(tloz ww ) las armas más poderosas: una sonrisa y unas palabras.

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por PK Fire, 21 Enero 2015.

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    PK Fire

    PK Fire Nayru´s Love

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    Escritora
    Título:
    (tloz ww ) las armas más poderosas: una sonrisa y unas palabras.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3249
    Si su sentido de la orientación estaba correcto, el viento soplaba hacia el noroeste, el barco adquiría gran velocidad y sus piratas estaban atentos a cualquier peligro que pudiera presentarse; aunque esa vez estuvieron más despiertos que nunca, porque su querida capitana ya no estaba con ellos…

    ― ¡Mira Niko, una gaviota! ―Exclamó Arill apuntando hacia el cielo vasto de nubes, aquella ave apenas podía apreciarse, con facilidad sus plumas se camuflaban.

    ―Niña, van tres veces que me dices lo mismo ―regañó el pirata dejando a un lado su telescopio―. He visto demasiados pollos blancos durante toda mi vida, ¡deberías considerar eso!

    La niña de mejillas cálidas y ojos color de mar, soltó una pequeña risa. Sabía muy bien que el señor Niko podía molestarse y no hablarle durante una hora, por lo mucho, pero estaba tan aburrida que le resultaba divertido correr el riesgo. Tal vez si tuviera su telescopio favorito no recurriría a este tipo de situaciones, ¿pero de qué se quejaba?, si ahora le pertenecía a su hermano mayor. ¡Qué más alegría que ésa!

    Sin darse cuenta, ya habían pasado cinco minutos que sólo escuchaba el canto del mar y el cacareo de las gaviotas. El niño pirata volvió a tomar su telescopio y miraba a sus alrededores en busca de alguna isla desierta, tesoros escondidos o ¿por qué no? a Tetra. La pobre capitana llevaba perdida, si llevaba bien la cuenta, ocho días.

    ― ¡Mira Niko!

    ―Arill, estás comenzando a fastidiarme ―masculló él.

    ― ¡Pero esta vez son muchas gaviotas!, ¿no son hermosas? ―Comentó con una voz tierna y dulce, él hizo caso a sus mandatos y desde su telescopio buscó a las aves.

    ―Sí, las veo… ¿y? ―Desvió su artefacto y la puso casi en el rostro de ella, podía apreciar sus grandes ojos―. Si tuviera unas grandes alas te atraparía un pollo blanco, Arill.

    ―Muchas gracias ―le regaló una sonrisa. Dio media vuelta para caminar tranquilamente hacia las escaleras, pero siempre mantuvo su hermosa sonrisa.

    ― ¡Arill! ―Levantó su voz todavía chillona, ella se detuvo exactamente en el segundo escalón―, dije eso porque ahora es tu cumpleaños… No por otra cosa. ―Volteó su mirada con un leve rubor en las mejillas.

    Ella sólo siguió bajando las escaleras apurada, su corazón y sus sentimientos estaban un poco desesperados. Era verdad, ahora cumplía años, todos los piratas ya la habían felicitado; sin embargo, muy adentro de ella, un rincón que seguramente aún no conocía en su corazón, estaba completamente vacío. No sabía cómo explicarlo, pero cada vez que trataba de averiguar qué era aquella sensación, se le hacía un nudo en su garganta y sus ojos se llenaban de lágrimas. Mejor ahuyentaba aquellos raros pensamientos antes que alguien se diera cuenta que se estaba volviendo loca, o por lo menos eso ella pensaba.

    ― ¡Llegó el correo! ¡Vengan a ver y miren cuántas cartas nos han llegado! ―Anunció muy alegre uno de los piratas, tenía montones de cartas en sus dos manos de distintos colores, torpemente caminaba.

    No tardaron ni cinco segundos para que todos le arrebataran las cartas y cada uno buscaba su correspondencia: unos recibieron tesoros pequeños, mapas azules donde marcaban la ubicación exacta de riquezas, o simplemente recibieron escritos de familiares lejanos. Cuando llegó Arill, toda la correspondencia ya se había entregado.

    ― ¿Y mi carta? ―Preguntó inocentemente manteniendo su sonrisa―, ¿dónde está? ¿Alguien la tiene?

