Tate Nolan Después de un pequeño "percance" causado cuando uno de los chicos no respondió la pregunta del líder de lost, logrando así que este le colocara el apodo de "Mudo", lo cual me indicó que tal vez si fue lo mejor haberle respondido en su tiempo ya que a mi no me gustaría que me pusieran un apodo o cualquiera en general, me agradaba bastante mi nombre como para que lo cambiaran en un dos por tres. Y finalmente volvimos al club, donde varios miembros recibieron a Billy con bastante entusiasmo, pero claro, ninguno de ellos llegaría al entusiasmo de Brian al primer momento de verlo. Pero la paz no duró mucho tiempo, casi un par de minutos después de nuestra llegada las cosas entre el presidente y el vicepresidente comenzaban a tornarse bastantes serias. Miré a Nathan algo preocupada, ¿nos estaríamos metiendo en un campo de guerra otra vez acaso?, pasé una de mis manos por mi cabello y suspiré algo cansada. Con suerte podría ser invisible un par de días para evitar cualquiera situación como esa con cualquiera de los presentes aquí, eso sería lo ideal para mi, ya había tenido suficiente de psicópatas ocultos para toda mi vida. Cuando la discusión acabó uno de los miembros de Lost se colocó frente a nosotros y comenzó a decir que las cosas cambiarían y lo mejor sería que nos preparáramos con armas de cuerpo a cuerpo y de fuego con alguien que desconocíamos. Lo único bueno que podía sacar a "todo esto" era que de un momento a otro nos habían dado las chaquetas que los demás novatos portaban, se podría decir que ahora ya eramos parte oficial de ellos. Sonreí levemente y me coloqué la chaqueta tranquilamente antes de mirar todas las armas que podíamos escoger, y ver algunas de ellas me causaron ciertos escalofríos en mi espalda, pero de algo estaba segura: no volvería a tomar un bate, tan siquiera no ahora... tomé algo de aire y al final, tomé un par de nudillos de hierro, un cuchillo y una pistola.
Nathan Morgan Seguimos en el bar contando "nuestras vidas", me pareció un poco tonto contarle tanto a alguien que acababamos de conocer, pero quizás era necesaria para no desatar... lo que sea a que todos le temen. Termianos y volvimos al club, no había mirado a Tate, al menos aún me encontraba pensando en todo lo que estaba sucediendo. Todos saludaron al hombre, casi con alegría, otros parecían estar "felices" sólo para complacer, miré hacia todos lados, mientras las personas le golpeaban el hombro, gritaban o le sonreían, era extraño. En ese momento Johnny entró en escena. Comenzó la discusión que ya me había imaginado, pero parece que se estaban tomando las cosas demasiado en serio, me quedé un poco helado mirando la escena, esperando poder reaccionr si sucedía alguna locura. Sentí los ojos de Tate en mi dirección, la miré con el rabillo del ojo, pero no hice contacto visual, no lo quería.—Todo por una puta moto...—susurré mientras suspiraba, la discusión terminaba, parecía que realmente ibamos a quitarle el "juguete a unos niños", por el capricho de un solo hombre. Un hombre se nos acercó y nos mencionó que esto cambiaría... "¿A mejor o peor?", me pregunté, mientras el hombre continuaba hablando sobre la necesidad de portar armas por si la situación lo requiere. Al final extendió algo que me sorprendió, abrí mis ojos por inercia, extendí mis manos dudoso tomando la chaqueta de cuero... No podía creerlo, realmente ya la tenía. Sonreí en dirección a Tate que simplemente se encontraba seleccionando las armas. Me la coloqué y la ajusté, eso aligeró el ambiente, al menos ya me sentía parte de ello. Me acerqué a las armas y rápidamente tomé una escopeta y un cuchillo. El cuchillo lo guarde en mi tobillo y la escopeta la tomé con su culata apuntando al suelo hacia tiempo que no disparaba un arma de esas, hace demasiados años que había tenido la oportunidad, esperaba volver a recordar como se manejaba. Ya me sentía listo para la mierda que fuese lo que ibamos a hacer.
Ryshia El ambiente se sentía completamente diferente. Ella entendía el por qué seguían las órdenes de Billy; entendía el por qué lo hacían los veteranos en Lost, pero ella era "carne fresca" para Billy; su lealtad no estaba allí, ella tenía a su líder; avanzó no sin antes sacudir el hombro de Henry en complicidad, pues posiblemente no había hablado por desprecio al "nuevo" régimen; pero por el momento debían aguantar. Miró las armas, tomó una pistola con desdén y la guardó; tomó un cuchillo revisando el filo y también lo guardó; al final tomó el bate, el arma que le dió su mote "viejo amigo... Nos volvemos a encontrar" pensaba mientras lo sostenía con su brazo derecho; por extraño que pareciera, aquello en sus manos se sentía bien, el bate era lo que cuadraba en sus manos; sonrió.
