Long-fic Destino Final [Naruto/Umineko/Higurashi]

Tema en 'Crossover' iniciado por Nami Roronoa, 23 Julio 2012.

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¿Qué pareja prefieren ver?

Poll closed 23 Septiembre 2012.
  1. Itachi/Sakura

    70.0%
  2. Sasori/Sakura

    30.0%
  1.  
    Yuriko Fate Granger

    Yuriko Fate Granger Usuario popular

    Cáncer
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    ¡wow! ¡Tanto tiempo Nami, me alegra saber que regresaste :D!

    Tienes razón, mientras más intriga genere, mejor. Es interesante ver que cada "pieza" digamos como que interactúe un poco con su bruja (y aún se me dificulta aprenderme los nombres). No puedo sacar conclusiones de nada porque se me es todo confuso (debería leerlo de vuelta).

    Hace rato que no leo un fic como el tuyo, la gran mayoría caímos en el cliché. Espero que puedas subir rápido la continuación.

    Besos!!!
     
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  2.  
    Musume Sato

    Musume Sato Entusiasta

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    Waw! Me encanta tu fic , la trama es sorprendente nunca había leído algo parecido .
    Espero la conti pornto!!!!
     
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  3.  
    Fanny Taka

    Fanny Taka Travesura Realizada~

    Leo
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    ¡Increíble! ¡Aunque no sepa nada de las otras series me ha encantado! No, ¡fascinado! Es que de verdad una ficción que se, cómo decirlo, mantengan a la par la dos series o anime es difícil de encontrar. Ya me lo leí, Nami, y sólo quiero decirte que sigas así y que, día a día, te volverás mejor escritora, de lo que por sí, ya eres. NaruHina mi OTP preferido (aunque eso no quiere decir que no acepto de otros personajes con él, ejemplo NaruSaku y NaruIno que son las más comunes) Eso creo que es todo y que siempre recibirás un review de mí, por lo que ¡adiós, Nami!
     
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  4.  
    Sasuki-chan

    Sasuki-chan Entusiasta

    Leo
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    :eek: wow no puedo decir mas qe eso qede tan facinada desde el epilogo qe no se qiero leer mas jeje gracias por invitarme a leer necesito leer mas de estos n.n' bueno sin mas yo me retiro ^^ Sayo...(=
     
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  5.  
    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

    Sagitario
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    Título:
    Destino Final [Naruto/Umineko/Higurashi]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    3318
    Sí, sigo arrepentida por haber tardado tanto en regresar, así que me presioné un poquito y, dado que es domingo y realmente no hay nada más que hacer en mi agenda, ¡he traído la conti! :D

    @Yuriko Clay Granger : Yup, regresé, me alegra que tú también sigas por acá, ¡y mucho! :D Me gusta ver a las brujas interactuando con otros personajes que no sean ellas dos, y no te preocupes, sus nombres son muy complicados lo se XD Espero esta continuación te guste también.

    @Akane Hyuga Amma : ¡Gracias Akane! Me alegra que te haya gustado tanto el fic y su trama, y espero te guste la conti :)

    @Fanny Taka : Me alegra muchísimo tu comentario, no tienes idea, ¡gracias gracias! :D Es verdad, es muy difícil, por eso es que agradezco mucho tus palabras, significa que tan mal no lo estoy haciendo, ¿no? XD Ah, el NaruIno me encanta, aunque no tanto como antes porque ahora me gusta más el NaruHina XD Y NaruSaku... no me gusta tanto como pareja, más que nada porque me encanta su amistad, pero si están bien escritos es otro tema... oops, me fui de tema, ¡disfruta de la conti!

    @Adrianita Hyuga XD : Oh pues me alegra que te haya gustado desde el prólogo (porque desde el epílogo iba a ser difícil, si aún no lo escribí XD). ¡Gracias por comentar, ojalá disfrutes de este nuevo capitulo! :D

    Muchas gracias a todos ustedes lectores, antiguos o recién incorporados, por seguirme hasta aquí. Y para los que están esperando ansiosamente el NaruHina, estén atentos para el capitulo siguiente, tendrá un giro que creo les gustará ;) Y ahora, basta de esto, ¡a la historia!



    Capitulo 6: Padre
    —¿Naruto-kun?

    El rubio volteó la cabeza hacia su lado. Hinata lo había estado observando tímidamente desde su pupitre, que se encontraba junto al del Uzumaki, mientras el chico formaba garabatos en su cuaderno con un aire de completa distracción, como si no se diese cuenta de donde se encontraba o que sucedía a su alrededor.

    —¿Hm?

    —Tu dibujo…

    Él miró su hoja como si la estuviese viendo por primera vez. Ahora, en el papel previamente pulcro había largas rayas negras, dibujadas rápida y furiosamente, como si el artista detrás de esas enojadas manchas oscuras estuviese transmitiendo profunda ira con cada línea.

    Se encontraban en un período libre de cinco minutos, el tiempo entre que Kakashi los abandonaba para ir a atender a los estudiantes de primaria y Shizune se desocupaba de sus tareas como asistente personal de Tsunade y preceptora de la escuela para impartirles lecciones a los de secundaria.

    La mayoría de los alumnos se encontraban hablando entre ellos en pequeños grupos, la noticia más impactante siendo el tópico de discusión central; el descubrimiento del cadáver de Umino Iruka, profesor de la escuela, una muerte que la policía había declarado como un suicidio pero que nadie del pueblo creía que ese había sido el caso.

    —Ya veo…

    Naruto siguió mirando su cuaderno por un largo rato, como si estuviese analizando una obra de arte. Finalmente, debió decidir que esa obra no valía mucho, pues arrancó la hoja del cuaderno y procedió a hacerla un bollo y arrojarla al cesto a la distancia, como si el cesto de basura fuese un aro de baloncesto.

    Acto seguido, el joven de ojos claros como el cielo por la mañana se puso de pie y se dirigió hacia la puerta, con pasos lentos y sin mucho entusiasmo, sin ese andar enérgico y optimista que nunca fallaba en animar a toda la clase, en especial a ella. Fue esa actitud la que la animó a seguir adelante en el pasado, a superarse a sí misma, que le dio esperanzas…

    —¡Naruto-kun! —saltó del banco y alzó la voz, incapaz de contenerse o de pensar antes de actuar, pero el rubio siguió y cerró la puerta tras él.

    El mundo se congeló por un segundo mientras ella miraba a esa puerta cerrada, esperando que se abriera, que Naruto entrase sonriendo y anunciando que se trataba de una broma. Pero no fue así, y Hinata sabía que no sería así.

    Ignorando una mirada inquisitiva de parte de Neji y Tenten, que habían estado susurrándose cosas el uno al otro desde hace rato no muy lejos de donde ella estaba sentada, Hinata abandonó el salón y cerró la puerta tras ella firmemente.

    El pasillo se encontraba desierto y no había señal alguna del Uzumaki, así que decidió probar su suerte y encaminarse hacia los baños. Caminó lentamente al principio, pero el silencio y su propia inseguridad la llevaron a apurar el paso, al punto de que ya no veía a donde iba ni recordaba la razón por la que se encontraba corriendo.

    Lo único que sabía es que debía encontrarlo. No soportaba ver a Naruto así, no era correcto, la estaba destruyendo. Él no podía derrumbarse, simplemente no podía, no lo permitiría. La muerte de Iruka era trágica y no esperaba que Naruto la soportara sin sentir pena o tristeza, pero esto era diferente… Naruto había soportado la muerte de sus padres, de su tutor, había vivido una tragedia y sobrevivió… pero nunca estuvo así. Algo no estaba del todo bien con él.

    Al no ver hacia donde se dirigía, no debió sorprenderla tanto cuando se chocó con alguien. El impacto fue mayor del esperado, y ella trastabilló y cayó al suelo.

    —¡Hinata! —la voz imponente de Tsunade fue lo que la impulsó a animarse a levantar la mirada.

    En efecto, a quien se había chocado no era al rubio que estaba buscando, sino a la directora de la escuela, la gran y voluptuosa Senju Tsunade.

    —Tsu… Tsunade-sama, ¡mil disculpas! —se disculpó la Hyuuga—. ¡No iba viendo a donde iba, yo… fue mi culpa, perdóneme!

    Los labios fruncidos de la directora se tornaron rápidamente en una mueca de confusión, que pronto se transformó en una sonrisa bondadosa al escuchar el tono de sincera pena en la joven. Le extendió una cálida mano y la ayudó a ponerse de pie.

    —Debe ser coincidencia, estaba por ir a buscarte —dijo Tsunade, suspirando—. Recibimos un llamado telefónico de Hiashi-san. Nos pidió que esperes en la entrada de la escuela, vendrá por ti.

    ¿Su padre venía a buscarla? Eso no sucedía desde… bueno, nunca había sucedido en verdad. Su relación con su progenitor no era la mejor de todas, pero en los últimos dos años ella creía que había mejorado un poco y no era tan fría como antes… aún así, ¿a qué se podía deber esto? ¿Acaso había ocurrido algo grave?

    Resolviendo que nada podía averiguar quedándose allí parada, le agradeció a Tsunade y tras una pequeña reverencia se marchó. Caminó lenta y pausadamente, quizás inconscientemente extendiendo el tiempo hasta que se encontrara con él, y finalmente llegó al hall de entrada de la escuela, que se encontraba desierto con una excepción.

    —Hermana —fue el saludo seco de Hanabi al verla llegar.

    Hinata asintió en respuesta. Su hermana menor estaba sentada en el escalón que había en la entrada, observando todo y a la vez nada en particular. Tomó asiento junto a ella, y se mantuvieron en silencio por un buen rato, admirando la naturaleza que crecía en las afueras del instituto.

    Neji llegó antes que su padre. Tsunade dijo que él también había sido convocado por Hiashi, y al llegar le extendió una mochila a su prima mayor. Su mochila, ¿cómo había podido olvidarla? Le agradeció a Neji y el joven se sentó en el espacio entre ambas; los tres se quedaron allí, serenos, esperando que pasara el tiempo.

    Como mínimo debió haber sido media hora, pero no creía que mucho más. Finalmente, un auto llegó a la escuela, y dentro de el Hyuuga Hiashi les hizo una seña para que entraran en el, acto que los tres realizaron sin un segundo pensamiento.

    No eran muchas las familias en Konoha que poseían autos, principalmente porque era un pueblo pequeño y todo el mundo caminaba, pero ninguna de esas familias eran Hyuugas, y no tenían el dinero que ellos tenían. Una de las ventajas de que el clan Hyuuga dominaba Konoha desde hace varias décadas, con Hyuuga Hiashi como el actual alcalde de la aldea, con asistencia de los clanes Uchiha y Senju para asegurar el efectivo mantenimiento de la misma.

    El simple hecho de que viniese en el auto significaba que esta no iba a ser una conversación placentera y estaba en lo cierto, pero la conversación no ocurrió. No aún, al menos.

    —Hiashi-sama, ¿hacia dónde nos dirigimos? —preguntó Neji tras cinco minutos dentro del auto, sentado en la parte trasera junto con Hanabi.

    —Neji, vas a acompañar a Hanabi a una reunión de suma importancia en calidad de guardaespalda —replicó el patriarca de la familia Hyuuga serenamente—. En esta reunión, Hanabi, te reunirás con Uchiha Itachi y Senju Nawaki. Confío que aprenderás una o dos cosas de ellos, y tú Neji, debes acompañar a Hanabi de regreso a casa, pues la reunión terminará bien entrada la noche.

    Neji y Hanabi asintieron, pero por sus cabezas cruzaba otra línea de pensamiento. La misma que por la cabeza de Hinata.

    Itachi y Nawaki eran los herederos de los clanes Uchiha y Senju, entonces, ¿por qué Hanabi asistía a una reunión con ellos y no Hinata, hija mayor de Hiashi, y por lo tanto heredera del clan Hyuuga?

    A no ser que eso último ya no fuese cierto.

    —Aquí es —Hiashi se detuvo frente al barrio Uchiha—. ¿Tengo entendido que conoces la casa de Uchiha Itachi, Neji?

    —Sí, soy compañero de clase de Uchiha Sasuke, he entrado a su casa con anterioridad —le aseguró él, descendiendo del auto tras su prima menor.

    —Hasta luego, Padre —se despidió la menor, cerrando la puerta del carro con firmeza.

    Luego de dejarlos y acelerar hasta perderlos de vista, a Hinata se le ocurrieron mil preguntas que deseaba hacerle a su padre, pero ni una palabra escapó de su boca. Él se mantuvo en silencio también, y fue un viaje largo e incómodo hasta llegar a la residencia Hyuuga.

    Hinata descendió del auto y siguió a su padre dentro de la mansión a la que llamaban hogar. Era grande, no muy alta, pues poseía un único piso, pero era larga y ancha y tenía más habitaciones que las que se podían contar con los dedos de las manos. Era de un estilo japonés tradicional, clásico, con pisos de madera y puertas blancas que se deslizaban hacia los costados para abrirlas. Los Hyuugas eran conservadores hasta en los más mínimos detalles.

    Finalmente, llegaron a una recámara en la cual generalmente se realizaban entrenamientos de esgrima o combate cuando estaba en desuso, pero era grande y espaciosa por lo que también servía para recibir visitas o realizar reuniones de importancia para los clanes líderes de Konoha.

    ¿Qué tan importante era esto que debía ser discutido en esta sala tan especial?

    —He envíado a Hanabi a una reunión con los sucesores de Uchiha Fugaku y Senju Tsunade —soltó Hiashi abruptamente—. ¿Puedes comprender lo que ello implica?

    Hinata asintió con la cabeza antes de liberar la teoría que estuvo cultivándose en su cabeza durante todo el camino.

    —Hanabi es tu sucesora.

    —Eso es correcto —el líder del clan suspiró—. En circunstancias normales, el hijo o hija primogénito es apuntado como líder del clan pero tú… tú has fallado.

    —¿En qué… en qué he fallado, Padre? —preguntó su hija, desesperada por saber el significado de aquello. No podía ser, no podía todo derrumbarse así como así…

    —Tus ejercicios de preparación, tus entrenamientos, tu incapacidad de tomar decisiones rígidas y sin apegos emocionales, por el bien de la aldea… ¿debo continuar?

