One-shot de Pokémon - ¡Una navidad súper padre!

¡Hola a todos! Este año no he podido actualizar tanto mi long-fic como en otros años, así que mientras tengo listo el siguiente capítulo (el cuál aspiro a subir en los siguientes días), les traigo como regalo un especial de navidad para enmendar el tiempo de espera :)

Este one-shot es una precuela al long-fic de la Poké-academia, el viaje de Sinnoh estaba finalizando, pero como llegó la época de navidad, el grupo de viaje decide hacer una pausa para celebrar las fiestas antes de separarse definitivamente (o quizá no se separen, después de todo...). Espero que les guste, me divertí escribiendo teniendo a otro personaje de la historia con un rol más protagónico. De seguro por el título ya supieron de quién les hablo: Dawn Berlitz, la antagonista favorita de todos (?)

Aviso: Si no has leído el long-fic de la Poké-academia y entraste a leer este one-shot, quizá notes un "OoC" en el personaje de Dawn. Esto es por razones relacionadas a la trama del long-fic que están siendo reveladas de a poco.

Sin más que decir, les dejo el one-shot. ¡Que lo disfruten!

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¡Una navidad súper padre!​

Navidad: Una de las festividades más súper chidas de todo el planeta. Para cada persona tiene un significado diferente según donde vivan, pero en mi caso, tiene un significado único… ¡Obvio!

La navidad es esa fecha donde yo, Dawn Berlitz, reciente ganadora del Gran Festival de Sinnoh, recibirá una montaña de regalos de su preciadísimo club de fans, también donde encontraré ofertas por montones de las mejores cosas. ¡Y cómo no! Será una fecha de lo más romántica, porque Ash y yo acabamos de cumplir ocho meses juntos hace tan sólo unos días. ¡Tengo fe en que me dará el regalo más padre de todos los regalos padres que existen! Y no es para menos, no cualquiera llega a los ocho meses con la cantidad de peleas que hemos tenido. En parte, dicen las malas lenguas, ocurren porque soy un poquititito temperamental… ¡Pero, bah! Eso es tan sólo la mínima parte. Mi novio es todo un primerizo en esto de los noviazgos, pero de todas maneras tengo la esperanza de que mejorará con el tiempo. ¡Es que somos tal para cual! El ganador de la liga Sinnoh + La ganadora del Gran Festival = ¡La pareja más súper cool y perfecta!

Ash ganó la liga Sinnoh la semana pasada, y planea volver a Kanto en unas tres semanas más… Debo admitir que eso me pone súper nostálgica. Estaremos lejos por un tiempo, hasta que nos pongamos de acuerdo en visitarnos… Ojalá hubiese algún modo de que me vaya con él a Kanto, pero es inútil. El Gran Festival de esa región será la próxima semana, por lo que no habrá más concursos por un par de meses…

¡Eeeen fin! No es tiempo de lloriqueos, sino de glamour y fabulosidad. Es por ello, que en este momento nos estamos dirigiendo a ciudad Júbilo. Mi mamá viajará desde Pueblo Hojas Gemelas para encontrarse con nosotros, ¡porque allá es donde se realiza la celebración más súper wow de navidad en todo Sinnoh!

—Aquí dice que cerca de media noche, el árbol en la plaza central se ilumina con el máximo esplendor, y luego lanzan una ola de fuegos pirotécnicos —dijo Brock, leyendo en una revista—. ¡Asombroso!
—Mi mamá anda súper nostálgica por no poder pasar navidad conmigo —comentó Ash—, ¿cuántos mensajes de voz te ha dejado en tu Poké-Gear?
—Ahora son treinta y siete… —respondió Brock, revisando su teléfono con una sonrisa nerviosa.
—La pobre debe estar extrañándote mucho —dijo la más genial de todo el grupo, osea moi—. ¡Pero debe aprender a compartirte! Tenías que pasar la navidad conmigo antes de irte.

