Teen Titans Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por WingzemonX, 26 Marzo 2011.

  1.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    6457
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 12
    “No me Conoces”

    Había muchas personas en ese mundo que le resultaban desagradables con tan sólo recordarlas, y una de las principales se estaba presentando abruptamente ante ella Malchior, el milenario dragón que había sido sellado en ese libro hacia cientos de años por un antiguo hechicero de nombre Rorek. Raven lo había conocido muy bien, y él a ella, pues la había logrado engañar hasta el punto de lograr que se abriera con él, le contara cosas que jamás le había contado a nadie, e incuso la convenció de liberarlo de su prisión, haciéndola creer que quien le hablaba era el antiguo mago, y no el malvado dragón de la leyenda. Ese había sido uno de los peores errores que Raven había cometido, un error que aún la perseguía y por mucho tiempo afianzaba lo que siempre había pensado: no se puede confiar en nadie…

    Luego de un rato, la Titán pareció superar su primera impresión al verlo salir del baúl y hablarle como si nada, y rápidamente recuperó la poca compostura que le quedaba para esos momentos. Su mirada se endureció al ver fijamente al libro flotando frente a ella, y al ver esos falsos ojos en la página abierta.

    - ¿Cómo es que puedes volver a hablar? – Preguntó con molestia, dando un paso hacia él. – ¡Yo te sellé de nuevo!

    - Me liberó lo mismo que lo hizo la primera vez. – Murmuró divertido el ser en el libro. – Tú necesidad de tener a alguien que te entienda, te escuche y te ayude.

    Raven se sobresaltó al escucharlo decir eso. ¿Hablaba enserio?, ¿eso era lo que lo había liberado la primera vez? En efecto en aquel entonces se había sentido muy mal y sola. Había pensado mucho en lo que sería su cumpleaños próximo, en el que parecía que inevitablemente la profecía de su destino se haría realidad, y eso la había sumido en una ligera depresión. Había comenzado a pensar que ninguno de sus amigos la entendía, y que incluso para ellos, no era más que la chica “rara” del grupo, como el propio Chico Bestia le había dicho. En ese momento realmente deseaba a tener a alguien que la entendiera y la escuchar, y ahí fue cuando apareció Malchior, que más que nada aprovechó su vulnerabilidad del momento para usarla.

    Ahora en los últimos días había estado en un estado muy similar, más que nada debido a los pensamientos que le habían surgido con respecto a Robin, y qué era lo que sería de su vida ahora que ya tenía un futuro verdadero por delante. ¿Eso había hecho que de nuevo Malchior despertara? Era la única explicación a la vista, pero eso había sido hace ya algunos días. ¿Desde cuándo estaba consciente de nuevo? ¿Desde cuándo estaría ahí escondido en el baúl, simplemente esperando a ver que escuchaba? La sola idea hizo que la hechicera se llenara de rabia. Sus ojos se cubrieron de energía oscura como señal de respuesta y el libro de Malchior se cubrió de la misma energía, siendo entonces arrojado con fuerza por el cuarto hasta azotar contra la pared y caer el suelo; el ser atrapado sólo soltó un gemido de dolor ante el golpe.

    Raven no sabía si conscientemente lo había hecho, o si sus poderes reaccionaron solos, en parte debido al estado tan confuso que se encontraba desde antes de entrar a su cuarto. Pero la verdad le daba igual, se sintió mucho mejor al hacerlo.

    - Llegaste varios días tarde, ya encontré a alguien que lo haga por ti. – Dijo con un tono de enojo

    - Oh, claro, tu amistoso hermano mayor. – Murmuró el ser mientas el libro se abría en el suelo, de nuevo en la misma página. – Los escuché hablando hace un momento. Muy simpático el chico, me agrada. Creo que tenemos mucho en común.

    - ¿De qué estás hablando? – Cuestionó confundida, acercándosele rápidamente.

    La verdad no le importaba la respuesta, no tenía ningún deseo de oírlo hablar. Su plan era encerrarlo en el baúl hasta encontrar la forma de que se callara de nuevo. Sin embargo, éste comenzó a reír divertido en cuanto ella tomó el libro en sus manos.

    - Humanos, las únicas criaturas que cometen infinitamente el mismo error sin aprender de ello. Al parecer ni siquiera tu lado paterno te salva.

    - ¿Qué?

    - Despierta y huele la realidad, Raven. El tal Jared es una farsa, más falso que el Treceavo Pergamino Dorado de Merlín. Te está usando, no sé para qué aún, pero es tan claro como el agua, incluso para mí estando en este libro.

    ¿Una farsa? ¿Por qué decía eso? ¿Y cómo que la estaba usando? ¿Para qué? Eso era absurdo, simplemente absurdo… Pero algo evitaba que Raven lo catalogara por completo como ello. De nuevo sintió que su mente era un revoltijo. Intentaba recordar que apenas el día anterior ella también había pensado algo así… Pero cada vez que lo hacía sentía como si eso no hubiera sido el día anterior, sino hace años, que toda su vida siempre había confiado en Jared, que siempre había sabido que era su hermano y que podía confiar en él. Pero no fue así. ¿O sí? ¿Por qué había cambiado de parecer con respecto a Jared? ¿Qué había sido exactamente…?

    No lo escuches, ¿cómo puedes confiar en alguien te usó y traicionó sin el menor remordimiento? Es un monstruo sin conciencia. El único falso aquí es él… Recuerda lo que te hizo…

    De nuevo esa voz, y de nuevo no estaba segura si había sonada en su cabeza o de dónde había venido. Pero en cuanto escuchó esas palabras pareció tranquilizarse más. Era cierto, ¿cómo confiar en Malchior? Confiar en él, eso sí sería cometer dos veces el mismo error, y no lo iba a hacer.

    - ¿Tú que sabes? – Le respondió con fuerza. – No tengo porque escucharte, ni creer en nada de lo que me digas.

    Entonces, cerró el libro con fuerza y luego lo arrojó hacía el interior del baúl, como si arrojara una envoltura de papel a la basura.

    - Con cuidado. – Exclamó la voz de Malchior al caer en el fondo del baúl.

    - Quédate ahí hasta que sepa como callarte de nuevo.

    Dicho eso, la hechicera cerró de golpe la tapa, azotándola con fuerza.

    - Puedes pensar lo que quieras, Raven. – Escuchaba que decía desde adentro, aún con la tapa cerrada. – ¿Pero por qué te mentiría? Yo no ganó nada con ello, ¿o sí?

    - Sólo fastidiarme y hacerme enojar. Es lo que único que te queda, pues sabes bien que nunca te liberaré de nuevo.

    - Bien, cree lo que quieras. Pero piensa esto por un momento: ¿Quién fue la última persona con la que te sentiste así de comprendida y feliz como lo estás ahora con ese chico?

    Silencio, rotundo silencio. Raven no fue capaz de pronunciar respuesta alguna, pero no porque no supiera cuál era sino todo lo contrario: sabía exactamente a quién se refería, y no podía decirlo, pues esa última persona con quién se había sentido tan en confianza como se sentía en esos momentos con Jared, era él… Malchior.

    Su silencio le indicó sin duda al dragón que su comentario había dado en clavo.

    - Y todos sabemos cómo terminó eso, ¿cierto? – Comentó con un tono de burla y entonces comenzó a reír con fuerza, carcajada tras carcajada.

    Su risa la desesperó. Oírla en su cabeza, con el eco del baúl haciéndola resonar una y otra vez. Podía imaginárselo riendo, riéndose de ella, riéndose de la tonta Raven. Cada segundo que pasaba, parecía aumentar más y más su… Ira, y ésta fue acumulando más y más hasta que ya no pudo aguantarlo.

    - ¡Cállate!, ¡¡Cállate!! – Gritó con todas sus fuerzas y sus manos y ojos se cubrieron de su magia.

    El baúl fue cubierto también con ésta, y pareció compactarse, rajarse, como si una enorme mano lo apretara entre sus dedos. Luego, casi por sí solo, se alzó en el aire y salió volando con gran rapidez, directo hacia la ventana, atravesándola como un proyectil y siguiendo su ruta por varios metros más, hasta comenzar a descender en picada a las oscuras aguas del mar.

    Raven se quedó de pie, mirando hacia la ventana rota, con su respiración agitada. Sus hombros bajaban y subían con rapidez, sus ojos se encontraban llenos de furia, tanto que casi parecían inyectados de sangre. Su frente estaba tensa, y un par de gotas de sudor le recorrían el rostro. Poco a poco pareció tranquilizarse, hasta que su cuerpo se rindió y cayó de rodillas al piso, y hubiera terminado por completo tirada si no fuera porque se apoyó con sus manos al frente para evitarlo. ¿Por qué había hecho eso? Acababa de sumirse por completo a su ira, lo que suponía que nunca debía pasar. ¿Esas solas palabras por parte de Malchior habían causado eso? No, era obvio que su falta de meditación había tenido gran parte de la culpa. Ahora estaba convencida de que su mente era un desastre, y le era imposible aclararla aunque fuera un poco. Encima de todo se sentía muy agotada, y no estaba segura de por qué.

    Tenía que ir a buscar el baúl, a buscar ese libro; no podía dejarlo en el agua sí como así. De alguna u otra forma, Malchior se había vuelto en su responsabilidad, en su deber… Pero su cuerpo no le respondía. Casi como si fuera un zombi, se puso de pie y caminó tambaleándose hacia su cama, tirándose a ella boca abajo sin quitarse su capa siquiera. ¿Por qué no salía volando de inmediato a buscar el baúl? ¿No debería de hacer algo con esa ventana rota? Intentó pensar en eso mientras estaba recostada en su cama, que antes de ese momento nunca le había parecido tan cómoda, y hacer que su cuerpo se levantara, pero no funcionó. Lo que su mente y cuerpo querían en esos momentos, era sólo cerrar los ojos y no abrirlos hasta el día siguiente… Y así lo hizo.


    Como en un parpadeo, la noche se acabó y volvió el día a Jump City. Esa mañana en particular se desarrolló con notoria normalidad en la Torre Titán, a excepción de algo, un algo que durante todas esas horas desconcertó en silencio a algunos de sus habitantes, pero sobre todo a uno en especial. Cuando éste ya no podía esperar más, de inmediato se dirigió con pasos apresurados hacía el cuarto de su compañera de equipo. Pese a que se había acostado relativamente temprano, apenas un poco después del atardecer, Raven seguía dormida cerca del mediodía; fácil ya había dormido más de doce horas. Robin había preferido esperar a que ella se despertara por su cuenta, antes de irla a buscar y terminar, o más bien empezar, la conversación de la noche anterior. Pero con cada hora que pasaba se preocupaba un poco más por su amiga. Antes de ese momento no se había dado cuenta que frecuentemente eran ellos dos los primeros en levantarse, pero en esa ocasión Raven sería la última.

    Como de costumbre, la puerta de su cuarto estaba cerrada, y no se escuchaba ni un sólo sonido del interior. Robin consideró por un momento la posibilidad de que no estuviera ahí, que tal vez hubiera salido temprano, antes de que cualquiera de ellos despertara, ¿Pero a dónde podría haber ido? La posibilidad le parecía tan extraña como la de que aún siguiera dormida tan tarde. Sin esperar ni un segundo más, llamó con un poco de fuerza, tocando la puerta con sus nudillos.

    - ¿Raven? ¿Estás ahí? – Exclamó justo al dejar de tocar.

    Pese a no haber recibido ningún tipo de respuesta a su acto, éste sí tuvo un efecto. Raven seguía dormida como Robin pensó originalmente, y muy dormida; había estado sumida en el sueño de manera ininterrumpida desde la noche. ¿Por qué se sentía tan agotada? ¿Por qué de repente su cama se había vuelto tan cómoda y agradable? Si no fuera por el ruido de Robin llamando a su puerta, quién sabe a qué horas se abría despertado por sí misma; tal vez no hubiera vuelto a la vida hasta el día siguiente. El rostro de la hechicera comenzó a reaccionar, y su cuerpo se movió hacia un lado, cambiando de posición hasta quedar boca arriba. Al abrir sus ojos con sumo cuidado, lo primero que vio fue su propio techo oscuro. Parpadeó un poco, y parecieron pasar unos cuantos segundos antes de poder despertar por completo y estar consciente de dónde estaba, o de quién era.

    Algo de luz entraba por su ventana. ¿Ya era de día? ¿Qué había pasado? Intentó por un rato recordar qué había hecho antes de quedarse dormida. Recordó a Jared, había salido con él, vinieron a su cuarto, él vio el recetario y la hizo confesarle lo de Robin…. ¿Robin? Escuchó que de nuevo llamaban a la puerta, e identificó que ese sonido fue justo el que la había despertado.

    - ¿Raven?, ¿estás bien? – Se escuchó la voz del chico de antifaz del otro lado, y eso pareció hacerla reaccionar por completo.

    - ¿Robin? – Susurró en voz baja, e inmediatamente después se sentó.

    Lo que había ocurrido justo después de que Jared se fue, se hizo claramente visible ante ella, pues al sentarse pudo ver de frente su ventana rota. Sus ojos morados se llenaron de sorpresa y rápidamente se lanzó hacia ella, asomándose hacia afuera. Ahora lo recordaba, ahora recordaba a Malchior. En un arranque de ira había arrojado su baúl por la ventana, con el Libro de Malchior en su interior. ¿Por qué había hecho eso? Recordando lo sucedido en esos momentos, le parecía incomprensible, en especial el cómo pudo haberse acostado a dormir sin siquiera ir a recuperarlo o buscarlo. ¿Tan cansada se sentía?

    Ahora no veía ningún rastro del baúl, ni en el agua ni en la orilla. De seguro estaría en esos momentos en el fondo del mar, y de seguro no sería una experiencia muy agradable para él. ¿Debería ir a buscarlo?

    - Raven. ¿Podemos hablar? – Escuchó de nuevo que Robin le llamaba.

    La Hechicera se sobresaltó, se volteó a la puerta y luego a la ventana rota. Las ventanas rotas no eran extrañas cuando se trataba de ella, ¿pero cómo le explicaría qué había ocurrido con su baúl?

    - Ah, sí, ¡espera! ¡Ya voy! – Le contestó con rapidez, y usando su magia corrió las cortinas, ocultando el vidrio roto detrás de ellas; se ocuparía de eso después. Luego, se dirigió prácticamente corriendo hacia la puerta, abriéndola de golpe, saliendo, y cerrándola detrás de ella sin darle al chico parado del otro lado ninguna oportunidad de ver al interior del cuarto.

    Robin parpadeó confundido, viendo a su amiga respirando con agitación, con su espalda pegada a la puerta. Luego de unos segundos, pareció tranquilizarse, pararse derecha y recuperar su semblante tranquilo y frío de siempre, aunque en el fondo le era particularmente difícil mantener esa expresión en esos momentos.

    - Buenos días. – Saludó intentando disimular su estado.

    - Tardes. – Contestó él, sin salir de su confusión. – Ya es más del mediodía.

    - ¡¿Mediodía?! – Exclamó sorprendida, rompiendo en un segundo toda la concentración que había logrado.

    Raven se quedó atónita mirando al suelo. ¿Por qué había dormido tanto? Eso no era normal. ¿Había soñado algo en todas esas horas? Normalmente cuando su sueño se volvía tan profundo, era porque estaba teniendo alguno de sus extraños sueños, que la mayoría resultaban ser visiones del futuro. Pero en esa ocasión no recordaba nada, solamente haberse acostado, cerrados los ojos, y entonces despertar más de doce horas después. ¿Todo eso era por su falta de meditación? No recordaba haber pasado por algo similar antes, pero tampoco había estado tanto tiempo sin meditar, creído estar enamorada o intentado hacer cuervos de chocolate, y menos todo al mismo tiempo, así que era obvio que toda esa experiencia fuera nueva para ella.

    - ¿Todo está bien, Raven? – Escuchó como Robin le preguntaba, luego de haberse quedado callado por algunos segundos. – Te he notado un poco extraña desde ayer, ¿qué pasó?

    ¿Extraña? Odiaba que usaran esa palabra para referirse a su persona. ¿Era su manera de decirle que se preocupaba por ella? Eso lo entendía, y tal vez tenía razón para estarlo, en esos momentos ella misma se sentía preocupada también. De seguro Robin quería ayudarla, pero su presencia no le era del nada relajante o cómoda esa mañana. De hecho, el estar así de cerca, a sólo unos pasos de separación, frente a frente, la hacía querer salir corriendo, y de hecho no era tan mala idea.

    - ¿Podemos hablar de esto después? Voy de salida. – Dijo sacándole la vuelta a su compañero de pronto. – Iré a ver a Jared a su departamento.

    - ¿Ahora? – Contestó el petirrojo, siguiéndola con la vista. – Aún no sabemos nada sobre Terra o Slade.

    - Dijiste que les dejara este asunto a ustedes y que me encargará de esto, ¿recuerdas?

    Robin pareció sorprenderse mucho de oírla decir eso. En efecto, sí lo había dicho, o algo parecido, pero no esperaba que Raven tomara esas palabras como excusa para zafarse de su deber así como así. Ella no hacía esas cosas, y por ello lo que Robin pensaba desde el día anterior parecía reafirmarse.

    En ese momento, sin que ninguno de los dos pareciera darse cuenta de inmediato, otro de sus compañeros se encontraba cerca del pasillo, caminando no muy lejos de ellos. De hecho, Starfire estaba también recién levantada; igualmente había dormido hasta tarde, aunque no tanto como su amiga, y no se había acostado tan temprano tampoco. Mientras caminaba en dirección a la sala de estar, alzó sus brazos, estirándolos hacia arriba, y luego lanzó un fuerte bostezo al aire; justo al mismo tiempo le pareció escuchar las familiares voces de sus compañeros de equipo. Mirando hacia su derecha, pudo ver con claridad a Robin y Raven, ambos parados en el pasillo frente a la puerta de ésta última. Ella estaba prácticamente al otro lado del corredor, pero incluso desde su perspectiva, le pareció sentir un aire serio y denso en torno a ellos.

    - Sé que lo dije. – Se explicó el Titán, quien al igual que Raven no pareció notar la presencia lejana de Starfire. – Pero es de Jared justamente de quién quiero hablarte.

    Raven detuvo su marcha y se quedó parada dándole la espalda con ligera confusión en su rostro. Lentamente se dio media vuelta, virándose hacia su líder directamente.

    - ¿Qué ocurre con Jared? – Le preguntó.

    - Eso mismo quiero saber yo. ¿Qué pasó ayer?

    - ¿A qué te refieres?

    - ¿A qué me refiero?

    El Titán realmente parecía no comprender la actitud de su amiga. Lo que decía, como lo decía, sus expresiones, todo era como si la persona frente a ella fuera alguien totalmente diferente a la Raven que él conocía. Sin espera, comenzó a explicarse.

    - La última vez que hablamos estabas totalmente renuente a aceptar que ese desconocido te estuviera diciendo la verdad. Y justo después de eso lo traes a la torre, lo presentas a todos como tu hermano, lo defiendes y le enseñas tu cuarto. No lo entiendo, ¿qué ocurrió para hacerte cambiar tan drásticamente de opinión?

    ¿Cambiar tan drásticamente de opinión? No había sido así… ¿o sí? Raven guardó silencio por largo rato, como si las palabras de Robin le hubieran revelando una verdad que había pasado por alto, o le hubiera recordado algo que olvidó. Era cierto, al principio la idea no le había parecido en lo más mínimo, y su actitud en el centro comercial hablaba por sí sola. Pero ahora… La hechicera sacudió su cabeza rápidamente, como intentando despejar todos esos pensamientos de su mente.

    - No hay nada de malo en eso. – Le contestó con cierta seriedad, volteando hacia otro lado. – Solamente… Llegué a la conclusión de que no sería tan malo tener un hermano.

    - No, no lo sería. Pero creo que te estás dejando llevar muy rápido por esto. No lo entiendo Raven, ¿qué fue lo que pasó?, ¿qué te dijo o hizo para convencerte de que era tu hermano y tenía buenas intenciones al buscarte?

    - ¿Qué hizo…?

    Nada… Nada en especial, sólo le contó su historia, le contó de su madre, de cómo creció, de todo lo que sentía, y simplemente… Se había sentido demasiado identificada con él. Pero, ¿sólo por eso había de pronto aceptado que ese chico era su hermano? ¿Había sentido lastima por él o realmente creía lo que le decía?

    De pronto, un gran coraje pareció nacerle en el pecho. Los momentos en los que estuvo con Jared el día anterior, incluso cuando se suponía que no estaba disfrutando el paseo, se había estado sintiendo bien, feliz, tranquila; su mente no estaba tan llena de dudas y preguntas, y prácticamente se había olvidado de todo el tema confuso de Robin, Starfire y demás hasta que volvió a la Torre, y aún entonces había sentido que con la ayuda de Jared podría aclarar todos esos problemas, y que podría sentir lo que era tener un hermano, una familia de verdad; y ahora Robin, al igual que Malchior, se paraba ante ella como si lo supieran todo, arruinándolo con sus palabras. La estaban confundiendo, la estaban molestando, haciendo que lo único que tenía claro en esos momentos ya no lo estuviera, y eso le enojaba, se estaba enojando realmente con él. Rápidamente alzó su mirada fulminante hacia el chico de antifaz. Éste, al igual que su oyente al otro extremo del pasillo, pareció sobresaltarse un poco ante esto.

    - ¿Por qué me interrogas ahora? Yo no he hecho nada malo, ¡Y tú fuiste quien me convenció de ir y hablar con él!, que aceptara que tal vez de todo el asunto de Trigon algo bueno me había quedado, ¿recuerdas?

    - Sé lo que dije. – Contestó él rápidamente, intentando calmarla. – Sólo intento explicarte que estás tomando decisiones muy apresuradas…

    - Creí que después de lo que me contaste, tú serías el primero en entenderme.

    Robin calló de golpe al oírla decir eso, y al mismo tiempo Starfire también pareció sorprenderse. Inconscientemente, la pelirroja se escondió detrás del muro, y apenas asomó un poco la cabeza para ver; no quería que su presencia hiciera que dejaran de hablar. No era propio de ella ponerse a escuchar conversaciones ajenas, pero había algo raro en esa, en especial en lo que Raven acababa de decir. ¿A qué se refería con que Robin le había contado algo y por eso habría de entenderla? ¿Qué le había dicho Robin a Raven?

    El Chico Maravilla se quedó en silencio por casi un minuto, y en todo ese tiempo ninguno apartó la mirada del otro hasta que Robin cedió, y desvió su rostro hacia otro lado, casi como si se sintiera avergonzado.

    - Es verdad, tú ya conoces mi historia, y por lo mismo sabes que entiendo muy bien lo que puedes estar sintiendo; tal vez es por eso que insistí tanto en que fueras a conocerlo.

    Le comenzó a decir, y entonces se volvió hacia ella de nuevo, colocando de pronto ambas manos sobre los hombros de su compañera, tomándola por sorpresa. El líder de los Titanes la miró tan fijamente a los ojos, que Raven por un momento le pareció poder ver los de él atreves de su antifaz; sintió como si eso la desarmara.

    - Pero debes de pensar las cosas con calma. Tal vez sea tu hermano, o tal vez no, pero sea como sea sólo llevas un día de conocerlo. No es normal que hayas aceptado tan rápido lo que ese chico te dijo. Debes de pensar bien todo esto antes de actuar. No debes de dejarte llevar por la primera impresión; te conozco, y tú no eres así.

    ¿Ella no era así? ¿Ella no era cómo exactamente? ¿Impulsiva?, ¿de decisiones rápidas?, ¿de confiar rápido en las personas? ¿De saber lo que hacía sin tener que meditarlo o dudarlo una y otra vez? Sí, tal vez eso era cierto, tal vez así era ella, o esa era la imagen que ella siempre le quiso dar a Robin y los otros, la imagen que todo tenían de Raven Roth. ¿Pero realmente era así? ¿Robin la conocía de verdad? ¿La conocía tan bien como para afirmar que ella no era así? ¿Qué sabía él de ella? ¿Qué sabía de cómo era ella, lo que pensaba o lo que sentía? ¿Qué sabía de lo que sentía por él…?

    Nada, no sabía nada. Nadie sabía nada de ella, nadie la entendía, nadie sabía cómo era realmente, nadie podría ponerse en sus zapatos, nadie podría comprenderla o conocerla… Sólo Jared. En el fondo de su corazón estaba segura que él sí era capaz de entenderla y conocerla. Él era su hermano, sangre de su sangre, había vivido rezagado, marcado desde temprana edad como un monstruo por cosas que él nunca hizo. Jared sí sabía que esa fachada de chica oscura y fría era sólo eso: una fachada. Estaba totalmente segura de eso; en su mente no había duda… Ninguna duda.

    - Pues… - Murmuró en voz baja y entonces se apartó rápidamente las manos de Robin de encima y lo volteó a ver con un marcado enojo en su mirada que sorprendió mucho al chico. – ¡Tal vez sí soy así! Tal vez sí puedo tomar decisiones apresuradas y sí puedo confiar en lo que me dice mi instinto o mi corazón y no equivocarme… ¡Tal vez tú no me conoces tan bien como crees! ¡Tal vez ninguno de ustedes me conoce! Yo fui quien entró en tu cabeza, ¡no tú en la mía!

    Lo último lo exclamó con tanta fuerza que todo el edificio pareció resonar un poco. ¿Habrá sido a causa de sus poderes?

    Robin de nuevo guardó silencio, incapaz de responderle, pues en verdad lo había tomado por sorpresa con esas palabras; no tenía idea de que reaccionaría así. Ambos se quedaron viendo el uno al otro con absoluto silencio, como esperando que alguien dijera algo, pero no pasó; ambos estaban en blanco. Luego de un rato, Raven tomó su capucha y se ocultó el rostro con ella.

    - Debo irme… - Exclamó en voz baja y pausada, y sin decir más su cuerpo se cubrió de energía oscura, y pareció hundirse en el piso hasta desaparecer.

    - Espera… Raven… - Intentó decir el chico de antifaz para detenerla, pero fue muy tarde; la energía de Raven se esfumó junto con todo rastro de ella.

    - “¿Qué fue eso?” – Se preguntó Starfire algo confundida.

    Había sido algo muy extraño lo que había visto. ¿Por qué Raven reaccionó así? Nunca la había visto en ese estado. El verla molesta era común, pero eso era algo diferente. Estaba… ¿Indignada?, ¿dolida? Incluso… ¿triste? Había más detrás de eso de lo que se veía, pero en parte incluso ella fue capaz de darse cuenta de que las palabras de Robin no estaban del todo equivocadas: algo extraño le estaba pasando a su amiga…


    Se arrepintió de lo que había hecho y dicho al minuto siguiente de haber salido de la Torre. ¿Por qué hizo eso?, ¿por qué había dicho todas esas cosas?, ¿por qué había tratado así a la única persona que desde siempre se había esforzado por tratarla bien y hacerla sentir tranquila y segura? ¿Por qué se había puesto tan a la defensiva con una persona que lo único que deseaba era ayudarla como siempre lo había hecho? Y además, se trataba de Robin, el chico que se suponía ella…

    Él tenía razón, algo no estaba bien; definitivamente no era ella misma esos días.

    Le había dicho que iría al departamento de Jared, como habían quedado la noche anterior, pero la verdad era que lo había dicho más como una excusa para escaparse que otra cosa. Sin embargo, justo cuando salió, le entró una necesidad inmediata de en efecto ir a ver su nuevo hermano. ¿Él la estaría esperando? Lo más seguro era que sí, después de todo la estuvo esperando en el muelle el día anterior sin tener la seguridad de si iría o no a hablar con él.

    Cuando regresaban del Centro Comercial hacia la Torre, Jared hizo que se desviaran un poco para pasar por el barrio en el que se encontraba su departamento. El barrio no era precisamente muy lujoso, de hecho todo lo contrario. Tampoco era precisamente un barrio pobre, pero podría catalogarlo como de clase media baja. Pero cómo fuera, tenía un ambiente agradable, de niños jugando beisbol en la calle y señoras sentadas afueras de su casa, simplemente meciéndose y viendo hacia la calle o charlando con alguna vecina. No entraron al departamento en esa ocasión, de hecho sólo vieron el edificio desde afuera, que era de apariencia humilde, de sólo tres pisos. Le dijo que siempre que necesitara verlo podía ir a buscarlo al departamento número 12, y en esos momentos se dirigía justo a ese sitio.

    El edificio era más humilde por dentro de lo que se veía por fuera. Parecía algo viejo y descuidado, aunque tampoco como para desmoronarse bajo sus pies al caminar. No tardó mucho en encontrar el departamento número 12 que se encontraba en el tercer piso. Permaneció de pie inmóvil por casi un minuto frente a la puerta, viéndola fijamente, repasando con la vista una y otra vez el uno y el dos en ella, dudando en si entrar o no. Lo que Robin le acababa de decir seguía resonando en su cabeza. ¿Y si tenía razón?, ¿o si Malchior tenía razón? ¿Cómo podía estar totalmente segura de confiar en él? ¿Cómo podía saber si su decisión no era la equivocada? Raven no podía evitar preguntarse si esa incertidumbre era normal en cualquier persona, o sólo a ella le ocurría por su estado. Chico Bestia bien le había dicho en su conversación que lo que ella llamaba una falta de control de sus emociones, era simplemente una confusión normal que a todos les pasaba; hasta ese momento no se había dado cuenta de lo poco que sabía ciertamente de cómo pensaban o sentían las personas normales. ¿Eso la convertía en una persona anormal?

    La puerta del departamento se abrió de golpe, asustándola un poco. Ni siquiera había tocado todavía, pero igual Jared ya le había abierto la puerta. El chico de cabello y ojos rojos la miró divertido, recargándose en el marco de la puerta.

    - ¿Cuánto tiempo llevas ahí parada? – Le preguntó con un tono burlón, aunque ni siquiera le dio tiempo de responder algo, pues de inmediato la tomó del brazo y la jaló hacia el interior del departamento. – Te estaba esperando, pasa.

    Raven no opuso mucha resistencia a ser introducida de esa forma al cuarto, y de hecho luego de entrar tampoco siguió pensando mucho en lo de hace un momento, pues ahora se concentraba en mirar el espacio en el que se encontraba en esos momentos. El departamento era chico, pero realmente chico. La sala y la cocina prácticamente ocupaban el mismo espacio, no había nada que se pareciera a un comedor, y sólo una puerta del lado derecho que posiblemente llevaba la habitación. ¿Y el baño?, esa era una muy buena pregunta. La sala sólo tenía dos sillones algo viejos y empolvados, y una única ventana estaba cubierta por cortinas algo viejas y gastadas. La cocina se componía de un refrigerador, una estufa, y un horno de microondas chico. Todo era muy básico.

    - Qué departamento tan… pequeño. – Se le escapó de pronto de los labios sin querer.

    No era que le molestara ese tipo de espacio, o que estuviera acostumbrada a grandes lujos, pero simplemente le parecía un poco difícil de creer que su propio hermano viviera en un sitio así, en especial cuando el día anterior le acababa de comprar tanta ropa y regalos como si nada; ¿se había gastado sus ahorros sólo en ella? Eso la hacía sentir algo culpable… Sólo un poco, ya que de hecho ella jamás quiso que le comprara ninguna de esas cosas, y fue él quien insistió.

    - Bueno, no es un palacio como la Torre Titán, - Explicó Jared con despreocupación. – pero el alquiler es barato y hay una cocina en la que podremos cocinar sin que nadie nos sorprenda.

    Dicho eso, se dirigió a la cocina y abrió algunas puertas, buscando hoyas para derretir el chocolate.

    - Disculpa el desorden, apenas me acabo de mudar.

    Eso se notaba. El departamento era chico, pero la ausencia de muebles, cuadros, y cosas era demasiado evidente y lo hacían sentir vacío.

    - ¿Piensas quedarte mucho en Jump City? – Le preguntó mientras caminaba a uno de los sillones y se sentaba en él, levantando una ligera nube de polvo a su alrededor al hacerlo.

    - No tengo a dónde ir. Cómo te lo dije, estoy solo en este mundo, así que creo que no me molestaría instalarme aquí dónde vive mi hermana. – Colocó en ese momento algunas hoyas de diferente tamaño sobre la cocina y se giró hacia ella con una sonrisa. – ¿Tú qué dices?

    - Eso… estaría bien. – Murmuró en voz baja, intentando regresarle la sonrisa, pero no le fue del todo posible.

    Si su intención era disimular y que él no se diera cuenta de su condición, estaba haciendo un muy mal trabajo. Raven notó cierto desconcierto en el rostro de su hermano, y no era para menos. Aunque, tal vez el fondo Raven quería que lo notara; después de todo, ¿no había ido a ese sitio porque necesitaba hablar con él?

    - ¿Ocurre algo? – Le pregunto el pelirrojo, acercándosele con pasos cuidadosos.

    - Nada, en especial. – Respondió virando su mirada hacia otro lado. – Sólo… tuve una discusión antes de salir de casa.

    - ¿Con uno de tus amigos?

    - Sí.

    Jared guardó silencio unos momentos, se cruzó de brazos y la miró con una expresión severa.

    - ¿Con el tal Robin quizás?

    Raven se sorprendió al principio por esa afirmación, pero no tardó mucho en entender que, luego de lo que hablaron la noche anterior, sería natural para él pensar que la única persona que podía ponerla en ese estado era Robin, y ciertamente había acertado. La hechicera sólo asintió levemente con su cabeza sin voltear a verlo.

    - Supongo que las peleas no se pueden evitar, ni siquiera en las mejores familias. – Suspiró el chico, caminando hacia el sillón y sentándose a su lado. – ¿Y por qué pelearon?

    - Fue por…

    La hechicera enmudeció de golpe, y volteó a ver al joven de reojo. Estaba por decirle exactamente por qué había sido su pelea, pero de inmediato cayó en cuenta de que no podía decírselo, ya que el motivo de dicha discusión había sido justamente él. ¿Cómo lo tomaría si se lo dijera? Robin había actuado como el único que le daba la bienvenida de manera amistosa a la Torre, y ahora resultaba que pensaba que no debería de confiar en él; de seguro eso lo molestaría mucho, pues pareció ponerse muy feliz de conocerlo. Pensó rápidamente en alguna excusa rápida para contestarle.

    - Rompí una ventana por accidente. – Dijo rápidamente en cuanto recordó la ventana rota por la que había arrojado a Malchior; Jared parpadeó confundido al escucharla decir eso. – A veces me pasa, es… Cosa de mis poderes.

    ¿Le creyó?, para Raven no le era del todo claro, pero fuera como fuera al parecer el chico no tenía deseos de interrogarla más sobre ese tema.

    - Ah, entiendo. – Murmuró en voz baja. – Pero bueno, será mejor que nos pongamos a hacer los chocolates; eso te distraerá un poco, ¿no te parece?

    Dicho eso se puso de pie de un salto y se dirigió rápidamente a la cocina, listo para comenzar, pero su invitada no lo estaba aún del todo.

    - No sé si debería de hacer esto ahora. – Comentó. – Debería de estar ayudando a mis amigos…

    - Sólo haremos algunas pruebas, y luego podrás ir a defender la ciudad.

    - Pero…

    Raven guardó silencio, y entonces se puso de pie lentamente. Jared se giró hacia ella, y ambos se miraron fijamente el uno al otro. Jared esperaba escuchar alguna otra excusa, pero en su lugar la hechicera dio un muy buen motivo por el cual no podían hacerlo…

    - No traje los moldes, el chocolate o el recetario conmigo…

    De nuevo se quedaron callados, y un aire frío recorrió el departamento, rodeándolos.

    - ¿Es un chiste? – Preguntó Jared con una sonrisa forzada, volteando a verla; no había notado hasta ese momento que no traía las cosas consigo.

    - Salí un poco apresurada… - Se disculpó ella a su vez apenada. – Lo siento.

    - Ese sí es un problema…

    Caminó con cuidado hacia un lado, cruzándose de brazos y mirando hacia el techo, pensando sobre cómo solucionar esa situación. Raven estaba por decirle que no se preocupara por eso, que podían hacerlo otro día, pero él se le adelantó, volteándose hacia ella con rapidez.

    - ¿Crees que tardaríamos mucho en ir por ellos y venir?

    - Yo… - Raven no tenía muchos deseos de volver a la Torre en esos momentos, por obvias razones, y su indecisión se lo hizo claro a Jared.

    - Bien, entonces lo mejor será ir a comprarlo todo de nuevo, ¿no? – Mencionó el pelirrojo con una amplia sonrisa astuta.

    - ¡¿Qué?! – Exclamó sorprendida la Titán, abriendo sus ojos por completo. – No puedes hacer eso, ya gastaste mucho en mí ayer…

    - Tengo mucho dinero que ahorré para venir a Jump City, no te preocupes. - Interrumpió. – Claro que luego de esto tendré que buscar un empleo, pero no importa. El recetario no es necesario, yo sé justo como hacerlo, sólo necesitamos el chocolate y un molde con forma de cuervo como el que tienes. No debe de ser muy caro.

    ¿Ahorros? ¿Entonces sí había gastado sus ahorros el día anterior? Bien, esa pequeña culpa que sentía hace unos momentos se volvió más significativa de golpe. ¿Qué tantos ahorros podría tener? De seguro no muchos, y los gastaba en ella sin pestañar. ¿Todos los hermanos mayores eran así o sólo aquellos que habían buscado desesperadamente a sus hermanas?

    - Jared…

    Raven intentó agradecerle su gesto, a insistirle en que no era necesario que hiciera esas cosas por ella… Pero justo cómo lo había hecho todo el día anterior en el centro comercial, ni siquiera la dejó empezar a explicarse, pues de inmediato la tomó del brazo y la jaló a la puerta; era evidente que ese era uno de sus malos hábitos.

    - Anda, ¿qué esperas? Tenemos que apresurarnos. – Exclamó con fuerza mientras ambos salían del departamento.

    FIN DEL CAPITULO 12
     
  2.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    7378
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 13
    “Ninguna Duda”

    De la nada, el chocolate salió disparado de la cacerola hacia todas direcciones, como si fuera producto de una fuerte explosión, manchando las caras de Raven y Jared, al igual que la estufa y la pared de la cocina. Ambos chicos parpadearon confundidos sin entender cómo es que algo así había pasado; lo acababan de poner apenas en la estufa a baño maría, y de pronto tenían chocolate por toda la cara.

    - No sabía que el chocolate pudiera estallar. – Comentó Jared un poco divertido, aunque Raven no parecía compartir su sentido del humor ni en lo más mínimo. – Arriba ese ánimo, apenas es el primer intento.

    Jared le sonrió ampliamente, intentando animarla, pero resultaba muy difícil lograr algo como eso. Raven sentía una nube de mala suerte sobre la cabeza que no la dejaba lograr lo que quería.

    A regañadientes, Jared la arrastró a la dulcería e hizo que compraran un molde en forma de cuervo y chocolate para derretir, y ninguna de los dos fue del todo barato. Pero para esos momentos Raven ya había entendido que su nuevo hermano era demasiado terco; cuando le entraba una idea, no la soltaba por nada, por más que ella intentara convencerlo. Se suponía que hacer los chocolates tenía que animarla, pero no estaba dando resultado del todo, porque cada vez se hacía más evidente que no era capaz de hacer nada que tuviera que ver con una cocina. Y lo peor era que Jared sólo le decía que hacer y miraba cómo lo hacía, pero él no se involucraba directamente en el proceso; según él, si eran chocolates de San Valentine, tenía que hacerlos ella misma. Igual la ayuda y consejos de otra persona eran mejores que los de un recetario, pero igualmente inútiles para combatir su inexperiencia en ese campo.

    Aún así siguieron intentándolo. Tuvieron mayor cuidado la segunda vez, y en esta ocasión el chocolate no les explotó en la cara, y a simple vista parecía haberse derretido en la cacerola como debía.

    - Se ve bien. – Murmuró Jared con optimismo, mientras tomaba una chuchara para introducirla en el chocolate, pero se encontró con la sorpresa de que no era capaz de hacerlo. – Pero no se siente bien.

    El chico picó varias veces el chocolate con la cuchara, para darse cuenta de que se había puesto duro como roca. ¿Cómo había ocurrido eso? Raven sabía cómo... De nuevo su mala suerte actuando.

    La tercera vez fue mejor, lograron derretir bien el chocolate hasta que quedara líquido, aunque no mucho. Raven le dio vueltas varias veces con una cuchara para evitar que se pegara, y entonces parecía que habían logrado pasar el primer paso satisfactoriamente; esto le daba algo de optimismo a la hechicera. Ahora, lo siguiente era ponerlo en el molde. Sujetando la cacerola con sus manos, previamente protegías con guantes de cocina, Raven pasó a intentar vaciar el chocolate en su lugar.

    - Bien, ahora viértelo con cuidado, con mucho cuidado que aún está caliente. – Le decía Jared, mirando desde atrás por encima del hombro de su hermana, pero más que ayudarla esas palabras y esa mirada sólo hacían que se pusiera nerviosa, tanto que sus manos temblaron ligeramente, lo suficiente para que el chocolate cayera fuera el molde, lo que hizo que ella se asustara un poco y que algo de chocolate caliente le cayera en la piel gris de sus piernas, haciéndola soltar la hoya al suelo y quemándose tanto ella como Jared.

    Ambos hermanos reaccionaron dando un salto hacia atrás, pero no pudieron evitar ser manchados por el líquido oscuro y caliente, sobre todo en sus zapatos, y de paso todo el suelo de la cocina corrió con la misma suerte.

    - Lo siento. – Murmuró un poco apenada la chica de azul, mirando todo el desastre.

    - Descuida, si no ensuciamos un poco, es como si no hubieras cocinado nada. – Le respondió él con una amplia sonrisa amistosa.

    Luego de limpiar el piso, y a sí mismos, lo intentaron de nuevo. Una vez que vivió en carne propia las consecuencias de no tener cuidado, Raven estaba más decidida a hacer las cosas bien, y así lo hizo. Con mucho cuidado vertió el chocolate líquido en el molde, sin derramar ni una gota, hasta que éste se llenó.

    - ¡Lo logré! – Exclamó con fuerza al ver su logro. Una ligera sonrisa de felicidad se asomó en sus labios.

    - Bien hecho. – Escuchó como Jared le decía, y colocaba una mano sobre su hombro. – Ahora ponlo en el refrigerador.

    Raven tomó con cuidado el molde y lo metió a la nevera; sólo faltaba esperar a que se enfriara.

    Raven veía la puerta del refrigerador con cierta emoción, aunque era más impaciencia por saber cómo había quedado. Su botín derecho golpeaba con insistencia al suelo. Jared le sacó un poco de plática mientras esperaban, de nada importante o especial. Sólo le preguntó sobre villanos que había combatido, o más específicamente cuál había sido su última gran aventura.

    Le contó de manera rápida sobre Cerebro y su Hermandad del Mal, y de cómo habían viajado por el mundo reclutando a otros Titanes. No daba muchos detalles, ni le ponía mucha emoción a su relato; no era precisamente buena contando historias. Pero aún así, Jared parecía emocionarse con cualquier cosa que le decía; parecía impresionado de todo lo que su hermana había hecho y logrado. Le emoción de Jared se incrementó de golpe cuando le dijo que hace unas semanas habían recibido la visita rápida de Súper Chica. Parecía que también era fan de ella como Chico Bestia, y hasta le pidió que le consiguiera una fotografía autografiada de ella, y si podía ser una foto “sexy”, mucho mejor; Raven de inmediato dijo que no era tan su amiga cómo para pedirle algo como eso, y se apenó ante la sola idea.

    Luego de unos minutos abrió la nevera y revisó el cuervo de chocolate; ya se había puesto duro y parecía que estaba listo para comerse.

    - No puedo creerlo, éste salió bien. – Exclamó con alegría al ver que lo había logrado. Sin embargo, cuando intentó sacarlo, se encontró con la sorpresa de que no podía. – ¿Qué?

    Lo siguió intentando con insistencia, pero el chocolate simplemente no cedía; parecía que estaba pegado por completo al molde. Cuando ya no pudo más, comenzó a usar su magia, jalando el chocolate hacia el lado y el molde hacia el otro.

    - ¿Recordaste ponerle aceite al molde para que no se pegara? – Le preguntó el chico de cabellos rojizos, mientras veía lo que hacía.

    - ¡¿Ponerle qué…?! – Intentó decir ella justo antes de que el chocolate y el molde se separaran, pero era porque el chocolate se había hecho pedazos y gran parte de él se había quedado pegado al molde de todas formas. Raven miró la imagen con horror; la impresión fue tanta que su magia se esfumó y tanto el chocolate como el molde cayeron al piso inevitablemente.

    - Sí, creo que olvide decirte eso. – Murmuró Jared, rascándose su mejilla. – Creo que fue suficiente por hoy, ¿no crees?

    De pronto, ante los ojos sorprendidos de Jared, Raven cayó de rodillas al suelo, mirando fijamente el molde y los pedazos de chocolate frente a ella. En su mirada se reflejaba una fuerte, muy fuerte frustración, que fue evolucionando poco a poco, hasta convertirse en… Ira, enojo, enfado. Sus puños se apretaron con fuerza, y de la nada alzó el derecho, golpeando con fuerza uno de los trozos de chocolate, casi haciéndolo polvo con el impacto, y ensuciándose la mano.

    - San Valentine es la semana que viene… - Murmuró en voz baja, aunque luego su tono se acrecentó de golpe. – ¡Y no puedo siquiera hacer un cuervo de chocolate!, ¡ni siquiera uno! ¿Cuál es mi maldito problema?, ¡¿Por qué no puedo hacer nada bien?!

    Sus ojos se cubrieron de energía oscura, y de golpe las cacerolas que estaban sobre la cocina salieron volando por el cuarto, estrellándose contra la pared contraria; ella ni siquiera pareció darse cuenta de lo que había hecho.

    Aunque en ese momento lo decía por el chocolate, sabía muy bien que esas palabras iban dirigidas a algo más grande. Ese arranque de ira y frustración era originado por muchas cosas, la mayoría ocurridas esos últimos días, con respecto a ella, a Robin, y esta situación. Aunque, Jared sabía muy bien que también era por otros motivos…

    Una sonrisa maliciosa se asomó ligeramente en sus labios, mientras veía a Raven en el suelo, estando él parado detrás de ella en silencio.

    - “Ira, bonita emoción, Raven; pero está mal encaminada.” – Pensaba el chico de cabellos rojos, sin quitarle los ojos de encima. – “Esa ira no debes de proyectarla en ti, sino hacia los demás. Pero ya aprenderás, hermanita…”

    El chico recuperó la normalidad y se le acercó con cuidado, agachándose y colocando una mano sobre su hombro de manera reconfortante. Raven volteó a verlo de reojo sobre su hombro, y éste le sonrió.

    - Oye, ya progresamos, no te preocupes. – Le dijo. – Verás que en un par de días esto nos saldrá bien. No pierdas esos ánimos.

    - Sí, lo siento. – Se disculpó la hechicera, intentando tranquilizarse.

    Jared la ayudó a ponerse de pie, y entonces ella volvió a ver el chocolate roto bajo sus pies. Su reacción había sido un poco exagerada… ¿o no? Pero realmente se sentía mal de que nada le saliera bien últimamente, a ella que siempre tenía todo bajo control y en perfecto orden.

    - Gracias por todo, Jared. – Agradeció con un tono serio sin voltear a verlo. – Y lamento las molestias que te causo… Simplemente no soy yo misma últimamente.

    Al decir eso, desvió su mirada hacia otro lado, como si le diera vergüenza lo que acababa de decir, y más o menos así era.

    - Para eso son los hermanos, ¿o no? – Le contestó Jared divertido, dándole un golpecito sin fuerza en el hombro.

    - Hermanos…

    La palabra pesó mucho saliendo de sus labios, como si le fuera difícil de pronunciar o entender. A Raven le sorprendía un poco que, pese a todas las molestias que le había ocasionado ese día, Jared siguiera tan dispuesto a ayudarla. Era cierto que se suponía eran hermanos, pero aún seguía siendo una persona nueva en su vida. ¿Eso era lo que llamaban el llamado de la sangre? La hechicera lo volteó a ver de reojo de forma disimulada. Lo ocurrido esa mañana en la Torre se había esfumado de su mente, pero en esos momentos regresaba a su memoria. De nuevo recordó la discusión con Robin, las cosas que le dijo, y en especial lo que ella le dijo a él.

    Jared notó de inmediato que algo raro pasaba.

    - ¿Qué ocurre? – Le preguntó confundido, inclinando su cabeza hacia un lado.

    Raven dudó de nuevo. Se volteó al frente una vez más, y guardó silencio por largo rato, intentando analizar de manera rápida si era conveniente hablarle de eso, pero en realidad no era capaz de analizar nada a profundidad; hasta lo más sencillo le parecía confuso en esos momentos. La verdad es que no podía seguir con la duda que Robin y Malchior le habían implantado. Quería confiar en Jared, y confiaba en él… Pero necesitaba estar segura.

    Lentamente se dio la media vuelta, parándose frente a él para mirarlo fijamente a los ojos con firmeza y sinceridad.

    - ¿Recuerdas que te dije que discutí con Robin por una ventana rota? – Le preguntó con un tono aparentemente calmado, y antes de que él pudiera responderle, ella se adelantó a lo que quería llegar. – Mentí. La verdad es que la discusión… Fue por ti…

    Por dentro, Jared se sobresaltó sorprendido al oírla decir eso, pero intentó disimularlo.

    - ¿Por mí? – Murmuró luego de un rato, fingiendo cierta tranquilidad.

    Raven asintió con su cabeza y de nuevo tuvo que desviar su mirada hacia otro lado con cierta pena.

    - Robin y… - Se detuvo de golpe al estar cerca de mencionar a Malchior, pero le pareció innecesario tener que explicar quién era Malchior, y más porque lo que él le dijera le sería significativo como para hacerla dudar así. – Otros más, piensan que no debo de confiar en ti. Que me estoy apresurando a juzgarte, que te creí demasiado pronto, y que tal vez me estoy dejando lleva por la emoción, y se supone que yo jamás hago eso. Y que tal vez… - Lentamente lo volteó a ver de reojo. – Tú me estás mintiendo, o me estás ocultando algo, y todo este encuentro tiene algo de trasfondo que no me has dicho…

    Jared seguía tranquilo, con una expresión seria que no reflejaba asombro, o preocupación, ni ningún otro tipo de emoción. Sin embargo, por dentro, era todo lo contrario. La mente de Jared parecía llena de un creciente enojo al escucharla.

    - “Ese maldito farsante…” – Pensó el pelirrojo, refiriéndose directamente a Robin.

    Había recordado el día anterior, como lo había recibido tan amablemente, a diferencia del resto de los Titanes, y pensó que no tendría que preocupares porque le diera problemas, incluso afirmó ser su fan y todo. Pero ahora se daba cuenta de que debía de haberle puesto más atención a la información que poseía de él, la cual indicaba que era demasiado cuidadoso y precavido con los extraños, y eso lo incluía a él. Robin desconfiaba de él, y eso era malo para sus planes, pues Raven creía ciegamente en ese chico; las dudas que él tuviera podrían convertirse irremediablemente en las dudas de ella, lo que sería contraproducente...

    Debía de solucionar ese asunto de inmediato antes de que se hiciera más grande.

    - ¿Y tú qué piensas de eso? – Le preguntó luego de un rato, exteriorizando calma.

    Raven guardó silencio por un rato, y luego negó un poco con su cabeza.

    - No lo sé. La verdad es que creo que al menos él tiene razón en algo. Yo me conozco muy bien, y no entiendo porque confíe tan rápido en ti… Si se supone que yo no confío en nadie...

    El pronunciar esas palabras en voz alta pareció tener un extraño efecto en Raven, como si acabara de acordarse de algo importante, o de notar algún detalle que no había visto.

    - Pero yo no soy nadie, soy tu hermano. Eso lo hace diferente.

    - ¿Lo hace? – La expresión fría de Raven se clavó de nuevo él, como si sus ojos fueran agujas.

    Ambos se quedaron callados, mirándose el uno al otro en rotundo silencio, como si esperaran a que el otro hiciera el más leve movimiento para reaccionar. Por un momento parecía que Raven la reclamaría o le diría algo, pero en su lugar la Titan simplemente suspiró levemente y se alejó de él algunos pasos, saliendo de la cocina y parándose en media sala, dándole la espalda.

    - Lo siento, yo… Yo en verdad quiero confiar en ti, Jared. Normalmente espero a tener motivos por los cuales confiar en alguien antes de hacerlo, pero tienes razón... Contigo es diferente, y en verdad siento que puedo confiar en ti... Pero no puedo ver nada claro en estos días, y no sé porqué.

    - Simplemente han sido muchas cosas en pocos días. Estabas con todo este asunto de Robin y el día de San Valentine, y de la nada aparezco y te enteras que tienes un hermano... Simplemente debes de calmarte y digerir todo mejor, ¿no crees?

    Jared volvió a sonreír con despreocupación, esperando a ver qué reacción tenía su invitada. Raven se quedó quieta en su lugar largo rato, antes de volverse hacia él de nuevo.

    - Tal vez... Pero... – Calló, miró hacia el suelo unos segundos y luego lo volvió a mirar. – ¿Podrías hacer algo por mí?

    - Lo que sea.

    Raven se le acercó de nuevo con pasos cautelosos, hasta pararse frente a frente ante él a menos de un metro. Luego, alzó su mano derecha levemente, manteniéndola entre ambos, a una corta distancia del rostro del chico.

    - Déjame tocarte y entrar en tu mente. – Dijo de pronto. – Quiero poder estar segura de que todo lo que has dicho es cierto, y de que puedo confiar en ti. Pero no puedo hacerlo si no me lo permites.

    Jared se quedó helado. Sus ojos se abrieron por completo y su rostro pareció palidecer aún más de lo que ya estaba. Su atención se fijaba en los dedos blancos de Raven, que permanecían muy cerca de su cara, casi de forma amenazante. Raven esperaba una respuesta, pero él no parecía muy dispuesto a darla.

    La situación permaneció igual por casi un minuto, hasta que de pronto, una sonrisa tranquila surgió en los labios del chico. Tomó la mano de su hermana con cuidado de la muñeca, y entonces empezó a hablar.

    - ¿Enserio quieres hacer eso? – Murmuró con gran amabilidad en su tono sin soltarla. – Creí que lo tenías ya todo muy claro ayer, creí que habíamos llegado a tener una conexión de hermanos, que tú también habías sentido lo mismo que yo...

    Un extraño fulgor rojizo se había formado en las pupilas de Jared. Raven pareció sorprenderse al notarlo, pero más que reaccionar, parecía haberse quedado sumida o embelesada por ese brillo. Los ojos y las palabras de Jared parecían adormilarla un poco, atraerla... ponerla casi en transe...

    De un segundo a otro, todo a su alrededor pareció esfumarse. Ese departamento, sus muebles, sus paredes, incluso el suelo bajo sus pies, todo eso dejó de existir para Raven. Todo ese espacio desapareció, dejando sólo un gran vacío, en el que sólo existía el contacto de la mano de Jared contras su muñeca, ese brillo rojizo que surgía de sus ojos, y el sonido relajante y casi “dulce” de su voz entrando por sus oídos.

    - Dime, ¿no te demostré ayer que mis intenciones eran correctas...? ¿Qué ocurrió? ¿Sólo porque Robin lo dice, ya tienes esas dudas? ¿Quién es él para decirte cómo te sientes o qué es correcto o incorrecto? ¿Puede él saber más que tú sobre esto?, ¿sobre lo que sabes o sientes?

    - Yo... – A Raven se le dificultaba articular las palabras con claridad, incluso en su propia cabeza le era complicado formar las frases.

    Las ideas que había tenido hace apenas unos segundos antes, parecían carentes de significado. Recordando lo que había pensado o dicho, ahora le parecían ideas bobas y sin sentido. De un parpadeó a otro, todas las dudas que había tenido parecían desaparecer, esfumarse, pero habían sido remplazadas... ¿Por qué?, ¿qué era lo que pensaba en esos momentos exactamente?, ¿qué era lo que su mente intentaba decirle? Por más que lo intentaba, era totalmente incapaz de razonar. Todo en su cabeza no era más que estática como la televisión. Se sentía mareada, todo le daba vueltas, y sentía que si no se sujetaba de algo, terminaría por caerse. ¿Qué le estaba pasando...?

    De pronto, cómo si le hubieran lanzado un cubo de agua fría encima, Raven pareció salir por competo de ese extraño estado. Ahora podía ver, sentir y pensar con claridad. Ya sentía sus pies contra el suelo firme, y la nada había sido remplazada con un espacio y tiempo. Sin embargo, algo era diferente; algo había cambiado.

    No estaba más en el departamento de Jared... De hecho, ni siquiera tenía a Jared ante él. La sensación era extraña, era como estar sentada en la oscura sala de un cine, con la enorme pantalla rectangular ante ella como única fuente de luz. En ella pasaban las diferentes imágenes y escenas de una película a gran velocidad, pero aún así, ella era capaz de captar todo y de entenderlas sin problema.

    Vio claramente escenas que su madre o su maestra en Azarath le habían contado, pero que ella no había visto jamás. Personas con túnicas y capuchas negras, velas encendidas, cuartos oscuros, símbolos pintados en las paredes y piso, símbolos que ella reconoció de inmediato. Una mujer hincada en el piso en el centro de uno de esos símbolos, de cabello rojizo largo, mientras los demás la rodeaban y pronunciaban palabras en un lenguaje desconocido para la mayoría, pero no para ella; ella lo conocía muy bien, y sabia lo que estaban diciendo y para qué...

    Ella sabía lo que venía, todo su ser se lo decía al ver esa escena y al escuchar las palabras. Era inevitable, y así ocurrió: él apareció... Miró claramente esos cuatro ojos rojos brillando como carbón encendido, pudo incluso percibir ese aroma de fuego y muerte que siempre lo acompañaba. Escuchó su voz, sintió toda su gran presencia, tanto que sintió que el aliento se le iba, que su piel ardía, y todo su cuerpo se llenaba de un gran terror... Tenía la tentación de gritar, pero entonces la escena cambió...

    Era un parque, o un bosque, era difícil saberlo. Pero el sol brillaba con fuerza, árboles de gran tamaño se alzaban a los lados. Raven sentía que estaba ahí. Podía sentir el sol sobre su cara, la hierba contra sus pies, la agradable y fresca brisas moviendo sus cabellos... Pero ella no estaba ahí, ella no era la que estaba caminando por ese lugar. Ella podía verlo y sentirlo como si lo fuera, pero no era así... Era alguien más, estaba viendo y sintiendo todo eso por medio de otra persona. Fuera quien fuera, caminaba por ese sendero rodeado de árboles, tomado de la mano de una persona. Ésta otra persona debía de ser considerablemente más alta, pues tenía su brazo alzado para poder tomarla como se debía de la mano... ¿Quién era?

    Raven movió su cabeza hacia un lado, y pudo ver una pequeña manita de piel gris pálida, tomando una mano más grande pero delicada que la guiaba. Alzó entonces poco a poco su mirada para poder ver quién era. El sol se encontró contra sus ojos, privándola de poder ver con claridad su rostro. Pero lo que alcanzó a ver fue más que suficiente. Era una mujer, vistiendo un largo vestido morado, fresco y ligero, de cabellos rojizos y largos, con una amplia sonrisa de felicidad en sus labios pintados de rojo. Raven supo de inmediato quién era, supo por los ojos de quien estaba viendo eso, y qué significaba esa visión.

    Las siguientes fueron varias escenas similares que fueron pasando una tras otra a gran velocidad, y en todas ellas aparecía esa mujer. Podía verla cocinando, caminando, cantando, cociendo, incluso durmiendo a su lado... Pero nunca era capaz de verle su rostro con claridad... Y todo siguió igual, hasta que la mujer dejó de aparecer. Entonces ya no había el mismo sol soleado o árboles verdes, ya ni había comida o casa bonita. Todo eso fue remplazado abruptamente por soledad, por lluvia, por frío, hambre, y miedo... Un tremendo miedo que heló por completo los huesos de Raven. Sentía dolor, un dolor pulsante en el pecho, que la aprisionaba y debilitaba. Todas esas sensaciones y sentimientos, no eran de ella, no era ella quien las sentía realmente... sino él, su hermano, Jared...

    Raven cerró los ojos con fuerza, apretándolos para intentar salir de ese mal sueño, deseando que al abrirlos de nuevo todo eso desapareciera, y así fue.

    La Titán había vuelto al departamento de Jared, a estar rodeada por sus cuatro paredes, a estar parada frente a él en su cocina como recordaba... Pero algo había cambiado, algo no era como antes: la posición de su mano. Jared había dirigido la mano derecha de Raven hacia su rostro, y la sostenía de tal forma que la hechicera tenía toda su palma contra la mejilla del chico, sintiendo por completo la calidez de ésta.

    La hechicera retrocedió abruptamente, apartando su mano de su mejilla, y mirándolo fijamente con gran asombro. Era muy claro para ella lo que había pasado, pero aún así le era difícil de procesar...

    - Es cierto. – Murmuró de pronto en voz baja, casi incapaz de hablar. – Eres hijo de Trigon... como yo...

    - ¿Acaso lo dudabas? – Contestó el chico, aunque en esa ocasión no lo decía con un tono sarcástico o bromista.

    - Pero... Esa mujer, ¿era...?

    - Era mi madre, en efecto. – Un cierto rastro de tristeza se asomó en la mirada de Jared, y lentamente retrocedió hasta apoyarse un poco en la cocina. – Y la razón por la que no pudiste ver su rostro, es porque simplemente creo que ya ni lo recuerdo... Sólo su sonrisa... Esa sonrisa que siempre tenía, pero aún así…

    El chico calló de golpe, siendo incapaz de terminar la frase. Pero Raven no necesitaba que terminara; ella sabía muy bien lo que iba a decir, pues de hecho ella, no sólo lo había visto con sus propios ojos, lo había sentido, había sentido en carne propia todo lo que él había sentido en esos momentos. Había sentido ese miedo, esa confusión, esa tristeza, esa tremenda soledad. Todo eso fue real...

    De pronto, y sin siquiera pensarlo, la Titán se le acercó rápidamente de manera apresurada, y sin aviso alguno, abrazó al chico con fuerza. Jared aparentemente se sorprendió por este acto tan repentino, tanto que ni siquiera sabía si corresponderle el abrazo o preguntarle por qué lo hacía. En lugar de eso, simplemente se quedaron callados y en silencio, permaneciendo juntos por largo rato hasta que la propia Raven se apartó de él con lentitud.

    Una pequeña sonrisita se dibujó en sus labios, y una expresión de más seguridad y alegría que antes le adornaba el rostro. No sabía cómo decirlo con palabras, pero simplemente sentía un gran bienestar en su pecho en esos momentos, una gran felicidad que pocas veces había sentido en el pasado. La visión que había tenido a tocar a Jared le revelaba que lo que le había contado era cierto, que en verdad tenían un origen en común, un origen que los unía más de lo que antes hubiera previsto.

    Ese chico ante ella era su hermano, y de eso ya no tenía ninguna duda.

    - Lo siento. – Se disculpó, alejándose un par de pasos de él. – Yo... Lamento haber tenido que hacer esto. En verdad... Gracias Jared...

    - No te preocupes. – Le contestó él, respondiéndole su sonrisa de la misma forma. – Si así te sientes más segura y tranquila, por mí está bien.

    Raven, que no estaba tan acostumbrada a sonreír tanto, en esos momentos parecía incapaz de dejar de hacerlo. No sabía qué decir o como actuar. El día anterior había aceptado la idea de tener un hermano, pero fue sólo hasta ese instante que realmente entendió la naturaleza de ello, y se dio cuenta de que era verdad. ¿Debía decirle que lo quería o algo así? ¿Debía volver a abrazarlo?, no sabía, no sabía nada, a excepción de que estaba muy emocionada, tanto que si no se tranquilizaba rápidamente podría provocar que sus poderes causaran un accidente.

    - Creo que en verdad fueron muchas emociones para un sólo día, hermanita. – Bromeó Jared, colocando una mano sobre su hombro. – Creo que deberías volver y descansar un poco, ¿no? Mañana podemos seguir intentando hacer los chocolates, ¿qué te parece?

    - Sí... ¡Por supuesto! – Exclamó rápidamente, asintiendo con su cabeza. – Yo... Gracias Jared... Enserio...

    Raven volvió a sonreír; no estaba muy segura de en qué momento dejaría de hacerlo, pero esperaba que fuera pronto.

    Jared guió a Raven a la puerta, y ambos se despidieron con un último abrazo y con la promesa de verse al día siguiente sin falta. Raven se alejó caminando por el pasillo, y él la miraba hasta que se perdió en las escaleras. Una vez que esto pasó, el chico entró de nuevo, y cerró la puerta detrás de sí. Suspiró con algo de cansancio y recargó su espalda contra la puerta, cerrando sus ojos por unos momentos.

    - Eso fue realmente espeluznante. – Pronunció de pronto una segunda voz en el departamento.

    Jared no se mutó al oírla, como si su presencia en ese lugar no le fuera desconocida. Lentamente abrió sus ojos, y se giró con cuidado hacia la sala, en la cual se encontraba la persona que le hablaba, sentada en uno de sus sillones, con sus piernas cruzadas y sus brazos extendidos sobre el respaldo, mirándolo desde su asiento con una picara sonrisa.

    - ¿Y tú cuanto tiempo llevabas espiándonos... Terra?

    La chica de cabellos rubios rió divertida ante la pregunta.

    Terra, o al menos quién parecía serlo, se encontraba vestida del mismo modo que aquel día en la ya destruida base de Slade, con unos pantalones cafés anchos, una camiseta negra de mangas largas, guantes, y una máscara negra sobre su cabeza, que le cubría el área de los ojos, su frente, y la parte superior de su cabellera.

    - Un rato nada más. Eres un muy lindo hermano mayor, ojala el mío hubiera sido así conmigo. – Rió divertida, y entonces se puso de pie de un salto. – Pero hablando enserio, ¿cómo es que tienes esa influencia tan grande en ella? No puedo creer que Raven, la chica perfecta e inteligente, haya caído tan fácil.

    Jared sonrió ampliamente, reflejando una gran malicia en su expresión. Con sus dedos se acomodo los mechones que cabello que caían sobre su rostro y luego se dirigió con pasos despreocupados hacia la ventana. Corrió la cortina hacia un lado y se asomó por ella, a tiempo para ver como Raven salía del edificio por la puerta frontal, y luego alejaba caminando por la acera. Su sonrisa, al igual que su emoción, no se había disipado aún.

    - Tengo ayuda para lograrlo, recuérdalo. – Señaló mientras seguía a la Titán con la vista. – Y además, no es tan difícil. Raven ha tenido tanto tiempo reprimidas sus emociones, que en estos momentos es como una gelatina. Sólo tienes que darle un pequeño toque y todas estas se vuelven locas. Y la situación que vive con el tal Robin ayuda mucho también.

    - Ya veo. Siempre supe que sus emociones eran su mayor debilidad. Al parecer no es tan lista como todos creen.

    - Hey, cuidado con lo que dices. – Jared volteó a verla sobre su hombro, y al parecer no estaba contento con su comentario. – Es incluso mucho más lista de lo que tú o todos creen. Es mi hermana, después de todo. Y sus emociones no son una debilidad, sino todo lo contrario. Esas emociones que posee son las que la hacen más poderosa; sólo se lo tengo que hacer saber. – De nuevo se giró hacia la ventana, pero Raven ya había desaparecido. – Pero ese Robin me sorprendió. Me convenció de que me recibía amablemente en su torre, pero en el fondo fue el primero en desconfiar de mí. Y lo peor es que Raven confía ciegamente en él y en sus decisiones, mucho más que en mí, por lo que si le sigue metiendo ideas, puede que ni yo con los poderes que poseo ahora sea capaz de hacerla cambiar de opinión la próxima vez.

    - Robin no es tan peligroso como piensas. Es como Raven. Por fuera se hacen los rudos y desconfiados, pero por dentro ambos son unos crédulos y sentimentales.

    Jared sonrió divertido al oírla y entonces se apartó de la ventana, dejándose caer en otro de los sillones de la sala.

    - Veo que tú sabes muy bien eso, ¿no?

    - Tú sabes muy bien que sí. Slade me usó exactamente para eso, para conocerlos de cerca y darles dónde más doliera. Y por lo que veo, no han cambiado en nada.

    Jared se recargó por completo contra el respaldo del sillón, y con sus dedos se frotó un poco sus ojos. Había sido realmente agotador, no sólo manipular las emociones de Raven para que sus dudas desaparecieran, sino además arreglárselas para que al tocarlo viera justamente lo que ella quería ver; un paso en falso y todo se hubiera arruinado. Pero había salido bien, mejor de lo que esperaba. Se había ido contenta, y totalmente convencida de que podía confiar en él, y eso era una gran victoria que bien valía las energías aplicadas. Pero no sería una victoria duradera si Robin o el resto de los Titanes seguían metiendo su cuchara en el asunto.

    Tendría que moverse más rápido de lo que tenía planeado.

    - Ya que mencionaste a Slade, ¿hay alguna novedad sobre ese tema?

    - No por ahora. Me temo que Slade desapareció sin dejar rastro, como acostumbra hacer. Quién sabe dónde esté ahora.

    - ¿Estás segura de que sobrevivió a la explosión?

    - Conozco a esa rata, y podría apostar con seguridad de que sigue vivo. Escondido, pero vivo.

    - Bien. A como está la situación, creo que tendremos que hacerlo salir, y matar dos pájaros de un tiro.

    Terra parpadeó confundida al escucharlo decir eso, y se sentó en el sillón en el que se encontraba hace unos momentos para poder escuchar con más detalle.

    - ¿A qué te refieres?

    - Me refiero a que acabo de hacer otro pequeño cambio de planes. Tendremos que adelantar las cosas más de lo que quería, pero será lo mejor.

    Jared cruzó una pierna sobre la otra, apoyó su codo derecho sobre el antebrazo del sillón y su rostro contra su mano, mirando Terra fijamente con una amplia sonrisa de oreja a oreja.

    - ¿Estás lista para un reencuentro amistoso?


    Robin había estado la última parte de la mañana, y toda la tarde encerrado en el cuarto de computadoras de Cyborg, utilizando su máquina más potente para poder realizar una investigación especial, algo que no era tan extraño. En ese cuarto no sólo tenían la computadora más rápida, con mayor capacidad, y la que tenía mayor facilidad la hackear y penetrar en redes ajenas, sino que además tenía la ventaja de ser un sitio privado, sin otro ruido que no fuera el de las máquinas, ni otro distractor, lo que facilitaba al máximo su trabajo de detective. De hecho, también el ambiente oscuro y silencioso le traía algunos recuerdos nostálgicos, de otra súper computadora que también se ubicaba en un sitio similar, sólo que mucho más lúgubre...

    Sin embargo, en esa ocasión había algo más que su ferviente deseo de saber la verdad detrás de sus acciones. La pelea, o más bien “conversación asertiva”, que había tenido Raven, seguía picándole en la cabeza constantemente por lo que deseaba concentrarse en otra cosa para distraerse, lo cual había funcionado en parte. Intentar entrar en la red de un par de instituciones, obtener la información que quería, borrar sus huellas para que nadie se diera cuenta de que había estado ahí, y luego intentar analizar toda la información varias veces para ligarla con la que ya tenía, siempre había sido una tarea que lo entretenía bastante y lo ayudaba a olvidarse de cosas que lo molestaban. Pero esa vez era algo distinto.

    ¿Qué era lo que hacía diferente esa situación? ¿Qué de hecho no estaba seguro de cuál era su opinión concreta al respecto?, ¿qué la discusión hubiera terminado prácticamente con él como el malo?, ¿qué de alguna forma todo había caído a recordarle “ese” suceso de su pasado?, ¿o tal vez porque involucraba tan específicamente... a Raven?

    El chico de antifaz se encontró así mismo pensando en esa última idea, pero en cuanto cayó en cuenta rápidamente agitó su cabeza para disipar esos pensamientos. ¿Por qué sería tan significante el hecho de que fuera Raven la involucrada? ¿Estaba preocupado por ella? Sí, claro que lo estaba, era su compañera de equipo y una gran amiga, era normal que estuviera tan preocupado por ella... ¿o no? ¿No estaría metiéndose demasiado en su vida personal, él que jamás deja que nadie se meta en la suya? ¿Qué era lo que realmente le perturbaba de todo eso?, ¿qué era lo que no lo dejaba tranquilo....?

    - ¿Robin? – Escuchó que la inconfundible voz de su compañera Tamaraniana pronunciaba detrás de él, obligándolo a retirar sus ojos de la gran consola y fijarlos en ella.

    La chica de largos cabellos rojos se acercaba flotando desde la puerta, para luego pegar sus pies en el suelo a menos de un metro de su silla.

    - Ah, hola Starfire. – Comentó Robin no muy animado.

    Echó un rápido vistazo al reloj de la pantalla y se dio cuenta de que ya era cerca de las cinco de la tarde. Eso significaba que llevaba ya más de cuatro horas en ese sitio sin que se diera cuenta del pasar del tiempo. Pero no era muy raro que eso pasara; era algo común en su personalidad concentrarse tanto en el trabajo que hasta se desconectaba de todo lo demás. De seguro su amiga se había preocupado por él y había ido a verlo.

    - ¿Todo está bien? – Preguntó la joven extraterrestre.

    - Sí, lo siento. Creo que me sumí demasiado en esta investigación y se me fue el tiempo.

    El chico se recargó contra su silla y se frotó un poco sus ojos sobre su antifaz; se veía cansado.

    - Entiendo...

    Starfire miró hacia otro lado, al tiempo que frotaba su brazo derecho con su mano izquierda. Para Robin fue obvio que algo la inquietaba, lo que podría significar que su repentina visita era por algo más que sólo preocupación por su salud.

    - ¿Ocurre algo, Starfire?

    Parecía que esperaba justo a que le hiciera esa pregunta para poder hablar, como si le estuviera abriendo una puerta para que pasara con toda libertad. Aún así, le era algo complicado expresar lo que quería comentar, y se le notaba un marcado nerviosismo en la forma en que movía sus dedos y evitaba mirarlo a los ojos.

    - Yo… Lo siento... Es que sin querer escuché tu discusión... con Raven esta mañana.

    Robin se sobresaltó sorprendido al escucharla decir eso. Al principio se asombró, pero luego entendió que no debería de extrañarle tanto. La discusión se volvió tan acalorada en algún momento, que era difícil creer que nadie los hubiera escuchado.

    - Todo está en orden, no te preocupes. Raven sólo necesita tiempo para asimilar todo esto.

    - Eso no fue lo que le dijiste. – Señaló ella, recordando claramente las palabras que el muchacho había pronunciado en aquellos momentos. – La verdad es que yo pienso lo mismo que tú. Algo muy extraño le está pasando, y tal vez ese chico tiene algo que ver.

    Robin no estaba muy seguro si le animaba o no el que su compañera compartiera su punto de vista al respecto. Después de todo, ni él mismo estaba muy seguro de tomar esa postura ante el tema.

    - Tal vez, pero no podemos culparlo de nada sin pruebas. Esto es importante para Raven… Y tú de seguro la comprendes mejor que el resto.

    Starfire guardó silencio, y simplemente asintió levemente con su cabeza. En efecto, para la Tamaraniana era difícil no identificarse con su compañera, y recordar inevitablemente a su hermano Wildfire. Pero a su vez, no podía evitar recordar la gran decepción que había vivido por el engaño de Madame Rouge, perpetrado por su propia hermana. Por lo mismo, Starfire sentía una mezcla de emociones, que no la dejaban decidir a quién apoyar en ello.

    Alzó su mirada hacia la pantalla, en donde Robin tenía abiertos varios archivos, que parecían diferentes documentos, algunos digitales, otros escaneados, y en casi todos figuraban nombres como “Markovia”, “Hawk” o “Preparatoria Murakami”.

    Sin ninguna pista solida que seguir con respecto a Slade, Robin había decidido investigar sobre Terra. Había leído toda la información que tenía recolectada hasta el momento de Markovia, la tierra natal de Terra, pero no había nada que pudiera indicar que luego de salir de la cueva hubiera vuelto a su país, y no tenía forma de contactar a Geo-Force para comprobarlo. Hasta ahora, la única seña de Terra concreta que conocían, era esa chica que Chico Bestia afirmaba era ella, por lo que sus esfuerzos se habían volcado en esa dirección durante las últimas horas.

    - ¿Descubriste algo? – Preguntó la joven de ojos verdes, mientras seguía revisando con la vista todos esos archivos.

    Robin, aparentemente ansioso de cambiar el tema anterior, de inmediato le respondió.

    - Sí, y de hecho es algo muy extraño. – Le infirmó el chico de antifaz, girándose hacia la consola. Rápidamente trajo al frente de la pantalla tres documentos; uno de ellos parecía ser un kardex de calificaciones. – Encontré el registro de Tammy Hawk, la chica que Chico Bestia dice que es Terra, en la escuela Murakami y en otros sitios. Lo que he encontrado es que al parecer es huérfana de padres, y ahora vive con sus abuelos, aquí mismo en Jump City… Desde hace cinco años. – Pareció recalcar mucho esta última parte. – Encontré documentación de su inscripción en los últimos cinco años, e incluso sus calificaciones desde entonces y algunas fotos escolares, credenciales, acta de nacimiento, todo está aquí y en orden.

    - Entonces no puede tratarse de Terra. Chico Bestia se equivocó.

    - Lo sé, eso parece, pero... – El chico guardó silencio unos momentos, intentando reacomodar sus ideas. – Hay algo que no me cuadra en todo esto... Algo no está bien... Mira.

    Robin abrió en ese momento una foto y la amplio para que ésta ocupara toda la pantalla.

    Starfire se quedó totalmente atónita al ver la imagen ante ella. La foto era justamente de Tammy Hawk, vestida con ropa deportiva compuesta de una camiseta blanca de manga corta, y unos pants azules. Parecía estarse estirando y calentando para correr. Al parecer se encontraba era algún tipo de festival deportivo en la escuela, ya que se veía mucha gente de fondo.

    - ¿Es ella? – Preguntó sin poder salir aún de su asombro.

    - Sí, ella es Tammy Hawk. Esta foto fue tomada hace apenas dos meses atrás. Fue hasta que vi fotos de ella que me di cuenta porqué tanto Chico Bestia como Raven estaban tan seguros de que era ella. Es difícil de creer que dos personas con el mismo rostro hayan coincidido en la misma ciudad por mera casualidad, y que no hayamos sabido de ella hasta ahora, y justamente al mismo tiempo que desapareció la estatua de Terra. No sé quién sea realmente esta chica, pero estoy seguro de que tiene algo que ver con ella de alguna u otra forma.

    - Es Terra. – Pronunció la extraterrestre de pronto.

    Robin apartó su atención de la pantalla y se giró de regreso a su amiga. Starfire estaba de pie, totalmente quieta, inmóvil, con sus grandes y abiertos ojos verdes fijos en esa imagen, tanto que ni siquiera pestañaba. La reacción de Starfire eran similares a las que él había tenido la primera vez que vio la foto, lo que le hacía recalcar sus dudas.

    - Sí, lo sé, el parecido es asombroso…

    - No, no es el parecido. – Le interrumpió la extraterrestre de pronto, tomándolo por sorpresa. – Tiene el mismo rostro, pero no es sólo eso... Esa chica es Terra, estoy segura de eso.

    Robin pareció confundido al oír tal afirmación. ¿Veía ella algo en esa imagen que él no?, ¿cómo podía decir eso con tanta seguridad en su voz?

    - ¿Cómo lo sabes?

    - No... No sé bien cómo explicarlo, simplemente lo siento así. No tengo ningún tipo de duda al verla, sé que es Terra, así de sencillo. Pero... – Guardó silencio como dudando de qué decir. – No está completa...

    El chico maravilla parpadeó confundido. ¿No estaba completa?, eso era algo que entendía incluso menos que la afirmación anterior.

    - ¿A qué te refieres con que no está completa?

    - En algo en su mirada, en su expresión... Incluso en su postura... No lo sé. Simplemente sé que es Terra.... Pero... algo le falta...

    Robin se giró de nuevo hacia la foto en el monitor, intentando poder percibir lo mismo que ella. Desde su perspectiva, sólo podía ver a una chica con un parecido prácticamente idéntico al de su antigua compañera, igual que lo habían hecho Chico Bestia y Raven... Pero los tres eres seres humanos, y Starfire era extraterrestre, criada de una forma diferente a ellos. ¿Sería posible que por esto ella fuera capaz de ver algo más en esa imagen que ellos no? ¿Podría ese algo ser la clave para resolver ese misterio...?

    FIN DEL CAPITULO 13
     
  3.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    10985
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 14
    "Yo lo Merezco"

    No había sido precisamente un buen mes para el Profesor Chang. Todo empezó bien; había entablado una sociedad con Adonis, qué si todo salía bien acabaría de una vez por todas con los molestos Jóvenes Titanes, y le proporcionaría los recursos necesarios para seguir con sus experimentos. La inesperada visita de Superchica a la ciudad, pareció ser su oportunidad de al fin poder experimentar directamente con ADN Kryptoniano, algo que siempre había ambicionado, pero qué nunca había podido hacer realidad. Pero al final, nada de ello salió como lo esperaba. Los Titanes y Superchica terminaron por derrotarlos, a él y a Adonis, y ambos terminaron en prisión... De nuevo.

    Hace apenas unos días atrás, había logrado escapar, tan silenciosamente que tal vez la gente de la prisión aún ni notaban su ausencia. Eso le daba algo de tiempo para decidir qué hacer. ¿Se iría de la ciudad? Hacía mucho tiempo que no se tomaba unas vacaciones y visitaba a sus viejos amigos, y clientes potenciales, en Moscú; podría ser el sitio perfecto para desaparecerse en lo que las cosas se calmaban. Pero por lo pronto, estaba escondiéndose en uno de sus escondites del Puerto, uno muy especial que absolutamente nadie conocía... O al menos eso pensaba.

    Un poco después de la media noche, su alarma de intrusos empezó a sonar con fuerza en el buque subterráneo, oculto bajo la Bodega A-10. No lo despertó, ya que para esos momentos estaba haciendo un inventario de todo el equipo que ahí guardaba, viendo que se llevaría, y qué posiblemente detonaría para que nadie pusiera sus manos sobre él. Pero la alarma le arrebató por completo la concentración. Algo se estaba moviendo por entre las cajas de la bodega, pero sus cámaras de seguridad no lo detectaban, al menos no antes de quien fuera destruyera dicha cámara, dejando en lugar de la imagen de la bodega, sólo estática. Los robots de seguridad que tenía en ese escondite estaban desactivados, y pensando que no se quedaría mucho no se había tomado la molestia de volverlos a activar.

    ¿Quién sería el intruso? ¿Los Titanes de nuevo? Sólo eso le faltaba. Fuera quien fuera, no iba con buenas intenciones, de eso estaba seguro. Rápidamente tomó un arma de rayos que tenía sobre su mesa de trabajo, y se dirigió a su ascensor; no volvería a prisión sin pelear.

    Al llegar a la bodega, todo estaba silencioso, como si nada hubiera pasado. Pero en efecto algo había ocurrido, y las cámaras destrozadas lo confirmaban. Sosteniendo su arma con ambas manos, empezó a avanzar por entre las cajas, a pasos lentos, cuidadosos. Si se trataba de un Titán, su única forma de hacerle frente era tomarlo por sorpresa y dispararle por la espalda. Pero... ¿Y si era algo más?

    Un fuerte ruido a sus espaldas lo hizo saltar del susto. Rápidamente se giró nervioso, alzando su arma con firmeza, apuntando sólo a un espacio totalmente oscuro que había entre dos cajas. Una botella de vidrio salió rodando de entre esas sobras en su dirección, hasta tocar la punta de su pie. Estaba seguro: alguien estaba oculto en ese lugar.

    - ¡¿Quién está ahí?! – Gritó con fuerza, sin bajar su arma ni un instante. – ¡Muéstrate idiota o te frio la cabeza!

    - Tranquilo, Chang. – Pronunció una voz grave y serena desde la oscuridad. – ¿Esa es forma de tratar a un viejo amigo?

    El profesor se quedó helado al oír esa voz, y aún más al ver a la figura que empezó a caminar hacia el frente, y poco a poco era tocado por la luz de una lámpara que se balanceaba de un lado a otro sobre sus cabezas. La sangre se le heló, como si estuviese frente a frente con un fantasma... Y no era muy alejado de lo que estaba viendo.

    - ¡¿Slade?! – Exclamó atónito al reconocer a su intruso.

    El hombre ante él era Slade Wilson, con su distintiva armadura, y su máscara de un sólo ojo, mitad negro, mitad dorado oscuro. Aunque, una vez alumbrado por la luz, Chang pudo notar que su atuendo tenía algunas rajadas; incluso su máscara tenía una quebradura pronunciada desde la frente cruzando en diagonal hacia el lado derecho. También se le veía algo sucio. ¿En dónde había estado exactamente?

    - Creí que estabas muerto. – Agregó Chang sin poder salir de su asombro.

    - Y yo que tú estabas en la cárcel. Pero las cosas no siempre son como creemos, ¿o sí?

    Slade salió por completo de entre las sombras, y caminó directo hacia él con completa tranquilidad. Chang bajó lentamente su arma, aunque no estaba muy seguro de que fuera una idea particularmente buena. Slade siempre le había parecido bastante intimidante, y su apariencia demacrada no ayudaba a cambiar dicha idea.

    - Oye, si vienes por tus robots que te tenía almacenados, te digo desde ahora que ya no los tengo, ¿de acuerdo? – Empezó a decirle con un tono nervioso, mientras Slade pasaba a su lado. – Yo creí que habías muerto, y los vendí. Pero...

    - Dejemos ese tema para otra ocasión. – Lo interrumpió abruptamente, y entonces se giró por completo hacia él. Con una mano, abrió algunos de los compartimientos de su cinturón, sacando de estos algunos objetos pequeños. – Necesito tu computadora, y sé que al menos debes de tener una medio decente en este lugar, ¿o no?

    - Sí... Tengo una computadora. – Respondió de forma dudosa. – No es la mejor, pero es la única que tengo disponible que no esté ahora en posesión de la policía. ¿Qué quieres hacer con ella?

    - Yo no. Necesito que tú me hagas un análisis de ADN lo antes posible. – Le extendió en ese momento su mano derecha. En ella, sostenía un tubo de ensayo sellado, con una aguja hipodérmica en su interior, además de una pequeña bolsa transparente, también sellada, que contenía alrededor de cinco cabellos rubios. – Necesito que compares estas dos muestras por separado. Y luego... - Extendió ahora también su mano izquierda, y en ella sostenía una bolsa de plástico de mayor tamaño, que guardaba en su interior un guante de tela de color negro. – Compares ambas con la sangre que está en este guante...

    Chang, dudoso, tomó las tres muestras entre sus manos. En efecto, la aguja parecía tener rastros de sangre, igual que guante. ¿A quién pertenecía esa sangre y esos cabellos? ¿Y por qué tanto interés por parte de Slade de hacer ese análisis, tanto que se escabulló en su escondite para pedirle ayuda? No estaba seguro si quería conocer las respuestas.

    - Escucha, como te dije la computadora que tengo abajo no es muy buena, y un análisis completo de tres muestras podría tomarme un par de días. Par de días que no tengo, ya que estaba por irme de la ciudad cuanto antes...

    Slade se le acercó un par de pasos más de forma amenazante, y luego inclinó su cuerpo un poco hacia el frente, de tal forma que su rostro pudiera estar a la misma altura que el suyo. Lo miró intensamente por el único agujero de su máscara, y Chang no pudo hacer nada más que guardar silencio, e intentar sostenerle la mirada.

    - En ese caso, en lugar de estar aquí hablando, deberías de ponerte a trabajar para tenerlo listo lo antes posible. ¿No te parece?

    Chang tragó saliva, nervioso. No necesitaba oír más que eso para entender que no era una petición amistosa a la que pudiera rehusarse. Se limitó a simplemente asentir con su cabeza y, tal y como él había dicho, ponerse a trabajar.

    - - - -​

    Una vez que el quinto, y último cuervo del chocolate estuvo al fin terminado, Raven se le debió de haber quedado viendo fijamente por casi cinco minutos, intentado verificar que realmente no tuviera ninguna imperfección. Y en efecto así era; era lo más cercano a perfecto que podría haber pedido. El decorado especial de éste se componía de un ojo y patas de chocolate blanco, además de algunos otros trozos del mismo material en las alas, asemejando la forma de las plumas. Como toque final, al igual como había hecho con el resto, le colocó un pequeño listón rojo alrededor del cuello. Con este último punto, oficialmente habían terminado al fin...

    La Titán estaba atónita e incrédula ante lo que veían sus ojos. Se hizo hacia atrás un par de pasos, los suficientes para poder ver por completo los cinco cuervos colocados sobre la barra de la cocina, uno a lado del otro en fila, cada uno con su decorado especial, con sus lazos alrededor del cuello, y los cinco con su forma perfecta y clara. No podía creer que la imagen ante ella fuera real, pero lo era: luego de casi una semana de prueba y error, quemaduras, cortadas, explosiones, manchas e incluso golpes... Lo había logrado: había terminado sus chocolates de San Valentine. La emoción que le provocaba verlos era tan grande que no sabía ni qué decir, o hacer a continuación. Por suerte para ella, Jared se le adelantó a romper el silencio.

    - Esto amerita una fotografía, hermanita. – Comentó con alegría el chico pelirrojo, extendiendo su teléfono celular. – Párate a lado de ellos.

    - ¿Quieres tomar una foto? – Le cuestionó un poco confundida. – ¿Para qué?

    - Nunca se pregunta por qué se quiere tomar una foto, Raven. Sólo se toma y ya. Ahora párate ahí, ¿quieres?

    No muy convencida, pero tampoco dispuesta a darle la contra a Jared, Raven se paró justo donde le había señalado. Él por su parte se movió un poco de un lado a otro, buscando el punto adecuado en el que saliera la mitad superior del cuerpo de Raven y los chocolates sobre la cocina. Una vez que lo encontró, el flash blanco deslumbró un poco los ojos de Raven, como señal de que la fotografía había sido tomada.

    - Perfecto, sí que eres Fotogénica, hermanita. – Murmuró alegre, rodeando los hombros de la hechicera con su brazo. – Cinco cuervos de chocolate perfectamente hechos y decorados. Debes de sentirte orgullosa, ya que los hiciste prácticamente tú sola.

    - Supongo que lo estoy. – Fue lo único que pudo surgir de sus labios, pero no reflejaba ni una fracción de lo que sentía por dentro. – En verdad no puedo creer que al fin lo hayamos logrado...

    Cada tarde durante los últimos cinco días, Raven se había dado sus escapadas al departamento de Jared, para seguir sus intentos en la realización de los cuervos de chocolate. A partir del segundo día, las cosas fueron mejorando gradualmente; todo le salía mucho mejor, y hasta fue capaz de realizar alrededor de un cuervo al día en el tiempo que estaba en su casa. Y ahora el fruto de su trabajo estaba ahí ante ella... en forma de cuervo, y con sabor a chocolate.

    El cómo y los cuándos ya no importaban. El punto era que, en contra de todas sus predicciones, lo había logrado. A pesar de todo lo que tuvo que sufrir, los enojos, las tristezas y resbalones, no se rindió, y todo había valido la pena... Al menos hasta ese momento.

    - Y justo un día antes de San Valentine. – Señaló Jared. – Casi no la contábamos, ¿pero ves como todo salió bien al final? Se ven tan deliciosos que casi tengo tentación de comerme uno... Sólo bromeo, no son para mí después de todo...

    Las palabras de Jared cesaron abruptamente al sentir como Raven lo abrazaba de golpe con fuerza sin previo aviso. El chico pareció un tanto impresionado por ello.

    - Muchas gracias por todo, Jared. – Murmuró mientras lo abrazaba. – No sé qué habría hecho sin ti. De seguro no lo habría logrado sin tu ayuda...

    - Esto de los abrazos ya se hizo costumbre, ¿no? – Comentó divertido el pelirrojo, y con una mano le acarició con dulzura su cabello. – Y no me des las gracias, que era mi deber de hermano mayor. Sin embargo, sabes bien lo que tienes que hacer como gratitud si deseas agradecerme enserio.

    - Olvídalo. No le voy a pedir a Superchica una foto sexy autografiada por ti.

    - No, eso no. Tú sabes, te dije muy claramente cuál quería que fuera mi recompensa si te ayudaba.

    Raven parpadeó confundida, pues al inicio no entendió bien a qué se refería. ¿Recompensa?, ¿había pedido una recompensa? ¿Recompensa si...? De pronto recordó lo qué le había dicho en su cuarto... Rápidamente retrocedió alejándose de él, y mirándolo con cierto nerviosismo y vergüenza.

    - ¿Te refieres a que yo...? ¡¿Estás hablando enserio?! No... ¡No quiero hacer eso!

    - Oh vamos, un trato es un trato. – Contestó él con seriedad, señalándola con un dedo. – Además, no es como que eso te fuera a matar, ¿o sí?

    Pues poco le faltaba para ello. Raven tragó saliva nerviosa y bajo su mirada hacia el piso. De alguna forma se lo debía. Le había prestado su cocina, su dinero, su tiempo, sus consejos, y gracias a él había podido terminar los cuervos. Lo que él pedía a cambio era algo insignificante en comparación... Pero no por eso más sencillo para ella.

    Raven suspiró con gran pesar y entonces alzó su cabeza con determinación; todo su cuerpo temblaba. Sus labios se fueron estirando hacia los lados a duras penas, intentando dibujar la sonrisa más grande que le era posible, pero incluso sentía que sus músculos fáciles se quejaban al intentar ponerse en una posición tan rara para ellos.

    - Gracias Jared... – Murmuró en voz baja casi entre dientes. Aparentemente, estaba intentando pronunciar esas palabras de la forma más "dulce" y amigable que su escasa experiencia en la tema le permitía. Pero en lugar de eso, lograban un efecto casi aterrador. – Eres el mejor hermanito... mayor de todo el mundo...

    Una vez que al fin logró decirlo, tomó una fuerte bocanada de aire, y luego lo dejó salir todo junto de golpe. Relajó el rostro de inmediato, y le pareció sentir que dejaban caer un pesado saco de papas en cada uno de sus brazos. Sentía que terminaría escupiendo sangre del gran esfuerzo que le resultó tener que decir eso, pero al final pareció sobrevivir.

    - No puedo creer que en verdad lo dijeras. – Rio Jared divertido, alzando una mano hacia ella, y despeinándola levemente con ella. – De nada pequeña gótica, cuando quieras, sólo llámame.

    Ese acto "cariñoso" de despeinarla no le agradó del todo a la hechicera, pero se aguantó; ya con lo que tuvo que decir, esperaba estar a mano con él, aunque fuera un poco.

    Jared tomó los cinco chocolates y los colocó sobre una charola, para luego introducirlos en el refrigerador. Los dejaría ahí mientras tanto para que no se derritieran; sería horrible que tanto trabajo terminara en una sopa de chocolate.

    - Ya tenemos los chocolates, pero eso apenas es el paso uno. – Señaló luego de meterlos, y de sentarse sobre la cocina. – Ahora hay que planear lo siguiente, ¿no crees?

    Raven lo miró confundida, sin entender.

    - ¿Lo siguiente?

    - Sí, lo siguiente. ¿Ya decidiste cómo se los vas a dar? ¿Cuándo, dónde y cómo?

    Raven se quedó totalmente callada y ligeramente sobresaltada por la pregunta. ¿Cómo se los iba a dar?, ¿acaso no le había dicho que...? No, haciendo memoria, no recostaba haberle mencionado cuál era su intención al respecto. Sin embargo, Jared pareció interpretar su silencio más como un "aún no lo sé", en lugar de lo que realmente significaba.

    - Bien, no te preocupes. Mañana es el gran día y tenemos poco tiempo, pero algo se nos ocurrirá. Tiene que ser un momento especial, y en un lugar adecuado. No te confiesas a tu amor todos los días, después de todo. Si fuera con una chica, yo haría algo como adornar todo la terraza de la Torre con velas, flores, una mesa con dos sillas, música lenta... todo un ambiente muy romántico bajo la luna. A las chicas les gustan los ambientes como esos, pero para un chico no sé si funcione igual. Aunque tú me pareces de un estilo un poco más natural. ¿Qué opinas?

    - Yo... – Raven balbuceó un rato, dudando sobre decirlo o no. Pero luego tomó aire con fuerza y decidió decirlo sin rodeos; por alguna razón en esos momentos, la sola idea de lo que estaba por decir le causaba algo de vergüenza. – No le daré los cuervos en persona. Tengo pensado hacérselos llegar... Cómo Admiradora Secreta... Esa siempre fue mi intención original.

    Jared no pareció entender en un inicio sus palabras, pero luego de un rato se quedó con la boca abierta, con cara de total incredulidad. Raven, desvió su mirada hacia otro lado para no verlo; tenía un par de ideas de lo que estaba a punto de decirle, y no deseaba escucharlo.

    - ¿Es un chiste?, ¿admiradora secreta? – Cuestionó casi molesto, bajándose de la barra con un salto. – Eso es de primaria. No me digas que luego de esforzarte tanto no piensas dárselos de frente. Pensé que hacías todo esto para confesártele.

    - No, ese nunca fue mi propósito. Perdón si no te lo dije antes... Pero no puedo hacer algo como lo que dices de ninguna forma. No quiero que Robin sepa que fui yo quién le dio estos chocolates.

    - ¿No quieres que Robin sepa? ¿Entonces por qué hiciste "cuervos" de chocolate, Raven?

    Raven calló, ya que en verdad no tenía nada que responderle a eso. Se había hecho la misma pregunta momentos después de comprar esos moldes, y aún no sabía claramente el porqué. ¿Por qué había comprado moldes con una forma que obviamente cualquiera relacionaría con ella? ¿Podría ser que inconsciente sí deseaba que Robin lo supiera o lo sospechara al menos? ¿Quería ver cómo reaccionaría él ante ello?, ¿qué haría?, ¿qué le diría...?

    Pero no, no podía. Aunque fuera cierto que en el fondo deseara que lo supiera, no debía de ser así... No debía...

    - Dime la verdad. – Jared se le acercó rápidamente, tomándola de los hombros. – ¿Por qué no se los quieres dar de frente realmente?

    - Por qué... No lo creo necesario. Simplemente le quise hacer los chocolates y ya... La verdad no estoy muy segura de que me guste de esa forma o no...

    - Oh, por favor, Raven. – La interrumpió de golpe con un tono grave. – Ese barco zarpó hace cinco cuervos de chocolate fallidos. Si no estuvieras segura de lo que sientes, hace rato que hubieras dejado de intentarlo. Pero seguiste adelante porque realmente querías hacérselos, y nadie hace tanto esfuerzo por alguien que "tal vez me guste". Tú lo sabes tan bien como yo. Ese chico no sólo te gusta, te trae loca, estás embobada por él. Raven Roth, tú estás enamorada de Robin.

    Su casi siempre pálido y apagado rostro se llenó de color al escucharlo decir esas palabras. Sus mejillas se ruborizaron como pensó que no era posible, y sus piernas flaquearon ligeramente ante la sola insinuación.

    - ¿E... namorada...? Yo... no lo creo, no sé. Aunque fuera así... no estoy interesada en que sea... Mi novio... ni nada así.

    - Eso es mentira también.

    Jared la volvió a tomar de los hombros, y ella lo volteó a ver con duda. Sin embargo, en cuanto sus ojos se encontraron con los de él, ya le fue imposible desviar su rostro hacia otro lado... Jared la miraba fijamente con intensidad, y un ligero fulgor alumbraba sus corneas.

    - Mírame a los ojos, Raven. Yo sé lo que en verdad sientes y piensas. No puedes ocultarme nada...

    La voz de Jared se fue apagando poco a poco, hasta que se convirtió en nada más que un susurró lejano, y después... Silencio... Un profundo, y frío silencio. Se empezó a sentir algo adormilada, y sus parpados le pesaban un poco. Esa sensación, esa pesada y agobiante sensación que le rodeaba, ya la había sentido antes... ¿Pero en dónde? ¿No había sido también ahí?, ¿o...?

    Sintió un aliento cálido justo a unos milímetros de su oreja izquierda. Pese a su cabello se la cubría, podría sentirlo claramente. Era una sensación... Agradable...

    - Has fantaseado muchas veces con esa idea, ¿verdad? – Escuchó que una voz susurraba con toda claridad justo en su oído.

    ¿Quién era? ¿Era Jared? No, no sonaba como su voz. Era una voz no tan grave, era más suave... ¿Quién era? Ella no podía moverse, ni percibir ningún otro sonido a su alrededor, ni sentir nada más. Todo se reducía únicamente a ese susurró, y a ese aliento cálido. Nada más existía...

    - Te has imaginado como sería caminar tomada de su mano, hombro con hombro. Te has imaginado el calor de su pecho contra tu rostro, mientras se funden en un abrazo que deseas que jamás acabé. Cómo se sentiría su mano sin guante, acariciando tu mejilla mientras te mira fijamente a los ojos con amor. Has intentado adivinar cuál sería el sabor de sus labios, cuál sería la sensación que te provocarían al unirse con los tuyos en un apasionado pero dulce beso... Has soñado con lo que sería tener su cuerpo desnudo y cálido... contra el tuyo... Has imaginado eso, y muchas otras cosas más. ¿No es así?

    - ¿Qué...? – Se le escapó de los labios. Poco a poco su pensamiento se fue aclarando, y esas palabras y su significado se fueron volviendo más y más tangibles para ella. – No... No... ¡No!, ¡no es cierto!

    Sus pies se separaron del suelo, y rápidamente se alejó flotando de Jared, hasta que su espalda se topó contra la pared. Su respiración se agitó desmesuradamente y algo de sudor recorría su frente.

    - No es cierto... No es cierto... - Se repetía una y otra vez, mirando fijamente al suelo.

    - ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? – Escuchó que la voz de Jared, y ahora sí podía estar segura que era su voz, le hablaba desde la cocina.

    Raven alzó su mirada como le fue posible. Jared estaba de pie a mitad de la cocina, viéndola fijamente con desconcierto en el rostro, y aparentemente también con preocupación.

    - Las cosas... no son así... Eso no puede ser.

    - ¿Qué no puede ser? – Le preguntó de la misma forma que antes. Raven se veía realmente alterada, como si se acabará de despertar de una horrible pesadilla.

    - Tú... Tú... lo que dijiste... Hace un momento... - Raven parecía dudosa. ¿Había sido Jared quién había dicho esas palabras? Pero la voz no era la de él. Y... Ahora que lo pensaba con más cuidado, ¿lo había escuchado realmente? ¿Podría afirmar que eso había sido una persona susurrando en su oído? ¿O de hecho había sido más bien... algo diferente? – Tú... ¿Qué fue lo que dijiste?

    - Sólo dije que sabía que Robin en verdad te gustaba. ¿Te sientes bien?

    - ¿Sólo eso? ¿No dijiste...?

    ¿Qué había sido eso? Esa sensación, ya la había sentido antes en otras ocasiones. ¿Pero qué fue? Mientras pensaba en ello, mientras más intentaba recordar lo ocurrido, más sentía como si no hubiera pasado realmente. ¿Acaso lo imaginó? No era posible. Esas palabras, esos pensamientos debieron de haber surgido de algún lado. ¿Acaso... surgieron de ella misma?

    Necesitaba tranquilizarse, recuperar la serenidad. No debía dejar que sus emociones se salieran de control de nuevo. Debía enfocarse, concentrarse y normalizar su respiración.

    - Escucha... Simplemente no puede haber nada entre Robin y yo, ¿De acuerdo? Ni ahora ni nunca...

    - ¿Y por qué no? – Comenzó a caminar hacia ella, pero apenas había dado un par de pasos, cuando Raven reaccionó de golpe, flotando de nuevo y alejándose ahora en dirección a la sala. Por algún motivo parecía querer estar lejos de él. – ¿Qué ocurre?

    - No... no lo sé. Algo raro me está pasando, Jared... Creo que tengo que irme...

    Aún con sus pies separados del suelo, se dispuso a acercarse a la puerta, pero a medio camino Jared se puso frente a ella, cerrándole el paso.

    - Nada de eso, Raven. No huirás de esto tan fácil. Esto es importante, y cómo tu hermano no dejaré que le saques la vuelta.

    - Tú no lo entiendes...

    - Entonces ayúdame a entender. ¿Cuál es el verdadero motivo que te impide aceptar tus sentimientos? – Guardó silencio largo rato sin apartar su mirad de ella ni un instante. Luego de varios segundos, se sobresaltó un poco, cómo se acabará de darse cuenta de algo. – Ya entiendo. Hay un tercero en discordia, ¿cierto?

    Esa acusación dejó sin aliento a Raven. Sus labios se abrieron un poco, pero de ellos sólo surgieron algunos balbuceos sin sentido. Quería negarlo, decirle que no era así. Pero... Sería una mentira. Ella sabía que su afirmación no era del todo errada, lo sabía muy bien. Aunque tenía enormes ganas de decirle que lo que decía no era cierto, simplemente le fue imposible hacerlo.

    - Sí... Es algo así como dices. – Murmuró con un tono muy despacio, bajando la mirada. – Sólo que la tercera en discordia soy yo... A Robin le gusta otra persona... Y a ella le gusta él.

    - Es la extraterrestre pelirroja que vive en tu Torre, ¿cierto?

    - Se llama Starfire. – Recalcó apresuradamente, al parecer no del todo contenta con el término que había usado para referirse a ella. – Y... Sí... Es ella.

    Jared soltó un agudo suspiro, y llevó su mano a su rostro, frotando un poco sus ojos y su frente.

    - Entiendo. La situación es algo más complicada de lo que pensaba. Pero dime, ¿acaso ellos son novios o algo así?

    - No, no aún... No qué yo sepa al menos.

    - Entonces eso no significa nada. – Señaló con ímpetu, casi con alegría. – Si no hay nada entre ellos, aún puedes pelear y ganarle.

    - ¿Pelear y ganarle? – Exclamó Raven, confundida ante tal sugerencia. – ¿De qué estás hablando? Esto no es una competencia. Starfire es mi amiga, ambos son mis amigos, y son personas muy importantes para mí. Además no... - Calló unos instantes, volteándose hacia otro lado disimuladamente. – Aunque quisiera, no puedo competir contra ella. A Robin le gusta mucho, y no veo por qué no habría de ser así; ella es tan amable, divertida, hermosa, enérgica... Va más con él...

    - No tiene nada que tú no tengas Raven... - Suspiró con un tono más dulce y gentil, volviendo a colocar sus manos en sus hombros. – Si te lo propusieras, tú podrías ganarle...

    - ¿Yo podría... ganarle...?

    - Sí, tú podrías si así lo quisieras...

    Raven sentía que todo el aliento se le iba del cuerpo en un instante. Esa voz, de nuevo susurrando sobre su oído, exhalando su aliento sobre éste. Pero ahora era su oído derecho, y... No era la misma voz. No era la voz de Jared, ni tampoco la primera voz que había oído con anterioridad. No, era diferente... No la distinguía por completo, pero le parecía que era una voz femenina. ¿De dónde venía? ¿Qué significaba todo eso...?

    - Tú podrías vencer a esa chica, y ganar el corazón de Robin. La vida es una competencia, quien se descuida pierde... ¿Cuánto tiempo ha pasado y ninguno define sus sentimientos? Eso no es justo, ella ha tenido muchas oportunidades, ahora es tu turno de tomar las riendas. ¿Ella es más linda que tú? Eso no es cierto. Tú eres una chica hermosa, incluso más bonita que esa Starfire... Además, tú le puedes dar a Robin cosas que ella no... Tú puedes hacerla a un lado sin problema. Imagínate lo fácil que sería si no estuviera. Robin sería todo para ti... Todo... ¿Quién es ella para recibir toda la atención del chico que tú amas? No se lo merece... No se lo merece... Toda esa atención debería de ser hacia ti... Tú te la mereces...

    Aunque sólo lo había dicho una vez, sintió como si esa voz hubiera repetido esas palabras, diez, cien, o más veces, hasta que se quedaron totalmente grabadas en su mente. En ese momento no se preocupaba en pensar de dónde venía, porque escuchaba o pensaba eso. Parecía mucho más concentrada en lo que significaba. ¿Ganarle?, ¿hacerla a un lado? ¿En verdad estaba pensando de esa forma en Starfire? Pero, ¿acaso era la primera vez que pensaba algo como eso? Debía de serlo. Ella no era así. Nunca pensaría ni en un millón de años en hacer algo como pelear, competir, o hacer algo para quitar a Starfire de su vida. Ella era su amiga, su única amiga de verdad. Jamás pensaría en ella de esa forma... ¿O...?

    - Oye, ¿estás bien? – Sintió que Jared pasaba su mano frente su mirada ida, trayéndola de nuevo a la realidad.

    Una vez más estaba de regreso al departamento. Todo seguía en su lugar, incluyéndola a ella, y a Jared al frente, que la miraba confundido. De nuevo, esa extraña voz y esas extrañas palabras se empezaban a sentir como algo lejano, algo que había ocurrido hace mucho y que apenas y podía recordar. ¿Había pasado realmente?

    - Oye, Raven. ¿Me escuchas? ¿Qué ocurre?

    - ¿Qué ocurre? – Repitió en voz baja la Titán. – Yo no...

    Lo poco que le faltaba por despertar, fue jalado con fuerza al escuchar el sonido de su intercomunicador, junto con una ligera vibración en su cintura. Era una llamada entrante, y normalmente cuando la buscaban por ese medio, no era por buenas noticias. Rápidamente tomó el comunicador redondo y amarillo y lo acercó a su rostro. El círculo negro con la "T" blanca se levantó, y en la pantalla debajo apareció el rostro de Cyborg. Internamente Raven suspiraba aliviada que de no fueran ni Robin ni Starfire, no esos momentos el menos.

    - Aquí Raven. ¿Qué ocurre, Cyborg?

    - 'Raven, tenemos una emergencia. Algo raro está pasando en la zona norte. Te necesitamos.'

    - Entiendo. Voy para allá.

    Ambos cortaron la comunicación al mismo tiempo. Ni siquiera se tomó la molestia de pedir más detalles. Por el tono de Cyborg, parecía algo serio. Y aunque no lo fuera, en el fondo estaba pidiendo una excusa para librarse de seguir hablando de ese tema, así que fuera lo que fuera, llegaba en el momento justo. Raven colocó de nuevo su comunicador en su lugar, y volteó a ver a Jared.

    - Lo siento, tengo que irme.

    - Descuida, lo entiendo. Te llevaré los cuervos más tarde a la Torre, ¿te parece?

    - Sí, gracias... - Le respondió sin muchos ánimos, sacándole la vuelta. Por un momento se había olvidado por completo de los dichosos cuervos de chocolate.

    - ¿Segura que estás bien?

    - Sí... No te preocupes...

    Sin más, Raven dejó flotó hasta la puerta y salió del apartamento. Tardaría un poco en salir por completo de ese profundo estado en el que se había sumido, pero al final se le pasaría, y todo quedaría atrás como un mero sueño. Y tal vez eso fue. Estaba soñando despierta, sus emociones alteradas por la plática con Jared, y sus poderes, o sus diferentes partes de sí misma que guardaba dentro, jugándole una mala broma y confundiéndola. Sí, mientras pensaba al respecto, más sentido le hacía. Debía ser algo como eso... Sólo iría con sus compañeros, se encargarían de lo que estuviera pasando en la ciudad, volvería a la Torre, meditaría un rato, y todo estaría bien. Así de simple.

    Una vez que Raven se fue, Jared pareció sentirse un poco más relajado. Pasaron un par de minutos luego de que ella salió por la puerta, y él seguía de pie en el mismo lugar en el que estaba cuando la vio salir. Pasaron cinco minutos, y entonces sus labios empezaron a dibujar una sonrisa, una sonrisa que gradualmente se volvía en una mueca maliciosa, y por último estallaba en una aguda y profunda risa.

    - Excelente, ¡excelente! – Exclamó con fuerza el aire. – Eso estuvo soberbio. Buen trabajo.... – Con dos dedos, se acomodó su mechón que caía al frente de su rostro. – Pero ahora es tu turno, Terra...

    - - - -​

    Toda la zona norte de Jump City parecía estar siendo víctima de un fuerte terremoto. Lo extraño era que parecía estar concentrado sólo en esa área, a pesar de que era tan fuerte que la calle se estaba abriendo en dos, los edificios temblaban, y las ventanas se rompían. La gente corría espantada, saliendo de las casas y rascacielos, sólo para encontrarse con posters caídos y carros accidentados. Todo parecía un completo caos.

    Robin, Starfire, Chico Bestia y Cyborg acudieron de inmediato en cuanto recibieron la alarma de emergencia. Starfire se mantenía suspendida en el aire, mientras sus tres compañeros intentaban mantenerse de pie a pesar de las fuertes sacudidas.

    - ¿Qué rayos está pasando? – Preguntó Chico Bestia casi asustado, sujetándose de un vehículo estacionado. – ¿Es un terremoto?

    - Si lo es, no tiene sentido. – Comentó Cyborg, revisando la computadora que portaba en su antebrazo derecho. – Según mis lecturas, estas sacudidas son de un terremoto de casi 6.0, pero su área de acción es muy reducida... Además, no detectó ningún hipocentro o epicentro natural...

    - Eso quiere decir que esto no es un fenómeno natural. – Murmuró Robin con seriedad. Una idea se le había venido en la cabeza, de hecho desde el momento mismo en que recibieron información de que estaba ocurriendo ese terremoto. Pero no se atrevía a decirla en voz alta; no aún. – Hay que ayudar a los civiles, andando.

    Sin espera, los cuatro se separaron, cada uno intentando ayudar a la gente para que saliera de los edificios o a sacarlos de los escombros. Starfire se elevó hacia un edificio alto en el que la gente parecía haberse quedado atrapada en el piso superior. Cómo pudo, empezó a cargarlos de tres en tres, a veces cuatro, sacándolos por una ventana y bajándolos hacia la calle. Cyborg y Chico Bestia, cada uno por su lado, levantaban vehículos y escombros, buscando a personas atrapadas. Por su lado, Robin recorría con rapidez la calle, buscando a personas en problemas, pero también intentando descubrir cuál era el origen de todo eso.

    En efecto, no se sentía como algo natural. La fuerza de las sacudidas era muy irregular, al igual que el efecto que tenía en las construcciones. Era más... cómo algo premeditado.

    Robin vio a su derecha a una familia, un hombre, una mujer, y dos niños, que acababan de salir de su vehículo luego de que éste se estrellase contra un poster. Iban caminando por la acera, cuando el suelo comenzó a moverse con mucha más violencia que antes. El edificio que se encontraba justo a su lado empezó a sacudirse también, y varios vidrios y escombros de la parte superior comenzaron a caer con fuerza en su dirección, y ninguno parecía percatarse.

    - ¡Cuidado! – Les gritó Robin a todo pulmón, y entonces se les lanzó a toda velocidad.

    Los cuatro alzaron su mirada al escuchar el grito del héroe, sólo para ver esos pedazos de roca y vidrio desplomándose hacia ellos. No pudieron reaccionar a tiempo, y parecía inevitable que los escombros los aplastaran. Pero de pronto, todos estos objetos contundentes se tornaron totalmente negros, y de la nada se quedaron suspendidos en el aire, a unos escasos centímetros de sus cabezas.

    Robin frenó el seco al ver este cambio tan repentino. Rápidamente alzó su mirada hacia un lado, y pudo ver la figura azul y negra de Raven, descendiendo lentamente desde el cielo, con sus manos alzadas hacia los escombros, que habían sido detenidos con su magia. Una vez que estuvo a menos de un metro del piso, estiró sus brazos hacia un lado, y todos los pedazos de edificios cayeron hacia un lado de la calle, sin lastimar a nadie.

    - ¡Gracias! – Exclamó contento uno de los niños, pero de inmediato su padre lo tomó de la mano, al tiempo que la madre tomaba en sus brazos al otro pequeño, y comenzaban a correr de nuevo.

    - Raven, qué bueno que llegaste. – Exclamó Robin acercándose a su compañera.

    - ¿Qué está ocurriendo? – Susurró la Hechicera con seriedad, mirando en silencio todo el destrozo a su alrededor.

    De pronto, todo se calmó. El suelo dejó de moverse, los edificios dejaron de sacudirse, y la gente dejó de gritar. Luego de unos segundos, todo pasó de estar en completo caos, a sumirse en un profundo silencio.

    - ¿Ya terminó? – Escucharon que cuestionaba Chico Bestia en forma de elefante, acercándose hacia ellos con rapidez, pero volviendo a su forma normal un segundo después. Starfire y Cyborg también se acercaron hacia ellos.

    - Parece que todo está bien ahora, ¿no? – Señaló Starfire un tanto más relajada, flotando a lado de Raven.

    - No bajen la guardia. – Advirtió Robin con seriedad. – Algo no me gusta de todo esto...

    Antes de que alguno de sus compañeros pudiera responderle algo a Robin, todos notaron como el suelo empezó a temblar de nuevo bajo sus pies, pero parecía más que nada concentrado en el área en la que ellos se encontraban. De pronto, la calle empezó a partirse en dos frente al equipo, y una larga columna de tierra y piedra se elevó de la grieta a tres metros de altura. Eso, definitivamente ya no era un terremoto.

    Los cuatro tomaron posiciones defensivas de inmediato, listos para cualquier cosa que se fuera acercarse.

    - No puede ser... - Escucharon como Cyborg pronunciaba con asombro. – ¡Miren!

    Los ojos de todos se centraron en la punta de esa pequeña torre, en la que la silueta de una persona se hallaba de pie. No estaba muy lejos, así que todos pudieron distinguir por completo su apariencia: usaba pantalones cafés anchos, botas negras, camiseta negra de manas largas, guantes cafés de piel, una máscara que le cubría toda el área de los ojos y la parte superior de la cabeza, y largo cabello rubio a sus espaldas. Tenía sus manos en su cintura, y los miraba fijamente con prepotencia desde su posición.

    - Cuanto tiempo sin vernos, amigos. – Murmuró con un tono sarcástico. – ¿Me extrañaron?

    Todos se quedaron atónitos ante la imagen que se paraba frente a ellos. Incluso Robin, que ya había pensado en esa posibilidad, no podía creer lo que veía.

    - Terra... - Surgió de los labios de Raven, apenas como un sonido entendible.

    La chica bajó de un salto desde lo alto, cayendo justo delante de ellos. Se enderezó, agitando su cabeza hacia un lado y hacia el toro, haciendo que sus cabellos se mecieran con su movimiento. Luego alzó su mirada de nuevo hacia ellos, sonriéndoles amplia con cierta superioridad.

    - ¿Eres tú, Terra? – Preguntó Robin, algo dudoso.

    - ¿Qué pregunta es esa, Robin? – Respondió ella con un tono divertido. – ¿Cuántas chicas rubias y hermosas conoces que pueden hacer esto?

    De la nada, alzó su pie derecho y luego golpeó el suelo con fuerza con éste. La torre de tierra detrás de ella se desmoronó en pedazos, saliendo disparados en todas direcciones, aboyando carros, rompiendo cristales, y algunos dirigiéndose hacia los Titanes, que tuvieron que moverse con rapidez para esquivarlos.

    - No, ¡no es posible! – Exclamó Chico Bestia con enojo, mirando a la extraña desde la distancia, una vez que esquivó todas las piedras que se dirigían hacia él. – ¡Tú no eres Terra!, ¡Dime quién eres!

    - Oh, pero qué cruel eres Chico Bestia... – Murmuró la joven rubia, con un falso tono de tristeza. – ¿Por qué me dices esas cosas? Pensé que estarías feliz de verme...

    El suelo bajó los pies de Terra se desprendió, convirtiéndose en una plataforma que la elevó unos centímetros. Luego, la plataforma, y la chica sobre ella, empezaron a acercarse poco a poco hacia Chico Bestia, quién de inmediato tomó posición defensiva, listo para atacar si era necesario. Pero no se estaba acercando con una actitud desafiante, no aparente al menos. De hecho, se detuvo estando a unos cuantos centímetros de él.

    - ¿Qué pasa? ¿Es que acaso te has olvidado de mí tan fácil...? – En ese momento, se inclinó hacia el frente, acercándose más hacia él.

    Chico Bestia tuvo el ferviente deseo de apartarse lo más pronto posible... Pero no lo hizo. De hecho, dejó que ella colocara su mano derecha delicadamente sobre su mejilla izquierda, y entonces pudiera colocar su rostro justo frente al suyo, a una distancia realmente corta. Y fue en ese momento, en el que estuvieron tan cerca, en la que el Titán pudo haber a través de las aberturas de su máscara, ver más allá, y notar esos inconfundibles ojos azules, que lo estaban viendo fijamente a él a su vez. Esos ojos... Él conocía esos ojos.

    - ¿Terra...?

    Chico Bestia se quedó tan sumido en esa mirada, que ni siquiera notó cuando ella movió su mano de su mejilla a su cara, para luego empujarlo con fuerza hacia atrás, hasta que ya estaba sentado en el suelo. Terra rio divertida, y la plataforma en la que estaba parada se elevó un poco sobre los Titanes, que no le quitaban la mirada de encima.

    - Mi pelea no es con ustedes en estos momentos; mi objetivo es Slade. Se ha escondido de mí, ¡y estoy moviendo cada piedra esperando a ver de cuál sale!

    Sus manos se cubrieron de un resplandor dorado, y al alzarlas sobre su cabeza, el suelo comenzó a agitarse violentamente de nuevo.

    - ¡Estás destruyendo la ciudad! – Le gritó Robin. – ¡¿Qué es lo que quieres con Slade?!

    - ¿Qué no es obvio? Tengo asunto pendientes con él, y él conmigo. Si tanto les preocupa su querida ciudad, entréguenme a Slade ustedes mismos, ¡si es que son tan buenos detectives!

    Jaló sus brazos con violencia de un lado a otro, y una grieta se abrió de un extremo de la calle a otra, haciendo que incluso algunos edificios y vehículos cayeran en ella. Los Titanes tuvieron que moverse rápidamente, y reagruparse alejados de Terra para poder decidir qué harían. Los cinco se reunieron en un callejón a un lado de la calle mientras escuchaban todo el sonido de los destrozos que provocaba a unos cuantos metros de ellos.

    - Se ha vuelto totalmente loca. – Señaló Cyborg, asomándose un poco hacia afuera del callejón. – Destrozando la ciudad no ganará nada. Slade tal vez ya ni siquiera está aquí.

    - Ella no es Terra, no puede ser Terra. – Repetía Chico Bestia en voz baja, aunque parecía que se lo estaba diciendo más a sí mismo.

    - Pues a mí me lo parece bastante. – Murmuró Raven con seriedad. – Definitivamente es la misma chica que vi la otra noche en la plataforma petrolera. Es todo lo que puedo afirmar.

    Robin no sabía qué opinar. Luego de un largo rato de silencio, se volteó hacia Starfire.

    - ¿Tú qué piensas, Star?

    La pregunta de Robin tenía un claro sentido. Luego de haber visto una foto de Tammy Hawk, Starfire había afirmado sin duda que ella era Terra. Ahora, quería saber qué opinaba al ver a esta otra chica que afirmaba también serlo. Pero Starfire no pudo dar una opinión concreta. Negó con cuidado con su cabeza y entonces volteó a ver de nuevo hacia la calle.

    - No lo sé. Se ve como Terra, y habla como Terra...

    - ¡Pero no es ella! – Recalcó Chico Bestia con más fuerza que antes.

    - No importa si es Terra o no. – Agregó Robin, sacando su vara y girándola un poco hacia un lado. – En estos momentos es una amenaza, y debemos detenerla. Titanes, ¡al ataque!

    Al llamado de su líder, todos salieron rápidamente hacia la calle, con la clara intención de atacar a la supuesta Terra sin reparo. ¿Pero podrían hacerlo?

    Starfire fue la primera en tomar la ofensiva por el frente. Terra estaba suspendida varios metros en el aire, por lo que ella se elevó con rapidez en su contra alzando sus puños al frente. Terra comenzó a mover sus manos, y a sus movimientos pedazos de piedra y tierra volaban por el aire, intentando golpearla con ellos. Starfire se movía con agilidad para esquivarla, y poco a poco se aproximaba hacia su objetivo. Cuando ya estuvo a muy corta distancia, Terra reaccionó, alzando un pedazo grande de piedra al frente, mismo que ella atravesó con todo su cuerpo, y sus puños se estrellaron de golpe contra la cara de Terra, tumbándola de su plataforma, y haciendo que ella, y toda lo que mantenía suspendido se desplomaran a tierra.

    Casi caía en una de las aberturas que ella misma había abierto, pero en último momento logró girar su cuerpo para caer hacia un lado.

    - No muevas ni un musculo, amiga. – Escuchó que la voz de Cyborg pronunciaba detrás de ella.

    Estando aún en el piso, lo volteó a ver sobre su hombro. Cyborg estaba a menos de un metro, apuntándola directamente con el arma laser de su brazo. Más que preocuparse, Terra rio un poco, y tranquilamente se puso de pie, mientras Cyborg la seguía apuntando con su arma.

    - No te conviene meterte conmigo, Cyborg. – Pronunció con indiferencia, mientras con sus manos se limpiaba sus ropas. – He aprendido cosas nuevas en estos últimos meses... Cosas que podrían sorprenderte...

    Alzó en ese momento sus manos hacia él, y éstas volvieron a billar. Antes de que Cyborg pudiera reaccionar, su propio cuerpo se cubrió del mismo resplandor dorado. Sus brazos fueron jalados por si solos haca los lados, y empezó de la nada a elevarse en el aire.

    - ¡¿Qué?! ¡¿Qué demonios?! – Gritó el chico robot, casi asustado por lo que ocurría.

    - ¡Sorpresa!

    Chico Bestia se le estaba acercando por detrás como un enorme Gorila con la intención de aprisionarla con sus brazos. Creía que ella no lo había notado, pero no era así. Terra jaló sus brazos con fuerza hacia atrás y Cyborg salió disparado como un proyectil contra Chico Bestia, tacleándolo en pleno aire, y haciendo que ambos cayeran a tierra con fuerza. Chico Bestia recuperó su apariencia natural en cuanto golpeó el suelo.

    - ¿Cómo rayos hizo eso? – Murmuró Cyborg confundido, intentando incorporarse de nuevo. – No me digas qué ahora controla también el metal.

    - Terra no podía hacer eso. – Agregó Chico Bestia, un poco aturdido por el golpe de la caída. – Eso muestra que no es ella.

    - Ya supéralo, viejo. No es el momento para eso.

    Robin se lanzó al ataque con su vara. Terra se empezó a mover con rapidez para esquivarlo, y de vez en cuando cubría sus ataques con sus brazos, o piernas. Robin reconocía esos movimientos. Era el estilo de pelea de Slade, el mismo que Terra usaba cuando era su aprendiz. Eso no podía ser una coincidencia.

    Luego de un rato de estar atacándose mutuamente, la vara de Robin fue prácticamente arrancada de sus manos por los poderes de Terra y terminó en sus manos. Entonces comenzó a atacarlo con ella, notándosele facilidad para usar ese tipo de arma. De nuevo, se asemejaba mucho a la forma de pelear de Slade.

    Terra pisó con fuerza el suelo y una un pedazo de tierra bajo los pies de Robin saltó, haciéndolo perder en balance. Aprovechó ese momento para alzar la vara, y golpearlo en el abdomen, tirándolo al suelo. Iba atacarlo de nuevo, pero una serie de esferas de energía verdes, cortesía de Starfire desde las alturas, la hicieron retroceder.

    - ¿Qué pasa Star? No te pongas celosa, sólo me estaba divirtiendo.

    Tres vehículos cercanos a Terra empezaron a levitar, y luego uno detrás del otro fueron lanzados hacia Starfire para contrarrestar su ataque. La Tamaraniana logró esquivar los primeros dos, pero el tercero la golpeó de frente, mandándola con todo y vehículo contra un edificio, atravesando sus paredes y cayendo adentro del cuarto piso de éste.

    - Así que tienes nuevos trucos. – Escuchó que ahora era Raven quién le hablaba, suspendida en el aire sobre ella, con sus ojos brillando con fuerza al igual que sus manos. – ¡A mí no me impresionas! ¡Azarath Metrion Zinthos!

    Acompañando su mantra, una gran cantidad de rocas, posters y vehículos se elevaron, para luego ser lanzados contra su enemiga a gran velocidad.

    - Veo que aún te gusta jugar rudo, Raven. – Terra volvió crear una plataforma de piedra y se elevó en el aire, y empezó a moverse rápidamente para alejarse de Raven y sus proyectiles. La hechicera no la dejaría ir tan fácil. Rápidamente empezó a volar detrás de ella, atacándola con todo lo que su magia pudiera alcanzar, mientras ella se movía de un lado a otro para esquivarlo.

    De un momento a otro, ambas empezaron una casi carrera por las calles del barrio, metiéndose entre los edificios, o incluso atravesando estos. Terra, al parecer huyendo, y Raven persiguiéndola.

    - Escuché que te has estado divirtiendo mucho últimamente, Raven. – Gritó la chica rubia sin detenerse, lo suficientemente fuerte para qué la escuchara.

    - Cállate. En verdad elegiste el peor momento para reaparecer. ¿Al menos de verdad eres Terra?

    - Si lo dudas, ¿por qué no me tocas y lo compruebas?

    - ¿Qué?

    Esas palabras impresionaron demasiado a Raven. ¿Por qué había dicho eso? En efecto, podría tocarla e intentar ver si podía entrar en su mente y saber quién era en realidad. Eso era posible. Pero... Lo que la confundía era que lo hubiera mencionado de esa forma, tan casualmente, tan de repente. No podía evitar recordar que había hecho eso mismo, apenas una semana atrás con Jared. ¿Era una coincidencia acaso?

    Sin darse cuenta, Raven se había distraído por una fracción de segundo, pensando en ello, y Terra así lo aprovechó. Alzó un pedazo del suelo y se arrojó de frente. Ella no lo vio hasta que éste la golpeó con fuerza, tumbándola del aire. Su espalda chocó contra el suelo, y por si fuera poco, en cuando su cuerpo tocó la calle, varias extremidades de piedra brotaron de la tierra, empezando a rodearla y aprisionarla con fuerza de brazos y piernas.

