Solo espero que me digan que tan bien lo hago. acepto todas las criticas que se vengan :v

Publicado por treborkenpachi en el blog El blog de treborkenpachi. Vistas: 188

“Nací para llegar a la perfección, y nada ni nadie me parará” Ryan Snerk.

Desde el comienzo de su vida Ryan estaba destinado a ser alguien grande, único, que destacara de entre los demás. Nacido en la cuna de una familia famosa por su linaje de guerreros excepcionales, Ryan fue entrenado desde que tenía uso de razón para ser un guerrero sin igual. Ya a los 5 años derrotaba a adultos en un combate con espadas, y a los 6 ya tenía como objetivo clave ser el mejor que el mundo hubiera visto. Esto le traía un problema un poco extraño para algunos, pero muy claro para otros, su padre, para Ryan su padre, el líder de la familia y por ahora el más fuerte de todos le resultaba un problema, ya que no se le haría fácil derrotarlos, y temía que este muriera antes de él poder derrotarle, pero, esto se vio interrumpido por un hecho sin precedentes. Cierto día de otoño, cuando el invierno ya se acercaba se apareció un anciano un poco enclenque con ropas negras y espada de igual color, se puso frente a la puerta de la mansión de la familia Snerk y proclamó derrotar al más fuerte de tan solo un golpe. Esto no agradó a ninguno de la familia, ni a Ryan, el que se ofreció para callarle la boca a aquel anciano, pero fue su padre el que iría a arreglar este pequeño inconveniente.

Cuando ambos contendientes desenfundaron armas la pelea ya había terminado, pero, nadie entendía porque era que el padre de Ryan era el que estaba en el suelo soltando borbotones de sangre, mientras que el anciano era el que limpiaba su espada con un pedazo de sus ropas.

- Te perdonaré la vida – dijo el anciano enfundando su espada – Pero a cambio me llevare a tu último hijo.
El padre de Ryan, que aún estaba consciente de todo se negó, pero al igual que el resultado de la batalla sucedió otro imprevisto, Ryan salió y aceptó la oferta y miró a su padre – No puedo lograr mi meta contra alguien como tú, padre. Me iré con el anciano y me perfeccionaré en el arte del combate. – Tras escuchar esto el padre de Ryan sonrió y se despidió de su hijo, tal parecía que le entendía perfectamente.

Ryan no recogió nada de su casa, se fue con lo que tenía en ese momento, sus ropas y una espada que siempre llevaba. Lo único que lo unía ahora con su familia era su apellido y un collar con el símbolo familiar, una espada y un corazón. Y con solo eso estuvo viajando con el anciano durante meses hasta llegar a la casa del anciano. Un lugar en medio de un bosque medio muerto e inhóspito, concordaba con el aura del anciano. Recién el anciano llegó a la puerta de su casa se detuvo y miró a Ryan - ¿Cómo te llamas? – preguntó con la mano en la puerta.
- Ryan Snerk
- Me llamo Orian Vallet… - los dos se miraron por unos segundos – Noto que eres un desalmado – sonríe – eso me gusta.
- Usted fue el que fue a matar a un hombre para llevarse su hijo.
- ¡Jajajajaja! Es verdad – abrió la puerta y fue directo a una mesa con un montón de cosas desordenadas encima, la mayoría de estas huesos de animales y tesoros – Cierra la puerta – se sentó en una silla y apartó con una de sus piernas unas cosas de la mesa para acomodar sus piernas sobre ella. – Luego de que hagas la comida quiero que ordenes esta pocilga, hace mucho que no la limpio.
- ¿Cocinar? ¿Me vio cara de sirvienta?
- ¿Cuántos años tienes?
- 6
- Eres muy joven para la forma en la que hablas, creo que a tu edad yo me comía los mocos aun, ¿comes mocos?
- No.
- Eso es bueno. Ahora anda a cocinar.
- No voy a cocinar. Bien aquí para entrenar con usted.
- ¿Y tú crees que eso te saldrá gratis? – él bajo los pies de la mesa y se volteó hacía Ryan – Tú ahora eres mi discípulo. A cambio de mis enseñanzas tú harás lo quehaceres de la casa, ¿entiendes eso? Si no piensas hacerlo te puedes regresar. Claro, si te aprendiste el camino. – él regresa a la posición que tenía hace un momento. Mientras que Ryan se queda pensando por unos segundos.
- Tiene razón. Pero le advierto, no sé cocinar.
- Tranquilo, solo tienes que ir a cazar y luego preparar la carne del animal que caces.
- Entendido – Ryan se da media vuelta y se va.
- Se me olvido decirle que hay lobos cerca… él se las arreglará. – él se acomodó mejor para dormir.

