlas aunque siga siendo humana. Pero, en cuanto concluya con el tratamiento, ella y Krilin podrán hacerlo de la forma natural y todo dependerá de las ganas que le pongan —respondió riendo por lo bajo, después añadió con picardía y algo de sensualidad, acercándosele para hacerle cariñitos en la levantada cabellera—. ¿No te parece maravilloso?

    — ¡Bah, puras pamplinas! —respondió el Saiyajin sin que se le bajara el rubor de las orejas, intentando hacerse el fuerte e indiferente.



    Lo demás que pudo haber ocurrido esa noche lo dejamos a la imaginación.





    Nota: Tarde pero seguro. Vamos llevando la concepción de Marón como a mí me pareció debió ser, algo planeado y llevado con cuidado debido a las modificaciones que Maki Gero pudo haber hecho en 18, y no como un evento fortuito y casual mostrando a la rubia como una facilona y descuidada. Por ello Bulma debió tener un papel relevante, ya que sólo ella podría haber descifrado el enigma sobre los androides.
    Esperen la continuación ya con la buena noticia, así que un saludo y no pierdan también el otro fic, “El Universo está en juego…”, el cual tengo que pulir.


    P.D: ¡Feliz Navidad anticipada!, y muy buen inicio de año para todos los del foro, deseando que se continúe con esta gran labor.
     
    Última edición: 17 Diciembre 2013
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  7.  
    LhaurgigSesnas

    LhaurgigSesnas Entusiasta

    Capricornio
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    Muy buen capítulo, has mostrado algo que Toriyama jamás hubiera pensado plasmar. Me gustó mucho la actitud de 18 frente al problema, y esa Bulma, bastante sabia tanto en lo científico como en lo sentimental. La siento más adulta que de costumbre, como solía presentarse en la saga de boo, menos pícara y más seria.

    Pero permíteme un consejito: a veces parece que Bulma sabe las mismas cosas que el narrador (tú); y el narrador mismo da poco espacio a que nos imaginemos lo que sienten los personajes, lo detallas y yo como lectora no hago ni un esfuerzo en descubrirlo. Pero eso no es que sea malo, es tu estilo de narración, mucho más próximo a la historia. Por ejemplo en las mías la narración es más distante, pero es otro estilo diferente xD

    Saludos y suerte.
     
  8.  
    MaryMishe

    MaryMishe 환영

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    awwwwww....amiguis para serte sincera este es el capitulo mas tierno que has escrito en toda la historia :") amo como 18 le pide ayuda a Bulma para cumplir su deseo de ser madre ya que ...bueno dicen que un hijo es una bendicion y aun asi una mujer fria y seria como lo es 18 siente ese deseo :D Krillin se va a poner muy contento cuando su esposa le de la sorpresa de que esta embarazada !!! no puedo esperar para leer esa parte :D sigue asi ..me encanto :) <333
     
  9.  
    InunoTaisho

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    Una decisión del más allá.
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    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    8899
    Capítulo 15.


    Nota previa: Nuevamente una disculpa por el retraso, entre este fic, el otro y mis cosas personales, así como el hecho de quedarme sin Internet, me iba a volver loca. Bueno, dejemos las excusas de lado y diviértanse con este nuevo capítulo, ya con la buena noticia de la concepción y el pronto nacimiento de Marón, y casi de inmediato daremos una vuelta a la historia vista sin perder el contexto original de la trama. Sin más comenzamos.
    Previamente, en el capítulo anterior…


    Quiero ser madre —le dijo una cortante 18 a Bulma reprimiendo un suspiro de rendición —, y creo que con eso ya te lo he dicho todo —adicionó.



    En poco tiempo Bulma completó el desarrollo de la dosis hormonal adecuada para que 18 recobrara sus funciones reproductivas, y, aunque la científica le recomendó a la androide acudir regularmente a Capsule para checar que todo transcurriera con normalidad y llevar su control, ésta dejó de presentarse. Al parecer, la grosera actitud del Príncipe Saiyajin cada que topaban de frente ya le traía hasta la… bueno, dejémoslo así.



    Durante los primeros días del tratamiento 18 no presentó ningún síntoma que indicara alguna alteración considerable, por lo que, por un momento, creyó que no había servido de nada todo el sacrificio. Pero, ya pasado un mes, empezó a sentir algunas molestias, como leves dolores de cabeza, momentáneas punzadas en sus senos y en la zona del bajo vientre, y, lo más preocupante de todo, al menos en su opinión, era el incremento en sus deseos eróticos.
    Una de esas hermosas mañanas de verano, cuando Krilin se disponía a arreglarse para trabajar…



    • Buen día, 18, hoy me iré temprano a la oficina ya que el jefe me prometió un aumento de sueldo si lo ayudo con algunos pendientes —le dijo amablemente a su esposa en cuanto ella abrió los párpados después de una buena noche de sueño. Nuestro joven guerrero salía del baño, vestido únicamente en ropa interior.



    Ella se desperezaba cuando, al verlo así, tan fresco como lechuga, y, sobre todo, utilizando tan poca ropa, le dieron ganas de no dejarlo ir a ningún lado. Se sorprendió a sí misma por haberlo pensado, más no pudo controlar sus impulsos… ¿qué le estaba pasando?



    • Oh, Krilin, querido, ¿por qué no mejor te quedas aquí conmigo y nos olvidamos de todos por hoy? —le dijo en tono pícaro y sensual guiñándole un ojito travieso, invitándolo a volver a la cama.
    • Etoo… oye, 18, tengo que… tengo que ir a trabajar… tú sabes, un poco más de dinero no nos caería nada mal —Krilin se mostró extrañado por la petición. La oferta de quedarse era tentadora pero… alguien, o sea él, debía de trabajar para mantener la casa, ya que la pensión del maestro Rōshi no era mucha. Además, era tan poco común el que su esposa le insinuara algo así, y menos a esa hora… ¿acaso se le había cruzado algún circuito?
    • ¡Al diablo tu jefe y el maldito trabajo! —la Jinzō Ningen pareció ofuscarse y se levantó enfadada, mirando a su marido con molestia absoluta—. ¡Háblale por teléfono y le inventas cualquier pretexto tonto, como el que me enfermé! —puntualizó enérgicamente cruzándose de brazos.
    • Este… sí, sí, tienes… tienes razón… ya… ya le hablo… —ni hablar, ante el enojo de su esposa el joven guerrero se mostró bastante asustado, aunque se carcajeó tímidamente para disimular, así que, sin manera de contradecirla, tomó el teléfono que estaba en su habitación y presto marcó el número de su jefe—… Este… buenos días, señor Lee, soy… soy Krilin… sí, lo sé pero… lo que pasa es que mi… —y, en cuanto le respondieron, sostuvo una amistosa y educada charla con su interlocutor, con una entonación ligeramente temblorosa—… mi esposa está delicada de salud y… pues no, señor, no podré ir a trabajar hoy… sí… sí, señor, la llevaré al doctor… gracias… gracias por su consejo, eso es lo que haré… sí… de su parte… nueva… nuevamente gracias… —al colgar soltó un suspiro muy bajito a modo de queja—… Tendré que esperar hasta el siguiente periodo para una nueva promoción —dijo para sí entre dientes.
    • ¿Dijiste algo? —18 no le había quitado la vista de encima, así que le interrogó con suspicacia sin cambiar el tono duro.
    • ¡No, no, no… yo no dije nada! —al verse descubierto Krilin dio un respingo, poniendo un gesto de niño obediente en cuanto volvió a mirarla, sonriéndole como bobo—. Entonces… ¿qué… qué quieres hacer hoy? —preguntó amablemente, inclinándose frente a ella en una profunda reverencia.
    • Idiota —las facciones de la rubia se suavizaron, y, acercándosele cariñosa, le dio un apasionado beso en los labios al tiempo que lo abrazaba.


    Lo que ellos no sabían es que alguien se encontraba de fisgón tras la puerta de su habitación… el buen Kame Sen’nin había subido a ver a Krilin, extrañado de que no se hubiera presentado a desayunar para irse a trabajar.



    • ¡Ah, qué buena suerte tuvo Krilin hoy!… —dijo relamiéndose de gusto al escuchar algo más que palabras, dejándose llevar por su cochambrosa imaginación.


    Pero, así como 18 tuvo sus días bastante buenos, también los tuvo bastante malos ya que su cuerpo todavía no se adaptaba a la hormona, lo que le provocaba repentinos cambios de humor. Otro de esos días su genio salió a flote y casi destruye la Kame – House de lo encolerizada que estaba, y por eso Krilin tuvo que dormir en la playa, acompañado por Rōshi y Umigame. Los tres disfrutaron de la brisa nocturna mientras comentaban lo sucedido.



    • ¿Y ahora, qué mosca le picó a tu señora? —le preguntó el anciano a su discípulo ni bien la rubia los sacó por la ventana, y los dos se arrastraron sigilosamente por la arena hasta llegar bajo la palmera, sentándose junto a la vieja tortuga—. Hace una semana estuvo de lo más cariñosa contigo, y hoy…
    • Pues la verdad no tengo idea, maestro, pero… —respondió Krilin sobándose la cabeza, meditando en el hecho. Al momento su gesto se contrajo de molestia por las últimas palabras de su mentor—. Oiga, maestro, ¿acaso estuvo espiándonos a 18 y a mí? —le preguntó con desconfianza, empleando un tono ofendido.
    • Un poco, un poco… como no bajaste a desayunar, supuse que tal vez estarías enfermo o pasándola de maravilla con tu bella esposa —contestó el viejecillo muy quitado de la pena.
    • Maestro, no está nada bien que se meta en donde no lo llaman —opinó la sabia Umigame en tono serio, mirando al centenario hombre con reproche.
    • Tiene suerte de que 18 no se ha enterado, maestro, o de verdad podría lamentarlo —recalcó el joven pelón sin cambiar el mohín de disgusto.
    • Es por ello que sólo lo hago de vez en cuando —dijo Kame Sen’nin como quien no quiere la cosa, limpiándose la hemorragia nasal con un pañuelo.
    • ¡Maestro, como se atreve! —Krilin se indignó en sobremanera, y se dispuso a defender el honor de su mujer.
    • ¡Shit, baja la voz! —por lo que Rōshi tuvo que acallarlo tapándole la boca presuroso, hablándole en un susurro nervioso—. Ponte a pensar que, si ella llega a saberlo, también podría disgustarse contigo.


    Ni hablar, lo mejor era dejar las cosas así hasta que el humor de 18 hubiera mejorado.



    Y por unos dos meses más la rubia presentó este tipo de cambios sin que le diera a Krilin una explicación, por lo que el guerrero llegó a preocuparse demasiado ya que no era nada agradable el vivir de esa forma. Así que un día, saliendo temprano del trabajo, dirigió su rumbo hacia Capsule Corp., el mejor lugar en el que podía pensar para darle respuesta a sus dudas e inquietudes.



    • Sólo Bulma es la única persona que puede interpretar lo que está pasando con 18… —se dijo a sí mismo mientras cruzaba con velocidad los cielos—… Ella conoce mucho de androides y de todo tipo de tecnologías.


    Al llegar a la Capital del Oeste divisó los grandes edificios que integran el complejo Briefs, y, sin frenar su loca carrera, se precipitó hacia el jardín trasero donde se encuentra la alberca, el lugar favorito de Bulma para leer revistas de chismes y liberarse de las tensiones del día, sobre todo porque iba ataviada con un diminuto bikini al tiempo que reposaba en una poltrona.



    • ¡Bulma, Bulma, Bulmaaa! —Krilin no midió el alcance de su desesperación, cayendo con algo de brusquedad sobre las piernas de su amiga.
    • ¡Aaaaayyyyy! —la joven genio había intentado levantarse cuando lo escuchó gritar de esa manera más, por la inercia del movimiento, ambos terminaron en el suelo, con él arriba de ella en una situación por demás comprometedora—. ¡Óyeme, Krilin!, ¿qué te pasa? —le reclamó enfadada, intentando quitárselo de encima.
    • ¡Bulma, necesito que me ayudes!, ¡ayúdame por favor, por lo que más quieras! —más el pelón no se dio por enterado de lo sucedido y la sacudió con algo de impaciencia… por un pelito le arranca la parte superior del bikini.
    • ¡¡Suéltame, no me toques así!! —la científica enrojeció del coraje y la vergüenza ante esa falta de respeto. Tenía tantas ganas de cachetearlo.


    Afortunadamente…



    • ¡¡Miserable hijo de p…, deja en paz a MI Bulma!! —se escuchó la enfadada voz de Vegeta junto con el sonido de una cazuela al romperse contra el suelo, y, en una fracción de segundo, Krilin fue levantado repentinamente por el cuello, ya que el agresivo Saiyajin se disponía a ahorcarlo lentamente—. ¿¡Qué no te basta con la hojalata que tienes por mujer!?
    • No… Vegeta… no es lo que… no es lo que crees —el pobre farfulló con desesperación, intentando soltarse.
    • Vegeta, basta… fue un accidente, eso es todo —Bulma se incorporó también y tomó el brazo de su cónyuge con firmeza y seguridad, hablándole en tono serio.
    • ¡Mph!, pues a mí no me lo pareció —refunfuñó el hosco hombre soltando a su “presa” sin delicadeza, mirando a su mujer con disgusto y cruzándose de brazos. Ya libre de la presión, el chaparrito aspiró una honda bocanada de aire para recuperarse, tosiendo un poco.
    • Vamos, Vegeta, tú sabes que yo no te cambiaría por Krilin ni por nadie más… eres mi Príncipe Encantador —dijo la científica guiñándole coquetamente un ojo a su marido, lo que lo hizo enrojecer levemente de las orejas.
    • ¡Bah! —resopló para disimular su bochorno.
    • Papá, dejaste caer todo el guisado que preparó mi abuela… —fue justo entonces que Trunks, quien desde la cocina venía detrás de su padre, se aproximó para decir algo en tono de verdadera pena—… y ahora no tenemos nada para comer —añadió soltando un suspiro.


    Claro está que, para el chiquillo, nada era más importante que alimentarse bien, y por eso le sorprendió el que su progenitor hubiera actuado de esa forma aunque fuera para defender a su mamá, ya que él no se percató de todo lo sucedido.



    • Oh, Vegeta, no puedo creerlo… desperdiciaste la comida —Bulma se fijó en lo ocurrido con el guisado, así que le hizo el reproche a su marido ocultando muy bien un gesto de complacencia… que él se preocupara por ella de vez en cuando le hacía sentir tan feliz—. El pequeño Tama no va a poder con todo eso —puntualizó.
    • ¿Entonces Tama va a comerse mi cena? —el niño pareció más que consternado ante la idea del que el gato de la familia cenaría opíparamente y él no, mientras que su progenitor soltaba un improperio bajo en su lenguaje nativo.
    • Este… oye, Bulma, ¿puedo hacerte una pregunta? —nuestro joven guerrero pelón consideró adecuado intervenir educadamente al ver que su amiga pensaba responderle a su consorte, ya que no quería ser testigo en una discusión marital de ese par.
    • ¡Ah, Krilin, hola, no te había visto! —Trunks le saludó con cortesía en cuanto se fijó bien en su presencia, mostrando su cultura. Nadie puede decir que un niño de cuatro años no es educado.
    • Hola, Trunks, puedo ver que el entrenamiento te ha sentado muy bien —le contestó el aludido entre alegre y apenado. Entre más pronto se fuera de allí sería mejor, ya que no deseaba disgustar a 18 con su tardanza.
    • Bien, Krilin, si me haces el favor de esperarme en el laboratorio… te alcanzo en diez minutos —Bulma respondió a la petición de su amigo de esta manera, indicándole con un ademán de la mano por donde tenía que retirarse. Una sutil forma de decirle que no estorbara.
    • Este… sí, sí, claro, Bulma, allá te espero… con tu permiso, Vegeta… te veo luego, Trunks—el joven guerrero entendió perfectamente la indirecta y hacia allá encaminó sus pasos, huyendo con paso ligero de la pesada mirada del Príncipe Saiyajin.


    Exactamente a los diez minutos se presentó Bulma en el laboratorio, ya vestida con su profesional bata de trabajo.


    • ¡Gracias al cielo, Bulma, eres la única que puede ayudarme con esto! —Krilin se aproximó a ella en cuanto la vio entrar por la puerta. Y claro, no se esperaba recibir un brutal bofetón que lo dejó viendo estrellas—. ¡Ay, ay, ay, ay!... ¿y ahora, qué te traes? —le preguntó en un hilo de voz, sobándose la mejilla.
    • ¡Eso y más te mereces por ser tan torpe! —le espetó la dama con verdadero enfado—. ¡Más bien, deberías agradecerle a Kami porque no dejé que Vegeta te matara! —agregó, sacando chispas por los ojos.
    • Este… en serio, no era mi intención ofenderte, lo siento —bien, viéndolo de esa forma tan clara, era mejor eso a experimentar una muerte dolorosa a manos de un Saiyajin asesino, así que el pelón se inclinó respetuosamente ante la joven genio sin dejar de sobarse la mejilla, hablándole en entonación consternada.
    • ¡Pues espero que de verdad aprendas! —Bulma soltó un breve bufido y se cruzó de brazos, aun mirándolo con irritación—. Y bien, ahora dime a que viniste —cuestionándole al momento con rudeza.
    • Bueno, verás, lo que pasa es que… es que… es que no sé cómo decírtelo… —Krilin tartamudeó sin encontrar las palabras adecuadas para explicarse.
    • ¡Sólo dilo y ya, caramba, no le des tantas vueltas! —por obvias que la científica no estaba de humor con su amigo para aguantar sus titubeos, así que le gritó con impaciencia.
    • Es que 18 está actuando de una forma muy rara… como si… como si… —asustado por el regaño, el guerrero soltó las palabras de sopetón, que incluso se le enredó la lengua.
    • … ¿qué? —el mohín de Bulma cambió a uno de perplejidad… no le había entendido nada.
    • 18 se ha comportado muy diferente desde hace unos dos meses… a veces parece excesivamente contenta y se muestra muy… muy cariñosa y… bueno, otras veces se enoja por nada y la toma contra el mundo entero —tomando aire el joven pelón resumió su inquietud con detenimiento, en entonación avergonzada—. Y, como tú llegaste a conocer mucho sobre los androides, además de que también eres mujer como ella pues… bueno, pues me pareció que podrías ayudarme a descifrar el misterio —agregó, mirando a su amiga con ojos de súplica.
    • Ah, ya veo… conque de eso se trataba… —Bulma se tranquilizó y hasta se dio el lujo de sacar su cajetilla de cigarros, disponiéndose a fumar. Cogió parsimoniosamente un cigarrillo, tomándose un minuto para encenderlo y darle una fumada antes de continuar su charla—. Así que 18 aun no te cuenta nada de nada… bueno, aunque todavía es muy pronto para tener resultados positivos, creo que no debería ocultártelo por más tiempo —dijo en un tono más amable, exhalando el humo del cigarrillo.
    • Entonces… ¿tú sí sabes lo que le pasa? —era tranquilizador el saber que Bulma estaba enterada de los cambios de 18, pero eso no le aclaraba del todo sus dudas a Krilin, quien siguió mostrándose preocupado—. Espero que no sea algo grave, como el que… le estén fallando las pilas o algo así —mencionó con duda.
    • No seas tonto, Krilin, 18 es un androide con base humana que no necesita baterías de litio… —la científica hizo un esfuerzo para no carcajearse—… pero no te angusties, su caso no es grave. De hecho no debería ser yo la que te lo diga pero, por el bien de tu salud mental, voy a contarte todo lo necesario —añadió sonriendo grandemente—. Nada más no vayas a reclamarle, o podría enojarse también conmigo y ya no querría terminar el tratamiento —puntualizó un tanto autoritaria.
    • ¿El… tratamiento? —el joven guerrero se mostró más que sorprendido.
    • Sí, 18 está sometida a un tratamiento hormonal porque quiere ser madre, y hay muchas posibilidades de que pueda lograrse —respondió la joven genio sin borrar la sonrisa—. Por cierto ya debería haber venido si es que se sentía tan mal… tal vez la dosis fue muy fuerte —adicionó un poco más seria y profesional, dándole una nueva fumada a su cigarrillo.


    Krilin digirió lentamente el significado de esas palabras, y hasta se le salieron unas cuantas lágrimas sólo de pensarlo detenidamente.



    • ¿Eso quiere decir que… que 18 y yo… de verdad ella quiere… entonces vamos a ser…? —dijo titubeando de la emoción.
    • Por supuesto, aunque primero necesitamos normalizar todas sus funciones elementales para concebir, y después probaremos que sea factible… de hecho, los resultados arrojan una probabilidad del cincuenta y un por ciento, que no es mucho pero es algo —respondió Bulma con una sonrisa sincera y amable—. Así que dale tiempo y no la presiones —recalcó.
    • Eso suena bastante bien… un hijo de 18 y mío —Krilin sonrió soñadoramente, imaginándose con un bebé en brazos. De seguro ni Gokú ni Vegeta se habían sentido tan bien como él cuando recibieron la noticia de que serían padres.
    • Tómatelo con calma y trata de comprenderla, ya que el viejo Maki le hizo infinidad de modificaciones y alteraciones para transformarla en una máquina asesina, por lo que tenemos que recuperar bien su parte humana —agregó Bulma retomando la seriedad científica—. Si en dado caso no fuera factible el producto, es casi seguro que 18 no querrá intentarlo otra vez.
    • Gracias, Bulma, muchas gracias —aun con esa posibilidad en contra Krilin no dudó en sentirse agradecido con su amiga, así que la miró con alegría.
    • Lo que sí quiero pedirte es que la convenzas de regresar o no podremos comprobar los resultados en tiempo y forma… pero recuerda, no debe enterarse de que viniste a verme —le señaló ella, recobrando también la sonrisa.
    • No te preocupes, yo le diré que venga sin que lo sospeche —dijo el joven guerrero sin ocultar su felicidad.


    Despidiéndose jubilosamente Krilin tomó rumbo hacia Kame – House, cantando por todo el camino.



    • ¡Pero qué buena noticia, voy a poder tener un hijo! —habló entusiasmadamente consigo mismo, con los ojos más que brillantes. Eso era mucho más de lo que hubiera soñado desde que resucitó por vez primera—. ¡Será un chico fuerte y voy a entrenarlo muy duro para que participe en una nueva edición del Budokai Tenkaichi! —añadió más que sonriente y seguro… ya se veía acompañado de un pequeño muy parecido a él—. Bueno, creo que eso es lo que haría si fuera un niño, porque… si fuera una niña… —y esta momentánea duda le cruzó por la mente, cambiando la imagen por la de una pequeña y encantadora rubiecita de ojitos vivarachos y tierna sonrisa—… ¡será la niña más bonita del mundo! —puntualizó muy seguro, sonriendo otra vez. Tener una hija no estaría tan mal, y también la querría mucho.


    Para su buena suerte encontró a su esposa de muy buen humor, la cual, al verlo llegar tan agitado, no dudó en mimarlo a su manera con una buena cena y otra cosa, e incluso consintió en ir a Capsule cuando él le comentó que le preocupaba su estado de salud, ya que no quería verlo así de intranquilo por ella. Por lo tanto, al día siguiente, 18 se encontraba una vez más en los laboratorios de Capsule; claro, había recuperado el gesto de total hastío que habitualmente suele traer.



    • ¡18, hace días que te esperaba! —exclamó Bulma al verla, guardándose una sonrisita de complacencia—. ¿Cómo estás?, ¿ya inició tu periodo? —le preguntó con curiosidad profesional.
    • Yo estoy bien, gracias por preguntar… aunque no estoy muy segura de que haya algo positivo en todo esto —respondió la androide un tanto cortante en tono áspero, teniendo los brazos cruzados—. He tenido molestias de todo tipo pero, lo peor de todo es que… —bueno, tenía que explicar sus síntomas y ventilar sus intimidades aunque le diera vergüenza, ya que la mujer que se encontraba frente a ella, la científica loca, era la única que podría entenderlos. Al instante enrojeció levemente, y, cosa rara en ella, empezó a tartamudear un poco—… es que… bueno, creo que… creo que me estoy volviendo loca porque… porque… a veces me dan tantas ganas de… de…
    • Te entiendo, querida, te entiendo, a todas nos pasa lo mismo cuando se acerca nuestro periodo —Bulma comprendió todo y le interrumpió amablemente para hacerla sentir mejor—. Es normal que, ante el importante incremento de hormona que ha experimentado tu cuerpo, responda de esa forma… y recuerda que, si quieres tener un hijo, debes tener la mayor cantidad de relaciones íntimas con tu esposo —añadió un tanto pícara, guiñándole un ojo.
    • … —por obvias que la rubia no le encontró la gracia al comentario—… No quiero volverme una pervertida como tú… aun no entiendo que le viste al simio ese que tienes por esposo, si a leguas se nota que es un animal —le dijo hoscamente.
    • Vamos, vamos, 18, no dejaste de ser una mujer a pesar de lo que te hizo Maki Gero, y como tal, también tienes necesidades fisiológicas… algo ha de tener Krilin que te encanta, y lo mismo me pasa con Vegeta —la científica hizo la observación empleando su formal tono de sabihonda, mirándola con suspicacia—. ¿O es que acaso aceptaste casarte con él sólo para no vivir en las montañas del Norte con 17? —le preguntó inquisitiva.



    Meditando unos segundos 18 se dio cuenta que esa verdad no podía negársela a alguien tan aguda como Bulma, así que, a regañadientes y muy a su pesar, admitió que a la científica no le faltaba la razón.



    • … pues no, no me casé con Krilin sólo por alejarme de 17 —dijo un tanto derrotada, intentando no mudar el gesto de molestia y así no delatar sus verdaderos sentimientos, dado que, para ella, aunque su chaparrito no es un hombre guapo ni mucho menos, es el mejor del mundo con todo y sus defectos, ya que le había demostrado su amor al aceptarla tal cual era sin ponerle condiciones, con todo y lo que llegó a saber de su negro pasado.
    • Bueno, ya nos estamos entendiendo… ahora deja te tomo una muestra de sangre para conocer el nivel de la hormona en ella y comprobar que todo siga bien —Bulma retomó su actitud profesional y se dispuso a pincharle un brazo a la Jinzō Ningen, teniendo ya a la mano el tubo de ensayo y la jeringa.
    • Está bien, pero hazlo rápido —respondió la rubia con sequedad, extendiendo su brazo izquierdo.


    En menos de un minuto el tubo de ensayo estaba lleno de sangre. Sonriente, la científica tapó el tubito y lo colocó en un aparato especial para centrifugar su contenido.



    • Esto no tomará más de dos horas —dijo amablemente volviéndose a la androide, regalándole una sonrisa sincera—. Y, como imagino no has de querer quedarte aquí esperando, te sugiero ir al centro comercial más cercano y darte una vuelta por las boutiques que ofrecen ropa de bebé —haciéndole la cortés invitación, ya que no estaba de más prepararse para la ocasión—. Ahí venden unas preciosas ropitas para recién nacidos que sé te gustarán mucho —añadió, ahora empleando un tono soñador.
    • Si no hay de otra… —masculló la rubia con un leve deje de fastidio en la voz, saliendo prontamente por la ventana.
    • ¡Te veo en dos horas, no vayas a tardarte! —le recalcó Bulma a viva voz acercándose a la ventana. Al perderla de vista no hizo más que sonreír con leve resignación, y se aprestó a continuar con su labor.


    A 18 no le costó mucho el arribar al centro comercial y, tomándoselo con calma, recorrió a paso lento unas cuatro boutiques de la planta baja, aquellas en donde la ropa y accesorios para bebé le parecieron de mejor calidad. La verdad es que no había querido hacerse ilusiones mientras no estuviera segura de que se daría, y por ello no se había dado el tiempo de checar la mercancía relativa a la maternidad. Pasada una hora se encontraba nuevamente en la boutique que llenó todas sus expectativas, admirando más de cerca las diminutas prendas. Cualquiera que la conociera bien se extrañaría de percibir en su rostro un mohín de embeleso… nada que ver con la seriedad que suele mostrar.



    • Esta ropita es tan linda… —dijo ilusionada, tomando con delicadeza un mameluco de terciopelo azul con bordado de conejitos al frente—… y este modelito es precioso —agregó, dejándolo de lado y tomando en esta ocasión un coqueto conjunto para niña, en color rosa con encaje al frente.
    • ¿Buscaba algo en especial, señora? —una de las dependientas se le acercó para ofrecerle su ayuda.
    • Gracias, únicamente estoy mirando —respondió la rubia con un deje de indiferencia, recomponiendo el semblante serio. A nadie le tenía que importar lo que estaba haciendo.
    • Si usted gusta puedo mostrarle el extenso surtido de pañaleras, mamilas, sonajas, chupones… todo lo que se necesita para consentir a un bebé —recalcó la dependienta sin dejar de mostrarse amable. Ese era su trabajo y no cedería en ello.
    • … —OK., 18 comprendió que esa mujer no la dejaría en paz hasta venderle algo. Además ya no era una asesina, por lo que tenía que comportarse como una persona civilizada—… la verdad estoy interesada en adquirir algo de mobiliario para bebé, pero en otra ocasión vendré con mi marido —dijo en un tono lo suficientemente amable, disponiéndose a retirarse del local.
    • En cuanto guste la esperamos… también ofrecemos descuentos y facilidades de crédito en la compra del mobiliario —le dijo la mujer despidiéndose con cortesía.



    A las dos horas exactamente regresó a Capsule y, de acuerdo a lo dicho por Bulma, todo iba avanzando mucho mejor de lo esperado, así que sólo era cuestión de tiempo para tener nuevamente su periodo.



    Y fue así como transcurrió un nuevo mes…



    • ¿Escuché bien, maestro, no está usted exagerando? —le preguntó un confuso e incrédulo Krilin a Kame Sen’nin en cuanto éste le contó las novedades del día.
    • Como lo oyes, Krilin, tu esposa lleva todo el día metida en el baño —se explicó el centenario hombre una vez más, sin poder fingir un leve tono de fastidio—. No he podido ni bañarme, y lo demás tuve que hacerlo… afuera —agregó con frustración.
    • Ni lo mencione, maestro, ni lo mencione… —intervino Umigame con bastante seriedad, negando un poco con la cabeza—… de sólo recordar que tuve que hacerle el hoyo en la arena para…
    • De verdad me da mucha pena con usted, maestro, lo siento profundamente —imaginando de que se trataba, y sin ganas de escuchar el final de la historia, Krilin decidió interrumpirles inclinándose en forma respetuosa y prolongada frente al anciano maestro, enrojeciendo levemente de las mejillas—. Ahora mismo iré a ver que le ocurre a 18.


    Presto entró en la cabaña y se dirigió al baño, tocando suavemente la puerta con los nudillos de la mano.



    • Este… 18, ¿te encuentras bien? —le preguntó en tono amable, tratando de ocultar su ansiedad—. El maestro me dijo que no ha podido usar…
    • ¡Pronto, Krilin, tienes que ir al poblado más cercano y comprarme unas toallas femeninas! —claro que, en cuanto ella escuchó su voz, abrió la puerta sin asomarse del todo, hablándole en son de mando. En su rostro se reflejaba una mueca de alarma y molestia—. ¡Y hazlo rápido ya que no puedo moverme de aquí!
    • ¿¿Ehhh?? —por obvias que el joven guerrero no pudo evitar un gesto de asombro y sorpresa ante semejante petición.
    • ¡¡Qué te apures, con un demonio, o voy a desangrarme!! —la rubia pareció enfurecerse más y elevó el tono de su voz, mirándolo como si tuviera ganas de estrangularlo. Inmediatamente le cerró la puerta en las narices.
    • Sí… sí, ya me voy —el cerebro de Krilin conectó en ese instante y recordó lo que Bulma le había contado acerca del tratamiento hormonal de su señora… así que de eso se trataba todo ese drama. Sería más fácil si 18 ya se hubiera sincerado con él, así hubieran prevenido esto con anticipación y se habría evitado la pena.


    Sin despedirse de Kame Sen’nin ni de Umigame salió disparado por la ventana de la sala, dirigiéndose hacia la isla cercana a Kame – House.



    • ¡Oye, Krilin, dime lo que está pasando! —el pobre de Rōshi le llamó a voces… ya tenía ganas de bañarse con agua potable.


    En menos de media hora Krilin ya había recorrido varias de las pequeñas tiendas ubicadas en dicha población, pero no tenía ni idea del tipo de toalla que debía comprar. Aparte le daba bastante vergüenza preguntarle a las dependientas, no fuera a ser que lo tacharan de morboso.



    • Flujo abundante, nocturnas, con alas, con manzanilla, panti protectores diarios… caray, no sabía que también había modas para este tipo de necesidades femeninas —se dijo a sí mismo con admiración e incredulidad, revisando un pasillo en otra tienda más—… delgadas, invisibles, con canales… ¿y ahora qué voy a hacer? —se preguntó con desesperación. Nuevamente se le iluminó el pensamiento… claro, eso debió haber hecho desde el principio—. ¡Ya sé, le hablaré a Bulma! —exclamó más que feliz. Su problema estaba solucionado.


    Ya sin dudarlo se dirigió a la caseta telefónica del pueblo, marcando el número de Capsule.


    • ¿Bueno, quién habla? —una conocida voz infantil le contestó después del tercer timbre.
    • ¡Hola, Trunks, soy yo, Krilin!, ¿puedes comunicarme con tu mamá? —saludó al infante con amabilidad, y le hizo la petición.
    • Ah, hola, Krilin, ¿de qué quieres hablar con mi mamá? —fue la respuesta del niño en tono cauteloso, tapando un poco la bocina.
    • Es de un asunto muy personal y urgente —se explicó Krilin un poco más serio, extrañado de que el pequeño le hablara de esa forma, así que trató de no oírse muy apurado.
    • Bueno, voy a ver si puede hablar contigo, espera ahí… —Trunks no cambió la entonación cautelosa hasta que se retiró de la bocina para llamar a su madre a voz en cuello, por lo que el pelón tuvo que apartarla también a una prudente distancia evitando así una lesión en el tímpano—. ¡Mamáaaaa, esta vez es Krilin el que quiere hablar contigo!
    • ¡Dile que ya voy! —la chillante voz de Bulma les llegó desde lejos.
    • Dice que ya viene —el niño volvió a hablar por la bocina, y en está ocasión el tono fue de lo más normal.
    • ¿Acaso ocurrió algo malo? —preguntó Krilin intentando no mostrarse demasiado curioso.
    • Lo que pasa es que Yamcha habló hace unos cinco minutos pidiéndole un favor a mi mamá y… bueno, creo que a mi papá no le hizo mucha gracia —se explicó el chiquillo con verdadera pena e inocencia… los adultos y sus reacciones le eran tan complicados de entender.
    • Ya veo… —el pelón se guardó un suspiro de pesar, deliberando en como debió haberla pasado su amigo si llegó a cruzar alguna palabra con el Saiyajin. A pesar de los años transcurridos y de que Bulma hubiera decidido vivir con él, Vegeta nunca terminaría de llevarse bien con Yamcha ni con nadie.
    • Muchas gracias, Trunks, ya puedes ir a finiquitar tu cena… y llevas a tu padre a bañar en cuanto terminen de comer —hablando de Bulma, ésta se presentó y le habló con amabilidad y cariño a su hijo, tomando la bocina de sus manos.
    • Sí, mamá, ya me voy —el niño no necesitó que se lo repitieran dos veces, y prestó se dirigió a la comedor.
    • Hola, Krilin, espero tengas algo más interesante que decirme que Yamcha… sólo a él se le ocurre pedirme un préstamo a estas horas, y todo para comprarle un regalo a su nueva novia —la científica saludó a su amigo sin mucha amabilidad, recordando el incidente recientemente sucedido—. ¿Es que acaso el muy idiota cree que voy a estar solucionando su vida por el hecho de ser buenos amigos? —complementó irritada.
    • No, Bulma, yo… bueno, siento molestarte pero necesito tu ayuda para algo relacionado con 18 —el guerrero habló en entonación respetuosa y algo apenada por la ocurrencia de Yamcha, un tanto titubeante a la vez ya que no estaba para escuchar los improperios de su amiga para con el beisbolista.
    • ¿Le pasa algo grave a 18? —la voz de Bulma se oyó sinceramente preocupada.
    • Pues… no creo que sea grave… es que parece que… parece que ya le llegó su… su… —dijo Krilin tratando de explicarse, ahora tartamudeando abochornado.
    • ¿Te refieres a que ya le llegó su periodo a 18? —volvió a preguntar Bulma mostrándose nuevamente enfadada.
    • Sí… eso, ya le llegó su periodo y… —el joven bajó la voz hasta hacerla un susurro. Estando en un teléfono público cualquiera podría oírle y juzgarle equivocadamente—… y me pidió que… que…
    • Imagino que no se compró toallas femeninas con anticipación y por eso te mandó a ti… y se lo recordé cuando vino a verme la última vez —soltó Bulma en un suspiro, comprendiendo el malestar de su amigo—. Que buen marido eres, Krilin, Vegeta nunca ha hecho eso por mí —agregó complaciente, felicitándolo por su gran hazaña.
    • ¿De verdad has mandado a Vegeta a…? —Krilin abrió los ojos con verdadero asombro. ¿Será posible que el Príncipe Saiyajin…? Bueno, conociendo a Bulma, era seguro que sí lo había hecho.
    • Claro que no, tonto, faltaba más, eso es algo que exclusivamente yo puedo hacer ya que Vegeta es un verdadero inepto para realizar algo más que no sea pelear o comer —replicó Bulma un tanto contrariada—. Ahora dime que puedo hacer por ti —adicionó con algo de impaciencia.
    • Bien, verás, lo que pasa es que… es que con tantas marcas de toallas no sé ni cual comprar para 18 —bueno, lo mejor era apresurarse ya que el tiempo era crucial, por lo tanto Krilin se explicó avergonzándose una vez más ante su falta.
    • ¿El flujo de 18 es abundante o moderado? —le cuestionó la científica mostrándose interesada—. Es importante saberlo ya que de eso depende el tipo de toalla —complementó en tono de sabihonda.
    • Este… la verdad no tengo idea, sólo me dijo que se estaba… desangrando, sí —obvio que Krilin no supo ocultar su desconcierto.
    • ¡Ash, si serás…! —y Bulma no dejó de mostrarse molesta por ese fallo… definitivamente, todos los hombres eran unos incompetentes si se trataba de hacerles algún favor a las mujeres—. Entonces cómprale un paquete de cada una y así ella podrá escoger la que más le convenga —puntualizó un tanto cortante.
    • Es cierto, ¿cómo no lo pensé antes?… —la respuesta dejó al pelón con gesto anonadado. Ahora veía todo con mayor claridad—. Muchas gracias, Bulma, fuiste de gran ayuda —dijo visiblemente agradecido, hablando en tono amable.
    • Cuando quieras… —dijo la joven genio recuperando el buen humor—… Por cierto, he de suponer que 18 aún no te cuenta nada de nada, ¿o me equivoco? —le interrogó más seria, sin permitirle despedirse. Esa Jinzō Ningen había resultado ser tan testaruda como un Saiyajin.
    • Pues no, todavía no me lo dice… pero imagino que un día de estos lo hará, ya que no podrá ocultármelo por más tiempo —fue la respuesta de Krilin sin dejar de sonreír con optimismo, sintiéndose liberado.
    • Mmm… bueno, sólo recuerda no presionarla para que se sincere pronto contigo. Seguimos en contacto entonces —la dama se mostró conforme con eso, despidiéndose con cortesía.
    • Así lo haré… nos vemos —el guerrero colgó el teléfono, y, después de pagar el costo de la llamada, regresó a la tienda para terminar sus compras.


    Eran casi las diez de la noche cuando al fin la calma retornó a Kame – House



    • 18… ¿de verdad te sientes bien? —le preguntó Krilin a su esposa antes de permitirse acostarse a su lado en la cama. La rubia parecía estar pasándola muy mal, encogida casi en posición fetal.
    • No… no me siento nada bien —le respondió en entonación ahogada, aguatándose los espasmos en el bajo vientre. ¿Cuántos días tendría que soportar eso? No lo recordaba.
    • Entonces… entonces… creo que deberías ir con Bulma a primera hora —le sugirió el pelón con cautela, suponiendo que la propuesta no le haría nada de gracia en el estado en que se encontraba.
    • ¡¡No me menciones a esa loca, ya que por su culpa estoy así!! —18 levantó la voz para mostrar su desagrado, y al segundo volvió a doblarse sobre sí misma, soltando el quejido de dolor que había estado guardando.
    • ¿Qué dices?, ¿pues qué fue lo que te hizo Bulma para que digas eso? —preguntó Krilin mostrándose asombrado. Únicamente tenía que disimular para conseguir que su esposa se sincerara con él, pues ya conocía el origen de sus malestares físicos.
    • No… no es nada… —pero la rubia no estaba todavía dispuesta a revelar su secreto, así que retomó el tono estoico aguantando un nuevo espasmo—… es que no tengo ganas de verle la cara al feo simio de Vegeta —dijo a modo de explicación, cerrando los ojos para intentar dormir.
    • Está bien, 18, mejor voy a traerte una pastilla para el dolor —y a Krilin no le quedó más que mostrarse solícito y comprensivo. Ya habría otra ocasión.


    Pero el tiempo sigue su curso, y la vida va hacia adelante. En poco más de un mes se presentaron nuevos cambios en 18.



    • Ahora sí que no entiendo nada de nada… —le decía Rōshi a Krilin después de que 18 se encerrara en el baño para vomitar el breve desayuno que ingirió. Del interior llegaron los sonidos de arcadas, y ambos caballeros disimularon gestos de horror—. ¿De verdad Bulma no te ha dicho que pasa con tu mujer?, sus cambios de humor ya se están volviendo preocupantes —cuestionó con desconfianza.
    • Pues… si me ha comentado algo pero… bueno, dice que 18 es la que tiene que contarme todo a detalle —confesó el joven mostrándose avergonzado y confundido, ya que no podía decir nada hasta que fuera verdaderamente un hecho.
    • O sea que si sabe… —observó el viejecito con agudeza, mirándolo fijamente tras sus gafas oscuras.
    • Eee… bueno, maestro, usted ya sabe cómo son las mujeres y sus secretos —Krilin se carcajeó por lo bajo, enrojeciendo un poco más.


    Justo entonces la Jinzō Ningen emergió tambaleante del cuarto privado, con el semblante más pálido y unas marcadas ojeras que le daban el aspecto de alguien agonizante. Al verla en ese estado su marido no dudó en acercársele para auxiliarla.



    • ¡18!, ¿qué tienes? —le preguntó más que angustiado.
    • Krilin… llévame pronto donde… donde la loca esa —ella le habló en un hilo de voz suplicante, desvaneciéndose justo en sus brazos.
    • ¡18, 18… resiste por favor! —estando de por medio la salud de su amada Krilin no dudó en faltar a su trabajo y lo más rápido que pudo salió de Kame – House con rumbo a Capsule, olvidándose por completo de Kame Sen’nin y de todo lo demás.
    • Ni modo… tendré que limpiar todo este desastre yo solo —el anciano maestro soltó un suspiro de pesadez y resignación al ver el estado en que quedó el inodoro y sus alrededores—. A buena hora dejé que esa tortuga vieja fuera a visitar a sus parientes lejanos —rezongó, tomando una cubeta para llenarla con agua.


    Volando lo más veloz que podía Krilin llegó en unas dos horas a la Capital del Oeste y se presentó en la puerta principal de la mansión Briefs, esperando no encontrar a Vegeta para no tener problemas. Como pudo tocó el timbre evitando soltar a 18, y la sonriente señora Briefs fue quien les abrió la puerta.



    • ¡Krilin, pequeño, hola!, ¿acaso tu linda esposa se quedó dormida durante el viaje? —le saludó amablemente la buena mujer, aparentemente sin notar nada raro en la actitud de la pareja.
    • ¡Señora Briefs, señora Briefs, me urge ver pronto a Bulma! —fue la respuesta del guerrero. Sin esperar a que le dieran permiso se metió como pudo y se dirigió hacia donde sabía estaban los laboratorios, llevando a 18 con sumo cuidado.
    • Claro, claro… y les espero a tomar el té en cuanto terminen —la sonriente Bunny se despidió con un gesto de la mano, haciéndole la invitación con total despreocupación.


    Ya cerca del laboratorio de Bulma aconteció lo que tanto se temía… topar con Vegeta de frente, por lo que se vio obligado a frenar con brusquedad. El Saiyajin no dudó en torcer más el gesto al momento de verlos, mostrándose molesto.



