Pokémon Rainbow: Hoenn.

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Paralelo, 31 Agosto 2013.

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    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

    Virgo
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    Título:
    Pokémon Rainbow: Hoenn.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    2489
    Introducción:
    Esta historia ocurre durante las sagas Red, Green y Blue del manga Pocket monsters special, y también antes de las sagas Gold, Silver y Crystal de dicho manga.
    Rainbow ya ha pasado por Kanto y Johto. Ha superado dos ligas pokémon así como muchas dificultades, y es hora de seguir su aventura en el mundo pokémon, y más importante aún, dentro de sí mismo.

    Saga de Kanto: https://fanficslandia.com/index.php?threads/fanfic-pokémon-rainbow-kanto.28882/

    Saga de Johto: https://fanficslandia.com/index.php?threads/fanfic-pokémon-rainbow-johto.30324/


    Capítulo 1: Preludio en la tormenta.

    “¡Espera chico, no vayas a hacer una locura!"

    El marinero


    Una terrible tormenta se había desencadenado en el mar. El océano se llenó de violentas olas que zarandeaban todo a su paso, y el viento incesante rugía con furia sobre las aguas agitándolas en un baile caótico de la naturaleza. Las fuertes olas chocaban una y otra vez contra el casco de un barco que había salido de ciudad Olivo, Johto, y que se dirigía hacia ciudad Portual, en Hoenn.


    Dentro del barco la tripulación trató de mantener la calma de los pasajeros ante el fuerte azote de la tormenta.


    —Estimados pasajeros, les habla el capitán del barco, se les ruega que mantengan la calma y permanezcan en sus camarotes y no salgan hasta nuevo aviso, repito, mantengan la calma, y eviten subir a cubierta… —anunciaba una voz severa por los altavoces dispersos por todo el barco.


    Y mientras algunos pasajeros con menos voluntad esperaban temerosos a que la tormenta amainara, otros más fuertes y menos pesimistas simplemente esperaban con aburrimiento en sus camarotes sin nada mejor que hacer.


    En uno de esos camarotes, en la parte más baja del barco, un muchacho de unos trece años dormía boca abajo, pesadamente sobre su litera. Cerca de él se encontraba un extraño cinturón con forma de X colgado sobre el respaldo de una silla, y en la mesa contigua había una mochila y algunos libros junto a unos bolígrafos que parecían haber sido utilizados recientemente. El oleaje mecía el barco de un lado al otro, primero levemente, pero después hubo un repentino golpe que se sintió por todo el barco, y la fuerza hizo que el chico cayera de su litera, golpeándose en el suelo y despertando al instante.


    —¿Pero qué demonios? —exclamó enojado, sobándose la cabeza.


    Un nuevo golpe volvió a sacudir el barco entonces, derribándolo de nuevo al suelo. Este nuevo golpe ocasionó que las máquinas que movían el barco se detuvieran de repente. Las hélices dejaron de funcionar, y el barco quedó flotando a la deriva en la tormenta.


    Una conmoción general invadió a los pasajeros, y en su temor de que el barco se estuviera hundiendo salieron de sus camarotes apresuradamente.


    Escuchando la conmoción, el joven se apresuró a guardar todas sus cosas en varias bolsas de nylon, y ciñéndose su cinturón sobre el pecho, abandonó su camarote.


    La conmocionada gente se había reunido en los pasillos del barco, preguntándose qué habían sido aquellas sacudidas. El capitán y los miembros de la tripulación estaban desconcertados, pues no se imaginaba qué cosa pudo haber chocado de ese modo contra ellos con tal fuerza como para estropear las máquinas del barco. Una inesperada sacudida ocurrió de nuevo, con más fuerza que antes. Hubo el temor de que si eso seguía así acabaría por romper el casco del barco, hundiéndolo como consecuencia. Después del cuarto golpe algunas personas comenzaron a entrar en pánico, pues casi parecía como si algo intentara hundirlos a propósito.


    El joven entrenador echó un vistazo a su alrededor. Mucha gente asustada comenzaba a sacar a sus pokémon de tipo agua en caso de que ocurriera lo peor. Algunos más optimistas esperaban que todo eso terminara pronto, y unos niños asustados ante cada sacudida del barco se abrazaban a sus pokémon. Sin embargo, la frecuencia y la fuerza de los golpes lo desconcertaron mucho, y casi podía jurar que se escuchaba un grito grave y profundo a una frecuencia muy baja.


    Los golpes no cesaban. El miedo ahora era que el barco se volcara debido a la fuerza de los golpes y la tormenta combinados, haciendo que todo el mundo se dirigiera a la cubierta a pesar de la lluvia. Algunas personas que venían de la parte más baja del barco dijeron oír como la estructura metálica del barco parecía a punto de romperse.


    Soportando la intensidad de la tormenta, varios entrenadores y miembros de la tripulación sugirieron sacar los botes salvavidas, desafortunadamente hubiera sido inútil, pues la tormenta era tan fuerte que los botes serían como una pluma en el océano. Si la tormenta y los golpes no paraban muy probablemente aquello iba a terminar en una tragedia.


    El joven entrenador, manteniendo la calma, se acercó peligrosamente a la borda del barco, y echó un vistazo al mar, llamado de algún modo por ese extraño sonido que logró percibir de ahí. El bamboleo del barco era ya tan fuerte que la poca gente que había en la cubierta se vio obligada a regresar al interior del barco, temiendo que otro repentino golpe o una ola enorme les hicieran caerse por la borda.


    —¿Pero qué crees que haces? —gritó de repente un marinero que lo había visto— ¿No ves que es muy peligroso estar aquí afuera?


    El muchacho no respondió nada, sólo siguió observando el mar con impaciencia, aunque su cabello largo se moviera agitadamente con el viento y le estorbara. De repente vio un enorme cuerpo que asomaba levemente por la caótica superficie del agua, un gran cuerpo azul que envistió contra el barco apareció para su sorpresa. El nuevo golpe lo desequilibró y casi lo hace caer al mar, pero en su lugar quedó colgando del barandal, y miró como la criatura se sumergía de nuevo.


    El marinero corrió rápidamente a ayudarlo a subir.


    —¿Estás bien? —preguntó preocupado— Tenemos que volver al interior del barco antes de que…


    —Era un Wailord —interrumpió el joven con mucha seguridad.


    —¿Un Waliord? —preguntó el marinero sorprendido— ¿Lo llegaste a ver?


    —Por alguna razón está golpeando el barco con desesperación —contestó casi sin prestarle atención—, necesito acercarme un poco más…


    Volvió a mirar entonces por la borda, sólo para darse cuenta de que el enorme pokémon estaba a punto de volver a chocar contra el barco. Si no se agarran fuertemente ambos, el golpe los hubiera precipitado al agua.


    —¿Cómo que acercarte? —preguntó el marinero intentando detenerlo— No hay manera de que puedas hacerlo…


    —No me digas lo que puedo o no hacer —contestó apartando su mano de él con desprecio—, me llamo Rainbow, y soy el entrenador definitivo, esto no debe ser un problema para mí.


    El marinero comenzó a creer que ese niño estaba loco.


    —¿Entonces dónde están tus pokémon? Si de verdad eres el entrenador definitivo —preguntó sujetándolo de nuevo.


    Ante esa pregunta, Rainbow se llevó la mano a su cinturón vacío, y sintió los lugares donde hasta hacía poco se encontraban sus pokémon de Johto. Aquella ironía le irritó y entristeció, pero casi de inmediato dejó salir a la luz su lado arrogante, y lo miró como si fuera basura.


    Un nuevo golpe al barco hizo reaccionar a los dos.


    —Esto es muy peligroso, vamos a entrar —dijo el marinero intentando llevárselo a la fuerza.


    Pero Rainbow se zafó de él con algo de dificultad, y corrió de nuevo hacia el barandal.


    —¡Púdrete, idiota! —le gritó mirándolo con desprecio.


    Entonces pasó una pierna por el barandal, y luego el resto de su cuerpo.


    —¡Espera chico, no vayas a hacer una locura! —exclamó desesperado el marinero.


    Pero era tarde. Antes de que se diera cuenta, el arrogante muchacho ya se había lanzado al mar, desapareciendo en él casi de inmediato.



    Casi al mismo tiempo en que se sumergió en las frías aguas del océano logró ver al enorme pokémon que se dirigía hacia el barco para embestirlo de nuevo, y entonces vio asombrado qué era lo que ocurría: un enorme grupo de Sharpedo rodeaba al Wailord, mordiéndolo por todos lados y provocándole serias heridas en todo su cuerpo. Un extraño ruido sonó por detrás, y observó que el casco del barco estaba todo cuarteado y a punto de romperse, seguramente por dentro el agua comenzaba a filtrarse.


    Sin perder el tiempo, usó su Viridian mind para comunicarse con el Wailord. Al percibir su presencia, éste le dejó agarrarse de él, y ambos eludieron el barco pasando por debajo de él, mientras alrededor de ellos los Sharpedo continuaban mordiendo al gigante.


    El marinero había dado la alarma de que alguien había caído por la borda, y de inmediato un grupo de marineros y entrenadores salieron para intentar hacer algo. Por un momento llegaron a pensar que había muerto, cuando de repente del otro lado del barco el gigante salió del mar con Rainbow sujetado en él, lo que llamó la atención de los marineros y entrenadores.


    —¿Un Wailord? —exclamó un entrenador sorprendido.


    —El chico dijo que había visto que era un Wailord el que estaba golpeando el barco —dijo el marinero.


    A sí mismo vieron cómo el grupo de Sharpedo perseguía incesantemente a los dos. Algunos de ellos incluso intentaron atacar a Rainbow.


    —¿Pero qué está haciendo ese chico sobre el pokémon? —preguntó un segundo entrenador.


    —Sea lo que sea, es obvio que necesita ayuda —dijo el marinero sacando una pokéball.


    Mas en ese momento, llevado por el miedo, el enorme cuerpo del Wailord chocó contra el barco por otro ángulo, haciendo que el marinero perdiera el equilibrio y soltara accidentalmente su pokéball, cayendo ésta al mar.


    El viento todavía soplaba incesante, pero la tormenta dio señales de comenzar a amainar. Rainbow intentó tranquilizar al Wailord usando su don, acariciándolo suavemente y concentrándose. Se le hizo muy raro que esos pokémon se pusieran a atacar a un pokémon tan grande en grupo, pero como sea, eso sin duda asustó al Wailord al ser incapaz de deshacerse de ellos por su número y velocidad, y se dio cuenta de que por eso había estado golpeando el barco, como una manera de pedir auxilio. Los sonidos que había escuchado gracias a su sensibilidad por los pokémon, no eran ni más ni menos que su grito de desesperación.


    Mientras pensaba todo eso, se dio cuenta de un objeto que flotaba sobre el mar. Era una pokéball. Diciéndole al pokémon que girara, llegó hasta ella y la sujetó. En el interior había un pequeño Snorunt, el cual se veía muy asustado por la tormenta y por el hecho de haberse separado de su dueño, además de ser todavía de un nivel bastante bajo.


    Los Sharpedo continuaban mordiendo al Wailord sin interrupción, debilitando cada vez más al gigante. Los coletazos y placajes que intentaba hacer para defenderse eran inútiles, pues éstos inmediatamente los esquivaban todos y continuaba mordiendo. Rainbow tomó la decisión de usar al Snorunt para deshacerse de ellos, a pesar de lo difícil que fuera.


    —Escucha, pequeño —se comunicó con él, intentando calmarlo—, necesito que te tranquilices y me hagas caso, o estos pokémon nos van a comer… —una ola le dio en la cara, haciendo que casi tragara agua— Ahora mismo voy a potenciar tu ataque especial lo más que pueda… pero será algo doloroso si no tienes entrenamiento previo… así que necesito que te concentres conmigo…


    Entonces cerró los ojos con fuerza, y se dispuso a efectuar la técnica que normalmente le enseñaría sólo a sus pokémon.


    Los que se encontraban en la cubierta del barco observaban a la distancia la persecución que se llevaba a cabo en el mar. El marinero se dio cuenta de que había conseguido agarrar a su pokémon, y se preocupó por lo que podría pasarle.


    Aprovechando que el Walord ya no golpeaba el barco, y que la tormenta comenzaba a amainar, el capitán ordenó que la gente comenzara a bajar en los botes salvavidas, ya que los daños provocados por el pokémon no iban a repararse rápidamente, y ciudad Portual ya estaba relativamente cerca.


    —Sólo un poco más —pensó Rainbow apretando los dientes.


    El Snorunt también se veía que estaba sufriendo por los cambios tan grandes que Rainbow se encontraba haciendo en su interior, pero intentó resistir lo más que pudo. Un momento después, Rainbow lo sacó de la pokéball y lo hizo subirse a su espalda.


    —¡Rayo hielo! —ordenó entonces.


    Sintiéndose inesperadamente con un gran poder, el Snorunt comenzó a congelar a los Sharpedo con los ataques uno a uno, el ataque estaba potenciado, haciendo que los Sharpedo quedaran completamente inmovilizados. Algunos estuvieron a punto de atacar directamente a Rainbow, pero Snorunt los recibió con dicho ataque. Poco a poco el número de los pokémon fue bajando hasta terminar con todos. Viéndose ya libre de sus perseguidores, flotando sobre el mar, el Wailord los mandó entonces a volar de un poderoso golpe de su cola, el cual ya no fueron capaces de evitar.


    Unos minutos después, el sol volvió a brillar por detrás del cielo nublado, y el viento volvió a la calma junto con las olas poco a poco. Exhausto, Rainbow se tumbó sobre la espalda del Wailord, respirando con dificultad. El Snorunt se acercó a él, ya pasado el efecto del Viridian mind, y puso su mano sobre su frente suavemente.


    —Esto de andar jugando a alterar estatus es engañosamente doloroso —dijo con una actitud fría.


    Siguiendo las órdenes de Rainbow, el Wailord se dirigió de nuevo al barco, todo abollado y estropeado, tambaleándose sobre el mar, del cual la gente bajaba poco a poco en los botes salvavidas para dirigirse a Portual. Los marineros y entrenadores que lo habían visto todo lo vitorearon al verlo volver. Al acercarse a ellos, el Snorunt volvió a la cubierta con su dueño impulsado por el chorro de agua del Wailord.


    —Oye muchacho, eso fue impresionante —le felicitó el marinero— ¿qué hiciste con mi Snorunt? Nunca antes lo había visto con tal potencia.


    Rainbow lo miró con frialdad, pero no le contestó nada, en su lugar, le dijo al Wailord que siguiera nadando.


    —Oye, espera… ¿no vas a volver a subir? —preguntó el marinero extrañado.


    —Aquí estoy mucho mejor —respondió en voz baja.


    La gente a bordo miró extrañada como se alejaban sin decir nada más, como si los ignorara por completo, pues Rainbow no tenía paciencia para volver a bordo a oír las estupideces que le dirían.


    Mientras se alejaban, Rainbow poco a poco caía en la inconsciencia, sin dejar de pensar en lo que había sucedido.


    —Qué curioso es que esos pokémon te atacaran de esa manera —dijo con voz suave—, pero no te sientas mal, aunque seas enorme, hiciste bien en pedir ayuda.


    Antes de caer dormido, puso sus manos sobre el pokémon gigante, y terminó de curar sus heridas.



    Continuará...
     
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    Recién empieza esto, y ya noto tres cosas, una relacionada con el Wailord, otra con ese barco, y otra con esos Sharpedos. Noto que no es casualidad nada de lo que ha pasado. Pero bueno, como casi todo en Rainbow.

    Antes de nada, te recalco que has “retrocedido” dos veces a Wailord a su preevolución (Wailmer). En dos ocasiones has dicho Wailmer en lugar de Wailord.

    Bueno, ahora imagino que cuando Rainbow quiera despertar, estará en Villa Raíz. E imagino que, ¿ese Snorunt de alguna manera va a acabar siendo suyo? No sé, me dio que el marinero se lo regalaría. Después de todo, ha sido “víctima” del entrenamiento definitivo.

    Imagino también que a Rainbow le toca escoger a Torchic, básicamente porque en Kanto eligió al Starter planta, en Jotho al agua, pues toca el de fuego. Pero en realidad acabará con los tres, así que eso poco importa.

    Tengo ganas de ver como avanza esto. En especial tengo ganas de ver a algunos personajes conocidos del manga. Esos reporteros (Maylene y Tyler, creo que se llamaban) seguro que aparecerán (qué persistente, hasta pesada, que es ella, en serio que llega a cansar); el nadador también debería aparece, con su obsesión por los Feebas. Y Wally, Wally también debería de salir. Pobre chico, merecía ser Emerald (el auténtico nunca me cayó simpático). Y hablando de Emerald, ¿cómo será su probable encuentro con Rainbow? ¿Tendrá su relación con Latios y Latias algo que ver con Rain?

    Posiblemente, todas esas incógnitas tengan su solución a lo largo de la historia.
    En cualquier caso, espero que Hoenn sea tan bueno como las anteriores.
    Mucha suerte. Nos leemos, GL.
     
  3.  
    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

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    ...Continuando


    Capítulo 2: Comenzando desde cero.


    “las razones que podrían ser buenas me parecen cursis, y las razones egoístas por el momento tienen más fuerza para mí"


    Rainbow




    Ya había salido el sol al día siguiente cuando Rainbow despertó al fin. Sintió en su piel la áspera sensación de la arena, y su ropa aún húmeda por el agua del mar. Se puso de lado para que la luz del sol no lastimara sus ojos, y todavía cansado, se quedó en esa posición. Sintió entonces una fría ducha de agua de mar en forma de lluvia, acompañada del inconfundible sonido de un Walord cuando expulsa agua por la nariz de su cabeza. Eso le obligó a abrir los ojos lentamente con fastidio, y vio al enorme pokémon a algunos metros de la orilla de la playa, donde él se encontraba tumbado. Logró ver cómo el agua de la marea casi lograba alcanzar su rostro cuando las olas irrumpían en la orilla. Con algo de pereza, se levantó y se sacudió la arena que se le había pegado al cuerpo, se quitó luego los zapatos y los calcetines liberando sus pies, escocidos por la sal y la arena.


    —Vaya manera de comenzar el día —dijo descontento mientras revisaba su mochila en busca de ropa.


    Las bolsas de nylon en las que había guardado todo habían protegido todo del agua, con la única excepción de una libreta cuya bolsa tenía un pequeño agujero, por el cual se había filtrado bastante agua.


    —No puede ser —exclamó enojado al sacar la húmeda libreta de la mochila—… voy a tener que escribir de nuevo. Menos mal que no era la libreta de mi método definitivo.


    Escuchó entonces el sonido del pokémon que todavía seguía tras él, y al darse cuenta, se dirigió amistosamente hacia él.


    —Perdón por olvidarme de ti, amigo, gracias por dejarme en tierra… por cierto, ¿en dónde estoy? —se preguntó mirando a su alrededor.


    El pokémon sólo rugió levemente. Rainbow se examinó la playa, pero no vio nada a lo lejos, entonces observó el bosque que se había del lado opuesto al mar.


    —Supongo que tendré que buscar algún poblado para preguntar por Villa Raíz —dijo sacando algo de ropa seca.


    Cuando se hubo cambiado, tomó su mochila y se preparó para irse.


    —Hasta luego, Wailord —se despidió amablemente—, espero que te vaya mejor y no te vuelvas a encontrar con esos Sharpedo.


    El pokémon acuático aún se sentía algo avergonzado por no haber podido defenderse sólo a pesar de su enorme tamaño.


    —¡Ja! No te preocupes —contestó Rainbow animándolo—, a veces hasta los más grandes y poderosos necesitan algo de ayuda… espero volver a verte algún día.


    Dicho eso, el pokémon comenzó a nadar hacia el mar abierto, desapareciendo después bajo las celestes aguas de Hoenn. Rainbow lo observó hasta que se hubo ido, y entonces, sintiéndose extraño de algún modo, volvió a mostrar una sonrisa arrogante antes de encaminarse tierra adentro, recordando lo que había pasado con el barco el día anterior.


    —Vaya manera de comenzar este viaje —comentó pedante—, pero bueno, supongo que así es más divertido empezar desde cero…




    En un bosque en las afueras de Villa raíz, cuando el sol estaba a punto de alcanzar su punto más alto, se encontraba un hombre de bata acompañado de su pequeña hija, y ambos se dirigían a explorar las cercanías a causa de que la pequeña se lo había pedido a su padre.


    —Hija, ¿estás segura de que es buena idea ir vestida así? —preguntó algo nervioso el corpulento hombre —¿no te sientes incómoda?


    La animosa niña había decidido deshacerse de su ropa normal, y en su lugar, se había hecho un atuendo de hojas que no alcanzaba para cubrirle todo el cuerpo. Pero ella no parecía preocupada.


    —A los pokémon salvajes no les gusta el olor de la ropa humana —contestó con decisión—, si voy a estudiar a los pokémon en su hábitat natural, entonces necesito acostumbrarme a vivir en la naturaleza como ellos.


    El hombre miró con simpatía a su hija, aunque aún algo nervioso por esa manera en que se lo tomada todo tan en serio. Un momento después, la niña pareció percibir algo, e instantáneamente subió a la rama de un árbol con tanta agilidad como un Monkey.


    —¿Qué sucede, hija? —preguntó el hombre preocupado.


    La niña no respondió inmediatamente. Cerró sus ojos, y olfateó un momento el aire, como si hubiera algo raro en el ambiente.


    —Huelo algo extraño —respondió con seriedad—, algo que no había olido nunca por este lugar.


    El hombre estaba acostumbrado al increíble sentido del olfato de su hija, pero el hecho de que ella estuviera percibiendo un aroma nuevo lo emocionó un poco.


    —¿Una nueva especie de pokémon? —preguntó.


    —No me parece —contestó la niña después de pensar un momento—… es algo diferente…


    En ese momento, de los arbustos apareció un joven con un extraño cinturón en el pecho.



    Rainbow observó con algo de sorpresa al hombre de la bata por un momento, pero dado que buscaba Villa raíz decidió que no valía la pena sólo ignorarlo.


    —Disculpe, ¿de casualidad sabe dónde se encuentra Villa raíz? —preguntó con tono distante y frío.


    Antes de que el hombre pudiera contestar, la niña saltó del árbol y encaró a Rainbow con sus fieros ojos. Éste se quedó pasmado un momento frente a esa niña tan poco elegante y amenazante, y le devolvió una mirada de incomodidad.


    —Ponte algo de ropa, eso que tienes parece que el viento te lo va a volar —le dijo retrocediendo un poco.


    Pero la niña entonces se acercó a él y comenzó a olfatearlo más de cerca, con mucho detenimiento. Rainbow retrocedió varios pasos avergonzado.


    —Sapphire, no molestes al joven —le reprochó su padre, extrañado por el comportamiento de su hija.


    —Él es el que tiene ese olor —contestó la niña.


    —¿Olor? —preguntó Rainbow algo alterado— Bueno, estoy algo sucio de arena y agua del mar, pero no creo que…


    —No es ese tipo de olor —interrumpió Sapphire—, ¿por qué hueles a muchos pokémon? —preguntó señalándolo amenazantemente con el dedo —sé reconocer el olor de muchos pokémon, y tú hueles igual a ellos.


    Rainbow se quedó pasmado por un momento, intentó olerse un poco, pero no percibió nada más que la sal del mar que aún tenía en su cuerpo. Sin embargo, a pesar de que eso le sorprendió, decidió que no merecía su atención, ya que tal vez se trataría de una estupidez.


    —No tengo tiempo para estas cosas —respondió mientras continuaba caminando con arrogancia—, tengo que llegar a Vila raíz y encontrarme con un tal profesor Birch…


    El padre de la niña reaccionó al oír el nombre.


    —¿Entonces eres tú el entrenador que me dijo el profesor Oak? —preguntó antes de que se fuera.


    Al escuchar eso, Rainbow volteó y miró con sorpresa al risueño hombre. Su hija también se sorprendió un poco.


    —Debí suponer que eras tú cuando te vi —dijo el profesor llevándose la mano a la nuca con pena—, eres el entrenador Rainbow, el profesor Oak me avisó que vendrías, pero no sabía bien cuándo sería eso...


    Rainbow miró con algo de incredulidad al profesor, ya que desde que había empezado su aventura no le habían tocado más que profesores pokémon algo extravagantes, y ese no era la excepción, con su actitud infantil, pero facha de hombre rudo, portando una bata de laboratorio sobre una ropa común de excursionista, y para colmo una hija vestida de hojas. Pero pensó que al menos no se veía tan torpe como Elm. De hecho, le pareció el más curioso de todos al estar investigando fuera en lugar de un laboratorio.


    —Bueno, profesor Birch —volteó a verlo con una actitud presumida—, tiene el gran honor de conocer a Rainbow, el entrenador definitivo.


    —¿Entrenador definitivo? —preguntó Sapphire intrigada.


    —Pero no perdamos más el tiempo, profesor Birch —continuó Rainbow como si nada—, necesito mi pokémon inicial y el prototipo de la pokédex que de seguro le envió el profesor Oak… ¿hacia dónde está su laboratorio?


    —Pero ¿por qué la prisa? —preguntó el profesor— ¿Ni siquiera vamos a hablar un poco?


    —¿Hablar, de qué? —respondió Rainbow con indiferencia— No quiero hacerle perder el tiempo… lo cual es una manera de decir que no quiero perder mi tiempo con usted.


    —Pero si no sería una molestia para mí —contestó el profesor sonriente—, es más, ¿yo si tengo algo que preguntarte?


