Les Yeux Sans Visage

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sir Lord Baltimore, 14 Julio 2015.

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    Sir Lord Baltimore

    Sir Lord Baltimore Entusiasta

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    Les Yeux Sans Visage
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1618
    Buenas noches –o tardes o días-, esta historia nació del estado de ánimo colectivo y personal al que he estado expuesto. Por supuesto que todo es simple ficción; pero entre toda esta violencia, ¿quién no ha fantaseado con resolverla con violencia? Basado parcialmente en el caso de Keith Hunter Jesperson.

    Es la abominación la solo puede ser resuelta con sensibilidad al dolor ajeno


    Para terminar, en el título de cada capítulo hay un enlace directo a una melodía acorde a la atmosfera del texto.


    Les Yeux Sans Visage

    Perfect stranger, perfect place (El asesino del toilette)


    23 de enero de 1990


    Él fue un monstruo.

    No siento remordimiento; o placer… felicidad. Dolor, miedo y frustración, mucho menos náusea ni enojo. No hay pretextos sentimentales… esta hecho, y nada más.

    Ken“Etherise” John Monk era una basura. Desde el primer contacto ocular, antesde de escuchar su voz; previamente a esnifar la peste infernal de su aliento, lo odie aun sin conocerle. Le supe vivo, le reconocía entre las ratas y lo perseguí con deseos de mascarle. De borrarle el cuerpo y enterrar su recuerdo para evitar la propagación de tanta infamia.

    Esta noche de perros, le recuerdo. Porque ya van tres semanas desde que leí en el periódico el nacimiento de su alter ego.

    En Chilliwack, California –lejos, no tan lejos- comió su carne. ¡Oh, pobre criatura! Ella era la menor de cuatro, una estudiante destacada; una rosa al futuro. Ken le saco de la autopista y la subió inconsciente a su camión de doble eje. La rapo y la violó entre los arbustos de algún paramo solitario. Golpeó toda parte bajo su rostro; mordió pezones y flagelo sus costados… repugnante. Le ahorco y se vanaglorio en un comedero cercano.

    Error.

    Apenas terminé la nota del periódico, sabía por dónde empezar. No fue el rastro de cadáveres el que me unió a él, era algo natural; necesaria su caída.

    Compre un boleto a la Columbia Británica y durante el camino hice alunas paradas en tiendas de utensilios de cocina, de electrónica, ferretería y por algo de lencería y maquillaje. Alquile un Impala con nombre falso y acelere tan rápido como la paranoia de los transeúntes. El pánico que la escoria enseño al pueblo, a sus Patricios y al sistema general detenía el optimismo; sus ojos eran incertidumbre, y con sus bocas gritaban por ayuda.

    Cuando llegue al comedero ya había sido limpiado. Camioneros sudorosos –repugnantes desperdicios de esperma- bebían café grasoso. Eran libidinosos cerdos que toqueteaban a la única mesera con el pretexto de su perpetua falta de sexo. No los culpo. Entre con el perfil bajo y sin pedir algo o mirar caras, fui directo al baño de hombres. De manchones raros, los espejos estaban cuarteados y la toilette se desbordaba. Atranque la puerta con un trapeador y busque en las paredes, entre mensajes y azulejos rotos. Ahí estaba, con letra perfecta escribió:


    “Aún tengo carne entre las muelas, Judy no me satisfizo”.


    Volverá.

    Controle mis impulsos y salí. Subí al auto rentado y me moví lo suficiente para poder ver la entrada a lo lejos.

    Apague el motor y espere.

    Miraba a los comensales cuando llegaban. Esperaba al hombre más vicioso que se delatase con una máscara de pulcritud. Esa caligrafía.

    Fueron horas, y las horas, días. No comí, ni me asee. No use el baño o tome bebida alguna. Quería ver sus ojos, que se cruzaran y sintiera el temor de esas chicas cuando les estrangulo. Quería mirar su piel y su forma de caminar, juzgarle por ser quien fue y guardarme el veredicto para la conciencia.

    No fui consciente del tiempo que paso, las noches y los días me eran indiferentes…

    …Y llego.

