¡Una rebelde suelta en Hoenn!

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Salem, 4 Marzo 2014.

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    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    Título:
    ¡Una rebelde suelta en Hoenn!
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    961
    ¡Una rebelde suelta en Hoenn!


    Primera parte:

    Escape


    Prólogo


    En el árido desierto comenzó a levantarse una ventisca muy fuerte, que azotaba las rocas y hacía que los pokémon salvajes volvieran a sus refugios bajo tierra. En el centro se disputaba una batalla. Un hombre y una chica, ambos vestidos casi iguales, se miraban con odio. La arena y el viento formaban pequeños torbellinos a su alrededor, y sus capas volaban de aquí para allá. La tensión se podía sentir, al igual que el miedo.


    La joven tomó una pokéball y la lanzó mientras gritaba: —¡Vulpix, yo te elijo! —Se encontraba en medio de una feroz batalla por su libertad. Peleaba contra alguien a que antes había considerado su hermano, su compañero, pero que ahora no era más que otro malvado entrenador. Y entonces su querido Vulpix salió de la pokéball con elegancia, como siempre hacía. Era el único pokémon de Aileen, aquel que siempre había estado con ella desde que era pequeña protegiéndola de toda adversidad.


    —Eres una idiota, Aileen, ¡nos traicionaste y ahora pagarás las consecuencias! ¡Adelante, Sandslash! —El hombre, viejo y con una larga barba blanca que enfrentaba a la pobre jovencita sacó a su pokémon. Un feroz y poderoso tipo tierra contra un tipo fuego. Aileen estaba acabada, ¿cómo podría escapar de la pelea sin salir perdiendo o tal vez muerta? —¡Ja!, perdiste, pequeña. ¡Nadie se rebela y abandona el Equipo Magma sin salir ileso! Prepárate, Sandslash, ¡usa Excavar y termina con esto!


    El pokémon del su rival se enterró en el suelo y desapareció de su vista. Vulpix se encontraba a unos metros de ella, mirando con cautela. Aileen sabía que no podía ganar, era imposible. Consideró la opción de escapar, pero era demasiado orgullosa para hacerlo. Había decidido abandonar al Equipo Magma, pero debía hacerlo como cualquiera lo haría: teniendo una batalla con su superior y derrotándolo; la humillación que podía causarle a su líder era lo único que le quedaba. Miró a su fiel compañero y pudo notar la preocupación en sus negros ojos. Vaya, hasta su pokémon se daba cuenta de que estaban a punto de perder. Entonces, un golpe derribó a Vulpix. Sandslash salió de la tierra, y aprovechando que el zorrito estaba distraído por el golpe, volvió a usar Excavar y se precipitó, luego de abandonar el escondrijo en el suelo, hacia el pokémon de Aileen. El pobre tipo fuego no podía hacer nada muy útil en esa batalla, pero aun así había que intentarlo…


    —¡Vamos, Vulpix, no podemos darnos por vencidos! ¡Esquiva a Sandslash y usa Ataque Rápido! —La joven observó la pelea con esperanza. Su pequeño pokémon todavía estaba saludable y podía pelear, pero no deseaba sobrecargarlo. Su Vulpix era feroz y leal, pero no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse en una batalla al viejo e increíblemente poderoso Sandslash de Ronny.


    Su pokémon obedeció. Esquivó el ataque y se dirigió hacia Sandslash, pero antes de que pudiera siquiera tocarlo, Ronny exclamó:

    —¡Usa Puño Certero y acaba con él! —Y en ese momento, Aileen supo que perdería. Al recibir el impacto, Vulpix salió disparado por los aires y cayó a unos metros de la joven. Estaba herido, y ya no podía seguir peleando. Con lágrimas en los ojos, Aileen corrió hasta donde se encontraba tirado su pokémon y lo acunó en sus brazos. Había sido una tonta forzando a su pobre amigo a luchar todavía lastimado y débil.


    Ronny se acercó unos metros más, sonriendo con maldad y acompañado de Sandslash. Aileen lo miró y tomó a su pokémon, alejándose de él.


    —Vamos, Al, sabes que perdiste no tienes escapato…


    De pronto, la atmósfera se llenó de humo y todo se volvió negro. La pobre chica, asustada, regresó a su pokémon a la esfera y se levantó. Comenzó a correr hasta que alguien la tomó por el brazo y tiró de ella hacia atrás, era Ronny. Iniciaron una pelea en donde Aileen tiraba patadas y se retorcía del agarre, mientras el hombre la aprisionaba con sus grandes brazos y le ponía una mordaza, aunque sin mucho éxito.


    Y entonces, cuando todo parecía perdido, un chorro de agua los azotó, empujándolos a los dos a distintos puntos. El humo se estaba disipando, y Aileen pudo ver a un joven mayor que ella, alto y rubio, con un Blastoise a su lado. El chico la observó con detenimiento y le dijo: —¡Huye, ahora!

    Aileen obedeció. Agarró su bolso que estaba en el suelo y corrió; tropezó varias veces con sus propios pies, y a cada rato miraba hacia atrás por si alguien la seguía, pero no había nadie. El entorno comenzó a cambiar a su alrededor, el desierto y la arena desaparecían a cada paso que daba, dando lugar a árboles y pasto. A la lejanía divisó un cartel y un camino; con las últimas fuerzas que le quedaban, corrió más fuerte que antes, y llegó. Supo en ese momento que estaba salvada. Se sentó bajo el letrero y respiró, le faltaba el aire. Lentamente la adrenalina que la había acompañado todo el trayecto se fue yendo, y el dolor en las piernas fue incrementando. Las lágrimas comenzaron a afluir de sus ojos y lloró, lloró por su pokémon y por su pobre destino, por ser una pésima entrenadora y una traidora.



    Con cuidado se levantó, pues debía hacer algo, aunque estaba destruida por dentro. Ya no tenía ganas de seguir, pero debía hacerlo por su pequeño amigo Vulpix, debía encontrar un lugar en donde sanarlo. Miró el cartel bajo el que se había refugiado. Ruta 111. Próxima ciudad: Ciudad Malvalona, rezaba. Aileen levantó la vista y, cojeando, comenzó a caminar por la ruta.


    Ya sabía a dónde tenía que ir.
     
    Última edición: 4 Marzo 2014
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    Hns

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    Nadie puede traicionar al equipo magma así como así, deben pagarlo con sangre. ok no xD Cuando dijo traidora quede con la duda de sí había alcanzado hacer algún delito mientras estaba dentro (?) La historia se ve muy interesante, en especial porque la protagonista (bueno si es que lo es claro, puede haber un cambio en los sgts caps) perteneció a este equipo y detrás de esto hay tanto que no se ha dicho *suspiro* Su pasado es todo un misterio, sin contar que al parecer llego a fraternizar con otros miembros siendo tan joven. Me intriga saber que fue lo que la instó a entrar y después el decidir abandonarlo -_-
    Esperare el sgte cap porque el inicio se me hizo cortito. Además solo termine especulando cosas de ella y nada sobre el misterioso joven del Blastoise xD
    Saludos y buena historia :B
     
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    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    Gracias por tu comentario, @Hns :3
    He aquí el primer capítulo :'D


    ¡Una rebelde suelta en Hoenn!


    Primera parte:

    Escape


    Capítulo 1




    Tenía las piernas acalambradas y mucha sed, pero no había nada en su bolso que pudiese aliviar sus pesares. El sol ardiente le daba en la espalda y la hacía sufrir de calor, pues su traje era completamente negro; ¿acaso estaba destinada a tener tan mala suerte? Seguía caminando lentamente por la ruta 111, esperando llegar lo más pronto posible a la Ciudad Malvalona; su principal prioridad en esos momentos era sanar a su pequeño Vulpix que yacía malherido dentro de su pokéball. Ella no importaba, todavía conservaba muchas fuerzas, pero su compañero estaba muy débil, lo sabía. Luego de la temible y feroz batalla con el Sandslash de Ronny, Aileen estaba muy asustada de perder a su pokémon.


    El camino se hacía largo, y sus pensamientos acerca de su decisión seguían rondando en su cabeza. ¿Qué haría ahora que había abandonado al Equipo Magma? Estaba sola, con un pokémon no muy poderoso y poco dinero, no había forma de sobrevivir. Si Ronny había escapado tendría que huir muy pronto, pues él ya habría avisado a los demás miembros del equipo que fueran a por ella. Y también cabía la posibilidad de encontrarse con el temido Equipo Aqua. Prácticamente estaba rodeada de enemigos. Lo que más le carcomía el cerebro era la identidad de aquel chico misterioso que la ayudó a escapar. Se podía notar que era un entrenador fuerte y poderoso, su gran y enorme Blastoise lo demostraba, pero ¿por qué la había ayudado? Ella era una completa desconocida para él, ¿no se suponía que dejara la batalla como estaba y él siguiese su camino como si nada?


    El tobillo comenzaba a dolerle cada vez más. Se lo había torcido en su pelea con Ronny, mientras éste intentaba apresarla. Debo tener un aspecto totalmente patético, pensó la joven mientras trataba de apresurar el paso. A lo lejos vio las siluetas de… personas. Sí, personas; humanos con piernas, brazos, narices y bocas. ¿Qué hacer?, ¿pedir ayuda o tratar de ocultarse? Sabía muy bien que los miembros del equipo Magma no era bien recibidos en la comunidad, pero ella había desertado, aunque todavía poseía la ropa característica de ellos. Decidió que era mejor esconderse, así que se dirigió hasta una zona con altas hierbas y muchos árboles para poder camuflarse y no ser vista.


    Caminó con cuidado, tratando de no hacer ruido para no atraer pokémon salvajes o personas indeseadas. Cuando vio que estaba fuera de peligro, se sentó bajo un árbol para descansar; frotó sus piernas adoloridas y examinó su tobillo. No había nada malo, por suerte; lo único defectuoso que poseía era la sucia ropa que llevaba puesta. Estaba llena de tierra, y en algunas partes rota. Debía encontrar nuevas prendas que llevar, pues no tenía otras; sus zapatos estaban bien, llenos de polvo pero sanos. Abrió su bolso y comenzó a ver lo que tenía: la pokéball en donde se encontraba Vulpix, un paraguas, su billetera con dinero, un mapa de toda la región de Hoenn y… una master ball. Se la había robado a su jefe para vengarse de todo el mal que había hecho; sabía lo preciada que era para Maxie, pero el tonto la tenía muy mal custodiada. La master ball no había sido usada, por lo tanto, según sus conocimientos, con ella podría atrapar a cualquier pokémon que quisiera.