Melani Todo cambiaba drásticamente, desde la. Llegada de Bily el Hambiente se presentaba denso y los aires eran diferentes en el club, podia verse en los rostros de los miembros, algunos sentían ese vacío al perdér hermanos, pero al mismo tiempo se hacían los fuertes y se trataban todo, a pesar de el regreso de Bill, se sentía la tristeza. Habia pasado algo de tiempo y yo simplemente me quede observando lo qué sucedida hasta que aquel hombre se acercó a nosotros, lo miraba con mucho interés ¿algo mas planeaba? Mire con atención las armas, aun no me recuperaba de la herida de una y me. Iba a equipar con otra. Las mire con atención y decidi tomar la escopeta, tenia experiencia ya, una mala pero me daba mas confianza, después elegi un bate, volví a recordar aquella carrera, no vendrá mal usarla nuevamente y por último tome un cuchillo, mi corazón latía tan rápido de tansolo pensar que tenía que usarlo. Me acerque discretamente a bily y le susurre --¿que es lo que tienes en mente? - - algo temerosa
Cuando llegaron al club, Jhonny Klebitz los aguardaba en la puerta, junto con Jean. Brian se acercó, abrazando el maletín. —¿Encontraron esa endemoniada motocicleta? —le interrogó el Judío de mala gana, Brian arrugó el entrecejo. —No es asunto tuyo, Klebitz. —y cuando intentó abrir la puerta, Jhonny le sujetó la muñeca con fuerza. —Enviaron a los novatos para armar una guerra sin sentido. Podrían haber muerto y más te vale que no murió nadie de los nuestros. ¿Te parece que no es asunto mío? —Brian comenzó a forcejear, Jean intentaba calmar a Jhonny pero no servía. —¿Para qué carajo es ese puto maletín? —Jeremy se estaba enfadando pero no podía liberarse del fuerte agarre del Judío. —Pero si es mi buen hermano Brian Jeremy, ha vuelto con vida. —la voz de Billy Grey, el presidente del club, se hizo presente. Inmediatamente Jhonny aflojó el agarre y Brian se liberó. —Están muertos. Incendiamos el puto club, Billy. Si que lo hicimos. —Billy comenzó a reír y tomó el maletín. —Vamos, hermano Jeremy. Es mejor hablar de estos asuntos en privado. Tal parece que algunos hermanos nuestros no están de acuerdo con que mandemos a la mierda la paz y la prosperidad. —Brian comenzó a reír y siguió a Billy. Jhonny suspiró y se acercó a los novatos. —Gracias a Dios están bien. No se preocupen, no dejaré que ese lunático los envié a otro sitio sin mi autorización. Entren, Chibs les revisará las heridas. Vamos. —Jean Nokes los seguía de cerca, estaba aliviada con que todos hayan regresado enteros. Cuando ingresaron al club ya Chibs los esperaba con un enorme botiquín colgando de su cintura. Se acercó primero a Melani y la obligó a sentarse sobre uno de los sillones. —No tenemos camillas, cielo. Espero que no te incomode tanto. Estas muy magullada; no quiero ni imaginarme como quedó el otro. —le sonrió para tranquilizarla. Sacó del botiquín unas herramientas de cirugía pero las volvió a esconder. Ahora había sacado una especie de sonda. Melani sintió un frío que la estremeció; el irlandés le había conectado una intravenosa. —Estabas a punto de desmayarte, Mel. Eres ruda. Si tuviera una hija seguro serías tú. Ranger se sentó en uno de los sillones, esperando su turno. La cabeza le daba muchas vueltas y lo último que quería hacer era caer sin consciencia luego de aquellas peleas. Quería guardar su buena imagen. Vio a Caterina. —Oye, Máquina. —le llamó. —¿Qué tal me viste en acción? Lumpy me enseñó unas cuantas cosas... si tú eres Máquina yo podría ser, no sé; tu Robin o algo por el estilo. El chico tornillo. —bromeó, sintiendo la punzada en sus costillas. Piney estaba sentado, bebiendo su whisky. Le hizo una seña a Henry para que tomara asiento con él. El resto estaba allí. Ajax sentado en la barra, mirando la fotografía de una mujer; parecía perdido en sus cavilaciones. Juice estaba expectante a los novatos. Pero no quería molestarles, sabía que siempre volver de una misión era cansador. Bobby Munson charlaba junto con Iroquis Pliskin. Jonathan Klebitz había entrado en la sala de reuniones para seguir discutiendo con Billy y Brian. Jean Nokes ofrecía bebida a los novatos heridos mientras que Cowboy se alegraba de que todos hayan llegado con vida. Contenido oculto @Ichiinou @Amane @EN Auditore @Bruno EVF @Amelie @Nekita bien, último roleo en general antes de dar comienzo al final! Pueden hacer lo que quieran, Ichi podes interactuar con Chibs (si queres) o irte a otro sitio. Amane lo mismo con Ranger. Henry lo mismo con Piney. El resto puede interactuar con quién quiera de los presentes. Incluso irse a las habitaciones y ver como se encuentra Blumer (el Nórdico que atraparon)
Tate Nolan Una vez que todo el lugar fue incendiado nos fuimos antes de que las patrullas estuvieran demasiado cerca pero... de igual forma no parecía que hubiéramos conseguido nada "físico" allí si es que decidía ignorar el hecho de que en algún momento ese chico obtuvo un maletín, pero bueno... no era nadie para preguntar la razón real para toda esta matanza y a decir verdad no creía querer saberlo, tal vez para mi conciencia era mejor pensar que si habíamos conseguido algo y que las muertes de hoy tenían algo de sentido. Y al llegar al club fuimos recibidos primero por el vicepresidente que realmente no se notaba muy feliz que digamos, pero las cosas no llegaron a nada. Antes de lo esperado el presidente ya había abierto la puerta para salvar a su pequeño seguidor, quien de nuevo tenía una felicidad enorme al ver que su jefe estaba feliz con el trabajo que había hecho, y me animaba a pensar si era la única que creía que esa relación era...algo extraña... peculiar o simplemente jugaban al amo y sirviente. Así que una vez finalizada esa extraña escena, el médico del club comenzó a la niña mientras los demás entablaban alguna que otra conversación tal vez para relajarse un poco. Yo en cambio no hice nada de eso, solo le sonreí ligeramente a Nathan tratando de decir que nuevamente teníamos unos minutos de paz, solo que esta vez parecía que fuera a durar un poco más que los demás, suspiré y me senté en uno de los sillones aún con mi mano en la herida, mirando con atención los demás lugares de este club, tal vez en otro momento de tranquilidad investigara un poco, no estaría mal conocer el lugar por completo.