    De su camión rojo centelleante, bajo una noche. Botas de trabajo limpias, cabello engominado y cutis perfecto. Él era mi hombre. Sonreí cuando le vi entrar al comedero y deje pasar unos minutos. Baje del Impala y corrí hasta el camión. Jale las manijas de las puertas temiendo esperar en las sombras y atacarle. Una abrió, la del conductor –irónico ser-. Un “no se qué” me llevo dentro. Cerré con un portazo.

    Dentro de la cabina, en el compartimiento de almacenamiento, tenía botellas vacías de ginebra. Revolví los montones que se hicieron con cajetillas de cigarro y ropa sucia. Contrastaba con su alcalina imagen; su engañosa candidez. Debajo de la basura, amontonadas y a medio llenar, unas botellas de éter me contaron sobre su modus operandi. Así les tendió la trampa. Revolví todo procurando que quedara casi igual a como le tenía y me escondí lo mejor que pude.

    No tardo en regresar. Se detuvo fuera y fumo un poco. Subió y encendió el camión. El sonido del motor era cristalino por su cuidado. Movió la palanca de velocidades y chillo la caja de cambios. Condujo hábil. Se silenció y fue más el más asco por él. Tome tranquilo, sin titubear, una de las prendas que tenía a un lado y le impregne éter. Rápidamente le tome por la frente empujando su cabeza al asiento. Sorprendido soltó el volante para luchar y el camión perdió el control, presione el trapo contra su boca y nariz para ahogarle hasta que sus brazos perdieron toda su fuerza. El vehículo se volteó salvaje y azote las paredes con el cuerpo. Para termino, estaba tan confundido que me tomo un tiempo reaccionar. Estaba dormido, perdido. Protegiéndome de dolor, le saque de la cabina y cargue lo más lejos del lugar del accidente. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para lanzarle a una zanja al lado del camino y cojear hasta el Impala y llevarle lejos…

    Conduje tranquilo, sin querer llamar la atención. Aun adolecía mi cuerpo, pero mi prioridad mental era el deber. Inconscientemente contaba las líneas que separaban a los carriles, esas líneas amarillas. Hipnóticas y acompasadas. Estaba en un estado zen de protección.

    Subestime el efecto del éter, pues cuando gire a verle por considerar que había recorrido la distancia suficiente para hacer lo mío y no levantar sospechas, Ken era piedra en el asiento trasero. No pasó ni una hora cuando nos detuvimos en el claro de un bosque sin ruidos. Recuerdo que habían arboles siniestros y un espacio entre ellos tan oscuro que estos pensamientos casi se pierden en su inmensidad.

    Presagie un cambio en mí cuando le sacaba del auto. El final de la infancia. Le tendí en el piso y busque en los bolsillos de su pantalón una respuesta. Algo. Unas llaves y la cartera de donde le tome el nombre para su identificación. Y el aun no despertaba.

    Puse sus pezones entre mis pulgares y los dedos índice; los estruje, apreté tan fuerte que se sobresaltó e inhalo fuerte. Cuando reacciono trato de pelear. Lanzo los puños; me acerco las rodillas al rostro. Pero él no comprendía lo efímero del dolor. Aguante hasta su cansancio. Impávido me arroje a él y mordí su oreja. Cuando la sangre me tiño la lengua, todo me supo a hierro. Golpee su nariz y cayo gritando. Me subí en el para azotar su cráneo contra el suelo varias veces… hasta que estuvo casi inconsciente lo solté. Me levante y camine al auto tambaleándome. Abrí la cajuela de un tirón y saque una gran maleta deportiva.

    No lloro, pero no me sorprendió. No gimoteo cuando le rasgue la ropa. No lagrimeo, ni siquiera cuando puse lencería y quebré sus tobillos con un martillo. Se lamentó solo cuando deje claro que no iba a atar sus manos. De la bolsa saque una cámara de video y revise la cinta. Le di la espalda con confianza, pero escuche que a gatas se acercaba. Me voltee y patee su barbilla tan fuerte que no pudo ponerse en cuatro de nuevo. Encendí la cámara y le enfoque. Grite fuerte que se levantara. No pudo. Trato y solo llego a estar de rodillas, cuando lo hizo lo mire fijamente. Era miedo en sus ojos, el miedo que buscaba. Temblaba y sangraba.

