Fantasía El reflejo invisible

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por George Asai, 18 Febrero 2017.

  1.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
    Miembro desde:
    15 Mayo 2011
    Mensajes:
    976
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    El reflejo invisible
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    5506
    Saludos, gente, en esta ocasión traigo una precuela obligatoria de Crónicas de una Maho Shoujo, es decir, esta mini historia es de suma importancia para entender el arco final. No obstante y como me gusta hacerlo, también puede leerse como una trama por aparte si el género maho shoujo no es de su agrado y solo quieren conocer este tipo de trama más oscura.

    Serán solo cuatro o cinco capítulos, dependiendo de que tan largos vayan quedando, saludos.



    El reflejo invisible


    Capítulo 1: Lago de la revelación


    Mi llegada a este lejano país no pasó desapercibida por los demás ocupantes del departamento, bueno, para ser sincero no podía culparlos. Esta pequeña ciudad la tenía difícil por su ubicación tan lejana y rodeada de una vegetación selvática, debido a ello no recibían visitantes muy a menudo, mucho menos extranjeros con mis vestimentas.


    —¿Solamente viajas con esa maleta? —Me preguntó la casera, una señora de aproximadamente 45 años de edad, lucía muy cansada, sus cabellos negros ya presentaban innumerables canas por todos lados y sus ojos deseaban por todos los medios irse a dormir.


    —Sí, no me gusta cargar mucho, gracias por aceptarme en este departamento.


    —No te preocupes, siempre es interesante recibir a extranjeros, más en este pequeño pueblo tan aburrido.


    —No diga eso, señora, he estado en muchos lugares y no en todos lados se respira un ambiente tan tranquilo. De todos modos me vuelvo a presentar, yo me llamo Roy Alvarado, es un placer. —Luego de hacer una educada reverencia, la casera sonrió y también inclinó su cabeza como señal de cortesía.


    —Disfruta tu estadía, me tengo que ir a lavar los pisos de abajo, cualquier duda que tengas puedes llamarme. —Tras decir eso, la señora abandonó la habitación del cuarto, dejándome solo en este pequeño espacio.


    No era un lugar muy lujoso, el piso de madera rechinaba un poco al pisarlo, contaba también con una cama individual cubierta de sábanas blancas y una pequeña almohada del mismo color. Delante de mí también había un espejo grande, al acercarme a él vi mi reflejo a la perfección.


    Mis cabellos negros estaban despeinados como siempre, la verdad nunca fui fanático de los peinados europeos, aún si eran de mi tierra natal. A diferencia de los habitantes de este pueblo mi piel era blanca y mis ojos azules, por esa razón algunas personas me veían con asombro, pues nunca habían visto a un europeo.


    Tampoco es que fuese la gran cosa.


    —Supongo que esta habitación es suficiente para vivir.


    Este país era relativamente nuevo, antes solía llamarse Nueva España, pero hubo una guerra de independencia y por ende, se cambiaron el nombre a México. En fin, no me interesaba la política, pensar en ello solo me traería dolor de cabeza.


    Decidí sacar mis libretas de apuntes, tras desempolvarlas luego de un aburrido viaje las fui actualizando con mis últimas vivencias de estos días.


    23 de marzo del año 1823…


    Llegué a este extraño país en búsqueda de conocimiento para mi investigación mágica, escuché rumores de una ciudad oculta bajo un hechizo especial que impide a las personas normales encontrarla. No sabía si la historia era solo un cuento de hadas o algo más, pero nada perdía con ir a revisar, aparentemente, la ciudad se encontraba oculta entre la selva. No obstante, cerca de ahí existía un pueblo llamado Santa María.”


    Luego de anotar mis vivencias más recientes decidí salir a dar un paseo por las calles aledañas, para ser sincero me sorprendí con lo distintas que eran las personas de este lugar a los del monasterio Chino en donde estuve entrenando hace tiempo, tampoco se parecían mucho a los españoles de mi tierra natal, Galicia. Los humanos éramos tan distintos y a la vez parecidos, teníamos diferentes religiones, pensamientos e ideas, no había nadie igual a otro en ninguna parte del mundo. Pero al final, la palabra “humanidad” nos abarcaba a todos.


    La gente de este sitio se dedicaba más que nada a la agricultura, por ende, sus vestimentas estaban desgastadas, muchos de ellos ni siquiera usaban zapatos o ropa fina como la mía. Sus manos estaban repletas de heridas y ampollas causadas por trabajar de sol a sol diariamente, sin una pizca de descanso. En cambio, mi atuendo consistía de una gabardina negra muy elegante, pantalón de vestir del mismo color y botas cafés, básicamente la vestimenta estándar de cualquier barón europeo.


    —Creo que el raro soy yo. —Las calles de Santa María tampoco eran la gran cosa, no había pavimento como tal, sino un montón de rocas aplanadas que servían como carretera improvisada para las carretas. Ninguna casa, salvo la del gobernador, estaba hecha de piedra, en su lugar, las viviendas eran de madera o incluso adobe, materiales que no resistían muy bien la humedad o los temblores.


    Mi pequeño paseo no duró mucho, pues el sol ya se estaba poniendo y la verdad, no tenía ganas de vagar por la noche en este sitio tan caluroso.


    Cuando llegué al edificio pude ver a la casera cargando unos muebles bastante pesados, no había nadie cerca para ayudarle, por ende, me acerqué silenciosamente para ofrecerle mi ayuda.


    —Eso luce pesado, ¿necesitas ayuda? —pregunté, la dueña solamente asintió con la cabeza y señaló una habitación al fondo del pasillo.


    —Gracias, creí que me lastimaría la columna cargando el mueble, eres muy amable.


    —No es nada, yo lo llevo. —No me costó mucho cargar el ropero hacia la bodega trasera, de hecho, fue más liviano de lo que pensé, quizá porque ya estaba en las últimas y tenía agujeros por todos lados.


    —¿A qué te dedicas, Roy?


    —Soy biólogo, viajo por el mundo para estudiar las especies de plantas y animales que existen. Un trabajo pesado, pero me gusta hacerlo. —Obviamente tuve que mentir, mi verdadera ocupación era la hechicería, no obstante, sabía lo suficiente de plantas y animales para hacerme pasar por un biólogo profesional entre la gente común.


    —Entonces eres un hombre de ciencia y bastante joven, creo que mi hija tiene tu edad —comentó la señora.


    —¿Tiene una hija?, ¿por qué no la he visto por aquí?, presentarme sería lo más educado de mi parte.


    —Ella saldrá más tarde, mi pequeña sufre una enfermedad rara de la piel que le produce ronchas y quemaduras al estar en contacto con el sol. Por eso no sale mucho de casa, igual pasando las siete de la noche podrías ir a saludarla, claro, si lo deseas.


    —Lo tendré en mente, ahora regresaré a mi habitación para descansar un poco.


    No encontré nada raro en Santa María, ni siquiera una capilla con inquisidores dentro, parecía una ciudad congelada en el tiempo, como si nunca hubiesen salido del siglo antepasado. Pero tampoco me quejaba del resultado, el tener una extensa vegetación a los alrededores y poder detectar la energía mágica de cualquier persona facilitaba mucho mi trabajo por dos factores:


    1- No iba a ser sorprendido por nadie, ni siquiera inquisidores profesionales.


    2- Podía moverme sin libertad de ser supervisado por las autoridades.


    —Es momento de revisar mis apuntes.


    La ciudad escondida ofrecía un hechizo capaz de mantener las cargas energéticas más estables, de hecho, los antiguos pobladores lograron dominar artes que iban más allá de su entendimiento. Cuando los españoles llegaron a México, estos individuos ya habían desaparecido y sus descendientes no eran ni la sombra de lo que fueron ellos.


    Las crónicas que leí antes de venir para acá lo narraban claramente: Fue una masacre, los inquisidores del Vaticano tenían mejores armas, mejores hechizos y un entrenamiento superior. Los guerreros locales de acá no pudieron hacer nada, leí acerca de brujería brutal, hechizos capaces de hacerte crecer los músculos, alcanzar velocidades sobrehumanas y fuerza descomunal. Pero todo a costa de tu razón.


    Una masa amorfa de fuerza y músculos no era diferente a un animal salvaje…


    —Quizá sea solo una leyenda —volví a susurrar —. Pero no me molestaría, este lugar está bien para tener investigaciones y talleres mágicos.


    Caminé hacia la ventana de la habitación para ver el paisaje nocturno, para este momento las afueras del pueblo yacían iluminadas con candiles de baja intensidad. No era una vista maravillosa, de hecho, apenas podía ver unas cuantas cuadras a la redonda, el resto se perdía en la oscuridad. Incliné un poco mi semblante para ver la parte de abajo, no obstante, vi que la habitación del piso anterior contaba con un balcón pequeño, de aproximadamente 2x1 metros de largo y ancho, respectivamente.


    —¿Es ahí donde vive la hija de la casera? —Justo cuando realicé aquella pregunta la puerta del balcón se abrió, de ahí salió una mujer joven, le calculaba como unos 24 años (mi edad), tenía el cabello largo blanco, una característica rarísima, incluso para personas caucásicas. Su piel era más blanca que la mía y el color de sus orbes era esmeralda o verde, desde esta altura no podía identificarlos bien. La chica portaba un vestido rojo de alta calidad, como los que usaban las damas en la realeza europea.


    ¿Por qué motivo ella usaba esas ropas?


    ¿Por qué no llevaba consigo los trajes de las otras mujeres?


    No mentiré, lucía hermosa, mis ojos no pudieron despegarse de su silueta ni por un instante. Sus cabellos se movían al compás del viento nocturno, como si el mundo entero estuviese orgulloso de cargar a una existencia repleta de belleza.


    Una joya perdida en este lugar remoto del mundo, sin embargo, algo en ella no estaba bien, no podía explicarlo con palabras, simplemente mi instinto me decía que era demasiado bueno para ser verdad. Una mujer de medidas perfectas y con esa caballera tan extraña no podía ser real.


    —Hola, buenas noches. —La jovencita notó mi presencia luego de unos segundos, al parecer no le importó que la estuviese mirando como un tonto embobado y en vez de ello sonrió cariñosamente —. ¿Tú eres el nuevo inquilino del qué todos hablan?


    —E-Eh, sí, soy yo, me llamo Roy Alvarado, ¿y tú?


    —Me llamo Carmen, es un placer conocerte, Roy. La verdad quería pasar a tu habitación para saludarte, tú sabes, viviremos bajo el mismo techo de ahora en adelante y no quería ser desconsiderada, mucho menos con un caballero europeo como usted. —La chica me hizo una educada reverencia, justo como lo hizo su madre cuando recién vine a este sitio.


    —No tienes que tratarme diferente, ambos somos personas, el lugar de donde vengo no tiene importancia. —Nunca me gustó ser tratado de forma especial solo por venir de Europa, si la gente me respetaba era por mis propios méritos, no por títulos avariciosos que no me ayudaban en nada como hechicero —. Pero sí, yo también deseaba presentarme contigo, es un placer.


    —Lo mismo digo, la verdad solo tengo este vestido europeo, mi madre lo compró a una comerciante cuando fue a la ciudad de México. Lo estabas mirando tan atentamente que seguro te dio curiosidad, ¿verdad?


    —A-Algo así. —En realidad, no miraba al vestido, sino a ella, pero no quería tampoco parecer un acosador, es decir, ¡apenas nos acabábamos de presentar!


    —Quería hacerte sentir como en casa, imagino que debe ser difícil viajar y dejar atrás toda la vida que llevabas. No sé cómo lo sobrellevas, como nunca he abandonado Santa María me sentiría muy extraña si de la nada me encuentro con personas tan diferentes a mis vecinos. —No podía culparla por pensar de esa manera, después de todo, yo también me sentí un poco incómodo cuando salí de España hace ya varios años. Durante mis viajes conocí todo tipo de culturas, personas y sobretodo, ideologías, la manera de pensar de los chinos difería mucho al cristianismo arraigado que se respiraba por acá. Todo era distinto, desde la comida, hasta las ropas y demás características típicas de cualquier región.


    —Es difícil al principio, pero míralo desde otro modo, al salir de tu zona de confort conoces el mundo y a las personas que viven en él. La razón por la cual me hice biólogo es porque amo al planeta tierra, no solo a los humanos, sino a toda la vida que vive en él. Verlos crecer, desarrollarse y dejar sus legados me apasiona, por eso he venido a este país tan alejado de mi tierra. —En cierto modo no mentía, mis habilidades como hechicero eran muy buenas gracias a la determinación de seguir mejorando día con día. Después de todo, mi verdadero objetivo era ayudar a las personas y terminar con el sufrimiento universal.


    Sonaba estúpido y en cierto modo, lo era, resultaba imposible acabar con la maldad del ser humano, intentarlo sería atentar contra la naturaleza misma. Pero como decía cierta leyenda: Un arquero que deseaba flechar la luna practicó hasta el cansancio para lograr un objetivo inalcanzable, él sabía que jamás lo conseguiría, pero eso nunca lo detuvo. Continuó lanzando flechas a la luna, hasta que se convirtió en el mejor arquero del mundo.


    A ese tipo de meta aspiraba yo.


    —¡Impresionante!, desearía pensar más como tú, en cierto modo te envidio, Roy, eres capaz de viajar por todos lados y llevar recuerdos de lugares inimaginables. Por desgracia, yo no puedo salir de Santa María, mi cuerpo no resistiría un viaje largo.


    —Bueno, en ese caso, ¿por qué no imaginas tu propio mundo?, conozco a muchos escritores que hacen historias geniales e inspiran a jóvenes aventureros como yo para salir a explorar. Sé que no reemplazará la sensación de viajar como tal, pero tal vez tus paisajes fantásticos sean el motivo por el cual las personas del futuro embarquen sus travesías.


    De nuevo usé mis propias experiencias para darle un consejo, cuando era niño estudiaba la hechicería tradicional de mi familia, la cual se basaba en el control del fuego y los elementos naturales menores. Me gustaba aprender, pero yo quería más, sabía que mis habilidades no iban a fortalecerse si me quedaba en casa, deseaba ser como los grandes hechiceros de las historias que mi padre me contaba.


    Dominar muchas técnicas, recorrer paisajes asombrosos y encontrar el amor…


    A pesar de mis 24 años todavía seguía creyendo en aquella fantasía carente de fundamentos.


    —¿Mi propio mundo?, pero no conozco el mundo exterior…


    —No necesitas conocerlo, simplemente imagínalo, ¿cómo crees qué es México más allá de Santa María?, o más bien… ¿Cómo quieres qué sea?


    —¡Ya entendí!, suena divertido, cuando invente algo decente, ¿me dejarás contártelo? —cuestionó Carmen.


    —Sí, me parece bien.


    —Y una cosa más… ¿Podemos hablar de ello justo como hoy?, viendo las estrellas desde mi balcón y tu ventana. Siento que así puedo seguir imaginando lo que hay más allá de los árboles y ponerme a mí misma en los zapatos de alguna heroína. D-Digo, no sé si parezca extraño.


    —Supongo que cada escritor tiene su inspiración, no me molesta en lo absoluto.


    —¡Está decidido entonces! —exclamó Carmen, visiblemente feliz.


    ¿Tanta era su felicidad por haber descubierto un nuevo pasatiempo?, en verdad la gente del campo me parecía extraña, pero no en el mal sentido.


    Fue así como mi nueva rutina en Santa María comenzó, me levantaba por las mañanas para explorar el bosque y tratar de encontrar aquella ciudad legendaria, durante el mediodía volvía al pueblo para comer y en las noches me asomaba por debajo de mi ventana para hablar con Carmen. Claro, platicábamos también dentro del edificio cuando la noche caía, pero no hablábamos de sus historias ni nada por el estilo.


    En primera, porque había otros inquilinos viviendo ahí y al parecer, a Carmen le daba un poco de pena ser escuchada, por ello, hablábamos de otras cosas en los pasillos y ya antes de dormir, ella me contaba sus fantasías como si estuviese viviéndolas en ese mismo instante.


    Y dos, a mí también me daba pena tenerla tan cerca de mí, más con su vestimenta regional. A diferencia de los pomposos atuendos europeos, las ropas que portaban las mujeres mexicanas eran menos holgadas y más suaves, Carmen llevaba consigo casi siempre una blusa blanca con bordeado rojo y vestido café, normalmente pegado a sus piernas o un poco separado de las mismas.


    —¿Qué me vas a contar hoy? —pregunté muy interesado.


    —Esta se me ocurrió mientras limpiaba mi cuarto, ¿te imaginas un mundo donde los edificios floten?, ¡que locura!, además, además… —Su historia fluyó sin trabarse ninguna sola vez, al punto de perderme en sus palabras e imaginarme aquellos escenarios imposibles que salían de su boca. Edificios flotando por los cielos, animales fantásticos que no existían en este mundo, técnicas legendarias carentes de lógica alguna… ¡Menuda imaginación!


    ¿Cómo alguien qué jamás había salido al mundo exterior podía pensar eso?, muchos escritores matarían por tener su creatividad, si tan solo fuese capaz de salir su mundo sería mil veces más amplio, contaría con millones de referencias y quizá, habría narrado la historia del siglo. Por desgracia, tal idea jamás ocurriría.




    Con el tiempo sus relatos se fueron volviendo más elaborados, con personajes reales y sobretodo, un deseo ardiente de salir a ver el mundo.


    Cierto día una idea llegó a mi mente, ¿por qué no escribía aquellas maravillosas historias en papel?, si bien el precio del papel no era accesible, consideraba aquello como una buena inversión. De ese modo, sus trabajos podrían ver la luz del día en las grandes ciudades.


    —Hey, Carmen, ¿nunca has pensado en escribir tus historias?


    —Me gustaría hacerlo, p-pero yo no sé leer —respondió, un tanto apenada —. Al enfermarme mucho de pequeña no podía ir a la escuela con los otros niños y mamá no tenía dinero suficiente para contratar a un tutor, eventualmente nos rendimos a la idea y ahora paso mis mañanas aquí, encerrada. A menos que…


    —¿Qué cosa? —susurré un tanto nervioso.


    —¿P-Podrías enseñarme a leer y escribir?, ya que tú eres un hombre de ciencia no deberías tener problemas. ¿O estoy pidiendo demasiado?


    Maldición, justo cuando iba a responderle que sí mi rostro se enrojeció como el de un tómate, vamos, Roy, ¡ya eres un adulto responsable y un hechicero calificado!, heredero del clan Alvarado y poseedor del fuego más poderoso. Una simple clase de lectura con una chica joven no debería ser nada para mí, entonces…


    ¿Por qué mis manos sudaban como si estuviese a mil grados centígrados?, ¿será porque iba a estar encerrado en el cuarto de una mujer de mi edad?, ¡ah, mierda!, ni cuando era un adolescente me comportaba así.


    —Sí, será un placer enseñarte, así podré disfrutar de tus historias durante mis viajes. —Fue la mejor respuesta que pude darle, mis orejas parecían dos mangos de olla caliente y mi cabello casi se volvía rojo por la impresionante vergüenza que pasaba.


    —Entonces nos vemos mañana para las lecciones, ¡gracias! —Y con ello, Carmen se retiró a dormir.


    Al día siguiente no podía ni pensar correctamente, debido a mis constantes viajes y entrenamientos marciales/mágicos nunca tuve la oportunidad de pasar la noche con una mujer en su habitación. Eh, ¿pasar la noche?, ¡que rayos pensaba!, mal, mal, mal, ¡mal!, era una clase de lectura y redacción nada más, ¿por qué mi mente ya imaginaba los escenarios más sucios posibles?


    Nada de eso.


    —Por Dios, contrólate, Roy. —Me regañé a mí mismo con unas palmaditas a mi frente, el resto de la tarde la pasé entrenando a las afueras de la ciudad y recolectando unas verduras para poder venderlas mañana.


    Llegué al departamento a las seis y media de la tarde, me bañé con la tina que la casera dejó hace poco en mi habitación y luego alisté mis ropas casuales. No quería ir todo elegante, vamos, ¡estaba a pocos metros de mi cuarto!, ir súper vestido seguramente le haría pensar que andaba con una doble intención, pero no era así, solo íbamos a pasar unas horas juntos aprendiendo el hermoso arte de la lectura.


    —Me voy a volver loco si esto se vuelve rutina.


    Cuando la hora llegó dirigí mis pasos hacia la habitación de Carmen, tras suspirar nerviosamente toqué la puerta dos veces, al hacerlo, la jovencita me abrió con una sonrisa.


    —Bienvenido, Roy. —Ella no vestía nada fuera de lo común, traía consigo la ropa típica de Santa María y un peinado casual, no obstante, su atractivo natural nuevamente hizo que mis ojos se fijaran en sus piernas y busto. Oh, por el amor de… ¡Ya basta!, debía comportarme como caballero y no dejar que mis bajos instintos arruinaran mi amistad con Carmen —. ¿Pasa algo?, te veo muy nervioso.


    —No pasa nada, en serio. —Su habitación no era muy diferente de la mía, quizá un poco más espaciosa, pero nada más. Había una enorme cama en el centro del cuarto, más al fondo yacía un armario de madera con muchas prendas dentro, también observé un perchero a lado de la entrada y una pequeña mesita cercana al balcón.


    Solo hubo un detalle que llamó realmente mi atención, no había un tocador ni tampoco un espejo, ¿se habrá roto hace poco?, incluso la habitación más pequeña y descuidada de este lugar tenía un espejo. Bueno, seguro se le rompió y no han podido comprar uno nuevo.


    —Ok, preparé té y un poco de elote en vaso, no suena muy glamoroso, pero es lo que hay, espero te guste. —Carmen me pasó un vaso de elotes y una taza de té, posteriormente comimos mientras le iba explicando los pasos básicos de la lectura.


    Fui desde el principio con las vocales, luego las letras del abecedario en una hoja de papel y después repasamos juntos algunas palabras. Carmen aprendía bastante rápido, sus ganas de dominar el lenguaje se notaban a leguas, si bien al principio batalló un poco para articular oraciones en papel, poco a poco le fue agarrando la onda.


    Y efectivamente, no hubo ningún encuentro sexual entre nosotros, ¿por qué habría de haberlo?, solo éramos amigos.


    Las lecciones continuaron por un tiempo más, todos los días, a las siete de la noche, iba a su habitación para estudiar con ella, luego me regresaba al cuarto cerca de las diez y al final ella me contaba sus fantasías desde su balcón antes de dormir. No me molestaba este tipo de vida, a pesar de no haber encontrado la famosa ciudad perdida si pude establecer un taller mágico en esta ciudad y la falta de inquisidores u otros hechiceros me facilitó mucho las pruebas. Además, el pasar tiempo con Carmen me hacía feliz, no estaba enamorado ni nada por el estilo, simplemente me gustaba la manera inocente en que veía las cosas.


    Ella era un alma atrapada en Santa María, incapaz de salir al mundo exterior por su terrible enfermedad e ignorante de los problemas mundiales. La guerra de independencia nunca llegó a este lugar, estos individuos tampoco eran demasiado religiosos, simplemente daban ofrendas y misas informales los domingos, como si fuese una actividad recreativa más que obligatoria. Según los más ancianos de este pueblo, los sacerdotes tenían el acceso difícil al pueblo y cuando murió el último treinta años antes de mi llegada la Iglesia decayó, al punto de ser un sitio más de reuniones que de concentración espiritual.


    Mejor así, no deseaba tener que lidiar con esos estúpidos inquisidores de nuevo.


