[Alessandra] Suspiros

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Lexa, 9 Abril 2013.

  1.  
    Lexa

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    Título:
    [Alessandra] Suspiros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1693
    Nick: Alessandra Schwarz.
    FFC: Crystal Tower.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 1.
    N/A: Es la primera vez que escribo de alguno de mis personajes, asdsfs. Como se darán cuenta el escrito se sitúa cuando Ian tenía doce, aún con esa personalidad un poco inocente, en realidad hice el escrito para que tuvieran una idea de cómo comenzó todo, aunque sea un poco. A mi me gustó más o menos, pero a ustedes espero que les guste<3

    ~

    Carraspeó un poco su garganta una vez que estuvo frente al lugar y las manos inconscientemente le temblaron, el chico estaba asustado. Y no era para menos, Mark había decidido poner a trabajar al australiano de una vez por todas. Ya con doce años de edad creía que podía empezar con su labor como asesino.

    —Ya sabes que tienes que hacer le dijo, botando el humo de su cigarrillo a través de sus labios.

    El chico asintió ante las palabras del hombre. Dio un par de pasos, caminando hacia puerta que yacía al final del oscuro callejón. No pudo evitar voltear a mirar a Mark cuando estuvo frente a la misma, quizás buscando algo de apoyo...

    El hombre se limitó a dedicarle una dura mirada desde su posición, incitándole con la misma que cumpliera su labor, sin rodeos, sin dudarlo. Ciertamente no le había encargado a un hombre peligroso, Ian Strahovski era simplemente un idiota del barrio que lo había estado molestando durante algunas semanas pero, como era presa fácil, decidió encargarle ese trabajo a la nueva adquisición de la banda.

    El chico de doce años suspiró hondamente y, sin mucho más qué hacer, tocó la puerta de madera. Su corazón instintivamente se aceleró, latiendo desenfrenadamente en su pecho; no podía negarlo, estaba asustado. Muchas muertes había visto cuando entró a la banda, pero todas habían sido en manos de los otros hombres, nunca de las de él. Pero sabía que esta situación algún día llegaría, era algo que había aceptado y su personalidad poco a poco empezaba a moldearse respecto a eso.

    En eso, escuchó el girar de la manija del otro lado de la puerta, asomándose por la misma un hombre de no más de veinticinco años, con porte musculoso y ojos frívolos.

    —¿Qué quieres, chico? —Preguntó al ver al australiano frente a él, sin emitir acción alguna.

    —Yo… me preguntaba si podía darme algo de dinero —fue lo primero que llegó a su mente, sin saber cómo reaccionar—. Hace días que no como… —inventó al final, mirándolo de reojo.

    Ian Strahovski frunció un poco el ceño al escuchar tales palabras. ¿Para eso lo había despertado de su sueño profundo? El chiquillo era un imbécil.

    —Lárgate si no quieres que te haga trizas en este instante por estar molestándome —le advirtió de forma hostil y, sin esperar la respuesta del muchacho, le cerró la puerta en la cara, molesto.

    El australiano no pudo evitar sorprenderse un poco ante la acción de Ian, pero rápidamente se repuso, ciertamente era lo que esperaba; Mark ya le había advertido como era la actitud del hombre. Por un momento quiso irse, lejos de aquel tétrico lugar, pero sabía que no podía, si él no cumplía con su trabajo sería Mark el que lo haría trizas sin piedad.

    Y no, él no quería seguir recibiendo más golpes.

    Volvió a tocar, esta vez con una actitud más firme; cumpliría el maldito trabajo y ya. Al instante, la puerta fue abierta con fuerza, y por ella salió un Ian exasperado.

    —¿No entendiste lo que te dije? ¡¿Qué quieres, niño?! —Bramó con rudeza sus palabras, bufando al instante.

    El chico rubio cerró sus párpados y los abrió enseguida, buscando fuerza y valentía de quien sabe dónde. Subió la mirada hasta el hombre corpulento, mirándolo de reojo.

    —La verdad, no podría decirle la verdadera intención de mi presencia —dijo, con voz neutra—. No me creería.

    Ian frunció su ceño, posando en su rostro una mueca de confusión. ¿De qué hablaba el chico? ¿Se habrá vuelto loco por el hambre? Lo que le faltaba.

    En eso, sin importarle que fuese una criatura de doce años la que estaba frente a él, lo tomó por su camisa azul oscuro, alzándolo para mirarlo de frente, furioso.

    —¡Vete con tu juego de palabras para otro lado! Si de verdad quieres vivir, lárgate y no vuelvas, idiota —le escupió las palabras con arrogancia.

    El australiano no puedo evitar que en sus labios se colara una diminuta sonrisa de burla, el ver como Ian perdía los estribos por su culpa, extrañamente le divirtió. Sí, quizás se estaba volviendo loco.

    —¿De qué carajo te ríes, ah? —Le cuestionó, para luego con la fuerza que poseía arrojar al chico contra la pared. En el callejón se escuchó el estruendo del seco golpe del menor contra el mural de piedra.

    El australiano no pudo evitar gemir ante eso, tosiendo al instante por el golpe que su espalda había recibido. Maldición, eso sí había dolido como los mil demonios.

    —Imbécil —susurró despectivamente Ian, cerrando la puerta de su habitación con fuerza.

    El rubio, aún desde el suelo, inhalaba grandes bocados de aire intentando reponerse, podía sentir como su espalda extrañamente palpitaba por el dolor, aún latente. Y entonces, su ceño se frunció, molesto. Había recibido otro golpe, y ciertamente no se quedaría de brazos cruzados.

    Su semblante se tornó serio y todo rastro de miedo pareció morir al instante. A pasos lentos se acercó a la puerta, dispuesto a tocarla; pero esta vez sería muy diferente. El rubio antes de realizar su acción sacó el arma que Mark le había entregado para que cumpliera su trabajo, la miró, con ojos vacíos, para luego apuntar la madera frente a él.

    Esta vez sería él quién daría el golpe fuerte.

    Tocó la puerta, esperando pacientemente que Ian la abriera con su porte furioso. Y eso sucedió. De un jalón la puerta fue abierta de par en par saliendo por ella, nuevamente, Strahovski.

    —¡Ahora sí te mataré! —Soltó rápidamente, posicionándose frente a él.

    Pero su expresión de molestia murió al ver como la pistola que el chico portaba apuntaba a su cráneo, firmemente. Sus ojos se abrieron con sorpresa e internamente tembló de miedo.

    —¿Q-Qué haces, niño? —Le interrogó, con voz un tanto entrecortada.

    —Cumplo mi trabajo, Ian —murmuró.

    Y no esperó la respuesta del hombre, no quería seguir escuchando su molesto tono de voz. Le sonrió de medio lado y jaló el gatillo con firmeza.

    Dio un paso hacia atrás al ver como el cuerpo caía lentamente al rocoso suelo, con una perforación en su cabeza, sin vida alguna. Movió su cabeza a la derecha, intentando alejar sus azulados ojos de aquella escena tan funesta. Guardó el arma en su pantalón y con pasos lentos se dispuso a abandonar esa parte del callejón.

    Se sentía extraño. Una parte de él parecía querer sucumbir ante lo que su cuerpo estaba sintiendo, sentimientos que claramente no quería experimentar; pero otra parte, quería disfrutar como el hombre había muerto, con expresión temerosa. La sola idea de qué le temieran a él, le supo muy tentadora y por ello, quizás se inclinaría hacia ese lado.

    —Bien hecho, chico. Por un momento pensé que no lo harías —le habló Mark, parándose de la roca donde esperaba al australiano.

    —Tuve ciertos problemas, pero pude solucionarlos —le reveló, parándose frente a él para mirarlo de reojo.

    —Eso noté. Te felicito por ello, chico… Y, ¿sabes qué? Mereces un premio —le dijo moviendo su cabeza de allá para acá para desperezarse un poco.

    —¿Qué cosa? —Preguntó.

    —Ya es hora de que poseas un nombre. No podemos seguir llamándote “chico”, nadie en mi banda puede llamarse así —en sus ojos se podía notar las malas intenciones con que eran dichas aquellas palabras—. Y tengo el nombre adecuado.

    —¿Cuál es?

