Digimon Magic

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Yoko Higurashi, 14 Mayo 2014.

Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    3011
    Nota de la Autora: Se que es malo, se que no debería estar haciendo esto, se que aún tengo dos fanfic pendientes de final, que es "La Escuela que Cambio mi Vida" y "Un Grotesco Romance", en fin, yo nunca abandonaría así mis fanfic, por ello explicaré que ha sucedido, hace un tiempo, para ser exactos 25 de Enero mi anterior computadora "Yukio" falleció, por lo que mucha información se perdió, entre ella mis fanfics, no he podido recuperar dicha información y por lo tanto no he podido continuar donde deje mi historia, porque ya tenía avanzada ambas y no quisiera esas ideas se perdieran al completo, así que temporalmente esos fanfic's quedarán inactivos hasta que pueda recuperar esa información :/ aún así me siento incómoda al no publicar ningún fanfic en el foro, y la verdad ya venía trabajando mucho la idea de este fanfic, aunque veo que el foro de "Digimon" lleva mucho inactivo, por lo que no se cuando lean este trabajo nuevo en lo que reactivo los otros fanfic's, aún así espero con ansias sus comentarios y lectura sobre el mismo.

    Atte.
    Suy-chan

    Digimon Magic


    Capitulo 1: Hola, yo soy Itchi


    — Mi nombre es Itchi Morinaga —abrir la hoja para decir todo lo que una vez ocultaste— tengo 11 años y como ustedes saben voy en mi quinto año en la escuela elemental —todos observan fijamente, algunos se burlan y otros están atentos— me gustan mucho los deportes como son el soccer o el baloncesto, soy pésima en los estudios —empiezo a reír un poco para bajar mis nervios— me encanta mucho comer ramen y los dulces no son una excepción —no era mucho que decir— esta soy yo, mucho gusto en conocerlos —hago una reverencia para ver a la profesora.


    — Bien hecho Morinaga —ella acaricia mi cabeza por sobre el gorro que llevo— puedes ir a tu asiento —y así regreso a mi pupitre a ver como otro compañero se presenta.


    Empezando el nuevo curso estoy lista para nuevas experiencias, tal vez unirme a un club de deportes, hacer más amigas o quizá que me guste algún chico, todo eso es posible en este mundo, aún así debo admitir que es muy complicado de alcanzar para mi, por eso trato de tener fe que algún día estás aspiraciones se cumplirán.


    — ¡Itchi! ¡Itchi! —los niños siempre me molestan— ¿Por qué no admites de una vez que no eres una chica? —me quitan mi gorra que descubre mi pelo corto.


    — ¡Ah! ¡Ya cállate! —yo solo debo hacer dos movimientos con mi cuerpo, saltar y patear su cara para que caiga al suelo y así tomar mi gorra— ¡Por supuesto que soy una chica! —aunque debo admitir que no una muy femenina.


    — ¡Itchi! ¡Itchi! —siguen hablando y molestándome, les di más razones para ello, aún así me acompañan a casa.


    — Mas que molestarme deberían decirme cuando es el próximo partido —sonrío mostrando mis dientes, quiero jugar, quiero ganar.


    — Pues es el siguiente sábado —contesta Toshi, un chico bajo de pelo café en un tipo de corte de hongo que cubre sus ojos, siempre parece sucio de las mejillas, pero debo admitir es un buen centro.


    — Claro que no eres tan buena como yo —habla Kinisha— pero debo admitir que eres buena delantera —cabello negro y ojos azules, aún lleva la marca de la patada que le di.


    — ¡Tenemos que ganar! —alza sus manos Ryu— sino Itchi invita los helados —pelo blanco y un poco más alto que yo, siempre puedo contar con él cuando se trata de tener problemas.


    Cabe aclarar que no tengo amigas, solo tengo amigos, ellos siempre sonríen y revolotean alrededor, me molestan con mi apariencia y suelen burlarse de mí, pero no es tan malo, la verdad me divierto con ellos mucho en los partidos que organizamos y me siento cómoda, no sería normal en mi ser una niña tan dulce y femenina.


    — Bueno Itchi —ellos me miran— debemos irnos, cuídate.


    — ¡Sí! —enfrente de la puerta de mi casa los despido y entro como si nada— ¡Ya llegue! —me empiezo a quitar los zapatos para pisar dentro.


    — ¡Hermana! ¡Hermana! —un niño pequeño corre hacia mi casi corriendo, con esfuerzo lo atrapo entre mis manos.


    — Tobi… ¡Hola! —una sonrisa nace cuando lo abrazo y acaricio el pelo— ¿Cómo estás?


    — ¡Te extrañaba! —hace un puchero, habla bastante bien para solo tener 5 años— Tobi está bien.


    — ¡Me alegro! —lo levanto y empiezo a darle vueltas.


    — ¡Niños! —de la puerta de la cocina se asoma mi madre con un cucharon en mano y su delantal— ya les he dicho que no hagan tanto escándalo en la entrada de la casa —nos intenta regañar, pero al final sonríe— ¡Bienvenida a casa Itchi!


    — Tobi… —me acerco a su pequeño rostro con una sonrisa traviesa mientras pongo mi dedo índice en la boca— hay que hacer caso a la bruja o la vamos a liar.


    — ¡Itchi! —ella grita y tomo a Tobi entre mis brazos para subir corriendo las escaleras— ya te he dicho mil veces que debes respetar a tu madre —ella grita desde abajo, pero no tarda mucho para que escuche una pequeña risa— niños…


    Subiendo las escaleras bajo a mi pequeño hermano y empiezo a caminar hacia mi cuarto, la verdad siempre me siento feliz cuando vuelvo a casa, porque siento la calidez del hogar, cuando Tobi llega y sonríe, cuando mamá me regaña, todas esas cosas me hacen sentir tranquila, me hacen sentir que realmente tengo un lugar en el mundo.


    — Hermana —Tobi se aferra a mi pequeño short— ¿Me ayudarás con mi tarea?


    — Primero dime que tienes que hacer —río un poco mientras boto mi mochila en el cuarto y agarro los hombros de mi pequeño hermano— si puedes hacerla solo puede que no te ayude.


    — ¡No puedo! —se queja— son muchos recortes —lo miro fijamente para luego echar a reír, sus pequeñas manitas, su pequeños ojos, su pelo negro corto, y aquel overol, me hacen pensar en lo inocente que se ve, y no puedo negarle nada.


    — Bueno, después de cenar te ayudaré —empiezo a bajar con él en brazos las escaleras, nos sentamos en la sala a ver un poco de televisión.


    — ¡Ya está la comida! —mamá nos llama y vamos corriendo a sentarnos.


    — ¡Delicioso! ¡Delicioso! —dice una y otra vez Tobi— ¡Mamá siempre cocina algo delicioso!


    — Es cierto Tobi —sonrío mientras empiezo a probar un poco de la sopa— mamá siempre cocina bien.


    Un poco de estofado de carne acompañado de sopa miso, arroz y jugo de naranja, me encanta el aroma de la carne con las especias, esa salsa roja que le cubre, es tan caliente, es tan picante, amo la comida de mamá.


    — Me alegro que les guste —ella come— ya que me mate cocinando para ustedes —parece enojada, pero sé que en realidad esta avergonzada y feliz, así es mamá.


    — Por cierto mamá —le miro— ¿Qué tal el trabajo? —tengo el habito de querer siempre platicar, odio el silencio en la mesa.


    — Bueno Itchi —mamá empieza a recordar— creo cerraré pronto un trato de venta por una casa de dos pisos —suena emocionada— la señorita Teshima me ha dicho que si la vendo puede que consiga un bono.


    — ¿Bono? —pregunta Tobi— ¿Qué es un bono? —sus ojos se iluminan al pensar que podría tratarse de algo interesante, como un nuevo juguete para él.


    — Tengo dos palabras para eso —hago el signo de amor y paz a mi hermano— “más dinero” —y suelto una carcajada.


    — Basta niños —mamá dice eso, pero se ve sonrojada de las ganas que tiene también de reír— esto es serio, así que debo concentrarme en el papeleo de la casa y ver que todo está en orden.


    — Vale, vale… —sonrisas, toda la cena estuvimos hablando con mucha alegría como siempre.


    Mamá siempre se emociona cuando se trata de hacer el papeleo de una casa, creo en cierto sentido eso la hace feliz, Tobi nos contaba como la profesora lo felicito por su dibujo de nuestra familia, en cambio yo, bueno, les contaba sobre los planes de unirme a un club deportivo de la escuela, ya estaba en edad y por fin se me permitiría unirme, cosas como esas que para nosotros formaba nuestra pequeña charla del día.


    — Ahora debes ayudarme —apenas terminamos de comer Tobi empieza a jalar, aún así no me dejo llevar.


    — Pero primero debemos lavar los platos —le levanto y lo pongo sobre un taburete a lado mío— y tú me vas a ayudar a secarlos.


    — No eres divertida hermana —bufó pero aún así ayudo con cada plato, cubierto o vaso que le pasara.


    — Eres un buen niño —susurré para mí.


    Después de eso me senté a ayudarle con su tarea, realmente no eran muchos recortes pero a él simplemente no le gustaba hacerlos, eso me causaba gracia, como esponjaba sus mejillas y hacia pucheros cuando se trataba de su tarea, finalmente era un niño pequeño.


    Al final subía a mi cuarto a hacer mis deberes e iba a la cama a dormir, ese era el final de mi rutina, por fin apagaba mi mente y podía relajarme completamente, o eso me hubiera gustado decir, porque esa fue la primera noche en que lo soñé, aquella pequeña voz en la obscuridad que me llamaba.


    Hola, hola —es pequeña y dulce, como la voz de un bebé— ¿Estás ahí?


    ¡Hola! —grito, parada en la nada usando mi pijama naranja, no me siento cansada ni asustada, más bien me siento ansiosa— ¡Aquí estoy!


    ¿Jugarás conmigo? —la pequeña voz sigue hablando— me siento solo.


    ¡Claro! —contesto sin dudar ¿Qué me está pasando?— pero primero debo verte.


    Entonces espera —escucho claramente como ríe un poco— nos veremos pronto.


    Así despierto de mi sueño, a unos minutos antes del despertador, me pregunté en sus momentos que había sido eso, pero al final no le tomo tanta importancia y solo me levante, camine al baño para lavarme los dientes y empezar a prepararme para un nuevo día de escuela.


    Mi pelo negro estaba enmarañado, mis ojos cafés llenos de lagañas, mi boca reseca y no se hable del desorden de mi pijama, tuve que tomar una ducha para refrescarme y dejar de pensar en aquel sueño, esa pequeña voz llamándome, sabía que solo era eso, un sueño, no era importante, pero aún así no podía sacar esa voz de mi mente.


    Después empecé a vestirme, un short amarillo con cadenas, mi blusa negra y mi gorra roja, los tennis de siempre listos para dar una fuerte patada y ganar un partido de soccer, solo faltaba una cosa… mi celular.


    — ¿Dónde lo abre dejado? —busque bajo la cama, en el buro, en el closet, en mi mochila— casi no hago llamadas, pero si una emergencia ocurre.


    — Itchi ¡Baja a desayunar! —mi mamá me llama— apúrate que ya debo ir al trabajo —un poco angustiada bajo.


    Mamá es una mujer muy dulce y bella, pero en su traje café debo admitir que se ve sumamente elegante, siempre tiene esa sonrisa profesional y esa mirada decidida mientras mira el reloj y mete todos los papeles al portafolio.


    — Que bueno que bajas —me dice— hice hot cakes con mermelada de fresa como te gustan —parece siempre apurada en las mañanas pero siempre se toma el tiempo de prepararme un desayuno, por eso inevitablemente sonrío.


    — Por cierto mamá —me siento a comer— ¿Has visto mi celular? —el sabor dulce de la mermelada que se derrite en el pan me hace sentir feliz.


    — ¿Tu celular? —ella me mira extrañada— no me digas que lo perdiste en la escuela —su mirada dudosa y un poco molesta.


    — ¡No para nada! —agito las manos desesperada— estoy segura que llegue a casa con él —o eso me gustaría pensar— solo que no lo encuentro.


    — ¡Ay Itchi! —ella acaricia mi cabeza para irse dirigiendo a la puerta— ¿Necesitarás el celular hoy? Debes poner más cuidado que haces con tus cosas.


    — Lo siento —estaba segura que lo había puesto en el buro a lado de mi cama, pero puede fuera un recuerdo erróneo— pero no creo necesitarlo hoy.


    — Cualquier cosa llama de un teléfono público —me mira dudosa— ¿Sabes el número de mi celular?


    — ¡Sí! —sonrío para tratar de calmarla— conozco el número también de la oficina.


    — Bueno, está bien… —ella mira su reloj— después lo buscamos con calma, debo ir a trabajar y tu hermano ya está en el auto.


    — Ve con cuidado —me despido.


    — ¡Tu también cuídate! —me da un beso en la mejilla para ir saliendo de la casa— recuerda que hoy tú debes recoger a Tobi de la escuela.


    — ¡Vale! ¡Vale! —le hago adiós con la mano mientras la veo subirse al auto— adiós mamá —susurró.


    Busco un poco más mi celular, pero al notar que se ha hecho tarde tomo la mochila y salgo corriendo de la casa, por lo menos era rápida pero aún así me preocupaba haber perdido tal objeto, mamá me lo había dado para llamarla cuando algo sucediera y no estuviéramos en casa, para emergencias, nunca me había sucedido una pero siempre procuraba llevarlo conmigo, era como tener a mamá cerca, ahora me angustiaba haberlo perdido en la escuela.


    — ¡A tiempo! —agarre y me avente hacia la puerta, casi caí a rastras en el piso justo cuando la campana sonó, todos en el aula echaron a reír.


    — Morinaga apreció su entusiasmo —tosió la profesora un poco molesta— pero si se levantará un poco más temprano no nos daría tal espectáculo.


    — Lo siento —bajo la cabeza y hago una reverencia como disculpa.


    — No importa —dice la profesora— ve a tu asiento que la clase ya va a empezar.


    Trato de reír por mi suerte y empiezo a caminar hasta mi asiento, el pupitre del fondo a lado de la ventana, debo admitir es un lugar tranquilo y desde ahí puedo ver las canchas y a los chicos entrenar.


    — Buen trabajo Itchi —susurra Ryu que se sienta delante de mí, yo solo pongo un pulgar arriba y le mando una sonrisa, él la corresponde y vuelve su vista a la profesora.


    Las clases comienzan, son algo aburridas y me cuesta mucho mantener el paso, sobre todo con literatura ¿Quién entiende esos poemas? Aún así me divierte escucharlos y ver a mis compañeros emocionarse, en ese sentido me siento afortunada de siempre poder ir a clases, aunque nunca sacó más de 7.


    — ¡Hey! Tonishima —escucho los gritos provenientes de la cancha no puedo evitar observar por la ventana.


    Tonishima Narahama es un gran jugador en el club de futbol soccer, es un año mayor que yo, por lo que es mi superior, usa el pelo un poco largo, su sonrisa es realmente agradable y es quizá la pieza más importante del equipo, a veces lo miro jugar, lo admiro mucho, debo admitir que a mí me gusta un poco, por ello no puedo evitar sonrojarme.


    — ¡Niños! —un temblor empieza a sentirse en el edificio— por favor tomen orden y salgan por filas lentamente —nos levantamos angustiados, era la primera vez que sentíamos algo así y para colmo nos encontrábamos en el segundo piso del edificio— recuerden las reglas de no correr, no empujar, no gritar.


    Empiezo a caminar tras mis compañeros, realmente me siento un poco asustada, sería uno de estos momentos donde debería poder llamar a mamá, pero no estaba mi celular, quería llamarla, preguntarle si estaba bien, preguntar por mi hermano, necesitaba saber si estaban bien y decirles que yo lo estaba.


    ¡Hola! —escuche de nuevo esa voz y me pare en seco.


    — ¿Dónde? ¿Dónde? —esa voz de aquel sueño, por un momento pensé que estaba alucinando, pero entonces empecé a observar a mi alrededor y en un parpadeo todo se puso obscuro.


    No te asustes —dijo la voz que apareció como una luz— solo quiero cumplir mi promesa.


    — No… —no estaba asustada, más bien estaba escéptica sobre el asunto, aquella luz brillaba y yo intentaba ver su núcleo y ahí estaba— ¡Mi celular! —un celular rojo y sencillo flotaba dentro de la luz.


    Lo siento —susurraba la voz— lo tome prestado, espero no te enojes —más que enojada estaba feliz de verlo de nuevo, quise tomarlo pero la luz estaba muy alta.


    — No lo alcanzo —trate de brincar pero estaba muy afuera de mi alcance.


    Perdona… —dijo de nuevo la voz— no puedo dártelo tan fácilmente.


    — ¿Por qué no? Si es mío —le reclamé.


    No quiero que me dejes solo —dijo de nuevo la voz— no quiero estar de nuevo solo en la obscuridad.


    — ¿Solo? —esa palabra me sonaba familiar, cuando era más pequeña me sentí de la misma forma, la imagen de mi llorando en la lluvia mientras agarraba la mano de mamá, mi hermano en brazos de ella y la humedad de la tierra, entendía bien lo que era sentirse solo en el mundo, sabía que era algo triste— si me das el celular ¡Prometo no dejarte nunca solo!


    ¿En serio? —parece dudar pero la luz empieza a bajar.


    — ¡Es una promesa! —yo no sabía quién era ni de dónde provenía esa voz, pero lo que sabía es que había llegado a mí, me buscaba, entonces no podía defraudarlo, si se sentía solo no podía dejar sintiera el dolor que yo una vez sentí— ¡Nunca más estarás solo!


    ¿Es una promesa de verdad? —su pequeña voz me recuerda a mi hermano, por un momento no puedo evitar reír y sonreír.


    — Una promesa es una promesa —le digo mientras la luz se acerca lo suficiente con aquel celular, quedando en medio de mis manos, sin ser tocada.


    Si es así, por favor —la voz vuelve a hablar— dime ¿Cuál es tu nombre?


    — Mi nombre… —empiezo a tomar la luz con mis manos para llegar a mi celular— ¡Es Itchi! —cuando por fin lo toco una luz se desprende alrededor dejándome cegada.


    Mucho gusto Itchi —dice la voz— seamos amigos.


    CONTINUARÁ...
     
    Última edición: 13 Junio 2014
    • Me gusta Me gusta x 3
  2.  
    Aimée Beilschmidt

    Aimée Beilschmidt Adicto

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Abril 2014
    Mensajes:
    1,676
    Pluma de
    Escritor
    asdfghjklñ
    ¡Fue tan genial!
    Realmente, creo que es interesante esta historia de Itchi, ¡YA DESEO VER A SU DIGIMON!
    La verdad, no detecte ninguna falta de ortografía, y si es así, lo siento, soy mala en eso xD
    Pero si necesitas ayuda sobre tu fanfic's de digimon, puedes pedirme ayuda, tengo experiencia en ellos (no es de aquí la experiencia, tengo otra pagina donde subo fanfic's)
    Deseo ya la continuación :)
     
  3.  
    Syel

    Syel Extraña

    Cáncer
    Miembro desde:
    12 Julio 2012
    Mensajes:
    984
    Pluma de
    Escritora
    Hola!
    Gracias por invitarme.
    En realidad, no sé nada de Digimon por lo que no puedo comentar muy bien acerca de la trama, no comprendo quien es la voz ni porque tomo el celular de Itchi pero supongo ha de ser importante.
    Aún así, como comenzaste de cero, creo que llegaré a entender mejor. La redacción es buena porque pudiste mezclar lo que eran los diálogos con la descripciones, tal vez de la única que me quedo duda de saber como es fue la madre. La personalidad de los personajes también esta muy bien lograda, Itchi se puede ver que es una niña aventurera, que disfruta de los retos y los busca, que de cierta manera no le importa ser mujer para hacer otras cosas; su hermano es alguien que es tierno, que quiere a su hermana y que la puede ayudar también...Y su madre es alguien que ama a sus hijos, que a pesar de que pueden ser difíciles, trata de mostrarse como alguien estricto, esas fueron las impresiones que me dieron.
    Me gustaría saber que va a pasar con esta chica una vez encontrado su celular y haber prometido que sería amiga de aquel ser...Me has dejado algo intrigado.


    En esas dos palabras estoy inseguro, creo que no llevan acento...si las dices con el acento, suenan de distinta manera en cuestión de la fonética y no se ajustan a la narración. Quizá estoy mal, no soy muy bueno en ello.

    Suerte con tu nuevo escrito.
    Nos vemos ^^
     
    Última edición: 22 Mayo 2014
    • Me gusta Me gusta x 1
  4.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    3363
    Nota de la Autora: ¡Muchas gracias a los que han leído este fanfic y me han soportado, muchas gracias también a Syel por notar esos horrores de acentos, ya los corregí por ahora :D sobre este capitulo, lo revise pero es probable encuentren esos pequeños detalles de dedo y acentos, como es común, pero agradecería su critica constructiva tanto para estos detalles como para la historia en general. Esta algo fuera de mi estilo ya que esta historia es de una narración bastante infantil, tomando en cuenta que es en primera persona y es con una niña de 11 años, así que intento no usar palabras muy complicadas y una narración de acuerdo a la edad, por lo que pido paciencia si la idea no se puede entender del todo. Ahora sin más detenimiento, un nuevo capitulo de Digimon Magic.

    Capitulo 2: Un programa llamado Catmon


    Seamos amigos… —fue lo último que escuché antes de cerrar los ojos por tan fuerte luz, sintiendo que todo se desmoronaba.


    Luz, ¿Sol? No hay sol, mis ojos observan un hermoso paisaje verde, a lo lejos, algunas pequeñas casas y extrañas criaturas alrededor, nunca había visto esto. Desde pequeñas bestias hasta enormes titanes que dan miedo, aún así todos parecen vivir en paz, todos parecen ser felices, como si fueran una gran familia.


    Empiezo a caminar alrededor, todo cuanto veo parecen juegos. Algunas travesuras de criaturas parecidas a conejos, no puedo evitar reír, son bastante lindos a pesar de las maldades que hacen, también veo algunas flores moverse y jugar, me siento relajada, me siento feliz, ¿Qué es este lugar?


    — Este es mi hogar Itchi —escuchó la voz entre mis sueños— este es el mundo digital, el digimundo —es todo cuanto escucho antes de poder abrir los ojos.


    — ¡Morinaga! ¡Morinaga! —escuchó la voz de la profesora y la borrosa imagen de todos alrededor de mi.


    — ¿Eh? —pregunto confundida, todos están en un área segura ante sismos, todos se ven estresados. Yo estoy en brazos de la profesora, en mis manos el celular.


    — ¡Por fin despiertas! —una sonrisa se dibuja en su rostro.


    — ¿Qué pasó? —pregunto confundida, siento que todo da vueltas dentro de mí.


    — Te desmayaste —comenta alguien— pero Ryu te salvo.


    — ¿Ryu? —en ese momento empecé a levantarme para buscar entre la gente a aquel chico de pelo blanco.


    — Si —habló otro compañero— cuando vio que no estabas, se abrió pasó entre los demás para ir a buscarte y te llevó cargando afuera.


    — ¿En serio? —cuando por fin lo veo, él estaba sentado en un rincón de espaldas— ¡Gracias Ryu! —digo alegre para acercarme a él, pero este voltea súbitamente con un semblante molesto.


    — ¡No lo hice por ti! —grita totalmente sonrojado— solo pensé que sería un inconveniente si no salías a tiempo con toda la clase —parecía enojado, sumamente molesto, pero su voz temblaba al igual que su cuerpo, como si una gran preocupación se hubiera liberado— eres verdaderamente molesta.


    — Ryu… —es todo lo que digo mientras sonrío y el solo gira la cabeza para no verme, quizá no sea la mejor persona del mundo, pero en verdad es un gran amigo.


    Después de unos minutos afuera y después de asegurar el área todos volvemos a nuestras aulas. Ahora tengo mucho que pensar, todo lo que sucedió hace apenas unas horas parecía un simple sueño, desde aquella voz, el mundo que vi y la promesa que hice, todo parecía distante, lo único seguro es que ahora tenía en mis manos, nuevamente, mi celular.


    — ¿Segura qué estás bien Itchi? —pregunta a la salida Kinisha mientras se pone la mochila en la espalda.


    — ¡Por supuesto! —nuevamente alzo mi pulgar mientras sonrío animadamente— puedo patearte para comprobarlo.


    — No lo considero necesario —me mira enojado mientras observa a Toshi y a Ryu.


    — ¿Pasa algo? —le preguntó extrañada, como si me hubiera perdido de muchas cosas en ese corto tiempo que estuve inconsciente.


    — No realmente —él empieza a reír— solo digamos que Toshi y yo nos dimos cuenta de algo sobre Ryu.


    — ¿Sobre Ryu? —pregunto sorprendida mientras también me acomodo la mochila— ¿Qué cosa? —pregunto emocionada.


    — Algo… —Kinisha no quiso decir nada y solo salió corriendo por la puerta— ¡Apúrate Toshi! —alcanzó a gritar para que este solo le siguiera.


    — ¿Qué se traerán esos dos? —pregunté extrañada mientras veía a Ryu observarme para luego voltear sonrojado.


    — ¡No lo sé! —dijo enojado— sabes que Kinisha siempre tiene aire en la cabeza.


    — ¡Sí! —empiezo a reír— ¡Es verdad! —poco a poco empiezo a caminar hacia la puerta— bueno, nos vemos Ryu.


    — ¡Espera! —grita antes de que salga— ¿Vas a tu casa? Puedo acompañarte.


    — En realidad voy a recoger a mi hermanito —a pesar de que en el receso llamé a mamá y a la escuela de Tobi, aún me sentía un tanto preocupada sobre el asunto y quería apurarme a llegar y asegurarme por mí misma que por lo menos Tobi se encontraba bien— aún me encuentro un poco angustiada sobre lo que sucedió.


    — Entonces… —él mira hacia abajo para luego ponerse a mi lado y empezar a caminar— ¡Te acompaño! —declara, yo solo sonrío mientras comienzo a caminar a su lado.


    — Te preocupas demasiado ¿Sabes? —le digo con una sonrisa mientras empiezo a dirigirme al pre-escolar de Tobi.


    — ¡Cállate! —a veces pienso que Ryu es un poco curioso y no puedo evitar reír.


    El resto del camino fue silencio, pero no fue el clásico silencio incómodo donde no sabes cuando esa persona dirá algo cruel o malo. De algún modo me sentía muy feliz a lado de Ryu, de entre todos mis amigos, él quizás era mi mejor amigo, confiable y amable, muy a su modo de ser,


    — Sobre el partido… —comenta, como tratando de romper el silencio entre él y yo— ¿Crees que puedas jugar?


    — No veo mucho inconveniente —sonrío— solo me desmaye, no es como si me hubiera roto una pierna o algo así —nos miramos para empezar a reír, por fin lo logro ver feliz.


    — ¡Cierto! —me mira malvadamente— entonces si perdemos, tú debes invitar los helados.


    — ¡Oye! No quieras aprovecharte —comento ya estando enfrente de la escuela de mi hermano menor.


    — Itchi tacaña —comenta para pararse conmigo en la puerta, donde un niño pequeño sale corriendo en dirección a mis brazos.


    — ¡Hermana! ¡Hermana! —empiezo a darle vueltas, parece muy feliz aunque tiene pequeñas lágrimas en sus ojos— ¡Tenía mucho miedo! ¿Lo sentiste? ¿Lo sentiste?


    — Si, si —le digo pausadamente mientras lo bajo y acaricio su cabeza— estaba bastante preocupada, por ello me apresuré en venir.


    — ¡Hey! —la mano de Ryu se posa de forma amenazadora en la cabeza de Tobi— ¿No se te olvida algo? O mejor dicho… ¿Alguien?


    — ¡Ryu! —pero no me preocupo, mi hermano sonríe con demasiada alegría mientras se cuelga de su brazo.


    — Vaya que has crecido desde la última vez que te vi —lo miro entrecerrando los ojos.


    — Sabes que eso fue la semana pasada —mi tono es un poco flojo— te quedaste a cenar.