    En fin, Carmen tardó solo dos meses en leer y escribir, una cifra incógnita para mí, pues no me desempeñaba como maestro, sin embargo, ella lucía feliz de poder escribir sus ideas en un viejo cuaderno que encontramos dentro de una bodega abandonada. Cuando las clases terminaron me pasaba a su habitación solo para platicar más de cerca, contarle mis hallazgos en el bosque o simplemente merendábamos dulces y botanas hechos por ella misma.


    —Oye, Roy, ¿qué te parece si hoy damos un paseo por el lago? —cuestionó Carmen, su pregunta me tomó por sorpresa, ya que nunca antes la había visto salir de la posada.


    —No lo sé, ¿estarás bien?, nunca te veo salir.


    —Vamos, tengo prohibido salir de día, pero de noche no hay ningún problema, mi piel estará bien. Además, antes no salía porque no tenía nada que hacer, ahora estás tú, anda, ¡vayamos a dar una vuelta! —exclamó Carmen, la chica puso unos ojitos de cachorrito tan tiernos que no pude resistirme, al final acabé sucumbiendo a su idea con un simple movimiento de cabeza —. ¡Sí!, me pondré mis zapatos para salir entonces.


    —¿Segura qué tu madre no se molestará? —volví a cuestionar un poco inseguro, no quería llevarme una regañada por parte de la casera.


    —¿Acaso tengo 10 años?, ya soy mayor de edad y puedo hacer lo que quiera, además, es solo un paseo, no vamos a salir del país ni nada por el estilo.


    Carmen estaba en lo cierto, para llegar al lago solo teníamos que caminar unos quince minutos a paso lento, más adelante yacía la selva profunda, pero no íbamos a meternos hasta allá. Este iba a ser mi primer paseo con Carmen desde que llegué a Santa María, eh… Un momento, ¿un paseo a solas con Carmen?, e-entonces… ¿¡Era esto una cita!? ¡Mi primera cita con una mujer!, no sabía si alegrarme por el hecho, o deprimirme por haber tenido esta experiencia demasiado viejo.


    —Estoy lista, ¿nos vamos? —Carmen solo se puso unas sandalias más grandes, de ahí su vestimenta tradicional seguía siendo la misma.


    —A-Ah, sí, vayamos. —Los dos salimos discretamente del departamento, curiosamente nadie nos dijo nada, algunos inquilinos incluso nos saludaron amablemente y claro, Carmen les respondió con una sonrisa.


    Al parecer, la chica a veces salía a dar paseos nocturnos y volvía justo a la hora de la cena, al menos eso me comentó una señora que nos saludó cerca del mercado, pero desde hace tiempo no la veían caminar por acá. Hm, quizá porque estaba ocupada conmigo durante las clases de lectura y luego contándome sus cosas.


    —¿Solías caminar por aquí, Carmen?


    —Sí, mamá tenía que ocuparse de la posada y yo no tenía ningún amigo con quien hablar, por eso me perdía en las calles y regresaba antes de cenar. La gente de Santa María conoce a mamá y si algo malo pasa, solo tengo que gritar, los hombres del pueblo atraparán a cualquier malvado que intente hacerme algo.


    —Oh, debe ser genial tener una madre influyente.


    —¡Sí!, las viejitas del pueblo me contaron que mamá solía meterse en peleas con muchos hombres y siempre ganaba usando su condición de mujer como excusa, además, sabe usar bien la pistola y por ello los ladrones la evitan.


    —¿En serio?, creí que la dueña era solo una mujer trabajadora y amable. —A decir verdad me sorprendió la noticia, siempre vi a la dueña de la posada como una mujer sencilla, pero trabajadora, que gracias a su esfuerzo pudo sacar un negocio adelante. El imaginarla con una pistola en mano y mirada agresiva resultaba demasiado surrealista para mí.


    —Lo sé, ¡pero es la verdad!, ¡mamá es increíble!


    —Supongo que tienes razón.


    Luego de pasar por otras pocas tiendas y casas humildes por fin llegamos a la orilla del lago, el lugar tenía un pasto verde muy corto, que apenas se movía por el viento nocturno, además, el estanque reflejaba a la luna perfectamente y dicha imagen era lo que nos ofrecía visibilidad.


    —Vaya, a pesar de haber pasado por aquí durante mi trabajo nunca me detuve a observar lo bien que se ve el lago a esta hora. —Este escenario era digno de una pintura europea, si un artista de mi país viese el paisaje tan hermoso que yacía frente a mí seguro se volvería loco. ¿Y cómo no hacerlo?, la vista era perfecta, además, tener a Carmen caminando cerca de la orilla incrementaba todavía más la belleza del retrato.


    —Este sitio es mi lugar favorito, siempre que imagino cosas término por usar este pequeño lago como inspiración, es una joya escondida en medio de la nada, un oasis congelado en el tiempo. E-Eh, ¡lo siento!, me dejé llevar, cada día desde que aprendí a leer y escribir me la paso anotando tonterías.


    —No son tonterías, tus sentimientos son importantes para mí, no temas en contármelos. —Uh, de la nada me volví a sonrojar, ¿acaso era tan obvio?, Carmen por su parte solamente me devolvió la sonrisa dulcemente.


    —En verdad me has ayudado mucho, Roy, no sé cómo podré pagarte todo lo que has hecho por mí. Mamá también está feliz de que me hayas enseñado.


    —Vamos, lo hice por propia voluntad, no buscando nada a cambio.


    —¡Aun así no es justo!, y-ya sé cómo iniciar el pago. —Y de la nada, Carmen se acercó a mí rápidamente, no tuve tiempo para reaccionar, sus brazos rodearon mi torso, posteriormente la jovencita me dio un dulce beso en la mejilla que literalmente hizo explotar mis sentidos.


    Acaso… Yo…


    ¿Había sido besado?, ¿por una chica?, ¿por Carmen?


    Eh, eh, eh… ¡EH!


    —A-Ah… —balbuceé como un estúpido, seguramente me veía ridículo, el increíble hechicero Roy Alvarado, heredero del fuego sagrado y un trotamundos legendario quedó estupefacto ante el simple beso de una chica inocente. Mi boca no gesticuló palabra alguna, ¿cómo podía hacerlo?, quería desaparecer, meter mi cabeza en la tierra hasta que se me pasaran los rubores.


    —Luces muy lindo cuando estás sonrojado. —Carmen me acarició la cabeza tiernamente y en seguida, caminó hacia la orilla del lago nuevamente —. Si sigues haciendo más méritos, el siguiente beso puede ser en otra parte, ¿vale? —Y como si fuese otra persona, la chica me guiñó el ojo izquierdo. Vaya, esto sí me tomó con la guardia baja, Carmen no era tan tímida como supuse en un comienzo.


    —D-De acuerdo —respondí totalmente nervioso.


    —No obstante, Roy, hay algo que debo decirte, tenía miedo de contártelo porque no sabía cómo ibas a reaccionar. Pero ahora lo tengo claro, eres alguien digno de confianza, ¿me escucharás? —cuestionó, de repente, su voz se tornó más seria y algo deprimida. El buen humor que habíamos levantado hace un momento había desaparecido.


    —¿Qué sucede?, ¿por qué este cambio tan repentino de comportamiento?


    —Ven aquí… —Carmen tomó mi mano suavemente, al hacerlo me llevó consigo hasta la superficie del lago, claro, no nos metimos al agua, pero estábamos tan cerca que podíamos ver nuestros reflejos en el…


    Oh, esperen un momento…


    ¿Nuestros reflejos?, ¿qué demonios pasaba?, ¿por qué solo yo estaba plasmado en el agua?


    —Tú estás aquí conmigo, ¿verdad? —Sostuve su mano fuertemente, asegurándome de sentirla a la perfección. En efecto, Carmen estaba conmigo, esto no era una ilusión ni tampoco un sueño —. N-No tienes reflejo.


    —Desde que tengo memoria no he podido verme en ningún espejo, sea natural o artificial. Mamá dice que es mi enfermedad, pero esto es extraño, ¿por qué solo a mí me pasa?, ¿por qué me quemo cuando salgo al sol?, ¿por qué no puedo verme, Roy?, tú eres alguien del mundo exterior, dime… ¿Qué soy exactamente?


    Ya veo, Carmen desde un principio quería confesarme este secreto tan oscuro, sus ojos clamaban por una explicación, seguramente al vivir encerrada en este pueblo jamás tuvo la oportunidad de investigar las causas de su padecimiento. En realidad, no era difícil de adivinar.


    En este mundo solo existían dos entes carentes de reflejo.


    1- Los fantasmas, estos individuos no tenían cuerpo ni masa que aportar, además, las almas eran invisibles al ojo humano y solamente los espiritistas más experimentado tenían acceso a estas visiones. Por lo tanto, Carmen no podía ser un fantasma, ya que mi campo era la hechicería, no el estudio del alma.


    2- Vampiros, seres que vivían una muerte en vida, las criaturas más despiadadas del mundo y enemigos mortales de la humanidad.




    La segunda opción era la más evidente y para mi desgracia, la única.


    ¿Debía decirle la verdad a Carmen?, ¿o en este caso una mentira sería mejor?, ella no sabía el origen de sus síntomas, simplemente los aceptó como parte de la vida. El tener que decirle algo tan cruel no me parecía justo, ella no hizo nada para merecer este destino.


    Por otro lado, Carmen realmente deseaba conocer sus orígenes, encontrarse a sí misma para poder avanzar. El saber su verdadera naturaleza podría forjarle un nuevo camino por delante, pero corría el riesgo de destruir todo lo que había creído hasta ahora.


    Incluso yo necesitaba tiempo para digerirlo, fue una sorpresa que deseaba no saber. No tenía palabras para expresar el shock, llevé mi mano a la boca para evitar cualquier tipo de grito o maldición al mundo, sin embargo, este gesto provocó un pequeño temblor en Carmen, cuyo semblante se inclinó al ver mi reacción tan negativa.


    —¿E-Es algo malo?, por favor, Roy, dime la verdad… ¿Lo que tengo es algo malo?


    —Carmen, yo sé lo que eres perfectamente.


    Me detuve a medio camino de explicarle, simplemente no hallaba palabras para hacer esto menos duro. Maldición, ¡menuda broma del destino!


    ¿Cómo iba a decirle a Carmen que ella era un vampiro?


    Fin del capítulo 1

    ¿Qué les pareció el protagonista?

    ¿Cuál escena les gustó más?

    Como sabrán, esta historia ocurre casi 200 años antes del inicio de Maho, para los interesados, acá el link de la historia.
    Fantasía - Fanfic - Crónicas de una Maho Shoujo

     
    Última edición por un moderador: 18 Febrero 2017
  2.  
    J.Nathan Spears

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    Bueno, al fin termino de leer esto. La temática no es 100% de mi agrado, pero igual está todo bien narrado y construído... ¿Qué más puedo decir?

    El final de este episodio me ha tomado por sorpresa... ¿Carmen es una vampiresa? Woooow. Yo sabía que a Roy Alvarado le sucederían cosas sobrenaturales luego de ver su reputación abultada y sus experiencias... ¡Pero no tan pronto! x'D

    Me gusta también que hayas usado esa época... el temprano siglo 19. Pocas historias se ambientan ahí xP... al menos de las que he leído.

    Como sea, es algo interesante y creo que valdrá la pena seguir leyendo. Nos vemos en otra...
     
  3.  
    LizzaRade

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    Bueno, por fin pude leer tu historia. Me gusta la ambientación, un México del siglo XIX en vez del ya gastado Europa medieval... que decir de los personajes, Carmen es muy tierna a pesar de la imagen popular que se tiene de los vampiros, y Roy... el hecho de que maneje el fuego me recuerda al Roy de Fire Emblem xP (que coincidencia que se llamen igual).

    Tu forma de narrar, como siempre, impecable, no veo errores que entorpezcan la lectura y eso se agradece.

    Voy a seguir de cerca esta historia, a ver que sale :-)
     
  4.  
    George Asai

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    Tengo la continuación.

    No hay mucho que decir, solo disfruten.



    Capítulo 2: Romance bajo la luna


    Hubo un silencio incómodo entre nosotros, por un momento nos quedamos sin nada que decir, Carmen no me presionó para darle la respuesta y yo tampoco tenía muchas ganas de dársela. Quizá si me mantenía callado el tema pasaría de largo y nuestra relación continuaría siendo la misma de siempre, no obstante, ya no avanzaríamos más. El quedarme callado aquí era igual a sellar con clavos de oro nuestra amistad.


    —Carmen, tú no eres un ser humano, eres un vampiro. —Lo dije, desplacé mis deseos egoístas de continuar dejándola en la ignorancia y por fin solté la cruda realidad. La chica pareció no entender el término, en vez de ello ladeó su cabeza de un lado a otro, al parecer ella nunca había escuchado esa palabra y no la podía culpar, en una ciudad tan remota como ésta, los conceptos y conocimientos generales escaseaban en gran medida.


    —¿Qué es un vampiro? —preguntó.


    —Los vampiros son seres que chupan la sangre de los humanos para vivir, pueden subsistir de alimentos, pero si no consumen sangre regularmente tienden a volverse locos y a matar por placer. Son enemigos de la humanidad, Carmen, dime, ¿desde cuándo tienes esta enfermedad?


    —Desde que tengo memoria —recalcó.


    —Es decir, ¿toda tu vida has estado viviendo de esta forma? —volví a cuestionar.


    —Sí, pero sigo sin entender, ¿por qué no puedo salir al sol? —La pregunta de la jovencita fue evidente, lo que más le molestaba de su condición era que no podía moverse durante el día.


    —Los vampiros tienen una debilidad mortal: El sol, cuando se exponen a él, terminan quemados por completo. No es algo bonito, se podría decir que es una de las muertes más dolorosas jamás registradas, no sabemos porque los vampiros desaparecen con el sol, pero en este punto es una verdad autoevidente que ya no vale la pena repasar. Tú no tienes ninguna enfermedad, Carmen, solo eres diferente al resto. —Las verdades siguieron lloviendo como puños, decidí decirlo todo sin censura, ni ocultarle nada, pues aquel era el deseo de mi preciada Carmen.


    —Sangre, ¿e-eso quiere decir qué he tomado sangre y no me he dado cuenta?


    —Probablemente, un vampiro solo puede resistir tres años sin beber sangre, una vez que pasa ese tiempo se vuelve rampante y pierde la cordura. ¿Tu madre no puso algo raro a tu comida alguna vez?, es imposible que estés cuerda en este instante de no ser por eso.


    —Probablemente lo hizo, pero aun así, todo esto es tan repentino. A ver, vamos a llevar las cosas con calma, en primer lugar, soy un vampiro, ¿no es cierto? —Carmen tomó asiento en el pastizal verde, segundos más tarde inhaló una gran cantidad de aire y la mantuvo en sus pulmones algunos segundos, solo para soltarlo al siguiente instante.




    —Exacto, tendremos que hablar con tu madre hoy mismo para que nos diga los detalles de tu transformación.


    —Otra cosa, Roy, ¿es malo para mí ser un vampiro? —Aquella pregunta contenía inseguridad y miedo, Carmen no sabía cómo reaccionar ante esta noticia, la palabra “vampiro” continuaba siendo un concepto extraño para ella.


    —No te mentiré, en verdad es terrible, hay personas que dedican sus vidas a cazar vampiros, entrenan arduamente por décadas hasta dominar el arte del combate. No tienen piedad, sin embargo, Santa María es un lugar alejado de la civilización, dudo mucho que te encuentres con un cazador, pero siempre es preferible vivir con precaución. Tu madre hizo bien al mantenerte dentro de la casa y solo paseando por las calles aledañas, viéndolo de esta forma creo que su estrategia parece haber funcionado.


    —¿Nadie más debe saberlo, verdad?


    —Obviamente, la gente común conoce bien a los vampiros, incluso los aldeanos despreocupados de aquí entrarán en pánico si llegan a enterarse. Nadie debe saber este secreto, ¿me entiendes?


    —Sí, te entiendo, muchas gracias por responder mis preguntas, Roy, sabía que podía confiar en ti. Me siento confundida y cansada por todas estas revelaciones, pero al mismo tiempo, estoy feliz, por fin sé quién soy y porque no podía vivir como los demás. Es duro vivir cuando no te conoces a ti mismo, aún si la verdad duele o es poco agradable, siempre es mejor tener los ojos abiertos para solucionar los problemas. —Carmen se reincorporó del suelo, en seguida, la chica alzó sus brazos hacia el cielo y de inmediato, me sonrió —. En serio, muchas gracias.


    —No hay nada de que agradecerme, simplemente hice lo correcto. Carmen, yo también voy a contarte mi secreto, así estaremos a mano, ¿te parece?


    —¿Secreto?, ¿también eres vampiro? —preguntó.


    —No, yo no soy un vampiro, pero puedo hacer esto. —Unas pequeñas piedritas comenzaron a moverse del suelo, este hechizo era el de levitación y consistía en mover objetos pequeños, también era conocido por ser la técnica más básica que todos los hechiceros sabían hacer. En sí no era difícil de aprender, pero sí muy complicado de dominar al cien por ciento.


    —¡Oh!, ¡las piedras se están moviendo solas!, ¿cómo lo haces? —Los ojitos de Carmen se abrieron como platos, su reacción fue natural, después de todo, las personas ignorantes de la hechicería tenían una capacidad de asombro gigantesca —. Es increíble, increíble, jamás pensé ver algo así.


    —Y aún puedo hacer más cosas. —Dejé caer las piedras al suelo, posteriormente formé una pequeña bola de fuego en mi mano diestra que iluminó un poco más el paisaje verde donde nos encontrábamos —. Este es un fuego especial, mi familia es descendiente de un clan fénix muy antiguo, pero también puedo manejar el fuego normal.


    —Vaya, ¡eres sorprendente, Roy!, puedes hacer esas cosas tan geniales con facilidad, seguro eres muy popular entre las personas.


    —No creo, Carmen, lo que tú estás viendo es un secreto, la gente normal no debe enterarse de mis habilidades o tendré problemas. Aún no lo sabes, pero hacer hechicería en la vida pública está prohibido.


    —¿Eh?, ¿por qué?, podrías ayudar a mucha gente con tu hechicería.


    —Pero no todos son como yo, hay hechiceros malvados que usan poderes como los míos para lastimar a las personas. Por ello, estamos vetados de la sociedad.


    —Eso no me parece justo, por culpa de unos locos ustedes tienen que vivir escondidos y sin poder mostrar sus logros al público. ¡Es muy cruel!, bueno, lo mismo aplica para mí, que no puedo salir durante el día. Un momento, ¿por qué me confesaste esto? —cuestionó la chica.


    —Tú me mostraste tu secreto, ahora yo te enseño el mío, así los dos tenemos algo más en común: Somos especiales, jamás podremos ser nosotros mismos frente a la sociedad y estamos condenados a una vida de ermitaño. Pero está bien así, creo que finalmente he comprendido lo que decía mi padre antes de salir de viaje.


    —¿Y qué decía?


    —Que la sociedad no tiene espacio para extraños, por eso creamos nuestras propias sociedades donde podamos ser aceptados. Gente como nosotros, individuos que jamás podrán formar grandes grupos o liderar países, solamente vivimos para satisfacernos. Pero no tiene nada de malo, después de todo, ¿no venimos a este mundo para ser felices? —De la nada empecé a filosofar de temas complicados, pues Carmen me miraba muy confundida, la chica giró su cabeza de un lado a otro, la verdad se veía muy dulce haciendo eso.


    —No entiendo lo que me dices. —La jovencita sacó su lengua en señal de burla, a decir verdad, a ella no le complacía darle vueltas al asunto —. No me gustan las cosas complicadas, con solo entender lo básico me basta.


    —Lo siento, me fui por las ramas, creo que deberíamos volver a casa y hablar con tu madre de esto, hay unas cosas que me gustaría saber. —Y tras decir eso desaparecí la bola de fuego, Carmen asintió sin comentar nada más, pues ya habíamos dicho todo lo necesario. O al menos eso pensé…


    —Muchas gracias…—susurró Carmen, la chica entrelazó sus dedos con los míos rápidamente que no tuve tiempo de reaccionar —. Por confiarme tu secreto, no se lo diré a nadie.


    —Y yo tampoco el tuyo. —Volvimos a casa tomados de la mano, pues ya no éramos solo amigos, sino algo más… ¿Confidentes?, ¿aliados?, ¿o enamorados?, por un momento dichos conceptos me dejaron de importar, ya que habíamos llegado al departamento donde la madre de Carmen nos esperaba. Quizá ella sabía los detalles de la transformación o el por qué su hija era un vampiro.


    —Oh, veo que su pequeño paseo terminó, ¿la pasaron bien? —La casera nos sonrió con una mirada traviesa, de ser otro momento me habría sonrojado por la sugerencia, de hecho, Carmen sí lo hizo.


    —¡Mamá!, n-no fue lo que tú piensas, bueno, tenemos que hablar seriamente. Roy ya sabe lo que soy, ¿tú lo sabías, verdad? —El ambiente cambió cuando ella mencionó ese último detalle, casi me sentí culpable al ver como su sonrisa desaparecía por una cara repleta de angustia.


    —Vamos a mi habitación. —Fue todo lo que dijo, la casera no nos digirió la palabra por los siguientes dos minutos, los pasos silenciosos podían escucharse por todo el edificio debido a la madera húmeda y a la poca actividad de los demás inquilinos.


    Joder, en este momento deseaba escuchar algo de ruido para calmarme.


    Al llegar pude notar que su cuarto era idéntico al de Carmen, solo que éste sí tenía un espejo mediano en el tocador. La casera se acomodó en una silla de madera, posteriormente bajó su semblante un poco más y respiró profundamente, incluso un asocial como yo podía sentir la presión que abrumaba su corazón. No debía ser fácil para ella explicar su tragedia a un desconocido curioso como yo, pero ya no podíamos dejarlo para después.


    Carmen necesitaba respuestas ya.


    —Antes de que empiece a hablar, quiero decirle una cosa, no importa la historia que tenga, yo no traicionaré a Carmen, estoy de su lado, por favor, no nos guarde más secretos.


    —Mamá, yo confío en Roy, él está aquí para ayudarnos.


    —Todo comenzó hace 25 años, cuando yo estaba embarazada de seis meses, era joven y no sabía muy bien cómo ser madre. Mi esposo decidió ir a la ciudad para buscar un mejor empleo y llevarme consigo, por desgracia, falleció víctima de unos bandidos. Estaba triste y no sabía qué hacer, lo único que me quedó fue esta gran casa en Santa María, así que hice lo mejor para mí, dividí los cuartos y comencé a rentarla como departamentos. Así, viajeros podrían hospedarse un tiempo aquí. Por la depresión no comía ni tampoco mantenía saludable, una parte de mí deseaba morir en el parto para no tener que seguir viviendo en este mundo miserable. —La casera hizo una pausa a su relato para tomar aire, su trasfondo poco a poco empezaba a develarse, por ende, ni Carmen o yo vociferamos palabra alguna —. No obstante, un día caí enferma de verdad, me iba a morir y la verdad estaba satisfecha por ello. Pero luego recordé a la pequeña que cargaba conmigo, ella no tenía culpa de mis estúpidos sentimientos, no merecía morir por un motivo tan egoísta. Soy una idiota, si hubiese hecho caso a mi sentido común, Carmen no habría tenido una vida tan miserable… —La historia volvió a detenerse, esta vez, la casera sollozó un poco, fruto de la decepción personal que juntó por estos 25 años.