    Suplicó que le dejara ir; y yo estaba inexpresivo. Podía sentirlo, mi rostro dormido y el inofensivo. “Dilo”, musite. Ken se encontraba tan confundido que no pudo articular palabra alguna. Se tambaleaba y su respiración se entrecortaba, cual rufián descubierto.

    “Kenneth John Monk, quiero que le hables a la cámara y admitas tu culpa por esas chicas”, mis palabras se endurecieron. No retrocedió y sus manos bailoteaban nerviosas. La luz de la luna le iluminaba perfecto y sus labios apenas se movieron cuando dijo “esas zorras lo deseaban”, apenas en un movimiento de labios.

    Apague la cámara y saque un cuchillo de la maleta. Un gran cuchillo para filetes. Amable le pedí que se tirara y en el suelo corte su cuello suavemente. Fue tanta sangre la que salió que tuve que esperar para poder limpiarle. Sin manchas, maquille su rostro. Rímel, polvo en las mejillas y lápiz labial carmín. Le humillaba hasta en la muerte. Humillación por Julia, Danna, Karen, Guadalupe y Khadiha… más las chicas que no serán encontradas.

    Subimos al auto y conduje hasta Chilliwack. Sonreía al pensar lo descuidado que fue Ken por no dejar el estado y lo suertudo que fui al encontrarlo. En la entrada del pueblo me detuve, tumbe el cuerpo a un lado del letrero para dar la bienvenida a la ciudad y su lado deje la cinta.

    Cerca, deje abandone el auto y camine tranquilo a la estación de camiones. Comí un bagel con pavo para abandone la Columbia Británica.

    Así fue y así estaba escrito.
     
    Última edición: 20 Julio 2015
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    VeraWolfe

    VeraWolfe A girl wild wolf

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    Gran historia! Excelente trama y redacción, no obstante, lo único que me gustaría corregir es ciertas palabras a las que le faltan acentos en las últimas letras: odié; ahorcó; llegué; estranguló; etc. Fuera de eso, lo demas esta impecable :)
     
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  3.  
    Monarca

    Monarca I Love Rock n Roll!

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    Muy buena redacción, aunque la ortografía como dice Shiori, hay que corregir ciertas palabras, la trama suena como si fuera una novela policiaca, narrada por el asesino, esta muy bien detallada.

    Todo lo demás está implecable...
     
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    The unknown user

    The unknown user Iniciado

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    Me ha parecido que la historia tiene mucho en si...parece un triller policial,y la forma en la que esta escrita me pareció muy centralizada en ir directo al argumento,también me gusto mucho que le dieras ciertos detalles en las descripciones que el personaje principal da,eso si atento con las palabras y oraciones te comiste una o mas palabras que en cierta forma dan sentido o sintaxis a la historia.

    También me parece y es solo mi parecer que quizás la historia va un poco apresurada...quizás es mi imaginación..pero el personaje no se presenta como quien es realmente...es solo mi opinión..quizás---en fin espero leer mas de tus historias.

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    sesshoyasha

    sesshoyasha I, Ore, Je... yo

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    Es aceptable.
     
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    Luix

    Luix Fanático

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    Como puede voltearse el mundo...
    Me encantó, te faltaron algunos acentos, un detalle minusculo. En cuanto a la trama, pues, en mi caso, poco a poco que lo leía, una sonrisa de satisfacción lleno mi cara de punta en punta.
    Me gusta como está redactado y escrito, te atrapa con tan solo pensarlo, pero me pareció un poco apresurado... lalala, me fasinó *-*
     
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  7.  
    alexxMS

    alexxMS Entusiasta

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    Bueno, llego bastante tarde pero es que no he tenido mucho tiempo para pasarme por aqui.

