Presentando al personaje: Alexis, el pirata ¿Hombre?- orquesta
Publicado por Lucius Belmonte en el blog La Biblioteca de don Lucius. Vistas: 3
Una vez más tengo a alguien especial que quiero presentarles. Su creación fue algo accidentada, porque al primer intento no logré algo aceptable. Eso me pasó por seguir al pie de la letra lo que me inspiró para crearlo a él y a su historia: La canción “Al Abordaje”, del grupo Mago de Oz. Si tienen tiempo y les gusta la buena música, búsquenla, que es muy buena; una excelente historia de amor y aventura. Bueno, con un poco de ayuda de mi novia, su hermana y un buen amigo conseguí un segundo intento bastante bueno en mi opinión; aunque todavía queden cosas por mejorar la idea general se puede mantener. Pero bueno, no les entretengo más: Con ustedes, Alexis Jackson, el hombre orquesta, de Seapunk Unleashed.
En escena entra un… ¿Hombre? No está claro a primera vista, porque la mejor forma de describirle es Lady Oscar vestida de pirata. Su pelo es largo hasta la mitad de su espalda, rubio y ondulado. Las facciones de su cara son finas y para nada masculinas. Si en vez de esa casaca azul que lleva tuviese un vestido pasaría como una mujer fácilmente. Todo esto casi roba la atención a la guitarra que lleva en la espalda y que deja a un lado cuando se sienta al lado de Lucius.
—Buenos días, creador—dice con voz suave y, si, andrógina.
—Buenos días, Alexis. Bienvenido. Me alegra que hayas sacado tiempo para venir.
—Bueno, después de tanto ir y venir y de tanto huir un poco de tranquilidad no hace daño. ¿Qué deseas de mí?
—Pues que cuentes tu historia. Eres el capitán de una tripulación variopinta, una banda de inadaptados en todos los sentidos. ¿Cómo fue que llegaste ahí? Empieza desde el principio, por favor.
—Está bien. Haz de saber, primero que nada, que yo soy todo lo contrario a lo que mi padre deseaba que fuese. El esperaba un hombre hecho y derecho y yo… Jeje.
—Pareces toda una dama, si me permites el comentario.
—Sí, aunque mis manierismos no son femeninos, mi apariencia si lo es— dice Alexis con un suspiro.
—¿A qué viene esa exhalación? ¿Cansancio?
—Un poco, la verdad. Es que me gusta cómo me veo, pero si no es por la casaca me estarían llamando “doña” todo el rato y eso es molesto. En fin…
“Aparte de eso, soy músico y de un estilo que mi padre no aprueba, además. Mi relación con él fue un constante tira y afloja, porque para rematarlo todo es un sacerdote, un alto cargo religioso con unas opiniones de lo más rancias sobre, bueno, prácticamente todo. Es inaguantable”.
—Y tú eres toda un alma libre.
Alexis asiente.
—Sep. Lo que termino poniéndole la tapa al pomo fue que me tope por suerte con el Elíxir Demoníaco del Sonido, el Sonidoelíxir. Cuando me lo tomé y mostré mis poderes, mi padre enloqueció. Fue hermoso, parecía que le había dado la rabia. Me gritó llamándome “hereje” y me dijo que ya no era su hijo. Mi respuesta fue lo que él nunca se esperó: Sonreí, dije “perfecto” y me fui de ahí en cuanto pude, sin mirar atrás.
“Ahora lo recuerdo todo y creo que estaba bastante idiota durante la etapa de mi vida que siguió a mi abandono de casa, pero en ese momento me pareció lo mejor. ¡Tenía todo el mundo en la palma de mi mano para explorarlo como quisiera! Salí de mi isla enrolado en un barco mercante rumbo al anillo exterior de islas en el que trabajé como grumete, manteniendo en secreto el hecho de que era un usuario de un Elíxir Demoníaco, porque no todo el mundo se lo toma bien. Pude mejorar con mi guitarra en el tiempo que tenía libre, así como mi habilidad imitando sonidos con mi voz, para cuando iba por la mitad de mi tiempo contratado en el barco todos los marinos me buscaban cuando acababa mi turno para que me pusiese a tocar mi guitarra en la cubierta mientras el resto se ponía a cantar salomas a pleno pulmón. Es... Era muy bonito, ¿sabes?”
Lucius asiente.
—Me lo puedo imaginar. Un barco entero de gente cantando… Fascinante. ¿Y qué pasó después?