    —Mamá, continua —susurró Carmen.


    —Cuando ya veía mis días contados apareció frente a mí una bruja, no puedo describirla de otro modo, era una anciana de túnica negra y sombrero puntiagudo, la señora me preguntó si quería seguir viviendo para dar a luz. Obviamente le dije que sí envuelta en lágrimas, la bruja me respondió lo siguiente: “¿Estás cien por ciento segura de querer vivir?, porque una vez que haga lo mío, nada volverá a ser igual”, en ese momento no entendí sus palabras, solo me dejé guiar por la promesa de salvación que me ofreció. Esa misma noche realizamos una ceremonia pagana muy extraña, no recuerdo los detalles, pero ella hizo una especie de brujería extranjera con pentagramas y esas cosas que la verdad, preferí no ver. Al finalizar el rito mi enfermedad desapareció, de hecho, todos mis padecimientos físicos se fueron, agradecí a la bruja con algo de desconfianza, incluso una ignorante como yo sabía que no existían los milagros sin consecuencias. —Oh, una bruja, ella desconocía la diferencia entre hechicero y brujo, pero efectivamente, la persona de su relato era una bruja.


    Un brujo era un hechicero que no tenía el título como tal, pero dominaba artes sobrenaturales no registradas por ningún gremio o prohibidas. Los brujos paganos practicaban sus artes a plena luz del día e interactuaban con civiles sin ningún tipo de pudor, los hechiceros en cambio, preferían permanecer escondidos y registraban sus avances con gremios, así obtenían financiación y protección ante los Inquisidores. En fin.


    —Ya veo, siga, por favor.


    —Y efectivamente, la bruja me advirtió que mi hija ya no sería humana, porque si nacía como una persona normal acabaría muriendo en el acto. No sé qué técnica o método usó, pero ella simplemente me dijo: “Acabo de crear al primer vampiro nacido de un vientre humano, interesante”, tras decir aquello despareció y nunca más la volví a ver. Cuando Carmen nació lo hizo a la medianoche y en luna llena, época de máxima prosperidad para los vampiros, desde ese momento la escondí en su cuarto y evité por todos los medios que saliera durante el día. No sé cómo la convirtieron, ni quién era esa persona, mucho menos las características especiales de un vampiro, simplemente escondí a mi hija y ya, es todo lo que puedo contarles, porque es todo lo que sé. —La casera no mentía, su relato era perfectamente plausible y además, concordaba con la ignorancia que Carmen tenía de su propia raza. Ni siquiera su madre comprendía el concepto de vampiro como tal, no obstante, seguramente sí sabía el detalle más aterrador: La alimentación sanguínea.


    —Sin embargo, hay algo que necesito saber, los vampiros necesitan consumir sangre para sobrevivir, ¿cómo has mantenido a Carmen cuerda todo este tiempo? —Mi pregunta dejó a la casera callada por unos momentos, me imaginaba la respuesta y realmente no deseaba tener la razón.


    —Cuando alguien moría por enfermedades o por alguna X circunstancia iba y me robaba la sangre de los difuntos. Luego la mezclaba en la comida de Carmen sin que se diese cuenta, ya sé que suena aterrador, pero era la única forma de alimentarla sin que tuviese que matar personas.


    —Ya veo, eso explica porque sus poderes de vampiro son muy débiles, no obstante, el caso de Carmen es especial. Ya no hace falta ocultarlo de ti, casera, soy un hechicero y sé más o menos cómo funciona el mundo de lo sobrenatural, todo lo que me contaste no tiene sentido para mí, jamás escuché de un vampiro que haya nacido así, desde el vientre materno. En verdad esa bruja sabía lo que hacía o simplemente quería probar una teoría mágica contigo.


    —¿Y cómo nace un vampiro entonces?, si lo que dijo mamá es cierto, entonces soy un caso especial. —Carmen volvió a relucir su curiosidad, no podía culparla, demasiadas revelaciones en un día podían ser perjudiciales para la salud, no obstante, el quedarse con la duda era peor a largo plazo.


    —Los vampiros pueden nacer por cuatro formas, la primera es que un vampiro de alto nivel seleccione a un ser humano en específico, luego proceda a morderlo sin chuparle toda la sangre, solo un poco para infectarlo con vampirismo. Los vampiros familiares convertidos de esta forma son los más poderosos, ya que reciben toda la energía de sus amos y aspiran a ser extremadamente fuertes. La segunda forma es mucho más difícil, cuando un vampiro chupa toda la sangre de un ser humano el cadáver queda como un saco de huesos utilizable para cualquier nigromante o vampiro que desee manejar una marioneta. Si ocurre un milagro casi divino un fragmento del alma por inercia regresará al cuerpo y tratará de regenerarse desde cero, este proceso tarda al menos de cincuenta a cien años en completarse, luego, una vez regenerado queda como una especie de zombi y tiene que recuperar su inteligencia con otros cien años más. No muchos vampiros llegan a transformarse por este método, pero aquellos que lo consiguen suelen ser muy afortunados. —Hice una pausa a mi explicación para que Carmen y su madre pudiesen asimilar mis palabras, la primera más o menos podía seguirme el ritmo, pero la casera no parecía muy convencida de mis palabras.


    —Prosigue —comentó Carmen.


    —El tercer método es muy extraño, hasta para mí, cuando un fantasma tiene sentimientos tan malignos o rencores incapaces de olvidar, su odio se transforma en energía y ésta, por algún hecho que todavía no podemos explicar, toma forma física. Los vampiros fantasmales, seres cuyo odio por el mundo les hace tener un cuerpo físico ajeno al que tenían en vida. Los hechiceros del gremio y especialistas en vampiros siguen sin poder encontrar la respuesta a esta misteriosa transformación. Finalmente, el método cuatro es el segundo más común, consiste en volverse vampiro utilizando la necromancia. —Al decir esa palabra, tanto Carmen como su progenitora levantaron sus cejas, muy extrañadas por este último concepto.


    —¿Necromancia? —cuestionaron ambas.


    —Sí, el arte de manipular a los muertos sin traerlos del todo a la vida, un milagro incompleto, el intento brusco y desalmado de querer hacer magia. No hace falta decir que está prohibido aprender y enseñar estas artes, en fin, la necromancia busca manipular la vida, ya sea alargando la propia sin necesidad de usar el hechizo arcano de rejuvenecimiento. Disculpen si me explico demasiado, pero no quiero causarles malos entendidos, como decía, los nigromantes extienden sus vidas manipulando sus vidas y con el tiempo, el alma y el cuerpo se van pudriendo, ¿cómo evitas que esto pase?, consumiendo la sangre y energía vital de los seres humanos. Este tipo de vampiros son los más sanguinarios y malvados. —La explicación que di por fin terminó, no obstante, aún seguía consternado por lo que escuché…


    ¿Cómo demonios nació Carmen siendo vampira?


    —Comprendo, en fin, solo debo andarme con cuidado y no llamar la atención de los inquisidores, ¿verdad? —Carmen soltó un suspiro lleno de resignación, tanta información en su cabeza debió hartarla un poquito.


    —Sí, ustedes sigan viviendo como lo han hecho hasta ahora, han logrado sobrevivir más de veinte años así, no recomiendo cambiar la fórmula.


    —¡Entendido, capitán! —Carmen sonrió dulcemente mientras imitaba un saludo militar, el verla tan animada luego de aprender la verdad me sorprendió, después de todo, incluso yo me sentiría confundido de estar en sus zapatos.


    —Como digas, creo que me iré a dormir, fue mucha información para una noche. —La casera recostó su cuerpo sobre la cama y sin temor alguno cerró sus ojos —. Cierren la puerta al salir, por favor.


    —Sí, buenas noches, mamá.


    Carmen y yo nos quedamos parados en el pasillo de la casa, no nos dijimos nada, simplemente caminamos hasta llegar a la puerta de su cuarto. Había sido un día muy pesado, tanto para ella como para mí.


    —Yo también dormiré, Roy, en verdad estoy muy feliz de saber la verdad. No vale la pena lamentarse de las cosas que no puedo cambiar, soy un vampiro y enfrentaré ese nuevo reto con una sonrisa. —A pesar de conocer su triste realidad, Carmen continuó sonriendo como si hubiese un mañana brillante esperándola.


    —Eres increíble, ¿sabes?, yo no podría estar tan tranquilo si fuese tú, digo, la revelación de hoy fue tan impactante que al menos podrías sentirte abrumada o algo así.


    —Es que no tiene caso sentirse mal, Roy, no puedo cambiar lo que soy, como tú mismo dijiste, el vampirismo es irremediable. Jamás dejaré esta vida, pero si me pongo a lamentarme todos los días por mi destino, voy a deprimirme eternamente y jamás seré feliz. En lugar de centrarme en las cosas que no puedo hacer, me centraré en lo que me hace feliz, como escribir historias, pasear contigo durante las noches y tejer vestidos. ¡Hay tanto que puedo hacer! —Carmen abrió la puerta de su cuarto y sin deberla ni temerla caminó hasta el balcón donde siempre hablábamos —. Aunque no pueda salir durante el día, aún si no soy capaz de vivir como los demás, yo realmente creo que la vida es hermosa. Vale la pena sonreír, vale la pena creer que todo mejorará, porque estoy segura de que mis esperanzas me llevarán a la verdadera felicidad.


    Carmen se veía hermosa…


    Sus palabras terminaron con una brillante sonrisa bajo la luz de la luna y el canto de las estrellas. Ahí, en ese balcón nocturno comprendí una verdad irrefutable, un hecho que jamás podría ser cambiado o alterado por el resto de mi vida.


    Yo… Roy Alvarado…


    Me había enamorado totalmente de Carmen, la vampira del balcón nocturno.


    Los meses siguieron transcurriendo sin mucha prisa ni incidentes que lamentar, luego de las revelaciones tomamos algunas medidas de emergencia por si nos descubrían. Pero al no haber ninguna capilla funcional en la ciudad podíamos relajarnos.


    Nuestra rutina llegó a volverse monótona, pero no me molestaba en lo absoluto, en las mañanas me iba a entrenar a la selva y de paso recolectaba frutos, luego, al punto del mediodía me dirigía al mercado para comercial con los vendedores locales. Ya que los frutos o plantas que recolectaba se encontraban en lo profundo de la selva no cualquiera podía entrar o salir, por ende, yo hacía el trabajo sucio y en recompensa me daban alimentos cotidianos o pocas monedas de oro.


    A decir verdad, hacía esto por diversión y no por necesidad, como me hice amigo de la casera y Carmen, ya no me cobraban por quedarme, al contrario, a veces me alentaban a permanecer ahí para siempre. Y siendo sincero, una parte de mí deseaba permanecer aquí.


    En fin, por las noches me la pasaba con Carmen, ya sea en su recámara o hablando desde el balcón, como en los viejos tiempos. Platicábamos cosas nuevas cada día y si repetíamos un tema lo veíamos desde otro punto de vista, a mi antiguo yo quizá le podría resultar fastidioso e incluso aburrido, pero con el pasar del tiempo me fui dando cuenta de lo que significaba tener un hogar.


    Quizá la razón por la cual me fui de España fue para encontrar un lugar a cual pertenecer, pues en esa casa repleta de hechiceros jamás llegué a ser feliz. Y justamente, ese tema de conversación nació en cierto día…


    —Oye, Roy, ya tienes más de un año viviendo aquí, ¿no extrañas tus aventuras por el mundo?


    —A veces, pero si hago un balance de lo que viví allá y las cosas que han sucedido acá, creo que prefiero Santa María. —Hoy era una noche como cualquier otra, nos encontrábamos platicando desde mi ventana y su balcón, el reloj marcaba las diez de la noche pero no estaba para nada cansado.


    —¿Un balance?, no entiendo, ¿acaso no ibas en busca de aventuras o entrenamientos para tus poderes? —Carmen no estaba equivocada, inicialmente ese fue el origen de mi viaje y la razón por la cual abandoné mi país.


    —Carmen, un hombre no sale de viaje solo para volverse fuerte, a veces puede simplemente estar buscando un lugar al cual pertenecer. Ya lo sabes, pero mi entrenamiento como hechicero fue duro, antes de venir aquí estuve en un templo chino y mucho antes de eso, fui criado por mis padres y profesores de España. Me inculcaron la mentalidad de mejorar mis hechizos, pero… Yo no sabía para que hacerme fuerte, ¿de qué serviría tanto poder?, no tenía intenciones de volverme soldado, tampoco un político, ni siquiera un mercenario. Simplemente entrenaba y entrenaba sin parar, sin un objetivo en mente, sin un hogar que proteger. —Mi discurso hizo dudar un poco a mi querida amiga, pues ella no había visto esa faceta reflexiva mía.


    —¿Y lo has encontrado? —preguntó Carmen, un tanto intrigada.


    —Sí, Santa María es un lugar digno de amar, su tranquilidad y habitantes me dieron la calma que tanto deseaba. Pero… C-Creo que fue gracias a ti. —Cuando dije eso, las mejillas de la chica vampiro se pusieron coloradas, no obstante, Carmen negó rápidamente con su cabeza.


    —¿Yo?, ¿gracias a mí encontraste un hogar?, v-vaya, no sé qué decir. Yo también estoy feliz de haberte conocido.


    —Es cierto… —Por un momento nos quedamos callados, una parte de mí deseaba expresar mis sentimientos ya mismo, pero no podía hacerlo de forma descarada. No, no, esto requería tiempo y planeación, ¡el gran hechicero, Roy Alvarado, no podía tener una declaración tan lamentable!


    —¿Te quedarás a vivir para siempre? —cuestionó.


    —Sí… —Debido a la vergüenza no pude articular más palabras, en ese momento, Carmen abandonó el balcón y volvió a su habitación. ¿Habrá ido al baño?


    —¿¡Es en serio?! —La puerta de mi recámara se abrió de golpe, no obstante, era solo Carmen con la mirada agitada y una gran sonrisa en su rostro. ¿Acaso la noticia de mi decisión la tomó por sorpresa? —. ¿Te quedarás?


    —Y-Ya te dije que sí, no me hagas repetirlo —respondí, con un rubor en mis mejillas.


    —¡Genial!, e-es hora de tu recompensa, ¿recuerdas lo qué te dije hace tiempo en el lago?, si hacías méritos te iba a dar un premio mejor que el anterior. —Carmen se acercó hasta quedar frente a mí, de inmediato la chica agarró mi rostro y sin darme tiempo de reaccionar me estampó un beso apasionado en los labios. Hice lo que instintivamente haría cualquier hombre adulto con una mujer tan hermosa… Devolverle el beso con toda la intensidad posible.


    No supe cuánto tiempo nos besamos, pero la sujeté de la cintura y de un solo jalón la tumbé sobre mi cama, todo este proceso sin separar nuestros labios ni un momento. Joder, ¿por qué nadie me dijo qué besar se sentía tan bien?, a pesar de estar intercambiando fluidos corporales no me molestaba en lo absoluto, de hecho, ¡quería más!, era como una droga, una sensación que solamente podían gozar los enamorados.


    5 segundos…


    10 segundos…


    ¡Bah, al diablo el tiempo!


    Por desgracia, los seres humanos (yo) necesitábamos respirar para poder vivir, por ende, separamos nuestros labios unos centímetros. Mi mente no carburó nada en lo absoluto, todo pasó tan rápido que mis planes para la declaración perfecta se fueron a la mierda.


    —¿Roy?, ¿estás bien? —susurró Carmen, un tanto preocupada por la intensidad de nuestro beso.


    —Mejor que nunca —respondí, tras calmar mi mente pude notar la postura que teníamos. Me encontraba tomando sus caderas y ya recostados en la cama, yo encima de ella, como si estuviésemos a punto de realizar un acto sexual. Bueno, de no habernos separado quizá las cosas habrían subido de tono, pero en teoría, ya no debería importarme. Ambos éramos adultos conscientes de las consecuencias que implicaba realizar esto.


    —No sabía que besar de esta forma fuese tan… Intenso. —A pesar de la vergüenza, nadie movió un solo músculo, seguimos en la misma posición comprometedora y no me veía separándome de Carmen.


    —¿Quieres hacerlo otra vez? —pregunté con un tono tan raro, que ni siquiera yo me reconocí.


    —S-Sí, pero antes debes prometerme una cosa, ¿está bien?


    —¿Qué es?


    —¿Estarás conmigo para siempre, Roy? —Los orbes de Carmen derramaron unas cuantas lágrimas de felicidad que apenas mojaron sus mejillas.


    —Sí, estaremos juntos para siempre, Carmen, te amo… —Finalmente lo dije, las palabras que tanto tiempo se acumularon en mi pecho por fin salieron a la luz. Tal declaración hizo feliz a Carmen, al punto de volverme a besar con una intensidad mucho mayor que antes. En esta ocasión ambos nos quedamos sin respiración y fuimos forzados a separarnos.


    —Yo también te amo, Roy, desde que llegaste a mi vida veo las cosas de otro color, ya no soy la chica atrapada en el castillo. Ahora entiendo todo, mi origen, mi destino y la manera en que debo vivir, tú me enseñaste todas esas cosas, pero también me mostraste tu lado compasivo, eres un chico amable y generoso, nunca cambies esa hermosa forma de ser tuya. —Sus palabras solo me hicieron abrazarla más fuerte, ella se convirtió en mi razón de vivir, el motivo por el cual me levantaba cada mañana para fortalecerme.


    Sí… Definitivamente no había ningún error.


    Venir a Santa María fue la mejor decisión que he tomado.


    Pero las muestras de afecto no terminaron ahí, mis manos suavemente se deslizaron hasta su espalda y poco a poco, fueron desacordando los hilos de su vestido nocturno. A pesar de ser una prenda mexicana, su forma de quitar y poner era la misma que los vestidos europeos. Carmen se estremeció un poco, pero luego soltó un suspiro de aprobación.


    —¿Puedo hacerlo? —Mi pregunta llegó un tanto retrasada, pues ya había aflojado toda su prenda, el detenerme ahora me haría ver como un estúpido.


    —Sí… —Fue todo lo que respondió y al mismo tiempo, lo que necesitaba escuchar.


    Tomé su vestido con mis dedos, posteriormente lo tiré a un lado de mi cama. Para mi sorpresa, su ropa interior era otro vestido, ¡quién lo diría!, me pregunto si en el futuro las mujeres usarán ropa interior más corta o al menos, más fácil de quitar.


    —Eres hermosa…—susurré, mis dedos lentamente acariciaron el abdomen de mi preciada chica, justo en este momento no éramos ni humano, ni vampiro, mucho menos hechicero. No…


    Solo un hombre y una mujer, unidos en la pasión carnal y bañados de amor. Su cuerpo perfecto me volvía loco, tanto que no tuve problemas en quitarle el camisón…


    Lo que pasó después fue hermoso, un acto de amor meramente puro y sin ningún rasgo de lujuria. Bueno, quizá un poco, pero mis intenciones nunca fueron malas, cada caricia, beso y abrazo nos llevó a un placer que ni siquiera los Dioses podrían igualar. Ese día, Carmen y yo por fin nos volvimos adultos, no solamente por haber tenido nuestra primera vez, sino algo más profundo.


    Yo dejé de ser ese mocoso viajero que no tenía un lugar a donde ir y Carmen también cambió para bien, su mentalidad ya no era negativa, en vez de lamentarse por lo que no pudo ser, ella aprovechaba bien sus talentos y desafiaba con una sonrisa su futuro.


    Nada podía ser mejor que esto.


    Yo… Roy Alvarado, realmente encontré la felicidad.


    Fin del capítulo 2

    ¿Qué les pareció el capítulo?

    ¿Cuál escena les gustó más?

    Ya llegamos a la mitad de esta precuela, espero sigan disfrutando.
     
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  5.  
    LizzaRade

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    Lo mejor del original hasta ahora, Carmen es demasiado aww...

    A alguien le habría gustado el siglo XXI...

    Bueno, fue bonito el capítulo, se ve que te encantan los personajes femeninos inocentes. Pues, habrá que esperar que ocurre después con estos tortolos.

    ¡Saludines!
     
  6.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    ¡Rayos! Ya no soy el primer comentario :'V... okey, no xD

    Oye, me gustó y sorprendió la forma en la que Roy manejó el dilema o_o. También debo decir que la revelación de que él es del Clan del Fénix... ¡Es antepasado de Wendy-chan! *O* ¡Asombroso!

    Pero igual, también admiro la forma en que ahora Roy admira una vida simple y sin presiones mayores. Su relación con la vampiresa es hasta adorable n__n. Y la forma de brujería que aplicaron en la madre de Carmen fue bastante original o-oU. Nada mal, George xD

    Nos vemos en otra historia u otra conti, creo yo... a ver dónde te lleva la inspiración :V
     
  7.  
    George Asai

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    El reflejo invisible
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    Capítulo tres, el climax comienza por fin y la trama poco a poco se va encaminando a donde quiero.



    Capítulo 3: Lo correcto

    Carmen se volvió mi esposa y durante los siguientes dos años las cosas transcurrieron de maravilla, me hice conocido en el pueblo porque siempre recolectaba las mejores frutas de la selva y no por mi lugar de origen. Por fin los aldeanos dejaron de verme como un europeo y me trataron como un habitante más de Santa María.


    Pero no descuidé mis habilidades como hechicero, cada día mejoraba cuantiosamente, mis técnicas se volvían más poderosas y al mismo tiempo, encontraba satisfacción con cada avance que realizaba. Era extraño, en mi adolescencia creí que era natural mejorar, pues entrenaba todos los días y tenía un linaje legendario corriendo por mis venas. Para mí, el volverme fuerte era tan sencillo que formó parte de la rutina cotidiana, sin embargo, ahora tenía a una persona que proteger, pensaba en Carmen cuando lanzaba mis hechizos y al notar la diferencia de poderes me ponía feliz.


    —Cariño, ya estoy en casa. —Cuando contraímos matrimonio los dos pasamos a vivir en mi habitación, hubieron algunas remodelaciones para poder caber, no obstante, el espacio era lo que menos importaba. Tener a Carmen en mis brazos me bastaba, cada día desde nuestra boda estuvo repleto de alegría, pasábamos las noches juntos y a veces salíamos a caminar para recordar nuestro primer encuentro.


    Su madre nos dio la bendición sin poner ningún inconveniente y aunque no pudimos casarnos en una Iglesia con el típico vestido blanco nuestra ceremonia fue muy bonita, aunque solo estábamos los tres. Decidimos casarnos en una noche de luna llena, a orillas del lago donde empezó nuestra verdadera relación, todavía recordaba el beso que nos dimos en mi cuarto cuando nos confesamos o la primera vez que tuvimos sexo. Dios, aquellas memorias parecían tan distantes ya que poco a poco me olvidaba de mi vida anterior.


    Sí… El hecho de imaginar una vida sin Carmen se había vuelto inconcebible para mí.


    —Bienvenido, ¿te fue bien durante la recolección? —cuestionó la chica.


    —Sí, he recogido varias frutas y las he vendido a buen precio, ¿qué habrá de cenar hoy?


    —Haremos un asado en la cocina, bajaré en un momento, si quieres ponte cómodo y yo te llamaré para que vengas al comedor, ¿te parece? —Carmen me dio un beso en la mejilla mientras sonreía dulcemente, esta pequeña escena nocturna se volvió mi adicción.


    —Sí, quiero hacer algunas anotaciones en mis libretas, cuando la comida esté lista me dices, gracias. —Le di unas cuantas caricias en la cabeza, a ella parecía gustarle este gesto, pues emitía un pequeño ruidito extraño que a la vez, me pareció muy adorable.


    —¡A la orden! —Mi esposa bajó las escaleras en dirección a la cocina de la casa, los inquilinos ya sabían de nuestro matrimonio, por lo tanto, ya no nos importaba esconder nuestra relación. ¡Al contrario!, los vecinos me decían que tuve suerte de casarme con una mujer muy bonita, aún si para ellos nuestra historia era algo trágica por lo de su “enfermedad” veían con buenos ojos mi relación con Carmen.


    Y así transcurrieron los días de esta bella rutina, todos llenos de paz y amor.


    Un día, Carmen amaneció cansada, no le dimos importancia porque debido a su pésima alimentación vampírica sufría recaídas y mareos por las mañanas (encerrada en su cuarto), pero cuando abrí la puerta de nuestra habitación algo cambió. Su vientre había crecido mucho, como si estuviese embarazada, no, de hecho… ¡Estaba embarazada!, ¿cómo pudo desarrollarse el bebé en tan solo un día?


    —¿Qué pasó, Carmen? —cuestioné muy preocupado.


    —Cariño, no lo sé, tuve sueño y me fui a dormir, cuando abrí los ojos ya tenía mi vientre desarrollado, tanto que mis ropas casi se rompen. ¿No tardaba un bebé en nacer nueve meses? —Esto era malo, realmente malo, si las personas veían que Carmen se embarazó de repente seguramente sospecharían de su procedencia, rápidamente llamé a la casera para contarle del repentino suceso. Ella se asustó más que yo, de hecho, tuvo que sostenerse de un mueble cercano para no desmayarse de la sorpresa. No podía creerlo, ¿era posible embarazarse del todo en tan poco tiempo?


    —Esto no es normal, no es normal, ¡para nada!, ¿qué vamos a hacer? —cuestionó mi suegra.


    —Tranquila, podemos dejar a Carmen encerrada por el momento, luego ya decir lo del embarazo cuando pase el tiempo. Esto es curioso, normalmente los vampiros no pueden reproducirse como los humanos, pero ella al ser un caso especial pudo conseguirlo. El problema es el tiempo, según leí, los vampiros tienen un sistema inmune y regenerativo superior al de los humanos, el bebé en cuanto tuvo vida nació con algunos genes vampiros y estos debieron actuar absorbiendo los nutrientes rápidamente. Por eso te sentías muy mareada estos días, el bebé estaba formándose y no nos dimos cuenta, quizá ya tengas más de varios meses embarazada pero por tu sistema inmune no lo notaste hasta que la vida dentro de ti se desesperó y absorbió todo. Si la Iglesia se entera de esto seguro nos queman a todos por herejes. —Tras terminar mi explicación pude ver los rostros de mi suegra y esposa totalmente confundidos, posteriormente suspiré —. En pocas palabras, el bebé nacerá pronto.


    —Eh, entonces… ¿Vamos a ser padres? —Carmen tomó mis manos y luego sonrió, la sorpresa y explicación del momento me hizo perder la noción de la realidad. Sí, en verdad… ¡Yo iba a ser padre!, no sabía cómo tomarlo, si con alegría por la inminente llegada de mi hijo, o alarmante por las peligrosas circunstancias que nos rodeaban.


    —Es cierto, s-seremos padres. —Le di un vistazo al rostro de mi amada esposa, ella lucía feliz, las aparentes complicaciones y futuros peligros parecían no existir para ella. Su sonrisa se veía tan hermosa que deseaba conservarla por siempre.


    —¡Felicidades a ambos!, no sé muy bien lo que pasa, pero si mi hija tendrá un bebé, ¿eso me hace abuela? —Al menos mi esposa era lo bastante fuerte para no morir en el parto y mi futuro hijo/hija soportará cualquier condición gracias a sus genes vampiro. No obstante, prefería quitarle los rasgos de vampirismo a mi futuro vástago. Desde ese día tuvimos cesiones de energía espiritual, como el bebé aún no nacía dependía mucho de cómo se cuidase Carmen, por ende, utilicé hechizos neutralizadores de energía en el vientre de mi esposa.


    Al final no pude erradicar el vampirismo, pero sí disminuir sus efectos casi al setenta por ciento. Mi hijo no será asesinado por el sol y tampoco podrá ser rastreado (aparentemente) por inquisidores, también me aseguré de que no tuviese el rasgo de chupar la sangre para mejorarse a sí mismo. Se podría decir que le di las ventajas de ser un vampiro, sin ninguno de sus efectos secundarios.


    En fin, los pocos días antes del nacimiento nos la pasamos acurrucados en la habitación, Carmen pensó en muchos nombres, ya sea para niño o niña, rayos, ojala exista en el futuro un aparato capaz de predecir el sexo del bebé, así nos ahorraríamos mucho tiempo en pensar nombres para ambos géneros. Me sentía nervioso, durante las noches tenía pesadillas de cosas horribles pasándole a mi familia, tanto era mi miedo que abrazaba a Carmen cada vez que despertaba.


    Era horrible, deseaba tenerla conmigo para asegurarme que no desaparecería.


    —Hey, Carmen… ¿Pase lo que pase estarás conmigo, verdad? —El día del nacimiento no podía contener mis nervios, mis manos sudaban y todo alrededor de mí parecía tan frágil que incluso respirar me asustaba. Por Dios, deseaba que todo pasara ya mismo.


    —Sí, no estés nervioso, confía en mí y en el bebé, cariño. —Carmen acarició mi cabeza como si fuese un niño pequeño, de inmediato, la casera entró al cuarto con unas cubetas de agua y otras cosas para atender el parto.


    —Yo ayudaré, mis conocimientos mágicos pueden…


    —¡Vete al pasillo! —exclamó mi suegra —. Eres un manojo de nervios, más que ayudar puedes joder todo, nosotras te avisaremos cuando pase.


    —Pero…


    —¡Sin peros, fuera! —Las mujeres podían ser aterradoras cuando se enojaban, tras ser pateado de mi propio cuarto me senté en el pasillo principal, ahí los presentes me soltaban miradas llenas de expectación. Ellos se enteraron del embarazo y contra todo pronóstico, no levantaron sospechas, de hecho, lo vieron normal ya que éramos una joven pareja de casados y no había nada raro en tener un hijo.


    El proceso de parto fue lento, pude escuchar gritar a Carmen desde aquí, no obstante, sus gritos cesaron rápidamente y fueron reemplazados por pequeños susurros dolorosos. Al parecer, su cuerpo rápidamente sanaba el desangrado natural, ventajas de ser una vampira, supongo yo.


    Hice todo tipo de cosas para aliviar la tensión, desde caminar por el pasillo en círculos hasta repasar mis apuntes mágicos dentro de mi cabeza. Al final, nada funcionó, deseaba entrar a ese cuarto y ver todo el proceso de maternidad. ¡Ah!, ¿por qué me ponía tan nervioso?, yo, el gran Roy Alvarado no debería sentirme perturbado por un hecho tan natural como la vida misma.


    Bueno, el nacimiento en sí no era natural pero… ¡Ah!


    Y entonces, todos los sonidos del parto fueron reemplazados por un pequeño llanto, fue tanta mi sorpresa que no me atrevía a mover la perilla para poder entrar.


    —Ya puedes pasar, Roy.


    Abrí la puerta lentamente, poco a poco fui metiendo mi cuerpo entero, sin embargo, mantenía la mirada baja por el temor de lo que pudiese suceder.


    —Roy, mira, es nuestro hijo. —Carmen me regresó a la realidad con una brillante sonrisa sobre su rostro, ahí estaba ella, con su cabello blanco y mirada gentil sosteniendo a un niño recién nacido. El pequeño varón también tenía el pelo blanco como su madre, pero era ligeramente menos blanquito que ella. Fue una vista hermosa, los dos lucían saludables y sin ningún riesgo de muerte, incluso el cansancio natural del parto fue reducido gracias al vampirismo. Mi hijo tampoco tuvo inconvenientes, a pesar de ser un híbrido mutado parecía un bebé como cualquier otro.


    —Es nuestro bebé, Guillermo Alvarado, justo como planeamos, querida. —Unas cuantas lágrimas de felicidad se deslizaron sobre mis mejillas, de inmediato cargué al bebé entre mis brazos y sentí su esencia. Sí, el niño definitivamente era mi hijo, por sus venas corría el poder del fénix indomable y también la sangre vampírica diluida al máximo.


    —Estoy tan feliz, Roy, tan feliz… —Carmen también se puso a llorar, después de todo, los dos éramos unos sentimentales a más no poder. Mi suegra limpió la habitación y dio por terminado el ritual de nacimiento.


    —Voy a protegerlos a los dos con mi vida, se los prometo. —Con el nacimiento de Guillermo muchas cosas cambiaron, a diferencia de su madre mi pequeño si era capaz de estar bajo el sol, tampoco tuvo problemas con alimentarse de leche materna y así nos ahorramos problemas con las nodrizas. Al parecer, la leche que un vampiro producía no era diferente a la de una mujer humana.


    Mi rutina se cambió para poder cuidar al pequeño en las mañanas, luego, en las noches, Carmen y yo nos sentábamos a hablarle para que pudiese estar contento. Obvio, aún entrenaba, mi suegra nos ayudaba durante el mediodía para que pudiese practicar mis hechizos y recolectar frutas en la selva.


    Deseaba que estos días durasen por siempre, una verdadera utopía en medio de la nada…


    Hasta ese día…


    Llegué a casa al punto de las seis de la tarde, como estábamos ya en diciembre el sol se ocultaba más temprano, lo que nos daba a Carmen y a mí tiempo suficiente para cuidar al niño mientras comía. Guillermo cumplió un año de edad hace pocas semanas y su crecimiento nos pareció bonito, cada vez se parecía más a mí, de hecho, lo único que conservaba de su madre era el color de su cabello.


    —Nuestro hijo crecerá para volverse guapo —comentó mi esposa.


    —Es cierto, ¡los genes Alvarado son los mejores! —exclamé en tono de broma, no obstante, un terrible sentimiento golpeó mi pecho. Algo estaba mal, muy mal, la barrera que puse alrededor del pueblo fue penetrada por alguien —. Cariño, ¿no sientes algo? —susurré, extremadamente preocupado. Mis ojos se abrieron en par y llevé mi mano a los labios para no escupir del pánico.


    —No, la verdad no.


    —Hace tiempo puse una barrera mágica alrededor del pueblo, esto para asegurarme que no entrasen hechiceros o inquisidores a la ciudad. No creí que sonaría hoy, maldición, espero no sea un inquisidor. —Por primera vez en mucho tiempo sentí una amenaza real, si bien había estado entrenando mucho mis sentidos de batalla se oxidaron. No era lo mismo practicar solo a tener que pelear a muerte contra otro enemigo —. Es probable que sea un hechicero viajero, iré a encontrarlo, si llega a ser un inquisidor quiero que dejes a nuestro hijo con tu madre y huyas. Los inquisidores son terribles, matarán a todos en el edificio con tal de hacerte salir.


    —¿Eh?, espera, ¿no podemos solo hablarles?, quizá no venga a hacer nada malo. —La mera mención de la palabra “matar” hizo que mi amada empalideciera, yo no deseaba asustarla, pero debía hablarle con la verdad. Escuché casos de inquisidores que destruyeron aldeas enteras solo para atrapar a un monstruo, quizá algunos de esos relatos estuviesen exagerados, pero no deseaba correr el riesgo.


    —Ellos no hablan, asesinan, iré a ver el lugar donde fue penetrada la barrera, quizá logre alcanzarlo antes de que entre al pueblo.


    Rápidamente salí de la casa y corrí en dirección a la selva, mis pasos fueron mucho más apresurados de lo normal, al punto de llamar la atención de los lugareños. Muchos me miraron con curiosidad, pero al ir tan rápido no tuvieron ni tiempo de preguntarle la razón de mi prisa. Era mejor así, no quería involucrar a ningún inocente con esto.


    Maldita sea, justo había alcanzado la felicidad y ahora todo corría el riesgo de terminar. No, no lo permitiré, definitivamente solucionaré este asunto.


    La entrada a la selva estaba repleta de árboles y enredaderas, a lo lejos pude divisar un pequeño talismán que puse para detectar individuos. Éste parecía estar intacto a primera vista, su posición no cambió, es decir, que no fue pisado ni movido por accidente. Tampoco vi nada fuera de lugar en este lugar, algo raro, pues fue aquí donde sentí el disturbio de energía.


    —Qué raro, estoy seguro que sentí algo. —Mi talismán no registraba alteraciones energéticas recientes, tampoco marcas de haber sido reiniciado por algún otro experto hechicero.


    Decidí buscar un poco dentro de los alrededores a ver si encontraba al causante del disturbio, debido a la vegetación y al desconocimiento del terreno el individuo no debería ser capaz de moverse tan rápido. Yo conocía la zona gracias a meses de exploración, por ende, alguien con menos tiempo en este lugar por lógica, avanzaría más lento para su propia seguridad.


    Estuve así casi media hora tratando de encontrar al responsable, pero no hallé nada, ni siquiera huellas o pisadas recientes.


    —Mierda, tengo que darme prisa… Eh…—Justo a pocos centímetros de mi talismán pude ver un pequeño anillo de cobre debajo de una piedra, éste emitía una leve cantidad de energía, suficiente para ser detectada por mi barrera —. E-Esto debe ser una broma —susurré, en medio de mi desesperación destruí el anillo pisándolo con mi zapato. Justo como pensé, la distorsión desapareció.


    No obstante, el daño ya estaba hecho, ese bastardo me engañó, ¡maldita sea!, caí en la trampa del enemigo. La persona ya sabía de antemano que había una barrera en Santa María, por ende, evitó entrar y mejor utilizó este anillo para confundirme, al estar fuera del pueblo mi mente no sentiría las alertas posteriores y lo peor, me alejó de Carmen.


    Al estar fuera de mi barrera era incapaz de detectar enemigos o saber por dónde entraban, por lo consecuente, el inquisidor ya debía estar dentro del pueblo, o peor aún…


    —¡Carmen! —grité con todas las fuerzas que mis pulmones me permitieron, de inmediato salí corriendo en búsqueda de mi esposa. No, no, no, no, no… ¡No!, esto no podía estar pasando, no debí ser engañado tan rápido, tantos años de paz me oxidaron los sentidos, olvidé por completo lo que era ser perseguido hasta la muerte y por culpa de mis errores, la mujer de mi vida corría peligro mortal.


    Vamos, piernas, por favor… ¡Resistan mis pasos antes de que todo sea gris!


    *Interludio: Escape*


    Cinco minutos después de la partida de Roy, Carmen comenzó a sentirse inquieta, sus sentidos de vampiro le permitían predecir el peligro con más eficacia que los humanos. Era un aura asesina tan grande que su mente apenas tuvo tiempo de reaccionar.


    —¡Mamá! —gritó Carmen, la señora rápidamente se volteó alterada por el estado de su hija.


    —¿¡Qué pasó?! —Le respondió igual de asustada.


    —No tengo tiempo para explicarte, un inquisidor se aproxima al pueblo, si él llega a la casa nos matarán a todos. No lo puedo permitir, toma a mi hijo. —Carmen entregó al pequeño Guillermo a los brazos de su abuela, ésta lo recibió con torpeza, quería recibir una explicación de lo sucedido, no obstante, la mujer sabía perfectamente que algo como aquello podía pasar. Su hija era un vampiro, después de todo.


    —¿Y qué harás?, ¿ no deberíamos esperar a Roy? —interrogó, Carmen negó con la cabeza.


    —Cuando Roy venga ya estaremos todos muertos, ¡debo huir a la selva!, ahí le será más difícil encontrarme. E-Estoy asustada mamá, pero confiaré en Roy, sé que él tiene la solución a esto, aun así… Mamá, si las cosas no salen bien, no olvides que te amo. —Tras decir esas últimas palabras Carmen salió disparada de la casa, por suerte, el sol ya no estaba apagando y el camino hacia la selva no era muy largo.


    La jovencita pensó en ir al lago, no obstante, descartó la idea rápidamente, pues no había árboles cercanos o lugares donde esconderse. Carmen acabó por dirigirse hacia una parte de la selva espesa, sus pasos rápidos incrementaban conforme el aura asesina se hacía cada vez más grande. Los minutos pasaron y los sentidos vampíricos de la chica llegaron a un punto límite.


    —¿Hola? —Carmen habló en voz alta para poder interactuar con su perseguidor, para ese instante el miedo ya se había apoderado de su mente —. N-No quiero que me hagas daño, por favor, no sé lo que quieres, pero deja de seguirme.


    —¿Ya te cansaste de huir? —Finalmente el perseguidor dio la cara, justo como Roy temía, era un inquisidor, el guerrero portaba una túnica de una sola pieza repleta de cruces cristianas, su rostro también estaba cubierto con tatuajes con la misma heráldica.


    —¿Quién eres?, ¿por qué me persigues?


    —¿No puedes reconocerlo por mis ropas?, que vampiro más estúpido. —El sujeto medía un metro con ochenta centímetros, tenía la piel morena y ojos cafés, aparentaba unos cuarenta años de edad y la gran barba con toques canosos que cubría su rostro daba fe de aquello.


    —Un inquisidor… E-Escucha, yo no le he hecho daño a nadie, no merezco ser castigada por crímenes que no cometí. —A pesar del pánico y el miedo, Carmen se mantuvo firme, en sí porque sus palabras eran verdaderas, su condición vampírica no la había vuelto malvada ni tampoco una bestia sedienta de sangre.


    —¿No has cometido crímenes?, ¡qué gracioso!, por el amor de Dios, es lo más cómico que he escuchado en toda mi vida. Eres un vampiro, aunque no hayas matado a nadie eventualmente lo harás, siempre lo hacen, no hay un registro en la historia de la humanidad de un vampiro que no haya cometido grandes masacres.


    —Y-Yo soy la excepción, por favor, déjame ir…


    —Me estás enfermando, vampiro, detecté tu presencia hace dos días y por fin he logrado acorralarte aquí, ¿Quién diría que semejante monstruo se escondía en un pueblo tan remoto?


    —¡No soy un monstruo!, me he esforzado mucho para vivir como una buena chica, lo he dado todo de mí para seguir adelante, ¿por qué te empeñas en destruir mis esfuerzos? —La voz de Carmen casi se rompió, lentamente un nudo en la garganta amenazó con hacerle estallar en llanto, sin embargo, no había tiempo para eso, las lágrimas de un vampiro jamás conmoverían el corazón de un inquisidor.


    Era injusto, Carmen jamás asesinó a nadie, su sangre la obtenía de cadáveres putrefactos y debido a ello, tenía que soportar una mala salud. La jovencita dio mucho de sí, sufrió a propósito para poder ser feliz, merecía reconocimiento, merecía amor. Si hubiese una sola palabra para describir la situación sería: “Injusticia”.


    —Porque tus esfuerzos no sirven, eventualmente vas a convertirte en una bestia sedienta de sangre. Todos lo hacen, ¿crees qué no he visto a seres como tú, imbécil?, vampiros que se claman inocentes de no matar gente, resisten su sed de sangre por cincuenta o cien años. ¿Y luego?, fácil, entran en un frenesí asesino que cobra miles de víctimas. Cuanto más grande sea la abstención de matar personas, peor será el estallido que tendrán, si dices que no has matado a nadie ni chupado su sangre, entonces contigo será horrible. ¡Acabarás con este maldito pueblo en una noche! —La verdad golpeó duramente a Carmen, Roy jamás mencionó ese detalle, quizá él ni siquiera lo sabía.


    El hechicero lo dijo cuando conoció la verdad: “No sé mucho de vampiros”


    —N-No puede ser, y-yo no puedo ser así, seguro es un error, ¡yo soy diferente! —Carmen tapó sus oídos para no tener que escuchar las palabras del inquisidor, pero ya era demasiado tarde. El daño estaba hecho.


    —Ya me estás aburriendo, ¡déjate matar de una buena vez!, mi nombre es Argot, el aniquilador, ahora verás porque me llaman así. —La mano diestra del inquisidor brilló con un resplandor plateado, medio segundo más tarde una ballesta de repetición china apareció de la nada. Argot apuntó su arma contra el pecho de Carmen, posteriormente disparó cuatro flechas seguidas sin preguntarle nada.


    Ella carecía por completo de entrenamiento marcial o preparación previa para combatir, nunca en su vida había tenido una pelea, mucho menos conocimiento de cómo usar sus poderes vampíricos. Sin embargo, una ventaja que poseía su especie era el instinto, a diferencia de los seres humanos, cuyas mentes necesitaban moldearse con años de entrenamiento y dedicación, los vampiros eran más parecidos a los animales salvajes. Es decir, sus más bajos instintos salían a relucir cuando más los necesitaban.


    Carmen rodó sobre el piso rápidamente, al hacerlo vio pasar las flechas por encima de su cabeza y peor, cuando se clavaron en un árbol cercano éste ardió en llamas.


    —Este tipo no bromea…—susurró, tras ponerse de pie volteó hacia ambos lados y no detectó al cazador —. ¿A dónde se metió? — ¡Izquierda!, desde una rama lejana otras dos flechas amenazaron con penetrar sus costillas, por desgracia, en esta ocasión sí tuvieron éxito.


    Su cuerpo comenzó a quemarse por el hechizo de las flechas, fue un dolor horrible, cada célula de su piel gritó de dolor. Carmen cayó al piso gritando maldiciones que jamás en su vida imaginó decir, de hecho, ya ni siquiera podía escuchar su voz, pues su garganta fue calcinada por el fuego. Aquello era horrible, espantoso, aterrador, inhumano, cruel, absurdo y sobretodo… Injusto, la esposa de Roy se retorció como un animal envenenado, sus ojos se tornaron blancos y cada parte de su boca acabó por caerse.


    Sin embargo, sus heridas sanaron casi al instante, Carmen recuperó su voz y de inmediato salió corriendo hacia lo más profundo del bosque.


    —¡Cariño, cariño, cariño, cariño! —Carmen gritó por ayuda, quería ver a su esposo, estar con él para enfrentar a ese enemigo tan aterrador, su mente dejó de pensar claramente por culpa del pánico. Aquella experiencia horripilante le provocó un trauma incurable, la destructiva sensación de ser calcinada viva y sentir como cada parte de tu piel terminaba achicharrada jamás desaparecería de su consciencia —. ¡Roy, Roy, Roy! —Continuó gritando, desgraciadamente, el joven no aparecía.


    —¿A dónde vas? —Carmen saltó hacia la izquierda por puro instinto, un parpadeo más tarde vio a dos flechas estrelladas en otro árbol —. ¿Qué te dije?, aún sin preparación eres toda una máquina de matar.


    —N-No, por favor, y-ya basta…—Carmen imploró piedad, su cuerpo temblaba como gelatina y su mirada perdió todo el color. A pesar de ser un vampiro temía a la muerte como todos los demás, para desgracia suya, Argot no sentía compasión hacia ella o cualquier otro ser sobrenatural.


    —¡Deja de rogar y muere! —Una espada bastarda francesa apareció sobre sus manos, reemplazando a la ballesta explosiva, Carmen intentó retroceder rápidamente, pero fue anticipada con la jugada del inquisidor. Nuestra pobre heroína no pudo evitar que su brazo izquierdo fuese cortado de un solo tajo.