    Un frío aire movió las hojas de los árboles y alborotó el cabello de Aileen. Ella suspiró tranquila, por fin tenía un pequeño momento de paz luego de todas las aventuras que había vivido. Eso era lo que más añoraba cuando estaba en el equipo Magma: paz. Siempre los estaban obligando a ir de misión en misión, robar esto, robar aquello; nunca podían descansar como correspondía. Ahora tendría tiempo para ella misma, para descansar y estar libre. Había planeado lo que iba a hacer una vez ya fuera de las instalaciones de la base: iría a su pueblo natal, la isla de Dewford. Allí había nacido y se había criado hasta que decidió unirse al Equipo Magma, y de seguro allí encontraría la tranquilidad que buscaba.


    Sonrió al recordar esos momentos junto a su primo Brawly surfeando en el mar, riendo y jugando con los pokémon que habitan la isla. Todo parecía mágico. Según lo que había oído, hacía años que su primo se había convertido en el líder de gimnasio de Dewford, pero le costaba imaginárselo como un entrenador serio y respetado. Sabía que su primo era distraído y perezoso, pero era un gran luchador que amaba a sus pokémon. Allí se dirigiría, a restaurar su antigua y feliz vida.


    Un sonido de pisadas captó su atención y, asustada, se protegió con el bolso para que no le hicieran daño, pero de entre la maleza surgió un temible… ¿niño? Sí, un pequeño regordete que portaba un sombrerito de paja y usaba lentes. La observó extrañado, pero le sonrió dulcemente. Aileen le devolvió la sonrisa algo tímida.


    —Hola, ¿sabes si por aquí hay pokémon tipo bicho? —Preguntó el niño mirando a su alrededor. Suspiró pesadamente y se sacó las gafas para limpiarlas, luego prosiguió: —He estado buscando toda la tarde, pero no he encontrado ninguno, ¡son mi tipo favorito!


    —Mmm, lo siento, no sé cómo luce un pokémon tipo bicho, así que no podría decirte con exactitud si he visto uno o no—respondió Aileen sonrojándose por su inexperiencia en el mundo pokémon. Más roja se puso cuando el niño la miró sorprendido y divertido a la vez.


    —¿Enserio? ¡Eso es imposible! Alguien de tu edad debería reconocer a los pokémon tipo bicho, además de que son geniales. Mira, te mostraré el que mi hermano capturó para mí en su viaje a Kanto… ¡Weedle, sal! —El gordito lanzó una pokéball y de ella salió un gusano. Más bien parecía un demonio gusano; su cuerpo era marrón y tenía una especie de pincho o cuerno en la cabeza, era muy extraño—. ¿No es el mejor pokémon del mundo? —Anunció el jovencito con felicidad.


    —Claro, es… impactante. Jamás había visto un pokémon como ese—dijo Aileen mirando a Weedle que se movía de aquí para allá—. Yo también tengo un pokémon ¿sabes? Es mi fiel compañero, siempre me acompaña a cualquier lado.


    —¿Enserio? ¡Muéstramelo, muéstramelo! —gritó conmocionado el chico del sombrero.


    Con cara entristecida, Aileen respondió: —No puedo, lo siento mucho; él está debilitado, por eso estoy en viaje hacia ciudad Malvalona para poder sanarlo. ¿Sabes si allí hay un centro pokémon?


    —Sí, claro que lo hay pero para llegar allí necesitarás algún pokémon que haya aprendido el movimiento Golpe Roca o una excavadora. Hace unos días hubo un derrumbe y cayeron muchas rocas que ahora bloquean el paso de la ruta 111 y de la ciudad—. El niño se acercó a Aileen y se sentó a su lado, y mientras le tendía una mano dijo: —Creo que no me presenté correctamente, mi nombre es Rickon; ¿tú eres…?


    —Me llamo Aileen, mucho gusto, Rickon—. La joven le sonrió dulcemente y continuó—. ¿En dónde vives tú? No pareces de Hoenn.


    —Pues tienes razón. Mis padres son de Unova, y mi hermano y yo nacimos y crecimos allí; el trabajo de mis padres como arqueólogos hace que viajemos por todas las regiones, y por ahora nos hemos asentado aquí, en Hoenn. Mi madre está trabajando en la compañía Devon, y mi padre hace investigaciones en ciudad Algaria—concluyó Rickon. Ambos se quedaron en silencio por un momento, pensando en su extraño encuentro y en su conversación. Weedle todavía estaba suelto, y los dos se quedaron viendo como jugaba él solito; aunque un tanto patético, también era divertido y tierno. Aileen y Rickon rieron al ver las tonteras que el pokémon hacía, era el momento más tranquilo que la joven había pasado junto a alguien.


    —Oye, Rickon, ¿tu hermano posee un Blastoise? —Preguntó la ex miembro del Equipo Magma a su pequeño acompañante.


    —No, claro que no, a él no le gustan los tipo agua—puntualizó el niño mientras se levantaba del suelo y limpiaba su ropa de la tierra—. Es un fanático de los tipo planta, así como yo lo soy de los tipo bicho. Espero ser algún día tan buen entrenador como él…


    —Oh, ya veo. ¿Te vas? —Aileen también se levantó, recogió su bolso y miró a su acompañante regresar al pokémon a la pokéball. El chico asintió y se volvió a poner los lentes—. Entonces creo que deberíamos despedirnos. Ha sido muy grato conocerte, Rickon, espero que nos volvamos a encontrar otro día.


    —¡Claro! Eres muy buena chica, Aileen, y me caes muy bien; ¡algún día nos encontraremos de nuevo, ya lo verás! ¡Adiós! —gritó Rickon y se alejó corriendo para luego salir así a la ruta. La joven sonrió para sus adentros, se alegraba de haber conocido a un niño tan bueno como él luego de haber sufrido tanta desesperación.


    Continuó su camino hacia ciudad Malvalona, tratando de andar más rápido pues la noche ya estaba por caer. A lo lejos el cielo se teñía de naranja y el sol se ocultaba haciendo que el paisaje fuese más hermoso de lo que era. Una brisa corrió, refrescando a la acalorada Aileen que había pasado toda su tarde caminando bajo el ardiente sol. Podía escuchar los pasos de los pokémon que rondaban por ahí, pero no les hizo caso, prefería no molestarlos. Harta de caminar entre hojas y maleza, la joven decidió que ya era hora de salir a la ruta, pues estaría más segura allí.


    Lo único que había cambiado de la ruta era que a sus costados había más vegetación, pero por lo visto no había muchos cambios. Todo estaba solitario, las estrellas y la luna brillaban ya, y la noche era apacible. Contenta, Aileen prosiguió su camino, observando el cielo y su entorno, asombrada de lo que se había perdido tantos años por trabajar con los Magma. Ya sintiendo que tenía fuerzas, echó a correr por la ruta, disfrutando de sentir el viento en su cara. Poco a poco empezó a quedar sin aliento y tuvo que aminorar la marcha, pero ya había recorrido un buen tramo de la ruta.


    El cansancio comenzó a invadirla. Llevaba horas sin dormir y sin comer ni beber, todavía no lograba entender cómo había logrado tanto. Ese día había durado una eternidad para la pobre Aileen. Cerca de ella divisó un pequeño cartel, se acercó para verlo mejor y recordó lo que Rickon le había dicho: Para llegar a Malvalona necesitas un pokémon que haya aprendido Golpe Roca. Golpeó su cabeza con la mano; ¿cómo había podido olvidar eso? Con Vulpix débil y siendo su único pokémon, no podría cruzar. Trató de dejar de ser pesimista y se dijo así misma que debía ser positiva, quizá el derrumbe no fuese para tanto.


    Para su mala suerte, sí era para tanto. Cuando llegó al final de la ruta 111, vio dos gigantescas rocas bloqueando el camino. Definitivamente no podría pasar; el problema era cómo podría seguir adelante. Fue hacia el oeste, buscando alguna pequeña entrada, pero no había nada. Estaba atascada en el final de la ruta y no podría llegar a Malvalona. La única forma que tenía de pasar era encontrar a un entrenador que tuviese un pokémon con el movimiento, pero las probabilidades eran muy bajas. Rendida, se tendió a un costado del camino y, usando su bolso como almohada, se durmió.


    Soñó con tierras lejanas, y con su hogar, con Dewford. En sus sueños Vulpix evolucionaba, pero luego desaparecía y ella quedaba sola, gritando su nombre y rogándole para que volviera. Asustada, se despertó repentinamente; el sol le daba en la cara, lo que significaba que había amanecido, y a su lado había una chica sentada. Era de tez morena y cabello negro, y enfrente de ella había un raro pokémon con aspecto feroz.


    La chica se percató de que Aileen estaba despierta y le habló: —¡Buenos días, bella durmiente! ¿No sabes que dormir al lado de la ruta es peligroso? Si Zangoose y yo no te hubiésemos encontrado quizá ya no tendrías tu bolso, ¡ja!


    Aileen estaba confundida, ¿quién era esa chica y en qué momento había llegado a su lado?
     
    Última edición: 6 Marzo 2014
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    Hns

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    Sentí un poco largo el primer capítulo y no es que fuera extenso el texto sino porque no avanzo tanto como esperaba. Aunque si revelo mas detalles de su pasado y al parecer no era tan joven como creía xD Me agrado que no viviera en las grandes ciudades, incluso me sorprendió que fuera de Dewford -no es que allá vivido allí jajja- lo pensé mas por su Vulpix dx Espero que ese Rickon y su weedle aparezcan mas adelante. los caza bichos son adorables hasta que crecen (?)
    Espero que el cap siguiente no termine de forma tan misteriosa me quede con las ganas de saber quien era jajaj, saludos :B
     
    Última edición: 9 Marzo 2014
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    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    ¡Una rebelde suelta en Hoenn!


    Primera parte:


    Escape


    Capítulo 2


    —¿Quién eres tú? —Preguntó Aileen asustada mientras tomaba su bolso rápidamente y se levantaba. La joven que había estado haciendo de vigía mientras dormía también se levantó y se sacudió la tierra de la ropa. Ambas se miraron fijamente, aunque en los ojos de la extraña bailaba la risa.


    —Hey, no te asustes; soy Draga—dijo la chica extendiendo una mano. Aileen la tomó y se sacudieron en señal de amistad—. Soy una buena persona, no te haré daño… Em, creo que este es el momento en que me dices tu nombre.

    —Oh, cierto, soy Aileen. Sé que no debería estar asustada de ti, pero apareciste a mi lado justo cuando despertaba, no pude evitar sobresaltarme—se disculpó la joven.