    —Está bien, pero sólo una pregunta y luego me dará lo que acordamos, ¿vale? —aceptó Rainbow de mala gana.


    Sapphire estaba algo molesta de que se hubieran de repente olvidado del asunto del olor, lo cual la seguía interesando enormemente, pero decidió no interrumpirlos por el momento.


    —El profesor me habló un poco de ti —dijo Birch bajando su bolsa café, y sentándose calmadamente sobre la hierba—, me dijo que ya has pasado por las ligas de Kanto y Johto, que tienes una habilidad extraordinaria llamada Viridian mind que te permite poder comunicarte con los pokémon entre muchas otras cosas…


    —¿Hablar con los pokémon? —preguntó Sapphire sorprendida.


    Rainbow ya estaba harto de que a cada región que fuera siempre hubiera alguien que le mencionara su habilidad, y que siempre se sorprendieran con ella, así que decidió acelerar las cosas un poco.


    —Sí, sí, hablar con ellos, curarlos, hacerles aprender ataques que no aprenderían por naturaleza, cambiar sus habilidades, tipos, características, naturalezas… ¿podemos ir a la parte donde me pregunta algo? —respondió con hastío.


    —¿Para qué quieres ser el entrenador definitivo? —preguntó el profesor.


    Un silencio incómodo surgió entonces. Rainbow no había pensado en eso en mucho tiempo, y sacar ese tema de nuevo le incomodaba, al menos ante otras personas. Recordó cuando Bill se lo había preguntado cuando estaba en Kanto, y cómo en ese momento había admitido que la razón era egoísta. Y ahora, una región después, la respuesta todavía no había cambiado en absoluto, lo cual le inquietó un poco ahora que lo pensaba mejor.


    —¿Qué le importan a usted mis razones? —contestó con rudeza— Soy un chico inteligente y con un gran don, el cual he desarrollado desde que tengo memoria y he complementado con un método de entrenamiento definitivo… sería un tonto si no aspirara a ser el mejor de los mejores…


    —Ya veo —contestó Birch con seriedad—, quieres ser el mejor simplemente porque puedes serlo. Creo que voy a necesitar una mejor razón si quieres mi apoyo mientras estés en esta región.


    Rainbow comenzó a enfadarse, y se acercó desafiantemente al profesor, alertando un poco a su hija.


    —¿Quiere una razón? Se la diré… quiero que el mundo me vea como un ejemplo de que la amistad y el amor pueden logarlo todo, de que no hay nada imposible, de que nunca hay que rendirse ante los problemas, de que si tienes fe y confianza puedes lograr que tus sueños se vuelvan realidad —habló con una voz sumamente fingida, casi como una burla—, ¿esa respuesta le gusta más?


    —No me pareció muy honesta —contestó el profesor—, ¿crees que soy un tonto acaso?


    Rainbow se trató de contenerse, y respiró profundamente.


    —Cuando me enteré de este asunto del entrenador definitivo el tema me interesó por completo —continuó hablando Birch, apoyando su cabeza sobre sus puños—, me contaron de tantas cosas que has hecho, y que todo lo que has presumido lo has logrado con mayor o menor dificultad. Alterar las características de un pokémon para hacerlo invulnerable al tipo que le lleva ventaja no es algo que se vea todos los días. De existir tal entrenador, me preguntaba cuál sería su verdadera meta, más allá de ganar medallas y ligas, pero dada la manera en la que te describían supuse que en realidad no te importa mucho hacer todo eso que has dicho antes, sobre todo por el hecho de renunciar a ser el campeón en cuanto ganas… eso es lo que me intriga en verdad. Casi todos los entrenadores, sin ser tan buenos, ansían poder ser ese ejemplo para los demás, ayudar al mundo de alguna manera a ser mejores con ellos mismos y los pokémon, pero alguien como tú parece sólo querer serlo sólo porque sí, sin una verdadera razón que te haga digno de tener tu habilidad.


    Rainbow escuchó apartándole la mirada, aunque no podía ignorar la verdad de sus palabras. Agachó un momento la cabeza antes de mirarlo con seriedad.


    —¿Alguna vez se ha preguntado sobre nuestra realidad? —comenzó a hablar calmadamente— Desde el momento en que me di cuenta de que podía entender a los pokémon, los conocí, y conocí a los humanos, y la manera en la que ambos se llevaban, me hizo preguntarme sobre todo. Vivimos en una sociedad centralizada en los pokémon, son nuestros compañeros, a veces trabajan con y para nosotros, mantienen el planeta vivo y también nuestras comunidades, ciudades, regiones, todo gira por ellos en torno a ellos. Tiene sentido, y es paradójico, el ser humano es el que domina el mundo, a pesar de carecer de poderes como los pokémon, por lo que ha debido confiarse a su inteligencia para poder llevarse bien, pero a pesar de todo, se nos presenta como los villanos, siempre atentando contra los pokémon por nuestra incapacidad de comprenderlos. Pero se supone que es el ser superior el que debe comprender al inferior, el grande el que debe ayudar al pequeño, llevarnos lo mejor que podamos unos con otros porque nosotros necesitamos a los pokémon, así es como hemos entendido la realidad desde siempre.


    —No entiendo cuál es tu punto —dijo Birch con interés.


    Rainbow tomó aire por un momento antes de seguir hablando.


    —Que un tiempo así lo pensé, debo usar mi habilidad por el bien de los pokémon y la gente, pero me di cuenta de que comprender algo implica ver más allá de sólo las cosas buenas —contestó con los ojos cerrados—. No lo voy a negar, los pokémon son maravillosos, pero pienso que los estamos poniendo en un pedestal demasiado grande.


    —¿A qué te refieres con eso? —preguntó Birch.


    Rainbow abrió los ojos, y lo miró con una mirada lastimera.


    —Antes de que existieran los entrenadores pokémon, el mundo era un lugar muy diferente. Los pokémon debían sobrevivir en un mundo donde cada criatura podía matarte para comerte, un mundo hostil en el cual la violencia y la sangre era de todos los días, no tenías tiempo de vivir, sólo de sobrevivir, un mundo sin sentido que existía sólo para seguir existiendo. Pero luego llegaron los seres humanos, y comenzaron a domesticar a los pokémon, y eventualmente a capturarlos. Paradójicamente, al capturarlos y encerrarlos, el mundo se volvió mejor. Los humanos los alimentaban ahora, ya era cada vez menos necesario cazar. Todo fue mejor cuando se creó la comida pokémon, los centros pokémon, cuando los humanos comenzaron a usarlos como herramientas y trabajadores toda esa violencia del pasado desapareció parcialmente. Por primera vez, los pokémon podía comenzar a vivir, y no sólo sobrevivir.


    Observó entonces a un grupo de pokémon que pasaban por el bosque, peleándose por quién se comía una baya que había caído de un árbol.


    —Me di cuenta entonces de que el ser humano no es un villano, es un héroe —prosiguió—, logró crear un mejor mundo para los pokémon, paradójicamente capturándolos, pero el problema es que ha sido un héroe estúpido, que hasta cierto punto ha abusado de su inteligencia, usándolos para planes malévolos…. Pero los pokémon tampoco se salvan, pues ellos no han dejado atrás sus instintos asesinos de lucha, su pasado violento sigue en sus genes, son por naturaleza hechos para sobrevivir luchando. De ahí el valor de los entrenadores, tener que canalizar el instinto de lucha de los pokémon en un deporte regulado, con reglas y todo, todo para que no sea necesario volver a ese pasado violento, para hacer del mundo un lugar mejor, sólo por el bien del mundo y los pokémon. Pero esa respuesta, aunque sea la más noble, no me fue suficiente, no quiero sólo ser un canalizador del instinto combativo de los pokémon….es decir, puedo hacerlo bien, pero no es lo que quiero.


    —¿Entonces qué es lo que quieres? —preguntó Birch.


    —No lo sé —contestó Rainbow con dificultad después de pensarlo un poco—, no tengo idea de por qué quiero ser el entrenador definitivo… las razones que podrían ser buenas me parecen cursis, y las razones egoístas por el momento tienen más fuerza para mí… lo siento si mi respuesta no le satisface.


    —La verdad nunca esperé que lo hicieras —dijo Birch levantándose y tomando su bolsa—, sé que no es una pregunta fácil, y no esperaba que lo supieras completamente… pero al menos, me gustó que fueras sincero, lo cual es un gran logro para mí tomando en cuenta que, según el profesor Oak, tardaste mucho más en sincerarte con él. Para mí es suficiente.


    Entonces abrió la mochila, y sonrientemente le mostró a Rainbow tres pokéball en su interior, las cuales contenían un Torchic, un Mudkip, y un Treeko.


    Continuará...
     
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    Capítulo 3: Vs. Birch.


    “Mis motivos no son de su incumbencia"


    Rainbow




    Desconcertado por la acción del profesor, Rainbow observó a los tres pokémon en la bolsa, viendo como todos ellos se mostraban algo impacientes.


    —¿Qué esperas? Escoge uno —interrumpió Birch con una sonrisa— Quiero ver esa habilidad tuya de poder hablar con los pokémon.


    Rainbow continuó mirándolos con detenimiento, pero con rostro amigable. Comunicándose con ellos percibió que todos se veían ansiosos por ir con él, lo que hacía la decisión más difícil.


    —Parece que todos quieren venir conmigo —dijo entonces con seriedad—, es la primera vez que sucede, en las otras dos regiones al menos uno no parecía del todo dispuesto…


    —¿Entonces cuál elegirás? —preguntó Birch.


    —Pues, si en Kanto comencé con un tipo planta, y en Johto con un tipo agua —dijo tomando la pokéball de Torchic—… entonces esta vez le toca al de fuego.


    Observó en el interior al contento Torchic, y en su mente repetía las mismas palabras que ya tanto habían hartado a todos los pokémon que llevaran un tiempo con él: “te convertiré en el mejor de tu especie, conmigo nunca perderás…”.


    —En ese caso, ¿por qué no tenemos un combate? —preguntó de improviso el profesor.


    —¿También usted quiere luchar contra mí? —preguntó Rainbow fingiendo sorpresa.


    —Quisiera ver ese modo que tienes de combatir sin necesidad de hablar —respondió el profesor alejándose, y entonces sacó un Poochyena—. Este pokémon no ha sido entrenado todavía, así estaremos igual.


    Rainbow por un momento volvió a sentir el calor ante un reto, cosa que también pareció sentir Torchic. Sonrió entonces malévolamente como solía hacer siempre, y entonces liberó al pokémon.


    Sapphire observó como los dos pokémon se encaraban mutuamente, y ese extraño entrenador, cuyo extraño aroma todavía la inquietaba, parecía estar sumido en sus pensamientos con ese rostro de extrema seguridad.


    —Placaje —ordenó su padre entonces.


    El Poochyena salió disparado hacia él, pero Torchic lo esquivó sin que Rainbow ordenara nada, y efectuó entonces un Foco energía, pero el chico todavía no decía ni movía un músculo.


    —Interesante, parece en verdad como si le hablaras directamente a su cerebro —observó su padre.


    —Con toda honestidad, siempre me ha dado algo de vergüenza el gritar los ataques en voz alta —contestó con arrogancia—, a veces sólo lo hago cuando me emociono.


    —Entonces, ¡Aullido! —ordenó su padre desafiante.


    El ataque del Poochyena subió entonces, y después de recibir la orden, arremetió de nuevo con Placaje. Pero el Torchic sólo esquivaba y usaba Foco energía, y el profesor, siguiéndole la corriente, le ordenaba a su pokémon subir su ataque con Aullido, casi llegando a un punto en el que podría debilitarlo de un golpe.


    —Con tantos Foco energía ese Torchic ya no tendrá problemas en dar ataques críticos —observó Sapphire.


    Rainbow cerró los ojos entonces, pero sin borrar esa sonrisa de su rostro.


    —Ahora sí, Mordisco —ordenó su padre con voz potente.


    Antes de que el ataque golpeara al pokémon de fuego, éste lo esquivó a una velocidad increíble, y de inmediato golpeó a su rival con Arañazo, siendo un golpe crítico.


    —¿Eh? ¿De dónde salió esa velocidad? —preguntó Sapphire sorprendida.


    —¿No decían que querían ver un poco mis habilidades? —preguntó Rainbow riendo levemente— Pues les doy este regalo, esa es mi habilidad de aumentar la velocidad del pokémon a mi voluntad… normalmente requeriría de mucho tiempo para poder lograrlo, pero por esta ocasión he decidido hacer el esfuerzo extra.


    Se llevó entonces la mano a la cabeza por el dolor que comenzaba a invadirlo.


    —Así que usar eso te da problemas, ¿eh? —observó Birch.


    —En estas circunstancias, sí —contestó—, y tampoco puedo estar así mucho tiempo o me desmayaré, así que terminemos ya.


    Y de inmediato, Torchic con su velocidad aumentada debilitó al Poochyena con otros dos ataques críticos. Y al terminar, Rainbow cayó de rodillas tomándose la cabeza con las manos.


    —¿Te encuentras bien? —preguntó Birch preocupado.


    —Es bastante normal —contestó con voz seria—, utilizar esto con pokémon sin entrenamiento es algo peligroso, ya que requiere un esfuerzo más grande de Viridian mind, en cambio, cuando han sido entrenador por mí durante un tiempo, parte de esa energía ya queda en ellos, por lo que requiero menos esfuerzo… aunque igual depende de lo que quiera lograr hacer.


    El profesor regresó al pokémon a su pokéball, y miró a Rainbow algo consternado.


    —Creo que no deberías abusar mucho de esa habilidad —le aconsejó—, podría acabar pasándote algo malo.


    —Qué tontería es esa —contestó Rainbow—, ya he pasado por dos regiones, y no he tenido problemas con esto… sólo es algo normal. Pero sea como sea, deme mi pokedex para que pueda irme ya —exigió levantándose del suelo.


    Un rato después se encontraban en el laboratorio de Villa raíz, un lugar rodeado de bosque, pero muy poco interesante para Rainbow. A pesar de eso, se tomó la molestia de observar un poco a la alegre gente que ahí vivía, pero extrañamente encontró absurda toda aquella paz mientras caminaba. Sapphire todavía lo miraba con recelo mientras el profesor hablaba de cosas del pueblo no tan interesantes.

    Una vez en el laboratorio, el profesor le entregó el prototipo que le habían enviado desde Kanto.


    —Este aparato se ve interesante —comentó Birch—, pero no me explicaron bien qué hace.


    —Es algo así como una enciclopedia pokémon —contestó Rainbow—, el objetivo es inútil, ir registrando a cada pokémon que me encuentre para saber algunos datos con mayor o menor importancia.


    —Si te parece tan inútil, ¿por qué quieres usarlo entonces? —preguntó Birch.


    Rainbow desvió la mirada con aburrimiento.


    —Mis motivos no son de su incumbencia —respondió con rudeza mientras se alejaba como si nada.


    —Pues adiós —dijo Birch algo desconcertado—, pero sea como sea, tengo ya tu número de teléfono.


    Rainbow se detuvo en seco en la puerta, y le lanzó al profesor una mirada de extrañeza.


    —¿Mi número? —preguntó enojado.


    —Sí, me lo pasaron cuando me avisaron de ti —contestó sonriendo.


    Rainbow sintió una profunda irritación al saber eso. Los profesores anteriores habían tardado bastante en poder estar en contacto de esa manera con él, y viendo lo interesado que se veía el profesor Birch en su viaje, temió que pudiera volverse un fastidio.


    —Por cierto, me llamarás cada vez que ganes una medalla, ¿verdad? —preguntó.


    Rainbow dio un suspiro de desánimo.


    —Sólo si promete no estarme llamando a cada rato —dijo con frialdad antes de salir de ahí rápidamente.


    Mientras caminaba en dirección al norte, observó a su primer compañero, y entonces colocó la pokéball en su cinturón de X, sintiéndose animado de poder volver a tener un pokémon ahí.


    Al llegar a la salida del pueblo, a orillas de la ruta 101, apretó el paso para adentrarse en el bosque para comenzar a entrenar.


    —¡Espera! —gritó una vocecita por detrás.


    Miró Rainbow con fastidio que era la hija del profesor Birch, todavía ataviada con ese atuendo hecho de hojas.


    —¿Qué es lo que quieres? —preguntó con fastidio.


    —Yo hace tiempo que ayudo a mi padre investigando a los pokémon de la zona —contestó—, pero ya he visto a todos los de aquí, así que quisiera ir a la ruta 103, más allá del pueblo Escaso.


    —Pues bien por ti —contestó fríamente Rainbow mientras seguía caminando.


    Sapphire comenzó a seguirlo de cerca por un rato, lo cual irritó a Rainbow.


    —¿Te importa, niña? —dijo de repente— No me gusta que alguien más me acompañe.


    —Pues al parecer estamos yendo hacia la misma dirección —replicó la niña—, no se puede evitar.


    Mascullando con enojo, Rainbow continuó caminando con la alegre niña revoloteando cerca de él, sin embargo, en un momento en el que se le acercaba amablemente a un Wurmple salvaje y lo acariciaba, le dio una extraña sensación de haberla visto antes en otro lugar, y por un rato esa idea lo acompañó sin dejarlo.


    Continuará...
     
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    Capítulo 4: Carburante.


    “Un don es a veces una carga"


    Rainbow



    Cohibido por el suspicaz mirar de la niña, Rainbow no se atrevió a comenzar un entrenamiento muy formal con Torchic en la ruta 101. Revivió la vez en la que la niña de cabello castaño lo había sorprendido logrando que su Blastoise volara usando el agua de sus cañones, y aunque aún estaban muy lejos de poder lograr algo remotamente similar en ese momento, decidió que ya había sido suficiente con verlo luchar contra su padre. Se limitó, pues, a combatir con otros pokémon salvajes como lo haría un entrenador normal.


    —¿Por qué no capturas ningún pokémon? —preguntó Sapphire extrañada.


    —Yo sólo capturo los que sean necesarios, no más —contestó Rainbow sin mirarla.


    —¿Y qué pokémon son los que necesitas?


    —Uno de cada tipo principal —contestó ya harto de sus preguntas—. ¿Sabes? Creo que me quedaré unos días más por aquí, así que ya puedes continuar el camino tú sola.


    Sapphire se negó tajantemente.


    —Hasta que averigüe por qué tienes ese olor —contestó.


    —¿No te has olvidado de eso? —preguntó Rainbow enojado— He tenido muchos pokémon, no es de extrañar que tal vez su fragancia se me haya adherido por usar el… —se calló de repente.


    —¿Tu Viridian mind? —preguntó Sapphire— No lo has usado desde que luchaste contra mi padre, y en serio quería ver un poco más.


    Rainbow siguió ignorándola como si no le importara, y al verlo así, Sapphire decidió ser un poco más sincera. Se trepó entonces a la rama de un árbol, y tranquilamente balanceó sus pies en el aire.


    —¿Sabes una cosa? Cuando vi que podías hablar de ese modo con los pokémon, me sentí algo envidiosa.


    —Los dones a veces son una carga —contestó Rainbow.


    —Puede ser, pero ya que yo quiero dedicar mi vida a estudiar a los pokémon desde su ambiente natural, lo que implica que voy a estar rodeada de ellos, supongo que poder hablarles de ese modo me sería muy útil —contestó dulcemente.


    —Si vives de ese modo salvaje y alejada de las personas quizás aprendas a hablarles y no necesites ningún don —intervino Rainbow casi sin pensar, observando a Torchic en su pokéball—, quizás yo también me he vuelto como tú, me he rodeado de pokémon, y me he alejado de la gente, pensando que así estoy mejor, y hasta ahora no me he sentido defraudado. Tal vez no he sido del todo claro, pero cuando uso el Viridian mind, no es sólo un contacto con la mente del pokémon, sino que me uno a él, tal vez por eso huelo como ellos, no lo sé, pero sí siento lo que él siente, siento en mi carne lo que él siente en la suya, y sobre mí recae el peso de sus daños cuando el esfuerzo es excesivo….


    —Eso no suena muy agradable.


    —No lo es… pero no lo cambiaría por nada —contestó algo melancólico.


    Al ocaso lograron divisar desde la cima de una colina el pueblo Escaso, pero como estaban cansados, decidieron pasar ahí la noche, subiéndose Sapphire rápidamente a una rama alta de un árbil con gran agilidad, mientras que Rainbow con mucha menos habilidad se quedó en una más baja.


    —A mí me gustaría poder subir así de rápido como tú —dijo con desinterés.


    —Me caí cientos de veces antes de poder lograrlo —contestó Sapphire sonriente


    Mas inmediatamente su olfato le hizo percibir el olor de un pokémon muy cerca de ella. Cuando se dio cuenta, un Treecko la había empujado por la espalda, haciéndola caer. Se hubiera estrellado contra el suelo si no fuera porque Rainbow logró sujetarla antes. Pero antes de poder subirla a su rama, el Treecko se lanzó contra Rainbow, y los dos chicos cayeron al suelo, pero no se hicieron mucho daño al estar a mucha menos altitud.


    Una vez en el suelo, el Treecko los miró en lo alto de la rama con un gran enojo.


    —¿Pero qué le pasa a ese Treecko? —preguntó Sapphire asombrada.


    La mirada de Rainbow se encendió entonces, y liberó a Torchic, ante el cual el pokémon de tipo hierba no se intimidó.


    —Hola Treecko, lamentamos haber irrumpido en tu árbol —le habló con mucha confianza, pero en el fondo estaba sintiendo sus recuerdos—, sé lo que sientes, pequeño, te sientes sólo y abandonado, te ha ido mal en la vida y no tienes a nadie más ¿verdad? Pues yo te propongo unirte a mí, el entrenador definitivo, ven conmigo y te haré el mejor de tu especie…


    Sin esperar nada, el Treecko atacó con Destructor, pero Torchic lo interceptó con un Arañazo.


    —¿Vas a usar lo mismo que hiciste antes? —preguntó Sapphire.


    —¿A qué te refieres?


    —¿Vas a aumentar su velocidad para poder debilitarlo rápido?


    La idea tentó a Rainbow, pensando que de ese modo el Treecko quedaría impresionado por sus habilidades, las cuales él también podría tener. Entonces, concentrándose profundamente, quitó los puntos de ataque especial, defensa, y defensa especial de Torchic, y se los añadió a su velocidad, logrando así que pudiera correr tan rápido que prácticamente ningún ataque del Treecko pudiera alcanzarlo. De ese modo rápidamente lograron debilitar al Treecko.


    —Al parecer este sistema es mucho más eficaz —rió Rainbow mientras, con la mano en su cabeza, se resistía con coraje el dolor que sentía—, debí haber hecho esto mucho más seguido desde que comencé mi viaje.


    Dicho eso, lanzó una pokéball y capturó al Treecko. Amistosamente se dirigió a curarlo mientras le decía que no iba a arrepentirse por ir con él. Sin embargo, después se sintió débil, y se recostó a los pies del árbol.


    —¿Te sientes bien? —contestó Sapphire preocupada.


    —No me pasa nada —contestó él—, esto es como lo que pasó después de que derroté a tu papá.


    Sapphire observó cómo poco a poco se quedaba dormido, como si hubiera sido partícipe de un ejercicio extenuante. Lo dejó dormir ahí, a los pies del árbol, y se subió a una rama.


    Unas imágenes borrosas le aparecieron en sueños a Rainbow, pero más que imágenes, las sensaciones de una experiencia vívida asaltaron su mente. Se vio a sí mismo en un pequeño campo abierto, y entonces unos Pidgey comenzaron a rodearlo y picotearlo. Intentó sacar uno de sus pokémon, pero se dio cuenta de que carecía de ellos en su cinturón. Los pokémon voladores comenzaron a aumentar de número, pero él no podía moverse, como si sus pies estuvieran incrustados al suelo. Vio entonces a alguien acercándose rápidamente hacia él, y se dio cuenta de que era él mismo con un Bulbasaur. Un dolor invadió su cabeza en el momento en que del capullo del pokémon una intensa luz comenzó a salir. Escuchó a su otro yo exclamar: “Rayo solar”. Seguido de una cegadora luz que lo envolvió junto con los Pidgey, y haciéndolo creer que iba a morir de dolor.


    Un vacío se abrió sobre él, y quedó totalmente desprotegido flotando en la nada, con un sentimiento de profunda melancolía invadiéndolo, pero al mismo tiempo una rabia insoportable comenzó a surgir de su corazón.


    —Un don es a veces una carga —fue lo último que pasó por su mente, sin saber bien por qué, antes de sumirse en la inconsciencia.


    Continuará...
     
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    Capítulo 5: Cambio.


    “No podría dormir tranquilo si no los tengo a los tres"


    Rainbow



    El pueblo escaso era un lugar donde nunca pasaba nada, donde la tranquilidad era tan extrema que el espíritu de Rainbow se estremeció al pensar que hace tiempo algo como eso hubiera deseado, un lugar sosegado con poca gente y sin nada que alborotara la paz. Desafortunadamente, al quedarse sin más pokéballs, tuvo que recurrir a la tienda de aquel lugar sin ganas en absoluto, mientras Sapphire lo seguía como una niña a un hermano mayor. Sin embargo, aún no dejaba de pensar que había visto a esa niña en algún lado, aunque no podía recordar de dónde. Pero tampoco era como si le importara demasiado.


    Mientras caminaban a la salida del pueblo, inesperadamente un hombre les salió al paso con una actitud desesperada.


    —¡Esperen! ¡Cuidado con esas huellas! —exclamó el rechoncho hombre— Estoy seguro de que son las huellas de un muy extraño pokémon.