    • ¿Qué p... m... quieres aquí, miserable insecto? —le soltó enfurecido.
    • Vegeta… necesito ver a Bulma, es un caso de vida o muerte —se explicó Krilin sujetando a 18 con firmeza.
    • ¡Aaahhh!... —al notar bien el estado tan lamentable en el que se encontraba la androide, el gesto del Príncipe se contrajo en una sonrisa grande y burlona—… ¿no me digas que te armaste de valor y pudiste acabar con la hojalata? Me sorprende viniendo de ti —agregó con sarcasmo y complacencia.
    • ¡18 no está muerta! —Krilin no dudó en levantar la voz, ofendido por el comentario hacia su esposa. Pero al instante bajó el tono haciéndolo un susurro, porque no sería nada conveniente sacar al salvaje hombre de sus casillas, el cual, por cierto, arqueó una ceja ante esa leve muestra de valentía—… sólo ha estado un poco enferma y yo… —dijo a modo de explicación.
    • Vegeta, ¿a qué vienen ahora esos gritos? —Bulma se asomó en el momento más conveniente, llamándole la atención a su cónyuge. En cuanto se fijó en sus amistades salió presurosa, acercándose a ellos—. ¡Oh, Krilin!, ¿qué le ocurrió a 18? —le preguntó angustiada.
    • Esta mañana 18 vomitó y… —le respondió el aludido, sintiéndose aliviado por verla.
    • Vamos, vamos, entra rápido y colócala en la mesa del escáner para que le haga unas pruebas —la científica le urgió en tono de mando indicándole lo que debía hacer, y el pelón obedeció sin chistar, metiéndose entre la pareja—. Bien, Vegeta, tus robots tendrán que esperar hasta que termine de revisar a 18 —dirigiéndose a su marido, le puntualizó en tono autoritario.
    • ¿¡Qué!? —lógicamente que el asunto no le cayó en gracia al “señor” de la casa—. Bulma, no puedes hacerme esto —le reclamó en tono ofendido y molesto, mirándola con desagrado absoluto.
    • Pues lo siento… de todos modos me iba a tardar en componerlos, así que no pierdes nada —respondió la dama dedicándole un mohín, y, antes de cerrar la puerta, le plantó un fugaz beso en la punta de la nariz, dejándolo mudo y enrojecido por un segundo.



    Adentro, ni bien Krilin la acomodó con delicadeza en la mesa, 18 reaccionó con algo de precipitación al sentir un nuevo malestar en el estómago… y eso que sólo había bebido un vaso con leche.



    • 18, ¿estás bien? —le preguntó su esposo algo asustado de su reacción, mirando su semblante demacrado.
    • Tengo que ir al baño… —masculló ella tapándose la boca, enderezándose de un salto.
    • En la puerta del fondo se encuentra el baño —le dijo Bulma adentrándose al área, haciéndole el señalamiento con amabilidad. Y hacia allá se dirigió la androide, sin siquiera tomarse la molestia de cerrar el privado—… lo bueno es que estaba limpio… —masculló imperceptiblemente la científica, haciendo una momentánea mueca de asco. Inmediatamente volvió la vista hacia su pelón amigo hablándole con toda la naturalidad del mundo, dándose también el tiempo de tomar un cigarrillo de su escritorio—. Dime una cosa, Krilin, ¿cuántas veces tú y 18 hicieron el amor después de que ella terminó su periodo?
    • Eee… oye, Bulma, ¿qué… qué clase de pregunta es esa? —el aludido enrojeció intensamente ante el hecho de descubrir sus intimidades, hablando en un hilo de voz.
    • Ay, Krilin, por favor, no te quieras pasar de inocente conmigo… eso sólo te sería creíble si fueras como Gokú —le refutó la científica encendiendo su tabaco y dándole una fumada, mirándolo de forma inquisitiva en la espera de una respuesta.
    • Pues… bueno, la verdad es que… creo que… creo que lo hicimos muchas veces hasta que ayer empezó a sentirse mal —fue la respuesta del joven guerrero con el rostro brillantemente encendido.
    • Ya veo… entonces eso significa que ya ocurrió —Bulma recobró la sonrisa al tiempo que murmuraba un poco alto, exhalando con precisión unas rosetas de humo.
    • Maldición… esto es asqueroso —justo entonces 18 regresó con ellos, limpiándose cuidadosamente la comisura de los labios con un pedazo de papel. Se veía mucho mejor pero, aun así, su rostro reflejaba malestar.
    • 18, querida, ¿desayunaste bien? —le preguntó la científica con bastante amabilidad, sonriéndole grandemente.
    • Tú sí que estás loca… ¿qué ya lo olvidaste?, yo no necesito comer como ustedes —fue la áspera respuesta de la rubia, fulminando a la genio con la mirada.
    • Te hará bien tomar algo ligero, es preciso estabilizar tu metabolismo para que puedas soportar lo que sigue —Bulma no se intimidó ante esa mirada dura… faltaba más. Con toda la parsimonia del mundo tomó de su escritorio un dispositivo de comunicación—. Papá, necesito que me hagas un favor… sí, papá, Vegeta ya está entrenando otra vez… sí, papá, está con Trunks… bien, papá, necesito que me mandes un servicio de limpieza y le digas a mi mamá que le estamos esperando para tomar el té, Krilin, 18 y yo… —y entabló una amable conversación con su progenitor, el doctor Briefs—… sí, papá, 18 vino a hacerse su revisión de rutina… no te apures, nada para preocuparse… sí, papá, gracias por tu ayuda—. Al cortar la charla se volvió una vez más hacia sus invitados, aun sonriéndoles, y se dirigió en primer lugar a la androide—. Muy bien, 18, ahora voy a pedirte que te recuestes en el escáner para hacer un chequeo de tus órganos internos, y después te tomaré una muestra de sangre.
    • Pues ya que… —masculló la Jinzō Ningen sin corresponder la sonrisa de su anfitriona, acomodándose en la mesa del aparato en cuestión.
    • Krilin, supongo que no fuiste a trabajar, por ello te recomiendo hables con tu jefe para justificar la falta… aunque sospecho te descontará el día. Puedes tomar el teléfono de la sala —a continuación la científica le hizo la gentil sugerencia a su amigo pelón, pidiéndole de forma indirecta que abandonara el laboratorio.
    • Este… tienes razón, Bulma, eso es lo que tengo que hacer, pero… —respondió el guerrero un tanto dubitativo, sin realmente animarse a salir.
    • No te apures por Vegeta, como ya escuchaste es su hora de entrenamiento con Trunks, y estarán en la Cámara de Gravedad por lo menos hasta mediodía —recalcó la dama con toda la seguridad del mundo, empujándolo un poco hacia la salida—. Ah, y si ves a mi mamá ayúdale a traer el té —puntualizó antes de cerrar la puerta del laboratorio.
    • No querías que Krilin estuviera aquí, ¿verdad? —le cuestionó 18 a Bulma en cuanto ésta retornó al área del escáner, preparándolo desde su equipo de cómputo.
    • Tú tampoco has querido decirle nada del asunto, así que tómatelo con calma hasta que obtengamos las conclusiones de este análisis —respondió la científica con calma—, ya que todo parece indicar un resultado positivo en menor tiempo del que yo esperaba —añadió, muy segura de sí misma.
    • ¿De qué hablas? —interrogó la rubia con verdadera desconfianza—. Mira que no estoy para aguantar una broma —espetó recelosa.
    • Bueno, recuerda que tu cuerpo tenía que acostumbrarse a la carga hormonal, y por ello has tenido infinidad de reacciones —Bulma continuó con lo suyo sin molestarse en lo más mínimo, y terminó de cargar el programa del escáner—. Pero lo mejor está por llegar —agregó, sonriendo de oreja a oreja.
    • ¿Y qué es lo mejor? —18 la miró en está ocasión con una mezcla de duda, recostada ya en la mesa del escáner.
    • Que tal vez ya estás embarazada… ¿no es maravilloso? —le explicó Bulma antes de que se cerrara el escáner para dar inicio con la revisión.


    Mientras esperaba a que terminara con el examen, 18 mantenía los ojos cerrados y una imperceptible sonrisa se dibujaba en sus finos labios… tendría la dicha de ser madre, y eso la llenaba de alegría.



    Y mientras estas cosas suceden en la Tierra, en una lejana dimensión…



    • ¡Esto es magnífico, la primera parte de mi plan va viento en popa! —un viejecito decrépito con escaso cabello peinado a la punk observaba atentamente una esfera de cristal, y se frotaba las manos del puro gusto al tiempo que se carcajeaba muy bajito—. Aunque creo que no estaría del todo mal el invitar también a la hermosa rubia a una cita muy personal —añadió entusiasta.
    • Disculpe usted, venerable Supremo, lo oí escandalizar y me pregunté si no necesitaba algo —en ese momento llegó a su lado un sujeto bastante alto, de anchos hombros, larga cabellera blanca y aspecto serio, si bien la vestimenta que traía puesta era igual de ridícula que la del anciano.
    • ¡Sht, guarda silencio, torpe!, ¿qué no ves que estoy ocupado? —le reclamó el centenario a voz en cuello, sosteniendo la esfera un tanto alejada para que el individuo recién llegado no pudiera ver su contenido—. Ya no hay respeto a la privacidad ajena —agregó al momento de retirarse en otra dirección.
    • Lo… lo siento mucho, venerable Supremo, espero pueda disculparme —el hombre se inclinó más que avergonzado, y no se atrevió a seguir al anciano.





    Nota: ¡Al fin me he actualizado!... las disculpas están de más, y espero hayan disfrutado de este laaaargo capítulo… ☺.
    Quise reflejar algunas de las peripecias que tuvo que pasar 18 para poder ser madre, sin olvidar a Krilin, ya que el haber tenido a Marón debió haber sido todo un logro, y por lógica, como ya les conté en el capítulo anterior, Bulma tuvo un importante papel para que se pudiera lograr.
    El final… ya se imaginarán quien es el que tiene que ver con todo esto, su descripción lo dice todo… XXDD.


    Una P.D. No tengo la menor idea del porque se me descuadra el escrito cuando lo publico, una disculpa por ello... T_T
     
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    MaryMishe

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    jajaja que buen capitulo amiguis :) es hermoso ver a 18 queriendo ser madre y a Krillin emocionado porque alfin se va a cumplir su sueño de tener una familia :") y jamas pense en toparme con el "Venerable Supremo" XD ese viejito si que es un caso y es gracioso :D ahora queriendo tener una cita con 18 EPICO !!!!! :P espero pronto seguir leyendo tu fic amiguis , saludos xoxox <333
     
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    InunoTaisho

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    Una decisión del más allá.
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    Para niños. 9 años y mayores
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    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    8996
    Capítulo 16.


    Nota: Me voy rápido con el nacimiento de Marón, y se divertirán con algunas ocurrencias de los pequeños Saiyajin. No digo más y saboréenlo.
    Previamente, en el capítulo anterior…


    — Que tal vez ya estás embarazada… ¿no es maravilloso? —le explicó Bulma a 18 antes de que se cerrara el escáner para dar inicio con la revisión.




    Y tal como Bulma lo supuso, los resultados del escaneo indicaron que 18 ya se encontraba embarazada de aproximadamente dos semanas, que aunque no es mucho tiempo daba esperanzas.



    — Bueno, 18, los resultados no mienten y son positivos a la primera… y yo creía que le tomaría más tiempo a tu cuerpo el adaptarse a la carga hormonal —le dijo a la androide en cuando se acercó a ellos tras dos horas de minucioso análisis.



    La aludida y Krilin se encontraban en el balcón principal de la residencia Briefs degustando el té y ligeros bocadillos en compañía de la señora Briefs, quien les había contado parte de la interesante historia de cuando su propia hija estuvo encinta de su adorable nietecito. Ya a esas alturas la Jinzō Ningen no tuvo más remedio que admitirle a su esposo sobre su probable gravidez, no dando detalles al respecto, y por ello es que Bunny se había soltado a platicar sus experiencias. 18 escuchó a medias el relato sin dar su opinión, sopesando todo lo que se le venía encima.



    — ¿Entonces 18 sí está embarazada? —le preguntó Krilin levantándose, sin ocultar su felicidad.

    — Ay, pero que gran noticia… debemos celebrarlo con todos los amigos —dijo Bunny Briefs con complacencia, aplaudiendo muy sonriente.

    — No necesito una fiesta estúpida, gracias —obvio que a la rubia androide le tenía sin cuidado el comunicarle la noticia a los demás, exasperada ya por el intenso parloteo de la madura mujer.

    — Mamá, 18 tiene razón, por ahora lo más importante es que cuide su salud o sería contraproducente para el desarrollo del bebé —Bulma se mostró de acuerdo con la Jinzō Ningen empleando una entonación seria y profesional al dirigirse a su progenitora—. En sus condiciones no es sensato que se agite demasiado —agregó, mirando en está ocasión a su pelón amigo.

    — Claro que sí, Bulma, claro que sí… —admitió éste poniendo un momentáneo gesto de preocupación. Sí llegaban a perder a ese bebé 18 no querría volver a intentarlo, y él no se lo perdonaría a sí mismo.

    — Bien, 18, voy a recomendarte un régimen especial de dieta para que complementes los requerimientos básicos nutricionales de la criatura —la científica volvió a hablarle a la androide con toda la amabilidad del mundo, sonriéndole grandemente—, ya que el diseño de tus paneles solares no es el adecuado para este fin.

    — Tú sólo has lo que tienes que hacer y no me fastidies con la misma cantaleta… ya me encargaré yo de lo demás —le respondió la mencionada sin mudar el gesto de incomodidad, resoplando un poco. Al segundo se levantó de su asiento dispuesta a retirarse, dirigiéndose a su esposo en son de mando—. Vámonos de una buena vez, Krilin, no tengo ganas de ver la horrible cara de Vegeta.

    — Pero, 18… ¿y tu dieta? —el pelón intentó hacerla razonar por las buenas, ocupándose, como buen marido y futuro padre, del bienestar de su mujercita y de su retoño en ciernes.

    — Descuida, Krilin, aún tengo que redactarla… —Bulma le palmeó el hombro a su amigo para transmitirle confianza, invitándolo indirectamente a no desairar a su señora—… así que puedes pasar mañana por ella cuando regreses de trabajar.

    — Este… pues… —el joven guerrero no pareció muy convencido.

    — Tú confía en mí, ¿sí? —por lo que su amiga le guiñó un ojo indicándole que todo estaría bien.


    18 no aguardó más y levantó el vuelo con velocidad, sin tomarse la molestia de despedirse de sus anfitriones.


    — Bueno, Krilin, ve con 18 y convéncela de no seguir haciendo eso… por lo menos durante el embarazo debe evitar los sobreesfuerzos para darle a su cuerpo la estabilidad que requiere el bebé —la científica suspiró con algo de pesadez y resignación al ver partir a la androide… por Kami que ni su consorte era tan necio, y eso ya es mucho decir.

    — Eso haré… gracias por todo —el aludido no esperó a que se lo repitieran, despidiéndose de prisa.

    — ¿Eso quiere decir que no haremos fiesta…? —le preguntó Bunny Briefs a su hija en cuanto se quedaron solas, empleando una entonación consternada—. Yo quería cocinar mis deliciosos pastelitos para todos.

    — Paciencia, mamá, paciencia… los primeros cuatro meses serán bastante complicados para 18, pero ya después se sentirá de mejor humor para hacer la fiesta —opinó la joven genio sonriendo grandemente, sintiéndose complacida por haber restituido parte del daño que Maki Gero le había hecho a la rubia Jinzō Ningen.


    Únicamente Rōshi fue enterado del estado de 18, siendo condicionado por ella de no decirle a nadie más a costa de mantener su pellejo, y claro, el buen maestro no pensaba decir nada para no enfurecerla. Con la dieta elaborada por Bulma el metabolismo de la androide se restableció poco a poco, aunque, por unos dos meses más, siguieron presentándose las náuseas matutinas, antojos extravagantes y otras linduras propias del embarazo.


    — Este… 18… ¿estás completamente segura que puedes comer esto?... no viene escrito en tu dieta —observó Krilin una mañana, revisando la lista de comestibles de la semana que compraría en cuanto regresara del trabajo.

    — Por favor, Krilin, no necesito qué me digas que comer o no, tú sólo cómpralo y no me repliques. Cuando ya no lo quiera podrás comértelo con el viejo —le objetó ella con absoluta seguridad mirándolo en forma severa, entregándole un bolso grande dispuesto para guardar los víveres.

    — Sí… tienes… tienes razón, me encanta la idea de saborear una iguana —el joven no quiso rebatirle y sonrió con timidez. Como olvidar la semana pasada, en la que él y el anciano maestro terminaron cenando coctel de camarones bañados en salsa de chocolate.


    Y, efectivamente, esa noche, después de que 18 probó un poco del guisado de iguana, sintió que se le revolvía el estómago y decidió no comer más, dejándoles el resto a Krilin y a Kame Sen’nin. Y ni para decirle que no, ya que se dedicó a observarlos fijamente en tanto degustaba un razonable platón de fruta.


    — Me va a subir el colesterol con tanto platillo exótico —dijo Rōshi masticando con trabajo, bebiendo un tarro de cerveza para pasar el bocado.

    — No exagere, maestro, la iguana no está tan mal… —le dijo su discípulo comiendo sin muchas ganas, deseando ser en esos momentos como un Saiyajin… de seguro Gokú ya hubiera terminado con todo en un santiamén y sin chistar, e incluso pediría doble porción.

    — Deberíamos invitar a Oolong a cenar la próxima semana… hace meses que no lo vemos —sugirió el viejecito con astucia… fuera de los Saiyajins nadie mejor que ese cerdito tragón para probar cualquier manjar sin morir en el intento.

    — Tiene razón, maestro, es una buena idea —Krilin apoyó la moción sin dudarlo ni un segundo, ya que no creía soportar más platillos raros—. Espero que no te moleste, 18 —pero, obviamente, no estaría bien hacer algo sin el consentimiento de su esposa, así que la miró con ojitos suplicantes.

    — Como quieran… —dijo ella sin entusiasmo, bebiendo su bebida energética compuesta de leche y proteínas—… y ese día me gustaría tanto comer lechón —añadió como quien no quiere la cosa, sonriendo brevemente.

    — … —alumno y maestro entendieron la indirecta, y concluyeron que lo mejor era no decir nada más.


    Bueno, una de las cosas que también tenía que hacer 18 era visitar Capsule para sus revisiones mensuales, ya que nadie mejor que Bulma para llevar su control prenatal… sería muy difícil que un ginecólogo entendiera todo el funcionamiento de sus sistemas. Claro que eso no le era muy agradable a la androide, sobre todo porque le recomendaron no volar para no forzar demasiado su cuerpo.



    — Como quisiera terminar de una vez con todo esto… —replicó fastidiada el día de su revisión trimestral—… es tan odioso tener que soportar al insufrible de tu marido y no poder ponerlo en su lugar como antes —añadió en un resoplido.

    — Oh, vamos, 18, no le hagas caso a Vegeta ya que siempre es así de odioso —dijo la científica checando los resultados en el computador, sonriendo ampliamente—. Me da gusto que tu organismo haya respondido tan bien a la dieta y a los complementos alimenticios… has ganado un buen peso —opinó al mirarla, mostrándole los folios con los resultados impresos.

    — Y como no, con todo eso que me haces comer y los antojos que he tenido… —replicó la rubia en tono de queja.

    — Ay, querida, eso no es nada —la joven genio no borró la sonrisa, minimizando el asunto con un movimiento de la mano—. Cuando yo estuve embarazada de Trunks llegué a comer hasta veinte kilos de carne en una sola comida, y después me entró el remordimiento por engordar tanto —puntualizó un tanto apenada—. Subir un kilo por mes es bastante saludable —indicó.

    — … —18 se mostró pasmada unos segundos… ¿quién podía comer todo eso?, pero se repuso al mencionar—… sólo a ti se te ocurre aparearte con una bestia tragacomida —dijo un tanto cortante.

    — Uy, pues si hubieras visto a Milk comer sí que te hubieras infartado, ya que, si de alimentarse se trata, Gokú era más tragón de lo que es Vegeta —Bulma no pudo reprimir una carcajada, haciendo la puntual observación sobre su difunto amigo Saiyajin.

    — Ni a cual ir… —la Jinzō Ningen no tuvo más remedio que poner los ojos en blanco… como si fuera la gran cosa estar comparando simios tontos.


    Y al pasar los cuatro meses, ya asegurado el embarazo, se dio el momento justo para comunicarles a todos aunque no hubiera fiesta de por medio. Claro, el primero en enterarse de tan grande acontecimiento, fuera del círculo cercano, fue un distraído tío 17, que decidió darse una vuelta por Kame – House para comprobar que a su hermana no le hiciera falta nada. El joven androide evitaba lo más posible el presentarse ante ella ya que prefería disfrutar su soltería sin ser cuestionado, pero, al ser gemelos, le surgió cierta inquietud y por ello se tomó el atrevimiento de ir a verlos. Grande fue su sorpresa al encontrarla comiendo helado y luciendo un vestido holgado, recostada en una poltrona bajo las palmeras.


    — ¿18… estás… estás comiendo? —le preguntó a modo de saludo al descender a su lado, contemplándola con incredulidad—. ¿De cuándo acá te ha dado por comer? —adicionó estupefacto.

    — No te importa y no es tu asunto —le respondió ella saboreando la última cucharada del postre en cuestión—. ¿A qué demonios has venido, eh? —reclamándole en forma cortante al tiempo que limpiaba sus labios con una servilleta, mirándolo con dureza.

    — Uy, qué genio… yo no tengo la culpa de que tu hombre no te consienta —17 aparentó ofenderse, guardándose una carcajada burlona. Ya mirándola mejor pudo darse cuenta de que había subido unos kilitos por tanto comer—. O que, ¿acaso no tengo permiso de visitarte cuando quiera? —agregó interrogativamente, adoptando un gesto de niño bueno.

    — … —18 no dijo nada por unos dos segundos, manteniendo el semblante serio, pero sonrió levemente al afirmar—… 17, sigues siendo un inmaduro.

    — Bueno, mi hermanita linda, no tengo queja de ello —respondió éste, tomándose la libertad de sentarse a su lado—. ¿Puedo aspirar a que me invites una cerveza? —preguntó más sonriente.

    — ¡Krilin, trae una cerveza, y hazlo rápido! —por respuesta, la rubia llamó a voces a su marido sin mencionar al recién llegado.

    — ¡Enseguida voy, dame un minuto! —respondió éste desde la cocina, sin darse tiempo de asomarse a la ventana porque estaba ocupado lavando los trastes de la comida.


    Del interior también se oía el ruido del televisor, lo que indicaba que Rōshi disfrutaba su programa favorito de la tarde. 17 se puso algo serio cuando volvió a hablarle a 18, preocupado por su salud aunque ella no pareciera enferma.



    — Dime una cosa, 18, ¿ese gandalla que tienes por marido sigue portándose bien contigo? —le preguntó con cautela.

    — Krilin es un buen sujeto y siempre procura complacerme —respondió ella sonriendo de modo soñador por un segundo, sobándose disimuladamente el pequeño vientre abultado—. ¿Por qué me preguntas eso? —le inquirió a continuación, retornando a la seriedad.

    — No sé… tuve la corazonada de que algo malo te pasaba, eso es todo —respondió el moreno escuetamente. Ambos se silenciaron en cuanto escucharon la puerta de la casa abrirse, y vieron a Krilin salir con la cerveza.

    — Oye, 18, ¿estará bien que bebas cerveza después de comer helado? —preguntó el chaparrito con algo de preocupación mal disimulada, tomándose el tiempo de cerrar la puerta con sumo cuidado antes de acercarse al sitio donde se encontraban los dos androides.

    — No hagas suposiciones tontas, Krilin, la cerveza es para 17 —dijo la aludida escuetamente, sin tomarse la molestia de levantarse de su lugar.

    — ¿Para…? —ahora sí, el guerrero se fijó en el que los visitaba—. ¡17, qué agradable sorpresa! —externó con sincero alivio y amabilidad, ofreciéndole la bebida una vez que llegó con ellos—. ¿Cómo has estado, qué tal te va con el equipo? —le preguntó con educación.

    — Bien… estoy aquí porque veo a 18 muy diferente de la última vez, y me preguntaba qué diablos le has hecho… —le recriminó el moreno a su cuñado en tono seco, arrebatándole la cerveza sin mucha cautela y mirándolo con mucho disgusto, casi como si quisiera matarlo por descuidar a su hermanita—… ahora resulta que ya come como los demás humanos y hasta ha engordado un poco —puntualizó.

    — No seas idiota, 17, tengo que alimentarme así porque estoy embarazada… ¿o acaso se te olvidó que querías un sobrino? —resopló 18 con fastidio y se enderezó con cuidado de la poltrona, mostrándole a su hermano su nueva anatomía maternal—. Además, no pensarás que iba a resignarme y aceptar lo que ese viejo de Maki me hizo, ¿o sí? —añadió desafiante.

    — … ¿em…?... —el androide se quedó de a seis y la miró de pies a cabeza, tirando la cerveza en la arena—… ¿dijiste… embarazada? —preguntó en un hilo de voz.

    — Eso dije —puntualizó la rubia cruzándose de brazos, mirando a su hermano con absoluta seriedad.

    — Este… ¿no te parece fabuloso, 17? —Krilin intervino dirigiéndose con timidez a su cuñado, esperando no fuera a tomárselo a mal y reaccionara negativamente—. 18 estuvo pensando mucho tiempo en eso que nos dijiste y… bueno, sólo que tuvimos que ir con Bulma para que nos ayudara —explicándose brevemente.

    — ¿Con…?... ¿pero… pero cómo? —el Jinzō Ningen no salía de su asombro—. ¿Cómo hizo esa mujer para revertir el proceso que al vejete de Maki le tomó tantos años perfeccionar?

    — Bueno, es que Bulma es muy lista y… —dijo el chaparrito con más confianza, dispuesto a narrar todo lo que tuvieron que pasar para poder llegar a ese momento.

    — Ella no revertió el proceso, únicamente rescató mi feminidad para que pudiera concebir —la dama interrumpió a su marido ya que no tenía ganas de contarle a su hermano todo su calvario—. Yo sigo siendo una Jinzō Ningen como tú, 17, y así me voy a quedar para siempre —puntualizó.


    Al joven moreno no le desagradaba para nada el tener energía ilimitada y un potencial de vida muy superior al del resto de los humanos, eso lo sabemos, pero lo que si le enfurecía es el hecho de que Maki Gero haya planeado utilizarlos sólo para su propio beneficio, no importándole el llegar a destruirlos si es que acaso se rebelaban, como terminó sucediendo. Lo bueno es que fueron más rápidos que el anciano científico y evitaron ser exterminados matando a su creador, algo de lo cual no estaban arrepentidos.


    — … menos mal, 18, ya me habías preocupado con tu condición —por lo que soltó un suspiro de alivio dándole un abrazo fraternal y protector. No le hubiera gustado perder a su única hermana antes de tiempo.

    — 17… estate quieto —a la rubia no le hacía mucha gracia el que su hermano la tratara como si fuera una niña pequeña siendo mayor que él por unos minutos, por lo que trató de apartarse.

    — Oye, 17, ¿a ti no te gustaría tener hijos? Bulma también puede ayudarte —le preguntó Krilin con curiosidad sin dejar de sonreír.

    — No estoy loco, cuñao, gracias —le respondió éste ya más tranquilo y sonriente, palmeándole la cabeza con escasa cabellera a modo de disculparse por el mal rato—. Bueno, déjenme felicitarlos y me despido por ahora ya que tengo entrenamiento semanal —añadió rescatando un poco de cerveza, la cual bebió ruidosamente y con rapidez—. Pero vendré en quince días y le traeré algo grande a mi sobrinito… y después le enseñaré a patear traseros de monos —agregó emocionado. Dándole un nuevo y fugaz abrazo a su hermana levantó el vuelo tomando rumbo hacia el norte.

    — Ese 17… nunca va a dejar de ser niño —opinó la rubia con un deje de nostalgia y ternura.


    Y por otro lado, sería imposible que Bulma continuara guardando en secreto algo tan especial como eso, así que, ni tarda ni perezosa, no dudó en contárselo a Milk un día en que ésta llegó de visita junto con sus hijos, ya que Gohan tendría exámenes muy pronto y le era necesario comprarle ropa nueva… ante todo una buena impresión a los examinadores. Saboreando el té en el balcón principal de la casa, acompañados por los señores Briefs, es que pudieron platicar de muchos temas.


    — ¿Entonces 18 sí se animó a darle un hijo a Krilin? —preguntó Milk para reiterar que había escuchado bien, masticando un pequeño pedazo de galleta.

    — ¿Verdad que es maravilloso? —señaló Bunny Briefs con una gran sonrisa, empleando un tono soñador—. Le he dicho a Bulmita que le organicemos pronto un “baby shower” para darle muchos obsequios al nuevo bebé.

    — Calma, mamá, calma… 18 no tiene muchas amigas como para invitarlas a un “baby shower” —le dijo Bulma a su madre con un deje de impaciencia, sirviéndole al mayor de los Son otra taza de té y más galletas—. Dime, Gohan, ¿tú qué opinas?... es seguro que Gokú se sentiría muy contento por la buena suerte de Krilin, ya que ellos fueron muy amigos —le preguntó sonriéndole abiertamente, afirmando con mucha seguridad.

    — Eso es seguro —respondió el jovencito mostrando su educación al comer las galletas de una en una, sonriendo de igual manera.

    — Por cierto, Gohan, ¿no tenías que pedirle un favor a Bulma? —le recordó su mamá a modo de sugerencia—. No olvides que en una semana inicia el periodo de exámenes y debes de estar bien preparado.

    — Sí, mamá, no lo he olvidado… —el chicuelo se mostró levemente apenado, y se dirigió nuevamente a la científica empleando un tono más que cortés—. Bulma, tuve una confusión en los ejercicios de Física cuántica ondulatoria, ¿podrías por favor explicármelos otra vez? —preguntó, inclinándose respetuosamente en su asiento.

    — Oh, a mí me encanta la Física de partículas —intervino el buen doctor Briefs fumando su cigarrillo después de terminar su respectiva taza de té—. Si para ti no es problema, Gohan, permíteme ayudarte.

    — Muchas gracias, Dr. Briefs, es usted muy amable —dijo el muchachito más que aliviado.


    Por cierto que Trunks y Goten no se encontraba ahí, ya que no les llamó la atención el quedarse a escuchar toda la historia sobre el futuro hijo de Krilin. Dispuestos a disfrutar de un par de horas de diversión se hicieron con una buena dotación de galletas y se retiraron al cuarto de juegos, debido a que el pequeño heredero de Capsule le quería mostrar a su amigo la última versión Wii del videojuego del Budokai Tenkaichi, corregida y mejorada para salir al mercado mundial.


    — Oye, Trunks, ¿cómo es que Krilin va a tener un hijo? —pero el niño de alborotada cabellera no quiso quedarse con la duda, así que no dudó en cuestionar a su compañerito en cuanto se despachó su porción de galletas, mientras éste programaba la plataforma del juego.

    — No, Goten, Krilin no va a tener un hijo… —le respondió el aludido, concentrada toda su atención en el sistema de sonido del juego.

    — ¿Y por qué tu mamá dijo que Krilin va a tener un bebé?... no entiendo —Goten no se vio muy convencido, así que volvió a cuestionar con duda.

    — Qué tonto eres, Goten, la que va a tener el bebé es la esposa de Krilin —Trunks trató de explicarse en tanto le entregaba a Goten su respectivo control del juego, empleando el tonito de suficiencia aprendido de su propia madre—. Son las esposas las que se encargan de tener los bebés —detalló.

    — Aahh… —el pequeño Son parpadeó un tanto incrédulo, procurando encontrar la lógica a la explicación—… oye, Trunks, ¿y cómo le hacen las esposas para tener bebés?

    — Pues… bueno, creo que… parece que… —esa pregunta tomó desprevenido al niño de cabellera lavanda, quien se mostró dudoso al no saber que responder—… parece que los bebés se hacen en máquinas complejas como las que mi mamá y mi abuelo tienen en su laboratorio —dijo después de ese titubeo, recuperando un poco el aplomo—, ya que la señora 18 vino muchas veces a ver a mi mamá y se pasaron mucho tiempo en el laboratorio, haciéndole pruebas de toda clase —agregó con más seguridad, convencido de sus palabras.

    — … —el de alborotada cabellera intentó digerir estas palabras, pero aun había algo que no le quedaba claro—… y, entonces, ¿qué hizo Krilin? —interrogó, con los ojos abiertos como platos—. Porque algo tuvo que hacer Krilin para que el bebé sea su hijo, ¿no?

    — Este… pues… ahora que lo mencionas… —eso hizo a Trunks meditar unos segundos. Ciertamente el hombre debía de tener alguna participación, y la prueba era que ellos dos, junto con Gohan, tenían todo el potencial Saiyajin aportado por los genes de sus respectivos padres, y eso era algo que no pudo conseguirse usando solamente una máquina. Además, estaba el hecho fehaciente de que en casa de los Son no había ningún aparato de última tecnología—… bueno, no estoy seguro si Krilin vino alguna vez pero… —respondió con duda—. Mira, Goten, mejor se lo voy a preguntar a mi mamá y tú puedes preguntárselo a Gohan, ya que él ha leído muchos libros y a lo mejor sí sabe cómo se hacen los bebés —sugirió como último recurso, ya que no deseaba meter la pata y pasar por ignorante.

    — Tienes razón, Trunks, voy a preguntárselo a Gohan —a lo que Goten aceptó de buena gana, sonriendo nuevamente.

    — Bien, entonces vamos a jugar… pon mucha atención al demo para que sepas lo que tienes que hacer —el niño de cabellera lavanda se guardó un suspiro, presto ya para divertirse en grande.


    Y más tarde, cuando cada uno de ellos se arriesgó a hacer la consulta, ocasionaron las reacciones más diversas en sus familias.


    — Oye, Gohan, ¿tú sí sabes cómo se hacen los bebés? —fue la inocente pregunta de Goten a su hermano a la hora de la cena, ocasionándole a su madre un colapso que casi la hace tirar el platón de ensalada—. Porque Trunks me dijo que…

    — ¡Oh, Goten!, ¿qué clase de pregunta es esa, eh? —le interrumpió Milk con severidad azotando el platón en la mesa, mirándolo muy fijamente—. No deberías hacer caso a todo lo que Trunks te dice —recalcó autoritaria.

    — Pero mamá, yo sólo quiero saber —el pequeño se mostró confundido ante el malhumor de su progenitora.

    — Mamá, no te alteres… —Gohan procuró serenar a su madre sentándola cuidadosamente en una silla, y posteriormente se dirigió a su hermanito—. ¿Qué fue lo que Trunks te dijo, Goten? —preguntándole con amabilidad y curiosidad.

    — Trunks creía que los bebés eran criados en máquinas porque la esposa de Krilin fue a ver a la tía Bulma muchos días, pero lo que no entendimos es por qué el bebé va a ser hijo de Krilin también… —se explicó el niño, procurando no mirar a su mamá de frente—… y entonces pensamos que las máquinas no tienen nada que ver porque… ¿verdad que nosotros no fuimos hechos en máquinas, Gohan, verdad que no? —y levantó la vista para mirar a su hermano con ojitos suplicantes, esperando una respuesta positiva a sus dudas.

    — Ya veo… —dijo Gohan soltando un breve suspiro—. Por supuesto que nosotros no fuimos hechos por una máquina, Goten, lo que pasa es que la esposa de Krilin necesitaba una atención especial que sólo la mamá de Trunks podía darle —respondió más sonriente, transmitiéndole confianza al pequeño.

    — Qué bueno —opinó el chiquillo sonriendo también, contento de no ser hijo de la producción en serie.

    — Y antes de dormir te explicaré como se hacen los bebés —agregó el mayor.

    — ¡Gohan, no debes decirle esas cosas a tu hermano o le causarás un trauma psicológico! —a este punto Milk volvió a levantar la voz, horrorizada por la propuesta de su primogénito—. ¿Qué no ves que todavía es muy pequeño para saberlo?

    — Mamá… únicamente le voy a enseñar a Goten una lección de biología de la escuela elemental, no tienes que ponerte así —a lo que el jovencito le habló empleando una entonación de escepticismo… había que ver, ¿de verdad su mamá lo creía tan imprudente?

    — Mamá, ¿es algo malo hacer bebés? —por lo que el pequeño se mostró algo apesadumbrado. Si a su madre le preocupaba hablar del tema es porque no debía ser bueno—. ¿Entonces por qué mi papá y tú nos tuvieron a Gohan y a mí?

    — No, cariño, no hay nada malo en tener bebés… lo que pasa es que… lo que sucede es que… —Milk se mostró avergonzada de su reacción por haber asustado a su hijo, pero no pudo explicarse adecuadamente.

    — Es que tener bebés es algo que sólo los adultos deberían saber porque sólo los adultos pueden cuidar bien a los pequeños —intervino Gohan empleando un tono amable y considerado en esta ocasión, sacando a su progenitora del apuro—. Por eso, cuando un papá y una mamá se quieren mucho, mucho, mucho, es que deciden tener hijos para ser una familia feliz y quererlos mucho, mucho, mucho —completó sonriente.

    — Aaahhh… ¿entonces mamá y papá se querían mucho, mucho, mucho, y por eso nos tuvieron a nosotros? —el rostro del pequeño Son cambió a una mueca de alegría. Qué alivio saber que los bebés no venían de hacer algo malo.

    — Así es, Goten… papá y mamá se querían mucho, mucho, mucho, y por eso se casaron, para formar una familia feliz —adicionó el mayor sin dejar de sonreír, satisfecho de haber complacido a su hermanito—. Y, como papá nos quería mucho y no quería que nada malo nos pasara, es que decidió sacrificar su vida para derrotar a Cell, ya que, de no ser así, ese monstruo hubiera matado a todas las personas destruyendo el planeta —explicó al final.

    — Órale… oye, Gohan, ¿y cómo es que tú mataste a Cell? —ya con esa explicación la atención de Goten fue desviada hacia otro tema. Le era mucho más interesante oír sobre la derrota de Cell por enésima ocasión que preguntar sobre otra cosa.

    En Capsule las cosas pintaron con mayor sencillez, por lo menos para Bulma, ya que Vegeta se tomó un par de días para ir a entrenar fuera y evitar estresarse, ahorrándose el suplicio de responderle a su hijo.


    — Oye, mamá, ¿cómo es que se hacen de verdad los bebés? —preguntó el pequeño Trunks después de terminar su segundo litro de leche saborizada y su primera dotación de hot cakes, mirando a su madre con curiosidad y duda.

    — ¿Y a qué se debe la pregunta, Trunks? —le cuestionó la aludida con amabilidad, sirviéndole la segunda tanda de hot cakes.

    — Es que Goten y yo no entendemos que tuvo que ver Krilin con que la señora 18 esté embarazada… —dijo el chiquillo antes de zamparse dos hot cakes de un solo bocado, masticando con moderada educación.

    — Trunksiee es muy observador —opinó Bunny Briefs con entusiasmo, saboreando un razonable tazón de cereal bajo en grasa.

    — Sí, señor, muy observador… todo lo que un buen científico necesita —completó el Dr. Briefs tomando su café, dejando el cigarrillo de lado.

    — … porque, ¿qué no tú la estuviste revisando en el escáner y le hiciste muchas otras pruebas en todas las máquinas? —completó el niño después de tragarse lo que tenía en la boca, sin dejar de ver a su progenitora en la espera de una respuesta lógica e inteligente.

    — Bueno, Trunks, como bien recordarás te comenté que 18 es una persona que fue modificada como androide —se explicó Bulma sonriendo más que satisfecha… su hijo sí que tenía todas las cualidades de un hombre de ciencias, curioso y observador siempre en busca de respuestas. Pero, con cuatro años de vida, aun no es tiempo de saber cosas de más—. Lo único que yo hice por ella fue recuperar algo de su parte humana, lo demás fue obra de la naturaleza, y ahí es donde Krilin juega el importante papel de ser el padre de la criatura —puntualizó al final, sin darle detalles innecesarios para su edad.

    — … pero, ¿cómo fue realmente, qué fue lo que hizo Krilin? —obvio es que el pequeño no iba a quedar conforme con esa explicación tan simple—. Yo nunca lo vi cuando la señora 18 venía a verte.

    — A ver, Trunks, sabes que tu padre es un Saiyajin y que por lo tanto tú, al ser su hijo, también tienes genes de Saiyajin, ¿correcto? —la científica intentó mantener la paciencia y no soltar la lengua, esperando que su retoño captara a la primera.

    — Ajá… ¿y…? —claro que el niño quería que fuera más específica.

    — Vamos, Bulma, puedes hacerlo mejor… a la edad de Trunks tú también eras muy insistente cuando hacías preguntas —el buen doctor dio su opinión con una gran sonrisa en su rostro, recordando cosas pasadas.

    — Eras tan pequeña y linda… —reafirmó su esposa sonriendo de modo soñador—. Creo que sería bueno que mi próximo nieto sea una niña, así mi querido Vegeta y tú tendrían a la parejita —agregó soltando un suspiro de complacencia, imaginando a una hermosa pequeñita en sus brazos.

    — Mamá, no empieces otra vez… —Bulma miró a su madre con algo de molestia, y volvió a dirigirse a su hijo—. Entonces, Trunks, si tú tienes genes de Saiyajin es porque tu padre… bueno, tu padre y yo… es decir… —enmudeciendo por un segundo con algo de vergüenza, o sea, ¿cómo explicarle “eso” a su heredero sin asustarlo?

    — … ¿por qué papá y tú qué?... ¿qué hicieron mi papá y tú para tenerme? ¿Acaso se metieron en una máquina y la programaron para tener un hijo? —la ansiosa vocecita de Trunks la hizo volver a la realidad. En su infantil rostro se dibujaba la incredulidad… ¿de verdad las máquinas tenían algo que ver? Porque él sabía que en casa de Gohan y Goten no había ninguna máquina sofisticada, así que no podía ser.

    — Mira, Trunks, mejor vamos a ver el video educativo y explicativo sobre los bebés, ¿quieres? —afortunadamente la confusión de Bulma duró poco, recordando que había adquirido recientemente una enciclopedia para niños en edad escolar, justo como su pequeño. “Menos mal que compré la Guía de Enseñanza Interactiva nivel primaria”, pensó en sus adentros, riendo brevemente como tonta.

    — … bueno, está bien —el infante no se mostró muy entusiasta, pero era mejor eso a nada. Definitivamente, los adultos eran tan complicados.


    Y visto el video explicativo acorde a su edad, a Trunks le quedó más que claro la forma en la que se concebían los bebés, y por ello no dudó en presumirle a su padre los nuevos conocimientos, abordándolo en el balcón principal de la casa en cuanto éste se presentó nuevamente en la mansión.


    — ¡Papá, papá, ya sé cómo se hacen los bebés, lo sé todo! ¡Mamá me lo dijo! —exclamó emocionado nada más al verlo, mostrándose más que orgulloso de su propia inteligencia.

    — ¿Eh?... —lógicamente que Vegeta no estaba preparado para tal impresión, que parpadeó con incredulidad enrojeciendo imperceptiblemente de las orejas. ¿Qué tenía su mujer en la cabeza para andarle contando al crío sus “cositas”?—… ¿en… en serio lo sabes todo?

    — ¡Sí, y es bien fácil! ¡Las máquinas no tienen nada que ver! —el pequeño continuó su charada sin preocuparse por la expresión azorada de su progenitor—. ¡Tú pusiste una semilla dentro de mamá para que yo pudiera crecer, y lo hiciste porque me querían, porque querían formar una familia conmigo! —añadió más que contento, desbordante de felicidad.

    — … ¿una… una semilla para…? —el gesto del Saiyajin era de perplejidad absoluta. ¿Exactamente qué le había contado Bulma al mocoso de su hijo?

    — Basta ya, Trunks, tu padre viene muy cansado y también necesita tomar un baño porque huele a rayos —por cierto que Bulma había ido tras su hijo para evitarle la pena a su marido, más no pudo alcanzarlo a tiempo. Ahora tuvo que interrumpirlo con severidad, observando de reojo a su consorte—. Si no terminas los deberes escolares no te dejaré entrenar más tarde con él —puntualizó firmemente.

    — Bueno, mamá, pero no te enojes —contestó el chiquillo sin rezongar—. Oye, papá, ¿ya voy a poder entrenar a cincuenta gravedades? —le preguntó nuevamente a su progenitor antes de irse, mirándolo con los ojos brillantes de alegría.

    — Ya veremos si las soportas —respondió éste escuetamente, retornando a su expresión habitual.

    — Me voy a esforzar mucho, mucho, mucho —dijo Trunks y regresó corriendo a su habitación.

    — Vegeta, no se te vaya ocurrir decirle a Trunks que nunca planeamos tenerlo, ya que eso podría lastimarlo mucho —le recalcó Bulma a Vegeta en cuanto su hijo se perdió de vista, mirándolo fijamente con seriedad.

    — ¡Bah!, para lo que me importa —rezongó el Príncipe en un bufido bajo, encaminándose también a su propia habitación ya sin ánimo para ver a nadie.

    — Si de verdad no te importara no te ocuparías en entrenarlo —observó la dama un tanto ofendida, siguiéndole los pasos.


    El tiempo vuela y, al acercarse el octavo mes de embarazo, Bulma convenció por fin a 18 para planear una fiesta tipo “baby shower” en compañía de todos los “Z”.


    — … ya que generalmente esta clase de festejos son organizados por las amigas de las futuras madres, pero no creo que haya inconveniente para los muchachos porque tienen ganas de felicitar personalmente a Krilin —le explicaba después de entregarle los resultados de su más reciente estudio mensual. Por cierto que Krilin la acompañaba en esta ocasión, ya que alguien tenía que conducir el vehículo automotor prestado gentilmente por el maestro Rōshi.

    — Ya te dije que no me interesa una fiesta —recalcó 18 con irritación, dado que aún no se acostumbraba del todo a la compañía de los “Z”, y menos al alboroto.

    — Oh, vamos, 18, a ustedes no les costará nada ya que la haremos aquí en mi casa —dijo una insistente Bulma sin borrar el gesto amable—, y, si te parece, podemos poner una mesa de regalos para que los obsequios sean lo que realmente va a necesitar su bebé en sus primeros meses… ¿qué dices?