    —Por favor, Padre, yo… —insistió Hinata, conteniéndo sus lágrimas mientras su mundo comenzaba a desmoronarse a su alrededor— ¡Puedo mejorar! Y… yo, yo puedo mejorar, puedo hacerme más fuerte, mu… mucho más, yo soy capaz…

    —¡Basta Hinata, te estás avergonzando! — Hiashi gritó por primera vez en mucho tiempo—. Eres una persona demasiado gentil, demasiado amable, demasiado suave. No está mal, no tengo un problema con tu personalidad, pero no son cualidades que se aprecien en un líder, y ciertamente no en el clan más importante de toda la aldea.

    Las palabras de su padre le cayeron encima como un balde de agua bien helada, y ella fue incapaz de recuperarse. Era débil, era débil… ese fue el mensaje implícito que le transmitió su padre. Demasiado débil para liderar el clan Hyuuga, demasiado débil para ser la hija mayor de su padre.

    —¿Qué pasará ahora… conmigo? —murmuró Hinata.

    —Me he puesto en contacto con ciertos conocidos en Tokio. A pesar de que el año escolar ya ha comenzado, un respetable institudo exclusivo para mujeres esta dispuesto a hacer una excepción por tratarse de mi hija.

    —Tokio… —fue todo lo que pudo decir ante esa información. Él ya lo tenía todo planeado de antemano—. ¿Y Neji-san?

    —Le prometí a mi hermano que cuidaría de su hijo, y tengo intenciones de completar esa promesa —replicó Hiashi—. Neji abandonará la escuela de Konoha. Será educado en casa para cuidar y proteger a Hanabi como su guardaespalda, hasta que ella cumpla la mayoría de edad y sea capaz de valerse completamente por sí misma si yo lo considero apropiado.

    No podía creerlo. Él hablaba de ellos así… Neji era su sobrino, Hinata y Hanabi sus hijas… ¿por qué hablaba sobre ellos como si fuesen seres tan descartables y maleables?

    Neji era un genio, el mejor estudiante de la clase, y una vez se le había escapado que su sueño era perseguir una carrera universitaria. Pero Hiashi no permitiría que ese sueño se realizara. ¿Y qué hay de Hanabi? ¿Acaso ella deseaba ser la líder del clan, aceptaría toda esa carga de responsabilidades? Tal vez tenía otros sueños; su cara no reflejaba ninguna emoción cuando se marchó a esa reunión con Neji, pero estaba segura de que no parecía feliz.

    —Arreglaré los detalles con el instituto esta noche. Será mejor que empaques tus cosas y te despidas hoy de tus amigos, si todo marcha bien saldremos para allí en la madrugada.

    —No.

    La respuesta salió automáticamente, algo que jamás respondería, y sin embargo lo dijo.

    Hiashi arqueó una ceja.

    —¿No?

    —No me iré —Hinata levantó la mirada del suelo, esta vez desafiante—. Aún… aún puedo liderar. Puedo demostrarlo. Dame una segunda oportunidad, Padre, te lo suplico. ¡Merezco una segunda oportunidad!

    —Hinata…

    —Padre, te lo imploro… cualquier ejercicio, cualquier entrenamiento, cualquier cosa que desees… demostraré que estás equivocado sobre esto, te lo ruego Padre que reconsideres.

    Hiashi la observó por un minuto. No había creído posible que la inocente y dócil Hinata presentara una batalla, ella obedecía siempre y sin chistar. Quizás si mereciese una segunda oportunidad, una prueba que jamás podría pasar…

    —Muy bien, recuerda que tú lo pediste, Hinata.

    Hiashi se puso de pie y abandonó la habitación. Hinata lo imitó, pero él le indicó que lo esperara allí y esta vez ella obedeció. Pasaron varios minutos hasta su regreso, y cuando lo hizo ella abrió los ojos como platos.

    El líder del clan Hyuuga traía con él dos katanas.

    —Éstas no son espadas de juguete —dijo él, entregándole una—. Son katanas reales, armas con las que peleaban los honorables samurais en una época muy lejana.

    Ella acarició la hoja del arma y en efecto, estaba bien afilada. Ella y Hanabi entrenaban con espadas de madera o bastones de bambú, bajo la atenta supervisión de Neji, y aunque había manejado una katana en algunos entrenamientos, e incluso una espada clásica en cierta ocasión, jamás había protagonizado un combate con ellas.

    Y ésta no era ningún juguete; era bien real.

    —Vénceme, Hinata —la desafió Hiashi—. Derrótame en combate, prueba que eres tan buena en esto como el actual líder, y reclama tu lugar en el clan Hyuuga, o márchate a Tokio sin más. Esta es la decisión que debes tomar.

    Hinata no tuvo que pensar dos veces. Se posicionó correctamente y agarró con fuerza la katana. No tenía ninguna intención de marcharse a Tokio, aún si debía soportar un combate que no tenía posibilidad alguna de ganar.

    —Muy bien. Comencemos entonces.

    Ambos hicieron una reverencia antes de comenzar, se posicionar nuevamente, y comenzó el combate.

    Hiashi fue el primero en moverse, y en cuanto vio su velocidad Hinata se dio cuenta de que no tenía chance alguna de salir victoriosa. Era veloz, tan veloz que le costaba seguirlo con la mirada, y sus ojos perlados se mareaban con tan sólo seguir sus movimientos.

    Golpe a la derecha, ataque por la izquierda, estocada, de nuevo por la izquierda… su padre era demasiado ágil, demasiado fuerte, apenas si lograba bloquear sus ataques a tiempo. ¿Cómo pretendía que ella le hiciese frente a alguien con tantos años de experiencia?

    Su tren de pensamiento se detuvo en seco. Esa era exactamente la clase de actitud por la que la estaba enviando a Tokio y reemplazándola por Hanabi. Uchiha Itachi era mucho mayor y más experimentado… en cualquier reunión tendría él el control, Hinata se lo cedería, los Uchiha los controlarían… eso era lo que temía Hiashi. Por eso la desafiaba así. Quería que le hiciese frente. Quería que lo venciera.

    ¿Quería ver fuerza? Ella le iba a demostrar de lo que era capaz.

    Bloqueó un ataque que amenazó con llegar a su cuello, y al hacerlo empujó la katana de su padre hacia atrás con toda su fuerza. El contraataque había comenzado.

    Hinata comenzó a lanzar golpes a diestra y siniestra, su padre los detenía rápido pero ella seguía atacando para no dejarle la posibilidad de contraatacarla y agarrarla desprevenida. Lanzó un ataque a su derecha que acarició la suave tela de la manga de su remera, y ella se llenó de satisfacción al ver que lo había rozado.

    Sin embargo, esa satisfacción fue su ruina, pues en ese segundo que se distrajo Hiashi aprovechó para encontrar su contraataque ideal.

    Hiashi chocó su katana cuando aún se encontraba a mitad del ataque y la impulsó levemente hacia atrás. Hinata se adaptó rápidamente a la situación, pero él fue muy veloz y atacó por la izquierda antes de que estuviese preparada. Esquivó la filosa hoja de la katana, pero trastabilló y perdió el equilibrio. Hiashi alzó la espada para el golpe final. La victoria era suya.

    O no. Al alzar la espada, convencido de ser el vencedor, le dio acceso para lanzar un golpe final.

    Una estocada, simple, perfecta, limpa, el ataque más simple y, en este caso al menos, el más letal.

    La fuerza de sus manos le fallaron y la katana cayó al suelo, provocando un ruido metálico al chocar el acero con la madera del piso. Hiashi estaba congelado en su posición, sus brazos desarmados aún sobre su cabeza, como si aún fuese a dar el golpe, la katana restante sobresaliendo de su pecho mientras una onda roja crecía lentamente alrededor de la hoja, marcándose en su camisa, en el punto donde el acero penetraba la piel.

    Pero lo más increíble de esa escena eran sus ojos, perlados como los de su hija, que presentaban una sorpresa inigualable, al haber recibido un golpe que jamás creyó vendría.

    Hiashi cayó sobre sus rodillas y Hinata lo atajó antes de que cayera de cara al suelo. No era su intención esto, ella no quería nada de esto, la había presionado, la había llevado a esto… eso se decía a ella misma para convencerse de que no había habido otra opción, y sin embargo nada mejoraba, seguía allí, sosteniendo el cuerpo de su padre mientras la vida lo abandonaba.

    —No creí que podrías… —musitó Hiashi con un hilo de voz—. Yo no iba a… tal vez… realmente eres… ¿quién sabe?

    El líder del clan Hyuuga respiró por última vez, incapaz de terminar de expresar sus pensamientos finales, y cayó sin vida sobre Hinata.
     
    Última edición: 16 Febrero 2014
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  6.  
    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    ¡Estaba por comentar y justo subiste el sexto capítulo! Fue como, OMG, genial, no tendré que esperar.

    Asdfghjkl, tu fanfiction es simplemente genial. He visto Umineko y Higurashi, son tramas complicadas de tratar, pero vos las hacés sencillas y entendibles, aún para aquellas personas que jamás las han visto; eso es lo bueno. Elegís bien a los personajes que deben reemplazar -por así decirlo- a los orginales, lo mejor es que son perfectos para cada papel asignado.

    Con respecto a lo técnico, hay algunos acentos que se te escapan por ahí, o algunas palabras que faltan para que la oración no pierda el sentido.
    Sinceramente, es genial.
    Me encantó. Y ya espero el próximo capítulo. (Te presionaré para que lo subas [?])
     
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  7.  
    Yuriko Fate Granger

    Yuriko Fate Granger Usuario popular

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    Te odio y te asesinaría pero como te quiero, no lo hago :P.

    Cuando leí el capítulo no creí que terminaría así, lo repasé dos veces como para entender, hay problemas entre Hinata y Hiashi pero no pensé que terminaría así, hasta te diría que me sorprendió, supongo que sería una buena líder.

    ¡Asjakajjasjkasjk amo este fic y espero el otro capítulo!
     
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  8.  
    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    Destino Final [Naruto/Umineko/Higurashi]
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    Bueno, sigo inspirada, y aprovechando que aún estoy de vacaciones y tengo tiempo de sobra aquí vengo, ¡les traje ya la conti!

    @Anastasia: Jaja, como dijimos, estamos conectadas... se que hubo unos acentos o dedazos, me di cuenta ahora que releí los capítulos anteriores, me dio flojera editar pero eventualmente lo haré, gracias por notarlo :) Que genial que te parezca genial, ¡disfruta la conti!
    @Yuriko Clay Granger: ¡No me asesines, sino no hay más capítulos! XD Ay amiga, gracias por seguirme hasta aquí, espero que este nuevo capitulo te guste también :D

    Sin más que añadir, ¡a la continuación!


    PS: Oops, casi me olvido de aclarar algo que puede resultar confuso. Verán que hay secciones enteras en itálicas, que se tratan de escenas flashback a un año en el pasado, creí que resultaría claro pero releyéndolo puede generar confusión así que... ahí lo tienen, basta de mí, ¡disfruten!



    Capitulo 7: Tormenta



    El agua acarició su piel al tiempo que entraba en la bañera. A diferencia de la mayoría de las veces, al quitarse su ropa no la arrojó en el cesto donde se colocaba la ropa sucia para luego ser enviada a lavar, sino que la colocó junto con ella dentro de la bañera.

    Tal vez el agua no limpiase su pecado, pero al menos limpiaría la sangre que lo ponía en evidencia.

    Un poco de ese líquido amargo carmesí había manchado su cara, pero poco y salió con sencillez. La vestimenta, he allí el problema. Intentó con jabón y luego le dio una oportunidad a la lavandina, pero no fue de mucha ayuda, ya estaba seca en su ropa, había tardado demasiado. Supuso que tendría que deshacerse de las ropas, lo que era una lástima porque le gustaba mucho esa blusa.

    Se mantuvo un minuto más debajo del agua aún cuando su plan para limpiar la ropa había fracasado. Disfrutó de la sensación del agua caliente fluyendo sobre su cuerpo desnudo, y por un milagroso y fantástico minuto se olvidó de todo y volvió a sentirse como una adolescente normal.

    Pero el minuto terminó, y tuvo que abandonar el baño.

    Hinata tomó las ropas y, envuelta en una toalla, corrió hasta su habitación. Se vistió con gran velocidad, escogiendo una falda violeta sencilla, que llegaba hasta sus rodillas, y una blusa negra que hacía juego. Descartó todos sus zapatos y extrajo del fondo del closet unas viejas zapatillas de entrenar, blancas pero bastante estropeadas, unas que podrían mancharse sin problemas.

    Cuando terminó y volvió a tomar las prendas con la sangre de su padre, sus ojos se volvieron vidriosos y le costó caminar. Quería quebrarse en el suelo, sentarse en un rincón y llorar. Miró por la ventana, el sol se estaba formando uno de los atardeceres más bellos de Konoha, y unas nubes ocuparon el cielo, amenazando con estropear tan prometedora noche con lluvia. El tiempo estaba de su lado, pero sin embargo no gastó ni un segundo en llorar.

    —Es hora —se dijo para darse valor, y abandonó la residencia Hyuuga.


    oo00oo00oo00oo00oo00oo00

    —Debo irme.

    Era una tarde lluviosa en Konoha, lo cual se decía era típico de los primeros días del año escolar, y este año no había sido ninguna excepción.

    Dentro de todo había sido un día tranquilo; Kakashi básicamente explicó lo que verían durante el año, ya que llegó tarde y no hubo tiempo para mucho más antes del almuerzo. Ahora estaba por terminar el último período de la tarde, pero la clase se vio interrumpida con la llegada de Inuzuka Kiba, que había estado ausente todo el día.

    —Mi madre me necesita en el negocio familiar… vine a avisarle a Tsunade-sama de mi retirada, pero supuse que pasaría por aquí a saludar —sonrió el Inuzuka, ignorando las miradas incómodas que recibía en respuesta.

    Naruto fue, por supuesto, el primero en reaccionar.