    Se dieron cuenta de que unos tenues rastros adornaban ligeramente el suelo de tierra frente a ellos. Rainbow desvió la mirada con indiferencia sin decir nada.


    —¿De un pokémon extraño? —preguntó Sapphire con interés.


    —Así es —contestó el ridículo hombre mirándola con tremendos y surreales ojos con forma de cruz—, yo estudio las huellas de los pokémon, y estoy desarrollando una manera para poder conocer sus sentimientos y emociones hacia sus entrenadores sólo estudiando sus huellas.


    Rainbow retuvo una carcajada al observarlo mejor, y con malicia pensó que ese gordo tenía ojos más extravagantes que Brock.


    —Primero arréglate los ojos —contestó burlescamente—, porque así como estás lo más probable es que no distingas ni tus propias huellas…


    —Oye, no seas tan grosero con él —lo defendió Sapphire.


    —Como sea, estoy ocupado intentando ser el entrenador definitivo, no tengo tiempo para banalidades… —dijo alejándose indiferentemente de ellos.


    Un mapa que Rainbow había comprado en la misma tienda le indicaba que al norte del pueblo, en la ruta 103, se encontraba un pequeño lago, y a causa de eso decidió ir hasta ahí para ver si podía encontrar el pokémon de tipo agua que necesitaba. La zona no era muy diferente de muchas otras, llena de árboles y zonas de hierba alta, con alguna que otra depresión en el camino, ese era el lugar en el que Sapphire pensaba permanecer para aprender de los pokémon de la zona, y así ayudar un poco a su padre. Se detuvo a la orilla del lago junto a Torchic y Treecko, y observaron en el medio del lago a un pequeño grupo de Mudkip retozando en el agua.


    —Tienes un Torchic, un Treecko y piensas capturar un Mudkip —observó Sapphire—, ¿siempre has capturado a los tres pokémon que los profesores te ofrecen?


    —No podría dormir tranquilo si no los tengo a los tres —bromeó con cinismo—, sólo tengo que decidir cuál de todos esos es el más apropiado.


    Los pokémon de agua, ajenos al entrenador en la orilla, continuaban disfrutando de la frescura del agua. Mas Rainbow quería saber si entre esos podría haber alguno que de ser un pokémon definitivo fuera merecedor, por lo que ordenó a Treecko usar Recurrente contra ellos. Al verse amenazados por el pokémon tipo planta por los disparos, casi todos salieron huyendo, excepto una de ellos, que, con una sorprendente actitud juguetona y valiente, se acercó rápidamente a su rival y le contra atacó con un fuerte Placaje, haciéndolo retroceder.


    —Hmmm, tienes más nivel del que parecías, y además eres valiente —observó Rainbow—, no quieres venir conmigo —siguió hablando con gran arrogancia—, si lo haces te enseñaré a ser la mejor de tu especie, y nunca nadie podrá…


    Un Pistola agua que chocó con jocosidad directamente hacia su cabeza lo interrumpió, mientras que la pequeña pokémon se reía infantilmente dando saltitos.


    —Te gusta jugar, ¿verdad? —dijo Rainbow secándose con una mirada desafiante.


    Luego de eso usó su Viridian mind para ordenarle a Treecko que atacara, pero a pesar de la ventaja de tipo, la Mudkip tenía una gran habilidad para esquivar todos los ataques de su rival, y siempre con la actitud de alguien que está jugando más que combatiendo, burlándose y saltando alegremente sin preocupación alguna.


    —Supongo que tendrás que hacer lo de siempre —comentó Sapphire—, modificarás la característica que te convenga para poder ganarle.


    —No hago eso todo el tiempo —dijo Rainbow algo ofendido—, soy perfectamente capaz de vencer usando los recursos naturales del pokémon… aunque pensándolo bien, si quiero demostrarle a esa Mudkip que vale la pena venir conmigo supongo que valdría la pena hacerlo otra vez.


    Arriesgándose a hacer algo más difícil, Rainbow tardó un poco en concentrarse para subir no sólo la velocidad de Treecko, sino también aumentar su precisión, de manera que sus defensas quedaron considerablemente reducidas y exponiéndolo a perder si Mudkip acertaba. Sorprendida la Mudkip por el repentino cambio de velocidad de su agresor, comenzó a tomarse la lucha sólo un poquito más en serio, y comenzó a atacarlo con Pistola agua. Al estar sus defensas bastante reducidas, esos ataques lograron quitarle más energía de la usual. Rainbow se arriesgó entonces a aumentar su ataque especial sacrificando lo poco que les quedaba a sus defensas, y con eso pudo sobrevivir un poco más usando Absorber, dejando a la Mudkip casi sin energía. Pero a pesar de eso ella no retrocedió, ni dudó en su actuar como si se tratara de un juego. Intentando atacar con un Placaje en un último acto de valentía, fue recibida por una horda de semillas recurrentes que impactaron contra ella, y ya no tuvo más energías para seguir.


    Agarrando una de sus nuevas pokéballs, Rainbow la pateó hacia ella, uniéndola desde ese momento a su equipo para siempre. Se acercó a ella y la curó mientras ésta le sonreía infantilmente por dentro, mientras sentía la energía del entrenador fluyendo en ella.


    —Felicidades, Rainbow —dijo Sapphire—, ahora ya tienes a los tres tipos principales…


    Rainbow no alcanzó a decir nada, pues un momento después se desplomó violentamente sobre la tierra, sumido completamente en un profundo sopor.


    Rápida como un rayo, una figura sin rostro apareció frente a él, con el cuerpo de una chica, que portaba su cinturón X lleno de pokémon que no pudo distinguir. Veía todo borroso, y lo sentía todo con tanta claridad como un ebrio, pero por alguna razón sintió que los músculos de su rostro formaban una sonrisa alegre, sin que el vacío negro alrededor le perturbara. Mas de repente la figura femenina sacó a uno de sus pokémon, cuya forma distorsionada por su débil visión le impidió saber cuál era, y esta figura arremetió contra él con fuerza en un impetuoso arranque de furia desconcertante, tornando su involuntaria sonrisa en una involuntaria mueca de dolor.


    Despertó violentamente ya avanzada la noche, encontrándose a los pies de un árbol junto a sus tres pokémon alrededor de él. Al no ver más que oscuridad alrededor, lanzó un leve quejido de confusión.


    —Ya era hora de que despertaras —escuchó decir a la voz de Sapphire, que se encontraba en una rama justo por encima de él—, aunque considerando la hora quizás deberías volver a dormir.


    —Ya dormí suficiente por hoy —contestó trémulo, mientras se levantaba.


    Su cabeza aún le dolía levemente, y la oscuridad y los sonidos del bosque le hicieron sentir que en realidad todavía estaba en una especie de letargo, en el que el cerebro todavía no es consciente de lo que sucede a su alrededor.


    —¿Te sientes bien? —preguntó Sapphire algo preocupada— Parece como si algo te asustara.


    —Nada me asusta a mí —contestó con frialdad.


    Sapphire se sentó sobre la rama y dejó sus pies colgando en el aire.


    —¿Sabes? Me recuerdas un poco a una persona que conocí hace tiempo —habló nostálgica—, él era decidido y valiente como tú, tal vez no tan violento y mucho más amigable, y yo me llevaba muy bien con él.


    —¿Crees que este es el mejor momento para contarme tu vida? —interrumpió Rainbow llevándose las manos a la cabeza.


    —Pensé que te gustaría distraerte un poco —contestó Sapphire.


    —¿Quieres saber algo que me intriga? Que una niña como tú decidiera vestirse de plantas, abandonar su casa para irse a vivir al bosque, lejos de toda la gente y sólo en contacto con los pokémon…


    —A excepción de lo de vestir de plantas, ¿no has hecho todo eso tú también?


    —Sí, pero yo lo hago porque quiero ser el entrenador definitivo —contestó Rainbow algo enojado.


    —Pues yo también tengo mis razones… quiero ser una persona más fuerte e independiente —contestó con severidad—, hace tiempo esa persona de la que te hablé salió lastimada cuando me defendió valientemente de un Salamance, y todo fue por culpa de que sólo fui una niñita débil que no podía defenderse sola… por eso decidí que debía fortalecerme de este modo, para ya no sentirme tan inútil…


    Al escuchar eso, como un rápido recuerdo, la mente de Rainbow regresó a ese momento que él había presenciado casi por accidente, y con recordó con sorprendente detalle la batalla de ese niño violento y valiente, y a la dulce y delicada niña que lo acompañaba. Sin poder evitarlo, alzó la vista para ver a la niña vestida de plantas, y la tenue luz de la luna le permitió ver levemente sus facciones y su cabello. Y entonces se dio cuenta de que esa niñita que ese día no hizo más que llorar, vestida en un anticuado y largo vestido, y cuyo tierno mirar era el de la niña destinada a ser representante del eterno estereotipo de su género y edad, ahora era una niña salvaje, suspicaz y con malicia, apenas vestida con incómodas ropas hechas de la naturaleza y que olía como si raramente se bañara. Con una risa un poco histérica, recordó también al otro niño que había encontrado en ciudad Trigal, Rubi, y en la gran ironía de la vida de que ambos hubieran adoptado una versión algo exagerada del otro, como dos almas que, en su poca capacidad para razonar, se han refugiado en la personalidad del otro para no colapsar.


    Sin saber bien el porqué, Rainbow no pudo evitar reír en voz baja ante ese descubrimiento, pero también, sin saber el porqué, se sintió consternado y triste mientras su cabeza volvía a dolerle, quizás era porque le recordó al sueño que acababa de tener hacía sólo un rato. Y de nuevo, envuelto por la oscuridad y los sonidos del bosque, se sintió otra vez sumido en un desconcertante letargo, logrando sentir únicamente a su nueva Mudkip, que, preocupada, acariciaba suavemente su cabeza.


    A la mañana siguiente Rainbow ya no se encontraba. Aunque Sapphire intentó buscarlo por toda la ruta, éste ya se había ido sin dejar rastro, salvo una pequeña nota que se encontraba en el suelo, y que había sido escrita casi inconscientemente y con trazos nerviosos, como el enigma de una mente trastornada. Sapphire con dificultad pudo leer la primera palabra, debido a su poca capacidad de lectura, pero mientras intentaba descifrar lo demás un viento repentino le arrebató el pedazo de papel de las manos, y éste desapareció en el cielo celeste. Sobre el papel se podía leer: “Él te quiere”.


    Continuará...
     
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    Asdfgh, siempre adoré a Sapphire *_* Y a Ruby lo odié con toda mi alma, me parecía un cínico, engreído, estúpido, mimado, repelente, todo lo malo que puedas decir de un chiquillo de su edad... hasta que llegué a los últimos capítulos de su saga, y ahí aprendí que no hay que tener prejuicios, pues Ruby se convirtió en uno de mis Holders favoritos. En fin, la historia de estos dos siempre me llamó la atención, es cierto como describes que ambos adoptaron la personalidad del otro, "maxificándola" incluso. Es irónico que cada uno se transformase en el esteoritipo de persona que el otro odia por la simple razón de que en su pasado fue así... es una historia curiosa, bonita e inesperada la de estos dos. Y cómo no, Rainbow tenía que estar ahí de algún modo.

    ¡¡¡AH!!! Mudkip, Mudkip, esa Mudkip, ¿a quién me recuerda? xD Me encantó que le dieses esa personalidad al pokémon, respetaste la cuestión "genética", supongo xD

    Ay, Rain, Rain, al final te pasará factura eso de usar tanto el Viridian Mind...
    Me pregunto, ¿la figura de su sueño no será quien yo creo que es? Mmm, me hace pensar más de la cuenta, y suelo pensar tanto que me equivoco xD

    Finalizo este carente de importancia y contenido comentario disculpándome por no haber leído antes tus capítulos, simplemente mi tiempo se agota últimamente más rápido de lo común .__. No dejes nunca de escribir esta saga, realmente es grandiosa, tanto la trama, que nunca aburre, como la ingeniosa relación con manga y videojuegos, y, cómo no, el personaje de Rainbow, al que ni su madre lo entiende bien xD

    En fin, ahora sí, me despido diciendo:

    LECTORES DE ESTE FIC, ¡DEJAD UN COMENTARIO, HOMBRE! No es agradable escribir y sentir que nadie toma en serio tu trabajo. A veces, un simple "Me gustó por esta razón, esta parte me pareció la más divertida, deberías mejorar en esto otro", es suficiente para motivar al escritor. Así que ya sabéis. Ahora que han desaparecido los MG, démosle uso a los comentarios.

    Un saludo, y sigue escribiendo. GL.
     
  8.  
    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

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    Capítulo 6: Bienvenida, Ralts.


    “Entonces no le digan al entrenador definitivo que no puede usar más Viridian mind"


    Rainbow



    En un tranquilo lugar de la ruta 102, donde los apacibles árboles parecían detener el tiempo en un bucle de paz eterna, solamente el sonido de las voces humanas provenientes de una radio paralizó el silencio con sus malas noticias:


    —… En Kanto, el grupo criminal recientemente reunificado conocido como Team Rocket se vio implicado en el secuestro de decenas de pokémon en ciudad Carmin, usando como medio el famoso barco S.S. Anne, afortunadamente el incidente pudo ser controlado gracias a un joven entrenador que se atrevió a enfrentarlos… la policía todavía no tiene sospechas de quién es el líder del grupo, y hay sospechas de que su reciente reunificación tenga algo que ver con la repentina desaparición de tres de los ocho líderes de gimnasio de Kanto: Sabrina de ciudad Azafrán, L.T. Surge de ciudad Carmin, y Koga de ciudad Fucsia…


    Mientras esas noticias flotaban por el aire, Rainbow se encontraba acostado contra un árbol, escribiendo de nuevo las hojas que se habían perdido con el incidente del Wailord, junto a sus tres pokémon que comían a su lado. Había pasado una semana desde que dejó a Sapphire, y sintiendo el alivio de la soledad humana, pudo empezar el entrenamiento apropiado de sus tres pokémon. Para ese punto, reflexionó un poco sobre cómo debería llevar a cabo su entrenamiento en esa región, pues le comenzaba a preocupar la gran cantidad de Viridian mind que había empleado en tan poco tiempo que llevaba en esa región.


    —Cuando comencé mi viaje en Kanto, al principio también lo usé bastante —contó a sus pokémon al preguntárselo—, hice que su compañero Bulbasaur pudiera aprender un Rayo solar y mantenerlo durante un rato antes de lanzarlo, también logré aumentar el ataque especial de Pidgey para poder derrotar a un Onix… en todos esos casos usé un control normal sobre la cantidad de Viridian mind que debía usar por día, y la verdad es que me intriga saber qué tanto soy capaz de usar…


    Sus pokémon le recordaron que en todos los casos había terminado inconsciente, y que tal vez sería mejor descansar de él por ahora. Sin embargo, esa idea hizo sentir a Rainbow como un debilucho, después de todo, ya había pasado dos regiones siguiendo lo mismo, y sentía que ya era hora de aumentar la dificultad. Era precisamente eso lo que venía meditando desde que salió de Johto y escribía en su libreta, la posibilidad de ser todavía más excepcional si se esforzaba todavía más, especialmente cuando su determinación de ser el entrenador definitivo estaba más al tope que nunca. Pensando en eso con una sonrisa maliciosa, se puso de pie y dijo con arrogancia:


    —¿Cómo esperan mejorar si no se arriesgan? ¿Le dirían ustedes a un luchador que no intente dar golpes más fuertes, le dirían a un violinista que no practique piezas más difíciles, le dirían a un buen escritor que no intente escribir mejor, porque todo lo anterior podría hacer que su prestigio caiga en caso de que falle? Entonces no le digan al entrenador definitivo que no puede usar más Viridian mind.


    Animados por su entrenador, los tres iniciales continuaron recibiendo esas dosis extra de Viridian mind que les permitía aumentar características, con la limitante de momento de que no podían aumentarse una característica sin reducirse otra, cosa que Rainbow estaba decidido a remediar. En un momento en que Mudkip recibió un aumento muy considerable de ataque, embistió a Trecko tan fuerte que salió volando sobre una ramas del bosque, y cayó pesadamente sobre un pokémon pequeño y blanco. Era una pequeña Ralts que caminaba con prisa y preocupación por el bosque, ya que se había alejado mucho de su madre y no la encontraba. Sólo un momento después se encontró con el entrenador que la miró con un brillo en los ojos.


    —Hola, Ralts —le habló tranquilamente, agachándose ante ella—, ¿no te lastimamos mucho, verdad?


    Procedió entonces a curarla de los golpes con su don. Sabía bien que la naturaleza de los Ralts era sentirse cómodos y acercarse a la gente buena, y sobre todo que era capaz de captar sus emociones con su cuerno rojo. Pudo hablar con ella telepáticamente sin necesidad de su Viridian mind, ya que los pokémon psíquicos están capacitados para ello. Sin embargo, se sorprendió bastante cuando, a pesar de la calidez que su presencia le daba, insistió en irse de ahí. Rainbow intentó convencerla alardeando de lo que iba a poder ser capaz de hacer si aceptaba unirse a ellos, y se lamentó de no tener a un pokémon de una región anterior para ayudarle, afortunadamente las tantas cosas que le habló movieron los hilos de la curiosidad de Ralts, después de todo no sentía maldad en sus acciones, por lo que, olvidando por un momento a su madre, aceptó a luchar contra él.


    Era una Ralts de nivel muy bajo, así que era muy evidente que la batalla sería muy corta. Sin embargo, cuando Torchic atacó con Ascuas, ésta se teletransportó hacia la rama de un árbol. Torchic saltó hacia ella con Picotazo, pero más tardó él en alcanzarla que ella en huir de nuevo. Por un rato ese juego se mantuvo sin que pudiera atinarle un solo golpe, por lo que Rainbow sacó otra carta del Viridian mind, pero quiso hacerlo más interesante.


    Aumentó la velocidad de Torchic lo suficiente como para poder alcanzarla a las pocas milésimas de haberse teletransportado Ralts, pero en lugar de atacarla directamente sólo le rozó la cabeza con el ala. Entonces sintió Rainbow a través de él los ataques que Ralts sabía: únicamente teletransporte y placaje. Procedió entonces a concentrarse para hacer que Torchic pudiera aprender ese ataque, como si se lo robara directamente de su cerebro. Hubo un ligero escalofrío entre ambos pokémon antes de que Ralts se teletransportara de nuevo a la rama alta de un árbol, pero no tardó en darse cuenta de que Torchic se encontraba ya detrás de ella sorpresivamente, y con Ascuas la debilitó antes de que pudiera escapar. Rainbow estuvo ahí abajo para recibirla antes de que tocara el suelo, y el efecto del Viridian mind desapareció de Torchic, haciendo que olvidara el Teletransporte recién adquirido.


    —Ese es otro problema que debemos arreglar —dijo Rainbow mientras curaba a Ralts con una sonrisa amistosa en el rostro.


    Suavemente, la tocó con una pokéball en su cuerno rojo con la suavidad de un beso, y ella quedó unida al equipo. Inmediatamente la liberó para darle la bienvenida y que conociera mejor a sus compañeros, y en un principio ella se vio algo alegre, aunque aún un tanto intrigada por su nuevo entrenador. Mudkip la recibió con una amistosa Pistola agua mientras reía amistosamente, y rápidamente congeniaron.


    Sin embargo, la pequeña fiesta fue interrumpida por un escalofrío que recorrió la espalda de Rainbow, y al voltearse vio a una Gardervoir que los miraba seriamente a la distancia. Al verla, Ralts enmudeció al recordar a su madre, y que la había olvidado al conocer al muchacho, y entonces, con mucha vergüenza, se comenzó a alejar de sus nuevos amigos, y se acercó a su madre con la cabeza baja. Rainbow intentó detenerla, pero al verla de ese modo comprendió asombrado que en realidad prefería estar con su madre, y se sintió extraño.


    Antes de que Ralts se acercara más, la Gardervoir la detuvo con confusión, y la pequeña salió levemente propulsada hacia atrás, hacia el chico que la había capturado, y al levantarse, miró con un trémulo asombro a su madre, quien se veía tan impasible como cuando había llegado. Sintiendo una alarma en su interior, Ralts trató de correr hacia ella, pero fue propulsada de nuevo más lejos de ella hacia sus nuevos compañeros.


    Intrigado por lo que sucedía, Rainbow escuchó a la Gardervoir diciéndole a su hija que ahora tenía un entrenador, y que ella ya no dependía más de ella, mientras que la pequeña parecía estar a punto de las lágrimas. La madre alegó que así era el destino de los pokémon, y en especial de los de su especie, que desde el momento de ser capturados en adelante debían serles leales y fieles a sus dueños, como lo había escrito la naturaleza para la familia de pokémon psíquicos a la que pertenecían. Y a pesar de que estaba en la naturaleza de los pokémon de su especie el sentir y ser partícipe de las emociones de sus entrenadores, quererlos y amarlos como si fueran uno, la pequeña Ralts seguía insistiendo que quería seguir con ella. Una última vez intentó ir tras ella, pero un ataque de confusión de la Gardervoir la volvió a regresar a su lugar antes de que comenzara a alejarse de ahí con indiferencia. La pequeña vio con sus ojos rojos y llorosos a su madre dejarla, quizá para siempre, sin siquiera decirle adiós con la mano, por haber sido capturada en un combate que ella consintió.


    Estancado en la reflexión de lo que acababa de suceder, Rainbow sintió la tristeza de su nueva pokémon, y se sintió culpable por no haber hecho nada cuando tuvo la oportunidad de arreglarlo todo. “Pero ¿qué hubiera podido hacer?” Se preguntó. Aquella Ralts indudablemente seguía teniendo ese deseo de volver con su madre, a pesar de que había estrechado un lazo con él. Con un movimiento nervioso, Rainbow la regresó a su pokéball, donde lloró profundamente en un estado de negación, contagiando de tristeza a sus compañeros.


    No pudiendo aguatar todo eso, Rainbow salió corriendo hacia el bosque para intentar encontrar a la Gardervoir, gritando su nombre con una voz potente que alertó a los demás pokémon del bosque, y que algunas confundidas personas a la distancia lograron escuchar. Viendo que no acudiría a sus gritos, esforzó su Viridian mind con una rabia inconmensurable, concentrando todos sus esfuerzos para percibir a cada pokémon del bosque. Y poco a poco, aunque sus ojos estaban fuertemente cerrados, en su interior comenzó a sentir a todo pokémon a un kilómetro a la redonda, a pesar de que el creciente dolor de su cabeza lo mataba. Pero pese a todos sus esfuerzos, esa Gardervoir no apareció en el ratio de alcance de sus poderes, por lo que hizo un esfuerzo sobrehumano para aumentar su alcance mientras comenzaba a sentir al mundo dando vueltas a su alrededor, pero sólo percibía a los cientos de Wurmple, Zigzagoon, Poochyena y Seedot que habitaban el bosque, aunque de tanto en tanto lograba también visualizar a unos pocos Ralts salvajes, y uno que otro Kirlia y Gardervoir que no eran la que buscaba. Cuando su ratio de alcance aumentó medio kilómetro más, comenzó también a percibir a los pokémon de los poblados y lagos cercanos, pero la madre de Ralts no estaba.


    —¡Maldición! —exclamó más por la rabia de no encontrarla que por el insoportable dolor de su pulsante cerebro.


    Un momento después, su visión se volvió oscura, y se contorsionó como si lo hubiera golpeado un rayo, sus oídos se volvieron sordos, y cayó quedando sumergido en un vacío que entumeció todo su espíritu.


    Ninguna pesadilla lo asaltó esa noche, sino que sintió como si sólo hubiera pasado un instante desde el momento en el que perdió la consciencia hasta el momento en que sintió el calor de un cuerpo emplumado en su brazo, y al abrir los ojos lentamente vio a sus tres pokémon que dormían junto a él en la inmensidad de la oscuridad de la madrugada.

    Sus ojos se posaron sobre la figura de la pequeña Ralts a cierta distancia, y cuando se dio cuenta de que su entrenador estaba despierto y quiso comunicarse con ella, ella no se lo permitió, sino que le devolvió una mirada seria y triste, como la de las almas en pena que no han descansado en paz desde hacía milenios, y un escalofrío recorrió a Rainbow cuando comenzó a escuchar sonidos de diversos pokémon en su cabeza, muchos de los cuales reconoció como los de sus antiguos compañeros, de una época que misteriosamente se sentía tan lejana, como el distante recuerdo de una época feliz que temía que no volviera.


    Algo debió haber pasado en su cerebro mientras dormía de nuevo, pues a la mañana siguiente no recordaba el haberse desmayado, ni la triste visión de Ralts sumergida en la melancolía de haber sido rechazada por su madre. Sino que la compadeció cómo lo había hecho antes, y se propuso en definitiva a volverla un gran pokémon, cuyo poder traspasaría la frontera de lo real y lo irreal, aun para el entrenamiento definitivo.


    Continuará...
     
  9.  
    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

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    En mi opinión ha sido un muy buen capítulo, mostrando la captura de otro de los nuevos acompañantes del entrenador definitivo y lo que es mejor aún, muestra nuevas habilidades del Viridian mind, demostrando que en las manos correctas su versatilidad es virtualmente infinita.

    Debo admitir que me ha sorprendido la actitud del Ralts, pues aunque en verdad esto es lo que haría cualquier persona en su situación, me acostumbré a verlos muy alegres después de ser capturados a pesar de haber estado mentandole la madre al protagonista dos segundos antes; mi más sentido pesame al pequeño, pero no hay nada que hacer, ella hizo su elección y ahora sólo le queda seguir adelante por el sendero que ha elegido, sin importar la situación, y, por que no, tal vez más adelante veamos de nuevo a la Gardevoir ¡Con Rainbow todo es posible!

