Presentando al personaje: Rowan el mago
Publicado por Lucius Belmonte en el blog La Biblioteca de don Lucius. Vistas: 193
El personaje al que les voy a presentar en breve es todo un malabarista con su vida, pues ha tenido que compaginar varias funciones y puede decir con orgullo que no ha fallado en ninguna, al menos hasta ahora: ¡Con ustedes, desde la Inglaterra de la Europa Mitica del juego de rol Ars Mágica, el mago Rowan!
Entra en escena un hombre joven. Lo primero que destaca de él es lo… ¿Brillante de su ropa? No le extrañaría a nadie que si de repente todo se quedase a oscuras su ropa empezase a emitir luz propia. Es una extraña combinación de camisa amarilla y pantalón azul que obviamente lleva porque le gustan y no le importan las opiniones ajenas sobre indumentaria. Para rematar el conjunto, lleva una capa con capucha que remueve de su cabeza antes de sentarse, dejando ver sus cabellos rojos, sus pecas y sus orejas puntiagudas.
—Hola, Rowan. Bienvenido. Me alegra que hayas encontrado tiempo para venir. Sé que tienes muchas cosas entre manos. —Lucius se levanta y le ofrece una mano a su huésped, que es estrechada con cordialidad.
—Y que lo digas. —El mago se sienta en el sillón cercano al de Lucius.
—Mago de una Alianza de la Orden de Hermes en Inglaterra, padre de una dríade y marido, o más bien casi marido; de la princesa de una corte feérica. —Lucius hace un gesto de “vaya” con una mano—. ¿Cómo le hace uno para acabar así?
—Bueno, supongo que solo me podría pasar a mí.
—Empieza por el principio, por favor. Una historia con ese inicio promete.
Tanto el mago como el narrador se ponen cómodos.
—Bueno lo que pasa es que yo soy mago de nacimiento, como todos en mi mundo. Lo descubrí a los diez años, en un accidente un tanto embarazoso que incluye, pero no se limita a, unos dulces que echaron a volar. El problema es que yo soy hijo de un caballero hada y una mujer humana y la magia de las hadas es, en principio y filosóficamente hablando, lo opuesto a la magia de los magos. Como tenía que aprender a controlar mis poderes recién descubiertos, tuvieron que buscarme un maestro y lo encontraron en la alianza vecina, donde un mago llamado Gael accedió a convertirse en mi parens, en mi maestro.
—¿Eso fue latín, no?
—Sí, es que los magos hablan en latín. El aprendiz llama parens al maestro y este llama filius, o sea hijo, al aprendiz. Pero solo después de que el aprendizaje termina.
—Gracias por el dato, amigo. Continua, por favor.
—Vale.
“Mi periodo de aprendizaje duro 15 años. Tuve que aprender a hablar y escribir en latín, y debo decir que aún me cuesta hablarlo sin acento. También tuve que aprender el oficio de escriba, la historia de la Orden de Hermes y, bueno, magia. Eso fue lo más complicado porque, como dije antes, los principios filosóficos de la magia hermética son lo opuesto a la magia feérica. La suerte que tuve es que Gael es miembro de la Casa Merinita, la única de las doce Casas de la Orden que trabaja con magia feérica aparte de la suya propia. Como eso es un conocimiento que mantienen guardado bajo llave, hasta ahora solo he podido aprender lo mínimo al respecto de la combinación entre las dos”.
—¿Cómo qué? —pregunta Lucius, visiblemente interesado.
—Ejem. ¿Bajo llave? —repite Rowan, con los hombros ligeramente levantados.
—Perdón, perdón. Bueno, sigamos. Esa es la parte del mago, pero, ¿Qué hay del padre y el casi marido? ¿Encontraste tiempo para el amor en medio de tu aprendizaje?
Rowan se sonroja un poco.
—Pues veras… El amor siempre estuvo ahí. Mi Gwendolyn, ella… Nos conocemos desde pequeños. Ella es la princesa de la corte feérica donde sirve mi padre y nos criamos juntos hasta mis 10 años, cuando tuve que irme. Jugábamos juntos, hacíamos travesuras; ella fue quien intentó enseñarme a hacer una corona de flores, cosa que nunca aprendí a hacer y creo, ahora que lo pienso, que ese es el motivo por el que una de las especializaciones mágicas que elegí fue la de las plantas, y por qué uno de los primeros hechizos que invente fue el de la “Corona de la Princesa de las Flores”
—¿Oh? ¿Una corona de flores? Eres toda un alma romántica.
—Je je, gracias. —Rowan carraspea—. En fin, Gwendolyn y yo no perdimos el contacto cuando empecé mi aprendizaje, tenía la posibilidad de verla cada cierto tiempo, porque la alianza cumple la función de terreno neutral entre la corte y el resto de los magos, además de que los humanos en la alianza son súbditos de la reina, la madre de Gwendolyn. Y bueno, tengo que mencionar mi casa, porque fue mi evaluación final.
—¿Tenías que construir una casa? —pregunta Lucius alzando una ceja.
—No, tuve que cuidar del brote de un árbol mágico. Lo hice parte de mi jardín personal y lo cuidé hasta que creció. Lo que pasa con él es que cuando lo hizo, tomó una forma que no esperaba: Se convirtió en una casa con forma de árbol.
—¿Eh?
—Sí, las habitaciones están puestas unas sobre otras, con mi laboratorio en la más alta. Debajo está mi habitación, debajo la cocina y así hasta el recibidor. Hay ventanas, una puerta; es una casa árbol. Y no venía solo con los enseres de una casa, sino también con una niña.
—Tu hija.
—Así es: Demetria, mi niña. Se trata de una dríade, una ninfa arbórea. Y ni bien apareció me llamó papá. Eso provocó cierta, digamos, situación.
—¿Problemas?
—Nada que no pueda manejar. Más bien, de repente, podía oír bromitas relativas a mi nueva condición de padre. Y bueno, Demetria resultó ser tan complicada de criar como un niño común y corriente, con el añadido de que podía controlar la casa árbol y eso complicaba las cosas cuando tenía rabietas. Al final, armado con más paciencia que un santo, logre criarla bien y formar una familia feliz con Gwen. O algo así, porque no estamos casados aun y ella tiene su propio lugar para dormir.
—¿Qué dijo la princesa Gwendolyn cuando te vio con Demetria por primera vez?
—Uff, pensó que era mi hija biológica. Fue un malentendido bastante feo, pero lo resolví rápido y me salvé del peligro. Además, Demetria la llamó “mamá” de inmediato y a ella le encantó. En sus propias palabras, ambas se adoptaron la una a la otra. Ahora somos una bonita familia adoptada.
—¿Y qué opina su majestad la reina madre de que ahora es abuela?
—Pues, cuando fuimos a verla, hubo otro enredo más. —Rowan ríe al recordar—.Primero pensó que nos habíamos casado sin invitarla a la boda, y luego, cuando le aclaré que lo nuestro aun no era un matrimonio, pensó que yo la había embarazado sin casarme. Tuvimos que aclararle que no hice nada para que yo no quedase como un sinvergüenza. Y luego tuve que explicarle a Demetria lo que era un sinvergüenza, lo cual llevó a que ella me defendiese delante de la reina como solo una niña indignada puede defender el honor de su papá. Y todo porque nada más llegar a la sala del trono mi niña la llamó “abuela”.
Lucius ríe a carcajadas mientras que el mago voltea la cabeza hacia un lado, perdido en sus pensamientos durante unos segundos.
—Y bueno, supongo que en la alianza hay problemas.
—Los hay, sí.
—Ya sabía yo: Cuando las cosas van bien no son divertidas de contar.
Rowan mira extrañado a Lucius.
—Eso sonó como una frase de un filósofo, pero no me parece que pueda decir de quien es.
—Creo que la frase es de un hombre apellidado Tolkien. Es un escritor muy famoso en el mundo en el que vivo.
—Pues bueno, supongo que le sería divertido contar el secuestro de un rey hada, porque eso fue lo que pasó: El padre de Gwendolyn lleva un buen tiempo desaparecido y lo estamos buscando.
—Oh.
—Y también está el hecho de que la alianza es como un faro para toda la gente que en mi reino se podría considerar extraña. Nobles renegados y desheredados, un caballero tartamudo, fieles de otros dioses, mujeres sáficas y hombres que aman a otros hombres; tu nombra algo raro y te aseguro que entre buena parte de las alianzas de la Orden será bien recibido, pero solo ahí, claro está. Si la Iglesia se pone especialmente recalcitrante, podemos tener problemas serios cuando nos acusen y encuentren culpables de herejía, blasfemia y todo lo que se les ocurra.
—¿Y por problemas entiendes…?
—Una cruzada. —responde el mago con sequedad. Lucius abre la boca del asombro.
—¿Serán capaces?
—Ya lo hicieron con los musulmanes. Y con los cátaros también, los masacraron a todos en el nombre de Dios. —Rowan se encoge de hombros—. De momento no nos harán nada, porque temen que los convirtamos a todos en sapos o algo peor. Y se puede, no creas que no, pero en el momento en el que su antipatía por los magos sea mayor que el miedo que nos tienen, pues entonces…
—Entonces es cuando la sangre va a llegar al rio.
—Si con eso quieres decir que se va a desatar un conflicto entonces sí. Es por eso que la política de la Orden de Hermes es no meterse nunca en política.
—Pero eso es más difícil decirlo que hacerlo, supongo.
—Así es, por desgracia.—Rowan suspira.
—Bueno, yo espero sinceramente que tengas suerte; que todo salga bien y que tú, Demetria y Gwendolyn puedan ser una bonita familia hasta que ambos peinen canas, que sé que será en mucho tiempo. —Lucius se pone de pie y ofrece su mano a Rowan a modo de despedida, que es estrechada cordialmente una vez más.
—Gracias, muchas gracias. Adiós, y espero que todos nos podamos volver a ver.
Y con esas últimas palabras, el mago emprende su camino hacia su hogar.
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