    —¡No puedes irte! —exclamó el rubio—. ¡Tú perteneces aquí, con nosotros, en esta clase! ¡No puedes!

    Sasuke lo atajó antes que siguiese gritando, puso una mano en su hombro y lo sentó a la fuerza. Luego alzó la mirada hacia Kiba.

    —No es una broma, ¿verdad? —preguntó Sasuke, cauteloso. Kiba negó con la cabeza, y el Uchiha no dijo nada más.

    —Kiba-kun… —Hinata habló y sintió como un millón de pares de ojos se posaron en ella.

    —¿Sí, Hinata?

    —Esto… esto es… ¿es esto lo que tú quieres?

    —Sí y no —contestó el chico—. Me encantaría seguir aquí con todos ustedes, por supuesto… pero no puedo, mi madre me necesita y yo… yo debo irme.

    —Kiba-kun, si tú… si es lo que tú quieres…

    —Gracias a todos, de verdad… pero debo irme. Y no volveré.

    Y tras decir esto, Kiba cerró firmemente la puerta de la clase.



    oo00oo00oo00oo00oo00oo00


    Hinata detuvo el auto al costado de la carretera rural, no muy lejos de donde se terminaba ya el pueblo. Milagrosamente, aún no había comenzado a llover, pero sospechaba que pronto comenzarían a caer las gotas y ello complicaría su situación. Debía acabar esto rápido.

    Abrió el maletero del vehículo y arrastró su contenido hacia el área forestal, un lugar que únicamente visitaban los niños de la aldea para jugar durante el día o los viajeros que pasaban y querían visitar la escasa zona de bosque que poseía Konoha.

    El lugar perfecto para esta actividad.

    Se había tomado la libertad de tomar prestada una pala del cobertizo de su casa. La sacó del auto también y comenzó a cavar, lo cual rápidamente descubrió era una tarea más dura de lo esperado. Requería fuerza, y sospechaba que le tomaría más tiempo del calculado.


    oo00oo00oo00oo00oo00oo00


    La lluvia ya no era tan fuerte como antes, había disminuido en intensidad, y por lo tanto la mayoría de los estudiantes aprovecharon para salir disparados antes de que se intensificara de repente. Al encontrarse entre los precavidos que habían traído paraguas, la heredera del clan Hyuuga se tomó su tiempo y abandonó la escuela sin apuro alguno.

    Ella caminaba en dirección a su hogar, pero honestamente apenas si notaba lo que sucedía a su alrededor. Seguía pensando en Kiba, y como se había marchado sin más, para nunca regresar. Le gustaría haber podido decir algo significativo, le gustaría poder estar enojada con Kiba por marcharse… pero no podía, y no estaba segura del porqué.

    Se detuvo en seco a mitad de camino al divisar a una persona a la distancia.

    —¿Naruto-kun?

    Lo examinó más detenidamente y en efecto, la persona que caminaba bajo la lluvia un poco más adelante de ella se trataba de Uzumaki Naruto, quien iba bajo el agua armado nada más que con su mochila, que usa como un paraguas improvisado sobre su cabeza.

    Su primera reacción fue intentar esconderse, pasar desapercibida. Pero si lo hacía, él seguramente agarraría un resfriado o podría enfermarse por el frío, estaba usando sólo una remera, anda de abrigo… su consciencia la carcomería luego, eso era seguro.

    Aceleró el paso.

    —¡Naruto-kun!

    —Oh, ¿Hinata? —el rubio la miró, confundido, pero rápidamente se recuperó y tomo refugio bajo el paraguas—. Ah, esto esta mucho mejor, gracias.

    Hinata se sonrojó y ambos comenzaron a caminar en silencio. Un silencio que no duró mucho.

    —Me salvaste de verdad, seguro me iba a pescar un resfriado… ¿por cierto, por qué tomas este camino?

    —Y… yo vivo más adelante —Hinata pensó un momento. Naruto no vivía por este lado, su hogar se encontraba más cerca de la escuela—. Naruto-kun, ¿tú por qué vienes por este camino?

    —¿Hm? Ah, es que voy a ir a casa de Kiba, a obligarlo a regresar a la escuela —contestó él como quien no quiere la cosa.

    —Pe… pero… eso es… —la Hyuuga intentó encontrar palabras para detenerlo, aunque sabía que era una causa perdida. Si Naruto fijaba su mente en algo, nada ni nadie podía pararlo—. No cre… creo que debas, fue su elección…

    —Hinata, ¿a ti te parecía feliz de marcharse?

    Quería responderle que sí, con la finalidad de que desistiera de esta idea que tenía de “obligar” a Kiba a regresar, pero no quería mentirle. Kiba no estaba exactamente contento cuando cerró la puerta de su salón de clases.

    —Ir… iré contigo.

    —¿Estás segura? —le preguntó el Uzumaki—. No tienes que, puedo encargarme de él yo solo.

    —No digo que… no digo que no puedas, Naruto-kun. Pero quiero ayudar —apartó la mirada y la dirigió al suelo—. Cuando se fue hoy yo… no sabía que hacer…

    —Oye, está bien, a todos nos tomó por sorpresa…

    No todos están siendo entrenados desde temprana edad para ser líderes, quiso responderle.

    Cuando notó como la miraba, supo que había hablado en voz alta.

    —¿De qué estás hablando, Hinata?

    —Yo… yo seré la próxima líder, cuando mi padre no lo sea más —la joven suspiró, ¿realmente quería decirle a Naruto, de entre todas las personas, lo que pasaba en su cabeza?—. No soy como tú, Naruto-kun. No soy una líder.

    —¿Por qué? —se intrigó él.

    —Porque… —pensó por un momento las palabras adecuadas—. Porque no puedo tomar decisiones como tú, obligar a Kiba a volver… un líder de verdad actúa, eso dice mi Padre, yo ni siquiera pude…

    —¡Hinata! —bramó Naruto de repente, deteniéndose, tan bruscamente que la chica se sobresaltó—. Eso es un montón de mentiras. Eres buena y siempre piensas en los demás, ¿qué puede haber de malo en eso?

    La Hyuuga se sonrojó y apartó la mirada, intentando que él no notase el tono rosado que adquirieron sus mejillas cuando la halagó, pensando en sus palabras, jamás creía haber oído palabras tan dulces dirigidas hacia ella por parte del Uzumaki. No sabía si agradecerle o desmayarse en el acto.

    —Eres muy… bueno, Naruto-kun —le agradeció ella en un susurro—. Pero no tengo madera de líder…

    —Bueno, ya casi llegamos a casa de Kiba, ¿por qué no lo comprobamos?

    La residencia de los Inuzuka ya se hallaba a la vista, era cierto, y tras asentir con la cabeza ambos se encaminaron hacia allí. Era una vivienda grande, de dos pisos, pero nada lujosa. Tenía un corral a su derecha lleno de perros, algunos cachorros y otros bien crecidos, y la mayoría de ellos se largaron a ladrar en el acto, sobresaltándolos a ambos.

    Naruto se armó de valentía y golpeó la puerta con tres potentes golpes de su puño.Tomó alrededor de tres minutos y comenzaba a pensar que no había nadie en casa, pero finalmente la puerta fue abierta por una mujer de cabello castaño oscuro y un aspecto salvaje e intimidante que hizo retroceder al rubio un paso hacia atrás.

    —Oh, son ustedes dos —los reconoció la madre de Kiba, Inuzuka Tsume—. No sabía que estaban juntos ahora.

    Hinata sintió como se ponía colorada de pies a cabeza en un segundo.

    —No… nos… nosotros no…

    —¿Dónde está Kiba? —la interrumpió Naruto, desafiante.

    —Esperen un segundo. Y entren, se van a congelar allí afuera.

    —¿Y los perros? —preguntó Hinata, dirigiendo la mirada a los múltiples animales que aún seguían bajo la tormenta.

    —Es parte de su entrenamiento, los vuelve fuertes y rudos soportar un poco de agua —explicó Tsume—. En fin, iré a buscar a mi hijo. Pónganse cómodos.

    La casa era un desastre. Había manchas y basura por todos lados, huellas de perros por todo el lugar (¡¿cómo habían llegado hasta el techo?!) y había papeles de diario en algunos punto y ambos tenían miedo de preguntar que función cumplían o porque estaban amarillentos.

    —¡Kiba, tienes visita! —el grito de la señora Inuzuka retumbó en todo el hogar.

    Al minuto, Kiba se encontró con ellos en la entrada, los saludó y los guió hasta su habitación, que parecía ser lejos el lugar más limpio de la casa. Hinata estaba familiarizada con el lugar, una sencilla cama para uno, y una miniatura junto a ella para Akamaru, pósters de videojuegos en las paredes, un closet con poca variedad de ropa en el…

    Ella tomó asiento sobre la cama, pero Naruto se mantuvo de pie, y enfrentó al otro chico apenas se cerró la puerta.

    —¡¿Cómo puedes irte así como así?! —estalló el Uzumaki, que se había contenido hasta entonces.

    —¿A eso han venido? —arqueó una ceja, incrédulo—. Lo esperaba de Naruto, pero no de ti, Hinata.

    —Escucha Kiba, he preparado muchas razones por las que no puedes marcharte de la escuela —el chico extrajo una lista de su bolsillo. Así que eso era en lo que había estado trabajando en el último período de clase—. Número uno-

    Jamás pudo empezar a enumerar sus razones, pues la puerta fue abierta abruptamente por Tsume, quien le lanzó una mirada feroz a su hijo.

    —Te necesito, ¡ahora!

    Sin más explicación, abandonó la recámara, seguida por su hijo. Naruto y Hinata intercambiaron una mirada de confusión, pero rápidamente fueron tras ellos.

    En la cocina de la casa, había una mesa grande, circular, de madera de roble. Sobre esa mesa se encontraba un gran Golden Retriever con aire de estar ya entrado en años. Y con una herida manchada de roja sobre una de sus patas delanteras.

    El can aullaba desesperado, pero Tsume lo mantenía en su lugar con dos cuerdas firmes que lo ataban a la mesa. Sin embargo, se movía y se retorcía bajo ellas, y eso de seguro hacia su dolor aún peor.

    Kiba se acercó al animal, examinándolo, y luego le gritó a su madre para hacerse oír sobre los potentes ladridos que buscase gasas y alcohol para desinfectar la herida, para luego comenzar a tratar al herido.

    Media hora más tarde, el perro se encontraba en el suelo con su pata envendada casi en su totalidad, con vendas limpias y blancas, lamiendo agua vagamente de un tarro que el más joven de la familia Inuzuka le puso frente a sus ojos.

    —Ah, yo soy una gran cuidadora, pero una pésima veterinaria —comentó la señora Inuzuka, tomando asiento en la sala de estar junto a los otros dos adolescentes mientras su hijo animaba al can a alimentarse—. Gracias a Dios que lo tengo a él y a su hermana… en días tormentosos como éste, es normal que un perro o dos se lastimen, afortunadamente no fue algo grave.

    —Parece realmente… —Hinata tragó saliva, buscando la palabra correcta, pero dicha palabra no llegó jamás.

    Sin embargo, Naruto encontró la respuesta por ella.

    —Feliz —dijo el rubio, con tono que cargaba una derrota implícita.

    Estaba mirando como Kiba rascaba al perro detrás de las orejas, al tiempo que le susurraba palabras de aliento y reía cuando volcaba agua fuera del tarro y lo salpicaba un poco con ella. Feliz… sí, ella no creía que podría encontrar una mejor definición. Se adecuaba perfecto.

    —No cuesta imaginarse que ha decidido dejar la escuela para esto, ¿verdad? —sonrió Tsume.

    —Un momento, ¿fue su idea? —intervino Naruto.

    —Oh, ¿no lo sabían? No me sorprende, ha sido bueno con los cachorros desde que obtuvo a Akamaru, y quiere quedarse aquí más tiempo… —la mujer suspiró—. No me entusiasmó la idea, pero necesito cuanta ayuda pueda aquí así que… oh, miren, ha dejado de llover.

    Era cierto. Afuera, el agua había dejado de caer y las nubes comenzaran a disiparse.

    Tsume abrió la puerta de calle y los tres salieron al exterior, seguidos luego por Kiba. Los perros se encontraban bien, muy mojados, pero sanos y salvos. Hinata notó que ya no les ladraban, sino que ahora sólo los miraban a ellos dos con curiosidad. Supuso que la lluvia debió alterarlos mucho.

    —Bueno, será mejor que nos vayamos —propuso ella—. Aprovechemos antes de que llueva de nuevo.

    Tsume y Kiba asintieron en respuesta. Naruto tenía cara de que quería protestar, pero no lo hizo. Se despidieron y Tsume les hizo prometer visitarlos pronto, y traer sus mascotas allí si tenían alguna. Y sin más, dejaron a Kiba solo con sus animales.

    —Aquí es donde sigo para mi casa —indicó Hinata—. ¿Sucede algo, Naruto-kun?

    —Mentiste —respondió él.

    —¿Dis… disculpa? —replicó ella, nerviosa, temblando. ¿En qué podría haberle mentido a él, de entre todas las personas?

    —Dijiste que un líder no actúa, y eso es mentira —dijo Naruto—. Actuar o no actuar depende del líder, y un buen líder considera a los demás, sus sentimientos… y tú desististe de nuestra misión cuando viste que estaba feliz. ¡Así que no quiero oírte decir nada así de nuevo, Hinata! ¿Lo prometes?

    Le extendió un puño cerrado y ella supo que debía chocarlo. Lo prometería, pues si él tenía confianza en que podía hacerlo, si él ponía sus esperanzas en ella… entonces no creía que hubiese algo que ella no pudiese lograr.

    —Lo prometo, Naruto-kun.



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    La joven suspiró. Por fin, el hoyo estaba terminado.

    El cielo sobre su cabeza estaba más negro que nunca, y se escuchaba algún que otro trueno; la tormenta no tardaría en largarse. Ya casi estaba terminada, y si sus cálculos no le fallaban llegaría a casa antes que Neji y Hanabi. Aún tenía tiempo, aún podía lograrlo…

    Arrojó el cuerpo, y junto a el sus ropas manchadas, dentro del agujero sin cuidado alguno, se sintió terrible por ello, pero el tiempo era escaso y muy preciado. Tomó nuevamente la pala con sus manos sucias y llenas de tierra, y comenzó el proceso en reversa.