    Raven empezó a forcejear, intentando liberarse. Terra entonces descendió, poniéndose de pie sobre ella, colocando un pie a cada costado Raven, y mirándola fijamente desde arriba con una odiosa sonrisa triunfante.

    - Debemos dejar de vernos así, amiga. – Bromeó divertida, y entonces se inclinó un poco al frente, apoyando sus manos en las rodillas para poder verla claramente. – Dime una cosa, ¿cuándo tienes pensado decirle a nuestra amiga Starfire que te mueres por el chico que le gusta?

    - ¡¿Qué?! – Exclamó Raven pasmada, sintiendo que todo su cuerpo se quedaba hecho piedra. – ¡¿De... qué hablas?!

    - No finjas conmigo, Raven. Tú y yo sabemos de qué hablo, ¿o no? ¿Sabes?, desde que era una Titán sentí una fuerte química entre ustedes dos. Si la cara bonita de Starfire no se hubiera interpuesto desde el inicio, ¿qué crees que hubiera pasado? ¿Te lo imaginas? Yo creo que sí, ¿verdad?

    Raven no sabía cómo reaccionar. ¿Por qué le estaba diciendo eso? O es más, ¿cómo es que lo sabía? ¿Era tan obvio? No, no podía ser. ¿Cómo era posible? Eso no tenía sentido. Y especialmente, ¿por qué le afectaba tanto lo que decía al punto de prácticamente dejarla paralizada de la impresión...?

    - ¡Aléjate de ella! – Gritó con fuerza Starfire, dirigiéndose a toda velocidad hacia ellas.

    La extraterrestre arrojó varios ataques contra Terra, cuidando de no golpear a Raven, y obligándola a apartarse de su compañera. Starfire voló hasta colocarse a su lado.

    - ¿Estás bien, Raven? – Le preguntó preocupada. Con los rayos de sus ojos, destruyó los brazos de piedra que la aprisionaban.

    - Sí, estoy bien. – Respondió la Hechicera, no muy convencida.

    Por algún motivo, no era capaz siquiera de ver a su amiga a la cara en esos momentos, ni siquiera para agradecerle. Pero estuvo bien, ya que Starfire estaba más concentrad en Terra en esos momentos.

    - Justo la persona de la que estaba hablando. – Vociferó la rubia. – ¿También quieres pelear? Ven y dame tu mejor golpe.

    Starfire de inmediato aceptó el reto, y sin espera se lanzó contra ella. Raven por un momento pareció tener la intención de decirle algo para detenerla, pero nada surgió de su boca. En su lugar, intentó recuperar la compostura lo más pronto posible y poder unirse en el ataque con su compañera.

    Terra elevó otra torre de tierra desde sus pies, tan alta que llegó hasta la terraza de un edificio, al que se subió de un salto. Starfire voló con rapidez detrás de ella, seguida por Raven. Antes de que pudieran alcanzarla, Terra separó la mitad del suelo de la terraza, y prácticamente se los arrojó encima como una avalancha. Starfire disparó sus rayos de energía para poder hacer un agujero en la superficie y poder atravesarla, y Raven hizo lo mismo.

    La destrucción era demasiada. Raven sabía que los poderes de Terra eran destructivos, pero eso excedía cualquier incidente anterior. Además, parecía poder controlarlos con mayor facilidad, y encima de todo tenía nuevas habilidades, como poder controlar el metal también. ¿Qué significaba todo eso?

    Starfire llegó hasta la terraza, y sin espera se abalanzó contra Terra. Ésta estaba de pie cerca de la orilla. Estaba quieta, tranquila, cómo si no le importara la proximidad de su atacante. Entonces, cuando se encontraba a menos de un metro, alzó sus manos, y éstas se cubrieron rápidamente de trozos de piedra que se fueron desprendiendo del suelo, hasta formar dos grandes puños de piedra. Se movió a un lado esquivando el golpe de Starfire, y entonces ella misma lanzó su puño derecho contra su cara, con tanta fuerza que el puño de desmoronó del impacto. Starfire, adolorida y aturdida por el golpe, fue lanzada hacia un lado, cayendo sobre el suelo en ruinas de la terraza. Su contrincante no esperó y saltó con fuerza sobre ella, jalando ahora su otro puño, dejándolo caer contra su abdomen, estampando el cuerpo de la Tamaraneana contra el suelo. Éste se desquebrajó y rompió, y ambas cayeron en el interior del edificio.

    - ¡Starfire! – Raven quiso acercarse, pero una gran cantidad de polvo se levantó por la destrucción y tuvo que alejarse y cubrirse con su antebrazo para no respirarlo.

    Unos segundos después, empezó a oír golpes y gritos, y a ver esferas de energía y rocas volando en todas direcciones. Starfire y Terra peleaban, lanzándose la una contra la otra, golpeándose y empujándose. En algún punto entre todo el polvo y paredes destruidas, ambas terminaron tomándose las manos, y comenzando a empujarse, pero obviamente Starfire pudo tomar la ventaja con su fuerza, y la empujó por completo contra lo que quedaba de una pared, manteniéndola sujeta con fuerza de las muñecas.

    - Te lo preguntaré sólo una vez. – Pronunció la extraterrestre con fuerza. – ¿Eres Terra?

    La chica de cabellos rubios gimió con un poco de dolor por el agarre tan fuerte de Starfire, pero como le fue posible alzó su mirada hacia ella, mirándola fijamente.

    - ¿Tú qué crees?, ¿eh?

    Starfire la miró fijamente con severidad, intentando ver sus ojos a través de esa máscara, intentando ir más allá. Estuvo así por un largo rato, y de pronto todo su semblante cambió. Sus ojos se abrieron por completo y un gran asombro la inundo, tanto que incluso aligeró un poco el agarre de sus muñecas sin darse cuenta. Había visto algo, y lo que había sido la dejó realmente sorprendida...

    - No puede ser... Tú...

    No pudo completar sus palabras. Aprovechando su momento de vacilación, Terra lanzó su cabeza hacia al frente, golpeándola fuerte con su frente en su nariz y boca. Starfire la soltó y retrocedió, y una vez que Terra tuvo sus manos libres, hizo temblar todo el suelo debajo del edificio, y éste empezó a desmoronarse. En un abrir y cerrar de ojos, todo el edificio se vino abajo, convirtiéndose en una gran pila de escombros, y cubriendo todo alrededor de una densa nube de polvo.

    Raven comenzó a toser con fuerza, pero sin espera empezó a descender para buscar a su compañera, sin importarle todo el polvo, que poco a poco se iba disipando. Flotó a pocos centímetros de los escombros, buscando cualquier señal de vida, hasta que al fin la visualizó. La Titán de cabellos rojos se encontraba aproximadamente en el centro, al parecer inconsciente, tirada boca arriba, con la mitad inferior del cuerpo totalmente sepultada.

    - Starfire... - Susurró sorprendida por la imagen ante ella. La chica sangraba ligeramente e su frente, y del brazo derecho. – Te sacaré enseguida. Resiste...

    Alzó sus manos en dirección a ella, con la intención de usar su magia y apartar los escombros que tenía encima. Pero antes de poder hacerlo, varios de los pedazos de edificio, y no los que estaban sobre Starfire, se alzaron de repente en el aire contra ella. Raven apenas y pudo reaccionar, pero al final fue impactada por uno de ellos, uno de gran tamaño, que la alejó varios metros de Starfire, y también le dejó casi fuera de combate.

    Mareada, y confundida, intentó alzarse, apoyando sus dos manos en el piso. Veía doble, y sentía un molesto zumbido en los oídos. Alzó su mirada hacia el edificio en ruinas. Tuvo muchos problemas para poder enfocar de nuevo su mirada, pero al final logró distinguir la cabellera rojiza, y la piel en un tono anaranjado de Starfire, entre todas las rojas y restos de metal. Pero no podía concentrarse en su amiga en esos momentos. Terra; debía saber su localización, o estaría en desventaja. Para su suerte, Terra no estaba oculta. Se encontraba del lado de la calle, frente a lo que alguna vez fue la fachada del edificio. Salvo por algunas manchas de polvo y rasgaduras en su ropa, se veía intacta.

    Estaba haciendo algo, ¿pero qué? Se encontraba suspendida, con sus brazos alzados en el aire. Sus ojos y manos brillaban con un fuerte furor. Tardó un rato en entenderlo, hasta que vio como un automóvil se elevaba violentamente del suelto, se retorcía y doblaba y luego se dirigía a varios metros sobre Terra. Al voltear a ver sobre la rubia, se sorprendió ante lo que yacía flotando. Terra había comenzado a juntar una gran cantidad de escombros, rocas, tierra, autos, varilla de metal, posters de luz, todo lo que tuviera la mano, todo lo que pudiera atraer con sus poderes, y empezó a juntarlo y comprimirlo, hasta empezar a formar una gigantesca esfera de materiales sobre ella, de tal vez cinco metros de radio.

    ¿Qué pensaba hacer con eso?

    Terra la volteó a ver de pronto, y pudo ver cómo le sonreía con malicia.

    - Mira esto, Raven. Creo que te haré un gran favor. ¡Así de buena amiga soy...!

    En ese momento jaló con fuerza sus manos al frente, y la enorme esfera comenzó a dirigirse con rapidez a tierra, como un meteorito... Y se dirigía directo a los escombros del edificio... Directo a Starfire. Eso fue suficiente para que cualquier rastro de azoro o confusión se esfumara, y pudiera reaccionar con sus cinco sentidos.

    - ¡No...! – Exclamó con fuerza, y de inmediato alzó sus manos hacia donde se encontraba su compañera.

    Todo se volvió blanco y negro en la mente de Raven. No había colores, no había sonido, no había nada más que ella, el montón de escombros, y el peligroso proyectil que se dirigía en cámara lenta hacia su destino, destrozando el aire a su paso. Debía ser rápida. Tenía que detener la esfera, o mover a su amiga lo más rápido posible. Debía concentrar su magia en alguna de las dos cosas, y hacerlo de inmediato. Estaba en la posición correcta, con el tiempo correcto. Debía hacerlo y podía hacerlo...

    Pero nada pasó....

    Raven se quedó de rodillas en el suelo, con sus dos manos señalando hacia enfrente, y su mirada totalmente puesta en su objetivo... Pero nada pasaba. ¿Por qué no pasaba nada? ¿Por qué la esfera no se detenía?, ¿Por qué Starfire no era alzada de entre los escombros y lanzada hacia un lado? ¿Por qué...?

    Por el rabillo del ojo, vio tres figuras acercándose a lo lejos, corriendo por la calle. Chico Bestia en forma de Chita, Cyborg y Robin; éste último corría al frente de los otros dos.

    "Tú podrías vencer a esa chica, y ganar el corazón de Robin..."

    Esa voz resonó entre todo el silencio que la inundaba en esos momentos... Y entonces notó que no era una voz femenina, no era una voz masculina... Eran ambas.

    "La vida es una competencia, quien se descuida pierde... ¿Cuánto tiempo ha pasado y ninguno define sus sentimientos? Eso no es justo..."

    No era siquiera una o dos voces, eran varias, hablando al mismo tiempo, con las palabras intercalándose una con otra, pero que eran totalmente comprensivas para ella. Podía entender cada palabra, cada oración...

    "Ella ha tenido muchas oportunidades, ahora es tu turno de tomar las riendas. ¿Ella es más linda que tú? Eso no es cierto. Tú eres una chica hermosa, incluso más bonita que esa Starfire..."

    ¿De dónde venía esa voz? ¿Estaba oyéndola directamente en su cabeza? ¿O alguien realmente le estaba hablando...? ¡No!, no debía de pensar en eso. Tenía algo frente a ella, algo que era más importante y que debía de hacer cuanto antes... Pero seguía sin reaccionar, ¡¿por qué rayos su magia aún no había surtido efecto?!

    "Tú le puedes dar a Robin cosas que ella no... Tú puedes hacerla a un lado sin problema. Imagínate lo fácil que sería si no estuviera. Robin sería todo para ti... Todo..."

    Sí... Sí lo sería, ¿no? ¿No era lo que le acababa de decir a Jared hace apenas una hora atrás? ¿No le había dicho que su único impedimento para poder confesarle sus sentimientos a Robin... Era Starfire? ¿O no había sido así...? ¿No había dicho eso...?

    "¿Quién es ella para recibir toda la atención del chico que tú amas? No se lo merece..."

    No, claro que no se lo merecía. ¿Por qué Starfire y no ella? No había motivo alguno, no había nada que Starfire pudiera hacer que ella no, y mejor. Claro, ¿cómo no se había dado cuenta antes? Todo se volvió tan claro, que no entendía por qué tardó tanto darse cuenta. Ella era el origen de todo. Era la representación de todo lo que quería ser, todo lo que quería tener, y no podía. Todo en su vida sería mejor sin ella... Y era tan sencillo realmente. No tenía que hacer nada, absolutamente nada. Terra se encargaría de ello, Terra sería la mala, Terra sería la villana. Ella, lo único que tenía que hacer, era no hacer nada... Y entonces todo sería suyo... Todo... Todo... Todo...

    "No se lo merece... No se lo merece... Toda esa atención debería de ser hacia ti... Tú lo mereces..."

    - Yo lo merezco... - Repitió en voz muy baja, tanto que ella posiblemente fue la única en escucharse... Pero el pronunciar esas palabras fue suficiente para hacerla reaccionar.

    Los colores volvieron, y también el ruido. La voz, y todo los pensamientos que le habían llegado de pronto, se esfumaron como el humo en un abrir y cerrar de ojos. Al fin se volvió de nuevo consciente de todo lo que la rodeaba, justo a tiempo.... Para ver como la enorme esfera que Terra había arrojado creaba un fuerte estruendo contra los escombros del edificio, hundiéndose y agrietando todo el pavimento.

    El sonido del choque fue tan tremendo que el eco resonó por varios segundo después en los oídos de Raven, y de los otros tres titanes que habían frenado en seco ante tal escena. Ella seguía en la misma posición. De rodillas, a algunos metros de la zona de impacto, con sus manos alzadas en su dirección.... Totalmente atónita...

    - ¡¡Starfire!! – Escuchó que Robin gritaba con todas sus fuerzas por mero reflejo, pero ni siquiera eso logró sacarla de su estado...

    FIN DEL CAPITULO 14

    NOTAS DEL AUTOR:


    No sé ustedes, pero últimamente siento que los Súper Héroes están teniendo un fuerte boom. En el caso de DC, por ejemplo, podemos mencionar las películas de Man of Steel, y claro la tan esperada Batman v Superman que ya está cada vez más cerca. Pero también por series de televisión, desde Young Justice, serie animada que en lo personal me encantó y me pareció muy mal que no le sacaran una tercera temporada, hasta series Live Action como Arrow, Flash, Gotham, la próxima serie de Supergirl, y sobretodo el más reciente aviso de una posible serie basada en Teen Titans. Claro, supongo que también podríamos mencionar a Teen Titans Go!, pero en lo personal, así como le pasó a muchos otros, no era precisamente el tipo de serie que esperaba que fuera...

    Pero en resumen, todo este material presente y venidero, me hizo pensar y recordar esta historia. Y aprovechando la inspiración latente sobre el tema, decidí, luego de dos años de dejarla parada, terminar este Capítulo 14 y publicarlo. Y también, ya que lo hice, quisiera preguntar si aún después de tanto tiempo, aún hay alguien por aquí interesado en saber cómo termina esta historia, que yo le calculó le faltarían tal vez ocho o tantito más capítulos. Si es así, por favor déjenme sus comentarios, para así tomar medidas y proseguirla cómo es debido. Estaré al pendiente, aunque sé que ya ha pasado mucho tiempo del estreno de la serie animada, y tal vez el furor ya no sea el mismo. Aun así, sigo teniendo el bichito de querer terminar esto que empecé.

    Aprovechando también que tengo su atención, si hay alguien por aquí que es fan de Dick Grayson y/o el Universo de Batman en general, recientemente he comenzado un nuevo fanfic inspirado en ello, llamado Batman Family: Legacy, que se enfocará principalmente en personajes como Dick Grayson, Bárbara Gordon, Tim Drake, Jason Todd, Stephanie Brown, Damian Wayne y Cassandra Cain. Si hay alguien interesado en ello, espero puedan darse una vuelta por este otro proyecto y darme sus comentarios. Los esperaré con ansias.

    Atte.
    WingzemonX
     
  4.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    7554
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 15
    “Tarjeta en Blanco”

    - No… - Fue lo primero que Raven logró susurrar luego de que al fin su cerebro pudo procesar lo que acababa de ver.

    Todo su cuerpo temblaba sin control, su corazón latía a mil por hora, y su rostro estaba tenso y le dolía. Sintió una enorme, enorme presión en el pecho, como una dolorosa punzada. Miedo, enojo, angustia, desesperación, dolor, todo lo que se suponía jamás debía de dejarse sentir, lo estaba sintiendo, y en exceso… Sólo habían pasado un par de segundos, pero para Raven había sido casi una eternidad, antes de que al fin pudo reaccionar por completo.

    - No, no, ¡no! ¡¡Starfire!! – Gritó cada vez con más fuerza, y acto seguido se elevó en el aire sin reparó. Sus ojos y sus manos brillaron con gran intensidad, básicamente todo su cuerpo lo hacía. Alzó sus manos al frente y en un segundo toda esa enorme esfera de piedra y metal se desprendió en miles de pedazos, mismos que fueron arrojados hacia un lado con rapidez. Tanta era su consternación que ni siquiera le importó que todos esos pedazos chocaran de frente contra otro edificio, rompiendo sus ventadas y atravesando sus paredes.

    La esfera había dejado un cráter marcado en el concreto. El suelo se había abierto, y los escombros del edificio derribado se habían rotó en pedazos más pequeños, o vuelto polvo. En medio de todo eso, se encontraba Starfire. Inmóvil, aún con gran parte de su cuerpo sepultado. Raven rápidamente retiró también todo esos escombros, arrojándolos a todos lados. No le importaba a qué le golpeaba, no le importaba siquiera si llegaba a golpear a Robin, o a Cyborg o a Chico Bestia, que estaban de pie a un lado del cráter. Sólo le importaba sacar Starfire.

    Una vez que la desenterró, descendió de inmediato, colocándose de rodillas a su lado. Starfie estaba boca arriba, con su cabeza ladeada hacia la derecha, y casi todo el resto de su cuerpo ladeado hacia el lado contrario, con sus brazos y piernas doblados en posiciones extrañas. Tenía los ojos cerrados, y su boca ligeramente abierta. Estaba llena de polvo, su ropa estaba rasgada, y tenía heridas sangrantes por todo el cuerpo.

    - Starfire, Starfire. – Repitió varias veces en voz baja. Algo dudosa, la tomó y la alzó un poco, para hacer que se sentara. Su cuerpo no oponía la menor resistencia, era como levantar una muñeca de trapos. – Starfire, mírame, reacciona por favor. ¿Me escuchas? ¿Starfire?

    Le voz de Raven se quebraba un poco sin que lo notara. De pronto, sus ojos se humedecieron ligeramente, y empezó a ver un poco borroso… Cuando vio a Chico Bestia llorar en la playa unas semanas atrás, había pensado para sí misma que nunca había llorado en su vida, o más bien no recordaba ningún momento en especial en el que lo había hecho… Una pequeña gota se deslizó por su mejilla y tocó ligeramente el rostro de su amiga; ese era uno de esos momentos.

    - Starfire… Respóndeme, dime algo, lo que sea… Por favor… ¡Starfire!

    Sin que ella se lo ordenara conscientemente a su cuerpo, la abrazó con fuerza, pegando su mejilla contra la de ella. Unas cuantas más lágrimas recorrieron su rostro sin que pudiera detenerlas.

    ¿Qué había hecho? ¿Cómo había sido capaz de hacer algo tan horrible? Ella podría haberla salvado. Estaba en el lugar adecuado, en momento adecuado. Podría haberla salvado, y lo único que necesitaba era quererlo… Pero no había querido. ¿Por qué?, ¿Por qué pasó eso? ¿Qué le había hecho reaccionar de esa forma…? Por su culpa, Starfire…

    Sintió en ese momento que la boca la de Starfire soltaba un fuerte gemido, y luego una profunda inhalación, como de alguien que se estaba ahogando, y a último momento logra tomar una fuerte bocanada de aire. Luego, tosió con fuerza por unos segundos, y después volvió a quedarse en silencio. Raven rápidamente rompió su abrazo, y volvió a colocarla en el suelo. La Tamaraneana seguía totalmente inconsciente, y con su cuerpo desplomado… Pero ahora respiraba, muy lentamente, pero lo hacía.

    - Starfire… - Susurró con hilo de voz, sonriendo ligeramente.

    Estaba viva, Starfire aún estaba viva. Eso debería de alegrarla y tranquilizarla por completo, pero no era así… Porque eso no cambiaba en lo más mínimo lo había hecho.

    Robin, Cyborg y Chico Bestia se aproximaron rápidamente al cráter. Robin de inmediato empezó a revisar su cuerpo, su cuello, sus brazos, mientras Cyborg hacía una lectura de sus signos vitales en su computadora.

    - Aún está viva, pero su cuerpo está muy malherido. – Comentó Cyborg mientras miraba fijamente la pantalla de su computadora. – Hay que llevarla a la Torre para estabilizarla.

    Todos asintieron al mismo tiempo, y de inmediato se dispusieron a hacerlo. Sin embargo, entre toda su preocupación, habían pasado por alto a la culpable del estado de Starfire, la cual había estado todo ese tiempo suspendida sobre una plataforma, sobre ellos.

    - Ah, ¿Star está bien? – Comentó con un tono burlón desde las alturas. – Lo siento, creo que jugué demasiado rudo… Como mi madre siempre decía, “todo es muy divertido hasta que alguien pierde un ojo… o es aplastado por una roca giante…”

    Todos los Titanes alzaron su mirada hacia ella, y de inmediato se prepararon para defenderse, a ellos y a Starfire, si acaso intentaba atacarlos de nuevo. Pero una de ellos no estaba en disposición de “defenderse”.

    En cuanto los ojos de Raven se posaron de nuevo en Terra, toda esa preocupación y desesperación que sentía evolucionó en un instante a algo más: un tremendo y profundo enojo, mismo que no la hizo pensar dos veces en lanzársele encima como una fiera.

    - ¡¡Tú!! – Le gritó con fuerza al tiempo que se elevaba a toda velocidad en su contra. – ¡¡Tú hiciste esto!!, ¡¡Tú…!!

    - ¡Raven!, ¡no! ¡Espera! – Escuchó que le gritaban, pero ni siquiera reconoció la voz de quién era. Sólo tenía una cosa en la mente: arrancarle la cabeza en ese mismo momento.

    - No me des todo el crédito. – Comentó burlona, mientras se elevaba más. – Fue un trabajo en equipo después de todo, ¿o no amiga?

    Varias rocas de diferente tamaño empezaron a surcar el aire a toda velocidad como proyectiles. Raven las esquivaba todas, teniendo toda su ira, toda su atención puesta únicamente en Terra, únicamente en llegar hacia ella y acabar con eso de una vez por todas. Justo cuando estaba a punto de alcanzarla, Terra saltó de su plataforma, y ésta se desplomó con velocidad hacia tierra, golpeando a Raven de frente.

    - ¡Ah! – Gimió de dolor ante el golpe.

    Aturdida y confundida, empezó a descender de nuevo a tierra, cayendo de nuevo en el cráter. Su intento furioso de venganza había terminado en vergüenza.

    Por su lado, Terra descendió tranquilamente hacia la calle, a cierta distancia del cráter y por lo tanto de sus contrincantes. Aun así, desde su posición los veía con una amplia sonrisa triunfante.


    - Peor que eso les sirva de lección, Titanes. – Les gritó con fuerza para que la escucharan. Luego, alzó su pie derecho, y lo chocó con fuerza contra el piso, y justo detrás de ella se abrió una profunda grieta. – Entréguenme ustedes mismos a Slade, o en su defecto no se metan en mi camino. O si no, ustedes siguen luego de él.

    Mientras hablaba, comenzó a caminar de espaldas, hasta dejarse caer por sí sola en el interior de la grita que había abierto.

    - ¡Espera! – Exclamó apresurado Chico Bestia, transformándose en el halcón y luego en topo cuando estuvo justo sobre la grieta, pero ésta se cerró en un instante, evitando que el Titán pudiera entrar, y por lo tanto seguirla.

    Ninguno hizo otro intento. Después de todo, tenían algo mucho más importante de qué de ocuparse en esos momentos.

    - - - -​

    Los Titanes se encaminaron de inmediato hacia la Torre, llevando a su malherida compañera con ellos. Una vez en su hogar, la llevaron a la enfermería, la recostaron con cuidado en una camilla, y empezaron a tratar sus heridas. Por suerte, el cuerpo extraterrestre de Starfire era realmente fuerte, más que un cuerpo humano común. Sin embargo, como todo, tenía sus límites.

    Cyborg, Robin y Chico Bestia se movían de un lado a otro por la enfermería, cargando vendajes, medicinas, inyecciones, hilos, agujas, incluso almohadas… Pero Raven, desde que arribaron, se había quedado de pie en la puerta, inmóvil, viendo en silencio la camilla, y a su amiga reposando en ella. Quería ayudar, pero su cuerpo no se movía. No sabía qué debía de hacer o cómo actuar. A lo largo de sus miles de peleas, habían salido lastimados, varias veces, y en muchas de ellas de gravedad. Era parte de su trabajo, y lo aceptaban. Pero esa ocasión era diferente. Y no porque fuera las peores heridas que Starfire hubiera recibido, o la primera vez que se encontraba en ese estado. No, lo que era diferente era como Raven se sentía. Cómo recordaba una y otra vez la escena, cómo veía en repetición la enorme esfera cayéndole encima, y a ella misma no haciendo nada para evitarlo… O incluso, deseando por un instante que pasara. La sola idea le estrujaba el pecho con tanta fuerza que se le dificultaba respirar.

    Luego de casi una hora, Starfire ya estaba estabilizada. Tenía algunos vendajes por todo el cuero y cara, y le habían inyectado un calmante para el dolor, y para que descansara. Raven se acercó con pasos cautelosos hasta la camilla, parándose a lado de ésta. Sólo hasta ese momento, se permitió a sí misma sentir aunque fuera un poco de alivio. Starfire ahora parecía que estuviera simplemente durmiendo, plácidamente, incluso teniendo un buen sueño, ya que tenía una pequeña y casi imperceptible sonrisa.

    - Robin, te juro que no sé lo que me pasó. – Soltó de pronto, haciendo que sus tres compañeros la voltearan a ver sin entender.

    - ¿A qué te refieres, Raven? – Le preguntó Robin desconcertado.

    - Allá, en la pelea…. Yo… – Comenzó a decir entre murmullos. Nadie la había cuestionado sobre lo ocurrido, y eso la hacía sentir aún peor. – Yo pude haberla salvado, quitarla del camino. Pero me congelé, y no reaccioné a tiempo. Y por mi culpa, Starfire…

    - Vamos Raven, no digas eso. Esto no es tu culpa. – La interrumpió su líder rápidamente antes de que prosiguiera. – A todos nos puede llegar a pasar en una batalla. Sé que hiciste lo que estuvo en tus manos para cubrir a Starfire, como siempre lo haces con cualquiera de nosotros. Y estoy seguro que Starfire lo sabe igual.

    - Sí, anímate. – Agregó Cyborg con un tono relajado. – No es como si hubieras dejado que le cayera esa cosa encima apropósito.

    Ese comentario, aunque era claramente una broma, fue como una daga atravesándole el pecho. Pero rápidamente se viró hacia otro lado, intentando ocultar sus reacciones de sus amigos.

    - Starfire tiene un cuerpo mucho más resistente que el nuestro. – Señaló el joven de antifaz negro, viendo los signos vitales de su amiga en el monitor. – Con suerte estará bien con sólo descansar un poco. Ahora, lo que nos debe ocupar es Terra…

    - Ella no es Terra. – Escucharon todos como Chico Bestia pronunciaba con ímpetu de pronto. Al igual que Raven, también había estado algo callado por largo rato, y viniendo de él era decir mucho. – No la llamen de ese modo… ¡Por qué ella no es Terra!

    - ¿Cómo puedes seguir diciendo eso? – Cuestionó Cyborg, notándosele ligeramente molesto por su actitud. – Es idéntica a ella, tiene sus mismos poderes, y dijo cosas que sólo Terra diría o sabría. Además, está buscando a Slade desesperadamente. Si camina como pato y hace como pato…

    - ¡Eso no significa nada! – Respondió el chico de piel verde con fuerza. Tal vez no fue buena idea usar una metáfora de patos con un chico que podía transformarse en cualquier animal. – No sé cómo es posible, y tampoco puedo explicar nada de lo que está pasando. Sólo sé que esa chica no puede ser Terra…

    - Tal vez tengas razón. – Oyeron entonces que ahora Robin mencionaba, uniéndose a la conversación. Ambos lo miraron casi atónitos por lo que había dicho.

    - ¿La tiene? – Preguntó Cyborg, confundido.

    - ¿La tengo? – Secundó Chico Bestia, prácticamente del mismo modo.

    - Aunque todo pareciera indicar que la chica que acabamos de ver sea Terra, no podemos ignorar que aún existe otra persona sospechosa a la que hay que encontrarle una explicación.

    - ¿Te refieres a…?

    Chico Bestia sabía exactamente a quién se refería. ¿Acaso Robin también había comenzado a creer que aquella otra chica era Terra? Si fuera por sí mismo, en base a la evidencia que había visto, se inclinaría por decir que no. Sin embargo, lo que Starfire le había dicho, seguía surcándole la cabeza, y le impedía quitar el dedo del renglón sobre ese tema.

    “No sé bien cómo explicarlo, simplemente lo siento así. No tengo ningún tipo de duda al verla, sé que es Terra, así de sencillo. Pero... No está completa... Es algo en su mirada, en su expresión... Incluso en su postura... No lo sé. Simplemente sé que es Terra.... Pero... algo le falta...”

    - Vamos a la sala. Necesito verificar algo…

    Robin se dispuso a salir de la enfermería, y de inmediato Cyborg y Chico Bestias lo siguieron. Raven, por su lado, parecía ni siquiera haber escuchado todo lo que estaban hablando hasta hace unos momentos. Seguía de pie a lado de la camilla de Starfire, viéndola fijamente de forma pensativa, y no parecía tener intención de moverse.

    - Raven, ¿vienes? – Le preguntó Chico Bestia desde la puerta.

    El escuchar su nombre pareció ayudar a que al fin reaccionara, aunque fuera un poco. Volteó a ver a sus amigos que ya estaban prácticamente afuera. Sus ojos estaban adormilados, y su rostro pálido… Más que de costumbre.

    - Lo siento chicos… No me estoy sintiendo bien. – Se disculpó en voz baja, y se volteó de nuevo hacia su compañera herida. – Me quedaré un rato más, y luego creo que me iré a descansar…

    - ¿Descansar? – Repitió confundido Chico Bestia. – Está bien…

    Los tres salieron de la enfermería, y caminaron por el pasillo hacia la sala.

    - ¿Qué le sucede? – Preguntó el chico de piel verde, una vez que ya estuvieron a una distancia segura de la enfermería.

    - No lo sé. – Respondió Cyborg, encogiéndose de hombros. – Creo que lo de Starfire la afectó más de la cuenta.

    - Raven está pasando por muchas cosas en estos momentos. – Comentó Robin, caminando hasta el frente. – Sólo démosle un poco de espacio.

    Los tres se dirigieron a la sala como les había solicitado Robin, quien tecleó en la consola algunos comandos para que en la pantalla principal se proyectara una imagen, una relativamente conocida: era una toma de la calle en la que se habían encontrado con Terra, y de hecho en ella aparecían ellos, intentando atacarla, hasta que al parecer una de las piedras lanzadas por su enemiga destruyó la cámara de seguridad que los había captado, y todo se volvió estática.

    - Cómo podrán adivinar, ésta es una grabación de nuestra pelea de esta tarde en la zona norte. – Robin regresó la imagen un poco, y luego la pausó. En la esquina inferior derecha venía la fecha de ese día, Febrero 13, y la hora exacta, 3:25 pm. – Esa es la hora precisa en la que estuvimos peleando con la supuesta Terra.

    - ¿Y? – Cuestionó Cyborg sin comprender el punto de todo eso.

    Robin no hizo más rodeos, y de inmediato volvió a teclear para que la pantalla se dividiera en dos. En una mitad, se veía la escena de la calle en ruinas, de ellos y Terra. Y en la otra, se veía una toma de la fachada de una escuela, y un grupo de chicos saliendo por ella. Robin acercó más la cámara y entre los chicos que iban saliendo, se encontraba una jovencita de cabellos rubios y largos, ojos grandes y azules.

    - ¡Es Tammy! – Exclamó Chico Bestia sorprendido.

    - En efecto, éstas son escenas de la Preparatoria Murakami en el centro, tomadas justo al mismo tiempo, misma hora y mismo minuto.

    Robin paró ambas imágenes, y en ambas se veía a las dos chicas de cabellos rubios, en situaciones muy distintas, y en lugares muy distintos. En la esquina inferior derecha de la nueva imagen, se veía la misma fecha y la misma hora exacta.

    - Esa no es una cámara de seguridad. – Señaló Cyborg. – ¿De dónde sacaste ese videos?

    Robin tardó un poco en resolver esa duda, pues no estaba del todo orgulloso de la respuesta.

    - Son micro cámaras que instale a inicios de la semana en diferentes puntos. – Rápidamente pasó sus dedos por las teclas, y en la pantalla se vieron cuatro imágenes diferentes: la facha de la escuela, el interior de un salón, la facha de una casa, y la toma de una venta que daba al interior de una habitación.

    - ¿Esa es su casa? – Cuestionó Chico Bestia. – ¿Las has estado espiando durante días?

    - Lo sé, no fue la manera correcta de hacerlo. Pero intentaba encontrar cualquier pista que me indicara que esta chica pudiera ser Terra, o no serlo. Pero hasta ahora no pude detectar nada fuera de lo normal. – Comenzó a pasar varias imágenes de la semana, de Tammy en su salón resolviendo en un examen, llegando a su casa, en su cuarto estudiando. – Parece ser solamente una adolescente yendo de su casa a la escuela y de regreso, estudiando y haciendo su tarea. Nada fuera de lo común, al menos no detectado por las cámaras.

    Espiar a una civil no era un método muy ortodoxo, ni algo que hicieran con frecuencia. Pero parecía que Robin estaba más que decidido en verificar todas las posibilidades. Cyborg no estaba del todo de acuerdo, pero no dijo nada a favor o en contra de la medida que había tomado su líder. En su lugar, miraba con algo de fascinación a la chica de las grabaciones.

    - ¿Entonces ella es la chica? Pues tengo que decir que en realidad es idéntica a Terra…

    - ¡Se los dije! – Exclamó Chico Bestia, casi triunfante. – Dijiste que este video fue grabado al mismo tiempo que estábamos peleando con la supuesta Terra, ¿no? ¡Lo sabía! Eso prueba que…

    - Eso no prueba nada. – Lo interrumpió el chico mitad máquina, viendo con anticipación qué era lo que estaba por decir. – Lo único que prueba es que la chica con la que peleamos, y esta otra que tú conociste, no son la misma. Pero no prueba que ninguna de las dos sea o no sea Terra.

    - Pero… - El Chico de piel verde intentó refutar algo, pero Cyborg prosiguió sin darle la oportunidad.

    - Además, creo que todos estamos de acuerdo en que es prácticamente imposible que haya tres chicas con la misma apariencia en el mismo lugar y al mismo tiempo, y no estén relacionadas entre sí. Eso quiere decir que forzosamente una de ellas dos tiene que ser Terra. Y por un lado tenemos a una que es sólo físicamente parecida a Terra, y por el otro a una que no sólo es físicamente parecida, sino que tiene sus mismos poderes, su misma personalidad, y conocimientos, y afirma ser Terra sin rodeos. – En ese momento, alzó su mano derecha, señalando directamente a la imagen de la Terra con la máscara. – Por dónde lo veas, esa chica que ves ahí, tiene más posibilidades de ser la Terra que conocimos.

    Chico Bestia guardó silencio sin poder decir nada en contra de lo que Cyborg había dicho. En efecto, si se ponían a comparar posibilidades, la Terra con la que habían peleado esa tarde, tenía más posibilidades de ser la real. Después de todo, ¿en qué se basaba para afirmar que Tammy Hawk era Terra? En realidad en nada. Sólo en su parecido, y en un muy fuerte presentimiento.

    Alzó su mirada hacia Robin en busca de algo de apoyo, de alguna idea que pudiera apoyar lo que él creía, pero no tuvo lo que esperaba.

    - Hasta no comprobar algo que lo desmienta, la teoría de Cyborg es la más plausible, Chico Bestia. – Le explicó el chico de Antifaz sin rodeos.

    - Sé lo mucho que quieres creer que en el último momento, Terra se redimió y volvió a ser la misma chica buena de antes. – Escuchó que Cyborg volvía a hablarle, pero él no lo miraba. – Pero es momento de que enfrentes la posibilidad de que posiblemente nunca fue realmente una chica buena, nunca fue realmente nuestra amiga, ni nada más que una villana y una traidora. Y ahora es de nuevo un peligro para nosotros y para la ciudad, y debemos detenerla.

    Los puños de Chico Bestia se apretaban con fuerza como señal de su frustración. Todo lo que decían tenía sentido coherente y lógico. Todo lo que decía era posible. ¿No sería sencillo, y hasta esperado, que él simplemente lo creyera así y ya? ¿Ya no romperse más la cabeza con ideas o cómo lo que quería creer podría ser cierto? No más dudas, no más preguntas. Todo sería tan sencillo como decir que la chica que acababa de ver hace una hora atrás, era Terra, la Terra que conoció, la Terra que se liberó. Y esa otra, era sólo una estudiante con un gran parecido a ella, cuyo único crimen era precisamente parecérsele tanto. Así, todo tendría sentido…

    Pero no, se rehusaba rotundamente a aceptarlo. Coherencia, lógica, nada de eso le importaba. Él lo sabía en su interior, no necesitaba que nadie más se lo probara. Él creía en Terra, él sabía que lo único que la había llevado a irse con Slade era su propio miedo a sus poderes, su miedo a tener amigos, su miedo a abrirse, y que en el último momento se había arrepentido. Él lo sabía, y por lo tanto no podía creer que esa persona, tan fría y despiadada, que incluso había intentado matar a sangre fría a Starfire, fuera esa misma persona. No lo creería, de ninguna forma. Así todos lo tacharan de loco, él no se rendiría tan fácil. De alguna u otra forma, descubriría qué ocurría detrás de todo ese asunto.

    Sin decir palabra alguna, se giró a la puerta y caminó apresurado hacia ella, saliendo de la sala. Fue evidente para sus dos compañeros que la plática lo había puesto de mal humor, lo cual era de esperarse.

    - Creo que fuiste muy duro, Cyborg. – Le comentó Robin a su amigo, el cuál pareció extrañarse mucho por sus palabras. ¿Robin diciéndole a él que había sido muy duro? Realmente todo el mundo estaba actuando demasiado raro ese día.

    - Simplemente será mejor que lo acepté de una vez. ¿O enserio piensas en la teoría de las dos Terras?

    Las Dos Terras nunca había sido una teoría en realidad, sólo una idea soltada al aire. De forma práctica, era imposible que algo así fuera real. Pero, habían vivido y visto suficientes cosas en esos años, como que para dejar que un “Imposible” desechara una idea.

    - - - -​

    Tal y como les había dicho a los demás, Raven se quedó unos minutos más acompañando a Starfire, con la esperanza de que despertara y así poder hablar con ella, cosa que no ocurrió. Después de ello, se dirigió con algo de pesar en sus pasos hacia su habitación, y se encerró en ella con llave. Se tomó la libertado de retirarse su capa azul, dejándola caer al suelo sin importarle recogerla y ponerla en su lugar, y entonces se tiró boca abajo en la cama.

    ¿No se suponía que iba a meditar? Sería más que conveniente hacerlo bajo esas circunstancias, pero… No sentía la menor motivación ni energía para hacerlo.

    Estando aún recostada en la cama, volteó a ver hacia el enorme ventanal que daba hacia la bahía. Hace tres días, tras volver de casa de Jared, la ventana que tan estrepitosamente había roto, ya se encontraba reparada, como si nunca se hubiera roto. En su paranoia, por un momento creyó en efecto había sido así, y quizás había soñado todo aquel incidente. Pero luego entendió que muy seguramente había sido reparada por Cyborg. Su compañero tenía cierta fascinación con reparar y mejorar cosas, en especial en la Torre y en sus diferentes vehículos o aparatos que utilizaban. Era probable que incluso sus nuevas ventanas fueran reforzadas, para que no se volvieran a romper tan fácil.

    Con todo ese asunto, prácticamente se había olvidado de ir a buscar su baúl, y al molesto libro parlante que dentro de él habitaban. En realidad sí lo había recordado un par de veces, en especial los primeros días al ver la ventana aún rota. Pero simplemente ya no sentía el mismo apuro por sacarlo del fondo del mar que había sentido la mañana siguiente de haberlo arrojado. El baúl era pesado, así que no creía que la marea se lo llevara. Además, un día sin rescatarlo, era un día que pasaba sin escucharlo, ya que estaba segura que de regresarlo a su habitación, se pasaría todo el día fastidiándola. Sabiendo de antemano que nunca lo liberaría de nuevo, ¿qué más podía hacer para pasar su eternidad sellado? Al menos quería revisar cuál sería el método para callarlo de nuevo antes de sacarlo, pero con todo el asunto de los cuervos, y ahora con Terra, ni siquiera se había tomado el tiempo para buscar al respecto.

    Hacía días que no meditaba, que no leía nada, incluso que no pasaba más de unas horas con sus compañeros. ¿Estaba tan ocupada? Tal vez, pero más bien algunos dirían “distraída”. ¿Era esa misma distracción la que había permitido que algo tan horrible le ocurriera a su amiga? El tan sólo recordarlo le revolvía el estómago. Hundió su cara contra su almohada, pensando que el dejar de respirar por unos momentos podría ser una buena solución a todo, aunque no muy enserio.

    Alguien llamó a la puerta en ese momento; escuchó claramente sus nudillos golpeándola.

    - Déjenme sola, por favor. – Murmuró con la suficiente fuerza para que la escucharan, tanta como su falta de energías le permitía.

    No tenía deseos de hablar con nadie, ni con Chico Bestia, ni con Cyborg, ni siquiera con Robin. Sin embargo, no era ninguno de sus tres compañeros…

    - Soy yo, Jared. – Escuchó que le respondían del otro lado de la puerta. – Tu amigo Cyborg me dejó entrar; te traje los cuervos.

    Raven no pareció procesar muy rápido lo que acababa de oír. Jared, su hermano Jared. Sí, le había mencionado algo sobre traerle los cuervos de chocolate, antes de que se fuera de su departamento esa tarde, ¿o no? Los cuervos de chocolate… Tras lo ocurrido, ¿tenían algún propósito? El día siguiente sería San Valentine, y de seguro ni Starfire estaría recuperada, ni tendrían ningún avance en el misterio de Terra. ¿Quién pensaría en celebrar San Valentine en una situación como esa?

    Terra… Starfire… San Valentine… Robin… Cuervos de chocolate… Jared… ¿Jared?

    La Hechicera rompió de golpe la notoria calma que la había cubierto todo ese rato. Su rostro se había cubierto por completo de asombro y de confusión, como si la acabaran de despertar de un profundo sueño. Rápidamente se sentó en la cama y volteó a ver fijamente a la puerta. Esas voces, las voces que había escuchado mientras veía la esfera de piedra y metal cayendo hacia Starfire… Ya las había oído antes… Esa misma tarde…

    Se levantó de la cama de un salto y rápidamente abrió la puerta en un sólo movimiento brusco. Jared estaba de pie del otro lado, con una amplia sonrisa. En sus manos, sostenía una caja grande, que al parecer era de madera, pintada de negro, con una tapa también de madera rosa, y un listón negro con detalles rosados en él coronándola.

    - Hola, ¿te gusta la caja? – Le preguntó animado, alzando un poco la caja en sus manos para que la viera. – La conseguí en una…. ¡Tienda!

    Antes de que terminara de hablar, Raven lo tomó de su chaqueta con una mano, y rápidamente lo jaló hacia el interior del cuarto, azotando la puerta con fuerza un instante después para encerrarlos. Una vez que estuvo dentro, lo tomó ahora con ambas manos de su chaqueta negra, y lo empujó contra la puerta, haciendo que pegara su espalda contra ésta. Raven parecía estar furiosa. Lo sujetaba, al tiempo que lo miraba con una expresión casi asesina.

    - ¡Tú lo hiciste!, ¡¿Verdad?! – Le gritó con ímpetu, y varios objetos en el cuarto empezaron a temblar ligeramente. – ¡¿Qué me hiciste?!, ¡respóndeme!

    - ¿De qué estás hablando, Raven? – Le respondió el chico pelirrojo totalmente atónito, mientras seguía sujetando la caja entre ellos.

    - ¡No te hagas el tonto conmigo! ¡Eso que me dijiste en tu departamento! Esas palabras, esos susurros que sentí en mi oído. Por esas palabras, Starfire… - Raven lo soltó de pronto, y retrocedió un par de pasos. Un pequeño dolor de cabeza había empezado a pegarle. Dirigió ambas manos a cada lado de su cabeza, y cerró sus ojos con fuerza. – ¡Por esas palabras Starfire fue herida en la pelea!, y es por mi culpa…

    - ¿A qué te refieres? ¿Cuáles palabras?, ¿cuáles susurros? Yo sólo te dije que si te lo proponías, podrías ganarle a esa chica y conquistar a Robin, eso es todo.

    - No, no… ¡No! – Exclamó con fuerza, volviéndose hacia él una vez más. – Es no es verdad. Tú dijiste que tenía que hacerla a un lado, que debía deshacerme de ella. Que de esa forma Robin sería todo para mí, ¡que yo lo merecía!

    - ¡¿Qué?! – El rostro de Jared se llenó de un muy evidente desconcierto ante lo que acababa de escuchar. – Por supuesto que no. Estoy totalmente seguro que no dije tal cosa.

    - ¡Claro que…!

    Tan abruptamente como había empezado a gritar, Raven calló.

    ¿En verdad estaba segura de que lo había dicho él? Sí, lo había escuchado en su departamento, pero esas voces no eran ni cercanamente parecidas a la suya. Además, Jared no estaba cerca de ella cuando estaba peleando con Terra esa tarde. ¿Cómo había vuelto a escuchar lo mismo entonces?

    Además, ¿por qué le diría tal cosa? Sólo le dijo que podría luchar y conquistar a Robin. ¿Chico Bestia no le había dicho lo mismo o algo muy similar? No había nada incorrecto, en ello… ¿O sí?

    Entonces, ¿no tendría más sentido suponer que su primera teoría era verdadera?, ¿qué esas voces habían venido de su propia mente?, ¿sus personalidades y emociones fuera de control, haciéndola pasar un mal rato? Tenía que ser eso. Por más que la haría sentir mejor culpar a alguien más, no podía eludir la verdad de lo que había hecho. Llevó su mano derecha de nuevo a su cabeza; el dolor se había movido casi por completo hacia su costado derecho.

    - ¿En verdad tú no lo dijiste? – Le susurró muy despacio sin voltear a verlo.

    - En verdad. No creo por ningún medio haber dicho algo como eso. Pero aunque hubiera sido así y lo hubiera dicho por accidente quizás, no creo que me estuviera refiriendo a lastimarla o… matarla.

    Raven se desplomó de pronto, quedando sentada en su alfombra. Jared pudo notar como pequeñas lágrimas empezaban a surgir de sus ojos, y le recorrían sus mejillas.

    - Oye, ¿te encuentras bien? – Preguntó preocupado, agachándose hacia ella, intentando hacer que se pusiera de pie. – No sabía que podías reaccionar de esa forma.

    - Yo tampoco. – Susurró la chica de cabello corto, entre sollozos. – Nunca me había sentido así…

    - No te debes de avergonzar. Llorar es de humanos, después de todo.

    Jared la ayudó a ponerse de pie, y la guio hacia su cama para que se sentara. Poco a poco empezó a tranquilizarse, y logró volver a hablar con normalidad, aunque no era capaz de voltear a verlo a la cara.

    - Lo siento mucho, Jared. No sé lo que me está pasando…

    - Tranquilízate. – Jared colocó en ese momento una mano en su espalda, empezando a acariciarla en un intento de reconfortarla. – ¿Por qué no me explicas lo que le pasó a tu amiga? ¿Por qué dices que la hirieron por tu culpa?

    Raven tomó un par de bocanadas profundas de aire. ¿Estaba lista para hablar de ello? ¿Quería hablar de ello? Le llenaba de una profunda angustia sólo remembrarlo, ¿qué pasaría si lo dijera en voz alta?

    - Estábamos en una pelea las dos. Nuestra enemiga… Era una antigua compañera, o al menos afirmaba serlo. No estoy segura de quién era realmente… Pero logró atacar de gravedad a Starfire. Yo pude haberla salvado con mis poderes, apartarla de su camino, o algo… Pero no lo hice…

    - ¿Por qué no? – Le preguntó el pelirrojo con curiosidad.

    - Por qué no pude… O no lo sé. No reaccioné a tiempo… No…

    - ¿No quisiste? ¿No quisiste salvarla?

    La Titán lo volteó a ver horrorizada por esas palabras. ¿Qué no quería salvarla? ¿Cómo era capaz de decir algo como eso? Por supuesto que ese no era el caso… Aunque… Esos pensamientos que le habían inundado su cabeza en aquel momento. Pensamientos sobre hacer a Starfire a un lado, deshacerse de ella, pensar por un momento que no sería tan malo dejar que esa esfera le cayera encima y ver qué pasaba… ¿Eso no significaba que de hecho no quería salvarla?, ¿no significaba eso que de hecho quería que saliera lastimada?

    Pero eso era imposible. No había forma alguna en que ella pudiera desear de manera consciente algo como eso. Debía quitárselo pro completo de la cabeza. Eso no había pasado así, de ninguna forma.

    - ¡Claro que quería salvarla! – Le gritó con fuerza, casi indignada. – Starfire es mi amiga, mi mejor amiga. Daría lo que fuera por ella, o por cualquiera de mis amigos. Pero… Esos pensamientos, esa voz diciéndome esas cosas tan horribles… - Se agarró su cabeza de nuevo con ambas manos. – No sé qué me pasó… Pero me ha estado pasando varias veces… Tal vez… Tal vez deba de irme a Azarath por un tiempo…

    - ¿Azarath? – Exclamó Jared sorprendido. – ¿Por qué?, ¿de qué te ayudará ir a ese lugar?

    - Es más que un simple lugar. Se encuentra entre este mundo y otro. Ahí podrían ayudarme a saber qué es lo que me ocurre. También alejarme de todo esto por un tiempo me haría bi…

    - ¡No! – Soltó Jared de golpe, poniéndose de pie delante de ella. – No puedes irte ahora. Mañana es San Valentine, aquí tienes tus Cuevos de Chocolate que tú misma preparaste. Estás demasiado cerca para huir ahora, Raven.

    - No estoy huyendo. Pero aunque me quedara, no puedo seguir con este asunto de los cuervos ahora, lo siento. No es el momento adecuado.

    - ¿Luego de todo el esfuerzo y tiempo que le invertiste lo vas a dejar así como así? – Jared colocó la caja en la cama, y comenzó a caminar de un lado a otro, notándosele ligeramente molesto. Era la primera vez que Raven lo veía en ese estado. ¿Era sólo por el asunto de los chocolates… o había algo más? – ¿Y cuándo será el tiempo adecuado? Puede que siempre haya un compañero herido, o un enemigo acechando, ¿o no?

    - Tú no lo entiendes. No puedo permitir que lo que pasó esta tarde vuelva a ocurrir.

    Jared suspiró con fuerza, como señal de frustración. Luego, pareció respirar lentamente, como si contara hasta diez y entonces, ya más calmado y sensato, volvió a hablar.

    - Escucha, creo que estás exagerando. Sé que estás muy acostumbrada a intentar explicarlo todo con magia, poderes sobrenaturales, y cosas místicas. Pero a la gente común y corriente también le pasa ese tipo de cosas. Te puedes paralizar al estar ante una situación de peligro o estrés; le pasa hasta los más experimentados. También puedes sin querer pensar en cosas horribles y atroces, sólo por un instante, y luego se te pasa. Se le llama pensamiento intru… algo. El caso es que a mucha gente normal le puede pasar lo que a ti, sin que haya algo malo de por medio con ellos. No tienes porqué sentirte mal. Tú no lastimaste a tu amiga, y te aseguro que no la dejaste ser lastimada apropósito.

    La explicación rápida de Jared pareció interesar enormemente a la Titán. ¿Podría ser cierto lo que decía?, ¿podría ser cierto que lo que le había ocurrido había sido totalmente normal? Robin se lo había dicho en la enfermería, que cualquiera se podría paralizar en una pelea sin razón, que era normal. Incluso hace varios días, cuando le explicaba a Chico Bestia su estado de ánimo y su miedo a que sus poderes se salieran de control, él dijo que de hecho no había nada raro, que era simple confusión normal. No sería la primera vez que confundiera un problema con sus poderes, con algo totalmente común. Después de todo, estaba tan poco familiarizada con ese tipo de cosas, que era sencillo no saber cómo manejarlas.

    Por un instante, Raven empezó a aferrarse con fuerza a esa teoría. ¿Por qué?, ¿por qué tenía sentido para ella?, ¿por qué prefería pensar que en efecto había sido algo normal y no algo fuera de su control? Quién sabe. Pero poco a poco parecía intentar convencerse a sí misma de que había sido algo como eso… Tenía que serlo…

    - ¿Tu amiga estará bien? – Escuchó que Jared le preguntaba.

    - Sí, por suerte su cuerpo es muy resistente para este tipo de cosas.

    - Entonces todo está bien, ¿no? – Una sonrisa, hasta cierto punto picara, se dibujó en su rostro. – Lo que pasó, ya pasó. No fue tu culpa, fue sólo un accidente, y no hubo nada que lamentar. – En ese momento, volvió a tomar la caja con los Cuervos de Chocolate, y se le extendió. – Y como no fue tu culpa, no deberías de sentirte mal de aprovechar esta oportunidad.

    - ¿Aprovechar esta oportunidad? – Repitió confundida la Titán, y con algo de duda tomó la caja que le ofrecía entre sus manos. – ¿Qué estás insinuando…?

    - No estoy insinuando nada. Sólo digo que mañana es día de San Valentine, tienes los dulces, la caja, ninguna rival que se interponga a corto plazo, y una tarjeta en blanco.

    ¿Ninguna rival que se interponga? ¿Se refería a Starfire? ¿Estaba tratando de decir acaso que lo que le paso a Starfire había sido algo bueno?

    Bajó si mirada hacia la caja. Pegada a la tapa, a lado del listón, había una pequeña tarjeta blanca rectangular, sin nada escrito. Comenzó a sentirse ligeramente mareada en esos momentos, cómo si le empezará a dar un poco de sueño. Sus ojos le molestaron un poco, y lo cerró unos momentos como intentando descansarlos. Su dolor de cabeza se había reducido, pero seguía presente. Pudo escuchar como Jared le hablaba en ese momento, y su voz le pareció tan dulce y suave, que casi la mecía.

    - Puedes decidir no dárselos y tirar todo tu esfuerzo y dedicación a la basura. Pero, si decides dárselos, tendrás también que decidir qué quieres que diga esa tarjeta. Puedes dejarla como de parte de la una admiradora secreta, tal y como planeabas originalmente. Y de hacerlo, seguirás siendo eso, sólo una sombra oculta viendo desde lo lejos. Tu amiga extraterrestre eventualmente despertará, y todo volverá a como siempre ha sido. O, puedes escribirle con toda claridad “De Raven para Robin”, y ver qué pasa. Podría no ocurrir nada, podría ocurrir algo malo… O, sería quizás tu llave a un sin número de posibilidades, una llave que está en tus manos el usarla o no. Tú eres quien decide cuál quieres.

    Raven volvió a abrir sus ojos lentamente. Palabras muy exageradas para referirse a una tarjeta… Pero eran ciertas. Si elegía no entregar los chocolates, o entregarlos como una admiradora secreta, cómo se lo había dicho Chico Bestia, entonces nada cambiaría. Todo seguiría igual, pero eso era justo lo que quería, ¿o no? Ella nunca quiso que algo cambiara, nunca quiso que esos chocolates marcaran un antes y un después. Esa nunca fue su intención…

    ¿O acaso sí lo era? Tenían forma de cuervo, y era posible que Robin, siendo tan buen detective, identificara su letra o descubriera de dónde procedían. En el fondo, ¿quería que algo cambiara? ¿Quería ver acaso qué ocurriría con ese sencillo acto? Lo que decía Jared le hacía sentido… Pero todo lo que decía Jared siempre le hacía sentido de alguna u otra forma. ¿No era eso peculiar?

    Luego de un largo silencio, vio por el rabillo del ojo que Jared se dirigía a la puerta.

    - ¿Te vas? – Le preguntó con algo de pesar. ¿Pero por qué le molestaba que se fuera?, cuando llegó al parecer tenía deseos de atacarlo. Pero su presencia la había ayudado a tranquilizarse rápidamente, y ese efecto parecía hacerla sentir más segura.

    - Tengo cosas que hacer, pero llámame mañana o ve a mi departamento para contarme cómo estuvo todo, ¿de acuerdo? – Estando ya frente a la puerta, se giró un último instante hacia ella y le volvió a sonreír. – Piensa en lo que te dije…

    Pensó en encaminarlo hacia la salida, pero antes de que pudiera ofrecerse, él salió por la puerta por su propia cuenta y se fue. Raven se quedó largo rato más, simplemente sentada viendo la caja sobre sus piernas, y en especial la tarjeta en blanco en su tapa.

    ¿Qué haría? ¿Le daría los chocolates pese al estado de Starfire? Aunque en realidad estaba bien. Robin lo había dicho, su cuerpo era fuerte, y con un poco de descanso se recuperaría y estaría de inmediato volando por ahí, hablando sin cesar, preguntando sobre esto y aquello, y nada habría pasado. ¿Pero estaba bien que aprovechara su inconsciencia para ello después de lo que ella…? ¿Ella qué? Ya se lo habían dicho muchas veces, no había sido su culpa, ella no le había arrojado esa esfera encima. Lo que le había pasado era normal, totalmente normal; no tenía por qué sentirse culpable. Sí, mientras más lo pensaba, más sentido tenía. Esa mañana estaba más que feliz de al fin tener sus cuervos listos, ¿por qué echarse para atrás ahora?

    Pero… ¿Lo haría como admiradora secreta o como ella misma? Eso era algo que aún no decidía.

    En un instante, sintió que sus ojos se cerraban solos por unos momentos, y luego los volvía a abrir violentamente. ¿Acaso tenía sueño? Pero si era muy temprano. Aún ni articulaba con claridad ese pensamiento, cuando un agudo bostezo surgió de su boca. No podía darse el lujo de dormir. Tenía que decidir qué hacer con esos dulces… Ayudar a buscar a Terra o a Slade… Vigilar a Starfire... Sacar a Malchior del agua… Muchas cosas por hacer, pero ninguna evito que poco a poco se fuera dejando caer hacia un lado, hasta quedar con su cabeza contra su almohada, teniendo aún la caja de chocolates en sus manos.

    Sólo dormiría unos minutos, una pequeña siesta para recuperar energías. Luego se encargaría de todo eso… Mientras su mente empezaba a moverse entre la consciencia y la inconsciencia, pensó en algo referente a la conversación que acababa de tener con Jared. ¿Cómo él sabía de Azarath? ¿Ella le había contado? No recordaba con claridad ese hecho específico, pero en efecto le había contado su historia, así que posiblemente sí lo había mencionado. Sí, eso tenía sentido. ¿Qué otra explicación podría tener? Era la única posible…

    FIN DEL CAPITULO 15

    NOTAS DEL AUTOR:

    Hola a todos. Luego de mucho tiempo, y un lapso de pausa, estamos muy cerca ya de la recta final de esta historia. De entrada el siguiente será un capitulo muy importante, y muy especial. Así que por favor, déjenme sus comentarios. Cómo les mencioné en la nota anterior, estoy muy interesado en saber si aún hay quienes, luego de dos años de pausa, siguen interesados en leer cómo termina. Les agradecería mucho cualquier comentario, bueno o malo para la causa.

    Sobre este capítulo en especial, bueno la única nota es que Raven menciona que desea irse a Azarath para poder descubrir qué le está pasando. Como les comentaba en las notas del Capítulo 5: “En la serie, Azarath también tiene su fugaz aparición, y se muestra que ésta fue destruida por Trigon. Sin embargo, en el Cómic Número 44 de Teen Titans Go!, se muestra que Azarath fue reconstruida, posiblemente restaurada por la magia de Raven al igual que lo fue la Tierra luego de la pelea con Trigon. Para efectos futuros, en esta historia se tomara como que Azarath fue en efecto reconstruido como lo indican estos cómics.” Así que eso, aunque en la serie no se deja claro qué pasó con Azarath luego del fin de la pelea con Trigon, en los comics de Teen Titans Go! (los comics, no la serie animada) ésta vuelve a aparecer reconstruida, así que así es como se está tomando.

    Sin más por el momento, nos vemos en el siguiente capítulo. Qué estén bien.

    Atte.
    WingzemonX
     
  5.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    9261
    NOTAS PREVIAS: Hola a todos, espero se encuentren bien. Quiero agradecer a todos aquellos que han estado siguiendo esta historia durante ese par de años, y aquellos que han esperado ver cómo termina. No acostumbro seguido poner notas antes del capítulo, pero éste en especial creo que lo amerita, ya que será un capítulo… Un tanto especial. Será muy importante, y espero que una vez después de haberlo leído la mayoría pueda ya entender por completo hacia dónde he querido llegar con toda esta historia (sino es que claro, ya lo adivinaron hace mucho). De aquí en adelante prácticamente ya es el Comienzo del Final. Luego de este capítulo, las cosas se irán un poco más rápidas y sin desvíos hacia el final, que yo calculó tomará tal vez unos cinco o seis capítulos más (al menos que alguno se me alargue más de la cuenta como suele pasar). Así que mejor empecemos de una vez.

    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 16
    “Feliz San Valentine…”

    Sintió que tan rápido como había cerrado sus ojos, estos se habían vuelto a abrir; pero la realidad era que habían pasado al menos unas diez horas entre un momento y otro. Esas largas noches de sueño, en las que caía en su cama totalmente agotada, se estaban volviendo bastantes habituales últimamente; y siempre al despertar, se encontraba con la misma incomoda y confusa sensación. Pero no esa mañana en especial; ese despertar se sentía diferente a los otros. El cuerpo no le pesaba, ni le dolía la cabeza, ni se sentía desorientada. No tenía problemas para reconocer que se encontraba en su cama, o en el oscuro y seguro interior de su habitación, ni tampoco para recordar cómo había llegado ahí o lo que había pasado el día anterior. De hecho, se sentía… Bien. No sólo bien, se sentía realmente bien.

    Raven se sentó en su cama y estiró sus brazos hacia arriba al tiempo que soltaba un ligero bostezo con el que se deshizo del poco sueño que le quedaba encima. Para ser mediados de febrero, la temperatura era perfecta: no muy caliente, no muy fría, como si fuera un día agradable de primavera. No tuvo problema alguno en levitar fuera de las sabanas y dirigirse, sin que sus pies tocaran su alfombra, hacia las cortinas que cubrían su ventanal y correrlas hacia los lados con su magia. El día estaba soleado, el cielo de un perfecto tono azul, al igual que el mar frente a la torre. Normalmente un escenario así no significaría nada para ella, pero en ese momento no pudo evitar quedarse un par de minutos frente a la vista… Y sonreír.

    No sabía qué pasaba, y ni siquiera se molestaba en preguntárselo. Simplemente sintió las ganas inmensas de sonreír con entusiasmo, pero no sólo por la vista. ¿Qué más era lo que le provocaba esa extraña alegría? Por qué sí, eso era lo que sentía: alegría, energía, entusiasmo, emoción. Así era como muy seguramente Starfire siempre se sentía, como cualquier otra chica normal se sentía… Y le gustaba.

    Sin razón aparente, se elevó más en el aire, y empezó a girar un poco sobre sí misma. ¿Qué era ese sonido que escuchaba mientras giraba? Eran risas… Sus risas. ¿Ella estaba riendo? Así parecía, y al igual que su sonrisa, era algo que no podía evitar. Quería saltar, bailar… ¿Que le provocaba todo eso? ¿En verdad importaba?

    Se dejó caer boca arriba en la cama, haciendo que su cuerpo rebotara un poco contra el colchón. ¿Qué pensaría la gente de Azarath si la vieran así?, ¿qué pensaría Azar o su madre?, ¿qué pensarían sus amigos?, ¿qué pensaría Malchior que en esos momentos debía de estar ya ahogándose en el mar? De seguro se sorprenderían, o se sentirían confundidos. ¿Y cómo no estarlo? Después de todo, para todos ellos, no era más que la fría, sombría, amargada y callada hechicera, Raven. La chica sin emociones, sin sentimientos, con un corazón frío como el hielo. Pero la verdad, la única verdad que ninguno de ellos comprendía, era que en verdad no era nada de eso. No era una chica sin sentimientos, sino todo lo contrario. Su corazón era como el de cualquier otra persona. Sentía alegría, entusiasmo, tristeza, enojo… Podía sentirlo todo lo que cualquier otra persona podía, o incluso más. Podía… Pero no debía.

    Desde niña, estuvo prácticamente atada de manos. Su maestra, Azar, le enseñó desde siempre que debía limitarse, reprimirse. Perder el control de sus sentimientos, era la llave por la cual Trigon podía tener control sobre ella, y sus poder podrían lastimarla a sí misma, y a quienes la rodeaban. Por ello, desde que tenía memoria, debía prohibirse de todo ello. Debía meditar, y tener su mente siempre clara y en control. La Raven que todos conocían, era sólo una máscara, una máscara que se había visto obligada a ponerse para protegerse. Se había acostumbrado tanto a ella, a tenerla encima, a que fuera lo único que las personas vieran de ella, que le asustaba la idea de quitársela. Pero ya no más…

    Trigon estaba muerto; ella lo había eliminado. Ya no había nada, absolutamente nada que la atormentara. No tenía nada más de que preocuparse, nada más que la obligara a llevar esa máscara. Podía darse esa libertad, podía permitirse sentir, sentir como cualquier otra persona, sentir por completo y en profundidad. Y ella estaba muy consciente de qué era lo que deseaba sentir, por encima de cualquier otra cosa… Lo que deseaba sentir, era a él.

    - Robin. – Se le escapó de pronto de los labios, casi sin pensarlo.

    Se sentó rápidamente en la cama. La fecha de ese día se le había venido a la mente de golpe; ¿cómo pudo haberlo olvidado? Era catorce de febrero, era el día de San Valentine, el día que tanto había estado esperando.

    - Los chocolates…

    Se volteó sobre su hombro, y vio la caja sobre la cama; había estado a su lado toda la noche mientras dormía. Era la caja que Jared le había conseguido, de madera, negra y rosada con un listón. Ésta contenía en su interior sus cuervos de chocolate, los que le habían costado tanto esfuerzo dar vida. Habían estado ahí toda la noche, ¿y si se derritieron? La idea le preocupó mucho, y por ello alargó su brazo hacia al caja, le retiró el listón, y la tapa. Los chocolates parecían estar bien, por lo que pudo suspirar aliviada; pese a todo, parecía que había sido una noche lo suficientemente fresca.

    Al retirar la tapa, la tarjeta se había caído a un lado sobre el cobertor. La tomó con sumo cuidado entre sus dedos, y la examinó… pese a que no tenía nada escrito. Era una tarjeta en blanco, la tarjeta en blanco que Jared le había dejado…

    “Puedes dejarla como de parte de la una admiradora secreta, tal y como planeabas originalmente. Y de hacerlo, seguirás siendo eso, sólo una sombra oculta viendo desde lo lejos.”

    Sí, ese era su plan original, eso era lo que había discutido con Chico Bestia aquella tarde. Hacerle un regalo a Robin de forma desinteresada, sin que supiera que era de su parte. Firmarla como Admiradora Secreta, y dejarlo en su estudio, o en su cuarto. Pero…

    “O, puedes escribirle con toda claridad De Raven para Robin, y ver qué pasa. Podría no ocurrir nada, podría ocurrir algo malo… O sería quizás tu llave a un sin número de posibilidades, una llave que está en tus manos el usarla o no. Tú eres quien decide cuál quieres…”

    Sí, podría hacer eso. ¿Qué se lo impediría en realidad? De todas formas, Robin era muy listo. Los chocolates eran en forma de cuervos, y si aparecían mágicamente en algún lugar de la Torre para él, cualquiera adivinaría de inmediato que son de ella. ¿Cuál era el caso de firmar como Admiradora Secreta? ¿Qué le detenía? ¿Starfire? No era su novia, no eran nada aún. Ninguno había dicho jamás explícitamente que le gustaba el otro. ¿Qué tenía de malo entonces? Todo era tan claro en esos momentos, que incluso se rio un poco por haberlo dudado tanto. Se recostó en la cama y extendió su mano hacia el cajón del buró para buscar una pluma. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Si todo salía bien, Robin aceptaría sus sentimientos, y sólo el tiempo diría hasta donde podrían llegar. Y si los rechazaba… ¿Rechazarla?, ¿por qué la rechazaría?

    Era obvio que eran el uno para el otro. ¿Cómo es que nadie lo había señalado antes? Los dos eran inteligentes, serios, fuertes, eran un perfecto complemente para otro en las batallas y en los entrenamientos. Podían confiar por completo entre ellos, y podían hablar por horas de casi cualquier tema. Ella conocía sus mayores miedos, y él los suyos. ¿Rechazarla?, no había forma de que eso pasara. En cuanto viera los chocolates con su nombre, los probaría, y en ese momento todo sería tan claro para él como lo era para ella. Eso era justo lo que pasaría; así debía de ser.

    Tomó su pluma, y con una letra cursiva muy elegante y delicada, escribió justo lo que Jared le había sugerido: “De Raven para Robin”. No podía ser más claro, ¿o sí? Volvió a tapar la caja, a amarrarle el listón alrededor, y por último le pegó la tarjeta, cuidando que quedara perfectamente alineada.

    Apenas había comenzado a pensar en dónde los dejaría para que él pudiera encontrarlos, cuando un pensamiento le cruzó. ¿Por qué tenía que dejárselos en algún lugar? ¿No sería mejor dárselos de frente? Por supuesto que sí. ¿Por qué no hacerlo? Después de todo, estaba segura que los aceptaría. ¿No quería ver su rostro de emoción justo cuando los viera y los probara? Ya había firmado la tarjeta en blanco, tenía que llegar hasta el final. Comenzó a sentir una gran emoción. Tenía que levantarse de inmediato, arreglarse, ponerse ropa limpia e ir a buscar a Robin. De seguro ya estaba despierto, siempre se levantaba temprano. Iría hacia él, le entregaría los chocolates, y le diría de frente lo que sentía por él.

    Se puso de pie de un salto y se dirigió rápidamente a su armario, abriendo sus puertas de par en par. Y entonces, justo cuando abrió las puertas, ahí estaba, asomándose entre sus capas azules y leotardos negros: el vestido, el hermoso vestido ligero de color azul celeste que Jared le había comprado. Era corto hasta la altura de las rodillas, descubierto de los hombros y sin mangas, con un lazo que rodeaba el cuello y dejaba gran parte de la espalda al aire. Era ajustado del torso, y un poco abombado en la falda. En la parte superior del armario, estaba también el sombrero de paja ancho, que también su hermano le había comprado el mismo día.

    Prácticamente se había olvidado de ese atuendo. Desde que llegó del centro comercial ese día, lo había colgado, y no lo había vuelto a ver, hasta ese momento. Era como si lo hubiera estado esperando, como si lo hubiera comprado justo para ese momento. Ni siquiera lo dudo. Tomó el vestido y el sombrero, y los sacó del armario, colocándolos sobre la cama. Pensó que sería genial tener algunos zapatos que le combinaran, pero tendría que conformarse con algunos de sus botines. Se retiró sin espera su ropa de ayer, y se colocó encima el vestido de tela ligera como el aire sobre el cuerpo. Le ajustaba tan bien, como si hubiera sido hecho exactamente para su figura. Se acomodó la falda y también el área del busto para que se acomodara a la perfección. Por último, tomó el sombrero y se lo colocó sobre la cabeza.

    El único espejo que tenía estaba sobre su tocador, así que tuvo arreglárselas para poder echarse un vistazo rápido. Se veía hermosa, si estaba bien que ella lo dijera. Se veía incluso más hermosa que cuando se lo probó por primera vez en el Centro Comercial, incluso más hermosa que Starfire… Ese pensamiento otra vez. Su sonrisa se esfumó un poco y pareció asustarse por ello. ¿Por qué pensaba en eso? Porque… Lo era, sí, lo era. Volvió a verse en el espejo. Por supuesto que lo era. Una chica hermosa, la más hermosa…

    Se acomodó su sombrero, tomó la caja de madera de la cama, y entonces se dirigió de inmediato a la puerta. Era la hora de la verdad…

    - - - -​

    Chico Bestia y Cyborg se encontraban en la cocina en esos momentos, preparándose algo para desayunar. El chico mitad máquina había saludado y dado los buenos días a su compañero de manera amistosa y cordial, pero éste no le respondió de la misma manera. De hecho, ni siquiera lo volteaba a ver. Le sacaba la vuelta mientras iba al refrigerador a buscar su leche de soya, y luego a la despensa para tomar el cereal que pensaba comer.

    - Vamos, viejo. ¿Sigues molesto por lo de ayer? – Preguntó Cyborg directamente. – No quería hacerte sentir mal, ¿de acuerdo? Sólo no quiero que te hagas falsas ilusiones de algo que no es.

    - Ese soy yo. – Murmuró con desganó el chico de piel verde, mientras se servía su cereal. – El chico de las falsas ilusiones…

    Cyborg no sabía si lo decía con sarcasmo, enojo, o quizás depresión; tal vez era un poco de todo. ¿Pero qué podía hacer él al respecto? No le mentiría diciéndole que creía que la chica con la que habían peleado la tarde anterior no era Terra. Aunque lo hiciera, luego de lo que le dijo, se vería bastante falso. Chico Bestia era más fuerte de lo que todo el mundo creía. Ya se le pasaría, sólo debía darle tiempo. Por lo mismo, decidió dejar eso por la paz y concentrarse en la preparación de su omelet con salchicha, mientras él hacía lo mismo con su plato de cereal.

    La puerta de la sala de estar se abrió un par de minutos después. Raven, luciendo su elegante vestido nuevo y sombrero, entró levitando a unos centímetros del suelo, sujetando su caja con los chocolates en las manos. Sus compañeros de equipo parecían tan inmiscuidos en sus desayunos, que no habían sentido su presencia.

    - Buenos días, Chico Bestia. – Saludó de manera cordial, al pasar a lado de su amigo.

    - Buenos días, Ra… - Volteó a verla de reojo mientras le devolvía el saludo, pero su lengua se trabó sin poder terminar su nombre.

    La cuchara se le escapó de la mano, cayendo contra su plato, y su boca, que se había abierto en parte para hablar, y en parte para recibir otro bocado de cereal, se quedó en esa misma posición, inmóvil como estatua. Apenas y pudo mover lentamente la cabeza para seguirla con su mirada.

    - ¿Raven? ¿Pero qué…?

    La apariencia tan singular… No, había que decirlo con todas sus palabras. La apariencia tan extraña de su compañera no pasó desapercibida para el Titán. ¿Raven usando un vestido?, ¿un vestido colorido?, ¿y un sombrero de paja veraniego? ¿Qué rayos estaba pasando?

    - Cyborg. – Exclamó casi con un hilo de voz sin poder quitar los ojos de Raven, que miraba con curiosidad por la sala, como si buscara algo.

    - ¿Ahora ya me hablas? – Murmuró Cyborg con indiferencia, estando volteado hacia la estufa.

    - Olvídate de eso. Voltea y dime que ves lo mismo que yo, y que no estoy teniendo una alucinación por leche de soya descompuesta…

    - ¿De qué estás hablando?

    Cyborg dejó unos momentos su sartén, se volteó hacia su compañero e irremediablemente quedó deslumbrado por la misma imagen inaudita ante él.

    - ¿Raven? – Soltó con algo de incredulidad.

    Al inicio sólo tenía visible la piel gris de su espalda, brazos y piernas para reconocerla. Pero al escuchar su nombre, la hechicera se volteó hacia él, y así pudo ver su rostro y asegurarse por completo de que en efecto, era Raven. Aunque eso tampoco sirvió de mucho, ya que para su total incomprensión, ella… le sonrió. Le sonrió ampliamente, de manera natural, no forzada como otras veces. Y sus ojos brillaban, y todo su rostro con general se veía mucho más relajado que de costumbre. Si, era la cara de Raven… Pero esa no podía ser realmente la cara de Raven. Jamás la había visto con esa expresión, ni con alguna remotamente parecida.

    - Buenos días, Cyborg. – Le saludó con gentileza; sí, era la voz de Raven. – ¿No saben en dónde está Robin?

    Ninguno le respondió de inmediato. En su lugar, ambos estaban de pie con sus bocas abiertas, viéndola fijamente, como intentando encontrar alguna explicación razonable ante lo que veían. ¿Un sueño?, ¿una alucinación?, ¿un clon extraterrestre?, ¿robot asesino? Todo era más posible que Raven usando un atuendo como ese, sonriéndoles y hablando con ese tono tan delicado. Pero, dejando todo eso a un lado, ambos debían de aceptar una cosa: se veía reamente bien… Muy bien.

    - ¿Robin? – Exclamó Chico Bestia luego de un rato de silencio. – Creo que está en la enfermería…

    - Con Star. - Agregó Cyborg sin poder salir de su casi transe.

    Parecía que no era lo que Raven esperaba escuchar, pues en cuanto oyó esa respuesta, su jovial sonrisa de difuminó poco a poco. Se veía algo sorprendida, ¿pero por qué exactamente? Volteó su rostro hacia un lado, mirando a la alfombra debajo de ella. ¿En qué pensaba?

    En ese momento, Chico Bestia pudo quitar su atención del vestido y el sombrero, y al fin notar eso que su compañera sujetaba en sus manos, esa caja negra y rosa con un listón. La miró confundido unos instantes, pero de inmediato entendió cuando el mes y día en el que estaba parado se volvió claro.

    - Oye… Raven… - Exclamó entrecortado, parándose de su taburete. – ¿Eso es lo que creo que es…? ¿Acaso tú…?

    Raven no lo escuchaba. Seguía con su mirada agachada, concentrada en alguna otra cosa. Sus dedos de pronto, se apretaron ligeramente contra la caja. ¿Por qué era eso? ¿Enojo quizás? Pero, ¿por qué? Fuera lo que fuera, no le duró mucho más, pues de inmediato recobró la compostura, y los volvió a ver con la misma sonrisa de antes.

    - Entiendo, gracias. Iré a buscarlo ahí entonces.

    Sin más, así como entró se dirigió a la puerta, seguida por los incrédulos ojos de su compañeros.

    - Eso fue lo más aterrador que he visto en mi vida… - Murmuró Cyborg una vez que se fue. – ¿Por qué estará vestida así?

    Hasta hace unos minutos, Chico Bestia se hubiera estado haciendo la misma pregunta. Sin embargo, tras ver el regalo que cargaba consigo, se pudo hacer de una teoría de inmediato. Después de todo, sólo él sabía lo que habían hablado aquella tarde la playa…

    - ¡Raven!, ¡espera!

    Chico Bestia se apresuró a la puerta para alcanzarla. Raven seguía levitando en línea recta por el pasillo, mirando fijamente al frente.

    - ¿Ese es tu regalo de San Valentine? – Le preguntó su compañero al comenzar a caminar a su lado.

    Hace unas semanas atrás, habían tenido una conversación, una muy inusual en la que de una u otra forma, Raven le había confesado que le gustaba alguien. Pero no cualquier alguien: le gustaba Robin, y eso era algo que la tenía muy confundida, sobre todo por el tema de que todos, o casi todos, sabían muy bien que a Robin le gustaba otra persona. Y de nuevo, no se trataba de cualquier otra persona, sino de su compañera Starfire. A su vez, ese mismo día, Chico Bestia le compartió sus pesares sobre el tema de Terra y Tammy. Él le sugirió que podría darle un regalo como Admiradora Secreta a Robin, y que tal vez eso la calmaría un poco. Ella le regresó el mismo consejo, pero tras lo ocurrido con Slade, la llega del misterioso hermano de Raven, y la búsqueda de esa otra chica que parecía ser Terra, Chico Bestia prácticamente había olvidado aquella conversación. Al parecer, Raven no.

    - Sí, ¿te gusta? – Le respondió con emoción, extendiendo un poco la caja hacia él para que la viera. – Son chocolates, los hice yo misma. Pero no se lo digas a ya sabes quién. Es sorpresa.

    El vestido era una cosa, pero esa actitud tan alegre y relajada que cargaba era muchísimo más extraña. Había visto a su amiga de buen humor, pero eso era algo totalmente distinto.

    - Claro que no se lo diré. Pero me sorprende que… Bueno, no sabía que sí ibas… Bueno, a hacerlo…

    - Hubo veces en las que dudé, pero Jared me ayudó a decidirme, y a preparar los chocolates de manera exitosa.

    - ¿Jared?

    - Pero no olvido que fuiste tú quien me lo sugirió en un inicio. Gracias.

    - No tienes que agradecerme… ¿Pero se los piensas dar en persona? Creí que lo harías como Admiradora Secreta.

    - Cambié de opinión. Es mejor así, ¿no?

    - ¿Pero qué pasará con Starfire?

    El andar de Raven se detuvo abruptamente ante tal cuestionamiento. Chico Bestia notó de nuevo que, parecido a cómo había ocurrido en la sala, la sola mención de Starfire hizo desaparecer esa peculiar cara de felicidad que tenía. Pero el cambio había sido incluso más drástico. Su mirada se endureció, su sonrisa se desvaneció y un aire sombrío, un tanto diferente al de siempre, la cubrió. De hecho, inclinó su cabeza un poco hacia el frente, y la sombra de su sombrero le cubrió los ojos, similar a lo que ocurría cuando traía su capucha azul puesta.

    - ¿Qué hay con Starfire? – Le preguntó de manera cortante.

    Chico Bestia se asustó un poco por el cambio tan abrupto de ambiente.

    - Bueno… Tú sabes, lo que hablamos el otro día. Que Robin… Y ella…

    - ¿Qué Robin y ella qué? – Se volteó por completo hacia él, parándose derecha, casi de forma amenazante ante él. – Ella no es su novia, ni nada parecido, ¿o sí?

    - No, supongo que no… Pero en estos momentos ella está herida…

    - ¡¿Y eso qué?! – Exclamó con fuerza y se le aproximó rápidamente, haciendo que él retrocediera. – ¿Por qué todo tiene que ser siempre sobre Starfire? Lo que ella siente, lo que ella opina, lo que ella hace o no hace. Éste es mi día, y éste es mi regalo. No tiene nada que ver con Starfire, ¿está bien? Además, no fue mi culpa que saliera lastimada, yo no le arroje esa roca encima, así que no tendría porque no hacer esto. Me esforcé mucho por hacer estos chocolates, y sería injusto que no se los diera a la persona a la que se los preparé.

    La espalda de Chico Bestia terminó contra la pared del pasillo en su intento de crear la mayor distancia posible entre él, y la furiosa Raven que se había materializado de pronto ante él. No entendía que ocurría, ¿por qué se había puesto tan enojada de un segundo para otro? ¿Había dicho algo tan malo? Y lo que era aún más raro, hasta hace unos momentos sólo podría verse más feliz si se pusiera a saltar mientras caminaba.

    - De acuerdo, te entiendo. – Murmuró con nerviosismo, alzando sus manos hacia ella. – ¿Pero por qué no esperas a mañana o…?

    - ¡No quiero! – Volvió a gritar, alzando la voz. – Debo dárselos hoy. Hoy es Día de San Valentine, mi San Valentine.

    Antes de que su compañero pudiera responderle algo, Raven se incorporó de nuevo, y se acomodó sus cabellos fuera del lugar, así como su sombrero.

    - Con tu permiso, debo ir a buscar a Robin.

    Y así, sin más, se puso de nuevo en marcha hacia la enfermería. Chico Bestia no dijo nada más, ni intentó detenerla. ¿Qué podría decirle de todas formas? Parecía muy decidida a hacer lo que quería hacer. Sin embargo, sería obvio para cualquiera que algo extraño le estaba pasando. Raven nunca se había comportado de esa forma, pero también, según lo que le había dicho en aquella ocasión, era también la primera vez que se enamoraba, y no sabía muy bien cómo lidiar con ello. ¿Podría ser sólo eso?, ¿esas reacciones tan extrañas eran debido a que no sabía cómo reaccionar en esa situación? Quizás. Pero aun así, había algo que le causaba cierta incomodidad, algo que le decía que no todo estaba bien, o se debía sólo a eso.

    En el momento en el que Raven lo acorraló, y le había pronunciado esas palabas, “Hoy es Día de San Valentine, mi San Valentine“, le pareció notar en ese momento algo extraño en sus ojos. Por un par de segundos, estos dejaron de ser de ese tono morado caracterizo en ella. Por esa pequeña fracción de tiempo, sus ojos le parecieron completamente… Rojos.

    - - - -​

    Un minuto después de dejar a Chico Bestia atrás, el humor de Raven volvió a cambiar, y una vez más se encontraba tan alegre y emocionada como el momento en el que se despertó; como si esa conversación en el pasillo no hubiera ocurrido. De hecho, ya ni siquiera pensaba en ella. Mientras se acercaba más y más a la puerta a la enfermería, se concentraba más en decidir de qué manera le daría a Robin su regalo y las palabras que usaría. Se sentía tan nerviosa, que no podía evitar balbucear en voz alta.

    - Robin, necesito hablar contigo de algo… No. – Pronunciaba en voz baja. – Robin, sé que Starfire está en cama, Slade escondido por ahí, y Terra destruyendo cosas, pero hoy es día de San Valentine y… No, mala forma…

    Jamás había dado un regalo de San Valentine antes, y de hecho tampoco era muy buena dando regalos “normales”. ¿Debía sólo dárselo sin más? ¿O tal vez debía decirle algunas palabras antes de hacerlo?, ¿o quizás hasta después? Se lamentó no haber aceptado la ayuda de Jared para decidir el cómo y el dónde entregárselo; se veía que él sabía mucho más de este tipo de cosas.

    La enfermería tal vez no sería el mejor lugar para ello, en especial con Starfire ahí. Podía pedirle que salieran al pasillo, o mejor a la Terraza, eso estaría mejor.

    En un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba de pie, justamente frente a la puerta de la enfermería, la cual se encontraba cerrada. Del otro lado se encontraba él, y de ese lado se encontraba ella, con su vestido azul, su sombrero, y una caja con cuervos de chocolate en las manos. Comenzó a sentir algo agitándose en su pecho. ¿Qué era? Colocó su mano derecha sobre éste, y entonces lo pudo sentir con claridad. Era su corazón, sacudiéndose y latiendo como nunca antes lo había hecho, ni siquiera a mitad de una pelea. Él lo sabía, todo su cuerpo lo sabía. Ese era el paso que tanto había deseado llevar acabo, y lo único que debía de hacer, era abrir esa puerta.

    Respiró profundamente, inhalando y exhalando un par de veces con la intención de tranquilizarse, como lo hacía cuando meditaba. Dibujó una vez más su sonrisa en sus labios, y alzó su mirada decidida.

    - Robin, Feliz… - Susurró en voz baja, intentando hacer una última prueba, antes de atravesar la puerta…

    - Feliz día de San Valentine, Star. – Escuchó que alguien pronunciaba al otro lado de la puerta, tomándola por sorpresa y obligándola a callar. Esa voz… La reconoció de inmediato.

    Abrió lentamente la puerta para asomarse al interior del cuarto. Starfire seguía recostada en la tercera camilla a partir de la puerta, aún con sus ojos cerrados y su rostro sereno como la había visto por última vez el día anterior. Robin estaba sentado en una silla justo a su lado, dándole la espalda a la puerta; no pareció notar en lo más mínimo que Raven estaba ahí.

    El Chico Maravilla veía con seriedad a la joven pelirroja, mientras en sus manos enguantadas sostenía una pequeña caja de plástico en forma de corazón, con diferentes chocolates pequeños con envoltura roja.

    - Sé que este día era importante para ti. – Prosiguió. – Por eso te compré esto. Sé que no es la gran cosa, pero estará aquí para ti cuando despiertes. – Colocó los chocolates sobre la camilla justo a su lado, y posteriormente tomó su mano con fuerza entre las suyas. – Espero que te guste y te alegré. Debes recupérate pronto, Starfire. ¿De acuerdo?

    Robin había sido el primero en decirles a todos que no había nada de qué preocuparse, que el cuerpo de Starfire era fuerte, y que de seguro se recuperaría rápido. Pero lo cierto era que incluso él se encontraba preocupado. Al verla tirada, inconsciente y herida entre esos escombros, realmente se había alarmado. E incluso en esos momentos en los que aún no reaccionaba, el sentimiento era el mismo. Era algo que simplemente no podía evitar sentir…

    Escuchó entonces un fuerte y estruendoso golpe a sus espaldas, que hizo a sus reflejos reaccionar. Se paró de inmediato de la silla, y se giró hacia el sitio exacto del que había venido el sonido: la puerta de entrada. No tenía ninguna teoría de qué podría ser, pero aunque hubiera intentado hacer alguna, no hubiera podido adivinar la imagen que se alzaría ante él al voltearse. Raven estaba de pie a unos centímetros de la puerta abierta, con sus ojos totalmente abiertos y sus pupilas desorbitadas; se veía pálida… Sí, incluso más de lo que normalmente se veía, y muy, muy impresionada.

    - ¿Raven?, ¿te encuentras bien? – Le preguntó algo alarmado, pero sólo hasta entonces pudo reparar en el atuendo que traía puesto, ese hermoso vestido azul y sombrero de paja, y su reacción no fue muy diferente a la que Chico Bestia y Cyborg habían tenido en la sala. – ¿Raven? ¿Por… Porqué traes puesto ese…?

    Inconscientemente recorrió con su mirada a su compañera desde arriba hacia abajo, para dar un vistazo completo de su apariencia. Pero entonces, se detuvo abruptamente al llegar a sus pies, pues ahí vio lo que parecía ser una caja de madera negra, que se había roto un poco al estrellarse en el piso. ¿Ese fue el golpe que había escuchado?

    - ¿Por qué le compraste esos chocolates? – Escuchó que Raven le decía de pronto, obligándolo a alzar su mirada de nuevo.

    Robin pareció asustarse ligeramente al notar que la mirada de su amiga había cambiado. Si hace un instante parecía sorprendida, casi atónita, ahora se veía como su expresión poco a poco comenzaba a cubrirse de cierta rabia… Su ceño se frunció, su mirada se endureció y sus labios se apretaban entre sí, creando una marcada mueca. Los utensilios y frascos que había en el lugar, comenzaron a temblar ligeramente; incluso las ventanas que daban al mar comenzaron a agitarse, y las camillas vacías a moverse un poco, rechinando sus patas contra el suelo.

    - ¿Cómo dices? – Preguntó Robin, preocupado por lo que pasaba a su al rededor.

    La mueca de Raven se hizo mucho más marcada. Su sombrero salió volando de su cabeza, como si el viento se lo hubiera arrancado. Su cuerpo entero se empezó a elevar un poco del suelo, y sus cabellos y la tela de su vestido a remolinear.

    - ¡¿Por qué le compraste esos chocolates a Starfire?! – Repitió de nuevo, pero ahora gritando con fuerza, y haciendo que todo se agitara aún más que antes.

    - ¡Raven!, ¡cálmate! – Respondió Robin apresurado, haciéndose a un lado para evitar la silla en la que hace un minuto estaba sentado, la cual había salido volando contra la pared. – ¡¿Qué es lo que ocurre?! ¿Los chocolates? Son sólo un detalle por el día de San Valentine, para Starfire…

    - ¡¿Por qué a ella?! – Exclamó de ímpetu, y entonces comenzó a levitar en línea recta hacia él, pasando por encima de una de las camillas, que en cuanto estuvo sobre ella comenzó a retorcerse sobre sí misma como si fuera papel. – ¡¿Por qué le compraste chocolates a ella y a mí no me diste nada?!

    - ¡¿Qué?! – Exclamó confundido el Titán, no muy seguro si era por lo que veía o por lo que escuchaba. – ¿A ti? Pero pensé que a ti no te interesaba el día de San Valentine…

    - ¡Pues sí me importa!, ¡Sí me importa! – Repitió con fuerza al pasar justo sobre la segunda camilla, que sufrió el mismo destino que la primera. Raven cerró y apretó sus ojos con fuerza, y se agarró su cabeza con ambas manos, como si estuviera sufriendo. – ¡Me importa mucho una festividad tonta de corazones y chocolates! ¡¡Sí me importa!!

    Gritó a todo pulmón al aire, y ese sólo grito fue suficiente para que toda la torre comenzara a temblar. Las ventanas de la enfermería explotaron en pedazos, y todos los frascos de medicinas y equipo médico comenzaron a volar y a estrellarse contra las paredes.

    - ¡Raven!, ¡Tranquilízate! – Le gritaba Robin mientras se cubría con sus brazos, pues los pedazos de vidrios volaban por los aires muy cerca de él.

    De pronto, el Titán sintió como su cuerpo se separaba del suelo. Su torso había sido cubierto con energía oscura, y empezó a elevarse hasta casi un metro del piso, para después aparentemente ser lanzado con violencia hacia atrás.

    - ¡Ah!, ¡Raven!

    El Chico Maravilla extendió sus manos intentando agarrarse de cualquier cosa, pues sentía que había sido lanzado contra las ventanas rotas. Pero no, en su lugar había caído contra una de las camillas vacías, la cual se arrastró por el suelo con él en ella, hasta quedar contra la pared. Apenas comenzó a hacer el intento siquiera de sentarse, cuando sintió que todo su cuerpo era presionado por sí sólo contra la camilla; magia oscura lo inmovilizaban de las muñecas, piernas y cabeza, como si estuviera atado.

    Sin poder mover la cabeza, logró ver por el rabillo del ojo como Raven flotaba en su dirección, hasta colocarse justo sobre la camilla, y luego empezó a descender hasta sentarse sobre él. Colocó sus piernas a cada lado de sus costados, y apoyó el cuerpo contra la parte baja de su abdomen. Extendió sus manos al frente, colocándolas contra la cama a cada lado de su cabeza, manteniendo su rostro suspendido sobre el suyo a unos escasos centímetros. Ahora le sonreía… Pero no era una sonrisa de felicidad… Era algo muy diferente. Eso que veía en el rostro de su compañera en esos momentos, era algo totalmente nuevo, algo… aterrador…

    - ¿Por qué ella? ¿Por qué siempre ella? – Le empezó a murmurar la hechicera en voz baja, con sus mejillas sonrosadas, y sus ojos brillando. – ¿Por qué nunca me pones a mí la atención que le pones a ella? Mírame, mírame bien, Robin…

    - ¿Qué estás diciendo, Raven? No entiendo… ¿Por qué haces esto?

    Raven no le hacía caso. Ella seguía hablando, mientras lo seguía sujetando con su magia contra la cama, evitando que moviera incluso un dedo.

    - Yo soy más bonita, más inteligente, más poderosa que Starfire. Yo te conozco mejor que nadie, yo soy la indicada para ti, ¿qué no lo ves? ¡Si es tan obvio! – Colocó en esos momentos sus manos sobre las mejillas de Robin y acercó un poco más su rostro al suyo. – Mírame, Robin…

    - Raven… - Comenzó a murmurar nervioso, mientras veía como se le iba acercando cada vez más y más, hasta que fue capaz de sentir la respiración de la joven sobre él. – Detente por favor, no sabes lo que haces… ¡ésta no eres tú!

    - Ésta soy yo, ésta soy yo, Robin, la verdadera yo… Te amo Robin, te amo mucho. Robin… Robin… Bésame… por favor…

    Raven siguió cortando la distancia entre ambos más y más, sin importar lo que Robin dijera o intentara decir. Cerró los ojos, y llegó a sentir por unos instantes como sus labios rozaban los de su amado compañero. Su corazón se siguió agitando con violencia, en espera del añorado primer beso con el que tanto había fantaseado…

    - ¿Raven…?

    Una tercera voz se escuchó de pronto en el cuarto. No era la voz de Robin, no era la voz de Raven, era…

    Raven abrió sus ojos de golpe y rápidamente se separó un poco de Robin. Volteó hacia su diestra, en dirección a la otra camilla… En la que Starfire, aún recostada, la miraba fijamente, llena de asombro en sus ojos verdes, que estaban abiertos y lucidos.

    - Starfire… - Susurró la hechicera en voz baja.

    Starfire había despertado, y no tenía idea desde cuándo. Pero la estaba viendo fijamente, a ella, quien estaba en esos momentos sobre Robin, sometiéndolo con su magia, a unos instantes de besarlo…

    El sitio se cubrió de absoluto silencio por unos segundos, en los que Raven pareció recuperar poco a poco la razón. Los objetos que seguían en movimiento, comenzaron a precipitarse de nuevo al piso, y todo volvió a lo más cercano a normalidad. Nadie se movía, nadie decía nada…

    Los pasos apresurados de Cyborg y Chico Bestia se escucharon por el pasillo, y en un par de segundo ya estaban en la puerta, totalmente alarmados.

    - ¡¿Qué pasó?! – Preguntó Chico Bestia de inmediato.

    - ¡¿Están todos bien?! – Le siguió Cyborg.

    Los dos se quedaron casi atónitos al ver el escenario, casi de guerra, ante ellos, pero incluso más al ver a Raven sobre Robin.

    La joven de cabellos azules, se sobresaltó al ver a sus dos compañeros, y entonces se volvió de nuevo hacia Robin, quien seguía sujeto a la camilla. Horrorizada cuando al parecer al fin se dio cuenta de lo que había ocurrido, Raven rápidamente se apartó de Robin, elevándose en el aire, y al apartarse el chico pareció al fin ser liberado. Raven se miró sus propias manos con espanto, y ni siquiera pareció reconocerlas. Sus ojos y sus labios comenzaron a temblar, y todo su cuerpo le siguió.

    - “¿Qué hice? ¡¿Qué hice?!”

    Antes que cualquier pudiera decir algo más, Raven no lo pensó dos veces y de inmediato salió volando por la ventana a toda velocidad en dirección a la ciudad, para alejarse lo más pronto posible de esa torre.

    - ¡Raven!, ¡Espera! – Le gritó Robin, pero ella no hizo caso. Corrió hacia la ventana, y lo único que pudo hacer es ver como se alejaba volando hasta perderla de vista.

    - ¿Pero qué demonios está pasando aquí? – Exclamó Cyborg, totalmente confundido. – Starfire, ¿te encuentras bien?

    La Tamaraniana aún no parecía reaccionar. Miraba hacia un lado, con su mirada perdida, y aunque sus amigos le hablaban, no los volteaba a ver, ni decía palabra alguna.

    - Algo muy malo le pasa a Raven. – Señaló Robin de pronto, girándose al fin hacia su equipo. – Ha perdido el control. Debemos ir por ella, antes de que lastime a alguien.

    - ¿Ir por ella? – Cuestionó Chico Bestia. – Pero es Raven, ¿nosotros que podemos hacer para detenerla?

    En efecto, no sería nada sencillo, en especial si Raven tenía sus poderes fuera de control. Además, el propio Robin no era capaz de pensar con claridad, luego de esa extraña, casi aterradora, experiencia que acababa de tener. Pero de algo estaba seguro. Debían de ir por su amiga, de inmediato; costara lo que costara.

    - Yo voy con ustedes. – Escucharon que Starfire añadía, sentándose en la camilla y luego poniéndose de pie.

    - Claro que no. – Señaló Cyborg de inmediato. – Estuviste casi un día entero inconsciente, aún no te has recuperado por completo.

    - Estoy bien. – Respondió la pelirroja con un tono apagado. No era del todo cierto, pues en realidad su cuerpo le seguía doliendo bastante, y de hecho ni siquiera recordaba muy claramente cómo había terminado herida. – No sé qué es lo que le está pasando a nuestra amiga Raven… Pero siento en lo más profundo que necesito ir con ella… Ahora mismo…

    - No sé si sea lo más prudente, Starfire. – Intervino Robin, dando un paso hacia ella. – Yo… Creo que el verte podría afectarla incluso más de lo que ya está…

    Starfire se viró hacia otro lado pensativa. No podía quitarse de la cabeza la primera imagen que había visto al despertar, ni las palabras que había escuchado. De pronto, divisó lo que se encontraba a los pies de Cyborg y Chico Bestia: la caja negra rota.

    - ¿Qué es eso?

    Todos miraron en dirección hacia donde ella señalaba. Chico Bestia de inmediato reconoció la caja de regalo que Raven traía consigo. Notó la tarjeta que seguía pegada a la tapa, e intentó agacharse y quitarla, pero Robin se le había adelantado.

    El chico de antifaz se agachó a lado de la caja, y retiró con cuidado la tarjeta, leyendo lo que había escrito en ella. Pese a lo que acababa de pasar, aun así le fue sorprendente leerlo. Puso atención de nuevo a la caja, y con mucho cuidado retiró la tapa para ver su contenido. Entre los restos, pudo ver diferentes pedazos rotos de chocolate, que al parecer en conjunto formaban varias figuras en forma de cuervo.

    - Viejo, ¿eso es lo que creo que es? – Escuchó que Cyborg, que estaba inclinado sobre él para ver mejor, le preguntaba sorprendido.

    - Ella los hizo para ti. – Explicó Chico Bestia en voz baja.

    - ¿Por qué…?

    Chico Bestia abrió la boca, como si fuera a decir algo, pero de inmediato se arrepintió y se volteó en otra dirección.

    - Yo no soy quien debe decírtelo…

    Robin miró de nuevo hacia la caja y hacia los trozos de chocolate. Momentos que había prácticamente pasado por alto en los últimos días, comenzaban a encajar en su cabeza. El día en que Raven estaba en la cocina, preparando algo, el tiempo que pasó fuera en casa de su supuesto hermano… ¿Estaba haciendo esos chocolates? ¿Para él?

    Sintió en ese momento la mano de Starfire sobre su hombro.

    - No importa cómo nos sintamos en estos momentos. – Escuchó que la extraterrestre susurraba. – Raven nos necesita, no hay tiempo que perder…

    Robin asintió con su cabeza y entonces se volvió a poner de pie.

    - Tienes razón. – Exclamó con seriedad, y le echó una mirada rápida a cada uno de sus compañeros. – Titanes… ¡Al Ataque!

    - - - -​

    La cabeza de Raven le daba vueltas, y se le dificultaba ver con claridad. Voló sin rumbo fijo por largo rato, esquivando los edificios. Como le era posible. El sólo pasar cerca de uno, hacía que sus ventanas vibraran. El viento se remolineaba a su alrededor, e incluso las personas debajo de ella lo sentían. No podía calmarse, le era prácticamente posible tener un pensamiento congruente que no fuera una repetición en cámara lenta de todo lo que había ocurrido en la enfermería. ¿Por qué había hecho eso? Se supone que había ido ahí para darle su regalo a Robin, pero todo había terminado de esa forma tan horrible. ¿Qué le estaba pasando?, ¿Por qué no era capaz de controlarse?

    Estaba tan distraída en tantas cosas, que justo cuando volvió a poner su mirada al frente, se encontró de cara con un panorámico de cigarrillos a menos de un metro de ella. Intentó frenar pero fue inútil. Su cuerpo atravesó el panorámico y luego comenzó a desplomarse como piedra hacia el suelo. Mientras caía, intentó concentrarse para volver a volar, pero de nuevo las imágenes y emociones de aquel momento la inundaban, y no era capaz de pensar en nada más. Su cuerpo, prácticamente por sí solo, se cubrió de magia oscura para protegerse, y terminó estrellándose contra el techo de un taxi, abollándolo.

    - ¡¿Qué demonios…?! – Exclamó furioso el conductor del taxi, saliendo del vehículo de inmediato. El tráfico se detuvo, y los peatones que pasaban por la baqueta se detuvieron igual para ver.

    La magia de Raven se esfumó, quedando simplemente recostada contra el techo del taxi, mirando de manera perdida hacia el cielo sobre ella; respiraba agitada, tal vez como resultado del miedo.

    - Señorita, ¿está bien? – Cuestionó un policía que se acercó rápidamente hacia ella. Raven no respondió nada. Sólo comenzó a sentarse lentamente. – No debe de moverse, espere a que llamemos a una ambulancia…

    El policía extendió sus manos hacia ella con la intención de evitar que se levantara. Sin embargo, esa sola cercanía fue suficiente para Raven reaccionara de golpe de forma violenta.

    - ¡No me toquen! – Exclamó con fuerza, jalando su mano con fuerza contra las del policía. Éste salió volando hacia atrás como si lo hubieran golpeado en la cara, quedando contra uno de los vehículos cercanos al taxi. Esto hizo que todos los presentes dieran un paso hacia atrás.

    - No… No me toquen… ¡No se me acerquen!

    Raven se bajó del taxi lentamente, tambaleándose en cuanto sus pies volvieron a tocar el suelo. La gente la miraba con confusión y con miedo en sus caras.

    - ¿No es ella Raven de los Jóvenes Titanes? – Comentó alguien entre la multitud.

    - No lo creo, ¿con ese vestido? – Agregó una segunda persona.

    - Pero cayó del cielo, debe de ser ella.

    Se empezaron a escuchar más y más murmullos, algunos más disimulados que otros. Raven los volteó a ver, y en lugar de ver a las personas y sus caras, sólo podía ver siluetas oscuras y ojos grandes, enfocados directamente en ella. Los murmullos se hicieron más y más fuertes, y los sentía taladrando en sus oídos. Alzó sus manos, y se tapó con fuerza sus orejas, pero seguía escuchándolos; nada los hacía callar.

    - ¡Cállense todos! – Comenzó a gritarles con furor. – ¡No me miren!, ¡¡Aléjense de mí!!

    Los vehículos que la rodeaban se levantaron del pavimento, y salieron volando en todas direcciones. Varios de los peatones apenas y pudieron esquivar los peligrosos proyectiles, que se estrellaron contra posters de luz, paredes y aparadores.

    Raven logró abrir una vez más sus ojos, sólo para ver como todos comenzaban a correr despavoridos, para alejarse de ella, así como el gran destrozo que había provocado en tan sólo unos instantes. Se abrazó con fuerza a sí misma con ambos brazos y entonces empezó a caminar con pasos pequeño por la calle. Un gran sentimiento de congoja la invadió, e incluso las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Se sentía perdida, totalmente perdida. Y sólo había un sitio al que quería ir, un sitio en el que sentía que estaría segura… Tenía que ir con él…

    Siguió caminando, aunque poco a poco con más apuro en sus pasos; tenía miedo de intentar volar y volver a estrellarse. Caminó por casi una hora, hasta que al fin pudo divisar a lo lejos su añorado destino: el edificio de departamento en el que vivía Jared. Su rostro se iluminó, posiblemente por primera vez en todo ese rato. Jared la ayudaría. Era el único en el que podía confiar, el único que la entendería y no la juzgaría. Al estar con él, de seguro lograría calmarse, de seguro todo se volvería mucho más claro. Su compañía tenía ese efecto en ella, y era justamente lo que necesitaba en esos momentos; necesitaba a su hermano.

    Comenzó a correr con rapidez hacia el edificio, pero a medio camino se tropezó y cayó al suelo con fuerza. Se quedó tirada unos segundos, antes de volver a sentarse a duras penas. Se raspó un poco la barbilla, las rodillas, y su vestido se había manchado; esto último pareció ser lo que más le dolió. Se suponía que ese día se debía ver hermosa, radiante. Pero ahora, se veía horrible, sucia, despeinada; todo un desastre. Con algo de frustración, alzó sus puños y los chocó con fuerza contra el asfalto. Su magia reaccionó a ese acto, y el suelo se agrietó en ramificaciones hacia los lados.

    Se puso de pie y corrió de nuevo hacia el edificio. Debía de entrar por la puerta principal, subir las escaleras hasta el tercer piso y luego a la puerta del departamento de Jared. Sin embargo, no pensaba en esos momentos con mucha claridad, y hacer todo ese recorrido la pareció totalmente imposible. En su lugar, justo cuando estaba de pie frente a la fachada principal, se elevó con rapidez directo a la ventana del departamento de Jared, atravesándola sin el menor decoro. Sí, parecía una acción demasiado desesperada, pero era justamente así como se sentía: desesperada.

    Una vez dentro del departamento, cayó al suelo alfombrado, y rodó por éste hasta quedar a mitad de la sala, rodeada por los trozos rotos de la ventana. Se quedó boca arriba, con los ojos cerrados, inhalando y exhalando con rapidez. Sentía como si se fuera a desmayar en cualquier momento.

    - Jared. – Comenzó a pronunciar con fuerza. – Lo siento, Jared… Pero necesitaba verte… - Abrió sus ojos lentamente; el departamento estaba totalmente oscuro, a excepción de la luz que entraba por la ventana rota. – Te necesito, algo me está pasando…

    Se sentó apoyándose en sus manos, y miró a todos lados, esperando ver la imagen de su hermano en algún momento, pero no fue así. Todo a su alrededor estaba oscuro; la sala estaba y la cocina estaban en completa quietud.

    - ¿Jared? ¿Estás aquí?

    Se paró rápidamente, y entonces caminó hacia la puerta de la habitación, con la esperanza de que estuviera ahí. Era curioso, en esos días que había pasado la mayor parte del tiempo ahí, jamás entró a la habitación. No hubo necesidad de hacerlo; después de todo, estaba ahí para preparar cuervos de chocolates.

    - Jared… Lamento entrar así. – Indicó al poner su mano en la perilla. – Necesito hablar con…

    Su voz calló…

    Una luz anaranjada surgió del interior del cuarto, distinguiéndose con claridad entre la oscuridad del departamento. Raven estaba pasmada ante lo que veía. Se quedó hecha piedra unos instantes en la puerta, mirando de un lado a otro, intentando entender qué era lo que estaba viendo…

    No era una habitación para dormir; no había cama, ni tocador, ni armario. En su lugar, había velas encendidas por todos lados, en candelabros, en el suelo, en pequeños muebles de madera. El suelo estaba cubierto de lo que parecían ser plumas blancas, y en todas las paredes había símbolos pintados en rojo; los reconocía, eran símbolos de magia negra, muy, muy antiguos. Pero el más distintivo, era el que estaba justo frente a ella, pintado en la pared, el más grande y también el más significante de todos. Las velas prácticamente formaban un camino directo hacia él.

    - No… No… - Murmuró en voz baja, incrédula.

    Comenzó a caminar muy lentamente hacia ese símbolo, con la esperanza que al verlo de cerca pudiera verificar que no era lo que pensaba. Pero resultó ser todo lo contrario; mientras más avanzaba, más podía cerciorarse de que su primera impresión había sido la correcta. Ese símbolo, se veía similar a una “S” o un “5” para aquellos que no lo conocieran; pero ella lo conocía muy bien… Sabía lo que era, sabía lo que significaba: la Marca de Scath… La Marca de Trigon… Los símbolos, la vela… Esa marca. Todo ese cuarto era un altar, un altar dedicado a su padre…

    Sus piernas le comenzaron a temblar. Cayó de rodillas al suelo, y se hubiera desplomado por completo, si no hubiera interpuesto sus manos primero. Sus ojos comenzaron a nublarse, y sintió las lágrimas comenzar a brotar de ellos, y a caer como rocío hacia el suelo y sus manos. No podía creer que eso fuera cierto… No podía ser verdad…

    “Mi nombre es Jared. Soy tu hermano, Raven…”

    “Entiendo cómo te sientes, yo también me sentí confundido y asustado cuando me enteré que podría tener una hermana. Pensé que estaba solo en este mundo hasta ese momento, y me dedique en cuerpo y alma a buscarte…”

    “Siempre fantasee tanto con lo que sería tener una hermana, salir a pasear con ella, comprarle cosas, platicar y reír, simplemente estar juntos…”

    “Quiero que sepas que si en algún momento un chico te gusta, como tú hermano, no permitiré que nadie te lastime. Si ese tipo se aprovecha de ti, dime y le rompo la cara, y no me importa que sea Robin.”

    Llevó sus manos hacia su rostro, cubriéndolo por completo con ellas. No pudo contenerse más, y comenzó a llorar con todas sus fuerzas, a llorar con gran intensidad sin el menor pudor. Las lágrimas resbalaban por sus dedos y sus mejillas. Sus sollozos eran cada vez más fuertes. Todo se volvía cada vez más y más claro, como si cada lágrima sacara consigo una duda de su cuerpo. Todo encajaba de una manera tan perfecta, que era casi imposible creer que no lo hubiera visto antes. La respuesta siempre estuvo frente a ella y no la vio. ¿Cómo pudo haber pasado eso? ¿Cómo es que permitió que todo eso llegara tan lejos sin darse cuenta...?

    “No tengo a dónde ir. Cómo te lo dije, estoy solo en este mundo, así que creo que no me molestaría instalarme aquí dónde vive mi hermana. ¿Tú qué dices?”

    “Era mi madre, en efecto. Y la razón por la que no pudiste ver su rostro, es porque simplemente creo que ya ni lo recuerdo... Sólo su sonrisa... Esa sonrisa que siempre tenía, pero aun así…”

    “No me des las gracias, que era mi deber de hermano mayor…”

    “No sabía que podías reaccionar de esa forma. No te debes de avergonzar. Llorar es de humanos, después de todo…”

    “Te quiero, hermana…”

    De pronto, sus sollozos se fueron apagando poco a poco. Sus manos, que seguían cubriendo su rostro, comenzaron a tensarse. Cerró los dedos, apretando con fuerza sus puños. Su cuerpo empezó a temblar con violencia. Una ráfaga de viento sopló, apagando todas las velas de tajo, y dejándola en absoluta oscuridad. Retiró de golpe sus manos de su rostro, pero al hacerlo, éste ya no era el mismo; se habían materializado en él… cuatro ojos rojos que brillaban con gran fulgor.

    - ¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaah!!

    Raven gritó al aire con todas sus fuerzas. Una fiera oleada de energía oscura golpeó las cuatro paredes a su alrededor, volándolas en pedazos. La cocina, en la que había pasado tanto tiempo preparando sus amados cuervos de chocolate, quedó totalmente destruida. La sala fue cubierta de escombros, la puerta del pasillo salió disparada hacia el otro lado del pasillo. Toda la parte la pared que daba del lado de la fachada, voló en pedazos, y se desplomó a la calle.

    Entre todo ese ruido y polvo, los vecinos comenzaron a salir a ver qué era lo que había pasado. Había pedazos de roca y metal por todos lados, y no podían ver nada con claridad. De pronto, algunos pudieron divisar como entre el humo de la explosión, salía volando una silueta a toda velocidad. Al estar avanzando en línea recta, el pavimento debajo de ella se abría y las ventanas de los edificios, igualmente se hacían pedazos.

    - ¡¡Jared!! – Gritaba con todas sus fuerzas mientras volaba sin ningún rumbo fijo, pero con un claro objetivo en su mente: encontrar a ese malnacido…

    FIN DEL CAPITULO 16

    Notas del Autor:

    Uff, eso fue intenso. ¿Qué les pareció? Cómo les dije, esto ya es el inicio del fin, y espero lo disfruten tanto como yo disfrutaré escribirlo. Así que nos leemos de nuevo, mucho más pronto de lo que creen… Aprovechó para promocionar que acabo de abrir una página de Facebook en la que podrán seguir mis publicaciones, así como actualizaciones ésta y de otras de mis historias y dibujos. Para los interesados, el link está en mi perfil. ¡Gracias por leer!
     
  6.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    9253
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 17
    “La Misma Persona”

    El último día de exámenes parciales en la preparatoria Murakami, coincidió precisamente con el día de San Valentine. Normalmente en este día, los chicos y chicas acostumbran regalar chocolates, paletas o rosas a esa persona especial que les interesaba, o en su defecto a sus conocidos y amigos. Los exámenes, sin embargo, volvían un poco difícil esa tarea, por lo que la mayoría intentaba aprovechar lo más posible el tiempo entre un examen y otro para entregar sus regalos. Pero esto no era algo que ocupara mucho a Tamy Hawk. Aunque algunos chicos, e igual algunas amigas, le habían dado regalos, la joven rubia y de ojos azules sólo pensaba en pasar de manera satisfactoria su último examen, costara lo que costara.

    La Historia Universal nunca había sido su mayor fuerte, aunque tampoco se consideraba principalmente mala en ello. Tres cuartos de las preguntas referentes a la Revolución Francesa, y los movimientos de independencia en América, no representaban un mayor problema para ella. El cuarto faltante, requería un poco más de atención. Una vez que terminó de responder todas, comenzó a hacer un segundo repaso, el cual le ayudó a identificar y corregir tres respuestas erróneas. Hizo un tercer repaso, el cual ya no derivó en ninguna corrección más, por lo que consideró que era el momento adecuado para entregarlo.

    Luego de entregar, salió al pasillo y se quedó afuera del salón aguardando a que sus amigas salieran. Mary fue la primera en salir, cómo esperaba. Se quedaron platicando unos minutos, antes de que la campana sonara al fin, marcando el final de la hora y por lo tanto del tiempo estipulado para resolver el examen. Sarah salió un rato después, junto con todos los demás que aún quedaban con ella.

    - Felicidades, chicas. – Les dijo con curioso entusiasmo en cuanto salió. – Oficialmente sobrevivimos los parciales. Paletas de regalo para ambas.

    Le extendió entonces una paleta de chocolate blanco en forma de corazón a cada una.

    - Ya nos diste tres, Sarah. – Señaló Tammy, tomando dudosa la paleta que le ofrecía.

    - Pues les daré más. Me sobraron demasiadas…

    - No debiste haber comprado tantas. – Comentó Sarah, incapaz de ocultar la gracia que ello le causaba.

    Terminados los exámenes de una vez por todas, podían darse el lujo de suspirar aliviadas para variar; aunque claro, esa reconfortante calma no duraría para siempre.

    Una vez que estuvieron las tres juntas, comenzaron a caminar hacia la salida. Desde el día anterior habían acordado ir a comer una hamburguesa para celebrar el fin de los exámenes. La idea original era un helado, pero supusieron que tendrían demasiadas cosas dulces para comer ese día, y en efecto tuvieron razón al respecto.

    - ¿Y a ti como te fue, Tammy? – Le preguntó Sarah.

    - Creo que bien. Mínimo creo que sacaré un ochenta y cinco, aunque espero un noventa.

    - No, tontita. Me refiero a los regalos.

    - Ah, eso… - Tammy giró sus ojos, restándole importancia al tema. – Me regalaron una rosa, dos chocolates y cinco paletas, además de las tuyas.

    - Siempre tan popular, qué envidia. – Comentó Mary con un tono juguetón.

    - No soy popular. Y son sólo dulces, y una flor; no es gran cosa.

    - Debes ser la única chica en la escuela a la que no le emociona recibir dulces y una flor este día.

    - De eso no estoy segura.

    No era que no le gustara recibir regalos; ¿a quién no le gusta? Pero sentía que la gente le daba demasiada importancia y significado a los regalos de ese día en especial. ¿Qué significaba realmente que un chico cualquiera te diera una flor de todas formas? ¿Significaba algo siquiera? ¿Se suponía que debía sentirse emocionada por ello? Si eso era lo que se suponía debía pasar, entonces quizás había algo malo en ella, ya que en verdad no sintió nada fuera de lo común cuando ese chico se le acercó y se la dio. ¿Sería acaso diferente si la persona que lo hiciera fuera alguien en específico?, ¿alguien en especial…?

    - Estaba casi segura de que ese Joven Titán que siempre te persigue se aparecería y te daría algún regalo. – Oyó de pronto que Sarah agregaba a la conversación. Esa sola mención pareció hacer que Tammy se sobresaltara, casi asustada.

    - ¿Hablan acaso de… Chico Bestia?

    - Sí, ese mismo. ¿Lo has vuelto a ver?

    Tammy dudó en dar una respuesta.

    - No… No he sabido nada de él en un rato…

    - Aún no cantes victoria. – Mencionó Mary, al estar ya prácticamente frente a las puertas que daban al exterior. – Podría estarte esperando afuera como las otras veces.

    A Tammy ese comentario le causó una mezcla de sentimientos. Normalmente la idea de encontrarse con ese chico que insistía en llamarla Terra, le era realmente incómoda. Sin embargo, luego de lo ocurrido con ese otro extraño que había entrado a su habitación a amenazarla, por alguna razón le hacía sentir un poco segura la idea de que Chico Bestia pudiera no estar muy lejos de ella…

    - No digas tonterías. – Respondió Tammy con seriedad. – Estoy segura de que nadie…

    Tammy colocó sus manos en las puertas y las empujó hacia afuera. Esperaba sentir la luz de exterior tocando la piel de su rostro y sus ojos, pero en su lugar… Sólo encontró sombras. Al alzar su mirada con más detenimiento al frente, se encontró cara a cara con la figura alta y fornida de un hombre que le cubría el paso, y la miraba fijamente hacia abajo con el único ojo visible que se asomaba de su máscara…

    - Hola, Tammy. – Pronunció ese extraño con un tono profundo e intimidante. – Feliz Día de San Valentine.

    Esa imagen, esa voz… Tammy se quedó casi petrificada; su única reacción posible fue dar un paso hacia atrás, inspirada por el miedo. Era ese hombre, el mismo que se había aparecido en su cuarto hace unos días atrás. Lo reconocía sin ningún problema. Su altura, su voz, esa máscara, la mitad negra, la mitad bronce; su armadura, la confianza y firmeza que mostraba en su postura… ¿Qué hacía ahí, en su escuela? Comenzó a sentir que su cuerpo comenzaba a temblar sin control…

    - Tammy… ¿Quién es este hombre? – Preguntó Mary, algo nerviosa también por la extraña persona que había aparecido ante ellos.

    El hombre enmascarado desvió su atención unos instantes de Tammy, hacia las otras dos chicas que la acompañaban.

    - Supongo que ellas han de ser tus supuestas amigas, ¿o no?

    El escuchar como mencionaba a sus dos compañeras, pareció hacer que Tammy saliera un poco de su estado de shock.

    - ¡A ellas déjalas en paz! – Le gritó con fuerza, colocándose rápidamente frente a Mary y Sarah. – Lo que sea que quieras, es conmigo, ¡¿no?!

    Se escuchó una ligera risilla burlona surgir de debajo de la máscara de ese hombre.

    - De hecho, Tammy, creo que hay espacio para más en esta fiesta.

    En ese momento, se volvió claro que no venía solo. Detrás él, se acercaban los que parecían ser decenas de robots, con formas humanoides, vestidos con atuendos y armaduras muy parecidas a las de él. Comenzaron a rodear la escuela, y a entrar por ella por las ventanas y las puertas. Todo aquel que seguía dentro del edificio, era imposibilitado para salir…

    Tammy miró a todos lados, viendo con horror como el interior del edificio era rápidamente tomado por todos esos robots, todos ellos de una apariencia muy similar a la del hombre frente a ella. Dos de ellos tomaron a Sarah y Mary, y las apartaron de ella con cierta violencia.

    - ¡No!, ¡suéltenme! – Exclamó Mary con fuerza, forcejeando pero siendo incapaz de liberarse del agarre de las manos mecánicas que la apresaban.

    - ¡¿Qué es lo que está pasando, Tammy?! – Gritó Sarah, totalmente aterrada.

    Tammy era incapaz de moverse, o de asimilar lo que estaba pasando ante ella…

    - - - -​

    Robin había tenido un entrenamiento extenuante desde pequeño para poder controlar sus emociones; en especial para desarrollar la habilidad de despejar su cabeza de ellas cuando lo requería. Así podía tener la mente clara, pensar y analizar las cosas con detenimiento, y encontrar la mejor salida a cualquier problema. No era una tarea fácil. Al final del día, eran seres humanos, incluso Batman lo era; pero siempre se había considerado hábil para lograrlo, al menos cuando era requerido. Sin embargo, esa ocasión en especial, en la que realmente necesitaba tener su mente clara y sus emociones en orden, el lograr tal tarea no le era ya tan sencillo… De hecho, se había vuelto algo que rozaba en lo imposible.

    Él y los otros Jóvenes Titanes se dirigieron de inmediato a la ciudad, y luego se separaron en búsqueda de Raven. Ya llevaban algunas horas recorriendo las calles de punta a punta, pero hasta ahora ninguno le había reportado ningún hallazgo, y él mismo tampoco había encontrado nada. Raven se había ido de la Torre sin su comunicador, por lo que era imposible rastrearla. Les preocupaba sobre todo el estado en el que había salido, tan inestable que podría terminar siendo un peligro para alguien, o incluso para sí misma.

    Lo ocurrido en la enfermería se repetía en su cabeza una y otra vez. Todo ello ciertamente lo había conmocionado. No era que hubiera tenido miedo o algo parecido, sino más bien se sentía sorprendido, confundido, incapaz de digerir lo que Raven había hecho y dicho. Desde hace unos días había presenciado diferentes momentos en los que las reacciones de su compañera distaban de ser las que él conocía; pero nada de lo que había visto, absolutamente nada, podría haberle ayudado a predecir qué pasaría lo que pasó. Sin embargo, por extraño que pareciera, no era la rareza del acto lo que más ocupaba y confundía su mente, sino… Preguntarse cuánto de lo que había escuchado era cierto.

    Mientras pensaba en todo esto, se vio a sí mismo andando por una de las calles principales en su motocicleta. Había interrogado a un par de personas, pero nadie había visto nada útil; era bastante frustrante. Se detuvo unos momentos, estacionando su motocicleta a un lado de la banqueta. Se retiró su casco, pero no se bajó del vehículo, sino que se quedó sentado, mirando fijamente al frente. Nada en especial, sólo al vacío.

    La caja de chocolates rota en el suelo fue lo primero que recordó en ese mismo instante. La conversación sobre chocolates en el vehículo aquella tarde luego de su encuentro con Red X, la vez que la encontró en la cocina al parecer cocinando, y por último el chocolate que le había comprado a Starfire. ¿Todo estaba conectado? ¿En verdad esos chocolates eran para él? ¿Desde cuándo tenía pensado hacerle ese regalo? Chico Bestia parecía saber algo al respecto, pero de seguro no le diría nada. ¿Qué significaba realmente todo eso?

    Algo, o más alguien, cubrió el sol sobre él unos segundos. Cuando alzó su mirada, pudo ver sin problema la silueta delgada de Starfire, descendiendo lentamente desde los aires hacia él. El ver a su compañera pelirroja de repente, siempre le había causado diferentes reacciones y sensaciones. Sin embargo, la que sentía en esos momentos era de cierta forma, algo nueva…

    - Starfire. – Murmuró en voz baja, intentando ocultar su asombro.

    Star descendió hasta pararse en la banqueta a su lado; él se bajó de la moto incluso antes de que sus pies tocaran el pavimento. La Tamaraniana no lo volteó a ver fijamente. Tenía su rostro desviado hacia otro lado, y con su mano derecha se sujetaba su brazo izquierdo, como un pequeño tic de incomodidad, un sentimiento que ciertamente Robin lograba entender en esos momentos.

    - ¿Tuviste suerte, Robin? – Le preguntó con quizás el tono más serio que le había escuchado en todo el tiempo que la conocía.

    - No, parece que nadie la ha visto por aquí. ¿Y tú?

    Starfire simplemente negó con su cabeza como respuesta. Luego de eso, sólo hubo silencio.

    Ninguno volteaba a ver al otro. Y a pesar de que los dos parecían querer decir algo, ninguno se atrevía a abrir siquiera la boca. Cuando ya casi iba a pasar un minuto entero, Robin estaba a punto de intentar romper esa incómoda situación de algún modo, pero entonces su comunicador comenzó a sonar en ese mismo momento.

    Salvado por la campana, Robin tomó el comunicador de su cinturón, y en la pantalla de éste se mostró la imagen de Chico Bestia.

    - Aquí Chico Bestia.

    - ¿Qué ocurre, Chico Bestia? ¿Encontraste algo?

    - Sí, una pista. Todo es un desastre aquí en el centro, y la gente dice que fue causado por una chica muy parecida a Raven que cayó del cielo.

    - ¿Del cielo?

    - Eso es lo que dicen…

    Le hubiera gustado poder decir que las opciones para “chica que cayó del cielo” eran reducidas, pero lo cierto es que no lo eran tanto en esa ciudad. Sin embargo, era su mejor pista hasta el momento, y era muy probable que fuera lo que estaban buscando.

    - Vamos para allá. – Le indicó con firmeza, justo antes de cortar la comunicación. Se viró entonces a Starfire, que aguardaba paciente. – Chico Bestia tiene algo. ¿Vamos?

    - Sí… - Le respondió la extraterrestre con un tono muy suave.

    A Robin en verdad le molestaba verla así. Conocía a la Starfire feliz, a la Starfire preocupada, a la Starfire enojada, incluso a la Starfire triste. Pero la Starfire que en esos momentos estaba parada ante él, no encajaba en ninguna de ellas. Era como una completa extraña para él…

    - Starfire… ¿Estás bien? – Se atrevió a preguntar, aunque podía intuir de antemano la respuesta.

    Ella lo volteó a ver de reojo, y le sonrió muy levemente

    - Aún me siento un poco débil. Pero dime, Robin, ¿tú estás bien?

    - ¿Yo? – Fue lo primero que respondió, confundido por la extraña pregunta. – ¿Por qué lo preguntas?