    —No te preocupes, fue mi error, tendría que haberte despertado. Es que verte dormida al costado de la ruta me llamó la curiosidad; realmente no eres muy precavida ¿cierto? —Preguntó Draga riendo.


    —Mi idea era dormir en el centro pokémon de ciudad Malvalona, pero no puedo llegar hasta allí con estas dos rocas bloqueándome el camino.


    —¡Qué coincidencia! Yo también me dirijo a Malvalona… si quieres podemos ir juntas—. Draga se acercó hasta Zangoose y comenzó a acariciarlo. Era increíble como un animal que le había parecido tan feroz se podía volver manso al toque y caricia de su entrenador. Uno podía darse cuenta de que Draga era una persona experimentada en el ámbito de los pokémon. Su rostro gentil y sus manos llenas de cicatrices lo demostraban.


    —¡Sería estupendo! —Exclamó Aileen. Si Draga se ofrecía a ir con ella hasta Malvalona eso significaba que podría cruzar sin problemas—. En el camino hasta aquí me encontré con un chico que me dijo que se necesitaba usar Golpe Roca para cruzar por aquí…—Aileen examinó las rocas con cuidado y luego desvió la mirada hacia el Zangoose de Draga.


    —Golpe Roca, pff. Tengo algo mucho mejor que eso—. Draga observó a su pokémon y lo hizo volver a su pokéball, y de su bolsillo sacó otra de éstas y sonrió felizmente—. Este es mi pequeño… amigo. Llevo años entrenándolo y pienso desafiar con él la liga de Hoenn así que ¡Charizard, sal!


    De la pokéball salió un inmenso pokémon. Era naranja, con grandes alas y una cola que terminaba en una llama. Aileen pudo adivinar que se trataba de un poderoso tipo fuego. Los negros ojos de Charizard se encontraron con los de la joven y, asustada, ésta retrocedió. Divertida, Draga se acercó a su pokémon y le acarició con cariño.


    —No deberías temer de él, es un pokémon muy manso y me obedece por completo. Con la ayuda de Charizard podemos llegar hasta ciudad Malvalona—. Draga subió al lomo de Charizard con agilidad e invitó a Aileen a hacer lo mismo que ella. Insegura, la pequeña chica se acercó poco a poco y, con la ayuda de su nueva amiga, se colocó rápidamente atrás de la Draga, agarrándose fuerte.


    —¿Lista? ¡Charizard, usa Vuelo! —El pokémon comenzó a batir sus alas y se elevó. Cada vez el suelo estaba más y más lejos, hasta que por fin estaban a gran altura, sobrepasando a los árboles. Aileen se negaba a mirar, tenía muchísimo miedo; siempre había sido un tanto reacia a estar en alturas, pero en su negación sintió la voz de Draga tranquilizándola:


    —Oye… todo va a estar bien. He hecho esto cientos de veces y nunca me he caído.


    Lentamente, Aileen abrió los ojos. El cielo azul era lo único que existía en ese hermoso paisaje que podía ver: las nubes, blancas y pomposas estaban por todos lados, dando la sensación de ser algodones de azúcar. Abajo se podían distinguir árboles que parecían pequeñas hormigas desde aquella altura; los caminos no eran más que líneas en un óleo, todo parecía salido de la mano de un gran pintor. ¿Cómo jamás se había dado cuenta de la belleza que la rodeaba? Había pasado años encerrada en un mundo de oscuridad, y sólo ahora podía ver la luz.


    A lo lejos divisó numerosos edificios, era la ciudad. Cada vez estaban más cerca de ella; volteó hacia atrás y vio el lugar que habían dejado. Las rocas parecían puntitos bloqueando el camino y, aunque estaban a gran altura, cerca de las rocas pudo ver dos puntitos más pequeños aún; ¿serían personas?


    —¡Aileen, estamos por bajar! —Gritó Draga haciendo que la chica se sobresaltara. Había estado tan metida en sus pensamientos que no se percató que ya habían llegado a su destino—. ¡Charizard, hay que divertirnos! ¡Baja en picada!


    —¿En picada…?


    Antes de que Draga pudiese contestar, Charizard subió aún más y luego bajó con toda la rapidez posible, manteniendo la cabeza en forma de flecha. Iban a una velocidad increíble, y el suelo parecía cada vez más cerca. Aileen comenzó a gritar y cerró los ojos, ¡morirían allí mismo!, pero no fue así. Al acercarse al piso, Charizard volvió a su posición normal y aterrizó con suavidad. De un salto, Draga se bajó, con una enorme sonrisa en su rostro. Notó que Aileen estaba shockeada: su largo cabello marrón estaba alborotado a más no poder y en su cara podía reflejarse el miedo.


    —Emm… creo debería haber dejado eso para otra ocasión. ¡Charizard, muchas gracias, vuelve! —Rápidamente Aileen se bajó y el pokémon regresó con su entrenadora—. Bueno, creo que de aquí te podría acompañar al centro Pokémon, dado que está al lado del Gimnasio.


    —¿Del Gimnasio? —Preguntó Aileen curiosa. ¿Había un Gimnasio en Malvalona?


    —Sí, el líder es Érico y voy a desafiarlo. Sólo me faltan tres medallas para entrar a la Liga, y una de ellas es la medalla Dínamo—explicó brevemente Draga mientras revisaba en su mochila y sacaba un pequeño estuche negro—. Mira, aquí están todas mis medallas. Ésta es la medalla de ciudad Férrica y ésta la de Dewford que, por cierto, me costó muchísimo obtener…


    —¡¿Conoces a Brawly?! —Exclamó Aileen mirando fijamente a su acompañante. No podía creer que estaba hablando con alguien que había visto a su primo. ¡Quizá podía tener un poco de información sobre cómo estaba él!


    —Pues sí, la verdad que luego de la pelea nos hicimos amigos…—Al decir esto Draga se sonrojó un poco—. ¿Por qué la pregunta?


    —Es mi primo—comentó Aileen. Vio que Draga se sorprendía y la señalaba—. ¿Qué?, ¿qué pasa?


    —¡Tú! ¡Tú eres la chica de Dewford que se unió al Equipo Magma! —Al ver la expresión de la chica, Draga calló. Había hablado de más pues la expresión de Aileen cambió: el rostro se le ensombreció y sus ojos se hicieron más oscuros de lo que eran. Estaba enfadada, se le podía notar en el rostro—. Lo siento… dije demasiado; mi intención no era entrometerme. Brawly mencionó que tenía un familiar en el Equipo Magma y bueno, tú sabes, simplemente me sorprendí.


    —No te preocupes, siempre pasa lo mismo—. Aileen se acomodó el bolso y miró fijamente a la apenada Draga que estaba completamente roja. No podía creer que Draga le hubiese echado en cara su membresía en el Equipo Magma; enojada con ella, se arregló un poco el pelo y volvió a mirar a la chica, diciendo:—Adiós y gracias por todo.


    Aileen comenzó a andar. Un frío viento se levantó y enfrío sus calientes mejillas, rojas de la ira y de la vergüenza. ¿Así es como la reconocían?, ¿como otra más del Equipo Magma? Sabía bien lo que había sido en el pasado, y de eso huía, pero la gente seguía recordándola como la chica de Dewford que decidió pasarse al bando de los malos. Y lo que más le asombraba era que su propio primo hablaba de ella a sus espaldas y la dejaba mal ante los entrenadores que iban a aquel Gimnasio. No podía esperar que Brawly la describiera como una santa, una gran persona, pues bien que había cometido sus “travesuras” y crímenes, pero todavía le quedaba un poco de dignidad, y creía que merecía respeto por el simple hecho de ser una persona.


    —¡Hey, hey! —Gritó Draga. Aileen se paró en seco y la observó—. No quise ser entrometida o hacerte sentir mal, en serio. Pareces una buena persona y me preguntaba si podrías perdonarme por lo que dije.


    Aileen suspiró. No podía no perdonar a Draga, lo que ella había dicho había sido causa de su sorpresa y no había querido hacer ningún mal. Finalmente, Al respondió: —Aish, sí, está bien, creo que reaccioné un poco mal—. Extendió una mano y Draga la tomó; ambas sonrieron, volvían a estar bien otra vez.


    —Bueno, bueno, ahora que volvemos a estar juntas en este pequeño viaje de nuevo sería genial que nos pusiéramos en marcha. Ya es casi mediodía y tengo mucha hambre—mencionó Draga mientras ajustaba las correas de su bolso y comenzaba a caminar. Aileen asintió y la siguió. Caminaron durante media hora sin parar, se entretenían con su charla alegre: comentaban sobre sus pokémon y sobre sus batallas.


    —¡Mira, Aileen! Hemos llegado—exclamó Draga. La joven Al levantó la vista y, efectivamente, vio que el camino había terminado. Un arco indicaba que estaban en ciudad Malvalona. Caminaron un poco más y llegaron al centro de la ciudad. Había gente caminando por las calles, entrenadores en cada esquina y muchos edificios. Aileen quedó impresionada, la ciudad era hermosa—. Mira, aquí a la izquierda está el centro Pokémon.


    Sin decir una palabra, Aileen echó a correr. Mientras lo hacía abría su bolso y sacaba a Vulpix. Cuando llegó al centro, éste estaba vacío. La dulce enfermera Joy que estaba detrás del mostrador se sobresaltó a ver que la chica entraba tan precipitadamente. Con dulzura dijo:—Bienvenida al centro Pokémon; aquí curamos a tus pokémon debilitados y ofrecemos un techo a entrenadores cansados, ¿en qué puedo ayudarte?


    —Necesito que ayuden a Vulpix, está muy mal. Lleva más de un día debilitado—. Aileen le dio la pokéball a la enfermera Joy, esperando que ésta le ofreciera una solución.


    —Muy bien, lo atenderemos de inmediato. Puedes esperar por allí—, la enfermera señaló unas habitaciones—mientras nosotros cuidamos de tu pokémon. ¡No estés preocupada! Él estará muy bien.


    —Muchas gracias—susurró débilmente Aileen, y se dirigió hacia las habitaciones. Allí había dos literas con edredones rojos; en una de ellas habían bolsos desparramados, como si alguien hubiese estado allí y luego hubiera desaparecido. Más preocupada por su Vulpix que por quién había estado en la habitación, Aileen se dejó caer en una de las camas, cansada y preocupada. Cerró los ojos, hundida en sus pensamientos hasta que una voz desde la puerta la sacó de su trance.