Al decir esas últimas palabras, abracé a Ash, mientras que Pikachu giró los ojos irónicamente ante mi gesto. Digamos que él y yo no nos llevamos muy bien. Por mí hubiera sido súper oportuno que el Equipo Rocket lo hubiese capturado hace mucho tiempo atrás, pero Ashito lo quiere mucho como para separarse de él, y en eso no me puedo meter.

—¡Miren, ya estamos llegando a ciudad Júbilo! —exclamó Ash, apuntando a lo lejos.
—¡Pika!

Y efectivamente, la gran ciudad estaba a tan sólo unos metros. ¡Estaba de lo más linda! Tenía luces por todas partes, era como un espectáculo visual digno de estrellas como nosotros. ¡Qué ganas tengo de darme una vuelta para ver todas las cosas cool que tiene esa urbe en estas fechas!

(…)

Y al fin llegamos. Ciudad Júbilo: La ciudad más moderna e importante de toda la región. Aquí fue donde conseguí mi Poké-reloj, y donde participé en mi primer concurso (el cuál no pude ganar por culpa del asqueroso Equipo Rocket). De todas formas, era agradable volver aquí. ¡Es una ciudad tan de lujo! Está la estación de TV, Poké-reloj S.A (dah, obvio), y un lindísimo centro comercial recién inaugurado, y el cuál estoy dispuesta a recorrer por completo para comprar un montón de cosas lindas.

—¡Dawn, querida! —dijo una voz a lo lejos.
—¡Mamá! —grité. La legendaria Johanna Berlitz iba corriendo hacia mí, emocionada de verme, y yo hice lo mismo y nos dimos un glamuroso abrazo de hija-madre.
—¡Hija! Estoy súper orgullosa de ti. ¡Arrasaste con todo!
—¡Pero por supuesto! —dije, sacudiendo mi cabello con estilo—. Soy tu hija al fin y al cabo.

Mi madre rio y me acarició la cabeza. Luego llegaron a saludar Ash y Brock (y la bola peluda amarillenta, hay que incluírla, se supone). Después de eso, proseguimos ir al centro Pokémon para que nos pasaran las llaves de la habitación. Yo compartiría habitación con mamá, mientras que mi novio compartiría con Brock.

—Bien, mamá, ¡me voy de compras! —declaré.
—¿Tan rápido vas a salir, Dawn? —preguntó, extrañamente sorprendida para mi gusto.
—¡Obvio, ma! —respondí—. ¡Hoy hay una ola de descuentos fa-bu-lo-sa! Y también tengo que comprarle algo a Ash, cumplimos ocho meses hace poco y encima es navidad. ¡Debo ser buena novia!

>>Ah, y también te compraré algo a ti, por supuesto.

Mamá asintió un tanto estupefacta, y yo, con mi sonrisa de comercial, salí alegremente del lugar. ¡Tenía que aprovechar la instancia! Sino le compraba algo a Ash ahora, iba a quedar como una tacaña, de seguro él ya me tiene un regalo súper padre, ¿no?

*****​

—¿¡Q-qué!?

Un estruendoso grito fue emitido por el entrenador con “z” en las mejillas. Estaba respirando agitadamente y una muy notoria cara de terror estaba plasmada en su rostro.

—Por Dios, Ash, ¿lo olvidaste de nuevo? —preguntó Brock, resignado.
—¡Dawn me va a matar! —exclamó Ash—. ¡Ayúdame!, ¿¡qué hago!?
—Ni se te ocurra decirle que se te olvidó de nuevo su cumple-mes, aún no me recupero del todo de aquella vez que volteó la carpa conmigo adentro…
—Es que ella no sabía que tú estabas adentro —comentó el azabache, rascándose la nuca—. ¿Y si voy al centro comercial?
—…creo que ella ya fue para allá. Igual podrías ir y…
—¡Ya sé! —exclamó enérgicamente el entrenador de pueblo Paleta—. ¡Le haré un pastel!, ¡y tú me ayudarás!
—¿¡Y yo por qué!? —cuestionó Brock, aterrado.
—Porque eres un master chef, amigo… ¡Vaaamos!