    - Es sólo que Raven parecía estar un poco… Agresiva contigo hace un rato…

    Robin se sintió un poco avergonzado por la mención. ¿Agresiva?, ¿esa era la forma de describirla? En efecto, estaba algo “agresiva”, en más de una forma.

    - No me lastimó ni nada parecido. No te preocupes.

    - Eso me alegra. Pero creo que me preocupa más lo que te dijo que lo que hizo…

    Robin se sorprendió un poco al escucharla decir eso.

    - ¿Qué tanto escuchaste… de eso?

    - Creo que desde la parte en que Raven dijo que era más bonita, inteligente y poderosa que yo…

    El tono que había usado para decirlo, era ligeramente burlón; sin embargo, no se percibía para nada que la intención hubiera sido transmitir alegría o diversión en sus palabras.

    - No debes de tomar enserio lo que dijo. Es obvio que esa no era la Raven que conocemos; ella no estaba bien, algo raro le ha estado pasando. No sé qué es con seguridad, pero ha estado así desde que el tal Jared apareció.

    - ¿Jared? – Repitió, parpadeando un par de veces. – ¿Su hermano?

    - Si es que en verdad es su hermano. Estoy casi seguro de que él tiene algo que ver con esto. – Apretó con fuerza sus puños en señal de frustración. – Jamás debí de haberle dicho que fuera a hablar con él. Fui tan tonto. Debí de haber previsto que podría tratarse de una trampa de algún tipo. Si tan sólo la hubiera detenido…

    - No debes de sentirte culpable, Robin. – Le interrumpió de pronto. – En especial porque creo que tal vez ya estaba así, un poco… desde antes de eso.

    - ¿A qué te refieres?

    - Me refiero a que…

    Las palabras de Starfire fueron cortadas aún antes de terminar de ser pronunciadas. La Tamaraniana bajó un poco su mirada al suelo, y entonces se volteó hacia otro lado, casi dándole la espalda a su compañero.

    - Robin… - Murmuró en voz baja sin mirarle. – ¿Qué sientes tú por Raven?

    - ¿Qué? – Exclamó el Chico Maravilla, confundido. – ¿Por qué me preguntas eso en un momento así?

    - Porqué estoy segura que tú nunca te lo has preguntado claramente, ¿o sí?

    ¿Qué clase de respuesta era esa? Robin no sabía que pensar de esas preguntas, o de la actitud que Starfire estaba tomando en esos momentos. ¿Qué significaba todo eso?, ¿a dónde quería llegar?

    - No creo que sea el momento adecuado de hablar de esto…

    - ¡Es el momento más adecuado! – Escuchó Starfire pronunciaba con fuerza de golpe. – Por favor…

    Robin no podía ver su rostro, pero notó que sus hombros temblaban un poco, y también su voz se había quebrado ligeramente tras ese último “por favor”.

    - Yo… Creo que Raven es para mí como la hermana que nunca tuve. Concordamos en algunas opiniones, y puedo hablarle de varias cosas… Bueno, en general creo que puedo confiar en ella para todo, y creo que ella también confía mucho en mí. Desde que entró en mi mente en la ocasión que alucinaba con Slade, siento que me entiende mejor de lo que yo me entiendo en ocasiones.

    - ¿Te preocupas por ella?

    - ¿Qué dices? Por supuesto que sí.

    - A pesar del frío y duro exterior que siempre tiene consigo, ¿cuándo estás con ella sientes que puedes atravesar esa barrera con gran facilidad, y que lo que ves del otro lado es algo que sólo ha sido hecho para tus ojos?

    - ¿Qué? ¿De qué estás hablando?

    Starfire volvió a guardar silencio por unos segundos, en los cuales la mente de Robin no dejaba de andar al mil por hora, saltando de una idea a otra. De pronto, la extraterrestre comenzó a girarse lentamente hacia él otra vez, y, para su sorpresa, al mirar de nuevo su rostro pudo ver que ella sonreía… ampliamente. No parecía una sonrisa forzada, o una que disfrazara tristeza, pero tampoco parecía ser de felicidad… Era algo diferente…

    - Yo sé lo que es tener una hermana y un hermano, y no creo que lo que tengas con Raven encaje en esa descripción. Yo creo que Raven es más importante para ti de lo que crees. Tal vez ninguno lo sabe con seguridad aún, pero yo noté que desde aquella ocasión en la que Raven entró a tu mente para ver lo que tú veías, ella y tú crearon un vínculo muy especial como acabas de decir hace un momento. Y no me refiero a un vínculo mágico, sino a algo más profundo que eso. Ella comenzó a confiar más en ti, y tú en ella. Era como si se comenzaran a entender mutuamente de una manera perfecta.

    - Starfire… - Fue lo único que logró salir de los labios de Robin, que se encontraba preso del asombro.

    - Todos piensan que soy algo tonta, distraída o inocente con esas cosas, y tal vez sea cierto. Pero sí pude notar que Raven comenzó a actuar diferente contigo desde entonces. Sólo en ti confió ampliamente con el asunto de su padre al inicio, y tú te preocupaste realmente por ella. Bajaste hasta ese sitio aterrador para rescatarla, y darle esperanza, y aún ahora sigues cuidando de ella…

    - ¡Pero eso no significa nada! – Pronunció el Titán con fuerza, extendiendo su brazo hacia un lado. – ¡Yo hubiera hecho eso por cualquiera de mis amigos! Por Raven, por Cyborg, por Chico Bestia… Por ti.

    - Yo lo sé, porque Robin es esa clase de chico. Pero pienso que con Raven es algo diferente. ¿Tú no lo crees igual?

    - No, ¡no es así! – De la nada, Robin se le acercó y la tomó de los brazos; no con fuerza, sólo con un pequeño agarre. Y la miró fijamente a los ojos a través de su antifaz. – Starfire, lo que pasó en la enfermería no significa nada. Todo esto es sólo un malentendido. Tú sabes lo que siento por…

    No fue capaz de terminar su oración. Enserio deseaba decirlo, enserio deseaba poder terminar… Pero no pudo. Nada surgió de su boca, casi como si alguien se la hubiera tapado con una mano para que no hablara. Starfire lo miraba sin dejar de sonreír. Esperó unos instantes, pero cuando se volvió obvio que no diría nada más, ella pareció dar un paso adelante por él.

    - ¿Por mí? – Murmuró despacio, tomando por sorpresa a Robin. – Eso ibas a decir, ¿verdad? Pero, ¿exactamente qué sientes por mí, Robin? ¿Tus sentimientos por mí son más claros que los que tienes por Raven?

    Y de nuevo, tuvo deseos, enormes deseos, de decir algo. Su boca se abrió, convencido de responder un “¡por supuesto que sí!”. Pero una vez más, nada se escuchó. No pudo decir nada, nada como respuesta a su pregunta. Se quedó totalmente en blanco… Lentamente retiró sus manos de los brazos de su compañera, y retrocedió un par de pasos. Se sentía extrañamente mareado. Rápidamente intentó cada ejercicio mental que le habían enseñado para serenar sus pensamientos, pero apenas y lograban tener algún efecto en él.

    - No debes de avergonzarte, creo que es algo normal. – Escuchó que Starfire le decía, aunque él tenía su mirada y atención en otro lado. – Yo también me siento un poco así en estos momentos. Fue algo muy extraño realmente. En todo este tiempo me estuve poniendo celosa y furiosa con cuanta chica se acercaba a Robin, y creía que era porque, tal vez, Robin me gustaba. Pero el verte con Raven está mañana, fue algo diferente. Al verlos, no sentí los mismos celos que antes. De hecho, no me sentí celosa en lo absoluto, sino al contrario. Por alguna razón, entre todo mi asombro y confusión… - Alzó su mano derecha, colocándola sobre su pecho. – Sentí un calor agradable justo aquí, algo parecido a cuando brota de mí una gran felicidad, aunque era un poco diferente. Fue realmente extraño. Lo he estado pensando todas estas últimas horas, y creo que sólo puede deberse a que Robin y Raven son dos de mis personas más importantes para mí… Quizás, me atrevería a decir, son mis dos amigos más preciados en este planeta. Pero si en estos momentos exactos intento decidir cuál de los dos es más importante… No logró hacerlo. Si Robin me gustara como siempre lo he pensado, ¿no debería de ser fácil decir que lo siento por él es mayor? Eso me hace pensar que tal vez yo tampoco tengo muy claro mis sentimientos hacia ti. – Una sonrisita divertida se dibujó unos momentos en su rostro, como si se acabar de acordar de un viejo chiste. – Creo que a eso es a lo que aquí llaman ser… ¿joven?

    - Pero… Yo… Tú… - Comenzó a balbucear el chico de antifaz, sin lograr decir nada realmente.

    Lo que escuchaba le parecía tan irreal, tan ajeno; lo mismo hubiera dado que lo hubiera dicho en su idioma natal.

    Starfire alzó su mirada, y volteó a ver alrededor. No muy lejos de donde estaban parados, había un área cercada para ahuyentar a los curiosos. Del otro lado de dicha cerca, se encontraba algo a medio construir, o más bien reconstruir. Starfire sabía claramente qué sitio era ese. Era, y ciertamente “era”, su pizzería favorita. Hace ya tal vez mes, durante la visita de Súper Chica, terminó siendo destruida por Adonis cuando comían con ella. Se veía que apenas habían comenzado con las construcciones, y aún faltaba mucho para que terminaran; de hecho, ni siquiera estaban seguros de que volvería a ser la misma pizzería…

    - Robin, ¿recuerdas este lugar? – Le cuestionó de pronto.

    - ¿Qué cosa?

    - Este lugar, ¿lo recuerdas?

    Aún confundido, Robin volteó a ver hacia donde ella miraba.

    - Claro que lo recuerdo. Es la pizzería, siempre estamos por aquí.

    Robin no entendía el porqué de su pregunta, y mucho menos porque la hacía en un momento como ese. Sin embargo, Starfire no tardó en aclarar mejor lo que quería decir realmente.

    - Pero también fue aquí donde nos conocimos hace ya mucho tiempo por primera vez.

    - ¿Dónde nos…?

    La mente de Robin comenzó a aclararse un poco. Claro, en efecto había sido ahí, o muy cerca de ahí. El primer día que llegó a Jump City, el mismo día que Starfire, literalmente, cayó del cielo hasta ese lugar.

    - ¿Recuerdas el contacto labial que usé para aprender tu idioma aquella noche? – Escuchó que la pelirroja decía de pronto, tomándolo por sorpresa. – Lo que tú llamas beso. En aquel entonces yo no conocía el significado que ese acto tenía para los terrícolas; eso lo fui aprendiendo en mi vivencia en la Tierra, contigo y los otros, en la televisión, y sus vistosos libros con imágenes para chicas. Ahora entiendo que ese acto tiene más significado del que yo pensaba. – Volteó en ese momento a mirarlo sobre su hombro. – ¿Lo tuvo para ti?

    Robin fue incapaz de ocultar su sonrojo, así como su pena por lo que le acababa de decir. ¿Qué si lo recordaba?, ¡por supuesto que lo recordaba! No era precisamente un primer encuentro fácil de olvidar. Aunque sólo había sido en efecto para aprender su idioma, aun así había sido un beso… ¿no?

    - ¿Nunca has pensado que tal vez fue la emoción de ese acto lo que te hizo creer que tal vez yo te gustaba?

    - ¡Claro que no fue así! – Le respondió de inmediato con fuerza.

    - ¿Estás seguro? Nunca nos hemos dado otro beso luego de eso. En aquel entonces te tomé por sorpresa, por lo que no puede considerarse un beso de verdad, ¿o sí? No con ese significado tan importante que ustedes le dan…

    De pronto, elevó sus pies sólo unos centímetros del suelo, y se le acercó, hasta colocarse justo frente a él, cara a cara a una distancia considerablemente reducida. Robin se sintió un poco intimidado por esa aproximación, e hizo su cuerpo hacia atrás un poco, aunque no retrocedió ni un paso. Starfire lo miró atentamente con sus grandes ojos verdes, y le volvió a sonreír, justo como lo había hecho hace unos momentos.

    - Dime, si me diera un segundo beso ahora, con más calma y conscientes de lo que hacemos, y en este mismo sitio… ¿crees que podrías darte cuenta si realmente te gusto o no?

    - ¡¿Qué?! – Exclamó el Chico Maravilla, casi espantado por lo que acababa de oír.

    Satarfire rio ligeramente por su reacción.

    - Creo que lo vi hace tiempo en un programa de televisión. ¿Qué dices?

    El rostro de Robin se puso totalmente rojo. Se volteó hacia otro lado apenado, en un intento de que ella no lo notara, pero era algo difícil de no ver.

    - No digas tonterías, Star. No… Creo que sea buena idea en estos momentos…

    Antes de que pudiera terminar de hablar, sintió como las manos de la Tamaraniana tomaban su rostro, y lo giraban lentamente hacia ella de nuevo. Pensó en oponer resistencia, pero su cuerpo simplemente no lo obedeció. Al virarse de nuevo al frente, se encontró con que Starfire ya tenía su rostro considerablemente cerca del suyo, a sólo algunos centímetros, tan cerca que era capaz de percibir por completo el aroma de su piel,

    - No creo que sea una tontería. ¿No me has dicho siempre que en una misión es importante tener la mente clara y enfocada en nuestro objetivo? Creo que ninguno de los dos puede decir que está haciendo eso justamente en este momento. Yo creo que es la única forma de solucionar este problema y poder enfocarnos en ayudar a nuestra amiga Raven.

    En ese momento retiró sus manos de él, y cerró lentamente sus ojos, quedándose en la misma posición y distancia. Robin sabía qué era lo que ella esperaba que hiciera. Se tomó unos segundos para debatir si era lo correcto o no. Había imaginado muchas veces ese momento en su cabeza, pero por alguna razón se sentía paralizado y renuente a hacerlo. ¿Por qué? La lógica le decía que la situación y los motivos por lo que lo hacían, no eran los correctos ni los que él deseaba. Pero esa era una resolución muy emocional, y su negación parecía más cognitiva. ¿Había algún motivo más lógico que pudiera causarle ese malestar?, ¿algún razonamiento? Si tuviera que elegir uno, quizás sería que sabía, o intuía, qué pasaría si lo hacía, y resultado posible era lo que lo alejaba…

    Robin respiró con fuerza, y se convenció a sí mismo de tomar valor. Alzó sus manos colocándolas en sus hombros, y cerró también sus ojos. Rompió la corta distancia que había entre ambos, y entonces unió sus labios a los de Star, creando de esa forma ese segundo beso con tanto tiempo de distancia del primero. Los labios de Starfire eran cómo creía recordarlos: cálidos y suaves. Los sintió temblar un poco contra los suyos. Se quedaron unidos por varios segundos, antes de que Robin tomara la iniciativa de separarse. Alejó su rostro del de ella unos centímetros, y entonces volvió a abrir sus ojos; Star hizo lo mismo un instante después.

    Ninguno dijo nada de inmediato. Sólo se quedaron viendo el uno al otro, con expresiones neutras en sus rostros.

    - ¿Y? – Murmuró Starfire en voz baja, esperando algún tipo de respuesta, pero Robin siguió sin responder.

    El Chico Maravilla desvió la mirada hacia su izquierda, y retiró con cuidado sus manos de los hombros de su amiga. Separó sus labios con la intención de decir algo, pero antes de que media palabra surgiera de estos, su comunicador comenzó a sonar por segunda vez. Ambos miraron el comunicador parpadear en el cinturón de Robin, pero ambos parecían con sus mentes tan distantes, que ninguno entendió de inmediato que debían responder.

    Robin, luego de algún rato, logró reaccionar, y tomar el comunicador; en la pantalla surgió la imagen de Cyborg.

    - Aquí Robin.

    - Robin, tienes que venir. – Le indicó Cyborg, algo alarmado desde el otro lado de la comunicación. – Está pasando algo grave en la preparatoria Murakami.

    - ¿Murakami?

    El nombre fue más que reconocible para Robin; era la escuela en la que estudiaba Tammy Hawk, quien Chico Bestia estaba seguro que era Terra.

    - Y no me creas mucho, pero creo que Slade está involucrado.

    Cyborg desapareció de la pantalla, y un rato después Robin pudo ver que había extendido su comunicador hacia la escuela para que pudiera ver. Había una multitud de gente reunida frente al edificio, pero más allá de eso, logró ver que había varias figuras paradas en los techos y patio frontal, figuras que no le eran nada extrañas al Chico Maravilla. Todos humanoides, con el mismo tipo de armadura que Slade usaba, con cabezas redondas negras, y con un circulo color cobre al frente. Eran los robots del ejército de Slade.

    Si Slade estaba en ese lugar, sólo podía ser porque iba tras Tammy Hawk. Pero eso implicaría que también sospechaba que ella era Terra. Sin embargo, Slade no era ningún tonto; de hecho era uno de los hombres más listos que había conocido. No iría tras ella de esa forma, al menos que estuviera complemente seguro de que fuera ella a quien buscaba. Además, si su intención fuera matarla, ¿por qué hacer un despliegue tan público? Había algo que no encajaba.

    - Vamos para allá. – Le indicó Robin con firmeza, antes de cortar la comunicación.

    - ¿Qué pasará con Raven? – Cuestionó Starfire quien había escuchado con detenimiento toda la conversación.

    - Tendremos que esperar, esto puede ser una situación más que grave. Esperemos que Raven esté bien.

    Robin se montó de nuevo a su motocicleta, pero antes de colocarse su casco, se detuvo. La llamada abrupta de Cyborg quizás había interrumpido el momento, pero no por eso había hecho que olvidara lo que acababa de pasar.

    - Starfire... – Comenzó a decir teniendo su mirada puesta en el casco entre sus manos. Si tenía intención de decir algo más, estas palabras al parecer se quedaron a medio camino.

    La pelirroja volvió a sonreír, de esa misma forma: no forzada, no fingida, pero tampoco feliz.

    - Descuida, lo sé...

    Decirlo con palabras era más un mero formalismo. En realidad, no era necesario que ninguno dijera nada. Ambos sabían muy bien lo que el otro pensaba. Starfire había tenido más razón de la que Robin hubiera intuido: ese beso había sido demasiado revelador…

    La Tamaraniana comenzó a elevarse del suelo de pronto.

    - Me adelantaré, ¿de acuerdo?

    Sin esperar una respuesta, se elevó con más velocidad y se alejó volando en dirección a la escuela. Robin la siguió con la vista hasta que la perdió en el cielo. Con algo de frustración, golpeó el manubrio de su moto con su puño derecho. Starfire sí se había equivocado en algo. Se suponía que ese beso debía de ayudar a aclarar su mente y enfocarse en la misión, pero había tenido todo el efecto contrario.

    Se colocó su casco, y arrancó, dirigiéndose a gran velocidad hacia el mismo destino.

    - - - -​

    Los alrededor de cincuenta robots que Slade había llevado consigo, rodearon rápidamente toda la Preparatoria Murakami, y la sellaron por completo. Veinte estaban afuera del edificio, en su fachada, patios y techos. Otros veinte rondaban y vigilaban los pasillos y salones en el interior, buscando cualquier irregularidad. La noticia se había esparcido rápido, pues de hecho no se había hecho ningún intento por ser discretos. El ataque había sido a la luz del día, y en plena hora de salida. Un cerco policiaco ya se había colocado alrededor de la escuela para alejar a toda la enorme multitud de gente que comenzó a reunirse justo frente a la escuela, la mayoría personas que sólo pasaba por ahí, algunos alumnos que sí habían alcanzado a salir, y también familiares de los que mo habían tenido tanta suerte.

    Adentro de la escuela, Slade se encontraba en la cafetería, elegida especialmente por ser un punto céntrico del terreno. Todas las mesas y sillas habían sido retiradas, y amontonadas frente a las puertas a forma de barricadas. Los diez robots restantes estaban parados alrededor de esa área abierta, firmes como si fueran los guardias de un castillo. Slade había reunido ahí a toda aquella persona que seguía adentro cuando llegaron, y ahora eran sus rehenes; incluyendo al director, maestros, trabajadores, alumnos… Todos estaban reunidos ahí, amarrados con sogas, y sentados en el suelo. Todos eran en esos momentos presas del pánico, sin saber qué era lo que les iba a pasar, o qué tenía pensado ese sujeto hacer con ellos; algunos incluso habían comenzado a llorar sin lograr controlarse.

    Habían dejado solamente una mesa de pie, colocada justo frente al área en la que servían la comida. En ella se encontraba sentado Slade, en una silla ligeramente inclinada hacia atrás, y con sus pies subidos a la mesa de forma aparentemente cómoda. Del lado contrario, justo frente a él, se encontraba Tammy, también sentada en una silla. No estaba amarrada, ni nada parecido; sólo estaba ahí, mirándolo fijamente con expresión dura, pero también nerviosa. Tenía sus dedos aferrados a su falda, y éstos temblaban ligeramente. Sobre la mesa, Slade había vaciado el contenido de su mochila: sus libros, sus cuadernos, y también los chocolates y paletas que había recibido ese día. Quizás buscaba algo fuera de lo normal, pero al parecer su búsqueda no había dado muchos frutos.

    - Pareces tensa, pequeña Tammy. – Comentó el hombre de máscara frente a ella de pronto, y entonces extendió su mano, tomando uno de los chocolates que había sacado de su mochila, y lo deslizó sobre la mesa, hasta que éste quedara justo frente a ella. – ¿Por qué no comes un chocolate? El chocolate tiene un curioso efecto en el cerebro humano. Estimula las endorfinas, y produce una gran sensación de bienestar general. Ayuda a aliviar la tensión, sirve de analgésico al dolor, e incluso tiene funciones afrodisiacas.

    - ¿Por qué no comes entonces tú uno? – Pronunció de pronto con el tono más firme que le fue posible. – Tal vez eso calme tu enojo.

    - No es mala idea, pero tendré que pasar. Cuando llegas a cierta edad, debes moderar tu consumo de azúcar.

    Esa supuesta charla casual, no hacía más que molestar aún más a Tammy, y estaba segura de que esa era la intención final.

    - ¿Qué es lo que quieres con todo esto? ¿Por qué me sigues persiguiendo? Ya te dije que yo no soy esa persona que buscas.

    - ¿Enserio?

    - ¡Por supuesto que sí! ¿Cuántas veces tengo que decírselos? Yo soy Tammy Hawk, y no conozco a ninguna Terra…

    Slade no respondió nada de inmediato; ni siquiera movió un músculo. Sólo se quedó mirándola fijamente a través de su máscara. A pesar de ello, Tammy podía sentir su mirada como agujas, atravesándole la piel. Pasaron unos cuantos segundos, hasta que Slade al fin reaccionó. Acercó su mano a los compartimientos de su cinturón, y de estos sacó tres bolsas de plástico, y colocó una a lado de la otra frente a ella.

    - ¿Te es familiar alguna de estas cosas?

    Tammy, algo temerosa, bajó su mirada para ver lo que había colocado sobre la mesa. Cada bolsa tenía algo distinto. En la primera tuvo problemas para identificar qué era, pero luego se dio cuenta de que era un mechón de cabello, rubio. En la segunda, había una pequeña aguja punzante, y en la tercera un pedazo de tela, negra.

    - Déjame te refresco la memoria. – Indicó Slade, y entonces bajó sus pies y se sentó derecho en su silla. Dirigió su mano derecha a los tres objetos, señalándolos mientras describía cada uno. –Este mechón de cabello le pertenece a Terra, a la Terra que fue en su momento mi aprendiz y la persona que estoy buscando. Esta aguja con sangre, de seguro ésta sí la recuerdas; es con la que te pinché aquel día en tu habitación, por lo que es lo mismo decir que ésta es tu sangre.

    Tammy sintió un pequeño escalofrío al recordar aquel momento, e incluso le pareció volver a sentir por unos momentos el pinchazo en su pierna.

    - Por último, éste pedazo de tela pertenece a un guante que se manchó con la sangre de la tercera supuesta Terra, aquella que me atacó y destruyó mi guarida hace sólo unos días atrás.

    - ¿Por qué me dices todo esto?

    - A eso voy. Mandé analizar y comparar las tres muestras entre ellas. ¿Y sabes cuál fue el resultado?

    Tammy se encogió de hombros. Slade entonces inclinó su cuerpo un poco sobre la mesa, como queriendo estar lo más cerca posible de ella cuando le respondiera. El que estuviera aunque fuera unos cuantos centímetros más cerca, fue suficiente para que el miedo que Tammy sentía se acrecentara. Sin embargo, miedo era lo último que sentiría al escuchar lo que Slade tenía para decirle…

    - El resultado fue que las tres, el cabello y las dos muestras de sangre… Pertenecen a la misma persona…

    Los ojos de Tammy se abrieron tanto que casi se desorbitaban. Se quedó hecha piedra en su lugar por largo rato, incapaz de mover un dedo.

    - La conclusión obvia, sería decir que en efecto, las tres muestras pertenecen a Tara Markov, alias Terra. – Mencionó Slade como dato final a su explicación, que no hizo más que arremeter contra la lluvia de confusión que abordaba su cabeza en esos momentos.

    Volteó a ver cómo le fue posible los objetos en la mesa, como si esperara que echándoles un segundo vistazo pudiera encontrarle algo más de sentido, pero no era así.

    - No… puede… ser...

    - ¿Sorprendida? Me pregunto qué tanta de esa sorpresa será real.

    - Debe haber un error, o estás mintiendo. Es imposible...

    No se oía nada forzado, fingido o actuado en su tono; realmente parecía estar estupefacta, confundida, e incapaz de entender lo que acababa de escuchar. Sin embargo, no sonaba con un completo desconocimiento del tema. Su reacción no parecía ser la de alguien que acusaban de algo y podía negarlo con seguridad. Su reacción parecía más la de alguien que acusaban de algo, pero que se queda debatiendo consigo qué tan cierta podía ser esa acusación…

    - Yo también pensé que era imposible en un inicio. La lógica me decía que sólo una de las muestras de sangre debía de concordar con el cabello de Terra. En lo personal, yo apostaba por ti. ¿Pero las dos? Si me inclinara hacia esta evidencia, significaría que tú, y la chica que me atacó en mi guarida, deberían ser la misma persona. Pero ella sólo ha hecho dos actos públicos en esta ciudad: la noche que me atacó, y justamente el día de ayer cuando peleó con los Titanes. Y en estas dos veces, he logrado verificar que tú te encontrabas prácticamente al otro lado de la ciudad al mismo tiempo.

    Tammy no parecía reaccionar. Sus ojos seguían centrados en los objetos sobre la mesa. Uno pensaría que su atención estaba puesta en la aguja con su sangre, pero de hecho lo que más le llama la atención… eran los mechones de cabello rubio.

    - ¿Entiendes el dilema en el que me encuentro? No sé con seguridad qué seas tú, y qué sea esa otra chica. Pero sí sé algo: de alguna forma, ambas son Terra.

    - ¡No! – Exclamó Tammy con fuerza, parándose de golpe de su silla. – ¡Eso no es cierto! ¡Yo me llamo Tammy! ¡Tammy Hawk! ¡Yo no conozco a nadie llamada Terra!

    Sus ojos comenzaron a temblar un poco y su voz a quebrarse. Era una clara señal de desesperación.

    - ¿Cuantas veces crees que tienes que repetirlo para que al fin se vuelva verdad?

    - ¡Déjala en paz, lunático! – Se escuchó que una tercera voz pronunciaba, y resonaba en el eco de la cafetería.

    Entre las personas atadas en suelo, se encontraban Sarah y Mary. Ambas miraban fijamente a Slade con enojo, a pesar de su situación.

    - ¿Que le es tan difícil de entender a todos ustedes que ella no es la chica que buscan?

    - Ella no es ninguna Terra o Tara. Ella es Tammy, nuestra amiga y compañera.

    - ¡Entiendan que se están equivocando de persona!

    - Chicas, no... Por favor... – Murmuró Tammy en voz baja, claramente preocupada por lo que sus palabras podrían provocar si hacían enojar a ese hombre. – Dime qué es lo que quieres de mí y lo haré, lo juro. Pero no lastimes a nadie, por favor.

    Slade parecía realmente indiferente a las palabras de las chicas; sin embargo, su reacción no era igual para la clara preocupación que Tammy parecía sentir cuando se trataba de ellas.

    - Lo único que quiero es resolver este enigma. Y para eso, necesito que tu amiguita gemela aparezca y ver si realmente son dos personas.

    - ¿Quieres que ella venga? – Murmuró despacio, y entonces miró de reojo hacia el fragmento de tela negra en la mesa. – ¿Pero qué te hace pensar que aparecerá?

    Se escuchó una pequeña risilla surgir de detrás de su máscara. Se paró entonces de su lugar y comenzó a rodear la mesa.

    - Te hago una pequeña visita a tu casa, y al día siguiente ella aparece en mi guarida. ¿Coincidencia?, no lo creo.

    De pronto, Slade ya se encontraba justo frente a ella. Tammy dio un paso hacia atrás, intimidada por su cercanía, pero fue lo único que logró avanzar. Extendió entonces su mano hacia ella. Tammy cerró sus ojos con fuerza, paralizada ante la sola idea de lo que le haría. Sin embargo, para su sorpresa, sólo la tomó de su barbilla con su mano, obligándola a alzar su rostro hacia él, mas ella ni siquiera era capaz de abrir los ojos.

    - Es casi como si te estuviera cuidando, ¿no es así? Ella aparecerá. He hecho demasiado ruido como para que no me escuché.

    - ¿Y si no…?

    Una vez más lo escuchó reír. Soltó su rostro, y sólo hasta que lo escuchó alejarse unos cuantos pasos se atrevió a abrir de nuevo los ojos; parecía dirigirse a las ventanas que daban al patio.

    - Si no, creo que tendré que conformarme con desquitar mi venganza contra Terra, sólo en ti... – Se detuvo a medio camino, y entonces miró sobre su hombro a las demás rehenes. – Y quizás en ellos... Así que reza porque sí aparezca.

    Siguió entonces su camino sin importarle el crudo efecto que su comentario había provocado en todos los presentes. Tammy se dejó caer de sentón en su silla. Miró unos momentos al suelo, y luego miró de nuevo hacia las tres muestras que Slade había dejado en la mesa.

    Todo eso era su culpa. Ese hombre estaba ahí por ella, y ahora Sarah, Mary, y todos los demás ahí estaban en grave peligro. Tenía que hacer algo, pero… ¿Había algo que pudiera hacer?, ¿había alguna forma en la que podría salvar a sus amigas? Si fuera realmente esa tal Terra a la que él buscaba, si realmente tuviera esos poderes que describía Chico Bestia…

    Por alguna razón, el sólo pensar en eso le provocó un fuerte golpe de ansiedad. Llevó su mano a su pecho, y pudo sentir como su corazón se había acelerado. ¿Por qué le causaba tanta incomodidad el pensar en ello? No importaba; debía enfocarse. No era momento de sentir pánico, o distraerse. Tenía que pensar, pensar en algo rápido. Lo cierto era que sólo tenía dos opciones: la primera, era esperar a que esa chica volviera a aparecer… ¿Pero realmente lo haría? Slade parecía muy seguro de ello. Sin embargo, ella no estaba convencida de querer verla en esos momentos, cuando aún ni siquiera digería por completo lo que Slade le había dicho. ¿Qué significaba todo eso?, ¿qué relación había entre ellas dos en realidad?

    Tenía aún una segunda opción. Miró sobre su hombro, notando que Slade seguía volteado hacia la ventana. Discretamente introdujo su mano derecha en el bolsillo interno de su saco, extrayendo lo que tenía ahí oculto. No sabía por qué había preferido llevarlo ahí, pero al parecer había sido acertado; de haberlo tenido en su mochila, no sabía lo que ese hombre habría hecho de haberlo encontrado. Se trataba del comunicador amarillo y redondo que Chico Bestia le había dado aquel día. Dijo que si ocupaba ayuda algún día, o si ese hombre volvía a acercársele, le llamara. ¿Pero sería seguro hacerlo?, ¿valdría la pena arriesgarse…?

    - - - -​

    Para cuando Robin arribó a la escena, la cantidad de personas reunidas frente a la escuela Murakami se había multiplicado, así como la cantidad de policías. Satarfire y Cyborg se encontraban detrás de todas las personas; Starfire se mantenía elevada en el aire para ver mejor, aunque en realidad no había mucho de utilidad que se pudiera ver. Robin estacionó la motocicleta a un lado de la calle y se aproximó a sus compañeros con apuro.

    - ¡Cyborg!, ¿cuál es la situación?

    El chico androide lo miró sobre su hombro al oírlo, y luego se giró de nuevo al frente.

    - Los robots de Slade resguardan todas las entradas posibles. Al parecer han colocado dispositivos explosivos por toda la escuela y tiene como rehenes a varios alumnos y profesores. Si alguien pone un pie dentro, amenaza con volarlos a todos.

    Robin se sintió intrigado por la información que le acababan de compartir. Entrar a una escuela, tomar alumnos y maestros como rehenes, y colocar explosivos como amenaza; ese definitivamente no era el estilo de Slade. Él siempre había sido mucho más sutil y cuidadoso con sus movimientos. ¿Por qué hacer un despliegue como ese que llamara tanto la atención?

    Una silueta comenzó a descender hacia ellos desde el cielo. Los tres alzaron su mirada al mismo tiempo, y vieron a un gran halcón verde bajar y convertirse en su compañero Chico Bestia a unos centímetros del suelo. Fue evidente de inmediato su consternación. Cyborg de seguro le había avisado de lo que ocurría, y al escuchar que era justamente en esa escuela, un fuerte sentimiento de preocupación debió de haberse apoderado de él.

    - ¡Terra! – Exclamó con fuerza, al tiempo que se les acercaba. – ¿Dónde está Terra? ¿Está dentro?

    - Aún no han determinado qué alumnos siguen adentro. – Le informó Cyborg.

    - ¿Creen que Slade haya hecho todo eso por ir tras esa chica? – Cuestionó Starfire, no del todo convencida, aunque Chico Bestia no compartía su duda.

    - ¡Claro que sí! Ella me dijo que Slade fue y la amenazó en su casa hace unas semanas atrás.

    - ¿Eso quiere decir que él también piensa que esa chica llamada Tammy es Terra? – Señaló Cyborg, y entonces pareció darse el tiempo para meditar dicha idea. Robin intuyó que su línea de pensamiento era la misma que él había tenido: si Slade iba tras ella, lo suyo iba más allá de una simple teoría; de alguna forma debía estar seguro de que ella era su objetivo. – Si es así, ¿porque armar todo este espectáculo? ¿Por qué no sólo matar a la chica o llevársela con él...?

    Eso era justamente lo que Robin se estaba preguntando. Pero por más que lo pensaba, todo eso parecía tener una única explicación posible.

    - Porqué eso es justamente lo quiere, un “espectáculo”. – Comentó de pronto con un tono serio. – Lo que Cyborg dice es verdad. Si su objetivo final fuera Tammy Hawk, no hubiera hecho todo esto. Simplemente hubiera ido tras ella directamente. Lo único que tiene sentido es que quiere llamar la atención de alguien.

    - ¿De nosotros? – Señaló Starfire, a lo que Robin respondió negando su cabeza.

    - Esto nunca se ha tratado de nosotros. Esto siempre ha sido entre Slade y Terra.

    - ¿Entonces su verdadero objetivo… Es la otra Terra? – Comentó ahora Cyborg.

    - Es lo más probable. De alguna forma Slade cree… No, más bien está seguro de que existe una relación entre la Terra con la que peleamos y la chica que estudia en esta escuela. Y no sólo eso, sino que de seguro piensa que tomándola prisionera, y haciendo todo este alboroto, llamará su atención y hará que se aparezca. Es obvio que Slade sabe algo de todo este asunto que nosotros ignoramos…

    Las palabras de Robin fueron interrumpidas abruptamente, pues su comunicador comenzó a sonar. Sin embargo, no tardó mucho en darse cuenta de que no era sólo el suyo, sino también los de sus otros tres compañeros. Cada uno tomó su respectivo comunicador con una mano, y vieron como los cuatro brillaba parpadeante con luces rojas. Era una alerta general.

    - ¿Creen que sea Raven? – Comentó Starfire, igual de confundida que el resto.

    Robin no estaba muy convencido de ello, pero era una opción. Activó la llamada entrante para ver de qué se trataba. En la pantalla se mostró un rostro, rodeado de casi pura oscuridad. Se podía distinguir unos grandes ojos azules, y cabellos rubios que caían al frente.

    - Chico Bestia... Chico Bestia, ¿estás ahí? – Se escuchó que una voz susurraba despacio del otro lado de la comunicación. Todos se sorprendieron al oír esa voz… Que todos pudieron reconocer.

    De inmediato, Cyborg y Starfire se colocaron detrás de Robin para poder ver la pantalla. Escuchar la voz y ver fotografías era una cosa, pero verla directamente…

    - No puede ser. – Murmuró Cyborg, incrédulo.

    - Es ella. – Señaló Starfire, pronunciando en voz baja lo que pasaba por la cabeza de todos.

    - ¿Chico Bestia? ¿Eres tú?

    - ¡¿Terra?!

    Chico Bestia activó su propio comunicador, para que en éste se reflejara justo la misma imagen que ellos miraban. En efecto, aunque no estaba bien iluminado, era claro que se trataba de ella: Tammy Hawk. Activó la cámara para que ella también lo pudiera ver.

    - Ter... Digo, Tammy. ¿Estás bien? ¿Estás dentro de la escuela?

    - Chico Bestia, gracias a Dios. – Murmuró la chica al otro lado, un poco aliviada. – Sí, estoy bien, todos estamos bien... Por ahora. Chico Bestia, tengo miedo... Este hombre está loco... Me matará a mí y a mis compañeros si esa chica Terra no viene...

    - ¿Dónde estás, Tammy?

    - Estamos todos atrapados en la cafetería. Me escabullí a la cocina unos momentos, pero no tardará en ver que no estoy. Por favor…

    De pronto la imagen en el comunicador se movió y agitó abruptamente. En un abrir y cerrar de ojos, Tammy ya no aparecía en la imagen, y sólo se alcanzaba a ver sombras.

    - ¿Tammy?, ¡Tammy! – Exclamó Chico Bestia con fuerza, esperando recibir algún tipo de respuesta. Pero no fue lo que esperaba…

    - Eres una chica bastante traviesa, Tammy. – Escucharon surgir de pronto la voz profunda y reconocible de su más conocido archienemigo.

    - ¡Slade! – Masculló el chico de piel verde con furia en su tono.

    Slade tomó el comunicador y lo colocó frente a su rostro. Su máscara de un sólo ojo se mostró con claridad en la pantalla.

    - Éste es un asunto personal, Titanes. Ninguno de ustedes debe de intervenir. O de lo contrario...

    Lo último que se escuchó fue un crujido, y justo después la señal se cortó por completo.

    - ¡Terra!, ¡no!

    Ni siquiera necesitó pensarlo dos veces. Literalmente tiró su comunicador a un lado, y de inmediato tomó la forma de un pequeño ratón.

    - ¡Chico Bestia!, ¡espera! – Intentó indicarle Robin, pero no escuchó para nada.

    Usando su reducida forma, comenzó a moverse con gran agilidad entre los pies de las personas paradas frente a la escuela, para abrirse camino hasta ese lugar…

    FIN DEL CAPITULO 17

    Notas del Autor:

    Vaya, no tienen idea de lo complicada que se me hizo escribir este capítulo, más específicamente la escena de Robin y Starfire. Y antes de que alguien quiera señalarme que Robin y Starfire ya se habían dado otro beso en la película de Teen Titans: Trouble in Tokyo, sólo quiero recordarles que en las Notas Iniciales del Capítulo 01, justamente mencioné:

    - En este Fanfic se omite lo ocurrido en la película Teen Titans: Trouble in Tokyo.

    Así que no pueden decir que no se los advertí. Y si es que se dieron otro beso durante la serie previo a esa película, la verdad no lo recuerdo, pero ya estoy viejo y mi memoria es poco confiable. Pero bueno, quizás lo ocurrido aquí pueda llegar a molestar o incomodar a algunos. Sin embargo, aunque esta historia toca muchos temas diferentes, al final del día es un Fanfic de Robin y Raven. Aun así, he procurado a lo largo de sus capítulos no omitir que en la serie se dejó muy claro que había algo entre Robin y Starfire, como he visto que algunas historias prefieren hacer. Lo que sí puedo aceptar es que alguno me quiera señalar que en la escena en cuestión, haya sentido a Starfire un poco fuera del personaje. Ciertamente intenté evitarlo, pero era una situación en la que no estaba muy seguro de cómo reaccionaría. Todo lo que puse, lo coloqué a cómo yo en lo personal sentía que sería su reacción, pero tal vez mi manera de explorar el tema no fue la mejor por completo, aunque en lo personal me pareciera adecuada para el tipo de historia que deseaba realizar. El qué tan en lo correcto estaba, eso dependerá de ustedes.

    A paso lento, pero cada vez estamos más cerca del final. Recuerden por favor dejarme todos sus comentarios y opiniones. Nos leemos luego.
     
  7.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    8322
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 18
    “Cómo en los Viejos Tiempos”

    El pequeño ratón verde logró pasar el gran mar de piernas sin ser detectado por nadie. Luego, se escabulló dentro del perímetro de la escuela, más allá del cerco policíaco, y comenzó a avanzar al ras del muro exterior, moviéndose entre los arbustos. Los robots de Slade patrullaban todo el patio, pero siempre habría algún instante de tiempo en el que se presentaría un punto ciego, en especial si se trataba de algo tan pequeño como él. Cuando el momento fue el adecuado, se abrió camino hacia la pared lateral del edificio principal, y se escabulló por un agujero al interior de la pared. Una vez dentro, comenzó a moverse por el cableado interno, dirigiéndose en dirección a donde estaba la cafetería, justo donde Tammy le había dicho que Slade los tenía prisioneros.

    El lugar estaba lleno de robots asesinos, por no mencionar las toneladas de explosivos que habían colocado. Además, pese a no tener poderes especiales más allá de sus mejoradas habilidades físicas, Slade era quizás uno de los enemigos más temibles que habían enfrentado; uno de los más inteligentes, astutos, inmorales y sádicos. Por donde lo viera, entrar de esa forma él solo a terreno peligroso, era una irresponsabilidad, por no decir una locura. Lo peor era que si tenía problemas, sus amigos no podrían apoyarlo sin arriesgarse a que los explosivos detonaran.

    Todos esos pensamientos le recorrían la cabeza mientras seguía avanzando por la pared, pero nada de eso le importaba realmente. Cuando se trataba de Terra, Chico Bestia no podía ser parcial, ni objetivo, ni mucho menos racional. Muchos dirían que era una verdadera estupidez. ¿Cómo era posible que aún después de todo lo que había pasado, aún seguía comportándose así con ella? Terra los había traicionado y engañado, ya ni siquiera lo recordaba, o incluso no tenía como probar sin lugar a duda que Tammy Hawk era Terra. Pero ahí estaba, preocupándose por ella, arriesgándose por ella, queriendo protegerla y defenderla de cualquier mal, incluso del desgraciado de Slade.

    ¿Qué era lo que realmente lo llevaba a hacerlo? Era algo que estaba más allá de su deber de superhéroe, más allá de su deber de amigo... Era algo que él pensaba que tenía ya muy claro desde hace mucho, pero no era así. No fue hasta ese momento, mientras se acercaba más y más a su destino, en el que al fin no tuvo la menor duda, ni en su mente ni en su corazón…

    Estaba enamorado de Terra, esa era la única e irrefutable verdad. A pesar de todos los altibajos, a pesar de lo complicada de su situación, a pesar de que no sabía lo que realmente ella sentía, o solía sentir por él, simplemente era así. Eso era lo que lo movía y lo empujaba a hacer lo que estaba haciendo, eso era lo que lo hacía hacer esa irresponsabilidad, esa estupidez. No sabía en qué terminaría todo eso, no sabía si algún día volvería a recordarlo, o si podría volver a haber entre ellos la misma confianza que en aquel entonces. Pero fuera lo que fuera a pasar, no tenía ningún tipo de remordimiento o duda. Sólo sabía que debía ir a ese sitio, y patearle el trasero al maldito que se atrevió a ponerle un dedo encima...

    Slade había bloqueado todas las entradas convencionales, pero no las tomas de corriente. Al llegar a la cafetería, desde su perspectiva reducida sólo podía ver un tumulto de personas reunidas en el centro. Se metió de nuevo en la pared y comenzó a moverse por dentro hasta el techo, para poder pararse en una de las lámparas superiores y ver mejor. Pudo ver a los rehenes amordazados en el suelo, y a Slade, parado en un extremo, sujetando con fuerza el brazo a...

    - "¡Terra!"

    Tammy intentaba oponer resistencia, pero no podía aplicar la suficiente ante la considerable fuerza del villano.

    - Tu pequeña travesura me molesta de sobremanera, Tammy. – Escuchó que Slade decía con serenidad. – Era más que obvio que los Titanes vendrían al enterarse de lo que ocurría. Esperaba que los explosivos los mantuvieran alejados lo más posible, para darle tiempo a nuestra invitada de llegar a la fiesta. Sin embargo, tú mensaje podría haber despertado una reacción emocional en ellos que podría arruinar ese plan, y hacerlos actuar antes de lo previsto.

    - Ya deja esto, por favor. – Le decía Tammy, con marcada preocupación en su voz. – Si es a mí a quién quieres, deja a los demás.

    - Oh, ese es precisamente lo que voy a hacer. – Entonces, comenzó a jalarla hacia una de las puertas trucadas. – Tú y yo nos iremos antes de que los Titanes entren. Y tus amigos se quedaran aquí para ser nuestra pantalla de humo... En más de una forma.

    Slade sacó en ese momento de su cinturón un objeto alargado con un botón rojo en un extremo; Tammy supo de inmediato lo que era.

    - ¡No!, ¡Espera! ¡No lo hagas!

    Comenzó a intentar zafarse de su agarre, a jalonear, e incluso intentó sujetarse de una de las columnas con su mano libre, patearlo y morderlo… Pero ese hombre seguía jalándola con él.

    - Esperemos que nuestra amiga sepa donde alcanza...

    El ratón verde saltó en ese mismo instante de la lámpara del techo, pero justo después su forma cambió drásticamente a la de un gran hipopótamo. Al ver el gran cuerpo aproximarse hacia él, Slade se lanzó rápidamente hacia un lado junto con Tammy para esquivarlo. El hipopótamo resquebrajó el suelo tras su caída, y después tomó de nuevo su forma original.

    - ¡Chico Bestia! – Exclamó Tammy con emoción, pero de inmediato Slade la rodeó con su brazo izquierdo por el cuello, y la pegó con fuerza contra él.

    - Fuiste más rápido de lo que había predicho, Chico Bestia.

    - Déjala en paz, Slade. O si no...

    - Yo cuidaría mejor tus amenazas, viejo amigo.

    Alzó entonces su mano derecha, para que el Titán pudiera ver claramente el detonador que sujetaba. Este acto tensó de inmediato a todos.

    - ¿A quién intentas engañar? No volarás la escuela contigo dentro; morirías también.

    Slade comenzó a reír de esa forma tan prepotente que siempre le desesperaba.

    - No tientes tu suerte. ¿Quieres saber qué aprendí de mi último encuentro con la muerte? Que en realidad, no es tan mala...

    Acercó su dedo pulgar peligrosamente al botón rojo. Chico Bestia se paralizó, ya que por un momento creyó que en efecto lo presionaría, pero sólo lo mantuvo pegado a él; con sólo ejercer un poco más de presión...

    ¿Qué tan posible sería que se atreviera realmente a hacerlo? Slade estaba un poco loco, ¿pero tanto así? Cómo fuera, no podía arriesgarse, no con tantas personas ahí, no con Tammy ahí... Bajó sus brazos y retiró de su semblante cualquier intención de atacarlo de frente; Slade pareció complacido con ello.

    - Así me gusta.

    Sin soltar a Tammy, acercó su otra mano a su cinturón, accionando un botón que pareció hacer reaccionar a los robots que se encontraban ahí. Cinco de ellos se elevaron del suelo con sus propulsores, y se lanzaron contra Chico Bestia en formación. El Titán de inmediato tomó la forma de un mono, y comenzó a saltar con agilidad, esquivando los rayos que los robots comenzaban a dispararle de sus ojos.

    Aprovechando esa pequeña distracción, Slade continuó su camino hacia la salida junto con su rehén, y los otros cinco robots que lo seguían desde atrás.

    - Tú y yo nos vamos ahora, Tammy.

    - ¡No! ¡Suéltame!

    Chico Bestia vio como Slade se llevaba a Tammy e intento acércaselas, pero los robots no le dejaban dar ni un sólo paso hacia ellos. La puerta seguía bloqueada con las mesas y sillas, pero Slade no tenía tiempo para quedarse a retirarlas. En su lugar, sacó una pequeña bomba de forma esférica de su cinturón y la arrojó con fuerza al tumulto. Las sillas y mesas volaron en pedazos, al igual que la puerta, y de esa forma se abrió camino para su huida.

    - - - -​

    El distante estruendo de la explosión resonó hasta llegar a la gente que estaba afuera de la escuela, incluidos los demás Titanes. La gente comenzó a conmocionarse y agitarse, y la policía intentó por todos los medios calmarla.

    - ¿Detonó las bombas? – Comentó Starfire, quien desde su perspectiva podía ver un poco de humo surgir a lo lejos.

    - La explosión fue muy pequeña, debió haber sido otra cosa. – Señaló Cyborg.

    Alzó entonces su brazo derecho, y levantó un panel colocado en su antebrazo, en el que se encontraba una pequeña computadora, que servía de terminal para aquella que tenían en la torre. Accionó rápidamente algunas opciones, y luego de unos segundos un holograma azul fue proyectado desde su antebrazo justo frente a él; parecía ser planos en tres dimensiones.

    - Tammy dijo que estaban en la cafetería. Descargué los planos de la escuela. Según esto, la cafetería se encuentra aquí. – Un pequeño punto rojo fue señalado justo en el sitio en el que se suponía estaba la cafetería de la escuela. – Si logramos entrar al terreno por el gimnasio sin ser vistos, podríamos tomarlo por sorpresa, en especial si Chico Bestia lo distrae.

    - Es muy arriesgado. – Comentó Robin con seriedad, sin estar muy convencido de la idea.

    - El que Chico Bestia esté ahí ya lo hace arriesgado. Debemos...

    De pronto, el suelo bajo sus pies comenzó a temblar con algo de fuerza; no mucha, pero sí la suficiente como para que ellos, y el resto de las personas lo sintieran. Las alarmas de algunos autos cercanos se accionaron, y las ventanas temblaron ligeramente. Pero así como el temblor vino, luego se fue… Literalmente. No fue un movimiento que se mantuvo bajo de ellos, sino que pareció moverse. En un parpadeo estaba en su posición, y al siguiente parecía haber avanzado hacia el tumulto de gente, y luego continuar su camino… Hasta la escuela.

    - ¿Qué demonios fue eso...? – Comentó Cyborg confundido, una vez que el temblor pasó.

    Robin, por su parte, más que confundido, parecía sorprendido…

    - Oh, no.

    - - - -​

    Luego de un rato, Chico Bestia se las había arreglado para destruir los cinco robots que Slade había dejado para entretenerlo; claro, no sin recibir algunos golpes y rayos, pero todo era gajes del oficio. Embistió al último que quedaba de pie, tomando forma de rinoceronte, y estampándolo contra la pared.

    Se tomó sólo un segundo para descansar y recobrar el aliento, y luego miró alrededor, detectando el sitio exacto por el que Slade se había ido. Sin embargo, antes de salir tras él, se apresuró hacia el resto de los rehenes, específicamente hacia Sarah y Mary, y comenzó a desatarlas. Slade había dicho que detonaría el lugar como una distracción en cuanto pudiera, así que no podía dejarlos ahí.

    - ¿Se encuentran bien?

    - Ese loco se llevó a Tammy. – Comentó Mary de ímpetu.

    - ¡Tienes que salvarla! – Le secundó Sarah de inmediato.

    - ¡Lo haré!, descuiden.

    Una vez que las liberó, se incorporó de nuevo y comenzó a dirigirse a la salida.

    - Desaten a los otros y salga aquí. Tengan cuidado, aún hay más robots por los pasillos.

    Dicho eso, tomó la forma de un cheeta, y salió a toda velocidad. Las chicas por su lado, empezaron a hacer justamente lo que les había indicado.

    Una vez en el patio, Chico Bestia se viró en todas direcciones, intentando detectar hacia donde se habían ido Slade y Tammy.

    - ¡Suéltame! – Escuchó que la reconocible voz de Tammy gritaba a lo lejos, por lo que de inmediato comenzó a correr en dicha dirección.

    Gracias a la gran velocidad del animal que había tomado, logró alcanzarlos lo más rápido posible. Slade avanzaba por el patio, seguido detrás por sus cinco robots, y jalando a Tammy con él. Aumentó aún más la velocidad cuando fue capaz de verlos, y tenía pensado lanzársele encima, literalmente como un animal salvaje. Sin embargo, cuando ya estaba a unos cuantos metros de él, el suelo bajo sus patas comenzó a temblar con fuerza, haciéndolo frenar. Slade a su vez también tuvo que detenerse y hacer lo posible para no caer por lo abrupto del movimiento.

    Antes de que cualquier pudiera aunque fuera pensar en una teoría sobre lo que estaba ocurriendo, la tierra se abrió más adelante, y de dicha grieta salió casi volando una silueta delgada, que se elevó en el aire unos metros, para luego caer de pie justo frente a Slade y Tammy. La extraña silueta alzó su cabeza, haciendo que sus largos cabellos rubios se agitaran con el movimiento. Volteó a verlos fijamente a través de los agujeros de su máscara, y sonrió ampliamente con marcada malicia.

    - Hola, Slade. – Murmuró con un tono algo provocador. – Al fin te encontré…

    - Tú… - Murmuró Chico Bestia, justo antes de tomar de nuevo su apariencia original.

    Era ella, la chica del día anterior, la otra Terra. Robin había mencionado justamente que todo ese asunto podría haber sido justamente para llamar su atención. ¿Eso significaba que Slade había obtenido justamente lo que deseaba? Con su máscara era difícil decirlo con seguridad, pero al menos su postura mostraba bastante tranquilidad.

    - Mira a quién tenemos aquí, Tammy. – Murmuró con un tono juguetón, sujetando de nuevo a la chica rubia contra él con un brazo; Tammy miraba fijamente a la recién llegada, aparentemente con sorpresa… Pero no mucha. – El interesante giro inesperado en el clímax de esta novela de misterio. Tammy Hawk y la supuesta Terra, juntas en el mismo lugar y al mismo tiempo.

    Tammy no respondió nada. Miró de reojo a Slade unos instantes, y luego volteó de nuevo a ver a la chica delante de ella.

    - ¿Hiciste tanto escándalo sólo para verme? – Comentó Terra burlona, colocando sus manos en su cintura. – ¿Debería de sentirme halagada?

    - Me gusta pensar que sé hacer que una dama se sienta especial. Bueno, ya que estamos los tres aquí reunidos, dime… - Apretó en ese momento su brazo contra el cuello de Tammy, haciéndola soltar un pequeño gemidito de dolor. – ¿Quién eres tú en realidad? Y más importante aún, ¿quién es esta chica?

    Terra miró de reojo a la chica que Slade aprisionaba con su grueso brazo, y ella la miró a su vez.

    - No tengo idea de quién es esa chica, aunque es bastante guapa. – Señaló rápidamente con cierto desinterés.

    - La Terra que yo conocí, solía decir mejores mentiras.

    En ese momento, dirigió su mano libre hacia su espalda, sacando de una pistola totalmente negra de su funda, y presionando el cañón contra la cabeza de Tammy. Ese acto dejó helados, tanto a Chico Bestia, como a la propia Tammy… Pero también pareció tener una fuerte reacción en la cuarta persona en el patio.

    - ¡No!, ¡espera! – Exclamó apresurada, dando un paso hacia el frente y alzando una mano. Ese sólo acto fue bastante revelador.

    - Mucha preocupación para alguien que no tienes idea de quién es, ¿no? – Comentó Slade con ironía en su voz.

    La supuesta Terra guardó silencio. Su sonrisa maliciosa había desaparecido, y ahora su atención estaba totalmente puesta en la pistola contra la cabeza de Tammy.

    - Deja de jugar, Slade. – Mencionó de pronto, aparentemente con algo más de confianza. – Es a Terra a quien quieres, ¿o no? Pues…

    En ese momento, dirigió su mano derecha hacia la máscara que traía consigo, y de un sólo jalón lento, la retiró completo de su cabeza. Su rostro, sus ojos, su nariz, todo lo que ésta ocultaba quedó totalmente expuesto por primera vez. Aunque algunos dirían que lo que estaba debajo de esa máscara no tenía por qué ser una sorpresa, lo cierto es que lo fue… Ese rostro redondo, esos ojos grandes y azules, esa nariz pequeña y sonrisa confiada… No había la menor duda…

    - Yo soy Terra, la única e irrepetible…

    - Terra… - Murmuró Chico Bestia en voz baja, totalmente atónito. Sin embargo, su asombro no se acercaba siquiera al de Tammy.

    En cuanto logró ver su rostro, su respiración se cortó de golpe. Era… Idéntica, idéntica a ella. El mismo rostro, los mismos ojos…

    - ¿Por qué? – Susurró tan despacio, que difícilmente Chico Bestia y Terra pudieron escucharla. – ¿Por qué tienes mí rostro? ¡¿Por qué?!

    Terra pareció sentirse un poco incomoda por la mirada de Tammy, y tuvo que virarse hacia otro lado.

    - Interesante, esa reacción de sorpresa sí parece genuina. – Señaló Slade, al parecer no tan impresionado como los otros dos. – ¿Significa eso que nunca había visto tu rostro? ¿Sería acaso que esa nueva máscara que comenzaste a usar era precisamente para ocultar tu rostro de ella?

    - Sólo quise cambiar un poco mi look. Tú usas máscara, Robin usa máscara. ¿Es un crimen?

    - Cómo sea, si creías que me iba a sorprender el que tuvieras el mismo rostro que Terra, lamento decepcionarte, querida. De hecho, más bien me hubiera sorprendido que no fuera así. Pero como ves, no eres la única con esa característica. – Acercó entonces el costado de la pistola, y presionó el frío material contra su mejilla. De nuevo, esto pareció sobresaltar al Terra.

    - ¡Déjala en paz!

    Sus ojos y manos comenzaron a brilla con un fuerte resplandor dorado, y la tierra comenzó abrirse justo debajo de él. Slade se movió con agilidad hacia un lado, justo antes de que picos de piedra brotaran de la tierra en dónde estaba parado.

    - Veo que quieres empezar a jugar rudo desde un inicio.

    Apartó su arma de Tammy, y en su lugar la usó para presionar el mismo botón en su cinturón que había usado en la cafetería. La reacción fue muy similar, e igualmente los cinco robots que lo acompañaban parecieron reaccionar, pero no eran los únicos. Todos los demás robots que estaban en el resto de la escuela, comenzaron a aproximarse con rapidez. Los que estaban en los tejados empezaron a descender al patio; los que estaban en el interior del edificio, empezaron a travesar las ventanas; y los que estaban por los patios, comenzaron a acercarse con rapidez a ese punto. En tan sólo unos segundos, todos ellos se aproximaron y colocaron justo alrededor de Terra.

    La chica de cabellos rubios, sin embargo, no parecía siquiera mutarse ante el gran ejército que la tenía rodeada. De hecho, sonrió con tranquilidad, e incluso se retiró tranquilamente un mechón de cabello de su rostro.

    - Creo que la edad ya te pegó, Slade. ¿Olvidaste acaso el nuevo truco que te enseñé?

    Sus ojos y manos comenzaron de nuevo a brillar, y entonces alzó éstas hacia los robots. Sin embargo, no pasó nada. Ningún robot fue movido de su lugar, ni un sólo centímetro. Esto la extrañó de sobremanera.

    - ¿Ves lo gracioso que es el paso del tiempo? – Escuchó a Slade comentar desde su posición. – Antes todo se construía con madera, luego todo era de metal. Ahora puedes hacer lo que sea con plástico, y polímeros sintéticos...

    Terra miró de reojo una vez más a los robots. No tenía que ser una genio para entender a lo que quería llegar con eso.

    - Veo que viniste preparado. Muy probablemente tampoco tu armadura o esa pistola son de metal, ¿no? Muy listo, pero no tanto. Tus juguetes podrán ser de plástico. ¡Pero olvidas que tengo armas ilimitadas justo bajo mis pies!

    La tierra comenzó a temblar y pedazos de roca comenzaron a elevarse, y a volar por los aires como proyectiles. Los robots comenzaron a moverse al tiempo con agilidad para esquivar sus ataques, y también arreglándoselas para atacarla a ella con sus rayos, o algunos directamente y de frente. Terra reaccionaba con rapidez a cada una de sus aproximaciones. Alzaba paredes de piedra para repelerlos, los atacaba con sus propios proyectiles, alzaba grandes trozos de tierra para atacar varios al mismo tiempo. En su mayoría parecía no tener mucho problema. Sin embargo, eran muchos, y la atacaban en todas direcciones. No tardó mucho en ser evidente que tenía problemas para poder tener su atención puesta en cada uno.

    Mientras estaba concentrada en lo que tenía al frente, uno de ellos se colocó justo detrás de ella sin que se diera cuenta. Sus ojos comenzaron a brillar de rojo, listos para dispararle. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, un enorme gorila de pelaje verde oscuro dio un largo salto hacia él, aplastándolo con sus grandes manos contra el suelo. Terra escuchó el estruendo, y rápidamente se giró sobre sí misma, sólo para ver unos instantes al gorila, y luego a Chico Bestia recobrando su forma.

    - Chico Bestia. – Comentó algo sorprendida, aunque no era posible decir si era por verlo ahí, o por verlo ayudarla.

    La verdad era que Chico Bestia también parecía un poco sorprendido; era como si su cuerpo hubiera reaccionado casi por sí solo. En un momento estaba parado ahí, y al siguiente estaba aplastando el robot en cuanto vio que estaba por atacarla. ¿Por qué lo había hecho? Volteó a ver a la chica rubia, quien también lo miraba a él. Ese cruce de miradas, fue un momento bastante extraño, y hasta cierto punto incómodo. Pero no era como cuando veía y estaba con Tammy; ese momento se sentía más…

    No tuvieron mucho tiempo de intercambiar palabras, si es que alguno tenía pensado decir algo. Los robots comenzaron a reagruparse y a volver a rodearlos, ahora a los dos. Ambos comenzaron a retroceder, y cuando menos lo pensaron, sus espaldas terminaron por toparse la una contra la otra. Ambos se miraron sobre sus hombros por unos instantes y luego voltearon a ver de nuevo a sus enemigos.

    - Cómo en los viejos tiempos, Chico Bestia; ¿o no? – Escuchó que ella le comentaba con naturalidad.

    - Supongo que sí.

    Todos los robots se le lanzaron encima en manada al mismo tiempo. Chico Bestia volvió a tomar la forma de un Gorila, y comenzó a aplastar a cuanto se acercara lo suficiente a él. Terra comenzó a elevar pilares de piedra alrededor de ellos, golpeando y alejando a los atacantes. Los dos comenzaron a girar al mismo ritmo, a atacar, y defenderse a sí mismo y al otro. Se notaba una gran coordinación entre ellos, casi como si supieran lo que el otro estaba por hacer. Chico Bestia lanzaba su enorme brazo con fuerza para golpear a un robot, y casi al mismo tiempo Terra se agachaba para esquivarlo sin que él tuviera que decir que lo hiciera. Un robot se acercaba a Chico Bestia, y Terra alzaba un muro de piedra para impedirle el paso. Terra alzaba a Chico Bestia en una plataforma de piedra, y luego éste se dejaba caer contra los robots en forma de elefante, aplastando a gran número de ellos. Todo surgía tan natural, como si no hubiera pasado ya muchísimo tiempo desde la última vez que pelaron juntos. Sí, ese momento se sentía más… Familiar…

    Slade se había mantenido al margen de toda esa acción, limitándose a sólo observar el combate.

    - ¿No te parece tierno? – Comentó con un tono sarcástico. – Siempre me conmueven estas reconciliaciones de enamorados.

    Tammy no pareció entender a qué se refería. Seguía aún intentando encontrarle alguna lógica a todo eso, pero debía aceptar que lo que menos había en todo eso era lógica. Estaba tan distraída en ello, que apenas y fue consciente de que Slade comenzó a jalarla de nuevo con él en la misma dirección en la que dirigían en un inicio.

    - Ya tienes a Tara, ella era a quien querías, ¿o no? – Le cuestionó, nerviosa. – ¿Por qué no me dejas ir? ¿Qué más quieres?

    - En lo que a mí respecta, las dos son Terra. Y me pienso deshacer de las dos… De una primero, por supuesto.

    Un bumerang voló por el aire directo hacia él desde un costado, golpeándolo con fuerza en su cabeza. Su máscara lo protegió, pero igualmente pareció sentir bastante el golpe. Al mirar al suelo para identificar el objeto que lo había golpeado, lo pudo reconocer de inmediato, así como a la persona que lo había lanzado.

    - ¡Alto ahí, Slade!

    En un instante, tres de los Titanes restantes se colocaron justo en su camino. Robin y Cyborg se aproximaron corriendo, mientras Starfire volaba sobre ellos.

    - Vaya, qué agradable reunión. – Murmuró con algo de frustración.

    - Suelta a la chica. – Le indicó Robin, al tiempo que sacaba su vara bo.

    - ¿Por qué no me obligas?

    Extendió en ese momento su pistola al frente y comenzó a dispararle a cada uno consecutivamente. Los tres Titanes se disiparon y comenzaron a moverse a su alrededor, buscando la forma de atacarlo. Sería imposible pelear con los tres y aprehender a Tammy al mismo tiempo, por lo que no tuvo más remedio que tirarla de forma violenta al suelo, aparándola de él. Una vez que su otra mano estuvo libre, sacó una segunda pistola, y comenzó a dispararles al tiempo que se movía para mantenerse fuera de su alcance.

    Una parte de los robots de Slade no tardaron en ir en su auxilio, empezando a atacar a los demás Titanes. Mientras Starfire y Cyborg se encargaban de ellos, Robin se abrió pasó directo y sin espera hacia Slade. Éste dio tres disparos, mismos que Robin esquivó con su destacable agilidad. Una vez que estuvo cerca, logró desarmar a Slade con movimiento rápido de su Bo, y sus armas salieron volando hacia un lado. El villano sin embargo no se dejaría vencer tan fácil. Retrocedió varios metros de él, y sacó una sorpresa más de su armamento oculto: dos empuñadoras, de las que con un sólo movimiento de sus muñecas, surgieron dos hojas plegables, convirtiéndose en dos afiladas katanas. Atacó con fuerza al Chico Maravilla con sus dos armas, y Robin se defendió con su vara de metal.

    Tammy se quedó sentada en el piso, con su espalda contra la pared del edificio, y a la sombra de un árbol. Miraba hacia Chico Bestia y Terra peleando de un lado, luego a Robin y Slade, y por último a Starfire y Cyborg. No sabía qué hacer. ¿Debía correr y huir?, ¿o sería más seguro quedarse ahí? ¿Cómo se había metido en todo eso? Súper Héroes, Villanos, robots, bombas, gente que hacía temblar el suelo… Nada de eso tenía algo que ver con ella. Se agarró su cabeza con ambas manos, como si hacerlo le ayudara de alguna forma a aclarar su mente. Nada tenía que ver con ella, nada de eso tenía lugar en su vida perfecta y tranquila de estudiante de preparatoria… No, ella no tendría por qué estar ahí… Ella no quería estar ahí…

    Rápidamente se puso de pie y comenzó a correr con todas sus fuerzas; ni siquiera supo en qué dirección iba, sólo empezó a correr sin fijarse.

    - ¡Espera! – Le gritó Starfire al ver por el rabillo del ojo que comenzaba a correr. Quiso alcanzarla, pero los robots se lo impidieron.

    Tammy apenas y pudo avanzar unos diez metros, cuando dos de los robots de Slade le cortaron el paso. Tuvo que detenerse abruptamente, y terminó cayendo de sentón al suelo de nuevo. Los dos robots parecieron examinarla y escanearla, poniendo principal atención en los rasgos de su rostro. Parecieron reconocerla como su objetivo y entonces sus ojos comenzaron a brillar de rojo. Tammy se cubrió como pudo con sus brazos y cerró los ojos con fuerza. Creyó que en cualquier momento sentiría el calor de los rayos láser quemándole la piel, pero no fue así.

    Un gran muro de roca se alzó justo frente a ella y la protegió de los rayos de los robots, aunque terminó en pedazos justo después de ello. Cuando Tammy logró voltear a ver de nuevo, pudo notar la silueta de Terra saltando sobre ella en contra de los robots. Sus puños se habían cubierto de roca, creando la apariencia de dos enormes puños, y golpeó con cada uno de los robots con ellos, destruyéndoles las cabezas. Luego, alzó dos grandes pedazos de tierra del suelo y los hizo chocar uno contra el otro con los robots en medio, y así haciendo añicos sus cuerpos.

    - ¡¿Estás bien?! – Le preguntó notoriamente alarmada, volteándola a ver sobre su hombro.

    - Tú… Tú… - Susurró Tammy con apenas un hilo de voz, empezando a hacerse hacia atrás en el suelo. – ¿Quién eres tú en realidad? ¿Qué eres tú?

    - Te lo dije la primera vez que nos vimos, ¿recuerdas? – Se giró por completo a ella, y se le acercó con mucha cautela. – Soy Tara, soy tu amiga. Estoy aquí para cuidarte.

    - ¿Por qué eres igual a mí? ¿De dónde me conoces? ¡¿Por qué ese hombre dijo que tenemos el mismo ADN?!

    Terra se quedó paralizada al escuchar esa última pregunta.

    - Escucha… Te lo explicaré… ¿De acuerdo? Sólo…

    Más robots se dirigieron en ese momento justo a donde ellas dos estaban, comenzando a disparar sus rayos. Terra no esperó y de inmediato tomó a Tammy y la hizo a un lado, para poder repeler a ambos robots con sus poderes. Sin embargo, Chico Bestia se le adelantó, aplastando a ambos contra el suelo, en forma de gorila.

    - Gracias. – Murmuró Terra con cierta duda.

    Chico Bestia recobró su forma y entonces volteó a verla con seriedad. Centró entonces su atención en Tammy tirada en el suelo, y se dirigió de inmediato a ayudarla.

    - ¿Te encuentras bien? – Le preguntó mientras la ayudaba a sentarse.

    - Sí, eso creo…

    Terra desvió su mirada hacia otro lado al ver a Chico Bestia ayudando a Tammy. Se le notaba una gran preocupación en su acto, algo que por alguna razón pareció hacerla sentir incómoda.

    - ¡Esos eran los últimos! – Escucharon que la voz de Cyborg exclamaba, y entonces los tres vieron como él y Starfire se aproximaban hacia donde ellos estaban. Sin embargo, ambos se detuvieron el seco al ver con claridad el rostro de Terra, quien los volteaba a ver con una expresión fría en su ojo izquierdo, mientras el otro era cubierto con su largo cabello rubio. – Wow… Terra… - Comentó en voz baja, y luego se volteó hacia Tammy. – Y Terra…

    La opinión fue la misma: las dos eran idénticas, y las dos eran idénticas a Terra.

    - ¿Tú eres contra quien peleamos el día de ayer? – La preguntó Starfire confusa, a la que chica que usaba la camiseta negra y pantalones cafés.

    - Qué perspicaz, te felicito. – Le respondió con un tono seco y sarcástico. – Veo que ya estás mejor. Tal vez debí haberte golpeando con una bola de basura más grande…

    Ese comentario pareció hacer enojar tanto a Starfire, como a Cyborg y Chico Bestia. Éste último, se paró frente a Tammy de forma protectora, casi como si temiera que la Terra frente a ellos fuera a intentar algo.

    - Habla ahora. – Le exigió Chico Bestia de inmediato. – ¿Qué es lo que está pasando aquí? Nos debes una explicación.

    Terra guardó silencio, y siguió mirándolos con la misma expresión fría. Le echó un vistazo uno a uno, primero a Chico Bestia, luego a Tammy detrás de él, luego a Starfire, y por último a Cyborg. Todos parecían igual de deseosos de escuchar la respuesta a esa pregunta.

    - Yo… No les debo nada…

    En ese momento, dio un par de pasos hacia atrás, y ante sus ojos su cuerpo fue tragado por la tierra, literalmente, justo frente a sus ojos.

    - ¡Espera! – Exclamó el chico de piel verde con fuerza, pero fue tarde; había desaparecido por completo de su vista.

    Al mismo tiempo, Robin seguía combatiendo con Slade. Justo como lo recordaba, las habilidades de combate de Slade eran increíbles. Su agilidad, su fuerza, el cómo saber qué movimiento hacer y cuando hacerlo. Sin embargo, a diferencia de otras veces, Robin parecía poder mantener el ritmo en esa ocasión. Lograba cubrir y esquivar sus ataques con mayor libertad, e incluso lograba atacarlo. Se notaba que el villano aún tenía cierta ventaja sobre él, pero el combate se sentía mucho más parejo.

    - Veo que has mejorado. – Comentó Slade, teniendo sus dos espadas totalmente pegadas contra su vara, ejerciendo presión. – Batman estaría orgulloso.

    - ¡No necesito que tú me lo digas!

    Robin movió con fuerza su vara de izquierda a derecha, haciendo que Slade se alejara de él unos cuantos pasos. En ese preciso momento, la tierra volvió a temblar, concentrándose al parecer justo debajo de Slade.

    Picos de roca comenzaron a surgir del suelo, obligándolo a moverse con rapidez hacia un lado. Junto con uno de esos picos, Terra salió disparada del suelo, y luego se dejó caer hacia Slade, extendiendo su pierna para darle una patada directa. Slade apenas estaba recuperando la compostura luego de un salto, y recibió la patada directo en la cabeza, aturdiéndolo un poco.

    - Vaya, ¿qué tenemos aquí? – Murmuró mientras intentaba recuperar el balance tras la patada. Terra había quedado de pie, solo a un metro delante de Robin. – Mis dos discípulos, juntos en mi contra. Esto no podría ser más conmovedor.

    - Nada de juntos. Yo me encargaré de ti de una vez por todas, sola.

    - Espera, no te dejaré hacerlo. – Señaló Robin, y de inmediato intentó acercársele y colocar una mano en su hombro. Sin embargo, sin que ella tuviera que mover ni un musculo, una piedra se alzó del suelo y se dirigió con fuerza contra el abdomen de Robin, empujándolo varios metros hacia atrás y sacándole todo el aire.

    - Cómo estaba diciendo…

    Sin más espera, Terra se lanzó rápidamente en contra de Slade. Éste sin dudarlo empezó a atacarla con sus espadas cuando se le acercó, pero Terra no tuvo problema en detener las hojas con sus manos, y al parecer desintegrar las hojas de acero con sus poderes. Luego, hizo que los pedazos levitaran, y luego salieran volando en su contra como pequeños proyectiles. Slade corrió velozmente para esquivar los fragmentos, y después se protegió detrás de un árbol.

    - Así que descubriste como controlar tus poderes sin mí, y además aprendiste a manejar también el metal. Me impresionas.

    - Gracias, maestro.

    El pedazo de tierra en el que se encontraba el árbol, comenzó a elevarse rápidamente junto con Slade, y después se fue directo contra el edificio. Slade logró saltar en el último momento, y el árbol se estrelló con fuerza, rompiendo algunas ventanas y agrietando el cemento. Slade cayó al suelo de cabeza, y luego comenzó a rodar un poco. Tras el impacto, su máscara se desprendió y salió volando en la dirección contraria. Su cabello, totalmente blanco y corto, quedó expuesto. Se quedó en el suelo unos instantes, aturdido tras esa dolorosa caída. Intentó levantarse, pero entonces grilletes de piedra comenzaron a formarse en sus muñecas y tobillos, y lo sujetaron con fuerza al suelo. Quedó boca arriba, totalmente sujeto e inmovilizado.

    El rostro de Slade era el de un hombre adulto, de complexiones fuertes, pero refinadas. Tenía cabello corto, totalmente blanco, y una barba de candado, también totalmente blanca. Su ojo derecho estaba cubierto con un parche negro, debajo del cual se podía notar algunas cicatrices que marcaban la piel. Su ojo izquierdo era azul claro, y tenía una expresión serena y penetrante. Estaba herido de la frente, y un camino de sangre el recorría el rostro.

    - Slade Wilson, al fin no conocemos cara a cara, por decirlo de alguna forma. – Escuchó a Terra murmurar con confianza. Pudo ver por el rabillo del ojo que se le aproximaba por un costado. – Debo admitir que eres más apuesto de lo que pensaba, para ser un viejo amargado.

    - Debo reconocer que una vez más te subestimé. – Comentó Slade, aparentando completa tranquilidad. – Supongo que ahora me mataras, ¿no? No sería la primera vez…

    - ¿Cómo adivinaste?

    Terra se paró en ese momento justo a su lado. Sus ojos brillaron de dorado, y alzó su mano derecha al cielo. Una gran acumulación de roca y tierra comenzó a alzarse sobre ella, y se fue moldeando hasta formar un gran pico de roca que apuntaba hacia abajo. Lo elevó más y más, hasta colocarlo a una gran altura, y lo hizo ubicarse justo sobre Slade. El Villano miró con tranquilidad el objeto flotando sobre él.

    - ¡Espera! – Escuchó que gritaban detrás de ella.

    Al mirar sobre su hombro, vio a los cuatro Titanes, Robin, Cyborg, Starfire y Chico Bestia, dirigiéndose hacia ella.

    - ¡No lo hagas! – Gritó Robin, casi como una orden. – ¡Se terminó!, ¡no tienes que matarlo!

    - No me digas qué tengo y no tengo que hacer.

    Alzó su pie derecho unos centímetros y luego lo hizo chocar con fuerza con el suelo. La tierra se abrió bajo sus pies, y los cuatro cayeron en una zanja que los cubrió hasta el cuello. Luego la tierra volvió a cerrarse, y los cuatro quedaron atrapados. Sin embargo, Chico Bestia logró escapar, tomando de inmediato la forma de una pequeña mosca.

    - ¡No tienes que hacer esto!, ¡no eres una asesina como él! – Le dijo el Chico de Piel verde, tomándola de pronto de su brazo con fuerza.

    - ¡Si lo soy! – Le gritó con enojo sin voltear a verlo. – Siempre lo he sido… Siempre he sido justo igual a él…

    - ¡Eso no es cierto! Si en verdad eres Terra, sé que no es así. Terra es una buena persona, es una heroína, es nuestra amiga… ¡Y es la persona que yo…!

    - ¡Cállate!, ¡no quiero oírlo!

    Terra lo golpeó con fuerza con su codo, apartándolo de ella. Antes de que intentara detenerla de nuevo, dejó caer su brazo, y el gran pico de piedra comenzó a desplomarse con fuerza hacia Slade.

    - ¡No!

    Slade, sin embargo, no parecía alterado. Miraba ese gran pico acercarse a él, y parecía aceptarlo con naturalidad. Tal vez lo que le había dicho a Chico Bestia en la cafetería, era en efecto cierto: no le temía a la muerte.

    - Así se hace, Terra. Aprendiste bien…

    Cerró su ojo, y simplemente aguardó.

    - ¡Detente! – Escuchó que alguien decía. Pero, esa voz no era de ninguno de los Titanes, era… ¿La voz de la misma Terra?

    Sintió entonces que alguien se colocaba justo sobre su torso. Al mirar de nuevo, pudo ver la cabellera rubia de Tammy Hawk, quien se había colocado sobre él, como si intentar protegerlo con su cuerpo.

    Terra palideció al ver esto, y de inmediato alzó sus manos para detener su proyectil con sus poderes, y éste se detuvo apenas a unos cuantos centímetros de la cabeza de la estudiante.

    - ¡¿Pero qué crees que haces?! – Le gritó molesta, mientras seguía sujetando el pico en el aire. – ¡Hazte a un lado!

    - ¡No! – Gritó Tammy, volteándola a ver con sus ojos cubiertos de lágrimas. – ¡Chico Bestia tiene razón! ¡No tienes porqué matarlo!

    - ¡Tú no entiendes nada de esto! ¡Ahora quítate!

    - ¡No!, ¡no entiendo nada de lo que está pasando! Pero sé muy bien que todo esto tiene que ver conmigo, y lo que menos quiero es que alguien muera en este sitio por mi culpa. – Tammy comenzó a ponerse de pie lentamente. Terra se vio obligada a alzar un poco más su pico para que no se golpeara con él. Seguía llorando, y sus piernas le temblaban ligeramente. – No sé quién eres en realidad, pero sé que no eres una mala persona. Las pocas veces que te he visto, siempre has actuado como si te importara, y Chico Bestia me ha hablado mucho de ti. La persona de la que él habla es una persona valiente, divertida y alegre, una súper heroína que ayudaba a las personas, y una querida amiga para él. No sé lo que te pasó, no sé porque este hombre y tú se quieren matar mutuamente. ¡Pero ya basta!, ¡basta de todo esto!

    Terra estaba atónita, escuchando todo lo que esa chica le decía. Chico Bestia, parado no muy lejos de Terra, también estaba asombrado de escucharla decir todo eso.

    - Yo… Yo… - Empezó a balbucear con duda. – Yo… ¡Yo lo único que estoy haciendo, es asegurarme de que no te vuelva a molestar! ¿Qué acaso olvidas que estaba por matarte, a ti y a tus amigas, y de volar toda tu escuela? Y esa no es ni la punta del iceberg de lo que este hombre es capaz de hacer. Si lo dejamos convida, las cosas no se quedarán así. Volverá a intentarlo una y otra vez, hasta que tenga éxito.

    - Eso es verdad. – Comentó Slade con cinismo. – Una buena aprendiz mía sabría que en efecto, ésta es la única forma de deshacerse de mí. Aunque, ya he muerto una vez, así que creo que tampoco es una gran garantía.

    - ¡Cállate! – Le gritó Terra, presa de sus emociones, y luego se volvió de nuevo hacia Tammy. – ¡Estarás mucho mejor sin él aquí!, y podrás tener la vida perfecta, tranquila, y pacífica, sin preocupaciones y miedos que siempre hemos querido.

    - ¿Hemos? – Murmuró Chico Bestia, confundido al escucharla decirlo de esa forma.

    - Pero no así. – Siguió Tammy con insistencia. – No de esta forma. No puedes simplemente matarlo.

    - ¡Sólo mírame!

    Volvió a golpear el suelo con su pie, y la sección de tierra en la que Tammy estaba parada se alzó y la arrojó con fuerza hacia un lado, lejos de Slade. Una vez con ella lejos, y antes de pudiera volver a interferir, volvió a hacer que el pico de piedra se dirigiera directo al torso de Slade.

    - ¡No! – Exclamó Tammy, al tiempo que intentaba pararse de nuevo.

    Chico Bestia tuvo que tomar una decisión rápida, por lo que corrió hacia Tammy, y la tomó con fuerza para evitar que se acercara. Luego hizo que se lanzaran al suelo para cubrirse del inminente impacto. Parecía que en esa ocasión, sí sería el fin para Slade. Pero…

    El pico de piedra se hizo pedazos a unos cuantos centímetros de tocar a Slade, como si hubiera explotado. Pedazos e roca salieron volando por todos lados, algunos atravesando las ventanas de la escuela. Chico Bestia se convirtió en Gorila, y cubrió a Tammy con su cuerpo para protegerla de cualquier impacto. Terra, por su parte, igualmente se cubrió con sus brazos y repelió con sus poderes cualquier pedazo de gran tamaño que se dirigiera hacia ella.

    - ¡¿Qué pasó?! – Exclamó confundida y molesta. – ¡¿Cómo hiciste eso?!

    Slade seguía totalmente sujeto en el suelo, y salvo por algo de polvo encima, parecía ileso.

    - Me temo que el crédito no es mío, querida.

    Slade tenía su atención puesta en el cielo sobre él. Como pudo, señaló en esa dirección con el dedo índice de su mano derecha. Terra alzó su mirada hacia donde él señalaba, y entonces vio una silueta descendiendo lentamente en su dirección. Chico Bestia, y el resto de los Titanes que aún seguían atrapados en la zanja, voltearon a ver cómo pudieron también. Conforme se iba acercando, más claro se volvió de quién se trataba.

    Siguió bajando y bajado, hasta que sus pies, cubiertos con botines azules, quedando suspendidos a unos centímetros del suelo. Su largo vestido azul cielo ondeaba con el aire, al igual que sus cabellos azules y cortos. Chico Bestia y Tammy estaban a sus espaldas, pero el Titán supo quién era al reconocer la piel gris de su espalda y brazos, que su vestido dejaba al descubierto, y su cabello azul corto.

    - ¿Raven...? – Murmuró Chico Bestia, algo sorprendido. – ¿Raven... Estás...?

    De pronto, volteó a verlo sobre su hombro por unos instantes, y a pesar de que por todo lo demás era claramente su amiga Raven… Su rostro, era uno complemente distinto. Tenía cuatro ojos, dos de cada lado del rostro, y los cuatro brillaban con un intenso fulgor rojo. La expresión de su rostro en general estaba cubierta por completo de enojo, de furia… Chico Bestia había visto a Raven enojada muchas veces, pero nada como eso. Era algo totalmente diferente, algo que incluso le causó un tremendo espasmo de terror. Era como ver de frente y directamente, a un verdadero monstruo.

    Una extraña aura rojiza comenzó a cubrirle el cuerpo, como pequeñas llamas que brotaban de su piel. Viró su cabeza abruptamente de nuevo hacia Terra, y en cuanto lo hizo, el cuerpo completo de ella se cubrió de energía negra, levitó en el aire y fue lanzada, todo en el mismo segundo. Terra se estrelló de golpe contra la pared del edificio, dejando su silueta marcada en el concreto. La energía oscura siguió apresándola, evitando que pudiera mover aunque fuera un musculo.

    Raven se elevó un poco más en el aire, y comenzó a acercarse a ella.

    - ¡Raven!, ¡¿qué haces?! – Le gritó Robin justo cuando pasó levitando sobre el sitio en el que estaban apresados.

    - ¿Qué es lo que le pasa a nuestra amiga Raven? – Comentó Starfire, alarmada.

    Se veía aún peor de cómo estaba cuando se fue de la enfermería. Parecía totalmente ida, e ignoraba por completo su presencia en ese sitio. Siguió aproximándose hacia Terra, quien parecía luchar para liberarse del agarre de su magia, pero le era imposible; era como si la hubiera sujetado con cadenas. Se colocó flotando sobre ella, y la tomó entonces del cuello con su mano derecha, jalándola hacia atrás, y luego empujándola fuertemente hacia adelante, chocando su cabeza contra la pared. Tras hacer eso, ambas quedaron frente a frente, mirándose fijamente a los ojos.

    - ¡¿Dónde... Está... Jared...?! – Cuestionó de golpe la hechicera, con una voz que resonó con fuerza por todo el sitio, casi como si hubiera usado un megáfono.

    - ¿Jared? – Cuestionó Cyborg confundido. – ¿Su hermano? ¿Por qué le pregunta de él?

    Terra sonrió de lado, aparentemente nada intimidada por la forma tan amenazante en la que le había planteado su pregunta.

    - No tengo ni la más remota idea de lo que estás hablando…

    Esa respuesta pareció hacerla enojar incluso más de lo que ya estaba. Usando su magia, la separó de la pared, la hizo volar de nuevo por el aire, y luego la estrelló con ímpetu contra la ventana de un salón. Terra atravesó el cristal, y su cuerpo siguió avanzando impulsada por la fuerza, estrellándose contra todos los pupitres, destruyendo algunos, y otros simplemente empujándolos contra la pared.

    - ¡¿Qué es lo que le pasa a Raven?! – Exclamó Chico Bestia, viendo toda esa escena pasmado.

    - ¿Qué no es ella otra de los Jóvenes Titanes? – Le preguntó Tammy a sus espaldas. – ¿Por qué está atacándola así? ¡Podría matarla!

    - ¡Chico Bestia! – Le gritó Robin para llamar su atención. – ¡Rápido!, ayúdanos a salir. Debemos de detener a Raven, está fuera de control.

    - ¡Sí!

    Antes de ir con sus amigos, se tomó un momento para girarse hacia Tammy.

    - Escucha, ve con tus amigas y ponte a salvo.

    - Pero, ¿qué pasará con ella y con…? – Volteó a ver de reojo en ese momento a Slade, que seguía sujeto al suelo.

    - No te preocupes, nosotros nos encargaremos. ¡Ahora ve!, ¡rápido!

    Tammy asintió con su cabeza y empezó a alejarse hacia al salida con rapidez.

    Dentro del salón al que había sido arrojada, Terra comenzó a intentar levantarse, algo adolorida tras el golpe, cuando escuchó como la pared, justo por donde había entrado, volaba en pedazos. Un gran agujero se abrió en ella, y Raven apareció flotando del otro lado.

    - Te lo repetiré una vez más. – Exclamó con el mismo tono extraño de voz; era casi como si tres voces hablaran al mismo tiempo. – ¡¿Dónde está Jared?!

    - ¿Se supone que tengo que saber de quién me hablas? – Comentó Terra, con marcado sarcasmo.

    - ¡No finjas! ¡Ya sé exactamente lo que eres! Y sé además que tuvo que ser él quien te creó, ¡¿verdad?!

    Terra endureció su mirada al escucharla decir eso, sobre todo la parte de “te creó”.

    - Ahora todo es bastante claro. ¡Todo esto fue una trampa y fui demasiado ciega para verlo!

    - ¿Te lo dije hace mucho, recuerdas? – Respondió, usando el mismo tono de antes. – No sabes lidiar con tus emociones, y por eso éstas te llegan a dominar con suma facilidad. Como justo ahora, por ejemplo.

    - ¡Cállate!

    Raven voló abruptamente al interior del salón, directo hacia ella. Terra, utilizando el metal de los pupitres, comenzó levantar todos ellos con sus poderes y a arrojárselos en su contra uno detrás del otro. Casi como si una barrera invisible protegiera su cuerpo, en cuanto un pupitre se acercaba a unos cuantos centímetros de ella, su energía lo repelía y lo arrojaba en otra dirección. No fue capaz de detenerla, y Raven terminó por embestirla, haciendo que ambas atravesaran la otra pared, y terminaran en el pasillo contra los casilleros.

    FIN DEL CAPITULO 18

    Notas del Autor:

    Muchas cosas en un sólo capítulo, ¿verdad? Las dos Terras reunidas, ¿pero cuál es la conexión que existe realmente entre ellas? Algunos posiblemente ya lo habrán adivinado, pero aun así quédense al pendiente que dentro de poco se aclarará. ¿Slade usando armas de fuego?, ¡¿Pero cómo?! Bueno, ya enserio, Deathstroke en los cómics siempre usa armas de fuegos y demás artilugios letales, sólo quise darle un poco de eso. Obviamente esto no se vio en la serie animada, y quizás se sienta un poco fuera del lugar, ¿o no? Igualmente en este capítulo se mostró la cara de Slade, cuya descripción es básicamente basada en la apariencia que tiene en los cómics, series, películas animadas y juegos en los que ha salido, aunque propiamente en la serie de Teen Titans nunca se le vio. Y Raven vuelve a aparecer, más furiosa que nunca y sin darse cuenta de lo que está haciendo.

    Cada vez más cerca del final. Yo estoy emocionado, ¿y ustedes?
     
  8.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    8125
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 19
    “Fuera de Control”

    La noticia de lo que ocurría en la Preparatoria Murakami se encontraba en todos los canales y estaciones de radio locales. La Señora Hawk se encontraba leyendo tranquilamente en la sala de su casa, con el sonido de la radio de fondo, cuando la transmisión fue interrumpida para informar de lo sucedido. Sus sentidos se agudizaron y sus nervios se tensaron. Pensó en llamar a Tammy a su celular, pero al inicio sintió miedo, miedo de que no le contestara y de las ideas que podrían cruzarle por la cabeza de ser así. Luego de casi quince minutos de caminar en círculos por toda la sala con el teléfono en las manos, al fin cobró valor para marcar.

    Ni siquiera sonó; la envió de inmediato al buzón de voz.

    Soltó una maldición al aire, de esas por las que en otras circunstancias reprendería a quien oyera decirla. Pensó en llamar a su esposo, pero las manos le temblaban de los nervios y fue incapaz de marcar. Decidió en su lugar tomar su bolso, subirse a su auto e irse directo a la escuela.

    ¿Qué podría hacer estando ahí? Posiblemente nada. De seguro nadie le daría nada de información, y nadie sabría nada. Pero tenía la necesidad latente de ir, de estar ahí cerca.

    El tráfico estaba embotellado en las inmediaciones de la escuela. Al parecer habían bloqueado algunas calles y desviado en tránsito hacia vías alternas. Tuvo que estacionarse en un supermercado que estaba a cinco cuadras del cordón policiaco, y caminar hasta allá. Agotada y casi sin aliento, llegó a la calle de la escuela, en donde estaba toda la gente reunida. Pero justo cuando logró ver hacia el edificio de la escuela, pudo ver a un gran número de chicos saliendo despavorido por la puerta principal.

    Sintió un aire de alivio al ver esto.

    Se acercó como pudo a los chicos, esperando ver entre sus rostros el de la persona que buscaba; no tuvo suerte. Pero si pudo distinguir a lo lejos a Mary y a Sarah; ésta última se abrazaba con fuerza de su padre.

    - ¡Mary!, ¡Sarah! – Les gritó con fuerza para llamar su atención mientras se les aproximaba a paso veloz. Las dos chicas la reconocieron de inmediato.

    - Señora Hawk. – Susurró Sarah con un poco de duda.

    - ¿Están todas bien? ¿Dónde está Tammy?

    Ambas se miraron la una a la otra con notoria ansiedad en sus rostros; la señora Hawk de inmediato pensó lo peor.

    - Ella sigue dentro. – Respondió Mary sin rodeos. – El hombre que nos tomó prisioneros se la quiso llevar con él.

    Sintió que el mundo le daba vueltas en ese momento, y parecía que estuviera a punto de desmayarse, por lo que el padre de Sarah la sostuvo de inmediato para evitar que cayera.

    - ¡Pero no se preocupe! ¡No está sola! – Señaló Sarah, alarmada al ver su reacción. – Chico Bestia va a rescatarla, de seguro.

    - ¿Chico Bestia? – Susurró con un poco de debilidad en su voz.

    - Es uno de los Jóvenes Titanes, y amigo de Tammy… Creo. Él está ahí con ella.

    La señora Hawk no entendía del todo lo que le decían. Su cabeza estaba revuelta, y se le dificultaba concentrarse lo suficiente en una sola idea.

    Se escuchó un fuerte estruendo procedente del interior del edifico, que hizo que todos se sobresaltaran. Al inicio algunos pensaron que eran las bombas, pero resultó ser una falsa alarma. ¿Qué estaba ocurriendo ahí adentro en realidad?

    - - - -​

    Terra volaba suspendida en el aire sobre un pedazo de suelo que había levantado con sus poderes. Al mismo tiempo, arrancaba los casilleros de las paredes y los arrojaba hacia atrás como proyectiles contra la furiosa Titán que la perseguía como una fiera. La magia de Raven repelía por completo los casilleros, que se contraían en sí mismos al sólo acercársele, y en ocasiones los arrojaba con fuerza de regreso a su atacante. Raven estaba totalmente fuera de control, al igual que sus poderes. El suelo y las paredes crujían y desquebrajaban a su paso; el edificio entero de seguro no resistiría por mucho.

    - Oye, ¿no podemos discutirlo como viejas amigas que somos? – Comentó con un tono juguetón, que a Raven no le causó nada de gracia.

    La Titán alzó entonces sus manos al frente, y comenzó a disparar rayos de energía oscura como proyectiles hacia ella. Terra se movía con rapidez por el aire de un lado a otro para esquivar sus disparos, que chocaban y atravesaban las paredes. Uno de los disparos inevitablemente tocó el pedazo de suelo sobre el que estaba parada, haciéndolo añicos. El cuerpo de Terra siguió impulsándose al frente aunque su transporte ya había sido destruido, y luego cayó al suelo rodado sobre sí misma hasta quedar contra la pared.

    Aturdida y mareada, comenzó a intentar levantarse pero el pie de Raven de pronto se posó contra su pecho, empujándola con fuerza contra el piso. Intentó alzar sus manos hacia ella, pero éstas fueron apresadas con su magia, y sujetadas con fuerza para que no pudiera siquiera moverlas. Raven la miraba desde arriba con sus cuatro ojos rojos brillando con un fuerte fulgor.

    - ¡Dime de una vez dónde está Jared o te haré pedazos! – Le exclamó con una voz que resonó como un trueno.

    Sin embargo, Terra no parecía nada intimidada. De hecho, sonrió ampliamente de manera astuta, e incluso algo indiferente.

    - Debes estar realmente molesta. – Comentó en voz baja, aunque con un tono algo provocador. – ¿Qué vez es ésta? ¿La tercera? ¿La cuarta? Para ser alguien que no confía en nadie, al parecer caes redonda demasiado fácil…

    El enojo de Raven se hizo aún más grande al escucharla. Retiró su pie de su pecho y su magia de sus manos, pero en su lugar alzó su mano hacia ella, manteniéndola a unos centímetros de su rostro, y comenzó a apretar sus dedos con fuerza. Parte de su magia oscura pareció concentrarse en su cuello, y comenzar a apretarla. En un parpadeo, Terra comenzó a sentir cómo empezaba a sofocarla, incapacitándole dar aunque fuera una pequeña bocanada de aire. Por mero reflejo aferró sus manos a su cuello, como intentando quitarse las manos invisibles que la aprisionaban, pero no lograba hacer absolutamente nada. Poco a poco el cuerpo de Terra comenzó a alzarse en el aire, hasta que sus pies se suspendieron del suelo, siendo sólo sujetado por la magia de Raven.

    - ¿Así… que… me matarás…? – Pronunció la joven rubia, apenas logrando que su voz saliera de sus labios. – Al fin… Muestras tu… verdadero ser…

    Luego de eso, comenzó a emitir sonidos, que quizás intentaban imitar una risa, y gemidos de dolor provocados por la falta de aire.

    Raven siguió totalmente concentrada en ello por unos segundos pero de pronto, abruptamente, algo pareció hacerla reaccionar un poco. Quizás fueron las palabras de Terra o algo más, pero por unos instantes fue consciente de lo que estaba haciendo, y de lo que estaba por hacer, y algo en su cabeza le dijo “aguarda, esto no está bien”. Pero era apenas una pequeña y distante vocecita tintinéate, que luchaba por sobresalir aunque fuera un poco entre todas las otras voces que le decían: “¡Hazlo!”, “¡Mátala!”, “Ella se lo merece”, “Tú y tus amigos estarán mejor sin ella”, “Esto es lo correcto”.

    Cerró sus ojos con fuerza y se sostuvo la cabeza con su mano libre. Ésta comenzó a dolerle con fuerza, como si dos martillos le golpearan cada costado.

    Jaló rápidamente su otro brazo hacia un lado, y el cuerpo de Terra salió volando, chocando contra la puerta de un salón, y atravesándola. Terra se quedó tirada boca abajo en el suelo, y comenzó a toser con fuerza, mientras daba fuertes y largas inhalaciones desesperadas de aire una vez que la habían soltado.

    Raven se dejó cae de rodillas al suelo, y comenzó a agarrarse su cabeza con ambas manos. Había tantas voces, tantas cosas agitándose como mariposas dentro de ella. Duró así casi un minuto, pero al final logró volver a su estado de rabia original. Se puso de pie de nuevo, y se giró hacia la puerta por la que había lazando a Terra, la cual aún seguía tirada en el piso, aún sin poder reponerse por completo. Raven dio apenas un par de pasos hacia ella, cuando escuchó varios pasos y voces acercándose por el pasillo a su diestra.

    - ¡Detente, Raven! – Pronunció con fuerza la voz de su líder, Robin.

    La Titán volteó a ver sobre su hombro, y vio como Robin, Cyborg, Chico Bestia y Starfire, se acercaban por el demolido pasillo hacia donde ella estaba, y luego se detenían a unos metros de distancia.

    - No se metan. – Les dijo con firmeza, aún con su voz resonando como si tuviera eco, y como si fueran varias voces hablando al mismo tiempo. – ¡Yo me encargaré de esto!

    - ¿A esto le llamas encargarte? – Pronunció Cyborg rápidamente casi como un reproche. Iba a decir más, pero de inmediato Robin alzó su brazo ante él, indicándole que se detuviera.

    Dejando a sus demás amigos atrás, Robin se atrevió a dar un par de pasos hacia ella, alzando sus manos al frente en un intento de tranquilizar a su compañera.

    - Sólo calmante, Raven.

    - ¡No digas que me calme! – Le gritó furiosa, y el edificio tembló un poco ante su reacción.

    - Escucha, Slade colocó explosivos por la escuela. Si no tenemos cuidado, un paso en falso y podríamos detonarlos.

    Esto pareció sorprender un poco a la Hechicera. ¿Explosivos? ¿Hablaba enserio? De nuevo su cabeza pareció revolverse un poco, y de nuevo esa vocecita intentaba sobresalir y resaltar del resto. De nuevo sentía los martilleos en su cabeza. ¿Por qué no podían simplemente callarse todos y dejarla pensar?

    - Escucha lo que te dice el chico lindo de Robin. – Escuchó entonces que Terra decía. Al alzar su mirada de nuevo, la vio de pie, apoyada en el marco de la puerta del salón, al parecer ya algo recuperada. – Que ya todos sabemos de antemano que no le puedes decir que no a esa carita bonita y a esa sexy voz... ¿No es así, Starfire?

    Volteó a ver en ese momento a la extraterrestre, quien pareció sobresaltarse por su mención. Este acto también tuvo una reacción en Raven, que pareció casi horrorizarse ante ello. Imágenes de lo que había pasado en la enfermería esa misma mañana le cruzaron por la cabeza abruptamente.

    - ¡¡Cállate!! – Gritó con todas sus fuerzas, un instante antes de lanzarse contra Terra, embistiéndola y tirándola contra el suelo, junto con ella misma.

    Al impacto de los cuerpos de ambas contra el piso del salón, una fuerte explosión de magia pareció desquebrajar el suelo y crear un hueco por el que ambas cayeron abruptamente al piso inferior.

    - ¡Raven!, ¡no! – Exclamó Robin al tiempo que se aproximaba a ellas, pero terminó sólo de pie a la orilla del agujero que Raven había abierto.

    Sus demás amigos no tardaron en unírsele dentro del salón. Desde su posición, las dos jóvenes ya habían desaparecido de su vista, pero aun así podían escuchar sin problemas los estruendos de la destrucción provocada por la pelea.

    - ¡Raven en verdad está fuera de control! – Exclamó Chico Bestia, exteriorizando de alguna forma lo que todos pensaban.

    - Algo extraño parece estarla controlando. – Señaló Starfire, notándosele gran preocupación en su tono. – Esa no puede ser nuestra amiga Raven.

    - Pues en definitiva desde el vestido no parece ella. – Añadió Cyborg, con un tono más serio de lo que se esperaría, considerando su comentario.

    Robin guardó silencio, viendo fijamente el agujero en el suelo, meditando profundamente en la situación tan apremiante en la que se habían sumido.

    En todo tiempo que llevaba de conocer a Raven, ella siempre había sido una persona tan calmada y serena en casi cualquier situación. Sin embargo, ella en ocasiones le había dicho que eso era gracias a su constante meditación y autocontrol para manejar sus poderes, y que si en algún momento perdiera ese control, estos podían volverse una grave amenaza, para ella y para todos. ¿Era acaso a eso mismo a lo que se refería? Él jamás hubiera imaginado que pudiera ver a su amiga en ese estado. ¿Qué le había causado tanta rabia, tanta inestabilidad? Robin tenía una teoría de qué, o más bien de quién… Pero no tenía tiempo para pensar en ello. Necesitaban moverse rápido…

    - No hay otra opción. – Comentó con firmeza. – No podemos razonar con ella en estos momentos. Tendremos que detenerla a la fuerza.

    Esto pareció sorprender a los otros, y a la vez alarmarlos.

    - ¿Y cómo vamos a hacer eso? – Cuestionó Chico Bestia, no del todo convencido.

    Y no era el único que pensaba así; el propio Robin no estaba seguro de cómo podrían neutralizar a Raven en ese estado, en especial teniendo que enfrentarse a su magia…

    - - - -​

    Antes de liberar a sus amigos y entrar de nuevo a la escuela, Chico Bestia le había dicho a Tammy que se fuera con sus amigas y se pusiera a salvo. Ella estaba más que dispuesta en hacer precisamente ello, y se puso en camino a la salida. Sin embargo, apenas había llegado a la mitad del camino, cuando se detuvo abruptamente.

    Al inicio no estaba muy segura del porqué. Era como una sensación, una opresión en el pecho que la obligó a detenerse. ¿Era preocupación? ¿Por quién? No estaba segura… Era como un pensamiento inconsciente de desasosiego por… ¿Chico Bestia? Sí, era en gran parte por él. Sentía gran angustia ante la sola idea de que algo le pudiera pasar a esa persona. ¿Pero por qué especialmente a él? ¿Por qué luego de tanto tiempo de intentar evitarlo y alejarlo de él, ahora se sentía así? ¿Culpa quizás? Sí, después de todo ella lo había llamado para que la salvara, y lo había metido en esa situación en un inicio.

    Eso hasta cierto punto podía entenderlo. Sin embargo… No era Chico Bestia la causa principal de esa preocupación. No, en esos momentos precisos no había sido la culpa o la preocupación por Chico Bestia lo que la hizo detenerse. La causa era otra persona: la chica que era idéntica a ella.

    Ya la conocía, aunque se había presentado ante ella como Tara, y siempre la había visto con una máscara, y desconocía que de hecho tenía su mismo rostro. Pero en realidad no sabía nada más de ella. No sabía quién era realmente, o porque la cuidaba o porque aparecía de vez en cuando ante ella, qué quería o qué relación había entre ambas. Pero ahora, luego de todo lo que dijo ese hombre, y tras todo lo que Chico Bestia le dijo esos último meses… Comenzaba a pensar que de hecho, dicha relación era mucho más significativa, y mucho más importante de lo que creía.

    No entendía bien qué podía ser, ni en lo más mínimo. No entendía como algo de ello pudiera tener sentido, cómo todo eso podría encajar en su “vida perfecta”. Lo que sabía era que en esos momentos se sentía enormemente preocupada por Tara… Sentía la necesidad de no irse, de ir a donde ella estaba y asegurarse de que estuviera bien. Tal vez no podría hacer nada para ayudarla, pero… Tenía que estar ahí, tenía de alguna forma que salvarla…

    Cuando volvió a reaccionar y ser consciente de lo que hacía, ya se encontraba de nuevo en el interior de la cafetería, por el mismo sitio por el que Slade la había sacado. Escuchó a lo lejos fuertes estruendos y golpes; supo de inmediato, sin razón aparente, que se trataba de Tara, peleando con esa otra chica de vestido azul que acababa de aparecer. ¿Qué quería con ella? Y además, siendo una Joven Titán, ¿por qué la atacaba de esa forma?

    Comenzó a moverse lentamente por el pasillo, en dirección a dónde escuchaba los estruendos. ¿Qué pensaba hacer exactamente cuándo llegara? Ni siquiera había terminado de armar alguna posible respuesta en su cabeza, cuando algunos metros delante se abrió de golpe un hueco en la pared a su izquierda, y vio como el cuerpo de la otra joven de cabellos rubios lo atravesaba, hasta chocar su espalda contra la pared contraria del pasillo y caer boca abajo contra el suelo entre los escombros.

    - ¡Tara! – Gritó Tammy con fuerza, y sin pensarlo se apresuró hacia ella.

    Terra comenzaba a recuperarse poco a poco luego del golpe recibido. Se sostuvo sobre sus rodillas y su mano derecha, mientras con la izquierda se tocaba su adolorida cabeza. De pronto, por el rabillo del ojo, pudo ver como Tammy se le aproximaba por un costado y se ponía de rodillas a su lado.

    - ¿Estás bien? – Le cuestionó la estudiante, mirándola con detenimiento. Sólo hasta que estuvo tan cerca de ella, pudo recordar lo verdaderamente incómodo que le era ver a otra persona con su mismo rostro exacto, casi como si de un espejo se tratase.

    - ¿Tammy? – Exclamó Terra, sorprendida. – Pero… ¡¿Qué haces aquí?! ¡Debes de irte!, ¡ahora!

    - Yo... Sólo quería…

    La explicación de Tammy no pudo terminar de ser pronunciada, ya que el suelo debajo de ellas comenzó a agitarse. Raven cruzó levitando el mismo agujero por el que Terra había pasado, y pedazos de roca y metal se elevaban a su alrededor, prácticamente por sí solos sin que la hechicera hiciera algo de manera consciente.

    Terra se disponía a ponerse de inmediato de pie. Sin embargo, para su sorpresa, Tammy se paró primero, y se colocó rápidamente delante de ella.

    - Déjala en paz, por favor. – Le dijo con un notorios nervios asomándose por su voz. – Ella sólo quería ayudarme, no es una mala persona…

    - Hazte a un lado. – Le respondió la Titán, con su voz resonando como truenos.

    - ¡Has lo que te dice! – Dijo Terra con fuerza a sus espaldas, antes de tomarla de los hombros, y empujarla con fuerza hacia un lado.

    Tammy fue prácticamente lanzada varios metros hacia su zurda, y cayó contra el suelo quebrado. Un instante después, Raven alzó su mano hacia Terra, y el cuerpo de la joven fue jalado con violencia hacia ella. Pero Terra no iba sola. Junto con ella, vino jalando los pedazos de piedra que habían caído luego de romper la pared, y los reunió a sus espaldas en una gran esfera de piedra. Justo antes de que la mano de Raven la tocara, lanzó la esfera al frente, y ésta golpeó a Raven directo en la cara.

    La magia de la hechicera se interrumpió unos momentos, y tanto Terra, como los escombros que flotaban a su alrededor, se desplomaron al suelo. Raven también cayó de rodillas, con su cara marcada con algunos raspones tras el impacto. Antes de que pudiera recuperarse, Terra se le aproximó y le dio un puñetazo con fuerza en la cara. Luego le dio otro, y un tercero. Sin embargo, el cuarto se detuvo a medio camino, pues sus puños fueron bloqueados en ese instante por la magia de Raven, y jalados hacia atrás. La hechicera volteó a verla con sus ojos brillando de fulgor rojizo; algo de sangre surgía de su labio tras los golpes, pero no parecía importarle en lo más mínimo.

    Con un simple movimiento de sus manos, el cuerpo entero de Terra fue lanzado hacia atrás, quedando sujeta contra la pared como si tuviera grilletes.

    Tammy vio horrorizada como Raven comenzaba a caminar lentamente hacia Terra, y no le pareció que tuviera ni una sola buena intención. Intentó buscar algo con que defenderse, algo que pudiera ayudarla a salvar a Tara. A un metro de ella, estaba tirado un extintor caído. Rápidamente lo tomó con ambas manos; pesaba más de lo creía

    - ¡Déjala! – Gritó con ahínco al tiempo que se aproximó a Raven por detrás, alzó el extintor sobre ella y se disponía a propinarle un golpe en la cabeza.

    - ¡No lo hagas, Tammy! – Le advirtió Terra, pero ya era muy tarde.

    Raven se viró hacia ella rápidamente, un instante antes de que pudiera tocarla, y el extintor salió volando de sus manos, estrellándose contra el techo. Indefensa sin su arma, Tammy sólo pudo retroceder temerosa, mientras esos fulminantes ojos rojizos la miraban fijamente.

    - Tú... ¡¿Tú también estás con Jared, cierto?! – Soltó de golpe la Titán, comenzando a avanzar hacia ella.

    - ¿Qué…? ¿Quién es Jared…? – Respondió la estudiante, casi temblando.

    - ¡No la toques! – Se escuchó que Terra gritaba con todas sus fuerzas, estando aún sujeta con fuerza a la pared. – ¡Tu enemiga soy yo! ¡¿Me escuchaste?!

    Raven hizo caso omiso de sus gritos. Siguió avanzando lentamente hacia Tammy, haciendo que ésta retrocediera a su vez, hasta que su espalda se pegara contra una pared, y ya no tuviera más espacio para moverse, terminando completamente acorralada.

    - ¡En verdad Terra nunca tuvo un lado bueno!, ¡¿verdad?! – Le lanzó con notoria furia, y entonces alzó su mano derecha hacia ella, con la clara intención de atacarla con su magia. Tammy lo supo de inmediato, por lo que cerró sus ojos con fuerza, simplemente esperando el inminente golpe…

    De pronto, sin embargo, un enorme gorila de pelaje verde oscuro, se lanzó contra Raven por detrás, tacleándola y tumbándola al suelo. Tras ese ataque, Raven pareció haber perdido la concentración, pues Terra se soltó y pudo colocar sus pies de nuevo al suelo. Al oír el impacto, Tammy abrió sus ojos de inmediato, y vio al gorila en el suelo, sujetando a Raven con fuerza.

    - ¡¿Qué crees que estás haciendo, Chico Bestia?! – Le cuestionó Raven con enojo, mirándolo sobre su hombro.

    - ¡Lo siento, Raven! – Le respondió el enorme gorila. – ¡Tienes que calmarte! ¡Por las buenas o por las malas!

    - ¡¿Sigues defendiendo a Terra a pesar de todo lo que nos ha hecho?!

    - Esto no se trata de Terra. Tienes que escucharnos…

    - ¡¡No quiero!!

    El fulgor rojizo de sus ojos se hizo aún más fuerte. A pesar de su enorme tamaño, el cuerpo del Gorila fue alzado en el aire y lanzado con fuerza hacia donde Terra se encontraba. Ésta tuvo que saltar rápidamente a un lado para esquivarlo y evitar ser aplastada.

    Raven apenas iba levantándose, cuando de pronto se vio rodeada en un parpadeo por sus otros tres amigos: Cyborg a su derecha, Starfire a su izquierda, y Robin al frente, empuñando su vara bo con ambas manos.

    - Raven, en verdad no queremos hacer esto. – Señaló Robin con firmeza. – Pero no nos dejas otra alternativa.

    - Si tienes algún problema, sabes que podemos ayudarte. – Añadió Starfire.

    - Pero primero debes de tranquilizarte y dejar que te saquemos de aquí. – Comentó Cyborg por último.

    Sus palabras, más que calmar a la hechicera, parecieron más bien hacerla enojar aún más. Su respiración se encontraba muy agitada y parecía incapaz de centrar su mirada en cualquier cosa.

    - Sólo… Déjenme… ¡¡En paz!! – Gritó con todas sus fuerzas al aire, y fuertes rayos de energía oscura comenzaron a surgir de su cuerpo en todas direcciones, sin que ella lo quisiera en realidad.

    Rápidamente todos comenzaron a cubrirse o a intentar esquivar los consecutivos ataques. Chico Bestia, ahora en forma de Cheetah, se abalanzó a toda velocidad hacia Tammy, tomándola de sus ropas y alejándola del alcance los ataques de Raven.

    - ¡Lo siento, Raven! – Soltó Starfire con fuerza, justo antes de que sus ojos comenzaran a brillar con fuerza de verde, y entonces se le lanzará encima para taclearla en el aire.

    Ambas chicas cayeron al suelo, y Starfire intentó someterla, pero igual como había pasado con Chico Bestia, la pelirroja también terminó volando por los aires lejos de ella. De inmediato Cyborg se adelantó, sacando cinco dispositivos eléctricos y arrojándolos contra su compañera. Estos dispositivos, pequeños y de forma ovalada, se pegaron de inmediato al cuerpo de Raven y comenzaron a pasar por su cuerpo pequeñas descargas eléctricas para inmovilizarla.

    - ¡¡Aaaaaah!! – Gritó Raven con dolor, mientras se retorcía en el suelo.

    Estuvo así por unos segundos, y parecía que habían logrado inhabilitarla. Sin embargo, para sorpresa de todos, Raven comenzó a levantarse lentamente del suelo, aún con los dispositivos pegados a ella, hasta ponerse completamente de pie.

    - ¿Pero cómo? – Cuestionó Cyborg, sorprendido. – Esa descarga inmovilizaría sin problema a un hombre adulto y fornido.

    Una carga completa de magia oscura cubrió el cuerpo de la Titán, y los dispositivos se hicieron pedazos a su contacto. Starfire se incorporó en ese momento y de nuevo se le acercó, rodeándola con fuerza con sus brazos. Raven se sacudió con violencia, y entonces sus pies se separaron del suelo, y ambas comenzaron a moverse por los aires de un lado a otro.

    - La fuerza y resistencia de su cuerpo parece haber aumentado. – Señaló Cyborg, intentando ser lo más tranquilo posible. – ¿Qué es lo que está pasando?

    - No podrán detenerla si sólo están jugando. – Escucharon de pronto que la voz de Terra pronunciaba. Para cuando Robin y Cyborg se dieron cuenta, la joven de cabellos rubios ya estaba de pie a su lado. – Tienen que atacarla como si estuvieran peleando con cualquier otro villano, sin contenerse.

    - ¿Y a ti quién te preguntó? – Respondió Cyborg, notoriamente molesto. – Hasta donde sabemos, bien podrías tú ser la culpable de esto…

    - Cyborg, espera. – Intervino Robin, deteniendo cualquier otra cosa que fuera a decir, y miró fijamente a Terra de forma inquisitiva. – Habla, ¿qué es lo que sabes?

    Terra los miró de reojo con seriedad. Echó entonces un vistazo rápido a Starfire y Raven que seguían forcejeando en el aire.

    - Raven es mitad demonio por lado de su padre, ¿lo olvidan? – Señaló Terra en voz baja.

    - ¿Y tú cómo es que sabes eso? – Cuestionó Cyborg. Si esa chica era realmente Terra, no estaba con ellos cuando ocurrió el asunto con Trigon.

    - Da lo mismo. Su cuerpo tiene el potencial para ser más resistente y fuerte que un humano cualquiera, ¿o no? Pero dicha naturaleza sólo hasta ahora se está haciendo presente en ella, y es sólo el comienzo.

    - ¿Por qué está pasando esto? – Añadió Robin, dudoso.

    - ¿Enserio crees que tenemos tiempo para ponernos a platicar de eso? ¡Sólo golpéenla sin miedo o nos matará a todos!

    Sus ojos brillaron con un fulgor dorado, y sin dar mayor explicación se lanzó también contra Raven para atacarla al igual que Starfire.

    - ¿Crees que podemos confiar en ella? – Preguntó Cyborg, claramente desconfiado por la situación.

    - No lo sé. Pero tiene razón en que tenemos que atacar con todo, o no podremos ayudarla. ¡Andando!

    Con convicción por fuera, pero muchas dudas por dentro, ambos se lanzaron al ataque también.

    - - - -​

    Los desastres provocados por la pelea de Raven y los otros, no eran sólo perceptibles desde el interior del edificio de la escuela. Desde afuera, todas las personas podían escuchar todos los estruendos y ajetreos de adentro. Parecía como si estuviera ocurriendo un terremoto justo bajo la escuela, pues podían ver como el edificio se agitaba y desquebrajaba.

    Eso era ya demasiado par la señora Hawk; sentía el corazón en la garganta, y sus piernas débiles. Se sentía tan impotente, estando ahí parada sin poder hacer nada, y sabiendo que su nieta aún seguía ahí dentro.

    - ¡¿Qué demonios están haciendo ahí parados?! – Gritó de pronto con fuerza a los policías al otro lado de la línea amarilla. Estos se giraron hacia ella, inquietos. – ¡¿Por qué nadie hace nada?! ¡¿Por qué ninguno entra ahí y trae a mi nieta?!

    - Señora Hawk, tranquila, por favor. – Comentó Mary a su lado, tomándola con cuidado de su brazo, pues parecía de nuevo a punto de derrumbarse.

    Otro fuerte estruendo se escuchó desde el interior de la escuela en ese momento, y parte de su fachada pareció desprenderse y precipitarse al suelo. La señora Hawk llevó su mano a su boca, y apretó con fuerza sus ojos. Sarah y Mary siempre habían visto a la señora Hawk bastante firme y seria ante cualquier situación; era algo extraño verla así de afectada.

    - ¿Qué estará pasando ahí adentro? – Le comentó Sarah a Mary en voz baja. – ¿Crees que en verdad Tammy siga ahí?

    - No lo sé. – Le respondió despacio, como esperando que la señora Hawk no la escuchara. – Sé que nos la pasamos diciéndole a ese chico verde que se mantuviera alejado de Tammy… Pero Dios, enserio espero que haya podido salvarla.

    De pronto, percibieron que las personas a su alrededor comenzaban a realizar exclamaciones de asombro y miraban y apuntaban al cielo. Desconcertadas, hicieron lo mismo y rápidamente notaron que todos estaban viendo un punto en el cielo azul, descendiendo rápidamente.

    - ¿Qué eso? – Cuestionó la Señora Hawk.

    El punto siguió bajando y bajando, hasta que varios pudieron distinguir sin problema los colores azul y rojo en éste.

    - ¿Es Superman? – Señaló Mary, sorprendida.

    Sin embargo, conforme se fue acercando más y más a ellos, fue más claro de quién se trataba.

    - ¡No!, ¡es Supergirl! – Exclamó Sarah con entusiasmo.

    En efecto, se trataba de la conocida súper heroína de Metropolis, Supergirl, quien vistiendo su distintivo traje azul y rojo, había aparecido en un abrir y cerrar de ojos ante ellos, descendiendo con velocidad desde los aires hasta colocarse suspendida a algunos metros sobre el cerco policiaco. Al verla, se escuchó una gran cantidad de gritos y ovaciones por parte de la gente. Sin embargo, ella parecía mucho más concentrada en el edificio ante ella, y en los sonidos que provenían de su interior. Usando su visión de rayos x, intentó percibir mejor lo que ocurría en el interior. Entre todo el ajetreo, pudo distinguir a varias personas moviéndose en el interior, y la mayoría le eran más que conocidas.

    - Creo que llegué justo a tiempo. – Comentó en voz alta para sí misma, justo antes de lanzarse como bala hacia la entrada principal del edificio.

    - - - -​

    Los Titanes hacían todo lo posible para intentar controlar a Raven, pero ésta no se los ponía nada fácil. Se lanzaban uno a uno contra ella desde diferentes ángulos, y lograban someterla por unos segundos, antes de los hiciera a un lado, y entonces entrara en combate el siguiente. Se volvió evidente de inmediato para todos que lo que Terra les había dicho era cierto: tendrían que golpearla con todas sus fuerzas, como si de otro enemigo más se tratara. Sin embargo, a pesar de que era justamente lo que estaban haciendo, Raven seguía poniéndose de pie. Esferas de energía, golpes, patadas, llaves, rocas… Nada la detenía. Su magia agitaba todo con violencia, y los repelía sin problema.

    Tammy se había ocultado en el interior de un salón, mientras todos peleaban en el pasillo. Aun así, no podía evitar asomarse por la puerta para ver lo que ocurría. Había visto a los Jóvenes Titanes pelear con villanos antes, pero nunca tan cerca, y nunca estando ella de alguna forma involucrada. Aunque pasara el tiempo, seguía siendo impresionante que existieran personas como ellos, capaces de hacer todas esas cosas extraordinarias.

    En uno de sus ataques, Starfire logró de nuevo derribar a Raven al suelo. Antes de que pudiera levantarse, Chico Bestia tomó la forma de un enorme elefante, teniendo que romper el techo del pasillo en el proceso, pero logrando colocar su pata sobre el cuerpo de la joven, presionando lo suficiente para no aplastarla por completo, pero sí para que no pudiera levantarse. La hechicera se agitaba violenta bajo su pata intentando levantarse, pero cada vez que lograba hacerlo aunque fuera un centímetro, Chico Bestia aplicaba más fuerza.

    - Lo siento, Raven; enserio no quiero hacer esto. – Le dijo el elefante verde con algo de pesar.

    Cyborg en ese momento se le acercó apresurado y se puso de cuclillas a su lado. De uno de los comportamientos de su cuerpo robótico, extrajo una pistola de inyección con un líquido azul que servía como tranquilizante. Esperaba que eso la durmiera.

    Si Cyborg hubiera sido quizás un segundo más rápido, hubiera podido lograrlo. En su lugar, antes de que la aguja de la pistola pudiera tocar el cuerpo de Raven, éste se cubrió con una densa aura rojiza que se fue haciendo más y más grande, hasta formar una cúpula a su alrededor, y alzando a su vez el pie con el que Chico Bestia la sostenía. Raven se puso lentamente de pie desde el interior de la cúpula, de la que surgían rayos rojizos en todas direcciones.

    - ¡¡Aaaaaaaah!! – Gritó la hechicera a todo pulmón.

    La cúpula pareció hacerse pedazos, y ráfagas de energía empujaron a todos hacia atrás. Incluso Chico Bestia en forma de elefante fue empujado y cayó al piso. A todos los demás les fue peor, y terminaron azotados contra las paredes. Terra, terminó prácticamente al extremo contrario del pasillo, azotándose contra los casilleros, y luego cayendo al suelo, semiconsciente.

    La explosión de energía se disipó, y en su lugar sólo quedó Raven, respirando agitadamente con su cabeza agachada. Pequeños destellos de energía surgían de pronto de su cuerpo, como choques de electricidad. Alzó en ese momento su mirada, buscando desesperadamente a Terra. Cuando la divisó, tirada e inmóvil al frente, comenzó a caminar en su dirección, arrastrando un poco los pies.

    Sin embargo, apenas había dado quizás cinco pasos, cuando una figura se colocó lentamente delante de ella, cortándole el paso.

    - Raven… Ya… Basta… - Exclamó Robin con algo de debilidad, aturdido aún tras el último golpe. Se mantenía firme ante ella como le era posible, sujetando su vara de metal con ambas manos frente a él.

    - ¡¿Por qué sigues defendiéndola?! – Le cuestionó Raven, totalmente llena de rabia en su tono; ya ni siquiera parecía ser su voz. – Ella no ha hecho más que traicionarnos y causarnos problemas desde que la conocemos. Ella es aliada de él… ¡Ella sabe en dónde está!

    - ¡Eso no me importa en estos momentos! – Le contestó el chico maravilla con mucha más firmeza que antes. – ¡Lo único que me importa es que no estás pensando con claridad y estás poniendo la vida de todos en riesgo!

    - ¡Yo no he hecho nada malo! ¡Son ustedes los que se ponen en mi camino!

    - ¡Sólo mira lo que has hecho! – Alzó en esos momentos sus brazos a los lados, incitándola a ver, y ella lo hizo, más por mero reflejo que por un pensamiento consciente.

    A su alrededor, todo ese pasillo yacía casi en ruinas. Sus paredes y pisos estaban desquebrajados, y los casilleros abollados. Sus amigos yacían tirados a su alrededor; cada uno, si no herido, al menos aturdido. Esto pareció tener una pequeña reacción en Raven. Su mirada se tranquilizó ligeramente, aunque el brillo rojizo de sus ojos no disminuía.

    - Ésta no eres tú, Raven. – Prosiguió Robin. – La Raven que conozco no se deja llevar de esta forma por su ira. ¡La Raven que conozco no arriesgaría de manera tan irresponsable la vida de inocentes y de sus amigos! ¡Reacciona de una vez! ¡Date cuenta de que tú no eres así!

    - ¿Yo… no soy… así…?

    Raven sostuvo su cabeza con fuerza con ambas manos, y centró su mirada en el suelo bajo sus pies. ¿En verdad ella había hecho todo eso? ¿Por qué? ¿Por qué había provocado toda esa destrucción? ¿Por qué había atacado de esa forma a sus propios amigos?

    Algo no estaba bien…

    “No lo escuches.”

    Esas malditas voces de nuevo, susurrándole en su oído, retumbando en su cabeza de un lado a otro.

    Sí lo eres, sí eres así.”

    “Siempre lo has sido.”

    “Ésta es la verdadera tú.”

    Raven apretó sus ojos con fuerza, y aferró sus manos a sus oídos en un vano e inútil intento de dejar de escucharlas.

    “Siempre ha sido éste tu verdadero ser.”

    “¿Quiénes son estos tipos para decirte qué eres y qué no?”

    “Sólo tú puedes decidir eso…”

    “Sólo tú…”

    “Sólo tú…”

    “Sólo tú…”

    - ¡¡Cierren la boca!! – Soltó Raven con todas sus fuerzas al aire, y su voz resonó con fuerza como un gran trueno.

    Todo el edificio comenzó a temblar con fuerza, y todos los escombros de piedra o metal que yacían en el suelo, comenzaron a alzarse y a volar por los aires como letales proyectiles. Los Titanes tuvieron que volverse a poner en movimiento para esquivarlos.

    - ¡Ahora está peor que antes! – Señaló Cyborg, cubriéndose detrás de una pared. – ¡¿Cómo vamos a detenerla si ni siquiera podemos acercarnos a ella!

    Y en efecto parecía que sus opciones se habían reducido notablemente. A ese paso, Raven terminaría de seguro destruyendo toda la escuela, y quizás detonando las bombas de Slade en el proceso. ¿Qué debían de hacer…?

    En ese momento, una silueta azul y rojiza voló a toda velocidad por el pasillo, atravesando sin problema la barrera de escombros que volaban en el aire, pues cualquier de ello se hacía pedazos, o en su defecto volaba hacia otra dirección, justo cuando entraba en contacto con su cuerpo. Dicha silueta siguió en línea recta, hasta chocar contra Raven a sus espaldas, y mandarla a volar con fuerza hacia el frente, hasta caer al suelo.

    Una vez que Raven estuvo en el suelo otra vez, una vez más los objetos elevados por su magia volvieron a caer, y los titanes pudieron darse el momento para virar y ver a la persona que lo había hecho, y que ahora se encontraba suspendida sobre el punto en el que Raven se encontraba hace un segundo.

    - ¡Supergirl! – Exclamó Chico Bestia con una amplia sonrisa al reconocer a la joven de cabellos rubios y ojos grandes y azules.

