La saga de romina

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Philou, 22 Agosto 2013.

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    Philou

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    La saga de romina
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    8
     
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    Romina es una niña inocente y dulce que inicia su viaje con el fin de ayudar a su amiga en el entrenamiento de los pokemon, al contrario que la mayoría de los protagonistas de estas historias, Romina no tiene un objetivo claro ni es muy apasionada por entrenar pokemon pero a lo largo de su viaje, la joven se verá forzada a poner lo mejor de si ya que tanto sus habilidades como también sus principios serán puestos a prueba... Había dejado colgado este fic por falta de tiempo pero sobre todo de inspiración, ahora que pude terminar con el otro long fic tengo bastante tiempo para trabajar en este que tiene mucho para dar, en fin, a disfrutar.


    Capítulo 1: Romina


    Romina tiene 12 años y vive junto a su madre y su padre en una pequeña vivienda ubicada en el centro de Pueblo Arcilla, en la región de teselia; a diferencia de sus amigos, ella no sueña con entrenar pokemon, mas bien, prefiere dedicarle la mayor parte del tiempo a su instrumento favorito, el violín, al cual le ha brindado su amor desde que tenía apenas 4 años de edad, pese a ello, es muy amiga de la profesora Encina, una eminencia en cuanto al estudio de los pokemon se refiere, y pasa muchos momentos de su vida escuchándola y tratando de aprender y hoy no es la excepción pues ha llegado muy temprano al laboratorio para una conversación muy importante


    —Romina, mañana es el día en que voy a entregarles su primer pokemon tanto a ti, como a David y Nataly, ¿has pensado que pokemon elegirás de compañero?
    —Me ha costado un poco decidirlo pero creo que la mejor opción sería Tepig, aparenta ser el mas fuerte de los iniciales
    —Mmmm, los pokemon obtienen su fuerza gracias a la ayuda que les da su entrenador —decía la profesora acomodándose el cabello.


    Dos chicos se asomaron a una de las ventanas del laboratorio, uno era David, un chico de 12 años de edad, de cabello castaño oscuro y ojos marrones, la otra era Nataly, una jovencita pequeña, de cuerpo delgado, de cabello rubio y ojos verdes, ambos chicos son amigos y vecinos de Romina desde que tienen uso de razón y siempre la observaron con admiración pues una piel tan blanca, un cabello aun mas blanco y unos ojos tan azules no se ven a diario


    —Ya decía yo que ibas a estar aquí —comentó David algo alterado
    —Vamos a jugar al bosque, recuerda que mañana nos darán el pokemon y cada uno de nosotros iniciará su propio camino, deberíamos pasar todo este día juntos —agregó Nataly con voz dulce
    —Bueno, bueno, vamonos entonces... hasta mañana profesora —gritó la albina, abandonando el laboratorio a toda prisa.


    Ya en el bosque, los tres jovencitos dedicaron la tarde a intercambiar opiniones, a compartir sueños e incluso pudieron jugar con los pokemon de la zona que aunque eran salvajes, no representaban una amenaza para aquellos niños pues habían interactuado con ellos desde muy temprana edad.


    La luz del sol entrando por la ventana de su habitación y el trinar de los Pidoves hacían saber a Romina que un nuevo día había comenzado y este era el gran día; con mucho cuidado, Romina limpió su rostro, peinó su cabello y preparó su mochila, luego, dejó su dormitorio y compartió un rico desayuno con sus padres y mas tarde, tras una dulce despedida, dejó su casa.


    Ya en la calle, Romina se encontró con sus dos amigos, quienes le propusieron ir todos juntos a buscar los pokemon pero curiosamente, la niña se negó y argumentó que tenía algo muy importante que hacer. Habiéndose alejado varios kilómetros del pueblo, Romina llegó al bosque y a orillas de un río sacó su violín y comenzó a tocar una canción que le había enseñado su abuela hace ya algunos años, al tocar, Romina viajaba a otro mundo con su mente y su alma gozaba de un sin fin de hermosas sensaciones, era una delicia para los oídos el poder escuchar a esa niña interpretando toda clase de ritmos, tal era el placer de oírla que un pokemon que deambulaba por el bosque no pudo resistirse y se acercó para escucharla mejor, se trataba de un pequeño ser parecido a una vela, su cuerpo era casi todo de color blanco, sus pequeños ojos amarillos no mostraban ninguna expresión y una llama morada que salía de su cabeza emanaba un calor muy extraño


    —Seguro que tu vienes de la cueva que se encuentra un poco antes de llegar a Pueblo terracota ¿verdad? —comentó Romina dejando de tocar
    El pokemon asintió
    —¿Te llamas Litwick?
    El pokemon volvió a asentir
    —Bien, como veo que te gusta mi música, voy a dedicarte las próximas canciones.


    Romina tocó y tocó por varias horas hasta que el sonido de su videomisor la distrajo
    —Hola mamá, ¿que ocurre?
    —Imagino que ya habrás obtenido a Tepig, deberías venir a enseñármelo


    Romina pensó un instante y cayó en la cuenta de que había perdido la noción del tiempo otra vez y luego de cortar la comunicación con su madre salió como una flecha rumbo a Pueblo arcilla nuevamente pero al llegar al laboratorio, la profesora Encina la esperaba con muy mala cara


    —Hola profe, me distraje en el bosque otra vez, lo siento —decía Romina jadeando
    —Nunca cambiaras —señaló la científica resoplando
    —Esto, yo venía a buscar a mi primer pokemon
    —Lo siento pero hay un reglamento que cumplir y es igual para todos, debido a que no respetaste el horario de entrega, he enviado a Tepig al centro pokemon de Pueblo terracota para que otro niño lo utilice.


    Romina estaba deshecha, un dolor indescriptible recorría su corazón, no por haber perdido la oportunidad de entrenar a un pokemon sino por el hecho de haberle fallado a su maestra
    —Y ahora... ¿que voy a hacer?
     
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    Hola, hoy les traigo un nuevo cap de La saga de Romina, disfruten!!


    Capítulo 2: El poder de la musica


    Luego de saber que había desperdiciado su primera oportunidad para entrenar pokemon con uno inicial y que debía esperar un año para intentarlo nuevamente, Romina abandonó el laboratorio de la profesora Encina y regresó a su casa, donde sus padres, quienes desafortunadamente ya sabían la noticia, la esperaban con muy mala cara, y nada mas la vieron llegar, omenzaron a cuestionarla


    —¿Como es posible que te hayas olvidado de buscar a tu pokemon? —indagó furiosa la madre de Romina
    —¿No sabes acaso que esta es una familia de entrenadores muy respetados en el mundo entero? —reprochó su padre
    —Y todo por culpa de ese maldito violín —dijeron ambos progenitores al unísono.
    Tras oir los duros reproches, Romina subió a su cuarto y rompió en llanto.


    Las horas pasaron y la niña de cabellos blancos no dejaba de castigarse a si misma por haber cometido tal error y el dolor no cesaba, solo había una manera de calmar tanta angustia, una canción, así que Romina sacó su violín y tocó otra vez ese vals que le había enseñado su abuela, y por arte de magia, la calma regresó.


    Después de tanto autoflagelo, Romina se recostó en su cama y mas relajada pudo contemplar la luz de la luna que se colaba por su ventana y pensó una y otra vez en sus dos mejores amigos, a esas horas de la noche, ambos debían estar camino a Ciudad Gres, tal vez descansando en algún bosque al amparo de la noche, acompañados de montones de pokemon que quien sabe que cosas estarían haciendo


    —Yo podría estar con David y Nataly ahora —murmuró la niña y cerró los ojos.


    Nuevamente el sol dominaba el cielo y Romina despertó tan vivaz como siempre, al parecer su angustia del día anterior había quedado atrás, así que ni bien dejó su habitación se acercó a su madre y le ayudó con el aseo de la casa, mas tarde salió de compras con su padre y posteriormente dedicó un par de horas a su gran pasión, la música.


    un hermoso ambiente se dejaba ver en el interior de la casa de Romina, la niña estaba sentada en un sofá leyendo un libro y sus padres, jugaban al ajedrez en la mesa del comedor, todo era calma hasta que un sonido puso en alerta a la joven albina, su videomisor estaba sonando


    -—Hola Romina, espero no haberte molestado —dijo una hermosa mujer castaña
    —Hola profe, no pasa nada, ¿que necesita?
    —Me gustaría que vengas al laboratorio, necesito pedirte un favor
    —Enseguida estaré allí.


    Tras finalizar la comunicación, Romina se montó en su bicicleta y en pocos minutos llegó al laboratorio y tras entrar en este, se encontró con una dulce sorpresa, sobre una mesa había un pastel de frutillas y crema y junto a él un vaso con chocolatada caliente


    —¿Y esto? —murmuró la niña
    —Es para ti, ayer fui muy agresiva contigo y esta es mi forma de pedir perdón —exclamó la profesora Encina con su calida sonrisa.


    Después de un emotivo abrazo, la científica regaló a Romina una pokedex para estudiar a los pokemon de la zona y una pokebola vacía como recordatorio del error cometido por la niña pero todo esto a cambio de un pequeño favor, Romina debería llevar unos documentos a la enfermera Joy del centro pokemon del Pueblo Terracota.


    Luego de informar a sus padres acerca de su misión, Romina tomó su violín y luego montó en su bicicleta nuevamente. Ya en el bosque, la niña escuchó unos gritos de personas y pokemon que le llamaron la atención, tras llegar al lugar de donde provenía aquel escándalo, Romina se encontró una curiosa escena, su amiga Nataly, junto a un Snivy estaba haciendo frente a un Litwick quien no paraba de lanzar bolas de fuego


    —¿Que pasó aquí? —gritó Romina
    —Estaba intentando atrapar un Patrat pero este pokemon salió de una cueva y me lo impidió —respondió Nataly algo asustada.


    Repentinamente Snivy, quien fue castigado por un ataque de ascuas cayó al suelo debilitado y Nataly lo retiró pero la furia del Litwick no disminuía y el pokemon fantasma/fuego clavó sus ojos en las niñas, de pronto Romina recordó a aquel pokemon a quien dedicó tantas canciones y para comprobar si era ese, sacó su violín y tocó su canción favorita, curiosamente el pokemon comenzó a balancearse de un lado a otro, parecía estar disfrutando, fue entonces que aprovechando la distracción del Litwick, Nataly se fue a Terracota para curar a su pokemon, por su parte, Romina se alejó pero de forma mas calmada, y no sin antes de despedirse del fantasma


    -—Te veré pronto.


    Ya en el centro pokemon Ronina se acercó a su amiga
    —¿Que haces aquí todavía? ¿Y David? —cuestionó
    —Pues, él decidió seguir solo, dijo que yo era muy lenta y débil, así que me quedé aquí en Terracota para fortalecerme pero no conseguí nada —respondió Nataly.


    Tras un rato mas de charla con su amiga, Romina cumplió la orden de la profesora Encina y decidió que era buen momento para regresar a casa, así que tras despedirse nuevamente de Nataly, emprendió el viaje, pero alguien la esperaba a mitad de camino, era nada menos que Litwick


    —¿Me estuviste esperando toda la tarde? —preguntó Romina
    El pokemon asintió
    —Eres muy dulce, voy a dedicarte una canción


    Romina sacó nuevamente su violín y comenzó a tocar, pero pasados algunos minutos la niña recordó lo que había pasado el día anterior y se detuvo y al parecer al Litwick no le gustó mucho pues escupió una pequeña bola de fuego de su boca, Romina pensó un momento y una idea llegó a su mente, la niña sacó la pokebola que le había entregado su maestra y se la mostró al pokemon


    —Escúchame, la única forma de que pueda dedicarte canciones a diario es que seas mi compañero y entres en esta pokebola, de otro modo, cuando yo esté lejos, no podrás escucharme, ¿que me dices? ¿Quieres ser mi amigo?


    La niña solo tuvo que arrojar el objeto en la cabeza del pokemon... Litwick ya era su compañero.
     
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    Capitulo 3: El desafío de Nataly


    Después de haber capturado sin esfuerzo a tan singular pokemon, Romina montó en su bicicleta, y como un rayo, llegó al laboratorio de la Profesora Encina. Tras abrir las puertas del lugar con mucho ímpetu y de casi haberle provocado un infarto a su maestra, la niña se acercó con su pokebola en mano a la mujer castaña
    —Hola profe, mire lo que atrapé en el bosque —exclamó con orgullo
    —Veamos —dijo la eminencia, algo intrigada.


    Romina arrojó la pokebola al suelo y tras dar un par de rebotes se abrió
    -WIIIICK.
    El pequeño pokemon con forma de vela comenzó a pasearse por todo el lugar mientras observaba a su entrenadora y a la dueña del laboratorio
    —Un Litwick, vaya, son muy raros por aquí... ¿y dices que lo capturaste sin esfuerzo? —comentó fascinada la experta en pokemon
    —Al parecer le gusta mi música
    —Beberías enseñárselo a tus padres, se pondrán muy contentos
    —Tiene razón, iré a casa —dijo Romina con una enorme sonrisa.


    La niña de cabellos blancos dejó el laboratorio y con paso lento y seguro marchaba muy tranquila hacia su casa, pero a cinco minutos de iniciado su paseo, notó que los arbustos cercanos a ella se movían de manera muy extraña
    "Debe ser un pokemon salvaje" pensó, y como no estaba interesada en hacer luchar a su nuevo compañero, Romina decidió tomar otro camino, que aunque era mas largo, le evitaría el cruzarse con los monstruos de la zona, pero antes de que pudiese dar un paso mas, los arbustos que antes se movían, se abrieron y frente a Romina apareció una jovencita de cabellos rubios y ojos verdes


    —¿A donde crees que vas? —cuestionó
    —Na, Nataly, casi me matas del susto
    —Tenías un pokemon y no ibas a decírmelo —reprochó la rubia casi al borde del enfado
    —Nueno, yo creí que estabas en Terracota, por eso no te dije —señaló Romina tratando de disculparse
    —Nada, nada, para compensarlo deberás aceptar mi reto a un combate.


    Romina no era muy fanática de las luchas entre pokemon pero era obvio que su amiga no aceptaría un no por respuesta, así que, tras alejarse unos metros de la niña, la pequeña albina dejó salir a su Litwick, por su parte, Nataly, quien ya se estaba arrepintiendo de su propuesta, liberó a Snivy, y fue el pokemon planta el que inició las hostilidades lanzando las cepas de su cuerpo contra su rival, Litwick eludía con facilidad el ataque mientras su dueña revisaba la pokedex tratando de averiguar los ataques de su dirigido


    —Vamos Snivy vuelve a usar látigo cepa —mandaba Nataly
    —Intenta usar reducción —pedía algo insegura Romina
    Y su pokemon se plegaba sobre si mismo haciéndose muy pequeño y evitando así el ataque enemigo
    —¿Puedes usar impresionar? —indagó la albina y su pokemon, disparado como un resorte se aproximó a Snivy y lo lamió con su lengua haciendo que el pequeño pokemon planta corra a ocultarse tras su ama
    —Vamos cobarde debes seguir luchando —gritó Nataly quejándose
    Y su compañero intentó atacar nuevamente con las cepas pero su ataque se vio frustrado cuando una bola de fuego arrojada por Litwick comenzó a incendiarlo, al ver las obvias desventajas de su pokemon, Nataly decidió retirarlo dándole el primer triunfo a Romina en combates pokemon.



    Tras el breve pero intenso enfrentamiento, ambas entrenadoras se sentaron en el pasto y contemplaron el cielo mientras que Litwick se paseaba orgulloso por el campo
    —Fue muy emocionante luchar contigo —comentó divertida Nataly
    —Yo todavía estoy temblando —señaló Romina algo avergonzada
    —Eso se llama adrenalina, después de todo parece que te agradan los combates pokemon
    —No lo sé.


    Ambas entrenadoras siguieron charlando de cosas sin sentido hasta que una mujer de cabellos castaños se acercó y se sentó junto a las niñas
    —Hola profe —dijeron las dos
    —Hola, Nataly ¿de nuevo por aquí?
    —Si, venía a pedirle consejos es que por mas que lo intentamos, mi pokemon y yo no podemos progresar
    —Es difícil avanzar si no sabes donde ir —dijo sabiamente la profesora dejando impactada a la ojiverde, quien al escuchar esas palabras, recordó un momento muy triste para ella


    FLASHBACK.
    A orillas de un rio se podía ver al Snivy de Nataly tirado en el suelo y totalmente debilitado y frente a él, a un vigoroso Oshawott y a su lado a un jovencito de cabellos castaños
    —Veo que no te lo estás tomando en serio Naty, creo que lo mejor va a ser que sigamos caminos separados... mi sueño es ser el mejor entrenador de toda la region... ¿ cual es el tuyo?
    En ese momento, unas palabras de la Profesora Encina, alejaron a Nataly de sus pensamientos
    —Les propongo algo ¿que les parece si participan de la ruta de medallas de Teselia?... mientras viajan, podrán conocer al mundo que las rodea y aun mas importante podrían conocerse mejor a si mismas.


    La respuesta a esa propuesta fue un rotundo si por parte de Nataly y un tibio ¿por que no? de parte de Romina, y desde ese momento, ambas jovencitas, se separaron, quien sabe hasta cuando.


    De nuevo en casa, Romina contó la buena noticia a sus padres quienes muy orgullosos la abrazaron y llenaron de besos, y luego, le regalaron dos pokebolas vacías pero lo que mas le gustó a la niña fue el nuevo violín que compraron sus progenitores con motivos de su cumpleaños
    —Disfrútalo mucho hijita —exclamó feliz la madre de Romina
    —Te deseo mucha suerte en tu viaje —agregó su padre
    —Gracias, los amo.


    Y con esas palabras, la vida de Romina daría un nuevo giro.
     
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    J.Nathan Spears

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    Hello :B. Veo que La Saga de Romina vuelve a las andadas...

    Me parece genial... en serio, quiero ver si hay cambios respecto a lo que leí hace un buen tiempo ya... estos 3 primeros episodios son exactamente lo mismo, pero creo que lo importante pasará después. No me quejo...

    Por cierto, tu nuevo nick, "Philou"... no sé, como que no te pega. Prefería tu antiguo nombre e__e

    Jajaja xD como sea, no importa... solo espero que sigas escribiendo bonito xP


    ==[Nathancito estuvo aquí :3]==
     
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    Philou

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    Hola a todos, después de un buen tiempo decidí volver para continuar con este buen fanfic. Nathan, gracias por seguir comentando, te cuento que hasta el cap 10 las cosas van a seguir igual que antes, salvo por la corrección de errores ortográficos y eso pero de ahí en adelante la trama se pone bastante heavy, en fin, gracias por comentar y por leer!!


    Capítulo 4: Puntos de vista


    Con el comienzo de la mañana y tras una dulce despedida de sus padres, Romina dejó Pueblo Arcilla y a paso veloz se adentró en la Ruta 1 para dar inicio a su camino hacia la Liga pokemon.


    La Ruta 1 en una verde extensión de campos bañados por árboles pequeños, espacios repletos de hierba alta y senderos adornados por miles de flores a las que Romina a veces debía pisar para esquivar a los Patrat y Lillipup que se cruzaban en su camino, en ese camino, y mientras avanzaba, la niña pudo reencontrarse con el lugar donde conoció a su Litwick, el lugar donde vio por ultima vez a su amigo David, aquel rincón donde tantas veces Romina fue feliz al ritmo de su violín; y fue de esa manera, recordando, que la joven entrenadora recorrió la distancia que separaba a su querido terruño, del un poco mas alegre Pueblo Terracota.


    Romina había llegado a Pueblo Terracota, se trataba de una pequeña ciudad repleta de casas bajas, e incluso algunas de dos y hasta tres plantas donde sus habitantes disfrutaban de una viva tranquila, la ciudad no tenía mucho que ofrecer a excepción de la plaza principal donde los lugareños se reunían a pasar las tardes entre charlas y batallitas pokemon y el muy destacado centro pokemon, el cual estaba provisto de una tienda donde los visitantes podían comprar desde elementos para el viaje, hasta medicinas para sus pokemon, y comprar era el motivo por el cual Romina se detuvo en este edificio.


    Después de adquirir dos pokebolas y algunas medicinas, Romina se disponía a continuar su viaje pero cuando salió del centro pokemon se encontró con una muchedumbre reunida en la plaza, y por curiosidad, la niña se acercó al gentío para ver lo que estaba sucediendo. Frente a aquel grupo de personas y subido a un improvisado escenario construido con tarimas, un hombre de largos cabellos verdes, un visor cubriendo uno de sus ojos, un traje de estilo medieval y lo mas notorio, una mirada amenazante, estaba dando un discurso en el cual instaba a los lugareños a dejar a sus pokemon en libertad, pues consideraba que nosotros los humanos habíamos oprimido a estos seres durante milenios y que nos habíamos divertido a costa de su sufrimiento y esfuerzo.
    Opresión, diversión, sufrimiento, esfuerzo, eran palabras que resonaron muy fuerte en el interior de Romina, quien prestó mucha atención a las palabras de aquel extraño, a diferencia de los otros participantes de la reunión, quienes después de tratarlo de borracho e incluso intentar agredirlo físicamente, abandonaron la plaza. Sentada en una banca de madera, Romina pensaba una y otra vez en las palabras de aquel discurso y se preguntaba a si misma si lo que estaba haciendo con su pokemon era lo correcto, de pronto, un jovencito de la misma edad de Romina, quien vestía un pantalón color crema, una camisa blanca y bajo esta, una camiseta negra, se sentó junto a la niña


    —¿Te han parecido interesantes las palabras de ese hombre? —preguntó él
    —No sé que pensar, es cierto que muchas personas usan a los pokemon para el mal, pero otros no los usamos, tratamos de ser sus amigos
    —¿Y entonces para que usan pokebolas?
    —Cada persona le da el uso que quiere, no puedo responder por todos ellos pero yo la uso para llevar a mi compañero en todo momento junto a mi
    —¿Te gustaría saber lo que opina tu pokemon?
    —¿Que dices?

    Esa pregunta sorprendió completamente a Romina

    —Es que puedo hablar con ellos, he pasado toda mi vida junto a los pokemon y desarrollé una especie de empatia
    —Pensé que no tenías pokemon
    —Los que conozco son de mi padre, salvo por un Tepig que me dieron ayer en este centro, al parecer una niña no llegó a tiempo para recogerlo y entonces cayó en mis manos

    A Romina se le hizo un nudo en la garganta

    —Que me dices Romi, ¿luchamos?
    —De acuerdo.

    Pero cuando Romina iba a sacar a Litwick, el joven rival dio marcha atras

    —Perdóname, no va a hacer falta que peleemos
    —¿Por que no?
    —Porque tu mirada siempre buscaba mis ojos y porque escuchaste mis palabras con mucho respeto... eres una buena persona... por cierto, mi nombre es Natural pero me conocen por N, ¿me acompañas a dar un paseo?
    —Por supuesto...


    Luego de presentarse, ambos jovencitos caminaron por un largo rato hasta casi salir de la ciudad, llegando a una esquina, N invitó a Romina a entrar en una playa de estacionamiento para autos techada. Una intensa humareda, olor a tabaco, alcohol, sangre y sudor, gritos de personas y de pokemon eran los dueños del ambiente por donde Romina caminaba, ahora tomada del brazo de su acompañante

    —¿Donde me has traído? —preguntó la niña al borde del desmayo
    —En este lugar voy a mostrarte porque creo que los humanos y los pokemon deben vivir separados unos de los otros —respondió N.


    Tras caminar un poco mas, los chicos se acercaron a un grupo de personas que veían una encarnizada lucha entre un Lillipup y un Herdier, en esta contienda no había ataques especiales, no había árbitros, nadie daba órdenes

    —¿Que clase de batalla es esta? —cuestionó Romina al ver charcos de sangre en la improvisada arena de batalla
    —Se llama Vale Todo, son combates físicos sin limites de tiempo en los que las personas apuestan dinero por un pokemon, la gente ama este tipo de cosas, la violencia, el dinero, la muerte —contestó N contemplando con asco los gritos de emoción de los allí presentes.


    Romina no podía creer lo que veían sus ojos, Lillipup se había subido al lomo de Herdier y tras darle un mordisco le arrancó una oreja, y lo mas grave era que la gente festejaba ante ese espectáculo, pero de pronto todo fue silencio, Lillipup había caído al suelo y ahora era victima de las garras y dientes de su forma evolucionada, Romina no podía mirar

    —¿Que opinas ahora ? —indagó N con enfado
    Pero la niña no pudo responder pues lloraba desconsoladamente.


    Finalmente, Herdier se detuvo, había resultado victorioso, por otro lado, su preevolución yacía tirada en el suelo, y su pelaje, normalmente de color marrón, estaba teñido de rojo por culpa de la sangre que brotaba de sus heridas
    —Maldito perdedor —se oyó decir a un hombre mientras arrojaba una pokebola vacía contra una pared


    Viendo como la esfera se hacía pedazos, Romina intentó pedir explicaciones al ahora ex dueño del Lillipup, quien se marchaba de la arena balanceandose de un lado a otro, seguramente por culpa de un excesivo consumo de alcohol pero N la retuvo entre sus brazos

    —Siempre es así —exclamó el joven de cabellos verdes
    —No, yo no soy igual que ellos —contestó Romina con voz firme y se acercó al agonizante pokemon para curarle las heridas
    —No tengas miedo, prometo que voy a ayudarte —dijo la niña en voz baja

    En ese momento, N miró fijamente a Romina

    —Una vez que lo cures, deberías dejarlo en libertad dijo él y tras esas palabras, abandonó el lugar
    —¡No! yo no voy a abandonarlo.

    Finalmente, Romina apoyó una pokebola vacía sobre el lomo del Lillipup, quien desde ese momento pasaría a formar parte de la vida de la niña.
     
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    Capitulo 5: Me llamo Jens



    Ni bien encerró a Lillipup, Romina abandonó el estacionamiento y a toda prisa corrió hacia el centro pokemon, esperando que en ese lugar, las agentes sanitarias dieran a su nuevo compañero una mejor atención de la que ella podía darle. Al entrar en el edificio de curaciones y a causa de sus nervios y también por la velocidad que traía en cada paso, la niña de cabellos blancos tropezó con un curioso pokemon que hacía las veces de recepcionista, se trataba de un ser parecido a una cobaya y con algunas características de hada, de piernas cortas y cuerpo rechoncho, pero lo que mas llamaba la atención de ese pokemon eran sus enormes ojos azules, los cuales miraban con ternura a Romina, a pesar del duro golpe que sufrió por culpa de ella


    —Lo siento mucho —exclamó la niña en tono triste

    —AU, AUDINO —respondió la bestia con una tranquilizadora sonrisa.



    Una hermosa mujer de cabello rosado, ojos celestes y una mirada que a simple vista expresaba bondad y diligencia, se acercó con celeridad al par de accidentados que aun seguían en el suelo


    —¿Están bien? —cuestionó la enfermera

    Su pokemon respondió poniéndose de pie rápidamente y ayudando a Romina a levantarse

    —Disculpen mis prisas, lo del golpe fue culpa mía, es que mi pokemon está muy herido y necesita atención urgente.

    Al ver la triste mirada de Romina, la experta en auxilio de pokemon tomó la pokebola de Lillipup y junto a Audino corrió hasta la sala de emergencias.



    Lillipup se encontraba ahora acostado en una camilla completamente metálica y estaba conectado por medio de cables a varios aparatos que seguramente analizaban las condiciones y el funcionamiento de los diferentes órganos del pokemon y a la vez le ayudaban en su recuperación, mientras tanto, Romina caminaba de un lado a otro en el extenso salón de espera y cada cierto tiempo rompía en llantos pues recordaba la sangrienta batalla que había dado lugar hacía muy pocas horas.



    El tiempo pasó, y Romina no pudo caminar más, así que ahora estaba sentada en un cómodo sofá y junto a ella se encontraba Joy quien acariciaba tiernamente el cabello de la niña

    —¿Vas a decirme como permitiste que tu pokemon llegue a ese estado? —inquirió la enfermera en tono de reproche

    —Es que... es que



    Romina dudaba de contarle a Joy lo que había visto, pues seguramente, la medica no le creería, y si confiaba en la palabra de la niña, tampoco serviría de mucho, pues algo tan remunerativo y tan ilegal como el Vale Todo seguramente tendría el consentimiento de la policía pokemon, pero pese a sus temores, la albina narró todo lo que había vivido desde su llegada a Pueblo Terracota

    —No puedo creerlo,imagina durante cuanto tiempo ha ocurrido esto, ¿cuantos pokemon habrán muerto por culpa de la codicia de los hombres? —comentó indignada Joy.




    La noche había transcurrido en calma y ahora Lillipup y su entrenadora se encontraban mucho mejor, así que, ya era tiempo de seguir el viaje para Romina, pero antes de irse la niña compartió con Joy un rico desayuno y le agradeció por los servicios prestados, por su parte, la enfermera prometió investigar por su cuenta a la organización del vale todo.



    Tras un tierno abrazo, la entrenadora continuó su camino y tras abandonar Terracota se adentró en la Ruta 2, esta, era bastante parecida a la 1 solo que un poco más accidentada y larga, los pokemon de la zona entretenían bastante a la niña con sus juegos y actividades diarias pero la voz de un jovencito quien se acercaba caminando le llamó poderosamente la atención


    —"Silhouettes in the sky

    Wings are carrying me through the night

    Silhouetees in the sky

    destination unknown

    distant skies"

    —Mmm canta bastante bien —murmuró la albina mientras veía al muchacho caminando completamente distraído.



    Se trataba de un niño de unos 13 años de edad, alto, rubio, de cabello corto y ojos verdes, en ese momento vestía un pantalón negro, zapatillas negras, camiseta negra y si, una chaqueta negra, pero Romina no había prestado mucha atención a la vestimenta del chico, sino a lo distraído que era pues si ella no daba un par de pasos hacia un costado, el chico se hubiese tropezado con la niña


    —Oye, por poco me pasas por encima —bufó Romina

    el chico se giró y miró de arriba a abajo a la muchacha

    —Oh, lo siento, es que cuando me pongo a cantar me olvido de todo

    —¿Esa canción se llama distant skies y es de la banda Stratovarius verdad? —indagó Romina

    —Eeeh si, ¿la conoces? —inquirió el chico con tono de asombro.

    Para responder, Romina apoyó su mochila en el pasto y tras sacar su violín interpretó con maestría la música de aquella canción de heavy metal

    —Wow, eres sorprendente, nunca había oído a nadie tocar así —comentó fascinado el muchacho

    —Je, gracias, mi nombre es Romina —expresó ella algo avergonzada por el comentario

    —Hola, me llamo Jens.



    Romina y Jens se sentaron en el pasto y comenzaron a charlar, la niña supo entonces que el chico era, al igual que ella un entrenador principiante pero que a diferencia de la niña, soñaba con ser un gran criador, por su parte, y luego de presentarse, el chico escuchó con suma atención todo lo que Romina tenía para contarle


    —Has pasado por mucho en tan poco tiempo, pero todo lo malo ya quedó atrás, rompamos la tensión con una batallita ¿te parece? —exclamó Jens

    —Por supuesto —contestó Romina con una gran sonrisa.

    Pero antes de que pudiesen comenzar, los chicos fueron sorprendidos por una figura morada, quien pasó corriendo a toda prisa

    —¿Que habrá sido eso? —cuestionó el rubio

    —Ya lo averiguaremos —dijo Romina y apuntó con su pokedex a aquella figura que se alejaba del par

    "PURRLOIN: Distrae a su oponente con movimientos gráciles y sustrae sus pertenencias. Cuando se enfada, ataca con las garras"



    Romina se había enamorado del felino y quería capturarlo pero cuando quiso buscar una pokebola, notó horrorizada que su mochila se alejaba con el gato

    —Me ha robado, ese pokemon me quitó la mochila —gritó la niña

    —No te preocupes romi, Jens va a recuperarla para ti... Alberto, yo te elijo



    El chico sacó de su cinturón de entrenador una esfera que al abrirse liberó a una curiosa bestia parecida a una tortuga, la cual poseía un caparazón aparentemente hecho de tierra y sobre su cabeza sobresalía un tallo con dos hojitas

    —Vamos Alberto, usa hoja afilada

    con varios movimientos de su cabeza, el Turtwig lanzó una ráfaga de hojas contra el siniestro felino quien a pesar de sus gráciles movimientos, no pudo evadir el ataque y cayó debilitado

    —Bien, ya lo tenemos... ¡pokebola, ve! —gritó el chico

    y olvidando los deseos de Romina, se hizo con Purrloin.



    Romina estaba indignada, Jens le había quitado la oportunidad de atrapar al Purrloin y no solo eso, gracias al ataque de Alberto, la mochila y casi todo su contenido ahora no eran mas que trozos de basura

    —Al menos las pokebolas se salvaron —comentó la niña entre suspiros

    —Y esto también —señaló Jens quien tenía en sus manos un curioso objeto al cual examinaba con mucha atención.

    Se trataba de unas pantaletas color rosado con un dibujo de un Skitty en su parte trasera

    —No puedo creer que uses esto —comentó divertido el chico

    —Te odio —gritó Romina y si mas palabras se marchó avergonzada.



    5 kilómetros mas adelante en la Ruta 2, Jens seguía intentando obtener las disculpas de Romina, pero ella no cedería tan fácil, Había sido ofendida en su orgullo

    —¿Ne perdonas?

    —No

    —¿Me perdonas? —insistió él

    —No —contestó ella con un grito

    —Por favor

    —Jamás

    —¿Ah no? entonces toma esto.

    Romina se giró preocupada y esperando tal vez una agresión por parte de Jens pero para su sorpresa, el chico tenía una flor en su mano derecha

    —Lo siento romi, no quería burlarme de tu ropa interior

    —Te perdono pero nunca mas revises mis cosas

    —Correcto, vayamos juntos hasta Ciudad Gres, allí, te repondré todo lo que perdiste

    —De acuerdo... y tal vez puedas ver mi primera batalla de gimnasio.
     
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    Chuuuu, me había olvidado de este fic, que vergüenza, y pensar que era uno de los mejores del foro, vamos a ver si actualizo esto de una vez


    Capitulo 6: Batalla en el restaurant


    Hacía rato ya que Romina y Jens se habían adentrado en la Ruta 2, la travesía no era muy dificultosa ya que los senderos bien demarcados y la ausencia de pokemon grandes que generen problemas permitían un fácil transito a los que por allí pasasen, además, el clima había sido benigno con los chicos, quienes cada vez que podían, demostraban sus habilidades frente a otros entrenadores, así que, el paso por esta ruta estaba dejando buenos frutos para Romina, salvo por los chistes machistas de Jens, que la estaban llevando al hartazgo
    —y entonces el hombre dijo... ese no es un Snorlax, es mi mujer.
    .Pero de pronto, su seño fruncido se convertiría en una cara feliz pues la albina pudo ver a lo lejos un enorme cartel que rezaba "BIENVENIDOS A CIUDAD GRES".


    Ciudad Gres, a diferencia de los otros poblados en los que había estado Romina, era una verdadera urbe, con casas altas, varios edificios y un constante ir y venir de personas, lo que le daba mucha vida al sitio, a cada paso que daban, Romina mas se emocionaba, pues en cada esquina, la chica se encontraba con alguna tienda de ropa, o joyería, o también alguna dulcería, y aprovechando el dinero que había ganado recientemente en algunas batallitas, la niña no escatimaba nada cuando se trataba de comprar, por su parte, Jens, soplaba y resoplaba pues a diferencia de su compañera, prefería el aire de campo al ruido de las ciudades
    — ¿podríamos detenernos un momento?... las bolsas que me has hecho cargar están bastante pesadas— pidió Jens, que mostraba claras señales de fatiga
    —bueno, pero no te quejes tanto, después de todo tu rompiste mi mochila— contestó Romina esbozando una sonrisita cargada de ironía.


    Llegando a una esquina, Romina y Jens entraron en una pequeña pero muy coqueta cafetería y ambos, ya muy cómodos en sus sillas, pidieron café con leche y tostadas para acompañar, mientras disfrutaban de la merienda y contemplaban a través de los amplios ventanales de aquel lugar el constante movimiento en las calles, los chicos mantenían una agradable charla
    —vi que tienes un Turtwig, esos pokemon son muy raros por aquí— comentaba Romina mientras daba una mordida a su tostada
    —mi familia y yo somos originarios de Ciudad Rocavelo, allá en Sinnoh, donde recibí a Alberto, pero por razones de trabajo, mis padres fueron trasladados a Mayólica, así que, aquí estoy— respondió su compañero, dando un sorbo a su café
    — ¿y por que elegiste ser criador?
    —es que amo a los pokemon y no me alcanza solo con entrenarlos, además me encanta ayudar a las personas y sus amiguitos pokemon.


    La conversación se vio interrumpida cuando una hermosa mujer de cabellos castaños ingresó en aquella cafetería y se acercó al par que estaba merendando
    —ejem, ejem, así que ya encontraste novio... y tienes buen gusto eh— señaló la recién llegada
    —esto, yo, no— decía Romina, roja de vergüenza
    —solo estoy bromeando... ¿has tenido ya tu batalla de gimnasio?
    —todavía no profe, es que
    Romina no pudo completar su frase ya que Jens se interpuso entre ella y su maestra
    —Profesora Encina... ¿acaso es usted? ¿En persona?... la admiro mucho— comentó el rubio quien parecía muy feliz
    —gra, gracias, pero suelta mis manos por favor— exclamó la científica.


    Después de pagar lo consumido, los chicos, guiados por la profesora pokemon, llegaron a un edificio muy particular, la Escuela de entrenadores, un lugar donde aquellos que no pueden viajar, aprenden todo lo referido a entrenamiento de pokemon, allí, Romina y Jens, por obra y gracia de la Profesora Encina, fueron instruidos en diversos talleres que iban desde el análisis a la biología de los Patrat hasta clases de primeros auxilios, todos conocimientos muy útiles para el par de entrenadores, y estos, a cambio, regalaron a los alumnos mas pequeños una entretenida batalla en la que el Litwick de Romina apabulló al Purrloin de Jens, pero eso solo sería una anécdota ya que tras el combate, el colegio debió ser evacuado ya que la velita se emocionó mas de la cuenta y quemó varias plantas que ya no decorarían las instalaciones.


    La noche Había llegado a la ciudad y el trío de visitantes se encontraba ante las puertas de un restaurante llamado "La trufa dorada" muy famoso por sus platos gourmet y sus bebidas exóticas, ya en el interior, los recién llegados disfrutaban de verdaderos manjares, Jens había pedido Lomo de Miltank al champignon, Romina, Goldeen a la plancha, y la Profesora Encina, se deleitaba comiendo un Torchic al curry.
    distraída en su afán de comer, Romina no vio llegar a dos muchachos quienes comenzaron a charlar con la mayor del trío, se trataba de dos jóvenes vestidos con ropa de camarero, uno de ellos, con un muy prolijo cabello azul y el otro, de cabellos rojizos muy alborotados, parece que estos dos eran hermanos

    —bienvenidos sean a nuestro restaurant— exclamó el pelirrojo
    —espero que disfruten sus alimentos— agregó su hermano
    —Zeo, Maiz, es un placer estar aquí, he venido para ver un show— comentó divertida Encina
    Los hermanos se miraron
    —eso va a ser imposible— murmuró Zeo
    —es que hoy no han venido retadores— Anexó Maiz.
    En ese momento, la profesora pokemon presentó a Romina con el dueto e hizo saber a cada uno, la condición que ocupaba el otro.


    Ahora Romina se encontraba en uno de los extremos de un rectángulo de combate el cual poseía las líneas demarcatorias de un campo oficial de liga pokemon, y frente a ella, los hermanos camareros quienes acordaron con la niña de antemano una batalla doble, alrededor de ellos, una multitud vitoreaba los nombres de los lideres y solo una voz, la de Jens, gritaba por Romina.


    Con la orden del arbitro la primera batalla de gimnasio de Romina había comenzado, por supuesto, la niña sacó a Litwick y Lillipup, por su parte, los camareros liberaron a dos bestias bastante parecidas una a la otra, eran Pampour y Pansear
    — avivar— pidieron los hermanos al unísono
    Y sus monos comenzaron a adquirir una postura aguerrida, pero su concentración se vio interrumpida pues Lillipup, sin recibir ordenes, comenzó a correr en dirección del par y mostrando sus afilados dientes
    —pero yo no he dicho que ataque— gritó la albina, mientras se tiraba de los cabellos.
    Ante la ofensiva canina, los monos atacaron con pistola de agua y calcinación, pero con una destreza sorprendente, Lillipup cavó un pozo en la tierra y evitó el ataque enemigo, por su parte, Litwick debió usar la reducción para escapar de los elementos
    — vaya, esos dos no obedecen a su entrenadora— señaló Maiz
    —hoy no podemos perder— agregó Zeo.


    En ese momento, Pansear golpeó el suelo con su puño fuego dañando a Lillipup, quien seguía bajo tierra, Pampour, por su parte, atacó con su pistola de agua a Litwick y este, lejos de acatar las ordenes de Romina se quedó quieto pero algo no estaba bien en él, su llama se incrementaba de manera alarmante
    — ¿que te pasa?— preguntaba la niña sin respuestas
    Pero pronto su pokedex la sacaría de sus dudas
    "Litwick adquirió suficiente experiencia para usar Pirotecnia".


    Antes de ser golpeado por el chorro de agua, el pokemon vela disparó una potentísima bola de fuego que al chocar contra el ataque acuático provocó una tremenda explosión, aprovechando la humareda, el Litwick se acercó al mono de tipo agua, quien no podía ver a su rival, y le soltó en la cara un aliento toxico que lo derribó, era la polución, por su parte, Lillipup y Pansear se habían trenzado en una lucha de cabezazos y mordiscos, la cual terminó cuando en un acto de valientia extrema, Litwick se sumó al par y complotado con su compañero se deshicieron del mono de tipo fuego ante la atónita mirada de todos los presentes, dándole a su entrenadora la preciada medalla dúo.
     
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    Hooolaaaa, hoy capitulo epico de la saga... dedicado a todos aquellos que me invitan a leer pero nunca leen mis trabajos ni los comentan..


    Capitulo 7: El solar de los sueños rotos


    Eran las doce de la noche en Ciudad Gres, Romina y Jens caminaron por un largo rato uniendo el gimnasio con el centro pokemon, y durante el trayecto no cruzaron palabras. Ya en el instituto de curaciones y tras dejar sus pokemon a cargo de una enfermera Joy, ambos chicos ingresaron a sus cuartos, que habían sido rentados con anterioridad.
    Por mas que trataba, Romina no podía dormir, algo la hacía sentir incomoda, ella sabía bien que lo acontecido en el gimnasio restaurante había sido un completo papelón pero en realidad, lo que mas le molestaba era el hecho de no saber porque sus amiguitos habían actuado de esa manera.


    TOC TOC se escuchó, eran golpecitos sobre una puerta de madera, al oír ese sonido, Romina abrió los ojos, la luz del sol colándose por su ventana le hacía saber que un nuevo día estaba iniciando
    — ¿Puedo pasar?— preguntó una voz masculina que se había vuelto bastante familiar para la albina
    —Adelante Jens— Pidió Romina, quien ahora estaba sentada en su cama.
    Tras cruzar el umbral, el chico depositó sobre la mesita de noche que se encontraba ubicada al lado de la cama de Romina, una bandeja que contenía una taza con café, otra con leche, un plato repleto de galletas, y como detalle, una pequeña flor
    —La enfermera me permitió traerte esto— comentó el chico, esbozando una gran sonrisa
    —Gracias amigo, ha sido una larga noche— exclamó Romina antes de lanzarse a los brazos de Jens.


    Con ánimos repuestos, Romina y Jens descendieron a la planta baja del centro pokemon y retiraron a sus compañeros, tras mirar su mapa, el dúo estaba por emprender su camino a Ciudad Esmalte, pero antes de que pudiesen dejar el edificio, una voz proveniente del punto mas lejano a la puerta de entrada los detuvo
    —Supongo que encontraste la respuesta.
    Al oír esa voz, Romina se giró preocupada, era un tono muy recordado y querido por ella, al mirar con atención, la chica vio a un joven de cabello castaño y unos ojos marrones que reflejaban una mirada intensa y llena de seguridad
    —David— expresó la niña y fue al encuentro de uno de sus grandes amigos.
    Tras recibir un emotivo abrazo, David miró fijamente a Romina
    —Anoche estuve en el restaurante y vi tu batalla... que decepción
    Jens se acercó al par, no le habían caído bien las palabras de David
    —No te atrevas a intervenir, es necesario que Romina entienda el porque de ese desastre expresó el castaño clavando sus ojos en el rubio, el cual por pedido de Romina, se quedó escuchando.


    David explicó a Romina que la desobediencia de sus pokemon se debió a la falta de confianza de la niña, y que además la combinación de esos dos monstruos empeoraba las cosas, el porque era simple, Litwick es un fantasma, por lo tanto se alimenta de energía negativa, a la vez, Lillipup depende del estado de animo de su entrenador o en estado salvaje, de su líder de manada, así que, el temor de Romina, sumado a la habilidad de Litwick y la necesidad insatisfecha de Lillipup se volvieron contra la niña, era formidable la forma en que David se expresaba, pues aunque era algo arrogante, era inteligente y atento también
    —No lo había visto de esa forma— comentó Romina, quien escuchaba muy atenta la explicación de su amigo
    —Eso es normal, nunca te gustó leer libros— exclamó divertido el castaño —Pero con un ejercicio simple lo podemos arreglar.
    En ese momento y ante la atenta mirada de sus amigos, Romina liberó a su Lillipup, quien al salir se colocó frente a su ama, por su parte, David sacó a un Herdier, lo que enfadó bastante al pokemon de la albina
    —Rugido— mandó David y su compañero emitió un grito que provocó un gran susto a todos los presentes
    Pero Lillipup seguía firme
    —Ataca— pidió el castaño y Lillipup se abalanzó sobre Herdier pero este lo golpeó sin miramientos con su cola férrea.


    Ahora Lillipup estaba muy enfadado, en sus dientes se podía ver una extraña chispa
    —Hmmm, colmillo rayo... interesante— señaló David
    — ¿Que pretendes? inquirió Romina
    —Enfadarlo para ver que tan precisas son tus órdenes— intervino Jens.
    Efectivamente, Lillipup corrió al encuentro de su forma evolucionada y aunque Romina intentaba detenerlo, sus órdenes no hacían efecto, pero un cabezazo de Herdier puso fin a las aspiraciones de su preevolución
    —Definitivamente Lillipup está fuera de tu control— informó David mirando a su amiga.


