El Señor de los Anillos Una estrella de plata en la comarca

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Víngilot, 19 Diciembre 2014.

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    Víngilot

    Víngilot Usuario común

    Virgo
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    Escritor
    Título:
    Una estrella de plata en la comarca
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3477
    Como buen fan de Tolkien no puedo permitir que este subforo se quede en blanco, así que aquí presento un pequeño encuentro entre dos de los personajes más importantes de la saga. Sé de antemano que aquí en FFL existen otro tipo de gustos e intereses por lo que estoy casi convencido de que el subforo cerrará, así que pido de favor que cuando eso ocurra me avisen para mover el fic a donde corresponda. Muchas gracias por su lectura, que lo disfruten. Un placer.
    Nota: las expresiones en negritas son frases del autor apenas adaptadas por su servidor.



    Una Estrella de Plata en la Comarca.

    La caravana es pequeña, apenas una docena de miembros. Han caminado cientos de leguas a través de ríos, bosques, montañas, praderas, nada que se compare en absoluto con las idas y vueltas de tantas vidas cuales hojas de un frondoso árbol, el viaje mismo ha sido un deleite, a un ritmo semi lento, se han dirigido ahora por territorios seguros, anteriormente amenazados por las sombras y la maldad, pero aún lejos del verdadero campo de batalla.

    El pequeño “país” de Bree ha sido dejado atrás, enclave estratégico entre los reinos “exteriores” y las idílicas aldeas dispersas por toda la Comarca, hacia donde viaja la caravana. El puente del río Brandivino ofrece su superficie mohosa pero resistente a los cascos de los inmaculados y soberbios caballos donde descansan los peregrinos. Las aguas parecieran cantar al pasar de la gente bella, como Sam llama a los elfos y los cultivos aumentan sus nutrientes y sabor con la sola presencia de la dama Galadriel.

    La más hermosa de la casa de Finwë, de cabellos iluminados de oro, como si hubiera atrapado en una red el resplandor del sol. Mujer de una firmeza admirable como la fortaleza y majestad de los mallorn, los inmensos árboles-hogar donde habitan los elfos de Lorien; única sobreviviente de su linaje que abandonó el paraíso de los Valar (dioses) hace centurias; esperanza para los afligidos; terror para el enemigo; mirada dulce que se convierte en una tormenta insoportable; voz reconfortante para el menesteroso, trueno para los aliados y azote despiadado para el mal de la Tierra Media.

    Saluda con una sonrisa sincera pero reservada a una cuadrilla de hobbits cortando elotes en un cuamil, seguramente destinados a elaborar el pan de la tarde que acompañarán con un buen café, un té o bien un vaso de leche. Su caballo alcanza al virar una curva a un par de niños caminando, quienes al ver la caravana se avientan una divertida carrera mientras se sujetan con una mano el pantalón y con la otra el sombrero para la labor. Esto genera que la sonrisa de la Dama Blanca se ensanche en su perfecta faz y sus acompañantes-escoltas agradezcan al cielo la bendición que representa un momento como éste. Cada sonrisa, cada canto, cada bocado, cada trago, cada atardecer, cada caricia del viento, cada lluvia y cada noche son ahora doblemente estimados después de la guerra que ha causado tanta destrucción, en toda la extensión de la palabra.

    La mañana es deliciosa con los característicos amaneceres dorados de Septiembre y el verde de los campos cautivando a los caminantes. Paulatinamente van dejando tras de sí aldeas o bien casas apartadas donde los habitantes les saludan radiantes, incluso los que realizan alguna dura actividad doméstica, artesanal o del campo, más de uno de los lugareños les invitan a pasar a su agujero hobbit, pero los elfos declinan agradecidos el gesto pues tienen bien claro el propósito de llegar hasta Hobbiton antes del mediodía.

    Galadriel mira con agrado el resurgimiento de este pequeño país, castigado hace poco tiempo por la venganza de Saruman reduciendo la Comarca entera a un triste lienzo tapizado de tocones y tonos cenizos originando los rostros desencajados y enjutos de los hobbits. Afortunadamente Sam conservó hasta el final de ese penoso viaje la cajita que la Dama le regalara en Lorien, contenedora de un polvo con la virtud de regenerar los miembros amputados y la vida misma. Un auténtico milagro que la nación entera celebraría por semanas, ahora, la causante de este prodigio comprueba el hecho y consagrarlo es el siguiente paso.