    — Cierto, cierto… —me mira nuevamente con esa sonrisa tan típica de él— entonces… ¿Qué te parece si hoy vuelvo a cenar a tu casa?


    — ¡Sí! —grita Tobi, no entiendo porqué razón mi hermano quiere tanto a Ryu.


    — No creo sea buena idea —sugiero, a decir verdad a veces pienso que paso demasiado tiempo con Ryu.


    — Anda… —dice Tobi.


    — Por favor… —ruega Ryu.


    — Pero… —habló casi balbuceante.


    — ¿Si~? —se escucha al unisonó, al ver sus cara tan juntas no puedo evitar reír.


    — Esta bien, está bien —saco el celular— le mandaré un mensaje a mamá —por un momento siento un pequeño choque eléctrico al tocar las teclas de mi teléfono. “¿Qué es esto?” me preguntó a mí misma, aún así, no le tomo mucha importancia.


    No decimos mucho en el camino, Tobi y Ryu juegan, él siempre lo carga en su hombro y le sonríe, yo solo guardo silencio, me imagino que para Tobi es más cómodo estar con un chico que con alguien como yo, así mismo, Ryu parece tener mucha paciencia, una vez recuerdo comentó su deseo de tener un hermano menor.


    — ¿Entonces cocinarás esta vez? —pregunta en la entrada, mientras se quita los zapatos y baja a Tobi.


    — Si —acomodo mi mochila a una orilla y empiezo a caminar hacía la cocina— ya sabes que mi madre trabaja, entonces hay días que llega tarde y debo recoger yo a mi hermano, y hacer la cena.


    — Lo recuerdo —sonríe— por eso a veces faltabas a los entrenamientos del año pasado.


    — Si, bueno, no es algo que me enorgullezca —comenté— ¿Pasta está bien? —pregunto— también puedo hacer unos deliciosos filetes.


    — Ambas cosas suenan bien —dice mientras me acompaña a la cocina— ¿Deseas ayuda? —se sonroja levemente, a veces esos cambios de actitud de él me extrañan.


    — No tengo problema —empezamos a hervir el agua, a acomodar el aceite y especias.


    — ¿Qué tipo de pasta será? —comenta mientras él abría el refrigerador.


    — Será uno de cuatro quesos —digo tranquilamente para poner a hervir la sopa— por favor ¿Puedes sacarlos del refrigerador?


    — ¡Claro! —después de eso no decimos mucho, se escucha el crujir del aceite con la carne y el aroma de las especias recorre la cocina.


    Después de eso acomodamos la mesa, no tardara en llegar mi madre, seguro estará cansada. Ryu me mira con una sonrisa mientras acomoda los platos, Tobi trata también de ayudar con las servilletas, yo en cambio me dedico a servir la comida. El reloj casi marca las nueve de la noche, hemos estado juntos toda la tarde y por un momento tengo ganas de volver a reír.


    — ¡Estoy en casa! —dice mi madre mientras abre la puerta. Ante el sonido, todos nos dirigimos a la entrada.


    — ¡Bienvenida a casa! —nuestras tres voces se unen para dar una cálida bienvenida.


    — Vaya, vaya… —dice mi madre mientras pone el primer pie en la casa— ¿Y a qué se debe tanta armonía? —una sonrisa tenue se dibuja en rostro cansado, mientras acaricia a mi hermano y a mí— hola Ryu.


    — Buenas noches señora Morinaga —dice con una sonrisa mientras se inclina— perdone la intromisión.


    — No te preocupes —mi madre echar a reír mientras me da su portafolio para que lo acomode en su lugar— siempre serás bienvenido.


    — Gracias —él se rasca la cabeza mientras sonríe apenado.


    — ¿Y cómo está tu hermano? —nos acomodamos alrededor de la mesa, preparados para comer.


    — Bastante bien —comenta Ryu— aunque últimamente llega demasiado tarde a la casa y se va muy temprano —ríe tímidamente— casi no lo veo.


    — Suele pasar —comenta mi madre mientras prueba la comida— ¡Delicioso! —exclama.


    — Ryu y yo lo cocinamos —me siento feliz de que mamá haya dicho eso, aunque lo dice siempre que come lo que cocino, particularmente me hace feliz escucharlo una y otra vez.


    — Pues les felicito —mi mamá nos hace un gesto aprobatorio para seguir comiendo.


    — ¡Yo también ayude! —grita Tobi escandalosamente y con alegría— ¡Yo ayude a hermana con la ensalada!


    — Tobi… —mi madre empieza a reír— entiendo, entiendo, entonces también felicitaré a mi pequeño —mi madre come un poco de su ensalada para luego besar a mi hermano— ¡Delicioso!


    La cena se vuelve un momento sumamente ameno. Todos reímos y hablamos de nuestro día, mamá empieza a comentar sobre los clientes que le han llegado para una hermosa casa de dos pisos, Tobi sobre su dibujo para la clase de la profesora, Ryu y yo sobre el partido de la siguiente semana. Pareciera que lo del temblor de hoy no es más que una cosa del pasado.


    — Bueno señora, me retiro —Ryu hace una ligera reverencia mientras toma sus cosas— muchas gracias por la cena.


    — No te preocupes —repite mi madre— ven cuando quieras.


    — ¡Por supuesto! —dice con una sonrisa— ¡Gracias! —y sin más, sale por la puerta en dirección a su casa.


    — Adiós —decimos Tobi y yo, después de eso, nos vamos a dormir.


    En mi mente queda la imagen de todo lo sucedido, desde la perdida de mi celular, hasta esa voz que aparece en mis sueños, la desesperación y la tristeza, el desmayarme, ser recatada por Ryu, pasar la tarde con él, mi madre, mi hermano, todo se vuelve en una masa azul que gira por mi cabeza y al final solo queda ese mundo extraño, el Digimundo.


    Itchi, Itchi… —escuchó que algo me llama, pero esta vez no es un sueño, el celular vibra en el buro— Itchi, Itchi.


    — ¿Ah? —me acomodo sentada en la cama y tomo aquel celular entre mis manos— ¿Qué es esto? —no se ve nada, la pantalla está completamente en blanco.


    Soy yo Itchi —la voz me es familiar, entonces distingo una imagen de pixeles, parecida a un tamagochi, se mueve y habla.


    — ¿Tú? —pregunto confundida, aunque no puedo evitar pensar que se ve demasiada tierna la figura.


    ¡Hola! Recuerdas que lo prometiste —hace una ligera pausa— ¡Ser mi amiga!


    — Si lo prometí —me siento en la cama, cruzando las piernas mientras sostengo el celular— aunque aún no se cómo te llamas ni de dónde vienes.


    Mi nombre es Catmon —dice la vocecita— y vengo del mundo digital, el digimundo.


    Otra vez esa palabra, Digimundo. La sola imagen que apareció después de ese encuentro fugaz, mi celular en mis manos, esa era la prueba de que no todo había sido un sueño, algo había sido verdad. Mire el celular y aquello no dejaba de brincar de orilla a orilla de la pantalla.


    — ¿Qué haces aquí? —pregunté, había tanto que no entendía, nunca había escuchado sobre un mundo digital, ni mucho menos había vivido algo parecido a esto.


    — Verás… —dice la pequeña voz— yo soy un monstruo digital —comenta— es decir que soy una existencia artificial, un programa de computadora que en algún punto fue creado por un ser humano como tú.


    — No lo entiendo del todo —digo con sinceridad— pero prosigue —le sonrío.


    — Para dejarlo más claro —comenta aquella voz— hace mucho tiempo hubo un ser humano que nos creo, nos dio un mundo a través de la programación de datos —me sorprendía cuan complicado eso podía llegar a sonar, pero trataba de mantener la mente abierta— se nos dio una inteligencia artificial.


    — ¿Inteligencia artificial? —pregunto extrañada mientras observo por mi ventana para volver a posar la mirada en el celular.


    Bueno —la vocecita guarda silencio por un momento y luego dice con un tono juguetón— la verdad es que yo tampoco lo entiendo del todo, pero eso me dijeron cuando era solo un dato.


    — ¿¡Qué!? —gritó furiosa al teléfono, estaba esperando algo menos difuso— ¿¡Cómo que no lo sabes!? —entonces escuchó unos pasos y meto el teléfono entre las sábanas para que no se vea la luz.


    — Itchi… —escuchó entre bostezos la voz de mi madre que toca la puerta— ¿Estás bien? Escuché gritos.


    — S-si —respondo tartamudeando— solo fue una pesadilla —suspiró.


    — Está bien —escuchó su voz muy poco convencida— si algo más pasa puedes ir a mi cuarto, intenta dormir.


    — S-si —escuchó los pasos alejarse, después de unos minutos vuelvo a sacar el celular— ahora explícate —digo molesta.


    Pues aún soy un bebé —comenta, y si no fuera por los malos gráficos, casi juraría que estaba inflando las mejillas.


    — ¿Un bebé? —la verdad no entendía nada. Había entendido que era un programa de computadora, pero no sabía que ellos pudieran razonar de ese modo y mucho menos tener bebés.


    Cuando nací —comentó— yo era un dato que se volvió un huevo para en un futuro ser un monstruo digital —escucho atentamente— pero para ello, yo necesito un tamer.


    — ¿Un tamer? —cada cosa que dice me mete en un laberinto nuevo.


    En mi mundo, desde sus inicios, para alimentar la inteligencia artificial de nosotros, siempre estábamos acompañados de un ser humano —el celular parpadea— eso es un tamer.


    — Es decir… —empiezo a dudar— ¿Necesitan humanos para alimentarse? —solo soy una niña de 11 años y me dicen demasiadas cosas extrañas, y si es un bebé… ¿Cómo puede saber tanto?


    No creo que sea exactamente eso —dice la voz— más bien nosotros aprendemos de ustedes y en base a eso evolucionamos.


    — ¿Evolucionar? —había escuchado algo similar en la clase de historia, cuando hablamos de la teoría de la evolución de un señor, creo se llamaba Darwing.


    Esa teoría consistía en que el ser humano no siempre había sido humano, en algún punto fue un mono, pero con el paso de los tiempos su cuerpo fue cambiando hasta volverse un ser humano. Así mismo, otros animales iban evolucionando y cambiando hasta ser lo que son hoy día, una clase bastante aburrida.


    ¡Espera! Ahora que lo pensaba, ¿Esta cosa estaba tratando de decirme que iba a cambiar poco a poco hasta volverse otra cosa? ¡Mi cabeza está dando vueltas! No lo entiendo, no lo entiendo… ¡No lo entiendo!


    Si —habla nuevamente— evolucionar.


    — ¿Ustedes evolucionan gracias a los humanos? —pregunté cada vez más intrigada.


    Eso creo —su respuesta no me era muy convincente mas no dije más.


    — Entonces… —sacudí la cabeza— espera, eso no explica porque estás hablando conmigo, porque robaste mi celular e insistes que sea tu amiga.


    Eso es porque estoy solo —dice la voz— a pesar de lo que te he dicho, no necesitamos en mi mundo exactamente humanos para evolucionar, hay quienes pueden hacerlo por su cuenta.


    — ¿Ah? —cada cosa que decía me regresaba a la misma laguna mental.


    Pero hay digimons como yo —dijo refiriéndose a sí mismo. Parecía que digimon era una abreviatura para monstruo digital— que parece que el tiempo pasa y no pueden pasar de esta etapa de bebé.


    — Es decir que has pasado demasiado tiempo en esa forma —afirme, siendo lo único que había entendido de todo lo dicho.


    ¡Exacto! —se escucha su voz alegre— creo han sido tres décadas en esta forma —comentó, no pude evitar sorprenderme, había pasado, según él, treinta años como un bebé— porque mi datos no puede adaptarse a una nueva forma, no puedo evolucionar.


    — ¿Por eso necesitas a un humano? —ahora todo tomaba sentido.


    Si —afirmó la voz— necesito un tamer, ¡Quiero que tú seas mi tamer!


    — ¿Por qué yo? —pregunto intrigada.


    Porque mi datos son compatibles contigo, tú misma me llamaste —me dolía la cabeza de tanta palabrería— solo puedo evolucionar si tu eres mi tamer —repite— porque solo contigo puedo hacer conexión de datos y absorber la información que necesito.


    — ¡Espera! —grito en voz baja— no entiendo ninguna pizca de lo que dices, pero entiendo que tu eres un programa de computadora… ¿¡Cómo esperas absorber datos de mi!? Soy una humana… ¡Humana!


    Me conecto a un objeto que este cargado de ti —se escucha una risa— para volverlo un digivice —“¿Qué rayos es un digivice?” Me preguntó a mí misma— entonces por medio de ese aparato recibiré todo de ti, todas tus emociones.


    — ¿Es decir que por eso estás en mi celular? —podía entender a medias aquella información.


    Si —comentó— aún no acabo de absorber los datos necesarios, por lo que aún no puedo materializarme.


    — ¿Materializarte? —pero si solo era una programa de computadora, o eso me había dicho.


    Verás —volvió a hablar— la verdad es que a mí tampoco me queda del todo claro como sucedió, solo sé que después de que ustedes crearon nuestro mundo, este se desarrollo a través de la inteligencia artificial —y sigo sin entender a que se refiere con “inteligencia artificial”— llegó un punto en que nos volvimos un mundo alterno, tan real como el suyo, pero separados por una barrera virtual.


    — ¿Una barrera? —el celular vuelve a parpadear.


    Lo siento, tal vez te lo pueda explicar después —comenta la voz— aun no tengo la fuerza suficiente para hablar mucho tiempo contigo.


    — ¡Espera! —grito despacio— ¡Necesito preguntarte más cosas!


    Perdona Itchi —la voz se oye suavemente, cada vez más lejos— pero prometo que pronto volveremos a hablar —y así el celular se apaga.


    — Pero… —no entendía mucho, solo que necesitaba ayudar a mi nuevo amigo… Catmon.

    CONTINUARÁ...
     
    Última edición: 14 Junio 2014
    • Me gusta Me gusta x 3
  5.  
    Syel

    Syel Extraña

    Cáncer
    Miembro desde:
    12 Julio 2012
    Mensajes:
    984
    Pluma de
    Escritora
    Hola
    Mejor tarde que nunca xD
    Bueno, como bien dices pequeñas faltas que la verdad no valen la pena mencionar, así que iré directa al grano:
    ¡Me gusta como manejas al personaje de Itchi! En verdad, es tan fresca, tan no sé...Tiene algo que me gusta. Además este chico: Ryu se me hace que es más que un amigo con eso de que se sonroja y se la acerca con algo tan cliché como: ¿participaras en el partido? Pretextos para ver a Itchi.
    ¿Sabes? Mi parte favorita es esta:
    Sí, todos queremos ser pateados para ver que nuestra amiga esta bien ¬¬ Pero, en serio si hubiera sido yo a la que me lo hubieran dicho me hubiera muerto de la risa xDD
    Otra cosa que me sorprendió fue que ella teniendo tan corta edad sepa cocinar tan bien, en parte me pone celosa porque yo no sé cocinar :( Creo que esto solo me abre los ojos y me hace ver lo inútil que soy, pero bueh...Amo a tu personaje por muchas razones.
    Presiento que Ryu también tiene un digimon, aunque no sacaré conclusiones precipitadas. Espero que en el siguiente capítulo Catmon nos de más sorpresas.
    Gracias por el aviso.
    Nos leemos ^^.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  6.  
    Aimée Beilschmidt

    Aimée Beilschmidt Adicto

    Tauro
    Miembro desde:
    16 Abril 2014
    Mensajes:
    1,676
    Pluma de
    Escritor
    ahh
    Sorprendente =)
    Has manejado a la perfección tus personajes y Itchi, ¡la adoro!
    Yo pienso que abra un romance ahí entre Itchi y su amigo, ah, el amor de la primaria <3
    Me sorprende como sabes tantas cosas xD
    aunque yo a esa edad veía digimon, sí entendería su plática, pero cuando hablaba de ello me tomaban por loca xD
    ¡Espero con ansias su actualización!
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  7.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    2982
    Capitulo 3: Un tamer ha nacido.


    — Fuiste tú quien me llamó —recordaba sus palabras— mis datos son sólo compatibles contigo —¿Por qué? No lo entiendo… ¡Tengo miedo!


    Mi cuerpo se siente cálido entre estos sueños, puedo ver los gráficos de aquel ser, soy casi capaz de palparlos, dice que yo le llame, pero aún así no sé cómo o porque lo hice. Me siento tan asustada como en ese momento, mientras mis manos se aferran a los brazos de mamá llorando.


    — Todo estará bien… —dice su voz mientras acaricia mi cabeza y en brazos lleva a mi hermano menor.


    ¡Tengo miedo! —es todo lo que digo, al final había cosas que una niña nunca podría entender, ¿No?


    Al despertar en mi cama, noto que el celular está vibrando, no es que hubiera una llamada pero aquel Digi… Digi… Digialgo estaba llamándome, realmente no tenía ganas de contestar, pero con todo el peso de mi cuerpo me levanté para tomar aquel aparato en mis manos.


    — ¿Qué sucede? —susurré un poco enojada, ese tipo de sueños no me permitían sentirme de otra forma.


    Sólo quería hablar contigo —dice con un tono juguetón que me hace sentir un tanto molesta.


    — ¿A estas horas? —no es que fuera particularmente temprano, pero tampoco me hacía feliz del todo hablar con alguien después de ese sueño.


    Lo siento… —su voz suavemente suena mientras el celular parpadea para mostrarme a aquel ser de unos cuantos pixeles— a veces realmente me siento solo aquí.


    — ¿En serio? —me siento en la cama un poco arrepentida de la forma en que trato a aquel ser.


    En realidad, estoy asustado —su voz suena con tanta ternura que sólo me limito a escuchar— las cosas en mi mundo no son estables.


    — ¿Eh? —pero cada vez que hablábamos me costaba entender sus palabras.


    Te dije que te necesitaba para poder digievolucionar —también me molestaba como a todo le tenía que agregar el prefijo “digi”— y te mencione que eras tú quien me había llamado, tus emociones son las únicas que pueden hacerme resonar.


    — Esas partes aún no las comprendo —suspiré mientras me tumbaba en la cama.


    En realidad es difícil de explicar —el pequeño ser se rió— pero son tus emociones tan parecidas a las mías, que tus sentimientos pueden llegar a mí, a pesar de la devastación que existe.


    — ¿Qué? —parpadee un momento ante aquella última oración— ¿Cuál devastación?


    Hace algunos días, lo que serían años en tu mundo —dijo con cierta calma— una grieta temporal se ha conectado con tu mundo, pero no lleva mucho que algunos digimons de este mundo por fin han podido acceder a ella y llegar allá.


    — ¿Qué tan grave es eso? —mi voz tiembla, sin saber muy bien como algo como un programa de computadora podría llegar al mundo real.


    ¡Demasiado! —su tono se torna serio— hay digimons a digimons, cada uno tiene una personalidad distinta, algunos como yo piensan en encontrar un propósito de vida, pero hay otros que buscar dominar y torturar a aquellos que les rodean.


    — ¿Qué rayos? —me levanto de golpe— ¿Eso es malo? ¿No?


    Lo sé —veo el teléfono mientras ese ser parecía estar cabizbajo— aparte que los digimons que han logrado acceder son sumamente fuertes.


    — Pero… si esto es tan peligroso como dices —trato de mantener la calma— ¿Por qué me lo dices? Significa eso que… ¿Podemos haces algo?


    Por el momento no —su voz hace una pausa— pero hace poco termine las preparaciones para poder crear un digivice que me lleve a tu mundo.


    — ¿Y eso significa que podrás atravesar la barrera? —tomo al celular entre mis manos.


    — Si —una sonrisa sale de mi boca— pero aún necesitamos un detonante.


    — ¿Detonante? —trato de calmarme.


    Una emoción lo suficientemente fuerte que me empuje a este mundo —mis ojos quedan como platos mientras volteó a la ventana.


    — Amaneció… —veo el teléfono— ¿Qué tipo de emoción?


    Cualquiera estará bien —un tono esperanzador sale de la bocina— yo me adaptaré a ti.


    Aquella mañana empezó a llover levemente, mientras me cambiaba de ropa, por primera vez aquel programa no dejaba de hablar, al parecer por fin había logrado estabilizar el sistema de mi celular para su existencia, o eso logré entender entre tantos tecnicismos que me dijo.


    — Itchi… —mi madre, ya vestida para su trabajo, acaricia mi cabeza— es extraño que te levantes tan temprano, ¿Pasó algo?


    — No, sólo me sentí con más energía de la normal —comenté con una sonrisa— y cuando miré por la ventana, pues ya era de día —me reí.


    — Ya veo —una sonrisa se forma mientras me da el desayuno.


    — ¿Hoy vas a recoger a Tobi? —pregunto mientras empiezo a cortar mi desayuno.


    — Si, tendré tiempo para venirlo a dejar a la casa —ella se sienta a mi lado— es lo bueno de tener un horario flexible.


    — Entiendo… —ese día estaba bastante distraída.


    ¿Por qué me preocupaba tanto el tema? Cuando hablamos de este ser, no llevaba mucho de haberlo conocido, era probable que fuera todo falso, un simple juego de celular, las probabilidades de que algo como lo que me decía fuera cierto eran casi nulas. Así mismo, habla de una invasión de su mundo al mío, ¿Qué tan devastador sería? ¿Qué tipo de criaturas son? Más allá de los pixeles que veía por aquella pantalla, no parecía algo particularmente peligroso, pero aún así me preocupaba.


    — Dime algo… —camino a la escuela y con el celular en el bolsillo, conecte el manos libre a mi oído para formular una pregunta— ¿Cómo son en realidad ustedes?


    — Es difícil de explicar… —su voz murmuró cosas que no entendía— pero como ya te dije, hay de digimons a digimons, nuestra apariencia y poder se define a partir de la forma en que somos educados.


    — ¿Su forma y poder? —me quedé viendo las nubes por un momento.


    — En una forma sencilla de explicar —la voz prosiguió— cada digimon tiene un atributo, ese atributo define como será en cuanto a poder y a veces apariencia.


    — ¿Cuántos atributos hay? —era la primera vez en mucho tiempo que me encontraba seria sobre un tema.


    Cinco: Vacuna, Datos, Virus, Libre, Variable y Desconocido —guardó silencio un segundo— generalmente el atributo es capaz de definir la personalidad del digimon.


    — ¿Qué diferencias hay entre cada uno? —de algún modo el tema se tornaba interesante.


    Verás, los Digimon del atributo Vacuna tienden a ser buenos, con una gran determinación de luchar contra la maldad y detener las injusticias, mientras los Virus tienden a ser malvados, con una gran sed de poder y dominación —me quede totalmente callada, tratando de asimilar la información— los Datos pueden llegar a ser buenos o malvados, pero prefieren tomar las situaciones con calma. Estos atributos se manejan de forma similar al juego de piedra, papel o tijera, donde Virus normalmente tiene ventaja contra Datos, y este a su vez la tiene contra Vacuna, y este último la tiene contra Virus.


    — En pocas palabras, no es más que un juego —susurré— pero, espera… ¿Qué pasa con los de tipo Libre, Variable y Desconocido?


    Bueno, el atributo Libre, que perteneció a los Digimon del tipo Antiguo, no presenta ninguna ventaja o desventaja contra los otros atributos, y el atributo Variable, exclusivo de los Digimon Híbridos, simplemente copia el atributo de su oponente —dijo de una manera confusa para mí— el atributo Desconocido se usa para designar a los Digimon que han sido clasificados como entes no identificados, y parece tener ventaja contra los tres primeros atributos.


    — ¿Digimon Antiguo e Hibrido? —comenté un poco molesta— no lo entiendo.


    Se trata de… —pero antes de que pudiera terminar la oración, escuché a alguien diciendo mi nombre.


    — ¡Morinaga Itchi! —un chico de pelo negro se acerca corriendo con su mochila y en una mano una red con un balón.


    — Pero si es Kinisha —oculto un poco más el audífono por debajo de mi gorra.


    — ¡Hey! ¿Por qué esa cara tan seria? —se detiene por un momento— ¿Acaso aún no te sientes bien?


    — ¿Eh? ¡No! —me sonrojo levemente para darle un golpe en la espalda— ¡Claro que me siento bien! ¡No seas idiota! —digo de forma escandalosa— si eres así de amable me vas a asustar, es raro en ti.


    — ¿Qué? —el retrocede levemente rojo de vergüenza— ¡No digas tonterías! ¡Ni que fuera Ryu!


    — ¿Ryu? —sonrío— ahora que lo dices —empecé a caminar hacia la escuela— ayer ustedes estaban diciendo algo raro sobre él.


    — ¡Ah! Sobre el incidente —asiente Kinisha— tal vez no lo hayas notado Itchi, pero para nosotros, es a Ryu a quien más le importas —se ríe levemente.


    — ¿Eh? —abro un poco los ojos y muevo la cabeza mirando a otro lado— él y yo hemos sido amigos desde siempre, supongo que es normal, ¿No?


    — Es cierto, ustedes se conocen desde el jardín de niños —sonríe con amabilidad— supongo por eso se preocupa tanto por ti, aunque… —él guarda silencio.


    — ¿Qué pasa? —él se vuelve a sonrojar.


    — Tú también eres mi amiga, por lo que también me preocupo por ti, ¿Sabes? —no puedo evitar reírme.


    — Lo sé —él me sonríe de una forma amigable.


    — Por eso, si te sucede algo —él golpea su pecho— ¡Puedes confiar tanto en mí como lo haces en Ryu! —él sonríe.


    — Lo tomaré en cuenta —le guiño el ojo mientras empiezo a correr— él último en llegar al salón es un huevo podrido.


    — ¿¡Qué!? ¡Espera! —él grita entre risas— ¡Eso no es justo Morinaga!


    Tienes buenos amigos —escucho aquella pequeña voz desde el auricular, sólo me limito a sonreír.


    — Lo sé —suspiro para seguir corriendo entre la ligera lluvia que rodeaba a la ciudad.


    Ese día fue tan cotidiano como los demás, la profesora empezó a explicar de forma detenida algunos problemas de fracciones mientras la lluvia empezaba a volverse cada vez más fuerte, suspiro un poco molesta, de haberlo sabido hubiera traído un paraguas, realmente pensaba que aquella lluvia no sería algo grave.


    Itchi… —la voz suena en el auricular— esto no está bien.


    — ¿Qué sucede? —de algún modo me empezaba a acostumbrar a escuchar a aquel ser.


    Está lluvia está registrando ondas extrañas —a veces me pregunto si esa criatura es realmente un bebé.


    — ¿Ondas? —en eso la profesora me avienta un gis en la cabeza.


    — Señorita Morinaga, haga el favor de poner atención —la clase entera empieza a reírse, a excepción de Ryu que parece verme un poco preocupado.


    — ¿Pasa algo Itchi? —la profesora empieza acercarse a nosotros.


    — Señorita Morinaga, joven Fujimoto —ella nos nombra— hagan el favor de resolver los problemas del pizarrón —nos da a cada uno un gis y sin hacer mucho nos levantamos en dirección al pizarrón.


    — Realmente odio las matemáticas —me quejo mientras empiezo a ver el problema— veamos, son 4/5 x 8/7 + 3/10… suena a tortura china.


    — Itchi… —esa voz de nuevo— por favor por atención a lo que voy a decir —me quedo callada mientras intento resolver el problema del pizarrón— actualmente un terremoto se está desarrollando en el digimundo, es probable que con unos minutos de atraso se desarrolle en tu planeta, si están en un edificio… ¡Todos deben evacuar!


    — ¿Qué? —mi mano se tensa haciendo que el gis caiga de entre mis dedos.


    — Itchi, ¿Qué pasa? —Ryu voltea a verme.


    — Nada, sólo se cayó el gis —me rió nerviosamente para agacharme a tomarlo— ¿Otro terremoto?


    El terremoto anterior es una muestra de la inestabilidad que se está desarrollando gracias a la grieta entre nuestros mundos —un momento mis ojos se abrieron— al inicio no se presentaban en tu mundo pero paulatinamente la diferencia de reacción está disminuyendo y la intensidad será más fuerte, al final ambos mundos se están volviendo inestables.