    En fin, que aunque a veces tengo problemas con la narración y/o el sentimentalismo ligeramente forzado de Rainbow, esta vez no ha sido el caso, sino que haz logrado crear un muy buen capítulo, transmitiendo los sentimientos de la pequeña pokémon sin necesidad de exagerarlos, y aunque obviamente no es el mejor de todos los capítulos de la saga, si se encuentra entre los más disfrutables.
     
  10.  
    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

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    Capítulo 7: La tribu del bosque Petalia.


    “sigo pensando que sus razonamientos son todavía muy inferiores, pero como si me importara"


    Rainbow



    Extraños sonidos comenzaron a llegarle a sus oídos como si estuvieran a leguas de distancia, con un inquietante eco que volvía a todos esos parloteos humanos incomprensibles. Llegó a su nariz el penetrante olor de la madera quemada, así como de un vapor húmedo algo sofocante. Su piel sintió el contacto con la suave seda sobre la que yacía, y al mover su mano se encontró con una pared hecha de hojas. Al abrir los ojos los leves rayos del sol pasaban a través de las comisuras de un techo de hojas secas y caían sobre su cara. Entonces, sobresaltado, se levantó de un golpe y el instinto le hizo llevarse las manos a su pecho. Su cinturón con forma de X no estaba. La puerta de aquella extraña habitación hecha de palos y hojas entretejidas era una cortina hecha de pétalos de flores secas, y a través de ella percibió seres humanos que entonaban un extraño cántico.

    Con un rápido movimiento retiró aquella cortina de flores, y al salir, el enorme grupo de personas cedió lugar al silencio. Unos pokémon salieron de entre ellos y corrieron hacia su entrenador. El joven se agachó y los recibió en sus brazos. Estaban ahí su Torchic, su Treecko, y su Mudkip, pero llegaron además unos que le extrañaron. Uno era un pequeño Taillow y el otro un Slakoth de mirada perezosa. Y se extrañó cuando estos le contaron que los había capturado hacía unos días, pero él no podía acordarse de nada.

    —Nos alegra que ya hayas despertado —dijo de repente un anciano de larga barba—, no tenemos palabras para agradecerte lo que has hecho por nosotros.

    —¿Agradecer qué? —preguntó Rainbow consternado— ¿Quiénes son ustedes y qué hacían con mis pokémon?

    Las extrañas personas se miraron entre sí confundidas. Rainbow reparó entonces en que el olor a madera quemada que había percibido antes provenía de una decena de árboles quemados, y todos ellos habían sido al parecer apagados con enormes cantidades de agua, generando un aroma desagradable.

    —¿En dónde estoy? —preguntó de repente.

    —En el bosque Petalia —respondió el anciano.

    —Eso es imposible… lo último que recuerdo es que estaba llegando a ciudad Petalia, y entonces…

    Se dio cuenta de que todo había quedado en blanco desde ese momento, pero esos dos nuevos pokémon insistían en que habían sido capturados hacía una semana, y que su entrenamiento ya había comenzado.

    —Mejor regresa a descansar —sugirió el anciano—, hiciste un esfuerzo sobrehumano con tu Viridian mind, y será mejor que no te esfuerces por ahora.

    —¿Cómo saben del Viridian mind? —preguntó receloso.

    —¿En serio no recuerdas nada? —prosiguió el anciano— Nosotros somos los Lumíneos, los secretos habitantes del bosque Petalia, y al igual que tú, compartimos el don del Viridian mind, al menos en parte.

    La sorpresa de Rainbow sólo fue superada por el cansancio que su cuerpo aún sentía. Se dejó caer al suelo lentamente, y viéndolo desfallecer, ordenaron que le trajeran algo de comer. Durante el largo día que siguió reposando junto a sus compañeros, poco a poco su cerebro fue recordando los eventos que lo habían llevado a esa extraña situación.


    Los recuerdos de su llegada a ciudad Petalia fueron bastante confusos. Recordó haber llegado e ir al gimnasio, pero alguien ahí le dijo que hacía tiempo que no había líder.

    —Iban a asignar a un líder que vendría de Johto hace tiempo —dijo el encargado—, pero algo debió suceder porque la asociación pokémon le revocó la licencia. Creo que se debió a un accidente que ocurrió en un laboratorio…

    Sus palabras se difuminaron en lo más profundo de su memoria, así como las cosas que ocurrieron después.

    Le pareció recordarse, por unos breves momentos, hablando con un niño de cabello verde que tosía fuertemente, y ese recuerdo saltó de repente a verse a sí mismo entregándole a ese niño a un hombre preocupado. Y por último a un extravagante hombre rechoncho con lentes oscuros, pero no recordó lo que le dijo. Quizás no recordaba los detalles por la poca importancia que les había dado en su momento para sí mismo.


    Un rato después le trajeron su mochila y su cinturón de X. Parecía que los pequeños niños nunca hubieran visto las cosas que llevaba, y en particular se horrorizaron cuando, al decirles Rainbow que no tocaran sus libretas, se dieron cuenta de que estaban hechas de papel. Hicieron una triste reverencia a esos objetos que en algún momento de su vida habían sido árboles, y murmuraron un extraño rezo.


    No logró recordar nunca la cantidad de tiempo exacta que pasó desde que salió de ciudad Petalia y se adentró en el bosque que estaba al Oeste. Recordó haber visto una hermosa playa, y la sensación de la arena que había pisado con sus pies descalzos todavía estaba impresa en su memoria. Pero súbitamente visualizó a unos pokémon en el bosque, cuya vista le recordó mucho a sus viejos Ursaring y Donphan, ya que eran casi tan amigos desde antes de ser capturados, y lucharon juntos contra él.

    Slakoth le recordó que le había prometido enseñarle a liberarse de su habilidad desventajosa, por culpa de la cual no pudieron hacer mucho contra sus pokémon y fue capturado junto a Taillow. Por un rato más, sólo fueron recuerdos de ellos entrenando en el bosque.

    —Recuerden la primera regla del entrenamiento definitivo para principiantes: No esperen a que yo les diga que esquiven un ataque —les dijo en algún momento.


    Durante todo el tiempo que permaneció en esa cabaña improvisada, Rainbow tuvo la triste sensación de que Ralts se había marchado, puesto que era su única pokémon que no había aparecido desde que despertó. Recordó vagamente que ella también había entrenado esos días, pero el corazón se le congelaba cuando veía que trataba de forzar una sonrisa, tanto era el dolor que aún tenía por su madre, y quizás por eso su mente decidió no recordar esos momentos.

    Sin embargo unas horas después, Ralts entró por la cortina de pétalos con la misma mirada triste de siempre. A Rainbow le dolió verla así, pero ella parecía aún no molestarse estando con él. Aunque debido a su conexión con su mente, Rainbow percibió una creciente repulsión hacia él aún muy recóndita en la mente de Ralts.


    En un momento de una tranquila noche unos extraños sonidos lo despertaron de su sueño. Se oía como gente entonando un himno en algún lugar del bosque cerca de ahí. Por alguna razón decidió investigar, quizás sólo para hacerlos callar porque no lo dejaban dormir. Pero el caso es que encontró a un montón de gente extraña que al verlo se aterró. El lugar en el que estaban reunidos estaba levemente iluminado por una fogata hecha de ramas cuyos árboles hacía mucho tiempo que habían muerto de manera natural. Se escandalizaron al ver a los pokémon encerrados en las pokéball, por lo que Rainbow los sacó en un acto que pareció magia para ellos. El más anciano de todos se acercó a él con algo de temor, pero mostrando firmeza.

    —¿Quién eres tú, muchacho venido de más allá del bosque Petália? —preguntó con voz potente— Nosotros somos los Lumíneos, habitantes pacíficos y adoradores de la diosa Artema ¿Has venido aquí para talar nuestros árboles, cortar nuestros frutos, o atrapar a nuestros pokémon? ¿O has venido en paz como pocos de los de tu clase acostumbran?

    El acento tan solemnemente exagerado del anciano le pareció divertido, por lo que decidió seguirle el juego.

    —Lamento desde lo más recóndito de mi inexistente alma el haberlos interrumpido —habló fingiendo su acento rozando en lo impertinente—, pero me ha parecido escuchar cánticos en medio de la taciturna noche y mi curiosidad ha excitado como el calor a los átomos.

    —¿Los qué? —preguntó confundido el viejo.

    —No tiene importancia —continuó Rainbow—, el caso es que a perturbar vuestra paz mi intención no ha sido, si no es molestia, procederé a retirarme por donde he venido…

    —¿No te da vergüenza tratar así a los pokémon? —exclamó uno de ellos con voz enojada.

    —Es uno de los habitantes de las ciudades, que no respetan la vida, hacen luchar a sus pokémon y matan todo lo que les rodee, ¡incluso árboles!

    Esa afirmación asustó sobremanera a todos los ahí reunidos.

    El anciano los calmó con su imponente voz.

    —Artema nos ha enseñado que no debemos juzgar a todos los hombres de afuera como si fueran siempre lo mismo… por lo que siento, los pokémon de ese chico han decidido aceptarlo como su maestro y no se sienten mal con él… pero esa Ralts… está llena de sentimientos negativos…

    Rainbow se sobresaltó.

    —¿Cómo sabe lo que mis pokémon sienten? —preguntó.

    —En nuestra tribu hemos sido instruidos por nuestros antepasados en el arte del Viridian mind, originario de un remoto bosque del que nuestros ancestros partieron para buscar un lugar para adorar a la diosa Artema que no estuviera tan cerca de la mano del hombre de las ciudades…

    —¿Tienen el Viridian mind entonces?

    —Nos permite comunicarnos con los pokémon, y saber también qué es lo que sienten. Somos gente pacífica que no osa tomar ninguna vida, vivimos entre los árboles y pokémon siguiendo la doctrina de nuestra diosa, y me temo que he de indignarme ante los sentimientos que a esa Ralts has producido.

    Rainbow observó desafiante a toda esa gente, muchos de ellos lo miraban con miedo al recordar que la gente de la ciudad controla el poder de los pokémon, pero otros lo miraban con desprecio como si fuera un monstruo malvado, y la imagen que daba no ayudaba a mejorar esas opiniones sobre él.

    —No me interesa su tonta religión —rió arrogantemente—, no son más que un montón de gente primitiva que en un intento por penetrar en el conocimiento del mundo se alejan de él.

    —¡Nosotros no lastimamos a los pokémon como tú! —exclamó uno.

    —Yo no lastimo a mis pokémon, y lo sabrían si verdaderamente hubieran experimentado los límites del Viridian mind, tal y como yo lo he hecho toda mi vida.

    —¿Tienes tú también el Viridian mind? —preguntó el viejo incrédulo.

    —Me creen un monstruo por hacer a mis pokémon pelear —continuó sin prestar atención—, pero tengo el poder de curar a los pokémon también, y con él su fuerza también puedo aumentar y mejorarlos.

    —Pero los encierras en esas cosas —exclamó una mujer.

    —Y los de tu clase lo destruyen todo, mientras que nosotros intentamos vivir en paz sin dañar la naturaleza, ¿Cómo puedes vivir sabiendo que dañas a la tierra que te permite vivir en ella?

    El anciano intentó calmara su gente que parecía estar cada vez más exaltada por la presencia del extraño.

    —No caigan en la ira, hermanos —declaró—, Artema nos ordena que nuestro corazón esté en paz y amemos a nuestros semejantes.

    —Pero también prohíbe dañar la naturaleza —argumentaron—, no podemos simplemente permitir que siga teniendo a esos pokémon bajo su yugo, aunque le quieran, de seguro sólo es otra táctica de los hombres de las ciudades para hacerlos combatir en su lugar…

    Un fuerte lanzallamas de Torchic al aire iluminó de repente el cielo con gran intensidad, alertando a todos, y haciendo retroceder con miedo al joven que había hablado con tanta seguridad e ira. Rainbow ocultaba su rostro parcialmente bajo sus largos mechones de cabello, y su semblante se volvió sombrío y aterrador.

    —Idiotas —comenzó a hablar con severidad—, no voy a perder mi tiempo defendiéndome diciendo que yo nunca dañaría a un pokémon, porque sé que nunca lo entenderían si han vivido toda su vida pensando así. Sólo les diré que si creen que respetar y no dañar la naturaleza es suficiente para hacerlos mejores que los demás están muy equivocados. Tal vez no sepan esto, pero la tierra no existirá por siempre. Llegará un momento en el que el sol o algún otro cambio climático modifiquen o extingan por completo la vida en la tierra, tanto pokémon como sus amados árboles. ¿Qué hacen ustedes al respecto? —exclamó enojado— Se encierran en un pequeño rincón del mundo para preservar y vivir en armonía con algo que está condenado a morir. Afuera en el mundo hay gente malvada, no lo niego, pero también hay gente que se preocupa por nuestro futuro y hace ciencia, experimenta y descubre, y algún día se encontrará la manera de poder escapar al último destino del sol y habitar otro planeta quizás, de ese modo todo se podría salvar, salvaríamos a los pokémon y plantas, y eso es lo que podrá lograr algún día esa gente que desprecian. Faltará todavía mucho tiempo, pero llegará algún día, y cuando el sol vuelva al planeta inhabitable su preciada tribu, pokémon y árboles serán por completo reducidos a cenizas si no hacemos algo para escapar a ese destino antes. Tal vez a estas alturas de la historia sea pronto para hablar de eso con tanto optimismo, sólo quiero que sepan que, si logramos salvar la vida en la tierra que tanto aman, no será gracias a ustedes…

    Hubo un momento de silencio en el que nadie sabía qué pensar de todo lo que había dicho, pero no hubo mucho tiempo para pensar en eso, ya que un resplandor naranja comenzó a brillar a sus espaldas, y el olor del humo llegó hasta sus narices.


    Terminado el día Rainbow se sintió con fuerzas para continuar su viaje, y saliendo de esa pequeña casa con sus pokémon en su pecho miró una vez más al anciano y los demás, los cuales todavía no parecían poder mirarlo a los ojos por la vergüenza.

    —La naturaleza fue dañada —dijo el anciano—, pero Artema es bondadosa y todo lo restituye. Me alegra ver que ya te encuentras mejor.

    —Gracias por cuidar a mis pokémon mientras estuve inconsciente —dijo Rainbow.

    —Estuve de hecho hablando con ellos, al parecer, Ralts está triste porque su madre la rechazó cuando la capturaste.

    Rainbow bajó la cara con culpa en el rostro.

    —Pero no te preocupes, lo hecho hecho está, ahora sólo no debes defraudarla y ayudarla para que lo supere. Aunque todavía no apruebo tu estilo de vida, te deseo suerte.

    Rainbow comenzó a retirarse lentamente de ahí, y poco a poco la mirada arrogante volvió a su rostro mientras recordaba lo que había sucedido después.


    Un enorme incendio comenzó a consumir los árboles del bosque, el cual fue provocado por unos pokémon de tipo fuego que acompañaban a dos tipos de aspecto malvado y pañoletas rojas en sus frentes. Uno de ellos iba acompañado por un Magcargo, y el otro por un Camerput. Ambos salieron riéndose a carcajadas de entre las llamas seguidos de otros como ellos con pokémon de tipo fuego y tierra.

    —Miren a quién tenemos aquí —dijo uno—, creía que este bosque estaba deshabitado, pero resulta que hay gente.

    —Seguro que no les importará que practiquemos un poco nuestros ataques de fuego con el bosque, ¿verdad? —dijo otro cínicamente.

    Los lumíneos comenzaron a huir de ahí, pero los entrenadores de tipo fuego les encerraron en un enorme círculo de árboles ardiendo.

    —¡Es ese chico el que los ha traído! —acusó uno.

    —Es verdad, ese chico ha traído a los demonios de las ciudades.

    Rainbow no respondió a esas acusaciones.

    —¡Dejen en paz el bosque! —encaró el anciano a los atacantes— Nosotros vivimos en paz con la naturaleza, ¡dejen de atacarla!

    Pero haciendo caso omiso, el que parecía ser el líder le ordenó a su Camerput que lo rostizara. El Lanzallamas habría terminado con el viejo si no fuera porque Mudkip, saltando juguetonamente frente a él, apagó el fuego con su Pistola agua potenciado por el entrenamiento.

    Uno de los subordinados con un Numel no pudo esperar, y atacó al grupo de limíneos con otro ataque de fuego, y por poco logra darle a una mujer en avanzado estado de embarazo si no fuera porque Torchic lo contrarrestó con un ataque similar pero más potente.

    —Será mejor que se aparten —le dijo Rainbow al anciano, y procedió a encarar a los bandidos con sus pokémon a su lado.

    El bandido que tenía a un Magcargo se estremeció al ver a ese chico, y entonces recordó haberlo visto hacía tiempo.

    —Hay que tener cuidado con él —le dijo a su compañero con el Camerput.

    —¿Por qué? No ves que sólo es un niño con pokémon muy débiles.

    —Yo encontré a ese chico una vez en Johto, en un concurso de captura de bichos, intentó quitarme a la Lediba que iba a capturar, y cuando lo enfrenté logró hacer que un Teddiursa usara una Hidrobomba.

    —Eso es imposible —rió el otro—, pero si tanto te preocupa, lo acabaremos de inmediato…

    En ese momento Rainbow no se molestó en averiguar las intenciones de esos sujetos, por qué hacían lo que hacían, sino que su mente sólo pensaba en poder darles a los limíneos una muestra de su habilidad, de lo que el Viridian min era capaz de hacer. Hizo que Mudkip se le subiera a la cabeza y que sus pokémon lo rodearan encarando a los enemigos alrededor. Sabía que lo que planeaba hacer era extremadamente difícil teniendo en cuenta a los nuevos con poca experiencia, y una que todavía no le tenía suficiente confianza. Pero en ese momento, Ralts también temió por su vida, y se acopló a la mente de su entrenador. El ambiente era cada vez más caliente, y el humo y la ceniza de los árboles inundaron todo el lugar, haciendo difícil respirar.

    —¡Lumíneos! —exclamó— Observen lo que es el verdadero Viridian mind, algo que hasta ahora sólo puedo lograr yo. Rainbow, el entrenador definitivo.

    Cerró fuertemente los ojos, y entró en comunión con las mentes de sus compañeros. Substrajo el tipo agua, la esencia vital de Mudkip, e intentó nivelarla en los cuerpos de los demás y luego intensificar el ataque de Hidrobomba que comenzó a generar en ellos, sintiendo un dolor cada vez más agudo en la cabeza.

    No queriendo perder el tiempo, el jefe de los bandidos ordenó a los demás abrir fuego contra él. Un momento después, decenas de llamas salieron despedidas hacia el entrenador definitivo y sus pokémon.

    Haciendo un último esfuerzo que más adelante acabaría por condenarlo de nuevo a la inconciencia, Rainbow hizo que cada uno de sus pokémon lanzara al mismo tiempo una Hidrobomba con tanta podencia como su cerebro aguantara, disparando en todas direcciones, y fue tal el poder del ataque combinado que no sólo extinguió los ataques de sus rivales, sino también los atacantes mismos fueron alcanzados por el agua, y el fuego a su alrededor comenzó a apagarse mientras los lumíneos escapaban para no ser arrastrados por el agua.

    —¡Pero qué demonios! —exclamó el líder antes de ser alcanzado por el potente chorro de agua.

    Rainbow continuó de ese modo hasta que todo el fuego fue extinguido de los árboles, y para cuando el ataque terminó, los bandidos de fuego se habían ido aterrados.

    Con las pocas fuerzas que le quedaban, Rainbow curó a sus pokémon del cansancio que les había provocado tan extenuante hazaña, pero todo de nuevo lo recibió él. En lo que pareció ser un instante, mientras todavía tambaleaba de pie, su visión fue sumida en la oscuridad, sus oídos encerrados en el silencio, y su piel envuelta en la insensibilidad. Antes de que su cuerpo chocara silenciosamente contra el suelo, ya había caído en un letargo que parecía inconfundible con el de la muerte.

    Un día entero permaneció Rainbow alejado de la existencia, y los limíneos diligentemente cuidaron de él, del chico de la ciudad que encerraba a sus pokémon, que salvó a todo un bosque del fuego.


    —¡Espera un momento! —interrumpió su partida la voz de una mujer.

    Se dio cuenta de que era la mujer embarazada que hacía un rato estuvo a punto de ser rostizada, acompañada de su esposo.

    —Gracias por salvar a mi hijo —agradeció el padre—, y también al bosque para él cuando llegue.

    La mujer se levantó suavemente sus vestidos exponiendo su vientre.

    —Tócalo, por favor —pidió con cortesía.

    Eso era demasiado raro para Rainbow, pero el anciano le contó que, según sus creencias, los bebés no nacidos pueden absorber en parte las virtudes de las personas que posan sus manos sobre ellos, y aunque no estaban de acuerdo con su estilo de vida, deseaban que su hijo tuviera esa determinación y amor por los pokémon como él. Todavía sintiéndose incómodo, Rainbow se agachó a la altura de su vientre, y después de imaginarse extrañado al bebé que yacía en su interior, colocó sus manos suavemente en él. No sintió nada más que una leve patadita, pero nada místico parecía haber ocurrido.

    Un momento después se puso de pie y se propuso a seguir su camino, con sus pokémon acompañándolo fuera de sus pokéball. Antes de irse definitivamente, se volteó y miró irreverente a los hombres del bosque.

    —Sí que tienen creencias muy tontas —se rió con arrogancia—, sigo pensando que sus razonamientos son todavía muy inferiores, pero como si me importara…


    Salieron poco después del bosque Petalia, en un agradable día que prometía buenos augurios a los supersticiosos, y se sintió libre de tantos días respirando el mismo aire puro que emanaba de los árboles. Sin embargo, esos bandidos de pokémon de tipo fuego no salieron en su mente, y se preguntó si no eran más que los típicos chicos malos que ya había estado enfrentado desde que comenzó su viaje, o serían acaso un grupo más organizado y con verdaderos planes, como también ya había vivido antes.


    Continuará...

    Le dedico este capítulo a mi amigo GalladeLucario, los lumíneos son creación suya, y tienen relación con su mejor fanfic:
    https://fanficslandia.com/index.php...turas-en-la-nueva-tierra-pokémon.27541/page-4
     
  11.  
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    Capítulo 8: Vs. Roxanne.


    “No es fácil olvidar a alguien que afirma que un pokémon de fuego podría aprender un ataque de agua"


    Roxanne


    Ciudad Férrica se había ganado un lugar muy importante para toda la región de Hoenn gracias a sus progresos en el campo de la tecnología que se habían desarrollado a lo largo de varios años. Sin embargo su imagen seguía siendo el de una ciudad tranquila y serena, donde los recursos naturales permanecían protegidos bajo la constante política de sus habitantes de ser una ciudad desarrollada sin dañar el medio ambiente, y hasta ese momento lo habían logrado casi a la perfección. Su fama también trascendía al nivel académico, pues la escuela de entrenadores de dicha ciudad se encontraba en alta estima entre todos los intelectuales de la región al tal punto que podría ser considerada la Azulona de Hoenn, por lo que al comenzar los cursos las aulas se llenaban de entrenadores deseosos de ser instruidos en la ciencia del entrenamiento pokémon.

    Aquel día era como los demás, decenas de estudiantes se encontraban en ese momento en el aula atendida por la maestra Roxanne*. Admirada por todos por sus profundos conocimientos, y temida por otros por la misma razón, era la educadora más respetada de la escuela a pesar de haberse unido hacía muy poco tiempo. Se había ganado la reputación de ser demasiado exigente con sus estudiantes, por lo que todas sus clases eran siempre atendidas en silencio absoluto sin que nadie osara hacer nada más que no fuera escuchar.

    En ese momento estaban terminando de hacer un repaso general sobre los tipos de los pokémon, sus ventajas y desventajas en correlación con sus habilidades y naturalezas, un tema bastante extenso que al final siempre solía generar algunas dudas.

    —Un pokémon de tipo agua tendrá ventaja sobre un tipo fuego, sin embargo, si el pokémon de tipo fuego conoce el ataque correcto y es lo suficientemente fuerte le será probable ganar si lo combina con una apropiada agilidad —decía con una voz alta y clara.

    Su pose casi teatral y firme voz eran señal de la absoluta seguridad de su persona, pero su tono sabiondo y la manera que tenía de sujetar su libro como si se tratara de un cáliz sagrado también eran evidencia de que disfrutaba exhibir sus conocimientos al punto de la soberbia.

    Terminada la recapitulación respondió con su estilo petulante a las preguntas que varios de sus alumnos iban haciéndole alzando la mano con vergüenza.

    —¿Alguien más tiene alguna duda? —preguntó sonriendo por las ansias de que alguien más le diera la oportunidad de lucirse.

    —Yo tengo una, profesora —dijo una voz que extrañamente no se escuchó tímida o recatada.

    Roxanne se dio cuenta de que el alumno con la duda era un niño que se encontraba hasta lo más alto de los pupitres de aquella aula, pero lo que le llamó la atención fueron sus ropas que inmediatamente identificó como la de los pokémon rangers, y sostenía fuertemente en sus manos una libreta con un lápiz como si estuviera siempre preparado para apuntar algo.