    El camino asciende ahora y continúa así por un tiempo. Ocotes jóvenes y olorosos, cultivos de café, de maíz y de hierba para pipa (sumamente valorada y comerciada en el exterior), huertas de plátano, zarzas y miríadas de flores blancas y amarillas vuelven confortante el paseo, paulatinamente los hogares aparecen y los niños anuncian escandalosa y felizmente la presencia de los elfos quienes intercambian miradas alegres y esbozos de sonrisas. Las niñas de plano se acercan al caballo de la Dama Blanca y le ofrecen ramos de flores preparados con presteza, pero al ver al resto de la caravana hacen un gesto de pena y como rayo se internan en el campo para compensar la desatención, algunas decenas de metros más adelante los alcanzan jadeantes y sonrientes y reparten con generosidad los obsequios, símbolos de pureza e inocencia. Así llegan a Bolsón Cerrado, sobre la colina, engalanados de naturaleza, recibiendo las caricias de las primeras brisas del día.

    Los escoltas ya se han apeado y se dirigen a la puerta del cercado pero su reina los detiene diciéndoles que ella misma desea ir primero. Aunque no necesita ayuda, los elfos auxilian a su dama a bajar del caballo. Antes de entrar, Galadriel admira ese hogar ideal de la familia Bolsón: madera, hierba y tierra se combinan para formar un espacio de ensueño, acogedor, auténtica maravilla natural. Ella repasa en su mente los lugares donde ha habitado… palacios, joyas arquitectónicas rodeadas de exquisitos jardines o incrustados en el corazón de fastuosos bosques… y hela ahora aquí, ante la humilde y a la vez soberbia morada de sus grandes amigos, artífices de la caída del mal, inmortalizados sus nombres ya sea escritos en poemas o cantados en baladas, tema de reyes en los espléndidos banquetes, admirados en toda la Tierra Media, seguramente meciéndose plácidamente mientras fuman en pipa, ah, la sencillez de estos seres desarma a la reina elfa y piensa si esta sensación fue la que abrumaba de tal manera a Gandalf.

    -Aguarden aquí afuera, no cabremos todos ahí dentro, sólo me acompañarán Glorfindel y Tauriel. No hay necesidad de que hagan guardia, pueden dar un paseo por los alrededores…

    No lo ordena, invita a sus acompañantes a relajarse. Ella y sus compañeros cruzan la puerta externa y caminan por la senda empedrada que conecta con la otra puerta, senda flanqueada por helechos plantados en macetas, orquídeas apenas sosteniéndose en troncos mohosos, brillantes teresitas, manzanilla y una malva de color fucsia. Llaman a la puerta y mientras aguardan escuchan el inconfundible llanto de un bebé provocándoles sorpresa. Es Frodo quien abre cargando a una hermosa criatura y Tauriel de inmediato se lo arrebata, no debido a una incompetencia mostrada por parte del hobbit, si no por el deseo inconmensurable de tener entre sus brazos y besar al tierno infante. Se deshace en elogios modificando su voz a un tono más chiqueado asombrando en serio a Glorfindel.

    -Frodo, no me digas que es tuyo.

    -No, no, claro que no. Ahorita soy el responsable porque me lo dejó Merry ¿dónde se habrá metido ese bribón? Pero, oh no, tampoco es de él, em, es difícil de explicar, uno hace cosas inexplicables cuando se quiere quedar bien con una chica… y con sus padres. Pero, pasen por favor, pasen, cuidado con la cabeza.

    Ya dentro, instalados no muy cómodamente, Frodo les invita algo de beber y de comer, les pregunta el motivo de su inédita visita, se alegra, se disculpa, los abraza y luego no para de hablar inundando prontamente la casa de buen humor, sus carcajadas repentinas “sobresaltan” más de una vez a Glorfindel y las historias que relata atrapan y maravillan a Tauriel, a pesar de haberlo vivido ya todo, cautivada ante la esencia de este peculiar personaje. Galadriel, más mesurada se ha dejado de análisis y estratagemas y se abandona a la voz cantarina del hobbit riendo sonoramente por dentro, llenándose el alma de paz sacudida tras cada arrebato del anfitrión.

    Por fin, después de un par de horas cual dulce durazno Frodo “libera” a sus huéspedes y promete encontrar un buen lugar para descansar al resto de la caravana a quienes sale a saludar en persona.

    -Disculpen el espacio tan pequeño con que cuento, de haber sabido que vendrían habría preparado habitaciones acordes con su tamaño. Legolas y Gimli prometieron hacer algunas edificaciones aquí en Hobbiton, pero nunca vinieron, supongo que tienen cosas más importantes que hacer.