Henry Caprani Todo terminó de la peor manera posible. Antes de hacer avanzar la motocicleta para regresar al Club, me había girado una última vez para observar el humo que, como sangre, brotaba por una de las ventanas del club de los ángeles; tanto fue así que fui el último en comenzar a alejarme del lugar, acompañado por el humo de mi cigarrillo y un montón de pensamientos… Todo esto no tuvo ningún sentido… Yo no tenía nada en contra de esos hombres y, sin embargo, me obligaron a ir por ellos y dejarlos al borde de sus vidas. Así, porque sí, o quizás por algún motivo que se estaban encargando de esconder. Era cierto que antes, el Abuelo y yo tuvimos un pequeño percance con los Angels of Death, pero en ese momento estábamos dominados por una desesperación que nos impidió razonar; al menos, no había salido nadie herido. Pero ahora estaban todos muertos y yo no tenía un motivo para justificar semejante masacre. Hubiera sido diferente si los muertos eran los Nórdicos… El único consuelo que me quedaba, fue el hecho de no haber rematado a nadie y oficiar de mero espectador… ¿Esto iba a significar vivir bajo las órdenes de Billy Grey? ¿Luchar como una máquina sin alma? Apreté la colilla del cigarro con los dientes, fastidiado. Pero tan molestas preocupaciones eran incluso más veloces… Lo único bueno de todo esto era saber que seguíamos vivos. Entre al Club con mala cara, sombrío. Chibs ni se molestó en revisarme, porque saltaba a la vista que no había recibido ninguna herida visible, aunque las costillas me seguían doliendo un poco. Dejé que los demás fueran revisados por el médico, pues confiaba que estarían bien en las manos del irlandés. A lo lejos vi que el Abuelo Piney me hacía una seña para que me sentara en su mesa. Sobre la misma reposaba aquel fantástico whisky; un trago y la compañía del anciano me animarían. Tomé un vaso limpio de la barra y me senté frente a él. —¿Cómo han estado las cosas por aquí? —pregunté, tratando de esbozar una sonrisa que finalmente no salió.
Nathan Cuando se sentó en el sillón a la derecha de Tate sintió una punzada muy fuerte en sus costillas. Se sujetó el costado izquierdo de su cuerpo y dejó escapar un leve gruñido. Aquellas peleas lo habían agotado tanto física como mentalmente. Ya tenía en sus manos una botella de agua que no dudó en vaciar casi en un segundo. Apretó el envase y sintió como el plástico cedía ante la fuerza de sus dedos. Se vio las manos, manchadas de sangre. Casi no quería mirarse a un espejo, debía de estar horrible. Miró a Tate. —No veo la hora que el médico me vea. Esta vez creo que me fisuré algo. —sonrió y se pasó una mano por los cabellos. Los tenía duros y grasoso. Se debía una ducha fría. —¿Qué opinas de todo esto? No solo de Billy y sus... locuras. Sino de todo. Si tuvieras que ponerle un nombre a donde estamos metidos... ¿qué sería? Contenido oculto Tengo autorización de @EN Auditore para manejar a Nathan :p espero no te moleste, Neki Piney —De mal en peor. Viví muchos años como para saber que podría ocurrírsele a Billy ahora que está nuevamente al mando. El poder ciega, Campeón. Y este tipo está más que cegado; esta enfermo. —bebió del whisky y dio un largo suspiro. Chasqueó la lengua, aprobando el fuerte sabor que le había quedado a fuego, grabado en su garganta. —No es muy bueno este. Creo que mi paladar está tan acostumbrado al que tenía guardado que será difícil volver a encontrar otro sabor parecido. —se sirvió otra medida y la bebió en cuestión de segundos. —Ven, déjame mostrarte algo. —Piney se levantó, arrastrando la silla con su corpachón y caminó hacia las habitaciones. Atravesaron el amplio corredor de puertas enfrentadas; incluso vieron a Blumer, aún atado y con la cabeza lánguida sobre el pecho, parecía dormido. Siguieron caminando hasta que llegaron a una puerta descolorida por el paso de los años. El viejo la abrió e invitó al novato a ingresar. Era su habitación. Era una amplia cama de dos plazas con una bandera de los EE.UU. colgada de una de las paredes. Piney se sentó en el borde de la cama y sacó un baúl escondido debajo de la misma. Lo abrió y dentro puedes ver una colección de artículos viejos y en desuso. Una pistola reglamentaria del ejercito, un cuaderno con sus escritos, un casco de la segunda guerra mundial y un fotografía que, al ver como Piney la levanta y la observa, puedes ver que hay un sinfín de emociones que no logras entender. —Mira a ese muchacho. Ésos eramos los Lost de los 60. Puedes ver a al padre de Jhonny allí. ¿Ves las chaquetas? Esa era la moda del momento y por eso mismo nunca me la cambié, vestir este chaleco de jean gastado me hace recordar estos viejos tiempos. Contenido oculto: Fotografía Piney es el segundo contando desde tu derecha. El tercero