Ante el ruego de su amigo, el joven de ojos rasgados, suspiró.

—De acuerdo… vamos a preguntarle a Johanna cuál es el sabor favorito de Dawn, porque asumo que tú no lo sabes, ¿verdad?
—¿Tiene un sabor favorito?

El ex-líder de gimnasio se golpeó el rostro con la palma de su mano, exasperado. Pikachu no pudo evitar soltar una carcajada maliciosa, mientras el joven Ash se preguntaba si acaso dijo algo malo.

*****
​

Al llegar a la entrada del centro comercial sentí como una especie de estremecimiento en el pecho. Los ojos emitieron el brillo de mi estrella interior y crucé las manos con la pasión candente de mil soles… ¡Rayos! Que cursi acabo de hablar.
Eeen fin, igual era necesario. ¡Había un poster con un muñeco de Luvdisc de lo más lindo! Dice que si lo aprietas, pronuncia frases como “¡Te amo!”, “eres un sueño”, y otras ternuritas.

¡Ese era! Ese era el regalo perfecto para Ash. Revisé las indicaciones del poster. Lo vendían en la tienda Poké-Props ubicada en el segundo piso. Con total determinación, corrí a toda velocidad y subí las escaleras lo más rápido que pude. Cuando llegué al segundo piso, divisé la tienda a lo lejos y me dirigí hacia ella con la velocidad de un Arcanine usando velocidad extrema. Había mucha gente en el camino, pero por suerte, pude esquivarlos a todos y cada uno de ellos. ¡Nada mal!, ¿eh? Acepto aplausos por eso.

Finalmente, entré a Poké-Props, y definitivamente era la tienda perfecta. ¡Había de todo! Tomé una canasta, y empecé a meter cosas. Tomé una linda tiara para mamá, a Brock le pillé una muñeca inflable, para mí… hmm, la verdad no pude convencerme de nada. Me declaro culpable. Quedé encaprichada con un lindo collar con diseño de Piplup, pero ese sólo lo vendían en ciudad Veilstone, según vi hace unas semanas cuando estábamos en un intervalo de descanso em la liga Sinnoh.
Y luego… divisé a lo lejos el regalo perfecto para mi novio: ¡El Luvdisc parlanchín! Caminé hacia él como si estuviera en medio de una marcha gloriosa, pero apenas lo agarré, alguien más le metió la mano…

—¡Suéltalo!

Una horrible vocesita hizo zumbido en mi oído. La persona que emitió tal palabra no fue nada más ni nada menos que…

—¡Úrsula! —exclamé, no muy a gusto—. ¡Suéltalo tú!
—¿¡Para qué lo quieres!? —cuestionó ella, tirando del peluche.
—¡Para mi novio!, ¿¡para qué lo quieres tú!? —contesté, tirando ahora yo de él.
—¡Para mí, evidentemente! —Úrsula volvió a tirar del Luvdisc.
—Ay, claro, debería sorprenderme de tu egocéntrica actitud.
—¡Tú no estás muy lejos de igualarme, niña…!

Y justo cuando Úrsula terminó de pronunciar su frase, una extraña musiquita hizo aparición junto a un montón de lucesitas de colores. Todos los otros compradores voltearon a vernos con cara de emocionados, y de la nada salió un alegre vendedor vestido de payaso con un micrófono.

—¡Miren nada más! —exclamó el vendedor—. ¡Tenemos a dos jovencitas peleándose por el último Luvdisc parlanchín!, ¿saben lo que eso significa?

Úrsula y yo intercambiamos una mirada de confusión. ¿Pero qué estaba pasando?

—¡¡Combate por la mercancía!! —gritaron todos.

*****​

Mientras tanto, Ash Ketchum y Brock Harrison se encontraban en la cocina del centro Pokémon, esperando que una especie de masa en un envase terminara de cocinarse en el horno. La cocina estaba hecha prácticamente… un desaste. Huevos rotos, cucharas y polvo de harina estaban esparcidos por todo el piso.

—Cielos, va a demorar en estar listo… —susurró Ash.
—¿De qué estás hablando? Deberían quedar como unos trece minutos —replicó Brock.
—Querrás decir: treinta.
—¿Q-qué?, ¿¡a cuántos minutos pusiste esa cosa!?
—Sesenta y dos minutos, ¿no?
—¡Ash, estás hiper-sordo! —exclamó Brock, alarmado—. ¡¡Te dije cuarenta y cinco minutos, lo cual no suena ni parecido a sesenta y dos!!
—¡Oh! Entonces tenemos que parar esto…

Sin embargo, Ash en vez de girar el botón del tiempo, giró el de potencia y encima hacia el lado equivocado y… ¡Kaboom! El pastel explotó, haciendo que la puerta del horno se abriera de golpe.

—¡…Cof! —tosió Ash, abriendo los ojos y botando humo negro.
—¿Q-qué… es lo que has hecho? —se lamentó Brock.
—¡Chu, chu, chu! —estornudó Pikachu.

*****
​

Y ahí estaba yo. En uno de los lados del campo de batalla de la tienda (y bien me lo pregunto… ¿por qué hay un campo de batalla en esta tienda?), mirando con ferocidad a la babosa de Úrsula. ¿Por qué?, ¿por qué de todos los habitantes de esta región me tenía que cruzar con esta hijita de papá? Es una insoportable y fanfarrona, pero ahora me encargaré de callarla de una vez por todas.

—La tienda Poké-Props tiene una campaña estimuladora de batallas: Cuando dos clientes quieren el mismo producto y sólo queda un ejemplar de éste, ¡tienen que resolver la situación a través de un combate pokémon! —anunció el payaso.
—Disculpe, ¿eso no pasa a estimular el individualismo y el consumismo presente en nuestra sociedad? —pregunté, muy sabiamente. ¡Wow! Me lucí de gran pensadora, ¿no les parece?
—Quizá, ¡pero qué importa! Esto es entretenimiento gratis, ¡comiencen!

Cuando el vendedor terminó de hablar, la multitud estalló en aplausos y vitoreos. ¡Cielos!, ¿qué le pasa a esta gente?, ¿qué acaso nunca habían visto una batalla pokémon en toda su vida?

—Prepárate, Berlitz —dijo la insoportable niñita con coletas con forma de cola de puerco—. Hoy le demostraré a Sinnoh entera que tu victoria en el Gran Festival no fue más que un mero accidente.
—¡Ay, habló la resentida! —exclamé divertida—. Disculpa, linda, ¿cuántas veces nos hemos enfrentado?
—No lo sé… ¿tres?
—¿Y cuántas veces te he vencido?
—No lo sé… ¿tres? —Yo reí divertida ante su respuesta, lo cual la fastidió a lo grande—. ¡Qué importa eso! El que ríe último, ríe mejor, babosa.
—Pues será un placer reírme en tu cara: ¡A deslumbrar, Piplup!

Lancé una pokébola, de la cual salió mi bellísimo pokémon inicial, dispuesto a dar la lucha para que la babosa de Úrsula mordiera el polvo.

—Gabite, ¡vamos a divertirnos!

Úrsula sacó a su dragón tipo tierra que usó desde la primera vez que nos conocimos. Al vernos, nos rugió ferozmente, demostrando abiertamente el odio que nos tenía. ¡Qué importa! Era recíproco al fin y al cabo.