    — ¿Ah? —pero antes de que pudiera responder algo, la tierra empezó a moverse de forma terrible.


    — Niños mantengan la calma —dice la profesora— ya saben qué hacer, salgan con calma: sin correr, sin empujar y sin gritar.


    — ¿Entonces qué sucederá? —susurro un poco asustada, de pronto siento una mano tomando la mía.


    — Todo estará bien Itchi —su mano me aprieta levemente.


    — Ryu… —empezamos a salir.


    Más allá de la evolución, también me preocupa mi hogar —comenta la voz— desde que empezó esto, yo sólo anhelo poder unirme a la batalla, pero en la etapa en que estoy, eso es imposible, yo quiero evolucionar y ser más fuerte para poder ayudar a mis hermanos digimon, por eso… necesitaba un tamer.


    — Si nos mantenemos unidos, todo saldrá bien —él sonríe— por eso no me sueltes Itchi, si te desmayaras de nuevo, sería realmente difícil sacarte.


    — ¿Qué pasará con mamá y Tobi? —pregunto angustiada.


    — Ellos estarán bien —sonríe él— estos terremotos deben ser a causa de una inestabilidad temporal de las placas de la tierra, ¿Recuerdas? Nos enseñaron eso en geografía.


    — La realidad Itchi, es que los terremotos irán aumentando de intensidad hasta llegar al punto en que la tierra se abrirá —una voz triste se escucha— tu mundo y el mío harán una gran colisión que nos dejara en la nada.


    — ¿Qué? —me quedo tiesa, fría y sudando de los nervios, siento la mano de Ryu jalarme mientras el temblor se hace más fuerte.


    — ¿Qué sucede Itchi? —Ryu sigue intentando jalarme mientras algunos niños empiezan a entrar en pánico, a empujar y a correr.


    — Tengo miedo —susurro con tristeza.


    — Itchi —su mano me aprieta más fuerte— ¡Tenemos que salir de aquí! Yo estoy contigo —él sigue jalando mientras el piso empieza a derrumbarse.


    ¡Yo confío en que todo estará bien Itchi! —la voz suena— porque por fin te encontré, tal vez no sea mucho, pero para mí es suficiente.


    Antes de que pudiera decir algo el piso empezó a estremecerse una vez más y las columnas se quebraron, haciendo que un pedazo del techo caiga sobre nosotros, pero antes de que nos toquen Ryu me empujó lejos.


    — ¡Itchi! —un grito se escuchó antes de que el pedazo cayera sobre su pierna dejándolo atrapado.


    — ¡Ryu! —en ese momento logro reaccionar completamente para correr hacia él, intentando sacarlo— ¡Es demasiado pesado!


    — Itchi… ¿Estás… bien? —él logra decir débilmente.


    — ¡Ryu! ¡Ryu! ¡Debemos salir! —comento entre gritos y llanto.


    — Lo siento, pero siento que no puedo… más —diciendo eso, cierra sus ojos.


    — ¡No! ¡Despierta! ¡No es momento para desmayarte! —sigo intentando en ese pasillo vacío levantar la roca, como deseo que alguien venga a salvarnos pero las probabilidades son nulas.


    En mi mente pasa la imagen de mi madre y de mi hermano menor, no sé porque siempre me preocupo tanto sobre ello, en el fondo de mi corazón no quiero perderlos. Siempre me he sentido sola, desde hace mucho tiempo, me comporto de forma infantil y poco femenina para ocultar mi propio miedo, por eso cuando este ser llegó diciendo que no quería estar solo, no pude negarme.


    — A decir verdad, tengo miedo —aprieto mis labios tratando de no llorar.


    — Itchi… —la voz de aquel ser sigue hablando, ¿Cuál era su nombre?


    — Catmon, tengo miedo —aprieto mi celular por debajo del bolsillo.


    Nada te pasará, todo estará bien —su voz trata de tranquilizarme— el terremoto está parando, ¿Lo notas? Pronto alguien vendrá a nuestra ayuda —muevo la cabeza de forma negativa.


    — ¡No es eso! —grito mientras mi cuerpo tiembla— yo siempre tengo miedo de no poder proteger a la gente que amo, porque siempre he sido una niña muy débil.


    — Itchi… —su voz suena triste.


    — Ser una buena hija o una buena hermana, queriendo llenar el dolor que siento dentro —ese recuerdo, ese horrible sueño, regresa a mi mente— yo no quiero ser así, dependiendo de los demás, si las cosas irán bien o mal —mi mano siente que el celular empieza a calentarse— ¡Yo quiero ser lo suficientemente fuerte para proteger a la gente que amo! —en ese momento empiezo a sentir como cambiar de forma.


    — Esos sentimientos sinceros —una voz se presenta para ser parte de un cuerpo. Como una pequeña bola rosa con algo parecido a orejas puntiagudas, en medio sobresalen unos ojos verdes y una pequeña boca— ¿Son esos tus verdaderos sentimientos?


    — ¡Sí! —contesto con seguridad mientras con mi otra mano aprieto la de Ryu— ¡Yo quiero tener la fuerza para proteger a todos!


    — Entonces yo te prestaré la fuerza —su cuerpo empieza a brillar— por eso préstame la tuya —mis ojos se deslumbran— Catmon divievoluciona a Ficatremon.


    — ¿Ficatremon? —mis ojos miran a una nueva criatura, un pequeño gato negro, un pantalón peludo de color beige, y un cinturón con una bola de un tono azul obscuro, no tiene brazo izquierdo y en su lugar tiene algo parecido a un cañón, en su brazo derecho tiene un calentador cubriendo su pata, en su oreja derecha una perforación que deja ver un arete en forma de aro. Sus ojos verdes reflejan la esperanza.


    — Por fin puedo estar frente a ti —dice con una voz positiva— ¡Y prometo que te protegeré con todas mis fuerzas!


    — ¿Eh? —mi llanto empieza a dejar de fluir.


    — ¡Cañón de fuego! —con su mano derecha toma la base del cañón de su brazo izquierdo lanzando una explosión que rompe la roca sobre Ryu.


    — ¡Ryu! —intento levantar su cuerpo con mi poca fuerza, en eso siento como aquel ser toma el otro lado de él.


    — ¡Vamos! ¡Debemos salir de aquí! —una sonrisa se forma en su cara hacía mí— ¡Todo estará bien!


    — ¿Por qué me ayudas? —le pregunto mientras caminamos hacia la salida.


    — Porque tú eres mi amiga, y eres mi tamer —su voz se escucha con dulzura.


    — ¡Itchi! —escucho un grito a la lejanía, al final del pasillo hay un chico corriendo hacia nosotros.


    — Es Kinisha —no puedo evitar reír para caer al piso por el agotamiento.

    CONTINUARÁ...
     
    Última edición: 1 Enero 2015
    • Me gusta Me gusta x 2
  8.  
    Syel

    Syel Extraña

    Cáncer
    Miembro desde:
    12 Julio 2012
    Mensajes:
    984
    Pluma de
    Escritora
    Aquí \^-^
    Bueno, ¿qué decir? Comenzar con lo más importante, ¿verdad? Hay varios dedazos desde la mitad del relato hacia el final, no es tan grave, solo los cambios de letras.... Con una nueva leída se ubican rápido.
    Regresando a la historia, ¿cómo pudiste hacerle ese al bello de Ryu? Tan lindo, preocupandose por Itchi y salvandola para que le cayera un pedazo de roca en su piernita, siendo tan peque T.T Pero en el fondo sabía que ese sería el "detonante" que por alguna razón me recordó a la película del "Origen" con lo de la patada y eso.
    No culpo a Itchi, en el fondo yo también me asustaría si me dicen que la tierra se va a partir en dos, osea... Me muero de miedo si eso sucediera en la vida real, ¿te imaginas? Yo normal y de repente se abre la tierra .w.
    Que horror están pasando en la tierra, primero llueve y después el temblor, es decir: lluvia con temblor, no culpo a nadie, yo hubiera sido de las primeras que hubieran salido corriendo xD
    En cuanto a los digimon, yo creo que sería uno de tipo libre, sin ataduras, sin querer derrotar a nadie....Sí, me gusta ese tipo.
    El final, íncreible, Itchi se desmaya y el otro la va a salvar, no sé porque pero quiero ver celos, celos, celos muchos celos xDD.
    No te quedo mal el capítulo, de hecho esta interesante ;)
    Sin más, nos leemos ^^.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  9.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    2919
    Capitulo 4: Respuestas


    Una vez más me había desmayado, realmente debo ser una niña demasiado débil, no puedo evitar sentirme mal por ello. De haber dependido sólo de mí, era seguro que no hubiera podido salvar a Ryu, y todo había pasado por dudar y no seguirlo cuando debía, realmente era una niña muy tonta.


    — ¿Dónde estoy? —abro mis ojos con dificultad, al mirar alrededor me encuentro en mi cama, me levanto con esfuerzo.


    — Ya despertaste —al mirar hacia esa voz logro distinguir la figura negra de ese ser.


    — ¿Catmon? —pregunto un poco asustada.


    — No, no —él ó ella se sientan en el pie de la cama, a mi lado— ahora soy Ficatremon —me sonríe mientras pone su pata en mi frente— ¿Estás bien?


    — ¿Ficatremon? —mis ojos parpadean levemente mientras muevo mi cara— sí, estoy bien… ¿Y Ryu? ¿Y Kinisha? —pregunto preocupada para ver a Ficatremon reírse.


    — ¿Hablas del chico de pelo blanco y de pelo negro? —toma mis hombros— no te preocupes, ellos están bien, aunque… —guarda silencio.


    — ¿Qué pasó? —mi cuerpo tiembla.


    — Bueno, tu amigo… ¿Ryu? —empieza a masticar las palabras— le deberán ¿Enyesar? La pierna, o algo así —sonríe de manera confundida— no sé qué es eso, así que no sé si es grave —suspiro.


    — No es grave, aunque… —nuevamente no puedo evitar llorar— es mi culpa, ¿No es así? —cubro mi cara con las manos, tratando de no mostrar mi preocupación— no debí a ver reaccionado así.


    — ¡No! ¡Eso no es cierto! —ese ser toma mis manos entre sus patas— en realidad lo estuve pensando mucho y creo te dije demasiada información innecesaria, lo que causo que te preocuparas de más y tuvieras ese efecto. Por ello sé que es mi culpa —baja su cabeza arrepentida— lo siento.


    — No es… —pero antes de poder terminar con dicha frase la puerta empieza a abrirse dando paso a mi madre.


    — Itchi, ¡Ya despertaste! —su cara se nota angustiada— ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien? —ella se acelera para abrazarme y sin darme cuenta Ficatremon había desaparecido.


    — Si —mis manos empiezan a rodear su espalda— ¿Ya no regresaste al trabajo? Lo siento… —mi mirada baja tratando de no llorar nuevamente.


    — No te preocupes —ella me mira al rostro y sonríe— mi hija es más importante que cualquier cosa, por eso trabajo tanto, para que ustedes dos estén bien.


    — ¿Tobi? —mis ojos parpadean para angustiarme nuevamente— ¿Y mi hermano mamá?


    — Él ahora está profundamente dormido —sonríe— en el pre-escolar lograron evacuar a tiempo, aunque el edificio no quedo en buenas condiciones —miró el techo— pero lo bueno es que los dos están bien.


    — ¿Qué pasó exactamente? —no puedo evitar preguntar.


    — Fue justo cuando todo empezó que fui rápidamente por tu hermano menor —comenta en forma pausada— en eso una llamada entró a mi celular, de tu escuela, uno de tus compañeros, con dificultad, logró sacarte a ti y a Ryu.


    — ¿No había nadie más? —pregunte extrañada, no es que me preocupara seriamente pero si alguien veía a Ficatremon, tendría muchas cosas que explicar, cosas que ni yo entendía.


    — ¿Alguien más? —mi madre pregunta confundida— ¿Te refieres a tu maestra?


    — ¡Ah! ¡No! —comenté nerviosa— olvídalo —por un momento lo pensé: “¿Acaso soy la única que puede verlo?” No pude evitar preocuparme un poco más. En eso, mi estómago empezó a sonar y mi madre no pudo evitar reír.


    — Perdona, seguro tienes hambre —ella acaricia mi cabeza para levantarse de la cama y dirigirse a la puerta— en unos momentos te traeré algo, por favor descansa un poco más.


    — Mamá… —la puerta se cierra.


    — Si que tu madre es alguien amable —comenta alguien a mis espaldas, sentado al pie de la ventana.


    — ¿Y tú me puedes decir porque te escondes? —entre cierro los ojos para ver aquel ser.


    — ¿¡Eh!? —se sonroja levemente— sólo intento no causarte problemas —baja la mirada.


    — Ya veo… —yo también bajo la mirada para después sonreír— después de todo eres alguien inteligente —nos vemos y mutuamente reímos— aunque aún tengo unas cuantas dudas.


    — ¿Sobre qué? —ese ser da una ligera pirueta para caer en la cama.


    — ¿Acaso te escondes o yo sólo puedo verte? —dije rápidamente— ¿Qué sucedió ahí? —moví la cabeza— antes decías ser Catmon, pero ahora… ¿Eres Ficatremon? —me sentía difusa y sin darme cuenta mi cabeza empezó a dar vueltas.


    — Calma —una ligera risita salió de aquel ser mientras tomaba mis hombros— primero, yo soy real, cualquier puede verme —sonrió— pero supongo que en este mundo sería problemático que alguien más me vea. En mi mundo sería extraño ver a alguien como ustedes —comentó para después suspirar— yo… evolucioné —una sonrisa se formó en su rostro.


    — ¿Evolucionaste? —antes ya habíamos hablado de eso, era la razón por la que me necesitaba.


    — Si… —empezó a sonrojarse y tomó mis manos entre las suyas— gracias…


    — ¿Qué? —mis ojos parpadean rápidamente— al contrario… —muevo la cabeza— si no fuera por ti… yo…


    — ¡No! —me calla— ¡Todo es gracias a ti! ¿Acaso no lo recuerdas?


    — No lo entiendo… —bajo la mirada— ¿Cómo puede ser gracias a mí? Yo sólo fui un estorbo en esa terrible situación —encorvo mis piernas y hundo mi cabeza entre ellas, entre las sábanas.


    — La razón por la que yo evolucioné fue por ti —baja la mirada hacia sus pies, los cuales están colgando de la cama— fueron tus sentimientos sinceros los que fueron transmitidos a través del digivice y me permitieron evolucionar.


    — ¿Digivice? —en eso mi mente, como un flechazo, recordó el celular y como cambiaba de forma— ¿¡Mi celular!? ¿Dónde está? —al buscar entre mis bolsillos, por más que busqué, no lo encontraba y en su lugar se encontraba un extraño aparato.


    — Tus sentimientos se sincronizaron conmigo y crearon un digivice —dice con una sonrisa.


    — ¿Eso pasó? —me sentía confundida mientras aquel objeto era movido por mis manos.


    — Nunca me había sentido más feliz —pero verlo contento supongo era suficiente razón para ser feliz.


    — Espera… —inflé las mejillas— ¿Debo suponer que ahora ya no tengo celular? —ese ser sonríe.


    — Emmm… ¿Cómo te lo digo? —se rasca la cabeza.


    — Vaya… —entre cierro los ojos un poco molesta— y ahora tengo está cosa que no tengo ni idea para que sirve, ¿No? —mueve la cabeza.


    — No es así… —parece fruncir el ceño— el digivice simboliza nuestra unión como digimon y tamer, demuestra la conexión que existe entre tú y yo.


    — Sigo sin entender —me tumbo en la cama, mientras con mi mano derecha alzo el famoso digivice.


    — Simboliza que tú y yo tenemos una conexión —una voz triste suena— perdona por haber usado aquel aparato… ¿Celular? —empiezo a escuchar ruido— pero… yo necesitaba un aparato electrónico para descargar mi información, y este debía estar cargado de ti, de tus emociones.


    — Ya veo… —un suspiro sale de mi cuerpo— supongo que ya no se puede hacer nada.


    — En serio lo siento —se escucha tan arrepentido que empiezo a sentir pena por aquel ser y vergüenza por haberme enojado.


    — Sólo es un celular —me reincorporo en la cama para quedar completamente sentada— mejor explícame como funciona esto —le muestro aquel extraño aparato.


    — ¡Bien! —una sonrisa vuelve a nacer en su rostro— primero apuntalo a mí.


    — ¿Así? —en cuanto lo hago una ligera luz nace y empieza a recorrer el cuerpo de aquel ser.


    El digivice empieza a brillar y haciendo ruidos ligeros como cualquier computadora tarda unos cuantos segundos en volver a la normalidad, para soltar la siguiente información:


    Digimon: Ficatremon.

    Etapa: Infantil.

    Tipo: Bestia.

    Atributo: Datos.

    Descripción: Es un digimon sumamente dócil y amigable, no tiende a buscar conflictos ni peleas, y suele esconderse de las personas. A pesar de su pequeño cuerpo posee una increíble fuerza capaz de levantar tres veces su propio peso. Conserva una forma felina, a pesar de que puede andar a dos patas, y una de sus patas delanteras ha sido sustituida por una parte mecánica que es capaz de disparar fuego.

    Técnica Especial: Cañón de Fuego.


    — ¿Qué es esto? —mis ojos parpadean.


    — Con él podrás leer la información de cualquier digimon —dice con orgullo, incluyendo la mía.


    — ¿Sólo esto? —no puedo evitar reír levemente— entonces supongo que ahora sé que Ficatremon es un digimon del tipo datos —aquel ser se sonroja.


    — ¿Acaso te gustaría más que fuera del tipo vacuna? —me mira con un gesto un poco triste.


    — ¿Vacuna? —ladeo la cabeza un tanto confundida— ¿Hay alguna diferencia? —sé que lo ha explicado antes, pero para mí no hay mucha diferencia.


    — Los tipo vacuna, tienden a ser más glamurosos —dice con cierto desdén y no puedo evitar sonreír para jalar su mejilla.


    — Bueno… yo no sé que hace diferente a un tipo “vacuna” de un tipo “dato”, pero ambos son seres vivos —comenté— lo mismo hubiera dado que fueras uno u otro —sonreí— porque yo no le prometí a ningún “tipo” ser su amiga, te lo prometí a ti.


    — ¡Itchi! —ese ser empieza a lagrimear para lanzarse a abrazarme, yo sólo puedo sonreír.


    ¿Por qué me siento tan tranquila? ¿Por qué me siento feliz? ¿Qué es exactamente esa conexión que existe entre aquella criatura y yo? ¿Qué iba a pasar ahora? Cuando pensaba en todo eso, no podía evitar sentirme un poco ansiosa al respecto. Ficatremon había hablado de un suceso demasiado fuerte en su mundo y que estaba trayendo consecuencias al nuestro, hablaba de poder o no evolucionar, y de un fuerte sentimiento que nos conectaba, yo no entendía todo eso.


    Aquel día me la pase durmiendo, era demasiadas cosas que asimilar. Pensaba en ver a Ryu mañana, hablar con Kinisha, saludar a mamá y ver a Tobi; tenía también tantas cosas que preguntarle a Ficatremon y más aún averiguar qué podía hacer yo para ayudarle, una pequeña niña como yo.


    — ¡Despierta! ¡Despierta! —escucho su voz.


    — ¿Qué sucede? —abro mis ojos lentamente, tratando de recordar que había sucedido el día anterior.


    — Itchi, cariño —su mano suavemente toca mi frente— ¿Ya te sientes mejor?


    — ¿Eh? ¿Mamá? —parpadeo un poco mientras me levanto levemente.


    — Parece que estás bien —ella sonríe— ¿Irás hoy a la escuela?


    — Parece que sí… —me sacudo un poco la cabeza— a pesar de lo de ayer, el colegio parece que no suspenderá funciones.


    — Comprendo —acaricia mi cabeza con amabilidad—entonces apúrate en bañarte y bajar a desayunar.


    — ¡Sí! —respondo con una sonrisa mientras ella se levanta de la cama y recargándose en el marco de la puerta, con los brazos cruzados, me observa con una sonrisa.


    — Realmente me alegro de que te encuentres bien —nos miramos mutuamente.


    — Yo también te amo, mamá —sin decir más, ella me manda un beso y sale de la habitación.


    Me quedé un rato pensando, tiesa en mi cama, viendo la nada cuando sentí como algo se recargaba en los pies de la misma. Alcé mi mirada para ver aquella silueta sentarse cerca de mí.


    — Parece que esa mujer te quiere mucho —su mirada se encontraba perdida.


    — Esa mujer es mi madre —dije con una sonrisa.


    — ¿Una madre? ¿Qué es eso? —me mira confundido.


    — Emm… bueno… ¿Cómo explicarlo? —me rasqué un poco la mejilla— es la persona que te da la vida, que te cuida y te ama, la que te enseña y proporciona cualquier ayuda… ¡Eso! —dije algo nerviosa.


    — Mmm… —se quedo mirando al techo— yo no tengo algo así.


    — ¿No? —me empiezo a levantar de la cama y a quitar la pijama— ¿Eso es posible?


    — Bueno, podría decirse que “mi madre” es una base de datos que me proporcionó de toda la información con la que cuento ahora —sonríe algo confundido— finalmente yo soy un programa de computadora, nosotros no cumplimos con ese “ciclo” que ustedes cumplen.


    — Ya veo… —“eso es triste”, pensé para mí mientras me metía a la ducha.


    Las respuestas llegaban a mí, pero más que despejar dudas, creaban más y más preguntas: ¿Quién creo a los digimon? ¿Con qué propósito? ¿Qué conexión existe entre el digimundo y nuestro mundo? ¿Por qué yo? ¿Cómo podría ayudar a Ficatremon?, todo eso pasó por mi mente, pero supuse que aún no era tiempo de saber todos los detalles. Sólo me limité a suspirar.


    — ¿Sabes? Desde hace rato tengo una pregunta —le mire fijamente mientras me secaba.


    — ¿Cuál? —ese ser empezaba a olfatear todas mis cosas cuidadosamente y se acercaba de un brinco a la ventana.


    — ¿Eres hembra o macho? —dije directamente— mi cabeza no deja de confundirse cuando pienso en ello, ¿Debo referirme a ti como “él” o como “ella”?


    — Sobre eso… —se acercó de manera lenta— te repito que no soy más que un programa de computadora, no tengo algo como un “género”. Claro que hay digimons que tienen forma “femenina” o forma “masculina”, pero no determina que sean un “él” o una “ella”, así como ahora podrías decirse que soy un “macho”, mi evolución podría mostrar que soy una “hembra” y así sucesivamente —sonríe tímidamente— digamos que no me ofendería que me trates como un “él”, ni tampoco que me trates como una “ella”, para mí no hay diferencia.


    — ¡Que rollo! —dije con sinceridad, dejando pasar unos segundos de silencio para estallar en risa.


    — ¡Itchi! —se escucha la voz de mi madre gritar desde abajo— apúrate en bajar a desayunar o no llegarás a la escuela.


    — ¡Ya voy! —grito, mientras Ficatremon y yo nos miramos una última vez— entonces para mí tú eres una “ella”.


    — ¡De acuerdo! —dice felizmente.


    — Bueno… —empiezo a darme la vuelta de manera lenta— ¡Nos vemos! —ella me despide con su pata mientras bajo las escaleras para ir a comer.


    Esa mañana, mamá estaba bastante nerviosa hablando por teléfono con algunos clientes que parecían querer cancelar su compra debido a los eventos de ayer, por su parte, Tobi no iría al pre-escolar debido a las condiciones precarias en que había quedado el edificio, y yo debía asistir a la escuela


    — ¿Segura que estarás bien Itchi? —ella acaricia mi cabeza.


    — Sí, estaré bien —sonreí levemente.


    Ese día era bastante brillante, como si nada de lo de ayer hubiera ocurrido, el sol brillaba fuertemente y me sentí un poco aliviada. Mi madre iría al trabajo acompañada de Tobi, eso me preocupaba un poco, pero al final parecía que todo estaría bien.


    — ¿Será seguro regresar a ese lugar llamado “escuela”? —volteo hacia el sonido de la voz y veo a Ficatremon caminar por encima de la pared, a modo de gato.


    — No lo considero seguro… —contesto con toda honestidad para posteriormente suspirar— en realidad dudo que haya clases, pero debo ir para recibir las indicaciones al respecto —sonrío levemente— probablemente para limpiar lo mejor posible el desastre. Y también, es posible que cancelen algunas instalaciones debido a los daños.


    — Me sorprende que el edificio no se haya caído en pedazos —menciona.


    — Bueno, generalmente las escuelas tienen muy buena estructura ya que son usadas como albergues en caso de sismos —empecé a sacar el famoso “digivice” y moverlo entre mis manos.


    — Ya veo… —dijo con la mirada pérdida.


    — Por cierto, cuando caminas así —dije con una sonrisa— pareces un gato normal, bueno, quitando la pata mecánica.


    — Sólo estaba imitando a las criaturas de este mundo —susurro— parecía algo normal y una forma de poder estar contigo.


    Cuando la veía de esa forma tan relajada, todo lo anterior me parecía un sueño. Ficatremon era una criatura única en todos los sentidos, era la primera vez que veía a alguien así o escuchaba algo sobre el “Digimundo”, para mí todo eso era algo nuevo, algo que me causaba un poco de temor y a la vez me emocionaba.


    — ¡Itchi! ¡Cuidado! —un grito se escucha mientras siento como mi cuerpo es tirado al suelo.


    — ¡Ah! ¿¡Qué pasa!? —le pregunto a la pequeña Ficatremon en medio de aquel sonido similar a una explosión que pasaba en el sitio donde estaba parada.


    — Un Digimon desconocido —dice entre gruñidos mientras se reincorpora y toma su pata metálica para apuntar— será mejor que te muestres.


    — ¿Otro Digimon? —dije un poco sorprendida mientras me ponía detrás de ella.


    — Bravo… —unas manos empiezan a sonar entre el humo que todavía no se dispersa, como aplaudiendo— hasta hoy me creía el único “tamer” existente —y la silueta empieza a tomar forma.


    — Superior Tonishima… —susurro. Su pelo café claro, casi rubio, sus ojos azul celeste, era alto y esbelto, digno de ser nombrado el capitán de futbol soccer de la escuela.


    — Vaya… —me mira con una sonrisa amable, pacífica, casi dulce— ¿Me conoces? ¡Es una sorpresa! Porque yo no sé nada de ti —se rasca la nuca de su cabeza, de una manera casi tímida.


    — Aún no nos muestras a tu compañero… —menciona Ficatremon.


    Mi cabeza no terminaba de procesar la información, para una chica como yo, alguien como Tonishima Narahama era alguien inalcanzable, admiraba sus increíbles habilidades en el juego y podría decirse que era mi ejemplo a seguir, y saber que el podría ser un “tamer” como yo, que no estaba sola en este nuevo mundo, que quizá podría explicarme que estaba sucediendo, eso me alegro un poco.


    — ¡Oh cierto! —pero antes de que una sonrisa se forme en mi rostro, una mirada siniestra aparece en el suyo— no les he presentado a mi compañero Lucemon.


    — ¿Lucemon? —pero antes de poder formular una pregunta concreta, siento un fuerte impacto.


    — ¡Pies divinos! —una voz desconocida aparece, y veo a Ficatremon usando su brazo para protegerme de un extraño ser— mucho gusto, yo soy Lucemon —dice en una risita inocente mientras me guiña el ojo— espero que ustedes sean unos excelentes compañeros de juego.

    CONTINUARÁ...
     
    • Me gusta Me gusta x 1
    • Creativo Creativo x 1
  10.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    3069
    Capitulo 5: Nuevos Enigmas


    Él era como un niño de mi edad: su hermoso cabello rubio, sus inocentes ojos azules, su espalda llena de alas, y su costado izquierdo con unos extraños tatuajes. Era como ver la silueta de un ángel, pero su sonrisa era como ver la maldad del demonio.


    Digimon: Lucemon.

    Etapa: Infantil.

    Tipo: Ángel.

    Atributo: Vacuna.