es el padre de Jhonny Klebitz. Puedes ver como Piney alguna vez fue muy robusto, con cabello rubio y hasta los hombros. Ahora ves a un anciano cansado, fatigado por el peso de sus hombros y el cabello marfil y corto por la cantidad de años montando en una motocicleta. Pero aún ves el fuego en el interior de sus ojos; el mismo fuego que puedes notar en la fotografía. —Esta bien que ustedes vistan la chaqueta de cuero negro. Es otro mundo, otra moda y claramente otro siglo. Solo espero que dure tanto como nos duró a nosotros. —se quedó en silencio, viendo como observas la fotografía. Está perdido en sus cavilaciones hasta que rompe el silencio. —Pensé mucho tiempo esto que te voy a decir, Henry. Y solo lo diré porque has demostrado ser de la misma raza que Jonathan. —rebusca entre las pertenencias de su baúl y te muestra un sobre grande y naranja; parece tener algo importante. Está firmado pero no alcanzas a identificar el nombre. —Esto lo escribió el padre de Jonathan, hace diez años atrás. Desde que Billy pisó el club. Al inicio es una historia de vida, como una especie de biblia de un motoquero drogado. Pero el final... el final dice sus miedos y un mal presentimiento sobre Grey y como éste, junto con Brian... planearon su muerte. —hizo silencio para que el novato pueda asimilar la información. —Lo sé. Sé que tan extraño parece sonar y más raro aún el porqué nunca se lo mostré al Judío. Pero tenía mis dudas. Esto desatará una guerra. Y el club no está para más guerras, mucho menos una interna. Destrozaría a Jhonny y al resto... pero estoy seguro que juntos podremos encontrar el momento exacto para dejar en evidencia a Billy. —vuelve a guardar el paquete dentro del baúl. —Te confío esto, porque sé que guardarás silencio... hasta el momento necesario.
Henry Caprani Encendí otro cigarrillo mientras el anciano me hablaba. Lo necesitaba más que nunca, pero la pequeña llama del encendedor me trajo el agrio recuerdo del club de Angels of Death incendiándose a causa de una estúpida motocicleta que jamás apareció. Aún seguía sin poder creer que aquellas personas murieran por algo tan banal… Esos ángeles merecían llegar al final de sus vidas con honor, defendiendo los ideales por los que vestían sus chaquetas; y desde luego, les podría haber correspondido un buen funeral. Exhalé el humo del cigarrillo con un suspiro… Las cosas se habían volcado de una forma tan violenta que sentía que empezaba a dolerme la cabeza. Todo se estaba yendo al diablo… Y las palabras del Abuelo no hacían más incrementar mi amargura, porque estaba de acuerdo con él en que el Presidente era un tipo demasiado enfermo. No éramos ningunos santos los que formábamos parte de The Lost, pero lo de Grey ya era excesivo, al menos para mí. Seguí suspirando humo blanco… Hasta que el viejo me pidió que lo siguiera. Me dio bastante curiosidad. Piney también era impredecible e imprudente, pero de él podían esperarse mejores cosas que de Billy Grey. Miré hacia ambos lados, para comprobar que ningún indeseable como Brian nos estuviese mirando. Una vez me sentí seguro de que no nos observaban, me levanté y seguí al anciano por el corredor de las habitaciones. En el camino alcancé a distinguir a Blumer. Pero esta vez decidí ignorarlo, porque lo último que deseaba ahora mismo era tener que vérmelas con un Nórdico, aunque este estuviese atado de pies y manos. Sin más, llegué a la habitación del Abuelo, aceptando con un silencioso asentimiento de cabeza su invitación de entrar Se trataba de un sitio que me supo acogedor, muy patriótico y rústico, y la cama se veía muy cómoda. Piney se sentó en el borde de esta mientras que yo me ocupé de mantener la puerta cerrada. Cuando volví a girarme en dirección al anciano, noté que acababa de sacar un baúl que ahora se hallaba abierto. Puede ver piezas de su pasado en el interior del mismo… Era como ver una pequeña parte del The Lost de antaño. De entre todas estas cosas, el Abuelo tomó una fotografía y se quedó allí mirándola. Vi a través del humo de mi cigarrillo una mezcla de sentimientos indecibles en su rostro… —Mira a ese muchacho —me dijo, tendiéndome la fotografía. Al mirarla, vi a un grupo de hombres vistiendo chalecos de jean, mirándome con rudeza desde años lejanos— Ésos eramos los Lost de los 60. Puedes ver a al padre de Jhonny allí. ¿Ves las chaquetas? Esa era la moda del momento y por eso mismo nunca me la cambié, vestir este chaleco de jean gastado me hace recordar estos viejos tiempos. Tener esta fotografía en mis manos, acompañada por las explicaciones de Piney, me trajo una sensación refrescante, lo cual me vino de perlas después de todo el inútil barullo que se armó desde que Billy salió de la cárcel… Reconocí al viejo en la foto, en el mejor