Ciudad Acuarela

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 31 Marzo 2015.

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    MrJake

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    CIUDAD ACUARELA

    Al Este: Gran Catarata (es necesario remontar la cascada... habría que conocer el movimiento Cascada)
    Dentro: Concurso Pokémon
    Subsuelo: Grutas Bebé
    Dentro: Torneo Acuarela


    Acuarela. El lugar más alto de toda Galeia. Donde los mejores entrenadores se reúnen, la ciudad final, únicamente accesible volando o remontando la enorme Gran Catarata. Es un núcleo de actividad de todo tipo de personas: desde coordinadores que encuentran aquí el único lugar donde poner en práctica sus habilidades en Concursos, hasta exploradores y criadores que mandan a sus pokémon a investigar las inmensas Grutas que hay bajo Galeia, un mundo desconocido para los humanos accesible solo desde aquí, Acuarela, pasando por los entrenadores que vienen a probar suerte en el último y más intenso Torneo de la región, donde los combates son a equipos completos y se reúnen los mejores Holders.
    Una ciudad grande, enorme, desde cuyos edificios puede contemplarse la ciudad desde muchas perspectivas, en increíble altura, el cuarto nivel de los acantilados de Galeia. Futurista y a la vez encantadora, así es Acuarela, la ciudad cúspide de la región.

    Aquí no hay pokémon salvajes, aquí no hace falta escribir ningún post.
    Disfrutad de esta parada, donde os aguardan retos diversos.​
     
    Última edición por un moderador: 5 Abril 2015
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    Nami Roronoa

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    La catarata terminaba en un pequeño estanque, en el centro del cual emergimos Vaporeon y yo una vez concluído el ascenso a través de la alta cascada. Crobat se nos unió, llegando volando ágilmente hasta nosotras y cargando aún mi bolso. Aferrada aún al cuerpo del pokémon tipo agua, dediqué unos segundos para admirar desde allí la ciudad más alta y novedosa de toda Galeia; Ciudad Acuarela.

    —Finalmente… hemos llegado —sonreí, saliendo del agua y apoyando mis pies finalmente sobre tierra firme. Vaporeon salió de un salto, y Crobat voló hasta encontrarse a mi lado y hacerme entrega de mi bolso. Dentro, estaba la toalla que había previsto para esta situación; era grande y de un azul marino, con el dibujo de un bonito Horsea en el medio de ella. La utilicé para secarme.

    Una vez seca, me vestí y comencé a recorrer las modernas calles de Ciudad Acuarela.
     
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    Nami Roronoa

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    Las calles eran largas en esta ciudad, y los locales abundaban; se trataba de una ciudad bien urbana y moderna, con una gran cantidad de edificios altísimos y rascacielos que osaban llegar hasta las nubes. Y había mucha actividad, mucha gente iba y venía, de aquí para allá… muchos entrenadores pokémon también, desde novatos que parecían recién salidos de la Escuela Pokémon hasta entrenadores experimentados.

    Tras un rato de caminar, llegué a un puesto donde me enteré la principal razón detrás de tanta actividad de entrenadores en la ciudad; los concursos pokémon habían abierto sus puertas en Galeia, con sede aquí en Acuarela. Eso explicaba porque tanta gente venía a esta ciudad; la mayoría de los coordinadores viajaba hacia Hoenn o Sinnoh para participar en concursos, ya que no había en Galeia, pero para ellos esto debía ser una noticia extremadamente buena… significaba que podrían participar en concursos de su región natal.

    También me enteré allí de algo llamado las Grutas Bebé… pero no podía participar sola; enviar solos a Teddiursa y Tepig parecía peligroso. Quizás podría hacer equipo con alguien… pero bueno, ya me ocuparía de eso. Por ahora, ya había visto todo lo que había para ver, de modo que saqué a Skarmory y partí volando de allí.
     
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    MrJake

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    Por allí, en el momento en que Effy partía volando en su Skarmory, caminaba el joven campeón, Irvine, acompañado de su siempre fiel Gallade. Miró cómo ascendía, sin haberse ella percatado de su presencia, y sonrió, manos en los bolsillos de sus pantalones. Miró a Gallade y entonces le dijo:

    —Esa es... ¿Effy, se llamaba? Sí creo que sí. No creo conocerla en persona, pero es otra de las nuevas Holders. Me han hablado mucho de ella, derrotó a Bubbly no hace mucho, ¿sabes? —sonrió, y miró al cielo—. Me sorprende que los nuevos hayan llegado ya a Acuarela. ¿Crees que participarán en las Grutas? Tal vez se encuentren sus pokémon con Riolu y los demás pequeños allá abajo.

