Expreso de Hogwarts

Dylan Horan

Me sentí completamente grosero ¿Qué clase de pregunta le había hecho? Justo cuando se abre con nosotros, vengo yo y lo hecho a perder.

- Eres agradable de todas maneras - Intenté reparar aunque él miraba a su gato reposando en sus piernas, tapé mi cara con las manos y suspiré pesadamente.

 

Airin Scott.

Miré a Jean algo sorprendida para después sonreír levemente.

—Bueno, eso no tiene importancia, el caso es que ya estas por fin a fuera y puedes disfrutar, y hacer mucho más amigos como nosotros—Le comenté con una gran sonrisa para después ver como se alegro por lo que le dije sobre lo de conoces a más personas, por lo que sonreí algo alegre.

 

Evelyn

—¿Universo universal? Wow... ¡Suena increíble! Está decidido, ¡también seré eso! —asentí sin pensármelo dos veces, chasqueando los dedos como para confirmar mis palabras. Al poco tiempo miré a Kara, y no pudimos evitar soltar una risa por aquello, inundando la estancia con una atmósfera cargada de alegría. La verdad, el viaje se había vuelto mucho más agradable ahora; ya no tenía tanta prisa por que el tren llegase a su destino.

Los gatos de ambas por su parte, acurrucados cada uno en uno de los asientos, alzaron la cabeza y se miraron entre ellos, como diciéndose con la mirada: "menudo par se ha juntado aquí, como si no tuviésemos suficiente con una sola." Pero claro, como los gatos no hablan, nunca sabré si aquello era verdad. Pero ahora que me paraba a pensarlo... ¿y si me enseñasen en Hogwarts un conjuro para hablar con los animales? ¡Eso sería súper genial!

—¿Un carruequipaje? Eso debe ser muy divertido, nunca lo había probado —exclamé volviendo a mirar a la chica, pensando en lo fácil que hubiese sido desplazarme así por todo el trayecto. Sonreí con ilusión y miré mi equipaje, pero recordé mi llamada de atención anterior e inflé las mejillas con resignación—. Me lo apuntaré en mi lista de cosas divertidas para entretenerse, no quiero que la vieja pelleja de antes me vuelva a reñir y me eche fuera —reí, estirando mi rostro hacia los lados con las manos imitando la cara de aquella mujer de la limpieza.

 

Jean

Los mire sorprendido pues para ser un desconocido se comportaban muy amables comigo - Gracias, estare con ustedes entonces - fue la única respuesta que di intentando sonar mas amable.

Después una mujer adulta paso entre nuestro vagón ofreciendo dulces con un carro lleno de ellos, mire a los chicos - tomen lo que quieras, yo invito - les dije y me levante para a agarrar prácticamente uno de cada uno, nunca los había visto y quería probarlos todos.

 

Sonreí levemente ante su agradecimiento.

—No hace falta que las des, para eso están los amigos ¿No es así? —Dije sonriendo levemente, en eso una mujer adulta pasó con unos dulces, pero cuando iba a tomar uno Jean dijo que él invitaba, cosa que me sorprendió..... Pero no debía aceptar algo así, ya que estos dulces eran algo costosos.

—No se yo Jean....creo que lo mejor seria pagarlo mitad y mitad, y así nadie sale perdiendo—Me ofrecí sonriendo levemente.

 

Dylan Horan

Ellos quería comprar golosinas, pero mi dolor de cabeza no me daba ganas de nada.

— Yo sólo le compraré algo a Angie - Sonreí levemente y le presté atención a Jean que agarraba casi todo del carrito — Te sentirás mal si comes de todo — Estiré mi mano y tomé una golosina que le gusta a Angie y ella me vio y pasó su lengua por todos sus bigotes y movió su cola por todos lados, se sentó y la miraba fijamente, la abrí y se la di.

 

Jean

Después de dejar los dulces en mi asiento escuche a La chica de cabello largo proponer pagar la mitad - cómo desees- le respondi y pagué a la mujer quien al parecer le gusto la idea de vender demasiado.

Cuando se fue me sente y comencé a examinar los dulces tratando de elegír el primero que me comería hasta que escuche el comenta de Dylan al cual hice caso omiso y tome cualquiera para abrírlo y comerlo tan delicadamente.

Cloud también quería un poco así que le di algo de lo que estaba comiendo.

 

Airin Scott.

Tomé dos dulces y le di uno a Golden, y después pague mi mitad a la señora, ví como la mujer se marchaba feliz, por lo que sonreí levemente y le di un dulce a Golden.

—Ten, mastica con cuidado, no te vayas a atragantar—Le advertí mientras le abría el envoltorio del dulce y se lo dejaba, después de eso escuche el comentario de Dylan.

—Esta bien—Le comente mientras empezaba a comer mi dulce tras dar el primer bocado sonreí.

—Esta delicioso—Dije mientras comía con una sonrisa.

 

Kara Willson

— ¡Bien!, entonces espero que lo logres, ¿sabes lo genial que sería si le dijera al mundo que conocí a la super maga del universo universal antes de que fuera a Hogwarts? — pregunté con cierta emoción al notar que ella también estaba decidida y al igual que ella no pude evitar reir un poco — ¡Pues déjame decirte que sería bastante fabuloso! no... ¡glorioso! no... ¡increíble!, ¡Sí, increíble!

"¿Un carruequipaje? Eso debe ser muy divertido, nunca lo había probado" "Me lo apuntaré en mi lista de cosas divertidas para entretenerse, no quiero que la vieja pelleja de antes me vuelva a reñir y me eche fuera"

Mis ojos se abrieron con sorpresa al escuchar que ella aun no había probado eso, pero casi de inmediato mis mejillas se inflaron justo como las de ella cuando mencionó que la regañarían, pero a decir verdad...mirando la imitación de Evelyn de la señora que la había regañado... ¡a mí también me regañarían pronto!, con rapidez me levanté de mi lugar y cerré la cortina de nuestro vagón con cierto apuro, ¡era demasiado probable que esa señora viniera a buscarme!

— T-Tú... ah... tú... crees que... — llevé una de mis manos a mi cabello algo nerviosa e hice una ligera mueca con mis labios de preocupación — Q-Que te puedan echar si... pues... digamos... casi atropellas a muchos empleados de aqui... con.. pues...¿un asombroso carruequipaje?

 

Evelyn

Ante aquellas palabras no pude evitar soltar una risilla y asentir con orgullo infantil, imaginándome años después siendo super famosa y la mejor maga de todas. Pero entonces una idea cruzó mi cabecita loca, y miré a Kara instantáneamente.

—¡Kara, Kara, Kara! ¡Ya sé! En vez de serlo yo sola... ¡podríamos formar el duo de las super magas del universo universal! —le propuse, agarrándole ambas manos mientras daba saltitos en el sitio, emocionada—. ¿Qué me dices? ¿A que sería genial?

Pero tras contarle a mi nueva amiga lo de la señora que me riñó hacía un rato, pareció haberla intimidado un poco y cerró las cortinas por precaución. ¡Oh, no! ¿Y si ahora éramos como dos delincuentes en busca y captura?

—E-etto... P-pues yo creo que sí, esa señora se le veía estricta... —respondí temerosa, y con pasos silenciosos fui a comprobar que la puerta estaba bien cerrada y que la mujer no acechaba por allí. Suspiré y volví a mirarla con una pequeña sonrisa nerviosa, tratando de calmar el asunto—. Aquí estaremos a salvo mientras tanto. Si conseguimos no llamar su atención hasta que lleguemos a Hogwarts y logramos salir sin que se de cuenta, ¡estaremos salvadas!

>>Claro que... Habrá que hacer un plan de huida —murmuré, llevándome un dedo a mi barbilla.

 

Kara Willson

Una gran parte de mi miedo desapareció al instante que ella mencionó que yo podría ser parte de ese plan de serlas super magas y se había reemplazado con una gran emoción que solo me permitió asentir con gran rapidez ante sus saltitos y mis manos sostenidas por las de ella, pero lamentablemente cuando comenzó a hablar de la señora nuevamente los nervios surgieron y pude jurar que un escalofrío recorrió toda mi espalda.

Tomé sus manos con rapidez y la miré totalmente esperanzada — ¿Y si nuestro plan de escape es mezclarnos entre todos los estudiantes y salimos vivas de esto? — le pregunté con cierto nerviosismo, ahora mismo incluso estaba considerando salir por la ventana del vagón una vez que llegaramos, pero todo podía contar ahora

 

Sam

Ya sentía la pesadez en mis párpados, más de dos veces estuve a punto de chocar mi frente con la ventana, pero me negaba a dejarme vencer por el sueño. Volví a bostezar mientras miraba aburrido ahora el panórama que no había cambiado demasiado, sólo verde...verde, oh, y más verde por allá, miré el techo y luego a mi lechuza mientras una insistencia humana, una necesidad que toda persona necesita calmar asomó a través de mi cuerpo:

—Debo ir al baño...—susurré, me levanté con gran rápidez, abrí la puerta corrediza, pero me di cuenta de algo.—¿Se supone que me lleve el equipaje y la lechuza o mis cosasestarán seguras aquí?— me detuve antes de salir, una señora con mal rostro pasó frente a mí y me miró con extrañeza. Tragué saliva, era la viva imagen de una bruja de cuentos de hadas.

La insistencia aumentaba y volví a mirar mis cosas dentro del cubículo. Y con resignación y sin encontrar a nadie que me explicara, tomé todo mi equipaje y la jaula de la lechuza y me encaminé hacia dónde... presentía dónde estaba el baño. Caminé por el pasillo, mirando a ambos lados, bastantes estudiantes aún estaban eligiendo sus cubículos y otros estaban solos dentro de ellos. Aún así, no tenía tiempo para detenerme, debía llegar.

Seguí el camino un poco apresurado y cuando pase de lado por un cubículo observé de reojo que cerraban las cortinas. Me extrañó esa acción, aún más de esa forma tan repentina, no me preocupaba por esas cosas, pero decidí retroceder y verificar que sucedía. Escuché como cerraban la puerta... "Oh, no, realmente harán el sacrificio de llamar a los espíritus asesinando una pobre cabrita...", pensé referente a las bromas que se hacían en la tele sobre la "magia", "hechicería" y "brujería". Esperé unos segundos, pero el grito de la cabra no llegó.

Coloqué la jaula de "White" en el suelo, miró al cubículo a mis espaldas y estaba casi repleta de estudiantes, aún así me parecía curioso, no solía molestar a las personas, pero creo que era necesario para saber lo que sucedía o si las personas dentro estaban bien. Tomé valor, di un par de golpes con mis nudillos en la puerta:

—¿Hola? ¿Hay alguien allí?—pregunté mientras intentaba mover la puerta, pero estaba cerrada.—¿Están bien allá dentro?—dije intentando esconder mi curiosidad.

 

Kara Willson

Antes de que siquiera Evelyn pudiera contestarme alguien había tocado. Mi rostro enseguida palideció un poco, ¡me había encontrado esa señora con voz de hombre!, ¡estaba perdida!

Los ligeros golpes a la puerta siguieron acompañado de otra pregunta, ¿acaso estaba tan enfadada que su voz había cambiado a la de un hombre pequeño?, tragué un poco de saliva y respiré profundo al tratar de llenarme de valor y quite el seguro de la puerta y la abrí solo un poco, pero lo suficiente para que pudiera abrir la puerta lo suficiente y... no era esa señora, era un chico, pero ahora había testigos y eso nos ponía aun más en peligro.

Abrí la puerta y en un movimiento rápido metí sus cosas al vagón y luego tomé su corbata para introducirlo a él también al vagón para después volver a cerrar la puerta. No sabía si el chico tenía la intención de hablar o no pero aun así había colocado uno de mis dedos en sus labios y también lo había hecho conmigo misma mientras pronunciaba un ligero "Shhh" con cierta complicidad.

— Estamos en un grave peligro — murmuré como si fuera una clase de secreto — Hay una señora muy amargada que quiere sacarnos del tren por nuestras travesuras, nos estamos escondiendo... — lentamente aparté mi dedo indice de sus labios y luego sonreí ligeramente.

— Y ahora tú eres parte de esto, asi que quiero que me respondas lo más sincero posible... — lo miré a los ojos algo nerviosa, no quería bajar de este tren por una "simple" travesura por no querer caminar en los largos pasillos — ¿Ella te ha seguido?

 

Sam

Y luego de esperar unos segundos fuera de la puerta corrediza del cubículo simplemente fui jalado sorpresivamente al interior. Me tomó unos segundos poder reaccionar, pero antes de ni tan siquiera poder tener la capacidad de articular alguna palabra el dedo de una chica se colocaba en mis labios, me encontraba sentado en una mala posición en el sillón sin entender nada y la puerta estaba nuevamente cerrada. "No, primero la cabra, ahora yo seré el sacrificio..." menée un par de veces la cabeza sacando ese pensamiento, demasiadas películas de cabras y sacrificios de madrugada.

