Port Angels

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por Taraa, 12 Julio 2013.

  1.  
    Taraa

    Taraa Dear George

    Sagitario
    Miembro desde:
    3 Julio 2013
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    Escritora
    Título:
    Port Angels
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    515
    Condado de Port Angels
    En el PA High School coinciden 3 colegios distintos,: el de Grace, por supuesto, el de Greenville y el de Port Angels.​
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    La urbanización de Grace es el hogar de la clase media-alta. Los que tienen suficiente dinero como para llegar holgadamente a fin de mes y pasar sus 45 días de vacaciones anuales en un destino con gastos moderados. Aquí todas las casas son iguales, con el césped a exactamente la misma altura pero, eso sí, a pie de playa.​
    [​IMG]
    En Greenville debes tener algo más que un par de dólares en tu cuenta corriente. Las grandes mansiones dicen ser diferentes, pero en el fondo todas son réplicas del mismo arquitecto. Dedicado a la clase alta, por supuesto.​
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    Port Angels es la sede de nuestro instituto, del club náutico, del puerto (no pesquero, no son tan ordinarios) y de todo lo que cualquier urbanita medio pueda necesitar. Aquí está el centro comercial, el parque central y los apartamentos. Lo más cercano a intimidad que tendrás aquí son los adosados.​
    Personajes
    {por orden alfabético}​

    Familia Andrews: Denise Andrews, 17 años. Es amiga de Amy Cobain y Emilie Roxford. Residen en Grace.

    Familia Bell: Ashton Bell, hijo, capitán del equipo de fútbol. 18 años cuando comience el nuevo curso.

    Familia Bolt: James Bolt, oficial de policía. Coleen Bolt, esposa, chismosa. Shelly Bolt, 18 años, chismosa.

    Familia Carpenter: Mike Carpenter, 17 años. Es amigo de Abbie y le gusta Channel. Residen en Grace.

    Familia Crawford: John Crawford, cabeza de familia, es magnate inmobiliario. Beatrice Crawford, su esposa, prácticamente habita en el club náutico. Catherine Rose, 18 años, es el modelo de chica que toda estudiante del PA HIgh desearía ser. Residen en Greenville.

    Familia Ferguson: Matilda "Maud" Ferguson, 17 años. Padre fallecido. Es amiga de Amy Cobain y Emilie Roxford. Julianne Ferguson, madre de Maud, médico y propietaria de la clínica Ferguson, donde trabajan la señora Cobain y la señora Bates como psicóloga y psiquiatra respectivamente. Residen en Grace.

    Familia Flint: Marvin Flint, 19 años. Conocido como Flint. Novio de Michelle Grasso. Jessica Flint, 18 años. Mejor amiga de Michelle. Residen en Greenville.

    Familia Lightbourg: Delta Lightbourg, 18 años. Ha debido hacer algo muy malo para convertirse en la indeseable nº 1 en PA. Colin Lightbourg, 18 años. Sabelotodo insufrible.

    Familia Montana: Terry Montana, 18 años. Mejor amiga de Michelle Grasso. Reside en Greenville.

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    Taraa

    Taraa Dear George

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    ABBIE
    -¿Me alejo de casa para que vosotros me persigáis hasta la universidad? - se quejaba Dan desde el asiento del conductor.
    -Lo siento, cielo, pero a tu hermana la han vuelto a expulsar - se disculpó Alice Blair desde el asiento del copiloto, sin dejar de moverse ni un instante.
    -Lo que pasa es que le hemos aguado la fiesta, mamá - comentó mordazmente Abbie. Tenía que apretarse en una esquina del coche, pues todos los trastos que no habían llegado en el camión de mudanzas se encontraban en el maletero y en el asiento trasero del coche de Dan.
    -Además, a tu padre este ascenso le viene de miedo - interrumpió Alice -. Es una suerte que se encuentre tan cerca de tu universidad.
    Dan sonrió forzadamente.
    -Sí, una suerte... - murmuró.

    En la casa, Tom ya los esperaba con los muebles instalados. Abbie dirigió un rápido saludo a su padre y subió corriendo a elegir su cuarto.

    -Bueno, yo regreso a la ciudad - comentó Dan mirando a su alrededor, donde dos hileras de casas impolutas como la que tenía delante lo atormentaban -, Lois va a venir de visita y debo recogerla en el aeropuerto.

    Lo dijo sin mucho interés, como cada vez que mencionaba su nombre en las últimas semanas. Si Abbie tuviera que apostar, diría que no durarían juntos más de lo que ella tardaría en ser expulsada de nuevo.
    Alice se ocupó de la inscripción en el nuevo instituto, ya que a Abbie parecía darle todo lo mismo. La chica se pasó la primera semana instalándose, que en su lenguaje implicaba conocer todo el terreno. Habían llegado un sábado, y el miércoles de la semana siguiente Tom se fue de viaje otra vez. Aunque la central se encontraba en Port Angels, debía viajar a menudo hasta Nueva York.

    Sólo tenían un coche, pues el otro se lo había quedado Dan, y en el garaje había espacio de sobra para tres. Así que en aquellos momentos se encontraba casi vacío.

    -¿Nos hemos mudado a Wisteria Lane? - preguntó Abbie al llegar de la calle. Alice se encontraba en la cocina.

    -No volverás a ver Mujeres desesperadas - murmuró.-El vecino de al lado se llama Mike, y toca el bajo - comentó Abbie como quien no quiere la cosa. Su madre puso los ojos en blanco, viéndoselo venir.

    -¿Ya empiezas con el grupo? - suspiró.

    -Venga, má, si sabes que no hacemos ruido...

    -Si, claro, los Morrison también opinaban lo mismo, ¿no?

    -La señora Morrison era una vieja cascarrabias, y le molestaría hasta que jugáramos a las canicas.

    -Lo que tú digas...

    -Vale - Abbie se encogió de hombros y subió a su habitación, dispuesta a colgar anuncios de busca de batería antes del fin de semana.

    La mañana del jueves bajó antes de clases para encontrarse con Mike. Lo había conocido porque ella misma se había presentado nada más llegar, encontrándose sola en medio de la nada. Su madre le había dejado una falda plisada a cuadros y una blusa beis para que las llevara en su primer día. Abbie había roto las mangas de la blusa, y con la tela le había hecho un bajo a la falda plisada y había abierto un lateral de la misma para que el bajo sobresaliera más. Al menos llevaba la ropa que le habían dicho.

    Mike se tragó los comentarios que pudiera haber podido hacer al verla aparecer. El chico daba el perfil de chico de al lado. Era la definición exacta de “buen tío” que se llevaba bien con todos. Cualquier otra persona no se hubiera subido al coche con la chica nueva la última semana de clases. Tenía el pelo medio rizado, un poco largo y despeinado, un pelo que hubiera quedado mal en cualquier otro pero que parecía venir de serie con él. Era guapo, pero también era el tipo de chico al que le importaba una mierda serlo.

    -Así que vas a inscribirte en el instituto una semana antes de que terminen las clases – comentó subiéndose al destartalado Beetle Cabrio rojo de Abbie.

    -Me aburro en casa, aquí no hay nada que hacer – contestó la chica, sacando el coche del garaje, casi atropellando a la vecina de en frente en el proceso. Mike pidió disculpas a la chica junto con Abbie. Channel llevaba viviendo en la casa de en frente un par de años ya, aunque nunca había intercambiado con Mike más de dos frases -. ¡Despierta, Casanova! – Abbie sacó al chico de sus ensoñaciones.

    Mike dejó de mirar a Channel, que ahora se subía a su propio coche en el asiento del copiloto.

    -Tu ropa ha tenido un accidente – dijo cambiando de tema drásticamente.