    —¡Mira a quién tengo aquí! —Aileen abrió los ojos y se encontró con Draga y… Vulpix. Él estaba en los brazos de la chica, durmiendo cómodamente. Draga se acercó a Aileen y se lo entregó—. Entré recién y le pregunté a la enfermera Joy si había visto a una chica entrar aquí; me dijo que sí y que si te conocía que te entregara a Vulpix, así que… ¡aquí está! Es muy tierno y lindo, tienes suerte de tenerlo.


    —Muchísimas gracias, en serio—dijo Aileen mientras abrazaba a su pequeño pokémon; éste despertó y observó fijamente a su entrenadora.


    —De nada… Y ahora que ya has curado a Vulpix, ¿piensas regresar a Dewford? —Preguntó Draga sentándose al lado de Aileen.


    —Sí, así es; iré a ver a Brawly y a establecerme durante un tiempo allá.


    —Entonces creo que deberemos despedirnos. Antes de venir aquí conseguí que Érico aceptara una batalla, así que tendré que ir al Gimnasio y luego me iré hacia ciudad Algaria a retar a los demás líderes—. Aileen se mostró sorprendida; Draga sí que tenía en claro qué quería hacer con su vida, la admiraba. Ella todavía no decidía su camino y era una fugitiva.


    —Un momento, ¿yo podría ver tu batalla con Érico? Me gustaría verte luchar, quizá así pueda aprender algo—dijo Aileen con una sonrisa. Verdaderamente deseaba ver a su nueva amiga en acción durante una batalla, quería ser como ella.


    —¡Guau, eso no lo había pensado! Sería genial si me acompañases, así podríamos pasar un poco más de tiempo juntas—. Draga miró el reloj que estaba en la pared y saltó asustada—. ¡Mira la hora que es! Dentro de quince minutos debo estar en el gimnasio, ¡hay que apurarnos ya! —Tomó a la joven Al del brazo y casi la arrastró hasta afuera.


    —Oye, cuidado…—pero antes de que pudiera terminar su frase, Aileen quedó sin aliento. Allí, en medio del centro Pokémon, había dos integrantes del equipo Magma. Uno era Ronny, todo lleno de polvo y con una expresión de odio en su rostro, y el otro era Thomas, uno de los subjefes del equipo Magma. Ambos estaban hablando con la enfermera Joy bruscamente—. Oh, dios, Draga, ¡vienen por mí! ¡vienen por mí!


    —¿Ellos te buscan?, ¿son tus ex compañeros? —Preguntó Draga más que sorprendida. AL comprender la gravedad del asunto y ver el rostro asustado de Aileen, Draga reaccionó—. Estamos en peligro, tenemos que escondernos ¡ya!


    Pero esto último lo dijo demasiado fuerte, pues Ronny y Thomas se voltearon y las vieron. Ronny esbozó una sonrisa malévola y avanzó unos pasos. Las miró a ambas con profundo odio y, a su lado, Thomas fruncía el ceño con preocupación. ¿Qué pasaría ahora que las habían descubierto?


    —Vaya, vaya, pero si es la señorita desertora. Sabía que tarde o temprano te encontraría; tu amiguito del desierto no podrá ayudarte ahora ¿sabes? Te tengo justo donde quería—Ronny habló con voz ronca y sacó de su bolsillo dos pokéball. ¿Una batalla?, ¿el tipo quería una batalla? —Esta vez no te escaparás, pequeña.


    —¡Déjame en paz, Ronny! Deja de perseguirme, ya no quiero tener nada que ver con ustedes—le espetó Aileen furiosa; fulminaba a ambos hombres con la mirada, asesinándolos con los ojos. Thomas le devolvió la mirada, ella solo gruñó. Ver a su mejor amigo traicionándola era demasiado.


    —Te lo dije antes, ¡nadie abandona el equipo Magma así como así! Y además, robaste algo que no te pertenecía ¿o no? —Al ver la cara de Aileen, Ronny sonrió aún más—. Vaya, vaya, así que tú la tienes. Maxie me mandó a recuperarla, ¡dame la Masterball o perece! —. Y allí, en el centro, Ronny gritó: —¡Sandslash y Ludicolo, salgan; vamos a cobrar venganza! —El pokémon salió de su pokéball, feroz como siempre. Miró a su acompañante y le espetó:— Y tú, Thomas, no seas cobarde y también pelea, ¡vamos, tonto!


    —Uf, está bien; ¡Garchomp, adelante! —Thomas gritó y lanzó su pokéball. El silencio reinó dentro del centro pokémon cuando Garchomp salió. Era temible y enorme, un monstruo—. Hum, quiero verte vencer a mi pokémon, Aileen—dijo Thomas riendo por lo bajo—. Si mal recuerdo el único pokémon que tienes es Vulpix, ¿o no? ¡Ja!


    —¡Ella no está sola, inútiles! ¡Adelante, Snorunt! —Gritó Draga de pronto; estaba totalmente enfurecida. De la pokéball que lanzó salió un pequeño pokémon, comparado con Garchomp. Thomas frunció el ceño y cerró los ojos, meditando. Draga sonrió, sabía que Garchomp no podría vencer a Snorunt—Les veo preocupados ¿eh?


    Aileen sonrió ante el comentario de Draga y dijo: —Yo también quiero pelear. ¡Vulpix, pequeño, ven aquí! —El pokémon se acercó sigilosamente y enseñó los dientes a los pokémon de Thomas y Ronny—Sé que no tenemos mucha oportunidad pero lo intentaremos de todas formas.


    Las cuatro personas se miraban con odio, y los pokémon estaban en posición de ataque. ¿Quién ganaría?
     
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    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    ¡Una rebelde suelta en Hoenn!
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    5
     
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    Mil años después... aquí está la continuación. xD





    ¡Una rebelde suelta en Hoenn!



    Primera parte:


    Escape


    Capítulo 3



    —¡Maldita sea, no se dejen esperar! —Gritó Ronny, expectante. Los pokémon estaban afuera, listos para la batalla, pero ninguna de las cuatro personas se atrevía a dar el primer paso. Draga miraba a Thomas con asco, escrutando la figura del pokémon del joven, buscando un punto débil, mientras que Aileen se dedicaba a mirar a Ronny y a Ludicolo. No podía ponerse a pensar en Sandslash en esos momentos, sabía que contra él no tenía oportunidad su querido Vulpix, así que se decidió por un objetivo a la vez—. Bien… si ninguno quiere comenzar ¡allí voy yo! ¡Ludicolo, usa Golpes Furia en Vulpix!


    El pokémon se precipitó contra Vulpix con no mucha gracia, parecía un tanto divertido. Aileen ahogó una risa y ordenó a su pokémon que lo esquivara, pero antes de esto, Ludicolo llegó hasta él y le asestó no uno, ni dos golpes, tampoco tres, sino ¡cuatro! Ronny sonrió ante la maniobra elegida, al ver que el Vulpix de Aileen caía hacia atrás, dolido y cansado por los golpes. Aun así, podía continuar.


    —No nos dejaremos vencer tan fácilmente; Vulpix, ¡usa Tóxico con Ludicolo! —Exclamó la joven, sabiendo que sería totalmente efectivo con Ludicolo. La táctica de Aileen dio resultado, Vulpix efectuó el ataque con precisión y rapidez, y Ludicolo cayó, envenenado. Los marrones ojos de Aileen se encontraron con los fríos orbes azules de Ronny, que estaban cargados de ira y odio al ver cómo su pokémon caía envenenado.


    —No importa, Ludicolo puede seguir aun estando envenenado. ¡Adelante, Golpes Furia otra vez! —Gritó el miembro del equipo Magma con furia. Su pokémon se levantó, pero no pudo realizar el ataque. Ludicolo estaba un tanto mareado y apenas podía mantenerse en pie; el veneno estaba haciendo efecto.

    —¡Esta es nuestra oportunidad! Vulpix, ¡Ataque Rápido! —Sabía que ganaría, lo tenía asegurado. Aileen se mostraba confiada en que no fallaría en esta pelea, había planeado bien su estrategia y ésta le estaba saliendo de maravilla. Vulpix, con agilidad, avanzó hacia Ludicolo, asestándole un golpe certero. El pokémon de Ronny volvió a caer, y tembló ante el efecto del veneno antes de desmayarse. Esa batalla había sido de Aileen.


    —¡No, esto no debería ser así! ¡Ludicolo, inútil, vuelve! —Espetó furioso Ronny regresando a su pobre pokémon a la pokéball. Miró a Sandslash que esperaba su momento y dijo: —¡Adelante, Sandslash, usa Excavar y acabemos con esto!


    El pokémon de Ronny abrió el suelo del Centro Pokémon, destrozándolo completamente. Los demás entrenadores que estaban allí, que habían estado observando la batalla, comprendieron que era mejor alejarse, y salieron corriendo de allí. La enferma Joy estaba asustada, se le notaba en la cara, pero aun así les ordenaba a la gente que salieran. Sabía que se estaba por ocasionar una gran pelea.


    Aileen, mientras tanto, escudriñaba atentamente el suelo. ¿Dónde podía estar Sandslash? Miró a Vulpix que se hallaba cansado y muy agitado, y que también miraba el terreno, buscando a su oponente. Aileen cerró los ojos, ¿cómo ganaría ahora? Por más que diera lo mejor de sí, acabaría perdiendo al igual que en el desierto.


    ¡Eso! ¡El desierto! Quizá la información que guardaba de esa batalla le resultara útil. Volvió a mirar al suelo, esta vez con más atención e imaginando que se encontraba en esa feroz arena de batalla de hace un día… Sandslash había atacado por un lugar en concreto al excavar, lo recordaba bien, pero ¿cuál? Vulpix miró a Aileen desesperado. Si no pensaba algo rápido, acabarían mal.


    Y entonces, se iluminó.

    Miró el suelo.

    Contó tres pasos a la derecha desde donde estaba Vulpix y vio cómo la tierra se movía.

    Ya sabía que tenía que hacer.


    —¡Vulpix, ahora, salta a la izquierda! —El pokémon se movió rápido, y justo en ese preciso momento, Sandslash salió de la tierra, pero el ataque falló. Aileen escuchó a Ronny maldecir y ordenar otro Puño Certero, pero la chica ya estaba preparada, sonrió y ordenó a Vulpix usar Tóxico otra vez. El ataque no fue muy efectivo contra el tipo tierra pero aun así, Sandslash se tambaleó un poco. Su entrenador gritaba furioso, casi si mete él mismo a la batalla, pero en vez de eso, ordenó atacar otra vez. Puño Certero dio de lleno a Vulpix, que salió volando hacia un costado.