    Ahora, con respecto al escrito debo decir que me ha gustado mucho, siempre es gratificante encontrar algo diferentes por estos lares, y mas cuando es un genero como el policiaco, muy Noir por cierto, ya que durante toda la lectura senti como si estuviera presenciando una cinta Neo-Noir con esa vision tan oscura y pesimista. De hecho, por momentos me has hecho recordar a Taxi Driver, sobre todo por el comportamiento de tu protagonista que me recuerda a aquel Travis de la obra maestra de Martin Scorsese. La narracion me ha gustado mucho, pues ha sido directa y sin ningun tipo de efectismo. Mencion especial a esa manera cruda en la que has descrito la violencia.

    Y bueno, como detalle negativo decir que la fuente me parece muy grande, eso hace un poco complicado leerlo, eso y unos errores menores en la redaccion.Como ultima cosa solo podria decir que deseo que sigas actualizando y espero con ansias ser sorprendido por estos relatos.
     
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    Plushy

    Plushy PokéWriter Usuario VIP Comentarista destacado

    Acuario
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    Oh, mi muso ha vuelto a las andadas y de qué forma.
    En la noche de las noches, los monstruos andan sueltos con trajes de hombres. Curioso que el género policíaco me llama bien poco la atención, quizá porque me distraigo muy fácilmente mientras leo y me cuesta trabajo ir hilando los cabos sueltos, acá la cosa es más concreta y autoconclusiva y... carajo, funciona tan bien así... es crudo, es directo e inmersivo. Y ahora que lo pienso, como ya dijeron más arriba más que nada es una especie de noir porque nunca se aclara que el prota fuese detective o policía, pero qué mejor que el persecutor fuese algo peor que la bestia a la que perseguía, un monstruo cazando a otro.

    Vendrán más y estaré aquí para deleitarme con el festín del horror, además toda ambientación musical siempre será bienvenida.
     
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    Sir Lord Baltimore

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    Muchísimas gracias a todos los que han leído el primer episodio. Y el recibimiento ha sido abrumadoramente positivo para mis intenciones de seguir y escribir.

    Escribir y escribir para no morir.

    O sea, los amo muchísimo a todos, ya ustedes saben lo que pasa. Bueno, yo me despido ahora: chau, chau, chau, loco, chau...




    There was a boy… (La avara de la avenida Lexington)


    4 de diciembre de 1994

    Fue una buena mujer.

    De manos limpias y abrazos cálidos…

    Pero las memorias que se pierden entre las delicias para el mundo que corre a la velocidad de la vida, deforman los rostros conocidos. Plusvalía y hedonismo que envenenan los cuerpos, la voz y la esperanza. Ella perdió contra aves de rapiña y codiciosos avariciosos; porque no tenía empacho en mendigarles a sus niños las monedas que recibían por causar lastima.

    Se regodeaba y lo pregonaba.

    Elizabeth Ann Shapiro tenía un orfanato, la dueña de una bodega vieja convertida en hogar y fosa. Con literas para quince cuerpos, amontonadas en pequeños cubículos separados los unos de los otros con trapos y cortinas apolilladas. Guardándoles como maniquíes anémicos a los hijos que nadie espera, los huérfanos de la violenta ciudad y a los depravados del mañana. Les ocultaba de los mecenas o de los donadores, y en su muerte nadie les lloraba.

    Así dejó su impronta. Con un rastro de cadáveres que me llevaron a ella.

    Me entere de su existencia casi por accidente en el otoño; por una serie de eventos fortuitos; por los rumores entre las meseras de los pequeños mesones que visitaba en mi vagabundeo por Nueva York. Las historias de niños que desaparecían y aparecían, los andenes del subterráneo llenos de infantes plañideros; de ciegos malabaristas y vendedores de rosas con la voz aguda. Malas mujeres que se quejaban a regañadientes por la sobrepoblación de jóvenes indigentes y algunas buenas que se lamentaban por el pan sobrante en esta mesa y el que faltante en aquella.

    Y cuando llego el invierno camine por callejones, avenidas y grandes monumentos, censaba infantes y grababa sus rostros en mi mente. Se volvió una rutina de semanas. Contaba niños nuevos y niños que ya había visto… también a los niños que no volvía a ver… A los desaparecidos los veía algunos días después en las portadas de los tabloides. Fotos de sus cuerpos hinchados y sin vida que eran encontrados por perros callejeros, yonkis semi rehabilitados o parejas jóvenes en las orillas del gran Hudson y los solares sin dueño con algún cimiento derrumbado.

    Ate los cabos obvios y los seguí. Robaban para después levantar su mano lastimera esperando un poco de misericordia. Engañando turistas y de vez en cuando, tomándose de la mano.

    Tan débiles y consumidos, era la ciudad un agobio más. Dando pasos y tapándose los oídos para no escuchar el crujir de las latas de aluminio que se retorcían bajo sus pies… su tierra bajo sus pies. Muchos de ellos se despojaban de sus precarios abrigos en estas tarde frías para correr. Correr juvenilmente sin dirección, hacia el único lugar que les quedaba por explorar; el cielo.

    Aun hoy sigo conmovido por piernas débiles por correr kilómetros…

    Aquel que estuviera involucrado debía morir. Debía saber que con los chicos no se juega. Me convencí de su culpabilidad y mis manos estaban preparadas para derramar su sangre. Estallar sus ojos o romper su cuello.

    Cuando seguir a los niños dio sus frutos, cuando vi por primera vez ese armatoste de ladrillos desmoronados y láminas oxidadas apretaba la quijada. El llamamiento a mis entrañas. Salte una valla metálica y me abrí paso por un gran patio de hierbas crecidas y reciclables apilados. Un estéril espacio abierto con secciones de tierra removida. El lugar había sido excavado últimamente. Me detuve delante de un montículo con algunas piedras y había ahí un pequeño diente de león, que perdió por el viento casi todos sus estambres. Le deje y camine al hogar.

    Entre por una de las ventanas rotas y al cruzar arrastre un poco los vidrios caídos con uno de mis pies. No sé porque hice eso, pero todo tiene una razón, ¿no? Un origen y un desarrollo. Algo metafísico, aunque solo los quite del camino. El ambiente hedía por un tremendo olor rancio. Algo pútrido, mezcla de heces y alimentos caducos. Camine con precaución y entraba a las sombras para esconderme cuando algún pequeño incauto caminaba cerca. En la zona panorámica de la bodega vi la suerte de habitaciones que tenían; luchaban entre ellos por el derecho a dormir calientes con una manta esa noche. Algunos de ellos tosían con escándalo, vomitaban o lloraban. Los pequeños se abrazaban y los más grandes turnaban las camas para fornicar. Me sentí enfermo por ellos.

    Su abandono no era el de la “madre” que les impusieron, o los padres descuidados que les perdieron. Tampoco el olvido de los recursos del ayuntamiento o los programas del gobierno. Era el sistema el que les excluyo. El sistema que se salía impune de las culpas y reproches con los que le confrontarían cuando el sistema de nuevo les juzgue y abandone. Es la culpa la que las camareras quejumbrosas aun quieren evitar, o las parejas jóvenes ignoraban al mirar a otra parte. Es su recuerdo el que regresa a mí en los días de abundancia.

    Sus cuerpo enfermos y la juventud desesperanzada; multiplicándose y su egoísmo… Ese monstruo llamado egoísmo. Una bestia encarnada en Annie Shapiro y su mesa gigante con dulce fruta y pan fresco. Se olvidaba las migajas rancias que sus niños comían del piso; con sus perlas en el cuello del tamaño de esferas de navidad y un vestido azul pastel que se ciñe a su grumoso cuerpo.

    La veía comer pavo y dejar su lápiz labial rosado en la piel; beber vino y cortar queso para untarlo en unas galletas saladas que devoraba con glotonería. La veía la pequeña abertura que dejaba la puerta entre abierta. Daba tres fuertes golpes a la madera de la mesa y dos niñas de baja estatura entraban por la puerta que estaba a sus espaldas. Retiraban el plato con las sobras desperdiciadas y se enfrentan con la mirada para ver quien los comería después.

