Natalia [Torneo]

Tema en 'Relatos' iniciado por Strawberry Smiles, 12 Septiembre 2013.

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    Strawberry Smiles

    Strawberry Smiles CA Loquillaaa XD

    Escorpión
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    Escritora
    Título:
    Natalia [Torneo]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
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    4898
    ¡Hola a todos! Aquí vengo con un escrito para la tercera (y última) ronda del Torneo de Momentos. Gracias a vuestros comentarios he llegado hasta aquí ¡gracias!
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    -Los comentarios que NO sean Spam, valen 2 puntos a mi favor.
    -Si enviais un MP a @Kushina Uzumaki o @Sweet Suicide con vuestro voto con la razón del porqué, valdran 3 puntos a mi favor.
    Es el one-shot más largo que he escrito nunca.
    Okey, ¡leed a gusto!

    Natalia

    Vi la gran mansión desde el otro lado de la calle. La limosina negra de tintados cristales se apreciaba contra el blanco de las paredes de la mansión. Me acerqué a la alta verja de hierro forjado y negro, con sutiles y delicados dibujos de flores y formas que la convertían en una obra de arte, y piqué al timbre de al lado. No escuché la voz exageradamente pausada del mayordomo ni la delicada voz de mi amiga. No escuché nada porque nadie respondió. Extrañada, volví a picar. Lo hice unas cuántas veces más, cada vez más impaciente. Siempre había alguien en esa casa, alguna sirvienta como a mínimo y que nadie respondiera era de lo más inusual.

    Me fui a paso rápido. Volví al cabo de poco, ésta vez con el peso frío de una larga llave negra y oxidada en el bolsillo. Mira que tener que ir hasta casa a buscarla y volver… Como eso fuera una broma de Natalia, la mataría de muchas formas dolorosas.

    Cogí la llave que me dio Natalia –para emergencias– e intenté introducirla en la cerradura de la verja, pero me di cuenta de que el pulso me temblaba demasiado. No tendría que estar asustada, seguro era una broma suya. Me obligué a tranquilizarme y abrí la puerta de la verja con un largo crujido. A ver cuándo se acordaban de ponerle aceite a esa puerta, ese sonido era más escalofriante…

    Seguí por el caminito de baldosas blancas, que parecían fuera de lugar en ese jardín verde, lleno de árboles y bonitas flores. Rodeé la fuente de un extraño ser que escupía agua transparente por la boca, caía por uno de sus brazos y se deslizaba hasta abajo en una bonita flor de campanilla, todo echo de mármol blanco. Me paré a mirarla y sonreí. Amaba esa fuente.

    Llegué a la gran puerta de doble hoja, de madera oscura y pesada e introduje otra llave –ésta dorada, al igual que la cerradura, y de cobre–, abriendo con un imperceptible gemido y colándome por una estrecha brecha para intentar hacer el mínimo ruido posible. Cerré la puerta tras de mí y me quité los zapatos, para caminar con los calcetines y así hacer menos ruido. Colgué en el perchero de pie dorado el abrigo marrón y la bufanda, los guantes y el gorro lavanda. Me pasé una mano por el pelo dorado y agradecí el calorcito de esa casa en lugar del frío del invierno de afuera. Zapatos en mano, me encaminé a la que sabía era la habitación de Natalia. Había querido gastarme una broma al no abrirme, pues yo la asustaría entrando a su habitación de golpe. Su cara de sorpresa sería una graaan victoria.

    Me extrañó no encontrarme a ninguna sirvienta atareada con su uniforme blanco y negro, llevando en brazos algún objeto o limpiando el pasillo que yo cruzaba con sigilo. Había cuadros colgados de la paredes de un puro color blanco, jarrones hermosos con caras flores sobre mesitas marrones repartidas por el lugar y bonitas decoraciones bañadas en oro o plata.

    Justo debajo de una gran lámpara de araña dorada en el techo de la cual colgaban miles de pequeños cristales aguamarina, paré de caminar y miré a la puerta azul de la habitación de Natalia. Puse la mano sobre el redondo y brillante pomo plateado, abrí la puerta rápidamente y entré en la habitación con rostro orgulloso.