    Gallade se encogió de hombros. Lo último que dijo el Campeón antes de continuar su marcha fue:

    —De veras espero poder tener una batalla con ellos pronto.
     
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    La enorme ciudad de Acuarela al fin se lograba ver ante mis ojos: Un lugar enorme donde un aire de combate se mantenía fresco en el lugar. Al parecer era una ciudad con los entrenadores más poderosos, según mi Pokégear decía. También hablaba de Grutas donde los pokémon más pequeños eran enviados y enseñaba sobre los "concursos". Sobre los lomos de Gyarados nos movimos dentro estanque donde la gran catarata iniciaba para poder acercarnos a la orilla.

    —¿Qué es un concurso?—Fue lo único que pregunté a mi compañera. Aunque quizá debería pensar en tranquilizarle un poco antes de hablar... Nah, ella no le temía a nada.—, ¿puedo pelear en un concurso?
     
    Última edición: 17 Abril 2015
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    Mimi Honda

    Ni siquiera me detuve a ver la nueva ciudad futurista a la que parecíamos haber llegado, por puro milagro, pues daba gracias internamente a Arceus por seguir con vida después de semejante escena. ¡Nunca jamás volvería a montar en un Gyarados! ¡Jamás! Aquella aventura y aquel pokémon ya estaban inscritos de por vida en mi lista negra. Temblando aún ligeramente, y con un rostro pálido, cadavérico, me mantuve aferrada al lomo del pokémon hasta que Alpha hizo la pregunta más estúpida que creía haber oído nunca. Mi expresión pasó del terror a la incredulidad, y me volví para dirigirle una mirada de circunstancias.

    —¿.. Qué?—fue lo único que dije, enarcando una ceja con escepticismo. Por mera rutina y en segundos, le di un golpe con en el canto de la mano en la cabeza. No fue demasiado doloroso, sin embargo—. ¿Pero que tontería es esa?—le espeté—. Un concurso es una exhibición donde una serie de pokémon compiten en cinco categorías distintas; Carisma, Dureza, Ingenio, Belleza y Dulzura. Pasé mi infancia en Ciudad Corazón y tengo montones de cintas, y sin usar Pokochos... como muchos otros. ¿No se podía esperar menos de mí, verdad? ¡La diosa Mimi Honda!

    Exclamé con marcados alardes de pura vanidad y egocentrismo, y, con la mano delante de los labios, solté una risa pomposa, chillona y ridícula. Algo parecido a ''¡Oh, Ja, ja, ja, ja!'' que, ahora que lo pienso... sonó como un Purrloin en una licuadora.

    La risa de Mimi xD
     
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    ¿Osea que solo tengo que exhibir a mis pokémon?—Le pregunté al escuchar las cinco categorías.

    Mi mirada pasó a mis pokéball donde una se comenzaba a mover de una manera agitada, la única esfera blanca del lugar. ¿Milotic querría competir? Entonces tomando aquel esférico liberé a la Sirena de Venus que se mostró muy agitada por las palabras de la chica.

    —¿Podré competir con ella?—Dije posando mi mano en mi nuca, ni las batallas lograban motivar tanto a Venus, quien normalmente prefería que yo le diera de las comidas más finas que el centro vip me otorgaba y descansar.
     
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    —Básicamente es eso, pero no creas que es tan simple—le respondí a Alpha, cruzándome de brazos—. Hay que saber que pokémon tiene las mejores cualidades y a quién si y no inscribir en un concurso. En una competición así, ser entrenador pokémon y la cantidad de medallas ganadas en batallas pasa a ser secundario—y puse énfasis en aquella frase, como dando a entender que ni todo su duro entrenamiento iba a servirle de nada aquí—. Uhum. Debes de idear estrategias; sí, pero no de combate, sino de estilo. Y lo siento, amigo mío, pero me temo que en este terreno yo te llevo mu~cha ventaja.

    Y entonces, como una acción desfasada a tiempo, hubo un fuerte destello, y cuando la luz se disipó, la sinuosa Milotic alzó majestuosa la cabeza en mitad del lago, justo en el lugar que antes había ocupado aquel condenado Gyarados.

    ¡¿Eeeeh?!

    Alpha se llevó las manos tras la cabeza, al parecer con cierta timidez, y preguntó si podría competir con ella. ¿Si... si podía competir con ella? Casi se me escaparon lágrimas como cascadas de los ojos al oír aquello.

    No me hizo falta mirarla dos veces para conocer la respuesta. ¡Diablos! Se me había pasado totalmente que Alpha contaba con una criatura de semejante atractivo. ¿Ahora quién llevaba la ventaja? ¡Los concursos de belleza solían ser mi fuerte!

    —Ahm... O-obvio que sí—tuve que reconocer a regañadientes, algo irritada. ¿Por qué no podía tenerla yo en lugar de él? ¡Por lo menos sería mejor que Alpha en algo! ¡Ugh! Me aclaré la garganta, solemne, en un intento por aclarar también mis ideas—. Milotic... Milotic es la piedra angular de los concursos de belleza... Mientras los Magikarp sueñan con crecer y apalear a los que se burlaron de ellos por su torpeza, los Feebas prefieren cultivar la belleza interior y hacerla florecer para callar con ella a los faltos de fe. Tan sólo tienes que verla; mira esa gracia, majestuosidad y elegancia innatas. Milotic es el pokémon más hermoso del mundo...

    Y después de aquello, sencillamente suspiré derrotada. Si ni siquiera podía vencer a Alpha en un concurso... ¿qué me quedaba?
     
    Última edición: 18 Abril 2015
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    ¿Piedra angular de los qué...? Ahora mismo Milotic solamente bajaba la cabeza ante tales halagos, el hecho de ser un pokémon modesto que simbolizaba la inocencia no dejaba penetrar un poco de mi personalidad como en el resto de mi equipo.

    Ya me había sentado en el suelo a escuchar a Mimi hablar, ahora era como sí Hubert me hablase de libros o esas cosas intelectuales que él gustaba: No entendía absolutamente nada, después de todo en Johto nunca tuvimos estos "concursos", a pesar de esto según sabía mi Mamá iba a concursos... Yo pensaba que era modelo.

    —¿Y podré combatir de alguna forma? Sí no es así te alentaré cuando te toque exhibir a Luxray o a Monomaru.
     
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    —¡Que obsesión con los combates, Arceus!—grité, irritada—. No, no puedes combatir en un concurso... Al menos en Sinnoh son así las cosas, no sé como serán por aquí. Un concurso es eso, un concurso. No hay más.

    Me crucé de brazos, molesta con la situación, pero cuando Alpha acabó de hablar mi expresión palideció tres tonos, y mi mueca airada se convirtió en una mueca de profundo terror. Raiden... Monomaru... Como un mazazo, recordé que la mitad de mi equipo pokémon, incluido mi perezoso Dewott, se habían quedado en la habitación que tenía en Témpera. ¿Cómo no había reparado antes en eso? ¿Qué clase de entrenadora era yo?

    —¡Que horror!—exclamé, blanca como una hoja de papel—. ¡Tengo que regresar a Témpera; Monomaru, Chie y el huevo de Eevee que me dio Effy están allí! ¡Alpha, dame a Swellow!—le exigí al entrenador extendiendo mi mano con solemnidad frente a él, que parecía algo sorprendido por mi repentina reacción—. ¡No me mires así!—espeté—. ¡Puedo ser egocéntrica, vanidosa, mandona y una manipuladora nata pero no soy una mala entrenadora!
     
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    Entonces te iré a apoyar.

    Luego de regresar a la decepcionada pokémon por la decisión de su entrenador la alarmada Mimi liberó un pequeño grito poniendo su rostro en blanco, al parecer sus pokémon se habían quedado en Témpera.. Y luego uno es un idiota.

    —Ten.—Le dije cuando de mi cinturón entregué la pokéball donde le pokémon de Hoenn descansaba.
    >>Intenta no dejarme tirado.
     
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    —¿Dejarte tirado?—repetí tomando la pokéball del tipo volador en mis manos—. ¿De que hablas? Eres tú el que hace eso.

    Y sin añadir nada más, liberé a Swellow, que batiendo con burda elegancia sus alas, me dirigió una mirada de circunstancias. Ni yo le gustaba a él, ni él me gustaba a mí, pero cuando la situación lo ameritaba, las enemistades se pasaban por alto. Ya debería haberse acostumbrado, supuse; pues él era mi único medio de transporte aéreo hasta que algo mejor cayese en mis manos. Algún día.

    —Regresaré lo más rápido que pueda, ¿bien?—me volví para hablarle a Alpha, ya montada a lomos del tipo volador—. Pídeme un té helado, algo dulce, suave, y una habitación, a ser posible la mejor que tengan en el Centro Pokémon de esta ciudad. Pronto amanecerá y no he descansado nada, ¿entendido? No quiero parecer un zombie mañana. Si no he vuelto en media hora manda a la policía a...

    Swellow, harto de mi molesta charla, batió las alas y alzó rápidamente el vuelo. Con un agudo chillido de sorpresa y de terror por mi parte—porque este maldito pajarraco ni podía dejarme terminar de hablar— nos perdimos en el cielo nocturno de Galeia.
     
    Última edición: 18 Abril 2015
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    Con Mimi ya fuera de la ciudad había comenzado a cumplir las peticiones que me había hecho comenzando por pedir la habitación en el Centro Pokémon, lástima que eran todas iguales, o ese fue el comentario de Joy cuando le pedí "la mejor", luego de eso logré conseguir un té helado, fue fácil: Solo tuve que pedir una bola de helado a la enfermera y meterla dentro de la bebida, soy un genio.

    Al acabar los pedidos comencé a charlar con la Enfermera preguntando sobre qué había de interesante en el lugar. Ella con mucha emoción me habló de los concursos donde la gente exhibía, pero al pasar un poco el tiempo logró tocar un punto que me interesó: "Grutas Bebé".

    —¿¡La gente manda a sus hijos a pelear ahí!?—Exclamé con una gran exaltación ¡Yo debía ver eso!

    Claro, estaba equivocado. La mujer de cabellos rosados soltó una risa al escuchar mis palabras corrigiendo mis palabras. Los pokémon bebé o crías eran los enviados. Hum.. ¿Quizá podría ir con algunos pokémon? El hijo de Flame sería quizá el más potente pokémon que podría entrar ahí.

    Ya sin más agradecí a la Enfermera y me regresé a la calle donde me tocaría esperar a Mimi, ahora acompañado de mi Charizard para que me diese el calor que necesitaba.
     
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    Con un suave pero cansado batir de alas, Swellow aterrizó finalmente en Ciudad Acuarela, justo frente donde se hallaba su entrenador acompañado por la cálida llama de Flame. Era ya bastante tarde, probablemente las tres o las cuatro de la madrugada, por lo que las calles de la ciudad permanecían iluminadas por el juego de luces de su futurista alumbrado público. Soplaba una brisa fría, helada.

    Mimi, hacía rato que se había quedado dormida. Exhausta por el día y los hechos acontecidos a lo largo del mismo, sencillamente había cerrado los ojos y había caído rendida. ¡Eran demasiadas emociones por un día! Cuando el tipo volador posó sus garras en tierra, la joven Honda estaba ya más que sumida en su mundo de sueños, pues su respiración era profunda y calmada, y en su semblante se observaba una paz que no solía apreciarse cuando estaba despierta. El cabello, sujeto como siempre por dos elegantes lazos negros, le caía en tirabuzones a ambos lados del rostro.

    —Ngh...

    Tal parecía que Alpha debería dejar su ingenioso invento del ''té helado'' para otro día, quizás para cuando amaneciese... o... arriesgarse a despertarla. De todos modos, ya le había reservado una habitación.
     
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    Alpha.

    Y finamente logramos llegar a la habitación donde al entrar la niña fue depositada en la cama.

    —Hey, despierta.—Le dije cuando mi mano movía el cuerpo dormido de la chica con suavidad. Tenía la intención de poder darle la bebida que ella me había encargado ahora mismo.
    >>Vamos, que no fue fácil traerte.

    Sí, me había jugado gran parte de mi rostro tomando a mi compañera en brazos mientras dormía para poder traerla a la habitación, el solo imaginar qué hubiese pasado de ella haber despertado me hacía recorrer un escalofrío en mi espalda; con el tiempo aprendí que nunca debías molestar a nadie en pleno sueño, y creo que Mimi no es la persona más pacifica como para hacer eso.

    —Mimi, venga, que tengo tu té helado.
     
