Melani Con el seño fruncido no me quedo mas que aceptar la bebida, la abrí y comencé a beberla, - Nunca me imagine ayudar- le mencione a aquel hombre que se acercaba a mi, - siempre hay para compartir - prosegui buscando otra lata y la abri para el, mire la conmovedora escena de ese par de tortolos - Felicidades - susurre con una gran sonrisa
—Yo también tengo algo para decir. —dijo Jonathan sonriendo; bebió lo último que quedaba de una botella de cerveza, la apoyó en una mesa y caminó hasta Melani. —Creo no ser el único en que esté de acuerdo con esto. Siendo el vicepresidente del club y sin el presidente a la vista, quedo como el líder de la facción. No son cálculos difíciles, ¿verdad? Por lo que si alguien se opone a mi decisión, realmente, se lo lleva el diablo. —algunos rieron, otros como Brian se mantuvieron callados y apartados a la celebración. —Quiero agregarles a la chaqueta de cuero de las novatas el parche de mujer de confianza. Parche único hasta el momento que usa solamente Nokes. Bueno, Jean, compartirás el parche con tres chicas rudas. —Jean dio un silbido, aprobando la decisión. Aquél parche de mujer de confianza únicamente era dado a aquellas mujeres que mostraban su valía y fidelidad al club. Jean al ser la única mujer del club, era la única hasta el momento que portaba con orgullo el parche, en la parte superior derecha, debajo del nombre del club. Otros hombres también lo usaban, casi todos, pero el equivalente: "hombre de confianza". Jonathan les entregó el parche a Melani, Caterina y a Ryshia. —Tienen que coserlo del lado derecho, debajo del nombre del club. Aún no son miembros oficiales, pero están en buen camino. Enhorabuena. Mckenzie se acercó a Henry. Tenía una botella de cerveza en su mano. —Oye... ¿cómo te fue con Piney? Vi que saliste detrás de él en lo de Gemma. Contenido oculto Para que se den una idea, aca abajo tienen la chaqueta común para un novato del club. Lo único que tendríamos que agregarle es el identificativo obvio: un parche que diga "Novato" en la parte superior derecha. Y en la parte trasera, en la parte posterior un parche enorme que diga "Novato" y nada más. Ahora, ustedes portan este chaleco, con los identificatorios que dicen Novato en la parte superior derecha. Le agregaran a su vez, en la parte izquierda, el parche de "Mujer de confianza". Quedaría algo así En la parte superior derecha el parche de "Mujer de confianza" (que modelo femenino xD) Contenido oculto @Bruno EVF
Henry Me encontraba sentado en los taburetes de la barra del club, de espaldas a éstas para admirar y felicitar con silbidos lejanos la placa que las chicas se ganaron merecidamente, sea lo que fuere que hicieron en el lugar donde las tuvieron secuestradas. Había sentido un alivio tremendo cuando nos las cruzamos en nuestras motos; al principio me preocuparon sus magulladuras, pero se las vio realmente fuertes e invencibles. Resultaba increíble lo bien que se las habían arreglado. En tanto recordaba con una sonrisa el momento, el Mapache se me acercó con una botella de cerveza para preguntar sobre lo que ocurrió con Piney. Una sombra oscureció mis ojos. —No muy bien —admití con pesar—. El Judío me pidió que fuera a vigilarlo y obedecí... Intenté seguirlo con sigilo, pero el Abuelo me descubrió justo frente a las puertas de Angels of Death —lo miré, con una expresión seria—. Él estaba seguro de que ellos tenían algo que ver con el secuestro de las chicas y me invitó a ir con él; yo estaba demasiado preocupado como para decirle que no, pues no teníamos pista alguna y el tiempo nos jugaba en contra —bufé, molesto—. Y cuando entramos, se puso a golpear a los Angels y amenazó al mismísimo vice-presidente. No me quedó más remedio que desenfundar un arma para mantener a raya a todo el club —negué con la cabeza y miré al suelo. Realmente me sentía preocupado—. Tuvimos suerte de que llegara el Judío a salvarnos de todo ese berenjenal... >>Pero está claro que, tras todo esto, no merezco ser un Hombre de confianza —concluí, tranquilo, mientras encendía el sexto cigarrillo del día.