    Chico Bestia no era el único emocionado. La sola presencia de Supergirl en escena, pareció evocar una gran emoción en todos, incluso en Robin.

    - ¿Supergirl? – Cuestionó Tammy desde dentro del salón, volteando a ver con extrañez a la recién llegada. ¿Realmente era ella?

    - Parece que siempre que los veo están a la mitad de un problema, chicos. – Señaló la Kryptoniana, descendiendo hasta que sus pies tocaron el piso. En ese mismo instante, sintió como Satarfire se le lanzaba encima y la abrazaba con fuerza, haciendo que ambas dieran un par de vueltas.

    - ¡Qué bueno es verte de nuevo, Amiga Kara! – Exclamó Starfire con notoria alegría, mientras la abrazaba y pegaba su mejilla con la de ella.

    - Lo mismo digo… Starfire… - Le respondió la Súper Heroína con una leve sonrisa. Luego echó un vistazo rápido a Raven frente a ellas, que comenzaba a reaccionar de nuevo. – ¿Y a ella qué le pasa?

    - No hay tiempo para explicaciones. – Señaló Robin de inmediato. – Starfire, Supergirl. Saquen a Raven de aquí; son las únicas que pueden hacerle frente en estos momentos. ¡Ahora!

    - A la orden, jefe. – Respondió Supergirl con un ligero tono juguetón. – Tú por la derecha y yo por la izquierda.

    - Entendido. – Respondió Starfire, asintiendo con su cabeza.

    De inmediato, ambas alienígenas se elevaron en el aire y se lanzaron hacia Raven. Justo cuando ésta estaba a la mitad del proceso de ponerse de pie, ambas se le aproximaron, tomándola cada una de un brazo al mismo tiempo, y luego jalándola con ellas en vuelo antes de que pudiera reaccionar. Atravesaron con sus cuerpos resistentes la pared justo al final del pasillo, y luego siguieron de largo hasta atravesar de la misma forma tres muros más, y al final salir disparadas hacia el exterior.

    Una vez que las tres lograron salir al jardín lateral de la escuela, soltaron a Raven, provocando que ésta cayera al suelo y rodara sobre su cuerpo. Luego, ambas descendieron por su cuenta, pegando sus pies al suelo y arrastrando estos por la tierra hasta que pudieron frenar el impulso que llevaban, y después pararse con firmeza en posición de combate, listas para lo que seguía y con su mirada fija en su objetivo.

    - Bien, esa fue la parte fácil, ¿no? – Señaló Kara, intentando ser un poco graciosa. Sin embargo, no sólo notó que Starfire no reía, sino que un segundo después se desplomó al piso, cayendo sobre sus rodillas. – Oye, ¿estás bien, Starfire?

    - Sí, lo siento. – Respondió la pelirroja, volteándola a ver con una pequeña sonrisa. – Me acabo de recuperar de un fuerte golpe. Creo que aún estoy algo débil.

    - Entiendo. Tú descansa aquí y cúbreme, ¿de acuerdo?

    Comenzó a acercarse con cautela hacia Raven, que de nuevo estaba poniéndose de pie. Se le veía mareada y confundida; pero, sobre todo lo demás, muy enojada.

    - Oye, Raven, no sé qué mosca te picó. – Comenzó a decirle, alzando sus manos hacia ella. – Pero es Día de San Valentine, y enserio no quiero lastimarte. Así que...

    Antes de que pudiera terminar de hablar, Raven la volteó a ver con su expresión llena de odio, y un instante después el cuerpo entero de Supergirl se cubrió de energía oscura, se alzó en el aire unos centímetros, y luego fue lanzado con violencia hacia un lado por los aires a toda velocidad, todo en menos de una fracción de segundo.

    - ¡Kara! – Exclamó Starfire, siguiendo con su vista atónita su cuerpo volando, hasta alejarse más y más.

    Supergirl fue lanzada con tanta fuerza por la magia de Raven, y de forma tan repentina, que salió abruptamente de los terrenos de la escuela, y terminó estrellándose contra los ventanales de un edificio de oficinas que se encontraba a lado. El edificio había sido evacuado por el riesgo de las bombas en la escuela, por lo que para bien o para mal, nadie vio el cuerpo de la chica atravesar la ventana de vidrio, estrellarse contra varios escritorios, rompiendo algunos y empujando otros más hacia atrás.

    Al final, la rubia terminó entre un montón de pedazos de escritorio, computadoras, lámparas, papeles, y algunas plumas.

    - Bien… - Murmuró con molestia, mientras se quitaba todo eso de encima para volver a incorporarse. – Tal vez sí quiera lastimarte un poco…

    De inmediato se elevó de nuevo y salió volando por la misma ventana rota por la que había entrado, de vuelta al campo de batalla.

    - - - -​

    Mientras tanto, dentro de la escuela, Tammy se atrevió a salir del salón en el que se refugiaba, una vez que las tres heroínas salieron disparadas del edificio. Todo había sido bastante rápido, y no había alcanzado a percatarse con totalidad de lo ocurrido. Aun así, parecía que de cierta forma todo se encontraba más tranquilo.

    - Tammy, ¿cómo te encuentras? – Escuchó que la voz de Chico Bestia le preguntaba. Se viró hacia su lado derecho, y lo vio acercándose hacia ella con rapidez.

    - Sí, estoy bien… - Murmuró con cierto pesar, y entonces echó un vistazo rápido al pasillo… Al muy maltrecho pasillo. – Parece que no voy a tener más clases esta semana.

    Chico Bestia no estaba seguro si lo había dicho con intención de humor, o quizás era con pesar, así que prefirió no decir nada que pudiera malinterpretarse.

    - Descuida, Supergirl y Starfire se encargarán de tranquilizar a Raven. Slade está atrapado, así que ya estás a salvo.

    - ¿Y Tara? – Preguntó de inmediato. – ¿Dónde está?

    Chico Bestia parpadeó un par de veces, un tanto confundido.

    - ¿Tara? ¿Hablas de…?

    - - - -​

    Terra abrió los ojos abruptamente. Se encontraba tirada en el suelo, al pie de los casilleros. No estaba segura de cuánto tiempo había estado inconsciente, pero aún seguía con vida, así que esa era buena señal. Se alzó como pudo, y en ese momento un terrible dolor de cabeza la invadió. Avanzó por el pasillo con una mano en su cabeza y otra apoyada en la pared. Dio unos cincos pasos, y entonces su mano dejó de tocar la pared, para encontrarse con el vacío. Casi cayó de lado, pero logró sostenerse al último momento. Al girarse y verificar qué era lo que ocurría se encontró con el enorme agujero por el que Supergirl, Starfire y Raven, habían atravesado para llegar hasta el patio.

    Asomándose por dicho agujero, y agujeros ya que atravesaban al menos tres paredes más, logró ver un gran movimiento afuera: destellos verdes, rojos, y energía negra entrecruzándose, y las siluetas de Starfire, Supergirl y Raven, cruzando ocasionalmente en el rango de visión de las gritas.

    - ¿Esa es… Supergirl? – Murmuró en voz baja para sí misma.

    Al parecer la situación había cambiado un poco mientras no estaba consciente. Pero para bien o para mal, parecía que estaba fuera de peligro, y con Supergirl y los demás Titanes encargándose de Raven, Tammy igual.

    - Bien, creo que esa es mi salida. – Pensó en voz alta, y entonces se dispuso a irse mientras podía.

    Sin embargo…

    - “¿A dónde crees que vas?” – Escuchó como una voz resonó con fuerza, como un fuerte eco. Dicha voz la hizo detenerse en seco, apenas dado el primer paso.

    Terra miró fugazmente alrededor. Lo supuso desde un inicio, pero ese vistazo rápido terminó por confirmárselo; la voz había resonado directamente en su cabeza, y sabía muy bien de quién se trataba.

    - ¿A dónde crees? – Cuestionó con seriedad. – Obviamente que lejos de este sitio.

    - “Tu trabajo no ha terminado.” – Prosiguió la misma voz.

    - ¿Qué?

    - “Los Jóvenes Titanes han demostrado que son una amenazada que debe de ser eliminada. Aprovecha ahora y hazlo.”

    - ¡¿Qué cosa?!

    Terra se sobresaltó casi horrorizada al escuchar tales palabras. Se giró rápidamente a todos lados, como si aún esperara ver a su contraparte en esa conversación en algún lado, pero de nuevo no fue así. Su expresión se endureció, casi con enojo.

    - Eso no era parte del trato. – Susurró despacio, intentando reflejar tranquilidad. – Raven jamás los perdonará si…

    - “De Raven nos preocuparemos nosotros.” – Le interrumpió abruptamente. – “Tú sólo preocúpate por hacer lo que te digo.”

    Quería decir algo más, pero no lo hizo. En su lugar, sólo agachó su cabeza y apretó sus puños y ojos con fuerza, luchando consigo misma por dentro.

    - Terra, ¿estás bien? – Escuchó pronunciar, ya no en su cabeza, sino a sus espaldas.

    Sus ojos se abrieron de golpe, y lentamente giró su cuerpo. Chico Bestia y Tammy se acercaban hacia ella, con Robin y Cyborg detrás de ellos unos pasos detrás. Su semblante se tornó de nuevo serio.

    - No le haré daño a Chico Bestia, no frente a Tammy. – Exclamó con algo de fuerza, tanto que incluso los Titanes pudieron escucharla.

    - ¿Qué? – Preguntó Chico Bestia, confundido por la repentina mención.

    - “Tus sentimientos por ese chico verde son tan… Humanos.” – Murmuró divertido la voz que sólo ella lograba escuchar. – “Bien, pero encárgate del resto, o tanto Tammy Hawk como ese chico sufrirán como no te puedes imaginar…”

    No había vuelta atrás.

    Antes de que cualquiera pudiera reaccionar o mover aunque fuera un dedo, los ojos de Terra brillaron con un fuerte dorado al igual que sus manos. El suelo bajo los pies de Chico Bestia y Tammy se elevó, y el techó sobre sus cabezas se desprendió.

    - ¡Terra! – Gritó Chico Bestia, atónito, y por mero reflejo se aferró a Tammy para protegerla.

    Los pedazos de suelo y techo se comenzaron a doblar en torno a ambos, comenzando a rodearlos. Pedazos de metal provenientes de los casilleros, y escombros de paredes y techo, se unieron también a ello, comenzando a crear un grueso caparazón de piedra y acero alrededor de los dos, hasta cubrirlos por completo y apresarlos.

    - ¡¿Qué estás haciendo?! – Inquirió Robin con fuerza.

    La esfera que aprisionaba Chico Bestia y Tammy descendió hasta colocarse a lado de Terra, y con un pie lo empujó hacia atrás, haciendo que rodara con rapidez y se alejara de ellos. Luego, se giró de lleno hacia Robin y Cyborg con una expresión cargada de frialdad.

    - Lo siento… amigos…

    Alzó entonces su mano derecha hacia ellos, y una vez más sus ojos y comenzaron a brillar.

    FIN DEL CAPITULO 19

    Notas del Autor:

    ¡Y Supergirl ha vuelto!, tal y como se los prometí. ¿Cómo es que llegó tan repentinamente? Eso luego lo explicaremos.

    Y la situación se pone cada vez más tensa. Poco a poco se va revelando el trasfondo de todo este asunto. ¿Qué les ha parecido toda esta recta final? No olviden dejarme todos sus comentarios, y de seguir mi página de Facebook para estar al tanto de cualquier noticia o novedad sobre esta historia, y todas las demás que escribo estos momentos. ¡Nos leemos pronto!
     
  9.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    9146
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 20
    “Confío en ti”

    Ese Día de San Valentine definitivamente no era su día de suerte; ninguno había sido capaz siquiera de comer un sólo chocolate, y eso ya era de por sí bastante triste. Encima de todo, cada vez que parecía que la situación en la Preparatoria Murakami ya estaba bajo control, ocurría algo repentino que cambiaba todo de nuevo; y en esa ocasión daba turno a que Terra, o más bien la supuesta Terra, los comenzara a atacar. En realidad no tendrían por qué extrañarse tanto, considerando que el día anterior acababan precisamente de pelear contra ella. Sin embargo, había parecido que al menos en esos momentos estaba de su lado, pero al parecer no era así.

    La pared voló en pedazos en un gran estruendo, y rápidamente las siluetas de los titanes Robin y Cyborg se lanzaron hacia el exterior y se tiraron pecho a tierra para esquivar la gran daga de piedra que Terra les había lanzado. Ésta siguió su camino en línea recta, hasta chocar con unos árboles y destruirlos por completo. No tenían tiempo para quedarse en el suelo. De inmediato ambos se pusieron de pie y tomaron sus posiciones de ataque. Terra, por su parte, caminó lentamente hacia el patio, por el mismo agujero que se había hecho en la pared.

    - ¿Por qué nos estás atacando ahora? – Cuestionó Robin con fuerza, pero manteniendo lo más posible la tranquilidad.

    - Yo quisiera decir que me sorprende, pero estaría mintiendo. – Añadió Cyborg con marcado sarcasmo.

    Terra se paró con firmeza en el suelo del patio, y los miró fijamente con seriedad. Una ligera brisa agitaba sus cabellos, y provocaba que su fleco cubriera uno de sus ojos.

    - Aunque no me crean, no lo hago por gusto. – Les respondió escuetamente.

    - Pues eres una gran actriz, entonces. – Señaló Cyborg, quien no tardó en apuntarla con su brazo láser dispuesto a atacarla de inmediato.

    - Esto tiene que ver con el tal Jared, ¿verdad? – Soltó Robin de pronto, casi como una acusación; Terra, sin embargo, guardó silencio. No parecía dispuesta a hacer intento alguno de afirmarlo o negarlo.

    - ¿Qué tiene que ver el hermano de Raven en todo esto? – Inquirió Cyborg, viendo de reojo a su líder. – ¿Crees que él es el culpable de toda esta locura?

    Robin no tuvo tiempo de responder, pues en ese instante ambos vieron como Terra alzaba sus manos al aire, y pedazos del suelo comenzaban a desprenderse y a elevarse en el aire. Tuvieron que moverse con rapidez para no ser golpeados. Los mismos pedazos que se habían elevados, comenzaron a descender de nuevo, ahora como proyectiles en su contra.

    No había vuelta atrás: eso iba enserio.

    - - - -​

    Supergirl y Starfire no la estaban pasando mucho mejor. Lograron sacar a Raven de la escuela y alejarla de las bombas, pero su buena suerte había llegado hasta ahí.

    La Kryptoniana no parecía poder enfrentarse mucho mejor que los demás a la magia de Raven. Nomás intentaba acércale y sentía como si chocara contra una gruesa pared de acero, para luego ser lanzada, o sacudida de un lado a otro, o golpeada con alguna fuerza invisible que se sentía casi como ser atropellada por un camión. Claro, con su súper fuerza, en realidad no sabía realmente cómo se sentía ser atropellada por un camión, pero estaba segura que era bastante similar a ello.

    Starfire intentaba de alguna forma apoyarla, pero se podía notar que su cuerpo no se encontraba aún al cien por ciento tras el golpe que había recibido el día anterior. Se sentía débil, pero no dejaba que eso la hiciera flaquear. Debía mantenerse de pie sin importar qué.

    Raven, por su parte, parecía aún más descontrolada que antes. Ya no emitía ninguna palabra, ni siquiera las volteaba a ver directamente. Sólo se quedaba de pie en su lugar y las atacaba sin descanso, intentando mantenerlas lejos de ella lo más posible, como si fueran moscas que la molestaban. En uno de sus ataques, juntó una gran cantidad de energía en una esfera de color negro, misma que lanzó de frente directo a Supergirl en el pecho en pleno vuelo, y ésta fue lanzada hacia atrás, cayendo al suelo y rodando por éste hasta quedar boca abajo.

    - ¿Estás bien, Supergirl? – Le preguntó Starfire, colocándose a su lado e intentando ayudarla a levantarse.

    - Sí, descuida. – Le respondió con un poco de debilidad, y entonces le echó un vistazo rápido sobre su hombro a la hechicera. – Es sólo que cómo podrás haber visto, mi inmunidad no aplica con la magia, y la de tu amiga es bastante fuerte.

    Raven permanecía de pie en su lugar, con su cabeza agachada y sus brazos estirados hacia abajo. Su cuerpo estaba rodeado de un aura negra y rojiza, como si se tratara de humo saliendo del suelo bajo sus pies. Su vestido azul cielo nuevo, ya para esos momentos se encontraba sucio y maltrecho, lo que no hacía más que volver aún más aterradora su apariencia.

    - Tienes que ayudarme. – Señaló Supergirl una vez que se incorporó de nuevo. – Sé que si me acercó lo suficiente y le doy un golpe con la fuerza adecuada, quedará fuera de combate.

    - Pero un golpe tuyo podría matarla.

    - Descuida, he aprendido a medir muy bien mi fuerza con los años. Además, parece que ella resiste bastante bien; atravesamos tres paredes, y no tiene ni un rasguño. Confía en mí, ¿bien?

    Starfire asintió con su cabeza, aunque se sentía un poco dudosa.

    - Bien, ¡al ataque!

    Supergirl voló hacia un lado, y entonces Starfire se acercó a Raven por el frente para llamar a su atención. Arrojó de manera consecutiva varias esferas de energía, que Raven repelió, alzados una barrera mágica frente a ella. Luego ella misma comenzó a atacarla de la misma forma. Starfire maniobró en el aire para esquivar sus ataques pero uno irremediablemente la hirió en el brazo. No se detuvo aun así, y siguió atacando e intentando acercársele lo más posible.

    Raven alzó sólo hasta ese momento su mirada hacia ella, y al hacerlo… Starfire vio algo en él que le pareció completamente extraño. Ya no eran sólo los ojos; casi toda su cara había cambiado. Se veía más tosca, más amenazante, más enojada… Y menos humana… Era casi el rostro de una bestia…

    - ¡Será mejor que te calmes de una vez! – Escuchó de pronto que Supergirl gritaba con fuerza, y por el rabillo del ojo pudo ver como se le acercaba a Raven por un costado.

    Raven no pudo ni reaccionar antes de que el puño derecho de Supergirl chocara con gran fuerza contra el lado izquierdo de su cabeza, haciendo que su cuerpo se desprendiera del suelo, y saliera volando dando varias vueltas como una inerte muñeca de trapos. El golpe fue tan fuerte que el cuerpo de Raven siguió en línea recta sin tocar el suelo hasta chocar contra la barda que rodeaba la escuela. Al impacto, su cuerpo dejó una marca de sí en los ladrillos y luego se desplomó a tierra, quedándose totalmente inmóvil.

    Starfire miraba fijamente el cuerpo de su amiga tirado a varios metros de ella; se sentía aún muy impactada por lo que acababa de ver en su rostro. Era una sensación tan aterradora, incomoda, y, de cierta forma… familiar.

    - Lo siento, en verdad no quería hacer eso, pero no me dejaste otra alternativa. – Señaló Supergirl, manteniéndose en el aire y viendo fijamente hacia donde había caído su enemiga.

    Raven seguía sin reaccionar; parecía que en verdad había quedado inconsciente.

    - ¿Lo ves? Te lo dije. – Comentó con entusiasmo, alzando su pulgar hacia Starfire. – Misión cumplida…

    Recién había terminado de hablar, cuando ambas extraterrestres vieron como el cuerpo de Raven de nuevo comenzaba a emanar la misma aura mágica, pero ahora se veía mucho más roja que antes. Lentamente, la Titán alzó sus manos, y la plantó en tierra con tanta fuerza que sus dedos casi se enterraron. Comenzó a levantarse con mucho cuidado ante los ojos incrédulos de sus dos contrincantes.

    - ¡Eso… es imposible! – Exclamó Supergirl, atónita ante lo que veían sus ojos. – Un golpe de esa fuerza ha dejado inconsciente a villanos mucho más grandes y fuertes… ¿Cómo es que…?

    Starfire tampoco tenía idea. Mientras peleaban con ella dentro de la escuela, también pudo notar que su fuerza y resistencia era mayor a la que normalmente tenía. Pero eso era algo mucho más allá. Estaba segura que el golpe que había recibido hubiera sido lo suficientemente fuerte para noquearla, incluso a ella misma.

    Pero había algo más, algo mucho más preocupante…

    Raven estaba en el suelo, apoyada en sus manos y rodillas. Comenzó entonces a exhalar algunos gemidos penetrantes, casi como gruñidos de animal. Su cuerpo parecía retorcerse un poco y temblar, como si algo se estuviera moviendo bajo su piel. El aura a su alrededor ya era totalmente roja, y se había extendido a tres metros de radio a su alrededor. Las plantas cercanas a dicha aura, parecían marchitarse ante su sólo contacto.

    - ¿Raven…? – Susurró Starfire, insegura de que realmente la persona frene a ella fuera su amiga Raven.

    - ¿Qué le está pasando? – Cuestionó Supergirl, no menos desconcertada que la Tamaraneana.

    Entonces, el tono siempre gris claro de la piel de Raven, que en esos momentos era mucho más visible ya que sólo usaba ese vestido corto y sus botines azules, comenzó a cambiar, a oscurecerse en diferentes partes. Eran como manchas que se iban propagando por toda su piel, hasta cubrirla por completo y teñirla… De rojo.

    Raven alzó de golpe su mirada hacia ellas, y de nuevo Starfire pudo ver esa expresión aterradora que yacía en su rostro. Sin embargo, ahora que éste se había vuelto rojo como el resto de su cuerpo, pudo entender porque le parecía tan familiar la sensación que le causaba el verla.

    - ¿Trigon...? – Soltó de pronto como un pensamiento en voz alta, como esperando que el decirlo le diera más sentido a lo que veía, pero no lo hacía en lo absoluto.

    Para cuando logró reaccionar, Supergirl había salido disparada en dirección a Raven, posiblemente queriendo atacarla antes de que se recuperara por completo.

    - ¡Espera, Kara! – Le gritó con empeño. Todo su ser le decía que era una muy mala idea atacarla en esos momentos, pero su advertencia había sido bastante tardía.

    Supergil alzó su puño de nuevo, dispuesta a darle otro golpe más, incluso con más fuerza si era necesario. Sin embargo, cuando su puño se encontraba en camino directo a su cara, se encontró con una obstrucción. Pero esa vez no se trataba de magia, si no de la mano, totalmente roja, de Raven, decorada además con unas punzantes garras que sobresalían de sus dedos.

    Atónita, sólo pudo ver como Raven se ponía una vez más de pie, al tiempo que sostenía con fuerza su puño entre sus dedos, apretándolo con la fuerza suficiente para que no le fuera posible zafarse. ¿Cómo había detenido su golpe? Eso no tenía sentido. Mas no tuvo mucho tiempo en pensar en ello, pues un instante después Raven jaló su puño libre hacia atrás, cubierto con un poco de su magia oscura, y luego lo jaló rápidamente al frente, propinándole un puñetazo directo en la cara, similar al que ella le había dado. Soltó su puño un instante antes del golpe, por lo que el cuerpo de Supergirl estuvo totalmente libre para volar hacia un lado, como una inerte muñeca de trapos justo como Raven lo había hecho. La diferencia fue que Supergirl se estrelló contra una hilera de árboles, derribando tres de ellos, antes de lograr detenerse, abollando el cuarto y quedando tirada a sus pies.

    No sabía qué la había afectado más: el golpe, o la sorpresa. Se puso de pie lo más rápido que pudo, aunque para su asombro se encontró un poco mareada y tuvo que apoyarse en el árbol cercano para no caer. Llevó su mano a la mejilla que le había golpeado; la sentía adolorida.

    - Por esto odio la magia. – Masculló entre dientes, notoriamente frustrada por cómo estaba avanzando ese combate.

    Raven se quedó un rato parada en el mismo sitio, mirando fijamente al suelo. Starfire estaba inmóvil en posición de combate, indecisa sobre qué hacer. ¿Qué significa eso? ¿Por qué Raven se veía ahora así? No tenía respuesta a nada de ello, pero comenzaba a pensar que si no detenían a Raven de inmediato, lo siguiente que pasaría sería algo mucho, mucho peor…

    - - - -​

    La esfera de roca y metal en la que Terra había encerrado a Tammy y Chico Bestia, yacía quieta en el pasillo. A pesar del enorme tamaño que había tomado, su interior en realidad no tenía mucho espacio. De hecho, ambos, Chico Bestia y Tammy Hawk, habían terminado en un espacio muy reducido, frente a frente y casi totalmente pegados el uno contra el otro. Ambos tenían sus espaldas totalmente pegadas como les era posible a sus respectivas paredes intentando mantener la mayor cantidad de espacio entre ambos, pero aun así sus cuerpos no podían evitar rozarse con cualquier respiración que daban.

    Si de por sí el estar encerrados en una gran esfera de roca ya era bastante grave, encima de todo era bastante incómodo, y bastante penoso. Salvo por ocasiones en la que había dado un abrazo a alguna de sus amigas, Chico Bestia nunca había estado tan, pero tan cerca del cuerpo de una chica, y en especial por tanto tiempo; y aparte de todo, no era una chica cualquiera. Lo bueno, dentro lo que cabía, era que por el espacio no era sencillo que se vieran frente a frente, por lo que Tammy tenía su cabeza a la altura del hombro izquierdo de él, y él lo mismo a la altura del hombro izquierdo de ella.

    Aunque claro, a eso habría que sumarle que estaban totalmente a oscuras, por lo que Chico Bestia no podía ver ni hacerse una idea de cómo se encontraba la estudiante, aunque sí podía escuchar su respiración, y sentir sus exhalaciones cerca de su oído. Y claro, también estaba su aroma, el aroma a flores provenientes del champú de su cabello, que enserio olía bien… Pero no era ni cerca momento de pensar en ello. La situación era apremiante, por lo que debía mantearse totalmente centrado en ello, y no dejar que su mente divagara en otra cosa.

    - ¿Por qué Tara nos encerró aquí? – Escuchó que Tammy susurró de pronto, luego de un largo rato de silencio.

    - ¿Eh? Ah, no… no lo sé. – Respondió con un tono tímido, aunque aplicaba toda su fuerza de voluntad para intentar parecer más firme. De cierta forma la mención de Tara, o Terra, o quien fuera esa otra chica, le ayudó a serenarse un poco, olvidarse por unos momentos de lo penoso de la situación, y centrarse un poco en su enojo. – Pero es obvio que no es una persona en la que se pueda confiar mucho. Justo cuando uno cree que te está dando la mano…

    - No digas esas cosas. – Le interrumpió ella abruptamente. – Ella es... Bueno, ella… - Calló unos instantes, y luego escuchó como soltaba un profundo suspiro. – ¿A quién engaño?, en realidad no sé nada de ella... Y aparentemente sé incluso menos de lo que creía. Pero aun así yo no creo que sea una mala persona... Y creo que tú tampoco, ¿verdad?

    - Yo… ya no sé ni qué creer. – Le respondió arrastrando un poco de pesar en su respuesta.

    Su contestación pareció desanimar un poco a Tammy de seguir hablando de ello. De nuevo, por varios segundos más, los dos se quedaron en silencio.

    - ¿No puedes cambiar de forma en un animal mucho más grande y romper esto? – Sugirió Tammy de pronto.

    - No hay suficiente espacio. Si lo intento, terminaría aplastándote, rompiendo todos tus huesos, o peor.

    - Bueno, entonces podrías convertirte en un ratón o algo más pequeño en su lugar, y al menos así tendríamos más espacio, ¿no?

    - Ah, sí… Podría, supongo…

    Por supuesto que podría; de hecho no era para nada una mala idea. ¿Por qué no se le había ocurrido antes? ¿Podría ser que en el fondo quería que estuvieran precisamente de esa forma? ¿Tan cerca el uno del otro? ¿Qué clase de héroe hace algo como eso? Chico Bestia se sintió enormemente avergonzado consigo mismo. Estaba justo a punto de hacerlo, pero entonces algo cambió…

    Sintió en ese momento como Tammy pegaba su rostro contra su hombro, y comenzaba a soltar pequeños sollozos muy cerca de su oído. Esto dejó atónito al Titán.

    - ¿Tammy? ¿Estás…?

    La pregunta estaba de más; estaba llorando, o al menos comenzando a hacerlo, de eso no había ninguna duda.

    - ¿Por qué está pasando todo esto? – Comentó la rubia, con debilidad en su voz. – Yo sólo quería terminar mis parciales con una buena nota, y salir a comer una hamburguesa con mis amigas. Y ahora, no sé cómo, pero pareciera que por mi culpa todos están en peligro y sufriendo… Yo no quería nada de esto… ¡Yo no quería!

    - No, no digas eso, nada de esto es tu culpa. – Señaló Chico Bestia con firmeza. – Todo esto es culpa de Slade y de esa otra chica. Tú eres completamente inocente en esto.

    - ¿Cómo estás tan seguro de eso? Ni siquiera yo entiendo qué es lo que ocurre entre Tara y yo. Quizás todo esto sí es mi culpa, y ni siquiera yo lo sé.

    Chico Bestia calló. Para bien o para mal, no podía decir mucho para negar su afirmación. Él tampoco tenía ni la menor idea de qué ocurría, ni siquiera una pequeña teoría que pudiera aclarar la confusión que obviamente Tammy estaba pasando en esos momentos. Ciertamente, toda esa situación desde el día anterior, le causaba una tremenda impotencia…

    - Escucha, no pienses en eso ahora, ¿está bien? – Le susurró el chico verde, intentando transmitir la mayor serenidad y confianza posible. – No debes de preocuparte por nada. Saldremos de ésta, ¿de acuerdo? Yo y mis amigos nos encargaremos, y todo estará bien. Sólo confía en mí.

    Tammy se quedó callada por un rato, quedándose aún con su rostro pegado contra su hombro. Luego, Chico Bestia sintió como se separaba de él y hacia la cabeza lo más atrás que el reducido espacio le permitía. Su rostro entonces quedó justamente frente al del chico, a sólo unos centímetros de distancia, aunque ella no parecía notarlo, o quizás no pensaba en ello en esos momentos. Chico Bestia sintió como sus propias mejillas se calentaban ante ello, por lo que también hizo su cabeza lo más atrás posible, aunque la distancia no aumentó demasiado con ese acto.

    Para esos momentos sus ojos parecían haberse acostumbrado un poco a la oscuridad, y lograba ver levemente la forma de la cara de Tammy. Logró ver como pasaba sus dedos por su rostro, quizás intentando limpiarse las lágrimas de sus ojos.

    - ¿Por qué eres tan bueno conmigo luego de cómo te he tratado estos meses? – Cuestionó Tammy, un tanto más calmada, mas no por completo. – En especial ahora que ya sabes que no soy esa chica que creías. Tara es a quién estabas buscando, ¿no? Tu amiga, a la que llamas Terra. Ese otro hombre de máscara también me llamó así. Ahora entiendo porque ambos creyeron que era ella… Pero no lo soy. Así que no tienes ninguna responsabilidad hacia mí.

    Chico Bestia guardó un profundo silencio. Aunque en realidad estaba oscuro, y ella no podía ver su rostro, aun así se volteó a otro lado, pensativo. Podría haberle respondido esa pregunta de cientos de formas. La más sencilla hubiera sido decir que era un Súper Héroe, que ese era su trabajo. Que sin importar quién fuera o de qué situación se tratara, y él siempre estaría ahí para ayudar y hacer el bien. Pero sabía que ese no era el único motivo; de hecho, el motivo principal era otro, y era uno mucho más fuerte.

    Aunque lo tenía muy claro en su cabeza, traducir esas ideas a palabras era una tarea extenuante. ¿Cómo decirlo? ¿Sería incluso prudente hacerlo en ese momento y lugar?

    Tammy logró escuchar en ese momento como Chico Bestia inhalaba aire con fuerza y luego lo soltaba lentamente. ¿Era acaso un intento de tranquilizarse? ¿Tomar valor?

    - Escucha… - Comenzó a decir el Titán, teniendo su rostro aún hacia otro lado. – Yo tampoco tengo ni la menor idea de lo que está pasando aquí. No sé exactamente cómo es que hay dos chicas iguales a Terra, y especialmente no sé quién o qué es esa otra chica… Pero por encima de todo, yo estoy seguro de que tú eres Terra, la verdadera.

    Tammy se sorprendió enormemente al escucharlo decir eso. En otras situaciones en las que le había dicho, sino lo mismo algo muy similar, de inmediato había brincado a negar por completo tan absurda afirmación. Pero había algo diferente en la forma en lo que la había dicho en esa ocasión. Sonaba tan sincero, tan convencido, tan… real.

    - Lo he estado todos estos meses, desde el momento en que te vi. – Continuó. – Cuando te veo, siento todo lo que sentía cuando la veía a ella. Tus ojos, tu sonrisa… No sé qué es lo que está pasando, pero sé lo que siento por ti en este mismo momento, y es lo mismo que sentía por la Terra que conocí en aquel entonces, y nada ni nadie me convencerán de lo contrario…

    - ¿Qué sentías? – Soltó Tammy de pronto, prácticamente escapándose de sus labios. – Tú… me refiero… ¿qué sentías por Terra? O… ¿qué sientes… por mí…?

    Tammy se sintió realmente extraña en ese punto. Sintió que su rostro se calentaba y la sangre le subía la cabeza; los latidos de su corazón también se habían acelerado abruptamente. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa forma? Era algo totalmente involuntario, algo que su cerebro no provocaba ni ordenaba; era como si su cuerpo tuviera mente propia y reaccionara por su propia cuenta. Pero lo que sí sentía por su cuenta era una gran, gran ansiedad por escucharlo; realmente quería escuchar lo que tenía que decir, aunque en realidad no tuviera nada que ver con ella… nada… ¿o…?

    - Yo… Yo… - Chico Bestia balbuceó nervioso. Sus puños y labios se apretaron con fuerza, y entonces giró su rostro de lleno hacia ella; aun en la oscuridad, sabía muy bien que la estaba mirando fijamente a los ojos, y era precisamente lo que deseaba. – ¡Estoy enamorado de ti, Terra! ¡Lo he estado desde que te conocí! Ya sea como Tara, Terra o Tammy… Mis sentimientos siguen siendo los mismos…

    Tammy sintió en ese momento que su respiración se cortaba y su corazón se detenía. Fue como una fuerte descarga de electricidad recorriéndole la espalda…

    - Incluso a pesar de las cosas malas que hiciste y que todos quieran darte la espalda y no confiar en ti… O incluso si no recuerdas en estos momentos todos los momentos que pasamos juntos… Yo aun así te amo… Incluso creo que más que antes… Y por eso, jamás te daré la espalda y jamás te dejaré… ¡Te lo prometo! Sin importar lo que pasé… Yo estaré ahí…

    Por ese sólo instante de tiempo, Tammy sintió eso que todo el mundo describe y que ella sólo podía intentar imaginarse: las mariposas en el estómago, acompañadas de miles de cosquillas y sensaciones que le recorrían la piel, como pequeñas hormiguitas. ¿Cómo era posible? Esa declaración ni siquiera era para ella… ¿Entonces por qué?, ¿por qué sentía cómo si su corazón acabara de estallar? ¿Por qué sentía que las lágrimas querían brotarle de nuevo, pero ahora seguidas de un sentimiento totalmente distinto? ¿Por qué sentía el enorme e incontrolable impulso de…?

    Ni siquiera supo en qué momento comenzó a moverse. Nada de lo que hizo en esas fracciones de segundo, parecían haber sido procesadas previamente por su cerebro. De nuevo, fue su cuerpo, como si tuviera mente propia, quien se inclinó abruptamente hacia el chico ante ella, cortando de tajo la ya de por sí muy reducida separación entre ellos, y aun entre la oscuridad y sólo distinguiendo la silueta de su rostro, unió sus labios a los suyos, en un corto, pero muy intenso beso en el que dejó escapar de golpe toda esa marejada de emociones que se le habían acumulado en el vientre, y que ahora brotaban por cada poro de su piel, impregnando todo su alrededor.

    Chico Bestia, por su parte, se quedó petrificado ante esto. No veía, pero por supuesto que sentía lo que estaba pasando, y lo sentía por completo, sin ningún lugar a la duda. Era un beso, pero no cualquier beso: era un beso de los labios de Terra, ese mismo beso que tenían pendiente desde aquella noche en el parque de diversiones, justo como se había imaginado que sería. Pero real, completamente real…

    El beso fue corto, cuando mucho quizás unos cinco segundos. Pero fue el tiempo suficiente para dejar una fuerte marca. Tammy se separó rápidamente, quizás logrando tomar de nuevo el control de su cuerpo. Llevó sus dedos a sus labios, en un intento de entender si lo que había ocurrido había sido real, pero la sensación y el cosquilleo que aún sentía en ellos se lo confirmaban sin problema. Lo había besado, había besado a Chico Bestia…

    - ¿P... P...Por qué hiciste eso? – Se le escapó al Titán de pronto, totalmente incrédulo por lo que acababa de ocurrir.

    - Yo... No lo sé... – Murmuró Tammy, insegura. – Sólo... Sentí que debía de hacerlo... O más que... quería hacer...

    No tenía nada de sentido lo que decía, pero tampoco lo tenía mucho lo que acababa de hacer. Sentía su corazón estremecerse bajo sus pecho, y sus mejillas estaban tan calientes que casi quemaban. Pese a lo extraño y confuso que era todo eso, en realidad… No se arrepentía de lo que había pasado, en lo más mínimo…

    Chico Bestia, por otro lado, era una madeja de ideas y emociones. Aún no era capaz de digerir por completo lo que acababa de pasar, y aun así sentía tanta felicidad por dentro que sentía ganas de gritar, bailar, saltar… Aunque claro, si no estuviera atrapado en ese lugar. Intentó calmarse y centrarse, aunque no era algo que le saliera tan natural como a Robin. La situación era aún delicada, y tenía que concentrarse en sacarlos a ambos de ahí; ya habría tiempo de hablar cuando salieran de ese sitio, y Tammy estuviera a salvo. Respiró lentamente, intentando olvidarse por unos momentos de los suaves labios que lo acababan de besar, y pensar en la gran esfera de roca que los aprisionaba; imposible compararlos.

    No había suficiente espacio para cambiar a un animal más grande y fuerte que pudiera romper esa esfera… Al menos, no de cambiar todo su cuerpo. En la oscuridad, alzó su mano frente a su rostro, distinguiendo vagamente la forma y color de su guante. Abrió y cerró consecutivamente su puño, como intentando verificar que efectivamente esa fuera su mano. Había una posibilidad, pero era poco convencional, al menos en su contexto.

    - Tengo una idea. – Señaló de pronto. – Casi no he intentado esto... Y no sé si pueda funcionar... Pero podría sacarnos de aquí…

    De pronto, sintió como Tammy rodeaba su cuello con sus brazos y se le pega abruptamente por completo, apoyando su barbilla de nuevo en su hombro. Chico Bestia no tardó en ponerse ruborizado, y de paso bastante nervioso.

    - Hazlo. – Susurró despacio. – Sé que lo lograrás; confío en ti.

    - Pero… ni siquiera sabes qué voy a intentar… - Respondió Chico Bestia, aún algo sorprendido por el repentino abrazo, aunque ya en ese punto comenzaba a pensar que lo hacía sólo para darle el mayor espacio posible.

    Sintió entonces como Tammy negaba con su cabeza, rozando, quizás sin querer, su mejilla con la de él en el proceso.

    - Eso no importa… Igual sé que nos sacarás de aquí de alguna u otra forma…

    ¿Enserio era la misma chica que hasta hace no mucho le decía que se alejara de ella y la dejara sola? De ser así, su trato había cambiado abruptamente. ¿Todo eso había sido sólo derivado de lo que le había dicho? ¿O acaso quizás comenzaba a recordar un poco? ¿Sería eso posible?

    Fuera lo que fuera, no importaba. Ella confiaba en él para que la sacara de ese sitio, y eso era justo lo que iba a hacer. Cerró sus ojos entonces, y apretó con fuerza su puño. Estaba justo a punto de empezar a intentar cambiar sólo su mano, cuando escuchó que Tammy volvía a susurrarle.

    - Acabo de darme cuenta de que ni siquiera conozco tu verdadero nombre. – Comentó de pronto, aunque parecía casi un pensamiento en voz alta.

    ¿Su nombre? Chico Bestia se sintió tanto desconcertado por ese comentario. No era que realmente tuviera como tal una identidad secreta o algo parecido; era verde, después de todo, como Raven bien se lo había dicho la primera noche que todos se conocieron. Y, aunque la tuviera, si había alguien con la compartiría, sería precisamente con Terra…

    - Me llamo Garfield… Garfield Logan… - Le respondió también como un pequeño susurro, casi como un secreto.

    - Garfield… - Repitió Tammy con cuidado. Una ligera sonrisa se dibujó en sus labios. – Creo que prefiero Chico Bestia…

    No estaba seguro si eso había sido para molestarlo o halagarlo, pero igual provocó que el Titán se sonrojara de nuevo. Se sintió muy bien de decírselo, más de lo que hubiera imaginado. ¿Podría él algún día llamarla Tara? No mientras no recordara quien era, eso era seguro. Pero quizás algún día.

    Cerró de nuevo sus ojos y volvió concentrarse en su mano. Luego de unos segundos, ésta comenzó a retorcerse, a agrandarse, y volver a reducirse. Cada cambio, parecía un poco doloroso para el chico. Cambiar todo su cuerpo era sencillo, pero una sola parte dejando todo el resto igual, dedicaba más concentración y cuidado; especialmente porque un paso en falso y podría terminar transformándose sin querer, lastimando a Tammy en el proceso, y eso era justamente lo que no quería hacer. Debía hacerlo, sabía que podía hacerlo. Sólo tenía que intentarlo con más empeño…

    - - - -​

    Justo a mitad de su enfrentamiento con Robin y Cyborg, las piernas de Terra comenzaron a flaquear, al igual que su equilibrio. Se desplomó de golpe de rodillas al suelo, y hubiera caído por completo de narices si no hubiera interpuesto sus manos antes de ello. Los dos Titanes, que estaban en puntos contrarios a cada lado de ella, aunque a una distancia relativamente lejana, miraron confundidos este repentino cambio, pero no por ello bajaron la guardia ni un poco.

    - ¿Y ahora qué le pasa? – Comentó Cyborg, sin dejar de apuntarla con su arma láser.

    Robin no tenía una respuesta clara a ello, pero parecía como si de pronto la hubiera llegado un golpe de debilidad. Mientras se discutían si era conveniente o no atacar, Terra se sujetaba la cabeza con una mano, y respiraba un poco agitada. Antes de que cualquiera de los dos pudiera dar un paso hacia ella, Terra colocó sus manos con fuerza contra el suelo, y de éste comenzaron a brotar repetidos picos que se dirigieron hacia los dos titanes, quienes rápidamente se pusieron en movimiento para esquivarlos.

    Eso había sido más un intento de hacer más distancia que un ataque real. Terra, algo desconcertada, miró sobre su hombro en dirección al edificio de la escuela.

    - Tammy… - Murmuró en voz baja sólo para ella.

    Su desconcentración había sido más de la cuenta, pues para cuando volvió a poner atención en la pelea, Robin ya estaba sobre ella, y descendía en su dirección con su báculo listo para golpearla desde arriba. Terra reaccionó rodando hacia un lado y haciendo que el arma de Robin chocara contra el suelo. El Petirrojo no se quedó quieto, y tan pronto su arma tocó el piso, rápidamente giró ciento sesenta grados sobre su cuerpo, tomando impulso y lanzando un segundo ataque con su báculo, que esta vez sí alcanzó a golpearla en la cara, haciendo que retrocediera con torpeza, y muy adolorida.

    Robin se le lanzó encima para seguirla atacando de la misma forma. Terra estaba aturdida por el golpe, y apenas y podía reaccionar para cubrir sus golpes, al principio con meros movimientos de cuerpo a cuerpo. Cuando ya fue más consciente, logró usar sus poderes para hacer que el báculo saliera volando de las manos de Robin. Mas eso no lo detuvo, y sin titubear ni un momento siguió atacando, ahora directamente con sus puños y patadas.

    - No tienes por qué hacer esto. – Le decía el líder de los Titanes sin detenerse. – Dijiste que tu problema era contra Slade.

    - Lo era. Pero ahora tengo que eliminarlos a ustedes…

    - ¿Por qué? ¿Quién te está dando esa orden? ¿Acaso es Jared?

    Terra se sobresaltó un poco por esa repentina mención. Rápidamente alzó un muro de piedra delante de ella para cortar los ataques de Robin, y luego alejarse de él de un largo salto.

    - ¿Tú también estás con lo mismo? – Murmuró con una casi sobreactuada indiferencia. – ¿También crees que trabajo con ese tal Jared?

    - Sé que Raven lo cree, y sus motivos debe de tener.

    - Obviamente no te has fijado que tu querida admiradora secreta no está del todo bien de sus cabales en estos momentos.

    Robin guardó silencio, al parecer un poco afectado por la mención de “tu querida admiradora secreta”. Bajó su mirada unos momentos, y luego la volvió a alzar con más seguridad hacia ella.

    - ¿Cómo sabes lo que pasó con Raven? – Señaló Robin de golpe, tomando por sorpresa a Terra. – Hace poco también lo mencionaste cuando estábamos adentro. ¿Cómo sabes de eso? Al menos que tengas que ver con ello… O con quién lo provocó…

    Terra pareció molestarse de golpe, aunque no estaba segura si era con el Titán, o con ella misma.

    - “Vaya, sí que es listillo este chico.” – Escuchó de pronto resonar en su cabeza, de nuevo la misma voz que sólo ella oía. – “Tú, por otro lado, no lo pareces tanto. Elimínalos de una buena vez…”

    - Si es tan sencillo, ¿Por qué no vienes y lo haces tú mismo? – Susurró despacio sin quitarle los ojos de encima a Robin, y a su vez a Cyborg que acababa de colocarse a su lado.

    - “¿Es que enserio son demasiado para ti? ¿O en el fondo en verdad no quieres hacerlo? Es extraño, tú no deberías de tener ningún apego por estos individuos… ¿O sí?”

    De nuevo un profundo silencio. Terra miró al suelo bajo sus pies, y movió un poco la planta de su bota derecha por éste. Apretó sus puños con fuerzas, aunque su rostro volvió a ponerse notablemente frío.

    - No, no lo tengo…

    Los ojos de Terra brillaron con gran intensidad y todo el suelo debajo de los tres comenzó a temblar con violencia, como un terremoto, pero sólo concentrado en ese punto. El suelo comenzó a abrirse bajo Robin y Cyborg. Estos de inmediato intentaron moverse a otro lado, pero paredes de piedra realmente altas se alzaron, rodeándolos y aprisionándolos. Cyborg estaba por destruirlas con su cañón, pero sólo vio incrédulo como la salida de éste se retorcía sobre sí mismo, como una lata aplastada.

    Las paredes de roca se les vinieron encima, cubriéndolos por completo, y obligándolos a caer en la grieta que Terra había abierto. Mientras caían, Robin intentó disparar su gancho al aire, pero las paredes se cerraron sobre ellos, ocultando el sol, y aunque el gancho logró salir, las rocas terminaron por cubrirlos y sepultarlos, y la cuerda del gancho fue cortada.

    En un abrir y cerrar de ojos, y luego se varios movimientos, el suelo volvió a la completa normalidad, como si nada hubiera pasado, y el único rastro que quedó de ambos Titanes, fue el gancho de Robin que había caído a los pies de Terra. El suelo dejó de temblar, y sus ojos y manos igual. Dejó caer sus brazos y hombros hacia los lados, y se permitió soltar un profundo suspiro de cansancio.

    - Listo, está hecho. – Murmuró en voz baja, pero aun así con firmeza.

    - “No. Aún no has terminado.”

    - Ni de broma. Starfire está con Supergirl, y sabes que no soy rival para ella. Además, están peleando con Raven. Con un poco de suerte se encargará de ellas, ¿no?

    - “Me refiero a alguien más. A tu misión original.”

    Terra se sobresaltó ligeramente ante la mención. Sin embargo, entendió de inmediato de quién hablaba. Sí, definitivamente de ninguna forma podía irse sin terminar ese asunto…

    - - - -​

    Supergirl y Starfire fueron lanzadas con violencia por los aires tras recibir un impacto de la magia de Raven, para luego caer como rocas al suelo una a lado de la otra. Algo adoloridas, sobre todo Starfire, se comenzaron a alzar lo más rápido que les fue posible. A lo lejos, veían como la hechicera de piel rojiza y vestido azul, caminaba hacia ellas lentamente, y como cada paso que daba hacia retumbar un poco el suelo, como si los pasos de un gigante se trataran. Raven avanzaba con su cabeza agachada, y sus brazos caídos. Sus dedos se retorcían entre sí, casi como si se fueran a romper. Sus cabellos eran elevados como si los agitara el viento, pero no era eso, sino la energía que la envolvía.

    Realmente quien estaba ante ellas no se parecía en absolutamente nada a su amiga Raven. Era realmente como si se tratara de otra persona, o más bien de otra cosa… Un monstruo, un verdadero monstruo.

    - Bien, ya hablando enserio. – Murmuró en voz baja la Kryptoniana, mientras ella y Starfire retrocedían lentamente al mismo ritmo que Raven avanzaba. – ¿Qué rayos le está ocurriendo? Enserio, se ve como si fuera un monstruo… o un demonio…

    La mención de “demonio” hizo que un pequeño escalofrío recorriera la espalda de la Tamaraneana. El que haya tomado repentinamente esa apariencia, tan parecida a la de Trigon, realmente la tenía inquieta… ¿Qué significaba? ¿Esa en verdad seguía siendo su amiga Raven?

    - No lo sé… Raven siempre dijo que si perdía el control de sus poderes, cosas horribles podían pasar. Pero esto es diferente a otras ocasiones… Nunca la habíamos visto así…

    - Bueno, definitivamente yo tampoco había visto algo…

    Antes de que pudiera terminar de hablar, Raven alzó su mirada hacia ellas, y en un abrir y cerrar de ojos se le lanzó encima como una bala, alzando su puño derecho. Ambas reaccionar con rapidez y volaron en direcciones contrarias. El puño de Raven chocó con el suelo, creando una fuerte explosión que destrozó el suelo y levantó una densa nube de polvo. Debido a esto, ambas perdieron de vista a la hechicera por unos segundos, por lo que Kara no pudo ver con claridad cuando su silueta rojiza salía de la nube, y se le lanzaba encima, hasta que ya la tuvo justo frente a su rostro.

    El puño derecho de Raven, cubierto con su magia, la golpeó con fuerza en la cara y la derrumbó al suelo provocando que chocara contra éste con un gran impacto. Starfire se le acercó por detrás, para tomarla con fuerza con sus brazos mientras aún estaba suspendida en el aire. Raven comenzó a agitarse con violencia de un lado a otro mientras su compañera aún la sujetaba, ejerciendo la mayor fuerza posible para no soltarla.

    - ¡Por favor, Raven! – Le decía con fuerza la pelirroja. – Por favor escúchame. Sé que aún estás ahí. Vuelve a ser tú misma, ¡por favor!

    Raven se dejó caer de golpe de espaldas al suelo, haciendo que el cuerpo de Starfire chocara contra éste, y dicho golpe la obligara a soltarla. Sin embargo, justo al instante siguiente de que logró zafarse del agarre de su compañera, Supergirl le regresó con fuerza el golpe que le había dado aprovechando el momento de distracción, ahora siendo la hechicera la que salía volando, rebotando un par de veces en la tierra mientras se alejaba.

    - ¿Estás bien, Starfire? – Le preguntó mientras la ayudaba a levantarse.

    Starfire estaba aturdida, y algo débil tras el último golpe. Se sentó, y entonces volteó a ver sobre su hombro a Raven, que de nuevo se ponía de pie poco a poco. Era realmente imparable. Si tan sólo hubiera una forma de inmovilizarla, de…

    De pronto, algo le cruzó de manera repentina por la cabeza. Se volteó rápidamente al interior del edificio, mirando fijamente el agujero en la pared por el que habían salido.

    - Tengo una idea. – Señaló de pronto, justo antes de elevarse del suelo. – ¡Entretenla un minuto!

    - ¡¿Qué?! – Exclamó Supergirl pasmada, pero de inmediato Starfire se dirigió de nuevo hacia adentro de la escuela. – ¡Oye!, ¡¿a dónde vas?!

    Starfire no alcanzó a responderle nada, y de inmediato la perdió de vista.

    No estaba segura de qué acababa de pasar, pero tampoco podía darse el lujo de pensarlo demasiado. ¿Exactamente como esperaba que la “entretuviera”? Era mejor que pensara en algo rápido, pues Raven ya estaba de nuevo de pie, y tenía sus ojos, los cuatro, puestos directamente en ella.

    - Bien, Raven. – Comenzó a decir en voz baja, al parecer con más intención de exteriorizar sus pensamientos que intentar que ella la escuchara. Su cuerpo comenzó a elevarse lentamente, y sus puños se apretaron con fuerza. – No sé qué te está pasando, no sé si es tu culpa, no sé si era una víctima, y no sé cómo va a terminar esto. Pero no me dejas otra alternativa. Usaré toda mi maldita fuerza… Y espero no matarte… De antemano lo siento si es así…

    Supergirl se lanzó a toda velocidad en su contra; Raven ni siquiera la vio acercarse. La golpeó una vez con fuerza en el rostro, luego una segunda vez, y a la tercera Raven cayó con fuerza a tierra, estrellando su cara contra ésta. Kara la tomó entonces de su pierna izquierda, y comenzó a girarla con rapidez en el aire para luego soltarla y dejar que su cuerpo volara como una bala por todo el impulso que le había dado. Derrumbó algunos árboles en su camino, quizás los únicos que quedaban en pie, y luego atravesó la barda de la escuela.

    Del otro lado se encontraba el estacionamiento del edificio de oficinas aledaño. Raven chocó contra un auto que se había quedado estacionando, abollando su puerta. Sin embargo, a pesar de los fuertes impactos, no se veía afectada. Supergirl no le dio ni un segundo, y de inmediato pasó al estacionamiento por el mismo agujero en la barda y pasó a volver a golpearla. Los ataques rápidos y fuertes de la Súper heroína de nuevo parecieron ser muy efectivos contra ella. Fue sacudida de un lado a otro por sus constantes ataques, que fueron rematados con una fuerte patada en el estómago que la mandó a volar hacia otro lado, directo a otra hilera de carros.

    Ese era el verdadero poder de Supergirl; no por nada era una de las heroínas más poderosas del mundo. Aun así para su asombro, Raven no decaía. Su rostro y cuerpo estaban marcados por los golpes que le había dado, y hasta parecía que le había roto un brazo. Sin embargo, para su sorpresa, poco a poco su piel volvía a regenerarse, y su brazo a acomodarse, y en unos cuantos segundos estaba de nuevo bien, como si nada hubiera pasado.

    Antes de que terminara de curarse por completo, intentó atacarla una vez más. Sin embargo, la suerte de la Kryptoniana se había acabado…

    Cuando Kara ya estaba a unos centímetros de ella, una fuera oleada de energía mágica fue despedida del cuerpo de Raven, empujándola hacia atrás, y ahora siendo ella la que se estrellaba contra un vehículo. Trató de incorporarse rápidamente, pero no lo fue lo suficiente. Raven comenzó a alzar todos los vehículos que estaban en el estacionamiento con sus poderes, y a lanzárselos encima como si fueran proyectiles. Intento moverse con rapidez para esquivarlos a todos, usando su notable velocidad. Sin embargo, la lluvia de vehículos era demasiada, y uno inevitablemente terminó por aplastarla contra el suelo. Un instante después le siguió otro, y otro, hasta que cinco vehículos se habían apilado sobre ella.

    Parecería que ese sería su fin, pero no fue así. Luego de unos instantes de quietud, los carros comenzaron a alzarse, siendo levantados por la joven rubia debajo de ellos, aplicando gran fuerza en sus brazos, y luego los lanzó a un lado lejos de ella.

    Apenas se había recuperado del esfuerzo que había usado, cuando un fuerte rayo de energía la golpeó directo en el pecho y la lanzó hacia atrás; sintió la energía mágica recorrerle todo el cuerpo con una agobiante sensación de quemazón. Kara rodó por el suelo unos metros, pero en cuanto pudo se volvió alzar en el aire, sólo para ser embestida por Raven a medio vuelo.

    Ambas chicas comenzaron a remolinear por el aire de un lado a otro, sujetándose la una a la otra, y golpeándose mutuamente como les era posible. No era tanto los golpes de Raven los que lastimaban a Supergirl, sino la magia que los acompañaba, y en especial esa aura que rodeaba el cuerpo de Raven, que le hacía arder la piel. Como fuera, intentaba resistir y seguir atacándola; por cada golpe que Raven le daba, ella intentaba darle dos, pero parecía que el uno de ella le hacían más daño.

    Luego de un rato de forcejar y atacarse en el aire, Supergirl lanzó un golpe que Raven detuvo con su mano derecha, apretando con fuerza su puño entre sus dedos. Intentó zafarse de su agarre, pero una vez más le fue imposible. Alzó su otro puño para intentar golpearla, pero el resultado fue el mismo; igualmente lo detuvo con su mano y lo apretó con fuerza con sus dedos. Rayos de energía oscura comenzaron a surgir del cuerpo de Raven, y moverse por sus brazos hasta llegar a los de Supergirl, y comenzar a cubrir todo su cuerpo como si fueran descargar eléctricas.

    - ¡¡Aaaaaaaah!! – Gritó Supergirl con fuerza, mientras sentía como si agujas le atravesaran toda la piel una y otra vez.

    Usando toda su fuerza de voluntad para resistir el dolor, alzó su mirada hacia ella, y sus ojos brillaron con intensidad un segundo antes de lanzar sus rayos de visión térmica contra ella. La intensidad no era tan fuerte, ya que sólo buscaba empujarla, lastimarla y que la soltara. Y en efecto la soltó en cuanto sus ojos comenzaron a brillar, pero sólo de una mano, y entonces colocó su propia mano libre frente a su rostro, cubriendo con ésta sus rayos de energía. Para su sorpresa, la energía que le lanzaba, en lugar de quemar o atravesar su mano, parecía como si comenzara a acumularse entorno a su palma, creando poco a poco una esfera rojiza y azul más y más grande. Por mero reflejo intentó lanzar sus rayos con más fuerza, pero eso sólo lo empeoró.

    Raven comenzó a empujar su mano hacia el frente, y con ella la esfera de energía que había formado, hasta hacerla chocar contra la cara de la Kryptoniana, creando una fuerte explosión de luz en el aire. El cuerpo de Supergirl se precipitó como un meteorito a tierra tras el tremendo impacto, creando un cráter mediano en el asfalto del estacionamiento. La heroína permaneció inerte contra el suelo. La piel de su cara, que se suponía debía ser tan fuerte que ni una bala podría atravesarla, presentaba marcas de rasguños, y su cabello, ahora totalmente suelto, se había desalineando por completo. Aun así, su apariencia no reflejaba ni cerca el dolor que comenzaba a sentir en su cuerpo por dentro, como si sus huesos estuvieran ardiendo.

    - Por esto enserio… enserio odio la magia... – Murmuró en voz baja con cierta frustración.

    Abrió con debilidad sus ojos azules, y pudo ver cómo Raven descendía de nuevo, hasta mantenerse flotando a unos cuantos metros de ella. El cielo comenzaba a oscurecerse a sus espaldas, y su cabello y vestido eran agitados con fuerza por su propia magia sin control. Su rostro, con esos cuatro ojos brillantes y piel totalmente rojiza, se había tornado mucho más horrible que antes. Kara no sentía eso muy seguido al enfrentarse a un enemigo, pero realmente comenzaba a sentir algo de… miedo… Pero por nada del mundo lo iba a exteriorizar, ni un poco.

    - ¡Bien! – Le gritó con ímpetu, estando aún tirada en el cráter que ella misma había creado al caer. – ¡Así que eres muy ruda!, ¿no? ¡Dame tu mejor golpe! ¡Vamos!

    No estaba segura de qué quería lograr diciendo eso, pero ciertamente la hizo sentir un poco mejor. Casi como si la hubiera entendido, Raven extendió sus manos hacia ella y las juntó una a lado de la otra. Toda el aura mágica que la rodeaba, comenzó a acumular en sus palmas, como si fuera absorbida por un agujero negro. Una esfera de energía oscura comenzó a formarse y era claro que ese iba a ser su próximo ataque. Los ojos de Supergirl comenzaron a brillar de nuevo, y era obvio que ella también estaba lista para atacar, aunque tuviera que usar todas sus fuerzas…

    Sin embargo, para bien o para mal, no fue necesario.

    Antes de que cualquiera de las dos atacara, Supergirl vio como Starfire aparecía de la nada desde atrás de Raven, y la rodeaba con fuerza con sus brazos. La esfera de energía que estaba formando se esfumó por completo, y la hechicera comenzó a soltar fuerte y horribles gruñidos al tiempo que se estremecía de un lado a otro. Pero Starfire no la soltaba en lo más mínimo.

    Supergirl estaba algo sorprendida por el cambio tan repentino. Una vez que procesó lo que ocurría, sus ojos dejaron de brillar y se disponía entonces a alzarse de nuevo a ayudarla. Pero entonces notó como, teniéndola fuertemente sujeta con un brazo, Starfire acercó algo que sujetaba con su mano libre al cuello de Raven. Era lo que Starfire había ido a buscar adentro de la escuela: la pistola de inyección de Cyborg, con el líquido azul tranquilizante. Ésta se le había caído cuando Raven los alejó a todos con su magia, por lo que ella aprovechó que Supergirl luchaba con ella, para ir y buscarla.

    Starfire pegó la pistola contra la piel del cuello de Raven y la accionó, suministrándole toda la ampolleta de tranquilizante de un sólo disparo.

    - ¡¡Aaaaaaaaaargh!! ¡¡Aaaaaah!! – Comenzó a gritar con mucha fuerza la hechicera, aunque era difícil decir si era por dolor o por enojo.

    De nuevo expulsó una fuerte ráfaga de energía de su cuerpo, que terminó empujando a Starfire al suelo, cayendo no muy lejos del cráter en el que se encontraba Kara.

    Raven se agarraba su cabeza con ambas manos, y la sacudía de un lado a otro mientras se encontraba suspendida en el aire. Siguió gritando y gruñendo con gran intensidad por quizás medio minuto, hasta que su voz se fue apagando. Sus brazos se relajaron, al igual que sus piernas, y entonces, todo su cuerpo se dejó caer por mero efecto de la gravedad a tierra, azotando contra el pavimento con fuerza.

    Ambas extraterrestres la miraron fijamente, estando ambas aún tiradas en el piso. El aura mágica que rodeaba a Raven se esfumó abruptamente, y poco a poco su piel fue cambiando de tono, volviéndose más y más clara, hasta que recuperó de nuevo el habitual gris claro que siempre tenía. Starfire gateó con cuidado hacia ella, y la tomó del hombro para voltearla y que quedara boca arriba. Su rostro también había vuelto por completo a la normalidad. Los cuatro ojos rojos habían desaparecido, y en su lugar sólo estaban sus dos ojos, cerrados plácidamente.

    Su cabello estaba hecho un desastre, tenía marcas de golpes y rasguños por toda la cara, brazos y piernas, además de estar cubierta de polvo y manchas de lodo; y ni que decir que su vestido estaba también ya hecho trizas para esos momentos. Pero dentro de lo que cabía, se veía bien; podía reconocerla de nuevo como su amiga Raven, como siempre había sido.

    Starfire suspiró con fuerza, con una mezcla de alivio y cansancio. Casi sin proponérselo, se dejó caer de espaldas hacia atrás, quedando boca arriba en el pavimento, que en esos momentos se sentía mucho más cómodo que de costumbre.

    - Funcionó. – Soltó con cierta alegría, mirando fijamente el cielo sobre ella.

    Supergirl, un tanto sorprendida, y un tanto feliz, comenzó a reír un poco. Se arrastró fuera de su cráter, y dio un par de pasos hacia Starfire, antes de también tirarse al piso de espaldas a su lado, con sus manos sobre su abdomen.

    - Enserio, hacía mucho tiempo que no tenía una pelea así. – Comentó con un tono mucho más casual. – Me hace extrañar a los ladrones de banco habituales. Gracias, Starfire. Me salvaste…

    - Tú nos salvaste primero. – Comentó la pelirroja, volteándola a ver de reojo. – Así que gracias, Kara. Por cierto, puedes llamarme Koriand'r.

    - ¿Ah? – Exclamó Kara un tanto extrañada. – ¿Ese es tu verdadero nombre?

    - Así es. Koriand'r, Segunda Princesa de Tamaran.

    - ¿Eres una princesa? ¿Enserio? – Comentó Kara con emoción, sentándose rápidamente. – No creo poder pronunciar ese nombre bien pronto. ¿Qué tal si te digo sólo Kory? Así seremos Kara y Kory. – Le guiño entonces un ojo de forma coqueta

    - ¿Kory? – Repitió Starfire, parpadeando un par de veces. Luego, comenzó a sonreír ampliamente. – Suena bien.

    Ambas chicas comenzaron a reír en unísono, intentando aprovechar ese pequeño momento de tranquilidad, que era difícil decir que tanto duraría.

    FIN DEL CAPITULO 20

    Notas del Autor:

    Cielos, ¿ya estamos en el Capítulo 20? Cómo vuela el tiempo. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Demasiados golpes? ¿Creen que exageré un poco los poderes de Raven fuera de control? Quizás un poco, quizás no. Pero lo cierto es que siempre se ha dicho que los personajes como Supergirl y Superman, no tienen inmunidad a la magia y ésta los puede afectar como a cualquier otra persona, pero confieso que no conozco hasta qué grado, por lo que en efecto me tomé algunas libertades en esa parte.

    En el próximo capítulo terminamos con todo este pequeño “arco” (por decirlo de alguna forma) de la pelea en la Escuela Murakami. ¿Qué vendrá luego de eso? Quédense al pendiente para saberlo. ¡Nos vemos!
     
  10.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    7771
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 21
    “Pudimos haber sido felices…”

    Una vez que toda la conmoción pasó, y tras unos segundos en los que ambos creyeron haber muerto, Robin y Cyborg se encontraron a sí mismos de pronto en la completa oscuridad. Cyborg, por suerte, tenía una linterna incorporada a su brazo izquierdo, por lo que no tardó en alumbrarlos. La única forma de describir el sitio en el que se encontraban en esos momentos, era una pequeña, muy pequeña, cueva, sin ninguna entrada o salida, sólo rodeados por tierra y roca, y que apenas era lo suficientemente alta como para que Robin se pusiera de pie algo encorvado, y Cyborg se quedara sentado.

    Robin sacó de su cinturón dos respiradores artificiales, colocándose uno en su boca y extendiéndole uno más a su compañero. Eso les daría al menos tres horas de oxígeno, aunque aspiraba a que no tuvieran que estar tanto en ese sitio. El líder de los Titanes inspeccionó las paredes de la pequeña cueva con sus dedos; parecía bastante firme, al menos en apariencia.

    - Nos salvamos por pura suerte. – Comentó Cyborg, con su voz sonando algo electrónica debido a la bocina incorporada del respirador.

    - No creo que haya sido suerte. – Señaló Robin, con su voz sonando del mismo modo que la de Cyborg. – Pareciera que Terra nos colocó en esta bolsa de aire a propósito.

    - ¿En serio le crees que no nos está a atacando por gusto?

    Robin guardó silencio, meditando un poco la situación. Las acciones de esa supuesta Terra eran bastante erráticas, sobre todo las de esa tarde. Por momentos pareciera que era la misma Terra que conocieron en un inicio, y la que se unió a su equipo. Pero de repente su actitud cambiaba drásticamente, y hacía cosas sin mucha explicación como esa. No tenía ni una idea clara de qué era lo que la podía estar motivando a hacer todo eso; pero había mucho que le hacía pensar que, precisamente como les acababa de decir, no eran actos del todo apropósito.

    Ella conocía sus fuerzas y debilidades muy bien; Slade la había hecho infiltrarse en su equipo justamente para ello. De haber querido matar a Starfire el día anterior, podría haberlo hecho, pero en su lugar sólo había usado lo adecuado para dañarla, no más. Y a ellos igualmente podría haberlos sepultado en ese mismo momento, pero de nuevo estaban a salvo, de alguna forma. ¿Ambos casos habían sido sólo coincidencia?

    Y luego estaba el tema de Raven y Jared. ¿Estaba Terra realmente involucrada en eso? ¿Y qué tenía que ver en ello esa chica de nombre Tammy Hawk, y de paso Slade? Aunque poco a poco pareciera que se iban aclarando algunas cosas, lo cierto era que aún había demasiadas preguntas sin respuesta en todo ese asunto.

    - No estoy en posición de hablar a favor o en contra de esta supuesta Terra. – Señaló Robin con seriedad. – Solamente creo que hay mucho más en esto de lo que estamos viendo. Pero lo importante ahora es salir de aquí y ayudar a los otros. ¿Crees que puedas sacarnos?

    - Sí, pero tomará un rato.

    Cyborg entonces abrió un comportamiento de su brazo derecho, y retiró la punta de su cañón sónico que Terra había dañado. Colocó entonces un repuesto, una punta de cañón más pequeña, y moderó la energía de éste a un nivel medio. Apunto a la pared a su izquierda en un ángulo elevado, y un pequeño disparo sónico que iluminó todo el espacio de azul comenzó a abrirse paso poco a poco entre la tierra.

    El proceso sería lento, pero Robin esperaba que no lo fuera a ser demasiado…

    - - - -​

    Otras dos personas que podían llegar a sentirse identificadas con el estado de Robin y Cyborg, eran ni más ni menos que Terra y Chico Bestia. Ellos igualmente seguían apresados en el interior de esa prisión esférica, que también era responsabilidad de la misma Terra. Luego de muchos intentos, Chico Bestia logró convertir sólo su mano en el fuerte puño de un gorila, dejando todo su demás cuerpo intacto. Golpeó con fuerza las paredes de la esfera de roca que los rodeaba, pero apenas y logró hacerle un poco de daño.

    Esto lo frustró enormemente; ese escape al parecer requeriría de algo más.

    - Tranquilo, no te presiones. – Le murmuró Tammy, aunque no lograba disfrazar del todo sus nervios.

    - Necesito algo con más fuerza.

    - ¿Algo como un toro, una ballena o un elefante?

    - ¿Un elefante? Quizás…

    Cambió entonces de posición, estando Tammy aun lo más cerca posible de él para darle espacio, y pegó su pie derecho contra la pared de la esfera. De nuevo se concentró y enfocó, intentando hacer que su pie tomara la forma de la pata de un elefante. Sin embargo, luego de un rato, no parecía haber ningún cambio visible.

    Tammy miraba de reojo sobre su hombro al pie de Chico Bestia, o al menos a donde creía que estaba su pie, pues entre la oscuridad le era difícil distinguirlo. Apoyó de nuevo su barbilla contra su hombro y cerró unos momentos sus ojos. Quizás no había ninguna diferencia evidente, pero el sólo hecho en tenerlos cerrados la relajaba más.

    - ¿Sabes? Esto me pone las cosas en cierta perspectiva. – Murmuró de pronto muy despacio, pero al estar apoyada en su hombro, Chico Bestia lograba escuchar nítidamente lo que decía en su oído. – Pasé todas estas semanas estresada y preocupada por estudiar y salir bien en los exámenes; y mira ahora esto. Mi escuela está casi en ruinas, y es posible que incluso tenga que volver a hacer algunos exámenes, pues más de uno debió de haberse perdido en todo este embrollo.

    - De seguro te iba a ir bien de todas formas. – Señaló Chico Bestia con su habitual tono despreocupado.

    - Eso no lo sé. Pero de haber sabido, quizás me hubiera preocupado menos y me hubiera divertido más, ¿no lo crees? – Guardó silencio unos momentos y entonces volvió a abrir lentamente sus ojos. – Y también, de haber sabido que tú y yo terminaríamos así, me hubiera portado más amable contigo desde el inicio… Quizás te hubiera aceptado tus múltiples invitaciones a salir… O me hubiera interesado más en conocerte, Gar…

    Chico Bestia se sintió un poco desconcertado de escucharla decir todo eso; y aunque no pronunció palabra alguna, ese sentimiento se volvió más que evidente para Tammy.

    - No sé porque te estoy diciendo todo esto, no me hagas caso. Igualmente aún no es tarde, ¿verdad? Cuando salgamos de aquí, podemos ir a pasear y comer una hamburguesa o algo así, ¿no?

    - ¡Seguro! – Respondió el chico verde sin dudarlo. – Aunque… Soy vegetariano…

    - ¿Enserio? ¿Por eso eres tan verde? – Comentó con un tono burlón, seguido de un par de risas moderadas provenientes de ambos. – Bueno, eso no importa… Podemos comer cualquier otra cosa. Y obviamente yo te invitaré, y no insistas en lo contrario. Así que sácanos pronto de aquí, ¿de acuerdo?

    - Sí… ¡Sí!, ¡eso haré!

    Quién sabe si era su intención o no, pero de alguna forma las palabras de Tammy terminaron por darle los ánimos y la decisión que le hacía falta. Tenía que sacarla de ahí, recuperar todo el tiempo perdido, hacer muchas, muchas cosas con ella. Y lo más importante: debía ser su héroe.

    Volvió a centrar su atención en su pie. Se concentró como nunca se había concentrado en su vida. Su pierna comenzaba a mutar y a temblar, hasta cambiar gradualmente de forma. Sentía que lo perdería por unos momentos, pero al final lo logró: si pie derecho se convirtió en la pata de un elefante.

    Pero no había tiempo para celebrarlo. De inmediato empezó a golpear repetidamente la pared con mucha fuerza, y la esfera empezó a desquebrajarse un poco, tanto que una pequeña grita si abrió y un pequeño rayo de luz se filtró, tocando la cara de Tammy.

    - ¡Funciona! – Exclamó la estudiante, emocionada.

    Aun no era suficiente. Ocupaba un poco más de fuerza, por lo que pegó también su otro pie, e intentó convertirlo al igual que el otro. Igualmente no fue una tarea sencilla, pero al final logró que ambos tomaran la forma de patas de elefantes. Abrazó con fuerza a Tammy contra él como un mero reflejo protector, y entonces empezó a golpear la esfera con ambas patas, aplicando más y más fuerza, hasta que la esfera se rompió, y el pedazo que golpeaba salió volando, y fueron llenados de golpe con delicioso aire fresco y luz.

    - ¡Lo logré! – Exclamó el Titán con emoción.

    Rápidamente tomó la forma de una serpiente, y se abrió paso por el agujero que había hecho. Una vez afuera, se convirtió rápidamente en un gorila, y con sus grandes manos amplió el agujero, ya con más facilidad pues la estructura completa de la esfera se había comprometido. Volvió a su forma natural, y le extendió su mano a Tammy para ayudarla a salir.

    - Gracias. – Exclamó la joven, tomando la mano de Chico Bestia y saliendo de su agobiante prisión. Se sintió muy bien de al fin estar afuera, casi como si hubiera estado ahí dentro por meses. – Sabía que lo lograría, Chico Bestia. ¡Eso fue estupendo!

    - Bueno, gracias. – Comentó algo apenado, colocando una mano atrás de su cabeza. – Ven, te pondré a salvo, y luego iré a ayudar a mis amigos.

    - Sí.

    Tammy asintió con su cabeza, y entonces dejó que Chico Bestia la guiara por los pasillos de la escuela, aun tomados de la mano desde que la había ayudado a salir de ese caparazón de roca.

    - - - -​

    Una vez que se había aparentemente encargado de Robin y Cyborg, Terra comenzó a caminar, rodeando la escuela para dirigirse al patio del otro lado del edificio, en dónde habían dejado… a Slade. Las ordenes habían sido muy claras: encargarse de la que había sido su misión original. Ellos querían a Slade muerto, y ella estaba más que feliz de cumplirlo. Su sola presencia era una amenaza a todo lo que deseaba, y a todo lo que podría tener. Debía ser eliminado… Aunque fuera por sus propias manos.

    Tammy y Chico Bestia tenían razón en algo: ella no era una asesina, no de una forma convencional. Jamás había matado a nadie de manera intencional, a sangre fría o deseando hacerlo. Ni siquiera cuando Slade le había ordenado matar a sus antiguos compañeros de equipo, o al propio Slade al final de su último encuentro… Todo siempre había sido causado por circunstancias que no estaban en sus manos controlar. Pero, ¿no era acaso lo mismo en ese momento? ¿No estaba siendo de nuevo casi obligada a hacerlo? ¿O en el fondo realmente lo deseaba? ¿Realmente deseaba acabar con ese hombre que tanto daño le había causado?

    ¿Lo odiaba? Sí, definitivamente así era, pero ese sentimiento no le era suficiente. Después de todo, era difícil olvidar que en algún momento trabajó para él, que ella fue su aprendiz y él su maestro. Para bien o para mal, le había ayudado a lograr lo que pensó que jamás podría: controlar sus poderes, evitar dañar a las personas… Para luego obligarla a hacerlo. ¿Y realmente podría justificarse diciendo que él la obligó? Sería muy fácil tomar esa salida, decir que no quería hacer nada de ello, y que todo fu culpa de Slade. ¿Quién podría negarlo?

    Pero no podía engañarse a sí misma. Ella sabía que las decisiones habían sido tomadas por ella; ya fuera por miedo, presión, o ambición propia, pero había sido ella.

    Pero el pasado era pasado, y no tenía sentido pensar en eso, mucho menos en ese momento.

    No importaba si odiaba o no a Slade, o si deseaba a no matarlo. La única que importaba en esos momentos… era Tammy. Slade debía morir, así Tammy estaría tranquila, sin nada que le preocupara, sin nada que perturbara su vida perfecta. Esa era su misión verdadera, no la que le habían encomendado. Era eso lo que la había motivado a ir aquella tarde a su base, o esa misma a esa escuela. Tenía que pensar en ello, y no dejar que le temblara la mano. La compasión no era parte de ella, y no la necesitaba. Terra no lo necesitaba…

    Al llegar a su destino y alzar su mirada, esperaba ver a Slade aún en el suelo, atado de piernas y manos, listo y puesto para recibir el tan ya atrasado golpe final. Sin embargo, no fue así…

    Slade ya no estaba en donde lo habían dejado. Alterada, corrió rápidamente hasta el sitio exacto. Aún se veían rastros de la forma de los grilletes de roca con lo que lo había apresado sobresaliendo del suelo, pero no había señal de él. ¿Acaso los Titanes lo habían liberado? No, de ninguna forma lo hubieran hecho. ¿Entonces él se había escapado? Era lo más probable. Lo habían dejado tanto tiempo solo, que era cuestión de tiempo para que alguien tan inteligente como él ideara una forma de escaparse.

    Maldecía en silencio y chocaba su pie contra la tierra con frustración, cuando de pronto…

    - ¿Buscabas algo, Terra? – Escuchó de pronto que pronunciaba esa molesta y prepotente voz, justo a sus espaldas.

    Los músculos de Terra se tensaron. La voz, y las palabras que había pronunciado, fueron tan claras… En menos de un segundo se dio la media vuelta lo más rápido que pudo, alzando su mano al mismo tiempo, y haciendo que una pesada roca se desprendiera del suelo. Apenas por el rabillo del ojo pudo distinguir la armadura del villano, y su rostro al descubierto con el ojo derecho cubierto con el parche negro, y entonces se dispuso a lanzar la piedra en su contra como un proyectil.

    - Yo tendría más cuidado con lo que haces. – Señaló el villano, alzando su mano derecha hacia ella, en la que estaba sujetando algo: un detonador. – Después de todo, vi claramente como Tammy entraba a la escuela hace unos minutos atrás. Y por lo que vi, te interesa mucho su seguridad, ¿o no?

    Terra se sobresaltó. Rápidamente detuvo la roca a unos cuantos centímetros de Slade, el cuál ni siquiera parpadeó. Arrojó la roca a un lado para poder ver mejor al hombre, en especial lo que sujetaba. Sí, era el detonador, de seguro de los explosivos que se suponía había colocado en la escuela. Lo había perdido durante la pelea, pero al parecer lo habían dejado solo el tiempo suficiente, no sólo para escapar de los grilletes que lo aprisionaban, sino además de recuperarlo.

    - No te atreverías. – Le dijo con una confianza que en realidad no sentía del todo. – Sabes que puedo hacer que la tierra te trague antes de que puedas presionar ese maldito botón.

    Slade soltó una risa burlona, notoriamente indiferente ante la amenaza de la rubia.

    - ¿Tan segura estás? ¿Quieres que hagamos la apuesta?

    Alzó más su mano hacia ella, cómo queriendo que viera con más claridad el detonador, así como su dedo sobre el peligroso botón rojo. Terra ya no fue capaz de ocultar sus nervios.

    Miró de reojo hacia la escuela. Tammy y Chico Bestia debían de seguir dentro de la prisión en la que los había colocado. Si explotaban las bombas, ¿la esfera resistiría? Era difícil saberlo, ya que no la había creado con esa intención, y desconocía que tan poderosas eran las bombas que ese loco había colocado. Además, ¿y si Chico Bestia se las había arreglado para sacarlos de ahí?

    Demasiado riesgo… ¿Qué hacer? ¿Valía la pena arriesgarse?

    Pasaron varios segundos de tormentoso silencio, en el que ninguno movió ni un centímetro de su cuerpo, como un punto muerto en el que cualquier movimiento en falso sería fatal.

    Terra apretó sus ojos con fuerza con marcada frustración. Se incorporó por completo y alzó entonces sus manos en señal de rendición, para sorpresa del villano ante ella.

    - Bien, tú ganas. – Murmuró la joven en voz baja. – Iré contigo a donde quieras, y te diré la verdad sobre lo que ocurre entre Tammy y yo. Sólo déjala en paz. Ella no representa ni representará ningún peligro para ti… Es a mí a quien quieres.

    Slade la miró con detenimiento con su único ojo, analizándola de arriba debajo de forma discreta. Siempre se había considerado muy bueno para leer a las personas, y no había nada en ella que le diera a entender que no hablaba enserio. La actitud segura y hasta algo pedante que había tomado desde que apareció salida de la tierra, o incluso desde aquél día en su ya maltrecha nueva guarida, parecía haberse difuminado. Ahora parecía… Asustada, nerviosa… Parecía en verdad mucho más interesada en que Tammy no sufriera ningún daño, por encima de su propia seguridad.

    - Estoy de acuerdo. – Comentó en voz baja, haciendo referencia al comentario que acababa de hacer sobre Tammy. – Estoy casi seguro de que en efecto por sí sola, no es ningún peligro. De serlo, ya lo hubiera demostrado. Pero… - Guardó silencio unos instantes, y entonces volvió a sonreír de la misma forma que antes. – El hecho de que sea alguien tan importante para ti… Es suficiente razón para mí…

    Aun antes de que Terra pudiera terminar de entender sus palabras, sus ojos se llenaron de terror al ver como el pulgar de Slade se presionaba por completo contra el botón rojo del detonador con suma fuerza.

    - ¡¡No!! – Gritó a todo pulmón, y casi por mero reflejo decenas de pedazos del suelo se alzaron en su contra como proyectiles… Pero ya era demasiado tarde.

    - - - -​

    Apenas habían dado unos cuantos pasos de los vestigios de la esfera de roca que los había aprisionado; aún les faltaban varios metros para acercarse a la abertura en la pared por la que sus amigos habían salido. Pero de pronto, algo le cruzó abruptamente por la cabeza a Tammy Hawk, y lo que fuera la hizo pararse en seco a medio camino. Todo fue extremadamente rápido. Fue como ver a toda velocidad una grabación en su cabeza, como un grito desgarrador, o simplemente una sensación que le brotaba desde adentro. Algo que simplemente lo sabía, sin saber cómo era posible…

    Miró abruptamente sobre su hombro con sus ojos bien abiertos. El joven de piel verde a su lado le cuestionaba qué ocurría pero apenas y lograba escuchar su voz. Lo sintió, sintió la tierra bajó sus pies vibrar con fuerza, y el edificio entero estremecerse. Justo cuando llegó a sus oídos los primeros vestigios del primer estallido, ella ya sabía de qué se trataba y no tenía que detenerse a averiguarlo antes de reaccionar.

    - ¡Chico Bestia! – Gritó con fuerza abruptamente. Se le lanzó encima al chico al mismo tiempo, tumbándolo al suelo y cubriéndolo con su cuerpo. Un instante después, todo el sitio se cubrió de luz.

    - - - -​

    Supergirl escuchó con claridad el primer estallido con su súper oído, lo que hizo que de inmediato se alzara del suelo del estacionamiento del edificio de a lado, en donde aún seguían intentando recuperar el aliento. Por el agujero de la barda por la que habían pasado, pudo ver como todo el interior del edificio de la escuela era iluminado y cubierto de fuego, y como todas sus ventanas volaban en pedazos. Pero eso sólo había sido el principio, ya que le siguió una segunda, y una tercera, y una carta exposición… Y varias más.

    - ¡Oh no! ¡Cuidado!

    Rápidamente la Súper Heroína tomó a Starfire y a Raven, y las cubrió a ambas con su cuerpo y su capa, dándole la espalda a la escuela.

    El edificio voló en pedazos en una fuerte llamarada. Pesados escombros volaron en todos lados, y una fuerte onda expansiva se extendió en todas direcciones, empujando todo lo que pudiera a su paso. El cuerpo resistente de Supergirl recibió el impacto de los escombros de dicha onda, pero a cambio las dos Titanes saldrían ilesas.

    - - - -​

    Desde el frente de la escuela, las personas también fueron testigo de la mortal explosión que desmoronó el edificio entero ante ellos, acompañados de un fuerte aullido de asombro de su parte.

    - ¡Tammy! – Soltó la Señora Hawk de golpe ante tal aterradora escena. Su cuerpo no pudo resistirlo más; ya había sido demasiado. Sus ojos se pusieron blancos de golpe, y su cuerpo comenzó a desplomarse a tierra sin oposición alguna.

    - ¡Señora Hawk! – Exclamó Mary a su lado, y rápidamente intentaron sujetarla para que no se cayera.

    A pesar de que habían colocado la línea policíaca a una distancia relativamente segura, aun las personas sintieron el golpe del impacto, y varios por mero instinto se agacharon al suelo. Sólo pequeños pedazos de escombros llegaron a golpear a algunos de ellos.

    En un abrir y cerrar de ojos, de la estructura entera sólo quedaron escombros y algunas ruinas de paredes que apenas y se mantenían de pie. La llamarada se esfumó y sólo quedaron algunos pequeños fuegos y mucho humo…

    - - - -​

    Cyborg y Robin sintieron la pequeña sacudida de la explosión, estando aún bajo tierra. Parte del techo del túnel por el que estaban abriéndose paso se desmoronó, pero terminó no siendo nada grave. Se quedaron ambos quietos unos segundos, para verificar que no fuera a ocurrir algo más, pero todo se quedó complementa quieto justo después.

    - ¿Qué fue eso? – Cuestionó Cyborg, confundido.

    Robin igualmente lo estaba. ¿Había sido una sacudida creada por Terra? No, se había sentido diferente. No era algo que hubiera ocurrido a su nivel, sino sobre ellos, en la superficie… Una posibilidad le cruzó de inmediato por la cabeza.

    - Maldición. – Soltó de golpe. – Rápido, Cyborg. Debemos salir de aquí de inmediato.

    - Eso intento. Sabes que si no soy cuidadoso terminaremos enterrados.

    Cyborg siguió abriendo camino por la tierra con su cañón sónico, mientras Robin detrás de él comenzaba a impacientarse.

    - - - -​

    Supergirl siguió protegiendo a Starfire y Raven con su cuerpo como escudo, hasta que las sacudidas y empujones de la explosión se detuvieron. Una vez que todo volvió a estar en silencio, lentamente se giró hacia el origen del desastre, al igual que Starfire, quien se elevó un poco en el aire para ver mejor… O más bien no ver, ya que desde sus posiciones, lo que ambas miraban era el vacío completo, en el sitio en el que anteriormente se encontraba la Preparatoria Murakami.

    - Oh, por Rao. – Exclamó Supergirl, atónita.

    Starfire se llenó de golpe de una gran preocupación. Sus amigos, ellos aún podrían haber estado ahí durante la explosión… La sola idea de que a alguno le pudiera haber pasado algo…

    Sin detenerse a pensarlo dos veces y sin importarle nada más, se lanzó a toda velocidad en dicha dirección.

    - Oye, espera. – Le dijo Supergirl, pero ella no la escuchó y en su lugar se alejó volando. Ella pensó de inmediato en seguirla, pero apenas había separado un poco sus pies del suelo, cuando volvió a su mente la otra Titán, aun en el suelo e inconsciente. – Creo que tú vienes conmigo.

    Rápidamente tomó a Raven en sus brazos; estaba mucho más ligera de lo que pensó, como si fuera una simple almohada, incluso considerando su fuerza. Luego de ello, de inmediato voló detrás de Starfire.

    - - - -​

    Slade sabía de antemano que estaban demasiado cerca de la escuela, y que la explosión irremediablemente terminaría por afectarlo. Igualmente sabía que antes de que eso ocurriera, Terra tenía las fracciones de segundo suficientes para hacerle el daño que a la explosión le faltaría. ¿No hubiera sido lo más inteligente no haberlo hecho entonces?, quizás. Pero igual no se arrepentía en lo más mínimo. Ni siquiera cuando los proyectiles de piedra chocaron contra su cuerpo, algunos incluso atravesando su traje y su piel, ni tampoco cuando la onda expansiva de la explosión los empujó a ambos con violencia por los aires, y él acabó estrellándose contra el muro exterior y casi aplastado por un árbol derribado.

    Aturdido, mareado, y adolorido luego de que todo se calmó, el villano intentó ponerse de pie a duras penas. Indiferente al dolor, tomó las estacas de piedra que tenía clavadas y las sacó de tajo; no parecían haber tocado ningún punto vital. Sangraba de su cabeza y al parecer tenía lastimado el brazo izquierdo, quizás incluso roto.

    Alzó su mirada al frente, admirando los escombros y el área vacía y humeante en la que anteriormente estuvo erguida la preparatoria Murakami. Al parecer había subestimado un poco el poder de los explosivos que le había “pedido” a Chang; no contaba con que fueran a crear tal cantidad de daño.

    - Pobre Tammy Hawk. – Comentó con ironía en su tono. – Me pregunto si habrá quedado algo de ella...

    Buscó con su vista a Terra a su alrededor; con un poco de suerte, quizás hubiera terminado aplastada por los escombros, los árboles, o quizás simplemente azotada contra el suelo. No tardó mucho en encontrarla; estaba boca abajo entre algunos escombros que habían volado. Para su sorpresa, parecía consciente e ilesa, pero parecía no poder ponerse de pie. Intentaba apoyarse en sus manos y rodillas, pero apenas se alzaba unos centímetros y volvía desplomarse a tierra.

    - ¿Te encuentras bien? – Comentó con un tono divertido, acercándosele lentamente. – Me parece que no.

    La empujó con más de la fuerza debida con su pie derecho, haciendo que se volteara boca arriba; ésta ni siquiera opuso resistencia, como si fuera una simple e inerte muñeca. Se veía débil, y más pálida de lo que estaba antes… Pero no parecía herida. No tenía ningún golpe o marca visible, ni en el rostro, ni en el cuerpo. Entonces, ¿por qué se veía así?

    Volteó unos momentos de nuevo a ver hacia el centro de la explosión, meditando un poco en las opciones viables.

    - ¿Será acaso que la muerte de Tammy Hawk tuvo cierto… efecto en ti? – Murmuró en voz baja, aunque la pregunta era más para sí mismo que para la joven a sus pies. – Da igual...

    Sin contenerse, alzó su pie derecho y presionó con fuerza su bota contra el cuello de la joven, la cual abrió sus ojos de golpe y soltó un gruñido apenas audible, que podría bien haber intentado ser un grito de dolor, sino fuera porque la bota en su garganta no la dejaba hablar con claridad. Llevó sus manos al pie que la presionaba, intentando arrebatarlo con sus dedos, pero estos parecían tan débiles que ni siquiera eran capaces de sujetarlo.

    - Parece que después de todo, podré terminar de una vez por todas con este cabo suelto...

    Comenzó entonces a presionar con algo más de fuerza, poco a poco más y más profundo. Sentía que en cualquier momento dejaría de respirar, o quizás terminaría aplastando todos los músculos de su cuello primero…

    - ¡Detente, Slade! – Escuchó que una voz pronunciaba a sus espaldas; pero no era cualquier voz: era la voz de su viejo amigo Robin.

    Volteó sobre su hombro, y pudo ver de inmediato a Cyborg apuntándolo directamente con su cañón sónico, y a Robin empuñando dos de sus batarangs, uno en cada mano.

    El villano suspiró con resignación.

    - ¿No podían haber esperado al menos un par de segundos más? – Bufó al aire con cierta frustración. – Bien, da igual.

    Retiró rápidamente su pie del cuello de Terra, y ésta se giró sobre su costado derecho, comenzando a toser con desesperación, e intentando por todos los medios volver a jalar aire a sus pulmones, mientras se sujetaba su amoratado cuello con sus manos. Slade se quedó de pie a su lado, y alzó su brazo derecho en señal de rendición, ya que era incapaz de levantar siquiera el izquierdo.

    - Acepto cuando he sido derrotado. – Se explicó el villano con suma tranquilidad. – Estoy herido, me he quedado sin planes de respaldo y sin armamento, y no hay forma de que pueda derrotarlos yo solo a todos ustedes y a Supergirl. Así que felicidades, me tienen.

    Satisfacción era lo que menos les provocaba sus palabras. Cyborg se acercó con cuidado hacia él, sin quitarle los ojos de encima en caso de que fuera a intentar algo. Rápidamente tomó sus muñecas por detrás, importándole muy poco que tuviera lastimado el brazo izquierdo. Sacó entonces un par de esposas electrónicas, y se las colocó para inmovilizarlo.

    - Más te vale que ninguno de mis amigos haya estado ahí dentro, porque de lo contrario no llegarás a prisión. – Le murmuró con notorio enojo el chico mitad máquina.

    - Tranquilo, Cyborg. No es necesaria tanta violencia.

    Una vez que Slade ya estuvo esposado, Robin se permitió respirar y guardar sus batarangs. Debían enfocarse y buscar a los demás. Terra había encerrado a Chico Bestia y Tammy Hawk antes de que ellos salieran del edificio. Quizás Chico Bestia había logrado sacarlos a tiempo; pero si no…

    De repente, mientras ambos Titanes estaban enfocados en Slade, Terra se sentó de pronto en el suelo, y golpeó sus manos contra éste. La tierra debajo de ella se cubrió de un resplandor dorado, y su cuerpo literalmente fue tragado y desapareció de su vista en un parpadeo.

    - ¡Espera! – Exclamó el chico de antifaz, e intentó aproximársele antes de que desapareciera, pero fue tarde; se había ido.

    Sin embargo, no creía que fuera a ir muy lejos.

    - - - -​

    Starfire y Supergirl, ésta última cargando a Raven sobren su hombro, volaban sobre los restos de la escuela, buscando cualquier rastro de alguno de sus amigos. Starfire en verdad se veía agobiada, y flotaba de un lado a otro, inspeccionando con su vista cada roca, rozando en la desesperación.

    - Hey, espera Kory. – Le decía Supergirl con insistencia. – Tranquila, recuerda lo que tú misma me dijiste, aún sigues algo débil, ¿no? Estoy seguro que todos están bien.

    - Pero…

    - Mira, sostén a Raven un segundo.

    Antes de que pudiera replicar, Supergirl le pasó a su desmayada amiga, y rápidamente la sostuvo en sus brazos. Supergirl flotó hasta colocarse en el centro del desastre, y entonces comenzó a ver con detenimiento todo debajo de ella con su visión de Rayos X. Veía a través de las piedras y escombros, buscando cualquier rastro de presencia humana. Peinó el área de un extremo a otro, hasta que al fin logró detectar algo, justo al costado este de la escuela.

    - ¡Ahí! – Señaló con fuerza hacia abajo. – Vamos, rápido.

    Las dos descendieron hacia el punto que Supergirl había señalado. Usado su fuerza, la heroína retiró varios pedazos de muro, tirándolos a un lado. Al quitar todo, lo que se encontraron debajo… Era algo extraño. Parecía una cúpula de gran tamaño, hecha de… De aparentemente todo: piedra, roca, casilleros, pedazos de muro, de suelo, de techo, todo comprimido con gran fuerza entre sí, y con notables manchas de quemadura tras la explosión en su capa exterior.

    - ¿Qué es eso? – Cuestionó Starfire, confundida.

    - No lo sé, pero hay dos personas dentro.

    Supergirl pasó a abrir la extraña cúpula con sus manos como si fuera un huevo. Conforme lo abría y la luz entraba, pudieron ver con mayor claridad lo que se ocultaba en su interior… Chico Bestia se encontraba pecho a tierra, y Tammy Hawk estaba encima de él, abrazándolo como si lo estuviera protegiendo con su propio cuerpo. Ambos parecían estar semiconscientes, pero… Completamente ilesos.

    - ¿Están bien? – Preguntó Kara en cuanto terminó de retirar la cúpula de encima de ellos.

    El escuchar su voz pareció ser suficiente para hacer a Chico Bestia reaccionar. Intentó alzarse, pero se encontró con el peso de la chica rubia sobre él. Se levantó como pudo, colocando a Tammy sentada en el suelo. Está parecía aturdida y tenía sus ojos apenas un poco abiertos.

    - ¿Qué pasó? – Cuestionó Chico Bestia, volteando a ver a Supergirl y a Starfire.

    - ¿Cómo que qué pasó? – Exclamó Supergirl, casi asombrada. – Pasó que la escuela explotó. ¿Cómo se pudieron proteger?

    Chico Bestia no tenía idea, ni siquiera había sido del todo consciente de lo que había pasado. Tammy comenzó a recuperarse, a abrir sus ojos por completo, y a sentarse ella sola.

    - Tammy, ¿te encuentras bien? – Cuestionó Chico Bestia, preocupado.

    Sin embargo, Tammy Hawk no parecía escucharlo. La joven miraba pensativa de un lado a otro, notando las partes que aún quedaban en pie de la cúpula que los había aparentemente protegido. Era tan parecida a la esfera en la que… en la que Tara los había encerrado.

    ¿Qué había ocurrido? ¿Qué era lo último que recordaba? Llevó una mano a su cabeza, la cual le daba un poco de vueltas. Por alguna razón, presintió o más bien supo, que estaban en peligro, que el sitio estaba a sólo unos instantes de explotar en pedazos. Todo su cuerpo lo supo, y su primer impulso casi involuntario fue…

    No, no podía ser cierto.

    - ¿Yo... Hice esto..? – Murmuró en voz baja, volteando a ver de nuevo a su alrededor.

    - ¿Qué dices?, ¿qué hiciste, Tammy? – Preguntó Chico Bestia sin entender.

    - Yo... No lo sé… Yo sólo pensé que quería protegerte... Yo sólo... Quería...

    Antes de que pudiera terminar de hablar, sintieron como el suelo debajo de ellos temblaba. A unos cuantos metros, la tierra se abrió, y la figura de una persona salió saltando de dicha brecha, aunque al descender de nuevo al suelo, apenas sus pies lo tocaron, se dejó caer de golpe al frente con debilidad.

    - ¡Tara! – Exclamó Tammy al reconocerla, y de inmediato se puso de pie y se le acercó, aunque Chico Bestia hubiera intentado detenerla.

    Tammy se agachó a su lado, e hizo que se volteara y quedara boca arriba. Terra seguía con la misma expresión débil y pálida, y respiraba con dificultad. Su cuello estaba amoratado y si se miraba con cuidado se podía notar la marca de la suela de la bota de Slade en él.

    - Tara, ¿estás bien? ¿Qué te ocurre? ¿Qué tienes?

    Ella no respondía.

    Chico Bestia se acercó con cautela y se agachó también a lado de ella. Aunque se suponía que debía de estar enojado, o incluso más, con esa persona… El verla en ese momento así, tan indefensa, sufriendo… No podía evitar hacer a un lado todos esos sentimientos y sentir… ¿Qué era lo que sentía exactamente? ¿Qué es lo que esa persona la hacía sentir…?

    - ¿Terra? – Murmuró en voz baja, colocando su mano sobre la de ella. – Terra, ¿qué pasa? ¿Slade te hizo algo? Háblanos, por favor.

    Siguió sin responder por varios segundos más, hasta sus ojos volvieron a abrirse poco a poco, y estos se centraron justo en Tammy Hawk.

    - ¿Por qué...? – Murmuró en voz baja con debilidad.

    - ¿Qué? – Respondió la estudiante, sin lograr entender.

    - ¿Por qué lo hiciste...? ¿Por qué no pudiste… Dejarlo…? – Alzó en ese momento su mano enguantada y la pegó contra la mejilla la joven. – Lo único que tenías que hacer... Era ser feliz... Ser feliz siendo... Tammy Hawk... ¿Fue tan… difícil…?

    La mano que había colocado en su mejilla se dejó caer abruptamente hacia un lado, como si todas las energías que quedaban en su cuerpo se hubieran esfumado. Ante los ojos incrédulos de todos, sobre todo de Tammy y Chico Bestia, el cuerpo de la joven comenzó a brillar en un tenue fulgor rojo y comenzaba a despedazarse poco a poco como pequeñas chispas de fuego al aire.

    - ¡Tara! ¡¿Qué te está pasando?! – Exclamó Tammy, totalmente pasmada por la escena ante ella.

    - Podríamos al fin haber tenido todo lo que queríamos. – Dejó escapar en un pequeño susurro. – Podríamos al fin haber tenido una vida normal... Una vida perfecta... Pudimos... Haber... Sido... Felices...

    Su cuerpo se fue desintegrando cada vez más rápido, hasta que todo su ser pareció convertirse en mero polvo rojizo siendo arrastrado por el aire, y escapándose por entre los dedos de Tammy y Chico Bestia. Ambos simplemente pudieron quedarse con plena impotencia, viendo atónitos como esos pequeños destellos se alzaban hasta lo alto y luego se esfumaban por completo de su vista. En el suelo entre ambos, sólo habían quedado sus prendas: sus guantes, sus botas, sus pantalones y su camiseta negras, acomodadas en la posición exacta en la que sólo unos momentos atrás, su cuerpo las estuvo ocupando.

    - ¿Pero qué pasó...? – Exclamó Supergirl confundida, quien había presenciado todo aquello desde la distancia junto con Starfire; ella se encontraba en el mismo estado.

    Chico Bestia aún sujetaba en su mano el guante que cubría la mano de Terra. ¿Qué significaba lo que acababa de ver? ¿Cómo se suponía que debía de reaccionar? ¿Qué debía de sentir? Ni siquiera tenía algo cercano a una idea que lo ayudara a comprender quién o qué era realmente esa Terrra, y ahora… ¿Y ahora qué? ¿Se había ido? ¿Había acaso… muerto?

    Pero lo extraño era que, aunque no pudiera comprenderlo por completo, en el centro de su pecho comenzaba a sentir un profundo, muy profundo… vacío…

    Alzó su mirada hacia Tammy. Ella tenía los ojos totalmente abiertos y su rostro petrificado en una grave mueca de espanto. Sus manos, alzadas a unos centímetros por encima de las ropas ahora vacías, temblaban ligeramente.

    - ¿Tammy? – Cuestionó el Titán con cautela. – Tammy, ¿me escuchas? ¿Te encuentras bien…?

    Tammy siguió en la misma posición y con la misma expresión en su rostro, y no le respondió absolutamente nada. De pronto, llevó abruptamente sus manos a su propia cabeza, sujetándosela con fuerza, al tiempo que cerraba rápidamente sus ojos. Comenzó a soltar varios gemidos de dolor, a respirar con agitación, como si tuviera miedo de algo que la perseguía.

    Los héroes a su alrededor poco o nada podían suponer de lo que pasaba su cabeza en esos momentos… Imágenes, una detrás de la otra, pasaban como una película en reversa a toda velocidad. Desde ese momento justo, yendo cada vez más y más detrás. Todo visto desde su perspectiva, todo acompañado de sus propios pensamientos y sentimientos…

    Pero no tenía sentido. Esas imágenes no eran de ella; ella no había visto, ni dicho, ni hecho nada de eso… Ella no era esa persona… No lo era…

    Fue demasiado… demasiado…

    - ¡¡Aaaaaaaah!! – Soltó de golpe un fuerte y estruendoso grito al aire con todas sus fuerzas, exteriorizando todo el dolor y confusión que estaba sintiendo en ese mismo instante. Pero no fue sólo el sonoro grito lo que se percibió, ya que acompañándolo se vino un tremendo terremoto que comenzó a agitar todo el sitio con violencia.

    - ¡¿Qué rayos?! – Exclamó Supergirl, sorprendida, alzándose en el aire al igual que Starfire. – ¡¿Ella está haciendo esto?!

    Tammy seguía gritando y gritando, y el terremoto continuaba sin detenerse ni un instante. Podían escuchar como los edificios cercanos se agitaban y sus ventanas se rompían. La alarma de cualquier auto cercano comenzaba a sonar, y delgadas grietas comenzaban a abrirse por el suelo, y de algunas incluso comenzó a surgir agua de alguna tubería.

    Todo ese lugar, que ya de por sí se veía como un sitio en ruinas tras la explosión, por imposible que pareciera estaba tornándose mucho peor.

    Chico Bestia estaba confundido. En verdad parecía que ese terremoto estuviera reaccionando… a Tammy, a su estado actual. Pero… ¿Era acaso posible que…?

    - ¡¿Tammy?! – Exclamó con fuerza, tomándola de sus hombros, intentando verla a los ojos, pero ella los seguía teniendo cerrados y su cabeza agachada. Chico Bestia guardó silencio unos momentos, dudoso. – ¿Terra? ¡Terra! ¡¿Eres tú?!

    Tammy abrió sus ojos lentamente; estos estaban totalmente cubiertos de lágrimas, que comenzaron a escurrir por sus mejillas.

    - Chico Bestia. – Pronunció la joven rubia entre sollozos.

    No podía creerlo. ¿Podría ser cierto? ¿Podría realmente ser lo que estaba pensando?

    El terremoto continuaba, y los daños a su alrededor se notaban cada vez más.

    - ¡No hay de otra!, ¡debemos noquearla! – Inquirió Supergirl, elevándose sorbe Tammy y alzando su puño con toda la disposición de golpearla.

    - ¡No!, ¡espera! – Le indicó Chico Bestia, alzando una mano hacia ella para indicarle que se detuviera. – ¡Terra, escúchame! – Pronunció el Titán con firmeza, mientras veía fijamente a la estudiante y la sujetaba de sus hombros. – Tienes que calmarte, ¡tienes que controlar tus poderes!

    - ¡No puedo! ¡No puedo hacerlo!

    - ¡Sí puedes! ¡Ya lo has hecho antes! Tú confiaste en que podría sacarte sana y salva de esa esfera, ¿o no? ¡Pues yo confío en ti ahora! ¡Yo sé que puedes hacer esto! ¡Yo sé puedes, Tammy! ¡Yo sé que puedes, Terra!

    Tammy lo miró con detenimiento con sus ojos aun cubiertos de lágrimas. Respiró entonces hondamente, y volvió a cerrar los ojos. Inclinó un poco su cuerpo hacia adelante, haciendo que, ya fuera apropósito o no, su frente se pegara con la de Chico Bestia. Éste no se opuso a ese contacto, y de hecho la rodeó con sus brazos, intentando de alguna forma transmitirle algo de confianza con ese sencillo abrazo.

    La rubia siguió respirando lentamente, al tiempo que apretaba sus puños con fuerza. Abrió sus ojos de golpe y estos brillaron de un dorado intenso, al igual que manos. Alzó estas hacía el frente, por encima de los hombros de Chico Bestia. Starfire pareció atónita al ver esto, ya que esa apariencia le fue más que reconocible de inmediato.

    - Terra…

    El terremoto se fue calmando poco a poco. Las grietas que se habían abierto comenzaron a cerrarse, y el suelo dejó de moverse. Luego de unos cuantos segundos, todo quedó en absoluta tranquilidad y silencio.

    Una vez que todo había terminado, los ojos y las manos de Tammy dejaron de brillar. La joven soltó un ligero suspiro de cansancio, y dejó caer sus brazos hacia los lados. Chico Bestia separó entonces su frente de la suya, y volteó a todos lados para verificarlo; y en efecto, todo estaba de nuevo tranquilo.

    - ¡Lo lograste!, ¡lo lograste, Terra! – Pronunció emocionado, mirando a la joven rubia con una amplia sonrisa.

    Con notoria debilidad en su rostro, ella volteó a verlo también. Al ver como la miraba de esa forma, y como le sonreía, ella no pudo evitar regresarle la misma sonrisa… Un instante antes de que sus ojos se volvieran a cerrar, y su cuerpo se dejara caer hacia un lado; y hubiera caído de lleno, si Chico Bestia no lo hubiera tenido sujetada con sus brazos.

    - ¡Terra! – Exclamó preocupado, tomándola con firmeza y haciendo que se sentara en el suelo mientras la sujetaba contra él y la revisaba. Estaba viva, pero completamente inconsciente.

    - ¡¿Se encuentran bien?! – Escucharon que pronunciaba con fuerza a reconocible voz de su líder, Robin. Él y Cyborg se acercaban con rapidez hacia ellos.

    En cuanto ambos llegaron a la escena, examinaron rápidamente a todos ahí. Starfire cargaba a Raven inconsciente en sus brazos, Supergirl levitaba a un metro del suelo, y Chico Bestia estaba sentado, sujetando en sus brazos a una inconsciente Tammy Hawk; era difícil decidir por dónde empezar.

    - ¿Ella fue la que provocó el terremoto de hace unos momentos? – Preguntó Robin con seriedad, centrando su atención en Tammy. – ¿Dónde está la otra Terra?

    Chico Bestia volteó a ver hacia un lado de él, en dónde reposaban aun sus ropas inertes.

    - No lo sé... Se esfumó, se desintegró; no sé qué pasó… Pero sólo dejó eso.

    Robin viró hacia donde él miraba, y notó igualmente las ropas en el suelo, reconociendo de inmediato que se trataba de lo que la otra Terra usaba. ¿Se desintegró? Al no haberlo visto por su cuenta, era difícil entender tal descripción.

    Se giró entonces hacia Starfire, o más específicamente hacia Raven, dormida en sus brazos.

    - ¿Raven ya está bien?

    - Yo no diría bien, pero sí fuera de combate por ahora. – Se apresuró Supergirl a responder, cruzándose de brazos. – No fue nada sencillo, sí me permites decirlo.

    Starfire asintió lentamente con su cabeza, secundando las palabras de Supergirl.

    - Usé el suero de Cyborg. Por el momento debe de estar tranquila.

    Entonces, en resumen, la otra Terra había desaparecido, Raven estaba neutralizada, y Slade atrapado. La escuela había explotado, pero no había habido ni una sola baja ya que no había nadie más que ellos en ese sitio. En la teoría, algunos podrían decir que esa había sido una misión medianamente exitosa, pero… No se sentía ni cerca algo parecido a ello…

    Supergirl quizás era la menos afectada al no conocer aún toda la historia; pero el resto parecía notoriamente abrumado por el simple hecho de que sabían muy bien que… Ese no era el final de esa historia.

    Chico Bestia miró de nuevo a Tammy; estaba plácidamente dormida, muy tranquila. La tomó en sus brazos y la alzó. Sin embargo, al hacerlo, algo llamó su atención… en su cuello. El cuello de Tammy estaba amoratado, como si hubiera sido golpeado… o aplastado por una bota…

    - Bien, creo que tengo que preguntar lo que todos estamos pensando. – Señaló Cyborg con firmeza, sacado un poco a su compañero de piel verde de su confusión. – ¿Alguien tiene una maldita idea de qué rayos acaba de ocurrir aquí?

    Ninguno respondió nada, ya que, en efecto, ninguno tenía ni una maldita idea…

    FIN DEL CAPITULO 21

    Notas del Autor:

    ¡La cantidad de saltos de escena en este capítulo es endemoniadamente alta! Espero que no haya sido confuso para alguno. E igualmente espero que no lo hayan sentido apresurado o algo así.

    Aprovecho para mencionar que alguien me señaló en los comentarios que el cañón de Cyborg es de echo un cañón sónico y no un cañón láser; mi error, lo siento. Igual de aquí en adelante se manejará como tal, gracias por el comentario.

    Pero bueno, con este capítulo concluimos el combate en la Preparatoria Murakami (y con la Preparatoria Murakami en sí), y de paso casi concluimos el tema de Terra y Tammy (o algo así). ¿Qué les pareció? Si les soy sincero, esperaba que todo este asunto abarcara dos capítulos, máximo tres, y terminó abarcando cinco. ¿Qué puedo decir?, no hay excusa o motivo, sólo pasó así. Pero bueno, igual hasta ahora ha sido mi parte favorita de la historia, pero es momento de pasar a otra cosa.

    Aún quedan algunos temas que hay que aclarar, explicar, y concluir antes del final. ¿Qué es lo que más les interesa que ya quede claro? ¿Terra y Tammy? ¿Jared? ¿Qué fue lo que pasó a Raven? Estén al pendiente. ¡Nos Leemos!
     
  11.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    10130
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 22
    “Últimas Horas”

    Sus ojos comenzaron a abrirse a duras penas. Aun antes de poder divisar algo con claridad, lo primero qué sintió fue que su cabeza le daba vueltas; de no haber estado recostada, posiblemente hubiera terminado de nuevo en el suelo. De manera borrosa, distinguió un techo blanco suspendido sobre ella, pero nada más. Escuchaba algunas voces, pero eran muy lejanas; algunas sirenas sonando estridentemente, y mucho movimiento. ¿En dónde estaba? ¿Qué había ocurrido?

    - ¿Se encuentra bien? – Escuchó que una vez pronunciaba con más fuerza que cualquiera de los otros sonidos. Quien quiera que le estuviera hablando, debía estar de hecho justo a su lado, pero aunque el sonido entrara por su oído de manera clara, era como si su cerebro no alcanzara a comprender del todo lo que escuchaba. – ¿Me escucha? ¿Puede hablarme?

    Una molesta luz brillante comenzó a pasar frente a sus ojos, haciendo que sólo viera incluso menos que antes. Aun así, pareció suficiente para hacerla reaccionar un poco más, lo suficiente para sentarse lentamente. El mareo seguía presente, por lo que inconscientemente cerró sus ojos y llevó su delgada mano hacia su rostro, sujetándolo.

    - ¡Señora Hawk! – Escuchó una voz chillona pronunciar con fuerza. – Señora Hawk, ¿se siente bien?

    ¿De quién era esa voz? Ella la conocía… O al menos le sonaba familiar.

    Volvió a abrir los ojos y a echar un vistazo a su alrededor. El sitio le pareció realmente extraño los primeros segundos, pero poco a poco comenzó a darse cuenta de en dónde estaba realmente: era el interior de una ambulancia, y ella se encontraba sentada sobre una camilla. El hombre a su lado que le hablaba era un paramédico, y en esos momentos parecía estar revisando su presión. La otra voz que le había hablado era la de una jovencita, de pie frente las puertas abiertas de la ambulancia. Quizás aún seguía bastante confundida, pues tardó un rato en poder distinguir su rostro, y aún más en que se le viniera a la mente su nombre.

    - ¿Sarah? – Murmuró la mujer mayor con debilidad.

    - No se levante. – Escuchó que le indicaba el paramédico; ni siquiera notó en que momento había intentado hacerlo. – Sufrió un desmayo, debe reposar un poco, por favor.

    ¿Un desmayo? ¿Se había desmayado? ¿Cuándo? ¿Dónde?

    Volvió a mirar a la chica, la cual la miraba a ella con preocupación. Notó entonces que unos pasos detrás de ella, había otra, de su misma edad, pero con piel morena. ¿De dónde conocía a esas jovencitas? Las conocía, de eso estaba segura… Pero de momento no le era del todo claro. ¿Y qué hacía ahí en esa ambulancia? ¿Qué había ocurrido? ¿Había habido un accidente? ¿A dónde había ido…?

    Toda la conmoción afuera se acrecentó de golpe. Se escucharon gritos de emoción, e incluso algunos aplausos. Todo ese escándalo, pareció jalarla de regreso a la realidad. Las personas afuera, al menos aquellas que lograba ver, miraban en la misma dirección, incluidas las dos jóvenes frente a la ambulancia.

    - ¿Qué pasa? – Cuestionó cofundida.

    - ¡Son los Jóvenes Titanes! – Exclamó Mary, con entusiasmo.

    - ¡Y traen esposado al sujeto que nos atrapó! – Secundó Sarah de inmediato.

    - ¿Los Jóvenes… Titanes…?

    La mujer comenzó a levantarse lentamente de la camilla. El paramédico intentó detenerla, pero ella no le hizo ningún caso. Se bajó de la camilla, y luego se bajó de la ambulancia, intentando ver hacia donde todos veían. En efecto eran ellos, cinco jóvenes en total, que caminaban desde el cráter cubierto de escombros, hasta la multitud de personas. Entre ellos, venía incluida una jovencita rubia que usaba un traje con los colores y el escudo del famoso Superman, y que cargaba en sus brazos a otra joven, al parecer inconsciente, de cabellos oscuros, con un vestido azul casi hecho trizas. El más alto de todos ellos, un chico fornido y de apariencia agresiva, empujaba a un hombre esposado, también alto, de cabello blanco y barba de candado, también blanca, con un parche en uno de sus ojos, y vistiendo una extraña armadura.

    Otro de ellos que llamó su atención a continuación, era el chico de piel y cabello verde, quien cargaba en sus brazos a otra persona desmayada: una chica de largos cabellos rubios…

    - ¡Es Tammy! – Exclamó Sarah con asombro, pero también con horror al distinguir su estado. – Oh, no…

    - ¿Tammy? – Murmuró en voz baja la señora Hawk.

    Sólo hasta que pronunció ese nombre con sus propios labios, se volvió comprensible para ella. Aun así, su reacción fue algo tardía; era como si su cerebro estuviera dudando de qué debería de ser lo correcto para esa situación, y se debatía entre varias opciones diferentes. Pero al final, la más obvia fue la que ganó.

    - ¡Tammy! – Exclamó con fuerza, y olvidándose de todos sus mareos y de su debilidad, comenzó a correr hacia ellos, incluso pasando la línea policíaca. Intentaron detenerla, pero ella siguió avanzando, hasta interceptar a los jóvenes héroes, en específico al chico de piel verde. – ¿Está bien? ¿Qué fue lo que le pasó?

    Chico Bestia se sorprendió un poco al sentirse invadido de pronto de esa forma. Miró algo confundido a la mujer, sin serle familiar en lo más mínimo. Volteó entonces a ver el plácido rostro de Tammy… ¿o Terra?, en sus brazos, sin dar ninguna señal de consciencia, pero aun respirando, que era lo que importaba.

    - Sólo está inconsciente. – Se explicó el Titán, y entonces echó otro vistazo rápido a la mujer. – ¿Usted es...?

    - Soy su abuela. – Respondió la mujer rápidamente, adelantándose a la pregunta.

    - ¿Su abuela? – Exclamó Chico Bestia, incapaz de ocultar su sorpresa. ¿Cómo que su abuela?

    Antes de poder averiguar más, un par de paramédicos se acercaron a ellos, uno de ellos jalando detrás de sí una camilla. Chico Bestia colocó a la joven rubia en la ésta, y ellos empezaron de inmediato a revisar sus signos vitales.

    - Necesita una revisión completa. – Indicó uno de los paramédicos. – Llevémosla a la ambulancia, para transportarla al hospital.

    Se disponían a llevar la camilla directo hacia la ambulancia, pero Chico Bestia rápidamente tomó la tomó, evitando que avanzaran.

    - Esperen, no pueden llevársela. – Exclamó el chico verde con firmeza, confundiéndolos un poco.

    - Estará bien, Chico Bestia. – Escuchó que Robin le decía, justo a su lado. – Slade ya está bajo custodia. No podrá hacerle daño.

    El Titán viró su atención un poco hacia su derecha. Cyborg había entregado a Slade a la policía, sin máscara, esposado, herido, con un brazo roto, y sin ningún arma o robot para apoyarlo. Tres oficiales lo guiaban hacia la parte trasera de un camión para prisioneros, aunque no ejercía de hecho ningún tipo de resistencia. La jefatura ya tenía a su disposición, celdas especiales para mantener bajo control a villanos peligrosos, incluso peores que Slade, cortesía de Wayne Enterprises. Todo indicaba sin lugar a duda, que Slade estaría fuera de combate, al menos por un largo tiempo.

    Sin embargo, no era sólo la amenaza de Slade lo que preocupaba a Chico Bestia, y lo hacía desear que no se la llevaran. Había pasado tanto tiempo, había prácticamente creído que había perdido a Terra por completo. Y entonces ocurre… todo eso que acababa de ocurrir, y que aún no lograba comprender del todo. Lo que sí creía comprender era que Terra había regresado, y no quería apartarse de ella ni un momento. Aún tenía tantas preguntas, tantas cosas de las que necesitaba hablar con ella.

    Pero, del otro lado, ella quizás en verdad necesitaba atención médica, y si esa mujer realmente era su abuela… o algo así, también necesitaba estar con ella. Sin olvidar claro, el hecho de que no podía ser egoísta en esos momentos, en los que claramente algo más grande estaba ocurrido con su compañera Raven. Debía ser maduro y tomar la decisión correcta.

    - Está bien. – Murmuró en voz baja, soltando la camilla y dejando que se fueran, y los paramédicos se apresuraron. Sin embargo, uno de ellos se detuvo al ver a Raven inconsciente en los brazos de Supergirl.

    - ¿Qué hay de ella? – Cuestionó rápidamente. – ¿También requiere atención?

    - Descuiden. – Explicó Robin rápidamente. – Ella está bien, nosotros nos encargaremos.

    El paramédico asintió con su cabeza, y ambos se alejaron junto con la camilla que llevaba a Tammy. La señora Hawk se disponía a seguirlos, pero se detuvo unos momentos para virarse de nuevo hacia los jóvenes héroes, especialmente al chico de piel verde.

    - Gracias por salvarla. – Murmuró la mujer, haciendo una pequeña reverencia con su cabeza, y si esperar respuesta se apresuró a alcanzar a los paramédicos.

    Chico Bestia estaba tan confundido, que ni siquiera se podía dar el tiempo de disfrutar de ese agradecimiento. ¿Terra tenía una abuela? No, Tammy Hawk la tenía… Pero si esa chica era realmente Terra, ¿quién era entonces Tammy Hawk? ¿Y quién o qué era la otra Terra que conocieron y que ahora había desaparecido?

    Por el rabillo del ojo, vio cómo se le acercaban ahora dos chicas, con el mismo uniforme que Tammy. Las reconoció de inmediato: eran las dos amigas de Tammy, a las que casi siempre veía con ella. Normalmente siempre le tocó conocerlas con una actitud un tanto agresiva hacia él cuando estaba cerca, pero ese día era diferente; ese día lo miraban con una amplia sonrisa que al Joven Titán confundía mucho.

    - Chico Bestia, gracias por salvarnos, a nosotras y también a Tammy. – Comentó Mary con felicidad.

    - Perdón por cómo te tratamos siempre. – Se disculpó Sarah a continuación. – Eres en verdad un chico genial.

    - Sí, Tammy es afortunada de que… bueno…

    - De que estés ahí para ella.

    Ambas le sonrieron al mismo tiempo, y con esa sonrisa le transmitieron al Titán mucha más gratitud de lo que sus palabras podrían. Chico Bestia se sintió un poco apenado por sus palabas, y no pudo evitar virarse hacia otro lado, él mismo sonriendo levemente.

    - No deben de decirlo. Cuiden de ella, por favor.

    Mary y Sarah asintieron con sus cabezas, y un instante después se alejaron, para dirigirse con sus respectivas familias.

    Había sido una tarde bastante larga, y todos poco a poco se iban retirando a sus casas. El escenario detrás de ellos era devastador, pero no se había perdido ninguna vida humana, y eso era lo importante. Aun así, esa victoria, si es que era correcto llamarlo de esa forma, les resultaba algo agridulce a los héroes de Jump City. Quizás habían detenido a Slade, quizás habían salvado a todos… Pero aún había demasiado abierto en todo ello.

    - Muy bien. – Pronunció Supergirl, una vez que Cyborg volvió hacia donde estaban, y estuvieron de nuevo sólo ellos. – ¿Y ahora qué?

    Sí, esa era una muy buena pregunta, pero en ese momento había una sola respuesta posible.

    - Volvamos a la Torre. – Señaló Robin con seriedad, justo antes de mirar el rostro dormido de su compañera Raven. – Tenemos otros asuntos de los cuáles ocuparnos.

    Nadie dijo nada a su sugerencia, ni a favor ni en contra. Simplemente se pusieron en marcha, cada uno quizás en diferente medio de transporte, pero todos con un mismo destino.

    - - - -​

    Para cuando todos llegaron a la Torre, faltaba quizás una hora para que comenzara el atardecer de ese largo día, que aún parecía resistirse a terminar. Los Titanes, en compañía de Supergirl, se dirigieron en grupo hacia la habitación de Raven. En una situación normal, estaba completamente prohibido que cualquier persona pusiera un pie en ese sitio, incluidos ellos, sus propios amigos. Sin embargo, esa no era en lo más mínimo una situación “normal”.

    Supergirl colocó a Raven delicadamente sobre su cama. La hechicera seguía plácidamente dormida; no había dado aún ni una sola seña de vida. Todos estaban de pie a lado de su cama, a excepción de Starfire, quien había ido a otro lado sin explicarles bien a qué.

    - ¿Será seguro simplemente dejarla aquí en su cuarto? – Cuestionó Chico Bestia. – ¿Qué pasará si despierta y sigue un poco loca?

    - ¿Tienen alguna otra opción en mente? – Añadió Supergirl, cruzándose de brazos.

    Cyborg fue el único que saltó en ese momento con alguna sugerencia.

    - Quizás pueda ajustar la prisión mágica que hicimos para protegerla de las criaturas de Trigon para que no deje salir nada en lugar de no dejar entrar...

    - Nada de prisiones. – Señaló Robin de inmediato, mirándolos sobre su hombro. – Debemos confiar en que estará bien.

    - ¿Y si no?

    Robin volteó a ver de nuevo a su compañera, descansando sobre su cama, tan tranquila, como si nada hubiera ocurrido. Entendía sus miedos y preocupaciones; sería un mentiroso si decía que él no las tenía. Sería muy fácil meterla a una celda, o mantenerla sedada, todo con tal de no enfrentar lo que se ocultaba detrás de esa placida imagen. Pero ellos no eran así, no podían ser así. Eran los Jóvenes Titanes, eran héroes. No se ocultaban de los peligros, existían para enfrentarlos de frente y solucionar los problemas, por más horribles o incómodos que estos fueran. Y eso incluía principalmente cuando se trataba de ayudar a sus amigos.

    Pero esa era una situación delicada y que tenía que ser tratada con la misma delicadeza. Sabía lo que tenía que hacer; lo estuvo meditando durante todo el camino de regreso a la Torre, y era lo única opción que había visto viable.

    Con paso cauteloso, avanzó hacia el escritorio de Raven, y tomó la silla de éste. La levantó y llevó hacia un lado de la cama, para luego sentarse en ella tranquilamente.

    - Yo me quedaré aquí para hablar con ella en cuanto despierte. – Comenzó a decirles con firmeza. – Ustedes aguarden en la sala. Los llamaré si ocupo cualquier cosa.

    Sus tres amigos presentes, parecieron alarmarse ante tal petición.

    - Dick, no creo que eso sea buena idea. – Señaló Supergirl, sacándole la vuelta a la cama para caminar hacia él. – Tú no la viste cuando estábamos peleando con ella, pero en verdad estaba muy, muy, muy fuera de control allá.

    - Lo sé. Por ello necesito hablar con ella, a solas, antes de que sienta que tiene que enfrentar a alguno de ustedes.

    - Amigo… - Dijo Cyborg ahora, dando un paso al frente. – Sé que no hemos tenido tiempo de hablar de ello, pero creo que todos notamos que en parte eres tú la causa de esa… pérdida de control. El verte, podría empeorarlo.

    Supergirl pareció confundirse un poco ante ese comentario. Volteó a ver a Cyborg y a Chico Bestia, y una vez a Robin, en busca de alguna explicación más extensa, pero no la recibió. Era normal que ella no entendiera; ella había llegado un poco tarde al conflicto, no había llegado a notar lo que había ocurrido en la enfermería, o haber visto como Raven había reaccionado a Robin o a lo que la otra Terra había insinuado sobre él. Pero los demás sí, en especial Chico Bestia, y aunque tampoco él supiera aún toda la historia, él al igual Cyborg, tenían claro que involucraba al Joven Maravilla.

    Bajo esa premisa, ¿sería realmente sensato dejar a Robin solo con Raven?

    - Robin tiene razón. – Se escuchó de pronto la voz de Starfire, exclamando desde la puerta del cuarto. Todos se viraron en dicha dirección y vieron de inmediato a su amiga pelirroja, cargando en sus manos los restos de lo que originalmente fue una caja de madera… y pedazos de cuervos de chocolate. – Él es quien debe de hablar con Raven. Nosotros debemos de confiar en él.

    Cyborg y Chico Bestia miraron con cierta confusión lo que estaba cargando en sus manos, y reconocieron de inmediato lo que era. Se veía que querían preguntarle, pero ella no esperó a que lo hicieran. Se dirigió por su cuenta hacia el buró a lado de la cama de Raven, y colocó los pedazos de madera y chocolate sobre éste.

    - Esto es de Raven. Quizás quiera verlo al despertar.

    Alzó en esos momentos su mirada hacia Robin. Con su antifaz, era difícil descifrar cuál era expresión exacta, pero parecía calmado… más de lo que uno esperaría. Asintió con su cabeza ante sus palabras, y Satarfire le respondió de la misma manera.

    - Dejémoslos solos. – Comentó la Tamaraniana, siendo la primera en salir de nuevo por la puerta. Los demás dudaron en un inicio, pero al final la siguieron.

    Los cuatro avanzaron juntos por el pasillo hacia la sala, cada uno bastante pensativo.