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    Mimi Honda

    Aún dormida, mi mano se movió como por inercia y le asestó a mi pobre compañero un golpe certero en el rostro. Con el puño cerrado. Mi intención no era hacerle daño, en realidad yo lo único que quería era seguir durmiendo y su tono de insistencia y sus zarandeos no eran precisamente soporíferos.

    —Guarda silencio... idiota...—le espeté entre balbuceos ininteligibles, con una voz baja y susurrante, antes de darle la espalda en la cama y seguir durmiendo.
     
    Última edición: 25 Abril 2015
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    Alpha.

    —Buenas noches, entonces.

    Sonreí cuando pude apartar el puño de mi rostro, a pesar de ser un golpe certero el poder no era lo mismo a cuando ella estaba despierta y con energías. Luego dejé el té-helado en la cómoda de la habitación para ir hacia la puerta y apagar las luces dejando el lugar cerrado.

    ***

    —Vuelo.

    Entonces monté sobre mi gran Dragón cuando nos encontrabamos fuera del centro pokémon. El cielo del ya comenzado amanecer fue lo último en lo que pudimos vernos para la gente de Ciudad Acuarela. Ahora tenía otro destino y misión.
     
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    Yugen

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    El alegre trinar de un Fletching despertó a Mimi a mediodía, cuando el sol estaba más alto y sus rayos se colaban de forma oblicua por las ventanas, dándole directamente en el rostro. Frunció el ceño ligeramente, molesta por ser arrancada de las neblinas de un sueño profundo y reparador, un sueño dónde ella había recuperado toda su fortuna y era agasaja por millones de fans. Se sentía descansada y en paz, pero aún se negaba a abandonar la calidez de la cama... O al menos hasta que se dio cuenta que estaba en una cama. ¿En en qué momento había llegado allí? Desde el vuelo a Témpera, la obtención de la pokédex de manos de su padre y el vuelo de regreso a Acuarela no recordaba nada... ¿Acaso se había quedado dormida de alguna forma? ¿Esa habitación era alguna de las tantas que se hallaban en el CP? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Y por qué tenía puesta ropa de calle en lugar de un camisón o un pijama?

    Se incorporó como un resorte, de forma súbita. El espacio que la rodeaba no era demasiado grande, en cierta forma se asemejaba a la habiatción que había tenido en Témpera... pero obviamente no era la misma. Ni el pequeño armario, ni la cómoda se encontraban en el mismo lugar... y las cortinas eran turquesas, en lugar de blancas. Parpadeó un par de veces, confusa.

    Monomaru, que había salido de su pokéball hacía ya bastante rato, se encontraba con las manos en la ventana, observando con admiración el paisaje que se hallaba fuera. La futurista y encantadora Ciudad Acuarela bajo los rayos de un brillante sol y un cielo despejado y sin nubes.

    Mimi, curiosa, se levantó de la cama y se acercó hasta él, aún preguntándose dónde diablos estaba y por qué había despertado allí. Con un simple movimiento de su mano, descorrió las cortinas para ver mejor que era aquello que tanto fascinaba a su inicial, y nada más hacerlo y ver el paisaje que se hallaba al otro lado, la emoción no tardó en apoderarse también de ella.

    —¡Oh~!—gritó con expectación y ojos brillantes, pegando las manos al cristal—. ¡Rascacielos! ¡Son rascacielos, Moo, como los de Ciudad Jubileo! ¡Y centros comerciales!—añadió, señalando a algún lugar entre los altos edificios y la gente que caminaba por las calles—. ¡Y mira eso, mira! ¡Un auditorio!

    Volviéndose con una sonrisa sincera, le dirigió a su inicial una mirada de circunstancias. Ya había olvidado por completo su confusión inicial. ¿Que importaba cómo había llegado allí y por qué había despertado en una habitación ajena? ¡Amaba aquel sitio, le recordaba tanto a su ciudad en Sinnoh...!

    —¿Sabes lo que eso significa?— preguntó con un tono seguro e ilusionado, y el Dewott asintió a su vez, tan entusiasmado como ella. Obvio que lo sabía, había participado en varios cuando no era más que un pequeño Oshawott—. ¡Concursos! ¡Por fin podré demostrar la valía de los Honda! ¡Aunque Alpha tenga a Milotic, con tu experiencia y mi carisma no podemos fallar! Y además...—añadió, buscando en su bolso hasta extraer la pokéball de Petilil—. Cuando Momo evolucione ascenderemos casi cinco peldaños en el escalafón social. Es un pokémon de famosos, ¿sabías? ¡Ya casi me veo en las portadas de las revistas!