momento de su juventud… Aquello me hizo esbozar una sonrisa… —Pensé mucho tiempo esto que te voy a decir, Henry —me dijo de pronto, con un tono enigmático—. Y solo lo diré porque has demostrado ser de la misma raza que Jonathan. Alcé los ojos, con el ceño fruncido. Primero, porque sabía que se avecinaba alguna revelación jodida, sólo eso podía explicar semejante modo de abrir el tema de conversación. Segundo… ¿De verdad pensaba que estaba hecho del mismo material que el Judío? Decir eso me pareció muy halagador y reconfortante, porque en cierta medida admiraba a Jhonatan Klebitz por su actitud y su capacidad de liderazgo. Esperaba que el viejo tuviese razón al decir eso… En eso, me mostró un sobre grande y naranja… A juzgar por el color y la firma, parecía contener algo muy importante… Demasiado importante. —Esto lo escribió el padre de Jonathan, hace diez años atrás —continuó Piney, grave—. Desde que Billy pisó el club. Al inicio es una historia de vida, como una especie de biblia de un motoquero drogado. Pero el final... el final dice sus miedos y un mal presentimiento sobre Grey y como éste, junto con Brian... planearon su muerte. Silencio… Tardé un buen rato en asimilar lo que acababa de decir… Temí haber escuchado mal o que se le hubieran mezclado las frases. Pero no. En sus ojos, en la llama que aún brillaba en aquel cuerpo entrado en años, pude confirmar que no había error. Lo que acaba de decir Piney era verdad… ¿Billy y Brian… mataron al padre de Jhonny? No podía creerlo. El dolor de mi cabeza se intensificó un poco, pero la furia hizo que no lo sintiera. Cuando terminé de asimilar esas palabras y logré calmarme, tenía los puños apretados… “Lo único que faltaba…” pensé, apesadumbrado… Piney siguió hablando: —Lo sé. Sé que tan extraño parece sonar y más raro aún el porqué nunca se lo mostré al Judío. Pero tenía mis dudas. Esto desatará una guerra. Y el club no está para más guerras, mucho menos una interna. Destrozaría a Jhonny y al resto... pero estoy seguro que juntos podremos encontrar el momento exacto para dejar en evidencia a Billy.Te confío esto, porque sé que guardarás silencio... hasta el momento necesario. —Puedes contar conmigo, Abuelo —aseguré con firmeza—. Después de todo, Billy me puso el apodo de “Mudo” —sonreí con burla al recordar ese momento. No podía respetar a un sujeto como Grey y el sentimiento, por lo visto, era recíproco. Pero al instante, mi semblante volvió a tornarse serio y sombrío— Pero… ¿Cómo murió el padre del Judío?
Ryshia Buscó a Henry con la mirada, aún no le había agradecido como es debido que salvara su vida, al encontrarlo lo vió junto a Piney, hablaban de algo y decidió guardar su agradecimiento para después. Cada dolor en su cuerpo le hacía recordar el odio que tenía acumulado, el saber como herían a los que ahora consideraba su familia, entender que aún era muy débil, tanto física como mentalmente; avanzó hacia las habitaciones sin detenerse a hablar con alguien, ni siquiera quería alcohol, aún estaba mareada por los golpes recibidos. Entró a la habitación donde estaba confinado Blumer; cerró la puerta detrás suyo y arrastró una silla, sentándose al revez colocando sus brazos en el respaldo; miró a Blumer, no de manera amenazante, ni siquiera entendía bien lo que hacía allí; odiaba a ese hombre por todo lo que le había hecho pasar, por sus venganzas sin sentido... Justo lo que ella acababa de hacer unos minutos atrás participando en aquella masacre —Hey Blumer... ¿Por qué sigues a los nórdicos?— preguntó tampoco sin entender bien sus motivos, tal vez su mente seguía mareada; pero Blumer era alguien que seguía a un líder ciegamente, Ryshia sabía que si esto no se detenía seguiría del mismo modo a Billy y algún dìa estaría en las mismas condiciones que aquel enemigo que tiene frente.
Tate Nolan Justo después de que me había decidido a cerrar mis ojos ligeramente e intentar descansar, noté como Nathan se había sentado en el sillón a mi derecha, a él también se le veía bastante adolorido a decir verdad pero realmente era normal... habíamos estado de una pelea a otra sin dejar tiempo al descanso necesario para componernos, simplemente agotador. — No me sorprendería que eso fuera cierto.... — murmuré acomodándome un poco en el sillón para poder mirarlo mejor — Yo... creo que todo esta pasando demasiado rápido como para asimilar lo que hemos hecho y lo que debimos hacer... — suspiré pero al escuchar su otra pregunta abrí mis ojos con sorpresa, ¿qué nombre le podía poner a todo esto? — Creo que lo llamaría una serie de eventos desafortunados... o un golpe de suerte si me enfoco en el hecho de seguir aquí, no lo sé, al parecer las cosas cambiaron y no sabría que pensar con todo esto.. >> ¿Y tú..que nombre le darías?