    El hombre se agachó para estar a su altura y mirándolo de frente le acarició el cabello. El australiano lo escudriñó con la mirada, pero se relajó un poco. Ciertamente Mark no era alguien que le inspirara confianza, pero no podía negar el hecho que sí necesitaba un nombre, pues cansado estaba que le llamaran “chico” a cada rato con deje de burla. La idea le entusiasmaba un poco, no confiaba en Mark pero sólo era un nombre. Quizás no era tan malo…

    —Ian Strahovski —le sonrió de medio lado.

    O tal vez sí.
     
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    Título:
    [Alessandra] Suspiros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1457
    Nick: Alessandra Schwarz.
    FFC: Crystal Tower.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Sebastián Jason Aika.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 2.
    Nota: Esta idea vino a mi mente así de repente, tenía a mi chico muy abandonado :C Además debo decir que me inspiró el escrito de Trick, lo amé :$

    ~

    Sus manos inconscientemente comenzaron a temblar, sus orbes azulados recorrían el oscuro y tétrico lugar que lo envolvía. ¿Dónde estaba? Ian estaba asustado. El corazón le latía con fuerza, con desesperación, queriendo salir que su fornido pecho sin contemplación; una gota de sudor recorrió su sien, perdiéndose en su níveo cuello. Ay, carajo…

    Sintió que el labio inferior le tembló al sentir como en la espesa oscuridad era llamado, un susurro melancólico y frágil.

    «Ian»

    Hay venía.

    «Ian»

    Una vez más.

    «Ian»

    El australiano con cierta desesperación movía su cabeza de allá para acá, intentando encontrar el portador o la portadora de aquel susurro. Pero nada. Sólo la oscuridad estaba presente. ¿Qué sucedía? La respuesta estaba lejos de su compresión. Sintió que el corazón se le encogía, dolido, y un frío infernal se apoderó de él. Sucumbió ante lo que sentía y cayó de rodillas en el oscuro suelo; frustración, desesperación, tristeza, agonía… ¿Cómo alguien podía tener tantos sentimientos en un mismo momento? Ian estaba devastado.

    En eso, sin previo aviso, sintió que era observado, en la espesa oscuridad un par de ojos se habían posado en su figura. No estaba solo. Giró su cabeza a la izquierda, buscando aquella presencia, giró a la derecha, pero nada. Era tan funesta la situación. Suspiró hondamente, intentado calmarse pero aquello era imposible. Se sentía mal, y algo en su interior le dictaba que estaba en peligro.

    Un escalofrío sacudió su espina dorsal.

    Volvió su vista al frente, mirando a la nada, oscuridad infinita. Pero cierta sorpresa lo invadió al visualizar como una persona se acerba hasta él, no, eran dos personas. Un hombre y una mujer, par de desconocidos a los ojos del australiano. Strahovski se levantó, mirando fijamente al par de figuras que se acercaban hasta él e internamente, sin saber porque, se sintió aliviado, una calidez empezaba a apoderarse de su cuerpo. ¿Quiénes eran? Quería averiguarlo.

    Quedó atónito cuando vio como la mujer estiraba su mano, incitando a Ian que la tomara, y quiso hacerlo. Estiró con cautela su brazo izquierdo, queriendo alcanzar los dedos de aquella fémina, pero cada vez que intentaba hacerlo, la imagen de ellos parecía perderse en la espesa oscuridad, lejos de su visión.

    Ian sintió que la calidez era suplantada por la desesperación. No quería que se fueran, no quería perderlos… Quiso hablar, gritarles que se quedaran, que esperaran, pero aquellas palabras quedaron atascadas en su garganta, pegada a ella con firmeza. Ay, Dios… Tuvo el pensamiento de correr hasta ellos, queriendo acortar la distancia de una vez por todas, sin darles tiempo a desaparecer, pero cuando dio un par de pasos, la figura de aquellas personas se volvieron borrosas, y una ola de sangre invadió el lugar.

    Movió con cierta rudeza sus brazos y piernas, confuso e inquieto. ¿Qué sucedía? Buscó con la mirada a aquellos seres, pero sólo la sangre yacía en ese lugar. Su respiración se agitó, verse envuelto por este líquido extrañamente le asustaba, no sabía porque, pero algo dentro de él le decía que esa sangre era la razón de su dolor. A lo lejos escuchó un par de disparos, gritos ahogados, sollozos, y más sangre invadió el lugar. Por un momento se vio perdido, asustado.

    «Ian» Susurró la voz de una mujer, frágil.

    «Ian» Susurró la voz de una hombre, quebradiza.

    El australiano giró su cuello, buscando las voces nuevamente. Pero nada. Sólo la sangre, la oscuridad y un vacío inmenso yacían en el lugar.

    «Ian» Escuchó como las voces se juntaron, formando un susurro melancólico.

    Esta vez, algo dentro de él palpitó. Internamente pareció reconocer esas voces, sólo por un segundo, algo dentro de él le dictaban que eran ellos. Ellos…

    —Padres…

    Una ola de sangre, nuevamente, surcó el lugar. Llenando hasta el más oscuro rincón de ese lugar con la misma, Ian se movía de allá para acá, pataleando, intentando encontrar una salida, pero estaba atrapado. Como un niño asustado. Y como pocas veces, quiso estar en los brazos de sus progenitores, buscando su protección.

    Un grito desgarrador invadió el lugar, Ian movió su cabeza, con desesperación. Él lo sabía, era ella... Otro grito más, y otro más, y otro más…

    Strahovski despertó exaltado, con la respiración agitada. Movió su cabeza de allá para acá, fijando sus orbes azulados en cada rincón del lugar, sí, era una maldita pesadilla lo que había experimentado. Se sentó en la cama, con la cabeza gacha y sus orbes abiertos de par en par, aún estaba estupefacto por la pesadilla que había vivido. Era tan real que le hacía temblar.

    —Ian… ¿Estás bien? —Escuchó que le preguntaban, desde el umbral de la puerta principal.

    No tuvo que mirar para saber de quien se trataba, reconocía su voz a la perfección. Asintió como respuesta, incapaz de pronunciar palabra alguna; posó sus manos en su cara, respirando hondamente para calmarse y recobrar la postura. ¡Maldición! Odiaba tener ese tipo de pesadillas, tan confusas y tétricas.

    Sintió un peso a su lado, hundiendo ese lado de la cama. Jason no se tragaba el cuento de que el chico estaba bien, a leguas se veía que algo le pasaba, y era algo un tanto grave para que Ian estuviese temblando y tan desconcertado. Verlo así, le encogía el corazón.

    —¿Qué pasa? —Preguntó con firmeza, haciéndole saber con su tono de voz de que quería la verdad.

    Ian subió su mirada hasta él, mirándolo fijamente, su semblante era serio y triste, lejos de aquella imagen picarona que siempre mostraba.

    —T-Tuve una pesadilla… Algo con mis padres, creo —dijo con voz un tanto cortada—. Estaba oscuro, había mucha sangre, me llamaban, oía gritos, disparos, sollozos. Oía gritos de una mujer, gritos desgarradores, estaba sufriendo, y algo me dice que era ella…

    Sebastián escuchó cada palabra que el australiano susurraba con esfuerzo, y le miró fijamente, posando sus ojos en los del chico, Ian se veía temeroso, asustado, y aquello ciertamente le desconcertaba. De algo estaba seguro, no le gustaba verlo así.

    El británico lo tomó por la nuca, recostando la cabeza de Ian en su pecho, hundiendo sus cálidas manos en las hebras rubias del australiano. Quiso simplemente calmarlo, sin decir nada, sólo hacerle saber que no estaba solo.

    Y Strahovski correspondió tal acción, sintiendo como la calidez del chico penetraba en su cuerpo, apaciguando la desesperación que había experimentado. Lo tomó por su camisa, sujetándolo con firmeza, se sentía tranquilo, pero la pesadillas aún seguía repitiéndose en su cabeza, como una película de terror que hace estragos en tu mente, se aferró más a Sebastián, buscando su tacto para no sucumbir ante eso. No quería estar así, no podía mostrarse así, ese no era él; pero necesitaba dejar que esas emociones afloraran por un momento, sólo un momento, para después mandarlas a lo más profundo de su mente.

    Y ante Sebastián, ciertamente, no tenía nada que esconder e Ian, como hace años atrás, quiso llorar.
     