    - Con toda la conmoción, ni siquiera te hemos podido agradecer por tu ayuda, Supergirl. – Comentó Cyborg, rompiendo lo que estaba a punto de convertirse en un incómodo silencio. – La verdad es que quizás no lo hubiéramos logrado sin ti.

    Supergirl sonrió complacida por su comentario.

    - Descuiden, la verdad no creo haber sido lo suficientemente útil.

    - Claro que lo fuiste, Kara. – Comentó Satarfire, con cierto desasosiego en su tono, no muy común en ella. – No podría haber detenido yo sola a Raven, y nos protegiste de la explosión.

    - Sí, pero tengo una duda. – Añadió Chico Bestia. – ¿Cómo supiste en un inicio que ocupábamos ayuda?

    - Oh, eso fue gracias a este juguete que Robin me dio. – Comentó Supergirl, tomando de su cinturón el comunicador amarillo y redondo de los Titanes, el mismo que Robin le había entregado la primera vez que había ido a Jump City de visita. – Recibí la llamada de esa chica rubia pidiéndote ayuda, Chico Bestia. Escuché a ambos a hablar y a ese sujeto de máscara tomándola al final. No estaba segura de qué se trataba pero tenía el presentimiento de que podrían ocupar ayuda, por lo que me viene disparada para acá.

    - ¡Claro! – Exclamó el joven verde con fuerza. – Tammy… O… Terra… activó por accidente un alerta general.

    - Esa llega a todos nuestros comunicadores. – Añadió Cyborg. – Y el tuyo de seguro seguía conectado a nuestra frecuencia, ya que era el de Robin. Fue en verdad un golpe de suerte.

    - No creo que algo en esto pueda ser llamado “de suerte”. – Escucharon como Starfire comentaba, aún más pesar que antes.

    Starfire se encontraba considerablemente afectada por todo ello, y ninguno de sus compañeros podía culparla. Y en efecto tenía razón: ese asunto tenía de todo, menos “suerte”.

    - - - -​

    Una vez que se quedaron solos en la habitación, Robin fue capaz de quitarse esa fachada de despreocupación y seguridad. No podía fingir mucho más que todo eso no le molestaba o afectaba de algún modo. Por supuesto que lo hacía, y mucho. Todo eso lo confundía, y lo confundía demasiado. Se suponía que debía ser frío, objetivo, concentrarse enfocarse en lo importante, no dejarse llevar por sus sentimientos. ¿Pero cómo no hacerlo? Lo que había ocurrido en la enfermería, las cosas que Raven le había dicho, las que luego le dijo Starfire… incluso esos cuervos de chocolate que ahora se posaban ahí sobre el buró.

    No sabía siquiera como definir su estado de ánimo. ¿Confundido?, se quedaría corto el usar esa palabra. ¿Incómodo? Sí, había bastante de ello. ¿Molesto? Definitivamente, pero no tenía ni idea de con quién. ¿Con Raven?, ¿con Starfire?, ¿consigo mismo?, ¿o con quién fuera que estuviera detrás de esto?

    Suspiró con algo de cansancio. Ese era otro estado de ánimo posible: cansado.

    Hizo entonces algo que no acostumbraba mucho hacer, pero que en esos momentos sentía que lo necesitaba: Tomó su antifaz, con sus dedos, y se lo retiró, dejando al descubierto su rostro entero, incluyendo sus brillantes ojos azules, los ojos azules de Richard Grayson, hijo de los Grayson Voladores, e hijo adoptivo de Bruce Wayne. Muy pocas veces en su vida, había sentido esos deseos de ser simplemente eso, simplemente un acróbata en un circo, o incluso un chico ordinario que iba a la escuela y presentaba exámenes, como todos esos chicos que acababan de salvar esa tarde, como Tammy Hawk. ¿Ese era uno de esos momentos? ¿Así era como se sentía?, ¿desearía por esa ocasión sólo ser Dick y no ser más Robin?, ¿no tener que cargar con todo eso?

    Quizás sí… quizás no…

    Pasó sus dedos, aún cubiertos por su guante, por sus cabellos negros, como si ese sencillo acto pudiera calmarlo aunque fuera un poco. Sacó entonces de su cinturón una pistola para inyectar, con una ampolleta que contenía un líquido anaranjado. Esa inyección contrarrestaría el efecto del somnífero que Starfire le había inyectado a Raven, y la despertaría de inmediato. Sin embargo, no la usó; en su lugar, la colocó sobre el buró a su lado, junto con su máscara.

    Necesitaba aclarar su cabeza primero, y decidir qué le diría exactamente una vez que despertara. Si se dejaba llevar por sus confusas emociones en ese momento, podría hacer o decir algo que no debía, y era lo último que necesitaban. Sentía, de hecho, un poco en su interior el deseo de recriminarle lo sucedido, de que se lo explicara, pero a la vez no estaba seguro de que tan consciente sería de lo ocurrido; qué tanto lo había hecho por su propia voluntad, y que tanto era cierto de lo que dijo.

    Se quedó un rato más, sentado, mirándola fijamente con detenimiento. Había pasado tanto tiempo como su compañero, pasado tantas aventuras juntos, pero quizás nunca se había detenido a reparar en lo realmente atractiva que era. Claro que se había dado cuenta que era atractiva; héroe o no, seguía siendo un chico, y era difícil no notar esas cosas. Aunque lo ocultara tras su capucha y sus ropas oscuras, aunque se parara en la oscuridad, como si intentara que la menor cantidad de ojos posibles se posaran en ella… él se había dado cuenta.

    Pero nunca pensó demasiado en ello, nunca consideró que fuera algo que valía la pena darle tanto peso o tanta importancia. Raven era una amiga valiosa para él por muchos otros motivos. Era una persona en la que podía confiar, una persona que realmente apreciaba, y realmente quería. Y, a pesar de siempre comportarse con apatía con todo, ella había demostrado más de una vez lo realmente leal que era hacia sus amigos, y lo importantes que eran estos para ella. Era realmente una persona especial, como ninguna otra que hubiera conocido en todos su años, ahí en Jump City, o en Gótica. Era fascinante, una persona con la que siempre era agradable conversar, o incluso simplemente pasar el rato a su lado en silencio, era algo cómodo. No podía decir que lograba sentirse así como muchas otras personas.

    Pero… Lo que sentía por Raven, lo que opinaba de ella… ¿Era algo más que eso? ¿Era algo más como Starfire le había dicho? ¿Era realmente algo diferente a lo que creía que sentía por ella?, ¿o lo que había sentido por Bárbara…? ¿Cuál era la verdad de todo eso? ¿Qué era lo que sentía en realidad?

    Batman le había enseñado mucho de muchas cosas, pero nada sobre sentimientos; ni siquiera le constaba que él mismo los entendiera muy bien tampoco.

    ¿Debía hablar con Raven de frente sobre eso? ¿Debían aclarar por completo todo ese tema? Quizás era lo mejor, quizás es lo que las personas normales y sensatas hacen, hablar de sus sentimientos, aclarar lo que sienten, discutirlo… Pero ellos no eran personas normales; eran héroes, y eso debía estar primero. Y en esos momentos, había un peligro allá afuera que aún desconocían.

    Respiró lentamente, intentando calmar cualquier rastro de ansiedad en su cuerpo. Extendió su mano hacia la pistola de inyección en el buró, y la tomó. Acercó la aguja a su brazo, y entonces inyectó todo el líquido anaranjado de la ampolleta en él. Retiró la aguja, y colocó de nuevo la pistola en el buró.

    Aguardó, sentado a su lado. Pasaron varios segundos, quizás minutos, antes de que el antídoto comenzara a mostrar alguna seña visible en ella. Primero fueron unos pequeños quejidos. Su respiración, que hasta ese momento había sido tan leve que casi parecería ausente, comenzó a normalizarse, y hacerse cada vez más presente. Luego, comenzó a mover su cabeza hacia un lado y luego hacia el otro, lentamente. Teniendo su rostro recostado a un lado, justo en dirección a él, lo siguiente fueron sus párpados, temblando ligeramente en un inicio, y luego abriéndose con suma lentitud, como si le pesaran.

    La hechicera miró todo borroso y difuminado. Aun así, logró distinguir a sus lados los colores verdes, rojos y amarillos del uniforme de Robin, aunque no era capaz de procesar que se trataba de ello.

    - ¿Qué? – Susurró con mucha debilidad en su voz. – ¿Dónde…?

    - Raven, tranquila. – Escuchó la voz de su líder resonar, pero era como un eco muy lejano. – Estás en la torre, en tu habitación.

    - ¿Mi… habitación…?

    Cerró sus ojos de nuevo unos momentos, como si quisiera volver a caer dormida, pero su cuerpo no se lo permitió. En su lugar, parecía estar poco a poco recuperando más lucidez. Abrió los ojos una vez más, y esta vez su vista estaba más clara que antes. Al reconocer que el que estaba a su lado, en efecto era Robin, alzó su mirada como pudo para poder ver su rostro. Y lo vio… más de lo que se pudo imaginar.

    Raven se sobresaltó un poco al ver que Robin no traía su antifaz, y tenía su rostro totalmente al descubierto, y lograba ver con claridad sus ojos. Era tan extraño verlo así, en especial justo después de haber despertado. Sólo le había tocado en unas muy pocas ocasiones verlo sin su máscara, o incluso sin su uniforme. La mayor parte del tiempo, siempre iba vestido y presentado como Robin, casi nunca como…

    - ¿Richard…? – Murmuró despacio, algo más tranquila.

    - ¿Estás bien? – Le preguntó el Joven Maravilla, con mucha cautela en sus palabras. – ¿Recuerdas lo que pasó?

    - ¿Lo que pasó?

    Raven se recostó por completo sobre su espalda, y centró su vista en el techo. Posó sus manos sobre sus sabanas, sintiéndolas con sus dedos, como si deseara cerciorarse de que eran reales, y de qué realmente estaba ahí, en su cuarto, en su cama.

    ¿Recordar qué había pasado? ¿Qué había pasado de qué…?

    Su mente seguía bastante confundida y nublosa. ¿Qué día era ese, acaso? Se giró lentamente hacia un lado, buscando su calendario, pero no fue necesario; en cuanto vio sobre su buró los restos de aquella caja de madera, y los pedazos de los cuervos de chocolate, recordó por completo qué día era: San Valentine… y qué era lo que había pasado.

    Recordó todo con suma claridad, desde su encuentro con Robin en la enfermería, haberse ido al departamento de Jared, lo que ahí descubrió, y todo lo ocurrido en la Preparatoria Murakami. Lo recordaba por completo…

    Se sentó abruptamente en su cama, mirando de forma perdida hacia el muro. Se quedó totalmente estática, incluso su respiración se había cortado.

    - ¿Raven? – Escuchó que le decía Robin a su izquierda.

    Permaneció en esa posición y en silencio por largo rato; Robin no la presionó, dejó que ella misma terminara de reaccionar.

    - Sí… Lo recuerdo… - Soltó de golpe, casi como un leve susurro. – Starfire y Supergirl…

    - Ambas están bien. – Se adelantó a responder el chico de cabellos negros. – Todos lo estamos, también Tammy Hawk y todos los chicos de la escuela. Slade está en custodia.

    Robin guardó silencio. Quiso ver si veía algún tipo de reacción en su amiga, pero de hecho no fue así. Permaneció viendo al frente, ausente, como si no hubiera escuchado nada de lo que dijo.

    - ¿Qué fue lo que ocurrió, Raven? – Le preguntó sin rodeos, inclinando un poco su cuerpo hacia ella. – Dímelo, puedes hablar conmigo.

    - No… creo querer hacerlo… - Soltó la hechicera con algo de debilidad en su tono.

    Apretó sus ojos con fuerza, y sus manos comenzaron a temblar ligeramente. De su garganta surgieron algunos quejidos, como si algo le doliera.

    - Necesito… Irme…

    Se intentó parar de la cama, como su cuerpo tembloroso y algo adormilado le permitió. Cuando sus pies tocaron el suelo, sus piernas flaquearon, y casi cayó, pero se sostuvo al último momento con firmeza.

    - ¿Te irás de nuevo? – Escuchó que Robin le cuestionaba con seriedad, a sus espaldas. – ¿Acaso estás huyendo?

    - ¡Yo no estoy huyendo de nada! – Le respondió con fuerza, y entonces comenzó a abrazarse a sí misma, al tiempo que jadeaba ligeramente. – No lo entiendes… Robin… No lo entiendes…

    Quizás era un pensamiento ya bastante redundante, considerando todo lo que había ocurrido ese día; mas nuevamente nunca había visto a su compañera en ese estado. Raven se veía diferente a cómo se encontraba antes de que la pusieran a dormir, pero eso no significaba que estuviera mejor. Se veía incluso más afectada que antes, temblorosa, confundida, nerviosa… Se atrevería a decir que incluso, lucía asustada…

    Robin se paró de su asiento y caminó con cuidado hacia ella.

    - Está bien, Raven… Todo estará bien… - Le susurró con suavidad, acercando su mano derecha a su hombro, pero Raven la apartó con algo de fuerza, aun antes de que pudiera acercársele por completo.

    - ¡No! ¡Nada está bien! – Le gritó casi con enojo, volteándolo a ver con sus ojos cristalinos. –No lo estará mientras yo esté aquí… Necesito estar sola… Soy un peligro para todos en esta condición… Debo irme.

    Dio dos pasos hacia un lado con la intención de hacer distancia entre ella y su compañero. Alzó entonces su mano izquierda, con la clara disposición de usar su magia para teletransportarse a otro lugar, fuera cual fuera. Sin embargo, Robin se adelantó antes de que lo hiciera, tomándola de su brazo con algo de fuerza para detenerla. Ese acto pareció extrañar a la hechicera.

    - No voy a permitir que te vayas. – Exclamó el joven con dureza, tanto en su voz como en su mirada. – Aunque quieras estar sola, no te voy a dejar, ¿entiendes? Escucha, quizás pienses que no entiendo lo que te está pasando, pero si entiendo que algo malo te está sucediendo, y así como te lo dije aquel día cuando me revelaste el secreto de tu padre, te lo digo de nuevo. – Soltó lentamente su brazo, dejándola en libertad. – Sea lo que sea, no tienes por qué afrontar esto sola. Tú nunca estás sola, Raven. Nos tienes a nosotros… A mí, a Starfire y a los demás. No importa lo que esté pasando, lo afrontaremos como un equipo, cómo siempre lo hemos hecho.

    Raven agachó su cabeza, y sus cabellos desalineados cubrieron gran parte de su rostro. Parecía ligeramente más tranquila que hace unos momentos, pero aún se le notaban efectos negativos en sus facciones y en su respiración.

    - ¿Sigues dispuesto a querer ayudarme? – Balbuceó despacio, como un pequeño susurro. – ¿A pesar de todo lo que hice? ¿A pesar de que podría volver a atacarlos? Sabes muy bien que Batman ya me hubiera encerrado… Y eso sería de hecho lo más sensato por hacer…

    - Pues yo no soy Batman, y yo no encierro a mis amigos. En su lugar, me paró a lado de ellos, para mantenernos de pie, todos juntos. Y lo más importante, es que confío en ti, Raven. Creo en ti. Tú también debes de confiar en nosotros, es lo menos que nos debes.

    Raven permaneció callada, con su mirada aún agachada y su cabello sobre el rostro. Sus hombros dejaron poco a poco de temblar, y su respiración igualmente se calmó al mismo ritmo.

    - Está bien. – Surgió de pronto de sus labios con un sentimiento neutro. Notó entonces como tomaba con sus dedos la orilla de su vestido, ya hecho tirones para ese entonces. – Sólo permite que me cambie de ropa… Te prometo no escaparme…

    Robin apenas y había notado el estado de su vestido. El sólo hecho de que se hubiera puesto esa prenda, ya era bastante extraño, pero no lo más extraño de ese día. Dudó al principio, pero acababa de decirle que confiaba en ella, y era verdad. Sus acciones debían de acompañar a sus palabras, para demostrarle que hablaba enserio.

    - Sí, de acuerdo.

    Antes de salir, se dirigió de nuevo al buró, tomando su antifaz para colocárselo en el rostro, y guardar la pistola para inyectar en su cinturón. Raven se quedó de pie en su mismo lugar durante todo ese proceso. Caminó entonces hacia la puerta, pero para hacerlo tenía que pasar justo a su lado. Sentía que si acaso daba un paso en falso al estar cerca de ella, podría perturbarle de nuevo, tal y como los demás habían dicho.

    Justo cuando pasaba a su lado, con apenas unos centímetros entre sus hombros, escuchó la voz de Raven murmurarle despacio.

    - Sobre lo que pasó en la enfermería…

    Robin se detuvo en seco, sin voltear a verla. Las palabras de Raven, sin embargo, se cortaron justo en ese punto, y nada más surgió de sus labios. Para él era mejor así, al menos de momento.

    - Hablaremos de eso después. No te preocupes por ahora.

    Raven siguió en silencio, y simplemente asintió con su cabeza. Robin siguió su camino, y salió de la habitación, dejándola al fin sola.

    Sólo hasta ese momento, la Titan fue capaz de respirar. Su estado era muchísimo peor que el de Robin. Igualmente era incapaz de describir con alguna palabra todo lo que sentía; era más fácil decir que era lo que no sentía. No se sentía feliz ni se sentía tranquila; era sencillamente un manojo de todo lo contrario a eso. Enojo, cansancio, tristeza, confusión, vergüenza, odio, desorientación… Seguidos todos de un gran etcétera.

    Y lo peor era que tenía que enfrentar de frente, no sólo a Robin, sino a todos los demás, todos los que la habían visto en ese estado tan deplorable, del que aún no salía por completo. Aunque se viera y sintiera mejor, sentía que la más ligera brisa podría alterarla de nuevo.

    Nunca había sentido tanto desconcierto; no creyó que fuera posible perderse tanto. Nada de eso era normal, todo eso era provocado, y ella sabía muy bien por qué…

    Caminó hacia su armario, y sacó de éste uno de sus tantos trajes iguales: leotardo negro, capa y capucha azul, botines azules; incluso tomó también ropa interior limpia. Miró por última vez el vestido azul cielo que traía puesto, o lo que quedaba de él. Era tan hermoso, y se había visto tan bien en él… Pero todo había sido una mentira, todo lo que había visto y sentido, no fueron más que mentiras, incluido ese vestido.

    Sus ojos brillaron de pronto, y su cuerpo se cubrió abruptamente de un intensas flamas negras, que fueron consumiendo todo lo que traía puesto por igual, incluido lo que quedaba del vestido, hasta volver absolutamente todo cenizas, sin dañar su piel. Era lo que quería, destruirlo todo, todos los recuerdos de ese horrible día…

    Su cuerpo entero quedó al descubierto, con su piel gris y tersa sin un sólo rasguño o marca de la brutal pelea que acababa de tener. Su magia curativa nunca había sido tan rápida, especialmente sin que ella la invocara conscientemente. Pero hubiera preferido haber terminado llena de cicatrices, si con ellos pudiera haber evitado lo ocurrido. Se abrazó a sí misma de nuevo, y ligeros sollozos se escaparon de ella. Cayó al suelo de rodillas, gimiendo y llorando un poco, estando ahí, desnuda, en el único sitio en el que hasta hace poco se sentía segura. ¿Pero en qué momento dejó de sentirse así? ¿En qué momento ese sitio que era su santuario se convirtió en el centro de tantos malos recuerdos?

    No podía dejarse atormentar de esa forma por todas esas emociones. Tenía que recuperarse, tenía que centrarse en lo importante. Ella era Raven, la chica sin sentimientos… O eso era lo que todos allá afuera creían. Pero si supieran la verdad, si supieran que no sólo tenía tantos sentimientos como cualquiera de ellos, sino incluso muchos, muchos más. Pero esa Raven, la que lloraba desoladamente, era la representación de todo lo que no debía de ser, de todo por lo que luchó años por evitar.

    Azar estaría tan, tan decepcionada y molesta con ella.

    Esa máscara de chica fría, estoica e indiferente, se había hecho añicos. Sus amigos ya habían visto a través de ella, y lo que habían visto del otro lado era algo horrible. No lo dirían, pero ella sabía que era así… Ya que a ella misma así le parecía.

    Cuando pudo al fin serenarse, volvió a usar su magia, para que las prendas de vestir que había sacado se colocaran rápidamente por su cuerpo. Esa era la ropa que debía usar, ¿no? No ropas bonitas… Esas no eran para ella, no las merecía, ni quería merecerlas. Tomó su capucha azul, y se cubrió su cabeza; ese acto siempre le causó bastante tranquilidad, pero en esos momentos no era suficiente. Se aproximó hacia la puerta, y cuando ésta se abrió, vio a Robin, de pie, apoyado contra la pared delante de ella, aguardando.

    El chico de antifaz alzó su mirada hacia ella. El verla vestida con esas ropas, la hacían lucir mucho más familiar, mucho más “normal” para él. Pero aún era claro que había algo diferente, que no era la misma Raven de siempre.

    - ¿Estás lista?

    - No, pero terminemos con esto de una vez.

    Comenzó a caminar entonces apresurada hacia la sala de estar, seguida por detrás por su líder.

    - - - -​

    Cuando la puerta de la sala se abrió, los ojos de todos se viraron al mismo tiempo en su dirección. Ahí estaban todos, justo como Raven lo previó. Starfire y Supergirl estaban de pie cerca de los ventanales, y Chico Bestia y Cyborg sentados en la barra para comer. Las reacciones y sentimientos que expresaban sus rostros eran variantes, pero todos tenían en ellos un rastro de sorpresa; quizás no esperaban verla de pie tan pronto.

    - ¡Raven! – Exclamó Starfire con impulso, y rápidamente se elevó en el aire y cruzó toda la habitación hasta poder colocarse justo delante de ella; la hechicera dio un paso hacia atrás por mero reflejo, al sentir a la pelirroja tan próxima, y ésta lo notó sin problema. – ¿Estás… bien…?

    Starfire era quizás la persona a la que menos deseos tenía de encarar. Aún recordaba cómo había permitido conscientemente que la lastimaran, y como había actuado de esa forma con Robin, prácticamente delante de ella. Era incapaz de verla a los ojos, especialmente porque eran ojos que la miraban con sincera preocupación. ¿Por qué no estaba enojada? ¿Por qué no deseaba golpearla o algo así? Eso haría todo tan sencillo.

    Rápidamente los demás se aproximaron también, y todos tenían la misma pregunta de Starfire, grabada en sus frentes.

    - Más o menos. – Respondió de forma moderada, y casi cortante. – Mis pensamientos aún siguen siendo un caos… Pero… Ya estoy mejor…

    Su mirada se volvió a agachar; en efecto, le era difícil mirar a cualquiera de ellos a la cara.

    - Yo… No sé ni cómo expresarles mi vergüenza por todo lo que ocurrió… Yo…

    - Está bien, Raven. – Escuchó como intervenía Chico Bestia, dando un paso al frente. Raven volteó a verlo de reojo, y éste le sonreía levemente. – Las disculpas no son necesarias… ¿Cierto?

    - A mí no me vendría mal una. – Respondió Supergirl, encogiéndose de hombros, lo que la hizo ganarse una mirada casi asesina por parte de Dick. – Es decir, no, para nada.

    - Una disculpa no, pero quizás sí una explicación. – Comentó Cyborg a continuación. – ¿Qué fue lo que ocurrió allá?

    La hechicera respiró lentamente, intentando llenar su cuerpo no sólo de oxígeno, sino de fuerzas. No iba a ser una plática sencilla, pero eso ya lo sabía de antemano. Podría haber escapado cuando Robin la dejó sola, o incluso sin necesidad de ello, con tan sólo hacerlo a un lado. Pero decidió no hacerlo, decidió quedarse, y enfrentar a sus amigos. Ahora tenía que honrar dicha decisión.

    - Ocurrió lo que temí toda mi vida que pasara. – Comenzó a explicarse, con notoria más seriedad de la que solía verse en ella. – Justo lo que Azar me advirtió que sucedería si me descuidaba aunque fuera un poco. Ella siempre me dijo que los poderes de Trigon están ligados a los sentimientos y pensamientos negativos. Es por ello que la gente de Azarath dedica toda su vida a suprimirlos, o al menos mantenerlos bajo control. Un descuido, y es una ventana a su influencia.

    - ¿Quién es Trigon? – Murmuró Kara en voz baja, pero no pareció que alguien le escuchara, o tuviera la disposición de responderle en esos momentos.

    - Tú apariencia cambió durante la pelea, Raven. – Señaló Starfire. – Por un momento, te viste como él… ¿Es acaso eso lo que te ocurrió?

    Raven se quedó callada un rato, y luego simplemente asintió lentamente con su cabeza.

    - Muchos de ustedes de seguro siempre pensaron que no tenía sentimientos, pero no es así. Los tengo… cómo cualquier otra persona… cómo cualquier otro adolescente… Pero necesitaba tenerlos bajo control todo el tiempo, suprimirlos los más posible, porque si no lo hacía… Pasaría justo lo que vieron esta tarde. Por eso tanta meditación, por eso tanta abstinencia a emociones fuertes, por eso me privaba de tantas cosas que pudieran perturbarme, y por eso esa actitud fría con la que siempre me veían.

    Los Titanes se quedaron sorprendidos al escuchar esas palabras, e inconscientemente se miraron entre ellos, esperando ver en los rostros de sus compañeros una reacción diferente a la suya, mas no fue así.

    - Pensé que una vez que mi padre había sido derrotado, podría... aunque fuera un poco… bajar la guardia… permitirme… Ciertas concesiones… - Sus ojos se apretaron con fuerza, y alzó su mano derecha, presionándola contra su frente, como si sintiera un intenso dolor. – Pero fui descuidada, fui irresponsable… fui una tonta… y él usó eso en mi contra…

    - ¿Quién? – Cuestionó Cyborg, confundido. Para su sorpresa, Raven respondió de inmediato a su pregunta, proporcionándole una mirada intensa y dura, casi molesta.

    - ¡¿Qué no es obvio?! – Les gritó con ahínco en su voz. – ¡Fue Jared! Jared es el culpable de todo esto. De mi estado actual, y de lo que le pasó a Terra.

    - ¿Terra? – Exclamó Chico Bestia. – ¿Qué hay de Terra?

    - Cuando fuiste a la escuela, buscabas a la otra Terra. – Indicó Robin, cruzándose de brazos. – Dijiste que ella debía de saber dónde estaba Jared. ¿Qué tiene que ver él con ella?

    - ¡Tiene que ver todo! ¿Aún no lo han comprendido, verdad? No había otra Terra, jamás la hubo.

    - ¿Qué dices? – Añadió Chico Bestia, aún si salir de su asombro o de su confusión.

    Raven cerró de nuevo sus ojos, y comenzó a respirar agitadamente. Sentía que estaba perdiendo el control de nuevo, pero no podía permitírselo. Debía ser fuerte, debía resistir un poco más.

    - No estrictamente hablando, al menos. Tammy Hawk, la estudiante, ella siempre fue la verdadera Terra. Lo otro que vimos, fue una División de la Persona… Es un principio básico de la magia, tanto Blanca como Negra, que una persona no es un ente unitario e indivisible. Teóricamente hablando, una persona puede ser dividida a tantos pensamientos, deseos y emociones diferentes haya tenido en su vida. Cada una de estas partes en conjunto, viven en el interior de cada individuo, y la suma de todas ellas da como resultado la persona como un total.

    - Claro. – Señaló Cyborg, alzando su dedo; era quizás el único que parecía haber entendido por completo la curiosa explicación. – Cómo tus diferentes Ravens de colores, ¿no? Las que vimos del otro lado de tu espejo.

    - ¿Ravens de colores? – Cuestionó Starfire, mirando con duda tanto a Cyborg como Chico Bestia.

    - Es una larga historia. – Fue lo único que se le ocurrió responder a Garfield, encogiéndose de hombros.

    Raven prosiguió.

    - La división de la Persona a un nivel aún más profundo que mis personalidades, es posible con magia más avanzada, incluso más que la mía. Como dije, teóricamente puedes dividir a una persona incluso en cada pensamiento diferente que haya tenido en su vida. Chico Bestia siempre tuvo razón… Como dije, Tammy Hawk siempre fue la verdadera Terra, físicamente hablando. Su cuerpo era el de Terra, pero en su interior sólo poseía una pequeña porción de su ser, una pequeña porción de su persona. Posiblemente la pequeña porción que deseaba mantener. Tammy Hawk puede haber sido cualquier cosa. Una identidad falsa que una vez utilizó, alguna fantasía o sueño que haya tenido, incluso alguien que vio en una película. Cualquier cosa que la haya hecho pensar aunque sea un instante que le gustaría ser esa persona. Al hacerlo, aunque haya sido un pequeño e insignificante pensamiento, automáticamente pasó a ser parte de su ser, aunque ella no se diera cuenta.

    - Pero había papeles y evidencia que probaban la existencia de Tammy Hawk desde hace años. – Señaló Robin.

    - Son falsos, meras ilusiones creadas con Magia. Se le conoce sencillamente como Manipulación de la Realidad. Si ves un objeto en este momento, lo sientes y lo hueles, puedes afirmar que es real en este momento con sólo percibirlo de esta manera. Crear un objeto que puedas percibir no es nada complicado para el nivel de magia del que estamos hablando. ¿Pero qué hace que puedas afirmar que dicho objeto era real un minuto antes de que lo vieras?, ¿o una hora?, ¿o un día? No puedes ver, sentir u oler el pasado con tus sentidos convencionales. Pero si tienes un recuerdo de dicho objeto, y otro objeto físico diferente que te comprueba su existencia en el pasado, como una fotografía, entonces no te queda más que aceptarlo. Se sorprenderían la facilidad que tienen las personas comunes de aceptar lo que parece evidente y lógico, por encima de querer enfocarse en explicar lo que no lo es, o lo que no tiene sentido.

    >>Si tienes el recuerdo de que tienes una hija, una nieta, o una amiga llamada Tammy Hawk, y además tienes actas de nacimiento, certificados y fotos que lo comprueban, ¿por qué lo dudarías? Tiene que ser real, y prefieres enfocarte en ello. Pero no lo son. Los recuerdos, los papeles, todo puede ser creado si manipulas la realidad, para tapar los huecos de la mentira creada. Tammy Hawk puede haber sido una farsa para cualquier otro, para nosotros incluso. Pero para aquellos que estuvieron expuestos a este cambio, Tammy Hawk era, y siempre fue real.

    - Entonces, ¿la otra Terra…? – Comentó Starfire. Las ideas iban encajando una a una en su cabeza, y casi se armaban por completo, al igual que al resto.

    - Ella era todo lo demás, todo lo que sobraba, todo lo que no encajaba con Tammy Hawk, y Terra necesitaba hacer a un lado. En otras palabras, separarse de ella. Sus recuerdos de su vida anterior, su ambición, sus deseos de venganza, sus poderes, su traición…

    - ¡Su lado malvado! – Exclamó Chico Bestia con marcado entusiasmo. – Por supuesto, es como lo que Trigon hizo con nosotros, ¿recuerdan?

    - ¿Trigon? – Susurró Robin, algo perdido en ese comentario, pero Cyborg se adelantó rápidamente a explicarle.

    - Ocurrió mientras estábamos peleando con él, ¿recuerdas? Mientras tú y Slade fueron a buscar a Raven, Starfire, Chico Bestia y yo intentamos distraerlo. Pero nos hizo algo extraño. Sacó de nuestros cuerpos unas copias malvadas de nosotros. Se veían como nosotros, tenían nuestras habilidades, incluso hablaban como nosotros…

    - Pero eran mucho más perversas. – Añadió Starfire a la explicación. – Así como la otra Terra.

    - Oigan, enserio me estoy perdiendo en su conversación. – Intervino Supergirl en ese momento, luego de haber estado un largo rato en silencio. – En verdad no entiendo muy bien de qué es todo esto que están hablando. ¿Alguien me puede explicar qué…?

    - El principio es casi lo mismo. – Interrumpió Raven, haciendo caso omiso a la petición de la rubia.

    - Bien, no dije nada… - Comentó la Kryptoneana, cruzándose de brazos.

    - Pelearon con una parte de su persona que siempre ha existido dentro de ustedes. Pero en el caso de Terra fue algo mucho más complicado. No hubo copias, hubo una división completa. De tal forma que Terra se quedó sólo con aquello que le servía a Tammy Hawk. Su bondad, su perseverancia, su amabilidad… Y todo lo demás, dio vida a esta otra con la que peleamos.

    - Entonces en realidad nunca hubo dos Terras. – Señaló Cyborg, dando de esa forma la conclusión. – Siempre fue una sola Terra dividida en dos.

    - Una Terra incompleta. – Comentó Robin enseguida, y entonces se viró hacia Starfire. – A eso te referías…

    Starfire no afirmó o negó sus palabras. Sí, ella misma le había dicho, cuando vio por primera vez la foto de Tammy Hawk, que le parecía totalmente claro que era Terra, pero que estaba “Incompleta”; esa fue la palabra que usó. Sin embargo, era más una sensación que una seguridad completa. Jamás hubiera podido adivinar que se tratara de todo lo que Raven acababa de contarles.

    Así que Terra se había dividido en dos, pero la verdadera siempre había sido Tammy Hawk, que de cierta forma había sido como la parte buena de Terra, mientras que la otra era todo lo demás, todo lo que deseaba hacer a un lado. Tenía sentido, al menos hasta dónde todos esos asuntos mágicos podían tener sentido para ellos. Pero aún pese a toda la extensa explicación que Raven les había proporcionado, aun así dejaba dos grandes asuntos en el aire. ¿Qué fue lo que pasó con la otra Terra? ¿Por qué se esfumó de esa forma? ¿Tammy acaso había recuperado sus recuerdos y sus poderes al ocurrir eso? Y la otra duda, la más importante, y muy encima de la primera, era quizás…

    - ¿Cómo es que pasó eso? – Comentó Robin, pensativo. – Si dices que esto sólo se puede hacer con magia realmente avanzada, es imposible que Terra se haya dividido sola. Alguien debió de hacerlo.

    Alzó entonces su mirada una vez más hacia compañera hechicera, al igual que todos los otros. El mismo pensamiento les cruzaba por igual.

    - Jared, ¿no es cierto? Piensas que él fue quien separó a Terra. Y no sólo eso, piensas que ella trabajaba para él… ¿es así?

    - No lo creo, estoy segura. – Señaló Raven con mucha firmeza. – No es una coincidencia que Trigon haya usado este mismo truco contra ustedes. División de la Persona y Manipulación de la Realidad, a este nivel y usadas con estos fines; sólo puede tratarse de Magia Negra muy poderosa que concede deseos a cambio de un precio… El tipo de Magia que Trigon poseía. Y sólo hay una persona que podría haberla usado, y ese es Jared.

    - ¿Y ahora quien es Jared? – Refunfuñó Supergirl, más como una queja al aire, pues ya se había resignado a no ser respondida.

    - Era tan obvio, todo siempre lo fue. – Murmuró Raven, como pequeñas maldiciones. – No sólo fue la división de Terra. Me ha estado manipulando desde la primera vez que lo vi, o incluso desde antes, para que no lo descubriera, para que no pudiera adivinar lo que tramaba. Varias veces lo sospeché, pero de inmediato lo olvidaba.

    Sus ojos, al igual que sus puños se apretaron con fuerza; algunos percibieron entonces como algunos objetos en la sala se agitaban, sólo ligeramente.

    - No sé cómo lo hacía, pero controlaba mis emociones, hacía que sintiera lo que él quería que sintiera, e hiciera lo que él quería. Ahora todo tiene sentido. Mis cambios de humor, mis sentimientos confusos, toda esta maraña de ideas que me ha estado atormentando por semanas. – Volteó en ese momento a mirar directamente a Robin sobre si hombro. – Las cosas que dije… Las cosas que hice… El dejarme llevar irracionalmente por esta ira. ¡Todo ha sido siempre por culpa de Jared! Me ha estado usando desde el inicio… ¡Y no me di cuenta! ¡Caí en su trampa por completo!

    Al alzar la voz, el cuarto se agitó aún más que antes, incluso los ventanales temblaron un poco. Esto pareció ponerlos un poco nerviosos.

    - Raven, tranquila; no pierdas el control de nuevo. – Le comentó Dick, colocando una mano sobre su hombro. – Si lo que dices es cierto, él posiblemente te estuvo lanzando algún tipo de hipnosis, y por eso estabas actuando así. No es tu culpa…

    - No, ¡no funciona así! – Soltó Raven con algo de fuerza, e incluso pequeñas lágrimas comenzaron a asomarse por entre sus parpados cerrados. – Si fue capaz de manipularme, si fue capaz de controlar mis emociones de esa forma… ¡Es porque yo quería que lo hiciera! Yo quería creer que era mi hermano, que era como yo, que teníamos una conexión. Le abrí una puerta, y él la utilizó a su beneficio sin que pudiera darme cuenta. De otra forma, no habría sido capaz… Me lo advertiste Robin. Me engañó, confíe en él y me traicionó… Igual que Terra, igual que Malchior… Le doy a la gente una oportunidad, y terminan clavándome un puñal en la espalda. Me ponen en peligro a mí y a las personas que quiero.

    Abrió entonces una vez más sus ojos, y volteó a ver con firmeza al frente. Sus ojos morados habían cambiado; ahora lucían mucho más seguros, mucho más estables… pero también mucho más fríos.

    - Pero ya no más… No dejaré que nadie más me vuelva a engañar así. Terminaré con esto de una vez por todas.

    La sala volvió a sumirse en el silencio. Las últimas palabras de Raven retumbaban con fuerza en sus oídos. La habían visto molesta antes, la habían visto amenazar con enojo… Pero eso era diferente. Su voz, su mirada… Todo era totalmente distinto a la Raven que ellos estaban acostumbrados a ver.

    ¿Quién era esa chica ante ellos? ¿Realmente era su compañera Raven? ¿O acaso era algo más…?

    - Enserio, ¿dónde consigo la versión con los comentarios del director de esto? – Murmuró Supergirl, de nuevo más como un pensamiento en voz alta que un comentario real.

    - Raven, pensemos bien las cosas. – Propuso Robin. – Supongamos que es cierto, y Jared fue quien regresó a Terra a la vida, y la dividió en dos entidades. Y supongamos que también te ha estado manipulando, usando tus emociones a su favor para que creyeras en él. ¿Cuál sería entonces el propósito de todo eso? ¿Qué es lo que quiere lograr?

    - No lo sé… ¡No lo sé! – Le respondió con algo de molestia en su tono, y una vez más llevó su mano contra su frente, presionándola con fuerza. – De seguro me quería distraída, con mi mente en otro lado… Debe de tener algo en mente, algo grande, que de seguro yo hubiera visto desde antes de haber puesto la debida atención… Algo importante… ¡Ah! – Soltó un fuerte alarido de dolor, y entonces se sujetó su cabeza con ambas manos, presionando sus palmas contra sus sienes. – ¡Si tan sólo lograra concentrarme y pensar! ¡Estoy segura de que podría descubrirlo!

    - Yo podría ayudarte con eso… Hermanita…

    Todos los sentidos de Raven se pusieron en alerta de golpe. Alzó su mirada, creyendo en un inicio que sólo ella había escuchado esa voz, que sólo había sonado con fuerza en su cabeza. Sin embargo, al ver las miradas de desconcierto de sus amigos, que miraban a todos lados en busca de quien había hablado, supo que no había sido así; él estaba ahí…

    Todos los cristales de los ventanales de la sala se desquebrajaron de golpe, para luego volar en miles pedazos con un fuerte y ensordecedor crujido. Ninguna de las alarmas o sensores se activó, solamente se destruyeron, y pedazos de vidrio volaron en todas direcciones. Supergirl reaccionó antes que todos, protegiéndolos con sus puños de cuanto pedazo se dirigiera hacia ellos.

    - ¡¿Pero qué pasó?! – Exclamó Cyborg, exteriorizando lo que todos pensaban en esos momentos.

    - Disculpen que llegue de improviso. – Escucharon de nuevo que la misma voz pronunciaba.

    La mirada de todos se centró al frente, a uno de los tantos ventanales que habían sido rotos. Esa figura humanoide, surgió de pronto suspendida en el aire, justo frente a la ya inexistente ventana, dando paso al frente como si surgiera de una cortina de humo invisible. Su pie se colocó en el piso, y entonces todos pudieron verlo con claridad: la capucha de su chamarra negra, cubría su cabeza, y su sombra ocultaba un poco sus ojos, pero se distinguía su mentón y boca, de piel gris, del mismo tono que el de Raven. Tenía sus manos ocultas en los bolsillos de su chamarra, y se encontraba de pie con notoria tranquilidad; sus labios dibujaban una desagradable mueca de malicia.

    - ¡Jared! – Exclamó Raven con fuerza, influenciada por el tremendo enojo que sentía, y que se acrecentó aún más al ver ante ella la reconocible figura del causante de su estado.

    - No vengo solo esta vez, querida Raven. – Comentó sonriente el recién llegado. – Aún quedan unas últimas horas de San Valentine, y todos hemos venido aquí por ti, y para compartir con ustedes nuestra amistad…

    Antes de que pudieran digerir por completo sus palabras, detrás de él surgieron más figuras de la misma forma similar de la que él había aparecido, saliendo de la nada, como si caminaran entre la niebla, y de pronto ya estuvieran de pie frente a ellos, uno a lado del otro, sin que ninguno de ellos en lo absoluto los hubiera oído o sentido llegar. Vieron aparecer uno, dos, tres, cuatro… cinco individuos más, y los cinco se pararon a cada lado de Jared.

    Uno era una chica de cabellos rubios y rizados, con una blusa roja y una minifalda azul. Otro era un chico de cabello azul oscuro, peinado de pico, hacía arriba, y usaba un chaleco azul y blanco, y unos pantalones azules. Luego le seguía otra chica, de cabello castaño, corto y lacio hasta la mitad de su cuello, luciendo un vestido elegante color negro, y una estola de piel alrededor de los brazos. Uno más era el más alto de todos, un chico muy robusto, de cara y cuerpo redondo, con escaso cabello rubio en su cabeza. Usaba una camiseta blanca, y un chaleco verde, y unos pantalones rojos. Y el último, era muy delgado, de grandes ojeras, cabello negro y largo, algo desalineado, usando una chaqueta gastada color negro, con una camiseta blanca debajo, y unos pantalones azul claro, algo rotos.

    Todos lucían y vestían muy distintos entre ellos, pero todos tenían algo en común: su piel, la piel de los cinco era del mismo tono de gris que Jared, y todos tenía su misma exacta sonrisa.

    - ¿Pero… qué…? – Exclamó Chico Bestia, ahora tocándole a él decir lo que todos pensaban, pues todos habían quedado casi atónitos a ver a todos esos chicos aparecieron de la nada justo frente a sus narices. Incluso Raven se veía totalmente perdida.

    - ¿Quiénes son ellos…? – Murmuró la joven de Azarath, mirando el rostro de cada uno. Una idea le cruzó por la cabeza casi de inmediato pero… no… no podía ser…

    - Ellos son cómo tú, Raven. – Respondió Jared, con elocuencia, cerrando unos momentos sus ojos. – Son cómo tú y cómo yo… Todos somos tus hermanos… Todos somos Hijos de Trigon…

    Al abrir de nuevo sus ojos, debajo de la sombra que proyectaba su gorro, pudo ver cómo brillaban ahora cuatro ojos rojos, dos de cada lado.

    FIN DEL CAPITULO 22

    Notas del Autor:

    No sé ni qué decir sobre este capítulo, salvo que ya más o menos creo que se ha explicado y ha quedado claro en un solo tiro el porqué de las Dos Terras, y de paso el porqué a lo largo de esta historia algunos habían ido notando poco a poco a Raven actuando muy diferente a como normalmente la han visto actuar. Adicional a eso, al final nuestros verdaderos antagonistas aparecen. ¡Ya era hora!, ¿no? ¿Qué viene después de eso? Pues ya lo sabrán.

    Con respecto a los recién llegados, los seis (contando a Jared) están basados ligeramente los seis hermanos que Raven tiene en los cómics, pero básicamente de estos sólo se ha tomado su nombre, parte de su historia (incluyendo el parentesco con Raven), y sólo ligeros detalles de su apariencia, y de paso dos de ellos los convertí en chicas. Bueno, no quiero profundizar mucho en ello ahorita, ni en cada uno en específico. En los próximos capítulos veremos un poco más de ellos, así que estén pendientes. Quizás haga un dibujo de cómo me imagino a los seis, ¿qué opinan?

    Pero bueno, nos vemos a la próxima, cuídense. ¡Nos vemos!
     
  12.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    11245
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 23
    “Siete Hermanos”

    El aire se volvió inmensamente denso. Por los ventanales rotos, entraba un aire frío que golpeaba sus caras. De un lado, se encontraban los Jóvenes Titanes: Raven, Robin, Starfire, Chico Bestia y Cyborg, además de su invitada, Supergirl. Del otro, se encontraban esos seis intrusos, que habían penetrado en su base como si se tratara de cualquier cosa, presentándose ante ellos con gran prepotencia. Aunque de inmediato casi todos se pusieron en posición defensiva, mirando fijamente a esos seis sujetos, Raven se encontraba sencillamente en shock. Su estado mental ya era de por sí lo bastante cuestionable en esos momentos, como ahora sumarle esa repentina aparición, acompañada además de una increíble revelación.

    Seis personas, seis chicos y chicas, todos se pie frente a ella, todos con una apariencia tan similar a la suya, todos afirmando sin el menor pudor que eran… su hermanos. Jared, aquel que había conocido aquella fatídica noche en el puerto, con quien había salido a pasear el centro comercial, ido a ver una película, e incluso le había permitido comprarle ropa… La persona que además le había ayudado todos esos días en su departamento a preparar los Cuervos de Chocolate como regalo de Robin, y con quien había tomado una enorme confianza en tan corto tiempo… Él estaba de pie justo delante del resto, con los cuatro ojos rojos, distintivos de la apariencia de Trigon y que incluso ella misma podía poseer, fijos en ella y en ninguno más.

    La Titán fijó su mirada en cada uno de ellos, uno por uno, distinguiendo sus facciones, sus ojos, su nariz, sus labios, sus orejas… Todos eran tan parecidos. De complexiones diferentes, pero los rasgos seguían presentes. Era como estar en una casa de los espejos, y ver su reflejo seis veces, cada uno distorsionado y extraño, pero seguía siendo el suyo… seguía siendo ella.

    - ¿Hijos… de Trigon…? – Murmuró en voz baja, apenas capaz de pensar de manera correcta para hablar. – No… No es cierto…

    Jared soltó una pequeña risilla al escuchar tan inocentes palabras. Sacó sus manos de los bolsos de su chamarra, y entonces hizo su gorro hacia atrás, dejando al descubierto su cabello rojo, sujeto con una cola.

    - Sí, no te lo dije antes, Raven, lo siento. – Comenzó a decir con un tono astuto. – No fue mi intención ocultártelo para siempre, solamente no creí que lo fueras a tomar bien en un inicio; con problema y comenzabas a aceptar que tenías un solo hermano. Estaba esperando el momento adecuado para decírtelo, y bueno… - Extendió sus brazos hacia los lados, en dirección a sus hermanos. – Al parecer es éste. Lo cierto es que no fuiste la segunda hija de nuestro padre, Raven… De hecho, fuiste la séptima.

    - ¿La… Séptima…? – Balbuceó la hechicera de los Titanes, aun notablemente afectada.

    - Así es, somos siete hermanos. Yo fui el primero, Jared.

    - Yo fui la segunda, Jessie. – Comentó a continuación la chica a su diestra, de cabellos rubios y rizados, largos hasta la mitad de la espalda. Tenía complexión algo atlética y fuerte. Usaba una blusa roja, que dejaba sus hombros al descubierto, y una gargantilla también roja. En la parte inferior, una minifalda de mezclilla, azul, y unas botas negras, altas hasta por debajo de sus rodillas. Como marca distintiva, tenía un lunar justo debajo del ojo izquierdo.

    - Yo fui el tercero, Jacob. – Le siguió el chico al lado izquierdo de Jared. Era un chico de complexión mediana, cabello azul con algunos rayos blancos, con su fleco levantado. Usaba un chaleco azul y blanco, muñequeras blancas, un par de pantalones azules, algo ajustados, y zapatos tenis.

    - Yo fui el cuarto, Jack. – Prosiguió el que se encontraba en el extremo izquierdo, con un tono muy suave, tanto que apenas fue audible. Era muy delgado, y se paraba algo encorvado, con sus brazos colgado a los lados. Tenía cabello negro y largo, muy desacomodado, y grandes y marcadas ojeras. Usaba una chaqueta negra, debajo de ésta una camiseta blanca, y pantalones azul cielo.

    - Yo fui el quinto, John. – Pronunció ahora, con una voz un poco chillona, el chico robusto y alto que estaba al lado de Jack. Tenía una línea de cabello rubio en el centro de la cabeza, y el resto de ella se encontraba rapada. Era un chico grande, de cuerpo grueso y ancho. Su ropa parecía quedarle algo ajustada. Usaba un chaleco verde, una camiseta blanca, y pantalones rojos.

    - Y yo fui la sexta, Jacqueline. – Agregó por último la joven parada en el extremo derecho. Su cabello era castaño, lacio hasta la mitad de su cuello, brillante y cuidado, en un peinado muy similar al de Raven, lo que la hacía ver como la más parecida a ella de entre los seis. De hecho, era también la que vestía mejor, o al menos más elegante. Usaba un hermoso vestido negro largo de noche, de tirantes, que resaltaba su figura, delgada, pero no demasiado. Usaba zapatillas de tacón alto, también negras, una estola de piel alrededor de sus brazos, color café, quizás de zorro u oso, y un brillante collar de perlas le rodeaba el cuello. Ciertamente resaltaba un poco entre los otros.

    - Y tú fuiste la séptima, Raven. – Comentó Jared, una vez que sus demás hermanos terminaron sus presentaciones. – No me preguntes porque todos nuestros nombres empiezan con “J” y el tuyo no. Supongo que son, cosas que pasan.

    - Lo importante es que al fin podemos conocerte de frente, hermanita. – Comentó John, muy sonriente.

    - Ah, pero nosotros de hecho ya te conocíamos. – Agregó Jacqueline, colocando un dedo en su mejilla.

    - Siempre estuvimos ahí, Raven; sólo que no te dabas cuenta. – Les secundó Jacob, encogiéndose de hombros.

    - ¿Qué dicen…? ¿Cómo…?

    - Es verdad, Raven. – Dijo Jared. – Ellos estuvieron ahí, a nuestro lado todo este tiempo. Cuando salimos, cuando preparamos tus chocolates, o incluso cuando peleabas con Terra. Estaban mirándote, apoyándote, cuidándote… susurrando a tu oído…

    Esas últimas palabras fueron como un balde de agua fría sobre la cabeza de Raven. “Susurrando a tu oído”… Eso trajo a su mente de inmediato, varios momentos en las últimas semanas, varios instantes en lo que sentía precisamente eso: voces susurrando en su oído.

    “¿No te dijo Robin que no te preocuparas? ¿Qué te encargaras de ese asunto y que le dejarás el otro asunto a ellos? ¿Por qué te preocupa tanto eso? Tal vez sólo fue un incendio accidental.”

    “No lo escuches, ¿cómo puedes confiar en alguien te usó y traicionó sin el menor remordimiento? Es un monstruo sin conciencia. El único falso aquí es él… Recuerda lo que te hizo…”

    “Te has imaginado como sería caminar tomada de su mano, hombro con hombro. Te has imaginado el calor de su pecho contra tu rostro, mientras se funden en un abrazo que deseas que jamás acabe. Cómo se sentiría su mano sin guante, acariciando tu mejilla mientras te mira fijamente a los ojos con amor. Has intentado adivinar cuál sería el sabor de sus labios, cuál sería la sensación que te provocarían al unirse con los tuyos en un apasionado pero dulce beso… Has soñado con lo que sería tener su cuerpo desnudo y cálido… contra el tuyo… Has imaginado eso, y muchas otras cosas más.”

    “Tú podrías vencer a esa chica, y ganar el corazón de Robin. La vida es una competencia, quien se descuida pierde… ¿Cuánto tiempo ha pasado y ninguno define sus sentimientos? Eso no es justo, ella ha tenido muchas oportunidades, ahora es tu turno de tomar las riendas. ¿Ella es más linda que tú? Eso no es cierto. Tú eres una chica hermosa, incluso más bonita que esa Starfire... Además, tú le puedes dar a Robin cosas que ella no… Tú puedes hacerla a un lado sin problema. Imagínate lo fácil que sería si no estuviera. Robin sería todo para ti… Todo… ¿Quién es ella para recibir toda la atención del chico que tú amas? No se lo merece… No se lo merece… Toda esa atención debería de ser hacia ti… Tú te la mereces…”

    “No lo escuches. Sí lo eres, sí eres así. Siempre lo has sido. Ésta es la verdadera tú. Siempre ha sido éste tu verdadero ser. ¿Quiénes son estos tipos para decirte qué eres y qué no? Sólo tú puedes decidir eso… Sólo tú… Sólo tú… Sólo tú…”

    El recordarlo fue como vivirlo de nuevo, como sentir de nuevo esas voces, susurrándole, hostigándola, empujándola hacia adelante con su sólo sonido. Inconscientemente cerró sus ojos con fuerza y dirigió sus manos a sus oídos, cubriéndolos con desesperación. Sus piernas flaquearon, y terminó cayendo de rodillas sobre la alfombra roja.

    - Raven. – Escuchó pronunciar a Robin, y rápidamente se puso a su lado para ayudarla a pararse, pero ella no lo dejó.

    - Esas voces… - Murmuró en voz baja, alzando lentamente su mirada de nuevo hacia los seis. – Eran ustedes, ¡fueron ustedes todo este tiempo! ¡Ustedes me manipularon y engañaron!

    - ¿Manipular? – Comentó Jacob, pareciendo algo sorprendido.

    - ¿Engañar? – Le secundó Jacqueline, reflejando un sentimiento similar.

    - No te obligamos a hacer nada que no quisieras, Raven. – Comentó Jared, sin desdibujar su sonrisa. – Así no es cómo funciona, tú misma lo dijiste.

    - Lo único que hicimos fue que sacaras lo que tenías guardado. – Señaló Jack con un tono sombrío.

    - Qué lucharas por lo que querías. – Le siguió John con voz chillona.

    - Qué mostraras tus verdaderos deseos. – Concluyó entonces Jessie.

    Cada frase que pronunciaban se sentía como una apuñalada en el pecho de Raven. Bajó su mirada, algo apenada e impotente. Sí, ella misma lo acababa de decir… No funcionaba así.

    - No metimos ninguna idea en tu cabeza que no hubiera estado ahí antes. – Murmuró Jared, dando un paso hacia su hermana. – No te obligamos a hacer nada, ni te empujamos a ello. No hicimos que te enamoraras de Robin, o que sintieras celos de tu amiga Starfire.

    Esas últimas dos afirmaciones causaron reacciones diferente en todos, pero quizás la más sorprendida e impactada fue Supergirl.

    - ¿Qué cosa? – Cuestionó confundida, mirando a Robin, luego a Raven, y luego a Starfire. Si no le iban a responder antes, menos ahora, pero definitivamente era algo de lo que quería saber más.

    - Todo eso ya existía en ti. Todo lo que hiciste, Lo hiciste porque lo deseabas.

    - ¡No…! ¡No es cierto! – Exclamó con furia la hechicera, poniéndose de pie rápidamente. – No lo quería… No de esa forma, ¡no así!

    Su voz sonó en el último momento tan fuerte como un trueno, y de nuevo sintieron que el edificio entero se sacudía. Todos sus compañeros voltearon a verla de reojo, algunos esperando verla de nuevo con sus ojos enrojecidos, e incluso su piel igual. Sin embargo, al menos visiblemente seguía normal. Lo que sí era que por debajo de las sombras de su capucha, se notaba que los miraba a todos con gran odio y furia, principalmente a Jared.

    - ¿Por qué? ¡¿Por qué me hicieron todo esto?!

    - ¿Por qué? – Murmuró Jacqueline, seguida de algunas risillas con tono prepotente. – Para libértate, hermana.

    - ¿Liberarla? – Exclamó Chico Bestia, confundido, pero el sentimiento era unánime entre sus amigos.

    - ¿Liberarme de qué? – Le siguió Raven, incrédula.

    - De la prisión que te impusieron Azar y los demás monjes de Azarath, obvio. – Le respondió Jared de forma despreocupada. – Liberarte de quienes te convencieron que debías avergonzarte de lo que eres en realidad, de que debías ocultar tu verdadero ser y tu verdadero potencial.

    - No tuvimos malas intenciones, Raven. – Comentó Jessie, suavizando considerablemente su mirada y su voz. – Hicimos todo eso para que mostraras tu verdadera cara, y funcionó muy bien.

    - ¿Crees acaso que eras libre, Raven? – Añadió Jacob, con algo de ironía en sus palabras. – ¿Qué eso era libertad? Eras una prisionera, de ti misma, de todo lo que te inculcaron y enseñaron de niña. Te convencieron de que eras algo malo y maldito, algo a lo que había que temer, y por ello tenías que esconderlo.

    - Pero no tienes que hacerlo, no con nosotros. – Siguió de nuevo Jared. – Todos somos como tú, todos te aceptamos tal y como eres. No tienes que fingir ni ocultarnos nada; somos tu familia.

    - No es verdad, ¡nosotros somos su familia! – Gritó Cyborg con fuerza de golpe, apuntando a Jared con su cañón sónico directo a la cara.

    - ¡Tampoco tiene que fingir ni ocultar nada ante nosotros! – Le apoyó Starfire con energía, cubriendo sus manos de energía verde.

    - ¿Enserio? – Rio Jared, divertido por sus palabras. – No sean mentirosos. ¿Me están diciendo que querrán a la verdadera Raven? ¿Qué aceptarán y amarán a la Raven que vieron esta tarde? Yo vi como la vieron ustedes: como si fuera un monstruo.

    Raven se sobresaltó, casi atónita a esas últimas palabras. ¿Su verdadero ser?, ¿la verdadera Raven?

    Claro, ¿no tenía eso mucho más sentido?

    Si para ser quien era en esos momentos, tenía que pasársela meditando y suprimir cualquier emoción, y no permitirse nada, ni siquiera el amor… ¿Podía realmente afirmar que esa era ella realmente? ¿Podía afirmar que esa Raven que sus amigos habían conocido todo ese tiempo, era quien era en verdad? ¿No sería entonces esa otra Raven, la de esa tarde, más similar a su verdadero ser? La que no se contenía, la que no suprimía lo que deseaba o lo que quería, la que dejaba salir todo sin el menor miedo… ¿No debía de ser esa más similar a la verdadera Raven?

    ¿Y si tenían razón? ¿Y si todo eso de la Raven heroína era sólo una máscara?, ¿una mentira que Azar y su madre le habían obligado a usar, para ocultar detrás de ella el horrible monstruo que era en realidad? Quizás todo eso que siempre luchó por hacer a un lado, es lo que siempre debió de haber sido… Quizás… Esta otra Raven… Era un error, una farsa, una impostora…

    - Esa no era la verdadera Raven. – Escuchó que la voz de Robin pronunciaba con firmeza, obligándola a alzar la mirada. Su líder se encontraba a su diestra, un par de pasos más adelante, y miraba a Jared fijamente, mientras sostenía su báculo en mano. – Yo conozco a la verdadera Raven, y ella es mucho más que eso, más de lo que ustedes dicen. Ella es más que su magia, su pasado, su lugar de origen o cómo nació. Es más que la hija de Trigon, o incluso más que una Joven Titán. Ella no tiene por qué sentirse avergonzada de quién es, porque quien es, es una persona maravillosa e increíble, que haría lo que fuera por proteger a los débiles y a sus amigos. Ella no se convirtió en quien es ahora porque la hayan obligado o porque no haya tenido otra opción. Ella así lo decidió, decidió ser la extraordinaria persona que es ahora, y yo la aceptaré sin importar qué. Si ustedes no son capaces de ver eso, ¡no merecen llamarse su familia!

    Raven se quedó anonadada al escuchar a Robin decir eso, e incluso, sin que pudiera controlarlo, un ligero rubor se asomó en sus mejillas pálidas, que intentó disimular volteando a otro lado. Starfire, quien estaba más adelante y del lado contrario a Robin, volteó a verlo a él, y también a Raven, de reojo sobre su hombro, mientras él pronunciaba todas esas palabras. Su rostro se tornó gravemente serio, y lentamente se giró de nuevo al frente. Cyborg y Chico Bestia secundaron las palabras de Robin, pero Starfire guardó absoluto silencio.

    Jared, por su parte, miraba al chico de antifaz con algo de hastío por toda su palabrería

    - Tssk, los humanos hablan demasiado. – Masculló molesto, metiendo de nuevo sus manos en los bolsillos de su chamarra.

    - Oye amigo, por lo que entiendo, tú también eres mitad humano, ¿o no? – Señaló Cyborg con un tono burlón.

    - No por decisión propia. Al diferencia de ti.

    El último comentario fue acompañado de una mirada y sonrisa astuta, que hicieron que Cyborg casi perdiera el control y le disparara justo en la cara en ese mismo momento.

    - Cyborg, aguarda. – Le indicó Robin, evitando que hiciera cualquier movimiento. – Ya fue suficiente de esto. Díganos de una vez, ¿qué es lo que quieren?

    - Vaya, creí que ya había sido lo suficientemente obvio. Se ve que no eres tan buen detective como lo es Batman.

    Ahora era Robin el que casi había perdido la compostura por su hiriente comentario, pero él sí fue capaz de serenarse de inmediato. A Jared parecía divertirle todas sus reacciones.

    - Lo que queremos es a nuestra hermana. Queremos que venga con nosotros para obtener lo que es nuestro… - Una amplia sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios, al igual que en el resto de sus hermanos. – Obtener este mundo entero, con el poder de nuestro padre, el Gran Trigon.

    Eso dejó aún más atónitos a todos de lo que ya estaban, pero de todos, la más afectada sin lugar a duda, era Raven.

    - ¿Qué? – Susurró en voz baja, casi inaudible.

    Una extraña sensación le recorrió el cuerpo, poniéndola muy, muy nerviosa. ¿Pero por qué? ¿Por qué esa simple mención le provocaba todo eso?

    - Nuevas buenas, idiotas. – Le respondió Cyborg. – Trigon ya no existe.

    - Sí, Raven le pateó el trasero hace mucho. – Añadió Chico Bestia con un tono seguro.

    Para su sorpresa, sin embargo, la respuesta de los seis ante ellos, fue soltarse riendo de forma aguda y sonora, una risa casi aterradora que resonó en el salón.

    - Humanos estúpidos. – Exclamó Jacqueline entre risas, con superioridad.

    - No entienden nada. – Añadió John con tono chillón.

    - ¿Qué quieren decir…? – Cuestionó Raven, aun sumamente dudosa y nerviosa.

    - Tú lo sabes bien, Raven. – Respondió Jared con dureza. – Pero quizás has querido ignorarlo todo este tiempo, ¿no? Nuestro padre, nuestro verdadero padre, no es carne y hueso. Por medio de rituales e invocaciones, él lograba tomar una forma física en este plano, pero en realidad él siempre ha sido energía, poder, sentimientos, deseos y anhelos…

    El cuerpo de Raven comenzaba a temblar ligeramente sin poder controlarse. Se abrazó a sí misma, y agachó de nuevo su mirada. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba así? ¿Qué estaba tratando de advertirle?

    - Y ese poder tan grande, aún está vivo… - Alzó en ese momento su mano derecha, colocando su dedo índice justo en el centro de su pecho. – Aquí… Dentro nosotros siete. Un pedazo de su esencia, que quedó en nuestros cuerpos luego de nuestra concepción.

    Los ojos de Raven se abrieron de par en par, y todo su cuerpo se tensó de golpe, aunque su mirada seguía clavada en el suelo, como si le fuera imposible ver a cualquiera de ellos directamente.

    - Desde que éramos niños, ha estado ahí, hablándonos, cuidándonos, pero sólo fui capaz de sentirlo en su totalidad hasta recientemente. Fue ese poder el que me guio para encontrar a mis demás hermanos, y para encontrarte a ti, Raven. Fue el que me contó todo esto, sobre quien era en realidad, y sobre lo que tenía que hacer. Tú también lo tienes… Quizás incluso ya lo has visto…

    ¿Visto? ¿Qué lo había visto? ¿A qué se refería?

    Llevó ambas manos a su cabeza, apretando sus dedos con fuerza contra su cráneo. Varias imágenes cruzaron por su cabeza, una detrás de otra, como una película yendo al doble de su velocidad. Veía fuego, veía oscuridad, sangre y muerte. Oía gritos, y destrucción. Y en medio de todo eso, se encontraba… ella, con su capucha y capa roja, con su leotardo negro, sus botas también rojas, y su piel gris. Se volteó a verla, por encima de su hombro, y por debajo de su capucha, pudo ver el resplandor de sus ojos rojos, y la amplia sonrisa de oreja a oreja, que no transmitía nada más que maldad en ella. Movió sus labios y le susurró algo, pero ella no escuchó nada…

    - Quizás lo has querido dormirlo o suprimirlo todo este tiempo. – Escuchaba que la voz de Jared seguía pronunciando. – Pero ahora, con la ayuda que te dimos para liberarte, de seguro lo has empezado a escuchar, ¿cierto? – Conforme Jared hablaba, la voz de la sombría figura ante ella se volvía poco a poco más entendible. – ¿Te está hablando ahora mismo?, ¿ahora qué has aceptado tu verdadero ser? Tal vez ya te dijo qué es lo que queremos, ¿no? Dijiste que si te concentrabas lo suficiente podrías descubrirlo. Dime, Raven… ¿Ya lo descubriste?

    Los labios de ese ser seguían moviéndose, y su voz poco a poco comenzaba a penetrar sus oídos como el más chirriante y horrendo de los sonidos… Pero aun así sus palabras le fueron totalmente claras…

    La hechicera se sobresaltó violenta, inhalando con fuerza una bocanada de aire. Sus ojos se abrieron aún más, y miraron de forma perdida al frente. Esa extraña reacción repentina llamó la atención de sus amigos.

    - ¿Raven? – Le cuestionó Robin, al ver su rostro, el cual parecía… lleno de miedo.

    - No… - Murmuró en voz muy baja. – Lo que desean hacer… No… No puede ser…

    Llevó inconscientemente su mano a su pecho, aferrando sus dedos con fuerza a su capa. A Robin le pareció notar que incluso había comenzado a temblar un poco. Jared, por su lado, sonrió complacido.

    - Creo que ya lo has entendido. – Murmuró el pelirrojo con orgullo. – Todo lo que hemos hecho, ha sido únicamente cumplir con tus deseos, hermana. Tú eres quien nos ha guiado hasta aquí…

    - ¿Qué se supone que significa eso? – Cuestionó Cyborg, confundido, mas Jared lo ignoró por completo. En su lugar, dio un paso al frente, y entonces le extendió su mano derecha a Raven, ofreciéndosela.

    - Ahora, ven con nosotros, hermana. No podemos concluir esto sin ti.

    Raven, de manera casi inconsciente, dio un par de pasos hacia atrás, queriendo hacer más distancia entre ella y esos seis individuos. ¿Qué había causado esa reacción tan repentina en ella? ¿Qué era lo que Raven sabía que ellos no?

    - ¡No te la llevarás a ningún lado! – Escucharon rápidamente que Supergirl, quien había permanecido callada todo ese rato, pronunciaba con energía, elevándose en el aire y colocándose frente al resto de los Titanes, con sus puños apretados y listos.

    - No… Esperen… - Masculló Raven despacio, pero apenas y un pequeño hilo de voz fue lo que logró salir de su boca.

    Kara miró con seriedad a Jared y a sus supuestos hermanos; ninguno se veía particularmente muy fuerte, excepto quizás el grandote. Debía admitir que tampoco estaba precisamente en su mejor condición física tras ese fatídico enfrentamiento de hace un par de horas, pero no era nada que sus amigos rayos de sol no le ayudarían a arreglar.

    La atención de la heroína se centró entonces en el pelirrojo, quien de alguna forma parecía ser el líder de todos ellos, y por lo que había alcanzado a escuchar, era precisamente el tal “Jared” del que estaban hablando un momento antes de que entraran rompiendo las ventanas.

    - Yo aun no entiendo al 100% qué está pasando aquí, pero si algo entiendo es que tú eres el imbécil de turno al que tengo que golpear, ¡así que prepárate!

    Sin más ceremonia, Kara se elevó del piso y se lanzó directo a Jared, antes de que cualquier otro intentara golpearlo. Sin embargo, el chico de cabello rojo permaneció completamente tranquilo e inmutable, sin mostrar la menor intención de mover ni un dedo. Normalmente, eso siempre era una mala señal… Pero Kara no estaba pensando en ello en esos momentos.

    Antes de que pudiera acercarse lo suficiente a Jared, una figura pareció prácticamente materializarse de la nada justo delante de ella, interponiéndose entre Jared y ella. Era esa mujer de cabello rubio y rizado, que se había presentado como Jessie. Sonreía ampliamente, y la miraba fijamente con su mirada intensa y penetrante. También se encontraba suspendida en el aire y jaló su brazo derecho hacia atrás con la clara intención de tomar impulso para golpear.

    - No te quieras pasar de lista… - Pronunció con un tono astuto, y entonces, algo extraño pasó…

    Kara jaló su puño lo más que pudo hacia atrás, para golpearla a ella o al tal Jared, daba lo mismo, pero no logró tirar el golpe. En un segundo, veía con claridad a esa chica delante de ella. Pero al siguiente parpadeo, al siguiente instante en que sus ojos se posaron en ella, ya no la vio, ni sus ojos rojizos, ni su piel gris, ni su cabello rubio, ni su ropa de mal gusto. Lo que vio, fue a una persona totalmente diferente, en la misma posición exacta en la que ella se encontraba. Era un hombre, fornido y de cabello negro y corto, ojos azules, calmados, y una amplia sonrisa. Usaba un traje azul, una capa roja, y el escudo de la Familia El… Todo bastante similar al suyo… O más bien al de Superman.

    Supergirl se quedó casi pasmada en cuando vio esta extraña imagen, aparecer ante de ella de un instante a otro, y todo su cuerpo se quedó petrificado; incluso su puño se quedó justo en el mismo lugar, sin hacer el intento siquiera de lanzarse al frente.

    - ¿Kal-El…? – Susurró en voz baja, algo desconcertada.

    La extraña imagen ante ella le sonrió, e inmediatamente después lanzó su puño directo hacia ella con una velocidad y fuerza increíble. La heroína fue golpeada directo en su rostro, con una fuerza tan impresionante e increíble, que para sorpresa de todos, principalmente considerando de quien se trataba, fue lanzada como una bala de cañón hacia atrás, casi como si hubiera sido golpeada de frente por un camión, o quizás ni eso la hubiera hecho volar de esa forma. Los Titanes se hicieron a un lado rápidamente para esquivarla, y el cuerpo de Supergirl atravesó la puerta de la sala, volándola en pedazos, y siguiendo de largo por el pasillo, hasta atravesar otra, y luego otra pared.

    Entre toda la conmoción, los Titanes miraron incrédulos al agujero por el que Supergirl había pasado.

    - ¡Kara! – Exclamó Starfire, llena de preocupación.

    - ¡¿Cómo rayos hizo eso?! – Cuestionó Cyborg, totalmente impactado.

    - ¡¿Esa chica es tan fuerte como Supergirl?! – Señaló Chico Bestia, igualmente afectado por lo que acababa de ver.

    Ellos no habían visto lo mismo que Kara. Ellos sólo vieron a esa chica rubia, golpearla en la cara y mandarla a volar como cualquier cosa. Eso fue lo que vieron, pero no habían visto todo lo sucedido realmente.

    - Supongo que eso significa que no me conseguirás esa foto sexy que te pedí, ¿verdad? – Comentó Jared, divertido por todas sus caras de sorpresa.

    No había tiempo para quedarse ahí parados como bobos. Tenían seis enemigos ante ellos, y al parecer, bastante fuertes. Debían moverse de inmediato.

    - ¡Jóvenes Titanes!, ¡al Ataque! – Exclamó Robin, antes de lanzarse al frente, empuñando su bastón, y el resto de sus compañeros lo siguieron sin duda, a excepción de Raven que permaneció de pie en su lugar, totalmente inmóvil.

    - ¡No lo hagan! – Les gritó la joven de capa azul, pero ellos no la escucharon.

    - No tenemos tiempo para esto. – Suspiró Jared con cansancio, al ver a los cuatro titanes restantes correr hacia ellos. – Jack, por favor…

    Ante la petición de su hermano, Jack dio un paso al frente. Con sus dedos, se acomodó su fleco hacia atrás, dejando su rostro descubierto. Centró su atención en los cuatro Titanes, y sus ojos brillaron de pronto con un fuerte fulgor verdoso. Un instante después, un brillo verde muy similar al de sus ojos, cubrió los cuerpos de Robin, Starfire, Cyborg, y Chico Bestia, y se detuvieron de golpe en su avance. Aunque, de hecho, no se detuvieron. Si se ponía la suficiente atención, se podía apreciar que aún avanzaban hacia el frente, pero muy, muy, muy lento, tan lento que su movimiento apenas y podría llamarse como tal.

    - ¡¿Q… u… é…?! – Murmuró Cyborg entrecortado; su capacidad para hablar parecía haberse visto afectada también.

    - ¿P… o… r… q… u… é… n… o… s… m… o… v… e… m… o… s… t… a… n… l… e… n… t… o…? – Cuestionó Chico Bestia, de la misma exacta forma que su compañero.

    Los cuatro parecían estatuas, incluso Starfire permanecía suspendida en el aire, e igualmente apenas y lograba avanzar milímetro a milímetro. Eso, claramente era un efecto de la magia de ese tal Jack.

    - Bien, mucho mejor. – Comentó Jared con cierta ironía. Caminó hacia el frente, pasando entre Robin y los otros con completa tranquilidad. Aunque algunos quisieron virarse hacia él y detenerlo al pasar a su lado, su intención sería apenas apreciable un par de minutos después.

    Jared avanzó con completa impunidad entre los héroes, dirigiéndose directo hacia Raven. Ella seguía de pie en el mismo sitio, y miraba incrédula a sus amigos, siendo víctimas de dicha magia. Al notar la figura de su hermano ante él, desvió de inmediato su mirada, y alzó sus brazos de forma defensiva.

    - Bien, Raven… ¿Vienes con nosotros?

    Le volvió entonces a extender su mano, misma que Raven miró de reojo, con duda y confusión de su rostro. Se quedó callada unos instantes; por su mirada, parecía que su mente estuviera divagando un poco… Cerró sus ojos unos momentos, respiró lentamente, y al abrirlos de nuevo, estos brillaban con fuerte energía blanca.

    - ¡De ninguna manera! – Gritó con fuerza, extendiendo sus manos al frente, y en un parpadeó el cuerpo de Jared se elevó y salió disparado por el aire, hasta atravesar uno de los ventanales hacia el exterior.

    - ¡Jared! – Exclamó Jacqueline, sorprendida al ver a su hermano mayor cruzando sobre sus cabezas; su sorpresa fue acompañada por la de todos los demás.

    Raven se elevó rápidamente y se dirigió hacia ellos. Su intención era atacarlos primero, específicamente al que estaba deteniendo a sus amigos con su magia. Debía hacerlo rápido, antes de que cualquiera pudiera reaccionar y atacarla antes, con cualquiera que fuera sus poderes. Sin embargo, su movimiento fue quizás una milésima de segundo antes, pues no pudo evitar que Jacqueline posara sus ojos sobre ella, notablemente molesta, de seguro por lo que acababa de hacerle a Jared.

    El cuerpo de Raven reaccionó de forma extraña en cuando Jacqueline la vio. Su cuerpo se elevó abruptamente y con violencia hacia arriba, pero, ella más bien sentía como si estuviera cayendo… Su cuerpo quedó presionado contra el techo con fuerza, muy presionado; sentía más bien como si estuviera contra el suelo, y algo muy pesado la estuviera aplastando, con tanto peso, con tanta fuerza, que sus huesos y piel empezaban a doler.

    - ¿Qué… es… esto…? – Exclamó como le fue posible, lo cual no era fácil ya que sentía gran presión contra el pecho. ¿Qué clase de magia esa? No parecía ser telequinesis. De entre todos los muchos conocimientos mágicos que poseía, no recordaba algo parecido.

    Jessie se elevó lentamente en el aire, hasta dirigirse a Raven en el techo. Al verla acercarse, rápidamente intentó concentrarse para poder hacer un hechizo.

    - Tienes que comportarte… - Murmuró la mujer de cabellos rubios de pronto, con una amplia sonrisa, y entonces su apariencia volvió a cambiar, pero ahora sólo a los ojos de Raven. A quien veía en ese momento ya no era ella: su rostro, su apariencia, sus ropas, eran las de… Satarfire, sonriéndole ampliamente con malicia. – Amiga Raven…

    - ¿Qué…? ¿Cómo…? – Balbuceó la hechicera, perdiendo cualquier rastro de concentración que hubiera logrado obtener.

    Antes de poder entender por completo lo que veía, la Starfire ante ella la tomó del cuello, apretándolo con fuerza. Giró sobre sí misma, haciendo que Raven girara junto con ella, y con el impulso la lanzó con fuerza por la misma ventana por la que había lazando a Jared.

    De nuevo, los demás no vieron nada más allá de esa chica rubia, atacando. La imagen de Starfire solamente había sido vista por Raven.

    - ¿Eso no fue exagerado? – Comentó John, asomándose hacia afuera para ver a sus dos hermanos.

    - Ella se lo buscó. – Señaló Jacqueline, cruzándose de brazos con indiferencia. – Mantenlos sujetos, Jack. Nos encargaremos de hablar con nuestra hermanita.

    Jack simplemente asintió con su cabeza, y entonces se dejó caer de sentón al suelo con expresión adormilada, pero sin quedar los ojos de encima de sus presas. Los titanes seguían intentando acercárseles, pero a paso extremadamente lento.

    Jacqueline se acercó a la orilla de la ventana, junto con John, y Jessie se les unió. Pero faltaba alguien. Miró sobre su hombro, y vio a Jacob, de pie varios pasos detrás de ellos, con sus manos en los bolsillos de su pantalón, y con pose tranquila.

    - ¿Vienes o qué? – Le cuestionó la mujer de vestido negro.

    - Sabes que soy más un amante que un peleador. – Le respondió encogiéndose de hombros, y entonces avanzó hacia el sillón de la sala, pasando entre los casi congelados Titanes y se sentó cómodamente en él, con sus brazos sobre el respaldo. Tomó el control remoto del televisor, y lo encendió, para comenzar a navegar entre los canales. – Adelántense, yo… apoyaré a Jack.

    Jacqueline sólo giró los ojos con señal de resignación. Ella, junto con Jessie y John, dieron un paso al frente, y sus cuerpos comenzaron a descender tranquilamente a tierra, como se fueran plumas en el viento, mientras los Titanes, totalmente impotentes, los miraban marcharse.

    Raven, luego de ser lanzada de esa forma, terminó tirada en el suelo, muy cerca de la orilla, Logró al último momento usar algo de su magia para amortiguar su caída, pero igual había terminado impactándose contra el suelo. Se alzó a duras penas apoyada en sus manos, y dirigió su mano derecha a su labio, limpiándose algo de sangre que había brotado por el golpe.

    ¿Qué había sido eso? ¿Por qué había visto a esa mujer como si fuera Starfire? Era ridículo, en especial porque la verdadera Starfire estaba ahí, a unos metros de ella. Además, la fuerza con la que la había tomado y arrojado… Sí, era mucha fuerza, pero ni remotamente cercana a la suficiente para dar un golpe de la magnitud como el que le había dado a Supergirl. Era más similar de hecho… a la fuerza de Starfire.

    ¿Qué significaba todo eso?

    - Entiendo que estés molesta, Raven. – Escuchó la voz de Jared detrás de ella. Rápidamente lo volteó a ver sobre su hombro; el chico estaba a un par de metros, y se tocaba su cabeza adolorida; quizás se había golpeado al caer. – Quizás no fue la mejor forma de actuar, pero tienes que entender que todo fue por tu bien.

    - ¡¿Por mi bien?! – Exclamó molesta, poniéndose de pie rápidamente. Jacqueline, John y Jessie, descendieron justo a las espaldas de Jared en ese mismo momento. – ¡No saben lo que están haciendo!

    - Lo sabemos. – Comentó Jared, confiado. – Lo hemos sabido toda nuestra vida. ¡Esto es para lo que nacimos!

    - ¡No es así! Trigon no es lo que creen… ¡Nosotros no somos lo que creen! ¡No somos sus hijos!, ¡nunca lo fuimos!

    Jared suspiró con algo de cansancio. Pasó sus dedos por su cabello, con cierta frustración, y rascó un poco su cabeza, pensativo.

    - Veo que no nos acompañaras por las buenas, Raven. Es una pena… Creía que luego de libertar tu poder interno, nos entenderías. Pero creo que subestimamos la influencia que estos humanos y la gente de Azarath tienen en ti.

    - Ya perdimos mucho tiempo intentando hacerlo a tu manera, Jared. – Masculló Jacqueline, molesta. – Ahora tenemos que hacerlo a la mía.

    - Sí, supongo que no hay de otra. Lo siento, Raven….

    Jared alzó en ese momento su mano lentamente, señalándola con todos sus dedos.

    - Pero tendremos que llevarte con nosotros a la mala…

    Intensas llamaradas surgieron de sus dedos de golpe, dirigiéndose directo contra ella. Raven rápidamente se cubrió, haciendo un escudo con su magia. Mientras se protegía del fuego, notó como algo de gran tamaño cubría el sol sobre su cabeza. Al alzar su mirada, notó que John descendía directo hacia ella… Pero su tamaño había incrementado, al menos al doble o triple. Se lazó con agilidad a un lado para evadirlo, y el enorme cuerpo chocó contra la tierra, desquebrajándola.

    Jared se le lanzó encima antes de pudiera recuperarse, con sus puños cubiertos de llamas, intentando golpearla. Raven se movía como le era posible para esquivarlo. Todos los Titanes habían pasado por un entrenamiento para combate cuerpo a cuerpo, por consejo y recomendación de Robin, y ese también había sido su caso. Sin embargo, no estaba del todo acostumbrada a aplicarlo. Protegiendo sus manos con su magia, tomó con fuerza sus puños entre sus dedos, para detenerlos. Luego, sin soltarlo, alzó su pierna derecha, pateándolo en la barbilla, seguida por la izquierda para repetir el mismo golpe. Jared retrocedió un par de pasos, adolorido de su quijada.

    - No me obligues a lastimarte, Jared. – Exclamó la Hechicera con seriedad.

    - ¿Por qué no? ¿Quiere decir que aún te preocupas por mí?

    Raven no respondió. Permaneció quieta, con su magia lista para atacar en cualquier parpadeo. A pesar de la pelea que acababa de tener no hace mucho con Supergirl y Starfire, en realidad no se sentía agotada; de hecho, no se había sentido tan reavivada en mucho tiempo.

    - A pesar de tu actitud fría e indiferente, siempre has sido la más amable de todas, amiga Raven. – Escuchó de pronto una voz pronunciado a sus espaldas… la reconocible voz de Starfire.

    Raven se viró lentamente sobre su hombro, y la vio justo ahí, suspendida, con sus pies a unos centímetros del suelo, con sus manos atrás de su espalda, y una amplia sonrisa adornando su rostro.

    - No, tú no eres ella. – Cuestionó Raven, nerviosa, poniéndose rápidamente a la defensiva. – ¡¿Qué truco estás intentando?!

    - Dímelo tú, amiga Raven. – Comentó esa supuesta Starfire con su distintivo tono dulce y amable, aunque justamente después su sonrisa se acrecentó, formando una mueca casi aterradora. – Tú eres la que está viendo esto… Dime más bien, ¿qué estás tramando tú…?

    Sus ojos brillaron de un verde intenso, y le siguieron sus manos. Se elevó algo más en el aire, y comenzó a lanzarle esferas de energía repetidamente. Raven se elevó también, esquivando sus ataques, pero Jared y John se lanzaron también contra ella al mismo tiempo. La hechicera usaba su agilidad de vuelo y su magia para repelerlos, pero entre los tres le era muy difícil hacer cualquier contraataque. Además, Jacqueline permanecía en tierra, con sus brazos cruzados, mirando con detenimiento, posiblemente esperando el momento de intervenir, si se ofrecía.

    Mientras tanto, en la sala de la Torre, los Titanes seguían avanzando, pero apenas y se lograba detectar algún cambio en su posición. Jack seguía sentado en el suelo, mirándolos fijamente, mientras Jacob miraba tranquilamente la televisión desde el sillón principal de la sala. Los sonidos de la pelea que afuera se sucedía, se escuchaban con claridad.

    - Suena a que se están divirtiendo allá abajo. – Comentó Jacob, divertido, sin quitar sus ojos de la pantalla ante él. – ¿No tienen el paquete Playboy? Qué aburridos.

    Supergirl comenzó a reaccionar en ese momento, al final de aquel túnel que había formado en el edificio, hasta terminar contra lo que parecía ser un baño de visitas, luego de tan tremendo golpe. Se tocó su cara con sus dedos, revisando que no se hubiera roto nada; no creyó que fuera capaz de sentir tal dolor de nuevo en ese mundo, pero era lógico pensar que si lo sentiría, sería por un golpe de…

    No, no había sido él, ese no era el caso. ¿Qué rayos había pasado ahí? ¿Por qué había visto aquello? ¿Una ilusión? Si fue una ilusión, ¿cómo es que ese golpe se había sentido tan endemoniadamente real?

    No había tanto tiempo como para desperdiciar valiosos minutos en pensar en ello. Con su visión de Rayos X, revisó rápidamente la situación. En la sala pudo ver a dos de esos sujetos, pero Robin, Chico Bestia, Starfire y Cyborg estaban ahí, de seguro encargándose de ello. Llevaba tanta prisa, que no se dio cuenta en ese momento de que los cuatro se encontrabas casi congelados. Buscó con su visión a Raven y los demás extraños atacantes, y los divisó en la parte de abajo, en la playa justo frente a la torre.

    Una contra cuatro. Había visto su poder hace unas horas en aquella preparatoria, pero ahora no se encontraba toda roja y rabiosa, así que quizás sería la que más ayuda necesitaría. Eso es lo que haría alguien que trabaja en equipo, ¿no? Se elevó rápidamente, y salió volando con rapidez por el agujero por el que fue lanzada, hacia la sala y luego hacia las ventanas rotas para salir por una. En cuanto ese borrón rojo y azul pasó tan cerca de ellos, prácticamente sobre sus cabezas, tanto Jack como Jacob se sobresaltaron y no pudieron evitar desviar su mirada hacia ella.

    - ¡Oye!, ¡Espera! – Exclamó Jacob, sorprendido, parándose del sillón de un salto.

    Sin embargo, en cuando Jack también por mero reflejo vio en dirección a la heroína y ya no vio por esos instantes a los Titanes, la magia que tenía sobre ellos simplemente pareció desvanecerse, y entonces los cuatro volvieron a su velocidad normal, lanzándose contra Jack. Antes de que Jack pudiera voltearse nuevo por completo hacia ellos, fue recibido de golpe por una fuerte patada en la cara por parte de Robin, que empujó hacia atrás su cuerpo flacucho y ligero, saliendo por la misma ventana que Supergirl, para luego precipitarse a tierra.

    Jacob, al ver, hizo el pequeño ademán de querer acercárseles, pero Starfire fue más rápida, y se giró hacia él y disparo sus rayos de energía de sus ojos, golpeando al chico de piel gris con ellos. Fue lanzado contra el sillón, y con la fuerza del golpe dicho sillón se hizo hacia atrás, y Jacob quedó con los pies hacia arriba, y totalmente inmóvil. Se quedaron un rato a la espera, pero parecía que no se levantaría… al menos no de momento.

    - Ese no es tan fuerte después de todo. – Comentó Chico Bestia, algo sorprendido, aunque también decepcionado.

    - No se confíen, no sabemos con exactitud el alcance de sus poderes. – Les indicó Robin. – ¡Andando! Raven nos necesita.

    Los otros tres asintieron, y de inmediato corrieron a las ventanas para descender a la orilla, cada uno de su propia forma.

    Supergirl descendió a toda velocidad hacia el lugar de la pelea, esperando poder tomarlos por sorpresa; sin embargo, eso no pareció funcionar muy bien. Supergirl se disponía a lanzar un golpe contra John, el cual estaba suspendido, peleando con Raven con la ayuda de sus hermanos. Sin embargo, en cuanto la sintió cerca, el cuerpo del chico comenzó, literalmente, a inflarse, a tomar una forma casi redonda y enorme. El puño de Kara golpeó contra ese cuerpo de extraña consciencia, casi gelatinosa pero muy flexible. Su puño se hundió en la piel, pero no la rompió o atravesó; esta simplemente se dobló como si fuera de goma.

    - ¿Pero qué…? – Exclamó atónita, un segundo antes de que toda la fuerza que había usado para estirar dicha piel, se le regresara y la empujara hacia atrás como un trampolín. – ¡¡Aaaaaaah!!

    El cuerpo de la rubia salió volando, y atravesó una pared de la Torre, aproximadamente por la mitad, cayendo en el interior de lo que parecía ser un gimnasio. Golpeó el saco de boxeo colgado en el centro del cuarto, derribándolo con el impacto de su cuerpo.

    - Jessie. – Indicó Jacqueline, mirando toda esa escena por encima de su hombro con algo de indiferencia.

    - Yo me encargo. – Indicó rápidamente la chica de cabellos rubios y rizados, elevándose con rapidez hacia el agujero por el que Supergirl había entrado de nuevo a la Torre.

    La heroína, por su parte, intentaba recuperarse luego de tan sorpresivo revés. Apenas y se había levantado, cuando una figura de gran tamaño apareció en el agujero en la pared, cubriendo gran parte del escaso sol que entraba por él.

    - Siempre tan descuidada, Kara. – Escuchó que una voz masculina y grave pronunciaba desde dicho agujero. El oírla, la hizo sobresaltarse casi asustada, y retroceder. Otra vez lo mismo: la imagen de ese hombre grande y de complexión fornida, con el traje azul y rojo. Estaba flotando frente al agujero, con sus brazos cruzados mientras le sonreía, malicioso.

    - Esto no es real. – Comentó la heroína, algo nerviosa. – Tú no eres Superman.

    - No importa si lo soy o no. – Pronunció esa extraña imagen, entrando flotando tranquilamente por el agujero. – Lo que importa es si tú lo crees.

    No entendía que rayos se suponía que significaba eso, y no le importaba tampoco averiguarlo. Se lanzó con toda su velocidad y fuerza contra él, o ella, o lo que fuera. Podría verse como Superman, pero no podía ser tan fuerte como él; ese golpe que le dio debió de haber sido un truco, algún tipo de suerte, quién sabe… Sin embargo, su hipótesis no estuvo muy bien fundamentada. Lanzó varios golpes consecutivos contra él, y rápidamente éste los desvió hacia otro lado con notoria facilidad, mientras seguía sonriéndole de forma sínica.

    - Parece que crees que Superman es mucho más fuerte que tú, ¿verdad? – Comentó divertido mientras cubría sus golpes.

    - ¿Qué? No, ¡no es cierto!

    - Si no es así… ¡¿entonces cómo es que puedo hacer esto?!

    Aprisiono con fuerza uno de sus puños entre sus dedos, luego de cubrir uno de sus golpes, y comenzó a apretarlo. De nuevo, Kara volvió a sentir dolor, cómo se suponía que no podía sentir en ese planeta. El supuesto Superman comenzó a girar con rapidez sobre sí mismo sin soltarla, poco a poco con más y más velocidad, hasta casi provocar un pequeño tornado. Soltó a Supergirl al último momento y su cuerpo salió volando con mucha más fuerza que las veces anteriores, atravesando pared tras pared, hasta salir del otro lado de la Torre y todavía seguir de largo.

    Kara estaba atónita, sin poder creer que lo estaba pasando. ¿Cómo era posible? ¿Qué tipo de magia podría estar haciendo eso? Por cosas como esas odiaba la magia. Intentó recuperar la serenidad lo más rápido que pudo, recuperándose en pleno vuelo, antes de que terminara a cientos de kilómetros de distancia. Influenciado principalmente por la frustración y el enojo, se dirigió de nuevo como una bala hacia la torre.

    Supergirl voló y voló a gran velocidad directo por el mismo agujero que había provocado, casi rompiendo la barrera del sonido. Impactaría a ese supuesto Superman de frente, y lo haría pedazos, o al menos bastante daño. Él, o ella, se encontraban de pie en el mismo sitio, con sus brazos cruzados, como si la esperara. Kara aceleró incluso más. Al último momento, cuando parecía que alcanzaría embestirlo, el supuesto Superman se elevó, alzó su puño y lo jaló con fuerza hacia el frente, impactándose de frente directo contra la cara de Supergirl, deteniéndola en seco. El choque de su puño contra su cara provocó un fuerte estruendo, así como una onda expansiva de aire que voló en pedazos todas las ventanas de ese piso, y de los tres superiores e inferiores.

    Luego de recibir tan tremendo golpe, Supergirl quedó aturdida, y sentía que había perdido el conocimiento, o al menos estaba bastante cerca de ello. Pero su cuerpo ni siquiera había tocado el suelo, cuando su enemigo la tomó del cuello, y la elevó como si fuera una simple muñeca, y luego la azotó con fuerza contra el piso, provocando que lo atravesará y descendiera dos o tres pisos más, antes de que ser sepultada por los escombros, y quedarse ahí, inmóvil, y ahora sí en verdad inconsciente.

    Jessie se quedó de pie a la orilla del agujero en el suelo. Sonrió complacida por el resultado, y al parecer la heroína de Metrópolis no sería más un obstáculo, al menos no por un rato. Se viró hacia donde había entrado y salió flotando tranquilamente.

    Mientras Supergirl pasaba todo ello, afuera, Jacqueline, mientras John y Jared seguían atacando a Raven, escuchó a sus espaldas como Jack caía a tierra precipitadamente. Se giró extrañada hacia él, y luego volteó hacia arriba, notando que tenían más compañía. Los Titanes habían aprovechado su distracción para salir a la ayuda de su amiga Raven: Starfire descendiendo mientras volaba, Chico Bestia siguiéndola en la forma de un águila, Robin ayudado con uno de sus ganchos, y Cyborg amortiguando su caída con su rayo sónico.

    Jacqueline suspiró con fastidio al ver esto.

    - Qué molestos. – Exclamó con sumo desagrado.

    Alzó entonces su pie derecho unos centímetros, y luego lo dejó caer con rapidez, chocando su zapatilla contra la tierra. Justo cuando esto pasó, los cuatro Titanes sintieron al mismo tiempo como si algo los jalará con gran fuerza hacia abajo, descendiendo a gran velocidad, hasta chocar los cuatro contra el suelo, y quedarse ahí tirados, inmóviles, como si algo muy, muy pesado los estuviera aplastando.

    - ¡¿Ahora qué…?! – Exclamó Cyborg, con frustración. Intentaba volver a levantarse con todas sus fuerzas, pero no era capaz de alzarse no unos centímetros.

    Chico Bestia cambio a la forma de un gorila, un hipopótamo, un elefante, y hasta un T-Rex, pero ninguno de esos animales tenía la fuerza suficiente para repeler la extraña fuerza que los oprimía.

    Raven notó de reojo a sus cuatro amigos, oprimidos contra el suelo, a los pies de Jacqueline. Esto la hizo reaccionar.

    - ¡Dejen a mis amigos! – Exclamó con cierta desesperación. Creó entonces una fuerte explosión de magia, que alejó a Jared y John con fuerza de ella. Una vez libre, se lanzó directo hacia Jacqueline, con la intención de atacarla directamente. Sin embargo, a medio camino, su cuerpo se cubrió abruptamente de un resplandor verdoso, y quedó casi frenada por completo a la mitad del aire.

    Intentó mirar a su alrededor, pero el movimiento de sus ojos también era lento al igual que el del resto de su cuerpo. Aun así, logró ver por el rabillo, a Jack, de pie, y mirándola fijamente con expresión intensa.

    - No quites la mirada esta vez. – Le dijo Jacqueline, casi como un regaño.

    - Lo siento, hermana. – Respondió Jack, algo melancólico, pero en efecto no les quito los ojos de encima ni un instante.

    Raven luchaba por poder moverse, pero cada movimiento, hasta el más pequeño, tardaba una eternidad en poder concretarse. Incluso recitar algún conjuro o mover sus manos le resultaba arduo.

    En ese momento, John se elevó hasta colocarse varios metros encima de ella. Su cuerpo se volvió a expandir a un gran volumen, hasta proyectar una gran sombra sobre todos. Luego se contrajo un poco sobre sí, haciendo que todo ese volumen se condensara, y pasará de tener la forma de un gran globo, a la de una gran pesada piedra. Se dejó caer entonces abruptamente contra Raven como un meteorito. Ésta conjuró lo más rápido que su estado actual le permitía, alcanzando al último instante aparecer un escudo sobre ella. Aunque éste fue lo suficientemente fuerte para amortiguar el golpe, no lo fue para no ser empujada contra el suelo, y aplastada contra éste en un pequeño cráter.

    Raven se quedó tirada en el cráter, recostada boca abajo, pero no completamente inmóvil, pues se veía como alcanzaba a moverse un poco, como si quiera arrastrarse, pero notándosele muy adolorida.

    - Espero no habernos excedido. – Comentó Jared, poniéndose de cuclillas en la orilla del cráter, y admirando a su pobre hermana en él. – ¿Ya fue suficiente, Raven? ¿Ya nos acompañaras? ¿O tendremos que lastimar un poco más a tus amigos?

    Jacqueline, como respuesta a las palabras de Jared, sonrió con malicia, y volvió a chocar su pie contra el suelo, y la presión que oprimía a Robin y los otros se hizo incluso más grande, y los cuatro soltaron un fuerte alarido de dolor.

    Raven, desde su precaria posición, logró escuchar a sus amigos sufriendo, y eso la hizo reaccionar. Alzó su mirada como pudo, con su rostro con raspones y manchada de tierra. Debería sentirse preocupada o angustiada por escuchar a sus amigos sufriendo, debería sentirse aturdida y triste por todo eso que ocurría. Pero en esos momentos, sólo hubo un sentimiento que se volvió claro y tangible en su mente, y que dominaba y por mucho a todos los demás: rabia, una enorme rabia…

    Sus puños se apretaron con fuerza, al igual que su mandíbula. Sus ojos se tornaron de nuevo rojos debajo de su capucha, y un aura rojiza y brillante le cubrió el cuerpo entero. De la nada, y de un parpadeo a otro, el cuerpo de Raven se elevó con rapidez en el aire, creando un fuerte estruendo, y haciendo que todos sus supuestos hermanos se voltearan hacia ella.

    - ¡¿Qué?! – Exclamó Jacqueline, casi atónita.

    Raven quedó suspendida por encima de todos ellos brillando con intensidad de rojo, con el inminente atardecer a sus espaldas.

    - ¡¡No toquen a mis amigos!! – Gritó con fuerza, sonando como un tremendo relámpago que surcaba el cielo. Su voz sonaba como si fueran varias otras, rebotando en el eco.

    Comenzó a mover sus manos con rapidez en círculos, de derecha a izquierda, y de inmediato un fuerte ventarrón comenzó a soplar a su alrededor, respondiendo a los simples movimientos de sus manos. Jack intentó inmovilizarla, pero antes de que pudiera centrar su mirada fija sobre ella, el viento lo jaló con violencia hacia arriba, elevándolo en el aire. Pero no fue el único. Inmediatamente después le siguió Jacqueline, quien se elevó gritando con histeria, mientras intentaba sujetarse su vestido. Le siguieron John, y luego incluso Jessie, que salía de la Torre luego de encargarse de Supergirl, y Jacob que se había asomado hacia afuera tras recuperarse del ataque de Starfire. Jared se quedó más tiempo en el suelo, intentando resistir, pero al final fue también arrastrado como sus demás hermanos.

    Una vez que Jacqueline fue jalada, el efecto que tenía sobre Robin y los otros pareció desvanecerse, y al fin pudieron moverse… Más no era precisamente que tuvieran muchas opciones de a dónde moverse. El viento a ellos no los alzaba, como si esa fuera su intención directa, pero igual remoloneaba sus cabellos y ropas, y les impedía moverse con libertad. Sólo podían quedarse en su lugar, viendo desde abajo tan increíble espectáculo.

    - ¡No, otra vez! – Exclamó Cybrgorg, mientras se cubría su rostro con un brazo.

    - ¡De nuevo perdió el control! – Señaló Starfire, preocupada.

    - ¡Al menos ahora está atacando a los malos! – Comentó Chico Bestia, en forma de elefanta, para mantenerse firme en el suelo.

    ¿Realmente eso lo hacía correcto? Robin miraba tal escena desde su posición, y lo que menos le provocaba era seguridad o bienestar…

    Los seis hermanos comenzaron a girar repetidamente en el remolino que se había formado entorno a Raven. El viento de pronto pareció combinarse con el agua del mar, la cual empezaba a elevarse también y a girar a su alrededor. Le acompañaron también pedazos de roca que se desprendían de la orilla, o del fondo marino, o incluso escombros de la propia torre que habían caído; era realmente algo increíble de ver.

    Raven alzó entonces su mano derecha hacia arriba, y todo, el viento, el agua, las rocas, y sus supuestos hermanos, se alzaron violentamente hacia arriba de golpe, creando la ilusión de una muy, muy alta torre. Luego, las bajó de nuevo con el mismo apuro, y todo ello se precipitó hacia abajó con una tremenda fuerza. Los Titanes tuvieron que lanzarse rápidamente hacia un lado para esquivar tan inminente ataque. Todo chocó contra la orilla, creando un fuerte impacto, que lanzó roca, agua y viento por todos lados, y casi mandó a volar a los Titanes también.

    Un instante después del estruendoso golpe, el agua volvió a su sitio, y todo se volvió silencio. Los Titanes tardaron unos segundos en poder reaccionar, y animarse a alzar las cabezas al frente. Aún había nubes de polvo cubriendo su visión. Poco a poco el polvo se fue despejando, y pudieron entonces ver un pequeño cráter que se había formado en el lugar del impacto final, y a los seis chicos de piel gris, ahí tirados, algunos bocabajo, otros bocarriba, pero todos visiblemente aturdidos, y no era para menos.

    - Cielos… Eso fue… - Exclamó Chico Bestia, aunque fue incapaz de terminar.

    - ¿Aterrador? – Completó Cyborg, a lo que el chico verde respondió asintiendo con su cabeza.

    Robin fue el primero en alzar su mirada hacia arriba; más que ver a las víctimas de ese brutal ataque, su interés se inclinaba más hacia ver a la autora del mismo. La Titán flotaba a varios metros sobre sus cabezas; una brisa agitaba un poco su larga capa azul con un muy notorio fulgor rojizo que se desprendía lentamente de su cuerpo.

    - Raven… - Murmuró Robin, sin poder evitar sentirse impresionado por tal escena.

    Jared poco a poco intentó volver a incorporarse, apoyándose débilmente en la tierra con ambas manos. Logró sentarse, y llevó su mano hacia su frente, limpiando algo de sangre que le había brotado de lado izquierdo tras el impacto. Pero en esos momentos, su frente era el menor de sus malestares; casi todo su cuerpo le dolía, aunque era peor el mareo que aún sentía tras tantas vueltas y sacudidas.

    Al notar que el chico de cabellos rojos se había alzado, Raven comenzó a descender hasta colocar sus pies en el suelo, del lado del cráter, contrario al que estaban sus demás amigos. En cuanto estuvo cerca de la tierra, pequeños pedazos de roca comenzaron a literalmente brincar hacia los lados como si tuvieran mente propia y estuvieran huyendo de algo.

    - Desiste de esto, Jared. – Murmuró la hechicera con su voz resonando con intensidad. – Sabes que no puedes derrotarme. Soy mucho más poderosa que tú, que cualquiera de ustedes.

    Jared contemplaba con curiosidad su propia sangre que manchaba sus dedos. Se suponía que debía de sentirse preocupado, intimidado, o incluso asustado por lo que acababa de ocurrir. Sin embargo, en lugar de eso… Sus labios dibujaron abruptamente una amplia sonrisa, en una mueca casia aterradora. Detrás de él, sus demás hermanos comenzaban igualmente a comenzar a levantarse.

    - Sí, sí que lo eres. – Murmuró con un tono burlón, soltando una pequeña carcajada. – Ésta es precisamente la Raven que estábamos buscando. Nuestra verdadera hermana…

    Los seis alzaron sus rostro al mismo tiempo en dirección a Raven, y ésta pudo ver de inmediato que sus rostro prácticamente habían cambiado, de esos rostros hasta cierto punto normales, de cualquier chico o chica, a tomar una apariencia mucho más horrible, con cuatro ojos cada uno, bocas anchas con colmillos, y una expresión llena de malicia y de ni otro sentimiento reflejándose en ellos.

    Raven se sobresaltó, e instintivamente retrocedió un paso, como si la imagen ante ella la hubiera causado miedo. Era difícil decir si era miedo, pero ciertamente no le causaba nada de comodidad. El ver sus rostros, su seis rostros… Una vez más fue como mirarse a sí misma… en un horripilante espejo.

    - Sí, quizás ninguno pueda derrotarte por sí solo… ¡Pero todos juntos somos muy superiores!

    Sus cuerpos comenzaron a brillar de rojo de golpe, y todo el aire a su alrededor se volvió denso, pesado, e incluso desagradable… La esencia que rodeaba a Jessie, Jacob, Jack, John y Jacqueline, comenzó a desprenderse de sus cuerpos, y a moverse en dirección a Jared. Ésta comenzó a acumularse más y más en él, y su cuerpo poco a poco comenzó a mutar. Su piel se tornó de gris a roja, sus colmillos se afilaron, su cabello se tornó blanco, y de su cabeza surgieron dos grandes cuernos que se extendieron hacia atrás.

    Raven se quedó atónita al ver esto, al ver como la apariencia de Jared cambiaba drásticamente a verse casi idéntica… a la de Trigon.

    No era él, sabía que no era él. Pero el sólo hecho de ver esa apariencia, de ver aunque fuera una imagen tan similar a él… Raven se sintió paralizada, pesa de un profundo pánico. Toda esa ira y concentración que había acumulado, se desvaneció. Su rostro volvió a la normalidad, y su magia pareció apaciguarse… Pero no era precisamente algo bueno en esa ocasión.

    Jared se relamió los labios, complacido de ver su reacción. Extendió sus brazos a los lados, y dos enormes llamaradas se formaron sobre sus palmas, alzándose hacia arriba. Miró fijamente a su séptima hermana, quien seguía tan aturdida, que era difícil decir qué reacción tendría si era atacada en ese mismo momento.

    Sin embargo, Jared tenía otros planes con toda esa energía que había acumulado.

    Miró de reojo sobre su hombro; los otros Titanes se encontraban de pie detrás de ellos, mirando todo desde cierta distancia. Esto lo hizo reír complacido por dentro. En lugar de atacar directo a Raven, Jared se elevó unos metros de un salto, se volteó por completo hacia Robin y los otros, y extendiendo sus manos hacia ellos, soltó dos gigantescas llamaradas, como dos enormes dragones que abrían sus fauces para devorarlos a todos de un solo bocado.

    Este movimiento tan repentino era justo lo que Raven necesitaba para reaccionar.

    - ¡¡No!! – Exclamó la hechicera con todas sus fuerzas, y entonces voló lo más rápido que le era posible hasta colocarse justo entre sus amigos y las llamas, y levantar un amplio escudo de fuerza ante ella para protegerlos.

    Las llamas chocaron contra el escudo, y lo cubrieron por completo de extremo a extremo. El calor era increíble; incluso el suelo a sus pies comenzó a calentarse y casi derretirse.

    - ¡Raven! – Exclamó Robin desde tierra, viendo entre todas las llamas a su amiga, suspendida sobre ellos, con sus brazos extendidos al frente, intentando mantener arriba ese escudo, aunque tuviera que usar toda su fuerza y concentración en ello.

    Jared reía como desquiciado, mirando con orgullo lo que su hermana hacía, justo lo que él esperaba que hiciera. Estuvo presionándola del mismo modo unos cuantos segundos, pero luego jaló un poco sus brazos hacia atrás, y luego de golpe hacia adelante, acumulando toda la energía que le quedaba un último ataque que provocó una intensa explosión justo contra el escudo de Raven, volviéndolo añicos. La onda expansiva hizo que la Titán saliera volando con violencia hacia el suelo, y también los demás Titanes fueran empujados hasta el mar, cada uno cayendo al agua sin poder evitarlo.

    Todo el alrededor de la torre se cubrió de humo y polvo luego de la explosión. Jared se quedó suspendido en el aire, respirando agitadamente, y con algo de sudor recorriéndole el costado del rostro. Su piel y cabello comenzaron a volver paulatinamente la normalidad, y sus cuernos a encogerse hasta desaparecer. En unos segundos, había vuelto a su apariencia normal, y sus hermanos también.

    - Lo hiciste, hermano mayor. – Exclamó Jacqueline con entusiasmo, desde el suelo.

    - No. Lo hicimos, hermana. – Corrigió Jared, al tiempo que descendía de nuevo con ellos.

    Los Titanes se encontraban aturdidos y golpeados, flotando el mar. Robin nadó con apuró para tomar a Starfire, la cual parecía inconsciente, y poder llevarla a la orilla. Chico Bestia se convirtió en ave y salió del agua revoloteando sus alas mojadas. Cyborg era el que no se veía por ningún lado en un inicio, aunque un rato después logró ponerse a flote, y sacar su cabeza, justo a su lado.

    - ¡Eso fue aún más aterrador! – Exclamó el hombre mitad máquina. – ¡¿Qué pasó con Raven?!

    Robin no tenía respuesta a esa pregunta. Aun sujetando a Starfire con un brazo, comenzó a nadar rápidamente hacia la orilla.

    Por su parte, los seis hermanos avanzaron hacia el lugar exacto en el que se había suscitado el estallido. No tardaron mucho en encontrar lo que buscaban: Raven se encontraba tirada, bocabajo en el suelo, inconsciente, y con sus ropas sucias. Jared se acercó con cautela a ella, y en cuando pudo verificar que había perdido el conocimiento, la cargó y alzó en sus brazos.

    - Ya tenemos a nuestra a hermana, vayámonos. – Indicó, virándose hacia los demás.

    - ¡No lo harán! – Escucharon la voz de Chico Bestia detrás de ellos.

    Luego de salir del agua, descendió hacia ellos y tomó la forma de un gran rinoceronte y comenzó a correr hacia ellos con la fuerza de una estampida.

    - Enserio, qué molestos. – Bufó Jacqueline con hastío. Plantó entonces un pie al frente y en el suelo con fuerza, y de la nada el cuerpo del Rinoceronte comenzó a elevarte son fuerza como si algo invisible lo hubiera golpeado desde abajo.

    - ¡¿Pero qué…?!

    Antes de que Chico Bestia pudiera entender lo que pasaba y cambiar de forma, Jacqueline volvió a chocar su zapatilla contra la tierra, y su cuerpo ahora comenzó a caer con incluso más velocidad con la que se había elevado, estrellándose contra la tierra. El Titán al parecer quedó tan aturdido luego de ese golpe, que no pudo seguir manteniendo su forma animal, y se quedó tirado, semiconsciente.

    - Eso será suficiente.

    Los demás Titanes no tardaron en hacer acto de presencia en la orilla, pero ya para ese momento era demasiado tarde. Los seis hermanos se elevaron en perfecta sincronía, con Jared cargando en sus brazos a Raven.

    - Hasta luego, Titanes. – Comentó el pelirrojo con un tono burlón, mientras seguían elevándose. – La próxima vez que vean a Raven, estará sentada en el trono de este miserable planeta.

    - ¿Qué? – Exclamó Robin, confundido. – ¡Esperen!, ¡no! ¡Raven!

    Los seis se elevaron unos metros más, y ante sus ojos incrédulos, se esfumaron de su vista, perdiéndose entre la misma neblina invisible por la que habían arribado, pero llevándose a su amiga Raven con ellos, sin que ninguno pudiera hacer algo para impedirlo.

    Los seis se fueron, dejándolo a los Jóvenes Titanes ahí, derrotados y heridos…

    FIN DEL CAPITULO 23

    Notas del Autor:

    El capítulo más largo de esta historia hasta el momento, pero supongo que lo ameritaba.

    Este capítulo vimos un poco de quienes son estos seis hermanos de Raven, y se dieron algunas pistas de cuál es su cometido, y cuáles son sus poderes, al menos de algunos. Cabe mencionar que como comenté anteriormente, se hicieron algunos cambios en dichos hermanos con respecto a los personajes de los cómics en los que están basados. Además de sus descripciones físicas, que sin embargo aún mantienen algo de las originales (sobre todo John y Jack) y sus personalidades que también son interpretaciones propias, Jessie y Jacqueline, están basados en Jesse y James, que en el cómic original son hombres, pero sentí que faltaban algunas chicas en este grupo. John en el cómic original por lo que he investigado, no tiene un nombre, por lo que éste es agregado por mí. Los poderes de prácticamente todos ellos, son agregados por mí también, cuando mucho Jessie mantiene la esencia del poder original de Jesse, que si aún no ha quedado claro cuál es, se explicará mejor más adelante.

    De momento sería todo. Estamos un paso más delante de la batalla final, pero hay algunas cosas que deben resolverse antes de ello. Quédense al pendiente, ¡Nos vemos!
     
  13.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    10471
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 24
    “Momento de tomar decisiones”

    Tantas misiones ejecutadas a la perfección, tantos peligros superados, y tantos enemigos vencidos. Visto desde un lado objetivo, Robin había enfrentado amenazas mucho peores, y no era la primera vez ni de cerca que uno de sus compañeros estaba en inminente peligro. Había visto y pasado por cosas que la mayoría de las personas sólo podían imaginar, o quizás incluso ni eso; y normalmente siempre era el ejemplo claro de la calma y la serenidad. Sin embargo, ese San Valentine parecía estar haciendo profundos estragos en él.

    Se sentía tan confundido y agotado, como muy pocas veces recordaba haberse sentido.

    Muchos sentimientos, muchas emociones, muchas sorpresas y confusión, todo sucediendo uno tras otro, sin que pudiera darse el tiempo suficiente de digerir alguno por completo. Su cuerpo ya lo estaba resintiendo. Tenía ganas de echarse de lado en ese mismo sillón en el que se encontraba sentado, cerrar los ojos y no despertar hasta el día siguiente. Pero no se lo podía permitir en lo absoluto; la situación se había vuelto muchísimo peor de lo que era esa misma mañana.

    - Robin. – Escuchó que le hablaban, pero él no reaccionó. Siguió mirando al suelo, con su cabeza apoyada contra sus manos. – Robin. – Repitió una segunda vez, pero él siguió igual. No deseaba responder, no deseaba alzar su cabeza. Sólo quería… – ¡Hey!, ¡Robin!

    La gran mano de Cyborg se colocó sobre su hombro y lo sacudió ligeramente. El chico de antifaz alzó su mirada, confundido, encontrándose de frente con el rostro sereno y firme de su compañero.

    - Amigo, sé que han sido demasiadas cosas en un sólo día, pero tenemos que decidir qué vamos a hacer. – Señaló Cyborg con seriedad.

    - Sí, lo sé. – Respondió con un tono débil, y lentamente volvió a bajar su mirada. – Lo siento… Sólo… dame un minuto.

    Cyborg suspiró resignado, y se giró hacia sus otros dos compañeros, encogiéndose de hombros. Los cuatro se encontraban en su sala de estar. Acababa de pasar apenas unos cuantos minutos desde que Jared y los otros cinco se llevaron a Raven, dejándolos atrás. Todos estaban notoriamente afectados, además de adoloridos y cansados, pero Robin parecía estarlo aún más que todos.

    - Estoy segura de que Raven estará bien. – Señaló Starfire, intentando ser lo más positiva posible, pero no era algo sencillo de lograr.

    Robin no respondió nada a su comentario. Siguió sentado, inmóvil, y metido en sus propios pensamientos. No parecía que hubiera algo que pudieran decirle para hacerlo reaccionar.

    - ¿A dónde pudieron haberla llevado? – Cuestionó Chico Bestia.

    - No lo sé. – Respondió Cyborg, notándose frustración en su voz. – Raven no trae su comunicador, por lo que no es posible rastrearla. Y hasta donde sabemos pueden estar en cualquier parte de la ciudad, del mundo, o fuera de éste. No sabemos qué habilidades secretas tengan aún escondidas estos sujetos…

    A media conversación, vieron por el rabillo del ojo una silueta moviéndose afuera de los ventanales rotos. Por mero instinto, se pusieron de inmediato a la defensiva a la posible aparición de un nuevo enemigo, pero se calmaron con la misma rapidez al reconocer la silueta azul y roja de su amiga, Supergirl. La joven rubia volaba de forma lenta, casi tambaleándose en el aire, con su cabeza agachada y brazos colgando. Ingresó a la torre, y tras poner sus pies en el suelo, avanzó hacia ellos con debilidad, mientras se sujetaba su cabeza con una mano.

    - ¡Kara! – Exclamó Starfire, alarmada, y de inmediato se lanzó volando hacia ella, para sujetarla y evitar que se cayera; la heroína agradeció su gesto en silencio.

    La presencia de Supergirl hizo que al fin Robin se volviera consciente de su alrededor. Se puso de pie y se acercó a sus amigos. Starfire, por su lado, guiaba a su nueva amiga hacia el sillón.

    - ¿Estás bien? – Le cuestionó Robin, con más frialdad de la que realmente ameritaba la sorpresa que sentía al verla en ese estado.

    - Sí… Sí… algo así. – Respondió la Kryptoneana de forma casi cortante. – Sólo déjenme… Recostarme un rato.

    Una vez cerca del sillón, se permitió dejarse caer sobre éste boca arriba.

    - ¿Qué fue lo que pasó con esos sujetos?

    - Huyeron. – Respondió Starfire con pesadez. – Y se llevaron a Raven.

    - Grandioso. – Masculló Supergirl, molesta.

    Robin se le aproximó y se paró a su lado. Visiblemente no tenía ninguna herida, pero siendo ella, eso no era tan extraño. Más que nada parecía aturdida, o mareada, y algo debilitada. Pero conociendo como conocía las habilidades Kryptoneanas, era probable que terminara recuperándose dentro de poco. Pero eso no hacía que lo ocurrido tuviera más sentido, o fuera menos preocupante.

    - ¿Cómo es que esa chica pudo derrotarte tan fácil? – Le cuestionó de pronto, mostrando muy poco tacto en sus palabras. – No creí que hubiera alguien que pudiera superar en tal medida tu fuerza.

    Supergirl permaneció callada un rato. Dudaba de qué forma responder esa pregunta, ya que en realidad ella misma se lo seguía preguntando también.

    - No lo hizo. No fue ella, fue… No lo sé, fue raro. Cuando la vi, no la vi a ella. La vi como si fuera… Superman.

    Los cuatro se sorprendieron de golpe al escucharla decir eso, aunque ciertamente no comprendían muy bien a qué se refería.

    - No lo sé, ¿de acuerdo? Se veía como él, hablaba como él… Y golpeaba como él… O como creo que golpearía.

    - Algún tipo de hipnosis, ¿quizás? – Teorizó Robin.

    - No lo creo. Parecía algo más complicado que eso.

    - Los poderes de estos sujetos son bastante extraños. – Señaló Cyborg, más como una queja que como un dato. – No son los más grandes o destructivos que hemos visto, pero son bastante…

    - Difíciles de combatir. – Añadió Chico Bestia, con frustración. – Sobre todo el tipo que te deja congelado, o la otra que te estampa contra el suelo con tanta facilidad.

    - Sea como sea, no podemos simplemente quedarnos aquí y lamentarnos, ¿no? – Exclamó Supergirl, sentándose poco a poco en el sillón. Se veía más recuperada, pero aún no tenía ese vibrante ánimo que casi siempre la acompañaba. – ¿Cuál es el plan de acción?

    Las miradas de todos se posaron una vez más en Robin, pero éste aún no estaba listo para dar una respuesta. Pero listo o no, tenía que hacerlo, y rápido.

    Se dio lentamente la media vuelta, y se alejó de ellos unos cuantos pasos. Se quedó viendo con atención las ventanas rotas, y los vidrios en el suelo. Qué fácil habían simplemente entrado a su base, justo frente a sus narices. El tal Jared ya había estado al menos dos veces en ese sitio, y de seguro ya había planeado con anticipación esa invasión.

    Robin seguía preguntándose qué hubiera sido lo mejor por hacer en ese caso. ¿Hizo realmente mal en permitir a Raven convivir con ese chico? ¿Hubiera sido mejor imponerse más para prohibírselo? ¿Por qué le dijo en un inicio que lo hiciera? ¿Dejo acaso que sus propios sentimientos personales le nublaran y no pudiera ver el peligro inminente?

    “Creí que después de lo que me contaste, tú serías el primero en entenderme.”, fue lo que le había dicho Raven aquella mañana, cuando intentaba entender porque le había abierto de tal forma la puerta a Jared sin motivo aparente. Quizás era cierto, quizás ese asunto que le había contado, el primer día en el que Supergirl había ido de visita, no lo dejaba ser del todo parcial.

    Pero no era solo eso. Con todos sus demás compañeros, siempre había sido sencillo imponer autoridad, y exigir respuestas, incluso con Starfire. Pero con Raven no era así, mayormente porque casi nunca lo necesitaba…

    Lo peor de todo ese asunto, era la grandiosa falta de información. No sabían con exactitud qué clase de poderes tenían esos sujetos, qué era lo que querían hacer con Raven, qué planeaban a largo plazo, en dónde se encontraban en esos momentos… No sabían nada.

    Pero, podía haber alguien que sí pudiera saber algo, o al menos más que ellos.

    De hecho, pensándolo bien, a Robin se le vino a la mente que quizás pudiera haber alguien más…

    Dudó unos instantes, pero no tenía mucho tiempo para profundizar más en la idea. En esa ocasión, era mejor quizás actuar lo antes posible, y revisar los detalles después.

    Se giró entonces de nuevo a sus compañeros, que esperaban expectantes por sus instrucciones.

    - Chico Bestia, quiero que vayas a hablar con Terra. – Soltó de pronto, tomando por sorpresa al chico verde.

    - ¿Con… Terra…?

    - Si lo que nos dijo Raven es cierto, Tammy Hawk y Terra en estos momentos podrían haber vuelto a formar a una sola persona. Y si la otra Terra trabajaba para Jared, es probable que sepa cuál es su plan, o hacia donde pudieron haber llevado a Raven.

    - Eso si acaso la… nueva Terra, mantiene aún los recuerdos de la vieja Terra… Esto se está volviendo confuso. – Comentó Cyborg, algo revuelto con quién era quién.

    - ¿Crees que sea prudente que Chico Bestia vaya solo? – Señaló Starfire, dudosa. – No sabemos si la nueva Terra sea amigable.

    - Creo que será lo mejor. – Contestó Robin, con firmeza. – Incluso en ese estado, la otra Terra parecía tener cierto apego hacia Chico Bestia.

    - ¿Enserio lo crees? – Exclamó Garfield, casi emocionado, pero de inmediato intentó disimularlo. – Digo… ¿eso crees?

    - Será más sencillo no alterarla de ese modo. Averigua cualquier cosa que pudiera saber, lo que sea. Mientras tanto, Starfire, Cyborg y Supergirl. Necesito que vayan al centro, en donde se encontraba el Templo de Trigon.

    - ¿El qué? – Soltó Supergirl, igual o quizás más perdida que durante la larga y extenuante conversación que habían estado teniendo antes de que esos seis sujetos llegaran a atacarlos.

    - No te preocupes, nosotros te guiamos, y te explicamos todo de paso. – Le comentó Cyborg, y Kara soltó un silencioso pero aliviador “al fin”. – ¿Pero enserio crees que puedan estar ahí? ¿No será demasiado obvio?

    - Es poco probable, pero no tenemos otro sitio en el cuál comenzar a buscar. Si los encuentran, procuren no enfrentarlos de frente, y comuníquense con nosotros.

    Aún no terminaba de hablar, cuando se giró hacia la puerta de la sala, que era ya más un gran agujero por el que había atravesado el cuerpo de Supergirl luego de ser golpeada, y comenzó a andar hacia ella sin decir nada.

    - Oye, espera. – Musitó Cyborg, antes de que pusiera siquiera un pie fuera de la sala. – ¿Y tú a dónde irás?

    Robin se detuvo a unos metros de la entrada. Guardó silencio unos instantes, y luego, sin voltear a verlos siquiera, les respondió…

    - Es mejor que no lo sepan.

    Y con esa sencilla, y a la vez enigmática contestación, salió de la sala con paso firme.

    - - - -​

    Chico Bestia se fue con apuro a cumplir con su encargo. Gran parte de ello era por supuesto por su preocupación hacia Raven, y lo que esos sujetos pudieran hacerle. Pero, una parte de él, por egoísta que pudiera sonar, realmente deseaba ver de nuevo a Tammy, o a Terra, o ambas… Cyborg tenía razón, eso era confuso. Pero fuera quien fuera, quería verla, saber que estaba bien, saber que aún lo recordaba, y que lo ocurrido en el interior de esa asfixiante esfera de piedra y acero, había sido enserio.

    Sí, en efecto no era el momento ni el lugar adecuado para estar pensando en esas cosas. ¿Pero cómo evitarlo?, ¿cómo evitar pensar en ello luego de todo el tiempo que espero con volver a ver a Terra?, a la verdadera, no a Tammy Hawk, no a la parte malvada que los había atacado, o siquiera aquella chica que había sido controlada y manipulada por Slade; sino la real, la que conoció en un inicio, la que se volvió parte de su equipo, de la que él se había enamorado…

    Pero su prioridad debía de ser averiguar lo que pudiera sobre el tal Jared y sus hermanos. Ya habría oportunidad de lo demás, estaba seguro. Debía enfocarse en su misión, y dejar lo otro para después.

    Esperaba realmente poder lograrlo.

    Quería ser lo más discreto posible, por lo que entró al hospital al que habían llevado a Tammy, en forma de un pequeño ratón, y se abrió paso sin ser visto por los corredores. Qué problemático hubiera sido para el hospital si alguien viera a un ratón caminar por ahí, pero por suerte nadie lo notó. Revisó el historial de ingresos en emergencias, una vez que el libro estuviera solo, así como la copia del expediente. Al parecer la habían revisado, sin detectar ningún daño físico en ella, pero seguía en observación. Por petición de su abuela, la habían pasado a un cuarto, cuarto 204, en el segundo piso.

    No había tiempo que perder.

    Con la misma discreción que antes, se movió por adentro de las paredes hacia el segundo piso, y luego buscó el cuarto 204. Se hizo aún más pequeño, en forma de una mosca, penetrando al cuarto por debajo de la puerta, para luego pegarse a la pared. En efecto, recostada sobre la camilla, estaba Tammy, plácidamente dormida sobre su costado izquierdo, como si se encontrara en su propia cama. Pero no estaba sola; su abuela, o la mujer que había dicho que era su abuela, estaba sentada a su lado, leyendo una revista.

    Un aire denso de preocupación rodeaba a la mujer, aunque el expediente decía que Tammy se encontraba totalmente bien.

    Pensó rápido en qué hacer. No podía quedarse a esperar a que ella se fuera, si es que pensaba irse en algún momento. Tendría que dejar a un lado su discreción.

    Se despegó de la pared, descendió hasta el piso, y tomó abruptamente su forma original, justo delante de la camilla. Como era de esperarse, la señora Hawk dio un brinco de la impresión, al ver en un pestañeo como se materializaba ante ella la figura de una persona, que antes no estaba ahí.

    - ¡¿Quién…?! – Exclamó asustado, parándose de su silla, aunque el inconfundible rostro del repentino visitante no tardó en volverse familiar para ella. – Oh, eres tú… El chico de los Jóvenes Titanes.

    - Lo siento, no quise asustarla. – Se disculpó Gar, apenado.

    - Descuida. Sólo me sorprendiste.

    Era una manera bonita de decirlo. Debió ser más considerado, ante de que casi causarle un infarto a esa pobre mujer.

    Chico Bestia se acercó con cuidado, parándose a un lado de la camilla para poder ver a su ocupante mejor. Dentro de lo que cabía, se veía bastante tranquila, como si lo de hace un par de horas no hubiera ocurrido.

    De seguro sería algo difícil de entender para la mayoría, pero aunque a simple vista su rostro se veía igual que siempre, igual al de Tammy Hawk, igual al de Terra, si lo miraba con más detenimiento podía notar algo distinto. Algo había cambiado en ella, se podía percibir a simple vista, aunque estuviera dormida. ¿Sería posible que realmente haya vuelto a ser la Tera de antes?

    - ¿Cómo está? – Preguntó sin apartar su mirada.

    - Mejor. Los doctores dicen que no hay nada malo con ella, al menos físicamente.

    - ¿No se ha despertado?

    - No aún, pero de seguro lo hará pronto. ¿Buscabas algo?

    Chico Bestia vaciló. No era buena idea compartir con cualquiera los detalles pertenecientes a los escabrosos sucesos que lo habían llevado a ese sitio, especialmente cuándo ni siquiera él mismo los conocía en su plenitud.

    - Necesitaba hablar con ella de algo importante.

    Esa sencilla respuesta pareció bastarle a la mujer, al menos en apariencia.

    - No creo que despierte pronto. – Comentó la señora Hawk, al tiempo que volvía su atención hacia la jovencita inmóvil ante ellos. – Y aunque despierte, no… creo que tenga nada que decirte…

    Chico Bestia detectó algo en su tono, sobre todo para el final de sus palabras. La miró de reojo, y notó un atavismo de preocupación. ¿Era por la salud de Tammy?, pero acababa de decir que estaba bien, los registros también lo decían.

    ¿Qué era entonces?

    - ¿Le sucede algo? – Le cuestionó con un tono discreto, procurando no alterarla. La mujer, al parecer, se sobresaltó un poco por la repentina pregunta.

    - Sí, claro. – Respondió algo insegura, mientras se arreglaba sus cabellos con sus dedos delgados y temblorosos. – ¿Podrías quedarte con ella un minuto?

    El Titán vaciló un poco. No creía que pudiera quedarse ahí mucho tiempo, y tampoco sabía cuánto tardaría en despertarse. Pero lo cierto era que, aunque debía irse, no tenía deseos de hacerlo. Quería quedarse aunque fuera un rato más, y tomaría cualquier excusa que se le ofreciera con tal de poder hacerlo.

    - Por supuesto, yo la cuido. – Le indicó con una larga sonrisa.

    - Gracias. Vuelvo enseguida.

    La mujer caminó hacia la puerta, con un semblante sombrío en ella; algo realmente parecía estarla perturbando.

    Cuando se fue, Chico Bestia se permitió sentarse en la silla que anteriormente ocupaba, y se quedó ahí, vigilando el sueño de la joven.

    No estaba seguro de cuánto tiempo pasó ahí, en absoluto silencio, solamente percibiendo su respiración lenta y pausada, y contemplado su hermoso rostro, con un par de mechones rubios cayendo sobre él. Lo que Tammy había dicho, y sobre todo hecho, cuando estaban atrapados, seguía recorriéndole la cabeza. ¿Lo recordará?, ¿seguirá pensando ello? Lo que le dijo, ¿era lo que Tammy Hawk sentía?, ¿o estaba en ello involucrados también los sentimientos de Terra?

    Había tantas, tantas preguntas que quería hacer, y la persona que podía responderlas no podía hacerlo, aunque estuviera justo ahí, delante de él…

    O, ¿acaso sí podía…?

    El rostro de Tammy, que había permanecido prácticamente inmóvil todo se rato, comenzó a mostrar ligeros rastros de vida. Unos cuantos quejidos se escaparon de su garganta, y sus ojos se apretaron con fuerza, como si estuviera sufriendo de un dolor ligero. Chico Bestia se paró de un salto y se aproximó a la camilla, agachándose para que su rostro quedara a la misma altura que el suyo. Los parpados de la joven comenzaron a abrirse poco a poco, como si le pesaran. Sus ojos azul intenso se asomaron del otro lado, brillando con intensidad por el solo reflejo de la luz. Su mirada se quedó fija en él, aunque algo perdida y ausente.

    - ¡Tammy! – Exclamó el Titán, sin poder esconder su entusiasmo. – ¡Despertaste!

    La rubia no reaccionó, no en un inicio. Se quedó un rato en la misma posición, mirándolo aunque no parecía que lo mirara realmente a él. Pero luego de unos largos segundos de espera, sus labios se separaron levemente, y de ellos brotó el sonido de su voz, que tanto deseaba escuchar.

    - ¿Chico… Bestia…?

    - ¿Me recuerdas? ¿Te acuerdas de mí? ¿Recuerdas lo que pasó?

    De nuevo siguieron unos ratos de silencio. Tammy comenzó a alzarse, apoyada en sus manos, hasta sentarse por completo en la camilla. Miró desconcertada alrededor, y el escenario no le pareció ni remotamente conocido.

    - ¿Dónde estoy?

    - En el Hospital. – Se apresuró a responderle el joven de piel verde. – Te desmayaste, pero ya estás bien, Tammy. O… ¿Terra?

    La joven se estremeció un poco al escuchar cómo le llamaba de esa forma, y lentamente se giró hacia él; su mirada parecía confusa.

    - ¿Puedo volver a llamarte Terra? Digo, ¿has vuelto a ser ella? ¿Recuperaste tus recuerdos?

    Tammy no dijo nada. Sólo bajó un poco su mirada, y contempló un rato sus propias manos, como si fuera la primera vez que las veía.

    - Descuida, todo está bien. Raven nos explicó lo que pasó.

    - ¿Raven? – Cuestionó con un pequeño hilo de voz. Chico Bestia, por su parte, era todo lo contrario; él hablaba con mucha seguridad y entusiasmo.

    - Todo esto fue obra de Jared, ¿verdad? Él te hizo esto, él te dividió en dos e hizo que tu parte malvada hiciera todas esas cosas, y tú no recordabas nada. Pero lo importante es que has vuelto a ser tú, y ahora todo está bien, ¿cierto?

    De nuevo, no dijo nada. Seguía simplemente mirando sus manos en silencio.

    - ¿Terra…? Oye, Terra…

    - Deja de llamarme así. – Soltó de pronto con un tono duro, casi agresivo. – No soy ella… O… sí lo soy… Pero no lo soy… - Llevó de golpe sus manos a su cabeza, sujetándosela con fuerza. – ¿Por qué?, ¿por qué tuviste que hacerlo? ¡¿Por qué tuve que hacerlo?! Esto no era lo que yo deseaba… No era… No era…

    Rastros de lágrimas comenzaron a surgir de los extremos de sus ojos, y a resbalarse por sus mejillas.

    - Pero… Terra… ¿Qué está pasando? – Susurró el Titán, con duda. – ¿Has recobrado tus recuerdos?

    - ¡No es tan simple, Chico Bestia! – Le gritó de golpe, sin poder contenerse, tomándolo de nuevo por sorpresa. Sin embargo, pareció volverse de inmediato consciente de lo que había hecho, y se giró hacia él, con sus ojos húmedos, y mirada arrepentida. – Yo… Lo siento, no quise gritarte… pero… todo es tan… Tan confuso…

    Con una mano comenzó a tallarse sus ojos, con más desesperación de la que quizás debería.

    - Lo siento, Chico Bestia. Pero la persona que estás viendo ahora… Yo… Yo no soy Tammy Hawk… Yo soy la otra Terra, a la que acabas de llamar la parte malvada…

    El Titan casi saltó de la impresión tras escuchar tal afirmación.

    - ¿Qué? No, pero es imposible. Ella… desapareció.

    - No, no desaparecí. – Le respondió con un tono frío y estoico. – Sólo volví a mi verdadero cuerpo. Pero yo soy quien los atacó, quien casi mata a Starfire, quien enterró a Robin y Cyborg… La única diferencia es que ahora tengo revueltas en mi cabeza mis memorias, y las de Tammy. Lo que ambas vivimos por separado, está mezclado, y se confunden una con la otra… ¡no sé qué fue real y qué no!

    De nuevo volvió a sujetarse su cabeza, y a soltar un par más de lágrimas. Chico Bestia no lo entendía del todo, pero fuera lo que fuera, se veía que todo ello era bastante confuso y doloroso para ella. Pero era natural, si es que algo en ello pudiera llamarse así. Era como si dos personas acabaran de hacerse una, por lo que había captado, y eso no sonaba para nada a algo simple.

    - Bueno, no importa cómo haya sido. – Comentó el Gar, intentando sonar mucho más seguro. – Lo importante es que han vuelto a ser una sola, ¿no? Has vuelto a ser Terra, la completa, con lo bueno y lo malo, como cualquier persona. Y no es tu culpa lo que… esa otra mitad haya hecho mientras estaba separada de ti.

    - ¡No es así! – Exclamó con fuerza de nuevo. – No es… así…

    - ¿Qué cosa no es así? ¿Qué es lo que ocurre realmente?

    Terra se volteó a otro lado, como si se sintiera avergonzada.

    - Tú no lo entenderías.

    - Pruébame, haré el intento.

    - No, no quiero que lo hagas. No quiero que lo sepas, no quiero… decirlo…

    Terra se abrazó a sí misma, soltando pequeños sollozos, mientras su cuerpo temblaba. Chico Bestia estaba desconcertado, y no estaba seguro de qué hacer, de cómo reaccionar o qué decir. ¿Qué era lo que la perturbaba tanto? ¿Qué secreto estaba guardando que la ponía en ese estado?

    ¿Quería saberlo? ¿Quería saber lo que ocultaba? Gran parte de su ser le gritaba un rotundo “¡Sí!”… Pero, había una pequeña parte, muy en el fondo, que intentaba sobresalir y decirle que no, que no insistiera, que no preguntara...

    Pero, ¿a cuál hacerle caso? ¿Cuál sería la mejor opción? ¿Qué era lo que deseaba realmente…?

    - Dime una cosa. – Murmuró de pronto con suavidad, llamando de nuevo su atención hacia él. – ¿Es contigo con quien estuve atrapado en la esfera de roca? ¿Recuerdas lo que pasó ahí? ¿Recuerdas lo que dijimos?

    Terra dio un pequeño respingo, y un profundo sonrojo se asomó por sus mejillas. Se volteó instintivamente, frotando su brazo como señal de nerviosismo.

    - Sí… lo recuerdo… – Susurró despacio, y algo dudosa. – Yo… eso… lo hizo Tammy. Pero…

    Casi sin proponérselo, alzó sus dedos hacia sus labios, tocándolos un poco con la yema de sus dedos.

    - Fueron estos mismos labios los que lo hicieron…

    Chico Bestia también se ruborizó y apenó. Sintió que su corazón empezaba a latir de nuevo con fuerza. Se moría de ansías de decir algo, y no dejaría que la pena le impidiera decirlo. Jamás volvería a dejar que algo tan banal como ello le impidiera expresar lo que sentía, porque ya había aprendido de mala forma que si lo hacía, podía ya no tener otra oportunidad.

    - Las cosas que dije en ese sitio, eran hacia ti, Terra; era a ti a quien le estaba hablando. Te dije que sin importar qué, aunque el mundo entero te diera la espalda, yo no lo haría. ¡Y lo dije enserio! No importa qué sea, sólo confía en mí una vez más. Yo sé que aún eres en gran parte esa chica que estuvo conmigo ahí, y sé que nos volvimos a conectar de la misma forma que lo hicimos cuando nos conocimos, o incluso más. Necesito saberlo… Necesito saber qué es lo que te pasó, y qué es lo que te está pasando ahora…

    Extendió entonces su mano hacia la suya, tomándose el atrevimiento de estrecharla entre sus dedos. Éste acto obligó a que Terra lo mirara de nuevo, aunque tuviera que encontrarse frente a frente con esos grandes y hermosos ojos verdes, tan profundos y cautivadores que siempre le habían fascinado. Había anhelo en ellos, pero más que anhelo por saber, era anhelo por estar cerca de ella, por sentirle de nuevo real, por saber que lo que veía no era un espejismo o una ilusión más.

    Terra se sentía casi hipnotizada por esos ojos. No había contemplado lo sencillo que era el mundo sin un corazón, hasta ese momento, en el que todo lo que sentía por ese chico le volvió de golpe, y con más fuerza que antes. Todo lo que la Terra anterior y Tammy vivieron, todo lo que ambas pensaban o sentían por él, se sumaba una a la otra, y no la dejaba siquiera respirar. Deseaba darle todo lo que le pedía, y más. Le daría todo, todo lo que tuviera, si supiera que con eso lo podría hacer feliz, cumplirle esa hermosa fantasía que le cruzaba por su mente… Pero sabía que si lo hacía, lo que haría más bien sería hacerla añicos.

    Se soltó delicadamente de su mano, y de nuevo se volteó a otro lado, apenada.

    - Las cosas no son como tú crees, Chico Bestia. – Murmuró de nuevo con frialdad en su voz. –Sé lo que piensas, que alguien me manipuló y obligó a hacer todo lo que viste, y que no era consciente de lo que hacía. Que era como una marioneta… Pero no es cierto. Nadie me obligó a que esto pasara, nadie hizo esto en contra de mi voluntad… Yo era quien lo deseaba, desde el inicio…

    - ¿Qué? – Exclamó Gar, confundido. – ¿A qué te refieres?

    Terra suspiró, resignada.

    - No estoy muy segura de qué era ese estado en el que entré luego de la pelea final con Slade. Es como si mis poderes me hubieran querido proteger, como si hubiera permanecido en hibernación, o en algún tipo de fase de curación. No lo sé. Sólo recuerdo que en todo ese tiempo yo… Soñaba. – Una pequeña sonrisita se asomó en sus delgados labios. – Soñaba con una vida perfecta y tranquila, dónde todo era justo como lo deseaba; tenía una familia, y no era presa de mis poderes. Nadie me perseguía, y nadie me odiaba. Y todo era tan vivido. Y un día, alguien pareció entrar a mi sueño de la nada… No tenía cuerpo, ni forma; sólo recuerdo ver fuego, sombras y cuatro ojos rojos y brillantes.

    - ¿Era Jared? – Cuestionó el Titán rápidamente, pero Terra negó con cautela.

    - No, a Jared lo conocí tiempo después. Era alguien más, no sé quién. Pero me ofreció ayudarme a liberarme, y hacer que ese mundo que soñaba se hiciera realidad. Me ofreció una vida perfecta, una vida tranquila y en paz. Me dio lo que siempre quise, Chico Bestia. Me dio una familia, una vida normal, y lo más importante: me quito mis poderes y mis malos recuerdos.

    Y así fue cómo nació Tammy Hawk, o al menos eso entendía Chico Bestia; hasta se punto, todo concordaba con lo que Raven les había contado.

    - Tammy era todo lo que siempre deseé ser. Ya no hacía temblar la tierra al enojarme, ya no lastimaba a nadie, ya no perdía el control, y ya no tenía que ocultarme; podía ir a la escuela, tener amigos. Esa persona me hizo olvidar todo lo malo que me había pasado, todo lo malo que había hecho, todo lo que repudiaba de Terra y Tara Markov. Era una persona nueva, con una vida nueva. Todo fue tan hermoso. Era realmente feliz…

    Su sonrisa se hizo añicos por sí sola. Lentamente sus labios se destensaron, hasta formar junto con su mirada, una expresión pesada, triste… oscura.

    - Y ahora todo eso se ha esfumado… Todos los malos recuerdos de lo que hice, han vuelto, junto con mis poderes. La gran ilusión en la que he estado viviendo estos meses, se ha roto y me ha regresado toda mi horrible realidad. Esa persona me lo había advertido, y fue muy clara al respecto. Si en alguna ocasión consciente, Tammy Hawk deseaba de nuevo ser yo o tener mis poderes de regreso como pasó esta tarde… Volveríamos irremediablemente a ser una de nuevo, y Tammy Hawk dejaría de existir… Por eso quise protegerla, encargarme de que Slade no le hiciera daño, para que así ella pudiera vivir una vida feliz y tranquila por las dos… Pero fallé.

    ¿Eso fue lo que pasó? ¿Volvieron a unirse porque Tammy deseó ser Terra otra vez? Pero entonces, si fue así, lo había hecho para… protegerlo a él de la explosión. Claro, ¡ahora todo tenía sentido! Claro, sentido mágico, o como se pudiera llamar eso. Ella deseó tener el poder de protegerlos, y así es como despertó de nuevo sus habilidades. De esa forma los cubrió para que la explosión no los tocara, y por ello el hechizo se había roto.

    - Pero lo hiciste para salvarme. – Comentó de golpe el Titán, inclinándose hacia ella. – Lo hiciste para protegerme. Si no lo hubieras hecho, yo hubiera muerto, y de seguro tú también.

    - Lo sé… Pero a cambio tuve que pagar un gran precio…

    Se hizo un incómodo silencio entre ambos, mismo que Chico Bestia aprovechaba para poder digerir mejor toda la información. Si toda la extensa explicación de Raven no había sido ya suficiente, más la otra que había soltado el tal Jared al invadir su casa, ahora esa nueva tenía que abrirse paso a empujones por su cabeza para poder caber.

    Pero todo eso le traía a él no sólo respuestas, sino también nuevas preguntas…

    - Yo… Hay algo que aun no entiendo. Bueno, en realidad muchas cosas, pero en estos momentos una en especial. ¿Por qué Jared, o quien fuera, hizo todo eso por ti? ¿Qué ganó él con eso? ¿Qué quería de ti?

    Chico Bestia notó como las manos de la rubia se apretaban con fuerza a la sabana de la camilla, tan fuerte que sus dedos se pusieron blancos.

    - ¿Terra…?

    La joven respiró hondo un par de veces. Esa era precisamente la parte que no deseaba decir… La que no quería que él supiera.

    - A cambio de eso, esa persona me pidió varias cosas. La primera, era que debía de encontrar a Jared, decirle toda la verdad sobre su origen, y ayudarlo a encontrar a sus demás hermanos, y luego a cumplir con su misión.

    - ¿Cuál misión?

    - Reunirse con Raven, y… Hacer que expulsara el poder demoníaco que guardaba en su interior.

    - ¡¿Qué?! – Exclamó el Titán, atónito. – Espera, espera… Eso… ¿Eso te lo dijo antes… o después de concederte tu deseo?

    Terra no respondió, ni siquiera lo volteó a ver, pero ese silencio fue suficiente…

    - No era lo único. – Susurró, despacio. – Además, también quería que compartiera con Jared y los otros… Todo lo que sabía… de ustedes. De Robin, Starfire, Cyborg, de ti, y especialmente de Raven, todo lo que supe en el tiempo en el que estuve en su equipo como una espía, sus fortalezas y debilidades, y también sus secretos. Y también todo lo que sabía de Slade.

    Hubo una pequeña pausa, un ligero rastro de duda, pero inmediatamente después prosiguió.

    - Y yo acepté… Acepté sus condiciones, cada una, a cambio de que me cumpliera mi deseo…

    El Titán se apartó rápidamente de la camilla, y retrocedió un par de pasos, mirándola con completa incredulidad. Su semblante se había transformado por completo. Ya no era ni cerca el rostro comprensivo y amable de hace unos momentos. Ahora estaba lleno de asombro, o incluso se podría decir que era más horror que asombro…

    - No, no, no. – Comenzó murmurar para sí mismo, comenzando a caminar de un lado a otro. – No puede ser. Tú… ¡Tú nos vendiste!, ¡de nuevo!

    Se giró abruptamente hacia ella, mirándola ahora ni con asombro, ni con horror: sino más bien con absoluta rabia y coraje. Terra se estremeció al sentir que él la miraba de esa forma, y como le alzaba su voz; ni siquiera en el tiempo en el que estaba con Slade, le había tocado verlo dirigirse a ella de esa forma… Era como alguien totalmente diferente, como si se hubiera transformado en alguna nueva bestia desconocida para ella.

    - No, no Chico Bestia. – Se apresuró a decir, aunque su voz se sentía insegura y quebradiza. – Te juro que yo pensé que sólo se trataba de algo contra Slade, y que sólo intentaban acercarse a Raven como sus hermanos. Jamás pensé que fuera a hacer todo esto… ¡debes de creerme!

    - ¡No puedo hacer eso! – Le respondió rotundamente. – Dices que recuerdas todo lo que hiciste siendo esa otra Terra. En ese momento debiste de haber sabido exactamente lo que querían, pero no me te importó, ¿verdad?

    - No… No es así. – Ni siquiera se dio cuenta cuando se paró de la camilla. Pero incluso cuando sus pies descalzos tocaron el piso frío, no le importó. – No era yo misma, tú lo dijiste. Era como si fuera mi parte malvada. No tenía consciencia, ni sentimientos…

    - ¡Esas son puras excusas! – Su grito interrumpió cualquier iniciativa que tuviera la rubia de acercársele más. – Lo único cierto es que no te importó lo que ocurriría, o lo que harían. No te importó lo que nos pasaría a nosotros, no te importó lo que le pasaría a Raven. De nuevo no te importó nada ni nadie, ¡porque la única persona que siempre te ha importado eres tú misma! No puedo creer que te he estado defendiendo ante los otros todo este tiempo… Enserio creí que habías cambiado, ¡qué estúpido he sido!

    - ¡No es así! – Repitió Terra, con sus ojos llenándose abruptamente de lágrimas. – Chico Bestia… Gar… Por favor. ¿Recuerdas lo que me dijiste? ¿Lo que me acabas de decir? ¿Que sin importar qué, tú me apoyarías, que no me darías la espalda?

    Eso pareció ser un detonante para que el Titán intentara al menos tranquilizarse. Se había dejado llevar tan abruptamente por el coraje, que se le había escapado por completo de la cabeza lo que acababa de decirle justo unos minutos atrás; desde afuera, eso de seguro lo hacía ver como un mentiroso, especialmente luego de haberle insistido tanto que le dijera la verdad.

    Respiró lentamente, intentando tranquilizarse un poco, pero le era realmente difícil hacerlo; era como si en el fondo no lo deseara, ni siquiera un poco.

    - Sí, lo dije, y lo dije enserio. – Susurró muy despacio. – Pero a veces me pregunto si realmente vales la pena el esfuerzo…

    Terra sintió esas palabras como un filoso cuchillo contra su pecho, algo tan doloroso que la hizo doblarse sobre sí misma y luego caer de rodillas al piso, como si sus piernas le hubieran dejado de funcionar.

    - No me digas eso, Chico Bestia, por favor. – Masculló entre sollozos, mientras miraba al suelo debajo de ella. – Lo soportaría de cualquiera, pero no de ti. Por favor… ¡tienes que entenderme! Yo sólo quería olvidar todo lo malo que había hecho… Yo sólo quería vivir en paz, tranquila, quería ya no lidiar con esta maldición. Yo sólo quería empezar de nuevo, ¡quería ser feliz por primera vez en mi vida! ¡Eso no es algo malo!

    - Eso se llama huir. – Fue la respuesta directa y sin rodeos del Titán. Terra alzó su mirada débilmente hacia él, notando como la miraba desde arriba, con una expresión más suave, pero no por ello ausente de enojo. – Y es lo único que has estado haciendo todo este tiempo. Huiste de tu reino, huiste de tu familia, huiste de cada ciudad donde causabas un problema, huiste de nosotros cuando nos enteramos de que no podías controlar tus poderes, y huiste al final para no enfrentar de frente las consecuencias lo que habías hecho, primero escondiéndote debajo de una piel de piedra y luego como Tammy Hawk. Huir es todo lo que has hecho en tu vida. Huir es sencillo para ti, quedarse es difícil porque debes afrontar culpas y dar la cara por tus actos. Y una vez más tus actos egoístas han afectado a los que intentan ser tus amigos.

    - Chico… Bestia…

    No tenía nada para defenderse, nada más que pudiera decirle. Sus palabras eran intensas, dolorosas e incluso algo crueles… Pero eran ciertas, todas y cada una de ellas.

    El Titán se le aproximó, hasta colocarse justo frente a ella y agacharse hasta estar a su altura. Terra apenas y lograba mirarlo, pero no más allá de su barbilla o su nariz; sabía que mirar de nuevo sus ojos sinceros, pero llenos de odio, sería demasiado para ella, algo completamente insoportable.

    - Si realmente estás arrepentida, deja de huir, y ayúdanos; ayúdame a salvar a Raven. – Murmuró el Joven Titán con firmeza. Esto tomó por sorpresa a Terra, aunque no demasiado. – Esos sujetos se la llevaron y no sé qué piensan hacer con ella, y es en parte por tu culpa, y lo sabes. Raven jamás huyó de nada, ni siquiera de su destino. Siempre lo enfrentó de frente y con fuerza. Así que si sabes algo de ellos, en dónde están, en dónde podemos encontrarlos, dímelo, por favor. – Extendió de nuevo su mano hacia ella, estrechando la suya con suavidad. – Dame un motivo para intentar siquiera volver a confiar en ti.

    Terra parecía aturdida, incapaz de entender por completo lo que le decía. Volvió a agachar su rostro; parecía avergonzada. ¿Sabía realmente algo? ¿Le ayudaría? Chico Bestia no sabía qué pensar.

    ¿Qué pasaba exactamente por su mente en esos momentos?

    La puerta se abrió de pronto, y ambos reaccionaron abruptamente virándose hacia ella. La Señora Hawk se encontraba de vuelta, sujetando un vaso de café en una mano, y una bolsa de la tienda con bocadillos en la otra. El verlos a los dos en el suelo, hubiera sido una escena bastante extraña, pero estaba más interesada en el hecho de ver a la joven ojiazul fuera de la camilla.

    - ¡Tammy! – Exclamó con fuerza, con más asombro que alegría. – Despertaste…

    Terra igualmente pareció realmente sorprendida de verla.

    - ¿A… buela…?

    Se hizo entonces un profundo y casi incómodo silencio, por unos escasos instantes en los que la rubia y la mujer mayor, simplemente se miraban la una a la otra sin pestañear siquiera. La señora Hawk fue la primera en reaccionar. Sonrió casi forzada, y entonces terminó de ingresar al cuarto, cerrando la puerta detrás de ella.

    Chico Bestia miraba todo esto, extrañado. No era precisamente la reacción que esperaría.

    - Qué alegría que estés bien. – Comentó con un sobrio entusiasmo, al tiempo que se le aproximaba con cautela. Sin embargo, cuando estaba ya a menos de un metro de ella, Terra retrocedió instintivamente un paso. No parecía que tuviera miedo o algo parecido, sino simplemente… Parecía muy, muy confundida.

    - Abuela… ¿Acaso tú…? – Susurró en voz baja, pero no fue capaz de completar su pregunta.

    La Señora Hawk notó en ese momento que los ojos de Terra se veían rojizos, y aún tenían rastros de lágrimas en ellos.

    - ¿Qué te pasó? – Cuestionó preocupada, y de inmediato se viró hacia Chico Bestia. – ¿Qué le hiciste?

    El joven verde se estremeció, incomodo al sentir la mirada acusadora de la mujer en él. Aunque bueno, en parte tenía razón en voltearlo a ver; él había sido en efecto quien la había hecho llorar.

    - Yo… Yo sólo…

    - Nada, nada, él no me hizo nada. – Se apresuró Terra a intervenir, interponiéndose entre la mujer y el Titán. – Chico Bestia, ¿puedes darme un minuto?

    Volteó sobre su hombro a verlo, y podía deducir por su propia mirada que no era del todo una petición.

    Gar miró con detenimiento a Terra, y luego a esa otra mujer. ¿Qué era lo que les ocurría a ambas?, ninguna actuaba de manera normal. Fuera lo que fuera, al parecer Terra no quería que lo escuchara. Dudoso, acató la solicitud, y avanzó hacia la puerta, para salir y esperar en el pasillo. Ya en ese momento, sería inútil seguir intentando ser discreto.

    Terra permaneció con su atención fija en la puerta, incluso un rato después de que Chico Bestia salió. Quizás tenía sus reservas de voltear a ver de nuevo a su abuela… de lo que podría pasar si lo hacía. Por el rabillo del ojo notó que ella se aproximaba a la mesa estacionada a un lado de la camilla, y dejaba la bolsa con bocadillos sobre ésta.

    - Me preocupé tanto por ti, querida. – Comenzó a decir, dándole la espalda; Terra la miraba de reojo, en silencio. – Esta ciudad se está volviendo enserio demasiado peligrosa cada día. Nunca falta algún loco haciendo desastres a diestra y siniestra. ¿Tienes hambre? Traje algunas cosas. Pero nada de esto parece muy sano.

    Terra echó un vistazo rápido a los bocadillos. Sí tenía un poco de hambre, pero eso era lo último que le cruzaba por la cabeza en esos momentos.

    Volteó a ver al fin por completo a la mujer de cabello blanco. Ella seguía dándole la espalda, concentrándose en cualquier cosa que pudiera, que no ameritara mirarla. Se volvió claro en ese momento para la antigua Titán, que ella también lo quería evitar… Tampoco quería mirarla fijamente o por mucho tiempo.

    El rostro de la joven se endureció.

    - Abuela. – Comentó con firmeza, intentando llamar su atención, pero ella siguió sin mirarle. – ¿Tú… aún me recuerdas? ¿Aún sabes… quién soy?

    No hubo reacción inmediata ante su pregunta.

    La Señora Hawk avanzó con pasos cuidadosos hacia la ventana, y corrió la cortina hacia un lado para asomarse al exterior. El sol ya estaba a punto de meterse por completo.

    - En verdad, esta ciudad se ha vuelto un infierno. – Susurró despacio, como una pequeña maldición. – En cuanto llegue tu abuelo, le diré que tenemos que irnos de aquí; a otro sitio, a cualquiera que sea más seguro. ¿A dónde te gustaría ir, Tammy? Sería… Agradable viajar… Cómo cuando tenías ocho años, ¿lo recuerdas? ¿Cuándo viajamos por el país, nosotros, tus padres y tú…?

    Su tono aparentaba ser tranquilo e incluso algo frío. Sin embargo, no era muy difícil detectar la melancolía que se ocultaba tras él. Terra se le quedó viendo con detenimiento: su cabello canoso que le llegaba hasta sus hombros, su espalda delgada, al igual que el resto de su cuerpo, de apariencia tan frágil. Le pareció notar que temblaba; un poco, pero aun así apreciable.

    Todo se volvió bastante claro en ese momento.

    La joven rubia sonrió, y desvió su mirada hacia otro lado, dejando que las palabras que la mujer acababa de pronunciar trajeran cientos de imágenes a su cabeza y fluyeran una tras otra, como el adelanto de una película.

    - Sí, lo recuerdo. – Respondió con sutileza. – Fue el viaje en que me compraste aquel caballo de felpa el Arizona, y cuando te subiste conmigo a aquel juego mecánico en San Antonio, aunque le tenías tanto miedo. Y cuando probé esa salchicha en New York que era más larga que me cabeza. Fue… Divertido.

    Calló unos momentos, y la sonrisa que se había dibujado en su rostro, se esfumó tan rápido como había aparecido.

    - Pero no son más que mentiras. – Exclamó con rotunda pesadez. – Lo cierto es que a los ocho años, yo ni siquiera había llegado a este país todavía. Me recuerdas, eso lo puedo ver. Pero… al mismo tiempo, recuerdas que tu hijo y su esposa nunca tuvieron una hija llamada Tammy. ¿O no?

    La miró, en busca de alguna reacción. Pero ella no dijo ni hizo nada; permaneció de pie frente a la ventana, contemplando el horizonte.

    - Ambas memorias están revueltas en tu mente, al igual que las mías. – Continuó. – El abuelo de seguro también se encuentra en la misma situación, ¿verdad? Sarah y Mary comenzarán a vivirlo también, pero ellas quizás tarden un poco de tiempo en darse cuenta de los huecos, de las cosas que no concuerdan, de los recuerdos que parecen confusos. Pero no hay confusión en esto. Tú sabes que no soy tu nieta…

    La Señora Hawk se giró abruptamente hacia ella, y Terra notó una expresión que jamás le había visto, ni es sus recuerdos reales, ni en los creados. Se veía tensa, dura, sebera, como si estuviera realmente, pero realmente, furiosa. Sus labios se apretaban, y sus ojos se encontraban cristalinos, como si desearan soltarse a llorar, pero ella usara al mismo tiempo toda su fuerza de voluntad para evitarlo.

    - No sé cómo pasó esto, y no me importa saberlo. – Pronunció de pronto, sonando casi como si fuera un regaño. – Para mí todo esto fue y es bastante real. Tú eres mi nieta, y nada, ni nadie, ¡me hará pensar lo contrario!

    Terra se sintió aturdida; no esperaba esa reacción de parte de la mujer, ni que le fuera a decir eso. ¿Era enserio lo que decía? ¿Realmente se sentía de esa forma?, ¿o se encontraba quizás en algún tipo de negación? ¿No deseaba aceptar la realidad que se cernía ante ella, por encima de la mentira que era mucho más digerible?

    No podía culparla de sentirse así. Después de todo, ella misma compartía ese mismo sentimiento exacto…

    De nuevo volvió a sonreír, aunque su abuela la seguía mirando con la misma severidad.

    - Quisiera tanto poder decir lo mismo. Quisiera también simplemente cerrar los ojos, ignorar todo esto, y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Seguir siendo sólo Tammy Hawk, y tu nieta… Pero no puedo hacerlo. Chico Bestia tiene razón, no puedo continuar huyendo cada vez que se me presenta algo que no deseo.

    Avanzó entonces hacia la camilla, o más bien hacia un costado de ella, en donde estaban colocados sus zapatos y sus medias. Ante la mirada incrédula de la señora Hawk, se sentó en la silla más cercana, y comenzó a arreglarse.

    - ¿Qué haces? ¡¿A dónde vas?! – Exclamó la mujer, casi alarmada al ver lo que hacía. – No vas a ir a ninguna parte. ¡Detente en este momento! ¡Te lo ordeno, Tammy!

    Terra escuchaba los gritos casi desesperados de su supuesta abuela. Le pareció tan extraño escucharla hablarle de esa forma; eso era algo más que no se encontraba en ninguna de sus memorias, algo que no encajaba del todo en su personalidad.

    Le dolía escucharla, y saber que la estaba lastimando. Toda esa situación debía de ser demasiado difícil de procesar, demasiado confusa para ser digerida. Y lo peor era que no era más que una simple víctima de todo ello. Todo era su culpa. Ella había pedido el deseo, ella había aceptado el trato, y arrastrado a personas inocentes en su locura. Y ahora sus decisiones, los haría arrastrarse por este torbellino confuso y sin sentido.

    Pero no dejaría que sus actos siguieran hiriendo a los otros, nunca más.

    Una vez que ya tuvo sus zapatos puestos, se paró de la silla, y comenzó a avanzar en silencio a la puerta. La Señora Hawk hizo el ligero ademán de querer detenerla, pero no lo hizo, como si tuviera miedo de tocarla. Terra se detuvo a un par de metros de la puerta, y volteó a verla por última vez, sonriéndole de nuevo de forma cándida, como muchas veces lo había hecho antes… Aunque no tantas como ambas creían recordar.

    - Quiero que sepas, que este tiempo que pase a su lado, ha sido el más feliz que he vivido en toda mi vida. Si hay algo de lo que nunca me arrepentiré, será de haber sido su nieta, aunque haya sido sólo una ilusión momentánea. Díselo al abuelo por mí cuando lo veas, por favor.

    Esas lágrimas que había intentado reprimir todo ese rato, ya no pudieron ocultarse por más tiempo, y terminaron por desbordarse por las mejillas de la mujer. No dijo nada, sin embargo. ¿Qué podía decir ante algo como eso?

    Terra recorrió la distancia que le faltaba hacia la puerta, y salió por ella.

    Temía que al salir del cuarto, ya no viera a Chico Bestia. Sin embargo, ahí se encontraba aún, de pie contra la pared, justo frente a la puerta, aguardando. Terra miró a un lado, respiró hondo, como si quisiera tomar fuerzas, y entonces lo volteó a ver, procurando mantener lo más posible la mirada del Titán.

    - Sé en dónde pueden estar Jared y los otros. – Le indicó con firmeza, sorprendiendo un poco al joven de piel verde.

    - - - -​

    No había absolutamente nada que le pudiera indicar que lo que estaba por hacer era buena idea; el sólo hecho de no querer, por ningún motivo, decirle a sus amigos al respecto, debía haberle sido suficiente indicador de ello. ¿En verdad estaba tan desesperado?, ¿en verdad no había ninguna otra alternativa? Por más que en todo el camino intentó detenerse y pensar en si había alguna otra opción más viable, algo más que no había visto, simplemente no se le ocurría nada. Su mente estaba tan revuelta en tantas cosas, y su objetividad tan comprometida, que si acaso había un mejor camino, en ese momento le era totalmente nubloso notarlo.

    Cuando trabajaba con Batman, muy seguido hacían ese tipo de cosas. Podrían ser héroes, combatientes del crimen, pero en ocasiones hasta Batman aceptaba que había que doblar un poco las leyes para cumplir algunas misiones; claro, si éstas realmente lo ameritaban. ¿Ese era el caso en esos momentos? ¿Eso ameritaba realmente hackear un sistema de seguridad, entrar a escondidas a los amparos de la Policía de Jump City, burlar a los guardias, y modificar los videos de vigilancia para poder pasar desapercibido? ¿Y todo para llegar hasta la celda de… él?

    ¿Entendía realmente en lo que se estaba metiendo? ¿Estaba consciente de lo que podría ocurrir?

    El último tramo fue quizás el más difícil. Avanzar entre las sombras, por ese solitario corredor, diciéndose a sí mismo que si acaso deseaba dar la vuelta, esa era su última oportunidad. Pero no se detuvo. Siguió adelante, paso a paso, hasta llegar justo frente a la celda pequeña y cuadrada, de barrotes gruesos, y ni una sola ventana.

    A pesar de la oscuridad, logró verlo sin problema, recostado sobre la camilla de su nuevo aposento, transmitiendo notoria tranquilidad pese a su situación. Aún llevaba lo que le quedaba de su armadura, lo cual no le extraño, pues no llevaba mucho más de una hora encerrado, por lo que era posible que aún ni siquiera se hubieran decido por cuáles cargos imputarle. Al principio se mostró indiferente, como si no se hubiera percatado de su presencia. Pero él lo conocía muy bien, y sabía que quizás había percibido sus pasos acercándose desde varios metros atrás.

    Luego de dejarlo algunos segundos en suspenso, el criminal se sentó en la camilla, se puso de pie, y se acercó con cautela a los barrotes, para que la luz de la lámpara colgante del pasillo le alumbrara su rostro.

    - Te estaba esperando, Robin. – Murmuró el hombre de cabello blanco y barba de candado, sonriendo con satisfacción al tiempo que lo miraba por su único ojo bueno. – ¿Por qué tardaste tanto?

    Robin lo analizó atentamente. Con todo el ajetreo de Raven, Terra y la explosión, lo último que tenía en su mente entonces era preocuparse por él. Pero ahora estaban ahí, solos los dos y nadie más. Al fin estaba cara a cara de nuevo con Slade Wilson, el verdadero.

    Se sentía tan raro al fin ver su rostro directamente. Durante su investigación, tras su aparentemente muerte de la que él no estaba tan convencido, había seguido su rastro hasta llegar a la pista más prometedora de su identidad. Dicha pista, venía acompañada de una fotografía, que a pesar de haber sido de años atrás, era totalmente idéntica a la persona que tenía delante de él.

    Llegó a pensar que sin su máscara, ese individuó terminaría siendo mucho menos intimidante, y que su presencia no sería tan penetrante. Pero no había acertado del todo. Aún con su rostro expuesto, o con su brazo enyesado y colgando de su cuello para evitar que se moviera, Slade seguía transmitiendo un aire denso, asfixiante, prepotente, y que fácilmente podría subyugar la voluntad de alguien de carácter frágil. Pero él no era uno de ellos.

    - ¿Me esperabas? – Respondió el Titán, sereno.

    La sonrisa de Slade se hizo aún más amplia.

    - Sabía que todo eso no sería el final de esta historia. Cuando descubrí que Tammy y Terra eran la misma persona, mis suposiciones sobre cómo era posible estaban más que inclinadas hacia la magia. Pero luego de ver a Raven esta tarde, puedo deducir que no es cualquier magia.

    Slade inclinó su cuerpo al frente, hasta pegar su frente contra los barrotes.

    - Estamos hablando del a magia de Trigon, ¿verdad?

    Robin aguardó en silencio. No le sorprendía escuchar que su eterno enemigo, hubiera obtenido tales conclusiones con tan poca información. Estaba convencido que de hecho, sabía más de lo que aparentaba, y eso jugaría en parte a su favor, ya que serían menos cosas que explicar, y ciertamente tenía prisa.

    - Al parecer la otra Terra fue creada por hermanos de Raven, hijos de Trigon al igual que ella. ¿Sabías tú de ellos?

    Robin detectó un ligero rastro de sorpresa, apenas apreciable en su rostro al mencionar a los supuestos hermanos de Raven, pero no era tanto como el que se esperaría.

    - ¿Otros hijos de Trigon, dices? ¿Por qué habría yo de saber de eso?

    - No tengo tiempo para jugar contigo. – Murmuró con seriedad, tomando uno de los barrotes con su mano derecha. – Ellos mandaron a Terra para matarte, y parecían tener mucho interés en ello, y no creo que haya sido sólo para que ella se vengara de ti, o porque hubieras traicionado a Trigon. Querían silenciarte por algo, ¿no es cierto? En el tiempo que estuviste trabajando para él, Trigon te dijo o averiguaste algo que ellos no querían que compartieras con nosotros. ¿Estoy equivocado?

    Slade permaneció tranquilo, pero ya no sonreía. Parecía estar más pensativo. No tenía que decirlo; Robin se daba cuenta de que sus palabras habían hecho trabajar a su memoria a toda su capacidad. Cada segundo que el villano se quedaba en silencio, Robin se convencía más a sí mismo de que su afirmación era más que acertada.

    - Es probable. – Respondió el hombre de parche, retrocediendo un poco. – Trigon me subestimó demasiado. Pensó que por ser humano y un mortal, no tenía por qué tener cuidado conmigo. Los seres como él siempre se vuelven… descuidados con los pequeños detalles, y esos son los que más me gustan.

    Slade se sentó entonces de nuevo en la camilla, y recargó su espalda contra la pared.

    - Cuéntame más, todos los detalles de lo que está pasando exactamente. – Pronunció con un tono casi burlón. Robin lo miraba, desconfiado. – Oye, necesito saber qué exactamente ocurre, para saber qué exactamente de lo que sé te puede ser útil.

    Precisamente explicar cosas era en lo que menos quería perder el tiempo. Además, en manos de Slade, la información siempre había sido un arma peligrosa, y en esos momento no estaba seguro qué estaría bien decirle, y qué no.

    Al final no tenía muchas otras alternativas.

    Le explicó todo de manera resumida, o al menos todo lo que sabía. Sobre Jared, y como Raven se había comportado extraña desde que lo conoció, o incluso desde un poco antes. De cómo había perdido el control, aunque omitiendo las partes que lo involucraban a él o a Starfire. Lo que Raven les había explicado con respecto a Terra y Tammy Hawk, y sobre los otros cinco hermanos que habían llegado a la Torre y sus extraños poderes.

    Intentó hacerlo lo más rápido posible, por lo que esperaba que esa capacidad de sacar conclusiones con poca información, le sirviera también en esa ocasión. Y por lo visto así era; Slade en ningún momento le cuestionó, o le pidió que fuera más despacio, o que le diera más información, Todo lo que le decía, parecía ser suficiente para él.

    Una vez que Robin terminó, el villano sólo meditó en ello unos cuantos segundos.

    - Entiendo. – Murmuró casi indiferente. – Sí, todo tiene sentido.

    De nuevo volvió a sonreír, y al Titán eso no le causó nada cercano a tranquilidad.

    - Respondiendo a tu primera pregunta: no, no sabía que Trigon tenía más hijos además de Raven, aunque tampoco me sorprende. Lo que sí sé, o puedo suponer, es lo que podrían estar tramando.

    A pesar de que lo esperaba, igualmente escucharlo decir todo eso lo tomó por sorpresa.

    - No lo creí importante en aquel entonces, ya con Trigon derrotado, y ningún otro aliado, pero todo encaja. Y si lo que creo es cierto, no sólo sé lo que traman; también sé la forma de detenerlos.

    Eso definitivamente fue mucho más de lo que Robin esperaba. ¿Hablaba enserio? Slade no era el tipo de personas que hacía afirmaciones como esa, al menos que estuviera seguro de lo que decía. Pero, ¿podría realmente ser cierto?

    El villano pareció notar su escepticismo, y se volteó hacia él, sonriendo divertido por la expresión de su cara.

    - ¿Y quieres oír lo mejor? Es una forma bastante simple, en realidad.

    - ¿Cómo? – Cuestionó, incapaz de esconder su apuro.

    - No comas ansías, querido Robin. El saber esta información, no es igual de simple.

    Slade volvió a levantarse de la camilla, y avanzar a los barrotes, con un porte mucho más prepotente y soberbio que antes. Se paró a unos centímetros de las estructuras de metal que los separaban, y miró a Robin desde arriba, destilando una realmente molesta superioridad.

    - Sácame de aquí y te digo lo que sé. – Comentó de pronto, a lo que Robin le respondió de inmediato, prácticamente sin pensarlo.

    - De ninguna manera.

    Slade soltó una ligera carcajada.

    - ¿Arriesgarías a todo este mundo, sólo para tener la satisfacción de tenerme encerrado, Robin? Por qué sí, te estoy hablando del Fin del Mundo… Otra vez.

    - ¿Y acaso tú dejarías que eso pasara con tal de salir?

    - Tú me conoces muy bien, Robin. ¿Crees acaso que no lo haría? Además, dejémonos de actuaciones. Si viniste hasta aquí a pedir mi ayuda, es que estás desesperado. Eres listo, sabías muy bien qué te pediría a cambio, y no hubieras venido si no lo estuvieras listo para hacerlo.

    Robin calló.

    Era más que obvio que Slade sentía que tenía todas las cartas a su favor, y tal vez era así. Su sola presencia en ese sitio dejaba en evidencia la desesperación que sentía en esos momentos, y él estaba más que dispuesto a aprovecharla a su favor.

    Le hacía sentir tan molesto. Slade era el apresado, pero era él quien parecía tener las manos atadas.

    - Quizás tengas razón. – Comentó el Joven Maravilla, con algo de hastío en su tono. – Pero aun así no lo haré. Si sales de aquí, seguirás siendo un peligro para nosotros, y sobre todo para Terra.

    - ¿Eso es lo que te preocupa? – Comentó Slade, seguido de otra risilla. – Siempre preocupándote por los desamparados, incluso los que te apuñalan por la espalda. Bien. Lo creas o no, soy un hombre que sabe admitir cuando fue derrotado, y me siento benévolo este día. Sácame, y daré mi asunto con Terra y Jump City por concluido. Después de todo, lo único que buscaba en este sitio era un aprendiz, y creo que ya se volvió obvio de que no lo encontraré. Me iré de aquí, y es probable que incluso nunca nos volvamos a ver.

    Robin parecía dudoso. ¿Era enserio esa propuesta?

    - ¿Por qué habría de creer en tu palabra?

    - No deberías. – Respondió con normalidad, encogiéndose de hombros. – Soy un villano, después de todo. Pero como dije antes, los dos sabemos que no estarías aquí si no estuvieras dispuesto ya a hacerlo. Así que… ¿Por qué estamos perdiendo el tiempo, discutiendo por algo que ambos sabemos qué harás de todos modos? Debo advertirte que el tiempo apremia.

    ¿Cómo podría creerle una afirmación como esa? Pero daba igual. Aunque tuviera pensado irse o no de Jump City, ninguna de las dos alternativas hacía que liberar a un villano de su celda fuera correcto. ¿Qué pensaría cualquiera de sus amigos si se enteraran? ¿Qué pensaría Batman si se enterara?

    ¿Estaba dispuesto a hacerlo con tal de salvar a Raven? Era una situación difícil, sin duda. Pero no era momento de dudar; era momento de tomar decisiones.

    FIN DEL CAPITULO 24

    Notas del Autor:

    No hay mucho qué decir. Lo sé, los últimos capítulos han sido de mucho bla, bla bla, pero es porque ya se tienen que ir cerrando todos los cabos sueltos y dar las explicaciones que faltaban. Pero ñas cosas se empiezan a mover, y hay personas que tienen que tomar decisiones. ¿Qué pasará con Raven y los Titanes? ¿Qué es lo tienen planeado los hermanos de Raven?, ¿y quién está realmente detrás de todo esto? En el siguiente capítulo se resolverán muchas de estas dudas. Así que quédense pendientes.

    Los invito como siempre a seguirme en mi página de Facebook para estar informados de ésta y mis demás historias, además de poder ver mis dibujos y comentarios de diferentes temas. ¡Los espero!
     
  14.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    9930
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 25
    “Los Pecadores”

    Raven aguardó pacientemente, sentada en una de las bancas del gimnasio. Robin le había indicado que esperara, que no tardaba mucho; por alguna razón, sin embargo, la espera le pareció lo suficientemente larga. Ya habían pasado varios minutos desde que Starfire y los otros se fueron a recorrer la ciudad con Supergirl, dejándolos a ambos solos en la Torre. Robin había mostrado de manera muy tajante que no se encontraba feliz por la presencia de la kryptoniana, por lo que decidió seguirlo y ver de qué se trataba ese asunto exactamente.

    Hace no mucho tiempo atrás, ella nunca había sido precisamente la mejor opción para hablar cuando se trataba de un problema de ese estilo, y eso ella y todos lo sabían muy bien. Por ello siempre procuraba mantenerse alejado de situaciones que pudieran ponerla en una posición como esa. Sin embargo, últimamente se había llegado a sentir un poco más cómoda al respecto. Las últimas experiencias que había vivido, sobre todo desde su pasado cumpleaños, de cierta forma la habían hecho cambiar un poco.

    Pero aun teniendo en cuenta todo lo anterior, esa ocasión con Robin era especial. Realmente sintió de inmediato que debía hablar con él, qué debía saber un poco más sobre lo que fuera que le molestaba, e intentar ayudarlo de alguna forma. No fue como en otras ocasiones con sus otros amigos; ese momento fue… diferente… Fue más que una sensación de deber; realmente deseaba hacerlo.

    Escuchó la puerta del gimnasio abrirse, y eso la puso en alerta; se tranquilizó, sin embargo, al ver a Robin, aproximándose a ella con pasos cautelosos, cargando en sus manos un maletín metálico.

    - ¿Recuerdas esto? – Le preguntó cuándo ya se encontraba cerca de ella. En un inicio no lo reconoció, pero al verlo ya de cerca y notar la “R” amarilla en la tapa, de inmediato se le vino a la mente.

    - Tu maletín, el que Ding Dong Daddy te robó. En donde guardas…

    Él asintió, y entonces se sentó en la banca a su lado. Abrió los seguros del maletín con sus dedos, y abrió la tapa superior, revelando su contenido.

    - Todas mis posesiones previas a que formáramos este equipo; algunas incluso previas a convertirme en Robin.

    Raven echó un pequeño vistazo al interior del maletín. No era la primera vez que lo veía; luego de aquella casi mortal, aunque algo ridícula, carrera, él mismo se los mostró, hace sólo unos cuantos meses atrás. Fue la primera vez que compartió tan personal con ellos, incluido su verdadero nombre. Aun así, le era tan extraño ver todas esas cosas que hablaban de una persona casi extraña para ella, aunque fuera en realidad uno de sus mejores amigos. En su mayoría eran fotos, y en casi todas aparecía un niño, de cabello negro y corto, y hermosos ojos azules.

    - Batman me hubiera asesinado si esto hubiera caído en manos equivocadas, o si supiera siquiera que lo tengo.

    - Fue una suerte que pudiéramos recuperarlo, entonces.

    - La suerte poco tiene que ver con esto, la mayoría del tiempo.

    Pareció buscar algo en específico entre las cosas del maletín. Revisó quizás unas cinco fotos, antes de elegir una, la cual le extendió para que pudiera verla mejor. Raven tomó con sumo cuidado la fotografía entre sus dedos, como se tratara de un artefacto tan antiguo y delicado, que el menor toque pudiera romperlo. En la imagen, se encontraban tres personas: dos chicos y una chica. Los tres se encontraban sentados uno a lado del otro en un sillón; no se alcanzaba a ver mucho del fondo, pero al parecer era la estancia de alguna casa, y al menos por el puro sillón de apariencia fina y tapiz de un rojo muy elegante, uno podría adivinar que no era una casa cualquiera.

    Los tres eran jóvenes, de diez o máximo doce años. La chica, de cabellos rojos sujetos con una cola de caballos y ojos verdes, se encontraba sentada en el centro, y sonreía ampliamente y con emoción. Traía unos grandes anteojos de armazón café, una camiseta verde de mangas cortas, pantalones pescadores cafés y sandalias. El chico a su derecha, era el mismo que aparecía en casi todas las otras fotos, e igualmente sonreía, aunque de forma mucho más reservada. Traía puesto un suéter azul y pantalones negros. El chico de la izquierda, sin embargo, no sonreía. Él tenía una expresión bastante fría, y miraba hacia la cámara en un casi forzado intento de parecer indiferente. También tenía cabello negro, aunque dividido por la mitad, y ojos azules. Usaba una camiseta roja estilo deportivo, y pantalones grises. Él era quien se veía más joven de los tres, pero no por más de un par de años.

    Ella sabía muy bien quién era el chico del lado derecho: era justo la misma persona que estaba sentada a su lado en estos momentos; claro, algunos años más joven y sin su casi perpetuo traje de combae. Los otros dos no los conocía, pero definitivamente el que más resaltaba era el otro chico. ¿Qué clase de niño de esa edad tenía es expresión de tan pocos amigos?

    - Ella es Bárbara. – Le informó Dick, casi como si le leyera la mente. – Es una muy buena amiga mía de Gótica.

    - ¿Ella es Batgirl? – Le preguntó ella, un poco curiosa, pero Robin dudó en responderle; su silencio, sin embargo, fue en sí suficiente respuesta. – ¿Y quién es él?

    De nuevo hubo duda en su líder, pero en esa ocasión fue diferente. Incluso antes de voltear a verlo, pudo sentir la densa nube de melancolía que se había ceñido sobre él en cuánto hizo la pregunta… No, de hecho quizás ya se encontraba presente en él desde antes, pero en ese momento se había acrecentado.

    - Él era Red Robin. – Murmuró de pronto. – Se unió a nosotros un tiempo después que yo. Su nombre real era Jason.

    - ¿Era? – Recalcó Raven, algo sorprendida por la forma en la que lo había dicho.

    Robin se quedó callado unos momentos. Desvío su atención hacia un lado, observando de forma perdida la pared del gimnasio.

    - Falleció. – Soltó de golpe, haciendo que a Raven se le formara un nudo en la garganta. – Ocurrió en una misión en el extranjero en la que sólo iban Batman y él. Yo no pude acompañarlos porque estaba lesionado por una misión anterior. Nos peleábamos seguido, y discutíamos por casi todo. Y era difícil no hacerlo; era un testarudo y terco cabeza dura. Pero en el fondo, era más que un compañero para mí… era como mi propio hermano, la primera persona antes de conocerlos a ustedes con quien podía ser yo mismo, y a quién podía llamar verdaderamente mi amigo. – Hubo una pequeña pausa, algo reflexiva. – Quizás debí de habérselo dicho mucho antes… Aunque de seguro me hubiera golpeado de haberlo hecho…

    Raven, se quedó callada e incapaz de reaccionar por un largo rato. En todo ese tiempo, los rodeó un abrumador silencio. No esperaba que le fuera a contar algo como eso, pero en retrospectiva debió haberlo visto venir. Ella había hecho la pregunta, y esperaba como tal una respuesta. Debió saber que posiblemente terminaría escuchando algo poco agradable…

    - Entonces, ¿es por eso que te apartaste de Batman? ¿Lo culpas acaso por lo que pasó?

    Robin no respondió; siguió simplemente mirando a la pared.

    - O… ¿Te culpas a ti?

    Esto último tuvo una reacción mucho más tangible en el Titán. Agachó un poco su cabeza, centrando su atención en el maletín que tenía sobre sus piernas. Ahí seguían varias fotos más, y Jason salía en algunas de ellas.

    - De haberlos acompañado, de haber podido apoyarlo, quizás podría haber hecho algo para que nada de eso ocurriera. Mi modo de trabajar luego de ello cambió. Me volví mucho más reservado, mucho más agresivo, y esto causó que tuviera problemas con Batman. Hace un rato me preguntaste si acaso lo culpaba de lo ocurrido; la respuesta es no, no lo culpo. Lo conozco, quizás mejor de lo que cualquier otra persona lo conoce. Sé que debió haber hecho todo lo que estuvo en sus manos. Pero… aun así no pude evitar que me molestara bastante que él pareciera estar como si nada hubiera pasado. Seguía actuando de la misma forma, concentrándose sólo en la misión, sin fijarse en nada más. Como si la muerte de Jason no le hubiera importado…

    - Estoy segura de que no fue así. Quizás el enfocarse en su trabajo como Batman era su forma de lidiar con lo sucedido.

    - Quizás. – Respondió, no del todo convencido. – Pero con el tiempo fue imposible que siguiéramos juntos. Nuestras maneras de trabajar y pensar ya no eran compatibles. Por eso me fui.

    Claro, tenía mucho más sentido. Robin no era el tipo de persona que simplemente huiría por celos o por falta de reconocimiento, o por cualquier otra banalidad como esa. Algo realmente grande debió de haber ocurrido, y era precisamente eso.

    - Supergirl no debió haber dicho que te fuiste para dejar de ser la sombra de Batman. – Señaló la hechicera, ahora algo molesta al recordar la escena ocurrida en la sala un rato atrás.

    - No es su culpa. – Exclamó Robin, de inmediato. – Al irme de Gótica, quizás dije muchas cosas que no sentía, inspirado por el enojo y el resentimiento; cosas de las que ahora me arrepiento de verdad. Por eso no me extraña que ella o Batgirl piensen que me fui por esos motivos.

    Raven notó mucho pesar en la voz de su compañero, un pesar particular que no recordaba haberle escuchado en todo ese largo tiempo que llevaba de conocerlo. No era sorpresa que ese tema en particular lo afectar de una manera especial, diferente a muchos otros temas delicados. Pero aun así le era realmente difícil verlo de esa forma, casi vulnerable y expuesto, a pesar de que casi siempre era la imagen misma de la seguridad y la fortaleza.

    Sin proponérselo, la Titán se había quedado bastante tiempo contemplando el perfil del chico maravilla. Sus facciones, o al menos aquellas que su antifaz le permitía ver, le parecieron singularmente delicadas en esos momentos. Delicadas y, por algún motivo… muy atractivas…

    - ¿Por qué decidiste contarme esto ahora? – Se escapó de sus labios de pronto sin proponerse realmente de manera consciente el decirlo. Temió un instante después que su respuesta fuera un simple “porque tú lo preguntaste”, lo cual la hubiera avergonzado demasiado. Por suerte, no fue así.

    - No lo sé. – Comentó Robin, encogiéndose de hombros. – No es un tema del que suelo hablar, con nadie. Pero supongo que contigo siempre ha sido mucho más sencillo.

    Ese comentario la tomó por sorpresa. De seguro su rostro habrá reflejado un pequeño atavismo de ello, aunque mínimo y escondido en las sombras que proyectaba su capucha.

    - ¿Conmigo? ¿Por qué lo dices? – Le cuestionó con un tono mucho más frío del que su sentimiento real ameritaba.

    - No podría explicarlo. Después de todo lo que hemos pasado juntos, mi confianza en ti y en los otros es absoluta. Pero aun así, a veces hay algunas cuestiones en las que siento que no me sentiría cómodo hablando con ellos. Pero contigo es diferente.

    Robin se viró hacia ella en ese instante, e inconscientemente desvió su mirada hacia otro lado de inmediato, como si tuviera miedo de verlo a los ojos. Sentía que su rostro se calentaba, y rogaba porque su capucha lo ocultara también. ¿Por qué reaccionaba de esa forma? No tenía sentido… ¿o sí?

    - Yo siento lo mismo. – Susurró muy despacio; muy, muy despacio.

    - ¿Cómo dices? – Comentó Robin, curioso. Raven negó con su cabeza, aún sin mirarlo.

    - Nada.

    Sí, ella sentía lo mismo. Confiaba por completo en sus cuatro amigos, y se sentía tan tranquila y cómoda con todos ellos, como no era capaz de sentirse con ninguna persona en ese mundo, o en cualquier otro. Pero con Robin… con Robin era diferente; era especial…

    Un aire frío le cubrió todo el cuerpo de golpe…

    - De todos los recuerdos posibles que me pudo haber venido a la mente en estos momentos, ¿por qué éste en especial? – Escuchó como alguien murmuraba, muy cerca de ella.

    Todo a su alrededor cambió abruptamente. En un parpadeo se encontraba sentada en la banca del gimnasio de la torre, y al siguiente se encontraba parada en un espacio amplio, y totalmente negro. A dónde volteara, sólo veía oscuridad. Aun así, lograba ver sus manos y el resto de su cuerpo sin problema, como si todo éste brillara con su propia luz.

    - Ah, ya sé. – Volvió a pronunciar la misma voz de hace unos momentos, justo detrás de ella. Sin embargo, ella no volteó; en su lugar, se quedó mirando fijamente a la oscuridad delante de ella. – Es porque ahí fue el momento justo en el que me di cuenta de lo que sentía. Ya lo había supuesto o imaginado, pero no fue hasta ese momento exacto, estando los dos solos, y hablando de esa forma tan íntima, en que me di cuenta… de lo muchísimo que deseo hacerlo mío y sólo mío.

    Raven no necesitaba mirar a quien le hablaba para saber su identidad; su sola voz le era más que suficiente. Pero al final lo hizo. Se giró lentamente sobre sí misma para encararla de frente, como lo había hecho tantas veces, durante tantos años. Pero esa ocasión no era como ninguna otra.

    - Tú eres la responsable de todo esto, ¿cierto? – Le recriminó con dureza en su voz. – Tú liberaste a Terra, tú atrajiste a Jared y los otros hacia mí, y les has estado diciendo exactamente qué hacer. Tú eres quien ha estado controlando todo esto desde el inicio… ¿no es así?

    La única respuesta visible a sus palabras fue una sonrisa, una amplia sonrisa astuta, que hizo que lo poco visible de su rostro tomara un tono casi aterrador.

    Por supuesto que Raven reconocía la voz que le había hablado. ¿Cómo no hacerlo? Era su propia voz, después de todo…

    De pie ante ella, también brillando con su propia luz entre todas esas sombras, se encontraba una réplica casi exacta de su persona, como si se viera a un espejo. La única diferencia entre esa imagen y ella, eran su capa con capucha y sus botines, ambos de color rojo sangre. Casi todo su rostro estaba cubierto de sombras, salvo su boca y mentón. Aun así, cuatro pequeños fulgores rojizos se dejaban ver en el área en el que deberían de estar sus ojos.

    - ¿Cómo es posible? – Murmuró Raven; su tono se volvió aún más denso. – ¿Cómo es que has podido hacer todo esto a mis espaldas?

    - Te volviste descuidada, impostora. – Le respondió la Raven Roja, con su misma exacta voz, pero ella hablaba con un tono mucho más engreído y soberbio. – Creíste que podías bajar la guardia, que ya no tenías que preocuparte por mí. Pero te equivocaste.

    La Raven Roja comenzó a caminar lentamente a su al redor, pero ella se quedó firme en su sitio, apenas virando un poco su cabeza para seguir sus acciones.

    - Mientras tú dormías o te distraías pensando en mi dilema emocional con Robin, yo me las arreglaba para usar la proyección astral y encargarme de mis asuntos.

    - Por eso me sentía cansada y sin energías de repente, ¿o no?

    Raven recordó todas las veces en esas últimas semanas que había sentido su cuerpo cansado, y como había caído en cama para quedarse ahí por horas, a veces hasta el día siguiente sin que ese hubiera sido su plan original.

    - ¿Cómo no me di cuenta de esto antes?

    - Así es el amor, supongo. – Comentó con tono de burla, estando de pie justo a su diestra, cada una mirando en una dirección contraria.

    - ¿Cómo supiste cómo liberar a Terra? ¿O de Jared y los otros? Yo no sabía nada de eso, por lo tanto tú tampoco deberías.

    La Raven Roja soltó una fuerte y aguda carcajada al aire, que resonó con ímpetu en el eco de ese oscuro espacio.

    - Eso es lo que tú crees, impostora. Pero cuando mi padre pasó a través de mi cuerpo para cruzar a este mundo, todo su conocimiento, todo su saber, y todo su ser se fusionó conmigo por unos instantes. Tú olvidaste todo eso, ya que te contrajiste a ese estado debilitado y sin memorias. Y cuando volviste, eso aún seguía en ti, pero quizás inconscientemente decidiste sellarlo y hacerlo a un lado como todo lo que te molesta. Pero eso es lo divertido del asunto; todo lo que decides sellar y olvidar, no desaparece realmente. Tarde o temprano, llega a mí. Esperé el momento adecuado de hacer uso de esta información, y buscar la forma de contactar con mis hermanos para que me echaran una mano.

    ¿Era enserio? ¿Realmente supo desde entonces como liberar a Terra o la existencia de los otros hijos de Trigon, pero sencillamente había decidido hacer eso a un lado y olvidarlo? Por más raro que sonara, de hecho tenía bastante sentido. Había aprendido desde muy joven a suprimir cualquier cosa que tuviera que ver con Trigon o su influencia, pero no pensó que dicha supresión pudiera llegar a ese grado.

    Fuera como fuera, no podía permitirse demostrar su asombro o incertidumbre ante ese ser; sabía que cualquier atavismo de ello, sería fácilmente aprovechado. No podía bajar la guardia, y menos en esa situación. Nunca la había visto tan poderosa, tan consciente; se sentía casi indefensa ante su presencia.

    - ¿También liberaste a Malchior? – Inquirió con fría calma. – ¿Para alterarme, acaso?

    - Un poco sí, un poco no. – Le respondió con simpleza. – Él mismo te lo dijo, ¿recuerdas? Fue tu necesidad la que lo liberó, en ambas ocasiones. Pero yo tuve que darle un pequeño empujón para ayudarlo.

    Raven apretó con fuerza sus puños con sentimiento de frustración, más hacia sí misma que hacia cualquier otra cosa.

    - ¿Qué es lo que quieres con todo esto? ¿Qué piensas lograr?

    - ¿No es obvio?

    La Raven Roja volvió a andar, hasta colocarse justo a sus espaldas; Raven, por su lado, mantuvo su mirada firma el frente.

    - ¡Quiero… Salir! – Gritó el ser detrás de ella con fuerza, y todo es espacio tembló con su voz. – ¡Quiero ser libre! ¡Quiero que me regreses mi cuerpo! ¡Quiero que me regreses mi vida!

    - ¿Tu vida? – Soltó la Titán, algo indiferente a su agresivo tono. – Tú no eres más que una representación de todo lo que está mal e incorrecto conmigo. Sólo eres rabia, odio, desprecio, y destrucción. ¡Tú no eres nada!

    - ¡Tú eres quien no es nada!

    La voz de la Raven Roja cambió de golpe, resonando de forma grave y estridente como un trueno, volviéndose algo que difícilmente podía considerarse humano. Al virarse, hacia ella, pudo percibir como su figura también había cambiado. Se había alzado más de tres metros, como una sombra rojiza, de la que sólo se distinguían sus enormes ojos brillantes. Una larga garra se extendió hacia Raven y la tomó con fuerza entre sus dedos, alzándola del suelo para acercarla más a su rostro de forma incomprensible.

    La hechicera mantuvo la calma pese al cambio tan brusco. Se quedó quieta, viendo fijamente a los enormes ojos que la observaban; era una sensación bastante familiar.

    - Tú sólo eres una máscara, una farsa creada por Azar y sus monjes. – Murmuraba esa criatura sin forma, con la misma voz grave y calcinante. – Yo soy la verdadera Raven, Hija del Gran Trigon, a la que tú has tenido encerrada por años, obligada a tener que ver el mundo a través de tus malditos ojos. Y te equivocas, impostora. No soy sólo rabia y odio; soy de hecho muchas otras cosas que has decidido olvidar. Como deseo, ambición, orgullo, alegría… amor. Todo lo que has reprimido para seguir las enseñanzas de la anciana decrepita de Azar. ¡Todo siempre en equilibrio, sin dejar que nada salga de su control!

    La alzó sobre su cabeza, y luego la azotó contra el suelo. Raven se precipitó con fuerza, pero en lugar de chocar contra una superficie sólida y golpearse, sintió como si se sumergiera de cabeza a una fosa de agua negra, que le rodeó todo el cuerpo y le imposibilitaba el moverse; respirar, sin embargo, no le fue incapacitado. Comenzó a descender lentamente por esas aguas que posiblemente no tenían ningún fondo.

    - ¿Sabes?, yo no quería llegar a esto. – Escuchó la voz ya normal de la Raven Roja, su voz. La imagen de aquel ser se materializó justo frente a ella. También descendía por el agua, pero no de cabeza como ella. – Por un momento creí que una vez que te dieras cuenta de lo que sientes… O más bien de lo que yo siento por Robin, te dejarías de tonterías y te relajarías; así podríamos volver a ser una sola. – Acercó entonces sus manos hacia su rostro, tomándolo de sus mejillas. – Pero me di cuenta de que eres bastante más testaruda de lo que pensé. Pero ya no importa. Gracias a mis hermanos, pronto saldré de aquí y tendré todo lo que tú no tienes el valor de tomar… Y más…

    - De ninguna manera pienso permitirlo. – Le respondió con firme convicción, lo que provocó que de nuevo volviera a reír a tono de burla.

    - Qué tonta eres, impostora. ¿No te has dado cuenta acaso de que el control de esas decisiones… ya no es tuyo…?

    Apartó lentamente las manos de su rostro, y conforme se alejaba, su imagen se iba difuminando. Pero no sólo ella; todo ese espacio negro se fue desintegrando poco a poco, hasta volver a cambiar…

    El sueño terminó.

    Sus ojos se abrieron de golpe y su respiración se agitó un poco. Estaba despierta, lo sintió de inmediato. Sin embargo, no estaba recostada en su cama; de hecho, no estaba recostada en ningún sitio. Estaba de pie, con sus brazos alzados y atados a fuertes y gruesos grilletes, que estaban unidos a su vez a una larga cadena que se extendía hasta el techo.

    - Oh, ya despertaste, Raven. – Escuchó que le saludaba alguien al frente. Al virarse hacia él, el rosto gris y los ojos rojos de Jared la recibieron. – Bienvenida…

    El sólo ver su rostro fue suficiente para hacerla rabiar; el ver que detrás de él estaban los otros cinco chicos que lo habían acompañado en su ataque a la Torre Titán, no ayudó a mejorarlo. Agitó sus brazos y muñecas con fuerza, con la clara intención de querer soltarse. Sin embargo, todo intentó fue inútil. En cuanto empezó siquiera a pensar en algún conjuro, notó como las cadenas que la aprisionaban comenzaron a cubrirse de runas que brillaban como fuego.

    - Yo no lo intentaría si fuera tú. – Señaló Jared con elocuencia. – Esos grilletes suprimirán tu magia… Al menos de momento.

    Raven se tranquilizó, y las runas lo hicieran igual. No le constaba que sus palabras fueran reales, pero si estaban de verdad recibiendo instrucciones de la otra Raven, la Raven Roja, era mejor no arriesgarse.

    Aprovechó para echar un vistazo alrededor. El escenario le pareció extraño. Era una cámara amplia con paredes rojas y techos altos. Todo estaba alumbrado por cientos de velas. Había amontados a los lados bancas de madera algo roída. Intentó ver sobre su hombro, y logró ver lo que parecía ser un altar. A simple vista parecía algún tipo de iglesia, pero no del tipo convencional. Había imágenes y símbolos en las paredes, y en suelo debajo de ella, que definitivamente no concordaban con ello. El más distintivo se encontraba justo en el centro del altar, en un estandarte: ese símbolo casi similar a un cinco… el mismo que vio en el departamento de Jared esa mañana… La marca de Trigon…

    - ¿Dónde estamos? – Cuestionó, bastante confundida por el extraño escenario que la rodeaba.

    Escuchó que Jared soltaba una pequeña risilla.

    - ¿Enserio no te parece familiar? – Comentó con tono burlón. – Debería, ¿sabes? Este sitio es muy, muy especial para ti.

    Raven no comprendió a qué se refería… al menos en un inicio. Mientras más miraba todo ese espacio, mientras más pensaba en ello… más claro le fue en dónde estaba.

    - - - -​

    Chico Bestia contactó de inmediato a los demás Titanes para avisarles de Terra. Robin no dijo mucho, sólo que los vería en la azotea del hospital para poder hablar con más calma, ya que había conseguido nueva información que debía compartirles; no dio más detalles adicionales a eso. Cyborg y los otros secundaron a su líder, pero aprovecharon la llamada para informar que no habían encontrado nada en el antiguo Templo de Trigon; de hecho, el sitio estaba en ruinas y desierto, y no había señas de alguien se hubiera parado ahí desde hace meses.

    Chico Bestia y Terra subieron a la azotea a esperar la llegada de los otros. El aire entre ambos era realmente incómodo y denso, por decir lo menos. Casi no habían cruzado palabra desde que Terra salió de esa habitación, diciéndole que tal vez conocía la ubicación de Jared y los demás. Ambos habían subido en absoluto silencio por las escaleras, y ahora se encontraban igual, de pie uno a lado del otro, aunque a una distancia más de la necesaria. Chico Bestia tenía los brazos cruzados, y miraba con seriedad hacia otro lado. Terra, por su lado, miraba en la dirección contraria; tenía su cuerpo rodeado con su brazo derecho, y de vez en cuando se frotaba su brazo izquierdo, como un pequeño tic nervioso.

    Ya habían pasado algunos minutos desde que el Titán verde contactó a los otros; el crepúsculo estaba por terminar, y las estrellas adornaban el cielo sobre sus cabezas. En otras circunstancias, un paisaje como ese le hubiera parecido hermosísimo a Terra, especialmente en esa misma compañía. Pero en ese momento en particular, la vista era lo que menos le podía interesar.

    - Ya se tardaron un poco. – Señaló la rubia luego de un largo silencio. – ¿Crees que estén bien?

    - ¿Te importa, acaso? – Le respondió el Titán con tono cortante; el sólo comentario fue suficiente para que la rubia se estremeciera.

    - Por supuesto que sí. ¿Cómo puedes preguntarme eso?

    No le contestó nada más, ni la volteó a ver ni un poco.

    Terra suspiró.

    - Chico Bestia, no puedes seguir comportándote así conmigo. Tú no eres así.

    - Quizás no me analizaste tan bien cómo creías.

    Eso estaba comenzando a ser demasiado frustrante para la joven de Markovia.

    - Esto es muy injusto. A Tammy nunca le hablaste de esta forma.

    - Pues quizás porque nunca tuve motivo para hacerlo.

    - Supongo que no… De seguro querrías que ella fuera la que estuviera aquí contigo, ¿cierto?

    Ese comentario al fin pareció causar una reacción en el joven verde. Se sobresaltó ligeramente, y entonces volteó a verla de reojo. La expresión seria y fría de su rostro permaneció inmutable, sin embargo. Terra miraba fijamente hacia el atardecer; una brisa, algo fría, agitaba ligeramente su largo cabello

    - Sigo siendo ella, ¿sabes? O más bien ella siempre fue realmente yo. Sigo siendo la chica que estuvo encerrada contigo en esa esfera, con la que prometiste que luego de salir de todo esto irías a comer algo…

    Se detuvo unos momentos; algo de sonrojo se asomó en sus mejillas blancas. Alzó con cautela su mano derecha, hasta tocar sus propios labios con la yema de sus dedos.

    - La misma chica que te besó por sorpresa… Y que no se arrepiente de haberlo hecho…

    El Titán fue incapaz de hacer que su rostro no reflejara los fuertes sentimientos que esas palabras le provocaban. Sin embargo, su enojo al parecer podía mucho más. De inmediato se forzó a sí mismo a recobrar la compostura, y a virarse hacia otro lado, como si todo lo que acabara de pasar le fuera indiferente. Este acto causó tanto tristeza como enojo en Terra. Estaba más que dispuesta en decirle algo más, pero la oportunidad ya no se dio.

    Dos siluetas se elevaron desde el frente del hospital, hasta colocarse por encima de sus cabezas, para luego descender lentamente hacia ellos. No eran en realidad dos, sino tres. Por un lado venía Starfire, y por el otro Supergirl, cargando de sus costados a Cyborg. Los tres descendieron, hasta colocar sus pies en el suelo de la terraza.

    - Ya estamos aquí. – Señaló Cyborg, una vez en posición. Su atención irremediablemente se centró en la joven rubia, y su rostro reflejaba una marcada incertidumbre, o incluso un poco de recelo. – Entonces, ¿realmente eres…?

    Cyborg no era el único que la miraba de forma singular. Starfire parecía realmente asombrada, con sus ojos completamente abiertos; la posición de sus brazos indicaba cierta inseguridad defensiva. Terra suspiró una vez más; no tenía base alguna para poder culparlos por su reacción. La única que parecía algo más tranquila, aunque con marcada curiosidad en su semblante mientras la veía, era Supergirl. Pero era de esperarse, considerando que ni siquiera se conocían formalmente.

    - Sí… Soy yo, Terra. – Respondió con la mayor seguridad que le fue posible, y entonces se concentró en la Tamaraniana. – ¿Cómo te encuentras, Starfire…?

    Kory pareció extrañarse al principio. Sin embargo, el aún presente dolor en su cuerpo, sobre todo en sus extremidades, al igual que la debilidad general que la abatía, le ayudaron a entender a qué se refería esa pregunta realmente.

    - Mejor, gracias por preguntar. – Le respondió como si fuera cualquier cosa; como si no hubiera sido ella quien le arrojó esa piedra gigante encima apenas el día anterior… ¿o no había sido ella?

    - A mí creo que no me conoces, aunque ya me platicaron bastante de ti. – Comentó Kara de pronto, avanzando hacia Terra con mucha más calma que sus acompañantes, los cuales parecían querer mantener su distancia. Se paró delante de ella y le extendió la mano, al tiempo que le sonrió ampliamente. – Soy Supergirl. Me dijeron que puedes controlar la tierra y el metal. Eso es asombroso.

    - Gracias… es un placer. – Respondió dudosa, estrechando su mano. – Pero creo que tú eres mucho más asombrosa… en todo sentido…

    Igual que pasaba con el atardecer, en otras circunstancias conocer a Supergirl de frente hubiera sido algo extraordinario y posiblemente estaría gritando de emoción… Pero de nuevo, no podía ser así en ese momento. Al menos era agradable ver a alguien que le hablara con tanta naturalidad.

    - Entonces, ¿aún tienes los recuerdos de cuando trabajabas para esos sujetos? – Cuestionó Starfire, dando un pequeño paso al frente.

    - Sí. También los recuerdos de cuando fui Tammy; ambos están mezclados en mi cabeza.

    - ¿Entonces sabes lo que Jared y los otros tienen planeado hacer con Raven? – Inquirió Cyborg con algo de severidad.

    - No… eso no. Mi primera instrucción fue buscarlos y reunirlos a todos. Pero luego de que lo hice, dejaron de contarme cosas. Se guardaban muchas instrucciones y datos entre ellos, y me dejaban de lado. Sólo me decían lo que tenía que hacer, y lo hacía.

    - Y sin dudarlo, al parecer. – Añadió Chico Bestia con voz hiriente.

    Eso último ya fue más que suficiente para Terra. Se giró de inmediato hacia él, y le clavó una mirada que ya reflejaba más enojo que tristeza.

    - ¿Sabes qué?, ¡ya me estoy cansando de esto! – Le gritó con considerable fuerza, tomando por sorpresa a todos, incluido al joven verde. – Estoy aquí, intentando ayudar, pero tu actitud es imposible. Lo entiendo, estás enojado, y sé que es por mi culpa. ¡¿Pero quieres dejarme respirar por un segundo?!

    - ¡¿Cómo me pides que actúe normal luego de todo lo que has hecho?! – Le recriminó él a su vez, con la misma intensidad. Ambos se encararon el uno al otro, con chispas saliendo de sus ojos. Starfire, Cyborg y Supergirl, se limitar a mirar en silencio.

    - ¡No te pido que actúes normal! ¡Sólo te pido que no seas un patán!

    - ¡Es tu culpa lo que le está pasando a Raven!

    - ¡¿Y crees que necesito que me lo digas?!

    Su discusión tenía potencial para extenderse, y ninguno parecía querer dar un paso hacia atrás. Por suerte, alguien intervino en el momento justo.

    - ¡Basta ustedes dos! – Escucharon resonar una voz con gran intensidad, cortando cualquier palabra que fuera a salir de sus bocas.

    Los cinco se giraron al mismo tiempo. Robin se encontraba de pie en la cornisa, y los miraba a todos con dureza.

    - Cualquier problema que haya entre ambos, déjenlo para después. – Recalcó el Titán, bajándose de la cornisa dando un paso adelante, para luego acercárseles. – Raven es la que nos necesita en estos momentos. ¿Está claro?

    Chico Bestia y Terra se miraron el uno al otro de reojo, y luego se voltearon a direcciones contrarias; ninguno intentó decir nada para replicar las palabras del Chico Maravilla. Era esperable que hubiera muchas emociones a flor de piel entre ambos. Robin esperaba realmente que lograran controlarlas con el bien de esa misión. Pero claro, ellos no eran los únicos con ese problema. Toda esa situación en general causaba demasiadas emociones en todos, él incluido.

    Una vez que todo se calmó, Robin se tomó un momento para contemplar a Terra. Físicamente se veía exactamente igual a Tammy Hawk; incluso seguía usando su informe. Sin embargo, sí había algo distinto en ella, sobre todo en su mirada; era mucho más parecida a la Otra Terra. A pesar de toda la extensa explicación que Raven les había dado, aún era algo tan extraño el verla ante ella… “completa”. Pero en efecto era ella; con tan sólo verla, podías darte cuenta de ello.

    - Sea como haya sido, me alegra verte de vuelta, Terra. – Le comentó de pronto con un tono mucho más suave. Esto la sorprendió.

    - Gracias… Aunque creo que eres el único…

    El comentario era otra piedra indirecta, o quizás algo directa, hacia Chico Bestia, pero éste no hizo nada al respecto.

    Robin avanzó entonces hacia un lado, para colocarse en una posición en donde todos pudieran verlo y escucharlo.

    - Averigüe algo. – Mencionó de pronto, sin mucho rodeo. – Sé qué es lo que estos sujetos están tramando.

    Todos se sobresaltaron al oírlo, y de inmediato pararon sus orejas con atención.

    - ¿Qué es? – Cuestionó Cyborg, exteriorizando lo que todos los demás pensaban.

    Robin no se hizo esperar ni un poco.

    - Quieren liberar el poder de Trigon de nuevo a este mundo, pero a través de Raven.

    - ¿De Raven? – Exclamó Starfire, confundida.

    - ¿A qué te refieres? – Añadió Chico Bestia, en el mismo estado de confusión que Starfire. – ¿No que Trigon fue derrotado?

    - Sí. Pero una parte muy poderosa de él aún vive… Dentro de Raven.

    Los titanes se miraron entre ellos en silencio.

    - - - -​

    - Sé lo que planean hacer. – Murmuró Raven, intentando reflejar la mayor seguridad que su penosa situación le permitía. Miraba con intensidad a los seis chicos ante ella, en especial a Jared que se encontraba hasta el frente de todos. – Pero no saben lo que están haciendo realmente. Han llegado hasta aquí siguiendo sus instrucciones, pero no pueden confiar en esa otra Raven; es tan cruel y malvada como lo era el propio Trigon. Los traicionará a la primera oportunidad, si le es necesario.

    - Vaya, alguien parece que se odia a sí misma. – Comentó Jacob, el chico de cabello azul de peinado parado, con un tono burlón.

    Sus palabras no parecían tener el menor efecto en ellos. Cuando mucho, parecía causares gracia.

    - Arriba ese ánimo, Raven. – Comentó Jared, dando un paso hacia ella. – Ésta es una reunión familiar, después de todo. Apuesto a que nunca pensaste que tenías una familia tan grande.

    - ¿Familia? – Respondió ella, teniendo aún mucho coraje acumulado en su garganta. – Ustedes no son mi familia, aunque por un momento lo haya creído así.

    Lanzó una mirada de recriminación directo al chico pelirrojo, quien pareció un poco extrañado por la mención.

    - Pensé que al fin había encontrado a alguien que me entendía, pero veo que es todo lo contrario.

    - Sé que estás molesta porque te oculte cosas. – Murmuró Jared, un poco apenado, aunque era difícil decir si era enserio o no. – Yo quería decírtelo desde el inicio, pero así es como tú misma me dijiste que actuara…

    - ¡Yo no te dije nada! – Intervino la Titán con ímpetu. – Yo no soy quien les ha estado diciendo todo eso. Yo no soy esa Raven roja…

    - Lo sabemos. – Añadió Jessie, sonriendo de forma soberbia. – Tú eres sólo una impostora. Nuestra verdadera hermana está encerrada ahí. Pero la liberaremos.

    Raven se sintió enormemente frustrada. No serviría de nada hablarles con lógica o razón; estaban demasiado sumidos en las ideas que su otro ser les había implantado. Tenía entonces que intentar llegar a ellos de una forma más emocional. Aunque fuera una idea que aún no lograba concebir del todo, y aunque estuviera tan molesta por cómo se dio todo eso… Esos chicos eran sus hermanos. Aunque lo que los unía era Trigon, eran iguales a ella en muchos sentidos.

    Iguales a ella…

    Trigon no era lo único que los unía.

    Un poco más calmada y centrada, volvió a mirar fijamente a Jared.

    - Aún no es tarde, Jared. – Le susurró con suavidad. – Sé que sientes que seguir por este camino es la única opción que tienen, pero no es así.

    Las expresiones confiadas y tranquilas de todos se fueron apaciguando poco a poco, sobre todo la de Jared.

    - Yo elegí ser quien soy, elegí apartarme de lo que me dijeron toda mi vida que era, apartarme de lo que Trigon me hizo pensar que debía ser. Esa es la gran fortaleza que tienen los humanos: su capacidad de elegir su propio camino. Tú también la tienes Jared, todos ustedes; porque igual que yo, ustedes también son mitad humanos.

    Algunos de ellos se sobresaltaron ligeramente ante tal mención, pero ninguno respondió nada. La expresión de Jared se volvió, sin embargo, abrumadoramente seria.

    Raven recordó todo lo que le había contado sobre su vida… sobre su madre…

    - - - -​

    - La verdad es que… mi madre me abonó cuando aún era pequeño, y desde entonces estoy solo. No la culpo, la verdad creo que puedo entenderla un poco. Supongo que no pudo lidiar con la idea de tener al hijo de un demonio, concebido bajo ese tipo de circunstancias, y con ese fin que me dices. No la odio, pero… es extraño… Todos los recuerdos que aún tengo de ella son de momentos felices que tuvimos, y como siempre intentaba hacerla reír, y como ella me sonreía y me decía cosas como lo que te dije hace poco… Por eso, una parte de mí no entiende entonces porque ella…


    - Era mi madre, en efecto. Y la razón por la que no pudiste ver su rostro, es porque simplemente creo que ya ni lo recuerdo... Sólo su sonrisa... Esa sonrisa que siempre tenía, pero aun así…

    - - - -​

    - Todo lo que me contaste de tu madre no era mentira, ¿o sí? – Le cuestionó con firmeza al joven de ojos rojos; éste no le respondió. Solamente se quedó en silencio, mirándola con su intensa mirada, que mostraba algo de molestia. Raven miró entonces a los demás sobre el hombro de Jared. – Su historia es la misma, ¿cierto? Todas sus madres debieron de ser humanas, igual que la mía. La única diferencia entre ustedes y yo es que mi madre me llevó a Azarath, donde pude vivir lejos de la influencia de Trigon, y ahí pude saber lo que era la paz.

    - Sí, enseñándote a avergonzarte de lo que eres – Señaló Jared. –, a reprimir tus emociones y sentimientos, a no ser más que un tempano de hielo incapaz de sentir.

    - ¡No es así!

    - ¡Claro que lo es! – Jared alzó de golpe su voz. – Tu madre te llevó a ese sitio porque no sabía qué hacer contigo. Te temía, y te entregó a extraños para que te convirtieran en algo a lo que no tuviera que temerle.

    - ¡Mi madre me protegió!

    - ¡Te equivocas!

    Jared avanzó rápidamente hacia ella, y la encaró de frente. Sus ojos casi parecían arder en llamas.

    - Lo único cierto es que tu madre se avergonzaba de tener a la hija de un demonio. ¿Acaso crees que de no haber tenido la alternativa de llevarte a Azarath, no te hubiera abandonado, cómo lo hicieron con nosotros?

    Raven enmudeció; se quedó totalmente pasmada ante la idea que le acababan de exponer. No era la primera vez que llegaba a pensarlo, pero… en esa ocasión, quizás por su frágil estado emocional, ese sólo pensamiento fue una profunda y dolorosa puñalada.

    - Los humanos que tanto defiendes son así. – Continuó Jared. – Siempre le temerán a todo lo que no son capaces de entender, incluyéndote a ti. ¿Crees que eres especial porque eres una “heroína” y salvas vidas?; por favor. ¿Crees que eso les importaría si supieran qué eres realmente? Incluso sin saberlo, las personas ya te miran de reojo con miedo. ¿Quién es esa chica con ese atuendo tan raro?, se preguntan. ¿Por qué su piel es tan pálida? ¿Por qué actúa tan sombría todo el tiempo? Tarde o temprano, todos te darían la espalda. Eso yo lo sé muy bien.

    Raven agachó su cabeza con pesar. Se suponía que ella debía llegarles a ellos de forma emocional, pero pareciera que había sido al revés.

    Pero no podía dejarse llevar por esos sentimientos. Si había habido algún momento en su vida en que necesitaba realmente tener sus emociones bajo control, era definitivamente ese.

    - Mis amigos nunca me darán la espalda. – Señaló con firmeza, alzando de nuevo rostro. – Ya me lo han demostrado en incontables ocasiones, ¡y eso es lo que me importa! Y ellos vendrán a salvarme antes de que hagan esto, ¡ténganlo por seguro!

    - Huy, qué miedo tengo. – Comentó Jacqueline, sarcástica.

    - ¿Enserio sigues confiando en esos chicos? – Comentó Jared, algo divertido. – Vamos, Raven. ¿Crees que aún hay lugar para ti con ellos? ¿Crees que podrás volver a esa Torre y que todo será como antes luego de que tus queridos amigos han visto tu verdadero rostro? ¿Crees que podrán volver a considerarte uno de los suyos luego de ver con sus propios ojos al monstruo que escondes dentro de ti? O aún mejor, ¿crees poder seguir viendo a los ojos a ese humano una vez que sabe lo que sientes por él? ¿O que la alienígena pelirroja volverá a confiar en ti luego de lo que le hiciste, y que intentaras meterte con el chico que le gusta?

    Raven se mantuvo firme e inmutable. Sin embargo, por dentro, de nuevo sus palabras le habían afectado de gravedad.

    Recordaba lo sucedido en la enfermería, y todos los desastres y problemas que había provocado en la escuela Murakami. La manera en que sus amigos la miraron, y todo lo que tuvieron que hacer para detenerla… Incluso estando a punto de lastimarlos a todos de gravedad. ¿Podría realmente recobrar su confianza luego de eso? ¿Podrían realmente volver a verla como su compañera de equipo o como su amiga?

    ¿Y si era cierto? ¿Y si sus acciones eran ya imperdonables…?

    - Tú ya no perteneces a ese grupo. – Continuó Jared luego de un rato, quizás para darle tiempo de digerirlo. – Tú eres una de nosotros, siempre lo has sido. De los que representamos todo lo malo en este mundo, y que la gente prefiere ignorar. De aquellos que les recuerda siempre a las personas que no son tan buenas como creen, ya que nos hemos convertido en sus espejos. Somos a los que miran con desprecio, para ocultar que se odian a sí mismos. Somos los olvidados, los odiados… los pecadores… Parias indeseables con las que nadie quiere convivir.

    De pronto, sus labios dibujaron una sonrisa mucho más amable y cándida.

    - Y encima de todo eso, somos la única familia real que tienes, con quienes no debes fingir ni esforzarte en ser algo que no eres, y puedes ser realmente libre…

    Extendió su mano con la intención de tocar su mejilla, pero Raven desvió su rostro rápidamente hacia un lado para evitarla. Ese acto fue suficiente para que no siguiera insistiendo.

    Jared suspiró, algo frustrado por la obstinación de su hermana.

    - Seré sincero contigo, Raven. – Murmuró, caminando de regreso con sus hermanos. Le hizo una seña con su cabeza a John, y éste caminó hacia el otro extremo de la sala, detrás de Raven; ésta no alcanzó a ver bien hacia dónde iba exactamente. – No necesitamos de tu cooperación para hacer esto, pero resultaría más sencillo si la tuviéramos. Piensa en las posibilidades. Ahora ya no tienes nada, pero cuando obtengas el poder de Padre y gobernemos el mundo, lo tendrás todo. Podrás ser una Reina, o incluso una Diosa; hacer y tener lo que quieras. Si quieres al humano, te lo podrás quedar y hacer con él o que te plazca. Todo lo que nos merecemos por nacimiento, será nuestro al fin. ¿Qué dices?

    - ¿Lo que merecemos por nacimiento? – Susurró Raven con seriedad, aunque algo desconcertado. – ¿Lo que merecemos por nacimiento? ¿Eso fue lo que ella les dijo?, ¿lo que mi otro yo les prometió? Por favor… No creí que fueras tan estúpido, Jared.

    Esas palabras conmocionaron a varios de ellos, pero la más afectada, por extraño que pareciera, fue Jacqueline.

    - ¡¿Cómo te atreves?! – Exclamó la chica de cabello castaño y corto. Dio un paso al frente, y se podía ver la intención de usar sus poderes en ella. Sin embargo, Jared la detuvo, tomándola del hombro, sin decirle nada más.

    - ¿Creen enserio que alguno de nosotros nació para algo de eso? – Prosiguió. – ¿Qué fue concebido para gobernar? No sean tontos. ¡A Trigon nunca le importamos!, ¡ninguno de nosotros! ¡Si nacimos para algo fue para ser usados y desechados por él! ¡Y el ser que están intentando liberar es justamente igual! O quizás hasta peor.

    - ¡Cállate! – Le gritó Jacqueline, estando aun sujeta por Jared. – ¡No sabes lo que dices! Todo esto está pasando por tu culpa, por qué no supiste cumplir los deseos de Padre. Tú lo traicionaste, atentaste contra tu destino, y el nuestro. Si no fuera por ti, nosotros seríamos ahora los reyes de este mundo.

    - ¿Eso piensas? – Le respondió la Titán con dureza. – ¿Y dónde estaban cuando fue la Invasión de Trigon? Yo no vi a ninguno de ustedes por aquí; ¿por qué no los llamó a gobernar a su lado? ¿Por qué prefirió recurrir a Slade antes que a ustedes?

    Todos se quedaron pasmados, y se miraron entre ellos en silencio.

    - Yo les diré porque: a él no le importaban, ¡quizás ni siquiera era consciente de su existencia en ese momento! ¡Sólo los veía como errores en los que no valía la pena pensar!

    - ¡Eso es porque la única que siempre le importó eras tú! – Exclamó Jacqueline con más fuerza que antes. Se soltó entonces del agarre de Jared y se aproximó rápidamente hacia ella sin que nadie pudiera detenerla. Tomó entonces a Raven de su cabello y la jaló hacia ella; la Titán se esforzó por no reflejar en su semblante el dolor que ese acto le provocaba. – Tú creciste feliz con una madre cariñosa, y él siempre te estuvo vigilando y cuidando; mientras todos nosotros crecimos solos, sin el cuidado de nadie, en un mundo crudo que nos obligó a hacer lo que fuese para sobrevivir. ¡Pero eso sólo nos hizo más fuertes y mejores que tú!

    Se notaba mucho coraje y resentimiento en su voz. Cada palabra que pronunciaba, hacía que el suelo se estremeciera, y que Raven sintiera su cuerpo un poco pesado. Gracias a las cadenas que la sujetaban, no cayó de rodillas.

    Con ella sujetándola de su cabello y jalándola de esa forma, le era difícil mirarla de frente.

    - ¿Así que de eso se trata todo esto? ¿Rivalidad de hermanos? “Tú siempre fuiste la hija favorita”, “yo debí de haber sido la elegida”, ¿es eso?

    Soltó de pronto una pequeña risilla burlona, que no hizo más que enfurecer aún más a la chica que la sujetaba.

    - Jamás hubo algo como una hermana favorita. Sólo me cuidó porque era necesaria para su liberación. Fui usada, como ustedes lo están siendo. Si eres lo suficientemente inteligente y no dejas que tus emociones te cieguen, te darás cuenta tú misma.

    Los ojos de Jacqueline comenzaron a brillar de un intenso rojo, que exteriorizaba su coraje. Sin soltarla, alzó su pie izquierdo, lista para azotarlo contra el suelo…

    - Detente, Jaqueline. – Exclamó Jared con fuerza. Ella lo miró sobre su hombro unos instantes, pero luego soltó de inmediato el cabello de Raven y retrocedió.

    Pese a todo, parecía que le tenían un gran respeto a Jared. ¿Sería sólo por ser el mayor, cómo él había dicho en la Torre?

    - Creo que tu posición ya está bastante clara, Raven. – Comentó el pelirrojo con algo de tristeza. Hizo un ademán con la mano, y entonces Raven comenzó a sentir que la cadena la jalaba hacia arriba, hasta que sus pies se despegaron del suelo. John había accionado un mecanismo para que la cadena comenzara a subir.

    - ¡No!, ¡detente, Jared! – Le gritó la Titán. – Aún no es tarde…

    - En eso te equivocas. – Le respondió cortantemente.

    Raven fue elevada hasta unos tres metros, y ahí la dejaron colgada. Los seis comenzaron entonces a ponerse debajo de ella, entorno a una estrella de seis picos que se encontraba grabada en el suelo; cada uno se paró en una punta de la estrella.

    - Como dije, tu colaboración no es indispensable. Pero lamentablemente ahora no será una experiencia tan placentera para ti.

    Los ojos de los seis comenzaron a brillar de rojo de golpe, y sus rostros tomaron esas expresiones casi inhumanas. Sus cuerpos se cubrieron de una intensa energía rojiza, que luego se extendió hasta el cuerpo de Raven, cubriéndolo también,

    - ¡¡Aaaaaah!! – Gritó la hechicera con fuerza, mientras su cuerpo se retorcía en el aire. Sentía miles de aguas encajándose por cada centímetro de su piel, y ráfagas de electricidad recorriéndole el cuerpo de punta a punta.

    Sus gritos se siguieron escuchando por un largo rato más, aunque nadie fuera de esa sala era capaz de escucharlos.

    - - - -​

    - Trigon era un ser de pura energía – Comenzó a explicarles Robin, sin espera. –, creado a partir de los pensamientos negativos y los deseos egoístas. No puede materializarse de manera física por sí solo fuera de su dimensión, y por ello ocupaba un portal que se lo permitiera. Sus seguidores buscaban para eso engendrar a un hijo, un ser que naciera en este mundo y pudiera existir en él, teniendo una parte de su poder consigo; de esa forma podría abrirle el camino. Raven era ese portal, pero evidentemente no fue un proceso sencillo el obtenerlo. Es probable que se hayan ocupado siete intentos, para el fin dar con la hija adecuada, y por eso existen los demás hijos.

    - Siete hijos; ese sujeto era perseverante. – Intervino Supergirl con un tono juguetón.

    - ¿Y acaso los otros seis no tendrán también el mismo pedazo de su poder? – Añadió Cyborg con una singular seriedad; había otras preguntas que tenía en mente en realidad, pero de momento prefería guardárselas.

    - Es probable, pero el de Raven es especial. Además, tras haber abierto el portal la primera vez, su cuerpo se funcionó con Trigon por unos momentos, por lo que es capaz de canalizar cualquier rastro de energía residual que haya quedado de él y absorberlo. Raven ha podido mantener bajo control este poder todos estos años. Pero ya lo vimos esta tarde; está comenzando a perder el control, y todo por la influencia de Jared y los otros.

    Satarfire se inquietó al escuchar esas palabras. En su cabeza se hizo presente la imagen de Raven, con su piel tornándose roja, y como se comportaba casi como un animal salvaje.

    - Espera – Intervino Chico Bestia. –, pero entonces, lo que esos sujetos quieren, lo que ellos traman…

    - Es hacer que Raven liberé por completo su poder, y cualquier rastro del de Trigon que haya quedado en ella. – Añadió Terra, terminando justo lo que Chico Bestia estaba por decir.

    Robin asintió.

    - Si los seis lo hacen en conjunto, lograrán estimular tanto el poder de Trigon en ella, que se liberará de nuevo, pero ahora de forma completa. Si eso pasa, Raven… No, más bien la otra Raven, la que ha vivido sellada entre sus emociones, se convertirá prácticamente en una encarnación del propio Trigon. Y una vez que suceda, es posible que Raven jamás sea capaz de suprimirla de nuevo.

    - ¿Y la Raven que conocemos, simplemente dejará de existir? – Comentó de inmediato Starfire, notándosele una gran preocupación.

    - Aún peor, se convertirá en nuestra enemiga. – Contestó Cyborg. – No hay forma de que ninguno de nosotros la derrote si eso ocurre, mucho menos si está acompañada de sus seis hermanos. Nos hicieron papilla una vez, pero si además están acompañados de Raven, y si ésta se vuelve tan poderosa como lo era Trigon… - Hizo entonces una pequeña pausa reflexiva. – Me atrevería a decir que ni la Liga de la Justicia será capaz de hacer algo.

    De nuevo, todo se cubrió de silencio.

    Luego de todo lo que habían visto ese día, era probable que a menor o mayor medida, alguno hubiera llegado a considerar la posibilidad de que algo como eso pudiera ocurrir. Habían visto ya varias veces lo que podía pasar si Raven perdía el control, aunque nada como lo de esa tarde. ¿Podría realmente llegar al punto de convertirse ella misma en algo tan peligroso y poderoso como el propio Trigon?

    Ninguno podía decidirse por lo peor: el peligro de tener que enfrentar de nuevo a un enemigo tan poderoso, y prácticamente invencible… O el peligro de que una de sus más grandes amigas se convirtiera abruptamente en su enemiga más letal.

    - Bien, suficiente lamentaciones sobre lo que podría ser. – Se escuchó como Kara pronunciaba de golpe, dando un paso al frente; su actitud era mucho más animada que la del resto. – ¿Qué hacemos entonces? ¿Cómo los detenemos?

    - No lo haremos. – Respondió Robin de inmediato. – La única que puede hacerlo, es la propia Raven.

    - ¿Qué? – Exclamó Chico Bestia, sin entender tal afirmación, mas no era el único.

    - Es complicado. Se los explicaré después. Por lo pronto, tenemos que intentar llegar hasta ella lo antes posible…

    - Espera, pero hay algo que no nos has dicho. – Interrumpió Cyborg, de una forma un tanto cortante y directa. Su expresión, de hecho, se había tornado algo dura. – ¿Cómo exactamente te enteraste de todo esto, y en sólo una hora? ¿A dónde fuiste?

    Todos los demás reaccionaron con sorpresa, como si Cyborg los hubiera hecho ver de golpe algo que habían omitido. Sus miradas se centraron en Robin, casi de forma acusadora. La única que no lo miraba era Terra, quien tenía su vista agachada al suelo. ¿Sería acaso que ella no necesitaba escuchar su explicación…?

    Robin se quedó callado algunos segundos. Miraba con detenimiento a sus amigos de frente, pero no parecía que le fuera sencillo hacerlo.

    - No puedo decírselos, no aún…

    Esa respuesta no hizo más que acrecentar la confusión de todos.

    - Robin, si hiciste algo que debamos saber… - Comentó a Cyborg a decirle, pero Robin rápidamente lo interrumpió.

    - Se los informaría de inmediato, pero no es así. Se los diré, lo prometo; pero no ahora. Lo que debemos de hacer es movernos rápido.

    - ¿Y hacia dónde exactamente? – Añadió Supergirl.

    La atención de todos se viró lentamente hacia Terra. Ese era, después de todo, el propósito por el que habían ido precisamente a ese sitio en un inicio. La rubia se sintió un poco cohibida por todas sus miradas. Desvió su mirada hacia un lado, algo apenada.

    - Es más una teoría. – Explicó. – Antes de volver a Jump City, Jared me envió a una misión por mi cuenta. Tenía que encontrar la ubicación de un sitio; un templo antiguo de Trigon, construido por sus seguidores.

    - ¿El templo de Trigon? – Exclamó Cyborg. – Acabamos de estar ahí; no hay nada, el sitio está vacío.

    Terra negó lentamente con su cabeza.

    - No, no el templo de aquí. Hablo del templo original, el sitio en el que Raven fue concebida.

    De pronto, alzó su mirada de nuevo, y clavó sus grandes ojos azules justo en Robin.

    - El templo que está en… Ciudad Gótica…

    Esas palabras tomaron por sorpresa a todos, y no pudieron evitar mirar de nuevo a su líder con expectativa. Robin, sin embargo, estaba tranquilo e inexpresivo… Quizás demasiado tranquilo e inexpresivo.

    “Ciudad Gótica”; ese era un nombre que le provocaba bastantes sentimientos al Chico Maravilla…

    Miró entonces hacia el horizonte. El ocaso había terminado, y ya era de noche.

    FIN DEL CAPITULO 25

    Notas del Autor:

    ¡Y estamos de vuelta! ¿Qué les pareció el capítulo? Creo que ha sido de los más importantes y reveladores, ¿no?; y eso que últimamente todos son así.

    Levante la mano quienes recordaban que dicha escena entre Raven y Robin había quedado pendiente en los primeros capítulos. Por si no lo recuerdan, el maletín de Robin en cuestión, es el mismo que aparece en el episodio Revved Up, por el que inicia toda la carrera. En este capítulo además, se hace mención a algunos personajes del universo de Batman, como Batgirl (Barbara Gordon) y Red Robin (Jason Todd). En los cómics originales, Jason es el segundo Robin, luego de Dick, y es varios años menor que éste y no se unió a la Batfamily hasta que Dick ya era Nightwing. Para efectos prácticos, aquí se toma como que Dick y Jason son de edad similares, y éste inició su carrera como ayudante de Batman con el nombre Red Robin (nombre que llega a tomar en los cómics por corto tiempo), trabajando al mismo tiempo que Dick era Robin, hasta que falleció.

    Ahora, también quiero mencionar, antes de alguno se emocione de más con la mención final de Ciudad Gótica, que no esperen la aparición de cierto héroe de orejas puntiagudas. Tengan en cuenta que estamos ya en la recta final de esta historia, y no es el mejor momento para introducir a un personaje de último momento. Pero no se preocupen, hay cosas interesantes planeadas para esto, así que queden al pendiente.

    Pero bueno, como dije, aquí se explicaron muchas cosas. Creo que ya casi no queda nada más que explicar, pero sí mucho que resolver. Todo se va armando poco a poco para llegar al final. ¿Qué es lo que más esperan? Sea lo que sea, espero que sea de su agrado y llene sus expectativas. ¡Nos vemos!

    Nota Adicional:

    Les recuerdo que a partir de ahora, los capítulos nuevos de todas mis historias se publicaran UNA SEMANA ANTES en mi Blog Personal; la liga la podrán encontrar en mi perfil. Los invito también a darle "Me Gusta" a mi Página de Facebook, para estar enterados de todas las novedades. ¡Gracias!
     
  15.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    9810
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 26
    “El Templo de Trigon”

    ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que Robin estuvo en Gótica? ¿Tres años, quizás? Y hasta esa tarde, no había tenido plan alguno de volver a corto plazo a ese sitio, y menos bajo esas circunstancias. Pero ahí estaba, sobrevolando esa ciudad oscura y deprimente una vez más.

    Muchos estarían contentos de volver a su hogar luego de tanto tiempo… Pero no él.

    Era ya totalmente de noche, cuando llegaron a las intermediaciones de la ciudad a bordo del T-Ship, con Terra ocupando el puesto de Raven en la nave, y Supergirl volando a su lado y a su misma velocidad. El cielo se encontraba nublado, y una neblina rodeaba los edificios más altos, y les ayudaba también a moverse de forma sigilosa y discreta por los aires.

    La apariencia general de la ciudad era algo lúgubre. Había edificios altos y de apariencia cuidada, sobre todo en el centro y en las zonas comerciales. Pero también podían ver desde su posición sitios muy diferentes; barrios descuidados, en dónde ni siquiera había luz. El sólo aire se sentía incluso más pesado, y les causaba a los Titanes una sensación un tanto incomoda por el sólo hecho de estar ahí, y no precisamente relacionada con la misión que habían ido a cumplir.

    - Vaya, Ciudad Gótica realmente le hace honor a su nombre. – Comentó Chico Bestia, mientras miraba hacia abajo por la ventanilla de su puesto.

    - Y no has visto nada. – Le respondió Robin con seriedad… más que de costumbre; sus manos se encontraban firmes en el volante, y su mirada fija en el frente, como si no deseara ver nada de lo que lo rodeaba.

    El líder de los Titanes no había dicho ni expresado nada en particular sobre la situación, pero no lo necesitaba; era obvio para todos que no le era nada agradable estar ahí, pero de seguro era mucho más importante para él encontrar a Raven lo antes posible.

    - Robin, ¿no crees que deberíamos decirle a ya sabes quién que estamos aquí? – Escucharon de pronto que Supergirl comentaba por su comunicador, y su voz se escuchó en el interior de la nave.

    Robin volteó a ver a Kara, que volaba justo a su lado en el exterior. Ella miraba hacia lo lejos, y señalaba con su dedo a la izquierda de la nave. Robin volteó en dicha dirección, y pudo ver con claridad lo que ella miraba: una luz proyectándose en las nubes, que formaba la sombra de un murciélago, con las alas extendidas… Una figura bastante familiar para él. Todos los demás igualmente la miraron, y parecieron maravillados por la imagen.

    - No tenemos tiempo. – Comentó el chico de antifaz de manera cortante. – Además, parece que estará ocupado.

    - ¿Estás seguro? – Escuchó que Cyborg cuestionaba por su lado. – No estaría mal un poco de ayuda adicional.

    Robin no respondió nada; se quedó mirando al frente, con expresión dura, pero calmada.

    - De acuerdo. – Suspiró resignado el chico mitad máquina. – Después de todo, sólo es otro fin del mundo de lo que estamos hablando… Típico de cualquier semana.

    El sitio al cual Terra los había guiado, era una antigua catedral, de gran tamaño, pero que se veía abandonada desde hace años. Tenía grafitis en la parte de atrás, y la fachada estaba algo erosionada por la lluvia y la falta de mantenimiento. Los vitrales estaban rotos, y tenía maleza creciendo al frente y a los lados. Se encontraba sobre una calle sin alumbrado, lo que la hacía ver aún más aterradora. Estacionaron la nave justo en el terreno a un costado, y rápidamente entraron al sitio; no fue muy difícil, ya que la puerta no tenía ningún tipo de seguro.

    En el interior igualmente había algo de hierba creciendo de las hendiduras del suelo. Las bancas de madera se encontraban en dos montones, uno a cada lado. Había más grafitis en el interior, incluidos algunos pentagramas, y el altar se encontraba totalmente destruido. Había además rastros de cera de velas en el suelo, y varias partes del altar, y no eran muy antiguos. Se podía ver a simple vista que aún después de ser abandonado, ese sitio había sido punto de reunión para algún tipo de personas, que lo usaron con ningún fin agradable.

    Avanzaron con cautela, mirando a su alrededor en espera de cualquier sorpresa. Terra los guio hasta el altar, donde justo en el centro de éste, en el piso, se encontraba abierto un agujero cuadrado, de tres metros por tres metros, que conducían a unas escaleras, que bajaban hasta internarse en las sombras.

    - Es aquí. – Señaló la joven rubia, parándose justo frente al agujero. – Ni siquiera se preocuparon por ocultar la entrada.

    - Quizás no crean que lo necesiten. – Añadió Cyborg.

    Supergirl dio entonces un paso al frente, y usando su visión de Rayos X, inspeccionó de manera general qué había debajo. La oscuridad no le permitió verlo todo, pero había sectores alumbrados con velas, lo que le ayudó a tener una idea de lo que se trataba.

    - Hay toda una red de túneles allá abajo. – Comentó. – Parece que abarcan al menos toda esta manzana.

    - No se preocupen, yo conozco el camino. – Mencionó Terra rápidamente con optimismo.

    - Sí, eso nos debe de dar mucha seguridad. – Escucharon como Chico Bestia comentaba de pronto, sarcástico, mientras miraba a otro lado. El comentario realmente pareció sorprender, y afectar a la joven rubia.

    - Chico Bestia. – Le reprendió Robin, mirándolo con molestia. Él sencillamente bajó si mirada, pero no dio seña de querer dar alguna disculpa.

    Robin se giró de nuevo hacia la entrada, y hacia las sombras que cernían en la profundidad de ésta, y activó una linterna integrada a su cinturón.

    - Andando.

    Entró primero, seguido por Terra, y luego por todos los demás.

    - - - -​

    Raven se retorcía en el aire, con sus manos aún sujetas a la gruesa cadena. Gritaba de dolor y angustia, mientras esa luz rojiza y brillante la cubría de los pies a la cabeza. Jared y los otros continuaban en la misma posición, con sus brazos extendidos hacia ella, haciendo que su energía y la de su hermana menor entraran en completa sincronía. Llevaban ya al menos una hora en ello, y aunque desde afuera pudiera parece que no hacían ningún progreso, en realidad poco a poco iban logrando su cometido. La voluntad de su hermana era admirable, pero todo tenía un límite. El poder de Trigon que yacía en sus cuerpos, llamaba al que yacía en el de ella, y éste les estaba respondiendo. Raven no podría ocultarlo por mucho tiempo; ya estaba prácticamente con un pie fuera de su prisión…

    Los gritos de Raven se fueron calmando poco a poco, hasta quedar completamente callada. Sus ojos se cerraron, su cuerpo dejó de estremecerse, y se dejó caer sin ninguna resistencia, sujeta sólo por los grilletes que la mantenían suspendida. La energía que cubría a Jared y los otros se esfumó al mismo tiempo, y uno a uno, fueron bajando los brazos. Se veían agotados, e incluso Jack cayó se sentón al suelo, con sus brazos caídos. Y John, por su parte, se apoyó en sus rodillas, intentando recobrar el aliento.

    - ¿Funcionó? – Cuestionó Jacob entre jadeos, mientras observaba con detenimiento a Raven, colgada aún sobre sus cabezas, y completamente apaciguada. La energía roja seguía cubriéndola, y brillaba como una fuerte lámpara.

    - Quizás. – Respondió Jared con seriedad, igualmente observando a Raven. – Habrá que esperar un poco más; creo que ahora todo depende de nuestra hermana… de la verdadera.

    Los seis tomaron un segundo para descansar y recobrarse. Sin embargo, ese segundo al final resultó ser mucho más corto de lo que se esperaban.

    Sonidos de pasos resonaron en los oídos de Jacqueline, como gotas de agua en el eco. Aunque no eran en sí sonidos; era más como sensaciones, que le causaban cosquillas en su nuca y espalda. Miró lentamente sobre su hombro, hacia la entrada abierta de la sala, tras la cual sólo se veían sombras. Siguió mirando en esa dirección por casi un minuto, antes de poder percibir con algo más de claridad qué era lo que le ocasionaba dicha incomodidad.

    - Hermano, hay intrusos en los túneles. – Informó de pronto, llamando la atención de Jared y los demás. – Creo que son los Jóvenes Titanes.

    - Oh, grandioso. – Comentó Jacob, con ironía. – ¿Cómo nos encontraron tan rápido? ¿Qué haremos ahora? Usamos demasiada energía para esto, como para gastar la que nos queda en pelear con esos sujetos.

    - Dilo por ti. – Añadió Jessie, con seguridad en su tono. – Los acabamos muy fácil la primera vez, y ahora no tienen a Raven para ayudarles.

    - No se confíen. – Les indicó Jared con solemnidad. – Ustedes vayan a entretenerlos un poco. Yo cuidaré de nuestra hermana, hasta que termine el proceso.

    - ¿Y cuánto crees que tarde? – Cuestionó John, con curiosidad.

    Jared, sin embargo, no estaba seguro de cómo responder a esa pregunta. En esos momentos ya no era capaz de escuchar en lo absoluto la voz de la verdadera Raven, como para que ella se lo indicara.

    Sin mucha más espera, Jacqueline, Jacob, Jessie, John y Jack, se dirigieron de inmediato hacia los túneles. Jared, como indicó, se quedó ahí, vigilando a Raven, y aguardando; sólo quedaba eso, al parecer.

    - - - -​

    Los Titanes avanzaban con cuidado, pero a paso constante. El tiempo apremiaba y debían darse prisa, pero no estaban en posición de ser descuidados. Se estaban metiendo a la cueva del lobo por cuenta propia, y su último encuentro no dejaba mucho lugar a pensar que era buena idea subestimar a sus nuevos adversarios. Terra los guiaba por los túneles oscuros, alumbrados por las lámparas del cinturón de Robin, y una más integrada al cuerpo de Cyborg. Ellos dos iban al frente, y éste último además tenía su cañón sónico apuntando al frente para cualquier situación que se pudiera presentar, o más bien saltarles a la cara entre las sombras.

    Los demás iban en fila, uno detrás del otro. Terra iba un paso detrás de Robin y Cyborg para guiarles el camino, aunque el tramo en el que iban seguiría derecho por un rato más. Chico Bestia iba detrás de ella, y Supergirl y Starfire cuidaban la retaguardia.

    Habían permanecido en silencio por unos minutos, excepto quizás por unas cuantas indicaciones ocasionales de Terra, que casi se sentían que los hacían dar vueltas sobre sí mismos. La tensión era bastante latente entre ellos en esos momentos, y en efecto no todo era directamente relacionado a la situación actual.

    Terra frecuentemente miraba sobre su hombro a Chico Bestia, que avanzaba con algo de desgano en su andar, y con su mirada más puesta en sus propios pies que en el camino. De pronto, la joven rubia poco a poco fue desacelerando el paso, hasta colocarse justo a un lado de él.

    - Garfield, necesitamos hablar. – Le murmuró despacio.

    - No me llames por ese nombre. – Le respondió cortante, mirando al lado contrario.

    - Pero cuando estábamos encerrados, tú me dijiste…

    - ¡Yo no te dije nada! ¡Se lo dije a Tammy!

    Ese último comentario fue tan fuerte y poco discreto, que todos los demás lo oyeron, sin necesidad de tener súper oído. Terra se sentía ya bastante frustrada con toda esa situación.

    - Yo también soy Tammy. – Suspiró despacio. – Escucha, sé que estás molesto, y que éste no es el mejor momento para solucionarlo. Pero necesitamos saber que podremos confiar lo suficiente el uno en el otro, si vamos a tener que pelear juntos.

    - No necesito que me lo digas. Mi prioridad es rescatar a Raven, y no haré nada que estropee eso. ¿Y tú?

    - No, claro que no. – Susurró con algo de pesar. – Yo ayudé a meter a Raven en todo este embrolló, y haré lo que sea necesario para salvarla. Y de la misma forma, te prometo que… sin importar qué tenga que hacer… hallaré la forma recuperar tu confianza… otra vez…

    Chico Bestia se extrañó un poco por esas palabras, pero principalmente por el tono casi melancólico con el que las habías dicho. Más que una promesa, sonaba casi como… una despedida. Antes de que pudiera responderle, e igual no estaba muy seguro qué diría, o si quería siquiera decir algo, Terra se adelantó de nuevo a su posición original, y el chico de piel verde sólo fue capaz de ver su espalda, y su larga cabellera rubia cayendo sobre ésta.

    La conversación en verdad no había sido nada discreta. Aun así, Robin, Cyborg y Starfire, no parecían del todo interesados en ella, o al menos fingían no estarlo. Pero Supergirl era otra historia; ella sí había escuchado con mucho detenimiento toda la plática, palabra por palabra, y visto expresión por expresión, lo que las luces de Cyborg y Robin le permitían. Luego de que Terra volvió a su posición y de nuevo todo fue silencio, la Kryptoniana flotó un poco, separando apenas unos centímetros sus pies del suelo, y entonces dejó que Starfire avanzara lo suficiente para ponerse a su lado, y comenzar a flotar a su lado mientras caminaba.

    - Oye, aquí entre nosotras – Comenzó a susurrarle muy despacio a la pelirroja, con la clara intención de que sus palabras fueran más discretas que las de sus acompañantes. –, ¿qué pasa entre Chico Bestia y Terra? Sé que me explicaron que ella era parte de su equipo y los traicionó… pero es más que eso, ¿verdad?

    Starfire miró sutilmente al frente, más específicamente a los aludidos con el comentario de Supergirl.

    - Chico Bestia y Terra fueron… muy cercanos el uno con el otro. – Comenzó a explicar, con cautela en su voz. – Creo que él se siente más lastimado que nosotros por todo lo que pasó.

    - Muy cercanos, entiendo. – Comentó la rubia, con un tono astuto; le fue bastante claro qué era lo que trataba de decir con dichas palabras. – En este sitio nunca pasa algo aburrido, ¿verdad?

    Starfire no le respondió nada. Ella, aparentemente, seguía muy concentrada en otra cosa. Desde que llegó a la ciudad esa tarde, la había notado un tanto diferente a como de costumbre. Durante la pelea con Raven no fue tanto, pero una vez que las cosas se calmaron, y especialmente al llegar a la Torre, se volvió más que evidente. No radiaba la misma contagiosa alegría del día en que la conoció por primera vez, sino más bien todo lo contrario. Y no era directamente por el asunto con el que estaban lidiando, de eso estaba segura; de hecho, tenía una pequeña teoría de qué era en realidad. No había mencionado nada ya que no lo consideraba buen momento… e igual ese tampoco lo era, pero ya qué.

    - ¿Y qué pasa entre Robin, Raven y tú? – Comentó de pronto sin muchos rodeos, tomando por sorpresa a la Tamaraneana, quien la volteó a ver, sin poder decir nada. – No fingirás que no sabes de lo que estoy hablando, ¿o sí? De lo que pude llegar a captar con seguridad de toda esa larga y extensa explicación que nos dio Raven, y la llegada inesperada de sus supuestos hermanos… algo está pasando o pasó entre ella y Dick, ¿cierto?

    Starfire agachó su mirada, pensativa.

    - Algo así.

    - Oh, así de serio. – Exclamó, algo preocupada por esa reacción tan melancólica. – ¿Y cómo te sientes con eso? Desde la primera vez que vine, pensé que Robin y tú eran algo.

    - Somos algo. – Se apresuró la pelirroja a responder. – Somos… amigos… sólo amigos.

    - ¿Enserio? Porque tú cara parece reflejar que apenas te vas enterando de eso.

    No recibió respuesta alguna; Starfire siguió viendo al suelo, de la misa forma que antes. Supergirl sólo pudo suspirar, resignada.

    - De acuerdo, no me meteré en donde no me llaman. Pero quiero que sepas que si ocupas hablar o algo, aquí estoy. ¿De acuerdo?

    Terminó sus palabras con un pequeño guiño de su ojo derecho. Starfire al fin alzó de nuevo su mirada hacia ella, y le sonrió levemente.

    - Gracias, Kara.

    - Para eso estoy.

    Supergirl se adelantó de nuevo para colocarse entre Starfire y Chico Bestia, y así no perder la formación.

    Starfire intentaba despejar su mente y concentrarse en la misión, como bien le había dicho a Robin que debían… pero no podía hacerlo. Esperaba que ya en el momento de la verdad, al estar frente a frente con el enemigo, pudiera enfocarse y luchar con todas sus fuerzas, como bien Chico Bestia había afirmado que haría. Si no podía hacerlo, pondría en riesgo a sus amigos, incluida la propia Raven.

    - Debemos tener cuidado, ya estamos cerca. – Indicó Terra de pronto, haciendo que todos se pusieron en alerta en su andar.

    Aunque dijera que estaban cerca, el túnel se veía casi sin fin. Al frente sólo veían oscuridad, salvo pequeños fulgores de velas.

    - Terra, quiero preguntarte algo. – Escucharon que Robin comentaba, mirando a la joven rubia sobre su hombro. – ¿Conoces bien los poderes de Jared y los otros? ¿Sabes cómo funcionan? Combativos con ellos cuando se llevaron a Raven, pero nuestro desconocimiento de sus habilidades nos terminó jugando chueco. Eran bastante extraños para nosotros, y no pudimos hacerles frente como es debido.

    Terra lo miró, algo extrañada por su pregunta, aunque luego volteó hacia techo, pensativa.

    - Sólo sé algunas cosas. – Respondió. – Jared no sólo controla el fuego. Su fuego de hecho se alimenta de su propia ira y de sus enemigos, o incluso la de sus propios hermanos. Mientras más ira tenga disponible, su poder se vuelve mayor.

    Eso explicaba un poco cómo había logrado dejar fuera de combate a Raven en el último momento de su pelea. ¿Así que funcionaba en base a ira?, lo curioso era que las pocas veces que lo habían visto, se le veía muy tranquilo.

    - Jacqueline puede manipular la gravedad en un área determinada, ya sea disminuirla, aumentarla o anularla por completo. John, el chico de gran tamaño, puede manipular su masa a voluntad, y su piel es bastante resistente. Jack puede hacer que los movimientos de aquellos en los que pone su mirada se lentifiquen tanto, que prácticamente los deja inmóviles; pero tiene que tener su mirada fija en su objetivo para que funcione.

    Concordaba con lo que habían visto esa tarde, pero ahora tenían mejor claridad de lo que habían estado enfrentando. Cyborg había llegado a suponer que el poder de esa chica de vestido negro, podía tener algo que ver con la gravedad, pero no pensó que realmente fuera posible que alguien pudiera hacer algo como eso por cuenta propia. Y era bueno confirmar que el chico que los paralizó, sólo puede hacerlo si los está mirando fijamente; ese conocimiento podía darles una ventaja.

    - ¿Qué hay de la chica rubia y rizada? – Escucharon desde atrás que Supergirl cuestionaba con interés. – ¿Ella exactamente qué es lo que hace?

    De los seis, ella era quizás la que más confusión les causaba a todos, especialmente a la propia Supergirl. No todos los días se encontraba con alguien que fuera capaz de derrotarla con un sólo par de golpes, especialmente sin poder entender cómo es que lo había logrado.

    - ¿Jessie? – Contestó Terra. – Su poder es un poco confuso; yo misma no lo entiendo muy bien… Pero creo que puede de alguna forma leer o percibir todas tus inseguridades y usarlas a su favor.

    - ¿Qué? – Soltó Supergirl, confundida, aunque no era la única con dicho pensamiento.

    - Sí, por lo que he visto, toma aquello a lo que le tienes miedo, a lo que te sientas inferior, que tú sientas en el fondo que puede derrotarte, o a lo que le tienes celos o envidia… Y usa ese sentimiento en tu contra. Ella me dijo una vez que no vence a sus enemigos, sino que “ellos se vencen a sí mismos”.

    - Espera, eso no tiene sentido. – Exclamó Kara, algo exaltada. Se elevó y flotó hasta ella, para ponerse a su lado; su expresión era casi acusadora. – Yo no me vencí a mí misma, ¡yo la vi como si fuera Superman, y como si tuviera sus mismos poderes! ¡Y me golpeó como si fuera así!

    - Bueno… Quizás fue así, porque tú sientes que no eres tan fuerte como Superman, y por lo tanto él podría derrotarte con facilidad. Y de esa forma te derrotó: usando ese sentimiento.

    Supergirl se quedó muda ante esas palabras. Se le veía molesta, pero también sorprendida.

    - Entonces no es tanto que pueda imitar los poderes y la apariencia de otra persona. – Concluyó Robin. – Sólo hace que su oponente lo crea así.

    - Más o menos.

    El túnel parecía irse ensanchando en un punto, hasta volverse el doble, o incluso más, de espacioso; igualmente el techo se fue haciendo cada vez más alto. Ese cambió podría quizás significar que en efecto estaban cerca del final.

    - ¿Y qué hay del otro? – Añadió Cyborg poco después. – El de pelo azul puntiagudo. Él no hizo nada durante la pelea, ¿qué poderes tiene?

    - Supongo que hablas de Jacob. Lo siento, yo tampoco lo sé. Nunca lo he visto usar alguna habilidad diferente a la que todos los demás tienen. No sé si la tenga realmente, aunque yo no bajaría la guardia igual…

    Sus palabras se interrumpieron de golpe, por un fuerte estruendo que provenía de más adelante en el túnel. Todos se detuvieron en seco, y centraron su atención al frente, justo cuando las luces de Robin y Cyborg proyectaron una enorme roca dirigiéndose directo hacia ellos.

    - ¡Cuidado! – Exclamó Robin, y de inmediato todos se lanzaron hacia los lados para esquivar el ataque, a excepción de Supergirl, que en lugar de ello salió disparada al frente, destruyendo la roca con su puño para volverla cientos de pedazos.

    - Pero si son los Titanes. – Escucharon que una voz femenina pronunciaba más adelante en el eco del lugar.

    Todos intentaron recuperarse lo antes posible, ante la inminente llegada del enemigo. Al principio no fueron capaces de verlos, pero luego se volvieron muy claros. Suspendidos en el aire cerca del techo, se hallaban tres figuras; tres de los hermanos de Raven: Jessie, la chica de cabellos rubios y rizados; John, el chico robusto y cabeza casi rapada; y Jack, el de complexión delgada y chaqueta de cuero. Jessie se encontraba al frente de los otros, y los miraba desde arriba con una sonrisa cargada de superioridad.

    - Y nuestra vieja amiga, Terra. – Comentó, al centrar su atención en ella. – ¿Significa esto que nos has cambiado?

    Terra permaneció seria ante la mención. Apretó sus puños con fuerza, y se colocó en posición al igual que el resto.

    - Esa chica otra vez. – Comentó Supergirl, intentando reflejar seguridad en su tono, aunque lo cierto era que su presencia le causaba una gran incomodidad.

    Los tres descendieron lentamente, hasta que sus pies tocaron el suelo, colocándose justo entre ellos y el resto del túnel.

    - No tenemos tiempo que perder. – Susurró Robin a sus compañeros. – Debemos avanzar rápido.

    - Tú sigue adelante, Robin. – Escucharon de pronto que Starfire pronunciaba, avanzando hasta colocarse delante del chico de antifaz, pero sin dirigirle la mirada ni un instante. – Tú debes llegar hasta Raven y salvarla. Sólo tú puedes…

    Robin se sorprendió al escuchar tales palabras, pero principalmente por la seriedad tan solemne y poco característica en ella que había usado. La Tamaraneana miraba fijamente a sus oponentes al frente, apretando sus puños con fuerza y… ¿rabia?

    - Ella tiene razón. – Secundó Cyborg, un rato después. – Nosotros nos encargaremos de estos tres. Que Terra te guíe hasta donde tienen a Raven.

    Al ser mencionada, Terra simplemente asintió con su cabeza, mostrando de esa forma su aprobación al plan.

    - Yo los acompaño. – Intervino Chico Bestia de pronto, dando un paso al frente y tomando por sorpresa a Terra.

    - ¿Estás seguro? – Le cuestionó Robin, virándose hacia él sobre su hombro.

    El chico verde miró de reojo a Terra a su lado, y luego miró de nuevo al frente, decidido.

    - Alguien tiene que cuidarte las espaldas por si acaso. – Murmuró de pronto en un tono acusador, que Terra no hizo más que enfadarle incluso más de lo que ya estaba.

