Escondida

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Clarity, 28 Julio 2014.

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    Clarity

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    909
    ¡Hola! Desde hace tiempo tengo esta historia en mi mente y sentí el impulso de escribirla, aun que solo llevo un capítulo. Soy nueva y aun que no lo haga muy bien espero que guste ¡Un saludo y gracias por leer!


    Escondida


    Prólogo.


    “Corre”

    Tenía que salir de allí.

    “¡Corre!”

    No podía mirar atrás.

    “¡CORRE!”

    Sus piernas le pedían un respiro, pero su persona no le dejaba. Tenía que correr todo lo que pudiera, su vida estaba en peligro.

    —Graaaaaarhhhh.

    Ese sonido la aterrorizó y animó a ir más rápido. Pero todo era negro, corría sin dirección alguna, solo sabía que tenía que huir.

    Pero… ¿De qué?

    I. Alice.

    Alice acabó de desayunar y se despidió de su madre para luego dirigirse al instituto. Cogió su mochila y abrigo y salió de casa, hacía frio y parecía que aun no era de día, pero era lo normal en un noviembre en Maine. Una vez en la parada del autobús, sacó su Smartphone y auriculares para seleccionar Chandelier de Sia, se puso los auriculares y esperó al autobús.

    Movía su cabeza al ritmo de la canción sin preocuparse si alguien la miraba mientras canturreaba algunas partes de la letra.

    —I’m gonna swing from the chandelier, from the chandelier…

    Veía como el cielo se aclaraba conforme pasaban los minutos, lo cual le extrañó ya que ella siempre veía esto una vez subida al autobús y de camino al instituto. Vio que eran las 7:40 AM, mierda, no podía ser que el bus llegara tarde.

    Empezó a mover la pierna impacientemente mientras seguía esperando a que este apareciera, después de un buen rato lo vio llegar al fin. Se levantó para entrar y justo cuando el vehículo estaba cerca de la parada aceleró desapareciendo al final de la calle. Alice abrió los ojos y la boca tratando de reaccionar, tardo unos segundos hasta que lo hizo.

    —¡Tienes que estar de coña!

    Su grito resonó por la vacía calle incluso haciendo algo de eco. La chica siguió gritando groserías cuando apareció otro bus al otro lado de la calle, este sí que freno en la parada. Alice paró de chillar sonrojándose violentamente al haber sido vista haciendo gestos obscenos a la nada y gritando como una loca. Para su suerte el único que parecía haberla visto era el conductor, el cual no se sorprendió y le restó importancia.

    El bus abrió sus puertas pero ella no entró, se quedó observándolo algo desconfiada cuando se fijó que no era el que siempre cogía en las mañanas, es decir, tenía el mismo color y apariencia y hasta iba al mismo lugar que iba ella. Pero tenía algo que le hacía desconfiar y dudar si subir o no, pudo jurar que por un momento sintió como el ligero viento que hacía entraba en su interior, por lo que miró a sus pies confusa para ver algunas hojas caídas adentrarse en el vehículo. Levantó la mirada sorprendida.

    —Señorita no tengo todo el día.

    Le metió prisa el conductor y luego señaló hacía atrás de él con un leve gesto con la cabeza.

    —Y mis pasajeros tampoco.

    Alice entró haciendo caso omiso a sus primeras impresiones y le enseñó el bono bus al hombre para luego dirigirse a algún asiento en la parte de atrás. Paró su caminar cuando se dio cuenta de que no había nadie, se giró para ver al hombre quien conducía como si nada, no era normal que a esas horas no hubiera nadie en el bus y menos que él le hubiera metido prisa alegando que tiene más pasajeros.

    ¿Lo había dicho en serio o solo le había tomado el pelo?

    Se sentó al final y se quitó los auriculares apoyándose en el marco de la ventana. Seguía desconfiando del bus y su conductor y en cierto modo empezó a sentirse nerviosa, por lo que comenzó a enredar un mechón de su pelirrojo cabello en su dedo índice izquierdo mientras sus ojos verdes examinaban el lugar en busca de algo anormal, nada.

    Decidió que todo estaría en su cabeza, tal vez estaba siendo demasiado paranoica y no debía tomarle tanta importancia, después de todo ya se dejó llevar por sus emociones sin pensar tiempo atrás y perdió a la que fue alguien necesaria en su vida. El solo pensar en ella le hizo sentir ese vacío en el estomago tan familiar, la echaba de menos.

    Pero en un mundo donde existen seres humanos capaces de hacer cosas que desafían las leyes de la física no puedes fiarte de nadie y mucho menos de unos de ellos. Recordó las cenizas y el fuego, recordó sus ojos amarillos como una puesta de sol.

    Su pecoso rostro levemente contraído encaró el cristal de la ventana y apoyó su barbilla en su mano, habían pasado ya tres años.

    Sacudió su cabeza intentando deshacerse de esos pensamientos y miró hacia su derecha queriendo distraerse con cualquier cosa, algo le llamó mucho la atención.

    —Una carta—Habló para sí misma, la cogió y le dio la vuelta.

    Era el diez de corazones.

    —Veo que odias tu vida sin amigos desde que esa chica desapareció de esta, ¿Qué te parece si hacemos un trato?— Susurró un mapache morado con forma humana a su lado.


     
    Última edición: 3 Julio 2015
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    Clary Winslow

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    Hola de nuevo :3
    Bien, por fin terminé de leer y puedo decirte que me gustó mucho ^^
    Parece que la trama va a ser muy interesante y original, por lo menos para mí *-*
    Para ser tu primer historia, me pareció realmente buena tu forma de narrar, clara y precisa, y fácil de entender :3

    ¿Un bus sin pasajeros? ¿Humanos que pueden desafiar la leyes físicas? ¿Un mapache morado con forma humana? ¡Genial! e.e
    Ya quiero descubrir toda la historia detrás de Alice y de esa persona que perdió hace tres años.
    Y también quién es la persona que corre al principio, y de qué está escapando n.n
    Además muero por saber cuál es el trato que ese peculiar ser le está proponiendo xD

    Espero que actualices pronto, y si no es molestia que me avises ^^
    ¡Saludos!
     
    Última edición: 28 Julio 2014
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    Asdf, lo volví a leer, y déjame decirte que estas historias me gustan. Cuando no sé de qué shit va a tratar (? y me pongo a imaginar cosas tan random que dan risa xD
    La historia está bastante bien narrada, no hay demasiado errores para ser "nueva". Sí algunos pequeños, unas tildes que faltaron, pero no mucho más.
    Espero que lo continues y no sea un simple impulso del momento -mira que se de esos xD-, pues la historia se ve prometedora y no me gustaría quedarme con las ganas, really.

    Saludos y gracias por animarte a publicar~
     
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    Clarity

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    II. C de calidez​


    Llegó a casa dando un portazo, colgó su abrigo y se deshizo de sus zapatos. Miró a todos lados buscando por toda la estancia para asegurarse que no había nadie.

    —¿Mamá?...¿Papá?

    Nadie contestó, por lo que supo que estaba sola. Menos mal.


    Cayó al suelo del susto, sus verdosos ojos estaban muy abiertos y su respiración se había detenido. Frente a ella aquel ser inclinó su cabeza a un lado estudiándola con la mirada, iba vestida con un abrigo verde militar cerrado hasta el cuello que le llegaba poco mas debajo de las caderas, pantalones vaquero pitillo y unas Converse negras altas.

    —Los humanos tienen tan poca clase al vestir…—Bufó mirando la indumentaria de la muchacha con aburrimiento.

    Entonces ella se fijó que el mapache iba vestido con un traje de colores verdes, azules y naranjas llamativos con chistera a juego y un bastón con el mango en forma de cara de búho, una vestimenta muy elegante y colorida.

    —¿Pero qué demonios…?

    —Me llamo Pierre, señorita pelirroja, ¿Y usted es?

    Alice seguía sin hablar, tenía frente a ella un mapache gigante que al parecer hablaba, seguía boquiabierta, no se lo podía creer.

    Dirigió su mirada al conductor, quien tenía que haber escuchado la conversación pues aquel ser hablaba muy firme, alto y claro.

    —¡So tell me what you want, what you really really want! ¡I’ll tell you what I want, what I really really want!—El conductor marcó el ritmo de la canción que sonaba en la radio golpeando levemente sus dedos con el volante mientras cantaba desafinadamente.

    Si hubiera estado en una serie japonesa se apostaría su casa y todo lo que hay en ella a que se habría caído al suelo al estilo anime. Ese tío no se había enterado de nada y para colmo estaba cantando como si no hubiera un monstruo detrás de él.

    —Me temo que tendré que decirle que nadie más me puede ver o escuchar a parte de usted señorita.

    Ella lo miró asombrada.

    —¿Pero cómo es que existes?

    —Bueno señorita esa pregunta me avergüenza en demasía pero aun así la responderé dándole una versión adecuada para su edad, verá, cuando un señor mapache y una señora mapache se quieren mucho, mucho, mucho…—Comenzó a recitar el animal educadamente y algo avergonzado, hasta que fue cortado por la joven.

    —No, no, no, debo estar soñando, sí, eso es…Soñando…

    Se intentó auto convencer mientras se pellizcaba los brazos una y otra vez queriendo despertar, Pierre la miraba con una cara que expresaba perfectamente su pensamiento.

    “Está loca.”

    Esta al ver que no se despertaba se dio cuenta de que lo que vivía era real, por lo tanto buscó otro argumento por el que encontrarse en esa situación.

    —Debes de ser uno de esos “renegados” que tiene el poder de transformarse en cosas que no existen, claro ¿Cómo no se me ocurrió antes? Debe de ser eso… Y has decidido alquilar todo este autobús para espantar a la gente que sube, lo cual explica porque esta tan vacio.

    El mapache la miró sin comprender.

    —No y no señorita, aun no se ha presentado. Usted es…

    La chica se levantó decidida a gritar en busca de auxilio pero el animal rápidamente se dio cuenta de sus intenciones, hizo un rápido movimiento con la mano como si estuviera cerrando una cremallera, sellando así la boca de la pelirroja.

    —Le repito que nadie más que usted me puede ver y escuchar, así que si no quiere hacer pensar a la gente que es una enferma mental yo no gritaría.

    ¿Qué gente? El bus estaba vacío, bueno, aparte del conductor, ella y aquel mapache. Entonces se dio cuenta de que ya había llegado al instituto. Rápidamente se levantó, se sacudió la ropa y cuando fue a recoger las cosas se dio cuenta de que aun estaba la carta en el asiento, se lo pensó durante unos segundos hasta que finalmente la cogió y se la guardó.

    —Oh, así que este es el centro educativo al que asiste usted.

    Pierre la siguió levitando acostado y con su gran cabeza apoyada en una mano.

    “Bien Alice, ahora actúa normal como si nada. Y cuando llegues a casa ya tendrás todo el tiempo que quieras para hablar “sola”.

    —Ho-Hola, Alice…

    O tal vez no.


    Subió las escaleras y se dirigió a su habitación, cerró la puerta al entrar.

    —¿Podemos hablar ya del trato señorita pelirroja cuyo nombre desconozco?

    Era mentira, él lo sabía todo de ella. Aquella humana había llamado su atención desde que era pequeña, la estuvo observando. Parecía alguien decidida y segura y al mismo tiempo todo lo contrario al descubrir que su mejor y única amiga tenía poderes y se había escondido durante tanto tiempo. Aun así ella tenía algo que le hacía confiar que cumpliría aquel trato que pensaba proponerle.

    ¿Por qué solo puedo verte yo?Ignoró la pregunta de Pierre.

    La chica se veía confiada y ya sin una pizca del temor que tenía esa mañana, el animal sonrió sabiendo que no se había equivocado de persona.

    —La carta.

    —¿La carta?

    Exacto, ¿Quién fue la primera en cogerla?

    Pues… Supongo que yo.

    Ahora te pertenece, esta carta no te la encontraste por casualidad. Es la razón por la cual me estás viendo ahora, yo mismo la dejé ahí para que tú pudieras encontrarla.

    Todo esto era muy extraño, ¿Para que la encontrara ella? ¿Qué carajo significaba eso?

    Dejó la mochila tirada por el suelo, ya tendría tiempo para estudiar, se dirigió a la silla giratoria de delante de su escritorio mientras procesaba todo lo que decía Pierre. Todo esto le estaba resultando confuso y a la vez interesante.

    —Y… ¿Por qué?

    —Porque quiero que me hagas un favor.

    —¿Qué clase de favor?

    Pierre levantó notablemente las comisuras de sus labios mostrando un poco sus pequeños y afilados dientes a la vez que ensombrecía su mirada, ya no parecía ese animal sacado de una serie infantil, sino algo más siniestro y misterioso. Alice mentiría si dijera que no le recorrió un escalofrío por toda la espalda.

    —Verá me gusta saber el nombre de las personas con las que negocio, ¿Sabe?

    —Alice Proudlone. —Dijo intentando mantener su rostro neutral.

    —Bien, Alice. Sé lo que ha sido tu vida estos ocho años, no has tenido casi amigos a causa del rechazo de la gente al haber sido la “rarita” de la clase. Al parecer no se fían de las pelirrojas por estos lares.

    Alice lo miró fijamente, así que llevaba observándola durante ocho años…Eso era un poco de acosador ¿No?

    —Hasta que un día llegó a tu vida esta chica, que se llamaba…Um… ¿Cómo se llamaba? — El animal se llevó la mano a la cabeza intentando recordar su nombre. Paso un buen rato así.

    —Bueno da igual. —Se resignó al no acordarse del nombre —El caso es que cuando tenías siete años una familia se mudó al lado de tu casa y tus padres, como los vecinos ejemplares que son, no pudieron evitar ir a saludar con el típico pastel de bienvenida.

    Entonces Alice rememoró ese día, daba igual cuanto tiempo pasara desde entonces, aquel recuerdo se mantenía tan fresco como el primer día en su memoria. Recuerda cuando acompañó a sus padres a saludar y al abrir la puerta su nuevo vecino se encontró a un hombre un poco moreno de ojos grises con una niña de su edad pegada a la pierna, no parecía asustada, parecía curiosa, una curiosa que prefería estudiar todo aquello desde la pierna de su padre. Y inevitablemente le atrajo desde el minuto uno.


    Él hombre hablaba con un notable acento, uno que en cierto modo le hacía gracia cuando su nuevo vecino se trababa intentando comunicarse, parecía alguien muy amigable y veía como sus padres hablaban animadamente con él.

    Dirigió su atención a la pequeña castaña con mechas avellanas que estaba justo delante de ella mirando la conversación entre los adultos. Tenía una media melena rebelde, una cara redonda, ojos grandes y marrones y unas poco notables pequitas adornaban su nariz dándole un toque infantil, además de una piel ligeramente morena, aquel detalle le hizo intuir que venía de otro lugar lejos de Maine ya que allí era algo inusual ver a alguien moreno.

    La otra niña notó que estaba siendo observada, bajó la mirada para encontrarse con dos bosques verdes mirándola fijamente. Alice se sobresaltó ante lo penetrante que resultaban aquellos ojos una vez eras objeto de su atención.

    Hola, me llamo Alice ¿Y tú?Dijo rápidamente al empezar a sentirse nerviosa por aquella niña, extendió su mano en busca de estrecharla con la de ella.

    La castaña la miró extrañada, como si fuera un extraterrestre. Alice esperó unos instantes hasta que bajó la mano, ¿Por qué no se la había dado? Tampoco se había presentado como ella, aquello le resultó confuso. Su mirada sobre ella como si viniera de otro mundo, su supuesta negación a darle la mano… ¿Había hecho algo mal? Ella sólo quería conocerla.

    ¿Quieres ser mi amiga?Lo volvió a intentar esperando alguna respuesta de la niña. Tan sólo recibió dos cejas alzadas con confusión.

    ¿Por qué se comportaba así con ella? Su única intención era ser su amiga, creía que realmente podrían serlo, le haría feliz tener una.

    Seguía sin ser respondida, así que el enfado empezó a reemplazar a la tristeza.

    ¿Por qué no me respondes? ¿Acaso eres muda?

    Dolida, se alejó de allí para irse a su casa dando zancadas y con los puños cerrados, al rato llegaron sus padres encontrándosela sentada en el sofá de brazos cruzados y una mirada de pocos amigos.

    ¿Por qué has hecho eso Alice?

    Yo solo quería ser su amiga y ella no me respondía y me miraba como un bicho raro.Se excusó rápidamente enfadada.

    Sus padres se miraron entre ellos divertidos.


    Oh Alice, es que esa niña no sabe inglés. Tiene que aprender para poder hablar y entender lo que le decimos.

    Alice se sorprendió, así que era eso… ¿Pero entonces no hablaba? Porque la gente sólo hablaba inglés ¿No?

    Su enfado fue desapareciendo y empezó a sentirse culpable, por lo que bajó un poco la capeza. De repente sonó el timbre de su casa, fue a abrir con su madre encontrándose con la niña de antes y su padre. Había sido ella la que llamó, miraba algo cabizbaja el suelo y tenía las manos detrás de la espalda, una pose de arrepentida total. Se dirigió a Alice hablando con mucha dificultad y un acento todavía más notable que el del hombre.

    Hola, me lla-llamo Cast…Dijo mirando finalmente a Alice, la cual se avergonzó.

    Y sí que qu-quiero ser tu amiga…Pe-perdón…

    Y tanto la culpabilidad como una sensación cálida llenaron completamente su corazón.
     