—¡Gabite es igualito a ti! La misma cara amargada… —dije, divertida.
—Y tú y Piplup parecen gemelos —respondió mi rival—. ¡Igual de regordetes para aguantar el frío!
—¡Maldita hija de…! —¡Cálmate, Dawn! No te rebajes a su nivel, eres mucho mejor que ella—. ¡Piplup, Rayo burbuja!

Y entonces, mi elegante pingüinito liberó una ráfaga de bellas y poderosas burbujas contra mi oponente.

—¡Doble Equipo!

El dragón de Úrsula se multiplicó instantáneamente, creando un montón de clones esparcidos por todo el campo de batalla. ¡Por Arceus, como si con uno en este mundo ya no fuera suficiente!

—¡Ahora usa Garra Dragón! —exclamó mi oponente.

Las garras de Gabite fueron rodeadas por una energía color verde. Entonces, cada uno de los clones estallaron las burbujas lanzadas por Piplup sin gastar mucha energía. ¡Rayos! Qué ingeniosa fue.

—¿Cómo te quedó el ojo? —se burló Úrsula.
—¡Hacia abajo: Remolino! —exclamé, ignorándola por completo.

Piplup pegó un gran salto, y su cuerpo comenzó a iluminarse por un aura de color azul. Sobre él, un gran remolino apareció y entonces… ¡Bum! El remolino fue lanzado hacia el suelo y desintegró a todos y cada uno de los clones, ¡y finalmente golpeó a Gabite!

—¿Decías, linda? —contesté a su burla.
—¡Uish!, ¡Tormenta de arena!

Gabite pegó un gran salto, y luego, con un curioso color en sus brazos, aterrizó bruscamente, y al golpear el piso… ¡Una cortina de arena se esparció por todo el aire! ¡¡Ugh!! Qué asco. Más le vale a esa arpía que mi ropa no se manche de ese polvo.

—¡Resiste, Piplup! —exclamé— ¡Usa Pico-Taladro en el piso!

Lo sé, de seguro estarán pensando: “¿Qué onda estas dos con su obsesión con el piso?” Pues verán, cuando una fuerte tormenta de arena ataca, la movilidad se vé reducida, así que lo mejor es tratar de atacar bajo tierra. Y eso hice.
El pico de Piplup se afiló y creció considerablemente, y luego comenzó a girar todo su cuerpo como un taladro, ¡y logró entrar en el sub-suelo! Justo como lo planeamos.

—No tan rápido, querida, ¡Excavar!

¡Era de esperarse!, ¿pero cómo pude olvidarlo? Gabite también podía excavar. El resultado era lógico, esa bestia iba a golpear a mi adorado pingüinito.

—¡Pipluuuup! —gimió mi inicial, saliendo disparado hacia el aire.
—¡Piplup, resiste! —le dije, preocupada.
—Buen intento, “campeonsita” —dijo Úrsula, arrogantemente.
—¡Hidrobomba! —exclamé rápidamente.

Afortunadamante, Piplup se recuperó de manera veloz y entonces, un círculo azul apareció frente a su pico y luego… ¡Splash! Un potente chorro de agua fue lanzado hacia Gabite, devolviéndolo por el mismo hoyo del que salió. Y finalmente, Gabite salió por el otro agujero, siendo empujado por la Hidrobomba. ¡Le daba estilo! Parecía la explosión de un geiser, y a la gente le gustó en lo absoluto: todos me aplaudieron ante nuestra elegante exhibición de movimientos (obvio).

—¡Ahora o nunca: Picotaladro! —comandé, enérgica.
—¡Oye…!

Así es. Si quería ganar esto tenía que aprovechar la más mínima oportunidad para acabar esto cuánto antes. Sí, quizá era un poco despiadado y poco empático. ¡Pero, vamos! En esto hay que aplicar la ley del más vivo, además odio a Úrsula, y quiero ese Luvsdisc… Ash se lo merece.

Y cuando Gabite aún estaba sobre el geiser artificial, llegó un giratorio Piplup y le pegó con todas sus fuerzas. Eso fue suficiente para que Gabite cayera desplomado hacia el suelo… ¡Y quedó debilitado!

—¡Gabite, no! —gritó Úrsula, horrorizada.
—¡Y la ganadora es Dawn Berlitz! —anunció el vendedor vestido de payaso.
—¡Obvio que sí! —exclamé con glamour—. ¡Estuviste bien padre, mi bello Piplup!

La ternurita de mi inicial saltó feliz a mis brazos, para compartir el glorioso abrazo de la victoria. Mientras le daba el abrazo, volteé a mirar a Úrsula y le saqué la lengua mientras tiraba de mi párpado inferior, divertida. Ésta, mosqueada, devolvió a Gabite a su pokébola y se acercó a mí.

—Y una vez más tuviste suerte, fracasada… —susurró a regañadientes.
—La fracasada aquí es otra, nena —dije, con aires de triunfo—. Con esto, ya nos hemos enfrentado cuatro veces y te he derrotado… cuatro veces.
—Igual sigo siendo más linda que tú —afirmó mi rival, arrogantemente.
—¿¡Perdón!? —exclamé, con una risa irónica—. “Linda”, y lo digo en sentido figurado, eres una persona horrible tanto en lo físico como en la personalidad, esa es una de las razones por las que siempre pierdes, en los cuentos de hadas las brujas malas siempre pierden y las bellas princesas ganamos.

Úrsula me miró de pies a cabeza y soltó una carcajada.

—¿Princesa?, ¿tú? —cuestionó, poniéndose las manos en la cintura. A continuación, la retrasada de Úrsula comenzó a girar alrededor mío mientras hablaba—. Dawn, ¿qué acaso no te has dado cuenta o nadie te lo ha dicho?

>>La primera vez que nos conocimos, sí, tenías un poco esa actitud tonta de la “niña buena”, pero luego… cambiaste, lo cual no sé si fue para mejor o no, puesto que te daba más estilo pero de todas formas te terminé odiando más. Empezaste a volverte una completa presumida, irritante y gritona… ¿No te estarás pareciendo un poco a mí?

Yo tragué saliva nerviosamente. Moví un poco mi cabeza, tratando de mantener mi compostura. ¿Cambiar?, ¿yo?, ¿de dónde sacó eso? B-bueno, últimamente peleaba más con Ash, quizá puede que… ¡Ay, no inventes! De seguro es otra de las jugarretas mal planificadas de esta boba.

—No sé si lo que digas sea cierto, pero si hipotéticamente lo fuera… hay una sola cosa que nos diferencia muchísimo.
—¿Ah sí?, ¿y qué sería eso?
—Talento, boba —dije, para luego sacudir mi cabello con estilo e ir a recibir mi premio: el regalo perfecto para mi novio.

Úrsula, por su parte, me quedó mirando ofendida y pegó un fuerte zapatazo de lo picada que quedó.

*****
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—Bien, ahora que yo me encargué del horno, tú ponle la crema… es imposible que quemes eso —dijo Brock, fastidiado.

El joven Ash Ketchum se rascó la cabeza incómodo, y prosiguió a tomar el frasco con la crema pastelera. Comenzó a esparcirla por toda la torta hasta cubrirla completamente. Cuando eso estuvo listo, tomó el frasco de la salsa de fresa y la untó por la superficie del postre.

—Y… ¿qué tal? —preguntó el joven con “z” en las mejillas.

El joven Harrison suspiró.

—Al menos no está quemado… —Y luego de decir eso, Brock comenzó a trapear el piso para limpiar todo el desorden que habían dejado en la cocina.
—¿…eso significa que quedó bien?

*****​

Salí victoriosa del centro comercial, ¡yo siempre consigo lo que quiero! ¿No es eso algo súper chido?

Cuando llegué al centro pokémon, mamá andaba en el lobby leyendo una revista, y al verme, me dijo que ya habían llegado cientos de regalos de mis fanáticos, y estaban todos sobre mi cama. Yo, emocionada, salí corriendo hacia la habitación, y efectivamente, me encontré con una montaña gigantesca de obsequios.

Había de todo, pañoletas de verano, bikinis, chocolates, pulseras, y… ¡Oh! Miren esto, me llegó un regalo de mi amiga Lyra directo desde la región Johto. La caja tenía un hermoso cuadro con una foto de ciudad Ecruteak y una carta que decía:

“¡Feliz navidad, Dane! Hay un nuevo fotógrafo en la región llamado Cameron, ¡y tomó unas fotos todas lindas de ciudad Ecruteak! Me encantaron tanto, que decidí mandar algunas de regalo a mis amigos, como a ti y a Khoury (el cual decidió viajar a una región lejana, creo que se llamaba… ¿Carlos? No, espera, era… ¡Kalos! Eso, se fue a Kalos).

¡Y adivina que más! Hay un lugar súper genial llamado la Poké-academia, es en Kanto y van todos aquellos que quieran perfeccionar sus habilidades como entrenadores, coordinadores o rangers. Dicen que abre en unas cuatro semanas… ¡Yo creo que me inscribiré! Deberías ir tú también, ¡y Ash igual!

¡Que tengas una linda noche buena!

Lyra.”

Un momento… ¿en Kanto? ¡Esto es perfecto! Definitivamente debo investigar más sobre eso, y me ocuparé de retener a Ash lo suficiente para que se vaya en el día de las inscripciones… le tiro la bomba, ¡y seguiremos estando juntos! Oh, Lyra, no te imaginas la grandiosa noticia que me acabas de dar.

Suspiré con aires de triunfo, y me puse a ver el siguiente regalo. Me llamó mucho la atención a decir verdad, era una pequeña cajita rosada con un rollito de papel adherido con una cinta roja. ¿Y eso?
Me dispuse a abrir la caja, y apenas lo hice… mis ojos brillaron de emoción. N-no podía creerlo… ¿¡Estaba viendo bien!? Era el mismísimo collar con diseño de Piplup que tanto había anhelado hace unas semanas. P-pero, ¿cómo?, ¿quién?, ¿cuándo?

Decidí abrir la nota, de seguro ahí obtendría alguna respuesta:

“Hace unas semanas atrás, cuando estábamos en la liga Sinnoh, escuché cuánto anhelabas este collar que sólo vendían en ciudad Veilstone. Entonces me pregunté… ¿y por qué no se lo regalo? Espero que tengas una feliz navidad. No diré más puesto que no soy muy expresivo en estas cosas, sólo… espero que te guste y que te haga feliz.

Atte.
Alguien”

El corazón me latió fuertemente al leer esas palabras. Sonreí emocionada, sólo una persona podía haberse dado semejante molestia para sacarme una sonrisa. Tomé el peluche de Luvdisc, era hora de darle las gracias…

Corrí a toda velocidad, no estaba muy segura de dónde estaba, pero sabía que en algún lado de allá afuera lo encontraría.
Apenas bajé las escaleras, la voz de esa persona especial me llamó. Ahí estaba mi noviecito lindo, con… ¿acaso eso era una torta?

—Quizá no quedó muy bonita, pero te aseguro que está deliciosa, es de tu sabor favorito… —susurró Ash.
—Pika… —susurró la bola de pelos, aparentemente abochornado.

Yo abrí la boca sin saber que decir. La verdad… no estaba muy bonita la torta, la crema se le caía por todos lados y habían unas letras medio chuecas que decían “Dawn”. Sin embargo, no podía juzgarlo, el bello se había esforzado.

—Mira, sé que no es el mejor regalo… pero, bueno, me acordé hace poco que aún no te había dado el regalo de aniversario así que… Te hice esta torta con ayuda de Brock.
—¡…oh! —exclamé dudosa—. ¿Osea que no habías comprado nada más…?
—No, discúlpame. Pero en serio me esforcé, espero que te guste.

Miré a la torta y luego lo miré a él. Que lindo gesto de su parte. Me acerqué a su mejilla y le di un beso, susurrándole un sincero “gracias”.

—Bueno, ¡vamos a comer! Si es de mi sabor favorito debe estar deliciosa.
—¡Tenlo por seguro!

Y así, Ash y yo nos dirigimos a la cafetería. Dejé que él se adelantara un poco, puesto que mi cabeza andaba en otro lado… Si él no había sido quién había comprado el collar, ¿quién fue? Digo, es difícil pensar que alguno de mis fanáticos lo hizo, puesto que no lo publiqué en mi página de club de fans ni nada… sólo lo comenté con un par de conocidos en la liga Sinnoh hace unas semanas. Suspiré. Quizá el tiempo me dé la respuesta.

(…)

Y finalmente, salimos todos a media noche a contemplar el gran espectáculo de la plaza central. El árbol de navidad era inmenso y hermoso; su estrella iluminaba todo el lugar, ¡y las lucesitas eran todas coloridas y titilantes!
Aproveché, entonces de repartir los regalos comprados, así que primero me acerqué a Brock:

—Brock, a ti te compré una muñeca inflable por si te sientes solo en algún momento, ¿ok?
—¿g-gracias? —respondió, recibiendo el paquete.

Yo sonreí inocentemente, y luego me dirigí a mi bella madre:

—Mamá, ¡te va a encantar! Encontré una tiara de lo más elegante, ¡tienes que usarla en algún evento especial!
—¡Gracias, hija! Eso haré —dijo, dándome un breve abrazo de agradecimiento.

Y finalmente, me acerqué a Ash…

—La torta te quedó deliciosa, aquí tienes mi regalo: ¡Un Luvdisc parlanchín!
—¡Qué linda, Dawn! Gracias —respondió, recibiendo el regalo—. ¿Y compraste algo para Pikachu?
—¡Ups! Se me olvidó —dije alejándome con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Pikachu…! —susurró el ratón eléctrico, mosqueado.

Seguimos contemplando el árbol, encantados, mientras el resto de la gente le tomaba fotos al alumbrado navideño. Y entonces… ¡comenzaron los fuegos pirotécnicos! Ese era el principal espectáculo de la noche.

—Bien, la tradición dice que al lanzarse los fuegos pirotécnicos navideños, deben pedir un deseo —explicó Johanna—. El próximo año se les hará realidad.

Nos miramos unos a otros, intercambiando una sonrisa. Entonces, todos cerramos los ojos para pedir nuestro deseo.

—Quiero volver a encontrarme con la bella Lucy… —susurró Brock.
—¡Quiero que el próximo año pase algo genial…! —murmuró Ash.

Yo me detuve a pensar bien que quería pedir como deseo. Hubo un momento en que pensé en pedir que todo saliera bien con respecto a convencer a Ash de ir a la Poké-academia, pero cambié de opinión. Conociéndome… iba a lograrlo de todas formas. Entonces, bajé un momento la mirada y observé el collar de Piplup. Así es, me lo había estrenado, pero a decir verdad, sólo me lo iba a poner por hoy. De resto, planeaba utilizarlo sólo en algún evento importante. Suspiré. Enternecida, miré al cielo, y cerré mis ojos.

“Deseo poder encontrarme con la persona que me dio este regalo… debo darle las gracias”.

Y una vez que pedí mi deseo, los fuegos pirotécnicos aumentaron en cantidad y se hacían cada vez más bellos. Estaba segura de que mi deseo se cumpliría en algún momento. ¡Así iba a ser! A fin de cuentas, fue una navidad súper padre.

*****​

¿Se cumplirán los deseos de cada uno? El tiempo lo dirá todo… y quizá las respuestas la encuentren en unas semanas más tarde, cuando lleguen a la prestigiosa Poké-academia de la región Kanto.