    -Ha conocido a mis tijeras – comentó Abbie tomando una curva sin bajar la velocidad.

    -Tu coche también parece haberlo tenido – prosiguió Mike, tomando nota de la infinidad de golpes que tenía.

    -Las columnas me tienen manía.

    -Moriremos pronto… - dijo por última vez Mike recostándose contra el asiento, resignado.


    CHANNEL

    Channel bajó al piso de abajo con los auriculares conectados al MP3, vocalizando al ritmo de “14 years”, de Guns ‘n’ roses. Apenas miraba por donde iba, saltando de escalón en escalón MP3 en mano. Se quedó paralizada en la base de las escaleras, sin llegar a entrar en el salón. Todas las casas en Grace tenían más o menos la misma distribución, parecían una réplica del barrio de Mujeres desesperadas pero con una distribución más geométrica, formando un perfecto rectángulo en cada calle. La única inclinación en el terreno se producía al final de la calle, cuando ésta bajaba hasta la playa. O al inicio, donde la iglesia coronaba la urbanización, separándola de Port Angels. Para poder llegar a Greenville debías atravesar todo Port Angels.

    -Madre del amor hermoso, qué malos padres – comentaba la señora Bolt, pegada a la ventana del salón y con la nariz arrugada.

    -La chica es original, déjala – comentó la madre de Channel desde el sofá, donde se encontraba sentada con un vestido muy apropiado, las piernas cruzadas y una taza de té en las manos.

    Channel puso los ojos en blanco, hablaba la que llevaba dos años tratando de convencerla de que pintara las paredes de su habitación de blanco porque el amarillo “le impedía concentrarse en sus estudios”. Como si el color de las paredes pudiera tener poderes mágicos.

    -Le han permitido pintarse el pelo de rojo – prosiguió la señora Bolt, capaz de sacarle defectos al mismo Jesús pero que sólo era perfecta a la hora de ser chismosa – ningún buen padre haría eso. Y ahora el chico de los Carpenter es amigo suyo, nos lo va a llevar por el mal camino.

    -Mike es un buen chico – prosiguió la señora Hosbeth -. Siempre nos saluda.

    Hasta allí podía escuchar Channel. Se volvió a poner los auriculares y entró en la cocina, donde su hermano se encontraba desayunando, ignorándola como de costumbre. Apagó el MP3.

    -La señora Bolt odia a la chica nueva – comentó, pero Carter siguió fingiendo oír el viento -. Y mamá cree que el chico de los Carpenter es buen tío porque siempre saluda – añadió sirviéndose cereales de chocolate en la leche fría. Hacía demasiado calor para molestarse en calentarla.

    -Mike es un buen tío – dijo Carter sin más.

    Con los mismos ojos grises que su hermana pequeña y el cabello castaño un par de tonos más claro, Carter era un idiota. Estaba en el equipo de fútbol del instituto y era dos años mayor que Channel. Estaba pasando por una fase en la que pretendía no tener familia y ni siquiera saludaba a su hermana por los pasillos del PA High. Al fin y al cabo, Channel estaba en noveno grado y él comenzaría Senior el curso siguiente. Pasaría el verano haciendo prácticas en el bufete de su padre para obtener créditos para la universidad en Hartford, capital de Connecticut.

    Se levantó de la mesa y Channel apresuró su desayuno para subirse al coche antes de que se fuera sin ella. Cumpliría los 16 años este verano, y entonces sus padres le regalarían su propio coche, en lugar de tener que perseguir a Carter para poder llegar a tiempo al colegio. Llevaba unos pantalones de mezclilla cortos y una blusa vaporosa amarilla, a juego con las bailarinas. Bajó de la acera, pues su hermano ya había salido del garaje, y casi fue atropellada por un coche enano y rojo.

    -¡Lo siento! – dijo una voz desde el coche, mientras ella se hacía a un lado con el corazón a mil. Mike Carpenter se encontraba en el asiento del copiloto junto a una chica de pelo rojo.

    Channel sonrió como pudo y se subió al coche de Carter asustada. Vale, el vecino no podía ser trigo limpio si se montaba en el coche de una loca que no sabía conducir.



    En el instituto Carter se alejó sin dirigirle la palabra, y ella corrió hacia su taquilla para recoger el libro de química. Los pasillos estaban atestados de estudiantes, de hecho había dos de ellos montándoselo contra su propia taquilla. Carraspeó, observando a la pareja, pero ninguno se movió.

    -¡Fuera! – exclamó de mal humor.

    Los dos se separaron para observarla. El chico tenía mechas rubias y el pelo de punta, mientras que la chica llevaba el largo cabello negro azabache suelto hasta la mitad de la espalda. La miraron con mal talante y se alejaron. A Channel el rostro de la chica se le hizo familiar, pero resultaba evidente que era mucho más mayor que ella. de todos modos no tenía por costumbre mezclarse con la gente.

    -Adivina quién ha sido invitada al baile de graduación – dijo una voz desde el otro lado de la puerta de su taquilla.

    Channel la arrimó un poco y observó a su mejor amiga Zahira. Era de raza negra, y su rebelde pelo afro estaba recogido en dos coletas altas muy cortas. Channel tenía suerte de tener una amiga tan buena como ella.

    -¿Con quién vas a ir? – exclamó la chica.

    -¡Yo no! – Zahira arrugó la cara – Silvia, con tu hermano Carter.

    Channel cerró la puerta de su taquilla, perdiendo de golpe todo el interés. Cargó su libro de química y se encaminó hacia el aula del señor Hale con Zahira a su lado.

    -¿Y a quién le importa?

    -¡Venga ya! –Zahira continuaba emocionada. Silvia era una alumna de último curso bastante indeseable - ¡Silvia será tu cuñada! ¡Y tu hermano ni siquiera es Senior todavía y ya va a estar en un baile de graduación!

    Como Channel continuaba sin restarle atención, Zahira comenzó a hablar del último disco de Alligator Blood.

     
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  3.  
    Shani

    Shani Maestre Comentarista empedernido Usuario VIP

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    Awww me encanta Channel xD Me estoy encariñando con ella ;__;

    No noté errores de ortografía y woww me encanta como escribes. Narras tan bonito que me dejas con ganas de leer más. Me encanta como llevas la historia, como desarrollas a los personajes, las escenas.
    Lo único que tengo para decir es que uses guión largo en los diálogos, eso haría que la historia se viera mejor estéticamente hablando.

    Espero que continúes esta historia pronto. Saludos :)
     
  4.  
    Taraa

    Taraa Dear George

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    AMY

    El grito debería haberse escuchado por todo el adosado. La señora Cobain preguntó desde la cocina si había ocurrido algo, el señor Cobain ya llevaba una hora en el trabajo. Amy se palpó la dolorida rodilla y se incorporó para ver con qué había tropezado. El ejemplar de “Psicología de las masas”, de Le Bon, volvía a estar por el suelo. Su madre siempre estaba corriendo de un lugar a otro, y le tenía demasiado cariño a la obra de Le Bon. Se trataba de un pequeño volumen en el que se enumeraban larga y tediosamente las mil y una razones por las que la masa era un engendro del mal que algún día nos impedía ser nosotros mismos. Parecía escrito por la misma señora Cobain.

    −¡Estoy bien! − exclamó Amy, aunque ya nadie estaba pendiente de ella − ¡Te voy a quemar el libro de Le Bon!