    —¡Ah!, ¡Roy!, ¡Roy! —Carmen cayó al piso retorciéndose nuevamente, la jovencita se desmayó de la impresión cuando vio rodar su miembro por el suelo, para su desgracia, Argot pateó su cara y sin piedad enterró la punta del arma sobre su cráneo, despertando a la chica de inmediato —. ¡Para!, ¡para!, ¡para!, por favor… ¡No quiero morir! —Sus heridas volvían a regenerarse y Argot sin misericordia clavaba su espada para provocarle heridas terribles que harían vomitar a cualquier doctor.


    La tortura no terminaba, el inquisidor invocó una lanza plateada y junto a la espada dio cincuenta puñaladas a todo el cuerpo de Carmen, desde el estómago hasta las piernas, no hubo ni un solo centímetro de su lindo cuerpo que no fuese masacrado ni sufrido los horrores de la carne. Era un dolor infinito, sus heridas sanaban pero la sensación de ser apuñalada persistía en su cerebro, los vampiros no eran inmunes al dolor, como cualquier ser humano sentían y sufrían dicho mal, peor aún, al acelerar sus procesos regenerativos el calvario se multiplicaba cada vez más.


    —¿Por qué no mueres?, eres como una cucaracha. —Argot era todo un inquisidor entrenado, no mostró piedad ni siquiera por las inocentes lágrimas de su víctima, un ejecutor menos entrenado quizá la habría dejado ir bajo advertencia o vigilancia, pero él no lo hizo. Sabía perfectamente que en unos cuarenta o cincuenta años, los instintos asesinos de Carmen despertarían y ahí sería mucho más difícil de tratar.


    Habrían muchos muertos, la mayoría inocentes ajenos al mundo sobrenatural, por ende, la mejor decisión y la elección correcta, era matarla aquí mismo.


    Sí… Argot, no estaba equivocado.


    En un intento desesperado, Carmen golpeó a su atacante en el pecho y rápidamente dio un salto en reversa. La chica continuaba en pánico, sus movimientos erráticos y desesperados recordaban a los de una bestia acorralada que peleaba por su vida. Argot no sufrió daño alguno, simplemente acomodó su túnica y continuó encarando a la vampiresa.


    —¡No moriré, no moriré!, por mi esposo, por mi familia… ¡Ah! —Carmen tomó un árbol con sus manos, luego, usando la fuerza sobrehumana que tenía gracias al vampirismo logró levantarlo desde las raíces. El tronco medía cerca de cinco metros de alto y era lo bastante grueso para matar a un humano con solo caer, la jovencita utilizó todo su poder para lanzarlo a una velocidad cercana a los ochenta kilómetros por hora.


    —Nada mal. —Pero Argot utilizó su enorme espada para cortar en dos el tronco y hacer que pasara sobre sus costados —. Un truco tan básico no servirá.


    —¡I-Imposible!, ¿cómo pudiste cortar ese tronco? —Carmen retrocedió otros cuatro pasos para ganar algo más de distancia, quedarse a pelear era una opción estúpida, por ende, la jovencita dio un tremendo salto de ocho metros sobre el cielo y aterrizó justo sobre una frondosa rama. El inquisidor usó el hechizo de refuerzo para imitar su maniobra, no obstante, tardó unos segundos más en hacerlo, tiempo suficiente para que Carmen diese otro salto hacia la rama que yacía frente a ella.


    Este proceso se repitió más de diez veces, Carmen iba brincando de rama en rama, aprovechando su velocidad sobrehumana para dejar atrás a su perseguidor. Quizá ganar resultaba imposible, pero al menos sabía que tenía esperanzas de escapar.


    —¡Roy! —Carmen gritaba el nombre de su enamorado con la esperanza de encontrarlo, a pesar de no haberlo visto nunca en acción ella sabía que su esposo era un hechicero poderoso, alguien capaz de hacerle frente al inquisidor. Para desgracia suya, su cazador fue previendo la forma en que Carmen saltaba, justo después de brincar hacia otra rama un virote golpeó su pierna izquierda, mutilándola al instante y provocando su caída al piso.


    —¡Eres mía! —Su extremidad no pudo regenerarse a tiempo, ya que Argot cayó encima de ella y nuevamente clavó su espada bastarda en el corazón de Carmen.


    —R-Roy…—susurró la vampira, el miedo seguía inundándola, todo pasaba tan rápido que la pobre chica no tenía tiempo de pensar. Mantenerse tranquilo en una situación como esa requería de entrenamiento y experiencia, dos factores que Carmen carecía por completo, en su lugar, miles de pensamientos flotaban de un lado a otro sin llegar a concretar una idea clara.


    El miedo a la muerte…


    La tristeza de no ver a su familia otra vez.


    El arrepentimiento de no haber pasado más tiempo con Roy.


    Y el odio hacia el ejecutor por tratarla de una forma tan cruel.


    —Sí que eres dura de roer, vampiro.


    —¡Déjame! —En un último intento desesperado, Carmen escupió de su boca un ácido rojo mortal, Argot tuvo que retroceder para no ser asesinado por dichos líquidos extraños. Otra habilidad que tenían los vampiros era el escupir ácido a distancias cortas, era un mecanismo de último recurso, pues solo podía usarse una vez por día y además, resultaba doloroso para el usuario por la cantidad de veneno que circulaba en el esófago.


    —Ha estado cerca.


    —M-Muy bien, yo no quería esto, ¡pero no quiero morir!, ¡ah! —Carmen ya no podía escapar, solo quedaba pelear hasta que Roy llegase, la jovencita se dejó llevar por sus impulsos vampíricos para compensar su falta de habilidad, una jugada arriesgada pero necesaria en momentos desesperados.


    Los dedos de Carmen se transformaron en garras, ella no estaba consciente de lo que hacía, simplemente movió su cuerpo como si fuese una función corporal más, era tanta su velocidad que recorrió los cinco metros que la separaban de su adversario en menos de un parpadeo. Argot vio venir el ataque del enemigo, simplemente retrocedió dos pasos y vio pasar de largo las garras afiladas que amenazaban con matarlo.


    La vampiresa siguió atacando, sus golpes eran desesperados, atacaba una y otra vez sin darle oportunidad al inquisidor de planear un contraataque. Al menos eso creyó, en realidad, Argot ya planeaba detenidamente la forma de parar los movimientos rivales sin arriesgarse a ser herido por aquellas intimidantes garras.


    —Parece que eres un animal salvaje. —Carmen no reaccionó a las palabras de su enemigo, la chica parecía estar poseída por el instinto de supervivencia, incluso un vampiro debilitado y podrido como ella sacaba una gran fuerza interior frente a las puertas de la muerte.


    —¡No moriré! —La desesperación del vampiro se hacía evidente, Argot esquivaba sus golpes con facilidad y desmembraba sus miembros con sutileza, los brazos de Carmen volvían a crecer casi de inmediato, lo mismo ocurría con sus dedos, piernas y cabello, sin importar cuantas veces el inquisidor rebanase sus miembros el resultado era el mismo. No obstante, dicho dolor solo incrementaba más la desesperación de Carmen.


    Sus heridas eran tremendas, su vestimenta casi nula, como fue cortada tantas veces lo único que quedaba de su vestido era la parte superior e inferior que tapaban convenientemente sus pechos e intimidad. Claro, en otras circunstancias se sentiría avergonzada de estar así frente a un hombre que no fuese su esposo, pero el inquisidor ni siquiera la miraba como mujer.


    Para él, Carmen era una existencia horrible que debía ser eliminada, una mera burla a la vida humana que ni siquiera era digna de respirar el mismo aire que él. Y en cierto modo no estaba equivocado, desde el punto de vista de un humano, los vampiros eran la perdición definitiva. Durante la antigüedad, estos seres se reunían en grandes clanes para realizar masacres indiscriminadas.


    Precisamente en la era post Jesús, durante los años cuarenta hasta el doscientos del calendario cristiano, pueblos desaparecían misteriosamente debido al ataque de vampiros. Y estos casos no eran raros, como no había guarniciones ni fuerza que detuviese a estos individuos, los vampiros podían comer y matar todo lo que quisieran. Al menos, hasta la creación de la religión católica, cuando los humanos se organizaron y crearon el despacho secreto de protección a la humanidad, los vampiros perdieron mucho poder. Ya no podían entrar y masacrar como antes, pues dentro de las ciudades había gran cantidad de inquisidores o hechiceros, dispuestos a quemarlos vivos por los pecados del pasado.


    Pero eso no terminó ahí, la humanidad estaba furiosa, tantos siglos siendo devorados por vampiros no iban a quedar impunes. Cuando la fuerza del Vaticano y la Iglesia en general se volvió imponente, mandaron a muchos inquisidores para terminar el trabajo, empezando así una cacería de monstruos que todavía continuaba hasta la época de Roy Alvarado.


    Y posiblemente continuaría varios siglos más…


    La pelea prosiguió por algunos minutos más, Carmen no fue capaz de tocar a su oponente, en cambio, recibió más cortes y poco a poco, la efectividad de su curación disminuyó. Ya no se regeneraba tan fácil como antes, su instinto dejó de tener efecto y poco a poco sus sentidos regresaron a la normalidad.


    —N-No puede ser…—Llamar a eso una pelea sería demasiado, Argot desde un principio estuvo mutilando y cercenando la carne de su rival sin piedad alguna, los movimientos que la vampira realizaba eran irrelevantes para él. A pesar de la superioridad física de Carmen, al no poseer ninguna técnica ni habilidad para el combate sus golpes cegados por la furia y supervivencia no la llevaron a ningún lado.


    —Ya es momento de terminar con esto. —El inquisidor utilizó el hechizo de refuerzo para mejorar sus habilidades físicas, posteriormente tomó a Carmen del suelo y clavó una estaca de madera en su corazón. Éste se regeneró en un santiamén, sin embargo, durante esos milisegundos que tardó el proceso, Argot rápidamente ató a Carmen a un árbol cercano lo suficientemente fuerte para resistir sus movimientos.


    La atadura no era normal, Carmen inclinó su semblante para verla detenidamente.


    —¿C-Cadenas? —cuestionó.


    —Sí, las cadenas de Dios están diseñadas para retener vampiros y licántropos. No importa cuanta fuerza tengas, las cadenas especiales atan tu alma y presencia como tal, la única forma de librarte de ellas es mediante la intangibilidad, habilidad única de los seres etéreos.


    —N-No puedo moverme… ¡Roy! —La pobre vampira retomó su llanto, al verse incapaz de escapar recurrió al llanto para tratar de conmover a su adversario, desgraciadamente, lo único que consiguió fue una brutal puñalada al estómago —. ¡Ah!, duele… Duele mucho… —susurró.


    —¡Ya muérete, perra! —Una y otra vez, el puñal de Argot entró repetidas veces a su vientre, estómago, pecho, cuello, cara, genitales, piernas, dedos y cabello. A pesar de las constantes puñaladas, Carmen no se moría, pero las muestras de cansancio ya se mostraban en su organismo.


    Algunas heridas ya no sanaban, su cuerpo solamente curó las que amenazaban su vida, el resto las dejó intactas por la poca energía que ella almacenaba. Si Carmen hubiese bebido sangre fresca continuamente habría resistido las puñaladas fácilmente, de hecho, matar a un vampiro cien por ciento entrenado y con dominio de sus poderes requería un ritual mucho más elaborado.


    —Sálvame, Roy… —Lo que más deseaba en ese momento era desmayarse, dejar de sentir dolor y rendirse ante la inconsciencia. Pero no sucedería, cada vez que intentaba perder el conocimiento un terrible dolor la traía de vuelta. Argot no se veía cansado, de hecho, el provocarle heridas horribles a Carmen parecía no afectarle demasiado.


    —Has estado llamando a ese tal Roy, ¿es una desilusión tuya?


    —Él es mi esposo, cuando venga te arrepentirás de lo que hiciste.


    —Qué miedo me da, ¡toma! —Nuevamente, el inquisidor cortó sus brazos y piernas, reduciéndola a una mera bola de carne ensangrentada. Al menos por un instante, ya que dichos miembros se evaporaban en el suelo y volvían a aparecer mágicamente en sus muñones cercenados.


    “¿Qué hice para merecer esto?”


    “¿Por qué me está pasando esto a mí?”


    Tales pensamientos surcaron la mente de Carmen, como un lamento pasajero antes de morir. Ella nació siendo un vampiro, no cometió pecado alguno para recibir este castigo, aún si en un futuro su mente se volvería loca y sedienta de sangre, quizá pudo haberlo evitado de otro modo. Ya sea escondiéndose de la sociedad o tomando una tercera opción donde nadie tuviese que morir.


    No obstante, ella no tuvo ninguna elección, salvo el casarse con Roy Alvarado.


    Su amor por él era la única cosa que ella pudo decidir, porque jamás eligió estar encerrada, tampoco el nacer como vampiro y las inusuales características de su origen.


    —Qué vida tan injusta. —Los ojos de Carmen se llenaron con lágrimas, pero a diferencia de las pasadas, estas no eran de temor, sino de tristeza, se lamentó a sí misma el haber nacido en un mundo donde no podía tener felicidad. Pero al mismo tiempo, eran lágrimas de resignación —. ¿No me puedes perdonar la vida, verdad?


    —No y ya cállate, me enferma escucharte. —Una respuesta fría como el acero, Carmen estaba a punto de morir, su regeneración se detuvo totalmente y sus fuerzas la abandonaron del todo. Para el inquisidor resultó un alivio, nunca antes un vampiro rogó por su vida e imploró piedad, a decir verdad, incluso él se sintió incomodo por tener que matar a una novata.


    —Adiós, Roy…


    Justo cuando Argot estaba a punto de dar el golpe de gracia, una enorme bola de fuego apareció de la nada separando así al ejecutor de su víctima.


    Carmen giró levemente su cabeza para ver al creador del hechizo, ahí pudo ver a su esposo caminando con furia extrema. Antes de perder la consciencia Carmen sonrió dulcemente y susurró dentro de su mente: “Viniste a salvarme, cariño”




    *Interludio fuera*


    —Oh, un hechicero, ¿tú eres el famoso Roy del qué tanto hablaba esta vampira? —El inquisidor retomó su postura ofensiva frente a mí, a decir verdad estaba enojado, muy enojado, jamás había estado tan furioso en toda mi vida. Pero no me dejé llevar, atacar a lo idiota contra un rival tan poderoso no era muy diferente a un suicidio. Respiré profundamente para tranquilizarme, entonces concentré mi semblante en el inquisidor.


    —Pagarás por haber lastimado a mi esposa, creo que las palabras sobran entre nosotros, inquisidor.


    —Es verdad, pero me sorprende que seas tan ingenuo, ¿cómo pudiste enamorarte de ese monstruo?


    —Ella no es ningún monstruo, ¡es mi esposa! —La guerra psicológica no debía funcionar conmigo, pero aquellas palabras me sacaron de quicio. ¿Cómo podía ser un monstruo?, Carmen era literalmente un pan de Dios, una chica tan buena que solo merecía ser acariciada y apapachada todos los días.


    —Esa cosa no es tu esposa, es un vampiro, eventualmente cederá ante sus impulsos y creará una masacre en este pueblo. No sabes mucho de vampiros, ¿verdad?, ¿crees qué es la primera vez que veo un caso como éste?, estás equivocado, pasarán cuarenta o cincuenta años cuando mucho y luego, ocurrirá un genocidio brutal. —Sus palabras me regresaron a la realidad casi de golpe, nunca había pensado en eso, yo mismo dije que no era un experto del tema, creí que si ella no despertaba su instinto podría llevar una vida tranquila.


    Me aferré a esa pequeña esperanza ignorante con tal de preservar mi propia felicidad.


    —N-No lo sabemos, ella nació bajo condiciones especiales, quizá sea distinta a los demás vampiros.


    —Estás diciendo las mismas tonterías que esa mujer, ¡no existe algo como un vampiro distinto!, ¿o quieres arriesgarte?, ¿pondrás en juego miles de vidas inocentes?, Santa María es un pueblo pequeño, pero en cincuenta o cuarenta años crecerá, habrá más gente y cuando Carmen se descontrole, ¿serás capaz de matarla tú mismo? —Mis ojos se abrieron en par ante semejante frase, yo… Definitivamente no sería capaz de matarla, preferiría morir en sus manos que hacerle daño a la mujer de mi vida.


    No, esto no podía ser verdad, ¿era un sueño, cierto?


    Una horrible pesadilla de la que deseaba despertar.


    —E-Esto no es justo, digo, ¡Carmen es una mujer muy buena!, ¿por qué tiene que pasarnos esto?, no lo entiendo, ¡sencillamente no lo entiendo! —Maldición, maldición, maldición, esto debía ser una broma, una broma, una maldita broma, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, ¡joder!


    Matar a Carmen era la opción correcta.


    Con su muerte miles de vidas se salvarán, yo era un hechicero y parte de mí sabía perfectamente la verdad. Un vampiro era una amenaza latente para la humanidad, en este mundo no existía algo como: El amor entre ambas especies, por más puros que fuesen nuestros sentimientos, tarde o temprano acabarían templándose por la sed de sangre y asesinato que los vampiros tenían naturalmente.


    Un momento, ¿acaso estaba considerando matar a mi propia esposa?


    Matar a la madre de mi hijo, a la mujer de mi vida y la persona más importante para mí.


    Este mundo debía estar equivocado, una realidad donde matar a una mujer dulce e inocente como Carmen no podía ser correcta. De ser una villana o alguien con malas intenciones habría aceptado su muerte con dolor, pero Carmen nunca deseó mal a nadie, ni siquiera trató de atacar a los enfermos o los cadáveres recién fallecidos.


    Pero en este caso, la opción correcta nos decía que debía morir.


    Un mundo donde debamos matar inocentes para salvar vidas está mal.


    —¿Entonces me dejarás matarla? —preguntó el inquisidor.


    —¡No!, jamás dejaré que vuelvas a ponerle un dedo a mi Carmen, ¡entendiste!, no me importa si es un vampiro, un monstruo o la perdición de la humanidad. Yo seguiré protegiéndola, antes de hechicero y guerrero, ¡yo soy el esposo de Carmen!, ¡y un hombre que no protege a su mujer es una mierda!


    —Parece que es imposible razonar contigo, estás cegado por el amor y no retrocederás ante mis advertencias. Muy bien, vamos a pelear a muerte, Roy, que la voluntad del más fuerte prevalezca, ¡en guardia!


    Fin del capítulo 3

    ¿Qué les pareció el capítulo?

    ¿Quién tiene razón: Roy o Argot?

    El siguiente capítulo será el final c:
     
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    LizzaRade

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    Bueno, bueno, bueno. Al fin pude leer este capítulo... estuvo cardíaco, no pude despegarme de la pantalla porque por un segundo realmente pensé que Roy no iba a llegar.

    Chesumadre... me la has puesto difícil. Pero creo yo que la razón la pueden tener ambos, las posibilidades de que Carmen se convierta en un monstruo existen, pero debido a su estilo de vida ese instinto perfectamente puede ser erradicado y seguir siendo una mujer que no hace daño a nadie... es muy 50/50 y ponerse de un lado en mi caso es difícil.

    Bueno, hoy no tengo mucha cabeza para pensar así que debo decir que el capítulo estuvo bueno.
     
  9.  
    J.Nathan Spears

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    Bueno, al fin pude leerte, mi pana :D. Esas escenas... TODAS bien narradas. No detecté fallos ortográficos tampoco... pero bueno, era de esperarse acá :V

    No sé qué más comentar sobre el universo que has creado... es interesantísimo que hayas puesto que las primeras apariciones vampíricas datan del año 40 d.C. y... si bien no hay evidencia REAL (que yo sepa) que avale eso, pues tampoco la hay que refute eso -w-U.

    Ah, pobre Carmen u__u... realmente es un ser inocente, como dice Roy Alvarado. Solo merece ser acariciada, besada y apapachada todas las noches... ¡No esperé jamás que alguien como Roy usara la palabra "Apapachar"! Es como cuando una vez puse que cierta guerrera del siglo XVI dijera "spoiler" xD jajaja...

    Volviendo a la historia, el truco del anillo de bronce fue bastante inteligente. Una lástima que Roy haya caído redondito... y como siempre, actúa ese cliché de "salvada al último segundo"... jajaja xP. Es un cliché de esos que no importa cuánto lo veas, siempre sorprende de una manera u otra.

    Y vaya que los vampiros pueden regenerar heridas... ¡INCLUSO EN EL CORAZÓN! O__o. Seh, son seres increíblemente poderosos... no me quiero imaginar el ritual completo para matar uno. Seguro incluye ajo, utensilios de plata, agua bendita, fuego y/o mucha luz, ya sea artificial, mágica o natural.

    Nos veremos en otra ocasión, con el episodio final :L
     
  10.  
    George Asai

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    Saludos, gente, traigo el capítulo final de esta historia, espero les guste.



    Capítulo 4: Combate a muerte


    La distancia entre nosotros era de apenas cuatro metros, bastaban dos pasos para recortar la diferencia y empezar el intercambio de ataques. Claro, si fuésemos amateurs ya estaríamos dándonos con todo. Pero no lo éramos, el inquisidor mantuvo su guardia al frente y clavó sus ojos en mí, un descuido por parte de ambas partes podía decidir el final de este encuentro.


    —¿Cómo te llamas, inquisidor? —Mi pequeña guerra psicológica no tenía sentido, aun así, deseaba saber su nombre para registrarlo en mi memoria.


    —Argot —respondió secamente.


    —Parece que no voy a desestabilizarte con mis palabras, ¿verdad?


    —¿Quién sabe?, a lo mejor estoy muy enojado y bajo la guardia al siguiente instante, ¿por qué no me atacas y lo compruebas?, podrías ganarme. —Este imbécil trató de regresarme las provocaciones, el hecho de que intentase distraerme con palabras hizo que sonriera por la emoción. Hace ya cuatro años que no tenía una pelea a muerte, la sensación de peligro y adrenalina poco a poco recorría mis venas, fortaleciendo así mis sentidos naturales y predilección por los hechizos.


    Nos quedamos viendo casi un minuto, durante ese lapso nadie movió un solo músculo, ni siquiera el viento se atrevió a soplar entre nosotros. Una tensa calma antes de la tormenta irremediable que se avecinaba.


    —Eres diferente a esa vampira, no encuentro ninguna abertura en tu defensa y atacarte ahora sería un suicidio. Pero… ¿Cuánto tiempo estarás así?, ese monstruo perdió su capacidad de curación y se está muriendo, si quieres salvarla tendrás que atacarme y matarme con rapidez. De lo contrario, quedarás viudo antes del amanecer.


    Maldición, Argot estaba en lo correcto, no podía dejar pasar más tiempo. Las heridas de Carmen eran graves, su regeneración no sería capaz de salvarla por sí misma y peor aún, si esto se prolongaba más de lo esperado el sol podría jugarnos una mala pasada.


    No quería aceptarlo, pero yo vine a esta pelea con una desventaja y el inquisidor la estaba aprovechando bien. En teoría, nuestras habilidades eran las mismas, si luchábamos de poder a poder había un cincuenta por ciento de probabilidades para mí. Desgraciadamente, las condiciones no eran las mismas.


    Argot no me atacaba porque yo era el obligado a hacerlo.


    —Maldición, odio darte la razón. —No pude argumentar nada más, él se comportaba de acuerdo a la ventaja establecida y nadie podía debatir nada al respecto. Solté un suspiro lleno de resignación, entonces acomodé mis puños hacia el frente y los llené de energía.


    —Parece que por fin vendrás en serio, Roy.