    — … —la androide pareció meditar unos segundos… eso de la mesa de regalos sonaba atrayente, pero decidió mejor mantener su postura—… no, no quiero tener que ver la horrenda cara del simio de tu marido —agregó ásperamente y con antipatía… para nadie sería agradable ver a Vegeta merodeando por ahí.

    — Descuida, a Vegeta tampoco le gustan las fiestas, así que es seguro que se pierda en un entrenamiento fuera de casa para no tener que verlos a todos —la científica minimizó esa posibilidad con total seguridad, restándole importancia—. ¿Entonces, te animas?

    — Anda, 18, no suena nada mal el recibir regalos para nuestro hijo —Krilin se arriesgó a opinar en voz baja, esperando no incomodar a su esposa.

    — Está bien, si tú quieres —respondió la rubia cediendo un poco, dedicándole una breve sonrisita a su esposo. Inmediatamente retomó la seriedad al dirigirse nuevamente a Bulma—. Entonces encárgate de todo y nos avisas cuando hay que venir —le dijo escuetamente, encaminándose ya a la salida—. Muévete ya, Krilin, todavía tenemos que ir de compras —y hablándole en seguida a su marido en tono autoritario, sin tomarse la molestia de esperarlo.

    — Sí, 18, ya voy —él le respondió sumisamente y se inclinó ante su amiga con respeto, despidiéndose de ella—. Muchas gracias por todo, Bulma.

    — Por favor, Krilin, acomódate mejor el cabello para ese día —le señaló ésta con ojo crítico, recogiendo ya su material de análisis.

    — Eso haré, gracias otra vez… ¡18, espérame! —dijo el guerrero y corrió tras su esposa.


    Y pasada una semana nos encontramos a los guerreros “Z” reunidos en Capsule, luciendo ropas adecuadas para una fiesta, mostrándose felices al verse después de tanto tiempo. Incluso pudieron contactar con Lunch, quien solamente llegó acompañada de Chaozu, y hasta Yajirobe estuvo presente, pues no se perdería una buena comida. La única excepción a tanta alegría era Pikoro, en cuyo gesto se dibujaba la incomodidad, ya que únicamente concedió estar ahí con Dendé por invitación expresa de Gohan. De Vegeta ni hablamos.


    — Chaozu, ¿qué pasó con Ten Shin Han? —le preguntó Yamcha amablemente ya sentados a la mesa, disfrutando la buena comida estilo bufete acompañada con cervezas.

    — Ten se quedó en el templo donde iniciamos nuestro entrenamiento cuando éramos discípulos del maestro Tsufur —explicó el aludido mientras saboreaba un pequeño bocadillo—. Dice que espera mejorar su nivel de batalla y aprender algunas técnicas nuevas, así que les manda saludos —agregó bebiendo un sorbo de su bebida.

    — ¿Y entonces que hacía Lunch con ustedes, eh? —le preguntó Oolong maliciosamente. La mencionada dama se encontraba platicando alegremente con Bulma y con Milk en otra mesa, sentadas al lado de 18—. ¿Qué no ese templo es sólo para varones solteros y sin compromisos? —añadió suspicaz.

    — Lunch solicitó el trabajo vacante de cocinera, y como es muy buena la contrataron de inmediato, pero… —Chaozu se puso más colorado al explicar lo sucedido con la gentil señorita—… un día, se presentó un gran problema con ella porque…

    — He de imaginar que estornudó… debió haber sido difícil controlarla —opinó Rōshi en tono de seriedad. La fase bandolera de Lunch sí que era todo un reto.

    — Ajá… lo bueno es que, gracias a la pronta intervención de los venerables maestro, la destrucción no fue tan grande —dijo el peloncito a modo de conclusión, echándose un nuevo bocado a la boca.

    — ¿Pues qué hicieron los venerables maestros para someterla? —le interrogó Yamcha con visible curiosidad y algo de escepticismo, intentando imaginar los enormes poderes de tan respetables superiores.

    — Ellos detuvieron a Lunch utilizando sus grandes poderes mentales, y la pusieron a dormir por varios días para estudiarla, y, en cuanto comprendieron la naturaleza de su mal, le hicieron cosquillas en la nariz para hacerla estornudar y devolverla a la normalidad —Chaozu terminó su explicación después de beber un trago de cerveza, sonriendo con tranquilidad.

    — Vaya, eso es sorprendente —el joven beisbolista se mostró fascinado.

    — Yo por eso digo que las mujeres están mal de la cabeza —intervino Yajirobe tras devorar su correspondiente platillo, dispuesto a servirse otra doble porción—. Ten Shin Han hará muy bien en mantener el celibato.

    — Por cierto, muchacho, ¿cómo ha estado el maestro Karim? —le cuestionó Kame Sen’nin con curiosidad.


    El evento transcurrió sin novedades, por lo menos unas dos horas. Goten y Trunks, por su parte, no desaprovecharon la oportunidad para chapotear en la alberca, siendo vigilados por Gohan, por Dendé y por un irritado Pikoro, quien no tenía ganas de estar en medio de todo el barullo.


    — Oye, Trunks, ¿a dónde se largó tu padre está vez? —le preguntó el namek adulto al pequeño heredero de Capsule cuando éste salió del agua para echarse un nuevo clavado, sintiendo el Ki del Príncipe mucho más cerca de lo esperado.

    — Mi papá no se fue de casa, sólo se encerró en la Cámara de Gravedad a entrenar muy duro —respondió el niño con seguridad, poniéndose en pose de competidor de relevos australianos de las olimpiadas.

    — Yo creí que Vegeta no estaba en casa… al menos eso había dicho Bulma —dijo Gohan con algo de asombro.

    — Bueno, sí, a mi papá no le gustan las fiestas, pero tampoco pensaba en dejarles toda la comida a ustedes —fue la puntual observación del infante, sonriendo despreocupadamente—. ¡Fíjate bien, Goten, este clavado es estupendo y no podrás ganarme bajo el agua! —y le gritó a su amigo antes de arrojarse con precisión.

    — ¡Eso fue súper, Trunks! —exclamó Goten desde el interior de la piscina, teniendo unos flotadores alrededor de sus bracitos—. ¡Trunks, Trunks, espérame! —y, recordando que estaban haciendo carreras, se esforzó por alcanzar a su compañerito, quien con el clavado le sacó una buena ventaja.

    — El señor Vegeta nunca va a cambiar, ¿verdad? —se animó a opinar Dendé con algo de timidez, sonriendo tontamente.

    — Es un payaso —sentenció Pikoro con los brazos cruzados.


    Hablando del “señor” de la casa… Vegeta consideró, justo a las dos horas, que ya era el tiempo de comer, así que apagó la Cámara de Gravedad y salió de ella, dispuesto a presentarse en el área de la fiesta para exigirle a su mujer por su atención, sin importarle el perturbar a alguien. O sea, agradecidos deberían estar los insectos de que les permitiera hacer ruido.


    — Espero que esos parásitos no se hayan acabado toda la comida o tendré que mandarlos a volar —masculló para sí recorriendo el pasillo—, ya que no quiero pedir pizzas a domicilio.


    Justo se acercaba cuando escuchó unos ruidos extraños, nada que ver con la algarabía habitual de las pachangas.


    — ¡Rápido, papá, ve a preparar el instrumental y mándame una camilla! —le decía Bulma a su padre, apremiándole para que se diera prisa.

    — ¡Voy, Bulma, voy en seguida! —le respondió el buen hombre dejando su cigarrillo de lado. Todos se habían levantado de sus asientos, sin saber qué hacer para ayudar.

    — Me… duele… me duele mucho —gemía 18 con algo de desesperación. Al parecer, el parto se le había adelantado.

    — ¡Resiste, 18, resiste… no olvides el método de la respiración! —por lo que Krilin intentaba sostenerla sin lastimarla.

    — ¡Vamos, hermanita, yo estoy aquí y no dejaré que algo malo te pase! ¡Todo va a salir bien! —fueron las palabras de 17, quien también había llegado a la fiesta, mostrándole su apoyo como buen hermano.

    — ¿Pero qué p”#$ m”#$ está pasando aquí, eh? —a lo que Vegeta, haciendo acto de presencia abriendo intempestivamente las puertas del balcón, preguntó con irritación y poca educación.


    Al verlo aparecer de la nada los invitados se silenciaron momentáneamente, asombrados por su inesperada presencia.


    — Vegeta… —obviamente que Bulma fue la primera en reponerse del trance al tiempo que 18 soltó un nuevo quejido, mirando a su marido con severidad—… hazte a un lado y no estorbes, ya luego te lo explicaré todo.

    — … —éste no quiso contestarle para no discutir frente a todos los colados, pero no le agrado nadita el que ella le hablara de esa forma.

    — ¡Anda ya, papá, date prisa! —y la científica volvió a gritarle a su progenitor ante una nueva contracción de la rubia androide, urgiéndole para que se moviera lo más pronto posible.

    — ¡Sí, sí, Bulma, ya voy!... no tienes que gritarle a tu viejo padre —el pobre doctor se puso en marcha, expresándose con algo de sentimiento después de respingar del susto… la edad no le permitía ser más ágil—. Con permiso, Vegeta, con permiso —le habló amablemente a su yerno cruzando a su lado, excusándose por el mal rato.

    — Vamos, Krilin, llevemos a 18 a la sala para recostarla en el sofá… —fue la siguiente orden de Bulma dirigiéndose a su amigo con bastante seriedad—… tengo que ir a ayudar a mi papá o no terminaremos pronto.

    — Sí, sí, Bulma, lo que tú digas —por lo que Krilin, más que obediente y preocupado por el bienestar de su familia, se dispuso a cumplir la petición.

    — Yo la llevaré —pero 17 fue el que tomó a su hermana de forma solícita, quitándosela a su cuñado con prontitud—, sólo muéstrame el camino.

    — Eee… sígueme, es por aquí —a lo que el chaparrito no puso reparo, guiando al androide hacia el interior de la mansión.

    — Bonita casa, simio… —más, antes de retirarse, el joven moreno no pudo evitar burlarse un poco de Vegeta—… espero un día de estos me invites a jugar contigo en tu Cámara de Gravedad —agregó al pasar, siguiendo a su cuñado.

    — Eres un… —claro, si por el Príncipe Saiyajin fuera, fulminaría a los dos androides con un simple, certero y pequeño disparo de Ki, pero eso era algo que ya no haría porque no era un cobarde para atacar por la espalda a esos seres tan débiles, además de que Bulma lo regañaría si causaba algún desastre en la mansión.

    — Muy bien, Vegeta, estaré muy ocupada ya que 18 está por dar a luz y mi deber es auxiliarla —y, hablando de Bulma, ésta volvió a dirigirse a su consorte adivinando sus intenciones, mirándolo nuevamente con severidad—. Si gustas algo de comer mi mamá te atenderá con gusto —agregó un poco más amable y apenada, despidiéndose para entrar también en la casa.

    — Oye… —por supuesto que el hombre prefería evitar a su suegra en la medida de lo posible, pero no pudo detener a su mujer.

    — Mi querido y guapo Vegeta, ¿gustas un delicioso bocadillo? —y Bunny Briefs, ni tarda ni perezosa, empezó con su acoso habitual ofreciéndole una bandeja rebosante de canapés, sonriéndole grandemente con coquetería—. Me alegra ver que al fin podremos cenar tú y yo solos, sin nadie que nos moleste —añadió en tono soñador, enrojeciendo levemente de las mejillas.

    — … —el aludido no respondió al momento, avergonzado porque los demás invitados los quedaran viendo con gestos de total extrañeza e incomprensión—. Traiga acá… —dijo con sequedad ya recuperado del trauma, arrebatándole la bandeja a la señora sin nada de delicadeza y echándose más de cinco canapés de un bocado.


    Alejándose de ella se dirigió a la barra, dispuesto a servirse por su propia cuenta de la comida bufete. Indudablemente que Bulma había prevenido algo como esto al saber que su marido se quedaría en casa a entrenar, así que aún había manjares de sobra.


    — Eso quiere decir que ya se acabó la comida —Yajirobe soltó un suspiro bajo de resignación… y él que anhelaba comer más.

    — Papá, papá, mira, todavía quedaron brochetas —el pequeño Trunks se acercó a su padre muy contento y quitado de la pena, alcanzándole varias de ellas en un gran platón.

    — Lo mejor es que nos retiremos ahora —opinó Yamcha en voz baja, dirigiéndose especialmente a Rōshi, a Oolong y a Chaozu—. Si gustan, Puar y yo podemos darles un aventón.

    — De verdad te lo agradezco mucho, Yamcha, pero es mi deber, como abuelito postizo de la criatura, el quedarme aquí en espera de que nazca —dijo Kame Sen’nin en un tono formal.

    — Nosotros ya no tenemos nada que hacer aquí, Dendé —le dijo por su parte Pikoro al pequeño Kami – sama—. Lo mejor es que continúes con tus lecciones para mejorar en tu deber.

    — Tiene usted razón, señor Pikoro —respondió el joven namek obedientemente. Volviéndose a los demás se despidió con amabilidad—. Nos vemos pronto, amigos, sigan divirtiéndose en grande.

    — Bueno, papá, creo que también nos vamos… Gohan, Goten, hay que despedirse —Milk consideró que era el momento adecuado para retirarse, así que le habló a su padre y a sus hijos con algo de autoridad.

    — Hasta luego, amigos, gusto en verlos —Gohan se despidió educadamente de todos los presentes apretándoles la mano. Pero sólo de Vegeta no pudo despedirse, porque el Príncipe se encontraba muy ocupado en comer.

    — Trunks, ¿vas a ir pronto a visitarme? —y por su parte, Goten le estrechó las manos a su compañero de juegos, despidiéndose con sentimiento.

    — ¡Claro que sí, Goten! Ahora mi mamá no estará tan ocupada —le respondió el heredero de Capsule con total seguridad.


    Y así, uno por uno, los guerreros “Z” abandonaron la gran mansión. Únicamente Rōshi permaneció en la terraza acompañado por la señora Briefs y un nervioso Krilin, dándole a su discípulo todo su apoyo moral, ya que el pobre chaparrito lucía bastante nervioso por el hecho de que a su esposa tuvieron que practicarle una cesárea. Lo bueno es que Bulma contactó con su ginecólogo personal, el que la había atendido en su embarazo, por lo que la operación fue realizada bajo su supervisión.



    Transcurridas más de dos horas ya estaba anocheciendo.


    — Ya se tardaron mucho —dijo Krilin sin ánimo para beber té y galletas, ofrecidas amablemente por la señora Briefs.

    — Krilin, tienes que calmarte, si algo malo hubiera pasado ya nos habríamos enterado… recuerda que las noticias malas siempre tienen alas —le dijo se anciano mentor palmeándole de un hombro para confortarlo—. Anda, deberías probar estas exquisitas galletas —añadió, pasándole amablemente el platón con las pastas.

    — El viejo tiene razón, cuñao. Además, mi hermana es muy fuerte y no va a morirse por una cosa así —intervino 17 sentado en una orilla alejada. Se había ido a dar una vuelta por la ciudad para tranquilizarse, pero decidió volver para estar junto a su hermana.

    — Y el doctor Nishigaki es uno de los mejores, todo un experto aparte de guapo —puntualizó Bunny Briefs en tono soñador, bebiendo su té—. Si mi querido Vegeta no fuera tan apuesto, tan fuerte, tan varonil, tan centrado, estoy segura que Bulmita se habría fijado en él —agregó sonriente y despreocupada.


    Sus acompañantes la miraron un segundo con incredulidad, mostrándose perplejos del comentario fuera de lugar.


    — Todavía le faltaba un mes a 18, el bebé no se había desarrollado bien —Krilin continuó sacando a flote sus preocupaciones, sin atreverse a comer.

    — Vamos, Krilin, arriba ese ánimo, la ciencia ha avanzado tanto y, ahora, ya colocan a los bebés prematuros en incubadoras para que terminen de crecer —le explicó el maestro con total seguridad, palmeándole una vez más la espalda para transmitirle confianza.

    — Eso lo sé, maestro, pero, aun así, no puedo dejar de pensar en lo que estará sufriendo 18 y nuestro bebé —respondió el joven guerrero con gesto de ansiedad.


    La puerta corrediza que daba al balcón donde ellos se encontraban se abrió con suavidad, y una sonriente Bulma, vestida con su habitual bata de laboratorio, asomó por ella.


    — ¡Bulma, Bulma!, ¿cómo se encuentra 18, cómo está mi bebé? —a lo que un desesperado Krilin se le acercó con precipitación, guardándose muy bien las ganas de sacudirla para no enfadarla.

    — ¿Fue niño o niña? —le preguntó su madre por su parte, sin dejar de sonreír grandemente.

    — Relájate, Krilin, relájate y acompáñame —le respondió la científica a su amigo en tono amable, comprendiendo su angustia—. En seguida regresamos, mamá, y ya sabrás si fue niño o niña —agregó hablándole ahora a su progenitora, guiñándole un ojo cómplice.


    Krilin no esperó más y se adentró hacia el área de los laboratorios, corriendo como loco.


    — ¡Oye, Krilin, espera! —le gritó Bulma yendo tras él.

    — ¡1818…! —el joven guerrero se presentó intempestivamente en el laboratorio principal, abriendo la puerta de sopetón—. 18… ¿estás… estás bien? —y, al ver a su mujer recostada con un pequeño bulto en brazos, ya no pudo contener las lágrimas de felicidad, aproximándose a su lado—. ¿Qué… qué es? —preguntó curioso.

    — Krilin, ¿podrías guardar silencio de una vez? —fue la brusca respuesta de la rubia, reprochándole en voz baja—. Vas a despertar a nuestra hija con tus berridos —agregó.

    — ¿Nuestra… nuestra hija?... ¡entonces es una niña! ¡Una niña! —pero la emoción del chaparrito ya no podía silenciarse, y menos podía detener sus lágrimas.

    — Muchas felicidades, Krilin, es una niña muy sana —el Dr. Briefs se reunió con ellos, sonriendo grandemente y hablándoles con mucha amabilidad—. Ahora, a cuidarla bien.

    — Sí… sí, doctor Briefs, eso haré… ¡snif!… muchas… muchas gracias… ¡snif!... —Krilin balbuceó una respuesta. Jamás había soñado con que llegaría a ser padre algún día.

    — ¡Krilin… por lo menos pudiste esperarme! —Bulma entró en ese momento, mostrándose molesta al reclamarle a su amigo, pero teniendo la delicadeza de no gritar para no despertar a la bebé. Dulcificó su rostro al acercarse también, expresándose con voz soñadora—. ¿Verdad que es linda?

    — Es… es muy bonita… ¡snif!... es tan… tan linda como… ¡snif!...como 18… ¡snif!...—el aludido no podía dejar de sollozar alegre, limpiándose un poco las lágrimas con la manga de la camisa—… gracias, 18… ¡snif!... muchas gracias… soy tan… ¡snif!... feliz, soy tan feliz… ¡snif!... —añadió, al tiempo que le plantaba a su esposa un suave beso en la mejilla.

    — Krilin… nos vas a mojar a la niña y a mí —la androide no dudó en reprocharle una vez más, pero, en está ocasión, su entonación fue más tierna. Todo el sufrimiento había valido la pena, y, ahora, el fruto de su amor se encontraba en sus brazos.

    — Señorita Briefs, doctor Briefs, me retiro… —el médico personal de Bulma se despidió de ellos con educación, dispuesto a retirarse—. Señores, muchas felicidades por su bebé —adicionó, mirando a los nuevos padres con complacencia por unos segundos.

    — Lo acompaño, doctor Nishigaki, voy a extenderle el cheque para cubrir sus honorarios —Bulma recuperó la seriedad profesional y se fue con el médico con rumbo a la oficina.

    — 18, ¿puedo cargar a nuestra hija? —Krilin, ya más tranquilo, le pidió el favor a su mujer con algo de timidez.

    — No vayas a tirarla —fue la recomendación de ella entregándole a la niña con sumo cuidado.


    Krilin miró el pequeño rostro de su durmiente hija con total embeleso. Su nena sería una chica simpática y muy linda cuando creciera, y tendría que cuidarla de todo mal. Pero claro que lo haría, faltaba más.






    Nota: y, con el nacimiento de Marón, se desatará otro embrollo… ☺. No pierdan detalle de lo que voy a cambiar en la historia original. Un saludo y nos leemos pronto.
    P.D. Disculpen la presentación en los diálogos... ¿será la página o será mi Word?... la arreglaré en cuanto pueda.
     
    Última edición: 7 Octubre 2014
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    MaryMishe

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    awwwwwwwww.... :"D es el dia mas feliz de mi vida amiguis :"D ahora se como nació Maron , ya puedo morir en paz jaja XD fue hermoso , la narración muy bien como siempre entendí todo :P fue demasiado tierno ver a 18 y Krillin ser padres :) espero la continuación y en muy poco tiempo voy a subir un nuevo capitulo de mi Fic asi que espéralo ;) <33 xoxo
     
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  13.  
    Tarsis

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    Tenía demasiado tiempo sin leerte y no me arrepiento de haberlo hecho.
    Amé el capítulo. Principalmente todo la parte de los bebés, y la confabulación entre Trunks y Goten, jajaja, los más inocentes que vuelven locos a sus padres. Todo fue estupendo, Dios, me tenías prensada con el embarazo de 18, jajaja, y me reí demasiado con e invento de Trunks de las máquinas, y cuando Vegeta pensaba que habían dicho sus "cositas", jajaja excelente-
     
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  14.  
    InunoTaisho

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    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    7262
    He vuelto!!!! Ya un poco más liberada y sin problemas (digo un poco ya que estoy en el curso de nuevo ingreso a la Universidad... ☺) les dejo la siguiente entrega de este fic, esperando que mi vida real no me absorba demasiado y terminando con el siguiente capítulo de "El Universo está en juego..." Sean felices.
    P.D. Si algo queda mal lo arreglaré en cuanto pueda conectarme otra vez, Sorry.


    Capítulo 17.

    Previamente… Krilin miró el pequeño rostro de su durmiente hija con total embeleso. Su nena sería una chica simpática y muy linda cuando creciera, y tendría que cuidarla de todo mal. Pero claro que lo haría, faltaba más.



    Ya han pasado diez días del nacimiento de la hija de Krilin y aún no le han celebrado la ceremonia de bienvenida para ponerle nombre. Por lo tanto Bulma, como toda buena y desinteresada amiga, se comunicó muy temprano a casa de los Son y le sugirió a Milk el ir a visitar a 18 para ayudarla a escoger un nombre adecuado.


    —Entonces allá nos vemos —le dijo a través de la bocina del teléfono, despidiéndose amablemente.

    —¿Qué paso, qué te dijo Milk? —le interrogó su madre con verdadera curiosidad, parada a su lado.

    —Sin ningún problema, mamá, Milk me acompañará y convenceremos a 18 de hacer la fiesta —respondió la joven científica muy sonriente, levantando un pulgar en señal de victoria.

    —Pero que gusto… debo preparar varios bocadillos para todos —le señora Briefs sonrió a su vez, dispuesta ya a empezar a cocinar.

    —Calma, mamá, aún tenemos que fijar la fecha —Bulma evitó poner los ojos en blanco, hablándole a su progenitora con algo de seriedad—. Bueno, me llevaré a Trunks para que juegue con Goten, así que tal vez lleguemos un poco tarde —añadió con amabilidad, retirándose hacia las habitaciones.



    Como era el período de descanso y ese día no le tocaba entrenar con su padre, Trunks aceptó más que gustoso… por ver a su amigo lo que fuera, así que se preparó en un santiamén. Aparte de todo eso faltaban menos de dos meses para celebrar su quinto cumpleaños, por lo cual se encontraba emocionado y ya con ganas de invitar a todo mundo, dado que sería un gran acontecimiento como los que usualmente se organizan en Capsule.



    Y por su parte Milk apremió a su pequeño hijo a llevar todo lo necesario para nadar, ya que irían a Kame – House y se encontrarían con Trunks; así que, en menos de lo que canta un gallo, Goten estuvo listo para divertirse con su mejor amigo. Gohan se quedaría en casa en compañía de su abuelo ya que tendría exámenes de acreditación la próxima semana y no era conveniente que se distrajera de los estudios.



    De camino a Kame – House Bulma pensaba en muchas cosas, todas ellas relacionadas con el futuro de su hijo, mientras el niño le platicaba sobre sus avances en el entrenamiento posteriormente de repetirle la última lección de inglés. ¿Cómo no lo había pensado antes?... tal vez no sería lo más perfecto, pero sí era adecuado.



    —… y le enseñaré a Goten que ya puedo volar más rápido —dijo Trunks muy seguro de sí mismo, esperando tal vez la aprobación maternal. Al verla más distraída de lo habitual le preguntó con voz de ofendido—. Mamá, ¿me estás oyendo?

    —Claro que sí, cariño, es fabuloso, nada más no vayan a hacer muchas travesuras —le externó la científica sin saber en sí de lo que estaban hablando.

    —Mamá, ¿acaso te pasa algo? —el chiquillo se mostró levemente extrañado ante el actuar de su madre, así que volvió a cuestionarle ahora con confusión.

    —No me pasa nada, mi cielo, no hay de qué preocuparse —ella le sonrió intentando ocultar su timidez. Aun no era hora de contar sus planes, y menos a su retoño.

    —Mmm… —el infante la miraba con duda, más al final decidió que lo mejor era no cuestionar a su progenitora ya que a veces tenía cada idea descabellada. Recobrando la compostura y el humor acostumbrado le interrogó curioso—. Oye, mamá, ¿por qué le llevamos todas esas cosas a Krilin? —y señaló la gran caja envuelta para regalo que iba en la parte trasera de su moderna nave.

    —Todas esas cosas son para la bebé: una dotación de pañales, ropita y comida para un mes —le respondió Bulma recuperando también la sonrisa de oreja a oreja… menos mal que no había escatimado en gastos.

    —¿Y de verdad le hace falta todo eso? —Trunks pareció más que sorprendido, ya que, en su opinión, la caja era muy grande, lo que significaba que llevaban mucho de todo.

    —Vamos, Trunks, los recién nacidos crecen muy rápido, así que la bebé necesitará la ropa y todo lo demás —le respondió su madre reconviniéndole un poco—. Además es la hija de Krilin y él es un buen amigo mío de años, por lo tanto quise hacerle un regalo especial… de verdad, no creí que fueras un envidioso —puntualizó empleando el maternal tono que no admite más excusas ni quejas.

    —No es envidia mamá, es que… —el niño se sintió un poco mal porque su progenitora lo malinterpretara, así que, agachando la cabeza y bajando un poco la voz, intentó explicarse—… pienso que es mucha comida para una bebé tan pequeñita.

    —Oh, Trunks, por Kami que ni tu padre me hace tantos cuestionamientos como tú —la científica suspiró con algo de pesadez.

    —Creo que mejor voy a jugar con mi PSP —por lo que el chiquillo consideró que lo más propicio era entretenerse el resto del camino con su consola transportable de tercera generación, la cual extrajo de su pequeño equipaje.



    Y mientras tanto Milk conducía su vehículo volador con sumo cuidado ya que Goten llevaba entre las manos un pastel de considerable tamaño, el cual había sido horneado por la morena como muestra de su aprecio hacia Krilin y su nueva familia.



    —Oye, mamá, ¿por qué le llevamos este pastelote a Krilin?, ¿acaso es el cumpleaños del maestro Rōshi? —le preguntó el pequeño Son a su madre después de un cuarto de hora de camino resistiendo la tentación de hincarle el diente a tan suculento postre, ya que el aroma del pan casero era de lo mejor.

    —No, tesoro, ese pastel lo preparé especialmente para la esposa de Krilin —le respondió la aludida con amabilidad y cariño.

    —¿Entonces es la señora 18 la que cumple años? —volvió a cuestionar el niño sin salir de su asombro.

    —No, cariño, el pastel se lo voy a obsequiar para felicitarla por el nacimiento de la bebé —y Milk volvió a responder sin perder la calma, sonriendo un poco más… su Goten era un niño tan lindo e inocente, igualito a su Gokú que en gloria se encuentre.

    —¿Y la bebé va a comer pastel? —como era de esperarse Goten pareció más confundido… ¿acaso los bebés comían pastel?

    —Claro que no, Goten, los recién nacidos no comen pastel… —por lo que la morena se guardó un suspiro de resignación y no dejó de sonreír—. Recuerda que no pudimos felicitar a Krilin ese día que nació la bebé, y estoy segura de que a tu padre le hubiera gustado hacerlo personalmente ya que Krilin y él fueron muy buenos amigos —mostrándose algo conmovida ante el recuerdo de su marido muerto en batalla, dándole a su menor hijo una explicación más amplia.

    —Aahh… —el chiquillo pareció de acuerdo con la aclaración… pero eso no le quitaba el hambre.

    —Bueno, ahora te pido de favor que sostengas bien el pastel ya que voy a acelerar —como si hubiera adivinado sus intenciones Milk le habló a su hijo en tono de reconvención maternal antes de pisar el acelerador a fondo.

    —Oye, mamá, ¿no hubiera sido mejor viajar en la nube voladora?... Gohan dice que es más rápida que el auto —Goten externó su sentir tras otro par de minutos… tener pastel a la mano y no poder comer era un verdadero suplicio para su estomaguito.

    —Oh, Goten, en la nube voladora se nos habría caído el pastel —fue la respuesta de la dama ocultando su malestar, ya que viajar en la Kinton sin su fallecido cónyuge era algo que nunca había querido hacer.



    Durante todo el trayecto a Kame – House la señora Son tampoco pudo evitar pensar en un prometedor futuro para su hijo menor y, aunque tal vez no era ni mucho menos lo más conveniente, por lo menos estaba segura que, de vivir su marido, no se opondría a eso, e incluso le agradaría en sobremanera, así que lo mejor era concretarlo cuanto antes.



    Y como si se hubieran puesto de acuerdo ambas damas se presentaron en la pintoresca playita al mismo tiempo. Fue Kame Sen’nin quien las recibió, ya que se encontraba afuera disfrutando del sol de mediodía en compañía de Umigame.



    —¡Bulma, Milk, muchachas!, ¿a qué debo el honor de su visita? —les dijo amablemente acercándose a saludarlas, sonriendo grandemente al percatarse de la presencia de Goten y Trunks cargando los obsequios—. ¡Ah, pequeños, ustedes sí que son muy fuertes!

    —¡Muy buenas tardes, maestro Rōshi! —respondieron los dos chiquillos al unísono, haciendo gala de su buena educación.

    —Maestro, ¿18 se encuentra en casa? —fue la pregunta de Bulma en tono cortés, dedicándole al viejecillo una leve y respetuosa reverencia.

    —Hemos venido a saludarlas, a ella y a la bebé —afirmó Milk casi al mismo tiempo, saludando también.

    —Oh, ya veo… —el ancianito pareció desilusionado por un segundo… claro, el pastel no podía ser para él—. Por supuesto que 18 está en casa, y es seguro que la pequeña ya se ha dormido —dijo afirmativamente recobrando el aplomo.

    —Bien, maestro, con su permiso… vamos, Goten, Trunks, lleven los regalos adentro y acomódenlos en la sala, y después podrán salir a jugar en la playa —la científica tomó la iniciativa y abrió la puerta de par en par, cediendo el paso a los infantes.

    —¡Sí que sí! —y ellos, muy alegres, penetraron en la estancia.

    —Le encargamos a los niños, maestro, muchas gracias —la morena le mostró anticipadamente su agradecimiento dedicándole una reverencia solemne. Después de esto, las dos señoras entraron en la vivienda.

    —Este… sí, sí, no hay problema, tómense su tiempo que pueden contar conmigo —OK., el pobre Kame Sen’nin no pudo ni negarse. Ahora tendría que cuidar a dos párvulos traviesos… dos pequeños Saiyajins con mucha energía.

    —¿Y ahora qué va a hacer con los niños, maestro Rōshi? —le preguntó Umigame con algo de suspicacia.

    —Ya veremos lo que pasa —le respondió el anciano evitando mostrarse compungido. Unos niños no le iban a ganar a él, un gran maestro de artes marciales.



    En menos de cinco minutos Goten y Trunks se presentaron frente al centenario hombre, luciendo ya sus trajes de baño.



    —¡Ya estamos listos, maestro! —le dijeron a una voz, presentándose muy firmes.

    —Oiga, maestro, ¿es verdad que usted le enseñó el Kame – Hame – Ha a mi papá cuando era un niño? —le preguntó Goten mirándolo con curiosidad—. Gohan me lo contó —afirmó en entonación convencida.

    —Eso es cierto, pequeño, yo fui el maestro de tu papá cuando todavía era muy joven —le respondió el aludido dándose su importancia—. Fue gracias a mis enseñanzas que él llegó a ser un gran guerrero.

    —Órale… —intervino Trunks sin disimular su asombro—… entonces ¿si es cierto que es usted un hombre muy fuerte? —le cuestionó al viejo con los ojos más que abiertos.

    —Por supuesto… yo he entrenado a muchos grandes campeones entre los que se encuentran Gokú, Krilin y Yamcha, los cuales hicieron un buen papel en el más importante torneo de las artes marciales como es el Budokai Tenkaichi; incluso Gokú consiguió ganar uno —el buen Kame Sen’nin se hinchó como pavo, presumiendo sus alcances de maestro en las artes marciales y las técnicas de combate.

    —Súper… —los infantes no dejaron de mirarlo con admiración, y se perdieron unos segundos en sus pensamientos… como les hubiera gustado ver un torneo.

    —Oiga, maestro, ¿puede enseñarnos como se hace un Kame – Hame – Ha? —fue la pregunta de Trunks al cabo de esos segundos de embeleso. Quería constatar con sus propios ojos la fuerza del anciano maestro y compararla con la de su papá.

    —Sí, sí, yo quiero ver un Kame – Hame – Ha muy grande —y Goten no dudó en unírsele, sin disimular su emoción.

    —¿Es que acaso Gohan no les ha enseñado uno? —Rōshi se mostró extrañado, ya que, según recordaba, el hijo mayor de Gokú había vencido al malvado de Cell con un súper Kame – Hame – Ha. Era raro que aún no se los hubiera mostrado a los niños.

    —Bueno… es que… es que mi mamá… es que mi mamá no nos deja entrenar todos los días —tartamudeó el pequeño Son bastante apenado, rascándose la nuca y sonriendo con timidez.

    —Mmm… no se preocupen, no hay problema —ante la revelación Kame Sen’nin no hizo más que guardarse un suspiro, ya que la viuda de Gokú no había dejado de ser una mujer exigente y preocupada por otros aspectos que no tenían nada que ver con la instrucción marcial—. Bueno, niños, entonces pónganme toda su atención ya que esta técnica requiere de concentración absoluta —añadió adoptando la seriedad requerida para el ejercicio.

    —Ajá, ajá… —ambos infantes se dispusieron a mantenerse en orden para no perder de vista los movimientos del decano.



    Muten Rōshi se despojó de la delgada camiseta que cubría su anciano cuerpo adoptando una actitud de meditación respirando de forma lenta y profunda, cerrando a su vez los ojos para así evitar cualquier distracción. Los chiquillos contuvieron su propia respiración esperando por la sorprendente explosión de energía. Al cabo de un par de minutos…



    —Oye, Trunks, ¿no crees que el maestro Rōshi ya se tardó con el Kame – Hame – Ha? —le preguntó Goten a Trunks a media voz, sin ocultar un deje de desesperación.

    —Sí, Goten, tienes razón, pero no sé qué podemos hacer para que se apure —le respondió el heredero de Capsule a su amigo también en voz baja, sin quitarle el ojo de encima al anciano.

    —¿Y si le preguntamos si le falta mucho? —observó el chico Son con un poco de duda.

    —Buena idea, Goten, vamos a preguntarle —a Trunks le pareció que estaba bien preguntar, así que levantó de más la voz para cuestionarle al veterano—. Oiga, maestro Rōshi, ¿qué pasa con el Kame – Hame – Ha que nos prometió? —haciéndole dar un respingo por el susto.

    —¡Niños, por favor, no me distraigan! —por lo que les respondió sin ocultar su molestia, para inmediatamente recobrar la seriedad—. Ya les dije que esta es una técnica que requiere la máxima concentración —puntualizó.
    —Pero… —los dos pequeños se quedaron con carita de frustración después de respingar también ante el leve enfado del decano.
    —Vamos, chicos, vamos, ¿quieren o no ver un Kame – Hame – Ha como debe ser? —Rōshi les preguntó mirándolos fijamente tras sus gafas oscuras.
    —Eto… sí —respondieron al unísono tras un segundo. No sabían que, para hacer un Kame – Hame – Ha, se requería tanto tiempo.
    —Entonces déjenme hacer lo que tengo que hacer, porque preciso en esforzarme al máximo para concentrar mi Ki en el punto exacto —ya más tranquilo el anciano recompuso la postura cerrando nuevamente los ojos, respirando pausadamente.



    Goten y Trunks consideraron que lo más prudente era esperar, aunque el pequeño de cabellera lavanda no dejó de consultar su reloj de pulsera a cada minuto. Repentinamente el maestro abrió los ojos e incrementó su Ki de forma brusca, por lo que sus músculos crecieron y se tensaron dándole un aspecto imponente.



    —¡Aaaaaahhhhhh! —exclamó levantando la voz al tiempo que elevaba más y más su Ki, haciendo temblar la tierra a su alrededor y ocasionando unos cuantos relámpagos en el cielo.
    —Órale… —los chiquillos no pudieron ocultar su éxtasis… eso sí que era un poderoso Ki.
    —¡Kame… Hame… —llegado al punto álgido Kame Sen’nin se acomodó en la pose respectiva del Kame – Hame – Ha, concentrando todo el Ki entre sus manos—… Haaaaaaaaa! —y el disparo de energía surcó el océano levantando dos altas paredes de agua durante unos segundos.
    —¡Súuuuper! —profirieron los dos infantes a la vez, admirando el enorme Kame – Hame – Ha que se perdió mar adentro.
    —¿Y bien, chicos, qué les pareció eso? —les preguntó el anciano con aires de suficiencia recuperando su condición original.
    —Eso fue… eso fue… —Goten murmuraba en voz baja y entonación arrebatada, con la mirada perdida en el rastro dejado por el Kame – Hame – Ha.
    —Estuvo bien pero… —dijo Trunks por su parte, retornando la vista hacia el anciano Kame Sen’nin—… ¿no puede hacer uno más grande? —le cuestionó un tanto escéptico, haciendo que su amigo también dirigiera la vista al viejecillo.
    —¿Más grande? —por lo que el aludido pareció ofenderse levemente—. Trunks, déjame decirte que no tiene caso gastar energía en vano, sin ninguna necesidad —respondió seriamente en actitud profesional de maestro en las artes marciales—. Eso es algo con lo que no hay que jugar.
    —… —los dos infantes lo miraron con gesto de desilusión. Su corta edad no les permitía ver más allá de lo emocional y del momento.
    —¿Sabes que creo, Goten?... que el maestro Rōshi no es tan fuerte como dice —le dijo el heredero de Capsule a su amigo en un susurro, observando aun al centenario hombre.
    —¿Tú crees eso, Trunks?... pero si es un maestro… —le respondió el pequeño Son con aire desanimado.
    —¿Qué tanto murmuran? —les preguntó el viejecillo con suspicacia, entendiendo el motivo de su desconcierto. Era de esperarse de los hijos de los hombres más fuertes del Universo, ya que nadie llegaría a estar a su altura ante sus ojos.
    —Nada… ya nos vamos a jugar —respondieron ambos al unísono, cambiando el gesto por uno más alegre. Al momento se echaron a correr para zambullirse en el mar—. ¡Yupiiii! —gritaron muy felices chapoteando en el agua.
    —¡Anda, Goten, vayamos a recoger pececitos! —le dijo Trunks a Goten sumergiéndose repentinamente.
    —¡Trunks, Trunks, espérame! —a lo que el mencionado trató de imitarlo sumergiéndose también.
    —¿Y tú qué esperas para seguirlos, eh? —Kame Sen’nin le habló con severidad a Umigame, urgiéndole a ir con los niños—. Recuerda que tenemos que cuidarlos y, además, eres bastante rápida dentro del agua —le especificó con más amabilidad.
    —Ya voy, maestro, ya voy… usted puede contar conmigo siempre —fue la respuesta de la vieja tortuga obedeciendo sin chistar, arrastrándose lentamente por la arena.



    Y mientras los dos chiquillos se divertían en el mar jugando carreras con Umigame, veamos qué ocurría dentro de Kame – House.




    Bulma y Milk se tomaron el tiempo de acomodar todas las cosas que la primera traía en la enorme caja.



    —Oye, Bulma, ¿no crees que trajiste mucha comida?... la bebé no ha de comer tanto —señaló Milk con seriedad tras colocar unas seis docenas de pañales desechables en el sofá.
    —Vamos, Milk, los recién nacidos están en pleno crecimiento y sus necesidades alimenticias son mayores para estabilizar su metabolismo —respondió la mencionada sin inmutarse, sacando del fondo de la caja un pequeño vestido rosa con muchos encajes—. Dime, ¿a qué es encantador? —añadió al mostrárselo a su amiga.
    —¡Oh, pero qué ropita tan linda! —observó la señora Son con ojos soñadores, admirando el buen gusto de su amiga.
    —¿Verdad que sí? —a lo que la científica tomó también unos zapatitos blancos que hacían juego, sonriendo grandemente—. La bebé se verá tan bonita en la fiesta.
    —¿Se puede saber porque tanto alboroto? —en ese momento se apareció 18 con la niña dormida en brazos, mostrándose algo enfadada por la invasión a su hogar—. Ya suponía yo que eran ustedes dos, par de díscolas —agregó con irritación.
    —18, querida, que gusto —Bulma fue la primera en saludar acercándose muy quitada de a pena, y Milk prefirió no decir nada para evitar cualquier inconveniente—. ¿Cómo has estado?, ¿cómo está la bebé? —preguntó amablemente en tono educado.
    —Ella está bien, ¿qué no ves? —fue la áspera respuesta de la Jinzō Ningen sin mostrar a la pequeña—. Y yo estaré mejor cuando se vayan de aquí —especificó.
    —Ay, 18, tienes un sentido del humor tan fino como el de Vegeta —la dama de cabellera azul no se achicopaló ante esa dureza e incluso se carcajeó muy bajito al hacer la analogía con su consorte.
    —Deja de compararme con ese simio cretino, no somos iguales —eso hizo que la rubia resoplará con rabia, teniendo ganas de matarla por atrevida. Milk no hizo más que cerrar los ojos por una fracción de segundo… el vivir con Vegeta había vuelto a Bulma más incauta.
    —Cierto, querida, muy cierto… no sé cómo pude olvidarlo —pero la Briefs no es de las que se retractan con facilidad, aunque sí decidió pedir disculpas por su desliz de forma desenfadada. Volviendo sobre sus pasos tomó nuevamente el pequeño vestido, presentándoselo a su anfitriona—. Mira, 18, Milk y yo trajimos todas estas cosas para ti y para la niña, ¿qué opinas? —le preguntó con curiosidad.
    —Mmm… es bonito —la rubia se acercó para ver mejor los obsequios, ocultando muy bien su admiración… no se dejaría sorprender tan fácil, no señor—. ¿Por qué hacen todo esto, eh? —les preguntó empleando una entonación de indiferencia absoluta, poniendo un gesto de estoicismo.
    —Oh, vamos, 18, somos amigas, y, como parte de nuestra amistad, debemos ayudarte en lo que podamos… ¿verdad que sí, Milk? —le respondió Bulma con convicción, mirando hacia su amiga morena para obtener su apoyo y aprobación.
    —Por supuesto, por supuesto —afirmó la nombrada con un movimiento de cabeza para que no quedaran dudas, sonriendo con timidez.


    Justo en ese momento la tierra tembló mientras el cielo se oscureció de repente, escuchándose el sonido de los truenos al caer.



    —¿Y ahora qué está pasando? —interrogó Milk en voz de susto, yendo a sostener el pastel para evitar que se cayera.
    —¡Bah!, imagino que los alborotadores de sus hijos están armando un disturbio con el viejo verde que vive aquí —respondió 18 sin alterarse ni un ápice, meciendo delicadamente a su bebé. Y es que, con el escándalo, parecía haber despabilado.
    —Esos niños… —observó Bulma volviendo a ordenar algunos de los frascos de comida infantil que se habían esparcido por el suelo.
    —Ya, en serio, ¿a qué diablos han venido? —en cuanto retornó la calma la androide reanudó su pregunta con aspereza, fulminando a las dos amigas con la vista.
    —Ya te lo dijimos, 18, Milk y yo somos tus amigas… —fue la respuesta de Bulma mientras terminaba de sacar la ropita que había comprado.
    —… Y estamos aquí para ayudarte a ponerle un nombre adecuado a la niña —complementó Milk sirviendo tres generosas rebanadas de pastel.
    —… ¿y para eso era necesario traer… todo este tianguis? —les cuestionó la Jinzō Ningen con escepticismo, barriendo con la mirada la gran variedad de obsequios colocados en la sala. Eso era excesivo.
    —Sólo son algunas cositas útiles para un par de meses, en cuanto pueda voy a traerte más artículos —respondió la científica más que sonriente y complacida. Sí que se había lucido.
    —¿Acaso piensan que mi hija es como ese par de Saiyajins traga comida que tienen por hijos?... —fue la alterada observación de 18 señalando el enorme montón de frascos de comida infantil y latas de fórmula láctea para bebés. Y ni qué decir de los más de veinte paquetes de pañales desechables, lo ideal para surtir una guardería con cupo completo durante por lo menos un mes—… ¡ella es una niña normal! —agregó despectiva y ofendida.
    —Bulma, ya te decía yo que era demasiado para la bebé —la morena se dirigió hacia la de cabellera azul hablándole con aire de suficiencia, ya que era experta en niños—. Un recién nacido únicamente necesita la leche materna para sus requerimientos nutricionales, no más —puntualizó.