    Recogió el maldito libro y lo metió a presión en una de las estanterías del salón. Costaba comprender dónde terminaba el salón y dónde comenzaba el resto de la casa, porque las dos plantas estaban atestadas de estanterías donde ya no cabían más libros. Amy era feliz entre tantos libros porque amaba leer, pero no cuando dichos libros trataban de matarla.
    Se había hecho una buena herida. Había pensado llevar shorts a clase, pero después de vendarse la herida prefirió ocultarla con un vestido largo de estilo hippy con estampado de colores rosa y castaño, entre otros. Aunque amaba su pelo, sabía que a media mañana se le estaría pegando a la espalda debido al calor, así que se lo recogió en un moño desordenado, se cargó la mochila a la espalda y recogió su café para llevar como cada mañana. Le encantaba ir degustándolo camino a la escuela, lo prefería a tener que madrugar. El café sin prisas, al igual que las plantas.

    Vivía en un bloque de chalets adosados por parejas, así que antes de salir ya escuchó la voz de la señora Roxford preguntando por sus llaves en la casa adosada a la suya. Sonrió para sí misma y salió al porche. Emilie ya estaba cerca del portal, esperándola como cada mañana. Puso los ojos en blanco al verla, las dos riéndose de la señora Roxford, para acto seguido pegar un grito.

    −¡MAMÁ! ¡ESTÁN EN EL CUARTO DE BAÑO! ¡TE LO HE DICHO CUATRO VECES! – Amy se rió dirigiéndose a su amiga y Emilie abrió el portal volviendo a poner los ojos en blanco.

    Las dos comenzaron a caminar hasta el instituto, que estaba a solo un par de manzanas por encima de ellas. Lo único malo de Port Angels era que, al ser un pueblo costero, se encontraba inclinado en casi toda su superficie. Así que tenían que subir aquella cuesta todas las mañanas.

    −¿Por qué tu madre no deja las llaves en el mueble de la entrada como todo el mundo? – preguntó Amy. Justo en aquel momento su desastroso moño se deshizo y todo su cabello cayó en cascada hasta la cintura.

    −Porque es más divertido buscarlas por toda la casa cada vez que quiere ir a algún lado – contestó Emilie divertida. Se colocó tras Amy y comenzó a rehacer su moño, después de recoger la sencilla hebilla del suelo – Primero, algún año tendrás que cortarte el pelo y sufrirás. Segundo, con todo el pelo que tienes, ¿de veras crees que esta mierda de hebilla te va a servir de algo?

    −¡No te metas con mi pelo! Habla la que lleva con la misma ropa desde tercer grado.

    −¡Qué mentira! Las botas me las he comprado nuevas este año – replicó Emilie.

    −Porque las viejas estaban tan abiertas que hablaban. Me iban contando cosas de camino a clases, tus avances en tu obsesión enfermiza con Esteban Smith, por ejemplo.

    −¡Shhhh! – chistó Emilie mirando a su alrededor, a pesar de que nadie las estaba escuchando.

    Lo de Esteban era un secreto que sólo le había confesado a su mejor amiga después de una borrachera importante. De hecho, Amy ignoraba el asunto la mayor parte del tiempo por petición de su amiga, excepto cuando Emilie hacía meya en algo que la molestara especialmente. Como su pelo. Amy no era una persona vanidosa, pero amaba su pelo. Lo había heredado de su abuela, que vivía en Grace y ya lo tenía corto y blanco. Pero en las fotos antiguas todavía se podía ver a una versión de Amy en tonos sepia y blanco y negro, como si le hubiesen aplicado un filtro.

    Emilie y Amy se habían pasado su infancia en casa de la abuela de Amy, corriendo por las tranquilas calles de Grace y hurgando en el trastero de la casa. Nana era crítica, mordaz, siempre tenía algo que decir de todo el mundo y parecía aplicar los rayos X a todo aquel que osara acercarse a su nieta, pero las dos chicas la adoraban. Desayunar enormes tazones de cacao con bollería casera y los comentarios mordaces de Nana eran parte indispensable del paraíso. La única pega era su obsesión con la fe protestante.


    Emilie y Amy escucharon un ruido al pasar uno de los adosados y las dos miraron a una chica de pelo corto castaño, poco más alta que Amy. Estaba en el porche de su casa y parecía habérsele roto la mochila, porque todo su material escolar se encontraba esparcido por el suelo o rodando escaleras abajo. Para lo que Emilie y Amy sabían de la chica, lo mismo lo había tirado a propósito. Intercambiaron una mirada de comprensión (era difícil, puesto que Emilie era mucho más alta que Amy) y apresuraron el paso.

    −India Bates – murmuró Amy suspirando aliviada por dejarla atrás.

    −Shhhh – repitió Emilie −, si te escucha y decide asesinarte mientras duermes no pienso leer un panegírico en tu funeral.

    −¡Qué vergüenza! – exclamó Amy ofendida – Que mi mejor amiga no lea un panegírico en mi funeral.

    Las dos chicas prosiguieron su camino al instituto debatiendo cual de las dos tenía más probabilidades de morir antes y de cuantos modos podría asesinarlos India Bates, ajenas a los acontecimientos que tendrían lugar una semana más tarde.


    EMILIE

    Como cada mañana, Emilie se despertó en una habitación color azul cielo, con delicadas mariposas decorando algunos puntos estratégicos de la pared y fotografías hechas por la misma Emilie rellenando los huecos restantes. Tanto su escritorio como las estanterías estaban perfectamente organizadas. Tenía diferentes figuras con forma de hada, como pisapapeles o como sujeta-libros, un corcho delante del escritorio con notas para recordarse eventos importantes y un calendario en la puerta de la habitación.

    Recogió su agenda y los libros del jueves y los metió en un bolso grande en tonos rosa y crema. Al salir de la habitación se hizo el caos. Su padre se peleaba con la corbata, su madre buscaba sus llaves, el perro se estaba comiendo el sofá… Tenían asistenta, claro que la tenían, pero en aquella casa reinaba la anarquía. En contraste con el organizado ambiente de la habitación de Emilie, la casa era un desastre total. Nada permanecía en su sitio más de diez segundos consecutivos, lo cual resultaba absurdo porque casi nunca había nadie en casa.

    En algún momento del pasado, el señor y la señora Roxford habían decidido unir sus habilidades para el desorden y habían dado lugar a una maniática de la organización como Emilie. La chica no lo hacía conscientemente, o no hubiera podido vivir en aquella casa. Saltó por encima de un cojín y acarició al perro, que dejó de morder el sofá para lamerle la mano.
    Dejó su largo cabello suelto y se cepilló los dientes después de desayunar. Cuando salió por la puerta, su madre continuaba buscando sus llaves. Recordó haberlas visto en el baño cuando se peinaba y se lo gritó, para luego subir hasta el instituto con su mejor amiga Amy Cobain. Evitaron a la extraña India Bates, como de costumbre, y se dirigieron hasta sus respectivas taquillas. Este año habían tenido suerte y les había tocado juntas.

    Denise se les acercó por el pasillo, habiendo pasado ya por su taquilla. Aunque Amy y Emilie habían crecido juntas por el hecho de vivir puerta con puerta, Denise y Maud se habían convertido en parte del grupo al pasar al instituto. Las dos vivían en Grace y eran vecinas también.

    −¿Qué tal está Maud? – preguntó Amy con preocupación.

    −Me parece que no podrá volver hasta que terminen las clases – explicó Denise con pesar. Su aspecto era duro, con el pelo corto y negro y su carácter fuerte. Había que conocerla mucho para llevarse con Denise −. Tiene mononucleosis.

    Todas pusieron caras extrañas y volvieron la mirada hacia atrás, donde Mike Carpenter guardaba libros en su propia taquilla y se reía de algo que había dicho una chica de pelo rojo que se encontraba a su lado. Maud había tenido algo con Mike en la fiesta de primavera, y todo el mundo sabía que Mike Carpenter había estado en casa todo el mes de enero por culpa de la misma enfermedad.