    En menos de un parpadeo recorrí los cuatro metros que nos separaban y lancé una patada hacia la cabeza del inquisidor. Éste no tuvo mayor problema en desplazarse en reversa, evadiendo así mi primer ataque, sin embargo, no me detuve ahí, cuando mi pie izquierdo tocó el suelo rápidamente disparé de mis manos cuatro bolas de fuego contra mi oponente.


    —¡Llamas del fénix! —Mi poder como hechicero era especial, el fuego que disparaba era ajeno a la naturaleza, pertenecía a una criatura legendaria llamada fénix. Un ave majestuosa envuelta en llamas y que reencarnaba de entre las cenizas, nosotros, los Alvarado, fuimos dotados por su poder hace muchas generaciones.


    A esta distancia definitivamente no podía fallar, ¡era una regla absoluta!


    Y efectivamente no fallé, para mi mala fortuna, Argot logró invocar una especie de escudo romano circular, el artefacto recibió el impacto de las llamas y cayó derretido al suelo.


    —¡Interesante, muy interesante! —El inquisidor sacó de su bolsillo una esfera negra que estaba envuelta en papel blanco, de inmediato ajusté mi guardia defensiva para no tragarme ninguna sorpresa desagradable —. ¡Muere ya! —La esfera resultó ser una bomba de humo negro, lo suficientemente denso para cegarme por unos instantes.


    —¡Mierda! —exclamé, un segundo más tarde pude sentir una hostilidad brutal viniendo desde mi costado derecho. Claro, de haber sido un novato la cuchilla que Argot cargaba me habría matado de una sola puñalada, para su mala fortuna, ¡yo no era un aprendiz!, gracias a mi entrenamiento en China mis instintos marciales superaban por mucho las percepciones de un ser humano corriente. Aun si no podía ver, cualquier tipo de ataque ciego resultaba inútil en mi contra.


    Fácilmente bloqueé la daga que amenazaba con enterrarse en mis costillas, empleando una defensa exterior básica de las artes marciales chinas, en seguida, contraataqué con una llamarada brutal a corta distancia desde mi mano diestra.


    —¡Joder! —Pero lo esquivó, no supe bien lo que pasó, ese sujeto simplemente desapareció de mi vista y reapareció a seis metros delante de mí —. Usar el hechizo de refuerzo contra un ser humano es bastante inusual, ¿dónde aprendiste esos movimientos? —cuestionó un tanto molesto, a decir verdad, me gustaba ver su cara de fastidio ante mis artes marciales chinas.


    —¿Quién sabe?, no te preocupes, aún no has visto nada de mis verdaderas habilidades. —Nuevamente centré el chi de la naturaleza alrededor de mis articulaciones, al hacerlo, volví a recortar la distancia entre nosotros y sin descanso alguno, lancé un puño flameante contra el estómago de Argot.


    ¡Pero de nuevo fallé!, el inquisidor bloqueó mi golpe con una espada mandoble, maldición, por más reforzados que estén de chi, mis puños llameantes continuaban siendo inferiores al acero del inquisidor. Mi teoría se reafirmó durante las siguientes cuatro colisiones que mis nudillos tuvieron con su arma, en cada impacto podía sentir como los huesos se quebraban uno a uno. De nuevo, mi control del chi evitó que cayese víctima del dolor.


    —Ese poder es inusual, ¿cómo puedes moverte así?, no siento poder mágico en tu cuerpo y por más atlético que seas, es imposible que tengas esa velocidad. —Argot usaba el hechizo de refuerzo para potenciarse a sí mismo, no obstante, esa técnica era peligrosa, ya que aceleraba la fuerza del cuerpo contra su voluntad, provocando terribles secuelas en los músculos y huesos del usuario. Era un movimiento de último recurso, no para ser usado de manera constante como ahora.


    —No te diré nada, si tanto quieres saber deberías diseccionar mi cuerpo cuando me derrotes. —El control del chi era diferente a la hechicería, en primer lugar, porque no necesitaba usar el cuerpo como catalizador de dos energías. Para ser exacto, un usuario del chi entrenaba su cuerpo de tal forma en que estuviese en armonía con la naturaleza y el planeta mismo. Llegar a este estado de paz requería de un entrenamiento intenso, por ende, los monjes shaolin en China se recluían a sí mismos por largos periodos de tiempo.


    Pero una vez que cuerpo, mente y espíritu se alineaban con la madre tierra, las capacidades físicas del usuario incrementaban su poder neto, al punto de realizar hazañas sobrehumanas como las que estaba haciendo en este momento.


    La hechicería era distinta, para poder dominarla se necesitaba usar la energía del medio ambiente (no confundir con chi) y la energía personal, es decir, aquella que existía dentro de todos los seres vivientes. Una vez que las dos fuerzas se unían, el hechicero debía moldear en base a sus necesidades las cantidades suficientes de ambas partes para lograr terminar un hechizo.


    Sin embargo, la hechicería era un arte riesgoso, cualquier error de cálculo a la hora de moldear las corrientes energéticas podría resultar en catástrofe y muchos usuarios terminaban sus vidas en desagradables accidentes. Debido a ello, el hechizo de refuerzo era uno de los más temidos, cualquier error, por microscópico que fuese, destrozaría las articulaciones del peleador en menos de un segundo.


    —Parece que necesitaré algo de apoyo. —Seguir combatiendo con las manos desnudas era un error, rápidamente invoqué dos guantes cafés sobre mis manos y un par de botas rojas. Estos artefactos estaban diseñados para ser empleados a base de chi y también eran capaces de resistir mis llamas, con ellos, el dolor que recibía por cada impacto de su espada disminuía casi en un noventa por ciento.


    —Eres bueno. —Nuestra contienda continuó por otros dos minutos más, Argot siguió lanzando cortes, estocadas y barridos como si no hubiese un mañana. Yo tampoco me quedé atrás, bloqueaba con mis puños sus ataques y contraatacaba con patadas o golpes certeros. Argot no se dejó golpear ni una sola vez, yo tampoco permití ningún corte sobre mi cuerpo.


    Ambos éramos capaces de medir la fuerza del contrincante, de hecho, el inquisidor sabía perfectamente que si recibía uno de mis puñetazos cargados con chi y fuego de fénix el daño resultante no iba a ser poco. Sin embargo, yo me encontraba en una situación parecida, la espada de ese sujeto no era normal, si disminuía el flujo de chi por una milésima de segundo, mis extremidades no resistirían la fuerza de su arma y acabaría siendo desmembrado dolorosamente.


    Y a diferencia de Carmen, yo no tenía el poder de regeneración.


    Tras intercambiar golpes por otros cuatro minutos, Argot y yo nos separamos un poco para retomar el aliento y pensar detenidamente. Nuestra distancia incrementó a siete metros, de todos modos, descansar no quería decir: Bajar la guardia, solamente un necio haría tal movimiento.


    —Ya vi detrás de tu técnica, en realidad no eres tan fuerte, simplemente incrementas tu fuerza y velocidad un poco, pero como eres muy hábil lo haces parecer más rápido de lo que realmente fue. —Argot no estaba equivocado, a pesar de haberme hecho más fuerte gracias al chi, su incremento no se comparaba al hechizo de refuerzo. Me sorprendió bastante que un peleador occidental pudiese ver más allá de mis artes marciales, en lugar de aferrarse a su entrenamiento marcial se abrió y adaptó su cuerpo para contrarrestar mis movimientos.


    Joder, ¡odiaba admitirlo!, pero Argot era un peleador formidable, probablemente su nivel me superaba con creces. El factor sorpresa que tenía al inicio de la batalla desapareció, por ende, necesitaba cambiar de estrategia.


    —¡Serpiente de fuego! —Coloqué mis dos manos en el suelo, al hacerlo, dos gigantescas serpientes llameantes salieron disparadas contra la humanidad de mi oponente. No podía darle tiempo de pensar o recortar la distancia, pues necesitaba sorprenderlo con hechizos inéditos.


    A pesar de lo poderoso que fue mi hechizo y la velocidad en que lo disparé, Argot pudo evadirlo de un salto hacia la derecha, el inquisidor quedó encima de un árbol y ya me estaba apuntando con su ballesta de repetición. ¿En qué momento la invocó?, Argot cambiaba de armas rápidamente y no me daba tiempo de examinarlas, él seguro estaba consciente de mi capacidad marcial.


    El inquisidor disparó más de cinco proyectiles hacia distintas partes de mi cuerpo, éstos venían tan rápido que resultaba imposible esquivarlos. Esto solo me dejaba una opción: Bloquearos, rápidamente levanté un muro de fuego carmesí que alcanzó a derretir los proyectiles antes de que pudiesen explotar. Pero aquella jugada me trajo un contratiempo terrible, el muro que levanté impidió ver más allá de la selva, por lo tanto, perdí de vista a mi adversario.


    ¡Esa fue su intención desde un principio!


    —¡Muere! —Argot apareció detrás de mí con su intimidante espada bastarda en manos, la fuerza de su carga superaba con creces mi capacidad defensiva, ni siquiera mi mejor muro sería capaz de bloquear exitosamente su aterrador tajo. Entonces, solo me quedaba una opción… ¡Detenerlo con mis manos!


    En un intento desesperado por salir vivo reuní todo el chi que pude en menos de medio segundo, posteriormente flexioné ambas piernas y alisté mis manos para tomar la espada entre mis palmas. Lo que pasó después fue impresionante, aquel poderoso impacto fue detenido justo a pocos milímetros de mis costillas, sin embargo, todos los dedos resultaron brutalmente lastimados, al punto de ya no sentirlo. A pesar de tener guantes especiales la potencia que Argot depositó en ese último golpe me superó por completo.


    —Mierda…—No me sentía bien, el dolor recorrió mi espina dorsal como si fuese una serpiente constrictora, mi visión se tornó borrosa y fui perdiendo lentamente la noción de la realidad. La espada desapareció, en su lugar, Argot invocó dos cuchillos y de inmediato lanzó una serie de puñaladas contra mis hombros y abdomen.


    Aún en mi estado aturdido pude bloquearlos empleando defensas básicas de artes marciales, lentamente el poder del chi fue regenerando las articulaciones destrozadas y sanando los nervios cortados por el impacto. No era un efecto curativo como el de Carmen, pero me permitía continuar la pelea sin mayor problema.


    —Muy lento. —El asedio no terminó ahí, Argot lanzó sus cuchillos hacia mi cuello en línea recta, por suerte pude repelerlos de inmediato con un golpe ardiente —. ¡Caíste! —El inquisidor invocó ahora un sable de caballería, a diferencia de la gigantesca espada que usó antes esta arma basaba su estilo en los estoques y tajos rápidos, además, solo era necesario una mano para emplearlo.


    —Maldición. —Recibí cortes y heridas en mi estómago, piernas y rostro, no fui capaz de bloquear varios de sus movimientos debido a los mareos que presentaba, conforme pasaban los segundos la pelea se volteaba cada vez más a su favor.


    —¿Creíste que solo uno era temible?, ¿qué tal dos? —Un segundo sable apareció en la mano diestra del enemigo, esto no pintaba nada bien, para sobrevivir debía alejarme lo más posible y llevar este combate a mi terreno.


    Traté de dar un enorme salto de ocho metros en reversa con la esperanza de ganar distancia, para mi desgracia, Argot hizo la misma jugada, pero no se detuvo ahí, el inquisidor lanzó un doble corte hacia mis hombros que terminó por causarme un corte severo. No tuve tiempo de gritar ni mostrarme debilitado, ya que otro segundo ataque vino de inmediato.


    —N-No…—Estaba llegando a mi límite de tolerancia, había entrenado mi cuerpo de manera excelente, debido a ello lograba mantenerme firme a pesar del dolor y la pérdida de sangre. Pero ya no sabía cuánto tiempo más me duraría el flujo del chi, éste dependía mucho del estado físico, si éste llegaba a mermarse por situaciones externas (heridas o enfermedades), entonces el flujo se verá cortado de manera temporal.


    Y cuando eso suceda… Argot no dudará en matarme.


    Fui llevado contra las cuerdas, ya ni siquiera encontraba lugar para contraatacar, simplemente me la pasaba esquivando sus cortes o bloqueándolos con mis confiables muros de fuego. Si tan solo fuese capaz de crear murallas circulares tal vez podría reducir los embates un poco, no obstante, descarté la idea casi de inmediato.


    El cubrirme totalmente de fuego tenía una desventaja que ya probé: La falta de visualización, antes le quité los ojos de encima y casi morí, hacerlo una segunda ocasión sería suicida.


    —¡Ahora! —Lancé una bola de fuego en una pequeña abertura defensiva que abrió el inquisidor, claro, el guerrero fue capaz de evadirla desplazándose hacia la izquierda, pero al menos me dio los segundos necesarios para respirar un poco.


    —Te veo cansado, Roy, ¿no me digas que eso es todo? —Su voz salía demasiado natural, no lo noté cansado ni tampoco jadeante por el incesante combate a muerte que estábamos llevando. ¿Acaso este tipo tenía resistencia infinita?


    —Claro que no, todavía tengo unos trucos bajo la manga. —A decir verdad, las posibilidades se redujeron todavía más, quería sonar confiado para no darle la ventaja psicológica en el encuentro, después de todo, Carmen corría peligro. Debía matar a este oponente y luego curarla de alguna forma, ¡perder aquí no era opción!


    —Entonces muéstralos, veo que aún te guardas una técnica especial, ¿no es así? —preguntó.


    —¿En qué te basas?, ni siquiera la he mencionado, de hecho, dicha técnica puede no existir.


    —Te equivocas, Roy, no soy ningún estúpido, sé que tienes un hechizo especial capaz de darle la vuelta a la pelea. Pero tienes miedo, no lo usas porque si fallas, será una derrota aplastante para ti. —Argot suspiró lleno de resignación, no pude entender el porqué de este comportamiento, simplemente lo quedé mirando como un niño estúpido que no entendía la explicación de un profesor —. Déjame decirte algo, en tu estado actual no me vencerás, he memorizado tu arte marcial y también tengo más de mil formas de contrarrestar tus hechizos de fénix. Si volvemos a tener otro intercambio de golpes te mataré en quince minutos, tenlo por seguro.


    Argot no mentía, yo mismo podía dar fe de sus palabras.


    Y sí, efectivamente, tenía un súper hechizo muy poderoso, capaz de darle la vuelta a este combate. El único problema era su fiabilidad, aún no estaba completo, todavía faltaban muchos ajustes que hacerle antes de utilizarlo en una pelea tan cerrada y desventajosa como ésta.


    De nuevo, cito sus palabras: “Pero tienes miedo, no lo usas porque si fallas, será una derrota aplastante para ti”


    Si ese hechizo fallaba ya no había marcha atrás, seré asesinado sin ninguna duda y por consiguiente, Carmen morirá también.


    —Es cierto, ¿pero por qué me lo dices?, no voy a perdonarte jamás. Pienso utilizar mi arma secreta para matarte de una vez.


    —Es simple, si esto se prolonga me aburriré y no tendré un buen recuerdo de este combate, en cambio, un intercambio rápido y brutal es más eficiente. Vamos, Roy Alvarado, ¡demuestra tu determinación!


    Ya no había marcha atrás, dejé atrás todas mis dudas y temores, después de todo, un hombre muerto no necesitaba tales cosas. Argot retomó su postura defensiva, seguramente sintió mi hostilidad otra vez.


    Reuní una cantidad exorbitante de energía dentro de mi cabeza, al hacerlo sentí la fuerza de un huracán empujándome hacia atrás. El motivo era simple, los humanos no estábamos hechos para resistir esta cantidad de poder naturalmente, sin embargo, entrené mi cuerpo de tal forma en que pudiese aguantar toda la presión de este movimiento. Di un paso hacia adelante, a pesar de estar muriendo por dentro continué avanzando sin importar el dolor o las desventajas del encuentro.


    —Lo hago por ti, Carmen —susurré, de inmediato coloqué mis manos en el suelo —. ¡Pilares de realidad! —Alrededor de nosotros más de veinte pilares comenzaron a salir del suelo, estos tenían inscripciones arcanas pintadas con tinta roja, de igual forma, el tamaño de estas estructuras no superaban los diez metros de alto.


    —¿Qué son esas cosas? —cuestionó Argot.


    —Ya lo verás. —Estos artefactos rodearon la selva con un perímetro de ochocientos metros más o menos, realmente no tenía mucho control de cuanto terreno podían abarcar. En fin, nosotros nos encontrábamos justo en el centro de los pilares y aún con su máxima velocidad le costaría al menos quince segundos en salir.


    —¿Esa es tu mejor técnica?, ¿crear un montón de edificios inútiles?, ciertamente estoy un poco decepcionado.


    —Parece que todavía no entiendes el concepto de los pilares de realidad, muy bien, ¡prepárate!


    Este era mi hechizo definitivo, consistía en delimitar un espacio dentro de la realidad y luego manipularlo a mi antojo.


    Rápidamente eliminé el concepto de distancia entre nosotros y de inmediato aparecí frente al inquisidor con mi puño directo a su cara. Éste no se lo se esperó, si bien ya tenía la guardia alta jamás creyó que fuese capaz de aparecer tan rápido y conectar el impacto.


    —¡Uh! —gritó, Argot se reincorporó torpemente del suelo y de inmediato volvió a retomar su postura —. ¿Ese hechizo te vuelve así de rápido?, no, tú no te moviste, ¿es acaso teletransportación?


    —No lo sé, ¿quizá? —No me moví en lo absoluto, dentro de estos pilares yo era el amo y señor de la realidad, conceptos como distancia, tiempo, velocidad y demás eran irrelevantes para mí. De nuevo volví a eliminar la distancia con mis poderes, logrando recorrer así cuatro metros sin mover un solo músculo, posteriormente lancé una patada llameante contra su estómago.


    —¡Ah, maldición! —Argot bloqueó mi patada con su antebrazo, la expresión que puso fue magnifica, el inquisidor había perdido nuevamente el control de la batalla, ¡debía aprovecharlo! —. Que técnica más rara. —Mi adversario dio un salto en reversa para ganar seis metros de distancia, en seguida invocó una pistola de chispa y me disparó directo al corazón.


    —Es inútil. —Eliminé el concepto de puntería, al hacerlo, la bala se desvió hacia mi derecha —. Soy el maestro de la realidad, ¡deja de resistirte y muere! —Lancé dos poderosas bolas de fuego contra la humanidad del inquisidor, sus intentos por esquivarlas fueron inútiles, ya que destruí el concepto de evasión para él.


    —¡Es absurdo! —Argot recibió de lleno las llamas por todo su cuerpo, provocándole quemaduras severas, al punto de tener la piel totalmente roja —. ¡Maldición!, ¿acaso estás manipulando la realidad?


    —Quién sabe, ¿por qué no lo descubres tú mismo? —Me sorprendió ver lo calmado que estaba mi enemigo, las quemaduras en su piel eran horribles, podía ver sangre saliendo de las costras dolorosas que le causé. El fuego de fénix no era normal, aquellas heridas no sanarían nunca o al menos, necesitarían de una revisión médica urgente.


    Cualquier persona ya estaría retorciéndose en el piso y llorando por misericordia, pero él seguía parado con la guardia alta. Argot invocó ocho cuchillos y los hizo levitar con un hechizo básico, ¿era esto un movimiento desesperado?, ¿o el inquisidor tenía un plan?


    —¡Danza de cuchillos mortales! —Justo como pensé, Argot disparó sus proyectiles en diferentes direcciones, sin embargo, volví a manipular la realidad, en esta ocasión jugué con la abstracción de la velocidad, al hacerlo sus dagas empezaron a moverse en cámara lenta y por ende, cayeron al suelo, pues carecían del impulso necesario para continuar su rumbo —. Fallé de nuevo.


    —¡Y seguirás fallando! —No podía desaprovechar esto, rápidamente destruí el concepto de distancia entre nosotros y de inmediato lancé una serie de patadas y golpes llameantes que parecía no tener fin. Dejé salir todo mi resentimiento, toda mi ira y frustración por no poder llegar antes para proteger a Carmen, cada impacto llevaba consigo una carga de sentimientos que no podía describir.


    Argot logró retroceder un poco, pero fue inútil, no solo destruía los conceptos, también podía crearlos. Aproveché ese lapso de dos segundos para alterar la dureza de mi piel, volviéndola mucho más dura que un diamante, en este punto, el poder de mis puñetazos era diez veces mayor al de una bala.


    Impacté sus costillas con tanta intensidad que Argot acabó por vomitar una gran cantidad de sangre, ¡aún no terminaba!, giré mi cadera un poco y luego lancé una patada fortificada contra su rostro, de conectar posiblemente acabaría decapitándolo en el acto.


    Desgraciadamente, fallé, Argot rodó por el piso y rápidamente se reincorporó.


    —¡No escaparás! —De nuevo cargué contra el inquisidor con un golpe abierto directo al corazón. ¡Pero volví a fallar!, ¡maldición!, ese bastardo logró esquivarme con un desplazamiento hacia la derecha, ganando así una distancia de seis metros.


    —Eres un idiota, Roy Alvarado, debiste matarme cuando tuviste la oportunidad. —Argot no despegó su mano zurda de la herida que le provoqué en las costillas, no obstante, la otra todavía continuaba funcional y debido a ello invocó el sable de caballería anterior —. Ya vi detrás de tu hechizo, es una pena.


    —Solamente estás hablando, morirás con mi siguiente ataque. —Yo también estaba en mi límite, el mantener este hechizo en pie requería grandes cantidades de energía y un flujo constante entre mi cerebro y la realidad. Además, estaba incompleto, no podía manipular conceptos como: “Vida” o “Muerte”, tampoco era capaz de crear cosas inexistentes o viajar por el tiempo (aunque esto último no me llamaba la atención). Si no conseguía matarlo en los siguientes minutos, los pilares desaparecerían.


    —No habrá siguiente impacto —afirmó Argot.


    —¡Adiós! —Era momento de terminar la pelea, manipulé la distancia que nos separaba y luego golpeé el pecho de mi adversario. Sin embargo, mi brazo pasó de largo hacia el frente —. Eh, ¿qué demonios?


    —Te lo dije. —El inquisidor esquivó mi ataque fácilmente, solo tuvo que moverse unos cuantos centímetros a la izquierda para dejarme atónito, ¿cómo lo hizo?, yo eliminé la distancia y mi ataque debió acertar —. Ya encontré el punto débil de tu hechizo, Roy, ¡en verdad eres un imbécil! —Argot me lanzó un corte diagonal contra mi cuello, a esta distancia no podría esquivarlo, por ende, alteré el concepto de impacto para que su tajo se desviara hacia otro lado.


    O al menos eso creí, si bien la cuchilla pasó refilando mi cuello mis pectorales sufrieron un corte profundo por la onda de energía que su ataque liberó. Un terrible dolor invadió mis sentidos, vi como la carne se abrió en dos y un montón de sangre cayó al piso.


    —I-Imposible… —Logré manipular el espacio de nuevo, ganando así más de quince metros de distancia entre nosotros —. Perdí mucha sangre… —Una nueva limitante apareció, al parecer, no podía curarme a mí mismo usando este hechizo, ya que aún no comprendía del todo el concepto de salud y ya no me encontraba en condiciones de controlar el chi.


    —¿Ya te diste cuenta?


    —No puede ser, ¿m-mi hechizo tiene este error tan obvio? —Al parecer, la falla fatal de los pilares no era solo la incapacidad de poder curarme, sino algo mucho peor.


    —Exactamente, Roy Alvarado, ¡tu hechizo nada más puede controlar un concepto a la vez!, solo debo moverme más rápido de lo que piensas y ya no tendré nada que temer. Además, eres predecible, hay ideas que no comprendes y por eso aún no las puedes manipular. Es una técnica incompleta.


    Este sujeto era un monstruo, un maldito monstruo, logró ver detrás de la técnica que me costó años diseñar. No había otra palabra para describirlo, joder, joder, joder, joder, joder, ¡mierda!, ¿por qué tuve tanta mala suerte de toparme con él?


    Justo como él dijo, ninguno de mis ataques volvió a tocarlo, por más que controlase los conceptos de la realidad él siempre iba un paso adelante. Para dar uno de los muchos ejemplos que sufrí en este desafortunado combate: Manipulaba el concepto de evasión y él bloqueaba mis ataques, si decidía negar el segundo término usaba el primero y así sucesivamente. Era una carrera sin retorno, ya no fui capaz de golpearlo con mis puños y patadas, además, mi cuerpo estaba demasiado cansado para realizar otro hechizo.


    Sin importar cuanto poder tuviesen mis pilares o si yo mismo era un Dios omnipotente en este espacio cerrado, al final fui superado por su experiencia en batalla e instinto asesino.


    Decidí desvanecer los pilares, total, solamente me estaban desgastando en vez de apoyarme. Bajé rápidamente mi semblante para examinar la condición de mi cuerpo, al verlo me sorprendí mucho por lo deteriorado que estaba. Mi camisa se convirtió en un trapo ensangrentado y cubierto de marcas aterradoras, lo mismo pasaba con mis zapatos y demás vestimenta en general. No obstante, la parte que se encontraba más dañada era mi muñeca izquierda. Los dedos de dicha mano estaban rotos y contorsionados en direcciones que era mejor no describir, cualquier doctor se desmayaría si me viese de este modo.


    Pero yo no era el único sin una mano disponible, el inquisidor también tenía su extremidad mermada por las heridas de mi asalto anterior. A esta pelea no le quedaba mucho tiempo, el siguiente intercambio de movimientos decidiría el asunto de una buena vez.


    En este momento ya no contaba con el poder del chi, simplemente debía valerme de mis artes marciales chinas y el último hechizo que aún guardaba para el momento decisivo. Sin embargo, desconocía el estado de Argot, si algo aprendí en este combate fue a no juzgar las apariencias de un enemigo, mucho menos si éste era un inquisidor brutalmente preparado para matar.


    —No me gusta usar estas armas, pero no tengo opción. —Recogí uno de los cuchillos que Argot me arrojó hace rato, si bien carecía de habilidades mágicas o runas especiales era un cuchillo decente, no se rompería fácilmente ni con los mejores golpes de su sable.


    —Oh, ¿piensas pelear con un arma?


    No le respondí, ya no me quedaban muchas fuerzas, podía desmayarme en cualquier momento y cuando eso suceda, la pelea habrá dado su último suspiro. Estuvimos viéndonos por cerca de veinte segundos, durante ese último lapso pudimos sentir una leve brisa de invierno pegándonos directo al rostro. Como si fuese una especie de despedida para el futuro perdedor.


    Sí… Incluso la madre naturaleza se apiadaba de los guerreros.


    ¡Era todo o nada!


    Cargué de inmediato contra Argot y sin pensarlo dos veces ataqué con una puñalada certera a su estómago. Para mi desgracia, el sable bloqueó mi movimiento y posteriormente dibujó un hermoso arco de arriba hacia abajo. Por suerte, alcancé a bloquearlo con el cuchillo en mano.


    Mi siguiente golpe no fue la gran cosa, simplemente lancé un tajo directo al cuello con toda la intención de provocarle un desangrado letal. Y de nuevo fallé, no me sorprendió en absoluto, pues un sable era más grande que una daga y podía cubrir mayor terreno con menor esfuerzo, además, a diferencia de las espadas, no eran tan pesados y se podían maniobrar con mayor agilidad.


    Chocamos nuestras armas en treintaicinco ocasiones para ser preciso, fueron cuarenta segundos infernales donde parecíamos estar coordinados para atacar, los objetivos eran simples: Órganos vitales y venas importantes, como ambos éramos expertos en anatomía humana ya sabíamos por default donde atacar y con qué movimientos bloquear. El resto era historia, nuestro intercambio de ataques parecía una danza folclórica más que un combate a muerte.


    Claro, eso dirían los novatos o las personas no acostumbradas a ver este tipo de eventos.


    En realidad, cualquier movimiento en falso significaba la muerte, no podíamos darnos el lujo de fallar, aún si estábamos a las puertas de la parca seguimos atacando sin retroceder.


    —¡Eres mío! —Finalmente uno de sus tajos logró sacarme la daga de la mano, sin embargo, cometió un pequeño error, ¡dejó libres mis piernas para un contraataque!


    —¡Error! —Evadí el corte con un giro de cadera, al hacerlo, vi pasar su hoja a pocos centímetros de mis costillas, en seguida, aproveché el impulso del giro para patear su estómago fuertemente y así ganar algo de distancia. Creí que eso sería suficiente para tumbarlo y poder recuperar mi cuchillo, pero me equivoqué.


    Argot no cayó, ni siquiera se movió a pesar de haber pateado su herida.


    Oh, mierda…


    Vi venir su ataque en cámara lenta, el sable de caballería se dirigía hacia mi corazón y no había nada que pudiese hacer para detenerlo. Cometí un error gravísimo: Subestimé su tenacidad, otro adversario habría caído víctima del dolor, o al menos buscaría recuperarse rápido y atacar por otro flanco. Argot no lo hizo, resistió mi último embate con fortaleza y debido a ello ganó una abertura definitiva.


    Este era el fin, su sable venía con toda la intención de matarme.


    Cerré mis ojos esperando mi muerte, para este punto ya no tenía arrepentimientos ni tristeza, probablemente Carmen morirá después de mí y al final se nos dará por perdidos en la selva. Pude escuchar el sonido de la carne siendo destrozada y cortada por el frío acero de su arma, sin embargo, el dolor repentino nunca vino.


    ¿Acaso la muerte era indolora?


    No, eso no podía ser posible, aún me dolían las heridas de la batalla.


    Un momento, acaso…


    No…


    —¡Roy, es tu oportunidad! —Carmen estaba frente a mí, protegiéndome, su tronco había sido destrozado por completo, pero sus brazos aún funcionaban, la chica sostuvo la muñeca de Argot con tanta fuerza que le rompió el brazo entero.


    —¡Suéltame! —gritó Argot, totalmente desesperado. Que Carmen interviniese no estaba dentro del plan. En un intento desesperado, Argot invocó una daga con su otra mano y sin piedad alguna apuñaló el rostro de Carmen repetidas veces.


    —¡Roy, no podré resistir por más tiempo! —La herida en las costillas de Argot se infectó y llegó al abdomen, para este punto, cada puñalada que mi adversario le daba a Carmen lo debilitaba más. Con las pocas fuerzas que aún tenía me puse de pie y concentré una pequeña llamarada en mi mano derecha.


    —¡Golpe del fénix sagrado! —Mi puño llameante conectó de lleno sobre la cara del enemigo, decapitándolo en un horrendo baño de sangre que preferiría no describir en gran detalle. Los sesos y trozos del cráneo salieron volando por todos lados, al punto de manchar varios metros a la redonda con su asqueroso líquido rojo. Sin una cabeza que lo mantuviese vivo, el cuerpo de Argot cayó hacia atrás.


    No hubo tiempo para celebrar mi victoria, de hecho, ni siquiera podía llamar a esto un triunfo como tal. Sujeté a Carmen en mis brazos, parte de mí se negaba a bajar el semblante para verla mejor. Su cuerpo estaba frío, como si estuviese abrazando un cadáver o algo peor.


    —¿E-Estás bien, cariño? —susurró Carmen, mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas y éstas cayeron sobre sus mejillas.


    —¿Cómo te puedes preocupar por mí en ese estado?


    —Porque ya no me duele nada, hace rato me moría del dolor, pero ahora simplemente siento un frío recorriendo mi espalda. —El estado de su cuerpo era terrible, tenía el torso repleto de cortes y sangre, incluso había perdido su ojo derecho. No obstante, lo más aterrador de este panorama fue su mirada, el hermoso ojo restante perdió su color original y en cambio, fue reemplazado por un gris oscuro que me aterraba.


    —Esto no puede ser verdad, Carmen, ¿te vas a regenerar, verdad? —Mi voz se quebró, para este punto ya me encontraba llorando y derramando incontables lágrimas sobre mi preciada esposa.


    —Ya no puedo curarme, Roy. —Cuando ella dijo esas palabras pude ver como unas pequeñas lágrimas cristalinas descendían por sus mejillas —. Las cadenas debilitaron mi alma y por ello no puedo curarme nunca más.


    —No, no, no, no, Carmen, ¡ya sé!, bebe mi sangre, toma todo lo que quieras, no me importa convertirme en un zombi o una marioneta sin voluntad. Quiero que vivas, que estés conmigo, ¡por favor! —No me importaba morir o convertirme en un monstruo si eso significaba salvar la vida de mi preciada Carmen, ella era única, no podía imaginar una vida sin tenerla a mi lado.


    —No servirá de nada, y-yo ya estoy en las últimas. Aún si bebo toda tu sangre solo prolongaré mi vida unas horas más. E-Esto es muy triste, Roy. —Las lágrimas de Carmen salieron constantemente de su único ojo funcional, me dolía verla así, ese llanto estaba repleto de frustración y tristeza —. N-No quiero morir, no quiero morir, Roy. Habían tantas cosas que deseaba hacer contigo, ¿qué pasará con Guillermo?, no… E-Esto no es justo.


    —¡No desaparezcas, Carmen!, te amo, cariño, te amo más que a mi propia vida, por favor, ¡no me abandones!


    —Tengo miedo… Roy, ¿qué me pasará cuando muera?, estoy asustada, muy asustada. —El cuerpo de Carmen se volvía más frío conforme pasaban los segundos, con sus últimas fuerzas la jovencita me tomó de la mano —. Ya no puedo verte, ni sentir tus caricias o tu mano… ¿Estás aquí, verdad?


    —Sí, estoy contigo, siempre estaré contigo, lo prometí cuando nos casamos, nunca me separaré. —Maldición, no sabía si mi voz podía escucharse o no, ya que me encontraba llorando como una magdalena, el verla así rompía mi corazón en mil pedazos. La mujer de mi vida se estaba yendo y yo no podía hacer nada para salvarla, ¡mierda!, que impotencia.


    —Aún puedo escucharte, cariño, ¿podrías escuchar la última historia qué tengo para ti?


    —Sí, escucharé todas las historias que quieras, mi dulce Carmen.


    —Había una vez una chica que nació siendo un vampiro, vivió su vida encerrada en lo más alto del departamento que operaba su madre. La chica pensó que estaría condenada a vivir sola el resto de sus días, encerrada en aquel balcón nocturno que le enseñaba las estrellas. —Carmen tocía sangre mientras hablaba, pero no quise detenerla ni preocuparla, simplemente seguí escuchando el cuento final que Carmen tenía para mí —. Cierto día, un joven hechicero llegó de tierras muy lejanas, de inmediato se sintió atraída por la chica y tras pasar tiempo juntos, se enamoraron y declararon amor eterno. Al chico no le molestó que su amada fuese un vampiro, los dos se casaron y vivieron muy felices juntos, años después tuvieron a su primer hijo y luego un segundo descendiente. Pasaron momentos felices, momentos tristes, pero nunca dejaron de apoyarse y así, vivieron el resto de sus días con total armonía. Fin.


    —Es una historia muy hermosa, Carmen, la mejor que has creado. —No supe cómo responderle, tenía todo un océano de lágrimas atorado en la garganta, en cualquier segundo iba a estallar más de lo que ya estaba.


    —M-Me hubiese gustado vivir esa historia, Roy. —Carmen volvió a toser sangre con más intensidad, para este punto su voz había perdido claridad y fortaleza, lo que antes era un canto angelical ahora no difería mucho de un susurro deprimente.


    —¡Carmen!, ¡no mueras!, no, no, no, no, no, no, lo siento tanto, si hubiese sido más fuerte nada de esto habría pasado. Fue mi culpa, Carmen, todo es mi culpa, debí haber llegado antes. —Perdí la calma, en ese momento mi llanto se volvió más escandaloso, al punto de ser un grito ahogado que resonaba en lo profundo de la selva. Me sentía terrible, el dolor de mi cuerpo no se comparaba en nada con el calvario que atravesaba mi corazón.


    —No es culpa tuya, amor mío, no hay un culpable de todo esto. P-Pero hay algo que me reconforta.


    —¿Qué es? —Dije entre sollozos.


    —En todas las historias que me leíste y que inventé, la damisela terminaba siendo salvada, aún si el héroe sacrificaba su vida para hacerlo. Con mi muerte no solo te salvé a ti, también a nuestro hijo y al resto de Santa María, ese hombre lo dijo, eventualmente yo habría asesinado a todo el pueblo, e-entonces, m-m-m-m-morir aquí… Me…Hace l-l-la heroína d-de nuestra historia, ¿verdad? —Aquellas eran sus últimas palabras, lo pude sentir porque la fuerza de su mano desapareció por completo.


    —Sí, eres la heroína de nuestra historia y de mi vida también. Tú me salvaste la vida en el último segundo, te lo agradezco, yo fui el príncipe en apuros y tú la valiente heroína que llegó para salvar el día. —Tras decir esas palabras continué llorando, esta era nuestra última conversación y yo deseaba prolongarla hasta el límite, sin embargo, Carmen no me respondió —. Te amo, Carmen, siempre te amaré, no lo olvides, por favor, te amo, aún si me convierto en un villano, aún si las penas de mi alma me consumen por completo jamás olvidaré mi amor por ti.


    —Es un alivio, gracias por todo, Roy, te amo. —A diferencia de la frase pasada, la voz de Carmen sonó tan natural que por un momento creí que sus heridas se habían sanado. Sin embargo, fue más una imaginación mía que un hecho real, para este momento, el cabello de Carmen había vuelto a ser negro, segundos más tarde, su cuerpo frío se desvaneció, como si fuese un montón de cenizas arrastradas por la brisa nocturna. En su lugar, solo quedaron las pocas ropas que sobrevivieron al combate y el anillo de compromiso que siempre portaba.


    No dije nada, me quedé parado como un imbécil mirando las ramas de los árboles y escuchando como lentamente los pájaros volvían a sus nidos con el peligro terminado. Carmen había muerto, mi preciada Carmen se fue para siempre, la única mujer que me podía hacer sonreír desapareció.


    Tardé en asimilarlo, creí que esto era una horrible pesadilla, pero no fue así, esto era real, tan real como el dolor de mis huesos y el vacío que atormentaba mi alma desde cero.


    —¡Carmen! —grité su nombre a todo pulmón, pero nadie me respondió —. ¡No! —Ese último lamento me deprimió todavía más, lentamente tomé su anillo entre mis manos y lo metí a mi bolsillo, posteriormente me puse de pie torpemente.


    Estaba devastado por la muerte de Carmen, pero también existía otro sentimiento en mi corazón, uno ajeno a la tristeza…


    Frustración…


    Esto era la mejor opción para el mundo, Carmen lo dijo al morir: “Mucha gente será salvada”, aquí ocurrió algo bueno y aun así, mi corazón se negaba a creerlo. Perdí a mi dulce esposa y ahora estaba condenado a una vida de tristeza, ¿cómo podía ser eso lo ideal?, este mundo estaba mal, muy mal.


    Es decir, una linda chica como Carmen debió morir para que miles de personas pudiesen vivir, el sacrificio de una vida inocente salvó a la gran mayoría. Y no solo eso, murió asesinada, ella fue cazada como una criminal injustificadamente, todo por sus orígenes, en el momento en que nació ya estaba condenada a morir de esta manera.


    Maldita sea, maldita sea, maldita sea, ¡maldita sea!, estúpidos vampiros, ellos eran los responsables de esta tragedia, si no hubiesen existido, Carmen habría nacido como una chica normal, o al menos, no hubiese tenido que vivir una vida repleta de tragedia.


    —No, los vampiros no son responsables de esto. —Ellos no tenían la culpa de nacer así, la naturaleza lo dictó de ese modo y su relación tóxica con los humanos fue solo el resultado de la evolución.


    Entonces, ¿de quién era la culpa?, ¿quién era el responsable de esta horrible tragedia?


    No era Argot, ni los inquisidores, tampoco el gremio que no brindaba protección a los vampiros u otros seres sobrenaturales.


    Sí, aquí la culpa recaía en el mundo entero, sus leyes, la forma en que las especies convivían entre sí y sobre todo, a la humanidad. Aquel concepto era ambiguo, ¿qué nos hacía realmente humanos?, ¿por qué matar era aceptable en unos casos y en otros no?, blanco y negro no eran definitivos, existían soluciones violentas para obtener la paz.


    Menuda contradicción, la humanidad estaba llena de contradicciones que no podían ser explicadas de ninguna forma. Matar para vivir, vivir para matar, conceptos opuestos que no podían estar separados.


    Al final, Carmen y yo jamás habríamos tenido la vida feliz que tanto anhelábamos, el mundo no nos lo iba a permitir. Joder, entonces, ¿por qué mierda nacimos?, si la persona destinada para mí iba a morir en ese horrible modo, hubiese sido mejor no haberla conocido nunca.


    —¿Pero qué carajo estoy diciendo? —Me di unas fuertes palmadas en las mejillas para castigarme a mí mismo —. Conocer a Carmen fue lo mejor que me ha pasado en la vida, maldición, que mundo más injusto, tener que arrepentirme de la cosa más feliz es deprimente.


    Cuando recuperé la movilidad en las piernas regresé a casa, por suerte aún faltaba una hora para el amanecer y debido a ello pude esquivar a los primeros jornaleros que ya se dirigían a los cultivos o mercados. Mi suegra escuchó la historia que le conté detenidamente y sin reprocharme nada solamente aceptó los hechos.


    Creí que iba a llorar descontroladamente por la muerte de su hija, pero pude notar en su semblante cierta melancolía, como si ya supiese lo que iba a pasar. Minutos más tarde comprendí que se estaba conteniendo para no hacerme sentir mal, pues pude escuchar sus llantos desde mi habitación. El pequeño Guillermo dormía en su cuna, al verlo comprendí que su vida iba a ser difícil de ahora en adelante.


    No podía permanecer aquí más tiempo, esos bastardos del Vaticano seguramente mandarán a más inquisidores por mi cabeza.


    —Lo lamento, hijo mío, pero no podré ofrecerte la vida que mereces.


    Caminé hacia el ropero de Carmen y observé el vestido europeo que guardaba en lo más profundo del mueble. Ella portaba ese atuendo la primera vez que nos vimos en el balcón nocturno, aquella memoria me hizo sonreír por un momento.


    —Ya no estás aquí…—Tomé el vestido entre mis brazos con tal de imaginar su calor otra vez, lo más doloroso de todo esto era que aún podía sentir su aroma entre las ropas. Carmen… Estabas aquí conmigo hace unas horas y ahora no te volveré a ver nunca más —. Carmen, Carmen…—Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas, ¿cuánto había llorado ya hoy?, cada lágrima que escurría por mis mejillas era un trozo de mi alma siendo destrozada por esta horrible realidad.


    Carmen no volverá jamás.


    Ni siquiera la magia podría traerla de vuelta, ya que su alma fue destruida con esas estúpidas cadenas.


    Estos malditos sollozos no paraban, quería dejar de llorar inmediatamente, pero cuanto más me esforzaba por hacerlo más lágrimas caían. Esa madrugada acabé por sacar toda su ropa del ropero, posteriormente la junté toda en una pila pequeña y la rodeé entre mis brazos. Su aroma aún estaba vivo, quería sentirlo una última vez, grabarlo en lo más profundo de mi cerebro para no olvidarla jamás.


    —Soy patético, realmente patético, ¿verdad, Guillermo? —Obviamente, el bebé no podía responderme.


    Me puse de pie otra vez, luego avancé lentamente hacia el peinador, ahí yacía mi diario personal como hechicero, en esa bitácora guardaba todos mis avances y vivencias. No obstante, arranqué una hoja en blanco.


    —Hijo mío, yo me iré para siempre de tu vida, si me quedo a tu lado solo encontraremos dolor y sufrimiento mutuo. Sé que me odiarás, pero con el tiempo sabrás apreciar mi decisión.


    Llené una pluma de reserva con algo de tinta y empecé a escribir la siguiente nota: “Guillermo, si estás leyendo esto significa que decidiste conocer tu destino. Eres miembro de un linaje antiguo de hechiceros, mis poderes corren por tus venas y es natural que tengas talento. Tu abuela no te contó de nosotros porque hacerlo significaba darle la bienvenida a esta vida, una vida llena de peligros y donde jamás podrás encontrar la felicidad. De todo corazón, espero que nunca leas estas palabras, pero si lo haces, acá encontrarás lo básico de nuestra hechicería, el fuego del fénix. Ya dejaré las notas para después, ahora te contaré mi secreto: Tu madre era un vampiro, te has dado cuenta que no sufres enfermedades y que eres más rápido que los demás. No temas, no morirás con el sol y nadie se dará cuenta de tu ascendencia, yo me encargué de matar al vampirismo cuando aún estabas en el feto de tu madre. Su nombre era Carmen y fue la mujer más hermosa que jamás conocí. Ay, disculpa… Si ves manchas en el papel, es porque estoy llorando en este momento. Tu madre murió el mismo día que yo escribí esta carta, ya no sé qué más decirte, solo discúlpame, hijo mío, disculpa que no haya estado contigo durante toda tu vida. No me conocerás, me aseguraré de jamás verte, pues no querrás ver qué tipo de hombre seré para ese entonces. Busca tu felicidad, si la encuentras en Santa María, bien por ti, si quieres irte a recorrer el mundo, también. En lo personal, preferiría que dieses fin al legado de los Alvarado contigo, la hechicería solo me trajo dolor, pero también me hizo conocer al amor de mi vida. Cuídate, estas son las únicas palabras que puedo darte, tu madre y yo siempre te amamos. El dejarte, fue la decisión más difícil que tomé.”


    Guardé la nota en un cofre mágico que cargaba conmigo, ahí deposité también lo básico de mis hechizos y un libro de hechicería básica. Si Guillermo deseaba seguir el mismo camino que yo, esas enseñanzas serán suficientes para guiarlo.


    A la noche siguiente dejé la habitación en blanco, mi suegra vino a despedirme a la puerta, ahora el pequeño Guillermo dormiría con ella.


    —¿En verdad tienes que irte? —preguntó la mujer, con un tono repleto de tristeza.


    —Sí, no es seguro para Guillermo ni para el pueblo que siga acá, ya he sido tachado de hechicero renegado. No tardarán en venir más inquisidores hasta acá, toma, te entrego la llave de mi cofre especial.


    —¿Qué hay dentro? —cuestionó.


    —Cuando Guillermo tenga edad para comprender las cosas, quiero que se la entregues. Él sabrá si quiere saber la verdad de sus padres o no, pero, si puedes desalentarlo todo lo posible a conocer sus orígenes, entonces me harías un gran favor. Personalmente, deseo que Guillermo viva una vida normal, sin peligros ni persecuciones. Lo que hay dentro de la caja es una nota escrita por mí, donde cuento la verdad detrás de Carmen y yo, también puse nociones básicas de hechicería, lo suficiente para que él inicie su propio viaje si así lo desea. Esconderé la caja en la selva, el lugar, no te lo diré para que él no te presione. —Le dediqué una sonrisa melancólica a la señora, ésta me respondió de la misma forma, seguramente Guillermo será energético y valiente, lo tenía en la sangre, después de todo.