    Tomando sus cosas, —y sin preocuparse de hacer la cama, porque de todos modos no sabía como hacerla—, abrió la puerta de la habitación y se dispuso a recorrer la ciudad de Acuarela, sin dejar de parlotear sobre su futuro como una gran estrella mediática. Monomaru, a paso seguro la siguió.
     
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    Yugen

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    —¿Cómo diablos funciona esta cosa...?

    Después de un largo, larguísimo y fructífero paseo por Acuarela, Mimi había optado por descansar sus pies en el banco de un parque. En el tiempo que había pasado recorriendo las calles de la ciudad, había decretado que sí, que definitivamente aquel núcleo urbano se asemejaba muchísimo a Jubileo; pues era enorme y moderno, pero al mismo tiempo poseía cierto encanto rústico, familiar, y la gente se agolpaba en masa por las calles, atraídas por los concursos y por algo llamado ''Grutas bebé'', de lo que no había buscado más información. Al menos de momento. Con lo que tenía ya era más que suficiente.

    Monomaru se había tumbado a su lado en el banco, y con la suave brisa primaveral ya prácticamente se había quedado dormido. Su joven entrenadora, mientras, trataba de encender la pokédex que había recibido de su padre la noche anterior.

    ''Oh vamos...''— pensaba, mirando el aparato desde todos los ángulos—. ''Es un regalo de papá, no puede ser sólo una simple e insulta pokédex, ¿verdad?''

    Por experiencia, sabía que los regalos de su padre solían ser auténticas maravillas, toda una muestra de la innovación y el lujo en su máximo esplendor. Pero aquello... aquel aparato que ahora sostenía entre sus manos... No parecía ser más que eso... una simple pokédex, una más del montón... como la que tendría cualquier entrenador pokémon en cualquier región pokémon del mundo. Algo no estaba bien en todo eso.

    Pensando que tal vez podría estar equivocada, Mimi pulsó el primer botón que vio, tratando de encender el aparato, pero al hacerlo nada sucedió. A pesar de haber pulsado el botón, la pantalla se mantuvo en negro, exactamente igual que si no hubiera hecho nada. Confusa y extrañada, Mimi parpadeó un par de veces, y volvió a intentarlo sin resultado.

    —¿...Eh?—musitó entonces, anonada—¿Hola...? ¡Ugh! ¡Diablos! ¡No me puedo creer que papá me haya regalado semejante basura! ¿Qué se supone que voy a hacer con esto?

    No sólo le regalaban algo que odiaba con toda su alma como presente de navidad, ¿sino que además estaba defectuoso? Aún peor... ¿sino que además ni siquiera funcionaba? ¿Qué clase de broma de mal gusto era esa? Frunció el ceño aún más, frustrada. Pero entonces, cuando estaba por darse por vencida y lanzar el aparato a la papelera más cercana, una voz mecánica e impersonal la paralizó.

    Buenos días, señorita Honda.

    —¡Wah!—gritó, sorprendida y asustada. Tomada por sorpresa, Mimi arrojó el aparato lejos de sí, y la pokédex cayó sobre la hierba del parque, a unos metros del banco dónde ella se hallaba. Con un dedo tembloroso señaló la máquina que ahora yacía sobre el suelo.—¡P-pero si habla!—chilló con un hilo de voz—. ¡E-esa cosa ha hablado! ¿La has oído, Moo?

    Su Dewott se frotó un ojo con pereza, aún tratando de volver en sí tras la efímera siesta, pero la respuesta no vino por su parte. No, en su lugar, fue la misma voz mecánica e impersonal quién le respondió.

    Normalmente las pokédex hablan—dijo—. Pero yo fui programado de una forma un tanto... diferente por su propio padre. Mi nombre es Dex, y es un gran honor para mí conocerla al fin, señorita Honda.

    ¿Dex?

    Mimi no cabía en sí de asombro. ¿Qué demonios...? Abrió la boca y la cerró varias veces, tratando de hallar la voz en el fondo su garganta, pero fue incapaz. ¿Qué estaba pasando allí exactamente? ¿Y cómo es que esa máquina sabía su nombre? ¿Qué clase de brujería era esa? Vaciló un breve instante, aún temerosa, antes de acercarse unos metros y recogerla del suelo.

    Oh, disculpe mi falta de modales—siguió hablando la pokédex, aún así—. ¿Puedo hacer algo por usted?

    Mimi intercambió una mirada con Monomaru, ambos tenían la misma expresión de circunstancias. Con el ceño aún ligeramente fruncido en confusión, alzó la voz para preguntar:

    —¿Q-qué clase de cosas se supone que haces? ¿No eres una simple y estúpida enciclopedia electrónica?

    —Con el debido respeto, señorita Honda—continuó la pokédex. La verdad es que hacía mucho tiempo que nadie la llamaba ''Señorita Honda'', aquello la hacía sentirse extrañamente nostálgica—. Le diré que no. A parte de mi función usual como aportador y recolector de datos, soy un asistente personal, fabricado y programado por la compañía Honda S.M para servirle exclusivamente a usted. No hay otro modelo como yo en el mundo.

    ¿Honda S.M? ¡Ésa era la empresa de su padre! A cada segundo que pasaba, y a medida que la voz impersonal y mecánica llenaba el silencio, la expresión de Mimi se iba iluminando más y más, y la leve mueca en sus labios se acrecentaba hasta convertirse en una brillante sonrisa.

    >>Entre mis múltiples funciones—siguió el aparato—. Soy un asesor y consejero, un localizador GPS, un mapa vía satélite, un ordenador 3D, y un holomisor. Conmigo puede hacer lo que le plazca, aunque no sea infalible, tenga por seguro que nada malo le sucederá mientras me lleve consigo.

    A estas alturas de la conversación, el corazón de Mimi latía eufórico contra sus costillas. ¡Aquello era una mina! ¡Una pokédex única en el mundo, fabricada exclusivamente para ella! ¿Podía poseer acaso algo mejor? En segundos, había pasado de aborrecer aquella máquina a amarla con toda su alma.

    —¡OH... POR... ARCEUS!—gritó finalmente, exultante de alegría—. ¿Puedes creerlo, Moo? ¡Pensaba que era una auténtica porquería, pero esta pokédex es incluso mejor que el móvil que me rompió aquel Bronzong! Me siento como súper VIP ahora mismo. ¡Y ya verás cuando la vea Alpha... ! ¡Ni su Milotic con todo su encanto puede compararse al poder súper exclusivo de esto!

    Exclamó, dando una graciosa vuelta sobre sus pies y alzándola con aires de triunfo. Monomaru se limitó a asentir, soñoliento, desinteresado, y volvió a dejarse caer sobre el banco, roncando nada más posar la cabeza sobre la superficie de madera.
     
    Última edición: 2 Mayo 2015
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    Llegando a la ciudad el sol inundó mi rostro, había entrado al centro pokémon y al abrir las persianas de la habitación pedida únicamente para poder hacer un cambio de ropa y darme el pertinente aseo personal.

    Cuando pude entrar al baño que me pertenecía me deshice de mi sucia ropa recordando pedir a Mimi la sudadera verde que me pertenecía.

    Al salir del mismo comencé a buscar ropa en mi bolso, lástima que era un 80% cosas para entrenar y el resto ropa o comida. Pero en minutos logré encontrar algo que me agradó un poco para vestirlo: un collar de color rojo con una campanita, una chaqueta azul que se dejé abierta, con cuatro medallones grandes, dos a cada lado, y una camisa blanca donde puse a las mangas por encima de mis codos, baja con cuello en V, y con aberturas en los lados izquierdo y derecho de la parte inferior. Al acabar de vestirme me miré al espejo y solté una sonrisa de confianza, no me veía tan mal como pensé que quedaría.

    [​IMG]

    Al acabar todo me retiré de mi habitación en busca de Mimi, pero al parecer se había retirado un tanto rápido según la encargada del lugar. Tocaría buscar.

    ***

    Una media hora fue la que pasé por toda la ciudad pasando por las calles revisando de rubia en rubia buscando a la orgullosa Honda, mientras iba siendo trasladado por el no muy satisfecho Charizard por la elección de dejarlo en manos de otros. "Al menos te divertiste." Le iba reclamando yo al éste acercar un poco su cola a mí, aunque no me tocaba, sabía que me podría quemar en segundos.

    ¡Y al fin la encontramos!

    —¿Por qué tan feliz?—Le saludé mientras bajaba del dragón entregando el huevo a sus manos.

    @Noir

    [​IMG] Mimi, no mueras por su belleza (?)
     
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