    −Sólo un 8% de los casos de mononucleosis son contagiados por un beso, aunque la llamen la enfermedad del beso – comentó Emilie. Amy y Denise la miraron sorprendidas, como si no se acaban de creer lo que acababa de decir. Emilie se volvió hacia ellas y se encogió de hombros −. Lo he leído en alguna parte.

    −Esa chica es nueva – Denise señaló con la barbilla hacia la chica de pelo rojo. Emilie se encogió de hombros nuevamente, lo cierto es que no le interesaba lo más mínimo.

    −Pues tendrá una nueva enfermedad dentro de poco, también – cerró su taquilla y se despidió de Amy para dirigirse con Denise a Literatura. Amy tenía Biología a primera hora.
    Era más alta que la mayoría de sus compañeras, y se había acostumbrado a bajar la cabeza para hablar con casi todo el mundo, por lo que siempre trataba de ponerse lo más derecha posible. Como sólo lo hacía cuando se acordaba, no le servía de mucho. Y sólo se acordaba en ciertas ocasiones, como cuando se cruzaba con Esteban Smith por los pasillos del PA High.

    Denise se había embarcado en una perorata acerca de los contras de pertenecer al equipo de animadoras. Emilie había comentado que le gustaría hacer las pruebas para el curso siguiente y su amiga estaba horrorizada. Denise era la viva imagen de lo anti-PA, a pesar de vivir en Grace. Emilie la ignoraba mientras pensaba en cómo podría aprovechar su clase de literatura para estudiar para el examen de Cálculo y en el hecho de que su profesor particular vendría a las 5 de esa tarde para ayudarla a prepararlo. Su lucha con Cálculo venía desde años atrás, pero si conseguía aprobar este año se libraría de él al fin.

    Entonces se cruzó con Esteban Smith y su mente se quedó en blanco. Iba solo, como de costumbre, y su expresión dejaba claro que no quería que nadie se le acercara. Su mirada pasó por encima de Emilie sin detectarla, y siguió su camino más allá de ella. Emilie relajó la postura de los hombros y volvió a mirar a Denise, que ahora se metía con las diminutas faldas del equipo de animadoras y sus atentados contra la igualdad de género.



    Pdt: Kumai, sé que lo de Estaban era un secreto, pero pensé que la mejor amiga de Emilie podría saberlo. Cada pedazo está narrado con su protagonista como núcleo de los acontecimientos, aunque esté escrito en tercera persona, pero como veis mezclo la historias de unos y otros. Lo digo por si sólo leeis el trozo de vuestro pj y veis que falta información XDD.

    Pdt 2: Los guiones largos no se escriben con el teclado, por eso los olvido, pero los he usado esta vez. Gracias por comentar, Shani ^^. Y gracias a Aria por parte, tu trozo es el siguiente. Voy por zonas, Grace-PA-Greenville xDD
     
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  5.  
    Robin

    Robin Iniciado

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    Realmente me siento culpable, creí que ya no seguirías con tu fantástica idea y por un momento casi me mato de la depresión. Pero vaya sorpresa que me llevé al pasarme por aquí de nuevo, la historia en sí es fluida y agradable a simple vista, las personalidades son tan variadas que verdaderamente te sientes entre un montón de adolescentes.

    India me dejó intrigada, me parece una chica misteriosa y esa clase de personajes me atraen, siento que tiene mucho que aportarle la historia. Y qué decir de Emilie, me causó gracia que Amy la dejara al descubierto de esa forma.

    El único inconveniente que le vi fueron los guiones cortos, pero los solucionaste, así que no hay nada que agregar. Espero leerte de nuevo. La intriga me abruma, ánimo. :)

    PD: Si puedes avisarme cuando publiques el próximo capítulo, aquí estaré comentando cuándo antes.
     
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  6.  
    Taraa

    Taraa Dear George

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    Palabras:
    3013
    INDIA

    Los dibujos en el fondo de la taza se fundían con los posos del café. Su padre se la había comprado en un viaje a Disney World, un año antes de morir. El calor hacía que los dibujos cambiaran de color.

    Su madre hacía un café espantoso, pero aquel día India se había quedado dormida y no le había dado tiempo a prepararlo. Cuando llegó a la cocina se vio obligada a desayunar aquel mejunje o irse sin desayunar, y necesitaba café. Se habían quedado sin cacao dos días atrás, pero India no tenía ganas de ir a comprarlo y su madre no tenía tiempo.

    Se tomó el café en silencio, mientras su madre hacía esfuerzos por entablar una conversación. El principal problema era que sus “intentos” terminaban por convertirse en ataques a todo lo relacionado con India. Que si debería comprarse ropa nueva y dejar de vestir aquellos desgastados jeans con cualquier sudadera, que si necesitaba amigas con las que ir de compras, que si su pelo estaba demasiado corto y le quedaba mejor largo, que si su actitud apática podía derivar en una depresión…

    Terminó tirando los restos de café por el desagüe y se cepilló los dientes antes de salir de casa. Cerró la mochila mientras salía por la puerta, con su madre gritando algo referente a su escasa puntualidad. Había llegado a un punto en que el simple tono de su voz la irritaba. Dio un tirón demasiado brusco a la cremallera de la mochila debido a la ira contenida, y la cremallera cedió. La mochila se abrió y todos sus libros cayeron escaleras abajo.

    Escuchó voces junto al portal y alzó la vista mientras se agachaba a recoger las cosas. Emilie y Amy caminaban juntas como de costumbre. La diferencia de estatura entre ambas resultaba ridícula, y las dos la observaban casi con temor, intercambiando una mirada comprensiva entre ellas. Puso los ojos en blanco y continuó recogiendo el material, escuchándolas apresurar el paso para alejarse de allí.

    Estaba acostumbrada a que la consideraran un bicho raro, y a que su madre tratara de catalogarla en algún tipo de trastorno disocial, así que no le sorprendía que sus vecinas la rehuyeran. A pesar de que la señora Cobain y la señora Bates trabajaban en la misma clínica. Mientras que la señora Bates trabajaba como psiquiatra, la señora Cobain se ocupaba del área de psicología. La diferencia radicaba en la gravedad de los casos, aunque a menudo compartían pacientes debido a que un psicólogo no puede recetar medicamentos y un psiquiatra sí. La dueña de la clínica era la señora Ferguson, cuya hija era una de las mejores amigas de Amy Cobain. Matilda Ferguson, más conocida como Maud.

    India no se sorprendió a sí misma por recordar tantos detalles, al fin y al cabo en PA se conocía todo el mundo. La señora Bates no tenía por costumbre cotillear ni hablar de sus pacientes, y lo mismo aplicaba al resto de la sociedad, por lo que probablemente toda la información recopilada provenía de otras fuentes.

    No tenía una mochila de repuesto, así que tuvo que guardar lo que pudo en un bolso y cargar el resto de los libros en una carpeta. Para cuando llegó al instituto la campana ya había sonado y los pasillos estaban desiertos. Corrió hasta su taquilla y la abrió para dejar todas sus cosas y recoger el libro de Literatura. Tenía por costumbre llevar consigo una libreta que hacía las veces de diario, con las tapas negras y motivos tribales en color gris y perla. Los había dibujado ella misma en una clase de biología, meses atrás. La cogió también, las clases de literatura eran demasiado monótonas y su mente, ya de por su poco activa, tendía a abandonarla por completo en ellas.