    Tal vez la Briefs necesitaba recordar que no todos los niños gozan el privilegio de tener genes Saiyajin, y la hija de Krilin es una niña como cualquier otra en ese sentido, así que parpadeó como si estuviera despertando de un sueño y miró hacia donde había acomodado la dotación de comida infantil.



    —¡Ay, pero qué barbaridad!... de verdad lo siento mucho, 18, me dejé llevar —dijo sonriendo tontamente, volviendo la mirada una vez más hacia la seria rubia para excusarse apenada—. Pero no tienes de qué preocuparte, te aseguro que, si la guardas bien, puede durar hasta que la niña empiece a comer sólido, así te ahorrarás varios meses de comida —agregó más que convencida de su argumento, restándole importancia al hecho.
    —Tú sí que estás mal de la cabeza… —bufó levemente la androide en tono resignado. Bueno, aunque pensaba que Bulma Briefs estaba loca de remate, no dejaba de reconocer que es una mujer bastante práctica.
    —Entonces prepararé un poco de té para saborear el pastel casero que hice especialmente para ti, 18… espero que te guste —Milk se mostró aliviada de que no haya pasado a mayores y se dirigió a la cocina.



    Por un lapso de media hora las tres damas estuvieron en paz, degustando del pastel y admirando toda la colección de pequeñas prendas después de que 18 acostara a la criatura durmiente en un bonito moisés, obsequio también de la familia Briefs. Hasta parecían grandes amigas ya que la rubia no dudó está vez en reflejar su aprobación con un mejor gesto, dada la calidad de tan finos presentes.



    —Me agrada tanto que te haya gustado el vestuario para tu hija... —dijo Bulma tras doblar con sumo cuidado el último vestidito que le enseñó a 18, haciendo énfasis en el siguiente detalle—… y déjame decirte que es la colección de temporada en la línea infantil para niñas.
    —Imagino que no te costó ningún trabajo el conseguirla —señaló Milk empleando un leve tono de envidia—. Tienes la ventaja de ser una persona muy rica, así que puedes darte muchos lujos —agregó.
    —Aun así no se trata de comprar cualquier cosa por el hecho de comprar, ya que eso sería un desperdicio de dinero —señaló la científica dándose su importancia—. Luego no falta algún abusivo que quiera cobrarte de más por ser una personalidad —recalcó.
    —En eso estoy de acuerdo contigo… en estos días hay que cuidar la economía —la morena se mostró de acuerdo con eso afirmando con la cabeza.
    —Por cierto, 18, ¿cuándo podemos hacer la fiesta para presentar a la niña? —Bulma se dirigió nuevamente a la androide preguntándole con amabilidad.
    —¿Fiesta? —por lo que ésta volvió a presentar el ceño… claro, todo tenía una explicación lógica, ya se lo imaginaba.
    —Sí, sí, la fiesta de bienvenida al mundo en donde la presentarás con todos los amigos de la familia —recalcó la Briefs sin cambiar el tono amable, sonriendo grandemente.
    —¿Y ya tienes un nombre para ponerle a la bebé?... si no tienes uno no te preocupes, ya que aquí traigo la lista de nombres que tenía preparada cuando estaba esperando a mi Goten porque pensaba que iba a ser niña —Milk intervino empleando en esta ocasión un tono ansioso y servicial, tomando la mencionada lista de su bolso de mano.
    —No es necesario, yo le buscaré un nombre lindo a mi hija —fue la áspera respuesta de la Jinzō Ningen negando con la cabeza, rememorando lo que Krilin le había mencionado sobre ese incidente en específico.
    —¿Has pensado en uno en particular? —le interrogó Bulma con insistencia.
    —Eso es algo que sólo nos incluye a Krilin y a mí, así que no se metan —dijo tajantemente la rubia mirando a ambas con dureza—. Tú mejor ocúpate en preparar la dichosa fiesta y ya me avisarás el día —recalcó dirigiéndose a Bulma de manera particular.
    —Está bien, está bien, se hará todo como tú quieres —ni hablar, ante la negativa la dama de cabellera azul se mostró resignada y consideró ya no tocar más el asunto del nombre.
    —Sólo espero que Krilin tenga un buen gusto para los nombres —Milk pensó lo mismo que su compañera al guardar el listado en el fondo de su bolso.
    —Bien, entonces ya se pueden ir, tengo muchas cosas que hacer y nada más me estorban —considerando que todo había quedado claro 18 se dispuso a retirarse con la niña dormida a su habitación, levantándose del sofá.
    —Oye, 18, espera, tengo algo que proponerte antes de irme… es algo muy conveniente para tu hija —pero Bulma aún tenía algo que tratar con ella, y que mejor momento que ese.
    —¿Qué clase de propuesta es esa? —por lo que la señora Son, adelantándose a la respuesta de la Jinzō Ningen, le preguntó recelosa y extrañada. ¿Acaso se trataba de lo que creía que se trataba?... no, no podía ser cierto que también ella….
    —Pues verás, 18, lo he pensado bien y considero que tu hija será la esposa perfecta para mi Trunks, así que ya podemos fijar el compromiso —bueno, la Briefs no se anda mucho por las ramas, así que, sin ningún empacho, dándolo ya por hecho, soltó lo que había meditado durante todo el camino a Kame - House.
    —¿¡Qué!? —y por obvias que esa declaración no hizo más que causar la estupefacción en la rubia androide. Y ni qué decir de Milk, la cual le hizo coro.
    —¿No crees que es algo maravilloso?... tu nena es muy linda y mi querido Trunks es un niño más que apuesto; no me puedes negar que, cuando sea mayor, será todo un adonis, y cualquiera se enamoraría de él… tú ya lo viste —recalcó Bulma con convencimiento.
    —¡Bulma!, ¿te volviste loca? —le reclamó Milk visiblemente molesta—. ¿Cómo puedes pensar en comprometer a Trunks con la niña, eh?, ¡eso es algo fuera de lo normal! —cuestionándole severamente.
    —Ella tiene razón, estás enferma del cerebro —puntualizó la androide mirando a la científica con verdadera aprehensión, tomando rápidamente a su hija en brazos.
    —¿Y qué tiene de malo? —más la nombrada no se inmutó, antes bien se mostró extrañada de la reacción de sus interlocutoras.
    —¿Y todavía lo preguntas? —a lo que la morena se enardeció de más—. ¡No hay mejor marido para la hija de Krilin que MI Goten! —repuso tajante y puntual.



    18
    y Bulma casi se azotan de la impresión… o sea, ¿dónde quedaba su ética?



    —¿Así que tú también? —dijo 18 en un susurro recuperando el equilibrio, sin creer lo que estaba oyendo. A todo esto la bebé se despertó por completo, permaneciendo calladita mirando a su alrededor.
    —Vaya, haz sacado el peine —le dijo Bulma a Milk sin disimular su molestia—. ¿Qué te hace creer que Goten es mejor que Trunks? —cuestionándole de mala manera. No iba a permitir que minimizaran a su retoño, el hijo del Príncipe Saiyajin… no cualquiera puede presumir de eso.
    —Porque Gokú era el mejor amigo de Krilin, así que lo más lógico es que sea MI Goten el que se case con su hija… —manifestó la morena con aplomo y convicción—… yo estoy segura que Krilin no se opondría, y eso haría muy feliz a MI Gokú que en gloria se encuentre.
    —Pues tú dirás lo que quieras pero MI Trunks es el mejor partido ya que él será el presidente de la compañía cuando sea mayor… todo un futuro asegurado —a lo que la científica reviró con presunción empleando su argumento de mayor peso, dándose sus aires de importancia—. Además de ser de sangre real aunque sea alienígena, y eso lo hace más guapo.
    —¡Jah!, ¿y quién puede asegurar que de verdad ese Vegeta es un príncipe como presume, eh? —le cuestionó la señora Son con evidente desdén—. Aparte de todo es un tipo verdaderamente desagradable, y 18 está de acuerdo conmigo —puntualizó firmemente.
    —Lo que pasa es que me tienes envidia porque Vegeta es un Saiyajin con mucha clase y Gokú no tenía modales para nada, y menos para comer —señaló la Briefs sin cambiar el tono altanero.
    —Eso quisie… —a lo que Milk pensaba replicar con fuerza.
    —¡Cállense de una buena vez, pérfidas intrigadoras! —la rubia Jinzō Ningen se sintió hervir de rabia ante tanta alharaca, así que evitó que continuaran discutiendo hablándoles con energía—. ¡No voy a dar a mi hija en matrimonio a ninguno de sus hijos!, ¿les quedó claro? —recalcó con mayor aspereza, fulminando a las dos con la mirada.
    —… —y claro que ambas amigas se silenciaron por unos segundos para fijar la vista en su anfitriona.
    —Oye, 18, no tienes que precipitarte… la boda será cuando ellos sean mayores de edad y puedan tomar sus propias decisiones —siendo Bulma la primera en hablar tratando de apaciguarla.
    —Ya dije… no pienso emparentar con ustedes y mucho menos con los horribles Saiyajins —puntualizó la androide sin ceder.
    —Vas a disculparme, querida, pero Vegeta no es horrible… grosero, altanero y egocéntrico tal vez, pero de horrible nada —indudablemente que esas palabras no les hicieron gracia a las visitantes, quienes no dudaron en resaltar las virtudes de sus cónyuges, siendo la científica una vez más la primera en expresarse.
    —Eso, eso, y MI Gokú ahora es un ángel en el paraíso, un ser celestial lleno de perfección —dijo la morena en tono ofendido.
    —Eso dicen ustedes, para mí no dejan de ser unos monos monstruosos y sus hijos tienen mucho de ello aunque ya no tengan cola —pero para 18 esos argumentos no eran convincentes, así que recalcó su sentir desdeñosamente.
    —¡Trunks no es ningún monstruo! —Bulma estalló enfadada… o sea, nadie insultaba a su hijo.
    —¡Goten no es ningún monstruo! —y Milk no se quedó atrás, defendería el honor de su menor hijo a toda costa.



    Como ambas alzaron la voz al mismo tiempo hicieron llorar a la pequeña con mucho sentimiento, lo cual alteró a 18 en grado máximo.



    —¡¡Fuera de mi casa, odiosas!! —por lo que no dudó en amenazar a las dos amigas con una mirada de rabia, cargando un poco de energía en una mano mientras intentaba calmar a la niña meciéndola con el otro brazo—. ¡¡Lárguense antes de que las mate, y lo digo en serio!!



    OK., las dos mujeres, Bulma y Milk, consideraron que lo mejor era retirarse y dejar las cosas como estaban, así que no esperaron a que les repitieran la orden y sin despedirse salieron de la vivienda, encaminándose hacia sus vehículos. Antes de decidirse a llamar a sus hijos se miraron retadoramente.



    —Bulma, eres una tramposa aprovechada… te crees mucho sólo porque tienes dinero —le reclamó Milk a su amiga moderando un poco la voz, mostrando su enfado en el mohín de su rostro—. Pero no se te olvide que el dinero no garantiza la felicidad.
    —Oye, oye, no es mi culpa ser millonaria, y tampoco es culpa de Trunks ser mi hijo y heredero de mi fortuna con un grandioso futuro por delante —respondió ésta dándose sus aires de diva—. Y, para que no te queden dudas, Vegeta sí tiene propiedades en el espacio exterior, los planetas que conquistó cuando estaba bajo las órdenes de Freeza, así que también Trunks es dueño de eso —detalló.
    —Pero esto no se va a quedar así, no señor… con la ayuda de Krilin convenceré a 18, y tú no llevas las de ganar dado que a Vegeta tampoco le complacería la idea de emparentar con ellos —fue la observación de la señora Son más que convencida.
    —Eso lo veremos… —la Briefs aceptó el desafío con la misma petulancia. Prestamente levantó la voz para llamar a su hijo—. ¡Trunks, ven aquí inmediatamente!
    —¡Goten, nos vamos en este momento! —siendo imitada por Milk al llamar a su respectivo hijo.



    Los dos chiquillos se aparecieron detrás de las palmeras que adornan Kame – House, y, al darse cuenta del estado en que se encontraban sus madres, pusieron su mejor gesto de consternación.



    —Mamá, ¿estás enojada? —preguntaron al unísono con voz trémula.
    —Goten, sube al auto que ya es muy tarde y Gohan nos espera para comer —le dijo la señora Son a su hijo con voz de autoridad.
    —Lo mismo para ti, Trunks, ya sabes que tu padre se pone de muy mal humor si no come a sus horas —recalcó la científica con firmeza.
    —Pero mamá, es que esta… —claro que los infantes no parecían dispuestos a abandonar su diversión precisamente en ese momento.
    —¡Arriba, ahora! —pero las damas ya no estaban de humor para consentirlos, así que les gritaron con enfado.
    —¡Sí, mamá! —por lo que, dando un respingo de susto, los niños se dispusieron a obedecer y abordaron sus propios vehículos sin darse tiempo de despedirse como Dios manda.



    Y en un santiamén cada familia se retiró por su camino, sin ponerse de acuerdo para organizar la fiesta.



    —Maestro, lamento comunicarle que Goten y Trunks se han ido —Umigame vio lo sucedido y se lo dijo al pobre maestro Rōshi, quien se encontraba enterrado bajo una densa capa de arena víctima del juego de ambos niños.
    —Bueno, pues no te quedes ahí parada y desentiérrame de una buena vez… me urge ir al baño —se quejó el viejecillo empleando un tono entre molesto y resignado, ya que no había más que hacer.
    —Enseguida, maestro, enseguida —así que la tortuga se dispuso a hacer lo que le mandaban, esperando terminar a tiempo antes de que el anciano sufriera un “accidente”.



    Al anochecer, cuando Krilin volvió del trabajo, no podía creer lo que estaba viendo, así que abrió la boca con asombro…



    —¿Y eso? 18, ¿acaso compraste todo eso para la niña? —le preguntó a su mujer con visible extrañeza y preocupación. Todo eso debió haber costado una fortuna.
    —Por supuesto que no, Krilin, no seas ingenuo… —le respondió ella en forma cortante, meciendo a la pequeña en el moisés para que se durmiera.
    —Bulma le trajo todas esas cosas a la bebé, y Milk nos preparó este delicioso pastel —intervino Rōshi comiendo una generosa rebanada de pastel, pues la Jinzō Ningen no se negó a compartirlo con él y con Umigame a condición de que guardaran un buen pedazo para 17, quien prometió visitarlos en esos días.
    —Esas dos son una molestia —replicó la rubia sin ocultar su desagrado—. Ahora ven a sentarte y sírvete pastel —le indicó a su marido con un deje de cariño, mirándolo un segundo.
    —… muy bien —bueno, el buen Krilin se dispuso a tomar su cena pero no pudo dejar de mirar todos los obsequios mientras comía con calma. Había varias latas de fórmula láctea, variedad de papillas y otros alimentos sólidos en conserva, mamilas, pañales, baberos, muñecos de peluche, vestiditos, zapatitos…—. Esa Bulma es muy generosa —comentó un tanto pensativo.
    —Quedémonos con lo más bonito y vendamos lo demás… es seguro que conseguimos una buena cantidad de dinero por todo —dijo 18 sin pizca de vergüenza.
    —Este… ¿eso estará bien?... no creo que sea tan fácil venderlo —el guerrero se mostró dudoso, ya que, por obvias, tendrían que vender la mercancía en el mercado negro, y eso no le agradaba.
    —Vamos, Krilin, vamos, todas estas cosas pueden venderse muy bien en la Isla Mayor —Kame Sen’nin volvió a dar su opinión dándole una mordida a su segunda rebanada de pastel—. Si gusta yo puedo acompañarte a venderlas… tengo un conocido que se dedica al negocio y él sabrá donde acomodarlas —añadió, masticando ruidosamente.
    —De acuerdo, maestro, se hará como usted dice —aclarado el punto el joven pelón le respondió respetuosamente a su maestro, agradeciéndole por su apoyo.
    —Bueno, Krilin, lleva a nuestra hija a su cuna que yo seleccionaré lo que se va a vender —ya decidido lo de la venta la rubia le habló a su esposo pasados dos minutos, levantando a la niña semidormida del moisés, dispuesta a realizar la tarea.
    —Como tú digas, 18… ven acá, mi niña, vamos a dormir juntos —muy obediente Krilin tomó a la bebé con sumo cuidado, hablándole en voz baja y cariñosa al tiempo que le daba un beso en la frente para retirarse con ella a su habitación.



    La Jinzō Ningen se tomó una media hora en la selección ya que todo era de tan buena calidad que le costó trabajo decidirse y deshacerse de algo, incluso los juguetes eran tan bonitos que estuvo tentada a quedarse con todos. Se quedó absorta admirando una linda muñeca cuya castaña cabellera estaba peinada en dos trenzas, y a su memoria vino una primorosa imagen de su lejano pasado, de cuando ella era una niña y le regalaron una muñeca parecida, una muñeca que fue su compañera por años. Muy sonriente, llevando la muñeca en brazos, llegó a su cuarto.



    —Te estábamos esperando para dormir —le dijo Krilin acostado en el lecho con la pequeña, la cual se había despertado y la miró en cuanto la escuchó entrar, aunque tenía los ojitos cargados de sueño.
    —Oh, mi niña, ya deberías estar dormida —ella dejó a la muñeca sobre la cama y tomó a su hija en brazos, arrullándola cerca de su regazo después de plantarle un par de besos—. Dime una cosa, Krilin, ¿ya has pensado en un nombre para nuestra hija? —le preguntó a su marido al instante, mirándolo con algo de curiosidad.
    —Pues… ahora que lo mencionas… no, en realidad no se me ha ocurrido ninguno —respondió éste tras meditarlo unos segundos—. ¿Y esta muñeca? —le preguntó en cuanto notó al juguete sobre la cama.
    —Es una de las que trajo la científica loca… yo tuve una igual cuando era niña —fue la aclaratoria respuesta de la rubia con la voz levemente soñadora—. Su nombre era Marón por su cabellera castaña —agregó.
    —¿Marón?... es un lindo nombre —observó Krilin ensimismado en sus pensamientos. Seguramente 18 fue una niña muy traviesa y de gran corazón para querer a una muñeca.



    Por un par de minutos la mirada del guerrero se hizo tierna, como de borrego a medio morir, mirando a su mujer arropar cuidadosamente y con mucho cariño a la hija de ambos colocándola en la cuna, ya que al fin se había dormido en paz.



    —¿Qué te pasa? —en cuanto notó su mirada sobre ella, 18 se enderezó cuestionándole con algo de dureza.
    —Oye, 18, ¿por qué no le ponemos a nuestra hija el nombre de Marón? —fue la sugerencia de Krilin en tono convencido.
    —¿Marón? —la androide pareció extrañada por la propuesta.
    —Bueno, ese era el nombre de tu muñeca favorita, ¿no?... —se explicó el joven guerrero—… y nuestra hija es como una muñequita a la que hay que cuidar. ¿Qué dices? —sonrió al final.
    —… Marón… —la rubia pareció meditarlo unos segundos. Al momento también sonrió y se acercó a su compañero plantándole un suave beso en los labios—. Tienes razón, Krilin, Marón es el nombre más bonito que podemos ponerle a nuestra hija —admitió más que feliz.





    Nota: ¿Qué les pareció, eh?... divertidísimo el hecho de que las amigas, Bulma y Milk, hagan planes para matrimoniar a su hijos sin pedirles su opinión… ¡ya ni a Gohan, caramba! Claro que la androide 18 no iba a ceder tan fácilmente considerando el incidente de años atrás cuando le dio su paliza a Vegeta, y de ahí se odiaron a muerte por bastante tiempo. Pero eso se arreglará con el tiempo, ya verán lo que sigue. Y espero que les haya gustado la forma de ponerle a Marón el nombre de Marón (que es Marrón, lo escribí mal… ☺); no doy más explicaciones porque ya saben lo que significa, y no tenía nada que ver con el nombre de aquella que fue novia de Krilin un buen tiempo atrás. Sean felices.
     
    Última edición: 8 Noviembre 2014
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  15.  
    InunoTaisho

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    Una decisión del más allá.
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    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    5011
    Capítulo 18.

    Previamente, en el capítulo anterior…
    ¡Cállense de una buena vez, pérfidas intrigosas! —la rubia Jinzō Ningen se sintió hervir de rabia ante tanta alharaca de parte de Bulma y Milk, así que evitó que continuaran discutiendo hablándoles con energía—. ¡No voy a dar a mi hija en matrimonio a ninguno de sus hijos!, ¿les quedó claro? —recalcó con mayor aspereza, fulminando a las dos con la mirada.




    Bulma se encerró en su laboratorio a media tarde y ni se preocupó en prepárales la cena a su marido e hijo, por lo que éstos tuvieron que esperar a que la amable Bunny Briefs los atendiera, cosa que ella hizo con mucho gusto. A todo esto el Saiyajin gruñó su incomodidad y ni se dignó en agradecerle a su suegra por el gran guisado preparado especialmente para él, dirigiéndose a su hijo con voz de mando.


    Oye, Trunks, ¿se puede saber que mierda le pasó a tu madre en aquel lugar?... ha estado bastante rara —preguntándole sin delicadeza en tanto masticaba una considerable cantidad de carne con moderada educación, ignorando olímpicamente a sus otros acompañantes, los señores Briefs.
    Pues no sé, pero parece que se enojó con la mamá de Goten… —respondió el chiquillo con sinceridad después de tragarse parte de la docena de sándwiches que le sirvieron—… ya que no me dejó despedirme bien de él —añadió inmediatamente de beber medio litro de leche sabor chocolate.
    Seguramente Bulmita y Milk no pudieron ponerse de acuerdo para hacer la fiesta de la bebé de Krilin y 18 —intervino Bunny Briefs tan sonriente como de costumbre, pasando por alto el desaire del Príncipe.
    Esas dos muchachas… siempre quieren tener la razón —dijo el Dr. Briefs dándole un buen sorbo a su taza de café, mirando cariñosamente a su esposa para hacerla sentir mejor—. Querida, el café está en su punto —agregó.
    Me alegra que te guste, querido —claro que la rubia dama no parecía para nada angustiada, e incluso se dirigió a su yerno con afecto—. Vegeta, si quieres más no dudes en pedírmelo… ya sabes que me encanta apapacharte como mereces.
    ¡Mph! —el aludido sólo bufó un poco sin siquiera ver a la dama, maldiciendo por lo bajo a la mujer de Gokú. No le cabía duda que las mujeres terrestres son unas buscaproblemas.



    En realidad Bulma había ideado algo de camino a casa y ahora lo estaba poniendo en práctica. Muy decidida fue a llevarlo a cabo, encontrándose bastante ocupada en revisar toda su secuencia genética.



    Es toda una ventaja el ser tan genial y tener dinero de sobra —se dijo a sí misma al tiempo que descifraba los datos obtenidos en el computador, sonriendo grandemente de oreja a oreja.



    Tan metida estaba en sus asuntos que, cuando fue a descansar, ya pasaba de medianoche.



    ¡Hasta que te apareces!, ¿se puede saber que tanto haces en ese laboratorio? —Vegeta se encontraba apoyado en el barandal del balcón, y no dudó en reclamarle por su desatención en cuanto la vio entrar a la habitación.
    ¡Ajum!... Vegeta, no seas pesado que me muero de sueño —le respondió ella bostezando grandemente—. Ojalá te enojarás así cuando tengo que desvelarme reparando los robots que destrozas en tus entrenamientos —agregó un tanto resentida, metiéndose en el baño para asearse.
    Esos robots son importantes para mí —rezongó el hombre encaminándose al lecho nupcial, dejándose caer con brusquedad sobre el colchón sin descruzar los brazos—. Y espero que tengas una buena respuesta a lo que te ocupa en el maldito laboratorio —añadió haciéndose el indiferente, ya que quería saber el nuevo y loco delirio que había cruzado por la mente de su consorte.
    Bueno, he tenido la genial idea de elaborar una bebida especial para ti basándome en los principios activos de la semilla del Ermitaño, así ya no tendrás que esperar por la nueva cosecha —fueron las emocionadas palabras de Bulma saliendo del baño, vestida ya con su bata de dormir—. ¿No te parece maravilloso?... dispondrás de ella cuando tú quieras —puntualizó guiñándole un ojo, dándose su tiempo para ponerse la crema antiarrugas nocturna.
    … ¿en serio? —el hombre se mostró extrañado ante eso, ya que suponía otro tipo de reacción—. Oye, Bulma, Trunks me dijo que tú y la histérica vieja de Kakarotto discutieron, así que yo pensé que tal vez… —le comentó dudoso.
    ¿Eso?... oh, eso ya pasó, no fue nada. Milk es bastante sensible, pero ya me dará la razón cuando compruebe que mi oferta es mejor que la suya —la científica soltó una leve carcajada minimizando el asunto con la mano, hablando en tono convencido—. Lo importante ahora es que, para desarrollar la bebida especial y hacerla más efectiva, necesito tomar una muestra de tu ADN —agregó, retomando el tema que le ocupaba.
    … ¿una muestra de… ADN? —bien, muchas de las cosas que Bulma hablaba o hacía no eran del todo entendidas por Vegeta, así que, por un breve intervalo de tiempo, se mostró receloso de la petición.
    Vamos, Vegeta, no tienes por qué alterarte tanto, sólo requiero que me des un cabello y nada más —a lo que la dama hizo un esfuerzo por no burlarse abiertamente y mantenerse ecuánime. Después, sentándose a su lado en la cama, le habló melosamente al oído—. Aunque también podría ser un poco de… —haciéndolo enrojecer intensamente de las orejas y los pómulos.
    ¡Eso jamás… prefiero darte un cabello a rebajarme tanto! —por obvias que se apartó un poco de ella, completamente abochornado ante semejante requerimiento.
    Está bien, mi Rey, lo haremos de la manera más fácil para ti —Bulma no dejó de sonreír con picardía, abalanzándose sobre él para plantarle un pequeño beso—. Pero en este momento es hora de dormir… ¡ajum!... estoy… muy… muy cansada —añadió al tiempo que soltaba otro bostezo, liberándolo de su abrazo y acomodándose en su lugar para dormirse inmediatamente, lo que fue más que evidente ante el tremendo ronquido que salió de su boca.
    … —el Saiyajin se quedó unos segundos anonadado dada la rapidez con la que su mujer cayó dormida. Decidió imitarla y se acomodó cuidadosamente a su lado—… eres una insidiosa de lo peor —le reclamó en voz muy baja antes de darle la espalda para no oírla roncar.



    La fiesta de presentación de la pequeña Marrón transcurrió sin novedad en Kame - House, una semana después a petición de 18… entre más pronto se librara de la insistencia de esas dos sería mejor. Todos los amigos se dieron el tiempo de felicitar a Krilin por el gran acontecimiento, elogiando a la criatura aunque sus rasgos infantiles eran bastante parecidos a los de su progenitor, como el rostro redondeado y la notoria ausencia de nariz. Afortunadamente una suave mata de rubio cabello adornaba su cabecita, señal de que tal vez algún día podría verse más como su guapa mamá.



    Trunks y Goten tuvieron que fijarse con mayor detenimiento en la bebé ante la exigencia de sus progenitoras, ya que uno y otro se habían propuesto “huir” del lugar para jugar carreritas en la playa, y para ello nada mejor que el ejemplo de Gohan, el cual dócilmente tuvo que ceder a la presión de su propia mamá y desistir de irse momentáneamente con los pequeños para presentarle personalmente sus respetos a Krilin, quien, como padre orgulloso, llevaba a su niña en brazos, la cual por cierto se encontraba despierta y observaba con curiosidad todo a su alrededor.



    Anda, Gohan, no seas maleducado y saluda a Krilin —le dijo Milk a su hijo mayor llevándolo casi a rastras por el brazo, pasando por alto el hecho de que el jovencito sí había mostrado su educación como debe ser al saludar a los ahí reunidos en cuanto arribaron a Kame - House.
    Este… hola, Krilin, felicidades por la bebé… —éste respondió resignadamente sintiéndose como tonto, mirando a su compañero de batallas con bastante vergüenza y evitando mirar a la nena con más atención de la debida y necesaria.
    Dime una cosa, Gohan, ¿no te parece que la pequeña Marrón es una bebé preciosa? —Bulma imitó a Milk arrastrando también a Trunks de la mano, ubicándose al lado de los Son.
    Bueno… claro que es muy linda… —el aludido interpretó correctamente el gesto que le lanzaron ambas mujeres, Bulma y Milk, y contestó de la forma que ellas querían oír.
    Cómo me hubiera gustado tener una hija… —por cierto que la viuda de Gokú lanzó un suspiro de sólo recordar esa ilusión, y posteriormente acarició la cabeza de su menor hijo, al cual sostenía firmemente con la otra mano—. Eso no quiere decir que no te quiera, Goten, ya que eres un niño tan guapo como lo es tu padre que en gloria se encuentre —se expresó cariñosamente. El chiquillo únicamente afirmó con la cabeza sin hacer esfuerzos por soltarse, ya que no quería hacerla enojar.
    Mamá, ¿ya me puedo ir a jugar con Goten? —en tanto Trunks sí que pugnaba por liberarse del apretón de su propia madre, claro que sin ser brusco para que ella no le fuera después con la queja a su papá.
    Trunks, esa no es la educación que te he dado… tienes que saludar a la bebé —Bulma le reprendió con dureza sin soltarlo. De alguna u otra manera tenía que ganar puntos a favor de su retoño.
    Lo mismo va para ti, Goten, aprende a comportarte como Gohan —y Milk no dudó en tomar la idea de su correligionaria llamándole la atención a su pequeño hijo. No había nada como quedar bien ante el mejor amigo de su difunto esposo.
    Oigan, Bulma, Milk, les agradezco tanto el que hayan preparado esta fiesta para mi hija… —Krilin se dio cuenta que los chicos Saiyajin tenían otras intenciones que perder el tiempo admirando a la pequeña, así que mostró su gratitud intentando distraer a las damas—… Creo que lo mejor es dejar a los niños jugar un rato, así nos dará tiempo de comer bien antes de que les dé hambre —agregó sonriente.
    Tienes razón, Krilin… —admitieron las dos al unísono soltando, al fin, a sus menores hijos, quienes no tardaron ni un suspiro en salir corriendo con rumbo al mar, carcajeándose alegremente al botar su ropa en la arena.
    Gohan, por favor, cuida a Goten para que no se asoleé demasiado —le habló la señora Son a su hijo mayor con un tono de voz levemente autoritario, sin dejar de sonar maternal.
    Y si Trunks te da problemas no dudes en avisarme —añadió la Briefs dedicándole un guiño cómplice.
    No te preocupes, mamá, y no hay inconveniente por eso, Bulma… —respondió el jovencito yendo presto tras los infantes, sonriendo feliz.



    Y ya más tarde, antes de que terminara el festejo y cada quien se retirara para su casa, Bulma habló seriamente con Milk en la cocina de Kame - House.



    Milk, es necesario que arreglemos nuestras diferencias con respecto al matrimonio de Trunks y Marrón —le dijo en tono firme.
    Si piensas que vas a tener el camino libre para cometer semejante barbaridad estás muy equivocada —le respondió la aludida con aspereza—. Ya he decidido que la mejor esposa para MI Goten es la pequeña Marrón y no cambiaré de opinión ni aunque quieras comprarme con tu cochino dinero —recalcó en tono agrio.
    … —por un segundo el rostro de Bulma se torció en una mueca de gravemente ofendida, más recobró la sonrisa para agregar—… te aseguro que te convencerás en cuanto escuches lo que voy a contarte, y por ello quiero invitarte a tomar el té en un par de días. ¿Qué dices?... así probarás la nueva receta de pastel casero que inventó mi mamá.
    Mmm… —la morena se tomó unos segundos para meditar. No perdería nada con escuchar a la científica, así que aceptó porque tampoco quería pasar por grosera—… Está bien, te veo en un par de días.



    Y un par de días después, en la terraza principal de Capsule



    Y bien, Bulma, ¿cuál es ese fabuloso plan del que me hablaste? —le cuestionó Milk a su anfitriona después de saborear un generoso trozo de pastel de frutas con una humeante taza de té, mirándola con toda la reserva posible.
    Verás, en vista de que no es posible que la pequeña Marrón sea la esposa de Trunks y que Goten se convierta en su amante he pensado que… —la científica empezaba a exponer sus argumentos cuando fue interrumpida con brusquedad por su interlocutora.
    ¡MI Goten será el único marido de Marrón y nada más! —dijo la morena con firmeza azotando su taza en la mesa, con ganas de darle unos buenos zapes a esa presumida Briefs por sus ínfulas de grandeza—. Él nunca permitirá que Trunks se le insinúe a su esposa aunque sean buenos amigos —recalcó.
    … —esos arranques de la viuda de Gokú harían enfadar a cualquiera, por lo que la dama de cabellera azul contó mentalmente hasta diez y así evitar molestarse, conservando la sonrisa en el rostro—… tranquilízate, Milk, el asunto es que no estaría nada bien que nuestros hijos formen un triángulo amoroso con la pequeña Marrón, eso sería grotesco —adicionó.
    Muy mal visto en sociedad… —puntualizó la aludida serenándose un poco, tomando otro pedazo de pastel de la bandeja a su disposición—. Luego entonces… dijiste que tenías la solución —agregó con desconfianza, mirando a su interlocutora muy fijamente.
    Pues claro que la tengo, y esa es conseguir otra candidata a esposa para Goten —indicó la científica con mayor ánimo.
    … —el semblante de Milk se puso aún más serio y miró a Bulma como si fuera una retrasada mental—… no, ¿lo dices en serio? —le interrogó en tono lúgubre.
    ¿Acaso no te parece una buena idea? —a lo que la científica se mostró extrañada… ¿qué tenía de malo buscar otra prospecta para Goten? A fin de cuentas Trunks es mayor que el menor de los Son y merece casarse primero.
    ¿Y por qué no mejor le encuentras a Trunks una nueva novia y dejas a la pequeña Marrón para MI Goten? —le volvió a cuestionar la morena sin cambiar el gesto tétrico.
    Oye, espera, todavía no te he dicho quién será la candidata ideal para Goten —dijo Bulma procurando no desesperarse, ya que su amiga era bastante negativa antes de escuchar otras razones que no fueran las suyas propias.
    Eso no me interesa… si es tan buena como dices pues quédatela para Trunks y asunto arreglado —pero Milk no dudó en mostrar su desagrado… no daría su pequeño hijo a una desconocida sólo porque Bulma lo sugiriera, faltaba más.
    No, querida, eso es imposible —manifestó la dama de cabellera azul negando con la cabeza.
    ¿Y por qué es imposible?... creí que para ti no había imposibles —la morena arremetió con bastante ironía—. Además, si tú ya la conoces no veo donde está el problema.
    Ella todavía no ha nacido, y es imposible que se case con Trunks porque va a ser su hermana —respondió la Briefs con total tranquilidad, esperando por la reacción de su amiga.
    … —y claro, ante lo expuesto Milk se quedó con la boca abierta por varios segundos… ¿había oído bien?—… o sea que… me estás diciendo que… estoy entendiendo que… ¿vas a tener una hija para casarla con Goten? —preguntó al final sin poder disimular su asombro.
    Así es —afirmó Bulma con una gran sonrisa de satisfacción—. Lo estuve meditando y llegué a la conclusión de que es una buena idea, y ya que no se nos hizo a la primera no podemos desperdiciar esta nueva oportunidad para emparentar. Además de que también me parece un buen momento para tener otro hijo y darle una hermanita a Trunks —agregó más que feliz, poniendo un momentáneo gesto soñador en su rostro—. Será una niña tan hermosa como yo… —dijo en un susurro bajo.
    ¿Y cómo estás tan segura de tener una niña que se parezca a ti? —Milk interrumpió sus ensoñaciones haciendo la pregunta del millón, imaginando, en su opinión, lo repulsiva que sería la criatura si llegaba a parecerse al Príncipe Saiyajin. Menos mal que Trunks tenía toda la fisonomía de su rama materna, ya que en él se rompió el molde Saiyajin.
    Vamos, Milk, no olvides que soy una gran mujer de ciencias y tengo todos los conocimientos sobre la genética —le respondió su interlocutora empleando el fastidioso tonito de sabihonda que solía emplear cuando alardeaba—. Ya estoy programando lo necesario para obtener el resultado deseado en menos de tres meses, así que no habrá ningún problema esta vez.
    ¿Y Vegeta sabe de esto? —aun así la señora Son no se mostró convencida, porque daba la casualidad que el consorte de su amiga era todo un problema en sí mismo.
    Ya me encargaré de Vegeta, faltaba más, y estoy segura de que se alegrará de tener otro heredero —pero Bulma no veía ningún inconveniente, así que levantó el pulgar de su mano derecha en señal de victoria.



    Si había conseguido ganarle la voluntad al agresivo Saiyajin antes de tener a su primogénito, no le cabía duda de que un nuevo vástago podría hacer milagros en el carácter del insensible hombre, especialmente una niña tan linda y amorosa como ella.



    Y así, quince días después, la bebida “energizante” desarrollada y preparada especialmente por Bulma para Vegeta se encontraba lista para ser puesta en funcionamiento.



    Y bien, Vegeta, ¿cómo te sientes? —le preguntó su esposa en cuanto el Saiyajin terminó de beber la dosis correspondiente de ese primer día, inmediatamente de desayunar.
    Formidable —respondió éste escuetamente levantándose de su lugar, resaltando al momento la musculatura de sus bíceps—. Ahora iré a entrenar y no quiero que nadie me moleste —recalcó al tiempo que salía del comedor con rumbo a su preciada Cámara de Gravedad.
    — Como digas —dijo la científica con una amplia sonrisa, levantando todos los trastes que su marido había ensuciado y colocándolos en el aparato lavavajillas.
    — Oye, mamá, yo también quiero una bebida como esa —le dijo un enfurruñado Trunks mostrando su resentimiento, ya que su anhelo era ser tan fuerte como su progenitor.
    — Trunks, esa bebida es sólo para tu padre y aún está en fase de prueba… en cuanto se pueda te haré una —fue la respuesta de Bulma en serio tono maternal, cambiándole el tema al preguntarle—. ¿Has terminado los deberes?, no olvides que hoy viene el profesor de física y no podemos quedar mal con el prestigio de la compañía —le recalcó.
    — Sí, mamá, ya terminé con toda la tarea que me dejó el maestro de inglés —contestó el chiquillo a media voz en entonación aburrida, ya que las enseñanzas de nivel elemental le parecían tan simples.


    Los señores Briefs se abstuvieron de opinar y únicamente sonrieron dedicándose a terminar con su ligero desayuno, ya que estaban al tanto de los planes de su hija y no querían intervenir demasiado en sus asuntos y situaciones de pareja.


    Aproximadamente durante un mes no pareció haber un cambio considerable en la rutina familiar de Capsule, siguiendo su curso habitual. Pero Bulma Briefs esperaba pacientemente el momento oportuno de poner su plan en marcha, y, para ello, lo primero que tenía que hacer era…


    — Dime una cosa, Trunks, ¿no te gustaría tener un hermanito para jugar? —le preguntó a su pequeño hijo una tarde que salieron de compras, justo cuando iban de regreso a casa. El niño había pasado un buen tiempo retozando con otros infantes en la zona de juegos de la plaza comercial.
    — ¿Un hermanito?... —fue la pregunta del chicuelo en entonación de extrañeza, levantando la vista de su consola de video portátil—… bueno, yo tengo a Goten para jugar y muchos amigos en la escuela —respondió inocentemente con su vocecita infantil, no entendiendo el trasfondo de la cuestión.
    — Bueno, eso sí, pero ni Goten ni tus amigos pueden jugar contigo todos los días —observó la científica con agudeza—. A mí me hubiera gustado tener un hermano para platicar y divertirme cuando no estaba con mis amigos, pero, por alguna razón que no conozco, tus abuelos no pudieron dármelo —añadió con algo de sentimiento en la voz.
    — Mmm… —Trunks pareció meditar en el tema. Luego preguntó con interés y algo de duda—… ¿si tengo un hermanito podré entrenar con él en la Cámara de Gravedad?
    — Pero claro que sí, faltaba más —contestó una muy sonriente Bulma. Nada mejor que tener a su hijo de su parte, eso haría más fácil lo demás—. Además, como hermano mayor, serás su ejemplo a seguir —reafirmó con convencimiento.
    — Súper… y también me admirará como Goten admira a Gohan… seré su héroe —dijo Trunks, embelesado ante esa idea.
    — Por supuesto, por supuesto —admitió la Briefs sin dejar de sonreír.


    El resto del camino la imaginación de Trunks lo transportó hacia lo que sería el futuro con su pequeño hermano, contemplándose a sí mismo como un adolescente al que una versión en miniatura de Vegeta miraba con devoción y respeto. El padre de ambos, el mismísimo Vegeta, le felicitaba por ser un buen hermano mayor y entrenar al más joven como todo un guerrero. Y eso le hizo pensar en algo que antes no había pensado… ¿su papá tenía hermanos? Bueno, ya le preguntaría al respecto.


    Esa noche, durante la cena, Trunks no pudo quedarse más tiempo con la duda, así que abordó a su padre con esta pregunta:


    — Oye, papá, ¿tú tienes hermanos? —le dijo lo más respetuoso que pudo al terminar de masticar una buena porción de pastel.
    — ¿Acaso eso es importante ahora? —le respondió éste con su fiereza habitual, mordiendo un buen pedazo de carne con suficiente educación.
    — Vamos, Vegeta, no tienes que ser tan brusco con Trunks… —opinó Bulma al tiempo que le servía una porción más de guisado, mirándolo con molestia—… de hecho, a todos nos gustaría saber más sobre tu familia —agregó como quien no quiere la cosa, sentándose frente a él para contemplarlo con interés.
    — Ay, sí, así podríamos invitarle a cenar una de estas noches —intervino la señora Briefs más que sonriente y despreocupada, dándolo por hecho.
    — Mamá… —la científica miró a su madre con un deje de resignación mientras Trunks la miraba con escepticismo… ella siempre tan relajada e imprudente. Y ni qué decir de Vegeta, quien miró a su suegra con verdadera exasperación.
    — Querida, hay que considerar que cualquier hermano que tenga Vegeta no ha de vivir muy cerca de la Tierra —opinó el doctor Briefs con toda la intención de hacer razonar a su esposa, interpretando correctamente esas miradas.
    — Oh, eso es una verdadera lástima… me hubiera gustado tanto prepararle un pastel y llevarlo de shopping —suspiró Bunny Briefs con algo de tristeza.
    — Bueno, Vegeta, entonces… ¿sí tienes algún hermano? —Bulma retomó la pregunta volviéndose a su cónyuge una vez más, hablándole con amabilidad.
    — ¡Mph!... sí lo tengo o no es algo que no les interesa y que además prefiero no recordar —fue la tajante respuesta del aludido dando por zanjado el tema, concentrándose nuevamente en su filete.
    — Papá, papá, pues yo sí quiero tener un hermanito para mi próximo cumpleaños… un hermanito para jugar, para entrenar y para conquistar el Universo en nombre del nuevo imperio Saiyajin —dijo Trunks con visible entusiasmo y de corrido sin preocuparse por la reacción que podría causarle a su padre.


    Y la respuesta del Príncipe fue algo previsible, ya que, haciendo un esfuerzo por no atragantarse con el pedazo de carne que se había llevado a la boca, tosió levemente… ¿a razón de qué le venían esas ideas a su hijo?


    — Vegeta, ya te dije que no te metas tanta comida a la boca —observó Bulma solícitamente pasándole una servilleta.
    — Trunks… mocoso… endemoniado… ¿por qué dices esas tonterías? —fue la pregunta del Saiyajin a su vástago con suficiente ecuanimidad después de un par de minutos de carraspear, limpiándose la comisura de los labios con la servilleta.
    — Es que para que yo pueda tener un hermanito es necesario que tú y mamá hagan… bueno, eso que los papás hacen para tener hijos —le respondió el chiquillo con verdadera seriedad y entonación profesional de científico conocedor de la vida.


    Bueno, esas eran palabras mayores, más de lo que Vegeta podía escuchar saliendo de la boca de su heredero. Con las orejas intensamente enrojecidas se levantó violentamente de su lugar y se marchó del comedor sin despedirse de nadie ni terminar su cena, mascullando algunos vocablos altisonantes en su lenguaje nativo.


    — Trunksiee es un chico tan inteligente y guapo, y sabe lo que quiere… —observó la señora Briefs tomando su té con parsimonia, sin inmutarse ni un ápice por lo que hizo su yerno.
    — Creo que papá se enojó… —y, por su parte, el pequeño sí pareció contrariado—. ¿Entonces no voy a tener un hermanito? —volviéndose a su madre le interrogó con leve sentimiento.
    — Descuida, Trunks, ya me encargaré de hablar con tu padre al respecto, y entenderá las ventajas de darte un hermanito —le dijo su progenitora sonriéndole cariñosamente para hacerlo sentir tranquilo, acariciándole la cabellera con cuidado.
    — Ay, será tan lindo tener un nuevo bebé en casa… un nuevo nietecito para mí… —opinó Bunny en tono soñador juntando las manos.
    — Oh, sí, otro pequeño en casa nos alegrará más la vida a todos y nos hará una familia más grande —dijo por su parte el doctor Briefs dándole una fumada a su cigarrillo, acariciando a la vez la cabeza del pequeño gato que generalmente le acompaña montado en su hombro, haciéndole maullar de contento—. A Tama también le parece algo fabuloso —añadió sonriente.