Melani Me pareció muy curioso lo que había dicho Chibs acerca de cómo habría quedado el otro, desde luego, era algo que ahora mismo me hacía sentir un increíble vértigo. No tenía muchas ganas de pensar en ello, pero al mismo tiempo no podía dejar de hacerlo. Haber acabado con la vida de otra persona, no era algo de lo que sentirse precisamente orgullosa, pero así era mi vida ahora, aquella era mi familia y de hecho, ya la sentía como mi verdadera familia. —Chibs, ¿crees que me pondré bien? —dije haciendo un esfuerzo porque no se me quebrase la voz. Era evidente que estaba asustada, porque aquella solamente había sido una batalla, pero seguramente vendrían muchas más y realmente, cada vez se me hacía más difícil de afrontar. Chibs pareció comprender qué era lo que realmente me preocupaba, porque dedicó una sonrisa cargada de afecto.
Piney Suspiró y se pasó una mano por su arrugada frente. Meneó la cabeza en un gesto leve de negación. —Hablé con él el mismo día antes de que muriera. Siento un dolor opresivo en el pecho siempre que recuerdo esto... no hice nada. Ni para detenerlo a él, ni para detener a Grey. Soy tan parte de su muerte como Brian y él. —se quedó en silencio. —Era mi mejor amigo, Henry. Y lo dejé morir... —sus ojos amenazaron con cristalizarse pero pronto cambió su actitud; apretó las cejas y arrugó el entrecejo, obligando a las lágrimas esconderse en lo más profundo de su corazón. —Me habló sobre los frenos de su motocicleta. Sabía que Billy había alterado su vehículo, no sé exactamente cómo, pero así lo hizo... me dijo que en caso de que no pueda regresar, me haga cargo del club y ponga a Billy a disposición del juicio del club. Verás, acusar a alguien de traidor se tiene que tener pruebas. Pruebas sólidas y que respalden las palabras. A mí solo me queda ese libro... por mas que sean letras escritas por el mismísimo Klebitz... no dicen nada. Yo tenía estas pruebas y las de su motocicleta, como sus frenos fueron violados y reconectados. Pero la motocicleta desapareció... se suponía que él entregaría un encargo a nuestros proveedores de Irlanda... y jamás regresó. Chocó con un camión en la autopista, su motocicleta claramente no frenó. ¿Que porqué lo hizo? ¿Por qué fue aún sabiendo sobre sus frenos? No sé la verdad... escapa de mi entendimiento. Era un sujeto inteligente, de una pura pieza. En fin, cuando sucedió... yo no pude hacerme cargo del club. Convoqué una asamblea y entre votos se decidió el presidente del club... salió electo Billy Grey, como era de esperarse. Brian Jeremy no ganó el cargo de vicepresidente, sino que lo hizo Jonathan... por eso la constante riña entre ambos. Hubo buenas épocas de paz, pero cuando Billy cayó en las drogas, especialmente la heroína... se perdió para siempre. Entabló guerras que no peleó por estar metido en la cárcel... Jonathan se ocupó de todo, como era de esperarse. —le colocó su pesada mano sobre el hombro. —Es por eso que no puedo mirarlo a los ojos. Le fallé a su padre y por tanto, le fallé a él. Lo amo como si fuera mi propio hijo... pero si tan solo supiera el secreto que escondí todos estos años... nunca me lo perdonaría. Blumer Levantó la vista y tardó unos segundos en enfocar su vista para distinguir a la mujer. Al Nórdico no le quedaban fuerzas para seguir peleando y mucho menos para recibir más palizas. Pero sí le quedaban para sonreír, como consagrándose. Chibs le había fijado la mandíbula rota, le costaba hablar pero podía hacerlo... sintiendo un dolor infernal, pero podía abrir la boca. —¿No vienes a golpearme? —inquirió sorprendido, ya que después de todo, toda esa guerra había sido por haber perdido contra Ryshia en el torneo de los novatos. —¿Por qué sigo a mi facción? Porque me dan todo lo que siempre quise. ¿No es lo mismo aquí? —preguntó incrédulo, reconociendo la tristeza en los ojos de la mujer. —Oh, ya veo... no todos aquí fueron huérfanos e hijos de padres abusadores. Ohhh, no, no, claro que no... ¿tuviste una linda vida, no es así? —se silenció unos momentos, el dolor era muy fuerte en el costado derecho de su rostro. —La pregunta tendría que ser... ¿por qué una mujer como tú sigue a una banda criminal? ¿Te contaron el sueño de la fraternidad y todas esas mierdas, no es así? —y trató de reír, pero a cambio recibió un dolor punzante en la quijada que lo obligó a llorar unos pocos segundos. —Pues yo veo a unas cuantas ratas y un par de águilas volando por este club. El águila se come a la rata... siempre fue así. Que no te engañen con el cuento de hermanos por siempre... los hermanos no se pegan tiros por la espalda. Nathan Morgan —Me quedo con el "golpe de suerte" —se recostó en el sillón, sintiendo su espalda casi entumecida por los dolores. Dejó escapar un largo suspiro. —Tuvimos muchos golpes de suerte a lo largo de este extraño camino... —miró al resto de los