    ― ¿Cuál carta?, la correspondencia ya ha sido entregada ―contestó Gonzo, quien por su labor, se caracterizaba por controlar el timón del barco y tener un tatuaje en el pecho.

    ―Pero… ―entonces, aquel vacio volvió a presentarse en sus pensamientos, las lágrimas bañaron solamente sus ojos adquiriendo un semblante triste y solo―. Mi hermano… No puede ser que se haya olvidado de mi cumpleaños, no es posible ―con cada palabra mencionada de su boca se quebraba con facilidad. Fue ahí entonces cuando todos le prestaron atención a la niña―. Link, mi hermano mayor siempre es el primero en acordarse, no entiendo por qué…Claro, está de viaje, debe estar en una importante misión, por esa razón la última vez que nos vimos no me dejó acompañarlo.

    ―Sí, pero eso no debe ser excusa para que se le olvide un día muy importante ―dijo Niko casi saltando de su lugar, recibió un codazo de parte de Gonzo.

    De un momento a otro, sus lágrimas fueron más fuertes que su orgullo débil, prefería eso antes que dijera cosas de su hermano con las que después se arrepentiría. “¿Cómo consolarla?”, esa era la pregunta que rondaba en las cabezas de los piratas, aquéllos que causaban terror en el extenso del mar, no podían consolarla porque ellos mismos se verían realmente estúpidos, personas que se hacían llamar piratas no podían rebajarse a tal lloriqueo; no obstante, Gonzo no le apenaba acercarse a ella y consolarla, mejor eso a nada. Cuando el pirata más fuerte y al segundo al mando de la tripulación se acercó a Arill, todos clavaron miradas extrañas y una que otra de decepción. Gonzo apenas tocó el pequeño y frágil hombro de la niña, las nubes comenzaron a juntarse rápidamente, los relámpagos las acompañaron con sus relucientes apariciones, el llanto del cielo comenzó a bañarlos. Ellos apenas reaccionaron…

    ― ¡Niko ve hacia arriba y dime lo que vez! ―Ordenó Gonzo interrumpiendo el asombro de todos.

    ― ¡Enseguida!

    ― ¡Los demás vayan a sus puestos! ―Era obvio que con eso se refería a los piratas, no a Arill. Gonzo estaba tan asustado como ellos, pero por ser el segundo al mando no tenía que decepcionar a su capitana. Él dio media vuelta bruscamente para ir al timón.

    ― ¡Señor Gonzo, ¿yo qué hago?! ¡Dígame por favor! ―Preguntó Arill con las manos en su pecho, sus lágrimas se combinaron con las del cielo con sutileza. El pirata, convencido de la valentía de la niña, dijo:

    ―Escóndete y espera, que nosotros nos encargaremos de esto ―fue corriendo a su puesto dejando a la plebeya decidir por ella misma lo que podía hacer.

    ― ¡Gonzo, lo veo! ¡Es algo enorme, horrendo, algo muy espantoso que jamás había visto en mi vida! ―Gritó Niko desde lo alto del barco, estaba bien aferrado al poste y con la otra mano observaba con su telescopio. Aunque el tamaño de la bestia se podía ver desde muy cerca―. ¡Es un calamar! ¡Un calamar gigante!

    ― ¡¿Qué?! ―Exclamaron en coro, todos.

    ―Creí que sólo era un mito de piratas ―dijo uno de ellos―, ustedes saben, para ahuyentar a las personas de algún tesoro.

    Arill no se dispuso a escuchar aquel absurdo comentario. Se acercó a la orilla del barco para contemplar al calamar de ocho ojos y dos enormes tentáculos que realmente le atemorizaban, era de un color morado tenue, ¿o blanco?, ¿sería acaso azul…? Si su hermano estuviera aquí.

    ―Tetra sabría qué hacer en estos casos ―lamentó Gonzo mirando a la bestia. Cuando movía el timón hacia los lados el barco no le respondía, la corriente creada por el animal era tan fuerte que estaban dando círculos alrededor de él lentamente: iban directamente a su boca― ¡Maldición!

    ― ¡Gonzo! ―Vociferó Niko, Arill y él voltearon hacia arriba―. El punto débil de ese animal puede ser… ¡Ah!

    De repente, un tentáculo cayó al mar con fuerza y creó unas olas muy grandes para mover bruscamente el barco, Niko soltó su telescopio al mar y se agarró del barandal del barco.