    Más tarde…


    — ¡De seguro fuiste tú la que le metió a Trunks esas estupideces en la cabeza!... ¡yo no pienso tener otro escuincle contigo! —le reclamó Vegeta a Bulma en cuanto ésta se presentó en la habitación dispuesta a descansar de tan agitado día.


    Ella se mostró sonriente, despreocupada y segura, y, sin incomodarse por la furia que brotaba de los poros de su consorte, se le acercó amorosa hablando con voz tierna y emocionada:


    — Vamos, Vegeta, sería tan maravilloso el que tuviéramos otro hijo… así nuestra familia estaría más completa —y le dio un abrazo apasionado.
    — ¡Mph!... no lo necesitamos para nada, con Trunks es más que suficiente —replicó él soltándose con algo de brusquedad, alejándose unos pasos y dándole la espalda para cruzarse de brazos.
    — No seas así, Vegeta, dos niños llenarían este hogar de alegría… además de que Trunks tendría con quien jugar cuando no puede entrenar contigo —insistió la científica ya sin acercársele, cruzándose también de brazos.
    — ¡Bah!... alegría… lo único que generaría otro crío sería más escándalo y problemas —bufó el Saiyajin a punto de explotar de rabia. A veces tenía ganas de matarla por insolente.
    — En serio que te hizo falta un hermano, así tal vez no fueras tan amargado —fue la insidiosa observación de la Briefs intentando asimismo controlar su molestia… ¿por qué su marido era tan aguafiestas?
    — ¡¡Fue mucho mejor estar solo!!... —vociferó el Príncipe dirigiéndose al balcón de la habitación—… ¡¡y prefiero continuar así!! —remarcó antes de volar para perderse en la lejanía.
    — ¡¡Ush, Vegeta, eres un… bruto cavernícola!! —por obvias que ella tampoco se quedaría atrás, asomándose al balcón para gritarle muy fuerte. Cerró el cancel con rabia y se tumbó en la cama con el gesto torcido de coraje. Un par de minutos después suspiró y sonrió levemente, murmurando por lo bajo al tiempo que acomodaba su cabeza en la almohada—… como que me llamo Bulma Briefs me pedirás tener otro hijo.



    Y nos vamos a una lejana dimensión, en donde un simpático y extraño anciano de pintoresca vestimenta observa con interés lo sucedido en una bola de cristal mientras se carcajea muy bajito. Se trata del ser más supremo de ese lugar, quien tiene el poder sobre muchas de las cosas que ocurren en el Universo.


    — Sí yo fuera ese Vegeta no me haría tanto del rogar, pues su mujer es muy hermosa… bueno, al menos eso haría si Bulma Briefs fuera mi esposa —dijo con dicharachera voz relamiéndose los labios de gusto. Al instante se puso serio, meditando en un asunto que le inquietaba—. Aunque… la verdad es que sólo quiero una cita con ella, no tener hijos… porque un Supremo Kaio no debe tener hijos regados en otras dimensiones —mencionó pensativo.
    — Supremo antepasado, Supremo antepasado… ¿hay algo en que pueda ayudarle, Supremo antepasado? —la voz de un joven que se acercaba le hizo perder concentración. Era un joven de pequeña estatura y estrafalaria vestimenta como la suya, e incluso usaba el mismo tipo de peinado punk, sólo que mejor acomodado—. Kibito me comentó que lo notó muy agitado hace unos momentos —agregó atento.
    — ¡Fuera, largo de aquí! —antes de permitirle aproximarse el viejecillo le lanzó varias revistas de contenido erótico, levantando la voz en un chillido indignado—. ¡¡Yo no necesito que me ayuden porque soy el más Supremo entre los Supremos!! —recalcó con disgusto.
    — Está bien, Supremo antepasado, disculpe por la intromisión… —el joven Supremo huyó rápidamente para evitar ser golpeado por una revista—… Kibito tiene razón, mi Supremo antepasado está mal de la cabeza —dijo jadeante.
    —… Estoy rodeado de metiches… —refunfuñó el Supremo Kaio – sama de quince generaciones atrás. Concentrándose una vez más en la bola de cristal sonrió divertido—. Bien, ahora dará comienzo la parte fundamental del plan de castigo.






    Nota: Las excusas sobran pero he estado más ocupada con mi vida universitaria, y también las actividades de mi madre retrasan la revisión. Espero que les haya gustado y, como verán, el Supremo Kaio Shin de quince generaciones atrás tiene mucho que ver en el adelanto de los acontecimientos para que se diera el nacimiento de un nuevo Saiyajin en la Tierra… éste es el importante cambio que le haré a la historia para presentar mi versión. ¿Cómo convencerá Bulma a Vegeta?... lo sabrán en la siguiente entrega. Sean felices y no dejen de sonreír.
     
    Última edición: 2 Enero 2015
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  16.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Escritora
    Título:
    Una decisión del más allá.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    7170
    Capítulo 19.


    En el capítulo anterior…
    —… ¿eh? —y claro, ante lo expuesto por Bulma, Milk se quedó con la boca abierta por varios segundos… ¿había oído bien?—… o sea que… me estás diciendo que… estoy entendiendo que… ¿vas a tener una hija para casarla con Goten? —preguntó al final sin poder disimular su asombro.


    Nota antes de empezar: en este capítulo veremos lo que Bulma fue capaz de hacer para conseguir su objetivo, y puede que se me vaya un poco de OoC en Vegeta, pero algo necesario para darle continuidad a la historia como la estoy planteando… ¿o es que acaso podría dudarse que el Príncipe Saiyajin tuvo sus momentos de arrebato con su mujer?... no constantemente pero sí seguros, por algo nació Trunks, y por lógica también la pequeña Bra ☺. Diviértanse y perdónenme por ello.



    Al día siguiente Vegeta volvió a casa como si nada hubiera ocurrido, y todos en Capsule evitaron mencionar lo de un nuevo bebé en la familia para evitar molestarle. Pero Trunks no podía continuar sin hablar por más de una semana y no dudó en abordar el tema la siguiente vez que le tocó entrenamiento con su padre. En esa semana había estado investigando con sus compañeritos del colegio sobre las vivencias de éstos con sus hermanos, ya fueran mayores o menores, y las respuestas fueron de lo más variadas; pero él ya estaba convencido de que tener un hermanito sería una gran experiencia, y para ello nada mejor que la relación entre Gohan y Goten a pesar de llevarse varios años.


    — Oye, papá, ¿es qué acaso ya no quieres tener otro hijo? —fue su demanda a media voz mientras cumplía con su rutina de lagartijas. Entrenar bajo 40 g. le era bastante pesado—. Si no te cuesta nada hacerlo… —añadió sin pizca de vergüenza.

    — Ya deja de molestar con eso y concéntrate en tus ejercicios —y la dura respuesta de su progenitor no se hizo esperar al tiempo que hacía varios estiramientos y torsiones. Para él 40 g. ya no eran nada.

    — Anda, papá, ¿qué tiene de malo que me des un hermanito, eh? —pero el pequeño no pensaba darse por vencido e insistió con su cantaleta. Es difícil que un niño de cinco años acostumbrado a ser el centro de atención de la casa guarde silencio—. Yo también quiero tener un hermanito así como Gohan tiene a Goten.

    — Trunks… si no te callas voy a tener que echarte —obvias que el Príncipe no se sentía de humor para soportar los berrinches de su heredero, así que apagó el controlador de gravedad y le dirigió al chiquillo una mirada de molestia al tiempo que se cruzaba de brazos—. No quiero oír ni una palabra más del asunto, ¿te queda claro? —remarcó.

    — No seas así, papá… ¿no crees que sería fabuloso el que pudieras terminar de conquistar planetas conmigo y con mi hermanito? —el infante puso un leve gesto enfurruñado cuando se levantó de su postura, hablándole a su padre con la voz cargada de sentimientos encontrados. Y, al verlo meditar unos segundos, tal vez sopesando la posibilidad de eso, su tono de voz cambió rápidamente a uno más emocionado, añadiendo a continuación—. También podríamos llevar a Gohan y a Goten para que nos ayuden.

    — Muévete ya, tu entrenamiento ha terminado —lógicamente que, ante la nueva mención de los hijos del difunto Gokú, Vegeta recompuso el gesto de irritación si bien hizo todo lo posible por no estallar en un grito rabioso y, tomando a su hijo por la manga del trajecito, lo sacó de la Cámara de Gravedad, cerrando presto el acceso al activar el control del mismo para impedirle regresar.

    — Papá… no, papá, espera… —el chiquillo no pudo hacer nada para impedirlo, y se quedó estático un momento mirando hacia la dichosa puerta.



    Bulma se encargaba de cambiar la contraseña semanalmente para evitar que su retoño desactivara la gravedad por fuera cuando su marido estuviera muy ocupado ahí adentro, y así no lo molestara cuando no quisiera ser molestado; y por ello Trunks tuvo que conformarse con terminar su reclamo a través de la pantalla.



    — ¡Qué malo eres, papá!... ¡Todavía me faltaba una hora de entrenamiento en la Cámara de Gravedad! — protestó con su vocecita infantil aguantando el llanto, ya que sabía que no debía llorar por cualquier cosa y menos delante de su padre.



    El Saiyajin ni se molestó en mirarlo y mucho menos en responderle, continuando con su segunda tanda de extenuantes ejercicios a una gravedad de 550.



    El chicuelo se fue a la cocina arrastrando los pies, sintiéndose frustrado por no completar su rutina del día. Al llegar ahí se acomodó en una silla recostándose sobre la mesa con la cara apoyada en sus manos, murmurando con apesadumbrada voz:



    — Mi papá es un exagerado… si yo sólo quiero un hermanito… ¿qué le cuesta darme un hermanito?



    Bulma entró en ese momento en la cocina para preparar la cena, y se extrañó de verlo ahí a esas horas.



    — Trunks… no me digas que ya terminaste con tu entrenamiento —le dijo en tono dudoso acercándosele, agachándose a su altura y mirándolo con atención para comprobar que no estuviera lastimado. Dijera lo que dijera Vegeta, en su opinión de madre Trunks era aún demasiado chico para un entrenamiento de ese tipo a los que él estaba acostumbrado.

    — Papá me botó de la Cámara de Gravedad… y sólo porque le pedí a mi hermanito —respondió el niño a media voz sin atreverse a levantar el rostro… sería tan pesado el que sus padres discutieran esa noche por ese tema.

    — Oh, ya veo… —la científica sólo suspiró calladamente y le mostró su comprensión acariciándole la mejilla con cariño, enderezándose al momento con una sonrisa en los labios—. Tú no tienes que preocuparte por eso, Trunks, ya que eso es algo que nos corresponde a tu padre y a mí —le explicó calmadamente al tiempo que tomaba varios utensilios de cocina.

    — Sí que tengo que preocuparme por eso, mamá, porque yo seré el hermano mayor y tengo que cuidar también los intereses de mi hermanito —observó el niño mirándola con bastante seriedad, tomándose muy a pecho su papel del primogénito de la familia.

    — Vamos, Trunks, mientras el pequeño sea un bebé necesitará de mis cuidados… además tienes que entender a tu padre porque él vivió una infancia de lo más dura al lado de ese desconsiderado de Freeza, y es lógico que su carácter no cambie tan fácilmente como para disfrutar el tener otro hijo —manifestó la dama pacientemente empezando con su labor culinaria, intentando demostrar la lógica de su argumento a su heredero—. Le fue muy difícil el habituarse a vivir con nosotros como una familia ya que no estaba acostumbrado a todo esto.

    — Pues eso sí pero… —el chiquillo reflexionó en esas palabras por un par de segundos, y después se mostró apesadumbrado de pensar en que…—… ¿entonces papá… papá no nos quiere de verdad? —preguntó consternado.

    — Claro que nos quiere, Trunks, a su manera pero nos quiere, no lo dudes… una muestra de ello es que sigue aquí aunque bien pudo irse a vagar por el Universo entero desde que nuestro gran amigo Gokú está muerto —Bulma no dejó de sonreír al expresar su sentir con toda la confianza del mundo, deteniendo un momento su actividad para volver a acariciar a su hijo, esta vez en la cabeza despeinándolo un poco—. Ahora, ¿por qué no mejor vas a ayudar a tu abuelo, eh?... tiene que alimentar a los dinosaurios y ya es demasiado mayor para hacerlo él solo —añadió a modo de sugerencia, instándole a retirarse para despejar su mente.

    — Bueno, está bien… —el pequeño se levantó de la silla sintiéndose más contento, y se dispuso a obedecer. Antes de terminar de salir le hizo a su madre una propuesta—. Mamá, yo quiero cenar pastel de carne.

    — No hay problema —le respondió ella con un guiño cómplice, levantando el pulgar de su mano derecha.



    Bien, Bulma Briefs continuaría con su plan de ataque, y era el tiempo de comenzar con la segunda fase.



    Vegeta terminó con su entrenamiento justo a la hora de la cena y, antes de animarse a salir de la Cámara de Gravedad, especuló durante un par de minutos en lo que le esperaba en el comedor… era casi seguro que su mujer le reclamaría por lo sucedido con su hijo, y no tenía ganas de tener una discusión con ella frente a todos.



    — ¡Bah! —renegó al salir, cerrando herméticamente el acceso—, si Bulma se pone pesada cenaré en otro lugar, faltaba más —se dijo a sí mismo muy decidido.



    Caminaba por el pasillo considerando esa nada atrayente posibilidad cuando a su olfato llegó el irresistible aroma de uno de sus guisados preferidos… lechón horneado en salsa de ciruela. Con mucha menos razón cenaría fuera de casa.



    — ¡Mierda, de seguro preparó eso para evitar que me vaya!... —masculló brevemente con algo de irritación—… ¡al diablo la maldita comida rápida! —espetó al final, saboreándose ya el suculento guisado.



    Así que, ni bien entró en el área del comedor, fue muy bien recibido por su compañera, la cual se abalanzó sobre él dándole un fugaz abrazo y un beso en la mejilla, dejándolo perplejo y sin saber qué decir.



    — ¡Oh, Vegeta, ya teníamos rato esperándote! —le dijo dulcemente al momento de abrazarlo, tomándolo de la mano y conduciéndolo a su lugar de honor en la mesa, colocando frente a él la enorme cazuela de humeante guisado—. Me di a la tarea de preparar tu estofado favorito, así que disfrútalo.

    — Eee… —el aludido sólo atinó a pronunciar un monosílabo, ya que se había preparado para otro tipo de bienvenida.

    — Adelante, Vegeta, no seas tímido y come con confianza, que Bulma se esmeró mucho en consentirte —fue la opinión del amable Dr. Briefs en tanto bebía café de una pequeña taza y acariciaba la cabeza del diminuto Tama, el cual saboreaba su correspondiente y minúscula cantidad de croquetas en un platito a su medida.

    — Y todo lo hizo ella sola —especificó la siempre despreocupada señora Briefs saboreando su razonable porción de ensalada César—. No podrás negar lo mucho que te quiere —añadió con su acostumbrada expresión relajada.

    — Mira esto, papá, también hay pastel de carne, y está delicioso —Trunks hizo el comentario mostrándole a su padre el enorme pedazo que se había servido, el tercero de la noche, antes de llevárselo a la boca masticando con educación. En su infantil tono voz no se distinguía ni rastro de desánimo, como si nada anormal hubiera ocurrido entre ellos.

    — Y hay un pastel más en el horno por si se te apetece… tú sólo pídelo —agregó Bulma al sentarse en frente, hablándole con toda la amabilidad y cariño del mundo dedicándole una sonrisa coqueta, ya dispuesta a tomar su respectiva ración de ensalada.



    Bueno, definitivamente tanta atención encerraba algo turbio, de eso estaba seguro. Recuperando el sentido de la realidad Vegeta se dispuso a comer sin decir nada que pudiera comprometerlo, sospechando que tendría una noche agitada antes de poder dormir a gusto.



    Ya en la habitación encaró a su mujer pidiéndole una explicación lógica a todo lo sucedido, decidido a no quedarse con la duda.



    — Suéltalo de una buena vez, Bulma, y dime que pretendes conseguir con todo tu teatro —le espetó desde el lecho nupcial intentando no levantar la voz, cruzándose de brazos y mirándola con recelo.

    — ¿A qué teatro te refieres? —le preguntó ella con inocencia y despreocupación, siguiendo su rutina de limpieza nocturna después de salir del baño. Para variar ya traía puesta una pequeña pijama nueva, ideal para levantar pasiones.

    — A qué más ha de ser… la cena fabulosa… este… —bueno, el Príncipe tartamudeó un poco ya que esa ropita no se la había visto. Además a su nariz llegó un aroma levemente dulzón que le hizo cosquillas y le revolvió el estómago, pero con una agradable sensación conocida—… este perfume en la… en la cama y… y esa ropa… nueva… —añadió, observándola con mayor detenimiento. Le pareció tan tentadora luciendo esa diminuta prenda.

    — Vamos, Vegeta, no es ningún teatro… me gusta consentirte de vez en cuando, eso es todo —le respondió una risueña Bulma volviendo la vista un segundo, regalándole una sonrisita coqueta antes de continuar con su ritual de belleza.



    Bien, Vegeta no podía negar que disfrutaba tanto con Bulma de esos grandes momentos en los que la pasión se desbordaba, aunque no fueran tan constantes como cualquiera podría pensar. Sin embargo, en algunas ocasiones, era mejor hacerse el duro, eso lo tenía claro; especialmente cuando algo desagradable estaba de por medio.



    — ¡Mph!... no creas que soy idiota, Bulma, ya que sé lo que pretendes —así que, como no estaba dispuesto a ceder en su postura, recuperó el ceño fruncido y el mal talante al comentar lo siguiente—. Supongo que Trunks te ha de haber contado lo que sucedió en la Cámara de Gravedad hace algunas horas… Pero que te quede claro que no vas a engatusarme otra vez con otro crío —reiteró con gravedad.

    — ¿Qué yo quiero engatusarte?... ¿pero cómo te atreves a pensar eso de mí? —a este punto la científica se mostró herida en lo más profundo, así que encaró a su consorte frunciendo también el ceño y cruzando los brazos bajo el pecho—. Ya decía yo, eres todo un paranoico… quien diría que al Príncipe de los Saiyajins le faltan las suficientes agallas para tener otro heredero después de todo lo que vivió en su juventud —remarcó hiriente.

    — ¡Bah!, tú no sabes lo que es tener agallas, así que ni hables —le refutó el hombre en tono resentido, minimizándola por un momento—. Eres tan pusilánime que no hubieras sobrevivido una semana en las huestes de Freeza.

    — Puede que tengas razón pero… —admitió Bulma sin cambiar el mohín, ya que no era precisamente de eso de lo que le estaba hablando—… yo me refiero a que te faltan las agallas que tuvo Gokú para criar a dos niños —puntualizó con desdén.

    — ¡Argh!, ¿qué mierda tiene que ver el inútil de Kakarotto en todo esto, eh? —y claro, ante la mención de su fallecido némesis, Vegeta no pudo controlar más su enfado, irritado por la comparación—. ¡El muy imbécil está bien muerto y no puedes llamarle logro al hecho de engendrar un par de escuincles antes de estirar la pata! —protestó por todo lo alto.

    — Pues por eso mismo te lo digo… si él estaba preparado para hacerlo, no veo porque tú no —insistió la dama con agudeza—. Así todos dirán que el Gran Vegeta es el mejor Saiyajin del Universo —subrayó.

    — ¡Me vale m#$% lo que digan los demás de mí! —ya era suficiente para el Saiyajin, y prestó salió por el balcón azotando el cancel con rudeza. De milagro no lo rompió.

    — ¡Anda, sí, vete de una buena vez! —la científica asomó por el ventanal despotricando su coraje, viéndolo perderse en la lejanía—. ¡Al fin que ni te necesito, bruto descerebrado!



    Después de cerrar las cortinas Bulma se dejó caer con pesadez en la cama, viendo sus planes estropeados por esa noche. Luego sonrió maliciosamente al murmurar:



    — Bueno, Vegeta, si quieres jugar rudo jugaremos rudo…



    Al siguiente día Bulma se levantó muy temprano para preparar un suculento desayuno con el cual recibir a Vegeta, despidiendo alegremente a Trunks cuando éste abordó el camión escolar que lo llevaba todos los días al colegio. Un poco más tarde Bunny Briefs asomó a la cocina para hacer lo propio, y encontró a su hija cantando con entusiasmo mientras colocaba una inmensa olla dentro del horno.



    — Buenos días, Bulma querida, luces muy contenta está mañana… ¿la pasaste bien anoche? —le preguntó con picardía al saludarla.

    — Muy buenos días, mamá, el día está muy hermoso hoy… ¿no te parece? —respondió la aludida con una gran sonrisa en el rostro sin dejar su labor de lado.

    — Dime, querida, ¿ya pronto voy a tener a mi nietecita? —la rubia señora no pudo ocultar su curiosidad al lanzar el cuestionamiento, mirando a su descendiente con mayor interés.

    — Paciencia, mamá, paciencia… —dijo la científica sin borrar la sonrisa, programando tiempo del horno para la cocción del guisado. Inmediatamente se enderezó para mirar a su interlocutora de frente—. Vegeta se está haciendo el difícil pero te aseguro que de este mes no pasará —afirmó con total seguridad.

    — Ay, voy a esperar ese día con ansias, pues necesito empezar a preparar la canastilla con su ropita —comentó la dama con un suspiro de emoción, imaginándose ya con una pequeñita en brazos.

    — Tranquila, mamá, no te precipites… recuerda que no queremos que Vegeta se entere antes de tiempo —le pidió Bulma a su madre haciéndole el ademán de que guardara silencio.



    Pues bien, un par de horas después Vegeta se presentó nuevamente en Capsule y fue muy bien recibido por su amante cónyuge sin ningún reproche, lo cual no le pareció una buena señal. Pero como tenía un hambre feroz, el rugido de su estómago no dejaba lugar a dudas, y, además, tampoco tenía ganas de discutir otra vez, paso por alto el hecho concentrándose en devorar su desayuno para inmediatamente continuar con su rutina diaria: ejercitarse en la Cámara de Gravedad hasta que Trunks regresara de la dichosa escuela, comer, relajarse un momento ya sea dando una rápida caminata alrededor del terreno o nadando vigorosamente en la alberca, adiestrar a su hijo por un par de horas y posteriormente retomar su propio entrenamiento hasta la hora de la cena. Al anochecer decidió tomar una ducha refrescante previamente a presentarse por tercera vez en el día en el comedor, y, cuando estaba despojándose de su ropa, fue sorprendido en el baño por Bulma.



    — ¡Yujú, Vegeta!... qué bueno que te encuentro aquí… —dijo ella al entrar sin tocar la puerta, pasando por alto su bochorno al sonreírle grandemente.

    — Oye… —y es que, naturalmente, él se sonrojó al sentir su privacidad invadida, por lo que rápidamente se colocó la toalla encima. Una cosa era disfrutar sus momentos íntimos, pero otra cosa era que lo viera así sin pedirle permiso.

    — Encontré esto en el centro comercial y lo compré especialmente para ti… —la dama se hizo la desentendida y fue a llenar la tina con agua tibia, arrojando dentro de ella el contenido de un sobre—… son relajantes sales de baño para los dolores musculares, ideales para desentumir tus músculos. Sólo tienes que meterte en la tina y dejarte consentir con un buen masaje —y continuó con su explicación al interpretar correctamente la expresión de duda en el rostro de su marido, invitándolo a sumergirse.

    — Ajá… ¿y luego que pretendes, eh? —al oír la última frase, el rostro del Príncipe se torció en una mueca de desconfianza… lo sabía, ella trataba de seducirlo. Y como no, si únicamente un pequeño vestido cubría la anatomía femenina.

    — Por favor, Vegeta, no pretendo nada más ya que todavía tengo que preparar la cena —Bulma le respondió haciendo un leve mohín de desesperación. Después le tomó del brazo y, dándole un tirón lo condujo a la tina dejándolo caer de sopetón—. Ahora acomódate ahí y relájate —le indicó un tanto autoritaria, empezando a masajear sus anchos hombros—. Por cierto he estado pensando en mejorar el programa de la Cámara de Gravedad, y ya hablé con mi papá sobre… —continuando con una amena charla para pasar el rato.



    Al agarrarlo con la guardia baja fue fácil moverlo, así que, resignadamente, el Saiyajin la dejó hacer y cerró los ojos para no pensar en nada subido de tono, procurando seguir el rumbo de su plática. Pero el masaje fue de lo más relajante y seductor que no pudo evitar ese tipo de ensoñaciones, considerando que desde unos días atrás ansiaba un buen momento de pasión. ¿Por qué no hacerlo a esas horas?... haría a un lado la reserva y se entregaría al deseo.



    — Bulma… tengo tantas ganas de… —le dijo a su mujer con su mejor voz varonil, incorporándose de la tina para tomarla entre sus brazos. La cena bien podría esperar…

    — Oh, Vegeta… —la científica correspondió el abrazo dándole un apasionado y momentáneo beso, pero después añadió con algo de pena mientras intentaba apartarse—… lo siento mucho pero precisamente hoy acaba de iniciar mi periodo menstrual, así que…

    — ¿Quieres decir que…?... —y claro, como si le hubiera caído agua helada encima, el hombre la soltó con algo de desilusión.

    — Si no te hubieras portado mal anoche pues… bueno, para que te digo —le recalcó la dama en leve tono de recriminación—. Si me permites voy a ir a preparar la cena —agregó antes de salir.



    Todo el frenesí se vino abajo de golpe, así que Vegeta no tuvo más remedio que terminar de ducharse para disminuir su “desencanto”.



    — ¡Carajo!, ¿por qué precisamente hoy?... de seguro Bulma lo hizo a propósito —masculló entre dientes, convencido de las malas intenciones de su mujer.



    Y Bulma se encaminó presta a la cocina riendo por lo bajo… su pobre Príncipe contaría con ansias los días restantes del ciclo y después le rogaría por una semana de placer.



    Esa debió ser la semana más larga en la vida del Príncipe Saiyajin porque, por alguna incomprendida razón para él, tenía la impresión de que su mujer había hecho algo para lucir más apetecible que antes. Y, aunque intentó por todos los medios no pensar en sus deseos, le fue imposible abstraerse en su entrenamiento, lo cual le pareció más desconcertante… o sea, ya ni la primera vez que tuvo relaciones con ella se sintió tan ansioso de repetirlas. ¿Acaso sería porque en ese tiempo sí tenía una meta por la cual entrenar tanto, y ahora que había paz en la Tierra sólo lo hacía por no perder la costumbre ni la condición? Sí, posiblemente era por eso.



    Esa falta de interés repercutió también en el entrenamiento del pequeño Trunks, ya que, al segundo o tercer día, un suceso curioso llamó su atención. Ambos se encontraban nadando en la alberca como parte del calentamiento del infante para antes de empezar con el entrenamiento en sí, cuando el llamado de la dama les hizo detenerse. Bulma se acercó a ellos sonriendo grandemente, vestida con el grueso overol de trabajo puesto que se había dado a la tarea de reconfigurar el programa de la Cámara de Gravedad y hacerle unos ajustes.



    — ¡Vegeta, Trunks, ya pueden entrenar en la Cámara de Gravedad!... sé que el nuevo sistema les va a ayudar más en el entrenamiento —les dijo con amabilidad al asomarse a la orilla, llevando el overol desabrochado—. Por cierto hacen muy bien en nadar ya que el día de hoy ha estado muy caluroso… —comentó al momento en tono casual, enderezándose y limpiándose cuidadosamente el sudor de la frente con un pañuelo. Luego, si ningún tapujo, se despojó de la parte superior del overol para exponer la sencilla camiseta de tirantes que traía puesta—… creo que iré a darme un baño antes de preparar la cena —expuso con simpleza, dándoles la espalda para retirarse por el mismo camino por el que había llegado.



    Vegeta no dijo ni pío aunque de sus labios brotó un inaudible susurro, y no le quitó la mirada de encima aunque se perdió de vista; pero, al parecer, en su rostro se reflejó algo delatador, ya que Trunks se dedicó a observarlo sin decirle nada, extrañado por su actitud. Al cabo de un par de minutos se animó a interrogarle, hablándole a media voz:



    — Papá… papá… papá… ¿estás bien? —le dijo con insistencia para atraer su atención.

    — ¿Eh…? —el hombre dio un respingo al recordar que no estaba solo y al momento fijó la vista en su hijo, frunciendo el ceño para encubrir su arrebato—. ¿Y tú que estás mirando, eh? —cuestionándole con rudeza.

    — Pues… es que te quedaste mirando a mi mamá con cara de tonto, como si nunca la hubieras visto en camiseta —le respondió el chiquillo un tanto avergonzado, y después volvió a preguntarle con curiosidad—. ¿Acaso pasa algo?

    — ¡Mph!, los asuntos entre tu madre y yo no te incumben, así que continúa nadando porque ya perdimos mucho tiempo en esto —fue la cortante respuesta del Saiyajin retomando el curso de su actividad, decidido a pasar por alto el episodio.

    — OK., ya entendí —por lo que el pequeño juzgó conveniente el hacerle caso e imitarle, comprendiendo que no debía fisgonear en las cosas de los adultos. Menos mal que le faltaban años para llegar a esa edad tan llena de complicaciones.



    En cuanto se cumplió la semana de espera el Saiyajin ya no pudo contenerse y se desapareció con su mujer por el resto del día, recluyéndose en el fondo de su habitación después de la hora del desayuno, olvidándose por completo del resto de la familia, y eso incluyó a su propio hijo. Cuando Trunks regresó de la escuela se mostró inquieto al buscar a sus padres y no encontrarlos por ningún lado, especialmente el que su padre no estuviera en la Cámara de Gravedad aunque su Ki se sentía cerca, y eso le confundió en sobremedida ya que su progenitor no es de esos hombres que abandonan su actividad principal así como así.



    — Oye, abuela, ¿dónde están mis papás? —fue el cuestionamiento del infante en cuanto se apersonó en la cocina para comer.

    — Oh, Trunksiee, en estos momentos tus papás están disfrutando de su segunda luna de miel, pero tú no tienes que afligirte puesto que te preparé algo delicioso para comer —le respondió la dulce señora en tono soñador, sirviéndole una gran ración de comida.

    — ¿Una… segunda luna de miel?... —el chiquillo se mostró más aturdido con esta explicación—… ¿qué no la luna de miel es para los recién casados? —preguntó asombrado.



    No tenía ni dos meses de haberse enterado que sus progenitores no eran un matrimonio como tal y que únicamente vivían en unión libre, y todo ello porque en la escuela les dejaron de tarea el reunir las mejores fotos hogareñas para contar la historia de su familia. Aquello había sido algo traumático para su edad pero logró superarlo de buena manera, entendiendo que su padre no estaba acostumbrado a ese tipo de ceremonias que no existían en Vegetasei.



    — Anda, Trunks, tú eres un chico muy listo y ya sabes bien que los papás necesitan unos momentos a solas de vez en cuando —comentó amablemente el Dr. Briefs entrando al comedor, llevando al pequeño Tama como siempre en su hombro y fumando su cigarrillo—. Así que no debes preocuparte por ellos —añadió, sentándose despreocupadamente en su lugar.

    — Lo que pasa es que… es que yo quería… yo quería… bueno, sé que están aquí porque… —dijo el niño tartamudeando abochornado. Claro que estaba informado de que, muy de vez en cuando, su padre y su madre tenían relaciones íntimas, algo que había aprendido en la Enciclopedia Interactiva de Nivel Primaria cuando preguntó cómo se hacían los bebés. No se arrepentía de saberlo pero, de sólo pensar seriamente en sus padres haciendo… le daba un mareo.

    — Oh, Trunksiee, ¿no te parece maravilloso el que al fin vayas a tener un hermanito?... —Bunny Briefs ya no pudo contener su emoción al revelar—… me pregunto si será niño o niña —añadió con un toque de duda, manteniendo el secreto de lo que ya sabía.

    — Pues claro que va a ser niño, abuela, ¿qué no ves que Gohan y Goten son ambos chicos? —afirmó el infante con convicción, dándoselas de conocedor en las leyes de la genética.

    — Vamos, vamos, lo importante es esperar a que se dé, así que no nos adelantemos a los hechos —intervino el buen doctor con el afán de tranquilizar a su nieto y desviar el tema hacia otro rumbo—. ¿Acaso no tienes hambre, Trunks?... ese platillo que preparó tu abuela se ve delicioso —centrándose en comentar sobre lo que se tenía que hacer a esa hora.

    — Y mucha… —contestó el pequeño recordando que hora era ante el rugido de su estomaguito… la hora de llenar le tripa. Presto se dispuso a devorar lo que su abuelita le había servido.



    No se pensará que Vegeta se pasaría todo un día en ayuno y sin entrenar, por lo que, ya a la hora de la cena, la pareja se presentó en el comedor donde toda la familia estaba reunida, con una Bulma muy sonriente aunque con apariencia de cansada, y él comportándose como si nada anormal hubiera sucedido en ese día. Su hijo no pudo reprimir el cuestionamiento al verlos llegar:



    — Papá, mamá, ¿ya voy a tener a mi hermanito?

    —… —el hombre no dudó en lanzarle una mirada de dureza antes de contestarle con aspereza—… ¡Bah!, deja de decir estupideces, Trunks —dejándose caer con pesadez en el lugar de honor en la mesa, esperando a ser atendido como se merecía.

    — Trunks, mi niño tan ocurrente… después hablamos de eso —su madre, por el contrario, se le acercó plantándole un cariñoso beso, susurrándole las últimas palabras al oído para indicarle que guardara silencio. Posteriormente se dirigió a su propia madre con cortesía, sonriéndole con amabilidad—. Mamá, ¿qué hay para cenar?

    — Aquí tienes, querida, seguí la receta al pie de la letra… —la señora Briefs sacó del horno una gran cacerola, entregándosela a su hija con algo de trabajo. Al momento le ofreció a su yerno una sonrisa, hablándole con tono de fascinación—. Mi querido Vegeta, no soy tan buena cocinera como Bulmita pero espero que te guste… lo preparé con todo mi amor para ti —le dijo.

    —… ¡Mph! —fue la respuesta del aludido observándola por un segundo, y después olisqueó el guisado con algo de reserva.

    — Vamos, Vegeta, mi mamá no va a envenenarte si es lo que crees —el leve reproche de la científica no se hizo esperar al ver la actitud de su consorte—. Pero, si no quieres comer, pues no lo comas y asunto arreglado —señaló puntualmente.

    — No dije que no comería —respondió el mencionado con indiferencia y, tomando sus respectivos cubiertos, empezó a devorar el guisado.

    — Muchas gracias por tu ayuda, mamá, no sé qué haría sin ti —eso fue suficiente para que Bulma retomará una conducta amable, volviéndose una vez más hacia su progenitora para expresarle su agradecimiento.

    — Por mi querido Vegeta lo que sea… cualquier otra cosa que se te ofrezca pídemelo con confianza —a lo que la rubia dama se mostró más que complacida.



    En menos de quince minutos el Saiyajin se retiró del comedor sin despedirse de nadie, dispuesto a recobrar algunas horas de entrenamiento del día. En cuanto se desapareció por el pasillo Trunks volvió a la carga con su cuestionamiento.



    — Oye, mamá, ya sé que papá y tú… bueno, yo sólo quiero saber si voy a tener o no un hermanito, eso es todo —y se avergonzó al instante. Aunque “eso” fuera una muestra de amor entre sus padres, el saber que era necesario para tener bebés le parecía algo perturbador. Y pensar que así había sido concebido.

    — Trunks, pequeño, hasta que yo esté embarazada podré asegurártelo —le respondió Bulma con una sonrisa débil, recogiendo la vajilla que utilizó Vegeta—. No presiones a tu padre y déjalo todo en mis manos… recuerda que es necesario ser condescendientes con él —añadió al tiempo que colocaba los trastes sucios en el lavavajillas, programándolo para su limpieza.

    — Un buen científico tiene que ser paciente, Trunks, eso es una virtud —comentó el Dr. Briefs bebiendo su tercera taza de té. Tama maulló en señal de aprobación, mirando con interés al chiquillo.

    — Además, no creo que quieras estar presente para cuando tu hermanito sea concebido… ¿o me equivoco? —fue la interrogante de Bulma mirando a su hijo con suspicacia, poniéndose seria al instante.

    — ¡Iugh, mamá, soy un niño!, ¿cómo voy a ver esas cosas? — le respondió el muchachito torciendo el infantil rostro en una mueca de repulsión.

    — Entonces no se diga más… tú serás el primero en saber cuándo nacerá tu hermanito —puntualizó la científica sonriendo nuevamente, guiñándole un ojo cómplice y levantando el pulgar de su mano derecha en señal de victoria.



    Después de cinco horas de entrenamiento intensivo Vegeta se presentó en su habitación sin prender la luz. Ya eran las dos de la mañana y por lógica sabía que Bulma estaría bien dormida, sobre todo después de la agotadora sesión de pasión. Pero, en cuanto ella lo escuchó entrar, encendió la lamparita de mesa que tenía en su cómoda y lo miró con las azules pupilas cargadas de sueño.



    — ¡Ajum!, Vegeta... ¿cómo puedes tener tanta energía a pesar de lo que hicimos hoy? —le preguntó tras bostezar grandemente—. A mí me duele todo mi hermoso cuerpo —recalcó, estirándose levemente y reacomodándose en la almohada para dormir nuevamente.

    — ¡Jah!, recuerda que yo no soy un débil terrícola, así que eso no fue nada para mí —le respondió éste sonriendo maliciosamente por un momento mientras botaba su ropa de entrenamiento en un rincón, tal vez saboreándose lo pasado ese día—. Necesitaba liberar la energía acumulada, y solamente podía hacerlo entrenando —remarcó, metiéndose al baño para ducharse.

    — ¡Ajum!... lo digo y lo repito, todos los Saiyajins son unos monstruos incansables —comentó la científica volviendo a bostezar, cerrando los ojos para entregarse al sueño.



    Si bien es cierto que los Saiyajins son muy resistentes en batalla, también es cierto que una maratónica sesión como la de ese día había agotado a Vegeta en extremo dejándolo casi sin fuerzas, y por ello decidió recobrar las energías entrenando ligeramente antes de descansar. Al acostarse al lado de su esposa se acordó de algo trascendente, y le habló con bastante seriedad.



    — Por cierto, Bulma, déjame recordarte que no voy a tener otro crío contigo, si es que acaso pensabas cumplirle el capricho a Trunks.

    — ¡Ajum!... descuida, Vegeta, no pienso molestarte otra vez con eso… —murmuró la aludida abrazada de su almohada, sin abrir los ojos para verlo—… pues he pensado seriamente en someterme a un tratamiento de inseminación artificial porque yo también quiero tener otro hijo… ¡ajum!... —e inmediatamente, al terminar de hablar, emitió un sonoro ronquido en señal de que al fin se había dormido profundamente.

    —… ¿qué?... —el Príncipe sólo atinó a poner una mueca de incomprensión e incertidumbre, no entendiendo nada de lo dicho por su mujer. No le cabía duda de que Bulma era toda una caja de sorpresas para él.



    Por un par de días Vegeta estuvo meditando en el significado de esas palabras. Tenía una idea vaga de ello y se le hacía aborrecible de sólo pensarlo, pero nada mejor que comprobar su suposición, y para ello le era necesario hablar de hombre a hombre con su suegro, el Dr. Briefs; así que, cuando Bulma y su madre fueron de compras al centro comercial después de comer, llevándose a Trunks con ellas, le interceptó en la puerta del laboratorio principal evitando que el buen doctor se perdiera en alguno de sus experimentos.



    — Oiga, viejo, quiero hacerle una pregunta importante —le dijo apoyado en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, sin tomarse la molestia de mirarlo de frente.

    — Tú dirás —le respondió el Dr. Briefs con su acostumbrada calma y amabilidad. Tama, el pequeño gato que siempre le acompaña, se mantuvo muy silencioso para no molestar al Saiyajin.

    — ¿Puede decirme qué diablos es la inseminación artificial? —soltó a bocajarro, intentando no atragantarse con ello.

    — ¿La… la inseminación artificial?... —lógicamente que el anciano se mostró extrañado de una pregunta tan poco común, así que se tomó unos segundos en cuestionar con duda—… ¿acaso Bulma dijo algo sobre ese método?

    — Bulma no tiene nada que ver en este asunto… —remarcó Vegeta con dureza para no dar a entender lo que le incomodaba del tema—… yo lo escuché por ahí, y eso es lo único que debe saber — complementó con indiferencia.

    — Ah, ya veo… —bien, el Dr. Briefs no es nada tonto y entendió por dónde iba el trasfondo de la cuestión, así que recompuso el gesto amable para contestar la duda de su yerno—. Bueno, Vegeta, la inseminación artificial es una de las técnicas que utilizan las parejas que no pueden tener hijos por los medios naturales, y también acuden a ella las mujeres que quieren ser madres sin un esposo de por medio —se explicó muy sonriente.

    — Con que de eso se trata… —bueno, esa revelación le dejó muy en claro cuáles eran las intenciones de su mujer, por lo que la mueca del Príncipe se torció más. Sin despedirse ni dar las gracias se retiró con paso firme hacia la Cámara de Gravedad.

    — Bulma sí que es una mujer temeraria… —murmuró el buen hombre al momento de ingresar a su laboratorio, meditando en lo que su hija es capaz de hacer para salirse con la suya. A continuación volvió a sonreír despreocupadamente, ya que él también quería un nuevo nieto.



    Un poco más tarde esa noche…



    — Óyeme bien, Bulma, no creas que vas a engañarme con eso de la inseminación artificial… —le reclamó Vegeta a su mujer en cuanto se presentó intempestivamente en la habitación, mirándola con verdadero desagrado.



    Ya había aprendido a no discutir con ella delante de la familia, así que no le dijo nada desde que regresó del centro comercial. De hecho evitó dirigirle la palabra y se entretuvo entrenando más de la cuenta después de cenar, buscando descargar toda su molestia antes de enfrentarla.



    — ¿Se puede saber a qué vienen esos gritos? —sintiéndose agredida en su persona la dama le cuestionó con algo de sorpresa, terminando su rutina diaria de belleza nocturna.

    — No te hagas la tonta conmigo, ya sé que pretendes embarazarte de un cualquiera y obligarme a criar un hijo bastardo —espetó el Príncipe azotando la puerta al cerrarla, e inmediatamente se cruzó de brazos.

    — A ver, a ver, cálmate de una buena vez y explícame de donde sacaste esa idea tan absurda —Bulma hizo una inspiración profunda para mantenerse ecuánime, empleando un tono de voz que pretendía ser sereno.

    — ¡Mph!, tú misma me lo dijiste hace dos noches, y todo porque el mocoso de Trunks volvió a insistir con eso del hermanito —la mirada de Vegeta se hizo más dura al refrescarle la memoria.

    — Mmm… —la científica pareció meditar unos segundos en ello, y después volvió a hablar con seriedad—… sí, lo recuerdo… bueno, soy una mujer joven y bella que bien puede criar a un nuevo bebé y, como tú no quieres apoyarme de ninguna forma, me veo en la necesidad de tomar drásticas medidas, así que no me reclames —expresó cruzándose igualmente de brazos, mirando a su compañero con gesto de ofendida.

    — ¡Jah!, estás muy equivocada si piensas que voy a permitírtelo, eres MI mujer y sólo a mí debes darme descendencia —recalcó el Saiyajin con la mayor de la frialdades, dándose sus aires de superioridad al tomarla con algo de brusquedad por los hombros. Él jamás permitiría que le vieran la cara.

    — ¡Ush, Vegeta, eres un… eres un idiota egoísta, un odioso antipático, un… un bruto insensible, y suéltame ya! —a este punto la rabia de Bulma también salió a flote, y se soltó a llorar reclamándole con voz chillona, apartándose de él dándole un empujón con todas sus fuerzas, retirándose a un extremo de la habitación—. ¡Sólo piensas en ti y no te importa lo que sentimos Trunks y yo! ¡Si no quieres tener otro hijo conmigo mejor lárgate y déjame sola, al fin que no te necesito para mantener a mis hijos!



    OK., una de las incomprensibles razones por las que Bulma “amansó” a Vegeta era precisamente que, en sus arranques de cólera, incrementaba su KI a niveles peligrosos y lo enfrentaba sin temor, aun a costa de que su vida llegó a peligrar durante aquellos primeros meses cuando él se quedó a vivir en Capsule. Y claro que, muy en el fondo de su ser, el agresivo Saiyajin sabía que no le haría daño a la única persona que lo ha aceptado tal cual es, que le ha hecho ver lo que vale y que le ha regalado los mejores momentos de su vida, e incluso le ha obsequiado la dicha de ser padre al darle un heredero… ella es ese alguien que no debe perderse por nada. Por ello es que, de forma casi instantánea, guardó silencio unos segundos e intentó tranquilizar su propio espíritu, ya que no quería llevar la discusión más allá porque tenía otros planes en mente. Y es que, al calor de la pelea, volvió a encenderse su deseo; de hecho, después de lo vivido dos días atrás, le pareció adecuado repetirlo nuevamente, y ninguna inseminación artificial intervendría en su camino.



    — ¿Y quién dice que no quiero tener otro hijo, eh? —remarcó cruzándose una vez más de brazos, bajando el tono de su voz aunque conservó la severidad.