    Mientras organizaba sus cosas, su compañero de taquilla se situó a su lado para buscar sus propios libros. India miró de reojo a Esteban Smith, y él le devolvió una mirada similar. Ninguno se metía en los asuntos del otro, pues parecían compartir aquel talante apático que los alejaba del resto de la sociedad. Pero, mientras que en India este carácter le facilitaba conservar su soledad y hacía que todos la vieran como un bicho raro, en Esteban resultaba misterioso y tentador. Quizás esa era la razón de que siempre estuviera rodeado de gente, a pesar de que no parecían interesarle los demás en lo más mínimo.

    India cerró su taquilla y la libreta se le cayó al suelo. Menudo día más torpe llevaba. Se agachó a recogerlo, pero Esteban se le adelantó. La chica esperó a que se lo tendiera pero, en lugar de eso, él se limitó a observarla con curiosidad. Se la tendió sin decir nada e India la recogió molesta. No le gustaba que tocaran sus cosas, Esteban Smith nunca hacía nada por nadie. Se alejó por el pasillo, sintiendo la mirada del chico en su espalda.

    ESTEBAN

    Dana se sentó en un taburete de la cocina tras dejar la mochila sobre la mesa. Sus pies no llegaban al suelo, así que los cruzó para evitar que se balancearan y colocó los codos en la mesa, apoyando su barbilla sobre sus manos, en una postura tan típica suya. Permaneció observando a su hermano, que en aquellos momentos abría la nevera de espaldas a ella para sacar la leche.

    La cocina era grande y blanca, casi demasiado luminosa. En el centro se encontraba una isleta que casi siempre era utilizada para comer, y junto a ella 4 taburetes altos. A un lado había una puerta que daba al jardín trasero, mientras que del otro se encontraba una encimera que separaba la cocina de una pequeña sala de estar. La televisión todavía estaba encendida, el señor Smith siempre olvidaba apagarla por las mañanas antes de irse a trabajar. Esteban y Dana rara vez le hacían caso, así que la dejaban de fondo mientras desayunaban y la empleada del hogar la apagaba en cuanto se iban.

    La rutina en la casa era simple, el señor Smith se despertaba a las 6:00, desayunaba café con leche mientras daba vueltas por la casa y dejaba las noticias en el televisor como fondo. Salía de casa a las 6:30, hora a la que se despertaban Esteban y Dana. A las 7:30 ellos salían para clases y el servicio entraba a trabajar. Esteban dejaba a Dana en la Escuela Elemental para entrar a sus propias clases a las 8:00. Si había mucho tráfico, en ocasiones llegaba tarde. Al mediodía él salía a las 14:30 para recoger a su hermana a las 15:00 y regresar a casa. El servicio les dejaba la comida y la cena hechos todos los días, mientras el señor Smith permanecía en el bufete de abogados Smith & Andrews.

    Esteban se sobresaltó al darse la vuelta y ver a su hermana allí plantada, sonriendo abiertamente.

    −Buenos días – sonrió a su vez −. ¿Qué vas a desayunar?

    −Buenos días – saludó también la niña −. Mmmm…chocolate – Dana señaló a una de las encimera de enfrente.

    Esteban siguió su mirada y abrió la encimera para coger una caja de cereales de bolas de chocolate. Cogió también un tazón y lo dejó delante de su hermana, junto con el brick de leche y la caja de cereales. Dana comenzó a servirse mientras él revisaba su mochila para comprobar que su hermana llevara todo el material a clase. La chica puso los ojos en blanco, su hermano hacía lo mismo todas las mañana, se sentía como si no se fiara de ella pero no le molestaba realmente.

    −¿Es hoy cuando tienes que llevar la maqueta? – preguntó Esteban, sentándose a su lado y sirviéndose su propio tazón de leche con cereales.

    Llevaban toda la semana trabajando en un puente de madera que debía soportar al menos un kilogramo de peso. El puente que más peso soportara se llevaría un premio.

    −No, es para mañana – contestó Dana, dando un gran bocado de cereales. Esteban aprovechó la oportunidad para hacer una mueca con los ojos y la boca, y la niña terminó escupiendo leche y cereales por todas partes por reírse.

    Después de cambiarse de ropa, de intentar vengarse (sin éxito) de su hermano tratando de lanzarle una bola de helado a la cabeza (los del servicio iban a tener mucho para limpiar hoy) y de discutir cerca de diez minutos para convencerlo de que le dejara llevar las pegatinas de “Shake it up” (las intercambiaban en la escuela), al fin se metieron en el coche. Dana iba feliz en el asiento trasero, Esteban había cedido en el tema de las benditas pegatinas sólo para conseguir montar en el coche de una vez.

    Pero a la hora de salir por el portal y como ya venía siendo costumbre la última semana, la niña de los Grasso tenía su Lancia Flavia rosa entorpeciendo la salida. Esteban salió igualmente de su garaje, consiguiendo colar su todoterreno entre el descapotable de Barbie y el cerrado de la casa.

    Para cuando llegó al instituto ya se había pasado la hora de entrar. La chica menuda que tenía su taquilla al lado de la de él también llegaba tarde. La miró por el rabillo del ojo, como de costumbre. Se había acostumbrado a su presencia. Era tranquila, no una de esas chicas insultas que se ponían coloradas cuando lo miraban, sino de las que caminan por el pasillo sin ser conscientes de las miradas que se dirigen hacia ellas. Era bonita, de un modo sencillo y no llamativo. Realmente, pensándolo bien, no había nada excesivamente llamativo en ella. Pero él siempre se encontraba mirándola.

    No había nada romántico en ello, por supuesto. Al fin y al cabo, tenía otras muchas cosas en qué pensar. No podía preocuparse por el hecho de que la chica rara vez sonriera. O porque su mirada siempre parecía apagada. O porque aquella libreta que llevaba siempre a todas partes acababa de caer al suelo. Rápidamente se agachó a recogerla pero, muerto de curiosidad, se encontró a sí mismo observándola con atención. Era negra y tenía motivos grises dibujados a mano por todas partes. Resultaba hermosa, y Esteban tuvo la impresión de que la chica era muy buena en dibujo.

    Dándose cuenta al fin de lo que había hecho, le tendió la libreta a la chica. Ella parecía molesta y Esteban lo entendió. A él tampoco le gustaba que tocaran sus cosas. La observó alejarse antes de dirigirse a su propia clase.

    MICHELLE

    Hoy no iba a ser un buen día. Después de haber ido al cine con su novio Flint para ver la última versión de Blancanieves había soñado que ella misma era Charlice Theron. Se vio a sí misma con el vestido de la escena final de la película en su propia habitación rosada, caminando con dificultad debido al mismo corte del vestido, tratando de abrirse paso hasta el tocador en color marfil que se encontraba en uno de los extremos. Tras sentarse en el taburete se observaba a sí misma en el espejo, sus ojos oscuros como los de un hada malvada, su cabello rubio recogido en un firme moño.

    “Espejito, espejito, dime una cosa. ¿Quién en este reino es la más hermosa?”

    Sin obtener respuesta alguna por parte del espejo, una risa malvada resonó desde algún lugar de la habitación. El vestido, ya bastante ajustado de por sí, comenzó a volverse más apretado, llegando al punto de impedirle respirar. Michelle trató de desabrochárselo, pero no tenía ningún tipo de broche o cremallera. De hecho, ni siquiera tenía costuras. Y cada vez apretaba más, moriría asfixiada dentro de un vestido diminuto.

    Pero no era el vestido lo que se ajustada, sino su propio cuerpo que no dejaba de engordar. Los glúteos, el vientre, las piernas…todo parecía aumentar por momentos. El vestido comenzó a rasgarse, gracias a Dios, sólo para desvelar su propia figura gorda y fofa. Se dijo a sí misma que hacía ejercicio, que era hermosa, pero su reflejo no decía lo mismo. De hecho, su propio reflejo comenzó a adelgazar de nuevo y a observarse a sí misma, todavía gorda y fofa. También comenzó a reírse con aquella risa que había escuchado en algún lugar de su habitación. Se estaba riendo de ella, porque nunca tendría su cuerpo, porque siempre estaría gorda.

    Se despertó de golpe y empapada en sudor y lágrimas. Corrió hasta el espejo, llevando puesto sólo aquel diminuto camisón de tiras nuevo, blanco perla. Se lo levantó y observó su propio vientre plano, agradeciendo que sólo hubiera sido un sueño. Repasó todas las partes de su cuerpo una por una, pero todo parecía perfecto. No había nada malo con ella. Por si acaso, no se atrevió a desayunar. Ya se había provocado el vómito dos veces esa semana, era suficiente.

    Se puso un sencillo vestido de manga corta que se ajustaba en la zona del pecho y se aflojaba hasta llegar a la mitad del muslo, más o menos. Se colocó una cantidad apropiada de abalorios y recogió su bolso Gucci plateado, dejándolo en el asiento del copiloto de su Lancia Flavia descapotable. Se olvidó el lápiz de ojos y regresó a por él, dejando el coche en mitad de la carretera en punto muerto y con el freno de mano. Después regresó a por su lápiz de labios y una vez más a por un cinturón para ponérselo al vestido, antes de decidir dejarlo de nuevo en la habitación.

    Cuando regresó al coche vio al vecino de en frente, Esteban Smith, pasar prácticamente rozando su coche. Corrió como pudo con los tacones, gimiendo de ira y tratando de no decir palabrotas. Comprobó que el lateral de su coche estaba intacto y se montó en él enfadada. Los padres de Esteban y Michelle eran amigos cuando los dos eran pequeños. Se bañaban el uno en la piscina del otro, jugaban a los médicos juntos (sí, a los médicos) y eran prácticamente inseparables. Hasta que la madre de esteban murió. Su padre se sumió en una depresión y limitó el trato con los señores Grasso hasta prácticamente desaparecer. Esteban no volvió a saludarla por la calle, y se volvió solitario y taciturno.

    Michelle, que ya tenía dificultades para ver a sus padres más de cinco minutos al día, perdió también a su mejor amigo y vecino. En los cinco años que pasó sin él en el colegio de Greenville se hizo amiga de Terry Montana y Jessica Flint, dos víboras con una gran cartera que valoraban el dinero y las apariencias por encima de todo. Cuando pasó del colegio de Greenville al instituto de PA, la distancia social con los demás estudiantes se hizo evidente. Nunca más volvió a preocuparse por Esteban.

    Al recoger los libros de su taquilla se encontró de nuevo son su novio, que había solicitado un cambio de taquilla para situarla junto a la suya a principios de curso. Era el hermano de Jessica, Marvin. Pero su nombre era tan horrible que obligaba a todo el mundo a llamarlo Flint. De hecho, en su ficha aparecía como M. Flint, y muy poca gente conocía su verdadero nombre. Michelle se sentía orgullosa de ser parte de ese pequeño círculo.

    Por un módico precio, Flint hacía siempre lo que ella quería. Y por precio me refiero, obviamente, a ciertos “favores”. Michelle decía que no quería perder su virginidad hasta el baile de graduación, porque era algo importante que debía ser recordado. Flint siempre trataba de saltarse la regla de oro, pero Michelle lo convencía de esperar…aunque resultara desagradable. Nunca sentía nada cuando estaba con él, pero no podía resistirse o él la dejaría. Y si él la dejaba, también lo haría Jessica, y con Jessica iría Terry. Y sin ellas nadie volvería a mirarla como lo hacían ahora. La mitad de las chicas deseaban ser ella, o tener lo que tenía ella.


    No podía flaquear. No podía perderlos. Sin ellos no sería nada, sólo la chica gordita de cuarto grado. Así que se dibujó una sonrisa y se dirigió con su novio a clase de aritmética. Flint haría sus deberes, como de costumbre. O más bien obligaría a un novato a hacerlos por él. Flint era muy negado para la mayor parte de las asignaturas, pero era corpulento e imponente cuando se trataba de medirse físicamente. “No puedo perderlo”, se repitió Michelle, con ganas de llorar de nuevo.


    Pdt: Siento la tardanza, semana difícil por aquí. Ya cuelgo todas las introducciones. Estáis a tiempo de retocar vuestros personajes, de lo contrario iré directamente a los temas comunes :p. A los que os gusta, me alegro de verdad, he tratado de montarme una imagen mental de los personajes para darles profundidad;) . A los que no, gracias por leerlo de todos modos y ya me diréis qué queréis modificar:eek: .

    Un saludo y gracias !!! ^^:D
     
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  7.  
    Robin

    Robin Iniciado

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    Fascinante, por primera vez llego temprano a algo :)

    Te mentiría si digo que tengo una escena favorita porque realmente me ha gustado todo. Desde India hasta Michelle, me conmovió la parte del recuerdo del papá de India y la discusión con su madre, me hizo sentir una extraña depresión; debe ser difícil tener esa clase de discusiones y que tus sentimientos pasen desapercibidos. Sobre todo si es tu progenitora quien te ve como un simple objeto al cual hay que "decorar" para llamar la atención.

    Pasando a Esteban, me sorprende su personalidad es justo como la imaginé, completamente en IC. La pelea en la cocina me sacó varias sonrisas de imaginarlos, sé que hará un excelente trabajo para Dana, en cuando a su actitud con India debo decirte que me agradó sobremanera, creo que no lo mencioné, pero debido a que le gusta tanto la literatura lleva consigo un cuaderno gris que le sirve de diario, le gusta llevar cuenta de todo, incluso escribe algunas historias que sabe jamás nadie leerá. Quizá por eso me emocioné cuando cogió la libreta de India xD. Buena compañera consiguió.

    Y finalmente Michelle, es la clase de chica que Esteban evitaría, pero al ser una vieja "amiga" de infancia, no puedo evitar sentirme atraída por ella. Me intriga su evolución, otro personaje interesante. Estoy impaciente por leer más. Excelente trabajo.

    ¿Comentario sobre la historia? Ninguno, nada de qué alardear. ;)
     
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    Taraa

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    Recapitulando: En el primer post hay información sobre los personajes de relleno, por si no sabéis quién es alguien en algún momento. En último curso no está nadie porque las edades que pusisteis serán efectivas a partir del comienzo del nuevo curso, recuerdo. En estos momentos las clases figuran del siguiente modo:

    Noveno grado: Channel Hosbeth y Zahira Evans (mejor amiga de Channel). Silvia.

    Décimo grado: Abbie Blair y Mike Carpenter (nuevo amigo de Abbie, vecino de Abbie y Channel). Amy Cobain, Emilie Roxford, Maud Ferguson y Denise Andrews (BFF). Cynthia Dawson (editora jefe del PA Chronicle).

    Undécimo grado: Esteban Smith. Michelle Grasso, Jessica Flint y Terry Montana (BFF). India Bates. Colin y Delta Lightbourg (indeseables sociales). Carter Hosbeth (quaterback del equipo y hermano de Channel).

    Doceavo grado: Marvin Flint (novio de Michelle). Cat Crawford. Asthon Bell (capitán del equipo de fútbol).

    Tengo que aclarar que la educación en Estados Unidos es un poco…extraña. Tú te matriculas en las asignaturas que te de la gana, dependiendo de su dificultad. Así, aunque Matemáticas (Aritmética es la equivalente en USA) puede ser una asignatura obligatoria, no tienes por qué cursas Matemáticas Avanzadas. Debes alcanzar cierto nivel antes de terminar la secundaria, pero puedes matricularte cuando quieras en esa asignatura. Por eso Flint está en la clase de Aritmética de Michelle, por ejemplo. Si un alumno de un curso anterior quiere cursar una asignatura avanzada, puede encontrarse con que el resto de la clase es de un curso superior. En este caso simplemente Flint no es la persona más inteligente del mundo.

    Listo, ya os dejo leer, jajaa. Ay, estes son pedazos de relleno, se me ocurrió poner algún detalle más sobre ellos tras la intro.

    ***

    −¡Holly crap! – maldijo Michelle consultando el PA Blog desde su móvil.

    Se suponía que era un blog anónimo, la gente podía enviarle cosas y el/a autor/a decía si publicarlas o no. A pesar de que el PA Hight tenía su propio periódico online, casi todo el mundo consultaba el blog con regularidad. La información solía ser fiable y añadía cotilleos acerca de la gente del instituto. Lo que a Michelle molestaba en este caso era que ni siquiera la habían mencionado. Hacía tiempo que no se hablaba de ella en el blog, así que le había pedido a Flint que enviara un cotilleo de su parte para que fuera publicado. La muy zorra ni se había molestado.

    −Shhh – se escuchó desde la primera fila. El siempre molesto “Shh” de Colin Lightbourg. Definitivamente esa familia estaba maldita, cualquiera de los hermanos era una desgracia social. Eran mellizos, aunque por fortuna no coincidían en ninguna clase o el mundo colapsaría.

    Flint compartió el dolor de Michelle, sentado en la última fila a su lado. Esteban, también en la última fila pero en el lado opuesto, volteó los ojos. No le gustaban las clases de aritmética, pero si se libraba de esta asignatura este año no tendría que cursarla en último curso. Por fortuna sólo quedaba una semana para terminar el curso y dejar de cruzarse con la insoportable Grasso en las clases. No entendía cómo había podido tratarla de pequeño, ahora era decididamente insufrible, siempre interrumpiendo las clases con su voz desinteresada.

    ***

    En literatura, Mike trataba de ignorar las miradas que Amy Cobain le dirigía desde la segunda fila. Resultaba bastante descarado, porque él estaba sentado más atrás. Finalmente aprovechó el hueco que Maud había dejado en el asiento junto a Amy y se cambió de sitio con gran agilidad, en completo silencio.

    Amy sólo sintió un revuelo a su derecha, y se volvió hacia Mike con sorpresa. El chico estaba colocando sus libros en un lateral de la mesa.

    −Señor Carpenter, espero que tenga una buena excusa para cambiarse de lugar a mitad de la clase − dijo el señor Collins. Mike le devolvió una gran sonrisa.

    −Disculpe, pero veo que todos mis compañeros tienen pareja, mientras que mi compañera, la señorita Cobain, se encuentra realizando su experimento por sí sola – una cosa había que admitir, el chico tenía labia. Conseguía soltar todas aquellas gilipolleces y resultar de lo más creíble −. Así que he ayudado a Jake con nuestro experimento y me he apresurado a acompañarla.

    El señor Collins aplaudió su compañerismo y no permitió a Amy replicar. Mike intercambió una mirada significativa con su amigo Jake, en el asiento de atrás de Amy. Jake negó con la cabeza sonriendo, otra chica más para la cuenta de Mike.

    El resto de la clase Mike no trató de hablar de nada relacionado con asuntos personales, aparte de una breve pregunta acerca de la salud de Maud. Amy no entendía por qué se sentaba a su lado, y esperaba que el chico no creyera que podía ligar con dos mejores amigas. Mike sólo lo había hecho porque sabía que eso la incomodaría, y así no tendría tantas dificultades para observarlo. “¿Quién podría resistirse a aquel cabello castaño y aquellos ojos verdes?”, se dijo a sí misma Amy con ironía, preguntándose por qué diablos ligaba tanto. Era un idiota.

    ***

    En secretaría, Abbie continuaba discutiendo con la extraña mujer que tenía frente a sí. Llevaba media hora tratando de matricularse en algo que no fuera química, pero no podía “reservar asignaturas”, mucho menos vetarlas. El periodo de matriculación comenzaría en septiembre, y ella estaría obligada a matricularse en química porque la tenía suspensa este curso.

    Al menos en su instituto en Chicago las clases terminaban antes, así que ya había terminado sus finales. Un chico con el pelo castaño claro, alto y con hombros anchos hizo su entrada también en secretaría, adelantándose a Abbie y tendiéndole un papel a la secretaria con una hermosa sonrisa.

    ¡Hermosa una mierda, porque acababa de colarse! La secretaría sonreía también, con una sonrisa tonta nada apropiada para dirigirla hacia un alumno.

    −El entrenador dice que debo centrarme en el partido del sábado, así que tengo permiso para hacer el examen de Química el lunes – así que eso es lo que había en la nota.

    −¿Hola? – Abbie, molesta, se hizo ver. El chico la miró con desgana, tenía unos extraños ojos grises − ¿Te importa?

    −En absoluto.

    Sonrió el chico de nuevo, esta vez de un modo mucho más falso. Dirigió un asentimiento a la secretaria y se fue. Estúpido muñeco de plástico, Abbie comenzó a incorporarse, pero la secretaria se detuvo, tendiéndole un informe de incidencias para que lo rellenara. Si quería librarse de Química debería solicitarlo por escrito, aunque no serviría de nada. la señora parecía molesta con ella, o al menos con el color de su pelo porque no dejaba de mirarlo de reojo.

    ***


    −¡Te he dicho que me dejes en paz!

    Emilie se quedó en la entrada del baño, cortada. Acababa de salir de clase cinco minutos antes de la hora de comer, y le había dicho a Denise que se dirigiera al comedor sin ella. Pero nada más entrar en los baños femeninos de la primera planta, aquel grito la dejó descolocada.

    −Si tanto te importa, hazlo por tu cuenta – repitió la voz, sin recibir contestación alguna. Emilie entró, encontrando el baño vacío. La chica que gritaba debía de estar en uno de los retretes – No quiero escuchar nada más.

    El pestillo se abrió y Cat Crawford salió del hueco, con los ojos rojos y húmedos. Dejó de mirar su teléfono al percibir la presencia de Emilie. La rubia se dio cuenta entonces de que se había quedado quieta en el mismo lugar, sin moverse. Se dirigió al lavabo, fingiendo buscar una pestaña que se le había metido en el ojo, atenta a los movimientos de Cat. Todo el mundo conocía a Cat Crawford, por supuesto. Era la novia de Ashton Bell y probablemente la persona más rica en todo PA. Era alta y tenía el cuerpo de una modelo de revista, los ojos azul eléctrico y el pelo largo y negro como el azabache. Puede que la capitana de las animadoras fuera Michelle Grasso, pero mientras que Michelle conseguía su belleza con esfuerzo, en Cat parecía estar ahí muy a su pesar. Emilie se dio cuenta de que era la primera vez en toda su vida que escuchaba su voz en muchos años.

    Cat se dirigió también al lavabo para limpiarse la cara. Las dos chicas se ignoraron mutuamente, como de costumbre, y al poco rato Cat salió sin una mirada atrás.

    ***

    Channel llegaba tarde. De nuevo. Corrió hacia su taquilla, arrollando a otra persona por el camino. Dio una especie de vuelta de campana y terminó tirada en el suelo, boca arriba, observando a una chica con unos tejanos raídos observándola.

    −¿Estás bien? – preguntó la chica, agachándose a su lado.