"Estamos en un grave peligro".

Me exalté nervioso ante esas palabras, realmente me reacomodé mientras mis labios intentaban articular alguna palabra.—¿Pe...pe...peligro?—susurré para mi mismo, mientras no podía reaccionar, observaba a la chica que contaba todo moviendo sus manos de forma exagerada, mi corazón comenzó a latir con velocidad, mientras intentaba escuchar sus palabras: "Ahora seremos el sacrificio...".

"Hay una señora muy amargada que quiere sacarnos del tren por nuestras travesuras, nos estamos escondiendo...", "Y ahora tú eres parte de esto, asi que quiero que me respondas lo más sincero posible...", "¿Ella te ha seguido?"

Y ante eso simplemente me desinflé en el asiento, una leve sonrisa burlona se escapó de mis labios, mientras respiré profundamente, coloqué mi mano sobre mi corazón mientras sentía los remanentes de mis latidos. Realmente, había esperado algo peor, aún no podía recuperar el aliento, miré mis cosas que estaban dentro de cubículo, las maletas volteadas y la jaula de mi lechuza a punto de caerse de mi lado.

Tomé la jaula y la coloqué al lado mío, al menos mi lechuza no había pérdido la compostura ante la situación, estaba tranquila mirándome casi de forma... ¿confusa?. Suspiré después de un par de segundos y pude procesar la pregunta de la chicaque seguía mirándome casi de forma culpable.

Me rasqué la nuca levemente, realmente no entendía del todo lo de la mujer, así que debía ser una broma.—No, no creo que ninguna señora amargada me haya seguido hasta aquí...—respondí levemente.—Mucho menos, sé que hago aquí metido.—intentando reacomodarme la corbata que la chica me había dessareglado.—Aunque hay una mujer allá afuera que es la viva ilustración de la herman pérdida de Satanás, creo que hablas de ella, al menos no se encuentra cerca... estás...—miré cerca de la ventana y había otra chica.—Perdón, están a salvo, al menos por ahora...creo.—respondí dudoso aún sin poder entender del todo la situación y mucho menos aquella reacción tan errática de la chica...

 

Melinda

Desprendí la última pieza helada del palito y prolongué su duración en mi paladar. Los dulces que me traían del mundo mágico eran buenos, pero poca satisfacción me dejaban cuando los comparaba con un helado de naranja. Era posible que no volviera a probar uno igual en cuestión de meses, aunque tampoco pensaba desvivirme por esta razón. Me esperaban obligaciones más importantes que una buena golosina.

Para ese entonces, casi todos los estudiantes se habían acomodado. Al menos, pocas presencias circulaban ante mi vista, tan solo las de un par de chicos mayores riendo a carcajadas, y la de una señora malhumorada, tan fea que me hizo recordar los monstruos de ese tal Howard Lovecraft, un muggle que tenía la capacidad de crear, sólo con palabras, criaturas más temibles que los dragones.

—Vamos, Snow —dije, alcanzándole el palito.

La lechuza lo atrapó en su pico con bastante entusiasmo; mis padres no le permitían comer golosinas porque decían que serían letales para su salud, pero siempre podía dar cuenta del sabroso jugo que se quedaba adherido a los palitos de mis helados, una vez acabados estos.

Me adentré en un pasillo jalando la valija. Snow me siguió, volando sobre mis cabellos que, suelto, caían hasta la mitad de mi espalda.


Circulé frente a muchos cubículos con todos los asientos ocupados. Por un instante, me pregunté si mi decisión de esperar había sido la correcta. Pero decidí ser paciente y seguir caminando. El perezoso de Snow también tomó una decisión, la de posarse en la valija que yo arrastraba y esperar cómodamente la llegada a nuestro destino.

Finalmente, lo hallamos frente a un cubículo que, llamativamente, tenía las cortinas cerradas. Sin embargo, pude notar que una pequeña línea de luz se abría entre las telas purpúreas, a la cual acerqué un ojo. Por lo que pude ver del interior del cubículo, había tres personas de mi edad, dos chicas y un niño . Nadie más. Sobraba lugar para una niña y su lechuza.

Apoyé mi mano en el picaporte e intenté abrir. Cerrado. Insistí con un poco más de brusquedad, pero no obtuve los resultados deseados.

—¿Por qué no abre…? —musité.

Esta vez apoyé la otra mano y traté de abrir con más fuerza, haciendo ruido en el proceso.

 

Evelyn

Exactamente no sabía muy bien qué acababa de pasar, todo fue muy rápido, pero al parecer ahora teníamos con nosotros a un integrante más. Desde mi posición le miré con los ojos entrecerrados, escaneándolo con la mirada pues nunca se sabe... ¡quizás podía ser un secuaz de la mujer amargada, que le había dado golosinas a cambio de que se infiltrase en nuestro vagón! Es que, a ver, si a mí me ofreciesen golosinas, de esas taan ricas de todos los sabores, también lo haría... ¿Pero qué estoy diciendo? Eso me pasa por no haber desayunado bien.

—Psst, Kara —la llamé, sin despegar mi mirada desconfiada del chico. Me acerqué a su oído y le susurré—. ¿Crees que es de fiar? Es decir, podría ser un infiltrado o algo, ¿no?

Pero tras consultarlo con la niña durante un rato hablando únicamente entre susurros, llegamos a la conclusión de que nos fiaríamos de él. La verdad es que no se le veían malas intenciones si te parabas a mirarlo, parecía un buen chico. Y aparte cuantos más mejor, ¿no? ¡Decidido, podría quedarse en el vagón! Sonriente, me acerqué a él y extendí mi mano con simpatía. Si no me presentaba, ¿dónde dejaría mis modales?

—Bueno pues, bienvenido al vagón secreto. Como ya te han dicho nos estamos escondiendo de una mujer muy fea que seguramente quiera echarnos, así que nos ocultamos aquí—. reí por lo bajo, divertida. ¿Cómo había pasado tan rápido de ser el vagón aburrido al secreto? Esto era muy entretenido—. Yo soy Evelyn Holder, y ella Kara Millson, Tillson... ¿Cómo decías que era tu apellido? —me giré hacia a ella con una sonrisilla nerviosa al no recordarlo bien—. Bueno da igual, algo que acaba en Illson. ¿Y tú cómo te llamas, desconocido aliado?

No paso mucho de oír la respuesta del niño que oímos cómo la cerradura de la puerta se movía de un lado al otro, al parecer tratando de ser abierta por alguien. El silencio inundó la estancia por unos instantes verdaderamente incómodos y miré preocupada a ambos. ¿Sería... sería ella? Tomé aire para calmar los nervios y decidí ir a ver esta vez yo, algo vacilante. Abrí lentamente la puerta un par de centímetros, los suficientes para poder sacar un poco la cabeza, y entonces fue cuando me percaté de la presencia de una chica de nuestra misma edad junto con su equipaje y una linda lechuza. Antes de decir ni hacer nada más, me aseguré de que no había moros en la costa y entonces, enfoqué mi mirada en ella, intrigada.

—¿Por casualidad te envía una señora muy fea que está rondando por aquí para echarnos del tren? —pregunté ante todo, mirándola con más curiosidad que nada. Tenía que asegurarme, al fin y al cabo.

 

Kara Willson

El chico finalmente había respondido mis preguntas y al parecer esa señora no lo había mandado pero Evelyn se había dedicado a examinarlo mientras yo hacía las preguntas y, tras un rato de estar conversando en ligeros murmuros si realmente podíamos confiar en el chico o no, y al parecer habíamos llegado a la conclusión de que podíamos confiar en él.

"Yo soy Evelyn Holder, y ella Kara Millson, Tillson... ¿Cómo decías que era tu apellido?", "Bueno da igual, algo que acaba en Illson. ¿Y tú cómo te llamas, desconocido aliado?"

Unas ligeras risas salieron de mis labios cuando la escuché decir mal mi apellido, aunque ella tenía razón en cierta parte ya que mi apellido sí acababa en "illson" y algo aunque fuese pequeño siempre era algo.

— Mi nombre es Kara Willson — dije aun entre pequeñas risitas — Y como dijo Evelyn ¡Bienvenido al vagón secre..!

Alguien había comenzado a intentar abrir la puerta y un gran silencio se hizo presente, miré a Evelyn y ella poco a poco se acercó a la puerta para abrirla un poco. Yo por mi parte me acerqué a ella y me coloqué de puntillas apoyándome ligeramente en sus hombros para poder mirar sobre su hombro y ver quien estaba frente a ella.

— No eres su cómplice... ¿verdad? — murmuré mirando a la chica con ligera curiosidad de saber si estábamos en peligro o no.

 

Sam

Y aún no recobraba mis sentidos del todo así que simplemente me quede callado luego de mis últimas palabras, aún así era incómodo observar como aquellas chicas tan extrañas estaban "murmurando", aún más haciéndolo de mí, y yo sólo debía simular que no oía sus palabras. Aunque, con la mirada recorrí el cubículo me cercioré que no hubiese ninguna pobre cabra que estuviese esperando para ser sacrificada, por lo cuál me relajé.

Cuando terminaron de hablar sobre mí y sobre las cosas raras de la señora amargada escuché sus nombres: "Evelyn Holder" y "Kara Willson". Sonreí levemente, al menos tuvieron la decencia de presentar.—Yo soy, Sam Statch, es un extraño placer conocerlas.—respondí, pero antes de que alguna pudiera responder o creo siquiera escuchar lo que decía, simplemente volvieron a tocar la puerta.

Ambas chicas palidecieron y se acercaron rápidamente a la puerta, yo me levanté y decidí recoger mis maletas que estaban exparcidas por el suelo, mientras en mi mente sólo salía: "No, no otra vez...", mientras terminaba de acomodarme al nuevo cubículo en el cuál me encontraba "secuestrado".

 

Melinda

Mi lechuza aleteó asustada ante el repentino, pero breve, abrir de la entrada al cubículo. Desde el casi minúsculo espacio que quedó entre el umbral y la puerta, una de las chicas, y después la otra, me clavaron miradas desconfiadas. Yo ladeé la cabeza cuando me hicieron preguntas referentes a cierta señora fea; asumí que se trataba de la misma que acababa de dejar atrás.

—La vi en el otro lado del tren, pero no soy su vasallo —contesté con suavidad, pero muy seria— Ahora bien, ¿me dejarán entrar? Es el único cubículo con lugares libres que encontré.

 

Adam Tyler.

—¡Al fin estamos aquí, Emma!—rompió el silencio del vagón la voz suave y animada de un niño de unos once años. El vivo esmeralda de sus ojos, brillantes y llenos de esperanza, se perdían al otro lado del cristal de la ventana, más allá del maravilloso paisaje que pasaba a toda velocidad ante los pasajeros del Expreso. Prados, bosques... ríos, se difuminaban en la distancia como un cuadro plasmado con acualeras por la mano de un experto artista.

Adam jamás había pisado un tren, y todo—absolutamente todo en aquella experiencia— era nuevo para un corazón tan curioso como el suyo. Desde el momento en que había recibido la carta de la prestigiosa escuela, no había podido estarse quiero. ¿Qué maravillas le esperarían a él y a su gemela en el castillo de Hogwarts? ¡Estaba viviendo un sueño! ¡Todo era tan nuevo, tan interesante! ¡Tan... mágico! Mágico sí, no había mejor definición que esa. Místico, hechizante. Onírico. Casi temía despertarse en cualquier momento en su cama, en su granja, y descubrir que todo aquella extenuante experiencia no había sido nada más que un sueño.

—¿Cómo piensas que será esa escuela, Em?—le preguntó a su hermana pues, apartando la vista del paisaje cambiante— ¿Crees que será un sitio guay? Tiene pinta de ser un sitio muy guay. Hogwarts... Definitivamente debe ser genial. ¡Caray, que ganas tengo ya de que lleguemos!

Del bolsillo de su chaqueta, asomó la cabeza peluda de un roedor gris de vivaces ojos negros, su naricilla curiosa olisqueó el aire fresco del vagón. El pequeño Harry parecía estar disfrutando del viaje tanto como su compañero humano. Aunque, el fuerte olor a felino que le llegaba desde todas direcciones, impedía a su corazón calmarse del todo. ¿Cómo hacerlo? Demasiados enemigos por todas partes como para estar tranquilo.

Tomando la mano de su hermana, Adam caminó a través del pasillo esquivando a los numerosos pasajeros, chicos y chicas de edades diversas, todos jóvene magos como él, hasta uno de los asientos del final.