Mckenzie escuchó con atención, con la mirada fija en los movimientos del resto de los miembros del club. Se encogió de hombros. —Creo que aún no tuvimos nuestro despegue. Al menos tienes mejor apodo que el mío. —sonrío levemente. —Algunos ni saben mi nombre, solo se dirigen a mí por el apodo que me hizo ganar aquél maldito vagabundo o mi apellido. —negó, sonriendo. —Pero de todas formas, siento que es mi lugar. ¿No lo sientes igual? A mi parecer, actuaste bien. Ese viejo está loco, ¿que hubieras podido hacer? ¿medirte a puñetazos? Naa... yo creo que no. A veces es mejor dejar de pensar tanto y actuar más, tal como tú estás haciendo. —le alcanzó una botella de cerveza y la chocó con la de él. —Por los infelices de no confianza. Salud
En medio de los festejos, las risas y el alcohol, Jonathan Klebitz notó la ausencia de un miembro del club. James Norrington no estaba a la vista. Se acercó hasta la puerta del club y la abrió para ver si estaba su motocicleta aparcada. Tampoco estaba. —Hey, Chibs. ¿Dónde está Jim? —el irlandés se limpió los labios con el dorso de la mano antes de contestar. Se chupó los dedos grasientos de la sal que le había dejado las papas saladas que había a modo de tentempié. —Se separó en los muelles. Antes de perderlo de vista lo vi con el celular. Ya sabes como es, debe estar mensajeando con Malcom sobre motocicletas nuevas o peleando. Lo llamaré. —sacó su teléfono móvil y marcó el número. La llamada dio directamente con el contestador —Qué raro... no está disponible. —Jhonny negó con la cabeza, restándole importancia. —Debe haber ido con Malc a por unas frías. Luego nos preocuparemos por él. No interrumpamos el festejo.
Henry —Salud —secundé acompañando el choque de botellas. Las palabras de McKenzie habían apagado ligeramente la preocupación que me carcomía, pero no me arrancaron sonrisa alguna—. No creo que el Abuelo esté loco; a juzgar por las cosas que le dijo el Judío cuando nos rescató de aquel club, está muy dolido por algo que ocurrió con los Angels of Death, al punto de que no pudo controlar su ira cuando los tuvo cerca —me quité el cigarrillo de los labios. Dejé escapar una larga bocanada de humo antes de seguir hablando:— Quién sabe, tal vez perdió a alguien a quien quería con toda su alma, sé de primera mano lo duro que es perder algo que significa mucho para uno —aparté mis propios recuerdos con una sacudida de cabeza. >>Por suerte, encontré en The Lost mi renacimiento. Poco a poco, siento que vuelvo a recobrar las ganas de vivir que creía perdidas. Y me pasa lo mismo que a ti: lo siento como un hogar —esta vez, una sonrisa brusca y de poca duración marcó mis facciones— Pero como siga actuando sin pensar, me castigarán como a un niño que se porta mal —reí. >>Y bueno… —di cuenta de un buen trago de cerveza— Ya que el tema de tu nombre te está preocupando tanto, me gustaría saberlo, “Mapache” McKenzie. Y, de paso, podrías contarme un poco de dónde vienes y cómo llegaste hasta esta barra junto a mí. No viene mal conocer un poco más a un hermano de The Lost.
—Mi nombre de pila es Eric, lamento decepcionar tanto misterio. —sonrió, bebiendo de la botella. —Vengo de New York. Tuve de todo desde que era pequeño, fui el consentido de la familia. No logré tener un trabajo estable; mi adicción por las drogas y el alcohol le hizo perder mucho dinero a mi familia. No terminé mis estudios secundarios y mi padre me terminó desheredando. Mi madre lloró cuando escapé de mi casa; pero es que realmente no sentía que era mi hogar, ¿entiendes? Ser tan consentido me hizo mal. Por eso es que no puedo perder nunca, me pongo como un niño. Me di cuenta de mi error cuando despertamos en la jaula, cuando vi que a las mujeres les iba bien y a mí no. Fue un golpe bajo para mi ego y quise matar al vagabundo que me ganó, creo que recuerdas el desenlace de esa historia... —aún tenía la pequeña marca de la bota de Jhonny sobre su tráquea. —Y desde que Hannigan me fracturó el brazo en los Pulsos, decidí cambiar mi temperamento, no me llevaría a ningún lado. Pero en fin... ¿qué te trajo a ti?