    La habitación era muy grande, tanto como el comedor de mi casa y el triple que mi habitación. Las paredes eran de un bonito y suave color lima y el único cuadro que decoraba las paredes estaba sobre el cabezal de su cama. Era una fotografía de ambas de pequeñas, yo sonriendo con un diente faltante y risueños ojos verdes cogiendo a Natalia al caballito, ya con el cabello largo que siempre la ha caracterizado y un bonito sombrero rosa que resaltaba con el negro de su pelo. El dosel fino y blanco, hecho con intrincadas formas bordadas en éste, caía a ambos lados de la cama con unas mantas de color rosa pastel y dos cojines rojos sobre la almohada blanca. El escritorio hecho de resistente madera de un marrón claro tenía una lámpara negra, volcada y encendida encima, iluminando con una luz blanca un lapicero hecho con macarrones que hicimos ambas en párvulos. Todo estaba en orden, resaltando mucho entonces la lámpara volcada y el gran armario abierto con todas las ropas de dentro revueltas y desordenadas. Sólo faltaba algo, más bien dicho, alguien. Natalia.

    No estaba en su acolchada silla azul cielo escribiendo sobre el escritorio en su diario con las tapas forradas de terciopelo violeta, ni leyendo un libro estirada en la cama, ni mirando la televisión que colgaba de una de las paredes, rosa y de pantalla plana. No estaba. Miré el reloj, muy preocupada. Aún faltaban unas buenas dos horas para que estuviera comiendo en el comedor, y no era ésta la hora a la que iba a pasear al jardín o a jugar con los dos perros que tenía. Entonces ¿Dónde se había metido? Ella siempre me avisaba cuándo se iba a algún lugar, a alguna comida con alguna familia importante o de viaje por negocios de sus padres.

    Esta vez, más que asustada, salí dando trompicones de la habitación y miré en cada una de las habitaciones, encontrándolas todas vacías y en orden. El final del pasillo se abrió en un gran comedor con una larga mesa marrón y paredes amarillo mostaza. Vacío. Corrí al salón, con la esperanza de encontrarla tocando el piano negro de cola del centro de la estancia, pero tampoco estaba ahí. Después de revisar cada una de las habitaciones, no encontré a nadie. Totalmente nerviosa y con pequeñas lágrimas que se acumulaban en mis ojos, me apoyé en una pared para recuperar el aliento. Había mirado en cada una de las habitaciones y no había aparecido, no sólo Natalia, si no nadie. Entonces me acordé de que no había mirado en la despensa, llena de comidas caras y exóticas, ni las cocinas, que conectaban con la despensa por una pequeña puerta. Pensé que quizás Natalia había bajado a las cocinas a hablar con la Cocinera, al tener ambas muy buena relación y ser para Natalia como su abuela difunta hace tiempo. Corrí a las escaleras que bajaban al sótano y pasé por un largo y amplio pasillo iluminado por pequeñas lámparas colgadas de las paredes, hasta que se abrió el pasillo dejando paso a las cocinas. Lo que primero llamó mi atención fueron las cacerolas tiradas en el suelo, junto con utensilios de cocina y un delantal blanco manchado de salsa de tomate en el suelo a unos pasos de la pequeña puerta que conectaba con la despensa. Con sigilo sorteé las cacerolas y platos rotos, rezando por no cortarme los pies, y abrí la puerta de la despensa.

    Un fuerte olor me noqueó y con una mano me tapé la nariz mientras tosía y con la otra buscaba a tientas el interruptor de la luz. Rocé con la mano algo viscoso y espeso de la pared, pero no pude verlo por la oscuridad. Cuándo al fin encontré la luz, lo primero que vi fue mi mano. Lo que había en ese delantal no era salsa de tomate, y lo de mi mano tampoco, era sangre. Dejé caer la mano que goteaba sangre a un lado de mi cuerpo y con lentitud levanté la cabeza, dejando ver lentamente la horrorosa escena ante mí, ésa escena que nunca he podido olvidar y que nunca olvidaré, esa escena con la que he tenido pesadillas que aún me atormentan.

    Las paredes, que originalmente eran grises, ahora estaban cubiertas de sangre completamente y se veían rojas. Todos los alimentos estaban salpicados de sangre y el suelo que pisaba también estaba lleno de sangre. En el fondo de la estancia, había más de 20 cadáveres amontonados unos encima de otros, con miles de pequeñas heridas de cuchillo y cubiertos de espesa sangre que aún brotaba de algunos cuerpos. Entre las expresiones de horror, bocas abiertas y ojos salidos, pude distinguir algunos rostros conocidos de sirvientas con las que había hablado alguna vez. Y en la pared del fondo, justo encima de los cadáveres, colgaban clavados con estacas en el pecho cuatro cuerpos.

    Uno era la madre de Natalia, una mujer refinada y estricta que no aceptaba error alguno, teñida de rubio oxigenado y con unos quisquillosos ojos marrones. El otro era el padre de Natalia, un hombre mayor, amable y de buen corazón, con cabello canoso que en su juventud debía ser negro y ojos azul oscuro. Y los otros dos cuerpos eran los dos perros negros Gran Danés que custodiaban la casa. Uno se llamaba Muerte y el otro Rayo, puestos por su madre, pero Natalia había decidido llamarlos de pequeña Dulce y Sonriente. Eso explicaba porque no habían salido a recibirme como siempre hacían, aunque no me hubiera dado cuenta en su momento. Los cuatro cuerpos estaban muertos y con sangre escurriéndose de su pecho y cayendo a los cadáveres de abajo.

    Lágrimas caían por mis ojos, escurriéndose por mis mejillas hasta caer al suelo, mezclándose con la sangre. No podía creer lo que mis ojos veían y un imperceptible susurro salía de entre mis labios:

    –No, no, no, no, no, ¡No!

    Acabé en un grito y caí de rodillas al suelo, manchándome los tejanos largos de rojo y apoyando las manos en el suelo. Lloré un tiempo pensando quien había podido hacer algo así, y busqué a Natalia entre esos cadáveres.

    Pero no la vi. No estaba ahí. Miré por toda la estancia largo rato y entonces lo vi. En una esquina de la habitación, había múltiples pisadas que no eran mías y la sangre estaba revuelta, todo signos de forcejeo. Y colgando de un gancho en la pared al lado, vi un trozo de tela. Me acerqué tambaleándome y tropezando, viendo borroso por las lágrimas. Pero a pesar de eso, no me costó distinguir la tela de colores de la bufanda preferida de Natalia. Natalia estaba viva. Pero la habían secuestrado.

    Con manos temblorosas saqué el móvil del bolsillo, sin importarme mancharlo de sangre de mis manos, y marqué el primer número que me salió en la lista.

    Hola Mola, ¿Qué pasa? – dijo una voz masculina.

    Reconocí la voz como la del novio de Natalia, Marc.

    –Ma-marc, necesito que vengas a casa de Natalia rápidamente, ¡Ha pasado algo horrible! – dije entre fuertes sollozos.

    ¿¡Que ha pasado?! – gritó Marc con apremio.

    – ¡¡Tu sólo ven!! – dije en un grito ahogado.

    De acuerdo, ahora mismo voy.

    Me quedé unos minutos sentada en el suelo llorando, hasta que Marc abrió la puerta de golpe, sin aliento seguramente por haber recorrido toda la mansión buscándome. Se quedó en mudo shock, mirando la sangrienta masacre fijamente durante unos largos minutos en que yo aproveché para serenarme. Cuándo me levanté, él me miró y parpadeó, despertando del shock. Pude ver en sus ojos oscuros que el miedo y el dolor empezaban asomar, así que me apresuré a explicárselo. Le expliqué lo que me había ocurrido y como había llegado aquí, le enseñe el trozo de bufanda y le dije que creía que la habían secuestrado, asegurándole mil veces que su cuerpo no estaba entre esos cadáveres, que ella estaba viva.

    Entonces volví a llorar, con un dolor que me atenazaba por dentro y caí al suelo al fallarme las rodillas. Al cabo de poco, noté unos fuertes brazos rodearme y atraerme a un cálido pecho. Lloré en el consolador abrazo de Marc largo rato. Hasta noté algunas gotas caer sobre mi cabello. No importaba, los chicos también tenían derecho a llorar.

    Cuándo él se separó levantándose, noté mucho frío al no tener su calor corporal y lo miré, viendo como él sacaba su móvil y llamaba a alguien.

    –Hola, ¿Policía?

    ¿La policía? Perfecto, ya podía desmayarme. Y eso hice.

    --

    Pasaron semanas y no habían noticias de Natalia. No habían encontrado el arma del crimen ni huellas en los cadáveres. No tenían nada.

    Los primeros días había llorado sin cesar y no había salido de casa, faltando al instituto y encerrándome en mi habitación. Pero poco a poco había ido superándolo, porque no habían encontrado su cuerpo lo que aún me daba esperanzas de que continuara viva.

    Un día llamé a Marc para quedar y ambos fuimos a dar un paseo. Fuimos quedando otros días, yendo al cine, a tomar algo… Cuándo estábamos juntos el dolor desaparecía, se nos olvidaban los problemas y lo pasábamos bien. Pero en cuanto nos separábamos, recordábamos lo sucedido y la realidad nos caía como un balde de agua fría.

    Con el tiempo, nos volvimos grandes amigos, nos lo contábamos todo y éramos el confidente del otro. Y no pude evitarlo. Me enamoré de él. Sabía que estaba mal, ya que Natalia estaba desaparecida y él era su novio, sabía que era como traicionarla. Pero sin querer me enamoré poco a poco de él, de sus cálidos ojos marrones y su sonrisa.

    Fue ése día, cuándo se cumplía un mes de la desaparición de Natalia, cuándo todo empeoró y se supo la verdad. La escalofriante y dura verdad.

    ––

    Ese día me arreglé bastante, no mentiré. Quería verme guapa para él. Me ricé el cabello rubio con un rizador, ya que lo tenía liso, y me puse la diadema más bonita que tenía. Me peiné el flequillo, para que me cubriera toda la frente como una cortinita. Me puse brillo rosa en los labios y rímel negro en los ojos verdes. Cogí mi vestido preferido, un vestido negro y corto por los muslos, con un ligero escote, unos zapatos de tacón carmín y un bolso pequeño también carmín. Me despedí de mi madre y fui a la puerta, dónde me esperaba Marc en un traje elegante de color negro y camisa blanca. Me miró y se sonrojó profundamente, yo solté una risita. Había acertado con ese vestido.

    Marc me había invitado a cenar, cosa que no había hecho nunca. No sabía si tomarlo como una cita o como una salida de amigos, pero iba a disfrutarlo al máximo. Me llevó a un restaurante caro dónde cenamos ambos a gusto, riendo y hablando amenamente. Después de la cena, que por cierto era exquisita, ambos fuimos a dar un paseo bajo la luz de la luna. Era todo tan romántico…

    Marc era caballeroso y elegante, y yo estaba en las nubes. Sabía que Marc no sentía nada por mí, que estaba enamorado de Natalia, por eso no le había dicho mis sentimientos. Pero ahora mismo me estaba siendo tan difícil contenerme…

    Los dos callamos de repente, y el silencio se hizo algo tenso. Quise decir algo:

    –Marc– dije al mismo tiempo que Marc decía–. Mola.

    Ambos nos miramos fijamente y desviamos la mirada, sonrojados. Marc tomó aire y cesó de caminar, yo lo miré, intrigada, y él habló:

    –Supongo que te preguntarás porque te he invitado hoy a cenar aquí. – Se tocó el puente de la nariz, un tic que había descubierto que hacía cuándo estaba muy nervioso o molesto–. Es porque contigo quiero hacerlo bien, Mola. No como con Natalia, que se lo dije en el parking de un McDonald. – Estaba súper nervioso, parecía como si fuera a… No, ¡no podía ser! –. Mola te amo. Me he enamorado de ti. Por favor dime que tú también sientes lo mismo por mí.

    Una felicidad me embargó y sonreí ampliamente. Lágrimas de felicidad se acumularon en mis ojos. E hice la pregunta obvia:

    – ¿Y ella?

    –Soy capaz de olvidarla por ti. Lo que siento por ti es mucho más fuerte que lo que en su momento sentí por ella. Te amo. A ella sólo la quería.

    Acunó mi rostro entre sus manos y acarició con su pulgar mi mejilla sonrosada.

    –Me encantan las pecas de tus mejillas. – Me sonrojé y miré el suelo–. Y cuándo te sonrojas me gustan más.

    Lo miré y él me miró fijo a los ojos. Y entonces acercó su rostro al mío, con lentitud. Cerró los ojos y un mechón negro le cayó sobre uno de ellos. Yo cerré los ojos también y entreabrí los labios, esperando porque esos labios se juntaran con los míos como tantas veces había anhelado. Ella no volvería. Seguramente estaba muerta.

    Pero… ¿Qué haría si no lo estaba? ¿Y si volvía? ¿Cómo le diría lo ocurrido? ¡Ella la odiaría! ¿Era capaz de arriesgar su amistad por un chico? Y aunque no volviera, ella la odiaría desde ahí arriba… No es que me pareciera atractivo el odio de un muerto ¿sabes?

