Allí estaba él, en aquella celda oscura y siniestra, rodeado por dementores que esperaban impacientes darle el beso que les arrebataría el alma, pero él creía en si mismo, en que era inocente, lo único en lo que pensaba era en matar a Peter. Si, aquel mago que traicionó a los Potter, el cual aún seguía vivo pues había visto aquella rata en la fotografía, en el hombro de un tal Ron Weasley y que volvería a Hogwarts. Tan solo era cuestión de tiempo escapar y ir hasta el castillo para tomar su venganza.
Los escritos de Sirius siempre me dejan un sabor amargo en la boca. Porque es triste como una persona inocente perdió tantos años de su vida al ser inculpado por algo que no hizo. Pero, al menos tiene la certeza de que es inocente y que no traicionó a sus amigos.
Y eso lo mantuvo vivo, porque si se hubiera dejado caer en la desesperación era casi seguro que Sirius no habría sobrevivido esos doce años. La convicción de inocencia y el deseo de venganza, unidos fueron su fuerza.