    Última edición: 3 Julio 2015
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    Clary Winslow

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    Hola :)
    Cada vez me gusta más la historia si bien sigo intrigada ^^
    Ansío saber cuál es el trato que propondrá el mapache, y la razón por la que está interesado en Alice y la ha estado observando por años.
    Ese mapache me hace acordar al gato de "Alice in Wonderland" xD
    Sé que va a ponerse cada vez más interesante a medida que se vaya desarrollando la trama; con la historia de Cast y Alice, su amistad, su separación (o lo que sea que haya sucedido), y lo que pasará a partir de si Alice acepta o no el trato *-*
    Y me hizo mucha gracia imaginarme al chofer cantando desafinado "Wannabe" de las Spice Girls jajaja

    En cuanto a la ortografía, no noté muchos errores, sólo algunos tildes como por ejemplo: "Ella solo quería conocerla." Ahí "sólo" lleva tilde ya que puede ser reemplazado por solamente. Vi ese error un par de veces.
    Ah, y cuando se están refiriendo a una persona y la nombran, va con una coma antes del nombre. No sé si me explico, aquí hay unos ejemplos:
    —Ho-Hola Alice…
    Ahí sería:
    —Ho-Hola, Alice...

    Y:
    —Me llamo Pierre señorita pelirroja, ¿Y usted es?
    Ahí quedaría:
    —Me llamo Pierre, señorita pelirroja, ¿y usted es?

    Pero sólo fueron cosas así, ya que escribes realmente bien :3
    Espero que actualices pronto ^^
    ¡Saludos!
     
    Última edición: 30 Julio 2014
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    Clarity

    Clarity Iniciado

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    Los comentarios ya sean críticos o de cualquier otro tipo siempre me son de gran ayuda y me animan a escribir con más ilusión y ganas. Enjoy! :D

    III. La verdadera razón​


    Acabó de contar todo lo que sabía de ella, observó que la pelirroja se quedó pensativa, seguramente rememorando aquella época tan feliz de su vida que con tanto esfuerzo había logrado olvidar, solo para que un mapache gigante se la recordara. Todo muy normal.

    El animal supo que en cierto modo la estaba haciendo sentir mal, así que omitió recordarle lo que pasó el día en el que se separaron sus caminos. No porque no quisiera hacerle daño, simplemente omitirlo le ahorraría tiempo… ¿No?

    El caso…Cambió de tema Pierre sacando a la chica de su ensoñaciónEs que te necesito para que hagas una cosa por mí.

    Pero ¿Por qué yo?

    Porque te conozco muy bien Alice Proudlone, y sé que podrás cumplir lo que te quiero encomendar, aparte de que recibirás algo a cambio por supuesto.

    ¿Qué quieres?

    Pierre soltó su bastón haciendo que este se tendiera en pie solo para luego pegar un salto y sentarse de forma elegante sobre el mango. Acercó su rostro al de la chica, la cual se mantuvo impasible.

    Quiero que mates a alguien.

    A Alice se le volvió a parar la respiración por segunda vez en ese día, buscó algo en la expresión de Pierre que le diera a entender que estaba bromeando. No, no había forma, estaba hablando completamente en serio.

    ¿Matar? ¿Ella? ¿Por quién le había tomado? ¿Una asesina a sueldo?

    Tras unos segundos decidió cual sería su respuesta.

    No.

    ¿No?

    ¿Pero quién mierda te crees que eres? ¡No puedes aparecer de repente en mi vida, decirme que has estado observándome durante ocho años y luego pedirme que mate a alguien!

    La indignación y enfado de la de ojos verdes divirtió a Pierre, tenía carácter la chica y una determinación en su respuesta de la que estaba seguro que no duraría mucho.

    Si quieres págate tú un asesino a sueldo. Yo no soy la que buscas, te lo aseguroMurmuró ya más calmada levantándose de la silla y dirigiéndose a donde estaba su mochila.

    Maldito mapache, hablando de asesinar a una persona como si hablara del tiempo. Ella no era así, tenía alma y conciencia y sabía que al matar a alguien no solo era el fallecido la única víctima, al acabar con alguien acababas con sus seres queridos y eso no estaba nada bien. No se lo desearía ni a los chicos que se meten con ella, más por sus familiares y amigos que nada.

    Oh, todos tenemos un precio señorita ProudloneContestó con una sonrisa zorruna girando sobre su bastón sin dejar de mirarla.

    Yo no soy todos PierreRespondió de espaldas a él buscando la tarea que tenía que hacer en la mochila.

    Sacó una libreta y libro de matemáticas y volvió al escritorio. Bajo la atenta mirada de Pierre empezó a resolver problemas sin apenas dificultad.

    Esta persona es de otra dimensión, bueno yo no la llamaría persona, más bien monstruo.

    La chica seguía haciendo problemas pero escuchaba lo que le contaba Pierre. Lo que faltaba, otra dimensión ¿Cuándo sacarían la cámara oculta?

    Bueno tampoco le sorprendía tanto como debería haberlo hecho, al fin y al cabo hay gente haciendo cosas anormales ahí fuera y un mapache gigante que estaba hablando con ella. Así que no negaría la existencia de otra dimensión.

    Esa dimensión que se sitúa en el año 1920. Allí existen humanos con poderes también, con la diferencia de que son los hechizos lo que manejan la mayoría, por lo que son nombrados magos. Esos magos son utilizados como armas por él sin darse cuenta. Por eso, lo que te pido no es por capricho, es un bien común.

    ¿Un bien común dice?

    Esta persona está creando guerras entre reinos que no tienen otro objetivo más que el poder. La avaricia, crueldad y egoísmo de este ser no tiene límites y está dispuesto a acabar con todo aquel que se interponga en su camino. Su pueblo no tiene ni idea de lo que hace este hombre más allá de sus fronteras, solo saben que están en guerra con el reino vecino y no hacen nada porque hasta ahora no han sido atacados. El mundo del que provengo está en peligro, mi mundo.

    Alice se asombraba más conforme avanzaba la historia y no se dio cuenta de cuando dejó el lápiz de lado para prestar toda su atención al relato de Pierre.

    Está empezando a destruir pueblos enteros, casas y familias por un trozo de tierra que aun que sea de miles de quilómetros no valdrá nada una vez esté lleno de cenizas de la gente con la que ha acabado, personas inocentes…

    Todo aquello que le contaba era terrible, se llevó una mano a la boca sintiendo como se le encogía el pecho.

    Soy el encargado de vigilar ese mundo, pero para mi desgracia no puedo acabar con nadie. No puedo ni crear ni destruir, solo observar. Por eso he venido hasta aquí, por eso me fijé en ti, tienes lo que hay que tener para hacerlo.

    ¿¡Y cómo esperas eso de una niña de diecisiete años!? ¿¡No podrías haber acudido a algún profesional o algo?!

    Este mundo está podrido Alice, y vi en ti algo que me hizo sentir seguro de que tu no me fallarías. Tienes un corazón que solo desea el bien. Además de que nadie sospecharía de una muchacha como tú.

    La chica dejo de gritar sorprendida ante las palabras de Pierre. No, ella no era así.

    Una vez le fallé a alguien muy queridoMurmuró con frustración y agachando la cabeza Y todo por temor, tenía miedo, me alejé sin mirar atrás. La dejé sola cuando me necesitaba.

    Unas cuantas punzadas de dolor atacaron su corazón. Ella no era buena, no lo fue con ella, fue egoísta y cobarde con alguien que había dado muchas cosas por ella.

    Alguien así de cobarde y miedosa no puede hacer algo como lo que me estás pidiendo.

    Por primera vez Pierre sintió pena por un humano de aquella dimensión. Lo que él dijo lo pensaba de verdad y lo creía, pero lo que decía aquella pelirroja… Ella lo decía con toda la convicción del mundo, lo creía y lo sentía.

    Estoy segura de que encontrarás a alguien más Pierre. Lo siento pero yo no puedo ayudarteSentenció volviendo a su labor.

    Alice tenías miedo, es normal lo que hiciste. Ella lo entendió por aquel entonces y lo sigue entendiendo, tú no decidiste alejarte, lo hicisteis las dos. Y fue por protección mutua, ella quería protegerte.

    Tardó unos segundos en sonreír tímidamente al saber que se preocupó por su seguridad.

    La estuve viendo antes de conocerte. Ella está bien y sigue siendo una “escondida”, está dispuesta a volver aquí. Pero ahora no es seguro.

    La de ojos verdes se giró para encararlo, no quería emocionarse antes de tiempo. Pierre no sabía cuántas esperanzas tenía en que fuera verdad lo que decía. Pero Alice no sabía si fiarse de todo aquello que salía de su boca; lo de aquella extraña dimensión, si en verdad Pierre existía o solo estaba volviéndose loca, lo que le había dicho de Cast… Oh dios, solo deseaba que aquello fuera verdad y estuviera bien…

    El mapache vio las dudas en su mirada y decidió mostrarle que él existía, que no estaba alucinando ni nada por el estilo.

    Señorita Proudlone, soy tan real como tu poca autoestima.

    Alice rió desganada por el chiste de humor negro. Intentaba animarla, metiéndose con ella. Un estilo un tanto extraño pero que supuso que era parte de la personalidad de Pierre. Se lo agradeció internamente.

    Si no fuera así ¿Cómo es que puedo hacer esto? Añadió levantando su dedo índice ligeramente.

    Aquel gesto hizo que Alice se pusiera firme delante de él, Pierre empezó a hacer movimientos con la mano y el cuerpo de Alice inevitablemente empezó a bailar al estilo de los 90.

    ¡¿Qué demonios…?!Exclamó indignada lanzándole una mirada asesina¡Detente Pierre!

    ¿Y esto?

    Pierre hizo que Alice se fuera bailando de la habitación hasta la cocina donde preparó un té sin dejar de bailar para desgracia de la pobre chica. Volvió con una taza a la habitación y se la dio a Pierre, acabo su baile con una pirueta y poniendo una pose a lo Michael Jackson. Alice se quedó ahí parada jadeando y con cara de querer matar al de traje.

    ¡Ya lo he pillado maldito mapache!Exclamó indignada con la cara roja de coraje y el esfuerzo.

    Bien.Dijo satisfecho mientras le daba un pequeño sorbo al té, bajó la mano.

    Alice por fin se podía mover, iba a ir directa a hacerle pagar a ese estúpido animal cuando sonó el timbre.

    Llaman.

    Oh gracias por la aclaración Pierre.El sarcasmo bañaba cada palabra.

    De nada.Volvió a retarla sin darse cuenta.

    La pelirroja fue a abrir ignorando a Pierre. Bajó y abrió la puerta encontrándose con un chico de pelo negro azabache y rizado con unas gafas que tapaban sus grandes ojos. Pierre lo veía todo desde el final de la escalera sin dejar de beber de su té, era el mismo chico que se dirigió a ella esta mañana. Parecía el típico empollón que se la pasaba encerrado en casa estudiando, y así era.

    Hola.

    Hola.

    ¿Qué pasa Mathew? La voz de Alice era distante pero sin dejar de ser amable.

    Esto… Se te olvidaron estas hojas del trabajo del movimiento rectilíneo uniforme Dijo extendiéndole las mismas con la mano temblorosa.

    Hablaba como todo un celebrito.

    Gracias.

    Alice las cogió y sin querer rozó su mano con la del pálido chico, el cual se estremeció ante el contacto.

    De nada.

    Momento incómodo.

    Creo que será mejor que te vayas a casa Mathew, se está haciendo tarde.Intentó hacer que se fuera de la manera más sutil que podía.

    Antes me gustaría preguntarte algo… Dijo nerviosamente sin mirarla a la cara.

    ¿El qué?

    El chico no contestaba y Alice empezó a impacientarse.

    Vi que no se te da muy bien la física y la química, así que pensé en que podríamos quedar y ayudarte un poco…Ya que esas asignaturas son mi especialidad…

    El de cabello negro hablaba torpemente, Alice suspiró. Poco a poco ese chico se quería ir acercando a ella y no es que no quisiera mantener contacto con el joven, pero tenía la sensación de que no podía fiarse mucho de él.

    No creo que sea buena idea…Intentó buscar una buena excusaPrefiero hacerlo todo por mí misma, así aprendo más.

    Pero nunca viene ma-mal un poco de ayuda…

    Mathew siguió insistiendo tímidamente y Alice dándole largas, hasta que vio que no se iba a ir con un no como respuesta, suspiró cansada.

    Vale, lunes a las 16:00 PM en mi casa…

    ¿De verdad?

    Alice asintió desganada.

    Menos mal que no he tenido que insistir mucho.Comentó avergonzado intentando buscar más conversación con la chica.

    “¡Sí! ¡No te jode!” Pensó Alice para sus adentros.

    Adiós Mathew.Dijo cerrando la puerta.

    Iba a seguir a hablando pero la joven no le dio la oportunidad. Se quedó un buen rato mirando la puerta. Se acomodó las gafas y sonrió siniestramente.
     
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    Clary Winslow

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    Me imagino la sorpresa de Alice cuando Pierre le pidió que matara a alguien. Quiero decir, se le apareció de la nada, le dice que la ha estado espiando por años y luego le pide que mate a alguien D:
    Esto se pone cada vez más interesante n.n
    Ese Mathew... ¿qué se traerá entre manos? ¬¬
    Alice hace bien al desconfiar del él. Me preguntó que dirá Pierre, quizá le advierta de su maldad e.e
    Debo admitir que al principio pensé que Pierre sería malo xD
    ¡Quizá Alice y Cast vuelvan a verse! :D
    Espero que actualices pronto C:
    ¡Saludos!
     
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    Clarity

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    IV. La promesa​


    -La violencia y resistencia a la autoridad por parte de los “renegados” está causando grandes estragos en las calles de Estados Unidos, por no decir de todo el mundo. Mientras que los últimos “escondidos” salieron a la luz el pasado martes, deshaciendo otra organización en contra del gobierno central. Cada día utilizan mejor sus habilidades y son más inestables, así que recomendamos que no salgan de casa después del toque de queda. Y si lo hacen durante el horario laboral, tengan mucho cuidado…-

    La de cabello marrón escuchaba todo con sus auriculares sobresaliendo desde dentro de su chaqueta y con el móvil en el bolsillo interior de esta.

    Cada vez atrapaban más “escondidos” y así era difícil actuar con rapidez sobre el poder, esto era malo. A este paso acabarían siendo vencidos y usados como títeres del gobierno como tantos otros. O incluso ratas de laboratorio. Y para colmo los “renegados” los hacían tener muy mala imagen ante los medios de comunicación.

    —Genial…—Suspiró sarcásticamente.

    Siguió escuchando las noticias un poco más, a veces no entendía alguna palabra, pero sabía arreglárselas ella sola para entenderla. De repente un plato de ramen apareció ante ella, levantó su vista encontrándose con una sonriente camarera de rasgos asiáticos.

    Le puso bebida, cubiertos y servilleta.

    —Itadakimasu.

    La camarera le miró divertida por su acento, hizo una reverencia y se fue sonriente.

    La joven empezó a comer, le costaba un poco manejarse con los palillos. A diferencia de las personas que había a sus lados en la barra ella no estaba haciendo mucho ruido al comer, por lo que había algunos que la miraban mal. No le importaba mucho.

    El sabor del ramen inundó su paladar. Hacía días que no comía algo decente y recién hecho, cerró los ojos sin darse cuenta por la agradable sensación. Se sentía tan bien… No había nada como la comida, aquello estaba delicioso.

    No se percató de que una luz de un color amarillo anaranjado empezó a surgir desde sus brazos, estos los llevaba algo descubiertos al tener la chaqueta arremangada, dejando ver como la luz se extendía hasta llegar a sus manos. Sus venas y capilares eran lo único que no se iluminaba.

    Cuando lo vio se bajó las mangas rápidamente, menos la izquierda que se enganchó con su reloj. Tardó unos instantes forcejeando impacientemente hasta que cedió.

    “Mierda.”

    Por suerte para ella no parecía que nadie la hubiese visto, pues todos seguían comiendo y la luz que emanaban sus extremidades era débil. Respiró más calmada y siguió comiendo, hasta que notó algo por el rabillo del ojo. Sus sentidos se agudizaron. Sus oídos escucharon un jadeo como de ¿Emoción?

    Alguien lo había visto.

    Mostró su postura más despreocupada, haciendo como si no lo supiera. Acabó de comer, pagó y se fue con las manos en los bolsillos.

    Fuera hacía frío y una ligera brisa que no le resultó desagradable para ser fría. Caminó sin rumbo alguno tranquilamente por las calles llenas de luces neón de diferentes comercios, sabía que aquel individuo la estaba siguiendo. Giró la cabeza imperceptiblemente. Hombre de 1’80 m de altura y algo flaco, diría que de unos cincuenta años por las arrugas a los lados de su boca pues no mostraba ninguna parte más de su rostro al ir encapuchado. Y vestido con la ropa más sospechosa del mundo.

    Y este iba siguiéndola dejándose ver, apenas dejando unos diez o nueve metros de distancia pensando que ella no se daría cuenta.

    “¡Oh, dios mío! ¡No lo habría notado ni en mil años!” Pensó sarcásticamente.

    Aceleró un poco el paso intentando perderse entre la gente, al ver que el hombre también aceleró decidió meterse por un callejón oscuro. Él corrió hasta allí, sólo para encontrarse un ligero destello de llamas y cenizas en el aire.


    ***​


    El sonido del despertador le sobresaltó. Abrió los ojos pegajosamente mientras sus demás sentidos se iban despertando, cuando dejó de ver borroso se levantó tambaleándose un poco y apagando la alarma. Abrió las persianas dejando entrar algo de luz a su oscura habitación.