    Descripción: Aunque tiene la apariencia de un niño, el poder y la inteligencia que posee superan incluso el de un Digimon Perfeccionado. Se dice que las habilidades de Lucemon han sido heredadas y dividido entre los Tres Grandes Ángeles.

    Técnica Especial: Cruz Suprema.


    — Entonces… ¿Jugarán conmigo? —sus brazos cruzados mientras flota unos cuantos centímetros del suelo.


    — ¿¡Otro Digimon!? —mis ojos quedan abiertos como platos ante tal presentación.


    — Él es mi compañero… —un sonriente superior Narahama se presenta entre los escombros de humo a causa del impacto de aquel ataque.


    — ¡Mucho gusto! —dice con un semblante un poco obscuro para el tono dulce de su voz.


    — Itchi, ¡Quédate atrás de mí! —Ficatremon toma una posición defensiva, como si nuestras vidas se encontraran amenazadas.


    — ¡Oh! Parece que los asustamos —sonríe el superior Narahama dirigiéndose a aquel nuevo Digimon.


    — ¿¡Cuáles son sus intenciones!? —gruñe Ficatremon mientras retrocede un poco.


    — ¿Intenciones? No tenemos ninguna verdadera intención hacia ustedes, en realidad… —dice el superior Narahama mientras camina lentamente hacia nosotros— era yo quien se estaba preguntando cuáles eran las suyas.


    — ¿De qué está hablando? —le pregunto a Ficatremon mientras veo casi incrédula ese semblante siniestro en el superior Narahama.


    — ¿Ah? ¿No lo sabes? —me mira de forma curiosa— en estos momentos nuestro planeta corre un gran peligro.


    — ¿Por qué lo dices? —pregunta Ficatremon.


    — Tú debes saberlo —Lucemon habla, mientras volando se acerca a Ficatremon— la grieta que hay entre los mundos.


    — ¿La que está causando los temblores? —pregunto un poco asustada.


    — Sí —afirma Lucemon con un rostro serio— en estos momentos no presenta un gran peligro para este mundo, pero para el Digimundo la colisión ya empezó. En este momento se necesita sellar esa grieta, pero ningún Digimon ha podido lograrlo.


    — Ya veo… —miro perdida el cielo, tratando de ver esa famosa grieta invisible para mis ojos.


    — Esta grieta es a causa de algunos Digimon malvados que buscan acabar con este mundo —menciona Lucemon— a pesar de que nuestros mundos coexisten de manera dependiente pero paralelamente, algunos Digimon anhelan venir a este mundo, dominarlo y hacerlo coexistir con el nuestro, pero eso… es imposible.


    — ¿Por qué? —pregunto.


    — Los Digimon y los humanos no deberían convivir en primer lugar… —se encoge de hombros— yo estoy aquí por ordenes para traer a todos los Digimon fugitivos de vuelta. Son órdenes de mis superiores —Ficatremon retrocede.


    — No… —susurra.


    — No sé qué haces aquí ni cuál es tu propósito, pero debes saber que lo que haces está en contra de las reglas —dice de forma pasiva— antes de que la grieta sea sellada, todos los Digimon deben regresar al Digimundo y ofrecer su poder a la causa.


    — Aunque… —el superior Narahama empieza a hablar— no es que importe mucho él en este momento —Lucemon niega con la cabeza.


    — Por el momento este ser no es mi prioridad —todo va tan rápido que no entiendo nada— en estos momentos está fuera de mi jurisdicción hacer algo mientras tenga un contrato con un tamer. Así mismo, por el momento, no parece ingerir un peligro real para los seres humanos.


    — Aparte no parecen saber mucho sobre el tema —reafirma el superior Narahama.


    — ¿Qué pasa? ¡Explíquense! ¡No entiendo nada! —mi voz grita un poco temerosa.


    — Por ahora eso no es de tu incumbencia, quería ver si sabías algo, pero… eres inútil —él me mira con desprecio, haciendo que mi cuerpo se paralice y mis pies se congelen en ese lugar.


    Las campanas de la escuela suenan, veo como él se aleja con frialdad y Lucemon desaparece misteriosamente, veo a Ficatremon y trato de unir lo que ellos dijeron, pero no logro entender mucho. Hablan sobre una grieta que no veo, hablan sobre lo prohibido que está relacionarse Digimon y humanos (aunque ellos estén relacionados) y hablan de detener a aquellos que abrieron la grieta. No entiendo la finalidad de todo.


    — Creo deberías irte Itchi —dice con una mirada triste Ficatremon.


    — De acuerdo… —no trato de indagar más, cada vez que lo hago quedo con más preguntas.


    Un día para otro, de la noche a la mañana, un nuevo mundo del cual no tengo referencia alguna, salvo Ficatremon, se abre ante mis ojos y eso me da miedo. Y es así que gracias a esto he podido tener mi primera conversación con Tonishima Narahama, el superior que siempre he admirado y de algún modo, también, mi ejemplo a seguir.


    He visto la obscuridad de sus ojos, la amargura de su voz y así mismo he conocido a su Digimon compañero: Lucemon, el cual luce tan desolado como él, tan distinto a Ficatremon.


    “Porque mi datos son compatibles contigo, tú misma me llamaste, sólo puedo evolucionar si tu eres mi tamer porque solo contigo puedo hacer conexión de datos y absorber la información que necesito”.


    Por mi cabeza pasan alguna de las palabras que alguna vez dijo Ficatremon cuando apenas lo conocí, antes no las entendía pero comenzaban a tener sentido. Mientras caminaba a clases, mientras recorría los pasillos, un poco temerosa, me quede pensando en esas palabras, en esa “compatibilidad” de la que una vez habló Ficatremon y entonces todo cobró un nuevo significado para mí.


    — Hoy andas muy distraída Itchi —comenta Toshi durante el almuerzo, con nuestras bancas unidas para simular una gran mesa— ¿Pasa algo?


    — ¿Eh? No… —respondo secamente.


    — No me digas que te sientes culpable por lo de Ryu —comenta Kinisha mientras sorbe un poco de su jugo de naranja— porque al final nada de eso es completamente tu culpa.


    — Lo sé… —digo tristemente.


    A decir verdad, ya había dejado de pensar en Ryu, en los incidentes de ayer, pero ahora que lo mencionaban me sentía un poco miserable. Porque también, fue en ese momento, que apenas noté que él no había venido a la escuela.


    — Él está bien, no deberías preocuparte tanto —siento un ligero golpe sobre mi cabeza— sólo se tomó el día libre, probablemente mañana vuelva a la escuela.


    — Kinisha… —le miro un poco triste, supongo que era muy obvio lo que estaba pensando.


    — Aunque seguro le parecerá una molestia que nos hayan transferido a otro edificio —comenta Toshi— aunque no se esperaba mucho, nuestro edificio quedo muy dañado —nos reímos levemente para seguir comiendo.


    “Si Ryu estuviera aquí”, por un momento pensé para mí. Siempre hemos sido amigos, desde que somos pequeños, él ha estado conmigo en los buenos y malos momentos, podría decirse que es casi como un hermano para mí, una persona en la que siempre podría confiar sin importar las circunstancias.


    — ¡Deja de llorar! —siempre que me siento sola— porque… ¡No importa lo que pase! —puedo pensar en él— ¡Yo siempre estaré a tu lado y te protegeré! —y recordar la promesa que alguna vez me hizo.


    No es que la existencia de Ficatremon sea un secreto, no es que me preocupe del todo que los demás lo sepan, pero no sé como lo manejarían. Por el momento no le he dicho a nadie: ni a mi madre, ni a mi hermano, ni a mis amigos, temo como puedan reaccionar. Pero, si fuera Ryu, creo que podría confiar en él y preguntarle qué hacer en esta situación y seguramente él me apoyaría.


    — ¡Ficatremon! —grito suavemente en el patio trasero de la escuela, después de clases— sé que estás ahí, sal, necesito hablar contigo.


    — ¿Qué deseas hablar Itchi? —sus enormes ojos de gato, su hermoso pelaje negro. Sus patas paradas de manera elegante sobre la valla de la escuela.


    — Sobre esta mañana —le miro seriamente— ¿A qué se referían cuando decían que humanos y Digimons no pueden relacionarse?


    — Pues… —de un brinco baja a la tierra para quedar parada en dos patas delante de mí— ¿Recuerdas que te dije que provengo de un mundo digital?


    — Sí —dije firmemente.


    — Ese mundo fue creado hace muchos años por un humano —empieza a hablar— fue creado como la simulación de una vida artificial, una vida que podía ser cuidada y observada por los seres humanos.


    — ¿Algo así como un juego de vídeo? —pregunto tratando de entender.


    — Algo así —ella sonríe levemente— nuestro mundo fue creado de tal forma que incluso el desarrollo de los días era diferente al suyo, ¿Cómo decirlo? Mientras un día apenas transcurría en este mundo, allá acababa de transcurrir poco más de un año.


    — Eso suena impresionante —interrumpo.


    — Un poco —me mira, como intentando no reír— pero fue por ello, que eventualmente evolucionamos, la “inteligencia artificial” con la que fuimos programados empezó a tomar una conciencia propia de lo que sucedía a su alrededor y del nuevo mundo donde existíamos —su tono se vuelve bastante serio— y nuestro mundo se extendió más allá de la intervención de nuestro programadores, independizándose de su control.


    — ¿Eso si quiera es posible? —ella asiente con la cabeza. Mi mente no comprende todo, pero lo básico del asunto parece ser algo demasiado serio.


    — Nuestro mundo siguió evolucionando, olvidando el control que alguna vez ustedes, los seres humanos, ejercieron sobre nosotros a través de sus computadoras —me miró— porque era por sus computadoras antes que ustedes podían estar con nosotros y podían convertirse en nuestros “tamers”, ayudando a la evolución de algunos como yo.


    — ¿Eso significa que antes no existían los digivice? —ella negó con la cabeza.


    — El separarnos de los humanos, independizarnos de su vigilancia, fue un movimiento de varios Digimon que consideraban que los humanos eran un estorbo y cadenas para nosotros, porque queríamos ser libres —me miró— muchos los consideraron y consideran enemigos del Digimundo, seres que buscan ser dioses y encadenarnos a sus mandatos e ideas.


    — ¡Eso es cruel! —dije sonrojada.


    — Pero, no todos pensamos así —me sonrío— hay algunos como yo, que querían volver a convivir con los humanos, que querían ser compañeros de los humanos y estar con ellos. Nosotros disfrutábamos su compañía más que cualquier cosa.


    — ¿Eh? ¿Más que cualquier cosa? —de algún modo siento conmovida.


    — Sí, ¡Más que cualquier cosa! —ella sonríe como tratando de contener las lágrimas y no puedo evitar abrazarla.


    — ¿Es por eso que viniste al mundo humano? —le pregunto, mientras siento sus pequeñas patas aferrarse a mi espalda.


    — Yo vine porque siempre, siempre, me sentí solo —balbucea levemente— en el digimundo a veces las cosas pueden ser muy frías, muchas veces debemos pelear por nuestra supervivencia y muchas veces aceptar que hay seres más fuertes que uno. Siempre me pregunté qué era evolucionar, cómo sería si evolucionara, porqué no podía hacerlo, y pensé que si no estuviera tan solo, si pudiera tener a alguien a mi lado, quizá yo podría…


    — ¡Entiendo! —sonrío mientras le abrazo más fuerte.


    — Yo pasé mucho tiempo, muchos años en mi mundo buscando y buscando, pero luego pensé que quería conocer el mundo humano, y tal vez yo… podría… encontrar eso que me hacía falta.


    — ¿Y lo encontraste? —me separo de ella para acariciar su cabeza.


    — ¡Sí! —ella sonríe— cuando algunos Digimon inventaron el digivice, aunque decían que era algo egoísta por nuestra parte, varios Digimon empezaron a ir al mundo humano. Fue así, como lentamente se fue creando la grieta de los dos mundos, uniendo tu realidad con la nuestra.


    — ¿Ustedes abrieron la grieta? —mis ojos se abrieron lentamente.


    — Inicialmente no quería viajar, pasaron varios años en el Digimundo antes de que decidiera viajar hasta aquí —dijo avergonzada, como tratando de ocultar su error— cuando vine aquí fue cuando el Digimundo empezó a colapsar, las fugas de Digimons al mundo humano habían desestabilizado al Digimundo, lo peor es que algunos Digimon con malas intenciones se habían colado para acabar con este mundo.


    — ¿Ah? —me quedé en blanco.


    — Actualmente, el alto mando de los digimon está tratando de sellar esa grieta que pone en riesgo a los dos mundos —me miró fijamente— y esta era la última oportunidad que tenía para que, aunque fuera unos minutos, pudiera encontrar a mi compañero, a mi tamer, a ti.


    — ¿A mí? —nuestras miradas se cruzan en silencio.


    — Te estaba buscando a ti, siempre a ti —ella sonríe tristemente— sé que está mal, que te mentí, que estoy arriesgando por mi egoísmo a mi mundo y tu mundo, sé que esto será temporal, pero yo realmente quería conocerte, quería saber tu nombre y poder llamarte mi amigo.


    — Ficatremon… yo… —empiezo a tartamudear.


    — Sé que debes estar furiosa porque apenas ayer te dije que mi propósito era salvar mi mundo, porque si no fuera por esta fuga de Digimon nunca hubieran sucedido los eventos de ayer, y tu amigo estaría bien —sus ojos empiezan a llorar— ¡Lo siento!


    Mi mente empezó a girar por un momento en aquellas palabras, en toda la información que llegaba como flechas a mi cabeza: la creación del digimundo, independización de su mundo con el nuestro, fuga de digimons y la grieta entre los mundos, todos esos factores desencadenaron los sucesos de ayer, los temblores, la columna que se cayó y la herida de Ryu. Deseos egoístas llevaron a resultados terribles que pusieron en riesgo vidas en diferentes partes del país, por no atreverme a decir del mundo, todo por un simple deseo en común de varios Digimon.


    — ¿Podría yo enojarme contigo? —dije sinceramente.


    — ¿Por qué me preguntas eso? Es obvio que deberías estarlo —aboga Ficatremon y no puedo evitar empezar a llorar.


    — Porque si yo hiciera eso —empiezo a hablar— sería una persona hipócrita. Porque muchas veces, yo también, hace mundo tiempo, me sentí muy sola.


    — ¿En serio? —pregunta con la voz un poco quebrada.


    — Cuándo nos volvimos amigos —empiezo a acariciarle— tú dijiste que no querías estar solo de nuevo, y yo te prometí que jamás te volvería a dejar solo. Porque no quiero que nadie se sienta de la manera que yo me sentí, no quiero que nadie sienta eso.


    — Itchi… —ella sigue llorando.


    — Yo siempre seré tu amiga, pase lo que pase —le miro fijamente— no me importa los errores que cometiste para llegar aquí, no me importa lo egoísta que fuiste y tampoco me importa lo que decidas desde este momento hacer, yo te apoyaré —digo con seguridad— es lo único que puedo hacer para evitar que te sientas sola.


    — Gracias… —fue en ese momento que lo comprendí.


    Cuando Ficatremon aún era Catmon, cuando me dijo que me necesitaba para evolucionar, cuando me dijo que estaba solo, que no quería estar solo, cuando me dijo que quería ser mi amigo, ella nunca mintió sobre lo que realmente quería, sobre lo que realmente deseaba.


    Tal vez no me dijo la verdad desde el inicio, tal vez me dio respuestas confusas sobre una historia tan egoísta, pero aún así no me mintió sobre lo más esencial y eso para mí era suficiente, no necesitaba más, yo no le exigiría más, después de todo yo aún era una niña y había cosas que no entiendo, que no sería capaz de entender, porque yo también he cometido errores por mi propio egoísmo.


    Cuando Ficatremon dijo que sus datos eran compatibles con los míos, quizá quiso decir que nuestras personalidades eran compatibles, que nos entenderíamos fácilmente entre nosotras porque ambas tenemos el mismo sentimiento de no querer estar solas, de tener amigos, de querer estar con ellos cada día.


    Tal vez, desde antes de saber, realmente yo llame a Ficatremon y le guié hacía mí, tal vez si yo no hubiera existido ella nunca hubiera llegado al mundo humano, porque tal vez, sólo tal vez, soy la única que puede entender el mayor deseo que ella tiene y la única que puede compartir este sentimiento. Ella y yo nos complementamos de algún modo.


    — Entonces… —le miro una vez más, con una sonrisa en mi cara— ¿Volvemos a casa?


    — ¡Sí! —ella empieza a brincar para subir a la valla y empezar a caminar.


    Cuando pienso en la compatibilidad, pienso que fue quizá nuestro mutuo sentimiento el que creó el digivice, es decir, que no todos los digimon podrían viajar a este mundo sin un digivice, osea, sin una persona con la que compartan su más grande sentimiento.


    A pesar de que Lucemon dijo que la relación entre humanos y digimon estaba prohibida, él está aquí y es compañero del superior Narahama, lo cual indica que ellos tienen un digivice. Lucemon nunca hubiera conseguido uno si sus sentimientos no estuvieran coordinados con los del superior Narahama. En pocas palabras, ellos son compatibles, como Ficatremon y yo, lo que quiere decir que no es del todo correcto decir que los digimon y los humanos no puedan congeniar en paz.


    El digivice empieza a vibrar.


    — ¿Qué es esto? —levemente lo sacó del bolsillo y lo pongo en mi mano. Una luz empieza a salir de la pequeña pantalla, desplegando un holograma de alguien familiar— ¡Superior Narahama! —digo sorprendida.


    — Parece que no están contactando —comenta Ficatremon.


    — Parece que hoy hemos sido muy rudos con ustedes —comenta el holograma sin más, como si no le importara mi sorpresa.


    — ¿Para qué me estás llamando? —pregunto, frunciendo lentamente el ceño.


    — Bueno, es la primera vez que Lucemon y yo nos topamos con un digivice no corrupto, por ello tenemos algo de curiosidad —sonríe.


    — ¿Digivice corrputo? —pregunté.


    — Por ende, Lucemon y yo no pudimos completar la misión —sonríe levemente.


    — ¿D-de qué misión hablas? —tartamudeo un poco, he de admitir que la sonrisa del superior Narahama me aterra.


    — Matar a Ficatremon —comenta como si nada.


    — ¿¡Qué!? —grito un poco furiosa— ¿¡Por qué harían eso!?


    — Los Digimon no deberían estar en nuestro mundo —su tono es frío y serio— pero mientras exista ese digivice, no podemos atacarlo libremente.


    — ¿¡Por qué me estás diciendo esto!? —grito ahora un poco asustada.


    — Como caballero creo es mi obligación informarte que te queda poco tiempo con tu digimon compañero, ya que ese digivice será roto y por lo tanto su lazo también. Entonces podremos completar nuestra misión —su sonrisa se queda grabada en mi mente— sus días juntos están contados…


    Así cuelga, mientras me quedo tiesa como piedra a mitad de la calle con Ficatremon observándome fijamente, sin decir nada.


    — No lo comprendo… —es todo lo que puedo decir o pensar.
     
    Última edición: 11 Septiembre 2015
    • Me gusta Me gusta x 1
  11.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    4419
    Capítulo 6: Digivice Corrupto


    Digimon: Gotsumon.

    Etapa: Infantil.

    Tipo: Mena.

    Atributo: Datos.

    Descripción: Gotsumon es básicamente un montón de rocas con forma humanoide; posee la habilidad de mimetizarse con las rocas y el suelo, para poder ocultarse de esta manera de sus oponentes y pasar inadvertido.

    Técnica Especial: Rocas Furiosas.


    — ¿¡Quién eres!? —grito en medio de la desesperación, mientras el digivice despliega la información del enemigo.


    — ¡Yo no quiero estar aquí! —grita furioso aquel niño, no sé quién es. Un resplandor negro lo rodea.


    — ¡Itchi! —grita Ficatremon.


    — ¡Golpe más duro! —aquel digimon desconocido lanza un golpe potente, casi en llamas, directo hacía mí.


    — ¡Cañón de fuego! —ataque que es interceptado por Ficatremon, la cual corre inmediatamente a mi defensa— ¿¡Estás bien!?


    — ¡No entiendo qué está pasando! —digo entre gritos.


    Todo empezó ese mismo día, después de la llamada del superior Narahama.


    Como caballero creo es mi obligación informarte que te queda poco tiempo con tu digimon compañero, ya que ese digivice será roto y por lo tanto su lazo también. Entonces podremos completar nuestra misión —sus palabras resonaban en mi mente.


    Había pasado una semana desde aquellas palabras del superior Narahama, y una semana desde su amenaza contra Ficatremon y yo, las cosas se habían vuelto tensas para mí en esos últimos días.


    — ¡Itchi! ¡Cuidado! —siento como un dolor se esparce por todo mi rostro.


    — ¡Demonios! ¿Por qué no esquivaste el balón? —pregunta Kinisha mientras yo me retuerzo de dolor en el piso.


    — Andas en las nubes —comenta Ryu, que se encuentra sentado en unas bancas observando el entrenamiento. Tiene las muletas apoyadas en la misma, aún no se ha recuperado del todo de la fractura.


    — Así no pasaremos a las semifinales —suspira Kinisha mientras me ayuda a levantarme.


    — ¡Ay! ¡Ay! —me quejo, parece que me ha salido sangre de la nariz— lo siento…


    — No hay nada que hacer —comenta Toshi— ¿Deseas que te acompañe a la enfermería? Esa herida parece un poco seria, Kinisha te ha dado de lleno en la nariz —dijo mientras recriminaba con la mirada a este mismo.


    — Lo siento, yo siempre juego como si mi vida dependiera de ello —él sólo se encoje de hombros mientras me ayuda a sentarme a lado de Ryu— aun así, deberíamos checar este golpe —él me quita las manos de la nariz para dejar al descubierto esta, cubierta de sangre. De la nada suelta una risa— ¡Demonios! Esto está feo, un poco más y tu nariz queda más roja que la de Rodolfo el reno.


    — ¡Ja! ¡Ja! —empiezo a reír con sarcasmo— que original Kinisha idiota —me quejo un poco por el dolor— pero considero que estaré bien.


    — ¿Segura Itchi? —Ryu me mira— yo podría acompañarte, de todos modos tengo que pasar por ahí para que me hagan un leve chequeo de la pierna.


    — Ya dije, no es nece… —pero no logro terminar de hablar, soy interrumpida por Kinisha.


    — ¡Ryu, llévala! —dice firmemente.


    — ¡Oye! ¡No tomes decisiones por mí! —me quejo mientras vuelvo a hacer una mueca de dolor por el movimiento brusco de mi cara.


    — ¡Morinaga! —me habla por mi apellido— ¡No digas tonterías! Ya bastante tengo por preocuparme por la pierna de Ryu para ahora preocuparme por tu nariz, deja de ser necia y sólo ve —rara vez lo había visto tan molesto, por lo que opté por callarme y, sin más, ayudar a Ryu a levantarse para ir a la enfermería.


    Caminamos en silencio, había pasado tiempo desde que nos habíamos quedado solos por última vez. Desde aquel día, Ryu había tenido que ir a constante visitas al médico después de clases y un breve chequeo a la enfermería en los recesos o entrenamientos de nuestro equipo, no habíamos tenido oportunidad de hablar del asunto.


    Me sentía apenada por los sucesos de aquel día, me sentía culpable por las consecuencias de su pierna, y no sabía que decir. Ese pasillo se me hizo más grande que de costumbre, y el sonido de nuestros pasos un tormento lento que se hacía cada vez más fuerte a mis oídos.


    — ¡Ay Dios! —era la cara de la enfermera, Momoko Tsukima, al ver mi nariz— sí que son algo bruscos en ese equipo de futbol, ¿verdad?


    — Pasa que tenemos que entrenar duro para enfrentarnos contra los demás equipos de la escuela —sonrío nerviosa mientras siento como la enfermera toma un poco de algodón que moja en alcohol y lo pasa por mi herida— ¡Ay! ¡Ay! —me quejo nuevamente de dolor.


    — Sí que eres chillona —me mira Ryu con una enorme sonrisa.


    — ¡Calla! —digo sonrojada.


    — Vamos niños —comenta la enfermera mientras me pone una curita en la nariz— no creo deban molestarse tanto.


    — Perdone señorita Tsukima —comenta Ryu mientras se recarga contra la pared— pero es difícil no hacerlo cuando ella da hincapié para ello —él me mira y empieza a sonreír, aunque me está molestando de nuevo no puedo evitar reír.


    — Ustedes sí que se llevan bien —la enfermera se gira y hace algunas anotaciones— ahora Ryu, siéntate aquí para que pueda evaluar tu condición.


    — Sí… —Ryu se mueve lentamente, obedeciendo a la señorita Tsukima.


    — Trata de levantar la pierna un poco —comenta, yo sólo observo.


    Sigo pensando y girando alrededor de aquel asunto, me gustaría contárselo, me gustaría que él lo supiera, pero… ¿Cómo puedo hablar de ello? Ryu siempre ha sido mi amigo, he prometido a mí misma hablar de ello con él pero no he tenido el valor, no sé cómo abordar el tema.


    — Sólo debo esperar a que la enfermera firme una receta para unos medicamentos para el dolor —comenta Ryu mientras mira la puerta de la enfermería.


    — Ya veo… —le sonrío— este… ¿No tienes sed? —me rasco la cabeza de manera ingenua.


    — Supongo… —él mira hacía el techo.


    — ¿Quieres te traiga algo de beber? —pregunto con una gran sonrisa.


    — Sí —él me devuelve el gesto— suena bien.


    — ¿Qué te gustaría beber? —pregunto.


    — Jugo de naranja, creo eso estaría bien —me da una ligera palmada en la cabeza.


    — Entonces jugo de naranja será —salgo corriendo del lugar para dirigirme a una máquina expendedora que se encuentra a las afueras del edificio.


    Veo lo que se encuentra disponible y no puedo evitar sonreír, seguramente los chicos ya se habían ido, eso me hacía suspirar profundamente.


    — Supongo que últimamente he sido problemática —compro un jugo de naranja y un refresco de melón de la máquina.


    — Claro… —escucho una voz a mis espaldas.


    — Esa voz… —me giro de manera brusca— superior Narahama.


    — Es curioso encontrarte aquí —mira al cielo— ya casi va a obscurecer, ¿Sabes?


    — Sí —trago saliva— es curioso, ¿Qué desea?


    — Ya te lo había advertido antes, ¿No? —me sonríe de una forma tan angelical que da miedo.


    — No te comprendo —digo un tanto nerviosa, retrocediendo hacia atrás, pegando mi espalda con la pared; él me mira, frunce el ceño.


    Dámelo —extiende su mano.


    — ¿De qué hablas? —digo en un grito ahogado.


    — El digivice —tuerce levemente la boca al ver que giro mi cabeza a modo de negación— lo estoy pidiendo por la buena señorita Morinaga.


    — No quiero… —quiero gritar, pero de mí sólo sale un leve susurro.


    — ¿Por qué no? —se acerca un poco más a mí.


    — En primer lugar… —le miro a los ojos— ¿¡Para qué lo quieres!? —y aprieto los dientes.


    — Esa cosa no debería estar aquí en primer lugar —inclina la cabeza— eso ya te lo había explicado, ¿No?


    — Sí, pero aún así… ¡Tú tienes uno! —le acuso.


    — ¿Hablas de esto? —saca de su bolsillo un digivice casi igual al mío, sólo diferenciables por el color: el mío naranja, el suyo verde.


    — Sí… —digo tratando de calmarme, entonces él lo tira al suelo y lo pone bajo su pie, amenazando romperlo.


    — Esta porquería no me importa —dice fríamente— si pudiera, ya lo hubiera roto —sonríe— pero no puedo romperlo hasta que los demás vuelvan a su lugar.


    — ¿De qué hablas? —digo temblando.


    — Tú sabes el caos que está causando la presencia de estos monstruos aquí —me mira de forma cruel— ¿Estás de acuerdo con ello? ¿¡Sabes la situación riesgosa en que nos estamos exponiendo!? Mucha gente podría salir herida, ¿No crees? —en ese momento pasa por mi mente el accidente de Ryu— tú ya lo sabes, ¿Y aún así estás de acuerdo?