    —Es una duda muy sencilla —continuó—, decía usted que para sobrepasar una debilidad ofensivamente el poder del ataque del pokémon era el decisivo… según me han dicho usted maneja pokémon de tipo roca. ¿Cómo podría derrotarse un pokémon de tipo roca con uno del tipo… fuego, por ejemplo?

    Si bien la pregunta era interesante, su impertinente hablar levantó algunos murmullos entre los estudiantes, mas Roxanne se mostró indiferente ante eso por esa ocasión.

    —Podemos extrapolar lo que hemos analizado antes —respondió—, el calor muy intenso es capaz de dañar la roca si el pokémon está debidamente entrenado en el ataque o ataque especial.

    —Hmm… Y si el pokémon de fuego atacara con un ataque de tipo agua… ¿Cree que dicho ataque sería minimizado por el tipo? —preguntó con una sonrisa maliciosa.

    Una ligera expectación y risas surgieron entonces.

    —Oye niño, ¿cómo dices que un pokémon de fuego podría atacar con un ataque de agua? —preguntó un súper nerd que estaba a su lado.

    —Lo digo en serio —contestó.

    Roxanne silenció a los estudiantes y miró al chico con severidad.

    —Escucha, eso que dices nunca ha sucedido antes —dijo—, es verdad que un ataque de tipo agua podría contra un tipo roca, pero tal como lo dices con un tipo fuego es un absurdo.

    —¿Se confiaría usted de alguien que la enfrentara con un tipo fuego porque da por hecho que no podría atacarla con un ataque de tipo agua? —preguntó con malicia.

    Roxanne asentó el libro sobre la mesa y agarró la lista de asistencia.

    —No recuerdo haberte visto antes aquí, ¿cuál es tu nombre?

    —Yo sólo estoy de paso por la ciudad —contestó dando un suspiro de fastidio—, dentro de unos días regreso a Almia y quiero saber todo lo que pueda.

    —¿No eres entonces de esta escuela?

    La respuesta del chico fue interrumpida cuando dos rangers con semblante irritado irrumpieron en la sala. Al verlos, el chico les sonrió tímidamente.

    —¿Otra vez te escapaste? —preguntó uno severamente.

    —Tu padre se enojará mucho si sabe esto —dijo el otro sujetándolo firmemente.

    Sin que el avergonzado chico pudiera zafarse, fue arrastrado fuera del aula.

    —Volveré algún día, maestra —dijo forcejando un poco para poder verla desde lo alto—, y cuando lo haga seré el entrenador definitivo.


    Ese día se efectuaba un examen en la clase de la maestra Roxanne. El ambiente era tenso entre todos, ya que sabían que los que sacaran la nota más alta tendrían el honor de poder enfrentarse a su maestra en una batalla por la medalla piedra, regla que había sido impuesta por ella misma cuando fue elegida para ser la líder del gimnasio de la ciudad hacía algunos meses. Esa regla aplicaba también para los entrenadores ajenos a la escuela, por lo que estaban obligados a pasar también el examen, y para sacar más a flote la severidad de la maestra, los que aceptaran presentar el examen debían acceder a ser sus estudiantes en caso de reprobar, por lo que gran parte de los que se encontraban en aquel momento eran también entrenadores que, en su ambición por conseguir la medalla de esa ciudad, se habían llevado la noticia de que debían aprobar primero un examen. Sin embargo la gran mayoría lo aceptaba como parte del reto.

    Unas horas después las calificaciones le fueron entregadas a Roxanne, y observó que de todos los alumnos sólo tres habían logrado sacar la calificación máxima, por lo que fueron seleccionados para combatir.

    El primero fue rápidamente derrotado al ser su Wingull derribado por un Tumba rocas del Nosepass de la maestra, así como el segundo se confió en la doble efectividad de tipo de su Lombre, pero Roxanne mostró tener habilidad para poder lidiar con desventaja de tipo.

    Cuando pasó el tercer retador pensó con un fastidio fingido que también iba a intentar atacar con un tipo ventajoso, pero cuando el entrenador apareció estaba acompañado de un Torchic, y portaba un raro cinturón que le cruzaba el pecho.

    —El siguiente es el entrenador Rainbow —anunció el asistente.

    El arrogante entrenador caminó hasta la arena junto al también arrogante pokémon de fuego, y mirándola con malicia se detuvo en la orilla. Roxanne se quedó por un momento sin aire al reconocer esa mirada y expresión.

    —Así que ahora eres la líder del gimnasio —dijo con fingiendo alegría—, me llevé una sorpresa al saber lo del examen ese después de que estuve casi dos semanas entrenando en la ruta 104.

    Roxanne volvió a su compostura normal, sujetando su libro como solía hacerlo durante las clases.

    —Así que volviste, ya me había olvidado de ti. Después de todo no eres el primer chico insolente que me reta.

    —Pero sí seré uno que te derrote —respondió sujetando con su mano izquierda su cronómetro, extrañando esa sensación desde la última vez que lo había hecho en ciudad Endrino—, y para que veas lo seguro que estoy, voy a cronometrar el tiempo que me tome vencerte, y como veo que sólo tienes un pokémon espero que sea una batalla muy corta…

    —Si has pasado el examen quiere decir que eres digno rival para mí —dijo Roxanne para luego ordenarle a su Nosepass entrar en la arena desafiantemente.

    Torchic también se acercó hasta su posición, y su pequeño cuerpo naranja quedó empequeñecido por el imponente cuerpo de roca de su rival.

    —Un pokémon de tipo fuego contra uno de roca —dijo Roxanne—, tal y como lo habías dicho en aquella ocasión.

    —¿Ahora resulta que sí me recuerdas?

    —No es fácil olvidar a alguien que afirma que un pokémon de fuego podría aprender un ataque de agua.

    —No tienes idea, maestra —contestó antes de presionar el botón para que el tiempo corriera.


    Siendo por naturaleza mucho más veloz, Torchic comenzó a atacarlo con ataques simples como Arañazo, los cuales no provocaron mucho daño a la gruesa roca que el pokémon tenía por cuerpo. Roxane ordenó usar Tumbarrocas, lo cual fue esquivado con algo de dificultad debido a la velocidad con la que el Nosepass las lanzaba, y contraatacó con un Ascuas, el cual hizo apenas un mínimo efecto.

    —¿Dónde está tu ataque de tipo agua? —preguntó Roxanne intentando inútilmente no reír con soberbia.

    Ordenó entonces a su pokémon atacar con placajes, persiguiendo a Torchic torpe pero amenazadoramente por la arena, en parte debido a que si rostro siempre debía estar observando hacia el norte, pero eso no parecía impedirle saber dónde se encontraba su rival, y mientras tanto su entrenadora le ordenaba utilizar Pedrada ya que este movimiento era más rápido que el Lumbarrocas.

    Llegando a un punto en que el pokémon de roca parecía algo mareado por la persecución, Rainbow le comunicó a Torchic que el momento estaba a punto de llegar.

    —Ahora verás el poder del entrenamiento definitivo —dijo mientras cerraba los ojos engreídamente.

    La líder ordenó a su pokémon seguir atacando hasta que Torchic se cansara y disminuyera su velocidad, confiada en que uno solo de sus ataques bastaría para derrotarlo y en su relativa inmunidad ante sus ataques. Incluso el mejor ataque de Torchic que había utilizado, Ascuas, no representaba mayor amenaza, y por un momento sonrió pensando que en lugar de haber fortalecido sus ataques de fuego, ese chico le había estado enseñando ataques de tipo agua.

    Unos segundo después, el Viridian mind en la cabeza de Rainbow pareció llegar a su punto exacto, y riendo con aún más arrogancia estaba a punto de ordenar una Hidrobomba sorpresa.

    Entonces algo extraño sucedió, por un instante un zumbido invadió su cabeza y el dolor desapareció. En menos de lo que dura un instante, perdió el contacto con Torchic y quedaron incomunicados. Al no sentir más a su entrenador y el influjo que su Viridian mind ejercía sobre él, Torchic perdió la concentración y fue recibido por un contundente Placaje del duro cuerpo de su rival. Salió volando varios metros y cayó muy lastimado.

    Manteniendo su arrogante mirada por instinto, Rainbow no tuvo tiempo de pensar y trató de volver a tener contacto con él usando el Viridian mind, y un escalofrío le recorrió el cuerpo al darse cuenta de que ya no lo escuchaba ni sentía, y sus pensamientos tampoco llegaban a él. Su pánico aumentó cuando bajó la mirada para ver a sus compañeros en su cinturón, y sólo hubo silencio en su mente. Sus pokémon lo miraron con una evidente confusión, y por más que Rainbow les gritaba sus nombres en su mente ellos no percibieron nada. Su sonrisa fue bajando poco a poco mientras sentía que el espacio alrededor de él lo paralizaba.

    —¿Eso es todo lo que puedes hacer? —preguntó Roxanne viendo que Torchic se levantaba con dificultad— Esperaba que después de estar tan confiado al menos pudieras efectuar algún buen ataque.

    Aunque las palabras de la chica llegaban a sus oídos, Rainbow se sintió completamente sordo por dentro, y al ver que su débil Torchic le miraba con sorpresa en los ojos retuvo el aliento.

    —Creo que ya te di mucha oportunidad —dijo Roxanne.

    Ordenó entonces a su pokémon terminar la batalla con Lanzarrocas. Y recordando su entrenamiento, Torchic comenzó a esquivarlas con mucha más dificultad, y sin el Viridian mind de su entrenador o poder oírlo siquiera no podría hacer nada para derrotar al pokémon de roca.

    Rainbow estaba a punto de abrir la boca para ordenar algo, cuando en ese momento sintió como si su mente volviera a funcionar repentinamente, y antes de que se diera cuenta, podía escuchar de nuevo a sus pokémon y recuperó el contacto con Torchic. No teniendo tiempo para sorprenderse se volvió a concentrar para ejecutar el ataque que planeaba, diciéndole a Torchic que lograra soportar lo más que pudiera esquivando. Un momento después estaba todo listo, y Rainbow temía que volviera a pasar lo de hacía un rato, pero suspiró aliviado cuando sintió a Torchic completamente lleno de su Viridian mind, y aún con una voz temblorosa y la mirada alterada ordenó liberar la Hidrobomba. Antes de caer de nuevo inconsciente lo único que vio fue el potente chorro de agua salir de la boca de Torchic, y se apresuró a detener el cronómetro antes de que este cayera de sus manos.


    La inconsciencia no le duró más que unos pocos minutos en esa ocasión, y al despertar tenía pleno uso de sus sentidos, y vio que lo habían llevado a la enfermería de la escuela. Roxanne estaba ahí mirándolo como si las palabras no pudieran salir de su boca, pero esa actitud soberbia había desaparecido de su rostro.

    —¿Ya te encuentras mejor? —preguntó algo preocupada.

    Rainbow se incorporó sobre la cama y palpó a sus pokémon, y se sintió aliviado de poder oír sus voces en su cabeza. Torchic le saltó de repente en las piernas con una feliz expresión, y el cronómetro en el pico, y Rainbow le acarició la cabeza felicitándolo y observó el aparato.

    —Siete minutos, fue más de lo que creí… ahora dame mi medalla —exigió arrogante.

    Contrariada por esa actitud, Roxanne extendió el emblema y se lo entregó. Ranbow lo miró como si más bien fuera un pedazo de chatarra.

    —¿Cómo te quedó el ojo? —preguntó burlonamente mientras se levantaba y estiraba— Te dije que se podía, maestra.

    La líder desvió la mirada volviendo a su actitud presumida.

    —Fue sorprendente, lo reconozco, pero aún tienes mucho que aprender.

    —Lo que digas, maestra, lo que digas…


    Rainbow salió de ahí antes de que la curiosidad de Roxanne venciera su orgullo y le preguntara cómo es que había logrado que un pokémon de fuego aprendiera un ataque tan potente de tipo agua. Pues él y todos sus pokémon aún no entendían lo que había pasado hacía y que casi les hace perder. Y sin poder evitarlo sintió la sensación de frío que le recorrió la espalda hasta estancarse en su nuca mientras intentaba controlar su cada vez más enorme preocupación y miedo, el mundo de Rainbow pareció tambalearse ante un abismo al pensar que, quizás, su Viridian mind se estaba empezando a agotar.


    Continuará...

    * En los videojuegos Roxanne se llama Petra.
     
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    ...Continuando

    Capítulo 9: El prototipo.


    “No somos héroes"

    Rainbow




    Rainbow encontró en la ruta 116 un pequeño lugar apartado de la gente para dedicarse a sus pokémon. De tanto en tanto revisaba sus nuevos apuntes y añadía o borraba cosas según lo veía conveniente, y se mostró especialmente receloso de intentar hacer algo que lo esforzara demasiado, dado el intrigante acontecimiento que había tenido hacía unos días con la líder Roxanne. Así pues, no se salió por un tiempo de su rutina normal con sus pokémon, y se limitó a pulir lentamente sus fortalezas y eliminar sus debilidades, intentando sobre todo lograr hacer que Slakoth dominara su habilidad que suponía una desventaja.

    —Ausente será algo difícil de corregir —le dijo un momento en que éste se encontraba frente a un Nincada salvaje—, así que por el momento entrenaremos tu ataque para lograr derrotar al otro de un solo golpe.

    Diciendo eso, Slakoth atacó con Atañazo pero fue esquivado, el Nincada saltó hacia un lado y redujo la precisión de su oponente con Ataque arena. La habilidad de Slakoth de cualquier manera le hizo no hacer nada el siguiente turno, por lo que el pokémon de tipo bicho aprovechó para atacar con Golpes furia. Viendo que no solamente la habilidad de su pokémon sino también la diferencia de velocidad estaban en su contra, extendió inconscientemente su mano para apoyarlo con un poco de Viridian mind, pero mientras le subía su velocidad hasta sobrepasar la de su rival de repente sintió miedo al comenzar a sentir la incomodidad en su cabeza, y se detuvo retrocediendo un paso. El Nincada continuó atacándolo rápidamente mientras Slakoth resistía, y únicamente cada dos turnos lograba lanzar un arañazo que era siempre esquivado. No fue sino hasta algunos minutos después que logró asestarle un contundente golpe que dejó al pokémon bicho fuera de combate por su baja defensa, seguramente el precio por su velocidad innata. Con una mirada insatisfecha, Rainbow se acercó al pokémon y lo capturó.

    —Mi peor captura hasta ahora —se dijo con rabia.

    Mas pronto el pokémon estuvo recuperado, y tras darle la misma bienvenida que les daba a todos se escuchó un alboroto en el bosque, y se volvió enfadado al escuchar el sonido de gente riendo con malicia.

    —¡Maldición! ¿Y ahora a quién voy a tener que despedazar?

    Llamando a sus pokémon se encaminó hacia donde escuchaba el ruido, y un poco después vio con fastidio a un grupo de gente vestidos de camisas rayadas, pantalones azules y con un pañuelo en la cabeza que los hacía ver como piratas, los cuales le habían robado una caja a un sujeto en bata de laboratorio, y lo molestaban amenazando con romperla mientras se reían.

    —Por favor, devuélvanme eso —suplicaba el hombre—, es algo muy importante.

    Los bandidos abrieron la caja, y sacaron un objeto que parecía un teléfono con forma redondeada.

    —Este es el nuevo juguetito de la compañía Devon —dijo uno de ellos—, sé que sus productos son bastante importantes para la ciudad, sería una lástima que algo le pasara.

    —No lo hagan, ese el prototipo de un nuevo artefacto que estamos creando.

    —Bueno, ya que insistes tanto… ¿cuánto estás dispuesto a pagarnos por él? O quizás deberíamos venderlo en el mercado negro.

    Entre esas y otras palabras amenazaban al científico. Rainbow no sabía si reírse por lo tonto de la escena o sentirse apenado por él, y por un momento estuvo a punto de retirarse cuando sus tres iniciales lo sujetaron por el pantalón, recordando la pelea del bosque Petalia querían luchar de nuevo.

    —No somos héroes —contestó Rainbow—, eso es problema de otros…

    Sin embargo, los constantes gritos y risas de los sujetos aún mantenían en él encendida la llama de la piedad, tal y como había sido desde que comenzó su viaje con situaciones incluso peores, y observar el rostro frío y todavía triste de Ralts no ayudó a apaciguarla. Cerrando los ojos y lanzando una leve exclamación, salió de los arbustos y encaró a los bandidos.


    En el momento de salir, Rainbow clamó con una voz forzada que lo dejaran en paz de una vez, y entonces tres de los bandidos palidecieron y aconsejaron que era mejor retroceder.

    —¿Pero qué están diciendo? —preguntó uno de los bandidos sorprendido.

    —Ese niño es un demente —dijo uno de los tres en voz baja—, por su culpa estuvimos encerrados durante meses en una prisión en Johto, tiene un equipo pokémon muy fuerte...

    Sin embargo, sus miradas de temor se desvanecieron al ver que lo acompañaban tres pequeños Torchic, Mudkip y Treeko, y los demás se lanzaron a reír.

    —¿Eso te parece un gran equipo?

    Rainbow no se dejó intimidar por sus risas, pero los tres venidos de Johto se le acercaron con una risa malvada.

    —Así que ya no tienes a esos pokémon —dijo el líder—, ¿no te acuerdas de nosotros acaso?

    Diciendo eso, liberaron a un Lapras, un Dewgong, y un Lanturn, y automáticamente regresó a Rainbow el recuerdo de la persecución que tomó lugar aquella mañana del lunes en la ruta 40 en Johto, y al verlos de nuevo con esa actitud tan malvada y segura, encarándolo con pokémon de nivel mucho mayor que los suyos, no pudo evitar arrepentirse de haberse metido con ellos mientras un ligero temblor le recorría la espalda.

    —El trío Hidrobomba —dijo con voz temblorosa, intentando mantener una mirada arrogante—, así que lograron llegar hasta Hoenn…

    —Nos humillaste en aquella ocasión —dijo el más grande junto a su amenazante Dewgong—, por tu culpa tuvimos que huir de la cárcel y escapar de Johto.

    —Pero ahora que vemos el equipo que tienes, creo que es hora de nuestra venganza.


    Un momento después, los tres ordenaron a sus pokémon lanzar al mismo tiempo una de sus famosas Hidrobombas, con tanta potencia que Rainbow y sus pokémon apenas tuvieron tiempo de saltar a un lado, y el potente chorro de agua derribó varios árboles a su paso. Los tres pokémon iniciales saltaron al frente esperando órdenes de su entrenador, pero éste parecía bloqueado por alguna razón, y ordenó ataques bastante simples como Recurrente, Pistola agua y Ascuas, extrañando a todo su equipo y haciéndolos recibir poderosos ataques que por poco debilitan a Torchic si no fuera porque su velocidad le ayudaba a eludirlo todo.

    —¿En esto se convirtió el niño de aquella ocasión? —se rió uno— Con estos pequeños pokémon no podrás hacer nada… ¿dónde están tu Xatu, tu Crobat y tu Noctowl? No eres nada sin esos pokémon.

    Rainbow los miró con furia, pero no podía dejar de sentirse intimidado. Sabía que la única manera de poder vencerlos era usando su Viridian mind, pero era precisamente eso de lo que tenía miedo, tenía miedo de que la próxima vez que lo usara nunca más volviera a escuchar la voz de sus pokémon en su mente, aunque eso sólo haya sucedido una vez.

    Pero aquellas burlas comenzaron a quemarlo por dentro también, y poco a poco la ira comenzó a hacer frente a su miedo mientras sus pokémon lo animaban para usar su Viridian mind, se sintió avergonzado de hacerse llamar el entrenador definitivo cuando huía de todos y temblaba como un cobarde, y recordó todas las veces en que los que lo retaban sucumbían a sus pies mientras su arrogancia se apoderaba de él. Dominando su temor, y sonriendo malévolamente, se puso de pie, y miró al científico que había estado observándolo todo silenciosamente.

    —Más te vale que ese aparato valga la pena este esfuerzo—le amenazó.

    Sacó a Ralts y se la puso entonces sobre la cabeza, de nuevo implorándole que la dejara acceder a su mente para usar parte de sus poderes psíquicos. El trío Hidrobomba no pensaba esperar para ver qué hacía, y siguieron ordenándoles a sus pokémon atacar, por lo que Rainbow tuvo que apartarse lo más que pudiera mientras los tres pokémon retenían a los pokémon enemigos con todas sus fuerzas, y entonces se concentró con toda su energía para realizar la peligrosa operación.

    Usando a Ralts a manera de antena que aumentaba el alcance y potencia de su Viridian mind, alteró a los tres pokémon para cambiar su tipo a planta, usó a Torchic para enseñarles a todos Día soleado y a Treeko para enseñarles Rayo solar, mas ellos no sufrieron las interferencias que su entrenador llevaba a cabo dentro de ellos, sino que todo lo que deberían estar sufriendo por la repentina intromisión con su naturaleza recayó en el entrenador. Unos minutos después, cuando los tres estaban cansados de atacar y eludir ataques, Rainbow les hizo usar el Día soleado, y el intenso calor de los rayos del sol azotó aquella zona, debilitando los ataques de los pokémon de agua ante la sorpresa de los delincuentes.

    Intentando mantenerse de pie, ordenó entonces que liberaran tres Rayos solares al mismo tiempo, y posicionándose directamente enfrente de sus contrincantes éstos fueron recibidos por los tres intensos rayos de luz quemante, así como los demás bandidos que se encontraban tras ellos.

    Aquella intensa luz se tornó oscura antes los ojos de Rainbow, y el intenso calor que producía se volvió frío a su tacto, y se maldijo a sí mismo mientras se sentía volver a caer en el vacío de la inconciencia.


    Antes siquiera de abrir los ojos, la sensación de las suaves sábanas recorrió su piel, y el inconfundible aroma a alcohol y vendas de una enfermería llegó hasta él. Cuando abrió los ojos vio al científico que lo había llevado hasta ese lugar, con una mirada aliviada al verlo incorporarse. Tras asegurarse de que estuviera bien, y agradecerle enormemente el haberlo ayudado, Rainbow como de costumbre se apresuraba para irse de ahí lo antes posible, mas el hombre le convenció para que le acompañara a conocer al presidente de la compañía para la que trabajaba, el cual quería darle las gracias en persona.

    —¿El presidente de qué? —preguntó Rainbow.

    —De la gran corporación Devon —contestó el científico con aire orgulloso—, si no fuera por ti el prototipo se habría perdido.

    Le explicó entonces, mientras Rainbow escuchaba con desgana, que Devon se especializaba en el desarrollo tecnológico de la región, y que contaban con una gran variedad de artefactos tecnológicos para la disposición de los entrenadores, lo que, hasta cierto punto, llamó su atención lo suficiente como para aceptar ir a ver al presidente.

    —Por cierto, deberían mejorar la seguridad —dijo con arrogancia mientras se colocaba la mochila—, es una vergüenza que unos delincuentes puedan robar algo tan fácilmente y que un niño tenga que venir a salvarlos…


    El presidente Stone se encontraba en su despacho cuando le anunciaron que el joven que había recuperado el prototipo había despertado, y un momento después, Rainbow se encontró frente al hombre de mirada serena y traje elegante con sombrero blanco, recordándole levemente a la imagen del presidente de la Silph S.A. Sobre la mesa se encontraba dicho aparato de pantalla cuadrada y forma circular, de aspecto que asemejaba más a una pequeña televisión que un teléfono.

    Después del formal agradecimiento, que para Rainbow no fueron más que palabras que le entraban por un oído y le salían por el otro, el presidente explicó que aquel aparato se trataba de una versión en desarrollo de un nuevo tipo de teléfono.

    —…Incluirá cosas nuevas como una radio, un mapa mismo de la región, entre muchas otras cosas —dijo orgulloso—, será de gran ayuda para los entrenadores de todo el mundo, y hará obsoleto el viejo teléfono que solamente puede llamar…

    —No necesito que me aburra con cosas que no me interesan —dijo Rainbow con pesadez—, sólo le recomiendo que no deje de nuevo a un empleado tonto con algo tan importante en plena calle para que se lo roben…

    —Bueno, esperemos que eso no suceda de nuevo —dijo el presidente mirando acusadoramente al científico, el cual bajó la mirada de vergüenza—, pero sea como sea, como soy un hombre que sabe valorar las buenas acciones, te daremos una recompensa, el primer modelo de nuestro nuevo dispositivo será un regalo para ti, en cuanto esté listo, por supuesto…

    Rainbow exclamó para sus adentros al pensar que había arriesgado su Viridian mind por algo tan irrelevante como eso, pero se limitó a tomar aire y adoptar su actitud arrogante.

    —Lo siento, señor presidente, no me interesan sus artefactos, además me gusta mi teléfono, es simple y no me gusta que hayan tantos botones y funciones que no tendría paciencia para ponerme a aprender qué es lo que hacen… sin embargo, sí hay algo que me gustaría saber de esta compañía, después de todo, hoy arriesgué mi vida, y no me quiero ir con las manos vacías.

    El presidente miró con cierto recelo la actitud del muchacho.

    —¿Qué es lo que quieres entonces?

    —Hace unos minutos, su empleado me comentó que su empresa tenía en funcionamiento una máquina que permite revivir fósiles de pokémon, al igual que en la isla Canela en Kanto. Quiero que si algún día encuentro un fósil en la región, me lo revivan sin costo alguno, para mí eso será suficiente.

    El presidente se encogió de hombros, y aceptó algo extrañado, ya que daba por hecho que ese engreído muchacho podía pedir mucho más, y esa petición relativamente humilde le sorprendió.

    —Ahora, si me disculpan todos —dijo Rainbow mientras cínicamente se acercaba a la puerta—, tengo ganas de ir a la playa, la última vez no lo pude disfrutar bien.