Lost. Al irlandés curando a la pequeña Melani y a los otros charlando o simplemente perdidos en sus cavilaciones. —Tate... —giró el rostro hacia ella. —Peleé contra tipos rudos; me lastimaron, me acuchillaron y... cielos, hasta me dispararon. Y sigo vivo. Seguimos vivos. —la miró directo a los ojos, perdiéndose en la inmensidad de estos —No creo en el destino y pienso que ningún ser humano está destinado a estar con otro. Mucho menos en las coincidencias... pienso que la vida son hechos, momentos... lo que vivimos, la intensidad que le damos es lo que nos mantiene vivos... a todos, a cualquiera que sea lo suficientemente idiota como para arriesgarse y decir... ¡hey, estoy vivo maldito infeliz! A lo que voy, lo que realmente quiero decir... es que... —le apretó la mano, entrecruzando los dedos. —Cielos, nunca pensé lo difícil que es... me atrevo a luchar contra idiotas con cuchillos pero esto es... —sonrió y aferró la mano con decisión. Dejó de temblar. —¿Entiendes que nos cruzamos en una tienda de habanos? —empezó a reír. —Es decir, vamos; no hay otro lugar más raro para comenzar una... —silenció sus palabras pero mantuvo en vilo aquella sonrisa que pensaba que la había perdido hace mucho. —Antes dije que nunca creí en el destino, coincidencias y esas cosas... pero tú me haces dudar sobre mis creencias. —su corazón se aceleró; había pisado el acelerador y no iba a frenar. —Nos sucedió de todo juntos, y estamos aquí: compartiendo un sillón en un club lleno de gente que yo no conozco. Pero sé que te conozco a ti, aunque no hablamos lo suficiente... siento que te conozco de otro lugar, de otro momento... de otra vida quizá. Quiero decir, no sé quién nos puso en esta vida, en este lugar y en este momento, y tampoco sé que esperan de nosotros. En un universo con un 99% de rechazo, miedo y decepción... tú eres la prueba, la única cosa certera de que la vida... merece verla de otra manera. Que la vida merece la pena. Chibs El irlandés sonrió y le besó la frente con una ternura única. Aquella niña había llegado al club de rebote y en la junta se había mencionado la posibilidad de echarla, y él era uno de los que estaba de acuerdo, en que no servía tener una cría molestando bajo sus piernas. Pero ahora daría su vida y la de todos por ella. —Te pondrás excelente, Mel. Y créeme esto que te digo, niña. Nadie ni nada te volverá a lastimar mientras yo esté aquí contigo, ¿entiendes? —se sacó uno de los anillos de sus manos y se lo entregó —Es de Irlanda. No recuerdo de donde porque lo robé... —se rascó la cabeza. —Pero es lindo, ¿no crees? —le sonrió mientras se acuclillaba para estar a su altura.
Tate Nolan Alcé una de mis cejas al notar que había elegido uno de los nombres que yo había dicho, yo había pensado que él por haberme hecho la pregunta ya tenía alguna clase de nombre prensado para todo esto pero al pacer... no lo tenía pero bueno, tan siquiera había comenzado a explicar el porqué eligió ese y tenía razón. Nos había pasado absolutamente de todo y por alguna razón seguíamos aquí, vivos. Pero en el momento que me volvió a llamar lo noté mucho más serio que de costumbre, y conforme a hablaba podía sentir como poco a poco comenzaba a incomodarme, eran palabras demasiado serias y no encontraba la razón de estas y eso no me agradaba en lo absoluto, parecía como si estuviese diciendo alguna clase de discurso para luego finalizar con su despedida o algo por el estilo. Aunque todas esas suposiciones desaparecieron cuando noté como su mano se dirigía a la mia y sin mucho esfuerzo las entrelazó, de inmediato unos ligeros escalofríos recorrieron mi cuerpo, ¿por qué estaba haciendo eso? Y así siguió, hablando más y más haciendo que ya no siguiera sintiendo incomoda, más bien avergonzada y ligeramente expuesta porque él se veía tan decidido a decirme todo esto y yo apenas podía procesarlo para tratar de seguir teniendo el mismo rostro "serio" que siempre mantenía incluso cuando le hablaba a él pero era imposible en esta situación donde ni siquiera había pensado en alguna posibilidad de que en algún momento pudiéramos tener alguna conversación como la que él había planteado en cuestión de segundos pero de igual forma... ni siquiera traté de liberarme de su agarre en todo el tiempo que estuvo diciendo eso. — ¿Por qué dices todo esto ahora? — pregunté en voz baja sin mirarlo directamente para evitar avergonzarme más si es que algún comentario inesperado aparecía de nuevo — ¿Por qué te ves tan seguro? — volví a preguntar con el ceño fruncido apretando ligeramente su mano, ¿por qué demonios estaba tan seguro de lo que me estaba diciendo y yo no tenía ni idea de que hacer o como responder todo eso?, y sin más volví a apartar la mirada de él... creo que ya podía confirmar al 100 que estaba menos tensa y segura en las peleas que habiamos tenido que en esta situación.