    No podía hacerlo, no podía…

    Me separé corriendo, justo antes de que rozara sus labios con los míos. Lágrimas corrían por mis mejillas al saber lo que estaba a punto de hacer. Él me vio con angustia y corrió a quitar las lágrimas de mis ojos. Me aparté de su tacto y le miré, dolida.

    –No puedo Marc. No-no puedo. Ella-ella no se merecería que le hiciera esto.

    –Pero…

    – ¡Que no puedo vale! – Salí corriendo, alejándome de lo que habría sido un perfecto beso de una perfecta relación, de un perfecto novio. Me alejé de esa escena perfecta, por ella.

    --

    Lloré durante días y noches. ¿Por qué la vida tenía que darme algo tan perfecto y luego quitármelo? ¿Por qué? Mi madre ya no entendía nada. Yo no le había explicado lo ocurrido, pero creo que ella creyó que nos habíamos peleado o algo así.

    Se despidió de mí por la mañana y se fue a trabajar. Yo me quedé en casa al ser fin de semana y me puse a ver la televisión. Entonces escuché el ruido de la puerta al abrirse y unos pasos.

    – ¿Qué te has dejado ya, mamá? – dije sin dejar de ver la televisión.

    Escuché unos pasos acercarse y noté como el lado desocupado del sofá se hundía del peso de alguien. ¿Por qué se sentaba mi madre? Giré la cabeza, extrañada.

    Lo que me encontré no fueron para nada los ojos verdes de mi madre, sino unos ojos de un azul clarísimo. ¡No podía ser!

    – ¡¿Na-natalia?!

    – ¿Estás viendo Fringe? Sabes que odio esa serie.

    – ¡Natalia! – dije mientras lágrimas de felicidad se acumulaban en mis ojos y la abrazaba con apremio.

    Estuve unos segundos así, pero no respondió a mi abrazo. Noté atraves de su ropa como sus músculos se tensaban y se ponía rígida. Me separé y la miré, extrañada. Ella seguía viendo la tele, y pude ver que tenía los puños cerrados y la mandíbula apretada. Dejé de tocarla y volví a enderezarme en el sofá. Se relajó notablemente y toda la rigidez se esfumó, quedando sólo la escena de una tranquila y hermosa chica mirando la televisión. Pude ver que tenía la piel bastante bronceada, cuándo siempre la había tenido blanca como la nieve. Se había cortado el pelo por los hombros, liso y negro, y mi sorpresa fue inmensa. Ella siempre, desde pequeña, llevaba el pelo largo hasta la cintura, y nunca se lo cortaba porque le encantaba así de largo. Así que era muy raro que lo llevara tan corto. Lo peor fue cuándo me miró a los ojos.

    Fue una sensación gélida, atemorizante, como púas clavándose en cada parte de mi cuerpo. Sus ojos siempre habían sido azul claro, cálidos y amigables, pero hoy se veían gélidos y mortificantes. El brillo que siempre estaba presente en ellos se había esfumado y se veían opacos y sin vida. Ésta no era la misma Natalia de antes. Había cambiado.

    –Sabes… Confié en ti. Desaparezco un mes y me robas lo que es mío.

    – ¿De qué hablas? – dije mirándola asustada. Me estaba mirando de una manera muy escalofriante.

    –Os vi hace tres días. Ya me gustaría que conmigo hubiese sido tan romántico…– Dio un suspiro de enamorada–. Pero no lo fue. Os vi, parecíais dos tortolitos. Dime, después del beso os volvisteis novios ¿verdad?

    ¿Beso?

    – ¿Hasta dónde viste?

    –Cuando estabais a punto de besaros, y fue más que suficiente. ¿Sabes? Eres la culpable de la muerte de una pobre mujer ordinaria. Bueno, después de veros tuve que desquitarme con alguien.

    La miré, asustada.

    –Y-yo, entiendo que aún estés algo conmocionada por tu secuestro. ¡Pero tú no serías capaz de matar ni a una mosca!

    – ¿Mi secuestro? – Rió de la forma más macabra que había oído nunca–. No me secuestró nadie. Yo me fui. Yo los maté a todos. No maté a Marc porque creí que me amaba y podría llevármelo al otro lado. Pero me traicionó, al igual que tú.