    Era lunes, para su desgracia.

    Se vistió y se arregló sin ganas para luego bajar a desayunar. Se encontró a su madre desayunando sola mientras veía las noticias matinales, como siempre. Rara vez veía a su padre, quien se estaba perdiendo muchas cosas de ella y su hija, no le entristecía decir que ya directamente le daba igual.

    Cuando Eloise se percató de su presencia fue a prepararle el desayuno.

    —Da igual mamá, comeré ligero.

    Pierre a un lado de Eloise dejó de prestar atención a los informativos.

    —Las chicas de tu edad tienen que comer algo más que un vaso de leche y dos galletas, señorita pelirroja.

    —Piérdete Pierre.—Susurró casi tan bajo como pudo.

    El animal se llevó la mano al pecho y puso cara de sentirse ofendido, cosa que no supo Alice si era burla o lo estaba sobre actuando.

    Acabó de desayunar y se levantó dispuesta a irse al instituto, era algo pronto pero tenía hoy dos exámenes y quería estudiar allí un poco.

    —Alice.—La llamó su madre.

    —¿Sí?

    —Acuérdate de que hoy es el cumpleaños de tu padre. Así que llegará un poco más pronto de lo normal, ¿Lo felicitarás no?

    Alice hizo una mueca.

    —Sí, supongo. Espero no caerme del sueño.

    Eloise sonrió divertida y se acercó para darle un beso en la cabeza, la abrazó y la más joven le correspondió.

    —Ten cuidado. Aun que hace días que no hay “renegados” por aquí no puedes bajar la guardia, cariño.

    —Lo tendré.

    Con eso y otro beso en la frente se despidió de Eloise. Pierre hizo una reverencia para luego seguir a Alice, siempre caballeroso aun que no lo pueda ver.


    ***​


    La luz del sol y la causa de su presencia en aquel lugar empañaban sus ojos grises. Era irónico el buen día que hacía, la felicidad y calma que transmitía el tiempo contrastaba con la tristeza e impotencia de los allí presentes.

    El cura recitaba con soltura y fluidez aquel discurso que parecía no acabar.

    A decir verdad no quería que acabara, no quería que acabara solo para ver como la enterraban en aquel agujero para siempre, a ella, su querida hermana. No podía.

    No veía a su alrededor, pero sabía que habían decenas de funerales más llevándose a cabo. Funerales de corazones que se enterrarían con ella. Pero ninguno ocuparía tanto lugar como lo hacía el suyo. Una lagrima traicionera se escapo de su enrojecido ojo derecho. Una promesa más que se le había escapado, se disculpó mentalmente con su hermana.

    Se escuchaban a lo lejos los constantes bombardeos, como si fueran un eco muy lejano que no se fuera a acercar nunca a su hogar. Muy en el fondo sabía que no era así. El rubio veía las luces que se reflejaban en el horizonte que contrastaban con el color azul marino del cielo desde detrás de la ventana. Hoy no había estrellas.

    —Es hermoso, ¿Verdad?

    Gunt se giró para ver a su hermana mayor observando el fuego que había bajo su chimenea como si fuera una maravilla. Pronto aparto sus ojos de este y pestañeó varias veces ya que el fuego le hizo algo de daño a la vista, luego le indicó a su hermano que se sentara con ella, él le hizo caso.

    —Sólo es fuego, no tiene nada de hermoso. —Respondió entrecerrando los ojos en dirección a la rubia.

    La miraba pensando en lo estúpidas que habían sonado aquellas palabras por parte de la mayor. El fuego no era hermoso, más bien todo lo contrario, causaba muerte y destrucción. De hecho las bombas que tiraba el reino de Liesdom provocaban fuego. Hasta los colores de este eran horribles, al menos para su gusto.

    Hubo un largo silencio.

    —Te equivocas.

    Había sonado tan convencida que hasta pegó un pequeño brinco del asombro.

    —Es mucho más que solo muerte y destrucción.

    Había leído su pensamiento, sabía cómo era y pensaba su hermano pequeño; terco, pesimista y crítico. El niño abrió un poco los labios para contestarle pero ella no le dejó.

    —El fuego es…Como las personas. Tiene su lado bueno y su lado malo, tú como todo el mundo solo sabes ver las cosas malas que tiene. Pero dime una cosa, si tan malo es, ¿Por qué lo dejas estar en tu propia casa?

    Aquello lo tomó desprevenido, la pregunta lo confundió y creó curiosidad. Él nunca dejaría que algo malo entrara a su casa. Pensó rápido.

    —El fuego nos da calor cuando hace frío, nos ayuda a cocinar… Esas cosas.

    —Exacto, pero, ¿Crees que es eso y ya está?

    —Es lo único bueno que le veo.

    Ella le dedicó una sonrisa llena de dulzura.

    —El fuego nos ilumina cuando nos perdemos en un bosque, nos ayuda a defendernos de bestias si hace falta, nos ayuda a fabricar muchos objetos que son necesarios en nuestra vida diaria.

    —Armas…

    —O un anillo de compromiso. —Contraatacó la rubia con ilusión.

    —Pero es malo.

    —No si lo utilizas para defenderte a ti y a los tuyos.

    —Tal vez…

    —Conocí a una maga años atrás, cuando tú solo tenías cuatro años.

    Gunt tiró algo de leña al fuego mientras escuchaba la melodiosa voz de Katherine.

    —Estaba en ciudad capital, tenía que ir al mercado, y te llevaba en brazos cuando de repente escuché como se derrumbaban algunos edificios. Era una batalla entre magos.

    La palabra “magos” no pasó desapercibida por la mente de Gunt. Siempre le habían causado muchas dudas desde que sabía de su existencia, nunca vio uno con sus propios ojos, pero el saber que existían le hacía creer en la magia.

    —Uno de ellos dirigió un ataque hacia nosotros, todavía no sé si lo hizo a posta. El caso es que cuando estuvo a punto de darnos vi unas llamas que lo desviaron. Era un tercer mago, era una chica como yo. Ella nos salvó. Y neutralizó a los otros dos a base de ataques que provocaban fuego. Aun así no incendió nada.

    La historia sonaba irreal e increíble, pero el brillo de los ojos de Katherine mostraba que solo decía la pura verdad.

    —Recuerdo que nos escoltó el tiempo que estuvimos allí, intenté comprarle algo o darle dinero como agradecimiento. Pero no me dejaba, simplemente me dijo: “Estáis bien y sin heridas, es suficiente para mí.”.

    —¿Por qué nunca me contaste esto?

    —Quería que crecieras sin saber todo lo malo que pasaba a nuestro alrededor, sin saber que un día cualquiera si nos despistamos alguno de nosotros podría morir… Por eso quiero que me prometas algo, si yo muriera-

    —¡Eso nunca pasará! ¡No lo permitiré! —Gritó con los puños cerrados, no quería que hubiera ni la más mínima de las posibilidades.

    —Déjame acabar.

    Él calló aun con la rabia cegándole.

    —No quiero que llores por mí. Quiero que sigas adelante con una sonrisa por mí, quiero que vivas la vida por mí, ¿De acuerdo?

    Había tristeza y a la vez calma en sus palabras, Gunt dudó hasta que al fin asintió. Más silencio.

    —Hay poca gente como esa chica, por eso, si encuentras a alguien así nunca te despegues de él o ella.

    Ella en verdad admiraba a aquella muchacha y aquello se lo estaba contagiando al rubio.

    —Intentaré hacerme su amigo a toda costa. —Intentó quitar tensión del ambiente.

    —Muy bien. — Rió por la ocurrencia del rubio, poco a poco su risa se fue apagando. —¿Sabes? A mí no me dio tiempo a hacerme su amiga, luego de aquel día no volví a saber más de ella. —Comentó agachando la cabeza algo arrepentida.

    —¿Y no te dijo su nombre ni nada?

    —Sí, me dijo que se llamaba Cast.

    La gente se había ido, estaba anocheciendo y ya llevaba horas mirando la lápida sin apartar la vista de ella. Como si le estuviera mirando a los ojos, como si aun pudiera sentir su alma, se hizo una promesa a sí mismo y a Katherine.

    Me haré aprendiz de Cast. Y cuando sea lo suficientemente fuerte acabaré con todo el mal que habita en este mundo, y lo haré con una sonrisa, viviendo la vida por ti. Porque eso es lo que te prometí ¿No, Kate?

    Un suave viento se encargó de acariciarle los cabellos y a la vez responderle.
     
    Última edición: 2 Septiembre 2014
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    Clary Winslow

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    ¡Hola!
    Disculpa por haber tardado tanto, ando muy corta de tiempo y tengo muchas historias atrasadas que voy tratando de leer poco a poco :c

    ¡Me fascinó! No sé por qué, pero este capítulo me pareció realmente lindo.
    La reflexión de Kate explicándole a Gunt sobre el fuego estuvo genial, me gustó mucho.
    Va a ser genial que Gunt se convierta en aprendiz de Cast, ya veo que será toda una aventura ya de por sí la búsqueda para encontrarla. Y obviamente cuando se encuentren con Alice :3
    Pierre me encanta, es todo un personaje xD
    No noté errores, tampoco estuve fijándome mucho ya que estuve centrada en la trama e.e

    Espero que me avises del próximo capítulo ^^
    Saludos c:
     
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    Clarity

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    V. Determinación​


    —Oye, ¿No te parece un tanto inusual ese tal…? Emmm… Esto…

    No podía ser que se le volviera a olvidar su nombre, se lo había repetido como cincuenta veces en lo que llevaban de día.

    —Este muchacho con el que has quedaste… ¿Cómo era?—Pierre siguió divagando mientras Alice solo rodaba los ojos.

    “Sé con quién he quedado Pierre…” Suspiró en su cabeza.

    Bueno, escuchar las tonterías del animal siempre era mejor que atender a una clase de inglés un jueves por la mañana. La profesora hablando y Pierre levitando por toda la clase en una pose de desinterés total mientras decía cosas como “Ya sé cómo se habla mi propia lengua materna, señora” o “Le aseguro que si usted dedicara este tiempo que enseña a jóvenes lo que ya saben en hacer deporte y llevar una vida sana, en vez de ser fea y obesa, solo sería fea” y cosas así al más puro estilo del mapache.

    De vez en cuando no podía evitar sonreír o reír por lo bajo por las ocurrencias del animal, ciertamente desde que le acompaña al instituto todos los días este se le ha vuelto menos pesado. Poco a poco Pierre se estaba convirtiendo en una especie de amigo suyo. De alguna manera era su amigo “imaginario”.

    Lo que le extrañaba era que no había vuelto a mencionar el tema de su trato y aun así seguía allí con ella, pasaban los días y ni le envió alguna indirecta para hablar de ello. Era como si le estuviera dando tiempo para pensar.

    ***​

    La observaba desde el lado contrario de la clase, era muy guapa. Y el solo recordar como su mano rozó la suya el lunes por la tarde le emocionaba. Sólo fue un accidente al pasarle un libro, pero para él significó un gran acercamiento. Miró su mano derecha con ilusión, no se la había lavado, al menos no por la parte que le había tocado la chica.

    Se había fijado varias veces como Alice sonreía de vez en cuando o su espalda subía y bajaba rápidamente como si estuviera ¿Riéndose? Pero si no hay nadie haciendo nada gracioso ni tampoco habían hecho alguna gracia… ¿De qué se reía? ¿Por qué se reía? ¿Estaría recordando algo, o más bien alguien? El pensar en que alguien más podría estar causando la sonrisa de la pelirroja hizo que hirviera su sangre. Nadie más que él tenía derecho de hacerla reír, nadie. Y mucho menos esa maldita de Cast. El sólo pensar en ella hizo que sus manos se volvieran puños.

    —¿Qué le hace tanta gracia señorita Proudlone?—La voz de la profesora lo sacó de sus cavilaciones, miró hacía el asiento de la aludida.

    Algunos chicos que tenía a los lados se reían de ella y hasta hubo alguno que soltó una frase doliente que hizo reír a los demás. Alice se encogía en su pupitre entre avergonzada y dolida. La profesora mandó callar a todos y le dijo a Alice que abandonara su clase, ella le obedeció, recogió sus cosas y se fue.

    Mathew giraba la cabeza mientras veía como se iba. Por una parte le dolía lo que estaba haciendo, pero no le quedaba más remedio si quería que Alice se acercara a él. Después de todo, él sería el único al que podría acudir a por apoyo.

    O al menos eso esperaba.

    ***​

    —Esto es por tu culpa.— Murmuró muy enfadada para que nadie la escuchara.

    Se dirigía al baño, así podría hablar tranquilamente “sola”.

    —No tengo que cargar con la culpa de lo que tú hagas, si te has reído es porque has querido. Yo no hacía nada gracioso a mi parecer.

    El mapache estaba muy convencido de lo que decía, después de todo era su humor y estaba acostumbrado a él, por lo que él decía no le hacía gracia. Pero Alice no pudo evitar mostrar sus dientes más de una vez cuando decía algo, era extraño, al hacer feliz momentáneamente a la de ojos verdes le hacía sentir bien.

    —Lo que tú digas estúpido mapache…

    —¿No eras tú la que estaba en contra del maltrato animal?

    Alice lo miró confundida, sí, así era. Pero no sabía que tenía que ver con el tema.

    —Sí, ¿Y qué?

    —Pues que se está dando la situación de que estoy siendo maltratado por ti.

    —¡Pero si no te he maltratado!—Soltó con la voz en alto sin darse cuenta.

    Rápidamente sacó el móvil para hacer como si hablara con alguien, luego miró a todos lados para asegurarse de que nadie la había escuchado.

    —Corrijo, sí que lo has hecho. Me has maltratado psicológicamente al dirigirte a mí a base de ofensas orales.

    Alice rodó los ojos por segunda vez en la mañana. Las ganas de joder de Pierre no tenían límite, y lo mejor de todo era que él lo hacía sin darse cuenta. Esa era su vida desde que lo conoció.

    Una vez que llegaron al baño abrió todas las puertas de los retretes y cuando vio que no había nadie guardó el móvil.

    —Eres insufrible…—Suspiró con enojo.

    Era la primera vez que la echaban de clase. Ahora su perfecto expediente tendría una minúscula mancha de mierda morada llamada Pierre.

    —Alice quería comentarte algo…

    Esta dejó su pose de enfado para mirarle con expectación.

    —Es sobre lo que te propuse… ¿Me ayudarás al final?

    Pierre la veía suplicándole con sus enormes ojos saltones tan azules como el cielo. Alice supo entonces que lo que había hecho el animal era darle su tiempo para que se pensara seriamente lo del trato.

    Se sintió mal al instante.

    —Pierre yo…

    —Sé que puedes hacerlo. Tendrás ayuda allí, créeme, pero no puedo asegurarte que no será peligroso. Es una dimensión alterna, allí hay algunas personas que reconocerás de esta dimensión, de hecho tu-

    Un portazo interrumpió la conversación que estaban teniendo, los dos miraron a la misma dirección encontrándose con cuatro chicas sonriendo con sorna.

    Alice tragó… Oh no, habían vuelto.

    —Pero mira a quien tenemos aquí, la pelo regla.—Se burló la rubia.

    Esa era Skyler Black, la líder de ese grupo. Llevaban haciéndole la vida imposible a Alice desde que entró en el instituto solo por diversión, un día cuando tenían quince años le llegaron a asaltar en los vestuarios solo por hacer frente a sus constantes insultos y bromas de mal gusto.

    Aquel día acabó muy mal, labio sangrando, brazos y piernas llenas de moratones y en la cabeza casi tenía una brecha, pero lo que más le dolía era el pecho. Cuanto necesitaba a Cast en esos momentos.

    El centro las expulsó al haber recibido ya varios partes por acosos y burlas hacía la pelirroja y más alumnos. Todo parecía el paraíso una vez que desaparecieron de su vida.

    Y justo cuando creía que no las volvería a ver aparecen.

    —¿Qué hacéis aquí?—Escupió con odio.

    —Solo estábamos de visita, pasábamos por aquí y decidimos acercarnos a ver qué tal te iba.—Respondió una de ellas acercándose peligrosamente.

    —No te me acerques arpía.—Dijo Alice poniéndose en posición de defensa.

    —Vaya parece que la ratita ya no es tan cagona como antes.

    —La verdad es que ha cambiado bastante.

    —Sí, y esas mandarinas se han agrandado, ¿No?

    —Sí, pero sigue siendo horriblemente fea y friki.

    Aquello se clavó en el corazón de Alice, palabra por palabra. Nada había cambiado, le seguía doliendo lo que le decían tanto como antes.

    —Y ahora tiene los humos un poco altos, ¿Por qué no se los bajamos un poco?

    —Me parece muy bien.

    Alice cambió su expresión a una de miedo. Mierda, ellas eran cuatro y ella una, no tenía posibilidad.

    Dos de las chicas se intentaron abalanzar sobre la pelirroja para inmovilizarla, esta las esquivó por los pelos aprovechando que era más bajita. Una de ellas corrió hacía ella con el puño en alto, la esquivó y le dio una patada en la pantorrilla dejándola en el suelo por el daño. Se olvidó totalmente de que estaba con Pierre, ahora solo quería salir de aquel baño o estaría a manos de ellas otra vez. Y no quería nuevos traumas.

    Las dos que habían intentado inmovilizarla la cogieron de los brazos por detrás.

    Pierre miraba frustrado la escena, no podía hacer nada. Ellas no habían tocado la carta. Y aun que lo hubieran hecho solo rozarlas haría que se convirtiera en un montón de polvo. Se acercó a ellas intentando propinarles un golpe, pero su bastón y su puño traspasaban a las atacantes. Alice forcejeaba como podía con ellas, lo que le causaba varios golpes en el estomago y algunos empujones.

    Pensó en alguna forma de ayudar a Alice a salir de ahí. Rápidamente vio los lavabos que había a su derecha y tuvo una idea, extendió su brazo derecho intentando hacer que los grifos saltaran metiendo mucha presión en ellos. No podía interactuar tan bien con los objetos como lo hizo con el cuerpo de Alice, empezó a sudar a causa del esfuerzo.

    Escuchó un grito ahogado y vio como las chicas desgarraban la ropa de Alice mientras insultaban su cuerpo muy duramente. Una de ellas le propinó una fuerte bofetada al ser mordida por esta.

    —¡Me ha mordido la hija de puta!

    —¡Maldita perra!

    Pierre ejerció más fuerza hasta que al fin los grifos cedieron saliendo disparados. Las chicas pegaron un salto del susto dejando caer a la pelirroja al suelo.

    —Como no nos vayamos de aquí nos echaran la culpa de esto.

    —¿Pero qué mierda ha pasado?

    —¡Qué más da! ¡Vámonos!

    Skyler se acercó mucho al rostro de la pelirroja.

    —No hemos acabado contigo Alice Proudlone, volveremos a por ti. Te buscaremos allá donde haga falta. Y así pagarás por haber hecho que nos echaran.

    Salieron corriendo de allí sin mirar atrás, dejando a Alice de rodillas en el suelo. Le sangraba el labio de la bofetada y miraba la dirección en la que se habían ido sin expresión alguna, se llevó las manos a la cara y empezó a sollozar. Era una pesadilla.

    Pierre sintió como su corazón se encogía ante aquella imagen.

    —Lo siento Alice… No pude hacerles nada… —Se disculpó sintiéndose culpable.

    Se acercó a ella con el objetivo de consolarla, pero detuvo su mano antes de tocarla recordando lo que pasaría si lo hiciera. Estaba cogiéndole demasiado cariño.

    La pecosa chica lo entendía y le perdonó mentalmente. Ellas habían vuelto, aquello era horrible, pensaba que podría empezar de nuevo aun que lo hiciera sola, veía que se equivocaba. Lo que más le aterraba es que ya no estaba Cast para ayudarla a no derrumbarse.

    Sabían que estaban dispuestas a llegar más lejos, y aquello implicaba que volviera a cortarse e incluso un posible suicidio.

    “Cast…Te necesito.” Pensó desde lo más profundo de ella.

    Con voz temblorosa tomó una firme decisión.

    —Acepto.

    Pierre abrió los ojos sorprendido por la determinación de la chica.

    —Me da igual si me das algo a cambio o no, solo quiero irme de aquí.—Dijo entre sollozos.

    —Alice…Quiero que estés segura de esto.

    Ella bajó la vista al suelo pensándoselo mejor ¿Qué pasaría con su familia? Probablemente se volverían locos buscándola, no los culpaba. Pero ella estaba en peligro allí, vio la mirada de esas chicas, eran capaces de todo y sabía que no dudarían en hacer lo que se propusieran. No había seguridad para ella cuando en todas las comisarías se dedicaban a la busca y captura de “escondidos” y “renegados”.

    Tampoco conocía lo suficiente aquel mundo del que le habló Pierre para saber si estaría segura allí, ni siquiera sabía el tiempo que estaría allí. Pero tal vez la vida, el destino o lo que quiera que sea le estaba dando la oportunidad de alejarse de todo. Aun que tener como objetivo asesinar a alguien era un contra.

    —Si voy… ¿Tendré ayuda?

    —Probablemente. Hay algunos magos y personas que se dan cuenta de lo que en realidad está pasando, pero no es fácil hacerle frente. Necesitan aliados, necesitan una dirección, unos pasos que seguir. Y conozco a alguien que quiere más que nadie llevar a cabo todo eso, tal vez demasiado joven, pero con madera de líder.

    Aquello tranquilizó y complació a la chica a partes iguales.

    —¿Qué tengo que hacer?
     
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    VI. Amarillo​


    Una respiración profunda era lo único que se escuchaba en aquel pequeño apartamento. Estaba algo iluminado al ser luna llena. La chica dormía plácidamente sobre lo que en un principio era un futon que cambió durante su sueño a su gusto, para al final acabar siendo un desastre.

    La sombra de un hombre hizo aparición desde la ventana, se quedó unos minutos observándola, silenciosamente le tomó una foto a ella y a su número de apartamento en aquella finca.

    —Te tengo.


    ***​


    No supo en qué momento entró en aquel lugar, miraba a todas partes buscando alguna salida, el color de aquella sala le daban nauseas. Negro, negro, negro y más negro. Nada hacía comparación con la forma en que aquello le revolvía las tripas.

    Y cómo tantas veces había pasado escuchó un gruñido no muy lejos de ella. Era como un déjà vu, como ir andando de una habitación a otra y al llegar olvidarte de porque estás ahí para luego volver a dónde estabas. Hasta que te acuerdas del porque habías decidido ir a esa habitación y pegas media vuelta para volver, la diferencia es que ella no se giraría. No le hacía falta.

    Comenzó a correr y entonces supo lo que pasaba.

    “¡No puedo hacerlo!”

    “¡Esto no habría pasado si no te hubiera hecho caso!”

    “¡Podríamos haber muerto!”

    “¿Sabes? Pienso que lo mejor hubiera sido no haberte conocido nunca.”

    “Te odio.”

    Cuanto más escuchaba esas voces más corría, se tapó los oídos, negó con la cabeza. Otro terrorífico rugido se abrió paso hasta sus tímpanos, sin embargo no retumbaba tanto como aquellas palabras. Miró atrás y se encontró con aquellos ojos amarillos que tanto tiempo llevaban persiguiéndola, esta vez no escaparía.

    De repente la atrapó, la pantera de ojos amarillos la atrapó, sus rostros quedaron a centímetros el uno del otro. Cayó hipnotizada en aquella degradación de amarillos sabiendo que no la había atrapado solo físicamente. Tenía miedo, mucho miedo, parecía una gelatina bajo el cuerpo del animal de perfecto pelaje negro. Nunca lo había pasado tan mal en su vida, pero vio que se equivocó cuando el felino le susurró unas palabras y se fue. El dolor y la ira mezclados en ellas.


    ***​


    Angel daba vueltas por todo el lugar, ¿Qué demonios había pasado allí?

    —Te dije que no encontrarías lo que esperabas…—Suspiró un hombre de unos treinta años detrás de él.

    —Necesitaba verlo.

    La rabia contenida acompañaba como segunda melodía sus palabras. Si bien era cierto que Angel era un chico que asumía las cosas fácilmente, ahora le costaba mucho. Tenía frente a sus ojos lo que había sido su hogar, totalmente destrozado, solo asomaban escombros, montañas de ceniza y pilas de cadáveres ya descompuestos.

    —¿Cuándo ocurrió todo esto?

    El hombre de piel oscura guardó silencio.

    —Tres años.

    Una mujer de porte alto y mirada serena le respondió. Su voz era clara y concisa, sin miedo.

    —El sur de Europa se ha convertido en un campo de batalla desde el día que te alistaste a las tropas de N.H.

    Adela nunca temió por la inestabilidad del más joven de allí, aun así él había crecido, era más fuerte y podría incluso considerarse peligroso.

    Angel miraba todo a lo que podían alcanzar sus ojos marrones, esos cadáveres no eran los únicos, había tantos que si levantaba más la vista se podría ver la ciudad cubierta por ellos hasta el horizonte.

    Horizonte…

    Ese horizonte contra el cual estaba luchando, ese que tanto quiso evitar. Lo supo desde que estudió sobre las primeras pequeñas revueltas que crearon personas con habilidades sobrehumanas que empezaron a aparecer hace ya 61 años. Ya no querían esconderse más. Salieron a la luz y crearon tanto conmoción como terror.

    60 años desde que empezaron a ser buscados, condenados y aislados de la sociedad.

    57 años desde que empezaron a torturarlos y usados como ratas de laboratorio, buscando la razón por la que son así, sin éxito.

    50 años desde que se les ocurrieran los líderes de súper potencias como Estados Unidos, Rusia o Japón utilizarlos como armas para atacarse uno a otro, lo cual creó un conflicto bélico a nivel mundial.

    Los humanos con aquellas habilidades empezaron a dividirse en grupos; los Renegados y los Escondidos. Los dos grupos sólo tenían una cosa en común, y era su odio hacía aquel castigo que los grandes estados les estaban propinando, odio que compartía Angel.

    —Yo me aliste a N.H. porque confiaba en que defenderían mi país, ¿y ahora vuelvo y me encuentro esto? —Dijo el chico agachándose.

    El hombre más mayor lo vigilaba con la mirada, estallaría de un momento a otro. Angel agarró del suelo un montón de cenizas que seguramente serían de alguien, se levantó y extendió la mano. Las cenizas comenzaron a volar con el viento, junto con ellas se fue la poca ingenuidad que le quedaba. No tenía ninguna expresión porque no sabía que sentía.

    —Como tu país han habido más, Angel. También están igual de destruidos que el tuyo, los hay peores. N.H no consta de tanto ejército como para defenderlos a todos a la vez, tú sabes que Corea estuvo enviando a cientos de tropas de soldados con habilidades. No había nada que hacer.

    Adela sabía que no sería explicación suficiente. Por eso cuando vio a Angel comenzar a caminar tranquilamente hasta los Jeep la sorpresa le invadió.

    —Vámonos. —El castaño habló sin mirarlos, con tranquilidad pero firme.

    Los dos adultos comprendieron que lo mejor en ese momento era hacerle caso.


    ***​


    Eloise acariciaba la cabeza de su hija con amor y preocupación, una fina capa de sudor reflejaba los primeros rayos de sol sobre su rostro.

    —¿Ya ha dejado de llorar?

    La mujer miró en dirección a su marido y asintió suavemente, Rod se sentó al lado de la mujer y le tomó su mano libre. Su hija había pasado por mucho como para ahora caer en lo mismo, las pesadillas siguen atormentándola después de aquella depresión que sufrió por el incidente con Cast. Lo que él no sabía era que Alice ni una sola noche logró deshacerse de las pesadillas, esa noche Eloise se despertó a las 05:46 de la mañana por los desgarradores sollozos de su hija. Fue corriendo a su habitación para encontrársela hecha un ovillo sobre la cama, llorando como si nada fuera a poder consolarla, como queriendo limpiar todo lo malo que llevaba dentro. Como pudo la hizo dormirse de nuevo. La mujer con el cabello más oscuro que su hija observaba la cama con miedo, aún tenía el corazón en la garganta.

    —¿Y si vuelve a estar como antes?

    Rod no supo que contestar, la culpabilidad lo acechaba por todas partes pensara lo que pensara, dijera lo que dijera. Se sentía tan inútil que ya no sabía ni decirle a la mujer que amaba que todo estaría bien con su niña, aunque fuera algo que ni él mismo se creyera.

    —El otro día la volvieron a acosar, ¿Sabes?

    Rod seguía callado, Eloise sabía que aquello significaba que quería seguir escuchando.

    —Le pegaron y humillaron—Eloise hablaba con los ojos vidriosos mientras el apretaba las sábanas del borde de la cama con rabia.

    —Deberíamos habernos mudado….

    —¿A dónde? De todos los pueblos de los 50 estados este es de los más seguros. Y aunque nos mudáramos, dime, ¿Cuantas oportunidades de encontrar trabajo tendrías?

    A su mujer le costaba decir todo aquello porque quería conservar las pocas esperanzas que tenían en encontrar otro lugar dónde vivir, era optimista porque formaba parte de ella. Sin embargo hoy estaba contándole todo aquello que en el fondo sabía que era verdad.

    Alice escuchaba toda la conversación de espaldas a ellos. Y Pierre se encontraba acostado a su lado, mirándola fijamente. Él también se pasó la noche velando por ella, la pelirroja observaba sus grandes ojos sin pensar en nada, solo perdiéndose en los colores de estos.

    —Es tu oportunidad—Soltó de repente el animal.

    Alice lo miró sin comprender.

    —De desaparecer sin que ellos se preocupen—Aclaró señalando a sus padres con la cabeza.

    —¿Cómo?

    —Diles que te quieres ir lejos de aquí…Diles que te quieres ir a un internado.

    La de ojos verdes se lo pensó por un buen rato. Hacía sufrir mucho a sus padres y no le gustaba verlos así y odiaba la idea de tener que desaparecer sin que ellos supieran dónde está.

    —¿Y qué hago si llaman?

    —Cortaré las líneas permanentemente una vez te hayas ido.

    —¿Eso lo puedes hacer?

    Pierre en este punto jamás sería capaz de admitirlo, pero aquella pequeña había tomado una posición en su corazón y aunque sentir aquello suponía una desventaja para él, no podía evitarlo. Así que cuando vio un rayo de esperanza en los ojos de Alice lo descubrió. Igual que aquel día hace algo más de 15 años, cuando la vio dar sus torpes primeros pasos con una sonrisa que derretiría a cualquiera y unos cabellos tan naranjas que la bautizó como “calabacita”, sin que ella supiera de su existencia.

    Descubrió que haría todo lo que estuviera en su mano para que ella fuera feliz.


    ***​


    Las 06:00 PM y ya era de noche. Para Cast aquello era un fastidio, pero no le quedaba más remedio que quedarse en Japón.

    Con cansancio se lavaba los brazos y como podía la espalda. Todo lo que estaba ocurriendo en el mundo, toda esta revolución no hacía más que causar problemas. Lo mejor hubiera sido que los “escondidos” nunca salieran a la luz.

    (¡Joder! He acabado en el puto Japón, huyendo como si fuera una criminal.)

    Bufó enfadada mientras hundía la cabeza en la bañera. Tal vez si nunca se hubiera mostrado ante Alice…

    (No. No me quedaba otra opción…)

    Alice… ¿Estaría bien? ¿Qué pasó después de su separación? Agachó la cabeza dolida una vez la sacó del agua. Miró su cuerpo, con bastantes heridas, la mayoría hechas por armas eléctricas. Como si fuera un perro, cada vez que las autoridades de cada país donde ha estado casi la atrapan lo utilizaban con ella. Echaba de menos todo lo que dejó atrás.

    Con el ceño fruncido salió de la bañera y se secó. Sus labios temblaban, así que se los mordió hasta que se le pasaron las ganas de llorar.

    Justo cuando se vistió tocaron a la puerta. Cast se giró lentamente sintiendo una presencia fuera de lo común, quien estuviera detrás de la puerta no era un humano normal. Un segundo golpeteo resonó en pequeño piso, esta vez más impaciente.

    —No abrirá—Dijo en voz baja y autoritaria un chico que no pasaría de los 15 años.

    La chica que lo acompañaba lo miró pidiendo permiso para forzar la puerta. El rubio suspiró, habían planeado la cosa de forma más pacífica. N.H. realmente necesitaba a la chica que había detrás de esa puerta.

    —Hazlo, Mei.

    La puerta se abrió lentamente y se encontraron con algo que no se esperaban. Por primera vez la chica no había huido, se creó un silencio bañado por la tensión.

    A tres metros de ellos Cast se encontraba apoyada contra una mesa, mirando fijamente aquellos dos sujetos con una ceja alzada y mirada serena.

    —No venimos a hacerte daño—Anunció la chica de rasgos japoneses avanzando lentamente.

    Cast rió irónicamente de forma suave, por favor, cada vez que le decían eso acababa electrocutada. Mei dio un paso más y la risa de la otra calló, otro paso y los ojos de Cast ya no eran marrones. Una degradación de amarillos daba color a su iris.

    Mei paró a centímetros del rostro de la otra sin miedo, mirándola fijamente alzando el rostro, advirtiendo. Los brazos de Cast se empezaron radiar una ligera luz.

    El chico que acompañaba a la más mayor se puso a su lado buscando paz y la japonesa se separó unos pasos.

    —Mi nombre es Gunt, y ella es Mei. Te hemos estado buscando, “escondida”…

    Cast siguió con su pose tensa, aquel chaval tampoco era normal. Se incorporó de la mesa vigilando cada movimiento de esos dos. A pesar de que la voz del chico sonara suave y sin ánimos de hacer daño no podía fiarse.

    —¿Para qué? —Preguntó con frialdad.

    —Para que le hagas un favor a la humanidad… —Explicaba el rubio cogiéndola de la mano y guiándola hasta la ventana que daba a la calle.

    Afuera se podía ver como un grupo de policías arrinconaban a un hombre mayor que con miedo disparaba esferas de luz con las manos para cegarlos y huir, fallando en el intento. Sus perseguidores lo inmovilizan a base de descargas eléctricas. Cast iba a soltarse de la mano de Gunt para ayudar al hombre, pero el rubio no le dejó ir.

    —Y a todos los que son como nosotros. —Dijo con los ojos azules puestos en la ventana mientras le señalaba la escena.

    Cast volvió su vista encontrándose a Mei dejando inconscientes a los hombres a una velocidad sobre humana. El perseguido le agradeció y salió lo más rápido posible de allí.

    La chica miró hacia arriba seriamente, en dirección de los otros dos jóvenes.

    —¿Qué harás?
     
    Última edición: 2 Julio 2015

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