Caterina Y finalmente llegamos al Club, no especialmente sanos y salvos pero al menos vivos. Nada más entrar fui directamente al bar a servirme una copa de whisky doble, después de aquella pelea necesitaba aquello. Y pensé que todo sería tranquilidad y soledad hasta que un hombre se me acercó y empezó a hablarme. ¿Ranger era su nombre? — No me fijé en como peleaste — empecé a decir, con sinceridad y hasta algo de indiferencia — Y haz lo que quieras — dije finalmente, tomando un trago después. Apoyé los codos en la barra y lo miré, esperando alguna respuesta.
Nathan Morgan —Te lo digo ahora porque tengo el presentimiento de no poder decírtelo luego... —observar sus mejillas rosadas no pudo sino provocarle satisfacción; que se sonrojara era algo bueno, ¿no? —Vivimos en peligros constantes... y con todo esta transición de nuevo líder supongo que la muerte nos golpeará la puerta siempre que salgamos en las motocicletas... y no puedo irme de este mundo sin decirte esto que me hace arder el pecho. Es una sensación extraña pero placentera.... y ocurre siempre que estamos así, juntos... —el mundo a su alrededor parece haber desaparecido. Nathan solo la ve a ella, muy lejos de donde están. —Te seguiré a donde quieras que vayas, Tate. Te protegeré... —le apretó aún más la mano. —No tienes que responder nada si no quieres, no estás obligada. Ranger Se sorprendió con la contestación de la muchacha; a decir verdad no esperó algo tan hostil como respuesta. Claro, apenas la conocía pero la recordaba desde el inicio. Aún y así siguió a su lado, tomando una botella de cerveza y bebiendo del pico. Giró la cabeza, buscando a los que alguna vez comenzaron su camino en Lost con él, tanto como Henry, Ryshia, Mckenzie... pero no los encontró. Tampoco veía a Pelotita, el novato por excelencia del club. Pero le pareció poco prudente preguntar por el paradero de él y Mckenzie... ya que, después de todo no los había visto luchar en el club de los Angels. Vio en la chaqueta de Caterina el parche de "Mujer de confianza". —Wow, ¿cómo conseguiste ese parche?
Tate Nolan Mordí ligeramente mi labio al escuchar su primera respuesta, no quería que luego no pudiera decirme nada luego... no quería que en algunos de los peligros en los que nos exponíamos hiciera que en algún momento simplemente desapareciera y me dejara aquí sin confiar todavía en nadie porque eramos los nuevos de fuera... los nuevos que venían de un lugar que ya había causado pérdidas en este grupo. — Creo que ya sabes que por donde quieras que te muevas te iré siguiendo también... — me levanté del sillón donde me encontraba ligeramente lejos de él y con cuidado me coloqué al lado de él tratando de ser lo más cuidadosa posible para evitar lastimarlo o yo hacerlo por alguna razón. — Así que tratemos de no morir... — le sonreí levemente — Sigamos manteniendo nuestros golpes de suerte, ¿te parece?
Nathan Morgan La siguió con la mirada, manteniendo aquella sólida sonrisa sin mostrar sus dientes. Ella le hacía querer sonreír y querer luchar por algo; mucho más que la motivación de estar en el club. Cuando Tate se colocó a su lado, instintivamente la abrazó por sobre los hombros y la acercó a él. —Tú eres mi golpe de suerte, Tate... —acercó su rostro, sintiendo la respiración de ella sobre su nariz. Lo único que veía eran sus labios, acercándose lentamente a medida que acortaba la distancia.
Caterina Pero, al contrario de lo que podía pensar, el chico siguió hablándome, sin amedrentarse por mis palabras duras. Vaya. — ¿Hum? — murmuré intercalando miradas entre el parche y el hombre para acabar mirando a éste último — Nos las dieron cuando todas luchamos contra los Nórdicos, en el secuestro — expliqué, tocando levemente la zona. Aquella vez... fue Eddie quien... Bajé la vista, cerrando los ojos, tenía que aguantar las ganas de llorar. Simplemente debía.
Ranger Alzó las cejas, sorprendido. No ponía a prueba la resistencia y voluntad de las mujeres que componían el club, pero salir de aquella adversidad era épico. —Vaya, bien ganado. —aceptó con una leve inclinación de cabeza y apuró su cerveza. —Me siento inútil al haberme perdido todos esos encuentros, quizá podría haber hecho la diferencia... no lo sé la verdad. Siento como que... me perdí de mucho. —se rascó el cuello. —Lumpy me enseñó unas cuantas cosas y cuando Jhonny nos contó lo que sucedía, no dudé en elegir venir aquí. —se tocó la ceja partida por uno de los golpes contra los Angels. —Nunca me golpearon tanto en mi vida. —sonrió, intentando romper el hielo, pero luego su expresión cambió cuando vio como Caterina le sucedía algo, quizá un recuerdo vago del secuestro. —Sé que no fue fácil; habrá sido un calvario. Un maldito secuestro... cobardes. —gruñó, terminando su cerveza y apoyando la botella sobre la barra. —Si no escuché mal, oí que tienen a uno de los Nórdicos atrapados aquí a modo de rehén o algo por el estilo. ¿No te gustaría desquitarte con él?