    Cuando salían, inmediatamente entraba un niño más joven que ellas, no más de cuatro años –tal vez más o tal vez menos- y que llevaba en sus temblorosos brazos un pastel. Un gran pastel negro con cerezas en el betún. Lo dejo frente a Shapiro y salió tan rápido como llego.

    Volvió a golpear la mesa y una de las niñas que antes entró, llegó con una charola. Cargaba una tetera de cerámica y una taza. Las dejó y también salió.

    Elizabeth tomó uno de sus tenedores y comió del pastel. No dejó rebanada o tuvo intención de repartirlo. Lo comía, saboreaba e intermitentemente daba sorbos a la taza. Cuando tiro accidentalmente uno de los cubiertos, la entendí como mi señal. Entre empujando la puerta suavemente, confiando que con su obesidad tardase al levantar esa cucharita tetera. Di pasos seguros y sordos. Para cuando estuve a un lado de ella, tome la tetera con mi mano derecha y con la izquierda, jale su cabello violentamente. Por la naturaleza del movimiento, abrió la boca y cuando estaba a punto de gritar, le llene la garganta con el té hirviendo. Trato de gritar, pero sus cuerdas vocales estaban tan quemadas que solo fue una exhalación rasposa. Me miro con un miedo feroz y no le sonreí.

    Patee una de las patas de la silla y le solté para que cayera. Derrumbó todo su peso. Con uno de los cuchillos para pan, corte torpemente los ligamentos en sus pantorrillas. El grito que dio fue suficientemente escandaloso como para que entraran los niños sirvientes y miraran estupefactos la escena. Ninguno intervino.

    Le volví a tomar del cabello y le jale con toda la fuerza de mi cuerpo hasta el pasillo, los niños nos siguieron. Annie lanzaba manotazos y trataba de patalear intermitentemente, pero se detenía por el dolor de sus heridas. Jale hasta llegar a la zona de dormitorios y con sus gritos apagados llamo la atención de la población infantil. Entre su histeria podía escuchar sus desesperadas peticiones por ayuda. Sollozó e intentó defenderse cuando miro que aun llevaba el cuchillo en mi mano.

    Y ahí, con el maquillaje corrido y el sepulcral silencio pude ver por primera vez su bondad. La última pieza de humanidad que guardaba para un momento así.

    Cerré los ojos y respire profundamente. Cuando los abrí, vi al pequeño niño y sus brazos temblorosos. Vi sus cuencas hundidas y su piel amarilla. Vi los mechones de cabello que le faltaban y la resequedad en su boca. Volta a verlos a todos. Con ojos amoratados y marcas en la suciedad de sus mejillas dejadas por lágrimas. Cuando volví a Annie, me acerque lentamente y le susurre, “es solo hipocresía”. Alce mi mano con el cuchillo, y cuando iba a dar el primer golpe sentí un jaloncito en mi abrigo. Eran varios niños que en sus manos llevaban sus mantas.

    Elizabeth se arrastraba por el piso mientras amarraba la tela. Una a una, solo basto con seis. Subí a una de las literas y pase la improvisada cuerda por unos tubos que en otrora tiempo pudieron llevar agua. Todos me miraban atentamente y en silencio. Cuando estuvo listo, anude uno de los extremos al cuello de Shapiro. Parecía resignada. Gimoteaba ante lo inevitable.

    Tome el otro extremo y lo jale, jale tan fuerte que subió rápido. Se retorcía mientras las mantas las estrangulaban. La sangre de sus pantorrillas goteaba al suelo y no gritaba. Se movía tanto que tiraba de mis brazos y dolía. Tardó mucho en ahogarse y morir. Cuando no hubo más movimiento escuche un vitoreo tan intenso que lleno la bodega entera. Le solté y cayó con violencia.

    Los niños bailaron a su alrededor, le pateaban y algunos orinaron en ella. Los colchones con agujeros volaron y asaltaron lo que pudo ser la despensa. Se abrían botellas de vino para los más grandes y pan y golosinas para los menores.

