FanficsLandia La Alhambra

De: Lucho

Para: su amiga invisible, Amane <3

La Alhambra (LocasShipping)

Y al fin sonó el despertador. Su maravilloso sueño coreano acababa ahí, Jimin se desvaneció al escuchar el dichoso pitido que, día a día, le anunciaba que otra dura mañana la esperaba. Pero no cualquier mañana, no: hoy tocaba una excursión, lo que ella interpretaba más como un suicidio. Por… ¿cuántas iban ya? ¿Cinco? ¿Seis? En fin, por enésima vez debían visitar el tan famoso monumento de la capital, la Alhambra, donde el aire corría y las temperaturas no eran precisamente de su agrado.

Aún adormilada y con Jimin en su cabeza (lo cual tampoco era muy inusual, a decir verdad) comenzó su rutina mañanera. Previendo el frío, se abrigó bien: una bufanda de un color rojo, quizá algunos la considerasen de una tonalidad más violácea, pero a fin de cuentas roja, a juego con sus guantes, y un abrigo de lana blanco. Y, cómo no, aquellas estupendas botas, ¡cuánto le gustaban! Tan marroncitas, tan calentitas… Pero, sobre todo, ¡tan divinas!

Acabados los preparativos se dirigió al instituto junto a su amiga Paula. De allí partirían hacia su destino, donde les darían una exhaustiva explicación acerca de la construcción. En un principio, la actividad no estaba pensada para todos los alumnos, pero en un afán de fomentar la cultura por parte del director de su instituto, el profesor de historia que les guiaría en este recorrido (a todo esto… ¿desde cuándo tenía título de guía ese señor?), se hizo extensiva a todos los estudiantes que cursasen segundo de bachillerato.

En el autobús Paula y ella no pararon de hablar. “Oye, ¿mañana vamos a ir al cine?” “¿Y qué me pongo? ¿Te gusta el vestido negro?” “OMG OMG OMG HOY HE SOÑADO CON JIMINUIHIAUBAaubFob”; lo normal. Sin embargo, toda la diversión y toda la charla quedó interrumpida al comenzar la visita por los palacios. Ahora debían permanecer en silencio, y escuchar atentamente todo lo que dijese su profesor. Porque claro, estaban ahí para aprender, ¿no? ¡Y vaya si aprenderían! Saldrían de allí siendo otros, reformados, con unos conocimientos sobre su cultura, su ciudad y su histoJAJAJA, bueno, casi.

Porque no, ni eso podría pararlas. Seguían juntas, hablando, fangirleando, quizá hasta diciendo cosas con sentido. El profesor las mandó calla en más de una ocasión, de hecho, las había amenazado con informar de su conducta a sus padres si no se tranquilizaban, pero ellas pasaban de él.

En cualquier caso y por si las moscas, decidieron bajar el volumen: si iban a hablar, por lo menos que no las pillasen. El tema de conversación había cambiado bruscamente, y ahora hablaban sobre yaoi. ¡Y con eso tenían para horas, vaya que sí! Porque desde que Álvaro y Diego hicieron pública su relación no pudieron volverlos a ver con los mismos ojos. Ahora molaban más, hasta les habían empezado a caer bien.

—ES QUE ES QUE ES QUE OMG, PAULA. ES QUE SE AMAN, YO LO SABÍA. LA OB, PAULA, LA OB. OB DE OWBW, TE LO DIJE, ES QUE OMGGG.

—CLARO QUE SE AMAN, ¿TÚ LOS VES? JAJAJA SI SE DESEAN, ESTÁN DESEANDO QUEDARSE SOLOS PARA… —Aquí Paula calló, pero realmente no hizo falta que terminase la frase. Había entendido perfectamente lo que continuaba, reforzado por la cara de pervertida que había puesto Paula al decir aquellas palabras. Esa mirada pícara y esa sonrisa de pecado: el vivo retrato de la luna negra de WhatsApp personificado.


Tras largas e interminables horas, la visita llegaba a su fin. Apenas un par de minutos de minutos restantes para poder entrar al autobús, donde tan calentito se estaba…

Y, cómo no, tuvieron que liar alguna.


—¡AAAAAAH! —gritó Gabi de repente. Los presentes allí se voltearon a mirarla ante el súbito grito, su profesor el primero. Si las miradas pudieran matar, aquellas dos chicas hubieran dejado de incordiar al hombre hace muuuucho tiempo…

—¿¡Qué ocurre ahora, Gabi!? —preguntó sumamente enfadado el director

—Ha sido culpa, mía, perdón, —trató de excusar Paula a su amiga--, estaba bebiendo y se me cayó la bot…

—¿¡ESTOY HABLANDO CONTIGO!? —fue interrumpida de manera brusca.

—¡Oye, ni se te ocurra volverle a hablar así a Paula! —refunfuñó Gabi.

—… —Ante la atónita mirada del resto, la chica había salido en defensa de su amiga. ¡Quién se creía ese carcamal para gritarle a su mejor amiga!—. Está bien, está bien. Cuando lleguemos de vuelta vas a venirte conmigo al instituto en vez de irte a casa. Ya no os aguanto más por hoy, ¡y en el autobús os sentaréis cada una en una punta, he dicho!


Por mucho que intentasen replicarle, sería inútil. Él era el director y lo único que conseguirían con aquello sería una expulsión, quizás hasta permanente. Y estando en segundo de bachillerato se jugaban mucho…

A la vuelta, Gabi fue arrastrada con el profesor para una buena reprimenda. El sermón duró como media hora, pero no salió hasta pasadas media hora más como castigo. Que si estaban en un lugar público, que si tenían que dar una imagen, que si ya era mayorcita… Y por su puesto, su madre fue puesta al corriente de todo en seguida. ¡La que le iba a caer cuando llegase a casa! Pero lo peor no era eso, lo peor era que ya casi habían dado las cuatro y aún no había comido nada desde el desayuno.

Cuando por fin fue liberada, se encontró con lo único que podía animarla en ese momento.


—¡Paula, qué haces aquí! ¡Que ya son las cuatro cacho loca!

—Pues esperarte, ¿tú que crees? ¡Encima que te he metido en este lío te crees que me voy a ir a casa sin ti, JA! —Esas palabras provocaron un ligero rubor en Gabi, quien no tardó mucho en correr a los brazos de su amiga y abrazarla—. Y dime, ¿qué pasa al final?

—Pues me libro de la expulsión, pero se lo han contado a mis padres, diciendo que mi actitud fue intolerable durante toda la visita, y que me atreví a levantarle la voz a un profesor, y yo qué sé qué más, tampoco me importa lo que diga ese carcamal. Cuando llegue me matarán, pero who caaaaares…

—Para eso, primero, debes llegar a casa. –Paula agarró del brazo a su amiga y tiró con fuerza de ella—. Así que, hasta que se les pase, ¡te vienes a la mía! A mis padres seguro que no les importa, ¡y hoy comemos macarrones, que sé que te gustan!


A Gabi el plan le pareció una locura: si no aparecía por su casa la iban a matar. Así que, como no podía ser de otra forma, aceptó. Ya tenían plan para esa tarde.


—¡Oye, oye! ¡Vamos a hacernos una foto, Paula, que en todo el día no nos hemos hecho ninguna! —sugirió de repente la chica. Con sus poses más raras, su felicidad quedó plasmada. ¡Bendita hora en la que se le había caído la botella de agua a Paula sobre su abrigo!



Rápidamente, Gabi compartió la foto con sus amigos de FFL. Todos eran muy importantes para ella, y ella era muy importante para todos, sin duda.

“La mejor excursión de mi vida”, fue el comentario que dejó junto a la imagen.

Y tras esa intervención, no volvieron a saber de ella hasta mucho después.