Henry —Con que Eric McKenzie… —vacié los restos de mi botella; en tanto lo hacía, pensaba que no era un nombre de pila que impusiera demasiado respeto, pero preferí no comentarlo—. Al contrario de ti, yo nací sin nada, en un barrio pobre del sur del país. Viví siempre en la delincuencia, entablando relaciones amistosas u hostiles con ladrones y pandilleros; la vida me formó a base de dolorosos golpes, en tanto luchaba para no morir de hambre y pena —me arremangué una manga de la chaqueta para mostrarle a McKenzie las numerosas cicatrices que cubrían mi brazo derecho—. Esto que ves aquí, son los productos de varias peleas callejeras, pues antes pertenecí a una pandilla de luchadores que se dedicaba a medir sus fuerzas contra otras pandillas. Llegué a ser uno de los miembros más respetados y fuertes —sonreí levemente ante el recuerdo de mis compañeros—. Nos financiábamos mediante asaltos y robos, pero nunca hicimos daño a ningún inocente. Fuimos conocidos como “The Hawks”, porque éramos veloces, de buenos reflejos y pegábamos unas patadas voladoras que daban miedo —asentí, todavía con la mirada perdida en los recuerdos. >>Pero un día, cuando festejaba mi cumpleaños número 30, fuimos interceptados en la calle por una pandilla que nos odiaba a muerte; la acompañaba lo más podrido de la policía —una sombra nubló mi mirada y bajé la cabeza—. No pudimos defendernos... Los halcones son veloces, pero no tanto como las balas... Todos mis amigos murieron peleando. A mí me molieron a golpes y me tiraron a una zanja. >>Estuve en coma durante un año. Al despertar, los médicos me contaron todo… Sentí que mi alma se derrumbaba… Eric… Que mi vida se había vaciado para siempre. >>Cuando salí del hospital, yo era como una cáscara vacía que caminaba sin rumbo por las calles. Nunca conocí a mis padres, y no tenía ningún familiar con el que desahogarme. Tuve una novia muy bonita, que me dejó por otro mientras estuve en coma, y pensé que acudir a ella sería una terrible humillación. Así que para descargar todo lo que sentía, me empecé a meter en peleas donde se apostaba dinero: dejaba a mis rivales destrozados y con los bolsillos vacíos, y todos me miraban como si fuese un monstruo. Sin embargo, nadie me prestó una mano amiga. Seguía solo. Sintiéndome fuera del mundo. >>Pero cuando supe que en Charming había cierto Club que buscaba incorporar nuevos miembros, una corazonada me dijo que debía intentar meterme… En The Lost vi la oportunidad de encontrar un nuevo camino para mi vida… —levanté la cabeza para volver a mirar a mi interlocutor—. Y hasta ahora, no me arrepiento de nada…
—Entonces tuviste algo parecido a lo que se tiene aquí; pudiste sentir la hermandad a flor de piel... o al menos es lo que noto cuando hablas de ellos como si aún estuvieran contigo. —desvió la mirada hacia el resto que seguían charlando animadamente. —Y ya entiendo como es que venciste a todos en el torneo; ya tenías una experiencia previa de esos antros. Las lecciones que te da la vida sirven para un futuro... lo demostraste venciendo al campeón. —miró a Pelotita. —Yo solo espero mi oportunidad para pasar a la historia. Sé que llegará. —bebió lo último que quedaba de su botella y la dejó a un lado. ------------------------------------------ Eddie había dejado de festejar, ya había bebido al menos cinco botellas de cerveza y se sentía mareado. Apretó la muñeca de Caterina, ya sin medir su vergüenza. —Aún espero que me digas eso que no quisiste preguntarme. —la miró fijo a los ojos y sonrió; sus pupilas dilatadas revelaban su estado semi ebrio.
