Avatar: The Last Airbender Azula, el monstruo con corazón [Avatar]

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Poemy, 27 Agosto 2015.

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    Poemy

    Poemy Guest

    Título:
    Azula, el monstruo con corazón [Avatar]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1896
    Este escrito es para la actividad... "I wanna be Hero" Digamos que se trata de una realidad alternativa, o una situación en la que Azula se vuelve "buena" no tocaré mucho la trama de la serie.

    La princesa del fuego se encontraba recostada, mientras sus sirvientes cepillaban su cabello.

    Azula siempre fue muy astuta, aunque muchos la consideraban un monstruo. Para muchos, ella era un ser sin sentimientos; era fría, calculadora y maligna... Por ello, no se había ganado desprecio, si no temor por parte de los que la rodeaban.

    Para su padre, ella había nacido con suerte. Ella era como su mano derecha, a quien siempre recurría desde que desterró a su hermano mayor de la nación del fuego.

    Ella era la Princesa... Heredera del trono... ¡Debían temerle, respetarla! Si bajaba la guardia por al menos un momento, todos la traicionarían.

    —Princesa Azula... —una de las sirvientas asomó su cara, al recibir el permiso de la muchacha, abrió la puerta—. Lamento la demora, hubo problemas en la cocina.

    —¿Problemas? Tardaron cinco minutos en traerme... ¿esto? —observó el bol de arroz y tomó un pedazo de salmón con los palillos—. ¿Acaso tendré que despedir al personal de la cocina?

    La sirviente no dijo nada, ella le hizo señas para que se fuera.

    Mejor no los despedía, sino no tendría quien le cocinara.

    Al cabo de unos minutos, los sirvientes vistieron a la princesa, ella se sentó un rato a meditar, y de la nada escuchó la voz de alguien.

    —¿Quién se atreve a molestarme justo ahora? —dijo con un gesto de desagrado.

    —Lo lamento, Princesa. Es sólo que quería presentarle a mi hija... —la sirviente hizo una reverencia, en señal de disculpa, y dejó entrar a una niña pequeña—. Ella trabajará aquí desde ahora...

    Azula se volteó y miró a la pequeña.

    —¿Eres tú quien decide contratar gente nueva?

    Ella negó con la cabeza.

    —Vete, yo diré si trabajará aquí o no.

    La de cabellos negros se levantó y la observó de pies a cabeza. Caminó alrededor de ella mientras sonreía con algo de malicia.

    Azula tomó uno de sus mechones castaños.

    —Si vas a trabajar aquí... debes tener algo en cuenta —hizo una pausa—. Si llegas a cometer un solo error, o actúas de una manera que yo considere inadecuada, despediré a tu madre, y a ti también.

    —Sí, señorita —tragó saliva y continuó mirando al suelo—, mi nombre es...

    —¿Te pedí que dijeras tu nombre?

    —No, lo siento.

    —Deja de hablar y tráeme la merienda. Son más de las tres.

    La pequeña salió corriendo de la habitación, buscó una bandeja y puso sobre ella los aperitivos de la princesa. Subió escalón por escalón, teniendo cuidado de no caerse; finalmente llegó a la recámara de la chica. Puso su pie sobre la puerta y posó la bandeja sobre su muslo para poder tocar la puerta.

    Al recibir el permiso para poder pasar, abrió la puerta, pero sus pequeños piececitos se enredaron sobre la alfombra, y cayó torpemente al suelo. El jugo de naranja salpicó en el traje de la princesa.

    —¡Tú, maldita alimaña! —vociferó.

    La de ojos verdes se inclinó, disculpándose por su error, mas la princesa se acercó a zancadas, cegada por su ira.

    Una mujer se atravesó en su camino, evitando que le hiciera daño a la pequeña.

    —¡No! Por favor —suplicó la mujer—. ¡Quíteme mi trabajo, castígueme, lo que desee! Pero no le haga daño a mi hija... Por lo que más quiera.

    La de ojos dorados la observó, engorrosa, luego le dirigió una sonrisa.

    —Ingrata —comenzó a mofarse—, ya que tanto insistes; no quiero volver a ver tu cara en ningún lado ni en ningún rincón de esta nación. Te irás de este palacio cuanto antes, y jamás volverás.

    Azula, en comparación de otras acciones y decisiones que había tomado, estaba siendo muy amable. La mujer sonrió y abrazó con fuerza a su hija.

    La heredera esbozó una sonrisa perversa y pronunció las últimas palabras de su decisión.

    —Y no volverás a ver a tu hija, nunca —les dio la espalda—, lárgate ahora.