    Channel comenzó a incorporarse, asintiendo y disculpándose, pero un dolor en el tobillo la detuvo. Se sentía como si se lo hubieran atravesado con una aguja.
    −Puede que me haya hecho algo – admitió con vergüenza. ¿Quién demonios se torcía un tobillo tropezando en el pasillo?


    India se sentía fatal por la chica, de verdad que tenía el día gafado. Parecía tan dulce, pidiéndole disculpas todo el rato, que resultaba graciosa. Se encontró a sí misma sonriendo, algo que no hacía desde hacía mucho. Los alumnos de una de las aulas comenzaron a salir en tropel, así que esperó a que todos despejaran el pasillo antes de decir:

    −Vamos, te llevaré a la enfermería – la ayudó a incorporarse y las dos cojearon hacia la enfermería.



    Desde la puerta del aula 8, Esteban las observaba alejarse. Estaba pillando una mala costumbre, o la estaba pillando la chica al cruzarse en su camino. Siempre tenía por costumbre no apresurarse para salir de clase, su sentido de la organización marcaba su ritmo, no necesitaba correr.
     
  9.  
    Robin

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    Para ser un "capítulo de relleno" ha sido interesante; aún tengo la intriga de Cat, quiero creer que las personas no van por la vida gritándole a su teléfono por diversión... Menuda sorpresa se habrá llevado Emilie.

    Mike me agradó, quizá porque Amy no se lo esperaba, esas acciones dejan a uno desencajado con la mandíbula al suelo esperando por ver más. El chico tiene lo suyo para llamar la atención. Finalmente llegamos con India, aunque no me causa gracia el dolor ajeno, esta vez me dio una extraña satisfacción, al menos no todo le ocurre a India; ya era justo y necesario que presenciara un acto de mala suerte (y que hablara con alguien más, sobre todo eso).

    Y por último Marvin, quizá no sea el tipo más inteligente del planeta pero causa sensación por saber su rol en la historia. Sin más, espero leerte nuevamente, en verdad dejas con un buen sabor de ¿vista? Ya me entenderás, espero el siguiente capítulo. :)
     
  10.  
    Taraa

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    Pdt: El blog odiará a Michelle Grasso, ya lo advierto, pero todo tiene su razón de ser. Lo digo por si ofende, un besitoo.
     
  11.  
    Taraa

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    Siento la tardanza, tenía que pensar en cómo abordar este día y he comenzado a trabajar...así que apenas tengo tiempo libre. La segunda parte de este pedazo la colgaré a lo largo de esta semana. Lo siento por Channel, la pobre tiene una racha de mala suerte, jaja.

    ***

    ―Por si a alguien le interesa, tener que preparar toda esta mierda cuando ni siquiera vamos a poder disfrutar de la fiesta me parece una mieeeeerrrrdaaaa… - dijo Channel colgando una guirnalda de color azul.

    ―¿Para qué quieres venir? – preguntó su mejor amiga Zahira desde la parte de debajo de la escalera, sin dejar de sujetarla con firmeza - ¿Para que un gilipollas que no te interesa te meta mano cuando los profesores no miran? ¿O para poder beberte el ponche que alguien ha “aderezado” con vodka y acabar vomitando en el baño de la planta baja?

    ―Lo que no quiero es quedarme en casa – gimió Channel.

    Todavía le dolía el tobillo desde la semana anterior, pero al menos no se lo había torcido. La chica que la había llevado a enfermería, India, le caía bastante bien. Aunque no hablaba mucho, al igual que Channel, y las dos se habían limitado a dirigirse sonrisas nerviosas la una a la otra durante todo el rato que la enfermera tardaba en dejar al director para venir a atenderlas. La enfermera Venia pasaba más tiempo en el despacho del director Chandler que con su propio marido, o al menos eso decía la señora Bolt.

    Hablando de la familia Bolt, Shelly se encontraba pintando las últimas llamas en la pared. Shelly era una fuente de información humana, pero sabía pintar maravillosamente. Iban con el tiempo justo, pero sólo los que se habían ofrecido a sacar créditos extra en teatro estaban “obligados” a ayudar en los preparativos del baile. Catherine Crawford los dirigía a todos en una esquina del salón. Channel la había conocido a principios de aquella semana, cuando todos se reunieron con ella para preparar el baile.

    ―¿Quieres que te cuente un secreto? – le preguntó a Zahira, bajando un escalón en la escalera.

    ―Escúpelo.

    ―Cat Crawford se estaba dando el lote con un tío rubio la semana pasada delante de mi taquilla.

    Zahira estaba a punto de expresar su sorpresa, pero unos gritos las interrumpieron. Dos chicos se estaban peleando, uno de ellos el rubio con el que Cat se había dado el lote una semana antes. El otro chico, moreno y de ojos verdes, le dio un golpe en el pómulo, lanzándolo directamente contra la escalera.


    ***


    ―¡No me jodas! – exclamó Matthew corriendo hacia la enfermería. Era la segunda vez en dos semanas que tenía que recoger a su hermana.

    Dejó a Michelle con la palabra en la boca, y ella frunció el ceño y miró interrogante al chico que había venido con la noticia.

    ―¿Qué demonios ha pasado? – preguntó con autoridad. En aquel instituto todo el mundo hacía lo que a ella le daba la gana.

    ―Ashton Bell se estaba peleando con Shane Cooper en el gimnasio, mientras todos lo preparaban para el baile. Shane se cayó contra una escalera en la que estaba una chica de pelo rizado y la tiró al suelo. Creo que se ha roto algo – explicó el chico apresuradamente.

    ―¿Por qué se peleaban? – preguntó Michelle. El chico se encogió de hombros – Pues averígualo – ordenó, y él emprendió una carrera por el pasillo.

    Michelle se dirigió al aula de informática, donde había dejado a su amiga Jessica minutos atrás. La encontró en el tercer ordenador del fondo, y la chica se apresuró a minimizar las ventanas abiertas antes de volverse hacia Michelle. La rubia explicó lo que acababa de suceder, con el tono justo de indignación por estar tan desinformada. Jessica se compadeció y cerró sesión antes de acompañarla a la peluquería.

    El instituto estaba completamente desierto, sólo permanecían en él los que tenían alguna tarea relacionada con el baile. El móvil de Michelle vibró. Una nueva publicación en el PA Blog y esta vez sí la mencionaban pero, ¿qué demonios podría tener esa bloguera contra ella? En fin, es mejor que hablen mal a que no hablen. El curso siguiente se la ganaría.


    ***

    Mike y Abbie estaban escondidos entre los coches del aparcamiento. Ya era de noche, y ninguno de los dos estaba vestido de gala. Abbie se había traído palomitas, un espray de pimienta y un bote de pintura para pulverizar. Mike trataba de hacer un dibujo de alguna especie de animal en una de las paredes del gimnasio.

    ―De acuerdo – dijo Abbie -, ¿y ese quién es? – señaló a uno de los chicos que acababa de salir de una limusina, tendiendo la mano para que una chica rubia lo acompañara. Mike lo miró de reojo, sin querer ser interrumpido.

    ―Ése es Flint.

    ―¿Quarterback? – preguntó Abbie, observando sus anchos hombros.

    ―No, pero está en el equipo. No tiene dos dedos de frente, pero sale con Michelle Grasso. Es la chica de rosa.

    La chica rubia parecía una modelo de revista, con su vaporoso vestido rosado y aquel modo de caminar, como si supiera que todos la estaban mirando. Era bonita, no pegaba en absoluto con el tal Flint. A Abbie le entraban ganas de pintarrajearle el vestido sólo con verla. Aunque no era muy fan del rosa, podría usar todo ese tul con uno de sus vestidos palabra de honor, a modo de forro.

    Vestido de Michelle

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    Última edición: 1 Septiembre 2013

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