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    Kai

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    Primer escrito:

    Como bien te comenté la otra vez no me había quedado claro en la ficha quién mató a quién, pero aún así el escrito está divino. Mostrar el inicio de su vida como asesino, es encantador. Y perturbó el hecho de que tenga el nombre del primer hombre que asesinó, la verdad, pobre de él :'c Ciertamente me provoca agarrarlo y llevármelo, así quiera hacer cosas que no deba, yo coopero por su dolor (?)

    Segundo escrito:

    ¡Nos spoileas! Saber de las pesadillas da dolor, porbre, te encanta hacerlo sufrir, quiero uno sexy :'c No donde haya que apapacharlo. Ese abrazo que le dio Sebas, acunándolo en su pecho ha conmovido, nada más puedo decir de ello. Te gusta mucho que se vea vulnerable, cuando recordemos Ian no es tan así, ¡vamos! Hazle más sexy, como el es, como es su máscara ante el dolor.

    No detecté fallas de ningún tipo, por que ni en eso me detuve. Asdfg, comentaría más, pero, bu, siento que spolearía a muchos x'D
     
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    [Alessandra] Suspiros
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    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
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    Nick: Alessandra Schwarz.
    FFC: Crystal Tower.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Sebastián Jason Aika.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 3.

    ~

    Ian se recostó en la pared, apoyándose en esta para así recobrar la energía y el aliento. Respiró hondamente sacudiendo su cabeza, el entrenamiento había sido fuerte, tanto que lo hacía jadear. Ian nunca se quejaba de los entrenamientos que le daban, le gustaban, pero ese, particularmente, había sido uno de los peores. Por su mente pasó fugazmente la imagen del agua recorriendo su cuerpo, refrescando hasta el poro más sofocado, y quiso, sin duda alguna, hacer realidad tal imagen.

    Se separó de la pared, y comenzó a caminar para ir directo a su habitación. En eso, visualizó a Sebastián, parado en una esquina del pasillo, con la respiración un tanto agitada. El australiano limpió una gota de sudor que recorría su nuca y le miró con picardía.

    Justo lo que quería.

    Jason frunció un poco el ceño al notar la mirada lujuriosa de Ian sobre su persona, y entendió perfectamente que significaba tal expresión. Pero no, él no permitiría que Strahovski se saliera con la suya.

    El británico dobló a la derecha, para luego abrir la puerta de la habitación, entrar en ella y cerrarla con firmeza. Sin querer darle tiempo al rubio de alcanzarlo y ganarle. Dio un par de pasos y se adueñó del baño.

    Él quería ganar esta vez y no dejarse llevar por los juegos del australiano.

    Los labios de Strahovski se curvaron en una sonrisa, amplia y picarona. Ups, Jason lo había descubierto. Entró a la habitación y al no verlo dedujo que estaba en el baño, tocó la puerta, probando su suerte.

    —Sebastián… —le llamó, con un deje de sensualidad en su voz.

    —Está ocupado, Ian —le dijo, firme, no queriendo ceder ante las claras intenciones del chico.

    —Vamos… Yo también quiero darme un baño~ —Insistió, sin borrar la sonrisa de sus labios.

    —Pues, espera tu turno.

    Sebastián dejó escapar un suave suspiro de sus labios, cansado ante las acciones de su compañero de cuarto. ¿No se cansaba de jugar y estar con insinuaciones todo el tiempo? A veces dudaba que Ian tuviera un lado serio, algún momento donde no portara esa sonrisa picarona. Pero qué decir, así era él y Sebastián tendría que soportarlo hasta quién sabe cuándo.

    —Apuesto que estás muy cansado, me ofrezco a darte un masaje si me dejas entrar —dijo, intentando sonar neutral para que el británico confiara en él.

    Aika rodó los ojos.

    —No necesito de tus servicios, Ian. Estoy bien —le contestó, apretando los dientes.

    El rubio contuvo una risilla que advertía con brotar de sus labios al escuchar el tono de voz con que el británico le respondía, lo estaba exasperando. Y eso quería, hacerle llegar hasta el límite para que se fastidiara y él poder hacer lo que quisiera, aunque sea un momento.

    —¿Seguro? Apuesto a que estás adolorido por el arduo entrenamiento que tuvimos —siguió con lo mismo, se le hacía difícil no sonar atrevido cuando soltaba dichas palabras.

    Jason pasó una mano por su cara, intentando buscar paciencia de quién sabe dónde para no ceder ante el chico. Pero le era imposible cuando su compañero era tan terco e insistente, tan infantil como un niño pequeño.

    Dudó un poco, lo pensó varias veces. Pero era lo mejor.

    El británico abrió la puerta del baño para así dejar entrar al australiano y de una vez por todas acabar con ese momento. Lo escudriñó con la mirada al ver la sonrisa burlona posada en los labios del rubio.

    «Maldito descarado» Se dijo para sus adentros. Sentía que lo odiaba; aunque, quizás, lo que sentía por el chico estaba lejos de ese sentimiento.

    Los orbes azulados de Ian brillaron al verse victorioso, entró al baño y cerró la puerta tras él. Tenía al británico dónde y cómo quería.

    —Pero te quedas quieto. No quiero tus juegos sucios —le advirtió, intentando ocultar su sonrojo al verse encerrado en la estancia con el chico.

    —Todo un ángel~ —Canturreó, entre sensual y coqueto. Miró de reojo a Sebastián, y pensamientos lujuriosos se colaron en su mente. ¿Todo un ángel? Sí, claro.

    Tal expresión no pasó desapercibida para Aika, quien se maldijo internamente al no tener control de la situación. Y quiso irse, antes de que todo se volteara en su contra. Quiso rodearlo, tomar el pomo de la puerta y salir del baño, pero esa secuencia sólo salía a la perfección en su mente, lejos de la realidad que lo envolvía. Apenas se movió hacia la salida y se vio atrapado por las manos de Ian, quienes lo tomaron por los hombros y lo recostaron contra la pared.

    Oh, no.

    Sintió que algo dentro de él se estremeció al ver la mirada maliciosa de Ian y un leve sonrojo se apoderó de sus mejillas.

    —¿A dónde vas, británico? —Le cuestionó, en un susurro, cerca del rostro del chico.

    —H-He decido cederte mi lugar, el baño es todo tuyo –dijo, intentando salir de la apremiante situación.

    Strahovski negó con la cabeza, acercándose más al rostro del chico, sin pena alguna.

    —Todo nuestro —le corrigió, y sin darle tiempo de responder al británico se apoderó de los cálidos labios de Jason para así arrástralo a la ducha junto con él.

    Ian haría realidad cada uno de los pensamientos lujuriosos que recorrían su mente.
     
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    Trick Kosh

    Trick Kosh I'm sexy neko

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    SEXY.
    Hiciste que le hiciera cosas indebidas a mi Seba Dx, mala :c. Pero sabes que me encantó, me dio risa el hecho de que, Seba por fin demostrara su lado "tierno" con Ian xD. Ah, y, yo cooperé *-*
    Detecté un error: "Mirada lujurioso*, no puedo citártelo ya que ando desde el teléfono. :/
    SEXY. :temacerrado(?):
     
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  6.  
    Kai

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    Te ODIO, te odio tanto que te amo.

    ¿Cómo es posible que me hagas fangirlear tan fácilmente mujer? Ian abusando del pobre Sebas, omg, es tan, taaan, taaaaaan sexy. Simplemente sin palabras, estoy que brinco cariño, que brinco. Ussh, cuando se imaginó duchándose, desde allí empecé a fangirlear como cría chica, su personalidad, simplemente es tan jodidamente sexy, que bien te violaría y uno feliz x'D Sabemos que el niño de Trick lo estaba, lo sabemos x'D
     
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  7.  
    Lexa

    Lexa Fanático

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    Nick: Alessandra.
    FFC: Corazón de Papel.
    Personaje o personajes: Giusseppe Vitorio Girolla, Verónica Müller Schubert, Anderson Legendre Smith.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 4.
    Notas: Me hice bolas xd Espero que haya quedado bien, Whispers, Fernandha

    ~

    Verónica se dejó caer con pesadez en la silla rojiza que yacía frente a su mesa, dejando escapar de sus labios un suave bufido al recordar las palabras de Girolla, taladrando su cabeza cada vez que pisaba ese lugar, haciendo que su buen humor se disipara al instante.

    «Aunque no comas, o no quieras comer, igual debes estar en la cafetería a la hora que estipulan las reglas».