    Un montículo de tierra, dos, tres… enterrar era mucho más sencillo y veloz que cavar, requería menos fuerza, y a este paso terminaría en tan sólo un momen-

    —Buenas noches, Hinata-chan.

    Largó un gritito ensordecedor, giró sobre sus talones y se armó con la pala como si fuese una espada, alta y lista para el ataque. Pero el atacante fue más rápido, más listo, y la golpeó en el estómago antes de que pudiese detectarlo. Ella se dobló por el dolor, y el misterioso atacante removió el arma de sus manos.

    —El auto de la familia Hyuuga en el medio de la nada, algo inusual —comentó el atacante… ¿acaso era una mujer?—. La heredera del clan Hyuuga por su cuenta en una noche tétrica como ésta… más que inusual, yo lo llamaría sospechoso.

    La mujer dio un paso al frente y fue capaz de identificarla. El cabello de ese color tan particular, arreglado de esa manera, esa larga chaqueta de gabardina…

    —Yo la conozco, usted es… —se dio cuenta de que sabía quien era esa mujer —. Mitarashi Anko-san …

    —Parece que por lo menos alguien prestaba atención cuando fuimos a su escuela por Umino Iruka —la mujer policía le regaló una sonrisa de lado—. ¿Y qué tenemos aquí? ¿Acaso has sido una niña traviesa, Hinata-chan?

    Hinata dio un paso hacia atrás, y Anko uno hacia delante. Detrás de Hinata, una montaña de tierra que aún no había sido puesta de regreso en su lugar correspondiente ocultaba el cuerpo de Hiashi de los ojos curiosos de Anko.

    Hinata sabía que no tenía escapatoria, esa mujer venía armada y estaba entrenada, y ella era sólo una chiquilla que no sabía que hacer, no era ninguna líder, ¿cómo pudo pensar que lo sería? Oh, como deseaba que hubiese alguien allí que le dijese que hacer, como reaccionar, cual era el siguiente paso…

    —Hazte a un lado, Hinata-chan, y veamos en que problema estás metida.

    Anko se acercó y cruzó del otro lado de la tumba improvisada. Sus ojos se abrieron grandes como platos ante la sorpresa repentina, y ella supo que esta era su única oportunidad.

    Debía ser valiente. Ahora o nunca.

    —¿Qué-

    Hinata fue veloz, más veloz de lo que Anko pudo anticipar. Cometió el grave error de subestimar el entrenamiento del clan Hyuuga. Hinata se acercó sigilosamente y metió su mano derecha ágilmente dentro de la gabardina de la policía hasta que encontró lo que buscaba, y cuando Anko se dio cuenta de lo que estaba sucediendo fue capaz de extraer la mano y, con ella, el arma de fuego.

    La pistola era pequeña, apenas del tamaño de su puño. Sin embargo, sabía que era letal, y estaba cargada. Apuntó a Anko con ella, y la mujer alzó las manos, rechinando los dientes ante la derrota.

    —Vaya, tú no te andas con juegos, Hinata-chan.

    —¡Basta! —exclamó la joven—. Arroja tu segunda arma. Tienes otra, la he visto.

    La mujer extrajo el arma de su bolsillo con su mano izquierda y la sostuvo con sus dedos pulgar e índice desde la culata, como si fuese una granada a punto de explotar.

    —¿De verdad quieres hacer esto, Hinata-chan?

    —¡Arrójala!

    Anko suspiró y arrojó la pistola a sus espaldas. Oyó el metal golpear el suelo. Ahora debía actuar, ahora sólo quedaba…

    No.

    No quería matar a otra persona. Esa no era ella.

    —Así que… —comenzó Anko, notando la duda que se reflejaba en sus ojos perlados—. Éste es el momento. ¿Aún no te decides?

    —¡Basta! ¡No avances! ¡No avances o dispararé! —le tembló la voz al decir esa palabra.

    Anko sonrió. No iba a disparar, y ahora ambas lo sabían.

    —No vas a dispararme, Hinata-chan. Tú no eres u-

    El sonido de un trueno surcó el aire y ahogó sus últimas palabras, que ella no alcanzó a oír. La lluvia finalmente se largó con toda su fuerza. Pero ese trueno no sólo precedió a la tormenta, sino que también cubrió otro sonido.

    Un disparo.

    Anko cayó sobre sus rodillas. Un agujero la atravesaba limpiamente entre los pechos. Ella le dirigió una última mirada a la confundida joven, que buscaba el origen de un disparo que ella no había provocado, tosió sangre y se desplomó sobre la tierra.

    —Hinata.

    Otra persona la encontró. Pero esta persona la había salvado; quien quiera que fuese, acababa de asesinar a una oficial de policía por ella, y no cualquiera se arriesgaría el pellejo así…

    —¿Na… Naruto-kun?

    El rubio se veía muy diferente al chico de siempre, al igual que había sucedido por la tarde en la escuela. Su mirada era ausente, como si una luz se hubiese apagado en esos bellos orbes azules suyos. Su cabello estaba empapado y aplastado por la lluvia, y en sus manos se encontraba el arma que ella había obligado a Anko a lanzar lejos de ellas.

    La mirada que Naruto le lanzó en cuanto se encontraron más cerca, bajo la lluvia y sobre el cadáver de Anko, le dio genuinos escalofríos.

    —¿Tú mataste a Iruka-sensei, Hinata?

    La situación ameritaba la pregunta, pero ella se frenó por un segundo. Acaso… ¿podía ser que Naruto estuviese investigando sobre Iruka-sensei? Sabía del apego de él hacia el maestro… ¿se trataba esto de una venganza personal?

    —¡No! —no titubeó, no tembló, por primera vez no tartamudeó frente al Uzumaki—. ¡No, lo juro por cualquier cosa, por mi honor como Hyuuga! He hecho algo horrible, Naruto-kun, pero no, no he sido yo, ¡lo juro!

    La joven cayó sobre sus rodillas, incapaz de mirarle a la cara, creyendo que quizás no confiara en ella, y que éste era su fina. Quizás se lo merecía.

    Pero el final no llegó. Él se sentó sobre sus rodillas frente a ella, y tras un tiempo de mantenerse así bajo la lluvia finalmente ella levantó la mirada. Sus ojos azules la miraban suavemente, casi con ternura, sin una pizca de la extraña frialdad anterior.

    —Naruto-kun…

    Naruto no le respondió. Extendió sus brazos hacia ella, y antes que ella supiese lo que estaba pasando él la tenía en sus brazos y la había empujado hacia su pecho, abrazándola y recibiéndola en el. Y allí, ya no pudo controlarse.

    Las lágrimas se mezclaron con el sudor y el agua que recorría su cara en ese momento, pero por primera en todo ese horrible día se largó a llorar sin control. Lloró y lloró, porque le dolía, porque estaba agonizando, porque esas horribles sensaciones no se marchaban y la hacían entrar en agonía. Lloró, y creyó que jamás terminaría, y Naruto se mantuvo en silencio, sosteniéndola allí y prestándole su hombro para que se desahogara.

    Debía llorar, porque lo que vendría ahora sería difícil, y ésta quizás fuera el único momento que tendría para expresar esos sentimientos.
     
    Última edición: 20 Febrero 2014
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  9.  
    Musume Sato

    Musume Sato Entusiasta

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    Me encantó por favor continualo porque es realmente genia!!!
     
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  10.  
    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    Just one thing: OMG.

    El capítulo estuvo prácticamente increíble. Esta vez no noté ningún error, así que no te preocupes. Aunque creo que a una oración del principio le faltó una palabra, porque si no, no tiene sentido, ¡pero a quién le importa! xD

    Fue un gran capítulo dedicado a Hinata, y creo que el primer flashback se centra en lo que son sus sentimientos, por lo de ser líder y esas cosas; involucra lo que Naruto le dijo a su presente, en el cual ha matado al hombre que la trató como una inútil toda su vida. No sé si lo que Hinata siente es tristeza, que puede o no camuflar una alegría morbosa por haber matado a su padre, quien la denigraba; al ser una persona correcta jamás pensó que podría llegar a sentir eso, y al mismo tiempo la culpa la invade.

    Esas son mis teorías. (?)

    En fin, me encantó,, perfectirijillo.
     
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  11.  
    Sasuki-chan

    Sasuki-chan Entusiasta

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    Oh tan tan INCREIBLE!
    eso si es un cap pero aun no creo qe Hinata haya agg mejor no digo nada nada bueno muchas gracias por avisarme de la continuación (= Sayonara te cuidas vale nos leemos luego...
     
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  12.  
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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  13.  
    Yuriko Fate Granger

    Yuriko Fate Granger Usuario popular

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    ¡Hola Nami! Muy buena la continuación, tuve problemas con el flashback, lo leo por el teléfono y no reconoce la itálica, básicamente tuve que releerlo. Al principio creí que había sido una de las brujas pero resultó ser Anko, menos mal que Naruto "la rescató", yo sigo esperando el SasuIno e.e

    Chequea bien antes de subir, escribiste "la arma", en vez de "el arma" ;). Bueno, espero el próximo con muchas ansias
     
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  14.  
    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Destino Final [Naruto/Umineko/Higurashi]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    2548
    Esta vez me tardé un poquito más que en los capítulos anteriores, lo siento, pero ya se me están acabando las vacaciones... ¡que tristeza! D:

    @Akane Hyuga Amma : Me alegro mucho de que te encantara, Akane :) ¡Disfruta de la conti!
    @Anastasia : One thing then, THANK YOU *la abraza* Gracias por tu comentario querida, me gusto mucho, y me encantaron tus teorías... pero no responderé a ellas porque son muy buenas y tengo miedo de spoilear XD Ya verás con el tiempo, pero no estás muy equivocada... eso es todo lo que diré ;)
    @Adrianita Hyuga XD : ¡Que bueno que te parezca increíble! ¡Espero que la conti también lo sea! :D
    @Yuriko Clay Granger : Sí, es algo difícil de leer así de corrido sin la itálica me imagino... gracias por decirme lo del arma, se me había escapado, perdóname XD Oh, y el SasuIno lo prometí para la quinta saga, pero al final lo muevo para la cuarta saga porque las brujas me obligaron (?).

    Sin más, ¡a la conti!


    Capitulo 8: Alianza



    Me quedo en casa de Sakura-chan, nos vemos mañana en la escuela.”

    Hinata le envió el mensaje de texto a su primo, aguardando su respuesta. Tras unos cinco minutos, el susodicho le respondió que no había problema y que él le avisaría a su padre en cuanto llegasen a su hogar. Eso implicaba que aún no habían regresado, lo cual era bueno supuso, así que apartó su mente de ello.

    Se encontraba sentada en un lugar que nunca creyó conocería; la habitación de Uzumaki Naruto.

    Era bastante sencilla, a decir verdad, pero como era de esperarse, muy desordenada. Había pilas y pilas de prendas por doquier, sobre la cama, una silla, el suelo… la joven Hyuuga se encontraba sentada tímidamente sobre la cama en el único rincón que no era ocupado por la sucia vestimenta del Uzumaki, mirando alrededor como un pequeño animal recién capturado, sin saber que hacer a continuación. Así que resolvió hacer nada, y esperar pacientemente a su regreso.

    Y eventualmente lo hizo, entrando a la habitación con la taza de té que le prometió a la chica. Ella le agradeció con un hilo de voz, tomando la humeante taza con sus níveas y delicadas manos, y por un segundo sus dedos se rozaron con los de él y temió que dejaría caer la infusión a causa de ello, pero milagrosamente se contuvo.

    —Mi padre pintó el cielo —comentó Naruto, señalando hacia arriba.

    Hinata alzó la vista y comprendió lo que decía. En el techo sobre sus cabezas se encontraba pintado un vasto cielo azul claro, casi celeste, con un gran círculo naranja por el centro que adivinó era un sol. El chico se mantuvo mirando por un rato hasta que su cuello comenzó a dolerle, y encontró la solución para ello.

    —Ven Hinata, es mejor cuando haces esto.

    Naruto se echó al suelo, la espalda en contacto con el piso, sus ojos admirando el paisaje representado en el cielo raso. La chica dudó, pero al final y con mucha lentitud siguió su ejemplo, dejando la taza en el suelo cerca de ella. Se encontraban en el suelo de la habitación, de espalda y mirando el cielo sobre sus cabezas.

    Ella no creía jamás haber vivido un momento tan perfecto.

    —Jiraiya me contó esta historia —mencionó Naruto—. De que mi madre quiso pintar ella misma la habitación de azul, pero se equivocó y comenzó a pintar de naranja. Mi padre se rió, y decidió hacer un sol de lo naranja que ya había pintado, y terminaron pintándola juntos.

    Estaba contándole parte de su historia… se preguntó a que se debía aquello. Conocía las bases de la historia trágica de Naruto, las muertes de su padre y su madre, su tiempo con el tutor legal Jiraiya, y luego de él vino Iruka… se preguntó qué seguía ahora para Naruto, sin tutor y aún menor de edad…

    —Naruto-kun, yo…

    —Iruka-sensei esta muerto, Hinata —dijo él, y su voz denotó cierta dificultad al pronunciar esas palabras—. Alguien lo mató. Alguien hizo esto.

    Recordó que la muerte había sido descartada como un suicidio, pero que nadie en todo Konoha creía que ese había sido el caso en verdad. ¿Acaso Naruto tenía sus sospechas también? ¿Por eso le preguntó lo que le preguntó cuando la encontró anteriormente?

    —Estás tratando en descubrir quien fue, ¿verdad, Naruto-kun?

    El joven asintió con la cabeza a modo de respuesta. Lo sospechaba, pero debía confirmarlo. En especial si quería ayudarlo.

    —Yo… yo no soy una persona fuerte —admitió Hinata—. No lo soy. Pero tú si lo eres, Naruto-kun, eres muy fuerte… si alguien puede resolverlo, eres tú.

    —No cualquiera podría seguir adelante tras lo que te pasó esta noche, y sin embargo lo estás haciendo… te lo dije una vez y lo repetiré, Hinata, no actúes más así. Eres más fuerte de lo que crees.

    Ella sintió como el calor se expandía por su cara, e intentó ocultar el muy notable sonrojo que venía con el. Naruto no pareció darse cuenta de ello.

    Tras enterrar ambos cuerpos, Naruto decidió que no podía dejarla sola, temeroso de que quebrara ante Neji o Hanabi, y la acogió en su hogar por la noche. Ella dudó, pero él le dejó bien en claro que no existía otra opción, y finalmente tuvo que marcharse con él.

    El problema era que hacer con el auto que la Hyuuga había tomado para transportar a Hiashi. Resolvieron dejarlo abandonado en las afueras de la ciudad, un poco más allá del límite, cerca de donde se encontraba el viejo templo de la familia Uzumaki, el cual se había cerrado desde la muerte de su última sacerdotisa, Uzumaki Kushina.

    Le había contado todo, absolutamente todo de principio a fin, comenzando desde que abandonó la escuela antes de hora aquel día y finalizando en su encuentro bajo la lluvia. Él la escuchó e hizo algo que jamás creyó posible; no la juzgó cuando terminó el relato. Creyó en ella, tomó su palabra por verdadera, y decidió ayudarla en su lugar. No creía que alguien en toda su vida le había demostrado tanta amabilidad y comprensión, fe ciega supuso que se le decía, y jamás había creído que la obtendría de Naruto de entre todas las personas posibles.

    —Quiero ayudarte, Naruto-kun —resolvió ella.

    Él la miró como si hubiese propuesto algo de lo más loco. Se reincorporó rápidamente, sentándose con las piernas cruzadas, y le dirigió una mirada severa como nunca antes.

    —Es peligroso, Hinata.

    —¿Má… más peligroso que esto? —Hinata le dio una tímida sonrisa—. Ya estoy involucrada… al menos puedo sacar provecho de ello y ayudarte lo más que pueda.

    Las facciones de Naruto lentamente se relajaron en una sonrisa. Se puso de pie y le tendió una mano para ayudarla.

    —Si vas a ayudarme, Hinata, entonces debes venir conmigo.

    Antes de que ella pudiese reaccionar de alguna manera, el chico agarró forzosamente su mano y la hizo ponerse de pie, impulsándola hacia arriba.

    Ignorando lo confundida que ella estaba, la guió fuera de su habitación y caminaron por un pasillo pequeño hasta llegar a la cocina. No se le escapo el detalle de que él no había soltado su mano en todo el trayecto, y no lo hizo sino hasta pasado un minuto de su arribo a la habitación.

    El Uzumaki se inclinó y abrió una de las despensas, de donde extrajo una caja de ramen instantáneo que a todas luces parecía común y corriente, como cualquiera de las otras millones y millones que tenía por ahí (se preguntó internamente si era todo lo que el chico consumía, pues siempre llevaba ramen para el almuerzo en la escuela).

    —Naruto-kun, eso es… ¿un papel?

    —No es sólo un papel —replicó Naruto con entusiasmo—. ¡Es la gran lista de sospechosos y criminales del gran detective Naruto!

    Hinata tomó el papel en sus manos, pero no pudo evitar que se le escapase una pequeña risa que disimuló con una falsa tos. Aún en medio de todo esto, Naruto conseguía hacerla sonreír, debía ser un don que sólo él tenía. Y ella adoraba ese don.

    Leyó la lista meticulosamente. No tardó más que unos segundos en darse cuenta de que la lista incluía a prácticamente a toda la aldea, excepto por una persona.

    —Pe… pero Naruto-kun… esta lista incluye a todos menos a ti…

    —Es que no se en quien debo confiar —confesó el rubio, tomando la lista de sus manos—. Bueno, excepto claro…

    Tomó una lapicera y tachó un segundo nombre de la lista. Ella se acercó y notó que ese segundo nombre era el suyo.

    —Ahora sí —sonrió Naruto—. He tratado de corroborar coartadas, buscar evidencia, tachar más nombres pero… es todo tan confuso… pero con tu ayuda, Hinata, seguro lo lograremos antes de que termine el mes de septiembre.

    Él le extendió un puño cerrado y le regaló una sonrisa de oreja a oreja que la cautivó. Dudó si realmente esperaba que hiciese eso, pero tras un momento de silencio que se volvía más incómodo con cada segundo, golpeó suavemente su puño con el de él.

    Naruto-kun, no traicionaré jamás esta confianza ciega que has puesto en mí…” se dijo la adolescente para sus adentros. “Resolveremos este misterio. Juntos.


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    —¿Qué les pasa a esos dos?

    Neji volvió la cabeza para ver de que par estaba hablándole Tenten. Tal como lo había adivinado en su privilegiada mente, el dúo al que se refería se trataba de Uzumaki Naruto y Hyuuga Hinata.

    La clase se encontraba en un estado nunca antes visto. Kakashi no había llegado aún para comenzar con las clases del día (cosa que a nadie sorprendía, el profesor no era conocido precisamente por su puntualidad), pero el silencio que reinaba era imponente y mayor que cuando él se encontraba allí.

    Nadie conversaba con nadie, todos ausentes y sumidos en su propio mundo, con la excepción de Hinata y Naruto, que se encontraban cuchicheando en un rincón en murmullos tan inaudibles que costaba creer que entendían lo que el otro decía. Era como si algo o alguien les hubiera absorbido la vitalidad y drenado la gran amistad y confianza que los unía como grupo.

    —¿Qué con ellos? —preguntó Neji con desinterés.

    —Han estado muy unidos estos últimos días —comentó ella, sentándose arriba del banco cuya silla era ocupada por el Hyuuga—. ¿Desde cuándo son mejores amigos?

    —¿Sospechas que son algo más? —replicó él, a lo que ella dijo una vaga seña indicando que era posible, y él arqueó una ceja con desconfianza—. ¿Naruto? ¿En serio?

    —Sí, tienes razón —dijo Tenten—. Pero entonces, ¿a qué se debe?

    —Olvídalo.

    —Bueno, si insistes… pasemos a otro tema —y tras decir ello, sus ojos se encendieron con felicidad repentina—. Sabes que día es hoy, ¿verdad?

    Neji asintió con la cabeza, sereno como siempre.

    —El Gran Festival es esta noche…

    El Gran Festival de Konoha era una festividad única, el anteúltimo día del septiembre de cada año, una antigua tradición de la aldea instigada por los clanes fundadores de la misma. Era una noche de fiesta, y Tenten estaba convencida que eso era lo que ellos necesitaban. Una celebración, algo para olvidar este clima trágico debido a los eventos recientes… la muerte de Iruka, la desaparición de Hyuuga Hiashi y…

    Tenten sólo deseaba traer de regreso los días buenos, las épocas felices, y revivir esos bonitos momentos junto a sus amigos.

    —Vamos a ir —Tenten saltó del banco y paró frente a toda la clase—. ¿Escucharon, todos ustedes? ¡Vamos a asistir a este festival y la vamos a pasar bien y vamos a reír!

    —¿Has terminado? —interrumpió la voz de Kakashi, que ya había ingresado al aula.

    Tremendamente avergonzada, la joven regresó a su lugar y tomó asiento.

    —Antes de comenzar, Tsunade-sama me ha mandado a llamar a tres de ustedes —empezó Kakashi—. Sakura, Neji, Hinata… se los ha convocado en la oficina de Tsunade-sama.

    Neji se puso de pie de inmediato y asintió ante las palabras. Sakura parecía entre confundida y aburrida cuando lo escuchó, y comenzó a caminar con una lentitud y una vagancia que a Shikamaru le habría costado igualar. Hinata parecía algo alterada, y le dirigió una mirada nerviosa a Naruto, pero él le dio una seña de pulgar hacia arriba y ella pareció repentinamente aliviada.

    Los tres marcharon hacia el despacho de la directora en completo silencio. Neji lideraba la marcha, y como las dos chicas se preguntaba a que se debía… esperaba que fuese por su calificación del último examen, pues él no iba a aceptar sin más que Sasuke hubiese obtenido una calificación más alta que la de él, aún si fue por sólo un punto.

    Fueron recibidos ante el despacho por dos personas. Una de ellas era la ya conocida directora, Senju Tsunade, y la otra era un policía local de Konoha con el que estaban vagamente familiarizados, Morino Ibiki, el mismo que había cuestionado a Naruto luego de la desaparición de Iruka.

    Estrecharon manos e intercambiaron saludos por cortesía, y Tsunade procedió a tomar control de la conversación.

    —En vista de los recientes… sucesos, la policía ha decidido realizar ciertas entrevistas a ustedes tres en particular, por separado obviamente.

    —Con sucesos, ¿se refiere a la desaparición de Ino? —interrumpió Sakura.

    Ibiki frunció el entrecejo, confundido ante lo que acababa de escuchar de boca de la Haruno.

    —Eso es información confidencial, ¿cómo has sabido-

    —Es mi mejor amiga, por supuesto que lo se.

    —¡Sakura! —tronó Tsunade—. Cuida tu tono.

    La joven de cabellera rosada se disculpó rápidamente, y Tsunade procedió a explicar como se conducirían las entrevistas, y pronto comenzaron con Sakura.

    Se llevaron a la chica dentro del despacho de Tsunade, y sólo quedaron Neji y Hinata en ese lúgubre y desierto pasillo. Neji observaba a su prima en silencio, preguntándose que tipo de preguntas rondaban por su cabeza. Había estado tan ausente, creía que se habían acercado mucho cuando ambos crecieron y maduraron, pero últimamente…

    Estaba volviendo a sentirse como un extraño en su vida, como un desconocido, y sentirse así no le agradaba nada.

    —Hinata…

    Justo cuando tenía su atención y ella dirigía sus ojos perlados para enfrentar los suyos, la puerta del despacho se abrió nuevamente. Tsunade y Sakura emergieron juntas, y la más joven del dúo abandonó el pasillo con rumbo a la clase sin pensárselo dos veces, y sin decir una palabra. Luego salió Ibiki, que le susurró algo al oído que no pareció agradarle mucho

    —Hyuugas —soltó de repente Tsunade—. Ustedes son un caso especial. La policía quiere hablar con ambos a la vez. ¿Será eso un problema?

    —No, Tsunade-sama —contestó Neji con rapidez.

    Hinata se tomó su tiempo, como si el destino del mundo dependiese de su respuesta, pero finalmente negó con la cabeza.

    —Muy bien —dijo Ibiki, y la directora suspiró—. Adelante entonces. Mi compañera las espera.

    Ambos dejaron que los dos primos pasasen primero y Neji, siempre y ante todo un caballero, le permitió pasar a ella primero, y finalmente Hinata se adentró al despacho de la Senju.

    Apenas lo hizo, se paralizó en el lugar.

    —Oh, Hinata-chan, tanto tiempo —dijo Anko, sonriendo pícaramente desde la silla que normalmente ocupaba la directora—. ¿Cómo te trata la vida?
     
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  15.  
    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    ¿Por qué siempre que termino de leer uno de los capítulos acabo con cara de idiota? Este capítulo ha sido sencillamente... genial.

    Noté algunas tildes que faltaban por ahí, pero nada más con respecto a lo técnico. La narración perfecta como siempre, fluída y entendible. Las cosas se revuelven cada vez más en Konoha, llevás muy bien el hilo de la trama, no hacés perder al lector con tantos datos y situaciones complicadas.
    Las desaparición de Ino me tomó por sorpresa, y la rápida contestación de Sakura también. ¿Estarán ambas involucradas en algo extraño? Hmmm, te hace pensar que Naruto y Hinaa no son los únicos con problemas que involucran a la ley.

    El pequeño momento de NaruHina fue... perfecto. Dulce y tierno, tal y como es esa pareja. Excelente capítulo, Nami.

    :3 Suerte.
     
    Última edición: 27 Febrero 2014
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  16.  
    Sasuki-chan

    Sasuki-chan Entusiasta

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    Yo no tengo palabras, pero lo único que sale de mi es siempre la misma palabra Wow! este ff debería ser una película sinceramente es lo que pienso; pero me agrada el hecho de que dejes a los lectores con suspenso aunque cuando leo el desenlace me quedo con cara de ¿Ya acabo? (= enserio considero tu ff como uno de mis favoritos (= TTuTT eres mi modelo a seguir bueno Adrianita♥ se despide de ti sin antes enviarte un fuerte abrazo

    Bye Bye (=
     
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  17.  
    Yuriko Fate Granger

    Yuriko Fate Granger Usuario popular

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    Ajá... Me siento idiota cuando llego al final y me encuentro con Anko no muerta e Ino desaparecida ¿las brujas retrocedieron el tiempo o Anko nunca murió? Nos diste dos sorpresas y muchas dudas, espero que Hinata no tenga un ataque de nervios ni nada, aunque es mejor no teorizar por las dudas.

    Entiendo que se viene el fin de las vacaciones T-T pero bueno que le vamos a hacer. Estaré esperando la conti y el SasuIno si las brujas lo permiten XD
     
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  18.  
    Nahi Shite

    Nahi Shite Usuario popular

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    Al fin encuentro tiempo para leerte. Tuve que repasar ese el prólogo para poder ubicarme, pero no me arrepiento en absoluto; sólo espero que no nos vuelvas a dejar colgando, mi Rochi.
    ¡Una palabra: siniestro!

    Desde que Sasuke agarró ese bate y golpeó sin piedad una y otra vez a Sakura e Ino la historia se volvió más retorcida. Me encanta. Aparte la trama deja tantos vacíos que es sinceramente emocionante, el corazón se me escapa del pecho con cada final de capítulo. Seriamente, mujer, vas a ser la causante de mi muerte.

    El "arco" de Sasuke ya lo he comentado en post anteriores, así que me centraré en el de nuestra querida Hinata-chan.

    ¡Espectacular! Mira, nada de lo que has escrito me lo he esperado. Cuando Hiashi Hyüga fue a recoger a los tres adolescentes... Digo, jamás pasó por mi cabeza que el hombre terminaría muerto al final del día, y menos que su asesina fuese su propia hija. Vamos, es que aún tengo la mirada asombrada del líder del clan¿Jaja! Él definitivamente nunca se esperó tal final. Y. aunque fue un hecho fatídico y horrible, le encuentro justificación (tú haces que pueda justificar el quitarle la vida al progenitor, ¿no es increíble?) y no hago más que ponerme en los zapatos de Hinata y sentir pesar por ella. La pobre, de una u otra manera, estaba entre la espada en la pared... y ahora lleva tan pesada carga encima. ¿Cómo lo explicará ante Neji? ¿Y ante Hanabi? Eso podría ser más mortificante que explicarlo a la justicia.

    Otro hecho que me dejó con la boca abierta: Naruto disparando a Anko. ¡Nunca me imaginé que él, justamente él, iba a aparecer! Dios, casi se me cae la quijada cuando lo leí... Pero fue aterradoramente lindo.
    Por cierto, me encanta la relación de complicidad que se ha desarrollado entre estos dos (hablo de Naruto y Hinata, obviamente). ÉEl conoce sobre su más oscuro secreto y también, de alguna manera, se ha manchado las manos por ella (¡ahora no estoy tan segura de esto porque decidiste revivir a Anko xD´D!). En todo caso, me encanta el NaruHina que has incorporado a la historia. En la saga de Sasuke, lo veíamos a él como el detective que buscaba respuestas... Ahora me gusta pensar que ese papel lo han tomado Hinata y Naruto... Es precioso.

    Y el último trauma: Anko en la oficina de la directora. Yo ya me hubiera desmayado si estuviese en el lugar de Hinata. Y, aunque Anko definitivamente me cae genial... no puedo evitar querer enterrarla yo misma. ¡Y es que quisiera que nunca se descubriera algo de los crímenes de mis dos amores! ¿Cómo esa mujer está vida, ah? ¿no la habían puesto a dormir mil metros bajo tierra? Mo~ Naruto, debiste pegarle siete tiros más.

    En, fin, estoy enloquecida... Y si no traes pronto el siguiente capítulo, iré a por ti, y te arrepentirás de darme tantas ideas sádicas.
    Espero sigas escribiendo más NaruHina, es lo que más me mantiene anclada a la historia, tú sabes cómo soy. Y, ah, una pregunta: Sakura es la ficha ed una bruja... ¿quién es el juguete de la rubia?

    ¿Y Ino también desapareció? D: Nah ~ ya nada me sorprende. No puedo entender tampoco la mentira de Kiba, ¿por qué no dijo simplemente que quería largarse del colegio para cuidar perros? Él se complica solito. ¿Por qué sigue sieno Neji tan sexy?

    Yo estoy más enredada con eso de Septiembres que se repiten y de los muertos que ya no están muertos y basicamente con todo... Supongo que al final tendré que volver a leer todo el fic para decir : !Ah, era por eso! Lol Y parece que él único que siempre estará en el otro mundo es Iruka-sensei. Estúpido hombre, se salva de toda esta confusión -.-

    ¡Besos!
     
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  19.  
    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    Título:
    Destino Final [Naruto/Umineko/Higurashi]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    6278
    ¡Buenas tardes! Perdón por el retrase, pero el regreso a clases me agotó la inspiración que tenía y bueno... se me demoró la conti XD

    @Ashareen: Me alegro que te haya parecido genial amiga mía. Este capitulo tal vez si tenga más situaciones complicadas, espero no acerté perder XD Espero que este capi nuevo te haga sentir mejor un poquito :3
    @Adrianita Hyuga XD: Jajaja, aww que tierna eres, muchas gracias por tus palabras, de corazón te lo digo :3 ¡Disfruta de la conti! :D
    @Yuriko Clay Granger: Bueno, no te quiero spoilear, así que no puedo responder a tus preguntas XD Lamento la tardanza, ya nos acercamos a la saga de Ino que es la cuarta, así que se paciente ;)
    @Nahi Shite: Espero que no te cause realmente la muerte ahora que actualicé XD Sí, Sakura es la ficha de Bern, y de la ora bruja es... ya lo verás ;) Gracias, muchas gracias por tu comentario querida amiga mía, ojalá que te guste como continuamos ahora (aunque releyendo el final, no creo que así sea XD), ya todo se comenzará a hacerse más claro pronto...

    Bien queridos lectores, con este se termina la saga de Hinata. El próximo capitulo comenzará la tercera saga, que tendrá como protagonista a Naruto :3 ¡Vamos, a la continuación!




    Capitulo 9: Festival



    Las clases ya habían finalizado cuando ambos Hyuuga abandonaron el despacho de la directora. Él la siguió con la mirada en todo momento mientras caminaban por el pasillo de la escuela en completo silencio, ella sentía como la escaneaba en busca de respuestas, de alguna señal secreta que le dijera lo que ocurría en su cabeza, pero ella no tenía intención alguna de dar aquel tipo de señal.

    Caminaban juntos a pocos centímetros el uno del otro, pero Neji jamás la había sentido tan distante.

    —¿Irás esta noche al Gran Festival? —preguntó Neji serenamente.

    —Es probable —respondió ella con voz distraída—. Es mi deber como miembro del clan Hyuuga, después de todo.

    Él asintió, y ese fue el fin de la conversación.

    Llegaron a la entrada principal, donde Tenten y Lee esperaban a Neji. Tras asegurarle que los vería durante la festividad, los tres partieron para prepararse para la noche, y la joven Hyuuga se sentó en el peldaño frente a la puerta y esperó pacientemente por un corto período de tiempo.

    —Hasta que llegas, Hinata.

    La chica se puso de pie de un salto y giró sobre sus talones, pero resultó ser sólo Naruto, que la observaba con una pequeña sonrisa. Ella dejó salir un suspiro que no se dio cuenta había estado manteniendo, y dio dos pasos titubeantes hacia él.

    —Naruto-kun, hay algo que debes saber…


    oo00oo00oo00oo00oo00oo00


    —¡¿Esa mujer policía sigue viva?! ¡¿Cómo es posible?!

    Hinata asintió a la primera pregunta, pero para la segunda no tuvo respuesta alguna.

    A Naruto se lo ocurrieron mil posibilidades en el momento. Que el disparo no hubiese sido mortal, que se tratase de una hermana gemela, o que esta Anko fuese un zombie… una más disparatada que la otra, por supuesto, pero lamentablemente Hinata no tenía evidencia como para descartar cualquiera de ellas. Excepto quizás que fuese un zombie, eso no le parecía probable.

    Los dos jóvenes caminaban tranquilamente por una calle de tierra que los llevaba cerca de los límites del pueblo, a un destino secreto que sólo ellos conocían. Para Hinata, ese lugar se había convertido en un santuario, donde sólo existían Naruto y ella, y el resto del mundo simplemente dejaba de existir.

    —¿Fue duro el interrogatorio?

    —No tanto como imaginaba —replicó Hinata.

    Cuando ingresó al despacho y vio a quien conduciría el interrogatorio, creyó que le bajaría la presión y se desmayaría en el momento. Se había puesto pálida, podía sentirlo, y le costaba caminar a la silla de madera que debía ocupar durante la entrevista, sin mencionar que no podía articular palabra alguna, pero de alguna manera y a pesar de los varios pares de ojos que sentía clavados en ella lo logró.

    Había esperado preguntas con doble sentido que apuntaran a lo que habían hecho, pero nada de ello, Anko se dedicó únicamente a preguntar acerca de la desaparición de Ino. Además, la mayoría de las preguntas estaban dirigidas hacia Neji, quien reportó la desaparición de Ino. Eso la tranquilizó por unos breves segundos, pero se mantuvo nerviosa todo el tiempo, intentando buscar posibles rutas de escape a su alrededor y sin obtener éxito alguno.

    Creyó que estaba atrapada por la policía, pero cuando estaba convencida de ello Ibiki les abrió la puerta del despacho y les indicó que ya habían terminado.

    —Yo hubiese sido un desastre allí, habría gritado en el momento —dijo Naruto, pasando su mano por sus cabellos rubios despreocupadamente—. No se como lo sobreviviste.

    —He sobrevivido cosas peores.

    —Ambos lo hemos hecho —le sonrió él, deteniéndose de repente, pues habían llegado a su destino.

    Ingresaron al antiguo templo Uzumaki sin dedicarle una sola mirada al auto abandonado cerca de la entrada, cubierto con hojas y ramas que caían de los árboles alrededor.

    El salón principal, donde la sacerdotisa solía realizar rituales o presidir reuniones importantes cuando el templo aún estaba en funcionamiento, se encontraba prácticamente en ruinas. Las tablas de madera del suelo rajadas, los muebles en tétricas condiciones, y sin luz eléctrica instalada, el templo de los Uzumaki dejaba mucho que desear como vivienda. Sin embargo, como escondite era perfecto; no había ventanas, estaba apartado del pueblo, y las historias del fantasma de una de las viejas sacerdotisas Uzumaki ahuyentaba a los niños del pueblo y cualquier otro extraño. Los mitos y leyendas eran tomados muy en serio en Konoha después de todo.

    —¿Qué haremos ahora, Naruto-kun? —inquirió Hinata, encendiendo la única linterna que llevaban—. Deberíamos revisar el pozo…

    —Tengo una idea, vayamos durante el Gran Festival —sugirió el rubio—. Nadie notará nuestra ausencia entre tanta gente, y como toda la aldea estará allí no nos preocuparemos porque nos persigan.

    —Es una gran idea, Naruto-kun —asintió ella, ofreciendo una tímida sonrisa.

    —Pero no podemos postergar más esto —suspiró él—. No podemos seguir así. Todo terminará esta noche.

    Hinata asintió nuevamente, y se adentró en el templo delante de Naruto, ignorando los gritos ahogados por una mordaza que provenían de su interior oscuro y misterioso, guiándolo hacia su destino.



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    La gran noche finalmente llegó.

    De la noche a la mañana, la calle principal de Konoha se había visto invadida por una interminable hilera de puestos de comida, entretenimiento y vendedores que serían protagonistas del festival hasta alrededor de las once de la noche, momento en el cual habría un espectáculo de danza en honor a los espíritus de aquellos que ya habían dejado este mundo, otro más de los múltiples mitos de la aldea.

    Neji le dio una última mirada a su teléfono celular antes de meterlo en su bolsillo y apurarse a encontrarse con Lee y Tenten. Sus dos mejores amigos lo esperaban junto al puesto de Ichiraku, donde el dueño le servía un plato de ramen a Kakashi. El profesor les dirigió un vago asentimiento con la cabeza como confirmación de que los había visto antes de volver a sumergirse en un libro de tapa verde en el que se encontraba enfrascado.

    —¿Qué quieren hacer primero? —consultó Tenten, ansiosa.

    —¡Competencia de tiro al blanco! —exclamó Lee instantáneamente, sus ojos ardiendo con determinación—. ¡Este año seré el vencedor, Neji!

    Sin embargo, media hora después y con veinte yen menos en el bolsillo, Lee se encontró perdiendo en la competencia de tiro al blanco contra Neji, exactamente de la misma manera que el año pasado. Y al igual que el año anterior, ambos obtuvieron pandas de peluche como regalo, aunque por supuesto que el de Neji era más grande al haber sido él el vencedor.

    —¿Otro panda? —comentó una voz burlona—. ¿Qué haces con todos ellos cuando termina el festival, Neji?

    Los tres se volvieron para descubrir un pequeño perro blanco como la nieve a sus pies, y tras el mismo se acercaba el dueño de esa voz y de ese animal, nada menos que su antiguo compañero de clases Inuzuka Kiba, con su andar despreocupado y una sonrisa de oreja a oreja.

    —Kiba —asintió Neji—. ¿Haz hecho lo que te pedí?

    —Heh, siempre directo al grano, ¿eh, Hyuuga? —gruñó el Inuzuka, aunque su sonrisa no disminuyó en ningún momento.

    —¿Neji? ¿Qué sucede? —inquirió Tenten con un dejo de preocupación. Le lanzó una mirada a Lee, pero no notó confusión alguna en su rostro—. ¿Por qué comienzo a sentirme que me están dejando de lado?

    —No es eso… —comenzó Neji—. Es que no creo que lo entenderías.

    —Y yo digo que estás equivocado —lo interrumpió Lee, sorprendiendo a ambos—. Somos un equipo, nosotros tres, siempre lo hemos sido. ¿Acaso no confías en ella?

    —Sí, Neji, ¿no confías en mí? —secundó Tenten, repentinamente enfadada.

    Neji suspiró, y finalmente cedió ante el reclamo al sentirse acorralado por sus dos amigos.

    —De acuerdo, lo explicaré todo. ¿Kiba?

    —Bueno, será mejor que vayamos a un lugar más privado…



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    —¡¿Has estado espiando a tu propia prima?!

    —¡No grites!

    Tenten se dio cuenta que había gritado lo último que dijo en voz alta, y se llevó una mano a la boca para cubrirla, como si pudiese retractar las palabras de esa manera.

    Afortunadamente, nadie los oyó. Se encontraban un tanto alejados de la festividad, lejos del camino principal y de la multitud que lo ocupaba. Solos ellos cuatro entre los árboles, era poco probable que alguien llegara a escucharlos, pero de todas formas no había daño en ser precavido.

    —Hinata ha estado actuando extraño desde que Hiashi-sama desapareció —afirmó Neji—. Es algo… distinta. Creo que puede haber sido testigo de algo, y si la hubieses visto durante la entrevista con la policía hoy…

    —Entonces, cuando nos dejaste un momento para ir a hacer una llamada… —Tenten dirigió su mirada al Inuzuka—. ¿Te estaba llamando a ti?

    —Nadie puede seguir un rastro como Akamaru —acotó Kiba, mirando al can con un dejo de orgullo. El aludido ladró felizmente en respuesta—. El rastro nos llevó hasta el templo Uzumaki.

    —¿El templo Uzumaki? —repitió Lee, perplejo—. Pero nadie va a ese lugar desde hace siglos…

    —Desde que falleció la madre de Naruto, lo se —confirmó Kiba—. Oye, Neji, ¿de verdad crees que Hinata y Naruto están ocultando algo?

    —La verdad aún no se que pensar —fue lo único que pudo decir Neji.

    —¿No entraste al templo? —cuestionó Tenten, ahora llena de intriga y dudas, mirando al dueño de Akamaru.

    —No quería arriesgarme, pensé que podrían estar ahí adentro. ¿Qué hacemos ahora?

    Hubo un momento de silencio, una pausa durante la cual ninguno de los cuatro hablo, durante la cual lo único que se oyó fue el viento que mecía suavemente las hojas de los árboles a sus alrededores. Eventualmente, y sorprendiendo a todos, fue Lee quien respondió a esa pregunta.



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    Hinata llegó al festival justo a tiempo para el evento principal. El espectáculo que ocurría a las once de la noche no era un simple show de danza; se trataba de un ritual, de una tradición muy antigua en la aldea donde un grupo de habitantes de la misma que se entrenaba todo el año para este evento realizaba una ceremonia para honrar a aquellos que habían pasado a mejor vida.

    Pero no estaba allí porque ella quisiera. De hecho, si por ella fuese, se hubiese quedado con Naruto, asistiéndolo en su lucha por descubrir la verdad, pero sabía que tenía que ir. Sin Hiashi, ahora ella era la líder del clan (aunque momentáneamente, pues el dos de octubre ya había programado el clan una reunión para discutir esto, pero no podía preocuparse por ello ahora) y debía hacer acto de presencia en eventos importantes como éste.

    Y allí estaba, sentada sola frente al escenario donde pronto comenzaría la ceremonia.

    Cuando el reloj marcó las once, todos los asientos estaban ya ocupados. Hinata tenía una posición privilegiada, en primera fila, y a su lado sólo había dos lugares: a su izquierda estaba Uchiha Fugaku, el padre de Sasuke, y a su derecha se encontraba la directora de su escuela, Senju Tsunade. Tras cada uno de ellos se sentaban los múltiples miembros de sus respectivos clanes, mientras el resto de la población veía la función desde donde podían (asientos al fondo más lejos, de los costados del escenario, e incluso había quienes se trepaban a los árboles para tener mayor visión).

    Exactamente detrás de Hinata, su hermana Hanabi y su primo Neji tomaron asiento en perfecto silencio, y comenzó a oírse el sonido de un tambor. La ceremonia estaba por comenzar.

    —¿Recuerdas cuándo fuimos parte de esto? —le susurró Neji al oído, en una voz casi inaudible que estaba segura sólo ella alcanzó a oír.

    Hinata asintió con la cabeza; recordaba vívidamente, como si hubiese sido ayer, cuando eran niños y participaron de la ceremonia un año junto con Sasuke y el hermano menor de Tsunade, Nawaki. ¿A qué venía esa nostalgia, tan poco propia de su primo?

    —Neji, ¿sucede algo?

    —Eso mismo quería preguntarte yo —replicó él—. Te paralizaste en la entrevista de hoy, estabas pálida… ¿hay algo que debería saber, Hinata?

    Volteó la cabeza súbitamente para enfrentarlo, sin siquiera pensarlo. Era la primera vez en toda su vida, estaba convencida, en que no la llamaba Hinata-sama. Eso fue suficiente como para convencerla de que algo andaba mal.

    —¿Hay algo que yo debería saber, Neji-san?

    —Hinata, mirada al frente —gruñó Tsunade por lo bajo, cruzada de brazos.

    Hinata la escuchó y de inmediato hizo lo que le decían. Sabía porque Tsunade se lo había dicho; no podía permitir que se notara el poco interés que tenía en el ritual, no podía darle al clan Hyuuga más razones para que pudiesen sacarla como líder del mismo.

    Sin embargo, Neji se puso de pie en ese momento, y esta vez ella no se dio vuelta para mirarlo.

    —No hay nada de mí que no sepas, Hinata-sama —murmuró antes de marcharse del lugar.


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    —¡Por fin! ¡Ya empezaba a pensar que te acobardarías!

    Neji alzó una ceja ante la exclamación del Inuzuka, una mezcla entre ofendido y sorprendido.

    —Hinata me vio cuando dejé la ceremonia, obviamente.

    —Significa que tendremos poco tiempo, pero eso ya era parte del plan —comentó Lee—. Aunque deberíamos apurarnos, por las dudas.

    El joven Hyuuga hizo una nota mental de más tarde felicitar a Lee por su idea. Dejar que los vieran en la ceremonia, abandonarla sigilosamente (o en el caso de Neji, lograr alguna excusa para que Hinata no cuestione su salida) y reencontrarse en el mismo lugar donde le explicaron todo a Tenten. Sin duda, costaba creer que a Lee se le había ocurrido algo con tanto detalle, pero su amigo sí que nunca fallaba en sorprenderlo.

    —Vayan entonces, yo cubriré por ustedes —dijo Tenten a regañadientes. Odiaba sentirse excluida, pero era un trabajo que alguien tenía que hacer—. Sólo prometan que regresarán si creen que es peligroso.

    Los tres le hicieron esa promesa y partieron. Ninguno se sintió incómodo prometiendo eso ya que, ¿desde cuándo se podía considerar a Hinata o Naruto peligrosos?

    Guiados por Kiba y Akamaru, el pequeño grupo corrió por bastante tiempo. No podían salir a la calle por miedo a que alguien los viera, así que corrieron por el bosque por un largo rato hasta que llegaron al límite de la ciudad. Allí el bosque continuaba, se hacía más profundo, pero dieron media vuelta y entonces sí salieron al camino para encontrarse cara a cara con el templo Uzumaki.


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    —No quiero hacer esto, de veras… —musitó Naruto—. Pero lo haré si no empiezas a responder.

    La persona frente a él intentó alejarse, pero no le era físicamente posible; esa persona tenía un grillete en cada muñeca, y colgaba de ellos del techo como una delgada y triste piñata de cumpleaños, le era imposible liberarse de ellos por mucho que lo intentara.

    —Han pasado días, y se me acabo la paciencia, de veras —Naruto acercó el cuchillo a su garganta, poniendo voz más amenazante—. ¡¿Quién lo hizo?! ¡¿Quién mató a Iruka-sensei?!

    Sólo recibió como respuesta más llanto y gritos tapados por la mordaza, pero ni siquiera se molestó en quitársela, sabía que serían más suplicas por piedad. Pero Naruto sabía que mentía, que lo estaba engañando, y sólo así podía averiguar la verdad. Hinata no estaba para verlo ahora, debía usar todo lo que tenía para resolver esto en esta misma noche.

    Un ruido ensordecedor atravesó todo el templo. Fue un sonido metálico, como una tubería siendo golpeada por algo hecho de metal. No era un lugar grande y lo conocía bien, así que estaba seguro que provenía del salón principal.

    —¿Hinata? ¿Regresaste ya?

    Le lanzó una mirada amenazadora a su rehén, advirtiéndole que no intentara nada raro, y se marchó a averiguar el origen de ese extraño ruido.

    No pasaron más de cinco segundos de que el rubio se marchó, e ingresaron tres individuos nuevos a la recámara. El rehén empezó a agitarse en el aire e intentaba gritar con aún más ímpetu, pero se frenó al ver que quien estaba delante de ella era una persona conocida.

    —Tranquila, tranquila —le susurró Kiba—. Te sacaré de aquí.

    —¿Qué es este lugar? —fue lo único que pudo decir Neji mientras Lee y Kiba trabajaban en liberar al prisionero de sus cadenas.

    El lugar se encontraba debajo del salón principal del templo Uzumaki, y a juzgar por su aspecto se veía que la familia debió tratarlo como una especie de sótano cuando aún se encontraba en funcionamiento el lugar. Había polvo y telarañas en abundancia, y una gran cantidad de porquerías que la gente debió ir tirando allí con el correr de los años.

    En pocas palabras, el lugar era tétrico. No había ventanas naturalmente, y la única fuente de luz de la habitación era una vela sobre una mesa ratona a la que no parecía quedarle mucha vida por delante. Y pendiendo del techo con cadenas en los brazos se encontraba ella, Yamanaka Ino, la chica que había desaparecido recientemente, con cortes y golpes decorando toda su nívea piel.

    —¿Cómo pudo hacerte esto? —musitó Kiba, quitándole la venda de la boca. Lee ya había logrado forzar el primer grillete y ahora trataba de liberarla del segundo.

    —Él… él y Hinata… ambos han perdido la cabeza —escupió Ino lentamente, el terror implícito en su voz—. Creen que tengo que ver con la desaparición de Iruka-sensei… están locos de remate.

    —Estás a salvo con nosotros —le aseguró Lee—. Sólo dame un momento…

    —No tenemos un momento, apresúrate —chilló la Yamanaka—. No sabemos cuando puede volver… no saben lo que es… lo que fue… alucinan, están dementes…

    —¿Qué quieres decir que alucinan? —murmuró Neji.

    —Hay veces en que hablan… hablan como si el otro estuviese aquí… y están solos… creo que alucinan por momentos, y en otros momentos están más lúcidos pero… sáquenme de aquí, por favor…

    Kiba tomó entre sus manos la cara de Ino y la forzó a mirar a sus ojos, llenos de determinación.

    —Ino, te lo prometo, te sacaré de aquí.

    —No hagas promesas que no puedes cumplir, Kiba.

    Akamaru comenzó a ladrar furiosamente mientras su dueño se daba vuelta para enfrentar a quien pertenecía esa voz. Un tiempo atrás, jamás habría creído que esa voz helada y tenebrosa pudiese corresponder al Uzumaki que se encontraba frente a ellos, jugando con el largo cuchillo de caza que Ino lamentablemente conocía tan bien.

    —¡Naruto! —ladró el Inuzuka—. ¡Ya para con esta ridiculez!

    —Ustedes también fueron, ¿verdad? —acusó el rubio—. Tú lo viste última, Ino… y ustedes, ustedes la ayudaron a matar a Iruka-sensei, a que parezca un suicidio, ¡y ahora van a hacer lo mismo conmigo!

    —¡Estás loco de remate! —tronó Lee en respuesta.

    Naruto lo ignoró y se dirigió directo a ellos, como una estampida, gritando y elevando el cuchillo amenazantemente.

    El Hyuuga se puso en posición, aunque sabía que las artes marciales de nada servirían contra un arma blanca. Sin embargo, Kiba se le adelantó y fue más rápido que el oponente también, logrando un puño directo a la cara del rubio. Sonrió de lado mientras el Uzumaki se recuperaba del puñetazo.

    Pero se confió demasiado.

    —¡Kiba! —el chillido de Ino debió de escucharse en toda la aldea.


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    —¿Tenten?

    La joven castaña de chonguitos se congeló en su lugar al oír esa voz. Era la única voz que deseaba no oír mientras veía como la danza llegaba a su fin desde el fondo del lugar, donde apenas se podía vislumbrar el escenario o a quienes lo ocupaban.

    —¡Hinata! —exclamó la aludida, esperando no haberlo dicho demasiado fuerte—. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en primera fila?

    —Lo se, pero estoy buscando a Neji, creo que se enfadó conmigo y no entiendo bien porqué —musitó Hinata con su típico tono de voz, el cual la hacía sonar como un ser chiquito y minúsculo, y que costaba imaginar que era más que una chica tímida y común de Konoha—. Creí que estaría contigo.

    —Oh, no, no, Neji y Lee salieron de aquí hace un rato —respondió Tenten, pensando rápido en el momento. De verdad no esperaba encontrarse con Hinata, menos aún que le cuestionara esto—. Esto… ellos tenían algo que hacer.

    —¿Algo que hacer? —se sorprendió la chica—. ¿Qué cosa?

    —¡Sólo cosas! —replicó la otra, y ahora estaba segura de que sí había gritado. Y, efectivamente, había despertado sospechas.

    —Tenten, dime ahora mismo, ¿qué cosas? —el tono de voz de Hinata era… ¿amenazante? No podía creerlo, pero así era como sonaba, ya no como la niña introvertida que conocía.

    —Tú sabes bien qué cosas —le espetó Tenten con dureza, y entonces supo lo que estaba sucediendo.

    Dio un paso para atrás, sus ojos se abrieron bien grandes, blancos como perlas, reflejando el miedo que la invadió en ese momento. No, no podía ser, nadie podía saber…

    —Escucha Hinata, sea lo que sea, puedo ayudarte… —intentó su amiga, pero Hinata la apartó.

    La Hyuuga se dio vuelta y salió disparada en la dirección opuesta al festival, de regreso al lugar de donde había venido, rogando por llegar a tiempo.

    Tenten repitió su nombre múltiples veces, pero no fue capaz de detenerla ni de alcanzarla, era demasiado rápida para ella. Intentó llamar a los chicos, pero ninguno de ellos parecía tener señal, fue directo al contestador. Resolvió quedarse allí, abrazar el panda que Neji le había regalado, y rezar que nada malo les estuviese sucediendo.


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    El Inuzuka sintió como el frío penetraba dentro de su pecho. Después se dio cuenta que no hacía frío, sino que se trataba de la helada y afilada hoja de un cuchillo de caza, que penetraba su pecho exactamente en el punto preciso, donde se encontraba su corazón.

    —Siempre… siempre tuviste… buena puntería… maldito… —musitó el joven con un hilo de voz.

    Los ladridos de Akamaru se volvieron más fuertes, al punto que retumbaban en todo el templo, furiosos y melancólicos a la vez. Naruto extrajo el instrumento, ahora teñido hasta la mitad de un brillante color carmesí, y Kiba se desplomó en el suelo como un saco de patatas sin fuerza.

    —Uno menos… ¿quién sigue?

    En ese momento, Akamaru dejó de ladrar, y repentinamente se lanzó al ataque.

    Naruto, quien claramente no se esperaba que el pequeño animal fuera feroz, dio un salto hacia atrás. Akamaru llegó hasta su pierna izquierda y hundió en el tobillo de la misma sus dientes con tal fuerza que el Uzumaki dejó escapar un aullido de dolor repentino y ensordecedor.