    -Las tienen por cierto, Sr. Bolsón, sin embargo vendrán tan pronto como sus ocupaciones los liberen apenas un rato, considérelo. Respecto al alojamiento no se preocupe, tener por techo las estrellas y por lecho la hierba suave y perfumada al momento de dormir es un deleite. Si deseas volver a revivir esas experiencias habrá un lugar para ti con nosotros, cantaremos incluso unos momentos si no te molesta.

    -No existe algo que ustedes hagan que me moleste. Si no me vence el sueño antes, estaré con ustedes un rato y traeré un poco de pan de elote, si les apetece.

    -Nos apetece cualquier cosa que vuestra excelencia nos ofrezca, gracias.

    Para la hora de la comida ya Sam se ha unido a la celebración y se luce con los alimentos preparando un auténtico banquete digno de la visita lloviendo bebida y nevando comida. Y es justamente Sam quien se encarga de amenizar la sobremesa con sus ocurrencias, por si fuera poco, no tardan en llegar Merry y Pippin y Bolsón Cerrado se colma de dicha, sonrisas poderosas y canciones deliciosas…

    La lluvia llega a Hobbiton ofreciendo sus virtudes a la población y a la tierra, suave, prístina, tintineante, regocijándose con la presencia de la Dama de Lorien. Y mientras afuera las nubes vierten el preciado líquido, dentro del agujero-hobbit la sobremesa continúa abundante fortaleciendo aún más los lazos de amistad y camaradería. Tauriel, por su parte acompaña al bebé durante su sueño en una de las habitaciones más alejadas de la estancia principal. Aunque pequeña la recámara, la elfa no se incomoda, por el contrario este instante es saboreado y sabe que quedará inmortalizado en su corazón…

    El agua ha dejado de caer y los anfitriones invitan a sus huéspedes al jardín a probar un poco de hierba para pipa provocando un estado de relajación ante el aroma y sabor de la hoja. Los hobbits, expertos en este arte de fumar montan un espectáculo de formas y figuras de humo enorgulleciéndose de ello y para vanidad suya, correspondidos por los elfos a manera de aplausos, felicitaciones y expresiones de verdadero asombro: -Es en el jardín con un poco de hierba y una pipa que los hobbits hacemos nuestras grandes hazañas- diría solemnemente Merry.

    Ya han recogido a la criatura para tristeza de Tauriel uniéndose al convivio para sobrellevar la pena. Frodo ha entrado a la casa para preparar unos bocadillos, seguido discretamente por Galadriel cual brisa matinal. Esta alcanza a observar cuando el hobbit vacila en su caminar y se tiene que sostener de donde puede para mantenerse en pie. La Dama Blanca no se lo toma a broma y deshecha la idea de una borrachera, ligera, auxilia al anfitrión que apenas y puede respirar. Tiene la mirada nublada y es sacudido por escalofríos sujetándose con fuerza el costado donde hace tiempo fuera herido de muerte por una hoja de Mordor, vía un Nazgul en la Cima de los Vientos. Los dones de Galadriel son sencillamente mágicos y en unos cuantos minutos conforta a Frodo, sin embargo ninguno luce contento y mucho menos tranquilo.

    -La educación que recibí de la reina Melian me ha ayudado a favorecer a mi pueblo incontables veces, los milagros que tanto se afirma que hago, el poder que se respira en Lorien gracias a mí… son verdades mi querido Frodo… desgraciadamente poco o nada puedo hacer por esa herida, salvo ofrecerte la oportunidad de ir con alguien que sí pueda ayudarte… pero eso significa perder tu vida… esa herida jamás sanará, Frodo, no tendrás reposo ni aquí ni en otro lugar, a veces, el dolor será más efímero pero otras tantas rogarás marchitarte a la llegada del alba, pero cuando mueras tu alma será reclamada por las sombras y habitarás un mundo en penumbras anhelando eternamente la calidez de la chispa más minúscula… Lo he visto otras veces en guerreros poderosos acostumbrados al sufrimiento y las penurias de la guerra, pero en ti mi hobbit amigo… el dolor martillará aún más…

    La sorpresa de Frodo rebasa su entendimiento acerca del asunto, sobrecogido su corazón, se acurruca en su asiento cual niño amenazado por los cuentos de terror de su madre, pero esto no es un cuento y el hobbit lo prueba en su boca, amargo sabor, el bello de la piel erizado, la mirada titubeante buscando esperanza por toda la estancia, en su Dama… no la hay.

    -¿A qué se refiere, mi Señora, con “perder mi vida”? ¿Cómo puedo…?

    -La Tierra Media y todos sus reinos no es todo lo que existe, Frodo. Más allá del océano reinan seres infinitamente por encima de mis poderes, rigen la salida y la puesta del sol, los viajes argénteos de la luna, la lluvia, las estaciones, los nacimientos y decesos, la función de cada criatura que habita su mundo o el nuestro y que al mismo tiempo son uno solo. No existe la maldad, ni el hambre ni el dolor ahí, mi querido Frodo… Yo también viajaré pronto hacia allá… yo también cargó muchas penas y los dolores se aferran a mi cuerpo y mi alma cual cáncer letal. Ya estoy cansada, por fuera debo parecer fuerte y firme, pero por dentro ya no lo soporto…

    Frodo se queda helado, jamás imaginó que la criatura más poderosa de la raza de los elfos estuviera al borde de la derrota. Él siempre supuso que como una reina debía haber combatido muchas angustiosas y lamentables batallas, pero suponía también que sería algo “natural” en ellos, algo como el que los hobbits enfrentaran cada año la temporada de siembra y cosecha con sus respectivas dificultades, como si enfrentaran una enfermedad en invierno o como si sobrevivieran a la pérdida de un miembro de la familia. Ahora se daba cuenta de cuán equivocado estaba. Frodo ignoraba tantas cosas de la vida de Galadriel…

    Ella vivió en Amán, hogar de los Valar, respirando cada día la bienaventuranza. Hija de Finarfin, rey supremo de los Noldor. Presenció la llegada del mal a causa de Melkor, que los elfos llaman Morgoth, el vala renegado y maldito que se opuso a sus hermanos, derrotado y vuelto al combate hasta desfigurar la Tierra Media donde se exilió. Testigo de la creación de los silmarils a manos de Feänor, la más grande obra jamás creada, así como su posterior robo por parte de Melkor, lo que provocaría una cruenta guerra entre el vala y los elfos de la familia noldorín durante mil años… hasta acabar con cada miembro del linaje… Testigo también del Juramento de Feänor, sentencia de muerte, motivo de expulsión del Reino Bendecido y extinción de su pueblo; partícipe de la Matanza del Puerto de los Cisnes en donde por primera vez el hermano mató al hermano y enfermó pudriendo alma y corazón; víctima desdichada del abandono de su líder y el paso obligado a través del Helcaraxë, el Hielo Crujiente hacia la Tierra Media. Joven soñadora que vería el origen de los reinos más bellos y prósperos, gobernados por sus hermanos y parientes: Nargothrond y Góndolin entre los principales; dama y discípula de Melian en Doriath; sombra en las decisiones que sus familiares tomaban acerca de la guerra contra Morgoth, que perderían lenta, dolorosa e irremediablemente y tras la divina e inesperada intervención de los mismos Valar que vencerían a su hermano liberando a la Tierra Media de su maldad, mero remanso de paz hasta antes de entrar en escena Sauron, el lugarteniente de Melkor y el nacimiento de una nueva guerra en la que la Dama de Lorien tendría un papel mucho más activo…

    Frodo se enterará de todo esto en el futuro, pero por ahora no sale de su asombro, es sólo hasta que Galadriel vuelve a sonreír, sabedora de lo que su momento de debilidad está provocando, que el ambiente se relaja y las sonrisas y cantos de sus amigos afuera de la casa regresan a sus oídos.

    -Cuando llegue el momento de partir te enviaré un mensaje, no estás obligado por supuesto, no tienes por qué sentirte comprometido conmigo si no al contrario. Piénsalo y después toma la decisión, y…si en algo sirve… Gandalf también partirá. Ha cumplido su deber y ya nada tiene que hacer aquí, regresará a rendir cuentas de sus actos… y seguramente después podrá ser feliz.

    -Como mi tío Bilbo. Él también irá ¿cierto?

    -Su caso es singular. Sólo piensa en ti, Frodo, aunque parezca egoísta olvídate de tu tío, Gandalf, Sam o la Comarca. Es tu felicidad.

    -¿Usted piensa sólo en su persona, en su beneficio?

    -Nunca. Pero cometí el error de sentirme indispensable, estoy segura de que no lo soy, así que el mundo podrá continuar perfectamente sin mí.

    -Mi Señora, estaré esperando el mensaje.

    Asiente la Dama Blanca y ofreciendo la mano a Frodo regresan al jardín para continuar con el festín. El hobbit observa a sus amigos ahora desde otra perspectiva y siente una profunda tristeza tener que abandonarlos, sabe que extrañará la sencillez, amistad e incluso los torpes bailes de Sam; las ocurrencias, ese timbre peculiar de voz y la mirada adormilada de Merry; y las travesuras, aventuras y desventuras del buen Pippin… No lo soporta y llora delante de todos causando que durante unos minutos la felicidad se detenga cediendo lugar a la preocupación, excepto en Galadriel, serena, consolando una vez más a Frodo. Todos pensarán que fue un efecto sentimental a causa de la bebida por lo que le restarán importancia sacando de apuros al hobbit por el momento.

    El idilio de los elfos llega con una cautivante noche estrellada para plácemes de su parte y decisión incomprendida de parte de Sam, Merry y Pippin quienes ofrecen de corazón sus hogares. Y a pesar de que los elfos creen dormido a Frodo, éste llega con un cesto lleno de pan de elote sorprendiéndolos.

    -No se compara con su pan lembas, pero les gustará. No traje nada de beber porque quise preguntar primero por su bebida preferida.

    -Muchas gracias, Frodo de la Comarca, estoy seguro que tu pan de elote es una exquisitez. Por la bebida, sin ánimo de ofender no arrimes nada excepto tazas para servir un poco de… miruvor, si te parece.

    -Miruvor, bendito seas, nos salvó la vida a mí y mis amigos en esa montaña de la que no quisiera recordar su nombre. Sé que sólo lo toman en casos extremos durante sus viajes y en los banquetes de las grandes celebraciones.

    -Y esta es una de ellas, Frodo de la Comarca, bebamos entonces…

    A la mañana siguiente, después del desayuno la caravana se prepara para el viaje de regreso. Las despedidas ocurren entre sonrisas, abrazos, lágrimas y buenos deseos. Galadriel y Frodo se han apartado un poco para platicar y eligen la sombra de un frondoso árbol. La Dama de Lorien se ve radiante, una auténtica estrella de plata descendida de los cielos y regando su luz por toda la Comarca. Frodo se ha vestido con su acostumbrado overol de color tabaco encima de una camisa verde olivo, extiende su mano ofreciendo sus cuatro dedos en señal de amistad y despedida recibiendo un beso en la frente por parte de su acompañante.

    -¿Por qué tienen que irse tan pronto? Me hubiera encantado llevarles de paseo por la Cuaderna del Oeste, a Cavada Grande…

    -Ya será en otra ocasión, pero lo agradezco de corazón. Aún no termina nuestro viaje por estas tierras, todavía tenemos que visitar a alguien que conociste en el Bosque Viejo, una mujer…

    -… ¡Baya de Oro! ¡Benditos sean ella y Tom Bombadil! Nos ayudaron mucho allí, era nuestra primera aventura y todo hubiera fracasado de no ser por ellos. Pero ¿cómo es que se conocen?

    -Oh, Baya de Oro y yo somos casi como hermanas…

    La caravana élfica se pone en marcha y todos los hobbits salen al camino a despedirlos y obsequiarles todo tipo de cosas, desde collares de flores hasta cerdos y gallinas, los cuales tienen que rechazar ante la dificultad de llevarlos hasta Lorien, pero igualmente agradeciéndolo de corazón. Y así termina este encuentro, con una última mirada entre Galadriel y Frodo a la distancia, sonrientes, colmados el uno del otro, unidos en una hebra del destino, soñando con Amán, el Reino Bendecido.
     
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    Fushimi Natsu

    Fushimi Natsu Fanático

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    Y esto ha sido el preludio del mismísimo final de El señor de los anillos, un momento hermoso en donde a Frodo le es compartida la futura posibilidad de viajar hasta las Tierras Imperecederas para allí sanar todas las heridas que le causó ser uno de los Portadores del Anillo. Sinceramente ha sido algo muy grato de leer, tu forma para narrarlo me ha parecido de lo más acorde al estilo de la saga. Descripciones claras y perfectas, realmente te llevan a verlo tal cual y las palabras lo exhiben. En ningún momento mi atención se vio interrumpida por la historia; aunque he de admitir que en un comienzo su extensión me sobrecogió un poco, me alegra haberle dado la oportunidad :)

    En cuanto a faltas, de lo único que me he percatado es del guión. Fíjate que has usado el incorrecto o se te ha cambiado antes de publicar.

    ¡Saludos Víngilot!
     
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    Tarsis

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    Wow... los elfos me encantan, son tan elegantes.

    Y sí, magnífico final, con la esperanza de nuevas aventuras, y por muy extraño que suene... el futuro de un Hobbit inquieto. Me ha gustado muchísimo tu forma de escribir, bastante real, desenvuelta e IC.


    Espero leerte nuevamente.
     
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