    — ¡Eso nada más lo dices porque sí, torpe! —pero era claro que la dama no cedería fácilmente, lanzándole una mirada de enfado al darle la espalda, cruzándose igualmente de brazos adoptando una pose de diva.

    —… —bien, entonces el Príncipe tomaría a la fuerza lo que es suyo así que, más tardó ella en ponerse en pose a que él se la llevara a la cama. Como el movimiento fue tan rápido y repentino Bulma no pudo protestar más—… oye, tonta, el linaje real de Vegetasei aumentará en esta Tierra porque así lo he decidido, y porque Kakarotto no va a ser el único Saiyajin con dos hijos —remarcó dedicándole una de sus sonrisas ladinas más seductoras, mirándola fijamente a los ojos.

    — Vegeta… ¿de verdad quieres que tengamos otro hijo?, ¿no vas a arrepentirte después? —le preguntó mostrándose dudosa.

    — ¿Con quién crees que estás hablando, eh? Si yo digo que tendremos otro hijo es porque tendremos otro hijo, y nada me hará cambiar de opinión —puntualizó enérgicamente.

    — ¡Oh, Vegeta, mi Príncipe, me haces tan feliz! —la científica no pudo ocultar su emoción y se abalanzó sobre su hombre dándole un apasionado beso.



    Y así, en la última semana de ese mes, se le presentaron a Bulma los síntomas que confirmaban lo que todos en Capsule querían: un nuevo Saiyajin venía en camino.






    Nota: fue algo pesado el darle a Vegeta un cariz de hombre apasionado con Bulma sin caer en un excesivo OoC, espero que el resultado sea de su agrado. La verdad se me hace tan irreal cuando lo describen en algunos fics como un depravado de apetito sexual insaciable, pero tampoco podemos decir que entre ellos no había sus momentos de pasión a pesar de que parecían discutir la mayor parte del tiempo. Con todo y sus defectos se llegaron a amar de verdad, y la mejor prueba de ello fue reflejada en la saga de Majin Boo, con Bulma llorando histérica al enterarse de que Vegeta había muerto, y con Vegeta dispuesto a fusionarse con Gokú en cuanto supo lo que Majin Boo le había hecho a Bulma; y nadie puede dejar de mencionar los celos del Príncipe Saiyajin por el hecho de que Gokú estuviera arreglando una cita para el Supremo Kaio Shin de quince generaciones atrás con SU mujer… es algo tan cómico y épico. Un saludo y esperen lo siguiente, que estará tan divertido como siempre (eso digo yo… ☺)
     
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    InunoTaisho

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    Una decisión del más allá.
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    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    7656
    Capítulo 20.
    En el capítulo anterior…


    —… oye bien, tonta, el linaje real de Vegetasei aumentará en esta Tierra porque así lo he decidido, y porque Kakarotto no va a ser el único Saiyajin con dos hijos —le remarcó Vegeta a Bulma dedicándole una de sus sonrisas ladinas más seductoras, mirándola fijamente a los ojos.




    Sabemos que los primeros meses del embarazo suelen ser algo difíciles para algunas mujeres y Bulma Briefs no era la excepción a la regla, ya que los síntomas se hicieron más evidentes al cumplirse el primer mes del mismo; pero eso no le hizo cambiar la idea sobre organizar una reunión y así darles la noticia a todos los amigos de la familia, una idea que no era para nada correspondida por Vegeta… o sea, ¿acaso era necesario que todos esos insectos estuvieran al tanto su vida privada? Pero ni hablar, ya había asimilado que, ante cualquier estrafalario capricho de su mujer, lo mejor era darle gusto para así llevar una existencia lo más tranquila posible, al final de cuentas la casa y el dinero son de ella y podía dilapidarlos si quería; total, lo que le sobra a la familia Briefs son billetes. Lo que verdaderamente le molestaba en sí era el hecho de distribuir SU comida y estar perdiendo el tiempo en cosas sin sentido.



    Todos en Capsule se sentían dichosos por el gran acontecimiento pero convinieron en mantener el secreto hasta el día de la fiesta, y así no echar a perder la sorpresa antes de tiempo. Cada quien puso de su parte, con Trunks conteniendo las ganas de hablar a casa de los Son y preguntarle a Gohan todo lo necesario para ser un buen hermano mayor, y mejor decidió preparar una entrevista relacionada al tema para abordarle después de difundida la noticia; la señora Briefs, por su parte, estaba más que encantada y ayudó a su hija con todo lo necesario, resistiendo también sus ganas de adquirir artículos para recién nacido que fueran demasiado reveladores; y el doctor Briefs no se quedaba atrás, aunque fue más discreto y sólo se tomó la molestia de elaborar una lista con nombres para el bebé de entre los más famosos eruditos de todos los tiempos.



    Al fin llegó el día señalado y todo estaba listo en la mansión para recibir a los invitados. Bulma lucía radiante en un vaporoso y corto vestido azul celeste que hacía juego con su cabellera, la cual ya traía bastante corta… el embarazo aún no era notorio y bien podría disimularlo por un buen tiempo. Vegeta se encontraba recargado en un árbol cercano al área de la alberca, con el semblante torcido en una mueca de fastidio absoluto y los brazos cruzados sobre el pecho, vistiendo una playera polo oscura de manga corta que remarcaba sus trabajados bíceps y pantalón de mezclilla de muy buena marca. Ella se le acercó para increparle por su mal talante.



    — Vegeta… ¿podrías por lo menos sonreír un poco? —le señaló en tono de desaprobación, parándose frente a él con las manos en la cintura—. Vamos a anunciar la llegada de nuestro nuevo hijo y deberías mostrarte feliz por ello —remarcó.

    — ¡Bah!, sabes que me desagrada en sobremanera el que esos gorrones vengan, y que, no conforme con eso, tengas que darles detalles de lo que no les importa —le espetó el hombre sin cambiar el gesto—. Pero lo peor de todo es que me obligues a estar aquí con ellos malgastando mi valioso tiempo —recalcó indignado.

    — Vamos, Vegeta, sólo te pido que me acompañes un momento para comunicarle a todos la buena noticia, y después te dejaré entrenar todo lo que quieras… es por un par de horas, eso no es mucho —la científica se guardó un suspiro bajo, un tanto frustrada de que su pareja no fuera más abierto con los demás a pesar de todo lo que había vivido con ellos, y le tomó del brazo apoyándose un momento en su hombro, dedicándole al segundo una caída de pestañas con la intención de apaciguarlo.

    — ¡Mph!... espero que así sea —el Saiyajin se hizo el disimulado al desviar el rostro hacia otro lado, y después se apartó de su mujer hacia el extremo contrario de la alberca, dándole la espalda al recargarse en otro árbol.



    En ese momento hizo su entrada la familia Son, acompañados por Ox Satán y por el pequeño Trunks, quien los había recibido en la puerta principal de la vivienda.



    — ¡Mamá, mamá, ya llegaron Gohan y Goten! —fue el llamado del niño para captar la atención de su progenitora.

    — Bienvenidos, están en su casa… señor Ox Satán, es un gusto verlo —la Briefs recompuso la sonrisa alegre y, como buena anfitriona, recibió a sus invitados con gentileza.

    — Muy buenas tardes, Bulma, tú siempre tan atenta —fue el saludo del gran hombre correspondiendo la cortesía.

    — Muchas gracias, Bulma, eres muy amable —dijo Milk al mismo tiempo que Gohan, y la morena le dio la mano a su amiga en señal de su amistad.

    — ¡Hola, tía Bulma! —y ese fue el saludo del pequeño Goten sonriendo de oreja a oreja.

    — Pero pasen, por favor, en seguida les traigo unos bocadillos —señaló Bulma con reiterada cordialidad, indicándoles que la siguieran al área preparada ex profeso para la reunión.

    — Oye, mamá, ¿ya me puedo ir a jugar con Goten? —preguntó Trunks con un disimulado deje de impaciencia, ya que quería aprovechar el tiempo al máximo con su amiguito antes de que se diera el anuncio principal de evento.

    — Está bien, Trunks, pero también invita a Gohan y así podrás mostrarles a ambos el nuevo modelo para armar que te diseñó tu abuelo —le indicó la científica a su heredero con total complacencia… en esos momentos era preferible que los chicos se mantuvieran entretenidos con un juego.

    — De verdad te lo agradezco, Bulma, pero ahora tengo algunos problemas de cálculo superior que vendrán en mi siguiente examen bimestral y necesito que alguien me explique cómo resolverlos —se excusó el jovencito sonriendo con timidez, sintiéndose un tanto apenado por utilizar la celebración en sus cosas de escuela. Nadie podría decir que no estaba cumpliendo con la palabra dada a su madre, y primero los estudios antes que otra cosa.

    — No te apures por eso, Gohan, enseguida sale mi papá y podrás preguntarle todas tus dudas —respondió la aludida con total convicción, dedicándole al muchachito una de sus mejores sonrisas sinceras.

    — ¡Adiós, Gohan! —pues ante lo dicho los pequeños Saiyajins no esperaron más y se retiraron muy alegres hacia el interior de la mansión, despidiéndose amablemente del mayor.



    Milk y Ox Satán atendieron las indicaciones de Bulma y se acomodaron muy a gusto en una mesa bajo una sombrilla, mientras Gohan se fue con el Dr. Briefs a otra mesa cercana. Fue entonces que la morena se percató de la presencia del Príncipe Saiyajin en el jardín, algo que le extrañó en sobremanera.



    — Qué raro… —y le señaló a su papá el sitio donde el Saiyajin se encontraba, apoyado como estatua en el tronco de un árbol—… ¿por qué estará Vegeta aquí?

    — Bueno, Vegeta es el marido de Bulma, así que lo lógico es que la acom… —comentaba Gyūmaō pero decidió que lo mejor era guardarse sus palabras ante la breve mirada de tristeza de su hija.

    — Mi mamá les manda estos bocadillos, y están deliciosos —justo entonces Bulma volvió a presentarse en el jardín llevando en las manos una rebosante bandeja con canapés, los cuales les ofreció gustosa y con total educación. Pero no pudo resistir la tentación de llevarse un par a la boca, masticando con algo de discreción—. Sí, muy sabrosos —dijo alegremente al masticar.



    Por una fracción de segundo Milk y su padre la contemplaron con extrañeza, ya que no era usual el que la Briefs descuidara el estilo en una de sus fiestas. Recuperando el aplomo la viuda de Gokú hizo el siguiente comentario:



    — Bulma, pensé que Vegeta se había ido a entrenar a un lugar lejano, como la Luna o Marte.

    — Bueno, la verdad él no quería estar presente, pero lo que vamos a comunicarles es muy importante y por eso era necesario que estuviera aquí… ahora, si me permiten, tengo que recibir a los demás invitados —se explicó calmadamente la aludida sin dejar de sonreír, retirándose educadamente hacia la entrada de la mansión ya que su mamá la llamaba con la mano.

    — No pensé que Bulma comiera de esa forma —expuso Ox Satán en voz baja cuando la científica se perdió de vista.

    — Ni yo… —externó Milk sin ocultar su escepticismo.

    — ¿Será que se contagió de alguna rara enfermedad Saiyajin de tanto convivir con Vegeta? —el gran hombre intentó encontrarle una lógica al curioso suceso sacándose el comentario de la manga.

    — Papá, por favor, yo viví más años con Gokú y nunca sufrí de algo semejante —por lo que la morena le lanzó una mirada de irritación… ¿cómo se le ocurría pensar en eso?

    — Bueno, como él residió mucho tiempo en el espacio y Gokú creció en la Tierra, a lo mejor… —se explicó Gyūmaō en tono amable, con la esperanza de apaciguar el carácter de su hija.



    En un lapso de media hora arribaron los demás invitados, y, como era lógico, todos se preguntaban cuál era la naturaleza de tal celebración y la razón de que el Príncipe Saiyajin se encontrara en el patio.



    — Esto no me gusta nada, que el simio de Vegeta este aquí me molesta —comentó 18 alimentando a su bebé con un biberón, mirando una vez más y con desagrado hacia donde el Saiyajin estaba sentado.

    — Pues sí, 18, tienes razón —Krilin le secundó mirando de igual manera al mismo rumbo, con gesto de inquietud—, que yo sepa no es cumpleaños de Bulma ni de Trunks, así que si es muy raro.

    — Bueno, véanlo de esta manera, tal vez al fin Vegeta contribuyó con algo para la compañía y ahora Bulma quiere presentarlo como un gran acontecimiento —opinó Yamcha bebiendo su cerveza, decidido a pensar lo mejor. Aun con el tiempo que ha pasado todavía le tenía un gran afecto a la científica, y le costaba bastante el pensar que el Príncipe Saiyajin le llegó a sustituir de buenas a primeras.

    — Más bien yo creo que Vegeta está aquí por celoso —opinó el maestro Rōshi bebiendo también su respectivo tarro de cerveza hasta el fondo, echándole por enésima ocasión un vistazo a la anfitriona de la fiesta.

    — ¿Y por qué dice eso, maestro? —le cuestionó Oolong tras pasarse apuradamente un bocadillo, y todos sus acompañantes le miraron con curiosidad.

    — Fíjense bien, Bulma no ha dejado de ser una mujer bastante bella a pesar de que ya no es tan joven como cuando la conocimos, y todavía conserva muy bien sus atributos… —se explicó el desvergonzado viejecillo en tono picaresco haciendo unos reveladores movimientos con las manos, como si estuviera apretando algo—… Si yo estuviera en el lugar de Vegeta también la cuidaría… —agregó en tanto de su apéndice nasal brotaba un buen hilo de sangre, rememorando el lejano día en el que tuvo la oportunidad de apreciar mejor la anatomía de la dama en cuestión.

    — Viejo pelado, mejor cállese —a 18 no le hizo ninguna gracia el comentario y, antes de que alguien dijera algo más, no dudó en lanzar el biberón vacío de su hija en la cara del descarado Kame Sen’nin, dándole en medio de la frente con total puntería.

    — ¡Ay, eso me dolió! —se quejó el centenario hombre cayendo de espalda y azotándose contra el piso. Para su buena suerte justo en ese momento Bulma pasaba por ahí llevando más bocadillos, así que quedó literalmente a sus pies.

    — ¿Pero qué sucedió? —preguntó la científica con extrañeza deteniéndose muy a tiempo, mirando con extrañeza al anciano caído.

    — Nada —le respondió la androide con indiferencia levantando cuidadosamente a su pequeña para sacarle el aire y hacerla dormir. Los otros no dijeron ni una palabra y únicamente se agacharon a observar si el mañoso maestro se encontraba consciente, sospechando tal vez lo peor.

    — Desde aquí tengo una gran vista —susurró el vejete con voz de gusto, ya que, por escasos centímetros, podría haberle visto a la Briefs más allá del vestido—. Bulma linda, ¿te acuerdas cuando me enseñaste todo lo que hay debajo de tu ropa interior? —le dijo alegremente sin disimular su agitación al tiempo que le dedicaba una sonrisa amistosa. Genio y figura…

    — ¡Ush, viejo sinvergüenza! —y claro, terminó ganándose un golpe más fuerte de la dama en cuestión, la cual le dejó caer la bandeja que llevaba en las manos y acabó de noquearlo metiéndole tremendo zapatazo en la cabeza antes de retirarse con paso firme.

    — Maestro… ¿se encuentra bien? —dijo Puar en un susurro agachándose a su lado mientras Yamcha le tomaba los signos vitales.

    — El maestro será muy afortunado si Bulma no le cuenta a Vegeta nada de lo sucedido —fue el comentario de Oolong soltando un suspiro de resignación después de comprobar que el decano seguía vivo.

    — El anciano se lo tiene bien merecido —bufó 18 con disgusto, tomándose el tiempo para acomodar a su hija dormida en la carriola.



    Unos treinta minutos más y los invitados disfrutaron toda la variedad de platillos al tiempo que charlaban alegremente contándose las peripecias vividas en el último año. Dendé se presentó acompañado únicamente por Mr. Popo puesto que a Pikoro no le dieron ganas de ir, ya que tampoco le agradan el bullicio excesivo como a Vegeta; Chaozu volvió a llegar solamente acompañado por Lunch, excusando a Ten Shin Han porque éste tomaba muy en serio el entrenamiento especial al que se había sometido desde tiempo atrás; Yajirobe no dudó en presentarse más que nada por disfrutar de una deliciosa comida gratis, pero, en esta ocasión, tuvo que llevar con él al maestro Karim y el anciano gato no le permitió comer demasiado, dándole en la cabeza con el bastón al llamarle la atención. Al cabo de ese tiempo Bulma consideró adecuado dar el anuncio, así que fue por Vegeta y lo llevó con ella casi a rastras hasta el centro del jardín, en el área donde se desarrollaba la fiesta.



    — Queridos amigos, Vegeta y yo tenemos que comunicarles algo importante… —y claro, la más entusiasta era la científica, sonriendo de oreja a oreja mirando a todos los presentes, en tanto el Saiyajin no se dignaba a ver a nadie y tenía en el rostro su mejor gesto de hastío total, pugnando por librarse de todo eso—… anda, Vegeta, compórtate como es debido y saluda a nuestros amigos —le pidió en un leve tono de mando.

    —… ¡Argh!, no me jodas con eso, Bulma… —le rezongó el hombre de mal talante intentando dominarse, lanzándole a los convidados una leve mirada de irritación—… y diles de una maldita vez la razón de este argüende —remarcó en tono agrio. Sentía ganas de salir corriendo, pero más que nada porque ya estaba fastidiado de tanto ruido.

    —… eres un pesado… —ella le miró con molestia por unos segundos mascullando en voz baja, e inmediatamente recompuso el gesto alegre al colgarse de su brazo en forma entusiasta y cariñosa, volviendo la vista a los asistentes—… Bueno, amigos, Vegeta y yo organizamos esta fiesta para comunicarles la buena noticia de que tendremos un segundo hijo… ¿no les parece maravilloso? —puntualizó con cantarina voz.



    Por unos segundos se hizo el silencio ya que todos estaban pasmados por la noticia… ¿habían oído bien? Bunny Briefs fue la que rompió el silencio al aplaudir con entusiasmo.



    — ¡Qué alegría, qué alegría, voy a tener otro nietecito! —exclamó emocionadísima, aliviada al fin de expresar su dicha.

    — ¡Yupi, qué bien, tendré un hermanito! —Trunks no se quedó atrás interpretando muy bien su papel, volviéndose con prontitud al mayor de los Son—. Gohan, tendrás que explicarme como ser un buen hermano mayor —le solicitó atentamente extendiéndole el cuestionario que había preparado de antemano.

    —… —los demás al fin entendieron que el asunto era en serio y prorrumpieron en aplausos sinceros, y la tensión se alivió al instante. El único no muy relajado era el futuro padre, ya que todavía no hallaba la forma de escapar de ahí.

    — ¡Muchas felicidades, Bulma, esa es una gran noticia! —le dijo Lunch con cordialidad sin dejar de aplaudir.

    — ¡Ciertamente es una buena noticia! —reiteró Milk con una abierta sonrisa, ya que sabía lo que eso significaba para ella y su causa.

    — Gracias, son ustedes muy amables —Bulma correspondió las muestras de apoyo sin soltarse del brazo de Vegeta, quien luchaba internamente consigo mismo por no desairar a su mujer… solo un poco más y sería libre.

    — ¡Esto merece un brindis! —externó Yamcha levantando su tarro de cerveza en tanto la expresión de su rostro parecía un tanto ida—. Vegeta, a tu salud… y por el nuevo bebé —le dijo con exagerada cortesía al Príncipe Saiyajin, bebiendo rápidamente el contenido de su tarro. Por obvias que éste lo hubiera fulminado con una mirada asesina… o sea, ¿quién se creía esa sabandija para tutearlo de esa forma?

    — Entonces… ¿eso quiere decir que también van a tener dos hijos como Gokú? —justo en ese momento Yajirobe pareció recordar dónde se encontraba, ocupado en comer cuando el maestro Karim dejó de prestarle atención, y soltó la pregunta sin medir las consecuencias.



    Y el Ki de Vegeta se incrementó intempestivamente durante unos segundos, a punto de perder el control ante la mención de su difunto némesis y la comparación con él. Afortunadamente no pasó a mayores y sólo se soltó de su consorte con relativa rudeza, elevándose rápidamente hasta perderse de vista en el horizonte. En cuanto el Saiyajin se esfumó la Briefs no dudó en dirigirle a Yajirobe una mirada tétrica, tal vez meditando en alguna terrible tortura para castigar esa impertinencia. Pero recuperó el gesto amable al instante y les habló a todos con cordialidad como si nada hubiera ocurrido.



    — Oh, espero puedan disculparnos por esto y sigan disfrutando la fiesta que es para ustedes… traeré más bocadillos —dijo con exagerada cortesía dirigiendo sus pasos hacia la cocina, contoneándose despreocupadamente.

    — Tenías que ser tú, gordo tragón… y ya te dije que no comas más —el maestro Karim no dudó en darle a su atolondrado discípulo un nuevo bastonazo en el cráneo en cuanto la anfitriona de la casa se perdió de vista, reprochándole por su descuido—. ¿Acaso no te das cuenta que Vegeta pudo habernos matado?

    — ¡Auch!... maestro Karim, eso duele… —se quejó el pobre Yajirobe sobándose el gran chichón que le ocasionó tan tremendo golpe—… yo sólo dije la verdad, así que Vegeta no tenía por qué enojarse —respondió a modo de justificarse.

    — Aunque sea cierto, lo mejor es no recordarle a Gokú cuando no es necesario —puntualizó el sabio gato echándose a la boca el último bocadillo que quedaba en el plato del joven guerrero, saboreándolo con parsimonia—. La comida que hacen aquí siempre es deliciosa —mencionó al final relamiéndose los bigotes.



    Después de esto la fiesta no duró más de una hora, y eso porque el efecto del medicamento que Bulma había tomado muy temprano para controlar las náuseas terminó, y no le quedó más remedio que ir al baño a devolver todo lo que había devorado desde la mañana hasta esa hora abandonando intempestivamente el festejo. Por lo tanto los señores Briefs despidieron amablemente a los convidados no sin antes reiterarles que se haría una nueva fiesta con motivo del “baby shower” y esperaban contar con su presencia.



    No vamos a detallar todo lo sucedido durante el embarazo ya que sería alargar de más esta historia, así que nos centraremos en momentos verdaderamente trascendentales para su desarrollo. A mediados del cuarto mes se estabilizó el metabolismo de Bulma haciéndola ver más radiante y feliz al presumir el abultado vientre, motivo por el cual se llevó a Vegeta de compras ya que le era necesario lucir a la moda aun estando embarazada, aparte de ir con el ginecólogo para su revisión mensual. Si el Príncipe accedió a ir con ella fue porque la señora Briefs no paró de comentar durante toda esa mañana sobre lo guapo y atractivo que se veía el doctor Nishigaki, el médico personal de la familia, con su nuevo modelo de gafas y su peinado, aparte de que la buena señora no podía acompañar a su hija precisamente ese día porque tenía otros asuntos que atender. Y obvio, al hombre no le hacía ninguna gracia el que SU mujer estuviera a solas con un tipejo por más que se tratará del médico de confianza que ya la había atendido durante el parto de Trunks… eso fue todo un show que merecería un capítulo aparte. Ya en la tarde recibieron la visita de los Son, así que el pequeño heredero de Capsule se llevó con él a los hermanos para terminar el juego que dejaron pendiente la última vez que se vieron, dejando solas a las dos damas para que platicaran con confianza.



    — Y dime, Bulma, ¿cómo está creciendo mi nuera? —le preguntó Milk a Bulma saboreando la taza de humeante té y galletas caseras que la científica había ordenado al servicio automático—. Porque sí estás esperando una niña, ¿verdad? —cuestionándole dudosa, no muy convencida todavía del resultado.

    — Pero por supuesto que es una niña, las pruebas genéticas no mienten —respondió la aludida procurando conservar el estilo al comer, llevándose más de diez galletas a la boca en menos de un minuto. Al instante bebió su té con total elegancia—. Aunque debo admitir que me excedí en la dosis hormonal femenina y por ello he engordado mucho más de cuando estuve esperando a Trunks… casi siete kilos en estos cuatro meses —agregó con algo de pesar sin poder evitar el comer más galletas, volviendo a echarse otras diez de un bocado.

    — Te entiendo, querida, te entiendo —la morena le habló en tono comprensivo dejando de comer galletas, evitando torcer el gesto en un mohín de repugnancia por esa forma de comer, recordando que también ella había pasado por lo mismo dos veces—. Por cierto, ¿ya Vegeta está enterado de que será niña? —volvió a cuestionar sin ocultar su inquietud, ya que, queriendo o no, el Saiyajin es el padre y tarde o temprano tendrá que enterarse del hecho, y, lo más probable, es que no se lo tomará bien a bien.

    — Aun no se lo he dicho directamente, pero lo tendrá que aceptar en cuanto ella nazca —confesó la Briefs después de beber más té para pasarse el bocado, sonriendo despreocupadamente.



    Ajenos a la charla los jóvenes Saiyajins se divertían jugando con el ordenador de última generación desarrollado por el doctor Briefs, y Trunks les estaba ganando por mucho a los hermanos Son dándoles una “paliza” aunque peleaba contra los dos al mismo tiempo, haciendo gala de su habilidad con los controles. Inmediatamente de un par de rondas el niño no dudó en mostrar su inquietud sobre afrontar su papel de primogénito en la familia, dirigiéndose con amabilidad al mayor de ellos.



    — Dime una cosa, Gohan, ¿de verdad tendré que cambiarle los pañales a mi hermanito? —preguntó un tanto compungido antes de reiniciar el juego una vez más.



    Y es que entre las respuestas a las preguntas que el pequeño heredero de Capsule le hizo al joven Son el día de la fiesta había algunas que le habían mortificado bastante, y una de ellas estaba relacionada con la limpieza del bebé… Gohan mencionó ese detalle ya que es lo que le había tocado hacer en su papel de hermano mayor de Goten.



    — No lo creo, Trunks… aquí en Capsule disponen de muchos sirvientes electrónicos para los quehaceres además de que también están tu mamá y tu abuelita, y de seguro ellas harán la mayor parte del trabajo —respondió el aludido sonriendo abiertamente, comprendiendo las preocupaciones de su pequeño amigo. Ya con quince años es todo un adolescente maduro y responsable en quien se puede confiar.

    — Mmm… ya veo… bueno, eso me quita un peso de encima —el niño meditó unos segundos en la respuesta, y luego pareció recobrar el buen ánimo al concentrar su atención en la pantalla del juego, dispuesto a comenzar otra serie de peleas virtuales.



    Por cierto que Goten se veía algo triste después de haber perdido estrepitosamente en todas las peleas y aparentaba no querer volver a jugar, pero la pregunta de Trunks trajo a su mente algunas reminiscencias de su no muy lejana época lactante.



    — Oye, Gohan, ¿a mí me cambiaste los pañales cuando era un bebé? —preguntó con curiosidad mirando a su hermano muy fijamente.

    — Claro que sí, Goten, ya que a veces mamá estaba muy ocupada preparando la comida… bueno, incluso tuve que cambiarle los pañales a Trunks en un par de ocasiones cuando fueron a visitarnos —respondió el muchacho riendo un poco, recordando tan simpáticos sucesos.

    — ¿En serio… también me cambiaste los pañales a mí? —el nombrado chiquillo de pelo lavanda no pudo ocultar su turbación cuando su amigo le confirmó con un movimiento de cabeza la respuesta a su pregunta, y enrojeció levemente de los pómulos mostrando su bochorno—… que pena —reconoció en voz muy baja porque lo vieron en esas fachas.

    — Vamos, a todos nos pasan ese tipo de accidentes cuando somos bebés porque aun somos muy pequeños para ir solos al baño, no es algo de lo que deban avergonzarse… —Gohan no dejó de sonreírles a ambos niños al tiempo que le hablaba en un tono de voz amable y considerado para hacerles sentir bien—. De hecho yo me hice muchas veces en el pantalón a pesar de que ya tenía cuatro años, cuando el señor Pikoro me llevó a entrenar a las montañas… eso sí que es para dar vergüenza —agregó bajando un poco la voz al tiempo que su sonrisa se volvía tímida, rascándose la nuca para mostrar su pena.

    — ¿De verdad? —los dos niños lo miraron con gestos de asombro intentando imaginar esa escena. En su opinión Gohan era más valiente que cualquier otro por haberse enfrentado al malvado Cell siendo todavía un niño, así que era difícil verlo como un pequeñín asustadizo.

    — Es una larga historia que les contaré en otra ocasión… —el mancebo retomó la sonrisa alegre y despreocupada hinchándose un poco con orgullo. Se sentía tan bien ser admirado por los más jóvenes de su raza.

    — Oye, Gohan, ¿entonces tú me enseñaste a ir al baño solito? —Goten miraba a su hermano con ojos brillantes… no habría en el mundo un mejor hermano que él, su querido Gohan.

    — Bueno, entre mamá y yo te hemos enseñado muchas cosas… ahora que estaré de vacaciones le pediré que nos deje entrenar un poco más todos los días, ¿qué te parece? —respondió Gohan con total seguridad sin dejar de sonreír de oreja a oreja.

    — Súper… —el pequeño Son se veía más que encantado con la propuesta.

    — Pues yo también entrenaré con mi hermanito y le enseñaré todo lo que sé, si señor —Trunks no quiso quedarse atrás y remarcó sus palabras con voz segura, queriendo hacer notar que igualmente será un buen hermano mayor.

    — Ya lo creo que sí… el Trunks del futuro era un muchacho bastante maduro, por lo que es seguro que tú seas como él —opinó el joven Son sin dejar de sonreír, dándole a su amiguito unas palmaditas amistosas en la cabeza.

    — Trunks, ¿entonces vas a entrenar con tu hermanito en la Cámara de Gravedad? —fue el interrogante de Goten volviendo la vista hacia su amigo, abriendo los ojos como platos… no cualquiera se daba ese tipo de lujos como la familia Briefs y el señor Vegeta.

    — Seguro que sí, Goten, y cuando él crezca le pediré a mi papá que nos lleve a conquistar planetas… por supuesto que pienso invitarlos a ti y a Gohan para que nos acompañen —dijo el heredero de Capsule levantando un pulgar más que convencido, sonriéndole a su compañero de juegos y travesuras—. De hecho ya estoy terminando con los planos de mi nave espacial, sólo me faltan algunos detalles y presentaré el prototipo en la feria de ciencias de mi escuela —agregó con entonación de sabihondo.

    — Genial… —Goten no pudo ocultar su emoción y admiración de sólo imaginarse en el espacio en compañía de su hermano y de su mejor amigo… toda una experiencia inolvidable.

    — Eso suena bien… —fue el comentario de Gohan disimulando el gesto de timidez… ya le parecía que Vegeta aceptaría de buena gana llevarlos de acompañantes.



    Olvidándose ya del videojuego Trunks sacó los planos de la nave espacial que estaba desarrollando, los cuales tenía guardados en una caja, y se los presumió a Goten explicándole algunos puntos importantes, consiguiendo que el pequeño Son pusiera un gesto de alucinado admirado por su gran intelecto científico. Gohan no dijo nada pero no pudo dejar de admirar también la gran imaginación de Trunks y su inventiva… bueno, nada mal para un pequeño descendiente de genios investigadores. Unos minutos después algo revoloteó en su mente haciéndole recordar una escena de algunos años atrás, meditando en ello. ¿Acaso podría ser que…?



    — Por cierto, Trunks, ¿no has pensado en que tu hermanito podría ser hermanita? —le preguntó al chiquillo de lavanda cabellera en tono despreocupado.

    — ¿Una hermanita? —el aludido no hizo más que poner gesto de duda… ¿de qué estaba hablando Gohan?

    — ¿Eso quiere decir que el hermanito de Trunks puede ser una niña como Marrón? —preguntó a su vez el pequeño Son con voz incrédula.

    — Sólo digo que es una posibilidad… —afirmó el muchacho sonriendo levemente, sintiéndose algo intimidado ante la mirada seria del pequeño heredero de Capsule. Esa situación le parecía bastante viable considerando lo acordado entre su madre y Bulma cuando Goten iba a nacer.

    — Eso no puede ser, Gohan… sí Goten y tú son chicos es más que seguro que yo tendré un hermanito varón, lo dice la genética Saiyajin —expuso Trunks negando con un movimiento de cabeza—. ¿Sabes?, estás tan mal de la cabeza como mi mamá, pues ella también tiene esa loca idea —añadió un poco burlón.



    —————————— Flash Back ——————————



    Una hermosa mañana de sábado de un mes atrás, cuando ya los malestares del embarazo habían disminuido, aunque el apetito se hizo más voraz, Bulma le servía el desayuno a su marido e hijo al tiempo que tarareaba una alegre canción. Los señores Briefs habían tenido un compromiso fuera de la ciudad y no se encontraban presentes, por lo que la pequeña familia disfrutaba de un buen momento entre ellos.




    — Aquí tienes, Vegeta, es la nueva receta que preparé especialmente para ti… espero que te guste —le dijo a su cónyuge al momento de servirle un platón más de guisado, del cual se comió la tercera parte—… ¡mmm!, está muy sabroso, entonces sí te va a gustar —indicó más que sonriente al terminar de saborearlo, sintiéndose complacida por su nuevo éxito culinario.



    El hombre sólo atinó a gruñir por lo bajo al ver disminuida su ración, pero resignadamente empezó a comer con voracidad para evitar que le quitaran más comida. A todo esto su pequeño hijo le imitó y devoró una docena de sándwiches sin detenerse, no sea que también su mamá le robara algún bocado. Por varios minutos cada quien se dedicó a comer lo suyo sin decir ni media palabra, aunque ambos varones le lanzaban de cuando en cuando miradas de escepticismo a la científica por verla devorar varios platillos al mismo tiempo, en una pomposa imitación de ellos. Al sentirse observada la dama enrojeció levemente de las mejillas y se tapó momentáneamente la boca para encubrir el breve eructo que salió de ella.



    — Lo siento… —dijo apenada sonriendo con timidez, haciendo a un lado el platón en el que se había servido. Después, empleando un tono de voz más normal, añadió soltando un suspiro—. ¡Ah, el día que tenga a este bebé en brazos seré muy feliz!... créeme, Trunks, cuando estuve embarazada de ti no engordé tanto —agregó, dirigiéndose a su hijo con amabilidad.

    — Lo imagino… —dijo el niño por decir algo. La verdad se le hacía verdaderamente impactante el ver a su madre comer de esa forma, tan desenfrenada para ser una mujer de mundo.




    El Príncipe no dijo nada y retomó la tarea de comer, consciente está vez de que el desarrollo del hijo que venía en camino requería de grandes cantidades de nutrientes, lo que obligaba a su señora a alimentarse bien y no con cualquier desabrida e insulsa ensalada.




    —… Ella se verá tan linda sentada en su sillita, nuestra preciosa bebé —en ese momento Bulma tuvo un lapsus y fuera de toda precaución externó en voz alta sus ensoñaciones, casi como si tuviera enfrente al nuevo fruto de su amor.

    — ¿Eh? —por lo que Vegeta y Trunks volvieron a mirarla, con la duda reflejada en su rostro… ¿de qué estaba hablando?

    — ¿Qué?, ¿acaso tendría algo de malo que el bebé fuera una niña? —preguntó la científica con inocencia… ya era demasiado tarde para retractarse.

    — Eso es algo imposible… las mujeres son débiles y poco aptas para la lucha, nada común entre los Saiyajins —observó Vegeta con gravedad al tiempo que su mirada se endurecía.

    — No me digas… —la dama pareció irritarse por el detrimento a su género, así que buscó el mejor argumento con el cual contraatacar a su esposo—. ¿Entonces me vas a decir que ustedes los Saiyajins se reproducen como los Namekusejin, expulsando huevos por la boca, y que fue un golpe de la fortuna el que Gokú y tú pudieran tener hijos con un par de mujeres terrestres? —le puntualizó con ironía.



    Trunks decidió que lo mejor que podía hacer era no intervenir en la discusión y terminar con su desayuno para huir lo antes posible.



    — No seas idiota y no hables de lo que no entiendes… —Vegeta contuvo su malestar pero no dejó de lado la entonación áspera que suele emplear cuando algo le molesta—. Hasta donde Nappa me contó los nacimientos de mujeres Saiyajins eran programados cada determinado tiempo, cuando era verdaderamente necesario. Ya que somos una raza guerrera muy resistentes no necesitamos reproducirnos continuamente como otros especímenes débiles —señaló con seriedad sin perder la oportunidad de remarcar sus últimas palabras con un tono burlón.

    — Mmm… eso explica porque ese tal Raditz le llevaba muchos años a Gokú… —Bulma pareció meditarlo en voz baja. Sin embargo no dudó en contradecir a su consorte—. Pues tú dirás lo que quieras, Vegeta, pero aquí en la Tierra y por los medios naturales la probabilidad de que nuestro bebé sea una niña es del cincuenta por ciento… técnicamente la mitad —recalcó con desdén y se levantó para servirse una nueva porción de guisado.

    — ¿La… qué…? —obviamente que el Príncipe no entendía en muchas ocasiones lo que su compañera quería decirle, así que su gesto cambió rápidamente a uno de perplejidad absoluta.

    — Mira, papá, la probabilidad es la rama de las matemáticas que estudia, mide o determina a los experimentos o fenómenos aleatorios, y utiliza un método por el cual se obtiene la frecuencia de un acontecimiento determinado mediante la realización de… —y el pequeño Trunks intentó darle a su padre una sencilla explicación sobre lo que es la probabilidad sin tener mucho éxito.




    ---------- Fin de Flash Back ----------




    Bastante alejado de todo eso encontramos a Vegeta entrenando intensamente en su preciada Cámara de Gravedad, dispuesto a recobrar las horas perdidas por haber acompañado a su mujer a ver al dichoso doctor y hacer otras tonterías más que a ella tanto le agradaban. Pero en esos momentos, encontrándose a solas consigo mismo, no pudo dejar de pensar en lo que venía planeando unos meses atrás. Sí, sería magnífico cuando el nuevo crío creciera y pudiera entrenarlo a buen ritmo; así, en unos cuantos años, podría terminar de conquistar el Universo acompañado por Trunks y el pequeño Vegeta… porque claro, su nuevo vástago se llamaría Vegeta igual que él, igual que su padre, igual que el padre de su padre e igual que su planeta natal, faltaba más. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro, complacido por el prometedor futuro que veía ante sus ojos: el resurgimiento de su reinado sin que nadie se interpusiera en su camino.




    El tiempo continúa su marcha y en los meses siguientes todo transcurrió con normalidad, aunque el aumento de peso de Bulma fue un poco desmesurado en está ocasión a su embarazo anterior, lo que le originó un cansancio poco habitual que motivó la organización de una tranquila fiesta de “baby shower” al comienzo del octavo mes, ya que no se sentía de ánimo para demasiada agitación.




    — ¡Muchas felicidades, Bulma! —le saludaron al unísono Yamcha y Puar presentándose con media hora de anticipación a lo especificado en la invitación, entregándole un enorme regalo para el nuevo bebé.

    — Con mucho cariño de nuestra parte —dijo el pequeño minino con su aguda y tierna vocecita.

    — Gracias, los dos son muy amables —la científica correspondió el gesto levantándose cuidadosamente del asiento donde se había acomodado, dándole a su amiguito unos golpecitos afectuosos en lo alto de la cabeza para tomar el obsequio.

    — Emm… por cierto, Bulma, me gustaría platicar contigo en otra ocasión… claro, si eso no representa ninguna molestia para ti —Yamcha, hablando con timidez, se tomó el atrevimiento de hacerle la petición en nombre de la sólida amistad que se tenían, aprovechando también que Vegeta no se encontraba cerca de ahí.

    — Mmm… espero que no se trate de un asunto de dinero —observó la Briefs mirándolo con algo de recelo, sin querer recordar cuándo fue la última vez que le hizo ese favor para sacarle de un apuro. Si no fuera porque les unía un afecto de años no le tendría tanta confianza.

    — No, no, no, no es por eso… es sólo que… bueno, necesito un consejo como amigos —dijo el beisbolista más que avergonzado, soltando una risita nerviosa.

    — Seguramente tiene algo que ver con una de tus tantas novias —Bulma no dudó en soltar un suspiro de resignación interpretando correctamente la turbación de su muy antiguo novio, dedicándole una sonrisita comprensiva.

    — Estás en lo cierto, Bulma —Puar intervino hablando con su aguda vocecita, lanzándole a su amigo del alma una mirada entre apenada y enfadada—. Yo le dije a Yamcha que esa señorita le iba a traer problemas pero no quiso escucharme.

    — Es suficiente con eso, Puar, creo que no es el momento para dar detalles —el aludido se mostró contrariado y le pidió a su compañerito un poco de discreción, volviéndose una vez más hacia la dama utilizando un tono de voz muy bajo y apenado a modo de excusarse por su solicitud—. Lo siento de verdad, Bulma.

    — Descuida, somos amigos… déjame ordenar mi agenda y te llamaré para invitarte un té —la científica le sonrió más grandemente para tranquilizarlo, y les invitó a pasar hacia el interior de la mansión.




    Y así, una semana después de la fiesta, nos encontramos a Yamcha presentándose ante Bulma en la terraza principal de Capsule. Por cierto que ella devoraba un montón de pastelitos colocados en una bandeja, recostada en una cómoda y amplia poltrona, y el joven moreno decidió pasar por alto la escena saludándola amablemente con cortesía.




    — ¡Hola!, de verdad te estoy muy agradecido por darme la oportunidad de venir —fue el cumplido al acercársele, acomodándose en el sillón más pequeño para no perturbarla.

    — No hay problema, eres bienvenido cuando quieras… —le respondió la Briefs tomando un buen sorbo de té para pasarse el último pastelillo—… Habrás de disculparme pero este bebé me ha hecho comer mucho más de lo que comí cuando estuve esperando a Trunks —añadió después de limpiarse la comisura de los labios con una servilleta, pretendiendo justificar su voracidad—. Por cierto, ¿te parece que me veo gorda? —y le soltó el cuestionamiento a bocajarro, esperando que le diera una respuesta sincera.

    — Este… no, para nada… la verdad te ves… bastante saludable, en serio —conociéndola como la conocía Yamcha no se animó a ser demasiado sincero y únicamente hizo el comentario sonriendo algo forzado, esperando no disgustarla. Con prontitud cambió de tema—. ¿Y dónde está Vegeta?... —preguntó ocultando un suspiro de alivio, sintiéndose afortunado de que el Príncipe no se hallara en casa y así tuvieran la oportunidad de hablar de otra cosa que no fuera el físico de la dama—… pensé que estaría al pendiente para cuando naciera el bebé, lo cual podría ser de un momento a otro —opinó empleando ahora un leve tono de circunspecto.

    — ¡Ush!, tú ya sabes cómo es ese Saiyajin cabeza dura… cuando le da por ausentarse se va el día entero después de desayunar y no se aparece hasta la madrugada —Bulma no dudó en externar su irritación mostrándose de acuerdo con la observación, lo que le hizo olvidar la preocupación por su fisonomía actual—. Pero no viniste aquí para hablar de Vegeta, así que vamos al grano y cuéntame lo que te ocupa con esa mujer de la que me hablaste el otro día —agregó con renovada amabilidad, mirándolo con atención.

    — Este… bueno, la conocí hace cosa de seis años, pero dejé de verla casi de inmediato —se explicó el joven moreno algo apurado, enrojeciendo avergonzado de revelar que pretendió olvidarla de esa forma, pero eso sí, puntualizando el hecho de que no fue por mucho tiempo—. Hace algunos días volví a verla, por azares del destino, y me dijo que tiene un hijo mío… ¿puedes creerlo? La verdad no sé si sea cierto porque sólo estuvimos juntos por un mes, y nunca intentó comunicarse conmigo después —añadió soltando una risita nerviosa.

    — Mmm… tienes razón, puede ser que sólo quiera sacarte dinero aprovechando la buena racha que has tenido en el equipo en estos últimos años —le dijo la científica con seriedad—. ¿Y cuántos años tiene el niño? —y preguntó con curiosidad.

    — Este… es un poco más chico que Trunks y algo mayor que Goten —respondió Yamcha más que abochornado consigo mismo… de ningún modo fue la mejor forma de hacer borrón y cuenta nueva en su vida cuando ella le confesó estar embarazada de Vegeta, a poco menos de un año de haber terminado su relación de noviazgo en definitiva.

    — Vaya… ya veo… —la mirada que le dirigió Bulma reflejaba algo de conmiseración y pena a la vez. Por un par de minutos ninguno de los dos dijo nada más, meditando en la situación. Si había finalizado su largo e inestable idilio fue más que nada por la inseguridad de ambos al compromiso serio y porque él permitió que otras chicas le coquetearan a pesar de saber que le ocasionaba muchos celos. Sin embargo no pudo apartarlo en definitiva de su lado ya que le tenía un cariño más que especial, y su vida sin Yamcha estaría incompleta.




    El beisbolista, por su parte, desvío el rostro avergonzado, ya que sus sentimientos podrían traicionarle. Con el paso del tiempo aspiró a relacionarse con más mujeres, lo que en realidad no le era fácil aunque ya hubiera superado su timidez de adolescente, y más que nada porque no encontró a ninguna que pudiera llenar el vacío dejado por Bulma… aún sentía algo profundo por ella y tenía la esperanza de que, tal vez, en un golpe de buena fortuna, Vegeta se aburriera de vivir en la Tierra y decidiera largarse para siempre, así estaría disponible para confortarla y ser un padre sustituto para Trunks. Una posibilidad que ahora, con la llegada de un nuevo bebé del Saiyajin, se veía más que imposible; nunca nadie hubiera imaginado, y mucho menos el beisbolista, que el Príncipe tuviera en alto el compromiso de su relación con la científica, sobre todo considerando que, en apariencia, no había cambiado su carácter para nada.