    —Comprendo, es una pena que debas irte, Roy, gracias por haber hecho feliz a mi hija, no te culparé ni odiaré por lo que pasó, al contrario, estoy agradecida contigo. Ese inquisidor nos habría descubierto de todos modos y el daño pudo ser peor, además, Carmen fue feliz estando a tu lado, pudo conocer el amor aun siendo un vampiro. No creas que te guardo algún rencor ni nada de eso. —Aquellas palabras me hicieron sollozar un poco, a decir verdad, no me hubiese gustado irme con el odio de mi suegra por detrás.


    —Gracias por no odiarme, en serio… Muchas gracias…—Maldición, otra vez lloré y justo enfrente de mi suegra, al diablo se iba mi imagen de hombre serio.


    —Venga, no llores, jamás podría odiarte, Roy, somos familia. Me aseguraré de que Guillermo pase una infancia feliz, ¡estará a salvo conmigo!


    —Confío en ti, Esmeralda Francisca de la Luz. —Me di la vuelta y caminé directo a la puerta, no obstante, detuve mis pasos justo antes de salir —. Creo que es la primera vez que te digo por tu nombre.


    —Así parece.


    —Otra cosa que casi olvido, el nombre de Guillermo de ahora en adelante será Guillermo de la Luz, ya sabes, para evitar que lo relacionen conmigo.


    —Es una pena, Guillermo Alvarado sonaba mejor, pero está bien, obedeceré tu deseo, Roy.


    —Ahora sí, adiós, Esmeralda.


    Decidí dar una última vuelta por Santa María antes de irme, pasé por el mercado de frutas donde vendía mis productos a los comerciantes o señoras que pasaban al mediodía. Extrañaré el aroma a frutas frescas cada tarde y las sonrisas que me dedicaban los aldeanos cada vez que llegaba con una recolección excelente.


    Pasé también por el puesto de vigilancia, las casas de los vecinos y el pequeño campo de cultivo que yacía en el centro de la ciudad. Este lugar significaba mucho para mí, tener que dejarlo fue otro golpe a mi corazón que poco a poco desgastaba mi alma.


    Vine muchas veces a esos lugares junto a Carmen, mis preciadas memorias estaban aquí.


    Sin embargo, el último sitio que visité me dejó un vacío existencial que nunca más podré llenar. Sí… El lago de la revelación, fue aquí donde conocí el secreto de Carmen y también, el lugar que nos hizo más cercanos. Caminé hacia la orilla del lago y vi mi reflejo en él, al parecer, no se parecía en nada al de ese día.


    Mis ojos estaban rojizos por haber llorado todo el camino, lo mismo ocurría con mi semblante, carecía de esperanza y motivación.


    —A pesar de que nunca viste tu reflejo, déjame decirte, Carmen, eres hermosa. —Mierda, mierda, mierda, no de nuevo, ya no quería llorar nunca más, deseaba olvidarme de estos recuerdos tan tristes de una vez por todas y seguir con mi vida. Pero no pude, ¿cómo podía hacerlo en primer lugar? —. ¿Por qué ya no estás conmigo?, ¿qué hice mal para merecer este dolor?, no lo sé, si estás ahí, dímelo, por favor, ¡no quiero seguir sufriendo! —exclamé con todas mis fuerzas en busca de una respuesta, me conformaba con una excusa, una mentira, lo que fuese, solo quería encontrar algo para seguir adelante.


    Fue ahí donde una extraña idea surcó mi mente.


    ¿Qué hubiese pasado si el mundo fuese diferente?


    Un mundo sin vampiros ni odio, donde la elección correcta jamás deba cobrar la vida de seres inocentes.


    ¿En verdad podría existir un mundo así?


    —Un mundo donde tú y yo hubiésemos podido estar juntos.


    Sí… Definitivamente no había ningún error.


    El mundo debía cambiar, no yo.


    Y si debía explotar las contradicciones e incongruencias del mundo actual para lograrlo, entonces que así sea.


    Con un nuevo objetivo en mente, abandoné Santa María y me dirigí hacia lugares desconocidos. Muchos inquisidores trataron de matarme, pero yo era más poderoso, los aniquilé sin piedad y continué mis investigaciones por separado.


    ¿Cómo crear un mundo nuevo?


    Ese fue mi primer interrogante.


    Eventualmente dominé los pilares de realidad, aquella batalla contra Argot logró pulir los rasgos que faltaban a la técnica y gracias a ello, emulé uno de los diez hechizos arcanos: La inmortalidad absoluta.


    No entraré en detalles, simplemente diré que los pilares tenían el acceso a la inmortalidad natural, es decir, no moriré nunca por la edad y al mismo tiempo, me dio el poder de manipular mi apariencia. Podía verme como un hombre joven todo el tiempo, un anciano, un niño, no importaba la forma que tomase, pues mi alma ascendió a un plano mucho mayor.


    Con el hechizo arcano dominado, gané el título de mago y las personas comenzaron a temerme todavía más, algunos hechiceros decían que yo solo era una leyenda, un mito nacido a través de mentiras. Pero no, para su desgracia… Yo era muy real.


    Finalmente, el nombre de Roy Alvarado fue olvidado por los anales de la historia, se podría decir que Roy murió cuando abandonó Santa María. En su lugar, pasé a llamarme… Wiccato, el mago de la realidad.


    Fin del capítulo 4

    La historia ha terminado, sin embargo, falta un pequeño epílogo, muy corto, donde se dará por cerrado el argumento. No diré spoilers, los que ya son lectores míos o leyeron Maho, seguro sabrán el enorme plot twist que acaba de pasar, los que no xD, les recomiendo leer Crónicas de una Maho Shoujo, lo pueden leer en esta misma página c:

    ¿Qué les pareció la historia?

    ¿Cual escena les gustó más?

    Un saludo a todos c: nos vemos en el epílogo.
     
    Última edición: 23 Marzo 2017
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  11.  
    J.Nathan Spears

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    ¡La Concha de la lora! D: la pelea fue brutal y agotadora… bien narrado todo, con detalles. Creo que al leerla ya me siento agotado X__X

    En serio, nunca esperé que Roy Alvarado pasara a llamarse Wiccato, el Mago de la Realidad. Y bueno, después de acordarme de Flores Entrecruzadas y las atrocidades que él hizo ahí... me parece increíblemente extraño el que Roy fuese un hechicero muy bueno de corazón.

    ¡Y coño de la madre! Esmeralda Francisca de la Luz... No sabía que esa mujer mayor fuese del mismo clan que nuestra adorada y moe Esme-chan OuO. Eso sí que me agarró por sorpresa y también el que fuese TAN comprensiva para borrar todo rencor hacia Roy.

    En serio, Carmen no merecía morirse así... pero al menos dejó este mundo feliz, ya que se podía considerar la heroína de una historia.

    Tal como dijo Batman... o mueres siendo un héroe, o vives lo suficiente como para volverte un villano... aunque para mí, desde ahora, Wiccato se considera un anti-villano. Ay, Wendy... en cuanto te enteres... xD

    Ahora a esperar el epílogo pacientemente -w-U. Gracias por ese bello y triste episodio ;)
     
  12.  
    LizzaRade

    LizzaRade Sombra online

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    Ahora si he llegado, ya se me pasó el cabreo por lo de Carmensita... alv aún no lo supero, ella no se merecía morir T.T Aunque me lo esperaba desde que mencionaron que ya no se podía regenerar en el capítulo anterior.

    Así que... para entender mejor tendré que leer tus otras historias para así ver que pasó después con Roy... digo, Wiccato.
     
  13.  
    George Asai

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    Bueno, dejo el epílogo de esta obra, espero les guste.



    Epílogo: El plan definitivo


    El primer paso de mi plan consistió en buscar una manera de cambiar al mundo, para ello viajé alrededor del globo en búsqueda de cualquier método factible para llevar a cabo el objetivo. Tardé cerca de noventa años en encontrarlo, pero lo conseguí, justo antes de la primera guerra mundial hallé un escrito de hace mil años, el cual decía lo siguiente: “El ente sobrenatural conocido como Alastor cayó ante el avatar de Gaia, su fuerza era abismal, el mundo tuvo que elegir a un contenedor humano para manifestarse y eliminar la amenaza por sí mismo”


    El escrito mencionaba también las condiciones para que un avatar de Gaia pueda manifestarse:


    1- El mundo debe estar en peligro inminente.


    2- El lugar de su nacimiento debe estar repleto de energía mágica, dicho de otro modo, un avatar de Gaia solo puede nacer en terreno maldito.


    3- El avatar de Gaia solo podrá nacer si la fuerza del destino es incapaz de detener la amenaza.


    Solamente debía cubrir esos tres requerimientos para hacer nacer un avatar, ¿y para qué lo necesitaba?


    Muy simple.


    Para usarlo como sacrificio.


    El ritual de los siete anillos, un hechizo que iba más allá de los arcanos y fue olvidado por la historia misma. Encontré otro pergamino escondido en una cueva ubicada en lo más profundo de los Alpes, en él aprendí los secretos del ritual, en sí no era muy complicado, cualquier hechicero decente podría efectuarlo sin mayor problema. El único inconveniente era el combustible, necesitaba una absurda cantidad de energía para efectuarla.


    —Esto es imposible. —Leí la teoría muchas veces, en búsqueda de algún método alternativo de efectuarlo, pero fue inútil.


    Necesitaría el poder de millones de personas para lograrlo y para desgracia mía, carecía de un contenedor lo suficientemente fuerte. Solamente el avatar de Gaia podría soportar esta carga y para ello, necesitaba hacerlo nacer.


    En fin, ¿qué hacía el ritual de los siete anillos?, fácil, creaba una puerta hacia la cuarta dimensión, un lugar que estaba más allá del plano existencial y nos ofrecía la posibilidad de ir más allá del tiempo y el espacio. La realidad estaba conformada por tres dimensiones, el mundo por sí mismo era como una caja cerrada, es decir, dentro de la caja existían millones de posibilidades, infinitos mundos alternativos que se ramificaban por los sucesos y elecciones que ahí sucedían.


    La teoría del gato de Schrödinger logró descifrar mi investigación veinte años después y efectivamente, lo que sucedía a nuestro alrededor era una de las infinitas posibilidades que ofrecía la caja misma.


    Por ejemplo, a lo mejor existía un mundo donde Carmen no me conoció.


    Quizá en otra línea alternativa, Carmen no murió y yo jamás inicié esta cruzada idealista.


    No obstante, como los factores que provocaron su muerte eran demasiado fuertes (nacimiento de los vampiros, creación del Vaticano y muchos más), resultaba imposible que mundos con esta ramificación existiesen. Entonces, ¿cómo crear un mundo donde esas ramificaciones lograran ser posibles?


    Abriendo la caja y depositando las ramificaciones que yo deseaba. No estaba interesado en crear un multi universo, pero aquello iba a ser una consecuencia natural de mi plan maestro.


    Si lograba acceder a la cuarta dimensión, tendría la capacidad de abrir la caja que representaba el mundo de las tres dimensiones y ver lo que sucedía dentro de ellos, es decir, tendría acceso a todas las ramas sin excepción. Se podría decir que alcanzaría el nivel de un Dios…


    Ser capaz de ver todas las líneas alternativas y manipular el destino de la gente era de por sí un objetivo enorme. Pero yo quería más, de nada me servía controlar un mundo ya podrido, pues las bases de la humanidad no cambiarán jamás, aún si me volvía un ser omnipotente, la naturaleza humana continuará de la misma forma. Existirán las injusticias, los problemas y sobretodo, las decisiones correctas que conducen al dolor de personas honestas, como Carmen.


    Solucionar este inconveniente no era tarea fácil, por muchos meses traté de encontrar una respuesta teórica para lograr este objetivo. En un principio pensé en reiniciar la historia, es decir, cortar todas las ramificaciones y empezar de cero, sin embargo, descarté la idea inmediatamente.


    Los humanos eran expertos en repetir los mismos errores, reiniciar el mundo solo me traería más trabajo y decepciones. Fue ahí donde comprendí a donde debía apuntar.


    Los seres vivientes.


    O para ser más claro, a la humanidad misma y todas las razas inteligentes que habitaban el mundo. Si alteraba el inconsciente colectivo de los seres humanos y eliminaba para siempre el concepto de ying-yang, entonces podría determinar resultados más justos.


    ¿Y esto qué significaba?


    Los humanos a veces cometían actos malvados por un bien mayor, de igual forma, los hombres malos de vez en cuando ayudaban a los inocentes para provocar males superiores. Esta dualidad de: “Sin luz no hay oscuridad y sin oscuridad no hay luz” fue lo que llevó a Carmen a la tumba.


    ¿Qué tipo de mundo desgraciado permitía la muerte de inocentes como salvación final?, los sacrificios eran injustos. Carmen no merecía morir de esa manera, en lo más profundo de mi corazón me negaba a creer dicho resultado, el mundo era el equivocado, yo tenía la razón. Y esta teoría me respaldaba.


    —Voy a cambiar a la humanidad.


    Ya tenía por fin un objetivo claro, resetear a la humanidad, no a la historia humana, eliminaré por completo las ambigüedades que existían para que los asesinatos por bienes mayores no ocurriesen nunca más. Matar siempre será un pecado, las personas buenas nunca sufrirán, si…


    ¡Crearé la utopía perfecta!, aún si manchaba mis manos con sangre inocente, menuda hipocresía la mía, pero el mundo aún no cambiaba, ¿qué tenía de malo emplear sus reglas hasta el final?, sacrificar a la minoría por el bien mayor. Millones de vidas se salvarán cuando la humanidad pierda su concepto y se vuelva una masa blanca o negra, cien por ciento manipulable. Carente de ideas externas o confusiones, las cosas tomarán solo dos colores: Blanco y negro, sin esa mancha opuesta que daba a la humanidad un toque de malicia/bondad.


    El siguiente paso de mi plan era el más difícil: Evadir el destino.


    A Gaia no le hacía gracia que la resetearan o le hicieran algo a la humanidad, no porque les tuviese estima o porque el inconsciente colectivo fuese algo de vital importancia para ella. Simplemente era un dolor de cabeza gigante el tener que lidiar con un cambio tan radical y como cualquier ente pensante, el mundo tenía sus anticuerpos.


    Y su principal arma era el destino mismo, si Gaia detectaba mis verdaderos planes podría echarlos a perder poniendo a la suerte en contra mía, ya sea con un accidente, que un héroe me mate o ese tipo de cosas. Cualquier otro mago arrogante habría desafiado a Gaia y mostrado sus intenciones desde un inicio.


    Para desgracia del mundo, yo no era un estúpido.


    Un ejemplo claro de la fuerza del destino ocurrió hace mil años, cuando el imponente mago conquistador trató de dominar al mundo con sus conocimientos mágicos. Su fuerza era incomparable, ningún ser humano podía vencerlo, ni siquiera vampiros, elfos o ninfas estaban a su altura. Planeaba controlar a los humanos y volverse un Dios vivo, ascender más allá del mundo mortal para convertirse en una deidad de la carne.


    A Gaia no le hacía gracia volver a la época donde los humanos se volvían Dioses, por ende, manipuló el destino de un muchacho para volverlo un héroe capaz de vencerlo. Básicamente, hizo trampa, el chico superó incontables pruebas que solamente alguien repleto de bendiciones podría afrontar y al final, este sujeto mató al mago en un combate individual, ahorrándose así un proceso largo y fortuito. El nombre de este hombre era Saint George o San Jorge, el guerrero humano más fuerte que ha pisado la faz de la tierra.


    Un paladín de Gaia, por así decirlo, alguien ajeno a su voluntad, pero manipulado por las fuerzas del destino para detener una amenaza inminente. Aquello pasó por la arrogancia del mago, andar por ahí esclavizando pueblos cada día llamó la atención de Gaia y de inmediato actuó.


    Yo no cometería el error de aquel mago imbécil.


    Desde un principio mantuve mis intenciones ocultas, Gaia no leía pensamientos ni descifraba ideas, simplemente se movía sobre la marcha. Para dar un ejemplo más claro, su sistema inmune no reaccionaba ante la idea de resetear la mentalidad humana, sino a la acción misma. Al igual que el sistema inmunológico de los seres vivos solo reaccionaba cuando la enfermedad entraba al organismo y no por escuchar de X padecimiento.


    ¿Cómo engañaría a la tierra misma?


    Este punto de mi plan era el más tedioso.


    Antes de forzar el nacimiento de un nuevo avatar, tenía que reunir una cantidad exagerada de energía mágica. El conseguirla de un golpe me traería problemas, pues Gaia fácilmente usaría el destino para joderme de alguna manera, por ende, preferí la opción más lenta: Camuflar todo.


    Para mi buena suerte, estalló la primera guerra mundial, un conflicto armado que dejó incontables muertos y dañó para siempre la historia universal. Armas mortales nacieron, dejando a su paso pueblos destruidos, huérfanos hambrientos y una sombra siniestra ocultándose desde la distancia.


    —Es el momento de actuar.


    Cuando el conflicto terminó me dediqué a buscar niños lastimados psicológicamente por la guerra, sus mentes estaban rotas, no podían pensar con claridad y además, un resentimiento deprimente nació en sus corazones. Yo les ofrecí la salvación, la oportunidad perfecta de empezar otra vez para colaborar con un fin mayor.


    Sí, en 1920 fundé: “La Secta”, una organización cuyo objetivo aparente era crear un mundo mejor, sin guerras, ni hambrunas. Para ello, salvé a muchos niños de la muerte. Los pequeños me veían como a un Dios, pues jamás imaginaron ver a un sujeto capaz de mover objetos y detener las balas, me bastaron solo unos cuantos trucos mágicos para tenerlos en mis manos.


    Trasladé a todos esos infantes hacia una isla desierta en medio del océano pacífico, a decir verdad, dicho pedazo de tierra no existía, yo mismo lo creé de la nada usando magia, por ende, no podía ser encontrada en los radares ni mapas universales. Estábamos bien escondidos de la sociedad, ahí comencé a entrenarlos en las artes mágicas, marciales y tecnológicas. Para el año 1930 ya éramos más de quinientos mil miembros activos, algunos dentro de la base y otros reclutando a personas desafortunadas en los países más pobres.


    Luego, en 1939 estalló la segunda guerra mundial, este conflicto fue todavía peor, dejó muertes horribles y además, la humanidad superó a la hechicería por un momento. Incluso yo quedé atónito cuando vi caer la bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, el panorama fue desolador, no había nadie a quien reclutar ahí, porque sencillamente no quedó nada.


    ¿Era necesaria tanta maldad?, de nuevo la respuesta era sí.


    Los japoneses eran guerreros por naturaleza, cuando viajé ahí en la era Meiji, me di cuenta que sus habitantes poseían un instinto marcial inusual para los tiempos modernos. De no haber lanzado las bombas habrían peleado hasta el último hombre y las bajas hubiesen sido peores que las causadas por las bombas.


    La acción correcta traía muertes otra vez, el mundo solo me estaba dando la razón, sin importar la época o el lugar, las consecuencias seguían siendo las mismas.


    La Secta creció y creció a espaldas de las organizaciones más grandes del mundo, después de todo, actuábamos bajo las sombras. No obstante, para el año 1970 nos dimos a conocer a nivel mundial, el Vaticano al principio no nos tomó como una amenaza, pero los gremios mágicos sí mostraron hostilidad abierta desde un principio.


    El hecho de que un mago tuviese un séquito gigante era alarmante y muchos caza recompensas trataron de asesinarme. Obvio, todo fue en vano, mi nivel ya estaba mucho más allá de un mortal, a veces dejaba ir vivos a los asesinos para que estos contasen a los miembros de los gremios la magnitud de mis poderes.


    Por fin, luego de casi un siglo, la siguiente parte del plan entró en acción.


    Dibujé el circulo de invocación para el ritual de los siete anillos debajo de la base, nadie se percató de mis acciones, ni siquiera los miembros mejor entrenados de La Secta, en cuanto lo hice Gaia detectó la amenaza y por fin dio nacimiento a su avatar, para su desgracia, desactivé las corrientes energéticas justo en el momento en que sentí la creación del avatar. Como consecuencia, el avatar nació incompleto, pues la tierra seguramente creyó que la amenaza fue falsa y no era necesario dotarle de más poderes a su representación hecha carne.


    La fecha: 26 de noviembre del año 1993.


    Menudo error…


    Gaia cayó redondita en mi trampa.


    Sí… ¡Logré engañar al planeta!


    Años de planeación y dedicación estaban dando frutos.


    Cuando busqué a la persona que nació como el avatar de Gaia me llevé una sorpresa, era una niña, sus padres la llamaron Esmeralda de la Luz, el mismo nombre y apellido que mi suegra alguna vez tuvo. En pocas palabras, el avatar era una descendiente mía, ¡menuda ironía!, pero había más, su lugar de nacimiento fue en una ciudad pequeña llamada Juan Álvarez. Sitio que hace dos siglos se llamaba…


    Santa María.


    ¿Coincidencia o destino?


    Ya nada de eso importaba.


    —Muy bien, Esmeralda, en pocos años serás la llave que abrirá las puertas a un mundo mejor. ¿No es genial, Carmen?, todo terminará en el mismo lugar donde comenzó, solo que esta vez, yo seré el triunfador, hahahahahaha.


    FIN

    Y con esto se termina la historia, para saber el destino del plan y si funcionó o no, lean Crónicas de una Maho Shoujo, ahí verán la resolución final de este conflicto.
    ¿Qué les pareció el plan?
    ¿Qué opinan del sistema de Gaia en general?

    Gracias por leer c:
     
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  14.  
    LizzaRade

    LizzaRade Sombra online

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    Y esta es la parte en donde entró y le mando tremento cachuchazo a Roy... Carmen no habría querido esto, una lastima que almas en un principio bondadosas sean las primeras en caer en oscuridad.

    Repito, tendré que leer Flores Entrecruzadas, porque esta precuela me encantó de principio a fin.
     
    Última edición: 27 Marzo 2017
  15.  
    J.Nathan Spears

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    Y esta es la parte en donde miles de grammar nazis te darían a ti por culo xD. Yo no -w-U. Sé que todo mundo puede tener un dedazo :P

    Pero en fin, el epílogo no fue tan breve, pero sí que lo fue comparado al resto de la historia xD... jejeje. Ah, Wiccato valiéndose de la dicotomía de los extremos para reforjar a la humanidad. Vaya que es un concepto interesante, pero no va conmigo, puesto que es imposible que los inocentes dejen de morir. Quizás es solo por la mera suerte... aunque igual entiendo que Wiccato estuviese totalmente enfadado e iracundo contra ese mismo concepto.

    Bueno, al menos hiciste un trabajo admirable al conectar esto con tu fanfic de Maho Shoujo... vaya experto te has vuelto.

    Y no sé qué más decir... me has dejado sin palabras con esto owoU
     
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  16.  
    Andrea T

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    Leo y comento como mil años después pero ya lo hice.
    La verdad estoy sin palabras, no me esperaba nada de esto, ¡¡Roy es Wiccato!! En mi vida lo hubiera pensado, ¡toda esta precuela está increíble! Me muero, en serio es lo mejor, te quedó increíble, ¡me encantó!
    ¡Ahora a leer maho! >w<
     
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  1. Marina
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