    Continuará...
     
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    Capítulo 10: El viejo y el mar.


    “es la mirada de alguien que antes creía tener un propósito, pero ahora se da cuenta de que en realidad no lo tiene"

    Rainbow


    Rainbow presumió su primera medalla a través de la pantalla al profesor Birch. Él no se mostró sorprendido, pero le extrañaba que no le hubiera llamado apenas la consiguió.

    —Algo me lo impidió —contestó Rainbow distanciándose de la pantalla.

    Con la momentánea pérdida de su Viridian mind durante el combate no pudo recordar que le había prometido llamarlo, pero no pensaba en absoluto contarle nada de eso.

    —Bueno, es agradable saber que te encuentras bien —dijo el profesor—, espero que la próxima vez no te tardes tanto en ganar una medalla.

    —No será para tanto…

    —No tienes idea, ¿verdad? Ya ha pasado casi dos meses desde que hablamos por última vez.

    Rainbow se acercó a la pantalla con una leve exclamación.

    —¿Casi dos meses? No es posible.

    —Debes estar tan concentrado que no te das cuenta.

    Rainbow volvió a acomodarse en su silla.

    —Sí, eso es verdad. Mucha concentración, no hay tiempo nunca para ver la hora —dijo arrogante.

    Birch notó un ligero tic en los dedos de su mano izquierda, que percutían sobre su antebrazo derecho.

    —¿Por qué estás tan nervioso? —preguntó.

    Rainbow rió con la boca cerrada.

    —¿Yo, nervioso? Alucina, profesor.

    El chico se cerró de brazos, y Birch comprendió que ya no habría manera de hacerle hablar más.

    Al finalizar la llamada, Rainbow volteó a ver a Ralts, que estaba a su izquierda, y le sonrió amistosamente. Ella forzó una sonrisa con la cabeza agachada.


    Se encontró de repente en la playa de la ruta 104, de cara al mar, recibiendo directamente el viento salado y con el sol calentándolo con poca intensidad a causa de las pocas nubes que flotaban en el cielo. Miró a su lado a sus pokémon que descansaban junto a él. Slakoth se veía extrañamente cansado, y respirando agitadamente parecía dormir sobre Mudkip, quien estaba muy cansada para quitárselo de encima. Taillow se posó sobre su cabeza, como solía hacerlo, y le preguntó qué le sucedía.

    —¿Cómo llegamos aquí? —preguntó Rainbow ladeando la cabeza.

    Su memoria parecía haberse olvidado de todo el recorrido que habían hecho desde ciudad Férrica hasta ahí, y Rainbow no recordaba el motivo por el que se habían dirigido hasta ese lugar. Pero Taillow le recordó lo que había dicho al presidente de tener ganas de ver el mar de nuevo.

    Rainbow titubeó sobre la arena.

    —¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó.

    Taillow le dijo que cuatro días.


    —¡Quédate quieto, Peeko! —gruñó el señor Briney.

    Su Wingull había estado enfermo desde hacía unos días, y cada vez que era hora de tomar su medicina el pokémon comenzaba a revolotear por toda la cabaña.

    —Ya sé que no te gusta, pero debes tomarla para mejorarte.

    El pokémon hizo una mueca de disgusto, y continuó huyendo de su dueño.

    La puerta sonó, pero el señor Briney pidió que esperaran un momento y que no abrieran la puerta.

    Fuera de la casa, Rainbow escuchó el ajetreo adentro, y su irritación subió al ver que aquello parecía ir para largo, así que, haciendo caso omiso, entró en la casa y retuvo la risa al ver al viejo persiguiendo a su Wingull alrededor de la mesa. Al ver el pokémon la puerta abierta, intentó escapar rápidamente. El señor Briney trató detenerlo pero se le escapó de las manos. Afortunadamente, su escape fue frustrado por el Recurrente de Treeko, y cayó al suelo pesadamente. El señor Briney estaba a punto de reclamarle el no haberle hecho caso, pero Rainbow tomó entonces a Peeko entre sus manos, y observó sorprendido cómo las manchas amarillas de su plumaje, causadas por la enfermedad, iban desapareciendo poco a poco. Un momento después, Peeko voló hasta su dueño con una gran sonrisa.

    —Muchas gracias por curarlo —dijo—, pero ¿cómo es que lo hiciste?

    —Necesito llegar a ciudad Azuliza, un pescador me dijo que usted podía llevarme.

    Rainbow examinó extrañado a aquel viejo de gran altura y semblante serio, y queriendo evitar las preguntas que sabía que surgirían a continuación le propuso que le pagaría un poco más si no le hacía más preguntas.


    Instalados todos en el barco, el señor Briney soltó las amarras que lo sujetaban al muelle y encendió las máquinas. Desde que se había retirado de la pesca hacía varios años se había dedicado a transportar gente por el mar, siendo ese estilo de vida más tranquilo y llevadero, pero sin alejarse del océano en el que había vivido toda su vida. A pesar de su edad, su cuerpo aún mantenía el vigor y energía de cuando solía trabajar en grandes barcos pesqueros, y tantos años de contemplar el mar lo habían convertido en una persona serena, sin muchas necesidades y conforme con su vida, o al menos así lo parecía.

    El viajo comenzó silencioso, con un viento agradable del cual todos los pokémon de Rainbow disfrutaron. Recargado en la borda, Rainbow observaba incansablemente el océano y pensó que después de todo no era la gran cosa.

    Entrada la tarde, el señor Briney se le acercó y le ofreció una taza de té.

    —¿En qué piensas, muchacho? Has estado mirando el mar de esa manera desde que salimos.

    —Le dije que sin preguntas —dijo Rainbow fríamente.

    El viejo se sentó en una silla junto a su Peeko, y observó extrañado a los pokémon del chico. Mudkip saltó por la borda y se puso a juguetear en el agua con un grupo de Remoraid, y Slakoth dormía imprudentemente sobre la borda. Pero su entrenador parecía ajeno a ellos. Torchic y Nincada se acercaron a él por los lados y mantuvieron una conversación silenciosa. De tanto en tanto, volteaba a mirar de reojo a Ralts, que estaba apartada del grupo del lado opuesto a ellos, mirando la franja del continente que se extendía por el este de manera melancólica.

    Como todo hombre que ha vivido en el mar, el señor Briney era sensible a lo que sucedía en el corazón de los hombres, y se preocupó de que a edad tan corta ese chico pareciera ya tener grandes inquietudes.

    —¿Sabes algo? —dijo— Estoy dispuesto a no cobrarte nada si platicas conmigo.

    Rainbow lo miró sin ganas.

    —No diga tonterías —contestó—, no soy alguien peligroso, si eso es lo que le preocupa.

    El señor Briney tomó un sorbo de su té.

    —¿Te digo algo? En realidad no me gusta esto de llevar gente por el mar, a veces pienso que es mejor una vida solitaria con mis pokémon.

    Por un momento sólo se escuchó el sonido del oleaje golpeando el casco del barco. Rainbow lo miró de reojo con la mirada seria, y el viejo vio que ya lo había atrapado.

    —Entonces, ¿por qué lo hace? —preguntó Rainbow, como si no pudiera evitarlo debido a la contradicción.

    —Cuando me hice marino en mi juventud, en mi mente había lo mismo que en la mente de todos mis compañeros. Deseaba vivir en el mar, para el mar, y por eso me embarqué en un barco pesquero. Me gustaba porque podíamos viajar de un lado a otro dependiendo de dónde fuera favorable, y aunque no viviéramos nada demasiado emocionante, para mí cada día era como una aventura. Al menos significó lo suficiente para mí como para dedicarle los mejores años de mi vida.

    —¿Y entonces? —preguntó Rainbow volteándose un poco más.

    —Decidí independizarme, compré este barco y me instalé en la playa, y durante varios años fui pescador independiente con una tripulación que contraté, y de ese modo viví durante varios años. Desafortunadamente no todos estaban hechos para dedicarle su vida al mar, mi tripulación eventualmente fue separándose, dividiendo sus caminos, o simplemente la naturaleza ya no les permitía continuar trabajando, el caso es que llegó un momento en que no quedaba nadie para ayudarme, y fue cuando decidí retirarme de la pesca.

    —¿Qué tiene que ver toda esa historia? —preguntó Rainbow volviendo a ver el mar con fastidio.

    —Que durante muchos años creí que lo que más quería era la vida en el mar, pero eventualmente me di cuenta de que lo importante no era el mar, sino lo que hacía yo en él. Lo importante no era que el mar me fuera útil a mí, sino que yo lo fuera a él, y entonces, se puede decir que me arrepentí de haberme dedicado tanto tiempo a pescar de ese modo.

    Rainbow volvió a mirarlo, y apretó los labios levemente.

    —Cuando ya no tuve nada más que hacer, sentí que todavía no quería desprenderme del mar, de ser útil para algo, así que decidí transportar entrenadores por el mar, de ese modo aún estaba en contacto con él y que tenía un objetivo útil.

    —Pero eventualmente se dio cuenta que eso tampoco sería suficiente —dijo Rainbow.

    El viejo asintió.

    —Luego me di cuenta de que tampoco era solamente el hecho de tener un propósito, sino cuál era ese propósito que yo me estaba dando. ¿Sabes por qué te digo todo esto? Porque tenías exactamente la misma mirada que yo todavía tengo a veces cuando miro el mar, es la mirada de alguien que antes creía tener un propósito, pero ahora se da cuenta de que en realidad no lo tiene.

    Rainbow se apartó del barandal y caminó divagante por la cubierta.

    —Se equivoca conmigo, yo tengo un propósito y estoy orgulloso de él. Voy a ser el entrenador definitivo, el mejor de todos los entrenadores y nada me va a detener.

    El señor Briney rió con la nariz.

    —Palabras muy ambiciosas para ser pronunciadas con una voz tan temblorosa —dijo.

    Rainbow le lanzó una mirada furtiva.

    —Sus ambiciones me resultan estúpidas —dijo refunfuñando—, quiere serle útil al mar, pero no se da cuenta de que el mar no lo necesita en absoluto… y el mundo tampoco —bajó el volumen de su voz—, no nos necesita a los entrenadores, ni a los pokémon, ni a nada.

    —Si así es como piensas, ¿por qué quieres ser el mejor de todos los entrenadores?

    Rainbow alzó la mirada, y con pesadumbre admitió que no lo sabía. Y creyó que era el momento de dejar de hablar, antes de que alguien dijera algo que le hiciera mencionar su Viridian mind.

    Entrada la noche, las luces de ciudad Azuliza se vieron cada vez más grandes. Rainbow le dijo que le bastaba con que lo dejara en una orilla cualquiera. Rainbow sacó dinero para pagarle, pero el viejo lo rechazó.

    —Te dije que si platicabas conmigo no te cobraría.

    Rainbow guardó el dinero, y se preparó para lanzarse sobre la playa.

    —Creo que esta será la última vez que transporte a alguien —dijo el señor Briney—, ya no me parece suficiente motivación para volver al mar.

    Rainbow lo miró confundido.

    —¿Qué pasó con lo que dijo, de no querer desprenderse del mar?

    —También dije que lo importante era la razón para estar aferrado a él. Aunque navegue por leguas hasta perder la tierra de vista, ya no me siento parte del océano. Tal vez algún día encuentre algo que me haga sentir deseos de volver a él.

    Rainbow le lanzó una última mirada antes de saltar directamente hasta la orilla, a pocos metros del barco, seguido del resto de sus pokémon. Apenas sintió la arena bajo sus zapatos, caminó tierra adentro sin siquiera despedirse del señor Briney.


    Continuará...

    *En los videojuegos el señor Briney se llama Arenque.
     
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    omarsalas

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    Por dios, por fin te alcanzo, me gusta mucho tu fic, lo encontre buscando fics en google y me encanto no pare de leer hasta alcanzarte jejeje.....
    y por eso me he decidido ha regristarme y comentar, tambien estoy preparando un fic propio tambien de pokemon, sigue adelante estoy ansios por seguir leeyendo
     
  15.  
    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

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    Capítulo 11: La pelea más difícil.


    “la estabilidad de tus emociones no debe depender de una chica, ni de nada"

    Rainbow



    A pesar de haberse dirigido a pueblo Azuliza con bastante apuro, no entró en él, sino que se dirigió hacia el norte de la isla, a la cueva Granito, llena de lagos subterráneos de agua pura, ofreciendo un ambiente sereno para el refugio de la melancolía del entrenador que ahí se escondía, iluminado por la fogata que había encendido con su Torchic. Usó el entrenamiento como excusa durante una larga semana, pero con tiento, pues no quería arriesgarse a sumirse de nuevo en las perturbadoras visiones a las que lo conducía la inconciencia. En sus ratos libres, sus pokémon jugaban y se divertían en la cueva, inmunes a toda perturbación fisiológica que el encierro les pudiera ocasionar gracias al don de su entrenador, y del cual sacaban la energía que él amorosamente les otorgaba de su propia fortaleza y orgullo. Habiendo estado ya antes en cuevas oscuras, y necesitando descansar un poco, Rainbow sabía que el ensueño era el mejor entretenimiento durante esos momentos de tranquilidad, en los que atisbaba hasta el fondo de la oscuridad más allá del alcance de la luz del fuego, y se oían los sonidos del agua que goteaba de las estalactitas hacia las frescas aguas, y los sonidos de los pokémon que ahí vivían, y alguna que otra vez se escuchaba alguna batalla entre ellos. Mas en aquellas condiciones tuvo miedo de dormir y soñar, y se maldecía porque le parecía que exageraba, pero apenas cerraba los ojos volvían imágenes de su pasado reciente, y se sentía patético sin entender por qué.

    Nincada se acostó sobre su pecho, y le preguntó por qué estaba tan triste.

    —Desearía ser como cuando llegué a Kanto —dijo—, no fue hace demasiado tiempo, pero siento como si así lo fuera. Llegué completamente seguro y dándolo todo, no tenía miedo de nada porque me sentía invencible, y quizás lo fui. Pero ahora, mírenme amigos, me escondo en una cueva como un Rattata huyendo de un Pidgeoto…

    Se interrumpió y se incorporó súbitamente, pues creyó escuchar en la oscuridad unos pasos que le parecieron de humano, pero entonces sólo hubo silencio. Preguntó a sus compañeros si lo habían oído, y estos dijeron que no. Taillow y Treeko salieron a la oscuridad para estar seguros de que no hubiera nada peligroso, y Rainbow usó su Viridian mind para ver lo que sus ojos veían, pero no vio a persona alguna. A pesar de eso, Slakoth tuvo algo de miedo y se aferró a su entrenador.

    —Sólo fue mi imaginación —dijo acariciándolo.


    No sabía qué hora era cuando decidió tomar un baño en uno de los lagos, a decir verdad el tiempo a corto plazo nunca fue algo que se tomara tan enserio, pero en aquella soledad ni siquiera se daba cuenta de que ni siquiera sabía en qué día estaban, como había ya sucedido con anterioridad.

    Iluminado por el Destello de Torchic, y acompañado por sus demás pokémon, Rainbow observó su imagen reflejada en aquella agua cristalina, mientras Mudkip se divertía ajena a casi todo lo demás con sus compañeros. Por primera vez en mucho tiempo pareció darse cuenta de que su piel comenzaba a verse desteñida, acostumbrada a pasar largos periodos adentro de cuevas oscuras, y aún en el exterior, salvo por el amanecer, rehuía a la luz del sol si le era posible. Un pequeño cambio muy mínimo, pero apreciable. También notó que su cabello ya le llegaba a los hombros, y apartándose los mechones que le cruzaban la cara se recogió el cabello hacia atrás, y sus pokémon se rieron del resultado, y él se rió con ellos antes de recibir un chorro de agua de la alegre Mudkip. Paro esa risa no era más que un pequeño paréntesis que rápidamente se difuminó para continuar con sus tristes reflexiones, y todos volvieron a hacer silencio.

    Ralts se encontraba balanceando sus pies a la orilla del lago, mojándolos con un movimiento nostálgico, y a Rainbow le preocupó que ella no riera o siquiera se mostrara interesada por lo que los demás hacían. Se acercó a ella y le esbozó una sonrisa amigable.

    —El agua está muy fresca —dijo salpicando un poco la superficie con sus manos—, ¿por qué no te metes un momento?

    Diciendo eso, la tomó por debajo de los brazos y cuidadosamente la metió en el agua sujetándola. Era la primera vez en mucho tiempo que tenía ese contacto con ella, pero sintió la tensión en su cuerpo, una especie de resistencia que al final sucumbió a regañadientes, y la pokémon de tipo psíquico esbozó una sonrisa resignada.

    Probablemente Rainbow sintió lo que pensaba, y se entristeció con ella. Intentó calmarla con sus poderes, relajarla para hacerla olvidar los motivos de su melancolía.

    —Deja que me lleve tus sentimientos dolorosos —murmuró—, déjame intentar sacar los recuerdos dolorosos que veo que no puedes soportar, pues si tengo esta habilidad debo utilizarla para tu felicidad, al fin y al cabo para eso sirvo.

    Pero eso era lo único que ella no pensaba concederle. Obedecería todo, todas las órdenes que le diera en batalla y durante el entrenamiento, si le ponía la mano en la cabeza para conectarla con Nincada para superar su debilidad al tipo bicho lo hacía sin oponerse, si le hacía aprender un movimiento ajeno lo hacía, si le ordenaba resistir un ataque doloroso para superarlo ni siquiera preguntaba por cuanto tiempo, si quería alterar sus características de batalla ella preguntaba cuál, todo obedecería como un pokémon normal, pero dejar a su entrenador tocar sus recuerdos, sus sentimientos, alterar sus emociones para darle una falsa felicidad, eso no lo permitiría, preferiría vivir toda su vida triste por su madre, cumpliendo con el pacto que la captura implicó como todos los de su especie, que siendo hipócritamente feliz. Todo eso se lo dijo con una terca convicción, y el agua quieta de la superficie fue levemente agitada por otro tipo de agua cargada de tristeza, que suavemente se escurría por el cuerpo de Ralts.


    No se dio cuenta de qué hora era cuando se despertó. Unos pasos rápidos junto a su oído le hicieron abrir los ojos y vio que sus pokémon aún dormían. En la oscuridad escuchó un leve chillido que le resultó muy familiar, y no queriendo despertar a sus compañeros sacó una pequeña linterna de su mochila que casi nunca usaba, y al apuntar con la luz el tierno rostro de un risueño pokémon le hizo quedarse sin aliento.

    —¡Togepi! —exclamó en voz baja.

    Dando un alegre saltito, el pokémon corrió hacia la oscuridad, y sin pensarlo, Rainbow también salió corriendo tras él. Slakoth fue el único al que las fuertes pisadas de la carrera de su entrenador le despertaron de su sueño, y vio la luz de la linterna desaparecer tragada por la negrura.


    Más que poder verlo, Rainbow sentía sus movimientos y oía sus chillidos que tanto había escuchado en su momento hacer eco en la cueva. Varios Zubat pasaron volando sobre él alarmados, pero él los ignorara aunque intentaran atacarlo. En su frenética carrera varios pokémon se apartaban de su camino con temor.

    —¡Togepi! —gritó cuando dejó de escucharlo.

    Apareció entonces en una esquina dando saltitos mientras chillaba, y al caer la luz sobre él volteó a la derecha y continuó con su carrera. Sin poder razonar nada, Rainbow continuó yendo tras él hasta que la luz de su linterna comenzó a fallar y se apagó de repente. Mas un leve resplandor apareció a unos metros de él, y la luz de la luna que caía sobre el pokémon inmóvil indicaba que se encontraban ante una salida de la cueva. Togepi salió por ahí, y al seguirlo, Rainbow se detuvo en seco, estupefacto, dejó caer la inútil linterna al suelo y se quedó respirando agitadamente.

    Mirando hacia la luna, en aquel espacio fuera de la cueva, rodeado de árboles, ella permanecía esperando con una sonrisa jovial en el rostro, y al sentir los bracitos del pokémon en su pierna, se volteó y lo levantó cariñosamente, como una madre que carga a su hijo. Sus infantiles ojos se clavaron entonces en el entrenador que se había llevado la mano a la boca, y, con las piernas temblorosas apenas podía mantenerse en pie.

    Se acercó tambaleando hacia ella, y unas enormes ganas de abrazarla lo invadieron, y no podía pensar en nada más y no le importara, fuera real, sueño o una broma de su cruel cerebro, quiso sentir una vez más el único contacto humano que quería. Pero, al acercarse a ella, fue recibido con un tremendo golpe directamente en la cara, y cayó al suelo aturdido y confundido. La imagen de la chica no era más sonriente y jovial, era severa, maliciosa y de mirada intimidante.

    —¿Pero qué demonios te ha pasado? —exclamó la chica enfurecida, mirándolo desde arriba como si de un juicio divino se tratara— ¿Esto es en lo que se ha convertido el entrenador definitivo? ¿Por qué te escondes? —Rainbow trató de alejarse, arrastrándose, y ella rió— Miren todos al entrenador definitivo, ante el cual los mejores han perdido humillados, arrastrándose como un cobarde en el suelo. Dinos entonces, ¿qué problema tienes?

    —No me sucede nada malo —dijo Rainbow aferrándose a la poca arrogancia que le quedaba en ese momento.

    —¡Mentiroso! —dijo, y le dio una patada en el estómago mientras el pequeño Togepi continuaba riendo— Te lo pregunto otra vez, ¿cuáles son tus problemas?

    —Tengo miedo —contestó cubriéndose el estómago.

    —¿A qué le tienes miedo?

    —A perder mi Viridian mind.

    —¿Eso es todo?

    —No.

    —¿Entonces de qué más? —exclamó dándole otra patada, esta vez en la cara.

    Rainbow permaneció aturdido unos momentos, y la miró con ojos compasivos.

    —De tantas cosas —dijo limpiándose la sangre de la boca—, temo no ser capaz de cumplir mi promesa de ser el entrenador definitivo, de no poder cumplir a mis pokémon las promesas que les hago, de perder una batalla, de no poder lograr perfeccionar mi Viridian mind… de no poder hacer felices a mis pokémon, o de causarles algún daño y no poder repararlo —hizo una pausa gimoteando—… de no encontrarle un sentido a todo mi viaje y mi esfuerzo… pero sobre todo, tengo miedo de no volver a verte… porque te necesito yo a ti más de lo que tú me necesitas, tengo miedo de haberte alejado con mi conducta, pero también tengo miedo de cambiar a algo que no soy, y por mí el resto de las humanos se pueden ir al demonio, pues tú eres la única que me hace sentirme humano y que le importo a alguien…

    La chica lo miró por un momento con una fría expresión, y entonces comenzó a reír.

    —Sí que eres patético —respondió—, te la pasas llorando como un bebé por tonterías, cuando deberías concentrarte en ser el mejor.

    Rainbow la miró sorprendido, y entonces ella le ayudó a levantarse sin quitar su mirada arrogante.

    —Deshazte de todo aquello que te perturbe —continuó—, que no te importe tu destino, ya habrá tiempo para eso. Olvida todo, olvídate de tu humanidad, olvida a Aurora.

    —¿Cómo me puedes decir eso?

    —Para que dejes de ser tan patético, la estabilidad de tus emociones no deben depender de una chica, ni de nada. Si quieres ser el entrenador definitivo, debes ser menos humano, olvídate de tus sentimientos y sólo actúa, vive, deja de llorar y haz lo que debas hacer.

    —Pero yo…

    —Si lo que te preocupa es tu Viridian mind, no tienes por qué preocuparte, no se te acabará.

    Rainbow contuvo el aliento.

    —¿En verdad?

    —Te garantizo que no se te va a acabar, como temes… mira, está saliendo el sol…

    Rainbow observó la luz comenzaba a salir por detrás, viendo como la negrura del cielo abría paso al alba.

    —No temas usar tu Viridian mind, que la naturaleza te lo ha dado para que lo utilices, no para que lo escondas —finalizó.

    A pesar de que el día llegaba, la oscuridad inundó los ojos de Rainbow, y sus piernas no pudieron sostenerlo más. El Togepi en los brazos de la chica le sonrió por última vez, antes de que perdiera la consciencia.


    “Esta mañana, la Silph S.A. ha sido completamente destruida a causa del valiente intento de tres jóvenes entrenadores para rescatar a un grupo de personas y pokémon que habían sido secuestradas en dicho inmueble. La empresa en cuestión, había sido tomada por la fuerza por el famoso grupo criminal conocido como el Team Rocket, cuyos motivos eran la utilización de las medallas de los gimnasios de la región para hacer funcionar un aparato capaz de fusionar a los pokémon legendarios Articuno, Zapdos y Moltres, según declaró el profesor Samuel Oak, uno de los secuestrados por dicho grupo y cuyo nieto es uno de los entrenadores que salvaron la empresa. Según las declaraciones de los entrenadores, Red, Green y Blue, entre los cómplices del Team Rocket se encontraban tres líderes de gimnasio: Sabrina, de la propia ciudad Azafrán, L.T. Surge, de Carmín, y Koga, de Ficsia. Dichos líderes no han sido capturados, y la investigación todavía prosigue, pero afortunadamente la mayor parte del grupo ha sido arrestado. Esta es la segunda vez que el Team Rocket intenta apropiarse del edificio para efectuar sus planes, la primera vez, como algunos recordarán, ocurrió hace más de dos años, cuando dos jóvenes irrumpieron para rescatar al presidente que era mantenido cautivo, y en esta ocasión afortunadamente ya se encontraba retirado. Pocos se habrían imaginado que el Team Rocket atacaría dos veces el mismo lugar, pero quizás el hecho de que no lo esperáramos fue una ventaja para ellos…”


    Las palabras de la radio sonaban cerca del oído de Rainbow, y poco a poco fueron despertándolo. Muy lentamente comenzó a reconocer la realidad que aparecía ante él, y la nota que escuchaba le resultaba tan familiar que de algún modo le traía de vuelta a la vida recordando viejos tiempos. Se dio cuenta de que estaba en el exterior, en el lugar exacto en el que había caído cuando se desmayó, y sus pokémon se encontraban con él. Tomó su linterna y vio que funcionaba bien. Les dijo que no le había pasado nada malo, y se levantó alegre de que todos estuvieran ahí. Slakoth lo había sentido levantarse y alertó a los demás, los cuales lo siguieron y lo encontraron tendido en el suelo. De alguna manera, al volver a sentir los rayos del sol en su piel pálida, y escuchar tal acontecimiento en la radio, se sintió como si naciera de nuevo, como si aquella experiencia hubiera lavado parte de su tristeza, y se apoderó de él el mismo sentimiento de superioridad que había sentido el primer día de su aventura en Kanto.

