Relaciones tóxicas
Publicado por Lexy Gray en el blog Delirios de una patética soñadora ♡. Vistas: 341
Siempre odié la relación de mis padres: Gritos, celos, peleas, alcohol.... mamá llorando con una botella de vino en la esquina de la habitación, papá durmiendo en el sofá. Desde que era una cría era así. Siempre fue así.
Mamá se deprimía al no cenar todos juntos en familia, y papá se tardaba lo más que podía en llegar a casa para encontrar a su cónyuge dormida.
No comprendía, ¿Por qué no le gustaba estar en casa? Con sus hijos y su esposa preñada. ¿Qué no debería estar feliz con su mujer embarazada?
Digo, salía a la calle y miraba en los parques a la familia feliz que caminaba en los jardines, con sus bebés rubios y la mujer tan cansada que parecía que en cualquier momento daría a luz. Y hasta el aparente padre parecía feliz.
Y mi papá no era así. Nunca lo entendí.
Cuando pienso en mi infancia, no logró recordar un solo momento juntos. Nunca se fue, pero tampoco nunca estuvo completamente presente a pesar de vivir bajo el mismo techo.
Era una total mierda.
No soy la nena de papá, nunca lo fui y no es que me moleste, pero no tengo esa relación de padre e hija que muestran en las películas. Era una relación de parentesco, nada especial.
Y mi mamá, a pesar de cuidar ella sola de mis hermanos y de mi, de las infidelidades de papá y de sus celos injustificados, a pesar de los gritos y peleas constantes, ella sigue estancada en esa relación. Por nosotros, por inercia, porque aún lo ama..., por todas esas razones que nos daba para justificar lo injustificable.
Y aunque nunca lo entendí, muy en el fondo sabía que yo no era distinta a mamá. Porque, al encontrar a alguien, sé cómo empieza, y desgraciadamente, como termina. Y no es para nada un final feliz.
Primero, se conocen y todo es color de rosas. La idea de que el amor va a triunfar y hará que la relación sea diferente y única a todas las demás prevalece.
Luego, en la etapa del enamoramiento todo es perfecto; el café en la noche, dormir abrazados, los besos en el cuello, los susurros de "buenos días" al despertar. Todo es lo que siempre soñaste, pero, después, los meses pasan y todo comienza a cambiar.
El enamoramiento tiene fecha de caducidad, seis meses son los necesarios para darte cuenta que ya nos sientes nada más. Y si todavía siguen juntos, a pesar de haber atravesado por celos, problemas menores y algunas peleas es que es amor, y de el real.
Pero entonces, los compromisos llegan y quizás deciden casarse, irse a vivir juntos y entonces sucede, llegan los hijos y con ello más responsabilidades y menos horas juntos... quizás alguno de los dos empieza a ver a otra persona, en fin de cuenta nadie se enteraría. Luego abre los ojos a media noche y mira que cada quien está por su lado, entonces se pregunta una y otra vez que es lo que va mal con ellos.
El amor se daña, se deteriora, cambia y sufre mutaciones con el tiempo. La pregunta es: ¿por qué el amor se contamina?
El amor se contamina por esas personas que lo lamentan, y esas personas que aceptan esos errores.
Pero eso no cambiaría para nada la terrible situación en la que estábamos; con él mordiendo mi cuello y mis manos en su cabello. Volviéndome loca con cada uno de sus movimientos, conmigo soltado gemidos encima de la mesa y Jack complaciéndose con la idea de que yo no podía vivir sin esto (y es que eso así era).
Con él y yo, en lo más profundo de lo que yo alguna vez llamé amor.
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