    —¡Neji, tenemos que irnos de aquí! —exclamó Lee, el primero en recuperarse. Finalmente, había podido romper el último grillete, y ahora la Yamanaka estaba acariciándose sus doloridas muñecas.

    Pero Neji no lo escuchó. Con Naruto ocupado intentando librarse del can, Neji lo embistió con la furia de un huracán y con tanta fuerza que el placaje lo terminó lanzando al rubio de espalda al suelo, y Neji terminó sentado sobre él.

    El Hyuuga jamás había creído posible sentir tanta ira. Alzó su puño cerrado en el aire y lo dirigió hacia el Uzumaki, una y otra vez lo golpeó furiosamente, hasta que finalmente tomó en sus manos el arma que se había escapado de las manos del otro chico con la caída y se decidió a darle el golpe de gracia.

    —¡Adelante, Neji! ¡Mátame! —rugió Naruto—. ¡Mátame como lo hiciste con Iruka-sensei!

    Neji quería hundirselo bien profundo en el corazón, atravesar su garganta, vengar a Kiba. Pero no se creía honestamente capaz.

    —Espera, Neji —le gritaba Lee mientras Ino lloraba en sus brazos— ¡Espera! ¡No eres como Naruto, no eres un psicópata! ¡No lo hagas!

    Pero cuando vio que Naruto aún seguía sonriendo, no pudo controlarse.

    El cuchillo se vio inserto profundo en el abdomen del rubio de ojos claros como el cielo matutino, atravesando múltiples órganos y causando que éste rubio gimiera de agonía. Neji se puso de pie mientras Naruto se doblaba de dolor en el suelo, fulminándolo con la mirada.

    —Si no lo remueves, no debería ser fatal —comentó Neji—. Aunque te merecerías que lo fuera.

    Acto seguido, avanzó hasta donde se encontraba Kiba. Se acercó al cuerpo y efectivamente, no había pulso ni respiración, sólo un cadáver en un charco de sangre. Alzó en brazos al joven que había perdido la vida y le dirigió una mirada a sus dos acompañantes.

    —Naruto no irá a ningún lado, será mejor que vayamos a un lugar con señal para poder llamar a la policía —dijo Neji, e inmediatamente partió hacia afuera.

    Lee titubeó, pero finalmente estuvo de acuerdo. Ino, aún en estado de shock, no podía pronunciar palabras, sólo observaba como Naruto se esforzaba por continuar respirando, abandonado y olvidado en el suelo.

    El joven de las cejas pobladas la tomó de la mano y la ayudó a caminar hacia afuera del sótano. Emergieron al salón principal, y poco a poco, un paso a la vez, llegaron hacia el exterior. Allí los esperaba Neji… quien no estaba solo.

    —Neji-san…

    —Hinata —devolvió su primo con severidad.

    —Naruto-kun —miró alrededor a quienes estaban frente a ella, desesperada—. ¿Dónde está Naruto-kun?

    —Dentro —le respondió él—. No le queda mucho tiempo.

    Los ojos de Hinata se abrieron más grandes aún, algo que no parecía posible a esta altura. Sin reparar en que la superaban en número, la joven avanzó hacia ellos, pero Neji le permitió pasar; sabía que no dejaría el lugar sin Naruto, y Naruto no se movería por miedo a que ello fuese fatal. Estaban encerrados en su propio escondite secreto.

    Hinata corrió y llegó al sótano en cuestión de segundos. Ahogó un gritito cuando vio a Naruto tumbado en suelo, pero no pudo evitar el grito que vino cuando vio el arma que lo mantenía allí.

    —Heh, Hinata… viniste —sonrió el rubio.

    —Oh, no, no, Naruto-kun no… —balbuceó la chica, desesperada—. No, no puedes morir, no te dejaré…

    —Oye Hinata, ¿podrías ayudarme? —le extendió una mano a modo de súplica.

    La Hyuuga se agachó y colgó el brazo de él alrededor de su cuello, ayudándolo lentamente a ponerse de pie. Apenas si podía caminar así, no creía que podrían escapar de esa manera, si tuvieran otra arma quizás pero no podía arriesgar a quitarle el cuchillo, se abriría la herida y…

    —Vamos, Hinata, hay otro camino por aquí —la guió él, señalando hacia delante.

    Caminaron por un rato hacia el final del lugar, que parecía que no acababa jamás, hasta chocar con una pared que no llegaba a ser iluminada por la vela. La sintió con la mano y, siguiendo las instrucciones de Naruto, la acarició hasta que sintió algo irregular.

    Era un picaporte. Lo giró y empujó la pared, que resultó ser una puerta secreta, pintada del mismo color que la pared de modo que, debido a la mala iluminación del lugar, resultaba imposible de ver. La cerró tras ellos y todo se volvió oscuridad, pero Naruto le advirtió que habría escalones y que avanzara lentamente.

    Obedeció al joven, y se encontró gradualmente subiendo peldaño tras peldaño hasta que su cabeza golpeó con algo. Tuvo que hacer un esfuerzo inhumano para poder sostener a Naruto y empujar la puerta-trampa a la vez, pero eventualmente tuvo éxito.

    Salieron afuera de la ciudad, o por lo menos ello creía Hinata, que jamás había visto esta parte del bosque y había vivido toda su vida en Konoha. Era un claro, una pradera donde predominaba un pasto alto y salvaje que se mecía con el viento, y que la luna sobre ellos alumbraba serenamente, sin ser cubierta por ninguna nube y rodeada de estrellas que decoraban una noche a simple vista mágicamente bella.

    Naruto se soltó de su agarre y se tumbó boca arriba en el lugar, mirando hacia arriba con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Cómo podía sonreír en un momento como éste? Comenzaba a creer que jamás terminaría de comprender al Uzumaki.

    —Ven, siéntate conmigo Hinata —la invitó él, y ella no se pudo negar, sentándose junto a él e intentando contener el sonrojo en una situación como esta—. ¿No está bellísimo?

    —De verdad que sí, Naruto-kun —admitió ella—. ¡Ah!

    Antes de comprender lo que sucedía, Naruto había avanzado sobre ella con lo que le quedaba de fuerza y la había puesto de espalda contra el suelo. Recibió sus labios forzosamente en los suyos, pero cuando los sintió creyó que se iba a desmayar. No podía ser, todo se sentía como un sueño del que despertaría en cualquier momento, ¡Naruto la estaba besando!

    No esperaba que fuese así, que él la besaría en sus últimos momentos. Sus labios sabían a sangre, dejándole un gusto metálico en la boca que no estaba tan bueno, pero el chico movió sus labios y su lengua y vaya… ¡Naruto sí que sabía besar!

    Sin embargo, a pesar de que esto era con lo que había soñado por un largo, largo tiempo, se dio cuenta de que una lágrima se deslizaba por su mejilla y no podía explicar el porqué. De alguna forma, Naruto lo notó y desprendió sus labios de los de ella.

    —No llores, Hinata —la alentó él—. Mira hacia el cielo.

    Elevó la mirada justo para ver como un destello de luz se elevaba sobre ellos, hasta que llegó a cierto punto y explotó sonoramente en varios destellos de color azul pálido.

    —Los fuegos artificiales del festival —recordó Hinata, a la vez que varios fuegos saltaban y decoraban el cielo nocturno—. Había olvidado… que bellos que son…

    —Hinata, necesito que me ayudes —musitó Naruto—. No puedo quitarme este cuchillo solo…

    —Naruto, no deberías…

    —Lo se, pero quiero… quiero que tú huyas —le suplicó él— Quiero que tomes el cuchillo para defenderte, que te marches de Konoha y que vivas tu vida a salvo en algún lugar…

    —¡No! Naruto-kun, no podré sin ti, yo…

    —¡Promételo! ¡Promete que lo harás!

    Hinata no quería. De verdad no quería que él se sacrificara por ella. Pero tampoco podía dejar que Naruto quedase allí, en ese estado, o que se terminara muriendo sin que ella respetase sus deseos. Así que decidió acceder a lo que le pedía.

    —Lo prometo, Naruto-kun.

    Él sonrió genuinamente, con esa amplia sonrisa que solía hacer que su día fuese siempre mucho mejor.

    —Gracias, Hinata.

    La chica lo tomó en brazos, lo abrazó con fuerza (evitando tocar el arma aún en su cuerpo lo más posible) y comenzó a gimotear, intentando retener las lágrimas. Tomó en sus manos el cuchillo y lo extrajo con un suave, rápido, único movimiento.

    Naruto hizo un último sonido y se desplomó sin gracia sobre ella.

    En ese momento fue cuando se largó a llorar. Desesperadamente, lloró como una estúpida mientras el viento a su alrededor se volvía más violento, y hacía danzar al césped al compás de una canción secreta que ella no comprendía.

    Oyendo el susurro de las hojas y los fuegos artificiales que no concluían aún, Hinata pensó que allí sería donde todo finalmente tendría su fin y se sentía bien, Naruto en sus brazos, habiéndola besado, tal y como ella soñó que algún día lo haría.

    Pero entonces recordó algo. Un asunto pendiente que pensó podía esperar, pero que si realmente iba a dejar Konoha para siempre, realmente no podía demorarse más.


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    Le tomó más tiempo del que creía tenía disponible, pero finalmente había descubierto por completo el cadáver. La luz de la luna alumbró un cuerpo en estado de descomposición, y si uno se acercaba y examinaba de cerca se podían observar a los pequeños insectos que se daban un festín con la carne del mismo.

    Pero, al contrario de lo que ella se esperaba, se trataba de uno solo, el que podía reconocer aún como Hyuuga Hiashi, y era el único en esa fosa que ella había creado días atrás.

    —No puede ser… —murmuró Hinata, soltando la pala de la sorpresa, dando un paso hacia atrás, aterrorizada—. Anko-san… ¿dónde está Anko-san?

    —Camino al templo Uzumaki para arrestarte —le respondió una voz desde las penumbras.

    Levantó la mirada con temor para enfrentar a la dueña (pues era una voz femenina) de esa voz. Se encontró con una sorpresa al descubrir que la reconocía, y que quien avanzaba hacia ella era alguien a quien había considerado amiga suya en el pasado.

    ¿Lo seguiría siendo ahora?

    —Sakura-chan… tú… ¿q… qué haces aquí?

    —¿Tú qué crees? —le espetó la Haruno fríamente, con una voz nada suya—. Viéndote desenterrar a tu padre, por supuesto.

    Hinata ahogó un grito ante la naturalidad con la que habló ella. ¿Sabía lo que había hecho? ¿Desde cuándo? Si había presenciado todo desde un principio, ¿por qué no la había reportado?

    Recordó que Sakura había estado actuando rara últimamente, como fuera de sí, y que la habían interrogado también por Ino, ¿acaso había algo que no sabía sobre ella? Fuese lo que fuese, tenía que estar preparada para asumir lo peor. No permitiría que el sacrificio de Naruto para ponerla a salvo fuese en vano bajo ningún punto de vista.

    —¿Qué quieres? —preguntó la Hyuuga en una voz que sonó involuntariamente como una súplica.

    —Quiero vivir —respondió ella crípticamente—. Estuve pensando y ya tengo la solución. La única forma de terminar esto es si yo sobrevivo, si sobrevivo al mes de septiembre entonces podremos pasar al mes de octubre… y todo seguirá como debe ser. Lo siento Hinata, pero no puedo dejar que el juego continúe…

    La chica de orbes perlados no entendía nada del diálogo disparatado de Sakura, pero estaba bastante segura de que su mirada había cambiado de misteriosa a agresiva. Se inclinó para tomar el cuchillo que había clavado en la tierra cuando comenzó a trabajar, pero fue demasiado lenta.

    Sakura la golpeó en la cabeza con la pala con tal fuerza que no parecía de este mundo. El impacto la arrojó dentro del pozo, cayendo sobre su padre y rompiendo algunos de los frágiles huesos del cadáver a juzgar por los ruidos que causó al caer.

    —Espera… Sa… kura…

    Pero no pudo decir más, y lo último que vio antes de perder por completo la conciencia fue como la adolescente de cabellera rosada clavaba la pala en la tierra y se la tiraba encima, montículo tras montículo.

    Todo se volvió oscuridad a su alrededor.



    oo00oo00oo00oo00oo00oo00



    La policía tardó una hora en llegar al templo abandonado de la familia Uzumaki tras un llamado de emergencia proveniente del celular de un joven adolescente llamado Hyuuga Neji.

    Al llegar a la escena, el joven que había realizado el llamado se encontraba afuera esperando con un cadáver en brazos. Como había reportado por teléfono, se trataba del cuerpo de Inuzuka Kiba, otro adolescente de Konoha, que había sido víctima de una puñalada directa que literalmente le atravesó el corazón.

    Junto con él estaban otros dos adolescentes locales, Rock Lee y Yamanaka Ino, la cual había sido reportada desaparecida recientemente. La joven presentaba heridas a lo largo de todo su cuerpo, y declaró que Uzumaki Naruto y Hyuuga Hinata la habían secuestrado y torturado acusándola de estar involucrada en la desaparición, y luego muerte, de Umino Iruka.

    Los dos acusados no estaban dentro del lugar como habían atestiguado los jóvenes a los oficiales, pero un rastro de sangre los llevó a una puerta oculta instalada en el sótano y a un claro en el bosque, afuera de la ciudad y cerca de la carretera que lleva a la ciudad de Tokio. Allí se encontró el cadáver de Uzumaki Naruto, pero no el de Hyuuga Hinata, la cual continúa desaparecida al igual que su padre Hiashi.

    El caso se mantiene abierto, la policía no es capaz de cerrarlo hasta encontrar a Hyuuga Hinata, pero el pueblo no cree que alguna vez se cerrara. Había quienes decían que Hinata había escapado del pueblo y vivía en algún otro rincón de Japón. Otros afirmaban que seguía en el pueblo, planeando su venganza. También estaban quienes creían firmemente que se había embarcado a Europa para pasar allí sus días, totalmente impune y fuera de su alcance.

    Todos tenían una teoría, pero en algo coincidía toda Konoha; la chica se había esfumado de la faz de la Tierra, como si nunca hubiese existido.
     
    Última edición: 3 Abril 2014
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