    —Entrenemos un poco más, para ir a romperle la cara al líder del siguiente gimnasio —exclamó con orgullo.

    Antes de volver a su entrenamiento, sintió un peso extra en su cinturón de X, y observó con sorpresa, aunque también cierto aire de triunfo, que había dos espacios ocupados por un Makuhita y un Sableye.


    Continuará...


    No suelo decir nada acabando un capítulo, pero sí que quiero opiniones. Intento poco a poco darle calidad literaria al fic.
     
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    MrJake

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    ¿Sabes? Dejé, por falta de tiempo, el fic en la parte de los Lumíneos. Y hoy he decidido empezar a leerlo, y la verdad, no pensaba leer más de dos capítulos... pero ha sido empezar a leer y no he podido parar hasta acabar.

    Lo primero, gracias por el capítulo de los Lumíneos, me gustó bastante, especialmente el hecho de que tocase al bebé, creo que aprovecharé en mi fic, cuando tenga tiempo para continuarlo, ese detalle.

    Lo segundo, dices que "intentas darle calidad literaria al fic poco a poco", ¿más? Para mi gusto, desde el principio era espléndido, una trama extremadamente atrapante, original como pocas, con esa "magia" que tiene la combinación manga-videojuegos, todo tan bien conectado que parece que realmente Rainbow existió y que fue el primer Pokédex Holder.
    Debo resaltar que en esta "temporada" estoy viendo aún mejor narración, y la trama se vuelve más "adulta"; el último capítulo casi me emociona, y la charla con Briney realmente fue reflexiva. Era obvio que Rainbow iba a acabar teniendo problemas con el abuso del Viridian Mind, y esto le hace que se de cuenta de la "dependencia" que tiene hacia él.
    Ya lo he dicho, pero el último capítulo me encantó (PD: WTF? ¿Sableye? Eso no lo esperaba... de hecho, esperaba firmente un Aron .__.), y me hizo quedarme con la duda de si realmente aquello fue un sueño, una imaginación de Rainbow, o realidad. Y, de ser realidad, me planteo si era Aurora o no (el hecho de que no dijeses su nombre en ningún momento hace crecer mi duda)

    Lo tercero, en cuanto a gramática y vocabulario poco más que un excelente puedo darte. No vi un solo fallo, simplemente creo recordar alguna letra que no corresponde, una errata, como se les llama (tipo "Rianbow" en lugar de "Rainbow"), y que, en apenas dos párrafos repetiste tres veces tu palabra predilecta: "eventualmente" xD

    En definitiva, me gusta el cauce que está tomando la historia en Hoenn, sin duda ha sido una idea acertada darle este enfoque algo distinto, después de todo, salvar la monotonía siempre es bueno. Así que, amigo, yo te animo a seguir escribiendo esta maravillosa saga que sin duda, para mí, ha marcado un antes y un después en la historia de los fics pokémon. Deberían, con toda seguridad, hacer un manga de Rainbow. Intenta vender la idea a los creadores (?)

    Antes de despedirme, un último apunte...

    ¡Córtale el pelo a Rainbow! (?)


    Un saludo, GL.
     
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    Capítulo 12: Vs. Brawly.


    “Bien hecho, Red"


    Rainbow



    Recorriendo apresuradamente la costa de Azuliza, un hombrecito de escasa estatura y cuerpo grueso atisbaba hacia el mar, protegiéndose los ojos con la palma, buscando entre los surfistas a alguien, con la respiración agitada y un tic nervioso en los pies. Finalmente reparó en la silueta de un fornido joven que, junto a un Makuhita subido a su tabla, esperaba la ola propicia.

    —¡Líder Brawly! —gritó agitando la mano ansiosamente— Tiene que volver al gimnasio ahora mismo, es una emergencia…

    Sin dejarse desconcentrar, el líder le hizo señas de que no podía escucharlo bien, sin que eso evitara que el inquieto hombrecito siguiera gritando desde la costa. Las olas comenzaron a surgir un momento después, y el líder y su pokémon se incorporaron poco a poco en la tabla mientras la marea los arrastraba hacia la costa. Remontaron entonces la enorme ola que se generó con gracia, soltura y un equilibrio en perfecta coordinación entre ambos, con la mirada de la adrenalina recorriendo sus sentidos mientras se sentían volar.


    El hombre los estaba esperando en la orilla, y al verlo llegar le repitió el mismo mensaje que le había estado gritando todo el tiempo.

    —Vamos, no será un problema tan grave —dijo intentando tranquilizarlo—, ya cálmate, dime qué sucede.

    —Un entrenador ha llegado a retarlo, se puso como loco cuando le dije que no estaba y me dijo que fuera a buscarlo… me dio bastante miedo.

    Brawly le sonrió desafiante, y le prometió que si era uno de esos entrenadores problemáticos se encargaría de él rápidamente.


    Cómo apretaba el puño el arrogante entrenador mientras vagaba de un lado al otro en aquel gimnasio, con Treecko caminando a su lado, miraba también impacientemente la puerta. “¿A qué hora llegará? No tengo todo el día”. Miró el techo, miró el suelo. “¡Qué aburrido! “

    La puerta se abrió, observó unos acusadores ojos que se clavaban en él. “Al fin”. Sonrió arrogante.

    Brawly se acercó con su Makuhita, el hombrecillo permanecía tras él, trémulo.

    —Tú eres el chico que no tiene un poco de paciencia, ¿verdad? —dijo, y sonrió mostrando los dientes.

    —Tú eres el líder, Broly —dijo con voz sombría. “Já, otro idiota con un solo pokémon”. —Yo soy Rainbow, el entrenador definitivo, y no tolero que me dejen esperando después de estar entrenando casi dos semanas en esta odiosa isla. “Ve, Treecko”.

    El pokémon dio un salto al frente.

    El líder escondió los dientes bajo los labios. “Este chico va en serio”, —¡adelante, Makuhita! —Lo observó con atención. “¿Por qué saca un reloj?”.

    “Ataque rápido, para comenzar”. El pokémon de tipo planta fue esquivado.

    —¡Agárralo! —gritó Brawly.

    El Makuhita lo tomó de una pata, y lo estrelló contra el suelo ayudado por su propio impulso. “Debió ser suficiente”. Sonrió con satisfacción.

    “Arriba”. Treecko dio un salto de repente.

    —No creas que con un simple movimiento será suficiente. “Atizar”.

    El movimiento falló. El Makuhita repitió el movimiento. “Libérate”. Treecko le dio un Arañazo en el rostro y fue soltado, pero no pudo evitar azotar en el suelo al caer.

    —¡Empujón!

    El pokémon tipo lucha atacó cinco veces cuando el oponente intentó levantarse.

    “Golpe cuerpo”.

    Makuhita lo esquivó, lo tomó de la cintura y estrelló en el suelo. “Plas”.

    —Bien hecho, líder Brawly —dijo el hombre regordete.

    —Chico, ¿qué te parece el poder del Ju?

    Rainbow ladeó la cabeza. “Hmm”.

    —El Ju se basa en usar la fuerza del enemigo en su contra, es un secreto que he ido perfeccionando durante años. Será mejor que te bajes los humos un poco.

    Rainbow lanzó una risotada.

    —Yo uso dos estilos de combate —dijo con voz riente, arrogante, desafiante—, el estilo del Tupu —levantó el dedo medio— y tamadre —levantó el otro. Su cabello negro cayó sobre sus ojos.

    “¿Qué le pasa a este chico?”. Retortijón, retortijón.

    Los dedos se convirtieron en puños. Ojos cerrados. “Cambia, cambia”.

    —¿No va a atacar, señor?

    —Voy a esperar —se preparó para efectuar el siguiente contraataque. “¿Qué hace? Nada, no hace nada. El Treecko, también cierra los ojos.

    Temblor. Contorsión. Pinchazo en la cabeza. “¿Qué le pasa?”.

    —Prepárate, Makuhita —el pokémon afirmó los pies contra el suelo. “Tmhnp”.

    “Un poco más”. La vista de Treecko como la leche. Ruido, zumbido, fragor insoportable. “Dolor, casi no hay luz solar aquí adentro, difícil… dolor”.

    —No hace nada, ataque, líder Brawly.

    —Todavía no —dijo con firmeza. “Que él ataque primero”.

    Segundos como horas, recuerdos lejanos como recientes. No se le acabaría el Viridian mind, eso fue lo que le prometieron. Sonrisa arrogante ante todo, puño firme. Soberbio, después de todo era el definitivo. Recuerdos de pesadilla. Regresar al mundo sin consciencia de lo acontecido. ¿El poder sería limitado? No, no lo sería. ¿O sí?

    “¿Qué estás esperando?” Una voz severa, tierna, paradójica. No abrió los ojos. “¿Ya tienes miedo otra vez? ¡Cobarde!” Apretó los dientes. “Cobarde, cobarde, cobarde, cobarde…” Remolino mental. Se rehusó, dudó, tembló. Sólo han pasado diez segundos, quizás. “Cobarde, cobarde, cobarde, cobarde…”

    —¡No lo soy! —gritó. Aplastó el suelo con el pie. Treecko también.

    Brawly lo miró desconcertado.

    —¿Estás bien?

    “Te está teniendo lástima”. Rainbow abrió los ojos llenos de cólera. “Ya lo tienes todo listo, suéltalo ahora”. Apretando puños y dientes. Treecko firme en su lugar, ojos tan coléricos como su entrenador.

    —¡Ahora! —estruendo liberador. “¡Ahhhh!”

    Rayo solar, llamarada, surf, trueno. Simultáneo. No hay manera de que las manos de Makuhita puedan atrapar o esquivar todo eso. “Apaga el cronómetro”.


    La boca abierta, el corazón agitado, y ojos incrédulos. Brawley regresó a su pokémon y se acercó al jadeante chico lentamente.

    —¿Estás bien?

    Levantó la mirada con arrogancia.

    —3:04 fue lo que duró… Mi medalla.

    La sacó de su bolsillo y la entregó. Se la arrebató. Se levantó y caminó hacia la salida tambaleante. Tosió. Salió.

    —Líder Brawly…

    —Ya no importa —dijo con una sonrisa extrañada.


    Caminó el entrenador definitivo entre las calles de arena. Se alejó del poblado y liberó a todos sus pokémon. Un peso sobre su corazón. “Lo hice otra vez”. Rió. “Les dije que conmigo nunca vamos a perder”. Mira los rostros. Pokémon contentos pero algo preocupados. ¿Cuándo será el turno de Mudkip para luchar? “Todos tendrán su momento de gloria, se los juro”.

    Y Ralts caminó despacio a unos metros de distancia, miró al mar, escuchó las olas. “Bien por usted, entrenador”.

    Rainbow durmió esa noche, por tres días.


    El profesor miró la medalla puño que Rainbow estampó en la pantalla. “Ya era hora de que volviera a llamar”.

    —¿Cómo van las cosas, Rainbow, a parte de las medallas?

    —Nada relevante —se echó hacia atrás. Su pie se agitó.

    —¿Algo más que me quieras contar?

    —Nah, me estoy tomando mi tiempo en esta región, voy despacio, conozco algunas personas, un viejo loco en un barco, algo de un aparato nuevo, otros delincuentes y cuevas oscuras.

    —¿Cómo va tu Viridian mind? —se acercó a la pantalla, y se frotó la barbilla.

    Rainbow miró un vaso de agua abandonado en la mesa.

    —Normal, como de costumbre —“¿por qué no dejas de interesarte por eso?”. Apretó la mandíbula.

    “Todavía está así”, se relajó en su asiento, y suspiró resignado. “Ah, ya recuerdo”.

    —En unas horas es la final de la liga pokémon de Kanto, tu región natal. Sé que la van a transmitir en Hoenn, por si te interesa.

    —Tal vez, si tengo algo de tiempo —suspiró, y apagó la máquina.

    Un sonido en su mente. Sacó dos pokéballs de su cinturón y liberó a los pokémon de su interior. “No me he olvidado de ustedes, Sableye, Makuhita, también van a ser definitivos como los demás”.


    La final de la liga pokémon de Kanto. El chico de mirada apasionada y segura contra el de mirada analítica y seria. Entran y salen los pokémon. Ataca Machamp, sale volando Snorlax y le cae encima. “Novatos”. Más ataques. Charizard contra Venusaur. Nubes, electricidad, estallido, humo. “Trucos básicos”. El ganador es red. La gente del estadio lo llena todo de gritos, en el restaurante aplauden y lo felicitan por tal batalla. “Ja, yo le enseñé a ese niño”. Salió del lugar y se dirigió hacia el puerto, la tarde caía, y el cálido sol iba cediendo lugar al fresco de la noche. No le importaba, nada le importaba, pero caminó con la cabeza baja, rememoró su memoria y soltó un suspiro.

    —Bien hecho, Red.

    Continuará...

    *En los videojuegos Brawly se llama Marcial.



    PD: Estuve leyendo mucho a James Joyce últimamente, y tal vez me dejé influenciar un poquito por él, perdón.
     
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    Capítulo 13: La nao.


    “Si ustedes lo hacen, entonces yo también"


    Rainbow



    Sueño inquieto. La humedad del barco le impedía dormir. Rainbow observó a sus pokémon durmiendo en sus pokéballs, protegidos y descansando después de un día entero de estar nadando en el mar. Sólo Taillow permanecía con él.

    El mar irrumpía con sus frías olas sobre el casco de la nao abandonada, la madera pudriéndose poco a poco, plantas comenzaban a crecer envolviendo el interior del barco, seguramente se habían pegado del pequeño islote en el cual la nao había encallado, pero no cayó, sino que permaneció balanceándose sobre el mar sujetada por las fuertes rocas incrustadas en la parte inferior, semi-hundida, el olor de la sal impregnándose a la madera de textura astillosa.

    Era imposible dormir en aquellas condiciones para el entrenador definitivo, mas no precisamente por el ambiente, sino porque su terca mente se resistía a la inconciencia reconfortante del sueño, pese a lo agotado de su cuerpo.

    Una parte del barco tenía un enorme agujero por el cual se podía ver el mar, justamente por donde el sol debía salir a la mañana siguiente. Se acercó ahí, caminando trémulo, no de frío, sino de confusión. Asomó la cabeza y vio al enorme Wailord durmiendo plácidamente sobre el mar a varios metros de distancia. Extrañado, no recordaba haberse quedado dormido en algún momento, o quizás sí se había dormido sin darse cuenta, pero un sueño tan ligero, una inconsciencia tan leve y superficial que es prácticamente irreconocible de un simple adormecimiento en el que uno se zarandea entre estar despierto y dormido.

    “Sólo es el cansancio”, pensó. “Debo tratar de dormir un poco más”.

    Pasos detrás, retumbando en la madera. Se dio la vuelta, sobresaltado. Una figura que no había visto en mucho tiempo apareció ante él, la primera persona importante de su aventura, la que en la lejana Kanto le diera su Bulbasaur y le prestara todo su apoyo, el primero en confiar en él pese a su ser.

    —Hola, Rainbow —sonrió y saludó alzando la mano—, ¿cómo va tu pokedex?

    Rainbow lo miró con los ojos muy abiertos, el espíritu lo abandonó por un momento. Sacó el aparato de su bolsillo y se lo dio.

    —Has capturado nueve pokémon, has visto 50 —lo miró con una sonrisa acusante—, todavía te falta mucho que hacer.

    Regresó el aparato a su dueño. Tuvo un sobresalto, por un momento no pudo tomarlo, como si sintiera que su mano fuera a traspasar el aparato como una neblina. Miró al suelo, el aparato no estaba ahí tirado, estaba en la mano de esa cosa. Lo agarró y le tranquilizó que fuera tangible.

    —¿Qué te sucede, entrenador definitivo? ¿Por qué estás tan triste?

    Rainbow le dio la espalda y contempló el mar a través del enorme agujero.

    —¿Cómo llegué hasta aquí?

    —¿Hmm? ¿Ya no lo recuerdas?

    —Sé que ese es el Wailord que ayudé cuando llegué a esta región, pero no entiendo por qué está ahí.

    —Él fue el que te trajo desde ciudad Azuliza.

    Rainbow lo miró sin creérselo.

    —¿Por qué recuerdo haber estado nadando en el mar? Mi cuerpo también duele así, nadando en un enorme océano sin recordar el rumbo.

    —Porque en parte también hiciste eso —se rió—, eres bastante testarudo, ni siquiera cuando un pokémon se ofrece a llevarte como agradecimiento puedes resistirte a demostrar de lo que eres capaz.

    Rainbow se sentó, los pies colgando sobre el vacío, la mano apoyada en la boca.

    —¿Por qué me sucede esto? —preguntó casi como un murmullo— ¿Por qué no tengo casi ningún recuerdo entrenando con mis pokémon? La cueva granito, el bosque Petalia, todas las rutas, no recuerdo haber entrenado con ellos.

    Sintió un pie en la espalda, apretando fuertemente contra él, inmovilizándolo contra el suelo.

    —Un precio hay que pagar por el Viridian mind —la misma voz, igual de alegre pero un poco más enojada y retadora.

    —¿Qué?

    —Te prometimos que tu Viridian mind no se acabaría, tal y como temías, y lo hemos cumplido bien hasta ahora. Recuerda tu última pelea de gimnasio, fue demasiado la combinación de movimientos que usamos, ¿no te parece? Pero no te fallamos en aquel momento, y no lo haremos en el futuro, pero tiene que haber algo a cambio, y me temo que tu mente no puede guardar tantos recuerdos juntos y tu Viridian mind al mismo tiempo —se acercó a su oído—, a menos que creas ser capaz de entrenar como un entrenador normal, pero siendo tú eso es imposible.

    Una dura patada sacudió su espina. Empezó a caer toda la distancia hasta el mar, como si el tiempo se congelara. Cerró los ojos. Un fuerte tirón de su ropa lo elevó. Reconoció el olor y sonido de Taillow, que con gran fuerza lo alzaba a pesar de su pequeño tamaño. “¿En qué momento se volvió tan fuerte?” Se preguntó sorprendido. Mas mientras subían de vuelta al barco se sintió más calmado, el cansancio se había apoderado también de su mente, y cuando Taillow lo asentó suavemente en el suelo, ya estaba durmiendo.



    No había boletos para el siguiente barco a ciudad Portual. Por más que Rainbow estuvo proclamando que había derrotado al líder con extrema facilidad no se le concedió nada especial, debía esperar una semana hasta que el barco volviera.

    Enojado, fue a un P.C. Sacó de ahí su tienda de campaña, que hacía tiempo que no utilizaba, y se instaló en la playa a esperar.

    Días recorrió la playa, entrenando en lugares donde no hubiera gente, acabando todos cansados pero satisfechos, y sin nada más interesante que hacer.

    Ralts, la pequeña psíquica, permanecía siempre apartada del grupo cuando se reunían a comer o descansar. Sus progresos eran siempre muy buenos, su debilidad al tipo bicho estaba parcialmente superada, sólo debía esperar a que su compañero Nincada evolucionara y se fortaleciera para poder superarlo por completo. También había entrenado junto a Makuhita, logrando aprender ataques físicos tan potentes como los suyos. Podía usar ya ataques combinados, el que más le gustaba a su entrenador era la combinación de agua psíquica, básicamente un Pistola agua que podía ser controlado por telequinesis para golpear una y otra vez. Pero una vez terminado el entrenamiento, regresaba a un estado de melancolía, contemplando el mar hacia la dirección del bosque que una vez fue su hogar, en el que tenía una madre y ésta la quería. Seguía sin entender lo que había pasado, por qué su especie debía ser tan devota con sus entrenadores, el punto de justificar abandonar a uno de su misma especie. Ya te capturó, te dejaste capturar, ahora eres de él, tu vida ahora es él, debes cuidarlo, obedecerlo y quererlo como un padre, esa es la naturaleza de tu especie, pequeña Ralts, afróntalo y supéralo, huir sería una desgracia, un deshonor, y conforme te fortalezcas y evoluciones tu corazón también comenzará a cambiar, comenzará a ser suyo también, lo amarás como tu alma gemela y darás la vida por él. Pero no, se rehusaba a ese destino sin entender bien, después de todo no era un mal humano, la trataba bien a ella y a sus compañeros, podía ser algo extraño, arrogante y obstinado, pero al final siempre buscaba lo mejor para ellos. Sin embargo no era suficiente, no importa cuántas veces Rainbow le sonriera con una alegría, dulzura y optimismo que nunca mostraba a ningún otro ser humano, cuántas noches se sentara junto a ella para observar las estrellas y elogiarla por sus progresos o compartir con ella las historias de sus compañeros de otras regiones y sus proezas, no podía dejar de verlo como el entrenador que lo apartó de su madre, y nunca podría llegar a quererlo como cualquier otro pokémon de su especie.


    El sol ya llevaba varias horas en el cielo cuando Rainbow despertó, Taillow había dormido junto a él y se despertó al mismo tiempo. Volvió con sus pokémon y los liberó, se disculpó por haber tardado tanto en despertar. Wailord estaba afuera esperando a que salieran, pero Mudkip tenía muchas ganas de explorar el barco, insistió hasta que los demás tuvieron que hacer lo que quería, aunque a Rainbow le pareció una idea genial, ya que podía haber cosas valiosas en el barco para vender, en especial si era un barco que llevaba muchos años abandonado.

    De ese modo recorrieron el barco, entraron en cada habitación que en algún momento debió haber sido usada por mucha gente, y surgía eventualmente la curiosidad por saber qué ocurría en el momento en que el barco impactó contra el islote, de seguro entrando en pánico y abandonando en los camarotes todo aquello que no fuera importante, incluyendo, con mucha suerte, alguna joya u otro objeto valioso. Esa sospecha no estuvo muy errada, pues no tardaron en encontrar decenas de objetos, algunos ya inservibles como pociones arruinadas por la sal, pero ciertamente en tres camarotes tuvieron la fortuna de encontrar algunos accesorios de oro, un brazalete y un collar, además de un pequeño medallón de plata, listos para ser vendidos en la siguiente ciudad. De esa manera barrieron con todo lo que quedaba de valor en el barco, y se garantizaron un poco de dinero que nunca caía mal.

    Mientras duraba el recorrido se dieron cuenta de que ciertos árboles de bayas se encontraban creciendo en algunos lugares, de seguro una especie adaptada para esas condiciones de humedad, que quizás crecía en el islote y logró arrastrarse lentamente hasta el barco, sea como sea, Rainbow notó que algunas de esas bayas tenían pequeñas mordidas alrededor, pero no se detuvo a pensar en eso mucho tiempo pues Sableye había visto un objeto extraño en una habitación. Al llegar a ella, vio sobre la mesa un aparato bastante peculiar, tenía una pequeña pantalla y un mango para sujetar, parecía ser algún tipo de artefacto tecnológico que resistía el ambiente en que se encontraba. Intrigado por tal descubrimiento, intentó agarrarlo para examinarlo mejor, preguntándose si podía tener algún valor, pero más tardó en tomarlo que en recibir una descarga eléctrica que hizo que su espalda se contrajera.

    Al darse cuenta vio a dos pequeños pokémon, un Minium y un Plusle, que los miraban enojados. Comenzaron a atacar a Rainbow, pero no pudieron hacer mucho contra sus pokémon, aunque la más afectada fue Mudkip, quien, al no haber tenido ningún compañero de tipo eléctrico, no había podido superar su más grande debilidad. Fueron rápidamente sometidos por Makuhita y Treecko, e inmovilizados por el Disparo demora de Nincada.

    Forcejearon con fuerza pero no pudieron zafarse. Rainbow tomó de nuevo el aparato y vio cómo los dos intentaban luchar más desesperadamente. No querían que se lo llevara, había sido de su antiguo dueño, que había muerto el día del accidente que volvió al barco un barco fantasma, pero ellos habían sobrevivido y se alimentaban de las bayas que crecían y del agua de la lluvia, para proteger el artefacto de su amo.

    Rainbow se acercó a ellos con algo de compasión, y le dijo a Treecko que los liberara.

    —Pudieron haber huido con el resto de la gente, pero en lugar de eso fueron leales a su amo aunque tuvieran que quedarse atrapados aquí.

    Ralts escuchó eso con algo de atención.

    Los pequeños recordaron el día en que eso sucedió, y cuando vieron que su amo no se movía después de que el violento impacto le golpeara la cabeza contra el suelo, no se movía, no respondía, su sombrero salió volando lejos, y en su caja ese extraño aparato. No salieron con la demás gente mientras abandonaban el barco, no se apartaron de él. Cuando recobró la conciencia se dio cuenta de que estaba gravemente herido del abdomen, y el tiempo comenzó a correr para el científico. Pasó sus últimos días con sus pokémon, escribió unas cuantas líneas en su diario previendo su muerte, y preocupándose sobre su aparato. Días después, la sangre que se derramaba en su interior lo fue llevando hacia un sueño del que no despertaría, todo quedó silencioso, las luces fallaron y no hubo más que leves rayos de luz de luna a través de los agujeros rotos del techo. Pasó una hora, un día, dos días, el amo no se despertaba. Ya no podía seguir en ese lugar, lo lanzaron por uno de los agujeros hacia el mar, dejando a los dos pokémon eléctricos al cuidado de su aparato. Su diario también permaneció ahí, y Rainbow lo leyó con algo de frialdad.

    Se fueron de ahí. Los pokémon se negaron a dejar el aparato solo, y no permitieron que Rainbow se lo llevara.

    —Si quieren quedarse aquí, es su problema —dijo ante sus tercas negativas.

    Subieron en la espalda de Wailord, y navegaron hacia ciudad Portual.



    Faltaban dos días para que el barco que llevaba a ciudad Portual regresara a Azuliza, y la paciencia de Rainbow ya estaba por los suelos. Se encontraba en el mar entrenando el movimiento de agua psíquica de Ralts, con los pies sumergidos en el agua, haciendo que, con algo de dificultad, pudiera levantar pequeñas trombas del agua con su poder psíquico mientras Mudkip se sostenía firmemente de su cabeza con una sonrisa. Ralts logró arrojar una tromba de tamaño mediano hacia mar adentro, y entonces Rainbow sintió una presencia en el mar, una que ya había sentido hacía tiempo. Mudkip lo sintió a través de su entrenador, y sin tener que decirse nada, saltó al agua y nadó mar adentro. No tuvo que esperar mucho antes de encontrarse con un enorme Wailord.

    Antes de que se dieran cuenta todos en la orilla, el enorme pokémon emergió con Mudkip saltando alegremente sobre su cabeza. Aquella era ruta del pokémon gigante, y a la distancia había sentido el Viridian mind de Rainbow, el entrenador que lo había ayudado a liberarse de esos Sharkpedo que se lo habrían comido vivo.

    Presentaciones después, se subieron todos en su lomo para ir hacia ciudad Portual, a lo lejos algunas personas vieron al entrenador viajando sobre el gigante, y, al darse cuenta de ellos, Rainbow les desviaba la mirada arrogante.

    Un rato después, a Rainbow se le ocurrió que sería un buen entrenamiento poner a sus pokémon a nadar en el mar, como ya lo había hecho antes en Kanto. Todos, excepto Taillow, se pusieron a nadar junto a Wailord. Al ver a sus pokémon nadando así, el entusiasmo también lo recorrió. Dejó su mochila sobre el pokémon, y se lanzó hacia el mar para nadar junto a ellos.

    —Si ustedes lo hacen, entonces yo también.

    Nadó bajo Ralts y la hizo subirse a su espalda, ésta le devolvió una débil sonrisa.

    Nadaron hasta que cayó la tarde, y apareció ante ellos un enorme barco encallado en un islote, de aspecto ruinoso y carcomido por el mar.


    Continuará...
     
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    Capítulo 14: Subasta.

    “La mente de los pokémon es definitivamente extraña"

    Rainbow



    Ciudad Portual emergía de las aguas conforme el gran pokémon acuático se acercaba. Grandes barcos se veían anclando y desanclando en sus puertos, desembarcando gente de todos lados del mundo. La arena de la playa se hizo cada vez más clara, y los playeros que despreocupadamente pasaban el día disfrutando del clima notaron al Wailord acercándose lentamente, sobre el cual venía de pié el sonriente Rainbow, los brazos cruzados y la gorra negra aplastándole el cabello para que el viento no se lo cruzara por la cara.

    Cuando Wailord ya no pudo continuar debido a lo bajo de la marea, se detuvo y Rainbow se quitó la camisa y los zapatos para lanzarse al mar y recorrer lo poco que quedaba. Le dio mucha pena tener que decirle adiós a tan poco usual compañero, pero desafortunadamente ya tenía un pokémon de agua en el equipo. El pokémon gigante le prometió que podría contar con su ayuda de nuevo si la necesitare en el futuro. Despidiéndose por última vez, Rainbow saltó al agua seguido de todos sus pokémon, y se acercaron a la orilla caminando con el agua hasta la cintura, luego se volvió y se despidió con la mano del Wailord, que se fue nadando y se sumergió en el océano.

    Varios niños que habían visto todo eso se acercaron y le preguntaron si era un entrenador, Rainbow les sonrió con soberbia y contestó que era el entrenador definitivo, y ante tal afirmación quisieron retarlo a una batalla. En general, Rainbow solía rehuir de batalla con otros entrenadores, a los que consideraba muy por debajo de sus habilidades, menos tratándose de niños tan chicos que ni siquiera tenían pokémon bien entrenados, pero pasó por su mente la idea de que sería divertido ver a esos niños luchando contra él, y que quizás luego lo aclamarían emocionados y le rogarían que les enseñara, y ese pensamiento nutrió su ego con malicia.

    Los combatió uno por uno. Primero Tailow contra un Corphish, luego Slakoth contra un Sponik, y por último Nincada contra un Skitty. Las victorias se sucedían una tras otra, y Rainbow se mantenía cruzado de brazos y esbozando una sonrisa al ver cómo los niños intentaban infructuosamente hacerle daño, y tal y como lo había predicho, tal muestra de poder entusiasmó a los niños, que no se cansaban de decirle lo sorprendente que era. Poco después de terminada la última batalla, Nincada evolucionó en un Ninjask, y el asombro entre los niños creció. El viejo cascarón de Ninjask se convirtió en un Shedinja, y flotó en el aire hasta su entrenador. Los niños lo felicitaron una vez más, y sin mostrar modestia alguna, siguió su camino hasta la ciudad como si no acabara de suceder nada.


    Pasó por el enorme mercado de la ciudad, en el cual los vendedores, instalados en modestos puestos exhibiendo todos sus productos, no dejaban de hacerle ofertas a todos los que pasaban. Bayas a mitad de precio, semillas, pociones hechas con hierbas naturales, objetos para mejorar las habilidades de los pokémon, por todos lados como si estuvieran ansiosos por deshacerse de ellos y transformarlos en dinero, pero a Rainbow sólo le interesó comprar comida para sus pokémon e irse rápido a una ciudad que sí tuviera un gimnasio. En uno de los puesto un vendedor con delantal le preguntó si no quería comprar pokécubos, Rainbow no tenía idea de que era eso, y el vendedor muy amablemente le mostró como con una máquina preparaba dicho alimento con ayuda de su ayudante, el resultado fue un cubo de color rojo. En el momento en que le dijo que servían para mejorar las características de los concursos Rainbow exclamó fastidiado y continuó su camino, irritado por haber perdido su tiempo en algo que en un principio llamó auténticamente su atención, dejando al vendedor y su ayudante desconcertados.

    Por último pasó a un puesto en el que le compraron las cosas que había encontrado en la nao abandonada, y una vez con el bolsillo lleno de dinero salió del mercado apresuradamente.

    Todavía quedaba mucho tiempo del día, y las cosas que debía hacer en esa ciudad parecían haber terminado, podría aprovechar el tiempo y comenzar a andar hacia la siguiente ciudad, pero había un serio dilema que tenía que solucionar primero, y que se vio intensificado cuando pasó frente a una casa de intercambio pokémon, en el cartel de la entrada anunciaba que habría una subasta en la tarde de pokémon de lugares lejanos o poco comunes; se anunciaba que las ofertas debían ser pokémon igual de raros o de gran valor por su rareza y utilidad.


    En ese momento observó a sus dos nuevos pokémon, Ninjask y Shedinja, volando uno al lado del otro, y no pudo evitar sentir un tirón en el estómago. Con algo de pena, regresó al resto de sus pokémon a su cinturón, y caminó con los dos bichos hacia el puerto, en silencio. Desde el barandal frente al faro el mar se extendía en el infinito, igual que cada vez que alguien lo observaba, y de nuevo era fácil perderse en meditaciones contemplándolo.

    Tenía ahora un Ninjask y un Shedinja, ¿qué debería hacer entonces? Ambos eran de tipo bicho, ambos eran buenos pokémon, pero solamente podía tener un pokémon de cada tipo, tal y como había sido su propósito inicial. ¿En qué estaba pensando entonces cuando capturó a Nincada en primer lugar? Él sabía perfectamente que cuando evolucionara eso iba a ocurrir, pero en ese momento quizás fue el rápido deseo de capturar un tipo bicho lo que le hizo simplemente pensar que luego solucionarían ese problema, pero ahora que llegó no sabía qué hacer. Para empezar, ambos pokémon salieron del mismo, en lo que a él respectaba, ambos pokémon seguían siendo el mismo, como si el espíritu de Nincada se hubiera dividido en dos cuerpos diferentes, ¿no era así? A pesar de que Shedinja fuera sólo la cáscara, ¿no debía quedar en él también una parte de la naturaleza del Nincada que cuidó y entrenó? ¿Hasta cuándo un pokémon sigue siendo el mismo pokémon cuando evoluciona, y se divide? ¿No merecía Shedinja seguir perteneciendo al equipo con los demás?

    Tal vez no había que ser tan fatalista, quizás podía mantenerlos a los dos, pero el problema era que si lo hacía, debía entonces de considerarlo como el tipo fantasma del equipo, esa podría ser la solución, Shedinja sería el tipo fantasma del equipo. Sin embargo, esa solución tampoco lo dejó muy satisfecho. Había hecho algo parecido con Tyranitar en Johto, a quien había asignado como el dragón del equipo sin ser propiamente un tipo dragón, pero entonces había una diferencia fundamental, el tiempo que habían llevado entrenando era mayor, el viridian mind es más confiable para proyectar y cambiar tipos entre más acostumbrado esté el pokémon a su influencia, intentar sacar el tipo fantasma completamente de Shedinja en su estado actual sería algo arriesgado, ya que el tiempo de exposición de ambos pokémon al viridian mind se habría visto reducido por la separación, y por consiguiente, tomando en cuenta todo lo que había vivido hasta ese momento en la región, no quería arriesgarse a perder todo su don en caso de que algo saliera mal. El entrenamiento de Lucy, cambiar el tipo de los pokémon con el viridian mind, todavía le parecía muy limitado, si pudiera mejorarlo podría lograr que cualquier pokémon pudiera cambiar a cualquier tipo muy rápidamente, pero en el estado en que se encontraba su temor no podía arriesgarse a intentarlo.

    Pensó durante varias horas ese dilema. Quizás simplemente debería olvidarse de su regla de sólo un pokémon de cada tipo, conservarlos a los dos, el problema era que el tipo fantasma era el tipo más difícil de tratar con el viridian mind, y Shedinja no era completamente un fantasma, el esfuerzo para tratarlo como uno y aprovechar sus habilidades sería el doble, sería arriesgarse a no tener una buena influencia de tipo fantasma durante todo el entrenamiento, y quedaría a medias la inmunidad. Podría también conservarlos a los dos independientemente de su entrenamiento, después de todo, ¿qué daño hace el tener a dos del mismo tipo? Sólo debía esperar a que Shedinja tuviera más influencia con el viridian mind en el futuro, de ese modo sería más fácil transformarlo en un tipo fantasma cuando llegue el momento, y todo estará bien con sólo algo de paciencia.

    Satisfecho con esa solución, habló con los dos pokémon. Entonces se dio cuenta de algo que le inquietó, y le hizo preguntarse una y otra vez sobre lo que ocurría en la mente de un pokémon al evolucionar. Shedinja no parecía contento con permanecer en el equipo, de hecho, tampoco parecía enojado, estaba simplemente indiferente a eso. El asombro de Rainbow creció al preguntarle entonces por todos los momentos que habían pasado desde que lo capturó, y él contestaba que apenas y recordaba todo eso; su mente era casi como un cascarón vacío como su cuerpo, los momentos felices y angustiosos no parecían surgir en sus recuerdos. Sin embargo, Ninjask sí recordaba todo eso, recordaba cada entrenamiento, cada ataque nuevo, cada batalla que tuvo, como si toda la esencia de su antiguo Nincada hubiera sido solamente heredada a Ninjask mientras que Shedinja apenas y tenía recuerdo alguno de todo eso.

    Desconcertado por ese descubrimiento, Rainbow le preguntó a Shedinja qué pensaba si lo cambiaba por otro pokémon, él contestó que le daba igual.


    La subasta había comenzado en la casa de intercambio. Uno a uno, se presentaron pokémon de regiones lejanas que hicieron a las personas levantar sus números con la esperanza de obtenerlos. Por cada pokémon que se ofrecía había una lista de pokémon por los que se podía cambiar según su tipo, nivel y rareza. Por ejemplo, un Lapras podía ser cambiado por un Wailmer o un Crawdunt, en caso de que más de uno hiciera la oferta se seleccionaba al pokémon con más nivel, en caso de que nadie tuviera el pokémon podían permitir el intercambio si alguien hacía una oferta todavía mejor.

    Uno de los ahí reunidos había logrado cambiar su Manectric por un Raichu, y en seguida pondrían al pokémon que le interesaba a Rainbow.

    Meditó un poco acerca de esa situación en la cual los pokémon eran usados e intercambiados como mercancía, y a aquellas personas ansiosamente que los pokémon pasaran, y se deshacían como si nada de sus viejos pokémon por el recién adquirido. No sabía si sentirse triste, enojado o indiferente ante todo eso, el dilema moral pareció no tener mucha importancia al razonar apresuradamente que, quizás, esos pokémon subastados en realidad estaban mejor en esa situación que en la naturaleza, en la que tendrían que luchar por sobrevivir y llevar una vida de constante violencia. ¿Eran esos seres humanos salvadores de los pokémon, como él mismo? ¿Los salvaban de su propia naturaleza, de su propio destino si no hubiera alguien que los unificara? No tuvo tiempo de seguir pensando en eso, pues la pokéball con el pokémon que quería apareció.

    Se trataba de un pequeño Shuppet, que veía a la gente atentamente a través de la pokéball, le había llamado tanto la atención porque el único pokémon que pedían era, de pura casualidad, un Shedinja. Levantó de inmediato su número y mostró a su pokémon. Otros intentaron hacer una mejor oferta, ofreciendo un Sableye y un Kirlia, pero al final se lo otorgaron a Rainbow, y tras un aplauso le pidieron que pasara a la parte de atrás a recogerlo.

    Frente a la máquina de intercambio, Rainbow vio por última vez a su Shedinja, y le dijo que todavía podía cambiar de opinión, pero éste respondió que en realidad no le importaba mucho, y después, cuando el Shuppet estuvo listo del otro lado, le dijo que esperaba que encontrara un entrenador que sí le importara algún día. Lo colocó en la máquina, y ambos pokémon fueron intercambiados.

    Tomó su nuevo Shuppet y lo miró con una sonrisa. Se perdió un momento en su profunda mirada, y le prometió lo mismo que le prometía a todos los pokémon. Lo liberó y le hizo sentir su viridian mind, al mismo tiempo que sentía que su presencia lo tranquilizaba un poco.

    Antes de salir, dio un último vistazo a su viejo Shedinja, al que de inmediato tomaron y se lo llevaron a otra habitación. Salió de ahí con una lágrima en el ojo, y se sintió idiota por sentirse triste; después de todo, a pesar de que al fin y al cabo resultara no ser completamente como su viejo Nincada, no podía evitar pensar que una parte de su amigo se había marchado, y, aunque no lo admitiera, todavía no estaba tan acostumbrado a las despedidas.

    —La mente de los pokémon es definitivamente extraña —pensó en voz alta.


    Fue temprano en la mañana cuando el sonido de un camión lo despertó. Todavía no había salido el sol, pero ese inmenso camión, que hacía un ruido endemoniado, se estacionó justo enfrente del parque en el que Rainbow había pasado la noche, donde se encontraba el famoso museo oceánico. Se incorporó en la banca y observó cómo unos hombres bajaban grandes cajas de la parte de atrás y poco a poco las introducían al museo. Un hombre mayor se encontraba junto a ellos implorando que tuvieran cuidado con las cajas, ya que contenían piezas valiosas que habían traído desde muy lejos.

    Indiferente de esos asuntos, Rainbow intentó dormir un poco más. Sin embargo, nadie se había dado cuenta de que unas personas de ropas a rayas los estaban observando a lo lejos. En el momento en que sacaron la última caja, la cual, según el hombre que no dejaba de hablar, contenía las muestras más antiguas conocidas de piedras agua, tanto así que todavía estaban incrustadas en roca primitiva, y cuyo poder de evolución se había nulificado. Más tardó en decir todo eso que en sentirse de repente rodeado por una banda de gente que comenzó a atacarlos con pokémon de tipo agua, los trabajadores intentaron defenderse, pero fueron aturdidos inmediatamente. Abrieron la caja con brusquedad, y sacaron de ahí una enorme pieza de roca con pedazos de brillante piedra azul incrustada por todos lados. En vano el director trató de detenerlos desesperado, pero los bandidos salieron corriendo rápidamente antes de que pudiera hacer nada.

    Medio dormido entre toda esa conmoción, Rainbow reconoció a esas personas, y se rió del infortunio del hombre del museo, pero antes de volver a acostarse Ninjask comenzó a revolotear alrededor, intentando despertar a su entrenador.

    —¿En serio quieres ir tras ellos? —preguntó bostezando.

    Siguió insistiéndole hasta que Rainbow no tuvo más remedio que hacerle caso. Ninjask voló a toda velocidad tras ellos mientras Rainbow lo seguía corriendo dando tropiezos por el sueño.

    Salieron de ciudad Portual, y los ladrones se dieron cuenta de que el bicho los seguía de cerca. Sus Wingull comenzaron a dispararle chorros de agua, pero Ninjask los esquivaba y contraatacaba. Cuando Rainbow llegó lo estaban rodeando los pokémon, por lo que sacó a Sableye y Makuhita.

    —Oigan, tengo algo de sueño, así que ¿por qué no devuelven eso y me dejan dormir?

    Los ladrones, sin hacer caso, enviaron a sus pokémon, los cuales fueron rápidamente abatidos por los tres de Rainbow.

    —Vaya, sí que son pésimos —dijo Rainbow con una risa—, me recuerdan a tantos entrenadores promedio de por ahí, si quieren llegar a ser buenos criminales deberán esforzarse más.

    De un rápido movimiento, Ninjask apartó a los ladrones de la piedra antigua, y asustados por que les hiciera daño con sus garras se alejaron corriendo, no sin antes advertirle que no se metiera con ellos, a lo que Rainbow reaccionó como una amenaza infantil y risible.

    En el momento en que regresaba con la piedra entre sus brazos el hombre del museo llegó hasta él con varios policías y lo acusó de ser de los ladrones, Rainbow se defendió pero no le creyeron, el hombre del museo supuso que era una treta que habían planeado para que pudieran cobrar una recompensa enviando a alguien como si la hubiera recuperado.

    —Te puedo asegurar que no fue así —dijo la voz de un anciano.

    Rainbow se quedó con la boca semi abierta cuando vio a un viejo que había visto hacía mucho tiempo, el presidente del club de fans de pokémon, todavía con sus lentes oscuros, su bastón y su traje.

    Explicó que él vio cómo el chico luchó de verdad contra los ladrones y había recuperado la piedra. Como si su testimonio fuera el de una persona de gran importancia para el hombre del museo, le creyeron y lo dejaron ir.

    —Hace mucho que no te veía, muchacho, ¿cómo decías que te llamabas?

    —Rainbow —contestó todavía sin salirse de su sorpresa, pero en seguida, recordando su encuentro con él en ciudad Carmin, regresó a su comportamiento arrogante—, ¿qué se supone que hace usted aquí?

    —He decidido viajar por el mundo, ya ves, estoy planeando muy seriamente en abrir clubes para fans de pokémon en otros lados además de Kanto, ¿y a ti cómo te ha ido?

    Rainbow sonrió con soberbia.

    —Pues debe saber que está hablando con alguien que ha ganado dos ligas pokémon, la de Kanto y la de Johto, y ahora estoy aquí para conquistar Hoenn.

    —Pues me alegro por ti —dijo el presidente—, en esta región he escuchado que hay entrenadores muy buenos, he tenido la oportunidad de ver batallas muy emocionantes.

    —Pensé que a usted no le gustaban las batallas —dijo Rainbow con tono algo despreciativo—, ¿no que sólo le gustaban los pokémon lindos y sin evolucionar?

    El presidente bajó el cabeza meditativo, le dijo a Rainbow que lo siguiera mientras se dirigía hacia las afueras de la ciudad. Pronto se vieron rodeados de árboles y una fresca calma a la luz de la mañana.

    —No es del todo coincidencia que haya logrado ver tu batalla, Rainbow —dijo tranquilamente—, desde hace un tiempo me gusta venir a recorrer este lugar por las mañanas, ¿sabes a qué? A entrenar a mi Fearow y a mi Rapidash.

    Diciendo eso liberó a los dos pokémon.

    —Creí que no le gustaban las batallas —dijo Rainbow.

    —Así era, pero las cosas a veces cambian, ¿no crees? Un día fue como si despertara en mi esa sensación de haberme perdido algo toda mi vida, fue entonces cuando comencé a tener curiosidad sobre las batallas, y ver una me llevó a la otra, y así y así, y comencé a sentir el deseo de sentir lo que se siente esa emoción, sobre todo ahora que fue la liga pokémon de Kanto hace unos días.

    —Sí, también la vi.

    —¿Me creerías si te digo que conocí al campeón hace mucho tiempo? Fue en circunstancias muy parecidas a las tuyas, tanto tú como él salvaron el barco S.S.Anne y a los pokémon en él, y detuvieron a alguien muy peligroso que tenía planes malvados…

    —Sí, sí, ya entiendo, los dos somos como héroes —interrumpió con fastidio—, yo también lo conocí poco después de comenzar mi viaje.

    —Pero como te decía, el ver esa gran batalla hizo que mi piel se erizara, y desde entonces he venido aquí a entrenar como puedo. No planeo competir a nivel profesional, pero creo que hasta un viejo como yo puede aprender trucos nuevos.

    —Pues suerte con eso —dijo Rainbow a punto de irse.

    El viejo lo detuvo.

    —Antes de irte de la ciudad, ¿te molestaría enseñarme algunos trucos para entrenar?

    Rainbow se arrepintió de no haberse ido de ahí antes, pero una parte de él sintió que su ego se inflaba al ver a ese anciano pidiéndole que le enseñara a entrenar pokémon. Para desligarse de ese sentimiento pensó que se lo debía por ayudarlo cuando lo confundieron con un ladrón, sí, así tal vez sería una manera de agradecerle, debía enseñarle a hacer algo genial, algo que nadie más hacía, pero sin arriesgarse a revelar sus más grandes secretos ni usar su viridian mind, finalmente se le ocurrió algo que podría enseñarle sin demasiada dificultad.

    —Está bien, señor presidente, le enseñaré un truco interesante, ¿tiene de casualidad un Meowth?

    El presidente ladeó la cabeza.

    —¿Para qué necesitamos un Meowth?

    —Vamos a necesitar un pokémon que sepa Día de pago, se lo va a enseñar a su Fearow y a su Rapidash.


    Continuará...
     
    Última edición: 23 Enero 2014
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    Lelouch

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    ¡WOW! Un muy buen capítulo la verdad; sin duda el dilema de Shedinja y Ninjask fue bastante emocional y, por que no, algo profundo, aunque me hubiera gustado que lo resolviera de otra forma y no con algo tan "simple", aunque supongo que sólo pienso así debido más que nada a que Shedinja siempre fue uno de mis pokémon predilectos en la edición Zafiro; ahora ya no podré verlo con los mismos ojos (?)

    Algo que vale la pena destacar, al menos para mí, es el hecho de que se mostrara tan "dispuesto" a "enseñar" sus habilidades a personas que, desde el inicio de la saga, viene considerando como inferiores. Esto puede significar que, como dijo el Presidente de la Liga, una pequeña (muy pequeña) parte de Rainbow esté aceptando poco a poco el ser un modelo seguir para los demás; esto me parece una muy buena evolución para el personaje (vaya juego de palabras), aunque claro está, Rainbow no aceptará esto y seguirá cosiderando inferiores a todos los demás entrenadores xDDD

    ¿Qué más puedo escribir? Bueno, supongo que puedo mencionar que de ninguna manera esperaba la llegada del Presidente del club de fans; más bien esperaba la del viejo que conducía el barco, Briney, creo que así se llamaba. Además, también tengo curiosidad de como hará Rainbow para enseñarles a los pokémon Día de Pago "mágicamente" sin que el presidente sospeche tanto. Y otra cosa es que, según recuerdo, es el Sr. Pokémon quien en el manga tiene esos pokémon, y no el presidente, aunque puede que la memoria me falle ^^U

    Por último, no vi realmente ningún error, salvo que escribiste "tango sueño" en vez de "tengo sueño", pero en realidad fue divertido, porque al leerlo me imaginé a Rainbow bailando Tango dormido (?) xDDDDDD

    Pues, creo que esto es todo; esperaré hasta el siguiente capítulo y tal vez pueda comentarlo, pero aún así, al menos este capítulo se ha ganado un Me gusta imaginario (?)
     
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