    —¡Vulpix! —Exclamó Aileen asustada, corriendo hacia donde estaba su amigo. Se había desmayado, Vulpix estaba fuera de combate. Apresuradamente, lo regresó a su pokéball. Miró hacia donde Ronny se encontraba, este con una maliciosa sonrisa levantó la mano para ordenar un ataque final hacia Aileen.


    —Ni siquiera lo pienses. Snorunt… ¡Ventisca! —Draga apareció delante de Aileen junto con su pokémon. Ambos miraban con odio a Ronny. Snorunt obedeció y efectuó al ataque con rapidez, dándole de lleno a Sandslash. Éste cayó, casi rendido. El ataque había sido fatal, pero el pokémon tipo tierra era bastante fuerte, y se volveó a levantar, tambaleante.


    —¡Vamos, Sandslash, esta niña no nos ganará! ¡Puño Certero otra vez! —Sandslash se dirigió a Snorunt y acertó el golpe. El pokémon de Draga se tambaleó para luego caer. En la otra punta, Ronny vitoreaba: la pelea estaba ganada… pero no fue así. Snorunt se levantó, miró a su entrenadora y ésta dio otra señal.


    —¡Snorunt, Hidropulso, ya! —Ordenó la joven rápidamente.


    Y con ese ataque, Sandslash cayó derrotado.


    —Dios, Ronny, no puedes ni vencer a una niña—murmuró Thomas riendo por lo bajo mientras veía al hombre gritar enfadado. Suspiró pesadamente y regresó a Garchomp a su pokéball, dejando a Aileen, Draga y Ronny con caras de sorpresa y estupor—. Aquí no hay nada más que hacer… yo no voy a intervenir peleando con ellas, no pienso rebajarme al nivel de esta chusma.


    —¡¿A quién le dices chusma, pedazo de Magcargo?! —Gritó Draga mientras regresaba a Snorunt con rapidez y se acercaba a zancadas hacia Thomas. Aileen presintió lo que estaba por ocurrir, así que se precipitó hacia Draga y la tomó por los brazos, tratando de inmovilizarla.

    —¿Ves? ¡Ja! —Rio Thomas con malicia. Miró a Ronny y con una señal de la cabeza, le ordenó que se hiciera hacia atrás—. Aileen, Aileen, Aileen… No tenía intenciones de dañarte, sólo quería recuperar lo que robaste, pero como siempre, haces las cosas mucho más complicadas de lo que son.


    —¡Yo no he robado nada! —Gritó Aileen, mientras soltaba a Draga que estaba más calmada. Ambas fulminaban con la mirada al altanero chico, que sonreía cada vez más mientras sostenía en su mano una pokéball, como si tratase de darse un aire de superioridad.


    —¿Cómo? —, con un gesto dramático, abrió la boca en signo de sorpresa—. ¿Acaso no has robado nada? ¡Oh, entonces todo esto ha sido un malentendido! —Dejó de sonreír y sus ojos se volvieron oscuros, con ira—. No mientas, pequeña tonta—espetó con odio. Tomó la pokéball y la lanzó… De ella, salió un Beartic. Era una montaña blanca, gigantesca, amenazadora, daba total miedo. Lanzó un rugido potente, mientras se paraba en dos patas. Thomas acarició una parte del torso del pokémon, para luego volver a dirigir su atención hacia las chicas—. Yo sé que robaste la Master Ball. Lo sé. Devuélvemela y no sufrirás daño alguno; sino, me veré obligado a congelarte.


    —¡¿Qué?! ¡Tú no puedes hacer eso! —Aileen estaba más que sorprendida. ¿Acaso Thomas se había vuelto un asesino? Pensaba que la amistad que ellos habían mantenido sería suficiente para poder esperar un acto de misericordia de su parte, pero no—. No lo harías… ¿verdad?


    —Como te dije: si me das la Master Ball, nadie saldrá herido y…


    —¡¿Qué está pasando aquí!? —Rugió una voz. Thomas y Ronny se sobresaltaron, y se giraron para ver al dueño de la voz. Aileen y Draga los imitaron, y sus ojos se encontraron con… con… Un momento, ¿quién era él? Al se mostró confundida, no conocía a ese hombre; es más, jamás lo había visto en su vida, en cambio, la chica a su lado sonrió divertida y contenta, ¡ella sí lo conocía!


    —¿Qué haces aquí, viejo? — Preguntó Thomas con un tono descortés. Miró de arriba abajo al hombre, escudriñándolo como si fuera un fenómeno. Había algo en él que lo intrigaba, algo raro. ¿Acaso era un entrenador retirado?, ¿o un ancianito que quería jugar al héroe? — Vete ya y no te haré daño, ¡no te atrevas a interferir con los planes del Equipo Magma!


    —Así que ustedes son del equipo Magma… me lo suponía; los problemas llegan con ustedes—dijo el anciano llevándose una mano a la cabeza. No era un hombre alto ni fornido, era pequeño. Tenía cabello blanco, con una calvicie incipiente en la cabeza; barba abundante, del mismo color que su pelo. Vestía ropa extraña, como si trabajara en alguna central eléctrica. Aileen lo miraba extrañada, en su interior sentía que lo conocía, ahora ya no lo veía como un desconocido. El hombre levantó la vista y miró a Thomas y Ronny, que echaban chispas por los ojos. Al final, con voz solemne sentenció: —Esta ciudad estaba en paz hasta que ustedes llegaron causando estragos y amenazando gente en la ruta 111. Me veré obligado a echarlos de aquí, así que, ¡váyanse!


    —¿Irnos?, ¿acaso nos confundes con esta asquerosa desertora? — Dijo Ronny señalando Aileen como si estuviera refiriéndose a un monstruo terrible—. Oh, no, el equipo Magma no se retira sin dar pelea, viejo entrometido.


    —Tú cállate, Ronny—espetó Thomas con odio—. Perdiste contra una niña, idiota, no tienes nada de qué hablar. En cambio… creo yo pondré en su lugar a este ancianito—. El joven sonrió con suficiencia y sacó una pokéball—. Vamos, Gyarados, demuestra que eres el mejor.


    Lanzó la pokéball y de ella salió el inmenso pokémon, listo para la batalla. Hizo retroceder a las aterrorizadas Aileen y Draga. El hombre… ¿cómo podría enfrentar a semejante monstruosidad? El Gyarados de Thomas parecía ser una montaña lista para arrasar con cualquier cosa que se le pusiera en frente, incluso con un humano. Aileen recordaba que Thomas entraba a sus pokémon duramente, los volvía demasiado fuertes y rápidos. Jamás había visto a un entrenador tan bueno como él, ¿había en realidad forma de vencerlo? Había oído –tiempo atrás– que el propio Thomas retó a Máximo, el Campeón de la Liga, a una simple pelea, y éste terminó vencido. No creía posible que alguien lo venciera, y menos ahora.


    —¡Vamos, Érico, enséñales cómo se pelea! — Le gritó Draga al anciano con una alegría no disimulada. Aileen abrió sus ojos ante la sorpresa. ¿Aquel viejito era Érico?, ¿el líder de gimnasio? No se parecía en nada a lo que Al creía. Lo esperaba un poco más… joven. Pero podía ver en los ojos del entrenador la sabiduría de los años de experiencia, de lo que verdaderamente significaba convivir y luchar a la par de pokémon: podía ver la sabiduría que aquel anciano transmitía.


    —Muy bien… si debo pelear contigo, quiero poner condiciones: si gano, ustedes se van, y no regresarán, ¿entendido? — Habló el hombre de blancos cabellos con seriedad, aunque se podía vislumbrar una débil sonrisa en su rostro. Se notaba que no tenía miedo, y que daría todo de sí para ganar.


    —Como quieras, anciano—murmuró Thomas, apretando la mandíbula.


    —Magneton, viejo amigo, ¡sal! — Exclamó Érico tranquilamente mientras de la pokéball que lanzó, salía el pequeño Magneton. Aileen se sorprendió al verlo, era tan extraño, parecía una máquina, no un pokémon. Comparado con Gyarados, Magneton era pequeño, no parecía poder ganarle a aquel gigantesco tipo agua.


    Thomas rio. Unas pequeñas lágrimas saltaron de sus ojos, mientras rodeaba su torso con los brazos—. ¡Oh, un Magneton! ¡Qué miedo! ¡Por favor! ¿Esto es en serio? — Soltó una carcajada y miró a Érico—. Por ser un viejito, te dejaré atacar primero, pero te advierto que con ese pequeñín no llegarás a ningún lado.


    —Veremos…—Érico sólo se limitó a sonreír. Se le notaba muy confiado, y la burla que Thomas no le afectaba en nada, o al menos no lo demostraba—. Magneton, usa Onda Trueno en Gyarados.


    El pequeño Magneton efectuó el ataque con precisión, y Aileen quedó sorprendida. Por más que no fuera un gran ataque, la electricidad que la onda generaba era maravillosa, un espectáculo hermoso y digno de ver. La electricidad golpeó a Gyarados, que se sobrepuso en el instante. ¿De qué había servido ese ataque? Ni siquiera había dañado al pokémon. Thomas sonrió tranquilamente, casi con maldad.


    —Mhm… ¡Vamos, Gyarados, usa Golpe y acaba con él! — Ordenó Thomas con total confianza. El pokémon arremetió contra Magneton golpeando una, dos, ¡tres veces! La fuerza de aquel Gyarados era impresionante; parecía dispuesto a arrasar sin piedad, hasta que… dejó de atacar. Cayó al suelo, cansado, casi debilitado. La ira en el rostro de Thomas se podía ver; miró al tipo acero, que había sido fuertemente golpeado, pero que gracias a su resistencia, todavía estaba en condiciones de pelear, y miró a su pokémon, tendido en el suelo—. Gyarados… levántate y usa Hidropulso, ¡ahora!


    Pero Gyarados no se movió. El pokémon estaba surcado por una extraña corriente eléctrica: la onda trueno de Magneton estaba haciendo efecto; además, la fatiga causada por Golpe había dejado a Gyarados en graves problemas; Érico tenía ganada la batalla.


    —Muy bien, Magneton, ¡usa Rayo y acaba con esto! — Ordenó el líder de gimnasio a su pokémon, y éste obedeció como si nada. El ataque eléctrico fue fatal, acabó con Gyarados en el instante en que lo tocó. Estaba claro que el pokémon de Érico era fuerte, y estaba muy bien entrenado.


