Estaba ahí, era ella, no cabe duda. Hacía tiempo que él guardaba el llanto, pero ahora no lo soltaría, no frente a ella. Eran sus ojos verdes los que lo miraban, esos ojos que sabían cómo mirar. Porque saber mirar es un arte, uno que ella conocía y manejaba con maestría. La observó por un rato, como siempre quiso hacerlo, despacio y profundamente, pero no se atrevió a hablarle, no ahora, ya no. La guardó en el álbum y la volvió a poner en el armario. Es un consuelo saber que ahí se encontrará siempre y que no se marchará como la última vez.
OMG! Por un momento pensé que se refería a alguien que observaba en la distancia y entonces leo este final: Entonces el microrrelato se transforma ante mi y la vida que había dado a "ella" se congela y aparece en el albúm, haciéndome pensar lo absurdo de haber considerado por un instante la idea de hablar con la foto. Me ha encantado, es sencillo y creo que cumple bastante bien con lo que es un microrrelato, un gusto haber leído está historia. Me iré a hojear tus otros escritos, solo porque este me ha gustado mucho xD.