    Romina no podía creer lo rápido que habían deshecho su confianza, pero David no estaba ahí para burlarse de su amiga, el chico pidió a la albina que vuelva a liberar a su can y luego vendó los ojos de la niña, mas tarde, colocó sobre el perro una cuerda y le dio el mando de la misma a Romina
    —Lillipup será tu lazarillo, debes dejarlo que te guíe.
    Tras colocar una serie de conos en la vereda del centro pokemon, David pidió a Lillipup que camine esquivándolos, pero para sorpresa del chico, el perro se quedó inmóvil
    —Relájate Roró— exclamó David.
    Al escuchar ese sobrenombre, la albina vio en su mente montones de recuerdos, nadie más que sus amigos y su padre le decían así, curiosamente, Lillipup comenzó a caminar
    —Estamos avanzando, estamos avanzando— gritó la niña, emocionada por el progreso
    —Es que te deshiciste del miedo, tu amigo es un buen entrenador— señaló Jens.
    Era cierto, Lillipup había completado el circuito de obstáculos varias veces antes de que David le quitara las vendas a su amiga
    —Ya está, ahora tu pokemon confía en ti, con esa misma energía impedirás que Litwick tome control en tus batallas— expresó el castaño
    —Gracias, de verdad te agradezco— exclamó Romina con un hermoso brillo en sus ojos.


    Romina había invitado a sus amigos a almorzar, era justo, David le había brindado una gran ayuda, mientras disfrutaban de sus alimentos, los chicos no pudieron evitar escuchar a un grupo de chicas que charlaban en una mesa cercana
    —Ya vieron, han abierto un centro de entrenamientos para pokemon en el antiguo solar— comentó una de las muchachas
    —Deberíamos ir a conocerlo— exclamó otra
    —Nosotros también deberíamos ir comentó Romina en voz baja y sus amigos asintieron.


    Tras pagar su cuenta, el trío caminó por largo rato hasta llegar a un edificio muy parecido a un gimnasio pokemon pero con dimensiones mucho mayores, lo habían bautizado El nuevo solar, antiguamente en ese lugar funcionaba un centro de investigación donde se experimentaba con el humo onirico, pero la ambición de los científicos provocó un tremendo accidente que trajo muchas muertes, ahora, una nueva administración acondicionó el lugar y lo convirtió en un campo de entrenamientos...


    Ya en su interior, todos los que se habían acercado al centro, que en su mayoría eran niños, fueron sometidos a ejercicios cardiovasculares, a pruebas de aptitud física y a algunas batallitas, mas tarde, y después de que cientos de chicos desertaron, los que lograron avanzar llegaron a una enorme sala vacía
    —Sean bienvenidos, es un placer tener a tantos entrenadores, se preguntaran de que se trata esto, es simple, se trata de sobrevivir expresó una voz en los altoparlantes de aquella habitación.


    Tras esas palabras varias compuertas colocadas en los techos, se abrieron y dejaron caer a cientos de pokemon que parecían bolsas de residuos, eran Trubbish, quienes en su caída arrojaban desperdicios contra todo lo que se movía
    —Hay que defenderse, si el ácido nos toca, perderemos nuestros miembros— exclamó asustado Jens
    —Adelante— gritaron los que rodeaban al rubio, incluidos Romina y David.
    Todos liberaron a los pokemon que llevaban, pero era una lucha desigual, antes de morir, los Trubbish explotaban arrojando ácido corrosivo, que al entrar en contacto con la piel de sus enemigos, los mataba al instante
    —No quiero morir aquí— gritaba Romina mientras su Litwick quemaba todo lo que tenía cerca y Lillipup golpeaba a los Trubbish que estaban más lejos con su ataque excavar
    —Vamos a vivir— exclamó David quien ayudado por un majestuoso Dewott se deshacía de los enemigos que invadían su flanco.
    Por su parte Jens avanzaba junto a su Grotle, si, tras tanta pelea, Turtwig había evolucionado, y su Purrloin, hasta llegar al segundo piso de aquel infierno, pues, una luz casi cegadora había llamado su atención.


    Al entrar en la habitación de donde provenía esa masa de luz, Jens se encontró con un curioso pokemon que flotaba en el aire, se trataba de un ser parecido a un tapir, su cuerpo era de color rosado en su rostro y lila en el resto de su cuerpo
    "Musharna: Con el humo que despide por la frente, forma las cosas que ha visto en los sueños que engulle" señaló la pokedex del rubio
    — ¿Por que nos haces esto?— inquirió el chico quien cayó en la cuenta de que era aquel pokemon el que controlaba a los Trubbish
    —Plasma, el equipo Plasma me obliga— respondió el monstruo usando la telepatía
    —Krokorok, bola sombra.
    David y su pokemon habían hecho aparición frente a Jens y Musharna
    —Déjalo hablar— pidió Jens
    Pero ya era tarde, el ataque fantasmal aterró al pokemon psíquico quien gracias al tele transporte logró escapar y trajo la calma a aquella habitación.


    Muy lejos de allí, un hombre contemplaba a través de un televisor de pantalla gigante los horrores de aquella lucha
    —Señor, hemos encontrado algo interesante— comentó otro hombre, quien lucía una larga bata blanca, parecía ser un científico
    —Dime— pidió aquella persona quien contemplaba con una sonrisa enferma a tres cansados entrenadores y a su alrededor una pila de cadáveres humanos como así también pokemon
    —Romina, 12 años, cuenta con un Litwick y un Lillipup, excelente condición y muy buenos reflejos, Jens, 12 años, lleva un Grotle, un Purrloin y cuatro Trubbish, es hábil en batalla y presta atención a todo lo que ocurre a su alrededor, por ultimo David, lleva a un Dewott, un Herdier y un Krokorok, sin dudas es el mas capaz de los tres— informó el científico, quien ahora también esbozaba una sonrisa enferma
    —Mmm, Romina, Romina... ¿Por que me suena ese nombre?


    De nuevo en aquella oscura habitación, Romina se encontraba frente a un pequeño pokemon de aspecto humanoide, con tres antenas en forma de moños, quien lloraba sin consuelo
    "GOTHITA: Amplifica su poder psíquico con sus antenitas en forma de lazos. Siempre esta mirando algo fijamente" señaló la pokedex de Romina
    —Su entrenadora ha muerto— indicó David con tristeza
    —Exijo venganza— informó el pokemon por medio de la telepatía, y clavó sus ojos en Romina
    — ¿Po por que me miras de esa manera?— inquirió la niña, algo nerviosa
    —Ayúdame, por favor, eres la única que puede— imploró el pokemon y levantando sus manos hizo flotar una pokebola hasta colocarla en la mano de Romina
    —Debes ayudarla— exclamaron David y Jens al mismo tiempo.
    Sin dudar, Romina aceptó hacerse cargo de Gothita, ella también necesitaba respuestas.


    Mañana se actualiza Tim's Power, espero tenerlos ahi tambien.
     
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    Una batalla inesperada


    Capitulo 8: Separación


    Después de que Romina metió a Gothita en su pokebola, el grupo de amigos decidió dejar el nuevo solar para siempre, mientras avanzaban, imágenes de horror se iban grabando en sus mentes, pues a cada paso, los chicos se encontraban con gente mutilada, pokemon que eran irreconocibles, manchas de ácido y sangre decorando las baldosas de lo que fue alguna vez un espacio dedicado a mejorar la calidad de vida de humanos y pokemon, en su andar, los chicos a veces se encontraban con algún que otro Trubbish agonizante, los cuales caían en las pokebolas de Jens, ante la curiosa mirada de sus colegas entrenadores
    — ¿Para que atrapas tantos Trubbish?— cuestionó Romina, quien comenzaba a pensar que su amigo estaba volviéndose loco tras tanta matanza
    —Voy a entrenar a estos pokemon para el día de mañana cruzarlos con otros y lograr criaturas inmunes al veneno— respondió su amigo, quien parecía tener sus objetivos bien claros.
    David por su parte, solo observaba, con un dejo de incredulidad.


    Antes de dejar definitivamente aquel lugar de horror y muerte, tanto Romina, como Jens y David, e incluso los otros ocho chicos sobrevivientes a la lucha contra los Trubbish, decidieron clausurar para siempre aquel edificio, así que junto a por lo menos treinta pokemon, y en una espectacular muestra de ataques combinados, destrozaron aquella edificación oscura.


    Ya afuera del centro pokemon, y tras haber curado a sus compañeros de batallas, nuestros protas marchaban a paso sereno pero firme en dirección a Ciudad Esmalte, los tres niños acordaron no mencionar a nadie lo sucedido en El nuevo solar, y guardar para si mismos los recuerdos de aquella carnicería
    —Deberíamos acelerar el paso, se está haciendo de noche— comentó David
    —No te preocupes tanto, tenemos nuestro equipo de camping— señaló Romina
    — ¿No les preocupa pensar que alguien nos podría estar siguiendo?... es evidente que alguien quiere hacernos daño— reprochó el castaño con tono de enfado.


    En ese momento, Jens detuvo su marcha
    —Escúchame bien David, eres un buen entrenador y todo, pero, tanto Romina como yo sabemos cuidarnos solos, además, para ser sincero, no me agrada tu compañía.
    Era la primera vez que Jens dejaba de lado su amable tono de voz y su calida sonrisa
    —Está bien, me iré, pero antes de dejarlos, quiero que me muestres si de verdad eres capaz de cuidarte solo— expresó David, con tono desafiante.
    Y una batalla pokemon dio inicio.


    Ante la atenta mirada de Romina, Jens y David sacaron a sus monstruos a luchar, Trubbish fue la elección del rubio, y Dewott la del castaño. Quien inició las hostilidades fue el pokemon acuático arrojando un potente pistoletazo de agua contra su rival, quien ignorando lo sucedido comenzó a mirar al cielo, dejándose impactar por aquel torrente de poder, curiosamente, la bolsa de veneno no parecía haber sido afectada por aquel contundente ataque
    —Genial, sabes usar amnesia— señaló alegre Jens
    —Mierda— se escuchó decir a David.
    Tras ese académico comentario, el castaño decidió retirar a su pokemon, pero para su sorpresa, Jens ordenó a Trubbish que use las púas toxicas, y el sector de tierra y pasto que hacía las veces de campo de batalla fue minado de púas moradas.


    Sin otra alternativa, David sacó al combate a Krokorok, quien ni bien puso sus pies en tierra, cayó de rodillas al suelo y dio un desgarrador grito de dolor, y las culpables eran las púas de Trubbish, que se habían introducido en la piel del cocodrilo, infectándolo con sus neuro toxinas
    —Roca afilada— ordenó el castaño.
    Su pokemon, sacando fuerzas de flaqueza, levantó una gran cantidad de rocas, las cuales fueron disparadas a una sorprendente velocidad contra el pokemon toxico
    —Doble bofetón— pidió Jens, y su compañero, en una impresionante muestra de reflejos y habilidad, destrozó las rocas con el girar de sus bracitos
    —Excavar— gritó David, quien ya estaba fuera de si, y Krokorok se enterró en la tierra.
    Para sorpresa de todos los presentes, el cuerpo de Trubbish comenzó a brillar, su piel se agrietó y su cuerpo creció enormemente de tamaño, era evidente que había evolucionado
    "GARBODOR. Apresa a su rival con el brazo izquierdo y le da el golpe de gracia exhalando por la boca un apestoso gas venenoso. “señaló la pokedex de Romina.


    Tras la evolución, el pokemon venenoso enterró sus brazos y de un tiron sacó al cocodrilo bípedo de las profundidades y lo azotó con violencia hasta que por fin y ante la incrédula mirada de David, lo dejó fuera de combate
    —No tiene sentido que sigamos peleando— comentó Jens.
    David, sabía que eso era cierto, así que, tragándose su orgullo y tras retirar a su pokemon, se alejó de Romina y Jens sin decir palabra alguna
    — ¿Este combate era necesario?— indagó Romina, viendo que su querido vecino y mejor amigo se alejaba embargado por el dolor de una tremenda derrota
    —No romy, pero alguien tenía que poner en su lugar a ese chico— respondió su amigo, mirando hacia el horizonte.


    Muy atrás había quedado la lucha de Jens contra David, y nuestros protas caminaban por el campo, acompañados solo por el canturreo de los Woobat que se escondían entre los árboles, tanto Romina, como su compañero, buscaban algún buen lugar par armar su carpa y pasar la noche, pero los desniveles de aquel terrero les hacían imposible la tarea. Gritos de niños a la distancia llamaron la atención de los chicos, así que, intrigados por aquellas voces, ambos corrieron hasta llegar a un edificio que parecía ser una escuela de campo, y guiados por su curiosidad, los chicos entablaron charla con una hermosa mujer que había resultado ser la directora de aquella institución
    —Sean bienvenidos chicos, esta es la escuela rural de la ruta 3, lamento informarles que esta escuela inscribe solo a niños pequeños— expresó la docente
    —No se preocupe, no venimos a estudiar, yo soy Romina, y estoy siguiendo la ruta de medallas de Teselia, y él, es Jens, quiere ser criador pokemon— informó la albina, con una sonrisa feliz.
    Al saber aquello, la directora de la escuela dio permiso a los chicos de pasar la noche en aquel edificio, pues en las inmediaciones de aquel lugar, los Liepard, amparados por la oscuridad, no respetaban a nadie.


    Un nuevo día había comenzado y tras tomar unas ricas tazas de leche mu-mu, Romina y Jens estaban listos para continuar su travesía, al salir de la escuela, los entrenadores se encontraron con un grupo de pequeños quienes reunidos en un circulo contemplaban la lucha de un Joltic y un Sweable, pertenecientes a unos preescolares llamados Juan y Carlos, los chicos mas fuertes de la escuela, supuestamente. Algo llamó la atención de Jens, sentado en un columpio, un pequeño se mecía con la mirada perdida en cualquier parte y sus ojos reflejaban una gran tristeza, así que el rubio se acercó a indagarlo
    — ¿Por que esa carita?
    —Es que yo quisiera unirme a mis amigos para jugar, pero ellos se la pasan luchando, y a mi no me gusta eso, además, por mas que lo desee, mi pokemon nunca va a evolucionar— respondió el pequeño.
    Esa última expresión intrigó al chico
    —Muéstrame que pokemon tienes, a lo mejor te puedo ayudar a que lo evoluciones.


    Jens no se esperaba lo que iba a salir de la pequeña pokebola de aquel niño, se trataba de un pequeño bicho de seis patas, quien poseía una capa de pelos blancos que cubría todo su cuerpo y sobre su cabeza, algunas protuberancias rojas
    —Un, un Larvesta— exclamó fascinado Jens
    —Si, mi papá me lo trajo del desierto, pero yo no lo quiero, nunca me hace caso.
    En ese momento, a Jens se le ocurrió una idea
    —Mira, si quieres te lo cambio por tres Trubbish, son muy fuertes y están a punto de evolucionar.
    El pequeño preescolar lo pensó por un momento y aceptó el trato
    —Prométeme que cuando evolucione me lo vas a mostrar— exclamó dulcemente aquel pequeñín
    —Cuenta con eso, cuidaré bien a este pokemon— expresó sinceramente Jens.


    Luego de semejante intercambio, Romina y Jens dejaron la escuela rural, y a paso veloz se dispusieron a recorrer el resto de la ruta 3; mientras tanto, aun en Ciudad Gres, David se encontraba conversando con un hombre que lucía un elegante traje y un pelo engominado y peinado hacia atrás, lo que le daba la apariencia de ser alguien de la alta sociedad
    —Jovencito, lo vi perder contra su amigo, pero veo en usted un gran potencial como entrenador
    — ¿Y eso que? igualmente perdí— bufó el castaño
    —Lo sé, pero con mi ayuda usted puede llegar a ser de los mejores entrenadores del mundo, solo le pido a cambio de mis servicios toda su lealtad... ¿que me dice?— inquirió aquel misterioso sujeto.
    David no lo dudó y de inmediato, aceptó la propuesta.


    Mañana, nuevo capitulo de Tim's Power... Gracias por leer!
     
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