    Thomas había perdido. Su cara de estupor no se comparaba con nada; estaba rabioso por perder, sus ojos lanzaban chispas, y parecía querer matar a Érico, había sido humillado, ¡había perdido contra un viejete! Miró a las dos chicas de su izquierda: Draga y Aileen sonreían extasiadas ante la victoria del anciano. Sonreían porque ahora ellos se tendrían que ir, y así estarían a salvo… pero no por mucho. Con un gesto brusco, ordenó a Ronny que se acercase. Tendrían que marcharse, no había otra solución. Érico era fuerte, demasiado, por ahora era momento de pensar bien las cosas y armar una estrategia antes de volver por las chicas. O mejor dicho, por Aileen. Maxie no estaría contento, claro que no, pero no importaba.


    —Muy bien, al parecer tendremos que irnos…—dijo Thomas con aire dramático, pero sonriendo falsamente al mismo tiempo—. No nos olviden, pues pronto volveremos, claro que sí—y señalando a Aileen, comentó con maldad: —Más vale que te prepares, pequeña, porque cuando te vea otra vez, acabaré contigo.


    Ambos hombres se dieron la vuelta, y se marcharon del centro pokémon, a quién sabe dónde. Entonces, en ese mismo momento, Draga y Aileen se dieron cuenta de que estaban a salvo. Se miraron y abrazaron felizmente, ¡ahora podrían continuar su camino!


    Érico las observaba curioso: no sabía si interrumpir el festejo o salir tranquilamente de allí. Aunque prefería irse y esperar a que la joven Draga se presentara en su gimnasio, las palabras del arrogante joven de ojos azules lo habían dejado intrigado. Aquella chica, Aileen, la de cabello largo y castaño, ¿era otro miembro del equipo Magma? Por sus ropas, eso parecía, pero su rostro decía lo contrario; ella no era mala, se le notaba. Y… aquel chico la había amenazado, ¿por qué?, ¿qué secretos guardaba? Ansioso de respuestas, el anciano se acercó a las chicas, sonriendo y extendiendo una mano hacia la morena Aileen, a la cual no conocía.


    —Buenas tardes, Draga… y buenas tardes a ti, si es que puedo saber tu nombre—mencionó él.


    —Aileen, un gusto. Muchas gracias, señor Érico por ayudarnos; de verdad que estábamos en apuros—agradeció la muchacha. Observó atentamente el rostro del líder, escudriñando arrugas. Era un rostro sincero y amigable, daba la sensación de que se podía confiar en él.


    —Oh, no hay que agradecer—mencionó el anciano. Rio al oír aquel “señor”, pues estaba acostumbrado a que todos lo llamaran Érico a secas—. Verán, me gustaría que me acompañaran a mi Gimnasio, pues se suponía que la señorita Draga disputaría una batalla conmigo.


    —¡Es cierto, Aileen, tengo que ir a pelear! — Habló preocupada Draga. Tan absorta había estado en la pelea con esos maleantes que se le había olvidado ir al Gimnasio. Alrededor de ellos la gente volvía a entrar al centro pokémon, ya había terminado la batalla. Eso le recordó a Draga que debían curar a sus amigos, pues habían resultado heridos, o debilitados, en el caso del Vulpix de Aileen—. Pero antes, Érico, debemos atender a nuestros pokémon, si no te molesta.


    —Por supuesto que no, señoritas, adelante. Las esperaré en el Gimnasio—dijo Érico con total tranquilidad, y salió del centro pokémon, dejando solas a las chicas, que se dispusieron a entregar sus pokémon a la enfermera, quien las miraba extrañada.


    —Gracias, Draga, muchas gracias por tu ayuda—comentó con timidez Aileen. Realmente estaba agradecida, le debía mucho a aquella joven, quizá demasiado—. Sin ti y sin Érico no habría podido lograrlo.


    —¡No digas eso! Eres una gran entrenadora, sólo que con un poco más de práctica serás estupenda…Y tal vez con un algunos más pokémon en el equipo—contestó Draga divertida. Al principio, le había sorprendido que Aileen sólo tuviera a Vulpix, así que ahora, decidida, le había dado una pista, algo que debía hacer urgente: tener otro pokémon—. Con uno solo no lograrás mucho.


    —Mmmm… lo he pensado varias veces, pero no tengo pokéballs ni nada con qué atraparlos—. La verdad era que Aileen se había dado cuenta de ese detalle, que sólo poseía a Vulpix, pero no le había dado mucha importancia. Ahora que salía al mundo real, se daba cuenta de que necesitaba más compañeros, más pokémon, pero no sabía a cuál atrapar, estaba perdida—. Además, sería raro para Vulpix y para mí, no lo sé.


    —Verás, te daré mi recomendación: tu plan era ir a Dewford, ¿no? Pues, antes de eso, te aconsejo que te dirijas al pueblo en donde vive el profesor Birch. Antes de iniciar un viaje, los entrenadores novatos elijen a un “inicial” —explicó Draga mirando seriamente a Aileen, como si lo que dijera fuera de vital importancia—. Este inicial es el primer pokémon, aquel que te ayudará en tu camino de entrenador, así que lo que creo que debes hacer, es ir a conseguir tu inicial, como todos hemos hecho.


    —¿Tú también tuviste un inicial? — Preguntó Aileen, curiosa.


    —Charmander fue el mío, luego evolucionó a Charmeleon y ahora es el Charizard en el que volamos hace poco—le contestó la joven con alegría.


    —¿Podré conseguir uno como ese? — La joven morena estaba llena de dudas. El tema del “inicial” la había entusiasmado, y ansiaba poder tener la oportunidad de conseguir uno.


    —Verás, cada región tiene sus propios iniciales. En la región de Kanto tienes a Charmander, el tipo fuego, Bulbasaur, el tipo planta y a Squirtle, el tipo agua. Debes elegir sólo uno de ellos—continuó Draga. Le sorprendía que Aileen no supiera eso, pero supuso que como Vulpix era su único pokémon, jamás había oído de los iniciales.


    —Y… ¿sabes cuáles son los iniciales de aquí? — Quizá Draga supiera y le diera información sobre ellos, así, si tenía la oportunidad, podría elegir un nuevo compañero con sabiduría, y entrenarlo para que fuese un gran pokémon.


    —Ah, esos no, lo lamento—se disculpó Draga. No había tenido ocasión de visitar el laboratorio pokémon de Hoenn, por lo tanto no sabía cuáles eran los iniciales. Al ver la cara de Aileen, decidió que debía animarla un poco. Se levantó y dijo: —Anda, vamos a buscar a nuestros pokémon; ¡no te angusties! Luego de hablar con Érico, iremos a Villa Raíz a buscar un inicial, ¿quieres?
     
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  7.  
    Goeld

    Goeld Iniciado

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    ¡Hola!
    Bueno, como la otra vez, el capítulo me gustó mucho. Faltas de ortografía ninguna, como siempre (aunque una coma me confundió un poco en su momento). La intriga se generó muy bien, quizá porque yo no veo a Érico como un anciano "bajito". Al principio creí que era el señor arenque, aunque no tuviera mucho sentido...
    ¡El inicial! Nunca falta en una historia, lo sé. Además es entretenido ver cómo el entrenador lo va haciendo crecer. Me parece que Draga al fin y al cabo no se separará de Aileen, eso es bueno :) Aunque con un Charizard ganamos todos (?
    No pude imaginarme a Gyarados dentro del CP, ¡es demasiado grande!
    Saludos.
     
  8.  
    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    Un año después... xD En fin, me alegra continuar con esta historia y trataré de actualizarla más seguido (y que no pase un año abandonada).


    ¡Una rebelde suelta en Hoenn!


    Primera parte:


    Escape


    Capítulo 4



    Aileen había estado hablando con Draga sobre los “iniciales”. Ella le había explicado todo lo que conllevaba tener uno, también le había dado a entender que cada región poseía tres iniciales distintos, lo que significaba que habían muchísimos pokémon que conocer. Según Draga, en su región natal, habían tres distintos iniciales: Charmander, Bulbasaur y Squirtle. Aileen tuvo la ocasión de volar sobra las inmensas alas de Charizard, la última evolución de Charmander, y la experiencia que había vivido fue… magnífica. Aquel pokémon parecía fuerte, poderoso, pero cariñoso y amigable al mismo tiempo. Un inicial estaba con su entrenador desde el comienzo del viaje, formaban lazos de amor inquebrantables, así como los que ella había hecho con Vulpix. Sus ansias de conocer a los tres iniciales de Hoenn estaban creciendo más y más.

    —Aileen, ¡hey, Aileen! — Una voz la sacó de sus pensamientos, era Draga, quien estaba parada enfrente de ella, señalando a la enfermera Joy—. Ya tienen a nuestros pokémon, ¡vamos, hay que darnos prisa! Recuerda que todavía tenemos que ir a hablar con Érico.

    —Ah, sí, claro. Discúlpame, estaba pensando en lo que mencionaste de los iniciales…—comentó la joven mientras se dirigía junto a Draga a buscar a Vulpix y a Snorunt. La enfermera les sonrió y les entregó las pokéball en donde se encontraban sus compañeros; ambas chicas dieron las gracias y se alejaron, saliendo del centro pokémon.

    Afuera todo estaba en calma, como si nada hubiese pasado. La gente caminaba de aquí para allá, hablando y riendo; algunos entrenadores compartían tips en la calle, o simplemente exhibían a sus pokémon, mostrando qué tan fuertes o bellos eran. Muchos de estos entrenadores eran novatos que alardeaban de su mínimo conocimiento como pavos reales. La mayoría eran recién salidos de la Academia Pokémon, por lo tanto estaban a punto de comenzar su viaje y se encontraban ansiosos de tener nuevas y únicas aventuras.

    Aileen y Draga continuaron caminando por la calle, zigzagueando entre la multitud. Iban las dos en silencio, pensando en qué les diría Érico al llegar al Gimnasio. ¿Acaso era algún secreto de vital importancia o la misión de detener al equipo Magma? Tal vez sólo quisiese darles una charla de Líder a entrenador; sí, tal vez fuera eso…

    La calle se fue haciendo más y más concurrida a medida que avanzaban; gente mayor se encontraba en cada esquina, algunos parecían cansados, otros muy ilusionados. La mayoría vestía con elegancia y llevaban pequeñas carteras con una P en ellas. Curiosa, Aileen se preguntó qué era todo aquello. ¿A dónde iban esas personas?, ¿acaso eran algo parecido a recaudadores pokémon? Miró a Draga, quien seguía caminando como si nada. Suspiró y le preguntó a la chica:

    —Draga, ¿qué llevan esas personas allí? —, señalando las extrañas carteritas—. ¿Y por qué?