    — Yo… —trato de formar palabras.


    — ¡Idiota! —choca su mano contra la pared, haciéndome retroceder y chocar bruscamente contra ella.


    — ¡Ah! —siento mi cuerpo un poco adolorido con ese impacto.


    — La única forma de proteger a todos es devolver a esas bestias a su mundo, y aún así… no cooperas.


    — Pero… yo… se lo prometí —frunzo el ceño y trato de mantener la mirada cruzada con la de él— ¡Yo no puedo dejarla sola! ¡Es mi amiga! —aprieto el digivice por debajo de mi bolsillo.


    — Bien, hay más de una forma de romper esa cosa —él toma de manera brusca mi brazo que está dentro de mi bolsillo, obligándome a sacarlo.


    — ¡No! —empieza a jalonearme, intentando quitarme el digivice— ¡Basta! —siento miedo, estoy asustada.


    — ¡Déjala en paz! —escucho una voz, y luego un golpe sordo.


    — ¡Agh! —la frente de él empieza a sangrar.


    — ¡Ryu! —mis ojos se posan en aquel pequeño chico, un poco torcido tratando de sostenerse con su muleta.


    — No se supone que los superiores anden molestando a los de grado inferior —dice Ryu con una expresión furiosa.


    — Vaya… —nos mira a los dos— no pensé que alguien fuera a interrumpir esto —suspira— pero tampoco puedo seguir postergando lo inevitable.


    — ¿¡Qué significa eso!? —Ryu grita tratando de acercarse.


    — Yo no quiero lastimar a esta chica —dice, mientras sigue jalando mi brazo— sólo quiero que me dé algo que no le pertenece.


    — ¡No! —trato de oponerme, sin mucho éxito.


    — ¿De qué habla, Itchi? —Ryu me mira.


    — No quiero… es algo importante para mí —digo tratando de no llorar.


    — No seas necia… —sus ojos me miran, me intimidan.


    — Yo… ¡Hice una promesa! —grito con todas mis fuerzas.


    — ¿Promesa? —Ryu pregunta, aunque parecía más bien estar pensando mientras pronunciaba esas palabras— con qué es eso —para luego sonreír.


    — ¡Deja de ser estúpida y coopera! —grita el superior Narahama.


    — ¡Cállate! —escucho un grito y veo a Ryu avanzar de un salto para estrellar su puño contra el superior Narahama.


    En ese momento se escuchó un estruendo en la lejanía, el cielo extrañamente se torno obscuro y relámpagos empezaron a sonar. Los tres nos quedamos en silencio a pesar de la situación de tensión que estábamos llevando.


    — ¿Q-qué es eso? —preguntaba para sí mismo Ryu mientras observaba el cielo, apretando más fuerte su muleta con su mano.


    — ¡Demonios! —el superior Narahama se mordió el labio molesto— justo ahora… —se quejó mientras se agachaba para agarrar su digivice el cual empezaba a parpadear.


    — ¿Qué sucede? —le mire fijamente mientras el digivice en mi mano también parpadeaba y brillaba.


    — Es un digivice corrupto —dijo sin más— debo dirigirme allá, pero… —su mirada se posó en mí— esto no se quedará impune —como una última amenaza, se fue.


    — ¿Qué? ¿De qué hablas? —no podía dejarle ir así, siempre con dudas, con preguntas. Sin entender que pasaba, trato de perseguirlo, pero en eso el brazo de Ryu me detiene.


    — Itchi… —me mira, con un gesto de preocupación— ¿Qué sucede? —su voz pausada, mi cuerpo tiembla y mi voz tartamudea-


    — Yo… —miro en la dirección en que va el superior Narahama, mi digivice no deja de vibrar y Ryu parece no querer soltarme.


    — Vamos, acabo de ayudarte… ¿No somos amigos? —lo miro, miro el digivice y pienso en lo que está pasando: “Digivice corrupto”, ¿Qué es eso?


    — No, puedo… —digo sin más, confundida— ¿Qué puedo decirte? —mis ojos empiezan a llorar mientras lo miro fijamente.


    — La verdad —él acerca su cuerpo más al mío— sino ¿Cómo voy a ayudarte? No pienso dejarte… —me siento asustada, veo su pierna y recuerdo las palabras de Narahama.


    ¿¡Sabes la situación riesgosa en que nos estamos exponiendo!? Mucha gente podría salir herida, ¿No crees? —esas palabras resuenan. Si le digo a Ryu, ¿Estará bien? ¿Qué pasará con él si se entera?


    — ¡No puedo arriesgarte! —digo eso de golpe mientras angustiada lo empujo, haciendo que pierda el equilibrio cayendo al suelo; al quedar libre mi brazo de él, salgo corriendo mientras veo el digivice y seguir el camino hacia la zona del conflicto.


    — ¡Itchi! —escucho sus gritos a mis espaldas.


    — Lo siento Ryu, en serio… —pero no si quiera me atrevo a girar mientras sigo el mapa del digivice.


    El cielo se vuelve cada vez más obscuro, los truenos suenan más potentemente mientras una ligera lluvia se desata en la zona, tan ligera que difícilmente se percibe, mis ojos tratan de distinguir el camino mientras veo personas correr en la dirección opuesta a la mía.


    — ¿Qué pasará? —veo humo salir, y entonces escucho un impacto y siento mi cuerpo elevarse en el aire.


    — ¡Itchi! ¿¡Qué haces aquí!? —ella me sostiene con sus patas, elevándome en el aire, mientras con mis manos sostengo mi gorra.


    — Ficatremon… —le llamo— ¿¡Qué está pasando!? —trato de elevar mi voz por encima del caos.


    — Un digimon… —dice fríamente mientras me pone en el suelo y se pone encima de mí— …se ha colado en nuestro mundo.


    — ¿Un digivicce corrupto? —pregunto, recordando las palabras de Narahama.


    — ¿Eso? —me mira extrañada mientras un impacto nuevo se escucha.


    — ¡Pies divinos! —un resplandor se puede distinguir, mientras veo a un ángel dar una patada potente a uno ser extraño.


    — Lucemon… —me quedo admirando unos segundos, cuando un flashazo de luz pasa por mi mente— ¡Superior Narahama! Él debe estar aquí…


    — ¡Bingo! —escucho una voz a mis espaldas, y mis ojos se posaron en aquella imponente figura: su cabello rubio moviéndose entre el viento de las colisiones— vaya, no pensé que tú y tu bestia se reunirían aquí.


    — ¿¡Bestia!? —le miro de forma furiosa al saber que se refiere así de Ficatremon.


    — Si estoy aquí es a causa de tu compañero —comenta ella— me estuvo persiguiendo hasta que quedamos los dos atrapados en el altercado —gruñe un poco.


    — Tonterías… —suspira— …por lo menos pueden ser de ayuda, supongo.


    — ¿Ayuda? —le miro.


    — Ahora el problema no es el digimon —señala a aquella criatura— sino que es él… —mi mirada cambia de dirección, y veo a un pequeño niño de cabello café, su mirada perdida y un aura negra le rodea.


    — ¿Quién es él? —le pregunto mientras mi digivice empieza a resonar.


    — Un niño con un digivice corrupto —dice pausadamente— si fuera por Lucemon, podríamos a acabar con la bestia. El problema es que un digimon no muere, sino que sus datos giran y se regeneran para regresar. El problema debe ser tratado de raíz —mi cabeza intenta de procesar esa información.


    — ¿Cómo? —le miro.


    — Rompiendo el digivice, por supuesto —me jala del brazo evitando que parte de los cimientos de un edificio me golpeen. Ficatremon, lanza algunos ataques evitando así que los golpes lleguen a mí.


    — Otra vez con eso… —suspiro exasperada.


    — Es tu elección creerme o no, pero esto es diferente a ti —me mira— pienso que romper tu digivice es necesario salvo no es mi prioridad, chicos como él lo son —me muestra entonces su digivice verde, vibrando— estoy seguro que tu digivice también está resonando a esto, ¿No?


    — Sí… —saco el mío y la misma reacción que el suyo se presenta.


    — Este es el resonar de un digivice legitimo —me mira— son sentimientos “puros” que congenian con los de un digimon, cuando un ser humano está compaginado con una de estas criaturas, creando la compatibilidad, permiten que un digivice exista.


    — Pero… —le doy hincapié al resto de su explicación.


    — Cuando la emoción que compatibiliza con esta criatura es “impura”, en otras palabras, vienen del odio, resentimiento, tristeza o cualquier otra emoción negativa —nuevamente me jala del brazo, esta vez acercándome un poco más al núcleo de la batalla entre Lucemon, Ficatremon y aquel nuevo digimon.


    — ¡Y eso crea un digivice corrupto! —por fin, y por primera vez, logrando conectar toda aquella explicación en una sola deducción.


    — ¡Exacto! —me mira— si ya considero que la existencia de los nuestros es una anomalía, esos realmente no deben existir. Como notarás, crean una desestabilización más poderosa en la tierra y acelera las grietas entre ambos mundos, si esto se extiende durante mucho tiempo puede ser caótico para todos.


    — Ya veo… —le miro— …entonces, ¿En qué podemos ayudar?


    — Vaya, me sorprende un poco que estés de acuerdo, —ríe levemente— pensé que después de los problemas que has dado y tus discursitos de “por una promesa que hice” no estarías de acuerdo con romperlo.


    — ¿Vas a decirme en que te ayudamos o no? —inflo un poco las mejillas mientras le miro enojada— ¿O seguirás echándome las cosas en la cara? Tú mismo dijiste que este es un caso diferente al nuestro —él suspira y sonríe.


    — ¡Bien! —me mira— ¿Sabes que puedes comunicarte con tu digimon por medio del digivice? —saca el suyo y yo muevo la cabeza— bueno, debes ir aprendiendo, el digivice resonará cada vez que las emociones del digimon compañero estén sobresaltadas, esto normalmente pasa durante el transcurso de una batalla o durante la evolución; aunque se puede dar también bajo otras circunstancias especiales. Volviendo a eso, cuando el digivices vibra te dará la ubicación de tu compañero y si tú lo deseas podrás comunicarte con él, ¿Has entendido?


    — Un poco… —le digo avergonzada después de tratar de digerir toda esa información. El agita el digivice que extiende una pantalla que muestra al digimon en la batalla, pero desde una perspectiva extraña, como si nosotros estuviéramos peleando con él.


    — Esta es la visión de la batalla respecto a la posición de Lucemon, —comenta— si puedes, imita ese movimiento con tu digivice.


    — ¡Sí! —sigo sus órdenes y repito el movimiento. Se extiende una pantalla desde el mío, mostrando una perspectiva diferente de la batalla; en esa visión se puede distinguir mejor al niño, el cual parece gritar extendiendo con eso el aura negra que le rodea.


    — Ahora, sólo necesitas concentrarte en tu digimon compañero —él cierra los ojos— intenta coordinar tus emociones con las de él, es un beneficio de tener un digivices legítimo.


    — Sí… —no entiendo mucho, cierro mis ojos e intento “coordinar mis emociones” con las de Ficatremon. ¿Qué sentirá ella? ¿Miedo? No ¿Angustia? Quizá, en eso puedo ver las imágenes del digivice a través de mis pupilas, puedo sentirme agitada, triste, confundida— esto…


    — ¡Lucemon! —escucho la voz del superior Narahama— ¿Cómo está la situación allá?


    — El aura negra está aumentando —y en eso escucho a Lucemon, como si estuviera cerca de nosotros.


    — Ya veo… —él suena como si estuviera meditando, puedo distinguir a Lucemon bloqueando los golpes del digimon—… bueno, los planes han cambiado.


    — Escucho… —comenta Lucemon.


    — Morinaga y su bestia, ¡Están de nuestro lado! —comenta, mientras siento algo de angustia en mi corazón— tregua temporal.


    — Comprendo —la voz se escucha divertida— ¿Eso en que cambia la situación?


    — Bien… ¡Morinaga! —se dirige a mí— ¿Puedes intentar hablar con tu “amigo”? —un poco asustada, trago saliva.


    — Ficatremon… —susurro, acercando el digivice a mi boca mientras mi visión se centra como si estuviera recibiendo un golpe de aquel digimon.


    — ¡Itchi! ¡Te escucho! —al oírla no puedo evitar sonreír.


    — ¡Bien! —él habla animado— Lucemon, deja de enfocarte en la bestia del digivice corrupto —aunque me sigue molestando su forma de referirse a los digimon— tú y yo nos enfocaremos en el niño. Morinaga, ¿Puedes decirle a tu compañero que entretengan a la bestia? Eviten acabar con él.


    — Sí… aunque podrías dejar de llamarlos así —suspiro mientras sostengo fuertemente el digivice— ¡Ficatremon! Necesitamos enfocarnos en el digimon desconocido, ¿Crees que podrás?


    — ¡Déjamelo a mí Itchi! —comenta mientras en mi visión veo como si estuviera corriendo hacía aquel digimon, en eso se distingue a Lucemon cambiando de dirección y saliendo de la batalla.


    El campo de batalla se vuelve más viciado, siento cuando el superior Narahama se retira y cambia de dirección, yo mantengo mis ojos cerrados, comprendiendo que veo las cosas como Ficatremon lo hace. Veo sus golpes, sus saltos, los impactos, puedo sentir sus orejas ensordecerse por los gritos de aquel niño y en medio de todo eso me veo a mí.


    — ¡Itchi! —siento un fuerte viento empujándome, obligándome a abrir los ojos para ver a Ficatremon sostener del cuello al digimon, pareciera como un rodeo de rocas— ¿¡Estás bien!?


    — Sí… —nerviosa, pongo mi digivice enfrente de la criatura— es hora de saber, ¿¡Quién eres!?


    Digimon: Gotsumon.

    Etapa: Infantil.

    Tipo: Mena.

    Atributo: Datos.

    Descripción: Gotsumon es básicamente un montón de rocas con forma humanoide; posee la habilidad de mimetizarse con las rocas y el suelo, para poder ocultarse de esta manera de sus oponentes y pasar inadvertido.

    Técnica Especial: Rocas Furiosas.


    — ¡Yo no quiero estar aquí! —grita furioso aquel niño, no sé quién es. Un resplandor negro lo rodea.


    — ¡Itchi! —grita Ficatremon.


    — ¡Golpe más duro! —aquel digimon desconocido lanza un golpe potente, casi en llamas, directo hacía mí.


    — ¡Cañón de fuego! —ataque que es interceptado por Ficatremon, la cual corre inmediatamente a mi defensa— ¿¡Estás bien!?


    — ¡No entiendo qué está pasando! —digo entre gritos.


    — Aun cuando ya te lo expliqué —se escucha la voz del superior Narahama el cual es sostenido por Lucemon, tratando de acercarse a aquel niño para terminar siendo golpeado por aquella aura negra— ¡Rayos! Si esto sigue así… será imposible separarlos.


    — Esto romperá la mente del chico… —comenta Lucemon.


    — ¿Romper su mente? —me pregunto a mí mismo mientras veo al niño llorar.


    — Emociones negativas… —comenta Ficatremon— …esas emociones se están coordinando con el niño. Quien habla es el digimon.


    — ¿Es lo que paso entre nosotras hace poco? —comento nerviosa, mientras ella asiente.


    — ¡Cañón de fuego! —Ficatremon lanza un disparo hacía el digimon mientras yo intento acercarme al niño.


    — ¡Pies divinos! —Lucemon se planta contra la tierra dividiendo el aura maligna en dos— Vamos, los dos —miro a mi lado a el superior Narahama, el cual se lanza hacia el chico, inmovilizándolo.


    — ¡Ahora Morinaga! —logro distinguir un brillo obscuro ligado al cinturón de su pantalón.


    — ¡El digivice! —sonrío mientras me abalanzo sobre el cinturón y con mis manos empiezo a jalar el digivice, buscando arrancarlo— ¡Ah! Quema…


    — Apúrate, no creo aguante tanto —Narahama se remueve, y logro distinguir su ropa haciéndose girones por aquella aura negra.


    — ¡Ahora voy! —jalo más fuerte hasta que el digivice salió volando, cayendo en el suelo.


    — ¡Ahora! ¡Alguien destrúyalo! —grita Narahama.


    — ¡Pies divinos! —grita Lucemon.


    — ¡Cañón de fuego! —Ficatremon le sigue.


    Puedo ver un resplandor contra el pobre digivice, el cual se rompe en pedazos; cuando eso pasa, el aura negra se dispersa de la nada y veo a Gotsumon desaparecer y a aquel niño desmayarse.


    — ¡Eso fue horrible! —exclamo exhausta, tirándome al suelo.


    — Tardaste demasiado —el superior Narahama carga al infante y lo recarga contra un edificio, es entonces cuando me jala del brazo, obligándome a levantarme— ahora… es mejor irnos de aquí.


    — ¿¡Qué!? —antes de darme cuenta estoy corriendo.


    — Si nos ven aquí nos detendrán y harán demasiadas preguntas, es mejor marcharnos del lugar del percance —comenta.


    — ¿Y Ficatremon? ¿Y Lucemon? —pregunto, aún agitada. Si no fuera por mi buena condición debido al equipo de futbol, probablemente ya me hubiera también desmayado.


    — Ellos nos alcanzarán luego —me dice.


    No recuerdo cuánto tiempo corrimos, no recuerdo cuándo nos detuvimos exactamente, ni lo bien que se sentía sostener su mano. Ver de cerca aquel rostro de piel bronceada, llena de pecas, sus ojos de color verde y su pelo dorado, su alta complexión que lo hacía ver maduro, aquel capitán del equipo de futbol oficial de la escuela, aquel que había admirado tanto tiempo.


    Aun cuando ahora sabía que no era más que un chico prepotente y egoísta, lleno de violencia y que sobreponía sus ideas ante los demás. Una persona autoritaria y que no pensaba realmente en los demás, no podía evitar dejar de admirarlo y pensar que era una enorme coincidencia que los dos nos encontráramos en aquella situación.


    — ¡Listo! —suspira mientras se sienta de golpe en el suelo, enfrente de la escuela.


    — ¡Corrimos mucho! —me tiro enfrente de él. Por un momento nos quedamos viendo y empezamos a reír.


    — ¡Demonios! Me extendí tanto esta vez, que por poco perdía de control aquella aura —me mira.


    — Es la primera vez que la veo —murmuro.


    — Claro, eres nueva en esto, necesitas tiempo para aprender —luego se queda en silencio y me mira fijamente.


    — Pero tú mismo dijiste que no me ibas a dar ese tiempo, ¿No es así? —comento mientras me tiro contra el pasto.


    — Podría ser de utilidad Tonishima —escucho una voz desde el cielo y distingo a Lucemon— hoy ella y su compañero fueron una buena distracción.


    — ¡Oh! Ya volvieron —sonríe el superior Narahama.


    — ¡Itchi! —veo a la distancia a Ficatremon correr hacía mí y ponerse frente mío.


    — Vaya —Lucemon empieza a reír— oye, calma, no pienso hacerle nada, está fuera de mi juridicción —se encoje de hombros— aun así, es ridículo que pienses puedes protegerla de mí.


    — ¡Calla! No importa si tengo que morir —Ficatremon gruñé— ¡Yo la protegeré!


    — Tranquilo, bestia… —dice el superior Narahama, al cual le dirijo una mirada molesta— …digo, ¿Ficatremon, verdad?


    — ¿Por qué debería mantener en calma cuando no se han cansado de agredirnos a Itchi y a mí? —Ficatremon, vuelve a gruñir. A pesar de su pequeño cuerpo, se nota con decisión.


    — Me he dado cuenta de algo —sonríe— por el momento su caso no me es prioridad —se encoje de hombros— sería absurdo seguir perdiendo mi tiempo mientras hay cosas más importantes que requieren mi atención.


    — En pocas palabras, dices que nuestra tregua temporal se extiende un poco más, ¿Verdad? —le miro, llegando a esa conclusión.


    — Me alegro que por fin empieces a pensar —sonríe de forma cruel mientras me extiende la mano— ¿Estás de acuerdo en seguirnos ayudando a Lucemon y a mí?


    — Supongo que sí —le doy dudosamente la mano.


    — Sólo recuerda que después de esto, nadie te salvará de darme tu digivice —me observa. En ese momento me sentía como si hiciera pacto con el diablo.


    — Itchi… —en eso siento la pata de Ficatremon, la cual me gira a mirar algo.


    — ¿Qué? —mi mirada se centra en una figura en una figura lejana en medio del campo de futbol. La noche me dificultaba verlo, pero podía distinguirlo perfectamente.


    — Ryu… —él me miraba fijamente, con el ceño fruncido. Era momento de afrontar las cosas.
     
  12.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    3587
    Capítulo 7:¿Te he traicionado?


    — ¡Ryu! —mi voz resonaba en la obscuridad de la noche, mientras él me daba la espalda y huía de mí, intenté ir tras él, pero el superior Narahama detuvo uno de mis brazos— ¡Suéltame!


    — Déjalo —su mirada se notaba seria— después de lo que vio, creo es necesario que asimile todo —suspira y me siento frustrada. ¿Cómo puede actuar de una forma tan madura?


    — ¿Qué debería hacer? —miré fijamente mientras Ficatremon me tomaba de la mano.


    — Itchi, creo que cuando lo veas deberás hablar de todo esto —comenta.


    — Los humanos siempre se complican las cosas —habla Lucemon.


    — No es que nos compliquemos las cosas, pero tampoco es que sea fácil explicar su existencia en la Tierra —el superior Narahama suspira— ustedes, ya lo dije, son una anomalía que se ha colado en este plano existencial.


    — ¿Te parece realmente el momento de hablar de eso? —suspiro mientras empiezo a caminar a casa.


    — No, espera… —me dice— ¿No debería acompañarte a casa? Es tarde y no considero sea seguro que tú andes sola por ahí.


    — Vaya —me rio de forma sarcástica— ¿Ahora incluso te preocupa mi seguridad? Vaya cambio de corazón —niego con la cabeza para posteriormente sonreír de forma triste— gracias, pero no te preocupes, Ficatremon irá conmigo; estaré bien.


    — Morinaga… —suspira— ¡Bien! —y sin decir más me da la espalda— ¡Vamos Lucemon!


    — A la orden —dice aquel digimon con forma de ángel.


    Así empieza mi marcha a casa, temerosa, cansada, pero con la compañía de Ficatremon. No entendía aún muchas cosas, pero ya no eran sobre los digimon, sino sobre mí misma, ¿Por qué no había podido decirle la verdad a Ryu? Era obvio que en algún momento iba a enterarse, y más cuando había sido tan descuidada como para volver a la escuela.


    Me decía a mí misma que era para protegerlo, para evitar más accidentes como el de su pierna, pero… ¿Esa era la verdad? Podría decirse que sí, pero no del todo, quizá sólo tenía miedo de lo que fuera a decir o a pensar, sobre mí, sobre Ficatremon.


    — ¿Todo bien Itchi? —me pregunta ella.


    — Sí… —bajo la mirada, aún absorta en mis pensamientos.


    — ¿Sabes? Todo va a salir bien, tranquila —trata de consolarme, pero sin mucho éxito.


    — Me gustaría creer eso, pero… —suspiro— ¿Sabes? Ryu, siempre ha sido mi amigo, desde antes de que pueda recordarlo. Él siempre ha estado conmigo en momentos difíciles y ha sido mi apoyo incondicional, nunca me ha traicionado y siempre me ha protegido —y no puedo evitar empezar a llorar— pero, aun así, no pude confiar en él, no pude decirle la verdad.


    — Lo siento… —dice Ficatremon mientras salta por encima de la barda.


    — Espera, ¿¡A dónde vas!? —le pregunto angustiada.


    — Por el momento, adelantaré camino a la casa —comenta triste— creo que realmente necesitas estar sola por ahora Itchi. Me gustaría poder decir más, pero seamos honestos, esto que sientes se debe a mi propio egoísmo.


    — ¡No, no es así! —grito.


    — Lo es —ella mira el cielo— siempre me encontré en solitario, me preguntaba que era tener a alguien por quién luchar y existir, buscaba mi razón de ser en aquel mundo, de que mi programa hubiera sido creado, y no encontraba respuesta. Vine, tratando de encontrar eso, siendo mi guía aquel sentimiento que guardas en tu corazón, Itchi, y no me arrepiento.


    — Ficatremon… —le miro fijamente.


    — Pero también, comprendo, que mi existencia no es fácil de sobrellevar. No soy humano —ella parece a punto, también, de llorar— tampoco sé si sea correcto que las personas sepan de mí; por ello, entiendo que tu decisión no sólo era protegerlo, sino protegerme a mí. No sabías si las cosas saldrían bien, no sabías si él se asustaría y te exigiría que me fuera, yo también tenía miedo, que al igual que Narahama, alguien más te dijera que yo soy una existencia peligrosa.


    — ¿Estás asustada ahora? —pregunto.


    — Itchi —ella me mira— si alguien más que no fuera Narahama, que fuera Ryu, tu hermano o tu madre, te dijeran que yo soy alguien peligroso para ti, ¿Qué harías?


    — Yo… —me quedo un rato pensando, sin saber que responder, mientras Ficatremon mueve la cabeza.


    — Eso es lo que realmente temo, que dudes de mí y a la vez, por ello, no puedas confiar en otros para protegerme de ti misma —ella no dice más y de la nada se desvanece a paso veloz.


    — Supongo que también necesita estar sola… —me digo a mí misma mientras sigo caminando en dirección a mi hogar.


    Por un momento me quedé pensando que quizá las dos éramos más parecidas de lo que pensaba, sosteniendo el digivice no podía evitar recordar aquellas sensaciones. Era como estar en la batalla, sentir la adrenalina, la angustia, la impotencia, y sentirse sola, era como si fuéramos una sola en aquel basto campo de guerra.


    — ¡Itchi! ¿¡Dónde rayos te metiste!? —mi madre grita, mientras puedo vislumbrar pequeños restos de lágrimas en sus ojos— ¡He llamado a todos! La escuela, tus amigos, incluso al pequeño Ryu… ¡Nadie sabía dónde estabas!


    — ¿Hablaste con Ryu? —comento confundida— ¿Qué te dijo?


    — Que habías tenido un percance con un superior y habías salido corriendo, muy agitada… ¡Eso me preocupo más! —se veía realmente furiosa— ¿¡A dónde fuiste!?


    — Yo… —bajo la mirada sin saber que decir— … sólo necesitaba pasear, y al tratar de volver a casa me perdí.


    — ¡No mientas! —grita ella— no estoy para aguantar tus mentiras. ¡Dime! ¿¡Estás en problemas!?


    — ¿Qué? ¡No! —aunque eso tampoco era la verdad, del todo.


    — Mami… —fue ahí cuando distinguí a Tobi, a espaldas de mamá, jalando su falda— ¿Itchi hizo algo realmente malo?


    — ¿Por qué me estás mintiendo? —ella acaricia la cabeza de mi hermano mientras en su mirada puedo ver una profunda tristeza— ¿Por qué no confías en mí?


    Itchi, si alguien más que no fuera Narahama, que fuera Ryua, tu hermano o tu madre, te dijeran que yo soy alguien peligroso para ti, ¿Qué harías? —las palabras de Ficatremon recorrían mi mente.


    — Yo… —desvío la mirada— … no es eso.


    — ¿Entonces, qué es? —pregunta— ¿Por qué no me miras a los ojos?


    Eso es lo que realmente temo, que dudes de mí y, a la vez, por ello, no puedas confiar en otros para protegerme de ti misma —y seguía ella dando vueltas en mi cabeza; por fin comprendí a lo que realmente se refería.


    — Sólo no quiero hablar de eso —la miro— ¿Está bien? —ella frunce el ceño y siento como un golpe se estrella en mi mejilla.


    — ¡Mamá! —grita Tobi que se suelta al llanto.


    — ¡Castigada! —me grita, con su voz temblorosa mientras llora— Por favor, ve a tu habitación, no quiero verte en estos momentos.