—Fui cambiando de barco en barco, cada vez yendo más lejos en dirección al borde, lejos del continente, hacia tierra más… Fuera de la ley—Alexis sonríe con picardía.
—Esto se pone bueno.
—Así es. A la primera oportunidad que tuve me enrolé en un barco pirata. Mi viejo no paraba de soltar veneno contra ellos, así que pensé que sería divertido unírmeles. Además, ellos suelen tener muy pocos problemas con los Elíxires Demoníacos, así que pude desplegar por fin todo mi talento musical: A partir de ahí me convertí en un hombre orquesta.
—Eso es lo otro que quería preguntarte. Dices que tienes el poder del Sonidoelíxir. ¿Cómo es eso?
—Pues en mi mundo hay unas pociones mágicas muy especiales, que son esos elixires que te he mencionado. Todos tienen formas únicas y le dan al que bebe su contenido un gran poder. Los hay para transformarse en animales, para hablar con animales, para emplear un poder elemental como el fuego o la lava y la lista sigue. Aparecen de la nada cuando el anterior usuario de sus poderes muere, o a veces semanas o meses después de la defunción. A mí me apareció enfrente el Sonidoelíxir, que me dio el poder de usar el elemento del sonido. Mi cuerpo puede transformarse para obtener la forma y las propiedades de los instrumentos musicales. Puedo convertir uno de mis brazos en trompeta o saxofón, a mi pecho en un tambor o en un contrabajo, y así. También puedo emitir el sonido o hacer que esos instrumentos en mi cuerpo se toquen solos. Ah, y puedo usar el poder de las onomatopeyas.
—¿Onomatopeyas? Eso me suena, pero no sé lo que es.
—¿La habías escuchado antes?
—A ver, deja que recuerde… ¡Si, ya me acorde! Fue en una historia de Winnie Pooh.
—¿Quién es ese?
—Un oso de peluche que vive en un lugar llamado “El Bosque de los 100 Acres”. Esa palabra se usó para hacer una broma, un juego de palabras. ¿Qué significa, por fin?
—A ver. ¿Si yo digo “un boom”, que es lo que estoy diciendo?
—Una explosión. ¿No?
—Sí. ¿Y si digo “miau”?
—Te ves adorable. —Lucius se ríe y luego levanta las manos—. Ok, ok, mal chiste, perdón. A ver, eso suena a gato.
—Bien. Pues eso son las onomatopeyas: Palabras que aluden a un sonido característico que solo tiene una cosa. Bueno, yo puedo usarlas. Por ejemplo, me pego en el pecho, al que le he dado las propiedades de un tambor, mientras digo “boom” y entonces ocurre una explosión.
—Que genial.
—Gracias. También puedo potenciar a mis camaradas con la música. Una pelea con música de fondo que los hace más fuertes, por ejemplo.
—Caray. Eso es todo un sueño. Conozco unas cuantas canciones que serían muy buenas para eso. Te las voy a enseñar cuando tenga una oportunidad.
—Gracias.
—Continuemos, pues
“Mis andanzas me llevaron a Faelantis, un reino subacuático, donde me convertí en uno de los músicos de la corte. La inmensa mayoría de sus habitantes eran píscidos, hombres pez, los cuales me trataron con cierta desconfianza porque, bueno, hay una historia de esclavitud muy turbia entre píscidos y humánidos, con los primeros como las víctimas. Al final conseguí ganarme su respeto y también…”
Alexis aparta ligeramente la mirada mientras sonríe.
—¿Qué más obtuviste?
—La princesa de Faelantis terminó robándome el corazón.
—Oh, romance. —Lucius se frota las manos—. Esto mejora por momentos.
—Sí. Astraea es una mujer maravillosa. Es una sirénida, por cierto, como toda la nobleza de los habitantes del Submar. Y su voz cuando canta… Dios¸ es lo más hermoso que he oído en mi vida. Nada de lo que yo pueda hacer en mi vida podría igualarlo.
“Lo que pasa es que Astraea tiene un hermano, Damon, y este hermano terminó por dar un golpe de estado, matando a su propio padre y haciéndose con el poder. Hubo resistencia, claro, y yo formé parte de ella. Use mis poderes para potenciar a mis aliados, evitando entrar en la primera línea de combate. A pesar de que tenía una burbuja alrededor de mi cabeza y otros métodos para poder moverme bajo el agua con fluidez, soy malo para pelear a golpes. Y bueno, fuimos derrotados. Nos redujeron y capturaron poco a poco. Solo el líder de los rebeldes y primo de Astraea, Alexander, consiguió escapar; junto a un grupo de seguidores. El usurpador quiso hacer ejemplo con nosotros y nos vendió a los esclavistas humánidos en distintos lotes. A mí me compraron por separado y me llevaron cargado de cadenas a un barco donde había otros esclavos humánidos y pusieron rumbo al continente, pero no llegaron lejos.”
“A mitad del camino el barco fue atacado. Los cañonazos fueron pocos y más desde nuestros captores que desde los atacantes. Pude sentir desde las tripas del barco como algo lo chocaba y entonces oí ese grito: “Al Abordaje”. Lo había oído ya otras veces, pero esta vez se sintió diferente, como el grito de guerra de un ejército. No pude ver la lucha sobre la cubierta, solo pude oír como chocaban las armas, los tiros y los gritos. Cuando todo se calmó, los atacantes bajaron y nos vieron. Camuflaron sus reacciones con la experiencia de quien ha hecho lo mismo muchas veces, pero aun así se veía que éramos un espectáculo lamentable: Estábamos mal alimentados, sucios y encadenados. Nos sacaron los hierros de encima mientras quien parecía ser la capitana se identificaba: Dijo ser parte de los bucaneros de “Buena Esperanza”, la nación rebelde. Había oído hablar de ellos, era un archipiélago cercano al borde del anillo de islas que rodea el continente de Zen que actuaba como una base rebelde desde hacía décadas. Sus bucaneros llevaban dos banderas en los mástiles de sus barcos: una pirata y otra con un triángulo azul en un extremo, una estrella dorada dentro de este y tres franjas de colores una sobre otra, primero amarillo, después verde y por ultimo rojo. Ondeaba impulsada por un fuerte viento y parecía saludarnos a todos, dándonos la bienvenida de vuelta a la vida.”
“La capitana de aquellos bucaneros nos hizo entonces “la propuesta”, como ellos le dicen: Podíamos unirnos a ellos o nos desembarcarían en un lugar habitado con dinero suficiente para iniciar una nueva vida. Todos los hombres y mujeres recién liberados estuvieron más que encantados de unirse a los bucaneros, pero yo no podía. Yo tenía otro sitio al que debía ir. Tenía una cuenta que saldar y, más importante, una persona a la que rescatar. Se lo dije a la capitana. Todo. ¿Y sabes que me contestó ella?”.
—¿Qué?
Alexis se aclara la garganta y entonces contesta con una voz femenina que no es suya.
—Rayos, muchacho. Si no fuera porque el lugar al que quieres ir está en dirección contraria a donde vamos, nos encantaría ir contigo.
—¿En serio? Espera. ¿Cómo es que tienes esa voz? ¿Otra cosa de tu elixir?
—Casi. Dije que puedo imitar sonidos con la voz. ¿Recuerdas?
—Ah, perdón.
—No pasa nada. Y otra cosa…
—¿Si?
—Iba en serio la capitana. Al parecer nada les gusta más a estos bucaneros que hacerle la vida imposible al gobierno de Zen. El hecho de que los superen en número y potencia de fuego no parece importarles mucho.
“El caso es que me llevaron a tierra y se despidieron de mí. Entonces empecé mi ascenso. Conseguí una guitarra nueva y empecé a trabajar mientras seguía las noticias, buscando toda la información posible sobre el reino de Faelantis. Los periodistas hablaban del golpe de estado sin mencionarlo, simplemente diciendo cosas como “la nueva administración” y así. Era enervante. En fin, que supe gracias a ellos que el usurpador planeaba aliar a Faelantis con el Imperio de Zen, así que decidí que le arruinaría los planes todo lo posible. Pero lo primero era conseguir un barco, y eso fue relativamente fácil gracias a mi nuevo aliado: Azai Vancroft.”
“Lo conocí en una taberna en la que estaba tocando y en la que la cosa no acabo… Bien. Hubo una pelea y las hostilidades escalaron demasiado. Terminamos los dos tras la misma mesa volcada con él sacando las pistolas. Después de una rápida presentación acabamos por huir del local y poner pies en polvorosa. Como no teníamos nada mejor que hacer, nos pusimos a hablar. Dijo ser un fugitivo, más o menos igual que yo, aunque en ese momento no me dijo de quien huía específicamente ni que había hecho. No me importó, no estaba yo como para ponerme especialito con la ayuda en ese momento. Le propuse que me ayudase con mi idea (todavía no era un plan) y él aceptó, prácticamente encogiéndose de hombros. Eso me causó impresión.”