    La madre estaba incrédula, la pequeña la miró sin poder decir nada y ahogó su llanto. No pudieron hacer más que abrazarse y despedirse.

    Los guardias se llevaron a la mujer y la arrojaron fuera del lugar como si de una bolsa de basura se tratase.

    Azula se sentó en su trono, cruzó sus piernas y soltó una risita mirando a la niña.

    —Creo que mi vida desde ahora será mucho más interesante —en sus labios se marcó una sonrisa.


    Los meses se iban como las hojas eran llevadas por el viento. Ya no sentía nada, no había nada en su pecho. Se miraba al espejo y no lograba encontrarse, era como estar muerta... Como si todas sus esperanzas se hubiesen marchado.

    Se juró que jamás volvería a cometer otro error, que jamás volvería a mostrarse débil.

    —Niña. —la llamó la heredera—. Ven acá.

    Se acercó poco a poco, con temor a lo que pudiera pasar. Ella no creía que la princesa fuera mala, pero desde que desterró a su madre, no podía mirarla a la cara, por miedo a sus ojos.

    —Tu madre... te envió una carta —la muchacha le entregó un pedazo de papel—, apresúrate a leerla, porque la quemaré cuando termines de hacerlo.

    "Querida hija... Desde que me fui del palacio, no hay un solo día que no te extrañe. Juro que se me ha hecho eterno, juro que es lo peor que me han hecho. No poder estar contigo es el dolor más agudo que he llegado a sentir en toda mi vida.

    Mi niña... lamento no poder estar ahí contigo. Pero te prometo que estoy bien, estoy en casa de tu tío.

    Espero puedas leer esto, y que sepas que te extraño.

    Quiero que seas fuerte, y que no veas sólo lo amargura de los hechos, porque algo realmente bueno podría pasarte si sigues sonriendo y siéndole fiel a la vida.

    Te ama: tu madre."

    Tu madre... realmente te ama —dijo la mujer, cruzada de brazos.

    La castaña posó sus dedos y sintió cada letra con ellos. Sintió cada pliegue hecho por las manos de su madre.

    —Te extraño tanto... —abrazó el papel mientras lloraba—. Princesa —y por primera vez en meses le dirigió la mirada—, gracias, princesa.

    Y cegada de felicidad, abrazó a la de cabello negro.

    Azula se quedó asombrada. Nadie nunca se había atrevido a abrazarla... nadie nunca le había demostrado cariño, la única había sido su madre, hacía años.

    Lo único que pudo hacer en ese preciso instante fue acariciar un poco su cabello.

    —Yo sé que usted no es mala. —sonrió mientras limpiaba sus lágrimas con su puño—. Lamento haberla tomado por sorpresa, usted realmente me recuerda a mi madre.

    La adolescente la miró, pero nuevamente no fue capaz de decir nada. ¿Ella era igual a su... madre? Y aquella niña no parecía tenerle el más mínimo rencor por lo que le había hecho. ¿Cómo era posible?

    —Bueno, iré por su merienda, señorita Azula —dicho esto, salió de la habitación.

    Apoyó sus brazos en el suelo, comenzaba a sentirse extraña. Tenía una sensación de calidez en su interior se sentía... ¿Feliz?


    Azula por primera vez estaba sintiendo remordimiento. Ya no sabía qué era lo bueno, ni que era lo malo. Pensaba que se estaba perdiendo a sí misma. ¿Qué haría? Si perdía la cordura, perdería la capacidad de reinar en la nación del fuego.

    —¿Señorita? —dijo la niña extrañada—. Ha estado tan callada.

    —¿De veras? Bueno, ¿a ti qué te importa?

    —Mi hermano mayor me decía esas cosas —dijo ella, riendo.

    —Ah, vete de aquí —dijo dándose la vuelta, no quería que la viera sonreír.

    —Señorita Azula.

    —¿Sí?

    —Usted es graciosa.

    Dicho eso, la pequeña se fue de la recámara de la chica.

    ¿Graciosa? ¡No! Ella era una mala persona... Entendía el por qué tanta gente le temía, incluso se comenzaba a sentir mal por todas las cosas malas que había hecho, por cómo había tratado a las personas. Por todo lo que le había hecho a su hermano...

    ¡¿Qué cosas estaba diciendo?!

    —Definitivamente, me estoy volviendo loca —soltó un suspiro.

    Pasaron días, y ella ya no era capaz de hablar con el mismo tono de siempre, no sabía cómo insultar a sus sirvientes, no podía reírse de las desgracias de otros.

    —Perdón, princesa. Pero los cocineros tuvieron problemas en la cocina.

    —No hay problema —tomó sus palillos y comió de aquella pasta.

    La sirvienta salió de la recámara sin poder creer lo que había pasado.

    —¿Qué le sucede a la princesa? —susurró la sirvienta a otro sirviente.

    —No tengo ni la mejor idea, pero me da más miedo aún.

    —Quizás se está volviendo buena, ¿crees que finalmente recibamos elogios por nuestro arduo trabajo?

    Azula lo escuchaba todo, y soltó una pequeña risita.

    —Sabía que usted en el fondo sí era una gran persona —confesó la niñita, al ver la situación—. Oh ¡lamento haber entrado sin tocar!

    —No importa. ¿Sucede algo?

    —No, sólo venía a ver cómo estaba.

    De nuevo sentía esa calidez en su pecho, no sabía qué era sentirse querida, y por primera vez en mucho tiempo lo experimentaba. Soltó un suspiro y miró a la niña sonriendo.

    El recuerdo de todo lo malo que había hecho y todas las cosas malas le llegó, comenzó a sentirse exasperada, dolida. Se levantó y tiró la bandeja con la comida al suelo.

    Con su fuego azul, comenzó a quemar todo lo que pudo mientras jadeaba.

    —¡Todo esto es tu culpa! —se acercó a la niña, dispuesta a quemarla—. ¡Tú me hiciste esto!

    Sus ojos verdes se fijaron en los de ella, la niña, con valentía, se acercó a Azula y la estrechó en un fuerte abrazo.

    —No tienes por qué seguir siendo la mala, Azula —ella intensificó el abrazo, y sonrió.

    No pudo evitarlo, correspondió al abrazo, correspondió al cariño que siempre se le había negado. Todos creían que ella era mala, tanto que hasta ella misma se lo había creído. Pero a pesar de todo, la pequeña nunca la dejó de lado, y ella vio en su interior.


    Ahora quería ayudarla, quería ser buena por la pequeña, y darle las gracias por todo lo que había hecho por ella...

    —Te tengo una sorpresa —le dijo a la pequeña.

    Las puertas se abrieron y de ellas, salió su madre, quien corrió a abrazarla. La pequeña no pudo evitarlo, lloró de felicidad.

    —Yo... lo siento mucho, realmente —se lamentó cabizbaja.

    —No, princesa... Se lo agradezco, agradezco que haya tomado esta decisión.

    La niña se separó de los brazos de su madre y abrazó con fuerza a Azula.

    —Tú... eres mi pequeña heroína, ¿lo sabes? Aún no puedo creer que no sé tu nombre.

    —Me llamo Sora —esbozó una pequeña sonrisita.

    —Es un muy lindo nombre.

    —¿Te soy sincera?

    —Sí, me sería de ayuda.

    —Tú también eres mi heroína.

    —Pero... hice cosas muy malas, Sora.

    —No importa qué cosas hayas hecho en el pasado, si no las riendas que tomas y lo que decides para el futuro. Lo que hiciste fue muy valiente, Azula. Jamás olvidaré esto.

    Con esas últimas palabras, Azula sintió un gran alivio en su corazón. Y se prometió que desde ahora cambiaría para siempre, era la dueña de su destino, y desde ahora haría lo correcto para ella y para todos.


    ~Fin~
     
    Última edición por un moderador: 27 Agosto 2015
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    Scarlet Liaison

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    Oie no D: casi me hiciste llorar (?) Creo que ya se porque el nombre de la pequeña, Sora significa cielo, no se si ya estará explicado lo que quiero decir pero bueno xD

    Creo que pudiste narrar mas, pero así como lo veo no tengo nada que reprochar. (: Oww *-* ¡Me gusto! Siempre he odiado a azula, pero este one - shot me ha hecho dar un gran giro. *-*

    Mi parte favorita fue esta;


    ¡Esta niña me dará un shock de azúcar! Es una completa ternura uwu u3u
    Ojala hagas mas one - shots del Avatar, no me vendría mal uno de Zuco y su novia ewe

    Saludos.~
     
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    Fénix Kazeblade

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    Mira que al final me ha gustado más este AU -hubieras puesto eso en el titulo para alertar, aunque igual lo pusiste- puesto que no sé Azula era un tanto cliche para mi gusto, así como la clásica reina mala y esto lo puso un tanto más interesante, como un giro represivo.
    Mira ya la que comenta haya arriba muestra que fue mejor esta Azula y curiosamente si sigue siendo ella. Bueno, que bueno que hayas participado, hasta la próxima.

    Se despie por ahora, el amigable vecino y escritor Fenix Parker.

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