    Desde ya lo decía, odiaba las reglas que eran impuestas en el instituto Heartfeels. Pero sin duda alguna lo que la alemana más aborrecía era la comida que servían cada día. Puaj, qué horror. Movió un poco su cabeza, cruzando sus piernas para adoptar una cómoda posición en su lugar, suspiró hondo, no le quedaba más que esperar que la hora del almuerzo acabara, como siempre.

    En eso, visualizó a Giusseppe acompañado de Andrew acercándose a su mesa, con sus manos ocupadas por las bandejas de comida que hace minutos la señora de la cafetería les sirvió. Pero había un pequeño detalle que no pasó desapercibida para la alemana. ¿Por qué Vitorio llevaba dos bandejas? Vaya, alguien tenía hambre.

    Verónica soltó una risilla ante eso.

    Andrew llegó a la mesa y dejó caer su bandeja, para luego tomar asiento frente a Verónica. Girolla imitó su acción sentándose en la silla que estaba al lado del rubio. Puso una de las bandejas frente a él, miró a la otra bandeja y luego volvió su vista a Andrew, éste asintió. Con cierta cautela deslizó la otra bandeja por el mesón, posicionándola frente a Müller.

    —Es para ti —Dijo Andrew, moviendo un poco su comida para así empezar a ingerirla.

    Verónica frunció el ceño al instante. Y escudriñó con la mirada a ambos chicos. ¿Había escuchado bien?, ¿qué había cruzado por sus mentes? Seguro bromeaban.

    —No voy a comer eso —espetó la alemana, seca—. Lo saben.

    Vitorio suspiró, reacomodándose en su silla. Sabía que Verónica diría eso, pero tendría que ser insistente, tanto a Andrew como a él, les preocupa la salud de la alemana.

    —No comes desde hace un par de días, bueno, no has comido ninguna comida completa. Vamos, Mu —Soltó el inglés, casi arrastrando sus palabras.

    —Aborrezco la comida de aquí, no comeré y punto —les dijo, un tanto irritada por la situación. Sus cambios de humor no eran algo que, ciertamente, controlaba del todo y el hecho de que frente a sus ojos verdes se alzara el almuerzo del instituto, no ayudaba en nada.

    Andrew suspiró. Y Girolla le miró, cansado. Sabían que Verónica se negaría rotundamente.

    —Hagamos un trato —habló el rubio, captando la atención de la alemana, y al ver que la obtenía, prosiguió—. Girolla y yo prometemos conseguirte el teclado del chico del piso dos por unas horas si comes.

    Verónica abrió su boca y luego los cerró sin pronunciar palabra alguna. Quiso negarse sin dudar, pero la propuesta le era muy tentadora. Miró a Giusseppe, buscando confirmar las palabras dichas por el inglés de cabellera rubia.

    —Sabemos que adoras tocar el piano —le dijo, asintiendo al instante. Enrolló un poco de pasta en su tenedor, para luego ingerirla sin mucho apetito.

    —¿Cómo conseguirán el teclado?

    —Eso déjalo a nosotros, Mu.

    Verónica se acomodó en su silla, mirando a los chicos con el ceño levemente fruncido. ¿Debía creerles? Las palabras dichas por Girolla eran ciertas, Schubert amaba tocar el piano. Y hacerlo durante un par de horas, le caía como anillo al dedo para relajarse en ese lugar. Lo necesitaba, tanto, que la hacía dudar de querer negarse.

    Pasó una mano por su cabello castaño y miró la comida, con una mueca de aversión en su rostro. Ay, maldita sea.

    —Espero que cumplan sus palabras, por su bien, chicos —les advirtió, dedicándoles una dura mirada. Luego deslizó sus ojos a sus alimentos y tomó el tenedor que yacía en la bandeja, con suma lentitud, retrasando un poco lo que sería su momento desagradable.

    Girolla y Lengendre asintieron al mismo tiempo, dándole a entender que ellos cumplirían si ella lo hacía.

    —Pero debes comértela toda, Verónica —le dijo Anderson, sonriendo al ver que el plan que hace minutos pactó con su compañero, daba resultados.

    Müller se llevó un bocado de pasta a la boca, tragando duro, llevándose junto con la misma una ola de insultos. Odiaba la comida de ese lugar. Pero lo haría por unas horas de relajación profunda, lo necesitaba.

    Girolla miró complacido la escena. Y luego volvió sus ojos a Andrew quien sonreía victorioso. Ambos chicos se miraron, un tanto cómplices y orgullosos por el resultado que había obtenido. Pero un pequeño grito atrajo la atención de ambos, y miraron sobre su costado como el pianista del piso dos luchaba contra Rulf para que este no le quitara su teclado, el chico pataleaba, gritaba como nunca. Como si le estuvieran arrancando la vida.

    Víctor tragó duro. Y Legendre pestañeó un par de veces. Ay, Dios. No tenían idea de cómo haría para llevar a cabo su cometido, empezaban a dudar si había hecho lo mejor. Sintieron la mirada de Verónica sobre ellos, insistente y un tanto amenazante.

    Ambos chicos sonrieron nerviosos. Y siguieron comiendo, disimulando cualquier extraña expresión a los ojos verdes de la alemana. Se miraron por lo bajo, y suspiraron. Tenían dos opciones, una lucha intensa con el pianista o la furia de la alemana.

    Estaban en problemas, lo sabían. Y tanto Andrew como Víctor tenían la esperanza de que el juego de piedras, papel o tijera les favoreciera.
     
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    Kai

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    *revolcándoseenelpiso,fangirleante*

    Awwwwww, muero, muero, estos tres son taaaan perfecto juntos, con esa complicidad única, que, que, de verdad serán mejores amigos en el colectivo, lloraré. Aw, ya estamos dominando las personalidades~ ¡Hey! Me pido hacer continuación de esto en mi tema *--* El cómo se enfrentan al pianista~ Será taaaan genial, chicos listo, sean más listos. Piedras, papel o tijeras x'D Usaste lo que yo usé, y mi chico es malo en ello D:

    Un detallín:
    La puntuación siempre va luego de las comillas, sean cuales sean c: Si Vero, debes de comer, sino esos ojitos perderán brillo y no te verás tan brava como debes D: Y así no serás adorable ni para el italiano ni el inglés~
     
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    [Alessandra] Suspiros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    708
    Nick: Alessandra.
    FFC: Crystal Tower.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Sebastián Jason Aika.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 5.

    ~

    —Bésame.

    El británico negó con la cabeza, con su ceño levemente fruncido.

    —Bésame, Sebastián.

    Hizo oído sordo a su petición, y siguió mirando a otro lado, lejos de los ojos azulados de Ian.

    —Jason… —le llamó, haciendo que Aika le mirara de reojo, acudiendo a su llamado—. Bésame —repitió, con lentitud y un deje de sensualidad en su voz que hacía sonrojar a cualquiera.

    El británico suspiró, apartando su vista bruscamente de Ian, con irritación. Uf, como le exasperaba.

    —No. —Dijo, firme y seco. Sebastián, esta vez, no pretendía caer en sus juegos sucios.

    Ian, al ver que Jason no cedía, decidió seguir con sus comentarios un tanto pervertidos. Sabía que esos hacían poner nervioso al británico, le apenaba y se avergonzaba internamente de lo que Strahovski decía. Era algo que Ian aprovechaba a su favor, eso y mucho más.

    —¿Ya te dije lo sexy que te ves cuando sales de la ducha? Las gotas de agua recorriendo tu cuerpo, con lentitud, que uf, siento envidia —le dijo, posando en sus labios una amplia sonrisa picarona. Sus ojos tenían una mirada que rayaba entre lo pervertido y coqueto—. Como me gustarían que fueran mis manos las que recorrieran tu cuerpo~

    Sebastián abrió un poco sus ojos, sintiendo que sus mejillas se decoraban de un rojo intenso antes las palabras que el australiano soltaba sin pena alguna. Era un maldito descarado. Volvió sus ojos él, lleno de vergüenza y cierto grado de enojo.

    —¡D-Deja de decir esas cosas, Ian! —Le gritó, sintiendo que su voz se cortó en un principio por el nerviosismo que recorría su cuerpo.