    Negué con la cabeza y me alejé de ella hasta el borde del sofá, con lágrimas en los ojos.

    – ¡No, tu no pudiste! ¡Vi-vi signos de forcejeo! ¡Un trozo de tu bufanda!

    –A si… Me resbalé cuándo estaba extendiendo la sangre por el piso y se enganchó un extremo de la bufanda en ese gancho. Tuve que moverme bastante y estirar para quitarlo, pero un trozo se quedó enganchado ahí.

    –E-escucha, no-no pasó nada entre Marc y yo. A-antes de besarnos me separé y le dije que no podía, por ti.

    –No sabía que eras tan buena mentirosa. – Puso un dedo sobre su barbilla con gesto pensativo-. Mmmh… A ver qué puedo hacer contigo. ¡Ah! Ya sé. – Quitó el dedo de la barbilla y esbozó una sonrisa dulce como la miel que no pegó nada con lo siguiente que dijo–. Matarte.

    Antes de que pudiera reaccionar, saltó sobre mí con rapidez sobrehumana y puso sus manos en mi cuello. Comenzó a apretarlo con fuerza y empezó a faltarme el aire. Puse mis manos sobre las suyas en un gesto desesperado y empecé a arañárselas. Comencé a ver borroso y lágrimas se acumularon en mis ojos. El aire no llegaba a mis pulmones que quemaban como fuego.

    Entonces el brillo de los ojos de Natalia volvió y puso una expresión demacrada:

    –Lo siento. Perdóname por favor.

    La miré totalmente sorprendida. Entonces el brillo se fue de nuevo y su rostro volvió a ser una máscara imperturbable. Apretó aún con más fuerza mi cuello y la sorpresa se volvió de nuevo miedo a morir.

    Entonces, atraves del pitido que empezaba a escuchar por las orejas, sentí como la puerta se abría y mi madre decía:

    – ¡He vuelto cariño! ¡Que hoy tenía día libre y no me había acordado! ¡Sabes hoy María se ha…!

    No escuché nada más ya que Natalia me soltó el cuello y luché por coger todo el aire que podía con apremio, cogiéndome el cuello que quemaba con fuerza.

    – ¡Mierda! – Natalia se levantó de sopetón cuándo los pasos de mi madre se escucharon acercándose–. Esta vez te has librado.

    Miré en dirección a la puerta y volví a mirar al sofá. Natalia no estaba. Se había esfumado.

    --

    Intenté llamar a Marc para advertirle, pero no me lo cogía. Luego mi madre me contó que su familia se había mudado a toda prisa fuera del país y no habían dado explicaciones.

    Cobarde…

    Yo al contrario que él no me mudé y no le expliqué a nadie lo sucedido. Mi madre iba contándome lo que ocurría respecto a Natalia. Que había ido a la policía diciendo que había escapado de su secuestrador, y ahora vivía en la mansión con su abuela de 90 años, que estaba tan sorda y ciega que no se enteraba de prácticamente nada. Perfecto para que ella llevara a cabo sus planes sanguinarios.

    Al cabo de una semana decidí ir a su casa. No piqué, simplemente abrí la verja con la llave y me escondí tras unos arbustos cercanos a la fuente. No habían puesto perros nuevos, así que no se me hizo difícil. Esperé a la hora en que siempre iba la antigua Natalia a pasear por el jardín. No sabía si ésta Natalia lo haría también, pero tenía que verla para estar segura de no haberlo soñado todo.

    Justo cinco minutos después de la cinco, escuché la puerta abrirse y cerrarse tras una silueta. Esa silueta caminó en dirección a la fuente y yo me acerqué un poco más a ésta, agachada tras los arbustos. El sol se escondió tras una nube unos segundos y pude ver quien era.

    Natalia. Se había recogido el cabello en una cola alta e iba con ropa de montaña y botas. Cargaba una gran mochila amarilla que parecía muy pesada, pero ella la llevaba como si fuera una pluma. Cuándo se acercó más, supe porque se estaba comportando así.

    En su rostro tenía una sonrisa inhumana, macabra y amplia, ocupando todo el rostro y desfigurándolo en una mueca de locura. Eso era lo que le había ocurrido. Había enloquecido. No sé cómo ni cuándo, pero la locura era la que hacía ver sus ojos sin brillo y opacos y la hacía actuar así. Y viéndola en aquel momento, me di cuenta de que no tenía solución. Estaba loca de remate, sin cura. Había perdido a mi mejor amiga.