    ― ¡Son sus ojos, dispárenle a sus grandes ojos amarillos! ―Voceó muy enojado aferrándose bien a la madera.

    ― ¡Alisten los cañones! ―Ordenó Gonzo― ¡No quiero balas fallidas!

    Tal vez con eso trató de imitar a Tetra y darle más confianza a su tripulación, tal vez sólo lo dijo para su mismo miedo de no decir nada inteligente en esos momentos críticos, quién sabe. Los demás con tenacidad cargaban los cañones y los colocaban a la orilla del barco con rudeza, por suerte no habían roto nada durante el camino. Arill, muy asustada se refugiaba cerca de Gonzo, así si alguien ocupaba alguna cosa o ayuda, ella acudiría. ¡Vaya cumpleaños!

    ― ¡Fuego! ―Gritó Niko apuntando hacia el objetivo.

    Las balas salieron disparadas en coro como si ya tuvieran mucha práctica en esto. De cuatro cañones que tenía, sólo una bala acertó en un ojo. El calamar hizo un sonido muy agudo y extraño, tanto que acabó ensordeciendo a toda la tripulación; ese fue el inicio de su ira y desesperación por comérselos de una buena vez. Se crearon olas que provocaba que el barco se moviera de arriba hacia abajo. Niko, aún aferrado al poste, por descuidarse un poco, soltó su telescopio al mar insaciable, hizo un berrinche saltando y bajó apresuradamente con las escaleras.

    ―Arill no te asomes mucho hacia el mar ―habló Gonzo lo más sosegado que podía―, podrías caerte.

    ― ¡Señor parece que flotamos en el aire! ―Explicó sin importarle mucho sus palabras. Su rostro lucía preocupado.

    ― ¡Fuego! ―Esta vez dos balas habían acertado al objetivo.

    El calamar hizo una gran ola dirigida a ellos lateralmente, cuando el agua salada los bañó, Niko se cayó de siete escaleras de cuerda que le faltaban y Arill, por el impulso del agua y los movimientos alígeros del barco, cayó al mar de boca. Cuando la bestia se dio cuenta que uno de sus aperitivos estaba muy cerca de él, comenzó a absorber más agua de su hocico.

    ― ¡Ah, ayúdenme! ―Movía sus brazos sin lograr nada.

    ― ¡Arill! ―Gritó Gonzo dejando el timón a su suerte para asegurarse que ella se encontraba bien.

    ― ¡Fuego! ―De cuatro cañones, sólo acertó uno.

    ― ¡Resiste niña! ―Animó Niko alistándose para saltar por ella, se subió al barandal del barco dejando que el miedo entrara a su corazón cuando volvió a mirar al calamar gigante, pero la niña debería estar más asustada que él, ya que los ojos de la bestia la miraban, él cerró los ojos―: 1…2…

    Escuchó el estruendo del agua: alguien más fue por ella.
    Se asomó y vio a Gonzo en el mar, acercándose con agilidad hacia Arill. Él respiró aliviado, no tocaría el agua fría. El animal movió otro de sus tentáculos bañando de nuevo a la tripulación; pero los más afectados eran las personas que estaban fuera del barco, ellos se hundieron un poco por la presión del agua sin tomar aire, el pirata tomó a la niña de su brazo para ayudarla a salir de la superficie. Lo bueno que ambos sabían nadar, casi era un requisito si vivías en una isla.

    ―Lo siento…

    ―No te lamentes Arill, saldremos vivos de aquí ―tomó la mano de ella, como padre e hija. Rara; pero se sentía bien a lado de un señor fuerte y valiente. En esos instantes, ella fue feliz. Un cálido rubor en sus mejillas sintió, pero por el mismo frío que tenía, desaparecía con rapidez.

    ― ¡Enseguida les aviento una escalera! ―Niko fue corriendo por una.

    ― ¡Espere, señor Gonzo! ―La niña apuntó hacia al frente, dejando ver el artefacto que se había caído antes que ella―. ¡El telescopio de Niko!

    ―Olvídalo Arill, tenemos que salir de aquí.

    ― ¡Fuego! ―De las balas que salieron, le dieron a un ojo muy apenitas.

    ―Pero Gonzo, Niko ama a ese telescopio ―la verdad, había exagerado un poco; no obstante, quería devolvérselo a como diera lugar.

    El pirata de pañuelo rojo en la cabeza, les lanzó una escalera de cuerda. Ambos se acercaron a ella, el pirata más fuerte fue el primero en subir, dejando sola por unos instantes a la niña rubia. Ella aprovechó para alejarse de él e ir por el telescopio flotante y resistente que brillaba a cinco metros de ella. No importaba ya si los piratas se dieran cuenta de su simple plan, Arill estaba decidida.

    ― ¡Niña vuelve acá! ―Gritó Gonzo a todo pulmón cuando había subido la tercera cuerda.

    Ella seguía nadando tratando de pasar desapercibida por el calamar, él al no ver resultados con sus gritos, decidió subir para acabar con todo de una vez antes de que fueran derrotados por el monstruo. Cuando Arill llegó a su objetivo, lo tomó con una mano y se puso a nadar de nuevo pero en sentido contrario, no se puso a revisar si el telescopio tenía alguna ruptura o si le faltaba algo, lo único que deseaba era estar arriba del barco.

    ― ¡Fuego! ―Dos balas acertaron, dos ojos quedaban solamente para derrotarlo; pero faltaba poco tiempo para que fueran tragados.

    Las gaviotas que volaban alrededor del calamar seguían rodeándolo, como si ellas anunciaran el peligro; sin embargo, como cinco gaviotas bajaron y picotearon un ojo para proteger a Arill, ya que uno de sus grandes y pegajosos tentáculos, estaba a punto de aplastarla. Contando ése, sólo faltaba un ojo.

    ― ¡Se acabaron las balas! ―Anunció un pirata saliendo de una habitación muy alarmado―. ¡Hoy moriremos!

    A pesar de los lloriqueos y arrepentimientos de los piratas, Niko bajaba lentamente las escaleras de cuerda vieja, se detuvo en el penúltimo escalón y le extendió la mano a la niña más valiente de la tripulación; la que no había pensado dos veces para lanzarse al peligro y recuperar un objeto que carecía de valor. Ella sonrió alegremente, sin ninguna gota de temor a la muerte que se aproximaba, tal vez apenas tenía una idea de lo que era eso. Niko se contagió de su tranquilidad y alegría. Gonzo estaba más desesperado, fue con los piratas y faltó poco para que él les diera una paliza a todos los piratas.

    ― ¡Son unos idiotas, no saben apuntar y ahorrar balas! ¡Tetra estaría decepcionada de nosotros!

    Niko y Arill acababan de subir al barco y vieron la escena de unos piratas cobardes, llorones, se despedían y se abrazaban unos a otros, los más codiciados tomaban los tesoros más valiosos del barco y comenzaban a bañarlos de besos. Gonzo era el único pirata con honor que se despedía de su amado timón.

    ―…Feliz cumpleaños, Arill ―musitó muy bajo y lento, el pirata que tenía el telescopio. ¿Por qué aguantarse las ganas de llorar en ese momento cuando ella moriría el mismo día en que nació?, por lo menos le hubiera gustado ver a su familia por última vez.

    ―Gracias, Niko… ―entonces soltó el llanto sin hacer escándalo.

    Cada lágrima de sus ojos era como un grito de auxilio; uno de esos que no se miraba todos los días, esos sentimientos sinceros y encontrados los presenciaba un pirata rudo. Entonces el niño con un poco más edad que ella se amarró bien el pañuelo rojo, se tronó los dedos con fiereza y se acomodó la camisa de rayas. Todos estaban cerca de su hocico, sólo esperaban a ser tragados por la bestia. Niko con tenacidad y rapidez, se apoderó de un cañón y en vez de bala colocó su mismo telescopio, él sólo apuntó bien hacia el ojo, pero los segundos estaban contados, ya se apreciaba la lengua asquerosa que los saboreaba. Cuando Niko estuvo seguro de su puntería, él disparó, rezando por dentro darle al único ojo que faltaba…

    De los orificios del monstruo comenzó a salir humo, el calamar estaba completamente ciego. De repente, los tripulantes del barco observaron el denso mar que mostraba un hermoso atardecer, y el animal más temido de aquellas aguas, se convirtió en humo. Todos respiraron aliviados.

    ―Ustedes son quienes me salvaron de esa bestia ―siguiendo de donde provenía, todos voltearon hacia arriba―. Muchas gracias piratas, y también a la señorita Arill.

    ― ¡Oh, sabe mi nombre! ―Se acercó ella emocionada. La mujer azulada, sin mirada y en vez de piernas su cuerpo finalizaba con una espiral, se acercó a ella también. Arill no podía adivinar si era una majestuosa hada o una aventurera sirena.

    ―Por supuesto, compartes la misma sangre del héroe del tiempo ―la miró a los ojos―, tienes la misma valentía que él.

    ― ¿Héroe del… tiempo?

    ―Oiga, ayúdenos ―ordenó Niko apuntándola―. No sé cómo llegó al interior de esa bestia, pero el barco está muy débil con todos estos golpes.

    ―Los recompensaré por sus hazañas…

    Ella levantó su mano, depositó un beso en él y ella sopló un montón de pétalos rosados que se dirigían al barco, maravillando a un más el día de Arill. Todos los daños se esfumaron rápidamente, por esa razón, todos los piratas celebraron con brincos de felicidad, besaban sus tesoros o el mismo barco que había quedado como nuevo. No recibirían una paliza de Tetra cuando la encontraran.

    ―Este barco perdurará por mucho tiempo, hasta que la nueva tierra sea nombrada por los designios de su capitana ―decretó con seguridad y con una sonrisa en su apacible rostro y extraño.

    ―Muchas gracias por todo ―dijo Arill algo desalentada, bajó la mirada al barco como si le interesara buscar alguna rupia tirada por casualidad.

    ―Hermana del héroe, anímese. Nadie se olvidó de su cumpleaños, ni siquiera el héroe del tiempo, ni mucho menos su querida abuela ―comentó el hada―. De hecho querida hermana, aún no has cumplido años…

    ― ¿Cómo dice?

    ―Sí: efectivamente usted nació este día; sin embargo, fue en un atardecer lleno de vida, soleado y caluroso. Lo que yo tengo entendido, es que apenas está en el cielo un atardecer. Tal vez el héroe del tiempo sea muy puntual en esas cosas.

    ― ¡Es verdad, lo es! ―Saltó de alegría.

    ―Sólo sea paciente con su hermano ―dejó eso como último comentario―. Fue un placer conocer a la hermana del héroe.

    El hada se congeló por unos instantes para después desaparecer en una inmensa luz blanca, cuando ella se desvaneció, Arill vio a lo lejos uno de aquellos pájaros mensajeros de la raza Rito. Se dirigía hacia el barco.

    ―Arill, justo a ti te buscaba ―el ave aterrizó enfrente de ella, Link había ganado popularidad sin saberlo por su asombrosa y notable valentía en ir ayudar a la gente. Un gran héroe. El mensajero sacó una carta blanca e impecable, con una estampilla en forma de gaviota que la sellaba―. Es de parte de tu hermano Link, me advirtió que fuera puntual, y para eso me pagó veinte rupias.

    ― ¡¿Link?!

    Ella le arrebató la carta, la abrió y comenzó a leerla…





    Un escalofrió terminó por recorrerle el cuerpo, las lágrimas se escaparon de sus ojos lentamente y su corazón se lleno de una inmensa alegría, tanta había, que no podía dejar de sonreír. Sin darse cuenta, el ave ya se había marchado, tal vez se había aburrido de verla leer una carta que no leía en voz alta, o tal vez tenía otras entregas urgentes. Los piratas estaban en sus puestos asignados, y ella sólo apretaba la carta contra su pecho.
    Ninguno de los piratas supo qué decía exactamente la carta, pero no podían dejar de ver la hermosa sonrisa que adornaba el rostro de Arill.

    Aún con las lágrimas, sacó el regalo de su hermano: *un fruto de Ajinjín que venía junto a la carta, y la colocó arriba de su cabeza. Y fue ahí entonces, que Arill comenzó a creerse una gaviota, a sentirse parte de ellas. Un juego que hace tiempo ella y su hermano practicaban muy seguido.

    Y entonces, la dirección del viento cambió hacia el sur…





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    *Fruto de Ajinjín: Usando este objeto en determinadas zonas podrás tomar el control de una gaviota.
     
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