Suicidio
Publicado por Lariebel en el blog Inmarcesible. Vistas: 352
Al ver esta palabra, al escucharla, al leerla, se me vienen miles de cosas a la mente. No es algo que traiga bonitos recuerdos, no es algo que me haga sentir bien por dentro, no es algo que pueda aceptar, así como así, no es algo que pueda dejar atrás, de lo que pueda olvidarme, no es algo que pueda enterrar para que yo pueda seguir adelante.
Cierro los ojos y los veo, a todas aquellas personas que decidieron quitarse la vida por alguna razón. Veo a Jonghyun, aquél exitoso artista que pertenecía al grupo de SHINee, aquél chico que vi sonreír en millones de fotos y reír, y gritar, y emocionarse en muchos videos, con una voz que me hacía sentir como si estuviera en los cielos. Veo a Sulli, aquella joven tan bella, hermosa, con una sonrisa que me hacía sentir llena de mariposas, a quien adoré mientras miraba “To The Beautiful You”, a quien admiraba. Recuerdo a aquél niño que dejó un video grabado antes de irse, explicando que sufría de bullying, aquél niño que admiraba con toda su alma a Lady Gaga. Veo a mi primo, con quien no guardo recuerdos, que se representa en mi mente por medio de una historia que me contaron, de lo que él había intentado hacer y lo que finalmente logró hacer en una habitación de una clínica psiquiátrica. Veo a mi hermano, el ser que me acompañó desde que yo era pequeña, tirado en el suelo, totalmente inconsciente, mientras me quedaba quieta, no respiraba, no podía reaccionar. Me veo a mí misma sosteniendo las tijeras, el cuchillo, buscando las pastillas en los miles de cajones de mi casa, llorando, gritando, sintiendo que mi mundo se derrumbaba.
Me duele y me sigue doliendo. Aprieto los dientes cuando me encuentro con una escena que representa el suicidio en alguna película. Cierro los ojos cuando este tema sale a flote durante las clases. Siento que dejo de respirar cuando, a través de las redes sociales, me encuentro con otra noticia de que alguien más, otro ser humano como yo, en alguna parte del mundo, tomó esta decisión.
No conozco sus vidas, no sé por lo que hayan pasado. Puedo leer las noticias, puedo investigar los rumores en internet, puedo ver videos, puedo creer todo lo que dicen, pero nadie realmente sabe lo que pasaba por sus mentes, el sufrimiento con el que cargaban. Me duele, porque eso sólo significa que ese sufrimiento era tal que traspasaba sus carnes, que abría sus corazones, que no podían ocultarlo más. Yo, sentada acá, frente a la computadora, los entiendo, porque también me sentí de la misma forma. Pero me niego a perder a alguien más, me niego a permitir que esto siga pasando como si nada. Me niego a perderme a mí misma. Me niego.
No quiero vivir un mundo en el que esto se naturalice. No quiero vivir en un mundo en el que es más importante lo que dicen sobre vos que lo que vos realmente sos. No quiero vivir en un mundo en el que no se sienta la empatía, en el que menosprecian las enfermedades mentales, en el que seguimos y seguimos manteniendo esta cultura de expandir el odio. Este odio no lo necesitamos. No podemos dejar que este odio se subleve, se levante y nos conquiste a todos nosotros. No podemos permitir que el ser humano se rinda ante el mar de inseguridades que incrementa con cada día que pasa. Y pareciera ser que las redes sociales únicamente provocan que esto se acelere aún más.
La persona que hoy se suicida pudo haber sido tu compañero de clases, tu hermano, tu hermana, tu papá, tu mamá, tu abuelo, el que te atendió en el super, el que se sentó con vos en el colectivo (autobús), el que te saludó en la universidad, el que trabajó con vos por 3 años, el que se chocó con vos en la calle y te pidió disculpas. La persona que hoy se suicida no lo hace porque se le ocurrió de repente, porque quiso llamar la atención, porque quería que lo recordaran como una víctima, porque era un cobarde. La persona que hoy se suicida es porque no puede más con el dolor que guarda en su corazón, porque siente que éste lo sobrepasa, lo hunde, traspasa su piel; porque dedicó todas sus fuerzas para dirigir su vida hacia un buen puerto y no lo logró; porque se siente cansado o cansada y ya no siente las energías como para poder levantarse de la cama; porque piensa en su futuro y no ve nada; porque se ve a sí mismo como un ser sin salvación, sin amor, un puro vacío.
Yo he estado sintiendo eso en estos últimos meses, en diversas ocasiones. A veces lo siento, lo pienso, lo vivo. Lloro por caer, lloro por rendirme, lloro por perderme. Pero también es cierto que, en esas ocasiones, han aparecido personas que vinieron en mi ayuda. Me mandaron mensajes. No necesariamente fueron amigos, compañeros o familiares. A veces, eran extraños, desconocidos, que me veían mal y se acercaban a aliviarme las penas. Yo he sido escuchada. Ojalá que todas las personas que se sientan así en este momento, sean escuchadas también. Porque el ser humano es así: Mientras miles de personas existen y se dedican a esparcir rumores, a dejar comentarios maliciosos, a hacerte daño, hay algunas pocas que se acercan a vos y te abrazan, te quitan las lágrimas y te dicen que vos podés seguir, que vos merecés ser feliz, que vos merecés quererte.
Entonces, hoy quiero hablar. Quiero pedirles que sean amables con la gente, que no expanda más mensajes de odio. Está bien llorar, está bien sentir enojo, pero que eso no te permita jamás dañar a otro ser humano. Quiero pedirles que, cuando ustedes se sientan mal, también pidan ayuda. Busquen a alguien que esté dispuesto a escucharlos, a acompañarlos. Si no les gusta algo, exprésenlo, pero con respecto. No difundan rumores de situaciones que implican a otras personas. Siempre que tengan un problema con alguien, busquen el diálogo y, si no se resuelve, simplemente sigue adelante. No te rindas. No te pierdas. Es fácil para el odio expandirse y esparcirse, como si fuera una enfermedad, y es difícil para la amabilidad vencer ese odio constante que impregna nuestro mundo. Pero, aunque sea tan sólo una pizca de ella, tiene el poder de cambiar el mundo de una persona.
Así que recordemos siempre ser amables, tanto con los demás como con nosotros mismos.
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