    Se paró ante la fuente, compuso una expresión de seriedad y metió la mano en su bolsillo. Me puse de cuclillas, aun siendo tapada por el arbusto. Era más seguro, si se había percatado de mi presencia y sacaba del bolsillo una pistola, entonces me daría tiempo a saltar cuándo disparara. Ya no sabía que esperar de esta Natalia. Si había sido capaz de matar a todos los sirvientes, sus padres y sus perros, podría matarme a mí también como casi hizo hace una semana.

    Pero no sacó una arma, sino algo pequeño que no logré ver. Entonces tiró el objeto a la fuente, que cayó en la flor de campanilla con un ligero splosh.

    Sonriendo, miró fijamente al arbusto en el que estaba y me quedé lo más quieta posible. Me había descubierto. Sonrió aún más ampliamente y se despidió con un gesto de la mano. Entonces acercó un dedo a la fuente y lo hundió en el agua. Y desapareció.

    --

    Me quedé en shock una larga hora, mirando fijamente la fuente. Un dolor en el dedo del pie me despertó, miré y vi una ardilla corriendo y en mi dedo una minúscula mordida. Maldecí en voz baja y me puse un pañuelo en el dedo porque ya empezaba a salir sangre de la herida.

    Caminé hasta la fuente y di una vuelta alrededor de ésta, pero no vi ninguna puerta ni ningún lugar por dónde podría haberse ido. Miré la flor de campanilla, lo que flotaba en el agua era una moneda, eso era lo que había tirado antes. Recogí la moneda, me alejé un paso y la tiré a la flor de nuevo. Entró y salpicó algo de agua. Acerqué el dedo a la agua pero no me atreví a hundirlo en ésta. ¿Qué habría al otro lado? ¿Si fuera al otro lado también me volvería loca como ella?

    Miré fijamente la figura extraña de la fuente, no parecía fuera de lo normal. Miré el agua y volví a mirar la figura. Entonces abrí los ojos como platos y retrocedí unos pasos, aterrorizada. Los ojos de la figura eran dos diamantes que siempre miraban hacia el cielo. Pero ahora estaban mirando hacia mi dirección, clavados en mí. Parpadeé varias veces y me miré las manos, luego miré de nuevo la figura. Sus ojos volvían a mirar al cielo.

    Asustada, corrí.

    --

    Natalia nunca volvió. Nadie supo nuca más de ella y la dieron por muerta. Ahora mismo, la casa ha sido apodada la Casa Encantada, ya que todo el mundo que la compra desaparece al cabo de algunos años. Nadie sabe cómo. Solo yo lo sé.

    No se lo he dicho a nadie. No me creerían. Antes de desaparecer la gente que compraba la casa enloquecía. Igual que ella. Yo diría que también he enloquecido un poco con todo esto de la fuente.

    Todo el mundo me lo dice en este lugar.

    Me gusta mi habitación, con paredes acolchadas blancas. Y mi camisa de fuerza también es chula. El lugar dónde estoy todos son como yo. Y me dan muchas pastillas que saben a vómito.

    Porque dime, ¿estoy loca? ¿O los demás lo están y yo soy la única cuerda?
     
    Última edición: 12 Septiembre 2013
  2.  
    Poikachum

    Poikachum Gurú Comentarista empedernido Usuario VIP

    Cáncer
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    Escritor
    Me ha gustado mucho este escrito, has sabido llevar a los personajes, enlazar las ideas y transmitir la idea que tenias en mente. Muy bien!!
    Errores no he visto ninguno y si lo hay es leve.Te deseo mucha suerte en el torneo y sigue así!!!
    Pd: Espero poder leer más escritos tuyos ^^
     
  3.  
    Akane Akaze

    Akane Akaze Poeta-Psicópata

    Escorpión
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    Tu historia está muy bien, tiene un argumento muy interesante y la trama está bien desarrollada, sabes concordar bien las ideas lo que hace una lectura fluida, en los fallos no te sabría decir pero no te he visto ninguno.
    Suerte con el torneo:3
    Saludos.
     
  4.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Interesante historia y aunque sí que es larga, no se me hizo porque estuve todo el tiempo metida en ella. La descripción de la mansión fue genial. Jamás pensé que esa fuente tuviera mucho que ver con todo. Sí noté algunas faltitas, pero nada que me impidiera disfrutar de la lectura. Felicidades, muy buen oneshot.

    Saludos y éxito.
     
  5.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    Genial, me has dejado enganchada, sinceramente me llaman mucho la atención los tramas en el que alguien sufre de alguna enfermedad mental, y Natalia fue la perfecta villana, tierna, dulce, inocente.... pero en el fondo: una psicópata asesina.
    Buena descripción de los escenarios y excelente narración: fluida y entretenida, cuando empecé a leerla, nunca imaginé que tendría ese final :O, yo me imaginaba algo más sobre la amistad y el amor. Pero, vaya, me has encantado con el cambio de situaciones.
    La escena del asesinato: un poquitin macabra, pero muy adecuada para resaltar la locura que termino por extinguir a Natalia.
    Estoy tan contrariada conmigo mismo, me causaste demasiadas emociones: alegría, susto, :O, :) alegría y finalmente :O, buena trama.
    Marc!! qué cobarde, enamorado pero cobarde,u.u Hmbres, cuando más los necesitas, desaparecen u.u, que decepción más grande me causo su escape final.
    La fuente, ya sabía yo que no podía ser solo una decoración, me lo dijo tu descripción de ella, aunque no he entendido bien cual era el misterio que encerraba????, Natalia era solo un alma en pena?????, la fuente estaba maldita???? Qué pasó con la abuela XD????? Por qué hago tantas preguntas XD????
    El nombre de la protagonista es tan original: Mola, que pena que terminó en un psiquiátrico, no lo merecía, aun así me encantó su final, le deja a uno una sensación de :eek:
    Sin más que decir, suerte en la actividad.
     
  6.  
    DenimSol

    DenimSol You could beat the world you could beat the war

    Capricornio
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    Guau, me ha encantado y me ha parecido genial. He vivido esta historia como si fuera la protagonista, el horror, el miedo, todo lo que sentía la protagonista me pareció real. Me pareció muy valiente por parte de la protagonista volver a donde su amiga se encontraba para ver que hacía. Lo que no me esperaba era la fuente y que la chica acabara en un psiquiátrico. Me ha encantado el giro argumental de la historia y me ha emocionado el final. IMPRESIONANTE.
     
  7.  
    Elayne

    Elayne Lo onitumo lati sọ: wuyi lati pade rẹ.

    Cáncer
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    Hola... jejeje perdóname por venir tan tarde es que tenia que asimilar algo... na la verdad que mi Internet pensaba que era gratuito por eso se iba a cada nada. Bueno, empezare diciéndote que debiste haberte leído historias de terror por mayor porque esta historia es perfecta. Aunque aun no entiendo exactamente el final, pero como lo etiquetaste de tragedia para mi que se trata de una psicópata que cuenta todo esto como si fuera la victima. Una descripción bastante sugestiva, los usos del punto y la coma muy correctos. La narración es clara y emotiva al principio dando paso después a la desesperación y omisión. Como te dije es perfecto aunque el final nos deja con bastantes preguntas, jalando con ella otros cuestionables momentos. Como si realmente esta historia fuera una fantasía. Finalmente los personajes secundarios son algo predecibles, lo que me enamoro fue Mola... creo que así se llama. Es un personaje un tanto desconfiado, con una baja autoestima por opacarse con Natalia, lo hace creíble esta historia y la evidencia de que ella los mato. Por otro lado Natalia me recuerda a alguien que es perfecta y engreída, con una vida envidiable. No se si viste "El cisne negro" lamento si odias las comparaciones, pero Natalia me recuerda a esa historia. Gracias en serio por invitarme fue un placer leer esta excelente one-shot. Y obviamente deseo que ganes- lo digo de frente- y tal parece que si.
    ¡Cuídate!
     
  8.  
    Mariam Haruno

    Mariam Haruno Iniciado

    Libra
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    16 Abril 2013
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    5
    a mi me ha gustado porque la trama la siento unico e ingualable en lo personal me gustaria una continuacion
     
  9.  
    Shinnosuke

    Shinnosuke Yato fangirl

    Leo
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    24
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    A partir de ahora no me vuelvo a acercar a una fuente xD ok no. Me encantó la historia (empecé a leerla y me quedé enganchado xD). La verdad a mi también me gustaría que hubiera continuación u.u
     
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