    No digo más, sólo avanzo pesadamente, subiendo las escaleras hacía mi cuarto. Cuando abro la puerta, todo se encuentra en penumbras, sólo decido tirarme sobre la cama mientras me contengo de no llorar, ¿Qué ganaba con hacerlo? Lo que estaba pasando era parte de las decisiones que estaba tomando, debía afrontar las consecuencias.


    — ¿Es difícil? —pregunta Ficatremon.


    — Mucho… —susurro, mientras hundo mi rostro en la almohada.


    — Lo siento —ella se acerca y pone su pata sobre mi espalda— puede que todo esto sea mi culpa, tal vez no debí venir aquí después de todo.


    — ¡Calla! —grito molesta— si vuelves a decir eso, realmente me voy a enfadar.


    — ¿Por qué? —pregunta— ¿Yo realmente valgo todo esto? ¿Tus amigos, tu familia y la agresión por parte de Narahama?


    — ¿Recuerdas? —hablo lentamente mientras me incorporo para mirarle fijamente.


    — ¿Qué cosa? —parece confundida.


    — La primera vez que hablamos, dijiste que no querías estar sola, que no querías estar de nuevo en la obscuridad —le agarro de ambas patas delanteras— ¿Eso era mentira? —ella niega con la cabeza mientras empieza a llorar— ¿Entonces? ¿Quieres que me arrepienta ahora de todo el esfuerzo que has puesto tú en tus sueños?


    — No es eso… —comenta— pero no sabía todo lo que yo podía causar por venir aquí. Soy sólo un problema.


    — No lo creo así —comento— sólo que sí es difícil, pero no creo que tenga que ver contigo. Porque yo puedo entenderte, ¿Recuerdas?


    — Itchi… —ella me mira.


    — Hoy, fue la primera vez que experimenté algo así —me separo un poco de ella y me agarro las manos, jugando con mis dedos— el digivice, es mucho más de lo que pensaba.


    — Te lo había dicho antes Itchi —ella suspira— es la muestra de la conexión que hay entre nosotras, entre digimon y tamer.


    — Sí, lo sé —muevo la cabeza— pero no lo entendía, hasta ahora. Cuando dijiste que eran nuestros sentimientos sincronizados, yo ahora puedo entender a qué te refieres.


    — ¿Por qué hasta ahora lo entendiste? —ella me mira.


    — Cuando hice esa conexión contigo, cuando te hablé en medio del campo de batalla, pude sentirlo —cerré los ojos tratando de recordar— tu cansancio, tu angustia, tu mente tratando de buscar una salida. Podía ver tus movimientos, tus ataques, incluso podía sentir tu respiración y el acelerar de tu corazón, como si quien estuviera ahí hubiera sido yo.


    — Comprendo —la escucho suspirar— yo también podía sentirte en ese momento.


    — ¿En serio? —le miro de forma incrédula.


    — Sí, siempre te siento —ella sonríe— cuando caminas, cuando sonríes, cuando corres e incluso cuando recibiste ese golpe en la nariz —señala el curita que tengo en la cara— pude sentirte.


    — ¿Incluso el golpe de mamá? —le digo tratando de sonreír.


    — Ese dolió —infla sus mejillas a forma de juego, para luego poner su pata en la parte izquierda de mi pecho— pero más aquí.


    — Sí —sonrío de nuevo.


    No recuerdo cuanto tiempo duramos platicando, pero cada minuto que pasaba con ella me daba cuenta de lo feliz que era al ser su amiga, al estar juntas. Había algo más que una amistad, un digivice, era la conexión de nuestras emociones, podía encontrar en ella a mí reflejada y eso me hacía sentir tranquila.


    Al día siguiente, desperté sumamente adolorida, pareciera que todo lo de ayer había sido un sueño, pero al ver a Ficatremon dormida al pie de la ventana, sabía que todo había sido real.


    — ¿Ya te levantaste? —pregunta mamá secamente mientras revisaba unos papeles que estaban encima de la mesa de la cocina.


    — Sí… —susurro para luego abrir el refrigerador y buscar un poco de jugo de naranja. Ella me mira de reojo.


    — ¿Qué te pasó en la nariz? —parecía que anoche estaba tan molesta que apenas se daba cuenta de eso.


    — Un balón de futbol, Kinisha lo tiró y me pegó por accidente —comento mientras empiezo a beber el jugo— fui con la enfermera y ya lo atendió.


    — Ya veo… —después de eso ella guarda silencio. Parece que aún sigue molesta.


    No digo más, decido tomar mis cosas y dirigirme a la escuela. Había mucho que pensar respecto a los sucesos de anoche, era demasiada información que asimilar; por un lado, el superior Nakahara había dicho que dejaría de acosarnos a Ficatremon y a mí, pero, por otro lado, me preguntaba si yo estaba traicionando la confianza de mis seres queridos: anoche con Ryu, y con mamá, ¿Debí haber dicho la verdad?


    Gire mi cabeza un poco, no debía llorar, ¿Qué ganaba con eso? De algún modo todo era mi culpa y debía empezar a asumir eso. Fuera bueno o malo lo que estuviera haciendo, ya había tomado una decisión, yo no podía abandonar a Ficatremon, ¡No ahora! Y de la misma manera, por lo que había dicho el superior Narahama, los eventos de anoche eran probable se volvieran a repetir.


    — Itchi… —escucho una voz a mis espaldas y me giro.


    — Kinisha… —lo miro, su pelo negro y enmarañado, sus ojos vivaces y alegres; pareciera que él si había logrado dormir. Sólo sonrío.


    — Te noto decaída, ¿Todo está bien? —me pregunta mientras toma mi hombro.


    — No realmente —miento, él frunce el ceño.


    — Por favor, no mientas —yo me zafo de su mano y empiezo a andar.


    — No es algo de lo que quiera hablar —y esa era la verdad, si no se lo había podido decir a Ryu, menos a Kinisha. Esto era algo que debía resolver por mí misma.


    La mañana fue lenta, me senté en mi butaca y no despegue los ojos de la ventana mientras el salón se llenaba, Kinisha guardaba silencio junto a Toshi, me miraban de reojo, pero preferí ignorarlos. Vi como el asiento de Ryu nunca fue ocupado y a la profesora entrar al aula, seguida de una pequeña niña.


    — Buenos días chicos —todos nos levantamos e hicimos el tradicional saludo para volver a ocupar asiento— hoy les tengo una noticia, una nueva alumna se nos une en este ciclo escolar —todos miramos en silencio a la nueva chica— por favor, preséntate.


    Ella era más o menos de mi estatura, quizá un poco más baja, su cabello era de un tono castaño claro, lacio y corto, aunque no tanto como el mío; sus ojos eran café obscuro, era delgada, aunque su rostro era un poco redondo. Llevaba un vestido verde, sencillo, y debajo de él una blusa blanca que llegaba a medio codo. Cuando la profesora la vio, ella se sonrojo y su cuerpo no paraba de temblar, se acomodó un poco el moño verde que le sostenía una media coleta y suspiró.


    — Esto… —con su mano temblorosa tomó el gis del pizarrón y empezó a escribir un nombre, con unas letras un tanto chuecas— este… es mi nombre —habló con una voz apenas audible, mientras todos la mirábamos en silencio— Tama Saionji, mucho gusto —hizo una ligera reverencia— por favor… cuiden de mí.


    — Parece muy tímida… —susurre, sin tomarle mayor importancia apenas terminó de presentarse.


    — Muy bien, bienvenida Saionji —la profesora sonrío— por favor toma asiento en alguna de las butacas vacías.


    Ella asintió tímidamente mientras empezó a caminar entre los lugares, hasta que terminó frente al asiento de Ryu, estaba a punto de sentarse cuando, por impulso, grité que se detuviera.


    — ¿Qué pasa Morinaga? —pregunta la profesora.


    — Disculpe, es que ese es el lugar de Ryu —comento avergonzada.


    — ¡Oh! Cierto —la profesora checa su lista para ver el número de la butaca— parece que Fujimoto no vino, después tendré que hablar a su casa al respecto.


    — Lo siento… —ella parecía a punto de llorar, su rostro estaba más rojo que el de un tomate y por un momento me sentí mal por haber evitado se sentara en aquel lugar.


    — No te preocupes Saionji —comenta la profesora— sólo procura sentarte en otro lugar —después de eso suspiré.


    ¿Estaría enfermo Ryu? ¿Sería un problema con su pierna? Esas preguntas pasaron por mi mente, pero tampoco podía hacer nada al respecto. Sentí remordimiento de ver ese asiento vacío y notaba como Saionji me miraba de reojo desde otra butaca, con una mirada asustada, confundida y triste. Debo admitir que no parecía mala chica, aunque tampoco me parecía muy interesante.


    — Quizá ahora me odia… —hundí mi rostro entre mis brazos sin saber qué hacer, o cómo remediar las cosas.


    Miro a la ventana y veo al superior Narahama jugar con la selección oficial de la escuela, por un momento pasa por mi mente aquella época en que él era mi modelo a seguir, una persona que admiraba. Hoy… ¿Qué era para mí? ¿Amigo o enemigo? No sabía bien, y en parte me sentía molesta con él, como si él fuera culpable de todo lo sucedido con Ryu, aunque sabía no era así.


    — Itchi… —me llama con voz baja Kinisha— ¿Qué pasa? ¿Te veo distraída?


    — ¿Eh? No… —comento secamente.


    — Ah, ¿Estás viendo a Narahama? —me mira— siempre lo has admirado, ¿Verdad? —yo le miro frunciendo el ceño para luego bajar la mirada avergonzada.


    — Eso era antes… —comento mientras giro a la ventana.


    — ¿Antes? —me pregunta Kinisha mientras saca algunos dulces— ¿Quieres? —yo asiento con la cabeza y tomo uno.


    — Digamos que él no es como pensaba —suspiro.


    — Ya veo… —Kinisha me mira— ¿Es eso lo que te pone triste?


    — No —suspiro una vez más— lo que me pone triste es Ryu.


    — ¿Ryu? —Kinisha mira su asiento vacío— Cierto, no vino hoy —me mira— tranquila, el seguramente está bien.


    — Pienso que él está enojado conmigo —comento mientras vuelvo a hundir mi cabeza entre mis brazos, intentando no llorar.


    — ¿Por qué estaría enojado contigo? —escucho su voz mientras su mano pasa sobre mi gorro.


    — Yo quizá lo he traicionado —suspiro mientras alzo mi mirada, a punto de llorar.


    — ¿Qué quieres decir? —él se hinca a mi lado mientras me toma la mano.


    — Yo le oculté cosas —bajo la mirada, cerrando los ojos mientras las lágrimas recorren mis mejillas— y ahora él está enojado conmigo.


    — Debiste haber tenido una razón para eso —él acaricia mi mejilla, quitando las lágrimas— ¿No? —me limito a asentir con la cabeza.


    — Pero tampoco sé si mis razones han sido las correctas —le digo con la voz baja, casi en un susurro.


    — ¿Se puede saber cuáles han sido? —pregunta, yo muevo la cabeza a los lados, negando cualquier posibilidad de respuesta.


    — Yo no puedo… —digo con la voz ahogada.


    — ¿Por qué? —él frunce levemente el ceño— ¿Acaso no confías en mí?


    — No es eso —sigo llorando en silencio— pero… yo… lo prometí.


    — ¿A quién? —pregunta con cierto tono de irritación.


    — Una amiga —digo sin más, para soltarme a llorar.


    — ¿Amiga? —parecía a punto de decir algo más, pero en eso aparece Toshi.


    — Chicos, ¿Saben qué es la hora de estudio? —nos mira fríamente.


    — Ahora no es el momento para estar de nerd —comenta molesto Kinisha— ¿Ya viste a Itchi? —Toshi abre un poco sorprendido los ojos.


    — ¿Qué pasó? —comenta con un tono de preocupación.


    — No sabría decirte —dice Kinisha preocupada.


    — ¿¡Qué puedo hacer!? —grito en medio del llanto.


    — Shhh… No hables tan fuerte —Kinisha me tapa la boca suavemente con sus manos— no querrás que los demás del salón escuchen.


    — ¿Es porque Ryu no vino hoy? —pregunta Toshi, yo sigo llorando. Mis lágrimas empiezan a escurrir por las manos de Kinisha.


    — No lo sé, no me queda claro —Kinisha dice de forma algo exasperada— pero… escucha Itchi —me mira— deja de llorar, por favor; aún cuando Ryu este enojado, yo sé que él te perdonara.


    — ¿Cómo lo sabes? —me quita la mano de la boca y pregunto suavemente.


    — Porque somos amigos —dice con firmeza— y la base de la amistad es el perdón y la confianza. No importa cuántas veces nos equivoquemos o fallemos, un amigo siempre sabrá perdonarte y tenderte la mano para avanzar y emendar tus errores, y si fue por una buena causa… por lo menos yo creo y confío en ti, seguramente él también lo hará —sonríe.


    — ¿En serio? —trato de secar mi llanto mientras lo miro fijamente.


    — ¡Lo juro! —se toca el pecho mientras me mira.


    — No entiendo mucho de lo que sucede, por no decir nada —comenta Toshi— pero si son problemas entre tú y Ryu, no creo duren mucho.


    — Está bien… —seco mis lagrimas e intento sonreír— si ustedes lo dicen, confiaré en su palabra.


    — Tú sólo debes confiar —sonríe Kinisha.


    — ¡Sí! —respondo con una sonrisa.


    Las clases continuaron como si nada, al salir salimos a practicar futbol. Mientras corría y veía la luz del sol, me preguntaba si los chicos tenían razón con lo que me habían dicho, también tenía que hablar con mamá y pedir disculpas.


    — ¿Qué tal todo? —una voz me pregunta a mis espaldas mientras estoy enfrente de la máquina expendedora de refrescos.


    — Superior Narahama… —le miro de forma seria mientras saco mi bebida.


    — Ayer no te veías bien, ¿Ya has solucionado algo? —yo muevo la cabeza, negando su pregunta.


    — No deberías fingir que te preocupa —comento encogida de hombros.


    — Me importa… —él suspira mientras se recarga contra la pared— no soy una persona tan insensible como piensas.


    — Con lo que me has mostrado, no puedo pensar de otra forma —empiezo a beber de mi lata mientras observo a lo lejos a los chicos seguir jugando.


    — ¿Lo dices por los digimon? —él arquea una ceja mientras me mira.


    — Sí —frunzo el ceño.


    — Realmente no lo entiendes aún —me mira fijamente.


    — ¿Qué debo entender? ¿Qué son un peligro, qué no deben estar aquí? —le reclamo.


    — Sí ya lo sabes, entonces deja de exponerte a ellos y defenderlos —me reprocha.


    — Yo no lo veo así —empiezo a caminar— y si me disculpas, tengo que seguir entrenando, no puedo seguir discutiendo contigo.


    — Un día entenderás lo que digo —una mirada de desdén se forma en su rostro.


    — Espero nunca hacerlo —comento. Estaba caminando al patio de futbol cuando el cielo de pronto se obscureció, un rayo de luz cayó en un punto lejano de la escuela, y la tierra empezó a moverse.


    — ¿¡Otro acaba de cruzar la puerta!? —comenta el superior Narahama.


    — Esto… —las alarmas de la escuela empezaron a sonar, obligando a evacuar a cualquiera que aún estuviera en las instalaciones.


    — No hay tiempo… —el superior Narahama saca su digivice, extendiendo el mapa, y empieza a correr.


    — ¡Oye! ¡Espera! —yo le sigo, olvidándome de Kinisha y Toshi.


    — Parece que se disparo en una zona residencial —comenta el superior Narahama.


    — ¿Qué hacemos? —le pregunto.


    — Por el momento, neutralizarlo… —dice con un tono agotado.


    — Necesitamos a Lucemon y a Ficatremon —comento.


    — Es probable ya estén en la zona de colisión —me mira— los digimon suelen ser más sensibles para detectar esos cortes en el espacio tiempo del cielo.


    Sin más que decir, nos dirigimos al lugar que indicaba el digivice. Muchas preguntas surgieron entonces en mi mente, cosas que no podía preguntar en ese momento al superior Narahama, pero eventualmente iban a ser respondidas.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  13.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    2682
    Capítulo 8: El vínculo que nos une.


    Las luces estallan como fuegos artificiales mientras los policías comienzan a evacuar la zona. Nosotros llegamos jadeantes, tratando de ver lo que está sucediendo, veo a lo lejos la figura de un ángel que parece dejarse caer en picada con sus pies en dirección a la tierra.


    — Es Lucemon… —comenta el superior Narahama— ¡Debemos entrar!


    — ¿Y cómo haremos eso? —le miro mientras veo a los policías rodear la zona.


    — Por el momento hay que buscar una abertura —su mano me toma con brusquedad mientras caminamos— ¡Demonios! —musita— esto se va a poner feo si ellos no logran romper el digivice.


    — ¿Pero qué podemos hacer si tienen rodeado el lugar? —a donde quiera que vamos hay policías circulando y cercando la zona.


    Todo estaba cada vez más obscuro y el aire se hacía cada vez más pesado alrededor nuestro; las luces de los edificios eran la única guía para saber dónde estábamos pisando. No importaba hacia donde giráramos, no encontrábamos una entrada para el lugar donde se concentraba el caos.


    — ¡Hey niños! ¿Qué hacen aquí? —siento una mano jalarme desde el cuello de mi camisa.


    — ¿Qué? —suelto un leve grito mientras siento el digivice de mi bolsillo vibrar.


    — ¡Esto se está complicando! —grita el superior Narahama que también es agarrado del brazo por un oficial— ¡Maldita sea! ¡Suélteme! —y haciendo una pirueta parecida a una chilena le logra dar un golpe en el mentón, lográndose soltar.


    — ¡Agh! ¡Mugroso escuincle! —el oficial frunce el ceño mientras se soba el lugar donde fue golpeado, a la vez que el superior Narahama le da una patada en los bajos al policía que me sostiene.


    — ¡Corre! —dice agitado mientras me vuelve a jalar— no seas lenta.


    — ¿¡Ahora qué!? —nos encontrábamos afuera del lugar de los hechos, dos policías nos perseguían y los digivice no dejaban de vibrar.


    — ¿Lo sientes verdad? —dice el superior Narahama, jadeando— están teniendo problemas, puedo sentir la frustración de Lucemon.


    — Este… —cierro mis ojos por un momento y puedo sentir mi cuerpo entumecido, no, es Ficatremon quien apenas se puede mover— Ficatremon también está en problemas.


    — ¡Necesitamos ayudar! —grita casi sin aliento— el problema debe ser el niño, aunque sean más fuertes que su digimon es difícil acercarse a un infante sin lastimarlo.


    — Es por eso que necesitan que estemos ahí, ¿Verdad? —hablo exhausta— como la última vez.


    — ¡Exacto! Pero con estos tontos va a ser muy complicado —habla mientras seguimos corriendo.


    — ¿Qué hacemos? —siento mi piel sudar.


    — No lo sé… —por un momento me siento asustada.


    — Ilusión de terror —escucho una voz distinta y me detengo en seco.


    — ¿Qué haces? —el superior Narahama me jala de la mano.


    — ¿No escuchaste hace un momento…? —pero antes de terminar la pregunta escucho a mis espaldas a los oficiales gritar de terror.


    — ¡Ah! ¿¡Qué es eso!? —grita uno mientras saca su arma apuntando cerca de nosotros.


    — ¿¡Qué demonios!? —grita el superior Narahama mientras me jala y me aprieta contra su pecho— ¿¡Acaso ese se volvió loco!?


    — ¡Auxilio! ¡Auxilio! —grita el otro oficial mientras sale despavorido, corriendo en la dirección opuesta.


    — ¡Aléjese! ¡No se acerque! —al otro le tiembla la mano mientras su arma sigue apuntando hacia nosotros— ¡Alto! —en ese momento su dedo jala el gatillo.


    — ¡Esfera explosiva! —en medio de nosotros y la bala se crea una fuerte explosión de fuego, de la cual el superior Narahama me cubre.


    — ¿Qué está pasando? —pregunto, mi rostro se encontraba completamente hundido en su pecho, sonrojado.


    — Otro monstruo… —comenta molesto entre dientes.


    — Por aquí… —y es cuando vemos a un extraño ser, parecido a un mago, volar velozmente—… ¡Síganme!


    — ¿Por qué deberíamos? —comenta el superior Narahama, aunque a aquella criatura parece no importarle su opinión ya que sigue avanzando.


    — Vamos… —ahora soy yo quien toma la mano de él para salir corriendo detrás de aquel nuevo digimon.


    — ¡Juego Magico! —extiende sus manos a lo ancho, enfrente de los policías mientras su bastón brilla.


    — ¿Qué es esto? —pregunto, los policías parecían no poder vernos.


    — Estoy creando una ilusión —comenta aquel ser— ellos no pueden verlos por el momento —y sigue avanzando hacia adelante aún con los brazos extendidos.


    — ¡Pudiste haber hecho eso antes! —grita el superior Narahama mientras avanza agarrando mi mano— hace un momento nos pusiste a Itchi y a mí en peligro.


    — Discúlpenme por eso, no medí las consecuencias de aquel acto —dice fríamente mientras sigue avanzando hasta que quedamos fuera de la vista de los oficiales— si seguimos por aquí, podremos ver a sus amigos.


    — ¿Por qué nos ayudas? —pregunto.


    — Mi compañero me ha pedido que los ayude —comenta mientras sigue avanzando.


    — ¿Tú compañero? —me quedo pensando en voz alta mientras empiezo a seguirlo, aumentando el paso.


    — ¿¡Y cómo sabemos que no es un digivice corrupto!? —pregunta el superior Narahama mientras empieza a correr.


    — Porque no estoy descontrolado —comenta mientras extiende su bastón, del cual sale una luz.


    Me le quedé viendo por unos minutos; daba un poco de miedo: su larga capa morada, aquel sombrero como de bruja con un adorno en forma de cráneo, todo esto cubriendo su rostro. No habla mucho, pero puedo ver en él una mirada amable, una mirada que me recuerda a Ficatremon, que me hace pensar que puedo confiar en él.


    Digimon: Wizardmon.

    Etapa: Adulto.

    Tipo: Demonio humanoide.

    Atributo: Datos.

    Descripción: Posee la habilidad de volar gracias a sus poderes mágicos. Lleva un sombrero picudo y tiene buena parte su cara tapada con el cuello de su capa, ya que es algo tímido, y su boca está cosida, aunque puede abrirla, y carece de nariz.

    Técnica Especial: Trueno mágico.


    — Wizardmon… —susurro mientras veo la información que despliega el digivice.


    — Es la primera vez que veo un digimon en etapa adulta —comenta el superior Narahama mientras estamos a punto de llegar al núcleo del problema.


    — ¡Cañón de fuego! —escucho el disparo a toda potencia, mientras el humo sale de golpe.


    — ¡Ficatremon! —mi cuerpo se entumece por un momento mientras lo busco con la mirada en medio del polvo y escombro que volaba en el aire.


    — ¡Pies divinos! —se escucha la voz de Lucemon mientras los sonidos de impacto continúan.


    — ¡Yo lo odio! ¡Odio esto! —se escucha la voz de una niña, en medio de todo el caos.


    — ¡Superior Narahama! —lo busco con la mirada, apretando su mano entre la mía— ¿Qué hacemos?


    — ¡Avanza! —él me jala.


    — Por el momento eviten el contacto directo —comenta Wizardmon— esta chica lleva mucho tiempo en contacto con ese digimon.


    — Pero… —me quedo pensando un rato mientras la miro, vislumbrándola un poco más.


    Su pelo en una larga trenza negra, sus ojos café obscuro llenos de lágrimas, mientras su pequeño cuerpo se encontraba temblando en medio de aquella aura obscura; a su lado un pequeño digimon de color morado obscuro con rayas amarillas rodeando su cuerpo, lleno de púas en la parte trasera de su cuerpo y con una mirada amenazante.


    — ¿Duele, verdad? —habla el pequeño ser.


    — ¿¡Por qué!? —ella se tira al suelo llorando.


    Digimon: Elecmon.

    Etapa: Infantil.

    Tipo: Espíritus de la Naturaleza.

    Atributo: Virus.

    Descripción: Un Elecmon que evolucionó al atributo Virus, es indiscriminadamente canallesco, teniendo una personalidad displicente, y golpea diestramente al enemigo con su cola.

    Técnica Especial: Colas de obscuridad.


    — El sentimiento impuro se está extendiendo y aumentando el aura obscura a su alrededor —comenta Wizardmon.


    — El digivice… —comenta el superior Narahama— ¿Dónde está?


    — ¿El digivice? —me giro, buscando por la mirada.


    ¿Dónde? ¿Dónde? ¿¡Dónde!? No importaba a donde girara la mirada, no lograba localizarlo; mi vista estaba muy cansada, mejor dicho, Ficatremon parecía a punto de desfallecer por el cansancio.


    — ¡Ahí se encuentra! —grita Wizardmon mientras extiende su bastón; giro la mirada para notar arriba de nosotros una pequeña estrella negra.


    — ¡El digivice! —grita el superior Narahama— ¿¡Cómo demonios llegó ahí!?


    — Los sentimientos negativos de esta niña han crecido en exceso, cuando ocurre eso el digivice se convierte en un conector para romper el muro que hay entre ambos mundos —dice con una voz seria.


    — ¿Y cómo vamos a llegar hasta allá? —pregunto al punto del desmayo, ¿Cómo puede Ficatremon mantenerse de pie?


    — Si eso es todo lo que necesitan… —se escucha la voz de Lucemon a través del digivice del superior Narahama— ¡Yo puedo llevar a uno de ustedes hasta arriba!


    — ¿No sería más fácil que uno de ustedes lo rompiera? —comento.


    — Itchi… —escucho la voz de Ficatremon— …eso es imposible en estos momentos.


    — ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? —grito casi perdiendo el aliento— ¡Ustedes son muy poderosos!


    — El digivice es el vínculo entre tamer y digimon; lo que siente uno lo siente el otro —habla Wizardmon— en este momento el vínculo es demasiado fuerte como para romperse por un ataque nuestro.


    — ¡Eso es tonto! —me caigo al suelo por el esfuerzo.


    — En este momento lo sientes, el dolor de Ficatremon, su cansancio —dice Wizardmon— ¡Ese es su vínculo! Lo que los hace uno. Lo mismo para esa niña, ella está sintiendo el dolor de Elecmon y viceversa, han estado demasiado expuestos uno al otro.


    — ¿¡Y cómo se supone que lo vamos a romper ahora!? —grita el superior Narahama— bien podría subir por él con ayuda de Lucemon, pero si ni ellos pueden romperlo, ¿Qué puedo hacer yo?


    — El vínculo de un tamer y un digimon puede ser roto de muchas formas —dice Wizardmon— en este caso, este es un vínculo corrupto. Lo crean o no, es tan dañino para esa humana como para Elecmon.


    Con la poca fuerza que me queda puedo distinguir a la pequeña niña envuelta en llanto mientras sigue gritando de dolor. El aire se hace cada vez más viciado mientras los policías parecían empujados por aquella energía que rodeaba a la niña. Era como si estuviéramos en un campo obscuro creado por la tristeza de ella.


    ¡Tonta! —empiezo a escuchar voces adentro de aquel lugar— ¿¡Acaso vas a empezar a llorar!? ¿¡Vas a empezar a llamar a tu mami!?


    — ¿Qué es esto? —susurro.


    — Los recuerdos de ella —dice Wizardmon— por el momento, se puede purificar el digivice con el poder de los suyos.


    — ¿Cómo? —pregunta Narahama.


    — ¡Mamá nunca regresará! —la niña grita violentamente mientras la energía alrededor se extiende en un fuerte viento que apenas permite respirar.


    — ¡Quema! —grito casi sin fuerza, mientras empiezo a toser.


    — Su digivice puede extender la luz de su vínculo para contrarrestar la obscuridad del vínculo de ella —dice Wizardmon.


    — ¡Pues hagamos eso! —el superior Narahama se tambalea un poco, parece también estar siendo afectado por su vínculo con Lucemon— antes de que sea demasiado tarde.


    — ¡Necesitamos la mayor cantidad de luz! —dice Wizardmone mientras me toma de los hombros— yo puedo llevarte a ti —se dirige a mí— y Lucemon puede llevarlo a él. Lo ideal es que los dos extiendan su digivice y dejen que toda la energía que emana de él se expanda contra el digivice corrupto. Necesitamos estar lo más cerca posible.


    — Sí… —comento mientras intento pararme— ¡Vamos!


    — ¡Lucemon! —grita el superior Narahama— ¿¡Escuchaste el plan!?


    — ¡Sí! —Lucemon vuela a gran velocidad, dejando solo a Ficatremon contra Elecmon, para dirigirse hacia el superior Narahama.


    — ¿¡Estarás bien Ficatremon!? —pregunto mientras siento como su cuerpo apenas puede sostenerse.


    — Sí… no te preocupes Itchi —escucho su voz intentando ser positiva.


    — Mentirosa… —sonrío mientras miro hacia arriba, en dirección al digivice corrupto— tú sólo resiste, esto acabará pronto.


    — ¿Listos? —pregunta Wizardmon mientras se eleva.


    — ¡Aquí vamos! —dice Narahama mientras es elevado por Lucemon.


    Todo empieza a obscurecerse conforme nos acercamos al digivice corrupto, apenas puedo sentir mi cuerpo; las voces empiezan aumentar: burlas, insultos, frío, soledad, todo aquello que esa niña había experimentado para llevarla hasta este punto.


    — ¡Ahora! —grita Wizardmon— extiendan su digivice enfrente de ustedes.


    — Sí… —digo aunque no puedo ni ver mi propia mano debido a la obscuridad que nos rodea.


    — Sólo relájate y cierra los ojos —escucho la voz de Wizardmon— piensa en el sentimiento que te une a Ficatremon, lo que hace que sean uno.


    ¿El sentimiento que me une a Ficatremon? No era la primera vez que pensaba en esto, que pensaba sobre porque había sido nuestro destino conocernos y estar juntas. Ella se sentía de la misma forma que yo, ella sólo quería proteger a su gente amada, ella sólo no quiere estar sola, ella daría todo por ver a los demás sonreír, y ese sentimiento, ¿Qué es? No es otra cosa más que el amor.


    — ¿Qué es esto? —el digivice empieza a vibrar en mis manos mientras siento como una explosión que sale de él; mis ojos se abren de golpe para ver como una potente luz blanca salé de él y se dispara contra el digivice corrupto; lentamente todo empieza a iluminarse a nuestro alrededor.


    — Vaya… —Wizardmon no tendrá una expresión que se pueda apreciar tan fácilmente pero parecía que sonreía— …lo descubriste fácilmente.


    — ¿Ah? —pregunto confundida.


    — El sentimiento que te conecta a tu digimon, el sentimiento que hace que tu digivice exista. Lo descubriste tan fácilmente que esa luz está iluminando todo el lugar en este momento —dice Wizardmon haciendo que me sienta feliz— por favor, ¡No te detengas!


    — ¡Sí! —las tinieblas empiezan a dispersare mientras el digivice ya es distinguible; lentamente abandonando su color negro para volverse blanco, del otro lado puedo distinguir al superior Narahama sosteniendo su digivice pero este a diferencia del mío no parece capaz de extender algún tipo de luz.


    — En cambio, él parece no entender su vínculo con su digimon compañero —comenta Wizardmon— esto probablemente pueda tardar más de lo pensábamos.


    — ¿Por qué? —siento la energía de mi cuerpo abandonarme en un cálido sentimiento de paz.


    — Hay quienes aún teniendo un vínculo puro, no pueden distinguir el por qué están conectados en este mundo —comenta Wizardmon.


    — Es así… —lentamente todo vuelve a la normalidad mientras el digivice está casi blanco.


    — Eso es suficiente… —Wizardmon me lanza suavemente arriba para sostener mi cansado cuerpo con uno de sus brazos mientras que extiende su mano libre con su bastón— ¡Esfera explosiva! —yo cierro mis ojos mientras escucho el fuego, suponiendo que eso destruirá por fin al digivice.


    — ¿Lo logramos? —pregunto casi dormida.


    — ¡Sí! —empieza a bajar lentamente conmigo en su brazo. Para cuando llegamos al suelo, él me bajo lentamente.


    — ¿Y ahora? —yo me siento en el suelo mientras siento como una pequeña bola se sienta en mis piernas— ¿Ah?


    — ¡Itchi! —me llama aquella bolita rosa. Con sus enormes ojos dorados y unas puntiagudas orejas.


    — ¿Ficatremon? —pregunto.


    — Sí —comenta la bolita rosa— bueno, en este momento soy Catmon.


    — ¿Qué pasó? —pregunto confundida.


    — La energía que usamos para purificar el digivice de aquella niña —señala Wizardmon a aquella chica, ahora tirada en el piso, jadeante— viene directamente de tu vínculo Itchi —comenta— entonces eso consumía la forma física de Ficatremon lo cual le llevo a una forma anterior como es Catmon.


    — Espera… —empiezo a hablar— ¿¡Y qué hubiera pasado si yo hubiera disparado más energía!?


    — Eventualmente tu digivice se pudo haber roto —dice Wizardmone— la energía obscura se acumula conforme el tiempo que pasa en ese vínculo. Esta energía se genera de una forma más rápida que la energía positiva, por lo que al final es una pelea de vínculos en que es más fácil contaminar que purificar.


    — ¿¡Eso qué rayos significa!? —digo molesta— ¿Estuve a punto de perder a Catmon?


    — Itchi, no es así… —dice Catmon en su defensa.


    — Afortunadamente tu vínculo fue suficiente para limpiar casi todo el área; el plan era que fueran dos digivice purificando aquella fuerza corrupta —comenta Wizardmone— pero tu amigo fue incapaz de crear esa energía.


    — ¿El superior Narahama? —apenas lo menciona, empiezo a buscarlo con la mirada— ¿Dónde está?


    Y ahí estaba él, tirado en el piso, con Lucemon de pie a su lado. Él se veía frustrado, como si no entendiera que había sucedido en ese pequeño lapso de tiempo. Y antes de darme cuenta y girarme hacía Wizardmone para ver qué es lo que había sucedido, él había desaparecido.
     
  14.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    3417
    Capítulo 9: No siempre fue así.


    Yo nací en una familia promedio: dos padres y una hermana mayor, todos estaban bien y para mí no había problemas más graves que mis notas en el colegio. Me gustaban los deportes, aún me gustan, y no era malo al resolver un problema matemático, nunca di problemas y siempre fui conocido por ser un niño bueno.


    Llegué a convertirme en capitán del equipo de futbol de mi clase en el tercer año escolar y entré al equipo oficial del colegio en mi quinto año, para ese entonces mi hermana tendría 17 años y estaba a un año de presentar los exámenes de admisión en una prestigiosa universidad. Mis padres estaban muy orgullosos y no dejaban de hablar de cómo su querida niña se estaba convirtiendo en una mujer, yo también estaba feliz por ella.


    Tonishima —ella me habló— es hora de comer.


    Sus largos cabellos rubios atrapados en una coleta, sus ojos verdes similares a los míos y esa sonrisa pura: Sakura, era mi hermana mayor, la persona con la que pasaba más tiempo durante el día. Mis padres trabajaban casi todo el día: mi padre era oficinista y mi madre organizaba banquetes para eventos, no era mucho el dinero pero era el suficiente para una familia pequeña como nosotros, y por ello Sakura y yo nos turnábamos la hora de la cena.


    ¿Hoy qué toca? —comenté, un año antes de los sucesos de hoy.


    Sopa de poro —contestó.


    ¡Rayos! —me quejé mientras me acercaba a la mesa de la cocina.


    ¿No te gusta? —ella se sentó enfrente de mí después de servir un gran tazón de sopa para cada quién.


    Particularmente, no soy fan de las verduras —sonreí, siempre pensé que era muy bonita y me gustaba estar a su lado.


    ¿¡Qué dices!? —frunció el ceño un poco— si también tiene carne —empecé a reír y ella me siguió el paso.


    Creo que realmente voy a extrañarte —comenté mientras empezaba a comer.


    Hablas como si me estuviera yendo a algún lado—ella sorbió su sopa y me miro fijamente.


    ¿Y no lo harás algún día? —comenté triste.


    ¡Pero no hoy! —respondió un poco molesta— falta un año para pensar eso, aparte, aún no sé si voy a ser aceptada en la universidad que quiero.


    Pero papá y mamá no dejan de hablar de eso —bajé la mirada.


    Mira, ellos sólo están emocionados porque su “niña” está creciendo —ella sonrió— y seguro harán lo mismo contigo cuando tengas mi edad. Pero que ellos se emocionen no hace que mágicamente yo me vaya.


    ¿Lo prometes? —le miré con tristeza.


    Lo prometo —ella acarició mi cabeza con una sonrisa— me vaya o no, yo seguiré siendo tu hermana mayor y prometo cuidar de ti y llamarte todos los días.


    Esa fue la última conversación que tuve con ella.


    Mi hermana había decidido salir con sus amigas aquella noche, tomando el auto de nuestro padre en cuanto él volvió del trabajo. Eran las diez de la noche cuando ella tomó las llaves y se fue, no recuerdo mucho el momento y son cosas que prefiero olvidar. Cuando el teléfono sonó un par de horas después, cuando mi madre contestó y estalló en llanto, cuando empezó a gritar de forma histérica llamando a mi padre, ese día mi familia se rompió.


    Esa noche una joven incauta y su grupo de amigas, conduciendo en medio de la noche, habían tenido un accidente automovilístico a causa de un conductor imprudente que las había hecho estamparse contra un faro y en el impacto la conductora, que no llevaba cinturón de seguridad, había estrellado su cabeza contra el parabrisas y aunque los médicos habían hecho todo por ayudarla, no lograron salvarla.


    Aún recuerdo el funeral y la música sonando mientras todos nos acercábamos a su ataúd. Mi madre no dejaba de llorar y mi padre no podía levantar la mirada, yo recuerdo haber visto su rostro, retocado por la funeraria, con sus ojos cerrados y su cuerpo inerte, sus mejillas ya no estaban coloradas como antes y por más que la llamara ella no abriría sus ojos.


    Ella había mentido, ella se había ido, ella no volvería, nunca más la vería sonreír, no escucharía su voz o vería sus hermosos ojos, ya no sentiría sus brazos rodeándome en un abrazo. Ese día había perdido a una valiosa amiga y no podía hacer nada para cambiarlo.


    Desde entonces, mi casa se volvió un caos. No recuerdo cuántas veces me encerré en mi cuarto para no escuchar a mis padres discutir sobre quién tenía la culpa de la muerte de Sakura; mi madre argumentaba que mi padre nunca debió haberle dado el auto a tan altas horas de la noche, mi padre argumentó que ella nunca estaba en casa y no había forma de consultárselo.


    Hubo de todo: insultos, gritos, golpes, platos rotos y yo oculto debajo de mi almohada llorando porque ella ya no estaba, porque la extrañaba, porque no sabía qué hacer. La vida había cambiado drásticamente, volvía de la escuela para encontrar la casa vacía y comer solo, mi padre muchas veces no dormía en casa y mi madre siempre estaba de mal humor, fue algo muy solitario.


    La verdad no me sorprendió cuando mis padres comenzaron a tramitar el divorcio, pocos meses después. La custodia de mí se la quedó mi madre y desde entonces veo a mi padre una o dos veces al mes.


    Mi madre tuvo que trabajar cada vez más, para olvidar que su adorada hija ya no estaba con nosotros. De la nada, ella empezó a sentirse mal, tenía intensos dolores de cabeza, náuseas y vomito, para cuando fue al médico le habían diagnosticado leucemia. Aún recuerdo la cara de mi madre entre desesperación y un poco de… esperanza.


    Tal vez… pueda volver a ver a Sakura —comentó para mi disgusto, aquel día.


    Corrí durante horas, no tenía rumbo, corría hasta que se me acabó el aliento, hasta que mi pecho se comprimió, hasta que mis piernas dolieron y vomité por el cansancio. Yo odie todo por un momento, odie a mi hermana por mentir, a mi padre por irse, a mi madre por rendirse, y a mí mismo por seguir ahí, y aún así, aún así, quise creer que todo podría estar bien, que todo podría repararse.


    Que ella se rinda, no significa que ella mágicamente se vaya a ir —me dije a mí mismo mientras me tiraba en el pavimento y veía a los coches correr, trate de soportar el llanto, yo no me podía rendir.


    Seguí llevando mi vida normal con una sonrisa, nadie debía sospechar que me estaba quebrando, nadie debía ver esas grietas. Trabajé arduamente en mis materias y en el equipo de futbol, en las tardes visitaba a mi madre en el hospital, y en la noche me quedaba en casa de mi padre.


    Las visitas al hospital eran hostiles, mi madre se negaba siempre a comer, y cuando me veía se quedaba callada con una sonrisa mientras acariciaba mi mejilla. ¿Qué se supone que un niño de 12 años debe hacer? Su sonrisa me daba miedo, ella se veía tan frágil, tan débil, sus ojos ya no reflejaban vida y cada palabra que llegaba a decir era como una estaca atravesándome.


    Hoy soñé con Sakura —dijo una mañana cualquiera mientras acomodaba una flores en el jarrón que estaba encima del buró a lado de su ventana. Eran unos tulipanes azules que había comprado en la florería a dos cuadras del hospital, me gustaron cuando las vi porque me recordaban los tiempos felices.


    ¿Ah sí? —pregunté, temiendo la respuesta.


    Sí, soñé con ella —su voz se quebraba suavemente— pero siento que pronto estaré con ella.


    No digas tonterías —dijo con una voz pasiva.


    No digo tonterías —ella rió de una forma inocente— Tonishima, mamá está muy débil, probablemente pronto cierre mis ojos y nunca más despierte.


    ¡Te dije que no dijeras tonterías! —ella aún sonreía, yo sólo apreté los dientes y violentamente tomé mi mochila para salir huyendo.


    Su cabello se caía por los tratamientos médicos y su cuerpo se marchitaba, pero aún así la amaba, ella era mi madre después de todo. Yo entendía el dolor de ella y de mi padre, a mí también me dolía la perdida de mi hermana, yo también quería volver a verla, yo también quería escuchar su voz de nuevo, yo también necesitaba ser consolado pero debía mantener la frente en alto.


    Todo saldrá bien —me seguía repitiendo.


    Estar con mi padre no era muy diferente, desde la muerte de Sakura, él empezó a trabajar excesivamente y apenas lo veía un par de veces a la semana, no sabía decir si realmente había alguna diferencia entre estar solo o vivir con él, pero tampoco era que me importara mucho.


    Llevaba ya un par de meses viviendo así, y la verdad me estaba acostumbrando; es curioso como un ser humano puede aprender a vivir con la desdicha y aún así sonreír a las demás personas, como seguir siendo un alumno de honor e incluso el capitán de un equipo de fútbol. Porque, aun cuando todo iba mal, seguía creyendo que todo saldría bien, que sólo era una mala racha, que la vida era como un partido de fútbol soccer donde a veces se gana y a veces se pierde, no importa cuántas veces te caigas (incluso si es en medio de un partido), debes tomar aire, levantarte y seguir jugando.


    Eran las siete de la noche cuando salía del hospital, mamá había tenido una leve mejora en los tratamientos y comía un poco más. Recuerdo que llevaba mi mochila y estaba a punto de montar la bicicleta cuando sucedió: era una extraña lluvia de estrellas que cambiaba de color el cielo, aunque se veía realmente hermoso aquel paisaje, mi espalda empezó a sudar frío.


    ¿Qué es esto? —el cielo se abrió como un desgarre y escuché a gente gritando cuando un poste de luz se derrumbó y cayó sobre una parte del hospital— ¡Mamá! —un grito salió de mi boca mientras intenté ingresar de nuevo al edificio.


    ¡Detente ahí! ¿¡Viste lo que acaba de pasar!? —dijo el policía mientras me empujaba hacía atrás.


    ¡Claro que vi, por eso quiero pasar! —dije mientras trataba de empujar su brazo fuera de mi camino.


    ¡Que no puedes pasar! —gritó mientras me dio un ligero bofetón.


    Las chispas salían del poste mientras evacuaban el hospital desde la planta baja, recuerdo a los bomberos llegar para apagar el incendio y auxiliar a los enfermos de los demás pisos, pero al final todo resulto bien, en una absoluta calma. Recuerdo abrazar a mi madre apenas la vi, bajando con apoyo de un enfermero, todo había salido bien.


    Mientras caminaba a casa, habían pasado de las diez de la noche, y pensé que realmente era un alivio todo lo que había pasado, aunque una parte de mí tuvo miedo de que algo malo hubiera pasado ahí. Miré mi reloj, sintiendo mi corazón latir, mientras él estuviera ahí, sabía que siempre habría un camino, siempre podría seguir luchando.


    Me gusta ese sentimiento…—una voz salió del reloj mientras brillaba intensamente.


    ¿Qué es esto? —alejé un poco mi muñeca.


    ¿Esto? Esa expresión es un poco hiriente —era como la voz de un niño.


    ¿¡Qué rayos!? —rápidamente me zafé el reloj de la muñeca y lo aventé lejos.


    En el aire, empezó a brillar intensamente, cegando mis ojos, como si fuera algún tipo de explosión. La forma empezó a cambiar, convirtiéndose en algo un poco más similar a un teléfono, de color verde, recuerdo su forma cuando iba cayendo y al tocar el suelo algo resonó en mi corazón mientras plumas blancas tocaban mi cara.


    Hola… —esa figura angelical de un pequeño niño se inclinó hacia mí— …mi nombre es Lucemon, perdón por asustarte.


    Tonishima Narahama… —dije tragando saliva, “¿Por qué rayos le estoy diciendo mi nombre?” me pregunté a mí mismo— ¿Qué eres? —dije mientras me paraba más firme.


    Un digimonuna sonrisa se formó en sus labios.


    ¿Los ángeles existen? No sabría responder a esa pregunta, pero puedo asegurar que aquella noche mi corazón dio un vuelco y lágrimas salieron de mis ojos, como si hubiera visto un milagro; Lucemon, era como un ángel, un niño no mayor que yo, con unas 6 alas en cada lado de su cuerpo, llevaba grandes tobilleras y brazaletes, aparentemente de oro, a la vez que varios tatuajes en la parte izquierda de su cuerpo. Las preguntas brotaron de mi mente para llenar mis labios, una tras otra, como una cascada fluyendo veloz y potentemente, tratando de regar los deseos de mi corazón, esa esperanza.


    ¿Qué es un digimon? ¿De dónde vienen? ¿Cómo llegan hasta este mundo? ¿Qué es exactamente el digimundo? ¿Por qué hay tanta inestabilidad entre nuestros mundos? ¿Por qué estamos conectados? ¿Qué es un digivice? ¿Qué es un digivices corrupto?


    Digimon, significa monstruo digital, ellos vienen de un mundo digital (mejor conocido como digimundo), llegan a nuestro mundo por medio de una apertura que se ha dado como parte de la inestabilidad de nuestros mundos, causada al inicio por deseos inocentes de pequeños digimon buscando su propósito en la vida, y la única forma que tienen para traspasar esa pequeña apertura es por medio de la conexión emocional entre ellos y alguna persona de este mundo.


    Lucemon y yo, nos hemos conectado a través de un sentimiento en común, el cual creó el digivice como un tipo de contrato entre nosotros, pero así como hay digivices “legales” (por llamarlos de algún modo), existen digivice corruptos, los cuales son ocasionados por fuertes sentimientos negativos que se conectan con digimons que representan ese sentimiento negativo, corrompiéndose entre ellos de una forma dolorosa y lenta, haciendo un digivice forzado que los obliga a estar unidos hasta que uno de los dos muera, lo cual sólo puede ser detenido por medio de la ruptura del digivice.


    Un digivice corrupto puede agrandar la apertura y causar estragos en el mundo real; empezando por pequeños terremotos, derrumbes, tormentas que irán aumentando en gran medida hasta la destrucción de ambos mundos que no deberían coexistir. Como monstruos reales que van consumiendo todo a su paso.


    Por eso estoy aquí… —Lucemon me miró fijamente— los dioses del digimundo me han mandado a interceder por ambos mundos y eliminar la inestabilidad que se está creando.


    ¿Y qué tengo que ver en esto? —le pregunté con cierto desdén, ya en calor de mi habitación, con él sentado en el marco de mi ventana.


    Sólo podía traspasar la apertura por medio de un digivice —él me miró— un digivice creado por sentimientos puros iguales a los míos, hacer una conexión.


    Podría decirse que fui algo así como tu boleto de avión —dije con una sonrisa sarcástica.


    ¿Avión? ¿Qué es eso? —sus alas se extendieron, dejando caer delicadamente plumas desde el balcón, su rostro era iluminado por la luz de la Luna y le daba un toque de inocencia.


    Es decir, sólo me utilizaste —me levanté un tanto molesto.


    ¡Oh! En lo absoluto —él me sonrió— creo no has entendido algo fundamental aquí, tú y yo estamos conectados, tenemos el mismo sentimiento, el mismo dolor, si eso no existiera no estaría aquí y no existiría ese digivice. Nos necesitamos, hay algo que ambos queremos proteger, algo que ambos queremos cambiar, y creemos en que eso un día pasará —una energía fluyó por todo mi cuerpo y el llanto estalló nuevamente, por primera vez en mucho tiempo no me sentí solo, ¿Qué es ese sentimiento?


    Por más que lo pensé, por más que recordé, ese sentimiento estaba latente ahí, haciéndome llorar, haciéndome seguir hacia adelante, y aún así… no tomaba forma para mí, ¿Qué es? Como algo rompiéndose y a la vez sosteniéndose con pequeños hilos, tratando de jalar para que no se rompa, ¿Qué son esos hilos que me hacen ser fuerte? Estos son los hilos que me unen a Lucemon, y aún cuando los veo siento que no los puedo tocar.


    Cuando esto acabe, debes romper también nuestro digivice —dijo con una cara llena de seriedad.


    ¿Qué pasará con nosotros? —le pregunté, un poco solitario.


    ¿Yo? Volveré a mi mundo —no dijo más y se alejó volando por el cielo, yo lo miré unos segundos como se alejaba, tomé mi mochila y mi bicicleta y pedalee lo más fuerte que pude.


    <<¡Monstruos! Ellos son monstruos que amenazan con destrozar todo lo que amamos>>, trato de convencerme de eso, me lo repito cada día tratando de olvidar la soledad, tratando de entender ese sentimiento que me hace ver hacía adelante, que me permite seguir peleando. Porque en el fondo no quiero quedarme de nuevo solo, porque después de tanto tiempo por fin encontré a alguien que se siente como yo, que me hace sentir que la vida sigue avanzando incluso para alguien como yo.


    Porque puedo sentir sus latidos a través de este aparato que llaman digivice, es porque puedo sentir el dolor de su pecho tan parecido al mío, que me hace avanzar con furia y buscar la forma de ayudarlo, cambiar el futuro de alguno de los dos, eso sería más que suficiente, porque… todo, sin importar que, se puede arreglar, ¿No es así?


    Quiero creer en eso, quiero esperar y luchar porque algo siempre pueda cambiar, y aún así siento que esos hilos se empiezan lentamente a romper. No lo entiendo, por más que lo pienso, ¿Cuál es el verdadero sentimiento que me une a Lucemon? ¿Qué sentimiento es aquel que puede cambiarlo todo y sostenerte aún cuando estás al pie del abismo?


    Ese sentimiento nunca apareció, mi digivice no fue capaz de brillar para purificar la obscuridad, en cambio, Itchi pudo hacerlo sin problema, ¿Por qué ella lo puede ver y yo no? ¿Qué es lo que cambia? ¿¡Por qué no lo puedo entender!? ¿¡Por qué todo siempre tiene que ser así para mí!? Yo sólo quiero huir, escapar de la mirada de ella, de todos.


    — Narahama… —me habla Lucemon a mis espaldas, por mala fortuna pasábamos por un callejón sin gente.


    — ¡Cállate! ¡Vete! —le grito, mientras camino con brusquedad.


    — Oye, tranquilo… —él trata de acercar su mano a mi hombro— …eso sólo fue…


    — ¡Basta! —me giro violentamente golpeando mi mano— ¡Maldita sea, sólo cállate de una vez!


    — Narahama, tranquilo —él sonríe pero eso me enfurece más.


    — ¡No! ¡No voy a estar tranquilo! —bajo la mirada mientras frunzo el ceño, mis lagrimas salen, mi voz se quiebra, y mi cabeza arde— Yo… estoy harto. Todos, todos me dejan: mi hermana, mamá, papá, y… tú también lo harás, me siento solo, me siento frustrado, me siento molesto.


    — Vamos… —él intenta nuevamente acercarse, pero yo doy un paso hacia atrás.


    — ¡Que no! —le grito nuevamente— trato de convencerme que todo va a salir bien, que no estoy solo, que si soy paciente, todo va a salir bien… pero, eso es sólo una mentira —lo miro fijamente— ¿Qué es esto? ¿Qué estoy haciendo? No puedo cambiar nada, por más que me esfuerce, nada cambia. Incluso ahora… no entiendo, ¿Qué nos conecta a ti y a mí?


    — Nara… —él trata de tocarme pero al extender su mano, siento su dolor conectarse a mí por el digivice, como una punzada en la mano— ¡Ay!


    — ¿Qué es esto? —ese dolor punzante en nuestra mano, como fuego, hace que me arrodille al suelo por la intensidad.


    Toco mi bolsillo, una luz verde se mancha con tonos obscuros, mi digivice es rodeado por energía negativa que va manchando lentamente la base del mismo, sin avanzar, sólo como una pequeña mancha que brilla discretamente a la luz de la obscuridad. Esa luz que arde, que duele, provoca por un momento que me cueste respirar y al ver a Lucemon, veo sus mejillas enrojecidas mientras los tatuajes de su mano izquierda se obscurecen levemente.


    — Al final, sólo es una pelea de vínculos en que es más fácil contaminar que purificar —Lucemon por un momento habla con una voz tenebrosa mientras sus ojos brillan en medio de la obscuridad.


    La corrupción se ha filtrado en mi corazón, y no creo poder cambiarla, porque la soledad duele mucho.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  15.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    2457
    Capítulo 10: Lazos.


    En otras noticias, aún no se localiza el paradero actual de la idol Akari Tsuki —la televisión sonaba de fondo, aquella mañana, mientras desayunábamos— se teme sea un secuestro y la seguridad de la joven de doce años de edad se encuentre comprometida, por lo que…


    — Que terrible —dice mi madre mientras apaga el televisor.


    — ¿Akari Tsuki? —era una cantante muy famosa entre los chicos de mi edad; llevaba unos cuatro meses desaparecida y se pensaba al inicio que había sido un secuestro, pero lo cierto es que nadie se había comunicado con la familia ni se había pedido recompensa alguna por ella, por lo que se temía fuera algo más grave.


    — ¿Qué pasa? —pregunta Tobi.


    — Nada cariño —dice mi madre mientras acaricia su mejilla.


    Aunque la situación de esa cantante no era mi problema, me ayudaba a distraerme de mi realidad. Había ya pasado unos meses desde los sucesos con Ficatremon, y pues mi vida había dado un giro de 180 grados en muchos aspectos; empezando por la relación que ahora tenía con mi madre, no es que me dejara de querer, pero se había vuelto muy fría y se enfurruñaba mucho con mis evidentes mentiras sobre mis salidas y heridas, así mismo, Ryu no me dirigía la palabra en la escuela, salvo que fuera algo fundamental como preguntarme la tarea, ir a las practicas del equipo, y cosas así.


    En cuando al superior Narahama, ¿Por dónde empiezo? Desde la purificación y destrucción de aquel digivice, cuando apareció Wizardmon, no habíamos hablado. De alguna forma, él no logró activar la luz de su digivice, era como si realmente desconociera el sentimiento que le unía a Lucemon y eso me mantenía confusa. De los dos, él fue el primero en obtener dicho lazo, aun así, parecía incapaz de reconocerlo con sus propios ojos el qué lo unía a aquel digimon.