    - Eres tan… - Intentó decir algo, pero prefirió mejor guardárselo. – No importa…

    Robin sabía que esa situación entre Terra y Chico Bestia, tenía el potencial de causarles graves problemas. Pero no era ni el momento ni el lugar para intentar remediarla. Tendría que confiar en que cómo habían dicho sólo unos minutos atrás, serían capaces de sobreponerse a ello cuando fuera el momento de la verdad… ya que dicho momento había llegado.

    - De acuerdo. – Exclamó Robin con firmeza, sacando su vara y sosteniéndola con una mano hacia atrás. – Cyborg, Starfire, Supergirl; cúbranos. Chico Bestia, Terra, ¡síganme!

    Sin tener que decir más, el joven maravilla se lanzó al frente con rapidez, seguido por detrás por sus otros dos compañeros. Corrían directo hacia donde continuaba el túnel, pese a que Jessie y los otros dos lo obstruían.

    - Cómo si se lo fuéramos a permitir tan fácil. – Susurró Jessie con soberbia.

    Jack dio entonces un paso al frente, y se dispuso a clavar su mirada en los tres. Robin, sin embargo, logró darse cuenta de ellos.

    - ¡Sepárense! – Indicó con fuerza, y aprovechando la anchura de esa parte del túnel, él siguió de largo, Chico Bestia se dirigió a la derecha, y Terra a la izquierda.

    Jack tuvo que centrar su mirada en uno, y eligió a Robin, que era el que se dirigía directo a ellos. Cundo sus ojos, brillando de verde y miraron al chico, éste se detuvo como estatua a mitad de su camino. Sin embargo, como bien había dicho Terra, sólo fue capaz de detenerlo a él, y no a los otros dos, que intentaban sacarles la vuelta para seguir por el túnel.

    Al mismo tiempo, Cyborg y Starfire comenzaron a disparar contra Jack desde su posición, forzándolo a desconcentrarse. Giró de inmediato su mirada a Cyborg unos segundos, paralizándolo, pero Starfire se elevó, casi pegada al techo, y lo atacó desde arriba. Se volvió a mirar hacia ella, ahora deteniéndola en el aire, y Cyborg fue quien le siguió disparando, y de esta forma Robin fue capaz de pasarlo y seguir a sus dos compañeros.

    John rápidamente saltó hacia atrás varios metros, y su cuerpo se fue ensanchando, hasta cubrir todo el túnel con él y taparles el paso. No se detuvieron aun así. Chico Bestia tomó la forma de un gran elefante, que apenas y cabía en el lugar, y tacleó el gran cuerpo que los detenía. Éste sin embargo, pareció estirarse, pero no doblegarse. Terra intervino entones, chocando sus manos contra el suelo y haciendo que éste se abriera en dos y la mitad del cuerpo de John cayera en la abertura. Chico Bestia cambió de inmediato a la forma más pequeña de un mono, y pasó por encima de la cabeza de John; Terra y Robin le siguieron un instante después.

    Jessie en todo ese momento se quedó de pie en su sitio con los brazos cruzados, mirando todo en silencio; ni siquiera pareció interesada en hacer el intento de detenerlos. Sólo miró sobre su hombro como pasaban sobre John y se perdían en el túnel.

    - Supongo que Terra les habló un poco de nuestros poderes. – Concluyó con tranquilidad, girándose lentamente al resto de los Titanes. – Pero sí creen que eso les da una ventaja sobre nosotros… están equivocados…

    Los labios de Jessie formaron una mueca torcida que quizás intentaba simular una sonrisa, pero no era ni cerca una que alguno de los tres pudiera identificar como feliz o amistosa. Starfire descendió de nuevo con sus compañeros, y John y Jack igualmente intentaron recuperarse y colocarse a lado de la rubia.

    - Lo siento, hermana. – Se disculpó el chico robusto, bajando su mirada con pena.

    - No te preocupes. – Comentó Jessie, sin mutarse. – Ellos tres solos no podrán pasar a Jacqueline, y menos a Jacob. Por lo pronto, entretengamos a estos tres…

    Jessie dio sólo dos pasos al frente, y eso fue suficiente para poner a los tres Titanes aún más en alerta. Intentaban disimularlo, pero lo cierto es que se sentían un tanto nerviosos, sobre todo Supergirl, quien miraba a la chica de cabello rizado con molestia en sus ojos, pero su mano derecha le temblaba ligeramente; la tomó con fuerza con la izquierda, para intentar calmarla.

    - No puedo enfrentarme de nuevo a esa chica… - Murmuró la Kriptoniana en voz baja, sólo para sus dos compañeros.

    No era ella directamente la que provocaba esa abrumadora incomodidad, sino lo que le hizo ver, y aún podría hacerle.

    - Si lo que dijo Terra es cierto, creo que ninguno puede. – Señaló Cyborg, algo pensativo. – Yo no creo tenerle envidia alguien o sentirme menos que alguna persona en específico… Pero tampoco estoy seguro si quiero averiguar si es así o no.

    - Así que también ya saben lo que puedo hacer. – Comentó Jessie, divertida al ver su incertidumbre. – ¿Están seguros de que ninguno quiere dar un paso al frente para enfrentarme? No tengan miedo. – Alzó su mano derecha en ese momento, haciéndoles con su dedo índice el ademán de que se le acercaran. – Muchas veces puede ser una experiencia muy… esclarecedora…

    Los Titanes siguieron inmóviles por unos segundos más, sin responder a tales provocaciones. En ausencia de Robin, recaía en Cyborg la responsabilidad de fraguar un plan de acción. Con el chico que paraliza parecía sencillo actuar, si lo atacaba más de uno; el problema recaía en que eran tres contra tres, por lo que no contaban con la ventaja numérica suficiente para ello; si tan sólo Chico Bestia no hubiera decidido irse de esa forma…

    El otro chico podría ser difícil, pero estaba seguro de que Supergirl con sus poderes, podría arreglárselas contra él. Pero esta chica rubia era otra historia totalmente diferente…

    De pronto, para sorpresa del chico mitad máquina, Starfire volvió a dar un paso al frente por su cuenta.

    - Yo lo haré. – Murmuró en voz baja, mirando a los otros dos por el rabillo de su ojo izquierdo.

    - Starfire, ¿estás segura? – Cuestionó Supergirl, perpleja. – Ya oíste lo que dijo Terra; ella usa tus inseguridades y miedos a su favor. Y tú en estos momentos…

    Starfire era más que consciente de lo que Supergirl quería decirle. Si esa chica alimentaba sus poderes de las envidias, los miedos y la confusión… Entonces ella sería en ese momento un banquete entero, gracias a todo lo que le cruzaba por la cabeza.

    Sin embargo, había algo que quizás podría ser cierto en lo que esa chica acababa de decir: enfrentarla podría ser “esclarecedor”.

    - Estaré bien. – Recalcó Starfire, intentando demostrar la mayor seguridad posible.

    Cyborg no tenía ninguna otra alternativa para debatir su decisión; debía confiar en su compañera y esperar que fuera lo que fuera que planeara, funcionara a su favor.

    - Entonces nosotros encarguémonos de los otros dos, Supergirl. – Comentó el Víctor en voz baja. – Si cualquiera enfrenta por sí sólo al chico de la chaqueta, no podrá hacer mucho. Pero Terra dijo que no te detenía por completo, sino más bien ralentizaba. Quizás con tu velocidad puedas moverte con mayor libertad que cualquiera de nosotros.

    - Puedo intentarlo… ¿Pero crees poder encargarte del otro sujeto tú solo?

    - Hey, no seré Supergirl o Superman, pero puede arreglármelas bien por mi cuenta. – Le respondió con una sonrisa confiada. – ¿Listas?

    - ¡Listas! – Respondieron tanto Kara como Kory al mismo tiempo.

    - ¡Titanes…!

    - ¡Al ataque! – Secundó Starfire de golpe, sacando de contexto a Supergirl.

    - Ah, ¿debía gritar eso…? – Antes de responderle algo, tanto Cyborg como Starfire se lanzaron al frente, por lo que ella se apresuró para alcanzarlos.

    Sus tres contrincantes los aguardaban.

    - - - -​

    Robin, Terra y Chico Bestia siguieron derecho, a la mayor velocidad que la luz del cinturón de Robin y las escasas antorchas en las paredes les permitían. En el eco de aquel largo pasadizo, lograron escuchar los sonidos lejanos de la pelea que se había empezado a suscitar detrás de ellos.

    - ¿Estarán bien los demás? – Cuestionó Chico Bestia, algo dudoso, mirando sobre su hombro por dónde venían.

    - Debemos confiar en que sí. – Respondió Robin, con su atención puesta en el camino. – Nuestra prioridad es llegar hasta Raven.

    Por indicación de Terra, dieron una vuelta rápida en una esquina, y siguieron por un tramo más oscuro.

    - ¡Por aquí! Es un poco más adelante. Sólo hay que seguir derecho y…

    De pronto, sus palabras, al igual que sus pasos, tuvieron que ser abruptamente detenidas, cuando de la nada sus cuerpos enteros se abalanzaron con rapidez y fuerza contra el suelo, como tres pesadas rocas, quedándose prácticamente estrellados contra éste, incapaces de moverse con libertad.

    - No… otra vez… - Masculló Chico Bestia, reconociendo de inmediato esa horrible sensación de aplastamiento.

    Los tres intentaban alzarse con sus piernas y brazos, pero era inútil; justo como lo había sido hace unas horas en la Torre.

    - Terra, Terra, Terra. – Escucharon que una voz pronunciaba entre las sombras al frente, seguida después por el sonido de tacones contra el empedrado.

    Como les fue posible, alzaron sus miradas en dirección a quien les hablaba: la joven de cabello castaño y corto, vestido negro entallado, y estola. Se paró justo delante de ellos, con sus manos enguantadas en su cintura, y toda su soberbia dibujada en sus labios. Los miraba hacia abajo, como si mirara algo de lo más insignificante y patético.

    - Así que ahora nos traicionaste a nosotros. – Prosiguió, usando el mismo tono irónico. – No debería de sorprenderme. Traicionar al parecer está en tu ADN, ¿no es así?

    - Jacqueline. – Comentó la rubia entre dientes.

    Terra les había dicho que esta chica controlaba de alguna forma la gravedad; la aumentaba o disminuía. Era una habilidad bastante aterradora, y el hecho de que los tuviera de esa forma contra el suelo y a su entera merced, era la prueba tangible de ello.

    - Ustedes quédense ahí acostaditos, mientras mi hermano mayor se encarga de todo. ¿De acuerdo?

    Remató su comentario con un coqueto, aunque igualmente amenazante, guiño de su ojo derecho.

    - ¿Qué tal si no? – Fue la respuesta tranquila de Robin, antes de abrir su puño izquierdo, y dejar rodar hacia el frente tres pequeñas esferas metálicas, que se aproximaron hacia los pies de la joven, estallando en una fuerte luz blanca.

    Jacqueline gimió, y retrocedió rápidamente, cubriéndose los ojos tras haber sido enceguecida por el resplandor. Esto al parecer la distrajo, y los tres pudieron liberarse de su opresión. De inmediato, y antes de que se recuperara. Chico Bestia se le aproximó en forma de gorila verde, y la golpeó con sus grandes puños, haciendo que azotara contra la pared. Se le volvió a dirigir con la intención de seguirla atacando, pero a medio camino el cuerpo del Titán se elevó en el aire, chocando contra el techo. Luego volvió a bajar abruptamente, chocando ahora contra el piso y haciendo que recobrara de nuevo su forma verdadera.

    La chica de piel gris, intentó mirarlo, pero sus ojos le seguían molestando. Se los tallaba e intentaba enfocar su mirada en él, pero sólo lograba ver figuras borrosas entre las sombras. En cuanto dio un pequeño paso al frente, se dio cuenta de que su vestido se había rasgado un poco del área de la falda, y ensuciado tras ese golpe de paso.

    - ¡¿Tienes idea de cuánto vale este vestido, insecto?! – Le gritó totalmente fúrica, acercándosele para pegar su zapatilla derecha contra su cabeza, y aplastarla aún más contra el piso.

    - ¡Déjalo en paz! – Se escuchó a Terra exclamar, justo antes de hacer que decenas de pedazos del suelo se desprendieran y fueran lanzadas contra ella de golpe.

    Sin soltar a Chico Bestia, y con sólo virar su rostro en dicha dirección, los proyectiles, o al menos la mayoría de ellos, salieron volando en diferentes direcciones, casi todos hacia arriba y hacia abajo, pero al menos cuatro o cinco siguieron su camino. Y al no poder ver aún con claridad, estos terminaron golpeándola, y obligándola a retroceder.

    Mientras se intentaba recuperar de ese último ataque, por el rabillo del ojo pudo ver como una silueta oscura se movía hacia Chico Bestia, lo tomaba, y luego desaparecía de su rango visión. Miró alrededor, y también Terra había desaparecido. Se quedó quieta unos momentos, rodeada al parecer sólo de sombras.

    Se tallaba sus ojos con insistencia; aún le molestaban tras esos destellos.

    - Tu poder no afectó a las bombas de luz cuando las solté. – Escuchó la voz de Robin decir a su alrededor, resonando en el eco. – Eso quiere decir que no afectas áreas, sino cuerpos físicos específicos, ¿no es así? Tienes que saber exactamente contra qué o quién vas a usar tus poderes.

    - Muy listo. – Murmuró Jacqueline, irritada. – ¿Por eso usaste esas bombas? De seguro las traías ya en tu mano para usarla contra Jack, ¿no? Ya veo que por algo eres el ayudante de Batman.

    - ¡Ya no soy ayudante de nadie!

    Desde las sombras justo a sus espaldas, la figura ágil de Robin se le lanzó encima, empuñando su báculo con ambas manos, con la obvia intención de golpearla directo con él. Sin embargo, su intento se vio frustrado, ya que como hace unos momentos, su cuerpo se volvió a desplomar al suelo estando a sólo unos cuantos centímetros de lograr asestar el golpe, y su báculo salió volando de sus manos; todo esto, sin que Jacqueline se volteara siquiera a mirarlo.

    - Pero te equivocaste en algo. – Comentó confiada, girándose lentamente hacia él, al parecer con sus ojos ya recuperados. – A diferencia Jack, yo no necesito ver a mis enemigos… - Chico Bestia y Terra se le aproximaron en ese momento, cada uno por un costado, pero el resultado fue el mismo; igualmente terminaron contra el suelo, y a sus pies. – Sólo saber exactamente en dónde están. Y cada movimiento brusco y agresivo que hacen, agitan el espacio a mi alrededor. Así que no se pueden esconder de mí tan fácil.

    Había sido un movimiento arriesgado, pero situaciones arriesgadas y de poca información como esa, ameritaban hacer movimientos como ese. Al parecer el alcance de su poder era aún mayor de lo que Terra les había dicho, o incluso de lo que ellos mismos habían presenciado en su enfrentamiento en la torre. Al menos ahora lo sabían, aunque hubieran tenido que llegar hasta ese punto para averiguarlo.

    Jacqueline resopló con hastío, y luego intentó acomodarse su fleco con sus dedos.

    - Pensaba simplemente dejarlos ahí en el suelo, en espera de que Jared decidiera qué hacer con ustedes.

    Echó una mirada rápida a Robin.

    - Supongo que a ti no te puedo hacer nada, ya que él no querrá hacer enojar a Raven… - La manera en que había pronunciado su nombre, reflejaba un nada disimulado sentimiento de fastidio, como si algo le hubiera dado asco. – Pero tus amigos son otra historia.

    Olvidándose de Robin, cortó la distancia que la separaba de Terra y Chico Bestia, parándose justo delante de ambos.

    - ¡Dé… jalos…! – Pronunció como le fue posible el joven de antifaz.

    - ¿Por qué no me obligas, Chico Maravilla? ¿Ya no te quedan más trucos en ese cinturón?

    Sí que los tenía, pero la opresión sobre él le impedía poder acercar su mano hacia él; literalmente no podía moverse, y era una sensación aún peor y más dolorosa de lo que Jack provocaba.

    Jacqueline miró con interés a Terra y a Chico Bestia consecutivamente por un rato, hasta que su interés se centró por completo en éste último.

    - Creo que empezaré contigo, por arruinar mi vestido.

    Alzó su pie derecho unos centímetros, y luego lo dejó caer con fuerza contra el suelo. Como si dicho pie, o uno mucho más grande, lo hubiera aplastado, el joven de piel verde soltó un gruñido de dolor, y su cuerpo se retorció.

    - ¡Agh!

    - ¡Chico Bestia! – Exclamó Terra, casi horrorizada.

    Gar cambió rápidamente de forma a un rinoceronte, pero su gran tamaño y fuerza no le ayudó para poder oponerse a la gran presión que se ejercía sobre él. El suelo debajo de sus patas, incluso parecía comenzar a agrietarse.

    - Me preguntó qué tanta presión podrás resistir, antes de que tus huesos se hagan polvo. – Murmuró divertida la joven castaña, presionando más su pie contra el suelo, y por lo tanto presionando más al Titán.

    Jacqueline se relamía los labios, encantada por la escena ante ella y por los gruñidos adoloridos que surgían de los labios de su víctima. Robin miraba todo desde su posición, totalmente lleno de frustración. Apretaba sus puños con fuerza, y maldecía en silencio. Si tan sólo hubiera sido más cuidadoso. Si tan sólo no hubiera estado con su cabeza pensando tanto en Raven y en lo ocurrido, quizás...

    Y fue entonces que se dio cuenta: su cuerpo se sentía más ligero. Conforme ella ejercía más fuerza en Chico Bestia, parecía que reducía gradualmente la que ejercía en él. Pero si pasaba así con él, entonces también...

    Terra apretó sus ojos y puños, llena de enojo. Sin embargo, los primeros se abrieron de golpe, más pronto que tarde, y ahora brillaban intensamente de un color dorado, que poco después le recorrió el cuerpo entero, e iluminó gran parte de la oscura cueva.

    - ¡¡Nooo!! – Gritó con fuerza, y todo el sitio comenzó a temblar, tato que Jacqueline perdió el balance y se tambaleó hacia atrás.

    Terra alzó como pudo su mano derecha, y luego la dejó caer contra el piso. Una larga columna de piedra se alzó justo debajo de los pies de Jacqueline, estrellándola contra el techo, y luego haciendo que lo atravesara sin que ella pudiera verlo venir siquiera, y desapareciera de sus vistas por unos instantes, junto con el efecto de sus poderes.

    Una vez libre, Chico Bestia recuperó su forma y se dejó caer como trapo al suelo.

    - Chico… Bestia… - Murmuró la joven rubia con debilidad. El brillo que le cubría se esfumó, y su cuerpo se desplomó sin ninguna resistencia.

    Se le acercó a Garfield como pudo, sin poder levantarse mucho del suelo. Robin, por su parte, se recuperó mucho más rápido, y logró aproximarse a sus dos compañeros en cuanto le fue posible.

    - ¿Estás bien, Chico Bestia? – Le cuestionó su líder, agachándose delante de él. Gar se alzó a duras penas, sosteniéndose su cabeza con una mano. Aun así, parecía estar entero, que era bastante ventaja.

    - Totalmente adolorido, pero bien. – Respondió con simpleza, aunque no del todo jovial como siempre.

    Se viró levemente hacia Terra, sentada a su lado, pero parecía no estar del todo dispuesto a mirarla fijamente.

    - Gracias… - Murmuró despacio, sólo lo suficiente para que ella lo escuchara.

    Terra agachó la mirada en otra dirección, posiblemente avergonzada. No era que esperara realmente una reacción mucho más expresiva de su parte… Pero no le hubiera molestado.

    La columna de roca que había alzado comenzó a temblar, y a desintegrarse pieza por pieza… de seguro por la presión que estaba comenzando a acumularse en la cima de ella.

    - ¡No puede ser! – Exclamó Chico Bestia, parándose de nuevo, aunque tuviera que ignorar todo el dolor que le recorría. – ¡¿Aún sigue con vida?!

    - Al igual que Raven, sus cuerpos son más resistentes de lo que parecen. – Comentó Terra, parándose también. – Y ellos en especial, no tienen problema en dejar salir por completo sus lados no humanos…

    - ¡Apresurémonos y sigamos adelante antes de que regrese! – Sugirió Robin, y sin esperar ni un instante comenzó a correr en la dirección a la que se dirigían antes de ser atacados.

    Terra y Chico Bestia se disponían a seguirlo, pero la columna de roca se desplomó de pronto en ese mismo instante, creando una onda de roca y polvo que los empujó en direcciones contrarias: Terra y Chico Bestia por un lado, y Robin por el otro.

    Entre tosidos, Terra logró divisar a Robin a lo lejos. Tuvo que pensar rápido, pero sobre todo actuar; se escuchaban ya los gruñidos de enojo brotar del gran agujero en el techo que se había formado. Extendió rápidamente su mano hacia el frente, y todos los escombros de roca y tierra se alzaron y juntaron, empujando a Robin más lejos por el túnel.

    - ¡¿Pero qué…?! – Exclamó Robin extrañado, sintiendo como era empujado, y después lanzado varios metros adelante. Cuando se incorporó y miró atrás, todos los escombros que lo habían empujado, se conglomeraron por todo el alto y ancho del túnel, creando una pared que lo dividía a él de ellos.

    - ¡¿Qué hiciste?! – Exclamó Chico Bestia, entre confundido y molesto.

    El movimiento sin lugar a duda había alertado al joven verde. No iba a sentarse a esperar explicación alguna. Iba a tomar de nuevo su forma de rinoceronte, e intentar derribar dicha pared, pero Terra se le adelantó.

    - ¡Tú sigue adelante, Robin! – Le gritó con todas sus fuerzas intentando que de esa forma lo escuchara del otro lado. – Sólo sigue derecho por ese túnel, y deberás llegar a la cámara principal de inmediato. ¡Rápido!

    Chico Bestia se sorprendió mucho al escucharla decir eso, y Robin igual.

    - ¡Vamos! – Prosiguió la rubia con insistencia. – ¡Tú lo dijiste! Raven es la prioridad. Ya viste de lo que esta chica es capaz. Aunque corramos, nos perseguirá y someterá de nuevo. Si nos quedamos aquí, al menos podremos entretenerla lo suficiente.

    Robin dudó unos momentos. Aunque fuera una estrategia aceptable para él en la mayoría de las ocasiones, separarse no se sentía del todo correcto en esa ocasión, no con los enemigos que estaban enfrentando. Pero no había muchas otras opciones. Haciendo un cálculo frío de la situación, si se quedaban los tres a pelear, quizás podrían derrotar a esa chica al final, pero de seguro les tomaría bastante tiempo que no tenían; además de que había al menos dos enemigos más adelante esperándolos.

    El tiempo apremiaba, y pararse ahí a cuestionarse qué era lo mejor, no ayudaba a aliviar dicha situación.

    Él también debía pensar rápido, pero sobre todo actuar.

    - ¡Tengan cuidado! ¡Confío en ustedes!

    Dicho eso, comenzó a correr con todas sus fuerzas en la dirección que Terra le había indicado. Nada ni nada lo detendría de cumplir su misión.

    Una vez que escucharon los pasos de Robin alejándose, los dos Titanes, o más bien el Titán y la ex Titán, que quedaron atrás, centraron su atención en el agujero del techo.

    - Lo siento, me precipité. – Susurró despacio la ojiazul. – Debí haberte puesto también del otro lado.

    - Igual no me hubiera ido. – Le respondió con normalidad, tomándola por sorpresa.

    - ¿Por qué no?

    Gar no respondió nada; ni siquiera la volteó a ver. Seguía en posición, mirando el agujero sobre ellos, y como fragmentos de roca iban cayendo de éste, a la vez que escuchaban como su enemiga se aproximaba.

    - ¿Tienes alguna sugerencia para enfrentarnos a esta chica de frente? – Cuestionó con seriedad, luego de unos instantes de silencio.

    - Ninguna… - Contestó Terra con pesar. – Parece que no conocía tan bien sus poderes como creía. Pero cuando estaba concentrándose en ti, dejo de aplicar algo de fuerza en nosotros dos. Parece que tiene un límite en la que puede ejercer al mismo tiempo.

    - Lo cual no nos es muy útil, ya que no ocupa mucho para dejarnos a su merced.

    - Supongo que no…

    Un fuerte estruendo surgió del agujero, y la figura de Jacqueline descendió con fuerza, chocando sus zapatillas contra el suelo. Respiraba agitadamente, su cabello estaba desarreglado, y su vestido aún más sucio y maltrecho de lo que ya estaba antes. Sus ojos se habían tornado rojizos, y todo su cuerpo brillaba en la misma tonalidad.

    No necesitaron más allá de un rápido vistazo, para darse cuenta de que se encontraba furiosa… muy, furiosa.

    - ¡Miren lo que han hecho! – Exclamó exasperada, mirando sus propias ropas. – ¡Los odio! ¡Los odio!

    Comenzó a chocar su pie con insistencia contra el suelo, haciendo que todo a su alrededor se agitara un poco. Las cosas se habían puesto al parecer aún más graves.

    - ¿Crees poder pelear a mi lado, Chico Bestia? – Cuestionó Terra, alzando sus manos hacia los lados; éstas se cubrieron de inmediato de energía dorada.

    - Debo intentarlo. – Fue la respuesta simple y directa del joven verde, tornándose de inmediato en un toro grande y oscuro.

    Terra sonrió levemente al escucharlo.

    Ambos se lanzaron contra Jacqueline al mismo tiempo, pero intentando rodearla por lados contrarios.

    - - - -​

    Si había algo que Robin había aprendido en ese par de años como Titán, es que todos ellos eran mucho mejores y más fuertes cuando peleaban juntos. Esa era una lección que Batman jamás podría ser capaz de enseñarle. Aunque poco a poco se había rodeado de gente que lo ayudara y apoyara en sus misiones, el famoso héroe de Gótica al final era una persona bastante independiente y autosuficiente, además de desconfiada. Se había llegado a preguntar si acaso alguna vez había llegado a confiar en verdad en alguno de ellos; ¿o quizás realmente siempre pensó que podría hacer todo él solo?

    Cuando Supergirl fue por primera vez de visita a Jump City, él le había dicho que era incapaz de saber cómo trabajar en equipo a causa de sus poderes. Pero los poderes no tenían nada que ver, ¿o sí? Batman no los tenía, y aun así no estaba seguro de que él tuviera más capacidad de cooperar con otros. Ni con ellos, su llamada “familia”, ni con la Liga de la Justicia.

    Sabía que si seguía a su lado, tarde o temprano se podría convertir en alguien como él, alguien que ponía la misión por encima de cualquier cosa o persona. La muerte de Red Robin se lo reveló, y fue un factor importante para dejar esa ciudad, esa ciudad que sólo le había traído desgracias a su vida desde el momento mismo en que puso un pie en ella la primera vez. Y no sólo a él, no sólo a Red Robin, sino a cuanta persona querida llegaba a sus vidas, como si estuvieran malditos.

    Dejar Gótica había sido lo mejor, pero no fue hasta formar su equipo, hasta que los Jóvenes Titanes se volvieron en una verdadera fuerza unida del bien, que pudo realmente sentir que había progresado y dejar todo aquello atrás. Y a lado de su equipo, era un héroe y una persona mucho más completa de lo que era cuando estaba solo, o cuando estaba en compañía de Batman o los otros.

    Pero ahora ahí estaba, de vuelta en Gótica, y de vuelta corriendo solo por un oscuro y húmedo rincón. Tuvo que dejar atrás a sus amigos, con tal de cumplir su misión. Pero su misión era salvar a una de sus amigas más especiales; eso lo hacía diferente, ¿no? No era la primera vez que tenía que ponerse en una situación así, pero ese día, ese lugar, y las circunstancias que lo esperaban al final de ese largo túnel, lo hacían sentir que todo lo rebasaba.

    Quizás habría sido buena idea ir directo a la Mansión, pedirle ayuda a Batman, y que él se encargara de esto. Desde su perspectiva fría y calculadora, quizás habría sido capaz de resolver todo ese embrollo en unos minutos, y de manera objetiva e imparcial. Pero para bien o para mal, Batman no estaba ahí. Quien estaba era él, y tenía que seguir adelante sin detenerse. Sólo él podía terminar con eso.

    Pero, ¿y luego? ¿Qué pasaría si lograba salvar a Raven? ¿Qué pasaría si lograba una vez más prevenir que Trigon destruyera su mundo? ¿Qué era lo que pasaría después de eso? ¿Qué pasaría con Raven? ¿Qué pasaría con Starfire? ¿Con Terra? ¿Con él? Una parte muy profunda de su lado humano y temeroso, aquella que se suponía su lado héroe debía de cubrir y ocultar, tenía más miedo de que la misión terminara y tener que cargar con las consecuencias de todo ello.

    Se sentía patético por estar pensando en todas esas estupideces en un momento así. Jared y sus hermanos quizás no habían sido los enemigos que más daño le habían hecho a su cuerpo, pero con tan sólo tocar unas pequeñas fibras sensibles en su equipo, que ni siquiera se había percatado de que estaban ahí o de que eran tan profundas, había logrado hacer dudar su convicción y estabilidad. Y eso, a la larga, los hacía aún peores.

    Tan concentrado estaba en lo suyo, que su cuerpo prácticamente siguió corriendo por su cuenta, sin que él tuviera que indicárselo directamente. Sólo pudo reaccionar y ser consciente de su alrededor, cuando se percató de que ya llevaba largo rato corriendo, y aún no parecía verse siquiera de lejos el final del túnel, pese a que Terra le había dicho que ya estaban muy cerca.

    ¿Qué tanto faltaba realmente?

    Sonidos de pasos no mucho más delante de su posición, lo pusieron en alerta, y lo hicieron frenar de golpe. Apagó la lámpara de su cinturón, y se ocultó entre las sombras, detrás de una roca. Las llamas danzantes de las antorchas, alumbraban un pasaje que venía perpendicular al túnel por el que él iba; parecía que los pasos venían de dicha dirección.

    Terra le había dicho que sólo siguiera derecho. ¿Pero quién venía de ese otro túnel?

    Jared y el otro chico, el de cabellos azules, seguían sin aparecer aún, y de momento representaban un grave peligro. El primero, porque había demostrado hace unas horas atrás que si se lo proponía, podía arreglárselas para rivalizar con el poder de la propia Raven. Y el segundo porque ni siquiera Terra conocía cuál era su poder.

    Cualquiera de los dos que fuera, no podía bajar la guardia.

    Había tirado su báculo tras el ataque de Jacqueline, pero aún tenía más armas. Tomó un bumerang en cada mano, pegó su espalda a la roca, y aguardó. Los pasos se fueron aproximando lentamente. Un halo de luz surgió de dicho túnel, y se fue acercando hacia el suyo. No logró ver con claridad quién era debido a lo oscuro; sólo veía la luz que brotaba de su mano, posiblemente de una linterna, y que su estatura y complexión correspondía a alguien similar a él o Raven, por lo que podría ser cualquiera de los otros hermanos.

    No parecía percatarse de su presencia, pues inspeccionaba alrededor, pero no hacia dónde él se encontraba. Pensó rápidamente en cuál era el movimiento más inteligente: quedarse ahí y aguardar, esperando a que quizás regresara por donde vino y le dejara el camino libre. O, quizás, lanzarse al ataque sin perder el tiempo. La primera opción era más segura, especialmente si no conocía contra quién se iba a lanzar exactamente. Pero era a su vez la que menos aplicaba para el apuro que traía en esos momentos.

    No lo pensó mucho más. Saltó sobre la roca, arrojando las dos armas en sus manos directo a la silueta del individuo. Éste al parecer lo notó, y rápidamente se lanzó a un lado para esquivarlos. En el mismo movimiento, apagó su linterna, quedando ahora ambos casi a oscuras, a excepción de las pocas antorchas.

    Robin se le aproximó con sagacidad; moverse en cuevas oscuras, no era algo nuevo para él. Atacó de frente al extraño con sus puños, y éste a su vez lo repelió, a su misma velocidad y exactitud. Fuera quien fuera, parecía tan bien entrenado en el cuerpo a cuerpo como lo estaba él.

    Luego de intentar golpearse o sostenerse el uno al otro, Robin logró al final tomarlo del brazo, y alzarlo sobre su cabeza, para azotarlo con fuerza contra el suelo. Tomando el mismo impulso del movimiento, saltó hasta colocarse sobre él, y lo sujeto del hombro con una mano, y con la otra tomó otro de sus bumerangs, listo para apuñarlo con él si era necesario.

    Pero no lo fue.

    Al estar en ese momento sobre su adversario sujetándolo, la luz de una antorcha cercana los iluminó a ambos, y pudo verlo con más claridad… y eso prácticamente lo paralizó.

    La persona debajo de él era aproximadamente de su misma edad y estatura, tal y como lo pensó en un inicio. Llevaba una capucha con máscara, negra, que le cubría casi toda la cara, a excepción del área de la nariz y los labios, estando estos últimos pintados de un suave tono rosado. De detrás de su cabeza, sobresalía una cabellera rojiza que le llegaba hasta los hombros, un poco ondulada de las puntas. La capucha seguía hacia una larga capa, que ahora se esparcía por el suelo. Usaba además un traje color morado oscuro, con el símbolo un murciélago amarillo en el pecho; guantes negros, y botas altas del mismo color que estos.

    - ¿Así tratas a una vieja amiga? – Comentó con un tono juguetón y despreocupado.

    Si su apariencia no le había sido suficiente, su voz sí que lo fue.

    - ¿Batgirl? – Exclamó totalmente estupefacto.

    Su apariencia, su traje, su voz… todo concordaba. Pero algo no estaba bien; lo que veía, no podía ser cierto. No podía ser ella, ya que la persona que él conocía como Batgirl, ella…

    - No… tú… no eres real… - Señaló, aunque incapaz de poder transmitir completa seguridad en su afirmación.

    - ¿Y cuál es la alternativa, Dick? – Murmuró la chica debajo de él, esbozando a una coqueta sonrisa en sus labios rosados. – ¿Qué estás loco…?

    FIN DEL CAPITULO 26

    Notas del Autor:

    ¿Sintieron el capítulo algo apresurado? Perdón si fue así; creo que ya tengo algo de prisa inconscientemente, ya que ha comenzado al fin la batalla final. Se describe un poco los poderes de casi todos los hermanos de Raven, aunque creo que la mayoría ya habían más o menos quedado claros en los capítulos anteriores. Sobre la descripción que se da de Batgirl al final del capítulo, se basa principalmente en su apariencia que tiene en la serie The Batman, sin ningún motivo en especial más que el hecho de que creí que quedaría bien para el estilo de Teen Titans. No quiero decir con esto que sea la misma de dicha serie.

    En fin, ¿cómo les irá a nuestros héroes como esto? Los próximos capítulos serán principalmente acción, peleas, golpes, y toda la cosa, por lo que posiblemente terminen siendo algo más largos de lo esperado (y por lo tanto tarden más en salir). Pero bueno, veamos dentro de poco cómo continua todo esto.

    ¡Nos vemos!
     
  16.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    7350
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 27
    “Demasiado Tarde”

    Habían pasado ya un par de años desde la última vez que Robin vio a Batgirl. Fue durante aquella discusión final en la Cueva, la que puso punto final al dúo dinámico de Batman y Robin, y ella tuvo que presenciarlo todo como mera espectadora, incapaz de intervenir. Y ahora la veía justo y como la recordaba de aquel día. El mismo traje negro y morado, los mismos labios pintados con el mismo tono de rojo, y el mismo cabello rojizo asomándose por la parte de atrás de su máscara. Incluso su voz era la misma. Todo justo y como recordaba a su antigua compañera de aventuras…

    Pero no era ella.

    Rápidamente, el chico de antifaz reaccionó y se apartó tras un largo salto, colocándose al acto en posición defensiva.

    —¡Esto es un truco! —Exclamó de forma agresiva—. ¡Tú no eres Batgirl!

    Batgirl, o quién fuera que fuese, se alzó lentamente del suelo con naturalidad una vez que él se alejó.

    —¿Por qué dices eso? —Preguntó con un tono juguetón, mientras se limpiaba la parte posterior de su traje de cualquier rastro de polvo que hubiera quedado tras caer al suelo—. ¿En qué te basas? Tengo la máscara, la capa, el murciélago…

    Colocó en ese momento sus manos sobre su pecho, haciendo que éstas enmarcaran el murciélago amarillo en él; ese acto hizo que Robin desviara rápidamente la mirada hacia otro lado, algo ruborizado.

    —¿No me veo bien, acaso?

    Batgirl comenzó a caminar hacia él con pasos lentos, meciéndose un poco de lado a lado. Robin se puso nervioso, y retrocedió un poco de forma instintiva; su presencia y su voz lo incomodaban. Cuando menos lo pensó, ella ya estaba justo delante de él, lo suficientemente cerca para rodear su cuello con los brazos, y dejarlo congelado en su lugar.

    —Te extrañé tanto, Dick —susurró despacio, cerca de su rostro—. ¿Por qué tardaste tanto en venir a visitarme? ¿Es que ya te olvidaste de mí…?

    Batgirl acercó poco a poco su rostro al del perplejo Robin, y aunque al inicio éste se quedó inmóvil sin poder reaccionar, al último momento logró reanimarse, apartando los brazos que lo rodeaban rápidamente.

    —¡Suéltame!

    La hizo a un lado con algo de violencia, y la figura de su antigua compañera volvió a caer al suelo, ahora de sentón. Sin voltear a verla ni un instante después de eso, comenzó a correr despavorido por el túnel en la dirección en la que Terra le había señalado. Corrió y corrió, sin mirar atrás ni siquiera una vez.

    Intentaba no pensar en nada, y aunque lo hiciera no sentía que fuera capaz de enfocarse en ninguna idea específica o clara, salvo una: Raven. Ella estaba ahí adelante, y tenía que encontrarla de inmediato. Era lo único que debía importarle, lo único por lo que sus amigos le habían abierto el camino hasta ese punto. Era su misión… No, era más que una misión. Era su deseo, el deseo ferviente de llegar a dónde ella lo esperaba. Y los trucos que le pusieran en el camino, no iban a detenerlo por nada.

    O eso creyó.

    Por más que corría, era incapaz de visualizar siquiera el final del túnel, lo que no tenía sentido. Debía de ser algún tipo de ilusión, algo que estaba confundiendo su orientación de alguna forma.

    Y entonces, tras dar un paso, el escenario a su alrededor cambió ligeramente. Primero fue el aroma; un aroma dulce y embriagante, que cubrió el aire. Luego fue la luz, una luz blanca que iluminó la cueva, casi como si estuviera al aire libre en una tarde despejada. Y luego fueron las flores, cientos de flores blancas, de pétalos grandes, que cubrieron todo el suelo, desde su posición, hasta donde se perdía su vista en el túnel. De sus pétalos, surgían pequeños destellos dorados como chispas, que se elevaban por el aire como por arte de magia.

    Confundido ante tal paisaje, el chico maravilla redujo su avance poco a poco. Eso definitivamente tenía que ser algún tipo de truco mentail. Alguien estaba jugando con su cabeza; Jared, o algún otro de sus hermanos. Intentó pensar rápidamente en un siguiente acto, pero a medio avance su pie se tropezó con algo oculto entre las flores, y terminó cayendo de bruces contra éstas. El perfume de las flores se impregnó en su nariz, haciéndolo sentirse mareado, y aún más confundido. Era un aroma que nunca había percibido antes, pero que por alguna razón lo hacía sentirse muy relajado y tranquilo, como si estuviera en el regazo de su propia madre.

    —¿Te lastimaste, amigo Robin? —Escuchó una voz familiar pronunciar al frente, y antes de que pudiera reaccionar, unas suaves manos tomaron su rostro, y lo alzaron.

    ¿Era otra vez Batgirl? No, no esa vez, pero igualmente lo que vio le dejó con la misma incertidumbre. De piel anaranjada y cabello largo y rojo, Starfire se encontraba ahora ante él, de rodillas entre las flores, y le sonreía con la mayor dulzura e inocencia que cualquier rostro humano o alienígeno sería capaz de transmitir.

    —¿Star… fire…? —Murmuró con debilidad—. ¿Qué haces…? —Sus palabras se cortaron al entenderlo—. No… tú tampoco eres real…

    Se apartó de ella como le fue posible, e intentó alzarse, sólo logrando caer de sentón en las flores. Se sentía bastante confundido y mareado. ¿Lo habían drogado? ¿Era el aroma de esas flores? ¿O era el propio efecto del truco mental que le estaban aplicando?

    —¿Sabes? —Pronunció Starfire, gateando entre las flores hacia él, como un animal acechando. La sonrisa en su rostro, ya no era la sonrisa inocente de hace unos instantes, o incluso la que siempre le veía. Ahora había algo seductor, pero a la vez aterrador, en ella—. No me dijiste qué fue lo que sentiste tras nuestro beso.

    —¿Qué?

    Antes de que pudiera levantar los ojos una vez más, sintió los brazos de Starfire rodeándolo, y su rostro se colocó a apenas unos cuantos centímetros del suyo, mirándolo intensamente con sus brillantes ojos verdes.

    —Dime, ¿pudiste averiguar si en realidad te gusto o no? ¿Necesitas que lo intentemos de nuevo?

    Starfire hizo el ademán de querer volver a besarlo, justo como lo había hecho unas horas atrás. Sin embargo, esa aproximación, y el recuerdo de aquel momento, lo hicieron reaccionar.

    —¡No!

    La hizo a un lado rápidamente, tirándola contra las flores. De inmediato intentó lanzarse al frente, pero de nuevo no fue capaz de levantarse, y una vez más terminó boca abajo. En su desesperación, comenzó a arrastrarse entre las flores, intentando avanzar con sus manos y pies.

    Quizás, si lograba alejarse de esas flores, podría aclarar su mente, pensar o hacer algo. Si tan sólo…

    —¿Cuál es la prisa, Robin? —Escuchó que le preguntaban a sus espaldas, pero no era la voz de Starfire; esa sí era la voz de Batgirl—. ¿A dónde vas?

    No volteó hacia atrás; sólo se siguió arrastrando para avanazar.

    —Raven… necesito salvar a Raven… —Pronunció en voz baja, más para sí mismo.

    —Raven está bien —comentó la voz de Starfire a continuación—. ¿Cierto, Raven?

    Mientras se seguía arrastrando, fue detenido al encontrarse con los pies de una persona, parada delante de él; unos pies, usando botines azules.

    “No, ella no”, pensó, algo aterrado para su sorpresa.

    Alzó su mirada débilmente, y se encontró de frente con lo que se temía: el rostro de Raven, iluminado por esa intensa, y casi sobrenatural, luz blanca que los rodeaba,

    —¿Raven…?

    La figura de la hechicera le sonrió levemente, y lentamente se agachó hacia él. Tomó su rostro con dulzura entre sus manos, haciendo que la viera fijamente a los ojos, aunque él no quisiera hacerlo.

    —Mi héroe enmascarado, siempre dispuesto a ayudarme. —Susurró—. Pero sé cuidarme sola, ¿no lo sabes?

    —¿Qué es todo esto…? —Murmuró, perplejo, no muy seguro si esperaba realmente recibir respuesta o no.

    —¿Qué me respondes, Robin? —Cuestionó esa imagen de Raven.

    —¿Qué?

    —Te dije lo que sentía por ti, ¿o no? Pero tú no me has respondido nada todavía. Dime, ¿acaso no te gusto como tú a mí?

    La lengua de Robin se quedó trabada, incapaz de responderle algo. Pero… ¿acaso quería responderle? Ni siquiera era su amiga Raven, eso lo sabía bien. O, al menos, su cerebro lo sabía. El resto de su cuerpo, parecía bastante indeciso.

    —¿Quién diría que terminarías fijándote en una chica como ella? —Comentó Batgirl, colocándose a su lado derecho de pronto—. Siempre creí que te gustaban más las pelirrojas.

    —Yo igual —agregó Starfire, colocándose a su izquierda. En un abrir y cerrar de ojos, se vio rodeado por todos lados.

    —Pero no hay porque ser celosas —comentó Raven, con tono jocoso.

    —Todas podemos compartir a Robin, si así él lo desea —añadió Starfire con el mismo sentimiento.

    —No… Suéltenme.

    Robin intentó zafarse de su agarre, seguir avanzando, pero sus fuerzas estaban mermadas. Las tres lo abrazaron al mismo tiempo y lo sostuvieron para que no se moviera.

    —¿Por qué te quieres ir? —Le cuestionó Starfire.

    —Si apenas empieza lo divertido. —Le siguió Raven.

    —No te resistas, Dickie —comentó por último Batgirl.

    Las tres lo abrazaron, se tiraron al suelo con él, y se pegaron contra su cuerpo, inmovilizándolo por completo. Reían y pasaban sus rostros y manos por su cuerpo. Poco a poco, sus fuerza lo abandonaron, y su mente se puso totalmente en blanco.

    Parado entre las sombras de la cueva, en un rincón en el que esa luz blanca no lo alcanzaba, alguien vigilaba todo aquello, con los brazos cruzados y una amplia sonrisa maliciosa en el rostro.

    —Vaya, vaya, qué divertida imagen es la que estás proyectando, amigo mío —comentó con un tono divertido, comenzando a caminar hacia él, saliendo de las sombras y pisando algunas de las flores.

    Robin, aparentemente, no era capaz de ver o escuchar a aquel chico de cabellos azules en peinado de pico, piel gris, y aquel chaleco abrigador azul y blanco. Jacob, el hermano que faltaba de aparecer, y el único del que Terra no tenía conocimiento de sus poderes, hacía su acto de presencia.

    —Siempre es interesante ver qué es lo que se oculta en los recónditos más profundos y prohibidos de la gente —añadió a su discurso, aunque nadie lo estuviera escuchando en realidad—. Ira, ambición, envidia… dicen que todos esos sentimientos son los principales motores de los humanos. Pero yo sé cuál es el verdadero sentimiento que define por completo a esta especie, querido héroe, y en el que se basa cada acto bueno o malo que hacen. —Se puso entonces de cuclillas delante de él, mirando fijamente el rostro ido del chico maravilla y sus ojos vacíos—. La lujuria… Está en todos, en diferentes formas, con diferentes nombres y fines, pero siempre ahí. Nadie escapa de ella, y los tipos como tú que reprimen sus emociones para hacerse los fuertes, son los peores.

    Se agachó aún más, acercando su rostro más al suyo para poder contemplarlo mejor.

    —Todo ese deseo acumulado, es malo para el cuerpo. Pero descuida, deja que el Dr. Jacob te ayude a liberarte. Y yo disfruto del espectáculo.

    Se relamió entonces los labios, con una larga y delgada lengua casi de reptil, orgulloso de tener al gran Robin a su completa merced.

    — — — —​

    Cyborg tenía razón en una cosa: la velocidad aumentada de Supergirl, la hacía potencialmente una adversaria más capacitada contra alguien cuya mayor cualidad era ralentizar a la persona que veía fijamente. Sin embargo, al parecer ambos subestimaron la capacidad de Jack, pues aún con su velocidad, en cuanto éste ponía su mirada en ella mientras volaba en el aire en su dirección, lograba detenerla. No tanto como los detenía a ellos, dejándolos prácticamente inmovilizados, incapaces de dar siquiera un paso. Pero en su caso, en lugar de lanzársele encima con una velocidad superior a una bala… era como si estuviera flotando tranquilamente en el aire como un globo empujado por la brisa.

    Y él sólo se quedaba sentado, ahí en el suelo, mirándola fijamente mientras se le acercaba despacio… muy despacio. Y justo cuando ya se estaba acercando lo suficiente para poder alcanzarlo, simplemente se paraba, avanzaba unos metros, sin quitarle los ojos de encima, y se sentaba en otro rincón, obviamente quedando bastante lejos del alance de su puño, y obligándola de nuevo a intentar alcanzarlo de la misma forma. No era tampoco que lo hubiera logrado intentar mucho en ese tiempo que llevaban “peleando”.

    Probó incluso disparando sus rayos de calor, pero se sorprendió a ver que estos también se ralentizaban, y terminaban siendo fácilmente esquivados por su enemigo.

    —Sólo inmo… vili… zándome, no… podrás… vencer…. me —comentó la súper heroína, frustrada. Gracias a su misma velocidad, lograba hablar un poco mejor que sus compañeros al estar bajo sus efectos—. Ni… siquiera… inten… tas… atacarme…

    —Vencer, atacar… esas son cosas que me dan demasiada pereza —le contestó aquél extraño chico, con un tono adormilado—. No necesito hacer nada de eso, además. Nuestra misión es sólo detenerlos el tiempo debido. Así que, no tengo ninguna prisa.

    En verdad esos sujetos no eran precisamente tan poderosos y destructivos individualmente, pero ciertamente eran molestos. Lo que sí le preocupaba era tener que volver a enfrentarse a la Raven enloquecida de hace unas horas atrás. Sin más somnífero para dormirla, no estaba segura de poder detenerla. Y aunque lo tuvieran, igual era poco probable que pudiera hacer algo con él de forma sencilla.

    Pero debía concentrarse primero en este enemigo, antes de pasar a otro. Debía de intentar salir de su rango de visión aunque fuera un instante. Pero eso no era tan sencillo, si ahora se había convertido en súper tortuga… O más bien una tortuga normal, con velocidad normal.

    Kara no era la única que la llevaba difícil. El combate de Cyborg y John los había llevado a otra parte de la cueva, tras atravesar una de las paredes, luego de que el mitad demonio se le lanzará encima como una gran bala, e hiciera que el cuerpo de ambos rompiera la roca. Cyborg había intentado atravesar su piel con su rayo sónico, pero no le había logrado hacer nada. Tal y como Terra les había dicho, su piel era bastante gruesa.

    Sólo tenía una alternativa, que se le había ocurrido desde antes de comenzar la pelea. Sin embargo, debía pensar en una forma de poder usarla. No podía ser descuidado, pues sólo tenía una oportunidad…

    Por su lado, el combate entre Starfire y Jesse no había comenzado de manera oficial aún. En esos momentos, la Titán y la chica rubia se encontraban frente a frente, y ninguna se movía. Starfire estaba en posición defensiva, con sus puños cubiertos de energía verde y lista para atacar, pero no lo hacía. En lugar de eso, sólo se miraban la una a otra. Starfire con cautela y aprensión, mientras que Jesse transmitía un aire de más confianza y prepotencia, con una mano en su cintura, y recargada de forma relajada sobre su pie izquierdo; ni siquiera parecía estar a la defensiva.

    —¿Qué estás esperando? —Le cuestionó Starfire, extremadamente seria.

    Una pequeña risilla surgió de los labios de su enemiga.

    —¿Yo? ¿Qué estás esperando tú? —Le respondió con soberbia en su tono, pero Starfire no reaccionó, ni hizo ademán de querer acercarse ni un centímetro—. Por mi lado, yo estoy intentando descubrir exactamente porqué quisiste pelear conmigo en un inicio.

    Comenzó a caminar a su alrededor, y Starfire se movió lentamente, sin apartarle la mirada ni un segundo, girando su cuerpo en su dirección en todo momento.

    —Sí, hay mucha confusión en tu cabeza, rojita. ¿De quién sientes envidia? ¿De quién sientes celos? —Guardó silencio unos momentos—. ¿De Raven, quizás? —Ese comentario hizo que Starfire sintiera un respingo—. No, eso sería demasiado fácil. Raven quería ser cómo tú, ¿lo sabías? Claro que sí. Pensaba que no era tan bonita y alegre como la hermosa Starfire; ¿cómo Robin podría fijarse en ella teniendo a una mujer cómo tú a su lado?, eso pensaba ella.

    Se detuvo, y una vez más quedaron frente a frente.

    —Pero tú no quieres ser como Raven en realidad; no directamente, no en este momento. Eres más lista de lo que aparentas. Hay muchas cosas que admiras de ella, pero sabes bien que no podrías ser como ella, que ambas son demasiado diferentes. Entonces, ¿cómo quién quieres ser realmente? ¿Cómo quién te hubiera gustado ser en este instante…?

    Sus ojos se achicaron un poco, y brillaron ligeramente con un fulgor rojizo que resaltaba en el escenario casi a oscuras.

    Su sonrisa se ensanchó aún más.

    —Oh, ya veo…

    De pronto, luego de un pequeño pestañeo del que Starfire ni siquiera fue consciente, ya no miró más a la chica rubia, sino a una mujer bastante parecida a ella en estatura, complexión y rasgos faciales. Pero ella tenía el cabello negro, lacio y largo, y sus ropas eran negras y plateadas. Y sus ojoso… sus ojos morados, llenos de confianza, llenos de indiferencia, llenos de…

    Starfire se sobresaltó, asustada y atónita ante la imagen… de su hermana Blackfire.

    —Te gustaría ser cómo yo, hermanita —murmuró con el mismo tono de voz exacto de su hermana mayor, y tomando una postura aún más relajada—. ¿No es así?; claro que sí. Siempre has sabido que soy una versión mucho mejor de ti misma. —Empezó a caminar hacia ella, con sus manos en su cintura, haciendo que Starfire retrocediera por mero reflejo, sin que fuera consciente de que lo que estaba haciendo en realidad—. Más fuerte, más segura de sí misma, más asertiva, más inteligente… más todo, y punto. A diferencia de ti, yo nunca hubiera dejado que nadie me quitara a Robin. A la primera señal de peligro, no hubiera agachado la cabeza como la gallina cobarde que siempre has sido.

    —Yo no… dejé… —Intentaba decir algo, pero su lengua le fallaba.

    —Excusas, siempre excusas contigo. Al menos ya te has dado cuenta de la única verdad: eres débil, tonta, y das lástima. Hasta tú misma lo sabes.

    Starfire poco a poco intentó recuperarse de ese primer shock inicial. Estaba preparada para enfrentarse a Raven, pero no contaba con que esa chica le tuviera algo más preparado. ¿Blackfire? ¿Sentía celos de Blackfire? ¿Quería ser como Blackfire? No era consciente en lo absoluto de ello, pero ahora que lo pensaba… tenía bastante sentido.

    Ambas habían sido criadas en las mismas circunstancias, miembros de la misma raza, con las mismas ventajas y problemas. Y, sin embargo, habían terminado siendo tan, pero tan diferentes. ¿Qué hubiera sido de ella si hubiera sido un poco más como su hermana mayor? ¿Habría sido una mejor o una peor heroína? Quién sabe…

    Sí, quería ser como Blackfire, aunque fuera un poco… pero eso no la detenía en lo absoluto.

    La miró de nuevo con detenimiento, y sus ojos se iluminaron de un fuerte verde.

    —¡Sí!, envidio a mi hermana por lo fuerte y hábil que es. Pero cometiste un error: ¡No le tengo miedo! ¡Y ya la he derrotado antes muchas veces!

    Separó sus pies del suelo, y se le lanzó de golpe con total disposición de atacarla directamente en la cara si era necesario. Sin embargo, esa Blackfire seguía bastante tranquila. No hizo ademán alguno de querer esquivarla.

    —Tienes razón —murmuró la voz orgullosa de Blackfire—. No me tienes miedo. Después de todo, sólo hay que temer…

    De pronto, su imagen cambió de golpe una vez más, de Blackfire, a una que había visto quizás menos, pero que igual le resultó bastante familiar: una imagen de ella misma, exactamente como ella, pero con la piel blanca, el cabello gris oscuro, y los ojos grandes, rojos y brillantes.

    Starfire la reconoció: era la Starfire malvada creada por Trigon.

    —A uno mismo…

    Ese cambio repentino desconcentró tanto a Starfire, que la otra aprovechó para jalar sus brazos hacia atrás, y luego hacia adelante, lanzado un rayo de energía roja que la golpeó directo en el abdomen y la sacó volando hasta el otro extremo de la cueva, y hasta chocar contra la pared.

    Starfire golpeó la roca, y luego cayó de rodillas al suelo. El golpe en otro momento no hubiera sido la gran cosa… pero ese sólo impacto fue suficiente para que todo su cuerpo le volviera a doler de golpe, de nuevo debido al ataque que había recibido el día anterior.

    Volteó a verla lentamente. Aquella Nega Starfire, se le acercaba a paso tranquilo. En aquel entonces había pensado que su manera de comportarse le resultaba demasiado parecida a Blackfire… Ahora se daba cuenta de que tan cierto era aquello.

    —¿Por qué Robin se fijaría en una muñequita boba, débil y cobarde como tú que no es capaz de pelear por lo quiere? —Exclamó la otra Starfire, recargando sus manos, lista para volver a atacar—. Das lástima. Ni siquiera eres capaz de ayudar a tus amigos.

    —¡Cállate! —Exclamó con fuerza, y una vez más se le lanzó como la vez anterior.

    ¿Sentía envidia de Blackfire? ¿Quería ser como su otro yo que era más parecida a ella? ¿Deseaba ser más como Raven? No lo sabía, no sabía nada. Sólo que no podía quedarse para siempre ahí, esperando averiguarlo. Tenía que salvar a su amiga; tenía que ayudar a Robin.

    — — — —​

    El combate de Chico Bestia y Jacqueline, los había llevado a introducirse cada vez más entre la red de túneles. De hecho, llamarlo “combate” era quizás darles demasiado crédito a los dos titanes, ya que en realidad se la habían pasado en su mayoría intentando huir de ella, pues con tan sólo acercársele un poco, caían por completo en la influencia de sus poderes.

    Ahora los tenía casi contra las cuerdas, huyendo como ratas cobardes; incluso Chico Bestia corría en efecto como una rata, mientras Terra se elevaba sobre una plataforma de roca.

    ¿Cómo enfrentar a alguien así? La única que posiblemente podría tener algo de armas para hacerlo, sería la propia Raven. Entre sus múltiples hechizos, era casi seguro que tendría alguno que le permitiría hacerle frente con el tiempo y la oportunidad correcta. Pero ella no estaba ahí, así que tenían que arreglárselas de alguna forma… sólo que aún no descubrían cuál.

    Cuando parecía que ya habían logrado suficiente distancia entre ellos y su oponente, la cual por suerte seguía usando tacones por lo que les facilitaba un poco su huida, ambos saltaron justo detrás de unas rocas altas, que los escondía por completo si se quedaban sentados. Chico Bestia volvió a su forma normal, y ambos se quedaron sentados el uno al lado otro, respirando agitadamente, intentado recuperar su aliento.

    —¿De qué sirve que nos escondamos aquí? —Masculló Chico Bestia entre respiros—. Ella puede sentir nuestra cercanía, ¿o no?

    Terra siguió inhalando y exhalando con fuerza, hasta que poco a poco se fue calmando. Con una mano se retiró sus mechones rubios del rostro, y se asomó discretamente por encima de la roca tras la que se ocultaban. No se veía rastro alguno de ella en la oscuridad.

    —Creo que sólo puede hacerlo si nos movemos demasiado —murmuró despacio, aunque algo dudosa.

    —¿Crees? —Espetó Chico Bestia, incrédulo—. ¿No que conocías sus poderes?

    —No por completo, no me presiones. Intento hacer todo lo que puedo.

    —No te estoy presionando, sólo…

    El sonido de los tacones de Jacqueline resonando contra las rocas del suelo, se hizo presente en el agudo eco. Rápidamente ambos pegaron sus espaladas contra la roca, y agacharon sus cuerpos lo más posible.

    —Guarda silencio, y no te muevas —le susurró Terra, lo más despacio que pudo.

    El sonido de sus pasos se volvía cada vez más cercano. Era constante, como el tic tac de un reloj.

    No era propio de ninguno de los dos el esconderse de esa forma de un contrincante. Ellos eran Jóvenes Titanes, ellos hacían que los villanos se escondieran… la mayoría del tiempo. Y ahora ahí estaban, intentando ni siquiera respirar, petrificados, sintiéndose acechados como presas de un depredador; totalmente indefensos.

    Podían sentir en sus nucas y en la parte superior de sus cabezas su cercanía. Estaba parada justo del otro lado de la roca, justo detrás de ellos, lo que los hizo quedarse aún más quietos que antes.

    —No… te… muevas… —Murmuró Terra entre dientes, arrepintiéndose de inmediato de haberlo dicho. Por suerte, parecía que aún no los había notado.

    —¿Dónde están? No se escondan —escucharon como murmuraba Jacqueline con un tono juguetón—. El gato sólo quiere jugar un poco. No importa en dónde estén, tarde o temprano los encontraré… Y me las pagarán…

    Su voz se fue sintiendo poco a poco más alejada, al igual que el resonar de sus tacones. Unos minutos después, todo volvió a estar en silencio, y sólo entonces ambos lograron respirar aunque fuera un poco. Sin embargo, aún no podían confiarse.

    —No sirve de nada escondernos —concluyó Chico Bestia con frustración—. No podremos burlarla lo suficiente para alcanzar a Robin y a Raven. Y no podemos enfrentarla de frente y derrotarla, no los dos solos.

    Terra guardó silencio unos momentos. Tenía su cabeza agachada, con los ojos puestos en sus zapatos cafés. Eran uno de los tres pares que usaba para ir a la escuela; tan comunes, tan sencillos. Durante toda esa travesía, desde la aparición de Slade en la puerta de la escuela, hasta estar ahí en ese túnel, se habían rayado y manchado. Necesitarían más que una limpieza y una boleada; quizás tendría que comprar otros.

    De inmediato desechó ese pensamiento tan inútil. Esos zapatos, ese uniforme que usaba, nada de eso le pertenecía realmente. Su escuela ya no existía siquiera, y para ese entonces de seguro ya no sólo su abuela, sino también su abuelo, Mary y Sarah… De seguro todos ya habían comenzado a cuestionarse si lo que creían recordar de ella había sido cierto o no. Poco a poco, lo que empezaría con sólo dudas o agujeros en sus memorias, se volvería mucho más tangible. Y con el tiempo, cuando dejaran de verla todos los días, cuando dejaran de tener su presencia como prueba viviente de su existencia, entonces Tammy Hawk dejaría de existir por completo. Aunque, en realidad, nunca había existido realmente.

    —Quizás yo sí pueda hacerlo —soltó de pronto, tomando por sorpresa al chico verde—. Hacer algo contra ella, digo.

    —¿A qué te refieres?

    —Tú también lo notaste hace un momento, ¿no? Puedo usar mis poderes, aún si ella me inmoviliza. No por completo, ya que al estar en dicha posición me es difícil concentrarme. Pero creo que si aplico la fuerza suficiente, podría hacerle el daño adecuado para dejarla fuera de combate.

    —¡¿Y por qué no lo has hecho?! —Exclamó el Titán en voz alta, aunque de inmediato se tapó a sí mismo la boca al darse cuenta de lo que había hecho.

    —¡No es tan simple! Mira en dónde estamos. Si me desconcentro aunque sea un poco… si pierdo el control de nuevo sólo un segundo… —Su rostro se llenó de una profunda melancolía y preocupación—. Podría hacer que toda la cueva nos caiga encima, a ti, a mí, y a los otros también.

    —¿Por qué eso te asusta ahora? Cuando te enfrentamos ayer y hoy en la tarde, parecías poder controlar tus poderes muy bien.

    —Eso fue gracias a la separación —recalcó con pesar—. Al separar todas las emociones inestables y sensibles de mí, lograba enfocarme mucho mejor. Pero ahora que he vuelto a ser una…

    Calló de golpe, a sabiendas de la gran Caja de Pandora que representaba hablar de ese tema. Sin embargo, ya era un poco tarde. El semblante de Chico Bestia volvió a ponerse serio, y lentamente se volteó hacia un lado.

    —Sí, debió haber sido genial separarse de todo lo que sentías —señaló—. Yo quisiera poder hacer eso justo ahora.

    Terra se mordió su labio inferior, a modo de tic nervioso.

    —¿Enserio crees que fue genial? Yo no sabía lo que pasaría conmigo exactamente. De haberlo sabido, no lo hubiera hecho.

    De pronto, se armó de valor para alzar su mirada, y verlo fijamente, aunque él no la mirara a ella.

    —Y aun así, seguí sintiendo algo por ti, en mis dos formas. —Chico Bestia fue incapaz de ocultar su sorpresa al oírla decir eso, y sin proponérselo la miró de nuevo. El rostro de Terra reflejaba una sinceridad bastante evidente y tangible… como la de Tammy—. Aunque fuera poco… pero seguía ahí. Tanto que me ponía celosa de verte a ti y a Tammy juntos; ¿no es algo tonto? Quizás… pero sea como sea, eso no pudieron quitármelo. Por eso lamento haberte decepcionado de nuevo, Chico Bestia. No merezco llamarme Titán, ni tu amiga… ni nada más. —Ahora fue ella quien se volteó a otro lado—. Sólo causo dolor a todo el que tiene contacto conmigo. Así que, en cuanto esto termine y salvemos a Raven… me iré, te lo prometo. Y no volverán a saber de mí.

    —¿Te irás otra vez? —Se le escapó a Chico Bestia de golpe, sin darse cuenta. Sin embargo, una vez que lo dijo, decidió ya no dar vuelta atrás—. ¿Qué pasó con todo lo que dijiste de ya no escapar? ¿Qué pasó con hacer todo lo que fuera necesario para recuperar mi confianza?

    Terra apretó sus labios y sus puños con fuerza. No sabía cómo reaccionar a esos cuestionamientos, o siquiera si debía reaccionar de alguna forma.

    —Yo…

    —No quería interrumpir —escucharon abruptamente resonar la voz de Jaqueline, justo sobre sus cabezas—, pero la cosa se estaba poniendo demasiado cursi para mi gusto, así que…

    Ambos saltaron de sus lugares, y miraron casi con horror la figura de su enemiga, de pie justo sobre la roca tras la que se ocultaban. Su primer instinto fue correr, incluso Chico Bestia tomó la forma de un chita. Sin embargo, la iniciativa resultó inútil, pues recién acababan de dar el primer paso, sus cuerpos se desplomaron al suelo, inmóviles.

    El cabello de Jacqueline era un desastre, uno de los tirantes de su vestido se había rasgado, y en general sus ropas y rostro estaban cubiertos de polvo… y nada de eso la tenía muy contenta.

    —Yo en verdad quería sólo matar el tiempo mientras Jared terminaba con Raven —exclamó aún con molestia en su voz, bajando de la roca de un salto—. Pero no, tuvieron que hacerse los valientes, y usar sus sucios trucos para arruinar mi vestido, mi peinado, mi rostro…

    Se paró justo a un lado de Terra, y presionó la punta de su tacón derecho entra su espalda, infligiéndole un agudo dolor.

    —Debería hacerles lo mismo, pero multiplicado por diez. No, mejor haré que se rompan sus huesos uno por uno… O que sus órganos internos estallen… o presionaré tanto sus cabezas que sus ojos se les saldrán. O, ¿por qué no mejor todo junto? De todas formas, creo que aún tenemos algo de tiempo para divertirnos.

    Encajó aún más su tacón contra su espalda, provocando que la rubia soltara un breve alarido de dolor, algo que Jacqueline pareció disfrutar.

    —Terra… tú puedes detenerla… ¡hazlo! —Escuchó que Chico Bestia intentaba decirle desde su posición.

    —No… no puedo… —se lamentó Terra, aún con dolor en su voz.

    —Por supuesto que no —añadió Jacqueline, complacida—. Nunca has podido hacer nada tú sola. Si no tienes a alguien que te lleve de la mano y te mime, no eres capaz de hacer nada.

    —¡No la escuches! —Exclamó Garfield con más fuerza—. ¡Yo sé que puedes hacerlo!, ¡Terra! ¡Hazlo! Sé que lo lograrás, ¡confío en ti! ¡Así como tú confiaste en mí para sacarte cuando estábamos encerrados!

    Esas palabras la hicieron reaccionar. Le acababa de decir lo mismo que Tammy le había dicho cuando se encontraban encerrados en la esfera de roca. ¿Era cierto lo que le decía? ¿En verdad confiaba en ella? No, de seguro sólo lo decía por decir… ¿o no? Su mente estaba completamente enredada, y el dolor que le provocaba el tacón contra su espalda y la presión de su cuerpo contra el suelo, no le ayudaba.

    —Pierdes tu tiempo, verdito —masculló Jacqueline, divertida—. Terra no puede hacer nada, y ella lo sabe. Tiene miedo de todo y de todos; siempre lo ha tenido. Por eso no puedes ser una princesa, o una heroína, ni siquiera una villana. No puedes ser nada…

    —¡Cállate! —Espetó la rubia, y sus ojos se iluminaron de dorado abruptamente—. ¡No me digas qué puedo o no puedo hacer!

    El suelo debajo de ellos comenzó a temblar, destanteando un poco a Jacqueline. Fragmentos de tierra comenzaron a elevarse a su alrededor, varios de ellos cerca de golpearla. Aplicó aún más presión, tanto en Terra como en Chico Bestia, y el suelo se desquebrajo. Terra perdió la concentración unos segundos, pero de nuevo volvió a enfocarse, a enfocar todo su poder, agitar el suelo, a abrirlo y liberar toda su furia, y así lo hizo… demasiado bien.

    El suelo comenzó a abrirse, y parte del techo comenzó a desprenderse. Fue consciente de inmediato de que estaba perdiendo el control, justo lo que temía que pasara. Intentó calmarse, pero sólo lograba ponerse más y más nerviosa. El piso se desplomó de golpe debajo de los tres, y de la nada comenzaron a caer a un espacio vacío, con todo y los escombros.

    Al estar cayendo, Jacqueline fue incapaz de mantener su magia, por lo que Chico Bestia fue libre. Intentó tomar la forma de una enorme águila y aproximarse hacia Terra para agarrarla; ésta estiró su mano hacia él, intentando alcanzarlo para agarrarla, pero una pesada roca golpeó al chico verde en el lomo, haciendo que luego chocara contra otra roca en el aire, y comenzara a caer, aparentemente inconsciente.

    —¡No! —Exclamó Terra, llena de terror—. ¡Chico Bestia!

    Lo perdió de vista en un parpadeo. Los tres cayeron en caída libre hacia la completa oscuridad, y al absoluto silencio.

    — — — —​

    Robin hacía ya rato que había dejado de dar señales de lucha, o incluso de consciencia. Ahora parecía sólo un muñeco inerte, sin alma y sin fuerzas. Las tres mujeres falsas que lo rodeaban, mantenían sus cuerpos pegados al suyo. Pasaban sus manos por su rostro, su cabello, su espalda, torso, brazos… Le susurraban palabras al oído o cerca de sus labios, pero éste no respondía.

    —Parece que Robin se ha quedado dormido —comentó una de ellas.

    —No, no está dormido —explicó otra—. Sólo está encantado por tanta belleza.

    —Está tan encantado que no puede reaccionar.

    —Es tan adorable.

    —Quizás debamos de darle más de nuestro calor.

    —Todo por el hombre que amamos.

    —Robin.

    —Robin.

    —Robin…

    Jacob había tomado asiento justo delante de él, contemplando con detenimiento toda la escena. Le extrañaba un poco el extraño casi letargo en el que el Chico Maravilla había caído. ¿Acaso había sido demasiado para él? Si era así, se sentía algo decepcionado.

    —Enserio creí que me darías un mejor espectáculo, amigo —mencionó Jacob, algo molesto—. Pero ahora es como ver a un aburrido zombie rodeado de hermosas ninfas. Aunque eso sería una buena película, pero de momento se torna aburrido.

    Un agudo suspiro de decepción se escapó de sus labios.

    —Quizás deba hacer que te abracen, estrujen y besen tanto, que quiten hasta el mínimo rastro de aliento de tu cuerpo, y termines ahora realmente siendo un cadáver de verdad. Pero, ¡hey!, definitivamente hay peores formas de morir. Quizás mejor haga que mis chicas sacien por completo sus necesidades contigo, hasta que tu cuerpo no pueda más —una aguda sonrisa burlona se escapó de sus labios—. Sí, eso sí que sería una muerte feliz. No podrás decir en el otro mundo que el gran Jacob no es misericordioso.

    Jacob rio con fuerza, y Batgirl, Starfire y Raven rieron con él al unísono. Las risas fueron tan sonoras, que sólo hasta que las cuatro se fueron apagando poco a poco, fue consciente de una quinta voz, sonando muy despacio en silencio.

    —…etrion… Zinthos… —escuchó que pronunciaba justo la voz de Robin, aunque demasiado despacio.

    —¿Qué dijiste? —Murmuró Jacob confundido, inclinando aún más su rostro hacia él.

    En primera instancia sonaba como meros susurros. Sin embargo, poco a poco las palabras se volvieron más y más claras, pues su tono de voz iba en aumento.

    —Azarath… Metrion… ¡Zinthos! —Exclamó de golpe, poniendo mucho hincapié en la última palabra—. Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos…

    Jacob lo miró extrañado. ¿Qué estaba diciendo?, no entendía ninguna de esas palabras. ¿Acaso había perdido el juicio? Sin embargo, ante sus atónitos ojos, el Titán poco a poco comenzó a alzarse, apoyándose en sus manos, y luego en sus rodillas, poco a poco, aunque las tres chicas lo seguían sosteniendo, intentando mantenerlo abajo.

    —¿Qué? —Murmuró confundido el mitad demonio, haciendo su cuerpo para atrás por reflejo—. ¿Cómo puedes hacer eso?

    Robin sólo siguió repitiendo la misma frase, mientras se seguía levantando. En unos cuantos segundos, ya estaba casi de pie, aunque Batgirl, Starfire y Raven lo jalaban hacia abajo.

    —Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos…

    —¡Deja de repetir eso! —Le gritó Jacob, nervioso, y rápidamente se levantó y se alejó varios pasos de él—. ¡¿Qué demonios significa?!

    El significado real ni él mismo lo conocía. La magia no era su área de pericia, pero no necesitaba que lo fuera. “Azarath, Metrion, Zinthos”, era ese mantra que Raven siempre repetía, el que le ayudaba a enfocarse, el que la ayudaba a meditar, a despejar su mente y relajarse. Posiblemente no se significaba nada concreto, más allá de algo a lo que Raven podía aludir en busca de claridad mental. Y él, en esos momentos, realmente necesitaba eso.

    Repitiendo esas palabras una y otra vez, logró liberar su mente de cualquier pensamiento no deseado, y enfocarse en lo único que le importaba.

    Ya de pie, comenzó a avanzar al frente, a paso corto, pues las tres mujeres seguían sujetándolo. Jacob, por su lado, se veía realmente nervioso.

    —¡Deténgalo! —Gritó casi con miedo—. ¡No dejen que se me acerque!

    A pesar de sus órdenes, las tres ilusiones poco o nada pudieron hacer. Él seguía avanzando hacia él, cada vez con más constancia.

    —¡Azarath! ¡Metrion! ¡Zinthos!

    Alzó su puño hacia atrás, y al jalarlo al frente con todas sus fuerzas, las tres mujeres se desvanecieron a su alrededor, como polvos de colores arrastrados por el viento. Su puño, sin embargo, siguió su camino recto hasta estrellarse directo en la cara de Jacob, más específico en su nariz.

    El chico de piel gris fue empujado hacia atrás luego de tal golpe. Se tambaleó, y cayó sentado al suelo, con su nariz y boca sangrando. Se llevó instintivamente su mano al área golpeada, mientras sollozaba adolorido.

    —¿Cómo… pudiste escapar de mi ilusión…? —Cuestionó, aún sin poder creerlo—. ¡Nadie tiene tanta fuerza de voluntad para resistir su lujuria! ¡¿Cómo lo hiciste?!

    Robin respiraba agitado, no por cansancio, sino más bien por furia. Lo miraba a través de su antifaz, totalmente lleno de odio. Se le aproximó a paso veloz, y lo tomó de su traje, levantándolo de un jalón para encararlo de frente.

    —¡Estás totalmente errado si crees que lujuria es todo lo que siento por ellas! —Le gritó extremadamente furioso—. ¡No vuelvas a ensuciar la imagen de ninguna de las tres! ¡Nunca más!

    Alzó su puño una vez más, y le dio un segundo puñetazo en la cara, pero ahora mucho más fuerte que el anterior. Jacob dio un giro de ciento ochenta grados y luego cayó de hocico, quedándose totalmente quieto en el piso. Casi al instante, las flores, los destellos dorados, y toda la luz blanca que los envolvía, se desvaneció de golpe.

    La ilusión estaba rota.

    Pero no fue sólo eso. Todo el túnel comenzó a distorsionarse y a cambiar de forma. Poco a poco, ese largo camino que se veía interminable, se volvió mucho más corto, mucho más entendible. Ante él, a menos de diez metros, se materializó el arco de piedra de una entrada, por la que se escapaba la luz de las velas, y un brillante fulgor rojizo. Su destino había estado justo frente a él, y ese tipo quizás lo había tenido dando vueltas en el mismo pedazo sin que se diera cuenta.

    Dio un paso en esa dirección, y luego otro, pero al tercero sus piernas le temblaron, su cabeza le dio vueltas, y tuvo que sostenerse de la pared de la cueva para no caer. Pensar en Raven le había ayudar a enfocarse y salir de ese malicioso transe, pero los efectos que había tenido en su cuerpo no habían desaparecido.

    Su frente sudaba, su corazón latía a mil por hora, y su respiración se encontraba realmente agitada.

    Miró con atención a la puerta delante de él. Tres de estos sujetos estaban peleando con Starfire, Cyborg y Supergirl. Una más se quedó con Chico Bestia y Terra, y el quinto ahora yacía inconsciente a sus pies. Sólo quedaba uno, y era casi seguro que ese uno era quien lo esperaba en ese sitio. ¿Podría enfrentarse a él en tal estado?

    Comenzó a avanzar de nuevo, apoyándose primero en la pared para no volver a caer, pero ya los últimos pasos los dio con más seguridad. Al atravesar aquel umbral, se encontró con una cámara amplia y de techos altos, que asemejaba a algún tipo de iglesia subterránea, pero con símbolos e imágenes muy apartadas de eso. Había cientos de velas por todas partes, pero la fuente de luz principal parecía ser otra.

    Se talló sus ojos, intentando enfocar mejor la mirada.

    —Vaya, pero si es Robin —escuchó murmurar de forma burlona, la reconocible voz de Jared. Al azar de nuevo su mirada al frente y poder enfocarla, logró verlo, de pie casi en el centro del lugar, dándole la espalda, mientras miraba fijamente hacia arriba—. Bienvenido, Chico Maravilla; al fin llegas.

    Se giró levemente hacia él, sólo lo suficiente para poder verlo sobre su hombro con sus brillantes ojos rojizos, que resaltaban entre la sombra que proyectaba la capucha que usaba sobre la cabeza.

    —Pero me temo que es demasiado tarde. Casi está hecho.

    Volvió a mirar hacia arriba, a la misma dirección de hace unos momentos. Robin siguió su mirada, intentando detectar qué era lo que veía; no tardó mucho en notarlo.

    La fuente de luz rojiza que alumbraba todo ese sitio, era ni más ni menos que su amiga Raven, cuyo cuerpo flotaba sobre sus cabezas, sujeta a una gruesa cadena. Su cuerpo resplandecía de rojo, y en su piel se habían dibujado runas que resplandecían como si fueran carbones encendidos. Parecía inconsciente, con sus ojos cerrados, y su rostro calmado. Sin embargo, esa energía que la rodeaba parecía todo, menos calmada. Se movía alrededor de ella, agitándose como animal salvaje.

    En cuanto vio tal imagen, Robin lo supo, y lo sintió: el poder Trigon la estaba consumiendo.

    —Raven…

    FIN DEL CAPITULO 27

    Notas del Autor:

    Si nos remontamos a los comics, Dick Grayson siempre ha sido algo… pues… digamos que suele acostarse con todo lo que se le insinúe. Por ello, quizás de haber sido los cómics, sus escenas en este capítulo hubieran sido diferentes... Si saben a qué me refiero. Pero para bien o para mal, el Dick Grayson de la serie siempre pareció algo más centrado y serio. Además, aunque me he tomado un poco de libertades con algunas cosas, esto sigue estando basado en una serie para niños… por ahora.

    Esto avanza lento pero seguro. Algunos quizás lo sepan, otros no, pero el mayo pasado acabo de contraer matrimonio, así que, ¡felicítenme y denme regalos! Jejeje, no se crean. Lo que intento decir que es que anduve los meses previos atorado con los preparativos y demás, y los siguientes con la mudanza y preparación de la casa. Además de lo habitual, trabajo y otros proyectos, y por ello había tardado en publicar este capítulo. Pero bueno, espero que les haya gustado. Como van la pelea final va algo lenta, pero espero que no por ello aburrida. Quédense al pendiente a los siguientes capítulos, en espera del inminente final.

    ¡Nos vemos!
     
  17.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    6145
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 28
    “Yo soy Terra…”

    Los efectos de la magia de Jacob sobre Robin aún no se habían desvanecidos del todo cuando ingresó en la capilla y contempló la extraña escena que ahí suscitaba. Raven se veía realmente tranquila y apacible, como si simplemente flotara sobre sus cabezas en un profundo y hermoso sueño. Incluso ese fulgor rojizo antinatural que la rodeaba tenía cierto encanto, casi hipnótico, en él. Por unos instantes se vio a sí mismo preguntándose si siempre había sido de esa forma; si siempre había sido como una luz brillante y hermosa, pero lejana e intocable, como una estrella.

    Apretó sus ojos con fuerza e intentó poner su mente en blanco con tal de alejar todos esos pensamientos de su mente, que no tenían cabida en ese sitio o en ese momento. Necesitaba tener muy claro porqué estaba ahí, y no distraerse con nada más. Una vez que sintió seguro de ello, abrió de nuevo los ojos y los clavó fijamente en el último oponente que se interponía entre él y Raven.

    —Detén esto, ¡ahora! —gritó el Titán con gran fuerza, dando un paso firme hacia Jared. Éste seguía de pie justo debajo de Raven.

    —¿Es una orden, acaso? —respondió el chico de piel gris, sonriendo de forma burlona. Ocultó sus manos en sus bolsillos de su sudadera negra, y se apoyó por completo en un pie de forma bastante relajada—. Aunque quisiera, no habría forma de hacer tal cosa. Mi participación en esto ya concluyó. —Miró entonces sobre su hombro a la chica colgada a unos metros sobre su cabeza—. Raven es ahora la que se está encargando del resto. Ya ha de faltar muy poco…

    Robin miró de nuevo unos instantes en dirección a Raven, pero casi de inmediato volvió hacia Jared, temeroso de que su imagen volviera a tener algún tipo de efecto distractor en él.

    —Sé cuál es tu plan, lo sé todo –sentenció con su voz transmitiendo mucha más seguridad, pero ésta no pareció perturbar al chico ante él ni un poco.

    —¿Enserio? ¿Tu amigo Slade te lo dijo, acaso? —Soltó entonces Jared, seguido de una pequeña risilla—. Eso ya no importa, en realidad. Aunque es una pena que ese anciano se nos haya escapado sin haber recibido su merecido por su traición.

    Robin agudizó sus sentidos. Tomó su báculo y lo giró con una mano, para luego tomarlo con firmeza con las dos y señalarlo directamente con él.

    —Y también sé que puede evitarse —declaró con fiereza en chico de antifaz, haciendo que la sonrisa de Jared se borrara. El pelirrojo guardó silencio y lo contempló fijamente. Su expresión ya no era tan tranquila y confiada como siempre, sino más bien se veía algo confundido. Sus palabras evidentemente, lo habían afectado un poco—. Y si te importa Raven realmente aunque sea un poco, me dejarás hacerlo.

    —¿No has entendido que es por Raven por la que hago todo esto? —Respondió Jared, con seriedad—. Por la verdadera Raven, aquella que no tiene que reprimir sus emociones o pensamientos, quien puede ser ella misma sin atadura alguna. Yo la liberaré, mientras tú solo quieres seguirla apresando.

    Robin permaneció en silencio. ¿Realmente era eso lo que pensaba? ¿Qué lo que hacía lo hacía por el bien de Raven? Era probable que, en algún lugar de su mente, eso tuviera sentido. Secuestrar a su hermana, colgarla en una oscura capilla con gruesas cadenas, y someterla contra su voluntad a ese horrible ritual que sacaría aquello que ella había luchado toda su vida por evitar.

    Jared prosiguió con su declaración.

    —Así que si a ti te importa Raven aunque sea un poco, te quedarás justo en dónde estás… Porque si no…

    Extendió entonces ambas manos hacia los lados, y sus palmas se cubrieron de una brillante e intensa llama danzante. Robin comprendió de inmediato sus intenciones, y como era propio de él, en lugar de rehuir a ellas las aceptó gustoso. Jaló su báculo hacia atrás sujetándolo con su mano derecha, y luego extendió la izquierda hacia un lado, sujetando entre sus dedos dos bumerangs listos para ser lanzados a la menor oportunidad.

    Jared volvió sonreír, divertido.

    —Piénsalo bien, Chico Maravilla. No eres más que un simple humano con muy elaborados movimientos de Karate y juguetes caros. Tú no podrás vencerme.

    Para su sorpresa, Robin también sonrió, con bastante confianza en su gesto.

    —He vencido a enemigos mucho más peligrosos que tú con mis movimientos de karate y mis juguetes. Y con mucha menos motivación…

    —Qué peligros —exclamó Jared, sarcástico—. ¡Vamos a ver de qué eres capaz, achichicle de Batman!

    Con sus manos cubiertas de fuego, y sus ojos igualmente encendidos, se lanzó en contra él como fiera al acecho. Robin, por su lado, igualmente se fue directo hacia él, listo para su encuentro.

    — — — —​

    Cuando Terra abrió al fin sus ojos, lo único que vio fue oscuridad; no era oscuridad absoluta, pero sí bastante densa. Igualmente todo estaba muy callado, salvo el eco lejano de agua filtrándose. Se encontraba bocarriba sobre el suelo duro y firme, y una roca se encajaba dolosamente contra la parte trasera su cintura. Se giró sobre su cuerpo para voltearse y liberar el dolor de su espalda. Al quedar con su pecho a tierra, se quedó unos segundos intentando reposar, pero no tenía el lujo de tomarse demasiado tiempo en ello. Se sentó como le fue posible, y miró a su alrededor cautelosa. Seguían sin dudarlo en el interior de una cueva, pero ya no parecían estar en los túneles debajo de la iglesia, sino en algún sitio mucho más profundo.

    —¿Chico Bestia? —masculló en voz baja mientras seguía mirando alrededor en busca del Titán. Sin embargo, no había rastro alguno de él cerca de ella—. ¡Chico Bestia!

    Se paró rápidamente asustada y preocupada. Sintió un poco de dolor en un costado al levantarse, y rápidamente llevó sus manos a esa área. Se dio cuenta que su blusa se había rasgado, y en su piel expuesta se había hecho un muy incómodo raspón que le ardía; no era el único raspón que tenía en el cuerpo, pero ése definitivamente era el más doloroso. No le dio sin embargo mucha importancia y comenzó a avanzar, lentamente, intentando ver algo entre todas las sombras que la rodeaban. Sus ojos ya se habían acostumbrado, pero aún no era capaz de distinguir nada más allá de rocas. Sus manos se aferraban a su costado, en un intento de amortiguar el dolor de su raspón.

    Una vez más lo había arruinado al no saber controlar sus poderes. En un intento de detener a Jacqueline, terminó haciendo que los tres cayeran en ese sitio, y de puro milagro no habían terminado sepultados en rocas… o al menos, ella no. Las solas posibilidades de qué le había ocurrido a Chico Bestia la atormentaban; una vez más, sus poderes terminarían por dañar a alguien que quería, como siempre ocurría…

    Quizás todos habrían estado mucho mejor si ella no hubiera ido con ellos. Quizás sólo debió de haberse ido en cuanto les dijo en dónde podrían encontrar a Jared; haberse ido lejos, muy lejos… como siempre lo hacía.

    —Ya, no sigas —escuchó de pronto una vocecilla aguda pronunciando a un lado. Rápidamente se sobresaltó y alejó de un salto. Cuando miró en dicha dirección, sin embargo, se quedó estupefacta.

    Era una niña pequeña de cabellos rubios, ojos grandes y azules, vistiendo un vestido elegante y largo color lila, y una pequeña corona en forma de diadema en su cabeza. Terra reconoció de inmediato a esa pequeña niña. Era una princesa que había tenido que huir de su país natal cuando aún era muy pequeña separándose de sus padres y su hermano, ocultándose en un país extranjero con otra identidad. Ella la conocía muy bien; su nombre era Tara… Tara Markov.

    —Esto es demasiado peligroso —prosiguió Tara con notoria consternación, mientras agitaba sus manos de abajo hacia arriba—. No la puedes vencer, y si lo intentas terminarás muerta, o convertida de nuevo en piedra. Tienes que huir, ¡vamos!

    —¿Huir? —Susurró Terra, muy despacio—. No… no puedo seguir huyendo…

    —¿Por qué no? —Escuchó de pronto que alguien más intervenía desde sus espaldas.

    Terra se giró lentamente sobre su hombro, y ahí se encontraba una chica rubia, de largos cabellos, y ojos grandes y azules. Usaba unos pantalones cortos de mezclilla azules, una camiseta de manga larga blanca, y sobre ésta una camiseta pequeña color gris oscuro, además de guante cafés que cubrían sus manos. Estaba de pie con sus brazos cruzados, volteada de medio cuerpo sin mirarla. Era una versión más grande de aquella niña, y una versión un poco más joven de quien era ella en esos momentos.

    —¿Qué ganarás con seguir con esto? —Pronunció la Otra Terra de forma seca y cortante—. ¿Crees que Chico Bestia y los otros volverán a confiar en ti? ¿Después de todo lo que hiciste? ¿Crees que alguien volverá a considerarte una heroína? Ésta es una lucha absurda —Se giró entonces hacia ella con firmeza—. ¡Te arriesgas por nada! Tienes que irte, lejos de aquí, a dónde nadie te conozca, donde puedas volver a ser una chica normal y feliz.

    —Es lo que tus padres y tu hermano querían para ti —añadió Tara a dicha proposición.

    Terra bajó su mirada, pensativa, y se apoyó contra un muro de la cueva con su hombro. ¿Qué era todo eso? ¿Algún truco hecho por Jared o alguno de los otros? No podía descartarlo por completo, pero en realidad lo dudaba. Eso era algo más complicado que ello…

    Quizás era cierto; quizás lo mejor era huir y ponerse a salvo. ¿Qué quería lograr realmente en ese sitio? ¿A quién intentaba demostrarle algo? ¿A ella misma? ¿A los Titanes? ¿A Chico Bestia? ¿Y demostrar qué, después de todo? ¿Qué aún era buena?, ¿Qué aún podía ser una heroína? Daba igual, ¿por qué le importaba tanto? Huir era lo que mejor sabía hacer; huir era pare de quién siempre había sido…

    —¡No!, no puedes irte —añadió alguien más, ahora al frente. Por un segundo fue como verse directamente en un espejo, pues esta otra chica rubia y de ojos azules usaba el mismo uniforme que ella tenía puesto. Sin embargo, el de ella no estaba rasgado ni sucio; por el contrario, estaba limpio e impecable como nuevo.

    —¿Tammy? —exclamó Terra entre confundida y asombrada—. ¿Eres tú?

    La nueva visión se le aproximó con cautela, mirándola fijamente con apuro.

    —¿Vas a abandonar a Chico Bestia otra vez? ¿Luego de todo lo que hizo por ti? Le prometiste que ya no lo harías. Dijiste que harías lo que fuera para recuperar su confianza.

    —Él no ha hecho nada por ti —intervino la Otra Terra a sus espaldas, antes de que pudiera pensar siquiera en alguna respuesta que dar—. Incluso te ha tratado como basura desde que se volvieron a ver.

    —Está molesto y dolido, y eso es normal —Añadió Tammy, casi como suplica.

    —Él nunca volverá a confiar en ti. Nunca volverá a sentir lo mismo que sintió por ti antes.

    —Aunque él no lo haga, eso no importa porque tú todavía… —Tammy guardó silencio, y agachó el torso lo suficiente para poder ver a Terra a los ojos—. Tú todavía sigues enamorada de él. Es por eso que no puedes abandonarlo.

    —¿Enamo… rada…? —Masculló Terra muy despacio, volviendo a alzar su rostro al frente—. ¿Estoy enamorada… de Chico Bestia?

    ¿Lo había acaso alguna vez pronunciado con palabras? ¿O había siquiera estructurado de forma clara tal idea en su cabeza? Tal vez no, pero aún así en esos momentos le parecía totalmente lógico, y con todo el sentido. Estaba enamorada Chico Bestia… No sabía en qué momento ese sentimiento por él había florecido hasta tal punto, pero no tenía duda alguna de que era así. ¿Fue desde que lo conoció? ¿Durante su tiempo como Titán? ¿En sus últimos momentos antes de entrar en ese estado de petrificación? ¿Cuándo estuvo separada en dos entidades? ¿U ocurrió justo en ese momento?, justo en ese instante y en ese lugar al cuestionárselo a sí misma.

    —¿Y eso de qué sirve? —Soltó la Otra Terra abruptamente—. ¿De qué sirve morir y sacrificarte sólo por… amor?

    —Es por lo único por lo que vale la pena morir y sacrificarse… —Respondió Tammy con firmeza.

    —Yo no entiendo nada de eso —murmuró Tara en voz baja y algo quebrada—. Sólo sé que todo esto da mucho miedo, y tienes que irte de aquí.

    —No puedes dejar que el miedo te paralice todo el tiempo. Debes seguir, Terra. Sigue adelante…

    Seguir adelante… era lo único que quedaba por hacer ante casi cualquier problema, ¿no? Sólo seguir adelante, un poco más, un paso a la vez.

    Se separó del muro en el que se recargaba y comenzó a andar despacio en la misma dirección en la que iba. El dolor, el cansancio, y el miedo la inundaban y hacían que sus pies se sintieran como plomo. Pero había otro sentimiento más que podía más, y la empujaba a dar un paso detrás del otro.

    Avanzó un par de metros, antes de reconocer entre las sombras un bulto verdoso y morado, cubierto con algunas rocas.

    —¿Chico Bestia? —Espetó intentando llamar su atención, pero la persona ahí tirada no le respondió—. ¡Chico Bestia!

    Dejó a un lado todo aquello que la detenía y corrió apresurada hacia él. Con sus poderes retiró de inmediato todas las rocas que lo sepultaban, arrojándolas a un lado con violencia. Se arrodilló a su lado, y lo giró para que quedara bocarriba. Tenía sus ojos cerrados, pero aún respiraba.

    —Despierta, por favor —comenzó a murmurar despacio, mientras lo agitaba un poco y le daba un par de toques en su mejilla con la yema de sus dedos—. Vamos, Chico Bestia; reacciona, por favor.

    Llegó a pensar que realmente no despertaría, pero luego de unos eternos segundos de insistencia, los ojos del chico se abrieron con algo de pesar. Terra logró suspirar aliviada al ver esto.

    —¿Terra? —Cuestionó el chico de piel verde con algo de debilidad—. ¿Qué ocurrió…? ¡Ah!

    A intentar sentarse, un intenso dolor en su pierna lo hizo encogerse en sí mismo y soltar un pequeño quejido de dolor.

    —¿Tu pierna? —Soltó Terra, sobresaltada al escuchar su reacción—. Permíteme…

    Acercó sus manos a su tobillo, y cientos de pequeños pedazos de roca comenzaron a aglomerarse en torno a él, hasta crear algo similar a un yeso y así mantenerlo inmóvil. Él presionó un poco su pie contra el suelo, y aunque le seguía provocándole molestia, ya fue más soportable.

    —¿Estás bien? —preguntó Terra, sin disminuir su preocupación.

    —Sí, no creo que esté rota. Sólo…

    Hizo el intento e alzarse de pie, pero todo le dio vueltas y se desmoronó de nuevo al suelo.

    —¡Cuidado! —Terra se apresuró a atraparlo y evitar que se golpeara. Ambos terminaron sentados en la tierra, estando él en sus brazos.

    Chico Bestia se sostuvo la cabeza con ambas manos, y sintió lamentosamente una parte húmeda a un costado. Al mirar sus dedos, se encontró que su guante estaba ligeramente manchado de sangre. Parecía que era una herida resultante de su caída, o de las rocas que lo golpearon durante ella.

    Permaneció ahí un rato, intentando recuperarse. Se volvió un poco tarde consciente de la posición en la que estaban, y como Terra seguía con sus brazos a su alrededor, sin soltarlo ni siquiera un poco. Un ligero rubor se formó en sus mejillas verdosas, e intentó inconscientemente poner un poco de distancia entre ambos. Prefirió entonces mirar a su alrededor parra reconocer el terreno.

    —¿Dónde estamos?

    —Caímos más hondo en la cueva —le informó Terra, sin oponer resistencia a que él se apartara.

    —¿Dónde está la chica del vestido?

    —No lo sé… pero no creo que esté muerta.

    Chico Bestia comenzaba a sentirse un poco mejor, pero definitivamente no se encontraba ni cerca de toda su capacidad.

    —Debemos salir de aquí… y ayudar a Robin…

    —No, espera —se apresuró Terra a tomarlo de sus hombros, antes de que intentara pararse de nuevo—. Estás débil y adolorido. No hay nada que puedas hacer así.

    —¡No podemos quedarnos aquí sin hacer nada!

    “¿Por qué no?”, pensó para sí misma, incapaz de pronunciarlo en voz alta. “¿Por qué no podemos quedarnos aquí, a salvo? ¿Por qué no podemos irnos los dos lejos, muy lejos? ¿Por qué no podemos olvidarnos de todo esto y sólo pensar en nosotros dos?” Todo eso y mucho más cruzaba por la cabeza la rubia, pero no decía ninguna. Porque en el fondo sabía muy bien cuál era la respuesta a todo eso. Sabía qué era lo correcto, aunque no le agradara.

    —Tú puedes salir de aquí —escuchó que Chico Bestia pronunció de golpe, sacándola de todos sus pensamientos—. Déjame aquí, y ve a ayudar a Robin antes de que esa chica nos encuentre.

    Terra negó alarmada y frenética con su cabeza.

    —No, no voy a dejarte aquí, y mucho menos con Jaqueline.

    —¡Tienes que hacerlo! Si no detenemos a Jared, Raven se volverá nuestra enemiga, tan temible como el propio Trigon, y ninguno de nosotros podrá detenerla. Los Jóvenes Titanes pueden sobrevivir sin Chico Bestia, pero no sin Robin y Raven.

    Terra seguía negando enérgicamente.

    —¡Terra! Si quieres ser una Titán de verdad, tienes que enfocarte y cumplir la misión…

    —¡Olvida la misión! —Le gritó de golpe con todas sus fuerzas, incluso asustándolo un poco. De inmediato, ella se lanzó hacía él, y lo rodeó de nuevo con sus brazos, pegándolo contra ella. Su rostro se ocultó pegado contra el cuello del Titán, ahogando un par de sollozos en él. Chico Bestia se quedó totalmente atónito, incapaz de reaccionar—. ¿Por qué crees que algo de eso me importaría más que tú? No me importa si los Jóvenes Titanes puedes o no sobrevivir sin ti, ¡yo simplemente no podría hacerlo! Ya no más… no luego de entender lo que siento por ti…

    Chico Bestia perdió por completo el aliento. Terra siguió sollozando contra su cuello.

    —Aunque en estos momentos tú me odies, tú sigues siendo lo más importante para mí —murmuró despacio—. Lamento haberte decepcionado tantas veces; incluso ahora te sigo decepcionando... No merezco ser una Titán, ni siquiera tu amiga…

    Y siguió el silencio, un profundo silencio interrumpido por el sonido lejano del agua y los pequeños sollozos de la rubia.

    —Yo no te odio… —pronunció Chico Bestia de golpe, tomándola por sorpresa y haciendo que se apartar un poco de él, pero sin mirarlo aún a los ojos. En su voz ya no se percibía enojo, sino algo más—. Quisiera poder hacerlo, pero no puedo. Incluso luego de todo lo que hemos pasado, me es imposible…

    La tomó gentilmente de los hombros, y la aparto lentamente para poder verla de frente. Terra apartó su mira, apenada porque de seguro tenía sus ojos enrojecidos y cubiertos de lágrimas. Sin embargo, al final no pudo evitar mirarlo. No le sonreía precisamente, pero no lo necesita. Su mirada era lo suficientemente cándida y profunda como para hacer que su corazón se inquietara.

    —Ya sea como Tammy o como Terra… Tú también sigues siendo demasiado importante para mí —susurró cauteloso, con pesar, pero también con alegría combinada. Una pequeña sonrisa se asomó al fin en sus labios, y aunque fuera apenas perceptible por ella, fue bastante significativa—. Y estoy… demasiado contento de tenerte de vuelta conmigo. Aunque haya sido de esa forma… esperé mucho el que ocurriera…

    —Chico… —Cortó sus propias palabras, y respiró profundamente, intentando recobrar el aliento—. Garfield…

    Su mano derecha se posó con la que él tenía sobre su hombro. No supo en qué momento pasó, o cuánto duró, pero ambos se quedaron viendo el uno al otro a los ojos, sin decir palabra alguna. Y realmente Terra no necesitó que él le dijera algo en especial. Ese sólo y perfecto instante, era suficiente.

    —De nuevo su cursilería es totalmente imposible de ignorar —espetó la reconocible voz de Jaqueline, resonando en el eco de la cueva—. ¿Entonces ya son amigos otra vez? ¿Qué se necesita hacer para que se den por vencidos con esta perdedora?

    Terra se puso en alerta de inmediato. Se giró rápidamente, colocándose delante de Chico Bestia de forma protectora. Una figura comenzó a materializarse entre la oscuridad, avanzando hacia ellos. Ya no se oía el sonido de sus tacones; sujetaba uno de ellos en una mano, y ni idea de en dónde había terminado el otro. Si antes su vestido y su cabello eran un desastre, era difícil encontrar otro adjetivo más acorde con su estado en ese momento. El vestido negro estaba totalmente rasgado, dejando la mitad de su torso únicamente cubierto con su sostén negro sin tirantes. Caminaba descalza, con su cabello hecho una maraña sin forma indefinida. Su maquillaje se había corrido, y tenía un par de raspones por su cara y brazos. Evidentemente no había caído mucho mejor que ellos. Aún así, caminaba como si nada; erguida, segura, sin ninguna seña de dolor en ella. Al parecer era mucho más dura de lo que parecía a simple vista.

    Sus ojos se habían tornado rojizos, brillantes y llenos de ira, como solía ocurrirle a Raven, Jared y los otros, y normalmente no eran una buena señal.

    —Ya me tienen… harta… —masculló, con el enojo en su garganta casi ahogándola—. Ya no más juegos… Acabemos con esto de una buena vez…

    Terra permaneció quieta en su lugar, casi paralizada. No había podido hacer nada útil contra ella, y cuando lo intentó de verdad terminaron ahí abajo, heridos y en la oscuridad. ¿Qué alternativas tenía?, evidentemente sólo morir a manos de su oponente, o morir a manos de sus propios poderes incontrolable. Pero, aún había una tercera opción…

    —Huye, vamos —escuchó que pronunciaba suplicante la voz de Tara. Y al mirar de reojo a un lado, ahí se encontraba la pequeña princesa, con sus ojos llenos de miedo—. Debes irte. Usa tus poderes para escapar por la tierra, no podrá alcanzarte por ahí.

    Huir, claro. Esa seguía siendo aún una opción que considerar.

    —No, no puedes huir —añadió a continuación Tammy, proveniente del lado contrario—. No puedes abandonarlo, mucho menos ahora.

    —Entonces llévatelo contigo, sácalo de aquí —intervino ahora la otra Terra desde sus espaldas; no tuvo que voltear para estar segura de que ahí estaba—. Muere él, mueren ambos, o se salvan ambos escapando de aquí. La decisión es fácil, si me lo preguntas.

    —Tú sabes qué es lo correcto —pronunció Tammy de nuevo—. Tú sabes lo que debes hacer, ¡lo que quieres hacer! No dejes que el miedo te paralice otra vez…

    —¡No la escuches! Ella no sabe por todo lo que has pasado, todas las cosas horribles que has hecho, apropósito o por accidente. El juego se terminó. No eres una heroína, no eres una princesa, y no eres una simple estudiante. Eres sólo una sobreviviente, es lo único que siempre has sido.

    Terra cerró sus ojos unos momentos y respiró lentamente. Sí, era una sobreviviente. Desde niña se las había arreglado para sobrevivir a cualquier costo. Eso era lo único que conocía, el único modo de vivir que había seguido fielmente y sin falta. Pero ya no tenía porque seguir así… sobrevivir no era lo único que conocía ahora. Ahora había conocido mucho más por lo que valía la pena quedarse y no huir.

    Abrió sus ojos de nuevo, fijando su mirada en el oponente que se erguía ante ella.

    Chico Bestia intentó ponerse de nuevo de pie ante el inminente peligro. Sin embargo, Terra lo hizo primero, alzándose delante de él, y extendiendo sus brazos a los lados, defensora.

    —Yo me encargo de ella —murmuró despacio, y luego lo miró de reojo sobre su hombro—. Confía en mí…

    Chico Bestia notó algo extraño en su mirada y en su voz, algo que no supo interpretar con seguridad. Sonaba en parte parecida a Tammy, pero… también a Terra, pero no a la Terra que vio esa tarde en la escuela, o el día anterior, o antes de ser convertida en piedra, o siquiera cuando era una Titán; por alguna razón, la hizo pensar en la anterior a esa, en aquella que conoció por primera vez.

    La rubia se viró de nuevo hacia Jaqueline, y comenzó a avanzar lentamente hacia ella. Jaqueline sonrió divertida al ver su aparente decisión, como si realmente pudiera significar algo.

    —¿Qué piensas hacer? ¿Quieres darle tiempo a tu noviecito de escapar? Pues no lo lograrás…

    Alzó su pie descalzo, y entonces Terra se lanzó apresurada contra ella para teclearla, pero fue tarde pues se quedó a medio metro de distancia cuando su pie chocó contra la tierra y tanto cuerpo como el de Chico Bestia cayeron al suelo, quedando estampados e inmóviles en su sitio.

    —Mucho mejor —masculló Jaqueline con malicia en su tono—. Así es como todos ustedes, humanos rastreros y cobardes, deben de estar. Con sus cabezas agachadas, arrastrándose como insectos a mis pies…

    —¡¿Por qué… no te callas?! —Gritó Terra con fuerza, y sus ojos brillaron con intensidad.

    La tierra debajo del pie derecho de Jaqueline se elevó de pronto, haciéndola perder el equilibrio, y su cuerpo se desplomó hacia atrás. Pero incluso antes de que tocara el suelo, un denso fragmento de roca se elevó unos metros sobre su vista y luego cayó contra ella como una bala, directo en su abdomen, y haciendo que ahora ella fuera estampada contra el suelo.

    Libre del efecto de su magia, Terra se puso rápidamente de pie y corrió hacia la demonio, abarcando en un segundo la distancia que las separaba. Jaqueline alzó la roca que la aplastaba, haciendo que se dirigiera contra ella como una bala. Terra la desvió hacia un lado sin embargo con sus propios poderes y siguió con su camino, propinándole un golpe directo en su cara cuando hacía el intento de pararse, y tirándola de nuevo al piso. De inmediato se colocó sobre ella, empujándola contra el piso con una mano y golpeándola con fuerza con la otra. Logró darle tres puñetazos certeros en la cara, pero cuando alzaba su puño para propinar el cuarto, su cuerpo se elevó sin control por el aire, cerca de cinco metros, y un segundo después comenzó a caer de golpe, precipitándose al suelo y cayendo contra éste con gran fuerza. Luego volvió elevarse y caer, elevarse y caer, repetidas veces estrellándose contra la dura tierra. Su rostro comenzó a sangrar por los repetidos golpes, y manos y rodillas se rasparon. Luego de varias sacudidas, se quedó tirada en el piso inmóvil, y aparentemente inconsciente.

    —¡No!, ¡Terra! —Soltó Chico Bestia, horrorizado por tal imagen. Sin dudarlo, se paró, ignorando su dolor y se convirtió en un gran toro desbocado que se lanzó contra Jacqueline para embestirla, pero a medio camino ésta lo puso contra el suelo de nuevo.

    La chica de piel gris escupió algo de sangre que le había quedado en la boca tras todos los golpes que había recibido. Tenía la cara enrojecida, y con varias pequeñas cortadas. Y si fuera posible verse más enojada de lo que ya estaba, definitivamente se vería.

    —No puedo creer que dos idiotas como ustedes me causen tantos problemas… —cayó de rodillas al piso, algo mareada por los golpes—. Me harán quedar mal con mi hermano Jared… Van a hacer que deje de verme con tan buenos ojos… van a hacer que deje de quererme por ser tan inútil…

    —Tú cariño por Jared es enfermizo… —Escuchó como Terra susurraba despacio, y para su sorpresa notó como comenzaba a levantarse con debilidad a pesar de todo el daño que había recibido—. Es tu medio hermano, maldita enferma… pero te expresas de él como si quisieras que fuera otra cosa…

    Jaqueline se puso roja de coraje, y rápidamente se alzó y se dirigió a ella con una marcada actitud de ataque.

    —¡Cállate! ¡No te atrevas a ensuciar de esa manera lo que hay entre mi hermano y yo!

    —¿Yo lo ensucio? —Ironizó Terra, seguida de una pequeña carcajada. La volteó a ver con una sonrisa burlona en los labios. Su rostro estaba lleno de heridas, en un estado peor que el de ella—. Tú lo ensucias sola, degenerada… de seguro debiste haberte puesto muy celosa al ver toda la atención que le ponía a Raven, ¿no? Debe ser frustrante darte cuenta e que por más que te esfuerces, siempre serás inferior a ella ante sus ojos, sin importar si nosotros te hacemos ver mal o no…

    —¡Cállate! —Espetó furiosa, y el cuerpo de Terra volvió a desplomarse al suelo—. ¡Cállate!, ¡cállate!, ¡cállate!

    Azotó su pie una y otra vez en el suelo, y cada vez que lo hacía Terra se elevaba unos centímetros, y luego se volvía a estrellar contra la tierra.

    —¡¿Quién eres tú para hablarme así?! ¡¿Quién eres tú para entender, aunque sea un poco, lo que yo siento?! ¡No eres nadie!, ¡eres nada!, ¡eres menos que nada! ¡Basura inmunda patética que no mereces vivir en este mundo!

    El cuerpo de Terra fue literalmente zarandeado de arriba abajo un sinnúmero de veces, como simple muñeca de trapo sin vida ni fuerzas. Sin embargo, de pronto, la rubia interpuso sus manos y sus pies, plantándolos en el suelo y evitando que su cuerpo chocara. A pesar de que se veía que necesitaba imponer una gran fuerza para hacerlo, igualmente Jaqueline se quedó atónita.

    —Soy mucho, mucho más que tú… —murmuró despacio, sin el temblor en su voz.

    Pedazos de roca comenzaron a desprenderse de suelo, y rodear sus manos y pies, y luego sus muñecas y tobillos. La roca que rodeaba sus extremidades comenzó a levantarlas, haciendo que éstas se elevaran con más libertad, aun bajo la influencia de Jaqueline, e incluso pudiera dar un par de pasos pesados hacia ella.

    Jaqueline la miró estupefacta, e incluso inconscientemente dio un paso hacia atrás… ¿cómo si le temiera? No, no era posible. ¿Tenerle miedo a ella? Era inconcebible tal cosa. Volvió a aplicar su magia contra ella, con aún más fuerza, toda la necesaria. Terra se tambaleó, estuvo apunto de caer, pero la roca alrededor de ella la contuvo. Poco a poco sus brazos y piernas comenzaron a cubrirse de más roca, y comenzó a avanzar sin detenerse hacia ella. Por más que Jaqueline la seguía presionando, y por más que Terra se tambaleaba y parecía a punto de caer, seguía avanzando; lento, pero avanzaba.

    —No puede ser… —exclamó Jaqueline, temblorosa.

    A pesar de la intensa influencia que aplicaba en la gravedad a su alrededor, ella aún era capaz de usar sus poderes. Por más que la propia gravedad del planeta jalaba la roca o la tierra, ella lograba alzarla a su voluntad. Quizás necesitaba aplicar más fuerza, más energía, más concentración. Pero nadie en ese sito dominaría la tierra por encima de ella. Al mover con sus poderes la tierra alrededor de sus extremidades, era capaz de moverse, aunque el suelo a sus pies se desquebrajara y sus huesos le dolieran. Esa bruja no la detendría…

    —Soy Tara Markov… Princesa de Markovia… —Pronunció con ímpetu, sin detenerse; Jaqueline siguió retrocediendo, ya incapaz de ocultar su miedo—. Soy Tammy Hawk… Una simple estudiante que vive con sus abuelos y va a la escuela… Pero lo más importante… es que… soy… Terra…

    Se lanzó de un salto al frente, y le propino un golpe directo en la cara a Jaqueline con su puño de piedra. El cuerpo de la mitad demonio se tambaleó hacia atrás, y parte de la influencia de su magia se desvaneció.

    —¡Soy una Joven Titán! —Añadió justo después con energía, dándole otro golpe más—. ¡Soy una Superheroína! —Otro golpe—, ¡una guerrera! —Uno más—, ¡y su maldita perdición! —y remató con un último golpe con ambos puños contra su cabeza al mismo tiempo, tan fuerte que sus guantes de roca se rompieron, y el cuerpo entero de la mitad demonio se propino contra el suelo, casi revotando contra éste.

    —¡Yo… soy… Terra!

    Como acto final, alzó su pierna derecha y la dejó caer contra su espalda. Jaqueline soltó un último e intenso alarido de dolor, y justo después sus ojos volvieron a ser los de un ser humano normal, y luego se cerraron. Ya no opuso resistencia alguna, quedando totalmente inconsciente en el piso; desmayada, herida, mallugada, débil, posiblemente con infinidad de huesos rotos y heridas internas… pero, evidentemente, viva. Era evidente que el cuerpo de los demonios, incluso aunque fueran sólo mitad, era bastante resistente.

    El de Terra no lo era tanto, sin embargo. Una vez que el peligro desapareció, toda su armadura de roca se desmoronó en pedazos hacia el suelo, y ella le siguió poco después. Le dolía casi cada rincón del cuerpo; y aquellas que no le dolían, era posible que se debía a que ni siquiera las podía sentir más. Antes de rendirse por completo, alzó su mano como le fue posible en dirección al cuerpo inerte de Jaqueline, e hizo que fuera rodeada por fuertes aros de roca para que la aprisionaran. Aunque fuera capaz de despertar y usar sus poderes aún en esa circunstancia, tendría que hacerlo contra sí misma si quería hacerlo, y eso de seguro no sería agradable.

    Se dejó caer entonces contra la tierra, carente de todas energías. Había ganado, y aun así se sentía como si hubiera perdido.

    —Terra… —escuchó la voz de Chico Bestia llamándola, y eso fue lo único que evitó que cayera en la completa inconsciencia.

    Alzó su vista con debilidad, y pudo ver como el Titán de piel verde se arrastraba hacia ella con bastante apuro, hasta colocarse justo delante de ella. Él se sentó, y luego tomó con mucha delicadeza su cabeza, para colocarla recostada sobre sus piernas. En esos momentos, a Terra eso le pareció lo más cómodo del mundo.

    —Lo logré… —Soltó la rubia, apenas con un pequeño hilo de voz, y lentamente se giró sobre sí misma para quedar boca arriba—. Lo logré… Garfield…

    Una sonrisa feliz, aunque no por ello menos dolorosa, se dibujó en sus ensangrentados labios. Chico Bestia sonrió también.

    —Lo lograste… sabía que lo harías. Por qué eres una verdadera Titán…

    Terra no respondió nada; sólo siguió sonriendo, disfrutando entre todo su dolor y cansancio ese momento de pequeña paz.

    —¿Tú cómo te sigues? —Murmuró tras unos momentos, volviendo a abrir sus ojos—. ¿Crees poder alcanzar a Robin?

    Chico Bestia alzó su mirada hacia el techo sobre sus cabezas.

    —No lo sé… pero debemos intentarlo…

    —Déjame, no hay forma de que pueda enfrentar a Jared y a los otros así; sólo sería una carga… yo estaré bien…

    —Nada de eso —exclamó el Titán con tajante fuerza—. Nos sacaré a ambos de aquí, aunque me cueste mis últimas energías.

    Terra lo volteó a ver de reojo como le fue posible, sorprendida y confundida.

    —Pero… dijiste que la misión…

    —Al demonio con eso —respondió entre bromeando y enserio. Terra no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, que la hizo encogerse de dolor.

    Luego de tomarse un minuto para descansar y tomar aire, Chico Bestia se las arregló para colocársela sobre su espalda, e inmediatamente después tomó la forma de una enorme águila de suave plumaje verde. Terra recostó su cabeza sobre las plumas, y no pudo evitar sentir ganas de dormir, pero temía que al despertar todo eso no fuera más que alguna mala broma.

    Miró de reojo hacia abajo mientras se elevaban, y logró divisar en el fondo a esas tres visiones que había tenido de sí misma. No lograba divisar con claridad sus rostros debido a la distancia, pero presentía que Tara y Tammy le sonreían; la Otra Terra no directamente, pero igual de seguro estaba conforme con el resultado.

    Sonrió por dentro, y se permitió cerrar un instante los ojos. Chico Bestia voló por toda el área hasta encontrar el agujero por el que habían caído, y así volver al túnel.

    FIN DEL CAPITULO 28

    Notas del Autor:

    Y luego de un largo tiempo de espera, aquí se encuentra el Capítulo 28, el primero de los últimos 5 Capítulos de esta historia. Este capítulo como pudieron ver, fue 95% dedicado a Terra. Es curioso que siendo un Fanfic que nació como una historia de la pareja Robin y Raven, Chico Bestia y Terra resultaron tener más desarrollo y progreso. Si no son mu fans de esta pareja, o si no son fans del personaje de Terra en general, quizás este capítulo no les fue tan agradable. Pero bueno, piensen que con éste se cierran algunos temas con respecto a ella, y claro conforme avancen estos últimos cinco capítulos se irán cerrando muchos más.

    Déjenme todos sus comentarios, y síganme en mi página para estar al pendiente de todas las actualizaciones y demás cosas que iré publicando alusivo a este momento.

    ¡Nos vemos!
     
  18.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    6539
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 29
    “Contraataque”

    Mientras Terra y Chico Bestia lidiaban en lo profundo de la cueva con Jacqueline, y Robin encaraba a Jared en la capilla, Supergirl continuaba peleando con Jack; claro, si es que “pelear” era la forma correcta de llamarlo. A pesar de todos sus intentos, seguía siendo incapaz de alcanzarlo, pues siempre la lograba casi inmovilizar con su sola mirada. La situación se volvió rápidamente bastante frustrante.

    Tras una larga serie de intentos, optó por quedarse quieta, parada en su lugar solamente viendo fijamente a su oponente sin decir o hacer nada. Jack, por supuesto, sólo permanecía sentado y tranquilo, sin quitarle los ojos de encima.

    —Por mí es mejor que te quedes ahí —comentó Jack, justo después de rascarse el cuello y la mejilla derecha con las largas uñas de sus dedos, que casi parecían garras—. Así gastamos menos energía y da menos pereza…

    Supergirl no dijo nada. Posiblemente estaba intentando decidir alguna nueva movida, o eso supuso Jack. Pero no importaba lo que intentara. Fuera lo que fuera, no podría tocarle ni un pelo. Y en realidad, Kara era bastante consciente de ello, por lo que decidió cambiar de estrategia.

    De la nada, se elevó hacia el techo, algo lento ya que Jack seguía mirándola, pero aún así avanzando. Jack supuso que intentaría tomar altura para luego atacarlo desde arriba, pero no le funcionaría. Sin embargo, siguió elevándose, y elevándose. Incluso comenzó a aplicar más empeño, pues aún a pesar de la magia de Jack, comenzó a acelerar un poco más, en línea recta hacia el techo de la cueva.

    —¿Qué está haciendo? —exclamó Jack, totalmente confundido.

    Kara siguió avanzando, acelerando lo más fuerte que pudo. Jaló sus brazos hacia atrás, luego en el momento justo hacia adelante, golpeando el techo. Como no iba tan rápido, el impacto no fue tan fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que el techo se desmoronara y gruesos fragmentos de roca comenzaran a caer hacia el suelo; o, más específico, hacia Jack. Éste, asombrado al ver que las rocas se le venían encima, fijó de inmediato su mirada en ellas para que se detuvieran y así darle tiempo de pararse, moverse de su lugar, y salir de su alcance. Una vez a salvo, las dejó caer a tierra.

    El sentimiento de alivio que le provocó el haberse salvado de morir aplastado, le duró poco, pues de inmediato se dio cuenta de que había perdido a Supergirl de vista. Miró a todos lados, arriba y abajo, pero no la veía por ningún lado; se había esfumado por completo…

    Comenzó a ponerse más y más nervioso, hasta incluso sudar. ¿A dónde había ido? ¿Cómo la había perdido de vista? ¿Cómo había cometido un error tan tonto?

    Pasaron segundos, quizás minutos sin que diera señal alguna de presencia. Jack consideró incluso la posibilidad de salir corriendo, pero sólo llegó a considerarlo en realidad. Sintió que el suelo a sus pies temblaba, y un segundo antes de que pudiera agachar su cabeza y mirar, la figura de Supergirl se elevó de golpe, rompiendo la roca y alzando su puño directo a su barbilla. Jack recibió el intenso golpe directo, mismo que lo elevó y lanzó volando por los aires asta estrellarse contra el techo, rebotar contra éste como una pelota, y luego caer en picada directo el piso, aunque a media distancia en el aire, Supergirl lo interceptó, lo tacleó con su cuerpo entero, e hizo que ambos chocaran contra la pared, desquebrajándola.

    Kara se apartó de la pared, quedándose flotando a unos metros de ella. Jack estaba de cabeza, con su cara y todo el frente de su cuerpo estampados en la pared, y ella sólo podía ver su espalda. Estaba totalmente quieto, y de seguro totalmente fuera de combate, y quizás de más. La rubia suspiró aliviada al sentirse ya libre de tan incómoda y molesta situación.

    —Realmente fuiste un dolor de cabeza, amigo…

    Se permitió un segundo para considerar qué hacer a continuación. Le pareció que la mejor opción era ir directo por donde Robin y los otros se habían ido. De seguro ahí la necesitarían más. Sin embargo, recordó de pronto a Starfire, o más bien al contrincante al que enfrentaba. Le causaba escalofríos la sola idea de volver a cruzarse siquiera con esa chica… pero por eso mismo no podía dejar a su nueva amiga sola contra ella.

    Agudizó sus oídos para poder escuchar y detectar los sonidos de la batalla. Detectó primero a Cyborg, y consideró por un momento mejor ir y ayudarlo a él. Sin embargo, cuando captó los sonidos de Starfire, ésta sonó mucho más necesitada, como se lo temía. Sin espera, emprendió el vuelo en su dirección.

    — — — —​

    Quizás Starfire sonaba más necesitada, pero eso no significaba que Cyborg la estuviera pasando mejor. No era capaz de dañar a John a través de su gruesa piel, y éste ahora se movía velozmente de una forma compacta, rebotando por todo el pequeño espacio en el que se encontraban, chocando contra las paredes, luego contra el techo, y posteriormente el suelo; y en casi cada ocasión llegaba a golpearlo con bastante fuerza.

    El Titán intentaba dar un disparo certero de su cañón sónico, pero era demasiado rápido. Y además, no podía arriesgarse y disparar de forma incorrecta para terminar sepultado en roca. Los consecutivos ataques contra su persona cobraron factura al final, cuando de un golpe certero su brazo izquierdo se desprendió de su cuerpo y salió volando por la cueva, a varios metros de él. John, luego de dar tal golpe, rebotó en la pared detrás de él, y se dirigió como una bala de cañón directo a su espalda antes de que pudiera voltearse. Cyborg fue lanzado hacia el frente por el impacto, cayendo de cara a la tierra. John en forma de bola se dirigió al techo, rebotó sobre éste, y entonces cambió de forma a una mucho más grande, quizás del doble que el chico mitad máquina, y lo suficiente para aplastarlo por completo contra el piso. Cyborg no pudo recuperarse lo suficientemente rápido para esquivarlo, y terminó estampado contra el piso, siendo presionado por la enorme figura grisácea.

    John se apartó de él, tomando de nuevo su forma real. Cyborg yacía en el suelo, con chispas brotando de varias partes de su cuerpo, y gruñía con algo de dolor. John sonrió complacido.

    —Terra nos dijo que debíamos de tener cuidado contigo —comentó el mitad demonio, poniéndose de cuclillas delante de él, admirándolo con curiosidad—. Qué eras el más inteligente y astuto del equipo, pero a mí no me lo pareces.

    —¿Terra les dijo eso? —Murmuró Cyborg, alzando con cuidado su rostro hacia él, cubierto de tierra—. Vaya, y creí que no le agradaba…

    Una sonrisa bastante confiada se asomó en sus labios, mucho más confiada de lo que su situación debería ameritar.

    —Sonríe todo lo que quieras. Da lo mismo si te acabó ahora o no; cuando Raven despierte, todos ustedes estarán muertos o sometidos.

    —No conoces a Raven tan bien como yo. Si alguien puede patearle el trasero a la magia de Trigon fuera de esta dimensión, esa sería ella sin dudarlo. Ya la he visto hacerlo un par de veces, después de todo.

    —Veo que tus circuitos de impertinencia no se han estropeado.

    —De esos tengo bastantes repuestos, amigo…

    Mientras hablaban, Cyborg comenzó a acercar la mano que aún le quedaba lentamente al costado de su muslo, esperando que él no lo notara. No estaba seguro si eso funcionaría, pero era la mejor herramienta que le quedaba en esos momentos.

    —Cómo sea —masculló John con molestia, y se puso entonces de pie una vez más—. No sé si Raven se molestará conmigo o no si te acabo, pero ya me caíste mal…

    Su cuerpo se comprimió de nuevo, tomando la forma de una pelota gris. Comenzó a rebotar repetidas veces en el suelo una y otra vez, para el final dar una última rebotada con fuerza, que lo hizo elevarse con velocidad hasta el techo, chocar contra éste hasta desquebrajarlo, y luego descender en picada hacia él, directo a su espalda, con la fuerza suficiente para quizás partirlo en dos. Sin embargo, antes de que lo alcanzara, Cyborg logró abrir el compartimiento en su pierna, y sacar de éste dos cuadrados metálicos, mismos que lanzó al aire cuando John se encontraba a media ruta de alcanzarlo.

    Los dos cuadrados que Cyborg había arrojado, giraron de manera paralela hasta que alcanzaron a John, estando cada uno a un lado de éste. El área entre ambas placas se cubrió de pronto de una energía rojiza, que creó cuatro paredes, mismas que junto con las dos placas crearon una caja que encerró la pelota John en su interior.

    Cyborg se hizo a un lado, para esquivar la caja, con todo y John, que se precipitó al piso. La caja quedó estampada en la tierra, y el ser en su interior, por más que se movía y agitaba, no lograba salirse de ahí.

    —¡¿Qué demonios es esto?! —exclamó John, confundido pero a la vez enojado. Cyborg rio con emoción al ver que había funcionado.

    —Un regalo del buen Dr. Chang, un viejo conocido —le respondió, estando sentado en el suelo a unos metros de él—. No hace mucho nos tuvo encerrados en una versión mucho más grande que esa. Las paredes absorben todo tipo de energía, incluida la cinética. Mientras más las golpees, más fuerte se vuelven. Impresionante, ¿no? Estuve trabajando en mejorar el diseño, y esas dos eran sólo un prototipo. Una parte de mí creyó que no funcionarían, pero al parecer me subestimé un poco.

    Una expresión de absoluto orgullo le inundaba el rostro. Mientras se dirigía a recoger su brazo, John intentó aumentar su tamaño para romper aquella cosa, pero fue inútil; terminó aplastado contra las paredes, como a Chico Bestia le había ocurrido al intentar convertirse en ballena con el mismo fin.

    El Titán tomó su brazo, lo acercó a la articulación de su hombro e intentó hacerlo encajar. No funcionaría al 100% por el resto de la noche, pero esperaba realmente no necesitarlo. Igual si Robin no tenían éxito en detener lo que esos tipos querían hacer con Raven, no habría mucho que pudiera hacer con o sin su brazo.

    —Bueno, no puedo dejarte aquí solo —señaló una vez que tuvo de nuevo su brazo, y entonces se dirigió al cráter en el que yacía su atrapado oponente—. Tendré que llevarte conmigo por un rato…

    Se agachó a intentó levantar la caja que lo aprisionada, pero para su sorpresa era mucho, mucho más pesada de lo que parecía. Hizo el intento un par de veces, pero a la segunda sintió que su brazo de nuevo estaba por zafarse. Lo más seguro era que su prisionero lo hacía apropósito.

    —Eres un mal perdedor, ¿sabes? —le recriminó el Titán con fastidio, a lo que John no respondió nada.

    — — — —​

    Starfire yacía en el suelo, débil y golpeada tras todo el rato que llevaba intentando hacerle frente a esa extraña chica que se intercambiaba entre su hermana Blackfire y su yo malvada, para así hacerla destantear. Al alzar su mirada hacia ella en esos momentos, la vio con la apariencia de su hermana una vez más, de pie a unos metros con sus manos en su cintura y una sonrisa cínica en los labios, muy propia de ella. A pesar de que había sido capaz de derrotar a Blackfire en el pasado, en esa ocasión no podía hacerle frente a esa versión falsa de ella; y estaba segura que no se debía únicamente por su cuerpo aún malherido por su pelea del día anterior, o el hecho de que no hubiera podido descansar ni un poco desde que despertó esa mañana luego de su largo sueño.

    Terra les dijo que era capaz de tomar la forma de alguien de quien sintieran celos o envidia, o al menos alguien a quien pensaran que no serían capaces de derrotar. ¿No se sentía capaz de derrotarla?, ¿era eso? La solución, de ser así, sonaba sencilla: convencerse a sí misma de que sí podía. Claro, sonaba sencillo, pero nadie le diría cómo hacerlo, eso era seguro.

    —Es tan triste verte en ese estado, hermanita —masculló aquella chica usando la misma voz y tono que su hermana, tanto que era imposible no creer, aunque fuera un poco, que en verdad se trataba de ella—. Tan triste, tan sola. Si te hubieras casado con el chico que te conseguí, no tendrías que haber sufrido esta decepción amorosa con Robin. ¿Ves que siempre estoy procurando tu bienestar? ¿Y cómo lo agradeces?