    —¿También te dije lo sensual que te ves cuando lames un helado? La manera en que lo saboreas, disfrutándolo… ¿Sabes? También siento celos, como me encantaría que fuera a mí a quien sabo…

    —¡C-Cállate, Ian, c-cállate! —Le cortó el chico, evitando que el australiano terminara su pervertido comentario. Sentía que toda su sangre se conglomeraba en sus mejillas, tiñéndolas de un rojo sumamente intenso, carmesí.

    —Sabes lo que tienes que hacer para que me calle, Sebas~ —Canturreó, riendo con cierta malicia en su voz.

    —N-No te voy a besar, Strahovski —Respondió, frunciendo nuevamente el ceño, pero sin poder evitar que el nerviosismo y la pena se alejara de su cuerpo.

    —¿Te conté la clase de pensamientos que llegan a mi mente cuando sales de tu entrenamiento, completamente agitado y sudado? —La sonrisa de Ian se ensanchó más al notar como la vergüenza del azabache se incrementaba con cada palabra que soltaba descaradamente—. Si supieras, Jason, el deseo inmenso que me recorre al verte así, las ganas inmensas que tengo de hacerte…

    El australiano paró abruptamente su comentario al sentir los labios de Sebastián sobre los suyos, aprisionándolos para evitar que el rubio siguiera con tales comentarios. Ian correspondió el beso, tomando al chico por la nuca para profundizarlo.

    Escuchó a Sebastián gruñir en el mismo, e Ian rió divertido, sin despegarse de él. Jason se maldecía internamente por las acciones que realizaba, pero realmente no podía seguir escuchando los comentarios que Ian soltaba, le apenaban de gran manera. Y esta, bueno, esta era la única manera de callarlo.

    «Maldito desvergonzado. Maldito descarado. Maldito Ian». Repetía en su mente, una y otra vez. Jason, una vez más, había caído en los juegos sucios del australiano.
     
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    Sabes qué decir que me gusta es poco, la verdad :/

    Considero que amo tus escritos, la interacción entre ellos es tan de asdfg, dos caras de una misma moneda Sebas se deja, y sabe que le gusta, no puede negarlo. Se delata solo. E Ian, shit, que descarado la verdad x'D Consigue lo que quiere como sea, allí está su lado competitivo, no aceptará perder.

    Y me sentí identificada, bien sabes ya por qué x'D

    Noté un error: alejará

    No va acentuado, por que si se acentúa es en futuro, que es posible que se aleje en algún momento, no que se aleje justo ahora.

    Y quedé seca :/
     
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    Lexa

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    Título:
    [Alessandra] Suspiros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    953
    Nick: Alessandra.
    FFC: Crystal Tower, Corazón de Papel.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Verónica Müller Schubert.
    Tipo: One-Shot – Crossover.
    Escrito número: 6.
    N/A: Kai Stavros ;O;

    ~

    Verónica dio otro sorbo a su bebida, caminando con tranquilidad por el amplio centro comercial, ah, le venía bien un momento de distracción. Meció su cabello castaño, reacomodándolo sobre sus hombros, sonriendo ligeramente mientras se permitía recorrer el lugar. Dobló la esquina, ajena totalmente al hecho de que un par de ojos azulados se había posado con descaro absoluto sobre su persona. Dejó escapar un suspiro de sus labios, largo y perezoso.

    —¿Cansada de tanto caminar, preciosa? —Escuchó cerca de su oído, por la espalda, un susurro donde pudo captar la picardía con que era soltada tal interrogante.

    Müller aceleró un poquito el paso, moviendo su mano en el aire, dándole a entender al chico que no obtendría su atención. Siguió su camino, ignorando olímpicamente las pisadas que escuchaba tras ella.

    —Pensé que las damas de por aquí eran educadas~ —Se atrevió a decir, riendo ante su propio comentario.

    La alemana abruptamente se detuvo, girando sobre sus talones para encarar al chico con su ceño levemente fruncido, pero, ¿debía molestarse y darle importancia a las palabras de un desconocido? Él parecía disfrutar la situación.

    —No trato con extraños —espetó, mordaz.

    —Oh~ Pero eso tiene solución, preciosa, me llamo Ian. ¿Y tú? —Reveló el australiano con un deje de burla en su voz, se permitió pasar su mirada por el cuerpo de la chica sin disimulo alguno. Um, no estaba nada mal.

    Verónica contuvo el aire en sus pulmones, no queriendo soltarlo de golpe y que se notara lo exasperaba que estaba. Se sintió ‘violada’ cuando el rubio le miró de arriba hacia abajo con total descaro, sin prudencia. Era un sucio pervertido.

    —Piérdete, Ian —le respondió, dedicándole una media sonrisa irónica y de molestia antes de dar vuelta y retomar su camino.

    —¡Wow! —Exclamó el chico, fingiendo sorpresa en su voz. Caminó un poco, quedando frente a alemana nuevamente—. Mi nombre se escucha realmente sensual cuando sale de tus labios —reveló, con picardía y coquetería.

    Verónica dio un paso atrás por inercia, producto de la sorpresa cuando el rubio se alzó frente a ella sin previo aviso. Le escudriñó con la mirada ante sus palabras, tensando su mandíbula, irritada, tendría que mandar al chico a volar.

    —¿Se puede saber qué quieres? Obstruyes mi camino.

    —Ah~ Si te dijera lo que realmente quiero hacer contigo, preciosa, no te llevarías una buena impresión de mi —le respondió, torciendo sus labios en una sonrisa juguetona.

    Los ojos verdes de Schubert se abrieron en sorpresa, impactada por el descaro con que habla el chico, y éste parecía gustarle las reacciones de la alemana. Verónica achicó los ojos, chasqueando su lengua con molestia. Paseó su mirada por la bebida que sostenía en su mano derecha y luego deslizó sus ojos hasta Ian, una y otra vez.

    Bueno, no parecía ser mala idea.

    —¡Maldito pervertido! —Gruñó la chica, vertiendo bebida sobre la cara del rubio.

    Ian cerró sus ojos tan rápido como percibió la acción de Verónica, y sin inmutarse de su lugar, su cara recibió la gaseosa que la chica portaba. Pasó una mano por su cara, quitando el líquido que obstruía su visión con total diversión. Plantó sus ojos azulados en Verónica, quien no perdía ese semblante serio y lleno de molestia.

    —Estaba fría~ —Canturreó, fingiendo temblar por un frío que no existía. Sus labios se transformaron en una amplia socarrona sonrisa. A Ian no parecía importarle que por su barbilla escurrían gotas, pequeñas que bajaban por su nuca—. Esto significa que ya has obtenido una mala impresión de mí, ¿tendré la oportunidad de cambiar tal cosa? —Preguntó, ladeando un poco su cabeza.

    Y todo el aire que contenía en sus pulmones, salió de golpe. ¡El chico era realmente estresante! Empujó el vaso vacío contra el pecho de Ian, haciendo que éste lo sostuviera al instante.

    —Un recuerdo —le dijo con los dientes apretados, refiriéndose al objeto.

    Verónica no se quedaría a esperar la respuesta del australiano, no quería escucharla tampoco. Retomó su camino, intentando relajarse por lo ocurrido, pero la voz picarona y sensual del rubio hacía estragos en su mente, punzante como un dolor de cabeza.

    —Maldito pervertido… —masculló por lo bajo, cruzando sus brazos.

    Ian logró captar aquellas palabras antes de ver como se perdía en el amplio lugar. Una carcajada brotó de su garganta, realmente la alemana le parecía interesante y divertida. Y Strahovski, aún sujetando el vaso contra su pecho, descubrió que las chicas de carácter fuerte le excitaban.

    Dio media vuelta, buscando quien sería su próximo objetivo.
     
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    Kai

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    ¿Por qué será que los amo tanto?
    Simplemente todos calzan juntos como piezas de un rompecabezas distinto, no sé si me doy a entender~ Oh, Ian, se metió con una chica de armas tomar *---* Tan descarado él, y la verdad, Vero se contuvo un poco, yo lo sé :c Quería que le pateara.

    "Piérdete, Ian" MORÍ, es para amar por que sí esa parte *--* ¿Y qué te digo si amo el como se lleva, el como los escribes? Asdfg. Ando gafaaaaa.
     
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    Lexa

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    Título:
    [Alessandra] Suspiros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1383
    Nick: Alessandra.
    FFC: Crystal Tower.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Sebastián Jason Aika, Deimos.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 7.
    N/A: Trick Trick Boom, Kai Stavros

    ~

    El australiano chasqueó la lengua, para luego sonreír divertido ante las expresiones exasperantes de sus compañeros. Oh, como le sacaba provecho a la situación.

    —Y, en serio chicos, la chica no me dijo su nombre… ¡Estaba realmente molesta! —Exclamó al final con fingida euforia, carcajeando—. Tenían que haber visto su expresión, se atrevió a lanzarme su bebida en mi bello rostro —completó con falso drama, mirando a ambos chicos con burla.

    Deimos, quien yacía en el piso del ascensor con una pierna doblada y la otra totalmente extendida, suspiró irritado, casi gruñendo al escuchar el mismo relato por décima vez, el australiano estaba asesinando la poca paciencia que le quedaba.

    —Ian, cállate de una vez por todas —bramó, controlando no gritarle y perder la cordura. Tenía unas ganas inmensas de agarrar su cuello y estrangularlo en ese mismo instante.

    —Qué grosero, Deimos. Vivimos en un país democrático~ —Canturreó, riendo entre sus palabras. Él otro bufó y negó con su cabeza, queriendo ignorarlo. Ian deslizó sus orbes azulados hasta el británico que reposaba en el suelo, diagonal a él, con la cabeza recostada en una de las paredes del ascensor, sus párpados yacían cerrados, buscando sacar el timbre burlón del chico de su cabeza, le aturdía—. No te duermas, Sebas. Un ascensor sin luz no es buen lugar para ello~

    El aludido abrió sus ojos, mirándole de reojo con sumo fastidio. Ian de verdad se estaba aprovechando de la situación.

    —No me estoy durmiendo, busco dejar de escucharte —sinceró, pasando una mano por sus hebras negras. En realidad el británico no estaba celoso de que Ian relatara como le fue coqueteando con una chica el otro día, al principio le divirtió al saber la reacción de la fémina, pero escuchar lo mismo una y otra vez, y otra vez, encerrados en un ascensor producto de una falla eléctrica, realmente le exasperaba y sacaba de quicio. Y compartía el pensamiento de Deimos, quería estrangularlo.

    —Ah~ Sus palabras me lastiman, chicos —expresó el rubio, posando su mano en su pecho para dramatizar el falso dolor en sus palabras. Le echó una rápida mirada a sus compañeros, notando que, quizás no le miraban, pero sí que le prestaban atención, más de la que querían—. Bueno, como les decía… No me dijo su nombre, pero tenía bonitas piernas y lindo cabello, castaño y largo~

    Aika bufó por lo bajo. Sabía a qué quería llegar el rubio con sus palabras, por lo menos con él, pero no lo conseguiría. Aunque, realmente, el principal motivo de Ian al decir aquello varias veces era exasperar a ambos chicos, vamos, estaba encerrado en un ascensor, con dos chicos que medio lo soportaban, tenía que divertirse y permitir que de su garganta brotaran carcajadas.

    —¿De verdad no puedes, Jason? —Cuestionó Deimos de repente, fijando sus ojos en el nombrado. Sabía que no podía, lo entendía, pero tenía la esperanza de escuchar una afirmación.

    —No —negó con la cabeza también—. Aún no me he recuperado, usé mucha magia aquella vez, no tengo poder suficiente para hacer que la luz vuelva —suspiró al final, compartiendo su desdicha con Deimos.

    Ian soltó una socarrona carcajada ante la corta conversación de ambos, eso era música para sus oídos. Carraspeó un poco su garganta, buscando obtener su atención nuevamente.

    —Bueno, como les decía… La chica se atrevió a ofenderme, me dijo, 'piérdete, Ian'. Debo admitir que eso me dolió —continuó con lo mismo, sacando gruñidos de gargantas ajenas, recibiendo gélidas miradas.

    —No, maldita sea, no… —murmuró por lo bajo el chico de orbes marrones, transformando su mano en un puño, totalmente irritado. Posó sus ojos en la figura del británico, para luego fruncir su ceño levemente—. Si no lo callas tu, lo callo yo —se atrevió a decirle, apretando sus dientes.

    Jason abrió sus ojos en sorpresa al principio, para luego sonrojar un poquito ante las palabras de Deimos. Vamos, eso significaría darle la victoria a Ian, y ambos mentalmente se juraron no caer en sus juegos y provocaciones.

    —Eso no lo detendrá… Lo digo por experiencia —respondió, reponiéndose para así devolverle la mirada que Deimos le dedicaba, Aika decía la verdad.

    —Hay que mantener su boca ocupada en otra cosa.

    Eso, definitivamente, le arrancó una sonrisa a Ian.

    —Vaya, vaya~ ¿Qué planean para evitar que siga contando mi grata experiencia con la chica de esbeltas piernas que me tiró su bebida en mi cara en el centro comercial el otro día? —preguntó con total diversión, alargando su pregunta a propósito para que la irritación siguiera creciendo en ambos chicos.

    —De verdad, Deimos, besarlo lo mantendrá callado por un momento, pero sólo eso, un momento —respondió el otro, haciendo énfasis en su última palabra con la mandíbula tensa.

    —Puedes intentarlo, Sebas. Al fin y al cabo, tú eres su pareja. Y yo necesito que cierre su maldita boca —bramó, con furia contenida. Dirigió su mirada a Ian cuando soltó sus últimas palabras, queriendo intimidarlo con la misma, pero éste simplemente le respondía con sonrisas burlonas.

    El británico negó con su cabeza, un poco penoso por el hecho de que Deimos le estaba diciendo que besara a Ian, pero no lo haría, no caería en su juego otra vez.

    —Su idea me agrada, ¡yo la apoyo~! —comentó por todo lo alto, dedicándole una mirada y picardiosa a Aika. La idea de que éste le besara en un ascensor varado, con un espectador que seguramente los ignoraría, se le hacía excitante.

    —No, Ian, no… —susurró, parándose de su lugar para estirar un poco sus entumecidas piernas. ¿Cuándo carajo llegaría la luz? Tenían un par de horas ahí, le empezaba a dar migraña.

    Deimos, quien lo miró con pereza, imitó su acción. Moviendo un poco su torso para luego soltar un 'maldita sea' por lo bajo, la situación ya empezaba a sacarle gruñidos inconscientemente. Mientras que a Ian le arrancaba sonrisas divertidas, cada vez más amplias. Como amaba exasperar sus compañeros. Movió su cabeza hasta la figura de Sebastián, viendo como éste empezaba masajear su sien con expresión adolorida, se colocó de pie, acercándose un poco al británico.

    —¿Qué te pasa, amor mío~? —Le preguntó, riendo internamente.

    Jason le dedicó una dura mirada, se vengaría de esta, estaba seguro de ello. Y cuando estuvo por mustiar un 'nada' seco y frío; se escuchó un pequeño pito y la luz volvió al ascensor, abriendo sus puertas al instante.

    Ante eso, ambos chicos salieron disparados de ahí, como si sus vidas dependiese de ello. Ian sólo tuvo tiempo de parpadear un tanto confuso y sorprendido por las rápidas acciones de ambos, vamos no era para tanto…

    O tal vez sí.

    Soltó una risilla traviesa, saliendo con calma del ascensor. Bueno, no les había contado todo lo ocurrido el otro día con la chica, pero ya tendría tiempo para ello, por suerte, esta vez tocaba ver entrenamiento los tres juntos.
     
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    Lexa

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    Título:
    [Alessandra] Suspiros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1874
    Nick: Alessandra.
    FFC: Crystal Tower.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Sebastián Jason Aika.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 8.
    N/A: Trick Trick Boom, Kai Stavros T_T

    ~

    Pasó una mano por sus hebras amarrillas, suspirando por lo bajo con una mueca de preocupación en su rostro. No detuvo su andar por el largo pasillo de la academia, a pesar de las constantes amenazas y suplicas de Jason, no lo dejaría ir así como así.

    —Sebastián, tenemos que hablar —le repitió, intentando acercarse al británico.

    El chico aumentó un poco más su caminar al notar que Ian estaba por alcanzarlo y, seguramente, irse contra él para evitar que se le escapara. Negó con la cabeza, sin detenerse, ni voltearse para mirarlo, no quería hacerlo, no quería mirarlo a los ojos después de lo que el australiano había hecho.

    Sentía su pecho arder.

    —Jason, las cosas no son como parecen —confesó el rubio, sin perder el paso, sin relajarse ante lo que estaba ocurriendo—. Déjame explicarte ciertas cosas.

    Aika suspiró hondamente, buscando no quebrarse en ese mismo instante. Tenía unas ganas inmensas de llorar, de desahogarse, de expresar el dolor que le carcomía por dentro.

    —No necesito explicaciones, lo que vi habla por sí solo, Ian. ¿Acaso lo negarás? O peor, ¿dirás que Deimos te besó a la fuerza? —Cuestionó con voz irónica, deteniéndose su paso con cada palabra que soltaba, se dio media vuelta para encarar al rubio.

    Ian resopló, rascando su cabeza sin saber exactamente qué hacer, nunca se había visto envuelto en una situación como esa. Y podía asegurar que la odiaba, más de lo que se imaginaba.

    —No, yo no…—dijo, dudando que decir, debía cuidar sus palabras para no meter la pata de nuevo—. Deimos no es importante para mí, fue por impulso, simple diversión —sinceró el australiano, intentando acercase al británico.

    Y Jason, al percibir su acción dio un paso atrás, buscando imponer distancia, quería usar su magia para hacerle tragar cada palabra que decía, para que sintiera el dolor que él estaba experimentando, pero ciertamente no tenía ni ánimos para ello, sentía que perdía fuerza por la situación que se estaba presentando, por lo que sus ojos captaron horas antes.

    —N-no te creo, Ian. D-déjame en paz y, por favor, vete, vete de aquí —soltó el chico de hebras negras, casi susurrando con dolor contenido. Sus orbes empezaban a cristalizarse, y su voz se quebraba por lo mismo.

    El rubio se mordió el labio inferior, sintiendo preocupación por sus palabras. ¿Perdería a Jason por esto? Strahovski se negaba a que eso ocurriera.

    —No, no me iré hasta que arreglemos las cosas… —reveló, serio, con la pura vedad impregnada en sus palabras—. Escúchame Sebas, eso que viste no tiene importancia, no significa nada para mí; quien realmente me importa, quien me gusta, eres tú. Y lo sabes~ —sinceró el rubio, dando un paso al frente, buscando tener contacto con el chico para calmarlo un poco y que sus palabras le supieran a verdad.

    —Pero para mí si es importante, me traicionaste, Ian. Se supone que somos pareja y te andas besando con Deimos —expresó con voz afligida, ya las lágrimas habían empezado a bañar su rostro.

    Otro suspiro escapó de los labios del australiano, no tenía como defenderse ante eso, era cierto lo que decía Aika, aunque para Ian eso no significaba absolutamente nada, -más que simple diversión- para él sí, y el rubio no había caído en cuanto en eso hasta ahora, hasta que vio sus lágrimas descender por sus mejillas.

    —Lo lamento, Jason, lo lamento… —murmuró despacio, mirando de reojo al chico.

    —No lo sé, Ian —respondió intentando ocultar la sorpresa por las palabras del australiano. Era, sin duda alguna, la primera vez que escuchaba una disculpa brotar de la garganta de Strahovski. ¿De verdad estaba preocupado y arrepentido? No sabía qué pensar, todo era confuso, un revoltijo de sentimientos y emociones que Jason no quería experimentar en ese momento.

    El rubio cerró sus ojos un momento, la situación le sacaba gruñidos internamente. ¡Odiaba estar mal con Aika! Ladeó la cabeza, buscando relajarse, abrió sus ojos y logró visualizar como el británico empezaba a caminar lejos de él, intentando perderse de su campo visual. Ian reaccionó ante eso, caminando rápidamente para tomar a Sebastián del brazo, deteniendo bruscamente el andar del chico.

    —¿A dónde vas?

    —L-lejos de ti Ian, necesito pensar… Déjame en paz —respondió, forcejeando con fuerza para que el australiano liberara su brazo, estaba devastado.

    No, esa no era la respuesta que el rubio quería escuchar. No, todo menos eso. Aplicando y usando su fuerza, subió sus manos hasta los hombros de Aika, tomándole de ahí para pegarlo contra la pared, impidiendo que abandonara el pasillo.

    —¡Déjame en paz! —Bramó con cierta molestia sus palabras, intentando golpear al australiano y escapar de su agarre, pero le era imposible hacerlo cuando éste estaba pegado a su cuerpo, cortando cualquier distancia, matando cualquier intento de escape posible.

    —No lo haré hasta que arreglemos las cosas. Sebas, me importas tu, entiéndelo, te quiero a ti —volvió a confesarle de frente, dejando sus manos viajarán hasta el rostro del chico. Con cautela, limpió sus pequeñas lágrimas.

    Odiaba verlo así.

    —¿Cómo creerte, Ian? Me traicionaste… —murmuró, parando su forcejeo cuando cayó en cuenta de que era inútil seguir, no se libraría del rubio.

    —Me equivoqué, lo admito. Fue por impulso, sabes como soy, no pienso bien las cosas…

    Jason ladeó su cabeza, buscando no mirar al australiano de reojo, apretando sus labios para no responder ante eso. Sus manos que yacían en la camisa del rubio, queriendo imponer distancia, las convirtió en puño lleno de molestia, dolor y exasperación. ¿Por qué se había enamorado de alguien como él? Sus palabras le llegaban, tocaban su corazón y lo hacían estremecer por dentro, nunca había visto a Ian de esa manera, pero la escena que vio con Deimos hacía estragos en su mente, dudando si debía perdonarlo o no.

    —D-déjame i-ir… —murmuró con voz un tanto cortada, las lágrimas no dejaban de brotar de sus orbes. Necesitaba un respiro.

    —No —negó con firmeza, insistente—. ¿No me crees, verdad?

    —Dudo de tus palabras, Ian.

    Un espeso silencio invadió el lugar, sólo se podía escuchar los constantes sollozos del británico y el acelerado latir del corazón de Strahovski. La tensión que se vivía en ese momento podía hacer estremecer hasta el ser más corpulento, era tétrico, desesperante. Ian mordió su labio inferior, sin apartar sus manos del rostro del británico, quien tampoco perdía su postura, queriendo alejarlo sin éxito, ya no aplicaba fuerza, sólo mantenía la posición.

    La situación era muy dolorosa para Aika, pero también confusa. Quería que Ian se fuera, que lo dejara en paz, pero a la vez no quería perderlo, no quería ver como se marchaba. Aunque lo quisiera negar en ese momento, Jason necesitaba a Strahovski, y viceversa. Ambos se querían y se necesitaban más de lo que se imaginaba.

    —Jason… —le llamó, queriendo obtener su atención y que éste le mirara de frente, y cuando lo obtuvo, prosiguió—. Yo te amo, Sebas, te amo. Y no quiero perderte —reveló el australiano, confesándole por primera vez lo que sentía por el chico, serio, sin diversión en sus palabras. Ian realmente estaba hablando con la verdad, abriéndose un poco ante la persona que quería.

    ¡Joder sí que lo quería!

    —Yo… t-tampoco quiero perderte… —murmuró el azabache quedamente, pasando sorpresa por su confesión. No se esperaba tales palabras, pero debía admitir que fueron las que realmente necesitaba escuchar, le relajaban un poco y le daban seguridad.

    Una pequeña sonrisa se asomó en los labios de Strahovski, esas palabras ciertamente le habían calmado un poco. Y al ver que Jason también empezaba a relajarse, él también empezó a hacerlo. Sus miradas chocaban, clamando internamente él uno por el otro.

    Con cierta cautela –no queriendo que Sebas lo mande a volar con su magia y se gane un buen golpe- se acercó más al rostro del británico, sin dejar de sostener su rostro, ni despegar su cuerpo de el de él, rozó sus labios y al no recibir algún indicio de que Jason se negaría o lo apartaría, besó sus labios.

    Por la mente del británico pasó el fugaz pensamiento de apartarlo, no tenía muchas ganas de besar los labios de Ian cuando éstos habían besado los de Deimos, pero al recibir la suave caricia, no se pudo negar a ellos, los necesitaba, esa pequeña muestra de que Ian estaba con él, que lo amaba a él. Aflojó el agarre que tenía en su camisa, para dejar que sus manos viajar a la nuca del rubio y profundizar el beso, acción que Ian correspondió.

    Ante la demanda de aire que exigían sus pulmones se separaron, suspirando ya más relajados. Ian pegó su frente a la del azabache, sonriendo mínimamente al sentir que las cosas empezaban a solucionarse, limpió con las yemas de sus dedos las pequeñas lágrimas que habían marcado el rostro del británico, ya no lloraba, y Strahovski agradecía eso.

    —Lo lamento… —susurró pegado a él, sin perder la postura o tan siquiera querer alejarse de Sebastián.

    El chico asintió ante sus palabras, con una media sonrisa en respuesta que aceptaba su disculpa, después de todo, sabía que Ian hablaba en serio. Escondió su rostro en el puente del cuello del rubio, abrazando a Strahovski con fuerza, uf, como lo quería. Acción que correspondió el chico de orbes azulados, acariciando sus hebras negras, sujetándole con fuerza contra él.

    Quizás las cosas en un principio sigan estando un poco tensas, Sebas necesitaría algo de tiempo. Pero un mismo pensamiento compartían ambos, imperturbable; se amaban.
     
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    Lexa

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    [Alessandra] Suspiros
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
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    Nick: Alessandra.
    FFC: Crystal Tower.
    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Shida Kogami.
    Tipo: One-Shot.
    Escrito número: 9.
    N/A: Vaga idea, vago escrito Dx @Mayushii, Kai Stavros

    ~

    Ian recorría el largo pasillo de la academia que daba vista al exterior con cierto fastidio, refugiándose bajo techo del fuerte solazo que bañaba el lugar. Gruñó por lo bajo limpiando una gota de sudor que recorría su nuca, odiaba eso, odiaba sentir calor gracias al Sol.

    Porque si sentía calor haciendo otras cosas era muy diferente.

    Sonrío ante eso, picarón, para luego ladear la cabeza mirando de allá para acá. No había nada interesante que pudiera espantar el mal humor que sentía en ese momento, ni siquiera veía a Sebastián por ahí para fastidiarlo un poco. Suspiró al paso que se dejaba caer sobre una de las bancas que yacían en el lugar, cerrando sus párpados un momento para relajarse aunque sea un poco.

    —Maldita sea… —Se le escapó por lo bajo, frunciendo tantito el ceño con evidente molestia.

    —Vaya, alguien, al parecer, está de mal humor~ —Canturreó Shida llegando hasta él, sin mucho más que hacer en ese momento, con una sonrisa socarrona en sus labios.

    El australiano abrió sus párpados para luego dirigir su mirada a quien le había hablado, encontrándose con el rubio quien le miraba con cierta burla. Se acomodó en su lugar, sin bajar su mirada de él.

    —Hace calor —dijo simplemente, contoneando los hombros.

    El japonés tomó asiento al lado de él, asintiendo ante lo que decía. Era cierto. Ese día, particularmente, estaba mucho más caluroso que los demás. Dejó escapar el aire de sus pulmones con cierta pesadez, el día aparte de caliente estaba aburrido, no habían tenido clases por un problema personal que se le habían presentado a los profesores, y los demás chicos habían optado por estudiar un poco o simplemente perderse en el lugar sin un objetivo en mente.

    Kogami tenía planeado hacer lo mismo, recorrer el lugar a ver si encontraba algo bueno por ahí, pero cuando vio a Ian refunfuñando por lo bajo lo entendió como una oportunidad para matar un poco su aburrimiento, si se lo proponía, podía llegar a algo con él.

    Y conociendo al australiano, éste no se negaría.

    —Apuesto que una ducha no nos caería mal en este momento… —Susurró con un deje de sensualidad en su voz, picardioso. Era una indirecta que esperaba que el otro captara.

    Strahvoski alzó una ceja ante su clara propuesta. La sonrisa volvió a sus labios casi por inercia, dedicándole una mirada maliciosa a Kogami.

    —¿Acaso Kogami me está haciendo una propuesta indecente? —Preguntó con cierta burla en sus palabras, queriendo sonar ofendido, sonriendo ligerito ante eso.

    El otro contoneó sus hombros, sin dejar de mirar al chico con cierta picardía y un poco más en su mirada.

    —No iré con rodeos, es así —expresó sin pena alguna, sin que su voz titubeara aunque sea un poco.

    El australiano chasqueó la lengua, acercándose un poco al rostro del japonés con cierto atrevimiento. Lo tomó de la nuca, ya sin darle importancia a las gotas de sudor que viajaban por su cuerpo, se acercó un poco más a él, rozando sus labios de manera juguetona.

    —Me agrada la idea, Shida~ —Le dijo para luego besar sus labios sin reparo alguno, siendo correspondido por el otro quien le tomó de su nuca para profundizar el beso.

    —Y mira quien es que el que hace cosas indecentes… —Murmuró el mayor contra sus labios, sonriendo entre divertido y coqueto para luego dejar que sus manos viajaran dentro de la playera del australiano.

    Viendo bien las cosas, y más sabiendo como eran ambos rubios, estaba de más decir que, quizás, no se aguantarían hasta llegar el baño y desde ya empezarían a disfrutar de esa ducha que ambos anhelaban, de esa idea pervertida que cruzaba por sus mentes.
     
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    Estos dos juntos son dinamita u.u Simplemente es como poner a dos gotas de agua junta. Joden con su actitud, y tienen un encanto mágico. Estos rubios/asesinos de ahora...¿Quién puede con ellos? El que soporten a uno iban bien, ahora soportar a loa dos r.r Rodaran cabezas, sexys cabezas...quizas ambas cabezas de la misma persona (? JAJAJAJAJA xD
     
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    Omg, no había tenido tiempo de leer, me gustó Ale ;_;

    Me encantan juntos, piensan lo mismo, saben exactamente lo que quiere el otro y cómo manipularlo, eso es genial x'D. Además de lo obvio, que los dos rubios son jodidamente sexys hasta en su forma de respirar.
    Con Dei es divertido porque hay que prácticamente obligarlo, y con Ian es genial porque sabés que va a seguir el juego hasta el final x'D Son dos personas distintas pero me encantan ;_;

    Quiero más, quiero que comience el colectvivo e interactuar y molestar a todos *-*
     
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    Lexa

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    [Alessandra] Suspiros
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    Drama
    Total de capítulos:
    10
     
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    Personaje o personajes: Ian Strahovski, Sebastián Jason Aika.
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    Escrito número: 10.
    Nota: @Jev <3

    ~

    No hablaban. La habitación estaba sumida en completo silencio y oscuridad, sólo sintiéndose el suave respirar de ambos chicos. En el aire colgaba una pequeña sensación de tensión que parecía haberles desaparecido las ganas de hablar a ambos, incluso al australiano. Y eso ya era mucho que decir.

    Ian soltó un suspiro, pesado, mientras llevaba una de sus manos a las hebras de Jason, enredando varios mechones de su cabellera negra entre sus dedos largos, queriendo relajar al británico con esa acción, y también a él mismo. Lo necesitaba. Y Sebastián se dejó hacer, cerrando los ojos sin moverse del pecho de Ian y aferrándose más a él.

    Odiaban profundamente cuando eso pasaba.

    Simplemente querían que se detuvieran.

    Las malditas pesadillas.

    Sobre todo cuando las pesadillas le atacaban a ambos y les perturbaban sus sueños. Cuando sentía la desesperación y el miedo correr por sus venas. Cuando sentían el horror fusionarse como parte del latir de sus corazones. Cuando todo se teñía de negro y ellos quedaban atrapados en esa oscuridad, temiendo perderse y nunca volver.

    Si bien ambos tenían pesadillas muy diferentes, traumas muy distintos que perturbaban sus mentes, eso no significaba que ambos no pasaran un terrible momento. Y más cuando despertaban desesperados, completamente agitados a altas horas de la madrugada y uno tenía que calmar al otro.

    Simplemente odiaban esos momentos.

    Jason abrazó a Ian, recostando toda su cabeza en el pecho del mayor mientras con su dedo trazaba figuras imaginarias en su piel, sintiendo las suaves caricias del australiano en su cabeza y cuello. No tenían ganas de hablar para ese entonces, no había mucho que decir cuando ambos no conocían algún método para que las pesadillas simplemente desaparecieran.

    Sólo se tenían el uno al otro, el amor que se tenían.

    Y esperaban que con eso bastara.
     
    Última edición: 2 Julio 2014
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