    — ¿Tú qué me recomiendas? —le preguntó al cabo de ese pequeño lapso, volviendo a mirarla con atención.

    — Por lo que veo quieres comprobar tu paternidad para no ser embaucado, ¿o me equivoco? —le respondió la dama cuestionándole en tono neutro y profesional, obteniendo de él una respuesta afirmativa con un movimiento de cabeza—. Bueno, entonces puedes traer al niño aquí si ella está de acuerdo en que se le hagan los análisis… me da tanto gusto ver que te has convertido en un hombre maduro y responsable, Yamcha —agregó con una gran sonrisa de alivio, ofreciéndole una taza de té y sirviéndose también una más para ella.

    — Oye, yo siempre he sido un hombre maduro y responsable —comentó el aludido haciéndose el ofendido, bebiendo gustosamente su té pero sin animarse a tomar el último pastelillo que quedaba en la bandeja, dejándole a la dama el privilegio de devorarlo.

    — Sí, claro… —ella se rio un momento al tiempo que se echaba el pastelito a la boca, empinándose la taza de té con algo de parsimonia.




    Súbitamente Bulma soltó un grito ahogado al tiempo que soltaba la taza para sostenerse el bajo vientre, e intentó incorporarse de su lugar.




    — ¿Te sientes mal? —le preguntó Yamcha con algo de preocupación colocando su respectiva taza en la mesita, acercándosele solícito.

    — Parece que… el bebé ya va a nacer… y justo ahora que mis padres fueron de compras y… y que el idiota de Vegeta se largó quien sabe a dónde… —dijo ella respirando entrecortadamente y empleando un tono indignado de voz, sintiendo ya las contracciones del alumbramiento.

    — Entonces tendré que llevarte al hospital —pues ni hablar, como buen amigo Yamcha la ayudó a ponerse en pie conduciéndola con cuidado hacia su automóvil último modelo. “Espero que no haya mucho tráfico o tendré que hacerle de partero… ¡y precisamente ahora que lo acabo de retapizar!” pensó en sus adentros con algo de pesar.










    Nota: les dejaré un momento en suspenso con Bra a punto de nacer. La idea de un hijo de Yamcha la tomé prestada de un fic que leí en Fanfiction, y ese niño tendrá algo que hacer en un tiempo futuro en este fic, no les digo más. Un saludo a todos y nos leemos pronto en el otro fic, el cual lo he retrasado bastante por falta de orden en mi escrito.
     
    Última edición: 7 Enero 2015
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    InunoTaisho

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    Una decisión del más allá.
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    Para niños. 9 años y mayores
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    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    6599
    Capítulo 21.


    En el capítulo anterior…

    — Parece que… el bebé ya va a nacer… y justo ahora mis padres tuvieron que ir de compras y… y el idiota de Vegeta se largó quien sabe a dónde… —le dijo Bulma a Yamcha respirando entrecortadamente y empleando un tono indignado de voz, sintiendo ya las contracciones del alumbramiento.


    En una avenida de la Gran Capital del Oeste…


    — ¡Muévete, estorbo!, ¿no ves que tengo prisa? —le decía un joven de cabellera negra al sujeto que iba en el automóvil de enfrente, tocando el claxon de su propio vehículo en forma constante.

    — Ay, Yamcha… Vegeta lo… lo hace mucho mejor que tú… —comentó la mujer que iba recostada en el asiento trasero, respirando entrecortadamente y lanzando uno que otro quejido ante el hecho de que estaba por dar a luz.

    — Lo siento, Bulma, pero es todo lo que puedo hacer ahora… aún no he reunido el dinero necesario para comprar el nuevo vehículo volador de tu compañía —se excusó el aludido bastante apenado, con una sonrisita tímida. Al momento se asomó cuidadosamente por la ventanilla sin dejar de tocar la bocina—. Vaya, al parecer hubo un accidente allá adelante… tal vez tardemos horas en avanzar —comentó a modo de explicación disimulando un suspiro de contrariedad, pues eso podría representar el que su automóvil se convirtiera en una sala de parto improvisada. “Me va a salir muy caro retapizar los asientos”, pensó afligido.

    — No… no tengo… tanto tiempo… —replicó la dama en voz irregular, intentando enderezarse en el asiento—… ¿tienes tu… tu teléfono celular? —le preguntó a continuación.

    — Claro, siempre lo traigo en la guatera por si en el equipo me necesitan de improviso —respondió él un tanto dudoso… ¿de qué serviría eso en ese momento?

    — ¿Y entonces qué esperas para llamar a mis papás, eh?... torpe… —por un instante el dolor de Bulma pasó a segundo plano y regañó a su ex con tono de mando. Inmediatamente hecho esto volvió a exhalar un nuevo quejido.

    — Si… si, en seguida lo hago… —el pobre de Yamcha dio un respingo y sin más marcó un número, sosteniendo una amena conversación con la persona que le respondió—. ¿Bueno?... ¡ah, señora Briefs, qué gusto!... bien, bien… este… bueno, lo que pasa es que Bulma se sintió mal y… si, si, así parece… este, pues… creo que hubo un accidente en la avenida principal y por ello… ah, entiendo… —empleando un tono de apuración que pretendía ser lo más educado posible—… está bien, aquí le esperamos… si, si, hasta luego… saludos —despidiéndose cortésmente después de un par de minutos de charla.

    — ¿Y… qué te dijo mi… mi mamá? —le cuestionó la Briefs con extrañeza, aspirando una bocanada de aire tras otra contracción.

    — Ellos también están atrapados en el tráfico al otro lado de la calle y no pueden llegar acá, pero tu papá se comunicará con Vegeta y es seguro que él estará aquí muy pronto —le explicó el beisbolista ocultando su desánimo para no hacerle sentir mal… lo que menos deseaba era verse frente a frente con el Príncipe Saiyajin, y menos en esa situación tan forzada.



    Y ciertamente, del otro lado de la avenida…



    — Aquí tienes, querido, para que puedas comunicarte con nuestro Vegeta y así lleve a Bulmita al hospital —la señora Briefs le pasó el teléfono a su marido después de cortar la comunicación con Yamcha, mostrándose más emocionada que preocupada—. No olvides decirle que la bebé ya va a nacer —recalcó sonriente.

    — Muy bien dicho, cariñito, no creo que Vegeta se niegue ante el hecho de que la pequeña puede nacer en plena calle —el Dr. Briefs también mantuvo la calma y el buen humor, tomando el aparato y marcando el número de su yerno—. ¿Verdad que es fantástico, Tama?, pronto tendremos a la niña en casa… espero que la cunita que le compramos sea de su agrado —agregó despreocupadamente fumando su cigarrillo, acariciando la cabeza del gatito que siempre le acompaña montado en su hombro. El felino maulló como muestra de su aprobación.

    — Ay, ojalá ya salgamos pronto de aquí para ir por Trunksiee al colegio… él también debe estar presente para recibir a su hermanita —por un segundo Bunny Briefs pareció inquieta, pues no consideraba bien el que su nietecito mayor se perdiera del gran acontecimiento.

    — Descuida, querida, conozco un atajo que nos llevará pronto a la escuela —el buen científico activó un mecanismo del automóvil y en un santiamén salieron volando, dejando atrás el congestionamiento.



    A varios kilómetros de ahí…



    — ¿Pero qué diablos…? —el pequeño reloj de pulso que lucía Vegeta en una de sus muñecas soltó un pitido, haciéndole interrumpir la nueva serie de ejercicios que se encontraba realizando en ese momento.



    Durante una fracción de segundo se preguntó cómo había consentido en ponerse ese estorbo, más recordó que el padre de Bulma se lo había dado por si fuera necesario comunicarse con él dado que su nuevo vástago nacería de un momento a otro. Sin más activó el aparatito para leer el contenido del mensaje… bien, sólo le era necesario sentir el KI de su mujer y el del niño y los encontraría en un santiamén, así que, veloz como un rayo al transformarse en SS1, se dirigió hacia la Ciudad Capital.



    Rápidamente los ubicó entre una multitud de vehículos atascados en la avenida más grande, pero… ¿por qué ella estaba allí, sin los viejos, y en compañía del gusano de…?; bueno, el nombre de esa sabandija no le importaba mucho. Sin ningún cuidado aterrizó de pie sobre el cofre del auto de Yamcha estropeándolo por el impacto.



    — ¡Es Vegeta! —dijo el pobre beisbolista con voz ahogada aferrándose fuertemente al volante, sin siquiera protestarle al Saiyajin por el desperfecto causado al vehículo.



    Todos los que se encontraban a los alrededores también se mostraron estupefactos por el suceso y guardaron silencio de inmediato, debido especialmente a que el extraño personaje llegado del cielo brillaba intensamente y a leguas se veía que estaba enfadado por algo.



    — Oye, tú, insecto, ¿a dónde llevas a Bulma? —el Príncipe se dirigió al beisbolista con bastante dureza a modo de exigencia fulminándolo con la mirada. Obviamente que él tampoco pediría una disculpa por nada.

    — ¡Vegeta, deja de hacerte el tonto molestando a Yamcha y sácame de aquí que nuestro hijo ya va a nacer! —inmediatamente se escuchó el desaforado grito de Bulma desde el asiento posterior, aguantando el dolor de una nueva contracción para llamarle la atención a su consorte.

    — Este… bueno, Vegeta, ya oíste a Bulma… yo sólo la iba a llevar al hospital y… —Yamcha susurró una disculpa sonriendo tontamente, descendiendo presuroso de lo que quedaba de su automóvil para cederle el paso al Saiyajin, quien de un salto bajó del deformado cofre encaminándose a la parte trasera. Sin ninguna delicadeza apartó la portezuela y hasta se dio el lujo de arrancar el techo para tomar a su mujer en brazos, procurando ser cuidadoso con ella.

    — ¡Ush, animal, ten cuidado que… que me duele mucho! —pero la dama no pudo evitar protestarle quejándose por una nueva contracción… ya eran más constantes, señal de que no faltaba mucho tiempo para el parto—. Si estuvieras en casa cuando… cuando empecé a sentirme mal ya… ya hubiéramos llegado al hospital —recalcó enfadada.

    — ¿Por qué diablos no te callas? —a lo que éste le respondió de mala manera mirándola con fastidio, más no la soltó y se elevó suavemente antes de tomar velocidad dirigiéndose al dichoso hospital. Menos mal que ya estaba cerca.



    En cuanto la pareja se alejó Yamcha soltó un suspiro de alivio y le dirigió la palabra a su vehículo como si se tratara de un amigo.



    — Bien, fuiste un buen automóvil, pero ahora Bulma tendrá que hacerme un gran descuento por el nuevo modelo —le dijo amablemente mientras levantaba la portezuela desprendida. Inmediatamente de tomarla pareció adquirir conciencia del lamentable estado en que quedó su auto—. Caray, los de la aseguradora no van a creer lo que me pasó… —murmuró indeciso. El sonido de las bocinas a su alrededor le hizo dar un respingo.

    — ¡Oye, amigo, quita esa chatarra del camino! —le gritó el automovilista más cercano a su posición mirándole con enfado. Los demás conductores hicieron lo mismo, y algunos le dedicaron palabras altisonantes.

    — Sí, sí, en seguida… —el beisbolista se mostró apenado y presto juntó los restos del vehículo llevándolos a rastras hacia la banqueta más cercana—… con permiso… con permiso… ustedes disculpen… —murmuró en voz muy baja. En cuanto terminó con su labor hizo una llamada desde su celular—. ¿Bueno?, muy buenas tardes, señorita, hablo para comunicar que tuve un accidente en la avenida central de la Capital del Oeste… este, es bastante difícil de explicar por teléfono, pero mi vehículo sufrió de pérdida total… lo mejor es que alguien venga para verificarlo… sí, sí, aquí esperaré, gracias —fueron su últimas palabras antes de colgar.

    — Disculpa la pregunta, muchacho, ¿acaso esa linda señora que te acompañaba no es la dueña de Capsule Corp.? ¿Y quién era ese hombre que se la llevó después de estropear tu automóvil de esa manera? —le cuestionó un asombrado ancianito que pasaba por ahí, quien también había sido testigo del suceso.

    — Bueno, sí, sí, tiene razón, ella es Bulma Briefs y él es su… su compañero, y es lógico que estuviera preocupado ya que el segundo hijo de ambos va a nacer en estos momentos… Y de todos modos ya estaba pensando en cambiar de coche —se explicó Yamcha en tono cortés sin querer dar más detalles, sonriendo tontamente.



    Pero lo importante ahora es darle seguimiento al matrimonio Vegeta – Briefs, así que sigámosles para conocer al nuevo miembro de la familia…



    — ¡Vegeta, ten cuidado con la puerta… aaahhh! —le gritó Bulma su cónyuge al notar que éste no se detendría hasta lograr su objetivo, que era atraer la atención en el hospital.



    Y claro, transformado en SS el Príncipe no tuvo consideración y destrozó la maciza puerta de vidrio que daba acceso al área de urgencias médicas al chocar con ella, asustando a toda la gente reunida en el lugar. Afortunadamente ninguna resultó herida ya que todas se ocultaron con prontitud al notar el resplandor que se acercaba con velocidad hacia su posición.



    — ¡Animal!, ¿acaso quieres matarme?... —pero para su señora eso había sido un acto de naturaleza terrorista, por lo que, pasando momentáneamente por alto sus dolores, le regañó a voz en cuello para posteriormente quejarse una vez más ante la apremiante llegada de su segundo hijo—… ¡aaayyy, que dolor… que… que agoníaaaa! —exclamó llorosa.

    — ¡Miserables terrestres!, ¿quién de ustedes es el maldito doctor Nishigaki? —Vegeta optó por no tomar en cuenta la exigencia de Bulma, por enésima ocasión, y levantó la voz por sobre la de ella para exigir una respuesta inmediata.



    Ante esa muestra de mal humor nadie se atrevió a recriminarle por lo ocurrido, más que nada porque su aspecto sobrenatural y fiero se imponía. Con prontitud se movilizaron varias enfermeras presentándole una camilla.



    — Enseguida viene el doctor Nishigaki, señor, por ahora llevaremos a su esposa al quirófano para darle los auxilios médicos —le dijo una de ellas hablándole en voz muy baja, conteniendo la respiración.

    — Pues más vale que se apure… —replicó el hombre lanzándole a las señoritas una mirada de desagrado absoluto, y, colocando a su mujer en la camilla con toda la delicadeza que era capaz, se dirigió presto hacia el exterior del nosocomio pasando por entre los escombros de lo que antes había sido una funcional entrada. Cruzando los brazos se recargó en un muro cercano.

    — No… no se preocupen por… por la puerta… mi compañía pagará… pagará los desperfectos… —la científica habló entrecortadamente entre quejidos intentando sonar amable y despreocupada, mientras otra enfermera le colocaba lo necesario para conducirla a la sala de partos.

    — Y dígame, señora, ¿cuál es su nombre? —le preguntó la que la atendía en cuanto terminó con su labor.

    — Óigame, grosera… soy señorita y… y mi nombre es… Bulma Briefs —claro que la dama se sintió agraviada y no dudó en replicar por esa falta de cortesía.

    — Usted disculpe, señorita Briefs, no se volverá a repetir —la jefa de enfermeras también se encontraba ahí y se excusó presurosa a nombre de su compañera. No podían arriesgar una buena entrada de dinero para el hospital, eso no sería correcto.



    Un cuarto de hora después del incidente…



    — ¡Papá, papá! —Trunks llamó a su padre en cuanto bajó del auto de sus abuelos, llevando con él a su abuelita de la mano. La pobre Bunny Briefs casi volaba al ser zangoloteada por su nieto.

    — ¡Vegeta, oh Vegeta querido! —más la rubia dama no dudó en saludar a su yerno manteniendo la sonrisa despreocupada, como si no hubiera pasado por nada—. Pensé que no llegaríamos a tiempo —dijo aliviada en cuanto llegaron a su lado, acomodándose el peinado con la mano que tenía libre.

    — Súper… —el chiquillo se mostró complacido al notar los restos de aquello que había sido una puerta de grueso cristal a prueba de balas—. Oye, papá, ¿la destrozaste con un “Big Bang”? —preguntó extasiado.

    — ¡Bah!... no es necesario malgastar energía para atravesar una puerta como esa, Trunks —resopló el aludido restándole importancia al suceso, evitando mirar a su suegra como de costumbre.

    — Vaya, miren nada más este desastre… se ve que Vegeta llegó muy apurado —comentó el Dr. Briefs al arribar, observando con interés los escombros esparcidos por todos lados. El pequeño Tama, trepado como siempre en su hombro, maulló muy bajito a modo de decir que pensaba lo mismo que él.

    — Este… disculpe, ¿es usted el Dr. Briefs, el dueño de Capsule Corp.?... —un joven médico y un policía, que habían estado vigilando muy discretamente a Vegeta a lo lejos, se acercaron a ellos y se dirigieron al buen hombre empleando una entonación de voz baja y respetuosa, presentándole sus respetos con una reverencia.

    — A sus órdenes —les respondió el científico con su acostumbrada amabilidad y calma, dándole una fumada a su cigarrillo.

    — Bueno, como verá… alguien tiene que pagar por lo que hizo… este… verá, no sé cómo decirle a… creo que usted me entiende —el galeno carraspeó un poco intentando dar una explicación que no sonara a acusación, ya que no estaba seguro de que ese sujeto tan fanfarrón y de raro peinado perteneciera en realidad a tan distinguida y respetable familia.

    — Mi querido doctor, ¿puede decirme en dónde se encuentra mi hermosa hija? —la señora Briefs interrumpió la charla al dirigirse al joven en tono cariñoso, sin mostrarse preocupada por la despedazada puerta ni mucho menos.

    —… puede usted preguntar en el área de informes, allí le dirán todo lo que necesita saber sobre la salud de su hija —fue la respuesta del aludido tras un segundo de desconcierto.

    — Oh, es cierto, lo había olvidado… vamos, mi pequeño Trunksiee, preguntemos por tu mamá —la sonriente señora se mostró apenada por un instante ante su descuido y sin más se encaminó al interior del edificio llevándose a su nieto.

    — Abuela, por favor, ¿podrías dejar de llamarme Trunksiee?... ya tengo seis años y no soy ningún bebé —el chiquillo se mostró ofendido por ese trato tan infantil a su persona pero se fue con ella.

    — Como digas, Trunksiee, cielito lindo —dijo Bunny Briefs sin darse por enterada del malestar del niño.

    — Bien, bien… Mi estimado, no hay nada de qué preocuparse, pueden cargar todos los gastos de reparación a la cuenta de Capsule Corp. y mi gente se encargará de dejar la entrada como nueva —el Dr. Briefs retomó su conversación con el joven galeno haciendo el comentario con amabilidad. Después se acercó a su yerno a una distancia prudente—. Vegeta, muchacho, lo mejor que puedes hacer ahora es entrar… a Bulma le agradará saber qué has estado pendiente —le hizo la sugerencia invitándolo a seguirle.



    El Príncipe no dijo nada y fue tras él sin siquiera rezongar, por lo que el policía y el joven médico se apartaron para cederles el paso. En cuanto ellos se alejaron…



    — Oiga, doctor, ¿usted cree que en Capsule estén desarrollando súper hombres de verdad? —le preguntó el policía al galeno con un gesto de duda, dirigiendo una última mirada de curiosidad al Saiyajin.

    — Bueno, en ese lugar pueden perfeccionar cualquier cosa, no olvides que es una gran compañía tecnológica… —respondió el aludido tras meditarlos unos segundos—… bien, iré a darle al jefe los pormenores para que ya vengan los de la aseguradora —añadió a continuación para inmediatamente encaminarse hacia la zona de la dirección del hospital.



    Y así, en la sala de espera de maternidad…



    — Querido, tenemos que organizar todo lo necesario para la fiesta de nuestro nuevo bebé, así podrá estrenar toda la linda ropita que le he comprado —le comentó la señora Briefs a su esposo en tanto tejía con esmero lo que parecía ser un pequeño suéter de color amarillo canario.

    — No comas ansias, querida, tenemos que dejar a Bulma decidir la fecha de presentación —fue la sugerencia del Dr. Briefs chupando un cigarrillo eléctrico, pues en los hospitales está prohibido fumar—. Me encantaría tanto tomar un café, ¿verdad que sí, Tama? —agregó como quien no quiere la cosa solicitando la aprobación de su compañero minino, el cual no dudó en ronronear expresando su aprobación.

    — Descuida, querido, iré a la cafetería a traerte uno —la buena mujer guardó el tejido en su bolso y se levantó de su asiento para complacerle. Antes de retirarse le habló a su nietecito con voz melosa—. Trunksiee, mi pequeño tragón, ¿quieres que te traiga algo de comer?

    — Que ya no me llames Trunksiee, abuela… y quiero unas galletas de chocolate —fue la respuesta del pequeño con entonación de gravedad, para mostrar su incomodidad porque le siguieran hablando como a un niño de cuna.

    — Está bien, Trunksiee, amorcito, ya te entendí —la sonriente Bunny se fue caminando con paso ligero.

    — A mi abuela le falta un tornillo… —murmuró el chiquillo mirándola alejarse, sospechando que su abuelita nunca dejaría de chiquearlo ni aunque llegara a la mayoría de edad.

    — Sonríe, Trunks, que ya sabes cómo es tu abuelita de querendona —le dijo su abuelito con amabilidad, sonriendo grandemente.



    Por su parte Vegeta se mantenía de pie cerca de una ventana, con la vista puesta en algún lejano punto del horizonte como si nada de lo que ocurría a su alrededor tenía que ver con él. Pero sus más profundos pensamientos le llevaban a ver lo que sería un prometedor futuro para el imperio Saiyajin en cuanto su nuevo vástago creciera, y junto con Trunks le ayudarían a conquistar esa parte cercana del Universo sin que nadie se interpusiera en su camino, sobre todo porque contaba con la mejor tecnología terrestre al alcance de su mano. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios saboreando ya el triunfo de su raza.



    — Oye, papá, ¿no te parece que mi hermanito ya se tardó en nacer? —la voz de Trunks cerca suyo le hizo volver a la realidad del lugar donde se encontraba.

    — Trunks, este es uno de los momentos en que un buen guerrero debe mostrar paciencia antes de atacar —le respondió en entonación escueta sin dirigirle la mirada.



    Bueno, por un par de minutos el pequeño no dijo nada más y se dedicó a masticar las galletas de un segundo paquete que le compró su abuelita, mirando a su padre con ojos de admiración… Iba a ser fabuloso cuando su hermanito creciera y se fueran con su papá a conquistar planetas en la nave espacial que él, Trunks, estaba diseñando para ese fin; y por supuesto que llevarían a Goten y a Gohan con ellos, faltaba más.



    — Parientes de la señorita Briefs… —al cabo de un breve lapso de tiempo se presentó una enfermera.

    — Aquí estamos, aquí estamos… —la señora Briefs se acercó presurosa a ella, volviendo a guardar el tejido con cuidado—. ¿Cómo está mi Bulmita, cómo está nuestro bebé? —preguntó a continuación sonriendo más que feliz.

    — Los dos están muy bien, aunque… bueno, no fue nada que no se pudiera arreglar —respondió la joven señorita con calma.

    — Oh, seguramente usted se refiere a la pequeña colita de los bebés Saiyajins, todo un amor… imagino que ya se la quitaron —comentó Bunny Briefs sin borrar la sonrisa, haciendo un gesto de ternura.

    — Este… sí, sí, ya no hay problema —la enfermera se mostró algo confundida por tal revelación, pero se recompuso de la impresión muy rápidamente.

    — ¿Y ya podemos pasar a verles? —la rubia dama hizo la petición sin cuestionar por el sexo del recién nacido, algo no muy normal en ella que siempre es bastante curiosa en todos los detalles.

    — Por supuesto, síganme por favor —les indicó la señorita dirigiéndose por el pasillo hacia las camas reservadas de maternidad. La señora Briefs le acompañó de inmediato.

    — Anda, Vegeta, ¿acaso no quieres conocer a tu nuevo hijo?... vamos, Trunks, no dejemos que tu abuelita sea la única —el Dr. Briefs se levantó y llamó a su yerno y a su nieto con voz amable y jovial, encaminándose tras su esposa.



    Ambos, padre e hijo, fueron con ellos, aunque el niño se adelantó a su progenitor al correr un poco para alcanzar a sus abuelos. Toda la familia entró en la cómoda habitación que le habían proporcionado a Bulma para su descanso antes de darla de alta, y ella ya cargaba en brazos a su pequeño bebé mientras le arrullaba con amor cantándole una canción de cuna.



    — Bulmita, sonríe por favor… y no olvides presumir a nuestra pequeña —Bunny Briefs ya iba más que lista con cámara de video en mano, enfocando a su hija cuidadosamente para no desenfocarla.

    — Mira, mamá, mi niña es la más bonita de todas… tan linda como yo —la aludida hizo lo que su madre le indicaba en tanto sonreía grandemente levantando un poco al nuevo integrante de la familia, y así pudieron ver que de verdad era una pequeñita a todas luces. Un delicado mechón de cabello celeste cubría su cabecita y tenía los ojitos cerrados como si estuviera dormida profundamente.

    — ¡Ay, pero que preciosa cosita! —exclamó la señora Briefs con emocionada voz sin dejar de grabar.

    — Esto es un gran acontecimiento que debemos celebrar —comentó el Dr. Briefs sin ocultar su gozo.

    — ¿Entonces mi hermanito sí resultó ser siempre una niña?... ah, yo quería un niño para jugar —Trunks se metió en la conversación pasando muy cerca de su abuelita, plantándose al lado de la cama para tener una mejor vista de la recién nacida.


    Ahora ni pensar en instruir a un pequeño Vegeta en una nueva Cámara de Gravedad que había pensado en crear para ellos solos, la cual podrían usar sin la supervisión de su papá… todas sus fantasías se derrumbaron como un castillo de arena golpeado por las olas del mar. Lo peor iba a ser comunicárselo a Goten.



    — ¿Y eso qué tiene de malo, eh? Tú conoces perfectamente sobre la probabilidad y por esto no debería extrañarte —le cuestionó su madre con algo de reproche y enseguida volvió la vista hacia donde se encontraba su consorte, llamándole la atención con irritada voz—. Oye, Vegeta, ¿acaso piensas quedarte ahí parado sin conocer a nuestra primorosa hija? —le dijo.



    Y es que el Príncipe se mostraba bastante escéptico por lo que estaba escuchando… ¿una niña Saiyajin, qué significaba eso? Bueno, la respuesta a dicho planteamiento era algo que únicamente su mujer podría aclararle, pero la situación representaba un cambio drástico en sus planes de conquistar el Universo (literalmente se fueron al caño), pues nunca le había pasado por la cabeza el entrenar a una chica por más Saiyajin que fuera.



    — Oye, mamá, ¿estás segura que mi hermanita es hija de papá? —la interrogante de su hijo mayor le dio un pequeño respiro para no explotar en rabia, porque Trunks miraba a su hermanita con gran detenimiento.

    — Oh, Trunks, ¿cómo puedes pensar eso de mí? ¿Crees que yo sería capaz de engañar a tu padre? —obvio que la científica se mostró ofendidísima por la difamación de su primogénito… ya le daría su correctivo cuando estuvieran en casa.

    — Bueno, es que es igualita a ti… ¿de verdad no te clonaste? —el niño insistió en el tema ya que, por lo que sabía, aunque los caracteres pudieran ser heredados de padres a hijos no era muy común el que un hijo se parecieran al cien por ciento a uno de sus progenitores.

    — Ya déjate de tonterías, Trunks, esa niña es tan Saiyajin como tú… sólo tienes que sentir su KI y podrás darte cuenta que es mucho mayor que el de tu madre —bien, era el momento en el que Vegeta tenía que tomar la palabra y le hizo la corrección a su hijo empleando un tono de voz bastante serio.

    — Además, por si todavía tienes dudas, tengo la colita de tu hermana guardada en una bella caja decorada que está junto a la ropa con la que llegué al hospital, justo como conservo la tuya en el rincón de Capsule destinado a tus trofeos, medallas y diplomas —recalcó Bulma dándose su importancia. Enseguida volvió la vista a su marido lanzándole una mirada de enfado—. ¿Y bien, Vegeta?, estoy esperando a que te acerques —le espetó conteniendo sus ganas de gritar.

    — Trunksiee, cielito, creo que tus papis tienen mucho de qué hablar… —Bunny Briefs interpretó correctamente las miradas que su hija y su yerno se lanzaron el uno al otro, lo que auguraba una discusión muy grande, así que, tomando la mano de su nietecito determinó en salir de la habitación con prontitud.

    — Lo mejor es ir a cubrir la cuenta, así que bien puedes acompañarme —el buen doctor entendió lo mismo y apremió el paso a ambos.

    — Este… sí, abuelo, como tú digas —y claro que para el pequeño no pasaron desapercibidas dichas miradas, así que no se hizo del rogar y se retiró con sus abuelitos.

    — Bulmita, Vegeta, sean felices y coman perdices… —fue la despedida de la señora Briefs cerrando la puerta de la habitación con mucho cuidado.

    — Vegeta, ¿se puede saber que estás pensando?, ¿por qué no te acercas? —fue el reclamo de Bulma a su marido, conteniendo sus impulsos por tener a la chiquilla en sus brazos.

    — … ya me suponía yo que volverías a jugarme una mala pasada porque eres una marrullera… —le respondió éste ya sin disimular su desagrado, después de observar a la bebé de reojo—… pero no creas que voy a rebajarme más por esa mocosa —puntualizó.

    — ¡Pues no creas que mis hijos y yo te necesitamos, bruto bueno para nada! —la paciencia de la Briefs tenía un límite y al final gritó toda su frustración, herida en lo más profundo porque el hombre de su vida conservara una actitud tan fría. Ni se preocupó por haber despertado a su pequeña hija con su clamor—. ¡Vamos a vivir muy bien sin ti! —remarcó con desencajada voz.

    — ¡Para lo que me importa! ¡Estaré mejor solo! —respondió el Príncipe también sin medirse, sintiéndose utilizado.

    — ¡Entonces lárgate de una buena vez y déjame en paz! —repuso la científica conteniendo el llanto, era tanto su coraje que le calaba las entrañas.



    La que ya no pudo contenerse y se soltó a llorar fue la pequeña criatura, impresionada por la escena que estaba escuchando, como si intuyera que todo ese escándalo armado por sus padres tenía que ver con ella. Su llanto fue lo suficientemente fuerte y agudo para silenciar momentáneamente a sus progenitores.



    — ¿Ya ves lo que hiciste, tonto?, ¡asustaste a nuestra hija con tus gritos! —Bulma bajó la voz para arrullarla cuidadosamente, pero no por ello desistió de reprocharle a su consorte.

    — ¡Bah!, la escandalosa que despertó a la escuincla fuiste tú… ahora es sólo tu problema —Vegeta no se conmovió aunque de igual manera disminuyó el tono. Presto se dirigió a la ventana, hastiado de estar ahí, y la abrió sin ningún cuidado, remarcando sus últimas palabras antes de salir volando para perderse en la lejanía.

    — ¡Ush, Vegeta, sigues siendo un idiota de primera!... ¡pero esto no se va a quedar así, ya verás que volverás mañana! —y la científica reanudó su rabioso llanto soltando un grito levemente ahogado, consiguiendo que la bebé llorara también. Presurosa la meció una vez más—. Tranquila, mi pequeñita, mami está aquí y no va a dejarte sola —le dijo recomponiendo un gesto alegre mientras la apretaba amorosamente y con cuidado, dándole varios besos en las mejillas.



    Y en el área administrativa del hospital…



    — Mi papá ya se fue… —Trunks advirtió como se alejaba el KI de su padre así que en su rostro infantil se dibujó un gesto de abatimiento—. De seguro se pelearon —añadió apesadumbrado refiriéndose a sus progenitores.

    — Oh, Trunksiee, amorcito, hay veces en que los papis y las mamis tienen sus diferencias… pero eso es parte de la chispa de un matrimonio como el suyo, donde los dos siempre quieren tener la razón y la última palabra —Bunny Briefs, por el contrario, no pareció nada preocupada y le acarició la cabellera con cariño, sonriendo divertida.

    — Bueno… yo creo que a veces son unos exagerados —bien, una cosa es ser un niño observador y curioso y otra muy distinta es ser un fisgón en cuanto a la forma en la que sus padres llevaban su vida marital, pero no se quedaría callado sin dar su opinión.

    — Trunks, pequeño, no hay porque ponerse así… es normal que tu padre se sienta algo traicionado y desencantado ya que él quería tener otro niño tanto como tú querías un hermanito —comentó el Dr. Briefs en tono despreocupado después de liquidar su adeudo—. Pero se repondrá pronto, ya lo verás, y de igual forma debes hacerlo tú ya que tu mamá va a necesitar de todo tu apoyo para cuidar a tu hermanita —agregó en tono despreocupado.

    — Pero es que… una hermanita… yo no sé cómo mi papá y yo vamos a entrenar con ella, ni cómo vamos a ir a conquistar planetas… —el chiquillo no podía tomarse las cosas como si nada, y externó su descontento con desilusionada voz.

    — Vamos, mi muchachito, arriba ese ánimo… tu hermanita también es una Saiyajin y ya le llegará su momento —el buen doctor rió brevemente y minimizó el asunto con un despreocupado movimiento de la mano.

    — Se verá tan adorable en un lindo trajecito de entrenamiento rosa y femeninas botitas… ¡toda una princesita! —Bunny Briefs puso un gesto soñador de sólo imaginar a la niña luciendo un diminuto uniforme Saiyajin rosa pastel.

    —… — y Trunks miró a su abuelita con gesto horrorizado… ¿un traje de entrenamiento color rosa?, ¡qué asco!

    — Bien, Trunks, lo importante ahora es ir con tu madre para consolarla, pues es seguro que está muy sentida después de haber discutido con tu padre —fue el último comentario del Dr. Briefs tomándolo de la mano para dirigir sus pasos de vuelta a la habitación.



    Y llegaron muy a tiempo ya que Bulma sollozaba a la par de su hija sin poderse contener, y la pequeña lloriqueaba agudamente al no poder alimentarse como Kami manda.



    — ¡Oh, Bulmita, ya estamos aquí! —muy solícita la señora Briefs se acercó a su hija para ayudarla tomando a la recién nacida entre sus brazos, arrullándola y hablándole con amor procurando tranquilizarla—. Ya, corazoncito, mi princesita, ya no llores…

    — Gracias… ¡snif!... gracias, mamá… ¡snif!... ¡es la depresión postparto, sólo es eso!... ¡snif!... —la joven madre intentó controlar el llanto al tiempo que justificaba su conducta tan inadecuada.

    — Mamá… —Trunks no sabía ni que decir, angustiado más que nada por su pobre hermanita que berreaba lastimeramente. Era un crimen no darle de comer.

    — Bulma, hija, no deberías molestarte con Vegeta de esa manera, después de todo no lo preparaste para ser padre de una niña —el Dr. Briefs se dirigió a su hija con una seriedad poco habitual en él, llamándole la atención por esa falta cometida contra su yerno.

    — ¡Buaaaa… Vegeta es un idiota bueno para nada… buaaaa… un cretino… un tonto… buaaaa! —más, en lugar de apaciguarse, Bulma empezó a llorar con gran sentimiento.

    — Mamá… —está vez el chiquillo se sintió apenado por sus padres… a veces se comportaban más como niños que él.

    — ¡Oh, Trunks, si tú también quieres largarte como tu padre no te detendré!... ¡snif!... ¡Al fin que tu hermanita y yo somos mujeres independientes!... ¡snif, snif! —la científica volvió la vista hacia su hijo mayor sin dejar de llorar, limpiándose la nariz sonoramente.

    —… pero… pero mamá… yo no quiero irme de la casa… —respondió el pequeño a media voz.

    — Bulmita, querida, nuestra princesita ya tiene hambre… —Bunny Briefs intentó llamar su atención porque la recién nacida continuaba llorando. Casi parecía ahogarse en su propio llanto.

    — Basta ya, Bulma, contrólate por favor y atiende a la niña —por lo que el Dr. Briefs consideró que ya era suficiente y sacudió un poco a su hija para hacerla reaccionar, puntualizando con enérgica voz—. Ya sabes que Vegeta va a volver tarde o temprano, así que concéntrate en lo que ahora es prioritario.

    — Oh, es cierto… ¡mi niña! —ello fue suficiente para que la joven científica recuperara la conciencia y volviera su atención a la pequeña bebé—. ¡Oh, tesoro, cuanto lo siento! —y la tomó en brazos para alimentarla, acariciándola amorosamente. La criaturita succionó con avidez y se tranquilizó en cuanto su estomaguito recibió el primer alimento, soltando un profundo suspiro de tranquilidad—. Mamá, papá, Trunks querido… lamento haberlos preocupado —fueron sus palabras en tono de disculpa mirando a su familia con ojos llorosos.

    — Descuida, querida, no debes alterarte para no alterar a la bebé… —le dijo su progenitora sonriéndole como de costumbre, teniendo presta la cámara de video para grabar la tierna escena—. El álbum de nuestra princesita estará lleno de lindos recuerdos como el de Trunksiee —agregó en tono soñador y emocionado.



    Trunks y el Dr. Briefs también soltaron un suspiro de alivio pues la calma retornó a la habitación. Afortunadamente la niña se había agitado tanto al llorar que no tardó en dormirse otra vez en cuanto satisfizo su hambre, lo cual ocurrió en cuanto dejó el pecho de su madre más que vacío, y eso a su vez agotó a Bulma en extremo.



    — No recuerdo haberme cansado tanto con Trunks… —dijo la científica con ahogada voz en cuanto acomodó a la pequeña en la cama.

    — Es que no te pusiste tan sentimental con Vegeta a pesar de que también tuvo que irse de inmediato —le recordó su madre sin dejar de tomarle fotos a la recién nacida desde todos los ángulos posibles.

    — Bueno, tal vez tienes razón, como en esa ocasión él tenía que entrenar… pero ahora es distinto… ahora… ¡ajum!, en fin, ya hablaremos de ello en cuanto regrese a la casa —bien, a Bulma no le quedó más que admitir indirectamente su error al no estimar adecuadamente la predecible reacción de su consorte con respecto a la niña, así que, disimulando su resignación con un bostezo, se acurrucó en la cama dispuesta a dormir.

    — Tú no te preocupes por nada y descansa, querida, mañana estaremos aquí a primera hora —señal que el buen Dr. Briefs interpretó adecuadamente como la invitación a retirarse. Con toda la calma del mundo apagó el cigarrillo eléctrico que había estado fumando y tomó a su esposa de los hombros para llevársela con él—. Anda ya, cariñito, debemos irnos.

    — Dulces sueños, Bulmita, y no vayas a apachurrar a la princesita —la rubia y sonriente señora guardó la cámara y se despidió con mucho cariño de su hija.



    Mientras el pequeño Trunks continuaba perdido en sus pensamientos… hacía más de quince minutos que no sentía el KI de su padre, ¿pues qué tan lejos había ido y a dónde se había metido?



    — Vamos, Trunks, dejemos a tu mamá y a tu hermanita para que puedan dormir a gusto —le llamó su abuelo amablemente haciéndolo volver a la realidad.

    — Sí, abuelo, ya voy… adiós, mamá, despídeme de mi hermanita —el niño se acercó a su madre para darle el beso de las buenas noches, pero no se animó a besar a su hermana para no despertarla por enésima ocasión y hacerla llorar.

    — Nos vemos mañana… ¡ajum! —y ella correspondió la despedida cerrando los ojos.



    Como a nosotros sí nos interesa ver a dónde fue el Príncipe Saiyajin con tanta prisa, sigamos sus pasos y adentrémonos en sus pensamientos.



    Vegeta voló sin rumbo fijo por espacio de una hora, convertido en SS2 bien pudo darle la vuelta a la tierra sin esforzarse demasiado. Al final aterrizó cerca de un lago situado en un espeso bosque entre unas montañas. Se sentía tan frustrado que no sabía que más podía hacer.



    — Esa maldita Bulma… de seguro hizo alguno de sus trucos baratos para… para esto… —escupía entre dientes abriendo y cerrando los puños—. ¡Carajo, maldita y mil veces maldita mujer! —y ya sin poder contenerse lanzó un disparo de KI con la potencia suficiente para destruir la montaña que se encontraba más cerca, asustando a una pequeña y curiosa ranita que había estado observándolo con cautela.



    En ese momento surgió otra energía de entre los árboles y consiguió desviar la suya para que las dos explotaran en el cielo.



    — ¿Pero qué…? —masculló asombrado.

    — ¡Uf, menos mal que llegué a tiempo! —un joven de negra cabellera asomó por ahí—. ¡Hola, Vegeta, me da gusto saludarte después de tanto tiempo! —y se le acercó sonriéndole con timidez.

    — Ah, sólo eres tú… —el Príncipe lo reconoció en seguida y se cruzó de brazos rumiando su fastidio. Claro, ¿quién más podía hacer eso sino ese mozalbete?

    — ¿Acaso te pelaste con Bulma para querer destruir la tierra de esa forma? —le cuestionó el adolescente un tanto asombrado mirándolo con curiosidad.

    — ¡Mph!... no molestes y dedícate a tus asuntos, Gohan —era lógico que al Saiyajin adulto no le hacía ninguna gracia verlo, así que le contestó de muy mala manera… ¿por qué precisamente tuvo que encontrarse con el hijo mayor de ese malnacido de Kakarotto? Era el colmo de la mala suerte.

    — Sí, claro… aunque déjame sugerirte que vayas al Templo de Kami – sama y le pidas la Habitación del Tiempo al señor Pikoro por un par de horas, así podrás desahogarte sin dañar el Universo —el muchacho no se inmutó e incluso se tomó la molestia de proponerle algo sonriendo una vez más.



    En realidad esa idea no sonaba tan mal, pues en dicha habitación podía tomarse algunos meses para definir su estrategia; pero claro que no se rebajaría a agradecerle a Gohan por ello, faltaba más.



    — ¡Lo que yo haga o deje de hacer es cosa que no te importa! —le espetó fieramente antes de salir volando.

    — Vaya… está vez sí deben haber discutido en serio —comentó un sonriente Gohan viéndolo partir. En seguida retomó su camino con rumbo hacia una cercana población al Monte Paoz, volando por lo bajo—. Si no me doy prisa con las compras es seguro que mamá se enojará conmigo —dijo para sí.



    Y más veloz que un rayo el Príncipe Saiyajin arribó al Sagrado Templo de Kami – sama, aterrizando sin mucho cuidado en el patio principal.










    Nota de la autora: dejemos las excusas de lado, espero que les haya gustado el capítulo y haya valido la espera. Ahora la pregunta es ¿le dirá Pikoro algo a Vegeta para convencerlo de volver con su familia?... eso es seguro, pero nos divertiremos con eso y otras cosas más, pues lo trascendente va a ser ponerle nombre a la pequeña Saiyajin para presentarla en sociedad, y ya veremos cómo se arreglan Bulma y Vegeta respecto a tan importante tema. Nos vemos, también estoy avanzando en “El Universo está en juego…” y pronto lo presentaré.
     
    Última edición: 20 Abril 2015
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    awwwww...hermoso capitulo del nacimiento de Bra amiguis :) te quedo muy bien <3
    Me dio iras que Vegeta no se quedo en el hospital acompañando a su hija y esposa jaja pero espero que en capitulo futuros pongas momentos entre Padre e Hija osea que Vegeta empieze a querer a Bra , que le de cariños que le carge y esas cosas jaja XD
    Animos y te esta quedando hermosooo!!!! :)
     
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    Una decisión del más allá.
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    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    25
     
    Palabras:
    7752
    Capítulo 22.



    En el capítulo anterior…


    — … ya me suponía yo que volverías a jugarme una mala pasada porque eres una marrullera… —le respondió Vegeta a Bulma ya sin disimular su desagrado, después de observar a la bebé de reojo—… pero no creas que voy a rebajarme más por esa mocosa —puntualizó.



    Nota inicial: Las excusas sobran, así que sin más les dejo disfrutar de la narración; lo principal será el ponerle el nombre a la niña, algo que el Príncipe Saiyajin va a tomarse de manera personal ¿En serio pensó Vegeta que nunca querría a su hija?... ☺☺.




    Recordemos que el Príncipe Saiyajin arribó al Sagrado Templo de Kami – sama aterrizando sin mucho cuidado en el patio principal. Sin ningún respeto empezó dar voces para llamar la atención de los habitantes del lugar.



    — ¡Oye, Pikoro, insecto, sal de donde quiera que estés para que te rompa la cara! —exclamó a voz en cuello.


    — Señor Vegeta, “Pikoros” y el joven Kami – sama se encuentran “entrenandos” adentro… —quien se presentó de inmediato fue Mr. Popo, hablándole cortésmente con bastante seriedad—… si usted “gustas” esperarlos en seguida le atenderán.


    — ¡Yo no espero a nadie, pedazo de mierda! —obvio que Vegeta no estaba de buen humor para nada así que le lanzó al buen hombre un breve pero potente rayo de Ki. Afortunadamente éste es bastante ágil a pesar de su apariencia regordeta y pudo esquivarlo sin ninguna dificultad. Las que no tuvieron la misma suerte fueron las palmeras cercanas.