    —¿Cómo sabes de eso? —Susurró con seriedad la pelirroja, parándose de nuevo con notorio esfuerzo—. ¿Puedes leer mi mente?

    —Una mente tan simple como la tuya, no entendería todo lo que implica mi poder… Así que, ¿para qué perder el tiempo explicándotelo?

    Los ojos de Blackfire se encendieron y un instante después comenzó a arrojarle esferas de energía consecutivas en su contra. Starfire se elevó y comenzó a volar alrededor de la cueva para esquivar los ataques. Sin embargo, ya en ese momento ya no era tan sencillo moverse rápido y de manera precisa. Una de esas esferas terminó por golpearla en el torso, una más en el brazo, y una tercera en la cara. Descendió de golpe con su cara contra la tierra, y por el mismo impulso que llevaba rodó por el piso, hasta quedar bocarriba, mareada y confundida.

    —No te sientas mal —escuchó entre todo el mareo que sentía que le volvía a hablar, pero ahora no era la voz de Blackfire, ni la suya; había, de seguro, cambiado a su forma real—. La verdad me sorprende que estés de pie luego de lo que Terra te hizo ayer. ¿Sabías que Raven podría haberte salvado sin problema de eso pero prefirió no hacerlo?

    Starfire giró levemente su mirada hacia ella. En efecto, una vez más tenía esa apariencia de cabellos rubios y rizados, piel gris y ojos rojizos.

    —Yo estuve ahí… de cierta forma, convenciéndola de que no lo hiciera. Susurrándole al oído lo fácil que sería para ella si tú desaparecieras de su vida. Pensarías de seguro que fue difícil convencerla, pero en realidad no lo fue tanto. Creo que incluso antes de nosotros, ella ya te quería muerta.

    —Ustedes son los que jugaron y manipularon sus sentimientos… —masculló la Tamaraniana, volviendo a ponerse de pie lentamente—. Hicieron que mi amiga Raven hiciera y dijera cosas que no pensaba… ustedes… ¡son aún peores hermanos mayores que la mía!

    Jessie parpadeó confundida ante tal declaración tan repentina, pero de inmediato comenzó a reír, notablemente divertida.

    —Cuestión de perspectiva. De mi punto de vista, estamos siendo demasiado buenos hermanos, por alguien que quizás no se lo merezca —se cruzó de brazos, y apoyó todo su peso sobre su pie derecho, adoptando una postura mucho más relajada—. Mira que tomarnos todas estas molestias para que ella sea libre. Espero que realmente valga la pena al final…

    Bufó despreocupada un segundo después y se encogió de hombros.

    —No importa —en un parpadeo, su apariencia volvió a cambiar, de regreso a la Starfire blanca y de ojos rojos—. Igual ese ya no es tu problema, Starfirita.

    La falsa Starfire se le lanzó encima al ataque. La original alzó sus brazos para defenderse, pero ella la tacleó con fuerza, arrojándola contra la pared de cueva. Se disponía a hacerlo una segunda vez, atacando ahora directo con sus puños, pero hacia su torso. Sin embargo, en el último segundo, una figura roja y azul cruzó frente a ella, apenas siendo perceptible por su ojo, y en ese instante Starfire desapareció de su vista, y terminó estrellándose contra la pared, hasta casi atravesarla.

    Supergirl había llegado en el momento justo. Tomó a Starfire en sus brazos, y la alejó del alcance de su oponente. Descendió poco después de regreso al suelo, y la colocó sentada ahí. La cabeza de Starfire colgaba hacia un lado, y sus ojos entrecerrados miraban de forma perdida hacia un punto a oscuras de la cueva, sin razón aparente.

    —Te ves terrible, sin ofender —murmuró Supergirl, algo sorprendida por su estado—. ¿En quién se convirtió para dejarte en este estado?

    —En mi hermana… y en mí… —respondió despacio, y Kara no supo bien cómo interpretar ello; de seguro tendría bastante sentido en su cabeza.

    —Descansa un poco, yo me encargo del resto.

    —No puedes. —Rápidamente la pelirroja la volteó a ver, alarmada—. Se convertirá de nuevo en Superman…

    —Lo sé, y no creas que eso me emociona mucho. —Una vez que se aseguró que se encontraba sentada de manera correcta en el suelo, se levantó de nuevo, y se giró hacia la silueta oscura de la mitad demonio, que poco se volvía visible entre todo el polvo que había levantado al atravesar la pared—. Pero nadie dijo que ser una heroína tenía que emocionarte todo el tiempo, ¿no?

    Separó sus pies del suelo unos centímetros, y comenzó a flotar lentamente en dirección a su nueva oponente, mientras los ojos verdes de Starfire la seguían en silencio.

    Jessie salió caminando de la cortina de polvo, y miró divertida a Supergirl ante ella.

    —Vaya, ¿Jack no pudo siquiera detenerte por más tiempo? Enserio que es un inútil. Como sea, creí que habías dicho que no querías volver a enfrentarme. La verdad lo preferiría así; una vez que ya sé cuál es su debilidad, se vuelve un tanto aburrido repetirlo una segunda vez. Te doy la oportunidad de que te vayas; si te vas ahora, puede que alcances a tus amigos. Aunque para detener la liberación de Raven, te advierto que ya debe de ser tarde.

    —Ella tiene razón —señaló Starfire a sus espaldas, hablando con fuerza para que la escuchara—. Robin y Chico Bestia te necesitan más que yo.

    —Eso no lo sé —respondió Supergirl de inmediato, alzando su mano hacia un lado con la señal de “amor y paz” con dos dedos para que ella pudiera verlos—. Pero definitivamente a Robin no le gustaría que dejara atrás a alguien tan importante para él…

    Starfire se sobresaltó un poco, y luego bajó su mirada con tristeza.

    —Yo… no soy la persona… importante para…

    —Si crees que sólo por lo que pasó no eres importante para él, entonces no lo conoces —interrumpió Supergirl de golpe, tomándola por sorpresa—. Sus compañeros, sus amigos, y su familia; eso es lo más importante para él, siempre lo ha sido. —Se elevó un poco más, y apretó sus puños con fuerzas mientras tenía su vista fija en su contrincante—. Debería aprender más de él… De entre ambos, es obvio quien es el verdadero héroe…

    Sin más, se lanzó en contra de Jessie con energía. Antes de alcanzarla, su imagen cambió abruptamente a la de Superman, pero eso ya no la sorprendió; de hecho, lo veía venir. Lanzó un golpe, mismo que él, o ella, esquivó con velocidad hacia un lado. Siguió atacándola repetidas veces de la misma forma, pero ella seguía esquivando con facilidad, teniendo incluso sus brazos cruzados de forma prepotente sobre el falso emblema de “S” en su pecho.

    —Debiste permitirme que te entrenara más —murmuró aquel ser con la forma y voz de Superman—. Es evidente que no estás lista para ser una Superheroína. Deberías mejor considerar la carrera de secretaria o asistente personal; al menos así le serías útil a alguien.

    —¡Se ve que no sabes nada! —Le gritó sin detener sus golpes—. ¡Él nunca me diría algo como eso!

    —Quizás no, ¿pero lo pensaría acaso? ¿O al menos algo parecido?

    Un pequeño instante de distracción en ese pensamiento fue suficiente para que el falso Superman reaccionara y lograra darle un golpe certero en su cara, que la arrojó hacia atrás, rebotando el suelo y luego contra la pared. Antes de que se recuperara, la figura azul y roja de Superman la tacleó, haciendo que ambos atravesaran una, dos y hasta tres paredes de los túneles. Luego la tomó y la arrojó con violencia contra el suelo. El cuerpo de la Kryptoniana chocó contra la roca, desquebrajándola.

    Kara se sentó despacio en el pequeño cráter que se había formado por ese impacto. Se limpió su cara con el dorso de su mano, y la miró flotar sobre ella con una actitud prepotente que la hizo enfurecer aún más de lo que ya estaba.

    —Siempre has vivido a mi sombra —murmuró el falso Superman—. Copias mi traje, mi nombre, mi profesión… ¿Acaso no puedes tener una idea original por tu cuenta?

    —Muéstrame tu verdadera cara, y te mostraré un par de ideas originales que se me ocurren para hacer con ella.

    —Al menos no pierdes tu sentido del humor. —Sus ojos brillaron con intenso fulgor rojizo en esos momentos—. Veamos qué tanto te dura…

    Kara se sorprendió al ver esto. ¿También podía imitar eso? Qué habilidad tan endemoniadamente problemática.

    Dos rayos de calor surgieron de sus ojos y se dirigieron directo hacia ella, estando aun en el suelo. Ella rápidamente igualmente sacó sus propios rayos, y ambas energías chocaron la una contra la otra a mitad del espacio que los separaban. Supergirl aplicó toda sus fuerzas para repelerlo, pero poco a poco los de ella iban ganando terreno y se le acercaban.

    ¿Mientras creyera que Superman era un poco más fuerte que ella entonces lo sería? Eso era bastante injusto. Que jugara de esa forma con las inseguridades de las personas. Un ser como ese no debería de existir...

    Los rayos se seguían acercando más y más a ella. Ya estaban a un cuarto de distancia, cuando comenzó a considerar el moverse rápidamente de ahí y esquivarlos, y también cuando alguien atravesó rápidamente el agujero que habían hecho al entrar a esa sección de la cueva, y luego se dirigió de golpe hacia el falso Superman en el aire. Ante los ojos y oídos atónitos de Supergirl, Starfire se elevó desde atrás de su atacante, junto ambos puños, los colocó sobre su cabeza y luego los dejó caer de lleno contra su cabeza con gran fuerza.

    No sólo los rayos de calor cesaron, sino que el cuerpo de Superman salió volando de golpe, dando vueltas sobre sí mismo hasta chocar contra el suelo, rebotar un par de veces, y luego quedar a una larga distancia de Kara, que miraba todo desde su posición sin poder creérselo.

    —¡¿Estás bien, Supergirl?! —Exclamó Starfire totalmente alarmada, y descendió de inmediato hacia dónde se encontraba; aunque, en cuanto sus pies tocaron tierra, ella misma se desplomó de rodillas, respirando agitadamente. Seguía sin lugar a duda debilitada, y aun así…

    —¿Cómo hiciste eso? —inquirió Kara de inmediato. Starfire, por su lado, se viró hacia ella confundida—. ¿Cómo pudiste golpear con esa fuerza a Superman?

    —¿Superman? —Murmuró Starfire despacio—. Es que, yo nunca la vi como Superman… Yo la miraba como ella…

    Ambas se giraron en dirección a donde Superman había caído, pero Kara ya no la vio con esa apariencia. La persona que estaba alzándose, tambaleándose y sosteniéndose como le era posible de la pared para no caer, era de nuevo la chica de cabellos rubios rizados.

    Y fue entonces que lo entendió.

    —¡Claro! —Exclamó con entusiasmo, poniéndose rápidamente de pie; Starfire la miraba aún desde el suelo, confundida por su cambio tan repentino—. Los poderes que copias provienen de la persona a la que estás afectando, y por lo tanto sólo funcionan con ella, ¿no es así?

    Jessie alzó su mirada furiosa, pero no le respondió.

    —¿A qué te refieres? —Cuestionó Starfire, parándose también.

    —Sólo yo la veía como Superman, pero tú la miraste como es en realidad porque esa apariencia sólo funciona conmigo. Y si su cambio sólo funciona con la persona que está afectando en ese momento…

    —Es probable que no pueda hacerlo con más una a la vez —concluyó Starfire con asombro. Kara asintió con su cabeza, reafirmando de esa forma su pensamiento.

    Jessie se sobresaltó al escucharlas decir eso, e inconscientemente retrocedió un par de pasos… ¿asustada?

    —Mírala —murmuró Supergirl, sonriendo confiada—. Parece que ya entendió… —Comenzó entonces a tronarse sus nudillos de forma amenazante—. Tenías razón… cuando ya sabes su debilidad, ya no es tan divertido…

    Jessie siguió retrocediendo hasta que su espalda tocó la pared. Luego miró de reojo hacia el agujero por el que habían entrado, y comenzó a correr hacia ahí con todas sus fuerzas.

    —¡Nada de eso!, ¡¿Lista, Starfire?!

    —¡Te sigo, amiga Kara!

    Ambas emprendieron el vuelo al mismo tiempo y se lanzaron contra ella. Supergirl llegó primero, interceptándola antes de que pudiera salir por la abertura. Jessie rápidamente cambio a Superman, repeliendo a la rubia de un golpe. Sin embargo, un segundo después Starfire le propinó una patada directo en la cara que la arrojó por el mismo agujero por el que quería salir, terminando en la otra cámara.

    Starfire comenzó a dispararle esferas de energía, y Jessie cambió a Blackfire, esquivando sus ataques, elevándose y logrando acercársele lo suficiente para hacer explotar una esfera de energía en la cara de la Titán, que la arrojó hacia atrás, lejos de ella. Pero antes de que pudiera siquiera empezar a considerar en su ruta de escape, Supergirl la interceptó en el aire, la tomó con fuerza, giró repetidamente y luego la lanzó contra el suelo, así como ella lo había hecho hace unos momentos. Una vez que chocó contra el piso, perdió la forma de Blackfire, y cambió de inmediato a Superman, pero las esferas de energía verde de Starfire ya se dirigían contra ella en esos momentos, plantándola de nuevo al suelo.

    No había mucho más que hacer. Cada vez que cambiaba a Superman, Starfire entraba y la atacaba. Y cada vez que intentaba cambiar a Blackfire o a la falsa Starfire, era Supergirl quien entraba en acción. Sus sospechas eran ciertas; sólo podía usar una a la vez, y los poderes que copiaba sólo funcionaban con la persona de la que provenían los pensamientos que la formaban. Ya no era una habilidad tan injusta después de todo.

    Al final, teniendo la forma de la falsa Starfire, Kara la golpeó, lanzándola directo hacia Starfire, que la recibió y pateó como si de un balón se tratase. Kara la recibió de nuevo, y de un golpe certero la hizo de nuevo estrellarse contra el piso como si fuera una pesada roca.

    Jessie fue incapaz de mantener alguna de las dos formas. Ya con su apariencia real, totalmente herida y con apenas las energías suficientes para arrastrarse. Las dos heroínas descendieron hasta ponerse delante de ella, y cortarle cualquier camino de escapatoria. Ella las volteó a ver desde abajo, con su vista algo nublada, y con todo su cuerpo doliéndole tras todo ese maltrato que le habían propinado.

    —Se acabó, amiga —señaló Supergirl con seriedad. Para su sorpresa, Jessie sonrió, despreocupada.

    —No importa… Yo sólo tenía que entretenerlos después de todo… Jared y Raven se encargarán del resto…

    Kara y Kori se miraron la una a la otra en silencio.

    —Eso lo veremos —declaró Starfire, y acto seguido alzó su pierna derecha, y le dio una patada tan fuerte en la cara que empujó su cuerpo hacia un lado, y la dejó inconsciente bocarriba.

    Starfire suspiró con fuerza. Eso último quizás había sido demasiado, pero realmente había tenido un día difícil; y debía admitir que golpear a esa chica la hizo sentir un poco mejor.

    —¡Eso es, princesa! —Escuchó a Supergirl exclamar con entusiasmo, y entonces alzó su puño hacia ella—. Deberíamos juntarnos más seguido a patear traseros juntas, se ve que somos un gran equipo.

    —Sí, supongo… —sonrió Starfire levemente, y chocó su puño con el suyo, despacio.

    —Se ve que ustedes dos también se divirtieron —escucharon ambas la voz de Cyborg a sus espaldas. Al girarse, lo vieron acercarse, mientras arrastraba algo sujeto a una cadena; y al parecer era algo que ocupaba mucho esfuerzo de su parte para poder jalarlo.

    —Cyborg, ¿también pudiste derrotar al otro hermano de Raven? —cuestionó Starfire, curiosa.

    —Bueno, no sé si derrotar sea la palabra correcta…

    Se hizo a un lado, y así ambas pudieron ver la caja de paredes rojas transparentes que jalaba, y a la pelota gris con ojos rojos enojados que tenía en su interior. Ambas se inclinaron sobre la caja, mirándola con curiosidad.

    —Creo que ocuparé tu ayuda con esto, Supergirl —señaló Víctor, tomando un segundo para recobrar el aliento.

    —Seguro —respondió la Kriptoniana sin dudarlo—. El mío está estampado en la pared. Será mejor que nos los llevemos.

    —Y pronto —añadió Starfire, algo pensativa—. Dijeron que quizás ya era demasiado tarde.

    —Oye, tranquila —intervino Cyborg rápidamente, colocando una mano sobre su hombro—. Debemos confiar en Robin. Él de seguro ya llegó hasta allá sin problema.

    Starfire lo miró y asintió levemente con su cabeza. Sí, debían de confiar en Robin. Si alguien podía salvar a Raven… ese tenía que ser él.

    — — — —​

    Robin sonaba muy seguro de sí mismo justo antes de comenzar su enfrentamiento, pero lo cierto es que su contrincante no se la dejaba fácil. Su magia quizás no era tan fuerte como la de Raven, o tan problemática como la de varios de sus hermanos. Sin embargo, las llamaradas que creaba y arrojaba contra él, eran lo suficientemente intensas y recurrentes como para evitar que avanzara mucho.

    No sabía cuánto llevaban en ese juego de acercarse y alejarse, atacarse y esquivar, pero sentía que no había hecho mucho progreso. Había logrado golpearlo ya varias veces con su báculo, bumerangs, y también sus propios puños, pero él no retrocedía. Además de todo se mantenía tan sonriente y confiado; eso era quizás lo que más le desesperaba, el que pareciera que no le importaba nada, que fuera como fuera ya había ganado, y hacía de alguna forma que él comenzara a creérselo también.

    —¿Disfrutaste los cuervos de chocolate? —le cuestionó burlón, justo después de que se separaran, y ambos aprovecharon ese momento para recuperar poco a poco el aliento—. Gasté dinero, tiempo y esfuerzo sólo para que Raven pudiera hacerlos. Espero que al menos hayas probado uno, y todo ello no haya sido en vano. Además, se veían deliciosos.

    Robin no respondió nada.

    —Pero te aseguro que yo sólo estuve ahí como apoyo moral. Ella lo hizo todo con sus propias manos. Debiste haber visto la emoción y el empeño que le puso a cada uno. Estaba realmente entusiasmada por la idea de dártelos. Pero a pesar de todo eso, ella quería hacerlo como Admiradora Secreta, ¿puedes creerlo?

    —Guarda silencio —advirtió Robin con enojo, apretando su arma con más fuerza entre sus dedos. Definitivamente era un tema del que no quería hablar, pero eso a Jared no le importaba al parecer.

    —Luego de dedicarle tanto tiempo, ¿ni siquiera dártelos en la cara? Y encima de todo, son sólo cinco personas en esa Torre, y eran cuervos de chocolates. Serías un terrible detective si no hubieras sido capaz de adivinar de inmediato de quién eran —soltó en ese momento una aguda carcajada que resonó en el eco—. Raven es realmente especial, pero al parecer a veces necesita un empujón para poder hacer lo que es mejor para ella.

    —¿Eso es lo que estás haciendo? —Masculló Robin de forma acusadora, ignorando lo más posible el resto de su comentario—. ¿Le estás dando un “empujón”?

    —Creo que es un poco más que eso, ¿verdad? —Ironizó el pelirrojo—. Pero igual, sólo hago lo que ella misma deseaba. Ya lo verás, al final me darás la razón…

    —¡Eso lo veremos!

    Abruptamente, Robin alzó su mano, y luego la bajó arrojando con fuerza una bomba de humo al suelo, y haciendo que todo a su alrededor se llenara de la espesa niebla. Jared se cubrió la cara con su antebrazo; no era capaz de ver absolutamente nada, sólo blancura en todas direcciones. Sin embargo, no se sintió nervioso.

    —Truco barato…

    Cubrió ambas manos de fuego y giró rápidamente sobre sí mismo, haciendo que su alrededor se cubriera de fuego y luego se extendiera en todas direcciones. El aire caliente alejó el humo de su alrededor, en el momento justo para ver como Robin descendía desde arriba girando su báculo, y luego jalándolo hacia abajo para golpearlo. Jared se lanzó a un lado y rodó por el suelo para esquivarlo. Robin golpeó el suelo con su báculo, pero no se detuvo y en el mismo movimiento lo volvió a atacar repetidas veces con él. Jared retrocedió sigiloso para esquivarlo, hasta dio un salto, e impulsado por dos llamaradas que soltó como pequeñas explosiones, se elevó sobre la cabeza de Robin, pasando sobre él al mismo tiempo que él lanzaba un ataque, y quedando detrás de él.

    Una vez a espaldas de Robin, tomó con fuerza su báculo con ambas manos y lo jaló hacia él, haciendo que se pegara contra el cuello del chico de antifaz, asfixiándolo un poco.

    —Realmente no quiero hacerte daño, mucho menos matarte —murmuró Jared con normalidad, sin dejar de presionar su cuello—. Significas mucho para Raven, y lo que menos quiero es que se enoje conmigo. ¿Por qué no eres mucho más civilizado y sólo hablamos?

    La respuesta de Robin a eso, fue jalar su cabeza con fuerza hacia atrás, golpeando la nariz de su enemigo y haciendo que éste retrocediera y soltara su bastón. El Titán, una vez libre, se giró rápidamente, dándole una patada directa en la boca del estómago, y lo empujó hacia atrás. Jared cayó de rodillas, agarrándose su abdomen y tosiendo un poco.

    Esa era su oportunidad.

    Robin corrió rápidamente hacia Raven. Si lo que Slade le había dicho era cierto, sólo tendría que alcanzarla, y entonces podría salvarla. Sólo él podía…

    Antes de poder llegar a dónde se encontraba, una bola de fuego lo rebasó por su zurda, avanzó hasta más al frente, y luego dio una curva por sí sola para ahora dirigirse derecho hacia él. Robin extendió su báculo al frente, girándolo para cubrirse del ataque, pero éste lo golpeó de frente, haciendo que retrocediera. Parte de su guante derecho se estaba quemando, por lo que tuvo rápidamente que quitárselo y tirarlo al suelo.

    Jared se le aproximó por detrás, y lo tacleó para tirarlo. Robin fue empujado al frente, pero hizo una maroma apoyando su mano desnuda en el piso, para girar y caer de pie, encarando de nuevo de frente al mitad demonio.

    —De acuerdo, subestime tus movimientos de karate —masculló Jared, limpiándose los labios de algunos rastros de saliva—. ¿Qué crees que vas a lograr exactamente si llegas hasta ella?

    Robin no respondió; sólo se quedó parado, sosteniendo su arma delante de él.

    —Da igual, no quiero saberlo. Me pregunto si a Raven le molestará que te lastime, sólo un poquito…

    Extendió sus manos hacia los lados, y de nuevo éstas se cubrieron de fuego. Robin se preparó para recibirlo sin pestañear. Sin embargo, justo cuando Jared dio el primer paso y su pie tocó el suelo, éste se elevó de golpe, empujándolo hacia arriba sin que él pudiera reaccionar. Dibujó una parábola, terminando cayendo de cabeza contra todas las bancas de madera que habían amontonado a un lado.

    Robin miró esto confundido. Miró el gran pilar de roca que se había alzado, y aun antes de que éste se esfumara de regreso a su posición inicial, él ya tenía una idea de quién se trataba.

    En el umbral de la entrada, aparecieron Chico Bestia y Terra; esta última tenía su brazo derecho alrededor del cuello y hombros del primero para poder mantenerse en pie, y su mano izquierda la tenía alzada en dirección a dónde Jared había estado parado. Una vez que la columbra de piedra se esfumó, dejó caer su brazo con debilidad hacia su costado.

    —Creo que llegamos a tiempo —susurró Terra, bastante despacio. Tenía el ojo derecho casi por completo cerrado, y el izquierdo apenas un poco más abierto. Sus ropas estaban rasgadas y sucias, y tenía raspones por todo lo que alcanzaba a ver de su cuerpo. Chico Bestia tampoco se veía precisamente intacto, pero su estado se veía mucho mejor que el de ella.

    —¿Se encuentran bien? —Les cuestionó Robin, bastante preocupado al verlos así.

    “Bien” es relativo —respondió Chico Bestia, intentando sonar gracioso aunque no lo fue tanto. Sus ojos se centraron en Raven colgando del techo y brillando—. ¿Qué le hicieron?

    —No hay tiempo ahora —señaló Robin, y entonces escucharon una fuerte explosión viniendo de dónde Jared había caído.

    Bancas de madera, y pedazos de éstas, volaron en todas direcciones encendidas en llamas. Entre todo el fuego y humo, Jared caminaba hacia ellos, agarrándose su cabeza y tambaleándose un poco.

    —¡¿Creen poder distraerlo un poco?! —Inquirió Robin con autoridad.

    Chico Bestia se sobresaltó un poco, indeciso de cuál debía de ser la respuesta correcta a ello, considerando sus estados físicos, sobre todo el de Terra. Sin embargo, no era precisamente un momento como para que aquello pudiera ser opcional. Sólo asintió con su cabeza, y lentamente colocó a Terra en el suelo, apoyada contra la pared. La rubia no opuso resistencia. Dejó caer su cabeza hacia el frente, pero la enderezó casi de inmediato para voltearlo a ver entre todos sus cabellos fuera de lugar.

    —Ten cuidado —le solicitó con aprensión, a lo que él sólo sonrió y asintió ligeramente.

    Robin no perdió el tiempo, y rápidamente comenzó a correr para alcanzar a Raven como era su plan original. Esto no paso desprevenido por Jared, que de inmediato tuvo la intención de arrojarle una bola de fuego directo en la cara si era necesario. Chico Bestia intervino en ese momento, queriendo correr al principio, pero cuando su tobillo lastimado no se lo permitió, se convirtió en un águila y se dirigió directo hacia él, estrellándose contra su cara y hacerlo caer de sentón entre los escombros de las bancas. Luego, estando en el aire, cambió de forma a un elefante; no uno muy grande, pero sí lo suficiente para que cuando se dejó caer sobre él, lo aplastara y mantuviera inmóvil en el suelo, quedándose recostado de lomo sobre él.

    —¡Ahora! —Le gritó Chico Bestia con fuerza a su líder.

    Robin aprovechó la oportunidad. Estando justo debajo de Raven, sacó su gancho y lo disparó para que se agarrara del techo. Se elevó con éste con el dispositivo retráctil, dirigiéndose a gran velocidad hacia ella. Cuando ya estaba lo suficientemente cerca, extendió su mano hacia ella, la mano derecha que se había quedado sin su guante. La yema de sus dedos lograron alcanzar la piel de su mejilla, y justo cuando sus pieles hicieron contacto, todo en su cabeza se iluminó con gran intensidad, y luego… se apagó por completo…

    FIN DEL CAPITULO 29

    Notas del Autor:

    Este capítulo estuvo lleno de acción, y eso lo hizo un tanto más complicado de escribir. Me gustaría decir que los siguientes serán más tranquilos, pero ustedes y yo sabemos que no será así. ¿Qué les pareció? ¿Les gustaron todas las peleas que hubo entre los Titanes y los hermanos de Raven? Cada vez estamos más cerca del final. ¿Qué es lo que más esperan de éste?; díganmelos en los comentarios.

    ¡Nos vemos!
     
  19.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    8823
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 30
    “La Verdadera Raven”

    La mano de Robin soltó el gancho, y su cuerpo entero se desplomó de golpe de regreso al suelo sin oponer resistencia alguna. El chico azotó de espaldas al piso; no había tomado demasiada altura, pero igual el golpe sonó bastante fuerte. Luego de caer, se quedó ahí tirado, totalmente inmóvil; ni siquiera parecía que estuviera respirando.

    —¡Robin! —Soltó Chico Bestia, pasmado al verlo caer de esa forma. Tomó de nuevo la forma de un águila, liberando a Jared, pero permitiéndose ir hasta donde su compañero había quedado. Terra también logró ponerse de pie y comenzó a acercarse hacia ellos, mientras cojeaba un poco y se sostenía su costado con ambas manos.

    Chico Bestia recuperó su forma al estar ya con su amigo, y lo revisó como pudo de pies a cabeza. Sus ojos estaban totalmente en blanco, y todo su cuerpo se encontraba flojo y sin la menor señal de energía en él. Era difícil decir si estaba desmayado, dormido, o… algo peor. Revisó de inmediato el pulso en su cuello; aún latía, pero débil.

    —¿Qué fue lo que le pasó? —Inquirió preocupado—. Robin, ¿me escuchas? Amigo, respóndeme…

    Lo sacudió un poco y dio un par de plamadas en su mejilla, pero no hubo reacción alguna en él.

    —Descuida, todo está bien —escuchó a Terra murmurar, al estar ya de pie a su lado. Se sentó en el suelo en ese momento, casi dejándose caer, al serle imposible mantenerse de pie por más tiempo—. Fue justo como nos dijo… ella lo debió de haberlo dejado entrar…

    Terra alzó su mirada hacia la chica colgando sobre sus cabezas, intentando dejar más claro su afirmación.

    “No lo haremos, la única que puede hacerlo, es la propia Raven”, les había respondido en el tejado del hospital cuando Supergirl le cuestionó como iban a detener esto. Y luego añadió un igualmente ambiguo: “Es complicado. Se los explicaré después.” Por suerte, ese “después” fue más temprano que tarde, durante su viaje hacia ahí en el avión de los Titanes. Sólo les había explicado lo principal, y aun así no les había quedado del todo claro; era probable, de hecho, que ni él mismo lo entendiera del todo. Pero si todo salía bien y las cosas eran como él pensaba, lo único que tenía que lograr era llegar hasta Raven, y del resto… el resto era el gran misterio.

    Garfield esperaba que las palabras de Terra fueran correctas, y en efecto hubiera funcionado como él esperaba.

    —¿Qué fue lo que hizo? —Escucharon que Jared espetaba con dureza en su voz. El mitad demonio se había ya incorporado, y se dirigía hacia ellos; ahora cuatro ojos rojizos y brillantes adornaban su rostro, lo que era una imagen poco alentadora—. ¡Hablen!, ¡¿qué es lo que están tramando?! ¡¿Qué le pasó a la avecilla cobarde?!

    Ambos guardaron silencio.

    —Él no sabe lo que pasó —le susurró Chico Bestia despacio a su compañera.

    —Al parecer no comprende del todo la magia involucrada en esto —señaló Terra del mismo modo—. Eso puede sernos una ventaja, pero sea como sea tenemos que proteger a Robin hasta que logre cumplir su misión.

    —Tú quédate con él y cuídalo. Yo me encargaré de entretenerlo.

    —¿Estás seguro? Yo podría…

    —No, estás demasiado débil y lastimada. Ahorra tus energías por si es necesario…

    Terra dudó, pero realmente no tenían muchas más alternativas. Asintió con su cabeza, y él le respondió de la misma forma, ofreciéndole además una sonrisa confiada. Volvió de golpe a convertirse en águila, a emprender el vuelo y a dirigirse hacia Jared directo al ataque.

    —¡Este juego ya no es divertido! —Le gritó el pelirrojo, comenzando a arrojarle llamaradas mientras volaba sobre él, pero el ave verde logró esquivarlo y abrirse paso hasta lograr arañarle la cara con las garras de sus patas.

    Mientras Chico Bestia se las arreglaba para alejarlo lo más posible de ellos, Terra pensó rápidamente en qué hacer para mantenerlos seguros. Pero antes, echó un vistazo hacia Raven, o más bien hacia la cadena que la sostenía. Podría ser mágica, pero seguía siendo una cadena de acero. Extendió su mano hacia ella y se concentró para arrancarla del techo y entonces comenzar a hacer que bajara, y Raven con ella. La chica, totalmente inconsciente, terminó recostada en el suelo a un lado de Robin. Terra le liberó también sus muñecas de su aprisionamiento, y luego quiso moverla para acomodarla, pero temió que le fuera a pasar lo mismo de Robin, o algo peor, si la tocaba. Su último acto fue crear un domo protector de roca alrededor de ambos para resguardarlos, aunque fuera un poco.

    Ella se quedó afuera, vigilante para cualquier situación. Apoyó su espalda contra la pared externa del domo, y se limitó a observar a Chico Bestia enfrentándose a Jared a como sus heridas se lo permitían.

    “Sea lo que sea que estés haciendo, hazlo rápido”, pensó la rubia; ese pensamiento, iba dirigido precisamente al chico oculto en el interior de su domo. El interior de dicha estructura de roca era iluminado de rojo, como si el cuerpo de Raven fuera algún tipo de linterna. Ambos yacían uno a lado del otro, pero ambos totalmente ausentes de lo que ocurría fuera de ese domo, o incluso de sus propias cabezas.

    — — — —​

    Luego de que todo a su alrededor se volvió completa oscuridad, Robin perdió el sentido del tiempo. No sabía que tanto había pasado, pero se sentía como flotando en un mar totalmente negro, en el que se hundía poco a poco. Sus brazos y piernas no le respondían, y se llegó a cuestionar si siquiera seguían en dónde deberían de estar pues ni siquiera las sentía, ni las podía ver por la total ausencia de luz.

    ¿Qué había ocurrido? ¿Cómo había llegado ahí? ¿Qué se suponía que debía hacer? Su mente estaba divagando entre ideas, sin llegar a aterrizar ninguna. Sabía que había ido ahí a cumplir una misión, algo muy importante, pero… ¿qué era con exactitud? Si no lo recordaba, no tenía por qué ser algo importante, ¿no?

    Su espalda al fin tocó sólido, y esa sensación de inexistencia se fue difuminando poco a poco. Cuando fue consciente de sí mismo, se encontraba recostado sobre una superficie lisa y dura; quizás era algún tipo de suelo. Sus ojos se abrieron con pesar, y se encontraron con un brillante cielo dorado. ¿Un atardecer?; no parecían los colores usuales, y además se suponía que ya era de noche… ¿en dónde estaba exactamente?

    Se sentó con cuidado, y echó un vistazo lento a su alrededor. El escenario no le pareció para nada familiar. Parecía algún tipo de ciudad, pero los edificios tenían formas inusuales. Era una extraña combinación entre algo sacado de alguna vieja pintura renacentista sobre cómo se vería el Olimpo de los Dioses Griegos, combinado con la visión de algún escritor de ciencia ficción sobre cómo se vería una ciudad en otro planeta. En su mayoría, todo tenía una apariencia hermosa, pacífica, cálida… pero había edificios que no compartían ese sentimiento, y parecían no encajar con toda esa visión pues se veían dañados, desquebrajados, o como mínimo el color se les había escapado.

    Se alzó y comenzó a avanzar cauteloso por la que creía era la calle principal. Todo estaba tan desolado y silencioso, que podía escuchar con facilidad sus propios pasos resonando en el empedrado de la calle. Un viento ligero soplaba entre los edificios, creando un sonido bastante intenso que casi parecía intentar imitar algún tipo de música. Definitivamente eso no era Gótica, no era Jump City, y posiblemente ni siquiera era la Tierra. Mientras avanzaba, escuchó un fuerte crujido que lo puso en alerta. Buscó a tientas su báculo o sus bumerangs, pero se sorprendió al notar que estaba desarmado. El crujido venía de muy lejos. Se acercó al barandal que rodeaba la calle, y al asomarse hacia donde su visión alcanzaba, logró ver un edificio desplomarse, y sus escombros perderse en la oscuridad yaciente justo debajo de toda esa ciudad.

    Contempló unos segundos el enorme abismo, y luego siguió avanzando. Por un largo rato, que no pudo identificar con claridad su longitud, sólo siguió caminando por esa infinita calle sin cruzarse con nada ni nadie. Eso cambió, sin embargo, cuando al frente de él notó una silueta azul a algunos metros de dónde él estaba. Parecía ser alguien que estaba de rodillas en el suelo, dándole la espalda; y todo su cuerpo era cubierto por… una capa y capucha azul, un azul que él identificó de inmediato.

    —¿Raven? —exclamó despacio, y sin planteárselo dos veces comenzó a avanzar en su dirección. Aquella misteriosa silueta permaneció quieta, totalmente ajena a su presencia. En el suelo debajo de ella, había un amplio círculo marcado con negro, y dentro de éste había varios símbolos de apariencia extraña—. Raven, ¿eres tú…?

    Mientras más cerca estaba, más se convencía de que esa era la capa de su compañera, y por ello sus pasos se fueron volviendo más seguros. La punta de su pie derecho estaba por tocar el círculo que la rodeaba, cuando una voz a sus espaldas lo detuvo.

    —No te acerques a ella —exclamó con firmeza esa voz… la voz de Raven.

    Robin retrocedió y se giró rápidamente. Entre las sombras que proyectaba un edificio sobre la calle, distinguió la figura de alguien de pie, mirando en su dirección. En cuanto se volteó a ver, dicha persona comenzó a avanzar hasta que esa misteriosa luz dorada que envolvía todo, fue revelando que se encontraba totalmente cubierta con una larga capa roja, y una capucha unida a ésta. Se detuvo a unos cuantos metros de él, quedando ambos frente a frente.

    —No es quién piensas que es —señaló aquella persona, y entonces extendió sus manos de piel gris hacia su capucha y la jaló hacia atrás. De debajo de ésta, se asomó una cabellera morada corta, un rostro delgado grisáceo, y dos ojos grandes y rojizos, además de una pequeña sonrisa tranquila—. Yo soy a quien buscas, Robin…

    —Tú… —exclamó el Chico Maravilla, y por mero instinto retrocedió y su cuerpo adoptó una postura defensiva y alerta.

    —Soy yo, Robin —comentó la chica de rojo, colocando una de sus delgadas manos sobre su pecho—. Soy Raven… la verdadera Raven…

    —¿La verdadera? —respondió el Titán, incapaz de ocultar su escepticismo.

    ¿La verdadera Raven? Dejando de lado la forma tan curiosa en que había dicho tal afirmación, hablaba como Raven y se veía como Raven, a excepción de una cosa: sus ojos, no tenían ese color purpura tan distintivo y característico de su amiga, sino que estos lucían un profundo y brillante color rojizo, más similares a los ojos de Jared y sus supuestos hermanos. Y claro, estaba la capa roja, la cual ya había visto con anterioridad.

    No, ella no era Raven… o al menos, no la Raven que él conocía.

    Otro estruendo a la distancia, hizo que ambos giraran su rostro hacia la misma dirección, sólo para contemplar como otro edificio se desmoronaba, igual que aquel que Robin había visto un rato atrás.

    —No tenías que haber venido —comentó la chica de piel gris, mientras seguía mirando al punto en el que un segundo antes se encontraba el ahora inexistente edificio—. Lamento que tú y los otros hayan terminado envueltos en esto, pero casi terminó. —La sonrisa en su rostro se acrecentó un poco más—. Y luego, todo será mejor…

    —Eres la Raven Roja —escuchó que Robin espetaba abruptamente, llamando de nuevo su mirada hacia él; el Titán la miraba fijamente con una seriedad y dureza tan profunda, que casi dolía—. La parte malvada de Raven; tú eres quién provocó todo esto.

    —¿La parte “malvada”? —ironizó la Raven Roja, como si se tratara de algún tipo de chiste. Comenzó entonces a avanzar, y Robin de inmediato se puso aún más la defensiva. Sin embargo, ella le siguió de largo, parándose justo en los límites del círculo, y contemplando a la persona de capucha azul en el centro de éste—. Esperaba algo más de visión de tu parte, Robin. Yo no soy malvada, sólo soy yo, la verdadera yo. Sé que te has acostumbrado todo este tiempo a verme… como ella… —soltó de pronto con hastió en su voz—. Débil, perdida, sombría, sin emociones ni reacciones… como un cadáver viviente incapaz de sentir absolutamente nada. Pero esa que ves ahí… esa no soy yo. Ella es una simple máscara, una invención creada por Azar y el resto de los monjes de Azarath para reprimirme y apresar mi verdadero ser.

    —¿Azarath? —Murmuró Robin, algo sorprendido, y entonces echó un vistazo más al escenario que lo rodeaba, a toda esa ciudad brillante y dorada—. ¿Esto es Azarath?

    La Raven Roja soltó una pequeña carcajada, y luego se giró de nuevo hacia él con naturalidad.

    —O al menos una proyección mental en la cual la falsa Raven parece sentirse más segura. Vino a refugiarse a este sitio, pero no le servirá de nada… —Mientras hablaba, la parte superior de otro edificio a sus espaldas se venía abajo, dejando la estructura prácticamente decapitada—. Poco a poco se desmorona a su alrededor, y terminará siendo su propia su tumba. Sólo retrasa lo inevitable; yo ya gané.

    Todo tuvo un poco más de sentido para Robin en esos momentos. Eso era el interior de la mente de Raven; una proyección de sus recuerdos de Azarath, pero seguía existiendo sólo en su cabeza. Fue como Slade le dijo: si lograba llegar a Raven, ella le abriría paso a este escenario, en donde las dos facetas de ella se encontraban en conflicto. Sólo ahí podía detener lo que sucedía antes de que fuera tarde. Y ahí estaba precisamente, frente aquello a lo que Raven siempre le había temido convertirse. Esperaba ver algo más parecido a lo que se materializó esa tarde en la Secundaria Murakami, pero extrañamente se veía muy tranquila… demasiado tranquila. ¿Sería eso señal de que poco a poco ese lado de ella estaba tomando el control?

    —Debes de detener esto —intentó exponer con la mayor calma posible—. Deja ir a Raven. Nada de esto le hará bien, y por lo tanto tampoco a ti.

    La Raven Roja bajó su mirada, y volvió a reír, aunque de una forma mucho más suave.

    —¿No lo has entendido? ¡Yo soy, Raven! —Gritó con fuerza, con algo de enojo impregnado en su voz, y en sus ojos que además brillaron ligeramente de rojizo—. La real, la que puede expresar libremente lo que siente y piensa. La que puede reír, llorar, enojarse, como cualquier otra persona. No soy ese tempano frío y sin emociones, ¡nunca lo he sido! Eso es lo que Azar quería que fuera, no lo que yo deseaba ser —comenzó entonces a caminar hacia un lado, teniendo su cabeza agachada y su mirada puesta en sus propios pies—. Debes comportarte, debes controlar tus emociones, nunca debes dejar que tus miedos te controlen… bla… bla… ¡bla!, ¡pura basura!

    Al lanzar ese último grito, se giró contra la Raven de capa azul en el centro del círculo, y el suelo debajo de sus pies pareció temblar un poco al ritmo de su voz. La Raven de Azul se estremeció y gimió, y llevó sus manos a su cabeza, sujetándosela con fuerza. Esto dejó helado a Robin, pero la Raven Roja igual prosiguió, sin apartar sus amenazantes ojos de la otra.

    —Y mientras esa sucia impostora se apoderaba de mi vida, yo tuve que estar todos estos años atrapada en la oscuridad eterna, simplemente viendo a través de sus ojos todo lo que yo deseaba vivir y tener… todo lo que debía de pertenecerme a mí por derecho...

    Su voz se quebró de golpe, sus ojos se cerraron, y su cuerpo se dejó cae al frente, quedando de rodillas en el piso. Llevó entonces sus manos a su rostro, y se lo cubrió por completo con ellas.

    —No es justo… No es justo… No es justo… —Murmuró repetidas veces entre pequeños sollozos.

    Robin se quedó paralizado unos segundos en su lugar, sin saber cómo reaccionar a eso. No sabía si era sólo una actuación, y viniendo de ella, era probable. Pero… seguía siendo Raven, de alguna forma, ¿o no? Y quizás todo ese asunto de “Raven Buena” y “Raven Malvada” era mucho más complejo de lo que parecía a simple vista. Esa chica era una parte de Raven, una que expresaba más abiertamente lo que pensaba y sentía. Si se sentía así… ¿era porque Raven así se sentía? Era bastante difícil para él entender todas las implicaciones de ese asunto, pero debía hacer un esfuerzo; quizás había una forma sencilla de terminar con todo ese asunto.

    —Oye… escucha… —murmuró dudoso mientras se le aproximaba y se agachaba a su lado; ella continuó cubriéndose el rostro con sus manos—. No voy a fingir que entiendo lo que dices, pero las cosas no son así. Raven a quien intentaba reprimir es a Trigon. Tuvo que aprender a controlar sus emociones para que éstas no fueran un motor para que Trigon la controlara. Sé que todo este tiempo has sentido que eso era algo inevitable, pero…

    Antes de que terminara de decir todo lo que quería, la Raven Roja se giró abruptamente hacia él, colocando su rostro y sus manos contra él de una forma poco sutil. El rostro del chico de antifaz se tornó ligeramente rojo ante ese repentino acercamiento.

    —Oh, Robin… —suspiró la chica de rojo—. Siempre viniendo a mi rescate, como mi adorado príncipe de negro.

    —Oye, espera…

    Raven alzó sus brazos, y rodeó su cuello con ellos. Levantó igualmente su mirada, para que sus ojos se encontraran con los suyos. La expresión en su rostro no era ninguna que hubiera visto antes en su amiga. Sus mejillas sonrojadas, sus ojos brillosos y llenos de añoranza, sus labios dibujando una suave sonrisa… Robin lo pensó de nuevo, y recordó que sí había visto una expresión parecida en ella antes: esa misma mañana… en la enfermería de la Torre.

    —¿No lo ves? —Murmuró la Raven Roja con voz baja y tranquila—. ¿Crees que ese tempano de hielo es capaz de sentir algo por ti? No, ella no puede hacerlo, pero yo sí. Todos esos sentimientos, me pertenecían a mí. —Pegó entonces su cuerpo contra el suyo sin ningún miramiento—. Todo este deseo desenfrenado que me quema por dentro y que quiero dejar salir…es mío y sólo mío…

    —¡No!, ¡esto no…! —Instintivamente, Robin intentó apartarla de él, pero ella no se lo permitió. Su cuerpo fue empujado un poco hacia atrás, pero él se sostuvo con sus codos para evitar caer por completo al suelo. Ella, sin embargo, ni siquiera así lo soltó o apartó sus llamativos ojos de él.

    —No huyas, sé que sientes lo mismo por mí —añadió—. De otra forma, Jacob no podría haberte afectado, ¿no? Estás confundido por tus sentimientos hacia Starfire y Batgirl, lo entiendo. Pero eso se arreglará… —sus ojos comenzaron a brillar de pronto con un intenso y amenazante fulgor rojo—. Cuando sólo quede yo…

    —¡No! —Exclamó Robin con mayor decisión, logrando entonces apartarla de él, tomándola con firmeza de las muñecas; ella, en esta ocasión, no parecía intentar oponer resistencia. De hecho, se le veía sonriente, tranquila, incluso divertida—. Debes detenerte, ¡ahora mismo!

    —No, no lo haré —le respondió con un tono juguetón—. Esto es lo mejor. Al fin seré libre de las máscaras y las mentiras, y podré expresar abiertamente todo lo que siento. Al fin seré por completo… una humana… y una demonio… en vez de no ser ninguna de las dos.

    El sonido de otro edificio derrumbándose a la distancia, hizo que Robin volteara hacia atrás por encima de su hombro. La Raven Roja se soltó en ese momento de agarre, y se puso de pie, virándose de nuevo en dirección a la Raven de Azul en el centro del círculo.

    —Y para que eso suceda, ella tiene que desaparecer —declaró con absoluta normalidad—. A la larga, verás que fue lo mejor.

    —¡No lo permitiré! —Espetó Robin con ahínco, y de inmediato se puso de pie y corrió hacia el círculo, directo hacia donde se encontraba la otra Raven—. ¡Raven!

    Apenas su pie tocó parte del círculo, sintió como si chocara contra la pared invisible, seguido de un ligero choque similar a electricidad, pero diferente, que lo arrojó hacia atrás varios metros hasta caer de espaldas al duro piso.

    Aturdido y confundido, intentó alzarse lo más rápido posible. Escuchó levemente a la Raven de Azul soltar otros sollozos y lamentos.

    —Pierdes tu tiempo, ella no quiere verte —comentó la Raven Roja, de pie aún en su mismo sitio—. Creo que se avergüenza de sí misma ahora que se ha vuelto consciente de que no es nada más que una pantomima sin propósito alguno.

    Se dio la media vuelta y caminó hacia dónde había caído. Se puso de cuclillas frente a él, y le extendió gentilmente su mano para ayudarlo a levantare.

    —Quien te dejó entrar fui yo, no ella. Y sólo porque no aguantaba las ganas de verte al fin —le sonrió de manera gentil, pero igualmente con cierto rastro de amenaza en dicho gesto—. Ven conmigo, y disfrutemos juntos del desplome de esta falsa realidad…

    Robin miró su mano, y luego pasó su atención en su rostro. Mientras más tiempo la veía, más le era difícil convencerse a sí mismo de que no era la Raven que él conocía, y más tentadora le resultaba la idea de sencillamente tomar su mano y dejarse guiar por ella. Sin embargo, aún tenía suficiente dosis de consciencia para resistirse aunque fuera poco. Ignoró por completo su mano y su petición, y se puso de pie por su cuenta. Le sacó posteriormente la vuelta y volvió a dirigirse hacia el círculo. La Raven Roja sólo resopló con fastidio.

    —¡Raven!, ¡escúchame! —Exclamó Robin justo antes de que sus manos tocarán de nuevo ese muro invisible, y de nuevo lo empujara hacia atrás; esa vez, sin embargo, logró mantenerse de pie y evitar salir disparado una larga distancia—. Sé que toda tu vida te dijeron que debías suprimir quién eras, y que debías ocultar todo lo que sentías porque de otra forma afectarías al mundo entero. —Pegó sus manos contra la energía invisible que lo repelía, y comenzó a empujar con todas sus fuerzas hacia el frente para poder avanzar. Sentía como si cientos de agujas le pincharan la piel, y mientras más avanzaba una intensa presión en su pecho le provocaba un profundo dolor. Aun así, seguía ejerciendo fuerza, cada vez más, con tal de poder avanzar aunque fuera un centímetro más hacia ella y que pudiera escucharlo—. Te enseñaron que tenías que sacrificarte siempre por otros sin pensar en ti misma. ¡Pero las cosas no tienen que ser así! ¡Tú ya has derrotado tu destino repetidas veces! Tú tienes el poder de decidir qué quieres ser y cómo serlo. Lo has demostrado ya muchas veces… —Su pie se resbaló y su cuerpo se arrastró hacia atrás medio metro, pero se sostuvo para no retroceder más, y continuar justo después—. ¡Debes volver! ¡Debes volver al mundo real conmigo!, ¡Raven! ¡Todos te están esperando! ¡Reacciona!

    La silueta de la chica sentada en el centro del círculo pareció reanimarse. Su cabeza de alzó poco a poco como si intentara mirar al horizonte. La capucha que cubría su cabeza se deslizó hacia atrás, revelando su cabellera morada. Ligeras lágrimas le recorrían sus mejillas, brotando de sus ojos llenos de asombro y confusión.

    —¿Robin…? —Susurró despacio y lentamente se giró hacia él. En cuanto sus ojos púrpura divisaron su figura, la fuerza que lo empujaba hacia atrás dejó de ejercer presión sobre él, y al contrario su cuerpo se lanzó hacia el frente por el mismo impulso que llevaba.

    Raven se apresuró al ver esto para atraparlo en sus brazos antes de que cayera al suelo. Lo logró, pero igual ambos quedaron de rodillas uno frente al otro, y él rodeado por los delgados brazos de la hechicera. La Raven Roja, por su parte, miraba todo esto desde afuera del círculo, sorprendida.

    —Robin… —Susurró despacio la Titán—. ¿Eres real?

    —Eso creo… —Murmuró el Chico Maravilla con algo de pesar debido al dolor que su última faena había dejado en su cuerpo.

    Ambos se separaron con cuidado, y se miraron el uno al otro unos segundos. Robin se sintió mucho más tranquilo y consciente una vez que pudo verla de frente. Ese rostro sí era el verdadero rostro de su compañera, el rostro de la persona en quien más confiaba. Sin embargo, le hubiera gustado poder verlo en otras circunstancias, pues en esos momentos confianza era lo que menos radiaba su expresión.

    —Sabía que vendrías por mí —murmuró la hechicera, pero casi de inmediato bajó su mirada con pesar—. Pero es inútil…

    Un fuerte terremoto los sacudió, y aunque no los vio directamente, Robin pudo escuchar y sentir como un par más de edificios se venía abajo.

    —No puedo contenerla más, es demasiado fuerte —señaló Raven con desesperación en su voz.

    —No digas eso, yo sé que puedes —recalcó Robin, tomándola de los hombros con firmeza.

    —No, no es así —intervino de pronto la Raven Roja desde afuera del círculo—. Robin, aléjate de ella. Ven conmigo, ahora; sólo conmigo estarás a salvo.

    Robin la ignoró, y siguió teniendo su atención totalmente puesta en su compañera.

    —Lo has hecho antes muchas veces. Si alguien puede detenerla a ella, a Trigon, a Jared o a los otros, eres tú.

    Raven, a pesar de sus palabras, negó lentamente con su cabeza como respuesta a ellas.

    —Esta vez es diferente. Jared y los otros se encargaron de derrumbar por completo mis defensas, tan lentamente que ni siquiera fui capaz de darme cuenta a tiempo. Apenas y pude crear este pequeño espacio y refugiarme cuando comenzaron su ritual. Pero no durará mucho más…

    El suelo tembló, y aquel edificio decapitado de hace un rato terminó de desmoronarse a lo lejos. Cuando toda esa imagen mental de Azarath se derrumbara por completo, la Raven Roja tomaría por completo el control tal y como Jared deseaba; Robin no necesitaba ser un experto en magia para entenderlo.

    —Tienes que salir de aquí y acabar con esto antes de que ella salga —declaró Raven fervientemente, confundiendo al Chico Maravilla.

    —¿Qué dices?

    Raven guardó silencio unos instantes, antes de lentamente volver a alzar su mirada y centrarla en los ojos del muchacho ante ella.

    —Vuelve al mundo real, despierta y… mátame… —sentenció firmemente, dejando a Robin estupefacto—. Mátame mientras aún estoy inconsciente.

    —¡¿Qué?! No, no haría tal cosa, ¡de ninguna manera!

    —Es la única forma. Si no lo haces, ella saldrá, y no habrá nada ni nadie que pueda detenerla… Sólo tú puedes…

    —¡No la escuches! —interrumpió abruptamente la voz de la Raven Roja—. Es otro más de sus engaños, ¡no puedes confiar en esa impostora…!

    Pareció querer decir más, pero se contuvo. Aún desde afuera del círculo y alejados de ellos, parecía poder escuchar a la perfección su plática, pero eso a Robin no le sorprendió; estaba, después de todo, en el interior de la mente de la propia Raven.

    La chica de rojo respiró lentamente un segundo, intentando calmarse. Luego de eso, sorprendentemente su voz se tornó mucho más suave y tranquila.

    —Entiende que esto es lo mejor, Robin —prosiguió—. Piensa en todas las increíbles cosas que podría hacer cuando obtenga todo mi potencial y todo mi poder. Sólo imagina como podría acabar con todos los villanos de este mundo con tan sólo chasquear mis dedos; crear un mundo en el que los Titanes y la Liga de la Justicia ya no sean necesarios. Incluso… podría traer de regreso a tus padres… y a Jason.

    A pesar de que Robin intentaba mantenerse indiferente ante sus palabras y centrado sólo en la Raven ante él… No pudo evitar que esa última propuesta llamara singularmente su atención; tan fue así, que su rostro por mero reflejo se giró lo suficiente hacia ella para verla por el rabillo del ojo, de pie a unos metros de él, sonriente y confiada.

    —Con acceso total a los poderes de mi padre, no habría límite a lo que podría hacer. Tú mismo viste de lo que era capaz, ¿recuerdas? Logró incluso devolverle la vida a Slade, y cuando aún ni siquiera estaba totalmente liberado. Y lo mejor es que en ese nuevo mundo podremos estar juntos los dos… por siempre… por toda la eternidad…

    Robin permaneció serio e inexpresivo, pero era más que evidente que sus palabras estaban teniendo algún efecto en él. En circunstancias normales eso nunca le ocurriría, no a él. Pero estando ahí, encerrado en ese espacio tan irreal, y con su mente cada vez teniendo que hacer un esfuerzo mayor para procesar que esa chica no era Raven…

    —No, Robin —intervino rápidamente la Raven de Azul, tomando a du compañero de los hombros para jalarlo hacia ella. Luego giró su rostro en su dirección, intentando que sólo la mirara a ella—. Robin… Dick, no la escuches; nada de lo que dice es cierto. Nada de lo que dice puede ser real, sólo intenta engañarte…

    —¡Cállate, farsante! —Gritó de nuevo la Raven Roja, y de nuevo radiando ira en cada palabra—. Robin es bastante inteligente para saber a quién escuchar, y no es a una mentirosa como tú que todo este tiempo les ha estado mintiendo en sus caras, fingiendo ser alguien y algo que no eres. Y encima lo único que has hecho desde que te cruzaste en su camino es causarles problema. Ven, Robin… acabemos con esto, juntos…

    Le extendió su mano, invitándolo de esta forma a que saliera del círculo y lo acompañara. Él se quedó quieto en su lugar por un largo rato, pero luego se puso de pie lentamente, liberándose de las manos de Raven; ésta lo miraba desde abajo, atónita.

    —No, Dick, no puedes…

    Extendió su mano tímidamente hacia él, intentando tocarlo, intentando que quizás el contacto directo entre ellos pudiera darle claridad a su pensamiento. Sin embargo, la realidad es que Robin no ocupaba más claridad de la que ya tenía. Él mismo se permitió tomar su mano entre sus dedos con gentileza. Raven se sobresaltó un poco al sentir esto, y notó entonces como Robin le sonreía tenue, pero hermosamente.

    —La llamas una farsante, y dices que tú eres la verdadera Raven —espetó el Titán, girándose hacia la Raven Roja sin soltar la mano de la otra—. Pero estás totalmente equivocada… —La confianza que radiaba la Raven Roja hasta ese momento, se desvaneció—. La verdadera Raven no es un tempano sin emociones, ni alguien totalmente sumido en su propia autocomplacencia como tú. ¡La verdadera Raven es mucho más cálida y desinteresada que cualquiera de nosotros! Toda su vida la ha dedicado a sacrificarse por otros, a velar por sus amigos y por toda la humanidad, aún a expensas de su propia integridad y felicidad.

    De inmediato se volvió de nuevo hacia la Raven de Azul, agachándose delante de ella y colocando sus manos en sus hombros. Los ojos morados de la Titán, lo miraban atenta y expectantemente.

    —Pero no tienes que seguir haciendo eso —le susurró despacio y algo más calmado, con la intención de que fuera sólo ella quien lo escuchara—. Tú te mereces ser feliz, mereces poder ser quién quiera que quieras ser, sin ocultarte, sin máscaras, y sin convertirte en ella. Tú siempre has tenido el poder sobre tu destino, Raven. No importa lo que la gente de Azarath, Trigon o Jared te hayan dicho. Tú tienes el poder de elegir, como todos nosotros: como Satarfire, Cyborg, Chico Bestia o yo. Eres una Titán, eres una heroína, eres un ser humano… —sus palabras hicieron una pequeña pausa en la cual pudo sentir por ese instante claramente los latidos de su corazón, al igual que los de ella—. Y eres alguien realmente importante para mí… la más importante…

    Los ojos de Raven se abrieron por completo, y un ligero sonrojo se asomó por sus mejillas, dotando a su rostro de un hermoso toque de inocencia juvenil.

    —Si regreso al mundo real, será contigo. Y si te tienes que quedar para siempre aquí, yo lo haré también. A dónde tú vayas y lo que decidas hacer, yo estaré ahí para caminar a tu lado y ayudarte sea lo que sea. Pero siempre y cuando sea lo que tú decidas, y no lo que otros siguen decidiendo por ti…

    —Robin… yo… —La voz de Raven se quebraba un poco; se le dificultaba por completo poder traducir en palabras todo lo que estaba sintiendo en esos momentos.

    —No, no, ¡no! —Gritó acalorada la Raven Roja de golpe, y todo el mundo tembló con más violencia que antes. Ambos Titanes voltearon a verla al mismo tiempo; su cuerpo estaba cubierto de un fuerte fulgor rojo, que se concentraba principalmente en sus ojos. Cualquier rastro de amabilidad que hubiera habido antes en ella, ya se había ido muy, muy lejos—. ¡No le digas esas cosas a ella! ¡Se supone que debías de decirme todo eso a mí! —Alzó sus puños y los dejó caer con ímpetu contra la barrera invisible, y ésta se agitó y desquebrajó—. ¡Yo soy quien te quiere!, ¡yo soy quien te ama! ¡¡Tú debes ser mío!!

    El último golpe de sus puños, fue con mucha más energía, la suficiente para hacer que toda esa barrera que los rodeaba se hiciera pedazos, el círculo debajo de ellos se borrara y el cuerpo de ambos fuera lanzado hacia atrás como empujados por un fuerte ventarrón. Ambos rodaron un par de metros, antes de quedar en tirados en el suelo bocarriba.

    Aturdidos, intentaron levantarse lo más pronto posible. La Raven Roja, sin embargo, se movió más rápido hacia ellos sin que sus pies tocaran el suelo. Se dirigió directo hacia Robin, a quien tomó de su traje con una mano y lo alzó como si nada para poder encararlo de frente. Cuando el chico de antifaz logró verla, se sorprendió al ver que sus ojos habituales habían desparecido, y se habrían remplazado por esos cuatro ojos brillantes totalmente rojos que había visto en Jared y sus demás hermanos, y en varias ocasiones anteriores en la propia Raven.

    —Intenté ser comprensible, ofrecerte mi corazón y mi lealtad… pero prefieres a la impostora, ¡prefieres a la copia en lugar de a la verdadera! —Extendió la mano con la que no lo sostenía a un lado, y ésta se cubrió de una intensa y amenazante energía roja—. Entonces tu mente se quedará vagando aquí en la eterna oscuridad junto con ella si así lo deseas…

    —¡No! —Exclamó de golpe la otra Raven, alzándose del suelo abruptamente, hasta que incluso sus pies levitaron. Sus ojos brillaron con intensidad con una luz blanca, y extendió entonces ambas manos hacia ella—. ¡Aléjate de él!

    La mano de la Raven Roja que sostenía a Robin se abrió de golpe, casi por sí sola, liberando al joven héroe. Luego, su cuerpo fue empujado hacia atrás abruptamente, siendo lanzada la magia de Raven hasta casi chocar contra uno de los edificios cercanos, pero logró detenerse a medio camino con su levitación. Sus ojos enrojecidos y furiosos se centraron en su otro yo; su respiración se encontraba agitada, y de su boca surgían ligeros sonidos similares a gruñidos. Ahora sí se veía más parecida a la Raven que habían visto esa tarde en la escuela, y en las ocasiones anteriores.

    —Eres una estúpida —masculló entre dientes, y de su cuerpo surgió una enorme cantidad de energía oscura, que se alzó sobre ella hasta tomar la forma de un enorme cuervo—. ¿Qué puedes hacer tú contra mí? ¡Nada! Yo soy la verdadera, yo soy la poderosa, ¡yo soy Raven, Hija de Trigon! ¡Y tú no eres nadie!

    La energía oscura comenzó a extenderse hacia Raven con intenciones agresivas. Ésta comenzó a moverse en el aire de un lado a otro para esquivarle, e intentando alejar su atención de Robin. ¿Qué se suponía que haría? Cualquier cosa que pudiera hacer en ese sitio, ella podría hacerlo, y quizás hasta mejor. ¿Realmente había algo que pudiera sacarlos a ambos de esa situación? ¿Realmente había alguna forma de contenerla de nuevo? El mundo a su alrededor comenzó a desmoronarse un poco más rápido ahora que había perdido su completa atención; sería imposible mantenerlo y al mismo tiempo combatirla a ella.

    —¡Rata escurridiza!, ¡alimaña!, ¡insecto!, ¡basura! ¡¿Cómo osas meterte conmigo?! ¡¿Cómo osas considerarlo siquiera?!

    Ante los sorprendidos ojos de Raven y Robin, el cuerpo de la Raven Roja comenzó a crecer y crecer, hasta, ser tan alto como uno de los edificios que los rodeaba. Tener esa imagen enorme, roja y amenazante ante ella, trajo muy malos recuerdos a Raven, de su encuentro final con su padre. La Raven Roja extendió entonces su enorme mano hacia ella para atraparla entre sus dedos, pero ella creó un campo de energía a su alrededor para protegerse. La Raven Roja, sin embargo, la tomó de todas formas, y comenzó a apretar con fuerza el escudo a su alrededor para romperlo con sus propio mano.

    —No eres más que un insecto insignificante en mi palma, temeroso y cobarde. —Sus dedos apretaban con fuerza, haciendo que su protección cediera cada vez más—. Deberías agradecerme el que vaya a dejarte oculta en tu madriguera y no tengas que dar la cara por todo lo que has hecho. La seguridad y la paz que da el esconder la cabeza es más de lo que mereces, pero es la única forma de desaparecerte de una vez por toda de mi vida, farsante, mentira ambulante, ¡embustera mentirosa!

    —Si así es como soy cuando hablo —masculló despacio la Raven entre sus dedos—, ahora entiendo porque prefiero estar siempre callada…

    Cerró sus ojos, enfocó por completo su mente y su alma en su conjuro, y una vez que tuvo ambos en armonía, lo dejó explotar con todas sus fuerzas.

    —¡Azarath!, ¡Metrion! ¡¡Zinthos!!

    La esfera que la rodeaba explotó, pero radiando su energía mágica en todas direcciones. El impacto fue tan intenso que no sólo la obligó a abrir su mano, sino que incluso logró empujar su enorme cuerpo hacia atrás y hacerla tambalear. Raven aprovechó ese momento para alzarse, cerrar sus ojos y recitar otro conjuro más en voz baja. Su cuerpo se cubrió de una energía muy blanca, pura y cálida, que fue aumentando, hasta también formar sobre ella un enorme cuervo. Desde el suelo, Robin admiró esto, e igualmente trajo a él algunos recuerdos, del momento final de la pelea con Trigon. ¿Intentaría hacer lo mismo?

    Una vez que reunió toda la magia blanca que pudo, la conjuntó en su mano derecha, creando una enorme esfera de luz, que de inmediato lanzó en contra de su oponente. El ataque mágico golpeó de frente a la Raven Roja, cubriendo su enorme cuerpo de rayos blancos que la recorrieron de arriba abajo, mientras gemía de dolor. Raven siguió enfocándose, haciendo que la magia siguiera fluyendo sin espera de sus manos hacia la otra Raven, intentando envolverla con ella y aprisionarla, como lo había hecho varias veces antes, cada vez que lograba salirse aunque fuera un poco de control. Y por un instante, sentía que lo lograría, que una vez más estaba tomando el control. Sin embargo, abruptamente una sonrisa maliciosa y confiada se dibujó en los labios de la Raven Roja, y los gemidos de dolor cesaron por completo.

    —¿Te lo creíste? —Soltó abruptamente con un tono burlón, y antes de que Raven pudiera reacción, alzó su mano derecha y luego la dejó caer de golpe contra ella, golpeándola con toda su enorme palma y haciendo que se precipitara contra el suelo con fuerza. El cuerpo de la Titán se estrelló contra la superficie dura, quedando estampada contra ésta.

    —¡No!, ¡Raven! —Exclamó Robin, y de inmediato se apresuró a correr hacia dónde había caído. La Raven Roja, por su parte, permaneció imponente en su lugar, riendo aguda y triunfantemente.

    —Eso no te funcionará más —exclamó con una voz que resonó con el eco de varias otras—. Con el poder que me han dado mis hermanos, me encuentro por encima de tus viejos trucos. Además, ya tengo casi por completo el control de todo esto. ¡No hay nada que puedas hacer para encerrarme de nuevo! ¡Ni en este mundo ni en el exterior!

    Alzó en ese momento su enorme pie derecho, y luego lo dejó caer hacia ella con la intención de aplastarla con su planta. Robin, por suerte, logró alcanzarla antes de ello, tomarla en sus brazos, y alejarse de un salto del alcance de su pie, que aplastó el suelo a unos cuantos metros de ellos, hasta incluso atravesarlo; los escombros de éste descendieron hasta perderse en las sombras que reinaban debajo de ellos.

    Robin no se quedó quieto, y con la hechicera en sus brazos comenzó a correr por el camino de piedra, intentando alejarse de la imponente figura que los atacaba.

    —¡¿Y a dónde crees que irás, Robin?! —Escuchó que inquiría de forma irónica a sus espaldas, con su voz resonando como un trueno—. ¡¿Olvidas en dónde estás?! ¡No hay dónde esconderse!

    ¿Era eso verdad? Tenía sentido, pues no estaban en el mundo real sino en su cabeza. Pero si entendía bien, ese era algún tipo de espacio creado directamente por Raven para protegerse; esperaba que eso significara que la otra no tendría control absoluto sobre ese terreno. Si no, entonces incluso huir sería totalmente inútil.

    Evidentemente lograron perderla unos minutos después. Robin se refugió con Raven en un callejón entre dos edificios y aguardaron. Raven no estaba inconsciente, pero parecía estar divagando entre la consciencia y la inconsciencia. Robin la colocó en el suelo con cuidado, sin soltarla del todo de sus brazos para que permaneciera sentada.

    —Raven, despierta, debes de reaccionar —le murmuraba el Titán, al tiempo que le daba pequeños toques en su mequilla con sus dedos—. Te necesito, sólo tú puedes detener todo esto. Sé que es mucho pedir el poner todo en tus manos otra vez, pero debes intentarlo, una última vez al menos.

    —No, no puedo… —soltó la hechicera de golpe, entreabriendo ligeramente los ojos—. Lo intenté, pero no puedo derrotarla. Se ha vuelto demasiado poderosa… jamás podré volver a sellarla.

    —Quizás no debes de intentar sellarla —señaló Robin de pronto, haciendo que Raven casi reaccionara por completo, o al menos lo suficiente para alzar su mirada hacia él con intriga—. Ese es el origen de todo esto, ¿no es así? Ella es la manifestación de todas las emociones y pensamientos que has reprimido todos estos años. Eso más que debilitarla, sólo ha hecho que poco a poco se vaya haciendo más grande. Cada opinión que no diste, cada comentario que pronunciaste, cada pesar que no compartiste todos estos años, se ha ido guardando en ti. Eso yo lo entiendo muy bien, sé lo que es guardárselo todo, esperando que desaparezca por sí solo, pero nunca ocurre —Raven entendió sin problema a qué se refería con esas palabras—. Nos guste o no, eso es parte de nosotros, y siempre lo será. Lo único que podemos hacer es aceptarlo como tal y lidiar con ello.

    —¿Aceptarla? —Masculló Raven, casi atónita—. ¿Hablas… dejarla salir? ¿Dejar de reprimirla? No, no puedo hacer eso; si lo hago, terminará consumiéndome. —Negó frenéticamente con su cabeza—. No hay forma de que pueda controlarla, no puedo hacer tal cosa. Esto ocurrió precisamente porque pensé que podría hacerlo, pero Azar tenía razón. Debí de haber sepultado por completo mis sentimientos desde el inicio, nunca debí de haber creído que podría tener una vida normal, con o sin mi padre aquí…

    —¡No!, las cosas no tienen que ser de esa forma. Para eso es para lo que vine, es lo que vine a decirte.

    La tomó de nuevo en los hombros, y ella tímidamente lo volteó a ver, algo insegura y confundida.

    —Batman siempre ha ocultado sus emociones, y dejado que la ira y la venganza guíen sus pasos. Yo siempre pensé que él quería que fuera como él, y mientras más tiempo pasaba a su lado, más sentía que eso ocurría, y por eso me fui. Pero ahora entiendo que él nunca quiso eso para mí. Él siempre intentó que yo tomará un camino distinto, que no dejara que mis sentimientos negativos nublaran mi juicio y definieran mi camino. A ti te han convencido toda tu vida con la idea de que eres un demonio, y tal vez lo seas. Pero eres también humana, y todos los humanos somos masas llenas de emociones que no entendemos y controlamos, pero tenemos la capacidad de decidir si éstas nos controlan a nosotros o no. Hay muchas emociones y sentimientos negativos, pero también los hay positivos y hermosos. Y si sólo te enfocas en tu miedo por los primeros, te perderás todo lo que te pueden aportar los segundos. Todo eso no lo aprendí aquí en Gótica, lo aprendí con ustedes, siendo parte de este equipo y compartiendo todos esos momentos con cada uno. Si un cabeza hueca como yo pudo aprenderlo, ¡con más razón tú puedes hacerlo! Eres más fuerte e inteligente de lo que yo jamás seré, y tengo mi total confianza puesta en ti.

    Raven se quedó callada todo ese rato, e incluso un poco más después. En su cabeza había una pequeña batalla entre todas las ideas que habían regido su existencia desde siempre, y todo lo que Robin le había dicho en todo ese lapso de tiempo. Ambas se contradecían, y ambas intentaban ganar por completo el terreno. Pero sólo una idea podía prevalecer, y ambas tenían su riesgo… uno muy grande.

    Pudo sentir de pronto a aquella enorme amenaza cerniéndose cada vez más cerca de ellos; no tardaría mucho en dar con su localización, así que tenía que tomar una decisión rápida mientras aún tenía la capacidad de hacerlo.

    Lentamente se apartó un poco de Robin y se puso de pie por su propia cuenta. Tomó su capucha azul con ambas manos, y se la colocó sobre su cabeza, ocultando casi por completo su rostro.

    —Para hacerlo, necesito que te vayas —le informó de manera seria, desviando su mirada hacia otro lado—. Si no lo haces podrías quedarte atrapado para siempre en mi cabeza, y eso sería desastroso.

    —Está bien, lo haré —señaló Robin con firmeza, parándose también.

    Raven lo miró de reojo unos segundos, y luego viró de nuevo su cabeza hacia otro lado, como si temiera el verlo directamente, pese a que hace unos minutos lo hacía sin ningún problema mientras le hablaba.

    —Si no lo logró y quien despierta es ella… prométeme que tú harás lo correcto; sólo tú podrías…

    —Lo lograrás —declaró Robin sin la menor duda—. Creo que ti, todos lo hacemos.

    Raven sonrió ligeramente aunque intentó que su capucha lo ocultara. Sin mirarlo, extendió su mano en su dirección, hasta pegar la yema de sus dedos contra su frente. Sus labios le movieron ligeramente, pero parecieron no emitir sonido alguno. Aun así, un pequeño brillo blanco surgió de sus dedos, y luego cubrió por completo el cuerpo de Robin.

    —También eres la persona más importante para mí —pronunció Raven despacio, lo suficiente para que de seguro Robin no la hubiera escuchado, aunque tampoco lo volteó a ver para verificarlo.

    El cuerpo de Robin se volvió traslucido y luego despareció por completo, como si nunca hubiera estado ahí en primer lugar. Una vez sola, Raven suspiró con fuerza y permaneció unos segundos en el interior del callejón, antes de decidirse a salir por su propia cuenta. La enorme Raven Roja, no tardó mucho tiempo en vislumbrarla, y rápidamente se abrió pasó entre los edificios como una sombra escurridiza, hasta posarse ante ella con poderío. El cielo se escureció sobre su cabeza, como si se cubriera con inminentes nubes de tormenta.

    —Ahí estás, farsante —murmuró burlona; su rostro se veía completamente oscuro, y sólo se alcanzaban a ver esos cuatro ojos rojos y brillantes como fuego mismo—. ¿Dónde está Robin? ¿Lo mandaste de regreso al mundo real? No importa, ya basta de juegos; esto se termina ahora.

    La Raven Roja alzó su mano derecha hasta lo más alto, y de éstas surgieron cinco largas garras rojizas, amenazando con caer sobre ella en cualquier momento como una lluvia de agujas. Sin embargo, Raven permaneció de pie en su sitio, demasiado calmada…

    —Es verdad —masculló con seriedad la Titán—. Hay que terminar con esto de una vez por todas…

    Raven cerró sus ojos, dio una larga inhalación por su nariz y luego dejó salir todo el aire por su boca. Y entonces, recitó…

    —Azarath, Metrion… —Tomó una pequeña pausa, de sólo unas cuantas fracciones de segundo, antes de concluir—. Zinthos…

    De pronto, ante los ojos incrédulos de la Raven Roja, todo el escenario que las rodeaba comenzó a desmoronarse. Pero ya no era parte de un edificio o un edificio a la vez, sino que todos comenzaron a desbaratarse y caer en pedazos al mismo tiempo. Poco a poco, ese escenario mental de Azarath, se iba a reduciendo a simples escombros.

    —¿Qué estás haciendo? —Inquirió la Raven Roja, confundida—. ¿Estás deshaciendo tú misma tus últimas protecciones? ¿Sabes lo que ocurrirá cuando lo hagas?, ¿o es que acaso ésta es tu rendición? —Raven siguió en su sitio, con los ojos cerrados y sin responder—. Ya no importa… ¡Ya no hay nada que puedas hacer de todas formas!

    Dejó caer entonces de golpe su garra contra ella, y Raven no hizo el intento alguno de esquivarla, terminando completamente aplastada por ella. El choque su mano contra el piso resonó con fuerza, y todo lo que estaba cerca de ese punto comenzó a desmoronarse mucho más rápido. El cuerpo de la Raven Roja se volvió completamente oscuro, como si fuera humo, y comenzó a concentrarse rápidamente en el punto en el que se mano había aplastado a Raven. Giró entornó a ese punto como un pequeño torbellino, y luego se agrupó ahí hasta tomar la forma de Raven una vez más. Todo el humo ingresó el interior del cuerpo de Raven, hasta sólo dejar en su lugar su silueta, cubierta con la capa y capucha azul, como se encontraba un instante antes de ser aplastada por esa enorme mano.

    Cayó de rodillas al suelo, y se sujetó su cabeza con ambas manos. Comenzó a gemir con dolor, o más bien como si estuviera aplicando un gran esfuerzo. El mundo a su alrededor se venía en pedazos, pero ella parecía tener su atención en otras cosas.

    Sus ojos se abrieron de golpe, pero estos… eran los ojos de la Raven Roja, los cuatro ojos rojos.

    —¿Qué estás tratando de hacer exactamente? —Exclamó con el mismo tono exacto de la Raven Roja, aunque dichas palabras brotaban de su propia boca—. ¿Volver a encerrarme? No seas ridícula, ¿cuánta meditación crees que necesitarías para hacerlo de nuevo? Años de tranquilidad mental fueron destruidos en un par de días, ¿lo olvidas?

    De nuevo cerró los ojos, y de nuevo los gruñidos y gemidos de dolor la acompañaron.

    —¡No! —Gritó con fuerza, y abruptamente cayó contra su costado derecho. Se abrazaba ahora a sí misma, como si sufriera algún tipo de dolor—. ¡No quiero… encerrarte más!

    —¿Qué dices? —murmuró justo después la Raven Roja, usando de nuevo sus labios para hablar.

    Raven se apoyó lentamente en sus manos y rodillas. Respiraba agitadamente, pero intentaba seguir lo más despierta y cuerda posible; desmoronar años de meditación y protección, era agotador por dónde lo viera.

    —Ya no huiré más de ti —sentenció con firmeza—. Te he tenido miedo toda mi vida… lo único que he hecho desde que tengo memoria es pelear contra ti, temerte y ocultarme. Pero no lo haré más. —Se alzó entonces quedándose de rodillas y con su rostro apuntando al cielo—. Tú y yo somos una misma, siempre lo hemos sido. ¡Y es momento de que lo acepte!

    Todos los edificios que quedaban de pie colapsaron al mismo tiempo como si hubieran sido víctimas de una gran explosión. El suelo a su alrededor igualmente comenzó a desmoronarse, hasta sólo quedó el pequeño pedazo en el que se encontraba de rodillas, mas éste no tardó mucho en desaparecer también.

    —¡¡Aaaaaaah!! —Soltó con todas fuerzas, como un grito de desesperación y sufrimiento que se perdió en toda la oscuridad que la había abrazado por completo. Ese fue un grito, sin embargo, que absolutamente nadie más escuchó.

    FIN DEL CAPITULO 30

    Notas del Autor:

    No sé ni qué podría decir sobe este capítulo, salvo que a pesar de no ser el último, fácilmente podríamos decir que fue el esperado clímax de esta historia, y el capítulo más importante de estos últimos cinco. Pero aún hay un par de asuntos más antes de terminar, así que estén pendientes a los últimos dos capítulos.
     
  20.  
    WingzemonX

    WingzemonX Usuario común

    Virgo
    Miembro desde:
    22 Febrero 2011
    Mensajes:
    322
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Teen Titans: The Sinners (TERMINADO)
    Total de capítulos:
    32
     
    Palabras:
    8173
    TEEN TITANS

    THE
    SINNERS


    Por
    Wingzemon X


    CAPITULO 31
    “Se acabó”

    Pelear contra un demonio loco pirómano por sí solo ya era suficientemente difícil, como para encima tener que hacerlo con una pierna lastimada. La cantidad de formas que Chico Bestia podía tomar bajo ese estado eran bastante limitadas; principalmente optaba por aves, o animales de gran tamaño que pudieran atacar a su oponente a distancia. Pero Jared era mucho más habilidoso de lo que imaginó. No sólo era su fuego, que parecía que en cada segundo que pasaba se volvía más intenso y caliente, sino que encima parecía bastante ágil en lo que correspondía a pelear de frente, usando un estilo sucio, violento y sin miedo. Sabía cómo moverse, como golpear, y el dolor de sus heridas no lo detenía. Chico Bestia no era un experto, pero sospechaba que no todo ello era producto de su cuerpo mitad demonio.

    Terra miraba el enfrentamiento estando sentada en el suelo frente al domo de roca que había construido alrededor de Raven y Robin. Notaba que Chico Bestia estaba teniendo dificultades, y realmente quería pararse, ir hasta ahí y ayudarlo; sabía que entre los dos podrían derrotarlo sin duda alguna… si acaso su estado físico fuera mejor. Pero en estos momentos se sentía tan débil y tan adolorida, que sospechaba que de intentarlo terminaría siendo más un estorbo para el Titán que una ayuda, y de seguro tendría que arriesgarse para salvarle el pellejo. Lo único que podía hacer era quedarse ahí frente al domo, haciendo guardia e intentando cuidar que nadie se les acercara. Pero, ¿realmente era lo único?

    Luego de tomar la forma de un enorme pterodáctilo verde e intentar atrapar a Jared entre sus garras, éste lo esquivó elevándose en el aire tras crear dos explosiones con sus manos en el suelo. Una vez elevado y a la altura de su cabeza alargada de dinosaurio, el pelirrojo extendió sus manos al frene, las juntó y creó otra fuerte explosión justo en su cara. El impulso de la explosión empujó a ambos en direcciones contrarias. Jared estaba preparado y logró dar una maroma en el aire y caer de pie en el suelo. Chico Bestia, por otro lado, fue tomado por sorpresa y la explosión no sólo lo empujó hacia atrás, llegó a lastimarlo tan fuerte que perdió su forma y volvió a su apariencia real antes de caer de espaldas al suelo.

    Su pierna lastimada se golpeó al caer, causándole un agudo dolor que lo inmovilizó y lo dejó en el suelo. Jared no perdió el tiempo, y de inmediato se lanzó hacia él, impulsado de nuevo por su fuego. Cayó justo delante del Titán, pero presionó su pie derecho con fuerza contra su tobillo de manera intencional, aplastándolo.

    —¡¡Aaaaah!! —Aulló el chico de piel verde, como un gemido de absoluto dolor que resonó en el eco de la capilla. Terra miró esto desde su posición, horrorizada.

    —¿Quién les causó todo este daño? —Cuestionó Jared, mientras retorcía su pie contra el tobillo lastimado de Chico Bestia—. ¿Jessie?, ¿John? No, creo que fue Jacqueline, ¿cierto? Se ve que los dejó mal, y aun así se atreven a venir así hasta acá.

    Garfield siguió gritando, incapaz de poder decir algo o incluso pensar. Pequeños rastros de lágrimas se asomaron por sus ojos.

    —Eres valiente, y tuviste que ser hábil para sobrepasar a Jacqueline. Pero llegaste aquí demasiado tarde. Ni siquiera eres capaz de retrasar esto…

    Terra no pudo esperar más; los gritos de Chico Bestia simplemente la desgarraban por dentro. Usando todo el poco empuje que le quedaba se puso de pie apoyándose en el domo de roca. Respiró hondo, intentó concentrarse y entonces alzó sus manos al frente y éstas se iluminaron de fulgor dorado. El suelo debajo de Jared y Chico Bestia tembló, y eso distrajo al demonio de su pequeña tortura. Pedazos de roca comenzaron a desprenderse del suelo, comenzando a flotar delante de Terra unos segundos y luego se lanzaron contra Jared como proyectiles. El chico notó esto, y rápidamente saltó hacia un lado para esquivar los primeros, luego se agachó para esquivar los siguientes, y para los últimos prefirió crear una llamarada tan intensa a su alrededor que las piedras se derritieron en el aire, y cayeron al suelo como masas fundidas.

    Esto último dejó perpleja a Terra.

    —No te hagas la sorprendida —murmuró Jared sonriente; sus ojos brillaban con un ligero brillo rojizo, bastante intimidante—. Tú misma sabes qué es lo que alimenta mi fuego, ¿o no? —Extendió de pronto sus manos a los lados, y dos llamaradas más fuertes y brillantes que antes se formaron en sus palmas—. Dime, Terra… ¿estás enojada?

    Chico Bestia alzó su mirada al oír esto. Lo que Terra les había dicho al entrar a la cueva resonó en su mente: “no sólo controla el fuego. Su fuego de hecho se alimenta de su propia ira y de sus enemigos, o incluso la de sus propios hermanos”… Claro, ese era su secreto, Terra se los había dicho. Por eso su fuego se hacía cada vez más fuerte; conforme más progresaba su pelea, él comenzaba a sentirse más frustrado, preocupado y molesto… y eso sólo le daba más poder. Y Terra al verlo en ese estado y viendo como lo dañaba de esa forma, ella de seguro…

    —¡No!, ¡Terra! —Gritó el Titán, intentando alzarse, pero era tarde.

    Jared arrojó las dos bolas de fuego, una detrás de la otra, contra Terra. La rubia a duras penas pudo lanzarse hacia un lado y tirarse al suelo para esquivarlas. Sin embargo, las dos llamas chocaron contra el domo de piedra, dejando dos marcas rojizas e incandescentes en donde lo golpearon, y estando en esos puntos al parecer a punto de fundirse como sus proyectiles.

    El pelirrojo comenzó a arrojar pequeñas llamas contra Terra mientras se la cercaba, pero ni siquiera parecía con la intención de darle apropósito. Las llamas golpearon el suelo a su lado, luego más adelante hacia donde ella se arrastraba intentando evitarlo. Comenzaba a tenerla acorralada en el suelo, indefensa, asustada… y enojada.

    —Así es, arrástrate pequeña traidora. Raven te dio justo lo que querías, y aun así te atreviste a darnos la espalda y renunciar tú misma a tu felicidad —Se aproximó hasta estar justo delante de ella; en ese punto, Terra estaba encogida en sí misma, sintiendo el intenso calor que la rodeaba. Jared de pronto la tomó del cuello y la alzó de un jalón, obligándola a ponerse de rodillas. La sostenía con fuerza del cuello para evitar que cayera de nuevo, lastimándola. Por más que ella golpeaba su mano desesperada por apartarla, no tenía la fuerza suficiente para hacerlo—. Te mereces todo lo que te pasa, princesita… te mereces ser quemada por las llamas del propio infierno que tú ayudaste a construir…

    Los dedos de Jared comenzaron a tornarse lentamente brillantes, como carbón encendido. La temperatura de sus dedos igualmente fue subiendo, hasta poco a poco provocar una sensación de ardor que se fue tornando en una dolorosa quemazón. Terra gritó con fuerza de dolor, mientras intentaba apartar su mano de ella, inútilmente.

    Ahora era Chico Bestia el que no podía soportar más todo eso, ver como ese sujeto tomaba a Terra de esa forma y la hacía sufrir hasta el punto de hacerla soltar esos alaridos de dolor… Fue como si su cuerpo recibiera una inyección extrema de adrenalina. Su ritmo cardiaco se aceleró, y cualquier rastro de cansancio o dolor en él simplemente desapareció por completo. Se puso de pie de inmediato, corrió hacia él sin importarle en lo más mínimo su pierna lastimada, y a mitad del camino su cuerpo se convirtió de golpe en una criatura enorme, de abundante pelaje verde oscuro, ojos blancos e inhumanos, garras grandes y poderosas, y largos y afilados colmillos: una verdadera bestia.

    Jared se sobresaltó al escuchar el estruendo de su rugido a sus espaldas, pero no fue capaz de voltearse lo suficientemente rápido antes de que lo tomara con fuerza con su garra derecha y lo apartara de Terra de un fuerte jalón. Sin el menor miramiento, tomó al chico y lo azotó contra el suelo con fuerza dos veces, y luego lo arrojó como si fuera una simple pelota contra la pared, haciendo que su cuerpo casi se estampara contra éste de la potencia con la que lo había hecho. Un segundo después, comenzó a caer pero la Bestia no se lo permitió y lo tomó antes de tocar el suelo, sólo para azotarlo de nuevo él contra éste. El pelirrojo quedó tirado boca arriba, casi inconsciente, y visiblemente magullado por los repetidos golpes.

    Terra apenas y pudo entender la increíble escena ante sus ojos. Estando sentada en el suelo luego de que Jared la soltara, sólo pudo ser testigo de cómo esa enorme bestia, a la cual no podía relacionar con algún animal en específico, azotaba de esa forma al mitad demonio como si fuera un simple juguete. La Betia se volteó entonces hacia ella una vez que terminó, y por un instante la rubia se sintió intimidada. Sin embargo, su mirada al posarse sobre ella se suavizó considerablemente. Comenzó a andar lentamente hacia ella, y poco a poco su cuerpo fue cambiando de forma, reduciéndose hasta convertirse de nuevo en el Chico Bestia original. No fue capaz de llegar por completo hasta dónde ella se encontraba, y terminó cayendo al suelo, agotado y con su manos aferradas a su pierna, que si no se encontraba rota antes posiblemente ahora ya estaba cerca de estarlo.

    —Chico Bestia —musitó Terra, y lentamente gateó hacia donde él estaba, sentándose a su lado. Al parecer parecía consciente, pero débil—. ¿Estás bien? ¿Desde cuándo puedes hacer esa transformación?

    —Viene y se va —señaló el chico verde con un tono ligeramente burlón que ayudó mucho a aliviar el aire. Lentamente se sentó, y la volteó a ver, aprensivo—. ¿Tú estás bien?

    Terra llevó sus manos a su cuello, que aún tenía las marcas rojas de los dedos de Jared en él, pero que a simple vista no eran quemaduras graves. Ella asintió lentamente como respuesta a su pregunta.

    Por un segundo ambos se tomaron el tiempo para respirar aliviados, hasta que notaron por el rabillo del ojo que Jared empezaba a levantarse, tomando a ambos por sorpresa.

    —No puede ser —masculló Chico Bestia—. ¿Aún sigue de pie?

    Jared se logró parar, pero casi de inmediato cayó al frente, sosteniéndose de sus manos para no caer por completo. Respiraba algo agitado, y se veía confundido y mareado. El peso de los combates, incluido el que había tenido con Robin, ya comenzaban a caerle encima. Pero no podía detenerse, no todavía. Aún debía…

    —Oye, rojito —escuchó que una voz pronunciaba de pronto sobre él—. Creo que esto te pertenece.

    Jared alzó su mirada al frente. En la puerta, de pie delante del arco, se encontraban Starfire y Cyborg; la primera con sus ojos encendidos, al igual que sus manos, y el segundo apuntándolo de frente con el cañón de su mano. Sobre ellos estaba la persona que le había hablado: Supergirl, flotando unos metros encima, cargando con una mano… a cinco personas rodeadas por vigas de acero como si fueran cuerdas. Antes de que pudiera verlos con claridad, Supergirl los dejó caer justo delante de él. Jared se alzó para verlos con cuidado. No había duda: eran Jacob, Jessie, Jack, Jacqueline, y había una caja pequeña de paredes rojizas transparentes dentro de la cual había una esfera gris con ojos rojizos, que de seguro tenía que ser John. John parecía consciente pero incapaz de moverse, y los otros cuatro estaban totalmente inconscientes y rodeados por la viga de acero. Todos se veían lastimados y golpeados.

    Jared casi se horrorizó al ver esto.

    —¿Jacqueline? ¿Jessie? —masculló despacio, pero nadie le respondió. Los cinco habían sido completamente derrotados… igual que él.

    —Estás solo, amigo —le advirtió Cyborg, sin dejar de apuntarlo con su arma—. Será mejor que te rindas de una buena vez.

    Y entonces se volvió más consciente de su propia situación. Cyborg se había posicionado a su izquierda, Starfire a su derecha, y Supergirl levitaba sobre sus hermanos y él. Chico Bestia y Terra, aunque heridos, igual se encontraban a sus espaldas listos para actuar al primer movimiento que hiciera. Estaba rodeado, cansado, herido… y solo.

    —Qué alegría verlos, chicos —murmuró Terra con debilidad, pero con una extensa sonrisa de alivio.

    —¿Están bien? —Cuestionó Cyborg, viéndolos de reojo—. Los dos se ven fatales.

    Ambos sonrieron al unísono y extendieron sus pulgares en gesto afirmativo.

    Jared guardaba silencio. Debía pensar en algo rápido, pero la situación no se lo permitía. La frustración se fue acumulando en su interior, frustración que rápidamente se convertía en ira… pero no la suficiente como para darle el poder que necesitaba para derrotar a todos esos individuos a la vez.

    De pronto, algo se escuchó detrás de él, y volteó sobre su hombro. La atención de Chico Bestia y Terra se había centrado también en el mismo punto: en el domo de piedra en el que se encontraban refugiados Robin y Raven. Rayos de luz roja se filtraron por las aberturas de la piedra, y de un segundo a otro el domo explotó en pedazos, arrojando estos por todos lados. Ante los ojos incrédulos de todos, la silueta de Raven se elevó lentamente en el aire en el centro del cuarto, brillando con gran intensidad como una lámpara de luz rojiza.

    —¿Raven? —susurró Chico Bestia, atónito… y algo asustado.

    Mientras los Titanes veían esto con aprensión, el rostro de Jared se iluminó, y una amplia sonrisa de satisfacción surgió de golpe.

    —No, aún no he terminado —soltó de golpe con energía, seguido de una aguda risa—. Llegaron tarde, Titanes: nosotros hemos ganado —extendió entonces sus brazos hacia la imagen de su hermana, casi con adoración—. Vamos, Raven, ¡ven y muéstrales quién eres en realidad! ¡Muéstrales a la verdadera tú!

    ¿Enserio habían llegado tarde? ¿Lo que les habían advertido que podría ocurrir se estaba materializando ante ellos? ¿Habían fracasado en su misión…? Los Titanes se miraron entre ellos, en busca de alguna repuesta.

    De pronto, Chico Bestia y Terra, quienes eran los más cercanos al sitio, vieron como Robin se sentaba entre los escombros del domo protector, tomándose su cabeza con una mano. Parecía aún algo aturdido y confundido por el despertar tan repentino.

    —Robin, ¿qué ocurrió? —Masculló Chico Bestia, acercándosele lo más que su cuerpo malherido le permitió—. ¿Acaso tú no…?

    Robin reaccionó por completo al escuchar que le hablaba, y lo volteó a ver. No entendió en un inicio el motivo de su cuestionamiento, hasta que percibió le brillante luz rojiza que yacía sobre él. Al alzar su mirada, notó a Raven levitando sobre ellos, y por un instante el mismo sentimiento de preocupación que inundaba al resto de sus amigos, igualmente le llegó. ¿Había fracasado? ¿Raven no había sido capaz de hacerlo? ¿Ella tenía razón…? No, no podía ser.

    —Esperen, no teman —declaró con firmeza, poniéndose de pie rápidamente—. Confíen en Raven…

    Los Titanes tomaron sus palabras con reserva, pero las aceptaron. La espera por una respuesta no fue tan larga, pues en ese instante poco a poco el brillo rojizo que envolvía a Raven se fue opacando, hasta desaparecer por completo. La hechicera aún tenía sus ojos cerrados cuando su cuerpo comenzó a descender lentamente. Sus botines azules tocaron la superficie plana del suelo, y agachó su cabeza. Su flequillo cayó sobre su rostro, casi ocultándolo. Se quedó en esa posición, en silencio y completamente quieta…

    Todos se quedaron en su sitio a la espera. Jared miraba todo con bastante confianza, mientras los otros dudaban de cómo reaccionar. El único que se atrevió a acercársele con pasos precavidos fue el propio Robin. El Titán se aproximó hasta pararse a sus espaldas a menos de un metro.

    —¿Raven? —cuestionó despacio—. ¿Eres tú?

    De nuevo unos segundos de silencio y espera, antes de que al fin su voz se escuchó…

    —Sí… —susurró de pronto, y lentamente alzó su mirada por encima de su hombro, viendo a Robin directamente con sus ojos, sus habituales ojos morados y no los ojos amenazantes y peligrosos de la Raven Roja—. Soy yo… por completo… yo…

    Robin sonrió satisfecho al ver esto; era ella, la Raven real, la que para ellos al menos era la Raven real. El sentimiento de tranquilidad se esparció rápidamente en el resto de sus compañeros.

    —Raven, lo lograste —Exclamó Robin con alegría… pero esto no duró mucho.

    Al dar otro paso hacia ella, el Titán puso mayor atención en la imagen ante él. Eran los ojos de Raven, el rostro de Raven; era Raven sin duda… pero había algo que no se veía bien. Su mirada, la expresión que habían tomado los músculos de su rostro, el ángulo de sus labios, su propia postura, todo ella no radiaba felicidad o tranquilidad como él: radiaba absoluto… enojo… un enojo tan grande y tangible que en cuanto Robin fue consciente de él, se paralizó por completo.

    —¿Raven? —Murmuró con suavidad, pero ella no le respondió nada. Sólo se giró de nuevo al frente, y clavó estos ojos llenos de rabia en una sola persona: Jared.

    La sonrisa confiada del chico pelirrojo se había esfumado por completo, y ahora se veía más que nada confundido. Al ver de frente a Raven, notó lo mismo que Robin había notado: que era la misma Raven de siempre, no la que él esperaba ver.

    —No… no puede ser —murmuró, con su voz casi temblando—. ¿Cómo es que…? ¡¿Dónde está Raven?! ¡¿Dónde está mi verdadera hermana?!

    Jared alzó la voz con fuerza, pero Raven ni siquiera se mutó. Alzó su mano de pronto hacia él, y en un parpadeo el cuerpo de Jared fue empujado con violencia hacia atrás, estrellándose contra la pared, y luego quedando en el suelo, adolorido. Este acto puso en alerta de nuevo al resto de los Titanes, que igualmente detectaban esta actitud de su amiga como bastante inusual.

    Raven comenzó avanzar hacia Jared con pasos cautelosos. A medio camino hizo su mano hacia un lado, y los otros cinco hermanos atrapados se hicieron abruptamente a otro lado para quitarlos de su camino; como si fueran una simple cosa delante de ella y no personas.

    Jared miró este acto desde el suelo totalmente sorprendido.

    —No, no esto no puede estar pasando… —murmuró lleno de frustración.

    ¿Cómo había fallado?, ¿qué había hecho mal? Hizo todo lo que la Raven Roja, la verdadera Raven, le había dicho que hiciera; cada paso había sido planeado por ella y ejecutado por él de manera perfecta. Esto no tenía por qué haber pasado, esto no era lo que le habían prometido…

    Raven se paró justo delante de él y lo miró hacia abajo con sus ojos resplandeciendo de blanco. Desde esa posición, con las sombras ocultando su rostro y esos amenazantes ojos mirándolo con prepotencia y poderío… Jared sintió miedo por primera vez en mucho tiempo.

    —Se acabó, Jared —le murmuró la chica ante él con la voz resonando como un rayo—. Ríndete…

    ¿Rendirse? ¿Eso era lo que le quedaba?, ¿arrastrarse y pedir misericordia? No, nunca había hecho eso en todo su vida, y no empezaría a hacerlo en ese momento… de ninguna manera lo haría.

    Aún había algo que podía hacer. Pudo sentir entonces el sentimiento de rabia que surgía de Raven, de cada poro de su ser. Al respirarlo, éste entraba por su nariz e inundaba todo su cuerpo, creando un intenso calor en su interior. Esta ira era diferente a las que había sentido antes; era mucho más deliciosa, mucho más poderosa… Era similar a la que sus hermanos le brindaban. Quizás no era suficiente para derrotarlos a todos ellos, pero al menos sí para no quedarse ahí como un absoluto perdedor.

    —No… —Murmuró despacio—. ¡No lo haré! ¡Nunca lo haré!

    Extendió su mano y la movió delante de él, creando una fuerte llamarada que se extendió a todos lados, obligando a que incluso Raven tuviera que retroceder y protegerse para evitar ser alcanzara por ella. El caso fue lo mismo para los otros. Mientras ese fuego los distraía lo suficiente, Jared juntó sus dos manos contra el suelo, creando una fuerte explosión que lo elevó por los aires. Luego creó una más contra el techo, creando un agujero en éste por el que se escabulló. Para cuando todos lograron reaccionar, sólo pudieron ver el agujero en el techo, y escuchar varias explosiones seguidas que venían de él y rastros de tierra y cemento que caían.

    —¡Está escapando! —señaló Starfire con alerta.

    —No irá a ningún lado… —declaró Supergirl, y de inmediato se dispuso a lanzarse tras de él por el mismo agujero.

    —¡No! —Se escuchó de pronto que gritó la voz de Raven, y Supergirl se detuvo en seco. Todos voltearon a ver al mismo tiempo a su compañera, que miraba al agujero llena de enojo—. Debo terminar con esto yo misma…

    El cuerpo entero de Raven se cubrió de energía oscura, y fue hundiéndose en ella, como si penetrara el suelo, hasta desaparecer por completo de sus vistas. Se había ido, y muy posiblemente iba detrás de Jared.

    —¿Están seguros de que está bien? —Cuestionó Chico Bestia, perplejo.

    —No se ve bien —señaló Starfire—. Algo aún le está afectando…

    —No otra vez —masculló Supergirl con frustración.

    La atención de todos se enfocó en su líder.

    —¿Qué hacemos ahora? —Cuestionó Cyborg de forma directa.

    Robin miraba fijamente el punto en el suelo en el que Raven había desaparecido. Sería terco de su parte fingir que Raven se encontraba totalmente bien. No había sido dominada por la Raven Roja… pero igualmente algo estaba ocurriéndole. ¿Qué era? No había forma de saberlo con claridad, pero Robin tenía un par de ideas. Giró su atención hacia el resto de los hermanos; seguían inconscientes y aprisionados, por suerte.

    —Ustedes salgan de aquí, y llévense a ellos con ustedes —ordenó y de inmediato se dirigió a los restos del domo, en donde yacía su gancho retráctil que había caído después de su último uso para alcanzar a Raven.

    —¿Tú qué harás, Robin? —Preguntó Chico Bestia, inseguro.

    Robin armó de nuevo su gancho, y lo apuntó hacia el agujero por el que Jared se había ido.

    —Iré tras ellos —respondió con firmeza.

    —Robin —intervino Cyborg—, si vuelve a perder el control como esta tarde…

    —No lo hará —le interrumpió el chico de antifaz—. Yo confío en ella. Salgan, vamos.

    Disparó el gancho antes de que cualquiera pudiera cuestionarle algo más, y se elevó en el aire con rapidez hasta entrar por el agujero y perderse de su vista. No les quedaba más remedio que seguir sus instrucciones y salir de ahí cuánto antes.

    — — — —​

    A una cuadra detrás de la iglesia abandonada por la cual los chicos habían ingresado al Templo de Trigon, se suscitó una fuerte explosión que abrió un agujero en el centro de la calle. Esa parte de la ciudad se encontraba más concurrida, y un auto estuvo a punto de caer en el boquete. Alrededor de cinco personas cercanas, incluido el conductor del auto, se quedaron viendo fijamente el agujero, pero no tardó mucho en surgir de él el causante. El chico pelirrojo y de chaqueta negra, algo lastimado y sucio, saltó desde el agujero y posó sus pies sobre el pavimento, tambaleándose un poco. Se sujetó con fuerza su brazo izquierdo y dio un par de pasos al frente, antes de caer de rodillas.

    Se sentía débil, desorientado, y algo confundido. No sabía ni en qué punto de la ciudad se encontraba, ni hacia dónde ir. Sólo sabía que una vez estaba solo… solo como siempre lo había estado, y cómo había aprendido a vivir. Sin nadie que le tendiera una mano o le ayudara a levantarse. Jaqueline, Jessie, Jacob, John, Jack… y Raven; incluso Terra, ninguno estaba ahí para él. Había pasado de tenerlo todo, de ser el ganador absoluto, a eso… a estar huyendo como rata escurridiza por su propia debilidad e ineptitud.

    Si tan sólo hubiera matado al tal Robin cuando tenía la oportunidad no hubiera hecho lo que fuera que hizo para detener el surgimiento de la verdadera Raven. O quizás debió de haberse encargado de Terra cuando rompieron su hechizo, y así no los hubiera guiado hasta su templo. Si hubiera puesto más empeño en acabar con Slade y no confiar sólo en Terra, no le hubiera dicho a Robin lo que sea le haya dicho. Todo era su culpa… él había fallado. Y eso lo hacía enfurecer; enfurecer como nunca lo había estado antes.

    Alzó su mirada y vio a la gente a su alrededor que lo miraban confundidos y algo atemorizados.

    —¿Qué pasa?, ¡¿les doy miedo?! —Les gritó con fuerza de golpe, y casi todos retrocedieron un paso—. ¡Pues deberían! ¡Deben temerme! ¡Deben odiarme!, ¡deben darme su ira!

    Creó dos intensas llamas de sus manos y luego las extendió a los lados, creando un anillo de fuego que se dirigió hacia todos los testigos. Dos de ellos quisieron huir, pero el resto se quedaron paralizados ante esa imagen, pero fuera como fuera el fuego igualmente los tocaría a todos. Para su suerte, no ocurrió, pues un escudo de energía oscura los protegió a todos, y el fuego no los alcanzó.

    Jared vio esto con asombro al inicio, pero de inmediato lo entendió. Detrás de él se formó un círculo totalmente negro, y la silueta oscura de Raven se materializó poco a poco.

    —Te estaba esperando —murmuró Jared, sin voltear a verla—. Veo que no quieres dejar esto por las buenas…

    Al girarse hacia ella, vio a Raven mirándolo con los mismos ojos blancos y brillantes, pero llenos de ese mismo enojo de hace unos momentos, ese mismo delicioso enojo.

    Jared rio con intensidad.

    —¡Sí!, ¡eso es, hermanita! —Sus manos se cubrieron de fuego abruptamente—. ¡Ódiame!, ¡enójate! ¡Mientras más ira tengas más fuerte me harás!

    Se lanzó encima rápidamente, comenzando a arrojarse esferas de fuego consecutivas. Raven se movió hacia los lados, levitando un poco por encima del suelo, para esquivar sus ataques. Al mismo tiempo que esquivaba, se le acercaba, hasta estar justo delante de él, lo suficientemente cerca como para golpearlo en la cara de frente. Jared se tambaleó hacia atrás, y apenas se recuperaba cuando Raven le dio una patada más en la cara y lo terminó tirando al suelo.

    Robin surgió del agujero unos segundos después. Una vez afuera, volteó a todos lados para analizar la situación, y de inmediato notó a Raven y Jared, no muy lejos de dónde él estaba.

    —Miren, ¿no es Robin? —Escuchó a alguien mencionar a su diestra. Al mirar en esa dirección, notó a un par de personas, viéndolo fijamente con sorpresa.

    —Sí, es Robin —señaló otro—. Está de vuelta en Gótica.

    Habían pasado por tanto en ese corto lapso de tiempo, que se le había olvidado por un instante en dónde estaban. Pero no tenía tiempo para eso.

    —¡Aléjense de aquí! —Les gritó con ímpetu, agitando un brazo—. Es muy peligroso, ¡huyan!

    La gente de Gótica había aprendido a obedecer cuando Batman o sus ayudantes les daban una orden, así que de inmediato todos comenzaron a alejarse del sitio. Eso les daría más espacio… si en verdad las preocupaciones de Cyborg y los otros se hacían realidad.

    Jared se alzó de nuevo tras el último ataque de Raven y se mantuvo a la defensiva, con sus manos cubiertas de fuego, y sus ojos se habían tornado rojizos y brillantes. Raven no decía nada; sólo estaba callada, de pie ante su supuesto hermano, con sus puños apretados, su quijada tensa y sus ojos resplandecientes. Estaba furiosa, como Robin nunca antes la había visto. Era quizás diferente y con menos intensidad que cuando perdió el control esa tarde, pero aun así… el sentimiento que radiaba era igual o más dañino.

    —Raven, recuerda lo que Terra nos dijo —intentó expresarle Robin, aproximándosele—. La ira de sus oponentes le da más poderes. Debes tranquilizarte….

    —¡No intervengas! —Exclamó la hechicera con fuerza, y el cuerpo de Robin fue empujado hacia atrás casi como un golpe. Estuvo a punto de caer de nuevo el agujero, pero logró detenerse antes de que eso pasara—. ¡Esto termina aquí, Jared!

    —¡Lo mismo digo! —Le respondió el pelirrojo y se le lanzó encima igual que antes.

    Ambos chocaron en el centro de la calle, y comenzaron a atacarse mutuamente con fuego y magia, además de golpes limpios. Jared estaba herido, pero la ira de Raven parecía darle suficiente poder para seguir moviéndose y atacar. Robin sólo podía ver todo desde lejos como un simple espectador. No estaba seguro de que haría si eso se salía de control…

    “Vuelve al mundo real, despierta y… mátame…”

    “Es la única forma. Si no lo haces, ella saldrá, y no habrá nada ni nadie que pueda detenerla… Sólo tú puedes…”

    “Si no lo logró y quien despierta es ella… prométeme que tú harás lo correcto; sólo tú podrías…”

    Eso era lo que Raven le había dicho. ¿Era eso lo que tenía que hacer? ¿Era esa la única alternativa que quedaría si…? No, no podía rendirse tan pronto. Tenía que confiar, tenía que confiar en Raven. Ella podría sobreponerse a todo eso; sólo debía darle la oportunidad de hacerlo.

    El calor de su llamas se volvía más intenso, y varias veces hacía que Raven retrocediera. Jared aprovechaba estos momentos para recuperar terreno y atacarla con aún más intensidad. En un movimiento logró crear una explosión justo frente a Raven, y está fue empujada hacia atrás por la onda expansiva, chocando contra un póster de luz. Jared comenzó a arrojarle varias esferas de fuego consecutivas, una tras otra. Raven se protegió con un escudo a su alrededor, y el fuego sólo chocaba contra éste sin tocarla. Una vez que el ataque de Jared cesó, Raven quitó su escudo y con su magia arrancó el póster del concreto y lo arrojó contra él. Jared extendió su mano encendida al frente, y derritió el poster, abriéndose paso por él, y siguiendo de largo hacia Raven.

    Raven recibió de frente esa última llamarada, la cual alcanzó su capa. La agitó intentando apagarla, pero al final se la tuvo que quitar y lanzar al suelo pues el calor era insoportable. La capa se hizo cenizas en unos segundos. Raven quedó sólo con su leotardo negro y sus botines azules. Jared no perdió el tiempo, y mientras estaba distraída la tomo por detrás, sujetándolo con un brazo por el abdomen y con su otra mano la tomó del cuello.

    —Aún no es tarde, Raven —le susurró despacio, mientras sus manos se calentaban, lastimándola intencionalmente en su cuello y en su abdomen; la Titán gimió levemente, adolorida—. Aún seguimos compartiendo la misma sangre. Aún puedes unirte a nosotros por tu voluntad, y obtener el sitio que te corresponde.

    —¡Yo sé cuál es el sitio que me corresponde! —Gritó Raven con fuerza, y en ese momento todo su cuerpo se cubrió de un resplandor blanco. Gritó con todas sus fuerzas, y una onda de energía se extendió en todas direcciones, empujando a Jared por los aires lejos de ella, y también rompiendo las ventanas de los edificios y vehículos cercanos.

    Jared cayó varios metros lejos de ella, pero no duró mucho en el suelo antes de que fuera alzado por obra de la propia magia de Raven. Fue elevado por los aires, azotado contra el suelo, luego lanzado hacia un lado contra la fachada de un edificio, y luego contra el costado de un vehículo. Su cuerpo magullado terminó volando por el aire y cayendo en medio de la calle con fuerza, revotando en éste, y luego quedando boca abajo sobre el asfalto oscuro.

    Jared se quedó totalmente quieto en su lugar, y por un segundo Robin creyó que lo había matado, hasta que lo vio moverse un poco. Recordaba a Raven haber dicho más temprano: “sabes que no puedes derrotarme. Soy mucho más poderosa que tú, que cualquiera de ustedes”; era evidente que eso era cierto, y Jared lo sabía. Y aun así siguió, siguió presionando, siguió intentándolo… ¿por qué? ¿Creía que la ira de Raven le sería suficiente fuente energía para vencerla? ¿Creyó que aún podía convencerla de unirse a él? O… ¿quizás esperaba que todo terminara justo y como estaba terminando…?

    El resplandor en torno a Raven se opacó, hasta que sólo quedó ella de nuevo. Bajó su mirada y notó que su leotardo había quedado chamuscado en donde Jared había puesto su mano, e igualmente sentía ardor en su cuello. Sin embargo, ambas cosas le fueron indiferentes. Se giró de lleno hacia donde Jared había caído, y se le aproximó rápidamente; esto le dio muy mala espina a Robin, por lo que igualmente la siguió por detrás, cuidadoso.

    Jared logró girar sobre sí mismo en el suelo, y luego sentarse; ambos movimientos parecieron resultar retadores para él, además de dolorosos. Pasó el dorso de su brazo para limpiarse rastros de sangre de sus labios con su manga. En su cara tenía algunos rapones y cortadas. Raven se paró justo delante de él, y la miró desde abajo. De nuevo lo veía con poderío, pero con un gran sentimiento de odio recorriéndole el cuerpo y que él podía percibir sin problema. Sí, era bastante… pero ya no importaba. Ni toda la ira de toda esa ciudad le daría lo que necesitaba; eso lo sabía desde un inicio.

    Jared se quedó sentado, y le sonrió ampliamente de forma despreocupada.

    —Eso es todo, ¿no? —masculló, burlón—. Vamos, dame tu mejor golpe, hermanita… ¡Acabemos con esto!

    Casi como si fuera una respuesta inmediata a sus palabras, Raven alzó su mano derecha a un costado de su cabeza, y extendió su palma. Toda su mano se cubrió de su energía escura alzándose hasta casi tomar la forma de una larga cuchilla. Jared miró esto aún con una sonrisa, como si nada de ello le importara.

    Al final moriría solo, como siempre había vivido…

    —Raven, no —susurró Robin a espaldas de la hechicera de pronto—. Date cuenta de lo que estás haciendo. Lo entiendo, estás enojada, y tienes derecho de estarlo, pero no puedes dejar que este sentimiento te domine… Tú eres mucho más fuerte que eso…

    Raven no dio señal alguna de escucharlo siquiera. Siguió con su mano alzada, con su magia acumulada en ese punto, y con sus ojos brillantes de blanco y totalmente puestos en Jared y en nada más. Jaló entonces su mano hacia atrás, con la posición justa para lanzar su ataque con todas sus fuerzas al aire. Robin se sobresaltó, y Jared sonrió más ampliamente, satisfecho. Robin sacó en ese momento uno de sus bumerangs, y se disponía a lanzárselo a Raven sin la menor duda antes de que fuera demasiado tarde… pero no fue necesario.

    La mano de Raven no lazó el ataque, y en su lugar se quedó quieta en su sitio. Sus dedos temblaron ligeramente, y de un segundo a otro toda la magia que ahí tenía acumulada se disipó. Bajó su brazo rápido como si éste le pesara una tonelada y bajó también su mirada cerrando unos momentos ojos. La extrema dureza de su rostro también se fue calmando, y cuando abrió de nuevos sus ojos estos ya habían vuelto a la normalidad.

    —No… No lo haré… —Susurró despacio, más como si fuera un pensamiento en voz alta para sí misma que para alguno de ellos dos.

    Robin suspiró aliviado, e igualmente bajó su brazo. Jared, de nuevo, se veía confundido.

    —¿Qué pasa?, ¿acaso no estás furiosa? —Exclamó el pelirrojo, alzándose un poco—. No me digas que no, porque puedo sentir claramente que es así. ¡¿Acaso no tienes deseos de matarme?! ¡¿Te reprimes de nuevo como siempre?!

    Raven se volteó de nuevo hacia él con dureza. De nuevo su mirada se veía molesta… pero ya no al mismo nivel que antes.

    —¡Sí!, ¡estoy furiosa! —Espetó con fuerza—. Furiosa contigo por todo lo que hiciste y todas las mentiras que fabricaste; molesta por todo el daño que me hiciste, triste porque aun siendo hermanos somos seres tan diferentes, decepcionada porque en verdad creí que había encontrado a una persona que pudiera comprenderme por completo, tal y como soy, y frustrada conmigo misma por haber permitido que todo esto llegará hasta esto, arrastrando de nuevo a mis amigos y poniéndolos en peligro…

    Apretó sus ojos y sus puños con fuerza y sus hombros comenzaron a temblar ligeramente. Esto duró sólo apenas unos segundos, pues luego de ello sus puños se abrieron y sus dedos se relajaron, al igual que su rostro.

    —Pero… aun así, te sigo queriendo, Jared… —soltó de pronto, tomando totalmente desprevenido al chico ante ella. Raven lo miró, y en su rostro ya no había odio, sólo tristeza—. Te quiero tanto como cuando estábamos en aquella cafetería, o en todas esas tardes que pasamos en tu cocina. —Una pequeña sonrisa se asomó entonces entre toda esa tristeza—. Estoy feliz por todos esos momentos que vivimos juntos y me aferro a la idea de que no todos eran falsos.

    Miró entonces al cielo, como si se sintiera apenada.

    —Tengo sentimientos muy fuertes por Robin que no puedo controlar, siento muchos celos de Starfire, y un gran resentimiento hacia Terra por todo lo que hizo. Siento todo eso y mucho más; soy una masa de emociones sin rumbo ni forma con riesgo de explotar en cualquier momento. Pero Robin tenía razón… no le temo más a esa masa de emociones, porque soy un ser humano, y sentir todo esto es parte de serlo. Tengo la capacidad de elegir el ser buena o mala, de entender que mis actos lastiman a otros, y elegir lo mejor. Los humanos han aprendido por generaciones a lidiar con su masa de emociones, canalizarla, y no dejarse llevar por ella, y vivir en armonía con aquellos que quieren. Eso los vuelve más fuertes, no los poderes mágicos.

    —Raven —murmuró Robin, sorprendido, aunque realmente contento de escucharla decir todo eso; lo había logrado, realmente lo había logrado.

    —¿Sigues aferrándote a que eres humana? —Murmuró Jared con molestia, y entonces comenzó a pararse a duras penas—. Tú no eres humana, ¡tú eres algo más!

    —No soy nada más, y tú tampoco —sentenció Raven con firmeza—. Tú también eres como yo, tú también puedes elegir lo que desees, tú también tienes una opción. —Se aproximó entonces hacia él, aunque Jared instintivamente retrocedió un paso, intentando mantenerse lejos de ella—. Jared, yo te sentí, estuve contigo, conviví contigo; te escuché y tú me escuchaste. Sé que no todo lo que vivimos fue mentira, sé que lo que sentimos en estos días no fue un invento. Tú eres mi hermano, y yo soy tu hermana. ¿No te es suficiente eso?

    Jared bufó irónico. Tenía su mano aferrada a su brazo izquierdo, y parecía tener que esforzarse bastante para mantenerse de pie.

    —Es fácil para ti decirlo —murmuró el chico pelirrojo con algo de dolor en su voz—. Tú eres la elegida, tú eres la joya, el portal. Naciste y fuiste creada con un propósito. ¿Y yo qué? ¿Somos iguales? ¡¿Entonces yo qué soy?! —Alzó de golpe la voz, casi amenazante—. ¡¿Cuál es mi propósito?! ¡¿Cuál es mi destino?! ¡¿Qué soy yo además de un maldito error?! Porque eso somos nosotros, ¿no? Simples errores, intentos fallidos de crearte… a ti… errores a los que podían desechar y olvidar así de fácil… como lo hizo mi propia madre.

    Raven se estremeció al escuchar esas palabras. Sin los demás hermanos interponiéndose, ya no había nada que bloqueara sus habilidades empáticas. Podía sentir todo lo que emanaba de él, y podía ver que aún detrás de toda esa furia, había un tangible rastro de dolor y sufrimiento; uno genuino, no inventado o imaginario.

    Raven recuperó la compostura y prosiguió.

    —Si quieres un propósito, no esperes que Trigon o yo te lo demos. Sólo tú mismo puedes elegirlo; tú y nadie más.

    —¿Elegir? —Ironizó Jared, casi riendo—. ¡¿Elegir qué?! Para elegir se necesitan opciones, y no hay ninguna para mí en este mundo.

    —No es cierto, hay mucho más que aún podemos compartir. Hay un lugar para ti aquí, conmigo.

    —¿Siendo qué? ¿Un superhéroe? —Tomó una pequeña pausa, antes de terminar—. ¿Siendo uno… de los Jóvenes Titanes acaso?

    —Puedes serlo —le respondió Raven de inmediato—, si así lo eliges, así como yo lo elegí. Sólo ven conmigo…

    Raven dio un paso más hacia él y le extendió su mano gentil. La posó justo frente a él, visible y a su disposición para ser tomada. Jared miró esa mano fijamente por largo rato, totalmente en silencio. No había forma de percibir por su expresión qué le cruzaba por la cabeza. ¿Intentaba comparar ese momento con todos aquellos anteriores en los que alguien igualmente le extendió la mano para traicionarlo? ¿Estaba considerando seriamente sus opciones y posibilidades? Raven no lo sabía. Sólo sabía que su ofrecimiento era sincero, y realmente deseaba que lo aceptara; pocas veces había deseado algo con tantas fuerzas.

    Jared bajó su mirada, reflexivo.

    —Tienes razón, Raven —masculló tras unos instantes—. Yo tengo el poder de elegir. Y mi elección me dice que en este mundo, donde gente como nosotros sólo pueden ser Superhéroes o Súper Villanos… sólo hay un camino para mí…

    La mano de Jared se incendió de nuevo en llamas, y de la nada se lanzó hacia Raven, extendiendo su mano hacia su rostro.

    —¡Rave!, ¡cuidado! —Exclamó Robin al cerciorarse de esto y una vez más jaló su bumerang hacia atrás con la intención de lanzarlo. Pero de nuevo, no fue necesario.

    La mano de Jared se detuvo a unos centímetros del inexpresivo rostro de Raven. Pero no sólo su mano, todo su cuerpo se había paralizado justo en su lugar, y no era capaz de mover ni un dedo. Raven lo miraba fijamente con dureza, pero también con decepción en su mirada.

    —Así es… —susurró despacio como respuesta a sus palabras—. Supongo que es verdad…

    La mano que tenía extendida hacia él se aproximó ahora a su frente. En cuanto la yema de sus dedos hizo contacto con su piel, Jared sintió una oleada de electricidad que le recorrió todo el cuerpo.

    —No, ¿qué haces? —Murmuró confundido, y entonces toda su mente se puso totalmente en blanco—. ¡¡Aaaaaaah!!

    Jared gritó con desesperación de forma instintiva. Era la segunda vez que intentaba esto con Jared, pero esa vez sería más agresiva e invasiva la vez que pasada. Sin intervenciones, ya fueran internas o externas, logró ver todo lo que había visto la primera vez, y mucho más. Vio al pequeño Jared, a su madre cuyo rostro aún era incapaz de ver con claridad, pero sí su amplia y hermosa sonrisa. Pudo ver como sus poderes despertaron, y terminó quemando muebles, juguetes, y dañado personas, incluida su propia madre. Pudo percibir como de un día para otro su madre se fue y lo dejó totalmente solo, y tuvo que cuidarse por su cuenta, viviendo en las calles, robando o involucrándose en cualquier trabajo que lo ayudara a subsistir, por más incorrecto e ilegal que fuera… incluso asesinado a otros con sus llamas.

    Pudo ver a través de los ojo Jared como Terra, o más bien la otra mitad de Terra que se había creado con todo lo que ésta deseaba desechar, se presentó ante él un día justo cuando había tocado fondo. Como le habló de su padre, y de quien la había enviado. Pudo ver como tuvo su primer contacto entre sueños con la Raven Roja, y como ésta le indicó qué hacer y a dónde ir. Todas las promesas que esa otra representación de ella le había hecho sin remordimiento alguno, venían a su mente, complementando todo lo que ya había visto. Entre Terra y él buscaron a los otros, y uno a uno los fueron reuniendo para su causa, hasta llegar a Jump City.

    Luego de eso, todo era los momentos que ella conocía, complementando algunos agujeros o espacios en blancos que ella en ese entonces no sabía siquiera que existían. El plan para matar a Slade antes de que revelara lo que sabía, usar sus sentimientos por sus amigos para sacarla de su centro y hacer que su otro yo poco a poco tomara el control. Todo estaba ahí… Pero mucho de eso, ya lo sabía. Al permitir unirse con la Raven Roja, había podido ver y sentir todo lo que había sellado y encerrado en ella. Todas las mentiras, toda la manipulación a la que desconocía era capaz de llegar. Jared, Terra, y también los otros… todos ellos no eran más que puras víctimas de ella, y no al revés. Ella había causado todo eso… se lo había causado a él.

    Una vez que terminó, retiró sus dedos, y el cuerpo de Jared se dejó caer de rodillas al suelo, y luego directo al frente. Raven usó sus poderes para evitar que cayera con fuerza al asfalto y en lugar de eso lo depósito suavemente sobre éste. Jared estaba totalmente inconsciente, inmóvil y en silencio. Ya no sería más una amenaza, por lo menos no por el resto de ese largo San Valentine, que al fin parecía estar cerca de terminar.

    Ella misma se dejó caer de rodillas al suelo, totalmente agotada. Miró a Jared ante ella con mirada ausente, sobre todo sus largos y desarreglados cabellos rojizos y su rostro que ya dormido se veía apacible y tranquilo.

    —¿Raven? —Escuchó a Robin murmurar detrás de ella. Lentamente se giró sobre su hombro, y ahí lo vio. Estaba de pie justo a sus espaldas, y la miraba con seriedad.

    —Se acabó… —Murmuró Raven despacio—. Ya todo acabó…

    Su expresión y su tono eran estoicos y tranquilos. Sin embargo, Robin se dio cuenta de que eso no era todo. Se agachó hasta estar a su misma altura y poder verla directo a los ojos.

    —Está bien, puedes sacarlo —murmuró despacio, colocando una mano reconfortante en su hombro—. No tienes que contenerte más…

    Los ojos de Raven mostraban pequeños rastros de lágrimas contenidas que brillaban con la luz de los faroles, y que no pasaron desapercibidas para el Chico Maravilla. Una vez que le dijo esas palabras, Raven poco a poco hizo exactamente lo que le dijo: sacarlo, dejarlo salir.

    El rostro gris de Raven se puso sonrosado, y sus ojos se llenaron de lágrimas abruptamente, que comenzaron a recorrerle sus mejillas a cantaros. Se le pegó al Titán, colocando su rostro contra su pecho, y rodeándolo con sus brazos. Fuertes y agudos sollozos comenzaron a surgir de su boca sin el menor filtro, y la tela del traje de Robin se empapó de sus lágrimas. Él, por su parte, la rodeó también con sus brazos, y sólo permaneció en silencio, dándole su tiempo.

    Había sido un día largo y difícil para todos, pero lo había sido más para Raven Roth. Ahora todo el peso de lo ocurrido caía sobre sus hombros, y la hacía desmoronarse. Nunca en toda su vida se había permitido llorar de esa forma, pero ahora podía hacerlo; podía llorar, reír, gritar y muchas otras más. Ahora, por primera vez en su vida, se sentía completa… se sentía real…

    FIN DEL CAPITULO 31

    Notas del Autor:

    A lo largo de esta historia, Raven fue presentada con muchos cambios de personalidad y humor, hasta el punto de que muchos me llegaron a comentar que la sentían un poco OoC (Out of Character o Fuera del Personaje). Esto se debió como ya debieron haber supuesto a la intervención de Jared y sus hermanos, usando sus poderes para manipularla desde las sombras, pero no fue todo por ello. Un tema que fue bastante recurrente en toda la trama, y que creo que tuvo su cúspide en estos últimos dos capítulos, fue el preguntarse “¿Cómo es realmente Raven?” Siendo alguien que toda su vida tuvo que reprimir sus emociones por miedo a lo que estas pudieran ocasionar, ¿podemos realmente decir que hemos conocido a la verdadera Raven?, ¿o sólo conocimos a la Raven que necesitaba ser o la que le enseñaron a ser? ¿Cómo sería Raven si tuviera la libertad absoluta de expresar sus sentimientos como cualquier otro humano? Todo lo ocurrido en esta historia ha llevado a Raven por un viaje de transformación que la hará aceptar su verdadero ser, y todo lo que siempre quiso ser.

    En fin, luego de esta reflexión, sólo queda decir que este largo San Valentine ha terminado. Espero que estos enfrentamientos finales ocurridos en estos cuatro capítulos les hayan gustado. Quizás no fueron las peleas más emocionantes o espectaculares, pero creo que fueron significativas. Todo lo ocurrido dejará secuelas, tanto buenas como malas, en nuestros queridos héroes, no sólo en Raven.

    Pero esto aún no termina. Queda un capítulo más, un capítulo que espero poder publicar pronto. Así que estén atentos para la conclusión definitiva de esta historia. ¡Nos leemos pronto!
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso