Una Historia Real

[Basada en echos reales]


Capítulo 1 - Lo que soy

Quizás nunca lo llegue a entender, ¿o es que acaso solo fuí yo el único culpable de todo?. Mi nombre es Kôtaro, también conocido como Kouta. Tengo 16 años y curso segundo de secundaria por segunda vez en la escuela Tsukahara. Las personas que mejor me conocen; mi familia, dicen que soy una persona egoísta, cabezota, terca, constante en lo que me interesa (así me va en los estudios), egocéntrica, descarada, desenfocada, competente, insistente, envidiosa, rebelde, caprichosa.. Bueno,bueno, creo que solo estoy diciendo algunos de mis miles de complejos. Sin embargo, también me consideran una persona cariñosa, extrovertida, simpática, presumida, dulce, amable..

Físicamente soy alto, delgado, de piel más o menos pálida, de cabello castaño oscuro y ojos color chocolate. Buen estudiante si me aplicara más, pero no manejo bien eso de leer libros de texto, así es que me encuentro repitiendo curso. Japonés desde mi nacimiento y nunca e salido del país, y por el momento, ni quiero.

Por lo que se ve, soy todo un figura eh. Pero no por esto que dicen mis familiares, ya os vayáis a creer que todo es cierto, aunque bueno, en parte sí, pues no llevo más que hablando de mí desde hace un ratito.

Vamos a lo que vamos, quería relatar en este cuaderno antes de que acabase el curso, todo lo que me a echo pensar que me encuentro prácticamente solo con mis sentimientos. Yo no quería que todo acabase de esta forma, pero la vida da muchas vueltas y no todas acaban cogiendo el mismo camino y mucho menos, la misma salida.

Todo comenzó cuando la conocí, si, a ella. Ran era compañera de mi misma clase a principios de curso en mis primeros días en la escuela secundaria. Nunca pensé que me fijaría en ella, ya que nunca antes lo hice y ya sabía de su existencia en la escuela primaria. Siempre fue la típica chica anti-social, apartada del mundo, por así decirlo. Vestía con ropas extravagantes a conjunto de oscuros y antiestéticos peinados, para mi opinión. Sí, tampoco me considero un sexymbol o un rey de la moda, porque tampoco es que vista con ropas caras ni muchos menos, glamurosamente, pero se distinguir entre bien vestida y una cortina de abuela. Aunque también tengo que reconocer que, en esos tiempos, yo era algo tiquismiquis y aun no tenía una personalidad muy bien definida.

 

Capítulo 2 – Llegando a tí


Los primeros días de clase.
Llegó el tan ansiado día en el comenzaba el curso, así que decidido entré en el centro y me acerqué a las listas a ver con quién me había tocado en clase. Hasta ahora pocos conocía, salvo dos o tres. Llegué al final de la lista y allí estaba, esa chica. Suspiré y con paso firme, me fui a mi correspondiente clase. Entré y me senté en el primer pupitre que pillé libre. Unos minutos más tarde comenzaron a entrar los demás alumnos, incluida ella y detrás, nuestra profesora. Todos se iban presentando de uno en uno, llegando así mi turno y luego, el de aquella chica en la cual no dejaba de fijarme. Su nombre es Ran Katsuya, tenía mi misma edad pero, por desgracia, era más alta que yo, con el cabello castaño, largo y ondulado y unos pequeños ojos color miel. Su aspecto era algo más descuidado que cuando en primaria, pues parecía vestir con la primera ropa ancha que encontraba en su armario, lo que le hacía parecer masculina. ¡Ah! Se me olvidó decir que, este es el único instituto de la zona que permitían vestir sin uniforme, lo que ya era un logro, pues es totalmente incomodo, dicho por todos los alumnos incluyéndome a mí.


Una vez acabó la profesora de darnos la típica charla de ''bienvenida'' a los nuevos, éramos
libres para volver a nuestras casas. Pero antes de irme, quise saludar a Ran, al fin y al cabo, si no me presentaba ahora, tenía que hacerlo más adelante.

-¡E-Ey!- conseguí captar su atención, pensé en ese momento algo como '' ¡Toma ya! ¿y el premio?'' ya que era la primera persona desconocida que se acercaba a ella, pues al parecer, tenía un pequeño grupo de amigos en la clase con los que sí parecía entablar una conversación. Bueno.. 2 personas y ella, tampoco es para tirar cohetes. -Mi nombre es Kôtaro, pero puedes llamarme Kouta. ¡E-encantado! .- mi tono de voz era algo nervioso así que opté por calmarme. Sí, era la mejor opción, ni que la chica me fuese a matar, aunque su cara era bastante linda, tenía una mirada de psicópata desquiciada...ups, creo que me pasé un poco, no os penséis nada malo, creo que lo exageré.

-Um..- a todo esto que asintió con la cabeza, seguido de ese.. tan .. profundo.. ''um'' , el cual interpreté como un ''Hola''. Oh dios, me volví a poner nervioso; normal, seguía sin entender como alguien podía hablar con esa chica una larga conversación, pues me imagino que sus respuestas serían algo como ''ah.., si.., claro.., um..'' . - Mi nombre es Ran, Katsuya Ran.- entre tanta tensa conversación, decidí romper el hielo con otro tema.

-E-em.. etto.., ¿piensas apuntarte a alguna actividad extraescolar ..eh?

-Ah.. si, claro..um - ¡BINGO! Efectivamente, estaba en lo cierto. Si es que soy adivino.

-Bueno.. p-pues, debo irme, es tarde, ¡nos vemos mañana en las clases! - me despedí de ella torpemente, pero con una sincera sonrisa.

-Ah.. ¡a-adiós! - dijo con su tan serio rostro.

Encendí mi Ipod y comencé a escuchar música de vuelta a casa, como de costumbre, ya que había un buen trecho, y es que la música forma parte de mi existencia en este incomprendido mundo. Hay que ver, que melodramático que soy. Por fín llegué al portal de mi piso, saqué las llaves, abrí la cerradura y subí por las escaleras, parecía que hoy tenía ganas de andar, pues ignoré la existencia de que tenía un bonito y hermoso pero pequeño ascensor.

Abrí la puerta y entre en mi espacio vital. Mi madre estaba preparando el almuerzo, que olía a gloria y mi padre estaba en el trabajo y mi hermana, en la escuela superior, estudiando fotografía y diseño. Dejé los botines en la entrada.

- Buenas~ ..- entré al salón escuchando un ''bienvenido, no enciendas el ordenador y ven a comer, que te conozco'', paseé por el pasillo para más tarde, entrar en mi cuarto y soltar la maleta bruscamente en el suelo, como el que no quiere la cosa.