—Por como lo pintas parece que no le importaba nada.
—Ahora que lo conozco mejor puedo decir que él es un pesimista. Siempre cree que todo nos va a salir mal.
—Un pájaro de mal agüero, pues.
—Un lobo, más bien. Azai es un fúrrido lobo.
—¿Fúrrido, eh? —Lucius hace un fuerte y evidente esfuerzo por aguantar la risa, que no pasa desapercibido.
—¿Qué pasa?
—Nada, nada. Por favor, continua
—Bien…
“Juntos, Azai y yo conseguimos robarnos un barco. Nada grande, un balandro, una nave de un solo mástil y un par de velas, más propia de contrabandistas que de piratas, pero dos hombres no pueden manejar nada más en el mar. Pusimos rumbo al noreste, de vuelta hacia Faelantis. Mientras tanto, empezamos a planear que hacer. No pareció sorprenderle el hecho de que estaba haciendo el plan sobre la marcha. Recuerdo haber pensado en ese momento que quería morirse y que acompañarme en mi cometido era una buena manera de lograrlo sin tener que pegarse el tiro en la cabeza el mismo. Hoy sé que no es así, por suerte.”
“Durante el camino hacia el lugar del acto recogimos dos cosas que nos vinieron bien. Una fue Eiko, una chica gata. No una fúrrida, ojo, sino la mezcla de sangre de fúrrido gato y humánido. Era una experta navegadora, lo cual era perfecto porque entre Azai y yo apenas dominábamos poco más de lo básico en el tema. Lo otro fue el Personaelixir, que se lo arrebatamos a un pirata cuyo nombre ya ni recuerdo, la verdad. Estaba demasiado concentrado en la imagen de lo que deseaba hacer con el como para pensar en otra cosa”.
“En medio del viaje tuvimos que cambiar de rumbo, porque nos enteramos gracias a los periódicos que Faelantis iba a entrar a formar parte del Imperio del continente de Zen mediante el clásico método del bodorrio. No se iba a casar el usurpador, ojo, sino Astraea. Obviamente no era que ella quisiese casarse, así que mis camaradas y yo decidimos que debíamos arruinarles la fiesta. Pusimos proa hacia el lugar donde la boda se llevaría a cabo, que casualmente era mi hogar, Milanka."
—Oh. El héroe regresa a casa. —Lucius adopta su tono académico— Es como en “El viaje del héroe”.
—¿Y eso ahora que es?
—Es como una estructura para una historia. El protagonista, el héroe, sale de su hogar, vive aventuras y regresa cambiado, si es que regresa y no se queda en otro sitio.
Alexis se recuesta unos momentos, considerando lo que acaba de oír.
—Interesante. Me tienes que hablar de eso después.
—Claro. Por favor, continua.
—Por supuesto.
“El plan que convenimos fue el siguiente: Nos mezclábamos discretamente entre las gentes de Milanka, causar una conmoción y aprovechar para llevar a Astraea al barco. Un plan loco y que tiene más agujeros que un barco cañoneado, lo sé; pero así somos en la banda, que ahora que lo pienso ni nombre tenemos, madre mía. Hay que corregir eso rápido”.
“En fin. El ambiente de fiesta en Milanka nos permitió mimetizarnos con el entorno. Yo iba además con un sombrero y un pañuelo a la cabeza y enmascarando mi voz, por si acaso. Y bueno… Pude verla. Pude ver a Astraea minutos antes de empezar la operación. Ella y Damon se movían en unos extraños cojines-burbuja, unos vehículos pequeños que les solucionaban el problema de no tener piernas. Vestida de novia se veía sublime, toda de un blanco celestial. Lástima que no sonreía, se notaba que era bastante infeliz bajo aquella mascara de serenidad. Para rematar, el rey de Milanka había tirado el palacio por la ventana; todo estaba decorado con un glamour en el que la mujer de la que estaba enamorado era como una triste mancha. Tuve que reprimir el impulso de mandarlo todo al fondo del mar y rescatarla ahí mismo, pero tenía que ceñirme al plan”.
“Todo empezó a una señal mía, cuando los “novios” estaban delante del templo. Eiko dejó caer un petardo entre la multitud. Fue cero daños en la explosión y todo ruido, así que nadie salió herido, pero si cundió el pánico. Azai remató todo sacando una de sus pistolas y dando dos tiros al aire. La gente corrió aterrada y yo aproveche para colarme entre los que buscaron refugio en el templo. Por supuesto, mi amor estaba ahí. Y también el usurpador. Y para rematar, también estaba mi viejo. Era el oficiante de la boda que habíamos arruinado y mi madre estaba con él. También estaban el príncipe de Milanka, un tipo llamado Ferdinand junto al rey. Y al lado de Astraea estaba una niña, la hermana del príncipe.”
“Cuando me presenté hice un despliegue de todo mi descaro, con el ruido del caos fuera del templo como música de fondo. Dije que era hijo del diablo, incluso, aunque no lo he visto en mi vida; pero cualquier cosa es válida si le saca chispas a mi padre. Por supuesto, dije que venía a llevarme a mi princesa y acabaría con cualquiera que se interpusiese en mi camino. No esperaba que entrasen en razón y claro que no lo hicieron. El rey mandó a varios guardias que habían entrado con ellos al templo para que me prendiesen. Yo me limité a mandarlos a volar hacia atrás con una explosión. No murieron, solo quedaron inconscientes.”
“Después de los guardias, vino el príncipe. El muchacho es prometedor, con bastantes dotes. Dio una buena pelea. También hay que decir que había usado ya mi mejor truco y tenía que descansar para poder usarlo otra vez. Estuvimos peleando un par de minutos espada contra guitarra hasta que Astraea gritó para animarme. Esto hizo que su hermano quisiese agredirla, lo cual provocó que la hermanita de Ferdinand se pusiese entre los dos. Lo que vi después siempre lo recuerdo como si el tiempo se hubiese ralentizado: Le lancé una onda sonora a Damon empleando la guitarra y conseguí empujarlo contra su cojín-burbuja. Esto le dio tiempo al rey para apartar a su hija del peligro. Después yo le arrebaté la espada al príncipe de Milanka y se la arrojé a Astraea para que se defendiera. Uno podría pensar que Ferdinand se rendiría estando desarmado, pero no lo hizo, sino que cuando le puse atención otra vez estaba con los puños levantados. El muchacho es tozudo. ¿Ya te he dicho que me cae bien?”
—Me lo has dado a entender, sí.
—Continúo entonces.
“Seguimos peleando bajo la mirada horrorizada de todos, hasta que las puertas se abrieron. Lo primero que noté fue que el sonido del caos de afuera se amplificó. Después escuché un disparo seguido de un grito. Los que habían abierto la puerta fueron derribados por Azai, que había venido a echarme una mano. Ni bien entró le disparó a Damon en la mano de la espada. Cuando volteé en la dirección de sus gritos vi el arma que le había lanzado a Astraea en el piso. Mi camarada la había salvado. Nunca en la vida había estado tan aliviado. Fui hasta la mujer que amaba, la levanté en brazos y, antes de irme con ella, hizo algo muy gracioso: Le arrojó el ramo de flores que suele tirar la novia después de la boda a mi madre. Y después le gritó que eso era para que se consiguiese un mejor marido. Creo que entonces me volví a enamorar.”
“Atravesamos la ciudad, que se había convertido en el escenario de una mini guerra. Al parecer un grupo de píscidos rebeldes se había conseguido infiltrar y estaba luchando contra los leales a al usurpador. Si tuviera que apostar, creo que querían asesinarlo, pero nosotros le arruinamos el factor sorpresa y optaron por un ataque desesperado. Lo bueno era que los dos bandos estaban determinados en matarse entre ellos, lo malo era el fuego cruzado resultante. Creo que los rebeldes nos notaron y evitaron dispararnos además de cubrirnos, pero no me creas mucho eso porque no me fije. Estaba ocupado yendo con una sirénida en brazos. No aguante mucho y casi llegando al puerto tuve que parar para darle el Personaelíxir. Se lo tomó después de unos segundos de duda y pudimos continuar hasta el bote de vela donde nos esperaba Eiko. Ella nos cubrió con un cañonazo a unos perseguidores que aparecieron de repente y pudimos abordar y hacernos a la mar. Y escapar, por fin”.
Al terminar, Alexis se recuesta.
—Y eso es todo. Ahora mismo no tenemos un plan de a dónde ir, más que no queremos volver a donde empezó nuestro viaje. Todavía no.
—Muchas gracias, capitán Alexis. Fue un placer escucharle. Le deseo suerte en sus travesías.
Al pirata hombre orquesta parece gustarle como sonó la palabra capitán. Con una sonrisa en los labios, se levanta, se despide y abandona el lugar.
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