Caterina — Todo un honor — murmuré aceptando el parche con mis manos para después guardarlo en un bolsillo para más tarde. *** La celebración pasó de forma relativamente tranquila, y por mi parte, había empezado a beber bastante así que ya no corría tanta prisa el ducharme o descansar. Cuando noté que Eddie atrapó mi muñeca, lo miré con la cabeza ladeada. — No estás en estado para hablar de eso — dije con una leve risa, escapando de su agarre.
Henry —Cuando llegue esa oportunidad, estaré allí para darte una mano —respondí con un leve asentimiento de cabeza, sin mirarlo. Encendí otro cigarrillo antes de continuar hablando, haciéndolo bailotear entre mis labios—. Ya habrás entendido que, estando en un club, no te construyes en soledad; todavía recuerdo lo mucho que te desagradaba escuchar mis consejos sobre tu comportamiento, cuando recién entramos a The Lost. No sólo te formas a ti mismo, sino que también lo hacen tus compañeros, cada uno a su manera. Algunos te pisotean el cuello con la suela de sus botas, mientras que otros se limitan a darte charla con una botella de cerveza en mano. Hasta el momento más ínfimo te ayuda a volverte más grande y respetado, hay que saber aprovecharlos —di una larga pitada al cigarrillo, para luego expulsar su humo con total calma, dejándome rodear por su blanca estela. >>El punto al que quiero llegar, Eric, es que entre todos te ayudaremos a pasar a la historia, como tanto aspiras. A veces dándote golpes, y otras veces golpeando contigo. Y si queremos ser hombres de confianza de The Lost, estaría bien comenzar a trabajar juntos. La próxima vez que me encarguen una misión, pediré que me acompañes.
Cuando ella se safo de su agarre, intentó atraparla de nuevo, pero no pudo. Cayó de la silla en donde estaba y comenzó a reír mientras se intentaba levantar. —Rayos... me da vuelta todo. —se apoyó en la mesa, mirando a Caterina. —Creo que hasta aquí llegué entonces. Me voy a dormir. —le guiñó un ojo, se dio media vuelta e intentó caminar hasta la puerta que conectaba con la sala de juntas, con la habitación donde se rendía homenaje y donde estaban las habitaciones. Pero cada paso que daba hacia delante, daba dos hacia atrás.
Alguien más se sentó entre ellos los dos novatos. Venía dando zancadas y se sentó como si nada, pasando ambos brazos por los hombros de los dos. Era Jhonny, alegre por el alcohol que fluía libre por su sistema. —Estuve escuchando y te aconsejo que tengan cuidado. —dijo con una voz totalmente ebria, sonrió y bebió de la botella que traía consigo. —¿Con qué? —inquirió incrédulo Mckenzie, mirándolo. —Con el virus de Lost. Cuando se lo contrae es imposible curarse de él. —les guiñó un ojo, golpeó sus rodillas amistosamente y se levantó, casi tropezando. Chocó con Bobby y ambos se abrazaron, para seguir cantando y bebiendo. Eric estaba pasmado. —¿Qué fue todo eso?
Henry Una persona se interpuso entre nosotros y nos rodeó alegremente con sus brazos; apareció tan súbitamente que hizo que se me cayera el cigarrillo de los labios, el cual fue a parar al mugroso piso. No esperé que se tratara del Judío, pero tuve el reflejo suficiente para anular la mirada de irritación que estuve a punto de clavarle por su sorpresiva interrupción. En cambio, mostré una sonrisa sincera cuando comenzó a hablarnos, porque me hizo gracia que estuviera cotilleando nuestra charla y, también, porque me caían muy bien los borrachos alegres. Pero cuando llegó a la parte del Virus de The Lost, mi sonrisa se apagó un poco. El Judío se retiró, dejándonos confundidos. —No tengo la menor idea —contesté a la pregunta de Eric. Me quedé mirando al Judío desde la distancia—. Pero supongo que no perdemos nada con preguntarle —miré a Mckenzie, con una sonrisa cómplice, y le dije en un tono más bajo:— Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad ¿Te vienes? La última pregunta la hice de pie y ya caminando en dirección al grupo del vice-presidente. Eric quedó rezagado, pero yo tenía mucho interés en desentrañar lo que acababa de decir el Judío. No sonaba precisamente bien… En el camino me hice con otra botella de cerveza. Mi cuerpo ya estaba acalorado por el alcohol, seguramente caería ebrio pronto. Pero no me importó. Me acerqué al Judío, que se encontraba cantando con Bobby. Decidí que lo mejor sería ir entrando en confianza antes de hacer la pregunta. —¡Por The Lost! —vociferé, alzando mi botella para chocarla con la de ambos.
Caterina Miré a Eddie con una ceja alzada. Sí, seguro que llegaría algún día a ese paso. Me acerqué con cuidado y situé mi cuerpo debajo de su brazo, obligándolo a que se apoyara sobre mis hombros. — Vaya chico... — murmuré mientras caminaba hacia las habitaciones, guiándolo.
Sintió que alguien lo ayudaba a caminar en línea recta, pero no le importó. Comenzó a tararear una canción que solía escuchar siempre antes de salir en las patrullas cuando estaba destinado en Irak. —Fly me to the moon... —silbó alguna que otra estrofa antes de reír; ya habían llegado al pasillo de las habitaciones. —In other woords, baby kiss meeeee —un hipo interrumpió su canción. —Bueno, señorita. Muchas gracias por traerme. Creo que los roles están invertidos. —rió divertido, pensando que ahora ella debía de conseguirle un abrigo. Se apoyó en la puerta. —Gracias a dios que no tienen llave... sino dormiría en el suelo. Nunca tuve buena puntería cuando veo tres cerraduras en vez de una... ¿siempre a la del medio verdad?
Caterina Fruncí el ceño al escucharlo cantar. Wow, eso si que no me lo esperaba de él. — Supongo que sí, siempre en el medio — respondí cuando se separó — ¿Vas a llegar vivo a la cama? — pregunté cruzándome de brazos y alzando una ceja.
—¡The Lost! —gritó Bobby, riendo a carcajadas; tenía la larga barba manchada de alcohol, algunos mechones estaban húmedos y goteaban cerveza. Jonathan giró y chocó la botella de Henry con fuerza, sin poder controlar su ímpetu. —Peri miren quién es, el campeón; el que le rompió la cara a los malditos Angels Of Death. —Cowboy también se había unido a ellos, sonriendo, con el sombrero vaquero sobre su cabeza. —Me han llegado buenos rumores de tu parte, Campeón. —lo elogió Cowboy con una sonrisa, chocando a su vez la cerveza. —¡Por el Campeón! —y de inmediato el pequeño círculo de hombres agitaba sus botellas y ladraban a voz de cuello los elogios e insultos hacia el novato que había logrado consagrarse campeón en el torneo. Chibs se acercó de inmediato, nunca se perdía algo relacionado al club, mucho menos un festejo. —Henry-boy, ¿cuantas cerveza has tomado? Me parecen muy pocas. —arrastraba un cajón con cervezas totalmente congeladas. Estaban a una temperatura óptima. Fuera de la pequeña reunión, no se veía a Iroquis ni a Jean, seguramente se habían marchado a festejar su "luna de miel" adelantada. Se veía a Juice, totalmente borracho, dormido sobre una mesa. El Chulo Hopper platicaba con una bailarina que estaba sentada sobre su regazo. No había señales de Brian Jeremy y Ajax, que se encontraba viendo el pequeño festejo, se acercó, medio tambaleándose. Empujó al Cowboy, el cual le devolvió el empuje. No estaba tan ebrio como el matón. Ajax trastabillo, gruñó, dijo algunas palabras, terminó de beber su cerveza y se fue a las habitaciones, no sin antes dejar caer la botella de vidrio al suelo. El Cowboy se limpió donde Ajax lo había tocado y se lo quedó mirando hasta que cruzó la puerta.
Eddie la miró con picardia; alzó una ceja, sonriente. —¿Quieres asegurarte que llegue? —abrió la puerta, casi cayendo al suelo, pero se sujetó del marco de la misma, pudiendo aguantar su peso.
Caterina Rodé los ojos, suspirando de forma exagerada. — Hombres... — murmuré, ayudándolo una vez más a caminar para hacer que entrase de una vez en la habitación. Lo dejé caer sobre la cama y lo miré, negando levemente con la cabeza. Vaya problema... >> ¿Podrás cambiarte solo? — pregunté dándome la vuelta para empezar a mirar por la habitación con curiosidad.