    —¿Eh? — La joven entornó los ojos y comenzó a mirar con más atención a la gente de la calle. Se encogió de hombros y miró a Aileen—. No lo sé… quizás hay algún evento Pokémon cerca de aquí.

    —¿Podemos preguntar? — Mencionó Al mientras comenzaba a caminar más rápido hacia una señora mayor, vestida con un traje violeta y de rojo cabello. Draga asintió y acompañó a la chica. La mujer con la que se disponían a hablar estaba absorta, contando moneditas en su mano. A su lado, había un Skitty sentado en el suelo, que miraba todo con desinterés.

    —Eh… hola—dijo suavemente Aileen cuando había llegado al lado de esa mujer. Ésta levantó la mirada y al encontrarse con la rezagada Al y Draga sonrió.

    —¡Buenas, buenas, jovencitas! ¿En qué puedo ayudarles? — Preguntó con alegría la mujer.

    —Oh, bueno… quisiéramos saber qué es todo este revuelo—contestó Draga señalando a su alrededor, a toda la gente que se estaba juntando en aquel sector de la ciudad.

    —¡Pues bien, todos vamos al Casino! — La mujer rio y mostró las moneditas o fichas que tenía en la mano, casi alardeando—. Es muy divertido, niñas, pueden jugar y jugar, además de ganar increíbles y lindos premios, ¡incluso pokémon!

    —¿Pokémon? — Extrañada, Aileen miró a Draga, esperando encontrar una respuesta, pero su compañera se encontraba igual de confundida que ella—. ¿Puedes comprar pokémon o qué?

    —Algo parecido, más bien míralo como un canje—. Sin restarle importancia, la mujer continuó su cháchara—. Si consigues cierta cantidad de fichas, puedes canjearlas por un pokémon extraño o muy difícil de conseguir.

    —¡Oh, ahora que lo recuerdo…! — Draga saltó de repente—. En Kanto hay algo parecido, pero jamás fui. Supongo que será lo mismo, ¿no?

    —Sí, claro que sí, en varias regiones hay Casinos—. La mujer nos miró sonrió—. En fin, debo irme. ¡Espero verlas cerca del Casino! Si necesitan ayuda allí, búsquenme, soy Lucinda—. Dicho esto, sacó una pokéball y regresó al Skitty en sus pies, saludando por última vez se alejó apresuradamente hacia donde iba toda la gente, dejando a Aileen y Draga paradas allí.

    —Eso fue raro—mencionó Draga—. La mujer casi parecía desesperada por irse al Casino—. Miró a Aileen y le hizo señas con la mano para que se acercase y la siguiera. Ambas caminaron un gran trecho hasta llegar a una esquina donde ya no había tanta gente—. Estaba pensando… yo también debería “adoptar” un inicial en esta región. Creo que sería un lindo recuerdo para cuando vuelva a mi casa.

    —¿Te irás? — Preguntó Aileen un poco decepcionada.

    —Luego de ganar todas las medallas, retaré a la Élite y si gano la Liga, volveré a mi hogar—. Había un brillo de entusiasmo y esperanza en los ojos de Draga. Sin duda estaba deseosa de ser la nueva campeona.

    Aileen se preguntó si algún día podría ser como Draga. La joven le parecía la mejor entrenadora del mundo, el modo en que quería a sus pokémon y trabajaba con ellos era sublime; además de que contaba con un equipo muy poderoso. ¿Le habría costado trabajo llegar hasta donde estaba? Quizás era más que natural en ella ser una excelente entrenadora; tal vez uno no se hacía, uno nacía con el don de poder entrenar y criar pokémon fuertes. Aileen ni siquiera había podido entrenar bien a Vulpix. Había desarrollado un lazo afectivo único, sí, pero más allá de eso, su pokémon no era muy fuerte. ¿Qué había estado haciendo mal todo ese tiempo?

    Caminaron en silencio hasta que llegar a un enorme lugar: el gimnasio de ciudad Malvalona. Era como cualquier gimnasio por fuera, no tenía nada de especial, pero a Aileen le produjo una extraña sensación. La puerta era grande y de vidrio y estaba ante ellas invitándolas a entrar. Las dos jóvenes avanzaron lentamente y Draga, empujándola, la abrió.

    Un sonido de electricidad les dio la bienvenida. Dentro de aquel gimnasio se encontrar con un nuevo mundo, una gran familia de entrenadores que disfrutaban de un tipo en concreto: los pokémon eléctricos. El recinto era amplio, con un diseño innovador aplicado en tonos de grises y negros. Según se tenía entendido, había sido remolado no hace mucho tiempo, cosa que rara vez pasaba en los Gimnasios, y más si su líder era alguien de edad avanzada. Se esperaba que Érico fuese alguien no muy inclinado a los cambios, pero al parecer el hombre era todo lo contrario. Y tenía un excelente gusto al introducirlos. El piso era de un color amarillo chillón que no desentonaba para nada con las paredes. Habían dos estatuas a la entrada, las comunes de ver apenas entrabas a cualquier gimnasio, y pasándolas, el lugar se dividía en pasadizos, como un laberinto, sólo que las paredes del mismo no eran de pasto o ladrillo, era algo mucho más novedoso y que captaba a la perfección el espíritu: sendas de electricidad. De diferentes colores pero extrañamente peligrosas, cada senda se activaba o desactivaba con un botón en el suelo, el cual podías pisar si lograbas vencer a los entrenadores a su alrededor. Era una modalidad que se aplicaba en casi todos los gimnasios: poner trampas o impedimentos en el camino a los entrenadores. O sino, usar acertijos. No era cuestión de complicar la existencia de los que allí iban, no, sino dar una lección de vida.

    Draga y Aileen se quedaron encantadas, observando todo con mucho cuidado. Sobre todo Al, que muy pocas veces había visto un gimnasio tan bonito y moderno. En su momento de asombro, no se percataron de que una figura se les había acercado. La silueta carraspeó y ambas chicas se dieron media vuelta para encontrarse con Érico, que las miraba sonriente.

    —Veo que por fin llegan—dijo mientras posaba su mano derecha en el hombro de Draga—. Me gustaría que me acompañaran a un lugar más privado, si se quedan aquí sin retar a nadie a una pelea, y más con esas pintas que llevas tú—señaló el traje del Equipo Magma de Aileen—, levantarán sospechas.

    Ambas jóvenes asintieron y siguieron a Érico por un pasillo estrecho del lado oeste del gimnasio. A simple vista ni siquiera se veía. Tenía las paredes pintadas de un amarillo pastel, con varias fotografías de Érico, el cual posaba con distintos pokémon tipo eléctricos de diferentes regiones. Érico rodeado de Emolgas, Érico dándole pokécubos a un Pikachu en un Concurso Pokémon; un Electabuzz usando Puño Trueno en él… Al parecer alguien había hecho muchísimas fotos del líder con pokémon. Las chicas las miraron encantadas mientras avanzaban.

    Llegaron a una puerta marrón que Érico abrió, las hizo pasar y se sentó en un mullido sillón marrón, mientras que Draga y Aileen se sentaron en dos sillitas. Los separaba una mesa pequeña en la cual había tres bebidas energizantes.

    —Sírvanse, por favor. Les hará bien—les ofreció el hombre. Ambas las tomaron y abrieron, y tomaron un sorbo. Érico se aclaró la garganta para seguir hablando—. Se preguntarán para qué las he llamado. No quiero regañarlas, tampoco decirles nada malo. El encuentro que hemos tenido ha sido más que una casualidad—rio y se incorporó—. Las dos han demostrado ser dos jovencitas muy valientes y fuertes, y las felicitaré por eso. No muchas personas se atreven a cuestionar lo que el Equipo Magma ordena. En especial… —se giró para ver a Aileen—alguien que estuvo entre sus filas.

    —Pero Aileen dejó el Equipo Magma, ¿no es así? — Draga habló y miró a Aileen, la cual asintió.

    —Así, es yo… dejé a los Magma. Esa época se terminó en mi vida. Son realmente malvados—dijo la joven mientras tomaba un poco de bebida—. Sus planes se volvieron muy retorcidos. Me sentí muy mal al saber que estaba colaborando con un grupo que dañaba a los pokémon y a las personas. Desde que Maxie llegó los ideales del Equipo se han perdido—suspiró y dejó la lata sobre la mesa—. Muchos como yo están confundidos, pero como verán, no se atreven a dejar a los Magma.

    —Pero saben que lo hacen están mal, ¿acaso eso no les deja remordimiento? — Draga comentó y señaló el escudo que lucía Aileen en su traje.

    —Supongo que sí. A mí me hacía sentir muy mal, a veces tenía pesadillas y… eran horribles—. Al decir esto, la joven se sonrojó—. Cuando te comprometes en el Equipo Magma, es para siempre. El objetivo inicial era promover el cuidado de aquellos pokémon tipo fuego y tipo tierra, crear un hábitat para ellos, un lugar donde se sintieran cómodos y felices. Eso me atrajo inicialmente… luego llegó él y todo cambió—. Érico la miraba con curiosidad y escuchaba atentamente su relato. Los Líderes de Gimnasio estaban muy al tanto de lo que hacía o no hacía el Equipo Magma, y él, como todos los demás, sabía que algo peligroso se avecinaba—. Encarcelaron a varios pokémon, sobre todo para dárselos a aquellos novatos que entraban y no sabían pelear. Al principio nos decían que era por seguridad y nosotros creímos esas mentiras. Luego nos obligaron a robar y hacer cosas horribles. ¡Atentar contra la seguridad de la gente y de los pokémon! Yo no podía soportar eso. Nos habíamos convertido en malhechores, la gente nos miraba mal. Supe en ese entonces que eso no era lo que yo quería.

    —¿En qué momento te diste cuenta de que debías escapar de allí? — Preguntó Érico mientras se tocaba su barba, pensativo.

    —Hace unos meses—respondió Aileen—. Me costó mucho encontrar la forma de escapar. Una noche lo había decidido, pero justo llamaron a una reunión de urgencia—. Hizo una pausa y los miró atentamente. En sus ojos se notaba el miedo, mezclado con una gran preocupación—. Allí nos dijeron que teníamos una nueva misión, una que ayudaría a los pokémon y a los humanos a convivir mejor. Por un momento sentí esperanza hasta que nos mostraron lo que querían hacer.

    —¿Qué les pidieron, Aileen? — Draga se había acomodado en su asiento y trataba de disimular su curiosidad. Le costaba creer que una chica como Aileen hubiese sido partícipe de delitos contra humanos y pokémon. Se dio cuenta de que era más de lo que aparentaba.

