Un inesperado regalo [Baúl de los Recuerdos]

Publicado por Ichiinou en el blog El baúl de los secretos de Ichiinou. Vistas: 307

Había sido un día genial, había estado con mi familia y ahora estaba con mi mejor amiga, esa pequeña persona que con sus mofletes sonrosados y su adorable hermana, que aunque tenía un carácter más fuerte, no dejaba de ser aquel tierno bebé con ojos saltones y aquella marca rosa de nacimiento en la frente, que ahora ya no tenía, pero que yo nunca olvidaría. Era genial estar con ellas, daba igual el tiempo que pasase sin verlas, siempre, cuando las volvía a ver, me sentía como en casa.

Hablamos de cosas mundanas, del tiempo, de tonterías, de series, de gustos, de cualquier cosa, pero esas conversaciones son las mejores. Aquellas que aun no llevando a nada, están llenas de sentimientos. Pero sobretodo, sobre aquella conversación, se podía notar la alegría y la paz por volver a estar juntas. Porque bien es cierto, cuando estás lejos de una persona que quieres, en mayor o en menor medida sientes que te falta algo, aunque esté al otro lado del hilo telefónico, sientes que no puedes protegerle y eso, es aunque ténuemente doloroso, notable.

Ya me iba a ir. Mi madre me había avisado para que la acompañase a hacer unos recados y tocaba la despedida. Que siempre era larga, muy larga. No sé cómo, me entretuve hablando con la más pequeña y de repente, veo un ramo de flores invadiendo mi campo visual.

No sé cómo describir lo que sentí en ese momento. Incomprensión, ternura, agradecimiento, no sé, eran bonitas, lo eran, pero era la primera vez que me regalaban flores y realmente, no sabía cómo sentirme. Bueno, nunca sabía cómo sentirme cuando me regalaban algo, pero esta vez era otro tipo de desasosiego. Se lo agradecí. Claro que se lo agradecí. Era un regalo adelantado de cumpleaños que además venía acompañado con una tableta de chocolate, me conocía, ¡por supuesto que me conocía! Y yo a ella. Era tierna, dulce y nunca dejaría de serlo. Por mucho que la intentase cambiar la vida.

Tuve ese regalo en agua durante un par de semanas, hasta que se hizo imposible el tenerlo conmigo más tiempo. Pero guardé el lazo que envolvía las flores, lo guardé, para acodarme siempre de aquel momento. Aunque seguramente nunca me olvidaría, no me haría falta ese lazo, pero lo quería, era algo que significaba mucho, algo que significaba algo tan verdadero e inesperado, como la verdadera amistad.
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