    Poco a poco me fui alejando de ellos, miraba la orgia que preparaban para despedir de una vez por todas la inocencia que jamás tuvieron. Como un símbolo alrededor del cuerpo de Elizabeth Ann Shapiro, un ritual de iniciación.

    Cuando salí, los gritos y las festividades se escuchaban por el gran patio. Cuando llegue al montículo que vi al llegar, me detuve y mire por última vez el diente de león. Me lamente porque esos niños no eran libres. Jamás lo serán.

    Salte la reja y camine despacio esa noche. En una cabina telefónica, llame a la policía.
     
    Última edición: 21 Julio 2015
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    VeraWolfe

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    Hola! Primero que nada disculpa por no comentar en cuanto me mandaste la invitacion; estaba de vacaciones y tenia excursiones durante todo el dia y a la noche escribia una historia junto a mi novio y la verdad el cansancio era insoportable. Mis disculpas.
    Segundo, que ahora si vamos a la historia. Bueno, he de decir que has mejorado con el tema de los acentos, esta vez solo fueron unas pocas palabras las que vi que les faltaba acento, gran tema para acompañar el capitulo, la verdad que me encanto y respecto al mismo, he de decir que cada vez tu historia me esta llamando mas la atencion. Sigue asi y espero con ansias el siguiente capitulo :) :) :)
     
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  11.  
    Scarlet Liaison

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    ¡Hola! No te diré que me gusto, pero si me agrado. Amigo, creo que deberías dejar de jugar videojuegos de guerra por un momento. Okey no, esta bueno lo que escribes. Pero como soy una niña tan inocente —Que se note el sarcasmo— No estoy acostumbrada a leer algo tan... "Fuerte", si esa es la palabra, o tan explicito. Pero por como narrabas todo, las escenas y las acciones estoy obligada a decirte: ¡Me encanto! Ahora SI, puedo decirte que me encanto.
    Nos vemos, espero me avises cuando la continuas. :)
     
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  12.  
    Sir Lord Baltimore

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    16 de abril de 1989​


    —¿Ha visto a Jesús?

    —Jamás.

    Me dio un empujoncito para iniciar la charla. Una plática que obviamente no quería mantener. ¿Pues será que la casualidad siempre nos mantiene cerca de nuestros polos? Como sea, le eche un vistazo a sus redondas gafas oscuras y al cutis blanqueado para captar su esencia; para robarle las exhalaciones y resguardarlas para darles a las victimas su parte.

    —Claro que no le has visto, no eres más que un mortal… un mortal- se rio como ahogos.

    Bebí el vino de la copa que me dio y sonreí. Eran palabras cripticas, sin sentido; pero aun así les escuchaba atento.

    —Usted tiene las palabras huecas –conteste.

    —No soy más que un hijo de la noche, míreme. Soy el último pilar de pie de la edad dorada del gótico y lo grotesco.

    —Eres un vampiro…

    —No, obviamente no. Esas son niñerías que aún se cuentan.

    —Sí, fabulas…

    —¿Usted recuerda a Lon Chaney? – me interrumpió.

    Como no recordarlo.

    —Sí, lo recuerdo.

    —Tuvo un rostro de fantasía; la cara que moldeaba para representar el acto máximo de prestidigitación.

    —¿Solo un truco?

    —Nunca. Era metafísica. No un acto de estafa; él era un caballero.

    Confundido refunfuñe. Esto no llegaba a nada y el tiempo apremiaba. Decidí que lo mejor sería contemplar la posibilidad de dar el primer golpe. Pero no, no había manera en esta habitación de encontrar el momento indicado. Las litografías y estatuas fálicas me intimidaban. Aun soy un pobre diablo impresionable.

    —Hablas más de los que puedes sostener –le dije después de un sorbo de la copa.

    —Y usted escucha menos de los que puede entender.

    —¿Así dijo a esos pobres chicos?

    —¿… Y ya había preparado esa pregunta?

    —Si.

    —Mi respuesta es la misma –contesto burlón.

    Deje la copa en la mesita de centro frente a mí y cruce las piernas. Sus prematuras arrugas y su prematura calva, esos dedos raquíticos y la mezcla de acentos en su voz, cautivadores acentos; guiaron mis palabras.

    —¿Sabes a que vengo?

    —Lo sé; pero lo más intrigante de la noche es que no ha cuestionado la razón de mi pregunta.

    —¿Pregunta?

    —¿Ha visto usted, con sus propio ojos al carpintero?

    —Solo es palabrería.

    —Nunca hay palabrería entre caballeros.

    Mire a mí alrededor, la amplia habitación y los aparatos de sádico erotismo. Su sexualidad desenfrenada. Sexo sexo sexo; y él es hijo de los tiempos modernos. De los anuncios y las teorías. De las horas y los segundos; perdido por la insatisfacción de su propia imagen, de la corrupción de su daemon y el eidos de afrodita hasta su límite. Sentí una inmensa lastima por su situación de romántico vampiro moderno. De la oscuridad actuada y representada cual drama de la globalización en el concepto de las diferencias en la individualidad. Él no es un ser decadente, solo es un niño asustado.

    —Tienes miedo -vocifere.

    —Nunca siento miedo.

    —Buscabas misericordia con tu pregunta.

    —¿Buscas venganza? ¿Fue una hermana? ¿Un hermano? ¿Un hijo? ¿Amigo?... Ah… Un amorío -esta última pregunta fue lanzada con sorna.

    —No.

    —Estas desmotivado, sin pretextos.

    —Si.

    Bajo la pierna que tenía cruzada y creo que ya iba enserio. Sus intenciones las reflejaba en la tensión de su espina, en los labios temblorosos.

    —Eres una fuerza de la naturaleza –me señalo.

    Me lance empujando la mesa en el centro y abrace su cuerpo tan fuerte como la acción me lo permitió. Tomado por sorpresa, no opuso resistencia hasta que sintió mis dientes cortando las arterias de su cuello. La sangre que brotaba y mi boca entumecida me ensuciaron el alma. No quería esto para mí, no quería esto para alguien. Pero es así, fue así.

    Le solté y el apretó inútilmente su cuello para detener la hemorragia. Me miraba tras las gafas y sospecho que tal vez si no fuera por nuestro antagonismo, también hubiese sonreído.

    Murió rápido, fue afortunado. No pregunte su nombre ni lo investigue. Solo lo recuerdo por un numero; el doce.

    Salí de ahí y telefonee para reportar la muerte del vampiro de doce cadáveres.
     
    Última edición: 7 Agosto 2015
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  13.  
    VeraWolfe

    VeraWolfe A girl wild wolf

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    Hola! Buenas noches! La verdad que me dejaste con la boca abierta y sin palabras...¿Un vampiro? Genial! Ciertamente una historia policiaca mezclada con Ciencia Ficcion es bastante buena, la forma por como lo relataste llama mas la atencion del lector y hace crecer una intriga tambien. Vas mejorando y la historia se ponen en verdad interesante. Siguela pronto! :D
     
  14.  
    Usagi-chan

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    ¡Qué verguenza! Lo siento mucho, juraría que hace mucho había comentado ya tus relatos. Perdón. Hoy me estaba pasando por aquí a ver si había llegado un nuevo relato o capítulo y entonces me di cuenta de que en ninguna parte había puesto mi opinión. ¿Qué te puedo decir? Me parece que tienes una habilidad especial para adentrarte en la descripción de escenas que para algunos podrían resultar "fuertes", sin llegar a lo grotesco, manteniendo el hilo de lo que relatas y dando una razón a lo que sucede que va más allá del simple deseo de destrucción. Viendo que manejas tus relatos de esa manera, me llamaría mucho la atención ver algún relato donde te adentraras en la mente de aquellos que en estos relatos han sido las víctimas puesto que lograrías ejemplificar muy bien la mente de un criminal regido por propósitos de pura maldad o placer en la destrucción.

    Para trabajar sólo te quedan algunas cuestiones de redacción, acentos y signos de puntuación que seguro irás mejorando con la práctica. Así que no me queda más que decir que seguiré al pendiente para leerte.
     

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