    —El Equipo Magma quieren despertar a un pokémon ancestral, que según ellos ayudará a crear un nuevo mundo.

    —¡¿Qué?! ¿Eso es posible? Los pokémon como esos son leyendas, como las aves de Kanto—. Draga sacudió la cabeza en señal de negación—. Te engañaron, Aileen.

    —No, no la han engañado—. Érico se levantó y caminó por la habitación mientras la mirada de las dos jóvenes se posaba en él—. Hay una antigua leyenda en la región de Hoenn, así como en todas las demás, sobre dos pokémon: Kyogre y Groudon, ambos crearon la tierra y el mar, son sus guardianes; pero lamentablemente, ambos vivían enfrentados en grandes batallas que terminaban en desastres naturales. Un día, Rayquaza, el guardián de los cielos bajó para aplacar la ira de estos dos pokémon, y desde ese entonces, ambos se encuentran en un profundo sueño del cual no deben despertar o traerán graves inundaciones y terremotos.

    —Pero es sólo una leyenda…—dijo Draga obstinadamente—. En Kanto también hay historias como esas pero nunca nadie ha visto a estos pokémon ancestrales. Son cuentos, sólo eso.

    —Realmente no sé qué pensar sobre ello—puntualizó Aileen—. Sólo nos dijeron que ésa era su misión. Y la forma en que planeaban hacerlo no fue revelada, aunque yo tenía más o menos una idea—. Abrió su bolso y sacó una pokéball un tanto extraña, con una M—. Esto es una…

    —Una Masterball—. Érico observó la pokéball y asintió—. En efecto, es un artefacto creado por Silph SA, una compañía muy parecida a Devon, pero que se encuentra en la región de Kanto.

    —La mayoría de las pokéball han sido creadas allí, son muy famosos—. Draga tomó la Masterball que sostenía Aileen y la observó—. Según tengo entendido, está pokéball en particular puede capturar a cualquier pokémon.

    —Así es. Ya te imaginarás para qué la quieren—. Érico las miró a ambas y sonrió.

    —Para capturar a Groudon, eso está claro—comprendió Aileen—. Pero no sé cómo van a encontrarlo, se supone que es sólo una leyenda.

    —Eso espero—dijo Érico—. Si sólo es una simple leyenda no hay nada que temer, pero si el Equipo Magma tiene razón y han encontrado el lugar donde reposa Groudon, debemos prepararnos para lo peor.

    —Eso no sucederá, ¿verdad? — Aileen se paró preocupada y tomó la mano de Érico entre las suyas—. Esto no puede acabar así, ¡hay que detener a Maxie y a los demás!

    —Se hará, pequeña, se hará, pero antes debemos averiguar si lo que pretenden es posible. Aunque primero debes cambiarte, no puedes andar así, vestida como uno de sus miembros—inquirió mientras miraba la vestimenta de Aileen—. Por aquí cerca hay una tienda de ropa, puedes ir allí a comprar, y si no tienes dinero diles que lo pongan a cuenta de Érico—le guiñó un ojo a la joven y se dirigió hacia a la puerta; se volvió por un momento y dijo: —Lo mejor será que cambies de identidad, Aileen, si no lo haces te seguirán persiguiendo. Trata de ocultarte.

    —Pensábamos ir a Villa Raíz, a hablar con el profesor Birch—mencionó Draga mientras se adelantaba.

    —Es una buena idea—murmuró el líder—. El Equipo Magma perseguirá a Aileen hasta obtener lo que quieren.

    —Podría decir que soy una entrenadora novata—propuso la aludida con una media sonrisa—. Iré a Villa Raíz y pediré un pokémon al profesor, como cualquier otro entrenador que recién empieza. No llamaré la atención de esa forma.

    —Perfecto. Y mientras están allí, hablen de esto con el profesor. Es un buen amigo mío y de seguro las ayudará en lo que necesiten. Sólo les pido que tengan mucho cuidado y si ven al equipo Magma, avísenme con un Wingull—. Érico era un anciano muy bondadoso, Aileen se estaba dando cuenta de ello. La estaba ayudando, por más que ella hubiese pertenecido a tan temida organización.

    —¿Y qué hay de nuestra batalla? — Draga preguntó un poco molesta—. Estoy en camino a la Liga y…

    —Tranquila, jovencita, tendrás tu batalla, pero primero acompaña a Aileen a Villa Raíz, me sentiré más confiado si tú vas con ella—puntualizó Érico—. Nos veremos, jovencitas—. Y dicho esto, salió por la puerta, dejando a las dos jóvenes en un silencio incómodo.

    —Bueno… ha sido una de las conversaciones más interesantes que he tenido—. Draga tomó sus cosas del sillón donde había estado y se encaminó hacia la puerta. Se giró para ver a Aileen, que estaba para sin decir nada, con la mirada perdida—. Vamos, chica, que no debemos demorarnos en esto. Mientras más tiempo perdamos, más peligro corremos.

    —Oh, cierto, tienes razón—. Aileen se acomodó su bolso y se dispuso a salir pero Draga la detuvo—. ¿Qué sucede?

    —Ten—, la morena rebuscó en su bolso y sacó un saco negro junto con una gorra—. Póntelos, no queremos correr el mismo destino que en el centro pokémon. Es mejor que vayas encubierta por ahora.

    —Mmm, muy bien—. Aileen se puso las ropas y entonces ambas salieron por la puerta.

    Caminaron por el pasillo silenciosamente, y al salir del Gimnasio descubrieron que ya era pasado el mediodía. La gente había comenzado a menguar en las calles, los comercios ya cerraban y las jóvenes se dieron cuenta de que debían darse prisa. En una esquina, a unas cuantas cuadras del gimnasio, había una pequeña tienda. En un cartel aparecían ropas variadas y anunciaba que había ofertas por cierre de temporada. Ambas entraron y se encontraron con una señora muy rubia y alta que caminaba de aquí para allá, ordenando ropa y más ropa.

    —Ejem, disculpe ¿está por cerrar? — Draga le preguntó a la señora.

    —No, no, solo pasen. Es que ha venido una mujer más tonta que un Slowpoke y ha desordenado todas las estanterías, ¡miren, miren! — Señaló el desorden que tenía al rededor—. Tendré que ordenar antes de atenderlas, chicas, lo siento.

    —No hay problema—respondió Aileen mientras sonreía divertida.

    Draga le hizo una seña y ambas caminaron entre percheros y estanterías, buscando ropa adecuada para Aileen. Al final, eligieron unos simples pantalones verdes con una remera blanca y zapatillas negras. Aileen se los probó y se dio cuenta de que le sentaban muy bien, pero no era suficiente para pasar encubierta. Sus ojos se desviaron a su cabello marrón, el cual era muy largo y lo llevaba suelto. Debía deshacerse de él si quería permanecer encubierta.

    Cuando salió del probador, vio a Draga sosteniendo una mochila celeste. Se la dio y le dijo que debía llevar una, ahí debía poner sus pokéballs, y todos los elementos que fuese a utilizar en el viaje. Aileen le agradeció y juntas buscaron a la señora, la cual estaba todavía ordenando y había a su lado un Sudowoodo, el cual sostenía ropa en sus extremidades. Compraron la ropa a nombre de Érico y salieron de allí, con Aileen ya cambiada.

    Todos los comercios habían cerrado.

    —Bueno, este es el momento en que nos dirigimos a Villa Raíz, así que iré sacando a Charizard para que nos lleve—dijo Draga mientras abría su mochila.

    —¡Espera! Debo pedirte un favor.

    —¿Cuál?

    —Córtame el cabello—pidió Aileen. Draga la observó sorprendida.

    —Pero está bonito así…—replicó la morena observando el lacio pelo de su amiga.

    —Érico dijo que debía permanecer de incógnita, y con este cabello les será fácil a Ronny y Thomas reconocerme—. Draga dudó por un momento hasta asintió.

    Se dirigieron a un banco que había cerca, un poco escondido de la calle principal. Como no había nadie, no se preocuparon. Aileen se sentó y echó su cabello hacia atrás. En su rostro no había ningún signo de arrepentimiento. Draga sacó unas tijeras de su mochila y comenzó.

    —No soy peluquera pero ¿cómo lo quieres? — Rio un poco con nerviosismo.

    —Muy corto, no quiero que nadie me reconozca—confirmó Aileen.

    Draga no dijo nada, pero comenzó a cortar. Los mechones caían al suelo poco a poco, desparramándose. Aileen permanecía callada, mirando hacia un punto fijo de la ciudad. Estaba comenzando de nuevo. La oportunidad estaba allí, y ella iba a aprovecharla. El peso sobre sus hombros fue desapareciendo, sentía que su cuello picaba, algunos cabellos se le habían pegado a la piel. Pasaron varios minutos y lo único que se escuchaba era el sonido de la tijera cortando.

    —Creo que he terminado—Draga se separó y caminó hasta estar enfrente de Aileen. Sonrió—. Vaya, te ves muy bien con el cabello corto. Madre mía ¡soy una peluquera profesional!

    Aileen se levantó y con una mano se sacudió los cabellos que tenía pegados al cuello y a la nuca. Draga le había cortado el cabello con un estilo de niño. Había dejado la parte superior un poco más larga pero por abajo estaba cortísimo.

    —Creo que ya podemos irnos—. Aileen se pasó la mano por su cabello, sintiéndolo un poco más áspero que antes.

    —¡Excelente! Entonces… —Draga sacó una pokéball—. ¿Lista para volar sobre Charizard otra vez? — Aileen asintió. Esta vez, cuando el pokémon salió, no le dio tanto miedo, hasta se alegró de verlo.

    Draga montó a Charizard y con una mano ayudó a Aileen a subir. Ambas se acomodaron y con una orden de la morena entrenadora, Charizard comenzó a batir sus enormes alas y de un momento a otro, ya estaba surcando los cielos. El viento había menguado, el sol brillaba con fuerza y Aileen se sentía bastante feliz. Moría de ansias por llegar a Villa Raíz, quería un inicial, ¡quería comenzar su aventura pokémon!

    Como Villa Raíz estaba un poco más lejos de lo que pensaban, tardaron casi media hora en llegar. Desde arriba, Villa Raíz era solo un par de casitas en medio de un espeso bosque. Cuando Charizard descendió, ambas chicas se quedaron asombradas. Era un pueblito muy pintoresco y la gente caminaba tranquila, siempre sonrientes. Se notaba que tenían pocos problemas por allí. Las casas eran grandes pero no ostentosas. Y entre ellas había un gran edificio. Era nada más y nada menos que el Laboratorio Pokémon.
     
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