    — De verdad lo “sientos”, señor Vegeta, pero tiene que esperar —repitió Mr. Popo sin alterarse ni un ápice por lo sucedido.


    — ¡Argh, mejor me voy de aquí! ¡Ni siquiera sé a qué diablos vine! —replicó el colérico Saiyajin antes de elevarse, lanzándole a su interlocutor una mirada de rabia.


    — Si usted se “vas” no podrá entrar en la Habitación del tiempo… —observó el hombre de piel oscura dando en el clavo, ya que el Príncipe pareció calmar su ira ante el recordatorio.


    — ¡Mph!... está bien, sólo por ello esperaré una hora, no más —ante ello se encaminó al interior del Templo y al llegar frente a la entrada de la citada habitación se cruzó de brazos en postura erguida, dispuesto a hacer tiempo.



    Al cabo de media hora ya mostraba signos de impaciencia tamborileando los dedos de una mano sobre el antebrazo contrario.



    — Ese Pikoro mal nacido… —masculló entre dientes. Para su buena fortuna el nombrado namek hizo su aparición acercándose a él con paso firme.


    — Si tantas ganas tienes de pelear con alguien deberías invitar a Gohan a tu preciosa Cámara de Gravedad —le dijo el alíen de piel verde al llegar a su lado mirándolo directamente con desagrado. Al instante adquirió la misma pose de brazos cruzados.


    — Ahórrate el comentario, ese mozalbete es un tonto bueno para nada —resopló el Saiyajin en tono tajante para expresar su aversión al hijo mayor de Gokú… cualquier cosa que le recordara a su némesis era mejor mantenerla lejos. Después cambió el tono por uno sutil y sarcástico para añadir—. Si tú no quieres pelear contra mí confirmaré que eres un pobre perdedor.


    — ¡Mph!, no es mi culpa que hayas peleado con tu mujer por causa de la niña que acaba de nacer —le reviró el namek de igual manera.


    — ¿Qué fue lo que dijiste? —obviamente que Vegeta no estaba del mejor humor para escuchar críticas sobre su vida familiar, así que cambió la postura por una más retadora.


    — Sólo digo la verdad… —observó Pikoro sin inmutarse apenas, consciente de que el mal genio de su interlocutor no era para tomarse tan en serio. Rápidamente le refrescó la memoria al mencionar lo siguiente—. Te doy un mes de plazo dentro de la Habitación del Tiempo, nada más… si no te parece puedes irte por donde llegaste —puntualizó de manera tajante al final.


    —… —por un segundo pareció que el Saiyajin le daría un puñetazo, más se lo pensó mejor y en su cara se reflejó la aceptación al serenar su gesto—… bien, no necesito mucho tiempo.



    Sin más que decir Pikoro abrió la puerta que conducía al interior del antes mencionado recinto y en cuanto el Príncipe Saiyajin hubo cruzado el umbral cerró fuertemente.



    — Voy a empezar a cobrar por esto… —masculló al retirarse con paso firme hacia el interior del Templo.



    Dendé le dio alcance al doblar en una esquina y los dos tomaron rumbo desconocido.



    — Señor Pikoro, ¿cómo se encuentra el señor Vegeta ahora? —fue la pregunta del jovencito namek empleando un tono de curiosidad y duda, pues habían contemplado lo sucedido en la Tierra hace unas horas; eso explicaba que estuvieran al tanto del hecho.


    — Ese papanatas es todo un caso… —le respondió el adulto acoplando su paso con el de él, sonriendo brevemente en una mueca burlona—. Casi estoy seguro que es más arrastrado con su mujer que Gokú con la suya —añadió convencido.


    — Pero, ¿usted cree que…? —Dendé no dudó en mostrar su preocupación por lo que pudiera pasar con esa familia.


    — Descuida, por más molesto que Vegeta parezca al final volverá con ella ya que es la única que lo soporta —pero Pikoro negó con la cabeza a modo de demostrar la imposibilidad de un rompimiento.



    Y dentro de la Habitación del Tiempo podemos ver a Vegeta enfrascado en un intensivo entrenamiento intentando no pensar en Bulma ni en la niña recién nacida… verdaderamente tenía la urgencia de despejar la mente y aclarar sus ideas. Al cabo de un tiempo que se le hizo infinito notó como las energías le abandonaban y se obligó a detenerse dejándose caer en el blanco suelo sin fin. Respiraba entrecortadamente haciendo un esfuerzo sobrehumano para olvidar lo que le molestaba tanto, pero su pecho estallaría si continuaba negándoselo.



    — ¡Argh, esa Bulma es una… es una…! —al final la rabia que sentía lo obligó a expresarse en voz más que alta, rechinando los dientes y apretando los puños—. Ahora no tengo duda en que utilizó alguno de sus dichosos experimentos para engendrar a esa mocosa… ¡Demonios, maldita sea!


    — ¿Y qué piensas hacer ahora? —a sus oídos llegó una voz familiar que le hizo dar un respingo… demasiado cerca para su gusto. Se suponía que estaba solo y, además, el dueño de dicha voz ya era un mal recuerdo.


    — ¿Quién anda ahí? —fue su primera reacción incorporándose con velocidad, mirando para todos lados a la vez que disparaba indiscriminadamente varias ráfagas de Ki en todas direcciones—. ¡Anda ya, basura indeseable, muéstrate de una maldita vez!


    — ¡Uf, Vegeta, sigues teniendo un carácter espantoso!... y yo que creía que por vivir en Capsule mejorarías un poco, ahí puedes entrenar sin que te molesten y comer toda la deliciosa comida que quieras, aunque Bulma no era muy buena cocinera cuando nos conocimos —y, efectivamente, sus temores se confirmaron ya que Gokú se apareció a su lado sacudiéndose del erizado cabello todo el polvo que se había levantado por las explosiones. Sonriendo divertido le miró con curiosidad—. ¿Qué cuentas de nuevo, eh? —le preguntó con su desfachatez habitual.


    — ¿¡Se puede saber qué haces tú aquí!? —le espetó el Príncipe conteniendo su cólera, dispuesto a soltarle un puñetazo a la menor provocación—. ¡Ya estás muerto y así es como debes quedarte! —remarcó crujiendo los dientes de puro coraje.


    — Bueno, sí, no hay duda de que estoy muerto pero… —señaló el de alborotada cabellera como si lo meditara. Después tornó a sonreír—… entonces significa que me extrañas un montón —recalcó feliz.


    — ¡Yo no te extraño para nada, pedazo de idiota! —el golpe que Vegeta había estado conteniendo se estrelló contra Gokú dándole en pleno estómago y mandándolo a volar varios metros hacia el horizonte. El sonido al estrellarse contra el suelo fue estrepitoso.


    — ¡Oye, Vegeta, ese me dolió mucho! —trabajosamente el de peinado punk se levantó y sobó su vientre a la vez que le reclamaba a su coterráneo con ahogada voz.


    — ¡Y aún no termino contigo, insecto! —pero el Príncipe no le dio mucho tiempo ya que se lanzó sobre él tirando puñetazos y patadas a matar.



    Con mucha dificultad pudo esquivar Gokú varios de los golpes, aunque también recibió una gran cantidad, pero en menos de dos minutos se emparejaron las cosas entre los dos Saiyajins.



    — Es todo un gusto saber que continúa entrenando, Vegeta, así serás de gran ayuda para proteger la Tierra y sus habitantes de cualquier otra amenaza —le dijo Gokú a su paisano con verdadera satisfacción mientras aumentaban el ritmo de la batalla.


    — ¡Mph!, ahórrate los comentarios sin sentido, Kakarotto, ya que a mí no me importa lo que le pueda pasar a la Tierra ni a los terrícolas en un futuro —replicó el aludido con desagrado mientras intentaba derribarle buscando un punto débil en su defensa.


    — Vamos, vamos, no te hagas el duro que no te queda… si eso fuera cierto Bulma no te habría convencido de tener otro hijo… —más el de alborotada cabellera no pudo evitar el comentario sobre la más reciente paternidad del Príncipe dirigiéndole una mirada más que significativa sin ocultar una sonrisita picarona.


    — ¡Argh, cierra la bocota! —y esa ligera distracción aunada a que Vegeta estaba bastante sensible respecto al tema bastaron para que Gokú recibiera una lluvia de golpes en directo y varias ráfagas de Ki que lo mandaron derechito al suelo por segunda vez—. ¡Nadie te pidió tu opinión, imbécil hijo de p#*$! —rugió disparando sin piedad alguna.



    Después del centenar de explosiones a su alrededor observamos a nuestro buen Gokú enderezarse del suelo con mucho trabajo, tosiendo levemente.



    — ¡Cof, cof!... en verdad me estoy cansando de esto… —dijo recobrando la compostura y mudando su calmada expresión por una de seriedad en cuanto Vegeta descendió muy cerca suyo.


    — Eres una sabandija molesta y resistente… —le espetó el Príncipe mirándolo como si le deseara la peor suerte del mundo, encontrándose ya en su muy usual pose de brazos cruzados.


    — Oye, no pensabas que de verdad ibas a matarme dado que, como bien lo mencionaste, ya estoy muerto y pertenezco al otro mundo —se explicó el de peinado punk sonriendo un momento antes de volver a ponerse serio—. Pero bueno, yo en realidad soy tu conciencia interior y necesitaba hablar contigo cara a cara pues de otra forma no me prestarías atención —añadió con gravedad profesional.


    — ¿Mi con… dijiste mi conciencia?, ¿acaso escuché bien? —Vegeta cambió su semblante por uno de extrañeza ante lo que había oído, a lo que la conciencia, a la cual nombraremos como ego, afirmó con un movimiento de cabeza—. Y… entonces, ¿se puede saber porque tienes el aspecto de ese desgraciado de Kakarotto, eh? —claro que el Príncipe no se quedaría con la duda ni mucho menos, por lo que no dudó en expresar su inconformidad de muy mala manera.


    — Eso no lo sé… pero supongo que en el fondo le tienes una gran estima a este sujeto ya que lo mantienes presente en tus pensamientos —observó el ego tras pensarlo una fracción de segundo.


    — Lo odio… lo mejor que ese malnacido pudo hacer fue morirse —masculló el Príncipe Saiyajin escupiendo de lado para recalcar su aversión, puntualizando sus últimas palabras para que no quedaran dudas.


    — Está bien, si tú lo dices… si de verdad no te agrada verme como Kakarotto entonces puedo presentarme como Nappa, Raditz, tu padre el rey o inclusive Freezer; escoge el que te parezca mejor —sugirió el ego volviendo a sonreír divertido.


    —… —Vegeta parpadeó varias veces contrayendo el rostro en un tic de asombro y repugnancia, dado que ninguna de las propuestas le parecía mejor que lo que tenía enfrente… por nada del mundo le hablaría a su padre de sus problemas, y ni qué decir del mamarracho de Freezer—… ya déjalo así y dime de una buena vez que es lo que quieres —dijo recomponiendo el gesto y el tono malhumorado.


    — Bien, ¿qué has pensado hacer con respecto de Bulma y la niña? —le soltó el ego a bocajarro poniéndose serio una vez más, cruzándose de brazos.


    — Voy a mandarlas al demonio a las dos —contestó el Príncipe con molestia sacando su coraje a flote—. A mí nadie me va a ver la cara, y menos Bulma —recalcó con acritud.


    — ¿Y también piensas dejar a Trunks? —el ego no parecía muy convencido de su actitud, así que volvió a interrogarle de manera puntual.


    — ¡Bah!, Trunks me buscará si quiere seguir entrenando… ya es lo suficientemente mayor para saber lo que le conviene —respondió Vegeta restándole importancia.


    — ¿O sea que piensas dejar Capsule para vivir en cualquier apartado lugar de la Tierra, dejando todas las comodidades y ventajas tan sólo por un capricho? Esa no es la conducta que debe tener un Príncipe —su interlocutor le habló en tono acusador.


    — ¿Capricho has dicho? —y por ello el Saiyajin volvió a exacerbarse—. ¡Bulma no tenía ningún derecho de tratarme como tonto! —refunfuñó ofendido.


    — En eso estamos de acuerdo pues no tenía ningún derecho, aunque… —bien, el ego encontró la manera de abordar la situación desde un punto de vista más sensato—… eso significa que no te afectara que otro hombre llegue a su vida y tome para sí lo que es tuyo —opinó empleando una entonación de gravedad, mirándolo a su vez con reprobación.


    — Oye, no me estarás diciendo que… que ese tipo de nombre extraño… —y esas palabras sirvieron para confundir un poco a Vegeta. Entonces si dejaba a Bulma y a su familia algo malo podría pasarles.


    — Exactamente a eso me refiero.Ese tal Yamcha sigue husmeando de cerca y puede presentarse como su salvador en cuanto tú te vayas de Capsule —detalló su interlocutor moviendo afirmativamente la cabeza—, y, además, podría asumir el papel de padre adoptivo para Trunks y la pequeña Princesa. ¿Te gustaría que pasara eso? —le cuestionó al final taladrándolo con la mirada.



    Al estar demasiado molesto con Bulma Vegeta no se había puesto a pensar realmente en las consecuencias de darle fin a su unión. Y, aunque no lo admitiera abiertamente ante nadie, y al decir nadie también vienen incluidos los mismísimos residentes de Capsule, la realidad es que ya no concebía vivir la vida sin todos ellos, su familia con todo y los señores Briefs. No, definitivamente no le dejaría su lugar en esa casa a un cualquiera, ni permitiría que otro sujeto se llevara el crédito de padre ante sus herederos.



    — ¡Mph!, Bulma es mi mujer y los mocosos son mis hijos, y yo me basto para cuidarlos… si algún insecto quiere quitármelos o hacerles daño no dudaré en matarlo —recalcó decidido apretando los puños.


    — Ese es el verdadero comportamiento de un guerrero Saiyajin —lo cual llenó de complacencia al ego, quien volvió a sonreír con satisfacción.



    En cuanto se cumplió el mes dentro de la Habitación del Tiempo Vegeta no esperó más y salió disparado del Templo Sagrado de Kami – sama dirigiéndose presuroso hacia la Capital del Oeste.



    — Por lo menos ese idiota sí tiene sentido común —murmuró Pikoro viéndolo partir, oculto entre las columnas de la sala del Templo.



    Faltaban pocas horas para el amanecer, por lo que el Príncipe Saiyajin dio una vuelta por el hospital asomándose sigilosamente a la ventana de la habitación donde Bulma y la recién nacida dormían plácidamente, e inmediatamente se dirigió a Capsule a esperar por el nuevo día.



    Trunks salió a primera hora para ir a la escuela acompañado por los señores Briefs, quienes consideraban que ya era el momento justo de traer a casa a Bulma y la niña. En cuanto notó la presencia de su padre en el balcón principal de la mansión se entusiasmó mucho y se le acercó volando.



    — ¡Papá, volviste! —exclamó alegremente descendiendo a su lado—. ¿Ya no estás enojado con mi mamá por causa de mi hermanita? —añadió con dudosa entonación, esperando que no lo regañara por atrevido.


    — Los asuntos entre tu madre y yo no son de tu incumbencia, Trunks —le respondió Vegeta con parquedad sin molestarse. Inmediatamente le dirigió una mirada escrutadora—. Acomódate bien la ropa y vete ya a la dichosa escuela que se te hace tarde… entrenaremos en cuanto regreses —agregó en tono autoritario señalándole el defecto de la corbata en su vestuario escolar.


    — Oh, esta corbata es una lata… te veo luego, papá —el chicuelo observó el detalle y se dispuso a corregirlo enseguida, despidiéndose enseguida para volver a lado de sus abuelos.


    — ¡Yujú, Vegeta querido, sírvete lo que gustes para desayunar que hay mucha comida en el refrigerador! —la señora Briefs no pudo aguantar las ganas de saludarlo agitando la mano, regalándole una sonrisa coquetona.


    — Y no tienes de que preocuparte ya que nosotros nos ocuparemos de Bulma y la niña —reiteró el buen doctor Briefs en tono despreocupado, dándole una fumada a su cigarrillo y acariciando suavemente al pequeño gato de compañía que viaja siempre en su hombro.



    Por respuesta el Príncipe les dio la espalda y se adentró en los confines de la mansión con rumbo a la cocina para devorar la principal comida del día antes de reiniciar su rutina… el haber estado todo un mes en la Habitación del Tiempo sometido a un raquítico régimen alimenticio era todo un logro para el voraz apetito de un Saiyajin.



    Y así se pasó ese día sin que Vegeta se tomara la molestia de dirigirle la palabra a Bulma a pesar de haberse cruzado con ella cuando amamantaba a la pequeña recién nacida justo a la hora de comer. Y claro, la científica tampoco quiso incomodarlo ni incomodarse criticándole por cualquier cosa, en el entendido de que lo mejor era darle su tiempo y espacio para que aceptara la realidad sobre su hija. Para los demás miembros de la familia eso no era más que un reajuste de fuerzas volviendo al equilibrio natural, así que no ocurriría nada grave.



    La noche cubrió la ciudad y en Capsule también reinó la calma que precede al descanso. Toda la familia Briefs se estaba divirtiendo de lo lindo disfrutando de una buena película en el Home Teather de última generación diseñado por la compañía, con la excepción de ya saben quién (ese entrenando como siempre), sentados en la amplia sala de televisión. Una hora después Bulma consideró adecuado llevar a la niña a dormir en cuanto la bebé hubo tomado su dos últimos litros de fórmula de ese día, y se despidió de todos de forma amable y cariñosa.



    — Buenas noches, mamá… buenas noches, papá… Trunks, no vayas a dormir muy tarde —les dijo al tiempo que le plantaba a su primogénito el correspondiente beso de buenas noches, reconviniéndole en tono maternal.


    — No, mamá, sólo vamos a ver esta película —respondió el chiquillo sin quitar la vista de la pantalla.


    — Eso espero…


    — Anda ya, Bulmita querida, ve a descansar y dale muchos besitos de buenas noches a nuestro querido Vegeta —le dijo la señora Briefs sin borrar la sonrisa de complacencia.


    — Claro que sí, mamá, se los daré de tu parte —respondió la aludida poniendo los ojos en blanco con disimulo, y se retiró sin decir nada más.



    Para su fortuna topó con su marido en el umbral de la puerta de la alcoba que compartían, y por unos segundos no supo ni que decir ya que el Saiyajin bloqueaba el acceso por la forma en la que se encontraba apoyado. Respiró profundamente mientras contaba mentalmente hasta diez pues no quería iniciar una discusión para no despertar a su pequeña.



    — Vegeta… —le habló utilizando un tono de voz amable y suave.


    — Dame a la mocosa —la respuesta de su esposo la silenció momentáneamente. ¿Le había escuchado bien?


    —… este… ¿de verdad quieres cargarla? —y tras parpadear un par de veces mostrando su escepticismo le interrogó dubitativa.


    — Es mi hija también, así que puedo hacerlo las veces que quiera —se explicó el hombre volviendo la vista para verla de frente. Su expresión, aunque bastante seria, denotaba determinación.


    — Claro, claro que puedes hacerlo… sostenla por aquí con ambas manos —Bulma le sonrió con timidez y le entregó a la pequeña con mucho cuidado, indicándole la manera correcta de sostener a un recién nacido.



    Vegeta se sintió algo torpe al tomar a la criatura de la forma más delicada posible, lo suficientemente suave tratándose de un hombre rudo como él, pero mantuvo la entereza sin renunciar a su cometido. En ese momento la pequeña criatura abrió un poco los azules ojitos y le regaló a su padre una mirada de admiración y ternura y, soltando un breve bostezo, se acomodó entre las fuertes manos masculinas para volver a dormirse. Ese pequeño instante le ocasionó al Príncipe una serie de sensaciones y sentimientos muchos más profundos a los que había sentido cuando su hijo mayor le llamó “papá” por primera vez.



    — Es suficiente… —le dijo a su mujer regresándole a la niña con prontitud, casi como si tuviera miedo de romperla y para no perder el control de sus emociones—. Ya me encargaré de ponerle un nombre a la mocosa —agregó metiéndose a la habitación, evitando volver a mirarla.


    — Me parece bien —le respondió ella sin dejar de sonreír conmovida, y se dispuso a acostar a la bebé en la cunita que sus padres le regalaron.



    Bulma no esperaba que Vegeta se disculpara con ella en voz alta, pero esta acción era más que suficiente para confirmar el naciente amor de un padre por su pequeña hija.



    Un par de días después…



    — Vegeta, necesito que me acompañes al hospital para llevar el control pediátrico de nuestra hija y que reciba sus correspondientes vacunas —le dijo Bulma a su consorte esa mañana antes que terminaran de desayunar—. Ah, también tenemos que hacer las compras de la semana —completó al tiempo que levantaba una buena cantidad de platos sucios para colocarlos en el lavavajillas.



    Casualmente los señores Briefs se habían ido de viaje a la Capital del Sur y no volverían hasta el fin de semana, y Trunks ya estaba camino al colegio.



    — ¿Qué?... —rezongó éste sin levantarse de su lugar después de beber un último galón de jugo—. ¿Pretendes que pierda mi valioso tiempo contigo en vez de entrenar? —le cuestionó duramente.


    — ¿Y por qué no irías conmigo, eh? —le reclamó ella un tanto irritada a la vez que tomaba en sus brazos a la pequeña bebé sacándola de su moisés. Como la recién nacida ya había desayunado opíparamente se encontraba bastante tranquila—. Por si no te has dado cuenta has vaciado el refrigerador y la alacena con tu manera de tragar, y por ello es necesario adquirir más comestibles para completar la semana… pero si no quieres venir mejor para mí, así me ahorraré el gasto en el restaurante —recalcó y se dispuso a abandonar el comedor junto a su hija, dándose su aires de importancia con sus últimas palabras—. Vamos, tesoro, tú y yo tenemos que vernos más hermosa para saludar al doctor Nishigaki —su voz se dulcificó al dirigirse a la bebé, y se retiró de ahí contoneándose como si nada.



    La científica sabía perfectamente cuál era el lado más susceptible de su esposo: la oportunidad de comer todo lo que quisiera en uno de los mejores restaurantes del centro comercial no se la perdería por nada, aunado al hecho de que no le agradaba la idea que un cualquiera como el doctor Nishigaki, con todo y ser el médico de cabecera de la familia, estuviera muy cerca de ella. Sin decir esta boca es mía la siguió con rumbo a la habitación.



    Ya muy bien arreglados para la ocasión se dirigieron con rumbo al hospital en el vehículo último modelo desarrollado por la empresa.



    La revisión de la chiquilla no les llevó mucho tiempo debido a que se soltó a llorar fuertemente en cuanto le pusieron la vacuna, y el tranquilizarla le tomó a Bulma por lo menos un cuarto de hora. Y tampoco tuvo el tiempo suficiente de contarle al doctor Nishigaki sobre sus malestares en relación a los tres kilos de sobrepeso que aún tenía y qué dieta le recomendaba seguir porque en el rostro de Vegeta ya se reflejaba el descontento dado que, en su opinión (la del Saiyajin, aclaramos), ese sujeto la estaba mirando demasiado.



    Afortunadamente apenas era mediodía y ya habían hecho las compras indispensables de la semana y ahora recorrían el centro comercial revisando los escaparates, y eso porque en Bulma surgió la urgencia de comprarle zapatos nuevos a Trunks, camisas para Vegeta y una gran variedad de adornos de cabello para peinar a su nena.



    — ¡Se verá tan linda con ese moño! —dijo encantada en cuanto abandonó la última boutique donde había entrado cargando con la pequeña somnolienta, guardando en su bolso el diminuto paquete que había adquirido.



    “Sólo un poco más y podremos ir a comer”, se dijo Vegeta internamente disimulando su hastío, pues es lo que estaba esperando y por eso todavía se encontraba en ese odioso lugar.



    — ¡Oh, necesito comprarme eso ahora! —desgraciadamente le auguraba otra media hora de suspenso pues su mujer se precipitó al interior de otra tienda en cuanto vio en un escaparate algo que llamó su atención.



    “¡Mierda!”, sin más remedio le siguió pero se guardó bien en entrar a ese lugar al observar el tipo de mercancía que en él se ofertaban, así que se quedó muy firme parado frente al acceso. Entonces Bulma salió para buscarle.



    — Vegeta, por favor cuida de nuestra hija ya que voy a probarme unos camisones divinos —le dijo y sin más le entregó en sus brazos a la bebé dormida… bueno, aunque no quisiera no podía negarse a cargarla—. Si llora no dudes en llamarme —recalcó y volvió a adentrarse en el local.



    OK., para no pasar por incompetente intentó por todos los medios acomodarse mejor a la pequeña criatura, pero se movió tanto que terminó despertándola.



    — Diablos… —masculló entre dientes un tanto nervioso en cuanto los ojitos azules le miraron fijamente con curiosidad—. Oye, no se te ocurra llorar ahora, ¿te quedó claro? —por lo que le habló en tono de advertencia sin elevar la voz, esperando no alterarla.



    Por toda respuesta recibió una gran sonrisa de parte de la niña, e inclusive ésta quiso agarrarle el rostro al tiempo que hacía gorgoritos de felicidad mostrándose más que tranquila.



    — Eso es, muy bien… ese es el comportamiento de una Princesa —por ello el Saiyajin soltó un suspiro bajo de tranquilidad relajándose de inmediato y también le sonrió con timidez, agradecido de no llamar la atención.


    — ¡Ay, pero que padre tan amorosito tenemos aquí! —el sonido de una voz chillona bastante cerca suyo le hizo dar un respingo y levantar la vista. Al ver bien a la que le hablaba no pudo dejar de observar que se trataba de una tipa de lo más tonta y fea (es su opinión muy personal, yo no discrimino a nadie).


    — ¿Qué quiere? —le espetó a la dama sin pizca de educación al tiempo que abrazaba un poco más a su hija, quien por cierto mudó su sonriente semblante por uno receloso a la vez que se acurrucaba en el paternal pecho.


    — No te enojes, buen mozo, lo que pasa es que se me hace tan lindo el ver a un hombre como usted cuidando a un bebé —se explicó la señora sonriendo tontamente—. ¿Acaso eres padre soltero? —le preguntó a continuación con bastante curiosidad, dedicándole una coquetona caída de pestañas.


    — ¡Qué te importa! —fue la brusca respuesta de Vegeta y se alejó de ella metiéndose a la boutique.



    Inmediatamente se arrepintió de su decisión, pero era mejor estar ahí adentro buscando a su mujer que soportar a una loca como esa allá afuera. Sin importarle que algunas damas lo miraran con desaprobación y otras con interés levantó la voz para llamarla.



    — ¡Oye, Bulma!, ¿en dónde m#$% te metiste? —voceó por todo lo alto en tanto dirigía la vista a todas direcciones.


    — ¿Puedo ayudarle en algo?... —una de las señoritas dependientes se le acercó y le habló en tono respetuoso tal y como correspondía a su papel—… ¡Ay, pero que linda nena tiene usted! —pero se distrajo al instante cuando miró a la pequeña recién nacida, y no pudo evitar una exclamación de ternura—. ¿Es su hija? —le preguntó a continuación, ya que tal vez no concebía que un hombre tan bravucón como él pudiera ser tierno con una bebé.


    — No, que va, me la encontré por ahí y decidí quedarme con ella… ¿acaso no es obvio? —el Príncipe se sintió más irritado ante la pregunta fuera de lugar y le dio la respuesta con aspereza dándole la espalda… o sea, ¿quién en su sano juicio querría cargar con un bebé ajeno? A pesar de todo no había soltado a su hija, llevándola entre sus brazos de forma protectora—. ¡Bulma, maldita sea, deja ya de esconderte que no estoy para tus juegos tontos! —y volvió a levantar la voz haciendo un gran esfuerzo para contener su rabia.


    — Vegeta… ¿no pudiste esperarme cinco minutos? —la aludida asomó la cabeza por la puerta del probador cercano, mirándolo con molestia—. Sólo necesito probarme un par de vestidos para la fiesta de presentación de nuestra hija —le recalcó dándose sus aires.


    — Si no sales en cinco minutos te juro que me voy sin ti —a lo que el Saiyajin no dudó en reprocharle por su falta de sentido común.



    Ante esas palabras la pequeña se soltó a llorar afligida… al parecer no le agradó la idea de que su padre las abandonara a su suerte.



    — ¿Y ahora qué le pasa? —por un segundo Vegeta pareció olvidarse de su malestar y centrar su atención en la llorosa niña, confundido por esa reacción.


    — De seguro ya tiene hambre… —y Bulma no dudó en salir del probador para atenderla de inmediato, pasando por alto el hecho de encontrarse en ropa interior—. Tranquila, preciosa, mami está aquí para atenderte —le dijo dulcemente al tomarla entre sus brazos, acomodándola con prontitud para amamantarla en seguida.


    —… —al ver así a su mujer, luciendo tan provocativa a pesar del sobrepeso que supuestamente tenía, la orejas del Saiyajin enrojecieron intensamente… la dichosa cuarentena la hacía más irresistible—… ¿se puede saber qué diablos sucedió con tu ropa? —le preguntó intentando ocultar su perplejidad.


    — Te dije que estaba probándome un vestido nuevo… —al mirarse con atención y darse cuenta de su estado a la Briefs no le quedó más remedio que sonreírle brevemente a su marido con timidez, dirigiendo después la vista a una de las dependientes. Y es que todas las clientas que se encontraban en la boutique, algunas pocas también acompañadas por sus esposos, y las empleadas del local, se silenciaron momentáneamente ante la escena que tenían a la vista—. Oigan, ¿alguien de ustedes puede ayudarme? —les reclamó con entonación quejosa.


    — Usted disculpe, señorita Briefs, permítame acompañarla para que pueda alimentar a su nena —afortunadamente una de las dependientas se recuperó casi de inmediato y con solicitud se ofreció a conducirla nuevamente al probador.


    — Muchas gracias, eso será de gran ayuda —la científica sonrió complacida y se dispuso a retirarse—. Vegeta, una señorita te entregará las últimas compras que hice, y no te preocupes que nos iremos en cuanto termine de alimentar a nuestra hija —pero antes de eso le dio a su esposo unas cuantas instrucciones.


    — Bien, tienes cinco minutos para terminar —respondió él en tono cortante, y se dirigió al área de cajas para recoger los dichosos paquetes.



    Esperó a que los terminaran de envolver y les echó un vistazo, pareciéndole muy curiosa la leyenda escrita en una de las mentadas cajitas, “Bra Ilusión”… claro, esa prenda era una de las favoritas de Bulma y se veía bastante bien con ella, así que no era raro el que hubiera comprado como una docena.



    La larga espera valió la pena pues al fin el Príncipe pudo saborear la infinidad de platillos servidos en el bufete especial del restaurante más caro y exclusivo de la zona, y para rematar nada mejor que devorar dos veces el servicio a carta en el segundo mejor restaurante. La pequeña no se quedó atrás y como buena hija de su padre acabó con las reservas de leche materna en menos de quince minutos y tuvo que complementar sus necesidades básicas de alimentación con unos tres litros de fórmula antes de caer plácidamente dormida. Y para coronar el cuadro la científica, hambrienta a más no poder por el periodo de lactancia, hizo gala de su apetito al tomar todo el menú bajo en calorías, aunque sólo lo pidió una vez para no romper la dieta.



    Ya se acercaba la fecha de la fiesta de presentación en sociedad de la pequeña recién nacida, con las invitaciones repartidas entre los conocidos de la familia y los amigos más cercanos, pero aún Vegeta no le ponía el nombre a su hija, situación que Bulma no dudó en recordarle dos noches antes del evento.



    — Oye, Vegeta, todavía no me has dicho como se va a llamar nuestra bebé; recuerda que la fiesta es pasado mañana y es necesario presentarla con un hermoso nombre ante todos —le demandó mientras arreglaba a la pequeña para dormir… hasta para eso había que tener estilo, y la chiquilla lo entendía dejándose poner el mameluco sin apenas moverse, entretenida en un juego con sus propias manitas.



    El hombre se hizo el desentendido y entró en el baño para tomar una refrescante y merecida ducha después de un largo día de entrenamiento. En realidad no se sentía muy seguro del nombre que había escogido para su hija unos días atrás, pero es que no encontraba uno mejor dado que no tenía memoria de algún notable patronímico Saiyajin femenino que pudiera ponerle… vamos, ni siquiera se acordaba de su propia madre, con mucha menos razón recordaba cómo se llamaba. Al salir del baño miró a su mujer arrullar a la niña meciéndola en la cuna, pero no le dijo nada y se acostó en la cama dispuesto a descansar.



    — Vegeta, es el colmo contigo, ¿acaso no te importa que nuestra preciosa hija no tenga un lindo nombre? —más Bulma no se quedaría callada, eso ni pensarlo, y volvió la vista para llamarle la atención por desconsiderado. Eso sí, empleó un tono de voz bajo para no asustar a la pequeña somnolienta.


    — ¡Argh, no fastidies, maldita sea!... —resopló el aludido también en voz baja, aunque no pudo disimular su momentáneo descontento. Recostándose sobre su costado izquierdo le dio la espalda—. El nombre de la Princesa será Bra y si no te gusta es tu problema —recalcó a manera de zanjar el asunto en cuestión.


    — ¿Bra?... —la científica pareció extrañada por tan original nombre—… ¿se puede saber de dónde sacaste ese nombre tan peculiar? —le preguntó con curiosidad, dado que no le pareció un nombre Saiyajin.


    — Lo leí por ahí… y me pareció que combinaba con esa palabra que llamas apellido —le respondió el Príncipe sin darle la cara, con sequedad y un gruñido bajo.


    —… Bra Briefs… pues sí, suena bastante armonioso —observó la dama en un murmullo.


    — ¿Puedes dejarme dormir ahora? —rezongó Vegeta echándose la sabana en la cabeza.


    — Claro, claro… descansa, no te molestaré más —Bulma afirmó susurrando y continuó meciendo a la recién nacida hasta que ésta se durmió por completo—. Dulces sueños, mi pequeña Bra —le dijo con dulzura acomodándole cuidadosamente el gorrito para dormir.



    Después, muy contenta, se acurrucó junto a su esposo y, abrazándolo por la espalda, se durmió de inmediato.



    El día de la fiesta llegó y todo en Capsule se encontraba adornado primorosamente para la ocasión, con un gran servicio tipo bufete para deleite de los invitados. Antes del anuncio oficial de presentación de la pequeña hija del matrimonio Vegeta – Briefs nos encontramos a los guerreros “Z” saludándose muy gustosos después de un tiempo sin verse, saboreando las suculentas viandas y platicando sobre lo sucedido en sus pacíficas vidas sin grandes novedades que resaltar, más que el hecho de que la pequeña Marrón, la hija de Krilin y 18, ya podía caminar solita y decir algunas cuantas palabras. Con el año cumplido se veía bastante curiosa trayendo la rubia cabellera peinada en dos colitas, lo cual resaltaba la redondez de su diminuto rostro.



    Y claro que la estrella de show no pasaba desapercibida luciendo como muñequita de aparador durmiendo muy tranquila en su carriola, dado que los adornos de su cabello combinaban a la perfección con su vestido.



    — ¡Oh, pero si es tan linda! —exclamó Milk con voz emocionada después de entregarle a Bulma el correspondiente presente a la ocasión—. Menos mal que se parece mucho a ti —añadió complacida… un punto positivo a favor de su futura nuera.


    — ¿Verdad que sí? —la Briefs no pudo dejar de sonreír con sus ínfulas al máximo. Cuando de genética se trataba ella es una experta, además que siempre conseguía lo que se proponía.


    — Es casi tan bonita como Marrón —opinó Krilin en plan amable llevando a su propia hija en brazos.


    — ¿Cómo que casi, eh? —por supuesto que la anfitriona de la fiesta no le cayó en gracia el comentario, más se guardó el soltarle un merecido coscorrón a su amigo—. ¡Mi hija es la niña más bonita del mundo, grábatelo muy bien en la cabezota! —le puntualizó bastante molesta, fulminándolo con la mirada.


    —… este… no te enojes… yo sólo quería decir… —el pobre peloncito se acobardó ante esa mirada y dio unos pasos atrás, no sea que de verdad ella fuera a golpearlo.


    — Pues tú dirás lo que quieras pero para nosotros nuestra hija es la más bonita, te guste o no —por supuesto que 18 no iba a admitir que su hija no era bonita, faltaba más, así que le lanzó a la científica una mirada retadora al tiempo que le quitaba la niña a su marido.



    Por unos segundos ambas damas se miraron con visible desagrado hasta que Kame Sen’nin rompió la tensión del momento haciendo de las suyas… genio y figura sin lugar a dudas.



    — Bulma linda, ¿es mi impresión o tus pechos están enormes? —dijo con extasiada voz apretando uno de sus senos, pues había aprovechado la distracción de ella para acercársele sigilosamente y no quedarse con la duda.


    — ¡Ush, viejo pelado, ya le dije que no me toque! —y claro, el merecido bofetón no se hizo esperar mandándolo a volar un par de metros.


    — Qué idiota… —masculló 18 abrazando a su hija, olvidando ya la discusión.


    — Ese maestro no entiende nada… —murmuró Oolong sabiamente en voz baja… de tonto él haría lo mismo aunque tuviera ganas.


    — Tiene mucha suerte que Vegeta no le haya visto hacer eso —comentó Yamcha soltando un suspiro bajo, yendo con Puar a levantar al anciano.



    Y es, aunque el nombrado Saiyajin se encontraba ahí en el patio, apartado según su costumbre, la verdad es que tenía concentrada toda su atención en devorar ya su correspondiente y enorme porción de bufete. Mientras no le molestaran con nada todo estaba bien.



    — Oye, mamá, ¿puedo llevar a mi hermanita a pasear? —Trunks decidió hacer algo más divertido que estar ahí escuchando a los adultos, y le pidió permiso a su madre para retirarse. Por supuesto que sus planes incluían a la recién nacida para que fuera conociendo de la vida.


    — Está bien, pero por favor no tardes mucho pues pronto tendrá lugar la ceremonia de bienvenida —Bulma consideró que eso era adecuado y le dejó hacer, eso sí, dándole las recomendaciones necesarias.


    — Descuida, mamá, volveremos a tiempo… vamos, Goten, tengo algo fabuloso que enseñarte —el chiquillo tomó la carriola empujándola con cuidado para dirigirse al interior de la mansión, y llamó a su amiguito para que fuera con él.


    — ¿Y qué cosa es, Trunks? —el menor de los Son no se hizo del rogar y le siguió, haciéndole la pregunta con entonación de curiosidad.


    — Ya lo verás… —le contestó el aludido sin darle detalles.



    Recorrieron los pasillos y Trunks se detuvo frente al acceso de la Cámara de Gravedad.



    — ¡Ta rán!, ¡prepárate para sorprenderte, Goten! —expresó visiblemente contento señalando la puerta.


    — ¿Qué esa no es la Cámara de Gravedad donde entrena tu papá? —fue la pregunta del aludido mostrándose desconcertado.


    — Claro que eso es, Goten, y ahora tú y mi hermanita me verán entrenar a 30 gravedades —señaló el heredero del Capsule más que orgulloso, y se dispuso a manipular el control de la puerta para poder entrar—… a ver, la clave de esta semana es… —se dijo a sí mismo en tono de concentración.



    Pero con todo el ajetreo, el movimiento y el alboroto la pequeña se despertó, y no parecía nada contenta de estar lejos de su madre, así que empezó a lloriquear reclamando atención.



    — Oye, Trunks, creo que tu hermanita no quiere verte entrenar hoy —comentó Goten muy sabiamente mirando a la bebé, tal vez buscando algo en el interior de la carriola con que pudiera consolarla.

    — De seguro ya tiene hambre… —respondió el aludido un tanto apesadumbrado por ver sus planes frustrados. Sin embargo cumplió con su deber de hermano mayor y tomó a la nena entre sus brazos para sacarla de la carriola—. Ya no llores, bebé, en seguida te llevaré con mamá —le dijo empleando una entonación cariñosa.



    La pequeña se sintió protegida con el cambio de posición y hasta se tranquilizó un momento, pero no dejó de suspirar con sentimiento.



    — Yo también tengo hambre —observó el menor de los Son sobando su estomaguito después de que éste soltara un gruñido bajo, sonriendo apenado.


    — Ya veo… —el chico Briefs puso los ojos en blanco ante tal revelación… eso no era novedad en su amigo—. Mejor vámonos o mi mamá se pondrá como loca si no estamos presentes en la ceremonia —añadió volviendo sobre su pasos. Y la carriola quedó olvidada en el pasillo.


    — ¿Y cómo se llama tu hermanita, Trunks? —por cierto Goten se mostró un tanto indiscreto ante el hecho de que Trunks no haya llamado a la bebé por su nombre, así que le soltó el cuestionamiento mientras intentaba hacer sonreír a la pequeña haciéndole muecas graciosas.


    — Pues mi mamá y mi abuela no me quisieron decir para no arruinar la sorpresa, ¿puedes creer eso? —contestó el aludido un poco enfurruñado. ¿Acaso no confiaban en que podía ser discreto?



    El doctor Briefs se apareció frente a ellos al dar la vuelta en el siguiente pasillo.



    — Chicos, menos mal que los encontré… ya es hora de presentar a la pequeña Bra en sociedad —les dijo muy sonriente tomando a la bebé entre sus brazos.


    — ¿Entonces mi hermanita se llama Bra? — Trunks pareció un poco confundido por semejante nombre… ¿a quién se le había ocurrido y qué significaba?


    — Ese es el nombre que escogió tu papá, y la verdad me parece encantador —respondió el buen doctor dirigiendo su andar hacia el acceso al jardín, adelantándoseles un poco—. Vamos, pequeña Bra, todos nuestros invitados quieren saber tu nombre —y le habló a la chiquilla en entonación melosa.


    — Oye, Trunks, ¿verdad que el nombre de Bra no es un nombre Saiyajin? —le preguntó Goten a su amigo después de un lapso de unos segundos, mirándolo con atención.


    — Pues no lo creo, Goten, pero investigaré su significado y luego te cuento.



    El buen doctor Briefs mecía cariñosamente a la pequeña al tiempo que le sonreía con ternura mientras avanzaba por el corredor, pero, como buena Saiyajin en crecimiento, su diminuto estómago no soportaba más la espera, así que volvió a llorar pero esta vez con más fuerza.



    — Tranquila, Bra, veo que ya tienes hambre… —por ello es que el pobre anciano se vio obligado a apurar el paso, algo que le representaba un gran esfuerzo a su edad—… ya casi llegamos.


    — ¡Papá!, ¿por qué te tardas tanto, eh? —la inconsciente Bulma no dudó en llamarlo a voces al ver que se acercaba, esperándole en el umbral de la puerta corrediza que conduce al jardín. Y asomados muy discretamente tras ella se encontraban los invitados.


    — ¡Ya vamos, sólo unos cuantos metros y…! —el buen doctor no pudo cumplir su cometido debido a que sus pantuflas se enredaron una con otra haciéndole caer como fardo en el alfombrado piso, y la niña voló de sus brazos.


    — ¡Mi bebé! —gritó Bulma desesperada sin saber que podía hacer para evitar la tragedia.



    Trunks y Goten venían detrás del doctor Briefs y saltaron al mismo tiempo para atrapar a la recién nacida, pero con tan mala suerte que chocaron sus cabezas una contra otra dándose también de bruces. Afortunadamente el padre de la criatura tiene muy buenos reflejos y llegó muy justo a tiempo para el rescate, tomándola en sus manos antes de permitirle tocar el piso.



    — Oiga, anciano, tenga cuidado con mi Princesa —le dijo al doctor Briefs mirándolo con algo de dureza mientras abrazaba a la bebé, quien había dejado de llorar de la impresión.


    — Lo siento mucho, Vegeta, no era mi intención… —se disculpó el buen hombre poniéndose de pie con algo de trabajo, dedicándole a su yerno una sonrisita apenada.


    — ¡Ay, eso me dolió!... —Trunks y Goten se levantaron también en tanto sobaban el correspondiente chichón provocado por el trancazo que se dieron.


    — ¿Todo está bien por ahí? —preguntó desde afuera la señora Briefs haciéndose la desentendida, pues ella y todos los demás habían alcanzado a ver lo sucedido.


    — Todo está bien, mamá —le respondió Bulma con gesto de alivio, agradeciéndole internamente a Kami – sama por el súper marido que se consiguió.


    — Terminemos con todo este circo que se me hace tarde para entrenar —bueno, Vegeta ya no estaba de buenas como para continuar festejando así que le entregó la niña a su mujer urgiéndole para la ceremonia, y salió con paso firme pasando una vez más entre los invitados sin siquiera pedir permiso.


    — Claro, claro, hagamos ya la presentación —le respondió ella muy feliz y sin dudarlo le siguió.



    Y así es como la pequeña Bra Briefs entró a formar parte de la familia.










    Nota: ¿Qué tal la faceta de un padre amoroso?, después de mucho suspenso al fin vemos al Príncipe Saiyajin demostrar su amor por su hija más pequeña. Creo que, aunque no fue de lo más original dado a que el nombre de Bra puede significar “tanguitas” o “brasiere” (según lo leas en japonés o latino), la verdad me pareció singular el que a Vegeta se le haya ocurrido el nombre en medio de las compras semanales después de ver los paquetes de ropa interior adquiridos por su señora… nada mejor para combinar con el apellido Briefs que el nombre de una prenda íntima, ☺.


    He dicho que los pretextos sobran y no les entretendré más con ellos, lo que sí espero es que lo hayan pasado bien y que me tengan paciencia.
     
    Última edición: 17 Septiembre 2015
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