Pasaron las horas y llegó la noche, Ryan aun no llegaba a la casa de Orian, más este estaba fuera frente a una fogata, hacia frio y eso se notaba con cada exhalar de Orian, el ambiente estaba totalmente callado, solo se escuchaban un grillo y un búho que por alguna razón, hacían más desolador el lugar. No fue sino hasta que el búho se calló que Orian comenzó a escuchar unos pasos acercándose, sin duda algunas era Ryan, y al estar dentro del rango de la luz del fuego se dejó ver con un lobo plateado muerto a sus espaldas. – Jajajaja. Se me olvidó decirte que habían lobos, pero veo que estas bien – él miró bien el brazo derecho de Ryan y noto que estaba lleno de sangre.

- Uno de esos desgraciados me rasgó el brazo – se acercó y dejó el lobo al lado del fuego – Pero ya estoy bien, ya cautericé la herida.
- Debes de tener cuidado, niño, puede infectarse.
- Lo sé… - él abrió al lobo con su espada y luego le picó una pierna, para luego despellejarla y dársela a Orian - ¿También quieres que la cocine?
- No, yo lo haré. – él agarró la pierna – Te lo diré de antemano, estas destinado a un futuro prodigioso, solo debes entrenar y seguir el camino que yo te dicte – Ryan lo miró por unos segundos con unos ojos que parecían de admiración.
- Gracias…
- Jujujuju no te preocupes, de ahora en adelante será diferente, pasaste la prueba.

Y así fue, de ahí en adelante la vida de Ryan fue entre, entrenar y cazar para comer. Orian no era lo que se llamaría alguien paterno, él veía a Ryan como un discípulo al cual tenía que dejar como el mejor del mundo. Y poco a poco fue instruyéndolo en su arte de la espada, que es du tiempo, fue dada a él por alguien de alguna manera igual. Lo que Ryan aprendía era como matar a alguien de mil maneras diferentes con una espada o con una mano, esto fue hasta que pasaron dos años, Ryan ya tenía 8 años, era verano y él se encontraba entrenando cuando Orian lo llamó. Ryan se detuvo de inmediato y fue a verlo, Orian estaba detrás de la casa, pero con él estaba un tipo amordazado y amarrado en un árbol.
Ryan, ya has pasado dos años aprendiendo el arte del asesinato, de la espada, pero, eso no es lo mejor de lo que puedo enseñarte. Quiero que entiendas que en este mundo existen personas y cosas muy poderosas, y con habilidad y espadas no puedes matarlos, por eso, te enseñare mi secreto en una batalla – él volteó a ver al tipo en el árbol.
- ¿Cómo morirá? – preguntó Ryan mirando al tipo, que con los ojos bien abiertos intentaba pedir ayuda, o si quiera gritar.
- Eso es lo de menos – respondió el anciano – Lo importante aquí es esto: las personas tienen un alma, por lo general las cosas con vida la tienen, eso es lo que utilizaremos aquí – Orian puso su mano sobre el tipo y de repente este comenzó a moverse bruscamente hasta que se detuvo, de él salió una esfera verde que se mantuvo encima de la mano de Orian.
- Su alma – dijo Ryan impresionado.
- Si. He aquí la fuente de energía más grande de este mundo. Para poder controlar este poder necesitas mucho conocimiento, pero luego de eso te enseñare a hacer cosas como estas – él desenvainó su espada y se cortó en el brazo, él llevó el alma a su brazo se sanó – o si lo deseas, esto – blandió su espada a un lado y de esta salió una onda que cortó varios árboles a su paso. – Antes de que te emociones tengo que decirte que para hacer más efectiva la manipulación de las almas necesitas esta espada, que no por nada la llama la tragadora de almas.
- ¿Por qué no utilizaste eso en contra de mi padre?
- No era necesario, chico. Como te lo dije, no es suficiente tener habilidad y una espada para matar en este mundo.
- ¿Cómo puedo hacer eso? Quiero aprenderlo lo antes posible.
- Pensé que te resistirías un poco… ¿entiendes que tienes que matar para hacer esto?
- Por supuesto. No me importa tener que matar a alguien para hacerme más fuerte.
- Eso me agrada, ahora llévate lejos a este de aquí, atraerá muchos cuervos.
- Si. – Orian camino hacia la casa y volteó a ver justo cuando Ryan cargaba el cadáver.
- No es normal – se dijo dentro de su mente – Ese chico no es normal.

Ese día marcaría una diferencia en la que Ryan vería el mundo, un tiempo atrás Ryan solo veía a las personas como obstáculos en su camino a la grandeza, pero ahora, ahora eran algo más, algo que él necesitaba, una herramienta para crecer en poder, por esa razón puso mucho empeño en lo que Orian comenzaba a explicarle las formas en la que él podía manejar ese poder, tanto así que descuidó su entrenamiento general a tal punto que solo respiraba, comía y vivía para practicar esa arte siniestra de la manipulación de almas. No fue sino hasta varios meses después que Orian, viendo que Ryan avanzaba mucho en su propósito por dominar las técnicas siniestras que él le enseñaba se sentó por primera vez al lado de él para hablarle de su pasado. Fue extraño para los dos, Orian no mostraba mucho interés en Ryan, más allá de que fuera su discípulo y que debido a su avanzada edad tenía que traspasar todos los conocimientos que pudiera antes de que le llegara el día.
Ryan, ¿Jamás te has preguntado de dónde vengo? – le preguntó Orian a su discípulo mientras este practicaba algunas cosas con unos pájaros. Ryan se detuvo extrañado por la pregunta y volteó a ver a su maestro.
- Si. Muchas veces. – contesto Ryan con una voz intrigada, por el momento estaba confundido por el comportamiento de Orian.
- Jajaja, pues ven, te contaré unas cuantas historias sobre mí. – esta propuesta además de extraña, también era desfavorida, ya que tenía que dejar lo que hacía para escuchar al anciano hablar de su pasado que a lo mucho, solo le importaba a Ryan por mera curiosidad. Más aun así Ryan se acercó a Orian y se sentó frente a él en la mesa. Ya Ryan tenía la edad para ver a su maestro por sobre el desorden de la mesa.
- ¿Qué me va a contar? – Ryan con su singular mirada punzante, la misma hacía el efecto de apuñalar la mente de la persona a la que Ryan mirara, una sensación muy desagradable, pero, Orian ya estaba acostumbrado a ella.
- Cuando era joven me escape de mi casa por una razón que no me acuerdo bien, creo que era porque en esos tiempos estaba de moda salir de viaje en busca de aventuras. Jajaja – Orian miró al techo recordando todo lo que decía – La cosa es que poco a poco me fue alejando de todo lo que yo me imaginaba para mí, hasta el punto que un día me embarque en un viaje hacia cierta isla en la que decían, las almas rondaban como humanos por una ciudad. Esa decisión, chico, fue la peor de mi vida. Oh, sí. Recuerdo bien haber llegado contra todo pronóstico de las personas a las que le decía que iba para allá.
- ¿Qué pasó ahí? – preguntó Ryan repentinamente
- Espera – le contestó con un gesto de manos – Bueno, duré alrededor de dos días deambulando por esa isla, no conseguía nada de lo que me decían, hasta que en cierto momento sucedió algo extraordinario. En frente de mí se formó una figura de como tres metros de alto, con una silueta de un verde diabólico y con unos ojos que pasaban a través de mí. Afortunadamente reaccioné al momento para ponerme a correr hacia la playa de la isla, al llegar a ella comencé a buscar el bote en que me vine y tras encontrarlo comencé a guiarlo hacia el mar, pero, admito que fue una buena idea, solo que la realice en un tiempo muy largo, ese ser que me perseguía llegó hasta mi bote con una espada que portaba en su mano derecha me atacó y traspasó mi cuerpo, no entendía el por qué, pero el dolor que me generaba esa herida era aberrante, no parecía de este mundo, más afortunadamente pude reaccionar y con las fuerzas que me otorgó la adrenalina del momento logre empujar a ese ser fuera de mi bote, la espada, que también estaba cubierta por ese color verde dejó de brillar y cayó en el suelo del bote, al igual que yo.
- ¿Qué le pasó a tu herida? ¿Cómo sobreviviste a una herida así?
- Me esperaba a que me preguntarás que me pasó después, hay que ver que tú no eres normal. Bueno, luego de eso desperté con el sonido de un marinero gritándome, por suerte reaccioné, no sabía cuántos barcos ya habían pasado, pero no esperaba que ese no fuera el último. Recuerdo bien que me monte en ese barco junto con la espada que estaba en el bote, todo transcurrió normal a lo largo del viaje de vuelta a tierra firme, eso hasta que un día, por mero azar del destino fui atacado por un par de forajidos que buscaban presas fáciles, jujuju, tuviste que haber visto sus caras. Yo y mi espada éramos como uno, aunque ella fuera grande y muy pesada yo podía alzarla sin esfuerzo, y gracias a eso pude acabar con esas escorias, ese mismo día descubrí mi poder de manipular almas. Fue interesante, si no me equivoco mate a otra docena de bandidos y ladrones para probar que era lo que podía hacer, hasta que entendí lo que tenía en mi poder.
- No entiendo.
- ¿Qué pasa?
- Hablas de una espada grande y pesada, pero la tuya es delgada, y liviana. No tiene proporciones exorbitantes.
- ¿Cuántos años tienes?
- No lo sé, creo que nueve.
- ¿Y con esa edad me interrumpes? Cállate y escucha – él se cruzó de brazos – Eres muy molesto. Pasé varios años entrenando mi habilidad, hasta que me conseguí con una escuela de esgrima con un maestro muy bueno, tras algunos años con ellos entendí que ese era mi camino, así que lo adopte y me volví el mejor entre todos, cuando mi maestro murió me dejó la tarea de llevar su arte marcial a la perfección, y así fue que decidí reforjar mi espada y viajar por el mundo en busca de la perfección. Pero no me di de cuenta que envejecía a paso acelerado. Y ahora me encuentro aquí, sentado enfrente de ti.
- ¿O sea que puedes hacer lo que haces porque te atacó un monstro?
- Por así decirle
- ¡¿Entonces por qué me enseñabas a hacer estas estupideces?! – dice tirándole el ave muerta en la cara - ¡¿Crees que yo ando jugando?! ¡¿Te parece divertido?! – Ryan se alzó en la silla, miraba al anciano con ganas de matarlo.
- Cállate y cálmate. Si te digo eso es por una razón
- ¡¿Qué razón?! – él se acercó a Orian con un paso en la mesa, y Orian, ya con la paciencia hartada agarró a Ryan por el cuello y lo puso contra el suelo. Ryan intentaba zafarse, pero no podía, poco a poco su cuerpo fue cediendo hasta que vio como Orian desenvainaba su espada.
- Entiende, niño idiota: Para poder hacer lo que quieres, tienes que morir – luego de decir eso clavó su espada en el pecho de Ryan, y poco a poco fue clavando más y más la espada. Orian se separó de Ryan y este, con las pocas fuerzas que le quedaban intentó sacar la espada, pero no le dio tiempo cuando su último aliento llegó y murió.

Orian se fue a sentar a la silla en la que estaba hace un momento y cruzó los brazos. Al parecer estaba esperando algo, pero pasaron unos minutos y no sucedía nada – No me digas que se murió en serio – dijo Orian un poco malhumorado y entonces Ryan volvió a la vida con una bocanada de aire que lo sacó de su asfixia, de inmediato comenzó a sacar la espada que tenía en el pecho – Supondré que ahora si eres feliz – dijo Orian mientras que Ryan se levantaba. Tras levantarse se miró el pecho, tenía la cicatriz de cuando al espada lo atravesó.
- ¿Qué es lo que hiciste?
Te pase mis poderes. Se me olvidó decirte que es la única manera de manejar las almas. Ahora eres el dueño de esa espada, y de todas mis técnicas.
- ¿Por qué ahora?
Porque ya estás preparado para aprender todo lo que te pueda enseñar. Ahora ve y caza algo, tengo hambre.
- … Está bien – Ryan agarró la espada y se fue.

Entre algunas de las razones para hacer lo que Orian hizo estaba que Ryan ya estaba preparado para aprender lo que necesitaba, su mente y cuerpo estaban al nivel suficiente, pero eso no era lo único, en esos viajes en los que Orian viajó por el mundo en busca de batallas para mejorar sus técnicas estaba una guerra en la que participo, y por suerte del destino se contagió de una enfermedad degenerativa que hacía que sus músculos se debilitaran, esto afectaba su corazón principalmente, y ni con todas las almas que había obtenido en su vida podía seguir alargando su vida. Así que se dedicó en cuerpo y alma para traspasar todo el conocimiento que pudiera a Ryan. El tiempo que pudo seguir viviendo fue relativamente corto, apenas poco más de un año. La muerte le llegó de madrugada, mientras dormía, y para su mala suerte aun había cosas que tenía que decirle a Ryan, el cual enterró a su maestro cerca de la casa e insatisfecho por la muerte de su maestro comenzó a buscar entre los tantos diarios que había escrito de sus aventuras, incluso leyó algunos libros de filosofía de los que no tenía ni la menor idea que existía.
La respuesta no llegó al momento, tardo alrededor de tres meses en encontrar lo que buscaba, estaba escrito en un diario enterrado bajo de la cama en la que Orian dormía, ahí escribía todas las cosas importantes por hacer, y entre esas cosas ponía: “Mandar a mi discípulo con Galagi Joban”. Luego de leer eso Ryan tomó su espada y fue al mundo en busca de esa persona.

Pasaron meses sin respuesta del paradero de ese tal Galagi, y no sino hasta que se acercó al mercado de un pueblo y preguntó a una anciana que afirmaba que lo conocía, y que además de Galagi también se hacía llamar el “maestro de las raíces”. La anciana le dijo que solo bajaba en verano, cuando las raíces le sobraban, en las otras épocas del año se la pasaba en una montaña nevada viviendo como un ermitaño. Ryan le dijo que iba a ir, pero la anciana le dijo que era conveniente esperar a que fuera verano, ya que en invierno las ventiscas azotaban la montaña todos los días. Aun así Ryan fue hacia la montaña, y tras adentrarse en la montaña y soportar ventiscas que limitaban su vista y pasó llegó a la casa del maestro de las raíces, se lo encontró sentado frente a su casa. y luego de una pequeña charla el anciano dejó entrar a Ryan a su casa, junto con él estaba un chico, parecía mayor que Ryan, además, parecía que era el discípulo del anciano que por el momento le servía té a Ryan.

Después de algunas palabras todos se presentaron, resultó que el chico era hijo del anciano, y también que lo que Orian había dejado para Ryan era una caja, la cual obtendría después de que el anciano Galagi le enseñara todo lo que pudiera enseñarle. La idea no le parecía mala a Ryan, él sabía que no estaba preparado aun para irse contra el mundo a mejorar y perfeccionarse. Junto con las enseñanzas de Galagi también venían algunas prácticas con aquel chico de nombre Darwin, poco a poco los dos se fueron volviendo amigo inseparables, y luego hermanos.

Pasaron los años y Darwin ya había crecido al igual que Ryan, para Galagi Darwin ya estaba listo para partir a lo que él llamaba el peregrinaje del maestro, y fue luego de un ritual de traspaso en el que el anciano Galagi le traspasaba sus poderes a su hijo, esta escena le trajo el vago recuerdo de cuando Orian le pasó sus poderes de una manera un poco menos genial y gloriosa. Darwin se fue el mismo día sin despedirse, y no lo volvieron a ver en los años venideros.

En el tiempo que Ryan se la pasó solo con el anciano se desarrolló mejor en el ámbito del combate táctico, buscar debilidades y atacarlas, ese al parecer de Galagi era uno de los puntos más fuertes de Ryan. Estas enseñanzas duraron hasta que un día el anciano cayó en cama por una fiebre extraña que venía acompañada de dolor muscular. Ryan estaba preparado para utilizar algunas de sus técnicas oscuras para sanar a su nuevo maestro, pero, cuando iba a comenzar a hacerlo Galagi lo detuvo.
- No lo hagas – le dijo el anciano mientras le agarraba la mano a Ryan – Mí tiempo en este mundo ya está por terminar, y no quiero alargarlo más…
- Pero, no puedo dejar que se muera cuando yo puedo hacer algo. Me está pidiendo que lo mate – Galagi agarró su bastón y con un poco de dolor golpeó a Ryan en la cabeza.
- Tú no puedes matarme, no eres tan bueno para eso. En cambio, me quieres hacer vivir, jajajaja… escúchame, Ryan. Sé que no eres alguien que se tome la vida como algo valioso, o al menos eso pensaba yo de ti cuando llegaste, por eso te diré que puedes mejorar aun sin matar a nadie.
- No entiendo que es lo que me pide.
- No te hagas el estúpido… antes de que te vuelvas loco buscando, déjame decirte que destroce la caja,
- ¿Qué? – Ryan se sorprendió tras escuchar eso - ¿P por qué?
- Fue una vez que la curiosidad me mato y vi lo que había dentro, era una carta para el discípulo de Orian. - Te diré lo que decía, pero antes prométeme que no harás nada estúpido. – Ryan miró a anciano un poco desentendido, y luego de pensarlo por unos segundos decidió que lo mejor era mentir, de seguro lo que había dentro de la caja era la clave para volverse poderoso como lo tenía predestinado. Así que se acercó más al anciano y con una voz tranquila y cálida le dijo:
- Lo prometo.
- Bien decidido, lo que decía esa carta era: Mata al portador de la espada de los guardianes. – después de eso Ryan se fue hacia atrás, jamás se imaginó que se trataba de matar a la persona que consideraba su hermano -… Sabía que mentías… - dijo Galagi con una sonrisa – Esta bien, alguna vez Orian y yo peleamos para probar quien era mejor, y ahora tú y Darwin deben de hacerlo para probar cual legado es el definitivo. No te deseo suerte, pero espero que no mueras en el intento… - él volteó la mirada hacia el techo.

Ryan se fue corriendo del cuarto directo hacia fuera, luego de salir siguió corriendo cuando de repente un rayo del sol golpeó su rostro, todas las cosas que había deseado durante toda su vida estaban destinadas a terminar en esto, no había marcha atrás, tal y como alguna vez pensó matar a su padre ahora tenía que matar a su hermano. Luego de pensar eso regresó a la casa y tomó su espada, fue a la habitación del anciano, que luego de mirarlo por unos segundos pudo notar que ya estaba a punto de morir, así que puso su mano sobre él y sustrajo el alma, para luego introducirla en su espada e irse del lugar. Rumbo a un mundo lleno muerte y más muerte.


Perdónenme si hay algún error, y si les interesa mas busque por aquí: https://www.wattpad.com/story/96449992-ryan-snerk
Pretendo actualizarlo con un poco de frecuencia si le gusta a alguien :v
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