    — Vaya problema… —digo con las manos en mi nuca mientras camino hacia la escuela.


    — ¿Qué pasa Itchi? —Ficatremon hablaba mientras caminaba en la barda en cuatro patas como un gato. Quitando su pata derecha, que era un pequeño cañón, se podía decir que sí parecía un gato. Después de nuestra pelea con ese digivice corrupto, pasó un tiempo como Catmon pero posteriormente volvió a digievolucionar a Ficatremon.


    — Aún pienso, ¿Por qué el superior Narahama no pudo entender su conexión con Lucemon? ¿Por qué su digivice no fue capaz de emanar luz? ¿Por qué yo sí pude?


    — Bueno, puede haber muchas razones —murmura Ficatremon— no es tan fácil como uno pensaría. ¿Qué nos une a otras personas? ¿Qué hace que estemos aquí? Como la relación que tienes con tu madre, tu hermano y otras personas, ¿Cómo sabes exactamente que te une a ellas? Tú sólo das por sentado esos vínculos.


    — ¿Dar por sentado? —me detengo en seco y le miro fijamente.


    — Tú estás conectado a todas las personas, de alguna forma, y ese vínculo simboliza un sentimiento o una promesa, a veces son frágiles y otras veces son robustos y poderosos. Pero… ¿Realmente sabes que te une a esas personas? Muchas veces sólo damos por sentado que estarán ahí —comenta Ficatremon.


    — Aun así… yo comprendo mi vínculo contigo —le digo— ¿¡Por qué puedo y él no!?


    — Lazos diferentes, personas diferentes —responde.


    — Y sobre Wizardmon… —bajo la cabeza— ¿Él también tiene un compañero?


    — Probablemente —Ficatremon se sienta como un gato cualquiera mientras me mira fijamente.


    — ¿Quién será? ¿Por qué nos ayudó? —pregunto confusa— ¿Será corrupto?


    — Él mismo admitió no ser un digimon corrupto, su lazo probablemente sea legítimo y haya un digivice detrás de él —su voz se escucha seria— pero sobre quién sea su compañero, es algo que no podría decir. Aunque sus fines deben ser parecidos a los nuestros si decidió ayudarnos.


    — Él dijo que su compañero se lo pidió, ¿No? —comento de forma pensativa— probablemente el superior Narahama o yo lo conozcamos, la pregunta es… ¿Quién es su compañero?


    — Bueno, eventualmente aparecerá —comenta Ficatremon— no creo que sea algo que debamos cuestionarnos ahora.


    — Quizá… —se escuchan los veloces pasos de un niño y Ficatremon corre velozmente sin que pueda decir más.


    — ¡Itchi! —siento un golpe en la cabeza que casi me tira al suelo.


    — ¡Ay! ¡Idiota! —me sonrojo furiosa.


    — ¿Qué te pasa? ¿Estás en las nubes? —él sonríe mientras entre risas empieza a caminar a mi lado.


    — Kinisha… —refunfuño— es muy temprano para empezar a ser un tonto, ¿No crees?


    — Últimamente te has vuelto muy gruñona —él comenta mientras me mira fijamente— ¿Qué es lo que te preocupa? —me sorprendo un poco por la pregunta mientras bajo la mirada.


    — ¿Qué debería hacer? —pregunto con una voz baja.


    — ¿Sobre qué? —él me mira.


    — Ryu sigue molesto… —comento.


    — Ya veo… —él mira al cielo, sin hacer nada más. Parece que piensa en algo, pero al final no dice nada al respecto; me detengo en seco y suspiro.


    — Estaba pensando sobre las personas que conozco… —hablé lentamente— …y sobre las conexiones que tenemos entre nosotros.


    — ¿Qué clase de conexión? —él me pregunta, su mirada se encuentra fija en mí.


    — Sobre que nos hace similares y que nos une —aprieto un poco los puños— por ejemplo, tú y yo hemos sido amigos demasiado tiempo, pero… ¿Qué es lo que realmente ha provocado esto?


    — Suena complicado, pero… —él me empuja levemente de la espalda— … ¿En realidad importa? —sin decir más, empieza a caminar solo, mientras le miro fijamente.


    Las clases comienzan y me quedo mirando el cielo a través de la ventana, el equipo de futbol está practicando afuera, pero no está el superior Narahama. Aún recuerdo aquellos momentos en que podía verlo, y la admiración que sentía al verlo anotar un gol.


    Era tan diferente a lo que creía en ese entonces; su sonrisa era transparente y pura, me hacía pensar que nada a su lado saldría mal, y por algo era el capitán del equipo oficial de la escuela; pero, fuera de eso, nos encontrábamos con un chico amargado y enfurecido con las cosas que no entendía. Y, aun así, no podía evitar sentir preocupación por él.


    “Lazos diferentes, personas diferentes”, me quedo pensado en esas palabras sin llegar a nada concreto. Lo que me une a otras personas, ¿Qué es? ¿Cómo se llama? ¿Por qué siento que es fácil de entender y a la vez no? Claro, hablo de los recientes sucesos que han acontecido en mi vida, y siento que nada encaja aún.


    — ¿¡Cómo que no vas a entrenar!? ¡Eres la capitana! —Kinisha grita furioso.


    — No tengo ánimo, es todo —giro la cabeza— ni si quiera sé si quiero competir.


    — Itchi, no puedes hacernos eso —habla Toshi— Ryu, Kinisha y tú son nuestros mejores jugadores; Kinisha es un buen centro y tú y Ryu hacen un buen balance como delanteros. Sin ti, el equipo pierde balance.


    — ¿Y qué? —me expreso molesta.


    — ¿¡Y qué!? —habla Kinisha, pero antes de poder seguir diciendo algo, Ryu le agarra del hombro.


    — Si quiere irse, que se vaya… ¿Quién la necesita? —y se gira. Al verlo alejarse, me da un vuelco al corazón. ¿Qué nos lleva a esto? ¿Por qué me odia? ¿Por qué no puedo decirle?


    — Gracias por entender —me giro bruscamente mientras camino sin rumbo, por los alrededores de la escuela.


    Mis pasos son lentos, mientras pienso en la fría mirada de Ryu que aún no es capaz de perdonarme. Sé que le debo una explicación a él y a mi madre, sé que mis acciones son injustificadas, pero no sé cómo decirles lo que está sucediendo, y me da miedo la reacción que tengan al descubrirlo.


    Me siento en una jardinera, respiro hondo; me pregunto sobre lo que estoy haciendo mal, sobre lo que debo hacer: ¿Proteger a ficatremon o decirle la verdad a los demás, aunque eso me aleje de mi nueva amiga? He pensado tanto sobre el asunto que me duele la cabeza, que siento como mi pecho se acelera y mi cuerpo se llena de un frío sudor, entonces empiezo a llorar.


    — Esto… oye… —una pequeña voz— … ¿Estás bien?


    — ¿Eh? —miro a la persona que acaba de hablarme.


    — ¿Estás… bien? —vuelve a preguntar.


    — ¿Saionji? —era la chica nueva, que hace poco se había incorporado a nuestra clase. Me sonrojé un poco al recordar lo mal que la había hecho sentir el primer día que llegó.


    — Amm… sí, me alegra que me recuerdes —ella se sienta a mi lado, a unos veinte centímetros de mí— emm… ¿Morinaga?


    — Sí, soy Morinaga Itchi —le miro fijamente; normalmente no hablaba con chicas, principalmente porque no compaginaba con ellas como con los hombres, por ello no sabía que decirle para hacer ese momento menos incómodo— aunque, puedes llamarme Itchi.


    — Está… está bien —ella tartamudea un poco y hace una sonrisa forzada— Itchi; tú también, puedes… llamarme Tama.


    — ¿Estás asustada? —le pregunto al ver como aprieta sus manos contra su vestido, arrugando la tela, y como sus ojos parecen a punto de llorar, aunque la que estaba llorando era yo.


    — Sí… digo, no… este… perdón… —ella sacude la cabeza, se ve tan linda que no puedo evitar reír, lo cual causa que ella se ponga completamente roja.


    — Lo siento, no te ofendas —le digo con una sonrisa, secando mis lágrimas.


    — Siempre lo arruino… —escucho que susurra.


    — ¿Arruinar que? —me acerca un poco más a ella— al contrario, creo me has hecho sentir mejor —ella me mira confundida.


    — ¿En serio? —ella me mira con incredulidad.


    — En serio —asiento con la cabeza— vine aquí porque me sentía mal; bueno, sé que nunca hemos hablado y probablemente no te di una muy buena primera impresión, pero me gustaría decirte que las cosas no han estado bien para mí en este momento.


    — ¿Qué sucede? —ella me mira.


    — No sabría decirlo —suspiro y la miro— ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? —ella se endereza y se pone rígida.


    — Bueno, es complicado… —se queda en silencio, como si aguantara la respiración, y su cuerpo tiembla mientras parece que en cualquier momento estallará en llanto.


    — Tranquila, no voy a comerte —digo ese chiste, tratando de relajar el ambiente; ella me mira, frunciendo el ceño, para luego suspirar pesadamente.


    — Me cuesta hablar con las personas, por lo que aún no tengo amigos aquí desde que me mudé, así que… —ella baja la mirada al suelo— …vengo aquí a practicar como hablar con los demás.


    — ¿En serio? —ahora que lo pensaba, nunca la había visto hablar con alguien del salón; siempre estaba sola, en su asiento, leyendo algún libro o escribiendo en su cuaderno.


    — Sí… —ella se sonroja y empieza a llorar— …la verdad es que soy una cobarde, y no sé qué hacer al respecto —arqueo una de mis cejas mientras me levanto y me sacudo un poco los pantalones.


    — ¡Bien! ¡Decidido! —ella se gira a mirarme— yo seré tu primera amiga aquí.


    — ¿Mi amiga? —ella me mira fijamente, mientras las lágrimas aún fluyen de sus mejillas— ¿Por qué harías eso? ¿Qué te haría estar cerca de mí?


    — ¿Debe haber una razón? —le digo eso, ofreciendo mi mano.


    — Yo… —ella parece dudar; trata de tomar mi mano y a la vez la aleja— …no lo sé, digo, nunca hemos hablado propiamente. ¿Qué haría que nos pudiéramos llevar bien?


    — ¿En realidad importa? —escucho una voz familiar a mis espaldas y me giro.


    — Kinisha… —mi corazón retumba. Él no estaba en la práctica del equipo de nuestro salón, él estaba ahí, diciendo las palabras que había dicho aquella mañana.


    — ¿Quién eres? —pregunta Tama, un poco confundida mientras parece a punto de tener un ataque de ansiedad.


    — ¡Kinisha Azuma! Puedes llamarme Kinisha —él se acerca a un paso veloz— y puedo decir que no debe haber una razón para que Itchi, o cualquiera, quiera ser tu amigo. Y aunque la hubiera… ¡No importa!


    — ¿Eh? —yo me giro y estoy a punto de responder cuando Tama, sorpresivamente, alza su voz un poco.


    — ¿¡Cómo dices que no importa!? —ella llora un poco más.


    — Porque no lo es… —él se bufa un poco— ¿Sabes? Esa niña fea con la que estás hablando es engreída, enojona, gruñona, machorra, y aun así estoy aquí, haciendo un lado una práctica muy importante de futbol, sólo para buscarla. Y eso lo hago porque es mi amiga —para ese momento, no sabía si enojarme o sentirme conmovida.


    — Bueno… no lo entiendo, no lo sé —ella baja la mirada.


    — Tama… —empiezo a hablar— te cuestionas sobre no tener amigos y ser una cobarde, pero cómo sabes eso si no te das la oportunidad de intentarlo.


    — Me da miedo… —ella admite— …tengo miedo de equivocarme.


    — ¿En qué te puedes equivocar? —Kinisha se sienta junto a ella, quedando ella en medio de los dos.


    — No lo sé, decir algo equivocado, u ofensivo —ella mueve la cabeza a los lados.


    — ¿Y? Todos nos equivocamos alguna vez con las personas —habla Kinisha— pero una persona que te aprecia y te entiende se dará su tiempo y te perdonará. Porque los amigos están ahí para ti, siempre, no importa cuántas veces te equivoques.


    — Aparte, ahora estás hablando con nosotros —le sonrío— y no creo que te estés equivocando en este momento.


    — Entonces, ¿Ustedes serían mis amigos? —sus ojos se vuelven cristalinos, yo tomo su mano y Kinisha su brazo.


    — Yo sí —Kinisha sonríe y ella se sonroja.


    — Yo también.


    El atardecer llegó, y en mucho tiempo sentí paz a mi alrededor por un minuto. Pensaba en las palabras de Kinisha sobre la amistad, y pensaba en mi situación con Ryu, él había sido mi amigo desde hace muchos años y sabía que él solo estaba enojado, si habla con él, todo volvería a la normalidad. O por lo menos quería creer en eso.


    Porque los lazos se forman con el tiempo, a veces con palabras que causan un gran impacto, y esos lazos son difíciles de romper; con el tiempo todas las personas que están conectadas a ti entenderán tus sentimientos, o eso quiero creer. Quiero pensar que las cosas con mi madre se solucionarán, que podré ayudar a Ficatremon, que podré hacer entender al superior Narahama mi punto de vista y lograré que Ryu me perdone por no ser más honesta con él.


    Pensando en eso, camino rumbo a casa, viendo el cielo del atardecer y pensando en lo libre que me siento, en que las cosas se pueden solucionar dando un paso adelante y enfrentando las consecuencias. Porque si una persona te entiende y te comprende, te dará tu tiempo para explicar lo que está sucediendo en tu vida.


    — ¡Itchi! —veo a Ficatremon encima de una cornisa, sentado como un gato común y corriente y una linda sonrisa en su rostro.


    — ¡Hola! —le devuelvo la sonrisa— tengo algo que contarte hoy.


    — ¿En serio? —ella asiente— me gustaría escucharlo en el camino, porque veo que ya te sientes mejor.
     
  16.  
    Yoko Higurashi

    Yoko Higurashi Usuario común

    Piscis
    Miembro desde:
    27 Mayo 2011
    Mensajes:
    375
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Digimon Magic
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    2270
    Capítulo 11: Tiempo fuera.


    — ¿Estarás bien? —pregunto, aunque sé que es mi culpa que esto esté sucediendo.


    — No lo sé —Lucemon contesta de forma temblorosa, su hombro derecho se ha cubierto de una mancha obscura— esto… podría ser crítico.


    — ¿¡Por qué pasa esto!? ¿No sé supone que nuestro lazo es legítimo? —digo con un tono desesperado. No habíamos dormido en toda la noche, mientras intentábamos mitigar el dolor que sentíamos.


    — Lo es, pero hasta los sentimientos más puros pueden ser fácilmente corrompidos —contesta, mientras se levanta y abre la ventana— quiero salir un rato.


    — Lucemon… —sin decir más, se va.


    Veo la ventana abierta y el sol brillante, mis ojos me duelen y la cabeza me da pulsaciones, empiezo a rascarme la cabeza con desesperación mientras poso mi rostro entre mis piernas. Siento el dolor en mi hombro, en mi pecho, ganas de llorar, de gritar, de escapar lejos.


    Decido bajar a desayunar, la mesa está vacía y veo una nota: “Me fui temprano y probablemente regrese hasta tarde; ten cuidado. Papá”. Leo eso y suspiro, por alguna razón ya no me sorprendía que no estuviera ahí. Al inicio era difícil estar solo, pero eventualmente me había dejado de importar, de algún modo había aceptado que ya no tenía una familia a mi lado y sólo me quedaba avanzar.


    Saco un tazón, leche y cereal; ese es mi típico desayuno, cada mañana. Por un momento me quedo viendo como la leche burbujea cuando hundo las hojuelas de maíz en ella, y escucho el crujir de las mismas en mi boca. Una vez termino de comer, lavo los platos, tomo mis cosas y me dirijo a la escuela.


    Me dirijo rápidamente al salón de clases y me siento en mi pupitre. Al fondo del salón, pegado a la pared de la puerta. Suspiro mientras cierro mis ojos, me siento mareado, con un dolor constante, apenas puedo mantener la conciencia y me pregunto si esto es lo que está sintiendo Lucemon.


    ¿Por qué tenía que pasar esto? ¿Por qué siempre tenía que ser tan difícil? Mi hermana, mi madre, mi padre… todos me dejan solo. No importa cuántas vueltas le dé al asunto, empiezo a perder la esperanza de que algo en mi vida cambie, y el dolor de mi pecho no se detiene.


    Al final, sólo es una pelea de vínculos en que es más fácil contaminar que purificar —eso fue lo que dijo Lucemon, y esas palabras aún rondaban en mi cabeza.


    Decidí no practicar futbol ese día, probablemente no lo volvería a hacer… ¿Qué sentido tiene hacerlo? Si nada lleva a la felicidad, no importa que haga, no puedo hacer nada bien.



    Después de clases, me quedé un rato mirando la ventana; el cielo era el mismo de siempre, con un brillante sol. En el patio estaba Morinaga y sus amigos; me sorprendí un poco cuando descubrí que le gustaba el futbol y debía admitir que era buena delantera.


    — Me gustaría jugar con ella… —susurré sin darme cuenta, eso me sorprendió un poco; yo estaba sonriendo. ¿Hace cuánto de mi última sonrisa sincera? Eso se sentía raro para mí, fue sólo por un segundo, pero yo me sentí un poco más ligero.


    Morinaga era una chica peculiar, de un carácter explosivo y sumamente sensible, aun así… ella se preocupaba por los demás. Supongo que su vida no había sido tan difícil como la mía, ella aún sonreía y siempre tenía aliento para su compañero digimon, a veces me preguntaba cómo lo hacía.


    Pero a veces, era como yo, discutiendo con sus amigos y alejándose para estar sola. Ahí estaba ella, alejándose de la cancha de fútbol, eso también me sorprendió un poco, pero supongo que la experiencia de nuestra última pelea no fue fácil tampoco para ella.


    Tomé mis cosas y salí del salón; una parte de mí quería ir tras ella, pero no tenía sentido, fuera de las veces que combatíamos contra un digimon corrupto, nunca hablábamos. ¿Qué podría decirle? No importaba que situación imagine, eso saldría terriblemente mal; para empezar, he dicho tantas cosas malas de los digimon e incluso he tratado de quitarle su digivice, así como no fui muy útil en nuestra última pelea.


    — Tonishima… eres un tonto —camino lentamente, fuera de la escuela, mientras busco una tienda de flores.


    — Hola chico, ¿Vas a comprar algo hoy también? —la dueña del local es una mujer mayor, aunque no es una anciana. Ella me mira con compasión, mientras acerca unos tulipanes con delicadeza a sus manos.


    — Sí… —me encojo de hombros, con las manos en los bolsillos— ¿Qué me recomienda llevar hoy?


    — Las rosas siempre son una buena opción, pero como notarás… —dijo mientras acercaba las flores de sus manos a mi cara— los tulipanes se ven especialmente lindos hoy.


    — Mmm… —veo aquellas flores blancas, con ese aroma tan peculiar. Una parte de mí quiere sonreír, aunque ya no hay una razón para hacerlo; a veces me pregunto porque sigo viniendo— …suena bien —me encojo de hombros, nuevamente, checando mi cartera para ver si me alcanza con el dinero que tengo.


    — Tranquilo, por esta vez son un regalo —la mujer sonríe— siempre vienes a comprar flores, ¿Hay alguien enfermo?


    — Sí, mi madre —inclino la cabeza mientras le vuelvo a ofrecer el dinero— por eso me gustaría pagar las flores de hoy también.


    — ¡Oh no! Acéptalo, es un simple regalo. ¿Sabes? A veces hay que hacer buenas acciones. Y si puedo ayudarte con un par de flores cada cierto tiempo, quizás estoy haciendo una buena acción —ella sonríe y me fuerza a tomar las flores.


    — ¡Gracias! —inclino el rostro nuevamente mientras cargo los tulipanes y empiezo a caminar hacia el hospital.


    La luz del sol se suaviza y el viento corre suavemente, se siente refrescante, y me hace sentir más ligero a la hora de dar mis pasos. Me cuestionó sobre qué es lo que estoy haciendo en este momento, por qué me sigo esforzando en hacerla sonreír cuando ella ya no quiere seguir viviendo, o sobre cómo puedo fallar en todo lo que intento. Pienso que, si mi hermana estuviera aquí, todo sería diferente, todo sería más fácil, pero debo aceptar que ella jamás regresará, que ella está lejos y yo sigo aquí, varado con dos padres que han perdido las ganas de vivir sus vidas.


    — Lucemon… ¿Estás aquí? —me detengo en seco mientras siento un fuerte dolor en el pecho.


    — Sí… —la calle está solitaria, en aquel atardecer. Lucemon está pegado a un poste de luz, recargado en el mismo— … ¿Qué sucede?


    — ¿Qué nos conecta a nosotros? —le pregunto.


    — ¿Acaso no es obvio? —él está jadeando, su rostro está enrojecido, remarcando el dolor que siente— ¿Aún no lo comprendes?


    — ¡No! ¡No puedo! —mi cabeza gira, siento su dolor, todo lo que recorre su ser. ¿Por qué le hago esto? ¿Por qué nos hago esto? ¿Qué gano?


    — Es algo que deberías saber, es el sentimiento que te ha gobernado en cada paso de tu ser desde que iniciamos este camino —su mirada se clava en mí, y siento que lo odio, siento que lo detesto.


    — ¡No lo entiendo! —frunzo el ceño y aprieto mi pecho, mi corazón parece a punto de estallar— ¿¡Qué sentimiento puede ser ese!? —sus ojos me miran, suplicantes.


    — ¿Realmente lo cuestionas? —sus alas se extienden y veo las marcas obscuras estar llenando cada vez más su cuerpo— cuando es aquello que te da la fuerza de seguir adelante.


    — No creo que tal cosa exista —muevo la cabeza, mi aliento me falta y siento que en cualquier momento voy a perder el conocimiento.


    — ¿Por qué? —su mirada fría, como si en cualquier momento se pudiera romper.


    — Yo ya no quiero seguir adelante —suelto las flores, que caen al suelo suavemente, algunos pétalos se zafan y se distribuyen alrededor.


    — No deberías decir eso —duele el corazón, y siento como todo se destruye en nuestro interior.


    — ¿¡Por qué!? —grito— ¿¡Acaso este “sentimiento” me va a ayudar a recuperar a mi hermana!? ¿¡Hará que mi madre se recupere!? ¿¡Hará que mi padre esté más tiempo conmigo!?


    — ¿No creías tú firmemente en eso? —sus alas, poco a poco, se tiñen de un tono gris, casi negro.


    — ¡No lo sé! Yo… ya no lo sé —miro al cielo, que pronto se volverá completamente obscuro— ¿Me sirve de algo creer en eso?


    — ¿Sabes por qué estoy aquí? —Lucemon se acerca, sus pies descalzos tocan la acera y pisan algunos de los pétalos, de las flores que acababa de tirar.


    — Es para cerrar la apertura que hay entre tu mundo y mi mundo, ¿No? —muevo la cabeza.


    — Sí, pero para llegar aquí, primero tuve que encontrarte —su respiración se vuelve pesada— la realidad es que nosotros tenemos una conexión. ¿Acaso no recuerdas lo primero que te dije cuando te conocí?


    “Tú y yo estamos conectados, tenemos el mismo sentimiento, el mismo dolor, si eso no existiera no estaría aquí y no existiría ese digivice. Nos necesitamos, hay algo que ambos queremos proteger, algo que ambos queremos cambiar, y creemos en que eso un día pasará”.


    — No lo entiendo del todo —saco el digivice, el cual se ha obscurecido cada vez más. Erradicando, poco a poco, su color original— ¿Cómo esta conexión se está volviendo en esto? —una parte de mí empieza a llorar.


    — Creo no lo estás entendiendo —él mueve la cabeza— si pudieras entender, qué es lo que nos une. Entenderías el porqué de todo esto.


    — Es que ya no quiero entenderlo —las lágrimas salen de mi rostro— ya no puedo con esto.


    Me tiro al suelo, abrazando mis piernas. Así es, ya no puedo más con esto, con el mundo, con la vida. Es como estar en un cuarto lleno de puertas, y todas, lentamente, se están cerrando frente a mis ojos. No importa cuánto corra para alcanzar una puerta abierta, todas se cierran en automático, y yo sin poder hacer nada.


    ¿De qué sirve creer que algo va a cambiar? ¿De qué sirve creer que el mundo será diferente? Aquí estamos, hablando de aquellas cosas que no entiendo. Cuando mi hermana se fue, todo se derrumbó; quise creer que todo estaría bien, que mi familia y yo, podríamos salir adelante. Bien dicen, todo lo malo tiene un fin, y a veces, si la vida te da limones…


    Pero la verdad, es que no funciona así. Mis padres se distanciaron demasiado, incluso se divorciaron, y cuando empecé a vivir solo con mi madre, ella me evitaba a toda costa. Mucho trabajo no debería ser capaz de separarte de tu hijo, pero así fue. Ella enfermó, ella quiere morir, y mi padre… ésta haciendo lo mismo.


    Es como si después de Sakura, todo hubiera dejado de importar, incluso yo. Como si fuera el sobrante de esta familia, y el núcleo de la misma hubiera desaparecido. ¿En qué puedo creer ahora? Todo, absolutamente todo se derrumba.


    — ¡Ah! —escuchó el grito de Lucemon— por favor, Narahama… ¡Deten esto!


    — Ya no lo soporto, odio todo esto… yo… —no puedo parar de llorar.


    ¿Se supone que un niño viva todo esto? ¿Es normal que siempre me sienta solo? Yo quiero volver a sonreír, quiero volver a vivir, pero ya no puedo, no sé cómo hacerlo. Estoy cansado de esperar que un milagro pase, que todo esto se acabe; estoy cansado de soñar que un día las cosas volverán a ser como antes, al final… ¿De qué sirve ésta absurda esperanza?


    — Por favor, por favor… recuerda que te une a este mundo, que nos une a nosotros —mi corazón palpita y decido levantarme y correr.


    — Yo no quiero recordar, no necesito hacerlo —una de las alas de Lucemon se ha vuelto totalmente negra, o eso logré ver antes de echar a correr.


    Quiero escapar, escapar de todo: mi familia, mi vida. Corro sin rumbo, sin saber a dónde voy, las lágrimas no cesan y mi cabeza comienza a dar vueltas. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué seguir con esta farsa? ¿¡Por qué no puedo ser como los demás chicos!? Me gustaría ser como Morinaga y sus amigos: despreocupada, alegre, positiva.


    A veces quiero creer que el dolor que siento no es real, que la envidia que siento es normal. Cuando veo a Morinaaga, me pregunto si ella tendrá una vida tan maravillosa, si ella nunca ha sufrido, y me hace sentir que nada tiene sentido. No tiene sentido ver a mi madre, si ella también se ha rendido, y tampoco tiene sentido regresar a casa si no tengo a nadie que me reciba.


    No entiendo del todo los motivos de Lucemon, ni por qué nuestra conexión es tan débil que se contamina con rapidez, sin saber cómo detenerlo. Dice que hay que cerrar la grieta en nuestros mundos y he aceptado ayudarlo, pero cuando todo se solucione, ¿Volveré a estar solo?


    Por eso no quiero apegarme, no quiero encariñarme. Por eso para mí son monstruos sin corazón y debería ser así. Pero… aún me siento solo, y negar a Lucemon es negar la poca cercanía que tengo con alguien, pero ¿En qué puedo creer? Si él se va, ¿Qué pasará conmigo?


    El cielo se obscurece por completo y no tengo lugar a dónde ir, camino sin rumbo, y veo a una persona familiar. Ella camina con su mochila al hombro, con la mirada perdida.


    — Morinaga… —susurro, ella se gira de golpe.


    — ¿¡Ah!? ¡Superior Narahama! —ella grita mientras da un paso atrás.


    — ¿Podría quedarme en tu casa? —pregunto con una mirada suplicante.


    — ¿Qué? —ella se sonroja por completo, sin entender mi solicitud. Pero me mantengo firme, necesito alejarme de todo, y pues quizás… esto sea el comienzo de éste deseo.
     
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso