Dedicado a una personita a quien valoro mucho y que me hizo una petición, la cual me es imposible declinar, por su encanto y amabilidad. Aquí van estas líneas, inspiradas en los versos de una canción de tristeza y desamor, interpretada por Galy Galiano. Se titula... Un Amante Improvisado Despertó con un bostezo gentil. Trató de no hacer ruido para no alarmar a quien yacía a su lado. El ambiente de la alcoba transmitía cierta serenidad, como una postal donde permanecían, casi inmutables, las paredes cubiertas de madera barnizada, los ventanales con cortinas floreadas, los muebles pulcros —casi innecesarios— y una numerosa cantidad de enseres y adornos que denotaban una innegable sensación de modestia. Él permaneció dubitativo, tuvo ganas de fumar, pero aquella evocación se lo impidió. Ese mismo pensamiento, tan cruel, tan aborrecible, tan hiriente. El ventilador de techo continuaba girando muy lentamente, a pesar que desde afuera llegaba el aliento fresco del mar caribeño. Era una mañana de verano donde, extrañamente, no hacía mucho calor. El hombre se giró para contemplarla. Su vista se posó sobre la piel trigueña de aquella muchacha, tan suave como apetecible. Los pliegues de las sábanas blancas resaltaban las bondades de su figura, cubriendo delicadamente los contornos de sus muslos, su cintura y sus pechos cimbreantes. Con tan solo diecinueve primaveras, aquella joven había irrumpido en su vida hacía un par de meses, apropiándose, sin mucho esfuerzo, de su privacidad, de sus días y de sus noches. Deseó estar así por siempre, junto a ella. Deseó poder reproducir, durante cada jornada, todas las experiencias que había tenido en su compañía. Rememoró las tardes en las que caminaban de la mano por las callejuelas empedradas, el melifluo sabor de sus besos y sus caricias dadivosas, o cuando él la observaba mientras se maquillaba frente al espejo, admirándola desvergonzadamente y sin pudor. En esas ocasiones, ella le devolvía la mirada a través del reflejo, con gesto risueño. Así potenciaba su libido, así había conseguido domar su corazón. Lo cierto es que todo eso había cambiado, al menos para él. Finalmente se levantó, siempre con el firme precepto de no importunarla. Encendió la ducha y se entregó al tibio placer del agua. No pudo evitar repasar aquellas imágenes, desde ese entonces solían visitarlo de cuando en cuando, abofeteando su tranquilidad, su falsa alegría. Estuvo varios minutos reconsiderando su decisión, pero al fin y al cabo supo que su suerte estaba echada. Apagó la ducha y se quedó en compañía de su desgracia, mientras las gotas corrían por su torso desnudo. Lo aceptó, aceptó la derrota. Se dijo que la dignidad valía mucho más que el dolor. Se convenció de que el perdón era una mentira, un capricho cuya ponzoña invadiría su pecho hasta hacerle perder la cordura. Imaginó que beber un trago de cicuta sería menos peligroso. Salió del baño, ya totalmente desahogado. Tuvo la idea de que, si se hallaba con la necesidad, una buena botella de licor podría desvanecer sus penas, al menos por un par de horas. Quizás sería contraproducente o, incluso, inútil —como un placebo—. Pero no conocía otro medio para eludir su mustia realidad, de perderle el rastro a la zozobra. Unos momentos más tarde se encontraba paseándose por la estancia, preparándose para salir, para llevar a cabo una diáspora individual. Llevaba una camisa negra, haciendo juego con su pantalón de vestir y sus zapatos bien lustrosos, como si estuviera de luto. También tenía puesto unas cadenas en su cuello y un argénteo reloj de pulsera en la muñeca derecha. Ya casi estaba terminando de abotonarse la camisa, luego de perfumarse, cuando se detuvo a mirarla otra vez. Ella descansaba, sumida en un estoicismo tierno y sensual. El hombre se apoyó sobre el marco de la puerta, atusándose la barba tupida. Hace dos días había descubierto que su amada le era infiel. La encontró besándose con un oportunista al resguardo de la penumbra nocturna, en un pasillo que quedaba a unas calles de su hogar. No le dijo nada. Soportó la amargura de aquella falta, de aquella traición despiadada, como ninguno. Tan solo quedaba una cosa por hacer. Se acercó a la cama, con intenciones de llevar a cabo el último paso de su plan. Jamás aprobaría la idea de hacerle daño, sus padres y la vida le habían educado bien. Tan solo se limitó a extraer su anillo de compromiso, para depositarlo sobre la mesita de noche, a un lado de unos libros y un velador. Confiaba en que ella se daría cuenta de eso ni bien despertara. De que la estaba abandonando, de que su ausencia no contemplaba la posibilidad de volverlo a ver. Dedicó una última loa silenciosa a su ondulada cabellera de tonalidades castañas y, con las pupilas humedecidas, tomó su abrigo para apoyarlo en el hombro y ganar la calle. Afuera, el sol gobernaba sobre los coloridos edificios, junto a la tenue sinfonía del mar estival, adornada con barcos pesqueros y aves peregrinas. El hombre caminaba por entre los niños y las carretas, sin importarle lo que sucedía a su alrededor. Tan solo quería perderse en medio de la vorágine, para ser uno con la ciudad. Quería despojarse de su nombre y de su presente. Ya no los necesitaría. Esos conceptos le eran prescindibles, como su corazón roto, como sus ilusiones extraviadas. Ya no volvería jamás. Se decidió a ser un hombre muerto. Nadie regresa vivo del olvido. La susodicha canción: Contenido oculto: La Cita
Sencillamente.. wao 0.0 Quedó genial, me encantó.. Logré imaginarme toda la historia, incluso a los personajes :D.. Aunque yo esperaba un poquito de acción, ya sabes, para darle sabor 7v7 Por cierto, sólo un pequeño error: escribiste abrió en vez de abrigo.. Por lo demás, está sencillamente genial.. de verdad.. :3
Está parte me confundió, si pudieras explicarme. El resto del escrito me ha parecido bastante profundo, y compatible con la música. Sin más, saludos y mucha locura.
Claro, era tomó su abrigo, ya lo arreglé. No entiendo cómo se me pasó ese error (y eso que le pegué como cuatro leídas). Muchas gracias por los comentarios y las correcciones.
*Le tira rosas* ❤ Vaya, simplemente quedé impresionada con tu relato. Tu manera de narrar es muy envolvente, como el canto de una sirena que te atrae a seguirla hasta las profundidades del mar; en tu caso no podía dejar de leer. Fue muy apasionado todo el relato aún sin ser explícito —aunque algo de esto tampoco hubiera esta mal ( ͡° ͜ʖ ͡°)— (?) Y la manera en la que describiste el sufrimiento amoroso del personaje fue bastante profunda y misteriosa, quién diría que al final ella lo estuviera engañando u.u Realmente me encantó; la lectura fue muy fluida y el relato combina a la perfección con la canción ^^ Tu ortografía es perfecta (creo yo), aunque esta parte confunde un poco: Imagino que quisiste decir "abrigo" pero eso de "ganar" la calle me confundió un poco XD Realmente escribes muy bien, sigue así :) Saludos ❤
Antes que nada, muchas gracias por tus apreciaciones. Son más que bienvenidas. Sobre tus inquietudes, ya arreglé el escrito, era abrigo por abrió. Con respecto a lo de ganar la calle, ese verbo suele utilizarse (al menos en ese contexto) para indicar que el personaje ha salido al exterior con cierta prisa o presteza. He leído a varios autores haciendo uso de ese recurso, quizás por eso mismo yo también me he acostumbrado a usarlo. De nuevo gracias, y saludos cordiales.
No puedo decir con palabras cuánto me gustó ¡quedé totalmente enamorada de tu prosa! Fue muy romántico y triste a la vez, como va evolucionando el relato contando no sólo el amor del protagonista sino, la razón del abandono. ¡Aish! Pero al menos, traidora debería haberle dicho y no haberse ido de esa manera tan tranquila y sin advertencia. Pero hay que para herir de esa manera a la persona que te ama y seguir durmiendo a su lado con tanta paz. Va a mis favoritos <3 ¡Un abrazo!
¿De verdad lo guardaste entre tus favoritos? ¡Qué satisfactorio es saber eso! Bueno, muchas gracias por pasarte (y disculpa la tardanza) y realmente se siente genial que hayas disfrutado de este song-fic. En serio se valoran las apreciaciones como la tuya. C: