Reflexiones.... en día de nieve

Publicado por Borealis Spiral en el blog El blog de Borealis Spiral. Vistas: 399

Bueno, traigo una entrada improvisada y quien esté más o menos familiarizado con mi blog normalmente inactivo, sabrá que este momentáneo milagro se debe a que 1) me pegó la loquera, o 2) acaba de nevar. En este caso, es el último.

Hoy fue un día de nieve y mientras hacía lo mío de limpiar la nieve, mi mente comenzó a divagar. Es curioso que sean estos días nevosos los que me pongan más reflexiva. Quizás tenga que ver con el hecho de trabajar bajo la maravilla de la naturaleza en medio de una lluvia de millares de copos, con el viento como música de fondo. O tal vez sea el hecho de distraer la mente con lo que sea con tal de no sentir el desgaste físico al palear. O a lo mejor siempre he divagado y es en esos momentos en los que me doy cuanta. Quién sabe.

El asunto es que mientras paleaba pude descubrir o más bien re-descubrir aspectos de mí que normalmente no pongo bajo la lupa por mucho tiempo, pero que seguro muchos comparten conmigo. Porque ¿quién no ha dicho alguna vez frases como: “pagaría si...” o “si pudiera pagarle a alguien para que lo hiciera, lo haría” y demás? Yo las he dicho, definitivamente. Pero la cuestión que parte de aquí es, ¿cuán en serio nos tomamos lo que decimos? ¿Cuánta verdad hay en las frases que soltamos?

Amo la nieve, amo su textura, amo ver nevar, amor el panorama después de una nevasca; pero odio, detesto limpiarla. Es una tarea exhaustiva, laboriosa, que toma mucho tiempo, que es un fastidio con todas las de la ley y que pagaría para que alguien más la hiciera.

Ajá. Pues va ser que no.Resulta que no es cierto. No pagaría por ello.

Verán, acá donde vivo, es común que después de que nieva, jóvenes o niños vayan de casa en casa a preguntar a la gente si les ayudan a limpiar la nieve de su casa. Normalmente cobran unos 20 dólares por grupito o por allí, no es la gran cosa y te quitan un gran peso de encima; también es una buena manera de ganarse unos billetes por su cuenta en el invierno. Naturalmente, unos niños me preguntaron si quería que ellos me limpiaran y les dije que estaba bien por mi cuenta. Con casi un pie o un pie de nieve acumulada y yo les dije que no.

¿Por qué? Tenía el dinero para dárselos a cambio del trabajo y no soy tacaña, para nada y en caso de que lo fuera, vamos, soy cien veces más floja. Entonces, ¿por qué?

Recordé lo que me pasó en otra nevada el mes pasado. Mientras paleaba, uno de los vecinos de enfrente empezó a limpiar su terreno con máquina y cuando terminó se me acercó y me preguntó si quería ayuda. Le dije que no. Él se retiró sin más, yo volví a lo mío y al rato, otro vecino que empezó a limpiar su casa también con máquina, se acercó a mí con todo y aparato y sin decirme nada, empezó a limpiar mi zona. Lo dejé hacer hasta que me limpió un driveway.

Recordando eso llegué a la inicial conclusión de que soy demasiado orgullosa. Y es cierto, lo soy. No es una característica de mí de la que me gusta hablar y tampoco suelo mostrarla de manera insana ni excesiva; pero en cositas como estas sale a relucir en todo su potencial. También es por eso que no me gusta pedirle ayuda a mi hermano a que me ayude con la nieve. Y también es por eso que no me quejo mucho de hacerlo yo sola, pues yo misma me lo busco.

Sin embargo, también noté algo que hasta hace poco empezaba a molestarme de mí y creo que es la que más peso tiene en mis actos y actitudes. Hablo de mi poca iniciativa. Jamás, nunca tomo la iniciativa en algo. Estoy acostumbrada a que otros tomen la iniciativa y que terminen arrastrándome a mí, pero yo misma nunca tomo acción inicial y eso no está bien. Por eso me niego muchas veces a las preguntas, por eso en parte no acepté pagarle a los niños, por eso no acepté la ayuda del primer vecino, pero al del segundo sí, porque él tomó la iniciativa al ayudarme sin darme la opción de darle un “no” por respuesta. Y honestamente, no me gusta, me irrita ser tan horriblemente pasiva, es frustrante.

Y bueno, eso era todo lo que quería sacar de mi mente. Estoy segura de que allá afuera mientras trabajaba tuve mucho más en mente que lo que redacté aquí, pero oigan, tampoco es plan de escribir cada detalle e idiotez que pasa por mi mente. Un mero desahogo de vez en cuanto es suficiente.

Si alguien llegó hasta el final de esto, bueno, se agradece el tiempo. Me despido no sin antes desearles lo mejor del mundo hoy y siempre. Se cuidan y sonrían siempre.

Hasta otra.
a Marina, Rodriguez Varia y Cygnus les gusta esto.
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